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Autoras:
T.S.U Yeroskay V. Romero C.I: 17.178.944
Profesor:
Vanessa LaVerde
Sección: Única
GEOGRAFÍA ECONÓMICA
Contribuye a la comprensión de una amplia gama de problemas contemporáneos. La
combinación de las influencias ambientales y espaciales en el estudio de la actividad
económica es cualquier cosa excepto una regresión hacia el determinismo geográfico. Por
el contrario, ayuda a revelar en forma más completa la naturaleza no determinista del
proceso económico y las funciones del juicio humano y de la percepción ambiental en las
decisiones que conforman el espacio económico.
Con el objetivo de crear dinámicas territoriales, dentro de cada una de las regiones,
que posibiliten el surgimiento de condiciones económicas y sociales, aprovechando las
potencialidades y fortalezas de áreas con ventajas competitivas frente a otras, se crean las
Zonas Especiales de Desarrollo Sustentable (ZEDES), espacios del territorio con
características físicas, demográficas y económicas capaces de soportar y mantener un
desarrollo económico y social sostenible sin gran des esfuerzos, a partir de la inversión de
recursos financieros por parte de los diferentes niveles de gobierno.
Las políticas y los instrumentos como los planes de la nación, las leyes y las
instituciones, han ido demostrando una progresiva ‘concienciación territorial y ambiental’.
Sin embargo, la excesiva concentración y el desarrollo de una política de desarrollo
regional y local no acorde a las realidades propias de cada una de las regiones y
localidades, siguen generando desequilibrios territoriales con problemas políticos,
económicos, sociales y ambientales que debe asumir el país.
No podemos aspirar a que el petróleo, por sí solo, nos lleve a un nivel de desarrollo
deseable. Existe una amplia literatura sobre los efectos negativos que la dependencia de
actividades extractivas produce sobre distintas sociedades. Esto concluye que, por distintos
mecanismos económicos e institucionales, la dependencia de actividades extractivas
representa un obstáculo al desarrollo. Por el contrario, la diversificación productiva
conduce a procesos de crecimiento económico más estables, pronunciados y dinámicos, a la
generación de empleo de alta calidad y a la aceleración de la innovación tecnológica. La
necesidad de diversificar se ha hecho cada vez más evidente para países con estructuras
productivas similares a la nuestra, como Arabia Saudita y Trinidad y Tobago, así como
otros países extractivos de Latinoamérica, los cuales se encuentran avanzando agendas
tremendamente ambiciosas de desarrollo productivo.
Por esta razón, los agentes que buscan innovar y diversificar no lo hacen de manera
aleatoria. Acoplar las capacidades necesarias para desarrollar una actividad nueva se hace
más fácil si se cuenta de antemano con una parte importante de sus requisitos, y este va
tender a ser el caso si ya se encuentran presentes otros sectores que requieren insumos
similares. Por esta razón, la diversificación tiende a orientarse hacia sectores que comparten
insumos y capacidades productivas con los sectores ya presentes. Partiendo del ejemplo
anterior, esto quiere decir que será más fácil «desarrollar» la capacidad de fabricar relojes
en aquellos pueblos donde haya buena cristalería, procesamiento de cuero, manufactura de
equipos electrónicos u otros sectores de alta «similitud tecnológica» con la relojería.
La agroindustria nacional en los últimos diez y nueve años ha padecido las mismas
restricciones económicas que los agricultores y ambos actores (agricultores e industriales)
han acercado posiciones y actúan como eslabones de cadenas agroalimentarias que se
complementan a través de relaciones de intercambio equilibradas. Es significativa la
inversión en plantas industriales de arroz, trigo, azúcar, café, maíz, aceite, tomate, leche,
jugos de fruta, carne de cerdo, aves, pescado y madera.