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Sector Energético De Nicaragua: Modelo De Regulación Y

Recomendaciones De Políticas
Osman Jefferson Garcia & Jose Esteban Vasquez

Nicaragua desde los años 80´s carece de una política de estrategia seria en la línea del desarrollo
económico, hasta el punto de fomentar una cultura de improvisación (Bárcenas, 2015). Como
país el segundo país más pobre, solo detrás de Haití, y exorbitantemente endeudado, Nicaragua se
emprendió en la tarea de implementar el modelo de privatización del sector eléctrico, por
coacción de los programas de ajuste estructural del Fondo Monetario Internacional en 1998. Para
entonces se había separado la industria eléctrica en una cadena de tres eslabones: generación,
transmisión y distribución, y adicionalmente, un ente regulador encargo de aplicar la normativa
de operación, con reglas del juego, tanto técnicas como comerciales, que en teoría, conducirían a
los inversionistas privados hacia la eficiencia financiera, pero acosta de la eliminación del
objetivo de servicio social del suministro eléctrico, y con ello, las metas de naturaleza estratégica
(Bárcenas, 2015)
En este modelo, la rentabilidad privada podía degenerar con facilidad en un negocio con
tramposos y fulleros que buscan obtener ventaja sobre inadvertidos competidores, sobre todo con
un poder político extremadamente burocrático, que se concibe a sí mismo independiente de la
sociedad.
Actualmente, más del 50% de la energía primara utilizada para la producción de electricidad, no
viene de afuera. A grandes rasgos, somos (y hemos sido) consumidores de energía a base de
hidrocarburos (petróleo), y los valiosos recursos autóctonos casi no los hemos aprovechado. En
este sentido, resulta ridículo y en parte irónico el insignificante aprovechamiento de nuestros
recursos energético. Concretamente, hasta estamos utilizando apenas el 8% de nuestros recursos
energéticos (Bárcenas, 2015).
Un país con esta complexión de desaprovechar sus propios recursos, y que al mismo tiempo, tal y
como sucede en Nicaragua, el 62 de sus ingresos por exportaciones para pagar la energía primaria
que importa – hidrocarburos y sus derivados – evidentemente no tiene política de desarrollo. 1 Es
país muy dependiente y atado de pies y manos a factores exógenos (haciendo especial referencia
a la volatilidad de los precios del petróleo). Sin embargo, Bárcenas (2015) aclara que el problema
no es que importemos mucho petróleo, sino que, con dicha energía, no se producen ni exportan
productos con suficiente valor agregado, para que la factura petrolera no absorba un porcentaje

1
Nicaragua no posee producción propia de petróleo u otros hidrocarburos y su consumo de derivados supera los 25
mil barriles diarios Es un país abundante en recursos naturales, y predomina su potencial hidráulico y
geotérmico.
tan alto de nuestras exportaciones. Ergo, un país con una factura petrolera que consume el 62 por
ciento de sus ingresos por exportación es enteramente inviable.
La decisión tomada por el gobierno de facto (y anteriores a ese) de invertir en generadores de
naturaleza técnica y que de por sí, de baja eficiencia, hace que la factura petrolera asociada a la
producción de la energía eléctrica sustraiga el 16% de las exportaciones del país.
Hoy, este modelo regulado, que, en lugar de la planificación central del Estado, como es lo usual
en el suministro integrado de este servicio público, en palabras de Bárcenas (2015) lo que ha
ocurrido hoy es una integración espuria de carácter corrupto al incursionar la familia en el poder
como inversionista en los distintos segmentos del sistema energético, utilizando a las
instituciones del Estado, responsables de las políticas energéticas y de la regulación del sector,
como agentes al servicio de sus intereses económicos.
En los últimos años Nicaragua ha hecho esfuerzos por: (i) expandir su generación eléctrica a
partir de fuentes renovables, (ii) incrementar los esfuerzos de exploración petrolera. El país
cuenta en la actualidad con una capacidad instalada de generación eléctrica de 1,467.31 MW, y
una demanda máxima de 692 MW. A partir de esta capacidad se generaron 3,294.6 GWh de
energía (año 2010), 80% proveniente de plantas de empresas privadas y 20% de plantas de
generación públicas. A pesar de ser tradicionalmente un importador neto de energía, en el año
2010 realizó exportaciones equivalentes a 43.3 GWh (Banco Interamericano del Desarrollo,
2013).
Estudios recientes realizados por la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y
Social (2020) encuentran que Nicaragua es el país de la región centroamericana que demanda
menos energía. Es decir, el mercado energético nacional es muy pequeño, con una demanda
máxima de 692 MW, Nicaragua es el sistema de menor tamaño de la región (y por mucho) (…)
Este pequeño tamaño desaprovecha economías de escala que podrían abaratar las tarifas. Otro
aspecto destacado por dicho estudio, es que los altos costos de energía renovable, sumándole lo
anterior y su bajo crecimiento causan que en Nicaragua se inviertan en pequeños proyectos de
energía renovable, perdiendo sustanciales economías de escala que resultan en altos precios de la
energía.
El sector energético en Nicaragua está caracterizado por una fuerte presencia del capital privado
en las distintas actividades de cada uno de los subsectores. El sector público diseña las políticas
de ambos sectores a través del Ministerio de Energía y Minas (MEM), creado en el año 2007
(BID,). Las regulaciones de todas las actividades del sector energético están delegadas en el
Instituto Nicaragüense de Energía (INE), creado en el año de 1985. En las actividades de
generación eléctrica hay una presencia del estado a través de la Empresa Nicaragüense de
Electricidad (ENEL) que maneja la totalidad de la generación hidroeléctrica del país y cerca del
16% de la capacidad instalada a partir de fuentes térmicas. La transmisión es controlada
totalmente por el sector público mediante La Empresa Nacional de Transmisión Eléctrica
(ENATREL) que maneja el 100% de la red de transmisión a nivel regional. En las actividades de
distribución el grupo privado TSK-Melfosur Internacional maneja cerca del 95% de las redes de
distribución en el país a través de su empresa filial Disnorte-Dissur (BID, 2013).
En el subsector hidrocarburos hay también una presencia importante de empresas privadas. La
refinación y la importación de crudo está manejado por la empresa privada Puma Energy, que
controla la única refinería del país, Refinería Managua. En la importación y comercialización de
derivados del petróleo también participan principalmente empresas privadas entre las que
destacan Albanisa, Distribuidora Nicaragüense de Petróleo (DNP) y Puma Energy. En el mercado
de los hidrocarburos hay una presencia del sector público mediante la empresa Petronic, que tiene
una limitada participación en la cadena.
Como se había comentado anteriormente, Nicaragua exhibe una alta dependencia en energía
fósiles, la cual es más cara que la energía proveniente de fuentes renovables, y vulnerable a la
volatilidad del precio internacional del petróleo. Hasta el 43 por ciento de la matriz energética
del país está conformada por energía proveniente de fuentes fósiles, siendo el país con la mejor
participación de energía renovable en la región (véase figura 1).
Figura 1. Fuentes de energía en Centroamérica
(Porcentaje, 2018)
100% 1%

90% 17%
22% 24%
33%
80% 38%
43%
70%

60%

50% 99%

40% 83%
78% 76%
67%
30% 62%
57%
20%

10%

0%
Costa Rica Belice Panamá El Salvador Honduras Guatemala Nicaragua

Renovable No renovable
Fuente: CEPAL (2019)

El modelo actual gira en torno a la ineficiencia por todos los rincones del sector, para explicar
este fenómeno, existe una razón muy notable y descanse en los tipos de contratos que otorgan
beneficios excesivos en perjuicio de los consumidores finales, por medio de dos parámetros
fundamentales establecidos en dichos contratos2:

2
Estos contratos son del tipo Power Purchase Agreement (PPA).
Pagos fijos por potencia elevados: Nicaragua en relación a los otros países de la región paga un
alto precio por potencia, en términos numéricos oscila por los US$ 6,000 y US$ 1500 mensuales
por cada MW instalado. Países como el Salvador y Honduras pagan US$ 7,800 MW y US$
10,000 respectivamente. Si bien son precios menores que en el salvador siguen siendo menores al
promedio observado en Nicaragua
Capacidad de producción de energía más allá de la necesaria: Como he indicado anteriormente
el pago por potencia en Nicaragua es el más alto de la región, lo cual se traduce en un incentivo
para la creación de capacidad de generación térmica aún si esta no es necesaria en el país (véase
figura 2). Que quiero decir con esto, el problema que se vierte en materia de generación que la
capacidad instalada en Nicaragua supera la demanda máxima de energía y esta brecha muestra
una tendencia creciente. El problema subyacente es que a esta capacidad excesiva de reserva (en
su mayoría son térmicas) se le sigue remunerando sin importar que no esté despachando energía,
debido a los términos de pago por potencia en sus contratos, en resumidas cuentas, los usuarios
pagan (en concepto de potencia) por una gran cantidad de energía que no consumen. Tal es el
caso de la planta Che Guevara que no está operando debido a las sanciones por la ley Global
Magnistky
Figura 2. Reservas de energía en Nicaragua
(Megavatios, porcentaje, anual)

700 90%
81% 82%
80%
600 578
68% 69%
66% 70%
63% 64%
500 61% 471 61%
58% 462
447 60%
426
412 408
50%
400 369 373 50%
326

300 40%
34% 261
29%
30%
200 174
150
20%
11%
100
53 10%

0 0%
2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019

MW* Porcentaje**
Nota: Diferencia entre capacidad efectiva y demanda máxima.*
Indican el porcentaje que representas las reservas en MW sobre la demanda máxima en cada
año.**
Fuente: INE

Vigencia de contratos excesivos: Según la información del MEM el plazo promedio de contratos
de las 29 generadoras que operan en el país es de 27 años, eso por ningún lado tiene una
connotación de eficiencia, los contratos de largo plazo de los países de la región centroamericana
máxime son de 15 años. Plazos de esta magnitud causan que las generadoras no tengan incentivos
para competir por ofrecer precios de energías bajos, y por su parte, las distribuidoras pierden
oportunidad de contratar opciones de energía más barata que puede surgir durante la vigencia del
contrato.
Dicho lo anterior, nosotros proponemos una serie de políticas que FUNIDES (2020) dictado en
investigación en aras de la resolución de las problemáticas del modelo de regulación del sector
eléctrico que Nicaragua ostenta, cabe destacar que todas tienden a resolver relativamente los
problemas en el largo plazo:
1. Introducir regulación para nuevos contratos PPA, que transfieran los beneficios adecuado
en dependía del tipo de proyecto de generación. Particularmente, debe modificarse ciertos
términos con relación a los contratos PPA vigente, estos términos son los siguientes:
- Reducir los precios del pago fijo por potencia, así también la abolición de este
precio una vez el inversionista haya recuperado el capital invertido.
- Reducir los plazos de los contratos, especialmentete que ellos proyectos de
generación a base de hidrocarburos.
- Establecer cláusulas en cada contrato que ordenen su terminación en el caso
que la generadora alcance un plazo prudente de tiempo sin estar despachando.
2. Examinar la posibilidad de renegociar los contratos PPA vigentes, estableciendo términos
que se acerque a los recomendados en el punto anterior.
3. Reducir niveles de reservas y revisar los incentivos actuales sobre inversión en proyectos
de generación:
i. Una política de incentivo que podría tener un impacto significativo, sobre
proyectos de energía según Barragan y Espinoza (2015) podrían
considerarse:
1. Inversión en tecnología e investigación por parte del Gobierno, por
medio de alizans con centros educativos para realizar estudios
innovadores de fuentes de energía renovable que insten a su
utilización
2. Crear líneas de crédito para entidades públicas y privada que
faciliten el financiamiento de inversiones energía renovable.
A modo de conclusión, el suministro de energía eléctrica, por su naturaleza, es un monopolio
natural en los segmentos de transmisión y distribución, y que podría haber libre competencia solo
en el segmento de generación; por lo que la desmonopolizción del sector eléctrico como conjunto
no existo como una posibilidad real, En todo caso, la pregunta es si a Nicaragua le conviene un
monopolio estatal o uno privado. Si bien, lo recursos públicos son cada vez más escasos, y el
gobierno ya no puede asignar más recursos públicos a este sector, puesto que está dejando de
realizar otros proyectos que merecen mayor presupuesto, principalmente para abatir la pobreza,
salud, educación y otros proyectos sociales.
Generar energía eléctrica es un medio y no un fin. El fin es el de aumentar la productividad de la
producción nacional. En el grado que la energía sea más barata, mayor será la competitividad de
la producción local, incluyendo la capacidad de exportar. Cambiar la estructura del mercado es
costoso y complejo. No obstante, un aproximación gradual podría emprender el establecimiento
de un entorno competitivo y permitir a la iniciativa privada participar en el sector eléctrico sin la
privatización de Empresas del Estado, manteniendo las redes de transmisión y distribución como
instrumento para regular las tarifas al consumidor final y establecer mecanismos regulatorios para
evitar el surgimiento de monopolios regionales, a través de un organismo autónomo que puedan
regular a la industria eléctrica y vigilar el cumplimiento del marco jurídico.

Referencias bibliográficas
Barragan, A., & Espinoza, J. (2015). Políticas para la promoción de la energía renovables en
Ecuador. Universidad de Cuenta.
CEPAL. (2018). Estadísticas del subsector eléctrico de los países del Sistema de integración
Centroamericana (SICA), 2017. Cuidad de México.
Espinasa, R., Balza, L., Hinestrosa, C. & Sucre, C. (2013). Dossier energético: Nicaragua. Banco
Interamericano del Desarrollo.
INE. (2020). Electricidad: Estadísticas Anuales 2007-2019, Resumen de los principales
indicadores eléctricos. Managua: INE.
Bárcenas, F (2015). ¿Por qué no baja la tarifa eléctrica? “Una correcta estrategia energética debe
apuntar al desarrollo de Nicaragua”. Revista Envío 396.
Orozco, G., Rivas, P. & Urcuyo, R. (2020). Mercado Eléctrico en Nicaragua. Diagnóstico y
Recomendaciones (Serie de Estudios Económicos 2020, No. 01). Fundación Nicaraguense para el
Desarrollo Económico y Social.

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