Está en la página 1de 296

Reconsideración del llamado

"quechua costeño"
Rodolfo Cerrón-Palomino

Para Alberto Escobar, en la cercanía


de sus sesenta fructíferos afios.

O. INTRODUCCION

Una de las notas saltantes del quechua, a diferencia de la gran mayoría


de las lenguas indígenas sudamericanas, es la tradición de que goza tanto en
materia de estudio cuanto en su producción escrita, la misma que se remonta a
por lo menos la segunda mitad del siglo XVI*. No obstante los vaivenes político-
culturales que impidieron la continuidad de los estudios quechuísticos, asf como
de la producción escriturarla de la lengua, la fuente documental con la que con-

(*) Texto de la ponencia presentada en el VI Simposio de lingüística Andina. Amsterdam: 46 Congreso


Internacional de Americanistas (4-8 de julio de 1988). Una primera versión del trabajo fue leída en el
Primer Congreso Nacional de Lingüística y Filología, realizado en Lima (18-20 de noviembre de 1987).
Agradecemos a Lyle Campbell por los invalorables comentarios que le suscitó la lectura de aquella ver-
sión. Sus observaciones, propias de las de un escéptico (según confesión personal), contribuyeron deci-
sivamente a mejorar ciertos pasajes, quitando inexactitudes y salvando errores, y obligándonos incluso
a replantear algunos de los temas tratados, no del todo desconocidos por el especialista en maya. No
siempre hemps podido seguir sus sugerencias, unas veces por falta de mayor información y otras por
discrepar de tas mismas. Por lo demás, allí donde lo hemos seguido, esperamos haber captado fielmente
el sentido de sus inquietudes. Lo demás corre por nuestra cuenta.

No. 2, diciembre 1990 335


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

tamos es relativamente variada y rica, dependiendo de la época, y aun cuando


haya prevalecido el registro de unos dialectos por encima de otros.
En efecto, como se sabe, los monumentos escritos con que contamos tes-
timonian predominantemente la variedad surefia del quechua, ofreciéndonos re-
gistros esporádicos para los dialectos centrales y niguno para los nortefios, por
lo que respecta al Perú. En la mayoría de los casos, tales fuentes atestiguan eta-
pas anteriores de variedades que aún tienen vigencia en la actualidad; en otros
pocos, las muestras consignadas pertenecen a dialectos ya extinguidos o en vías
de extinción. Como quiera que fuese, las ventajas de contar con las versiones
modernas de las variedades atestiguadas por escrito son obvias. Para referimos
sólo al aspecto formal de su registro, el carácter a la vez hipo e hiperdiferencia-
dor de la notación escrituraria en que aparecen plantea serios problemas de inter-
pretación que, en el caso de los dialectos extinguidos, pueden resultar de díficil
solución. El panorama se alivia en parte cuando las variedades siguen en uso:
aquí, los problemas heurísticos pueden ser resueltos en forma relativamente sa-
tisfactoria mediante el contraste sistemático del material escrito con la versión
moderna del dialecto atestiguado. En cualquier caso, sin embargo, sólo un exa-
men crítico interno de tales fuentes le pern1itirá al lingüista la recta interpretación
de las mismas.
En lo que respecta a los estudios diacrónicos del quechua, es de notarse
que hasta hace poco el material empicado por los especialistas fue de naturaleza
predominantemente oral. La extraordinaria vigencia de la lengua a través de sus
distintas manifestaciones dialectales, unas profundamente arcaizantes y otras no-
toriamente innovadoras, invitaba al estudio dialectológico y comparatístico con
prescindencia de los testimonios escritos. Influía en esto también, tal vez incons-
cientemente, cierta práctica del descriptivismo -especialmente norteamericano-,
caracterizada por un no disimulado desdén por la fuente escrita, la misma que
respondía al trato con lenguas fundamentalmente ágrafas. En línea con ella, el
recurso a la documentación escrita fue siempre secundario y estuvo dictado por
la necesidad imperiosa de cubrir vacíos creados por la imposibilidad de contar
con datos contemporáneos o de primera mano. Con todo, habrá que reconocer
que los avances notables alcanzados en materia de reconstrucción histórica
constituyen una prueba irrefutable de las bondades del método comparativo, aun
con prescindencia de la información documental escrita.
Ahora bien, por lo que toca al quechua, una vez esbozada su historia
interna, cuya naturaleza hipotética deberá tenerse en cuenta siempre, conviene
retomar la fuente escrita disponible a fin de examinarla a la luz de aquélla. La
consideración de la misma tendrá un efecto doblemente iluminador: por un lado,
permitirá una contextualización espacio-temporal más rigurosa de la docu-
mentación consignada, y, por el otro, ayudará a una mejor comprensión de los
procesos evolutivos de la lengua. De esta manera, como ocurre en el vasto
campo de la romanística, la documentación escrita puede eventualmente ayu-
dar a enmendar o confirmar hipótesis postuladas en base al dato exclusivamente
oral.

336 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

l. LA NACIENTE FILOWGIA QUECHUA

En verdad, la confrontación de la fuente oral con el material escrito a los


efectos del esclarecimiento de la historia evolutiva de los dialectos quechuas
había tenido ya un inusitado precedente en el trabajo auroral de Rowe (1950).
En efecto, una década antes de que se irúciaran los estudios comparatfsticos, el
mencionado estudioso, en su reconstrucción de lo que él denominaba "inca
clásico", demostraba la necesidad de recurrir a la fuente escrita, examinándola a
la luz de los dialectos modernos, antes de formular inferencias históricas con la
sola consideración del dato contemporáneo. Ello se hacía evidente sobre todo en
un trabajo destinado a reconstruir una variedad para la que, como en rúngún otro
caso, se disponf a de abundante documentación. De las postulaciones que pro-
pone Rowe, siguiendo el procedimiento indicado, una es digna de tomarse en
cuenta: la reconstrucción de dos sibilantes para el cuzquefio clásico.
En efecto, examinando la fuente colonial, el mencionado investigador
encuentra el empleo sistemático de dos pares de grafías, a saber <s,ss> y <c,:,z>,
que, de acuerdo a su análisis, no podían corresponder sino a un "máximo de dos
fonemas", como en el ecuatoriano moderno, dialecto al que recurre en procura
de corroboración. Quedaba en pie, sin embargo, la identificación de la natu-
raleza fónica de dichas sibilantes: admitiendo que una de ellas podía responder
a la /s/ dorsal (para Rowe <s,ss> ), la otra, por lo menos, no podía tratarse de
/s/, toda vez que tanto González Holgufn ([ 1608] 1952) como el Inca Garcilaso
([ 1609] 1985), en sus advertencias al lector, negaban explícitamente el registro
de dicho segmento por parte del cuzqueño. Consciente de que el problema requería
de una mayor atención, Rowe sugiere, pese a la correlación establecida con las
sibilantes del quiteño, que la <s,ss> debió haber sido similar a la /s/ moderna, al
par que la naturaleza de <c,:,z> quedaba como un enigma. Pues bien, aun cuando
la conclusión tentativa del autor resultaba contradictoria con el dato contem-
poráneo, en general el trabajo suyo sentaba las pautas del abordaje filológico y
dialectal en materia de lingüística diacrónica quechua. Después de todo, no era
seguramente un azar el que un arqueólogo y etnohistoriador reclamara la aten-
ción hacia los monumentos escritos en los trabajos de reconstrucción.
No obstante lo sefialado, el ejemplo de Rowe no tuvo seguidores inme-
diatos. Durante la década del sesenta, en que los trabajos de reconstrucción
alcanzaron su más alto desarrollo, el recurso a los testimorúos documentales fue
escaso o nulo. Prevaleció ia evidencia dialectal contemporánea antes que la
información escrita. De esta manera, para seguir con el problema de las sibilan-
tes, se reconstruyeron */s/ y */s/, postulándose un cambio de fusión de la segunda
con la primera en los dialectos surefios, específicamente el cuzquefio. Las ad-
vertencias de González Holgufn y Garcilaso en el sentido de que esta variedad
no registraba <x> (es decir /si) fueron simplemente ignoradas (cf. Torero 1964:
453-456) o no vistas como problema (cf. Parker 1969: 174). Es sólo en la
presente década, que se retoma la vía de indagación iniciada por Rowe.
En efecto, Landerman (1982), en su estudio sobre las sibilantes del

No. 2, diciembre 1990 337


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

quechua y del aimara, busca resolver los problemas de interpretación dejados en


pie por Rowe. Partiendo del examen de la situación de las sibilantes del cas-
telllano a la llegada de los espaí'íoles, y valiéndose de los primeros testimonios
escritos tanto del náhuatl como del quechua y del aimara, llega a la conclusión,
de manera convincente, que no solamente el quechua cuzqueño sino el sureño en
general hacían la distinción entre un segmento dorsal /si y otro apical (s/, repre-
sentados consistentemente por <9,c(e,i),z> y <s,ss>, respectivamente. De esta
manera, cobraba sentido el despeje de [s], por lo menos. para el cuzqueño, en
consonancia con lo seí'íalado por las fuentes. Ello .significaba que, de aceptarse
la postulación de */s/ y */s/ para el protoquechua (en adelante PQ), tenía que
asumirse un cambio */s/>/s/ para el sureño (tal como parecía mostrar la eviden-
cia dialectal del huanca), y sólo después otro: esta vez la fusión de la fase
intermedia /si en /s/. Alternativamente, y dada la evidencia del huanca, bien
podía proponerse una revisión en el PQ de modo tal que se postularan */s/ y
*/s/, explicándose el surgimiento de /s/ en los dialectos centronorteños como una
innovación.
Posteriormente, Mannheim (1983: Cap. 6, sección 6.4; 1986) ahonda y
amplía el análisis documental efectuado por Landerman, confirmando la hipó-
tesis adelantada y rastreando la evolución de las sibilantes del cuzqueño, cuya
fusión debió producirse hacia fines del siglo XVII. De esta manera, como se ve,
el examen de los testimonios escritos permitía conocer los detalles de una evo-
lución no recuperables por la sola aplicación del método comparativo. Combi-
nando los aportes del examen filológico con la evidencia dialectal, y sin descui-
dar principios teóricos como el de la plausibilidad fonética, no es aventurado
sostener que a estas alturas se está en condiciones de revisar la reconstrucción
de las sibilantes del PQ en los términos sugeridos por la fuente documental .
Ahora bien, como acertadamente señalan Taylor (1985) y Mannheim (1986), la
lectura e interpretación de la documentación escrita requiere de un cuidadoso
examen interno de la misma. El procedimiento analítico que se impone en este
caso combina la información dialectal e histórica, así como los principios del
contacto idiomático y los criterios de plausibilidad y naturalidad del cambio
lingüístico. En tal sentido, nada más grotesco que la simple transliteración y
adaptación de los textos a la luz de las manifestaciones modernas del quechua.
Tal ha sido -y es todavía-, sin embargo, la práctica común entre los etnohisto-
riadores del área andina, y aun entre algunos quechuistas que parecen ver en la
representación escrita de las fuentes un mero "revés ortográfico" (para emplear
una expresión favorita de Porras Barrenechea), incapaces de descubrir la perfecta
sistematicidad que a menudo las subyace. Es de lamentar, por ello, la reciente
edición de textos clásicos, que bajo la apariencia de haber sido preparados con
criterio lingüístico, no pasan de ser modernizaciones hechas con absoluta prescin-
dencia del examen filológico respectivo y sin la menor preocupación por situar
la obra dentro de su contexto espacio-temporal y glotológico. Nos referimos, por
ejemplo, a las versiones de los pasajes quechuas de Guamán Poma y del manus-
crito de Huarochirí ofrecidas por Urioste (1980, 1983). Lo propio podemos decir

338 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

de las citas quechuas contenidas en los procesos y visitas sobre idolatrías publi-
cados por Duviols (1986). En todas ellas se asume, sin mayores comentarios, la
unicidad dialectal del quechua de los textos con la variante moderna del cuzqueño,
pasando por alto la naturaleza pluridialectal y plurilingüe del discurso de Guamán
Poma, los problemas de identificación de la variedad empleada en el manuscrito
huarochirense, así como la circunstancia de estar ante un texto único correspon-
diente a un dialecto central, como es el caso de los pasajes registrados en las
visitas cajatambinas de idolatría. Afortunadamente, para el manuscrito huaro-
chirense contamos ahora con las versiones de Taylor (1980, 1987), que son el
producto de una paciente y laboriosa tarea de interpretación lingüístico-filológica.
Trabajos como los de este autor (cf. también Taylor 1985)(1), así como los
mencionados de Landerman y Mannheim, sientan las bases de una naciente
filología quechua que promete ser fructífera en los años venideros(2). Sobra
decir que una aproximación a los textos en los términos delineados por tales
autores contribuirá a una comprensión más exacta de las manifestaciones cultu-
rales y artfsticas del pueblo quechua. Muestra de esto último nos la proporciona
también el reciente debate en tomo a la lectura, interpretación y rctranscripción
de los poemas quechuas recogidos por Murúa: contrasta, en este sentido, la
ligereza de Beyersdorff (1986) frente al análisis mucho más cuidadoso de Itier
(1987).
En las secciones siguientes esbozaremos una hipótesis sobre el llamado
"quechua costeño" en base al examen lingüístico-filológico de la obra del primer
estudioso del quechua: el sevillano Fray Domingo de Santo Tomás.

2. EL QUECHUA COSTEÑO
Como se sabe, en la costa centro-sur peruana, en un territorio com-
prendido entre los actuales departamentos de Lima e lea, se hablaba una variedad
quechua hoy extinguida. Los límites precisos de tal territorio no se conocen con
exactitud. El cronista Cobo ((1653] 1956: Cap. VII, 301), refiriéndose al valle
del Rfmac, escribe:
"Antes de la venida de los españoles a esta tierra estaba este valle y comarca
muy poblado de indios, como lo muestran las ruinas de sus pueblos; eran dos
las naciones que lo habitaban, con lenguas distintas, las cuales aún conservan
los pocos que quedan de ambas. Los naturales de Caraguayllo y sus términos
eran de la una nación, cuya lengua corre desde allí adelante por el corregi-
miento de Chancay y banda del septentrión; y desde el mismo pueblo de
Caraguayllo hasta el de Pachacamac habitaba la otra nación" (subrayado
nuestro).
De acuerdo con la cita, el límite norte del quehua costeño -o "marítimo",
según expresión del mismo Cobo- abarcaría hasta la cuenca del río Chillón; aquí
empezaría el te}'fitorio de la otra lengua, que habría sido la quingnam, en su va-
riante llamada "la pescadora" (cf. Torero 1986). Este dato contradice en parte,

No. 2, diciembre 1990 339


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

sin embargo, el proporcionado algunos años antes por el agustino de la Calancha


([1638) 1977: Cap. 11, 1235), según el cual el límite austral del'-quingnam seria
Paramonga, confín del antiguo reino de Chimor. Quisiéramos rescatar aquí, no
obstante, el carácter factual y casi ocular del testimonio de Cobo. Además, es
posible que la "lengua materna" del valle de Lima, diferente de la quechua, de
que nos habla Molina ([1649) 1928), aluda a aquel idioma. Por el sur, de otro
lado, el quechua cubría con toda seguridad la actual provincia de Chincha, y
posiblemente llegaba más abajo, hasta Nazca, territorio de habla aru (Torero
1970).
Ahora bien, la documentación cronística pondera la numerosa población
de los valles costeños antes de la llegada y el consiguiente asentamiento en ellos
de los españoles (ver la misma cita de Cobo). Luego sobreviene el despobla-
miento. Las guerras civiles y las epidemias transmitidas por los europeos diezma-
ron la población indígena en el espacio de pocos años, como se lamenta el propio
Domingo de Santo Tomás. Esta situación, unida a la fuerte presencia de es-
pañoles avecindados en la zona, contribuyó a la rápida extinción de la lengua,
la que se consumó a fines del siglo XVII. El mismo Cobo ([1635) 1956: Cap.
XXX, 353), refiriéndose a los indios del cercado de Lima, observa que "están tan
aespañolados que todos generalmente, hombres y mujeres, entienden y hablan
nuestra lengua y en el tratamiento de sus personas y aderezo de sus casas parecen
españoles".
Por lo que toca a la variedad quechua hablada en la zona, tanto los
etnohistoriadores como los lingüistas están de acuerdo en que se trataba de la
misma descrita por Domingo de Santo Tomás ([1560) 1951a, [1560) 1951b).
Así lo señalan González de la Rosa (191 la, 191 lb) y Porras Barrenechea (1951b),
quienes sugieren que Chincha pudo haber sido más exactamente el lugar donde
el dominico aprendió la lengua y compuso su obra, alternando con sus labores
evangelizadoras. Y si bien es verdad que el sevillano, antes de ser designado
Obispo de Charcas, anduvo igualmente en los valles costeños de Chancay y
Chicama, así como en las serranías de Huailas y Conchucos, donde pudo fami-
liarizarse con el quechua general, buena parte de su tiempo la pasó predicando
y fundando conventos entre los chinchas. Es posible que para 1550 ya tuviera
Fray Domingo concluida su obra lingüística, la misma que sería publicada diez
años más tarde en Valiado lid. Como se sabe, el mencionado religioso no indica
la procedencia exacta del quechua que describe, notando únicamente que él
"reduce", en arte y vocabulario, la lengua general "(... ) entendida por toda la
tierra, y mas vsada de los señores, y gente principal, y de muy ran parte de los
demas Indios, [... ]" (cf. Santo Tomás [1560) 1951b: 8).
En cuanto a la filiación dialectal del costeño, tanto Torero (1964:475)
como Parker (1969: 166) están acordes eri sefialar que, gramaticalmente, pertenece
a la variedad sureña. Fonológica y léxicamente, en cambio, presenta peculiari-
dades que lo ponen más cerca de los dialectos centro-norteños. Desde este punto
de vista, la descripción ofrecida acusa una fuente ciertamente pluridialectal, como
lo han observado Torero (1964:475), Taylor (1985) y Mannheim (1986), entre

340 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

otros. De allí que sea hasta cierto punto correcto el comentario que el Lexicón
le merece a Guamán Poma ((1615] 1936: 1079) al caracterizarlo como un"[ ... ]
libro de bocabulario de la lengua del cuzco chinchaysuyo quichiua todo rrebuelto
con la lengua española [... ]". Siendo así, sólo en virtud de un examen interno
cuidadoso podría intentarse un deslinde que permita aislar los rasgos atribuibles
al costeño propiamente dicho, separándolos de aquellos pertenecientes a otras
variedades. Es muy probable que muchos de tales atributos, incluyendo los
primeros, hayan correspondido también a la llamada "lengua general", cuya
caracterización apenas ha sido entrevista (cf. Taylor 1985, Cerrón-Palomino
1987a). En las secciones que siguen intentaremos una tipificación parcial del
costeño, desde el punto de vista de su consonantismo, precisando y ampliando
las hipótesis avanzadas hasta el momento (cf. Torero 1964 y Parker 1969: 167-
168). No nos detendremos en la consideración del régimen acentual, tan minu-
ciosa y magníficamente descrito por el sevillano (cf. Santo Tomás (1560] 1951a:
Cap. 25), y que, como bien observa Torero (1964: 461), posiblemente constituya
uno de los rasgos más conservadores de la variedad en cuestión.

3. CONSONANTISMO DEL COSTEÑO

En esta sección nos ocuparemos del tratamiento de seis aspectos del


consonantismo, a saber: (a) la ausencia de laringalizadas; (b) la fusión de las
africadas; (c) la sonorización; (d) la lenición de las oclusivas en posición final
de sílaba; (e) la naturaleza de las sibilantes; y (t) la lateralización de la vibrante.
En otro apartado estudiaremos el problema de la distinción o indistinción entre
el punto velar y postvelar.
Antes de abordar los tópicos enumerados, es de advertirse que a lo largo
de la presente discusión se tendrá muy en cuenta la observación hecha por el
propio dominico, quien en su prólogo al Lexicón manifiesta que "[ ... ] en la
pronunciacion y manera de escriuir la fonética del quechua que describe es muy
conforme a la nuestra castellana, éj se profiere, pronuncia, y escriue como ella,
y assi se aprendera muy facilmente [... ] "(cf. Santo Tomás [1560] 1951b: 8; cf.
también [1560] 1951a: 10). Esta observación, lejos de ser impresionista, es
producto, según palabras del mismo autor, de una "larga experiencia", y por ello
creemos que se le "puede dar crédito", atendiendo a su solicitud (cf. Santo
Tomás [1560] 1951b: 7). I,..a semejanza que Fray Domingo encuentra entre la
pronunciación del quechua frente a la del castellano, así como la suficiencia de
los caracteres escritós de esta lengua para representar los sonidos de aquél, con-
trastan con la situación descrita por los quechuistas del Tercer Concilio (1582-
1583), quienes anotan que "la mayor dificultad de la pronikiacio" está en ciertas
"sillabas", que los indios pronuncian "mas asperamente o mas blandamente con-
forme a lo que quieren significar"; de allí que "fuera dificultoso el buscar nueuos
caracteres para differenciar essos significados" (cf. Tercer Concilio [ 1584] 1984:
fol. 75). Oarat;nente estamos ante dos realidades diferentes: en el segundo caso
las anotaciones corresponden a la variedad cuzqueña. Por lo demás, tales va-

No. 2, diciembre 1990 341


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

riaciones en la pronunciación, y otros "modos de dezir" peculiares, no le fueron


ajenos seguramente al sevillano. De hecho, él es el primero en consignar las
diferencias dialectales existentes, tanto fonológicas como gramaticales, aun cuando
no precise la procedencia geográfica de las mismas (cf. Santo Tomás [1560]
1951a: 18, [1560] 1951b: 14). Si después de todo, nos insiste en que el quechua
que describe armoniza perfectamente con el castellano en términos de pronun-
ciación y escritura, ello se debe sin duda alguna a que, según sus propias pala-
bras, al margen de las desviaciones advertidas, sigue "la más común", que aquí
debe entenderse como la correspondiente a la costeña. Ello no impedirá el que,
cuando sea necesario, eche mano de ciertos recursos ortográficos en procura de
una representación más ajustada a la realidad, y, por cierto, contradiciendo en
parte aquello de que para escribir la lengua bastaban los caracteres castellanos.
En lo que sigue, el examen interno practicado en la obra del dominico se basará,
fundamentalmente, en los datos contenidos en el Lexicón. Sobra decir que la
Grammatica no contradice el material registrado en el primero, antes al con-
trario, lo confirma y expande al nivel de la frase. Ocasionalmente, sin embargo,
cuando el tema lo requiera, nos remitiremos a ella en busca de mejor sustento.

3.1. Ausencia de las laringalizadas

Como lo hemos notado en otra oportunidad (cf. Cerrón-Palomino 1982,


1984), hay consenso entre los quechuistas respecto de la atribución de las oclu-
sivas laringalizadas (aspiradas y glotalizadas) registradas por las variedades
habladas al sureste de la mitad del departamento de Apurímac a los efectos de
un sustrato aru. Sin embargo, mientras Parker (1969: 154), siguiendo en parte
a Rowe (1950), postula dicha serie para el conjunto que él denomina "Ecuato-
riano-Sureño" (equivalente al "Chinchay" de Torero), una de cuyas ramas ven-
dría a ser el costeño, Torero (1970: 251) la atribuye únicamente al cuzqueño-
boliviano. La discrepancia tiene que ver, entre otras razones, con la presencia de
aspiradas en el ecuatoriano de la sierra, que Torero prefiere explicar como
fenómeno superestratístico (cf. Torero 1985). Las consecuencias de las diferen-
tes postulaciones inciden en la suerte del costeño, pues para Parker éste habría
eliminado sus laringalizadas en algún momento de su evolución (cf. Parker 1969:
167). Esta hipótesis, sin embargo, es de naturaleza puramente inferencia!, toda
vez que el autor no se detiene en el rastreo de dicha modalidad en la obra del
dominico. Tampoco Torero realiza el descarte, no obstante que aquella pareciera
mostrar algunos indicios de aspiración y glotalización. En tal virtud, conviene
que hagamos un examen detenido de la fuente mencionada.
Comencemos señalando que una ojeada al Lexicón nos ofrece una muestra
considerable del empleo de dígrafos que seguramente obedecían al celo del
dominico por brindamos una notación más precisa de la pronunciación quechua.
Ello es así no obstante lo anunciado en el sentido de que el alfabeto castellano
se daba abasto como para representarla con sencillez. La notación dígrafa (y
esporádicamente trígrafa) tiene que ver, fundamentalmente, con la representación

342 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

de la nasal velar <ne> y la naturaleza de ciertas consonantes en posición implosiva


<th, hs, chs, hx>. Pero también pareciera obedecer a la intención de consignar
la articulación de la postvelar /q/ así como la de las laringalizadas. En estos dos
últimos casos se recurre al doblamiento de la consonante: <pp,n,cc> y en contadas
ocasiones al reforzamiento mediante el auxilio de la hache <th>. Como se verá,
sin embargo, el empleo de tales recursos no es constante ni sistemático. Por lo
demás, soluciones diacríticas como la del sevillano serán más tarde rechazadas
por los lingüistas del Tercer Concilio (cf. [1584-1585] 1984: fol. 75), en aras de
una representación hipodiferenciada. Con todo, más tarde, el P. González Holguín
([ 1608] 1952) recurrirá a la solución digráfica, de manera igualmente ambigua
(para representar la postvelar y las laringalizadas) e inconsistente. Tanto en las
obras del Tercer Concilio ([1584-1585] 1985) como en las del jesuita cacereño
(cf. González Holgufn [1607] 1842) se trataba de representar una variedad dife-
rente a la descrita por el sevillano: la cuzqueña. Si en este caso se justificaba
la discusión acerca del uso de los diacríticos en la medida en que dicha variedad
registraba consonantes laringalizadas, ¿cómo interpretar el recurso digráfico de
Fray Domingo? Para referimos a uno de sus usos, ¿significaba que el costeño
hacía la distinción entre consonantes simples y laringalizadas? La respuesta a
.esta pregunta exige, como se ve, el examen de los mismos datos.
La lista ofrecida en (1) presenta lexemas que ilustran el empleo del
doblamiento consonántico (y en un caso el apoyo de <h> ) para representar lo
que podrían ser tanto segmentos glotalizados como aspirados, aunque en menor
medida estos últimos. A manera de comparación, se colocan al lado las cogna-
das tal como aparecen en González Holgufn ([ 1608] 1952) y en su versión
cuzqueña moderna. No consignamos en la lista los equivalentes que puedan
encontrarse en el Vocabvlario del Anónimo ([ 1586] 1951 ), pues la ortografía
empleada sigue la práctica iniciada por el Tercer Concilio. Por lo demás,
obsérvese que la presentación del material aquí y en adelante, se hará respetando
fielmente la escritura de la época.

(1) DST GH CZMOD

matti matti - mate mat'i 'calabazo'


mitta - mita mitta mit'a 'tumo'
ttica - tica ttica t'ika 'clavellina'
vitta vitta wit'a 'liza'
guacchi - guachi huachhi wac' i 'flecha'
mappacu- - mapacu- mappacu- map'aku- 'menstruar'
totta - tota ttuta thuta 'carcoma'
ñuthu ñuttu ñut'u 'molido'
choppa - chuppa chuppa c'upa 'pantorrilla'
quippi qquipi khipi 'dentera'
quippo - quipo qquipu khipu 'nudo'

No. 2, diciembre 1990 343


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Como se puede apreciar, de los once lexemas listados, los siete primeros
muestran la solución digráfica para representar a un segmento que aparece escrito
en condiciones semejantes (salvo el último) en GH, y que responden a una
laringalizada en el cuzqueño moderno. Los cuatro restantes, por el contrario,
presentan duplicación que no se corresponde (a excepción del primero) con la
ofrecida por el jesuita cacereño. Como se ve, DST en este caso, a diferencia de
aquél, marca el segmento no afectado por la modalidad laringalizada. De todas
maneras los lexemas en cuestión portan dicha propiedad.. hecho que es relativa-
mente consistente en GH, salvo algunos lapsus ~orno mate y chuppa. Por lo
demás, se advierte igualmente la naturaleza variable de la notación del sevillano.
En vista de los datos presentados, ¿hasta qué punto puede decirse que el
costeño conocía la serie de aspiradas y glotalizadas? Al respecto, creemos que
la respuesta es negativa, por tres razones fundamentales: (a) el escaso número de
ejemplos críticos que recoge DST, reduciéndose casi exclusivamente a los ofre-
cidos en la lista; (b) el carácter variable en la representación de los mismos (con
y sin duplicación de grafías), que, aun cuando ello no es infrecuente en GH, de
todos modos éste resulta casi siempre consistente en su notación; y (c) la dupli -
cación inadecuada del segmento involucrado en la modalidad, que podría estar
indicándonos el afán del autor por representar pronunciaciones ajenas a la varie-
dad descrita. Pero además, hay otra razón que invalida la sugerencia planteada
inicialmente: el recurso a la doble grafía no obedece necesariamente en DST a
la necesidad de representar las laringalizadas. Las instancias de (2) corroboran
este hecho.
(2) DST GH CZMOD

appo - apo
chuppa - chupa
apu
chupa
e Pu
cupa
'señor'
'rabo'
llappa - llapa llapa tapa 'todo'
yppa ypa *ipa 'tía'
atti - ali- ati- ati- 'vencer'
cono - coto ccoto qutu 'bocio'
guatha- huata- wata- 'atar'
chacca - chaca chaca caka 'puente'
pucca - puca puca puka 'rojo'

Que se sepa, tales lexemas, como se registran en GH y en el cuzqueño


moderno, no parecen haber portado jamás una laringalizada. El recurso digráfico
debe atribuirse por tanto a otras razones, entre las que podría sugerirse cierto
prurito del autor por reproducir más minuciosamente los procesos de transición
involucrados en la silabación del quechua. Ello podría verse, por ejemplo, en
forma como chacqui - chaqui 'pie', rumpto - runto 'huevo', etc. Siendo así,
¿cabría concluir que otro tanto podemos decir de los lexemas de (1)? No lo
creemos, puesto que el grado de correspondencia que guardan las formas cogna-

344 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Ceffón-Palomino: Quechua costeño

das es muy estrecho como para ser producto de una mera coincidencia. Opina-
mos, más bien, que tales formas delatan el intento de Fray Domingo por repro-
ducir pronunciaciones propias de otras variedades, específicamente de la cuzquei'ia.
No debe olvidarse, por lo demás, que ésta debió actuar como norma super-
estraústica por encima de los dialectos locales.
Volviendo a los casos de (2), ¿hasta qué punto puede decirse que dichas
formas registraban en efecto una laringalizada no presente en sus cognadas
cuzqueñas? Recordemos que el registro de dicha modalidad no es constante no
sólo entre el cuzqueño y el boliviano, sino incluso al interior de tales variedades,
tal como lo demostró Stark (1975). Sin embargo, aun cuando ello hubiera sido
así, y admitiendo por consiguiente el debilitamiento del argumento auxiliar
esbozado en base a dicho material, opinamos que el recurso a la doble grafía sólo
buscaba reproducir una pronunciación que se apartaba de la "más común", y que
en la mayoría de los casos acusaba una fuente pluridialectal.
Aparte del doblamiento consonántico, parecería que el dominico consig-
nara igualmente otro indicio de la presencia de laringalizadas, esta vez de natu-
raleza eyectiva. Se trata, en este caso, del registro de lexemas que muestran lo
que originariamente fue una [h] protética. Como se sabe, el cuzqueño-boliviano
tiene una regla de carácter superficial en virtud de la cual un lexema de vocal
inicial que contenga una consonante glotalizada desarrolla automáticamente, a
modo de anticipación, una aspirada inicial. Ahora bien, la lista ofrecida en (3)
muestra lexemas con [h] protética:
(3) DST GH CZMOD

hueco hocco - hoco huq'u 'húmedo'


ha taco hattaco hat'aqu 'bledo'
hamancay hamanccay hamank'ay 'azucena'
hampato - ampato hamppatu hamp'atu 'sapo'

En vista de ello, ¿será que aquí estamos frente a otra evidencia de la


presencia de oclusivas glotalizadas? Al respecto, tampoco creemos que se trate
de eso, puesto que no solamente los ejemplos son aislados, sino que fácilmente
podríamos acumular contraejemplos donde a una forma cuzqueña con [h] protética
responde el costeño con cerp inicial. Ciertamente hay casos aislados en GH en
los que, tal vez por descuido, la presencia de una consonante glotalizada en un
lexema con vocal inicial no conlleva la prótesis esperada: tal ocurre, verbigracia,
con la voz ysppa- 'orinar', que aparece sin embargo en DST como hispa- -yspa-
(cf. en el cuzqueño moderno, hisp'a-). Tal situación es ciertamente una ex-
cepción y no la regla. Fuera de ello, al igual que en el caso de (2), el Lexicon
abunda también en el registro de voces que conllevan <h> inicial, que en ciertos
casos parece haber sido enteramente muda como en hurcu - vrco 'macho',
hurpo - vrpo '~ántaro', homa - oma 'cabeza', hurpay - vrpay 'paloma', etc.(3)
De manera que aquí también debemos concluir señalando que las instancias de

No. 2, diciembre 1990 345


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

(3) no apuntan a la existencia de consonantes glotalizadas en el costeño y muestran,


en cambio, pronunciaciones que replican un modelo cuzqueño¡,. Que esto haya
ocurrido en otros dialectos lo prueban casos similares registrados tanto en el
ayacuchano como en el huanca.(4)
La discusión hecha hasta aquí nos lleva a sostener que el quechua cos-
teño no hacía distinción entre consonantes simples y laringalizadas. Y es dentro
de este marco que ahora cobra sentido la anécdota referida por el Inca Garcilaso
([1609] 1985: Libro 11, Cap. V, 54) en relación con los eocuentros que tuvo en
San Pablo de Córdoba con un religioso dominico, .que no obstante haber "sido
cuatro años catedrático de la lengua general", no atinaba a distinguir la voz
pacha [paca] 'mundo, universo' de pacha [p'aca] 'ropa de vestir', tomándolas
homófonas, es decir [paca]. Aun cuando no sabemos que fray Domingo pudiera
haber sido catedrático de quechua (de hecho no lo fue en San Marcos, donde se
graduó), Porras Barrenechea (1951 b: XVI) sugiere que tal religioso dominico
bien pudo haber sido nuestro autor.(5) Fuese como fuere, el hecho es que el
dominico del que nos habla Garcilaso, conocedor del quechua costeño, no estaba
en condiciones de hacer la distinción entre una bilabial simple y otra glotalizada,
desconocida en dicha variedad. En este y en otros casos (cf. Cerrón-Palomino
1987a), el Inca estaba pecando de glotocentrismo.
Para terminar con esta sección, resta que nos refiramos a los Sermones
del jesuita limeño Femando de Avendaño (1648). En el prólogo a su obra, el
conocido extirpador de idolatrías se queja de la tendencia cuzqueñizante asumida
por los predicadores del Arzobispado de Lima en el uso escrito y hablado (?) del
quechua, no obstante que "el vulgo habla la lengua Chinchaisuyu". Se supone,
por ello, que se dirige a sus feligreses en esta variedad -la de los "llanos"-, que
era "la más genuina", según sus propias palabras. Como quiera que en el texto
se advierte el empleo de la <k>, así como del doblamiento consonántico, en
términos muy parecidos a los del dominico, no faltan quienes creen ver en ello
una evidencia de la presencia de laringalizadas en el quechua del litoral (Rowe
1982, en comunicación personal; cf. también la cita de Taylor 1985, nota 32).
Sin embargo, como lo observó Torero (1970:252), tal parece que los recursos
diacríticos, que por lo demás sólo aparecen .en los diez primeros sermones,
fueron introducidos por mano ajena(6). Fuera de ello, el quechua empleado por
el mencionado religioso dista lejos de semejarse al del dominico, al menos fono-
lógicamente. Responde sí al quechua general elaborado por los lingüistas del
Tercer Concilio, de modo que la protesta de Avendaño hay que entenderla como
dirigida contra la práctica inaugurada por los quechuistas pro-cuzqueñistas, que
desde unas décadas atrás habían empezado a cuestionar la escritura hipodiferen-
ciadora adoptada como norma por el Concilio mencionado (cf. Cerrón-Palomino
1987a).

3.2. Fusión de las africadas

De las dos africadas que poseía el PQ, atestiguadas ampliamente por los

346 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Ce"ón-Palomino: Quechua costeño

dialectos centro-norteños, la variedad costefia parece haber conocido únicamente


la palatal no-retrofleja. Tal es la hipótesis tanto de Torero (1964:448) como de
Parker (1969:154), quien postula el fusionamiento de las africadas como uno de
los rasgos definidores del conjunto Ecuatoriano-Sureño. En términos de la repre-
sentación ortográfica que emplea Fray Domingo no existe, en efecto, ninguna
huella que indique la presencia de más de una africada. Sin embargo, aduciendo
la práctica escriturarla hipodiferenciadora común en los textos coloniales, hay
quienes prefieren dejar abierta la posibilidad de que el costeño pudiera haber
hecho, en la pronunciación, la distinción retrofleja/no-retrofleja. Así, Taylor (1985)
sostiene que "el hecho de que la distinción entre /e/ y /e/ no exista en los
dialectos del sur ni en los del Ecuador y que /e/ no haya sido indicado por una
grafía especial en los antiguos textos, no es prueba de que esta distinción fuera
desconocida por los grupos indígenas de la costa que utilizaban la 'lengua general'
o una de sus variantes como medio de comunicación principal". De semejante
parecer es Mannheim (1986), quien manifiesta que resulta incierto saber si el
registro único de <ch> en los textos de DST delata la inexistencia de la retrofleja
o si, por el contrario, refleja simplemente un caso más de hipodiferenciación
ortográfica. ·
Al respecto cabe señalar, por un lado, que la práctica escriturarla hipodi-
ferenciadora aducida por Taylor y Mannheim sólo fue introducida por los quechuis-
tas del Tercer Concilio, luego de transcurridos más de treinta años desde la re-
dacción de la obra del sevillano. De otro lado, no debemos olvidar la sentencia
inicial hecha por este mismo autor en el sentido de que la variedad que con-
signaba se comparaba, "en la pronunciación y manera de escriuir", a la lengua
castellana, profiriéndose como ella, según sus propias palabras. Ahora bien, ello
no excluía el que, f rcnte a modalidades diversas de pronunciación, se viera
precisado, como vimos en la sección anterior, a recurrir a soluciones diacríticas
variadas. Obviamente, es de suponerse que tales recursos eran invocados sólo
cuando se trataba de reproducir formas ajenas al dialecto de base descrito, pues
en todo lo demás, según indicación del autor, seguía "la [pronunciación] mas
comun" (cf. Santo Tomás [1560] 1951b: 14). Seguros estamos de que, de haber
existido la palatal retrofleja. Fray Domingo, tan aficionado a ingeniarse diacríti-
cos, habría buscado la manera de representarla, como lo haría casi un siglo
después Fernando de la Carrera ([1644] 1939:11) frente a un fonema exótico del
mochica, de naturaleza igual!Tlente africada, para el que inventa la grafía especial
<cll>· Lo que es un buen indicio para sostener que, en realidad, el quechua
descrito, al igual qué el cuzqueño, había confundido ya las africadas del PQ en
provecho de la palatal no-retrofleja. Por lo demás, los reparos formulados por
Taylor son ciertamente válidos para la producción escrita bajo la práctica norma-
tiva introducida por el Tercer Concilio: la evidencia dialectal aconseja reconocer,
por debajo de la representación única de <ch>, dos africadas tanto en el manus-
crito de Huarochirí como en otros escritos menores (cf. Taylor 1985, 1987).
Para tevninar con esta sección, nos referiremos a un caso inusitado de
representación diacrítica encontrado en el Lexicón. Se trata de por lo menos dos

No. 2, diciembre 1990 347


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

palabras: athac "o, vergüenza" y thome 'lobo marino'. Lo inusual de la notación


radica en que, fuera de ftuthu 'molido' (donde, como se vio,'... la <th> parece
reproducir una pronunciación glotalizada) y de guathay camayoc •alguacil' (en
que <th> no podía indicar nada especial, a estar por el entronque del primer
elemento del compuesto con wata- 'atar'), el dígrafo <th> es empleado profusa-
mente sólo en posición final de sílaba (ver sección 3.42). Ahora bien, aun cuando
no hemos podido encontrar una cognada para thome(1) en el caso de athac, que
igualmente aparece de manera inusitada como athac, que igualmente aparece de
manera inusitada como atha - athac en el Anón~mo ([1586] 1951), bien po-
dríamos estar frente a un intento por representar la forma *aca - *ataq (esta
última a estar por la variante que recoge González Holgufn, quien da atak),
emparentable con acacay · ¡qué vergüenza, qué miedo!', propia de las variedades
centrales, entre ellas la huanca. De todas maneras, estaríamos en todo caso frente
a un lexema de procedencia "fuera de la común".

3.3. Sonorización
De la obra del dominico se desprende que el quechua descrito poseía
como rasgo característico la sonorización de las oclusivas tras nasal. Los ejem-
plos que siguen ilustran el fenómeno, donde las consonantes involucradas son
/p,t,k/, e incluso /q/, cuya realización aproximada sería [g], es decir una espirante
(cf. sección 4). ·
(4a) /p/ ~ [b]
chimba 'orilla opuesta de un rfo'
tumba- 'acusar'
(4b) /ti ~ [d]
indi 'sol'
randi- 'comprar'
(4c) /k/ ~ [g]
pungo 'puerta'
pungui- 'hinchar(se)'
(4d) /q/ ~ [g]
songo 'corazón'
congori- 'arrodillarse'

El proceso, sin embargo, no parece generalizado, toda vez que el vo-


cabulario trae ejemplos que contradicen cada uno de los casos mencionados,
como puede verse en las formas de (5) :
(5a) Hampo 'blando'
timpo- 'hervir'
(5b) anta 'cobre'
panta- 'equivocar'
(5c) ¡;aneo 'masa'

348 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

tinca- 'dar papirotes'


(5d) llanqui 'sandalia'
pinca- 'avergonzar( se)'

Fuera de ello, el autor registra a menudo formas variantes con y sin


sonorización: tal, por ejemplo, los casos de comba- - compa- 'labrar la tierra',
quincdi- - quincti- 'arrugar(se)', anga- - ancca 'aguila', tanga- - tanca- 'de-
rribar', etc.
Siendo incontrovertible la presencia del fenómeno, conviene detenerse
en la consideración de los contraejemplos listados en (5), a los efectos de la
detenninación del estatuto de aquél. Al respecto caben dos alternativas de inter-
pretación: por un lado, que el cambio distaba de ser un proceso acabado; y, por
el otro, que tales discrepancias pueden ser achacadas al trabajo con informadores
de distinta extracción dialectal. Sin embargo, las fonnas alternantes registradas
nos llevan a inclinamos por la primera explicación, ya que ellas estarían ilus-
trando la naturaleza progresiva del fenómeno. Lo que equivale a decir que el
proceso de sonorización era una de las reglas sincrónicas que formaban parte del
componente fonológico de la variedad estudiada. Por lo demás, la naturaleza
variable de la regla se observa también en la Grammatica, donde, por ejemplo,
al lado de los sufijos -ngui '2a.p.' o -nga '3a.p.fut'. se da el ablativo -manta.
Asunto de difícil, si no imposible, solución es saber si dicha regla operaba
también sobre /~/ (tanto la originaria como la proveniente de */e/; ver 3.2), como
ocurre actualmente en los dialectos que registran el mismo fenómeno. En vista
de que la consumación del cambio en éstos no nos pennite recuperar de manera
inambigua la gradación del mismo, que con toda probabilidad afectó a unas
consonantes antes que a otras, no estamos en condiciones de opinar sobre ello.
Con todo, el hecho de que el dominico no nos ofreciera ningún indicio sobre el
punto en discusión podría constituir evidencia indirecta de que el proceso no
afectaba aún a la africada.
Por lo demás, notemos de paso que una de las características de la
"lengua general" era este fenómeno de la sonorización. Como se sabe, los
tempranos quechuismos que registran dicho rasgo (del tipo comba, ande, yunga)
fueron incorporados al castellano a partir de aquélla, y de ninguna manera debe
verse en ellos los efectos de una "corruptela" lingüística en boca de los es-
pañoles, tal como pensaba el Inca (cf. Taylor 1985, Cerrón-Palomino 1987a).

3.4. Len{ción de las oclusivas

En la presente sección nos ocuparemos de la lenición consonántica en


posición implosiva. Las consonantes afectadas por el desgaste son, en orden a su
relativa generalización: (a) la /e/, incluyendo aquella proveniente de */e/; (b) la
/ti (también aquella de posible proveniencia de */él); y (c) la bilabial /p/. No hay
evidencias de que el proceso afectara a la /k/ ni a la postvelar /q/. Por lo demás,
es de notarse que ni Torero ni Parker parecen haber advertido estos fenómenos,

No. 2, diciembre 1990 349


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

tan patentes en la obra del dominico(8). Será Landennan (1982) quien llamará
la atención sobre el primero y Mannheim (1983: Cap. 6, 206) hará lo propio en
relación con el segundo.

3.4.1. Lenición de la africada


Los datos ofrecidos revelan que la /e/, tanto originaria como la derivada
de */e/ (cf. sección 3.2), había completado su fase de espirantización. Los
ejemplos listados en (6) ilustran el hecho.
(6) 1ct<*tc1
pixca <*picqa 'cinco'
puxco <*pulqu 'agrio'
quixca - quisca <*kicka 'espina'
puxca - puhsca - pusca <*pucka 'huso'
lluxca- - lluchsca- - lluhsca-<*tucka- 'resbalar'
/cl<*lc/
maxca - mahsca <*mac"'ka 'harina'
quixqui - quisqui <*kieki 'estrecho'
vixca- - visea- <*witqa- 'encerrar'

Como se puede apreciar, el resultado del cambio se manifiesta a través


de una sibilante que varía, fundamentalmente, entre una <s> y una <x>, grafías
que, como se adelantó en 1 (véase ahora 3.5), representaban a las sibilantes
apical /s/ y palatal /s/, respectivamente. Algunos lexemas, sin embargo, muestran
una tercera variante, representada con el dígrafo <hs> (e incluso <chs>, que por
ser el único caso debe tratarse de una errata). Aun cuando es difícil rescatar la
naturaleza fónica de esta grafía, no es aventurado suponer que podría haberse
tratado de un fono intennedio entre el apical y el palatal, tal como se manifiesta
en una de las variantes del durativo *-lka en el cuzqueño actual. Dejando de lado
el problema de dicha notación, los datos de (6) presentan una alternancia básica
entre <x> y <s>. Como se verá en la sección 3.5, si bien el dialecto de base
descrito manejaba la <s> = Is/, en contraposición a otro que usaba preferente-
mente <x> = /s/, tenemos la impresión de que el educto normal de la /e/ en el
primero era <x>, es decir la sibilante palatal.
Siendo el cambio regular, la obra del sevillano también ofrece algunas
excepciones al mismo. Tal es el caso de los lexemas achica 'mucho', cachua
'danza' , quiguachi 'suegro o suegra del hombre' , pachia- 'estallar', y del morfema
condicional de primera persona plural en su versión sintética, -chuan (cf. Santo
Tomás [1560] 1951a: Cap. 5, 82). En todas estas instancias, la excepción al
proceso de lenición se explica como efecto, por un lado, del desarrollo de una
vocal epentética (caso de achica) o paragógica (como en quiguachi); y, por el
otro, como resultado de la vocalización de la semiconsonante siguiente (tal los
casos de cachua<*qaewa, pachia-<*paeya- y -chuan<*-cwan). Incidentalmente,
nótese que la voz para 'suegro' alternaba con quiguahx, donde encontramos otro

350 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

dígrafo, diferente de <hs> (ver 3.5); de otro lado, resulta interesante destacar que
una forma como -chuan se registra aún en la variedad puneña, alternando con
-suan (según datos de Rufino Chuquimamani, en comunicación personal).
Finalmente, encontramos también en el Lexicón la frase cochap
pochcquen "aguas vivas en la mar". En realidad éste sería el único caso de
aparente violación de la regla de desgaste. Sin embargo, el segundo término del
compuesto aparece en el Vocabvlario de González Holguín como ppokcheqquen
"auas viuas o lo que reuierte hiruiendo, o rebosando y las olas del mar" (cf.
también el Anónimo [1586] 1951, quien consigna pocchequen). No hay duda
entonces que se trata de una errata en el dominico y, por consiguiente, el cambio
de lenición resulta enteramente regular.

3.4.2. Lenición de la dental.


Los ejemplos ofrecidos en (7) denuncian el proceso de desgaste que
afectaba a /ti en posición final de sílaba :
(7) guathqui- 'caer en tierra'
guathmoc 'casamentero'
ñuthco 'cerebro'
machithma- 'digerir la comida'

Como se ve, el producto del fenómeno parecen ser una dental relajada
en la forma de una [th] aspirada, y a diferencia de la lenición de /e/, distaba de
ser un proceso concluido. Ello se deduce no sólo a través de las alternancias ofre-
cidas en (8) :
(8) patpa pathpa 'pluma gruesa'
catma cathma 'liza'
hutquo huthco 'algodón'
matca- mathca- 'dar coces'
chutqui- xuthqui- 'descalzar'

sino también en vista de los lexemas de (9), que no muestran alternancia


(9) vtca- 'apurar'
pitca 'andas de muerto'
patma- . 'cortar por la mitad'
mitca 'tropezar'
mutqui- 'oler'

Por lo demás, la vacilación en el registro de la dental relajada se advierte


en alternancias como las de catqui- - cadqui- 'mondar dientes', tatqui- - tad-
qui- 'dar pasos', vithco - video 'canal', e incluso en la forma exótica catquid
'frente'. De otro lado, la variación mithma - mitima 'forastero' ilustra un
conato de solueión epentética que previene el desgaste, del mismo modo que lo
observado en 3.4.1.

No. 2, diciembre 1990 351


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

El examen interno y externo de los lexemas ofrecidos hasta acá (lo


último, en virtud de su cotejo con las fonnas correspondientes encontradas tanto
en el Anónimo, en González Holguín, como en los dialectos modernos) nos
pennite conocer que en todos ellos la dental involucrada proviene de una */1/
originaria. No ocurre lo mismo en fonnas como hutco - huthco 'agujero', cateo
- cathco 'cosa áspera', pues éstas provienen de *ué'ku y *qafq(a) respectiva-
mente. Lo propio puede decirse de cazca- 'roer', derivable de *kaeka-. Además,
voces inafectas como mutca 'mortero' y cotco- 'roer' .apuntan a *mueka y
*kutku-, respectivamente. En todos estos casos, corno se ve, el segmento afectado
proviene históricamente de */e/. Confonne se mostró en el segundo grupo de
ejemplos de (6), sin embargo, tal parece que el producto de la retrofleja, previa
fusión con */e/, fue <x,s,hs> y no <th>, en el costeño. Esto nos mueve a pensar
que los casos discutidos deben tener una procedencia foránea, motivada por la
información polidialectal a que tuvo acceso el dominico. Como lo señalamos en
otra parte (cf. Cerrón-Palomino 1986), allí puede estar involucrada la presencia
de una variedad que conoció el cambio */t/>/1/ en final de sílaba, tal vez por
influencia de un dialecto aimaroide, donde el proceso mencionado tuvo una
actuación menos restringida. Por lo demás, el hecho de que el dominico registre
también la forma metatizada hucchu, como variante de hutco - huthco, podría
estar indicándonos, de manera indirecta, el cambio *fc/>/t/. De todos modos, la
presencia de la [h] protética en ambos casos denuncia por sí el origen advenedizo
de la pronunciación.

3.4.3. Lenición de la bilabial.


Que el proceso de desgaste que afectaba a la /p/ en posición implosiva
se encontraba en su incepción lo demuestran los pocos ejemplos consignados en
el Lexicón.
En efecto, a lo largo de la obra, sólo hemos encontrado las instancias de
(10) :

(10) habra 'ciego'


~apra ~abra 'barba'
rapra rabra 'hoja'
guapci guabci 'vaho'
quexipra quessibra 'pestaña'

Como en la mayoría de los ejemplos el segmento involucrado aparece en


la vecindad de /r/, ¿en qué medida puede decirse que aquí estamos más bien ante
un caso de contaminación? No lo creemos así en vista no sólo del cuarto lexema,
que incluso podría considerarse como un lapsus (aunque en el texto se da dos
veces), sino sobre todo por razones de simetría, a la vista de lo que acontecía con
/t,c/. Aceptada la premisa, no cabe duda que la grafía <b> buscaba representar
a la bilabial fricativa [~], de realización semejante a la de /p/ en la misma

352 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

posición en el cuzqueño-boliviano actual. Nótese, de paso, que la <d> también


se emplea para graficar el desgaste de la dental.

3.4.4. A través de lo discutido en las secciones precedentes, no cabe


duda de que uno de los fenómenos que caracterizaba al costefio era la espiran-
tización de las consonantes g,t,p/, en ese orden. La gradación implicada es
atestiguada de manera incuestionable, y tal parece que ese fue también el orde-
namiento que siguió el cuzqueño a fines del siglo XVII y principios del siguiente.
En tal sentido, no nos parece que dicho proceso acuse una fuente extraña, o
cuzqueña más específicamente, como lo insinúa Mannheim (1986; cf. nota 10)
a propósito del tratamiento de /e/. De hecho, tanto el Anónimo como González
Holguín no lo registran todavía. Más bien, no faltan indicios que conducen a
pensar que por lo menos la lenición de /e/ era conocida también por el llamado
quechua general (cf. Cerrón-Palomino 1987a)(9). Por lo demás, la existencia del
topónimo Las Quiscas, localizado a cuarenta kilómetros de la capital, constituye
un relicto que ilustra la espirantización de ¡r,¡, pues la parte quechua del mismo
proviene de *kicka 'espina'.
Finalmente, en conexión con el proceso estudiado, conviene que nos
refiramos a una hipótesis formulada por Mannheim (1983: Cap. 3, sección 3.3;
1985) en relación con la espirantización consonántica del cuzquefio-boliviano.
Según dicho investigador, no sería pura casualidad el que esta variedad, que
maneja una triple serie de oclusivas, registre al mismo tiempo el desgaste
mencionado. Por consiguiente, sugiere que la incorporación de las laringalizadas
por parte del dialecto antedicho habría multiplicado el carácter distintivo de las
consonantes en inicial de sílaba, tornando menos relevante la posición implosiva,
lo que a su turno habría inducido a su neutralización. La causación externa
atribuida a la lenición del cuzquefio-boliviano queda desvirtuada, como se ve, a
la luz del fenómeno costefio, a menos que, contrariamente a lo visto en 3.1., se
sostenga que éste manejaba también la serie laringalizada, cosa que el propio
Mannheim descarta. Como lo señaláramos en otra parte (cf. Cerrón-Palomino
1987c: Cap. XI), no es necesario recurrir a motivaciones externas para compren-
der un fenómeno articulatorio tan natural como el desgaste consonántico en el
margen postnuclear.

3.5. La naturaleza de lqs sibilantes.


Conforme se-adelantó en la sección 1, el costefio, así como el cuzquefio
de los siglos XVI y XVII, hacían la distinción entre una sibilante apical y otra
dorsal, representadas de manera sistemática por <s,ss> y <~.c (e,i), z>, respec-
tivamente. La distribución alográfica de tales convenciones era como sigue: por
un lado, la <ss> se empleaba fundamentalmente en posición interna de lexema,
al par que la simple era usada en los demás contextos: así, por ejemplo, saño
'arcilla', añas 'zorrillo', pero guassa 'espalda', acsso 'papa', assua [as\va] 'más',
etc.; de otro lado, la <z> sólo se daba en final de sílaba, como en chuzco

No. 2, diciembre 1990 353


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

'cuatro', mientras que la distribución de <p y <c(e,i)> correspondía comple-


mentariamente al resto de los contextos, dándose <c> únicamente ante vocales
anteriores: cequec 'raya', ciqa 'flor', pero qacha 'árbol', qoco 'canas' y quni
'largo', respectivamente. Por lo demás, la oposición mencionada registraba
algunos pares mínimos como aqua 'chicha' versus assua 'más' y maqa- 'poner
al sol' frente a massa •cuñ.ado', y aun cuando para los primeros términos de cada
par se consignan igualmente assua y massa-, respectivamente, a la luz de las
formas registradas por GH (aqua y maqa-) y por el huanca (aswa y masa-),
podemos decir que tales variantes estarían delatá11dose como típicos errores de
escriba.
Ahora bien, como ha sido advertido por Landerman (1982) y Mannheim
(] 986), a través del examen interno del Lexic6n es posible divisar en él dos
grandes isolectos en relación con el tratamiento de las sibilantes: uno que oponía
/si a /s/ y otro que contrastaba /s/ con /s/, de modo que la diferencia radicaba en
el registro de la no-dorsal. La situación recuerda la diferencia que existe en la
actualidad entre la variedad huanca, que maneja la distinción /s/- /s/, y el resto
de los dialectos centronorteños que oponen /s/ a /s/. Pues bien, ¿en cuál de los
isolcctos se inscribía el costeño? Como lo sugieren los autores mencionados,
hay bases suficientes para pensar que tanto el quechua marítimo como el cuzqueño
pertenecían al primer tipo. En cambio, según señalábamos en otra oportunidad
(cf. Cerrón-Palomino 1987a), todo conduce a pensar que la variedad koiné formaba
parte del otro tipo, es decir oponía /s/ a /s/. Advirtamos, sin embargo, que la
atribución del costeño al isolecto del primer tipo podría parecer arbitraria, toda
vez que el dominico muestra como simples variantes las formas con <s, ss> y
<x>. Ello ocurre, por ejemplo, en la lista proporcionada en (11)

(11) suri xuri 'avestruz'


simi ximi 'boca'
siui xiui 'anillo'
salea xalca 'puna'
sullull xullull 'verdadero'
sallina xallina ' azufre'
sis palla xispalla 'cerca'
qucssibra quexibra 'pestaña'

Con todo, que en este y los demás casos la pronunciación "común" era
con <s - ss> = Is/, nos lo indica el hecho de que el Lexicón, al par que incluye
una larga lista lexemática en la sección <s> = Is/, apenas consigna 13 entradas
principales bajo <x> = /s/, de las cuales 6 muestran alternancia con <s> en la
misma lista y 2 (sullull y supullu 'ampolla') fuera de ella. Descontados el
vocativo xay - xe (¿con monoptongación ancashina?), la voz onomatopéyica
xacapa - qacapa 'cascabel' y el lexema xuthqui- 'descalzar', que, según se vio,
alterna con chutqui- (cf. 3.4.2, lista 8), sólo quedan xamu- 'venir' y xuti 'nombre'

354 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

como fonnas invariables. Comparadas éstas con sus cognadas modernas en el


huanca -que registra samu- y suti, respectivamente-, pareciera que aquellas
constituían versiones competitivas incorporadas idiosincráticamente en el cos-
tefio. Además, en abono del carácter apical de una de las sibilantes de aquél
puede aducirse la evidencia proporcionada por la Grammatica: aquí, todos los
sufijos que en el huanca o en el ancashino conllevan /s/ o /si, respectivamente,
aparecen con <s> - <ss> y nunca con <x>. Ello estaría probando, una vez más,
la naturaleza polidialectal del Lexicón.
Por lo demás, conforme lo anunciaba en su prólogo (cf. Santo Tomás
(1560] 1951b: 14), al dominico no se le escapa la variación entre <s>, <c>, y
"otras vezes" <x>. Por ello mismo queda descartada la posibilidad de que aquí
estemos frente a una mera variación ortográfica entre tales grafías. Es más, su
preocupación por recoger la pronunciación exacta puede advertirse cuando en la
lista de erratas -"que se han de emendar"-, que encabeza su vocabulario, observa:
"foli.3.pa. l. li. vlti. dode dize, vxiani, diga, ossianf', es decir usya- 'mejorar el
tiempo'.
Veamos ahora las siguientes variaciones. La lista de (12) casi agota la
alternancia <s, ss> - «;.c(e,i),z> :

(12) suc ~uc 'uno'


sillo cilio 'uña'
sissi cici 'hormiga'
sacssa ~ac~a ·flocadura'
osño ozño 'altar'
cassa- ca~a- 'helar'
ticsi ticci 'fundamento'
ticssa- tic~a- 'cardar'
passa pa~a ' lino'
surcu- ~urcu- · arrancar lo hincado'

Del mismo modo, <x> varía con <~.z>, como en xacapa - <;acapa
'cascabel', cuxcachi- - cuzcachi- 'emparejar' y vixcacha - vizcacha. Y por lo
menos dos lexemas aparecen mostrando variación triple: sullu- - xullu- - <;ullu-
'abortar' y misqui - mixqui.- mizque 'dulce'. El caso de ussia- - uxia- - ocia-
'mejorar el tiempo' gueda reducido a dos, una vez corregida uxia-, según indi-
cación del autor.
Los ejemplos mencionados parecen indicar, bien los cambios /s/~[s] o
/s/~[s] en proceso, o bien que las formas con /s/ provenían de un dialecto
diferente a los dos tipos de variedades principales advertidas. Incidentalmente,
que el cambio de deapicalización se gestaba ya en el cuzquefio nos lo hace saber
indirectamente González Holguín (( 1608] 1952: 325), a propósito de la pronun-
ciación de la pillabra ssecssehuanmi, que significa "tengo comezón". Al lado de
la glosa agrega el cacereño: "Vease cec cec, y cec cihuan con(~) pocos lo dizen

No. 2, diciembre 1990 355


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

con (ss)" (subrayado agregado). Lo mismo podría estar indicándonos Torres


Rubio (1619), citado por de la Vifiaza ([1892) 1977: 87), cuandd-.sefiala que "los
Indios vsan indiferentemente de la f y la s, vt ,ami, sami [... ]" (subrayado
nuestro); y, en efecto, mientras el Anónimo da <sami>, GH lo consigna como
<~ami> 'felicidad'. Como observa Mannheim (1986), el proceso culminaría a
fines del siglo XVII(lO). Para más detalles sobre todos estos puntos, ver el
minucioso estudio del autor mencionado, quien demuestra, por Jo demás, una
muy cercana afinidad -en relación con las sibilantes- entre .el sureño y el huanca,
lo que conduce a cuestionar la división ini'cial entre. Quechua I y Quechua II. No
debe olvidarse, sin embargo, que tal separación fue postulada en base a la
consideración de una isoglosa gramatical antes que fonológica.

3.6. La lateralización de Ir/

De la lectura de la obra del dominico sólo puede concluirse que el


costeño preservaba la vibrante simple del PQ. Es más, en el primer capítulo de
su Grammatica parece excluir a aquél de las variedades que lateralizaban la /r/
tomándola en N. En efecto, advierte Fray Domingo ([1560) 195 la: 18) que
"vnos dize (póri) que significa andar; y otros en otras prouincias dizen (poli) en
la misma significación". Sería inútil, por tanto, buscar una sección para la L en
su vocabulario. A diferencia de lo que ocurre en los demás casos de variación
(en especial en el de las sibilantes), ni siquiera ofrece formas altemantes(l l). No
obstante, encontramos por lo menos un término que registra dicho cambio: se
trata de la voz longo, que aparece semi oculta como heterónimo de ·costal'.
Ahora bien, esta raíz se registra en el huanca como lunku, y es probable que
provenga de una antigua forma *runku. Como se sabe, esta variedad se carac-
teriza por haber cumplido el proceso de lateralización de */r/ en fom,a irrestricta
(cf. Cerrón-Palomino 1987b). Es probable, entonces, que aquella voz se tratara
de un término intruso, propio del Valle del Mantaro, pues el equivalente yauyino,
atestiguado en el aru tupino, es nunku (con el cambio frecuente de las líquidas
en nasal alveolar; cf. Nima<*Rimak<*Rimaq). Por lo mismo, es probable que
cuando el sevillano se refiere a "otras prouincias" en las que se consignaba el
cambio esté aludiendo a la antigua Xauxa, y tal vez a una parte de la de Yauyos,
donde también se registra el fenómeno, específicamente en las localidades de
Cacra y Hongos, lindantes con el área huanca (cf. Torero 1964: 456, Taylor
1984). ¿Significa todo esto que debamos descartar el mencionado cambio en el
costefio? No lo creemos así.
En efecto, debemos señalar que, pese al "silencio" del dominico, hay
evidencias indirectas que parecen apuntar en dirección de una respuesta negativa
a la pregunta planteada. La primera tiene que ver con la antigua toponimia de
Lima y alrededores, comenzando por el nombre mismo de la ciudad. Gracias a
la publicación de una serie de documentos relativos a la costa central por la
etnohistoriadora Rostworowski (1977, 1978), pueden divisarse allí numerosos
topónimos que conllevan el cambio: así, para dar unos ejemplos, Limac, Malanca,

356 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

Su/cu, Guala, Lachaque, Lurin, etc. Aun cuando no es evidente el étimo de


todos ellos, no es aventurado postular las formas originarias *Rima-q, *Mara-
nqa, *Surku, *Wara, *Racak y *Ruri-n, respectivamente. De otro lado, el cronista
Cobo ([1653] 1956: Cap. IV, 292-293), a propósito del nombre de la ciudad de
Lima, discurre largamente acerca de la pronunciación típica del quechua
"marítimo", oponiéndola a la del "serrano". Observa así que "entre las otras
letras que varían y truecan [los de los "llanos"] en su pronunciación, una es la
R, en lugar de la cual usan de L en algunas dicciones, como en este de que
vamos hablando, que por decir Rímac dicen Lf mac. Lo cual hacen también en
muchos vocablos, como se puede echar de ver por éste: Lunahuaná [... ], el cual
nombre en la puridad de la lengua inga es Runahuanac, [... ]" (subrayado nuestro).
Y agrega líneas abajo: "Y esto que he dicho de la diferencia que hay en la
pronunciación de este nombre Lima entre los serranos y yuncas (así llamamos
a los maritimos), experimentamos a cada paso, porque si en un camino encon-
trando a algún indio que viene a Lima le preguntamos que adónde va, si es
serrano dice, respondiendo en su lengua: Rimacman, que quiere decir a Lima,
y si es indio yunca Limacman, poniendo L donde el otro puso R [... ]". Fi-
nalmente, en la "Relación de Chincha", de Diego de Onega Morejón y Cristóbal
de Castro ([ 1588] 1968), encontramos las siguientes muestras: lorin<*ruri-n
'dentro', loco<*ruku 'anciano', atunluna - atunruna<*hatun runa 'gente del
pueblo', lunaquipo - runaquipo<*runa kipu-q 'censor'.
Como puede apreciarse, no hay duda de que el costeño no era ajeno al
cambio de lateralización, sólo que éste se encontraba en su inccpción. El pasaje
de Coba no puede ser más preciso: el fenómeno se daba "en algunas dicciones",
hecho que puede entreverse igualmente en las alternancias de /r/ - 11/ registradas
por Ortega y Castro. Es posible entonces que el dominico advirtiera también el
proceso, pero, tal como se lo había propuesto, describe la pronunciación "más
común". Fuera de ello, más problemática es la hipótesis que atribuye el proceso
de lambdacismo, tanto en el costeño como en el huanca, a los efectos de un
sustrato aru: en esta familia, como se sabe, se constata una panicular repugnan-
cia a la /r/ inicial, la que, en los aparentes préstamos quechuas, muda a [I] en el
aimara, y a [n] en el lupino (aquí, en realidad, todas las líquidas). Finalmente,
como observa Taylor (1985), es posible que la lengua general haya registrado en
forma variable el mismo fenómeno. Así, el cronista Cieza ([1550] 1985: Cap.
XXIV, 72-73), entre otros, l,lablando de aquélla, cita algunos ténninos, entre los
cuales figuran luna 'hombre' lile 'oreja' (con errata obvia por linle<*rinrl), no
obstante que su meñtor en quechua recoge runa y rinri, respectivamente (cf.
Cerrón-Palomino 1987a).

4. SOBRE LA DISTINCION VELAR-POSTVELAR

En su trabajo comparatístico inicial, Torero (1964: 451, 457) postulaba


para el costeñ~ la indistinción entre la postvelar */q/ y la velar */k/ del PQ, a
favor de la última. Por su parte, Parker (1969: 167-168), rectificándose de una

No. 2, diciembre 1990 357


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

primera observación en sentido opuesto (cf. Parker 1963), concluía que uno de
los cambios característicos registrados por la variedad mencidllada habría sido
"la coalescencia de la oclusiva postvelar con la velar". Llegaba a esa conclusión
tras haber emprendido un somero examen interno del Lexicón, aplicando lo que
hemos denominado en otro lugar (cf. Cerrón-Palomino 1987: Cap. VI, sección
6.1.11) el test de la prueba vocálica".
Formulado en términos muy sencillos, el diagnóstico aludido se basa en
el comportamiento regular de algunos dialectos quechuas. modernos en relación
con el tratamiento de sus vocales, sobre todo altas, en contacto con un segmento
postvelar. Según esto, toda vocal alta precedida ·o seguida de aquél se abre,
realizándose como [e -&l y [o - ~]. Normalmente los alófonos de timbre medio-
abierto aparecen tras el segmento, al par que los medios lo hacen delante del
mismo. Ello es cierto, por ejemplo, en el cuzqueflo: instancias como [weqf:]
'lágrima' y [poq::ij 'maduro' ilustran ambos casos. Los alófonos medios pueden
aparecer igualmente cuando entre la vocal y el segmento condicionante media
una consonante de naturaleza "transparente": tal los casos de [senxa] 'nariz',
[sonx::>] 'corazón', y [perxa] 'pared', [orx::>] 'cerro', en el ayacuchano (cf., en el
jaujino, [wihi], [puhu], [sinha], [sunhu], [pilha] y [ulhu], donde se produjo el
cambio */q/>h).
Ahora bien, como quiera que aquí se está frente a un fenómeno de
naturaleza asimilatoria (los rasgos [-alto, +posterior, -bajo], que caracterizan a
/q/, atraen a la vocal, tomándola [-alta]), frecuente en las lenguas que manejan
segmentos de articulación postvelar (tal los casos del aru, el nootka, el esquimal
y el árabe, por citar unos ejemplos), nada impide suponer que el PQ, o cualquier
variedad quechua extinguida, hayan registrado semejante fenómeno de coarticu-
lación. De otro lado, también es cierto que tanto el escribiente moderno como el
de la colonia, sin ser necesariamente lingüistas, interpretan los alófonos abiertos
como si fueran la /e,o/ castellanas. Y aun cuando no sólo tales alófonos sino
incluso otros no condicionados por /q/ y sus reflejos son a menudo percibidos y
eventualmente representados como aquéllas, en el último caso advertimos mucha
inconsistencia, la misma que alcanza también a las instancias de contacto indi-
recto con /q/ (así, vacilaciones del tipo pirqa - perqa son comunes)(l2).
Pues bien, es dicha regla, aplicada a la práctica escrituraria del dominico,
la que es usada como diagnóstico por Parker(l3). Un rápido conteo de las raíces
que comienzan por que, qui, co y cu, le permite ver que tanto que y co como
qui y cu responden a una forma etimológica *qi y *qu, respectivamente, con un
abrumador dominio de co (18 raíces) en vez de cu (sólo 2 ocurrencias); entre que
(5 veces) y qui (7 instancias), en cambio, predomina la última. Pero, además, las
mismas secuencias representan formas originarias con *ki y *ku, aparte de algunas
inconsistencias que muestran alternancia entre que - qui y co - cu. El hecho
de que muchas raíces (que comparadas con sus cognadas modernas portan /q/)
aparezcan comenzando por qui y cu, por un lado, y el que se registren casos de
que y co que nunca parecen haber sido reflejos de *[qi] y *[qu], sino más bien
de *ki y *ku, respectivamente, condujo probablemente a Parker (él no es muy

358 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

explícito al respecto) a la conclusión de que el costeño había fundido */q/ y


*/k/ en provecho de la velar.
Por lo demás, no es difícil advertir que dicha interpretación distaba lejos
de satisfacer plenamente a sus proponentes. Después de todo, no deja de ser un
problema el hecho de que un buen porcentaje de las raíces desbrozadas por
Parker presentara la correlación <co> = *qu, aunque en menor medida la de
<que> = *qi. Antes de tomar partido, quisiéramos examinar la hipótesis de la
indistinción entre */q/ y */k/ en el costeño, a la luz de los datos proporcionados
por la dialectología y la lingüística histórica quechuas.

4.1. Imp/icancias de la ausencia de *lql


La inexistencia de la postvelar en el llamado quechua costeño, desde el
punto de vista puramente descriptivo del estado de una lengua (tanto en el
pasado como en el presente), pareciera no tener mucha trascendencia, sobre todo
a la luz de otros cambios formalmente similares registrados por el quechua
(piénsese, por ejemplo, en la fusión de */e/ y */e/ o en la de *Is/ y */si). Todos
estos casos, ante la aparente falta de evidencias externas, han sido explicados
como producto de una evolución ocmTida al interior de la lengua misma, es decir
sin invocar influencias sustratísticas. Dicho principio interpretativo es, como se
sabe, heurísticamente correcto: todo cambio debe ser explicado, en lo posible,
internamente, a menos que haya pruebas en contrario. Así, pues, dentro de la
lingüística histórica quechua, la pérdida de la distinción velar-postvelar ha sido
postulada como resultado de una evolución natural interna de carácter simplifi-
catorio. Creemos, sin embargo, que una interpretación en los términos señalados
deja de lado consideraciones tanto teóricas como empíricas que, correctamente
planteadas, pueden conducimos a una nueva caracterización del problema, con
profundas consecuencias para la historia y la evolución del quechua. En lo que
sigue desarrollaremos estos conceptos, centrándonos en las implicancias de orden
lingüístico e histórico-cultural que derivan de la postulación de la fusión de
*/q/ con */k/ en la variedad costeña.

4.JJ. lmplicancias lingüísticas

Los estudios histórie:o-dialectológicos del quechua nos enseñan, en rela-


ción con el fonema postvelar, cuál ha sido la trayectoria del segmento entre los
diversos dialectos qué conforman la familia. Por un lado, allí donde nada impide
pensar que estemos frente a un fenómeno de evolución regular por desgaste, su
tratamiento ha involucrado básicamente dos procesos: (a) su conversión en una
simple oclusión glotálica; y (b) su espirantización. El primero ocurrió, como se
sabe, en la variedad huanca del Valle del Mantaro (cf. Cerrón-Palomino 1987c:
Cap. VI, sección 6.1.31). El segundo, por su parte, afectó a la mayoría de los
dialectos, los q~e muestran distintos grados de desgaste. Este puede darse desde
la coalescencia plena de */aj con la aspirada glotal hasta la incepción del fenómeno

No. 2,. diciembre 1990 359


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

sólo en posición final de sílaba en unas variedades, cuando se mantiene el carácter


sordo del fonema; o tomándose vibrante sonora en ambiente pmvocálico en otras
(cf. Cerrón-Palomino 1987c: Cap. VI, sección 6.1.43.11). De otro lado, donde,
por el contrario, se sabe que hubo cambios drásticos motivados por contactos
idiomáticos que perduraron por lo menos hasta fines del siglo XVII, se produce
la fusión de */q/ con */k/ en beneficio del último segmento. En efecto, tal ocurrió
con el quechua colombo-ecuatoriano y el peruano oriental (cf. Cerrón-Palomino
1987c: Cap. VI, sección 6.1.11).
Ahora bien, lo que quisiéramos postular ~s el hecho de que, en condi-
ciones de evolución espontánea (i.e. interna), el único cambio posible -atesti-
guado universalmente por los dialectos quechuas- que puede afectar a */q/ es su
desgaste gradual en los términos mencionados: nótese que, en este caso, el
fenómeno se caracteriza por ser recurrente y no necesariamente monogenésico,
dejando de lado el tratamiento singular del huanca(14). Muy otra es la situación
cuando el proceso que afecta a */q/ se da en condiciones de contacto idiomático:
aquí no parece haber ningún proceso gradual de desgaste sino que, por el con-
trario, se produce una innovación de carácter saltatorio. Conforme se verá, esta
situación, lejos de constituir un caso aislado en el quechua, .parece ser una
tendencia, si bien no universal, por lo menos frecuente tanto entre las lenguas
que poseen un segmento postvelar similar cuanto en los fenómenos de contacto
que involucran tales idiomas con otros que no lo registran. Veamos, en primer
término, los procesos de desgaste.
Pues bien, la familia aru registra cambios que afectan por lo menos a uno
de sus segmentos postvelares, el cual deviene siempre en una espirante del mismo
punto de articulación. Tales procesos son de naturaleza tanto histórica como sin-
crónica, recapitulando en este último caso una tendencia recurrente (cf. Hardman
1975, 1983: 40). En ningún momento se observa, sin embargo, un cambio en
la dirección de /k/. Mas, admitiendo la relatividad del ejemplo mencionado en
la medida en que se trata de un rasgo propio de una familia tan estrechamente
ligada a la quechua (tanto lingüística como socio-culturalmente), es conveniente
que echemos un vistazo a lo que pasa en otras realidades, ajenas al área andina.
Citemos, entre otros, al malayo-polinesio y al maya-quiché. Para el primero, si
es que no andamos descaminados en relación con la interpretación fónica del
segmento /q/, Dyen (1953) postula un cambio */q/>/h/ propio del protomalayo-
polinésico; para el segundo, Campbell (1971) menciona al jacalteco como regis-
trando igualmente la mutación */q/>/x/. En ambos casos el educto de la regla o
es una aspirada glotal o una fricativa postvelar, tal como se consigna también en
el quechua. De otro lado, resultados parecidos al del huanca tampoco son ajenos
al quiché y al árabe. En efecto, el cambio /q'/>/?/ (oclusiva glotal faringalizada)
ha sido reportado por Campbell (1971: 118, 135) para el jacalteco; del mismo
modo, Al-Ani (1973) reporta un fenómeno similar en los dialectos arábigos de
Bagdad, el Cairo, Siria, Líbano y del norte de Africa. En todas estas instancias
estamos, al parecer, frente a procesos naturales de desgaste(l5).
En relación con los cambios de motivación externa, nuestros ejemplos

360 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

girarán igualmente en torno al área andina y a lo que acontece en otros contextos


lingüístico-geográficos. Veamos, de primera intención, la evidencia proporcionada
por el huanca. Como lo hemos señalado en otras ocasiones (cf., por ejemplo,
Cerrón-Palomino 1987b), esta variedad, una vez consumado el cambio */q/>{+,
de naturaleza irreversible, al tomar contacto con otro dialecto que manejaba la
postvelar (sea éste el quechua general o el supralecto cuzqueño), reinterpretó
dicho segmento, ya foráneo a su sistema, como /kl. De esta manera se registran
préstamos del tipo kari 'varón, hacendoso', karan 'pellejo de cerdo', kaytu
'hilo', 1'anki 'sandalia', etc., todos ellos provenientes de *qari, *qara(n), *qaytu
y *1tlnqi, respectivamente. Nótese, de paso, que en los préstamos citados, las
dos primeras instancias acusan también una /r/ intrusa, y para algunos casos
contamos, asimismo, con las formas genuinas respectivas: verbigracia alan
'pellejo, cáscara' y aytu, etc. Lo que estos ejemplos nos ilustran es que, al no
registrar el dialecto en mención la postvelar, la única posibilidad de registrarla
era filtrándola a través del sonido más cercano, es decir /k/. Una segunda eviden-
ci a en la misma dirección nos la proporciona el tratamiento de /q/ en boca de los
castellanohablantes, hecho que es notorio desde los primeros momentos del
contacto con el quechua. Recordemos solamente la queja del Inca Garcilaso
([1609] 1985: Libro 11, Cap. V, 52-54), denunciando como una de las "corrupte-
las" atribuidas a los españoles (en este caso con toda razón) el confundir la pro-
nunciación postvelar con la velar, a propósito de la distinción entre waka ' ídol9 '
y waqa- 'llorar'. Como se ve, una oposición sistemática hecha en el quechua se
neutralizaba en boca de los castellanohablames, cuya base articulatoria (de
naturaleza más bien anterior), no estaba acostumbrada al empleo funcional de la
zona postvelar(l6). Finalmente, fuera del ámbito andino, tal fenómeno es tam-
bién la regla observada en otros contextos, con lenguas ajenas a las tratad as aquf,
como cuando los hablantes de swahili reemplazan la /q/ del árabe por /k/. Son
ejemplos: ko :li 'decir' , kala:ma 'lápiz, ko:mu 'gente' y maka:si 'tijeras', pro-
venientes de sus étimos árabes qawl, qalam, qawn y maqas, respectivamente
(segú n datos proporcionados por Mohammad Abasheikh 1976).
Pues bien, creemos que los ejemplos traídos a colación confinnan la
hipótesis adelantada en líneas precedentes en relación con los cambios que
afectaron al segmento postvelar del quechua. Por lo que toca a la fusión de /q/
con /k/, tal parece que ésta solamente puede darse como un proceso de hipodife-
renciación acústico-articulatoria en situaciones de contacto idiomático. Esto llevaría
a la conclusión de que en el quechua costeño debió haber operado un fenómeno
similar: dicha variedád habría sido el resultado de una adquisición como segunda
lengua por parte de hablantes que originariamente hacfan uso de una lengua que
desconocía la distinción velar-postvelar. Porque, de haber sido un dialecto direc-
tamente descendiente de la lengua ancestral, o habría preservado /q/ o lo habría
modificado en los mismos términos como lo hicieron -y siguen haciéndolo-
"universalmente" las demás variedades, en condiciones normales e inintcr'rumpi-
das de evoluci&l.
Ahora bien, como se recordará, el proceso neutralizador operado en los

No. 2, diciembre 1990 • 361


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

dialectos colombo-ecuatorianos y peruano del oriente tuvo, con seguridad, una


motivación externa. En efecto, la lingüística recibe aquí el apoyo de la etnohis-
toria y la arqueología. Pero nótese que lo propio puede decirse del quechua de
Santiago de Estero. Y, sin embargo, esta variedad mantiene la oposición velar-
postvelar. ¿Cómo explicar esta apareute contradicción? Porque ciertamente el
santiagueñ.o también se constituyó como un dialecto aprendido en condiciones de
segunda lengua. En este caso, aun cuando no se tenga datos para las lenguas de
sustrato, puede asumirse que éstas conocían la distinción mencionada, hecho que
habría determinado la preservación de la misma en. el quechua asimilado. Por lo
demás, fácil es advertir el carácter acomodaticio de esta explicación, pues tampoco
tenemos evidencias palmarias de las lenguas de sustrato del callejón interandino
ecuatoriano.

4.1.2. lmplicancias históricas.

La aceptación de la tesis del quechua costeñ.o como una lengua adquiri-


da, y no como una variedad directamente descendiente del PQ, tiene profundas
consecuencias para la comprensión del desarrollo y evolución de toda la familia
lingüística en su conjunto. Como se sabe, los esfuerzos destinados al cono-
cimiento de la historia "externa" del quechua dieron un vuelco en los últimos
veinticinco añ.os al proponerse un esquema interpretativo que reivindicaba para
la costa centro-sureñ.a y sus serranías inmediatas el escenario de la primera
fragmentación de la lengua ancestral. Parecían abonar a favor de dicha hipótesis
argumentos de tipo lingüístico, etnohistórico y, hasta cierto punto, arqueológico
(cf. Cerrón-Palomino 1987c: Cap. X, sección 10.2, para un balance de la cues-
tión). Es más, la costa adquiría mayor preeminencia desde que, a partir de ella,
se postulaban las ondas sucesivas de expansión tanto en dirección norte como
por la vía del sureste. Así, de acuerdo con el bosquejo de interpretación en-
sayado por Torero ( 1970), la primera escisión, ocurrida a principios de nuestra
era (cf., ahora, Torero 1985), habría sido la responsable de la configuración del
QI, en la sierra central, y del QII, en la costa centro-sureñ.a. Esta rama se bifur-
caría después en QIIA, que enrumbaría en dirección de la sierra norte, y en ·
QIIB-C, por la costa sur, teniendo como escenario cultural el desarrollo y auge
de Pachacámac (s. VIII). Una segunda fase expansiva tendría lugar posterior-
mente, vehiculizada por el señ.orío de Chincha (cf. Torero 1974: 72-98; 1985),
esta vez también en dos direcciones, aunque a mayor distancia: por un lado, en
la forma de QIIB, alcanzaría el callejón interandino ecuatoriano, y por el otro,
configurado como QIIC, se proyectaría hacia las serranías del sureste. El motor
principal de tales desplazamientos habría sido, según Torero, el tráfico comercial
intenso, "a grandes distancias", tanto por la vía marítima como por la terrestre,
impulsado por las sociedades costeñ.as, que alcanzaron su máximo desarrollo con
Pachacámac, primeramente, y Chincha después.
Según el cuadro ofrecido, el quechua costeñ.o tendría como ascendiente
directo la variedad de QII, fruto de la primera bifurcación de la protolengua.

362 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Ceffón-Palomino: Quechua costeño

Con el correr del tiempo habría ido configurándose adoptando los rasgos atribuibles
al QIIB-C, pero siempre en estrecha relación no sólo con el QUA, ya desmem-
brado, sino incluso con el QI de las serranías vecinas. Más tarde, prefigurado
como QIIB, habría partido hacia el Ecuador, en tanto que, constituido como
QIIC, se expandiría en dirección del sureste.
Pues bien, tal desarrollo ininterrumpido entra ahora en abierta contradic-
ción con la conclusión de Parker y Torero respecto del costeño: la pérdida de
la oposición velar-postvelar supone que aquél habría sido una variedad impuesta
a partir de un foco originario de expansión que no podría haber sido sino la
serranía inmediata que, como se sabe, constituye un verdadero cruce idiomático
en el que se dan cita formas transicionales entre QI y QII. Como consecuencia
de ello, la hipótesis perturba en parte el esquema difusor invocado para la
procedencia del QIIA. Esta subrama, como se sabe, registra el segmento postve-
lar, aunque, en su variante septentrional, presenta la sonorización típica del costeño.
El mismo esquema, sin embargo, reforzaría la proveniencia del ecuatoriano-
colombiano, así como la de la variedad peruana del Oriente, en la medida en que
estos dialectos muestran, conjuntamente con aquél, tanto la pérdida de la distin-
ción velar-postvelar como la sonorización. De manera que, aun cuando puedan
formularse reparos a la explicación sustratística responsable de la eliminación de
*/q/ en el quechua periférico del norte y del oriente, queda la hipótesis del
entronque con el costeño como alternativa de interpretación. Finalmente, la tesis
de la difusión del chínchay por el sureste andino tropieza igualmente con la
realidad de los hechos: la variedad sureña maneja sistemáticamente la distinción
velar-postvelar. Por lo demás, dado el sustrato aru sobre el que se asentó, que
ignoraba la sonorización pero que conocía la postvelar, podría pensarse en un
reacomodo en el caso del primer fenómeno (después de todo, los préstamos del
castellano pasan por el filtro del ensordecimiento, como en inkaíía-<engaíia-
'engañar', watztira<bandera, etc.), pero la sola idea de que el mismo sustrato le
hubiera "devuelto" a la variedad chinchana de la sierra la posibilidad de reintro-
ducir la oposición eliminada no tiene el menor asidero. A menos que ella, a
diferencia de la hablada en Lima y alrededores, hiciera efectivamente dicha
distinción. Pero entonces la descrita por el dominico no sería la chinchana, como
parece sugerirlo Torero (1964: 475), sino la correspondiente a la del litoral
central. Lo que, a su tumo, implica reubicar la procedencia del quechua colombo-
ecuatoriano en términos espaciales así como en relación al período de su difu-
sión.
Como se ve, postular la indistinción velar-postvelar en el costeño fuerza
a la reconsideración de los esquemas interpretativos sostenidos a la fecha en re-
lación con la fragmentación y las fases expansivas de la lengua ancestral. Sin
embargo, como quiera que la hipótesis aludida no nos parece convincente,
quisiéramos intentar demostrar, en lo que sigue, que el corpus lingüístico ma-
nejado por el qpminico da pie como para postular la oposición velar-postvelar
hecha por la variedad que describe.

No. 2, diciembre 1990 363


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

4.2. Reconsideración del problema.


...
\

En la presente sección realizaremos un examen interno de los materiales


proporcionados por el dominico, cotejándolos con la fuente documental más
cercana así como también con la información proveniente de algunos de los
dialectos contemporáneos.

4.2.1. La apertura como tendencia universal-particular


Tal como se adelantó en la sección anterior, la asimilación del rasgo
[-alto] de un segmento postvelar por parte de las vocales altas en contacto suyo
es un fenómeno frecuente en las lenguas que registran dicha articulación. Con-
trariamente a lo que pudiera pensarse, sin embargo, el mencionado proceso asimi-
latorio no es universal: de hecho, en las lenguas mayas, que conocen /q, q'/, no
se observa fenómeno semejante, y a lo sumo las vocales /i, u/ en contacto de-
vienen ligeramente menos tensas. Nótese, además, que en el jacaru (cf. Hard-
man 1983: 43), y en algunos dialectos quechuas, el proceso de apertura tiende
a neutralizarse, como cuando la vocal afectada entra en contacto con una con-
sonante de carácter palatal o cuando aquélla se da en final absoluta. En tal
sentido, resulta claro que el proceso de apertura vocálica en la presencia de una
postvelar, si bien universal-particular en quechua, no puede tener un· estatuto
lingüístico de carácter universal absoluto(l 7) .
Ahora bien, como es bien sabido, la primera impresión que tuvieron los
gramáticos de la colonia con respecto a las realizaciones de las vocales quechuas
(altas) fue la de una extremada variación, siendo interpretadas como [i, e] y [u,
o] . Dicha fluctuación podía ser no sólo interdialectal sino incluso intradialectal .
Así, el propio Santo Tomás ([1560] 1951b: Prólogo) indica que los indios"[ ... ]
poné', V, por o [... ], Y por e, [... ]" (subrayado nuestro). Los traductores del
Tercer Concilio ([1584-1585] 1984: Annotaciones, fol 74v) señalan, por su
parte, que "[ ... ] estas vocales e, i, y estas, o, u, simboliza, y assi los Indios las
pronuncian indiferentemente, etiam dentro del Cuzco tomando la una por la
otra, Huaoif huauqui, íioca ñuca, quellca quillca, [ ... ]" (subrayado nuestro;
nótese, de paso, que el primer ejemplo no es pertinente, ya que aquí <o - u>
representan al fonema /w/).
La variación mencionada, según puede verse, no parece referirse
únicamente a la de las vocales en contacto con /q/. Ello es cierto especialmente
en DST, como lo atestigua todo su corpus lingüístico, donde <e> y <o> aparecen
también libres de la presencia de la posible postvelar. Lo que ocurre es que,
después de todo, las vocales altas del quechua son, en comparación con las del
castellano, ligeramente más abiertas, pudiendo ser interpretadas en algunos casos
por el hispanohablante como francamente medias, es decir [e, o]. Hay, por lo
demás, dialectos modernos, como el huancavelicano (Qll), donde predominan
las vocales abiertas no necesariamente en contacto con /q/ (cf. Esquive! 1979).
De otro lado, la situación descrita por los quechuistas del Tercer Concilio parece

364 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

ser ligeramente diferente. En efecto, los ejemplos proporcionados ilustran casos


de variación ante la copresencia de la postvelar. Y es esta fluctuación la que será
regularizada por aquéllos, en provecho de las formas abiertas en contacto con
/q/: "[ ... ] lo mejor y mas pulido ha parescido el modo como las vsa esta traduc-
tion" (cf. Annotaciones). Se implantaba de esta manera una norma ortográfica
para la "lengua general" -esta vez de base cuzqueña-, observada rigurosamente
por los seguidores de la práctica escrituraria inaugurada por el Tercer Concilio,
lo que no excluía el que filtraran algunos casos sistemáticos de <i> en contacto
con /q/, como puede constatarse en la misma Doctrina Christiana.
Con respecto a la normalización aludida quisiéramos señalar que ella
habría sido posible en virtud del hecho de que el dialecto de base involucrado
presentaba la regularidad contextual implícita: es decir, {1 u/ devenían notoria-
mente [e, o] en contacto con la postvelar. Como quiera que dicho proceso ca-
racteriza al cuzqueño moderno (cf. Mannheim 1983: Cap. V, sección 5.2.2.2.1),
y descartándose toda posibilidad de que la práctica escrituraria haya influido en
la pronunciación, nada impide pensar que la variante colonial observaría la misma
conducta vocálica que su versión moderna. No habría ocurrido lo propio, sin
embargo, en otros dialectos, especialmente centrales, donde el proceso de aper-
tura involucrado, si bien obligatorio en unos contextos, resulta variable en otros.
Tal es el caso, por ejemplo, del ancashino. Para la variedad huailina, Parker
(1976: 48-49) encuentra que mientras /i, u/ se abren necesariamente después de
##q- inicial y ante -q intermedia, la apertura es variable tras q- intermedia y ante
-q mediada por /n, r/. Así la palabra urqu 'cerro' puede tener cuatro reali-
zaciones, a saber: [or~o] - [urgo] - [orgu] y [urgu] (ver también Solís 1979, para
una variedad distinta) . · · ·
Pues bien, es a la luz de la última situación que quisiéramos reexaminar
el material léxico del dominico, entresacando para dicho efecto las raíces afec-
tadas, directa o indirectamente, por el problema. Ello puede hacerse siguiendo a
Parker (1969: 167-168), aunque de manera más exhaustiva, aislando los lexe-
mas cuyas cognadas en los dialectos modernos conllevan /q/.

4.2.2. Examen del corpus


El material pertinente para el examen del fenómeno que nos ocupa aparece
listado en tres secciones: el . apéndice A presenta los casos de vocal /i/ en con-
tacto con una posible postvelar; el apéndice B ofrece la misma situación respecto
de /u/; finalmente, el -e registra casos de /i, u/ en contacto indirecto con */q/. Las
dos primeras listas contemplan los siguientes contextos: (a) {1,u/ tras */q/ en
posición inicial absoluta; (b) /i, u/ tras */q/ en ambiente intermedio; y (c) {1,u/
delante de la posible postvelar. Los lexemas de cada lista aparecen contrastados
con sus equivalentes encontrados en el Anónimo ([ 1586] 1951 ), en González
Holguín ([1608] 1952), así como en el cuzqueño moderno. Las listas son exhaus-
tivas, salvo en eJ caso de algunos lexemas para los cuales no hemos podido hallar
formas correspondientes en los materiales que sirven de contraste. Sobra señ.alar

No. 2, diciembre 1990 365


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

que los lexemas provenientes de la fuente colonial aparecen en su notación


original (con la salvedad hecha para el Anónimo, en cuya reedición la <p ha
sido "modernizada" como z). Las formas del cuzqueño moderno así como las
etimológicas son producto de nuestra propia postulación.
Ahora bien, una rápida mirada al corpus basta para darse cuenta que no
resiste a la aplicación del test de la "prueba vocálica", tal como éste fuera
formulado. En efecto, mientras que el Anónimo y GH ofrecen una regularidad
asombrosa, salvo ligeras variaciones, presentando el fenómeno de apertura en
contacto con /q/, DST muestra aparentemente un~ "irregularidad" igualmente
sorprendente. Y si bien el último consigna casos de apertura esperables (sobre
todo para /u/), lo más intrigante es que registre predominantemente /I/ en con-
tacto con */q/. Frente a esta situación, no es una sorpresa que tanto Torero como
Parker hayan visto en ella las manifestaciones de una neutralización de */q/ y
*/k/ en favor de la última. Además, una conclusión en tales términos encontraba
refuerzo en el hecho de que la alta ocurrencia de <o> en presencia de una
supuesta /q/ tenía un paralelo con igual frecuencia de la misma vocal al lado de
una */k/ etimológica. El apéndice D registra efectivamente casos de <co> corres-
pondientes a una *ku etimológica, y por lo menos un ítem donde <que> res-
ponde a una *ki original. De manera que la alta ocurrencia de <co> atribuible
a una *qu original bien podría estar respondiendo a una simple *ku, proveniente
de aquélla. De otro lado, el empleo de los dígrafos <ce> - <cq> por parte del
dominico en ciertos lexemas que probablemente registraban */q/ no es ni muy
frecuente ni menos sistemático. Como en el caso de la supuesta representación
de las laringalizadas (cf. sección 3.1.), la solución digráfica no siempre corres-
ponde a la presencia de aquéllas ni a los intentos por graficar una consonante
postvelar. En descargo podemos señalar, sin embargo, que el propio GH no es
muy riguroso en el manejo de su propia notación.
Es de suponer, entonces, que las razones expuestas habrían pesado en
favor de la postulación de la pérdida de la distinción velar-postvelar. De todas
ellas, la "prueba vocálica" fue la que seguramente inclinó la balanza. Sin embargo,
ya se dijo cómo el mencionado test no puede ser aplicado indistintamente a todos
los dialectos. La prueba está en que, de recurrirse a él en un dialecto moderno
como el ancashino o el huancavelicano, las conclusiones a las que podrían lle-
garse serían muy contradictorias, supuesto el caso de que nuestro análisis partie-
ra no de una transcripción fonético-fonológica sino de la escritura espontánea del
lego. Y, no obstante ello, tales variedades registran */q/ a través de sus reflejos
modernos. Teniendo en cuenta esta situación hemos reexaminado el material
léxico mencionado, habiendo encontrado el panorama ofrecido.
EL CUADRO I registra el total de los lexemas que contienen /i,u/ en
contacto directo de */q/ (39 casos para /i/ y 77 para /u/) . Nótese que las formas
alternantes con <i> - <e> y<u> - <o> han sido sumadas en favor de las ocu-
rrencias con vocal abierta.

366 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

/i/ 39 = 100% /u/ 77 = 100%

e 19 = 48.71 o 65 = 84.41

20 = 51.28 u 12 = 15.58

CUADRO I
Como puede apreciarse, la presencia de <o> es mucho mayor que la de
<u> en contacto con */q/ (84.41 % versus 15.58%); no ocurre así en el caso de
<i>, pues la frecuencia de ésta es ligeramente superior a la de <e> (51.28%
contra 48.71 %). Dado el alto porcentaje de <o>, la presencia de <u> podría
explicarse como efecto de una simple inconsistencia, la misma que asoma también,
aunque esporádicamente, en el Anónimo y en GH. No puede decirse lo mismo
de la vocal anterior, pues aquí la distribución de <e> - <i> es casi pareja. La
situación cambia, sin embargo, cuando desglosamos las ocurrencias de <i> -
<e> y <u> - <o> de acuerdo con los contextos seleccionados. EL CUADRO II
registra la presencia de las vocales según los ambientes estipulados (donde el
asterisco ante */q/ indica su naturaleza probable) .

CONTEXTOS /i/ 19 = 100% /u/ 25 = 100%


*##q- e 6 = 31.57 o 24 = 96.00
1 13 = 68.42 u 1 = 4.00
/i/ 9 = 100% /u/ 29 = 100%
*q- e 7 = 77.77 o 23 = 79.31
1 2 = 22.22 u 6 = 20.68
/i/ 11 = 100% /u/ 23 = 100%
*-q e 6 = 54.54 o 18 = 78 .26
1 5 = 45.45 u 5 = 21.73

CUADRO II
Puede observarse ahora cómo la predominancia de <i> es sensible al
contexto: ella se da mayormente tras */q/ inicial, viéndose favorecida por la
presencia de una /ti siguiente (68.42% contra 31.57% a favor de <e>). Luego de
*/q/ intermedia, en cambio, la presencia de <e> es mayor (77.77% versus 22.22%
para <i> ); incluso ante */q/ se advierte la preponderancia de <e>, si bien ligera
(54.54% contra 45.45%), donde el efecto de apertura parece inhibirse cuando la
postvelar actúa, como elemento trabante seguida de /s/ (cf. también dicha tenden-
cia en el Anónimo y en GH). En relación con /u/, <o> predomina en todos los

No. 2, diciembre 1990 367


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

contextos sobre <u> de manera abrumadora: de hecho, la única excepción tras


*/q/ inicial se da ante /y/ (cf. <cuyllor> ), lo que parece enteramente normal.
En relación con el apéndice C, el corpus (13 casos registrados) muestra
muy poca proclividad a la apertura ante */q/ mediada por otra consonante. De
todos modos se advierte que mientras la /u/ tiende a abrirse (3 veces contra 4),
la /i/ no lo hace jamás. Aquí también, por lo demás, tanto el Anónimo como GH
muestran alguna variación, con ser predominante la asimilación.
Del examen interno y externo ofrecido fluye que. la alta frecuencia de
ocurrencias de <o> y, en menor medida de <e>, c;n contacto con <c> y <qu>
apunta hacia la presencia de /q/. Las contradicciones que parecen surgir a la luz
de sus correspondientes formas regulares en el Anónimo y en GH pueden
explicarse teniendo en cuenta los siguientes factores: (a) la naturaleza normali·
zada de las notaciones en aquellos autores; y (b) la distinta actuación del proceso
asimilatorio en el cuzqueño y en los demás dialectos. Creemos que este último
hecho es importante, toda vez que la situación descrita para el costeño se aproxi-
ma a lo que acontece en las variedades centrales, con las cuales aquél guardaba
una relación muy estrecha (piénsese, por ejemplo, en su régimen acentual). Y
aun cuando, a falta de mayores datos, nuestra conclusión se basa en cálculo
porcentual de ocurrencias en los contextos estipulados, quedando en pie la
explicación más refinada de las aparentes contradicciones, nos parece advertir
una coincidencia más con los dialectos centrales: una posible espirantización de
/q/ no sólo tras nasal ( donde fuera interpretada como <g> ), sino también en
posición intervocálica, de manera muy incipiente. La pista de esto último nos la
estaría proporcionando la Grammatica, donde se dice que la pronunciación del
marcador de tópico es, "según otros", <-ga> (cf. Santo Tomás (1560] 1951a: 61,
63, 66).
Por lo demás, es también digno de notarse que la "prueba vocálica" no
puede ser aplicada, sin tomar en cuenta la salvedad hecha, ni al manuscrito
huarochirense ni a los textos quechuas de Guamán Poma. En el primer caso,
como lo advenía Taylor (1980: 22-23), "el empleo de e y de o no está necesaria-
mente asociado a la presencia de la oclusiva postvelar /q/ que, de otro lado, no
se indica bajo ninguna forma en el texto". Concluye, por consiguiente, que no
existen " pruebas de la existencia de la oclusiva postvelar en este dialecto así
como tampoco se tiene en relación con la palatal retrofleja /cf'. No obstante ello,
en su reciente interpretación del manuscrito, el mencionado autor restituye la
distinción /k/ - /q/, al igual que la oposición /c/ · /c/, sobre la base de la evidencia
sugerida por los dialectos modernos de las zonas aledañas al área huarochirense.
Aun cuando no hemos realizado el análisis de los materiales pertinentes en el
corpus del mencionado manuscrito, no seria raro encontrar allí una situación
semejante a la ofrecida por el dominico: después de todo, aquí estamos también
frente a un quechua diferente del cuzqueño.
Finalmente, ¿cómo explicar el hecho de que DST no haya advertido la
articulación de la postvelar? Creemos que esto no debe llamar a sorpresa, toda
vez que un autor como Bertonio ·mucho más familiarizado con una lengua que

368 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

maneja la distinción velar-postvelar de manera más profusa- no parece haber


percibido dicha diferencia. Como se ve, predominó la tendencia hipodiferen-
ciadora dictada por los hábitos articulatorios y perceptuales del hispano (italiano,
en el caso de Bertonio) hablante.

43. Conclusión.
Las consideraciones señaladas en las secciones precedentes llevan a la
conclusión que el quechua del litoral conocía la distinción velar-postvelar. La
alta frecuencia de la presencia regular de vocales abiertas en contacto con los
reflejos de */q/ constituye una indicación que apoya la hipótesis. En tal sentido,
creemos que la interpretación en favor de la fusión de dicho contraste fue el
resultado de una análisis algo apresurado del fenómeno, a partir de la aplicación
del test de la "prueba vocálica" en su versión "normalizada" y practicable, en
todo caso, al quechua sureño, específicamente el cuzqueño.
Ahora bien, como se recordará, el hecho de que el Lexicón mostrara
indicios del registro de Jaringalizadas (cf. sección 3.1.) fue atribuido al intento
del dominico por consignar modalidades de pronunciación propias de otras
variedades, principalmente la cuzqueña. Siendo así, ¿en qué medida podriamos
decir que en esta oportunidad la coaparición de <o> y <e> con */q/ obedece
igualmente a la fuente polidialectar de que se sirvió DST? Pensamos que aquí
se está frente a una situación diferente pues, en contraposición a lo que ocurría
frente a las laringalizadas, la frecuencia de la ocurrencia del fonémeno no sólo
es muy alta sino también más sistemática. Fuera de ello, y más importantemente,
la hipótesis de la fusión se contradice abiertamente con la tendencia universal del
cambio regular de */q/ en el quechua. Lo contrario significarla aceptar, como se
dijo, un cambio abrupto, que sólo parece ocurrir en situaciones de contacto
idiomático, teniendo al quechua como L . Como es sabido, el principio de la
naturalidad aplicado a los menesteres de la reconstrucción nos obliga a postular
formas y etapas anteriores que no contradigan las propiedades sincrónicamente
observables de las lenguas.
Aceptada la hipótesis de la preservación de la distinción velar-postvelar,
queda en pie el cuadro interpretativo formulado en relación con el foco de
difusión y las etapas expansivas del PQ y de sus estados intermedios. De esta
manera, tanto el PQIIB como el PQIIC habrian partido en dirección opuesta
portando la oposiciqn velar-postvelar. Ya en tierras ecuatorianas, se habría
prefigurado el QIIB fusionando la distinción como efecto de su aprendizaje
como L2 por parte de hablantes que no hacían uso funcional de la articulación
postvelar. Como se ve, el problema de la distinción o indistinción de la oposi-
ción */k/ - */q/ tiene profundas consecuencias para entender la evolución y
distribución de las variedades quechuas actuales. La hipótesis de la fusión,
analizada en términos de la naturalidad de los cambios, constituía un serio estorbo
dentro del pano'tama interpretativo propuesto a los efectos de una cabal compren-
sión de la historia de la evolución de la lengua.

No. 2, diciembre 1990 369


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

APENDICE A
Tratamiento de fil

l. En posición inicial absoluta (*##q-)

DST ANON GH CZMOD ETIMO

quecha quecha quecha q'ica *qica 'diarrea'


quenco quenco qquencu q'inqu *qinqu 'sinuoso'
que ro queru qqueru qiru *qiru 'madero'
quexibra quecipra qquesipra qhecipra *qisipra 'pes tafia'
quella - quella qquella - qita *qita 'ocioso'
quilla quella
quere - queri qqueri qiri *qiri 'apostema'
guiri
quilla y quellay qquillay *qi.tay 'hierro'
quillca- quellca- quellcca - qilqa- *qitqa- 'dibujar'
quellca
guillo quello qquellu q'i1'U *qi1'U 'amarillo'
quincha quencha qquencha - qinca *qinea 'cerco'
qqincha
quincdi- - quenti- qquinti- qinti- *qinti- 'encoger'
quinti-
quipa quepa qquepa *qipa 'detrás'
guipa - quepa qquepa *qipa 'trompeta'
quippa
quipe que pi qquepi - q'ipi *qipi 'atado'
que pi
quipna- quepna- quepna- qipna- *qipna- 'vomitar'
quissa - quessa - quessa q'isa *qisa 'nido'
quixa guisa
quispe - quespi quespi qispi *qispi 'vidrio'
quispi
quispi- quespi- quespi- qispi- *qispi- 'huir'
qui9acha- quezacha- qque9acha- qisaca- qisa-ca- 'maltratar'

370 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Ceffón-Palomino: Quechua costeño

2. Después de postvelar (*q-)


DST ANON GH CZMOD ETIMO
acque aque aqque *aqi 'suegra de
la mujer'
ocque oque oqque uqi *uqi 'pardo'
llucque lloque lloqque 1uqi *1uqi 'izquierdo'
vicque veque veqque wiqi *wiqi 'lagrima'
ayque- - ayque- - ayqque- - ayqi- *ayqi- 'huir'
ayqui- ayqui- ayqui-
llanque - llanque --------- tanqi >totanqi 'sandalia'
llanqui
ceque- - ceque- ceqquc- siqi *siqi- 'rayar'
cequi
~aqui- zaque- ~aqque- - saqi- *saqi- 'abandonar'
haqque-
guauqui huauque huauqque wayqi *wawqi 'hermano
del varón'

3. En posición anterior a la postvelar (*-q)


DST ANON GH CZMOD ETIMO
checca - checa checca ciqa *ciqa 'verdad'
checa
checni- checni- chccni- ciqni- *eiqni- 'odiar'
checta- checta- chhecta- c'iqta- *~iqta- 'hendir'
ceca- ceca- cecea- - siqa- *siqa- 'subir'
ceka
ceque- - ceque- ceqque- siqi- *siqi- 'rayar'
cequi-
guateca- - huateca- huatecca- - wat'iqa- *watiqa- 'acechar'
guaúca- · huateca-
vicque veque veqque wiqi *wiqi 'lagrima'
ricci- ricci- ricci- - riqsi- *riqsi- 'conocer
rikci-
sicsi secze - ssecsse - siqsi *siqsi 'comezón'
cecee cecee
ticsi ticci ticci *tiqsi 'fundamento'
miclla- \ meclla- miella- miqta- *miqta- 'abarcar'

No. 2, diciembre 1990 371


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

APENDICE B
Tratamiento de /u/
l. En posición inicial absoluta (*##q-)

DST ANON GH CZMOD ETIMO

co- co- eco- - ccu- qu-


-
*qu- 'dar'
cocha cocha ccocha quca *quea 'laguna'
cochoco- cochocu- kochocu- q'u~uku- *qu~u-ku- 'alegrarse'
collana collana eco llana qutana *qutana 'excelencia'
collca collca collca qulqa *qutqa 'almacén'
collo- collo- ccollo- - quhl- *quhl- 'mermar'
ccollu-
collota collota ceo Ilota qututa *quhlta 'piedra de
moler'
come - comi eco mi qumi *qumi 'machorra'
comi
concho concho cconchu quncu *quncu 'sedimento'
con ca- con ca- cconcca- - qunqa- *qunqa- 'olvidar'
ceo nea-
congor concor cconccor - qunqur *qunqur 'rodilla'
cconcor
quonda- conta- -------- qunta- *qunta- 'ahumar'
cono- cono- ccono- - qunu- *qunu- 'abrigar'
cconu-
coña coña koña qhuña *quña 'moco'
coñi- coñi- ccoñi- q'uñi- *quñi- 'calentar'
cocaui cocaui - -------- quqaw *quqaw 'fiambre'
cocao
cori cori ccori quri *quri 'oro'
co~a coza co~a qusa *qusa 'marido'
quozñi- cosni- ccozni- q'usñi- *qusñi- 'humear'
coto- coto- koto- q'utu- *qutu- 'amontonar'
coyo coyo koyo - q'uyu *quyu 'moretón'
koyu
collqui collque ccollqque qulqi *qutqi 'plata'
corota - corota eco rota -------- *quruta 'tesúculo'
cu ruta
corpacha- - corpacha- ccorpacha- qurpaca- *qurpa-ca 'albergar'
curpacha-
cuyllor coyllur ccoyllur quyt\.lr *quytur 'estrella'

372 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

2. Después de postvelar (*q-)


DST ANON GH CZMOD ETIMO

aleo allco allcco - alqu *atqu 'perro'


allco
ha taco ha taco hattaco ~at'aqu *ataqu 'bledo'
yzcon yscon yzccon 1squn *isqun 'nueve'
moco moco moceo - muqu *muqu 'articulación'
mueco
pallco pallco pallcco - palqu *patqu 'engañoso'
pallco
paco paco paco - p'aqu *paqu 'rubio'
ppacu
pisco pisco P!SCO - pisqu *pisqu 'pájaro'
p1sscu
puxco puchcu ppochco p'usqu *pucqu 'agrio'
pu~oco - pozoco ---------- phusuqu *pusuqu 'espuma'
po~oco
cazco casco cazco qhasqu *qasqu 'pecho'
qucnco quenco qquencu q'inqu *qinqu 'sinuoso'
congor con cor cconccor - qunqur *qunqur 'rodilla'
cconcor
ro coto ro coto ro coto ruqutu *ruqutu 'ajf
~oco zoco ~o ceo suqu *suqu 'cana'
songo so neo soncco - sunqu *sunqu 'corazón'
so neo
socos socos socos suqus *suqus 'carrizo'
tongori toncori ton cor tunqur *tunqur 'garganta'
vrco orco vrcco urqu *urqu 'macho'
oscollo oscollo ozcollo usqutu *usqufu 'gato cerval'
guaco huaco huacco - waqu *waqu 'muela cordal'
huaco
ya colla yacolla yacolla yaquta *yaquta 'capa india'
hueco - hoco hocco huq'u *uqu 'húmedo'
huco
caco- - cacu- ccaco- - qaqu- *qaqu- 'sobar'
cacu- ccacu-
parcu- paren- parcco- ---------- *parqu- 'regar'
huncu- oneo- onceo- unqu- *unqu- 'enfermar'
pocu- poco- pocco- - puqu- *puqu- 'madurar'
puccu-
carcu- carcu- ccarccu- qarqu- *qarqu- 'echar'
~urcu- horcu- ~urcu- - hurqu- *surqu- 'remover'
"', vruncuy urcu-
vruncuy vrunccoy wayrunqu urunquy 'abeja'

No. 2, diciembre 1990 373


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

\..._
3. En posición anterior a postvelar (*-q)

DST ANON GH CZMOD ETIMO

choca- choca- chocca- cuqa- *cuqa- 'tirar'


chocllo chocllo chocllo cuqtu *cuqtu 'elote'
lloclla lloclla lloclla tuqta *tuqta 'avenida'
moco moco moceo - muqu *muqu 'articulación'
mueco
mussoc mosoc mussoc musuq *musuq 'nuevo'
ñoca ñoca ñocca - ñuqa *ñuqa 'yo'
ñoca
pocche- pocchi- ppokchi- p'1uqci- *puqci- 'burbujear'
pocu- poco- pocco- - puqu *puqu 'maduro'
puccu-
rocoto ro coto ro coto ruqutu *ruqutu 'ajf
~oco zoco ~occo suqu *suqu 'cana'
~octa zocta ~octa suqta *suqta 'seis'
socos socos socos suqus *suqus 'carrizo'
toclla- toclla- toclla- - tuqt'a- *tuqt-<1- 'cazar'
toklla-
tocya- tocya- ttocya- t'uqya- *tuqya- 'estallar'
oclla- oclla- oclla- uqt'd- *uqta- 'empollar'
ocque oque oqque uqi *uqi 'pardo'
pu~oco - pozoco ---------- phusuqu *pusuqu 'espuma'
pu~uco
llocsi- - llocsi- llocsi- Tuqsi- *tuqsi- 'salir'
llucsi-
lluca- lloca- llocca- - Tuqa- *tuqa- 'subir'
lloca-
llucque lloque lloqque Tuqi *tuqi 'izquierdo'
hueco - hoco hocco huq'u *uqu 'húmedo'
huco
tuca- toca- ttoca- thuqa- *tuqa- 'escupir'
succari- - zocari- - soccari- - huqari- *suqa-ri- 'levantar'
sucari- hocari- hoccari-

374 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - Ce"ón-Palomino: Quechua costeño

APENDICE C

Tratamiento de /i,u/ en contacto directo

DST ANON GH CZMOD ETIMO

yzcon yscon yzcon isgun *is9_un 'nueve'


pisco pisco pisscu - pisgu *pisqu 'pájaro'
pisco
puxco puchco ppochco p'usgu *pucgu 'agrio'
songo so neo soncco - sungu *sungu 'corazón'
so neo
tongori toncori toncor tungur *tungur 'garganta'
vrco orco vrcco urgu *urgu 'macho'
oscollo oscollo ozcollo usgutu *usgutu 'gato cerval'
pi nea- penca- ppencca- p'inga- *pinga- 'avergonzar'
einga cene a cencca singa *singa 'nariz'
cinca- cenca- cenka- --------- *singa- 'anegar'
huncu- onco- onceo- ungu- *ungu- 'enfermar'
pirca pirca pircca pirga *pirga 'pared'
vruncuy vruncuy vrunccoy wayrungu *urunguy 'abeja'

.,,.
\

No. 2, diciembre 1990 375


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

APENDICE D
Vocales abiertas en contacto con /k/

DST ANON GH CZMOD ETIMO

quero quiru quiru kiru *kiru 'diente'


eolio - cullu kullu k'u1U *ku1U 'madera'
cullu
como cumu ccumu - k'umu *kumu 'jorobado
cumu
cona- cuna- cuna- kuna- *kuna- 'aconsejar'
conan cunan cunan kunan *kunan 'ahora'
co~a- cuza- cu~a- kusa- *kusa- 'asar'
cota- euta- kuta- kuta- *kuta- 'desmenuzar'
cotama cutama cutama *kutama 'costal'
coy a- cuya- kuya- khuya- *kuya- 'amar'
llonco- lluncu- llunccu- 1Unk'u- *1Unku- 'alisar'
pocu pucu ppucu p'uku *puku 'escudilla'
pingollo pincullu pincullu pinku1U *pinku1'u 'flauta'
poyunco puyuncuy ppuyunccu p'uyunqu *puyunqu 'remanso'
tacori- tacuri- ttacuri- - takuri- *taku-ri- 'perturbar'
tacuri-
tincochi- tincuchi- tincuchi- tinku~i- *tinku-ti- 'comparar'
tocssi- tucci- ttuksi- - t'uksi- *tukg¡_ 'hincar'
ttucsi-
toco tucu ttucu tuku *tuku 'búho'

376 Revista Andina, Año 8


Cerrón-Palomino: Quechua costeño

NOTAS

(1) La interpretación fonológica del quechua huarochirense que hace Taylor plantea todavía
una serie de problemas relacionados con las sibilantes, la distinción o indistinción de /k/ -
/q/, así como la normalización de la(s) africada(s) en final de sílaba. En su momento nos
referiremos a ellos, conforme los vayamos tocando.

(2) Por lo demás, los beneficios que puede obtener el lingüista histórico del examen filoló gico
de la documentación escrita saltan a la vista en trabajos como los de Campbell (1973, 1974,
1978), aplicados a las lenguas del subgrupo quiché del maya.

(3) Decimos que en tales casos la <h> parece haber sido enteramente muda, puesto que en
ningún dialecto moderno que preserva la /h/ inicial (tanto la proveniente de */h/ como la de
origen protético) se registra dicha aspirada. No obstante ello, en su proemio al lector, DST
señala, como una variación dialectal, la alternancia <h> - <{i>. Dice textualmente (cf. Santo
Tomás [1560] 1951b: 14): "[ ... ] La, h, vnas vezes la dexa, como (Yema) por hicrna, Orno
por, horno, Orna, por horna, Arnaota, por harnaota [... ]" (subrayado nuestro). Para el
asunto que nos interesa, sin embargo, el único ejemplo pertinente es el último, es decir la
variación <hamaota> - <amaota> 'sabio' (cf. <amauta> - <hamauta> en GH, y harnawt'a
en el cuzqueño moderno), donde la <h> tenía en todo caso un origen protético. Por lo
demás, siendo DST puntilloso en la percepción y consignación de la <h> inicial, debe
descartarse la posibilidad de que haya pasado por alto otros casos de [h] protética: si sólo
registra las formas de (3) fue seguramente porque únicamente ellas mostraban pronunciación
sureña.

No. 2, diciembre 1990 377


Estudios y Debates

(4) De paso, en otro lugar cuestionamos una insinuación hecha por Mannheim (1983: Cap. 3,
50) en relación con el supuesto carácter probatorio de la presencia de glotalizadas en el
ayacuchano a partir de la existencia de lexemas con [h] protética originaria (cf. Cerrón-
Palomino 1987c: Cap.6, sección 6.21.1).

(5) Incidentalmente, Mannheim (1983: Cap. 6, 188; 1986: nota 9) pone en duda esto último,
aduciendo que el dominico retomó de España el mismo año en que el Inca llegaba a dicho
país (1561). Sin embargo, el mismo Porras (1951a) señala que el regreso de fray Domingo
se realiza en mayo de 1562. Se sabe, por otro lado, que el lnca llega a España en 1560, y
es posible que en su trayecto de Lisboa a Montilla (Córdoba} pudiera haber, en efecto,
conocido al quechuista.

(6) Sería interesante averiguar quién o quiénes pudieron haber sido los que introdujeron la varia-
ción notacional en el texto de Avendaño . Se nos ocurre que tal vez fue Avila (1646), que
en el proemio a su Tratado aboga por una escritura similar a la que encontramos en los diez
primeros sermones del extirpador limeño, con una notoria preocupación por destacar la /q/
en final de sílaba, es decir <-ce>. Otro "innovador" de la misma época fue Molina ([1649)
1928), aunque éste sólo se esmera en llamar la atención sobre el carácter "gutural" de /q/,
representada en todos los contextos, pero con las inconsistencias inevitables, por medio de
<ce> - <qqu>.

(7) Esta palabra, registrada también por de la Calancha ([!638] 1977) bajo la forma de <tumi>
(cf. Zevallos Quiñones 1946), parece más bien propia del mochica si no del quingnam, par-
ticularmente de su variante "pescadora". De igual procedencia vendría a ser la voz <guaxme>
'pescador' consignada por el dominico.

(8) Incidentalmente, nosotros mismos caúnos en la trampa de hacer disquisiciones sobre la natu-
raleza fónica de la consonante final de la partícula <ñahx> (cf. Cerrón Palomino 1987c: Cap.
VII, sección 7.3.5), cuando en realidad se trataba de -~<-c<*-c 'conjetural' .

(9) De hecho, la espirantización de /e/ originaria, así como la proveniente de */e/, está amplia-
mente atestiguada en el manuscrito de Huarochirí. En dicho texto (cf. Taylor 1987; cf.
también Taylor 1985), la fomrn lenizada de la africada aparece representada como <h> -
<he> e incluso con la añadidura de un punto o un apóstrofe: <h.> - <he'>. Son ejemplos:
<pihca> - <pihcca> - <pich.ca> 'cinco', <ahca> - <ahcca> 'mucho', etc., provenientes de
*picqa y *acka, respectivamente; y <pahya-> - <pahcya-> 'reventar', <vihca-> 'encerrar',
<muhca> 'mortero', <quihcqui> 'estrecho', <ñahca> -<ñahcca> -<ñahc'ca> 'casi', <ymanc>
'¿qué será?, <pihc>, '¿quién será?', <ñah> 'tal vez ya', etc., provenientes de *paé'ya-, *wic'qa-
• *mueka, *kié'ki, *ña-c-qa, *ima-e, *pi-f y *ña-c, respectivamente. Lo propio ocurre
también con el sufijo condicional sintético -lwan (que parece provenir de *-cwan): así,
<rihuan> 'iríamos' <ricohhuan> 'veríamos', <ñihuahhuan> 'nos dirían', etc. Todas ellas
muestran también, aunque en menor medida, la forma más conservada con <ch>. Existen
indicios, por lo demás, que en muchos casos dicha <ch> fue restituida tanto dentro del texto
como al margen del mismo (cf., por ejemplo, Taylor 1987: 412, 504). En todos estos casos,
a excepción de unos pocos cuya etimología resulta incierta (cf., por ejemplo, el topónimo
<sullcpah,ca> (352, 388) y las voces <canahyauri> (368) y <vihco> (382)), Taylor (1987:
84, nota 6), asumiendo que "la combinación he representaba sin duda a la africada /cf' (cf.
también Taylor 1980: 23), restituye, etimológicamente, ya sea /e/ o ¡e¡. Ahora bien, la razón
por la cual Taylor postula dos africadas no obstante sostener que el quechua empleado en
el manuscrito es básicamente "la variante costeña de la Lengua General" (la misma que
habría fusionado /e/ con /e/) obedece a que, según su interpretación, tanto la variante local
del quechua como el aru de la zona manejarían la africada ¡e¡, siendo ésta una manifestación
sustratística de la lengua del manuscrito. Admitiendo que ello hubiera sido así, queda sin
embargo en pie el problema de la identificación de la africada en final de sílaba: ¿también

378 Revista Andina, Año 8


Ceffón-Palomino: Quechua costeño

la /e/ se espirantizaba en dicha posición? ¿O se trataba más bien de la indistinción de las


africadas, tal como se postuló para el costeño?
Otra fuente que ilustra la espirantización de la africada es Guamán Poma ([1615) 1936).
Aquí varían, incluso en una misma línea, <pisca> - <pichca>, por ejemplo. Pero también
abundan los casos de inhibición de la lenición por la acción protectora de una vocal epentética:
<quichiua>, <pichica>, <cachaua> - <cachiua> 'danza'. Frente a casos semejantes, no es
infrecuente la total desorientación de Urioste, en su versión modernizada del texto (cf.
Guamán Poma (1615] 1980). Así, ante formas como <muchoca> (I: 52) y <pichecanpi> (II:
728) no atina a interpretarlas correctamente, es decir como muchca < *mul:ka 'mortero' y
pichqanpi 'en su quinto día', respectivamente.

(10) Como señalan Landennan (1982) y Mannheim (1986), frente a la gran consistencia que ob-
servan en la distinción de las dos sibilantes el dominico, el Tercer Concilio (1584-1585), el
Anónimo (1586), Gerónimo de Oré (1598, 1607), González Holguín (1607, 1608), Pérez
Bocanegra (1631) y Avendaño (1648), entre otros, llama la atención la anarquía reinante en
el manuscrito huarochirense, la Relación de Santa Cruz Pachacuti (1615), las oraciones de
Cristóbal de Molina "El Cuzqueño" (1575), documentos éstos encontrados entre los papeles
de Avila. Este mismo autor no es coherente en la distinción de los mencionados segmentos
(cf. Avila 1648) como no Jo es el cronista indio Guamán Poma ([1615] 1939). No es fácil
encontrar una explicación al problema: seguramente convergen en él fenómenos que tienen
que ver con el inicio de la neutralización de la distinción, la generalización del seseo sevi-
ll;mo (deapicalización) y también el desconocimiento de la ortografía castellana de la época.
Por lo que toca al manuscrito huarochirense, asombra en él la tendencia a escribir con <s>
aquello que debía representarse con <9>. Como anota Mannheim, es posible que aquí se esté
frente a una discrepancia meramente ortográfica antes que el reflejo de un cambio en proceso,
toda vez que dicha mutación tuvo una direccionalidad contraria, es decir de /si a /s/, o sea
de <s> a <<;:>. Esto último parece advertirse, en efecto, en Avila, donde hasta el sufijo de
primera persona de futuro aparece a veces como <-<;:ac> (cf. en Guamán Poma <uanazacmi>
'escarmentaré'). Nótese igualmente que a este respecto Taylor (1987), en su lectura e inter-
pretación del manuscrito, sólo reconoce una sibilante: la dorsal, manteniendo intactos los
pocos lexemas (fundamentalmente nombres propios) que registran <x>, como el del grupo
émico muxica. La normalización fonológica que hace Taylor no va en línea con su posición
adoptada en relación con la distinción de dos africadas, aunque en el caso anterior segura-
mente primó la observación hecha por el mismo autor en el sentido de que el espacio
huarochirano presentaría, respecto de las sibilantes, el mismo problema que ofrece el área
dialectal yauyina: aquí /s/ y /s/ varían de un valle a otro (cf. Taylor 1984).
(11) A decir verdad, sin embargo, bajo la letra LI se registra ia entrada laura- 'encender', alter-
nando con raura-. Por lo demás, recuérdese que aquí tratamos únicamente el cambio */r/>
/]/. De otro modo, es posible encontrar en el Lexicón algunos casos del proveniente de
*/t/, como <aleo> *atqu 'perro', <paltay> *pa1tay (cf. GH: <palltay>), e incluso la rectifi-
cación de quimra- por quimla- 'guiñar los ojos' <*qimhi- (cf. "Errores del Vocabulario",
p. 17).

(12) Sobra decir que la i-egla de distribución alofónica esbozada al comienzo sólo fue formulada
en tiempos modernos, aunque ya el franciscano Molina ((1644] 1928) la barrunta al referirse
a la "letra O", en los siguientes términos: "[ ... ] pocos nombres o verbos vienen con esta letra
al principio; pero advierto un gran privilegio que tiene heredado de sus antepasados esencial
a este idioma, que tocando a sus puertas la C [es decir la /q/, RC-PJ al principio, medio
y fin de nombres y verbos, siempre hay gutural, [.. .]" (subrayado nuestro).

(13) De paso se¿¡. dicho, el mismo diagnóstico es empleado por Albó y Layme (1984: XLVIl-
XLVIIl), esta vez para interpretar la ortografía ambigua de Bertonio ((1612] 1984), que
hipodiferencia la distinción velar-postvelar.

No. 2, diciembre 1990 379


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

(14) Marginalmente, se advierte un cambio similar en las hablas de Antonio Raimondi y Huari
(Ancash), a estar por el tratamiento de los sufijos independientes -taq X:ontrastivo' y -raq
'estativo', que devienen -ta: y -ra:, respectivamente (cf. Parker 1976: 147, 149), posible-
mente a través de una fase intermedia •-ta? y *-ra?, como ocurrió en las hablas huancas más
innovadoras.

(15) A decir verdad, sin embargo, los mismos autores informan sobre cambios en la otra di-
rección, es decir */q/>/k/. De hecho, un buen número de lenguas mayas registran dicha
mutación, así como la de */q'/>/k'/ (cf. Campbell 1971: 300). Al-Ani (1973), a su tumo,
la consigna igualmente para el árabe de Bagdad, siendo además qU"e la confluencia postvelar-
velar, a favor de la última, se da en el hebreo. Ahora bien, el hecho de que el maya-quiché
ilustre predominantemente el cambio postvelar>velar, sin que haya habido una causación
externa aparente, significa que el fenómeno postulado para el quechua no puede ser una
tendencia universal absoluta. De allí que, al igual que en el caso de la apertura vocálica (ver
4.2), tengamos que otorgarle lUl estatuto universal-particular. Por Jo demás, en relación con
los datos mencionados por AI-Ani, los ejemplos proporcionados son ciertamente esporádicos
(cita sólo 4 items), y, en cuanto al hebreo, habrá que recordar su carácter de lengua revitali-
zada, es decir reaprendida por hablantes de lenguas indoeuropeas fundamentalmente.

(16) De paso, en sus anotaciones a la Historia de Gómara, que acertadamente han sido señaladas
como la partida de nacimiento de los Comentarios, el Inca, en su esfuerzo por llamar la
atención sobre la diferente articulación de dichos segmentos, se vale de una comparación a
la vez ingeniosa y pintoresca. Dice el cronista mestizo: "[ ... ] me pareció compararlas [las
tales pronunciaciones] a las que hazen la urraca y el cuervo en sus graznidos: que la urraca
pronuncia afuera en el paladar y el cuervo dentro en las fauces, pues pronunciando como la
urraca [huaca] significa ydolo y pronunciado como el cuervo significa llorar" (cf. Porras
Barrenechea 1948). Sobra decir que la pronunciación a la manera de la urraca prevalecerá,
como uno de los mecanismos adaptatorios "naturales" del castellano, en la asimilación de los
quechuismos que contuvieran /q/.

(17) Agradecemos a Campbell (1988, en comunicación personal) por haber llamado nuestra aten-
ción sobre el nootka y el maya. De otro lado, para ver casos que ilustren la neutralización
de los efectos de apertura en algunos dialectos quechuas, ver Parker (1976: 47-49) y Solís
(1979), en dos variedades del ancashino, y Esquive] (1979), en el huancavelicano.

380 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

REFERENCIAS

AL-ANI, Salman H.
1973 "The Development and Distribution of the Arabic Sound 'qaf in Iraq'" .
Trabajo mimeografiado.

ALBO, Xavier y LA YME, Félix


1984 "Introducción a BERTONIO, Ludovico ((1612) 1984): Vocabvlario
dela lengva aymara. Ediciones CERES. Cochabamba, XI-LXXI.
ANONIMO (¿Alonso de Banana?)
(1586] 1951 Vocabvlario y phrasis en la lengua general de los indios del Perú,
llamada quichua. Imprenta Rúnac. Lima.
AVENDAÑO, Femando de
1649 Sermones de los misterios de nvestra sancta fe catolica, en Jengva
castellana y la general del Inca. Jorge Lopez de Herrera, Impressor.
Lima:

AVILA, Francisco de
1648 Tratado de los Evangelios, qve nvestra madre la Iglesia propone
"\ en todo el año [ ... ] en las lenguas Castellana, y general de los
Indios deste Reyno del Perú. 2 Vols. Lima.

No. 2, diciembre 1990 381


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

BEYERSDORFF, Margot
1986 "Fray Martín de Murúa y el 'Cantar' histórico inka'.:., Revista Andina,
8: 501-521.

CALANCHA, Antonio de la
(1638] 1977 Crónica moralizada. Vol. IV. Imprenta de la UNMSM. Lima.

CAMPBELL, Lyle R.
1971 Historical Linguistlcs and Qulchean Llnguistic Prehistory. Ph.D.
Dissertation. Universidad de California. Los Angeles.

1973 'Toe Philological Documentation of a Variable Rule in the History of


Pokom and Kekchi". IJAL, 39, 3: 133-134.

1974 "Quichean Palatalized Velars". IJAL, 40, 2: 132-134.

1978 "Quichean Linguistics and Philology ". McCORMACK, Wiiliam C.


y Stephen A. Wurm (eds.). World Anthropology: Approaches to
Language, Anthropological Issues. Mouton. Toe Hague, 223-233.

CARRERA, Femando de la
[1644] 1939 Arte de la lengua yunga . Universidad Nacional de Tucumán.
Tucumán.

CERRON-PALOMINO, Rodolfo
1982 "El problema de la relación quechua-aro: estado actual", Lexis, VI:,
2: 213-242.

1984 "La reconstrucción del protoquechua", Revista Andina, 3: 89-120.

1986 "Comentarios" a ADELAAR, Willem: "La relación quechua-aro:


perspectivas para la separación del léxico", Revista Andina, 8: 379-
399.

1987a "Unidad y diferenciación lingüística en el mundo andino", Lexis, XI,


1: 71-104.

1987b "Lengua y sociedad en el Valle del Mantaro. Primera Parte: Quechua


fronterizo", Amerindia, 12.

1987c Lingüística Quechua. Centro de Estudios Rurales Andinos "Bartolomé


de Las Casas". Cuzco.

CIEZA DE LEON, Pedro de


(1550] 1985 Crónica del Perú. Segunda Parte. P.U.C. del Perú. Lima.

COBO, Bemabé
[1653] 1956 Historia del Nuevo Mundo. Vol. II. BAE, Ediciones Atlas. Madrid.

DUVIOLS, Pierre (ed.)


1986 Cultura andina y represión (Procesos y visitas de Idolatrías. Caja-
tambo, siglo XVII). C.E.R.A. "Bartolomé de Las Casas". Cusco.

382 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

DYEN, Isidore
1953 The Proto-Malayo-Polyneslan Laryngeals. Linguistic Society of
America. Baltimore.
ESQUIVEL VILLAFANA, Jorge
1979 "Procesos de asimilación fonética en las vocales del quechua de
Huancavelica". El fonema postvelar y sus efectos coarticulatorios.
CIL, Documento de Trabajo Ng 40. Lima, 33-56.

GARCILASO DE LA VEGA, Inca


[1609) 1985 Comentarios reales de los I neas. Biblioteca Peruana, Editorial Andina.
Lima.

GONZALES DE LA ROSA, Manuel


1911 a "Origen costeño del quechua", Ilustración Peruana, 95:. 1208-1209.

1911b ""Origen del quechua de la civilización en Chincha", El Comercio, 7


de Setiembre.

GONZALEZ HOLGUIN, Diego


[1607) 1842 Gramática y Arte nueva de la lengua general de todo el Perú
llamada lengua qquichua o lengua del Inca. Nueva edición revista
[sic) y corregida, sine/loe.

[1608) 1952 Vocabvlario de la lengva general del todo el Perv llamada lengua
qquichua o del Inca. Imprenta Santa María. Lima.

GUAMAN POMA DE A YALA, Felipe


[1615) 1936 l\ueva corónica y buen gobierno. lnstitut dºEthnologie. Paris.

HARDMAN DE BAUTISTA, Martha


1975 "El jaqaru, el kauki y el aymara". Actas del Simposio de Montevideo
(PILEI). Editorial Galache. México, 185-192.

1983 Jaqaru: compendio de estructura fonológica y morfológica. Insti-


tuto de Estudios Peruanos. Lima.

ITI ER, César 00


1987 A propósito de los dos poemas en quechua de la crónica de Fray
Martín de Murúa", Revista Andina, 9: 211-227.

LANDERMAN, Peter N.
1982 ""Las. sibilantes castellanas, quechuas y aimaras en el siglo XVI: un
enigma tridimensional". CERRON-PALOMINO, Rodolfo (Comp.).
Aula Quechua. Ediciones Signo Universitario. Lima,. 203-234.

LA VJÑAZA, Conde de
[1892] 1977 Bibliografía española de las lenguas Indígenas de América.
Ediciones Atlas. Madrid.

MANNHEIM, Bruce
1983 Structural Change and the Structure of Change: The Linguistic
"'\ History of Cuzco Quechua In Relation to its Social History.
Disertación doctoral Universidad de lllinois. Chicago.

No. 2, diciembre 1990 383


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

1985 "Southern Peruvian Quechua". KLEIN, Manelis H. y Louisa Stark


(Comps.).: South American lndian Languag~: Retrospect and
Prospect. Universidad de Texas. Austin, pp. 481-515.

1986 "New Evidence on the Sibilants of Colonial Southem Peruvian


Quechua". Texto policopiado. Ver ahora en UAL, 54: 168-208 (1988).

MOLINA, Cristóbal de
(1575] 1916 Relación de las fábulas y ritos de los Yngas. Edición de Carlos A.
Romero y Horacio Urteaga. Lima.

MOLINA, Diego de
(1649] 1928 Sermones de la Quaresma en Lengua Quechua. Edición de
ROMERO, Carlos A.: '"Un libro interesante". Revista Histórica, IX,1:
51-87.

ORE, Luis Gerónimo de


1598 Symbolo .Catholico Indiano. Antonio Ricardo, editor. Lima.

1607 Rituale seu Manuale Peruanum [ ... ]. Jacobum Carlinum et Cons-


tantinum Vitalem. Neapoli.

ORTEGA MOREJON, Diego de y CASTRO, Cristóbal de


(1588] 1968 "Relación de Chincha". En Biblioteca Peruana. Tomo III. Editores
Técnicos Asociados S.A. Lima, 478-489.

PARKER, Gary J.
1963 "La clasificación genética de los dialectos quechuas", Revista del
Museo Nacional, XXXII: 241-252.

1969 "Comparative Quechua Phonology and Grammar IV : The Evolution


of Quechua A", Working Papers in Linguistics, 1, 9: 149-204.
Universidad de Hawaii.

1976 Gramática quechua: Ancash-Huailas. Ministerio de Educación e


Instituto de Estudios Peruanos. Lima.

PEREZ BOCANEGRA, Juan


1631 Ritval formulario e institvcion de cvras. Gerónimo Contreras, Editor.
Lima.

PORRAS BARRENECHEA, Raúl


1948 "Una joya bibliográfica". El Inca Garcilaso en Montilla. Instituto de
Historia, UNMSM . Lima, pp. 219-235.

1951a "Prólogo" a la Grammatica de Fray Domingo de Santo Tomás ((1560]


1951a).

1951b "Prólogo" al Lexicón de Fray Domingo de Santo Tomás ([1560]


1951b).
ROSTWOROWSKI DE DIEZ CANSECO, María
1977 Etnía y sociedad (Costa prehispánica). Instituto de Estudios Perua-
nos. Lima.

384 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón-Palomino: Quechua costeño

1978 Señoríos Indígenas de Lima y Canta. Instituto de Estudios Perua-


nos. Lima.
ROWE, John Howland
1950 "Sound Patterns in Three Inca Dialects", UAL, 16, 3: 137-148.
SANTA CRUZ PACHACUTI, Joan de
(1615) 1968 Relación de antigüedades deste reyno del Perú. En ESTEVE
BARBA, Francisco (ed.). Crónicas peruanas de Interés indígena.
BAE, Ediciones Atlas. Madrid, 281-319.

SANTO TOMAS, Fray Domingo de


(1560) 1951a Grammatica o arte de la lengua general de los Indios de los Reynos
del Perú. Edición facsimilar. Imprenta Santa María. Lima.
(1560) 1951b Lexicon o vocabulario de la lengua general del Perv. Edición
facsimilar. Imprenta Santa María. Lima.
SOLIS FONSECA, Gustavo
1979 "/Q/ y la abertura de las vocales i/u en [el] quechua de Bolognesi
(Ancash)". El fonema postvelar quechua y sus efectos coarticula-
torios. CILA, UNMSM. Documento de Trabajo Nº 40. Lima, pp. 1-
31.

ST ARK, Louisa R.
1975 "A Reconsideration of Proto-Quechua". Lingüística e indigenismo
moderno en América (frabajos presentados al XXXIX Congreso
Internacional de Americanistas). Instituto de Estudios Peruanos. Lima,
pp. 209-219.
TA YLOR, Gérald
1984 '"Yauyos: un microcosmo dialectal quechua", Revista Andina, 3:
121-146.

1985 "Un documento quechua de Huarochirí-1607 [sic)", Revista Andina,


5, 1: 157-185.

TAYLOR, Gérald (ed.)


1980 Rites et traditions de Huarochirí. Editions L'Harmattan. París.

1987 Ritos y tradiciones de Huarochirí del siglo XVII. Instituto de


Estudios Peruanos. Lima.
TERCER CONCILIO
(1584) 1984 Doctrina Christiana, y catecismo para lnstrvccion de los Indios.
Edición facsimilar. Petroperú S.A. Lima.

(1584-1585) 1985 Doctrina Christiana, Confesslonarlo y Tercero Catecismo. Edi-


ción facsimilar. Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Madrid.
TORERO, Alfredq,
1964 ' "Los dialectos quechuas", Anales Científicos de la Universidad
Agraria, 2: 446-478.

No. 2, diciembre 1990 385


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

1970 "Lingüística e historia en la sociedad andina", Anales Científicos, 8,


3-4: 231-264. '°'
1974 El quechua y la historia social andina, Universidad Ricardo Pahna.
Lima.

1985 "El comercio lejano y la difusión del quechua: el caso del Ecuador",
Revista Andina, 4: 367-389.

1986 "Deslindes lingüísticos en la costa norte peruana", Revista Andina,


8: 523-548.

TORRES RUBIO, Diego de


1619 Arte de la lengva qvichva. Francisco Lasso, Editor. Lima.

URlOSTE, Jorge L.
1980 "Estudio analítico del quechua en la Nueva Coránica". MURRA,
John V. y Rolena Adorno (eds .): El primer nueva coránica y buen
gobierno. Siglo XXI, S.A., 3 Vols., México.

URIOSTE, Jorge L. (ed.)


1983 Hijos de Pariya Qaqa: La tradición oral de Waru Chiri. 2 vols.
Universidad de Siracusa. Syracuse, N. Y.

ZEV ALLOS QUIÑONES, Jorge


1946 "Un diccionario yunga", Revista del Museo Nacional, XV: 163-198.

386 Revista Andina, Año 8


COMENTARIOS
aunque es de temer que no se llegará a conocer
Willem F JI. Adelaar jamás la naturaleza exacta de dicho sonido. Pese
Vakgroep VTW, P.O. Box 9515, 2300 RA a la ortografía utilizada, ni el caso de athac ni
Leiden este de thome parecen atestiguar la presencia de
consonantes laringalizadas, apoyando de esta
manera la conclusión presentada por Cerrón-
El estudio en profundidad de las variedades Palomino. Notamos también en araucano la
coloniales del quechua está ganando importan- forma (.ame para "Jobo marino" (de Augusta
cia estos últimos años. La parte má s 1966: 116). Esta forma tenía por consonante
problemática de éstas está constituida por el inicial la lateral interdental, cuya distinción con
aspecto fonológico, difícil de reconstruir debido su contraparte alveolar se encuentra hoy en
a las deficiencias de la ortografía de la época. desuso entre muchos hablantes del idioma
El trabajo de Rodolfo Cerrón-Palomino está mapuche chileno. Las formas thome, chommi
dirigido a enfrentar esta tarea y nos hace ver y posiblemente l.ame parecen indicar la existen-
una realidad compleja y bien ordenada en un cia de términos marinos cuya vigencia excedía
sector donde a primera vista parecía reinar el los límites de las lenguas individuales de la costa.
desorden. Nos muestra claramente que la orto- En dos casos mencionados por Santo Tomás
grafía de los autores coloniales, aunque bastante parece imponerse con más razón una reconstruc-
deficiente, no fue totalmente inconsciente, y nos ción con la africada palatal que la ofrecida por
confronta con hechos inesperados, como la pre- Cerrón-Palomino con africada retrofleja. Se trata
sencia de diferencias significantes entre el idio- de cachua y el sufijo verbal -chuan. La recons-
ma del manuscrito de Huarochiri y la lengua trucción de una africada palatal no-retrofleja en
general, tal como la describió Domingo de Santo cachua se puede extraer en el ancashino qatsway
Tomás, en particular, en el tratamiento de las (Parker & Chávez 1976: 132) y en la terminación
sibilantes y de las oclusivas velares y postve- -chuan por Pacaraos -swan (Adelaar 1986: 24;
Jares. 1987: 34), por Tarma -chwan (Adelaar 1977:
En el contexto de los dígrafos empicados en 95) y por el huanca -chwan (Cerrón-Palomino
la obra de Santo Tomás y su posibl e interpre- 1976: 180).
tación, dos vocablos llaman la atención por su Cerrón-Palomino señala con razón que el
carácter inusitado: el exclamativo athac "o, reemplazo de una oclusiva postvelar por su
vergüenza" y thome "lobo marino". Un contraparte velar constituye un cambio poco
equivalente de athac con el mismo significado frecuente en las lenguas existentes. Como en
aparece en el capítulo 18 del documento de quechua, la *q reconstruida de las lenguas
Huarochirí. En las ediciones de dicho texto malayo-polinésicas se convirtió en fricativa (h)
preparadas por Arguedas (1966: 104), Trimbom o en oclusión glotal en la mayor parte de aquella
(1967: 102) y Taylor (1987 : 276) vemos esta extensa familia (información suministrada por
palabra transcrita como "A.atac." Esta trans- Alexander Adelaar). Se han registrado sólo unos
cripción, que supuestamente refleja el texto del cuantos casos de conversión en k en una área de
manuscrito original, nos lleva a pensar que es- Birmania y Tailandia, donde el contacto con
tamos frente a un intento de reproducir la can- lenguas de otras familias ha jugado un papel
tidad vocálica en la a inicial. La grafía th en evidente. Nos referimos al caso de las lenguas
athac podría haber tenido una finalidad similar. moken y moklen de los llamados "gitanos del
La presencia de una vocal larga en un vocablo mar" (Chantanakomes 1980). Sin embargo, las
que pertenece a la periferia del sistema lenguas mayances constituyen un contraejemplo
lingüístico no seria sorprendente. Para thome de gran importancia. De las ramas de dicha
"Jobo marino" existe a Jo menos una cognada familia la yucateca, la chalana, la tzeltalana y la
en mochica, donde el animal referido se llamaba huasteca parecen haber sufrido la velarización
chomml (Middendorf 1892: 60). Este hecho de las postvelares *q y *q' (ver Campbell 1979:
parece sugerir umi pronunciación africada o 932-933) y no es fácil indicar, salvo en el caso
fricativa de la consonante inicial en thome, huasteco, un substrato evidente. Observamos

No. 2, diciembre 1990 387


Estudios y Debates

1am.bién que los cambios de postvelares a frica- contacto con /q/. Esto no sucede con la vocal
tivas o a oclusión glotal son de baja frecuencia posterior, que siempre tieno. realización media
en la familia mayance (Cerrón-Palomino men- [o] en contacto con /q/. Entre los factores que
ciona el caso del jacalteco). En quechua, la co- favorecen la realización alta de /i/ figura tam-
incidencia de *q y *k requiere una explicación bién la presencia de consonantes palatales, como,
que abarcaría no solamente a los dialectos ecua- por ejemplo, en qimchi- "guiñar" (para más
torianos y colombianos, sino también a las detalles ver Adelaar 1977: 38).
variedades de San Martín y Amazonas . La La costumbre de acordar una realización
posibilidad de una inlluencia de substrato no ligeramente abierta a las vocales altas se encuen-
quedaría por lo tanto descartada. Sin embargo, tra también en el quet:hua tarmeño, en el que la
sería indicado preguntarse si es adecuado supo- fricativa resultante de *q ha perdido su carácter
ner que sólo las lenguas prcquechuas del Ecua- postvelar distintivo y, por lo tanto, su función
dor hayan ejercido tal influencia. En el manus- condicionante. Muy a menudo los hablantes de
crito de Huarochirí no se distingue entre oclusi- dicho dialecto perciben las vocales Ji/ y /u/ de su
vas velares y postvelares, lo que es evidente por quechua como medias, escribiendo, por ejemplo,
la libertad que su autor observa en el uso de las ronto para /runtu/, tendencia que parece con-
vocales contingentes, que podrían indicar tal cordar con la práctica observada en la obra de
oposición. Sin embargo, en nombres de perso- Domingo de Santo Tomás.
nas y etnias, como Colli, Collquiri, Concha, En otros aspectos podemos señalar también
Cupara, la ortografía es fija. Esta situación un paralelismo entre el quechua de Santo Tomás
parece indicar que la lengua local de la zona, y la variedad tarmeña. En ambos se observ a la
sea o no sea una variedad del quechua, conser- sonorización de oclusivas -aunque ésta se da en
vaba la distinción entre oclusivas velares y cada uno de los dos casos en ambientes prác-
postvelares, mientras que el dialecto en el que ticamente opuestos, detrás de nasal en el caso
fue red actado el manuscrito la desconocía . primero y en posición prevocálica interior menos
¿Cómo se debe entonces relacionar este dialecto detrás de nasal en el segundo- y en ambos el
con las otras variedades del quechua, ecuatori- proceso no parece haberse generalizado. Las dos
anas y norperuanas, que han sufrido la velari- interpretaciones ofrecidas en el artículo que co-
zación de *q? Notamos también ciertas par- mentamos (proceso no acabado y extracción dia-
ticul aridades léxicas entre el quechua utilizado lectal distinta de los informadores) no parecen
en la redacción del manuscrito huarochiriense, aplicarse, sin embargo, a la situación tarmeña,
que parecen unirlo con los dialectos del Ecua- donde podemos encontrar, por ejemplo, un
dor y del norte del Perú (la ausencia de llapan, contraste como aquel entre wataguna "años" y
por ejemplo, reemplazado por tukuy). watakuna "algo con el que se suele amarrar".
En ·cuanto a la influencia de substrato, que La oposición se basa en el hecho de que el sufijo
habría permitido la conservación de la oclusiva pluralizador *-kuna participó en el cambio pero
postvelar en el quechua de Santiago del Estero, no el reílexivo *-ku -.
es factible identificarla. El léxico del quechua El descubrimiento de la existencia de dos
santiagueño tiene al menos tres palabras de sibilantes, z, e, e; contra s, ss, en el quechua
origen no-quechua que contienen consonantes cuzqueño colonial ha venido a ser uno de los
postvelares, ochoGo, una especie de ave, mis- logros más importantes y menos esperados de la
hoGa, una cactácea, y wajjalu, una especie de investigación filológica quechua de estos años .
hormiga (Nardi 1962: 248). El símbolo G repre- Rowe (1950) observó por primera vez la distin-
senta una fricativa postvelar sonora, jj una fri - ción. La problemática en tomo a la identifica-
cativa postvelar sorda. Oclusivas postvelares ción de los sonidos respectivos y su ubicación
forman lam.bién parte del inventario fonémico dentro del marco de los dialectos quechuas ha
de lenguas vecinas como el toba (Martirena sido tratada por Landerman (1982) y, en un
1977) y el vilela (Lozano 1977: 93). momento más reciente, por Mannheirn (1988).
Las observaciones de Cerrón-Palomino en La distinción encontrada opone una /s/ dorsal
tomo al comporlam.iento de vocales en contacto (escrita z, e, e;) a una /si apical (escrita ) y
con *q en el idioma descrito por Santo Tomás corresponde históricamente con la oposición
se ven apoyadas por el dialecto quechua I de entre /s/ dorsal y /s/ palatal (escrita x en fuentes
San Pedro de Cajas, donde la realización alta de coloniales), que sigue vigente en los dialectos
la vocal anterior [i] se conserva a menudo en norteños y centrales de la actualidad. Dicha

388 Revista Andina, Año 8


oposición, que aún tiene consecuencias para la (Adelaar 1977: 59-60). Esta práctica del habla
reconstrucción del pasado fonológico del es- de San Pedro de Cajas parece ser la misma que
pañol, se da también en el quechua descrito por aquella observada en Ancash. Para un fenómeno
Domingo de Santo Tomás, como nos muestra semejante en el quechua del Huallaga ver Weber
Cerrón-Palomino. Esta variedad contiene tam- (1989: 469).
bién una sibilante palatal /s/ (escrita x) de manera Una observación final concierne a la lenifi-
que están representadas ahí tres opciones, la dor- cación de oclusivas en posición final de sílaba
sal, la palatal y la apical. La /s/ apical ha sido en el quechua cuzqueño-boliviano. La lenifica-
comparada con la s del español ibérico y del ción constituye un cambio que no lleva nece-
vasco. Aunque falta la observación directa, tal sariamente a la pérdida de oposiciones, como lo
semejanza sería una casualidad aceptable. muestra el quechua cuzqueño en la mayoría de
Creemos, sin embargo, que no hay motivo para los casos. Resulta difícil entonces defender la
suponer una equivalencia fonética entre la sibi- idea, justamente rechazada por el autor del
lante apical reconstruida para el quechua sureño artículo comentado, de que la introducción de
colonial y la sibilante retroíleja del huanca las consonantes laringalizadas se hallara en una
moderno, salvo que ésta fuese el resultado de relación causal con la lenificación de las con-
un cambio reciente que correspondería con la sonantes en posición final de sílaba. Pues es
regla (sincrónica) de retroílexión formulada en imposible que los hablantes del quechua sepan
Cerrón-Palomino (1977: 87-94). Si partiéramos hasta qué término el proceso de la lenificación
del punto de vista de que, por un lado, la sibi- llegará en el futuro. ¿Pérdida de oposiciones o
lante apical sureña reconstruida y la sibilante no? Con más éxito se buscará los motivos del
huanca registrada como apical o/y retroíleja desgaste de las oclusivas en final de sílaba en la
fueran fonéticamente idénticas y que, por otro, interferencia con el substrato aymara.
la naturaleza fonética del sonido huanca consti-
tuyera un elemento conservador, no podríamos
explicar por qué los cronistas del inicio de la BIBLIOGRAFIA
época colonial hayan preferido escribir Xauxa
para Jauja (siendo Saussa probablemente una ADELAAR, Willem F.H. Tarma Quechua,
grafía de inspiración sureña). Autores como grammar, texts, dictionary. Lisse: Toe Peter
Cieza de León y Pedro Pizarro registraron en el de Ridder Press, 1977.
dialecto local un sonido más cercano a la sibi-
lante palatal centro-noneña que a la sibilante Léxico del quechua de Pacaraos. Centro de
apical sureña . Un mejor candidato para una Investigación de Lingüística Aplicada,
interpretación de conservadurismo respecto a las UNMSM, Documento de Trabajo N2 45,
sibilantes lo constituye el quechua de Cajamarca Lima, 1982.
(Quesada 1976: 41-42), donde las realizaciones
prepalatal (tipo norteño) y ápico-alveolar (tipo Morfología del quechua de Pacaraos. Centro
sureño) varían dentro del mismo fonema. Este de Investigación de Lingüística Aplicada,
dialecto, además, tiene una sibilante palatal UNMSM, Documento de Trabajo N9 53. ldem
retrofleja de inspiración substrática, que al pare- (1987), Facultad de Letras y Ciencias Hu-
cer se mantiene distinta del alófono ápico-al-· manas, Instituto de Investigaciones Lingüísti-
veolar mencionado. Advenimos cierto riesgo cas, UNMSM. Lima, 1986.
en el uso de la calificación "apical" para des-
cribir la naturaleza de las sibilantes debido al ARGUEDAS, José María y DUVIOLS, Pierre
carácter poco específico aeI término. Dioses y Hombres de Huarochiri, Narra-
Algunas observaciones de detalle: La palabra ción quechua recogida por Francisco de
runku "costal" tiene un uso generalizado en el Avlla (¿1598?). Lima: Museo Nacional de
quechua central (véase Parker y Chávez 1976: Historia e Instituto de Estudios Peruanos.
152; Adelaar 1977: 473; 1982: 77). En el 1966.
quechua de San Pedro de Cajas los sufijos inde-
pendientes -taq y -raq, así como la terminación AUGUSTA, Fray Félix José de Diccionario
verbal -naq, alternan libremente con -ta:-, -ra:- Araucano. Tomo primero: Araucano-Es-
y -na:- al interior' de la palabra. Al final de pañol. Padre Las Casas: Imprenta y Editorial
palabra pueden presentarse como -ta, -ra y -na "San Francisco", 1966 (1916).

No. 2, diciembre 1990 389


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

CAMPBELL, Lyle. Middle American Lan- dios Peruanos, 1976.


guages. En: Lyle Campbell y Marianne \

Mithun, The Languages of Native Ameri- QUESADA CASTILLO, Félix. Gramática


ca, pp. 902-1000. Austin/London: The Uni- Quechua Cajamarca-Cañaris. Lima: Minis-
versity of Texas Press, 1979. terio de Educación e Instituto de Estudios
Peruanos, 1976.
CERRON-PALOMINO, Rodolfo. Gramática
Quechua Junín-Huanca. Lima: Ministerio ROWE, John Howland. Sound Patterns in Toree
de Educación e Instituto de Estudios Perua- Inca Dialects. En: IJAL, 16:3, pp. 137-148,
nos, 1976. 1950.

Huanca-Quechua Dialectology. Ph.D.diss., TA YLOR, ·Gerald Ritos y Tradiciones de


University of lllinois at Urbana-Champaign. Huarochirí del Siglo XVII (con estudio bio-
Ann Arbor/London: University Microfilms gráfico sobre Francisco de Avila de Antonio
Intemational, 1977. Acosta). Lima: Instituto de Estudios Perua-
nos e Instituto Francés de Estudios Andinos,
CHANTANAKOMES, Veena. A Description of 1987.
Moken: A Malayo-Polynesian Language.
M.A. thesis, Mahidol University, 1980. TRIMBORN, Herrnann, y KELM, Antje. Fran-
cisco de Avila. Quellenwerken zur alten Ges-
LANDERMAN, Peter N. Las sibilantes caste- chichte Amerikas aufgezeichnet in den Spra-
llanas, quechuas y aimaras en el siglo XVI: chen der Eingeborenen, Band VIII. Berlin:
un enigma tridimensional. En R. Cerrón- Gebr. Mann Verlag, 1967.
Palomino: Aula quechua. pp. 203-234. Lima:
Ediciones Signo, 1982. WEBER, David John A Grammar of Huallaga
(Huánuco) Quechua. University of Califor-
LOZANO, Elena. Cuentos secretos vilelas: I. nia Publications in Linguistics, Volume 112.
"La Mujer Tigre". En: VICUS Cuadernos, Berkeley, Los Angeles, London: University
Lingüística, 1, pp. 93-116. Amsterdam: John of California Press, 1989.
Benjamins B.V, 1977.
Juan Carlos Godenzzi
MANNHEIM, Bruce. 0n the Sibilants of Colo- Centro de Estudios Regionales Andinos
nial Southern. Peruvian quechua. En: IJAL, "Bartolomé de /,as Casas"
54:2, pp. 168-208, 1988. Apartado 477
Cusco , Perú
MARTIRENA DE GASQUET, Ana María Quisiera, ante todo, saludar esta nueva con-
Fonología de la lengua toba. En: VICUS tribución de Rodolfo Cerrón-Palomino a la
Cuadernos. Lingüística. 1, pp. 61-92. Am- lingüística andina. Sus aportes son constantes y
sterdam: John Benjamins B.V, 1977. emiquecen el debate, sirviendo de base a inves-
tigaciones futuras.
MIDDENDORF, Ernst Wilhelm Die einheimis- Mi primer comentario se refiere al objeto de
chen Sprachen Perus, 6: Das Muchik oder estudio mismo: el llamado "quechua costeño".
die Chimu-Sprache. Leipzig: F.A. Brock- El objeto de cualquier disciplina o estudio no
haus, 1892. está dado de antemano, sino debe ser construi-
do. Esto se hace evidente en el trabajo que
NARDI, Ricardo L.J. El quichua de Catamarca comentamos: el "quechua costeño" no es una
y La Rioja. En: Cuadernos del Instituto realidad ya dada, perfectamente caracterizada en
Nacional de Investigaciones Folklóricas, 3, su estructura interna y delimitada geográ-
pp. 189-285. Buenos Aires, 1962. ficamente. Dar cuenta de las variedades dialec-
tales de una lengua y establecer sus fronteras
PARKER, Gary J., y CHAVEZ, Amancio Dic- constituye un problema teórico de difícil solu-
cionario Quechua Ancash-Huailas. Lima: ción, pues ¿con qué criterios se define un dia-
Ministerio de Educación e Instituto de Estu- lecto? ¿qué nivel de descripción lingüística hay

390 Revista Andina, Año 8


que privilegiar? Para el caso de Yauyos, por por ejemplo, contenidos semánticos básicos
ejemplo, Taylor (1984: 124) manifestaba la resultaría de vital importancia para una com-
dificultad de establecer una clasificación de los prensión más profunda del pensamiento y la
dialectos quechuas. Pero, además del problema cultura andina.
teórico, tenemos el problema de las fuentes, único
recurso para reconstruir el "quechua costeño", REFERENCIAS
extinguido en el siglo XVII: la fuente exami-
nada, la obra de Fray Domingo de Santo Tomás, BENVENISTE, Emile. Le Vocabulaire des
es pluridialectal y hay que "aislar los rasgos Institutions lndo-européennes-1. Les Edi-
atribuibles al costeño propiamente dicho". Un tions de Minuit. Paris. 1969.
modo de salir del atolladero es postular explíci-
tamente, a sabiendas de la arbitrariedad de este TA YLOR, Gerald. "Yauyos: un microcosmo
acto, los criterios en base a los cuales se van a dialectal quechua", Revista Andina, 2, 1.
operar las diferenciaciones dialectales. Y Cerrón- Centro de Estudios Rurales Andinos "Bar-
Palomino lo hace: opta, en este caso, por el tolomé de Las Casas". Cusca. 1984.
criterio fonemática de las consonantes.
El propósito del autor es poner en tela de
juicio la afirmación de que el "quechua costeño" Alfredo Torero
había fusionado el fonema postvelar /q/ con el Instituto de Investigaciones Lingüísticas
fonema velar /k/ y sostener, más bien, que dicha (INVEL)
oposición estaba vigente. El minucioso examen Universidad Nacional Mayor de San Marcos
de la obra de Domingo de Santo Tomás y su
sólida argumetación me parecen convincentes. Deseo subrayar el mucho interés que para
Cerrón-Palomino no se queda en la mera dis- los estudios de lingüística andina tienen los temas
quisición de aspectos consonánticos que, en sí tratados por Rodolfo Cerrón en un reciente
mismos, no tendrían mayor sentido; más bien, artículo en el que ofrece una "reconsideración"
sabe establecer las conexiones con la realidad del desaparecido quechua de la costa central
social e histórica y, entonces, su trabajo se vuelve peruana(*); temas que merecen ser profundizados
pertinente para la ctno-historia y la sociología para la mejor comprensión del antiguo quechua
andina. yunga, así como para avanzar en la reconstruc-
En el dominio de los estudios históricos y ción del protoquechua.
comparatísticos, Bcnveniste (1969: 8) recomen- Debo, a la vez, señalar algunos puntos en los
daba hacer un doble recorrido: de una parte, que estoy en desacuerdo con sus enfoques y
proceder a reconstrucciones fundadas sobre los conclusiones.
elementos, simples o complejos, que son sus- La tesis básica de Rodolfo Cerrón en el
ceptibles de ser comparados y puedan contribuir artículo que comento es que, si el quechua de la
a restituir el prototipo común; de otra parte, partir costa central peruana descrito por fray Domingo
de un modelo bien establecido y ver las formas de Santo Tomás en 1560, confundió en algún
resultantes en la diferenciación dialectal. Estas momento los protofonemas oclusivos velar */k/
dos trayectorias, que van en direcciones de sen- y uvular (o postvelar) */q/, reteniendo sólo la
tido opuesto, se dejan sentir a lo largo de todo articulación oclusiva velar, esa región no puede
el trabajo de Cerrón-Palomino. haber formado parte de la patria originaria del
Otro aspecto que quisiera resaltar es el estilo protoquechua, como lo postulé hace un cuarto
de investigación dentro del cual se inscribe este de siglo.
estudio; me refiero a lo -que Cerrón-Palomino Según R.C., una fusión tal sólo ocurre en
denomina "naciente filología quechua". En situaciones de contacto con poblaciones no distin-
efecto, trabajos como los de Taylor, Torero, guidoras, y los únicos cambios posibles de */q/
Landerrnan, Mannheim, ltier y Cerrón dan carta en su área de origen tendrían que responder a
de ciudadanía a esta disciplina en ciernes. Las evolución interna, y ésta, a su entender, darse
perspectivas son prometedoras, pues practicar únicamente por desgaste gradual, como el que la
este mismo estilo de investigación, ya no sólo ha conducido a fricativa uvular en ayacuchano,
en el plano del sig~ficante como lo hace Cerrón- a semioclusiva en la mayor parte de los dialec-
Palomino, sino también en el dominio semántico, tos de quechua I (sierra central), a aspiración en
sería de primerísima importancia. Reconstruir, jaujino -confluyendo con la antigua */h/-, a

No. 2, diciembre 1990 391


Estudios y Debates

oclusión glotal o a cero en las hablas huancas. -sqa-/>/-sa-/; etc.).


Si bien yo conjeturé en 1964 la fusión de */ En los dialectos cuzqueño-bolivianos la
k/ y */q/ en quechua costeño, la dejé de lado en uvular oclusiva llana en posición prevocálica no
mis trabajos ulteriores, asignándola únicamente relaja su cierre por requerimiento fonológico de
a los dialectos del Chínchay septentrional (Ecua- mantenerse distinta de la aspirada del mismo
dor-Colombia, Nororiente peruano) (Torero, orden uvular, a la vez que se muestra relativa-
1984: 384). Sin embargo, lo que interesa aquí es mente más estable que en los demás dialectos
señalar lo errado, teórica y empíricamente, de la quechuas por hallarse bien integrada en el sis-
postulación del articulista, de que sólo situa- tema consonántico de triple serie de oclusivas
ciones de contacto con idiomas que desconocen adoptado del aymara.
la oposición fonológica */k/ = */q/ pueden lle- Fonológicamente, */q/ sólo podría preservar-
var a una lengua distinguidora a liquidar la oposi- se, aunque variase su realización fonética, si su
ción por confluencia de la oclusiva uvular con rendimiento funcional fuese importante. Esto no
la velar. sucedía en el quechua antiguo, pese a su presen-
Cuando Rodolfo Cerrón presentó esta ponen- cia en muchos lexemas, por ser contados los
cia ante el VI Simposio de Lingüística Andina pares mínimos en que la reclamaba su oposición
del 46 Congreso Internacional de Americanistas a */k/, el fonema de punto de articulación más
(Amsterdam, 1988), obtuvo, entre otras, la ob- cercano y de modo de articulación nada
servación del lingüista holandés Willem Ade- problemático. De allí que */q/ haya terminado
laar acerca de que tal confluencia se da en varias por desaparecer en algunas hablas huancas.
lenguas de la familia maya, sin que pueda Vistas así las cosas, para la confluencia de*/
aducirse que el fenómeno responde a situaciones q/ con */k/ ha habido tantas, o más, razones de
de contacto ni, menos aún, plantearse que la economía que las que han movido en varios
compacta región de Centroamérica que ocupa la dialectos quechuas a la fusiói;i de las africadas
casi totalidad de los miembros de esa familia no dorsopalatal */e/ y retroflexa */e/ en una sola,
fue la patria originaria del protomaya. El mismo de realización dorsopalatal.
señalamiento ha formulado a R.C. el mayista Por lo demás, aceptar, como lo hace R.C.,
Lyle Campbell, tal como el autor lo reconoce que en el costeño pudieron converger */e/ y */
-si bien subrepticiamente- en su nota 15, que da e/, pero no */k/ y */q/, sin poner en cuestión el
al traste con lo sostenido al respecto en el cuerpo foco originario del protoquechua, implica asumir
de su artículo. posiciones contradictorias frente a fenómenos
El desliz aquí advertido muestra uno de los similares. En hablas de quechua I, sierra central,
puntos débiles en el razonamiento de nuestro */e/ y */e/ se han confundido en el dialecto de
colega: su esquematismo teórico, que lo impulsa Huánuco-Huallaga, pero, en otras hablas, am-
a no aceptar los hechos objetivos aunque salten bas, o sólo una de ellas, la dorsopalatal, han
a sus ojos, y a sus oídos, cuando no calzan con adelantado su punto de articulación, y esta última
ciertas doctrinas. ha pasado gradualmente de [el a [ts] y, en
Si una lengua llega, por cualquier avatar, a comarcas como las provincias de Cajatambo,
manejar la oclusiva uvular, /q/, distinta de la Bolognesi, Huamalíes, a [s] confluyendo con la
oclusiva velar, /k/, habrá muchas posibilidades antigua */s/ allí donde ésta se conserva.
de que la pierda -abrupta o gradualmente- Cerrón arguye, además, que si el quechua de
porque: a) es una articulación de maxilares muy la costa confundió */k/ y */q/, no pudieron partir
separados, y, por esto, opuesta al modo articu- de allí los dialectos IIA de Cañaris-Cajamarca
latorio de todos los demás fonemas; y b) su punto (Yúngay septentrional) ni los IIC del Sureste,
de articulación, la úvula, no favorece una oclu- desde Huancave!ica en el Perú hasta Santiago
sión firme y homogénea. del Estero, en Argentina (Chínchay meridional),
Fonéticamente, entonces, la frecuencia de*/ por cuanto todos ellos exhiben la oposición /k/
q/ en el discurso -que no parece haber sido des- #q/; y que sólo podrían provenir de él los de
deñable en quechua- la conduce más bien a un Ecuador, Colombia y el Nororiente del Perú
continuo riesgo de desaparición que a un for- (Chínchay septentrional), que han hecho con-
talecimiento. En muchas hablas quechuas ha fluir los dos protofonemas en oclusiva velar.
tendido a ser eliminada sin más trámite en los ... Sorprende que el articulista haya soslayado el
morfemas gramaticales que la contuvieron en factor tiempo. Puesto que bien podría el costeño
protoquechua (*-rqa-/>/-ra-/; */rqu-/>/-ru-/; */ central haber confundido */k/ y */q/ las vísperas

392 Revista Andina, Año 8


de la llegada de los españoles al Perú -por decir, costa central, sino "la costa centro-sureña y sus
cuando ya desde siglos atrás los hoy dialectos serranías inmediatas"; y razona que, si la franja
chínchay septentrional y meridional y, con mayor costeña queda descartada por confundir */k/ y
razón, el yúngay norteño, se habían trasladado a */q/, entonces la cuna del protoquechua debe
sus actuales territorios y tomádose el tiempo para buscarse en esas "serranías inmediatas" -se
asumir sus propios rasgos dialectales. entiende que piensa en la provincia de Yauyos
Por otra parte, el examen que realiza nuestro y sus contornos, donde se entrecruzan varias
colega, en sus cuadros finales, de los entornos ramas de quechua I y quechua IIA, así como
vocálicos que acompañan a <c, qu> en DST, idiomas arus. Yo delineé, en 1964, como área
tiene por riesgo principal de distorsión el tomar de la expansión inicial del quechua, de manera
como material básico el ofrecido, no por el Arte, amplia, "la costa y la sierra centrales del Perú";
sino por el Lexicón, que es una fuente pluridia- y, en cuanto al dialecto descrito en su Arte por
lectal, como lo señalé en 1964 (Torero, 1964: DST, dije que era "posiblemente el hablado en
475). De todos modos, la diligencia es bien Lima y zonas próximas del litoral peruano", y
llevada respecto de la presunta */q/, gracias al no Chincha específicamente (Torero, 1964: 475).
cotejo de los datos de DST con los del Vocabu- En 1984 he planteado que la costa norcentral
lario Anónimo de 1586 y el Vocabulario quechua (valles de Pativilca a Chancay) fue el foco emisor
de Diego González Holguín. Se hace sentir, no del protoquechua en los cinco primeros siglos
obstante, la ausencia de cuadros igualmente de nuestra era, y que luego los centros más
sistemáticos de las ocurrencias vocálicas en vigorosos de irradiación fueron trasladfadose
contacto o a proximidad de una posible */k/, lo hacia el sur: valles de Lima del año 500 al 1000,
cual resta así todo valor al resultado final, tanto y valles de Chincha-Ica-Nasca después del año
más cuanto que */k/ fue, al parécer, el fonema mil (Torero, 1984: 382-383). La región de
de mayor presencia en el léxico protoquechua Yauyos, a la que ya en l 968 describí como "un
(seguido de cerca por */p/ y */m/), y tuvo el complejo mosaico lingüístico" (Torero, 1968:
doble de ocurrencias que */q/. 292-293), es una suerte de varadero adonde han
De mi lado, estimo que el quechua de DST ido a recalar muchas ondas lingüísticas, quechuas
distinguió */k/ de */q/, pero que el fraile domi- y arus, provenientes de varias direcciones, por
nico no se preocupó de graficarlos diferente- lo cual no parece la indicada para buscar en ella
mente sino en los pocos casos en que, por su el centro de expansión del protoquechua.
experiencia comunicativa en quechua costeño y En lo tocante a la situación lingüística de la
general, sabía que el no separarlos, oral y costa norcentral en los siglos XVI y XVII, no
gráficamente, al menos en un mínimo, conducía poseemos hasta el momento información sufi-
a muy malos entendidos. En tales situaciones, ciente que la clarifique. Arqueológicamente, la
su solución más socorrida en el Lexicón fue cultura denominada Chancay la caracterizó en el
escribir la uvular con <ce> al par que registrar medio milenio anterior a la conquista española,
las formas opuestas a renglones seguidos: caca y datos etnohistóricos aluden a un reino en esa
"tío hermano de padre, o madre" (*/kaka/); región, con su centro político en el valle de
ccaca "peña, risco" (*/qaqa/) (p. 240) . pacacu- Huaura, pero lo dan igualmente como "aliado"
"encubrirse, o esconderse" (*/pakaku-/); pac- del imperio chimú. La importancia económica y
cacu- "lavar la cab~a" (*/paqaku-/) (p. 333). política de este imperio hizo, según Antonio de
roco o ruco "viejo en edad" (*/ruku/); rocco la Calancha, que su idioma, el quingnam, se
"hostia, o almeja" (* /ruqu/) (p. 348). En este extendiera hasta Lima (Calancha, 1639: I, 3-4,
último par mínimo se advierte otro recurso 549-550).
dislinguidor: la forma que contiene /q/ sólo No es improbable, por esto, que la costa
aparece escrita con <o>, en tanto que la com- norcentral viviese todavía en el siglo XVII una
puesta de /k/ aparece con <O> o <u>; el mismo situación de bilingüismo quechua-quingnam, y
expediente se aplica en quero "madero" (*/qiru/ que fuese esta última la lengua a la que se refie-
), donde la vocal anterior alta se escribe re el cronista Bemabé Cobo como el idioma,
únicamente <e>, y quero, o qu iro "dientes"(*/ diferente del de Lima y Pachacámac, que corría
kiru/), donde la representan <e> o <i> (p. 355). desde Carabayllo adelante "por el corregi.rniento
Por otra parte,"R.C. me atribuye de manera de Chancay y banda del septentrión". La pi esen-
equivocada el habh postulado como foco ini- cia de la "lengua del Inga", el quechua, en el
cial de irradiación del quechua antiguo , no la valle de Huaura, más precisamente en el pueblo

No. 2, diciembre 1990 393


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

de Huacho, de cuyos habitantes era el idioma sino el vocablo ac;uca "lobo marino", al que el
propio, nos es testimoniada, a su vez, por una Anónimo no caracteriza c'Qmo chinchaysuyo.
"Información secreta" de 1622, dirigida a eva- Ahora bien. DST, a su vez, no registra ac;uca o
luar la obra de los extirpadores de idolatrías forma similar, y en la entrada castellana corres-
(forero, 1974: 144). pondiente a "lobo marino" en el Lexicón sólo
El trabajo de Cerrón en cuanto a la distin- consigna thome (p. 159). De otro lado, el que
ción velar-uvular, desemboca, en buena cuenta, existiese en el quingnam no impediría, en modo
en una "limpieza" léxica del vocabulario de DST, alguno, que fuese un vocablo compartido con el
para despejar voces foráneas. Esta tarea, efec- quechua yunga; tal situación no haría más que
tuada por comparación con los vocabularios confirmar las estrechas relaciones sostenidas en
cuzqueños tempranos le permite descartar· co- la época prehispánica por los pueblos del litoral.
rrectamente que el quechua yunga hubiese La aniculación de <lh> como [e] en posición
poseído laringalizadas, y dar explicación a inicial de sílaba movería también a interpretar
algunos casos, aislados, pero turbadores, que como */acá(q)/ la interjección athác que, con el
parecieran sustentar lo contrario. Uno de estos significado de "ojalá", aparece abundantemente
casos es el de thome "lobo marino", palabra en el Arte como introductora de todas las con-
que el fraile dominico registra al lado de tome jugaciones del "modo optativo".
"cuchillo, navaja", en lo que cabría tomar por Por lo dicho arriba, me inclino a reconocer al
un par mínimo (p. 365). Cerrón halla, en la quechua de DST el manejo de la oposición
Crónica Moralizada del agustino Antonio de fonológica /c/ # fe/, en una revisión reclamada,
la Calancha, la forma tumi "lobo marino". Esta ya desde 1968, por el reconocimiento de esa
misma forma es consignada en un documento oposición en el dialecto de Chachapoyas (Ama-
de extirpación de idolatrías relativo al pueblo de zonas), cercanamente vinculado con el quechua
Huacho que publicó Pierre Duviols (Duviols, de DST dentro del subgrupo quechua IIB (To-
1976: 47-48) y que debe haber sido la fuente rero 1968: 295).
informativa de Calancha, quien también la re- Es obvio que el fraile dominico no se preo-
fiere a Huacho (Calancha, Libro II, cap. XII). cupó por distinguir gráficamente la africada
Ahora bien, Middendorf recogió a fines del siglo retroflexa, que normalmente escribió con el
pasado un vocablo mochica indudablemente dígrafo <ch>, aplicado también para la africada
vinculado, chommi "der Seehund" ("foca o lobo dorsopalatal. Sin embargo, su recurso gráfico
marino") (Middcndorf, 1892: 60). para deslindarla como fonema se da en el par
Queda por dilucidar qué sonido quiso repre- *
mínimo ya aludido, tome thome (/tumi/ */
sentar DST con el grupo <lh>, y si thome era cumi/), en el cual parece contraponerse más bien
o no un vocablo del quechua costeño. Cerrón a /t/, tal vez porque en la búsqueda de la no-
sugiere que se trataba de la africada retroflexa, tación más apropiada de /e/, primó la percepción
[e]. y que el término peneneció a una lengua no del momento oclusivo de la africada, similar a
quechua: al quingnam o al mochica. La caracteri- la dental [t), aun cuando de articulación algo
zación de <lh> como [c) me parece acenada, más interior. Qui:r.á por este camino se pueda
pero no el descarte de thome como quechua explicar la forma huachana escrita tumi en la
costeño. Mochica no fue, si, como sabemos, esta crónica de Calancha y en el documento publi-
lengua no conocía el fonema /e/ (forero, 1986: cado por Duviols.
530-531 ), por lo que posiblemente la forma Habiendo mencionado los fuertes contactos
chommi que recoge Middendorf es en ella un habidos entre pueblos y lenguas del litoral, haré
préstamo acogido con cambio de la africada una digresión para referirme al artículo
retroflexa en dorsopalatal, /e/. Quingnam pudo "Quechuismos en el Mochica" de Rodolfo Cerrón
haber sido, si no es descaminada la atribución (Cerrón 1988: 41-48), en cuya nota 3 el autor
de [c] a ese idioma que hice a propósito de mi discrepa de la interpretación de velar palatalizada,
reconstrucción de */wacml/ "pescador" (como fkY/, que yo hago "sin aportar -dice- mayores
otro nombre de quingnam) y del topónimo pruebas", de la grafía doble <cy> (c+h inver-
Huanney (forero, 1989: 228-229). tida) que utilizó Fernando de la Carrera en su
Que no lo conoció el quechua general en su Arte de la Lengua Yunga (Mochica), de 1644
variante sureña lo evidencia el hecho de que el (forero 1986: 530-531). R.C., por su pane, se
Vocabulario Anónimo y González Holguín inclina "tras una lectura cuidadosa de Midden-
registren, no una forma relacionada con thome, dorf', a interpretarla como "prepalatal africada

394 Revista Andina, Año 8


sorda" en base a que Middendorf, en su obra los registros del Arte y el Lexicón de DST,
Chimu-Sprache, de 1892, dijo que sonaba como cabe destacar lo "sospechoso" de que justamente
"en alemán tj". se trate en particular de africadas, fonemas
Aparte que, acústicamente, (tY] y (kYJ son complejos (de primer momento oclusivo y Juego
difícilmente distinguibles, la interpretación dada fricativo) que no ocurren en tal posición ni en el
por mí a <cy> de La Carrera habría ayudado a castellano del siglo XVI ni en el de hoy, por lo
mi colega a salir de un atolladero en que se que un oyente hispano no percibe normalmente
pone en dicho artículo por confiar más en su característico momento oclusivo -y, en el caso
Middendorf que en los principios de integración de [c], desconocida en castellano, tal vez ni
y economía de la lingüística moderna. En efecto, siquiera identifique la calidad fonética del seg-
mientras él reconstruye para el mochica las mento fricativo, que confundiría, según su ex-
africadas /ts,t1, y c/, yo reconstruyo /l"-, c, y k1/ periencia dialectal, con [s] apicoalveolar, [s]
. Resulta de ahí que el préstamo quechua •wakca dorsopalatal o [r] fricativa .
"pobre", registrado por La Carrera en mochica Además, aun si percibiese acertadamente esas
como <faccya>, conduce a R.C . a notarlo secuencias, el escribiente del siglo XVI se en-
/fakPa/ y a sostener que "para el oído mochica, contraría en aprietos para graficarlas, por Jo
el sonido que más se avenía con la /c/ quechua inusual de ellas y la carencia de una tradición
era la prepalatal Wf'. dicho esto sin fundamen- gráfica normalizada -de donde el recurso a
tar la causa de tal desplazamiento articulatorio, agrupamientos consonánticos inhabituales y a
cuando, sin embargo, se reconoce tanto al soluciones variables, ideadas "al paso", tales
mochica como al quechua el manejo de la como <-hx>, <-hs> (o, simplemente, a menudo
dorsopalatal /c/. Una vez asumida la ecuación <-h> en los textos huarochirienses que hizo
quechua /c/ = mochica ftY / (1988: 43 ), Cerrón recoger el extirpador de idolatrías Francisco de
no atina a explicarse por qué, entonces, otro Avila a principio del siglo XVII). Hoy mismo
préstamo de origen quechua, /mucha-/ "adorar", un bilingüe de castellano y quechua, alfabeti-
fue acogido en mochica por La Carrera como zado pero no habituado a escribir en quechua,
<moecha>, /mffea/, y no como <moecya>/mt!tYa/ tenderá a notar como <-he> la secuencia ch, [e].
(1988: 47). en cierre de sílaba -e igual cosa hará con <-sh>,
Si R.C. hubiese aceptado mi postulación de: la actual notación "a la inglesa" de [s] : el
La Carrera <cy>=/kY/, habría comprendido que, topónimo Ancahs por Ancash.
no poseyendo el quechua /kY /, los propios De alcanzar la percepción suficiente y hallar
quechuahablantes habrían solido articular su /c/ necesaria la notación regular, al menos en mor-
asimilándola algo a /k/ en contacto con ésta, de femas de frecuencia relativamente alta, ese
donde los oídos mochicas percibirían un sonido escribiente (que, en este caso fue Domingo de
próximo a su fkY/, y ajustarían el préstamo a su Santo Tomás), echará mano de medios diversos:
idioma bajo la forma /fakk1 a/; en *muca-, en aplicará una solución consonántica -<;onsonan-
cambio, nada movía a /e/ a desplazar su punto tes simples o en combinación- que estime más
de articulación; de donde su adopción como fiel a su percepción y más ajustada al uso escri-
/m0ca/ en mochica. turario de su época, como en <ñahx>, partícula
Finalmente, otro vocablo mochica que Cerrón que acompaña al "futuro perfecto de indicativo"
examina (1988: 45): La Carrera <macyoec> y (Arte pp. 48, 55, 60, 70-71, 78-79), donde el
su forma genitivada <macycoero> (fonológi- grupo <hx> representa al morfema conjetural
camente, en nuestra lectura, /mak 1 0k/ y / /-e/, fónicamente [c]; o, en cierre de sílaba in-
makYk0ro/), "el ídolo de huaca", tal vez se rela- terna, tendrá el recurso alternativo de interponer
cione con el término quechua y aymara waka una vocal de apoyo, como de /acka/, áchica
"dios, templo", voz con que en la sierra norte se "mucho, muchos", escrito así establemente en el
suele denominar no sólo a los edificios ar- Arte y el Lexicón. Cuando el morfema no tiene
queológicos, sino, más generalmente, a los cerros en el discurso una frecuencia elevada, DST lo
bajos, colinas o morros, significado que, a su escribe de manera variable; v.g., en el Lexicón
vez, es el que posee el vocablo maca de la lengua "harina"; /macka/ (esta vez con la secuencia
culle (forero, 1989: 226, 249). [ck]) aparece ora mahsca (p. 145), ora maxca
Acerca de la. presunta existencia en el (p. 319), en tanto que en el castellano de la costa
quechua costeño dé la "lenición" (relajamiento) central peruana pervive bajo la forma máchica,
de oclusivas en posición implosiva, a partir de t un potaje -golosina de niños- elaborado de maíz

No. 2, diciembre 1990 395


Estudios y Debates

tostado y molido, mezclado con azúcar. que las fallas de aquel estudio de "reconstruc-
Lo dicho a propósito de las africadas vale en ción" de las sibilantes (y las laringales) pro-
parte para */t/ implosiva: la criba fonética y toquechuas más confundían que estimulaban.
fonológica del castellano trastorna la percepción Lo preocupante es que R.C. continúe adu-
de Domingo de Santo Tomás y contraría sus ciendo, él también, que en proto-quechua, o al
intentos de establecer una graficación estable menos en el quechua cuzqueño, no había una
para los morfemas quechuas. De otro modo no dorsopalatal, porque tanto González Holguín
se entiende que en el Arte y en el Lexicón (1608) como el Inca Garcilaso (1609) hicieron
escriba de modo tan caótico el vocablo quechua la advertencia "de que esta variedad no regis-
equivalente a "forastero, estrangero, que está de traba <x> (es decir /si)". Pues bien, lo que esos
asiento" o "advenedizo": mitma, mithma, antiguos autores quisieron decir no fue que en el
mitimac, mithima, mithyma (Arte, p. 161; quechua no había /s/, sino que no había /jota/,
Lexicón, pp. 53, 138, 321). puesto que, si bien manteniendo su viejo ropaje
En descargo de Domingo de Santo Tomás, de <x>, esta grafía ya no representaba en el
debemos señalar que, ya en su época, los fone- castellano de la época de González Holguín y
mas castellanos /d/ y /t/ se habían neutralizado Garcilaso a una dorsopalatal, (s], sino una frica-
en posición implosiva y que el arquifonema tiva velar o algo parecido a nuestra actual "jota",
resultante, reducido en su función fonológica, la cual no existía efectivamente en el quechua
se ajustaba a la calidad sonora o sorda de la cuzqueño ni en otros dialectos. De otro lado, no
consonante que le seguía y, además, se debili- escapará al articulista que también los demás
taba articulatoriamente. De otro lado, en cuanto investigadores tuvimos que acudir a las fuentes
al quechua, el dominico no podía contar aún escritas, antiguas y modernas. En cuanto a mí,
con la "asesoría" de criollos y mestizos cuasi lo indico claramente en "Los dialectos quechuas":
perfectamente bilingües, que, en cambio, ya "En nuestro intento de reconstrucción del
existían numerosos en tiempos de González quechua antiguo y de algunos estados de la
Holguín e, inclusive, del Tercer Concilio evolución de los dialectos recurrimos también al
Limense que dispuso y vigiló la edición del examen de documentos históricos: gramática~.
Vocabulario Anónimo de 1586. Domingo de vocabularios, crónicas, literatura diversa" (To-
Santo Tomás escuchaba en tomo suyo mucho rero, 1964: 447) . Y en lo que toca al aludido
castellano y mucho quechua mal hablados y peor artículo de Rowe, lo estudiamos e incluimos en
oídos. la bibliografía, pero disentimos enteramente de
Es poco probable, entonces, que en el yunga sus conclusiones.
haya habido lenición de /-t/, como tampoco de Un paso estimulante para revivir el tema de
africadas. En el propio valle de Lima existe las sibilantes, que ahora comentamos, e invitar a
todavía, aunque ahora ya subterráneo, un gran reflexión, fue un artículo de Peter Landerrnan
canal de regadío cuyo nombre en el siglo XVI publicado en 1982 en el libro Aula Quechua.
era escrito indistintamente Guadca o Guatca Menciono esa contribución de Landerrnan porque
(Rostworowski, 1978: 60-67), pero Huática en nos lleva, con el caso de las sibilantes, a la parte
los primeros decenios del siglo actual (Minis- más sensible y problemática de la obra pionera
terio de Fomento. Memorias de las Comisiones de Domingo de Santo Tomás.
Técnicas de Aguas 1918-1919, Vol. JI, pp. 332, Como en los puntos anteriores, pero espe-
341). Esto es, sin lenición. cialmente en éste, es fundamental evaluar sobre
Dejando de tocar por ahora algunos otros todo la calidad y confiabilidad de la fuente
temas del artículo, paso a uno de gran interés, el informativa, el propio Domingo de Santo Tomás;
de las sibilantes en el castellano y en el quechua su capacidad de percepción y las posibilidades
del siglo XVI y principios del XVII. expresivas del material gráfico del que disponía
Antes, sin embargo, debo indicar que disiento en su época, en pleno período de la bien llamada
del reiterado elogio que Rodolfo Cerrón dirige "revolución fonética" del castellano y metido en
a John Rowe por su trabajo de 1950 "Sound el violento y bullente crisol lingüístico de las
Pattems in Three Inca Dialects", al que califica Indias, esto es, nada menos que sevillano e
de "inusitado precedente" en la filología indiano a mediados del siglo XVI.
quechua. Deploro que mi colega lamente el que En primer lugar, debe observarse que en su
no se siguiera en los años 60 el ejemplo de Rowe. habla personal, DST ya no distinguía sibilantes
Honestamente, sin embargo, él debe reconocer sonoras de sordas: escribe, por ejemplo, en

396 Revista Andina, Año 8


castellano, danc;ar o danzar, llc;a o liza (un utilizar en la escritura del quechua <s-, -ss->,
pez), espeso (no espesso), y, en quechua, chisl para graficar [s] en tal contexto. Y si bien las
"noche" (Lex. p. 95), chissin "de noche" (Lex. emplea asimismo en ambientes de lal y lul, es
p. 118). igualmente cierto que aquellas veces que apare-
Siendo sevillano, se esperaría que ceceara, cen en el Lexicón o el Arte escritas con <x>, y
es decir, no distinguiera entre un fonema pre- nunca alternativamente con <s-, -ss->, lo hacen
dorsodental [s], escrito <~. c (e, i), 7>, y otro en los contextos vocálicos de lal y lul. Re-
ápicoalveolar, [s], escrito <s-, -ss->, indistinción sumamos el tratamiento gráfico que da el domi-
bastante general en el hablar que hacían los nico a *Is/ protoquechua:
sevillanos desde fines del siglo XV. No obstante, a) <s-, -ss- y, -s> es ampliamente predomi-
su escritura en castellano no denota tal confu- nante en todos los ambientes vocálicos y posi-
sión, en razón, seguramente de su dominio de la ciones y es exclusiva en inicial de sílaba de
ortografía castellana de su época; en sus trans- morfemas gramaticales;
cripciones de palabras quechuas, en cambio, se b) en ambiente de *fil ocurre casi exclusiva-
descubre algunos casos de empleo inconsistente mente <s-, -ss->; <x> lo hace limitadamente en
de esas sibilantes: ticc;a- o ticssa- "cardar" (Lex. algunos vocablos, pero éstos aparecen escritos
p. 363); mac;a - "asolear" o massa - "orear, también con <s-, -ss->: xlml y siml "boca",
poner alguna cosa a secar" (Lex. pp. 312 y 319); "lenguaje"; pixin y pissin" pocos, menos"; etc;
sispalla o cixpalla "cerca, cercano" (Lex., p. con la excepción de quixia- "enfermar" -que
171 ), etc.; pero pueden achacarse a diferencias en parte puede explicarse por la proximidad de
en las hablas de los propios informantes del la/.
dominico, puesto que él mismo nos advierte en c) <X> se registra más frecuentemente en
p. 14 del Lexicón que algunos pronuncian "s ambiente de lal y lul que en ambiente de /i/, y
por e y otras veces por x" (es decir, [s] por [s] en inicial de sílaba ocurre en ocho vocablos sólo
y otras veces por [s]). En su notación de los ella, y nunca <s-, -ss->, en ambientes de lal o I
vocablos y frases quechuas que contienen la ul: caxa "espina", puxamu-"traer por fuerza";
predorsodental, [s], DST procede, en realidad, toxo- "baylar o danzar"; oxota o vxota "calzado,
con gran consistencia, escribiendola <~> y <c abarca"; xamu-" venir; xapssi ycu, xapsi chu-
(e, i)> y haciendo evidente que percibía y reali- rinc "hijo bastardo"; xay (o xe por monopton-
zaba holgadamente esa articulación. gación en habla rápida) "hola!"; xuti "nombre".
Donde el manejo de grafías se vuelve des- Por otra parte, dado que DST no busca esta-
concertante en DST y la consistencia ortográfica blecer fonemas, sino transcribir sonidos de un
desaparece casi enteramente es en el empleo de idioma que, además, no es el suyo, se turba en
<s-, -ss-> y <x>. Incluso el nombre de su maestro el intento de graficar meros alófonos, variaciones
en gramática, Antonio de Nebrija, aparece dos dialectales, sociales y geográficas, o generaciona-
veces como Nebrissa (Arte, p. 16; Lexicón, p. les, o de habla rápida o pausada.
12) y otras tantas como Nebrixa (Arte, pp. 20 De allí su real desconcierto ante <s-, -ss-> y
y 137). Es cierto que en la época ambas formas <x> acerca de cuál es el sonido "propio" y cuál,
coexistían, pero lo que se subraya aquí es la de algún modo, el aberrante. Y si se comparan
ausencia de uniformización gráfica en un mismo la página 14 del Lexicón y la 162 del Arte, en
autor, que lleva a dudar de su competencia para las que indica qué sonidos hacen muchos indios
distinguir y graficar regularmente esos sonidos, en lugar de otros, las precisiones coinciden en
descritos en la gramática histórica del castellano todos los puntos, menos en lo que toca a <s-,
como ápicoalveolar, [s], y dorsopalatal, [s], res- -ss-> y <X>; mientras el Lexicón señala, como
pectivamente. • vimos, que usan muchos "s por x" [s] por [s]),
Del examen de sus numerosas oscilaciones el Arte denuncia lo contrario: la pronunciación
entre las grafías <s-, -ss> y <x> en su notación de "x por s" ([s] por [s]).
de morfemas quechuas, podemos, a mi parecer, Del análisis de distribución de las grafías
concluir que DST sólo manejaba la dorsopalatal, <s-, -ss-> y <x> en los contextos vocálicos, se
[s], y (sevillano que "ceceaba" con [s]), no la toma evidente que si insistimos en definir la
ápicoalveolar, [s]; pero advertía que en su con- <s-, -ss-> de DST como ápicoalveolar y su <x>
torno hispanohabl~e. y quizá en su propia como dorsopalatal, nos encontraremos con un
habla, <x> empezaba a velarizarse, sobre todo comportamiento alofónico del quechua yunga en-
en ambiente de vocal anterior, por lo cual prefería teramente contrario al determinado para el

No. 2, diciembre 1990 397


Estudios y Debates

quechua huanca, donde Is/ es dorsopalatal, [s] habían confundido los dos fonemas sibilantes
en ambiente de (1/, y apical retroflexa, [s] (no provenientes del protoquec!wa.
ápicoalveolar, como Landerman supone), en am- No sería absurdo investigar hasta qué punto
bientes de lal y lu/. la igualación hispana de lsl y Is/ y la desapari-
Ante estas contradicciones, la única explica- ción de la dorsopalatal castellana, convertida en
ción que estimo plausible es que en todas las velar, influyó en la confusión de *lsl y *lsl en
ocasiones en que usó <s-, -ss-> y <x> lo que quechua del sureste, confusión que pudo partir
intentó representar el padre dominico fue la de poderosos centros hispanizantes como Huan-
dorsopalatal fs]. Sólo que su propio castellano cavelica, Ayacucho, Cuzco, Cochabamba, Po-
. ya no le facilitaba la tarea, puesto que <s-, -ss-> tosí y Sucre. Lo cierto es que la igualación en
ya no eran más que una referencia acústica de quechua sureño de *lsl y *lsl debió estar ya en
la que estaba enterado, pero no practicaba, y plena marcha a mediados del siglo XVII.
<x>, por su lado, empezaba a velarizarse. A la luz de estos hechos es que podemos
Cuando en 1586 se elaboró el denominado entender claramente la actitud contemporánea de
Vocabulario Anónimo, todo el antiguo sistema Diego de Molina en 1649 y Femando de la
de sibilantes del castellano se hallaba en América Carrera en 1644: estando muy lejano el tiempo
prácticamente liquidado, y los hispanohablantes en que se admitiría la <sh> anglosajona para [s],
americanos sólo pronunciaban una, nacida de la y hallándose en proceso la confusión en el
confluencia de <<;, c(e,i),z> y <s-, -ss->, que quechua sureño de *lsl, escrita<<;, c (e, i), z>,
articulaban o apicoalveolar, [s], o predorsoden- y *lsl, escrita <s-, -ss->, en una ápicoalveolar I
tal, (s]. Es la diferencia actual entre la articula- si que, una vez cumplida la fusión, se represen-
ción cuzqueña y la limeña de esa única sibilante taría con <s> simple, o con <-ss-> en inter-
sobreviviente. Por ese tiempo, ya <x>, <j> y vocálica, el mejor recurso para graficar la */s/
<g(e,i)> representaban fricativas más o menos que se ofrecía al quechua "del Chinchaysuyo" y
francamente velares. Y así, con <X> = <jota>, al mochica era recuperar para <x> su antiguo
se pronunciaron en adelante las palabras y los valor fonético de dorsopalatal.
topónimos que habían sido asumidos en su habla Diré fmalmente que no convengo con Lan-
por los españoles en los primeros decenios de la derman ni Cerrón en que es más plausible pos-
conquista y la colonia: los hoy escritos jalea, tular para el protoquechua una sibilante "apical"
ojota, jora, Cajamarca, Cujillo, Jauja, Jaquijahua- que una dorsopalatal por el supuesto de que una
na, Cajana, Juli, Pacajes, Mojos, etc .. Sostener "apical" pudo pasar más fácilmente a /s/ dorsal
que el quechua del Cuzco nunca conoció lsl = en "Chinchaysuyo", que no ésta a una "apical"
[s] es negarle la posibilidad de haber aportado en quechua sureño. En primer lugar, no hay que
alguna de estas palabras al castellano. El argu- jugar con las palabras: lo que el huanca realiza
mento vale también enteramente para el quechua en ambiente de /a/ y /ul no es meramente una
yunga. "apical", sino, además, una retroflexa, o, al
Por esta razón, pues, y de una manera con- menos, cacuminal, [s], de ningún modo "ápico-
vencional y normativa, *lsl=[s] protoquechua alveolar" [s]. En cambio, sí es ápicoalveolar la
pasó a registrarse como <s-, -ss->. A esta pauta actual /si cuzqueña, resultante de la confluencia
se ajustarían los escribientes "cultos" que elabo- de */s/ y lsl protoquechuas (Torero, 1964: 453).
raron el Vocabulario Anónimo y Diego González Y no es tampoco extraño que la fusión haya
Holguín. Pero los "no instruidos", como Guamán terminado en ápicoalveolar, porque en tal punto
Poma -que había aprendido a escribir hacia 1560- de articulación es donde mejor se integra con la
y los escribientes indios de los textos huaro- ápicodental */ti.
chlrienses, quedaron sencillamente desarmados. Dentro de los rasgos estructurales del pro-
Si sus dominadores hlspanos daban una misma toquechua era fonológicamente posible la exis-
pronunciación a las grafías<<;>, <c (e, i)>, <z>, tencia de tres sibilantes: articulatoriamente, [s]
<s>, <ss>, y si las antiguas grafías <x>, <j> y predorsodental, [s] dorsopalatal y [s] apical
<g(e,i) habían pasado a sonar "jota", ¿cómo, en retroflexa, respectivamente correlativas con la
adelante, deslindar gráficamente en quechua lsl oclusiva dental */ti y las africadas palatal */el y
de Is/? De allí que estos escribientes populares retroflexa */el. En tanto correlatos fonéticos de
notarán tanto su lsl como su lsl, de manera las africadas, el dialecto huanca exhibe hoy [s]
anárquica, con <s>, <ss>, <<;> o <P, y que y [s], pero meramente como variantes combina-
hoy, mirando sus textos, nos parezca que ya torias de su fonema /si, condicionadas de acuer-

398 Revista Andina, Año 8


do con las reglas de la retroflexión que definí zada. Barcelona, 1639.
hace casi tres décadas (forero 1964: 456).
Cuando, en tiempos prehispánicos, los dia- CARRERA, Femando de la. Arte de la Lengua
lectos "sureños" (ayacuchano, cuzqueño) con- Yunga. Ed. Altieri. Tucumán, (1644] 1939.
fundieron sus africadas en una sola, de articula-
ción dorsopalatal en su segmento fricativo, era CERRON-P ALOMINO, Rodolfo. "Quechuis-
de esperar que desapareciera también en ellos la mos en el Mochica". Boletín de Lima, Nº
realización potencial de una sibilante apical 58, Lima, 1988.
retroflexa y sólo subsistieran /s/=[s] y /s/=[s],
correlativas de /ti y /c/. Al simplificarse ulte- "Reconsideración del llamado quechua costeño".
riormente en esos dialectos ambas sibilantes, a En: Enrique Ballón Aguirre y Rodolfo Cerrón
la resultante única le quedaba como opción Palomino, eds. Diglosia linguo-literaria y
estructural óptima la integración con /t/ y la ar- educación en el Perú. Homenaje a Alberto
ticulación ápicoalveolar (o ápicodentoalveolar). Escobar, pp. 179-240, CONCITEC-GTZ,
Digo, al cabo, que las diligencias a que se Lima, 1990.
aboca ahora Rodolfo Cerrón con DST, el
Anónimo de 1586 y González Holguín nos DUVIOLS, Pierre. "La Capacocha". Apéndice
recuerdan cordialmente nuestros propios afanes 3: "Ritos y creencias de la Costa de Chancay
de hace más de 40 años . Y vuelvo a mis cuader- (1613)". Allpanchis 9. Cusco, 1976.
nillos envejecidos y a mis notas puestas al
margen de las obras de Domingo de Santo LANDERMAN, Pe ter. "Las sibilantes castella-
Tomás, de Diego González Holguín y del nas, quechuas y aimaras en el siglo XVI: un
Vocabulario Anónimo, obras que pudieron lle- enigma tridimensional". Aula Quechua.
gar a nuestras mesas caseras gracias, no a un Lima, 1982.
norteamericano quechuista, sino a un peruano
"hispanista", el maestro Raúl Porras. MIDDENDORF, Ernst. Das Muchik oder die
Chimu-Sprache. Leipzig, 1892.
(*) El presente escrito de Alfredo Torero, redactado
en el primer semestre de 1990 por invitación de MOLINA, Diego de "Sermones de la quaresma
Revista Andina, fue elaborado como comentario en Lengua quechua". Manuscrito. Revista
del artículo de Rodolfo Cerrón "Una reconsidera- Histórica, t. IX,lnc. l. Lima, (1649] 1928.
ción del 9uechua costeño", artículo que, con otras
contribuciones críticas y la consiguiente respuesta ROSTWOROWSKl, María. Señoríos indígenas
del autor, estaba previsto para ser publicado en el de Lima y Canta. Lima, 1978.
número 15 de nuestra revista (julio-agosto 1990).
Sin embargo, teniendo ya en su poder los comen-
tarios, R. Cerrón decidió dar a la prensa su artículo SANTO TOMAS, Fray Domingo de. Gramática
por otra vía. Revista Andina atenta a mantener su o arte de la lengua general de los Indios de
compromiso de seriedad editorial y de respeto por los Reynos del Perú (Valladolid). Lima,
la producción intelectual de articulistas y comen- (1560] 1951.
taristas, cumple con dar a conocer la contribución
de A. Torero. Lexicón o Vocabulario de la lengua general
del Perú. (Valladolid). Lima, (1560] 1951.
BIBLIOGRAFIA TORERO, Alfredo. "Los dialectos quechuas".
Anales Científicos de la Universidad
ANONIMO. Arte y vocabulario en la lengua Agraria. Nº 4. Lima, 1964.
general del Perú llamado Quichua. Lima,
1586. "Procedencias geográficas de los dialectos
quechuas de Ferreñafe y Cajamarca". Anales
GONZALEZ HOLGUIN, Diego. Vocabulario científicos de la Universidad Nacional
de la lengua general de todo el Perú ••• Agraria". Nros. 3-4, Lima, 1968.
Quichua o deUnca. Lima, (1607] 1952.
\
El Quechua y la Historia Social Andina. Lima,
CALANCHA, Antonio de la. Crónica morali- 1974.

No. 2, diciembre 1990 399


Estudios y Debates

"El comercio lejano y la difusión del quechua. 1986.


El caso de Ecuador". Revista Andina, Nro. '..
6. Cusco, 1984. "Arcas ioponímicas e idiomas en la Sierra Norte
peruana. Un trabajo de recuperación
"Deslindes lingüísticos en la costa norte lingüística". Revista Andina, Nro. 13. Cusco,
peruana". Revista Andina, Nro. 8. Cusco, 1989.

RESPUESTA
tos: (a) la distinción velar/postvelar; (b) la
Rodolfo Cerrón Palomino supuesta oposición entre dos africadas: retrofleja/
Instituto de Investigaciones de n~retrofleja; (c) la lenición de las consonantes
Lingüística Aplicada en posición implosiva; y (d) la naturaleza de las
Universidad Nacional Mayor de San Marcos sibilantes. Las observaciones de Adelaar serán
Lima, Perú discutidas, siempre que toquen los puntos señala-
dos, en consonancia con el orden temático pro-
En relación con los comentarios formulados puesto. Cualquier otro aspecto tratado en los
en tomo a nuestro artículo, quisiéramos res- comentarios será abordado por separado.
ponder señalando en principio que nos complace l. Sobre la distinción velar/postvelar. En
constatar, al margen de las muestras de relación con este punto, creemos que se ha con-
apasionamiento y de los argumentos ad homi- seguido, esta vez, un consenso en favor de la
nem al parecer inevitables incluso en un dis- postulación de la oposición velar fkJ versus
curso que debe caracterizarse por ser lo más postvelar /q/ para el quechua costeño. Celebra-
objetivo posible, lo provechoso que resulta mos en tal sentido la rectificación explícita que
discutir temas como los presentados en el hace Torero en relación con su postura inicial
artículo, pues de esta manera se contribuye al (1964), que sugería lo contrario. Es más, cree-
esclarecimiento de una serie de aspectos que, de mos que aporta un dalO decisivo en provecho de
no ventilarse, quedarían en la nebulosa de las la distinción, cuando localiza en el Lexicón de
ambigüedades y los entredichos. En el presente fray Domingo de Santo tomás (DST) lo que
caso, los comentarios expuestos ayudan a pre- podrían constituir verdaderos "pares mínimos",
cisar, revisar, rectificar y replantear en forma como los de caca 'tío', pacacu- 'esconderse',
explícita algunos de los aspectos discutidos no roco~ruco 'anciano' versus ccaca 'peña', pac-
sólo en el cuerpo del artículo sino también en cacu- "lavarse la cabeza' y rocco 'almeja', res-
los argumentos proporcionados por nuestros pectivamente. Pensamos que este recurso al
comentaristas. En tal sentido, agradecemos las doblamiento consonántico para marcar la postve-
observaciones, detalles y alcances que nos hacen lar, aunque fuera únicamente allí donde su evi-
llegar Adelaar y Godenzzi, así como las explici- tamiento podía llamar a confusión con otra forma
taciones y precisiones que se ve forzado a hacer que conllevara la velar, es muy elocuente (y
Torero, obligado acaso por las circunstancias de reduce a un mirtirnum el carácter de contraejem-
comentar nuestro trabajo por escrilO, pues cuando plo que podría tener el registro de vacilaciones
lo presentamos oralmente en el XL VI Congreso del tipo puca - pucca 'rojo', etc.). De otro lado,
Internacional de Americanistas (Amsterdam, estamos convencidos de que la famosa "prueba
1988), evenlO al que alude en su comentario, vocálica" en favor de la presencia de la oposi-
manifestó, para sorpresa nuestra, estar de acuer- ción mencionada, pese a los esfuerzos que hici-
do con los puntos básicos de nuestras propues- mos para explotarla al máximo ante los datos
tas. proporcionados por DST, no tiene carácter de-
La presente respuesta está estructurada sobre cididamente probatorio, y en cambio puede
la base de los temas discutidos por Torero, cuyo conducimos a formular inferencias reñidas con
comentario es el más extenso, y que se circuns- la realidad de los hechos. Esto último, de mane-
criben fundamentalmente a los siguientes pun- ra fehaciente, tratándose del registro escrito

400 Revista Andina, Año 8


espontáneo (es decir, no normalizado) de un ahora debió ser igualmente la pauta en tiempos
dialecto quechua moderno que sabemos consigna pretéritos, a menos que uno crea en prodigios a
tal distinción: invitamos al lector a revisar, por medida que se retrocede en el tiempo. Así, pues,
ejemplo, las piezas literarias del poeta cuzqueño postular la distinción velar/postvelar para el
Hurtado de Mendoza: un análisis grafémico del quechua del litoral resulta crucial si se quiere
material que emplea nos llevaría a la conclusión afianzar la hipótesis de su origen costeño. No
de que el dialecto involucrado hace la distinción darle importancia significa simplemente descono-
sólo en el nivel de raíz, y aquí únicamente en cer los patrones evolutivos internos del quechua,
posición prevocálica. Este tipo de constataciones frente a aquellos que obedecen a una causación
que nos faculta para decir que no estamos de externa, y pretender por consiguiente armonizar
acuerdo con Adelaar cuando sugiere que el hipótesis encontradas, como la de la oriundez
quechua del manuscrito de Huarochirí, debido a del quechua costeño y la aceptación de un cambio
"la libertad que su autor observa en el uso de las que sólo puede darse por acción sustratística.
vocales contingentes" a una posible /q/, no habría Sobra decir que para Torero no parece haber
hecho la oposición entre el punto velar y postve- tal contradicción desde el momento en que el
lar: dicha "libertad" en el empleo de las vocales cambio *q > k le parece tan natural como los
no es necesariamente un índice de la ausencia otros mencionados, hecho que extraña constatar
de la oposición, máxime si se sostiene, como en una persona conocedora precisamente de la
Adelaar lo hace, que la lengua local de la zona dialectología y la historia del quechua. Inciden-
conocía tal distinción. Recordemos que este talmente, sin embargo, tenemos que lamentar que
hecho precisamente conduce a Taylor a inter- dicho conocimiento no parece, después de todo,
pretar el texto huarochirense como uno en el muy sólido, ya que nuestro comentarista pone
que se registra dicha oposición. en un mismo saco el fenómeno de supresión que
Ahora bien, decíamos en nuestro trabajo que afecta a /q/ cuando éste forma parte de un haz
postular la indistinción velar/postvelar en el consonántico y los cambios de desgaste ocurri-
quechua marítimo, como era la propuesta origi- dos en otras posiciones: no debe perderse de
naria de Torero y Parker, implicaba, en térmi- vista que la caída de la postvelar en los sufijos
nos histórico-culturales, poner en aprietos la tesis -nqa, rqa, -rqu y -sqa tiene la misma causa-
del origen costeño (norcentral, gracias a la ción que la supresión de otras consonantes en un
precisión de Torero), sostenida por el primero contexto semejante: tal los casos de -cka, -yku,
de los autores mencionados. Ello porque los -spa y -pti, en los que siempre cae la segunda
estudios dialectológicos e histórico-evolutivos consonante. Aquí estamos, pues, conceptual-
del quechua nos demuestran de manera feha- mente, frente a distintos procesos y subsumirlos
ciente que la fusión de la distinción velar/postve- implica una observación inadecuada de los
lar en favor de la primera sólo puede darse en hechos.
situaciones de aprendizaje de la lengua como De otro lado, Torero quiere llamamos la aten-
segundo idioma (dejando de lado el caso huaro- ción por el hecho de interpretar de manera dife-
chirense, ya mencionado, véanse ahora las pre- rente los cambios de fusión que afectaron a la
cisiones aportadas por Adelaar). De manera que, postvelar con la velar y a la africada retrofleja
de postularse la coalescencia de /q/ en favor de Je/ con la no-retrofleja /~/. que él juzga fenó-
/k/ en la variedad marítima nos veríamos obli- menos similares. No nos parece así: aquí tam-
gados a dudar del carácter nativo de ella, y, por bién la dialectología y la historia de la evolución
extensión retrospectiva, del origen costeño del del quechua nos enseñan que tales procesos son
quechua en general. No .cabe, pues, la menor ajenos entre sí. En primer lugar, nótese que, a
duda de que la gran lección que nos ofrece la diferencia de la articulación de la /q/, la ¡e¡ no
historia del quechua consiste en que los cam- tiene carácter muy marcado y ello explica tal
bios que afectan a la postvelar sólo pueden vez por qué, al par que no existe una sola varie-
desembocar, bien en su modificación gradual dad que no haya modificado de algún modo su
(con fusión eventual posterior en favor de la articulación postvelar, son muchos en cambio
aspirada glotal) o en su supresión (con o sin los dialectos que mantienen en forma intacta su
compensación de alargamiento vocálico). Se africada retrofleja. Además, las variedades cen-
trata, como se ve, 'Qe un principio universal de trales nos ilustran, a través del registro de distin-
carácter local o particular, y, como decíamos, tas configuraciones, el carácter interno de los
nada impide pensar que lo que ocurre aquí y procesos que afectaron a las africadas, y no sólo

No. 2, diciembre 1990 401


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

eso, sino incluso el cambio gradual que operó 2. Sobre la supuesta ex~tencla de la afri-
sobre la palatal no-retrofleja en su progresión cada retrofleja. Si no andfbnos equivocados,
de [ts] a [s]. Que, por lo demás, los fenómenos dos son las únicas palabras que DST representa
son diferentes lo demuestra también el hecho de con la <th> en inicial de sílaba: athac "o,
que hay dialectos, como el sureño, que habien- vergüenza" y thome 'lobo marino' (una forma
do eliminado la distinción entre las africadas como mithima no cuenta, puesto que aquí la
mantienen la oposición velar/postvelar, de vocal que sigue al dígrafo es espuria; para otros
manera que el costeño, para el que se postula la casos, ver nuestro artículo, sección 3.4.2). Sos-
fusión de ¡e¡ en favor de /e/, y al mismo tiempo teníamos entonces q11e el dígrafo en cuestión
el registro de la distinción velar/postvelar, no podría tal vez interpretarse como un intento por
constituye ninguna contradicción: el error radica representar la africada retrofleja /e/, a estar por
en juzgar los cambios por su resultado (el de la · un posible cognado como ae"acay '¡qué miedo,
fusión) sin indagar sobre su implementación. Hay qué vergüenza!' del quechua huanca. Torero en-
que recordar, además, que los casos de fusión cuentra acertada la sugerencia, al par que Ade-
de postvelar con velar se dan, sintomáticamente, laar prefiere ver en dicha representación un celo
en los dialectos periféricos, de manera exclu- por graficar el alargamiento vocálico de la
siva. primera sílaba. Pues bien, al respecto nos incli-
Por lo demás, como ya lo admitíamos en namos por esta última interpretación, ya que,
nuestro artículo (cf. nota 15), tal parece que la efectivamente, la documentación colonial regis-
hipótesis del cambio postvelar > velar como tra unánimemente el carácter alargado de dicha
resultado exclusivo de situaciones de contacto vocal (para cuyo mareamiento se recurre al punto
idiomático no puede postularse como un univer- tras ella o al acento grave o a la combinación de
sal absoluto. Si bien las lenguas malayo-polinési- éste con el agudo), describiéndose incluso su
cas parecen corroborar la mencionada hipótesis, pronunciación (cf. González Holguín [1608]
según indagaciones hechas por Adelaar, no 1952). Es más, creemos que la segunda sílaba
ocurre otro tanto con las lenguas mayances, que de la partícula exclamativa es nada menos que
constituyen el único contraejemplo conocido. el sufijo independiente -taq (cf., por ejemplo, en
Como nos lo recordaba Campbell, y según lo paq-taq '¡cuidado, no vaya a ser!'). Siendo así,
señala también Adelaar, no contamos en este la única palabra en la que la <th> resulta
caso con evidencias que apunten hacia una enigmática sería thome. Como anota Adelaar,
explicación sustratística. Lo que no quita que, a sobre la base de un solo ejemplo es difícil llegar
mayor ahondamiento en los estudios de la pro- a postular una interpretación satisfactoria de la
tohistoria mayance, bien pudieran encontrarse naturaleza fónica del dígrafo en cuestión. No
tales indicios: en este sentido la interpretación obstante ello, Torero no sólo propone que dicha
sustratística tiene un carácter "abierto" y queda grafía representaba a una africada retrofleja sino
siempre como una alternativa de explicación. que, en curiosa actitud, llega a sostener que el
Debe quedar claro entonces que nuestra posi- quechua costeño hacía la distinción entre /e/ y
ción frente al fenómeno quechua sigue siendo la ¡e¡. Señala, en favor de su hipótesis, el hecho de
misma sostenida en el artículo: en condiciones que se registre el "par mínimo" thome 'lobo
de evolución espontánea los cambios que afec- marino ' /tome 'cuchillo', donde la supuesta
tan a la postvelar son graduales y nunca de oposición no aparece manifiesta frente a /e/
naturaleza saltatoria (excepción hecha de la sim- no-retrofleja sino a /ti, puesto que, según el
plificación de haces consonánticos mencionada); proponente, en la producción y percepción del
en el último caso estaríamos frente a un efecto sonido retroflejo el dominico habría prestado
de sustrato. Contrariamente a lo que cree To- mayor atención al momento inicial de su articu-
rero, las contraevidencias del mayance no afec- lación, que estaría más cercana a la de la /ti. Por
tan al cuerpo central de nuestro artículo (como nuestra parte, creemos que la postulación de la
si todo él girara en tomo de este problema distinción africada retrofleja versus no-retrofleja
únicamente), pues en todo caso sólo restringen sobre la base de un supuesto par mínimo es a
el abarque universal absoluto que le dábamos a todas luces desconcertante, por decir lo menos.
la hipótesis del cambio interno por desgaste: Ello equivaldría a sostener que el castellano pe-
como lo hemos tratado de probar, la hipótesis ruano registra el fonema /s/ por el solo hecho de
sigue siendo válida universalmente para y que éste se encuentra en una palabra como An-
dentro del quechua. cash (es decir, [ankas], "oponiéndose" a ancas

402 Revista Andina, Año 8


(o sea el plural de [anka]). atención el artículo mencionado, y es lástima
Con todo, para Torero la postulación de la que lo haya consultado en una primera versión
supuesta oposición de africadas es considerada que salió plagada de erratas y supresiones (ver
como una "revisión" importante que quisiera ahora Cerrón-Palomino 1989), se habría dado
introducir en relación con su imagen del quechua cuenta de que no caemos en ningún "atolladero"
costeño. De esta manera, sostiene, podría supe- en relación con la aparente contradicción en el
rarse la contradicción que se advierte al propo- registro de la forma m!Jeha: decíamos allí que
ner un entronque entre el quechua chachapoya- esta voz, si bien de origen quechua, había sido
no, que reconoce dicha distinción, y el costeño, introducida al mochica vía el castellano y en el
que la ignoraría. Curiosamente, nuestro comen- habla y discurso propios de catequistas y doc-
tarista comete el mismo error que nos atribuye trineros; en tal sentido, no se trataba de un
a propósito de nuestra preocupación respecto al préstamo espontáneo, como el caso de faktya,
problema de la distinción o indistinción de los sino de una incorporación inducida. Sobran, pues,
puntos velar y postvelar, ante las etapas de irra- los comentarios y las disquisiciones puramente
diación del quechua a partir de la costa norcen- especulativas a los que a menudo se muestra
tral en dirección norte y sureste: olvida el factor propenso nuestro comentarista.
tiempo. Aquí también, siguiendo propio razo- 3. Sobre la lenición en posición Implosiva.
namiento, pueden tranquilamente postularse dos Decíamos en nuestro artículo que una de las ca-
etapas de difusión: una primera, cuando el racterísticas tipificadoras del quechua costeño era
quechua (yúngay) hacía la distinción entre ambas el proceso de espirantización que, en distinto
africadas, que sería la época en que se difunde grado de propagación, afectaba a las consonan-
llegando hasta Chachapoyas; y una segunda, que tes /e, t, p/, en ese orden. Señalábamos, asinúsmo,
podría ser en vísperas de la llegada de los es- que dicho fenómeno había sido advertido por
pañoles, en que ya se habría consumado la fusión Landerman en el caso de la /e/ y por Mannheim
en provecho de la no-retrofleja. Como se ve, ni en lo que respectaba a la /t/. Por nuestra parte,
hay tal contradicción ni menos aun pie para procuramos verificar tales hechos, como habrá
sostener la oposición postulada sobre la base de podido apreciarse, y, de otro lado, sugeríamos,
los materiales proporcionados por DST. con algunas piezas evidenciales, que el mismo
Para terminar con este punto resta referirnos proceso comenzaba a operar sobre la /p/. Torero
a los comentarios que Torero hace, saliéndose descarta de plano la existencia de dicho
arbitrariamente del trabajo en debate, en tomo a fenómeno, procediendo, en primer lugar, a tratar
otro artículo nuestro, que versa sobre los de cuestionar lo más evidente: la lenición de /e/
quechuismos del mochica. Obviamente el resorte (y, de aceptarse nuestra hipótesis, incluyendo la
que lo hizo mover a ello fue nuestra discrepan- proveniente de /e/); luego, por extensión, rechaza
cia con él en la interpretación del dígrafo <cy>, el debilitamiento de /ti, para finalmente ignorar
inventado por Femando de la Carrera para campantemente la espirantización de /p/. Cabe
registrar una de las africadas del mochica. preguntarse entonces sobre el soporte fundamen-
Mientras que nosotros lo interpretamos como tal del andamiaje argumentativo del comentarista.
/ty/, sobre la base de claves proporcionadas por Pues bien, aquél radica, como él mismo se
Middendorf (que recurre al "contraste" con otras adelanta en señalar, en el carácter supuestamente
lenguas, incluyendo las andinas serranas, para "sospechoso" de la representación del segmento
describir los segmentos "oscuros" del mochica), africado (o de las dos africadas, según sostiene
Torero cree ver en él un segmento velar con su patrocinador) en un contexto para el cual el
modificación palatal, es d~ir /ky/, sobre la base castellano no ofrece paralelo: esta lengua no
de una supuesta "integración fonológica", que registra /~/ en final de sílaba Aquí estribaría la
más parece propia de una fonología "sur le fuente de la dificultad no sólo para percibir sino
papier", como gustaba decir Martinet. Ahora también para representar dicho segmento en el
bien, nuestro comentarista cree que, de basarnos contexto aludido. Es más, observa el comen-
en su interpretación, no habríamos tenido difi- tarista, aun si el escribiente (o el lexicógrafo, en
cultad alguna en explicar el paso del quechua este caso DST) "percibiera acertadamente esas
mucha- 'besar, adorar' al mochica m0cha, no secuencias" se "encontraría en aprietos para
obstante constatar 'Ne la palabra wakcha 'pobre' graficarlas", sobre todo en pleno s. XVI, "por lo
entró bajo la forma de fakcya, es decir con /ty/ inusual de ellas y la carencia de una tradición
en lugar de la esperable /e/. Leyendo con mayor gráfica normalizada". Ello explicaría entonces

No. 2, diciembre 1990 403


Estudios y Debates - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

el recurso a notaciones como las ofrecidas por qa&,a (recogida por el frlll\ciscano Ráez en la
el dominico, y que no repetiremos aquí. Al res- forma de at-rhua) y -&van, respectivamente.
pecto, diremos que asombra, por su candor, la Lo propio ocurre con el durativo-simultativo,
observación de nuestro colega quechuista En que se registra como -fka: (de paso, el cajamar-
efecto, para evitar caer en apreciaciones inge- quino ofrece un cognado semejante), no obstante
nuas, bastaba mirar, por ejemplo, los materiales darse como --cka: en la mayoría de las hablas
escritos en lengua náhuatl, idioma que registra del valle. Obsérvese ahora el enigmático sufijo
un uso prolijo de africadas (/ts, t, ti/) en final condicional -é'wan al lado del morfema
de sílaba, y que comenzó a ser escrito por lo conjetural -e . . -el ("" a). Todo ello nos inclina
menos unos cuarenta años antes que el quechua. a pensar que dicho segmento bien pudo haber
Que sepamos, y el lector puede verificarlo, jamás sido una retrofleja, con cambio esporádico a /e/
surgió en estos casos dificultad alguna en rela- en una etapa muy antigua de la evolución de los
ción con la representación de tales consonantes dialectos quechuas.
en la posición indicada. Fuera de ello, ¿acaso no 4. Sobre las sibilantes. Que el quechua lla-
estaban habituados los gramáticos religiosos con mado sureño (o chínchay, según la designación
la escritura del latín y del hebreo? Estas lenguas de Torero), al cual se agrupa el marítimo, distin-
registran (por lo menos en el nivel escrito) la guía dos sibilantes por lo menos hasta fines del
/t/ y la /t/ finales, respectivamente. ¿Debemos s. XVII es algo que nadie discute. A dicha
sostener entonces que los religiosos del norte conclusión puede llegarse no solamente a través
tenían un oído más fino o conocían mejor las de la reconstrucción histórica (aunque sin la
lenguas clásicas que los nuestros o ambas cosas? posibilidad de establecer una cronología abso-
Nada más absurdo, por cierto. luta de la fusión posterior de las mismas en un
Así, pues, debemos concluir que el argumento solo segmento) sino también, afortunadamente
de Torero carece de fundamento y responde, más en este caso, mediante la revisión de la docu-
bien, a una falsa aprensión que llega a su límite mentación colonial. Las discrepancias en tomo
cuando, sin apoyo empírico, sostiene que la al asunto surgen de las hipótesis postuladas en
misma dificultad para representar la /e/ final la la interpretación de la naturaleza fónica de los
tendrían (así, en hipotético) los bilingües segmentos involucrados. Estos, como se dijo,
castellano-quechua alfabetizados (¿los hay, en aparecen registrados de manera sistemática con
principio?), que recurrirían, para consignarla, a los alógrafos <s-, -ss->, por un lado, y <y,
expedientes gráficos similares a los empleados c(e,i),z>, por el otro, en la documentación colo-
por el dominico (¡tras más de 400 años!). En nial del cuzqueño o del quechua general (no la
fin, demostrada la deleznabilidad de las obser- lengua general), de base cuzqueña. Para la
vaciones del comentarista, elaboradas sobre la variedad cuzqueña colonial contamos además con
base de meras suposiciones, queda en pie la la advertencia expresa hecha en la primera década
hipótesis de la lenición de las consonantes en del s. XVII tanto por González Holguín como
posición implosiva como uno de los rasgos por el Inca Garcilaso en el sentido de que ella
tipificadores del quechua costeño, en los térmi- no registraba la letra <x>. Ahora bien, contra lo
nos y alcances señalados en nuestro artículo, lo que Torero cree, el dominico registra de manera
que nos exime de cualquier otro comentario en igualmente consistente tales sibilantes, pero
relación con los ejemplos específicos discutidos consigna además el empleo de <x> (y de otros
por aquél. recursos notacionales más), de manera que ésta
A propósito de la /e/ en final de sílaba, Adelaar suele alternar con la grafía <s-, -ss->. En tales
observa que la reconstrucción que hacemos de condiciones, resulta crucial la interpretación de
una *fe/ retrofleja en la palabra *qacwa 'baile' la naturaleza fónica de la <x>. Y aquí surgen las
y en el sufijo condicional sintético *-fwan se discrepancias.
ve contradicha por las evidencias dialectales Por nuestra parte creemos, y así lo subrayamos
provenientes de su tratamiento por el ancashino, en nuestro artículo, que, gracias a las pesquisas
el pacareño, el tarmeño e incluso el huanca, y de Rowe, Landerman y Mannheim, no cabe la
apunta más bien hacia una */e/ originaria, es menor duda de que dicha grafía debe ser inter-
decir los étimos serían *qacwa y *~wan, res- pretada como una sibilante dorsopalatal, es decir
pectivamente. En efecto, tal pareciera que no /s/. Siendo así, y no existiendo problema alguno
habría duda sobre ello. Sin embargo, la eviden- en interpretar la <y,c(e,i),Z> como una /si dor-
cia dialectal del huanca nos regala formas como sal, quedaba en pie sin embargo la identifica-

404 Revista Andina, Año 8


ción de <s-, -ss->, que no podía ser m. Sobre seguir identificando x y sonido palatal: Jo cual
la base de paralelos existentes en otras lenguas, no era óbice para que se diera cuenta de la
pero sobre todo a la luz de la evidencia dialectal velarización por medio de otra grafía". En efecto,
moderna (en este caso del quechua huanca, al tanto los aimaristas que trabajaron en la traduc-
que podría agregarse el cajamarquino), Lander- ción de la Doctrina Chrlstiana del III Concilio
man y Mannheim postulan que tal segmento bien Limense como el propio Bertonio emplean las
podría haber sido una sibilante apical, es decir letras <j,g,h> para representar a la velar y los
/~/. Por Jo que toca al quechua costeño, aquí dígrafos <kh,gh,jh> para la postvelar (fonema
también se postula la misma distinción, con la ausente en el quechua), y jamás en ninguno de
diferencia de que, debido a la procedencia plu- los casos echan mano de la <x>, que aparece
ridialectal de los informadores que asistieron al reservada aún para la dorsopalatal /~/. incluso al
sevillano en la confección de su Lexicón, se promediar el s. XVII, según testimonia Diego
superponía otro dialecto, el mismo que oponía de Molina. Este autor no "recupera", pues, el
/si a /s/, en lugar de /s/ a /~/. De esta manera, el valor de dorsal que Je asigna a la grafía <x>:
crucero dialectal que es el Lexicón de DST simplemente aún estaba fresca, sobre todo entre
mostraba Jo que modernamente reflejaría un los escribientes cultos, la memoria de tal carácter,
diccionario elaborado sobre la base de los datos aunque su pronunciación generalizada fuera ya
proporcionados simultáneamente por un hablante la velar (de allí la advertencia de Femando de la
huanca y otro ancashino: el primero registra un Carrera en relación con la producción del fonema
sistema de sibilantes que opone /s/ a /~/ y el mochica m. representado por <x>, y que debía
segundo otro que distingue /s/ de /'f,/, La dife. pronunciarse "mansamente", a la portuguesa, y
rencia se daría entonces no en el tratamiento de no "hiriendo en ella").
la sibilante dorsal (es decir /s/, que es común, Así, pues, desbaratada la interpretación que
salvo algunas particularidades específicas a cada hace Torero del valor fónico de <x> en la docu-
dialecto) sino en el de la segunda sibilante. mentación colonial pertinente, toda su argumen-
Pues bien, como se habrá podido apreciar, tación sobre las sibilantes se desmorona au-
dicha interpretación es rechazada por Torero. tomáticamente. No volveremos aquí a abogar en
La base de su argumentación radica en la iden- favor de la distinción /s/-<lorsal y /~/-apical hecha
tificación de la naturaleza fónica de la grafía por el quechua sureño, incluido el marítimo.
<x>. Para el mencionado comentarista, cuando Creemos que los trabajos realizados con mucho
González Holguín y Garcilaso nos dicen que el esmero, primeramente por Landerman y luego
quechua que describen no tenía <x> nos estarían por Mannheim, nos exoneran de semejante
indicando que no registraba un segmento velar, empresa. Quisiéramos destacar aquí, sobre todo,
pues para entonces (principios del s. XVII) dicha el estudio detallado de Mannheim, quien efectúa
grafía ya no representaba a la sibilante dor· un rastreo comparativo interno (entre los docu-
sopalatal, que había cambiado a velar, es decir mentos coloniales relevantes) y externo (tomando
a la jota moderna. Por consiguiente, concluye como dialecto de contraste al huanca moderno)
el comentarista, la <s-, -ss-> de la documen- del material léxico crítico respecto del registro
tación colonial, no sólo para el cuzqueño sino de las sibilantes. Aparte de la coherencia interna
también para el quechua del litoral, debe inter- mostrada por la documentación colonial, asom-
pretarse como m. es decir dorsopalatal, pues ya bra la correspondencia igualmente sistemática
no podía echarse mano de la grafía <x> para entre la <~.c(e,i),z> de la documentación y la
representar a ésta en la medida en'que evocaba /si dorsal así como la de <s-,--ss-> y la/~/ apical
la pronunciación velar, e, decir de la jota del dialecto vallemantarino. Incidentalmente, es
Al respecto quisiéramos señalar que dicha lástima que en materia tan importante Torero no
interpretación ~s enteramente gratuita y no en· se haya dado el trabajo de consultar el estudio
cuentra ningún respaldo en la documentación de de Mannheim. Pretender refutar la hipótesis
la época. Ciertamente la velarización de la dor- sostenida en nuestro artículo sin la debida infor.
sopalatal /s/ se encontraba en una fase bastante mación acerca de todo el material aportado hasta
avanzada al tramontar el siglo XVI, tras un largo la fecha nos parece muy poco serio. De paso,
camino evolutivo que se proyectaba por Jo menos cualquier inaccesibilidad a los datos, de haberse
al último cuarto '"4el siglo XV; pero, como dado, habría podido obviarse con sólo con-
observa Rivarola (1989), "el apoyo de la letra y sultársenos (después de todo, ésta no habría sido
la conciencia de la tradición podían permitir la primera oportunidad en que habríamos tenido

No. 2, diciembre 1990 405


Estudios y Debates

la satisfacción de proporcionarle materiales). Pero entonces el cambio llº tendría visos de


Digamos, pues, que, en ningún pllllto como en generalización en otros contextos. Es, pues, en
éste, Torero ha demostrado, en sus propias pala- casos como éstos (medlce cura te lpsum!) que
bras, "no aceptar los hechos objetivos aunque hay que recurrir ciertamente a los "principios de
salten a sus ojos, y a sus oídos, cuando no calzan la lingüística moderna", como lo observaría
con ciertas doctrinas". cualquier estudiante que se inicia en la disci-
Pero, antes de terminar con este apartado, qui- plina. De donde debemos concluir que todo el
siéramos referirnos a una "explicación" increíble- aparato argumentativo elaborado penosamente
mente peregrina que el comentarista mencionado por nuestro comentaijsta no tiene sustento. De
esboza en tomo al empleo que hace DST de las paso sea dicho, de los ocho lexemas que muestran
grafías <s-,-ss-> y <x>. Como se dijo, para un uso exclusivo de <x> ante /a,u/, cinco apare-
Torero estas grafías son meras variantes no- cen con <s-, -ss-> en González Holguín, y de
tacionales que sólo buscan representar a la los tres restantes, samu- se da en Garcilaso
dorsopalatal /t/. Con esta idea in mente pre- (recuérdese la famosa redondilla), y caxa y xay
tende "descubrir" cierta complementariedad en corresponden con toda seguridad a una variante
lo que podría ser su distribución: (a) <s-,-ss-> central diferente de la huanca (cf. aquí [k~a] y
se emplea abundantemente en contacto con /i/, [~ay]. respectivamente). El cotejo dialectal ex-
mientras que en este contexto la ocurrencia de terno corrobora, como se ve, la ecuación <s-,
<x> es muy limitada, y, caso de aparecer, al- -ss-> = M y <X> = /s/. En fin, quisiéramos
terna con aquélla; (b) <x> se encuentra con terminar con este punto recordando, una vez más,
mayor frecuencia ante /a,u/, y muy poco en la enmienda que introduce DST al comenzar su
ambiente de /i/, y en ocho lexemas sólo ocurre Lexicón en relación con la voz equivalente a
ella y nunca el otro alógrafo. Ahora bien, según 'escampar' . Allí se lee: "dode dize. vxiani, diga
nuestro comentarista, dicha distribución (cuasi) ossiani". Nos preguntamos (al margen de la
complementaria estaría indicándonos nada menos variación vocálica, que aquí es irrelevante), ¿qué
que el proceso de incepción (¡en el castellano necesidad había de cambiar la <X> por <-ss->
"peruano" de entonces!) del cambio de velari- precisamente en dicha palabra y no en todas las
zación: según Torero, éste se habría iniciado ante que conllevaban <X> ante /i/? La respuesta la
fil y sólo después frente a las demás vocales. tiene el lector.
Entonces si el sevillano recurre a la represen- Ahora bien, en relación con la identificación
tación de <s-,-ss-> delante de /i/ sería para evitar que hacemos entre el valor fónico postulado para
el peligro de evocar en las palabras que la <s-, -ss-> del sureño y la M del huanca, tanto
contenían una pronunciación velar: de allí su Torero como Adelaar señalan que ella es in-
predominio en el contexto mencionado; ello no adecuada desde el momento en que la última
ocurriría ante las demás vocales, puesto que aquí sería retrofleja y no apical propiamente dicha.
el cambio no se habría propagado aún. Los ocho Debemos lamentar en este punto que nuestros
vocablos que muestran invariablemente el conocimientos sobre la naturaleza constitutiva
empleo de <X> reforzarían semejante conclu- de las sibilantes quechuas en general sigan siendo
sión. Huelgan, pues, los comentarios. Resulta puramente impresionistas (como cuando Torero
que un cambio, cuya incepción data de por lo sostiene que la /s/ actual del cuzqueño sería
menos el último cuarto del siglo XV, aparece ápico--<lental, correlato de la /t/, del mismo punto
ahora, en virtud de la interpretación toreriana, articulatorio, no obstante saberse que son alveo-
como iniciándose a fines del XVI y en un lares : aquí sí, ¡"no hay que jugar con las pala-
ambiente específico, insospechado hasta en- bras"!), a falta de un examen acústico-articula-
tonces. ¿O es que implícitamente se está postu- torio riguroso de las mismas. Con todo, debe-
lando una hipótesis poligenésica en tomo a la mos decir que la /~/ del huanca no es, como
velarización de la dorsopalatal? Pero lo más des- afirma apodícticamente Torero, retrofleja nece-
concertante es constatar que tal hipótesis peca sariamente: en realidad su modo y margen de
del más elemental desconocimiento del principio dispersión varían desde una articulación ligera-
de plausibilidad en materia de cambio fonético: mente retrofleja hasta W1a producción decidida-
¿cómo es posible que precisamente en un mente apical. En tal sentido, no es, pues, del
ambiente palatal -el de /i/- pueda velarizarse todo arbitrario postular una similaridad entre este
un segmento palatal como la /s(! ¿O es que se segmento y aquel inferido para el quechua sureño
tiene en mente una disimilación polarizadora? colonial.

406 Revista Andina, Año 8


En conexión con dicho punto, Adelaar cree preguntamos, ¿cuál era el quechua "mejor"
encontrar una contradicción entre la forma en hablado? ¿Habrá que concluir, con el Inca
que se consigna el topónimo huanca Xauxa, con Garcilaso, que era el dialecto cuzqueño? Asom-
<x> (es decir, /s/), en la documentación bra constatar esto último en un dialectólogo para
cronística temprana, y su representación como quien, por definición, las variedades de una
Saussa, por ejemplo en Garcilaso, que estaría lengua no pueden ser catalogadas como peores
registrando una pronunciación sureña (es decir ni mejores: verdad de perogrullo. Calificar al
con la M apical). Al respecto decimos que no dominico de bisoño descriptor es ignorar sus
hay tal contradicción, pues no olvidemos que el largos años de convivencia con indios no sólo
llamado quechua general hacía uso de my no chinchanos sino también huailinos, amén de su
de la apical, como en efecto lo testimonian las trato con hablantes quechuas de otras regiones.
primeras fuentes coloniales (recuérdese, verbigra- Es más, habiendo estado el sevillano en el valle
cia, el caso de Caxamalca). Además de esto, no de Chicama y en Conchucos, es muy probable
se olvide que en el valle del Mantaro aun hoy se que haya por lo menos escuchado hablar len-
dan áreas donde compiten [~] y [s] (por ejem- guas totalmente diferentes de la quechua como
plo, en el microsistema de Yanamarca, Jauja), la mochica (o acaso la quingnam) y la culle,
de manera que las pronunciaciones de [~awsa] y respectivamente. Así, pues, DST debió tener una
[~aw~a] podrían haber alternado, proyectándose rica experiencia indiana en el trato no sólo con
la primeria hacia el quechua general, que es la distintos dialectos quechuas sino incluso con
variante con la que se toparon los españoles lenguas ajenas a éstos. Es gracias a este bagaje
desde su primera incursión en el mundo andino. lingüístico, nutrido a partir de cotejos idiomáti-
De paso, en un rapto sobrecogedor, Torero asume cos implícitos, que podía manifestar en el prólogo
la defensa del quechua cuzqueño, señalando que, a su Lexicón que el quechua que describía era
al negársele el registro de <x> =m. le estaríamos "muy conforme" a la lengua castellana "en la
quitando "la posibilidad de haber aportado" al pronunciación y manera de escribir". Por ello
castellano peruano voces como las de Caja- mismo, decíamos en nuestro artículo, debíamos
marca, Jauja, Jaquijahuana, jalea, ojota y darle los créditos que él reclamaba modestamente
jora, que provenían de formas que en la docu- y que Torero le regatea. Creemos, con Parker
mentación colonial temprana registraban <x> o (1969), que "la impresión general de su obra es
simplemente <s>, pronunciadas /(/ según el que [el dominico] describió una lengua en un
comentarista. Al respecto, no debemos olvidar nivel tal de detalle y consistencia interna apenas
que, en principio, la mayoría de los peruanis- logrados por unos pocos gramáticos posteriores".
mos del corte mencionado -si no todos- provie- No estará de más observar, sobre el mismo
nen, por encima de cualquier localismo, del punto, que si el quechua que describía el sevilla-
quechua general, y éste, como acabamos de no hubiese registrado las laringalizadas o distin-
decirlo, registraba /s/ y no/~/. Como se sabe, los guido dos africadas -fenómenos demasiado
localismos nunca han logrado llegar hasta el notorios como para "herir" la sensibilidad de
nivel del castellano general peruano y/o andino. cualquier hablante de castellano- nuestro primer
gramático no habría sido demasiado categórico
Tal es, en suma, nuestra respuesta a los puntos en la formulación de su comparación ecuativa
más críticos tocados por Torero y Adelaar en respecto del castellano. Menos perceptible habría
sus comentarios. Antes de concluir, sin embargo, sido -y lo sigue siendo para cualquier castella-
séanos permitido referimos a algunos pasajes nohablante contemporáneo- la distinción fun-
del comentario de Torero qye merecen una rápida cional entre el punto velar y postvelar. Sin
aclaración. embargo, como el propio Torero contribuye a
En primer lugar, aunque no debiera ser nece- esclarecer, no pasó por alto dicha oposición,
sario, quisiéramos salir en defensa de la destreza sobre todo allí donde lo ponían en aprieto cier-
lingüística de fray Domingo de Santo Tomás, tos pares lexemáticos que, de otro modo, habrían
quien a lo largo de las observaciones de Torero sido tomados como homófonos. Por lo demás,
aparece maltratado como una persona "turbada", ya vimos cómo achacarle una notación errática
"desconcertada" y hasta "trastornada" ante el de las sibilantes (incluyendo aquella que provie-
fonetismo quechua,\ y ello tal vez porque, según ne del desgaste Qe la /c/ implosiva) no tiene
el comentarista, escuchaba en su derredor una fundamento. Además, resulta muy curiosa la
variedad "mal hablada y peor oída" (!). Nos actitud acomodaticia de Torero: un DST, de torpe

No. 2, diciembre 1990 407


Estudios y Debates

audición, resulta consignando una supuesta cía. Después de todo, por nQ_estra parte, como lo
oposición entre dos africadas. Siguiendo su hemos demostrado a lo largo y ancho del libro
mismo raz.onamiento, ¿no podríamos, con Rowe, Lingüística Quechua, al margen de toda hepa-
sostener que también el quechua costeño regis- titis intelectual y sin distingo de nacionalidades
traba consonantes laringalizadas? Salta, pues, a y de ideologías, procuramos practicar aquello
las claras que nuestro comentarista sólo acepta que resume el viejo adagio latino: amicus Plato
aquello que concuerda con sus plllltos de vista sed magls amica veritas.
preformulados, demostrando de esta manera una Para terminar, algunas palabras en tomo a la
postura reacia a toda revisión, sobre todo cuando nota final, inusitadam~nte nostálgica, de Torero.
ésta proviene de personas que no gozan de su Nos quiere decir allí que los temas que tratamos
simpatía. en nuestro artículo no son novedosos, y que él
Semejante actitud, nada científica, se deja ya los había dilucidado con mucha mayor an-
traslucir a lo largo del comentario del men- terioridad (hace cuarenta años). Sólo queremos
cionado quechuista. De esta manera no sólo se recordarle que no somos adivinos para saber que
les regatea méritos a quienes aportaron con su se habría quemado las pestañas trabajando sis-
trabajo antes de 1964 (fecha de aparición del temáticamente(?) en menesteres filológicos. Por
primer artículo de Torero) sino también a ventura, ¿dónde, en qué artículo se discuten los
quienes, posteriormente, y estimulados por sus problemas que hemos venido ventilando en el
planteamientos, contribuyeron a precisarlos, re- trabajo nuestro? ¿Acaso se discute, por ejemplo,
formularlos y ahondarlos. Como si los cono- el problema de las laringalizadas, el de las sibi-
cimientos quechuísticos se hubieran forjado de lantes, el de la lenición consonántica en posi-
la noche a la mañana (ex nlhilo) para estancarse ción implosiva, temas que requerían un trata-
de una vez por todas, en virtud de la labor miento urgente y explícito tras la consulta de la
demiúrgica de una sola persona. Nada de eso: fuente documental? Nada de eso, y, por el
toda ciencia es, sobra decirlo, de naturale:rn contrario, se los obvió como si dichos proble-
cumulativa y hasta los errores y deslices nos mas no existieran o simplemente no fueran
sirven de pauta para no caer en ellos posterior- considerados como tales. El lector podrá sacar
mente . Así, pues, Torero nos recrimina por sus propias inferencias al respecto. Por nuestra
elogiar "reiteradamente" a Rowe por los tem- parte decimos que, quiérase o no, fue Rowe (por
pranos aciertos que tuvo, al lado de naturales favor, al margen de su nacionalidad) quien ini -
desaciertos, en relación con la reconstrucción ció el tipo de reílexiones como las expuestas en
del llamado "inca clásico". Ya antes nos había el presente debate. Lástima que en este caso "el
endilgado el mote de "parkerista". Como To- maestro Raúl Porras" no tuviera un discípulo
rero subraya de manera especial la nacionalidad aprovechado. Y, a propósito de maestros, nunca
de los investigadores del norte, no hace falta estará de más recordar que, entre los atributos
agudizar el ingenio para darse cuenta de qué es de todo buen maestro (de manera que llllO pueda
lo que quiere decirnos finalmente. Como quiera enorgullecerse de él), el dictar clases y el orien-
que Landerman y Mannheim son también tar a los alumnos son seguramente los inex-
norteamericanos, y plantean propuestas que cusables. Estamos seguros de que Porras no
implican la revisión de algunas de las hipótesis habría descuidado tales obligaciones, al margen
del mencionado comentarista, ya puede inferir- de su declarada vocación hispanista, que le hacía
se de qué pie cojea. Es a la luz de dicho com- decir que los quipus eran cordeles que olían "a
portamiento, conocido de todos por lo demás, llama y a puna" y que la Nueva Coronica era
que debemos entenderlo cuando desliza sus producto de una behetría mental embotada por
humores respecto a nuestro volumen de Aula el alcoholismo de su autor. Sic transit gloria
Quechua, que según su opinión, se habría abi- mundi.
erto "sin las debidas precauciones de higiene".
A propósito, debemos preguntarle al comen-
tarista, ¿quién limpia a quién? Huelgan, una vez REFERENCIAS
más, los comentarios. Sólo recordemos lo peli-
groso que resulta hacer "ciencia" en función de
nacionalidades y peor aún obrar de acuerdo a CERRON-PALOMINO, Rodolfo. "Quechua y
simpatías únicamente cuando se nos sigue a pie mochica: lenguas en contacto". Lexis, XII:
juntillas, sin ningún margen para la discrepan- 1, pp. 47-68, 1989.

408 Revista Andina, Año 8


PARKER, Gary John. "Comparative Quechua RIV AROLA, José Luis. "Una nota sobre la his-
Phonology and Grammar IV: The Evolution toria de la velarización de /s/ en español".
of Quechua A". Working Papers in Lln- Anuario de Llngüistica Hispánica, vol. V,
gulstics, 9: 1, pp. 149-204, 1969. pp. 221-231, 1989.

,.
\

No. 2, diciembre 1990 409


Lo andino en Bolivia:
Balance y prioridades

Xavier Albó

l. INTRODUCCION

Es mi intención presentar un balance sintético y selectivo, limitado además


al área andina de Bolivia, antes que pasar revista detallada a todo lo que se ha
producido. Para un inventario más completo que cubra, más aún, todo el país,
remito a las partes correspondientes de la Introducción a los estudios bolivianos
de J.M. Bamadas (1987), sobre todo a las breves introducciones de Carmen Loza
sobre etnohistoria, de Xavier Albó sobre antropología andina y de Jürgen Riester
sobre antropología de los Llanos. Un volumen cuyo carácter se orienta más bien
a los no especialistas es Albó et al. (1989). Sobre el mundo aymara son también
indispensables la bib1iograffa de Albó (ed., 1988) y los cinco volúmenes de
bibliografía comentada preparados por Hans van den Berg (1980-88). Sobre el
conjunto del mundo andino, remito principalmente a los artículos panorámicos
de Murra (1970) y Salomon (1982)(1).
Para este balance me pregunto ante todo por los avances más significati-
vos que favorecen la comprensión de la realidad andina boliviana y por las ca-
rencias que obst,aculizan tal comprensión. Me pregunto, en consecuencia, por las
tareas prioritarias que tenemos por delante. Marco la prioridad en base a la posi-

No. 2, diciembre 1990 411


Artículos, Notas y Documentos

bilidad de que estos conocimientos ayuden a formular nuevas poJíticas en las que
el hombre andino de hoy pueda sentirse en casa en su propio país y sociedad.
En otras palabras, subrayo aquellas contribuciones que constituyan un aporte
valioso a la elaboración andina de lo que se ha dado en llamar un proyecto
histórico popular. Es inevitable que en esta selección intervengan subjetivamente
mis propias preferencias temáticas y mis limitaciones en el conocimiento de la
literatura pertinente.
En todo el planteamiento entiendo por "andinos" 11 los diversos grupos
socioculturales cuya identidad de alguna manera hace referencia a su ancestral
origen precolonial, aun cuando gran parte de sus rasgos culturales sean producto
de la sociedad colonial y moderna. Sin querer entrar de momento en mayores re-
finamientos, caben aquí tanto comunidades rurales como grupos urbanos más o
menos amestizados, grupos que expresan su identidad a través de esta referencia
y otros que la rechazan pero que mantienen importantes rasgos culturales que se
remontan a su origen étnico-histórico y que determinan que tales grupos sean
distintos de los grupos hegemónicos de la sociedad que los engloba.
La mayor parte de los trabajos de esta recensión proviene del campo de
la antropología social/cultural y de ramas derivadas tales como la etnohistoria,
entendida ésta en el sentido más amplio que abarca también los períodos poste-
riores a la invasión. Pero para dar una visión adecuada dentro del planteamiento
señalado, resulta artificial encerrarse rígidamente en la antropología. Por eso he
incluido también las referencias más significativas a trabajos de historiadores,
sociólogos rurales y -más ocasionalmente- de otros especialistas que se refieren
al mismo universo y temática.
Para estos mismos fines no resultaba en cambio necesario cubrir en
detalle todas las áreas y subdisciplinas atribuidas a la antropología, al menos
dentro de la tradición norteamericana. Por ejemplo, el lector no encontrará aquí
prác-ticamente nada sobre antropología física. En cuanto a la lengua y literatura
andinas -Lema de gran potencial con vistas a la dinamización de una futura pro-
puesta política- el área es tan amplia y especializada que exigiría un estudio
aparte.
Sólo por razones prácticas -a las que no debe darse ninguna implicación
más profunda- me limitaré a analizar el tema únicamente desde Bolivia.
Señalaré, a manera de preámbulo, los avances significativos que mere-
cen ser destacados en el campo docente e institucional.

2. INFRAESTRUCTURA INSTITUCIONAL

Si comparamos el caso boliviano con el de otros países latinoamericanos


tales como México, Argentina e incluso otros países andinos, la situación insti-
tucional de la antropología boliviana -pese a su realidad sociocultural- se revela
más incipiente y débil aunque se advierten signos de avance. Me fijaré en los
siguientes aspectos: docencia, centros y facilidades de investigación, centros de
docencia y casas editoriales.

412 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

2.1. Docencia
Este es un capítulo sumamente breve. Hasta principios de la década de
80, Bolivia no contaba con ningún centro que se ofreciese la carrera de antro-
pología. Los pocos profesionales en este ramo se habían formado en el exterior,
salvo contadísimos discípulos del arqueólogo !barra Grasso, que pasó una tem-
porada en la Universidad San Simón de Cochabamba.
Ultimamente se han creado dos carreras en antropología en las univer-
sidades estatales de La Paz (San Andrés) y Oruro, pero aún no han egresado pro-
fesionales titulados. Ambas carreras se enfrentan a serios problemas para con-
seguir personal docente idóneo y desarrollar los demás recursos necesarios. Dada
la cercanía entre las dos ciudades, habría sido mejor empezar sólo con una
carrera, mejor dotada de recursos humanos y materiales.
Hay otras dos ofertas que, sin dedicarse estrictamente a la formación
antropológica, se abren a esta dimensión. La primera es el Taller de Historia Oral
Andina (THOA) que se ofrece en la carrera de historia de la Universidad Mayor
San Andrés de La Paz. El Taller cumple un rol importante en la capacitación
en etnohistoria y su énfasis especial es en alumnos de extracción aymara. La
segunda opción la brinda el ISET (Instituto Superior de Estudios Teológicos), en
Cochabamba, sobre todo en los departamentos de filosofía y estudios religiosos,
donde se ha presentado un número significativo de tesis sobre diversos aspectos
de la realidad indígena del país.
Finalmente, desde 1990 la sede boliviana de la Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales (FLACSO) ha iniciado un diplomado en antropología andina,
concebido sobre todo para nivel de postgrado. Esta es, por el momento, la oferta
más coherente y calificada, pues ha logrado reunir a especialistas de reconocida
solvencia internacional. Pero es también la más cara. Esperemos que la propuesta
pueda consolidarse y hacerse razonablemente accesible a todos.

2.2. Centros de investigaci6n


El esfuerzo institucional dedicado a la investigación propiamente dicha
es igualmente muy débil. La causa fundamental se vincula con las abrumadoras
condiciones económicas en todo el país. La investigación es casi nula en el
ámbito universitario, circunscrito a la docencia. Más allá de las tesis de licencia-
tura (no precisamentJ! en antropología), poca es la investigación que las univer-
sidades patrocinan. Señalemos, con todo, la existencia del ya citado THOA en
la Universidad Mayor San Andrés de La Paz y del IESE (Instituto de Estudios
Sociales y Económicos) en la Universidad Mayor San Simón de Cochabamba.
De esta forma, la investigación antropológica local ha quedado funda-
mentalmente en manos de unas pocas instituciones no gubernamentales o descen-
tralizadas o, más precisamente, en manos de unos pocos antropólogos que han
encontrado facllidades dentro de dichas instituciones. Por eso, muchos de los es-
tudios son obra todavía de investigadores extranjeros, que cuentan con muchas

No. 2, diciembre 1990 413


Artículos, Notas y Documentos

más facilidades. \
La institución más directamente especializada en antropológfa es el Museo
de Etnografía y Folklore (MUSEF) en La Paz que ocasionalmente ha cobijado
a investigadores para fines bastante específicos. Entre las demás cabe citar al
Centro de Estudios de la Realidad Económico-Social (CERES) en Cochabamba
(y antes también en La Paz), que ha conformado un equipo interdisciplinario en
ciencias sociales. Lamentablemente durante los últimos af'íos, dificultades finan-
cieras y de otras índoles dispersaron a muchos miembros <lel anterior equipo y
esta institución se ha visto en la actualidad obligada a reducir notablemente su
volumen de operación. El Centro de Investigación y Promoción del Campesi-
nado (CIPCA) -con oficinas en La Paz, Cochabamba y el Oriente del país- ha
producido también numerosos estudios. Su enfoque se concentra más en la in-
vestigación-acción, dentro de una perspectiva igualmente interdisciplinaria.
En La Paz hay, finalmente, dos centros cuyo origen es más político-
indianista que demuestran cierta preocupación por la investigación. Se trata del
Centro Chitakolla que publica el Boletín del mismo y del centro CADA, de
reciente fundación, que hasta ahora ha publicado la tesis de maestría de uno de
sus miembros.
El panorama de bibliotecas es un tanto más alentador. Existen, por el
momento, tres bibliotrecas que se distinguen por un nivel razonable de especiali-
zación en la problemática andina: en La Paz, las del MUSEF y del CIPCA, y la
Biblioteca Etnológica de los Padres Agustinos en Cochabamba. En todos los
casos se trata de colecciones reducidas -unos pocos miles de documentos- pero
bien seleccionadas y muy significativas dadas las pocas facilid ades existentes en
Bolivia.
En la biblioteca del MUSEF, además de las secciones tradicionales de
libros, existe una buena colección de tesis norteamericanas microfilmadas y una
sección especial de cassettes con grabaciones de eventos. En la de CIPCA se ha
computarizado la sección de libros bolivianos y latinoamericanos pero todavía
no la parte más rica y única de artículos fotocopiados y separatas, conseguidos
de diversas bibliotecas en el exterior. La tercera biblioteca, que funciona actual-
mente dentro del ISET, ha logrado recuperar también para el país fotocopias de
muchos artículos pertinentes, sobre todo a partir de bibliotecas de la Europa
central y occidental. Las dos primeras forman parte de una red de bibliote-
cas, limitada de momento al intercambio de información pero aún no al de docu-
mentos.
El estudioso deberá sin duda consultar otras colecciones empezando por
el excelente repositorio de la Biblioteca y Archivo Nacional de Sucre, tan bien
cuidado por su director, Gunnar Mendoza. Le será especialmente útil la biblio-
teca de CERES en Cochabamba y la que actualmente se está formando en
FLACSO, La Paz, así como los centros de documentación más contemporáneos
de CEDOIN (La Paz) y CEDIB (Cochabamba). Pero en ninguno de estos casos
se advierte una concentración específica en el campo de la antropología.

414 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

2.3. Publicaciones

Aunque en este punto el panorama global es igualmente fragmentario y


muestra poca continuidad, durante la última década se han logrado avances
significativos en lo que ha llegado a publicarse en el país, no tanto en el nivel
de las publicaciones periódicas sino más bien en el terreno de los esfuerzos
editoriales.
En cuanto a publicaciones periódicas, en el pasado mucho material
boliviano solía aparecer en el exterior, en revistas tales como América Indígena
en México o Estudios Andinos, que peregrinó de La Paz a Pittsburgh y de allí
a Bogotá antes de recalar finalmente en Lima, donde perdió su enfoque anterior.
Esta tradición continúa ahora principalmente a través de dos publicaciones del
Cusco: Allpanchis, del Instituto Pastoral Andino, y sobre todo Revista Andina,
del Centro Bartolomé de Las Casas, de nivel más académico y enfoque clara-
mente panandino.
En el nivel local, se produjo el abortado intento de A vanees (La Paz) y,
con contenidos menos ambiciosos, la revista también interrumpida Pumapunku
(La Paz). Han aparecido materiales pertinentes en dos revistas de historia -Historia
y Cultura (La Paz) y la recientemente interrumpida Historia Boliviana (Cocha-
bamba)- y en la revista Yachay del ISET. La única publicación dedicada estric-
tamente a la antropología es actualmente Etnología (Boletín del MUSEF), que ha
ampliado su fonnato y ha llegado al año 12 de publicación. El mismo MUSEF,
tras muchos años de espera, llegó a publicar el primer número de su Revista pero
no es clara su continuidad.
Son en cambio mejores las perspectivas en publicaciones sólo ocasiona-
les y en las ediciones de libros. Entre las primeras, sobresalen los Cuadernos de
Investigación CIPCA, que desde 1973 han alcanzado el número de 34, varios de
ellos en fonnato de libro y dedicados al mundo andino. Pueden entrar también
aquí las ediciones sólo policopiadas de los Anales de las reuniones anuales de
etnología patrocinadas por el MUSEF desde 1987.
En cuanto a libros, CERES y su editorial El Buitre, hizo importantes
aportes a principios de los años 80, pero ahora este esfuerzo se ha visto interrum-
pido. En cambio ha emergido como la principal editorial dedicada a nuestro tema
HISBOL (Historia Social Boliviana), a la que hay que dar crédito por la mayor
parte de las nuevas publicaciones y de las reediciones locales populares apare-
cidas en el último lu~tro. Es un esfuerzo más digno de alabar por las dificultades
financieras y la falta del hábito de compra y lectura en nuestro medio.
Tras este preámbulo, pasemos a analizar los avances y las tareas más
urgentes con relación a los contenidos mismos de la investigación.

3. EL PASADO PRECOLONIAL

En mel1io de las carencias que se advierten aún en la arqueología y en


la etnohistoria referida a los períodos precoloniales, vale la pena subrayar tres

No. 2, diciembre 1990 415


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

nuevos enfoques importantes: la relativización de los mitos grardiosos sobre un


pasado casi imperial, el redescubrimiento -en contrapartida- de 1os grupos émi-
cos locales diferenciados, y nuevas fonnas de acercamiento a las ideologfas
andinas del pasado.

3.1. Relativización de mitos grandiosos


Estos mitos tienen que ver con lo Inka y, partin!lannente en el caso
boliviano, con Tiwanaku. Me refiero, por ejemplo, .a las mitificaciones sobre el
"imperio socialista de los incas" de Baudin que el célebre sociólogo y político
boliviano José Antonio Arze se sintió obligado a difundir en Bolivia o a los
voluminosos estudios de Posnansky sobre Tiwanaku, "cuna de la humanidad".
En Bolivia, lo Inka como referente político nunca ha pesado tanto como
en el Perú, pero ha tenido mayor peso que en el Ecuador. Incluso en las tradi-
ciones populares los mitos de Inkari ("Inka-Rey") -por ejemplo- son muchísimo
más escasos que los del "tiempo de los chullpas" (anteriores al Sol y, por tanto,
al lnka), que abundan.
Los avances logrados en arqueología y etnohistoria añaden nuevas
motivaciones para relativizar en el área hoy boliviana el peso de este último
momento expansivo panandino, pues reducen su importancia local a sólo unas
decenas de años. Incluso la expansión de la lengua quechua, manifestación actual
de la continuidad Inka, resulta deberse en parte a una política colonial misionera
(Bouysse 1976, 1987; Torero 1970, 1974, 1987).
El caso Inka local en que ha habido aportes más interesantes es quizásel
de las colonias estatales, particulannente en tres regiones, cada una con sus
características: Zongo, Copacabana y Cochabarnba.
El célebre artículo fundacional de Murra (1972) ya llamó la atención
sobre los cocales, posiblemente estatales, de Zongo (La Paz). Desde entonces,
seguimos esperando la publicación de la voluminosa "visita" de dicha región, de
la que existen varios microfilms en busca de editor. Parece que por fin el mismo
Murra está avanzando la esperada publicación en Madrid.
La colonia estatal ceremonial de Copacabana ha suscitado el interés de
Waldemar Espinoza (1972) y, posterionnente, el de Sabine MacCocmack (1982,
1984), quienes se remiten a las crónicas de los agustinos, Calancha (11638/1974-
78), y sobre todo, Ramos Gavilán (1621/1976), objeto ambos de reediciones re-
lativamente recientes.
Las colonias de Cochabamba, cuyo centro administrativo corresponde al
actual santuario de Urkupiña, han sido a la vez objeto de las investigaciones
arqueológicas de David Percira, que encontró allí una de las concentraciones más
extensas de qulqa (graneros), y del etnohistoriador Nathan Wachtel (1981) que
reeditó y comentó un documento, dado también a conocer independientemente
por Geraldine Caballero (1977) de la Universidad de Cochabamba. Wachtel ve
allí un antecedente inmediato de la mita de Potosí, aunque se trata más de
poblaciones mitma, que funcionaban quizás con otra lógica. Llama también la

416 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

atención sobre la dotación de tierras a los uru, que no serían por tanto tan
marginales. La ya publicada visita de Pocona -del siglo XVII- muestra la pos-
terior dispersión de los mitmakuna estatales de Cochabamba. Todo ello nos
ayuda a comprender mejor, incluso hoy, ciertas características distintivas del
"qhochala" (Albó 1987b).
Tiwanaku sigue siendo considerado por todos como el símbolo de la
gran unidad y los logros aymaras del pasado. Es, sin embargo, aún poco lo que
sabemos sobre este lugar. Murra (1988) sefiala que ni siquiera sabemos si sus
habitantes realmente hablaban aymara. El arqueólogo Pereira (1987) afiade:

"{fiwanaku/, al margen de haber sido objeto de síntesis apresuradas e inclusive


de interpretaciones de ciencia ficción, es la parcela de la arqueiología boliviana
que más especulación antojadiza tiene, debido al 'complejo de descubridores'
que aqueja a muchos arqueólogos, incorporando nuevos términos y designaciones
que sólo sirven para confundir más las cosas".

El sugerente libro Lluvias y cenizas de Thérese Bouysse (1988) -que


establece correlaciones entre datos geológicos y míticos sobre las subidas y
bajadas del nivel del lago Titicaca y otras informaciones etnohistóricas- debería
estimular nuevos estudios interdisciplinarios que nos ayudarían a comprender
mejor tanto Tiwanaku como los varios reinos lacustres.

3.2 Redescubrimiento de las etnias locales


Como contraparte de esta relativización de lo grande, se ha afinado el
conocimiento de lo pequeño, las etnias locales, sobre todo en el momento inme-
diatamente anterior a la invasión espafiola en que seguían siendo entidades locales
diferenciadas dentro del Tawantinsuyu. Por basarse en fuentes escritas colonia-
les, la información y su análisis suele cubrir también períodos posteriores a la
invasión espafiola.
Así Wachtel (1973, 1988, en preparación) nos ha ayudado a comprender
mejor a los uru; Torero (1987) y Aguiló (1987), la diferencia entre éstos y los
pukina; Saignes (1983b, 1985), nos ha permitido conocer mejor a los kallawaya/
carabaya y explicamos, en general, las complejidades pre- y pos coloniales de
los "olvidados" Andes orientales; Espinoza (1981) y sobre todo Abercrombie
(1986), han ampliadQ nuestra comprensión de los killaka; Riviere (1982), de los
karanka ...
El análisis microétnico lleva al de las agrupaciones pluri-émicas vistas
como tales. Aquí los dos esfuerzos más abarcadores son los de Tristan Platt
(1988) y de Thérese Bouysse-Cassagne (1987). El primero, a partir del ayllu
macha, analiza el dinamismo interno de las federaciones interémicas y, en par-
ticular, la "confederación" charka-qharaqhara en lo que ahora son los depar-
tamentos de Potosí y partes de Chuquisaca y Cochabamba. La segunda analiza
el complejo mundo "aymara" y nos ha llamado la atención sobre la gran sub-

No. 2, diciembre 1990 417


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

división (urqu/umasuyu), conceptos ambos que cubren buena parte del futuro
territorio boliviano andino. Los nuevos estudios de lingüística histórica de Torero
(] 987) abren una pista complementaria que ha generado ya un encendido debate.
Existe ahora mayor evidencia de que, en medio de las semejanzas, cada
etnia posee particularidades; y hay que ser mucho más cuidadosos antes de ex-
trapolar generalizaciones a partir de un solo caso conocido como, por ejemplo,
el de los lupaqa. Hay además bastante información complementaria que aún no
se publica. Por ejemplo, cada investigador de determinada .etnia va encontrando
deficiencias en el mapa étnico divulgado por Bouysse, pero nadie ha publicado
aún otro más actualizado.
Dentro de estos conocimientos más localizados el principal vacío es
quizás la ausencia de estudios recientes sobre los pakasa (o pacajes), una de las
principales "naciones" aymaras. Y uno de los grupos hasta ahora más misterio-
sos sigue siendo el de los chuy, de los valles cochabambinos; sobre estos últimos
esperemos los resultados de las investigaciones que actualmente realiza Rossana
Barragán.

3.3. Etnohistorw ideológica


Una particularidad de varios de los estudios arriba citados es su incur-
sión en el campo de la etnohistoria ideológica. Pioneros en esta temática han sido
Bouyssc-Harris (1988) en la religión-filosofía, Platt (1988) en el pensamiento
político, Cereceda (1988) en la estética y Montes (1986) en la psicología.
El tema es muy nuevo y, por tanto, es natural que sus conclusiones sigan
siendo preliminares y objeto de debates. La búsqueda es, en gran medida, aún
metodológica. En ella, una técnica especialmente utilizada es trazar correlatos
semánticos en los diccionarios coloniales; así se han detectado estructuras subya-
centes que habían escapado incluso a los autores coloniales de estas obras. Es
temprano para evaluar los resultados. Pero en cualquier caso debemos agradecer
a estos pioneros que nos permiten abrir brecha en campos hasta ahora poco
comprendidos.

4. COLONIA Y PRIMERA REPUBLICA

Para este período me limitaré a señalar un punto que podría ser funda-
mental para cualquier planteamiento con vistas al futuro, más las tareas inves-
tigativas prioritarias que de él se derivan. Para otros aspectos me remito a tantas
otras recensiones existentes sobre el período colonial. El punto central puede
formularse como pregunta: ¿Hasta qué punto hay continuidad entre el Tawantin-
suyu y la Colonia?

4.1. Continuidad o ruptura hasta 1880

En un desafiante artículo, Thierry Saignes (1983b) afirma que

418 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

"La continuidad entre la empresa despótica inca y la empresa hispano-colonial


(luego republicana) en los fundamentos que se fijaron es notable".

El criterio decisivo sería que durante todo ese tiempo habria persistido
un esquema dual con el Estado envolvente y "único propietario de las tierras" y
"único habilitado para traer la paz", por un lado, y las unidades inferiores (ayllu,
comunidades ... ) fundamentalmente aceptadas como tales pero reducidas a "simples
usufructuarios" de sus tierras, por el otro. El gran corte se producirla a fines del
siglo XIX con los persistentes esfuerzos estatales por suprimir las comunidades
y la creciente búsqueda de un Estado mucho más uniformizado. En cambio en
el fondo, desde la perspectiva de los oprimidos, no habria gran diferencia entre
el Estado "despótico" Inka y el posterior estado colonial. En buena medida
Tristan Plan (1982, 1988) parece adherirse a esta propuesta.
Hay ciertos fundamentos para tal análisis. Si nos colocamos en una
perspectiva andina, desde la misma comunidad, es evidente que la aceptación o
no de su propia realidad por parte del Estado es cuestión de vida o muerte que
supone, un hito importante para una periodización de su historia. Muy ligada a
este hecho está la persistencia o no de autoridades andinas (kuraka u otros
nombres locales), el mantenimiento siquiera parcial del acceso a microclimas
distantes, etc. En el nivel simbólico, la continuidad Inka-Rey (lnkari) o aquella
entre el Sol inka y el Dios cristiano apoyan también este enfoque.
No hay duda sobre la importancia de la ruptura qie se produjo a fines del
siglo XIX para marcar períodos distintos antes y después del asalto masivo del
Estado republicano tardío sobre las comunidades, herederas del antiguo ayllu.
Pero pensamos que un excesivo énfasis en la continuidad Inka-Colonia puede
llevar a desvirtuar la importancia de otros grandes cambios ocurridos.
En lo político, para empezar, hay ya un cambio muy radical entre el
ayllu precolonial y su supervivencia sólo parcial en las "comunidades" reducidas,
inspiradas en el modelo castellano; es un paso "de la filiación a la residencia",
como lo caracteriza el mismo Saignes (1978). Desde entonces, aquel cambio ha
generado una creciente desestructuración del ayllu colonial hasta el presente
(Huanca 1984).
Pero más importante es aún el cambio de una articulación entre etnias
diferenciadas y respetadas (aun con procesos de conquista y dominación), a una
sociedad totalmente dual y asimétrica de "españoles" (más mestizos y negros) en
un polo y una "india9a" indiferenciada, como casta o estamento, en el otro. Este
cambio se inició con la invasión, sobre todo a partir de las reformas toledanas,
y quedó plenamente consumado hacia medio siglo XVIII. Otros cambios en el
estilo de tributación (de la ficción de reciprocidad al señorio del Rey), en los cre-
cientes procesos de mestizaje biológico y cultural, en el rol cada vez más ambiguo
de las autoridades indígenas, o en la reducción de sus roles al área meramente
ceremonial ... se entienden mejor a la luz de lo dicho.
El abismo entre Inkanato y Colonia es aún más notable en la esfera
ideológica. Entre el conquistador Inka y los pueblos conquistados había continui-

No. 2, diciembre 1990 419


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

dad ideológico-religiosa. Por eso era posible iniciar inmediatamfnte un proceso


de igualamiento entre conquistadores y conquistados: de la chajwa al tinku,
diría Platt (1988). En cambio se advierte un corte total cuando irrumpe la
"conquista espiritual" de los españoles. Toda expresión religiosa andina quedó
extirpada o a lo más circunscrita a la clandestinidad, socavándose así bases ideo-
lógicas a una sólida resistencia basada en la articulación igualitaria de los con-
quistados. Sólo cabía una asimilación o una resistencia silenciosa. La reinterpre-
tación religiosa "andina" por parte de los conquistados es sólo un fenómeno
secundario frente a este otro, que es definitorio. Por eso Wachtel (1976) puede
hablar de una "visión de los vencidos" y Montes (1986) llega a postular una total
inversión de la estructura psicológica del hombre andino.
El colapso demográfico sena una consecuencia de este conjunto de
factores. Actualmente se da por aceptado el gran peso que en él juegan las epi-
demias, las hambrunas y otros aspectos derivados tanto del contacto biológico
entre los dos mundos como de las posteriores modificaciones ocurridas en el
hábit at y la economía andinos. En primer lugar, quien llegaba del Mundo An-
tiguo estaba ya más "vacunado" por mil contactos previos; en cambio, el habi-
tante del Nuevo Mundo resultaba más vulnerable por su aislamiento a este lado
de Behring (Cook 1981, en prensa; Crosby, en prensa) . Por otra parte, todo el
espacio andino quedó desestructurado por el nuevo régimen colonial (Assadourian
1989). Sigue habiendo discrepancias en tomo al alcance cuantitativo del despo-
blamiento. El debate se ha concentrado en el actual lado peruano de los Andes,
alcanzando sólo de refilón las orillas del Lago Titicaca (Smith 1966-67, 1970).
Pero -también desde esta perspectiva demográfica- es evidente que se abre una
gran brecha que coincide con la invasión europea.

4.2 Tareas prioritarias


Las consideraciones que preceden sugieren prioridades invesrigativas tales
como las siguientes:

a) Paso de "naciones" étnicas a "indiada"


¿Cuándo y cómo las anteriores unidades étnicas diferenciadas se trans-
fonnaron en una casta subalterna horizontalmente poco diferenciada? ¿Qué fac-
tores condujeron al cambio de "naciones" a "indiada", por usar tenninologías de
la época?
La base del cambio es, naturalmente, económica y política. El tema, por
tanto, queda en parte incluido en los estudios sobre cambios de organización
económica del espacio andino a partir del fenómeno potosino o en los estudios
del sistema tributario y el papel que en ellos representan los kurakas coloniales
(teniendo en cuenta sus diversos niveles jerárquicos, aún poco comprendidos).
Pero sería útil emprender además estudios que incluyeran más
específicamente nuestro tema y lo examinaran incluso en su dimensión político-

420 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

ideológica. Pienso, por ejemplo, en los análisis de Manuel Burga sobre la evo-
lución de mitos en el siglo XVIII (en Moreno y Salomon, en prensa). Otra pista
interesante la podrían proporcionar los estudios de sociolingüística histórica.
También en esta perspectiva resulta clave el fenómeno potosino, que tiende a
borrar las distinciones que existían anteriormente entre entidades. Pero estos son
temas hasta ahora inexplorados al menos en el territorio del Charcas colonial.
Con estudios como los propuestos entenderíamos mejor, por ejemplo,
cómo la actual "nación aymara", que inspira uno de los más significativos inten-
tos autóctonos de proyecto andino alternativo, es en el fondo hechura colonial
(Albó 1987a).

b) El proceso de clandestinización de la religión andina


En Charcas no hay evidencia de extirpaciones de idolatrías tan sistemáti-
cas como las del Bajo Perú, aunque sí las hubo (ver, por ejemplo, Meiklejohn
1988: 251) y a la larga no parece que el proceso de cristianización haya sido tan
diferente del de otras partes. Pero es posible que aquí lo andino se haya man-
tenido más a la vista o que se haya clandestinizado de otra forma. En la actua-
lidad, hay un movimiento, incluso dentro de la Iglesia y de la corriente de
Teología de la Liberación, que busca una mejor comprensión de y respeto hacia
las raíces andinas del cristianismo local popular (Fe y Pueblo 1986, 1987). La
línea de investigación propuesta, al ayudar a dilucidar este punto, contribuiría a
formular un enfoque religioso realista y a la vez claramente anticolonial.

c) Funcionamiento interno de la "república de indios"


Aunque a partir de una relación claramente asimétrica, es evidente que
durante largos períodos de la Colonia los ayllus y comunidades mantuvieron
ciertos márgenes de vida autónoma y, al mismo tiempo, lograron niveles de ar-
ticulación política y económica con la sociedad dominante mayores que en siglos
posteriores.
Si se da por supuesta la tercera resistencia y persistencia de las
comunidades hasta el día de hoy, a pesar de los esfuerzos por suprimirlas, y si
se considera la existencia de propuestas campesinas para fortalecerlas en estados
plurinacionales más descentralizados, resulta especialmente interesante conocer
hoy cómo funcionat,an entonces internamente y cómo se articulaban con la
sociedad dominante.

En lo político
Los aspectos más conocidos del funcionamiento de tal república se refieren
a sus relaciones con la sociedad colonial, por haber generado éstas mayor docu-
mentación. Ultimamente ha existido un interés especial en el estudio de los
kurakas y demás autoridades comunales (Choque 1979, 1980, 1987, 1989; Murra

No. 2, diciembre 1990 421


Artículos, Notas y Documentos

1977; Rivera 1978, entre otros), por su papel de intermediarios natos entre la
república de indios y la de espafíoles. Otro tema clásico ha sido e1 de los tributos
(Sánchez Albornoz 1978) y, de ahí, la demografía histórica (Boccolini-Jiménez
1979, Bouysse 1976, Bouysse 1976, Klein 1975). Muchos de los estudios a los
que nos referiremos en la tercera parte. de este trabajo incluyen secciones dedi-
cadas a las épocas coloniales.
Pero incluso en este aspecto de las relaciones con la sociedad global
quedan aún muchos archivos y ayllus poco tocados y persisten muchos inte-
rrogantes. Por ejemplo, aún comprendemos poco la j.erarquización existente entre
los diversos kurakas o el sentido interno comunal de las diversas categorías
fiscales (originarios, forasteros ... ).
Se ha explorado menos por la complejidad que presenta el funciona-
miento interno de estos ayllus y comunidades coloniales. Pero éste es, a la vez,
uno de los campos que podría arrojar más luz para un proyecto político andino.
Un punto particularmente importante en él es la combinación de cargos heredi-
tarios y cargos por tumo, dentro de una dialéctica entre poder y reciprocidad. ¿Se
trata sólo de diversos niveles jerárquicos? ¿Guarda correlación con la mayor o
menor influencia de las esferas superiores? Ligado al tema anterior está el de la
estratificación interna dentro de las comunidades coloniales.

En lo económico

Relacionado con el aspecto precedente es todo el funcionamiento


económico de la comunidad y el impacto que sobre él ejercía el sistema económico
global, centrado en Potosí.
Fuera de los estimulantes estudios de índole más general realizados por
Assadourian (1980, 1982) y Tandeter-Wachtel (1984), contarnos con excelentes
monografías diacrónicas de los valles de Cochabamba. Se trata de una de las
regiones andinas más tempranamente afectadas por la estructura hacendaria y
posteriormente por el auge de "forasteros", aunque mantuvo un número respetable
de comunidades hasta el siglo XIX. Larson (1983, 1988) y Gordillo-Jackson
(1987) nos proporcionan análisis detallados de las fluctuaciones de la economía
rural en comunidades y haciendas, según los cambios en la economía minera, la
presión demográfica y las nuevas políticas del Estado republicano liberal.
Ciertamente estos estudios nos muestran que la avidez de las haciendas
aumentaba cuando Potosí ofrecía mejores oportunidades de mercado y que el
control mestizo sobre la circulación de excedentes corroía las bases económicas
de la comunidad. Pero, a la vez, llama la atención la persistencia de las
comunidades, gracias a una política colonial que se apoyaba en su tributo (ver
también Sánchez Albornoz 1976, para la provincia de Tapacan'), política liqui-
dada por los liberales en la segunda mitad del siglo XIX. Las "piquerías"
minifundiarias de Cochabamba nacieron al parecer más de haciendas desmem-
bradas que de las comunidades, aunque en ellas -por los factores señalados- se
llevaban a cabo también procesos de transformación y diferenciación interna.

422 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

Pese a lo señalado y a que no se cuenta con estudios semejantes para


otras regiones andinas del país, hay indicios que permiten sugerir que la persis-
tencia del ayllu o comunidad no guarda relación tan directa con su aislamiento
frente al mercado, como actualmente suponen muchos. Históricamente, habría
que ver si en su descomposición pesaron más las políticas contra ayllus y
comunidades a fines del siglo XIX, en un período de menor auge mercantil en
los ayllus y comunidades. Durante la Colonia, los ayllus y comunidades estaban
mucho más mercantilizados que en la actualidad -por ejemplo, en el Norte de
Potosí- pero no por ello perdieron su organización interna.
Valdría la pena contrastar esta impresión con estudios más detallados
sobre la economía comunal durante la colonia y épocas posteriores. El tema
puede ser de mucha actualidad para el debate en curso sobre la defensa -y a la
vez el fortalecimiento económico y tecnológico- de la comunidad, como célula
fundamental para un desarrollo alternativo.

d) Nuevos ángulos de los levantamientos anticoloniales


Naturalmente, uno de los temas que ya ha suscitado más escritos es el
de los levantamientos indígenas, sobre todo el ciclo de 1780-1783 (ver, por
ejemplo, lmaña 1973, Valle de Siles 1977, 1980, ed. 1981). Pero también aquí
se advienen limitaciones parecidas a las anteriores. Nuestro conocimiento se
centra sobre todo en los eventos y en la perspectiva de los líderes, cuando no en
la de los españoles. Además -salvo excepciones como Golte 1980, Hidalgo 1983,
O 'Phelan 1988- la actual separación de Perú y Bolivia ha empujado al cercena-
miento artificial del tema que queda así circunscrito a uno u otro lado de la
frontera.
Pero es aún poco lo realizado para comprender en su cabalidad las dimen-
siones socioeconómicas y estructurales del levantamiento (ver, con todo, Golte
1980, Albó 1984 a,b y Cajías 1988); y no hay prácticamente nada sobre la pers-
pectiva de las bases en ésta u otras rebeliones. Respecto de este último punto,
la carencia de documentación realmente surgida de las bases exigirá una colabo-
ración interdisciplinaria mucho más cercana entre historiadores y antropólogos.

5. LA PROLONGADA RESISTENCIA DE LAS COMUNIDADES

Actualmente se va relativizando la significación que tuvo la Independen-


cia para los sectores indígenas. Así, hay mucho más sentido crítico en el estudio
de Arze (1979) sobre la participación indígena en las luchas de la Independencia
que en la obra semejante de Alipio Valencia (1962), escrita dos décadas antes.
En cambio, desde esta perspectiva andina, van cobrando importancia
otras fechas posteriores -a las que ya nos hemos referido en 4.1- por su relación
con la supresión ("ex-vinculación") de comunidades, acelerada sobre todo a
partir de 1880, oespués de la derrota del Pacífico. Concentraremos nuestro ba-
lance en este período posterior por tratarse de uno más significativo.

No. 2, diciembre 1990 423


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

5.1 El protagonismo de las comunidades amenazadas


Aunque preparado y puesto eH marcha décadas antes, todos reconocen la
importancia de 1880 como el momento simbólico de corte en la periodización,
pues desata el asalto masivo a las comunidades tras la derrota boliviana en el
Pacífico. Contamos incluso con un primer intento de síntesis de lo ocurrido
después del corte (Rivera 1984). Pero nos hace falta todavía un estudio global
detallado que dé cuenta adecuadamente de qué ocurrió y cómo. Sólo hay avances
parciales como los que citamos enseguida.
La perspectiva estatal de la problemátic.:i rural-comunal ha sido analiza-
da entre otros por Condarco (1983). Además se han reeditado los folletos más
significativos de la época en los que se desarrolla el debate sobre tierras de co-
munidades (Revista lllimani, n.8-9, 1976). Grieshaber (1980), aunque criticado
por la forma en que maneja las unidades comparadas, sigue siendo el que nos
ofrece más cifras globales sobre el fenómeno de la expoliación; sin embargo, sus
series se cortan precisamente en los años inmediatamente anteriores a la gran
expoliación, por lo que seguimos ignorando el detalle de lo que entonces ocurrió
efectivamente.
Pero, para nuestra perspectiva andina, el aporte más significativo reside
en las obras más recientes de Platt (sobre todo 1982), centradas en la historia re-
publicana de los ayllus del Norte de Potosí que fueron amenazados pero lograron
sobrevivir. Platt enfatiza sobre todo la manera en que la crisis desatada por la
nueva concepción estatal se percibía desde los ayllus y cómo éstos respondían,
moviéndose siempre desde la idea de un cuasi-contrato de reciprocidad con el
Estado.
Por ser un ataque tan frontal, la expoliación causó naturalmente muchas
resistencias y sublevaciones cuyo sentido era cualitativamente distinto de las del
período previo colonial. Sobre ellas contamos cada vez con más y mejores estudios
que ayudan a reactivar y reforzar la actual conciencia histórica colectiva de las
poblaciones andinas.
En el nivel descriptivo, el estudio de caso más completo sigue siendo el
ya citado clásico de Condarco (1982) sobre Zárate Willka y su época, ahora en
una segunda edición ampliada. Pero su tratamiento queda todavía demasiado
restringido a lo que ocurría en tomo a La Paz. Demelas (1985), Platt (estudios
inéditos) y sobre todo los diversos estudios, en gran parte inéditos, del Taller de
Historia Oral Andina (THOA) nos están ayudando a comprender la gran mag-
nitud en el espacio (casi todo el mundo colla) y el tiempo (hasta los años 30) de
lo que entonces ocurrió en las comunidades indígenas no sólo como reacción a
la amenaza, sino incluso como una contrapropuesta comunal. (Ver Choque 1984
y 1986ab, Rivera 1984 y en prensa; Conde 1988; THOA 1988; Oaure (1989) .
Más aún, pese a pertenecer en tal momento a dos países, seguía habiendo cierta
continuidad en las protestas a uno y otro lado de la frontera (Gow 1981 ). Fi-
nalmente, René Arze (1988), que ya había incursionado en el tema de la partici-
pación popular en la guerra de la Independencia, ha mostrado la cara oculta de

424 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

la Guerra del Chaco (1932-35), subrayando sobre todo cómo en la región andina
proseguía entonces una guerra interna paralela a cargo de las comunidades; en
su libro incluye también una de las primeras descripciones de la rebelión de
Chayanta en 1927.
En el nivel metodológico la ya citada labor del THOA supone también
un importante salto cualitativo tanto por la incorporación de investigadores de
origen autóctono andino cuanto por su recurso combinado a los documentos de
archivos, de las comunidades y a la historia oral (ver Historia Oral 1986).
Aunque es todavía escaso el material publicado, es bueno citar el nombre de
algunos de esos noveles historiadores aymaras: Ramón Conde, María Eugenia
Choque, Carlos Mamani, Esteban Ticona... En un plano más popular pero no
menos significativo, esta reconstrucción de la cara oculta de la historia andina
reciente va dando lugar a otro tipo de materiales tales como las radionovelas
histórica~ que a su vez han generado concursos de historia oral (ver la recopi-
lación de Qhana 1986; Inda 1987).

5.2 La Reforma Agraria reconsiderada

Un efecto lateral de este mejor conocimiento del período comprendido


entre 1880 y 1935 ha sido lograr una mejor perspectiva para poner a la Reforma
Agraria de 1953 en su contexto cabal.
Esta refonna agraria tuvo la virtud de atraer a los investigadores inter-
nacionales que hasta entonces se habían interesado sólo marginalmente en la
Bolivia andina. En el pasado, los nombres más notables habían sido investiga-
dores europeos, algunos de ellos muy enamorados de nuestro país. El austríaco
Posnansky es el más conocido. Pero hay también los franceses Métraux y Vel-
lard, o el sueco Stig Ryden, por no citar a los diversos estudiosos atraídos por
nuestro Oriente tropical. El principal investigador norteamericano de entonces
fue La Barre. Y el pionero local fue Manuel Rigoberto Paredes, cuya obra
difunde y continúa su hijo Antonio Paredes Candia. Pero en general los interesa-
dos en las culturas andinas centraban su atención mucho más en el Perú.
El cambio de foco obedeció a la refonna agraria de 1953, la segunda del
continente. Desde entonces, llegó literalmente una invasión de politólogos,
sociólogos rurales, historiadores, econoíl}istas y antropólogos de diversos países,
pero sobre todo norteamericanos, todos ellos con un esquema relativamente igual:
¿qué diferencias se ªdvierten entre el período anterior y el posterior a la Re-
forma? Aunque la oleada ha menguado, siguen llegando candidatos doctorales
con planteamientos semejantes.
Las publicaciones surgidas localmente por lo general han estado más
ligadas al quehacer político inmediato, como panegiristas o detractores de los
cambios efectuados en el agro. La principal excepción local, que toma una postura
más académica, es Dandler (1969, 1971, 1975). No voy a detenenne aquí en
revisar esta abundante literatura, que ya ha sido recogida en bibliografías y obras
sintéticas posteriores(2).

No. 2, diciembre 1990 425


Artículos, Notas y Documentos

El énfasis en los cambios operados en tomo a 1953 -~eforma agraria,


sindicalismo campesino, participación política, integración pardal económica y
cultural, etc.- está plenamente justificado. El año 1953 es indudablemente un
nuevo hito, considerado muchas veces por el campesinado como más significa-
tivo que la Independencia de 1825. Pero, gracias a un mejor conocimiento de lo
que había ocurrido antes y de lo que está ocurriendo después, ahora hay nuevas
matizaciones. Sefialemos las principales.

a) Las tres reformas agrarias

Ha sido también Tristan Platt el que mejor ha subrayadq este punto. En


el fondo, la reforma de 1953, según él, no es sino la continuación del proyecto
de 1874 e incluso de 1825 cuyo punto central sería la modernización del agro
mediante la destrucción del modelo de comunidad andina. En 1825, Sucre llevó
a cabo la primera reforma, que afectó sobre todo tierras de Iglesia, pasadas al
fi sco. La segunda reforma, iniciada en 1866 con Melgarejo, reformulada en 1874
con Frías y ejecutada a partir de 1880, fue el golpe más frontal contra las
comunidades y en favor de las haciendas. La de 1953 deshace esas haciendas a
la vez "liberales" y "neofeudales", pero no pretende recomponer las viejas
comunidades sino darles el golpe de gracia transformando a cada uno de sus
miembros en pleno propietario, productor y consumidor, lanzado al libre juego
del mercado sin la mediación comunal.
Hay buena dosis de verdad en esta argumentación aunque caben algunas
matizaciones. La primera es que en la reforma de 1953 estaban en tensión interna
dos concepciones: la arriba señalada y otra que tenía más en cuenta lo comunal-
colectivo, presente por ejemplo en el capítulo dedicado a las comunidades y en
los intentos de lograr cierto continuismo entre el viejo ayllu-comunidad y su
transformación -considerada entonces casi automática- en cooperativas comunales
(Urquidi 1976). Esta tendencia ciertamente no cuajó; pero ello se debió sólo en
parte al predominio de la primera tendencia, como enseguida veremos.

b) Factores de descomposición de la comunidad


Otro hecho que convendrá investigar en mayor detalle era que las pro-
pias comunidades sufrían ya desde tiempo atrás -incluso desde la Colonia (ver
4.2)- un proceso interno de desintegración en la misma línea de la individuali-
zación, diferenciación y minifundización, como resultado combinado del proceso
interno de herencia, migración y penetración del mercado. La reforma de 1953
vino entonces sólo a acelerar un proceso que ya estaba ocurriendo independien-
temente de las decisiones políticas estatales.

c) Efectos bumerang de la reforma de 1953

La reforma agraria ha tenido un efecto lateral no previsto con relación

426 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

a la organización comunal. Por una parte, es evidente que la parcelación indivi-


dual atenta contra algo muy importante del modelo. Pero, por otra, el hecho
mismo de la recuperación de tierras, así como la formación de los llamados
"sindicatos" campesinos, ha hecho que vuelva a brotar la conciencia de ser
comunidad incluso en las ex haciendas. Hoy día, transcurridos 35 años, podemos
decir que la conciencia de ser "comunidad" -en medio del deterioro interno de
dicha institución- está más viva que nunca. La parcelación desandiniza a la
comunidad, pero la recuperación de libertad y la organización en "sindicatos" re-
comunaliza a muchos campesinos. Así lo reconoce la propia organización
campesina cuando en su proyecto de Ley Agraria Fundamental habla de
"comunidades reconstituidas", refiriéndose a las ex haciendas (CSUTCB 1984 ).
Hechos como éste muestran que ya ha llegado el momento de no cen-
trarse tanto en la comparación entre antes y después de la reforma agraria sino
de avanzar al período siguiente, para ver los efectos buscados o no, de aquella
reforma realizada hace más de tres décadas. Han llamado la atención sobre esta
nueva prioridad Albó (1979) y el equipo de CEDLA, particularmente a través de
los varios trabajos de Miguel Urioste (1976, 1984, 1987); aunque -a la luz de lo
dicho- Urioste debería en rigor hablar de la "cuarta" y no de la "segunda"
refom1a agraria.

5.3 Movimientos sociopolíticos rurales desde 1935


Un tercer campo importante de investigación tiene que ver con los
movimientos sociopolíticos protagonizados por el campesinado andino en el último
siglo. El período arriba analizado -de la resistencia de las comunidades frente a
la expoliación de sus tierras- prevaleció sobre todo hasta la guerra del Chaco
(1932-1935). Pero después surgieron nuevos enfoques y liderazgos, paralelos a
los nuevos planteamientos que se hacía el país a partir de la derrota del Chaco.
Podemos dividirlos en dos grandes períodos: el "sindical" y el "neocomunitario",
iniciado éste en tomo a 1980.
El primero es, sin duda, el más largo y debería a su vez dividirse por lo
menos en tres períodos: antes de la Reforma Agraria, durante la Reforma Agraria
del MNR y durante el Pacto Militar-Campesino. Prevalecen primero la movili-
zación para conseguir tierras y después las largas pugnas para consolidar o
dividir la organización campesina que se logró con la movilización anterior.
Sería muy largo referimos aquí en detalle a tantos estudios generados por esta
temática. Muchos de ellos ya han quedado registrados y para otros, remitimos a
las bibliografías de Rivera (1984), Calderón-Dandler (eds. 1984) y Albó-Bama-
das (1990).
En cambio es aún poco lo que se conoce sobre el siguiente período que
se abre hacia 1980. Con el rompimiento del Pacto Militar-Campesino en 1978,
la conformación de partidos indianistas y la creciente pérdida de credibilidad del
MNR y otros partidos que habían fomentado el sindicalismo agrario, las dirigen-
cias campesinas fueron cuestionando el modelo organizativo que hasta entonces

No. 2, diciembre 1990 427


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

habían tenido. En frase de Silvia Rivera, fueron olvidando su '\memoria corta"


para volver a recuperar la "memoria larga" de la lucha multisecular de sus
comunidades frente al Estado.
Ello explica la emergencia del llamado Katarismo, liderado por el
campesinado aymara, y una serie de evoluciones posteriores que van llevando a
un replanteamiento de toda la organización, primero hacia un reconocimiento
más explícito de los ayllus y comunidades andinas y -de ahí- al tema de las
naciones o nacionalidades aymara, quechua, uru, etc.
Este tema va siendo objeto de nuevos estudios. El más comprensivo de
todos ellos es Hurtado (1986), aunque ya no alcanza a cubrir los acontecimientos
más recientes. Son asimismo relevantes Albó (1985c), los últimos capítulos de
Rivera (1984) y sobre todo el final de la tercera edición de Albó-Barnadas
(1990).
Como ejemplo de la persistente actualidad de esta nueva temática,
señalaremos tres publicaciones muy recientes, alimentadas en gran medida por
el propio debate en el seno de la organización campesina. En ellas el tema central
ya no es tanto comprender lo que ocurre en las comunidades, sino lo que debería
ocurrir con un Estado más favorable a ellas; se trata más de propuestas que de
descripciones. (Calla (et al., eds. 1989) se fijan en los aportes a la problemática
de las nacionalidades en las diversas tesis políticas presentadas en un congreso
reciente de la organización campesina; UNIT AS (ed ., 1990) recoge las ponencias
y debates en un seminario posterior reunido en Oruro; y finalmente CIPCA
(1990) lanza una propuesta global coherente a partir de estas y otras experien-
cias.
Para concluir esta sección, me referiré a una nueva veta metodológica,
cada vez más socorrida, que nos ayuda a comprender mejor las perspectivas
menos documentadas de cualquier problemática y movilización campesina. Se
trata de las autobiografías de sus protagonistas, algunos de ellos líderes, otros del
llano. Este nuevo estilo cuenta ya con bastantes ejemplos de campesinos andinos,
como CIDOB 1978; Mejía et al. 1984; Ranaboldo 1987; Condori-Dibbits-Peredo
1988; Encinas-Mayorga-Birhuet 1990; Mejía et al. 1984 y otros menores(3).

5.4 Tareas prioritarias

Varias de las tareas señaladas en la sección colonial son aplicables también


a este nuevo período, con las adaptaciones precisas. Por ejemplo, el funciona-
miento interno de las comunidades y su adaptación a las nuevas situaciones; la
variación en el estilo de autoridad comunal (en que desaparece ya totalmente la
sucesión hereditaria); o el análisis estructural de las rebeliones, más frecuentes
que nunca.
Con la nueva información que se va acumulando se acerca el momento
de elaborar trabajos globales de síntesis a partir de esta perspectiva andina. Es
una necesidad muy sentida, como muestra la fuerte demanda que han tenido los
primeros intentos, a pesar de su carácter muy preliminar (Albó-Bamadas 1984,

428 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

1990; Rivera 1984, reducida al último siglo). Aunque todavía no ha podido ser
publicada (pese a una recomendación del tribunal), merece una mención especial
la tesis del sociólogo Tomás Huanca (1984) que presenta una visión global de
la evolución del ayllu a través del tiempo. El autor, de origen aymara, muestra
al mismo tiempo las transformaciones sufridas por esta institución ancestral y las
posibilidades de que todavía sirva de base para un proyecto aymara.
En estas investigaciones más cercanas en el tiempo resulta altamente
recomendable profundizar la metodología introducida sobre todo por el THOA,
donde es activa la participación de estudiosos de origen andino y de las
comunidades y zonas implicadas. Los investigadores le conceden alta prioridad
al retomo de los resultados a la misma población andina y a sus organizaciones.
Al quedar así involucrados, estos comunarios de base no sólo recuperan su
propia historia e identidad, sino que además pueden adquirir un método de análisis
estructural de su realidad y utilizarlo después en la elaboración de un proyecto
histórico propio. Estas épocas recientes, aún no tan distantes en el tiempo, son
las que mejor permiten trazar un puente entre "recuperar la historia" perdida en
las versiones oficiales y "hacer historia".
Las ya citadas autobiografías de testigos de base, sean o no protagonis-
tas, es también una metodología alternativa que funciona como contrapunto a las
versiones oficiales de la historia, la prensa y otras fuentes ordinariamente con-
troladas por los sectores dominantes de la sociedad. Este camino no pretende
sustituir a los otros, más convencionales, pero ciertamente permite relativizarlos
y complementarlos. Vale la pena continuar en esta línea en la que ya existen
buenos resultados.

6. ESTUDIOS CONTEMPORANEOS

Si nos concentramos en los estudios de la realidad andina actual, se


constata la existencia sobre todo de una doble línea de investigación. Podríamos
· decir que la primera se orienta más al cambio y la segunda, a la recuperación,
enfoques ambos necesarios pero hasta ahora poco articulados entre sí. Hay además
otras líneas complementarias o intermedias a las que dedicaremos las últimas
secciones de este capítulo.

6./ La, línea del cambio.


La primera líñea de trabajo se centra más en las relaciones con la so-
ciedad dominante y en los cambios que éstas generan en nuestra sociedad andina
y rural. Es, en cierta manera, la prolongación de aquella línea de inv~stigación
que se puso de moda después de la reforma agraria de 1953. Podríamos genera-
lizar y afirmar que se trata de una investigación sobre (o a veces, para) la
transformación de la sociedad andina a la sociedad global y la articulación
concomitante. ea gran mayoría de sociólogos rurales, politólogos y economistas
interesados en nuestra problemática andina (ver Bamadas 1987: 408-410) se

No. 2, diciembre 1990 429


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

inscriben en este grupo.


Lo más corriente es que se trate de estudios socioeconórnicos en los que
lo específicamente andino o no entra o sólo se toca de soslayo. As( ocurre con
muchos estudios localizados de diversas instituciones tanto estatales como pri-
vadas. Un caso típico lo constituyen las diversas monografías del Consejo Nacional
de Refonna Agraria, en coordinación con el Land Tenure Center de la Univer-
sidad de Wisconsin; otro, muchos de los estudios socioeconómicos locales reali-
zados por instituciones privadas tales como ACLO, CIDRE, CIPCA o los de-
bates de índole más global promovidos por CEDLA e ILDIS. No es posible
entrar aquí a enumerar ni analizar todos estos estudios, que representan induda-
bles aportes a un mejor conocimiento de nuestra realidad rural. Me limitaré a
aquellos casos en los que la perspectiva que aquí nos interesa ha entrado más de
lleno.
Algunos antropólogos extranjeros se iniciaron y después se comprome-
tieron en la temática andina boliviana a partir de este primer enfoque: el ejemplo
más notable es el del desaparecido antropólogo norteamericano William Carter,
quien a lo largo de los años, junto con el investigador aymara Mauricio Mamani
(1978, 1982) nos dejó el estudio más completo de una comunidad andina actual
-Irpa Chico, La Paz (aymara)- y varios trabajos sobre los usos tradicionales de
la coca; los esposos Buechler ( 1971) han estudiado la ex hacienda Qumpi y
además han sido los primeros en incursionar en la antropología andina urbana
(J.M . Buechler 1972) y en las expresiones simbólico-rituales del cambio (H.
Buechler 1980).
Los autores citado s en el párrafo anterior son excepcionales por la
continuidad del interés que manifiesta por lo boliviano, aun cuando no se trata
de un interés exclusivo. Lo típico, sin embargo, en los extranjeros llegados a
Bolivia guiados por esta p,imera línea de investigación ha sido su posterior
pérdida de contacto con el país; muchas veces los resultados de su interés temporal
en nuestra problemática rural andina ni siquiera han sido asequibles en castellano
o en publicaciones locales. Una razón parece ser que este tipo de investigación
depende demasiado de los intereses co yunturales de instituciones gubernamen-
tales extranjeras que otorgan becas; otra, que al concentrarse menos en la especi-
ficidad andina, tienen otro tipo de interlocutores fundamentales y sienten en-
tonces más la necesidad de enriquecer su experiencia en latitudes más diversi-
ficadas.
Entre los bolivianos iniciados en este enfoque sobresale el ya citado
Jorge Dandler, quien ha desarrollado una interesante línea de investigación que
combina el análisis antropológico, político y económico en la región más evo-
lucionada de Cochabamba. Posterionnente, Dandler ha contribuido al surgimien-
to del Centro de Estudios de la Realidad Económico-Social (CERES) que, du -
rante años, ha agrupado a uno de los equipos interdisciplinarios más completos
de científicos sociales y ha producido publicaciones de alta calidad académica.
Limitándonos a nuestra temática, sobresafen los diversos estudios del agro cocha-
bambino (Blanes 1983, Calderón-Rivera 1984, Florcs-Blanes 1984, Lasema ed.

430 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

1983, entre otros) y sobre todo la obra colectiva La fuerza histórica del campesi-
nado (Calderón-Dandler, eds. 1984, 1986) que, con su análisis de diversas situa-
ciones pasadas y presentes, nos permite ponderar mejor las viabilidades de un
proyecto alternativo para el futuro.
Tienen también un mérito muy particular el ya citado aymara pacefio
Mauricio Mamani y el quechua potosino Juan Tarrico. Ambos se iniciaron como
colaboradores de otros pero poco a poco fueron desarrollando su propia perso-
nalidad como investigadores. Mamani -que siguió asociado a Carter hasta la
muerte de este último- nos ha entregado además varios trabajos ricos por su
experiencia personal sobre tecnologías productivas aymaras (Mamani 1978, 1988;
ver Hatch, ed. 1983). tarrico -que se inició en los estudios del Consejo Nacional
de Reforma Agraria- posteriormente pasó al equipo interdisciplinario de CERES,
donde ha participado en diversas investigaciones sobre Cochabamba tales como,
por ejemplo, aquella sobre la rebelión de Ayopaya en 1947 (con Dandler, 1984).

6.2 La línea de la recuperación andina

Algo más tardíamente, sobre todo a partir de los afios setenta, ha surgido
un nuevo interés en la Bolivia andina por lo que tiene de específico precisamente
como andina. Se trata de una nueva generación, desligada ya de la problemática
de la reforma agraria e interesada más bien en aquellas regiones del país en que
mejor se mantuvieron las comunidades y ayllus. Si los primeros enfatizaban el
cambio y la adaptación a las circunstancias más contemporáneas, éstos buscan
-a través de la etnohistoria, de la historia y del análisis de lo contemporáneo- las
continuidades andinas. También les interesa la acomodación a nuevas situa-
ciones -desde la Colonia hasta hoy- pero examinando en ellas cómo funcionan
la lógica y las estructuras andinas.
De manera directa o indirecta, en Bolivia el principal inspirador de esta
corriente ha sido John Murra, aunque después -dentro de este enfoque global-
cada autor haya desarrollado su propia línea teórica. Otros investigadores con-
sagrados de lo andino -como Rowe, Trimbom o Zuidema- apenas han creado
escuela en Bolivia, tal vez por el mayor interés de éstos por lo Inka y por las
variedades andinas peruanas.
Este segundo conjunto de investigadores, cada vez más numeroso, tiene
un origen más intemacionaJ que el primero y ha mantenido un interés más
permanente en el estudio de nuestra realidad andina. El primer grupo provino de
Gran Bretafia; Tristañ Plan y Olivia Harris. Después se les unieron franceses
(Nathan Wachtel, Thierry Saignes, Thérese Bouysse-Cassagne, Gilles Riviere),
norteamericanos (los esposos Roger Rasnake e Inge Harman, Thomas Aber-
crombie y Mary Dillon), chilenos (los esposos Gabriel Martínez y Verónica
Cereceda) y -por supuesto- bolivianos y bolivianizados, como el equipo de ASUR
(los dos Ramiro Malina y los citados Marúnez-Cereceda), la polifacética Silvia
Rivera, el vasc~-boliviano Xavier Izko o el catalán-boliviano Xavier Albó ...
Es también patente la influencia de este segundo enfoque más andino en

No. 2, diciembre 1990 431


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

algunos historiadores (como Ramiro Condarco), psicólogos (como Fernando Mon-


tes), filósofos (como Javier Medina, promotor de la línea editorial andina de
HISBOL) y en algunos científicos sociales (como Hugo Romero, promotor de un
nuevo esquema de planeamiento andino)(4).
Naturalmente, esta corriente está también muy presente en todos los
investigadores de origen autóctono que a la vez comparten una preocupación
política anticolonial, pertenezcan a la disciplina académica que sea. Esto ocurre
mayormente entre profesionales aymaras, por ejemplo, losJiistoriadores Roberto
Choque, Carlos Mamani y otros vinculados al equipo THOA; los sociólogos
Tomás Huanca y Simón Yampara; muchos colaboradores del boletín Chitakolla
y del tabloide aymara Jayma... por no hablar de otros campos que aquí no
podemos abarcar, como la lingüística, el arte, la medicina natural y tantos otros,
señalados ya en otro trabajo (Sandoval-Albó-Greaves 1987 c.10).
Las dos temáticas en que todo este conjunto de investigadores ha hecho
contribuciones más significativas son la organización social (con sus correlatos
ecológicos) y las estructuras simbólicas. En todo ello, enfatizan la articulación
entre las diversas esferas y niveles y suelen tener muy en cuenta la dimensión
diacrónica.
Por citar un solo ejemplo. es notable el avance que se observa en la
comprensión e interpretación del mundo religioso andino a partir de esta articu-
lación con otras esferas y con una mayor profundidad histórica, si se compara,
por ejemplo, con las descripciones -muy valiosas y completas pero más desar-
ticuladas- de investigadores más antiguos. Contrástese, por ejemplo, Harris-
Bouysse ( 1988) con Tschopik (1951/1968) y Girault (l 960's/1988). Otros aportes
recientes en esta misma temática son Martínez (1987, 1988) -que aplica la
semiótica de Greimas- y Huanca 1990 -a partir del análisis lingüístico del relato
de un yatiri(5) .
Comparado con lo realizado en el Perú, algunos de los campos en que
todavía se ha avanzado poco son los siguientes: la comprensión de la agricultura
y pastoreo andinos (salvo Hatch ed. 1983); la estructura y lógica económica de
la comunidad andina (salvo Harris W87); y -en lo ideológico- en la recolección
y sobre todo análisis de mitos (salvo el audaz intento de Montes 1986).
Pese a la fuer.la mundial de las corrientes feministas y a lo central que
resulta una estructura dual inspirada en la pareja humana, llama también la
atención la carencia de estudios que analicen con el debido detalle la perspectiva
femenina dentro de la sociedad andina. Fuera de Harris (1985) y de algunos
estudios sociopolíticos (por ejemplo, Muñoz 1984, León 1986), se ha publicado
muy poco en este campo. La mayoría de estudios se refieren a la mujer urbana
o no tienen muy en cuenta lo específicamente andino. Como compensación, hay
una rica y creciente producción de testimonios y autobiografías de las propias
mujeres andinas. Por ejemplo, Mejía et al. (1984), THOA (1986), Centro
Chitakolla (1986), Condori et al. (1988), CETHA et al. (1990) ...
Finalmente, hay varios campos de la cultura andina que tienen su propia
identidad y autonomía. Entran aquí, por ejemplo, la medicina -practicada muy

432 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

particulannente por el grupo Kallawaya al norte de La Paz- o los tejidos. En ellos


se ha ido desarrollando una literatura muy abundante tanto dentro como fuera del
país. Por ejemplo, en el primer campo, contamos con las diversas publicaciones
de Loza, Oblitas y del aymara Patzi así como las de investigadores extranjeros
como Bastien y Crankshaw. Y en el campo de los textiles, el reciente volumen
de la incansable Teresa Gisbert (et al. 1987) y -en el exterior- obras como las
de Girault (1967), Wasserman-Hill (1981) Medlin (1983) y Femenias et al. (1987).
Tanto los trabajos prácticos de recuperación, dirigidos por Verónica Cereceda en
Chuquisaca, como el reciente litigio internacional sobre el robo de tejidos ritua-
les del ayllu Quruma ha mostrado el gran potencial que este mundo artístico
tiene para la reafirmación de la identidad émica (Bubba et al. 1990).

6.3 Enfoques complementarws


En principio, entre los dos enfoques señalados no debería haber oposi-
ción sino complementariedad. Por eso mismo, en cada corriente existe cierta se-
lección espontánea de temas y regiones. La primera corriente se ha fijado más
en los valles de Cochabamba y en áreas de ex haciendas, mientras que la segunda
se concentra más en áreas de ayllus de Potosí y Oruro. Pero en conjunto existe
cierta tendencia a que cada corriente ignore demasiado a la otra.
Por eso merecen mención especial aquellos que han tendido puentes
entre ambas. A veces se trata de cierta evolución, como Mauricio Mamani que
empieza por la primera corriente pero con los afios se va acercando a la segunda;
o Ricardo Godoy, que tiene más bien un. proceso inverso. En otros, el mismo
diseño tiene algo de puente, como en Frank Cajka (1979) que en un área de
haciendas de Cochabamba (Tiraque) busca precisamente cómo se modificaron
los mecanismos andinos de reciprocidad antes y después de la reforma agraria,
o María Lagos (1988) que, en la misma región, busca también la relación dia-
léctica entre reciprocidad y diferenciación social a raíz de los procesos de re-
forma agraria.
Hay además unas pocas instancias en que se ha buscado el diálogo entre
las dos tendencias. Una de las más significativas la constituyen los tres encuen-
tros internacionales patrocinados por el Social Science Research Council(6).
En un nivel más aplicado -y con menos referencia bibliográfica- algunas
ONGs y coordinadoras de ONGs constituyen también a veces instancias propi-
cias para el encuentro entre tendencias, por su carácter interdisciplinario y por
la necesidad de combinar planteamientos teóricos o de educación popular con
programas concretos de acción. Así han surgido, por ejemplo, diversas propues-
tas para combinar dialécticamente las tecnologías andinas con otras nuevas, sobre
todo en el área productiva; relacionar la salud andina y la occidental; articular
la identidad étnica y las luchas clasistas frente al estado; etc. En casi todos los
casos, ha emergido nuevamente la comunidad -a la vez indígena y campesina-
como la instancia indispensable y privilegiada para cualquier acción, tanto en
Bolivia como en el Sur del Perú(7).

No. 2, diciembre 1990 433


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

No faltan tampoco tensiones en estos intentos de diálogo entre tenden-


cias inter- e incluso intrainstitucionales. Un caso célebre implicó a una insti-
tución, a la agencia de financiamiento, a una coordinadora interinstitucional y a
un equipo consultor-evaluador para ver si debía apoyarse al ayllu o al sindicato
campesino en el Norte de Potosí.
Pero lo más corriente es que en los programas concretos de acción muchas
veces las presiones provenientes de agencias financiadoras, que buscan resulta-
dos visibles a plazos previstos, tienden a decantar el enfüque hacia las inno-
vaciones más modernas y economicistas. Por ese mismo motivo, resulta más
difícil aún lograr el equilibrio en instituciones oficiales, tanto locales como inter-
nacionales. Pero incluso allí llegan ocasionalmente pequeñas iniciativas que tienen
más en cuenta lo andino; por ejemplo, la ya citada recopilación de Hatch (ed.
1983) sobre tecnologías andinas tradicionales o el actual programa de Educación
lntercultural Bilingüe de UNICEF.

6.4 El andino no-campesino

Queda un área tem ática cada vez más importante que no encaja fácil -
mente en las clasificaciones precedentes. A sabe r, las adaptaciones de lo andino
a circunstancias nuevas, poco tradi cionales, sobre todo fuera del sector rural. Me
fijaré en cuatro escenarios: el mundo minero, la ciudad, la colonización en la
frontera agrícola y la presencia de nuevas reli giones.

Mundo minero

Son varios los antropólogos que recientemente se han interesado por


describir la vida de los mineros act uales, cuya articulación con el mundo y las
comunidades andinas es de un estilo totalmente distinto al de los tiempos de la
mit'a colonial. Ahora, a diferencia de entonces, hacerse minero implica cierta
ruptura o siquiera distanciamiento con la identid ad andino-campesina anterior:
los mineros se sienten más "civilizados", es decir, más incorporados a la so-
ciedad dominante, aunque sea para combatirla como proletariado organizado.
Así lo muestran, entre otros, Harris-Albó (1984) y los testimonios más directos
de Juan Rojas (Rojas-Nash 1976) -más antropológico-, Domitila Chungara (Chun-
gara-Viezzer 1977) y Filcmón Escobar (l 986), más políticos.
Las numerosas publicaciones de June Nash en los años 70 sentaron la
base de lo que Guillermo Delgado (1987: 17) ha caracterizado como una "antro-
pología de la minería". En ella resulta central esa transición de la cultura andina
a un medio ambiente en que pasa a primer plano la dependencia, la explotación
y la acción político-sindical.
Simultáneamente, pese a estos cambios, la vida en la mina sigue man-
teniendo muchos elementos andinos , particularmente en todo lo relacionado con
la búsqueda y recogida de mineral, muy asociada a las fuerLas interiores del
mundo de abajo-adentro, hoy llam adas "tíos" y "diablos". Así lo han mostrado

434 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

en contextos distintos Nash (1970, 1979) -base etnográfica indirecta para las
controvertidas teorizaciones de Taussig (1980)- y Platt (1983). Nash llega a
afirmar que en esta base cultural andina, expresada en interior mina, está la raiz
de la fuerza política de los mineros; en otro contexto, Wachtel (1976) ha plan-
teado algo semejante a propósito de los "diablos" del Carnaval en la ciudad
minera de Oruro.
Los estudios antropológicos de las minas bolivianas tienen muchas
dimensiones y posibilidades. Si Nash se concentró en la gran minerla estatal, su
discípula Widerkeher (1975) muestra más bien lo que ocurre cuando dichas
empresas pierden productividad y son recuperadas por "cooperativas" mineras,
más estratificadas que cooperantes. Godoy (1981, 1988) a su vez fue el primero
en analizar a fondo lo que ocurre en minas chicas, mucho más ligadas a la vida
de los ayllus del contorno. Finalmente, Delgado (1987) logra proponer una visión
comparativa más global, aunque limitada a las minas estatales.

La ciudad

Otro sector de análisis es el del andino urbano, estudiado en Bolivia


sobre todo con referencia al aymara urbano, puesto que La Paz -la principal
concentración urbana del país- es a la vez Chukiyawu Marka, la capital indiscu-
tible del mundo aymara. No se trata sólo de un fenómeno contemporáneo. Saignes
(1985) incluye ya un capítulo sobre la dualidad La Paz/Chukiyawu en los albores
del período colonial y Barragán (1990) sigue encontrando un vigoroso dualismo
en la misma ciudad durante el siglo XIX.
Limitándonos al período contemporáneo, el tema ha estimulado diversos
estudios del equipo Albó-Greaves-Sandoval (1982-1987; Sandoval et al. 1978;
Albó 1990). En ellos se hace una caracterización general de La Paz/Chukiyawu,
con especial referencia a la emergencia y configuración de esta sociedad y cultura
aymara urbana y a las nuevas formas de relación de los "residentes" -los inmi-
grantes aymaras, en este caso altiplánicos- con las comunidades de las que pro-
ceden.
Más específicamente, lo andino-urbano ha sido objeto de estudios par-
ticulares en el campo ritual: Buechler (1980), con técnicas parecidas a las de los
sociolingüistas, analizó las modificaciones que ocurren en diversas fiestas para
marcar el nuevo prestigio de los "residentes" urbanos; Albó-Preiswerk (redac-
tores, 1986) se fijan en la fiesta urbana-andina del Gran Poder; y el Carnaval de
Oruro es también objeto de estudios comparables (Guerra 1970, Abercrombie, en
preparación). Pero otros ejemplos notables de celebraciones andino-urbanas -como
las fiestas de alasitas en La Paz y en muchos otros lugares, o la nueva fiesta de
Urqupiña en Cochabamba- no han sido aún objeto de estudios en profundidad.
Otro campo urbano-andino que merecería análisis más pormenorizado es
el socioeconó1!1ico. Hay algunos estudios del mundo comercial popular (J-
M.Buechler 1912, más otros estudios recientes inéditos; Donoso 1981); otros
estudios hacen referencias ocasionales a estrategias andino-urbanas de super-

No. 2, diciembre 1990 435


Artículos, Notas y Documentos

vivencia alimentaria (Prudencia 1985, Franqueville-Aguilar 19~8 y sobre todo


Johnsson 1986) o de organización (Sandoval-Sostres 1989). Pero"' en conjunto se
trata de un campo aún poco explorado, a pesar de su indudable importancia ante
la tan necesaria articulación entre lo urbano y lo rural.

Colonización
El tercer escenario -la colonización en nuevos asentamientos de la fron-
tera agrícola- sigue siendo rural pero suele implicar una notable ruptura con el
mundo tradicional andino, tanto por los nuevos contextos y ecologías en que se
realiza como por la nueva cosmovisión que allí se fomenta.
La mayor continuidad y complementariedad con la cultura original se da
en las áreas de colonización -antigua y reciente- dentro del departamento de La
Paz. Allí los inmigrantes aymaras suelen mantener bastantes vínculos con sus
lugares de origen. La parte asentada desde antiguo -los Yungas- ya no mantiene
la fonna tradicional de acceso a varios pisos ecológicos y más bien se incorporó
desde antiguo al mercado, sobre todo de coca. De esta forma, ha desarrollado su
estilo propio de cultura aymara, el cual ha sido objeto de varios estudios (CIPCA
1976, 1977; M.B . Leons 1966). La coexistencia allí de aymaras y negros crea a
su vez fonnas especiales de relaciones sociales, mediatizadas sobre todo a través
del compadrazgo, estudiadas por William Leons (1972, 1976).
Fuera de esta región específica, la inmensa mayoría de estudios sobre
nuevas áreas de colonización suelen limitarse a aspectos socioeconómicos con
sólo alusiones muy pasajeras a la dimensión cultural(8). Las principales ex-
cepciones con Stearman (1987), centrada en las relaciones interétnicas entre
"coll as" (= andinos) y "cambas" (= cruceños) en el Norte de Santa Cruz); los
esposos Weil (1980) y Hess -interesados en las estrategias de supervivencia del
recién llegado-; y Gill (1987), uno de los pocos estudios con amplias referencias
a la sociedad global en que se inserta el nuevo colonizador.
El boom de la coca en los nuevos asentamientos del Chapare ha sido
objeto de muchos documentos y estudios sobre todo por parte de las agencias
antinarcóticos. Pero no se ha publicado hasta ahora ningún estudio que se con-
centre en los aspectos culturales del fenómeno.

Nuevas religiones

Finalmente, el cuarto escenario tiene que ver con el impacto cultural de


las nuevas form as religiosas en el mundo andino. Aquí ya no me refiero a evo-
luciones dentro de la religiosidad tradicional -como las nuevas celebraciones
andinas en ámbitos mineros o urbanos- sino más bien a la fuerte crisis que sufre
todo el mundo simbólico religioso andino ante el impacto de nuevos proselitis-
mos religiosos de tipo iconoclasta, muy particularmente diversas sectas de índole
cristiana u oriental. Este impacto se deja sentir en el campo pero cobra aún
mayor fuerza cuando llega a ambientes urbanos donde la crisis de lo tradicional

436 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

andino queda reforzada por muchos otros factores.


Riviere (1982, 1987) ha analizado la penetración del pentecostalismo
chileno en un sector fronterizo rural orureño muy tradicional. Este hecho, más
las jugosas ganancias del contrabando, acaban por decretar allí la muerte de las
divinidades tradicionales, reestructurando tanto el universo simbólico como las
relaciones sociales.
Por otra parte Juliana Stroebele (1988) se ha concentrado en el análisis
de una congregación adventista en un barrio popular urbano. Pese al carácter
fundamentalista y políticamente conservador de este grupo concreto, la autora no
encontró allí asidero para confinnar su hipótesis inicial de una política explícita
de penetración norteamericana por la vía de las sectas. Subraya más bien la re-
constitución de un perdido sentido de "comunidad" en tomo a la nueva fe . El
título del libro -Indios de piel blanca- expresa a su vez las contradicciones en
la identidad de estos grupos que, sintiéndose muy aymaras, se inspiran en un
modelo de sociedad blanca, si no "gringa".
Hay en Bolivia numerosos casos de nuevas colonias fundadas inicialmente
por miembros de detenninada congregación que con este éxodo esperan desarro-
llar mejor allí su utopía de sociedad. Por eso abundan en colonización nombres
bíblicos como Nazaret, Paraíso, Nueva Israel, etc. Con los años, la dinámica de
colonización suele ir igualando estas nuevas comunidades a las del contorno, sin
que llegue a realizarse el sueño inicial . Pero este proceso no ha recibido hasta
ahora la atención de ningún investigador.

7. ALGUNOS PLANTEAMIENTOS PRIORITARIOS

El panorama presentado en estas páginas está ya repleto de sugerencias


explícitas o implícitas sobre necesidades prioritarias en la temática que aquí nos
interesa. Estas van desde el fortalecimiento institucional de las facilidades de
formación e investigación, hasta propuestas más puntuales para comprender mejor
tal o cual aspecto de nuestra realidad. No voy a repetir aquí los puntos que se
han ido concretando en las páginas precedentes. Más bien, me concentraré en
dos líneas de índole más general que me parecen fundamentales para todo el con-
junto: la nécesidad de un enfoque interdisciplinario y la de una investigación-
acción participativa.

7.1 lnvestigaciof!eS interdisciplinarias


En nuestro recuento ha resultado muchas veces irrelevante averiguar si
los estudios reseñados habían sido realizados o no por antropólogos. Lo impor-
tante era juzgar si nos ayudaban a comprender mejor determinados aspectos de
la realidad compleja y unitaria de esas poblaciones de cultura andina.
Por el carácter englobante de la cultura, cualquier dimensión se colorea
de una determmada cultura, en nuestro caso andina, y -por tanto- cualquier es-
tudio de caso ganará en precisión y utilidad en la medida en que tenga en cuenta

No. 2, diciembre 1990 437


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

estas particularidades. El ideal es, pues, que sea cual fuere el tema, se incluya
una dimensión "etno-". En otras palabras, si se buscan investigadones realmente
útiles, éstas deberían tender a ser interdisciplinarias o -como dicen los anglo-
sajones- "hyphenated".
Esta necesidad se da en todos los campos, pues en todos ellos es nece-
sario conjugar la experiencia y la sabiduría tradicional local con los nuevos
avances llegados de otras partes, hacia la búsqueda de una nueva síntesis. El
avance de los pueblos andinos debe cimentarse en sus raíces para, desde ellas,
seguirse proyectando y abriendo a los nuevos desafí9s del futuro. Pero aquí sólo
me fijaré en algunos campos en los que la colaboración interdisciplinaria es más
prometedora y urgente.
Hasta hoy los vínculos más fructíferos en esta dirección se han dado
entre historiadores y antropólogos. Desde una y otra vertiente, han ido aumen-
tando los estudios etnohistóricos, que nos ayudan a comprender los procesos de
cambio en lo "andino". Los contactos son, en cambio, más débiles en las otras
ciencias sociales, salvo tal vez por parte de antropólogos que han incursionado
en las cercanas disciplinas de la sociología rural y la políúca campesina-india-
nista . Sin embargo, son muchas las búsquedas actuales que se beneficiarían de
un ma yor intercambio entre las diversas ciencias sociales tales como la antropo-
logía, la sociología, las ciencias políticas y el derecho.
Las páginas precedentes nos han recordado ejemplos como el vasto debate
sobre la relación entre organización sindical y comunal; o una nueva formulación
de las rel ac iones entre clase y etnia, o entre etnia, nación y estado; o -finalmente-
el futuro de una identidad cultural (étnica y nacional) ante los procesos mi gra-
torios a coloni / ación y, sobre todo, a los centros urbanos.
Otro campo importante pero virgen es el diálogo entre antropólogos y
juristas. En el diálogo académico, Bolivia está a la zaga de otros países como
México y Perú y su legislación es mucho más anticuada que la de otros países
con menor problemática indígena como, por ejemplo, Brasil. Sin embargo, este
diálogo es indi spensable tanto para una mejor comprensión de lo que los ju ristas
llaman derecho consuetudinario como para la elaboración de leyes que permitan
la incorporación propia y la plena realización de cada grupo cultural en el concierto
de países sin que ello implique la pérdida de su propia identidad.
Si consideramos la dimensión cultural de un proyecto histórico popular,
hay también un gran potencial en los estudios interdisciplinarios entre antropólo-
gos y los especialistas en ciencias religiosas, incluidos los teólogos. Se va
superando ya el debate estéril sobre qué es barniz de qué entre los elementos de
la religión andina original y los traídos por el cristianismo europeo. De esta
fonna , empieza a ser posible analizar los límites y las potencialidades del com-
ponente religioso tal como se da de hecho en los pueblos andinos actuales. Tam-
bién aquí existe la doble dimensión: comprensión de la realidad y potencial
reli gioso de la cultura andina y reconocimiento de esta religión propia por parte
de las religiones dominantes. Con frecuencia, el mundo de las creencias es uno
de los últimos baluartes del colonialismo, incluso en sectores de iglesia que, por

438 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

lo demás, se sienten muy solidarios con la causa indígena. Aunque tardíos, hay
últimamente avances en este campo pero es aún mucho el camino por recorrer
tanto en el nivel teórico y académico como en la práctica.
Pero el diálogo más difícil y a la vez el más indispensable es el que
tendría por interlocutores a la antropología (aquí, idealmente, agrupada con las
demás ciencias sociales) y a la economía (con las ciencias tecnológicas).
La base de cualquier participación sólida de los pueblos andinos, hoy
marginados, en la sociedad y el Estado es que tengan fuerza económica. Para ello
no pueden limitarse a recuperar en todo su vigor las tecnologías tradicionales,
por mucho que hubieren sido adecuadas en su momento histórico y encierren una
sabiduría y unas intuiciones aún mal aprovechadas con vistas al futuro. Tampoco
sería un camino apropiado limitarse a copiar sin más lo llegado de otras partes,
por mucho que sea el último grito de la técnica. La fórmula debe pasar por un
diálogo serio y creativo entre estas dos fuentes de conocimiento, no sólo para
cotejar y, en lo posible, compaginar dos fuentes tecnológicas sino también para
asegurar que el avance en poder económico no destruya sino más bien consolide
la cohesión e identidad de estos pueblos andinos.

7.2 Investigación participativa para la acción

En las páginas precedentes hemos visto tres tipos y estilos de investiga-


ción sobre la realidad andina boliviana: la académica (hasta ahora más en manos
de extranjeros), la orientada a una acción (sobre todo a cargo de instituciones no
gubernamentales), y la más incipiente, en manos de investigadores de origen
cultural andino. En cada uno de estos estilos se puede advenir el pro y el contra ,
pero entre los tres podrían y deberían complementarse. Surgiría así un fecundo
diálogo entre los que miran/actúan/viven esta realidad andina.
Los académicos, sobre todo extranjeros, tienen la ventaja inicial de un
mejor acceso a recursos y facilidades, mayor holgura de tiempo y el suficiente
distanciamiento para poder analizar en frío y dar una visión más global. Pero
corren el riesgo de encerrarse en su torre de marfil y considerar sólo a sus
colegas como interlocutores válidos. Por eso, sus interpretaciones resultan con-
ceptualmente coherentes y pulidas pero a veces quizás algo artificiales porque no
llegan a manejar todas las variables de una realidad más compleja.
A los promotores, en cambio, no les queda más remedio que manejar
todas las variables. ~l test para ellos no es la crítica teórica del colega sino su
eficacia para incidir en la realidad. La validez de su enfoque tendrá que ver,
naturalmente, con el modelo de cambio que se propongan, pues no siempre sus
propuestas resultan favorables a la población que se supone beneficiaria. Pero su
mayor riesgo es más bien el inmediatismo y el activismo sin suficiente análisis.
En realidad, por restricciones de presupuesto o de enfoque, son pocas las insti-
tuciones de promoción que incluyan un equipo y facilidades de investigación y
menos aún las "'cuenten con un equipo interdisciplinario.
Los andinos autoinvestigadores de su realidad tienen la ventaja de vivir

No. 2, diciembre 1990 439


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

la misma cultura que estudian, por lo que tienen más claves para interpretarla.
Además, en su mayor parte se interesan en su mundo para hacer nuevas propues-
tas a la sociedad propia y global. Pero suelen tener menores recursos y menor
formación académica y más dificultades para un análisis desapasionado. Des-
criben antes que analizar. Y, por su cercanía emocional, corren el peligro de ver
sólo lo que desean ver, idealizando los rasgos positivos de lo que les pertenece
y ocultando el lado negativo.
Las ventajas y las limitaciones de cada estilo podrían en gran medida
neutralizarse si se recurriera a un mayor intercambio entre los tres grupos. El re-
sultado sería una investigación inevitablemente abocada a una acción. Pero ya no
por el clásico enfoque de una "investigación aplicada" sino por un permanente
cotejo dialéctico entre las diversas perspectivas.
En realidad, sería muy oportuno agregar un cuarto participante e inter-
locutor, las propias poblaciones "estudiadas", usando para ello las diversas técni-
cas de la llamada investigación participativa, entre las que figuran historias ora-
les, autodiagnósticos, sociodramas y el retorno de los resultados para su crítica ..).
Esto rebasa los límites de la mera participación pasiva -ser interrogados u obser-
vados- o de la clásica observación participante del antropólogo. El "observado"
deja de ser tal gracias a la participación activa y se convierte en coautor pleno
de la búsqueda. De esta fomia, no sólo se superan lagunas sino que también se
modifica el disefio global y se hace que varie la asignación de prioridades. Y es
más fácil que el investigador extraño -por calificado que esté profesionalmente-
llegue por fin a ocupar su verdadero rol: el de apoyo, y no el de protagonista.

Xavier Albó
CIPCA
Casilla 283
La Paz, Bolivia

440 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

NOTAS

(1) Existen además otras bibliografías especializadas como la de Flores Ochoa (1983) sobre
pastores de auquénidos, la de Briggs (1979) sobre lengua aymara o la más antigua de Albó-
Cárdenas (1974) sobre la parte rural del departamento de La Paz.
(2) Por ejemplo, las bibliografías del Land Tenure Center de la Universidad de Wisconsin,
y Albó 1979.
(3) No faltan tampoco ejemplos del sector minero: Rojas-Nash 1976; Nash-Roca 1976; Chun-
gara-Viezzer 1977.
(4) Remito a la bibliografía para una muestra que no llega a ser exhaustiva de las contribuciones
más significativas _de estos autores.
(5) Para una visión más enciclopédica de publicaciones recientes sobre el universo religioso,
remito a Berg (1985, 1990), no sin dejar constancia explícita de la voluminosa y muy bien
presentada obra de la médico psicóloga lna Rosing (1987s) sobre el ritual Kallawaya
(6) Harris-Larson-Tandeter, eds. 1987; Stern, ed. 1987; Moreno-Salomon, eds. en prensa.
(7) Ver Albó 1989b y los recientes debates en Revista Andina: De la Cadena 1986, Izko 1986,
Cotlear 198.8, Kervyn-CEDEP 1989.
\
(8) Ver la bibliografía de Blanes-Flores 1982.

No. 2, diciembre 1990 441


Albó: Lo andino en Bolivia

BIBLIOGRAFIA

ABERCROMBIE. Thomas A.
1986 The JX)litics of sacrifice: An Aymara cosmology in action. Chicago:
University of Chicago. (Tesis doctoral en antroJX)logía, ms.).

AGUILO, Federico
1982 Enfermedad y salud según la concepción aymaro-quechua. Sucre:
ACLO.
AGUILO, Federico
1987 Aru y puquina. Cochabamba: !ESE-Portales.

ALBO, Xavier
1976 Esposos, suegros y padrinos. La Paz: CIPCA. Epílogo de Mauricio
Mamani (la. ed., 1974).

1979 ¿Bodas de plata? O requiero por una reforma agraria. La Paz: CIPCA
(2a. ed., 1983).

1980 Lengua y sociedad en Bolivia 1976. La Paz: INE.


,.
\ Idiomas, escuelas y radios en Bolivia. Sucre: ACLO-UNIT AS. 3a. ed.
1981
actualizada (la. ed. 1974).

No. 2, diciembre 1990 443


Artículos, Notas y Documentos

1984a "Bases étnicas y sociales para la participación aymara". En Fernando


Calderón y Jorge Dandler, comp., Bolivia: La 'fuerza histórica del
campesinado. La Paz: CERES-UNRISD, pp. 401-444.
1984b "Etnicidad y clase en la gran rebelión Aymara/Quechua: Kataris,
Amaros y bases, 1780-1781 ". En Femando Calderón y Jorge Dandler,
comp., Bolivia: La fuerza histórica del campesinado. La Paz: CERES-
UNRISD.
1985a Desafíos de la solidaridad aymara. La P~: CIPCA.

1985b "Pacha Mama y Q'ara: el aymará ante la opresión de la naturaleza y


de la sociedad". Estado y Sociedad (La Paz) 1.1 : 73-88.

1985c "De MNRistas a Kataristas: Campesinado, estado y partidos, 1953,


1953-1980". Historia Boliviana (Cochabamba) 5:87-128. (Versión
inglesa algo modificada, en Stem, ed. 1987).

1987a "El sinuoso camino de la identidad aymara". Boletín del Instituto de


Estudios Aymaras (Chucuito) 25 : 4-39 (Nueva versión en prensa,
Quito, Abya Yala).
1987b "¿Por qué el campesino qhochala es distinto?" Cuarto Intermedio
(La Paz) 2: 43-59 .

1989a "A experiéncia religiosa aymara". En Marzal, Manuel, cd., O rostro


indio de Deus. Petrópolis, RJ: Vozes. (Versiones castellanas en prensa,
Quito y Lima).
1989b "La comunidad, germen de una nueva sociedad". En Emiliano Ortega,
ed., Estrategias de desarrollo agrorural con participación cam-
pesina. UNRISD-CEPAL. Santiago de Chile.

1990 "La Paz/Chukiyawu: las dos caras de una ciudad". Trabajo presentado
al Seminario Regional Cultures in Latin American Cities, mayo
1990, Austin, Texas.(En vías de publicación).
ALBO, Xavier, ed.
1988 Raíces de América: El mundo Aymara.Alianza Editorial y UNESCO.
Madrid.

ALBO, Xavier y BARNADAS, Josep M.


1990 La cara india y campesina de nuestra historia. CIPCA-UNITAS.
La Paz (3a. edición ampliada; la. ed. 1984 ).

ALBO, Xavier y equipo CIPCA


1972 "Dinámica de la estructura intercomunitaria de Jesús de Machaca".
América Indígena 32.3: 773-816.

ALBO, Xavier y Víctor Hugo CARDENAS


1974 Bibliografía comentada del departamento de La Paz. CIPCA. La
Paz.

ALBO, Xavier y CARTER, William


1988 "La comunidad aymara: un mini-estado en conflicto". Xavier Albó,

444 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

ed., Ralees de América: El mundo Aymara. Alianza Editorial y


UNESCO. Madrid.

ALBO, Xavier, GREA VES, Tomás y SANDOV AL, Godofredo


1982-1987 Chuklyawu, la cara aymara de La Paz. CIPCA. (Cuadernos de
Investigación CIPCA N°s. 20, 22, 24 y 29). La Paz.

ALBO, Xavier, LIBERMANN, Kitula, GODINEZ, Armando y PIFARRE, Francisco


1989 Para comprender las culturas rurales de Bolivia. Ministerio de
Educación, CIPCA, UNICEF.La Paz.

ALBO, Xavier y PREISWERK, Matías (reds.)


1986 Los señores del Gran Poder. Centro de Teología Popular. La Paz.
ALLPANCHIS
1989 "20 años con el mundo andino". Núm. 34, commemorativo. (Incluye
índice 1969-1989).

ANNALES . Economies, Sociétés, Civilisations (Paris).


1978 Nº 33 . 5-6. Número spécial. Anthropologie historique des sociétés
andines. John Murra et Nathan Wachtel. (Versión castellana: Madrid,
Alianza Editorial, en prensa).
ARZE, René D.
1979 Participación popular en la Independencia de Bolivia. OEA . La
Paz.
ARZE, René D.
1988 Guerra y conílictos sociales. El caso rural boliviano durante el
conflicto del Chaco. CERES. La Paz.

ASSADOURIAN, Carlos Sempat


1982 El sistema de la economía colonial. Mercado interno, regiones y
espacio económico. Instituto de Estudios Peruanos. Lima.

ASSADOURIAN, Carlos Sempat


1989 "La despoblación indígena en Perú y Nueva España durante el siglo
XVI y la formación de la economía colonial." Historia Mexicana
38.3: 419-453 .

ASSADOURIAN, Carlos Sempat, BONILLA, Hcraclio, MITRE, Antonio, PLATT, Tristan


1980 Minería y espacio económico en los Andes: Siglos XVI-XX. IEP.
Lima.
BARNADAS, Josep
1987 Introducción a los estudios bolivianos contemporáneos, 1960-1984.
Manual de Bibliografía. Centro de Estudios Rurales andinos "Bar-
tolomé de Las Casas." (Archivos de Historia Andina Nº 6). Cusco.

BARRAGAN, Rossana
1990 Espacio urbano y dinámica étnica. La Paz en el siglo XIX. HISBOL.
La Paz.
BARSTOW, Jean"'R.
1979 An Aymara Class Structure, Town and Community In Carabuco.

No. 2, diciembre 1990 445


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

University of Chicago. (Tesis doctoral en antropología, ms.). Chi-


cago. \
BASTIEN, Joseph
1978 Mountaln of the Condor. West Publishing. Minnesota.

1982 "Exchange between Andean and Western Medicine". Social Sclence


and Medicine (London) 16: 795-803.

1983 Las plantas medicinales de los Kallawayas. Unidad Sanitaria y


Proyecto Concem. Oruro.
(En prep.). "Andean body concepts." American Anthropologist.
BERG, Hans van den
1980-88 Material bibliográfico para el estudio de los aymaras, callawayas,
chipayas, urus. ISET. 5 vols. Cochabamba.

1985 Diccionario religioso aymara.CET A, IDEA. !quitos.

1990 La tierra no da así nomás..., ISET. ( 1a. cd., Amsterdarn, CEDLA,


1989). Cochabamba.
BLANES, José
1983a Bolivia: agricultura campesina y los mercados de alimentos.
CERES. Cochabarnba.
1983b De los valles al Chapare: Estrategias familiares en un contexto de
cambios. CERES. Cochabamba.

BLANES, José y FLORES, Gonzalo


1982 Bibliografía comentada sobre el trópico cochabambino. CERES.
La Paz.
BOCCOLINl, R. y R. JIMENEZ
1979 "Estadísticas de contribución indígena en Bolivia, 1770-1902."
Seminario de Historia Rural Andina, 2 vols. policopiados). Lima.

BOLETIN CHITAKOLLA Desde 1982. La Paz.

BOUYSSE-CASSAGNE, Thérese
1976 "Tributos y etnias en Charcas en la época del virrey Toledo". His-
toria y Cultura, 2: 97-113 . La Paz.

1987 La identidad aymara: Aproximación histórica (siglo XV, siglo


XVI). HISBOL. La Paz. (Tesis original en francés: París, EHESS,
1980).
1988 Lluvias y cenizas: Dos pachacuti en la historia. HISBOL. La Paz.

BOUYSSE-CASSAGNE, Thérese, HARRIS, O!ivia, PLATT, Tristan, y CERECEDA, Verónica


1987 Tres reflexiones sobre el pensamiento andino. HISBOL. La Paz.

BRIGGS, Lucy T.
1979 "A Critica! Survey of the Literature on the Aymara Language." Latín

446 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

American Research Revlew 14.3: 87-106.

BUBBA, Cristina, CRUZ, Pío, MENDIETA, Damián y ROMERO, Justo


1990 "A propósito de las culturas: los textiles de Coroma". Unitas 11: 4-
7. La Paz.
BUECHLER, Hans
1980 The Masked Media. Mouton, Toe Hague.

BUECHLER, Hans y Judith M.


1971 The Bolivian Aymara. Holt, Rinehart & Winston. New York.
BUECHLER, Judith-Marie
1972 Peasant marketing and social revolution in the state of La Paz.
University of Syracuse. (fesis inédita de M.A.). Syracuse.
BURGA, Manuel
En prensa "Del taqui sagrado al 'masha' profano: El simbolismo andino". En
Reproducción y transformación de- las sociedades andinas, siglos
XVI-XX.(Título aproximado). Frank Salomon y Segundo Moreno,
eds. Abya Yala. Quito.

CABALLERO, Geraldine B. de
1977 "Los antiguos pobladores de Cochabamba y la repartición de tierras
por el inca Wayna Capac." Canata 10: 143-153. Cochabamba.

CADENA, Marisol de la
1986 "Cooperación y mercado en la organización comunal andina." Revista
Andina . 6.1: 31-58. (Ver debate en pp. 100-130).
CAJIAS, Femando
1983 "Los objetivos de la revolución indígena de 1781. El caso de Oruro."
Revista Andina 1.2: 407-28.
CAJKA, Frank
1979 "Peasant Commercialization in the Serranias of Cochabamba, Bo-
livia. University of Michigan. (fesis doctoral inédita). Ann Arbor.

CALANCHA, Antonio de la y TORRES, Bernardo de


1638/1974-78 Crónica moralizadora. 6 vols. Prado Pastor. Lima.

CALDERON, Femando y DANDLER, Jorge, eds.


1984 Bolivia: la fuerza histórica del campesinado. CERES-UNRISD.
(Reeditado también en Ginebra, UNRISD-CERES, 1986). La Paz.

CALDERON, Femando y RIVERA, Alberto


1984 La cancha: Una gran feria campesina en la ciudad de Cochabamba.
CERES. (Ver además versión previa, policopiada, más completa). La
Paz.

CALLA, Ricardo, ~osé E. PINELO y Miguel URIOSTE, eds.


1989 CSUTCB: Debate sobre documentos políticos y asamblea de
comunidades. CEDLA. La Paz.

No. 2, diciembre 1990 447


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

CARDENAS, Víctor Hugo


1988 "La lucha de un pueblo". En Xavier Albó, ed. 1988. Raíces de
América: El mundo Aymara. Alianza Editorial y UNESCO, Madrid,
495-532.

CARTER, William
1983 Ensayos científicos sobre la coca. Juventud. La Paz.

CARTER, William y MAMANI, Mauricio


1978 Uso tradicional de la coca en Bolivia. tstudio multidisciplinario.
Informe final. USAID-MUSEF. La Paz.

1982 Irpa Chico. Individuo y comunidad en la cultura aymara. La Paz:


Juventud.

CENTRO CHIT AKOLLA


1986 La mujer en el mundo andino. Chitakolla. La Paz.

CERECEDA, Verónica
1978 "Sémiologie des tissus andines: Les talegas d'[sluga." Annales 33.5-
6: 1017-35.

1988 "Aproximaciones a una estética andina: de la Belleza al Tinku." En


Xavier Albó, ed. Raíces de América: El mundo aymara. Alianza
Editorial y UNESCO, Madrid, 283-355.

CETHA, ESA, CIPCA, Parroquia, Grupos de Mujeres


1990 "Autodiagnóstico de la mujer machaqueña". Qurpa (Jesús de
Machaca): Equipo de la mujer (Policopiado) .

CIDOB
1978 "Darío: Un campesino antes y después de la Reforma Agraria."
CIDOB. (Serie "Los campesinos opinan"). La Paz.

CIPCA
1976 Yungas, los otros aymaras. CIPCA. La Paz.

1977 Coripata. Tierra de angustias y cocales. CIPCA. La Paz.

1990 Campesinado y proyecto histórico popular. Aportes para una


propuesta. CIPCA. (Edición provisional). La Paz.

CIS (Centro de Investigaciones Sociales)


1978 Factibilidad sociocultural y perspectivas de la vivienda rural. CIS.
La Paz.
CLAURE, Karen
1989 Las escuelas lndigenales: Otra forma de resistencia comunaria.
HISBOL. La Paz.
CONDARCO, Ramiro
1978 "Reflexiones acerca del eco-sistema vertical andino." Avances 1: 65-
74.

448 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

1983 Zárate, el "temible" Wlllka. Historia de la rebelión indígena de


1899 en la república de Bolivia. s.e. 2a ed. ampliada. La Paz. (la.
ed. 1966, La Paz).
CONDE, Ramón
1988 "El movimiento indio Kasikal y la Iglesia (1910-1930)." Cristia-
nismo y Sociedad, 97: 57-72.

CONDORI, Ana María, DIBBITS, Ineke y PEREDO, Elizabeth


1988 Nayan uñatawi. Mi despertar. HISBOL-TAHIPAMU. La Paz.

COOK, Noble D.
1981 Demographic Collapse. lndian Peru 1520-1620. Cambridge Uni-
versity Press. Cambridge.

(En prensa) "The Death of Huayna Capac and the Impact of Disease in the Fall
of the Inca Empire". En Verena Stolcke y Juan Martínez Alier, eds.
Nuevas perspectivas de la conquista de América. Barcelona.

COTLEAR, Daniel
1988 "Cambio institucional, derechos de propiedad y productividad en las
comunidades campesinas". Revista Andina 6.1: 7-66. (Incluye de-
bate).

CRANKSHAW, Mary E.
1980 Changing Faces o; the Achachilas: Medica! Systems and Cultural
ldentity in a Highland Bolivia Village. Un.iversity of Massachussctts.
(Tesis doctoral inédita). Amherst.
CROSBY, Alfred W.
En prensa "The Black Lcgend". En Verena Stolcke y Juan Martínez Alier, eds.
Nuevas perspectivas de la conquista de América. Barcelona.

CSUTCB
1984 Proyecto de ley agraria fundamental. La Paz: Confederación Sindi-
cal Unica de Trabajadores Campesinos de Bolivia.

CHOQUE CANQUI, Roberto


1979 "Las haciendas de los caciques Guarachi en el Alto Perú (1673-1734)".
América Indígena 39.4: 733-748.

1980 "Cacicazgo aymara (siglos XVI y XVII): Pacajes, Omasuyo, Sicasica."


Historia 13: 1-19.

1984 "La escuela indigenal (1905-1938)." Instituto de Investigaciones


Históricas UMSA. (Reproducido en Jayma, La Paz, 6-8, 1985-86).
La Paz.

1986a "De la defensa del ayllu a la creaciónde la República del Qollasuyu:


Historia del movimiento indígena de Bolivia (1912-1935)". 111
Encuentro de Estudios Bolivianos. Historia y evolución del movi-
"\ miento popular. Portales-CERES. Cochabamba.

1986b La masacre de Jesús de Machaca. Chitacolla. La Paz.

No. 2, diciembre 1990 449


Artículos, Notas y Documentos

1987 "Los caciques aymaras y el comercio en el Alto Pení". En Olivia


Harris, B. Larson y E. Tandeter, eds., La particl-paclón indígena en
los mercados surandinos. CERES, Cochabamba, 357-377.

1989 Historia de Machaca. CIPCA y Satawi (policopiado). La Paz.

CHUNGARA, Domitila y Moema VIEZZER


1977 Si me permiten hablar ...Testimonio de Domitila, una mujer de las
minas de Bolivia. Siglo XXI. (Existen numerosas ediciones posterio-
res en la misma editorial, y también en otros varios idiomas.) México.

DANDLER, Jorge
1969 El sindicalismo campesino en Bolivia: Los cambios estructurales
en Ucureña. Instituto Indigenista Interamericano. México. (2a. ed.
Cochabamba: CERES, 1983).

1975 "Campesinado y reforma agraria en Cochabamba (1952-1953):


Dinámica de un movimiento campesino en Bolivia. C[PCA. La Paz.
(Resumen de tesis doctoral, Universidad de Wisconsin, 1971; repro-
ducido en Caldcrón-Dandler, eds . 1984).

DANDLER, Jorge y TORRICO, Juan


1984 "El Congreso Nacional Indígena de 1945 y la rebelión campesina de
Ayopaya (1947)." En F. Calderón y J. Dandler, eds., Bolivia: la
fuerza histórica del campesinado. CERES. Cochabamba.
DELGADO, Guillenno
1987 Articulations of Group l.dentity and Class Formation among the
Bolivian Tin Miners. The University ofTexas. (fesis doctoral inédita).
Austin.

DEMELAS, Marie-Danielle
1985 "Jacqucries indiennes, politique créole. La guerre civilc de 1899."
Caravelle 44: 91-111.

DILLON. Mary y ABERCROMBIE, Thomas


1984 "The Destroying Crist: An Aymara Myth of Conquest." Trabajo
presentado al simposio From History to Myth in South America.
Encuentro Anual de la American Anthropological Association.

DONOSO, Susana
1981 Comercio, acumulación y reproducción. UMSA (Tesis inédita de
licenciatura). La Paz.

ENCINAS, Enrique, MA YORGA, Femando y BIRHUET, Enrique


1989 Jinapuni. Testimonio de un dirigente campesino. HISBOL. La Paz.
ESCOBAR, Filemón
1986 La mina vista desde el guardatojo. CIPCA. La Paz.

ESPINOZA SORIANO, Waldemar


1972 "Copacabana del Collao. Un documento de 1548 para la etnohistoria
andina". Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos 1.1: 1-
16.

450 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

1981 "El reino aymara de Quillaca-Asanaque. Siglos XV y XVI." Revista


del Museo Naclonal 45: 175-274.

FE Y PUEBLO Revista del Centro de Teología Popular. La Paz (desde 1983) :


Nº 13: "Religión aymara y cristianismo", agosto 1986.
Nº 14: "Sectas, pentecostalismo y religiosodad popular", nov . 1986.
Nº 18: "Religión aymara liberadora", nov. 1987.

FEMENIAS, Blenda, M.A. MEDLIN, L.A. MEISH y E. ZORN


1987 Andean Aesthetics. Textiles oí Peru and Bolivia. University of
Wisconsin. Museum of Art. Madison.

FLORES, Gonzalo y BLANES, José


1984 ¿Dónde va el Chapare? CERES.Cochabamba.

FLORES OCHOA, Jorge


1983 "Pastoreo de llamas y alpacas en los Andes: Balance bibliográfico".
Revista Andina 1.1: 175-218.

FRANQUEVILLE, André y AGUILAR, Gloria


1988 El Alto de La Paz: Migraciones y estrategias alimentarias en Bo-
livia. ORSTOM-INAN. La Paz

GILL, Lesley
1987 Peasants, Entrepreneurs, and Social Change: Frontier Develop-
ment in Lowland Bolivia. Westview Press. Boulder.

GIRAULT, Louis
1967 Textiles boliviens. Région de Charazani. Musée National d'Histoire
Naturelle. (Catalogues du Musée de l'Homme).Paris.

1987 Kallawaya, Curanderos itinerantes de los Andes. UNICEF-OPS-


OMS. La Paz.

1988 Rituales en las regiones andinas de Bolivia y Perú. CERES, MUSEF,


QUIPUS. La Paz.

GISBERT, Teresa
1980 Iconografía y mitos indígenas en el arte. Gisbert. La Paz.

GISBERT, Teresa, ARZE, Silvia y CAilAS, Martha


1987 Arte textil y mundo andino. Gisbert. La Paz.

GODOY, Ricardo
1981 From lndian to Mlner and Back Agaln. Small Scale Mining in the
Jukumani Ayllu, Northern Potosí, Bolivia. Ph.D.Dissertation. Colum-
bia University. New York.

1988 Peasant Minlng In Highland Bolivia. Harvard Institute for Intema-


tional Development. Cambridge, Mass.

GOLTE, Jürgen ..
1980 ' Repartos y rebeliones. Tupac Amaru y las contradicciones de la
economía colonial. Instituto de Estudios Peruanos. Lima.

No. 2, diciembre 1990 451


Artículos, Notas y Documentos

GORDILLO C., José M. y JACKSON, Robert H.


1987 "Mestizaje y procesos de parcelización en la ~tructura agraria de
Cochabamba. (El caso de Sipe-Sipe en los siglos XVIII-XIX)". HISLA
10: 15-36.

GOW, Rosalyn C.
1981 Yawar Mayu: Revolution in the Southern Andes 1860-1980. Ph.D.
Dissertation. University of Wisconsin. Madison.

GRIESHABER, Erwin G.
1980 "Survival of lndian Communities in Nineteenth-century Bolivia: a
Regional comparison." Journal of Latin American Studies (Londres)
12.2: 223-269. (Resumen de tesis doctoral, North Carolina, 1977).

GUERRA. Alberto
1970 Antología del Carnaval de Oruro. Quelco. 3 vols. Oruro.

1977 El tio de la mina. Una sobrevivencia de la mitología andina. Im-


prenta lndgraff. Oruro.

HARMAN, Ingc M.
1987 Collective Labor and Rituals of Reciprocity in the Southern
Bolivian Andes. Comell University. llhaca, N.Y. (fesis doctoral
inédita).

HARRIS, Olivia
1983 "Los muertos y los diablos entre los laymi de Bolivia". Chungará
11 : 135-152.

1985 "Complcmcntaricdad y conflicto. Una visión andina del hombre y la


mujer." Allpanchis 25: 17-42.

1987 " El parentesco y la economía vertical en el ayllu Laymi, Norte de


Potosí." En Economía Etnica. HISBOL. (Versión original inglesa
en David Lehman, ed. 1982). La Paz.

HARRIS, Olivia y ALBO, Xavier


1984 Monteras y guardatojos. Campesinos y mineros en el Norte de
Potosí. CIPCA. La Paz. (2a. ed. ampliada; la. ed., 1975).

HARRIS, Olivia y BOUYSSE-CASSAGNE, Thérese


1988 "Los tres pacha en el pensamiento andino del siglo XX". En Albó,
Xavier, ed. Raíces de América: El mundo Aymara. Alianza Edi-
torial y UNESCO, Madrid: 217-282.

HARRIS, Olivia, LARSON, Brooke y T ANDETER, Enrique


1987 La participación indígena en los mercados subandinos. Estrate-
gias y reproducción social, siglos XVI a XX. CERES. La Paz.

HATCH, John. ed.


1983 Nuestros conocimientos. Prácticas agropecuarias tradicionales en
Bolivia. Tomos 1 y 2. MACA, AID, ROS . La Paz. (Con la colabo-
ración de Mauricio Mamani).

452 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

HESS, David
1980 Plonnerlng In San Julian. A Study of Adaptive Strategy Formation
by Migrant Farmers in Eastern Bolivia. University of Pinsburgh. Ph.
D. Dissertation. Pittsburgh.
HIDALGO, Jorge
1983 "Amaros y Cataris: Aspectos mesiánicos de la rebelión indígena de
1781 en Cusco, Chayanta, La Paz y Arica." Chungara 10: 117-138.
HISTORIA ORAL Carrera de Sociología. UMSA. Número 1, 1986. La Paz.
HUANCA, Tomás
1984 La desestructuración de los espacios socio-económicos andinos en
el altiplano lacustre: agresión colonial o resistencia comunitaria.
UMSA. (fesis inédita en sociología). La Paz.
1989 El yatlrl en la comunidad aymara. CADA. La Paz.
HURTADO, Javier
1986 El Katarismo. HISBOL. La Paz.
ILLJMANI Nº 8-9, 1976.Casa de la Cultura. Número especial sobre la venta de
tierras de comunidades. La Paz.
IMAÑA, Teodoro
1973 "De lo pasional en la vida de los caudillos indígenas de 1780."
Historia y Cultura 1: 125-142.
INDA, Lorenzo
1987 "Nuestra historia sobre los urus de Irohito". Cartilla popular. Qhana.
La Paz.
IZKO, Xavier
1986 "Comunidad andina: Persistencia y cambio". Revista Andina 4.1:
59-99. (Ver debate: 100-129).

IZKO, Xavier y MOLINA, Ramiro


1986 Tiempo de vida y muerte. CONAPO-CIID. Cochabamba. (Existe
adaptación a video del grupo Nicobis).
JAYMA
1982 Vocero del pueblo aymara.
JOHNSSON, Mick
1986 Food and Culture among Bollvlan Aymara. Symbolic Expressions
of Social Relations. Uppsala Studies in Cultural Anthropology, Nº 7.

KERVYN, Bruno y equipo del CEDEP Ayllu


1989 "Campesinos y acción colectiva: la organización del espacio en
comunidades de la sierra sur del Perú." Revista Andina 7.1: 7-81.
(Incluye debate).
,.
KLEIN, Harriet, MANELIS, E.
1973 "Los urus: El extraño pueblo del altiplano". Estudios Andinos 3.1:

No. 2, diciembre 1990 453


Artículos, Notas y Documentos

129-149.
\

LAGOS, María Laura '


1988 Pathways to Autonomy, Roads to Power: Peasant-ellte Relations
In Cochabamba (Bolivia) 1900-1985. Columbia University. Ph. D.
Dissertation. New York.

LAND TENURE CENTER (University of Wisconsin)


1964 "Bibliography of the Agrarian Reform: Bolivia." (Existen apéndices
posteriores).
LANGER, Erick
1989 Economic Change and Rural Resistance In Southern Bolivia, 1880-
1930. Stanford University Press. Stanford, Cal.

LARSON, Brooke
1983 Explotación agraria y resistencia campesina en Cochabamba.
CERES. Cochabamba.

1988 Coloniallsm and Agrarian Transformation in Bolivia: Cocha-


bamba, 1550-1900. Princeton University Press. New Jersey.
LASERNA, Roberto, ed .
1983 El poder de las regiones. CERES. Cochabamba.

LECOQ, Patricc
1988 "Una ruta 'de la sal" en el sud boliviano. Informe del viaje de
trueque anual de una caravana de llamas." Revista del Museo Nacional
de Etnografía y Folklore 1: 163-216.
LEHMAN, David, ed.
1982 Ecology and Exchange in the Andes. Cambridge University Press .
Cambridge.
LEON, Rosario
1986 Mujer, campesina, ciudadana. CERES. La Paz.

LEONS, Madeleine B.
1966 Changing Pateros of Social Stratification in an Emergent Boli-
vian Community. UCLA . Ph. D. Dissertation. Los Angeles.

LEONS, William
1972 Dimensions of Pluralism in a Changlng Communlty. Pennsylvan-
nia State University~ Ph. D. Dissertation. Philadelphia.

1976 "Las relaciones étnicas de una comunidad micro-racial en los Yungas


bolivianos". Estudios Andinos 4.2: 161-177).

LOZA, Carmen B.
1987 "Etnohistoria. Introducción". En J.M. Bamadas, Introducción a los
estudios aymaras contemporáneos, Centro de Estudios Rurales
Andinos "Bartolomé de Las Casas", Cusco: 75-78.

LOZA, Gregario
1977 Esbozo de medicina aymara. La Paz.

454 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

MACCORMACK, Sabine G.
1982 "Antonio de la Calancha, un agustino del siglo XVII en el Nuevo
Mundo". Bulletln Hlspanlque 84.1-2: 60-94.

1984 "From the Sun of the Incas to the Virgin of Copacabana".


Representations (Berkeley) 8: 30-60.
MAMANI, Carlos
1989 De la masacre de Taraco a la propuesta de "Renovación de Bo-
livia" de Eduardo Nina Quispe (1870-1936). (Publicación en prepara-
ción). THOA. La Paz.

MAMANI, Mauricio
1978 "El chuño: Preparación, uso, almacenamiento." En Roger Ravines,
ed., Tecnología andina. Instituto de Estudios Peruanos, Lima: 227-
239.
1988 "Agricultores a los 4000 metros". En Albó, Xavier, ed., Raíces de
América: El mundo Aymara. Alianza Editorial y UNESCO. Madrid:
75-128 .

MARTINEZ. Gabriel
1987 Una mesa ritual en Sucre: aproximaciones semióticas al ritual
andino. HISBOL. La Paz.

1988 "Los dioses en los cerros de los Andes ." Revista del Museo Nacional
de Etnografía y Folklore 1: 123-162.
MCEWEN, William y equipo RISM
1975 Changing Rural Society. A Study of Communities in Bolivia.
Oxford University Press . New York.
MEDLIN, Mary Ann
1983 Awayqa Sumaj Calchapi. Weaving, Social Organization, and
ldentity in Calcha, Bolivia. North Carolina. Ph. D. Dissertation.
Chapel Hill.

MEIKLEJOHN, Norman
1988 La Iglesia y los Lupaqas durante la Colonia. Instituto de Estudios
Aymaras y Centro de Estudios Rurales Andinos "Bartolomé de Las
Casas". Cusct>.
MEilA, Lucía de et al
1984 Las hijas de Bartolina Sisa. HISBOL. La Paz.

MICHAUD-PORTUGAL, Jacqueline
1987 "Embarazo y parto en el norte de Pacajes." Reunión anual de etnolo-
gía. MUSEF, La Paz: 355-362.
MIRACLE, Andrew
1976 The Effects oí Cultural Perception on Aymara Schoollng. Univer-
sity of Florida. Ph. D. Dissertation. Gainesville.
,.
' Ramiro
MOLINA BARRIOS,
1982 "Formas tradicionales de organización social y actividad económica

No. 2, diciembre 1990 455


Artículos, Notas y Documentos

en el medio indígena boliviano." Anuario Indígena (México) 42: 71-


108. \

1985 Ver Platt-Molina 1985.

MOLINA RIVERA, Ramiro y OV ANOO, Alfredo


1985 "Los Harneros y la sal." Video. Nicobis. La Paz.

1986 "Tiempo de vida y muerte." 2 videos. Nicobis. (Ver Izko-Molina).


La Paz.

MONAST, Jacques
1972 Los Indios aymaraes. Lohlé. Buenos Aires.
MONTES, Femando
1986 La máscara de piedra. Simbolismo y personalidad aymaras en la
historia. Quipus. La Paz.

MORENO, Segundo.
Ver Salomon y Moreno, eds.

MUÑOZ, Blanca
1984 "La participación de la mujer campesina en Bolivia: Un estudio del
Altiplano". En Femando Calderón y Jorge Dandler, eds., Bolivia: la
fuerza histórica del campesinado. CERES. La Paz: 361 -400.
MURRA, John Y.
1970 "Current Research and Prospccts in Andean Ethnohistory". Latín
American Research Review 5.1: 3-36. (Versión castellana en Revista
del Museo Nacional 35: 124-158).

1972 "El control vertical de un máximo de pisos ecológicos en la economía


de las sociedades antiguas" en Ortiz de Zúñiga, Visita a Huánuco.
Universidad Nacional Hennilio Valdizán. Huánuco.

1972-75 "Un reino aymara en 1567". Pumapunku 6: 87-92; 9:31-49. (Original


inglés en Ethnohistory, 15, 1968).

1975 Formaciones económicas y políticas del mundo andino. Instituto


de Estudios Peruanos. Lima.

1977 "La correspondencia entre un capitán de la mita y su apoderado en


Potosf'. Historia y Cultura 3: 450-58.

1988 "El aymara libre de ayer". En Xavier Albó, ed., Raíces de América:
El mundo aymara. Alianza Editorial y UNESCO. Madrid: 51-73.
NASH, June
1970 "Mitos y costumbres en las minas nacionalizadas de Bolivia." Estu-
dios Andinos 1.3: 69-82.

1979 We Eat the Mines and the Mines Eat Us: Dependency and Explo-
tation in Bolivian Tin Mines. Columbia University Press. Nueva
York.

456 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

NASSE, Karin
1986 "La situación de la mujer campesina en el área del programa": Riego
Altiplano-Valle (firaque-Prov. Arani, Cochabamba, Bolivia). Informe
Preliminar. Proyecto IBTA-GTZ.

OBLITAS POBLETE, Enrique


1963 Cultura Callawaya. Talleres Gráficos Bolivianos. (2a. ed. La Paz,
Camarlinghi, 1978). La Paz.

1969 Plantas medicinales de Bolivia. Farmacopea boliviana. Los Amigos


del Libro. Cochabamba-La Paz.

1971 Magia, hechicería y medicina popular boliviana. Isla. La Paz.

O'PHELAN, Scarlcn
1988 Ln siglo de rebeliones anticoloniales: Perú y Bolivia 1700-1783.
Centro de Estudios Rurales Andinos "Bartolomé de Las Casas". Cusco.
(fesis doctoral original en inglés: Londres 1982).

PAREDES C., Antonio


1968-69 Antología de tradiciones y leyendas bolivianas. Camarlinghi. 3
vols . La Paz.

1987 Tradiciones de Bolivia. Editorial Popular. La Paz.

PAREDES, Rigobcrto
1970 El arte folklórico de Bolivia. Camarlinghi. La Paz.

1975 Mitos, supersticiones y sobrevivencias populares en Bolivia.


Biblioteca del Sesquicentenario de la República. La Paz. (Edición
original, 1920; otras ediciones: La Paz, Isla).

PATZl, Félix
1983a Plantas medicinales del Qullasuy-Bolivia. Medicina andina .
INMENAQUBOL. La Paz.

1983b La naturaleza cura a base de plantas medicinales. Wiñay qulla


amawt'a aymaranakana q"ichuanakana qullasawa. INMENAQUBOL.
La Paz.

PEREIRA, David
1987 "Arqueología". En J.M. Bamadas, Introducción a los estudios
aymaras contemporáneos. Centro de Estudios Rurales Andinos
"Bartolomé de Las Casas". Cusco : 45-49.

PLATT, Tristan
1976 "Espejos y maíz: Temas de la estructura simbólica andina." CIPCA.
La Paz. (Nueva edición de 1980 en Enrique Mayer y Ralph Bolton,
eds. Parentesco y Matrimonio en los Andes. Universidad Católica.
Lima: 139-182.

1981
"' "El papel del ayllu andino en la reproducción del régimen mercantil
simple en el Norte de Potosí." América Indígena 41.4: 665-728.

No. 2, diciembre 1990 457


Artículos, Notas y Documentos

1982 El ayllu andino y el estado boliviano. Instituto de Estudios Perua-


nos. Lima. \

1983 "Religión andina y conciencia proletaria. Qhuyaruna y ayllu en el


norte de Potosí." HISLA 2: 47-74.

1988 "Pensamiento político aymara." En Xavier Albó, ed., Raíces de


América: El Mundo Aymara. Madrid: 365-444.

PLATI, Tristan y Ramiro MOLINA B.


1985 "Aspectos de la articulación del. pequeño productor campesino del
norte de Potosí con el complejo urbano minero." En Estudio socio-
económico de los centros mineros y su contorno espacial. Minis-
terio de Trabajo y Banco Mundial. Vol. 5. La Paz.

POSNANSKY, Arthur
1945-57 Tiahuanacu: La cuna del hombre americano. Augustin. 4 vols.
New York y La Paz.

POSNANSKY, Manuel
1968 "El altiplano: un sistema ecológico mal comprendido." Sociedad de
Ingenieros Agrónomos de Bolivia. La Paz.

PRESTON, David
1978 Farmers and Towns. Rural-Urban Relations in Highland Boli\'ia.
Geo Books. Norwich (Inglaterra) .

PRUDENCIO, Julio
1985 La situación alimentaria en Bolivia: Determinantes y perspecti-
vas. Buitre-CERES. Cochabamba.

P"AXSI, Rufino
1983 !\1edicina andina y popular. Medicina Natural. s/e. La Paz/Qulla-
suyu.

QHANA, recopilador
1986 Concurso de cartillas. La Paz. (Parcialmente reproducidas en la serie
"Historia étnica" de HISBOL, La Paz).

RAMOS GA VILAN, Alonso


1621/1976 Historia de Nuestra Señora de Copacabana. Academia Boliviana
de Historia. La Paz.

RANABOLDO, Claudia
1987 El camino perdido. Chinkasqa ñan. Armat thaki. Biografía del
líder campesino kallawaya Antonio Alvarez Mamani. SEMTA. La
Paz.

RASNAKE, Roger N.
1982 The Kurahkuna of Yura: lndigenous Authorities of Colonial
Charcas and Contemporary Bolivia. Comell University. Ph. D.
Dissertation. lthaca.

1988 Domination and Cultural Resistance. Authority and Power among

458 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

an Andean People. Duke University Press. Durham, North Carolina.

RIVERA CUSICANQUI, Silvia


1978 "El mallku y la sociedad colonial en el siglo XVII: El caso de Jesús
de Machaca." Avances 1: 7-27.

1979 " Estructura Agraria Contemporánea y Efectos a largo plazo de la


Reforma Agraria boliviana". En Estructura Agraria en Boliva.
Instituto Nacional de Antropología. La Paz.

1984 Oprimidos pero no vencidos. Luchas del campesino aymara-


qheshwa, 1900-1980. CSUTCB-HISBOL. La Paz. (Reeditado tam -
bién en Ginebra, UNRISD, 1985).

En prensa " Pedimos la revisión general de límites : Un episodio de incomunica-


ción de castas en el movimiento de caciques- apoderados de los Andes
bolivianos, 1919-1921." En Salomon, Frank y Segundo Moreno, cds .
Reproducción y transformación de las sociedades andinas, siglos
XVI-XX. Abya Yala. Quito. (Título aproximado).
RIVTERE, Gillcs
1982 Sii baya: Structures socio-économiques et représentations sym-
holiques dans le Carangas, Bolivie . Ecole des Hautes Etudes des
Sciences Sociales. Th. de Doctoral. Paris.
I

198 7 '·Cambios soci ales y pentecostalismo en un a co munidad aymara." Fe


y Pueblo 14 : 24-30.

1988 '' Dualismo y cuatripartición en Carangas" . Revista del Museo


~acional de Etnografía y Folklore 1: 67 -122.

ROJAS , Juan y NASH, June


1976 He agotado mi vida en la mina . Nueva Visión. Buenos Aires. (2a.
ed., México, Nueva Imagen).

ROMERO, Hugo
1986 Planeamiento andino. HISBOL. La Paz.

ROSING, !na
1987 Die Verbannung der Trauer. (Llaki wijch'uña). Franz Grcno.
Nordlingen. (Serie Mundo Ankari, vols. I y II. (o tros 7 volúmenes y
la versión castellana, en preparación).

R YN, Zdzislaw
1981 Los Andes y la medicina.Instituto Nacional de Antropología. La
Paz.

SAIGNES, Thierry
1978 "De la filiation ala résidence. Les ethnies dans les vallécs de Larccaja".
Annales 33.5-6: 1160-1181.

1980 "\ "Las emias en el valle de Chuquiago (La Paz). Historia 14: 1-13 .

1983a "Políticas émicas en Bolivia colonial, siglos XVI-XIX". Historia

No. 2, diciembre 1990 459


Artículos, Notas y Documentos

Boliviana 3.1: 1-30.


SAIGNES, Tlúerry
\
.
1983b "¿Quiénes son los Kallawaya? Notas sobre un enigma Histórico".
Revista Andina 1.2: 357-384.

1985 Los Andes orientales. Historia de un olvido. IFEA-CERES. Lima-


Cochabamba.
SALCEDO, Mario
1986 Un herbolario de Ch'ajaya devela sus secretos. SENPAS. La Paz.
SALOMON, Frank
1982 "Andean Ethnology in the 1970's: A Retrospective." Latín Ameri-
can Research Review 17 .2: 75-128.

SALOMON, Frank y MORENO, Segundo, eds.


En prensa Reproducción y transformación de las sociedades andinas, siglos
XVI-XX. Abya Yala. Quito .(fítulo aproximado) .
SANCHEZ ALBORNOZ. Nicol ás
1978 Indios y tributos en el Alto Perú. Instituto de Estudios Peruanos.
Lima.
SANDOV AL, Godofredo, ALBO, Xavier y GREA VES, Thomas
1978 Ojje por encima de todo . Histori a de un centro de residentes ex
campesinos en La Paz. CIPCA. La Paz.

1987 Chukiyawu, la cara aymara de La Paz. vol. 4, Nuevos lazos con


el campo. CIPCA. La Paz.

SANDOV AL, Godofredo y SOSTRES, Femanda


1989 La ciudad prometida: pobladores y organizaciones sociales en El
Alto. lLDlS -Systema. La Paz.
SIMMONS, Roger
1974 Paica and Pucara. University of California Press. Berkeley.

SMITH, Clifford T.
1970 "Depopulation in the Central Andes in the 18th Century." Current
Anthropology 11: 453 -64 (Con debate. Versión castellana en Revista
del Museo Nacional. Lima, 25: 77-91 , 1966-67).
STEARMAN, Allyn
1987 Camba y colla. Juventud. La Paz.

STERN, Steve J., ed


1987 Resistance, Rebellion and Consciousness in the Andean Peasant
World: 18th to 20th Centuries. University of Wisconsin Press.
Madison.

STOLCKE, Stolcke y MARTINEZ ALIER, Juan, eds.


En prensa Nuevas perspectivas de la conquista de América. Barcelona.

STROEBELE-GREGOR, Juliana
1989 Indios de piel blanca. Evangelistas fundamentalistas en Chukiyawu.

460 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

HISBOL. La Paz.

T ANDETER, Enrique y WACHTEL, Nathan


1984 Precios y producción agraria. Potosí y Charcas en el siglo XVIII.
CERES. Cochabamba.
T AUSSING, Michael
1980 The Devil and Commodity Fetichism in South America. Toe
University of North Carolina Press. Chapel Hill.

THOA
1986 Mujer y resistencia aymara. Historia y memoria . HISBOL. La
Paz.

1988 El indio Santos Marka T'ula: cacique principal de los ayllus de


Callapa y apoderado general de las comunidades originarias de la
República. Taller de Historia Oral Andina. (la. ed., 1984). La Paz.

TORERO, Alfredo
1970 "Lingüística e historia de la sociedad andina." Anales científicos de
la Universidad Agraria . 7.3-4: 231-64.

1974 El quechua y la historia social andina. Universidad Ricardo Palma.


Lima.

1987 "Lenguas y pueblos altiplánicos en tomo al siglo XVI." Revista


Andina 5.2: 329-406. (Con debate.)

TSCHOPIK, Harry
1968 Magia en Chucuito. Instituto Indigenista Interamericano. México.
(Original inglés, New York, 1951 ).

UMSS
1977 "Repartimiento de tierras por el Inca Huayna Capac". Departamento
de Historia, Universidad Mayor de San Simón. Cochabamba. (Poli-
copiado).

UNITAS, ed.
1990 Realidad pluricultural en el occidente boliviano y su desafío para
las IPDS. UNITAS. La Paz.

URIOSTE, Miguel
1976 La economía del campesinado altiplánico en 1976. Universidad
Católica. La Paz.

1979 "Algunos aspectos sobre la organización económica del campesinado


del Altiplano norte de Bolivia". En Estructura Agraria en Bolivia.
Instituto Nacional de Antropología. La Paz.

1984 El estado anti-campesino. CEDLA. La Paz.

1987
"\ Segunda reforma agraria: campesinos, tierra y educación popu-
lar. CEDLA. La Paz.

No. 2, diciembre 1990 461


Artículos, Notas y Documentos

URQUIDI, Arturo
1976 Temas de reforma agraria. Juventud. La Paz. '...

VALENCIA, Alipio
1962 El Indio en la Independencia. Ministerio de Educación. La Paz.

VALLE DE SILES, María Eugenia


1977 "Tupac Katari y la rebelión de 1781. Radiografía de un caudillo
aymara." Anales de Estudios American_?s 34: 633-64.

1980 Testimonios del cerco de La Paz: El campo contra la ciudad. Ultima


Hora. La Paz.

VALLE DE SILES, María Eugenia, ed.


1981 Ver Díez de Medina.

VELLARD, kan-Albert
1949-51 "Contribution a l'étude des indiens Uru ou Kot'suñs." Travaux de
l'Institut Fran1,ais d'Etudes Andines 1: 14-21 O; 2: 51-88; 3: 3-39.
(Ver también los nn . 6, 7 y 8).

WACHTEL, Nathan
1973 "Compte-rendu de mission en Bolivie". Paris. (Versión abreviada:
"Le dualisme chipaya. Cmpterendu de mission". Boletín del Insti-
tuto Francés de Estudios Andinos, 3.3: 55-65).

1976 Los vencidos. Los indios del Perú frente a la conquista española
(1530-1570). Alianza Editorial. Madrid. (Original francés: La vision
des vaincus. Gallimard. Paris 1972).

1981 "Los mitima del valle de Cochabamba: La política de colonización de


Wayna Capac." Historia Boliviana 1.1: 21-57.

1988 "Hombres del agua: El problema uru. Siglos XVI-XVII". Revista


del Museo l\"acional de Etnografía y Folklore 1: 217-258. (Versión
original francesa, en Annales 1978).

1990 Le retour des ancetres. Les Indiens Urus de Bolivie XX•-XV[• siccle.
Essai d'histoire régressive. Editions Gallimard, Paris.

WASSERMAN, Tarnara E. y HJLL, Jonathan S.


1981 Bolivian Indian Textiles. Traditional designs and costumes. Dover.
New York.

WEIL, Connie
1980 The Adaptiveness of Tropical Settlement in the Chapare of Bo-
livia. Columbia University. Ph. D. Dissertation. New York.

WEIL, James E.
1980 The Organization of Work in a Quechua Pionner Settlement:
Adaptation of Highland Tradition in Lowlands of Eastern Bo-
livia. Columbia University. Ph. D. Dissertation. New York.

462 Revista Andina, Año 8


Albó: Lo andino en Bolivia

WEST, Terry
1981 Sufriendo nos vamos: From a Subsistence to a Market Economy
in an Aymara Community of Bolivia. New School for Social
Research. Ph. D. Dissertation. New York.

WIDERKEHER, Doris
1975 Bolivia's Nationalized Mines: A Comparison of a Cooperative
and State Managed Community. New York University . Ph . D.
Dissertation. New York.

"
\

No. 2, diciembre 1990 463


Artículos, Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - -

'

111 COLOQUIO del Grupo de Trabajo


Historia y Antropología Andinas
(CLACSO)

Tradición
y Modernidad
en los Andes

Cochabamba del 23 al 27 de julio de 1991

Informes: CBC, Centro Bartolomé de Las Casas


Apartado 14-0087, Lima 14 - Perú
Apartado 477, Cusco-Perú

464 Revista And ina, Año 8


Modelos de org~nización del
espacio:
Un acercamiento a Bolivia <1>

Jean-Paul Deler
RESUMEN

Desde algunos años se desarrolla en Francia un método de análisis


geográfico basado en la utilización de modelos espaciales. La investigación
experimental y la reflexión teórica buscan identificar mecanismos fundamentales
y leyes generales que den cuenta de la complejidad de las situaciones obser-
vadas. Se trata de revelar estructuras elementales de organización del espacio,
y especialmente las que expresan las estrategias de los actores económicos,
sociales, políticos. La representación gráfica de cada estructura constituye un
modelo espacial elemental o corema (R. BRUNET, 1980) y los diferentes core-
mas conforman signos para una semiología de la organización del espacio con
valor heurístico.
Partiendo de la identificación previa de un número reducido de core-
mas, se establece un modelo teórico de organización del espacio boliviano. La
confrontación del modelo teórico con las contingencias del medio natural y de
la historia autoriza una interpretación del modelo especifico de organización del
espacio nacional de Bolivia.

Palabras claves: Análisis del espacio, Andes, Bolivia, modelo gráfico, organi-
zación del espacio.

No. 2, diciembre 1990 465


Artículos, Notas y Documentos

Toda sociedad organiza su espacio, y la organización del espacio es una


de las condiciones de la reproducción de las sociedades. En tanto expresión de
una época detenninada, el control de un espacio original por la sociedad que lo
ocupa, y su organización obedecerá a un cierto número de reglas que el análisis
geográfico contribuye a explicitar.
La utilización de los modelos espaciales presenta un evidente interés
para poner en evidencia los mecanismos fundamentales y las leyes generales que
dan cuenta de la complejidad de las situaciones observadas. Utilizado aquí para
el análisis del espacio boliviano contemporáneo, .el método, en una primera
etapa, consiste en identificar las estructuras elementales de organización del
espacio, especialmente, las que expresan las estrategias de los protagonistas
económicos, sociales y políticos. Al combinar esos modelos espaciales elemen-
tales o coremas(2) es posible, en una segunda etapa, desligar tendencias fuertes
en la evolución del espacio y componer un modelo teórico revelador de su
organización. Tomando en cuenta las condiciones más apremiantes del entorno
físico-ecológico y aun las contingencias políticas, se logra luego aprehender las
distorsiones entre el modelo teórico y el modelo específico de organización del
espacio.
Para el análisis y la reflexión geográfica, se asimila el espacio boliviano
a una figura geométrica sencilla, el cuadrado, que representa el perímetro fron-
terizo, el cual define el espacio nacional, separándolo de su entorno mediante
esos límites. Como expresión gráfica de los mecanismos y procesos en juego las
estructuras modelizadas aparecen en posición relativa en este espacio abstracto
pero orientado.

l. SEIS COREMAS PARA UN TERRITORIO

Seis modelos sencillos penniten dar cuenta de los rasgos esenciales de


la organización del espacio boliviano contemporáneo.
l. La diferenciación de áreas étno-cultu-
rales y soci~conómicas
La huella de las cordilleras a través del
territorio introduce un fenómeno al mismo tiempo
complejo y común -para los países del área
andina tropical- de oposición entre espacios de
tierras altas y espacios de tierras bajas.
Más allá de las variaciones del medio
físico (el abanico de los pisos ecológicos), se
trata, sobre todo, de la yuxtaposición de matrices
culturales diferenciadas del múltiple punto de
vista de la composición étnica, de los compor-
tamientos demográficos, de la evolución de las

466 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - De/er: Espacio boliviano

relaciones sociales, de la génesis de las estructuras y de las dinámicas económi-


cas.
Esta oposición/yuxtaposición o dualidad alto/bajo no implica una separa-
ción, aunque las cordilleras constituyen un obstáculo obligado. El espacio inter-
medio de los valles matiza en algo la transición entre altiplano andino y oriente.
La movilidad de la población y el desarrollo de una sociedad nacional inducen
a transferencias y cambios.
El corema subraya además la presencia en el noroeste de un núcleo de
fuerte identidad étnic()---{;ultural: corresponde al área de poblamiento aymara.

2. Los efectos de eje y cerramiento


Estos juegan un papel muy importante en un espacio mediterráneo,
enclavado como Bolivia. La orientación principal noroeste/sureste resulta de las
formas de articulación, históricamente desarro-
lladas, con Lima y el sur peruano de un lado,
Buenos Aires y el nordeste argentino de otro
::; > lado; tiene que ver además con la búsqueda, en
el marco de una economía dependiente, de aper-
turas oceánicas hacia el Pacífico y el Atlántico.
Este efecto de eje queda refor¿ado por la dis-
posición de los obstáculos constituidos por la
cordillera y los desiertos andinos del Alto Lípez,
en el suroeste, por la selva amazónica y los
pantanales, en el norte y en el este, aunque los
ríos permitan comunicarse hacia el nordeste
(cuenca del Río Madeira).

3. Los recursos naturales y la extraversión


económica
Desde la plata de Potosí -el famoso
"Cerro Rico" del Alto Perú Colonial- hasta el
oro negro del piedemonte cruceño, pasando por
el "metal del Diablo" que enriqueció la Rosca, la
exportación de materias primas, de alto valor
~---~ estratégico ha sido una constante de la economía
boliviana hasta los últimos años, logrando dar a
~~---x ).(
1
la minería un papel de primera importancia en la
organización del espacio nacional (concentración
l de capital, infraestructuras, desarrollo urbano).
En su época, la bonanza del caucho apareció tam-
bién como vinculada al exterior.

No. 2, diciembre 1990 467


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

4. El modelo centro/periferia y la rotación de los centro$


'
En el marco de una sucesión de ciclos económicos estrechamente vincu-
lados a la explotación de los recursos minerales o naturales, se consolidó progre-
sivamente un área central, formada a partir de la articulación de regiones produc-
tivas. En su época de auge, cada una de esas regiones ha sido polarizada por un
centro de poder cuya vocación hegemónica se ha
expresado alternadamente en la historia, sin que
hayan faltado épocas de fuerte competencia entre
los centros. Vemos por tanto en Bolivia, una ro-
tación del centro mayor y la ubicación en el
modelo del centro residual en 1 (POTOSI, del
siglo XVI al XVIII), del centro funcional, ver-
dadera capital del estado en 2 (LA PAZ, del siglo
XIX hasta ahora) y de un centro potencial en 3
(SANTA CRUZ, con aspiración a jugar un papel
clave)(3), mientras aparece en 4 un centro vir-
tual que no logró afirmarse (TRINIDAD, ligado
a la efímera bonanza del caucho). El corema pone
además en evidencia la existencia de una periferia peculiar, asociada alternada-
mente a cada uno de los centros hegemónicos, en posición ahora central y
polarizada en 5 (COCHABAMBA).

5. Un efecto de conquista
Diversas condiciones ecológicas específicas (tales como la altura, la
sequedad recurrente, la erosión del suelo); tradiciones históricas (como el arríe-
raje virreinal, los intercambios regionales); el reciente crecimiento demográfico
y las crisis de la economía minera de los últimos
años, se combinaron para hacer de las tierras
altas de la cordillera el origen de fuertes flujos
/
migratorios. A la vieja tradición de las migra-
ciones temporales o definitivas hacia Argentina,
donde existe una fuerte diáspora boliviana, se
añadió en los últimos decenios, el éxodo de
campesinos andinos hacia las ciudades más
dinámicas y hacia las áreas de colonización,
controladas por dichos centros urbanos. A esas
fronteras de la colonización del trópico que abas-
' tecen ahora el mercado nacional, se suman las
zonas fronterizas donde una colonización más
estratégica busca un mejor control del espacio nacional , el cual continúa siendo
debilitado por perniciosas amenazas en contra de la identidad boliviana tales
como el separatismo.

468 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - De/er: Espacio boliviano

6. Una diagonal climática

Desde los bosques tropicales del Beni en


el noroeste, hasta los desiertos de altura del Lfpez
en el suroeste, el clima presenta una evolución
gradual, aunque exacerbada por las fuertes varia-
ciones de altura y perturbada, en la parte media-
nera del territorio, por la orientación y la
disección de la vertiente oriental externa de la
cordillera (exposición barlovento, cuencas y
valles internos). Como corolario, se manifiesta
una doble evolución de la lluviosidad de sur(-)
a norte ( +) tanto en el altiplano como en los
llanos del Oriente.

11. TRES LOGICAS DE ORGANIZACION ESPACIAL PARA LA COM-


POSICION DEL MODELO TEORICO

Los diferentes coremas analizados en la primera parte pueden combi-


narse, parcial o totalmente, lo que permite identificar la existencia de lo que
podemos calificar como tendencias fuertes en la organización del espacio boli-
viano, a saber: un efecto de eje diagonal, la consolidación de un área nuclear, y
una organización del espacio en cuadrantes.

1. La diagonal mayor (coremas 2 a 5


y 6)

Resulta de la combinación del efecto de eje y


del efecto de cerramiento; favorecida por una
multiplicación de los contactos entre las tierras
altas andinas y las tierras bajas orientales, es una
zona climática intermedia en la transición de lo
húmedo a lo seco donde, además, la orientación
variable de los grandes vertientes de acuerdo a
la circulación atmosférica general introduce
matices ecológicos. Dicha diagonal mayor co-
rresponde al alineamiento de las ciudades más
dinámicas y a las principales articulaciones inter-
nacionales hacia el noroeste (Perú, Chile) y el
sur-oeste (Argentina, Brasil); orienta al espacio
"útil" de Bolivia donde se concentran más de
'"\ dos tercios de la población nacional, 75% de la
población urbana y se produce el 75% del PIB .

No. 2, diciembre 1990 469


Artículos, Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

2. El área nuclear (core"'flS 3 a 5)


Oponiendo un núcleo central a la perife-
ria, dicha estructura corresponde tanto a una
afinación como a un matiz de la estructura ante-
rior. El corazón del espacio nacional contem-
poráneo resulta de la transformación de un
triángulo inicial, de poblamiento relativamente
denso, cuyas puntas son las tres ciudades he-
gemónicas, triángulo subrayado además por la
rotación histórica del eje de circulación lago
Titicaca/Argentina (desde el itinerario más an-
tiguo por el altiplano hasta el itinerario por el
piedemonte), a una figura cuadrada que incor-
pora las principales zonas de colonización de
Bolivia tropical, espacio hacia el cual se dirigen
los principales flujos de las migraciones inter-
nas.

3. Los cuadrantes regionales (coremas 1


a 4 y 6)
Aparecen al mismo tiempo asociados por
pares, de acuerdo al papel de las áreas étnico-
culturales y socio-económicas (1 y 2 "andinos",
3 y 4 "tropicales") o según la facilidad de
comunicarse con el exterior (2 y 3 "abiertos", 1
y 4 "cerrados") y también diferenciados, de
acuerdo a la ubicación aleatoria de los recursos
naturales históricamente explotados y según las
polarizaciones nacidas de cada ciclo econó-
mico mayor. Al ciclo de la plata corresponde el
cuadrante suroccidental (POTOSI/SUCRE, siglos
XVI a XIX); al ciclo del caucho corresponde el
cuadrante nororiental (TRINIDAD, 1880/191 O);
al ciclo estañifero corresponde el cuadrante nor-
occidental (LA PAZ/ORURO, 1880/1950); al
ciclo del petróleo el cuadrante suroriental
(SANTA CRUZ, 1930/1980) donde surge hoy
un ciclo de la coca ... Las condiciones naturales
en sus aspectos más limitantes contribuyen
también a ampliar la peculiaridad de cada cua-
drante.

470 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Deler: Espacio boliviano

LOS CUADRANTES Y LAS "BONANZAS"


1

/:i 1
1

• St9los XVI a XIX


. Ci clos de la plata
+ !+
1
1

.
1
1

• 1880 a 1910
• Ctclo del caucho
+:.

+ :
1
1
• 1880 • 1950 ·
• Ciclo del est•ño
• POTOSI/SUCRE, La Paz • TRIN!DAO, La Paz • LA PAZ / ORURO, Potas,'
'

B
• 1950 a 1980
U±J
• Años 1980
• Ciclo de los hidrocarburos • Ciclo de la cocafn•
• SANTA CRUZ, La P•z . SANTA CRUZ, La Paz, Trinidad

111. LAS CONTINGENCIAS Y EL MODELO

La combinación de todos los modelos elementales definidos en la primera


parte, además de evidenciar fuertes estructuras del espacio, posibilita la composi-
ción del modelo teórico de organización del espacio boliviano presentado en la
figura Nº l.
Para tomar en cuenta las contingencias, tanto las relativas al medio físico
como las relacionadas con la geopolítica, es necesario determinar los ajustes que
son deformaciones -y no alteraciones- del modelo teórico. Esta afinación per-
mite comprobar la validez del modelo específico de organización del espacio
presentado en la figura Nº 2.
1. La.s contingencias naturales
Pueden destacarse tres principales contin-
gencias naturales:
- El cambio mayor de dirección de las cordille-
ras andinas -el codo de Santa Cruz- al nivel del
cual se hace también la repartición geográfica de
las aguas entre las cuencas hidrográficas del río
• Amazonas en el norte y del río de La Plata en el
• sur.
- El techo de los Andes, cuya mediterraneidad
se ve reforzada por al endoreísmo vigente en la
cuenca altiplánica.
- La disposición en arco de las fajas sucesivas
de las macro-estructuras fisiográficas: la cordi-

No. 2, diciembre 1990 471


Artículos, Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

llera occidental, la cuenca endo-reica con su "eje acuático" Titjcaca/Desaguad-


ero/Poopó, los valles altos de la vertiente oriental de la Cordillera: el piedemonte.

2. Las contingencias históricas

Podemos hacer resaltar aquí algunos elementos tomados en cuenta según


el papel que han jugado en determinadas épocas o sus efectos acumulativos a lo
largo de la historia andina.
- En el espacio nacional, existen dos áreas nucleares peculiares aunque de desi-
gual importancia: por una parte, la zona del lago Titicaca (1) es al mismo tiempo
ecológicamente privilegiada (papel regulador térmico del lago más grande del
mundo a esa altura) e históricamente cargada de
8 significación cultural (mitos fundadores del mun-
LIMA
.------·- -....., ---, 8 do andino aymara, "eje acuático" como referen-
, cia de la organización simbólica de su espacio,
',,,,, lugares sagrados de Tiwanaku o Copacabana);
por otra parte, la zona del codo de Santa Cruz(2)
donde los valles de la vertiente oriental ponen en
comunicación a cuencas altas con el piedemonte.
B Esta ha sido región de frontera y contacto entre
el mundo campesino andino y el mundo de los
e cazadores o guerreros de los llanos, largo tiempo
BUENOS AIRES abandonado al control específico de las órdenes
religiosas y de sus misiones.
- Al papel estructurador del eje de comunicación continental Lima/Buenos Aires
corresponden el eje de fuerte densidad relativa de ocupación del espacio entre las
dos áreas casi vacías de los desiertos de Atacama y de los altos Andes del Sur,
y las inmensidades de los llanos del Mato Grosso o del bosque amazónico.
- El peso de los países vecinos, Argentina, Brasil, Chile, Perú y Paraguay, se
manifestó a través de una reducción del territorio controlado (fenómeno de "piel
de zapa" boliviana), por medio de mecanismos que incluyeron desde la confron-
tación y la presión diplomática, hasta los conflictos fronterizos y las guerras.
- Frente a la mediterraneidad del espacio enclavado, existe la búsqueda y la
reivindicación histórica de un acceso al mar mediante proyecciones hacia el
litoral pacífico al oeste o hacia los ríos en el este.

IV. EL MODELO ESPECIFICO. UNA INTERPRETACION DEL ES-


PACIO BOLIVIANO

Adecuando el modelo teórico al mapa de Bolivia, se deduce lo esencial


de la organización del espacio boliviano contemporáneo (fig. 2).
- Los principales polos urbanos:
En el suroeste, aparece el polo desdoblado de Charcas con Potosí, histórico
polo minero y Sucre, centro básicamente administrativo, que fue ciudad capital

472 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Deler: Espacio boliviano

de la Audiencia, y luego de la República hasta 1899. Esta ciudad se beneficia


de la benignidad de la cuenca del alto Pilcomayo. En el nordoeste se encuentra
la capital, La Paz. En el sureste se ubica Santa Cruz. ¿Será Trinidad, en el
nordeste, un polo potencial? Cochabamba aparece en su posición central. La
única ciudad importante que no se deduce del modelo es Oruro, una ciudad fun-
damentalmente minera, muy ligada a La Paz.
- Las vías de transporte:
La carretera principal une La Paz con Santa Cruz a través de Cocha-
bamba. Desde La Paz, los ferrocarriles y la carretera panamericana llevan hacia
el lago Titicaca, el Perú y el litoral del Pacífico, desembocando en los puertos
de Mollendo y Arica, este último con estatuto de puerto libre. Los ferrocarriles
hacia Argentina y Brasil salen de Santa Cruz. Bolivia cuenta además con dos
aeropuertos internacionales en La Paz y Santa Cruz.
- Los recursos mineros:
Del lado oeste, las minas de plata con el viejo polo colonial del Potosí
y la faja estaflífera en la zona de Oruro, cuentan con los ferrocarriles construidos
hasta el Pacífico (Antofagasta) para la exportación de los metales; en el sureste
se ubican los yacimientos de hidrocarburos del piedemonte y el gaseoducto hasta
Argentina.
- Las zonas de colonización aparecen claramente identificadas y se
encuentran cercanas a los tres polos urbanos principales: Yungas del Alto Beni
(La Paz); zona del Chapare (Cochabamba) y zona del Río Grande (Santa Cruz).
- La presencia fronteriza:
Tarija aparece como el único centro de importancia históricamente
desarrollado en la periferia por haber sido puerta a Argentina. Cobija en el norte,
Guayaramerin en el nordeste son todavía pequeflos centros fronterizos, que se
comunican con el Perú y el Brasil, por los ríos desempeflando especialmente
Guayaramerin, papel de puerta a la Amazonía. En el este, Puerto Suárez no al-
canzó el desarrollo previsto, debido al fracaso relativo del gran proyecto multi-
nacional por realizarse en esta zona colindante de Paraguay y Brasil.
- Los cuadrantes regionales y la periferia central:
Aunque tengan una extensión variable y potencialidades demográficas y
económicas desiguales, los cuadrantes permiten un acercamiento apropiado a las
estructuras regionales del espacio boliviano, logrando aproximarse notablemente
a la organización macro-administrativa, siendo esta última algo "matizada" y
"corregida" por el peso de las realidades geográficas.
Se pueden asimilar al cuadrante suroccidental (1) del modelo los tres
departamentos de Chuquisaca, Potosí y Tarija, alguna vez unidos en un "Bloque
Cívico del Sur" de protesta regional. Con un 25% de la población nacional, el
antiguo polo hegemónico de La Plata, con su binomio urbano Potosí/Sucre (al-
rededor de 200,000 habitantes en conjunto) aparece como una periferia en crisis,
"abandonada",. por el poder central , alejada del eje nacional. A la crisis de una
economía agro'pastoril que debe enfrentar las limitaciones ligadas a la altura, la
erosión, la sequedad y las irregulari dades climáticas, se sum an las dificultades

No. 2, diciembre 1990 473


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

del archipiélago minero, para hacer de la zona el foco de Uf\ poderoso movi-
miento de emigración. "
- El departamento de La Paz -prescindiendo de la provincia baja, fores-
tal y norteña de Iturralde- junto con la franja estañífera del departamento de
Oruro y la parte minera del Norte Potosí y del Noroeste de Cochabamba, con-
fonna el cuadrante noroccidental (2) del modelo. La zona con un 35% de la
población nacional y La Paz, centro urbano de 1 millón de habitantes, que po-
lariza un espacio profundamente marcado por la realidad cultural y social aymara
ofrece una gran variedad ecológica, desde la cuenca del lago hasta las yungas y
se beneficia del mercado y polo de actividad capitalino. Sin embargo, la crisis
de la minería afecta desde hace mucho tiempo a Oruro y su región.
El departamento de Santa Cruz corresponde en lo esencial al cuadrante
sur oriental (3) del modelo. Cuenta con un 20% de la población nacional y el
muy dinámico polo urbano de Santa Cruz de la Sierra (medio millón de habitan-
tes). Especie de "Far-east" tropical, la zona aparece como un verdadero labora-
torio de las distintas fonnas de colonización agrícola, y de los diversos tipos de
inteiVención económica. Con sus recursos en hidrocarburos, el área sacó gran
ventaja de una importante renta regional. Existe además un poderoso tropismo
brasileño y, a la "sombra" del potente país vecino, florecen el contrabando y un
aprovechamiento anárquico de los recursos naturales; las FF AA juegan un papel
determinante en el control de la organización del espacio, en una zona fronteriza
que conoce de fuertes tendencias regionalistas y centrífugas. Hoy día el di-
namismo del desarrollo cruceño parece debilitado por el peso creciente de la
economía de la coca.
- El cuadrante nororiental reúne los dos departamentos del Beni y de
Pando, junto con la parte amazónica del departamento de La Paz. Agrupa sola-
mente un 6% de la población nacional y el polo urbano de Trinidad se acerca a
los 50,000 habitantes. Tanto hoy, con la ganadería, como a fines del siglo XIX,
durante la era del caucho, sigue siendo una zona de economía extensiva. Fuera
de la navegación fluvial y del transporte aéreo, las comunicaciones no facilitan
la integración regional de un espacio siempre más ligado a la región cruceña.
- Completando la división estructural en cuadrantes, el departamento de
Cochabamba, único departamento sin frontera internacional, pero sí limítrofe de
6 de los otros 8 departamentos del país, ocupa una posición de "periferia central"
(R. Laserna, 1984) en vía de integración. Cuenta con un 15% de la población
nacional y dispone con Cochabamba (un cuarto de millón de habitantes) de un
polo dinámico "equidistante" de La Paz y Santa Cruz. El piso ecológico del
valle, "intermedio" entre el altiplano y el trópico, favorece las fuertes densidades
de población, y mantiene la tradición,cte "granero". La dinámica local se bene-
ficia del desarrollo del mercado interno boliviano, aprovechando un sistema pro-
ductivo muy eficiente que combina la producción campesina con la densa red de
mercados y ferias y la organización del transporte.

474 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Deler: Espacio boliviano

Jean-Paul Deler
CEG ET-C.N .R.S.
33405 Talance Cedex
Francia

NOTAS

(1) Este artículo es una versión revisada y ampliada del artículo: L'organisation de l'espace
bolivien, essal de modéllsatlon, publicado en la revista internacional de cartografía MAP-
PEMONDE (1986/4). Corresponde a investigaciones desarrolladas en el marco del nuevo
proyecto de Geografía Universal cuya publicación en 10 volúmenes está planificada para el
período 1988-1990, por el G.I.P. RECLUS, Agrupamiento de Interés Público, dirigido por
Roger BRUNET, y financiado por Ministerios, Entidades Públicas y Colectividades locales
de Francia. El volumen dedicado a América Latina y el Caribe, preparado bajo la dirección
de Claude BATAILLON, Jean-Paul DELER y Hervé THERY, investigadores del CNRS,
cuenta con la colaboración de destacados geógrafos franceses, todos especialistas con larga
experiencia profesional y de investigación en los distintos países del área; este volumen de
la colección, el tercero, se publicará en el primer semestre de 1989. Para toda información,
dirigirse a GIP RECLUS, Maison de la Géographie, 17 rue Abbé del 'Epée, 34000 MONTPEL-
LlER, Francia.
(2) Corema (BRUNET, 1980): forma elernerital de organización del espacio, "con referencia a
la raíz griega que habla del espacio y a los elementos de la lingüística y la semiología, con
los cuales existe alguna analogía".
(3) "'Santa Cruz a}pira a ser la capital de Bolivia ... " declara en 1924 el diputado Mariano Saucedo
Villa. Citado por Jean-Pierre LA VAUD.

No. 2, diciembre 1990 475


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

\
FIG. 1 FIG . 2
MOD~LO TEORICO DE ORGANIZACION DEL ESPACIO MODELO ESPECIFICO DEL ESPACIO BOLIVIANO

A A ri c1, C : Cobija, C : Co ch abamba, G : Gu ay ara m crin , LP : La PJz, O : O ru ro, P : Po to , í,


rs . Puer to Suárcz , SC : Santa Cruz , S : Su crc, T : Tar ij a, T : Tr ini da d .

~ - Tierras a lta s ( co rdi llera)


!·· )\.:l - Zonas áridas y semi-áridas (costa y co rdille ra)
~ - Bosque tropi ca l ( o r ien te)
~ Ej e de cone xión internacional ( carre tera y/ o ferrocarril )
·-··· - Eje de integra c Hín interna (carretera may or )
~ - Recursos minerales y vfa de export acitin (ferrocar il 1!1in ero, olecducto)
(!) - Centro urbano mayor y su area de influencia re gional
• - Centro urbano importante
D - Centro urbano fronterizo
O - Centro urbano no deducible de l mo de lo teórico
<=) - Zon a de colonización
Flujos dominantes de migración
~ - Area Hno-cul tura l .y,nar'B
~ - Espaci o e n pos i ci ón de "periferi a central"

476 Revista Andin a, Año 8


Deler: Espacio boliviano

FIG. 3 - LOS CUADRANTES Y LA ORGANIZACION ADMINISTRATIVA

100 200km

- - - frontera internacional - - - límite de departamento - - - - - macro-divisH5n


(cuadrante}

[Ll área núc~ar nacional 00 "periferia central"


~
~ periferia

No. 2, diciembre 1990 477


LA ORGAN!ZACION EN CUADRANTES

Tierras dnd i n,H Tierras tropi Cd les

IJ [I
Fuerte identiddd indi d Mestizd J e cu ltur al
Reservorio demogrdf ico Zona de colonización
Agriculturd CJmpesind . -Agfo.industrid
Pdpd, cef>JdJ, q u inod Yuca, uroz, algodón, c.tñ"d
G,rnddO menor GanddO n1dy o r
Mi nedd trddic io ndl en cris is Hi dr oc Jrburos, o r o

Cudd rdn tes "dbiert os" Cu a drdntes "ce r r,HlO!io"


Con e•1ones intl:rnH l extern.ss A1slam ie r1t o relativo

Nuc leo étn1c oc ul turd I c)¡mdl"d Rt!g :ondl 1s11.o~


V1s1ón pJceiiJ nac1ond llldnt e Mo vimie nt os dnt1centrJlíst,Vi

Selva tropical lluviosd de mOntañd


Selva tropicdl nebulosd

. "E j e dcudt ico" Aire ecudtorial am.uónico


Pund húmeda <1111 · Selvd tropical sempervirente
Pund seca co n "thold" Sabana húmeda y campo cerrado

Sal Jr~s Aire austral


Pund secd con " thoh" 1111- '4 · Bosque seco dec iduo
Desierto de al tura
...
Bosque tropical monzónico deciduo
Selva tropical nebulosa

478 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Deler: Espacio boliviano

BIBLIOGRAFIA SELECTIVA

l. Sobre el tema de la modelización gráfica:


BRUNET, Roger
1980 "La composition des modeles dans l'analyse spatiale". L'espace
Géographlque, (IX), 253-265.

BRUNET, Roger
1987 "La carte et les modeles". En La carte mode d'emplol. FAYARD/
RECLUS, Paris: 188-222.

DELER, Jean-Paul
1987 Ecuador del espacio al estado nacional. Banco Central del Ecuador.
(Col. Biblioteca de Geografía Ecuatoriana, 2), Quito, 342 p.

DELER, Jean-Paul
1988 "La organización del espacio ecuatoriano, ensayo de modelización".
En Actas del Coloquio "Ecuador 1986". Banco Central del Ecua-
dor. Quito.

MAPPEMONDE -.
1986 ' "t!:horemes et modeles". Número especial (IV) de la revista. GIP
RECLUS. Montpellier, 48 p.

No. 2, diciembre 1990 479


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

THERY, Hervé
1986 Brasil, um atlas coremático. FA YARD/RECLBS. Paris. 88 p.

2. Sobre Bolivia y la organización de su espacio:


ARZE CUADROS, Eduardo
1979 La economía de Bolivia. Ordenamiento territorial y dominación
externa 1492-1979. Los Amigos del Libro. La Paz. 578 p.

COMANDO GENERAL DEL EJERCITO


1985 Atlas de Bolivia. La Paz.

DEMELAS, Daniele
1980 Nationalisme sans nation? La Bolivie aux XIXe-XXe siecle. CNRS.
Paris . 227 p.

FLORES, Gonzalo y LASERNA, Roberto


1985 "Movimientos regionales en Bolivia". Caravelle, (44) 59-76.

LASERNA, Roberto
1984 Espacio y sociedad regional. CERES . Cochabamba. 226 p.

LA VAUD, l ean-Pierre
1987 "La inestabilidad política en Bolivia (1952-1982)". En Estados y
naciones en los Andes. IEP/IFEA. Lima. 668 p.

MONTES DE OCA, Ismael


s/f Geografía y recursos naturales de Bolivia. La Paz. 628 p.

PROBLEMES D'AMERIQUE LATINE


1981 "Bolivie", número especial (62). La Documentation fran~aise. Paris:
1-175.

RIVERA, Alberto y FLORES, Gonzalo


1982 La red urbana colonial: el caso de Charcas. Documentos: Serie
Estudios Urbanos Nº 9, CERES. La Paz. 48 p.

SANT AMARIA, Daniel J.


1973 "Potosí entre la plata y el estaño. Revista Geográfica (79): 71-115.

SCHOOP, Wolfgang
1980 Die bolivianischen Departementozentren im Verstlidterungsproz-
ess des Landes. Acta Humboldtiana, Series Geographica et Ethnogra-
phica, 7. Franz Steiner Verlag GMBH. Wiesbaden. 320 p.

480 Revista Andina, Año 8


Investigaciones sobre educación
bilingüe en Perú y Bolivia:
1980-1990
Juan Carlos Godenzzi

Uno de los graves problemas del Perú y Bolivia, persistente a lo largo


de la historia republicana y aún irresuelto, es el de la alfabetización y educación
de las poblaciones indígenas. Nuestras configuraciones nacionales plurilingües y
pluriculturales plantean retos en el campo educativo que, al menos por el momento,
no encuentran respuestas satisfactorias.
En las últimas décadas se constata un creciente interés por parte de
organismos tanto gubernamentales como no gubernamentales, así como de insti-
tuciones académicas, por ocuparse de un modo más adecuado y sistemático de
la educación indígena. Una de las formas que han adoptado estos variados esfu-
erzos es la de la llam.ada "educación bilingüe intercultural" que busca el desar-
rollo lingüístico tanto en la lengua materna como en el castellano, así como la
apertura a la riqueza cultural de los otros sin excluir la de la cultura propia.
La implantación de programas de educación bilingüe intercultural, o
programas afines que tienen que ver con la cultura y lengua vernácula, requiere
de un cúmulo de conocimientos teóricos y prácticos, así como de recursos humanos
y materiales, muchos de ellos inexistentes.
La novedad de este tipo de experiencias en Perú y Bolivia, así como el
deseo de no ofrecer una alternativa equivocada, hacen imprescindible la inves-

No. 2, diciembre 1990 481


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

tigación rigurosa o interdiciplinaria, sobre todo desde el ámbitq de la educación


rural, la lingüística aplicada, la sociolingüística y la antropología.
En el presente trabajo, examinaremos las investigaciones sobre educa-
ción bilingüe que se han realizado en la última década. Por no disponer de igual
cantidad de información para ambos países, nuestras referencias a Bolivia serán
menores. El balance de lo avanzado permitirá advertir insuficiencias o vacíos y
permitirá igualmente proponer nuevos rumbos.
Las referencias bibliográficas, incluidas al final, se presentan ordenadas
según cinco áreas de investigación: estudios de diagnóstico, lingüística y dialec-
tología, sociolingüística aplicada, procesos educativos bilingües y, finalmente,
estudios de evaluación de proyectos.

l. ESTUDIOS Y DIAGNOSTICO

Un paso previo a la formulación de políticas o programas de educación


bilingüe es el del análisis descriptivo de la realidad socioeconómica y cultural,
sea a nivel nacional o regional . En la década del ochenta han aparecido numero-
sos informes que contienen diagnósticos sobre la situación educativa indígena en
relación al medio ambiente, las lenguas y las culturas. Di chos informes se basan
sea en investigaciones empíricas o en sistematización de datos disponibles.
En lo que se refiere al Perú en general, Pozzi-Escot (1987 y 1988: 37-
42) presenta cifras censales sobre las lenguas pernanas y su número de hablan-
tes, subrayando el carácter multilingüe del país y sus consecuencias en lo que
J1ama "la incomunicación verbal". López Ortiz, Ossio, Pozzi-Escot y Zúñiga
(1984) señalan los principales rasgos lingüísticos y socioculturales del país y la
educación nacional, llegando a hacer consideraciones conceptuales que esperan
se aplique a nuestro medio.
ViJ1avicencio y López de Castilla (1985) consideran la diversidad
lingüística, la cantidad de población de lengua vernácula y la problemática de la
enseñanza en relación con el multilingüismo; ofrecen, igualmente, un inventario
de las lenguas habladas en el Perú. Portugal Mendoza (1987) se detiene sobre la
situación socioeconómica, cultural y educativa de las comunidades campesinas
andinas y las comunidades nativas de la selva amazónica.
Montoya (1990: 17-49) ofrece un diagnóstico critico de la educación
oficial pública y privada del país, resaltando la situación de los niños pertenecien-
tes a las 58 culturas no dominantes del Perú; presenta, igualmente, seis cuadros
y gráficos sobre la población monolingüe, bilingüe y sobre la tasa de analfabet-
ismo, sobre la base de los censos nacionales. Godenzzi (l 987: 13-50) reúne
información sobre las lenguas y su problemática social, así como sobre las políticas
idiomáticas y culturales.
Ansión (1988) explora el papel que cumple la escuela en el mundo
andino, sobre la base de investigaciones realizadas en Cusco, Ancash, Puno y
Junfn. La valoración que tenga el campesino de la escuela y las expectativas que
ponga en ella resultan esenciales, pues la escuela se sitúa dentro de la totalidad

482 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - Godenzzi: Educación bilingüe

de la problemática campesina. De ahí que, nos sugiere Ansión, todo programa


alternativo o reforma que se restrinja a lo técnico-pedagógico está condenado al
fracaso. El campesino percibe la escuela como un canal de acceso al "progreso",
pero también como un lugar conflictivo y ambivalente: se da "una contradicción
entre la estrategia familiar de corto plazo (que "hace faltar" a los niños a la
escuela para que atiendan tareas de la economía familiar) y la de largo plazo (que
tiende a utilizar la escuela como trampolín hacia afuera)" (Ansión 1988: 186).
En cuanto a estudios diagnósticos menos amplios, referidos a programas
y proyectos particulares, encontramos los de Zúñiga (1985: 154-164; 1987: 257-
273) sobre el grado de aceptación por parte de los padres de familia de la
educación en quechua y castellano, para el caso de Ayacucho. El Proyecto
Experimental de Educación Bilingüe-Puno, en funcionamiento toda la década del
ochenta, se sustentó en un diagnóstico (INIDE 1979) que detectó el monolingüismo
pronunciado de los niños en edad escolar, que llegaba hasta el 90%, así como
que el 80% de los maestros dominaban el quechua o el aimara, pudiendo este
hecho favorecer eventualmente los programas bilingües. Mayor información
relativa al proyecto de Puno la encontramos en Komarek ( 1985) y en López
(1988).
El Proyecto "Capacitación de Maestros en Zonas Rurales Andinas del
Perú", denominado también Proyecto CRAM, cuya ejecución está a cargo del
Instituto Superior Tecnológico y Pedagógico de Urubamba (Cusca), la Univer-
sidad Católica del Perú y la Universidad de Me Gill (Canadá), realizó un estudio
diagnóstico sobre la base de sondeos, seminarios, investigación participativa y
sistematización de investigaciones existentes. Los trabajos de campo y de sis-
tematización han dado Jugar a diferentes informes, por el momento inéditos,
como por ejemplo Sánchez Garrafa y Patiño 1988; Pantigozo y Godenzzi 1988;
Negrón y Bonett 1988; Valdivia 1988; Guzmán 1988. Entre sus resultados cabe
subrayar la constatación que se hace de la subestimación del saber, usos y cos-
tumbres tradicionales por parte de las generaciones jóvenes; las interferencias
lingüísticas quechua-castellano; el manejo deficiente del castellano pese a los
largos períodos de escolaridad; la carencia de integración del saber andino en el
proceso educativo; la insistencia del campesino por considerar la escuela como
un medio de transculturación que lo capacite para su migración a la ciudad (cf.
Capella y Ojeda 1990: 29-30).
Por lo que toca a la .amazonfa peruana, Chirif (1989) la caracteriza en
términos sociales, ecopómicos y políticos, indicando al mismo tiempo los rasgos
de la educación oficial impartida a la población indígena. No sólo se nos revela
la baja escolaridad, la alta tasa de analfabetismo, sino, lo que es peor, la mala
y desadaptada educación que se imparte en la escuela. Un diagnóstico sobre la
situación del maestro en la amazonfa nos lo ofrece D'Emilio (1985), Heise
(1987) da información sobre el Proyecto de Educación bilingüe y bicultural para
los ashaninka, en tanto que Fernández (1983) lo hace para el proyecto del Alto
Napa y Amadio''(1984) para el proyecto del CAAAP en los distritos del Pastaza
y Cahuapanas, provincia del Alto Amazonas. Información complementaria sobre

No. 2, diciembre 1990 483


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - -

diversos proyectos de la amazonía puede encontrarse en CETA _(1984: 179-219).


En lo que se refiere a Bolivia, Amadio y Zúfliga (1989) nos presentan
una síntesis de la situación lingüística y la composición étnica boliviana, to-
mando sus datos fundamentalmente del censo de 1976 que tan cuidadosamente
fueran analizados por Albó (1980). Ahí se nos revela que sólo el 37% de la
población boliviana era monolingüe en castellano. Otra fuente importante es la
de Plaza y Carvajal (1985) donde se describe la situación actual de los diferentes
grupos etnolingüísticos asentados en territorio boliviano (alrededor de 37).
Sobre la situación de la educación en el ámbito rural ha tratado Quispe
(1983). En lo que se refiere a la alfabetización puede consultarse Rivera Pizarra
(1984 y 1987). Por lo que toca a la población guaraní en Bolivia, ver Riester y
Zolezzi (1988). Los diversos proyectos que se han intentado han implicado también
estudios diagnósticos: Proyecto Educativo Rural I (Ulibarri et al. 1981; Montoya
1983); Proyecto Educativo Integrado del Altiplano (Ministerio de Educación y
Cultura/PEIA 1980; Briggs 1980); Proyecto Texto Rural Bilingüe (Goytia et al.
1987). Para el oriente boliviano no se dispone de mayor infonnación: Briggs
(1981) y Plaza y Carvajal (1985: 17) ofrecen sólo algunos datos.

2. LINGUISTICA Y DIALECTOLOGIA

Aspecto fundamental para la enseñanza bilingüe es el disponer de una


descripción básica de las lenguas que serán objeto de enseñanza, así como de sus
variaciones dialectales más notorias. En este sentido, se han hecho diversos
avances tanto en Perú como en Bolivia.

Quechua

La exposición más sistemática y completa que conocemos sobre el


quechua es la de Cerrón Palomino (1987); además del estudio histórico, descrip-
tivo y dialectal que hace de esta lengua, ofrece un útil esbozo gramatical, refer-
encia obligada de cualquier gramática pedagógica que pudiera hacerse. Otro
trabajo de conjunto, con implicancias para la estandarización del quechua, es el
de Wolck (1987), donde se analizan las similitudes y las diferencias de los
dialectos quechuas .
Entre las investigaciones de ámbito más limitado, sobresalen la de Taylor
(1982) sobre la morfología del quechua de Ferreñafe; la de Mercier (1983) sobre
el "Kichwa" del Napo; la de Cerrón Palomino sobre el quechua del valle del
Mantaro (1989), la de Coombs (1986) sobre el quechua de Cajamarca; la de
Tandioy y Levinsohn (1989) sobre la fonología de los dialectos del "inga".
Algunos aspectos gramaticales en particular han merecido algunos estu-
dios: los objetos pronominales del quechua del norte de Potosí (Plaza 1987);
sufijos aspectuales del quechua de Dos de Mayo, Huánuco (Bean 1989); ora-
ciones relativas en el quechua de Cailloma, Arequipa (Me Cubbin 1989). En
cuanto a aspectos narrativos, tenemos el estudio de Toedter (1989) referido al

484 Revista Andina, Año 8


Godenzzi: Educación bilingüe

quechua del Pastaza.


En lo que concierne a estudios léxicos, tenemos el léxico agropecuario
de Beyersdorff (1984) y los trabajos de Chambi (1989) y Bailón, Cerrón Palo-
mino y Chambi (1990), también referidos a la actividad agrícola, pero con mayor
sustento semántico.

Aimara
Un trabajo de amplia descripción fonológica y gramatical del aimara es
el de Hardman, Vásquez y Yapita (1988). El volumen, que en su conjunto adolece
de cierta falta de unidad, integra trabajos de Briggs (1988) sobre la estructura del
sistema nominal, de Martín (1988) sobre la fonología y de England (1988) sobre
los sufijos verbales derivacionales.
Otros trabajos que destacan son el de Briggs (1987) sobre la lingüística
y literatura aimara; de Hardman (1988) sobre los "postulados lingüísticos"; de
Carvajal (1983) sobre la morfología; de Yapita (1985) sobre la estructura mor-
fológica verbal. Una presentación didáctica y dosificada de aspectos gramati-
cales del aimara se encuentra en Mejía y Herrero (1982).
El Proyecto Experimental de Educación Bilingüe-Puno (PEEB-P 1984)
confeccionó un diccionario aimara-castellano; posteriormente han hecho su
aparición otros dos, aunque menos técnicos: Ayala Loayza (1988) y Deza Gal-
indo (1989).
Una investigación sobre una variante socioprofesional del aimara es la
de Condori (1989), referida al aimara hablado por los locutores de radio en Puno.

Otras lenguas amerindias


Sobre las lenguas de la amazonia peruana, tenemos algunos avances
descriptivos: el de Corbera (1980) sobre la fonología aguaruna, de Cajas (1989)
y Cajas y Gualdieri (1987) sobre la fonología del urarina; de Helberg Chávez
(1989) sobre el verbo amarakaeri; de Payne (1989) sobre el acento tonal del
aguaruna.
Sobre las lenguas del oriente boliviano, sólo disponemos del trabajo de
Plaza y Carvajal (1985); ahí encontramos para cada lengua básicos rasgos tipológi-
cos, el cuadro fonológico y .algunas muestras del lenguaje.

Castellano
Después del importante trabajo de Escobar (1978) sobre las variaciones
del castellano en el Peru, disponemos de otras investigaciones en la misma
dirección. Indagaciones sobre el castellano de Lima las encontramos en Me
Lauchlan (1982) sobre el "dequfsmo" y en Caravedo (1983) sobre la variación
contextual de la sibilante.
La presencia del castellano en contextos vernáculo-hablantes ha gen-

No. 2, diciembre 1990 485


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - -

erado una serie de contactos, fusiones e interferencias que merecen la atención


de algunos estudiosos: Rodríguez (1982) se ocupa del uso redundante del pos-
esivo; Minaya y Luján (1982) estudian patrones sintácticos de los niñ.os bil-
ingües; Escobar (1989) se ocupa del "interlecto". Hay varios trabajos referidos
al castellano de Puno: Schumacher de Peñ.a (1980); Godenzzi (1985, 1986, 1987,
1988 y 1990); Benavente (1988 y 1989); Torres (1988). Sobre Arequipa, tene-
mos el trabajo de Torres (1989).
Los trabajos de Anna María Escobar (1986, 1988 y 1990) hacen una
tipología del bilingüismo en el Perú y estudian la .deixis, las preposiciones y el
objeto directo del castellano de los bilingües. Un trabajo referido al castellano
amazónico es el de Alberto Escobar (1981). Mayor información sobre investiga-
ciones en tomo al castellano peruano se encuentra en Rivarola (1986).

3. SOCIOLINGUISTICA APLICADA

Un factor que se debe tener en cuenta en cualquier iniciativa bilingüe es


el de 1as actitudes hacia las lenguas por parte de la población. Glcich ( 1989)
estudia las actitudes de maestros y estudiantes bilingües en Ayacucho, compro-
bando que es posible identificar los sociolectos y valorar a sus hablantes sobre
la base de estímulos lingüísticos. Cu tipa ( 1988 y 1989), para el caso de los
hablantes quechuas de Puno, identifica los condicionantes en la formación de
actitudes; comprueba que las actitudes varían según las circunstancias y el con-
texto, y que se advierte una actitud más positiva hacia la cultura que hacia la
lengua quechua.
El fenómeno del desplazamiento lingüístico, referido a la población andina
que ha migrado a Arequipa, es estudiado por Gugenberger (1989); entre sus
conclusiones, figura ésta: "el desplazamiento lingüístico no necesariamente
demuestra el desprecio de la lengua materna y la voluntad de olvidarse de su
pasado y de su origen por parte de los migrantes, más bien existen formas de
resistencia a los patrones socioculturales urbanos y el deseo de mantener y seguir
cultivando las manifestaciones culturales y lingüísticas propias" (p. 189).
Disponemos de varios trabajos que se inscriben en el ámbito de la política
y planificación lingüística. Sobre la política lingüística peruana, tenemos Jung
(1987), Cerrón Palomino (1987), Pozzi-Escot (1989); Bailón (1989). Una amplia
información bibliográfica nos la proporciona Carrión (1985). Para el caso de
Bolivia, Plaza (1988 y 1989) caracteriza críticamente la política educativo-cul-
tural boliviana.
Trabajos que aportan en la perspectiva del desarrollo planificado de las
lenguas son el de Escobar (1987) sobre la preparación de gramáticas y diccion-
arios bilingües elementales; los referidos a la escritura y el alfabeto del quechua
y el aimara (Albó 1987; Zúñ.iga 1987; Jung y López 1987; López y Llanque
1987; Soto 1989). Para la ortografía de la lengua candoshi existe el trabajo de
Amadio (1983); Mendoza (1987) se ocupa de la normalización del aimara bol-
iviano. Cabe mencionar, asimismo, el Informe (Ministerio de Educación y Cultura

486 Revista Andina, Año 8


Godenzzi: Educación bilingüe

1989) del Taller de Nonnalización del Lenguaje Pedagógico para las Lenguas
Andinas, realizado en Santa Cruz, Bolivia; ahí se recomienda llegar a un alfabeto
panandino unificado, elaborar un manual de ortografía y puntuación para las
lenguas andinas, así como refonnular el currículo de la asignatura de ciencias
sociales sobre la base de la historia de los pueblos andinos.

4. PROCESOS EDUCATIVOS BILINGUES

Una investigación que destaca en el campo de los procesos educativos


bilingües es la de Homberger (1989); su objetivo es "describir el uso idiomático
en dos escuelas y sus comunidades, e interpretar dicho uso a la luz tanto de la
implementación de la educación bilingüe en las escuelas como de las perspec-
tivas para el mantenimiento del quechua en las comunidades" (p. 16). Este trabajo
etnográfico, referido a comunidades y escuelas quechuas de Puno, llega a estas
conclusiones importantes: el quechuahablante reconoce que el castellano es
necesario y deseable para ciertas funciones, dominios y canales, al igual que el
quechua lo es para otros, siendo ambos valorados (p. 306); el uso idiomático en
la escuela bilingüe contrasta con el de la escuela no bilingüe: en la escuela
bilingüe se escribe el quechua, el maestro hace mayor uso del quechua en sus
lecciones, los alumnos recurren al quechua para sus respuestas de contenido, no
siendo así en las escuelas no bilingües; los resultados en el rendimiento escolar
y las técnicas del maestro son más positivos en la escuela bilingüe. Otros resul-
tados de esta investigación se exponen en Hombergcr (1987, 1988, 1989 y 1990)
sobre el tiempo de aprendizaje, mala conducta y castigo, éxito escolar y el uso
del quechua por parte del profesor.
Otra notable investigación es la de Jung, Urban y Serrano (1989). Su
propósito es doble: mostrar las posibilidades investigativas que proporciona una
metodología que combina aspectos cualitativos y cuantitativos para la compren-
sión de una situación específica; y documentar la realidad educativa puneña,
analizando los resultados del quehacer pedagógico en escuelas rurales en zonas
bilingües (p. 13). Indiquemos algunos de sus resultados:
En las escuelas sin educación bilingüe, el profesor usa la lengua materna
de sus alumnos sólo en casos de incomunicación, pero no lo hace en fonna sis-
temática en el proceso de enseñanza. Se constatan dificultades, por parte de los
profesores de las escuelas bilingües, en la enseñanza del castellano como segunda
lengua, por lo novedo,so del hecho y carencia de formación adecuada. En cuanto
al rendimiento de los alumnos en lenguaje, los que están en una escuela bilingüe
demuestran mejor manejo del castellano, tanto en la comprensión como en la
expresión, que los de la escuela tradicional. Se sugiere, igualmente, que los niños
de las escuelas bilingües participan más en clase y presentan un mejor razonam-
iento lógico que los niños de las escuelas bilingües participan más en clase y pre-
sentan un mejor razonamiento lógico que los niños de las escuelas no bilingües.
Un aspecto importante tenido en cuenta en esta investigación es el de la
comunicación en clase, pues ésta nos pennite entender los procesos de enseñanza

No. 2, diciembre 1990 487


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

y aprendizaje que se dan en el aula. El discurso de la comunicación escolar, tal


vez no sólo en el ámbito andino, se caracteriza por el esquetna pregunta-re-
spuesta, las pausas y las palabras sin terminar, las respuestas en coro y, más que
el logro de la comprensión, la repetición mecánica por parte de los alumnos.
En lo que toca a los procesos de socialización de los niflos vemáculo-
hablantes, disponemos de muy pocas investigaciones. Cabe citar la de López de
Castilla y Valiente (1985) referida a las áreas rurales andinas; otra, aún inicial,
es la de Bem1ejo ( 1990) que indaga por los conocimientos, habilidades y destrezas
del niflo aimara en la comunidad de Ch 'imu, Puno.
Sobre la adquisición del lenguaje y el desarrollo del niflo, encontramos
el trabajo de Cuba (1989), donde se propone una prueba para diagnosticar la
producción fonético-fonológica en niflos de dos a cinco aflos; su aplicación permite
detectar dificultades de pronunciación y las etapas d.el proceso. Igualmente, Plaza
(1989) se ocupa del procedso de adquisición de fonemas consonánticos por parte
de niños hispanohablantes en los barrios populares de La Paz, Bolivia; se iden-
tifican los fonemas más difíciles de aprender, constatando que hacia los sei s aflos
de edad los niños completan su desarrollo fonológico. Otros trabajos que tocan
diversos aspectos del aprendizaje y enseñanza de lenguas son el de Miranda de
Quequesana ( 1989) sobre la competencia discursiva; el de Morris y Payne (1989)
sobre la gramática pedagógica del ashaninka y el de Zúñiga, Ponce y Llorens
( 1989) sobre la enseflanza de la redacción en la escuela primaria estatal.
En cuanto a la adquisición, aprendizaje y enseñanza del castellano en un
contexto bilingüe, A.M. Escobar (1989) estudia el castellano de migrantes andinos
en Lima, haciendo corresponder sistemas bilingües diferentes a etapas diferentes
de adquisición del castellano como segunda lengua. Zúñiga y Lozada (1985)
analizan el proceso de enseñanza y aprendizaje del castellano como segunda
lengua en niños hablantes del quechua en Ayacucho; sobre la base de pruebas
orales aplicadas individualmente, examinan la pronunciación, el manejo gramati-
cal y la competencia comunicativa de los niños. Benavente (1989) se ocupa de
la producción escrita de niños bilingües cuya lengua materna es el quechua.
Trapnell y Rengifo (1989), para el caso de comunidades nativas de la amazonía
peruana, comprueban que no se da un adecuado uso ni de la lengua vernácula
ni del castellano por parte de los maestros dentro del aula.
López y Jung (1989) advierten que los maestros y los niños, observados
durante las clases de castellano, hablan variedades transicionales del castellano,
planteándose el dilema de qué norma del castellano usar como modelo de
enseñanza: ¿uso local o norma nacional? Los autores proponen privilegiar la
escritura y la norma escrita como modelo. El trabajo de Galdós (1988), que
analiza el castellano de los profesores rurales del departamento de Puno, intenta
delinear lo que podria ser la "norma regional culta". Por su parte, Chávez (1990)
explora los contextos, formas y funciones lingüísticas en la adquisición del
castellano por parte de niños quechuahablantes en edad preescolar; se advierte
que en todos los casos el dominio del castellano por parte de estos niños es
insuficiente, si bien se dan diferencias según la mayor o menor frecuentación de

488 Revista Andina, Año 8


Godenzzi: Educación bilingüe

situaciones que requieren el uso del castellano (mayor contacto con la población
urbana, mercado más grande, uso de la televisión).
Leonor Mendoza (1990) estudia el fenómeno de la transferencia de
conocimientos de lectoescritura, no como suele hacerse de la lengua materna
hacia la segunda lengua, sino al revés, de la segunda lengua hacia la lengua
materna. Tomando como muestra nifíos bilingües quechua-castellano, constata
que el niño que maneja dos sistemas diferentes transfiere conocimientos de una
lengua a otra de manera inmediata; que, al ensayar diferentes respuestas a la
escritura de su lengua materna (quechua), los niños elaboran hipótesis concep-
tuales lingüísticas en forma creativa y activa.
· Otro dominio de ensefíanza en la escuela bilingüe es el de las matemáti-
cas. Villavicencio (1983) hace un estudio cuyo objetivo es conocer el manejo de
nociones básicas de matemáticas y sus correspondientes expresiones lingüísticas
en las relaciones sociales de la población quechua y aimara del altiplano puneño.
Además de sus conclusiones sobre los algoritmos de las operaciones fundamen-
tales y sobre las relaciones numéricas y geométrica, figura ésta: "el lenguaje
empleado para nombrar los números se caracteriza por su logicidad como expre-
sión del sistema de numeración decimal. Esto ayudaría a la conceptualización del
valor posicional, en el proceso de aprendizaje de los niños" (p. 135). En esta
misma línea, los trabajos de Arias (1990 y 1990b) apuntan a que el uso de la
lengua materna en la enseñanza de las matemáticas favorece la capacidad de
abstracción de los niños.
La enseñanza de las ciencias naturales ha merecido también algunos
estudios. Dietschy-Scheiterle (1980: 16-22) infonna sobre los resultados de una
investigación realizada en Puno en relación con la puesta en ejecución de la línea
de ciencias naturales; constata, entre otras cosas, la diferencia entre la con-
cepción del mundo que se transmite a los niños en casa y aquella que se les
ofrece en la escuela (p. 21 ). Mayores consideraciones sobre las ciencias naturales
en la educación bilingüe se encuentran en Dietschu-Scheiterle (1987) y Minssen
(1987).
En lo que concierne a la enseñanza de las ciencias histórico-sociales,
encontramos los trabajos de Valiente (1987 y 1989); se constata que, en los
contenidos de los textos actualmente en uso en las escuelas primarias rurales, la
sociedad andina aparece como un sistema de remanentes obsoletos, al mismo
tiempo que indaga por las maneras de integrar la historia local y regional dentro
de la historia nacional, y renovar la enseñanza de la historia, geografía y educa-
ción cívica.
En referencia a los materiales de enseñanza bilingüe, encontramos los
trabajos de Büttner (1986) y Chatry-Komarek (1987); hacen un estudio evalu-
ativo de los libros de lectura y de lenguaje en quechua punefío elaborados por
el Proyecto Experimental de Educación Bilingüe en Puno; abordan, igualmente,
los problemas que acompañan la elaboración de materiales: el alfabeto, el universo
vocabular, las re glas de ortografía y la creación de ténninos en una lengua sin
tradición escrita como es el quechua. Villavicencio (1985) da cuenta de la valí-

No. 2, diciembre 1990 489


Artículos, Notas y Documentos

dación de los materiales educativos en quechua, aimara y cas~ellano, utilizados


en Puno; mide el rendimiento alcanzado por los niños en relación a los textos
utilizados, detectando algunas insuficiencias de éstos. Los materiales de ciencias
naturales son evaluados por Minssen (1987).
Gleich (1987) da cuenta de diversas investigaciones sobre la enseñanza
bilingüe en el nivel latinoamericano, algunas de las cuales se refieren al Peru y
Bolivia; ellas han sido ya consideradas en nuestra revisión.

S. EVALUACION DE PROYECTOS

Uno de los puntos débiles de los proyectos de educación bilingüe es la


ausencia virtual de evaluaciones, ya sea hechas por los miembros del mi smo
equipo o por evaluadores externos. No es éste el caso del Proyecto Bilingüe de
Puno, una de cuyas constantes preocupaciones fue evaluar el cumplimiento de
metas y objetivos para cada etapa del plan. Habiendo concluido este proyecto,
luego de más de una década de actividades, se han llevado a cabo diversas
investi gaciones de evaluación .
Una de ellas, "externa", por haber sido hecha por un equipo de especial-
istas de México, es la de Rockwell et al (1989). Su objetivo es apreci ar la
eficiencia de las escuelas experimentales bilingües en comparación de las escue-
las ofici ales de la zona; para ese fin, se consideran las áreas del lenguaje oral y
escrito , matemáticas y ciencias. El ri guroso di seño de la investigación conduce
a conclusiones que muestran los resultados del análisis cualitativo y estadístico
sobre el rendimiento escolar. En general, se muestran las bondades de la experi-
encia bilingüe.
Otra evaluación, también del Proyecto de Puno, es la de Cerrón Palomino
et al. (1988), referida al conjunto de materiales producidos por el proyecto. Se
examinan cuatro áreas: normalización de lenguas, lenguaje, metodología y cul -
tura. Al mismo tiempo que se señalan los aciertos, se advierten insuficiencias:
los materiales de segunda lengua adolecen de falta de unidad y coherencia inter-
nas; falta un plan integral para el uso de las lenguas vernáculas y del castellano
corno lenguas instrumentales; no se da una suficiente sistematización de los
contenidos ni capacitación para el trabajo (pp. 5-1 O passim).
Estudios menos exhaustivos y sistemáticos son los balances de algunos
proyectos de la amazonía peruana. Heise ( 1989) da cuenta del Proyecto de Edu-
cación Bilingüe y Bicultural del Río Tambo y saca algunas lecciones: el pro-
fesor, más que el material educativo, es la piedra angular del fracaso o éxito del
trabajo; la educación bilingüe no concierne sólo a la escuela sino también a
padres de familia y comunidad. Ashanga et al. (1989), por su parte, examinan
los catorce años de trabajo del Programa de Educación Bilingüe e Intercultural
del Alto Napo (PEBIAN); entre sus logros más significativos figuran el haber
logrado que la Organización Kichwaruna Wangurina (ORKIWAN) participe
activamente en el proyecto y que los profesores nativos mantengan la motivación
para superarse en los estudios personales.

490 Revista Andina, Año 8


Godenzzi: Educación bilingüe

Si bien el estudio de Amadio y Zúfíiga (1989) no es propiamente una


evaluación, sí contiene elementos evaluativos sobre los diferentes proyectos bil-
ingües bolivianos.

BALANCE GENERAL

El conjunto de las investigaciones examinadas nos muestra que para la


década del ochenta contamos con una buena producción de trabajos, sobre todo
si hacemos una comparación con las décadas anteriores, en las cuales apareci-
eron pocas publ icaciones en tomo a la educación bilingüe.
Estas investigaciones, algunas más rigurosas que otras, no tienen un
carácter académico teoricista, ni constituyen meras réplicas de estudios hechos
en otros contextos; surgen, más bien, como parte constitutiva de respuestas a
problemas reales de la educación rural indígena peruana y boliviana, sin dejar
por ello de lado la necesaria reflexión teórica.
Estos avances positivos, sin embargo, no deben hacemos olvidar que aún
falta mucho camino por recorrer. Hay algunos dominios que prácticamente no
han sido tocados ; por ejemplo, la alfabetización de adultos en lengua vernácula ;
la "interculturalidad" del contexto andino; la influencia de la escritura en la
enseñanza de la segunda lengua; los contenidos curriculares.
Otros campos de estudio , sí abordados, deben aún ser reforzados. En lo
que respecta a la enseñanza de lenguas, se tienen varios avances sobre la segunda
lengua; no así sobre la lengua materna. Habría que profundizar también las
investigaciones sobre transferencia de habilidades de lectoescritura de la segunda
lengua a la lengua materna, pues podría coadyuvar a que la población vernáculo-
hablante alfabetizada en castellano, incluso si es migrante, pueda "realfabet-
izarse" en su propia lengua y sin mayores dificultades.
En este mismo sentido, teniendo en cuenta la poca tradición en escritura
alfabética de las sociedades indígenas tanto peruanas como bolivianas, haría falta
indagar más sobre las funciones de la escritura y sus implicancias sociocultu-
rales. Igualmente, se hace necesario incrementar los estudios sobre los patrones
de crianza y sociali zación de las poblaciones indígenas, que bien pudieran servir
de referencias fundamentales para una educación bilingüe intercultural bien
entendida.
En suma, todas estas investigaciones expresan una conciencia cada vez
mayor de las particularidades pluriétnicas y plurilingües de nuestras sociedades
y, al mismo tiempo, testimonian la voluntad por contribuir al desarrollo de una
educación digna de naciones democráticas y pluralistas.

Juan Carlos Godenzzi


Centro de Estudios Regionales Andinos
"Bartolomé de Las Casas"
"\
Apartado 477
Cusco, Perú

No. 2, diciembre 1990 491


Godenzzi: Educación bilingüe

BIBLIOGRAFIA

l. Estudios de diagnóstico

ALBO, Xavier
1980 Lengua y sociedad en Bolivia 1976. Instituto Nacional de Estadística.
La Paz.

AMADIO, Massimo
1984 "Diagnóstico sobre la educación bilingüe en losdistritos del Pastaza
y Cahuapanas, Provincia del Alto Amazonas (Perú)", en CETA 1984:
193-212.

AMADIO, Massimo y ZUÑIGA, Madeleine


1989 La educación lntercultural y bilingüe en Bolivia: experiencias y
propuestas. Ministerio de Educación y Cultura, UNICEF, UNESCO-
OREALC . La Paz.

ANSION, Juan
1988 (?) La escuela en la comunidad campesina. Proyecto Escuela, Ecología
y Comunidad Campesina. Lima.
...
\
BRIGGS, Lucy T.
1980 Análisis técnico del Programa de Educación Bilingüe del PEIA

No. 2, diciembre 1990 493


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

1979. Mimeo, La Paz.

1981 "Bilingual Education in Bolivia", ponencia presentada a la Southem


Anthropological Society. Mimeo. Texas.

CAPELLA, Jorge y OJEDA, Ludolfo (editores)


1990 Una alternativa andina de profesionalización docente. PUC, Univer-
sidad Me Gil! e Instituto Superior Tecnológico y Pedagógico de
Urubamba. Lima -Urubamba (Cusco).

CENTRO DE ESTUDIOS REGIONALES ANDINOS "BARTOLOME DE LAS CASAS"


1987 Lengua, Cultura y Región. Diálogo y conflictos en el sur andino
peruano. Debates Andinos 13. Cusco.

C.E.T.A.
1984 Shupihui. vol IX, Nro . 30, pp. 165-310.

CHIRIF, Alberto
1989 Amazonía peruana: contexto y características de la educación ofi-
cial en sociedades indígenas. Taller-Seminario para la Evaluación
de las experiencias recientes de educación bilingüe en el Perú, 4--6
Diciembre. FOMCIENCIAS . Lima.

D' EMILIO, Lucia


1985 "11 maestro indigeno nell'Amazzonia peruviana", en TERRA NUOVA
1985 : 179-192.

CORBERA. Angel (compilador)


1983 Educación y lingüística en la amazonía peruana . CAAAP. Lima.

FERNANDEZ, María del Carmen


1983 "Educación intercultural y bilingüe en el Alto Napo", en Corbera
(comp.) 1983: 111-148.

GODENZZI, Juan C.
1987 "Lengua, cultura y región sur andina peruana", en CERA 1987: 9-72.

GOYTIA, Lilian et al.


1987 Proyecto de evaluación del texto rural bilingüe "Jiwasan
Thakhisa". Comisión Episcopal de Educación. La Paz.

GUZMAN, Ingrid
1988 "Primer análisis de la problemática educativa en el área rural en que
trabajan los docentes intitulados y expectativas de éstos". Proyecto
CRAM-Urubamba, Cusco. Inédito.

HEISE, María
1987 "Proyecto de educación bilingüe y bicultural para los Ashaninka", en
Zúñiga, Ansión y Cueva (editores) 1987: 275-280.

INIDE
1979 Diagnóstico sociolingüístico del área quechua del Departamento
de Puno. Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo de la Edu-
cación. Ministerio de Educación. Lima.

494 Revista Andina, Año 8


Godenzzi: Educación bilingüe

KOMAREK, Kurt
1985 "Il progetto sperimentale di educaziones bilingue Puno: una ricerca su
un sistema di istruzione alternativo e sui suoi condizionamenti po-
litici, sociali ed economici", en TERRA NUOVA 1985: 165-177.

IPA
1987 Allpanchis, Nro. 29/30. Instituto de Pastoral Andina. Cusco.

LOPEZ, Luis Enrique (editor)


1988 Pesquisas en lingüística andina. CONCYTEC, UNA-Puno, GTZ.
Lima-Puno.

LOPEZ, Luis Enrique


1988 "Balance y perspectivas de la educación bilingüe en Puno", en López
(ed.) 1988: 79-106. Aparece también en IPA 1987: 347-381.

LOPEZ, Luis E., Alejandro ORTIZ, OSSIO, Juan, POZZI-ESCOTT, Inés y ZUÑIGA, Madeleine
1984 Perú 1984: caracterización sociolingüística. Apuntes para un de-
bate. GTZ. Lima.

MINISTERIO DE EDUCACION Y CULTURA/PEIA


1980 Análisis de la programación y de las realizaciones del PEIA. Mimeo.
La Paz.

MONTOY A, Rodrigo
1990 Por una educación bilingüe en el Perú. Reflexiones sobre cultura
y socialismo. CEPES/Mosca Azul Editores. Lima.

MONTOY A, Víctor
1983 "La educación bilingüe en proyectos integrados", en Educación, etnias
y descolonización en América Latina, vol. I. UNESCO/IIJ, pp. 57-82.
México.

NEGRON, Luis y BONETT


1988 "Investigación antropológica". Proyecto CRAM-Urubamba, Cusco.
Inédito.

PANTIGOZO, Jaime y GODENZZI, Juan C.


1988 "Investigación lingüística sobre el sur andino peruano". Proyecto
CRAM-Urubamba, Cusco. Inédito.

PLAZA, Pedro y CARVAJAL, Juan


1985 · Etnias y lenguas de Bolivia. Instituto Boliviano de Cultura. La Paz.

PORTUGAL MENDOZA, José


1987 "Situación socio-económica, cultural y educativa de los grupos étni-
cos peruanos", en Zúñiga, Ansión y Cueva (editores) 1987: 207-214.

POZZI-ESCOT, Inés
1987 '( "La incomunicación verbal en el Perú", en IPA 1987: 45-63.

1988 "La educación bilingüe en el Perú: una mirada retrospectiva y pros-

No. 2, diciembre 1990 495


Artículos, Notas y Documentos

pectiva", en López (ed.) 1988: 37-77.

QUISPE, Félix
1983 "Educación en las escuelas rurales". Trabajo presentado en la carrera
de Lingüística y Lenguas nativas. Universidad Mayor de San Andrés.
La Paz.

RIESTER, Jürgen y ZOLEZZI, Graciela (cds.)


1988 Identidad cultural y lengua. La experiencia guaraní en Bolivia. La
Paz. Por aparecer.

RIVERA PIZARRO, Jorge


1984 "Plan Nacional de Alfabetización y Educación Popular en Bolivia",.
en Apoyo regional al plan nacional de alfabetización y educación
popular de Bolivia. Informe Final. UNESCO/OREALC, pp. 47-64.
Santiago de Chile.

1987 "Alfabetización y educación popular desde las perspectivas de las


culturas nacionales (la experiencia boliviana)", en Zúñiga, Ansión y
Cueva (eds.) 1987: 157-168.

SANCHEZ GARRAFA, Rodolfo y PATIÑO, Alberto


1988 "Problemática socio-educativa y requerimientos de profesionalización
docente en la región sur andina". Proyecto CRAM-Urubarnba, Cusco.
Inédito.
TERRA NUOVA
1985 L'educazione bilingue in Peru. Prograrnrni, ricerche, intcrventi. Terra
Nuova / Riccrca e Cooperazione. Serie Quademi Monografici Nº 3.
Roma .
ULIBARRI, Horacio et al.
1981 Rural Education I Project-Final Report. Mimeo. Cochabarnba.
VALDIVIA, Gustavo
1988 "Aspectos psicológicos del niño rural andino". Proyecto
CRAN-Urubarnba. Cusco. Inédito.

VILLA VICENCIO, Marlha y LOPEZ DE CASTILLA, Marlha


1985 "Multilinguismo, problematica educativa e istruzione bilingue in Peru",
en TERRA NUOVA 1985: 35-55.

ZUÑIGA, Madeleine
1985 "L 'educazione bilingue quechua--spagnolo in Ayacucho: un prograrnrna
sperimentale della Universidad Nacional Mayor de San Marcos", en
TERRA NUOVA 1985: 154--164.
1987 "Educación en quechua y castellano en Ayacucho: el programa ex-
perimental de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos", en
Zúñiga, Ansión y Cueva 1987: 257-273.
ZUÑIGA, Madeleine, ANSION, Juan y CUEVA, Luis (eds.)
1987 Educación en poblaciones Indígenas. Políticas y estrategias en
América Latina. UNESCO-OREALC / ID. Santiago de Chile.

496 Revista Andina, Año 8


Godenzzi: Educación bilingüe

2. Lingüística y Dialectología

AYALA LOA YZA, Juan Luis


1988 Diccionario: Español-Aymara. Aymara-Español. Ed. Juan Mejía
Baca / CONCYTEC. LIMA.
ALBO, Xavier (compilador)
1988 Raíces de América: el mundo aymara. UNESCO / Alianza Edito-
rial. Madrid.

AYALA LOA YZA, Juan Luis


1988 Diccionario: Español-Aymara. Aymara-Español. Ed. Juan Mejía
Baca / CONCYTEC. Lima.

BALLON, Enrique, CERRON PALOMINO, Rodolfo y CHAMBI, Emilio


1990 Vocabulario razonado de la actividad agraria andina. Termino-
logía quechua. FOMCIENClAS/Banco Agrario del Pení. Lima.

BALLON, Enrique y CERRON PALOMINO, Rodolfo (eds.)


1990 Diglosia linguo-literaria y educación en el Perú. Homenaje a Alberto
Escobar. CONCYfEC, GTZ. Lima.

BEAN, Mark E.
1989 "-riyku y otros sufijos de aspecto en el quechua de Dos de Mayo,
Huánuco", en Cerrón y Solís 1989: 39-56.

BENA VENTE, Sonia


1988 "Algunos rasgos sintácticos del castellano en alumnos universitarios
puneños", en López (ed.) 1988: 237-251.

1989 El castellano en Puno: variaciones sintácticas. Tesis de Maestría.


Escuela de Postgrado, Area de Lingüística Andina y Educación.
Universidad Nacional del Altiplano. Puno.

BEYERSDORFF, Margot
1984 Léxico agropecuario quechua. CERA "Bartolomé de Las Casas".
Cusco.

BRIGGS, Lucy T.
1987 "Lingüística y literatura aymaras: estado actual", en IPA l 987 :
511-525.

1988 "Estructura del sistema nominal", en Hardman, Vásquez y Yapita


1988: 171-264.

CAJAS, Judith
1989 "Nasalización en urarina", en Cerrón y Solís 1989: 217-225.

CAJAS, Judith y GUALDIERI, Beatriz


1987 ' Kaca eje (lengua urarina). Aspectos de la fonología. Tesis de licen-
ciatura. UNMSM. Lima.

No. 2, diciembre 1990 497


Artículos, Notas y Documentos

CARA VEDO, Rocío


1983 Estudios sobre el español de Lima. Variaci~n contextual de la
sibilante. PUC. Lima.

CARVAJAL, Juan
1983 Apuntes para una morfología aymara. Instituto Boliviano de Cul-
tura/lNEL. La Paz.

CERRON PALOMINO, Rodolfo


1987 Lingüística quechua. CERA "Bartolomé de Las Casas"/GTZ. Cusca.

1989 Lengua y sociedad en el Valle del Mantaro. IEP. Lima.

CERRON PALOMINO, Rodolfo y SOLIS, Gustavo (eds.)


1989 Temas de lingüística amerindia. CONCYTEC/GTZ. Lima.

CHAMBI, Emilio
1989 Léxico agrícola quechua. Tesis de Maestría. Escuela de Postgrado,
Arca de Lingüística Andina y Educación . Universidad Nacional del
Altiplano . Puno.

CONDORI, Dionisia
1989 Lso de la lengua aymara en las emisoras radiales de la ciudad de
Puno. Tesina de Segunda Especialización. Escuela de Postgrado, Area
de Lingüística Andina y Educación . Universidad Nacional del Alti-
plano. Puno.

COOMBS, David
1986 "El quechua de Cajamarca", en Encuentro. Análisis y Debate de la
región nor-andina l. Junio . pp. 59-82. Cajamarca.

CORBERA, Angel
1980 "Algunos procesos morfofonémicos que subyacen en la fonología
aguaruna", en Amazonía Peruana. CAAAP, vol. lII, Nro. 5. Junio.
pp. 103-120.

CORBERA, Angel (compilador)


1983 Educación y lingüística en la amazonía peruana. CAAAP. Lima.

DEZA GALINDO, Juan Francisco


1989 Jaya Mara Aru. Nuevo diccionario aymara-castellano.
Castellano-aymara. CONCYTEC. Lima.

ESCOBAR, Alberto
1978 Variaciones sociolingüisticas del castellano en el Perú. IEP. Lima.

1981 "Rcfonologización o velocidad de ciertos cambios en el español


amazónico", en Logos Semantikos. Studia Linguistica in honorem
Eugenio Coseriu. Gredas. Madrid. pp. 425-433 .

1989 "Observaciones sobre el interlecto", en López, Pozzi-Escot y Zúñiga


(eds.) 1989: 147-155.

498 Revista Andina, Año 8


Godenzzi: Educación bilingüe

ESCOBAR, Anna Maria


1986 Types and Stages of Blllngual Behavlor: a Soclopragmatlc Analy-
sls of Peruvlan Bilingual Spanlsh. Tesis de Doctorado. Universidad
de New York en Buffalo.

1988 Hacia una tipología del bilingüismo en el Perú. Docwnento de


trabajo Nro. 28. IEP. Lima.

1990 Los bilingües y el castellano en el Perú. IEP. Lima.

GODENZZI, Juan Carlos


1985 Variations sociolinguistiques de l'espagnol a Puno-Pérou. Tesis
de Doctorado. Universidad de París IV-Sorbona.

1986 "Pronombres de objeto directo e indirecto del castellano en Puno", en


Lexis vol. X, Nro. 2. pp. 187-201. PUC. Lima.

1987 "Variantes etno-sociales del castellano en Puno", en JPA 1987:


133-150.

1988 "Lengua y variación sociolectal: el castellano en Puno", en López


(ed.) 1988: 201-236.

1990 "En aquí, en la zona de aimara: sobre algunos elementos de relación


del castellano en Puno", en Bailón y Cerrón (cds.) 1990: 169-178.

HARDMAN, Martha
1988 "Jaqi Aru: la lengua humana", en Alb6 (comp.) 1988: 155-205.

HARDMAN, Martha, V ASQUEZ, Juana y Y APITA, Juan de D.


1988 Aymara. Compendio de estructura fonológica y gramatical. JLCA.
La Paz.

HELBERG CHA VEZ, Heinrich


1989 "Análisis funcional del verbo arnarakaeri", en Cerrón y Salís 1989:
227-249.

IPA
1987 Allpanchis, Nro . 29{30. Instituto de Pastoral Andina. Cusca.

LOPEZ, Luis E. (cd.)


1988 Pesquisas en lingüística andina. CONCYTEC, GlZ, Universidad
Nacional del Altiplano. Lima - Puno.

LOPEZ, Luis E., POZZI-ESCOT, Inés y ZUÑIGA, Madeleine (eds.)


1989 Temas de lingüística aplicada. CONCYTEC, GlZ, Lima.

McCUBBIN, Mary L.
1989 "Oraciones relativas y correlativas con el pronombre chay en el
quechua de Cailloma (Arequipa)", en Cerrón y Solís 1989: 57-67.

Me LAUCHLAN,' Jessica
1982 "Dequeísmo y queísmo en el habla culta de Lima", en Lexis, vol. VI,
Nro. l, pp. 11-55. PUC. Lima.

No. 2, diciembre 1990 499


Artículos, Notas y Documentos

MEIIA, Jaime y HERRERO, Joaquín


1982 Aymara. Curso básico. 2 vols. Instituto d6,. Idiomas, Padres de
Maryknoll. Cochabamba.

MERCIER, J.M.
1983 "El kichwa del Napo", en Corbera (comp.) 1983: 29--64.

MINA YA, Liliana y LUJAN, Martha


1982 " Un patrón sintáctico híbrido en el habla de los niños bilingües en
quechua y español", en Lexis, vol. VI, Nro. 2, pp. 271-293. PUC.
Lima.

PA YNE, David L.
1989 "Extrametricalidad y acento tonal en el aguaruna", en Cerrón y Solís
1989: 251-272.

PEEB-P
1984 Diccionario aymara-castellano. Arunakan liwru aymara -kastil-
lanu. Proyecto Experimental de Educación Bilingüe. Puno.
PLAZA. Pedro
1987 "Objetos pronominales del quechua", en IPA 1987: 179-226.

PLAZA. Pedro y CARVAJAL, Juan


1985 Etnias y lenguas de Bolivia. Instituto Boliviano de Cultura. La Paz.

RODRIGUEZ, José A.
1982 "Sobre el uso del posesivo redundante en el español del Perú", en
Lexisvol. VI, Nro. 1, pp. 117-123. PUC. Lima.

RIV AROLA, José Luis


1986 "El español del Perú. Balance y perspectivas de la investigación", en
Lexis, vol. X, 1, pp. 25-52. PUC. Lin1a.

SCHUMACHER DE PEÑA, Gertrud


1980 "El pasado en español andino de Puno/Perú", en Romanica Europea
et Americana. Festschrift für Harri Meier. Bouvier Verlag. 553-558.
Bonn.

TANDIOY, Francisco y LEVINSOHN, Stephen


1989 "Fonología comparativa de los dialectos del Inga", en Cerrón y Solís
1989: 21-37.

TA YLOR, Gerald
1982 "Breve presentación de la morfología del quechua de Ferreñafe", en
Lexis vol. VI, 2, pp. 243-270. PUC. Lima.

TOEDTER, Christa
1989 "Análisis de un texto narrativo en el quechua del Pastaza", en Cerrón
y Solís 1989: 69-80.

TORRES, Guido
1988 "El interlecto en una escuela bilingüe", en L6pez (comp.) 1988:
253-264.

500 Revista Andina, Año 8


Godenzzí: Educación bilingüe

1989 Estudio sociolingüistico del castellano hablado en Arequipa. Tesis


de Maestría. Escuela de Postgrado, Arca de Lingüística Andina y
Educación. Universidad Nacional del Altiplano. Puno.

WOLCK, Wolfgang
1987 Pequeño breviario quechua. IEP. Lima.

YAPITA, Juan de Dios


1985 Estructura morfológica verbal ayrnara. ILCA. La Paz.

3. Sociolingüística aplicada

AMADIO, Massimo
1983 "Notas sobre ortografía candoshi", en Corbera (comp.) 1983: 101-109

ALBO, Xavier
1987 "Problemática lingüística y metalingüística de un alfabeto quechua:
una reciente experiencia boliviana", en IPA 1987: 431-467.

BALLON, Enrique
1989 '" La identidad lingu~ultural peruana: bilingüismo y diglosia", en
López, Pozzi-Escot y Zúñiga 1989: 77-93.

CARRION, Enrique
1985 "La política lingüística en el Perú contemporáneo. Notas bibliográfi-
cas", en Lexis, vol. IX, 2, 133-195. PUC. Lima.

CERRON PALOMINO, Rodolfo


1987 "Multilingüismo y política idiomática en el Perú", en IPA 1987: 17-44.

CERRON PALOMINO, Rodolfo y SOLIS, Gustavo (eds.)


1989 Temas de lingüística amerindia . CONCYfEC/GTZ. Lima.

CORBERA, Angel (comp.)


1983 Educación y lingüística en la amazonía peruana. CAAAP. Lima.

ESCOBAR, Alberto
1987 "Inventario sistemático de lenguas indígenas del Perú: políticas para
la preparación de gramáticas y diccionarios bilingües elementales",
en Zúñiga, Ansión y Cueva 1987: 79-100.

GLEICH, Utta von


1989 "Actitudes lingüísticas entre hablantes bilingües en Ayacucho", en
López, Pozzi-Escot y Zúñiga 1989: 97-122.

GUGENBERGER, Eva
1989 "Migración y desplazamiento lingüístico en Arequipa", en Cerrón y
Solís 1989: 181-191.

JUNG, lngrid ' \

1987 "Acerca de la política lingüística, bilingüismo y biculturalidad y


educación", en IPA 1987: 65-104.

No. 2, diciembre 1990 501


Artículos, Notas y Documentos - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

JUNG, Ingrid y LOPEZ. Luis E.


1987 "Las dimensiones políticas de una escritura: el caso del quechua en
el Perú", en IPA 1987: 483-510.

IPA
1987 Allpanchis, Nro. 29/30. Instituto de Pastoral Andina. Cusco.

LOPEZ, Luis E. y LLANQUE, Domingo


1987 "El desarrollo de un sistema de escritura para el aymara", en IPA
1987: 539-574. .

LOPEZ, Luis E. (ed.)


1988 Pesquisas en lingüística andina. CONCYTEC, GTZ, Universidad
Nacional del Altiplano. Lima-Puno.

LOPEZ, Luis E., POZZl-ESCOT, Inés y ZUÑIGA, Madeleine (eds.)


1989 Temas de lingüística aplicada. CONCYTEC, GTZ. Lima.

LOPEZ, Luis E. y MOYA, Ruth


1989 Pueblos indios, estados y educación. PEEB, EBI, ERA. Lima.

MENDOZA, José
1987 .. El aymara como lengua escrita y su normali zación", en lPA 1987:
527-538 .

MINJSTERIO DE EDUCACION Y CULTURA ! UNICEF


1989 :'\ormalización del lenguaje pedagógico para las lenguas andinas.
Informe Final. Ministerio de Educación y Cultura, UNICEF,
OREALC-UNESCO, AECl-ICI. La Paz.

PLAZA, Pedro
1988 "Hacia una caracterización de la política educativo-cultural bolivia-
na", en López (ed.) 1988: 353-366.

1989 "Verdades y falacias de la política lingüístico-educativa en Bolivia",


en López y Moya 1989: 45-69.
POZZI-ESCOT, Inés
1989 "Reflexiones para una política nacional de lenguas y culturas en la
educación", en López, Pozzi-Escot y Zúñiga 1989: 21-54.

ZUÑIGA, Madeleine
1987 "Sobre los alfabetos oficiales del quechua y el aymara", en IPA 1987:
469-481.

ZUÑIGA, Madeleine, ANSION, Juan y CUEVA, Luis (eds.)


1987 Educación en poblaciones indígenas. UNESCO-OREALC, III.
Santiago de Chile.

4. Procesos educativos bilingües


ARIAS, Pedro
1990 Aprendizaje de la matemática por niños almarófonos, en el

502 Revista Andina, Año 8


Godenzzi: Educación bilingüe

Proyecto de Educación Bilingüe-Puno. Tesis de Maestría. Escuela


de Postgrado, Area de Lingüística Andina y Educación. Universidad
Nacional del Altiplano. Puno.

1990b "La formación de conceptos matemáticos en niños aimara-hablantes".


Programa ERA. Puno. Manuscrito.

BENA VENTE, Sonia


1989 "Dificultades en el sistema escriturario de las vocales en niños bilin-
gües", en López, Pozzi-Escot y Zúñiga (eds.) 1989: 167-175.

BERMEJO, Saúl
1990 "Conocimientos y aprendizaje del niño airnara". Proyecto ERA. Puno.
Manuscrito.

BUTfNER, Marie M.
1986 "Consideraciones lingüísticas en tomo a libros escolares en quechua
puneño", en Revista Andina Nro. 7, Año 4, 1. Centro "Bartolomé de
Las Casas". Cusco. 195-210.

CHATRY-KOMAREK, Marie M.
1987 Libros de lectura para niños de lengua vernácula. (A partir de una
experiencia interdisciplinaria en el altiplano peruano). GTL Esch-
bom.

CHA VEZ, Osear


1990 "Los contextos, formas y funciones lingüísticas en la adquisición del
castellano como segunda lengua por niños en edad pre-escolar de las
comunidades de Llungo y Collana I". Programa de Educación Rural
Andina. Puno. Manuscrito.

CUBA, María del Carmen


1989 "Una prueba para diagnosticar la producción fonético-fonológica en
niños de dos a cinco años", en López, Pozzi-Escot y Zúñiga (eds.)
1989: 247-269.

DIETSCHY-SCHEITERLE, Annette
1987 "Ciencias naturales y saber popular: ¿dominación o complementarie-
dad?", en Allpanchis Nro. 29/30. IPA. Cusco. 383-399.

1989 Las c_iencias naturales en la educación bilingüe: el caso de Puno.


PEEB, GTZ. Lima-Puno.

ESCOBAR, Anna María


1989 "Bilingüismo: castellano bilingüe y proceso de adquisición", en López,
Pozzi-Escot y Zúñiga (eds.) 1989: 167-175.

GALDOS, Benjamín
1988 El habla de los profesores del ámbito rural de Puno y sus impli-
...
\
cancias en la educación . Tesina de Segunda Especialización. Escuela
de Postgrado, Arca de Lingüística Andina y Educación. Universidad
Nacional del Altiplano. Puno.

No. 2, diciembre 1990 503


Artículos, Notas y Documentos

GLEICH, Utta von


1987 Educación primaria bilingüe y blcultural en A.ptérica Latina. GTZ.
Eschbom.
HORNBERGER, Nancy
1987 "Schooltime, Classtime, and Academic Leaming Time in Rural
Highland Puno, Peru", en Anthropology and Education Quarterly
18(3 ). Setiembre. 207-221.

1988 "Misbehaviour, Punishment and Put-<lown:" Stress for Quechua


Children in School", en Language and Education, vol. 2, Nro. 4 .
239-253.

1989 Haku Yachaywasiman: la educación bilingüe y el futuro del


quechua en Puno. PEEB . Lima-Puno.

1989b "Pupil Participation and Teacher Techniques: Criteria for Success in


a Peruvian Bilingual- Education Prograrn for Quechua Children", en
lnternational Journal of the Sociology of Language 77 . 35-53 .

1990 "Teacher Quechua Use in Bilingual and No-Bilingual Classrooms of


Puno, Peru", en Language Oistribution lssues in Bilingual School-
ing, ed. by Rodolfo Jaco bson & Christian Faltis. Multilingual Mat-
ters. 163-173.
JUNG . lngrid, URRAN, Chri stianne y SERRANO, Javier (eds.)
J989 Aprendiendo a mirar: una investigación de lingüística aplicada y
educación. PEEB, UNA . Lima-Puno.

LOPEZ, Luis E., POZZI- ESCOT, Inés y ZUÑIGA, Madeleine (eds.)


1989 Temas de lingüística aplicada. CONCYTEC, GTZ. Lima.

LOPEZ. Luis E. y JUNG, Ingrid


1989 "El castellano del maestro y el castellano del libro", en López,
Pozzi-Escot y Zúñiga (eds.) 1989: 197-217.

LOPEZ DE CASTILLA, Martha y V ALIENTE, Teresa


1985 "Algunos aspectos del proceso de socialización en las áreas rurales
del departamento de Puno". Documento de trabajo. INIDE, DDE,
GTZ. Puno.

MENDOZA, Leon or
1990 Transferencia de conocimientos de lecto-escrltura de la segunda
lengua a la lengua materna en niños bilingües quechua-<astellano.
Tesina de Segunda Especialización. Escuela de Postgrado, Arca de
Lingüística Andina y Educación. Universidad Nacional del Altiplano.
Puno.
MINSSEN, Mins
1987 "Ciencias naturales en la escuela primaria bilingüe". Bildungsreport
Nro. 38. GTZ. Eschbom. 1-51.
MORRIS DE PAYNE y PAYNE, David L.
1989 "Hacia una gramática pedagógica: experiencias logradas al redactar la
gramática Ashéninca", en López, Pozzi-Escot y Zúñiga (eds.) 1989:

504 Revista Andina, Año 8


Godenzzi: Educación bilingüe

279-287.
PLAZA, Pedro
1989 "El proceso de fonematización en niños monolingües hablantes del
castellano", en López, Pozzi-Escot y Zúñiga (eds.) 1989: 221-246.

TRAPNELL, Lucy y RENGIFO, Moisés


1989 "Lenguas y educación: una mirada dentro del aula", en López,
Pozzi-Escot y Zúñiga (eds.) 1989: 177-196.

VALIENTE, Teresa
1987 "Historia social, historia local y educación bilingüe", en Allpanchis
Nro. 29(30. IPA. Cusco. 401-428 .

1989 Las ciencias histórico sociales en la educación bilingüe: el caso de


Puno. PEEB, GTZ. Lima-Puno.

VILLA VICENCIO, Martha


1983 '.\'umeración, algoritmos y aplicación de relaciones numéricas y
geométricas en las comunidades rurales de Puno. Ministerio de
Educación/lNIDE. Lima-Puno.

1985 " Logros, dificultades y perspectivas del Proyecto de Educación


Bilingüe-Puno". Mimeo.

ZUÑTGA, Madeleine, PONCE, Zaida y LLORENS, María


1989 "La enseñanza de redacción en una escuela primaria estatal: breve
diagnóstico y sugerencias", en L-0pez, Pozzi-Escot y Zúñiga (eds.)
1989: 297-319.

ZUÑIGA, Madeleine y LOZADA, Minnie


1985 Análisis del proceso de enseñanza-aprendizaje de castellano como
segunda lengua en niños quechua-hablantes de Ayacucho. Proyecto
Experimental de Educación Bilingüe. Ayacucho. Mimeo.

5. Evaluación de proyectos

AMADIO, Massimo y ZUÑTGA, Madeleine


1989 La educación intercultural y bilingüe en Bolivia. Ministerio de
Edue&ción y Cultura, UNICEF, UNESCO-OREALC. La paz, Bo-
livia.

ASHANGA, Gabriel; SAN ROMAN, Gloria; TUSHUPE, Lucas y VERA, Rosa


1989 "Catorce años de educación bilingüe en la amazonía: análisis y pro-
spectiva". PEBIAN. Taller-Seminario para la Evaluación de las
experiencias recientes de educación bilingüe en el Perú. FOMCIEN-
CIAS. Lima.

CERRON PALOMJNO, Rodolfo; POZZI-ESCOT, Inés; VALDIVIA, Manuel y MONTO YA,


Rodrigo
1988 Informe de evaluación del material del PEEB-Puno. Conclusiones

No. 2, diciembre 1990 505


Artículos, Notas y Documentos

y recomendaciones. PEEB. Lima. Mimeo.


HEISE, María
1989 "El Proyecto de educación bilingüe y bicultural del Río Tambo".
CAAAP. Taller-Seminario para la Evaluación de las experiencias
recientes de educación bilingüe en el Pení. FOMCIENCIAS. Lima.
ROCKWELL, Elsie; MERCADO, Ruth; MUÑOZ, Héctor; PELLICER, Dora y QUIROZ, Rafael
1989 Educación Bilingüe y realidad escolar: un estudio en escuelas
primarias andinas. PEEB, GTZ. Lima-Puno.

506 Revista Andina, Año 8


Arqueología peruana (1970-1990):
Algunos comentarios{*)

Ramiro Matos Mendieta

ANTECEDENTES HISTORICOS

La arqueología peruana como ocupación académica se inició con Max


Uhle (1856-1944). A partir de sus publicaciones, la disciplina tomó un nuevo
camino, su verdadero camino, por asf decirlo. Empezó a valerse de una metodo-
logía científica, fijando su perfil antropológico y empleando un lenguaje propio
a su órbita. De esta manera, la arqueología andina pasa a definirse como dis-
ciplina científica, y se distingue de las entusiastas prácticas de excavadores
aficionados.
Cuando Julio C. Tello (1880-1947) aparece en el escenario de las inves-
tigaciones arqueológicas, le imprime su propia característica personal. Diferente
de Uhle, por supuesto, desde la fonnación profesional y la metodología de sus
trabajos, hasta la manera de entender la cultura andina.
Uhle y Tello pertenecieron a dos escuelas diferentes, a dos nacionali-

(*) Anteriormente 11.an aparecido dos ensayos sobre el mismo tema: Schaedel y Shimada (1982) y
Burger (1989). Moseley (1983) publicó un resumen sobre el proceso andino.

No. 2, diciembre 1990 507


Crónicas Bibliográficas

dades, a dos culturas y quizás aquello motivara diferentes perspectivas al acer-


carse a la cultura y el objeto de sus estudios. Tel10, notablemente comprometido
con la historia indígena y sujeto a la influencia de su origen serrano, se esforzó
por entender el proceso desde una óptica nacional. Uhle, por su lado, se esforzó
por reconstruir la cronología de los principales acontecimientos de la historia
preoccidental . Tel10, militante del influyente movimiento indigenista de su época,
y Uhle, convencido de la existencia de un largo proceso preinka, se erigieron
como los pioneros de la investigación andinista. Por consiguiente, aunque los
discursos que ambos arqueólogos usaron en tribunas o en publicaciones apun-
taran al mismo objetivo, existían entre ellos diferencias sustanciales.
Las investigaciones iniciadas por Uhle han sido continuadas por Kroeber
(1876-1960), en menor escala por Strong (1899-1962) y en las últ,imas décadas
por John H. Rowe. La tradición andinista que Uhle inauguró en la Universidad
de California, Berkeley, a comienzos de siglo, hoy muestra la misma vitalidad
que en el inicio. Tello no tuvo en cambio la misma suerte en la Universidad de
San Marcos. Nadie intentó continuar el camino iniciado por el Amauta, aunque
en la esfera no universitaria dejó una legión de seguidores legos que hacían gala
de una mística excepcional para defender el patrimonio arqueológico del Perú.
El Patronato Nacional de Arqueología y las inspectorías regionales y provincia-
les fueron creadas por él y funcionaron con cierto éxito hasta 1968.
La obra de Uhle ha sido publicada casi íntegramente (Rowe, 1954),
mientras que la de Tello, aun al cabo de casi medio siglo de su muerte, se
mantiene inédita y en peligro de total deterioro.
Entre Uhle y Tello aparece en la escena de las investigaciones Rafael
Larco Hoylc (1901-1966), Este investigador se vincula más estrechamente a
Uhle y guarda distancia de Tel10. Sin lugar a dudas, la contribución de Larco fue
importante en lal investigación arqueológica, particularmente para la costa norte.
Durante los mismos años, Wendell C. Bennen, Samuel Lothrop, Alfredo
Kidder 11, Theodore McCown, Henry Reichlen, Jacinto Jijón y Caamaño, Her-
mann Trimbom y Stig Rydén, entre otros, llevaron a cabo diversos estudios
sobre arqueología peruana. De todos ellos, Bennett fue el arquéologo que más
excavaciones realizó en diversos lugares de los Andes.
En 1937 se creó el Instituto de Investigación Andinas de Nueva York,
con intervención directa de Tel10. Esta institución ha auspiciado varios proyec-
tos, no solamente en el Perú sino también en otros países de América y se ha
distinguido por un perfil destacado en la historia de las investigaciones arqueológi-
cas andinas. Su actual presidente es J. Murra.
Después de la muerte de Uhle y Tel10, ocurridas en 1944 y 1947, respec-
tivamente, el panorama de las investigaciones arqueológicas en el Perú pre-
sentaba nuevas características. John H. Rowe y Richard Schaedel, por el lado
norteamericano, se ubicaron en una posición de liderazgo. Rowe ha estudiado
principalmente la arqueología de lea y Cuzco. Su valiosa contribución se distin-
gue por ser inagotable.
El autor no ha dejado de publicar desde la aparición de un valioso ensayo

508 Revista Andina, Año 8


Matos : Arqueología

que se incluyó junto al de Bennett en el Handbook of South American lndians


(1946). Richard Schaedel (1951, 1966), por su parte, se ha interesado más por
la arquitectura y por los patrones de establecimiento orientándose hacia la paleode-
mograffa y los sistemas de organización poblacional. Ambos, profesores de univer-
sidades norteamericanas, han sabido estimular entre sus estudiantes la vocación
por la cultura andina.
Los años 1946-1948 marcaron un hito en la arqueología peruana. 1) Se
llevó a cabo el Proyecto del Valle de Viru, con participación de un grupo de
arqueólogos de diferentes tendencias. Junius Bird (1948), interesado en el pre-
cerámico, descubre Huaca Prieta, que determinó que la antigüedad de la cultura
andina se ampliase a los 2,500 A.C. G. Willey (1953) ensayó la novedosa estrate-
gia de estudiar los patrones de establecimiento y el uso prehispánico del espacio.
J. Ford (1949), por su parte, puso en práctica el método estadístico para elaborar
mediante la seriación cuantitativa la secuencia cronológica. D. Collier (1955)
intentó explicar la evolución cultural en el valle y W.D. Strong y C. Evans
(1952) realizaron excavaciones en Guañape, en contextos del período Formativo.
2) En 1948 aparecieron simultáneamente dos publicaciones: la de Larco en el
Peru, y la de Bennett en los Estados Unidos. La primera plantea la cronología
para la costa none y la segunda se preocupa por la definición de los conceptos
consustanciales a la arqueología andina. 3) Al finalizar la década del cuarenta se
descubre el método de fechamiento mediante el Cl4, en virtud del cual las
cronologías asumen un valor "absoluto".
Entre finales de la década del cincuenta y los sesenta varias circunstan-
cias tuvieron repercusión directa en la arqueología peruana. 1) La Universidad
de San Marcos estableció un convenio de colaboración con la Comisión Fulbright
en cuyo marco vinieron al Peru varios arqueólogos para llevar a cabo investiga-
ciones en los valles de la costa afectados por programas de inigación, incorpo-
rando a estudiantes peruanos para realizar sus prácticas. 2) La Universidad de
Tokyo dio inicio a sus expediciones a la América nuclear. Se llevaron a cabo
excavaciones a gran escala, primero en Kotosh (lzumi y Sono, 1963; Izumi y
Terada, 1972) y más tarde en otros sitios. 3) Egresaron de la Universidad de San
Marcos las promociones que luego asumirían importantes funciones relacionadas
con el destino de la arqueología peruana. A ellas pertenecen Luis Lumbreras,
Rosa Fung, Duccio Bonavia, Isabel Flores, Ramiro Matos, Hermilio Rosas y
Rogger Ravines. 4) Durante los mismos años se abrieron dos escuelas de Ar-
queología, una en Huamanga y otra en la Particular de Arequipa. Por otra parte,
en las universidades en que tales escuelas funcionaban anexas a la especialidad
de Antropología, la disciplina arqueológica cobró independencia.
En las décadas del setenta y el ochenta, la investigación mostró avances
positivos. Estos se vieron, sin embargo, opacados si se considera el patrimonio
arqueológico destruido. Sin riesgo de exagerar, se podría señalar que este fue el
período de mayor predación. La magnitud de las investigaciones científicas sobre
el pasado prehispánico no compensan, en volumen global, el patrimonio destrui-
do o desaparecido durante el mismo período. Surge aquí el debate entre la ciencia

No. 2, diciembre 1990 509


Crónicas Bibliográficas

y la conservación de los bienes del pasado, entre la política cultural del gobierno
y la identidad histórica del pueblo, entre los métodos y técnicas científicas en los
trabajos de campo y la búsqueda fácil de los testimonios por cualquier medio,
entre el trabajo cuidadoso del arqueólogo y la alegre acción de excavar y
coleccionar para los museos. Estamos, en resumidas cuentas, ante el viejo debate
entre la ciencia con ética y el simple hallazgo a como dé lugar. (Bonavia, Cárdenas,
Iriane y Matos, 1980).
En estas dos décadas se multiplicaron los proyectos individuales, prin-
cipalmente orientados a la preparación de tesis de grado. También se organizan
proyectos de gran envergadura, como el de Chanchan (Moseley y Day, 1982),
Ayacucho (MacNeish, 1969, 1971), los de la Universidad de Tokyo, en La
Pampa, Ancash, Huacaloma y Kuntur-Wasi en Cajamarca (Terada,, 1980; Terada
y Onuki, 1982), y muchos otros de menor tamaño, en términos de personal y fi-
nanciamiento.
No se podría pasar por alto el papel que ha jugado en la arqueología
peruana, la llamada "Nueva Arqueología". Esta corriente de tendencia neoposi-
tivista surgió y creció notablemente en los Estados Unidos y atrajo a muchos
investigadores principalmente entre las promociones de los años sesenta a los
ochenta (Binford y Binford, 1968; Binford, 1983; Binford y Sabloff, 1982).
Muchos libros escritos en inglés fueron traducidos al castellano, especialmente
los que tratan sobre metodología (Watson, LeBlanc y Redman, 1984). Para dife-
renciarse de la arqueología tradicional ellos reclaman para esta corriente de
"arqueología procesal", el llamado "método científico" (Hole, 1986).
Muchos seguidores de esta coniente han trabajado en el Perú en el
campo de la arqueología andina. Circunstancialmente, he sido testigo de algunos
de sus trabajos y he leído los proyectos propuestos para estudiar un sitio o un
problema. A primera vista éstos me impresionaron por sus planteamientos y el
rigor teórico de su metodología. Pero algunos años después he visto con cierta
preocupación cómo los "modelos teóricos" propuestos para interpretar los datos
se alejaban cada vez de la realidad, desarticulándose de la información empírica,
o sencillamente pasaban desapercibidos. Entre los arqueólogos nacionales de esa
corriente no han encontrado seguidores.
Tal vez por esta razón las monografías clásicas de la arqueología tradi-
cional (Hole, 1986), como las de Strong y Evans (1952), Willey y Corbett (1954),
por mencionar dos ejemplos, mantienen su vigencia, mientras que trabajos re-
cientes, a poco tiempo de su circulación, han debido rendirse ante las críticas.
En tal sentido, sería importante una reflexión sobre las contribuciones de las dos
tendencias a la arqueología andina: una corriente con soporte de datos y la otra
con datos supuestos.
Como contraparte al neopositivismo, se· desarrolló en Latinoamérica la
"arqueología como ciencia social". En el Perú el movimiento, liderado por
Lumbreras (1981), ha tenido influencia en el medio universitario. Sin embargo,
la mayoría de los estudiantes que se autodefinen como seguidores de esta co-
rriente, todavía no logran encontrar una metodología adecuada para sus trabajos,

510 Revista Andina, Año 8


Matos: Arqueología

y explicar el proceso social dentro de los postulados que plantean. Mientras


tanto, la arqueología tradicional con sus descripciones empíricas, sigue su curso
en los estudios andinos.
Finalmente, una corriente diferente a las mencionadas es la "ecología
prehistórica". Con una perspectiva geográfica y el apoyo de los estudios inter-
disciplinarios, viene trabajando en los análisis del ambiente, los recursos natu-
rales, el clima, entre otros, como factores importantes en el proceso socio-
económico (Meggers, 1972). Dentro de esta orientación han venido desarrollándose
disciplinas como la paleo-ecología, la paleo-botánica y la paleo-zoología. Por
ahora, ellas constituyen las nuevas especialidades dentro de las carreras que se
dedican al estudio de las culturas indígenas (Hastorf, 1988; Wing, 1986; Wright,
1984).
La investigación interdisciplinaria se va extendiendo en la arqueología
peruana, aunque con dificultades para los proyectos nacionales. El interés entre
los estudiantes por estudiar alguna de estas especialidades, ha sido escaso, dado
que en el país no se ofrecen oportunidades para el desarrollo profesional.

LAS INVESTIGACIONES SOBRE EL PRE-CERAMIO

Después de los pioneros descubrimientos de Huaca Prieta en 1946 (Bird,


1948) y de Lauricocha en 1958 (Cardich, 1958), los hallazgos de esta naturaleza
tanto en la costa como en la sierra se han dado con frecuencia. Por ahora el
incidente de encontrar nuevos sitios, no tiene ya tanta resonancia como en las
décadas pasadas. La metodología y la calidad científica de los estudios son los
elementos más reclamados. Por esta razón trataré de resumir los avances de la
investigación, dejando para otra oportunidad el inventario de sitios y los in-
formes preliminares, que sin duda son también interesantes.
El interés por estudiar las ocupaciones pre-alfareras en los Andes creció
notablemente en las décadas del sesenta y del setenta. El "Proyecto Arqueológico
Botánico Huanta-Ayacucho" (MacNeish 1971), y el debate sobre el horizonte
paleo-indio, con sus derivaciones al problema del hombre temprano en América
y particularmente en los Andes, concitaron la atención de los americanistas,
(Bryan, 1973; Haynes, 1974; Kricger, 1964 Lanning, 1970; Lynch, 1974;
MacNeish, 1976). Unos se preocuparon de los hallazgos de mayor antigüedad
(MacNeish, 1971; 1976), mientras que otros trataron de estudiar la naturaleza
cultural de los hallazgos (Lynch, 1980; Lavallée, 1985; Chauchat, 1982; Bonavia,
1982; Dillehay, Netherly y Rossen, 1989).
A finales de la década del 60, Richard MacNeish se trasladó al Perú en
busca del hombre andino del Pleistoceno Tardío. Recorrió algunos valles inter-
andinos procurando encontrar cuevas secas. Al parecer, trataba de reeditar la
experiencia ganada en su anterior proyecto realizado en el valle de Tahuacan en
México (MacNeish, 1976). Luego se ubicó en la cuenca del Huarpa, Ayacucho,
a
en donde llevó cabo un espectacular proyecto, no solamente por la cantidad de
personas que participaron, sino también por los hallazgos y las novedades que

No. 2, diciembre 1990 511


Crónicas Bibliográficas

anunciaron durante y después de los trabajos de campo. MacNeish, muy entu-


siasmado por encontrar los testimonios más tempranos, no Sblamente de los
Andes, sino de Sudamérica, buscó evidencias que le permitieran acceder al "estadio
pre-paleoindio en Sudamérica" (MacNeish, 1971). Esta fue la base de su ponen-
cia presentada al Congreso Internacional de Americanistas realizado en Lima,
como también de sus primeras publicaciones sobre los resultados del proyecto
(MacNeish, 1971; MacNeish, 1969).
Las estimaciones de antigüedades de 21,000-13,000 A.C. para la Fase
Paccaiccasa y de 13,000-11,000 A.C. para la Fase. Ayacucho, fueron cuestiona-
das. Ni las evidencias que definen las fases, ni la naturaleza de los estratos que
corresponderían a estas fases en la cueva de Pikimachay, y menos aún los fechados
que supuestamente revelan su sensacional antigüedad han merecidq la confianza
de los especialistas (Lynch, 1974, 1984, 1990; Lavallé, 1985; Owen, 1984).
Para la fase Paccaiccasa MacNeish publicó cuatro fechados (I 7,650 +
3,000; 18,250 + 1,050; 14,100 + 1,200; 12,750 + 1,400). Si se observan las varia-
ciones, éstas muestran una tendencia objetiva de menor antigüedad con relación
al entusiasmo del propio arqueólogo. En vez de buscar un promedio ponderado,
MacNeish señala que, a su juicio, esta fase debe haber empezado hacia los
23,000 A.C. (MacNeish, 1969; lo repite en los informes siguientes: MacNeish,
Nelken-Temer y Vierra, 1980: 3). Si se restaran las variaciones de error, la
mayor antigüedad no debería exceder los 14,000 A.C., una fecha más o menos
razonable.
Las muestras asociadas a una gran antigüedad fueron hechas a partir del
examen de restos óseos de perezosos. En palabras de Lynch (1990: 164), parafra-
seando la información de su descubridor (MacNeish, García, Lumbreras, Vierra
y Nelken-Temer, 1981 ), esos animales "ocuparon y defecaron en Pikimachay".
Estos aspectos han sido objeto de serios debates entre los arqueólogos. Los
supuestos restos culturales, unos aparentemente tallados en huesos de los referi-
dos perezosos y otros en roca desprendida de la cueva, no muestran los signos
convincentes que el autor del hallazgo se esforzó vanamente en presentar. Sin
embargo, aunque se ha desestimado la antigüedad del hombre en Pikimachay, la
presencia de una variada fauna pleistocénica en el sitio, deja una puerta abierta
para futuras invéstigaciones en la región.
MacNeish redefinió su proyecto una década después de las investiga-
ciones de campo, disipada la euforia de los hallazgos. Luego de recibir y compartir
los comentarios y las críticas a sus infonnes preliminares, particulannente en los
aspectos relacionados con las evidencias culturales con las que trataba de probar
su antigüedad. De esta manera, en la introducción al primer volumen publicado
como informe final, (que corresponde al Vol III, y no al I como se hubiera
esperado), MacNeish, Nelken-Temer y Vierra (1980; 1) señalan que fue "El
proyecto interdisciplinario de investigación a gran escala", y agregan que el
propósito fundamental del mismo fue estudiar el origen de la agricultura y su
relación con la vida aldeana para luego ver el desarrollo de la civilización prís-
tina.

512 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Matos: Arqueología

Con la edición de tres volúmenes, MacNeish ha adelantado informes


finales del proyecto. En ellos se observa que el corpus principal de la investi-
gación fue el análisis del material lítico, el cual a nuestro juicio fue su mejor
contribución. Sus pormenorizadas descripciones de las colecciones de piedra
talladas o simplemente utilizadas en todas sus formas y desperdicios, constituyen
un modelo de estudio de este tipo de material arqueológico.
En el aspecto botánico, MacNeish ha adelantado algunos comentarios
sobre la presencia temprana de cultígenos y de plantas cultivadas desde la Fase
Piki (con mate, quinua y quizás calabaza), con antigüedad fechada entre 6,700-
5,000 A.C., seguidos de una lista de plantas en las fases Chihua y Cachi (como
frejolcs, achiote, calabazas, lúcuma, coca, quizás papas e inclusive un tipo de
maíz al que denomina tipo Ayacucho, etc.). Aclara que no se trataba de agri-
cultores, sino de simples horticultores de valle, pero con producción múltiple.
Sin embargo, la etnobotánica que trabajó en el Proyecto Ayacucho,
Barbara Pickirsguel (1969, 1989) ha señalado que las muestras coleccionadas en
las diferentes excavaciones han revelado pobreza en cantidad y también cierta
debilidad en su calidad. Estas no podrían servir de base para especular con cierta
solvencia sobre la temprana actividad agrícola en la región. El informe de esta
autora sobre el ají (Capsicum sp) en los Andes Centrales es una excelente
contribución. El reconocimiento fitogeográfico de la especie le ha permitido
adelantar algunas ideas acerca de las condiciones ambientales de los valles inter-
andinos como posibles escenarios en los intentos de domesticación de algunas
plantas conocidas en el antiguo Perú. Las primeras observaciones de los valles
de Ayacucho para tales propósitos no han sido alentadoras.
Por los informes preliminares de MacNeish ( 197 I, 1976, MacNeish et
al., 1981) sabemos también de una relación de animales encontrados en sus
excavaciones. Un grupo de esos animales corresponde claramente a la fauna
pleistocénica o megafauna y el otro a la fauna holocénica o contemporánea. La
fauna pos1pleistocénica analizada por Elizabeth Wing (1973 1977), revela la
abundancia de camélidos sudamericanos seguidos de cérvidos, principalmente
del venado de cola blanca (Odocolius virginianus) y una pequeña cantidad de
mamíferos menores. Esta situación es similar a la que observamos en Junín.
En el altiplano de Junín se ha encontrado también la sucesión de los dos
grupos de fauna, la pleistocénica y la contemporánea, al igual que en Huargo
(Cardich, 1973). En la cueva de Ushcumachay se hallaron cuernos de venado
extinguido (Agallmacerus bliki), y dos tipos de caballo americano (Equus equii,
y el Parahiparium), los cuales habrían sobrevivido hasta los primeros milenios
del Holoceno (8,000 A.C.) (Whecler-Pires Ferreira, Pires Ferreira y Kaulicke,
1976).
Por lo tanto es una constante entre las cuevas excavadas en Junín, que
los estratos medios y superiores presenten en un primer lugar una gran densidad
de osamentas qe camélidos, y en segundo lugar, de cérvidos. Por ahora estos
depósitos arqueológicos ofrecen las mejores evidencias encontradas en los Andes
para estudiar el problema de la domesticación de llamas (Lama glama) y alpacas

No. 2, diciembre 1990 513


Crónicas Bibliográficas

(Lama pacos). Los testimonios son incuestionables en las cue-xas de Uchcuma-


chay, Pachamachay y Panaulauca (Matos Medieta, 1975; Wheeler-Pires Ferreira,
Pires Ferreira y Kaulicke , 1976; Wing, 1978).
El Vol. 11 de MacNeish et al. (1981) dedicado a las sociedades agro-
alfareras es un comentario a los trabajos previamente publicados. Lo que más
llama la atención es el optimismo del autor en señalar la mayor antigüedad para
sus hallazgos. De esta manera, la cerámica inicial que él llama Fase Andamarka,
tendría la edad de 2,213-1 ,670 A.C. y la siguiente Fase Wishjana, 1,670-1,100
A.C. Destaca también en la publicación, la proliferación de muchas nuevas
fases , subfases y culturas arqueológicas, sin que éstas estén acompañadas de des-
cripciones que caractericen a los nuevos tipos y estilos que MacNeish presenta
para Ayacucho desde el Período Inicial hasta el Horizonte Inka. ,
Reconocemos en el proyecto MacNeish un amplio aspecto positivo. En
el Perú después del proyecto Virú de 1946, el de MacNei sh ha sido el segundo
de carácter regional, interdisciplinario y con novedosas estrategias en su meto-
dología. A estas referencias se deben agregar dos hechos más. El proyecto ha
compartido sus trabajos con arqueólogos nacionales, dando oportunidad de
entrenamiento a un importante gmpo de estudiantes, tanto pcmanos como ex-
tranjeros. Este fue el proyecto internacional que mejor se compenetró con la
población local, tanto urbana como rural . Durante los cuatro afios en que se
realizaron investigaciones de campo, Ayacucho y los puebl os vecinos fueron
movilizados por el entusiasmo en los trabajos. La universidad local fue parte
también de esta actividad académica.
El Proyecto Ayacucho es el que ha llevado a cabo más excavaciones en
sitios precerámicos. Se anali zaron casi íntegramente las ocupaciones en Pikima-
chay, Puente, Jayhuamachay, Rosamachay y otras menores. En todos los casos,
el mayor volumen de material rescatado estuvo compuesto de huesos de ani -
males utilizados en la dicta y artefactos de piedra tallada. El Vol. III de los
infom1es está precisamente dedicado al análisi s lítico (MacNeish, Viera, Nelken-
Temer y Phagan, 1980). Este ha sido el mayor éxito del proyecto, seguido de
los esfuerzos hechos para reconstruir la evolución cultural y su relación con los
cambios climáticos. Una de las publicaciones iniciales de MacNeish (1971) resume
todo lo que el proyecto iría después reforzando en sus años de actividad. El
esquema trazado en 1969 (MacNeish, 1969) fue confirmado con los trabajos de
los siguientes años.
Finalmente, MacNeish hizo esfuerzos por señalar las esferas de interac-
ción entre los grupos y sociedades prehispánicas, desde los cazadores de la
llamada Fase Paccaiccasa, hasta los Inka (MacNeish, Patterson y Browman,
1975). Idealmente, MacNeish sugirió hipótesis sobre las relaciones de interac-
ción regional. Trataba de demostrar la estacionalidad de los movimientos, pero
también el carácter económico de la interacción, aprovechando de esta manera
los recursos que ofrecían cada una de las zonas ecológicas. Obviamente en estas
ideales interrelaciones espaciales fueron contemplados los contrastes entre los
valles y las punas y entre la sierra y la costa . .Es posible que las hipótesis como

514 Revista Andina, Año 8


Matos: Arqueología

tales sean buenas pero, por ahora, los datos son débiles todavía o sencillamente
no existen.
Lynch (1967, 1980) estudió las primeras ocupaciones del Callejón de
Huaylas. Exploró Kishkipunku y más tarde hizo excavaciones en la cueva de
Guitarrero. Aunque sus informes preliminares merecieron serias críticas (Ves-
celius, 1981), principalmente por las perturbaciones que presentaba la estrati-
grafía, el informe final ha resistido mejor a los comentarios. En Guitarrero se
encuentran los más antiguos cultivos conocidos en los Andes, consistentes en
frejoles y calabazas (8,000 A.C.). Con los datos a su alcance, Lynch postuló la
tesis de la trashumancia estacional, costa-sierra. Lamentablemente no se ha
continuado el estudio del modelo propuesto.
Lynch (1980) ha advertido también que los componentes culturales entre
las punas de Ancash, Junín, hasta Huancavelica, deben formar parte de una
misma tradición. Se trata de los primitivos cazadores y recolectores que habi-
taron las cuevas y más tarde, hacia los 3,500 A.C., se agruparon en campamentos
abiertos como Ondores (Matos, 1975), Quishkipunku (Lynch, 1967) y Ambo
(Ravines, 1965).
El empeño en la investigación sobre la costa, característico de las déca-
das pasadas, ha disminuido dramáticamente. Los proyectos sobre el precerámico
son pocos. A las investigaciones de Lanning (1965) Lanning y Patterson (1967)
en la costa central, cada uno de ellos con importante producción bibliográfica,
le siguieron algunos proyectos como los llevados a cabo por Bonavia (1982),
Chauchat (1977), Uceda (1986), Dillehay, Netherly y Rossen ( 1989) y los que
realiza el Proyecto Contisuyo en Moquegua (Watanabe, Moseley y Cabieses,
1990).
El establecimiento precerámico que asombró por la magnitud de sus
edificaciones fue El Aspero, estudiado por Feldman (1980) y considerado por él
como una arquitectura corporativa. Esto implica la diferenciación de clases sociales
y una compleja organización del trabajo. El establecimiento tiene 13 Has. de área
consuuida y el edificio central se compone de 6 plataformas.
Las Salinas de Chao, sitio estudiado por Cárdenas (1977-78) y Alva
(1978), ostenta 8 Has. de área construida. Sus edificios se suman a los conocidos
como Huaca Prieta, Río Seco y El Paraíso o Chuquitanta, estudiados hace tiempo
por Bird (1948) y Engel (1966), respectivamente. Este último sitio ha dado lugar
a que se formulen más preguntas que respuestas acerca de su naturaleza y su
antigüedad real. Quilter (1985) realizó otro estudio del establecimiento en donde
propone que el edificio es un asentamiento ceremonial, quizás coparticipante de
la "tradición religiosa Kotosh" al igual que Bandurria, El Aspero, Kotosh y otros
menores de la costa norcentral, con evidencias que suponen diferencias en la
organización social y política. Los nuevos fechados C14 para El Paraíso lo
ubican en el final del precerámico, y quizás en el Período Cerámico Inicial .
En la ~ierra, la edificación monumental del Precerámico Final es el
conocido templo de Los Nichitos en Kotosh (Izumi y Terada, 1972), al cual se
ha sumado la impresionante arquitectura de La Galgada en Ancash (Grieder,

No. 2, diciembre 1990 515


Crónicas Bibliográficas

Bueno, Smith y Malina, 1988). ,


Bonavia (1982) llevó a cabo una investigación en Los "Gavilanes, valle
de Huanney. Este es un buen ejemplo de un proyecto individual de alcance mul-
tidisciplinario y con infonne final excelentemente editado. El problema central
del estudio fue la presentación de las evidencias arqueológicas sobre la presencia
del maíz precerámico. Con el apoyo de Grobman, Bonavia propuso la tesis de
un centro de domesticación independiente del maíz en los Andes (Bonavia y
Grobman, 1989). Sefialan que la raza Proto Confite Morocho sería el equivalente
a la raza primitiva del maíz mexicano. Sostienen también que éste ha coexistido
junto a otras dos razas andinas llamadas Confite Chavinense y Proto Kculli. R.
Bird (1990) ha planteado un interesante debate sobre el problema.
En la costa norte, Chauchat (1977) y Uceda (1986) realizarpn novedosos
estudios sobre sitios de temprana ocupación precerámica. Chauchat ha caracteri-
zado el complejo Paijanense, el cual, en el sitio de Quirihuac ostenta la edad de
13,000 A.P. El arqueólogo francés ha ubicado una serie de campamentos abier-
tos, talleres de tallado de piedra, enterramientos, y diversas evidencias que le
penniten explicar la vida cotidiana de estos primeros recolectores y cazadores de
los valles de Moche y Chicama. La metodología utilizada en le análisis del
material lítico es la parte sustancial de sus investigaciones. Chauchat tiene en un
grupo de arqueólogos trujillanos, discípulos que le acompafian en la investiga-
ción.
En un reciente artículo, Lynch (1990) ha puesto en debate las posiciones
europeas y norteamericanas sobre el tratamiento de los sitios tempranos en
Sudamérica. En el caso peruano, la confrontación se presenta entre los trabajos
hechos por los arqueólogos franceses (D. Lavallée y C. Chauchat) y los ameri-
canos encabezados por MacNeish. Al ponerse al lado de los europeos, Lynch
empieza cuestionando la antigüedad de Guitarrero (12,560 + 360 A.P.) y se
adhiere a la propuesta de los 9,000 A.P. como promedio para el poblamiento de
los Andes. Todos los fechados que sugieren una mayor antigüedad serían cues-
tionables. Esta es una apreciación relativa.
Los trabajos iniciales de Lanning (1965, 1970), Lanning y Patterson
(1967), en los campamentos de Zona Roja, Chivateros y Oquendo, en la costa
central (11,000 - 9,000 A.P.), fueron revisados y evaluados posteriormente,
cuestionando la estratigrafía y las características de los artefactos de piedra en-
contrados en cada uno de estos sitios. De esta manera, las grandes "bifases" de
guijarro coleccionadas en Chivateros y que sus estudiosos consideraban como
preproyectiles, fueron redefinidas como prefonnas (Bonavia, 1982; Fung, Cen-
zano y Zavala, 1972). Se trataba por tanto de objetos en proceso de manufactura,
posiblemente para facilitar su traslado a los campamentos, donde debieron haber
sido tenninados en su tallado de puntas bifaciales.
Dillehay y Rossen llevan a cabo otro proyecto interesante en el relicto
de Nanchoc, Zafia. En esta área encontraron diversos asentamientos precerámi-
cos, con antigüedades que fluctúan en los 9,000 afios. En las excavaciones de
contextos prealfareros, se hicieron hallazgos muy novedosos, desde los restos de

516 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Matos: Arqueología

plantas cultivadas (frejoles, calabazas, ajf, coca, etc.), hasta la existencia de


viviendas nucleadas y edificios públicos. Es decir, Nanchoc promete importan-
tes datos sobre la economía, la organización social e inclusive sobre ritos fune-
rarios en un período bastante temprano (Dillehay 1986; Dillehay, Netherly y
Rossen, I 989).

LA DOMESTICACION DE PLANTAS Y ANIMALES Y LA


INVESTIGACION INTERDISCIPLINARIA

Desde los pioneros estudios fitogeográficos de Vavilov (I 95 I) y de Sauer


(1952), el tema de la domesticación de plantas y animales, ha entusiasmado a
muchos arqueólogos, botánicos, genetistas y últimamente a los biólogos molecu-
lares, aunque como se sabe, muy pocos han abordado el tema seriamente. Los
Andes Centrales, que ofrecen las condiciones ambientales más diversas y de
profundos contrastes en el Nuevo Mundo, han atraído la atención de los especia-
listas desde las primeras décadas de la presente centuria (Latchan, 1922).
Los factores que contribuyeron a estimular la investigación sobre este
complejo asunto, podrían resumirse en tres: I) la excelente conservación de los
restos orgánicos preoccidentales en la costa, en la región altoandina y en las
cuevas secas de los valles interandinos y trasandinos. 2) La concentración de
importantes comunidades de plantas y animales silvestres en algunas cuencas
hidrográficas o en detenninados nichos ecológicos y relictos naturales. La iden-
tificación de las especies silvestres es importante para rastrear a los posibles
progenitores de las especies domesticadas. 3) El contraste y la complementarie-
dad ecológica, con una gama de ambientes en dista.11cias realmente cortas, que
penniten adaptar una especie de planta o de animal a nuevos pisos de vida
natural, sin transtornar su fisiología original. La adaptación habría sido un factor
importante en la tarea de domesticación.
Entre los arqueólogos existió siempre el interés por saber qué comía la
gente antigua. Las primeras identificaciones fueron hechas totalmente "a ojo de
buen cubero". La experiencia de los investigadores y la información propor-
cionada por el personal local de apoyo en las excavaciones tuvieron validez en
los reportes. En esta fase de los estudios, el arqueológo coleccionaba solamente
los restos orgánicos completos e identificables.
Con el surgimiento de la etnobotánica o paleobotánica se incorporó más
tarde la estrategia por tantos conocida de la comparación con las muestras moder-
nas para reforzar la afirmación (Bird, 1948). Por los años cincuenta, la especiali-
zación tomó un nuevo derrotero y el interés por los cultivos indígenas cobró
tanto valor como el que se prestaba a la cerámica y a otros elementos culturales.
Con estas nuevas disciplinas aparecieron nuevas estrategias, tanto para recoger
las muestras como para los análisis en los laboratorios. Los resultados de estas
primeras identificaciones influyeron en la estructuración de las secuencias
cronológicas. Pór tanto, las etapas de desarrollo se dividieron entre las sociedades
preagrícolas y las sociedades agroalfareras. Se llegó incluso a distinguir el pre-

No. 2, diciembre 1990 517


Crónicas Bibliográficas

cerámico prealgodón, del precerámico con algodón (Pozorski y Pozorski, 1987).


Vemos así que el estudio de las plantas ha servido también como indicador para
distinguir las fases y los períodos de desarrollo.
Aparecieron así las técnicas de "flotamiento", para coleccionar semillas
y carbón vegetal, la extracción de núcleos "core" no contaminados para análisis
de polen, y otras. En estos casos se descubrieron las estrategias, generalmente
con buenos resultados. Estas, sin embargo, al ser repetidas mecánicamente en
cualquier ambiente, sin la constatación de las condiciones locales, en vez de
constituirse en técnicas de apoyo, han producido resultados totalmente negativos.
En la costa 'peruana, por ejemplo, donde la sal del ambiente puede conservar los
bienes orgánicos, mientras está "dormida" -como dicen los lugarefios- una vez
"despertada" con el agua, las muestras se destruyen casi completam,ente en pocas
horas o minutos, máxime cuando se trata de restos carbonizados. Algunos colegas,
sin embargo, siguen repitiendo la prueba para luego lamentarse de no encontrar
la muestra buscada.
Mientras las técnicas de campo tienen sus propias limitaciones, los análisis
de laboratorio pueden seguir el mismo camino, si no están adecuadamente
procesados. La preparación de las muestras comparativas de plantas y de ani-
males exigen tanto o más cuidado que la obtención de las muestras arqueológi-
cas. Es que se trata de verdaderos master para los futuros estudios. De la calidad
y la pureza de estas " colecciones maestras" depende en cierta medida (además
de la idoneidad del investigador), el éxito de los análisis. La rigurosidad de este
tipo de estudios ha superado a la "tradicional experiencia visual".
Quisiera mencionar sólo dos ejemplos. John Bradbury, palinólogo con
mucha experiencia con materiales del Pleistoceno Final, no ha logrado identificar
cerca del 50% de plantas de los core obtenidos en las lagunas residuales de
Junín, simplemente porque no contaba con las muestras comparativas. Para es-
tudiar los restos óseos de la fauna marina excavadas en un asentamiento tardío
en Cañete, Joyce Marcus y Kent Flannery tuvieron primero que preparar la
muestra de comparación, procesando ellos mismos los peces y mariscos de la
zona. Cuando debido a diversos factores el muestrario no fue completado para
el análisis del material arqueológico, Marcus y Flannery tuvieron que recurrir a
otras colecciones confiables. Estas son algunas de las diferencias entre la
identificación a priori hechas en el pasado y los análisis científicos que se hacen
ahora.
Los especialistas pueden ahora conseguir mejores aproximaciones con
las novísimas técnicas de la biología molecular. Es la aplicación de ciencia pura
en los análisis de las muestras orgánicas. El método puede conducir incluso a la
verificación de la evolución de una planta, sefialando su taxonomía y el compli-
cado mecanismo de las mutaciones. De otro lado, se puede llegar a precisar el
tipo de dieta que tuvieron seres humanos o animales en vida, a través del análisis
de la composición química de los huesos. Con estas nuevas técnicas, la
paleobotánica principalmente se ha visto reforzada en sus métodos de investiga-
ción. Al iniciarse la década de los noventa, esta disciplina nos presenta un cuadro

518 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Matos: Arqueología

totalmente renovado sobre los orígenes de los cultivos y la domesticación de


plantas en el Nuevo Mundo (Wilson, 1990; Nee, 1990; Doebley, 1990; Gepts
1990; Bretting, 1990; Heiser, 1990).
• En la paleozoologfa mientras tanto, aunque existen saludables avances
(Wing, 1973, 1977), Miller (1979), Kent (1982), los logros alcanzados hasta
ahora, no son similares a los de la paleobotánica. Como se sabe, el número de
especies de animales domesticadas es poco en relación a las plantas. Estas especies
animales son sólo tres. La llama (Lama-g/ama), alpaca (Lama pacos) y el cuy
(Cavia porcelus). Sobre el perro andino (Cannis ingae) se sabe muy poco,
aunque su presencia dentro de la sociedad andina es constante (Málaga, 1980).
Se especula sobre una especie de gallina e inclusive sobre un tipo de pato, los
que tal vez hayan sido domesticados por los antiguos peruanos, pero por lo
pronto no existen evidencias seguras.
Latchan (1922), seguido de otros andinólogos, mencionó la posibilidad
de encontrar un buen centro de domesticación de animales y posiblemente de
algunas plantas altoandinas en la cuenca del Titicaca. A pesar de las hipótesis y
los argumentos que reforzaban su afinnación, las investigaciones de campo no
han tenido hasta ahora el éxito esperado.
En cambio, en las pocas cuevas excavadas en Junín (Pachamachay,
Tilamioc, Panaulauca, Curimachay, Ushcumachay y Telannachay), se ha encon-
trado una abundante infonnación sobre la fauna utilizada por los cazadores
primitivos, con una sucesión estratigráfica ideal desde las primeras ocupaciones,
aproximadamente hace 10,000 años, hasta el Período Fonnativo, un siglo des-
pués de la era cristiana. Estas cuevas que hemos venido registrando desde 1969
han sido objeto de estudios realizados por varios colegas. D. Lavallée (1985)
excavó el abrigo Tclannachay. Empicando el método del decapage ha limpiado
casi íntegramente el basural depositado en el sitio, piso por piso.
No ha corrido la misma suerte a los otros abrigos y a sus excavadores
-incluido el autor de este artículo-, sólo han practicado "pozos de prueba" dentro
de los cuales sería materialmente imposible definir los pisos y la naturaleza de
la ocupación. Nos hemos confonnado con la identificación de las capas estra-
tigráficas, que por suerte se conservaron en su posición original (Rick, 1980;
Kaulicke, 1977; Matos, 1975).
Las punas de Junín junto a Ayacucho, fueron las que ejercieron más
atracción sobre los estudiosos del hombre temprano. Desde nuestros primeros
hallazgos ocurridos en 1968, hemos invitado a los colegas que tuviesen interés
en los cazadores y recolectores altiplánicos, a participar en las investigaciones.
Muchos acudieron a nuestro llamado para llevar a cabo diversos estudios en la
región. J. Parsons y sus estudiantes de la Universidad de Michigan llevaron a
cabo serias investigaciones sobre los patrones de asentamiento, el uso del es-
pacio y de los recursos naturales (Parsons, 1978; Parsons y Matos, 1978; Hastings,
1985; Parsons ~ Hastings, 1987). Otros, principalmente empeñados en desarro-
llar sus tesis de' grado, trabajaron sobre diversos aspectos de la arqueología de
la región (Rick, 1980; Kaulicke, 1977; Morales, 1978).

No. 2, diciembre 1990 519


· Crónicas Bibliográficas

Después de recorrer el altiplano de Junfn con nosotros Lavallée decidió


realizar su propio proyecto, ocupando un área diferente. Hizo exploraciones de
la sección superior de Palcamayo y luego concentró sus esfuerzos en el abrigo
de Telarmachay. El informe final publicado sobre la ocupación precerámica, es
una excelente contribución a la arqueología andina, tanto por la metodología
empleada en las excavaciones, como por el análisis del material recolectado. Su
monografía es un modelo de trabajo científico. Se distingue por la cuidadosa
presentación de los datos, organizados por fases, que concuerda con los pisos de
ocupación. El Vol. I se ocupa de las seis capas precerámicas, cuya edad más
antigua es 9,000 A.C. que concluye con el Período Cerámico Inicial hacia 1,500
A.C. Aunque tiene un fechado Cl4 que da una edad más temprana, Lavallée ha
preferido promediar su datación a los 9,000 A.P. El Vol. 11 de sµ informe, se
ocupará del periodo alfarero.
Mientras que la arqueóloga francesa se ha preocupado en organizar los
datos y presentarlos en un corpus coherente, los que hemos estudiado las otras
cuevas con datos muy limitados, nos hemos empeñado en formular modelos
teóricos, muchas veces sin un sustento de datos procedentes de los sitios que
estuvimos estudiando. Esto ocurrió con Pachamachay. Con una muestra que no
debe alcanzar al 2% del universo, se han realizado especulaciones (Rick 1980).
Mientras que en Telarmachay el universo de información alcanzaba casi al 70%
del sitio, en Pachamachay, Uchcumachay, Panaulauca y otras cuevas menores,
los datos siempre han sido mínimos. Se trataba de selecciones de muestras que
al ser procesadas por computadora, pueden simular decenas de posibilidades de
inferencias teóricas.
Lo interesante de la experiencia en Junín, es que uno de los proyectos
estuvo empeñado en la obtención de datos de campo (Lavallée, 1985), mientras
que el otro buscaba sólo algunas evidencias que permitieran articular los mode-
los teóricos prediseñados (Rick, 1980). Estos dos libros permiten confrontar, las
dos maneras de hacer arqueología en el Perú. Hubiera sido bueno para la ar-
queología andina si estas dos metodologías se hubiesen complementado. Pero
lamentablemente no hubo ningún signo de acercamiento, ni de relaciones pro-
fesionales de intercambio de experiencias y de informaciones.
Volviendo al tema de las domesticaciones, el estudio de las plantas ha
originado por su parte, una suerte de especialización por cada especie. Los fri-
joles (Phaseolus) han tenido entre sus cultores a Kaplan (1965) y Gepts (1990).
Los pioneros estudios genéticos y botánicos de Kaplan, ahora reforzados con
sofisticados análisis hechos mediante marcadores bioquímicos como la faseolina,
la isozima dentro de la genética molecular, permiten señalar con mucha seriedad
de parte de sus estudiosos que este género que tiene cincuenta especies distribui-
das en América, incluye cuatro razas cultivadas, (Phaseolus vulgaris, P. lu-
natus, P. acutifolius, P. coccineus). De ellas, señala Gepts (1990: 28), "las
formas cultivadas P.vulgaris y P. lunatus, fueron el resultado de por lo menos
dos domesticaciones distintas, en Mesoamérica y en los Andes". Señala que el
ancestro del P. vulgaris se extiende desde el norte de México hasta el oeste de

520 Revista Andina, Año 8


Matos: Arqueología

Argentina. Por tanto, la domesticación del frijol común puede haber ocurrido en
cualquier parte de esta extensa región. Sin embargo, los especialistas postulan
la tesis de dos grandes centros de domesticación, uno en Mesoamérica y otro en
los Andes, con un tercer centro menor, posiblemente localizado en Colombia.
En esta distribución geográfica de caracteres genotípicos comunes, los valles
norteños del Perú ocuparían la ubicación central entre Mesoamérica hasta Co-
lombia y los Andes Meridionales (Gepts, 1990).
Estas nuevas observaciones a la luz de la biología molecular mediante
marcadores bioquímicos, definen mejor la diversidad genética y su distribución
fitogeográfica. La novísima metodología, al constatar la existencia de dos gran-
des centros con concentración de genes tanto de P. vulgaris como del P. lunatus,
siguiendo la norma de los indicadores, permiten concluir, que pueden haber
existido dos centros de domesticación independiente, uno en Mesoamérica y otro
en los Andes. En tal sentido, los hallazgos de frijoles en la cueva de Guitarrero,
con la antigüedad de 6,000 A.C. y los encontrados en Zaña en las excavaciones
de T. Dillehay y J. Rossen, con la misma antigüedad (comunicación personal),
pueden corresponder a las primeras especies domesticadas. Sin enfrentar a la te-
sis que sostiene la existencia de varios centros de domesticación del frijol, los
ha-llazgos hechos en los valles peruanos tanto de la costa como de la sierra,
podrian ofrecer informaciones adicionales sobre su temprana utilización en la
dieta.
Las lagenarias del género Cucurbita (zapallos y calabazas), aparecen
también en América desde fases muy tempranas (Whitaker, 1981 ). Su distribución
abarca desde el sur de Canadá hasta Argentina y Chile (Nee, 1990). Nee (1990:
57) señala que unos trece grupos de especies que tiene el género, cinco son
domesticados. Estos se habrian originado desde grupos mesoffticos y de diversos
ancestros silvestres. Una sexta especie, que fue encontrada en la costa del Ecuador
(C. equatorensis), presenta caracteres de haber sido parcialmente domesticada.
Precisar el centro, o por lo menos el área de domesticación de las
cucurbitáceas es todavía relativo. Debe posiblemente encontrarse dentro de la o
las regiones donde la diversidad de los ancestros silvestres se presenten más
concentrados. Este centro aún no ha sido detectado con precisión. Sin embargo
se supone que debe ser un área sumamente extensa y que la domesticación
podría haber ocurrido progresivamente en períodos no muy tempranos como ha
ocurrido con otras especies, · como los frijoles .
La variedad conocida como zapallo (Cucurbita maxima) es una de las
especies domesticadas más tempranamente (Whitaker, 1981). Su domesticación
debe haberse producido en cualquiera de los valles templados de Sudamérica.
Pertenece, por consiguiente, a esta parte del continente. Inclusive se sabe que su
ancestro silvestre es la C. andreana. La C. pepo tiene un mayor rango de dis-
tribución en Norteamérica, aunque aparece también en Sudamérica (Decker, 1988).
Con re~pecto a la variedad de especies de calabazas y zapallos de los
Andes Centrales, revisando la literatura especializada, nos parece que los estu-
dios han reportado un mejor avance para Norte y Mesoamérica, mientras que

No. 2, diciembre 1990 521


Crónicas Bibliográficas

para el hemisferio sur, todo indica que falta mucho por hacer. , Desde una pers-
pectiva completamente empírica, se conoce una gran variedad ele razas y espe-
cies de este género, distribuidas en los diferentes valles de la costa, la sierra y
la ceja de selva. Fuera de los análisis de Whitaker, sólo existen algunas de-
scripciones botánicas, referencias geográficas o noticias arqueológicas. Este es
un campo fértil poco trabajado.
Las Chenopodiáceas, consideradas como las plantas úpicamente andinas
en razón a que las especies cultivadas como la quinua, cañigua, achita o kiwicha,
se conservan asociadas a las comunidades marginales que habitan las punas y los
altiplanos, tienen sus parientes cercanos dispersos en muchas latitudes del mundo.
Los especialistas señalan que existen más de 120 especies y que su mutación por
selección humana habría empezado hace 15,000 años. Este proC<'¡SO se dio de
manera indirecta, por acción del movimiento de las malezas y en otros, direc-
tamente mediante la domesticación, esto es, adaptando la especie a nuevos
ambientes y provocando las hibridizaciones (Wilson, 1990: 92).
Sorprendentemente, Wilson señala que "Chenopodium quinoa Wi/ld,
que incluye a la población domesticada no es andina y tampoco lo son las
poblaciones que no son domesticadas". Después de analizar comparativamente la
morfología de las hojas y la frecuencia de allozimas, este autor señala que la
homogeneidad entre la especie doméstica (quinua) y la mostrenca (ajara) es
completa, pero que, en cambio, es diferente de las domesticadas en la costa de
Chile (quingua) y de las que libremente crecen en las tierras bajas de Argentina
(C. hircinum). Los niveles de variación sugieren que estas razas originales de
los Andes meridionales, posiblemente a partir de un progenitor silvestre y C.
hircinum, se· habrían más tarde dispersado hacia el norte de Colombia y al sur
de Chile, mientras que la población costeña aparentemente se habría mantenido
aislada (Wilson, 1990).
La investigación de la quinua con fines botánicotaxonómicos y luego
para el mejoramiento de las especies, que incluye a la genética, ha sido objeto
de excelentes estudios (Tapia, 1979; Wilson, 1990). En resumen, se conoce que
el cultivo de estas plantas, como consecuencia de desarrollos culturales inde-
pendientes, conserva su mejor expresión agrícola contemporánea en el Cuzco
(Perú), Tenochtitlán (México) y Cahokia, Illinois (EE.UU.). En cambio, en los
supuestos centros de domesticación, como los valles chilenos y las tierras bajas
de Argentina, el cultivo de estas especies no presenta el mismo cuadro, princi-
palmente si lo comparamos con el de los Andes Centrales. Este es un indicador
muy modesto que junto a la bibliografía que señala la procedencia de las muestras
analizadas, podría llamar la atención sobre la relativa escasez de colecciones
originarias de los Andes Centrales sometidas a las investigaciones bioquímicas.
La papa (Solanum tuberosum), la planta más popular y de amplia dis-
tribución entre los pueblos andinos, es otra de las especies ahora seriamente
cuestionadas en cuanto a su antigüedad y sus áreas de domesticación. Grun
(1990), profesor de citología y citogenética de la Universidad del Estado de
Pensilvania, señala que "en las primeras etapas de la evolución de la papa cul-

522 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Matos: Arqueología

tivada en el norte de los Andes, la especie diploide del complejo Solanum


stenotomun se originó probablemente a partir de progenitores silvestres per-
tenecientes al complejo S. brevicaule" (Grun, 1990: 39). Es decir, en los comien-
zos de la evolución, el cruce habría sido entre un ssp. andigena (macho) y otra
especie silvestre aún no identificada (hembra), evolucionando a la especie tu-
berosum. Grun señala que esa evolución habría ocurrido entre el norte de
Argentina y el sur de Argentina y Chile.
Los estudiosos de los gerrnoplasmas en la papa advierten que la ss.
andigena y la ss. tuberosum, permanecen bien diferenciadas en sus áreas nativas
de América del Sur (Bukasov, 1973). Los primeros habitaron las tierras altas de
los Andes Centrales y Septentrionales, mientras que los segundos se ubicaron en
el litoral meridional de Chile. Estas dos especies indígenas que fueron cultivadas
desde el período arcaico, han convivido conservando cada cual sus propias áreas
geográficas, hasta después de la invasión española. Sólo en tiempos recientes,
estas dos especies que migraron hacia Norteamérica y otras partes del mundo,
debido a los constantes esfuerzos de hibridización en programas de fitomejora-
miento, tienden hacia una estrecha relación que en algunos de sus caracteres
pueden asemejarse.
Como referencia a la mayor antigüedad de la papa encontrada en los
Andes Centrales, Grun (1990) recurre a dos hallazgos, los que lamentablemente
han sido cuestionados. Las supuestas "papas fósiles" encontradas por Engel
(1970) en la cueva de Tres Ventanas de la cuenca superior de Chilca, una de
estas con la antigüedad de 9,000 A.P. y la otra mencionada como posible papa
cultivada durante la Fase Chiwa (4,200 - 2,500 A.C.) lamentablemente no fueron
identificadas hasta ahora (MacNeish et.al., 1981 ). La fécula de las papas encon-
tradas en Tres Ventanas son más semejantes a la papa cultivada moderna que a
la especie silvestre. Mientras tanto, los hallazgos hechos en Chile (Ugent, Dillehay
y Ramírez, 1987), los de Casma en el Perú (Ugent, Pozorski y Pozorski, 1983)
y en Zaña (comunicación personal de T. Dillehay), constituyen las evidencias
confiables. El primero está asociado a estratos del Pleistoceno Final, el segundo
al Formativo Inferior y el tercero al Precerámico Medio (5,000 A.C.).
En la reunión convocada por Smithsonian Institution, precisamente para
ocuparse de la papa (octubre de 1990), J. Ochoa, uno de los especialistas perua-
nos que mejor conoce la diversidad de las especies silvestres del Solanum,
señaló que el territorio peruano es uno de los más pródigos en el crecimiento y
la variedad de estas plantas. Mencionó que se conoce más de un centenar de
especies silvestres.
El maíz (Zea mays) es otra planta cultivada por los americanos pre-
occidentales y que ha merecido sendas investigaciones, con los subsiguientes
debates en tomo a la antigüedad, la variedad de razas y los posibles centros de
domesticación (Galinat, 1983; Doebley, 1990); Mangelsdorf, 1986; Pearsall, 1978;
Bonavia, 1982; Bonavia y Grobman, 1989; Bird, 1990). Es preciso señalar que
la discusión no se ocupa del origen del maíz como una especie botánica, sino de
la planta cultivada, del proceso de su domesticación y por consiguiente de sus

No. 2, diciembre 1990 523


Crónicas Bibliográficas

ancestros genoúpicos. ,
México, el sureste de los Estados Unidos y recienteménte el Pero, han
sido postulados como principales centros de domesticación del maíz. Cada una
de estas áreas ha tenido sus defensores y ha mostrado pruebas tanto arqueológi-
cas como botánicas y genéticas. Para el caso peruano, las opiniones se dividie-
ron en dos posiciones. Una sugiere que el maíz llegó a los Andes desde
Mesoamérica (Pearsall, 1978; Mangelsdorf, 1986, entre otros) mientras que
Bonavia con el apoyo de Grobman propone que en los Andes existió un centro
de domesticación independiente (Bonavia, 1982; Bonavia y Grobman, 1989).
Los recientes análisis que emplean los métodos de la biología molecular
aseguran que el teosinte es un antecesor del maíz y que a su vez, el Zea mays,
subespecie parviglumis fue el ancestro directo del maíz cultivado, Es decir, el
maíz sería una forma de teosinte domesticada. Asimismo estos análisis indican
que no existe la posibilidad de mayores cambios en la distribución geográfica del
parviglumis después de la domesticación del maíz, con lo cual, quedaría fijado
como el único o principal centro de domesticación la cuenca del río Balsas, en
el suroeste de México. Es más, Doebly (1990) y otros que estudian el problema
empleando la misma metodología, advierten que las evidencias moleculares
sistemáticas niegan la posibilidad de encontrar domesticaciones independientes
en varios centros. Rechazan también la opción de que éstas hayan ocurrido en
diferentes momentos de la historia de América Indígena, aunque obviamente
deja abierta la opción de encontrar nuevas evidencias. El mejoramiento de las
técnicas de investigación podrá también esclarecer este problema.
Después de la domesticación, el taxon del maíz no habría cambiado
significativamente, conservando sus caracteres fundamentales. Las diferencias en
las líneas fitogeográficas y en los procesos de hibridización no presentan fuerzas
predominantes en la norma evolutiva. En resumen, esto indicaría que el maíz
cultivado tuvo un solo centro de domesticación y una sola especie domesticada,
desde la cual fueron originándose otras por mecanismos de hibridización (Doebly,
1990).
Existen muchas otras plantas cultivadas en el Pero prehispánico. Algunas
muy peculiares a la ecología andina como la maca (Lepidium mejenni Walp),
que después de haber tenido amplia producción durante la historia preoccidental,
se encuentra ahora en proceso de extinción (Matos, 1979). Hay otras especies
con mayor área de dispersión entre Meso y Sudamérica. Algunas comparten las
dos áreas más importantes de domesticación en el Nuevo Mundo, como el algodón
(Gossipium hirsutum y G. barbadense), el ají (Capsicum), el manioc (Manihot
esculenta), el camote (lpomoea batatas), la papaya (Carica papaya) y un gran
número de plantas cultivadas y de cultfgenos de los valles interandinos y los de
la ceja de selva, que tuvieron notable importancia en la economía y en la alimen-
tación de los pueblos prehispánicos. Por ahora estos cultivos no han merecido
la misma atención de parte de los investigadores, aunque nadie ignora la impor-
tancia que ellos tuvieron en la vida de los pueblos.
Sobre este polémico tema de los orígenes y la evolución de las plantas

524 Revista Andina, Año 8


Matos: Arqueología

domesticadas en el Nuevo Mundo, existe una excelente publicación (P.K. Bret-


ting, ed., 1990). Es el resultado de un simposio dedicado a las investigaciones
en curso sobre la domesticación de plantas, la diversidad genética y las rela-
ciones dentro de las especies y razas de plantas en América. Los informes
publicados como un "Suplemento" de la Revista Economic Botany 44 (3), recoge
los trabajos llevados a cabo dentro de la metodología de la biología molecular.
Frente a estas nuevas constataciones, las hipótesis acerca del temprano
surgimiento de las sociedades agroaldeanas en los Andes, el tránsito de las
sociedades presedentarias a las sedentarias, tendrán que ser revisadas y evaluadas
a la luz de los nuevos datos.
Finalmente, el hecho de que las plantas de notable gravitación en la
economía de la sociedad indígena, como la papa, el maíz, los frejoles, calabazas,
y otros no sean exclusivamente centroandinas o no fueran domesticadas en esta
parte de Sudamérica, no significa que el territorio de los Andes Centrales no
haya jugado un papel importante en el complicado proceso de incorporación de
las nuevas especies de plantas a la economía doméstica. De la lista de cultivos
reportados tanto por la arqueología como por la etnografía, un notable porcentaje
de los mismos no ha sido aún sometido al análisis molecular. Es de predecir que
de esta relación, muchas de ellas encontrarán su área matriz en este territorio.

EL PERIODO FORMATIVO

Entendido el Período Formativo como el que sigue al prolongado proceso


prealfarero y antecede a su vez al surgimiento de los primeros "estados regiona-
les", o más propiamente a la primera diversificación regional, es el momento
históricamente crucial en la definición del carácter de la sociedad (Willcy y
Philips, 1958; Ford, 1969). Su estudio, fuera de la identificación estratigráfica
y tipológica en algunos implementos, todavía no ha sido hecho a profundidad.
Para algunos este período estaría identificado con la cerámica inicial y Chavín
(Steward y Faron, 1959). Otros lo asocian con el desarrollo de la agricultura y
sus componentes económicos y para enfatizar su connotación evolutiva lo sub-
dividen en Tempiano, Medio y Tardío y la última fase se extendería hasta después
de Chavín (Lumbreras, 1974).
El Formativo Andino es complejo en su naturaleza y de larga duración
en el tiempo. Algunos, entusiasmados sólo con el precerámico, han tratado de
evitar su reconocimiento, dedicando su atención principal a la tecnología de la
caza y la recolecta, como actividades inherentes a los grupos presedentarios,
ignorando por completo a la ocupación alfarera (Rick, 1980). Igual ocurre con
algunos entusiasmados sólo en el Período Formativo Andino que tampoco qui-
sieran mirar un poco hacia atrás. Esta actitud ha contribuido en parte al hecho
de que el Formativo Andino no se haya evaluado en su dimensión más amplia.
Creo que es una deuda que tenemos pendiente con la arqueología peruana.
Además' de la agricultura y el pastoreo que se constituyen en la base de
la economía, la edificación de viviendas nucleadas y de edificios públicos, prin-

No. 2, diciembre 1990 525


Crónicas Bibliográficas

cipalmente de templos, que caracteriza a este periodo, la tecn~logía textil y la


interacción económica toman mucha vitalidad. Todos estos elémentos tuvieron
su origen durante el precerámico en sitios como El Paraíso o Chuquitanta en el
valle del Chillón (Engel, 1966), Las Salinas de Chao (Alva, 1978; Cárdenas,
1977-78), Piedra Parada en el valle de Supe (Feldman, I 980), Alto Salaverry en
el valle de Moche (Pozorski y Pozorski, 1977) y algunos otros reportados por
Wilson (1988) en el valle de Santa, muestran no solamente su continuidad en el
tiempo, sino también el desarrollo alcanzado. La ausencia de cerámica asociada
a las estructuras y la presencia de tejidos twined .han sido considerados como
indicadores para definir el precerámico.
Hubo cierta confusión al señalar a todos los sitios sin cerámica como
precerámicos. En el valle del Santa, Wilson (I 988) diferenció los ~cerámicos de
los realmente precerámicos. Los primeros pueden pertenecer a cualquier tiempo,
inclusive moderno, mientras que los otros presentan un contexto totalmente
diferenciablc.
El rwined originado en el precerámico superior, ha perdurado durante el
Fonnativo Temprano en algunos sitios (Pozorski y Pozorski , 1990). Mientras se
conservaron al gunas vi ejas técnicas junto a cie11os cánones de la etapa pre-
sedentaria, otros nuevos elementos fueron incorporándose a la sociedad aldeana,
en unos casos promoviendo cambios sustanciales en la vida de los pueblos y en
otros asimilándose lentamente, sin alterar el orden interno de la sociedad . No
exi ste evidencia arqueológica para postular la posibilidad de " cambios revolu-
cionarios" durante este proceso. Ni siquiera la introducción de la cerámi ca, del
maíz o la construcción de templos, han causado tales cambios. El proceso ha sido
de lenta transfom1ación y por consiguiente de paulatino desarrollo.
Al gunos de los asentamientos mencionados han sido cuestionados.
Pareciera que los edilicios religiosos como la "plaza circular" , no correspon-
derían al Precerámico final (2,000 A.C.) , sino al Formativo (Pozorski y Pozorski,
1990). Entre estos sitios de origen preccrámico y el complejo de edificaciones
de Pampa de las Llamas en Moxeque (1,700 - 1,100 A.C.) existen notables
semejanzas.
Los esposos Pozorski (] 987, 1990) han llamado la atención sobre el
problema, advirtiendo que estos asentamientos deben ser reexaminados. Señalan
que todavía no existe una respuesta satisfactoria para caracterizar el momento
histórico, aunque indican que hay pruebas suficientes para suponer que todos
estos yacimientos hayan sido contemporáneos. El debate ha concitado el interés
teórico de muchos, aunque la constatación de las fuentes y el análisis de los
datos, no han merecido todavía la misma atención. Son necesarios más estudios
de campo, que incluyan excavaciones estratigráficas, asociaciones y definición
de contextos, análisis integral de aldeas y de edificios públicos. Las observaciones
superficiales y los pozos o trincheras de prueba, sólo conducen a encontrar
algunas evidencias aisladas y por consiguiente, éstas no pueden asumir el valor
de un corpus representativo.
Las investigaciones que desarrollaron los colegas de la Universidad de

526 Revista Andina, Año 8


Matos: Arqueología

Tokyo, en La Pampa, Huacaloma y Kunturwasi (Terada, 1980; Terada y Onuki,


1982), Richard Burger (1984, 1987) en Chavín y en el valle de Lurín, Burger y
Salazar (1980) en Huaricoto, Pozorski y Pozorski (1979, 1986) en el valle de
Casma, J. Gufroy (Ms.) en Nañaniqui, Piura, Lumbreras (1977) en Chavín de
Huantar, estuvieron dedicadas a estudiar las grandes edificaciones, es decir los
templos y los recintos públicos. Estos constituyen obviamente aspectos impor-
tantes de la cultura y penniten explicar una parte de ella, vinculada princi-
palmente con el estrato social superior.
En los Andes Centrales hacen mucha falta estudios de campo sobre las
fonnaciones aldeanas. No existe hasta ahora un solo análisis integral de un vi-
llorio Fonnativo, exceptuando las aproximaciones hechas por Burger (1983) en
Pójoc y Waman Wain. Es cierto que los hallazgos de nuevos sitios y algunos
sondeos dentro de los mismos han aumentado en las últimas décadas. Pero también
es cierto que los mencionados hallazgos no son aún suficientes como para re-
construir seriamente la evolución hacia sociedades complejas. El Período Inicial
caracterizado a fines de los cincuenta (Rowe 1960), sobre la base de los datos
que en ese entonces se disponía para la costa peruana, ha servido como una
excelente herramienta de trabajo. Ahora que se dispone de nuevas fechas, más
elementos de juicio y datos relevantes, sería oportuno reevaluarlos (Burger, 1985,
1987; Pozorski y Pozorslci, 1990; Lumbreras, 1977).
Por Periodo Inicial en ténninos de tiempo, entendemos es el comprendido
entre la introducción de la cerámica en la vida doméstica de los pueblos y la
difusión de la ideología Chavín. Esta última, se expresa en la iconografía y la
tecnología decorativa. De esta manera, el "Inicial" habría sido la fase más larga
del Fonnativo.
Carlos Williams (1985), viene realizando importantes trabajos sobre las
edificaciones tempranas. Ha sugerido algunas hipótesis para explicar la evolu-
ción de los recintos religiosos tempranos, llamados "templos en fonna de U" y
las "plazas circulares". Por su parte, Burger (1987), además de buscar una
explicación antropológica a tales estructuras, ha tratado de establecer. la asocia-
ción de los templos con la producción agncola. Después de sus excavaciones en
Huaricoto, Burger y Salazar (1980) han encontrado evidencias como para sugerir
la existencia de una "tradición religiosa Kotosh", de la cual deben participar
importantes asentamientos de la sierra y costa norcentral, como La Galgada .
El Período Fonnativo en cualquiera de sus denominaciones, ha ocupado
el interés de muchos estudiosos de los Andes, particulannente en la primera
mitad del presente siglo. A esta etapa corresponden las investigaciones sobre
Chavín, Cupisnique, Guañape, Ancón, Las Haldas, La Florida, Garagay, Chana-
pata, Chiriapa, para citar los ejemplos más conocidos. En las dos últimas décadas,
se realizaron importantes trabajos como los efectuados en Caballo Muerto
(Pozorski, 1980), Carhua (Benson, 1971 ), Ataura (Matos, 1972), Monte Grande
(Ravines, 1985), el estudio de vasijas Cupisnique en la ciudad de Huamanga
(Ochatoma y otros, 1984), Cardal y otros sitios en el valle de Lurín, en actual
estudio por R. Burger y también reconsideraciones de otros como Chiripa

No. 2, diciembre 1990 527


Crónicas Bibliográficas

(Browman, 1978), Chavín (Lumbreras, 1977), Garagay (Ravines e Isbell, 1976),


Marcavalle (Mohr, 1981), Pacocampa (Kaulicke, 1976; Morales, 1982), varios
siúos en Bagua y El Chotano (Shady y Rosas, 1980), etc.
En cuanto a la magnitud de excavaciones en grandes contextos del
Fonnativo, sin duda la mayor contribución a la arqueología andina ha sido hecha
por las expediciones de la Universidad de Tokyo. Aunque se nota el vacío
académico dejado por Sehchi Izumi, sus sucesores, Kazuo Terada y Yoshío
Onuki, han seguido la tradición iniciada por el maestro en 1958. Después de
Kotosh, excavaron La Pampa, Huacaloma, Layzon y últimamente Kunturwasi
(Terada, 1980; Terada y Onuki, 1985).
En el aspecto de la reconstrucción cronológica de las fases tempranas de
este período, el debate que animaron Burger (1984, 1985) y Lum,breras (1977,
1989), ha sido tonificante. Los pioneros trabajos de Tello (1942) y Rowe (1962)
se han visto enriquecidos con sus contribuciones. Burger y Lumbreras exca-
varon en Chavín de Huantar y propusieron secuencias teóricas para organizar los
materi ales encontrados. Después de una década de su postulación el orden sugerido
por Burger (Urabarriu-Chakinani-Hanabarri) ha merecido aceptación casi gene-
ral. Burger ha enriquecido la investigación con los análisis químicos de algunos
componentes inorgánicos y orgánicos, como la obsidiana y los isótopos de los
huesos de animales, respectivamente (Burger y Asaro, 1978).

DESARROLLO REGIONAL

El interés por el Período de Desarrollo Cultural ha sido focalizado sólo


en dos culturas costeñas, Mochica y Nasca. La transición entre el Fonnativo
(Chavfn, Cupisnique, Chanapata o Chiripa) y las culturas regionales, en estas dos
úlúmas décadas, casi no han merecido la atención de los invesúgadores. Sobre
este tema no se han realizado proyectos particulares, fuera de los que se llevaron
a cabo en la primera mitad del presente siglo (Kroebcr, 1944; Tello, 1942;
Bennett y Bird, 1949; Larco, 1948).
En Nasca se han sucedido varios proyectos de investigación de campo
(Uhle, 1924; Strong, 1957; Rowe, 1960; Reiche, 1974; Reinhard, 1988; Silver-
man, 1986, entre otros). En la última década ha habido más empeño, y es de
esperar que los resultados de estas investigaciones ampliarán los conocimientos
sobre esta cultura (Massey 1986; Silvennan, 1986, 1987; Oreficci, 1989). Ac-
tualmente A. Cook, K. Schreiber, F. Ridel y M. Pazos ejecutan trabajos de
campo en los valles de Nasca, además de los arriba mencionados.
Rowe (1960) ha presentado para lea un cuadro de secuencia cronológica,
basado en seriaciones estilísticas, a partir de Paracas hasta Inka. Dentro de ella,
la evolución de Nasca fue reconocida en nueve fases. Las fases tardías han sido
subdivididas en subfases y todas ellas siguen el orden correlativo de lo más
antiguo a lo más reciente. Este ordenamiento que tiene connotación cronológica,
tipológica y también de correlación cultural, a pesar de los nuevos esfuerzos por
corregirlo, sigue conservando su esquema fundamental.

528 Revista Andina, Año 8


Matos: Arqueología

Las líneas de las Pampas de Nasca y el gran establecimiento de Ka-


wachi, son los que más han atraído a los arqueólogos. La investigación del
primer sitio, después de las observaciones de Kosok (1965), fue proseguida por
su colaboradora María Reiche (1974). Las mejores referencias las encontramos
en las notas de Reinhard (1988) y Silverman (1990). Desde hace una década
varios arqueólogos vienen excavando intensamente en el segundo sitio (Silver-
man, 1986; Oreficci, 1989).
Los aspectos relacionados con la vida aldeana, la actividad agraria, la
producción textil, la explotación de los recursos naturales, entre otros temas, no
han sido aún analizados con detenimiento, salvo casos excepcionales como el
estudio textil Paracas hecho por A. Paul (1988). Las investigaciones de campo
casi siempre están orientadas a los grandes monumentos, donde obviamente
pueden ocurrir descubrimientos espectaculares. Sin embargo, el catastro de algunos
valles y el estudio de los patrones de establecimiento, han sido felizmente ini-
ciados por algunos arqueólogos.
En las investigaciones sobre la cultura Mochica, el panorama es similar
a Nasca. Los trabajos pioneros de Larco Hoyle (1944, 1948), su seriación en
cinco fases y sus especulaciones acerca de la vida social, económica y tecnológica,
siguen siendo los fundamento s para explicar a esta cultura.
En las dos últimas décadas se han formulado varios proyectos para estudiar
la historia de los Mochica. De todos ellos, sobresalen los csfuerLos académicos
de Christopher Dorman. Donnan es sin lugar a dudas el mejor conocedor de los
misterios de la cultura Moche. En su haber tiene acumulada una importante
bibliografía sobre el tema, particularmente en el aspecto de la iconografía (Donnan,
1976, 1984; Dorman y McClelland, 1979; Donnan y Mackey, 1978).
Los hallazgos de las tumbas en Sipán, en la Huaca Rajada, Lambayeque,
seguidos de otros en el cerro La Mina en el valle de Jequetepeque, han ocasio-
nado ciertos trastornos en la investigación científica. La espectacularidad del
descubrimiento ensombreció la seriedad de los estudios y las publicaciones
periodísticas rebasaron a los informes académicos. El oro y las piezas exóticas,
entusiasmaron a los negociantes de antigüedades, mientras el Estado peruano
hizo poco o nada para apoyar la investigación.
Sin lugar a dudas, el hallazgo de las tumbas de Sipán fue todo un
acontecimiento. Las noticias se difundieron por todo el orbe. Las fotografías,
maquetas y diversos relatos sobre el contenido de las tumbas fueron ampliamente
publicitados, incluyendo las labores de conservación de las piezas en Alemania.
Se han realizado dos informes preliminares sobre el contenido de las famosas
tumbas. También se han publicado los informes de los huaqueros que los des-
cubrieron y de los negociantes, posiblemente interesados en el hallazgo, en una
evidente actitud de confrontación con los trabajos arqueológicos. Esta situación
obligó al Instituto Nacional de Cultura (Perú) y a los arqueólogos responsables
de la investigafión en Sipán, a poner orden en la infomrnción (Alva, .1988;
Donnan, 1988, 1990).
Durante la ejecución del Proyecto Chanchan dirigido por Moseley (1982)

No. 2, diciembre 1990 529


Crónicas Bibliográficas

se llevaron a cabo investigaciones circunstanciales en asentamientos Mochica.


Donnan y Mackey (1978) realizaron amplias excavaciones en rumbas. Otros se
dedicaron a limpiar los murales de la Huaca de la Luna y un tercer grupo ha tra-
tado de buscar las huellas de la actividad agraria en el valle y en los desiertos
vecinos, incluyendo los sistemas de irrigación. Producto de este proyecto fueron
una veintena de tesis de grado, la mayoría en la Universidad de Harvard . La-
mentablemente ninguna ha sido publicada, por tanto, su acceso es muy limitado.
Las culturas Salinar y Gallinazo se desarrollaron en el territorio donde
poco después de produciría el desarrollo Mochica . . Estas cu! turas fueron descri -
tas hace varias décadas (Bennen, 1946; Larco Hoyle, 1944; Collier, 1955;Willey,
1954). Desde entonces, es muy poco lo que se ha estudiado sobre ellas. En años
recientes, Wilson (1988) ha tocado el problema en el valle del S<¡1nta. Su libro
sobre patrones de asentamiento en la sección baja del Santa, con la obra de
Willey y los trabajos de Parsons y Hastings en la sierra central, es de los mejores
que se han escrito sobre este tema.
En lo que respecta a la sierra norte, después de las investigaciones de
Reichlcn (1949), los arqueólogos de la Universidad de Tokyo han redefinido en
años recientes el desarrollo de la cultura Cajamarca (Terada y Onuki, 1982,
1985). Nuestros conocimientos sobre las tempranas culturas de Cajamarca casi
no han sido renovados. No ha ocurrido lo mismo con Vicús, del valle medio de
Piura. Desde su descubrimiento en 1964 y las noticias adel antadas en ese en-
tonces (Matos, 1965-1966), sólo se ha reproducido literatura comentada. Kau-
licke y Mackowski, arqueólogos de la Universidad Católica de Lima, realizan
desde hace unos .años excavaciones en uno de los sitios Vicús.
En la sierra central, el estilo Huarpa fue reevaluado por Lumbreras ( 1975)
y en la costa central, después de los estudios de Patterson en los sesenta, no hubo
novedades.

WARI: EL PRIMER ESTADO IMPERIAL ANDINO

El estilo, la cultura, el Estado o el Imperio Wari, ha originado serios


debates y también especulaciones. En este caso, creo que los modelos teóricos
y la formulación de hipótesis han sobrepasado con creces el universo de los datos
empíricos. Ha habido más ruido que la esforzada tarea de investigación de campo
y de laboratorio.
Uhle (1903) fue el primero en señalar que la cerámica encontrada en
Pachacamac, costa central del Perú, es anterior a los inka y se parece a Tiwanaku
de Bolivia. Por eso, a esta modalidad que hoy se le llama Wari, se le conocía
también con el nombre de tiahuanacoide. Es decir, parecido a Tiwanaku, estilo
que tuvo una difusión panandina. Los pioneros estudios de Uhle fueron enri-
quecidos con los de Kroeber (1930), Bennett (1934; 1953), Strong (1957) y en

530 Revista Andina, Año 8


Matos: Arqueología

años recientes por muchos otros (Menzel, 1964, 1968; Isbell, 1977; l 983, 1985;
Lumbreras, 1960, 1980; Cook, 1985; Topic y Topic, 1983; Schreiber, 1978;
Anders, 1986; McEwan, 1984; Benavides, 1979; etc.).
Con el propósito de hacer un balance de las investigaciones sobre este
importante período, con la coordinación de William Isbell, Dumbarton Oaks
(Washington, D.C.), organizó una reunión dedicada al tema en mayo de 1985,
invitando para ello a los especialistas más calificados del medio. Próximamente
se publicarán las actas de este evento.
Deben considerarse como positivos avances en la investigación los estu-
dios detallados de algunos establecimientos provinciales Wari. Esto ha ocurrido
con Azángaro, Wiracochapampa, Pikillacta, Jincamocco, Cerro Baúl, Uncopampa
y otros asentamientos menores. Cada uno de estos establecimientos son consi-
derados como "capitales provinciales" del creciente imperio o estado Wari (Anders,
1986; Topic y Topic, 1983; MacEwan, 1984; Schreiber, 1987; Watanabe 1984).
Otros postulan la hipótesis del desarrollo de estados regionales independientes y
por tanto niegan la existencia de un imperio panandino.
Las opiniones se dividieron entre aquellos que consideran a Wari como
una formación sociopolítica generada en Tiwanaku y como tal, una variación
centro andina del desarrollo altiplánico (Ponce, 1979, Kolata, 1982) y los que
sostienen la tesis totalmente opuesta, es decir, que Wari constituye un desarrollo
independiente de los Andes Centrales, con su centro principal en Huari, Ayacucho
y con características comparables al imperio inka (lsbell, 1983, Lumbreras, 1980).
Esta es la tesis sobre la cual muchos estudiosos de los Andes están trabajando,
reconociendo las variaciones regionales y las temporales. Este segundo grupo no
niega las relaciones iconográficas con Tiwanaku (Cook, 1985). Entre estos
investigadores existe también un matiz de opinión expresado a través de distintos
"modelos teóricos" de interpretación. Estos modelos varían desde aquellos que
encuentran evidencias de carácter religioso para la difusión de los elementos
Wari o Tiwanaku, hasta los que disponen de mejores argumentos en el aspecto
económico, los intercambios de comercio, la relación de las aldeas y ciudadelas,
los vínculos entre los productores y los consumidores, y los mecanismos que
habrían facilitado las interacciones a gran escala a distancias igualmente grandes
(Menzel, 1968; Lumbreras, 1974; Isbell, 1985; Isbell y Schreiber, 1978; lsbell y
Cook, 1986).
Concordando los datos y los modelos, los seguidores de la segunda tesis
consideran también la posibilidad de "mercaderes misioneros" que predicaban la
religión, intercambiaban sus bienes y servicios y estimulaban una mayor produc-
ción agrícola. La jerarquía superior del estamento religioso se habría encargado
de conservar la unidad de los patrones y los roles oficiales, y de difundirla por
las provincias controladas. Wari ha sido considerado también como una podero-
so estado altamente jerarquizado, con burocracia administrativa centralizada y
una consistente fuerza militar.
Todos estos argumentos, hábilmente esbozados en los modelos teóricos,
han hecho de Wari y el período que ocupa, uno de los más complejos del proceso

No. 2, diciembre 1990 531


Crónicas Bibliográficas

andino. El problema es complicado sin lugar a dudas. Por eso, creemos que la
solución no está en el diseño de más modelos, sino en las investigaciones de
campo y en el correcto análisis de los datos. Es decir, en la presentación de un
corpus empírico de datos, que apoye científicamente a las hipótesis planteadas.
La mayor parte de las investigaciones sobre establecimientos Wari fue-
ron hechas para la elaboración de tesis doctorales. Estas conforman la literatura
conocida hasta la década de los setenta y aportaron nuevas observaciones. Para
estos trabajos el esquema de cuatro "épocas" propuesto por Menzel (1964, 1968),
las dos primeras con dos subdivisiones cada una, constituyó la base para la or-
ganización de los datos (Cook, 1985; Knobloch, 1983; Schreiber, 1978). En tal
sentido, los trabajos de Uhle (1903), seguidos por Bennett (1953) y Menzel
(1964) han establecido los marcos generales del desarrollo Wari y pe sus articu-
laciones geográficas, iconográficas, sociopolíticas e incluso tecnológicas. A este
complejo cultural algunos prefieren llamarlo "fenómeno Wari".
Las mejores contribuciones sobre el discutido tema del Horizonte Medio
y el imperio Wari, en las últimas décadas, fueron hechas por los estudiantes que
trabajaban en sus respectivas tesis. Con las limitaciones que este tipo de trabajos
tienen, estas monografías constituyen el reflejo de los avances de la arqueología
andina sobre este período. Creo que es necesario señalar la participación de los
profesores que desde las aulas estimularon tales estudios, como Schaedel desde
la Universidad de Texas, Isbell desde la Universidad de Nueva York en Bing-
hamton y Lumbreras desde la Universidad de Huamanga, primero y luego desde
San Marcos. En años recientes hacen lo propio Teresa Topic y John Topic,
Moselcy, Mario Benavides, entre otros.

LOS ESTADOS Y LOS SEÑOR/OS REGIONALES TARDIOS

Este es uno de los períodos importantes pero menos estudiados en la


cultura andina. Desde mi punto de vista es fundamental su análisis para entender
el proceso histórico desde la perspectiva propiamente indígena. Este es el momen-
to en el cual las nacionalidades indígenas se consolidan, la demarcación territo-
rial toma una dimensión geopolítica, las lenguas aborígenes y las ideologías
asumen un rol protagónico en el mapa sociopolítico de los Andes.
Este período que sigue al colapso del Imperio o Estado Wari y que
antecede al siguiente Imperio de los Inka, se caracteriza por la variedad de for-
maciones eeonómicosoeiales, desde las reducidas agrupaciones locales, ubicadas
en un valle o en una microrregión, a las que la arqueología puede detectar por
su cultura material, como los Chiribaya en Arequipa o los Caras en Huancave-
lica, hasta los estados o reinos desarrollados como Chimú, Chincha, Cuismancu,
Wanka, Chanka, Aymara, etc., pasando por muchas otras formaciones interme-
dias como Chancay, Churajón, Anqara, Ayarmacas, etc. Los intentos por indi-
vidualizar a estas formaciones sociopolíticas, ubicándolos en el mapa del antiguo
Tawantinsuyo han sido muy pocos (Rowe, 1946). Esta es una tarea por hacer.
Este período es importante también porque permite confrontar diversas

532 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Matos: Arqueología

fuentes de infonnación, tales como la arqueología, la etnohistoria y la lingüística.


Los documentos de los primeros años de la colonia contienen descripciones de
la vida y costumbres de las comunidades anteriores a los inka. Las visitas con-
ducidas por Iñigo Ortiz de Zúñiga (1562) entre los chupaychu y los yacha y por
Garci Diez de San Miguel (1567) en el reino Aymara son buenos ejemplos para
descubrir referencias sobre las poblaciones preinkaicas en los relatos orales después
de la invasión. En este aspecto, Murra (1967, 1975, 1980, 1986) ha llamado la
atención de los andinólogos para no descuidar este importante recurso. Sus in-
vestigaciones tanto en Huánuco como en el Titicaca, son sin lugar a dudas las
mejores contribuciones a la investigación sobre la cultura andina desde la pers-
pectiva emohistórica.
Para las investigaciones arqueológicas, los asentamientos de este período
se han conservado en óptimas condiciones. Muchos de ellos, ubicados tanto en
la costa como en la sierra, muestran el contexto interno casi en su forma original.
Hemos encontrado aldeas completas, que parecían haber sido abandonadas hace
sólo pocos años , con sus casas, patios y muchos de sus menajes in situ, tales
como Wakan y Guanrin (Matos, 1972), otros en Tanna y Jauja (Parsons y Hastings,
1988), muchos otros en Cuzco, Puno y la cuenca del Pampas. En la costa el caso
se da con mayor frecuencia, aunque lamentablemente los establecimientos cos-
tefios han sido fuertemente castigados por la inclemencia del tiempo, la depre-
dación de los huaqueros y la acción de los invasores modernos.
A pesar de las condiciones favorabl es para las investigaciones sobre las
culturas tardías en los Andes, los proyectos ejecutados son muy pocos. Uno de
ellos es el Proyecto Chanchan, con una década de duración y una veintena de te-
sis de grado, presentadas en su mayoría en la Universidad de Harvard . Lo publi-
cado es poco, un volumen de texto y otro de planos de la antigua ciudad. (Moseley
y Day, 1982). Ravines (1980) también ha publicado otra antología histórica
sobre Chanchan. Sin embargo, nuestro conocimiento sobre esta instalación -una
de las más grandes en su época- y sobre el reino Chimú, no ha cambiado en lo
sustancial con relación a lo que ya se sabía antes de la década del 70.
En Cajamarca, Silva Santisteban (1982) contribuyó desde la perspectiva
histórica a la definición del reino de Cuismancu. La misión japonesa se encargó
luego de caracterizar los estilos alfareros tardíos, que deben corresponder a la
etnia de los Cuismancu. La región de Chachapoyas está siendo estudiada por
Inge Schjellerup (1984). En los últimos años, Schjellerup ha definido la ocu-
pación inka, diferenciándola de sus antecesores locales. Debido a su alejamiento
geográfico, esta región se mantenía casi olvidada. Por todo ello, los esfuerzos
de la arqueóloga danesa son doblemente meritorios.
En la Sierra Central, las investigaciones sobre los asentamientos tardíos
han tenido mejores resultados, particularmente en la cuenca del Mantaro donde
se llevaron a cabo diversos programas de investigación regional. (Parsons y
Matos, 1978; Parsons y Hastings, 1988; Earle y otros, 1980, 1987; D'Altroy y
Hastorf, 1984; Hastorf, 1983; Lavallée y Julien, 1983). Los arqueólogos de la
Universidad de Huamanga condujeron también algunas exploraciones de área en

No. 2, diciembre 1990 533


Crónicas Bibliográficas

Ayacucho. .
En la zona de Jauja, T. Earle y sus estudiantes de entontes (C. LeBlanc,
T. D'Altroy, C. Hastorf) llevaron a cabo un programa de investigaciones de larga
duración con la participación de un numeroso contingente de alumnos, tanto na-
cionales como norteamericanos. Los resultados se han publicado en algunos ar-
tículos y en un volumen dedicado a las campaf'ías de campo de 1982-1983. El
proyecto se autodenomina interdisciplinario, por tanto, el volumen que edita los
informes (Earle y otros, 1987) incluye ensayos de etnobotánica, arqueozoologfa,
estudio de las piezas lfticas y los análisis de cerámica procedentes de las excava-
ciones. La innovación planteada por los arqueólogos de la Universidad de Cali-
fornia fue la de asignar el nombre de "wanka" a los estilos alfareros tardíos. Es
decir, cambiar la denominación de Mantaro de Base Roja (o Cla,ra) por la de
Wanka.
En el caso del Mantaro, el proyecto ha servido también para la elabora-
ción de una decena de tesis en la Universidad de California, Los Angeles. Mclissa
Hagstrum, quien formaba parte de este grupo de estudiantes, decidió estudiar
sistemáticamente a los alfareros de Aco en el valle del Mantaro, cuya tradición
de ceramistas debe ser anterior a los inka.
Entre Huancavelica, Ayacucho, Andahuaylas y Cuzco, casi no se han
llevado a cabo investigaciones detenidas. Existen noticias sobre asentamientos
ubicados en esta área. Se han realizado intentos de aproximación tipológica con
Wari o con lnka, o de nuevos estilos cerámicos, pero en términos de innovación
o de ampliación de lo que ya se sabía hasta los setenta no hubo nada especial.
Son los mismos estilos coras, arjalla, killke, etc., que fueron reportados entre las
décadas 40 y 50, los que están presentes, sin innovación alguna, en los esquemas
de la arqueología de esta parte de los Andes (Matos, 1959; Lumbreras, 1960,
Rowe, 1944).
John Murra es el andinólogoa que ha reorientado las investigaciones
sobre la cultura andina, utilizando nuevos recursos y también nuevas estrategias.
Sus sugerencias para confrontar diversas fuentes, desde las arqueológicas hasta
los archivos coloniales permitieron desarrollar estudios sobre aspectos socio-
económicos de las etnias tardías y postcoloniales. El derrotero iniciado por él,
desde las perspectiva etnohistórica, ha estimulado también la investigación
arqueológica. Sus hipótesis de trabajo sobre la organización social, económica,
política y la estructura religiosa, han venido ganando muchos adeptos entre los
estudiosos del mundo andino. El discurso empleado en sus clases y en sus publi-
caciones, ha captado una apreciable audiencia. La verticalidad, la reciprocidad,
la unidad doméstica, el archipiélago económico, la función social de los tejidos,
los señores étnicos, etc., son algunos conceptos incorporados por la etnohistoria
después de las publicaciones de Murra.

LOS INKA Y LA /NVESTIGACION ARQUEOLOGICA

El imperio Tawantinsuyu tuvo una corta duración de solamente un siglo.

534 Revista Andina, Año 8


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Matos: Arqueología

Fue la última expansión panandina. Se caracterizó por la extraordinaria organi-


zación social, económica, política e ideológica. Existe una extensa literatura
histórica sobre los Inka. Las crónicas publicadas en los siglos XVI y XVII y los
ingentes archivos inéditos que se conservan en Europa y América fueron las
fuentes más importantes para las reconstrucciones históricas. Sin embargo, los
eruditos en este período, reclaman la necesidad de escribir la verdadera historia
de los inka, y revisar y evaluar todo lo que se ha hecho hasta ahora. Parecieran
no estar satisfechos con la historia oficial.
Desde el punto de la arqueología, el Horizonte Inka ha sido el menos
abordado por los estudiosos. Son pocos los trabajos hechos en este campo. En
las dos últimas décadas, hubieron pocas, pero excelentes investigaciones ar-
queológicas como las de Huánuco Pampa (Morris y Thompson, 1985), Morris
(1981), el estudio sobre caminos inka de Hyslop (1984), el de Gasparini y
Margolies (1977), Kendall (1974), el de Agurto (1980) sobre la arquitectura y
planeamiento.
En años recientes, Marcus (1987) en la fortaleza Huarco de Cerro Azul,
Cañete y Morris en Chincha, han desarrollado importantes estudios de campo
sobre la ocupación Inka en la costa. Los datos que ambos proyectos publiquen,
permitirán comparar la ocupación imperial inka de la sierra con las del litoral.
La investigación conducida por Marcus, por la metodología de sus trabajos y las
estrategias empleadas, es diferente de las que hemos estado acostumbrados a ver
en el Perú.

EL PATRIMONIO ARQUEOWGICO Y LA INVESTIGACION

La defensa y la conservación del patrimonio histórico es una responsa-


bilidad de la sociedad contemporánea. En el Perú, la riqueza arqueológica parece
no mover el interés de la población moderna. En este aspecto lamentablemente
no hemos tenido una política cultural coherente y por consisguiente, la defensa
del patrimonio histórico ha sido siempre una quimera. No obstante, se han expedido
buenas normas legales, aunque en la práctica casi nunca funcionaron.
El cambio de la Ley 6634 de 1929, por la ley vigente más conocida
como la "Ley General de Amparo al Patrimonio Cultural del Perú", promulgada
en 1985, en las postrimerias del Gobierno del Presidente Belaúnde, fue realmente
una catástrofe para la arqueología. Con todas sus limitaciones la ley ante1ior fue
más académica en sus principios y mucho más efectivo en la defensa del patri-
monio histórico. Fue legislada con sentimiento peruano y con plena identifica-
ción con los valores históricos del país. La ley actual en cambio favorece una
actitud dudosa, lo qu e facilita la destrucción y el negocio. Bastaria hacer una
comparación entre la ley 6634 y la actual en sus cinco años de vigencia para
evaluar su efectividad. Como el propósito de este ensayo no es discutir la legis-
lación vigente, mencionaré sólo un hecho, por estar relacionado con el tema.
La ley vigente reconoce a los coleccionistas, incorporándolos al Consejo
Nacional, pero en cambio, ignora a los profesionales en arqueología. ¿Es posible

No. 2, diciembre 1990 535


Crónicas Bibliográficas

imaginar a la arqueología peruana sometida a una comisión controlada por políticos


y coleccionistas? No se trata de subestimar la presencia de ésto's, sino, sencilla-
mente de reclamar un trato equitativo para la arqueología. Creo que la compren-
sión humana sin pasiones ni intereses, recomendaría una regulación diferente.
Mientras los arqueólogos son subestimados sutilmente, los bienes prehis-
pánicos se destruyen a diario. Esta acción es generada por lo siguiente: 1) El
crecimiento de las ciudades, la ampliación de los espacios agrícolas, la apertura
de nuevos caminos, minas, etc. 2) La destrucción intencional con la finalidad de
buscar entierros y otros trofeos de la antigüedad, y 3) Las excavaciones ar-
queológicas. "Toda excavación es destrucción", dice una sentencia. La suerte del
yacimiento se pone en riesgo cuando no se definen estrategias de conservación.
El Instituto Nacional de Cultura, entidad oficial del Estado responsa,ble de la pro-
tección del patrimonio, ha creado un nuevo mecanismo para sumarse oficialmente
a la predación. Es la llamada "arqueología de liberación", mediante la cual,
después de una somera exploración, se hace la entrega de un sitio para su uso
moderno. Un caso reciente que conmovió a la sociedad, fue la entrega de un
sector de Ollantaytambo, Cuzco para su urbanización.
Es natural que un país regule el tratamiento de su patrimonio histórico.
El Perú dispone de una abundante legislación para tal efecto. Existe un reglamento
sumamente estricto para las exploraciones y excavaciones arqueológicas. El
Instituto Nacional de Cultura, mediante una oficina especial es el encargado de
hacerlo cumplir. Esta norma muchas veces es aplicada con rigor a los arqueólo-
gos, mientras que no ocurre lo mismo con los depredadores. Por este hecho, la
huaquería y las excavaciones clandestinas se han multiplicado por doquier. En
cambio, no existe estímulo alguno para la investigación, particularmente para los
arqueólogos nacionales.

Ramiro Matos Mendieta


Seminario de Arqueología
Universidad Nacional Mayor de San
Marcos
Lima, Perú

536 Revista Andina, Año 8


Matos: Arqueología

BIBLIOGRAFIA

AGURTO CALVO, Santiago


1980 Cusco. Tra1.a urbana de la ciudad inca, Proyecto-Per 39, UNESCO,
Instituto Nacional de Cultura del Perú, Imprenta Offset Color S.R.I.
Cuzco.

AL VA, Walter
1978 "Las salinas de Chao: un complejo precerámico", IJI Congreso pe-
ruano, El hombre y la cultura andina, Vol.1, Ramiro Matos, ed.,
Lima, 275 -276

1988 " Discovering the New World's Richest Unlooted Tomb", National
Geographic Magazine, 174 (4): 510-550.

ANDERS, Martha
1986 Dual Organization and Calendars Inferred from the Planned Site
of Azangaro: Huari Administrative Strategies, Ph.D. Dissertation,
Comell University.

BENA VIDES C., Mario


1979 "Notas sobre excavaciones en Cheqo Wasi", Investigaciones, II (2),
' Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, Ayacucho, 9-26.
BENNET, Wendell' C.
1934 "Excavations at Tiahuanaco", American Museum of Natural His-

No. 2, diciembre 1990 537


Crónicas Bibliográficas

tory Anthropological Papers, 34 (Part 3)Vol. 2 (2), New York, 359-


494. '...

1946 "The Archaeology of the Central Andes", Handbook of South


American lndians. Bureau of American Ethnology Bulletin, 143,
Julian H. Steward, ed., Vol. 2 (2) Washington, D.C., 61-147.

1948 "A Reappraisal of Peruvian Archaeology", Society for American


Archaeology, Memoir, 4.

1953 "Excavations at Wari, Ayacucho, Perú", Yale University Publica-


tions in Anthropology, 49, New Haven.

BENNETT, W.C. and BIRD, J.


1949 "Andean Culture History", American Museum of Natural History,
Handbook Series, 15, New York.

BENSON, Elizabeth (Editor)


1971 Dumbarton Oaks Conference on Chavin (1968), Dumbarton Oaks,
Washington, D.C.

BINFORD, L.R.
1983 In ~ursuit of the Past: Decoding the Archaeological Record,
Thames and Hudson, London.

BINFORD, L.R., and BINFORD, S.R.


1968 New Perspectives in Archaeology, Aldine, Chicago.

BINFORD, L.R., and SABLOFF, J.


1982 "Paradigms, Systematics, and Archaeology", Journal of Anthropo-
logical Research, 38: 137-153.

BIRD, Junius B.
1948 "Preceramic Cultures in Chicama and Virú", A Reappraisal of
Peruvian Archaeology, Memoirs Nº4, Society for American
Archaeology, W.C. Bennett, ed., Menasha, Wiconsin. Rpt., Peruvian
Archaeology, J. H. Rowe and D. Menzel, eds., Peek, Palo Alto,
California, 1967.

BIRD, Roben M.
1990 "What are the Chances of Finding Mai ze in Pcru Dating Before 1000
B.C.? Reply to Bonavia and Grobman", American Antiquity, Vol.
55, (4): 828-841.

BONAVIA. D.
1982 Precerámico Peruano: Los Gavilanes, Corporación Financiera de
Desarrollo, S.A. y Deutsches Archaelogisches Institut de Bonn, Lima.

1982 " El complejo Chivateros : una aproximación tecnológica", Revista del


Museo Nacional, 46 : 19-37.

BONA VIA. D. y GROBMAN


1989 "Preceramic Maize in the Central Andes: A Necessary Clarification",
American Antiquity, 54: 836-840.

538 Revista Andina, Año 8


Matos: Arqueología

BONAVIA, D., CARDENAS, M., IRIARTE, F., MATOS, R.


1980 Memoria y exposición de la Comisión Técnica Calificadora de
Proyectos Arqueológicos del Instituto Nacional de Cultura 1979-
80, I.N.C. Lima.

BRETTING, Peter K. (Editor)


1990 "New Perspectives on the Origin and Evolution of New World
Domesticated Plantas", Economic Botany, 44 (3), Supplement.

BROWMAN, David S.
1978 "Toe Temple of Chiripa (Titicaca Lake, Bolivia)", III Congreso
peruano, El hombre y la cultura andina", Tomo II, R. Matos, ed.,
. Lima, 808-816.

BRYAN, A. L.
1973 "Paleoenvironments and Cultural Diversity in Late Pleistocene South
America", Quaternary Research, vol. 3, Nº 2: 237-257.

BUKASOV, S.M.
1973 "Cytogenetic Basis of the Evolution of Potato Species of the Genus
Solanum L.", Tuberarium Soviet Genetics, 6: 463-471.

BURGER, Richard L.
1983 "Pójoc and W_aman Wain: Two Early Horizon Villages in the Chavin
Heartland", Nawpa Pacha, 20: 3-40.

1984 The Prehistoric Occupation of Chavin de Huantar, Perú, Califor-


nia Publications in Anthropology, 14, University of California Press,
Berkeley.

1985 "Concluding Remarks: Early Peruvian Civilization and Its Relation to


the Chavin Horizon", Early Ceremonial Arquitecture in the Andes,
C.B. Dorman, ed., Dumbarton Oaks Research Library and Collection,
Washington, D.C., 269-289.

1987 "Toe U-Shaped Pyramid Complex, Cardal, Peru", National Geo-


graphic Research, 3: 363-375.

1989 "An Overview of Peruvian Archaeology (1976-1986)", Annual


Reviews - Anthropology, 18: 37-69.

BURGER, Richard, L., and ASARO, Frank


1978 "Obsidian Distribution and Provenience in the Central Highlands and
Coast of Peru During the Preceramic Period", Contributions to the
University of California Archaeological Research Facility, 36,
Berkeley, 61-83.

BURGER, Richard y SALAZAR, Lucy


1980 "Ritual and Religion at Huaricoto", Archaeology, 33: 26-32.

CARDENAS MA~TIN, Mercedes


1977-78 "Obtención de una cronología del uso de los recursos marinos en el
antiguo Perú", Arqueología, P.U.C., 19-20: 3-26.

No. 2, diciembre 1990 539


Crónicas Bibliográficas

CARDICH, Augusto
1958 Los Yacimientos de Lauricocha, Centro Argentino de Estudios
Prehistóricos, Studia Prehistórica I, Buenos Aires.
1973 "Excavaciones en la Caverna de Huargo, Perú", Revista del Museo
Nacional, T. XXXIX, 11-39
CHAUCHAT, Claude
1977 "El Paijanense de Cupisnique", Revista del Museo Nacional, T. XLID,
13-26.

1982 Le Paljanien du désert de Cuplsnique: recherches sur l'occupatlon


préhistorique de la cóte nord du Pérou au début de l'Holocene,
Thése de Doctoral, Université de Bordeaux.
COLLIER, Donald
1955 "Cultural Chronology and Change as Reflected in the Ceramics of the
Viru Valley, Perú", Fieldiana Anthropology, 43, Natural History
Museum, Chicago.

COOK, Anita
1985 Art and Time in the Evolution of Andean State Expantionism,
Ph.D. Dissertation, State University of New York at Binghamton.
D'ALTROY, Terence y HASTORF, Christine
1984 "The Distribution and Contexts of Inca Storage Facilities in the Xauxa
Region of Peru", American Antiqulty, 49: 334-349.

DECKER, D.S.
1988 "Origin(s) Evolution and Systematics of Cucurbita Pepo (Cucur-
bicataceae)", Economic Botany, 42: 3-15.

DIEZ DE SAN MIGUEL, Garci


1964 (1567] Visita hecha a la provincia de Chucuito, Documentos regionales
para la etnología y etnohistoria andina, Vol. 1, Casa de la Cultura del
Perú, Lima.
DILLEHA Y, Tom
1986 "Preceramic 'Foundations' of Centralized and Public Activity in the
Andes: Defining a Broader Social and Economic Context", Paper
presented at the 51th Annual Meeting of the Society for American
Archaeology, New Orleans.

DILLEHAY, T., NETHERLY, P., and ROSSEN, J.


1989 "Middle Preceramic Public and Residential Sites on the Forested Slope
of the Western Andes, Northern Pero", American Antiquity, Vol. 54
(4): 733-759.

DOEBLEY, John
1990 "Molecular Evidence and the Evolution of Maize". Economic Botany
44 (3), Supplement, P.K. Bretting, ed., 6-27.

DONNAN, Christopher
1976 "Moche Art and Iconography", Latin American Center Publica-

540 Revista Andina, Año 8


Matos: Arqueología

tion, UCLA, 33.

1984 "La caza de venado en el arte Mochica", Revista del Museo Nacional,
T. XL VI: 235-250.

1988 "Iconography of the Moche. Unraveling the Mystery of the Warrior-


Priest", National Geographic, October, 551-555.

1990 "Masterworks of Art Revea! a Remarkable Pre-Inca World", Na-


tional Geographic, June, 17 -33.

OONNAN, Ch. y MACKEY, C.


1978 Ancient Burial Patterns of the Moche Valley, Peru, University of
Texas Press, Austin.

OONNAN, Ch. y MCLELLANO, O.


1979 The Burial Theme in Moche Iconography, Oumbarton Oaks,
Trustees for Harvard University, Washington, O.C.

EARLE, T., O'ALTROY, T., LE BLANC, C. HASTORF, Ch. and LE VINE, T.


1980 "Changing Settlement Pattems in the Upper Mantaro Valley, Peru".
Journal of New World Archaeology, Vol. 4, (1), Institute of Ar-
chaeology, UCLA, Los Angeles, 1-49

EARLE, T. O'ALTROY, HASTORF, T.,SCOTT, Ch. , COSTIN, C., RUSSELL, C.,


SANOEFUR, G. and E.
1987 Archaeological Field Research in the Upper Mantaro, Peru, 1982-
1983: Investigations of Inka Expansion and Exchange, Mono-
graph 28, Institute of Archaeology, UCLA, Los Angeles .

ENGEL, Frédérick
1957 "Sites et établissements sans céramique de la cote péruvienne", Jour-
nal de la Societé des Américanistes, 46: 67 -155.

1966 "Le complexe précéramique d'El Paraíso (Pérou)", Journal de la


Socicté des Americanistes, 55 (1 ): 43-96.

1970 "Exploration of the Chilca Canyon, Peru", Current Anthropology,


11 : 55-58.
FELOMAN, R.A.
1980 Aspero, Peru: Architecture, Subsistence Economy, and Other
Artifacts of a Preceramic Maritime Chiefdom, Ph. O. Disserta-
tion, Harvard University.

FORO, James
1969 A Comparison of Formative Culture in the Americas, Contribu-
tion to Anthropology, Smithsonian Institution, Washington, D.C.

FORO, James, and~WILLEY, Gordon R.


1949 "Surface Survey of the Virú Valley, Peru", American Museum of
Natural History, Anthropological Paper, 43 (Part 1), New York.

No. 2, diciembre 1990 541


Crónicas Bibliográficas

FUNG, Rosa, CENZANO. G. y ZA VALETA, A.


1972 "El taller lítico de Chivateros, valle de Chillón", '-Revista del Museo
Nacional, T. 38: 61-72.

GALINAT, W.C.
1983 "The Origin of Maize as Shown by Key Morphological Traits of the
Ancestor Teo", Maydica, 28: 121-238.

GASPARINI, Graciano and MARGOLES, Louise


1977 Arquitectura lnka, Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas,
Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Central de Vene-
zuela, Caracas. Versión inglesa: Inca Arquitecture, Patricia J. Lyon,
trn., Bloomington, Indiana University Press, 1980.

GEPTS, Paul
1990 "Biochemical Evidence Bearing on the Domestication of Phaseolus
(Fabaceae) Beans", Economic Botany, 44 (3), Supplements, P.K.
Bretting, Editor, 28-38.

GRlEDER, T., BUENO, A., SMITH. C.E. y MALINA, R.


1988 La Galgada, Peru. A Preceramlc Culture In Transltion, Univer-
sity of Texas Press, Austin.

GRUN, Paul
1990 "Toe Evolution of Cultivated Potatoes", Economlc Botany, 44 (3),
Supplements, P.K. Bretting, ed. 36-55.

HASTTNGS, Charles
1985 The Eastern Frontier: Settlement and Subslstence in the Andean
Margins of Central Perú, Ph.D . Dissertation, University of Michi-
gan.

HASTORF, Christine
1983 Prehlstorlc Agricultura! Intensltication and Politlcal Development
In the Jauja Region of Peru, Ph.D. Dissertation, University of
Michigan,.

1988 "The Use of Paleoethnobotanical Data in Prehi storic Studies of Crop


Production, Processing and Consumption", Current Paleoethnobo-
tanic, C. Hastor and B. Popper, eds ., University of Chicago Press,
119-144.

HAYNES, C.V.
1974 "Paleoenvironments and Cultural Diversity in Late Pleistocene South
America: A Reply to A.L. Bryan", Quaternary Research, Vol. 4:
378-382.

HEISER. Charles
1990 " New Perspectives on the Orig in and Evolution of New World
Domesticated Plants: Summary", Economk Botany 44 (3 ), Supple-
ment.

HOLE. Frank
1986 "Changing Directions in Archaeological Thought", Ancient South

542 Revista Andina, Año 8


Matos: Arqueología

Americans, J. D. Jennings, ed., San Francisco, Freeman, 1-23.


HYSLOP, John
1984 The lnka Road System, Academic Press, NY.

ISBELL, William H.
1977 The Rural Foundations of Urbanism. A Study of Economic and
Stylistic Interactlon Between a Rural and Urban Community in
VIII Century Peru, Illinois Studies in Anthropology, N° 10,
University of Illinois Press, Urbana.

1983 "Shared Ideology and Parallel Política! Development: Huari and


Tiwanaku", Investigations of the Andean Past, D. Sandweiss, Ed.,
Comell University. Paper presented at the First Annual Northeast
Conference on Andean Archaeology and Ethnohistory, 186-208.

1985 "El origen del Estado en el valle de Ayacucho", Revista Andina, 3


(1): 57-106.

ISBELL, W ., and COOK, A.


1986 "Ideological Origin of an Andean Conquest S tate. Religious Art and
the Emergence of Hierarchy in Ancient Perú", Archaeology, 40 (4):
26-33.

ISBELL, W., and SCHREIBER, K.


1978 "Was Huari a State?", American Antiquity, 48 (3): 372-289.

KAPLAN, L.
1965 "Archaeology and Domestication in American Phaseolus (Beans)".
Economic Botany, 1, 368.

KAULICKE, Peter
1976 El Formativo de Pacopampa, Seminario de Historia Rural Andina,
Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

1977 Beitrage zur Archaeologie des "Altiplano" von Junín, Perú, Ph.D.
Dissertation, University of Bonn.

KENDALL, Ann
1979 "Toe Cusichaca Archaeological Project (Peru): the Early Stages", Bu!-
letin of the lnstitute of Archaeology, Nº 16, University of London,
London, 131-157.

KENT, Jonathan D.
1982 The Domestication and Exploltation of the South American
Camelids: Methods of Analysis and their Apllication to Circum-
lacustrine Archaeological Sites in Bolivia and Peru, Ph.D. Disser-
tation, Departrnent of Anthropology, Washington University, St. Louis.

KNOBLOCH, Patricia J.
1983 A Study of the Andean Huari Ceramics from the Early Interme-
diate Period to the Middle Horizon Epoch I, Unpublished Ph.D.
Dissertation in Anthropology, State University of New York at Bin-
ghamton, New York.

No. 2, diciembre 1990 543


Crónicas Bibliográficas

KOLATA, Alan
1982 "Tiwanaku: Portrait of an Andean Civilization", ' Field Museum of
Natural History Bulletin, September: 13-28.
KOSOK, Paul
1965 Life, Land and Water in Ancient Peru, Long Island University
Press, New York.

KRIEGER, A.O.
1964 "Early Man in the New World", Prehistoric Man in the New World,
J. Jennings and E. Norbeck, eds:, Chicago, University of Chicago
Press, 23-81

KROEBER, Alfred L.
1930 Archaeological Explorations In Peru: Part 11. The Northern Coast,
Field Museum of Natural History Memoirs, 2 (2), Chicago.

1944 "Peruvian Archaelogy in 1942", Viking Fund Publications In An-


thropology, Nº 4, Wenner-Gren Foundation for Anthropological
Research, New York.

LANNING, Edward P.
1965 "Early Man in Perú", Scientific American, 213 (4): 68-76 .

1970 "Pleistocene Man in South America", World Archaeology, Vol. 2:


90-111.
LANNlNG, Edward and PATTERSON, Thomas
1967 "Early Man in South America", Scientific American, Vol. 217 (5):
44-50.

LARCO HOYLE, Rafael


1944 La cultura Satinar: Síntesis monográfica, Sociedad Geográfica
Americana, Buenos Aires.

1948 Cronología arqueológica del Norte del Perú, Sociedad Geográfica


Americana, Buenos Aires.

LATCHAN, Ricardo E.
1922 Los animales domésticos de la América Precolombina, Imprenta
Cervantes, Santiago de Chile.

LA VALLE, Daniele
1985 Telarmachay: Chasseurs et pasteurs préhistoriques des Andes,
Editions Recherche sur les Civilisations, "Synthése", 20, Paris.

LA VALLE, Daniele y MICHELE, Julien


1983 Asto: Curacazgo prehispánico de los Andes Centrales, Lima, Ins-
tituto de Estudios Peruanos, (Primera ed. francesa, 1974).
L YNCH, Thomas F.
1967 The Nature of the Central Andean Preceramic, ldaho State Uni-
versity Museum, Occasional Papers, 21 : 1-98.

1974 "Thc Antiquity of Man in South America", Quaternary Research,

544 Revista Andina, Año 8


Matos: Arqueología

vol. 4, N.º 3, 356-377.

1980 Guitarrero Cave: Early Man in the Andes, Academic Press, New
York.

1984 "Review of Prehistory of the Ayacucho Basin, Perú", American An-


thropologlst, vol. 2, N° 86, 762-764.

1990 "El hombre de la edad glacial en suramérica: Una perspectiva europea".


Revista de Arqueología Americana, Nº 1, Instituto Panamericano
de Geografía e Historia, O.E.A.

LUMBRERAS, Luis Guillermo


1960 "La Cultura de Wari", Etnología y arqueología, Año 1, 1: Lima,
130-227.

1974 The Peoples and Cultures of Ancient Peru, B. Meggers, tr.,


Washington, Smithsonian Institution Press.

1975 Las fundaciones de Huamanga, Club Departamental de Ayacucho,


Lima

1977 "Excavaciones en el Templo Antiguo de Chavín (Sector R): Informe


de la Sexta Campaña", Nawpa Pacha, 15: 1-38.

1980 "El Imperio Wari", Historia del Perú, II, Editorial Mejía Baca,
Lima, 9-91

1981 La arqueología como ciencia social, Editorial Milla Batres, Lima.

1989 Chavín de Huantar en el nacimiento de la civilización andina,


Ediciones INDEA, CONCITEC, 1989.

MCEW AN, Gordon Frances


1984 The Middle Horizon in the Valley of Cuzco, Peru: the Impact of
Pikillacta in the Lucre Basin, Unpublished Ph.D. Dissertation,
Department of Anthropology, University of Texas at Austin.

MACNEISH, Richard
1969 First Annual Report of the Ayacucho Archaeological-Botanical
Project. R.S. Peabody Foundation for Archaelogy, Phillips Acad-
emy, Andover, Massachusetts.

1971 "Early Man in the Andes", Scientific American, Vol. 224, (4): 36-
46.

1976 "Early Man in the New World", American Scientist, Vol. 63, (3):
316-327.
MACNEISH, R.S.,,,PATTERSON, T. y BROWMAN, D.
1975 · The Central Peruvian Prehistoric lnteraction Sphere, Papers of
the S. R. Peabody Foundation for Archaeology, Vol. 7, Andover.

No. 2, diciembre 1990 545


Crónicas Bibliográficas

MACNEISH, R.S ., VIERA, R., NELKEN-TERNER, A. y PHAGAN, C.


1980 Prehistory of the Ayacucho Basin, Peru, Vob 3, The University
Michigan Press, Ann Arbor.

MACNEISH, R.S., GARCIA C., A .• LUMBRERAS, L.G., VIERA, R.K. and A. NELKEN-
TERNER
1981 Prehistory of the Ayacucho Basin, Peru. Excavations and Chro-
nology, Vol. 2, University of Michigan Press, Ann Arbor.

MACNEISH, R.S., VIERA, R., NELKEN-TERNER, A., LURIE, R. y GARCIA COOK, A.


1983 Prehistory of the Ayacucho Basin, Perú, Vol. 4, Toe University of
Michigan Press, Ann Arbor.

MALAGA, Aurelio
1980 "El perro como expresión cultural del hombre primitivo en el Perú",
III Congreso peruano, El hombre y la cultura andina, Ramiro
Matos, ed., 829-842.

MANGELSDORF, Paul C.
1986 "Toe Origin of Com", Scientific America, 254: 80-86.

MATOS MENDIETA, Ramiro


1959 "Reconocimiento del sitio arqueológico de Coras, Huancavelica",
Primera mesa redonda de ciencias anthropológicas, Universidad
de San Marcos, Instituto de Etnología y Arqueología, Lima.

1965-66 "Algunas consideraciones 'SObre el estilo Vicús", Revista del Museo


Nacional, T . XXXIV: 75-94 .

1972 "Wakan y Wamalli: Estudio arqueológico de dos aldeas rurales",


Visita de la Provincia de Huánuco en 1562 por Iñigo Ortiz de
Zúñiga, Vol. II, Universidad Nacional Hermilio Valdizán, Huánuco,
367-382.

1972 "Ataura: Un centro Chavín en el Valle del Mantaro", Revista del


Museo Nacional, T. XXXVIII: 93-108.

1975 "Prehistoria y ecología humana en las punas de Junín", Revista del


Museo Nacional, T . XLI: 37-80.

1979 "La maca: Una planta andina en extinción", Cielo Abierto, Vol. XII,
Lima.

MARCUS, Joyce
1987 Late Intermediate Occupation at Cerro Azul, Peru, University of
Michigan, Museum of Anthropology, Technical Report 20, Ann Arbor.

MASSEY, Sarah
1986 Sociopolitical Change in the Upper lea Valley. B.C. 400 to 400
A.D. Regional States on the South Coast of Peru. Ph.D. Disserta-
tion, UCLA.

MEGGERS, Betty J.
1972 Prehistoric America, Aldine Atherton, Chicago.

546 Revista Andina, Año 8


Matos: Arqueología

MENZEL, Dorothy
1964 "Style and Time in the Middle Horizon", Ñawpa Pacha, 2: 1-105.

1968 ·:New Data on the Huari Empire in Middley Horizon Epoch 2A".
Nawpa Pacha, 6: 47-114.

MILLER, George R.
1979 An lntroductlon to the Ethnoarchaeology of the Andean Came-
lids, Ph.D. Dissertation, Department of Anthropology, University of
California, Berkeley.

MOHR, Karen L.
1981 "The Archaeology of Marcavalle, an Early Horizon site in the Valley
of Cuzco, Peru", Baessler Archáologle, 29.

MORALES, Daniel
1978 "Excavaciones en las Salinas de San Bias (Junín)", III Congreso
peruano, El hombre y la cultura andina, R. Matos, ed., Lima, 325-
346,

1982 "Cerámica Pacopampa y la mitología del dios felino", Boletín de


Lima; 19: 45-53.

MORRIS, Craig
1981 "Tecnología y organización inca del almacenamiento de víveres en la
sierra", Tecnología en el mundo andino, H. Lechtman y A.M.
Soldi, eds., Vol. I, Universidad Nacional Autónoma de México,
México, 327-375.

MORRIS, Craig y THOMPSON, Donald


1985 Huánuco Pampa: An Inca City and Its Hinterland, Thames and
Hudson, London.

MOSELEY, Michael E.
1983 "Central Andean Civilizations", Ancient South Americans, J.D.
Jennings, ed., Freeman, San Francisco, 179-239.

MOSELEY, Michael E., and KENT C. Day, eds.


1982 Chan Chan: Andean Desert City, School of American Research,
Advanced Seminar Series, University of New Mexico Press,
Albuquerque.

MURRA, John V.
1967 "La Visita de los Chupachu como fuente etnológica", Documento
para la historia y etnología de Huánuco y la Selva Central, J.V.
Murra, ed., Vol. 1, Universidad Nacional Hermilio Valdizán,
Huánuco, 381-406.

1975 Formaciones económicas y políticas del mundo andino, Instituto


de Estudios Peruanos, Lima.

1980 The Economic Organization of the Inca State, JAI Press, Con-
necticut. (Ph.D. dissertation in the University of Chicago, 1955).

No. 2, diciembre 1990 547


Crónicas Bibliográficas

1986 "The Expansion of the lnka State: annies, war, ai:id rebellions", An-
thropological History of Andean Polities, J.V .'Murra, N. Wachtel
y J. Revel, eds., Cambridge University Press/Editions de la Maison
des Sciences de l'Homrne, Paris.
NEE, M ichael
1990 "The Domestication of Cucurbita (Cucurbitaceae)", Economic
Botany, 44 (3), Supplement, P.K. Bretting, ed.: 56-68.

OCHATOMA, J., PARIAHUAMAN, A. y LARREA, U.


1984 "¿Cupisnique en Ayacucho?" Gaceta arqueológica andina, Nº 9:
1 y 10.
OREFICI, Giuseppe
1989 "Una expresión de arquitectura monumental Paracas-Nasca: El tem-
plo del Escalonado", Archeologie, Scienze e Socie'té nell America
Precolombiene, Atti del Convegno Int., Brescia, 191-200.

ORTIZ DE ZUÑIGA, lñigo


1967-1972 (1562) Visita de la Provincia de León de Huánuco en 1562, Universidad
Hermilio Valdizán, T .: 1-II, Huánuco.
OWEN, R.C.
1984 "The Americas: the Case Against an lce-age Human Population".
The Origins of Modero Humans: A World Survey of the Fossil
Evidence, A.R. Liss, New York, 517-563.
PARSONS, Jeffrey R.
1978 "El complejo hidráulico de Tunanmarca: Canales, acueductos, y
reservorios", 111 Congreso peruano, El hombre y la cultura andina,
R. Matos, ed., Vol. 2, Lima, 557-566.

PARSONS, Jeffrey R., y MATOS, Ramiro


1978 "Asentamientos prehispánicos en el Mantaro, Perú. Informe prelimi-
nar", ID Congreso peruano, El hombre y la cultura andina, Ramiro.
Matos, ed., Vol. 2, Lima, 539-555.
PARSONS, Jeffrey R. y HASTINGS, Charles
1987 "Late Intermediate Period", Peruvian Prehistory, R. Keatinge, ed.,
Cambridge University Press, 190-232.

PATTERSON, Thomas C., and LANNING, Edward P.


1964 "Changing Settlement Pattems on the central Peruvian Coast", Ñawpa
Pacha, 2: 113-123.
PAUL, Anne
1990 Paracas Rltu~I Attire. Symbols of Authority In Ancient Pero,
University of Oklahoma Press.
PEARSALL, Deborah
1978 "Early Movement of Maize between Mesoamerica and South Amcrica",
Journal Steward Anthropological Society, 9 (1/2): 41-76.

PICKERSGILL, Barbara
1969 "Toe Archaeological Record of Chili Peppers (Capsicum spp) and the

548 Revista Andina, Año 8


Matos: Arqueología

Sequence of Plant Domestication in Perú", American Antiquity, 34


(1): 54-61.

1989 "Cytological and Genetical Evidence on the Domestication and Dif-


fusion of Crops witlún the America", Farming and Foraging, D.
Harris and G. Hillman, eds., Unwin Hyman, London, 426-439.
PONCE SANGINES, Carlos
1979 Nueva perspectiva para el estudio de la expansión de la cultura
Tiwanaku, INDA, Nº 29, La Paz.

POZORSKI, Thomas
1980 'Toe Early Horizon Site of Huaca de los Reyes: Societal Implications",
American Antiquity, 45: 100-110.

POZORSKI, Shelia, POZORSKI, Thomas


1977 "Alto Salaverry: un sitio precerámico de la costa peruana", Revista
del Museo Nacional. T.: XLIII, 27-60

1979 "An Early Subsistence Exchange System in the Moche Valley, Peru",
Journal of Field Archaeology, 6: 413-432.

1986 "Recent Excavations at Pampa de las Llamas-Moxeke, A Complex


Inicial Period Site in Perú"., Journal of Field Archaeology, 13: 381-
401.

1987 "Chavín, the Early Horizon and the lnitial Period", The Origins and
Development of the Andean State, J. Haas, S. Pozorski, y T. Po-
zorski, eds., Cambridge University Press, Cambridge, 36-46.

1990 "Reexamining the Critical Preceramic/Ceramic Period Transition: New


Data From Coastal Peru", American Anthropologist, 92: 481-495.

QUILTER, Jeffrey
1985 "Architecture and Chronology at El Paraiso", Journal of Field Ar-
chaeology, 12: 279-297.

RA VINES, Rogger
1965 "Ambo: A New Preceramic Site in Peru", American Antiquity, 31 :
104-105.

1980 Chan Chan: Metropoli Chimú, Instituto de Estudios Peruanos,


Lima.

1985 "Early Monumental Architecture of the Jequetepeque Valley", Early


Ceremonial Architecture In the Andes, Ch. Donnan, ed., A Con-
ference at Durnbarton Oaks (1982), Washington, D.C., 209-226.

RAVINES, Rogger e ISBELL, William


1976 "Garagay: sitio temprano en el valle de Lima", Revista del Museo
Nacional, T. XLI, Lima, 253-272
REICHE, María ~-
1974 Peruvian Ground Drawlngs, Kuns1raum Munchen E.V., Munich.

No. 2, diciembre 1990 549


Crónicas Bibliográficas

REICHLEN, Henry y REICHLEN, Paule


1949 "Re.cherches archéologiques dans les Andes de Cajamarca", Journal
de la Socleté des Américanlstes, 38, 137-174 "

REINHARD, J.
1988 The Nazca Lines: A new Perspective on their Origin and Meaning
(4th Ed.), Editorial Los Pinos, Lima.

RICK, John
1980 Prehlstoric Hunters of the High Andes, Academic Press, New
York.
ROWE, John H.
1944 "An Introduction to the Archaeology of Cuzco", Paper of the Pea-
body Museum of American Archaeology and Etlmology, vol. 27
(2), Cambridge, Mass.

1946 "Inca Culture at the Time of the Spanish Conquest, The Andean
Civilization", Handbook of South American Indians, Julian H.
Steward, ed., Vol. 2, Bulletin 143, Bureau of American Ethnology,
Smithsonian Institution, Washington, D.C., 183 -330.

1954 "Max Uhle, 1856-1944. A Memoir of the Father of Peruvian


Archaeology", University of California Publications in American
Archaeology and Ethnology, Vol. 46, Nº 1, Berkeley.

1960 Tiempo, Estilo y Proceso Cultural en la Arqueología Peruana,


Tawantinsuyo K'uzkiy Paqarichisqa, Instituto de Estudios Andinos,
Berkeley.

1962 Chavin Art: an lnquiry into lts Form and Meaning, Museum of
Primitive Art, New York.

SAUER, C.
1952 Agricultura! Orlglns and Dispersals, The American Geographical
Society, New York.
SCHAEDEL, Richard P.
1951 "Major Ceremonial and Population Centers in Northem Peru", Pro-
ceedings of the 29th lnternational Congress of Amerlcanists, Vol.
2, Chicago, 232-243 .

1966 "Urban Growth and Ekistics on the Peruvian Coasts", Actas y


Memorias del XXXVI Congreso Internacional de Americanistas,
Vol. 1, Sevilla, 532-539.
SCHAEDEL, Richard P., y SHIMADA, Izumi
1982 "Peruvian Archaeology, 1946-80: An analytic Overview", World Ar-
chaeology, 13, 359-371.

SCHJELLERUP, Inge
1984 "Cochabamba: An Incaic Administrative Center in the Rebellious
Province of Chachapoyas", Proceedings 44th International Con-
gress of Americanists, A. Kendall, ed., British Archaeological Re-
ports, lntemational Series 210, Oxford, 161-1 87.

550 Revista Andina, Año 8


Matos: Arqueología

SCHREIBER, Katherina
1978 Planned Architecture of Middle Horizon: lmplicatlons for Social
and Polltical Organization, Unpublished Ph.D. Dissertation in
Anthropology, State University of New York at Binghamton.

SHADY, Ruth y ROSAS, Hermilio


1980 "El Complejo Bagua y el sistema de ~stablecimientos durante el
Formativo en la sierra norte del Perú", Nawpa Pacha, 17, 109-142.

SIL V A SANTISTEBAN, Femando


1982 "El reino de Cuismancu", Revista del Museo Nacional. T. XLVI,
239-315.

SIL YERMAN, Helaine


1986 Cahuachi: An Andean Ceremonial Center, Ph.D. Dissertation at
University of Texas.

1990 "Beyond the Pampa: Geoglyphs in the V alleys of Nazca", Research,


National Geographic, Autumn, Washington, D.C.

SONO, Izumi, Sehchi and Tochihiko


1963 Excavations at Kotosh, Peru, 1960. Andes 2. Kadokawa Publishing
Company, Tokyo.

STEWARD, J.H., and FARON, L.C.


1959 Native Peoples of South America, McGraw Hill, New York.

STRONG, William Duncan


1957 "Paracas, Nazca and Tiahuanacoid Relationships in South Coastal
Peru", Memolrs of the Society for American Archaeology, Nº 13,
Salt Lake City.

STRONG, William D. y EV ANS, Clifford


1952 "Cultural Stratigraphy in the Virú Valley, Northem Perú: Toe Forma-
tive and Florescente Epochs, Columbia University Studies In Ar-
chaeology and Ethnology, 4, New York.

TAPIA, Mario
1979 "Historia y distribución geográfica", Quinua y kañiwa: Cultivos andi-
nos, CHO, Bogotá, 11-19,

TELLO, Julio C.
1942 "Origen y desarrollo de las civilizaciones prehistóricas andinas", Actas
' y Trabajos del XXVI Congreso de Americanistas, Vol. 1, Lima
(Sobretipo en la Imprenta Gil), 589-720.

TERADA, Izumi, Sehchi, and Kazuo


1972 Excavations at Kotosh, Peru 1963 and 1966. Andes 4, University
of Tokyo Press, Tokyo.

TERADA, Kazuo
1980 ':. "Excavaciones arqueológicas en La Pampa, Ancash, realizadas por la
Expedición científica japonesa a la América Nuclear en 1975", III

No. 2, diciembre 1990 551


Crónicas Bibliográficas

Congreso peruano, El hombre y la cultura andina, Ramiro Matos,


ed., Tomo V, Lima, 1048-1076 . '...

TERADA, Kazuo, and ONUKI, Yoshio


1982 "Excavations at Huacaloma in the Cajamarca Valley, Pero, 1979",
Report 2 of the Japanese Scientific Expedition to Nuclear Amerl-
ca, University of Tokyo Press, Tokyo.

1985 "Toe Formative Period in the Cajamarca Basin, Perú: Excavations at


Huacaloma and Layzon, 1982", Report 3 of the Japanese Scientific
Expedition to Nuclear America, University of Tokyo Press, Tokyo.

TOPIC, John y TOPIC, Teresa


1983 "North Highland Political Geography: Sorne Observartions on Routes,
Networks and Scale", Clvilizatlons of Anclen, America, R.
Leventhal y A. Kolata, eds., Peabody Museum Press.
UCEDA. Santiago
1986 Le Paijanlen de la région de Casma (Perou): Industrie lithique et
relations avec les autres industries précéramiques, These de doc-
toral, Université de Bordeaux- l.
UGENT, D., DILLEHA Y, T. y RAMIREZ C.
1987 "Patato Remains from a Late Pleistocene Settlement in Southcentral
Chile", Economic Botany, 41: 17-27.

UGENT. D., S. POZORSKI, and POZORSK.I, T.


1983 "Prehistoric Remains of Sweet Potato from the Casma Valley, Pero",
Phytologia, 49: 401 -415.
UHLE, Max
1903. Pachacamac, Report of the William Pepper, M.D.L.L.D., 1986,
Department of Anthropology, University of Pennsylvania. Philadel-
phia.
1924 "Ancient Civilization of lea Valley", Publications in America
Archaeology and Ethnology, 21, University of California, Berkeley,
128-132

VAVILOV, Nikola.i I.
1951 The Origin Variation, Inmunlty and Breeding of Cultivated Plants,
Ronald Press Co., New York.
VESCELIUS, G.S.
1981 "Early and/or Not-so-Early Man in Pero: the Case of Guitarrero Cave,
Part 1", The Quarterly Review of Archaeology, 2 (1): 11-15.

WATANABE, Luis
1984 "Cerro Baúl: un santuario de filiación Wari en Moquegua", Boletín
de Lima, 32: 40-49.
WATANABE, L., MOSELEY, M. y CABIESES, F.
1990 Trabajos arqueológicos en Moquegua, Perú, Programa Contisuyo
del Museo Peruano de Ciencias de la Salud-Southem Perú Copper
Corporation, T. 1-11-lll, Lima.

552 Revista Andina, Año 8


Matos: Arqueología

WATSON, P.J., LEBLANC, S. A. and REDMAN, C.L.


1984 Archaeological Explanation: The Scientific Method in Archaeo
logy, Columbia University Press, Nueva York. (Edición en caste-
llano, Editorial Alianza Universitaria).

WHEELER, PIRES FERREIRA, J., PIRES FERREIRA, E. y KAULICKE, P.


1976 "Pre-ceramic Animal Utilization in Lhe Central Peruvian Andes", Sci-
ence, 194: 483-490.

WHIT AKER, Thomas


1981 "Archaeological Cucurbits", Economic Botany, 35: 460-466.

WILSON, David
1988 Prehispanic Settlement Pattern in the Lower Santa Valley, Peru,
Smithsonian Institution Press, Washington, D.C.
WILSON, Hugh D.
1990 "Quinua and Relalives (Chenopodium sect., Chenopodium subsect.
Cellulata)", Economic Botany, 44 (3), Supplement, Peter K. Bret-
ting, ed., 92-110.
WILLEY, Gordon
1953 Prehistoric Settlement Patterns in the Viru Valley, Perú, Smith-
sonian Institution, Bureau of American Ethnology, Bu!lelin 155,
Washington, D.C.

WILLEY, G.R., and CORBETT, John


1954 Early Ancon and Early Supe Culture: Chavin Horizon Sites of
the Central Peruvian Coast, Columbia University Press, New York.
WILLEY, G.R., and PHILLIPS, P.
1958 Method and Theory in American Archaeology, University of
Chicago Press, Chicago.

WILLIAMS LEON, C.
1985 "A Scheme for the Early Monumental Architecture of the Central
Coast of Peru", Early Ceremonial Architecture in the Andes, C.B .
Donnan, ed., Dumbarton Oaks Research Library and Collection,
Washington, D.C., 227-240.
WING, Elizabeth
1973 "Utilization of Animal Resources in the Andes", Rcport to thc Na-
tional Science Foundalion (GS 3021).

1977 "Animal Domestication in the Andes", Origins of Agriculture, Charles


A. Reed, ed., The Hague, Mouton, 837-859.

1978 "Animal Domestication in the Andes", Advances in Andean Ar-


chaeology, D. Browman, ed., La Haye, Mouton, 167-188, (traducción
al español, 1975).

1986 "Domestication of Andean Mammals", Adaptations and Evolution


' \
in Biota of High Montane Ecosystems, M. Monasterio y F.
Vulleumier, eds., Springer-Verlag, New York, 246-263.

No. 2, diciembre 1990 553


La investigación arqueológica en
el norte de Chile, 1984-1990.
Evaluación y perspectivas

Mario A. Rivera

l. INTRODUCCION

El área del norte dé Chile se presenta como un campo nuevo de investi-


gación arqueológica en el sentido de que tan sólo recientemente comienza a de-
sarrollarse una tradición en tomo a posturas teóricas respecto de problemas
concretos resultantes de la investigación científica. A pesar de que tal área geográ-
fica ha sido marco de importantes investigaciones desde comienzos de siglo, la
teoría basada en hipótesis referidas al área es reciente. La arqueología del norte
de Chile se debate entre la marginalidad del proceso cultural, es decir, la impor-
tancia relativa que posee respecto de Cuzco y Tiwanaku y la evaluación de sus
propios procesos, algunas veces al amparo del punto de vista nacionalista, otras,
bajo la guía de uno estrictamente científico. El desarrollo político del país también
ha influido sobre esta apreciación, particularmente durante los últimos años: des-
de una explicación netamente nacionalista, se pretende desarticular la antropolo-
gía del meollo humanista y social en el que está engarzada, aislando el estudio
de la prehistoria sobre la base de un análisis anecdótico de objetos y cuidando
de que se eviten explicaciones que obedezcan a interpretaciones de mayor com-
promiso. .,._
Al hacer un recuento de los últimos cinco años de investigaciones ar-

No. 2, diciembre 1990 555


Crónicas Bibliográficas

queológicas desarrolladas en esta parte del área andina, tendremos que partir
inevitablemente de los antecedentes inmediatos de la situación actual y nos
referiremos a la postura del gobierno militar y a la de quienes desde la disciplina
arqueológica asintieron tácitamente. Aunque más de uno creería que estas líneas
dejan traslucir algún síntoma del llamado síndrome de resentimiento, debo advertir
que no se trata de aquello. El interés que subyace es el de dejar consignada la
influencia nociva del gobierno militar durante este período porque se trazó como
meta la aniquilación del desarrollo de las Ciencias Sociales que se alcanzaría al
aplicar un plan fríamente estudiado. Tal plan contemplaba la oposición sistemática
a la existencia de estudios científicosociales en las universidades y la propaga-
ción del desprecio por los valores humanísticos que fueron suplantados por un
desarrollo maquinado del espíritu que privilegia el personalismo, el egoísmo y
el materialismo que se apoya en el éxito.
Así, después de 1973, los departamentos de Antropología de varias uni-
versidades tales como, por ejemplo, la de Concepción, la Universidad del Norte,
o la misma Universidad de Chile, fueron cerrados o reducidos a un mínimo de
actividad. En Concepción se cerró el Instituto de Antropología, un centro ac-
adémico de importancia en la formación de jóvenes profesionales. Ocurrió lo
mismo con el Instituto de Sociología y la Escuela de Servicio Social de la misma
casa de estudios. Desde entonces, la Universidad de Concepción no ha podido
recuperar el prestigio del que gozaba en este campo ni borrar el estigm a de la
persecución y desapari ción de algunos de sus más connotados profesores y de
muchos de sus alumnos. En la Universidad de Chile, el Depaitamcnto de Antro-
pología se vio forzado a dedicarse a partir de 1973 primordialmente a la arqueo-
logía y a relegar, en consecuencia, los estudios antropológicos a un segundo pla-
no. En el norte, los centros de investigación de primera línea afiliados a la pro-
fundidad de los estudios sociales en relación a comunidades actuales. En 1975,
hubo intentos de superar esta decisión, especialmente por parte de investigadores
que trabajábamos en centros de investigación tales como el Departamento de
Antropología en Arica, el Centro Isluga de Investigaciones Andinas en lquique,
el Departamento de Antropología en Antofagasta y el Museo de Arqueología de
San Pedro de Atacama. Bajo estas circunstancias, el VII Congreso de Arqueo-
logía Chilena que debía realizarse en Arica en 1975 fue cancelado intempestiva-
mente por órdenes superiores, a sólo dos meses de su inauguración. Los centros
restantes de la Universidad del Norte fueron intervenidos y reorganizados.
Así, las Universidades desempeñaron un papel nefasto, pues el gobierno
colocó a su cabeza siempre a rectores de poca experiencia y ningún interés por
la institución que dirigían. Esta facultad del gobierno de designar rectores se
conoce con el nombre de 'Rectores Delegados' y constituyó la extensión del
poder militar al ámb ito universitario. La preparación y la calidad de la jerarquía
universitario-administrativa bajo las órdenes de tales rectores fueron aun más
lamentables. Era habitual observar autorid ades mediocres, y más grave, tratar de
convi vir con algunos personajes que nad a entendían del qu ehacer académico
porque sencillamente su preparación no implicaba el paso por las au las univer-

556 Revi sta Andi na, A ño 8


Rivera: Arqueología norte de Chile

sitarias. Aun peor fue que civiles, que habían tenido algún contacto con la
universidad y eran apenas bisofíos en estas lides, se prestaran a colaborar con
este orden de cosas. Apenas sí tenían reparos en dirigir políticas de desarrollo
que comenzaban por descalificar a aquellos académicos que, por sus anteceden-
tes y estudios, podrían representar un peligro para sus intereses mezquinos. En
el campo de las Ciencias Sociales y también en el de la antropología se desta-
caron asimismo a estos abusadores del género humano que, hasta el último
momento, desde sus puestos de rectores, vicerrectores o decanos, fomentaron tal
situación. Resulta inverosímil que hoy en día aún algunos de estos sefíores,
justificando sus actuaciones pasadas, fagociten todavía de la bondad humana.
El nuevo gobierno democrático, junto con los rectores recientemente
elegidos en varias universidades, se encuentran en el proceso de recuperar las
Ciencias Sociales. Sin embargo, esto puede llevar un largo tiempo, debido a que
la situación sociopolftica del país es bastante compleja. De alguna forma, el
régimen militar contribuyó a alterar los valores culturales del pueblo chileno,
especialmente en las dos últimas generaciones, tanto el caso de los que crecieron
en el país como en el caso de los que crecieron fuera. Como prueba de esta
situación, debo confesar que tan sólo muy recientemente en junio y julio de
1990, mientras realizaba trabajos de terreno en Pisagua, ocurría simultáneamente
que gente de la Comisión de Derechos Humanos estaba abocada a encontrar los
cuerpos de cerca de treinta "desaparecidos" a manos del régimen militar, entre
los que se contaba un distinguido joven geógrafo andino, el Sr. Freddy Taberna.
Mi sorpresa fue mayúscula al comprobar que esta gente obtenía muy poca
cooperación de parte de sus conciudadanos y aun de funcionarios de gobierno
que viven en un pueblo de no más de quinientos habitantes. Aquellos chilenos
que iban en busca de los restos de sus amistades y familiares eran tratados como
foráneos que hurgaran en tierras extrafías por gente que tiene información de
primera fuente como todos sabemos. Afortunadamente, por ese entonces habían
logrado rescatar ya veinte cuerpos ...
Otro de los aspectos negativos del gobierno militar fue la escasa continui-
dad y proyección de las investigaciones arqueológicas. En efecto, muchos proyec-
tos fueron cancelados y eminentes arqueólogos debieron marchar al exilio volun-
tario o involuntario. Los recursos económicos se redujeron al mínimo y, fi-
nalmente, fueron canalizados a través del favor político. A pesar de este oscuro
panorama, el investigador social chileno se ha empefíado en salir adelante, en
forma ingeniosa y porfiada. Por ello, de diversas formas, la arqueología ha
continuado su camino con mucho sacrificio.

2. PANORAMA DE LA ARQUEOLOGIA EN EL NORTE DE CHILE

a) Los Estudios Académicos


La situación académica durante el gobierno militar se deterioró hasta tal
punto que fue imposible desarrollar las Ciencias Sociales en el ámbito universi-

No. 2. diciembre 1990 557


Crónicas Bibliográficas - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

tario. Un ejemplo basta para ilustrar este aspecto. En 1985, por diversas circuns-
tancias coyunturales que confluyeron en el norte de Chile, y particularmente en
Arica, la rectoría de la Universidad de Tarapacá, ante exigencias de la comunidad
regional e indicaciones de investigaciones serias que evidenciaban la importancia
de las ciencias antropológicas en la zona, accedió a realizar un estudio de reestruc-
turación de la organización académico-administrativa de la Universidad. El
resultado fue la decisión de poner en marcha un Programa de Postgrado en
Estudios Andinos, el que incluía especialidades en antropología, arqueología,
antropología biológica, etnohistoria y, en una segunda etapa, economía, agricul-
tura, conservación y museología, y educación. Para ello era necesario conformar
una nueva Facultad que acogiera esta actividad como objetivo principal y que
redujera al mismo tiempo la atención que se prodigaba a actividades similares
que resultaban obsoletas desde el punto de vista del interés regional. Como
resultado, se debía crear una Facultad de Estudios Andinos que incorporara al
Instituto de Antropología, al Departamento de Historia y que fusionara la antigua
Facultad de Humanidades con la Facultad de Educación, creándose así una
Facultad de Letras y Educación, con intereses y actividades afines. Desgraciada-
mente, ninguna Facultad desapareció y la nueva de Estudios Andinos, además de
servir intereses particulares, jamás cumplió el papel para el que fue creada. Así,
fueron nombradas autoridades mediocres a cargo de la nueva facultad, algunas
de ellas sin estudios universitarios. Tales autoridades estaban a cargo de depar-
tamentos que dirigía un decano de escasa preparación y menor experiencia
académica, pero de gran ambición personal. La respuesta inmediata fue el dete-
rioro del nivel académico, la deserción estudiantil, el descontrol de las activ idades
de investigación y el éxodo de profesionales, algunos de los cuales se vieron
obligados a renunciar para no desentonar con el nivel de preparación del grupo
directivo. La cúpula, representando por supuesto igualmente a gente mediocre,
un director de investigación científica que jamás había desarrollado investigación
y un rector delegado nombrado merced a coyunturas políticas más que a su real
preparación académica, terminaron por aniquilar iniciativas valiosas. Hoy día,
con un rector académico elegido, la Universidad de Tarapacá trata de enmendar
rumbos, con el fin de borrar las dolorosas señales impresas en la delicada epi-
dermis de la primaveral idiosincracia norteña.
Por otro lado, la CONICYT (Comisión Nac ional de Investigación
Científica y Técnica) , manejada durante tanto tiempo por el gobierno militar de
igual fo m1a que las universidades, amparó un tipo de política de investigación
contraproducente. Nuevamente un ejemplo ilustra esta situación. En 1988, des-
pués de varios intentos infructuosos, logramos que la CONICYT aprobara para
financiamiento un proyecto sobre Manejo Computacional de Colecciones Ar-
queol ógicas en los Muscos del Norte de Chile. Este era un pro yecto de evidente
apli cación a los muscos de similares características del área and ina. Aun más, el
mencionado proyecto, co n cinco años de trabajo intens ivo al momento de decidir
CONlCYT apoy arlo, ya había contraído toda la parte pesada de la investigación
de form a tal que la info nn ación es taba reunid a y sólo era materi a de desarroll ar

558 Revista Andina, Año 8


Rivera: Arqueología norte de Chile

el método. Esta incluía la investigación y puesta en ejecución de tecnología


adecuada en relación a digitalización de imágenes tridimensionales y animadas,
un aspecto sobre el que los ingenieros que fonnaban parte del equipo, en con-
junto con arqueólogos, ya se encontraban trabajando gracias al apoyo de la
Comisión Fulbright para una visita de estudio a diferentes centros de experimen-
tación e investigación en los Estados Unidos. El proyecto logró funcionar bajo
el auspicio de CONICYT por cuatro escasos meses del plazo previamente
convenido de tres afios. Fue unilateralmente descontinuado a través de presiones
ejercidas por directivos universitarios motivados por celos profesionales. Así de
simple, y con el agravante de que si los investigadores se oponían a estas reso-
luciones, las consecuencias podrían llegar a ser más graves. Esta es, pues, otra
muestra de la prepotencia y la mediocridad de quienes dirigían la universidad.
Pero a pesar de estas condiciones, la actividad de investigación ar-
queológica continuó desarrollándose. En 1983, por ejemplo, el Museo Ar-
queológico Rev. Padre Gustavo Le Paige organizó una reunión internacional de
arqueología atacamefia, cuyas conclusiones han sido publicadas recientemente en
el volumen 7 de Estudios Atacameños. En 1985 se realizó el X Congreso de
Arqueología Chilena en Arica, y sus resultados fueron publicados en Chungará
16/17 en 1986. La Fundación Getty, conjuntamente con la Universidad de
Tarapacá, Corporación Nacional Forestal, Fundación Andes y el Programa de
Patrimonio Cultural Andino (PNUD/UNESCO), patrocinaron un Taller Inter-
nacional sobre Conservación de Sitios y Monumentos Arqueológicos del Area
Andina, en junio de 1988. Sin embargo, el trabajo excesivamente sigiloso de
al gunos arqueólogos no nos ha permitido conocer más cabalmente el alcance de
recientes reuniones realizadas en Turi, norte de Chile, en tomo al problema
aldeano temprano (1989) o en Santiago, en relación a la problemática incaica y,
recientemente en Arica, sobre Conservación de Textiles Precolombinos. Confia-
mos, sin embargo, en que lleguen a nuestras manos las publicaciones de sus
resultados en el futuro.
Es probable que el campo de las publicaciones sea aquel donde mejor se
expresan los resultados de las investigaciones desarrolladas en el norte de Chile.
Entre algunos de los interesantes volúmenes editados en época reciente podemos
citar Culturas de Chile, Prehistoria, Editorial A. Bello, 1989; la serie Estudios
Monográficos de la Universidad de Tarapacá, con los recientes volúmenes Oasis
de Pica y sus nexos regionales, O. Bermúdez, 1987, y Excavaciones en el Norte
de Chile, J. Bird y M. Rivera, 1988; la publicación de las actas del IX Congreso
de Arqueología Chilena reali zado en La Serena en 1982 y publicado como volumen
especial del boletín del Musco Arqueológico de La Serena en 1985; las actas del
X Congreso de Arqueología Chi lena realizado en Arica en 1985, en el volumen
16/17 de Chungará, 1986; los trabajos del simposio sobre La Problemátic a
Ti wanaku- Huari en el Contexto Pan Andino del Desarrollo Cultural, reali zado
en el marco del 45 Congreso Internacional de Americani stas en Bogotá, 1985,
y publicado como núm ero 4 de Diálogo Andino en 1985, los resultados del
Simposio de Arqueología Atacameña realizado en San Pedro de Atacam a, en

No. 2, diciembre 1990 559


Crónicas Bibliográficas - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

1983 y finalmente publicados en el volumen 7 de Estudios Atacameños y,


finalmente la continuación de las publicaciones periódicas que iAcluyen la apari-
ción del número 18 de Chungará, los recientes números 8 y 9 de Estudios
Atacameños, los números 4, 5 y 6 de Diálogo Andino, y los Boletines del
Museo Chileno de Arte Precolombino, números 2 y 3. (Ver apéndice para con-
tenido detallado de cada una de ellas).

b) Las Investigaciones Arqueológicas

Importantes organismos internacionales y fundaciones e institutos han


apoyado y financiado proyectos de investigación en el área. Entre los más
destacados podemos mencionar a la Organización de Estados Americanos (OEA)
que, durante varios afios, ha financiado un interesante programa destinado a la
conservación y restauración del patrimonio cultural en el área andina del norte
de Chile, conjuntamente con la Universidad de Tarapacá. Bajo este programa, se
han realizado estudios arqueológicos de sitios incaicos como Tambo Zapahuira
y otros como Chapicollo y Huaycuta, además de un programa completo de re-
cuperación de las capillas espafiolas tempranas ubicadas en Parinacota, Socoroma,
Putre, Tarapacá y otros lugares. La OEA también patrocina un programa de
recuperación de las artesanías autóctonas en colaboración con el Museo Chileno
de Arte Precolombino (Gunderman y González, 1989).
La Interamerican Foundation, en convenio con la Universidad de Tara-
pacá, también ha contribuido a la realización de estudios arqueológicos bajo el
programa de estudio de valores de la cultura aymara para el diseño de un currícu-
lum de educación bilingüe. La National Science Foundation de Estados Unidos.
en conjunto con la Universidad de Minnesota- Duluth, la Universidad de Tara-
pacá, la Universidad Arturo Prat y la Universidad del Norte, han desarrollado
investigación arqueológica y paleobiológica a través de un programa de fomrn-
ción que se imparte a estudiantes de orientación biológica. Otros organismos
tales como Earthwatch tienen interés por desarrollar programas activos en aso-
ciación con las universidades regionales.

3. AVANCES EN EL CONOCIMIENTO DE LA PREHISTORIA DEL


NORTE DE CHILE

Un rápido recuento permitirá establecer las sigui entes líneas o remas de


investigación en forma muy general.

a) Paleoindio y cazadores tempranos

La exisLencia del pal eoindio en el norte de Chile todavía se considera un


enigma, a pesar de los esfuerzos de L. Núñez (1989a) , L. Nú ñez et al. (1987),
y T. Lynch (1 986, 1988, 1990a y b) por ubicar si tios claves a través de interpre-
taciones climatológicas y med ioam bientales, especialmente Lynch en la zona de

560 Revista Andin a, Año 8


Rivera: Arqueología norte de Chile

Punta Negra (1986).


Respecto de cazadores tempranos, las investigaciones recientes de C.
Santoro (1989), Santoro y Núfiez (1987), Santoro y Chacama (1984), plantean
una secuencia que debe ser sometida a prueba y se correlaciona con los eventos
tempranos del sur de Perú. En forma conclusiva, el modelo de trashumancia ha
sido aplicado allí donde existe la posibilidad de interacción de diferentes ecozo-
nas en una dirección Este-Oeste, a través de los Andes. En este sentido, la
trashumancia consistiría en movimientos estacionales que habrían cubierto una
gran distancia recurriendo a un campamento base en áreas más estables desde el
punto de vista ambiental. Las áreas más favorecidas parecen haber sido las de la
costa. Con todo, esta interacción entre costa y tierras altas en tiempos tempra-
nos no ha podido ser demostrada claramente (Lynch 1989). El problema princi-
pal ha sido la falta de estudio en sitios con claras estratigrafías y con información
comparable entre áreas de tierras altas y bajas. Las evidencias de movimientos
trashumánticos provienen, según Santoro y Núñez (1987), de sitios tales como
Tuina y San Lorenzo, este último con fechados de 9960 + 125 B.P. En tanto, en
otros sitios, Chulqui por ejemplo (Sinclaire, 1985), son característicos los movi-
mientos estacionales desde la puna salada hacia ambientes más propicios de
oasis en el desierto de Atacama. La puna seca situada en una región más sep-
tentrional revela un desarrollo ligeramente más tardío (7500 a 6000 A.C.),
especialmente a través de las evidencias de sitios como Las Cuevas, Hakenasa,
Patapatane y Tojo-Tojone (Santoro y Núñez, 1987, Dauelsberg, 1983). Más
tardíamente, entre 3550 y 3000 A.C. la tradición de cazadores y recolectores
alcanzó al parecer su clímax: se desarrollaron actividades económicas más
especializadas que se reflejan en una variedad de pequeñas puntas de proyectil,
de formas romboidales, lanceoladas y triangulares, además de adornos tales como
collares y un profuso arte parietal naturalista. En la puna salada de la región más
meridional importantes sitios tales como Tulan-52, Calarcoco, Puripica y
Tambillos, representan parte de esta trashumancia especializada que incorpora
las zonas del oasis del desierto de Atacama, la puna misma y el curso medio del
río Loa. En estos sitios se han ubicado incluso establecimientos con construc-
ciones circulares asociadas a una economía pastoril incipiente y a la hipotética
domesticación de camélidos, según B. Hesse ( 1982).
Es precisamente desde este contexto de movimientos que se extienden a
lo largo de grandes distandas que debe inscribirse nuestra hipótesis de migra-
ciones de los valles tropicales del este de los Andes, o de zonas de floresta
tropical chaqueña o de la cuenca amazónica, a las costas del Pacífico, en 5000
B.C. y que representan la tradición Chinchorro (Rivera y Rothhammer 1986).

b) Los Períodos Inicial y Transición: La tradición Chinchorro

Las investigaciones referentes a esta problemálica incluyen intenso tra-


bajo de terreno. en las costas del norte de Chile, especialmente Camarones y
Pisagua. Cabe destacar aquí el estudio interdisciplinario sobre dieta y nutrición

No. 2, diciembre 1990 561


Crónicas Bibliográficas

que lleva a cabo un grupo de biólogos, doctores A. Aufderheide, M. Kelley, L.


Tieszen, J. Shipman, quienes, conjuntamente con el autor, desarrollan análisis de
sulfuro-34, carbono 3 y carbono 4, con el fin de identificar poblaciones Chin-
chorro, Alto Ramírez y Tiwanaku. Hoy sabemos que la abundancia natural de
isótopos estables puede servir como marcador cuantitativo de recursos alimen-
ticios en una variedad de condiciones. Esta aproximación es importante para
lograr reconstrucciones arqueológicas de dieta y paleonutrición. La aplicación
más clara de técnicas isotópicas se refiere a aquellos si stemas en que la introduc-
ción de una especie altera sensiblemente el conjunto. Por ejemplo, el uso del
maíz en el pasado, en áreas dominadas por una vegetación mayoritaria C-3,
provee un conjunto cuantitativo homogéneo en que se detecta la introducción del
maíz. La evidencia arqueológica de Arica señala la probable presencia de maíz
hacia el 4000 B.P. (Rivera 1980). Esta introducción y la magnitud de su utili-
zación debería cuantificarse. El desierto de Atacama, cerca de Arica, no repre-
senta excepción al patrón de distribución generalizado de plantas C-3 y C-4. La
evidencia arqueológica de Arica sugiere que los cultígenos que pudieron haber
estado en funciones representan especies C-3, con la excepción del maíz. De allí
que su introducción puede ser detectada. El Sulfuro-34 apunta a las dietas de
origen marino, y constituye un excelente marcador para definir las poblaciones
Chinchorro. Por otro lado, los estudios sobre la frecuencia de neumonía y
contaminación en momias, señala bajos índices para los grupos Chinchorro, en
relación con grupos más recientes Cabuza, Chiribaya, Mai tes y Gentilar, lo que
supone una mejor adecuación a las condiciones ambientales a la vez que densi-
dades demográficas más bajas (Auderheide et al. 1990). De esta manera, es
posible identificar plenamente, a través de la dieta, las características económicas
que definen a determinados grupos, por ejemplo a poblaciones marinas o pesca-
doras, frente a recolectores terrestres, agricultores o pastores. Un resultado más
concluyente al respecto la pueden proporcionar los resultados del análisis de
ADN que actualmente se lleva a cabo.
En una línea similar, también se trabaja para identificar parásitos u otros
agentes que intervienen en la vida doméstica de poblaciones andinas (Mumcuoglu
et al. 1990).
F. Rothhammer y M. Rivera han continuado trabajando sobre las co-
nexiones hipotéticas entre pueblos de la floresta tropical y la costa norte de
Chile. Más concretamente, a través de nuevas informaciones, postulan la existen-
cia de mi graciones de grupos humanos, es decir, movimientos de pueblos que
recorren largas distancias, desde la cuenca am azónica, en ti empos anteriores a
1000 A.C. Estos grupos recorrían probablemente el rincón del Noroeste argentino
y al sur de Bolivia, zona que está directamente conectada con los naci entes de
ríos tributarios am azónicos y el Chaco. A través de estud ios interdi sciplinari os
fund an sus hipótesis en resultados de di stancias craniométricas obtenidas a partir
de colecciones arqueológicas de sitios Chinchorro de la cuenca del Am azonas,
y del altiplano andino, los que revelan una mayor di stancia con el tiempo y una
di stancia mínima muy si gnificativa entre las colecciones Chinchorro y Amazóni-

562 Revista Andin a, Año 8


Rivera: Arqueología norte de Chile

cas (Rivera y Rothhammer 1986). Los estudios referidos a distancias genéticas


que utilizan análisis de grupos sanguíneos de pueblos amazónicos actua).es pare-
cen verificar estas hipótesis, de manera que los estudios arqueológicos encuen-
tran aquí un campo de investigación aún poco explorado. Es evidente que estos
resultados podrían ayudar también a conocer mejor el problema de las lenguas
paleoamericanas, especialmente los desplazamientos protoarawak y tupí, que
también parecían tener incidencia en la consolidación del desarrollo cultural
andino posterior. Los estudios climatológicos y ambientales (Colinwood 1987,
Ab'Saber 1982) respaldan al mismo tiempo la posibilidad de movimientos
poblacionales tempranos desde la cuenca amazónica. Estas hipótesis adquieren
mayor relevancia si se incorporan resultados preliminares de variantes de en-
zimas eritrocitarias de fosfoglucomutasa (PGM-1). Estas enzimas han sido
descritas hace algún tiempo por Van der Does et al. (1978) para Socaire, en el
desierto de Atacama (PGM-1 4Aym 1-1), y también identificadas por J. Neel et
al. (1977) entre los macushi y por Tchen et al. (1978), para los wayampis en la
Guyana Francesa. Es interesante constatar, además, que Ferrell et al. (1980)
habían encontrado este alelo raro entre los aymara de la región al norte de
Socaire, y que el mismo Ferrell (1978) había concluido que un alelo similar
(G6PO-aymara) se presenta solamente entre los aymaras del norte de Chile, y
no en aquellos de Bolivia. Tal dato podría estar indicando estratos de pobla-
ciones muy antiguas, diferenciadas en el tiempo y cubiertos por estratos más
nuevos. Es decir, desde el ángulo genético, ambos marcadores señalan excelentes
perspectivas para obtener nuevas contribuciones en los delineamientos de los
movimientos antiguos de población desde la cuenca amazónica al exterior.

e) El período intermedio: Alto Ramírez, Tiwanaku y desarrollos regio-


nales

Las investigaciones que se desarrollan en tomo a este período de larga


duración (1000 A.C. a 1350 D.C.), se refieren a los comienzos de la tradición
andina en el área; se trata de estudios sobre la contemporaneidad en el desarrollo
de las tradiciones Chinchorro y Andina. En este sentido, la fase Alto Ramfrez
aparece como crucial para el desarrollo andino inicial, y particularmente su
vinculación a Pukara y Chiripa en la cuenca del Titicaca (Núñ.ez, 1984, 1989b;
Muñ.oz, 1989; Rivera, 1984). Dentro de esta problemática, también se revela
interesante el estudio del desarrollo aldeano temprano. InvestigaciQnes en Tulor
por A.M. Baron (Baron, 1986; Muñoz, 1987), en Chiu Chiu 200 (Benavente,
1985), Alto Ramírez (Rivera, 1984) y en otros lugares del norte de Chile (Núñez,
1989b) permitirán plantear nuevas interrogantes sobre los comienzos de nuevas
formas de organización sociopolítica y económica en el área. Conjuntamente a
estos estudios, también son importantes aquellos relativos al conocimiento de las
antiguas tecnologías, como la cerámica para la que hoy disponemos de varios
fechados ubicaeos hacia el 1000 A.C., y que corresponderían a dos tipos dife-
rentes, al parecer también de distinta tradición y origen (Santoro, 1989; Sinclaire,

No. 2, diciembre 1990 563


Crónicas Bibliográficas

1985; Benavente, 1986; Rivera, 1989).


En relación a Tiwanaku, existe consenso en cuanto a atribuirle a la
región de los valles occidentales del norte de Chile un papel más directo y parte
constitutiva de lo que fue el imperio Tiwanaku. La relación medioambiental y la
posición geográfica en la que desempeña un papel importante la variedad de
pisos ecológicos en una gradiente corta desde el lago Titicaca a las costas del
Pacífico permitió alternativas interesantes a los fenómenos de complementarie-
dad, como se ha advertido anteriormente (Berenguer y Dauelsberg, 1989; Rivera,
1987; Muñoz, 1987). Es probable que esta condición haya derivado en situa-
ciones político-étnicas a través de la presencia de · colonias multiétnicas que se
hubieran ubicado en los valles bajos (Mujica et al., 1983). La región de los oasis
del desierto de Atacama, por el contrario, parece haber tenido una vinculación
más ideológica a través de determinadas prácticas religiosas (Berenguer, 1987;
Berenguer y Dauelsberg, 1989; Torres, 1987; Llagostera et al., 1988). En una
situación similar que es materia de estudio actual se encuentra la región adya-
cente del noroeste argentino donde desarrollos Aguada, Condorhuasi y aun
anteriores como Vaquería y San Francisco, han participado al parecer de proce-
sos similares, manteniendo una efectiva vinculación a través de los Andes
(Berenguer, 1984; Tarrago, 1984; Dillehay y Núfiez, 1988; Rivera, 1990). Con
todo, comienza a imponerse un estudio de la ideología en Tiwanaku, aspecto que
resulta decisivo para el entendimiento de las estructuras andinas y su funciona-
miento, aún en nuestros días (González, 1985; Rivera, 1985).
Berenguer y Dauelsberg ( 1989) han aportado un esquema metodológico
para entender algunos de los diferentes tipos de relaciones que se dan entre
grupos élite Tiwanaku y grupos élite locales, así como el desarrollo más gene-
ralizado en el nivel regional. Lo anterior, y especialmente la diferencia que se
observa entre la relación de Tiwanaku y los Valles Occidentales del norte de
Chile, por un lado, y el vínculo con la región de los oasis del desierto de
Atacama, por otro. Según este esquema, dentro de la fase Cabuza, los contextos
Loreto Viejo pueden ser considerados como pertenecientes a la clase dirigente
Tiwanaku, un aspecto que también consideran Mujica et al. (1983). En efecto,
el estilo cerámico polícromo Loreto Viejo es considerablemente más fino y
delicado, mejor terminado y sumamente estilizado. Está representado por piezas
destacadas de uso ceremonial, probablemente importadas desde la zona nuclear
Tiwanaku. Los contextos incluyen también importantes piezas textiles tales como
camisas con motivos Tiwanaku típicos, gorros polícromos de cuatro puntas,
cestos decorados con iconografía Tiwanaku y un conjunto de piezas correspon-
dientes al complejo alucinógeno de tabletas, tubos, espátulas, cajitas y pinceles.
Los cementerios confirman esta situación por cuanto ellos revelan cierta segrega-
ción social en virtud de la cual algunos cuerpos Loreto Viejo se encuentran cons-
tituyendo núcleos aparte dentro de cementerios más numerosos del tipo Cabuza
como, por ejemplo, en los sitios Azapa-6 y Azapa-71.
De acuerdo con Berenguer y Dauelsberg (1989), Cabuza representaría
entonces un grupo de población de origen altiplánico sobre el que habría ejercido

564 Revista Andina, Año 8


Rivera: Arqueología norte de Chile

influencia Tiwanaku y Loreto Viejo, el grupo dirigente Tiwanaku en los valles


bajos.
En los oasis del desierto de Atacama, la fase Quitor equivaldría a Cabuza
de los valles bajos occidentales. Los antecedentes de Quitor, conformados por
fases comparables a Alto Ramfrez en la zona (Tulor, Tchapuchayna y otros),
constituyen la llamada fase San Pedro I, de acuerdo con la secuencia local
(Tarrago, 1984). La fase estaría a su vez representada en la fase Sequitor de
acuerdo con la nomenclatura de Berenguer et al. (1986, 1988). Pero pertenecen
a San Pedro II los mejores ejemplos de las influencias Tiwanaku en la zona.
Existen diseñ.os iconográficos de cabezas trofeos, figuras de sacrificadores,
hombres-felinos y otros motivos clásicos Tiwanaku en la textilería, cestería,
metalurgia, en algunas piezas cerámicas excepcionales, en tabletas de madera y
tubos del equipo alucinogénico. Es precisamente durante esta fase que la dife-
renciación social con propósitos económicos y políticos adquiere relevancia y
surgen dirigentes locales.
Resultan también interesantes las contribuciones que están haciendo los
antropólogos físicos. Estudios significativos en este aspecto son los de M. Dittmar
et al. (1988), M.A. Costa y W.A. Neves (1989) y Arriaza et al. (1984).
Los contextos arqueológicos que contienen vasos de oro (keros), textiles
de alta calidad, excelente cerámica -que exhiben todos una magnífica iconografía
Tiwanaku- revelan la existencia de un status social diferenciado en la población
que corresponde a San Pedro 11. En este sentido, son interesantes los recientes
descubrimientos de A.M. Baron en Larrache (1990). Además, Berenguer y
Dauelsberg (1989), basando sus conclusiones en C. Torres (1984) y Thomas et
al. (1984), sugieren que el uso de tabletas de alucinógenos estuvo restringido a
los personajes más destacados de la comunidad. Al estudiar la iconografía de
estas tabletas, Torres (1984, 1987) concluye que los 16 temas iconográficos
principales pueden a su vez representar los principales linajes de la sociedad de
San Pedro. De esta forma, y a través del uso de narcóticos, la clase dirigente
trataba de legitimizar su posición de predominio, al conectarse directamente con
los personajes míticos que subyacían en la ideología Tiwanaku, argumento que
probablemente ya representaba un papel importante en los momentos preTi-
wanaku en los Valles Occidentales de la región más septentrional, durante el
período Intermedio Temprano (Rivera, 1985).
Las fases siguientes -Maitas en el extremo norte y Coyo en los oasis del
desierto de Atacama- representan desarrollos producto de la influencia Tiwanaku
y constituyen a la vez los últimos momentos del Período Intermedio Medio. De
éstos, Coyo representa el ejemplo más destacado de la influencia Tiwanaku en
los oasis, una influencia más bien elitista como antes señ.alamos. Constituye
investigación para el futuro llegar a determinar si este grupo corresponde a
personajes locales investidos por gobernantes Tiwanaku, un aspec;to en donde la
Antropología Física puede ayudar notablemente. Aún no queda claro, pues, si la
influencia Tiwanaku en la zona de los oasis se debió a una migración o vincu-
lación directa de etnias altiplánicas o si bien corresponde a una penetración

No. 2, diciembre 1990 565


Crónicas Bibliográficas

ideológica. Durante San Pedro II se observa también una estrecha vinculación


con los desarrollos Aguada del Noroeste argentino. Aguada representa un impor-
tante desarrollo dentro del Periodo Medio, y hasta ahora resultan insuficientes las
explicaciones para entender la fuerte iconografía Tiwanaku en Aguada. Este
terreno encierra un potencial interesante digno de ser estudiado cuando se intente
explicar el surgimiento de Tiwanaku en el área de San Pedro de Atacama.
En los valles occidentales de la región más septentrional, las influencias
Tiwanaku se hacen sentir a través del llamado Tiwanaku Expansivo. El registro
arqueológico muestra cómo las fases Maitas y Chiribaya muestran también la
influencia de Tiwanaku. Podríamos asumir, entonces, que la economía centrali-
zada basada en principios de complementariedad continúa en práctica, aunque la
cerámica y los textiles indican que los estilos representan más bien desarrollos
regionales con algunos atributos Tiwanaku. De éstos, los más destacados son la
fonna de kero y los gorros de cuatro puntas.
En relación con el desarrollo regional que caracteriza la etapa tardía del
periodo intennedio, las investigaciones más interesantes del último lustro tienen
que ver con estudios de patrones de poblamiento. En este sentido, podemos
mencionar las contribuciones de Niemeyer, Schiappacasse y Solimano en
Camarones (Schiappacasse et al., 1989), Muñoz en Azapa (Muñoz et al., 1987),
Dauelsberg en la precordillera de Arica (1983), P. Núñez (1983), Sanhueza (1981)
en Tarapacá y Aldunate y Castro en los oasis del desierto de A tac ama (1981 ).
La conclusión más interesante parece ser la identificación completa de la tradi-
ción cerámica negro sobre rojo en las cabeceras de los valles y en las tierras
altas, mientras que en los ambientes bajos de valles y costa la tradición cerámica
predominante es la polícroma. Con la primera tradición están asociados un conjunto
de establecimientos fortificados conocidos como pukaras, ubicados en puntos
estratégicos a la manera de enclaves que controlan el acceso a tierras
económicamente productivas. Bajo estas circunstancias, cobran importancia las
consideraciones acerca de un patrón económico y político basado en la comple-
mentariedad y la redistribución, pero con una forma más compleja de organi-
zación, llegando al sistema de archipiélagos verticales, especialmente en la zona
de los valles occidentales de la región más septentrional. Así, formando parte de
las asociaciones culturales de estos pukaras, se encuentra un conjunto de pro-
ductos provenientes de ecozonas muy retiradas que incluyen la floresta tropical,
las tierras altas y la costa del Pacífico. Es precisamente esta movilidad tan dinámica
la que caracteriza el periodo intermedio tardío y genera un verdadero mosaico
cultural en todo el espacio del norte de Chile, sincrónicamente interdigitado y
con una organización autosuficiente. Los sitios ocupacionales constituyen áreas
bastante amplias tales como, por ejemplo, el caso del sitio Cerro Sombrero en
el valle de Azapa, con más de siete hectáreas de ocupación, incluidos corrales
y silos. Otros sitios tales como Saxamar, Copaquilla, Purisa, o Huahuarani en la
precordillera de Arica, revelan alta densidad poblacional, especialmente éste
último, que presenta más de mil estructuras habitacionales. Otra característica de
estos poblados se refiere a las extensas áreas de campos de cultivos, ya sea

566 Revista Andina, Año 8


Rivera: Arqueología norte de Chile

campos abiertos o terrazas, dependiendo de la topografía de la zona. Pero, en


cualquier caso, todos son campos con irrigación que conforman extensas y
complejas redes de canales. E.F. Mayer (1986) ha realizado un interesante estu-
dio de las armas y herramientas metálicas que los distinguen. Algunos sitios,
especialmente aquellos de altura, están asociados a chulpas. Estas son estructu-
ras elevadas de adobe o piedra, usadas por lo general con propósitos mortuorios.
En los valles bajos del norte, el desarrollo cultural más característico está cons-
tituido por el complejo de Arica, dos fases sucesivas: San Miguel y Gentilar.
Estas son equivalentes a las fases Arica I y II que postuló J.B. Bird (Bird y
Rivera, 1988) y constituyen los mejores ejemplos de la tradición de cerámica
polícroma.

d) El período tardío: La presencia Inca

El estudio de la influencia inca en el norte de Chile ha sido sumamente


misceláneo en los últimos años, lo que explica que se haya perdido la visión de
conjunto. l. Muñoz, conjuntamente con el proyecto OEA-UT A, ha trabajado la
zona precordillerana de Arica (Muñoz et al., 1987), mientras que Lynch continúa
realizando trabajo de campo en el sitio de Catarpe en San Pedro de Atacama. En
relación con las instalaciones inca en la región, y aunque no constituyen el
motivo principal de sus trabajos podemos citar también las publicaciones de M.
Orellana (1988) y R. Raffino (1983, 1988). P. Dauelsberg, por otro lado, también
ha realizado investigaciones de terreno en tomo a establecimientos incaicos en
la precordillera de Arica, aunque todavía no contamos con publicaciones defini-
tivas. Sobre vialidad incaica, después de las investigaciones de J. Hyslop (1984),
Hyslop y Rivera (1984), y Niemeyer y Rivera (1983), no se ha continuado en
esta línea de investigación.
Con todo, parecería que el norte de Chile representó un espacio intere-
sante y crucial para la expansión incaica. A través de los diferentes tipos de
instalación, desde la presencia del camino hasta tambos, minas, santuarios y
sitios ocupacionales más complejos, la organización inca pudo seguir manteniendo
y pudo desarrollar mejor los lazos de complementariedad económica de épocas
anteriores. De esta manera, a través del control vertical y el funcionamiento de
archipiélagos, estas zonas consideradas marginales estuvieron efectivamente
vinculadas al área nuclear incaica y también a la zona circunlacustre Titicaca. Se
continuó intercambiando recíprocamente frutas, guano, sal, maíz, ají, especialmente
de los valles bajos occidentales hacia las tierras altas que generan cultivos y
productos animales diferentes. Pero el énfasis en esta relación reside en la dinámica
muy activa e institucionalizada a través del papel preponderante del estado inca
que sienta sus dominios entre las sociedades de ámbito más regional. Sin embargo,
tal como aconteció con Tiwanaku, es interesante señalar que con el desarrollo
incaico también puede diferenciarse la naturaleza de esta vinculación respecto de
las zonas de los valles occidentales al norte y los oasis del desierto de Atacama
más hacia el sur. La zona más septentrional aparece como formando parte ínte-

No. 2, diciembre 1990 567


Crónicas Bibliográficas

gramente de la organización estatal incaica, mientras que más hacia el sur la


relación resulta impuesta a través de una presencia que refue~ las bases ideo-
lógicas. Así, santuarios de altura como Lincancabur, Pili y otros representan,
junto con el tráfico de bienes a través del camino incaico, importantes compo-
nentes de esta relación. Esperamos que nuevas investigaciones arrojen luz sobre
la naturaleza del dominio incaico en la zona y, especialmente, sobre el resultado
de las situaciones culturales que se producen en la sociedad andina debido al
impacto de la llegada de los españoles.

4. ALGUNAS PERSPECTIVAS

Como se ha sugerido repetidamente, los estudios arqueológicos reali-


zados en el norte de Chile los últimos años apuntan a comprobar la creciente
complejidad del desarrollo cultural experimentado en esta zona, con una profun-
didad cronológica que llega a los 10,000 años aproximadamente. A partir de las
economías más simples de cazadores y recolectores, el hombre va desarrollando
sistemas organizativos cada vez más complejos en donde intervienen activa-
mente el mejor conocimiento del medio ambiente y el desarrollo de una tecno-
logía más adecuada. En suma, la arqueología de esta zona está revelando la
historia del hombre en una de las regiones más difíciles del planeta, una historia
que incluye la exitosa adaptación de la experiencia milenaria que se transfonna
así como las modalidades que permiten la transfomiación.
Tal como en otras partes del ámbito andino, aquí también la evolución
de la complejidad social que llega a caracterizar a la civilización andina estuvo
y está basada en la diversidad medio-ambiental, observada, estudiada y manipu-
lada a través de un largo período de experimentación. Por ello, al estudiar el
desarrollo de la estructuración de sistemas económicos y políticosociales basados
en la complementariedad y la redistribución desde una perspectiva temporal, tal
como Mujica et al. (1983) sugerían en su oportunidad, se podrían integrar distin-
tas metodologías de investigación bajo la guía de una aproximación común. Así
se generarían nuevas alternativas y campos de estudio para el fenómeno andino.
Uno de los aspectos que presenta mayor continuidad hasta el presente son los
mitos andinos, aspecto que puede proporcionar interesante información acerca de
las bases ideológicas de la sociedad andina. Cabe también incorporar a esta
perspectiva los estudios de iconografía, asociados con aquellos de paleobiología
o antropología física. El desarrollo tecnológico debe estar ligado igualmente a
estudios de medio ambiente, al examen de las posibilidades de manipulación de
estos ambientes y de su eventual papel dentro de una organización más compleja,
especialmente teniendo en cuenta que las excelentes condiciones de conservación
de materiales por medios naturales deben contribuir a aportar nuevos datos en la
configuración de la historia del hombre andino. Conocer las especies vegetales
y aun animales adscritas al hombre, y como fueron incorporadas a su vida, sea
como factor económico de intercambio, sea como elemento de poder político, o
sea como base de sustento de conjunto en tomo a la sociedad andina, desde una

568 Revista Andina, Año 8


Rivera: Arqueología norte de Chile

perspectiva interdisciplinaria.
Al finalizar, pensamos que se ha avanzado positivamente en el desarrollo
de una investigación de estas características, y que los años que vienen, si las
condiciones políticas lo permiten, podrían representar años cruciales para este
desarrollo. En el estado actual de nuestros países, la experiencia obtenida de
largos años de configuración del proceso andino significa un aporte que debe
medirse en el momento presente, cuando se piensa en desarrollar la región. En
este sentido, la anhelada integración de nuestras repúblicas andinas, tanto cienúfica
como política, debería tomar como ejemplo la historia pasada que fundamenta
las verdaderas bases de cualquier desarrollo. Por ello, la educación en todo nivel,
dentro de los cánones y la perspectiva genuinamente andina, desde los niveles
elementales -y en ello las lenguas andinas juegan un papel fundamental- hasta
la generación de programas de estudios de postgrado, deberían constituir no sólo
los lugares comunes donde los resultados de las investigaciones habrían de ser
aplicados sino también la preocupación fundamental de quienes de alguna manera
conducen las políticas de desarrollo. Al menos así es como concebimos la preo-
cupación fundamental de la arqueología.

Mario A. Rivera
Instituto de Antropología y Arqueología
Casilla 287
Arica, Chile

No. 2, diciembre 1990 569


Crónicas Bibliográficas - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

APENDICE
''
RELAGION SELECTIVA DE LAS PRINCIPALES PUBLICACIONES DE
ARQUEOLOGIA DEL NORTE DE CHILE : 1984-1990

Estudios Atacameños, Número 7, 1984.


Museo Arqueológico Rev. Padre G. Le Paige, Universidad del Norte. Contiene
los trabajos presentados al Simposio sobre Cultura Atacameña, celebrado en San
Pedro de Atacama en 1983.

Estudios Atacameños, Número 8, 1987.


Museo Arqueológico Rev. Padre G. Le Paige, Universidad del Norte. Contiene
los trabajos presentados al encuentro sobre Investigaciones Paleoindias al Sur de
la Línea Ecuatorial, L. Núñez y B. Meggers, eds.

Estudios Atacameños, Número 9, 1988


Museo Arqueológico Rev. Padre G. Le Paige, Universidad del Norte. Conteni-
do: la identificación de paleoindios en el oeste de Sud América (T.F. Lynch).
Cazadores de la Puna Seca y Salada del área Centro Sur Andina (Norte de Chile)
(L. Núñez, C. Santoro). El complejo psicotrópico en Solcor-3 SPA (A. Llagos-
tera, M.C. Torres y M.A. Costa). Reconstitución física y cultural de la población
tardía del cementerio de Quitor-6 SPA (M.A. Costa).

Hombre y Desierto, Número 1, 1987.


Publicación del Instituto de Antropología, Universidad de Antofagasta. Con-
tenido: Un yacimiento precerámico y su problemática desde la perspectiva de sus
recintos habitacionales (Y. Zlatar). Ruinas de Tulor, conservación y restauración
(E. Muñoz). Comunidades artesanales de ancestro indígena en la II Región de
Chile (Antofagasta), perspectiva preliminar (H. Larraín y E. Ross). El Maíz en
el Runa Simi (R. Lehnert). La provincia de Atacama según Dn. Pedro Ignacio
Ortiz de Escobar y Abet (H. Larraín y E. Ross).

Chungara, Números 16/17, 1986.


Publicación del Instituto de Antropología, Universidad de Tarapacá, A1ica.
Contiene los trabajos presentados al X Congreso de Arqueología Chilena cele-
brado en Arica en 1985.

Chungara, Número 18, 1987.


Publicación del Instituto de Antropología, Universidad de Tarapacá, Arica .
Contenido: Tres fechados radiométricos de Pampa Alto de Ramírez, Norte de
Chile (M.A. Rivera). Arte rupestre de Ariquilda: Análisis descriptivo de un sitio
con geoglifos y su vinculación con la prehistoria regional (L. Briones y J.
Chacama). La ocupación prehispánica tardía en Zapahuira y su vinculación a
organización social y económica Inca (l. Muñoz, J. Chacama, G. Espinoza y L.

570 Revista Andina, Año 8


Rivera: Arqueología norte de Chile

Briones). Atacama antes y después de la rebelión de 1789: siete documentos


inéditos del Archivo General de la Nación Argentina (J. Hidalgo y P. Arévalo).
Sobre el lenguaje pictórico y la tipología cultural en una crónica andina (R.
Adorno). Geometría mítica de la Sierra Sur Andina (W. Conklin). Para una
etnografía del riego en Chiapa: Medidas y calendario (G. Martfnez). Variación
del Indice Craneano en Sudamérica: Contribuciones cronológicas, altitudes y
climáticas (l. Martfnez y P. Rothhammer). Determinación de la edad del destete
utilizando las relaciones Sr/Ca y Zn/Ca en hueso trabecular en momias de niños
precolombinos (D. Razmilio, M. Allison y M. González). Pensamientos en tomo
a la antropología en la Universidad de Tarapacá (Mario A. Rivera).

Diálogo Andino, Número 4, 1985.


Publicación del Departamento de Historia de la Universidad de Tarapacá, Arica.
Simposio: La problemática Tiwanaku-Huari en el contexto panandino del desa-
rrollo cultural, 45 Congreso Internacional de Americanistas, Bogotá, 1985, Mario
A. Rivera, coordinador-editor.

Diálogo Andino, Número 5, 1986.


Publicación del Departamento de Historia de la Universidad Tarapacá, Arica.
Contenido: Los camélidos sudamericanos y su significado para el hombre de la
puna (L. Guerrero L.). Antecedentes preliminares para el conocimiento de la
dinámica poblacional de la vicuña (E. Núñez, R. Rodríguez y R. Rojas). Dos
documentos sobre Tarata: siglos XIX y XX (M. Lecaros).

Diálogo Andino, Número 6, 1987.


Publicación del Departamento de Historia de la Universidad Tarapacá, Arica.
Contenido: Lauricocha: asentamientos preagrícolas, recolección vegetal. Inicios
del cultivo alto andino (A. Cardich). La cultura Arica: Un intento de visualiza-
ción de relaciones de complementariedad económica social (l. Muñoz). El señoría
Ayanca en el reino Lupaqa, siglos XV-XVII (W. Espinoza). El mito de Pusirico-
llo y la fiesta de Pachallampe: aculturación andino-hispana en el poblado de So-
coroma (L. Alvarez M.). Los dioses en la mitología andina (F. Aliaga D.). The
Noven Shadow of Time: Foumti Motifs from Q'ero (G. Silvermann-Proust).
Vitalidad de la piedra y petrificación de la vida. Notas sobre mentalidad andina
(L.A. Galdames).

Excavaciones en el Norte de Chile, Junius B. Bird y Mario A. Rivera, 1988.


Universidad de Tarapacá Ediciones Monográficas. Traducción Excavations in
Northern Chile, por J.B. Bird (1943), con apéndice sobre la problemática ar-
queológica actual en el norte de Chile: espacio y tiempo (M.A. Rivera).

Oasis de Pica -..y sus nexos regionales, Osear Bermúdez, 1987.


Universidad de Tarapacá, Ediciones Monográficas.

No. 2, diciembre 1990 571


Crónicas Bibliográficas

Boletín del Museo de Arqueología La Serena, número especial, 1985. Publi-


cación de los trabajos del IX Congreso de Arqueología Chilena, celebrado en La
Serena en 1982.

Culturas de Chile, Prehistoria, Jorge Hidalgo, V. Schiappacasse, H. Niemeyer,


C. Aldunate e l. Solimano, eds., 1989, Editorial Andrés Bello. Contiene varios
anículos sobre la prehistoria del norte de Chile.

Boletín del Museo Chileno Arte Precolombino, Número 2, 1987.


Publicado por el Museo Chileno de Arte Precolombino, Santiago. Contiene: El
origen transpacífico de la cerámica Valdivia: una revaluación (B. Meggers).
Consumo nasal de alucinógenos en Tiwanaku: una aproximación iconográfica (J.
Berenguer). Flautas arqueológicas del extremo sur andino (J. Pérez de A.). Los
símbolos constrictores: Una etnoestética de las fajas femeninas mapuches (P.
Mege).

Boletín Museo Chileno Arte Precolombino, Número 3, 1989.


Publicado por el Museo Chileno de Arte Precolombino, Santiago. Contiene: La
faz oculta de la escritura mexica (J. Alcina Franch). El "ulluchu" en la iconografía
y ceremonias de sangre moche: la búsqueda de su identificación (S. Henry
Wássen). El plato zoomorfo diaguita: variabilidad y especificidad (L. Cornejo).
Los símbolos envolventes: una etnoestética de las mantas mapuches (P. Mege).

La Cultura Aymara, H. Gundermann y H. González, 1989. Publicación del


Departamento de Extensión del Ministerio de Educación, Santiago.

572 Revista Andina, Año 8


Rivera: Arqueología norte de Chile

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

ALDUNATE, C. y CASTRO, V.
1981 Las chullpas de Toconce y su relación con el poblamiento altl·
plánlco en el Loa Superior, Ediciones Kultrun, Santiago.

AUFDERHEIDE, A., ALLISON, M., KELLEY, M., RIVERA, M., SHIPMAN, J. y TIESZEN, L.
1990 The Prehlstory of Pneumonla in the Atacama Desert, Manuscrito,
Paleobiology Lab. University of Minnesota-Duluth.
AB'SABER, A.N.
1982 'The Paleoclimate and Paleoecology of Brazilian Amazonia". Blo-
loglcal Dlverslficatlon in the Troplcs, Prance, G. (ed.), 41-59, Co-
lumbia, NY.

ARRIAZA, B., ALLISON, M., FOCACCI, G. y GERSZTEN, E.


1984 "Mortalidad materna y de la niñez en el área de Arica prehispánica
y conceptos asociados", Chungará 12: 161-172, Arica.

BARON, A.M.
1986 "Tulor, limitaciones y posibilidades de un ecosistema", Chungará
16/17, Arica.

BARON, A.M. ~.
1990 "Reportaje sobre nuevos descubrimientos en Larr_ache, San Pedro de

No. 2, diciembre 1990 573


Crónicas Bibliográficas

Atacama", Visa Magazine 1 (4), Santiago.

BENA VENTE, M.A.


1985 "Chiu Chiu 200. Una Comunidad pastora temprana en la Provincia de
Loa (II Región)", Boletín del Museo La Serena, número especial,
IX Congreso Arqueología Chilena, La Serena.

BERENGUER, J.
1984 "Hallazgos La Aguada en San Pedro de Atacama, Norte de Chile",
Gaceta Arqueológica Andina 12: 12-14.

BERENGUER,J.
1987 "Consumo nasal de alucinógenos en Tiwanaku: una aproximac10n
iconográfica", Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, 2.

BERENGUER, J., DEZA, A., ROMAN, A., LLAGOSTERA, A.


1986 "La Secuencia de Myriam Tarrago para San Pedro de Atacama: un
test por termolumniscencia", Revista Chilena de Antropología 5:
17-54.

BERENGUER, J., ROMAN, A., DEZA, A., LLAGOSTERA, A.


1988 "Testing a Cultural Sequence for the Atacama Desert", Current An-
thropology 29: 341-345.

BERENGUER, J. y DAUELSBERG, P.
1989 "El Norte Grande en la órbita de Tiwanaku (400 - 1200 d.C.)".
Culturas de Chile, Prehistoria, ed. A. Bello, pp. 129-180.

BIRD. J.B. y RIVERA, M.A.


1988 Excavaciones en el Norte de Chile, Ediciones Universidad de Tara-
pacá.

COSTA, M.A. y NEVES, W.A.


1989 "Osteobiología y organización social de grupos agrícolas tardíos en
San Pedro de Atacama, Chile", Reunión de Arqueología Brasilera,
Santa Cruz, R.G.S.

COLINWOOD, P.
1987 "Amazon Diversity in Light of the Paleoecological Record", Quater-
nary Science Reviews 6: 93-114.

DAUELSBERG, P.
1983 "Tojo-Tojone: un paradero de cazadores en la sierra de Arica", Chun-
gará 11, Arica.

DAUELSBERG, P.
1983 "Investigaciones arqueológicas en la sierra de Arica, sector Belén".
Chungará 11: 63-83, Arica.

DILLEHA Y, T. y NUÑEZ, L.
1988 "Camelids, Caravans, and Complex Societies in the South Central
Andes", Recent Studies in Pre-Columbian Archaeology, Saunders
y Montmollin, eds., BAR-Oxford, Intemational Series 421 : 603-634.
DITIMAR, M., BERNHARD, W. y ROTHHAMMER, F.

574 Revista Andina, Año 8


Rivera: Arqueología norte de Chile

1988 "On the Origin of the Tiwanaku Population and its Ethnogenetical
Relationship to the Aymara Population. A Multivariate Statistical
Analysis of Craniometric data". Relaciones Prehispánicas Costa
Pacífico • Andes • Floresta Tropical, Nuevas Evidencias para el
Desarrollo Cultural Andino, M.A. Rivera, coordinador, 46 Con-
greso Internacional de Americanistas, Amsterdam.
FERRELL, R.E., BERTIN, T., YOUNG, R., BARTON, S.A., MURILLO, F. y SCHULL, W.J.
1978 "The Aymara of Western Bolivia IV. Gene Frequencies for Eight
Blood Groups", American Journal Human Genetics 30: 539-549.

FERRELL, R.E., BERTIN, T., BARTON, S.A., ROTHHAMMER, F., y SCHULL, W.J.
1980 "The Multinational Andean Genetic and Health Program IX", Ameri-
can Journal Human Genetlcs 32: 92-102.
GONZALEZ, A.R.
1985 "Comentarios", Diálogo Andino 4:287-300, Arica.
GUNDERMANN, H. y GONZALEZ, H.
1989 La cultura aymara, Ediciones Ministerio de Educación, Santiago.
HESSE, B.
1982 "Archaeological Evidence for Camelid Exploitation in the Chilean
Andes", Saugetierkundllche Mittellungen 3.
HYSLOP, J. y RIVERA, M.A.
1984 The lnka Road System, Academic Press.
HYSLOP, J. y RIVERA, M.A.
1984 The Inka Road in the Atacama Desert, Archaeology 37 (6): 33-39.
LLAGOSTERA, A., TORRES, C.M., y COSTA, M.A.
1988 "El complejo psicotrópico en Solcor-3 (San Pedro de Atacama)",
Estudios Atacameños 9: 61 -98.
LYNCH, T.F.
1986 "Climatic Change and Human Settlement Around the Late Glacial
Laguna de Punta Negra, N. Chile. The Preliminary Results",
Geoarchaeology 1: 145-162.
LYNCH, T.F.
1988 "La identificación de Paleoindios en el Oeste de Sudamérica", Estu-
dios .Atacameños 9:7-10.
LYNCH, T.F.
1989 "Regional Interaction, Transhumance, and Verticality: Archaeologi-
cal Uses of Zonal Complementarity in Peru and Northern Chile",
Michigan Dlscussions in Anthropology 8: 1-11.
LYNCH, T.F.
1990a "Glacial-Age Man in South America? A Critica! Review", American
Antiquity 55 (1): 12-36.
LYNCH, T.F.
1990b "Quaternary Climate, Environment, and the Human Occupation of the

No. 2, diciembre 1990 575


Crónicas Bibliográficas

South Central Andes", Geoarcheology 5 (3): 199-228.

MAYER, E.F.
1986 "Armas y herramientas de metal prehispánicas en Argentina y Chile",
Materlallen zur Allgenelnen und Verglelchenden Archaeologle
Band 38, KA VA, Bonn.

MUMCUOOLU, Y.K., RIVERA, M.A., MATHENY R., y MATHENY, D.


1990 Head Llce from Mummies of the Chinchorro Tradltlon, Cama-
rones 15-D, Northern Chile, Manuscrito, Department of Anthropol-
ogy, Brigham Young University.

MUilCA, E., RIVERA, M.A. y LYNCH. T.F.


1983 "Proyecto de estudio de la complementariedad económica de Tiwanaku
en los valles occidentales del Centro Sur Andino", Chungará 11 : 85-
109.

MUÑOZ, E.
1987 "La cultura Arica: un intento de visualización de relaciones de
complementariedad económico social", Diálogo Andino 6.

MUÑOZ. l.
1989 "El Período Formativo en el Norte Grande (1000 a.C. - 800 D.C.)",
Culturas de Chile. Prehistoria, Ed. A. Bello, 107-128, Santiago.

MUÑOZ. l., CHACAMA, J., ESPINOZA G., y BRIONES, L.


1987 "La ocupación prehispánica tardía en Zapahuira y su vinculación a la
organización social y económica inca", Chungará 18: 67-89.

NEEL, J.V., TANIS, R., MIGLIAZZA, E., SPIELMAN, R., SALZANO, F., OLIVER, W.,
MORROW, M., y BACHOFER, S.
1977 "Genetic Studies of the Macushi and Wapishana lndians", Human
Genetics 36: 81-107.

NIEMEYER, H. y RIVERA, M.A.


1983 " El Camino del Inca en el despoblado de Atacama", Boletín del
Departamento de Ciencias Antropológicas Universidad de Chile
9: 91 -193.
NUÑEZ, L.
1984 "El asentamiento Pircas, nuevas evidencias de tempranas ocupaciones
agrarias en el norte de Chile", Estudios Atacameños 7: 152-177.

NUÑEZ, L.
1989a "Los primeros pobladores (20000 a 9000 a.C.)", Culturas de Chile,
Prehistoria, 13-37, Ed. A. Bello.

NUÑEZ, L.
1989b "Hacia la Producción de Alimentos y la Vida Sedentaria (5000 a.C .
a 900 d.C.)", Culturas de Chile. Prehistoria, Ed. A. Bello.
NUÑEZ, L., VARELA J. y CASAMIQUELA, R.
1987 "Ocupación paleoindia en el centro-norte de Chile: adaptación cir-
cumlacustre en las tierras bajas", Estudios Atacameños 8: 142-185.

576 Revista Andina, Año 8


Rivera: Arqueología norte de Chile

NUÑEZ, P.
1983 "Aldeas tarapaqueñas, notas y comentarios", Chungará 10.
ORELLANA, M.
1988 La crónica de Gerónlmo de Bibar y la conquista de Chile, Ed.
Universitaria.
RAFFINO, R.
1983 Los lnkas del Kollasuyu, Ediciones Ramos Americana, Buenos Aires.
RAFFINO, R.
1988 Poblaciones Indígenas en Argentina, TEA editora, Buenos Aires.
RIVERA, M.A.
1980 Temas antropológicos del norte de Chile, Ediciones Universidad de
Chile, Antofagasta.
RIVERA, M.A.
1984 "Altiplano and Tropical Lowland Contacts in Northem Chile Prehis-
tory: Chinchorro and Alto Ramírez Revisited", Social and Eco-
nomlc Organization In the Prehlspanlc Andes, Browman, Burger,
Rivera, eds., BAR, Oxford, lntemational Series 194: 143-160.
RIVERA, M.A.
1985 "Alto Ramírez y Tiwanaku. Un caso de interpretación simbólica a
través de datos arqueológicos en el área de los Valles Occidentales,
Sur del Perú y Norte de Chile", Diálogo Andino 4: 39-58.
RIVERA, M.A.
1987 "Land Use Pattems in the Azapa Val ley, Northem Chile", Arld Land
Use Strategies and Rlsk Management In the Andes, Browman, ed.,
Westview Speclal Studles, 225-250.

RIVERA, M.A.
1989 "Cerámicas tempranas del Norte de Chile", Brltlsh Archaeologlcal
Reports, International Serles (en prensa).

RIVERA, M.A.
1990 Aguada y el período medio desde San Pedro de Atacama, Ms.,
CONICET, Argentina.

RIVERA, M.A. y ROTHHAMMER, F.


1986 "Evolución biológica y cultural de poblaciones Chinchorro: Nuevos
elementos para la hipótesis de contactos transaltiplánicos Cuenca
Amazonas - Costa Pacífico", Chungará 16/17: 295-306.

ROTHHAMMER, F. y SIL VA, C.


1989 "Peopling of Andean South America", American Journal of Physi-
cal Anthropology 78: 403-410.

SANHUEZA, J.
1981 "Antecedentes preliminares y dos fechas de radiocarbón del sitio Pukar
Qollu o Pukara de lsluga", Documentos de trabajo universidad de
Chile, Número 8.

No. 2, diciembre 1990 577


Crónicas Bibliográficas

SANTORO, C.
1989 "Antiguos cazadores de la puna (9000 - 6000 .a.C.)", Culturas de
Chile, Prehistoria, 33-55, ed. A. Bello. '

SANTORO, C. y CHACAMA, J.
1984 "Secuencia de los asentamientos precerámicos del estremo norte de
Chile", Estudios Atacameños 7.

SANTORO, C. y L. Núñez
1987 "Hunters of the Dry Puna and Salt Puna in Northem Chile", Andean
Past 1: 57-109.

SCHIAPACCASSE, V., CASTRO, V. y NIEMEYER, H.


1989 "Los desarrollos regionales en el Norte Grande (1000 a 1400 D.C.)",
Culturas de Chile, Prehistoria, 181-220.

SINCLAIRE, C.
1985 "Dos fechas radiocarbónicas del alero Chulqui, río Toconce", Chun-
gará 14 : 71-79.

T ARRAGO, M. N.
1984 "La Historia de los pueblos circumpuneños en relación con el alti-
plano y los Andes meridionales", Estudios Atacameños 7: 116-132.
TCHEN, P., SEGER, J., BOIS, E., GRENAND, F., FRIBOURG-BLANC, A. y FEINGOLD, N.
1978 "A Genetic Study of Two French Guiana Amerindian Populations",
Human Genetics 45: 317-326.

THOMAS, C., MASSONE, C. y BENAVENTE, A.


1984 "Sistematización de la alfarería del área de San Pedro de Atacama",
Revista chilena de antropología 4.

TORRES, C.M.
1984 "Tabletas para alucinógenos en San Pedro de Atacama: estilo e
iconografía", Tesoros de San Pedro de Atacama, Guía del Museo
Chileno de Arte Precolombino.

TORRES, C.M.
1987 "The Iconography of the Prehispanic Snuff Trays from San Pedro de
Atacama, Northem Chile", Andean Past 1: 191-245.

VAN DER DOES, J.A., RUBINSTEIN, P. y MEERA KHAN, P.


1978 "A Rare PGM-1 Variant in Chilean Aymara Indians", Human Ge-
netics 45: 327-329.

578 Revista Andina, Año 8


Por:

Nicanor Domínguez, Juan Carlos Estenssoro,


Javier F. Flores, Marta lrurozqui, Raúl R. Romero, Linda J.
Seligmann, Margarita Suárez

BABB, Florence. Between Field and Cooking grafías.


Pot: The Political Economy of Marketwomen Todos esos datos primarios, recogidos por
in Peru. University of Texas Press, Austin, 1989, medio de la observación participante, entrevis-
256 pp. tas, y el análisis de datos estadísticos, deberían
haber dado como resultado en una investigación
pionera sobre un mundo en el que incursionan
Babb ofrece una multitud de detalles al ya muchos científicos sociales, pero acerca del
describir las vidas cotidianas de las vendedoras cual, todavía somos muy ignorantes. La autora
en los mercados de Huaraz, la capital departa- nos hace reflexionar sobre muchos aspectos vin-
mental de Ancash. La autora da cuenta de la di- culados con las mujeres que se dedican a este
versidad de vendedoras dentro del sector infor- tipo de comercio: ¿Por qué son tantas las vende-
mal como intermediarias y productoras de mer- doras? ¿Qué papeles representan dentro de la
cancías, como mayoristas y minoristas, y como economía nacional? ¿Cómo se pueden comparar
vendedoras permanentes y estacionales de una sus roles económicos y políticos con los de los
variedad asombrosa de mercancías-frutas y ver- hombres? Desafortunadamente, la rapidez con
duras, productos básicos, cuchillos, jugos, comi- que se han producido los acontecimientos en la
das preparadas, artículos de plástico y ropa, entre vida económica y política en el Perú durante las
otros. La autora describe además las actividades últimas dos décadas ha determinado que, los
rutinarias de las vendedoras, las diferencias entre datos, tomados de la tesis doctoral de Babb,
los mercados donde trabajan, la competencia carezcan de actualidad. La mayoría de ellos
entre ellas, su partic ipación política, los conflic- fueron recogidos en 1977; otros son producto de
tos generacionales, y trozos de sus autobio- breves estadías en el campo hasta 1987. Las

No. 2, diciembre 1990 579


Reseñas

vendedoras pertenecen a un sector que está embargo, cómo se producen estas diferencias.
experimentando rápidos cambios, por lo menos La presencia abrumadot.a de esas mujeres,
en términos de su composición. situadas en puntos urbanos críticos para la dis-
En mi opinión. el problema fundamental del tribución y el procesamiento de productos, afecta
libro es que adolece de falta de imaginación y al resto de la población urbana. En las ciudades,
profundidad teórico-analítica. Aunque Babb se podemos encontrar vendedoras en casi cualquier
plantea interrogantes de interés, no llegamos a parte; interactúan con vendedores y compradores,
saber, por ejemplo, si existe lo que podríamos cooperan económicamente, se comunican entre
llamar una cultura particular de las vendedoras sí, envían a sus hijos a la escuela, tocan cienos
que se defina a partir de un sistema de val ores tipos de música y, de vez en cuando, celebran
y una ideología específicos. Las investigaciones fiestas y se organizan con fines políticos. A través
en otras capitales departamentales y provincia- de la descTipción de los conflictos por pago de
les muestran que existe una cultura rica y diná- arbitrios surgidos entre vendedoras y autoridades,
mica, creada en cierta medida a partir de espa- y mediante la enumeración de las actividades de
cios compartidos entre las esferas rural y ur- los sindicatos, Babb ilustra lo que sería un análi-
bana, y construida sobre relaciones fundadas en sis que utilizase una verdadera antropología urba-
el carácter étnico, la condición de género y la na. Sin embargo, la autora depende demasiado
clase social. Estos espacios y los lazos que las del lente reductor de las explicaciones económi-
vendedoras tienden entre las esferas rurales y cas. No presta igual atención a las políticas cul-
urbanas pueden contener significados políticos turales de las vendedoras y sus acciones políti-
y culturales. Aunque se cuentan entre las perso- cas más sutiles que son, sin embargo, importan-
nas más pobres del sector informal, tales mujeres tes y que podrían constituir elementos de con-
constituyen una fu erza económica importante que ciencia de clase o de resistencia contra el Esta-
entraña ciena capacidad de desafío en el terreno do, contra la estructura de relaciones de género '
político y cultural . Ellas permiten que la econo- o de conciencia étnica existentes . Por ejemplo,
mía nacional con sus severos problemas de Babb explica el resentimiento de las vendedoras
distribución siga funci onando en favor de la más establecidas y urbanizadas hacia las vende-
poblac ión urbana. Al mismo tiempo, a pesar de doras que han llegado recientemente del campo
que carecen de representación política formal, tan solo en términos de competencia económica.
podrían constituir una amenaza de envergadura Una interpretación más compleja que la simple
para el orden político, especialmente si formaran "competencia económica" entre vendedoras
alianzas con los campesinos o si llegasen ~- "antiguas" y "nuevas" sería que cada uno de
agruparse en un frente unido. estos grupos expresa situaciones étnicas distin-
Babb ofrece una revisión completa de la bi- tas. El conflicto por intereses económicos ex-
bliografía pero poco crítica en tomo a la pro- presaría así relaciones de poder diferentes cuyo
ducción mercantil simple y el papel de las fundamento radicaría en conflictos interétnicos.
mujeres como vendedoras que carece, sin El libro, no muy especializado, se dirige a un
embargo, de perspectiva cTítica. Le falta desarro- público general. Sienta las bases para que las
llar su propio punto de vista. También muestra preguntas de Babb sean exploradas con mayor
que el género es una fuerta imponante en las profundidad.
vidas de las vendedoras. Hay una jerarquía de LJ.S.
ocupaciones que se relaciona estrechamente con
el género : los hombres ocupan los mejores
puestos en los sectores formales e informales; BAKEWELL, Peter. Plata y empresa en el
cienos tipos de productos son vendidos más por Potosí del siglo XVII. "La vida y época de
hombres que por mujeres, y los hombres y las Antonio López de Quiroga" . Excma. Dipu-
mujeres establecen distinciones entre trabajo tación Provincial de Pontevedra, 1988, 180 pp.
remunerado y trabajo no remunerado atribu-
yéndoles diferentes significados y valores. Sus
datos sugieren que estas di stinciones no se deben Los trabajos de Bakewell han constituido un
únicamente a diferencias en la formación de la aporte fund amental para la historia de la minería
identidad a panir del género; intervie nen tam- colonial americana. Luego de su estudio so bre
bién poderosas diferencias ideológicas pro- Zacatecas, el historiador inglés dedicó varios años
duc idas socialmente. Babb no nos explica, sin al análisis de la minería potosina cuyos resulta-

580 Revista Andina, Año 8


dos fueron publicados en varias revistas y con- minera de Charcas. Convertido en magnate, el
densados en Miners of the Red Mountain minero siguió las pautas propias de su condi-
(Alburquerque, 1984) y en su artículo sobre ción: compró tierras, consiguió algunos títulos
minería aparecido en The Cambridge History militares e incluso financió expediciones con la
of Latin America (vol. 2, Cambridge, 1984). finalidad de descubrir el legendario reino del
Gracias a sus investigaciones, el historiador Gran Paititi. Sin embargo, no todas sus aspira-
colonial cuenta ahora con un buen panorama de ciones tuvieron un final feliz. Tal es el caso de
la evolución de la minería de Charcas, con es- la arrogante pretensión de obtener los títulos de
timados de producción elaborados sobre la base Conde, Marqués y Adelantado, denegada repeti-
de la recaudación del quinto real y con un das veces por el Consejo de Indias.
excelente estudio sobre la mano de obra en Potosí Dejando de lado las caballerescas proyeccio-
que muestra hasta qué punto el trabajo asalaria- nes sociales del minero, hay tal vez dos puntos
do sustituyó al compulsivo en el siglo XVII. centrales de sus actividades a través de los cuales
El presente estudio escapa un poco de las ci- Bakewell logra esclarecer ciertos aspectos de la
fras y cálculos a los que nos había acostumbra- historia de la minería potosina. En primer lugar,
do el autor para incursionar en el terreno de lo tenemos la relación entre tecnología minera y
que Lawrence Stone denominó la nueva "histo- movimiento de producción. Es un lugar común
ria narrativa". A través de la vida y avatares de hablar del descenso gradual de la producción
un importante minero, el autor intenta desen- minera de Potosí en el transcurso del siglo XVII.
trañar la historia de la tecnología, el crédito, de Como es sabido gracias a trabajos previos del
los esquemas de inversión y de las aspiraciones mismo Bakewell, parte del gran éxito de la
vitales en el Potosí de la segunda mitad del XVII. explotación del Cerro Rico se debió no sólo a
Una versión inicial de este trabajo fue publicada que sus vetas contenían ricos metales sino, sobre
hace ya varios años en Bolivia bajo el título todo, a que éstas se hallaban concentradas en la
Antonio López de Quiroga (Industrial mine- cumbre del cerro. De esta manera, cuando las
ro del Potosí colonial), Potosí, 1973. No obs- vetas superficiales se agotaron a medida que
tante, el texto actual presenta nuevas evidencias avanzaba el xvrr. quedaron por explotar las vetas
y articula de un modo mucho más explícito la más profundas con el consiguiente aumento de
biografía personal con la historia del centro los costos de extracción y, además, con el proble-
mmero. ma que suponía no contar con una tecnología
La vida de López de Quiroga es ciertamente adecuada a estos fines lo cual, en parte, explica
fascinante. Llegó a Potosí en 1648, probable- el declive de la producción del Cerro Rico. El
mente debido a intereses comerciales, y rápida- descenso de la producción potosina logró neu-
mente logró constituirse en uno de los principa- tralizarse temporalmente gracias a la explotación
les mercaderes de plata de la ciudad. Hacia fmes de nuevas minas (como Porco, Oruro, San Anto-
de la década del 50 comenzó a invertir direc- nio del Nuevo Mundo), pero también gracias a
tamente en la minería: primero en Potosí, luego la obstinación de empresarios como López que,
en Laicacota, Porco, Chayanta y, fmalmente, en contradiciendo las tendencias, se empeñaron en
las minas de San Antonio del Nuevo Mundo. invertir y aplicar nuevos métodos de explotación
Estas últimas, sin duda, fueron las que le otorga- minera. Así, López invirtió en sus minas entre
ron fama y fortuna. Gracias a su afán por apli- uno y dos millones de pesos, y fue el primero en
car nuevas técnicas en la explotación de vetas utilizar sistemáticamente la pólvora en la perfo-
profundas y por la poco usada costumbre de ración de vetas profundas. El uso de la pólvora
reinvertir grandes cantidades en sus minas e constituye en sí una irmovación de los métodos
ingenios, López se convirtió en el más célebre de extracción que llevó a López de Quiroga a
minero de Potosí del período colonial. Según "resucitar" minas abandonadas. La pregunta que
Bakewell, en la década de 1660, las minas e surge inmediatamente es por qué esta herra-
ingenios de López produjeron el 13.5% de toda mienta -que pudo tener efectos benéficos sobre
la plata del distrito de Potosí y únicamente en el el conjunto de las minas del Cerro- no fue utili-
año 1674 recibió el 22% del mercurio distribuido zada de manera generalizada por los azogueros
por el Real Tesoro. Haciendo un balance de la potosinos.
información dispq_nible, el autor sostiene que La respuesta podría estar relacionada con el
entre 1660 y 1690, López de Quiroga .fue el problema de la disponibilidad de capitales, que
responsable de la octava parte de la producción es el segundo de los aspectos que nos interesa

No. 2, diciembre 1990 581


Reseñas

tocar aquí. No cabe duda de que la minería por no sólo reside en eso sino en la incorporación de
sí sola difícilmente hubiese podido llevar a cabo la temática indígena en el p¡oceso de conforma-
ni siquiera las tareas iniciales de exploración. ción de la ciudad de La Paz. Es más, la pecu-
Para el caso de México, es evidente que este liaridad de aquella urbanización no podría en-
capital fue financiado largamente (en el siglo tenderse sin la activa participación india. Eso
XVIII) por grandes comerciantes de la ciudad explica que el tema central de la investigación
de México que, a través de ciertas prácticas haya sido el de seguir la evolución de los grupos
mercantiles y del uso de enlaces matrimoniales étnicos en La Paz desde 1790 hasta 1900, inten-
con los mineros más destacados, lograron domi- tando establecer las modalidades y consecuen-
nar el mercado de capitales y, por tanto, consti- cias que tuvo su inserción en el proceso urbano.
tuirse en los mayores beneficiarios de la pro- La ciudad de La Paz ha establecido una rela-
ducción minera. Para el caso del Perú, sin em- ción dialéctica tanto con la población indígena
bargo, las formas de operación del crédito minero no urbana como con las zonas rurales adyacen-
son todavía un enigma, aunque resulta evidente tes, soportes socioeconómicos y políticos de las
que el hecho de que la Casa de Moneda es- ciudades, hecho que conduce a una heterogenei -
tuviese localizada en Potosí constituye una dife- dad social y cultural, resultado del ensambla-
rencia importante respecto del caso mexicano. miento del núcleo tradicional urbano con los te-
En este sentido, es de sumo interés la descripción rritorios de las parroquias indígenas. Eso conlleva
que hace el autor de los pormenores del escán- un doble proceso de "unificación étnica", a la
dalo de adulteración de la moneda en la década vez que un fenómeno de creación de una iden-
del 40, en donde se puede ver con claridad cómo tidad, de una "etnogénesis". La ciudad se con-
figuras como Gómez de la Rocha combinaban vierte así en un medio privilegiado para la inter-
las actividades de "aviador", mercader de plata acción entre grupos y en el espacio de tal con-
y la de funcionario de la Casa de Moneda. Las fluencia durante largos períodos que van borran-
medidas correctivas, al parecer, afectaron pro- do ciertas diferencias entre los sectores involu-
fundamente la composición de los "aviadores" crados. De alú que para la autora esta interac-
potosinos, cuyos créditos habrían sido escasos y ción no se defina como asimilación o fusión sino
caros en la segunda mitad de la centuria. Las como interferencia cultural mutua cuya hetero-
actividades de López de Quiroga como mercader geneidad le permite enfatizar la dinámica interna
de plata nos pueden ser útiles para entender las del desarrollo paceño frente a las tendencias
nuevas condiciones del mercado de capitales en historiográficas dependentistas.
Potosí luego del fraude monetario. La temática referida se aborda en cinco partes
Debemos agradecer a Peter Bakewell la apari- que contienen tanto una breve explicación de la
ción de este nuevo estudio sobre Potosí, aunque importancia económica de La Paz, de su creci-
hay que lamentar que la presente edición ado- miento demográfico y de la manera en que éste
lezca de una mala diagramación y de una deplo- se ha manifestado en su expansión urbana como
rable traducción que dificulta innecesariamente un análisis de la organización espacial y territo-
la lectura. Existe una edición en inglés (Albu- rial de las comunidades indígenas y de su pos-
querque: University of New Mexico Press, 1989) terior desaparición ante la instauración de un
para aquellos que quieran salvar este obstáculo. régimen de propiedades parcelarias. La dinámica
M.S. y la evolución de La Paz, en consecuencia, se
encuentran marcadas por la apropiación de los
territorios indígenas por parte de la ciudad y sus
habitantes. Este fenómeno, iniciado en el siglo
BARRAGAN, Rossana. Espacio urbano y XVIII, supone un debilitamiento de estructuras
dinámica étnica, La Paz en el siglo XIX. His- y grupos, como el de los campesinos indígenas,
bol, La Paz, 1990, 313 pp. y al mismo tiempo el surgimiento de otros, como
el de artesanos y comerciantes. Se produce, por
tanto, el desarrollo de un mestizaje cuyo esce-
El texto de Rossana Barragán, se centra en nario más importante ha sido el de la ciudad de
las características que asume el desarrollo ur- La Paz y del que no se puede desligar su iden-
bano paceño desde fines del siglo XVlll hasta tidad y particularidad. El crecimiento urbano
fin es del siglo XIX, abordando así un aspecto socavó la base de la estructura comunitaria, por
apenas estudiado en Bolivia. Pero su novedad lo que sus miembros se vieron obligados a trans -

582 Revista Andina, Año 8


formarse en arrendatarios, en artesanos o en visionista arriba señalada, encuentra que ambas
comerciantes, aspecto que implicaría que el rebeliones, tanto la de 1723 como la de 1766, se
desarrollo de dichas categorías sociales estuviese debieron no a una ofensiva española sino que
directamente vinculado a la expansión de la "se generaron en la intensificación de las rela-
ciudad y a la falta de tierras como medio de ciones pacíficas" entabladas por los dos bandos.
producción. Pero también Rossana Barragán Las relaciones fronterizas tejieron una serie de
insiste en que si por un lado este proceso reve- intereses que se equilibraban entre sí. Mientras
laría la ruptura de la autosuficiencia y la con- tal equilibrio se mantuvo, nada pasó. Por el con-
versión de los campesinos indígenas en "clases trario, el predominio de uno de estos grupos de
sociales", a la vez, al ser La Paz un núcleo interés trajo consigo la guerra. En 1723, prima-
constante de atracción de migrantes campesi- ron los intereses mercantiles; en 1766 se intentó
nos, el fenómeno de la ruptura ciudad-campo reducir en pueblos a la población araucana, po-
no se produciría. La pervivencia de las estructu- lítica favorecida por la Corona, por jesuitas y
ras comunitarias en los sectores rurales adya- por franciscanos. Y, como telón de fondo, la
centes se renovaría en la ciudad ante la persis- intervención del ejército, interesado en magnifi-
tencia de la migración. Y es este proceso el que car todo incidente, por pequeño que fuera, para
posibilitaría la configuración de una nueva iden- justificar su existencia. Podría decirse que tuvie-
tidad urbana. ron tanto éxito que los historiadores han hablado
Espacio Urbano y dinámica étnica, al in- de una "rebelión" al referirse a lo ocurrido en
corporar la temática indígena en el análisis 1723, cuando es claro que fue cualquier cosa
histórico de La Paz, rompe con los estudios que menos eso.
consideran el área rural como el hábitat tradi- Para demostrar esto la autora presenta primero
cional indígena y manifiesta la importancia de "los hechos, maciros [sic], inmutables [sic]" (al
la población aymara en el esclarecimiento de la decir del prologuista, Sergio Villalobos), y pasa
evolución del proceso de urbanización paceño y luego a examinar uno a uno los factores en juego.
la consolidación del mestizaje. El resultado es un texto extremadamente pun-
M.I.V. tual y algo árido, que logra demostrar sin em-
bargo lo que quiere. Tal vei. lo único que se
eche de menos sea un mapa en el cual seguir las
CASANOVA GUARDA, Holdenis. Las rebe- acciones o por lo menos ver donde estaban los
liones araucanas del siglo XVIII. Universidad cuarenta u ochenta pueblos fundados antes de la
· de la Frontera, Temuco: 1987, 111 pp. segunda rebelión. Llama la atención, finalmente,
que no se advierta en el volumen referencia
alguna a las transformaciones experimentadas por
La lucha por la araucanía se suele percibir el mundo indígena.
como una suerte de lejano oeste austral, como J.F. F.
una guerra ininterrumpida desde aquel lejano pri-
mer encuentro entre españoles y araucanos en
Reinohuelén, en 1536, hasta la derrota definiti- ESTENSSORO, Juan Carlos, Música y sociedad
va de estos últimos en 1883. Trescientos cuaren- coloniales. Lima 1680-1830. Editorial Colmillo
ta y siete años de lucha continua, al parecer. Blanco, Lima: 1989, ilustraciones, bibliografía,
Una historia romántica que, sin embargo, ac- índice, 160 pp.
tualmente viene siendo revisada y desmitificada
por una serie de investigadores entre los que Durante el período colonial, las principales
destaca Sergio Villalobos. Resulta ahora que esta ciudades del nuevo mundo vivieron una gran
"guerra" no sólo pasó por distintas etapas -lo actividad musical en diversos planos. La intensa
que es obvio- sino que además, a partir de 1655, actividad teatral y dramática trajo consigo una
dejó virtualmente de ser tal, deviniendo en una presencia musical igualmente importante: la
convivencia pacífica aunque no exenta de cho- música popular de las ciudades conformó un
ques esporádicos y locales. Dos de estos en- mosaico de elementos indígenas, africanos e
cuentros, acaecidos ambos en el siglo XVlII, tu- hispanos; y en el ámbito religioso las catedrales
vieron, al parecer, ,,,dimensiones algo mayores. se convirtieron en activos centros irradiadores
Es de ellos que se ocupa este pequeño opúsculo . de creaciones musicales vinculadas con la litur-
La autora, que participa de la corriente re- gia o con la creación académica secular. Este

No. 2, diciembre 1990 583


último ámbito ha · sido el más documentado y y alcance social. La primera parte concluye con
estudiado en lo que se refiere a la música colo- sendas secciones, aunqu~ lamentablemente
nial en hispanoamérica, debido en parte a la breves en su extensión, de los tres siguientes
eficaz preservación de las obras musicales de la temas: la música en la fiesta, la música indígena
época ahora depositadas en distintos archivos y negra ("música no española"), y la situación
eclesiásticos. Con la música de corte dramático social de los músicos.
y popular no ocurrió lo mismo, lo cual debe En el primer capítulo de la segunda parte,
haber dificultado, sin duda, su investigación. Sin dedicada a la relación música-Iglesia, Estenssoro
embargo, allí donde las obras mismas son inac- trata sobre las ideas de la música religiosa a
cesibles, subsisten numerosas referencias escri- partir de los textos de los sermones coloniales
tas en fuentes coloniales que aguardan ser lo- que se han conservado hasta hoy. Luego docu-
calizadas e interpretadas. menta diversas facetas del comportamiento de
Ubicar estas referencias y darles un sentido las autoridades de la Iglesia hacia la música,
global es el propósito del libro de Juan Carlos principalmente profana, durante la colonia, y
Estenssoro, que constituye la más reciente con- analiza la función de la música en el templo a
tribución al estudio de la música durante la partir de la gran cantidad de música con textos
colonia en el Perú. Más allá de este objetivo, la cómicos dentro del repertorio musical de la
obra concluye con un breve ensayo sobre el catedral de Lima. Dicha presencia indicaría,
repertorio musical del archivo de la catedral de según Estenssoro, la utilización de la risa por la
Lima, eje central del proyecto original del au- Iglesia para controlar y oficializar el compor-
tor. No encontrará el lector, sin embargo, un tamiento festivo popular, además de atraer al
análisis de las obras musicales mismas, ni una público al interior del templo. En el segundo
evaluación estético-formal de los compositores capítulo, el autor comenta algunos aspectos fun -
de la época. Una limitación cuyas consecuen- damentales del repertorio musical de la catedral
cias comentaremos luego. de Lima, sobre la base del estudio de las obras
El libro está dividido en dos partes: en la que aún perduran en su archivo de música.
primera, el autor describe el mundo musical Estenssoro distingue varias etapas en la produc-
limeño y, en la segunda, trata sobre la música ción musical de la catedral y otorga un breve
en su relación con la Iglesia. En la primera parte, comentario a los compositores más importantes
el au tor revisa la imagen de la música en las de la época. Concluye el capítulo con una sección
fuentes escritas; reproduce y comenta los térmi- sobre el villancico como género musical reitera-
nos musicales más usados en la época; poste- tivo y sobre los textos de las cantatas y de los
riormente, como parte de lo que considera mismos villancicos.
"música española", revisa el escrito Jubilos de Quedan algunas observaciones que formular .
Lima (l 755) de Francisco Ruiz Cano, el cual La relación entre música y sociedad, tan explíci-
considera como un primer planteamiento sobre tamente planteada en el título del libro, no es
estética musical en el Perú. Estenssoro sintetiza desarrollada a plenitud. La extrema brevedad e
las principales ideas que Ruiz Cano propone insuficientes datos en el tratamiento de lo que el
sobre las relaciones entre música y poesía, sobre autor llarna "música no española", es decir, de
las diferencias entre la música vocal e instru- los indios y de los negros, estratos fundamen -
mental. Luego describe las interesantes y den- tales de la sociedad colonial, de hecho dificulta
sas polémicas que sobre la ópera y el yaraví la elaboración de tal relación música-sociedad.
sostuvieron autores de la época en publicaciones Debemos señalar, sin embargo, que tal limitación
coloniales de importancia como el Mercurio Pe- se explica más por la inexistencia de fuentes
ruano. El capítulo sobre la música teatral, la primarias sobre estos temas que por una omisión
ópera y la tonadilla (ópera cómica de origen del propio autor.
español) merece el tratamiento más extenso de Por otro lado, hubiera sido muy provechoso
la primera parte del libro, y es el más profusa- para el recién iniciado en el tema que el libro in-
mente documentado . El autor documenta las cluyera un capítulo de balance y evaluación de
actitudes de un público "culto" y de uno "igno- los estudios previos sobre el tema o en caso al-
rante" con respecto a estas expresiones y pro- ternativo, que durante el desarrollo del texto fuera
porciona además una útil periodificación del indicando el estado de la investigación corres-
repertorio musical secular, no sobre la base de pondiente. Esta ausencia es, sin embargo, par-
los estilos musicales, sino en tomo a su difusión cialmente cubierta por la excelente presentación

584 Revi sta Andina, Año 8


escrita por el compositor Enrique lturriaga. El la imagen para facilitar el manejo de ciertas
vacío más importante del libro es, sin embargo, categorías nos puede parecer necesario, pero
la ausencia de un análisis musical de las obras hacer en él una historia de la disciplina no sólo
mismas, sobre la base de un catálogo del estu- a partir de Saussure sino de sus antecedentes en
dio de caso presentado: el archivo musical de la Platón, Aristóteles o Lucrecio, si puede enten-
catedral de Lima. Los comentarios sobre los derse en una tesis, parece excesivo en un libro
autores y sus obras del capítulo final, aunque monográfico. Ignoro en qué medida el propio
interesantes y motivadores, no llegan a compen- primer capítulo dedicado a la escritura colonial
sar esta omisión. desde la perspectiva literaria del siglo XX pueda
A pesar de estas observaciones, la obra de comprometer el análisis de Guamán Poma, salvo
Estenssoro enriquece significativamente esta área que se trate de un deliberado homenaje a lo real
de la historia y de la musicología. Sus logros maravilloso. Si al menos se hubiese mencionado
más resaltantes están en la investigación de pri- las relaciones de la obra literaria de José María
mera mano realizada en archivos, bibliotecas y Arguedas -de quien se dice que recrea "el mundo
repositorios de difícil acceso, pero también en de la arcadia nativa en sus obras" (p. 19) con la
el criterio integral del autor en la presentación Nueva Corónica.
de sus datos . Es clara su intención de presentar Pero vayamos ahora a la forma en que son
un panorama holístico de la música en la colo- tratadas las categorías teóricas presentadas .
nia: la música religiosa, la música de los negros, López-Baralt define la obra de Guamán Poma
indios y criollos y la de las élites urbanas. Cuan- como un "texto cultural". Según ella misma lo
do el autor agregue en una futura y ya anun- presenta, el texto (puede ser no lingüístico)
ciada obra los análisis musicales, los catálogos cultural se identifica porque es reconocido "como
y la reciente información de que ya dispone, tal por la cultura concernida". Es decir que ésta
veremos un nuevo texto que ampliará sustanti- al menos lo preserva. Frente a este aspecto se
vamente nuestra visión de la música en el Perú define el antitexto que una cultura "censura o
durante la colonia. destruye al percibirlo como amenazante para el
R.R.R. sistema establecido" (p. 48), de la misma mane-
ra "como se opone la cultura a la anticultura" (p.
49). Entre los otros "requisitos" que figuran están
LOPEZ-BARALT, Mercedes, Icono y con- "pertenecer a un género o tipo" y "construirse a
quista: Guamán Poma de Ayala. Hiperión, partir de reglas precisas" (p. 48). Con estas carac-
Madrid, 1988, ilus. 483 pp. terísticas, que cualquiera que conozca el texto
de Guamán Poma dudaría si le son aplicables,
Todo es expectativas cuando nos encontra- López-Baralt resuelve en una frase y una nota
mos con un libro de casi quinientas páginas con- cualquier problema. Luego de decir que el género
sagrado a la obra de Guamán Poma, con un de la "crónica de Indias" se inserta como "texto
título sugerente y, sobre todo, confesémoslo cultural" para la "cultura hispana" y "más aún la
aunque su publicación haya sido posterior, des- crónica de Indias Ilustrada", afirma repenti-
pués de la tan estimulante lectura del libro que namente: "Y en el caso de la obra de Guamán
reúne los trabajos sobre el tema de Rolena Poma, además tenemos una síntesis totalizadora
Adorno. Las expectativas se hacen mayores y de la sociedad [ ... ]" (p. 49). ¿Alguien llegó a
uno piensa de alguna manera que van a ser ver las rápidas manos del mago? Antes de pasar
satisfechas cuando revisa el índice, no sólo a la nota, hagámonos nosotros algunas pregun-
sugerente sino que incluye entre sus primeros tas. En primer lugar, ¿cuál es la cultura que re-
capítulos uno teórico, cosa rara en los libros de conoce como "texto cultural'' la obra de Guamán
historia (aunque esperada aunque sólo fuera para Poma" y, por lo tanto, se habría encargado de
iniciar polémicas). preservar y mantener vivo dicho texto? (Hay que
El libro de López-Baralt fue originalmente señalar que un rito es un buen ejemplo de "texto
su tesis de doctorado, lo que se trasluce en la cultural"). ¿Cuál es el contacto de la "cultura
lectura. Se ve obligada, una y otra vez, a reto- concernida" (tendremos que ver cuál es, pero
mar cada tema que trabaja desde sus orígenes y supongamos que aquella a la que pertenecía
algunas veces no, queda clara la pertinencia de Guamán Poma) con el texto para haber podido
esos largos excursos . Por ejemplo, para hablar reconocerlo como tal y haberlo preservado? Si
de Guamán Poma, un capítulo de semiótica de tal cosa existió, no ha quedado ningún testimo-

No. 2, diciembre 1990 585


nio. En segundo lugar, el hecho de que la obra de Santa Cruz Pachacuti sobre la plancha del
de Guamán Poma esté construida de acuerdo a templo Coricancha y en esli;Jdios de otros auto-
"reglas precisas" es algo por demostrar y tam- res, encuentra el siguiente esquema de distribu-
bién lo es el que pueda definirse como penene- ción espacial (las direcciones van indicadas desde
ciente al género de "crónica de Indias ilustrada" el punto de vista del plano de la representación
ya que parece ser no sólo eso. Pero si este género y no del observador): derecha=hanan=mas-
se define por la "cultura hispana" reconozca la culino/izquierda=hurin=fernenino/centro. De
obra de Guamán Poma como texto cultural de la este esquema, sin tener en cuenta que occidente
misma forma que reconoce al Quijote. Bueno, tiene sus propias convenciones, su propia sin-
una nota lo puede todo: taxis, y de su aplicación a las imágenes de
"66. Aunque en su propia época el texto del Guamán Poma tomadas de la iconografía
cronista andino hubiese sido visto como "an- católica, se sirve para hablamos del "esquema
titexto" por subversivo (de aJú que nunca se cosmológico cristiano copiado del modelo del
publicara), desde la perspectiva del siglo XX lo Coricancha" (p. 204). El esquema, si bien puede
reconocemos como pane del corpus de la crónica tener valor para muchas imágenes por su repeti-
de Indias, y hoy nuestra cultura --Occidental e ción (aunque también hay excepciones), me
hispánica- lo preserva" (p. 56). parece que lleva a afirmaciones muy osadas. Es
Realmente todo es posible y da igual ser texto más razonable pensar en la coincidencia entre el
o antitexto, oficial o subversivo, que el autor esquema espacial occidental, más bien jerárquico
sea un hombre andino de los siglos XVI-XVII y moral, y el andino en un caso como Adán y
(y que su obra sólo fuera descubierta este siglo) Eva que una representación andina de la escena
para que su libro sea un "texto cultural" de la (de la que por lo demás habrá que buscar las
cultura "occidental e hispánica". Con ese crite- fuentes visuales). Recordemos que en occidente
rio, son textos culturales para occidente todos es usual representar a Adán a la derecha y a Eva
los monumentos protegidos por la UNESCO y a la izquierda (algunos ejemplos: Masaccio ,
también la muralla china. Luego aparece men- Miguel Angel, Cranach, Masolino, Palma Vec-
cionada la categoría de policulturalidad que sin chio, Tintoretto, Van der Goes) e incluso en los
duda es penineme para hablar de la obra de retratos de matrimonio guardar dicho esquema
Guamán Poma, pero que de ninguna manera (Matsys: "El prestamista y su esposa", Van Eyck:
excluye la dificultad de definición de la Nueva "Los Amolfini"). En el caso de la crucifixión,
coronica como texto cultural, ni el hecho de no se nos da ninguna explicación satisfactoria
que la cultura concernida sea la andina, aunque sobre porqué Guamán Poma no habría aplicado
el género empleado fuer a europeo. el esquema del Coricancha a este motivo .
Otro punto imponante del libro es el referido Sobre el "simbolismo vertical hanan/hurin"
al análisis de las imágenes de la crónica. En este pensarnos que muchos de los ejemplos que se
caso, distingue entre un nivel figurativo (de dan no comprometen un problema de "sintaxis"
oposiciones paradigmáticamente) que impone simbólica, sino sólo uno de representación lite-
una lectura literal y otro simbólico, sintagmático, ral. En los ejemplos de Santiago pisando a un
dado básicamente por la composición y que indio, del conquistador en igual actitud o del
reclama una lectura simbólica. Si bien esta dibujo 236 (un cura pisando a un indio) se trata
distinción puede ser válida, creemos que habría de una representación literal de una escena de
que tener en cuenta algunos elementos figurati- sometimiento y no de una representación sim -
vos que reclaman una lectura simbólica e im- bólica. En alguna convención de cualquier cul-
pondrían una especie de "lectura modal" de las tura conocida se representa a A pisando a B de
imágenes de Guarnán Poma. Me refiero con- alguna otra manera que A arriba y B abajo? La
cretamente al caso trabajado por Rolena Adorno identificación que se hace entre hanan=vencedor/
de la oposición entre interior/exterior en los hurin=vencido es demasiado automática, ya que
dibujos de la crónica que se encuentra en el los españoles son hurin para el mundo andino
nivel figurativo pero que exigen una lectura sean vencedores o no. En último caso, estas esce-
simbólica y no meramente literal. Pero una de nas de conquista representan un pachacuti, una
las claves de la interpretación de las imágenes inversión del mundo. Las imágenes de violencia
de Guarnán Poma se encuentra, para López- que representan a los indios a la derecha no son
Baralt, en lo que ella llama "esquema cosmo- necesariamente subversivas como dice López-
lógico del Coricancha". Basándose en el dibujo Baralt (en el dibujo 208, por ejemplo, esto ade-

586 Revista Andina, Año 8


más no se cumple). Si llevamos su propuesta política internacional (sus mismas nociones
hasta las últimas consecuencias, se podría decir geográficas son desastrosas) [sic], no es impar-
lo siguiente: en las escenas de violencia, de este cial (está apasionadamente de parte de los suyos)
mundo invertido que es el mal gobierno colo- y no tiene cortesía para todos (vocifera e insulta
nial, los indios están en posición hanan; pero a los españoles al denunciar la gestión colonial)".
en las escenas de buen gobierno (el mundo tal (p. 295) ... Al llegar a las conclusiones sobre
como realmente debe ser) los indios se encuen- este punto, ya no sabemos, y tampoco parece
tran en posición hurin, como vencidos frente a importarle a la autora, si la obra pertenece o no
los españoles (dibujos 204, 243, 249 y 252). Lo al gé-nero. Sólo queda claro que existe una
que quiere decir que el lugar hanan de los in- afinidad y lo importante pasa a ser Guamán Poma
dios es transitorio y representa simplemente su como precursor de un género literario europeo
actual estado de rebeldía frente al mal gobierno, (p. 301).
pero cuando todo esté en orden los indios es- No nos quisiéramos extender más con peque-
tarán derrotados y sometidos a los españoles, ños detalles salpicados a lo largo del libro que
vencedores pero justos. De esta manera, cam- habría que discutir o al menos leer con descon-
biarían de signo las imágenes de Guamán Poma. fianza. Sólo queda llamar la atención sobre la
Cuando no hay coherencia sistemática todo se seriedad con que se deben aplicar categorías teó-
puede decir, y con los mismos argumentos. ricas o aplicar un análisis de tipo estructural.
Cuando la autora hace una lectura pluricul- Pese a las sugerencias que puedan haber aquí y
tural del espacio, introduciendo los conceptos allá, se trata ante todo de un libro pretencioso,
de vicios y virtudes occidentales, la lectura es con un disfraz de tecnicismo y arrogancia teórica
más lograda. Sin embargo, sigue contribuyendo que llega a conclusiones (p. 479-483) que se
al "modelo de Coricancha" la estructura espacial parecen demasiado a sus propios puntos de par-
de escenas cristianas, cuando incluso el propio tida o que reiteran su "marco teórico". El propio
cronista en su texto escrito enuncia verbalmente libro se parece a su texto, tal vez inspirándose
la estructura del espacio moral cristiano occi- en los primeros libros sobre América en los que
dental (p. 876 de la crónica en edición Murra- destaca "el abuso de un limitado número de gra-
Adorno ). Por lo demás, pese a que diga que el bados sin guardar una relación de necesidad con
culto católico ocupa posición dominante (p. 388), el texto escrito" (p. 135). Efectivamente, tene-
¿cómo se justifica que esto no ocurra siempre? mos más de 200 ilustraciones a toda página, algu-
(dibujo 247 con crucifijo y altar a la izquierda). nas de ellas no aparecen directamente citadas
Tal vez la respuesta, siempre en el caso de imá- (hay un grabado de 1568 sobre procesamiento
genes que corresponden a modelos y motivos de yuca de las Antillas Menores cuya pertinen-
católicos, sean tan simple como que Guamán cia, aunque confieso no haberme esforzado, no
Poma conoció grabados en los que las imágenes he descubierto). De otro lado, muchos dibujos
estaban invertidas como en un espejo, cosa muy de Guamán Poma aparecen reproducidos dos y
usual en la época. Si hubiese utilizado el sim- tres veces mientras que otros, pese a que están
bolismo espacial occidental (que Guamán Poma mencionados, o no se encuentran o, dada la
conocía como lo explicita) hubiese podido expli- numeración confusa, no son fácilmente ubicables.
carse las escenas de violencia entre españoles J.C.E.F.
que no alcanza a entender: en todas ellas, la víc-
tima está a la derecha frente al asesino (peca-
dor, alentador del orden, por tanto, demoníaco) MACERA, Pablo, selecc. Geografía colonial de
que está a la izquierda (dibujos 163, 164, 166). Arequipa . Tomo I: "Descripciones" (paleog.
López-Baralt vincula la obra de Guamán Miguel PINTO); tomo II: "Rentas Eclesiásticas"
Poma antes que al género de la carta-memorial, (paleog . Rosa BOCCOLINI y Rosario IlME-
al de la literatura "de regimine principium". Para NEZ), Universidad Nacional Mayor de San Mar-
ello ve si las características propuestas por Furió cos, Seminario de Historia Rural Andina, Lima,
Cerio! en 1590 para el consejero real calzan con 1989, V + 226 pp., V + 217 pp., (mimeog.).
Guamán Poma. Y, pese a haber dicho en la pági-
na anterior que el cronista "suma su voz a este Contra toda previsión, dado el contexto de
coro de pensador~ utópicos, que va cuajando aguda crisis que vive la Universidad de San
los cimientos del derecho internacional moderno" Marcos, Pablo Macera sigue dando muestras de
(p. 294), afirma: "Guamán Poma no conoce de que está bien vivo a través de su Seminario de

No. 2, diciembre 1990 587


Historia Rural Andina (SHRA), cuyas publica- pados, a elaborar una encuesta destinada a
ciones ya bordean el centenar y medio. La que conocer en detalle el mon¡p de la producción
hoy comentamos es un nuevo aporte del SHRA agrícola y, a partir de esto, calcular con mayor
a las fuentes para la historia rural arequipeña. exactitud las cifras correspondientes al diezmo
Habría que recordar que el interés de Macera (impuesto en favor del alto clero) y, deduciéndolo
por la geografía colonial se remonta, por lo de éste, el noveno real (una fracción del diezmo
menos, al artículo que publicó en 1964 con destinada a la Real Hacienda). Esto implicaba,
Felipe Márquez Abanto, las "Informaciones como anota Macera, una reorganización del
Geográficas del Perú Colonial" (Revista del sistema de die1..mos (punto que cabe comparar
Archivo Nacional, t. XXVIII), y que incluía, con la serie de Diezmos de Arequipa elaborada
junto a 9 "razones circunstanciadas" elaboradas por Lorenzo Huertas y Nadia Camero para el
por los representantes provinciales del Tribunal SHRA en 1983, que cubre el período 1780-1856),
del Consulado limeño en 1803-5, una impor- y en el caso de Arequipa afectaba a los seis
tante introducción de Macera sobre el estudio partidos (ex corregimientos) que formaban la
de la geografía en la época colonial y sobre la Intendencia (Arequipa, Arica, Cailloma, Camaná,
utilidad del material publicado como fuente para Condesuyos, Moquegua), jurisdicción que coin-
la historia rural . En esta misma línea, las dos cidía con la del Obispado arequipeño .
primeras publicac iones del SHRA -el estudio El 19 de abril de 1787, el Intendente Alva-
de Macera sobre Mapas coloniales de hacien- rez, el Cabildo Eclesiástico y los funcionarios
das cuzqueñas (1968), y la edición de John de la Real Hacienda, emitieron una Provisión
Fisher, Arequipa 1796-1811. Relación de Go- dirigida a los párrocos y a los alcaldes ordina-
bierno del Intendente de Salamanca (1968)- rios de cada pueblo (t. l. doc. 1, p. 1-2). Estos,
aportaban interpretaciones y fuentes para la his- como señala Macera, debían en una primera etapa
toria rural y regional peruana del siglo XYiII. recopilar los datos locales sobre la base del
Veinte años después, y en esta misma línea, siguiente esquema: (a) límites del curato o doctri-
el SHRA publica -siempre a heroico mimeó - na, (b) características geográficas básicas del
grafo- dos cuerpos documentales con un total " paisaje económico agrario y ganadero", (c) re-
de 89 documentos referidos a Arequipa y a su lación de las haciendas, incluyendo propietarios,
entorno rural entre 1787 y 1803 ambos prove- tipo de producción y valor de ésta, y el cálculo
nientes del Archivo del Cabildo Eclesiás tico are- del diezmo correspondiente, (d) información so-
quipeño. Cada grupo de documentos conforma bre tierras de indios, y. (e) relación de contri-
un tomo de esta publicación . Cada tomo está .buyentes. Una vez elaborado el informe, la
precedido por la introducción de Macera, que segunda etapa consisúa en hacer varias copias
contextúa la documentac ión en el marco de las del mismo. Una quedaba en la parroquia, y las
Refom1as Borbónicas efectuadas por Carlos Ill otras se enviaban al Cabildo Eclesiástico que, a
y, en menor medida, por Carlos I Y. La trans- su vez, en una tercera etapa, entregaba una copia
cripción paleográfica ha corrido a cargo de Rosa al Contador Real de la In tendencia quien, en
Boccolini, Rosario Jiménez y Miguel Pinto. una última etapa, iba a elaborar una síntesis
El primer tomo, titulado "Descripciones", está global de los datos. Este mismo procedimiento
compuesto por 36 documentos originados en una es el que debió usarse para los "censos" del siglo
encuesta elaborada por el febril intendente An- XVIIl: la información de las parroquias (bauti -
tonio Alvarez y Jiménez, que gobernó Arequipa zos, matrimonios y defunc iones) y la de los
entre 1785 y 1796, y fue, a decir de John Fisher, padrones de indios trib utarios están en la base
"uno de los más sobresalientes intendentes del de estas síntesis poblacionales . Pero, volviendo
Perú; actuó particularmente en la esfera de la a las encuestas de. diezmos, no en todo el Virrei-
adm inistración pública y realizó una visita pro- nato se actuó con la misma rapidez. Según
vincial famosa" (Fisher 1981, p. 262) . Esta visita Macera, en algunos lugares los informes no
famosa, que el mercedario Víctor Barriga editó habían sido terminados aún en 1795. Sin em-
bajo el útulo de Memorias para la historia de bargo, en Arequipa la celeridad del Intendente
Arequipa (194'1-48, 3 tomos), encuentra su Alvarez hizo que los informes fueran prepara-
complemento con estas "descripciones". Ellas dos en el curso de 1787 aunque, como dice
emanan de una Real Cédula de 23 de agosto de Macera, la información que proporcionan es de
1786, que ordenaba a los Intendentes y a los desigual calidad, pues mientras algunas "des-
miembros del Cabildo Eclesiástico de los Obis- cripciones" son bastante escuetas, otras son

588 Revista Andina, Año 8


verdaderas monografías. Camaná, Arequipa, Moquegua y Arica. Sobre
Macera resalta algunos aspectos de estas estos cultivos se han centrado todos los estudios
"descripciones". Los datos sobre medidas: una referidos al agro colonial arequipeño (Davies,
fanegada (definida como el terreno para sem- Brown, Wibel), dejándose para el olvido a las
brar 1 fanega de maíz o trigo) se dividía en 4 to- comunidades de las zonas altas de Condesuyos,
pos, y cada topo a su vez en 6 eolios. Destaca Cailloma (en la que incursionó Nelson Manri-
igualmente los datos sobre indios forasteros, que que) y parte de Moquegua. Los datos sobre
no pagaban el diezmo y cuya apropiación de contribuyentes en 1787 permiten un acerca-
tierras y aguas afectaba no sólo a los indios miento a la vida local de las comunidades. Llama
originarios, sino incluso a los hacendados, como la atención, por ejemplo, la lista de "españoles"
en el caso de las zonas altas de Tacna (t. I, doc. -es decir, la población blanca- del pueblo de
4, p. 31 ), donde estos belicosos forasteros habían Coporaque cuyos apellidos (Moya, Ati, Maqque,
llegado a apoyar a Túpac Amaru. Por otro lado, Yanque, Condori, Mamani, Condo, Puma) invi-
Macera señala cómo estos informes vienen a tan a pensar en los esquemas de percepción y de
confirmar algunas apreciaciones sobre la histo- autopercepción de la gente en el siglo XVIII. A
ria rural del Perú colonial: la mayor rentabilidad los "descendientes coloniales y republicanos de
de las haciendas de caña (divididas en 2 lotes: las acllas de Coporaque" se refiere Macera en su
uno controlado por el propietario y otro arrenda- introducción.
ble); la existencia de 2 tipos de tierras de indios: Por otro lado, la cobertura de la información
personales (heredables, pagan diezmo) y tribu- es dispar para 1787 y 1802-3. La Intendencia de
tarias (concedidas vitaliciamente por la comu- Arequipa comprendía 60 doctrinas: 11 en el
nidad, pagan diezmo por cultivos españoles como partido de Arequipa, 7 en Camaná, 9 en Con-
el trigo); y la diferencia entre las propiedades de desuyos, 16 en Collaguas o Cailloma, 6 en
los curacas (parcelas pequeñas en unos casos, Moquegua, 7 en Arica y 4 en Tarapacá (partido
casi indistinguibles de las de los otros indios; separado de Arica, pero que en esta publicación
propiedades mayores en otros casos, que eviden- se consideran en conjunto) (Unanue, Guía 1793/
cian una riqueza que los distancia del "común 1985, p. 101-6). Los informes de 1787, como
de indios"). los de 1802-3, están ordenados por partidos,
El segundo tomo, referido a las "Rentas Ecle- alfabéticamente. Del partido de Arequipa sólo
siásticas", se compone de 56 documentos prove- figura una descripción en 1787, pero hay 1O en
nientes de 50 parroquias arequipeñas y corres- 1802-3 (pues hay que descontar el curato de
ponden a los años 1802-1803 . Estos informes Acarí [t. II, doc. 1, p. 1-2] que pertenecía a
se organizan sobre la base del siguiente cuestio- Camaná). De Arica tenemos 6 y 10, respectiva-
nario: (a) primicias, (b) capellanías y buenas me- mente. De Cailloma (o Collaguas) hay 7 y 13.
morias, (e) fiestas, (d) derechos de estola (matri- De Camaná hay 6 para ambas épocas (pues la
monios, velatorios) y (e) propiedades parroquia- descripción de Chala [t. I, doc. 16, p. 92-4) es
les. Aunque la información es tal vez menos ri- de 1803, correspondiendo en realidad al tomo
ca que la del tomo I, abarca más localidades de 11). De Condesuyos hay 8 para las dos épocas (y
la región y permite evaluar la economía de cada se incluye el mapa de la doctrina de Choco en
parroquia. Además, como indica Macera, "la pro- 1787 [t. I, p. 130-131), que sirve de carátula a
pia relación de festividades permitiría de otro la publicación). Y de Moquegua hay 7 y 3,
(lado) confeccionar un cuadro comparativo sobre respectivamente. Este cotejo confirma que la
la mayor o menor incidencia de lo religioso en información de 1802-3 es más amplia en cuanto
la vida cotidiana de las diferentes provincias al número de localidades que incluye (50 cura-
arequipeñas, así como diseñar un tentativo calen- tos), con respecto a la información de 1787 (35
dario religioso de la sierra sur a principio del curatos). Además, vemos que los partidos que
siglo XIX" (p. iv). mayor cobertura reciben en ambos grupos docu-
Además de estas indicaciones, que Macera mentales son los de Condesuyos y Camaná. Sólo
señala en su introducción, quisiéramos referimos en el caso de Moquegua tenemos más cobertura
a dos aspectos de estos materiales. En primer en 1787 que en 1802-3 (incluso habría un cu-
Jugar, Macera no repara en la distinción entre rato más que los 6 que registra la Guía de 1793;
costa y sierra que,_ los informes permiten apre- tal vez sea uno de los 6 pueblos anexos que
ciar. La caña es, en Arequipa, un cultivo coste- figuran en la Guía).
ño, combinándose con la vid en los partidos de Vemos, así, algunas de las posibilidades que

No. 2, diciembre 1990 589


Reseñas

estos documentos brindan. Agradezcamos a la su investigación bajo la forma de un "relato


terquedad del Director de SHRA que nos ha histórico", con lo que evitaba que la imaginación
proporcionado este rico material. Sin embargo, interviniese "más de lo que el asunto requería".
hemos de reservar nuestras maldiciones para el El resultado fue una obra no tan divertida como
encargado del sistema de distribución de las pu- podría haber sido pero sí documentalmente
blicaciones, pues con la filosofía del "canje-de- minuciosa, aspecto este en que -<:orno señala el
publicaciones", las ediciones SHRA no llegan a autor del segundo prólogo- la autora "se acerca
ponerse a la venta ni en la propia dirección del al fanatismo". A decir verdad, lo único que le
Seminario, allá en la cuadra 3 de jirón Andahuay- faltó consignar en su relato fue que la ejecución
las. Así, algún malvado podría pensar en la inu- del Inca fue precipitada por la fallida rebelión
tilidad de una publicación que va a ser tan inacce- india descubierta en Lima en 1666 y el pánico
sible como los documentos originales que repo- que ésta provocó.
san en Arequipa. No es ése nuestro ánimo. Ha- Piossek cumplió satisfactoriamente con la
bría que buscar, más bien, la manera de apoyar meta que se había propuesto. Pero, paradójica-
este solitario esfuerzo editorial que beneficia a mente, su apego al documento y al dato de corte
todos los que nos interesamos por la reconstruc- positivista le impidió realizar un trabajo defmi-
ción del pasado de nuestro país. livo. Nada en su texto escapa a la narración
N.D.F. stricto sensu. Por ejemplo, en ningún momento
se explica cómo y porqué los indios calchaquíes
REFERENCIAS vieron a Pedro como Inca. La óptica de la au-
tora, plenamente occidental, tiende a presentar
FISHER, John. Gobierno y sociedad en el Perú esto como el producto de una suerte de supersti-
colonial: El Régimen de las Intendencias, ción india, se llega incluso a inventar unajust-so
1784-1814, Lima, 1981. story con la cual se responde (parcialmente) a
estas pregun tas.
UNANUE, Hipólito. Guía política, eclesiástica Igualmente insatisfactoria es la imagen que
y militar del Virreinato del Perú. Ed. de da de Bohorquez. Constantemente se menciona
José Durand, Lima, 1985. su carácter diabólico (¿y tal vez también tau-
matúrgico?), la existencia de un familiar o que
PlOSSEK PREBISCH, Teresa. Pedro B0hor- su concubina mestiza era una hechicera. Ello no
que1,, el Inca del Tucumán. 1656-1659, Gráfico obstante, en ningún momento se intenta articu-
Patricios, Buenos Aires, 1983, 108 pp. lar estos elementos para dar cuerpo a la imagen
que los españoles tuvieron de él. Por algunas
Cuesta imaginar otro personaje histórico tan citas o alusiones dispersas se puede inferir que
pintoresco como Pedro Bohorquez. Antes que era considerado un ser demoníaco -en el sentido
algo real, su vida parece salida de las páginas de literal del término- , un tirano y, por ende, como
la picaresca española. Por este motivo, son expresión de un mundo al revés, la inversión del
muchos los autores que como Constantino Bayle orden establecido.
y Ricardo Palma se han ocupado de las hazañas Hay, por último, otra pregunta de importan-
de este bribón. Sin embargo, sólo en 1976, cia aun mayor. ¿Cómo explicar la ola de inquie-
cuando apareció la primera edición de este li- tud que atravesó todo el virreinato peruano du-
bro, se dispuso por fin de una obra perfectamente rante el siglo XVII? ¿Cómo explicar la inquie-
documentada que narrase detalladamente las tud de los calchaquíes en el sur, el tumulto pro-
aventuras del Inca andaluz. De ahí que su ret vocado en Quito por don Alonso Inga, la fallida
aparición, sin otra modificación al parecer que conjura de Lima o la revitalización de las cam -
el añadido de un nuevo prólogo, sea bienvenida pañas de extirpación de idolatrías en las sierras
en extremo. del anobispado limeño? Es innegable que algo
El objetivo de Teresa Piossek Prebisch era pasó, ¿pero qué? Responder a tales interrogan-
muy sencillo: contar las aventuras de Bohorquez tes rebasa evidentemente el marco elegido por
del modo más ameno y exhaustivo posible. Para Piossek, pero resulta indudable que su trabajo
ello recurrió a todas las fuentes que tuvo a su al- será muy útil para quienes busquen hacerlo.
cance, optando por presentar los resultados de J.F.F.E.

590 Revista Andina, Año 8


Julia Rodríguez Tamay
Pilar Zevallos C.

ABRA tacto: los Nahua y la sociedad nacional, pp.


Apartado Postal 86 91-113.
Heredia 3000 Costa Rica
Vol. 8, No. 15, 1988
No. 9-10, 1989 TOURNOU, J.; REATEGUI, U., Enfermedad
CRUZ, Vladimir de la, De las ciencias y medicina entre los Shipibo-Conibo del Alto
sociales y la formación de científicos socia- Ucayali, pp. 9-32.
les en una sociedad en crisis, pp. 165-173.
PIA DRADI, María, Encuesta demográfica
AMAZONIA PERUANA femenina e infantil, efectuada en cinco co-
CAAAP, Apartado 14-0166 munidades Chayahuita del distrito de Cahua-
Lima 14, Perú panas en los años 1984-1985, pp. 33-60.

Vol. 8, No. 14, 1987 MYERS, Thomas, El efecto de las pestes


ROSENGREN, Dan, Concepciones de tra- sobre las poblaciones de la Amazonia Alta,
bajo y relaciones sociales en el uso de la pp. 61-82.
tierra entre los Machiguenga del Alto
Urubamba, pp. 39-59. El Piri-piri y su significado en el Shamanismo
Secoya, pp. 83-98.
WAL TER, Charles, El uso oficial de la selva
en el Perú Rept4;/icano, pp. 61-89. DOBKIN DE RIOS, Mariana, Curación ur-
bana amazónica: ¿ Concordancia o discre·
ZARZAR, Alonso, Radiografía de un con- pancia doctrinal?, pp. 99-1 06

No. 2, diciembre 1990 591


Revista de revistas

Vol. 8, No. 16, 1988 Catorce años de educación bilingüe en la


RENARD CASEVITZ, F.M.; DOLLFUS, O., Amazonía: análisis y p,:~spectiva, pp. 53-
Geografía de algunos mitos y creencias. 66.
Espacios simbólicos y realidades geográfi-
cas de los Machiguenga del Alto Urubamba, GUALLART, José María, Un proyecto de
pp. 7-42. educación bilingüe bicultural en el alto Ma-
rañon, pp. 67-80.
TOURNON, Jacques, Las inundaciones y
los patrones de ocupación de las orillas del HEISE, María, El proyecto de educación
Ucayali por los Shipibo-Conibo, pp. 43-68. bilingüe bicultural para los Asháninka del
río Tambo, pp. 81-90.
ALDAZABAL, Verónica Beatriz, La identifi-
cación de los mocetene a través de las fuen- BEDOYA, Roberto ; TAVARES, Daniel;
tes, pp. 69-78. AGUILERA, Rosa ; GRANDES , Teodulio ;
RUIZ, Agustín ; PASHANASTE, Zenón, El
ZELENY, Mnislav, Contribución al cono- prowama de formación de profesores
cimiento de la lengua Kofán, pp. 79- 1OO. ind1genas de la Universidad Nacional de la
Amazonía Peruana, pp. 91 -102.
SHAPIRO, Judith, Ideologías de la prática
misionera católica en la era postcolonia/, TRAPNELL, Lucy, El programa de educa-
pp. 101-118. ción bilingües de la Amazonía peruana, pp.
103-116.
Vol. 9, No. 17, 1989
BALLON AGUIRRE , Enrique, La Identidad ZUÑIGA, Madeleine, El programa de educa-
lingüística y cultural peruana: bilingüismo y ción bilingüe intercultural de la Universidad
diglosia, pp. 33-60. de San Marcos en Ayacucho, pp. 117-126.

FUENTES, Aldo, Historia y etnicidad en la LOPEZ, Luis Enrique, Educación bilingüe


Amazonía peruana: el caso de los Chaya- en Puno: lo hecho y lo por hacer, pp. 127-
huita, pp. 61-78. 144..

PUGA CAPELLI, Alvaro, ¿Es posible defi- AMERICA INDIGENA


nir las fronteras étnicas?. El caso de los Instituto Indigenista Interamericano
quechua /amistas del departamento de San Insurgentes Sur, No. 1690, Colonia Florida,
Martín, pp. 79-96. México 01030,D.F. México

CARDENAS TIMOTEO, Clara, Aproxima- Vol 49, No. 4, 1989


ciones al estudio del autoconcepto y la LAPLANTINE, Francois, Medicinas tradicio-
identidad social en grupos étnicos de la nales y medicina oficial en el Brasil contem-
Amazonía peruana, pp. 97-116. poráneo. Doble perspectiva: antropología
médica y antropología religiosa, pp. 665-
Vol. 9, No. 18, 1989 674.
POZZI ESCOT, Inés, La Discriminación étni-
co cultural en la escuela peruana, pp. 9-28. DELGADO SUMAR, Hugo, La medicina
tradicional y casera en Ayacucho, pp. 683-
VILLAVICENCIO, Mártha, Educación bilin- 702.
güe en el Perú, pp. 29-38.
ANTROPOLOGIA
TRUDELL, Bárbara, El Instituto Lingüístico Revista de Antropología
de Verano y la educación bilingüe en el CC369-SUC.25(8) (1425)-Buenos Aires
Perú: una perspectiva, pp. 39-52. Argentina

ASHANGA JOTA, Gabriel; VERA, Rosa E.; Año 5, No. 9, 1990


SAN ROMAN, Gloria; TUSHUPE, Lucas, SARASAS, Alicia M., Milenarismo y utopía,

592 Revista Andina, Año 8


pp. 6-12. Países Bajos

KUSCH, María Florencia, El concepto de No. 48, 1990


humanidad en la alfarería prehispánica del LENTEN, Roelie, Mujeres y comedores en
Noroeste argentino, pp. 13-20. Arequipa, Perú, organizándose y reorgani-
zando su trabajo, pp. 45-62
SLAVSKY, Farrell; CALCUMIL, Racedo , A
500 años de la conquista de América, pp. BOLETIN DE LIMA
21-34 Editorial Los Pinos E.I.R.L.
Calle G 130, Los Jazmines, Surco, Lima,
ANUARIOS DE ESTUDIOS AMERICANOS Perú
(SUPLEMENTO) Apartado 18-1027, Lima, Perú
bcuela de Estudios Hispanoaméricanos
Alfonso XII, 16. 41002 Sevilla, España Año 12, No. 69, 1990
RAVINES, Rogger, Gobernantes del Perú:
Vol. 46, No.1, 1989 1821-1900 (primera parte), pp. 5-18.
TARDIEU, Jean Pierre, Un proyecto de libe-
ralización de la trata de los negros hacia WUST, Walter; VALQUI, Thomas , GUILLEN,
las Indias Occidentales (1778), pp. 59-89. Carlos, Aves registradas en Jenaro Herrera,
/quitos, pp. 23-26.
LARIN, E., El Centro de las Investigaciones
de la historia latinoamericana de la URSS, JAKOB SIBER, Hans, Sacaco: primer mu-
pp. 183-185. seo paleontológico del Perú, pp. 27-32.

ARTESANIAS DE AMERICA VIVAR G., Ronald ; LARREA C., Hernani;


Centro Interamericano de Artesanías y Ar- HUAMAN H., Humberto, Un gasterópodo de
tes Populares, CIDAP la familia Thiaridae en el Perú, pp. 33-34.
Apartado 557 Cuenca, Ecuador
RIVADENEIRA GIURIA, Víctor; KROPF,
No. 31-32, 1990 Diana, Dos nuevas especies de gasteró-
BETANCUR, Gabriel, La Comunidad ibero- podos marinos del Perú, pp. 35-38.
americna, pp. 23-36.
LARREA C., Hernán ; OVIEDO C., María
ARCINIEGAS, Germán, El encuentro de dos Luisa ; HUAMAN H., Pedro ; VIVAR G.,
culturas, pp. 37-44. Ronald; PACHAS, Liliám , Gasterópodos
dulceacuícolas del departamento de Lima y
CHAVEZ, Alvaro, La Investigación de la su importancia médica, pp. 39-42.
cultura popular, pp. 45-50.
ROJAS A YALA, Hugo, Recursos pesqueros
LOPEZ DE LA ROCHE, Favio, Educación, de la Convención, Cusca, pp. 57-64.
cultura y educación, 51-60.
LEE, Vincent R., La Construcción de Sac-
BUENAVENTURA, Nicolas, Presencia de sayhuamán, Cusco, pp. 73-90.
las artesanías, pp. 61-68.
Año 12, No. 70, 1990
MALO GONZALEZ, Claudia, Cultura, arte RAVINES, Roger, Gobernantes del Perú:
popular y artesanías en la sociedad con- 1821 -1900 (Segunda parte), pp. 7-18.
temporánea, pp. 111-130
CARRILLO DE ESPINOZA, Nelly, Nombres
BOLETIN DE ESTUDIOS LATINOAMERI- populares de los reptiles del Perú, pp. 23-
CANOS Y DEL CARIBE 28.
Centro de Estudios y Documentación Lati -
noamericanos (GEDLA) en Amsterdam RAVINES, Rogger, La tiradera, propulsor o
Keizersgracht 395-397 1O16 EK Amsterdam, estólica del antiguo Perú, pp. 29-34.

No. 2, diciembre 1990 593


Revista de revistas

MOTIA ZAMALLOA, Edrnundo, Agua y //aguas de los siglos XVI y XVII: organización
conflictos en el valle de Caplína (Tacna), social y tenencia de riere.as, pp. 241-268.
siglos XVI-X/X, pp. 37-48.
ESPINOZA FERNANDEZ DE CORDOBA,
AGUILAR F., Pedro G., Sinopsis sobre los C.A., The fabrication of Andean particu-
eventos del fenómeno "El niño", en el Perú, larism, pp 269-298.
pp. 69-84.
PIEL, J., Région et Nation en Amérique
RAMIREZ A., Pedro, Distribución de los Latine: le cas du "Norte· argentin (Tucuman,
cetáceos mayores después del fenómeno Salta, Jujuy) de 1778 a 1914, pp. 299-350.
"El niño" 1982-193, pp. 85-90.
Tomo 19 No. 1, 1990
Año 12, No. 71, 1990 ROZENBERG, Catherine; PICON, Maurice,
RAVINES, Rogar, Gobernantes del Perú: Circulation, échange et production de poter-
1821-1900 (tercera parte), pp. 7-18. ies dans les Andes Centrales au deuxiéme
millenaire Av. J.C., pp. 1-14.
RAVINES, Rogar, Agujas preshispánicas,
pp. 23-28. ROZENBERG, Catherine; PICON, Maurice,
La production céramique dans la val/ée de
ANDERS, Martha, Maymi: modelo de inter- Tantamayo (Pérou) durant les périodes tardi-
acción serrano-costeña en los Andes Cen- ves: un exemple de spécialisation artisanale,
trales durante el horizonte medio, pp. 29- pp. 15-23.
32.
LAVALLEE, Daniele, La domestication ani-
Año 12, No. 72, 1990 ma/e en Amérique du sud. Le point des con-
RAVINES, Rogger, Gobernantes del Perú: naissances, pp. 15-44.
1821-1900 (cuarta parte), pp. 5-20.
BOURGET, Steve, Des tubercules pour la
ANDERS, Martha, Estructura y función en mort. Analyses préliminares des relations
el sitio planificado de Azángaro: notas de entre l'ordre naturel et l'ordre culture/ dans
advertencia para el modelo de Wari como /'iconographie mochica, pp. 45-85.
estado secular centralizado, pp. 55-95.
HOCQUENGHEM, Anne Marie, Cambios en
BOLETIN DEL INSTITUTO FRANCES DE el sistema de producción de la sierra piura-
ESTUDIOS ANDINOS na. Siglos XV y XVI, pp. 87-101.
Casilla 18-1217, Lima 18, Perú
FERNANDEZ VILLEGAS, Oswaldo, La
Tomo 18, No.2, 1989 huaca narihuala: un documento para la
GUFFROY, J .; KAULICKE, P.; MAKOWSKI, etnohistoria de la Costa Norte del Perú, pp.
K., La prehistoria del departamento de Piura: 103-127.
estado de los conocimientos y problemática,
pp. 117-142. RIZO PATRON, Paul, La nobleza de Lima
en tiempos de los barbones, pp. 129-163.
ORTLIEB, L.; MACHARE , J., Evolución
climática al final del cuaternario en las HUBER, Ludwig; APEL, Karin, Comunidades
regiones costeras del Norte peruano: breve y rondas campesinas en Piura, pp. 165-182.
reseña, pp 143-160.
LYEVRE, Philippe, Les guitarrillas du Nord
GUFFROY, J .; HIGUERAS, A.; GALDOS, du departement de Potosi (Bolivie): mor-
R., Construcciones y cementarios_del perío- phologie, utilisation et symbolique, pp. 183-
do intermedio tardío en el Cerro Nañañique 213.
(departamento de Piura), pp. 209-240.
FASSIN, Didier, El aborto en el Ecuador
BENAVIDES, M.A., Las visitas a Yanqueco- (1964-1988) propuesta para una lectura de

594 Revista Andina, Año 8


las estadísticas hospitalarias, pp. 215-231. FAUDRY, Daniel, Eau et assainissement:
bilan technique et social, pp. 41-54.
BOLETIN DEL MEDIO AMBIENTE Y
URBANIZACION COMERCIO EXTERIOR
Instituto Internacional de Medio Ambiente y Banco Nacional de Comercio Exterior
Desarrollo-llED-América Latina Cerrarda de malintzin 28, Colonia del
Corrientes 2835, 6 "b" Carmen, Coyoacán, 04100
Cpo. A (1193) México D.F., México
Buenos Aires, Argentina
Vol. 40, No. 7, 1990
Año 8, No. 31, 1990 MATEO VENTURINI, Fernando de, El co-
HARDOY, Jorge; SATIERTHWAITE, David, mercio internacional de seNicios y los países
¿Es éste un problema mundial que no es en desarrollo, pp. 595-609.
tomado en cuenta, pp. 3-12.
PEÑALOZA WEBB, Tomás, Promesas y
TOMIC J., Tonci, Situación, tendencias y realidades de la integración económica lati-
efectos de la deforestación, pp. 3-12. noamericana, pp. 610-617.

MONTENEGRO, A.A., Tráfico de residuos BENDESKY, León; SANCHEZ, Fernando,


riesgosos y radiactivos en América Latina, Procesos de integración en América Latina:
pp. 120-141 . mecanismos y obstáculos, pp. 618-626.

Año 9, No. 32, 1990 IGLESIAS, Enrique V., El Banco Interameri-


BOMBAROLO, Félix; STEIN, Alfredo, Las cano de Desarrollo en la próxima década,
ONGs: su rol en la problemática habitacional pp. 627-636.
y en el desarrollo social de América Latina,
pp 3-20. Vol. 40, No. 8, 1990
ROSALES, Osvaldo, Competitividad, pro-
ORTIZ FLORES, Enrique, Retos y persp"ec- ductividad e inserción externa de America
tivas de los Centros de Apoyo (ONGs) frente Latina, pp. 711-723.
a los procesos de vivienda y poblamiento
en América Latina, pp. 78-86. BEKERMAN, Marta, La coordinación de las
políticas económicas y la integración de
Año 9, No. 33, 1990 América Latina, pp. 734-738.
YURJECIV, Andrés, El desafío institucional
de las ONGS, pp, 17-22. TAVARES DE ARAUJO, José, Integración
económica en América del Norte y el Cono
LOBETO, Claudia, Movimientos sociales Sur, pp. 739-744.
urbanos: el surgimiento de una comisión
barrial, pp. 23-30. Vol 40, No. 1O, 1990
JIMENEZ VELAZOUEZ, Mercede, La Fun-
CAHIERS DES AMERIQUES LATINES dación Rockefeller y la investigación agrícola
Centre National de la Recherche en América Latina, pp. 968-975.
Scientifique
28, rue Saint-Guillaume-75007 Vol. 40, No.12, 1990
París, Francia SOLLEIRO, José Luis; ARRIAGA, Elena,
Patentes de biotecnología: amenazas y
No. 8, 1989 opciones para América Latina, pp. 1160-
Schneier, Graciela, Repens er /'urbain, pp. 1170.
29-32.
MUNCH , Siegfried, Consecuencias socio-
COSIO, María Eugenia, Panorama démo- económicas del progreso tecnológico en la
a
. graphique la fin du XX siécle, pp. 33-40. agricultura de los países en desarrollo, pp.

No. 2, diciembre 1990 595


Revista de revistas

1171-1177 Vol. 28, No. 1, 1987


CALDWELL, John; C,ALDWELL, Pat;
CRISTIANISMO Y SOCIEDAD CALDWELL, Bruce, Anthropology and de-
Acción Social Ecuménica Latinoamericana mography, pp. 25-44.
Apdo. Postal 20-656, México 01000 D.F.,
México Vol. 28 No. 2, 1987
HAMMEL, A.; HOWELL, Nancy, Research
Año 28, No . 2, 1990 in population and cu/turean evolutionary
KOKOSALAKIS, Nikos, Orientaciones cam- farmework, pp. 141 -160.
biantes en sociología de la religión, pp. 41-
50. KEESING, Roger M., Anthropology as in-
terpretive quest, pp. 161-176.
LAZARTE, Rolando, Detrás de las paredes:
el hombre en la sociología, pp. 79-91. Vol. 28, No. 3, 1987
STRATHERN, Marilyn, Out of context: the
Año 28, No .3, 1990 persuasive fictions of anthropology, pp. 251-
SANTAMARIA, Daniel J., Pentecostalismo 282.
e identidad étnica, pp. 7-14.
LEONE, Mark P.; POTTER, Parker B.;
Año 28, No. 4, 1990 SHACKEL, Paul, Toward a critica/ archae-
MARZAL, Manuel M., Catolicismo y plura- ology, pp. 283-302.
lismo en el Perú contemporáneo, pp. 9-22.
Vol. 28, No .4, 1987
SANCHEZ PAREDES, José, Los carismáti- GUILLET, David, Terracing and irrigation in
cos y la política en una parroquia popular the peruvian highlands, pp. 409-430.
de Lima, pp. 23-42.
EARLE, Timoth; PREUCEL, Robert W., Pro-
CORTAZAR VELARDE, Juan Carlos, Igle- cessual archaeology and the radical critique,
sia católica, estado y movimientos popu- pp. 501-538.
lares en el Perú, su expresión pública ecle-
sial (1969-1986), pp. 43-58. Vol. 28, No. 5, 1987
GREENBER, Joseph H., Language in the
KAMSTEEG, Frans, Lideres y laicos entre Americas, pp. 647-668.
los grupos pentecostales de Arequipa, Perú,
pp. 59-76. Vol. 29, No. 1, 1988
TESTART, Alain, Sorne major problems in
CONDOS, Phoebec, Los sueños de los Is- the social anthropology of hunter-gatherers,
raelitas, pp. 77-90. pp 1-31 .
REGAN, Jaime, La iglesia cruzada: mesian- Vol. 29, No. 2, 1988
ismo entre los Jupi de la Amazonía perua- LEWIS-WILLIAMS, J.D.; DOWSON, T.A.,
na, pp. 91-102. The signs of al/ times : entoptic phenomena
in upper palaeolithic art, pp. 201-246.
VEGA CENTENO, lmelda, Aprismo popu-
lar: una religion política, pp. 103-114. Vol. 29, No. 5, 1988
BARKER, Graeme; CHANG, Claudia, On the
ANSION, Juan, Sendero luminoso: la polí- origins of milk and woo/d production in the
tica como religión, pp. 115-129. old world, pp. 743-748.

CURRENT ANTHROPOLOGY Vol. 30, No. 3, 1989


The University of Chicago Press GUDEMAN, Stephen ; RIVERA, Alberto,
Journal Division, P.O. Box 37005 Colombian conversations: the strength of the
Chicago, lllinois 60637, U.S.A. earth, pp. 267-282.

596 Revista Andina, Año 8


Vol. 30, No. 5, 1989 TAVERA COLUGNA, José, La Liberación
ROTH, Paul, Ethnography without tears, pp. de aranceles y sus efectos sobre la produc-
555-570. ción, el empleo y las importaciones de corto
plazo, pp. 49-68.
VOL. 31, No.1, 1990
BATEMAN , Richard ; GODDARD, lves ; TWOMEY, Michael, La crisis de la deuda y
O'GRADY, Richard, Speaking of forked la agricultura latinoamericana, pp. 69-99.
tongues, pp. 1-24.
MORRISON , Andrew R., Los Efectos de la
SIEFF, Daniela, Explaining biased sex ra- migracion interna en el producto y el bien-
tios in human populations: a critique of estar social: un estudio de caso en el Perú
recent studies, pp. 25-48. con el enfoque de la función de producción
estocástica de frontera, pp. 1O1-136.
CARRITHERS, Michael, Is anthropology art
or science, pp. 263-282, GOOTENBERG, Paul, Niveles de precios
en Lima del siglo diecinueve: algunos datos
ECOLOGIA EN BOLIVIA e interpretaciones, pp. 137-208.
Revista del Instituto de Ecolog ía
Casilla 20127, La Paz, Bolivia ECUADOR DEBATE
Centro Andino de Acción Popular-CAAP
No. 14, 1989 Apartado Aéreo 173-8 Quito, Ecuador
SIVILA DE CARY, RUTH, Caracterización
y preselección de CEPAS nativas de No. 20, 1990
Rhizobium Lupini para inoculación en tarhui, RIVERA VELEZ, Fredy, Las ciencias socia-
pp. 1-12. les y el agro ecuatoriano: una visión retros-
pectiva, pp. 9-22.
FISEL, Ursula, Huaraco: una comunidad
campesina en el altiplano central de Bo- ZEVALLOS, José Vicente, Reforma agraria
livia. ObseNaciones sobre plantas, tierra y y cambio estructural: Ecuador desde 1964,
vida de la gente, pp. 35-72. pp. 23-68.

No. 15, 1990 THURNER, Mark, Disolución de la hacienda,


SALAZAR B., Jorge; ANDERSON , Sydney, luchas campesinas y mercado de tierras en
Informe sobre el estado actual del conoci- la Sierra Central del Ecuador (Canton Coita,
miento del oso andino en Bolivia, pp. 3-23. provincia de Chimborazo), pp. 69-146.

LEWIS, Marko; TAPIA, Cristina, Historia HANEY, Emil B.; HANEY, Waya, La Tran-
natural de Choquetanga. l. Exploraciones sición agraria en la Sierra del Ecuador. Del
geográficas y arqueológicas en las serra- semifeudalismo al capitalismo en Chimbo-
nías de Lulini y Choquecamiri, pp. 25-55. razo, pp. 147-182.

ROCHA O., Ornar, Lista preliminar de aves FORSTER, Nancy R., La Adquisición de
de la reseNa de la biosfera "Estación bio- tierra por dos generaciones de comuneros
lógica Beni'; pp. 57-68. en la comunidad minifundista Santa Lucia
Arriba, Tungurahua, pp. 183-212.
ECONOMIA CORONEL FEIJOO, Rosario, Gualaceo: mi-
Pontificia Universidad Católica del Perú nifundio y transferencias de tierras en 58
Apartado 1761 , Lima, Perú años de vida Cantonal (1930-1988), pp. 213-
255.
Vol. 12, No. 24, 1989
VEGA CENTENO, Máximo, Inversiones y No. 21, 1990
cambio técnico ",en el crecimiento de la SANCHEZ PARGA, José, ¿Es refundable
economía peruana, pp. 9-48. la izquierda nacional, pp. 48-51 .

No. 2, diciembre 1990 597


Revista de revistas

BONILLA, Adrián, La izquierda ecuatoriana pp. 3-32.


en los últimos 30 años: dificil tarea de re- \

dención, pp. 52-63. VALDA MARTINEZ, Edgar ' Armando, La


falsificación de monedas en el Potosi re-
RIVERA, Fredy, El agro ecuatoriano visto publicano, 1843-1879, pp. 33-46.
por las ciencias sociales: 1975-1980, pp.96-
106. ROCA, José Luis, El Alto Perú asediado
desde Cuzco, Buenos Aires y Lima (1814-
FOLKLORE AMERICANO 1815), pp. 47-68.
Instituto Panamericano de Geografía e
Historia LANGER, Erick D., Espacios coloniales y
Apartado Postal 18879, México D.F., México economías nacionales: Bolivia y el Norte
Argentino (1810-1930), pp. 69-94.
No. 48, 1989
LLANOS MURILLO, José, Expresiones LOPEZ BELTRAN, Clara, La Com~ñia de
musicales en el departamento de la Paz, Jesús y la minería potosina del siglo XVII,
Bolivia, pp. 21-28. pp. 95-104.

JARAMILLO CISNEROS, Hernán, La téc- GISBERT, Teresa, Pachacamac y los dio-


nica del lkat en los tejidos de lmbabura, ses del Col/ao, pp. 105-122.
Ecuador. Un aporte para su conocimiento,
pp. 29-50. URIOSTE, Marcelo de, El acopio documen-
tal en Gabriel Rene Moreno, pp. 123-134.
CUEVAS MOLINA, Rafael, Notas sobre la
idea de América Latina y su cultura popu- POPPE, Hugo, Gonzalo Pizarra fundó La
lar, pp. 113-122. Plata en 1538, pp. 139-142.
HIDALGO ALZAMORA, Laura, Aplicación MENDOZA, Gunnar, La Villa de Plata fue
de la morfología de Propp al análisis de un fundada el 16 de Abril de 1540, por el
cuento folklórico ecuatoriano, pp. 135-146. Capitán Pedro Anzures, pp. 143-150.

No .49, 1990 BALLESTEROS GAIBROIS, Manuel, Potosi,


RODRIGUEZ ROUANET, Francisco, Cultura cerro símbolo de América, pp. 151-156.
popular, identidad y capacitación artesanal,
pp. 41-50. ABECIA BALDIVIESO, Valentín, La comuni-
dad iberoamericana de naciones, pp. 157-
HISPANIC AMERICAN HISTORICAL 168.
REVIEW
Duke University. Box 6697, College Station, HISTORICA
Durham, North Pontificia Universidad Católica del Perú
Carolina 27708, USA. Apartado 1761, Lima, Perú

Vol. 70, No. 3, 1990 Vol. 14, No. 1, 1990


CICCARELLI, Orazio, Fascism and politics DURAND, José, Garcilaso Inca, decir ver-
in Peru during the Benavides regime, 1933- dad, pp. 1-25.
39: the ltalian perspective, pp. 405-432.
GLAVE, Luis Miguel, Sociedad campesina
HISTORIA Y CULTURA y violencia rural en el escenario de la gran
Sociedad Boliviana de Historia rebelión indígena de 1780, pp. 27-68.
Casilla 4458, La Paz, Bolivia
GUIBOVICH PEREZ, Pedro, Los Libros del
No. 17, 1990 curaca de Tacna, pp. 69-84.
GARCIA RECIO, José, Esfuerzos cruceños
en la conquista de Moxos (siglo XVI-XVII), HAMPE MARTINEZ, Teodoro, Sobre tie-

598 Revista Andina, Año 8


rras y riego en el Valle de la Magdalena a Beaver Falls, PA 15010-3599, U.S.A.
fines del siglo XVII, pp.85-92.
Vol. 5, No. 2, 1989
ROWE , John H., Machu Picchu a la luz de AGERKOP, Terry, Sorne remarks on Amer-
documentos de siglo XVI, pp. 139-154. indian songstyle, pp. 31-42.
JOURNAL OF INTERAMERICAN STUDIES LATIN AMERICAN RESEARCH REVIEW
lnstitute of lnteramerican Studies University of New Mexico
P.O. Box 248134, Coral Gables, FL 33124, Albuquerque NM 87131, U.S.A.
U.S.A.
Vol. 25, No. 3, 1989
Vol. 32, No. 2, 1990 JOSEPH, Gilbert M., On the trail of Latin
THOUMI, Francisco E., The Hidden logic of American bandits: a reexamination of peas-
"irrational" economic policies in Ecuador, pp. ant resistance, pp. 7-54.
43-68.
PHILLIPS, Lynne, Rural women in Latin
JOURNAL OF LA 11N AMERICAN America: directions for future research, pp.
STUDIES 89-108.
lnstitute of Latin American Studies
31 Tavistock Square, London WC1 H9HA, MARGENES
Inglaterra Sur Casa de Estudios del Socialismo
Apartado 14-0098. Lima, Perú
Vol. 22, No. 1, 1990
STALLINGS, Barbara, The reluctant giant: Año 3, No. 5-6 1989
Japan and the Latin American debt crisis, PORTOCARRERO, Gonzalo, La realidad de
pp. 1-30. los deseos, pp. 11-62.
OCAMPO, José Antonio, New economic ESCAJADILLO, Tomás, Hildebrando Pérez
thinking in Latin America, pp. 169-182. Huarancca, pp. 86-91 .

Vol. 22, No. 2, 1990 SAID, Edward, Identidad y violencia, pp. 99-
CONTRERAS, Manuel, Debts, taxes, and 120.
war: the political economy of Bolivia, 1920-
1935, pp. 265-288. FLORES GALINDO, Alberto, Demonios y
degolladores: el discurso de los colonizados,
GRUGEL, Jean ; QUIJADA, Monica, Chile, pp. 121-136.
Spain and Latin America: the right of Asy-
lum at the onset of the second world war, MANRIQUE, Nelson, La década de la vio-
pp. 353-374. lencia, pp. 137-182.

Vol. 22, No. 3, 1990 CACERES, Eduardo, Violencia y nuevo po·


CONAGHAN, Catherine ; ESPINAL, Rosario, der, pp. 183-185.
Unlikely transitions to uncertain regimes?
democracy without compromise in the Do- DEGREGORI, Carlos lván, Comentarios a
minican Republic and Ecuador, pp. 553-57 4. "La década de la violencia ", pp. 186-189.

RADCLIFFE, Sarah A., Marking the bou- MONTOYA, Rodrigo , El presente y el fu-
daries between the community, the state turo, pp. 190-192.
and history in the Andes, pp. 575-594.
RODRIGUEZ RABANAL, César, El retorno
LATIN AMERICAN INDIAN LITERATURES de lo reprimido, pp. 193-194.
JOURNAL ,.
Department of Fdreign Languages , Geneva NUEVA SOCIEDAD
College Apartado 61712, Caracas 1060-A,

No. 2, diciembre 1990 599


Revista de revistas

Venezuela PEASANT STUDIES


Departament of History ,,
No. 107, 1990 211 Carlson Hall, University of Utah, Salt
MERCADO JARRIN, Edgardo, Seguridad y Lake City, Utah 84112, U.S.A
ecología: reformulación de un concepto, pp.
21-26. Vol. 16, No. 3, 1989
FREITAG, Sandria B., Popular culture in the
FUENZALIDA, Valerio, Televisión para el rewriting of history: an essay in compara-
desarrollo. Nuevos significados; fin de los tive history and historiography, pp. 169-198.
mitos, pp. 46-54.
Vol. 17, No. 1, 1989
BRUNNER, José Joaquín, Universidad, so- GILL, Lesley. Peasant protest and cultural
ciedad y estado en los 90, pp. 70-76. transformat,on in Soutern Bolivia, pp. 55-
60.
FALS BORDA, Orlando, El Tercer Mundo y
la reorientación de las ciencias contem- PENSAMIENTO IBEROAMERICANO
poráneas, pp. 83-91 . Instituto de Cooperación Iberoamericana
Avenida de los Reyes Catól icos, 4.28040,
VILAS, Carlos M., Sobre cierta interpretación Madrid, España
de la intelectualidad latinoamericna, pp. 121-
130. No. 17, 1990
BECKEL, Jorge, Cooperación técnica indus-
HINKELARMMERT, Franz, La Libertad aca- trial en el ámbito empresarial latinoameri-
démica bajo control en América Latina, pp. cano, pp. 315-324.
131-137.
PROBLEMES D' AMERIOUE LATINE
ÑAWPA PACHA 124, rue Henri Barbusse-93308, Aubervilli-
Instituto de Estudios Andinos ers Cedex, Paris, Francia
Berkeley, California, U.S.A.

No. 24, 1986 No. 96, 1990


FRANOUEMONT, Edward M., The ancient VAN KLAVEREN , Alberto , L 'Europe oc-
pottery from Pucara, Perú, pp. 1-30. cidentale et /'Amérique Latine, pp. 23-36.

CARMICHAEL, Patrick H., Nasca pottery SUAREZ, Alfredo , Géographie de l'endette-


construction, pp. 31 -48. ment et stratégie des banques en Amérique
Latine, pp. 37-60.
LEE, Vincent R., The building of Sacsahua-
man, pp. 49-60. CHAUMEIL, Jean Pierre , Les nouveaux
chefs. Pratiques politiques et organisations
ENGELSTAD, Halen, A group of grave indigénes en Amazonie péruvienne, pp. 93-
tablets and shirt fragments from 114.
Pachacamac, pp. 61-72.
GROS, Christian, Colombie: nouvel/e poli-
OULTER, Jeffrey, Cerro de Media Luna; an tique indigéniste et organisations indiennes,
early interm ediate period site in the Chillon pp. 115-134.
va/ley, Peru, pp. 73-98.
No. 97, 1990
MALPASS, Michael, The Paijan occupation FLORES, Heriberto, Pérou : de la fuite en
of the Casma va/ley, Perú, pp. 99-11 O. avant 'a la marche vers /'ab ime?, pp. 3-26.

ATHENS , J. Stephen, The site of Pumpuen- LAUSENT HERRERA, lsabelle, Le parcours


stsa and the Pastaza phase in southeast- difficile de la communauté japonaise du
ern lowland Ecuador, pp. 111-124. Pérou, pp. 27-50.

600 Revista Andina, Año 8


No. 98, 1990 LEMA, Humberto, Taller de terminologfa
ROLLINAT, Robert, Evolution des structures básica de matemática en quichua para la
bancaires et crises financiéres en Améri- educación intercultural bilingüe. CONAIE-
que latine: /'exemple colombien, pp. 95-112. PEBI, pp. 17-20.

PUEBLOS INDIGENAS Y EDUCACION MOYA, Alba, Historia y cultura andina: efec-


Casilla 8513, Quito-Ecuador tos de las reformas borbónicas en la Real
Audiencia de Quito, pp. 61-76.
No. 13, 1990
CERON SOLARTE, Benhur; CALVACHE EQUIPO DE LENGUA MATERNA QUI-
D., Rocío, Condiciones sociales en que se CHUA-EBI, Taller de semántica quichua, pp.
desarrollo la lenfl_ua indígena de los Awa- 77-82.
cauiquer (awa plt}, pp. 7-52.
RELACIONES
DURAN, Teresa; RAMOS, Nelly, Problemati- El Colegio de Michoacán
cidad del proceso de enseñanza aprendi- Martínez de Navarrete No. 505, Esq. con
zaje de una lengua oprimida. El caso del Av. del Arbol 59690
mapudungun de los mapuches de Chile, pp. Zamora, México
77-106.
Vol. 11, No. 41, 1990
No. 14, 1990 KROTZ, Esteban, Nueva vuelta al problema
VRIES, Lucia de, Un balance de los mode- cultura-naturaleza. Contribuciones para la
los pedagógicos de la educación bilingüe discusión del "problema ambiental" desde
en Ecuador, pp. 11-22. la perspectiva de las ciencias antropológi-
cas, pp. 5-30.
TENESACA, Delfín, Capacitación y educa-
ción bilingüe en el territorio Awa, pp. 23-34. REVISTA DE LA CEPAL
Casilla 179-D, Santiago, Chile
ENDARA, Lourdes, El colepio Macac: una
experiencia de educacion secundaria No. 41 1990
indfgena, pp. 35-46. BARBERA, Mattia, La Inserción comercial
de América Latina, pp. 75-108.
QUISHPE, Cristóbal, La lengua materna en
el PEBI, pp. 69-86. BUSTAMANTE, María Inés; TORRES, San-
tiago, Elementos para una polftica ambien-
TORRE, Luz María de la, La alfabetización tal eficaz, pp. 109-122.
quichua, pp. 87-100.
GLIGO, Nicolo, Las cuentas del patrimonio
MOYA, Ruth; COTACACHI, María M., Peda- natural y el desarrollo sustentable, pp. 123-
gogía y normatización de quichua ecuato- 138.
riano, pp. 101-126.
REVISTA INTERAMERICANA DE
La Organización semántica del vocabulario BIBUOGRAFIA
documentado, pp. 127-202. lnter American Review of Bibliography
Departament of Cultural Affairs
MASHINKIASH, R.; MOROCHO, M.; GUA- General Secretariat of the OAS
MAN, A.; INGA, G., Capacitación de los Washington, o.e. 20006, U.S.A.
Institutos Normales Bilingües interculturales,
pp. 203-217. Vol. 39, No. 4, 1989
TOMASEK, Roberto, The organization of
No. 15, 1990 american states and dispute settlement from
BEDOYA, R.; RUIZ R., A., Estrategia edu- 1948 to 1981-An Assessment, pp. 461-476.
cativas emplead'as en el programa de for-
mación de profesores indígenas, pp. 7-16. WILSON, Larmanc C., The OAS and pro-

No. 2, diciembre 1990 601


Revista de revistas

moting democracy and resolving disputes: en la provincia de Mendoza (Argentina) a


reactivation, pp. 477-499. fines del siglo XIX. La fase de transición,
pp. 117-140. ...
LEE RAY, James; REYES, Oiga P .• The
interamerican system, the organization of SOCIALISMO Y PARTICIPACION
american states and the future, pp. 527- Centro de Estudios para el Desarrollo y la
534. Participación
Apartado 11-0201, Lima, Perú
Vol. 40, No. 1, 1990
AVELLANEDA, Andrés, Hispamérica: sus No. 50, 1990
primeras cincuentas salidas, pp. 3-38. MANSILLA, H.C.F., El dilema de la identi-
dad nacional y del desarrollo autóctono en
REVISTA PARAGUAYA DE SOCIOLOGIA una era de normas y metas universalistas,
Centro Paraguayo de Estudios pp. 1-16.
Sociológicos
Eligio Ayala 973, Casilla No.2.157 ANDERSON, Jeanine, El sueño de la casa
Asunción-Paraguay sin cocina, pp-17-36.

Año 26, No. 74, 1989 SCURRAH, Martín J., Organizaciones de


SCHMUKLER, Beatriz, Ne9ociaciones de apoyo a grupos de base en el Perú, una
género y estrategias femeninas en familias radiografía, pp. 37-52.
populares, pp. 45-54.
No. 51, 1990
Año 26, No. 75, 1989 LEON, Josa Luis, Estados Unidos, América
FIGUEROA, Adolfo, Productividad y educa- latina y la OEA: algunas reflexiones después
ción en la agricultura campesina de América de Panamá, pp. 1-14.
Latina. Marco teórico, pp. 7-22.
ESCOBAL, Javier; SAAVEDRA, Jaime, Pre-
SARUBBI, Vicente, Hacia una nueva epis- cios, costos y desequilibrio monetario: la
temología de las ciencias sociales, pp. 73- experiencia peruana 1981-1988, pp. 15-40.
106
JIMENEZ, Félix, Devaluación, tipo de cam-
Año 26, No. 76, (1989) bio real, salario real, inflación y exportación,
MORALES GOMEZ, Daniel, Educación para pp. 41-48.
todos en la década de 1990. Supuestos e
implicancias de una nueva visión de edu- RODRIGUEZ PASTOR, Humberto, Asiáti-
cación, pp. 35-46. cos y africanos y sus identidades culturales
en la cultura costeña peruana, pp. 49-62.
FRABCI, Rolando, A/do E. Solari y la soci-
ología de la educación en América Latina, ZEGARRA, Walter, Participación campes-
pp. 35-46. ina y concertación agraria en los nuevos
gobiernos regionales, pp. 63-72.
Año 27, No. 77, 1990
CALDERON, Fernando; DOS SANTOS, TIERRA ADENTRO
Mario R., Hacia un nuevo orden estatal en Arte, Ideología, Sociedad
América Latina. Veinte tesis socio-políticas Casilla 5837, Lima 100, Perú
y un corolario de cierre, pp. 7-36.
No. 3, 1985
VARGAS VALENTE. Virginia, Movimiento LOZANO, Salmes, Culturas populares y
de mujeres en América Latina: un reto para nacionalidad, pp. 7 -58.
el analisis y para la acción, pp. 53-70.
KAPSOLI, Wilfredo, La muerte del rey_ inca
MATEAU, Ana María; GASCON, Margarita, en las danzas populares y la relación de
El surgimiento de la burguesía vitivinícola Pomabamba, pp. 139-176.

602 Revista Andina, Año 8


FIGUEROA, Guillermo, La burocracia y los MORILLO, Emilio, La danza de los Huaris,
campesinos en los relatos de Luis Galle- ¿mito revolucionario?., pp. 249-273.
gos, pp. 177-184.
MORILLO MIRANDA, Emilio, Cultura andina LOSADA, Jaime, El nuevo carácter en for-
y educación popular, pp. 185-220. mación del arte y la cultura en el Perú, pp.
323-343.
No. 4, 1985
CHAMBI, Manuel, Martín Chambi, artesano YACHAY
de la luz, pp. 5-18. Universidad Católica Boliviana
Calle Oruro E-0492, Casilla 2118, Coch-
OJEDA, Pablo, Importancia de la música abamba-Bolivia
cusqueña en el desarrollo de la música pe-
ruana, pp. 19-48. Año 7, No. 12, 1990
VAN DEN BERG, Hans, La evangelización
NUÑEZ DEL PRADO, Osear, Informe de en Bolivia en el siglo XIX. Hechos y car-
una expedición de antropología cultural acterísticas, pp. 15-63.
realizada en Q'ero, pp. 49-76.
MANZANERA, Mi9uel, Teología, filosofía y
CASAS, Leo, Saqramantal narración oral ciencia. Contribución latinoamericana a una
recogida, pp. 93-102. hermenéutica de la liberación, pp. 67-128.

GARCIA, Juan José, Expresiones migrato- SPOLETINI, Benito, Iglesia y comunicación


rias de la música vernacular de Huamanga, social. Pensamiento y actitudes históricas
pp. 202-237. (1955-1990)., pp. 163-181 .

No. 2, diciembre 1990 603


Indice general: Años 1983-1990
Números 1 al 15

María Isabel Remy

1. SECCIÓN ESTUDIOS Y DEBATES

Vol. Año Num. Pág.


1.01. Adelaar, Willem F. H. La relación quechua-aru: Perspectivas para la separación del
léxico. Comentarios de: Xavier Albó, Lucy Therina Briggs, Lawrence Carpenter, Rodolfo
Cerrón-Palomino, Martha Hardman, Bruce Mannheim, Gerald Taylor
8 1986 2 379-426

1.02. Cadena, Marisol de la. Cooperación y mercado en la organización comunal andina.


Comentarios de: José Bengoa, Anne-Marie Brougere, Efraín Gonzales, César Gonzales
Mires, Bruno Kervyn, Javier Medina, Alexis Pérez-Torrico, Jean Piel, Rigoberto Rivera,
Hugo Romero B.
7 1986 31-58

1.03. Colmenares, Germán . La nación y la historia regional en los países andinos, 1870-
1930. Comentarios de: Marie Daniéle Demélas, Wilfredo Kapsoli, Peter Klaren, Eduardo
López Zavala, Nelson Manrique, Alexis Pérez-Torrico, Joanne Rappaport
6 1985 2 311-341

1.04. Cotlear, Dant el. Desigualdad, derechos de propiedad y migración en las comunidades
andinas: Un estudio de caso de siete comunidades campesinas de la sierra sur. Comen-

No. 2, diciembre 1990 605


Indice general

tarios de: Teófilo Altamirano, Luis Crouch , Epifanio Baca, José Blanes, Efraín Gonzales,
Florencia Mallon, David Lehmann ·._
4 1984 2 435-486

1.05. Cotlear, Daniel. Cambio institucional, derechos de propiedad y productividad en las


comunidades campesinas. Comentarios de : Epifanio Baca, Jesús Guillén, David Lehmann,
Benjamin Orlove, José Oscátegui, Vidal Pino, Rodrigo Sánchez, Sebastián Tallacagua
11 1988 1 7-65

1.06. Chiriboga, Manuel. Crisis económica y movimiento campesino e indígena en Ecua-


dor. Comentarios de: José Bengoa, Anne-Marie Brougere, Efraín Gonzales, César Gonzales
Mires, Bruno Kervyn, Javier Medina, Alex is Pérez-Torrico, Jean Piel, Rigoberto Rivera,
Hugo Romero B.
7 1986 7-30

1.07. Deustua, José. Producción minera y circulación monetaria en una economía andina:
El Perú del siglo XIX. Comentarios de : Carlos Contre ras, Pi lar García Jordán , Christine
Hünefeldt, Nils Jacobsen, Nelson Manrique, Rory Miller, Jean Piel, María Isabel Remy,
Ruggiero Romano, Enrique Tandeter
8 1986 2 319-378

1.08. Flores Galindo, Alberto. Los rostros de la plebe. Comentarios (publicados en el Nº


3, 1984:1) de : Steve Stern, Miquel lzard, Christine Hünefeldt, Luis Pasara, Paul Gooten-
berg, Julio Cotler
2 1983 2 315-352

1.09. Flores Galindo, Alberto y Chocano, Magdalena. Las cargas del sacramento. Comen-
tarios de: Antonio Acosta, Maruja Barrig, Bernard Lavallé, María Emma Mannarelli, Gonzalo
Portocarrero
4 1984 2 403-434

1.1O. García Jordán, Pilar. Estado moderno, Iglesia y secularización en el Perú contem-
poráneo (1821-1919) Comentarios de: Andrés Guerrero, Christine Hünefeldt, Víctor Peral-
ta, Jean Piel, Alfonso Quiroz, Julio Revilla
12 1988 2 351-40 1

1.11 Glave, Luis Miguel. Trajines. Un capítulo en la formación del mercado interno colo-
nial. Comentarios de: Roberto Choque Canqui, Manuel Burga, Efraín Trelles, Alberto
Flores Galindo, Olinda Celestino
1 1983 1 9-76

1.12. Gonzales de Olarte, Efraín. ¿Problema de empleo de reproducción de la fuerza de


trabajo?: Las comunidades campesinas del Cusca. Comentarios de : Heraclio Bonilla,
David Lehmann, Jean Piel
1 1983 77-102

1.13. Goctenberg, Paul. Liberales asediados: La fracasada primera generación de libre-


cambistas en el Perú, 1820-1850. Comentarios de: Andrés Guerrero, Christine Hünefeldt,
Víctor Peralta, Jean Piel, Alfonso Quiroz, Julio Revilla
12 1988 2 403-450

1.14. Grillo Fernández, Eduardo. Perú: Agricultura, utopía popular y proyecto nacional.
Comentarios de: Santiago Antúnez de Mayolo, Alejandro Raúl Isla, Alexander Grobman,

606 Revista Andina, Año 8


Javier lguiñiz, Héctor Martínez, Héctor Béjar, Vidal Pino
5 1985 1 7-56

1.15. Guerrero, Andrés . Curagas y tenientes políticos: La ley de la costumbre y la ley del
Estado (Otavalo 1830-1875). Comentarios de: Erick Langer, Silvia Rivera Cusicanqui,
Charles Walker, Susan Ramírez
14 1989 2 321-366

1.16. Hunefeldt, Christine. Poder y Contribuciones: Puno, 1825-1845. Comentarios de :


Erick Langer, Silvia Rivera Cusicanqui, Charles Walker, Susan Ramírez
14 1989 2 367-407

1.17. lsbell, William H. El origen del Estado en el valle de Ayacucho. Comentarios de :


Cathy Costin, Enrique González Garré, Jaime Urrutia, John Tapie, Gordon Me Ewan, Ruth
Shady, Alan Kolata, Michael Moseley
5 1985 1 57-106

1.18. lzko, Xavier. Comunidad Andina: Persistencia y cambio. Comentarios de : José


Bengoa, Anne-Marie Brougere, Efraín Gonzales, César Gonzales Mires, Bruno Kervyn,
Javier Medina, Alexis Pérez-Torrico, Jean Piel, Rigob~Hto Rivera, Hugo Romero B.
7 1986 1 59-99

1.19. Jacobsen, Nils. Libre comercio, élites regionales y mercado interno en el sur del
Perú, 1895-1932. Comentarios de: Erick Langer, Silvia Rivera Cusicanqui, Charles Walker,
Susan Ramírez
14 1989 2 409-449

1.20. Kervyn, Bruno y el equipo del CEDEP Ayllu . Campesinos y acción colectiva: La or-
ganización del espacio en comunidades de la sierra sur del Perú. Comentarios de: Epifanio
Baca, Osear Blanco, Manuel Glave, Efraín Gonzales, David Lehmann, Enrique Mayer,
Pierre Morlon, Elizabete Paschoal, Vidal Pino
13 1989 1 7-81

1.21. Lehmann, David. Dos vías de desarrollo capitalista en la agricultura o "Crítica de la


razón chayanoviano-marxistizante ''. Comentarios de: César Fonseca, Manuel Glave, Efraín
Gonzales, Juan Martínez Alier, Luciano Martínez, Jean Piel, Fernando Rasero Garcés,
José de Souza-Martins, Fernando Urrea, Florencia Mallen, William Stein, Graziano da
Silva, Jorge Villafuerte
6 1985 2 343-402

1.22. Martínez-Alier, Juan. La interpretación ecologista de la historia socio-económica.


Algunos ejemplos andinos. Comentarios de : Jorge Caillaux, Alejandro Camino , A~nes
Feurtet-Mazel, Bernardo Fulcrand, Eduardo Grillo, Benjamín Marticorena, Héctor Mart1nez,
Juan Torres Guevara, Karl Zimmerer
15 1990 1 9-46

1.23. Mendaz, Cecilia. La otra historia del guano: Perú 1840-1879. Comentarios de :
Carlos Aguirre, Fred Bronner, Carlos Contreras, Wilma Derpich, José Deustua, Paul
Gootenberg, Shane Hunt, lsabelle Lausent, Juan Maiguashca, Carlos Malamud , Alfonso
Quiroz, Humberto Rodríguez Pastor, Fernando de Trazegnies, Fernando Villafuerte
9 , _ 1987 1 7-83

1.24. Remy, María Isabel. La sociedad local al inicio de la República. Cusco 1824-1850.

No. 2, diciembre 1990 607


Indice general

Comentarios de: Andrés Guerrero, Christine Hünefeldt, Víctor Peralta, Jean Piel, Alfonso
Quiroz, Julio Revilla \
12 1988 2 451-484

1.25. Saignes, Thierry. ¿Quienes son los kallawaya?. Nota sobre un enigma etnohistórico.
Comentarios de: John V. Murra, Luis Millones, Teresa Gisbert, Xavier Albó, Tristan Platt
2 1983 2 357-384

1.26. Saignes, Thierry. Borracheras andinas: ¿Por qué los indios ebrios hablan en es-
pañol?. Comentarios de: Roberto Choque Canqui, Teresa Gisbert, Penelope Harvey,
Dwight Heat, Jorge Hidalgo, Carmen Salazar
13 1989 1 83-127

1.27. Shady Salís, Ruth. La época Huari como interacción de las sociedades regionales.
Comentarios de: Martha Anders, Brian Bauer, William lsbell, Luis Lumbreras, Ramiro
Matos, Gordon Me Ewan, Michael Moseley, Denise Pozzi-Escot, John Tapie
11 1988 1 6 7-133

1.28. Torero, Alfredo. El comercio lejano y la difusión del quechua. El caso de Ecuador.
Comentarios de: Rodolfo Cerrón-Palomino, José Yánez del Pozo, Ruth Moya, Frank
Saloman, Roswith Hartmann
4 1984 2 367-402

1.29. Torero, Alfredo. Lenguas y pueblos altiplánicos en torno al siglo XVI. Comentarios
de: Willem Adelaar, Thérese Bouysse-Cassagne, Rodolfo Cerrón Palomino, Harriet Manelis
Klein, John Murra, Bernard Pottier, Arturo Ruiz Estrada, Ruth Shady, Nathan Wachtel
1O 1987 2 329-405

1.30. Urton, Gary. Chuta: El espacio de la práctica social en Pacariqtambo, Perú. Comen-
tarios de: John Earls, Olivia Harris, Antoinette Fioravanti, Gabriel Escobar, John Murra,
Anthony Aveni, José Sánchez-Parga
3 1984 1 7-56

1.31. Urton, Gary. La historia de un mito: Pacariqtambo y el origen de los Incas. Comen-
tarios de: Yuri Berezquin, Thérese Bouysse-Cassagne, Thierry Saignes, Richard Burger,
Pierre Duviols, Javier Flores, Ana Ma. Lorandi, Deborah Poole, José Sánchez-Parga,
Lawrence Sullivan
13 1989 129-216

2 SECCIÓN ART(CULOS NOTAS Y DOCUMENTOS

Vol. Año Num. Pág.

2.01 . Acosta, Antonio. Sobre criollos y criollismo.


3 1984 1 73-88

2.02. Acosta, Antonio. La extirpación de las idolatrías en el Perú: Origen y desarrollo de


las campañas.
9 1987 1 171-195

2.03. Adelaar, Willem. Un nuevo aporte a la lingüística andina.


14 1989 2 523-536

608 Revista Andina, Año 8


2.04. Albó, Xavier. Nuevas pistas para la lengua Machaj Juyay de los Kallawaya.
13 1989 1 259-268

2.05. Bailón Aguirre, Enrique. Política linguopedagógica peruana.


8 1986 2 479-499

2.06. Barnadas, Josep. Algunas propuestas para la definición del corpus literario de Char-
cas, 1535-1825.
15 1990 47-63

2.07. Bauer, Brian. Sistemas andinos de organización rural antes del establecimiento de
reducciones : El ejemplo de Pacariqtambo (Perú).
9 1987 1 197-209

2.08. Bauer, Brian. Muyu Orqo y Ccoipa: Dos nuevos tipos de cerámica para la región del
Cusco.
14 1989 2 537-542
2.09. Beyersdorff, Margot. Fray Martín de Murúa y el "Cantar" histórico inka.
8 1986 2 501-521

2.1 O. Borchart de Moreno, Cristiana. Las tierras de comunidad de Licto, Punin y Macaxi:
factores para su disminución e intentos de restauración.
2 1988 2 503-524

2.11 . Buttner, Marie. Consideraciones lingüísticas en torno a libros escolares en quechua


puneño.
7 1986 195-210

2.12. Cadena, Marisol de la. De utopías y contrahegemonías: el proceso de la cultura


popular.
15 1990 65-75

2.13. Caillavet, Chanta!. Investigaciones en etnohistoria de Ecuador.


3 1984 1 163-167

2.14. Caillavet, Chanta!. La adaptación de la dominación incaica a las sociedades autócto-


nas de la frontera septentrional del Imperio: Territorio Otavalo-Ecuador.
6 1985 2 403-423

2.15. Caillavet, Chanta!. Una Relación geográfica inédita de 1582 sobre Ecuador: Oyum-
bicho y Amaguaña del valle de los Chillos.
12 1988 2 525-536

2.16. Cajías, Fernando. Los objetivos de la revolución indígena de 1781 : El caso de


Oruro.
2 1983 2 407-428

2.17. Cardich, Augusto. A propósito del 25" aniversario de Lauricocha


1 1983 1 151-173

2.18. Cerrón Palomino, Rodolfo. La reconstrucción del Proto-quechua.


3 1984 1 89-120

No. 2, diciembre 1990 609


Indice general

2.19. Cipolletti, Susana. Llamas y mulas, trueque y venta: El testimonio de un arriero


puneño. '.,
4 1984 2 513-538

2.20. Contreras, Carlos y Bracamonte, Jorge. Rumí Maqui en la Sierra Cenral: Documen-
tos inéditos de 1907.
12 1988 2 537-554

2.21 . Choque Canqui, Roberto. El papel de los capitanes de indios en la provincia de


Pacajes en el "entero de la mita " de Potosí.
1 1983 1 11 7-125

2.22. Dillehay, Tom . Estrategias políticas y económicas de las etnias locales del Valle del
Chillón durante el período prehispánico. ·
1O 1987 2 407-457

2.23. Duviols, Pierre. Guamán Poma, historiador del Perú antiguo: Una nueva pista.
1 1983 1 103-115

2.24. Duviols, Pierre. El Contra idolatrlam de Luis de Teruel y una versión primeriza del
mito de Pachacamac-Vichama.
2 1983 2 385-392

2.25. Duviols, Pierre. Albornoz y el espacio ritual andino prehispánico.


3 1984 1 169-222

2.26. Duviols, Pierre. Sí, hubo imprenta en Juli.


5 1985 1 187-190

2.27. Flores, Gonzalo. Migraciones en Bolivia: Bibliografía reciente.


1 1983 1 143-150

2.28. Flores Galindo, Alberto. Los consolidados (una mala palabra) y /as multitudes.
11 1988 1 263-276

2.29. Guchte, Maarten Van de. El ciclo mítico andino de la Piedra Cansada.
4 1984 2 539-556
2.30. Hampa Martínez, Teodoro. Sobre encomenderos y repartimientos en la diócesis de
Lima a principios del siglo XVII.
7 1986 1 173-194

2.31. Hampa Martínez, Teodoro. Una biblioteca cusqueña confiscada por la Inquisición.
El proceso al doctor Agustín Valenciano de Quiñones, hereje reconciliado (1574-1595).
10 1987 2 527-564

2.32. Huidobro Bellido, José. Estudio arqueológico de la necrópolis de Palla Palla.


3 1984 1 147-1 61

2.33. !barra, Hernán. Haciendas y concertaje al fin de la época colonial en el Ecuador (Un
análisis introductorio).
11 1988 175-200

2.34. ltier, César. A propósito de dos poemas en quechua de la crónica de fray Martín de

610 Revista Andina, Año 8


Murúa.
9 1987 211 -227

2.35. ltier, César. Las oraciones en quechua de la Relación de Joan de Santa Cruz
Pachacuti Yamqui Salcamaygua.
12 1988 2 555~80

2.36. Kervyn, Bruno. El estudio económico del cambio técnico en la agricultura andina. A
propósito de dos libros de Figueroa y Cotlear. ·
1O 1987 2 565-580

2.37. Langevin, André. La organización musical y social del conjunto de kantu en la


comunidad de Ouiabaya (provincia de Bautista Saavedra), Bolivia.
15 1990 1 115-137

2.38. Lassegue, J. B. y Letona, F. Catálogo general del archivo del Monas terio de Santa
Catalina del Cusco, Perú.
1 1983 1 127-133

2.39. Lassegue , Juan Bautista. La fundación progresiva de un convento-hospital en Pari-


nacochas, diócesis de Cusco (1567-1586): Apuntes de lectura e hipótesis de estudio.
4 1984 2 487-511

2.40. Lavallé, Bernard . Divorcio y nulidad de matrimonio en Lima (1650-1700): La desave-


nencia conyugal como indicador social.
8 1986 2 427-464

2.41 . Lehmann, David . Economía campesina. Guía para planificadores progresistas.


1 1983 1 135-141

2.42. Lorandi, Ana María. El servicio personal como agente de desestructuración en el


Tucumán colonial.
11 1988 135-173

2.43. Loza, Carmen Beatriz. Los Ouirua de los valles paceños,· Una tentativa de identifi-
cación en la época prehispánica.
4 1984 2 591 -605

2.44. Malengreau, Jacques. Territorios andinos, alianzas matrimonia/es y circulación de


productos en el norte de Chachapoyas.
9 1987 1 93-138

2.45. Mannarell i, María Emma. Inquisición y mujeres. Las hechiceras en el Perú durante
el siglo XVII.
5 1985 141-155

2.46. Mannheim, Bruce. El papel de la variación lingüística en el conocimiento de la


historia del quechua cusqueño.
9 1987 1 247-252

2.47. Mannheim, ~Bruce. La cronología relativa de la lengua y literatura quechua cusqueña.


15 1990 1 139-177

No. 2, diciembre 1990 611


Indice general

2.48. Manrique, Nelson. Campesinado, guerra y conciencia nacional.


7 1986 1 161-1 72

2.49. Mayar, Enrique. Los atributos del hogar: Economía doméstica y la encomienda en
el Perú colonial.
4 1984 2 557-590

2.50. Mendoza, Zoila. La danza de los "Ave/inos", sus orígenes y sus múltiples significa-
dos.
14 1989 2 501-521

2.51 . Meneses, Teodoro. Presentación en forma reiterativa del drama quechua "La Muerte
de Atahualpa".
6 1985 2 499-507

2.52. Miño Grijalva, Manuel. Chucuito en 1782. Una descripción.


4 1984 2 629-636

2.53. Moscoso, Martha. Comunidad, autoridad indígena y poder republicano.


14 1989 2 481-499

2.54. Paez Constenla, Roberto. Balseros y chinchorreros de la costa andina: Norte de


Chile.
9 1987 229-246

2.55. Pérez Fernández, lsacio. El espíritu lascasiano en la primera evangelización del


Perú 1571-1573.
5 1985 115-140

2.56. Ouispe, Ulpiano. La "Chupa": Rito ganadero andino.


4 1984 2 607-628

2.57. Rabey, Mario; Merlino, Rodolfo y González, Daniel. Trueque, articulación económica
y racionalidad campesina en el sur de los Andes Centrales.
7 1986 1 131-160

2.58. Remy, María Isabel. Entre la violencia y el doloroso sueño del progreso.
15 1990 1 179-185

2.59. Rio, Mercedes del. Simbolismo y poder en Tapacarí.


15 1990 1 77 -113

2.60. Saignes, Thierry. "Algún día todo se andará": Los movimientos étnicos en Charcas
(siglo XVII).
6 1985 2 425-450

2.61. Saignes, Thierry. De la borrachera al retrato: Los caciques andinos entre dos legit-
imidades (Charcas).
9 1987 139-170

2.62. Salomon, Frank. El quichua de los Andes Ecuatorianos: Algunos aportes recientes.
2 1983 2 393-405

2.63. Schramm, Raimund . Archivo histórico de Cochabamba. Indice de documentos sobre

612 Revista Andina, Año 8


indios y tierras (siglos XVI, XVII y XVIII).
15 1990 1 187-236

2.64. Shady Salís, Ruth . Tradición y cambio en las sociedades formativas de Bagua,
Amazonas.
10 1987 2 457-487

2.65. Silverman, Helaine. La investigación arqueológica y el uso de la analogía etnográfica:


El caso de las plazas y espacios abiertos de Cahuachi.
8 1986 2 465-478

2.66. Stavig, Ward . Violencia cotidiana de los naturales de Quispicanchis, Canas y Canchis
en el siglo XVIII.
6 1985 2 451-468

2.67. Taylor, Gerald . Yauyos : Un microcosmos dialectal quechua.


3 1984 1 121-146

2.68. Taylor, Gerald. Un documento quechua de Huarochirí - 1607


5 1985 1 157-185

2.69. Taylor, Gerald. Nota sobre "Un documento quechua de Huarochirí - 1607" (sic).
7 1986 1 211 -212

2.70. Taylor, Gerald. Algunos datos nuevos sobre el quechua de Yauyos (Vitis y Huan-
caya).
9 1987 253-265

2.71 . Torero, Alfredo. Deslindes lingüísticos en la costa norte peruana.


8 1986 2 523~48

2.72. Torero, Alfredo. Areas toponímicas e idiomas en la sierra norte peruana. Un trabajo
de recuperación lingüística.
13 1989 217-257

2.73. Torero , Alfredo. Procesos lingüísticos e identificación de dioses en los Andes cen-
trales.
15 1990 237-263

2.74. Tranchand , Genevieve. La encomienda de Songo Suri-Oyune: El proceso de un ice-


berg.
6 1985 2 469-497

2.75. Urbano, Henrique. Thunupa, Taguapaca, Gachí. Introducción a un espacio simbólico


andino.
11 1988 201-224

2.76. Urbano, Henrique. Betanzos (1551) y la historia incaica.


13 1989 1 269-278

2.77. Urbano, ~nrique. Cristóbal de Molina, el Cusqueño. Negocios eclesiásticos, me-


sianismo y Taqui Onqoy.
15 1990 265-283

No. 2, diciembre 1990 613


Indice general

2.78. Urton, Gary. La arquitectura pública como texto social: La historia de un muro de
adobe en Pacariqtambo, Perú (1915-1985).
11 1988 1 225-261

2.79. Zorn, Elayne. Un análisis de los tejidos en los atados rituales de los pastores.
1O 1987 2 489-526

3 SECCIÓN CRONICAS BIBUOGRAFICAS


Vol. Año Num. Pág.
3.01. Albó, Xavier y Layo, Félix. Ludovico Bertonio (1557-1625): Fuente única al mundo
Aymara temprano.
3 1984 223-264

3.02. Alcina Franch, José. La arqueología de Esmeraldas (Ecuador): Estado de la cues-


tión y perspectivas.
5 1985 213-258

3.03. Barnadas, Josep. Panorama historiográfico de estudios recientes sobre Charcas


Colonial.
2 1983 2 475-543

3.04. Bastien, Joseph W. Los Aymaras. Notas bibliográficas.


2 1983 2 545-578

3.05. Beyersdorff, Margot. La tradición oral quechua vista desde la perspectiva de la li-
teratura.
7 1986 213-236

3.06. Burger, Richard . El horizonte Chavín: ¿Quimera estilística o metamorfosis socio-


económica?
14 1989 2 543-573

3.07. Cerrón Palomino, Rodolfo. Panorama de la lingüística andina.


6 1985 2 509-572

3.08. Cipolletti, María Susana. Acerca de la narrativa oral en el noroeste argentino.


1 1983 1 251 -263

3.09. Deustua, José. Sobre movimientos campesinos e historia regional en el Perú mo-
derno: un comentario bibliográfico.
1 1983 1 219-240

3.1O. Durand, Francisco. La industria en el Ande: Bibliografía.


1 1983 1 265-271

3.11 . Flores Galindo, Alberto. Las revoluciones tupamaristas: Temas en debate.


13 1989 1 279-287

3.12. Flores Ochoa, Jorge. Pastoreo de llamas y alpacas en los Andes. Balance biblio-
gráfico.
1 1983 175-218

614 Revista Andina, Año 8


3.13. Gade, Daniel. Geografía de los Andes Centrales en los escritos en idioma inglés.
1 1983 1 241-249
3.14. Gibson, Rebecca Campbell. Recursos para la investigación en estudios andinos en
la Lilly Library de la Universidad de Indiana
6 1985 2 573-591

3.15. Hartmann, Roswith. Estudios Americanistas de Bonn.


3 1984 1 299-307

3.16. Hartmann, Roswith. Medio siglo de estudios quechuas en la Universidad de Bonn.


8 1986 2 607-614

3.17. Hurtado, Laura. Fuentes impresas regionales para la investigación histórica en el ex-
tremo norte.
12 1988 2 581-598
3.18. !barra, Hernán. Monografías y guías comerciales como fuentes de historia social y
local.
7 1986 237-251

3.19. Langevin, André. Música andina: Breve introducción bibliográfica.


14 1989 2 575-579

3.20. Merlino, Rodolfo y Quereilhac, Alicia C. Acerca de los estudios andinos en la Argen-
tina.
3 1984 265-282

3.21. Monge, Carlos. El sur del Perú en perspectiva regional.


9 1987 1 267-288

3.22. Oberti, ltalo. Cusco arqueológico y etnohistórico. Una introducción bibliográfica.


2 1983 2 443-474

3.23. Poole, Deborah y Harvey, Penelope. Luna, sol y brujas. Estudios andinos e histo-
riografía de resistencia.
11 1988 277-298

3.24. Ravines, Rogger. Nota acerca de la investigación antropológica y arqueológica en


el Perú.
2 1983 2 429-441

3.25. Ravines, Rogger. Sobre la arqueología del norte del Perú.


5 1985 1 191-211

3.26. Rivera, Mario. Acerca de la arqueología andina del norte de Chile: Comentarios y
referencias bibliográficas publicados entre 1980-1983.
3 1984 1 283-298

3.27. Stein, William. La práctica de la antropología económica en los Andes peruanos:


Comunidad, unidad doméstica y relaciones de producción.
8 ~ 1986 2 549-606

3.28. Urbano, Henrique. Crónicas, papeles y autores de los siglos XVI, XVII y XVIII. Pu-

No. 2, diciembre 1990 615


Indice general

blicaciones y estudios recientes.


10 1987 2 581-599

3.29. Walker, Charles. Bibliografía reciente sobre José Carlos Mariátegui.


7 1986 1 253-273

los dígitos en los índices temático y de autores que siguen a continuación, remiten al
listado anterior en que los artículos están divididos por secciones de Revista Andina y
dentro de cada una, ordenados alfabéticamente según el apellido del autor. Así, el dígito
a la izquierda del punto corresponde a la sección y los que están a la derecha a la
ubicacion correspondiente al orden alfabético.

INDICE TEMATICO Vols. 1 a 15

ANTROPOLOGIA: HISTORIA COLONIAL:


1.02; 1.18; 1.30; 2.12; 2.19; 2.37; 2.44; 2.49; 1.08; 1.09; 1.11; 1.26; 2.01; 2.02; 2.06; 2.1O;
2.50; 2.56; 2.57; 2.75; 2.78; 2.79; 3.04; 3.08; 2.16; 2.21; 2.26; 2.30; 2.31; 2.33; 2.38; 2.39;
3.12; 3.19; 3.23; 3.27 2.40; 2.42; 2.45; 2.52; 2.55; 2.60; 2.61; 2.63;
2.66; 2.74; 2. 77; 3.02; 3.11 ; 3.17; 3.28
ARQUEOLOGIA:
1.17; 1.27; 2.07; 2.08; 2.17; 2.22; 2.32; 2.64; HISTORIA SIGLOS XIX-XX:
2.65; 3.02; 3.06; 3.22; 3.24; 3.25; 3.26 1.03; 1.07; 1.10; 1.13; 1.15; 1.16; 1.19; 1.23;
1.24; 2.20; 2.28; 2.48; 2.53; 3.09; 3.18; 3.29
ECONOMIA: HISTORIA LITERARIA:
1.04; 1.05; 1.12; 1.20; 1.21; 1.22; 2.36; 2.41 2.09; 2.34; 2.35; 2.51; 3.05
ESTUDIOS ANDINOS: LINGÜISTICA
3.13; 3.14; 3.15; 3.20 1.01; 1.28; 1.29; 2.03; 2.04; 2.05; 2.11; 2.18;
2.46; 2.47; 2.62; 2.67; 2.68; 2.69; 2.70; 2. 71;
ETNOHISTORIA: 2.72; 2.73; 3.01; 3.07; 3.16;
1.25; 1.31 ; 2.13; 2.14; 2.15; 2.23; 2.24; 2.25;
2.43; 2.54; 2.59; 2.76 SOCIOLOGIA
1.06; 1.14; 2.27; 2.58; 3.10; 3.21

INDICE POR AUTORES Vols. 1 a 15

ACOSTA. Antonio 2.01; 2.02 CADENA, Marisol de la 1.02; 2.12


ADELAAR, Willem F. H 1.01; 2.03 CAILLAVET, Chanta! 2.13; 2.14; 2.15
ALBO, Xavier 2.04 CAJIAS, Fernando 2.16
ALBO, Xavier y LAYO, Félix 3.01 CARDICH, Augusto 2.17
ALCINA FRANCH, José 3.02 CERRON PALOMINO, Rodolfo 2.18; 3.07
BALLON AGUIRRE, Enrique 2.05 CIPOLLETII, Susana 2.19; 3.08
BARNADAS, Josep 2.6; 3.03 COLMENARES, Germán 1.03
BASTIEN, Joseph W 3.04 CONTRERAS, Carlos y BRACAMONTE,
BAUER, Brian 2.07; 2.08 Jorge 2.20
BEYERSDORFF, Margot 2.09; 3.05 COTLEAR, Daniel 1.04; 1.05
BORCHART DE MORENO, Cristiana 2.1 O CHIRIBOGA, Manuel 1.06
BURGER, Richard 3.06 CHOQUE CANOUI, Roberto 2.21
BÜTINER, Maria 2.11 DEUSTUA, José 1.07; 3.09

616 Revista Andina, Año 8


DILLEHAY, Tom 2.22 MANNHEIM, Bruce 2.46; 2.47
DURAND, Francisco 3.1 O MANRIQUE, Nelson 2.48
DUVIOLS, Pierre 2.23; 2.24; 2.25; 2.26 MARTINEZ-ALIER, Juan 1.22
FLORES, Gonzalo 2.27 MA YER, Enrique 2.49
FLORES GALINDO, Alberto 1.08; 2.28; 3.11 MENDEZ, Cecilia 1.23
FLORES GALINDO, Alberto y CHOCANO, MENDOZA, Zoila 2.50
Magdalena 1.09 MENESES, Teodoro 2.51
FLORES OCHOA, Jorge 3.12 MERLINO, Rodolfo y QUEREILHAC, Alicia
GADE, Daniel 3.13 3.20
GARCIA JORDAN, Pilar 1.10 MIÑO GRIJALVA, Manuel 2.52
GIBSON, Rebecca Campbell 3.14 MONGE, Carlos 3.21
GLAVE, Luis Miguel 1.11 MOSCOSO, Martha 2.53
GONZALES DE OLARTE, Efraín 1.12 OBERTI, ltalo 3.22
GOOTENBERG, Paul 1.13 PAEZ CONSTENLA, Roberto 2.54
GRILLO FRENANDEZ, Eduardo 1.14 PEREZ FERNANDEZ, lsacio 2.55
GUCHTE, Maarten Van de 2.29 POOLE, Deborah y HARVEY, Penelope
GUERRERO, Andrés 1.15 3.23
HAMPE MARTINEZ, Teodoro 2.30; 2.31 QUISPE, Ulpiano 2.56
HARTMANN, Roswith 3.15; 3.16 RABEY, Mario; MERLINO, Rodolfo y
HUIDOBRO BELLIDO, José 2.32 GONZALEZ, Daniel 2.57
HÜNEFELDT, Christine 1.16 RAVINES, Rogger 3.24; 3.25
HURTADO, Laura 3.17 REMY, María Isabel 1.24; 2.58
IBARRA Hernán 2.33; 3.18 RIO, Mercedes del 2.59
ISBELL, William H 1.17 RIVERA, Mario 3.26
ITIER, César 2.34; 2.35 SAIGNES, Thierry 1.25; 1.26; 2.60; 2.61
IZKO, Xavier 1.18 SALOMON, Frank 2.62
JACOBSEN, Nils 1.19 SCHRAMM, Raimund 2.63
KERVYN, Bruno 2.36 SHADY SOLIS, Ruth 1.27; 2.64
KERVYN, Bruno y el Equipo del CEDEP SILVERMAN, Helaine 2.65
Ayllu. 1.20 STAVIG, Ward 2.66
LANGEVIN, André 2.37; 3.19 STEIN, William 3.27
LASSEGUE, Juan Bautista 2.39 TAYLOR, Gerald 2.67; 2.68; 2.69; 2.70
LASSEGUE, J.B. y LETONA, F 2.38 TORERO, Alfredo 1.28; 1.29; 2.71; 2.72;
LAVALLE, Bernard 2.40 2.73
LEHMANN, David 1.21; 2.41 TRANCHAND Genevieve 2.74
LORANDI, Ana María 2.42 URBANO, Henrique 2.75; 2.76; 2.77; 3.29
LOZA, Carmen Beatriz 2.43 URTON, Gary 1.30; 1.31; 2.78
MALENGREAU, Jacques 2.44 WALKER, Charles 3.29
MANNARELLI, María Emma 2.45 ZORN , Elayne 2.79

SECCION RESEÑAS

AUTORES DE LIBROS RESEÑADOS (la indicación entre paréntesis corresponde al


Volumen, Año, Número del año de Revista Andina en que la reseña fue publicada)

ADORNO, Rolena (2, 1983:2); ADRIANZEN, Alberto (ed .) (11, 1988:1 ); ALCINA FRANCH,
José (7, 1986:1); ALLAIGRE, Claude (1, 1983:1); ALLEN, Catherine (13, 1989:1); AL-
VAREZ, Elena (3, 1984:1); ALLPANCHIS PHUTUÁINQA N°29/30 (13, 1989:1); ANDÉRLE,
Adam (8, 1986:2); ANSION, Juan (11, 1988:1 ); ARAMBURU,Clemencia y REMY Pilar (2,
1983:2); ARANCij31A, José y DELLAFERRA, Nelson (4, 1984:2); AVENI, Anthony y URTON
Gary (1, 1983:1); AZEVEDO, Paulo de (1, 1983:1 ); BAKEWELL, Peter (7, 1986:1 );
BALLESTEROS GAIBROIS, Manuel (8, 1986:2); BEfiNEX, Nicole y GONZALES VIGIL,

No. 2, diciembre 1990 617


Indice general - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

José (11, 1988:1); BEYERSDORFF, Margot (3, 1984:1); BIBLIOTECA DEL V CENTE-
NARIO (6, 1985:2); BLASCO B., María Concepción y RAMOS G., Luis (7;..1986:1); BONILLA
H. y DRAKE P.W., editores (13, 1989:1); BOURLIAUD, HERVE, MóRLON y REAU (14,
1989:2); BRASKY, Osvaldo (5, 1985:1); BRAVO GUERREIRA, María Concepción (10,
1987:2); BRIGGS, L.T. (2, 1983:2); BROWN, Kendal (14, 1989:2) ; CALANCHA, Antonio
de la (4, 1984:2); CALDERON, Fernando y DANDLEA, Jorge (9, 1987:1 ); CALDERON,
Ó
Fernando LASERNA, Roberto (ed) (3, 1984:1); CAMINO, Lupa (4, 1984:2); CERRON
PALOMIN , Rodotto (15, 1990:1); CHIRIBOGA, Manuel et. al. (5, 1985:1); CHOCANO,
Magdalena (2, 1983:2); COLE, Jetfrey (7, 1986:1 ); COLLIER. George; ROSALDO, Renato
y WIRTH , John (1, 1983:1); CONTRERAS HERNANDEZ, Jesús (9, 1987:1); CONTRE-
RAS Y VALVERDE, Vasco de (1, 1983:1); COSTA, María Pía (7, 1986:1); COSTALES DE
OVIEDO, Ximena (ed.) (3, 1984:1); CUCULIZA, María Nelly (5, 1985:1); DAVIES, Keith
(5, 1985:1); DELEA Jean Paul y SAINT-GEOURS, Yves (11, 1988:1); DUMEZIL, Georges
(9, 1987:1); DURAN FLORES, Luis (9, 1987:1); DURAN, Juan Guillermo (3, 1984:1);
f=EIJOO DE SOSA, Miguel (10, 1987:2); FLOfiES GALINDO, Alberto (5, 1985:1) (7,
1986:1) (11, 1988:1); FOLADORI, Guillermo (1, 1983:1); GARCIA DE PALACIOS, Juan
(4, 1984:2); GODENZZI, Juan Carlos (6, 1985:2); GONZALES DE OLARTE, Efraín (5,
1985:1); GONZALES, José Luis y RONZELEN, Jeresa van (3, 1984:1 ); GOOTENBERG,
Paul (2, 1983:2) (15, 1990:1); GUERRA CARRENO, Vicente (2, 1983:2); GUTIERREZ, R.;
AZEVEDO P. de y VALLIN, R. (1, 1983:1); HAMPE MARTINEZ, Teodoro (15, 1990:1);
HERNANDEZ, Max et.al. (11 , 1_988:1); HÜERTAS V., Lorenzo (5, 1985:1); HUSSON,
Jean Phil ippe (8, 1986:2) ; IGUINIZ, Javier y HENRIQUEZ, Narda (2, 1983:2) ; JEREZ,
Francisco de (1, 1983:1 ); KAPSOLI ESCUDERO, Wilfredo (12, 1988:2); KICZA, John (11,
1988:1¡; KRISTAL, Efraín (14, 1989:2); LABROUSSE, Alain (8, 1986:2); LAJO LAZO,
Manue (2, 1983:2); LAJO, M.; SAMANIEGO, C. y AMES, R. (1 , 1983:1); LASERNA,
Roberto (4, 1984:2) ; LAVALLE, Bernardo (15, 1990:1); LEHMANN, David (ed) (3, 1984:1);
LENGUA, CULTURA Y REGION (11 , 1988:1 ); LIRA, Jorge (6, 198;i:2) ; LOCKHART,
James y SCHWARTZ, Stu?rt (3, 1984:1); LOPEZ, POZZI-ESC01 y ZUNIGA (15, 1990:1);
MACERA, Pablo; MAGUINA Alejandro y RENGIFO, Anton io (13, 1989:1 ); MADRAZO,
Guillermo (3, 1984:1); MALLON , Florencia (7, 1986:1) ; MANRIOUE, Nelson (6, 1985:2);
MARZAL, Manuel (3, 1984:1); MITRE, Antonio (9, 1987:1); MOLINIE FlóRAVANTI,
Antoinette (1 , 1983:1); MONEY, Mary (2, 1983:2¿; MONTOYA, Rodrigo (12, 1988:2);
MQRENO, Hugo (4, 1984:2); MO~_ LON, P.; OR OVE, B. y HIBON, A. (1, 1983:1);
MORNER, Magnus (7, 1986:1 ); MORNJ:R , Magnus y TRELLES, Efraín (6, 1985:2) ;
MOROTE BEST, Efraín (15, 1990:1); MUNOZ-BERNARD, Carmen (6, 1985:2); MURATO-
RIO , Blanca (4, 1984:2); NARANJO M., PEREYRA V., J.I., y WHITIEN N. (3, 1984:1) ;
NAVARRO D!:L AGUILA, Víctor (2, 1983:2); NUGENT, José (5, 1985:1); OSSIO, Juan Y
MEDINA, Oswaldó (7, 1986:1 ); OTIER, Elisabeth (8, 1986:2); PEREZ FERNANDEZ,
lsacio (4, 1984:2); f>IEL, Jean (1, 1983:1); PLATI, Tristan (2, 1983:2) (12, 1988:2) ;
PORTOCARRERO, Gonzalo y OLIART, Patricia (13, 1989:1); RAMIREZ, Susan (9, 1987:1);
RAMON , Galo (15, 1990:1); RAMOS ZAMBRANO, Augusto (11, 1988:1); ROCCA TO-
RRES, Lius (5, 1985:1); RODRIGUEZ REA, Miguel (5, 1985:1 ); RODRIGUEZ, Linda (11,
1988:1); RObRIGUEZ PASTOR, Humberto (15, 1990:1); RÓSING, lna (12, 1988:2);
ROSTWOROWSKI, María (3, 1984:1) (15, 1990:1); RUEDA, Marco V. (4, 1984:2);
SALLNOW, Michael (12, 1988:2); SANCHEZ, Rodrigo (9, 1987:1 ); SOfOBINGER, Juan
y GRADIN, Carlos (10, 1987:2) ; SMITH, Gavin (15, 1990:1); SOUX MUNOZ, María Luisa
(9, 1987:1); SPALÓING, Karen (5, 1985:1) ; SlECHER SHAUER, Alfredo (11, 1988:1);
STEIN, William (15, 1990:1); STERN, Steve (11, 1988:1); STOLL, David (6, 1985:2) ;
SZEMINSKI, Jan (3, 1984:1); TAMAYO HERfiERA, Jase (15, 1990:1); TANTALEAN,
Javier (3, 1984:1 ); TAUSSIG, Michael (10, 1987:2); TAYLOR, Lewis (12, 1988:2); TEJADA,
Luis (15, 1990:1); TESTIMONIO (3, 1984:1 ); TOfiRE, Carlos de la y BURGA, Manuel (9,
1987:1); TORREBLANCA, Hernando de (5, 1985:1 ); TORRES FERNANDEZ DE COR-
DOVA, Glauco (3, 1984:1); TRELLES, Efraín (2, 1983:2) ; TRUJILLO, Jorge (11, 1988:1);
URRUTIA, Jaime (3, 1984:1); USTARIZ, Germán y MENDOZA, Domingo (2, 1983:2) ;

618 Revista Andina, Año 8


VALDERRAMA, Ricardo y ESCALANTE, Carmen (14, 1989:2); VANDEN, Harry (8, 1986:2);
VARIOS (Cotler, Quijano, Figueroa y otro) (8, 1986:2) ; VEGA CENTENO, Máximo (2,
1983:2); VERDERA, Francisco (3, 1984:1); WITI, Heinrich (13, 1989:1); WOLF, Eric (3,
1984:1); ZAPATA, Gastón Antonio (4, 1984:2); ZARZAR, Alonso (14, 1989:2); ZEVA-
LLOS, Noé (1 O, 1987:2)

HAN COLABORADO CON RESEÑAS:

Cristóbal ALJOVIN DE LOSADA; Emanuel AMODIO ; Carlos ARROYO ; Epifanio BACA;


Roxana BARRANTES ; Betford BEl)\LLELUZ; Margot BEYERSDORFF; Luis Humberto
BUSTAMANTE; Marie Madeleine BUTINER; Olinda CELESTINO; Manuel CHIRIBOGA;
Magdalena CHOCANO; Roberto CHOQUE CANQUI; Carlos CONTRERAS; María Susana
CIPOLLETII ; María Nelly CUCULIZA; Guido DELRAN; José DEUSTUA; Alberto FLORES
GALINDO; Lydia FOSSA FALCO; Nicole FOURTANE; C.A. y E.M. FRANQUEMONT;
Eudosio FUENTES LEON ; Ricardo FURMAN ; Paul GELLES, Luis Miguel GLAVE; Manuel
GLAVE; Juan Carlos GODENZZI; Michael GONZALES; Tirso GONZALES; Paul GOOTEN-
BERG; César GUADALUPE ; Jesús GUILLEN M.; lván HINOJOSA; Carlos JUNQUERA;
Bruno KERVYN ; Juan Bautista LASSEGUE; Ana María LEMA; Gerardo LOVON ; Cecilia
MENDEZ G.; Zoila MENDOZA; Scarlett O'PHELAN GODOY; Aldo PANFICHI; Víctor
PERAL TA RUIZ; Alexis PEREZ TORRICO; Vidal PINO; Deborah POOLE; Gabriela RAMOS;
Joanne RAPPAPORT; María Isabel REMY; Rigoberto RIVA-AGÜERO; Patricia RUIZ;
Thierry SAIGNES; Eudosio SIFUENTES LEON ; Mark THURNER ; Rosa TRONCOSO DE
LA FUENTE; Henrique URBANO; lmelda VEGA-CENTENO; Fernando VILLAFUERTE ;
Charles WALKER ; Lissie WAHL.

No. 2, diciembre 1990 619


Indice general: Años 1983-1990
Números 1 al 15

María Isabel Remy

1. SECCIÓN ESTUDIOS Y DEBATES

Vol. Año Num. Pág.


1.01. Adelaar, Willem F. H. La relación quechua-aru: Perspectivas para la separación del
léxico. Comentarios de: Xavier Albó, Lucy Therina Briggs, Lawrence Carpenter, Rodolfo
Cerrón-Palomino, Martha Hardman, Bruce Mannheim, Gerald Taylor
8 1986 2 379-426

1.02. Cadena, Marisol de la. Cooperación y mercado en la organización comunal andina.


Comentarios de: José Bengoa, Anne-Marie Brougere, Efraín Gonzales, César Gonzales
Mires, Bruno Kervyn, Javier Medina, Alexis Pérez-Torrico, Jean Piel, Rigoberto Rivera,
Hugo Romero B.
7 1986 31-58

1.03. Colmenares, Germán . La nación y la historia regional en los países andinos, 1870-
1930. Comentarios de: Marie Daniéle Demélas, Wilfredo Kapsoli, Peter Klaren, Eduardo
López Zavala, Nelson Manrique, Alexis Pérez-Torrico, Joanne Rappaport
6 1985 2 311-341

1.04. Cotlear, Dant el. Desigualdad, derechos de propiedad y migración en las comunidades
andinas: Un estudio de caso de siete comunidades campesinas de la sierra sur. Comen-

No. 2, diciembre 1990 605


Indice general

tarios de: Teófilo Altamirano, Luis Crouch , Epifanio Baca, José Blanes, Efraín Gonzales,
Florencia Mallon, David Lehmann ·._
4 1984 2 435-486

1.05. Cotlear, Daniel. Cambio institucional, derechos de propiedad y productividad en las


comunidades campesinas. Comentarios de : Epifanio Baca, Jesús Guillén, David Lehmann,
Benjamin Orlove, José Oscátegui, Vidal Pino, Rodrigo Sánchez, Sebastián Tallacagua
11 1988 1 7-65

1.06. Chiriboga, Manuel. Crisis económica y movimiento campesino e indígena en Ecua-


dor. Comentarios de: José Bengoa, Anne-Marie Brougere, Efraín Gonzales, César Gonzales
Mires, Bruno Kervyn, Javier Medina, Alex is Pérez-Torrico, Jean Piel, Rigoberto Rivera,
Hugo Romero B.
7 1986 7-30

1.07. Deustua, José. Producción minera y circulación monetaria en una economía andina:
El Perú del siglo XIX. Comentarios de : Carlos Contre ras, Pi lar García Jordán , Christine
Hünefeldt, Nils Jacobsen, Nelson Manrique, Rory Miller, Jean Piel, María Isabel Remy,
Ruggiero Romano, Enrique Tandeter
8 1986 2 319-378

1.08. Flores Galindo, Alberto. Los rostros de la plebe. Comentarios (publicados en el Nº


3, 1984:1) de : Steve Stern, Miquel lzard, Christine Hünefeldt, Luis Pasara, Paul Gooten-
berg, Julio Cotler
2 1983 2 315-352

1.09. Flores Galindo, Alberto y Chocano, Magdalena. Las cargas del sacramento. Comen-
tarios de: Antonio Acosta, Maruja Barrig, Bernard Lavallé, María Emma Mannarelli, Gonzalo
Portocarrero
4 1984 2 403-434

1.1O. García Jordán, Pilar. Estado moderno, Iglesia y secularización en el Perú contem-
poráneo (1821-1919) Comentarios de: Andrés Guerrero, Christine Hünefeldt, Víctor Peral-
ta, Jean Piel, Alfonso Quiroz, Julio Revilla
12 1988 2 351-40 1

1.11 Glave, Luis Miguel. Trajines. Un capítulo en la formación del mercado interno colo-
nial. Comentarios de: Roberto Choque Canqui, Manuel Burga, Efraín Trelles, Alberto
Flores Galindo, Olinda Celestino
1 1983 1 9-76

1.12. Gonzales de Olarte, Efraín. ¿Problema de empleo de reproducción de la fuerza de


trabajo?: Las comunidades campesinas del Cusca. Comentarios de : Heraclio Bonilla,
David Lehmann, Jean Piel
1 1983 77-102

1.13. Goctenberg, Paul. Liberales asediados: La fracasada primera generación de libre-


cambistas en el Perú, 1820-1850. Comentarios de: Andrés Guerrero, Christine Hünefeldt,
Víctor Peralta, Jean Piel, Alfonso Quiroz, Julio Revilla
12 1988 2 403-450

1.14. Grillo Fernández, Eduardo. Perú: Agricultura, utopía popular y proyecto nacional.
Comentarios de: Santiago Antúnez de Mayolo, Alejandro Raúl Isla, Alexander Grobman,

606 Revista Andina, Año 8


Javier lguiñiz, Héctor Martínez, Héctor Béjar, Vidal Pino
5 1985 1 7-56

1.15. Guerrero, Andrés . Curagas y tenientes políticos: La ley de la costumbre y la ley del
Estado (Otavalo 1830-1875). Comentarios de: Erick Langer, Silvia Rivera Cusicanqui,
Charles Walker, Susan Ramírez
14 1989 2 321-366

1.16. Hunefeldt, Christine. Poder y Contribuciones: Puno, 1825-1845. Comentarios de :


Erick Langer, Silvia Rivera Cusicanqui, Charles Walker, Susan Ramírez
14 1989 2 367-407

1.17. lsbell, William H. El origen del Estado en el valle de Ayacucho. Comentarios de :


Cathy Costin, Enrique González Garré, Jaime Urrutia, John Tapie, Gordon Me Ewan, Ruth
Shady, Alan Kolata, Michael Moseley
5 1985 1 57-106

1.18. lzko, Xavier. Comunidad Andina: Persistencia y cambio. Comentarios de : José


Bengoa, Anne-Marie Brougere, Efraín Gonzales, César Gonzales Mires, Bruno Kervyn,
Javier Medina, Alexis Pérez-Torrico, Jean Piel, Rigob~Hto Rivera, Hugo Romero B.
7 1986 1 59-99

1.19. Jacobsen, Nils. Libre comercio, élites regionales y mercado interno en el sur del
Perú, 1895-1932. Comentarios de: Erick Langer, Silvia Rivera Cusicanqui, Charles Walker,
Susan Ramírez
14 1989 2 409-449

1.20. Kervyn, Bruno y el equipo del CEDEP Ayllu . Campesinos y acción colectiva: La or-
ganización del espacio en comunidades de la sierra sur del Perú. Comentarios de: Epifanio
Baca, Osear Blanco, Manuel Glave, Efraín Gonzales, David Lehmann, Enrique Mayer,
Pierre Morlon, Elizabete Paschoal, Vidal Pino
13 1989 1 7-81

1.21. Lehmann, David. Dos vías de desarrollo capitalista en la agricultura o "Crítica de la


razón chayanoviano-marxistizante ''. Comentarios de: César Fonseca, Manuel Glave, Efraín
Gonzales, Juan Martínez Alier, Luciano Martínez, Jean Piel, Fernando Rasero Garcés,
José de Souza-Martins, Fernando Urrea, Florencia Mallen, William Stein, Graziano da
Silva, Jorge Villafuerte
6 1985 2 343-402

1.22. Martínez-Alier, Juan. La interpretación ecologista de la historia socio-económica.


Algunos ejemplos andinos. Comentarios de : Jorge Caillaux, Alejandro Camino , A~nes
Feurtet-Mazel, Bernardo Fulcrand, Eduardo Grillo, Benjamín Marticorena, Héctor Mart1nez,
Juan Torres Guevara, Karl Zimmerer
15 1990 1 9-46

1.23. Mendaz, Cecilia. La otra historia del guano: Perú 1840-1879. Comentarios de :
Carlos Aguirre, Fred Bronner, Carlos Contreras, Wilma Derpich, José Deustua, Paul
Gootenberg, Shane Hunt, lsabelle Lausent, Juan Maiguashca, Carlos Malamud , Alfonso
Quiroz, Humberto Rodríguez Pastor, Fernando de Trazegnies, Fernando Villafuerte
9 , _ 1987 1 7-83

1.24. Remy, María Isabel. La sociedad local al inicio de la República. Cusco 1824-1850.

No. 2, diciembre 1990 607


Indice general

Comentarios de: Andrés Guerrero, Christine Hünefeldt, Víctor Peralta, Jean Piel, Alfonso
Quiroz, Julio Revilla \
12 1988 2 451-484

1.25. Saignes, Thierry. ¿Quienes son los kallawaya?. Nota sobre un enigma etnohistórico.
Comentarios de: John V. Murra, Luis Millones, Teresa Gisbert, Xavier Albó, Tristan Platt
2 1983 2 357-384

1.26. Saignes, Thierry. Borracheras andinas: ¿Por qué los indios ebrios hablan en es-
pañol?. Comentarios de: Roberto Choque Canqui, Teresa Gisbert, Penelope Harvey,
Dwight Heat, Jorge Hidalgo, Carmen Salazar
13 1989 1 83-127

1.27. Shady Salís, Ruth. La época Huari como interacción de las sociedades regionales.
Comentarios de: Martha Anders, Brian Bauer, William lsbell, Luis Lumbreras, Ramiro
Matos, Gordon Me Ewan, Michael Moseley, Denise Pozzi-Escot, John Tapie
11 1988 1 6 7-133

1.28. Torero, Alfredo. El comercio lejano y la difusión del quechua. El caso de Ecuador.
Comentarios de: Rodolfo Cerrón-Palomino, José Yánez del Pozo, Ruth Moya, Frank
Saloman, Roswith Hartmann
4 1984 2 367-402

1.29. Torero, Alfredo. Lenguas y pueblos altiplánicos en torno al siglo XVI. Comentarios
de: Willem Adelaar, Thérese Bouysse-Cassagne, Rodolfo Cerrón Palomino, Harriet Manelis
Klein, John Murra, Bernard Pottier, Arturo Ruiz Estrada, Ruth Shady, Nathan Wachtel
1O 1987 2 329-405

1.30. Urton, Gary. Chuta: El espacio de la práctica social en Pacariqtambo, Perú. Comen-
tarios de: John Earls, Olivia Harris, Antoinette Fioravanti, Gabriel Escobar, John Murra,
Anthony Aveni, José Sánchez-Parga
3 1984 1 7-56

1.31. Urton, Gary. La historia de un mito: Pacariqtambo y el origen de los Incas. Comen-
tarios de: Yuri Berezquin, Thérese Bouysse-Cassagne, Thierry Saignes, Richard Burger,
Pierre Duviols, Javier Flores, Ana Ma. Lorandi, Deborah Poole, José Sánchez-Parga,
Lawrence Sullivan
13 1989 129-216

2 SECCIÓN ART(CULOS NOTAS Y DOCUMENTOS

Vol. Año Num. Pág.

2.01 . Acosta, Antonio. Sobre criollos y criollismo.


3 1984 1 73-88

2.02. Acosta, Antonio. La extirpación de las idolatrías en el Perú: Origen y desarrollo de


las campañas.
9 1987 1 171-195

2.03. Adelaar, Willem. Un nuevo aporte a la lingüística andina.


14 1989 2 523-536

608 Revista Andina, Año 8


2.04. Albó, Xavier. Nuevas pistas para la lengua Machaj Juyay de los Kallawaya.
13 1989 1 259-268

2.05. Bailón Aguirre, Enrique. Política linguopedagógica peruana.


8 1986 2 479-499

2.06. Barnadas, Josep. Algunas propuestas para la definición del corpus literario de Char-
cas, 1535-1825.
15 1990 47-63

2.07. Bauer, Brian. Sistemas andinos de organización rural antes del establecimiento de
reducciones : El ejemplo de Pacariqtambo (Perú).
9 1987 1 197-209

2.08. Bauer, Brian. Muyu Orqo y Ccoipa: Dos nuevos tipos de cerámica para la región del
Cusco.
14 1989 2 537-542
2.09. Beyersdorff, Margot. Fray Martín de Murúa y el "Cantar" histórico inka.
8 1986 2 501-521

2.1 O. Borchart de Moreno, Cristiana. Las tierras de comunidad de Licto, Punin y Macaxi:
factores para su disminución e intentos de restauración.
2 1988 2 503-524

2.11 . Buttner, Marie. Consideraciones lingüísticas en torno a libros escolares en quechua


puneño.
7 1986 195-210

2.12. Cadena, Marisol de la. De utopías y contrahegemonías: el proceso de la cultura


popular.
15 1990 65-75

2.13. Caillavet, Chanta!. Investigaciones en etnohistoria de Ecuador.


3 1984 1 163-167

2.14. Caillavet, Chanta!. La adaptación de la dominación incaica a las sociedades autócto-


nas de la frontera septentrional del Imperio: Territorio Otavalo-Ecuador.
6 1985 2 403-423

2.15. Caillavet, Chanta!. Una Relación geográfica inédita de 1582 sobre Ecuador: Oyum-
bicho y Amaguaña del valle de los Chillos.
12 1988 2 525-536

2.16. Cajías, Fernando. Los objetivos de la revolución indígena de 1781 : El caso de


Oruro.
2 1983 2 407-428

2.17. Cardich, Augusto. A propósito del 25" aniversario de Lauricocha


1 1983 1 151-173

2.18. Cerrón Palomino, Rodolfo. La reconstrucción del Proto-quechua.


3 1984 1 89-120

No. 2, diciembre 1990 609


Indice general

2.19. Cipolletti, Susana. Llamas y mulas, trueque y venta: El testimonio de un arriero


puneño. '.,
4 1984 2 513-538

2.20. Contreras, Carlos y Bracamonte, Jorge. Rumí Maqui en la Sierra Cenral: Documen-
tos inéditos de 1907.
12 1988 2 537-554

2.21 . Choque Canqui, Roberto. El papel de los capitanes de indios en la provincia de


Pacajes en el "entero de la mita " de Potosí.
1 1983 1 11 7-125

2.22. Dillehay, Tom . Estrategias políticas y económicas de las etnias locales del Valle del
Chillón durante el período prehispánico. ·
1O 1987 2 407-457

2.23. Duviols, Pierre. Guamán Poma, historiador del Perú antiguo: Una nueva pista.
1 1983 1 103-115

2.24. Duviols, Pierre. El Contra idolatrlam de Luis de Teruel y una versión primeriza del
mito de Pachacamac-Vichama.
2 1983 2 385-392

2.25. Duviols, Pierre. Albornoz y el espacio ritual andino prehispánico.


3 1984 1 169-222

2.26. Duviols, Pierre. Sí, hubo imprenta en Juli.


5 1985 1 187-190

2.27. Flores, Gonzalo. Migraciones en Bolivia: Bibliografía reciente.


1 1983 1 143-150

2.28. Flores Galindo, Alberto. Los consolidados (una mala palabra) y /as multitudes.
11 1988 1 263-276

2.29. Guchte, Maarten Van de. El ciclo mítico andino de la Piedra Cansada.
4 1984 2 539-556
2.30. Hampa Martínez, Teodoro. Sobre encomenderos y repartimientos en la diócesis de
Lima a principios del siglo XVII.
7 1986 1 173-194

2.31. Hampa Martínez, Teodoro. Una biblioteca cusqueña confiscada por la Inquisición.
El proceso al doctor Agustín Valenciano de Quiñones, hereje reconciliado (1574-1595).
10 1987 2 527-564

2.32. Huidobro Bellido, José. Estudio arqueológico de la necrópolis de Palla Palla.


3 1984 1 147-1 61

2.33. !barra, Hernán. Haciendas y concertaje al fin de la época colonial en el Ecuador (Un
análisis introductorio).
11 1988 175-200

2.34. ltier, César. A propósito de dos poemas en quechua de la crónica de fray Martín de

610 Revista Andina, Año 8


Murúa.
9 1987 211 -227

2.35. ltier, César. Las oraciones en quechua de la Relación de Joan de Santa Cruz
Pachacuti Yamqui Salcamaygua.
12 1988 2 555~80

2.36. Kervyn, Bruno. El estudio económico del cambio técnico en la agricultura andina. A
propósito de dos libros de Figueroa y Cotlear. ·
1O 1987 2 565-580

2.37. Langevin, André. La organización musical y social del conjunto de kantu en la


comunidad de Ouiabaya (provincia de Bautista Saavedra), Bolivia.
15 1990 1 115-137

2.38. Lassegue, J. B. y Letona, F. Catálogo general del archivo del Monas terio de Santa
Catalina del Cusco, Perú.
1 1983 1 127-133

2.39. Lassegue , Juan Bautista. La fundación progresiva de un convento-hospital en Pari-


nacochas, diócesis de Cusco (1567-1586): Apuntes de lectura e hipótesis de estudio.
4 1984 2 487-511

2.40. Lavallé, Bernard . Divorcio y nulidad de matrimonio en Lima (1650-1700): La desave-


nencia conyugal como indicador social.
8 1986 2 427-464

2.41 . Lehmann, David . Economía campesina. Guía para planificadores progresistas.


1 1983 1 135-141

2.42. Lorandi, Ana María. El servicio personal como agente de desestructuración en el


Tucumán colonial.
11 1988 135-173

2.43. Loza, Carmen Beatriz. Los Ouirua de los valles paceños,· Una tentativa de identifi-
cación en la época prehispánica.
4 1984 2 591 -605

2.44. Malengreau, Jacques. Territorios andinos, alianzas matrimonia/es y circulación de


productos en el norte de Chachapoyas.
9 1987 1 93-138

2.45. Mannarell i, María Emma. Inquisición y mujeres. Las hechiceras en el Perú durante
el siglo XVII.
5 1985 141-155

2.46. Mannheim, Bruce. El papel de la variación lingüística en el conocimiento de la


historia del quechua cusqueño.
9 1987 1 247-252

2.47. Mannheim, ~Bruce. La cronología relativa de la lengua y literatura quechua cusqueña.


15 1990 1 139-177

No. 2, diciembre 1990 611


Indice general

2.48. Manrique, Nelson. Campesinado, guerra y conciencia nacional.


7 1986 1 161-1 72

2.49. Mayar, Enrique. Los atributos del hogar: Economía doméstica y la encomienda en
el Perú colonial.
4 1984 2 557-590

2.50. Mendoza, Zoila. La danza de los "Ave/inos", sus orígenes y sus múltiples significa-
dos.
14 1989 2 501-521

2.51 . Meneses, Teodoro. Presentación en forma reiterativa del drama quechua "La Muerte
de Atahualpa".
6 1985 2 499-507

2.52. Miño Grijalva, Manuel. Chucuito en 1782. Una descripción.


4 1984 2 629-636

2.53. Moscoso, Martha. Comunidad, autoridad indígena y poder republicano.


14 1989 2 481-499

2.54. Paez Constenla, Roberto. Balseros y chinchorreros de la costa andina: Norte de


Chile.
9 1987 229-246

2.55. Pérez Fernández, lsacio. El espíritu lascasiano en la primera evangelización del


Perú 1571-1573.
5 1985 115-140

2.56. Ouispe, Ulpiano. La "Chupa": Rito ganadero andino.


4 1984 2 607-628

2.57. Rabey, Mario; Merlino, Rodolfo y González, Daniel. Trueque, articulación económica
y racionalidad campesina en el sur de los Andes Centrales.
7 1986 1 131-160

2.58. Remy, María Isabel. Entre la violencia y el doloroso sueño del progreso.
15 1990 1 179-185

2.59. Rio, Mercedes del. Simbolismo y poder en Tapacarí.


15 1990 1 77 -113

2.60. Saignes, Thierry. "Algún día todo se andará": Los movimientos étnicos en Charcas
(siglo XVII).
6 1985 2 425-450

2.61. Saignes, Thierry. De la borrachera al retrato: Los caciques andinos entre dos legit-
imidades (Charcas).
9 1987 139-170

2.62. Salomon, Frank. El quichua de los Andes Ecuatorianos: Algunos aportes recientes.
2 1983 2 393-405

2.63. Schramm, Raimund . Archivo histórico de Cochabamba. Indice de documentos sobre

612 Revista Andina, Año 8


indios y tierras (siglos XVI, XVII y XVIII).
15 1990 1 187-236

2.64. Shady Salís, Ruth . Tradición y cambio en las sociedades formativas de Bagua,
Amazonas.
10 1987 2 457-487

2.65. Silverman, Helaine. La investigación arqueológica y el uso de la analogía etnográfica:


El caso de las plazas y espacios abiertos de Cahuachi.
8 1986 2 465-478

2.66. Stavig, Ward . Violencia cotidiana de los naturales de Quispicanchis, Canas y Canchis
en el siglo XVIII.
6 1985 2 451-468

2.67. Taylor, Gerald . Yauyos : Un microcosmos dialectal quechua.


3 1984 1 121-146

2.68. Taylor, Gerald. Un documento quechua de Huarochirí - 1607


5 1985 1 157-185

2.69. Taylor, Gerald. Nota sobre "Un documento quechua de Huarochirí - 1607" (sic).
7 1986 1 211 -212

2.70. Taylor, Gerald. Algunos datos nuevos sobre el quechua de Yauyos (Vitis y Huan-
caya).
9 1987 253-265

2.71 . Torero, Alfredo. Deslindes lingüísticos en la costa norte peruana.


8 1986 2 523~48

2.72. Torero, Alfredo. Areas toponímicas e idiomas en la sierra norte peruana. Un trabajo
de recuperación lingüística.
13 1989 217-257

2.73. Torero , Alfredo. Procesos lingüísticos e identificación de dioses en los Andes cen-
trales.
15 1990 237-263

2.74. Tranchand , Genevieve. La encomienda de Songo Suri-Oyune: El proceso de un ice-


berg.
6 1985 2 469-497

2.75. Urbano, Henrique. Thunupa, Taguapaca, Gachí. Introducción a un espacio simbólico


andino.
11 1988 201-224

2.76. Urbano, Henrique. Betanzos (1551) y la historia incaica.


13 1989 1 269-278

2.77. Urbano, ~nrique. Cristóbal de Molina, el Cusqueño. Negocios eclesiásticos, me-


sianismo y Taqui Onqoy.
15 1990 265-283

No. 2, diciembre 1990 613


Indice general

2.78. Urton, Gary. La arquitectura pública como texto social: La historia de un muro de
adobe en Pacariqtambo, Perú (1915-1985).
11 1988 1 225-261

2.79. Zorn, Elayne. Un análisis de los tejidos en los atados rituales de los pastores.
1O 1987 2 489-526

3 SECCIÓN CRONICAS BIBUOGRAFICAS


Vol. Año Num. Pág.
3.01. Albó, Xavier y Layo, Félix. Ludovico Bertonio (1557-1625): Fuente única al mundo
Aymara temprano.
3 1984 223-264

3.02. Alcina Franch, José. La arqueología de Esmeraldas (Ecuador): Estado de la cues-


tión y perspectivas.
5 1985 213-258

3.03. Barnadas, Josep. Panorama historiográfico de estudios recientes sobre Charcas


Colonial.
2 1983 2 475-543

3.04. Bastien, Joseph W. Los Aymaras. Notas bibliográficas.


2 1983 2 545-578

3.05. Beyersdorff, Margot. La tradición oral quechua vista desde la perspectiva de la li-
teratura.
7 1986 213-236

3.06. Burger, Richard . El horizonte Chavín: ¿Quimera estilística o metamorfosis socio-


económica?
14 1989 2 543-573

3.07. Cerrón Palomino, Rodolfo. Panorama de la lingüística andina.


6 1985 2 509-572

3.08. Cipolletti, María Susana. Acerca de la narrativa oral en el noroeste argentino.


1 1983 1 251 -263

3.09. Deustua, José. Sobre movimientos campesinos e historia regional en el Perú mo-
derno: un comentario bibliográfico.
1 1983 1 219-240

3.1O. Durand, Francisco. La industria en el Ande: Bibliografía.


1 1983 1 265-271

3.11 . Flores Galindo, Alberto. Las revoluciones tupamaristas: Temas en debate.


13 1989 1 279-287

3.12. Flores Ochoa, Jorge. Pastoreo de llamas y alpacas en los Andes. Balance biblio-
gráfico.
1 1983 175-218

614 Revista Andina, Año 8


3.13. Gade, Daniel. Geografía de los Andes Centrales en los escritos en idioma inglés.
1 1983 1 241-249
3.14. Gibson, Rebecca Campbell. Recursos para la investigación en estudios andinos en
la Lilly Library de la Universidad de Indiana
6 1985 2 573-591

3.15. Hartmann, Roswith. Estudios Americanistas de Bonn.


3 1984 1 299-307

3.16. Hartmann, Roswith. Medio siglo de estudios quechuas en la Universidad de Bonn.


8 1986 2 607-614

3.17. Hurtado, Laura. Fuentes impresas regionales para la investigación histórica en el ex-
tremo norte.
12 1988 2 581-598
3.18. !barra, Hernán. Monografías y guías comerciales como fuentes de historia social y
local.
7 1986 237-251

3.19. Langevin, André. Música andina: Breve introducción bibliográfica.


14 1989 2 575-579

3.20. Merlino, Rodolfo y Quereilhac, Alicia C. Acerca de los estudios andinos en la Argen-
tina.
3 1984 265-282

3.21. Monge, Carlos. El sur del Perú en perspectiva regional.


9 1987 1 267-288

3.22. Oberti, ltalo. Cusco arqueológico y etnohistórico. Una introducción bibliográfica.


2 1983 2 443-474

3.23. Poole, Deborah y Harvey, Penelope. Luna, sol y brujas. Estudios andinos e histo-
riografía de resistencia.
11 1988 277-298

3.24. Ravines, Rogger. Nota acerca de la investigación antropológica y arqueológica en


el Perú.
2 1983 2 429-441

3.25. Ravines, Rogger. Sobre la arqueología del norte del Perú.


5 1985 1 191-211

3.26. Rivera, Mario. Acerca de la arqueología andina del norte de Chile: Comentarios y
referencias bibliográficas publicados entre 1980-1983.
3 1984 1 283-298

3.27. Stein, William. La práctica de la antropología económica en los Andes peruanos:


Comunidad, unidad doméstica y relaciones de producción.
8 ~ 1986 2 549-606

3.28. Urbano, Henrique. Crónicas, papeles y autores de los siglos XVI, XVII y XVIII. Pu-

No. 2, diciembre 1990 615


Indice general

blicaciones y estudios recientes.


10 1987 2 581-599

3.29. Walker, Charles. Bibliografía reciente sobre José Carlos Mariátegui.


7 1986 1 253-273

los dígitos en los índices temático y de autores que siguen a continuación, remiten al
listado anterior en que los artículos están divididos por secciones de Revista Andina y
dentro de cada una, ordenados alfabéticamente según el apellido del autor. Así, el dígito
a la izquierda del punto corresponde a la sección y los que están a la derecha a la
ubicacion correspondiente al orden alfabético.

INDICE TEMATICO Vols. 1 a 15

ANTROPOLOGIA: HISTORIA COLONIAL:


1.02; 1.18; 1.30; 2.12; 2.19; 2.37; 2.44; 2.49; 1.08; 1.09; 1.11; 1.26; 2.01; 2.02; 2.06; 2.1O;
2.50; 2.56; 2.57; 2.75; 2.78; 2.79; 3.04; 3.08; 2.16; 2.21; 2.26; 2.30; 2.31; 2.33; 2.38; 2.39;
3.12; 3.19; 3.23; 3.27 2.40; 2.42; 2.45; 2.52; 2.55; 2.60; 2.61; 2.63;
2.66; 2.74; 2. 77; 3.02; 3.11 ; 3.17; 3.28
ARQUEOLOGIA:
1.17; 1.27; 2.07; 2.08; 2.17; 2.22; 2.32; 2.64; HISTORIA SIGLOS XIX-XX:
2.65; 3.02; 3.06; 3.22; 3.24; 3.25; 3.26 1.03; 1.07; 1.10; 1.13; 1.15; 1.16; 1.19; 1.23;
1.24; 2.20; 2.28; 2.48; 2.53; 3.09; 3.18; 3.29
ECONOMIA: HISTORIA LITERARIA:
1.04; 1.05; 1.12; 1.20; 1.21; 1.22; 2.36; 2.41 2.09; 2.34; 2.35; 2.51; 3.05
ESTUDIOS ANDINOS: LINGÜISTICA
3.13; 3.14; 3.15; 3.20 1.01; 1.28; 1.29; 2.03; 2.04; 2.05; 2.11; 2.18;
2.46; 2.47; 2.62; 2.67; 2.68; 2.69; 2.70; 2. 71;
ETNOHISTORIA: 2.72; 2.73; 3.01; 3.07; 3.16;
1.25; 1.31 ; 2.13; 2.14; 2.15; 2.23; 2.24; 2.25;
2.43; 2.54; 2.59; 2.76 SOCIOLOGIA
1.06; 1.14; 2.27; 2.58; 3.10; 3.21

INDICE POR AUTORES Vols. 1 a 15

ACOSTA. Antonio 2.01; 2.02 CADENA, Marisol de la 1.02; 2.12


ADELAAR, Willem F. H 1.01; 2.03 CAILLAVET, Chanta! 2.13; 2.14; 2.15
ALBO, Xavier 2.04 CAJIAS, Fernando 2.16
ALBO, Xavier y LAYO, Félix 3.01 CARDICH, Augusto 2.17
ALCINA FRANCH, José 3.02 CERRON PALOMINO, Rodolfo 2.18; 3.07
BALLON AGUIRRE, Enrique 2.05 CIPOLLETII, Susana 2.19; 3.08
BARNADAS, Josep 2.6; 3.03 COLMENARES, Germán 1.03
BASTIEN, Joseph W 3.04 CONTRERAS, Carlos y BRACAMONTE,
BAUER, Brian 2.07; 2.08 Jorge 2.20
BEYERSDORFF, Margot 2.09; 3.05 COTLEAR, Daniel 1.04; 1.05
BORCHART DE MORENO, Cristiana 2.1 O CHIRIBOGA, Manuel 1.06
BURGER, Richard 3.06 CHOQUE CANOUI, Roberto 2.21
BÜTINER, Maria 2.11 DEUSTUA, José 1.07; 3.09

616 Revista Andina, Año 8


DILLEHAY, Tom 2.22 MANNHEIM, Bruce 2.46; 2.47
DURAND, Francisco 3.1 O MANRIQUE, Nelson 2.48
DUVIOLS, Pierre 2.23; 2.24; 2.25; 2.26 MARTINEZ-ALIER, Juan 1.22
FLORES, Gonzalo 2.27 MA YER, Enrique 2.49
FLORES GALINDO, Alberto 1.08; 2.28; 3.11 MENDEZ, Cecilia 1.23
FLORES GALINDO, Alberto y CHOCANO, MENDOZA, Zoila 2.50
Magdalena 1.09 MENESES, Teodoro 2.51
FLORES OCHOA, Jorge 3.12 MERLINO, Rodolfo y QUEREILHAC, Alicia
GADE, Daniel 3.13 3.20
GARCIA JORDAN, Pilar 1.10 MIÑO GRIJALVA, Manuel 2.52
GIBSON, Rebecca Campbell 3.14 MONGE, Carlos 3.21
GLAVE, Luis Miguel 1.11 MOSCOSO, Martha 2.53
GONZALES DE OLARTE, Efraín 1.12 OBERTI, ltalo 3.22
GOOTENBERG, Paul 1.13 PAEZ CONSTENLA, Roberto 2.54
GRILLO FRENANDEZ, Eduardo 1.14 PEREZ FERNANDEZ, lsacio 2.55
GUCHTE, Maarten Van de 2.29 POOLE, Deborah y HARVEY, Penelope
GUERRERO, Andrés 1.15 3.23
HAMPE MARTINEZ, Teodoro 2.30; 2.31 QUISPE, Ulpiano 2.56
HARTMANN, Roswith 3.15; 3.16 RABEY, Mario; MERLINO, Rodolfo y
HUIDOBRO BELLIDO, José 2.32 GONZALEZ, Daniel 2.57
HÜNEFELDT, Christine 1.16 RAVINES, Rogger 3.24; 3.25
HURTADO, Laura 3.17 REMY, María Isabel 1.24; 2.58
IBARRA Hernán 2.33; 3.18 RIO, Mercedes del 2.59
ISBELL, William H 1.17 RIVERA, Mario 3.26
ITIER, César 2.34; 2.35 SAIGNES, Thierry 1.25; 1.26; 2.60; 2.61
IZKO, Xavier 1.18 SALOMON, Frank 2.62
JACOBSEN, Nils 1.19 SCHRAMM, Raimund 2.63
KERVYN, Bruno 2.36 SHADY SOLIS, Ruth 1.27; 2.64
KERVYN, Bruno y el Equipo del CEDEP SILVERMAN, Helaine 2.65
Ayllu. 1.20 STAVIG, Ward 2.66
LANGEVIN, André 2.37; 3.19 STEIN, William 3.27
LASSEGUE, Juan Bautista 2.39 TAYLOR, Gerald 2.67; 2.68; 2.69; 2.70
LASSEGUE, J.B. y LETONA, F 2.38 TORERO, Alfredo 1.28; 1.29; 2.71; 2.72;
LAVALLE, Bernard 2.40 2.73
LEHMANN, David 1.21; 2.41 TRANCHAND Genevieve 2.74
LORANDI, Ana María 2.42 URBANO, Henrique 2.75; 2.76; 2.77; 3.29
LOZA, Carmen Beatriz 2.43 URTON, Gary 1.30; 1.31; 2.78
MALENGREAU, Jacques 2.44 WALKER, Charles 3.29
MANNARELLI, María Emma 2.45 ZORN , Elayne 2.79

SECCION RESEÑAS

AUTORES DE LIBROS RESEÑADOS (la indicación entre paréntesis corresponde al


Volumen, Año, Número del año de Revista Andina en que la reseña fue publicada)

ADORNO, Rolena (2, 1983:2); ADRIANZEN, Alberto (ed .) (11, 1988:1 ); ALCINA FRANCH,
José (7, 1986:1); ALLAIGRE, Claude (1, 1983:1); ALLEN, Catherine (13, 1989:1); AL-
VAREZ, Elena (3, 1984:1); ALLPANCHIS PHUTUÁINQA N°29/30 (13, 1989:1); ANDÉRLE,
Adam (8, 1986:2); ANSION, Juan (11, 1988:1 ); ARAMBURU,Clemencia y REMY Pilar (2,
1983:2); ARANCij31A, José y DELLAFERRA, Nelson (4, 1984:2); AVENI, Anthony y URTON
Gary (1, 1983:1); AZEVEDO, Paulo de (1, 1983:1 ); BAKEWELL, Peter (7, 1986:1 );
BALLESTEROS GAIBROIS, Manuel (8, 1986:2); BEfiNEX, Nicole y GONZALES VIGIL,

No. 2, diciembre 1990 617


Indice general - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

José (11, 1988:1); BEYERSDORFF, Margot (3, 1984:1); BIBLIOTECA DEL V CENTE-
NARIO (6, 1985:2); BLASCO B., María Concepción y RAMOS G., Luis (7;..1986:1); BONILLA
H. y DRAKE P.W., editores (13, 1989:1); BOURLIAUD, HERVE, MóRLON y REAU (14,
1989:2); BRASKY, Osvaldo (5, 1985:1); BRAVO GUERREIRA, María Concepción (10,
1987:2); BRIGGS, L.T. (2, 1983:2); BROWN, Kendal (14, 1989:2) ; CALANCHA, Antonio
de la (4, 1984:2); CALDERON, Fernando y DANDLEA, Jorge (9, 1987:1 ); CALDERON,
Ó
Fernando LASERNA, Roberto (ed) (3, 1984:1); CAMINO, Lupa (4, 1984:2); CERRON
PALOMIN , Rodotto (15, 1990:1); CHIRIBOGA, Manuel et. al. (5, 1985:1); CHOCANO,
Magdalena (2, 1983:2); COLE, Jetfrey (7, 1986:1 ); COLLIER. George; ROSALDO, Renato
y WIRTH , John (1, 1983:1); CONTRERAS HERNANDEZ, Jesús (9, 1987:1); CONTRE-
RAS Y VALVERDE, Vasco de (1, 1983:1); COSTA, María Pía (7, 1986:1); COSTALES DE
OVIEDO, Ximena (ed.) (3, 1984:1); CUCULIZA, María Nelly (5, 1985:1); DAVIES, Keith
(5, 1985:1); DELEA Jean Paul y SAINT-GEOURS, Yves (11, 1988:1); DUMEZIL, Georges
(9, 1987:1); DURAN FLORES, Luis (9, 1987:1); DURAN, Juan Guillermo (3, 1984:1);
f=EIJOO DE SOSA, Miguel (10, 1987:2); FLOfiES GALINDO, Alberto (5, 1985:1) (7,
1986:1) (11, 1988:1); FOLADORI, Guillermo (1, 1983:1); GARCIA DE PALACIOS, Juan
(4, 1984:2); GODENZZI, Juan Carlos (6, 1985:2); GONZALES DE OLARTE, Efraín (5,
1985:1); GONZALES, José Luis y RONZELEN, Jeresa van (3, 1984:1 ); GOOTENBERG,
Paul (2, 1983:2) (15, 1990:1); GUERRA CARRENO, Vicente (2, 1983:2); GUTIERREZ, R.;
AZEVEDO P. de y VALLIN, R. (1, 1983:1); HAMPE MARTINEZ, Teodoro (15, 1990:1);
HERNANDEZ, Max et.al. (11 , 1_988:1); HÜERTAS V., Lorenzo (5, 1985:1); HUSSON,
Jean Phil ippe (8, 1986:2) ; IGUINIZ, Javier y HENRIQUEZ, Narda (2, 1983:2) ; JEREZ,
Francisco de (1, 1983:1 ); KAPSOLI ESCUDERO, Wilfredo (12, 1988:2); KICZA, John (11,
1988:1¡; KRISTAL, Efraín (14, 1989:2); LABROUSSE, Alain (8, 1986:2); LAJO LAZO,
Manue (2, 1983:2); LAJO, M.; SAMANIEGO, C. y AMES, R. (1 , 1983:1); LASERNA,
Roberto (4, 1984:2) ; LAVALLE, Bernardo (15, 1990:1); LEHMANN, David (ed) (3, 1984:1);
LENGUA, CULTURA Y REGION (11 , 1988:1 ); LIRA, Jorge (6, 198;i:2) ; LOCKHART,
James y SCHWARTZ, Stu?rt (3, 1984:1); LOPEZ, POZZI-ESC01 y ZUNIGA (15, 1990:1);
MACERA, Pablo; MAGUINA Alejandro y RENGIFO, Anton io (13, 1989:1 ); MADRAZO,
Guillermo (3, 1984:1); MALLON , Florencia (7, 1986:1) ; MANRIOUE, Nelson (6, 1985:2);
MARZAL, Manuel (3, 1984:1); MITRE, Antonio (9, 1987:1); MOLINIE FlóRAVANTI,
Antoinette (1 , 1983:1); MONEY, Mary (2, 1983:2¿; MONTOYA, Rodrigo (12, 1988:2);
MQRENO, Hugo (4, 1984:2); MO~_ LON, P.; OR OVE, B. y HIBON, A. (1, 1983:1);
MORNER, Magnus (7, 1986:1 ); MORNJ:R , Magnus y TRELLES, Efraín (6, 1985:2) ;
MOROTE BEST, Efraín (15, 1990:1); MUNOZ-BERNARD, Carmen (6, 1985:2); MURATO-
RIO , Blanca (4, 1984:2); NARANJO M., PEREYRA V., J.I., y WHITIEN N. (3, 1984:1) ;
NAVARRO D!:L AGUILA, Víctor (2, 1983:2); NUGENT, José (5, 1985:1); OSSIO, Juan Y
MEDINA, Oswaldó (7, 1986:1 ); OTIER, Elisabeth (8, 1986:2); PEREZ FERNANDEZ,
lsacio (4, 1984:2); f>IEL, Jean (1, 1983:1); PLATI, Tristan (2, 1983:2) (12, 1988:2) ;
PORTOCARRERO, Gonzalo y OLIART, Patricia (13, 1989:1); RAMIREZ, Susan (9, 1987:1);
RAMON , Galo (15, 1990:1); RAMOS ZAMBRANO, Augusto (11, 1988:1); ROCCA TO-
RRES, Lius (5, 1985:1); RODRIGUEZ REA, Miguel (5, 1985:1 ); RODRIGUEZ, Linda (11,
1988:1); RObRIGUEZ PASTOR, Humberto (15, 1990:1); RÓSING, lna (12, 1988:2);
ROSTWOROWSKI, María (3, 1984:1) (15, 1990:1); RUEDA, Marco V. (4, 1984:2);
SALLNOW, Michael (12, 1988:2); SANCHEZ, Rodrigo (9, 1987:1 ); SOfOBINGER, Juan
y GRADIN, Carlos (10, 1987:2) ; SMITH, Gavin (15, 1990:1); SOUX MUNOZ, María Luisa
(9, 1987:1); SPALÓING, Karen (5, 1985:1) ; SlECHER SHAUER, Alfredo (11, 1988:1);
STEIN, William (15, 1990:1); STERN, Steve (11, 1988:1); STOLL, David (6, 1985:2) ;
SZEMINSKI, Jan (3, 1984:1); TAMAYO HERfiERA, Jase (15, 1990:1); TANTALEAN,
Javier (3, 1984:1 ); TAUSSIG, Michael (10, 1987:2); TAYLOR, Lewis (12, 1988:2); TEJADA,
Luis (15, 1990:1); TESTIMONIO (3, 1984:1 ); TOfiRE, Carlos de la y BURGA, Manuel (9,
1987:1); TORREBLANCA, Hernando de (5, 1985:1 ); TORRES FERNANDEZ DE COR-
DOVA, Glauco (3, 1984:1); TRELLES, Efraín (2, 1983:2) ; TRUJILLO, Jorge (11, 1988:1);
URRUTIA, Jaime (3, 1984:1); USTARIZ, Germán y MENDOZA, Domingo (2, 1983:2) ;

618 Revista Andina, Año 8


VALDERRAMA, Ricardo y ESCALANTE, Carmen (14, 1989:2); VANDEN, Harry (8, 1986:2);
VARIOS (Cotler, Quijano, Figueroa y otro) (8, 1986:2) ; VEGA CENTENO, Máximo (2,
1983:2); VERDERA, Francisco (3, 1984:1); WITI, Heinrich (13, 1989:1); WOLF, Eric (3,
1984:1); ZAPATA, Gastón Antonio (4, 1984:2); ZARZAR, Alonso (14, 1989:2); ZEVA-
LLOS, Noé (1 O, 1987:2)

HAN COLABORADO CON RESEÑAS:

Cristóbal ALJOVIN DE LOSADA; Emanuel AMODIO ; Carlos ARROYO ; Epifanio BACA;


Roxana BARRANTES ; Betford BEl)\LLELUZ; Margot BEYERSDORFF; Luis Humberto
BUSTAMANTE; Marie Madeleine BUTINER; Olinda CELESTINO; Manuel CHIRIBOGA;
Magdalena CHOCANO; Roberto CHOQUE CANQUI; Carlos CONTRERAS; María Susana
CIPOLLETII ; María Nelly CUCULIZA; Guido DELRAN; José DEUSTUA; Alberto FLORES
GALINDO; Lydia FOSSA FALCO; Nicole FOURTANE; C.A. y E.M. FRANQUEMONT;
Eudosio FUENTES LEON ; Ricardo FURMAN ; Paul GELLES, Luis Miguel GLAVE; Manuel
GLAVE; Juan Carlos GODENZZI; Michael GONZALES; Tirso GONZALES; Paul GOOTEN-
BERG; César GUADALUPE ; Jesús GUILLEN M.; lván HINOJOSA; Carlos JUNQUERA;
Bruno KERVYN ; Juan Bautista LASSEGUE; Ana María LEMA; Gerardo LOVON ; Cecilia
MENDEZ G.; Zoila MENDOZA; Scarlett O'PHELAN GODOY; Aldo PANFICHI; Víctor
PERAL TA RUIZ; Alexis PEREZ TORRICO; Vidal PINO; Deborah POOLE; Gabriela RAMOS;
Joanne RAPPAPORT; María Isabel REMY; Rigoberto RIVA-AGÜERO; Patricia RUIZ;
Thierry SAIGNES; Eudosio SIFUENTES LEON ; Mark THURNER ; Rosa TRONCOSO DE
LA FUENTE; Henrique URBANO; lmelda VEGA-CENTENO; Fernando VILLAFUERTE ;
Charles WALKER ; Lissie WAHL.

No. 2, diciembre 1990 619

También podría gustarte