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Rita Fink
Resumen
Los mitos de la creación y de los hermanos Ayar y el relato mitificado del conflicto con
los chancas siguen el mismo esquema mito-astronómico, en el cual un viaje de los protago-
nistas de sureste a noroeste está asemejado al movimiento so lar desde el solsticio de diciem-
bre hasta el de junio, pasando por la fecha del pasaje cenital de febrero, el cual marca el centro
del espacio y, la del equinoccio de marzo, el centro del tiempo de dicho viaje. El análisis de los
tres relatos junto con la infonnación provista por Cristóbal de Molina sobre los ídolos del Sol
venerados en meses particulares, tomando en cuenta los métodos de observación solar
empleados por los incas, pennite identificar tres figuras solares: Wayna Punchaw (Día Infan-
te), Punchaw (Día) y Punchaw lnqa (lnqa del Día), que correspondían al solsticio de diciem-
bre, pasaje cenital del sol en febrero y solsticio de junio respectivamente, y posiblemente una
cuarta figura llamada Apin (?) Punchaw, asociada con el equinoccio de septiembre. Estas
figuras representaban los rasgos cambiantes del Sol en momentos diferentes del afio solar,
percibidos 1como etapas diferentes en el c.iclo vital de un dios, el sol deificado. El relato
mitificado del conflicto con los chancas y de sus consecuencias presenta a tres gobernantes
incas -Wayna Qapaq, Pachakuti lnqa Yupanki , y Tupa lnqa Yupanki, respectivamente-
como representantes de las tres figuras solares.
Palabras clave: inca, mito de origen, culto so lar, Punchaw, astronomía inca, so lstici o,
equinocc io, pasaje cenital , axis mundi, chanca, gobi ern o por designación divina, ideo logía
imperial, historia inca.
Abstract
The myth s of creation and of the Ayar brothers and the mythici zed account of th e
contlict with the Chancas follow the same mytho-astronomi ca l scheme, in whi ch the journey
ofthe protagonists from the south-east to th e north-west is id entified with the solar movement
from th e December to Jun e so lstice, pass ing through the dates of the February zenital
passage, which marks the center of space, and of th e March equinox, the center of tim e of
this journey. The analisis of the three accounts and of the information provided by Molin a
about the ídols of the Sun worshipped in particular months, tak ing into consideration Inea
methods of so lar observation, allows the id entification ofthree so lar fi gures: Wayna Punchaw
(lnfant Day), Punchaw (Day) and Punchaw lnqa (Diurna! Inca), corresponding to the December
so lstice, February zenithal passage and June so lstice respective ly, and poss ibly of a fo urth
figure, Apin (?) Punchaw, co1Tesponding to the September eq uinox. These figures represented
the changing qualities ofthe sun in different moments of the so lar year, perceived as different
stages in the li fe cycle of one so lar god. The account ofthe conflict with the Chancas ancl of
its consequences presents three In ca rulers - Wayna Qapaq , Pachakuti lnq a Yupanki, y Tupa
lnqa Yupanki respectively- as representatives ofthe three so lar figures.
Key words: Inca, myth of origin, so lar worship, Punchaw, Inca astronomy, so lstice,
equinox, zenithal passage, axis mundi, Chanca, divine rul ership, imperial icleology, In ca
hi stoiy
Introducción
Los gobernantes in cas consideraron al sol su antepasado míti co, quien causa e l
cambio de las estac iones. Las percepc iones in ca icas del ciclo so lar y del espac io definido por
eventos so lares fu eron estudi adas a través del aná li sis de mitos y ritu ales cuzqueños y de
sus relaciones con el sistema ele los sukanka-s (Zuiclema 1974, 1978, 1981 , 1989a, 1989b, 1992
y 2008, Ziólkowski 1997: 389-401 ). Nociones contemporáneas referentes a los mi smos temas
en el área de Cuzco fueron objeto del trabajo de campo (U rton 1981 ). Uno de los resultados
de estos trabajos fue la demostración de la impmtanc ia de las cuatro direcc iones intercard inales
en la percepción incaica del espac io y de sus relac ion es con la posición del so l durante los
dos so lsticios. La dirección de sureste tenía asoc iaciones más comp lej as: era asoc iada con el
solsticio de diciembre (Zuiclema 1978: 349-51, 2008: 256, Urton 1981: 6 1-2), pero tambi én con
el pasaje del So l por el cenit encima del distante lago Titicaca (Zuidema 1981 : 325-40) y tal vez
encima de Cuzco mismo (ibid.). Difícil de comprender es su presentación míti ca: esta direc -
ción representaba el nacimiento del so l (Zuidema 1974: 2 18, 1978: 349-51 , 198 1: 325-40), pero
era asoc iada con el Sol Viejo o Verdadero, mi entras qu e el Sol Joven era el so l de junio,
asoc iado con la direcci ón opuesta del noroeste (Zuidema 1974, 1978: 349).
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Rita Fink: Representaciones de la deidad solar inca
El presente estudio examina la percepción incaica del ciclo solar analizando sus tres
relatos de origen y fundac ión: el mito de la creación del mundo y del sol, el mito de la
emergencia de los antepasados de la cueva de Paqariq Tampu y el relato del conflicto militar
con los chancas. Los resultados del análisis son comparados con la infonnación provista por
Cristóbal de Molina sobre los ídolos solares adorados por los incas.
Guaman Poma de Aya la dibujó el sol de diciembre como una cara grande y barbuda y el so l
de junio corno una cara más pequeña y sin barbas; estos dibujos son comúnmente interpretados
como presentaciones del Sol Viejo y Sol Joven respectivamente (Guarnan Poma 1980 [ 1616]: 246
[248], 258 [260], Demarest 1981 :28-30).1 Cristóbal de Molina mencionó varios ídolos del Sol, cada
uno con nombre propio, adorados en meses diferentes (Molina 1988 [c.1575]: 66, 77, 11 O). El relato
de Molina y los dibujos de Guamán Poma implican que los incas percibieron el sol de los momen-
tos diferentes del año solar como figuras distintas con nombres y atributos propios. 2
Las descripciones nativas de dichas figuras pudieron reflejar, o ser influidas por, las
técnicas empleadas para observar el ciclo so lar. Los incas utilizaron dos métodos. Uno
consistía en observar los cambios en la posición del so l sobre el horizonte durante sus
salidas y puestas. Los grupos de columnas, llamados sukanka-s, colocados sobre los cerros
alrededor de Cuzco, marcaban los puntos donde, mirando desde sitios determinados, el so l
sa lí a o se ponía en fechas particulares. Los solsticios eran momentos de gran importanci a,
porque el sol sale y se pone en los puntos extremos hacia el sur (solsticio de diciembre,
verano) y el norte (solsticio de junio, invierno) (Betanzos 1987 [ 1557] : 73-74. Pt. 1, cap. 15;
Anónimo 1906 [¿c. 1570?]; Polo de Ondegardo 1985 [ 1584]: 270; Garcilaso 1976 [ 1609]: 1: 104-
5, Lib. 2, cap. 22; Cobo 1956 [ 1653]: 2: 172, 185. Lib. 13, caps. 13, 16; Zuidema 1977, 1981 ;Aveni
1981 ; Bauer and Dearbom 1995: 24-53, 67-100; Bauer2000: 72-3, 153). El segundo método fue
observar regularmente la sombra de un gnomon vertical para averiguar el tiempo de medio-
día, los pasajes del sol por el cenit y los equinoccios. Los solsticios también se observaban
a través de este método. Los gnómones eran colocados delante de varios santuarios, incluso
el templo de Quri Kancha(Molina 1988 [c.1575]: 67-8, 73, 84, 100; Garcilaso 1976 [ 1609]: 1: 105-
6, Lib. 2, cap. 22; Zuidema 1977: 254, 1989b: 408-412; Fink 2008].
Mito de la creación
Según Betanzos, el mundo fue creado en la antigua capital de Tiwanaku por e! dios
Wira Quchan. Después de la primera etapa, que fue la creación de un mundo oscuro. Wira
Quchan apareció de nuevo , emergiendo del lago Titicaca con sus ayudantes, y en Tiwanaku
creó el día y el sol, mandando al sol subir al cielo y seguir su camino; después creó las
estrellas y la luna. Finalmente hizo figuras en piedra de gente que hubo de emerger más tarde,
cada nación de su propia tierra. Wira Quchan y sus ayudantes se dispersaron por la tierra,
llam ando a la gente salir de sus paqarina-s, que fueron manantiales, cuevas o cerros.
En los dibujos de Guamán Poma. d so l aparece con la cara sin barba~ en todos los meses sa lvo
diciembre.
2 R. T. Zuidema ( 1974) interpretó dos de los tres nombres mencionados por Molina como pertenecien-
tes a la misma deidad solar asociada con una fecha y no se refirió en sus estudios al tercer nombre: parn
la discusión vid. infra.
Betanzos detalló el orden de salida y las direcciones tomadas por los dioses al sal ir de
Tiwanaku. Los primeros fueron unos ayudantes (de un número desconocido) que fueron
hacia el lugar o la dirección por donde sale el sol. Después de enviarlos, Wira Quchan caminó
en una dirección opuesta, con el lugar o la dirección del sol saliente a sus espaldas. En algún
punto de su camino, se separaron de él dos ayudantes, que hasta ese momento le hubieron
acompañado:
Contiti Viracocha[ ... ] mandó a toda su gente que se partiesen todos los que él
allí tenía, dejando sólos dos en su companía [... ] E ansi se pai1ieron estos
viracochas[ ... ] poblando la tierra hacia la parte do el sol sale. E como el Contiti
Viracocha hubiese ya despachado estos e ido en la manera ya dicha, dicen que
a los dos que ansi quedaron con él allí en pueblo de Tiaguanaco que los envió
ansi mismo etc. (Betanzos 1987 [ 1571]: 12-13, Pt. 1caps 1-2, énfasis añadido).'
La fonna gramatical de los verbos 'hubiese despachado' e ' ido ' es la misma, indican-
do que ambos se refieren a "Contiti Viracocha", quién caminó como los primeros ayudantes
antes de enviar a los últimos dos . ·
Los dos ayudantes partieron para poblar las provincias a la derecha y la izquierda del
camino de Wira Quchan, mientras que él siguió el Camino de la Sierra en la dirección de
C~jamarca. Pasó por Cacha y Urcos, llegó a Cuzco y siguió su camino, por fin llegando a la
costa del Pacífico en la región de Puet1o Viejo, donde se reunió con los dos ayudantes y
entró al mar o pasó sobre el agua hacia el horizonte, para nunca volver (Betanzos 1987 [ 157 1]:
11-15, Pt. l caps. 1-2).
Otros cronistas proveen detalles adicionales. Según Molina, Wira Quchan creó el sol
en Tiwanaku, su asiento principal, pero mandó que fuese a la isla de Titicaca para subir al
cielo de allí (Molina 1988 [c. 1575] : 52). La información de que el sol fue creado en la isla de
Titicaca o subió al cielo de allí fue registrada por varios cronistas (Sarmiento 1960 [ 1572] : 208
cap. 8, Cobo 1956 [ 1653]: 2: 150, Lib. 13 cap. 22), Cieza 1984 [ 1554]: 150-151 , Pt. 11 cap. 5).
Molina también explicó que las naciones creadas en Tiwanaku pasaron a sus pac¡arina-s por
túneles subterráneos. Una información muy impot1ante se refiere al lugar donde los últimos
dos ayudantes se separaron de Wira Quchan : esto ocurrió en Pukará .
.. .en Pucara, que es quarenta leguas de la ciudad del Cuzco por el camino del
Collao [... ] el Hacedor[ ... ] mandó que desde allí se pa11iese el mayor de sus
hijos, llamado Ymaimana Viracochan [... ] por el camino de los Andes[ ... ] Y al
otro hijo llamado Tocapo Viracochan [.. .] le mandó fuese por el camino de los
llanos (Molina 1988 [c.1575] : 53-4)
3 Por lo menos los primeros 14 capítulos de la crónica de Betanzos fueron escritos en 1551 ([ktan zos
1987 [1571]: 70. Pt. 1 cap. 14).
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Molina mencionó también a Jauja como uno de los pueblos en el camino de Wira
Quchan (Molina 1988 [c.1575]: 53-4).
Sarmi ento de Gamboa registró en 1572 otro rel ato sobre los ayudantes que sa lieron de
Tiwanaku antes de Wira Quchan. Su relato cuenta sobre un so lo ayudante, llam ado Tawa
Paka, qu e se contrapuso a Wira Quchan en todo, por lo que el último mandó a otros ayudan-
tes ponerle, atado, en una balsa y botarla al lago Titicaca. El evento tuvo lugar en la isla de
Titicaca, después de la creación del so l y antes de la creación de la humanidad en Tiwanaku.
La balsa fue ll evada por la con-iente, flotando del lago al río Desaguadero que corre al sureste
(Sarmiento 1960 [ 1572]: 208-9 cap. 7). Según un mito registrado en Co llasuyu en 1602, cuando
un a deidad con atributos similares fue echada en un a balsa y flotó por el Desaguadero, los
cerros se movieron y chocaron de pena (Polia 1999: 249-51 ). Aparentemente, el evento fu e
acompañado por terremotos. Al ll egar al lago Popoo, el ayudante, o su cuerpo. se sum ergió
en la tierra del fondo del lago (Ramos 1976 [ 162 1]: 32).
Sarmiento proveyó también un topónimo nativo, marcando el área donde Wira Quchan
entró en el océano o comenzó caminar sobre el agua: esto ocurrió en la región de Pueno Viejo
y Manta (Sarmiento 1960 [ 1572]: 21 Ocap. 8).
Los tres relatos permiten comprender cómo los narradores del mito percibieron el
espac io y las direcciones. Wira Quchan caminó de Tiwanaku a lo largo del Camino de la
Sierra, pasando por Cacha (hoy Rajchi), Urcos, Cuzco, Jauj a y Cajamarca hasta Puerto Viejo
y Manta. Este camino, corriendo de sureste a noroeste a través del altiplano y después del
va ll e que se encuentran entre las dos cordilleras de los Andes, es un eje natural del mac izo
andino (figura l). Estando parado en Tiwanaku con su cara hacia el noroeste, Wira Quch :111
tuvo a sus espa ldas el lugar por donde sa le el so l. Por consigui ente, su camino conducía al
lugar de la puesta del sol.
Según Betanzos, los ayudantes que sa lieron ele Tiwanaku antes que Wira Quchan
fueron a la dirección de la sa lida del so l. Tal descripción pudiera referirse o al origen mítico del
so l - la isla de Titicaca- o a la dirección de la verdadera sa lida del sol en algún momento del
aiio . Ya que el lago Titicaca se encu entra muy cerca a Tiwanaku, y de hecho al noroeste de la
ciudad, queda claro que los primeros ayudantes, caminando en una dirección opuesta a la
tomada por Wira Quchan, no regresaron al lago del cual acababan de emerger, sin o que
fueron hac ia el sureste. También en el relato de Sanniento, Tawa Paka flotó en esta dirección.
La sec uencia de los acontecimientos fue entonces la siguiente : El primero que sa li ó
de Tiwanaku fu e probablemente un ayudante, quien fue hac ia el sureste. Después, Wira
Quchan, acompañado por dos ayudantes, se dirigió al noroeste. Ll egando a Pukará, sus dos
compañeros partieron hacia su derecha e izquierda. Wira Quchan mi smo siguió el Camino de
la Sierra hasta la región de Manta en la costa al noroeste y, desde allá, reunido con los dos
ay udantes, se alejó hacia el horizonte (figura 1).
R. T. Zuidema ( 1978) observó la importancia de las direcciones intercarclinales en la
percepción andina del espacio y apuntó sus relaciones con las sa lidas y puestas del so l en
el horizonte1durante los dos solsticios. La misma noción existe hoy día en Misminay (Urton
1981: 37-77, 188-190). La asociación del sureste con la sa lida del sol durante el solsticio de
diciembre y del noroeste con la puesta durante el solsticio de junio, explican la afirmación
que Wira Quchan, caminando de sureste a noroeste. tuvo el lugar de la salida del so l a sus
espaldas y, consiguientemente. el lugar de la puesta del sol frente a él. La referencia al sureste
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como la salida del so l y al noroeste como su puesta impli ca una noción del movimiento del so l
por un ob licuo interpolado de sureste a noroeste, idéntico al viaje de Wira Quchan por el
Camino de la Sierra. Tal movimiento so lar es colocado en el tiempo calendárico y tiene un a
duración fija. Esto puede sugerir que el viaje mítico de Wira Quchan (y del so l, al cual mandó
asumir su movimi ento) fue la creac ión del eje del tiempo y del espaci o (q ue en la percepc ión
andina son inseparables), ligando al sureste con el noroeste en ese sentido dobl e. En tal
caso, el progreso por el Camino de la Sierra sería también el progreso del tiempo del aii o ele
diciembre a junio. Si esta lectura de l mito es correcta, varios puntos a lo largo de ese camino
pudieran corresponder a fechas particul ares. Ta l simbolismo fue propuesto por R. T. Zui denw
para la ruta del peregrin aje de Cuzco a Villcabamba y ele vuelta, ll evado a cabo por los in cas
durante la fiesta de lnti Raymi (Zuidema 198 1: 330-5 y 2008: 257-8). Se puede preguntar, por lo
tanto, a qué fec ha correspondía e l mom ento de la creación del so l.
El viaje de un ayudante hacia el so l sa liente al sureste de Tiwanaku/T iticaca indica
que en este mito Tiwanaku no fue ubicado en los confines del mundo. El polo del eje que se
estrec haba de sureste a noroeste, evidentemente se encontraba al sureste de Tiwana ku.
Tal noción es ev idente en los relatos registrados en Co llasuyu . Allí, cerca del año
1550, Cieza de León registró el siguiente mito: En la antigüedad, la gente vivió mucho ti empo
en oscuridad , hasta el momento cuando un so l res plandec iente sa li ó de la isla de T iti caca y
sub ió al cielo. Después, un hombre de gran autoridad ll egó desde el sur, dio ser y ánima a
hombres y anim ales, convirti ó cerros en ll anuras y sacó fuentes de piedras; ll amáron le
Hacedor de Todas las Cosas, Principio de ellas y Padre del So l. Finalmente, se alejó hac ia el
norte y nunca más fue visto (C ieza 1984 [ 1554] : 150-1 cap. 5). En otro relato, del cronista
nativo de Co llasuyu, Pachacuti Yamqui Sa lea Maygua, la humanidad primordial que existía
durante la era de la oscuridad hubo llegado de ''arriba de Potosí", al sureste del lago Titicaca
(Sa lea Maygua 1993 [comienzo del s. XVII] : 187 f. 3r).
En el mito reg istrado por Cieza, el lago Titicaca fue el sitio de la creación del so l y el
punto de referencia del relato ('aquí '): el Pad re del So l llegó allí "de hac ia las partes de
med iodía" y se alejó ''hacia el norte". En las trad icion es registradas en Co llasuyu, en el siglo
XV II , la ciudad de Tiwanaku aparece como el centro del mundo . Su nombre en aymara fue
Tayp i Qa la (Cobo 1956 [ 1653 ]: 2: 194-5, Lib. 13 cap. 19). ·Piedra en el Med io' , y un relato
afirmaba que fu e ubicada precisamente en el medi o del imperio inca, equidi stante de sus
bordes sur y no11e (Szemiñski 2003). En el mito cuzqueño registrado por Betanzos, Tiwanaku
fue el punto de la di spersión, en todas las direcciones, de la gente y de los dioses. El so l fue
creado, por lo tanto, en el centro del mundo y de allí subi ó al cielo, implicando que su primera
apari ción fue en el cenit. El pasaje de l so l por el cenit enc ima de Tiwanaku, después del
so lsticio de dici embre, ocurre el 5 de fe brero.
Esta conclusión exp lica la importanci a atribuida a esta fecha en las orillas del Titicaca
y confirma la asociación del lugar con el evento del pasaje cenital, apuntados por R. T.
Zuidema ( 1981 : 326).
El s.egundo punto de dispers ión fue Pukará, donde Wira Quchan mandó a los dos
ayudantes a tomar sus propios caminos. Si Tiwanaku y la isla de Titicaca (los cuales apare-
cen en el mito de una manera intercambiable) correspondían al pasaje del sol por el cenit en
febrero, Pukará tuvo que corresponder a alguna fecha posterior. Esta fecha fue probablemen-
te el equinoccio de marzo . La razón de tal interpretación es la siguiente: Si la ruta del so l.
desde diciembre hasta junio, fue percibida como un oblicuo trazado de sureste (salida del sol
en el solsticio de verano) a noroeste (poniente del sol en el solsticio de invierno), durante la
segunda mitad del año la ruta solar siguió el segundo oblicuo, de noreste (salida en el
solsticio de invierno) a suroeste (poniente en el solsticio de verano). Estos clos ejes del
tiempo cruzan cerca del momento del equinoccio. 4 Los incas describieron momentos claves
del año solar como figuras solares distintas, identificadas por su ubicación en el horizonte y
por la sombra del gnomon. Ya que los 'soles' de los dos equinoccios no se pueden distinguir,
pudieron ser percibidos como dos figuras, asociadas con dos puntos del tiempo. pero con
un solo punto del espacio, donde se encuentran las rutas de ida y de vuelta. Estas dos
figuras serían similares y opuestas a la vez. Los dos ayudantes de Wira Quchan también
fueron similares y opuestos: tuvieron la misma función - poblar la tierra- , pero el uno fue a la
provincia de Cuntisuyu, a la mano izquierda de Wira Quchan, y el otro al Antisuyu , a su mano
derecha (Betanzos 1987 [ 1577]: 13 Pt. 1 cap. 22); el uno fue mas joven que otro (Mol in a
[c.1575] 1988: 53-4); el uno fue por la costa y el otro por la montaña (ibid.).
La noción de que el sol fue creado en el centro del mundo, y por eso en el cenit, es
clara en los relatos de Collasuyu de los siglos XVI-XVl.l. En el mito cuzqueño de la creación ,
tal como fue registrado por Betanzos y Sarmiento, esta noción es sugerida por la ubicación
de Tiwanaku/Titicaca sobre el eje sureste-noroeste, pero no en su polo, así como por el papel
de Tiwanaku como un punto primario de la dispersión de dioses y hombres. Por otro lado,
Molina, en su detallado relato, describió el viaje de Wira Quchan y de sus ayudantes desde
Tiwanaku hasta la costa notte, sin mencionar ninguna figura que saliese de Tiwanaku en la
dirección opuesta. Además, según el manuscrito de Huarochirí, para los incas Tiwanaku se
encontró en los confines del mundo (Taylor 1987 [¿.1608?]: 31 cap. 22 v. 8).; Esto sugiere
alguna atnbigüedad en lo tocante a la ubicación de Tiwanaku dentro de la visión inca del
mundo; la razón de esta ambigüedad se propondrá más adelante.
La posibilidad de que según los incas, el sol fue creado en el cenit encima del Titicaca
tiene soporte en otro mito, que cuenta sobre la emergencia de los antepasados incas de su
propia paqarina. Según la versión registrada por Betanzos (Betanzos 1987 [ 1571]: 17-20 Pt.
I caps 3-4), cuatro hermanos con sus hermanas/esposas salieron de la cueva de Paqariq
Tampu al sur del Cuzco. 6 Las cuatro parejas viajaron al no1te y llegaron al cerro de Huanacauri .
Allí, el hermano mayor, Ayar Kachi, tomo su honda y tiró piedras en cuatro cerros alrededor
de Huanacauri, abriendo cuatro valles. Según Cieza, tiró también una piedra hacia el cielo.
que casi alcanzó las nubes (Cieza 1984 [ 1554]: 153 cap. 6). Asustados por su fuerza . sus
hermanos le convencieron de volver a la cueva de Paqariq Tampu, donde le encerraron
4 El equinoccio divide el tiempo entre los solsticios en dos partes de 93 días y 89 días. dos días del · 111cdi,,
del tiempo ' entre los solsticios.
5 Esta confimrnción comienza con las palabras ·' He aquí lo que pensamos: etc .... sugiriendo qu.: JiJc '"
opinión dd editor dd texto y no de sus informantes.
(, Según el estudio de G U1ton. esta cueva. llamada Tampu Tuqu. se encontraba en el cerro llam.ido
Puma lJrqu. cerca al pueblo viejo de Pacariqtamho hoy conocido como Maucallacta (Urton 1989).
16 Revista Andin a
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adentro. Según Cieza, la tierra tembló cuando Ayar Kachi trató en vano librarse de su cárcel
(ibid.). Dejándole en Paqariq Tampu, los hennanos volvieron al cerro de Huanacauri. Allí el
segundo hermano, Ayar Uchu, se convirtió en p~jaro y voló al sol. Al volver, anunció la
voluntad del Sol de que Ayar Manqu se llamara Manqu Qapaq y gobernara a los incas. Dicho
esto, Ayar Uchu se convirtió en piedra con forma de pájaro. Quedáronse dos hermanos, Ayar
Awqa y Ayar Manqu alias Manqu Qapaq, quienes, con las cuatro hermanas, descendieron
al valle del Cuzco al noroeste de Huanacauri, donde se asentaron .
H. Urbano indicó que la secuencia de eventos en el mito de los hermanos Ayar es la
misma que la secuencia de eventos en el mito de la creación (Urbano 1978). La piedra tirada
por Ayar Kachi hacia el cielo, que le presenta como un oponente al sol, los terremotos
causados por su encarcelamiento, y su retorno -en contra de su voluntad- al sur y al mundo
de abajo, le asimilan a Tawa Paka, el ayudante rebelde de Wira Quchan, atado y echado al
lago para flotar al sureste, despedido por los cerros chocantes, para sumergirse en la tierra
del fondo del lago Popoo.
En la segunda etapa, Ayar Uchu subió al cielo hacia el sol. De una manera semejante,
el sol subió al cielo desde la isla de Ti ti caca. En el mito de los Ayar, Huanacauri es el punto de
dispersión de los cuatro hermanos. tal como Tiwanaku/Titicaca en el mito de la creación . M.
Ziólkowski observó que en este mito, Huanacauri representa el axis mundi y que Ayar Uchu,
subiendo desde su cima en el papel del intermediario entre los incas y el Sol, tuvo que
alcanzar el sol en el cenit (Ziólkowski 1997: 393-5). La comparación entre los dos mitos
confirma dos puntos: que la presencia de una figura que se mueve desde el centro en una
dirección opuesta a la de las otras figuras es pat1e de la estructura del mito inca de la
creación, y que en dicho mito, el sol fue creado en el cenit encima del Titicaca.
Según los incas, su fuente de autoridad fue Tiwanaku, donde inmediatamente después
de la creación de la humanidad y del sol, se les asignó el papel de los gobernantes del mundo
(Malina 1988 [c.1575]: 68-9). Sin embargo, el evento que, según sus propios testimonios,
efectivamente los convi11ió en el centro del imperio mundial fue su victoria sobre los chancas.
Según los incas, los chancas dominaron la sierra al noroeste de Cuzco, hoy el área de Ayacucho,
de donde salieron al sur para conquistar las tierras hasta la cuenca del lago Titicaca, con el fin
de convertirse en el gobierno más poderoso. Varios relatos cuentan sobre las visiones de
Pachakuti lnqa Yupanki antes de su batalla con los chancas y sobre la ayuda que le fue dada
por una deidad, la cual hizo posible su victoria. La derrota de los chancas abrió el camino para
la expansión inca hasta la costa no11e, llevada a cabo por Tupa lnqa Yupanki .
R. T. Zuidema indicó que los relatos de este conflicto contuvieron elementos
astronómicos y calendáricos (Zuidema 1974, 1989ª [ 1983]). Según su análisis, los incas aso-
ciaban su victoria con el solsticio de diciembre y la celebraban en esta época del año. Otra
observación hecha por R. T. Zuidema fue la asociación de los varios soberanos incas con
momentos particulares del año solar. En su interpretación, la oposición del sol barbudo del
so lsticio de diciembre frente al sol sin barbas del solsticio de junio, dibujados por Guamán
Poma, correspondía a la oposición de Pachakuti lnqa Yupanki, asociado con el solsticio de
diciembre a través de su victoria sobre los chancas, frente a su hijo Tupa lnqa Yupanki ,
asociado con el solsticio de junio y con la coronación de cualquier nuevo soberano inca .
Según esta interpretación, el sol fuerte y caliente de diciembre fue asociado con Wira Quchan
mismo, considerado el Verdadero Sol, y el sol débil de junio fue el Sol Joven, llamado Punchaw,
Punchaw lnqa o Wayna Punchaw y asociado por el último nombre , Wayna, con fa juventud
(Zuidema 1974 ).
Según Molina, el ídolo del Sol llamado Wayna Punchaw era adorado durante el solsticio
de ~iciembre y no de junio. Esta inconsistencia se explicó por una reciprocidad en las cel e-
braciones de los dos solsticios. Tal reciprocidad es evidente en la información, también de
Molina, según la cual el tiempo ritual del peregrinaje de Cuzco al sureste, a Villcanota, que
representaba el lugar de nacimiento del Sol, era el mes del solsticio de junio y no de diciembre
(Molina 1988 [c.1575] : 68-9). En una obra posterior, R. T. Zuidema apuntó la asociación del
lnqa Wayna Qapaq -cuyo nombre, tal como el nombre de la deidad, fue asociado con la
juventud- con el sitio de Qispi Kancha. Este santuario solar, y el sitio de una de las sukanka-
s, se encontraba al sureste de Cuzco y fue una de las estaciones en el peregrinaje a Villcanota .
Según R. T. Zuidema y A. Aveni, Qispi Kancha era asociada con el pasaje del sol por el cenit
encima del Cuzco en febrero , marcando el punto de salida del sol en este día, visto desde otra
sukanka, ubicada en el cerro Picchu (Aveni 1981, Zuidema 1981 ). Esta hipótesis es tema de
controversia (Bauer y Dearborn 1995: 92-98). No se ha sugerido ninguna deidad asociada
con el pasaje del sol por el cenit encima del Cuzco.
La victoria sobre los chancas fue atribuida por la mayoría de los cronistas a Pachakuti
lnqa Yupanki. La crónica de Betanzos, probablemente basada en los testimonios de s u
esposa y los parientes de ella, la aristocracia cuzqueña de la panaka de Pachakuti lnqa
Yupanki (Hamilton 1996, Ni les 1999: 17-20, Nowack 2002), es entonces un documento clave
para aprender sobre la memoria de ese conflicto. Otros argumentos a favor de la importanci a
del relato de Betanzos son la fecha temprana de su obra - los capítulos referentes al conflicto
con los chancas fueron escritos diecinueve años después de la conqui sta (Betanzos 1987
[ 1551 J: 70 Pt. 1 cap. 14 )--, su buen conocimiento del quechua y, aparentemente, su fidelidad en
registrar los testimonios nativos: el texto castellano demuestra estructuras narrativas del
quechua (Dedenbach-Salazar Saénz 1994). El análisis del relato de Betanzos, tomando en
cuenta los métodos empleados por los incas para observar el ciclo solar, sugiere una inter-
pretación diferente del simbolismo astronómico del conflicto con los chancas, así como de la
identidad de dos figuras solares y de los soberanos asociados con ellas.
La guerra entre los incas y los chancas fue descrita a Betanzos de la manera siguiente
(Betanzos 1987 [ 1551] : 27-33, 50-2 Pt. 1 caps 7-8, 11 ): Cuando los chancas se acercaron a
Cuzco, Wira Qucha lnqa huyó fuera de la ciudad, pero el joven lnqa Yupanki se quedó y
decidió defenderla, infonnando al comandante chanca de su decisión . El último, esperando
una victoria fácil que le permitiera celebrar un triunfo (no como sería al tomar posesión de la
ciudad sin batalla), dio al lnqa tres meses para organizar la defensa. Incapaz de reclutar ayuda
de los kurakas vecinos, el joven Inqa solía salir por las noches al campo para rezar a Wira
Quchan. Una noche se le apareció la figura de un bebé resplandeciente de un año edad de, le
llamó su hijo y prometió ayudarle. Desde esa noche, el lnqa volvió cada noche al mismo lugar
repitiendo la misma oración, y algún tiempo después tuvo otra visión . La figura que vio esta
vez fue tan resplandeciente que su forma no se pudo observar; le pareció " que todo el día era
allí y su lumbre" (ibid.: 50 cap . 11). La figura "nunca le dijo quien fuese" (ibid.) , pero también
18 Revista Andina
Rita Fink: Representaciones de la deidad solar inca
le llamó su hijo, le contó que los chancas iban a atacar la próxima mai'íana, y prometió ayudar.
En la mañana, los chancas rodearon y atacaron Cuzco, pero los incas, ayudados por un
ejército ele guetTeros enviados por la deidad , rechazaron el ataque y diezmaron a los clrnncas.
La batalla se terminó al mediodía (ibicl., 33 cap. 8). En una segunda batalla algún tiempo
después, los incas vencieron a los restos del ejército chanca, reforzado por tropas chancas
que llegaron al oír la noticia sobre la primera detTota, reunidos en un campo al oeste de Cuzco.
El lnqa salió de Cuzco en la mañana y alcanzó su segunda victoria "a hora ele vísperas''
(ihid. :44 cap. 1O).
En el relato ele Betanzos, Pachakuti lnqa Yupm1ki tuvo dos visiones. La primera fue de
un bebé resplandeciente, que se dirigió a Pachakuti como a un hijo. La forma del bebé y su
papel del padre del lnqa sugieren que la figura representó un sol recientemente nacido. El
lugar de nacimiento del sol era al sureste ele Cuzco por el Camino de la Sierra - la dirección ele
Titic aca/Tiwanaku- sugiriendo que, desde la perspectiva de Cuzco, el sol nació durante e l
solsticio ele diciembre. saliendo en el extremo sureste (Molina 1988 [c.1575] : 68-9, Zuidema
1974: 218, 1978: 349-51 y 1981: 325-40). La interpretación más simple es, por lo tanto, que el
bebé solar fue asociado con esta fecha .
La segunda visión de Pachakuti lnqa Yupanki tuvo lugar algún tiempo después. La
figura radiante que pareció como ·'tocio el día y su lumbre" fue aparentemente la figura solar
llamacla Punchaw, que significa Día o Luz Diurna, mencionada en varias crónicas (Cobo 1956
[ 1653]: 2: 171, Lib. 13 cap. 13 , Toledo 1924 [ 1572] en Duviols 1976: 167-8, de la Vega en ihid.:
170). 7 El tiempo transcutTido entre las dos visiones indica que la fecha, y por consiguiente la
figura solar, fueron diferentes de las de la primera visión. La forma ele la segunda figura no se
pudo observar ya que su luz fue demasiado fue11e para mirarla. La figura "nunca[ .. .] elijo qui én
fuese", significando que su identidad no se pudo establecer por los métodos de la observación
solar: no se encontró en el horizonte y no echó sombra. Punchaw fue entonces el sol en el cenit
encima del Cuzco el 13 de febrero, mes y medio después del solsticio de diciembre y tres meses
después del intercambio de mensajes entre Pachakuti y el comandante chanca. La afirmación
de que la victoria ocurrió en el mediodía concuerda con esta conclusión.
Algún tiempo después de la primera batalla, el lnqa sorprendió a los chancas en un
campo al oeste de Cuzco, donde el ejército derrotado,junto con otras tropas que llegaron en
su ayuda, estaba organizando un nuevo ataque. Sarmiento cuenta que antes de la segunda
batalla, el lnqa anunció que Cuzco perteneció a Wira Quchan y que el vencedor tendrá el
derecho de titularse Señor e lnqa (Sarmiento 1960 [ 1572]: 234 cap. 32). Después de esta
victoria el lnqa recibió la mazca paycha, borla real, así como nuevos nombres y títulos:
Sapa(n) lnqa-El Solo lnqa, lntip Churi-Hijo del Sol, y Pachakuti Qapaq - Qapaq 8 que Torna al
Revés el Tiempo y el Espacio y Comienza una Era Nueva. El título Sapa lnqa pudiera signiti-
7 Puncha~, aparece en la lista de los ceques de Cobo. posiblemente copiada de una obra de Polo de
Ondegardn: una piedra que representaría a t:sta deidad se encontraba. junto con las piedras que represen-
taban a Wira Quchan y a lnti lllapa. en el ce1rn dt: Chuqi Palta. cerca a Saqsa Waman (Ch:4-8).
8 Qapaq fue un título de gobernante: su significado es desconocido. Para una prueba de su interpretación
véase Julit:n 2000: 23-48. 247-253. Para la discusión del estatus de un gobernante titulado así véase
más adelante.
car 'Solo lnqa entre los incas'_., Sin embargo, Betanzos cuenta que el gobernante coll a
comenzó a titularse Qapaq Sapa Apu lnqa 1º - Qapaq Solo Señor lnqa- e lnti(p) Churi(n) -
Hijo del Sol-, provocando así la ira del lnqa de Cuzco y dando razón para una acción militar
contra Hatun Colla (Betanzos 1987 [ 1557]: 100 Pt. 1cap. 20). Este relato impli~a que tales
títulos intentaron distinguir al gobernante que los usaba entre otros gobernantes. El adjetivo
Sapa. 'Solo' , implica exclusividad. El uso del título Sapa lnqa por Pachakuti lnqa Yupanki
sugiere entonces su intención de presentarse como el gobernante más poderoso (anterior-
mente la aspiración del gobernante chanca) y la transformación del Cuzco en el centro.
El sitio de la segunda batalla fue el valle de Xaquixahuana según Betanzos (ihid. 43-
4 cap. 1O), Ichupampa según Sanniento (Sanniento 1960 [ 1572]: 233-4 cap. 28) y Cutirsacpampa-
Quayachilli, según Cobo (Cobo 1954 [ 1653): 2: 174 Lib. 13 cap. 13). Los tres sitios se encuen-
tran al oeste de Cuzco a lo largo del camino de Chinchaysuyu, que forma parte del Camino de
la Sierra (Bauer 2000: 79-80, 168 fig . 10.2). Saliendo ele Cuzco, el camino corre al oeste,
resumiendo la dirección noroeste más allá. Pachakuti lnqa Yupanki , el hijo del Sol, venció a
los chancas moviéndose de este hacia oeste. Si a la orientación del encuentro se la atribuyó
un significado astronómico, la segunda victoria ocuITió en el equinoccio de marzo, caracte-
rizado por el movimiento del sol de este a oeste y al mismo tiempo situado en un punto mas
lejano del eje espacial-temporal (quiere decir, en un lugar ubicado sobre el Camino de la Sierra
al oeste o noroeste de Cuzco y algún tiempo después del pasaje zenital). La información que
Pachakuti salió del Cuzco a la mañana y cumplió su victoria entre dos luces puede describir
la costumbre andina de luchar solamente durante el día, sin embargo, también está de acuer-
do con el cumplimiento del movimiento del sol de horizonte este al oeste. En el discurso
pronunciado por Pachakuti antes de esa batalla, los incas y los chancas fueron presentados
como dos poderes iguales y opuestos luchando sobre la ciudad de Wira Quchan. Hay
semejanza entre tal presentación y la situación en Pukará, donde Wira Quchan fue situad o
entre los dos ayudantes de rasgos opuestos a sus dos lacios.
El conflicto con los chancas tuvo una etapa más. Hacia el fin de su vida, Pachakuti
decidió conquistar las provincias al noroeste y envió su ejército bajo el mandamiento de su
hermano Qapaq Yupanki. Entre los capitanes se encontraba Aneo Ayllo, un chanca que se
quedo en Cuzco después de la victoria de Pachakuti y mandó un régimen chanca en el
servicio de los incas. Insatisfecho de los éxitos militares de Aneo Ayllo y de su creciente
prestigio, Pachakuti envió la orden a Qapaq Yupanki de matar a todo el régimen chanca con
su capitán. Aneo Ayllo huyó con su gente por el Camino de la SietTa hasta Chachapoyas,
donde tornó al este y desapareció en la selva. Qapaq Yupanki lo siguió en vano hasta
Cajamarca, donde venció a los gobernantes Guzmango y Chimu Qapaq (quebrando la orden
del Inqa de adelantarse solamente hasta los términos de la provincia de Hatun Huayllas).
Algún tiempo después, Pachakuti envió a su hijo y heredero, Tupa lnqa Yupanki, que conti-
nuó la campaña militar por el Camino de la Sierra y conquistó la provincia de los cañaris en la
costa norte (Sanniento 1960 [ 1572]: 242-3, 248-9 caps 38, 44).
20 Revista Andina
Rita Fink: Representaciones de la deidad solar inca
Dado el simbolismo astronómico del conflicto con los chancas y del Camino de la
Sierra, a la persecución (verdadera o mítica) de Aneo Ayllo, y aún más a la campaña militar
misma, siguiendo este camino y resultando en la expansión inca hasta la costa norte, se les
pudieron atribuir un significado astronómico. Esta posibilidad queda confirmada por la infor-
mación provista por Sarmiento, según la cual cuando Tupa lnqa Yupanki regresó a Cuzco,
Pachakuti lnqa Yupanki estableció la fiesta de lnti Raymi , celebrando el solsticio de junio,
como parte de su triunfo (ibid.: 249 cap. 44).
Según el relato detallado de Molina sobre las ceremonias incas, un ídolo del Sol
llamado Wayna Punchaw fue adorado durante la fiesta de Qapaq Raymi , celebrada en el mes
del solsticio de diciembre (Molina 1988 [c .1575]: 11 O). El adjetivo ' waynlt ' merece una consi-
deración . Según el diccionario de Gonzalez 1--lolguín, el término wltynll se refirió a un joven o
adolescente, mayor que un niño, sexualmente activo pero todavía no marido, entonces, poco
tiempo antes de convertirse socialmente en un adulto (Gorn;:alez 1--lolguín [ 1609] 1952: 173 ,
193-4). Tal sentido no concuerda ni con un bebé ni con un gobernante joven, aunque sí
podría referirse a un heredero poco tiempo antes de su coronación (la cual, si todavía no fue
casado, incluía un matrimonio con una esposa principal). Un relato registrado por Betanzos
sugiere un sentido algo diferente. Antes de morir, Pachakuti lnqa Yupanki pasó la mltzca
paycha a su hijo Tupa lnqa Yupanki, nombrándole el nuevo lnqa y, haciendo una excepción
de la forma común de elegir gobernantes incas, dio otra mazca paycha al hijo de este, por
aquel entonces solamente de seis meses de edad, nombrándolo el sucesor de su padre. Fue
en esta ocasión que el bebé recibió el título Wayna Qapaq (Betanzos 1987 [ 1557]: 132 Pt. 1
cap. 27). En este relato el adjetivo wayna se refiere a un bebé, al lnqa Wayna Qapaq y al
futuro soberano, no al que acabó de ser nominado. El lnqa Wayna Qapaq, cuyo nombre
puede traducirse, por lo tanto, como Qapaq 11 Infante, fue simbólicamente asociado con el
sureste: muchos años después, esperó los resultados del concilio sobre su nominación al
lnqa en Qispi Kancha, al sureste del Cuzco y en la ruta del peregrinaje ritual al lugar del
nacimiento del sol, y de allí llegó a Quri Kancha para aceptarla. El ídolo solar llamado Wayna
Punchaw, Día Infante, fue llevado en el mes del solsticio de diciembre al templo del Sol en el
cerro Puquín al suroeste de Cuzco, un kilómetro de Chinchicalla, donde, como demostró A.
Aveni, se encontraba lasukanka que marcaba el poniente del sol en el solsticio de diciembre
mirando desde Quri Kancha (Aveni 1981 ), probablemente de una pequeña plaza en frente del
templo (Bauer y Dearborn 1995 : 76-80). Ambos elementos soportan la identificación de la
primera visión de Pachakuti lnqa Yupanki como el sol del solsticio de verano.
En esta visión, la figura tuvo la forma y el tamaño de un bebé de un año (Betanzos
1987 [ 1551 ]: 51-2 Pt. I cap. 11). Entonces, su edad se contó desde el solsticio de diciembre que
fue también la fecha de la visión. La razón por la cual la figura no tuvo la forma de un recién
nacido sino del bebé de un año no es cierta. Según Molina, al cuarto día después del
nacimiento de un niño se celebraba el rito de ponerlo en la cuna en presencia de los parientes.
11 Véase nota 8.
La ceremonia incluía la presentación del recién nacido a la fami li a, a la cual se ofrecía también
bebida (Mo lina 1988 [c. 1575]: 119), y probablemente el primer nombramiento del niiio -
Molina notó que en esta ocasión no se hi zo nada más (ibid.). Después de un afio. se
celebraba el rutuchiku. cuando, en presencia de todos los parientes, el más re\pectado el e
ellos trasquilaba el cabello del nifio por la primera vez, ofreciendo los pelos cortados a los
dioses para su bienestar. En esta ocas ión, el nifio recibía el nombre que tuvo que llevar hasta
el rito del pasaje al estatus de un adulto (warachiku) (ibicl.: véase también Cieza 1984 [ 1553 ]:
90, Pt. l cap. 65, Guamán Poma 1980 [ 1616]: 225[227)-226[228]. Tay lor l 987 [comienzo del s.
XVI!]: 5 18-523]). En los testimonios de la extirpación de idolat!·ía en Cajatambo del siglo XVII .
el cabello cortado era ofrecido a los mallki-s, considerados los que nombraban al nifio. y el
nombre fue asociado con el mallki correspondiente (Duvio ls 1986: 194, 499). Según los
indios chupachu del siglo XVII, la primera trasq uila del grupo entero fue llevada a cabo por
su antepasado mítico, el dios de los truenos Tumayricapa, quien por ese acto aceptó a sus
miembros como parientes (Polia 1999: 345-8). Esta infotmación puede implicar que el rut11chiku
era la ceremonia de aceptar al nifio por su antepasado mítico y por el grupo y el momento de
darle su identidad, por lo tanto, posiblemente, el primer momento cuando pudo ser identifica-
do con un dios . 12
La asociación de Tupa lnqa Yupanki con el solsticio de junio, el momento de corona-
ción y el pape l del soberano so lar fue apuntada por R. T. Zuidema ( 1974 ). Este lnqa, el primero
que nació en el imperio, fue criado como un dios. Su niñez pasaba dentro de Quri Kancha y
su nominación a heredero la recibió desde las manos del ído lo mayor del templo (Sarmiento
1960 [ 1572]: 247-8 caps 42-3, Zuidema 1974: 22 1). La descripción de su campafia al noroeste.
por las tierras ya conquistadas por su tío, presenta su viaje como un evento religioso: el lncp
pasaba con su cara encubierta de los ojos de los profanos, mientras que los súbditos se
atestaban sobre los cerros a los dos lados de su camino, arrancando sus pestai'ias y cejas y
ofreciéndo las al lnqa, o le esperaban en las plazas centra les de sus ciudades para presentarle
ofrendas simi lares a las ofrecidas al So l (Sarmiento 1960 [ 1572]: 248-9 cap. 44). La fiesta de
Inti(p) Raymi, Fiesta del Sol, celebrada en el mes del so lsticio de junio, fue estab lecida par,1
celebrar su triunfo después de esta campafia y de su conqui.sta ele la costa norte (ibid. 249
cap. 44). 13 Uno de los componentes de lnti Raymi fue la ceremonia de qapaq hucha. que
incluyó el sacrificio de nifios traídos de los territorios subyugados . Tal sacrificio se llevó a
cabo también con la ocasión de la coronación de cualquier nuevo lnqa (Guamán Poma 1980
[ 1616]: 247 [249), Molina 1988 [c. 1575]: 120-8. Zuidema 1974: 221-2, 224).
12 La costumbre <le diferir la incorporación del recién nacido al grupo hasta la edad de un a1io pudn estar
asociada con el hecho <le que la mortalidad de los ni1ios es genera lment e la más a lta cn el primcr ;1110
de vida.
13 De hecho. el primero en conquistar tierras <le la costa norte pudo ser Qapaq Yupanki. quien vcnciú a
Chimu Qapaq y saqueó su palacio (ta l vez uno de ellos). Sin embargo. Qapaq Yupanki fue postcrior-
mente matado por Pachakuti lnqa Yupanki y. según el relato. nunca reinó: por eonsiguicnte. evidcn-
temenlc 110 fue asignado un rol simbó li co-astro11ómico . Tupa lnqa Yupanki es descrito como c l
primero en llegar a la costa por d Camino de la Sierra. Según Sarmiento Tupa ln qa Yupanki llcgú
también a Manta. pero en una campa1ia posterior (Sar111ic11to 1960 11 572 1: 251 cap. 46).
22 Revista Andina
Rita Fink: Representaciones de la deidad solar inca
Según Molina, el ídolo solar adorado durante el Inti Raymi era Punchaw Inq a, Inqa del
Día. 1" Una de las oraciones registradas por Molina está dirigida al Sol titulado así y expresa
su asociación con el gobierno y poder sobre otras naciones:
'' iA punchaw lnqa, Inti yayay, 'Quzqu tampu kachun, atikuq llasakuq kachun '
i'íispa churaq kamaq! Much 'asqayki kusi qilpu kachun , ama atisqa ama llasasqa
kachunchu atikuqpaq llasakuqpaq kamasqayki charasqayki./ O lnqa del día,
Sol, padre mío, quien diciendo 'Quzqu sea tambo, sea vencedor y opresor' lo
pones en el lugar debido y le das fuerza vital! El a quien criaste sea bienaven-
turado, no sea vencido ni oprimido, para vencedor, para opresor, por ti donado
de fuerza vital, por ti puesto en el lugar debido" (Molina 1988 [c.1575]: 91 ,
trascripción y traducción J. Szemii'íski 1997 : 55-56, énfasis ai'íadido).
La relación entre Tupa lnqa Yupanki, asociado con el gobierno solar, la coronación y
el solsticio de junio, y su hijo, asociado con el bebé so lar del solsticio de diciembre, puede
sostenerse con la información de que en el momento de la coronación de Tupa Inqa Yupanki ,
Wayna Qapac fue "de edad de seis meses" (Betanzos 1987 [ 1557] : I 32 Pt. l cap. 28). Si el
significado del rutuchiku sugerido arriba es correcto, una verdadera nominación de un nii'ío
de menos que un ai'ío es improbable.
Según el análisis presente, las tres figuras so lares: Wayna Punchaw, Punchaw y Punchaw
Inqa - Día Infante, Día e Inqa del Día- correspondían al solsticio de diciembre, pasaje cenital del
so l en febrero y so lsticio de junio respectivamente. Tres gobernantes incas - Wayna Qapaq
(Qapaq Infante), Pachakuti lnqa Yupanki (lnqa que Torna al Revés el Tiempo y el Espacio y
Comienza una Era Nueva), y Tupa lnqa Yupanki (lnqa Real o lnqa Rey), respectivamente- eran
asociados con, o representaban, estas tres figuras solares. Evidentemente, el 'c iclo vital ' del so l
fue definido no por su calor, 1' sino por la dirección de su movimiento: desde el nacimiento en
diciembre en el sureste hasta el estado de un adulto joven y el apogeo de la dominación so lar
durante el so lsticio de junio en el noroeste, donde reversaba la dirección del movimiento,
comenzando a envejecerse hasta la mue1te durante el sigu iente solsticio de diciembre en el
sureste, cuando, precisamente, como los hombres muertos según la noción andina, regresaba
a su pac¡arina y se conve1tía en un antepasado. La oposición del Sol Viejo de diciembre frente
al Sol Joven de junio, implicada por los dibujos de Guamán Poma, fue entonces la del gobernan-
te joven (adulto joven) frente a su antepasado.
Esta segunda asociación del solsticio de diciembre, tal vez particularmente de la
puesta del sol en esta fecha, con los antepasados del gobernante inca es evidente en el
hecho de que el templo de Puquin Cancha, a donde en esta fecha fue llevado el ídolo de
Wayna Punchaw, Día Infante, fue también el lugar donde se guardaban las planchas con las
presentaciones de las historias de las vidas de Inqas pasados (Malina 1988 [ c.1575): 49-50).
En relación al lnqa reinante, asociado con el solsticio de junio, el solsticio de diclembre fue el
pasado y el futuro a la vez.
Después de la caída de Villcabamba, los españoles capturaron un ídolo del Sol , que
habría sido llevado de Quri Kancha por Manco Inqa al huir a la selva. El ídolo tenía forma
humana y contenía cenizas de los corazones de los Inqa s muertos . Según el saber difundido
entre los españoles, se llamó Punchaw y era el más importante de los ídolos guardados en
Quri Kancha (Duviols 1976, Julién 1999:75, 82-3 , 87-8).
El ídolo capturado pudo representar a Punchaw. identificado aquí como el Sol en e l
cenit. Según Toledo, la estatua "tenía una patena a la rredonda para que dándoles [s ic] a l so l
relumbrasen de manera que nunca pudiesen ver el ídolo sino el rresplandor" (Toledo citado
en Duviols 1976 : 168). La descripción de una fi gura, cuya forma no pudo observarse por su
resplandor, es muy parecida a la descripción de la segunda visión de Pachakuti Inqa Yupanki
registrada por Betanzos. La importancia atribuida por los gobernantes incas al sol en el cenit,
y por consiguiente al ídolo que lo representaba, es evidente en los tres mitos discutidos,
donde el momento del pasaje cenital fue asociado con las profecías de una dominación inca
( el mito de la creación y el mito ele los Ayares) o con su realización (la guerra con los chancas) .
Sin embargo, tal identificación del ídolo no se puede considerar segura. El término
punchaw fue el nombre del sol durante su pasaje cenital , pero evidentemente también forma-
ba parte de los nombres de todas las figuras solares. Según la valiosa relación de Malina, el
ídolo más importante de Quri Kancha, entonces el mejor candidato para ser llevado por
Manqu Inqa, era Apin (?) Punchaw. Este ídolo era adorado durante la fiesta de Sitwa, cerca
del equinoccio de septiembre (Molina 1988 [c. 1575], Fink 2008). En esta fecha era llevado a
la plaza de Hawqay Pata, acompañado por dos imágenes de oro que representaban a sus
esposas y por una mujer de la familia real - esposa o hija del mismo lnqa- quién representaba
a la luna, también esposa del Sol. La evaluación del simbolismo del equinoccio de septiembre
requiere un estudio apaite, referente a la segunda parte del afio, la cual no se analizó aquí. 1
"
La tercera posibilidad, aunque menos probable, es que dicho ídolo representaba el elemento
del pasado dentro del simbolismo del solsticio de diciembre. El nombre del ídolo capturado
en Yillcabamba y su identidad astronómica, por lo tanto , no se puede concluir.
1e, En el mes de Sitwa se celebraba también la fiesta de Quya Raymi. Fiesta de la Reina. quc según J;,
descripción de Guamán Poma simboli zaba la fertili zación de las mujeres y de la tierra y comen zah,1e l
periodo del embarazo/germinación y de las lluvias. Estt: periodo fue asociado con la llegada de los
antepasados (Han-is 2000 [19831: 40. Fink 2001: 17-23).
Alternativamente, sería posible que la Sitwa. cuando los ídolos de todas las deidades so lares y otra,
tuvieron que ser purificados. ti.Jera el momento de sacar de Quri Kancha también el ídolo so lar mús
impo1tante, asociado con el pasaje zenital. Sin embargo. dado el papel central de este ídolo en la
ceremonia final de la Sitwa esta posibilidad es menos probable.
24 Revista Andin a
Rita Fink: Representaciones de la deidad solar inca
Aunque los dos relatos siguen el mismo esquema espacio-temporal, sus puntos de
referencia son diferentes. En el mito de la creación, el centro del mundo, marcado por el so l en
el cenit, fue Titicaca/Tiwanaku; a Cuzco no fue atribuido una importancia o papel particular. En
el relato de la guerra con los chancas, la victoria del Pachakuti lnqa Yupanki en Cuzco tuvo
lugar en el día cuando el sol estuvo en el cenit de la ciudad. La comparación entre los dos
relatos revela el mensaje transmitido a través de la descripción mitificada del conflicto: la
victoria de Pachakuti transformó Cuzco en el nuevo centro del mundo, simbó licamente 'trasla-
dando' el µunto del pasaje cenital a la ciudad, o definiéndolo de nuevo. Desde esta nuev¡i
perspectiva, Titicaca/Tiwanaku llegó a estar asociado con el solsticio de diciembre, simbolizan-
do el nacimiento del sol al sureste y al mi smo tiempo el antepasado y el antiguo gobierno so lar.
El nombre de Tiwanaku en aymara, Taypi Qala o Piedra en el Medio, y el relato según
el cual estuvo ubicada en el centro del imperio inca, indican que el punto marcado por el
pasaje cenital del sol fue el centro del espacio. En el Mapamundi dibujado por Guamán Poma,
que presenta el ' mundo' compuesto de Tawantinsuyu y la selva este y rodeado por mares,
Cuzco es ubicado en el punto de la intersección de los dos oblicuos que dividen el
Tawantinsuyu en cuatro suyus. En esta presentación el centro del espacio es Cillzco (figura
2) (Guamán Poma 1980 [ 1616]: 983-4[ 1001-2], Ossio 1970, Wachtel 1973).
Los dos puntos de la dispersión de Wira Quchan y sus ayudantes, el primario en
Titicaca/Tiwanaku y el secundario en Pukará, corresponden a las dos victorias de Pachakuti
lnqa Yupanki sobre los chancas. La primera tuvo lugar en el día del pasaje del so l por el cenit
encima del Cuzco, transformando a Cuzco en el centro del mundo y en una ciudad perten e-
ciente a Wira Quchan, sin embargo, Pachakuti recibió la borla real y el título del Solo lnqa no
antes de la segunda victoria durante el equinoccio de marzo; evidentemente, ambos, el
pasaje cenital y el equi nocci o, estaban asociados con el centro político del poder.
La razón de la existencia de un 'segundo ' centro, o del desdoblamiento de un centro,
fue la percepción del movimiento solar como movimiento a través del espacio y del tiempo a
la vez. En la cosmovisión andina, los dos comprenden una unidad, pacha. En el Mapamundi
de Guamán Poma, los oblicuos son asociados con el movimiento so lar: el oblicuo sureste-
noroeste radia del sol mismo. Los oblicuos cruzan en el centro del espacio, asociado con el
pasaje cenital del sol y con el mediodía (de ese día). Este evento crea una imagen del centro
y del axis mundi. Sin embargo, en las latitudes de Tiwanaku y de Cuzco la fecha del pasa_jc
cenital no divide el tiempo entre los so lsticios en dos partes iguales. 17 Si los oblicuos
dibujados por Guamán Poma son tomados como una representación del pasaje del tiempo
entre diciembre y junio, cruzarán cerca del momento del equinoccio. El equinoccio marcaba
entonces el centro del tiempo o, más bien, del eje temporal que se extiende entre los so lsticios. "
Los tres relatos de origen y fundación fueron registrados poco después de la con-
quista y evidentemente comprendían parte de la ideología incaica en la última fase de su
Estado. Sin embargo, no necesariamente se originaron en dicha fase. No se conoce el tiempo
de la aparición del mito inca de la creación. El territorio donde se desarrolla su trama - desde
un área no especificada al sur-este de Tiwanaku hasta Puerto Viejo y Manta- y posiblemente
la universalidad de su mensaje - la creación de todas las gentes de Tawantinsuyu- sugieren
que en la forma registrada por los cronistas españo les fue un mito de la fase del Estado
maduro. Aunque sería posible que esta versión del mito fuera la adaptación de a lguna
versión anterior a la realidad más tardía, tal posibilidad no es fácil de demostrar.
Es diferente el caso del mito de los hem1anos Ayar. Aquí la trama se limita al área entre
Paqariq Tampu (Puma Urqu) y Cuzco con sus alrededores. Ayar Kachi abrió valles en los cerros
solamente alrededor de Huanacauri. Un elemento importante es la profecía expresada por Ayar
26 Revista Andina
z Figura 2. El Mapamundi , 'Mapa del Mundo' , dibujado por Guarnan Poma de Ayala, que presenta el Estado inca
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_o::, Tawantinsuyu, bordeado en lado este por la selva habitada por naciones y animales míticos: el conjunto, rodeado por
~ mares. Dos líneas oblicuas marcan los bordes de los cuatro suyus. La línea oblicua SE-NO rad ia del sol dibujado al sur-
3 este. Cuzco se encuentra en la intersección de las oblicuas. Guarnan Poma [ 1616] 1980: 983-4 [ 1001-2], reproducción de
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(f) las oblicuas por R. F. Facsímil del manuscrito original: http ://www.kb.dk/pennalink/2006/poma/ 1001 /en/text/.
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Uchu, la cual aparece en varias formas. Según Betanzos, este Ayar instruyó a Ayar Manqu a
tomar el título qapaq y seguir con el resto del grupo al pueblo visto desde 1-!uanacauri (Betanzos
1987 [ 1551]: 19 Pt. 1cap. 4 ). En la versión del mito registrada por Cieza, la profecía ti.le expresada
por Ayar Kachi quin, volando por el aire, anunció que vino --... porque comience a ser conocido
el imperio de los incas", e instruyó a sus hermanos a descender al valle y fundar el Cuzco.
donde en el futuro habría de estar un templo suntuoso (Cieza 1984 [ 1554]: 154 cap. 7). Según
Sarmiento, Ayar Uchu declaró en 1-!uanacauri que sus hermanos serán "grandes sefio res'"
(Sarmiento 1960 [ 1572]: 216 cap. 12). En esta versión, los hermanos viajaron acompafiados por
los antepasados de varios grupos vecinos, después incorporados a la organización social
cuzquefia (ibid.:213-4 cap. 11, Zuidema 1964: 192-9). Sanniento escribió también que los herma-
nos Ayar presentáronse como enviados por Wira Quchan para mandar "a los demás", pero esta
información aparece fuera del relato del mito, registrado separadamente (Sanniento 1960 [ 1572]:
213 cap. 1O). Polo de Ondegardo escribió que según los incas, después del diluvio, toda lc1
humanidad del mundo se multiplicó de los hermanos Ayar, por lo cual todos debieron a los
incas sujeción y servicio, sin embargo, esta afirmación aparece en el contexto del mito del
diluvio y no del mito de los hermanos Ayar. 1'' En el mito contado por Pachacuti Yamqui Salc1
Maygua, la profecía en l-luanacauri fue anunciada por Manqu Qapaq mismo, quien dijo: ""mu-
chas prosperidades y bitorias que emos de alca11yar en veniendo el tiempo con todo el desea-
do" (Salea Maygua 1993 [comienzos del s. XVII]: 194 f. 6v).
La profecía registrada por Cieza hablaba del futuro de los incas como un ''imperio" :
este es un término occidental, una traducción de alguna palabra quechua por un intérprete
del cronista. 20 Gorn;:alez Holguin tradujó como ' imperio ' la palabra qapaqc(¡1,21 derivada del
término qapaq, el mismo registrado por Betanzos como el título dado a Ayar Manco en
Huanacauri. En la versión de Betanzos y probablemente en la de Cieza la profecía se refer ía
entonces al futuro de Manqu Qapaq y sus descendi entes como unos qapaqkww.
Describiendo la nominación de Tupa lnqa Yupanki e Wayna Qapaq en otra parte de
su crónica, Betanzos se refirió al significado del título c¡apac¡, explicando que ·' lo que yo
entiendo dello es rue [sic!] quiere decir un ditado mucho más mayor que rey" (Betan zos
1987[ 1557]: 132 Pt. 1 cap. 27); tal explicación pudo llevar a la conclusión que qapaqa¡1, el
dominio del qapaq, es "reyno o imperio", como escribió Gonyalez 1-!olguín. Sin embargo, la
expresión de Betanzos de que el significado propuesto del título fue lo que él entendía,
sugiere alguna dificultad en su entendimiento .22 Según este cronista, después de la victoria
sobre los chancas, Pachakuti lnqa Yupanki comenzó una serie de conquistas alrededor de
Cuzco para
19 ·· ... habían salido de una cueva que dios llaman de Paucartamho 1_ . •. J siete personas. hombres mujeres. de:
los cuales se había multiplicado todo el mundo" (Polo 1990 [ 1571 ]: 43-44, Pt. 1cap. 2). Esta alirrnacicín
aparece dentro del mito según el cual solamente un grupo de personas en un solo lugar sobrevivieron al
diluvio, y estos IÍ.ieron los hermanos Ayar en Paqariq Tampu. o en otra variante, qm: después del diluvio
la humanidad ti1e creada de nuevo en un solo lugar. no Tiwanaku sino Paqariq Tampu.
20 Sobre el método empleado por Cieza para recoger lradiciom:s nativas véase Ciez,1 1984 11553.1: 45
cap. 31. idem. 1984[1554]: 152 cap. 6.
21 "Kapaccay. Rcyno. o imperio." Gon~alez 1-Jolguín 1952 [ 16091: 135.
22 13etanzos explicó su razonamiento de manera siguiente : segú n su entendimiento. el título im¡a en
referencia a cada miembro del gru po inca significaba ·rey ' : para distinguir el gobernante s1.: aiiadí,1 el
28 Revista Andina
Rita Fink: Representaciones de la deidad solar inca
" .. .quitar los nombres que cada señorci ll o de los tales pueblos e provincias
tenían de Capac e que no había de haber sino sólo un Capac y que ese que lo
era él" (Betanzos 1987 [ 1557]: 87 Pt. 1 cap. 17).
Aunque en este relato Pachakuti reservó el título c¡apaq para sí, los que lo hubieron
llevado hasta ese momento fueron descritos como "señorcil los", señores pequei'íos. Ade-
más, eran muchos: en el área de Cuzco solamente, en su fase temprana, existieron Tuqay
Qapaq, Chiway Qapaq (Sanniento 1960 [ 1572]: 230 cap. 25), Cuyo Qapaq (ibid.: 239 cap. 34) y
Pinaw Qapaq (Guamán Poma 1980 [ 1616] : 80 [80], 89 [89], 150 [ 150]). 21 Aunque este títu lo
pudo describir a un gobernante tan poderoso como Chimu Qapaq, 24 pudo ser ll evado tam-
bién por cabezas de unidades pequeñas; además, evidentemente no implicaba exclusivi-
clad.2' La razón acerca de por qué Pachakuti Inqa Yupanki lo reservó para sí tuvo que ser otra.
Hipotéticamente, sería posible que dicho título implicara soberanía. 26 En tal caso, la declara-
ción de Pachakuti podría entenderse como un intento de consegu ir dominación absoluta, en
vez de crear alianzas con gobernantes independientes. Alternativamente, podría implicar
algún papel del gobernante frente a sus súbditos, que los gobernantes del Estado inca
creciente quisieron reservar para sí.
El diccionario de Goll<,:alez Holguin soporta ele hecho la observación de que el título
c¡apaq no impli caba exclusiv idad . Según las entradas referentes a este término, c¡apaq co1110
adjetivo puede traducirse como ' real ' así como 'noble' . Las expresiones traducidas como
' rey ' son sapa c¡apac¡ inc¡a (una vez), sapa qapaq (dos veces) y c¡apac¡ (una vez). En la
mayoría de los casos ' rey ' es entonces 'solo qapaq ·. La adición del adjetivo 'so lo' al título
c¡apac¡ indica que exc lusividad no fue parte de su propio significado. 27
adj eti vo sapa. ·solo·. o. para darle un titulo más importante que ·rey' . se le titulaba qapaq: qapaq
tuvo que significar entonces ·mucho mas que rey ' (quiere decir ·mucho más que inqa ") (Betanzos
(198711557"1: 132 Pt. 1 cap. 27). El problema encontr,1do por Bctanzos fue entonces la ambigüedad
del término inqa, que en referencia al gobernante indicaba su estatus alto mientras que en referencia
a otros incas indicaba el nombre de la etnia.
") o
- -' Guamán Poma menciona a Tuqay Qapaq y ,1 Pinaw Qapaq. Su alirmación de que los dos existían desde
el tiempo de los antepasados l'aqarimuq Runa antes del nacimiento de Manqu Qapaq hasta que rueron
vencidos por los hijos de Lluqi Yupanki indica que. en su opinión. estos también rucron nombres de
oticios. y no de gobernadores particulares. Véase también .lulién 2000:27.
24 La alinnació n de los khipu kamayuqkuna Callapi1ia. Supno y Otros ( 1974:33) que Chimu ()apaq
existía mucho antes que los incas indica que en su opinión fue un nombre del olicio. y no de una
persona.
25 Para una opinión alternativa véase Julién 2000: 248 .
26 Véase Ni les 1999:41 -2, Sarmiento 1960 [ 1572]: 250 cap. 45 (respuesta de Pisaq Qapaq de Quito a
Tupa lnqa Yupanki).
27 "Kapakapalla. Muy graciosso. que graciosamente haze trauajar a todos.[ ... ] Kapac yahuarnivoc. De
sangre real. Kapac ay//11. o kapak churi. De la cassa. o familia real. o noble. Kapacyahuar. De noble
sangre y linage. <;11p11 k11p11c Inca. El Rey. <;11p11 kapac Dios. Dios Rey.[ ... ]. K11pac, o <¡11p11yk11p11k.
El rey. Kapaccav. Reyno. o imperio. Kapac huaci. Cassa rreal grande. Kapacchacuni lncachacu11i.
Criar regaladamente a otro. o no le osar mandar ni dar ni dar pena ni trauajo. Kapacchacuni vcuvw111.
Regalarse. [..."¡ Kapac mw11a. Matrona noble. o nuestra seriora. Kapac ko_va. Reyna y sus hijas. ¡... ¡
Kaparini. o koparkachani. Andar gritando y ll amar a bozes. o kapariv ccachani. "(Gonc,:a lez Holguin
1952 [1609 ]: 134-5 . énfasis aiiadido) .
La relac ión entre el títul o c¡apac¡ y los usados por gobern antes in cas de la fase ta rcl í,1
estú ilustrada por un relato de Sarmi ento , según el cual Pac hak uti lnq a Yupanki atacó :il
gobernante coll a cuando este cambió su nombre de Chuchi Qapaq a lnqa Qapaq para co nfor-
mar su nuevo estatus de go bern ante de tocios los co ll as: 1
·' .. .había un cinche ll amado Chu chi Capac o Co ll a Capac, que todo es uno.
Este Chu chi Capac crec ió tanto en autoridad y riquezas con aquell as nac iones
de Co llasuyo, que le respetaban todos los Co llas, por lo cual se hac ía ll amar
In ga Capac. De invidia de lo cual Pac hacuti Inga Yupanqui determin ó con-
quistarle a él, etc." (Sarmi ento 1960 [ 1572 ]: 24 1 ca p. 37, énfas is añad ido).
El títul o qapaq de por sí no impli caba entonces un rango supremo entre los go ber-
nantes.1x El título ·'señor(es) grande(s)", registrado por Sarmi ento tampoco lo impli ca. Lil
profecía registrada por Sa lea Maygua es un a pro mesa de pros peridad y sucesos militares sin
referencia a un resultado particul ar. En las cuatro versiones de l mito de losAyar la profecía no
demuestra entonces rasgos imperi ales.
La presencia de los in cas de pri vil egio en la versión registrada por Sarmi ento, hasta
cierto grad o un producto de adaptac ión tardía hecha ya en la época co loni al (U rton 1989),
sugiere que el tema del mito fu e la dominac ión inca, a través de ali anzas así como por fuerza.
sobre grupos vec inos en la región de l Cuzco. Ademús, el mito de los herm anos Aya r es
se mejante al mito de ori ge n de otro grupo de tamaño limitado, los 1/ac:uas de la región de San
Francisco de Otuco, registrado en el año 1656 durante la campaña de la ex tirpaci ón ele
idolatría en Cajatambo (Duviols 1986:52), el cual tambi én cuenta sobre un viaje míti co de los
antepasad os desde su pac¡arina en busca de un lugar de asentami ento, co n algun as paradas
en el camin o, conclui do por un a co nqui sta y dominac ión sobre los habitantes anteri ores del
luga r eleg ido. La exte nsión de l territorio asoc iado con las acc iones de los herm anos Aya r. el
tema de ali anzas y conqui stas loca les, la profecía de l domini o regional, y la semejanza al mi to
de ori ge n de otro grupo de tamaño limitado, ll eva n a la co nclu sión de que el milo in ca de los
hermanos Ayar fue el mi to de ori ge n de los in cas de la etapa de su conso li dac ión en Cuzco o
de la etapa del establec imi ento de un go biern o in ca ico reg ional, el cual era contado todavía
antes de la gran expansión.2"
El relato de la guerra co n los chancas y de sus consec uencias toca ex plícita mente a la
ex pansión in ca ica y, por consigui ente, es un relato imperi al. Sin embargo, su esquema sigue
a la de los dos mi tos , por lo menos uno de los cuales es anteri or. Esta observac ión sugiere
que di cho relato fue mode lado según un esquema preex istente bien conoc ido para expresar,
a través de ell o, la idea de la transformac ión de l Cuzco en el centro políti co y so lar.
La observac ión de que el relato ele la guerra sigue un esquema míti co y astronómi co
no es un argumento ni en contra ni a favo r de la oc urrencia de algún co nfli cto co n los
chancas como hec ho hi stórico verd adero, so lamente es ev idencia de un a ideo logía im pe ri al
28 Sar111 ie nto ll a111ó a todos los go bern antes no-in ca icos ··sin chi· ·. i¡,!no rando o ta l wz desate ndié ndose ,k
las di te rene ias ent re s us rangos. imp li cados por los títul os d iláentcs: véase .lul ién 2000: 252 -.1.
29 Para e l estudio arq11eológ irn de l desarro ll o de l Estado regiona l inca véase Baue r 2004 . Covcy 200ú.
30 Revista Andina
Rita Fink: Representaciones de la deidad solar inca
construida sobre él. No existen fuentes externas que pudieran indicar si ta l conflicto efectiva-
mente tuvo luga r, sin embargo, esta sí es una posibilidad. Si algún conflicto militar con los
chancas ocurrió en realidad , el relato sería una presentación mitificada del evento histórico .
Tal posibilidad queda comprobada para uno de los elementos del relato: la expansión
inca hasta la costa norte es un hecho confirmado. Posiblemente, fue llevada a cabo por
personajes titulados Qaqaq Yupanki y Tupa lnqa Yupanki, mencionados como conquistado-
res por fuentes locales en la costa central (Parssinen 2003 [ 1992]: 85). No obstante, tanto a
esta expansión como al personaje descrito como su caudil lo, se les atribuyó un significado
astronómico y mítico, expresado a través de la asociación hecha entre la expansión, Tupa
lnqa Yupanki y la fiesta de lnti Ray mi.
Unos elementos de l re lato obviamente míticos son las dos vi siones so lares de
Pachakuti lnqa Yupanqui y la participación de unos ejércitos enviados por el dios. La hora de
la victoria en Cuzco probablemente puede también clasificarse así. La información contenida
en dichos elementos no se refiere a los detalles militares de la guerra (verdadera o mítica),
sino a su significado. Esta información fue comprensible gracias al uso de un esquema
conocido y entend ido, así como, probablemente, gracias a la referencia a rasgos conocidos
del dios solar, quién designó, según el relato , a los incas como los gobernantes legít im os el e
Tawa ntin suyu.
La veracidad del conflicto mismo, de las dos batallas o de su ubicación , no se puede
concluir. rn
Conclusión
., O Según uno o mú s informantes ele Cieza. las momia s ele los chancas matados se guardaban en un edificio
rnn struiclo en el si tio ele la hata lla (Cieza 1984 [ 1554]: 1% cap. 96 ). Los conquistaelores ¡\ Ion so
Ca rr,1so . .luan de l'ancorvo y otros vit:ro n en Cuzco momia s preparadas de manera que permiti(, ;1
Cicz,1 concluir qut: se trataba de las mi sma s momi ,1s (ibid.). El ed ilicio fue posiblemente el llamado
Llas,1 Wa si. Casa de los Despo jos de Guerra. donde se guardab,111 partes de los cuerpos de va rios
enemi gos vencidos. entre otros la cabeza de Chuchi Qapaq (Sarmiento 1960 [1572] : 241 cap. 37).
SegC111 Betanzos. dicho ed ifi cio fu e construido después de l.1 batalla rnn los Soras (Betanzos l l/8 7
11 557 1: 96 l't. 1 cap. 19). ,11111que esto 110 ex cluye la posi bilid,1d de qul! contenía wmbién rdiqui ,1s de
batallas anteriores. Ya qm: el contenido de Llas,1 Wasi. aparente111ente provenía de va rias b,1ta ll as. 11"
queda claro si las momi as vistas por los espai'iolcs fu eron las consideradas por los incas momi as
cliancas. Por consiguiente. la única evidl!rn.: ia de la posi ble ex istencia de tal es momias es el tl!stimoni o
de los informantes nati vos de Cieza.
Rita Fin/,
Jerusalén, Israel
r it11.fiII k@'¿m ail. hu¡i. 11 c. i I
32 Revista Andin a
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de la élite inka. siglo XI '- XVI. Quito
COMENTARIOS
38 Revista Andina
Rita Fink: Representaciones de la deidad solar inca
mo trayectu ruc el camino ritual que desde el tem- Fink nos introduce a un a sugerente di scusiún
plo d..: Vil lcannta. por donde nace el río del mismo en cuanto a la correspondencia entre edades del
110111bre . y pas ando el C uzco . terminó en dios Sol y de algunos de los soberanos incas. Creo
Ollantaytambn. Parte también fue el camino den- que para una futura elaboración del tema podría
tro del valle del Cuzco qu e los sacerdotes reco- ser útil tomar en cuenta tambi én el gran interés
rrieron cada día del mes del lnti Raymi (de junio). inca en los conceptos sociales de ·grados de edad·.
de hori zonte a hori zo nte. desde la salida del sol por los cuales entiendo las di stintas fase s de vicia
hasta su puesta. La parte del camino usado en de una perso na. y ·clases ele edad·. los cinco pe-
junio para una peregrinación. ida y vuelta. del ríodos de cinco a1ios cada uno. en que los incas
Cuzco a Villcanota. fue re-usada antes del solsticio dividieron la vida madura de una persona. Las
de diciembre y la parte del Cuzco a Ollantaytambo diez panaco de ·hijos nobles del rey". cinco en la
fue usada después de este solsticio . P..:ro no olvi - mitad de arriba y cinco en la de aba jo. mejor s<:
d..:mos que el nombre mismo de Villcanota signifi- dejan entender como tantas c lases de edad. Sus
ca ··casa del solsticio de dici embn.:'·: los di stintos asciciaciuncs legendari as con los diez primeros
usos del trayecto s iempre tomaron en cuenta este reyes d..: la dinastí a. nos ayudan a estudi ar las
signiticado. El foco de los movimientos d..: sudes- refcrenci,1s a distintos grados de edud en cuanto ,1
te a nnrm.:st¡_; siempre simboli zaba el movimi¡_;nto los reyes. l'or ejemplo, Viracocha Inca. como n.:y
del sol por el cielo. tanto por cada dí a del año sacerdote. fu e figurado como un hombre viejo.
(pero espec ialmente en los dí as alrededor d..:I Pachacuti Inca. cuyo nombre de Pachac11ti tmn-
sol sticio de junio). como por el año desde su sal i- bién inclu ye el significado (en aymara. según
da sol stici al de dici embre hasta su puesta solstici al Bertonio) de --fanfarún que di ze que hará. y di zc
de _junio. Ritos y mo vimientos complementarios maravillas. y despues no haze nad a.. , fue venera-
simboli zaban el regreso del sol desde su pues ta a do en primer lugar por los muchachos por iniciar.
su s.ilicla. Llegamos a interpr..:tacion es me jor co11- qu e más se c,1rac tl.:ri zaron por tal actitud. En es te
1rol:1bll:s de ritos o mitos. s i no ol vidamos ¡¡quel co nte xto podemos entender a Tupa Yupanqui
foco y si no las m..:zclamos con rdcrencias a equi- co mo represent ante de hombr¡_; mad uro . La es-
noccios y pases del sol por el cenit. En cuanto a tructura tk la organi zación tic las panacas bi en
los equino cc ios. no tenemo s descripcion<.: s puede se rvir como fondo de la informació n qu e
conliables de interés inca en ellos. d.: cómo li1 ero11 discute Fink .
observado s y cuáles fueron los puntos del hori- Fink nos introduce a un ti.:m a importante qu e
zo nt e usado s con este tin. Los incas tu viero n hay qu¡_; lomar mu y en cuenta para entender en
mucho interés en las sa lidas del so l. en los días general la cultura inca y la organización social y
cuando pasa por el cenit. y un interés igual en los ritual de su Estado.
días de puesta del sol medio mio aparte. Había
con ex iones con las fechas de los so lsticios, pero
las ohse rvac iuncs del sol fueron bien indepen-
dientes las un as d..: las otras. Creo que sería mejor
no incluir en el argumento referencias a equinoc- Joltn Earl.~
cios y pases del so l por el ce nit. pu..:s al momen- Pontificia Univenidad Católica del Perú
to. mús bien lo confunden . Jearl.\@ fJtt cp. edu. pe
Concentrándonos en este eje del camino de
Viracocha. igual al - lo que llainé- ·eje del Sol ' Debido a que ya hace mu chos alios que he
(a unqu¡_;_ claro. no representa ningún verdadero trabajado en la etnohi storia y arqueoastronomí:1
camino del sol por el cielo). qui zá podemos t::1111- andina. al leer el trabajo de Ritu Fink se ntí h1 nece-
bi.:n apoyar con otro argumento, la interpreta- s idad de ,1ctualiza rnie en los trabajos tk To111
ción de Fink en cuanto a la guerra de los Chancas. Zuidema. Ciary Urton. To ny Aveni. etc .. ademús
Un a vez vencidos estos, parece que los incas sim- de en las crónicas mi smas. para poder comentar
boli zaran la co11quista de su imperio so lo por muchos de los puntos que ella aborda. Por ello.
medio de sus conquistas hacia Ecuador y no hac ía no entraré en los detalles de los tres relatos qu ¡_;
Bolivia. Siguieron la ruta de Viracocha. Es como si analiza. s ino en la presunción central de su hipó-
representa; en los ataques Ch¡¡ncas por la direc- tesis de que las tradiciones incas acerca de la crea-
ció n contraria. la misma que antes había tomado ción del mundo, los origines del imperio y de la
.Tahuapaca. gran transición (los Chancas) sean codificadas
como narrativas en el caknt.h1rio so lar v sus aso- no podem(ls ver el so l aquí en esa époc.1 dcl ;1110
ciaciones espaciales - y qu e ellas puctÍen desci- (invi-:rnof. El punto es que rnit:ntras sí hubo 1111
l'rarsc ,1 trav és del anúlisis cslructural de la calend,1rio solar uni versal que lúe mantenido por
cosmovisión. f'rilllcro hay que revisar una rcla- el Estado y que: se Jo usó para leg itimarse simbú-
ción ge neral entre los trún sitos y la política adllli- licamente en el cosmos. también luvo que legi ti-
ni straliva inca . marlo de manera operativa - tenía que se rvir par;1
Lus trónsitos solares del cenit tenían un pa- resolver problemas. En los Andes íue necesa ri o
pel central rn los calendarios estatales andinos - que este calend ario pudiera traducirse cn cada unP
puc:s ocurren en las fechas que se relacionan di- de los mu chos calendarios localt:s correspondien-
rc:ct allle.nte con el Jugar espacial. la latitud. de su tes a las posibilidades de observación astronú-
observación. Su ocurrencia.en Tiwan..iku. que di- micas prúclicas bajo las configuraciones ecoclin1ú-
vide el aiio en ocho períodos iguales. habrí a con- ticas. Torn Zuidema (2007) ha identificado 111u-
tribuido a su idenlilicación colllo centro (Earls y chos ejemplos de estos encofrados en tex til es . El
Sil verb lall 1978). Como enfati za Fink el axis Estado tenía lJlH.: establecer una traducción rn he-
1111111di sureste-noroeste constituiría un eje búsico rentc y ri gorosa entre todos los ciclos Ju1rnrc:s.
para la organización del Estado andino. en razón sideraks y solares usados en los calendarios lo-
de la geolllorfología misma. En cierto modo. esas cales.
fechas habrían podido servir como indicadun;s de El Di scurso Anónimo ( 1906) (que Fink cita)
lat itud por su cercanía a las lechas invariantes de reconstru ve la evolución del calendario inc;1 en
lus equinoccios y so lsticios. En el Ecuador. el correspo1Ídc:ncia con la fundación y con solid,1-
transito del sol por el cenit coincide con el equi- ción dt:I J·:stado (Earl s 1976). El cronist..i describe
noccio y en el trópico de Capricornio con el ex plícitamente los problemas que resu ltan de J.1
sol sticio. Que esta coincidencia del lrón sito so lar fo Ita de coordinación calendúrica rntre ·· ... /11 gm11
rnn los equinoccios en Quito i'uern uno de los variec/11d el<! tan diferentes temples ... ··. y de ahí l.i
füctores (pero no el único) que inlluyó en la polí- necesidad de: etectuar los !.!randcs rcordenami entos
tica de Wayna Qapaq en Ecuador. es concordan- polílico-cale11daricos de Viracocha e Inca Yupanqui
te con la interpretación de Fink. Hay indicaciones ( l'achakul iq ). Fue un proceso de 3 elap,1s - bús i-
dt: una importancia político-astronúmica del sitio camenle consistió en la articulación progn.:siva tk
inca dt: l'ucarn en la Quebrada de l·lumahuaca. los calendarios locales de los di stintos sc1'loríos
/\ rgenlina(a - 23º30 ' S). Esta podría ser el ··... {1rca del 1ardo-i111 er111edio (como el mi smo rein o del
no especificada al sur-este de Tiwanaku ... ·· (Fink Cusrn) al calendario lunar cusque1io y. ,il lin . al
p. 26). qlll: relacionaría el trúnsito y el solsticio calendario solar inca imperial. La descrip ció n del
coincidentes allí con la hi sto ria inca. Si se puede cronista. obviamente es una gran sirnplilicación
establecer esto se daría mús fuerza a su argumen- ·'mítica'· del proceso inca. pero debe consiclt:rarse
to !.!encral clt: la codificación astronómica de la con sistent e con el propósito de Fink . en tanto
hi storia oficial inca. Pero aun así. no se establece- qu e formula la hi storia narrati va im:a CJl términos
ría que se Jo codilicara en forma narrativ,1. del desarrnllo calendárico y la administr,1ción
En mi opinión. Fink se posicionaría en un agroecológica. De esta manera. se ve cómo emerge
terreno mús sólido al enfocarse en la h.111ció11 ad- la obsesión inca por la universa lidad so lar y cúnHl
ministrativa de la astronomía andina: o sea. como runclamentú la legitimidad operativa del Estado:-
un mecanismo para la articulación polílico-ern- también J,1 legitimidad simbólica de sus reyes y
númica de la heterogeneidad geoecológica de la nohlcs (en el sentido de .losep h Tainter 1988).
regió n. El Estado tiene que poder coordinar con- Así. con st ituyó la matri z ideal para la universa li-
juntos ele actividades en distintos pi sos ecológicos zación de la historia y de los grandes eventos y
y sectores di stribuidos en diferentes altitudes y p..ira rel ,1cionarlos con las tradiciones locales. t,il
latitudes sobre grandes di slanci,1s y con contigu- como en J Juarochirí (y tal como era en OccidentL·
raciones climáticas muy di stintas. Pongo un ejem- hasta hace unos cien arios).
plo: digamos que los responsables de las canchas Me parece que Rita Fink hace un salto dcllla-
de llamas cerca de Huaycú n. en la costa. tenían siado grande en inferir las correspondencias espc-
que ali star los animales para cargar un nllmcro cílicas entre la estructura del calendario so l,1r v
específico de bultos al Cusco. en la fecha del trún- los eventos históricos particulares en el inc,111,llt;.
sito so lar de febrero . No podían justilicar el no Sin embargo. 110 se puede excluir la posibilid,1d
hacerlo porque ""aquí no supimos la fecha. pues que sí sea cierta.
40 Revista Andin a
Rita Fink: Representaciones de la deidad solar inca
su argum entación, con lümk apan:ntemente presenta a tn;s g:obernanll.:s in cas - Wa yn,1
ciertas recon strucciones teóricas (basadas Qap,1q (Qapaq Infante). Pachakuti lnq a
principalmente en el texto del Inca Garci laso Yupanki (lnqa que Torna al Revés el Tiempo
ele la Vega) acerca de los supuestos gnómones. y el Espacio y Comien za una Era Nu..: va). y
con la evidenc ia arqueo lógica di sponible. Y Tupa lnq a Yupanki (lnqa Re~I o lnq.1 l~L:y)
esta última es. hay que decirlo clarament e. respectivamente- como rep resentantes de las
cuando menos poco relevante. por no decir tres lig.urns so lares·· (p. 23).
inexistente : ··Other eve nts that the Inca may El deli:cto fundamental de todo el anúli sis qu e
have observed were the equinoctial and zenith llevó a esta conclusión. consi ste en qu e la au-
passages or th e Sun. however. these are not tor.1 nn advierte un hecho bien claramente e;,;-
we ll docum ented and Inca interest in th eir puesto ya por otros autores (por e_jemp lo
occurence remains speculative. Whether ur Duvio ls 1976. pass .. MacCormack l 9X4.
not specialits. like the yanca descrihed in the pass .. /.ió-lkowski 1997: 285 y ss. ): que J.1
Huarochirí manuscript. used li ght and shadow mitologí,1 y el ritual asociado a la reli giún s"-
to monitor the motion ofthe sun is alsn open la r er.-111 in strumentos en la lucha política c:11-
to debate( .. .)'" (Bauer y Dearborn 1995: 153 - tn: fracciones rivales de la elite inca . l'or est,1
154). Por mi parte. estoy plenamente con - razón . en lirnción de los procesos po líticos
venc ido de que los incas utili zab,m el efecto en los diferentes momentos del desarrollo es-
de ··so l y sombra'· en sus rituales. pero esto tatal. incluso al gunas p::irtes del mito de nri-
no implirn en abso luto el uso de pilares/ L>:en sul"rían remoclelaciones. cambiaban de rnri-
gnómones - mús bien de ventnnas y/o corre- huciones ciertas wakas. se insta laban nuevos
dores especia lmente orientados ( véase a títu- objetos de cu lto. etc . Basta reco rd ar. a títu lo
lo de ejemp lo el estudio de Z ió~kowski y de·ejemp lo. los siguientes hechos:
Sadowski 1989 ). Por consiguiente. la ali rm a- La in stalaciún de nuevas li guras de cult o lk
ción de la autora de que: --Los gnómones eran parte de: l'achakuti lnka Yupanki y el despl, 1-
colocados dela nte de varios santuarios. inclu- í'.ami..:1110 a un segu nd o pl ano del cu lt ¡1 ;1
so el templo de Quri Kancha'" (p. 1 1). carece Wannbwri. con la subsiL>:uicnte nuc v;1 ··rc-
de ev idencias materiales ta ngibles. dacciún ·· del mito de l;s herm anos A1·ar
.., Tampoco quiero abord,1r el tema lingüístico. (Bet,mws 1987. 1 p. Cap. IV: l lJ: véasé i.: I
en el que no me siento competente: sin em- a núli s is detallado de es ta reform ,1 c: n
bargo. vale la pena subrayar que la au tora hace Ziól kmvski. 1997 : 69-75 . 15') y ss. ):
caso omiso de las mús recientes interpreta- La reed ilicación de los santuarios del Titicac.1
ciernes de los nombres de las figuras solares. (Copacabana. islas del So l y de la Luna) di.:
basadas en una nueva paleog:rat1a de la cróni- parte de: Tupa lnka Yupanki:
ca de Cri stóba l de Molina ·'El Cuzq uefio·· La reediticación del orácu lo de l'achacamac
(Calvo Pérez en. Molina. 2008 : 50. nota 167, por Tupaq lnka Yupanki:
2(,()) La re.:strucluración del centro rcli~ioso de
3. Pasando al tema principal. es decir. al intento Tomehamba por Wayna Qapaq . con- un apa-
de reconstrucción del modelo solar de la rente énfosis en la waka de Mama Uq llu (nrn-
ideología imperial inca y la atribu ción so bera- dn: de Wayna Qapaq). con siderada la enc,1r-
no-ligura so lar. observamos que la idea de nac ión de la divinidad lun ar:
oposición ··Sol/ Inca Joven·· (sol sticio de ju- La rdiim1a religiosa (abo rtada) de Waskar ln k.i.
nio) - ··So l/ Inca Maduro/Viejo.. (so lst icio de quien in tentaba aparentemente sustituir L: I
diciembre) ha siclo planteada hace ya ti empo cu lto a Punchaw por otra imagen. la de lnti p
( véase por ejemplo Duviol s 1997. pass.) . Lo Wiraquc han:
que la autora ha querido aiiadi r es la demos- Otra n:limna similar en su contenido ini ci,1d:1
tración de la ex istenc ia de una asociación fija paralcl,11nente por Ataw wallpa. etc. (para mús
( figura so lar/ritual ca lendúrica = determina¿Jo deta lles ace rca de esta y ot ras reformas. véase
soberano inca): --Las tres figura s solares co- Ziól kowsk i 1997: 285 y SS .. 360 y SS).
rrespondían al solstic io de diciemb re. paso Tocios estos elementos (y otros 111 :1s) pas:111
cenital del so l en febrero y solsticio dejunio. totalmente in advert idos para la au tora. a l¡1-
respectivamente. El relato mitificado de l con- vor de una aproximac ión estructura li sta en J.1
llicto con los chancas y de sus consecuencias que intenta ordenar. dentro de un esquem:1
42 Revista Andina
Rita Fink: Representaciones de la deidad solar inca
ZUIDEMA. R..:iner Tom hién. variaciones entre ellos. apuntando a que los
1974 "" La imagen del so l y la huaca de relatos del origen de los incas y el de la victori ,1
Susurpuquio en el sistema astronómico sobre los chancas buscan resa ltar el papel del
dt: los Incas en d Cuzco" . .Jo11rna/ de la Cuzco y situarlo como centro del mundo. n;..:111-
Sociélé des A méricanisles. 199-230 plazando a Tiahuanaco y el lago Titicaca.
1977 ""The Inca calendar'". En: /\. F. Aveni Pero. corno la misma autora reconoce con sus
(ed.). Native Ameri can astronorny. abundant-:s citas. estas ideas ya han sido expuL:s-
Austin y London. 219 -259. tas en numerosas opo1tu11idadcs. debido a que los
1981 ··inca observations ofthe so lar and lu- vínculos entre d so l y la forma en qu e los in cas
nar passages through zenith and anti- pen sa ban su pasado. ha sido extensamentc ex plo-
zenith in Cuzco··. En: R.A. Williamson rado. tanto en los aspectos técnicos como en los
( ed . ). A rchaeoaslronomy in th e ideológicos (Avcni 1981 . Bauer y Dearborn IlJ'JX.
Americas: se/ected papers ¡Jresented e// Zuidema 1962). Así. recorriendo tan so lo la li st,1
a conference he/d at Sana Fe. N. M.. de citas de la autora. se puede ver que el rol cen-
/ !.1 79. Los Altos: Ballena Press-Ccnter tral de las direcciones intercardinales en las con-
far Archaeoastronomy. 319 -342. cepciones andinas y su vínculo con el movimicn-
to anual del so l. ha si do abordado entrc otros por
Torn Z uid c1n.1 ( 1978) y Ga ry Urton ( 1981 ).
Zuidema tambi~n se ha dedicado a estudiar los
víncu los entre el movimiento so lar y el simbolismo
Mag. Ate;audro Martín LIÍpez del peregrinaje. y los vínculos entre· el lago Titicac.1
Facultad de Filo.w!fia y letra.V y el pasajc cenital del sol (Zuidema 1981 ). Los
Universidad de B11e110.v Aire.1· parakli srnos entre los relatos so bre la creaciún
(lSfro(lmfope;fjyhotmail.com del mundo y aque llos referidos a la apariciún de
los hermanosAyar. anterasados de los incas. rue-
El trabajo de Rita Fink. ··Eventos solares en ron discutidos por Urbano ( 1978): y Ziolkowski
tres relatos ~le origen y fundación y las represen- puso de maniliesto el ro l en los relatos sobre los
taciones de la deidad so lar Inca"". aborda una serie hermano s Aya r del pa saje ccnitul del so l
de ¡mícticas astronómicas vincu ladas al ciclo so- (Ziúlkowski 1997). En cuanto al conflicto con los
lar. que han ocupado a los especialistas del mun- Chancas. ligado al origen de la expansión imrerial
do andino durante largo tiempo. Prestando parti- de los incas. fue Zuidema quien seiialo los clc-
cular atención a los sentidos otorgados a las posi- mentos calendáricos en esos relatos (Zuide111,1
ciones del so l en solsticios. equinoccios y pasajes 1974. 198') ). Este autor es también quien ha sugc-
por el cenit. Fink intenta reconstruir í!l esquema rido la identilicación de soberanos incas especíl·i-
organizador que se encontraría tras el relato de la rns con diversos momentos del ciclo solar anual,
creación del mundo y los usos del mi smo esque- analizó los dibujos de Guamún Poma so bre el Sl~I
ma r ara organizar los relatos del origen de los con y sin barba (Zuidema 1974 ).
hermanos Ay ar. antepasados de los propios incas. Debido a que el artículo tiene una estructura
y los de la expansión inca, vinculados a las luchas argument,il compleja. que hubiera ganado 111ucho
con los Chancas. con un uso mayor de tabl as y esquemas. es difícil
El movimiento anua l del so l y las din:cciones capt.Jr su propia propuesta cn el mar de citas de
intercardinales asociadas a él. son fündamentales otros autores y diversas Ji.lentes.
en la construcción de los calendarios y formas de En este sentido. creemos que el arorte dcl
organización del espacio en muchos grupos sud- artículo se centra en anal izar simultáneamcnt..: los
americanos. Si a ello le sumamos la existencia de tres grupos de relatos y en sugerir un esque111,1
numerosas fuentes históricas sobre el caso incaico ··cíclico'" de organización ligado al desplazamien-
y la influencia de las culturas andinas sobre las to del sol durante todo el afio. a lo largo de las dos
regiones vecinas. se comprende que la relevancia "'diagonales intercardinales'" SE-NO y NE-SO. l'. 11
de la temática abordada por Fink excede el úmbitu este trayecto Fink insiste en destacar tres li guras
de su región de estudio. so lares. asociadas a las tres visiones so lares de
Fi nk. a lo largo de su trabajo. muestra las ana- Pachakuti lnqa Yupanki en el marco de la luch,1
logías y correspondencias entre los rel atos rete- contra los Chancas. Ademús. sugiere que la opo-
rentes a los tres procesos señalados. Indica tam- sición entre el gobernante y su antepasado es run-
44 Revista Andina
Rita Fink: Representaciones de la deidad solar inca
ctamenla l para la asoc iac ión entre los aspectos Este prm;eso de con strucción del pasado se
cosmolú gicos y los político-hi stóricos. De este da en el marco de las di sputas por el pod er y en el
modo. cl so lsticio de diciembre estaría asoc iado. caso de sm:iedades j erarqui zad as. no todas las
por una parle. al go bernant e infonte y. por otra. voce s ti enen e l mi smo rol. En es te se ntído.
tambi én a su antepasado. el go bern ante anciano. Ziolkowsky ( 1997) nos recuerda que en el c.1so
l~I so lstici o de junio estaría vincu lado al go ber- incaic o no so n iguale s lo s conocimiento s
nantc jo ve n. cosmo lógicos de la elite y los del n;sto de la soc ie-
1:i1 cl ,1rtículo se di sc uten va rios de los hitos dad . El Estado inca era una estructurajcrarqui z,1d,1.
de l movi1nicnto solar anua l. Aque llos vincu lados con complejos medios de registro de la infonna-
a los so lsticios so n claraim;nte los más firmemen- ción. dife ren ciación soc ial y la con stitución de
Le establecidos por los est udios previ os sobre la grupos de es pec iali stas. No se trata de que en
astronomía incaica. Las referencias de la autora al soc iedades no estatales no haya un uso ·'político"
equinoccio y el pasaje por el cenit introducen ele- del mito. sin o de que el surgimiento de elites y
mentos más polémicos (Bauer y Dearborn 1998: grupo s de privilegio introduce serias dilerenci as
64-67. 11 7-119), con los que se busca un a juste en las posibilidades de participar de la lucha sirn-
mú s deta ll ado de los di ve rsos registros del esque- búlica de los diversos actores sociales.
ma. pern que tal vez complejizan innecesa riairn;n- En es te se ntido es fundam ental distinguir en-
te e l Lrabajo . No obstante. la insisLencia en las tres Lre la cosmovisión. corno conocimiento c~i111p,1r-
vis iones so lan;s de Pachakuti lnq a Yupanki y el tido e incorporado a los húbitu s y las cos111ologí,1s
int ento de encontrarles un corre lato astronómico co rno co nstruccione s de diverso g rad o de
! leva a la autora a in clui r estos eve nlos astronú- siste rnati cidad ll evadas ad e lante principalrnenlt:.
micos. pese ,1qu e cl ni ve l de acuerdo entre el rol en casos co rno el qu e nos ocupa. por grupos de
de estos diversos fenómenos (solsticios. equinoc- espec ia li st,1 s. A ell o hay qu e agregar e l hecho de
c ios y pasajes por el ccnil) va ría mucho de uno ,1 que co nocerno s relativamente poco so bre los sis-
otro . En este se nlido hubi era s id o import,mte. tem,1s d1: rce.i stro de la inforrn,1ci ón en e l mundo
por ejemplo. mencionar las controversias respec- incaico y la ltm11a en que estos influían en la ge ne-
to al posible uso de parte de los incas del gnomon ración de cosmo logías. en especial en la construc-
en la determinaci ón de los equinoccios (Baut:r y ción de ve rsion es y subtradi ciones de aquellas .
Dearborn 1998 65 -67). Lo reciente del proceso de conso lidación dd L,s-
Por otra parte. el trabajo de Fink se enmarca tado incairn en el momento de la conqu ista espa-
en una clásica controversia (Z iólkowski 1997 13- 11ola sugiere que el grado de unificación de los
27) en los estudios andinos. entre una mirad a relatos no debió ser exageradamente a lto y es
"hi storici st¡¡'· de los relatos mílicos incaicos y los es perable que las versiones reco gidas refl ejen las
enl'oqu es --::mtropológicos·· de corte estructur.J- tensiones de las luchas por imponer di versos rc-
li st,1. Esla controversia no es exc lusiva del debate latos so bn; los demás. De hecho. como menciona
sobre las cu lturas andinas. Como h,1 ocurrido en Ziolkows ky. todo sugiere que Pachakuti lnq a
otras áreas en las que se planteó es ta controver- Yupanki Ileva ba adelante una importante refonn,1
sia. todo sugiere qu e debe abandonarse una opo- del sistema ideológico en el marco de un confli clr>
sición que resulta estéril. vo lcundo la atenciún a cn tre e l Inca y 1/nobleza cuzque!'ia. dentro dr:: I
las ideas que. corno la rnitopraxis de Sahlin s. nos cual cobra se ntido la búsqu eda de santuarios ex -
mu estran al mito corno un a forma particul ar de tranjeros como los del lago T iticaca .
conciencia hi stórica. Los trab ajos reali zados en el El Lex Lo de Fink, desde esa perspecti va. pare-
contexto amazónico por Peter Gow (2001) y ce retroced er a una visión más esquemática de l.1
.l olrnarnn Hill ( 1988). dan ejemp los claros de for- cosmologí,1 incaica de la que muchos de los auto-
mas en que se pueden pensa r los vínculos entre res previos han se!'ialado. Tanto los trabajos de
mito c hi stori a desde esta perspectiva. De este Zuid ema corno los de Zio lkowsky muestra n el
modo se evita. por una parte. qu e el hecho de comp lejo panorama de las luchas simbólicas por
e nc o ntrar pre se nte un esquema mítico en la imponer diversas cosmo logías que están asocia-
cstructuracilin je un relato sobre eventos del pa- da s a los vaivenes políticos de la estructur,1 de
sado los --ex plique.. como "puros mitos'·. Por otro poder de l mundo incaico. En el artículo de Fink.
lado. permite comprender qu e los relatos inter- estas ten siones desaparecen y el lector se encuen-
pretan y hacen uso del pasado con el objetivo de tra ante un panorama único. con la apariencia de
dotar al prese nte de determinados sen tidos. un sistema uniticado y consensuado .
Por otra parte. y dand o cuenta Lk l lema cen- LAUREN CJCH MIN ELLI. Laura
tral. que es el uso de los relatos míticos en el 2007 AclCls lavo/a ro tonda sui cloc11111enti
contex to de las luchas simbólicas de las elites go- 1\1iccinel/i, Forns Group in cmlropologiu
bcrnantes. Fink debería prestar atención a las lu- del/ '/.1 ·/illllo di Studi , lvan:: ali
chas en las quc están in vo lucrados los cronistas de/l 'Universitci di /3oif;¿gna. 5 opril<'
qu e recogen los tex tos que utili zamos corno fi.Jen- 2006 Bologna: lstituto di Studi Ava n7.ati
lcs. Los conflictos entre los di versos conquista- dc:I 1• Universita di Bologna.
dores. espec ialmente entre Pizarro y sus oposi -
tores. los jes uitas y la inquisición. los jes uitas y el LAURENC ICH MINELL I. Laura y Davidc
Vi rrey Toledo: los proyectos utópicos. los pla- DOMEN IC I
nes de la corona española y los intentos de los 2007 /> er Bocea d'al lri. Indios. ge.mili e
di versos grupos de las eli tes andinas por lograr spagnoli in d11e docwnen ti segre ti su/
acomodarse a la nueva situación creada por la con- Paú del XVII seco/o. Alli di cunveg110 .
quista. sin duda han co laborado en configurar los Bologna: CLUEB.
testimonios qu e poseernos so bre las cosmologías
incai cas (Laurencich Minelli 2007. Nurnhauser MACCORMACK. Sabine
2007. Zuidema 2007). Dado que muchos de los 1984 --From the Sun ofthe Incas to th c: Virg in
invo lucrados buscaban fundar sus mu y diversas ni' Co pacaba na··. R e¡Jresen loli o71s.
pretensiones en la autoridad dc la tradición incaica. 1\utu111n(8). 30-60.
serí a necesario profundi za r sobre la forma en la
que los relatos discutidos estún inlluidos por es- NUM HAUSE R. Pau lin a
to s co nfli cto s. Los documentos Micc in el li 2007 .. Documentos Miccinell i: un estado dc b
(La urenci ch Mine lli y Domenici 2007) y trabajos cuestión ... En: Laurc:ncich Mind li. Laura.
sobre el surgimi en to de la devoción de la Virgen de .. le las lavo/a rotonda .rni docwnenli
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RESPUESTA
Por incorporar los dalos de Molina. referen - barbudo de dici embre co mo el sol-antepasa-
tes a los rituales cuzqueños durante el reina- do (mu erto y transformado en antepasado ).
do de Wayna Qapaq. así como un tak.i canta- cumpliendo la mi sma función .;
do en el tiempo de dicho reinado (el taki de la 4. El so l del solsticio de junio no era percibido
batalla con los chancas). esta propuesta vale como débil. Punchaw lnqa. s~g ún Molin,1 l.1
para el momento inmediatairn::nte anterior a l,1 fi gura solar de este mes. fue invocado 11.1ra qu e
conquista espafio la . La comparación con el el lnq,1 fuera "vencedor" y "opresor" (p. 23 ).
mito de los hermanos Ayar permite va ri as con- Según 1-lernúndez Príncipe. lr1s procesion es tk
clusiones a cerca de la anti güedad de su es- las pro vincias que conducían a los jóvenes p,1r.1
trnctura subyacente (pp. 26-30: ver i11fi'a). sacriticar en el ritu al de c¡apac¡ hucha entrab,11 1
al Cuzco --casi inmed iato a las liestas de inti
El ciclo so lar y las nociones del ciclo vital y raymi" (Cajatambo 1986: 4 72. Ocros 1<i2 I)
agrícola 'l:_1mbii:n. según Guaman Poma. el sacrilicio tk
c¡o¡Jac¡ !111clw era ll evado a cabo en el mes del
La propuesta concuerda con la in form ac ión lnti Raym i. Ya que el so lsticio ocurría en los
di sponible (me referiré aquí so lamente al variante últimos días de este mes (Zuidcma 1982: 2 12-
dontk Cuzco es el centro): 2 15). el siguiente. segú n Guarnan Poma. el ti e111-
1. Según Molina. el so l nacía al sutkste de Cuz- po de repartición de las tierras cultivad.i s
co (Molina 1988 [c.1575]: 68-9). de acuerdo (Guarnan Poma 1980: 246 [2481-249 12511).
con la propuesta de que el sol nacía durante la correspondía al comienzo de las proces ion es
salida del so lsticio de diciembre. que salían de Cuzco a las provincias. En los
2. Sudeste es la dirección del Titicaca. en el mito testimonios de la litil!.ación sobre las ti e1Tas de
tk la creación. el lugar del primer nacimi ento Quiui . las procesion~s de qapoc¡ hucho ckcti-
- la puc¡arina- del sol. así como de la humani- va mente se rví an para establecer bordes entre
dad. Según la noción andina. los muertos vuel- grupos vec inos. siendo el borde el punto del
ven a su pac¡arinu.2 Por con sig•-1icnte. al pun- camino dond e el rec ipient e con la san gn: de
to linal tk su ciclo. el sol volvía al Titicaca en animales sacrilicados era tran smitido de 111,1-
e l sud este (solsticio de diciembre). dond e nos de un grupo a las del sigui ente. Dicho ri-
moría (y renacía). tual era decisivo. hasta el punto de ser c111p lc,1-
3. l)icicmbre es el tiempo del so l caliente y de do como argum ento en cl litigio sobre ticrrns
la s llu vias. cuando la s planta s crecen. de cu lti vo. El casti go por derramar una go ta de
Ziól kowski ( 1992: 155-6. 1997: 41-2) apun- la s,mgre llevada era la muerte ( Rostworo ws ki
tó la asociación de la barba del sol con las 1988 79-80. 132 (82r-v). 192 (236v-23 7v).
plantas crecientes. La noción de la presencia 200 (256r-v)). Se puede concluir qu e e l ritu,11
de los antepasados en Kuy Pacha durante e l tuvo qu e ser llevado a cabo durante la estaci ón
periodo de lluvias fue sugerid a ya para los seca. cuando los caminos estaban abie rtos v.
moche ( l-locquenghem 1987) y documentada mús cs pccí licamcnte. en algún momento tk~-
entre los laymi en el norte de Potosí. dond e se
cree que. durante la estación de llu vias. los
antepasados vuelven para vigilar d crecimiento 3 Es muy probabl e.: . como esc ribe Ton1 Z.uidcn1;1c11
de pl antas y darles fuerza vital (1-larri s 2000 su rn111cnt;1rio (p. 38). qu.: l'uquin Cancha era el
11 9831: 40. véase tambi én Fink 2001 : 17-23). templo del sol-antepasado. donde se guardaba n
El papel de los antepasados en el provei miento las pbnchas con las historias de los lnqas muer-
de alimentación está bien docum entado. Tal tos. Reforzando esta posibilidad. he sugerido qu L·
noción concuerda con la interpretación del so l este aspecto del solsticio de diciembre cstu1·<,
.1sociadn 111ás con la puesta del sol. entonces c<ll1
el sudoeste. la dirección de l'uquin Cancha c 11
eión ritual entre los sacerdotes y el gobernante. rekrencia a Cuzco (pp. 23-24 ). Este templo era
y no por nacer el sol t:n este momento. visitado por Wayna Punchaw. la tigura del sol
2 " los difuntos [ ... ) se yban a descansar a sus recientemente nacido. asociado más con la sali-
pacarinas al vpaimarca que estaba en titi caca y da del sol en el mismo día. Ambas fi guras (sol-
yarocaca'' (Cajatambo 1986: 150. San Pedro antepasado y Wayna Punchaw) represenlah,111
de Hacas 1658). los dos aspectos del solsticio de dici embre.
48 Revista Andina
Rita Fink: Rep resentaciones de la deidad solar inca
pués de la cosec ha (abril-mayo) y antes del entonces. que la estac ión cal icnte fuera c:xp li-
com ienzo del siguiente ciclo agríc ola (agos to- cada por la cercanía del sol. que estaba ·aquí · o
se ptiembre). el úni co periodo en el qu e las ti e- cerca para trabaj ar la tierra. mientras que l,1
rras cu lti va bles podían calllb iar de propieta- es ta cic"ln frí a li.1era exp li cada por esta r el so l
rio. Los sacri1icios humanos presentados en distant e. ya qu e se fu e para conq ui star (y tra-
es ta ocas ión a las 1vaka-.1· lllÚS illlpo rtantes bajar) tierras lejanas (p . 23 nota 15).
estaban vincul ados directamente con la idea de
dolllinación y co nqu ista. Según Mo lina. los La continuidad del culto solar inca
sacri li cios humanos de qa¡mq hucha se !leva-
ban a c.ibo en la ocas ión de la entronizac ión de Ziólkowski delllostró que 1-luanacauri ( Wa na
cada nuevo lnqa. entonces. el molllento de su Kmvr i)- Aya r Uchu era asociado con el so l en el
!legada al poder. así como después de la con- cen it. Ya que el lllito de los hcrmanosAyar corres-
qui sta de cada provincia nueva. cuand o los ponde al peri odo temprano de la conso li dac ic'Jn de
_jóvenes eran sacrifi cados ··a J So l por la vitoria la unid ad política inca en la región de Cuzco. t,il
que ell os decían les av ía dado·· (Mo lina 1988 asoc iac ión indica que el sol, a través de Ayar l Ichu.
[c. 1575 ]: 120-8 ). AdelllÚS, Don Alonso Tito su representante. f"ue la deidad tutel ar inca toda-
Ata uchi. nieto de Wayna Qapaq, atestiguó en vía m1tes de su expansión. La observac ión de qu e
157 1 que -- Jos Ingas [---1 vieron que los indios el esq uema de l mito de los hermanos /\yar es el
de la Provincia del Co llao hacían el di cho sacri- mismo qu e el esquema del mito de la creación y
ticio de los dichos ni11os a sus di oses, y en ten- del relato 111ititicado de la guerra con los chancas.
dieron que por esta causa no los podí an vence r sugiere qu e la percepción ~le l ciclo solar y Lk sus
y por esto los dichos Ingas colllenzarnn a ha- puntos claves tamb ién se co nservaba desde el
ce r y hicieron los dichos sacril"il:ios y los ven- periodo temprano.
cieron .. (Lev ilil:r 1940: 2: 167. 170). J,a tes is de Pierre Duviols ( 197h) sobn.: los
Por lin. el periodo entre la cosec h:1 y el co- ca mbi os rúpidos en la forma y/o identid ,1d del
mi enzo del si~ui ente ciclo agríco la es el tiem- ídolo so lar más importante de los incas no se pu e-
po mús apro J; iado para la g~terra. ya que los de sostener. Según Betanzos. la primera vis ión de
calllinos estón secos y ab iertos y es fócil re- Pachakut i li1 c la del bebé resplandecientl:. el sol
clu tar guerreros en el tiempo de poca activ i- recientemente nacido del so lsticio de dici embre. y
dad agríco la. Los guerreros so n ad ul tos_íóve- la segund a fue del res pl and or deslum brant e q1i'c'
ncs hasta la mitad de su vida (según C, ua111an pareció como si "todo el dia era allí y su lum bre ..
Poma de 33 -50 ai'ios de edad). casados y tri- (13etanzos 1987: 50. Ptc. 1 cap. 11 ). enton ces.
butarios (G uarn an Poma 198() f1 6 16 I: 194 l'unchaw ( Día o Luz Diurna). en el lllomento del
J 1% l-195 1i<J71 ). p,1sa_jc cen ita l. Los informantes de Bctanms ex -
La percepción del so l de la estación frí a co mo plirnron que. aunque la fi gura qu e vio Pachakuti
un so l militante puede asoc iarse con el tipo de la noche antes de la batalla fue la segunda_ el ídolo
observaciones sugerid,1s por John Earl s (p. 40) qu e es te l nqa co nstru yó después ~le su victori,1
ace rca del cambio de la fec ha del pasaje cenital representa ha la primera vis ión (ihicl.: 5 1-2 ).
co n la lat itud en relac ión a los momentos li_jos Según Duviol s el nombre Punchaw no apan.:-
de los so lsticios. Los pasajes cenitales era n ce en las fuentes antes de 1572. Si n embargo. l,1
percibidos COlllO la presencia del sol en el lu- descrip ciún de la segund a visión en la crónic,1de
gar. ·aquí · (mito de Cieza p. 15. Garcilaso 1976: Betanzos si lo provee bien exp li citalllente: es te
1: 105-6. Lib. 2. cap. 22) - por consigui ente. nombre aparece tamb ién en la li sta de 1Fako-.1·
en cualquier otro lllOmento el so l estaba ·en (Ch:4-8. p. 1<J nota 7).
otro luga r·. Durante el periodo entre los dos El segundo argumento de Duviols fue l,1 ob-
pasaj es cenitales enc im a de Cuzco (desde el servación de que el ídolo traído de Villcah,1mb,1
30 octubre hasta el 13 lebrero). durante mes y tuvo la forma antro pozoomorfa.' mientras qu e
medio el sol "se alejaba"' al sudeste hasta el
solsticio de diciembi·e y después ··regresaba".
Después de 'vo lver aquí · durante el pasaje 4 Duviol s asullle que la descripción de la fi gura
cen ital de febrero. el sol se 'alejaba· al noroeste que vio Pachakuti según Molina es la descrip-
hasta el so lstic io de juni o: este ·via je' es mu- ción del ído lo de Villcabarnba. Tal as unci ón es
cho mós largo. casi c·inco meses. Seiía posible. razonable. sin embargo. la descripción provista
según Betanzos. cl ídolo introducido por Padiakuti del Soi ¡... 11 la I ponían. cuando el So l salía. 1... l l.1s
al templo de Quri Kancha fu e el del bebé desnu- maiianas. qu e le di ese de cara el Sol. y des pu1:s de
do. Esta dii'crencia ll evó a Duvio ls a la conclusión mediodía pasa ban la imagen a la contraria part e.
de que la li gura solar venerad a por los incas se 1-- -1 para qu e también le diese. cu~ndo se iba po-
camhió th::sde la época de Pachakuti hasta la de ner. cl sol d..: carn .. (Las Casas 19)8: 45 1-2. cap .
Vill cabamba. Lo que no fue tomado en cuent:1 es 13 1). Esta inlormación se re li erc al ídolo 1nús im-
e l hecho de que las do s vi siones de Pach :1kuti portante d..: Quri Kancha casi inmediatament e
representaban liguras diferent es. La ligura intro- después de la conquista. La descripción de Toledo
ducida por Pachakuti a Quri Kancha fue Wa yna ind ica qu e para que la forma del ídolo de
Punchaw. el bebé solar del solsticio de dici embn:. Vill cabamba no li.1esc vi sta a causa de su res pl :m-
mientras qu e la ligura capturada en Vil lcabamba dor. el ído lo tu vo que estar orientado de man <.: r,1
fue Punchaw. la deidad del pasaje cenita l. que el di sco a su alrededor reflejara los rayos dcl
En mi artícu lo presenté varios argumentos qu e sol. Las Casas y Toledo tkscrihi ..:ron. entonces. la
su!lieren la identilicación del ídolo de Villcabamba mi sma es tatua. idéntica a la segunda vi sión tk
co7no Punchaw. la represcntación del sol cenitnl. Pachakuti lnqa Yupanki - la li gura de Punchaw.
Entre ell os fueron : re¡m:sc nt :1ción del sol en el ce nit.
1. La sel(unda visión de Pachakuti . la cual tu vo Como he indicado (p. 24). el ídolo del p:1s,1_je
Jugarla noche antes del día dcl pasaje cenital cenital cr:1 particularmente adecuado para se r cl
del sol y del ataqm: de los chancas. li.1e descri- ídolo mús importante de los go bernantes in c:1s.
ta como ··todo el dí:1 ¡...¡y su lum bre'" (Bet:1n - y:1 que es te evento astronómico lúe: asociado en
zos 1987: 50. Ptc. 1 cap. 11 ). lo que signi lica todos los re latos d..: ,orige n y fundaciún con l.1 s
·p11nclw1v.. - ··dí a·· o ·· Ju z diurna .. . El ído lo proi'ccías de una dominación in ca (el mito d<.: llls
traído de: Villcabamba se llamaba l'un chaw Ay:ir y el 111ito de la creación) o co n su r<:a li,.:1ciú11
(Toledo. citado en Du viol s 1976 : 168). (la guerra contra los clrnnc:1s).
1 L:1 forma de la segunda visión no pudo obser- Según M. Ziólkowski. Pach akuti ln q:1 Yup,1nki
varse p<m1uc ··1ü e tnnto el resplandor qu e lle vó a cabo una reforma reli!!,ios:1en la cual W,1n:1
vio qu e del res ultaba qt1L: no le dejó ver que Kawri y el sol del cenit pe rd ieron su importan <.: i,1.
figura te nía" (Betan zos 1987 :52 P. 1 ca p. qu eclúndosc co mo las li guras venerad ,1s por lo,
11). Esta descripción es idénti ca a la desc rip- 1-lurin Cu,.w y posiblemente por los 1-lanan Cu,.-
ción del ídolo de Vi llcabamba pro vista por co antes de l'nchakuti . mi entras que l'achakut i :
Toledo. su propietario. según qui én cl ídol o sus suc esorcs tomaron por su ídolo 111 :1yor a
.. tenía una patena a la rn;donda pa1·a qu e dán- Punchaw. correspondiente seg ún Z iólko ws ki ,11
dol es lsiel al so l relumbrasen de mam;r:1 sol sticio de _junio. Es ta propues ta no s..: pu c·tk
que nunca pudiesen ver el ídolo sin o el sosten er. Desde el periodo de la con slllidnci ú11
rresplandor·· (To ledo citado en Du vio ls inrn como unidad region al (e l milo de los hcnn:i -
1976 : 168: énfasis aiiadido). nos Ayar). a través del periodo del Estado crc·-
En el mismo lugar noté que. a pesar de ser ciente o maduro (relat o de la guerra con lo s
sugesti va. csla identilicación no se pued e rnn si- chan cas). h:1sla los primeros ,111os despu 0s de l.i
de1·ar seg ura. ya qu e seg ún Molina e l ídolo mús conqui sta (ídolo tkscrilo por Las Casas) y h,1 st:1
imporl:rnt e era el del equinoccio de sept iembre <.: I Cstado rcbeldc en Villcaha111b:1(ídolo captm:1-
( ver in/i·a ). Creo que dicha rescrva puede quitar- do por Tolcdo). la li gura solar 111{1s import :1nlc ,.
se. ya qu ..: hay buenos argum..:ntos para idcnti li - vinculad ,1..:n todo s los casos con el !lobi erno in c.1
car el ídolo de Vi llcabamb:1 como el ídolo más fue ev identemente la del so l rn el c~nit.
importanl<.: de Quri Kanch:1. Du viol s obs..:rvó (]U<.: La Vir!len de la Cande lari a. cle!lida en cl :1110
la tc:mpran :1 inlo nnación de Las Casas sobre e l 1583 por lt;S descendi entes de Paul l~ lnqa como l:1
interior del tcmplo de Quri Kancha es la m:ís pre- patrona de l:i iglesia de Copacahana. cu yo día co-
cisa. !lracias a sus contactos con los dominicos rresponde a la fecha del pasaj e cenital del sol c11
que 1~ transformaron en un con vento (Du vio ls Cuzco (í'.iól kowski 1997 : 389-401 ). es un c jL'. 11 1-
197(, : 1Mi). Seg ún Las Casas. -- 1a imagen grand e plo mús dc la pcrdurabilidad de esta tradiciún ..:1u11-
que no ele su asociación particular con las p wwka-
s anteriores a la de Pachakuti lnqa Yupanki .
por Toledo 110 t:s lo sulici ente1rn:11te detallad:, El est:1hlecimiento del santuario en la Isla lk l
p:1ra comprobarlo. Titicac:1 por Tupa lnqa Yupanki pudo soc:1v:1r l. ,
autor ida d de los sacndotes de () ur i Kancha primera: '"d ice n que aqu el qu e le hablaba cua ndo
(/.iól kowski 1997 : 82-83.' 299-300). Sin em b,ir- él se puso Cll orac ión r... 1 viniera a él en ,1qucll,1
go. este acto no puede interpretarse como un a 1·e- ligura de un ni110 mu y respland eciente. y qu¡; él
lirnna religiosa. ya que. co mo demuestra d presc: n- que vino ,1 él 1-.. l la noche antes qu e d iese l,1
tc anCd isis lk l milo in ca d¡; la crc:ació11. la Isla de l bata ll ,1 al Jscov ilca 1 ... 1 que J'uc tan to c:I resp lan-
Tit icaca ¡;staba asoc iada con el sol en el cenit (pp. dor que vio que del resultaba que no le de_ió ve r
15. 25. 3 1). l)e hec ho. preci samente dicha asocin- que li gur,1tenía. y an sí mandó ha ce r estc ído lo .il
ción podría ser la mós problemútica para los sacc: r- tan1afio e IÍ!.!Ura de un ni110 de edad dc un ,1110 ..
dotes dd Punchaw en Cuzco, creando una alterna- (Betan zos 1-987 : 5 1-2. puntuació n añad ida). i":11
tiva din.:cta y posiblemente de presti g io mús alto. otras palabras. aunque la fi gura so lar que dio a
La asociación particular del ídolo de Wana Pachakuti la victoria y tran sformó Cuzco en e l
K,1 wri con l lurin Cuzco (Ziólkowski 1997 : 65- cen tro f'ue Punchaw. el sol cenita l (representado
7 1. 159-164. 2 15-256) puede suge rir que los po r el ídolo mayor ele Quri Kanch a desde un pe-
l lanan Cuzco y 1-lurin Cuzco tuvieron ídolos di- riodo temprano) Pachak uti in trodujo a Quri
k n.:ntes. Punchaw y Wana Kawri respecti va mente. Kanc ha un ídol o de Wayna Punc haw. e l bebé so-
los cuales. sin embargo. repn.:scntaban e l mi s mo lar del so lsti cio de diciembre. por alguna ra zón
c:ve nto as tro nó 111ico . La diferenc ia en e l asociada co 11 su vi sibilidad (o con la invi sibilid,1d
simboli smo de los dos tuvo qu e se r mús sutil. por de Punc h,1w). Ya que segi111 los infor man tes de
ejemplo. la del mediador (Ayar L/c hu ) vers us e l Mo lina. en () uri Kancha se l!Uardaban va ri os ído-
so l ci.:n ita l mi smo (Punchaw). los so lares. se trala probablemente da la adic ión
de un ído lo o. eventua lmente. del ca mbio del ído lo
/\pi n('I) Punchaw mós simple po r otro rnú s e laborado que reprcsc n-
taba la mi sma figura so lar. la de l so lsti c io de di-
El ídolo so lar mús importante de Quri Kancha ciembre.
era l'un chaw. rep resentac ión de l sol del pasaje Segú n Polo de Ondegardo. Pachacuti lnc.1
cen ita l de lebrero. asociado co n d l!ob ierno inc,1. Yupanqui movió d comienzo del al'io desde enero
Sin emba rgo. según Molina. el Ílhi lo so lar mús a di ciembre (Po lo 1985 f 1585]: 270). Co mo ob-
importante de Quri Kancha era Api n('I) l'unchaw. se rvó Ziól kowski ( 1997 : 392-3). la información
vener,1do en el mes lle Sitwa. correspo ndi ente al se refiere probab leme nte al cam bio de l comienzo
so lsticio de se ptiembre . Mo lina tom ó su in lür- del ,111 0 desde e l mes de l pasaje ccnit,11. al mes del
mación de los sacerdotes lié la reli l!ió n inca (Molin,1 solsticio de dic iem bre. 7 La co ncordancia entre el
1'!88: 49). La descripc ión de l co711 icni'.o Lle l 1·itu al relato sirnbúlico de Het,1nzos y la infórmac ión de
di.: la Sitwa. provi sta por Mo lin a. atribu ye a l sa- Polo es otra co nfirmac ión de la propuesta id ent i-
cerdote mayor de Q uri !<.a ncha un papel mu y licación de las do s fi guras so lares y sus respec ti-
important e asociado co11 observaciones sola res vos ídolos.
ll evadas a cabo preci sa1rn;nte en ese momen to !-\ l'ach ,1kuti se le atribu yó también la con s-
(l' ink 2008: 35')). El solstic io de septiembn; pudo trucción de Qu ri Kancha: la or ientació n de l tc:111-
tener. por lo ta nto. también una asociación sim- plo ind icaba el lími te del comienzo del mes de l
ból ica con los sacerdotes del sol.'· lnti Raymi (Zui dema 1982: 2 12-2 15). co ncordan-
do con la in fo rmac ión de Moli na de que el aJ'io
Refor ma calcndárica co menzaba en dich o mes. Segú n este cron ista. la
refor111a de Pachakuti enfati zó amhos sol sticios tlicto co n los chancas si sucedió. El caso de l,1
y. desde entonces. los incas .. se rcjían ror los presentac ión el e la conqu ista de los ca11aris co mo
ynviernos y veranos" (Molina 1988: 58). ' la llegada del lnqa/So l al so lsti cio de junio es ,Illn
CJ ca111bio del comienzo del ni'io ch:I pasaje mús obvio .
cen ital a uno o a111bos so lsticios fu e obviamente En presentaciones propagandistas comp ues-
una necesidad. dado el crecimi ento t..:rrilorial del ws por autor idades estata les ( Ciez,1[ 1554 1 1984 :
Estado. y,1que la l·L:cha del pasaje cenital se cam- 157-8. c,1p. 11. N iles 1999: xv iii ). rea li ,.adc1s 110
bi,1 con la lati tud. mientras qu e J,1s IL:ch,1s de los t,1n to para ..:x plicar la rea lidad. sino para impom:r
sol sticios son constantes y es bastante: l~1cil ob- una vis ión pre lcrida po r el Ls tado. se puede <.:,-
ser varlas. Se crata entonce s de una refor ma perar una simp lili cación ck los hechos hi stóri cos
calcndúrica. pero no de l cambio de la deidad 111a- y su aj uste a mode los pre-ex istentes y co nocidos
yor de los incas. la cua l siguió s iendo ·su propio· seg ún el mensaje qu e sus alltorcs intenl,lll tr,ms-
sol - l'uncha w. el sol encima del Cuzco. mi ti r. as í co n1 0 un empico del le nguaj e simbó li c".
La presente di scusión demuestra que una idcn- l~stos son los ra sl'.os de l re lato de l3cta nzos so bre·
tilicación mús preci sa de las Ji guras so lares per- la guerra con los ~hancas. Dicho relato cra prcsrn-
mite entender mejor algunos rel atos nati vos que tado como can tar. 1aki (Betan zos 1987: (1 1. Pt. l.
de scribe n el desarrollo del Estado inca. Además. cap. 13). y podemos conc luir entonces quc tal
es probable que las rivalidades dentro de la elite g.: ncro pudo emp lea r un lenguaje simbólico . 1.:1
cu zquciia pudi era n emp icar el sim bol ismo reli- terna que no puedo desarro ll ar aquí es la asocia-
gioso (Ziólkowsk i 1997). preci sa mente gracias a ción entre los últim os lnq as y las figura s so lare, .
la existencia de un lenguaje si mhólico común. en- la cual era parte de tal lengua je: a este tema me
tendido por todos. que no pudo cambiarse dema - reforiré en una futura contribuc ión.
siado rúp idamcnte sin perder su importancia como
lüent e de identidad y leg itimidad entre los incas Observaciones de so mbra y la perce pción li-
mi smos. neal o segme ntaría del tiempo diurno
Relatos mitohi stó ricos y s imboli s mo so lar l: n otro luga r (F in k 2008) prese nté argum en-
to s nue vos ,1 favor de la posibi lidad dc qu e: los
Respondiendo a A. Martín López. no se paro incas empicaban gnómones para obse rvaciones
en tre .. relato mítico .. y ··n.:Jato hi stóriw .. (véase de somb ra. basados. todos sa lvo uno. <.:n la crúni-
el titulo del prese nte aitíc ulo ). Al co nt rario: anali- ca de Moli n,1(y no en Ga rcilaso. como escr ibe en
zando el relato de Betanzos sobre los chancas. su comentario M. Z ió lkowski). l~ntn; cl los cabe:
trato de observar la relac ión en tre un mensaje hi s- destacar:
tó ri co y la manera de expresarlo. la cua l evi~knlc- a. Toda s las ceremonias anua les descri tas po1·
mcnte emplea un esq uema sim bó li co astronómi- Mn lin a_ en las cuales e l tiempo de 111ediodi,1
co-mítico . No se puede separar entre los do s: un a jugó un papel ritu al. se celebraban en 1nomen-
·el iminación · de los elementos supernalurales (dos to s claves del ,1 110 sola r (so lsticios y eq uino c-
visio nes y ejército de piedras) no rend iró una na- cio):
rrati va más ·hi stórica· o · verosimi 1·. solamcnle b. Todas c:llas tenían lugar en e l mismo sitio (pa-
opaca rú el mensaj e de l rela to (ver 1-lcni gc 1982 : tio de () uri Ka ncha). dikrcnte del s itio de
(¡ 7-úX) . Por otro lado. si me in te resa la re lación otr.1s ceremo ni as ( Hanan l lawkav Pat,1) :
entre un relato (mito) hi stórico y la hi storia. ta l y c. Es te sitio es prec isa mente el lugar dond e. ,c-
como dicho térmi no se entiende dentm de mi pro- gú n el Inca Gracil,1so. IÍ.lc colocado un gno mcm
pia cul tura. Aunq ue tenemos so lamente eviden- para observaciones de sombra.
cias de tr,1dición ora l. en mi opini ón. a lg(m con- d. El sitio es un palio no techado (lo que II,1 cL·
dilicil aceptar la posibilidad de ven t,111 as o
corredores que Jo podrían marcar) .
8 Ritualmente. el cstah leci111ie1llo contemporáneo e. LI med iodía estú descr ito por Mo lina como
de los dos .. comienzos.. podría expresarse por el un momento particular y 110 como periodo
peregrimiie de los sacerdott:s al sudeste durante del di,1.
d solsticio de junio. A las diferenc ias de orinio- M. Ziól kowski con trapone (p. 4 1) a la últim,1
ncs acerca de cuál solsti cio era 1mís important<.:. observación los resultados de su estudio. basado
me reláiré en una futura contribución . en términos referentes al movimiento so lar en-
52 Revista Andina
Rita Fink: Representaciones de la deidad solar inca
contrados en diccionmios, según el cual la per- na· del tiempo ... escalonada" como demostró
cepción nativa del ti empo diario se asemeja a un M. Ziúlkowski. mientras que mi argumento
tipo de pirámide escalonada. Sin embargo. esto se reticre al contexto ritual. que puede se r
no puede servir como argumento contra las ob- muy dil'erente y, por ser eliti sta, no rellejado
se rvaciones gnomónicas de la so mbra por varias en la lengua popular. La ritualidad andina tie-
razones. entre ellas: ne terminología propia: el mi smo obj eto pue-
1. L.Js im ~1ge nes conservadas en expresiones de de tener nombres diferentes en los contextos
la lengua pueden se r anacrónicas. re!lej:mdo cotidianos y rituales.
situaciones que hubieron existido cientos de 4. En contexto ritual, el mediodía, así como otros
aiios atrás. pero que ya no corresponden a la mom entos importantes. so n descr itos como
rea lidad de quien las usa. puntos del ti empo bien definidos. Observa-
2. En el caso de los diccionarios coloniales mos li1 descripción de la primera ceremoni ,1
quechua y aymara. ellos co nti enen ademús del Qnpaq Raym i. llevada a cabo en el patio
muchos neo log ismos. La exp resión tomada de Quri Kancha: ·'[... ] y los que se avían de
de Goni,:alez Holguin citada específicamente hacer ca val le ro s se leventa va n e yban por su
por M. Z iól kowski , inli-p c:hmv-p1111chm,1 hord e11 haci endo la mucha ... Y echa la diclw
chayana-n-pala (que significa .. llano'1 de la adoración estavan un poco parados mien-
llegada del so l al mediodía'') aparece en la par- tras venía la ora de med iodía: en pareciendo les
te espaiiol-quechu a de l diccionario ; el térmi- que lo hera, bolvían a hacer su reberencia
no chaw-punchaw puede se r una traducción a las guacas y pedían Iicencia al Y nea para yr
literari a del término castell ano 'medio-día'. a hacer sus sacrificios" (Molina 1988: 100:
En la parte quechua-espafiol del diccion ario énfasis afiad ido).
tal término no aparece; lo que sí aparece es un Varios sac rificios se llevaban a cabo tres ve-
término quechua que describe el mediodía ces al dí a - salida del so l. mediodía y puesta del
como e l tiempo o el momento cuando el so l so l. El primer y el tercer momento so n obviamen-
·'est:1 de pie".'" te .. puntos.. del tiempo más que periodos del día.
3. Las percepcion es del ti empo dentro de una lo que sugicn: que tam bi én el segundo lo er,1.' '
cultura (incluso la europea) difieren según e l Para argumentos adicionales véase Fink 2008.
contexto. Analizando las percepcion es de l No se encontraron evidencias arqueológic,1s
tiempo de Guarnan Poma. MacConnack de- de gnómones so lares para observaciones de som-
mostró qu e el cronista sugi ere do s tipos de bra qu e pudieran se r una prueba definitiva de su
.. relojes" segú n el contexto-el so l para la agri- existencia. Sin embargo, hay que tener en cuent;1
cultura y los re lojes espafiolcs para rezar las sit>:uientes observaciones:
(MacCormack 1998). En la vid a cotidiana del S~eg ún el Inca Garcilaso (y Molin a). lo s
agricultor la división del día en periodos es gnómones eran puestos frente a templos so-
mús úti I que la noción de ·'puntos" tempora- lares o en sus patios y eran muy elaborados:
les. Aunque un problema en cada interpreta- tales objetos fueron los primeros qu e destrui-
ción de datos de los diccionarios coloniales rían los espai\o les.
tempranos es la falta de estudios so bre la El Inca Garcilaso describió la destrucción de
manera en la cual dichos di cc ionarios fu eron tales gnómones en Quito por el gobernador
co mpu estos y cómo se conseguía la informa- de Belalcúzar (Garcilaso 1976: 1: 1O(,).
ción en ellos contenida. es mu y probable que
tales datos reflejaran la percepción ·cotidia-
Si no me equivoco. hasta hoy día no se han 2008 -- inca shadow castin e observati ons in
encontrado evidenci as arqueo lógicas para la Cuzco ... .Journal .fo~- the Hislory o/
existencia de las sukanka alrededor de Cuz- Astronomy 39 (3 ), 357-36 1.
co. cuya ubicación era mucho menos conspi-
cua (algunas sukanka sí fueron encontradas GARC ILASO DE LA VEGA, el ~nea
en Urubamba). 1976 [1 609] Comentarios reales de los incC1s.
· 13iblio teca Ayac ucho.
Respondiendo a la crítica de Mariu sz
Ziólkowski de que utilicé la ed ición de la crón ica GONC::ALEZ I-IOLGUIN , Diego
de Molina en la paleografia ele Urbano y Duvi ols 1952 [ 1609] Vocabu lario de la lengua general
de 1988. y no en la de Ca lvo Pérez y Urbano de de lodo el Perú llamada len?,ua qquich110
2008. quisiera ac larar que no utilicé nin gu na de u del Inca. Lima: Instituto de Hi storia.
ellas. sino la fotocopia del manuscrito guard ado Imprenta Santa Marta.
en la Biblioteca Nacional de Madrid (Mss 3 169),
citand o la edición de 1988 por ser la más conoci - GUAMAN POMA DE AVALA. Fe lipe.
d a. Los nombr es Pun clrnw lnq a y Wayna 1980 [1 6 16] El Pri111erNuevaCoronica y!Jue11
Punchaw aparecen como --punch ao ynca" (f. 9r) Cohierno. México: In stituto de Es tu-
y ·'huayna punchao" (f. 26r). En el caso del nom- di os Peru anos. Siglo Ve intiuno .
bre del ídolo de septiembre. la correcc ión a la pa-
leogratfa de 1988 me fu e mostrada hace algun os I-IARRIS. Oli via
afios por otro investi gador. quien la quiso utili za r 2000 [ 1983 I ·'The Dead and the Devi Is ... [n
en su propia publicaci ón : por consiguiente. me O. 1-larri s. 7'o Make the Earth !3eC1r F'l·11it·
limité a indicar mi desacuerd o con la paleografía ¡:)hnographic Es.wys on Ferlility. Work
publicada en 1988 con el signo de interrogac ión. and Gender in High/and Bolivia .
London: ln stitute of Latin American
Bibliografía Studi es. Un ive rsity of London.
54 Revista Andina
Rita Fink: Representaciones de la deidad solar inca
1988 1c. 15 75] Ne/ación ele /as(éthulas y rilo.1· ZIÓLKOWSK I. Mari usz S.
de los Ingas. 1-1. Urbano ami P. Duviol s 1997 Lo g uerra de los 1vuwc¡i: Los ohjelivo.,·
cds. Cróni cas de A111e ri ca 48 . Historia _v los mecan ismo.,· de la rivalidacl dC'nlrn
16. Madrid . ele la élile inlw. si~/o .Yi:-XI "/ Quito:
Ediciones Abya-Aya la.
NIL ES. Sus,m
1999 Thc shape o( In ca hislory. lowa city: ZUIDEM 1\. Reiner To111
Uni ve rsity of lowa Prcss. 1981 ·· inca observ at ion s of the so lar an d lu-
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POLO DE ONDEGARDO . .luan zenith in Cuzco". En: R. A. Williamson
1985 [ 1584] "'Los errores y sup ersticion es de (co mp.) . Archaeoaslr onomy in th e
los Indio s sacadas del trat ado y !lmericas Los Altos: Ballena Press-
aueri guacion qu e hi zo el licenciado Center for A..rchaeoastronomy. 3 19-342.
Polo". En: Doctrina christiana y cate- 1982 ··catachillay: The rol e of the Pleiades
c ismo para in struccion d e in d ios. and of the Southern Cross ancl alpha
Facsími l del texto trilingüe. Madrid . ami beta Centauri in the calendar ofthe
Inca s''. En: Aveni A. F. y G. Urton
ROSTWOROWSKl DE DIEZ CANSECO. María (comps.) Ethnoa.1·/ron.omy ami
1988 Co n(l icls over coca jields in )(/11-Lh archaeoastronomv in th e A m cricc11·1
cen/u ry Peru. Memoirs ofthe /vluseum 1mpics. !lnnals of1/1e New Yorlu lcademy
o(Anlhropolopy. University o(Michigan, o(Science. pp. 203-29 . New York.
Nr 2 /. con la colaboración del Instituto
de Estudios Peruanos. Ann Arbor.
Paula C. Zagalsky*
Resumen
Desde una perspectiva histórica, este artícu lo devela los significados que adquirió el
concepto de comzmidacl en los Andes Meridionales durante el primer siglo de dominación
colon ial. Centrándonos específicamente en la dimensión espacia l del concepto, efectuamos
una exp loración historiográfica y documental con la final idad de reflexionar en torno de los
sent idos prehispánicos, europeo-castellanos y aque ll os construidos bajo la dominación
colonia l. No solo se sitú an hi stóricamente los múltiples sentidos concentrados en el concep-
to, sino que también se diferencian de otros que han aparecido como sinónimos, tales como
los de ay/fu o pueblo, categorías asociadas a instituciones y a formas de organi zación
medulares de las sociedades andin as .
Agradezco a la Dra. Atrn María Presta su lectura atenta y comentarios a versiones preliminares de es te
artículo. Por supuesto. la res ponsab ilid ad de l contenido de estas páginas corrt: por mi cuenta.
Abstract
Thi s articl e explores, from a hi stori ca l perspective, the meaning ofth e co ncept or
"community" in the Southern Andes during the fi rst century ofcolonial domina_ti on. Foc using
specific all y on the spati al dim ension of the concept, it develops a hi storiogra phi ca l and
doc um ental approach aiming at refl ecting on th e pre-Hi spanic and European-Castili an
interpretations, as well as those constru cted durin g th e co loni al domin ati on. Not only th e
mul tipl e facets of the concept are analyzed in their hi stori ca l context, but also the di ffe rence s
with oth er concepts usuall y associ ated as synonyms, such as th ose of "ayllu" or ·'vill age''
(puebl o) are explored, categori es associated with in stitutions and centra l form s of organi zati on
of th e And ean soc ieti es.
"Los otros pueblos del partido [de Sayago, Es paña] que tuve opor-
tunidad ele estu dillr o visilar presentan lll misma conjjgurncirín
en cuanto se refiere a la tief'l' a: una smnhra casi circular de 11111ro.1·
alrededor del puehlo y hastos campos libres que se extienden
hasta el límite del términ o. Lo amurallado es propio. lo /ihre es
comunal ".
(A rguedas 198 7: 53)
El concepto de "comunidad" ha sido ampli amente utili zado por la hi storiografí a par;:i
denominar di fe rentes in stanci as de a11icul ac ión de las soc iedades indígenas ameri canas.
tanto en ti empos prehi spánicos como durante el período co loni al y el republi cano. A menos
que se cons idere que las soc iedades indíge nas constitu ye n entidades inmu ta bl es, res ulta
por lo menos ll amativo el uso de un mi smo concepto en un período tan ampli o, de indi sc uti-
bl es y múltipl es tran sform aci ones.
En el contexto co loni al, la idea de co munid ad suele utili zarse para aludir a diferentes
prácti cas, pautas e in st itu ciones . El términ o "co munid ad" aparece asoci ado, y frecuente-
mente equiparado , .a otras noc iones qu e mult ipli ca n sus se ntidos . 1 En el caso andin o, es
profunda la ligazón que la hi stori ografí a teji ó entre la "comunidad" y el "ay llu" de ori ge n
prehi spánico, utili zando a la prim era corno sin ónimo del segun do, para aludir a dim ens iones
Acertadamente. Magdalena Chocano Mena se1'i a laba es ta cuesti ón (Chocano Mena 2000 : 170 -1 74 ).
58 Revista Andina
Paula C. Zagalsky: El concepto de ·'co munidad" en su dimensión espacial
atribuid as a él: los víncul os de parentesco rea les y míti cos que unirían a sus mi embros, la
organi zación de la producción, la vida ritual, las norm as y prácticas soc iopo líticas y la
constituci ón socia l de l espac io. Además del "ayllu", la hi stori ografía andina suele empl ea r
·'co munid ad" como sin ónimo de "parci alidad", "grupo étnico", "puebl o" y "a ld ea" .
Así, los estudiosos de los And es empl ea ron , y emplean, profusamente el términ o
"comunid ad" y ex iste un cierto presupuesto sobre su prese nci a inmemorial. En funci ón el e
desmontar la idea de la "comunidad" en tanto entidad andin a atemporal y esencia l, en estas
págin as propon go indaga r en la multiplicidad semánti ca del conce pto, seña lar los usos - y
pos ibl es ab usos- de l términ o de parte ele la hi storiografía andin a y desentrañar sus signifi-
cados, es pecífica mente, durante el primer siglo de dominac ión coloni al. Me centraré es pe-
cialmente en aqu ell os aspectos del concepto de "comunidad" vinculados a las formas de
asentam iento y organi zac ión espac ial de las soc iedades indí genas que habitaban el ámb ito
ru ra l and ino. cuestion es estrechamente conectadas a la po ses ión y usufructo ele la ti erra y a
los conflictos desatados en torno de ella. Propo ngo refl ex ionar sobre la poli semi a de dicho
co ncepto y di scutir la pertin enci a y lími tes de su aplicaci ón en el estudio ele las sociedad es
indígenas andin as ele los sig los XV I y XVll. 2
Ofrezco aquí una rev isión parc ial de un inmenso corpus bibliográfico con la intenci ón
ele rastrea r el empl eo de la idea de comunid ad (y los signifi cados adheridos a ell a) en algun os
ele los trabajos más signifi ca ti vos, ori entados al aná li sis ele las sociedades indígena s durante
la dominación in ca ica y el primer siglo co loni al. He intentado puntualizar las imbricaciones,
asoc iac iones y equival encias qu e suelen teje rse, co nsciente o inconscientemente , entre
noc iones (comunidad . ay llu , grupo étnico , pu eb lo, aldea) que creo ineludibl e diferenciar y
prec isa r en fun ción ele refi nar nuestro herramental conce ptu al. As imi smo , co nsulté un a se ri c
ele fu entes co loni ales para visuali zar la utili zac ión del vocab lo "comunidad''. cl iluciclar sus
sentid os y exp li citar ciertos términ os asoc iados a él. La explorac ión in cluyó cróni cas y
relac iones éditas del siglo XVI y prim era mitad del siglo XVI I y otras fuentes de tipo admini s-
trativo del mi smo período como vi sitas, rev isitas y sus in struccion es.
Lejos de presentar una posición definitiva, este artículo procura ser un a apertura al
debate ele un prob lema que me ha inqui etado desde qu e comencé a invo lucrarm e con la
hi storia andin a.
La aplicac ión del co ncepto de comu ni dad a la rea lid ad de l primer siglo de domini o
co lon ial en los Ancles contiene, al menos, dos ri esgos implícitos.
El prim ero es producto ele un olv ido u omi sión que puede llevar a desconocer que los
europeos tradujeron conceptos aj enos tran sformándolos en otros fami li ares. C iertos térmi-
nos e ideas de las soc iedades conquistadas - in cluyendo aq uell os que denotaban forma s
2 Cabe aclarar que si bie n. e n términos generaks. exp loré bibli ogral1a concernienti: a sociedades asen-
tadas en los territorios de las actuales repúblicas de Perú y Bolivia. debido a los marcos espaciales de
mi propia in vesti gac ión en curso. en fat icé aquel los estudi os que ri:miten a la reg ió n surandin a y.
especia lmente . al espacio comprendido en la que fu e ra la jurisdicción colonial de la A udi enc i,1 de
Clwrca s.
nativas de organización social- fueron asimilados a otros , de origen europeo. Así, temprana -
mente se tejió una serie de equivalencias: el Tawanlinsuvu se equiparó a una monarquía y el
Inca a un rey; curacas y mallku , traducidos también como ''caciques", se asimilaron a los
nobles peninsulares; y se homologó a los hatun runa a los pecheros cast<.;_llanos .' Estas
primeras analogías cargadas de etnocentrismo permitieron dar un sentido a las interlocuciones,
pero al mismo tiempo, el proceso de traducción no estuvo libre de equívocos y dio paso no
so lo a la comprensión, sino también al malentendido y a la apertura de un ·'hiato se mántico''
(Abercrombie 2006: 187-188). Y si bien los significados se orientaron predominantemente
hac ia concepciones occidentales, subsistieron resquicios para la pervivenci a de se ntidos
prehispánicos o la creación de nuevos significados surgidos al calor del proceso colonial. En
estas páginas, justamente, pretendo introducirme en ese hiato para clarificar el concepto ele
comunidad. En la Península Ibérica, durante el sig lo XVI , el vocablo "comunidad" asoc iado
a las aldeas, pueblos y villas, aludía a una territorialidad compacta, delimitada y continua, y
en el plano social y político a municipios integrados por vecinos, definidos como tales por su
residencia. 4 Una práctica de asentamiento y organización espac ial y política que visiblemen-
te se diferenciaba de las formas salpicadas, di scontinua s e interdigitadas predominantes en
los Ancles centrales y meridion ales prehispánicos.; Recordemos que ese espacio soc ial no
solo aludía al espacio físico , donde hombres y mujeres producían y reproducían su vida
material, sino también al espacio sagrado y al espacio político que aglutinaba a una pobla-
ción asentada de forma dispersa, desparramada sobre nichos ecológicos o lu ga res di stantes
entre sí en un espacio unificado, pero no continuo ni compacto.
Un segundo riesgo implícito consiste en proyectar retrospectivamente las in st ituci o-
nes creadas durante el período republicano so bre la realidad colonial el e los siglos XVI y
XVII. A man era de hipótesi s. sugiero que al estudiar los grupos indígenas ele los s iglo s XVI
y XVII, sus dinámicas soc iales, formas de asentamiento y organización espacial , gran parte
de la hi sto riografía apela a un concepto que remite inevitablemente a las actuales comunida-
des indígenas y campesinas. Así , consciente o incon sc ientemente, se teje una red semántiec1
que enlaza realidades separadas por siglos de historia, ll egando en algunos casos a derivar
en una equiparación sincrónica de unas con otras. En otros casos, se postula una sue rte de
vinculación genealógica inevitab le: la s actuales in stituciones comunales deben tener raíces
históricas remotas , siendo el resultado necesario y contenido, en germen , en las "comunida-
des" indígenas prehispánicas y coloniales (equiparadas estas a los ayllus).'' Dicho esto.
3 Ademús de exp licitar estas asociaciones entre fi guras andinas y peninsulares. Thomas Abcn:ro111hie
se11ala que algunas de ellas no fu ero n reconocida s olicialmente como instituciones equivalclllcs. tal es
el caso de las autoridades indí genas (Abcrcrombie 2006: 187-188).
4 Al respecto. son ilustrati vos los trabajos de Man¡rns Navas ( 1981) y Vassbcrg ( 1986).
:'i Los trabajos que aluden. directa o indirectamente. a la do111inancia de este patrún de ascntan1iento c11
los Andes son tan abundantes. que la lista sería c,1si inagotable. pero no podemos dejar de 111cncion,1r
el trabajo pionero de .lohn V. Murra ( 1972). Para casos especílicos en los Andes meridionales. los
ti;cundos trabajos de Thérése Bouysse-Cassagne. Olivia Harris y Tristan Plalt ( 1987) dan cuent¡i de
las for111as aymara de erniccbir y nominar al es pacio y sus vínculos con la dinámica soc ial intr,1 e
interétnica.
(, Si bien no incluyo aquí una rev isión de la historiograt'ia eentrnda en el análisis del siglo XVI 11. sugiero
que parte de ella alberga un peligro similar al se1'lal,1do. Por un lado. hay un uso profuso y ambiguo de
60 Revista Andina
Paula C. Zagalsky: El concepto de "comunidad" en su dimensión espacial
la catcl!oria de ··comunidad··. Por otro. en mu chos casos. se tiende a minimi z ar las tran sform ,1c iom:s
profundas ope radas por los ay ll us y s us te1Titnri os durante los dos primeros s ig los co loniales .
7 Fs dec ir. no toda s l.1 s comun idade s conternporúneas ti ene n s u fundam e nto hi s tórico en ay llu s
pn:hi s p{m icos o co lonial es. lo cua l no in va li da sus derechos y ex istenci a ac tuales. En ese se nti do. y
lt1era de l úrnbito de lo que fu era d Co l lasuyu . podemos pcnsa r en los o rí ge nes de la comunidad de
Q uin ches. a l que aludimos mús atk la nte ,1 partir del trubajo de Moss brucker ( 1990).
X U an.í li s is deAbercrombi e del prm:eso de atom izac ión de las Ion naciones soc ia les ind ígenas del Co ll.1suyu
y sus diferentes etapas. constituye un e jemplo destacable de hi stori za ción de un proceso de larga
duración. De acue rd o con su esquema . el proceso se habría iniciado rnn el estabkc irni ento de las
reclue<.: iones del s iglo XV I. la limd ación de capi llas en caseríos di spersos durante d s ig lo XV I 1, la creación
de am:xos d urante el XV III y la ca ntona lización durante el s iglo XX. (Abercrombic 2006 : 392).
'! Lsta s uc inta secuenc ia de los es quema s de domina c ió n d urante el s iglo XV I se arti cu la. a s u vez. con las
fa ses q ue las fo rmas de extracc ió n de l excedente indígena ( tr ibut o y mita) fu e experimentando . Ln el
caso del s is tema tributario. se pasa de una tri butac ió n s in tasac ión de bienes y servicios personales.
deh.:rn1inada por la coacción ll ana o la negociació n entre e ncomenderos y jefes étn icos. a un ,1
cuantilicada por tasaciones ge nerales de la renta encomenclera que comienza ,1 limitar e l se rvic io
personal para. por último. llega r a la tas ación toledana que ge nerali za la moneti zación dd tributo.
calcu lado a parti r de la ob li gac ió n por indiv iduos. s i b ien los res pon sa bles de s u rntrega s iguen s iendo
las autorid ades indí genas de los grupos. Sdiakmos que. a parti1· de su anúli s is de 1-luamanga. Ste ve Stern
( l 98Ci) caracte ri zó lo que aq uí es quemati z amos co rno pri111 cr,1 y segunda etapa. como un periodo de
··alianzas f\Ostinca icas" en el que la ca pac idad de acumul ació n ele los conqui stadores estaba limitad,1
por el poder de las soc iedades nat ivas y determin ada por la negociación. Toda una se rie de trabajos
reg io na les indican que las --a lianzas·· y las capac id ades de ··adaptación creativa·· ante el ··desafío ..
co lo ni a l de los primeros ti empos. no se jugaron s iempre en términos de cooperación favorable s a los
indí genas. s ino m ás bien tocio lo contrario. Para las ideas ce ntra les en torno de la desestrucluraeión.
cfr. Wachtel ( 1973 ).
esta periodizac ión, es plausibl e encontrar mat ices a las tendencias ge nerales : pien so, por
ejemplo, en las posibilidades de reestructuración étnica que abrió la in stauración toledan a de
las capitanías de mita - espec ialmente en sus primeros tiempos- y en los proc esos de nego-
ciación y res iste ncia larvada qu e desencade nó la política reduccional de ~oncentraci ón
demográfi ca, aunque todo ello no implicara un regre so prístino a las configuraciones poi íti-
cas y espaci ales prehi spánicas .'º
Retomando este segundo ri esgo de "proyecc ión retrospectiva", con él no propongo
anular la posibilidad de ponderar la perduración eve ntual de fo rmas de organización soc ia l
más o menos pretéritas en el universo soc ial contemporáneo, ni de la de tender pu entes
comparativos que nos ay uden a comprender las dinámicas sociales pasadas, máx ime cuando
los cambios y transformaciones, las políticas coloni ales y republicanas , no se eje rci eron
sobre una masa humana carente de las capacidades par.i rec ibirl os, elabo rarl os e inclu so
rec rearlos bajo sus propios términos . Más bi en, puntuali zo cuán fa ngoso puede volverse el
terreno so bre el que pi samos cuando se trazan líneas comparativas de forma ate mporal y
clescontex tuada, o los lazos se dan por supuestos y se equipara n ac rític amente in stitu ciones
sociales qu e operaron con siglos de di sta nci a y qu e, in clu so portando el mi smo nombre,
pueden remitir a fenómenos de organización soc iales diferentes. 11
II. La "comunidad" en los Andes como tema e.\pec(fico: una selección parcial
Antes de pasa r a examinar el empl eo qu e l.i hi storiografía y la etnohi stori a hici ero n del
co ncepto, indagaré tres lín eas de interpretaci ón en torno ele los orígenes hi stóricos, conteni-
do y función de las comunidades en los Andes, qu e form an parte de un copioso corpu s
bibliográfico consagrado a la cuestión como problema de análisis espec ífi co .
A varias décadas de comenzados los estudios etnográficos en los An<les, 12 José María
Arguedas ( 1987) y Fernando Fuenzalida ( 1967, 1976) estab lecieron que las comunidades cam-
pes inas andinas contemporáneas hundían sus raíces en el pasado co loni al: las reducciones
tol edanas o pueblos de indios gestados en la década de 1570 habrían impreso sobre las form as
soc iales prehispánicas el modelo comunal de los municipi os castellanos. Encuadrados en un
contexto de renovac ión y ampliación de los temas. marcos teóricos y ámbitos de la antropol o-
gía peruana, surgidas al ca lor de un a rea lidad efervescente y conflictiva, estos trabajos tienen
1O Sobre dichos procesos puede consultarsc. entre otros: (in111a (2000). De l Río (2005). l'l att "' uli11
(2006). Abercrombie (2006).
11 En cse sentido. por ej empl o. el uvllu. en sus ve rsiones prchi sp{1nica y co11tcmpor{111ea . 110 re111itc:
neccsa riarnentc a un mi smo e iclén tirn fenómeno de orga ni 7.nc iún soc ial. presentando hi stó ricamente:
un alto grado de acb ptaá'rn y fl ex ibilidad par,1 cambiar y perdurar. Un ej emplo etnogr{ili rn en: Sbr
( 1')97: 205-211 ).
12 Entre lo s análi sis etnogrú lirns pion eros podemos mencionar los trabaj os de: l:landeli e1· ( 1904 ).
Kirchhoff(l949). Métrau.\ (1931). Mishkin ( 1946). T,c hnp ik .Ir. (1946). Ni11kz Del l'rado ( 195X).
!'rice (1965). Vázquez y Holmberg ( 1%6). Dentro de la litera tura del s iglo XX. no puedo dejar de
menci onar los trabajos de Castro Pozo. Mariútegui y Val cú rcc l. entre otros, en1m1rcados dentro de 1111
primer indi geni smo militante y rad ical que concebía a las co1nunidades andinas como perv ive nci.i s de
una ese nci a andina recuperablc. asociada a una antigua organi zación "sociali sta o comunista" incai c.i
(Tamayo Herrera 1981 ).
62 Revista Andin a
Paula C. Zagalsky: El concepto de "comunidad" en su dimens ión espacial
el gran mérito de dar cuenta de la hi storicidad y transform aci ones que operaron en la confi gu-
rac ión de estas in stituci ones central es en la vid a de indígenas y campes inos.U Pero, señalemos
que estos autores concibieron los cambios como procesos de veloz concreci ón, mutaci ones
impuestas y rápidamente absorbidas de una vez y para siempre. Para ponerlo en pal abras de
Arguedas : ·' tas palabras común y comunero y los conceptos que expresa n se incorporaron
bi en pronto al lenguaje general de indi os y vec inos. Comunero se convirtió en sin ónimo de
indio, común en sin ónim o de ay llu y comunidad" (Arguedas 1987: 304 ).
Por otra parte, Arguedas y Fuenza lida ti enden a identifi car comunid ad y pu ebl o. y
co munid ad y ay llu . Ahondemos en el signifi cado concreto que cada uno as igna al término
"comunid ad".
De ac uerdo con Arguedas, la po lítica reducc ion al y las pautas para su admini straci ón
en la década ele 1570 pretendi eron benefic iar los intereses ele la coron a. limitando las pos ihi -
1idades de apropi ac ión privada de ti erras y rec ursos. Y, en esa clave, el in vesti gador peru ano
interpreta el hecho de que. desde entonc es, la coron a conservara la propi edad lega l de las
ti erras y los puebl os de indi os las di sfru ta ran en "términos comun ales". 14 Las ordenanzas
to ledanas es tabl eci eron qu e cada común poseyera colectivamente ti erras y pastos cuya
venta, en teo ría, es taba prohibid a. Esto habría presupuesto no solo el ag lutinami ento de la
pobl ac ión, sin o una demarcac ión territori al qu e, de acuerdo con el modelo castell ano y co n
las primeras ordenanzas toledanas, era más acotada y circun scribía los ·'términos" a un ,1
legua ele di stancia del nuevo pu ebl o (Toledo 1986: 35). 1< Además, Arguedas afirma qu e l.i
red ucc ión en "co munidades" baj o normas torn adas el e modelos hi spáni cos fu e funcl <1 111ental
1~ Dur,111te la década de 19(,0. los hor i:to ntes de la a nt ro po logi,1 en el Perú se ex pandieron : a los ,1portes
de la et no hi s tori a en la com pre nsió n ta nto de l s ig lo XV I co m o del mund o con temp orúneo. se
su nrn ban nu evos tem ,1s y prob lem as como (lo urba no y los estu d ios a nrnzó nicos) . las 111ir,1d,1s se
o ri entab an m ús hacia un a perspecti va reg ional. y los e nl()ques teú ricos se enriqu ecía n ,1 partir de l,1
inllucnc ia de co rri entes di versas (eco log ía cultural. s ustanti vis111 0. es trueturali smo. teo ría de la lkpcn-
denc ia). En particul ar. e l trnba jo antropo lóg ico y literari o de Argued as co nstituyó un esfuerzo de
in tervenci ó n po lítica y cultura l. un intento por s uperar la antin omi a tradi c ió n/modernid ad a partir de
un m arco teó ri co o ri g in a l. más pe ndi e nt e por comprender y o perar sobre la cultura ind íge na qu e por
la pureza de las o rtodox ias. Para un a panor11111ica sobn: es te contexto cfr. Degregor i (2 000) .
14 El ap rovechami ento w muna l de la tie rra era una anti g ua experienc ia peninsul ar. que implicaba la
adjud icació n anual de parce las de arar a cada fa milia comunera y e l derecho a l us ufru cto co mún de los
pastos. A rg uedas cons idera que la apli cac ión de dicho model o comuna l e n A mérica. y en los Andes e 11
pa rti cul ar. res ultó una tarea relati vamente fác il dada la ex istenci a de sistem as de expl otación co lect iva
de la ti erra. I-:n ese sentido. s i bi en identili ca contrastes nítidos en los s istemas de repan o de las ti e rras
conmn a lcs. A rg uedas omite seil a lar otras d ilt:renc ia s notables en el contexto de l s iglo XV I. len prime r
luga r. en las comunidades peninsul ares. las m odalidades de pertenenci a y los dere ch os de acceso a los
rec ursos estarí an determinados por facto res (se r c¡¡sado. no necesari amente con algui en de l puebl o. y
res idir en é l) bi en di fe rentes de los predo min antes en los /\ ndes prehi spánicos. donde e.,is tia una
es trech a vin c ul ación co n las re lacion es de parentesco. l'or otra parte. de ja de lado la s di le rent es
co nli gurac io ncs espac ial es es paíi o las y andinas pn:hi spúnirn s (A rguedas 1987: 30. 303. 304 ).
15 (.'ova burri a~ de lin e .. término·· del latín 1er111 i11us corn o ··eI fin de qua lquier cosa"', asociado a la idea de
linde. con11n y límite "el lerm ino en/re 11n pago. y Viro. por el q11al va algww senda q11e divide las
¡mssesio11es·· y a la acció n de limitar ··ce11i r y recoger una cosa··. A su vez. los moj ones son "'l a se11al que
se po ne en los linderos para di vidir los términos'". En el Vocabulario de Bertonio (2006: 304 ) leemos:
"' Mo jo n levantado o raya para di vision de las ti e1Tas: sayhua drntha. quellinca. achachi. crnva··. En las
soc iedades andinas. los moj ones podían marcar los límites de los di ferentes seg1m:ntos de la organi zac ión
para organizar la explotación de la mano el e obra nati va . 1'' El análi sis ele Arguedas se centra
espec ialm ente en un aspecto espec ífi co ele las comunidades andin as y españo las: su ro l
institucional como admini stradoras ele recursos col ecti vos organi zados a partir de s istemas
el e explotac ión cleterrninados. 17 1
Por su parte, Fuenza lida defin e la ''comuniclacl indígena" o ··común" como la unid ad
mínim a ele recol ección el e impuestos y de rese rva el e mano ele obra , constituid a a partir de la
concentraci ón de "aldeas" antes di spersas. Tambi én sosti ene que una ·'comunidad'' , a la
que defin e com o "pueblo de indios", pud o constituirse a partir ele uno, dos o más ··ayllu s··.
que no necesariamente recl amaban un ori gen común , ya que la admini strac ión co loni al
habría tendido a reorganizarl os conform e a límites demográfi co-c uantitati vos determin ados
por la di sponibilidad de rec ursos más que en fun ción de " instituciones prev ias" (Fuenza li cla
1976: 235-243). 18
snc iopolítica: federaci ón. etnias. mitades. ayllus. Los amo_i nna111ientos (c ircunva lac iones territm i;1k s)
no solo eran actos de di visión d.: ti erras. sin o también peregrin aciones ritu ales. A cada ni ve l. la autori dad
políti ca rea li zaba su peregrin ac ión y ritu al limítrofe -el --planta r vara''- conectados con su propi a
legitimidad (Abernombie 2006 : 362). Es decir. la prúctica de materi ali zar limites en el espacio IH >
co nstituyó un a novedad de ti empos coloni ales, pero si la ide;1 de que los integran tes de cad;1 m -//11
.. reducido.. debían habitar un territorio restringido a una aldea o puebl o. Este proceso de concentrac ión
forzada dt: la población y limitación de su control territori al. abrirí a paso a la ace leración de la exp;msión
del sector agrari o europeo al ini ciarse un nuevo ciclo de otorgami ento de mercedes de ti erras y aprop ia-
ciones que se legalizarí a en la dé<;ada dc 1590 co n un masivo proccso de composición dc ti erra s.
aportando. ademús. signilil:ati vos ingresos en la hacienda re;1I. cfr. Assadouria n (2005/2006).
16 lk acuerd o con Argut.:das ( 198 7: 190). en la prúdi ca esas normas de or igen peninsul ar s<.: hahri ;111
.. aclimatado.. y readec uado a las pautas soc ioeconómic as indí gen as dt.: cada región, con la tenclcnci;1a
ser co in cidentes más que contradictor ias.
17 Co n n;spec to al reparto de las ti erra s co munal es . tanto Argued;1 s cnn10 Fuenzalida di stinguen cn ll"c: un
sistema de cu1'io castell ano qu e reparte .. a suertes... co n un a peri odi cid ad varia blc. ca nti dad es )
c;ilidadcs simil ares de ti erra s a los _jefes famili ares res identes cn un pueblo. y otro pn.:domi11;111tc y ti c·
origt.:n prehi spúnico qu e asigna anualmente porciones de ti erras a los j efe s de las unid ades domésticas
en proporci ón al núm ero d..: los int<.:grantes de estas. qu e ti ende n a conve rtirse en la reconlirn1 ,1ci<"rn
de la posesión de las ti erras usufru ctu adas. mús que un rep;1rto al eatorio d..: lotes. Con r..:specto ;il
trabaj o cooperati vo o " fae nas comunales... Argucdas del imita un a cl arn di ler..:nciac ión ent re los
caracteres hi spáni cos y los andinos. En Espaf1a. la cooperación entre los mi embros de un p11cblo
estarí a sustentada en la ex istencia del ··común ... que desapa rece al pri vatizarse la tierra. En los 1\ nd es.
las .. lc>rmas de cooperac ión comun al'· se mani licstan en prúcti cas como las del ov ni y la 111 i11ko.
fun damenwd as en las rel ac iones de parentesco consanguíncas o arti li cia k s.
18 Podemos inl crir qu e el sustento de <.: sta alirm aci ún. un tanto categó ri ca. se encuentra en las prn¡1111.:s-
tas tk l oidor Ju an de Mat ienzo co ntenid as en su (io hiem o del Perú: -- 10 pri mero qu e co nviene que·
haga el vi sitador. es visitar toda la ti e1Ta. pobl ad a y no pobl ada. de cada rcp artimi ento. y v<.: r los
lu gares mas acomod;1dos para poder pob lar los indios. que tcngan ag ua y ti erras sulici entcs 1.: n que
poder sembrar. y donde vivan mas sa nos. y que este en comarc;1de sus heredad es. ( . .. ) Hech o csto. les
ha de mand ar ha ce r un o. dos. o tres pueblos. conforme ;1 la gente que hubiere en el r1.:p artimi e11t n. y
pareceme que en cad;1 pueblo ha de haber quini entos indios d..: tasa, y si en el repartimi ento hubi ere
sei scientos o setec ientos indi os. hacer dos puebl os : la mitad en uno. y la mitad en otro. aunqu e se;111
menos los de un a parcialidad qu e los de la otra. ( .. . ) lte111. qu<.: <.: n cada repartimi ent o haga el di ch"
vi sitador un pueblo. o dos. o tres. los que le parecicn: que son menester: que haya en cada pucbl"
quinientos indi os de tasa. y si en todo el repartimiento hub iere seiscientos o setecientos indi os. que
haga dos pueblos. poni endo en cada uno la mitad. o los de un a parci alid ad en un pueblo. y los de otra
1.:n el otro. aunque sea menos los de un ay ll o que los del ot ro .. ( 19<,7: 48-49. 54 ).
64 Revista Andina
Paula C. Zagalsky: El concepto de "comunidad" en su dimensión espacial
Volviendo al proceso y ve loc idad de los cambi os, de ac uerdo con Fuenzalida, los
efectos di srup tivos de la política reduccional fu ero n efi caces y casi inmedi atos, al lograr la
fragmentación de antiguas y mayores unidades de cohesión poiítica y soc ial. 1'' Si bien en las
primeras décadas coloniales ex isti eron ''tendenci as reacti vas" que animaron movimi entos de
retorn o a las anti guas ''a ldeas", para Fuenza lida la "integración" en las ·'comunidades" (o
--p ueb los de indi os") se tornó inevitable por tres factore s: la destrucción violenta de los
anti guos ase ntami entos ''sa lpi cados" ord enada por el Virrey Toledo, la responsab ili dad
co lectiva por el pago de tributos y la limitación de los recursos. Esto habría conduci do. a su
vez, al enfre ntam ien to co mpet iti vo por tierras y recursos entre "comunidades", entidades
ahora aisladas y carentes de canales in stituci onales de arti cul ac ión. Simultáneamente, más
que un proceso de reestructuración de las entidades étnicas en torno de los puebl os, se
habría producido un proceso de homogeneizac ión cultural, fruto de la concentraci ón tempo-
ra l en los centros mineros y mercantil es.
Los pl anteas pioneros de Arguedas y Fuenza lida son sum amente valiosos si bi en,
grac ias a la producción hi storiográfica de los últimos cuarenta años, pod emos expandir sus
res ultados y proponer lín eas de avance. La política reduccion al constituyó un intento estata l
de tran sfo rm ac ión de la vida socia l qu e, sin dudas, generó reacc ion es, resistencias y nego-
ciac iones de parte de las soc iedades ind ígenas y, en particular, de sus autoridades políticas.
Una plétora ele análi sis hi stóricos e hi stóri co-antropol óg ic os nos ilumin an en ese sentid o. 211
Inc luso, la lectura de las ordenanzas toledanas si, por una parte, nos habl a ex plícitamente de
un proceso red ucc ional vio lento de concentrac ión de la población indígena, de destrucción
de los anti guos poblados y casas di spersas21 , al mismo tiempo, refiere a la conservación ele
algunas casas --en las panes dond e hande ir a hazer sus sementeras, que por esta r lejos de
sus pueblos se ll ande quedar algun a noc he a las benefic iar, aunque para el domingo hande
estar los que las beneficiaren en su pu eb lo para oir mi sa, e ser doctrinados so pena de
sinqui enta asotes" .22 Por tanto, su poner la ex iste ncia casi inmed iata de "comunidades"
aisladas a partir de la emi sión de las ord enanzas toledan as y un a veloz di so luci ón y fragmen-
tación de los lazos étni cos, elude no so lo pensar la posibilidad de res istenci as y tensiones
soc iales, sino también la posibilidad de rearti cul ac iones de cuño colonial y la existenci a ele
una memoria social propi a en constante constru cció n que permitió a los grupos indíge nas
exp li car la conq uista y su prop io papel en el proceso co loni al. 2 '
19 En té rmin os ant ropo lóg icos. estas -- unidades mayores .. estaba n constituidas por grupos étnicos ,
jefatura s. orga ni zadas en fede ra ciones y confederaciones multi étnica s.
20 Sobre el proc1.:so reduccional. c fr. : Mú laga Med in a ( 1974. 1<)9:, ). Gade ( 199 1). Saignes ( 1984. 19'! 1).
Durston ( 1999). Jurad o (2006) .
21 .. e no los concientan que buelban e haga n casas en los pueblos donde fueron mudados. Visitando los
dichos lugares. y mandand o de1rncar las casas si algunas quedaron lechas. y al que se hallare que la hase
de nuevo les seran dados cien asoles publicamente si fuere indi o comun. e si fuere casique. o principal
sera con de¡1 ado en pena de treinta pesos'·. Archi vo y 13iblioteca Nac ional es de Bolivia (ABNB).
Expedie ntes Coloni ales (EC). 1764 n" 13 1. f. 90v. ·· Libro de Reales Ordenanzas de este Ylustn:
Cav ildo. Justi cia y Regimiento de esta Ciudad dt: La Pl ata. Afio de 1579".
22 ABNB EC. 1764 n" 13 1. f.91r.
23 Al respecto. es sumamente interesante veri li car d rol que jut:ga el espac io. con sus sert:s y lugares. cn
la construcción y refonnul ac i<in hi stórica de la memoria soci al (Abercrornbie 2006 ).
24 Destaquemos el esfuerzo de este autor por hacer dialogar la ctnohi storia con el marxi smo. El ejemplo
mús acabo de ello es su obra Los 111odos de pmduccirín en el /111perio de los lncu.1· ( 1978).
25 La .lomada que fuera marco de la presen tación de Es pinoza S. constituyó. sin dudas. un paso adelante
en la di scusión. co111plc_iización y clarilicaciún de nocion es centrales en la orga ni zación de las soci e-
dades andinas como las de ayllu y parcialidad. Sin c1nbargo. el concepto de comunidad no lúe e,plíci-
tamente incluido en el deb ate.
:?.Ci l)e acuerdo con Espinoza ( 1981: 102-103 ). tanto e11 los J\ndes como en otras lcmnaciones sociales
europeas. la tenencia di spersa perseguía el reparto equitativo de di stintos tipos de tierra s y la di vcrs i-
licación de los riesgos. Pese a estos rasgos compartidos. e l autor alinna la e:-.istell\:ia de una dilere11ci.i
espccilica andina: la di spersión te1Titorial tendría por objetivo alcanzar la autosuficiencia econón1irn.
a través del control de recursos ecológica111e11te diversos y complementarios.
27 En su intento de exte11der el anúlisis sobre los sistemas de parentesco de Lewis H. Morgan. H. Cu11ow
investigó a la sociedad andina. y a la incaica en particular. llegando a clasiticar al ayllu como comunidml
gentilicia comparable a la marca germünica. entidades todas basadas e11 un "comunismo agrario pr·imi-
tivo". Algunas de sus obras lüeron traducidas al castellano en el siglo XX ( 1929 a y b. 1938).
28 Cabe aclarar que pese a la rudeza de los mecani smos intimidatorios. el trasplante autoritario no ru c
66 Revista Andina
Paula C. Zagalsky: El concepto de "comunidad" en su dimensión espacial
rápido ni lim:al y. a menudo. la permanencia de los indígenas en los pueblos de red ucción l'u t: solo
temporaria. manteni e ndo un patrón de res idencia intermitente que osci ló entre el pueblo coloni,il y
las tie1rns de cultivo o zonas de pastoreo. C uando la preservación de los nichos produclivos lúe
posible. la movilidad y fluid ez rompían los estrechos marcos en los que las concepciones e uropeas
intentaron inmovili za r a los indí genas . En mi tes is de licenciatura (2005) ana li cé el accidt:ntado
pron:so reduccional sobre los vis isa a los que. infructuosamente. entre la década de 1570 y 161 O st:
intentó concentrar en el pueblo de Ca iza (sur de Potosí). Si bien dicho proceso pudo irnplic,1r
violencia d irecta. también incluyó estrategias indígenas de doble domicilio. conservación de tierras de
cu lti vo y la búsqueda por contro lar nuevas frente a la avanzada de expropiaciones hi spanas legali zada s
y acentuadas por las composiciones de tierras de la década de 1590.
29 Se des li za aquí la idea de un pasaje de un sistema basado en el usufructo colectivo de la tierra . a otro
sustentado en la propiedad privada.
30 En la mi sma línea de t:Stos plantcamit:ntos t:ncontramos t:I trabajo de Erdmute Alber ( 19% )_
Para evaluar los usos del concepto de comunidad en la historiografía, en primer luga r.
indaguemos algunos trabajos clásicos centrados en la dominación del Tawantinsuyu edita-
dos entre las décadas de 1960 y 1990, período extenso de florecimiento , ex pan sión y
complejización de los estudios etnohistóricos.
En su notable trabajo sobre la organización económica del Estado inca, elaborado
durante los años 50, John Murra ( 1999) apeló al concepto de comunidad para referirse a
diferentes instancias de la organización sociopolítica y económica. A lo largo ele su texto .
aparecen la "comunidad aldeana", la "comunidad étnica", y las más genéricas "comunidad"
y ·'comunidad campesina" . De acuerdo con su perspectiva. la "comunidad aldeana" refiere a
una "aldea" o /lacta. un asentamiento formado por varios ayllu o grupos de parentesco. qu e
controlaba determinadas chacras y tendía a la autosuficiencia (Murra 1999: 62. 64). ' Pero 1
con el término ·'comunidad" Murra también aludía a los grupos étnicos, ligando aq uí el
concepto no tanto a un lugar específico en el espac io. s ino a un grupo soc ial que. por
supuesto. a su vez, ejercía el control so bre un territorio definido, aunqu e no necesariament e
continuo. Sin dudas, al componer el esquema relacion al entre la s ''comunidades étnica s" y el
Estado inca, Murra recurrió al modelo segmentario ele organización soc ial qu e la antropolo-
gía africani sta le ofrecía. ayudándolo a pensar las rea lid ades andinas a través ele ej emplo s no
europeos (especialmente. Murra 1999: 67). En ese sentido , el concepto de comunidad oper;1
como categoría analítica antropológica. Pero tambi én pudo ser, en parte, un a huella res idu al
ele la concepción europea del siglo XVI. transmitida por las crónicas con las qu e Murrn
nutri era su investigación doctoral. Notemos que en trabajos posteriores e igualmente influ-
ye ntes, apoyándose en fuentes ad mini strat iva s como vi sitas y pleitos judiciales, Murrn
preci só y refi nó el modelo ele control vertical ele un máximo ele pi sos eco lógicos, base ele un
paisaje étnicamente interdigitado y di scontinuo . presc indi endo de la apelación al término
·'comunidad" ( 1972).
Por su parte. Alfred Métraux en Los inrns caracteriza al ayllu prehi spánico como una
"pequeña comunidad agraria" y "( ... ) un gran linaje patrilin eal al que la posesión de territorio.
la mar/w, confería un lato grado ele cohesión que reforzaba las mutuas obligaciones, las
creencias y las tradiciones comunes, así como el culto brindado a las mi smas divinidad es
protectoras" (Métraux 1972: 49). Con respecto a las parcelas asignadas a cada unidad dom és-
tica. afirma que en algunos ayllus eran cultivadas "por el conjunto de la comunidad" y en otros
so lo por parientes (Métraux 1972: 75). De acuerdo con su perspectiva, la domin ac ión incaica
combinaba el despotismo más absoluto con la tolerancia al orden social y político ele la s
soc iedades conquistadas y afirma que "se adaptaba menos la comuniclacl a una nueva organ i-
zac ión ele lo que la dinastía de los Incas, al identificarse en cierto sentido con el antiguo orden .
., 1 De ;1cuerdo con el autor. "l;1s 11wrcas ernn las ald eas co n sus tierras·· y sc11ala qu<.: era e11 la s 1.011;1s
donde las tierras ern n fértile s y predo111inaba el patni11 de ;1senta111iento disperso. con tendenci:1 ;1 11< 1
lo1111:11·se aldeas (Murra 1')99: 62). Ludovico lkl"l<mio traduce "marka .. co1110 ··pueblo .. (Llcr1011i o
200(,: 606).
68 Revista Andina
Paula C. Zagalsky: El concepto de "comunidad" en su dimensión espacial
se enraizaba en la comunidad" (Métra ux 1972 : 74 ). Al igual que Mu1Ta, Métraux señala la clásica
di visión tripartita de las tierras conqui stadas : las de l In ca. las de l so l y las "comun ales··.
Aunque sin una menci ón ex plícita, en su análi sis subyace el modo de producc ión as iático
como modelo teórico del funcionamiento del imperio inca.' 2 El autor ca lifica los reasentami entos
to ledanos como "aglomeraciones artificiales" y sosti ene que el resultado del proceso habría
sido ·'un hundimi ento de todo lo que contribuía a la cohes ión de las comunidades": divinidades,
derechos de posesión y las autoridades políticas (Métraux 1972: 130).
Cas i ve inte años después de este tra bajo, Franklin Pease ( 1978) ofrec ía una obra en
gran parte ori entada a dar cuenta de los pro blemas a los que nos enfrenta el trabaj o con las
fu entes hi stóricas, concentránd ose, espec ialmente, en cróni cas y vis itas. En ese sentid o, se
interroga ace rca del proceso de traducc ión y apli cac ión ele categorías po líti cas y jurídicas
euro peas a la rea lidad andin a ("rein o". "dinastía", ·'herencia", '' legitimid ad" , ·'prim oge ni tu-
ra"). De manera aguda, señala que la imagen producida por los croni stas y su proyecc ión de
categorías europeas ll evó a conce bir el domini o cuzqu eño como un o bás ica mente territori al
- más que sustentado en el control de la fuerza de tra bajo- --qu e comprendería as í en fo rm .:i
continua un a larga unidad territori al di vidid a a la europea en circun scripciones provinci ales.
manejadas por una só lida buroc rac ia dependi ente del Cuzco" (Pease 1978: 59). Proc live a
corta r con las concepci ones occ ide nta les enqui stadas en las cróni cas, en esta obra Pease no
hace uso del concepto de "comunidad" para referirse a aldeas, puebl os. ayl/11 ni grupos
étni cos, aunque tampoco se lo in cluye en la nómina de categorías que ejemplifican el proce-
so ele traducc ión de los primeros ti empos co loni ales. u Entrados los años 90. en su C11raca.1·.
reciprocidad y riqueza, retomando el problema de la inteli gibili dad de las traducc iones,
Pease se expide contra el empl eo de l términ o "comunidad" en tiempos prehi spáni cos. apo-
yánd ose en el estudi o de Arguedas y su demostraci ón ele la transmi s ión de categorí as
co munales ibéri cas a las reducc iones co loni ales andinas (Pease 1999: 144 ).
Así, lu ego de décadas de desarro ll o de la etn ohi stori a y de profundi zaci ón del co no-
cimi ento so bre las form as de organi zac ión andinas y sus nomenclaturas nativas. podría
suponerse superada la tendencia a empl ear categorías que pueden conducir el análi sis hac ia
altos grad os ele ambi güedad po li sé mi ca. Pero la continuid ad de esa apelac ión en algun os
estudi os rec ientes, nos sugiere la fo rtaleza y perdu rabilid ad qu e pueden alcanza r ciertas
prácti cas disciplinarias. "
Desde los años 80. una seri e de estudios hi stóri cos y etnohi stóri cos centraron el
análi sis en regiones andinas espec ífi cas. 1; Dentro de esta seri e, di stingo tres subgrupos:
32 Para visua li zaciones muy con cretas. cfr. Métraux ( 1972: 78. 85. 86) .
33 Es te últim<I aspecto se repi te en la obra publicada un a década des pués por otra pi onera de la etnohi stnri a
and in a: Rostworowsk i de Di ez Ca n seco ( 1988 ).
34 Mús a ll á de s u indudable ca lidad. en su linvan1in.rn_v11. Marlli Pii rssi m:n (2 00 3) se refi ere. dc lúrn w
re ite rada . a los ay llu s y grupos ét ni cos conquis tados con la categoría de .. comuni dad··. Algu11 os
e jempl os de lo seíial ado. véa ns<.: en l' lirss inen (2003: 144. 147) .
. .,5 l .a bibli ografl a presentada en es ta secc ión es un recorte de un cuerpo más ampli o de investigac ioncs.
uno que utiliza la categoría "comunidad" para refe rirse tanto a ti empos prehi spánicos como
co lonia les, otro que emp lea el concepto so lo al habl ar ele los ti empos posteriores a las
reformas to ledanas y la fundación de las red ucciones, y un tercero que, para aludir a in stitu -
ciones y jurisdicciones políticas y territoriales and inas, tanto prehi spánicas como co lonia-
les, se nutre del aban ico de nociones que ofrece la docum entación colonial : ay llu , reducción
o pu eblo, repartimiento, encomienda, corregim iento, pro vincia.
En primer lugar, ex pondré ciertos rasgos el e cada uno de estos subgrupos . En mayor
o menor medida, todas estas investigac ion es examinan el proc eso recluccional tol edan o. Por
eso, en segundo lugar y dentro de este mi smo apartado, me concentraré en la vincu lac ión
que algunas de ell as establecen entre dicho proceso y la constitución de las ·'comunidades··
indígenas surandinas.
Los estudios ele Karen Spalcling ( 1984) y Steve Stern ( 1986), foca lizados respectiva-
mente en Huarochirí y Huamanga , emplean ele manera profusa el concepto ele ·'comu ni dad '.
como sinónimo interca mbi abl e de ·'ayllu", "tribu", ·'grupo étni co" y "pueblo" , tanto en
contextos prehispán icos como co lonia les.
Spalcling ensaya una definición del ay llu tambi én cubierta ele remini scencia s a l,1
territor ialiclacl de las comunidades campes inas ibéricas:''( ... ) un grupo loca lizado ele pari en-
tes qu e viven en un a so la aldea y posee n ti erras en común" (Spa lding 1984: 28). "' Si bien la
utili zac ión de l término comunidad es casi exces iva. se apl ica de manera indi stinta a contextos
hi stór icos claramente dife rentes y se subraya el e forma ge neral el ca rácter ··comunal'· el e ·· 1,1
soc iedad andina" - con derechos ele acceso a los recursos determin ados por la pertenenci,1
al grupo- , cabe destacar que la autora aleja tocia posibilidad el e conce birla como una soc ie-
dad igualitari a, afirm ando que la cooperac ión intern a no equivale a una di stribución libre y
equitativa del trabajo y sus productos.
En relación con los supuestos subyacentes adheridos a los conceptos y cierta po si-
bilid ad de desli zarse haci a la id ea li zac ión ele un pasado socialmente armónico, subraye mos
qu e si, por un a parte, Stern postula que "comunidad" es sinónimo ele la rec iprocidad equili-
brada que regía la vici a material ele las sociedades andinas (ayni), por otra, la concibe co mo
un principio idea l que, en la práctica, red und aba en un a dinámica signada por la estratifica-
ción y el conflicto.
Stern , además el e usa r el co ncepto ele comunidad co mo "principio andino ele orga ni-
zac ión ele la vicia materi al" ( la rec iprocidad polanyiana). lo empl ea para re ferirse, de manera
genera l, a fo rm as de organización soc ial definid as por el parentesco que involucraron un
control espacial di sperso y di scontinuo. Así, homo loga "comunid ad" , ·'tribu" y "grupo
étnico'', aunque señala que·'( ... ) comunidad implicará un a pobl ac ión en menor esca la , qu e
puede formar parte ele una familia étnica o tribal más exten sa" (Stern 1986: 28). 17 Aquí, ciertos
Como toda se lección. puede se r a111pli,1da y enriquecida . /\u nqu c in cluí re l'crenci ,1s a region es di vc rs,1s.
prioric<.' la presentac ión de estudios centrados en el espacio surandino y en soc iedades con 11 t1clcos
<.' tnirns ubicados en la altura. /\ lgunas de las hi storias rcgionaks 110 trabajadas aquí. pero que al 111c11ns
qui s ier,1 mencion ar. so n: <., lave y Remy ( 1')81). Saigncs ( l'!X5) . Larsnn ( 1992).
:l (, L,1 traducción y e l subray¡¡do son 111íos. Para la ,1tinnaciú11 pn:cc,kntc. Spaldi11 g se apoyú en l{n11·c
( 1946).
:; 7 Esta di lercncia espcci li ca atribuida por Stern al término "co1111111idad'' no aparccc en la docu111 rnt a-
ción y me pregunto si se re li erc a la idea de ··mitad··. término omitido en sus de liniciones sobrc las
70 Revista Andin a
Paula C. Zagalsky: El concepto de "comunidad" en su dimensión espacial
usos del concepto pueden deslizarse haci a la noción castellana de comunidad, en el sentido
territorial de un espacio acotado y continuo en donde reside un grupo de vecinos .-'"
Pese a cierta polisemia e impreci sión conceptual para referirse a diferentes segmentos
de la organización sociopo líti ca, que a su vez operaban so bre el espacio, no puedo om itir
sei'íalar que esta obra se encuadra en una búsqueda por enfati zar el carácter activo de ·' los
pueblos nativos" como suj etos creadores de su propia hi storia y, en ese sentido, plantea un
anális is sobre la compleja y cambiante dinámica social, política y económica de l primer siglo
de dominación co lonia l en la región de Huamanga (Ayacucho).
En una posición intermedia encontramos los análisis de Roger Rasnake ( 1989) y
Nathan Wachtel (200 1) que utili za n predominantemente el concepto de comunidad par<1
refe rirse a las soc iedades indígenas postoledanas. Pese <1 se r enfático en cuanto a qu e los
ay llus no constitu ían unid ades territoriales concentradas, notemos que Rasnak e - si bien de
forma mucho menos copiosa que Spa ldin g y Stern- emplea el concepto de comunidad para
referirse a las soc iedades indígenas pretoledan as en un sentido que recuerda a las modern as
comunidades indígenas. 3'' Asimismo , si por una parte Rasnake resa lta el carácter discontinuo
de la territorialidad de los ayllu wisijsa y la interdigitación étnica en el espacio de la región
charquei'ía incluso durante el período colonia l, por otra. al definir al "repartimiento" como
una _juri sdicción puram ente territorial. opaca la comple_iidad del entramado soc ioespacial
andino (Rasnake 1986: 97, 248).4 º
Vi sualizo un tercer grupo de estudios regionales publicados desde los ai'íos 90 hasta
la actualid ad, que prácticamente evita toda apelación al concepto de comunidad para desc ri-
bir las formas de organización soc ial, política y espacial indígenas, tanto prehispánicas como
del primer siglo de dominación co lonial.4 Como se i'íal é antes, estos trabajos son bastante
1
críticos (y autocríticas) con respecto a las categorías empl eadas y tienden a explicitar las
elecc iones categoria les y ser conceptualmente rigurosos. Así, por ejemplo, Rossana Barra-
gán caracteriza a losyamparaes como una unidad política (un cacicazgo) más que como un
grupo étn ico, marcando la no necesaria equ ivalencia y coinc idencia entre grupos étnicos y
organizaciones soc iopo líticas ( 1994: 47, 59). Por su parte, Thomas Abercrombie. ac lara el
fonrn1s de organización social. Por otra parte. nótese la lla1rn1ti va y reit<:: rada apelación a la categoría
··tribu··. cuyos implícitos teóricos quedan incuestionados en la obra de Stern ( 198(1) .
.18 ··t ... ) cada hoga r y cada ay llu en el seno de la co111unidad ( .. .)" (Stern 1986: 28) .
.19 Cfr. alguna s de las menciones más sign iticativas (Rasnakc 1')86: 5. 95. %. 101 . 106, 108. 114) .
.JO Los --repartimientos de indios" tuvieron un origen colonia l bien temprano. Fueron divi siones o
distritos laborales y <.: stuvieron deter111inadas pri111aria111entc por la jurisdicción política que ciertas
autoridades indí gena s ejercían sobre población asentada en territorios no continuos . Así constituy<.:-
ron formas jurídicas mediante las cuales se organi zú. desde los primeros tiempos coloniales. a la 111,1110
de obra indi g<.:na y sirvieron a la estructuración de las encomiendas. En ese sentido. para .losc p
Barnadas. la noción de repartimiento re111ite a una ··comunidad indígena'' o una "base hu111a1rn-
territorial" mientras la categoría de --encomienda'· se refiere a una ·'concreta relac ión tributaria ..
otorgada poi" la corona a un beneficiario . Cfr.: Barnadas ( 1973: 221-222). Saignes ( 1986). Asimismo.
al estudiar el caso sora. Mercedes del Río ofr<.:cc acertadas deliniciones de encom ienda. repartimiento.
corregimiento. etc .. que ponen el acento en su carácter colonial y el cuidado que debe prestarse a
asimilarlas mec{111ica111entc a la realidad prehispánica (Del Río 2005: especialmente cap. 2 ).
41 In cluyo en este conjunto los siguientes trabajos: Barragán Romano ( 1994). Del Río (2005). Platt "'
afia (2006). Abercrombie (2006).
sentido preciso en el qu e utili za el término ayf/11 y, pese al carác ter poli sémico de l térm in o
··grupo étnico" - que puede, según él, incluir cie rtos usos con connotac iones raci stas y
clas istas- lo prefiere al "más vago y tambi én frecuente de com unidad " (2006: 2 11 ,2 13) :"
Por último, cons ideremos tres posiciones - de ci erta manera tributari as 1de los aportes
de Arguedas ( 1987)- con respecto al proceso de confo rm ac ión de las ''comu nidades indíge-
nas" a partir del establecimiento de las reducc iones tol edanas y su as piraci ón hac ia una
espac ialid ad co ncentrada y continua. El aná li sis ele los casos de Yura, Chipaya y I< ' uIta nos
mues tra qu e dicho proceso no fu e inmediato , autom ático ni completo.
Rasnake ( 1989), al abo rd ar Yura (actua l departamento ele Potos í, Bo li via). analiza el
impacto al largo pl azo de dos políticas tol edanas estrech amente conectadas: la fundación de
las reduccion es y la creac ión de cab il dos indígenas de ac uerdo con mod elos penin sul ares.
qu e buscaban concentra r a la población di spersa para estrec har el contro l sobre el pago ele
tributos, la movilización de mano el e obra mitaya y la evange li zación, y limi ta r la autoridad de
los curacas hereditarios. Si bien para este autor el éx ito fue parcia l ya si, por una parte. las
nuevas autorid ades in dígenas hab rí an termin ado subo rdin adas a las tradici onal es y los
nu evos pueb los fueron abandonados, por otra, con la in staurac ión de los ca bildos, se hab ría
logrado limitar la autoridad de los curacas y las reduccion es pervivi eron hasta la actualidad .
Los puebl os ele reducción, pese a no estar hab itados de manera perm anente, se con stituye-
ron en centros fest ivos, asiento de l gob iern o loca l y lu ga r de ví ncul o con el Estado, promo-
viendo un nuevo y más reduc id o se ntido ele iclenticlacl y pertenencia étn ica . Así, Ras nak c
señala un largo y gradu al proceso de fragmentación ele las graneles unidades étnicas hac ia
unidades más pequeñas, que se habrí a desa rro ll ado entre la década de 1570 y la de 1730 . A
parti r de l caso de Yura, el autor sefia la que las reducciones fracasaron en su inten to de
re loca liza r de forma permanente a la pobl ac ión indígena y lograron un éxi to parci al respecto
de l objetivo de ''desestructurar" las '' identidades étni ca s'· para im poner la categod a mús
ampli a y homogene izante de ·'indi os" : si bi en las ·' id entidad es étnicas" ex istentes al 1n ome11 -
to de la conqu ista se desgastaron y tendieron a diluirse. se co nstruyero n nu evos se ntid os
étni cos más acotados que, de un mod o u otro, con se rvaro n sus relaciones con las icl enticl a-
cles prev ias.
En ese mi smo sentido, Nathan Wac htel (200 1) sitúa el proceso ele surgimi ento ele las
··comunidades" en la fragme ntación progre siva de los "'se ñoríos" (cacicazgos) y el co nse-
cuente estrechamiento de los marcos de las redes ele so li daridad. Para fin es del siglo XV Il.
los procesos de "'clesestructuración" y "reestructuración" de la "conciencia iclentitari a étni ca ..
habrían de lin eado nu evos y más estrechos límites, contrayéndol a al pueblo de red ucción . Y
habría siclo esa reestructuraci ón co lonial la qu e engendrara las ·'comuniclacles indíge nas'"
(Wachtel 2001: 408). La conso lid ación de esta s comunidad es indígenas _junto a l proceso
mi gratorio conforman dos procesos opuestos y compl ementarios qu e, seg lln Wachtel, ope-
ran en la di so luci ón ele las an ti guas icl enticlacles étnicas '' hec ho mayor del prim er período
co lonial" (Wachtel 2001 • 433).
42 Pese a dcsca rtnr explkilamente el concepto de comun idad para ti ernpos prctokdanos y p rehi s púni cos.
a In largo del texto. las ··com unidades preco lombinas" logran filtrarse. por ej emplo: Abcrcrnmbic
2006: 177. 200, 20 1.
72 Revista Andina
Paula C. Zagalsky: El concepto de "comunidad" en su dimensión espacial
43 En ese se ntido. Abercrombie propone que la nueva pcrtem:m:ia _juri sd iccional de las tierrns de los
antiguos r ob lados di spersos a las reducciones toledanas. n;produce la forma en la cual el territorio
caste ll ano fue segmentado en los di stritos de alfoz de villas castel lanas (2006: 307).
-14 En ese sentido. Abercrombie concibe el caso Asanaquc como una entidad di scontinua con. por un:1
parte. una gran extensión de tierras en un espacio nuclear :1ltiplánico (donde otras di arquías tenían
pequefios enclaves) y otras parcelas dentro del territorio nuclear de otras etnias.
45 En el caso del Repartimiento de qui/laca-asanaque. Ahercro111bie (2006: 322) sefiala que los pueblos
de reducción no incluye ron a todos los ayllus asanaq1ie. ya que muchos de ellos no poseía n parcelas
dentro de la Jurisdicción de los pueblos. tal cs e l caso de San Pedro de Condo. Diferente es el caso de
los avllu del Repartimiento visi sa: los tres pueblos de reducci ón (Yura. Toropalca y Ca iza) compren-
dían población y tierras de cada uno de los ay/111 visisa ( Rasnake 1989: 11 2. Del Río 1995 : 5X).
Ra snake interpreta este alto grado de imbricación territorial de los vis isa como una adecuación
indígena co lonial no asociada a comportamientos espaciales previos. en tanto Del Río sos tiene que se
trataría de un fenómeno prcliisrúnico que los indígenas habrían decidido defender.
De la lectura de las investi gac ion es en torno ele las soc iedades andinas el e tiempos
inc aicos y del primer siglo de dominación colonial - incluidos los textos resei'i ados y tantos
otros- se podría pres upon er la presencia abrumado ra del vocablo "comunidad" en las cró ni -
cas y doc um entos coloniales del siglo XVI y primera mitad del XVII y, en particul ar. en
aquell os producidos en las décadas que sigui eron al proceso reclucci onal toledano. Bajo
4(, Por s upuesto. la n.xlucción toledana no fue la úni ca ni la primera _juri sdicció11 política. territori ,il ,
adm ini str,lli va co lo nial que opnó en la desa rticulación de la cohesió n étnica y dd dom ini o tcrritori ,il
de la s _j e fatura s: tan to las divisiones impu es tas . prim ero por l.1 s e nco mi e nd ,is. y lu ego por los
correg imi entos (o provi nci as) tuvieron eil:ctos en ese mi s 111 0 sentido. Mi entras los ya co1nent,1dos
repartimientos respetaron. en gra n med ida. las _juri sd icc inm:s espac ialmente no continua s de los
curacas. los correg imi e ntos de indi os - instaurados en 1565 por el Licenciado Lope García tk: C.1 stro-
fu eron _juri sdicciones admini s trat ivas y territo riales con límites m ás o menos preci sos que no se
ciii eron al mapa " interdi gitado" que la autoridad de los mallkus dibuj aba en el t:spac io y. en co nsecuen -
cia. ocurri ó que parte de una pobl aci ó n quedara instituei ona lmenle incorporada dentro de corregimi ento,
diferentes a los de sus autoridades.
74 Revista Andin a
Paula C. Zagalsky: El concepto de "comunidad" en su dimensión espacial
este supuesto, recorrí una serie de diccionarios, crónicas, relaciones y documentos de carúc-
ter administrativo (básicamente, ordenanzas, vis itas y revisitas de las primeras décadas
postoledanas) para detectar el regi stro de esta voz, espec ialmente en el contexto de los
Andes meridionales.
Los diccionarios aymara y quechua elaborados a principios del siglo XVII no contie-
nen ingresos específicos para el término ·'comunidad". De acuerdo con el de Diego Gonzá lez
Hol guín , el término quechua "sapsi" se asocia a lo producido, almacenado y poseído "en
común", por un colectivo, y lo traduce de la siguiente manera : ·'cosa comú n de tocios:
vnampas o cuq11empas, los bien es o lo que es de comun idad; sapsi chacra la de comun idad:
sapsi chañi hacer común lo que es pa11icular" ( 1952: 324) 07 Por otra parte, Ludovico Be11onio
reg istra la palabra aymara " Haymatha" , que asocia al trabajo co lectivo y la define como " ir a
trabahar en las chacras que se hazen de com unidad, como son las del cacique, fi sca l o de los
pobres, &c. Haym iri matha (idem)" y Hayma up11 que define como ·'chacara assi de comuni-
dad" (2006: 534 ). As imismo. define ycmasitha como "trabajar con los que acuden a las ill2J:illi
de comun idad" (2006: 415 , subrayado mío) y 11ac¡q11enrntha com o "común a todos" (2006 :
150) . En cuanto al significado del vocablo en la Penínsul a Ibérica, el Tesoro de la Lenguu
Castel/una de 16 11 ofrece una dimensión semántica que opone lo común (o lo pose ído
co lectivamente) a lo individual o "particular". 48 La edic ión del año 1780 del Diccionario de la
Real Academia Española define ·'comun idad" como expresión de cie11as poses iones compar-
tidas por los miembros de un pueblo, diferenciándola así del pueblo (o aldea) misma. 4 ''
Tomando crón icas y relaciones escr itas durante el siglo XVI y la primera mitad del
XV 11. específicamente obras de españo les que miraron con atención el mundo indígena y sus
in stituciones, observo que , en diferentes momentos del primer siglo de dominio co lonia l.
Pedro Cieza de León ( 1967 [ 1553]: 4-6), Polo de Ondegardo ( 1990 [ 1571 ]: 45) y Bernabé Cobo
( 1964 [ 1653): 111) empicaron el vocab lo ·'comunidad" para aludir al orden que los incas
habrían impuesto sobre las sociedades indígenas conquistadas, opuesto a un ordenamiento
prev io. que algu no s de ell os caracter izan - bajo concepciones peninsulares- como
"'behetrías".' º En relación con el aspecto territorial de la dominación incaica, Polo ( 1990: 59 -
47 Por su parte. Ludov ico Bertonio (2006: 473) presen ta el término ay mara "col/ca'· asociado a
diferentes signifi cados no li gados a lo ··comuna l": ··col/ca. piura: trox. a lmazen para chuiio. quinua .
mayz &c. Co llcasitha: guardar e n la trox. Col/cantasilfw: meter en la trox . Col/ca col/ca: troxes
<.:amo las que avia e n el tiempo del Inca para los soldados en cada provincia. Col/ca lwahuani: uno quc
tiene muchos hijos. Col/ca h1wque: ser muchos en una casa. fami li a o parentela ''.
4X ··Com unid ad: lo que es del común '· y ··Común: lo que no es de ningún particular. y assi di ze el
proverbio : < lo que es común es de ningún> : cosa ordinaria" (Covarrubias 1943: 345). Por otra parle.
la palabra en plural remitía a los levantami t:ntos caste ll anos ocurridos en e l afio 1520. Volveremos¡¡
encontrarnos con esta o posición contrastante entre lo individual y lo colectivo en la documentaciún
co lonia l.
4') "Comunidad : la calidad que constituye comun una cosa. de suerte que cualquiera pueda participar y
usar de ella ~ibremente. communio: lo mismo que el COMl IN de aigun pueb lo. provin c ia. rcyno: la
junta. cí union de personas de cada puebl o de Castilla. que en tiempo de Carlos V seguí a e l partido de
las comuni dades'' (RAE 1780).
50 Cobo sostiene la ex istencia de .. rt:ducci ones" inca icas. pero relativi za y s ubestima e l orden que estas
habrían impuesto. incluso a ni ve l espacia l. ya que las considera que eran unos pueblos ·· pequeiios y ma l
trazados· · que ni siquiera ll egaban a parecerse .. a las más humildes aldeas nuestras··.
60) y Co bo ( 1964: 120-1 2 1) aluden a la divi sión tripartita de las tierras conqui stadas , que
además de comprender las destin adas al culto so lar y al Inca, incluía un a tercera divi sión
·'para la comunidad". Por su parte, Garcilaso de la Vega al referirse a esa tercera porción de
ti erras, emplea las expres iones "para los naturales" y "vasa llos", pero no la ptllabra comuni-
dad ( 1944 [ 1617] : 226, 253). En sus ordenanzas para la Audiencia de Charc as, al abordar los
mecanismos de distribución de las tierras en cada repartimi ento, el Virrey Toledo a la ·'opre-
sión" incaica y su orden comunal oponía la " libertad" y abundancia de recursos que supu es-
tamente brindaría la posesión individuali zada:
·'genera lmente en los tiempos pasados nunca tubieron cosa prop ia di st inta e
apaitada de lo comun" (ABNB EC, 1764 nº 13 1, f. 93v.)' 1
" lten por quanto un a de las cosas que mas afic ion a a los hombres sus propias
patri as e natural eza es el sembrar e criar, lo qua! as i mesmo los hase ricos e
ac uerda para pagar sus tributos sin pesadumbre. Y en ningun ge nero de gente
conviene tanto tener cuidado como en los natura les de estos reynos por qu e
con la oprecion y tirania de los ingas que los tení an suj etos y de sus cas iqu es,
no tenian facu ltad para poseer cosa propi a en particu lar e con esto estan
descuidados, parec iendoles que estan devajo de la dich a oprecion e tiranía e
si no se pusiese remedio en ellos enseñand o les e avituandoles a labra r y criar
e hazerse ricos ni gosari an de la libertad qu e su magestad ha pretendido e
pretende ni se conseguiría el fruto del augmento e conserbacion de estos
reynos e señoríos" (ABNB EC, 1764 nº 13 1, f. 103r).' 2
En tanto, Pedro Ramírez del Águila, quien fuera cura del pueblo de Tacoba mba
(corregimiento de Porco) a principi os del siglo X V[I y más tarde rector de la Igles ia Catedra l ele
La Plata, posicionado desde otra perspectiva sobre el pasado incaico, destacaba la in existenc ia
de "pobres pordioseros" en los pueblos de indios y su relación con la existenc ia de las "chácaras
ele comunidad", práctica que li gaba a un "uso antiguo suyo del tiempo de sus ingas" y que
servía para sustentar ·'a los viejos, cojos, ciegos e impedidos" ( 1978 [ 1639]: 127).
En las visitas , revisitas e in strucciones para su rea li zac ión, los funcionario s recurri e-
ron a otros vocablos de origen andino o ibérico que aluden a grupos humanos (ay //11.1,
repatiimientos, encomiendas) a jurisd icciones territorial es y/o administrativas (corregimiento
o provinci a; pueblo o reducción; chacara), y a nociones políticas (señorío). La enunci ac ión
del término "comunidad" en la documentación no es abundante y tiende referirse a un
conjunto de bienes o recursos pose ídos colectivamente, a soportes in stitucio nal es (caj a,
libros) y, eventualmente, a trabajos colectivos y a un conjunto soc ial, pero de modo algu no
al territorio ocupado, el cual se seña la medi ante los vocab los ·'pueblo", "reducción", ·'térrni -
76 Revista Andin a
Paula C. Zagalsky: El concepto de "comunidad" en su dimensión espacial
nos" y ·'congregac ión" .' ' Cuando el término ··comunidad'' aparece lo hace, básicame nte. 1.: 11
relac ión con in stituciones o poses iones - muchas de ell as rastreab les en la Castilla ele los
siglos XV y XVI, incluso con las mismas denominaciones- vinculables, además, a las reduc-
ciones toledanas y las ordenanzas que normaban su funcionamiento. En un mar de ejemp los.
detengámonos en algunas referencias concretas a las posesiones de los repartimientos y
pueblos ·'de indios". Ellas nos remiten a las tierras, chac ras, bienes, ganado y plata ·'ele
comunidad" .' 4
En cuanto a la divi sión y as ignación de las tierras atribuidas a los repartimientos de
indios, incluidas las ''de comunidad", Matienzo ( 1967: 57) proponía:
53 En documrntos que datan de la segunda mitad del siglo XVI I encontramos rekrencias 111ús concretas
a la .. comunidad" como entid ad que se podría equiparar al de pueblo o reducción . Por ejemplo : A BN ll.
EC 1674 .32. " Recl amaci ón di; Juan Ca lli saya. cacique de Viacha. provincia de Pacajes. sobre la
manera de cobro de la tasa" que contiene la provisión real a favor de la "comunidad del puebl o d1.:
Tia¡:uanaco" po r el virrey del Perú. don García Sarm iento de Sotomayor. conde de Sa lvatierra.
despachada en Lima el 16 de diciembre de 1654: ABNB. EC 1690.42. "Los indios de la comunidad de
lesús de Machaca contra su cacique .loseph G uarachi por agravios" (los subrayados son míos ).
54 En cuanto a las c rónicas y rel aci o nes. tanto Polo como Cobo dan cuenta del ·' ganado de la comuni-
dad'' y de las labores rea li zadas colecti vamente como .. trabajo de comunidad" . por ej emplo: Cobo
( 1964: 111 , 123 ). Tambi én Matienzo re fi ere al .. ganado de rnmunidad" (1967: 74. 75 ). Garci laso al
re ferirse a la mi(a habl a del bene ficio .. en común" de las tie rras del .. rey" ( 1944: 228).
55 El subrayado es mio . En cuanto a las neces idades que serían cubiertas con el fruto del trabajo en las
tierras co lect ivas. en la mi sma púgina Mati enm espec ifi ca: .. Vieneles tambien provecho de tener
ti erras para el comun. para que con los dema s bienes comunes que tuvieren. se provea e l hospital y se
compren cmmeros para servir en los tambos ( como dixc arriba). y se suplan otras neces idades que dirc
adelante".
56 En 1579 ordenaba para la A udi enci a de Charcas que .. donde no lo ubiere proveido (el visitadrn.-1 y
ubierc la dificultad sobre dicha. el dicho juez se halle presente a la dicha divicion en cada un aiio s i
pudiere para que la hagan con toda rectitud. e a cada uno le quede la parte que pudiere bendiciar
conforme ,1 la gente y familia que tubiere" (AílNB EC. 1764 n" 131. f. 93v).
Por otra parte , en sus ordenanzas para Charc as, Toledo espec ific aba que las ·'tierras
de comunidad" podrían venderse únicamente con ex presa autori zac ión del Virrey o Gobe rn a-
dor y "si fueren de condicion que por estar lejos no las pueden beneficiar, ni menos tubieren
nesec idad de ell as para sus pastos y aprovec hami entos, y les conviniere venderlas" (ABNB
EC, 1764 nº 13 1, f. 91 v). En sus in strucciones para la reali zac ión de revi sitas a fines del siglo
XVI , virreyes posteriores decl araban que a los indígenas carentes de ti erras, se les debía
repartir '' de las que hubiera de comunidad" en el repartimiento. ' 7
So bre las "chacras de comunidad" y el destino que se suponía deb ía darse a lo
producido, son ilustrativas las ordenanzas toledanas para la Audiencia de Charcas :
·' t por que los dichos indios puedan mejor satizface r a las obligaciones qu e
ti enen de su comunidad, faltas, mermas de taza y la nececidad de los pobres y
enfermos y esterilidad del tiempo, los dichos correxidores, vista la clispociyion
de las tierras que tienen as i de maiz como de papas y otras semill as, tomando
parecer // 11 1,. de lo s caziquez y principales de cada uno de lo s dich os
repartimientos, hagan que se hagan las chacras de comunidad de las dichas
semillas rrespecto de las tierras que tienen , y lo que de ellas procediere se
recoja y trahiga a los pueb los ele los dichos repartimientos y se venda la parte
de la semilla de las dichas cosechas que bastare para sup lir las obligaziones de
la dicha comunidad, sino bastaren los demas vienes, renta o cenzo que tubieren
y le estan aplicados ,y lo dem as que restare se reparta entre los dichos pobres
y neces itados que hubiere en los dicho s pueblos co nforme a sus neces id ades
y a los que se contienen en las ordenanzas respecto a la esterilidad de los
años, lo qua! se haga por los dichos casiquez y alcaldes y sacerdotes destas
dichas doctrinas estando presentes si poyible fuere el correxidor del tal repar-
timiento" (AGN, IX, 17-2-5, 11 Ov-1 1 l r; subrayado, mío).
Estas di sposiciones aludían a mecani smos para qu e los repart imi entos, teóricamente,
pudieran alimentar a los "pobres y enfer mos" y cumplir con las obligac iones tributarias , aún
en contextos de disminución demográfica y/o de catástrofes climáticas. A través de un caso
concreto, sin evaluar por el momento los resultados prácticos, observemos el grado el e
detalle que las regul ac iones sobre las ''tierras de comunidad" podían alcanzar. En el Reparti-
mi ento el e los Vi sisa (sur de Potosí) y sus tres pueblos de reducción (Caiza, Toropalca y
Yura), al finalizar la revisita de 1592, el visitador dejó espec ificaciones muy concretas ace rca
de estas " chacaras de comunidad" :
57 Por ejemplo: AGN XIII. 18-6-4. cumJ 7. sin foliación. 1599. Provisiones de Virrey Lu is de Velasco ;1
Pab lo Alonso de Villagra. visitado,: La mi sma fórmul a put:de leerse en las provisiones del Virrey Garc i;1
Hurtado de Mendoza en 1592: AGN. XIII. 18-6-4. cuad. 1. r. 3r.
78 Revista Andina
Paula C. Zagalsky: El concepto de "comunidad" en su dimensión espacial
"en el pueblo de Cai9a agan una chacara de comu ni dad en que sienbren en ell a
se is cargas de mais la qual agan con las yndias biudas y so lteras y biejos
reservados las quales sienbren las dos cargas en Palussi y las otras dos en
Pancoche y las otras dos a la orilla del rrio que ba desde Ca i9a a la Laba
nombrado Binipampa ( .. . ) Y ansi mi ssmo mando que en el pueblo de Toropalca
sienbren en comunidad otras seis cargas de maiz las dos en canorque en la
panpa de Suquicha y las otras dos en Tonto la y las otras dos en Chachatoma
( .. . ) Y por quanto en este pueblo de Yura no ay chance en que puedan~
la dicha comunidad por quanto su merced lo ha visto por vista de ojos y
atento a que tienen mucho monte de churque donde azen carbon les mando a
los dichos don Carl os Seco, governador, y a don Pedro Amamani, prin9ipales
deste dicho pueblo, que agan cada año du9ientos quintales de carbon en el
monte nonbrado Churquipanpa que sestiende desde Tunab ilque hasta el cami-
no Real que biene de Toropalca a este dicho pueblo en una angostura que se
ll ama (Antapaba?)". (AGN XIII , 18-6-4 cuad I s/f"'La borden que se les dexa
para comunidades"; el subrayado es mío) .' 8
En torno de las cajas de tres ll aves o ·'cajas de com unid ad", las referencias son
inagotables y a ellas se alud e en tanto soportes inst ituciona les en documentos que plasman
los di sc ursos tanto de funcionarios como de autoridades indígenas .''' Prueba de ensayo del
oidor Gregario Gonzá lez de Cuenca , so bre la in stauración y reglamentación de las --cajas de
comunidad" so n Matien zo y Toledo. nu eva mente , qu ienes nos brindan referencia s
pormenori zadas:
··Hase todo de recoxer en una caxa de tres llaves que ha de estar en el reparti-
miento, en casa del cac ique principa l, y alli se ha de guardar todo lo que se
recoxiere. Una! lave ha de tener el cacique, otra el tu cuirico, y otra el Corregi -
dor que hobiere en el repartimiento, e no lo habiendo, la terna el clerigo de la
dotrina" (Matienzo 1967: 67).
Por su patte, en la década de 1570, el Virrey Toledo menciona sim ilares depositarios de
las tres ll aves y especifica el contenido de las ·'cajas de comunidad" que debía haber en cada
pueb lo de reducción y preservarse en la casa del cacique principal:
·'ordeno y mando que en cada uno de los dichos pueblos principales que ay
en los dichos repartimientos, haya una caja de tres llabes con tres apartamien-
tos que en uno de ellos que sea el mas pequeño esten los libros de la comuni-
dad que luego diré y las demas escrituras pertenecientes al con sejo, 'y en el
otro se recoxa y guarde la taza y en e l otro la plata de la comunidad la qual
dicha caxa esté en casa del cazique principal de cada pueblo el qual had e
tenerla una llabe, o en su ausencia la ha ele clexar a la segunda persona, o a uno
de los alcaldes y la otra el escrivano de consejo o quipocamayo, y la otra el
correxidor de los naturales". 60
(,O AGN IX. 17.2.5. f. 108v. ·"Libro de Retasas de la Vi sita Genera l dd Virrey Toledo 11575)". Co pia ckl
afio 1785. suhrayado mio.
(, I Al respec.:to puede consultarse la postura dd oidor Matienzo ( 196 7: 7 1) quien justi lica la administ1·,1-
c.:ión espaiiola de los bienes indígenas del c.:omún. y acusa a los rnciques de haber gastado en proved10
individual esos recursos.
62 El Virrey García Hurtado de Mendoza en su comisión para la revisita de Caiza. Yura. Toropalca.
Tinquinpaya y Chaqui (pueblos del partido de Pori;o) y los de Tarabuc.:o. Pres to. Tomina (La Plata).
nrdenaha en 1592 al juez ejecutank averiguar: "que vienes)' rentas tienen los dichos repanimicntos
de rnmunicfad ansi en dinero censos ganados corno en ropas y sementeras". AGN XIII. 18-6-4. cuad.
1. f.2v. subrayado mio.
63 AGN XI 11. 18-6-4. i;uad. 4. f. 9r.
64 Por ejemplo. AGN XIII. 18-6-4. cuad 7. s/f. aiio 1599. Provisiones de Virrey Lui s de Velasrn al
visitador Pablo Alonso de Villagra ; AGN XII I. 18-6-4. cuad. 3. f. 171. afio 1607: "(Jue los salarios y
costas del escrivano se paguen de bienes de co111u11illacf'.
80 Revista Andina
Paula C. Zagalsky: El concepto de "comunidad" en su dimensión espacial
"'y si fa ltaren indios tributari os y no hubi ere otros que entren en su lugar como
dicho es, se hade suplir la taza que los dichos ausentes o muertos hav ian ele
pagar de los dichos vienes de comunidad" (AGN, IX , 17-2-5 , f. 108r).6'
En cuanto a las delimitac iones ele las tierras, en la nota 15 referíamos a los vocablos
que en lengua aymara aluden a la noci ón de mojon o términ o: "sayhu a chutha, quellinca,
ac hac hi , corpa" (Bertonio 2006: 304). Si rev isamos cada un a de estas palabras, aunque
nin guna se liga específicam ente a la tierra "comunal", encontramos referencias a modalida-
des particulares ele demarcar la tierra y el espac io (con piedras, con tierra o barro): ·'Carpo
saotaatha: mojon ar, levantando alguna piedra" (Bertonio 2006: 475), "Sayhuatha, ch11tatha,
c¡11ellincatha queyllatha: mojon ar las chacaras, con montones de piedras o terrones .
Sayhuattatha. quellincatatha. chulllttatha: levantar una pared de piedras a secas o much os
te rrones, poniendo sobre ell os algun a cosa para espa ntajo de los ca rneros y zorras. Sayh1w
que/linea. chuta: el término de las tierras o el espantajo al modo dicho" (Bertoni o 2006 : 684).
Asociada a estas formas de demarcación, encontramos ··Quellincatha: amonton ar pi edras,
barro, tierra, &c. Quellin cathapitha : icl em. Quellincatha - que . Say huatha, chllfatha : moj o-
nar las tierras con montones de pi edras. Que/linea. savhua. chuta: el montón de piedras
puestos por mojon" (Be1tonio 2006: 663). Vinculados a la demarcación de caminos tenemos:
.. Chuta. sayhuatha: termino en cada cien brac,:as de tierra en cuadro . Y se ñal de las leguas.
Chuta/ha, sayhuatha: ponerle y seña lar las leguas de camino, como hazian en tiempo del
inca" (Be1tonio 2006: 508).
El Virrey Toledo, preveía en sus ordenanzas para la Audiencia de Charcas que la
reducción de los indígenas llevaría al ·'desamparo" de muchas de sus tierras y que esto
podría dar lugar a la apropiac ión o ·'entrada" de personas ajenas en ellas. Estas regul aciones
no s están habl ando, por una parte, de una práctica que deb ía estar poniéndose en march a y
que seguramente constituyera una tendencia difícil ele frenar. Pero detengámonos en el
mecani smo que Toledo propon e para intentar evitar el desarrollo de posibles pleitos por la
poses ión ele las tierras, mec ani smo curioso que se vincula al amojonamiento y sin eludas
contiene resonancias castellanas:
.. ordeno e mando que ninguna persona les pueda tom ar ni entrarse les en las
dich as tierras a los indios, so color de decir que las tienen desamparadas, e
qu e los dicho s juezes se la s haga n amojonar, si algunas no quedaron
amojonadas por los visitadores, poniendo mojones a estos, e debajo de cada
uno enterrando un baso de barro e dentro de el enbuelto en un pedaso de
enserado un testimonio ante escrivano de cuyas son las dichas tierras y qu e
linderos tienen a un lado // '' 1v e a otro y firmado el testimonio del nombre del
dicho juez, clexa·ndo un reg istro de todo el dicho amojonamiento de tierras en
las Casas del Cav ildo del dicho pueb lo en el mismo libro en que ha de asentar
los pleytbs que se determinaren para qu e se halle reca udo bastante cada [vez]
que los indios lo ubieren menester, poni endo pena de mue1te al que lo quitare
C,.5 Un ejemplo entre mu chos de los que nos o frecen las visitas y revi sitas .
o mud are sin autoridad de la justi cia, y no co ncientan que en lo susodi cho
rec ivan daño, ni pe1:juicio" (ABNB EC, 1764 nº 13 1, f. 9 1; el subrayado es mío).
V. A modo de co11c/u.\·ián
En el ras treo bibli ográfico de tecté que el concepto ele comuni da d ha siclo emp leado
como eq ui va lente de di fe rentes ni ve les ele organi zac ión, el e ori ge n pre hi spá ni co y co loni a l,
que alu de n tanto a fo rm as específica mente terri to ri ales (pu ebl o, redu cc ión) como a fo rm as
molcleaclas po r factores soc iopolíti cos, a su vez, vincul adas a un a determin ada espac ia li dad
(ay llu , tribu , grupo étni co, repartimiento) . Se mej ante po li semi a, in duda bl emente, opaca la
rea lidad que se proc ura describir y/o exp li car. Mi intento se centró en aporta r algo de clari dad
ana líti ca a los conceptos e hi sto ri zarlos. En ese mi smo sentido, rastreé en doc um entac ión del
período pro pu esto la mención de l término para ind aga r en sus significado s, espec ialm ente
en los as pectos vincul ados a la dimensión es pac ial. En este reco rrido proc uré también dar
cue nta de las categorías y j uri sdicc iones que el domini o co loni al insta uró y otras qu e
perviv iero n modificadas en el marco ele un proceso que tra nsfo rm ó las espacia li dades de las
soc iedades andin as .
Sostengo que e l empl eo de l co ncepto de comunid ad para descr ibi r las fo rm as de
asentami ento, tanto prehi spáni cas como co loni ales, osc urece no so lo la ex istencia del pro-
yecto po lítico desatado en la seg un da mitad de l siglo XV I, sino también la fo rmul ac ión ele
múl tipl es respu estas indígenas, que habrían logrado resultados di spares. El proyecto moto-
rizado po r e l Virrey To ledo en la década de 1570, entre otros obj etivos, as pi ra ba a mod ificar
las pautas espac iales de asentami ento y contro l de recursos, .. reduciendo" a la po bl ac ión
in dígena en ·' puebl os de indios" a los que se pretendía ciar un a territori ali dad conti nua y
acotada, es dec ir, tendi endo hac ia ordenami entos " traducibl es" a las fo rm as comunitarias
ex iste ntes en la Penínsul a lbéri ca.'' 7 La impl ementac ión de esta po líti ca dese ncadenó un
dil atado proceso de tra nsform ac ión que, al largo pl azo, condujo a la const itución de fo rm as
ele organi zac ión ''comun ales" que pudieron o no conectarse con las de la actualidad.
(,(, Adem ús de s u empl eo en las c ró ni cas. véa se. po r e jem p lo. en doc ume ntac ión admini s lr,1ti v.i y
especí li ea mente referida al proceso red uceio na l (To ledo 198(,. 34).
(, 7 /\demás de su c lás ic a asoc iació n con otras refo 1111 as toleda nas. como las vin cu ladas a la rcon.>.a niza -
ción de la m ita minera y la im pos ición de una nueva tasaci6 n trib lll aria pn.:domin antemente mon~t iD1d,1.
el proceso red uc c iona l lo rn w li zado de manera s iste111álica por el Vir rey To ledo de be se r pues to c11
relac ió n con el proceso de compos iciones ele tierras impl c.:mcntado po r pri mera vez en la dfrada de
1590. A l respec to. se puede consultar e l enorme trabaj o de s íntes is de i\ ssadouria n (2005/200(, ).
82 Revista Andina
Paula C. Zagalsky: El concepto de "co munidad" en su dimensión espacial
En un marco temporal más acotado, las ev idencias de los oc henta afl os posteri ores al
lanzami ento de las reducc iones toledanas nos ofrecen un hori zonte de relac iones de poder y
disputas entre los agentes soc ia les, despl egadas en el ámbi to ru ra l y mani fes tadas de fo rm as
dive rsas (desde el regreso a las ·'tradi cionales" ti erras el e cultivo y el abando no el e las
reducc iones. la pérdid a del control el e recursos di spersos y alej ados, el acceso a otras
nuevas), mostrándonos que la espac iali dad es un campo de fu erzas donde los proyecto s
hegemóni cos se obj etivan, pero donde tambi én la contrahegemonía se clespli ega.'' 8 As í, el
espac io se ev id encia como una construcc ión social e hi stóri ca constante, qu e actúa como
re te rente materi al de las identidades co lectivas. las cuales, lejos de ser esencias inmutabl es.
tambi én se construyen, son maleabl es y se desarroll an en oposici ón y di sputa con otras .""
Ya sea porqu e se omita el proceso de traducc ión y la asoc iaci ón tempra na de form as
ibéricas y andinas, porque se dé por sentada la efi caci a inmedi ata del proceso reducc ional
to ledano o porque con sc iente o inconsc ientemente se introyecte la tendencia a pensar a la
insti tución comun al andina como una entidad inmutabl e de orígenes antiquísimos, se estad1
sil enciand o un proceso histórico fund amental de las rel ac ion es co loniales ele poder. Y, en
últim a instancia, apelar a un mi smo concepto para referir a di fe rentes fo rmas ele organi zaci ón
espac ial no so lo fa vorece cierta conce pción esenciali sta y ahi stóri ca de la organi zac ión
soc ial sino que. además, obstruye las pos ibilid ades de analizar el· papel de los age ntes
soc iales en las transform ac ion es hi stóricas.
Paula C. Zagalsky
Come;o Nacional de Ciencia y Tec110/ogí11 (A1xe11ti11a) / Universidad de Bueno.~
Aires, Instituto de Historia A rgentina y Amerirnna "Dr. Emilio Ravi;:nani''
pwgalsky@gmail.com
AClJTO. Fé li x A
1999 ·' Paisaje y domin ac ión: La co nstitu ción lk l es pac io soc ial en el Imperi o lnk.1...
En: Andrés Zarankin y Fé li x Acu lo (eds. ). Sc:cl Non Salia/a. Teoría Social en lo
Arqueología Llllinow11ericana Contemporánea . 13uenos Aires: Edi cio nes de l
Tri de nte. 33 -75.
/\ Ll3E R. Erdmu te
19% / ¡\;/igración o 1noviliclaclsoc iol en /-/11ayo¡m111pa? N uevos temas y tenclencios en
la discusión sohre lo con11111idod cw11pesi11a en los !llllles. Lima: IEP.
J\SS/\DOU RI AN. Ca rl os S.
2005 /2006 "Agric ult ura y tenenci ,1de la ti c1Ta antes y dcspu.:s de la Conqui sta". l'oh/ac irí11
y Sociedlld: Revista Regional de estudios S ociales 12/13. 3-57.
13ARNADAS . .l oscp M.
1973 Charcl/s. Or~1;enes llisllíricos el!! 1111a soc iedad colonilll. L.1 Paz: C ll 'l'J\.
84 Revista Andina
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90 Revista Andina
Movimientos indígenas y las dinámicas
andinas de etnicidad y clase:
organización, representación y prácticas
políticas en Bolivia
l. S. R. Pape
Resumen
Este artícu lo exp lora la relación entre la identidad étnica, clase y representación polí-
tica en las dos organizaciones principales que representan a los pueblos indígenas en la zona
andina boliviana. Las dinámicas de etn icidad y clase se analizan desde una perspectiva
histórica, descubriendo los mecanismos centrales inherentes en la reproducción de la iden-
tidad étnica en la región. El aná li sis se enfoca en las instituciones políticas. la toma de
decisiones y las estructuras organizativas en los niveles comunal y sub-regional en un
estudio comparativo de CSUTCB y CONAMAQ. El artícu lo arguye que, en el contexto
andino, etnicidad y clase se relacionan estrechamente en una dinámica socia l que se reflej a
netamente en las dos organizaciones. Un resultado de esto es que las diferencias en cuanto
a organización, representación y toma de decisiones se manifiestan principalmente dentro
de las organi zat iones, entre los niveles altos y bajos de la jerarquía organizacional y, en un
grado mucho menor, entre las dos organizaciones. El presente a11ículo demuestra que las dos
organizaciones cubren la misma realidad social, económica y cultural; tienen por lo general la
misma función práctica y simbólica y ocupan la misma posición en relación con el Estado.
As imismo, demuestra que en los niveles comuna les y sub-regionales las funciones de lil
Palabras clave: La relación entre etnicidad y clase , organi zación social andin\1, estructuras
organi zacionales indígenas, representación política indígena.
Abstract
This piece examines the relationship between ethnic identity, class and representation
in the two main organizations representing indigenous people in the Bolivian highland s. lt
analyzes the Andean dynamics of ethnicity and class in historical perspective and uncovers
central mechanisms inherent in the reproduction of ethnic identity. Focus is on political
institutions, decision making and organizationa l structure at the communal and sub-regional
levels in a comparative study ofCSUTCB and CONAMAQ. lt is argued that in the Andean
context, ethnicity and class are in extricably linked in a societal dynamic that is closel y
mirrored within the two organizations. As a result, the main differences in organization,
representation and decision-making patterns manifest themselves within organi zation s.
between the higher and lower leve Is ofhierarchy, rather than between the two organi zation s.
This paper demonstrates firstly that the two organizations cover the same socia l, economic
and cultural realities; they perform largely the same practica! and symbolic function s ancl
occupy the same position in relation to the state, and secondly that at the communal ancl
sub-regional leve Is , the function of authority, clecision-making patterns ancl organizationa l
structures are highly simi lar in the two organizations, whi le their overarc hing organizational
structures are simi lar too.
Key words: The relationship between ethnicity ancl class, Anclean social organization .
l ncl igenous organizational structures. l ncl igenous po Iitica I representation .
92 Revista Andina
/. S. R. Pape: Movimientos indígenas y las dinámicas andinas de etnicidad y clase
2002, Langer 2003 , Van Cott 1994, 2002 y 2005). Como se ñala Tanya Korovkin , aunque al
nivel macro de institucionali zac ión este tipo de análisis ti ene mucho valor, no se atiene a las
comp lejidades de la política indígena andin a, además qu e tiende a subexponer sus cimi en-
tos estructurales y la complementariedad de sus propósitos cu ltural es y soc ioeconómicos
(Korovkin 2006: 143).
Otros se han concentrado en el nivel di scursivo, el tem a de los derechos y el resurgi-
mi ento de la tradición (Postero 2007, Korovkin 2006, Ca nessa 2006, Sieder 2002). En este
contexto, ha surgido la cuestión de la relación estrecha entre etnicidad y clase (Postero y
Zamosz 2004, Korovkin 2006, Webber 2007). Las dinámicas concretas de esta re lación dentro
de los movimi entos indígenas tanto como sus estructuras internas, sus form as de toma de
dec isión y modos ele representación de sus miembros siguen siendo poco investi ga dos.
Otra escasez en el análisi s de la política indígena contemporánea es la exploración sistemáti -
ca ele las in stituciones y prácticas políticas comunales. de las que la mayoría de las costum -
bres que de momento se están in stituci onali za ndo a nivel nacional en las organizaciones
indígenas parece n derivar (Lucero 2006, Postero 2007).
El presente artículo procura mirar más all á el e la retórica y las demandas: a la relación
entre id entid ad étni ca, clase y representación . Esto significa que su enfoque no está en
tema s de ideología, di sc urso y marcadores ele identidad, sino que las dinámicas andinas ele
etn icidad y clase serán analizadas desde una perspectiva histórica, con el fin de elucidar los
mecani smos centrales inherentes en la tendencia contemporánea hacia cambios en el tipo de
representación y los aspectos identitarios y organizativos de este proceso. El enfoque se
centra en las instituciones políticas. toma de decisiones y las estructuras organizativas il
nivel comuna l y sub-regional en un estudio comparativo entre la Confederación Sindical
Única de Trabajadores Campes inos de Bolivia (CS UTCB) y el Consejo Nacional de Mark as
y Ay llus del Qollasuyo (CONAMAQ). Estas organizaciones representan a poblaciones que
son indígenas en los términos el e la Convención 169 de la OIT; ambas se decl aran indígen as
y funcionan como organi zac ión legítima en las localidades que representan . El prese nte
artículo arguye que, en el contexto andino, los conceptos de etnicidad y clase son estrecha-
mente unidos en una dinámica soc ial que se refl eja dentro de las dos organizaciones. Esto
ti ene como consecuencia importante que las principales diferencias en lo que concierne a 1.-i
estructura organizativa, la representación y la toma de dec isiones no se presentan entre \.is
dos organizac iones, sino dentro de cada una de ellas entre los niveles más altos y los nivel es
más bajos ele organización. Aunque las diferencias normativas a nivel nacional puedan es t.ir
aumentando al compás de que las organi zaciones indíge nas reinventan las tradiciones
ancestrales, hay similitudes funcionales significantes a nivel local.
Este artículo demuestra que CSUTCB y CONAMAQ cubren las mi smas realidades
sociales, económicas y culturales; ambas desempeñan las mi smas funcione s prácticas y
simbólicas, y ti enen la misma función en rel ac ión al Estado. A nivel comun.il y sub-regiona l,
las funcione s de las autoridodes comunales y locales, las formas de toma ele dec isiones y las
estructuras organizativas son altamente simil ares en ambas organizaciones. Por otro lado.
sus estructuras nacionales tambi én se asemejan de forma substancial.
El aná li sis se basa en dos años de trabajo de campo en zonas rurales de Chuqui saca
y Norte de Potosí. La investigación se condujo en la Federac ión Sindical Única ele Trabaj.i-
dores Campes inos de Chuquisaca (FSUTCC H) y la Federación de Ayllus Originarios lndíge-
nas del Norte de Potosí (FAOI-NP), actualmente la Nación Charca Qara Qara en cinco 1
,
La diferenciación étnica ha sido un factor central en la organización soc ial y eco nómi-
ca en la reg ión andina desde las épocas precolombinas (Murra 1975, 1986). La interconexión
entre etnicidad y clase es altamente compleja, ya que entrelaza una se rie de factores, notab le-
mente diferencias geográficas, grado de urbanización , organización social , actividades eco-
nómicas, idioma, género y aspecto físico. Lo más probab le es que cuando los españoles
llegan en 1532, comienza un proceso de mesti zaje soc iocultural que incorpora prácticas e
instituciones andinas con las coloniales, en un proceso de sistemática subordinación soc ial
y económica de la población original (véase Murra 1975 , 1986 y 1995, Platt 1982, Wightman
1990, Larson y Harris 1995, Saignes 1995, Cieza de León 2001, Garcilaso de la Vega 200 I, Serna
2002). A lo largo del período colonial, diferentes categorías de indios y mestizos eran desig-
nadas como categorías fiscales, que resultaban en una arraigada tradición de designar acti-
vidades económicas y posiciones sociales con categorías étnicas. El análisis se minal de
Pierre Van den Berghe de la relación entre etnicidad y clase, descubre cómo las categorías
étnicas son relacionadas con la producción que hace que las desigualdades étnicas y ele
clase se vuelvan cumulativas (Van den Berghe 1979: 255-257). Sobre esta base, Olivia Harri s
identifica un espectro de identidad étnica y posición socioeconómica en la que las activida-
des económicas y la etnicidad son relacionadas de manera que esta última se convierte en un
principal marcador social. Este mecanismo tiene sus raíces en el sistema tributario colonial
con sus categorizaciones étnicas de los grupos socioeconómicos, lo cual ha generado un a
estrecha conexión entre identidad étnica y participación en la economía, que ha durado hasta
La organización cambió de nombre en 2006. s iguiendo la tendencia a cambiar de regió n gcogrú lica a
la nacionalidad o etnicidad como base de la organización for111al.
2 La investi gació n se llevó a cabo de forma permanente en las dos municipalidades entn: enero de 2 000
y diciembre de 2001. El material grabado incluye apro.x imadarnentc 80 asamblea s a nivel comunal.
sub-regiona l y regional. entrevistas con autoridades a todo ni ve l de orga ni zación. entrevi s ta s fonn;i-
les e informales con comunarios y 39 entrevistas en grupo . Una encuesta con 160 1\.:s pondientes
donde la participación política y la organización local tambi én fue ll eva da a cabo a ni ve l comu11:1l.
94 Revista Andina
/. S. R. Pape: Movimientos indígenas y las dinámicas andinas de etnicidad y cl ase
el prese nte (Harris 1995: 364,360). Según Harris, esto se basa en " las maneras en la que
di stintas cl ases soc iales y actividades económi cas son identificadas con di stintas etiquetas
étnicas basadas en cl as ifi cac iones rac iales" (H arri s 1995: 352).
De esta manera, las categorías étni cas se convierten en des ignadores de cl ase . Según
va evolucionand o la sociedad colonial, etnicidad y cl ase ll egan a ser estrec hamente entre la-
zadas, tanto en la práctica como simbóli camente. Actualmente, la etnicidad sigue vincul ada
en un grado substanci al a la pos ición en la estructura socioeconómica. Esto significa que
para los campes inos indígenas un cambio de identidad étnica es cas i invariabl emente una
precondición de avanzar económica o soci almente. Por otro lado, los que acumulan riqueza
en algún momento cambian de identidad de campesino a cholo, lo cual típicamente conll eva
cambi os en ropa, lengua, a veces nombre, y res idenci a de áreas rurales a pueblo o ciudad
(Van den Berghe 1979: 259, Harris 1995: 364).
No so lamente acti vidades económi cas. sino tambi én espac ios rural es y urbanos so n
marcados étni camente. Un a indicac ión de esto es la estrec ha asoc iac ión que ex iste entre la
pobreza y la indigeneid ad de la pobl ación rural (veáse Hall y Patrinos 2006). Com o las
categorías son relativas, la diferenci aci ón económic a, étnica y rura l-urbana se efectúan si-
multáneamente, y más que individuos son "posicion es de suj eto", para usar el término de
Ernesto Lac lau ( 1985), qu e son des ignadas con una identidad étnica rel ativa a sus pos ici ón
geográfi ca y socioeconómica en el contexto concreto. Esto es ilustrado por el hecho de que
vari os observadores han notado situaciones en que la mi sma person a era considerada mes-
ti za en su aldea y luego " indio" cuando llegaba a la ciudad (Harris 1995 , de la Cadena 1995).
El fun c ionami ento de este espectro soc io-étnico indi ca cómo las áreas rurales y sus
habitantes son vincul ados prácti ca y simbóli camente con la agricultura de subsistenci a, esto
es, la economía monetaria es mestiza o ·'blanca" y la participac ión en ell a, por tanto, conll eva
un a medida de cambio de pos ición en el espectro étni co cara a cara a los demás comun ari os
y tambi én, en menor medid a, ante los sectores más urbanos de la sociedad. De esta manera,
los e lementos de clase de las economías e identidades campes in a, mestiza y urbana han
! legado a ser inequívocamente fe nómenos étnicos tambi én, acompañado s por marcadores
1in güí sticos, soci ales y cul tura les. Este sínd rome de vín cul os geográfi cos y étnicos es fun-
damental en las din ámi cas de la soc iedad bolivi ana. En lo que respecta a la di fe renci ac ión
soc ioeco nómica, su importancia es centra l y para la poblac ión rural es, más bien, omnipoten-
te . El espectro étnico también contiene un continuo de di scriminac ión, explotación y exclu-
sión incrustado en la estructu ra de la sociedad. Su fl ex ibilidad, sofisticac ión y resistenci a
igualan las de la organización soc ial andina y son parte integra l de la especificidad de la
reg ión. Algo importante para este análi sis es el síndrome socio-étnico, que es primordial en
la relac ión entre clase y etnicid ad, ya que las entrelaza y vincul a con el espacio geográfi co.
La organi zaci ón soc ial andin a se caracteriza por un proceso continuo de influ encia
mutua y amalgamación entre elementos ancestrales, coloni ales y postcoloniales. Aunqu e en
un a pos ición subordinada, la organizac ión ancestral ha interactuado con el organici smo
co loni al y el corporati vismo del sindi ca li smo, produciendo una gama de situac iones en
vari aciones sobre un tema común (véase Murra 1975, 1985 y 1995, Lehman 1982, Platt 1982,
Molinié-Fioravanti 1986, Godoy 1989, 1990, Lagos 1994, Saignes 1995, Albó 1995, Larson
1995 y 1998). Pai1e integral de este proceso es la adaptación y subordinación ante el Estado
desde los primero días de la colonización (Platt 1982, Larson 1988 y 1995, Wightman 1990,
Harris 1995, Saignes 1995). Consecuentemente, la histori a de la organización sbcial andin a
conlleva una larga trayectoria de grupos étnicos, comunidades rurales y ayllus que se incor-
poran a una superestructura externa a la organización sociopolítica local. En las épocas
precolombinas, diferentes grupos aymara y subsiguientemente el imperio inca, colonizaban
otros grupos étnicos y los incorporaban en su organización sociopolítica, al mismo tiempo
que permitían a la etnia colonizada que mantuvieran sus tierras y sus costumbres locales. En
el Alto Peru colonial "indios" y ayllus eran incorporados al Estado colonial, primariamente
mediante los regímenes de tributo a los que nos referimos anteriormente. A nivel local, las
instituciones políticas parecen haber persistido de forma variada dentro de las comunidades
a lo largo de la historia de la región (Alberti y Meyer 1974, Murra 1975 y 1980, Lehmann 1982.
Platt 1982 y 1986, Klein 1993).
Después de la Revolución , el corporativismo se convirtió en el rasgo predominante
en la organización del Estado y generó un sistema de gobernar sus relaciones con distintos
grupos en la sociedad que continúa influyendo fuertemente en el presente. El Movimiento
Revolucionario Boliviano (MNR), institucionalizado en un sistema de partido único, se orga-
nizaba en una estructura jerárquica basada en secciones funcionales de la sociedad, combi-
nado con subordinación geográfica (Malloyy Gamarra 1995: 403 , Malloy 1970: 137 y 1977b:
466). El campesinado se incorporó en este sistema mediante sindicatos rurales de base
territorial, organizados en la Confederación Nacional de Trabajadores Campesinos de Boli-
via (CNTCB). La donación de parcelas de la Refonna Agraria desde 1953 se efectuaba me-
diante esta organización, asegurando amplia afiliación en todo el país. El sindicato campesi-
no, posteriormente convertido en CSUTCB , de facto constituía la única jurisdicción en la s
zonas netamente rurales hasta 1985 (Malloy 1977: 12, 9 y 1977b, Nickson 1995). Esta articu-
lación entre la comunidad rural corporativa 3 y el corporativismo del sindicato campesino que
cubre áreas geográficas más amplias ha resultado en la contemporánea flexibilidad de I¡¡
organización que conlleva la simultánea articulación entre áreas rurales y urbanas y entre la
población indígena campesina y el Estado. Este artículo arguye que esto constituye un
mecanismo crucial de la reproducción de las organizaciones indígenas campesinas.
Varios estudios etnográficos confirman la continua existencia de numerosos aspec-
tos de la organización sociopolítica precolombina en las zonas rurales. La organización
ancestral contemporánea tiene su expresión más clara en el ayllu, que es una comunidad de
múltiples niveles de organización que vincula el grupo étnico con el territorio mediante la
propiedad comunal de la tierra y una cosmología común. La persistencia del ayllu a lo largo
de la historia se puede explicar en cierta medida mediante el hecho de que el tributo coloni al
llegó a funcionar sobre la base de sus categorías de estratificación interna, y con el hecho de
que la agricultura de subsistencia en las alturas necesariamente requiere una medida de
3 Este termino es una modificación de la ·comunidad corporativa cerrada ' (Wolf 1957). Esto no qui cn:
decir que volvamos a discusiones marxistas de épocas anteriores sobre el campesinado. sino que el
té1111ino es conocido y designa los rasgos corporativistas de la organi zación sociopolítica comunal en
combinación con lo que l-laJTis ( 1982) llama 'la economía étnica ' .
96 Revista Andina
/. S. R. Pape: Movimientos indígenas y las dinámicas andinas de etnicidad y clase
Autoridad:
~)'egunda A1ayor Jatun Aylh1
,_____,¡ L . I_ _ _ _ ,
DDDDDDD DDDDDDD
!llrnldc Comunidades I Estancias Comun idades I Estancias
El ayllu se parte en dos parcialidades, una superior y una inferior, y existen entre tres y
se is niveles de jerarquía entre el ápex y el hogar individual (Klemola 1997: 8). Un gran ayllu
puede consistir en varios ayllus menores, que son divididos en cabildos que, por su lado, se
fonnan por una o varias comunidades. Cada nivel de la jerarquía tiene una autoridad correspon-
diente. Mientras los niveles más bajos de la organización hasta el cabildo siguen la estructura
de ase ntamiento, los niveles más altos no se vinculan directamente con la organización espa-
cial (véase Platt 1986, Pacheco 1996). Esto quiere decir que al tercer o cuarto nivel sobre el
hogar, la orga11ización del ayllu se vuelve una superestructura política propiamente dicha.< Esto
es un rasgo común en la organización sociopolítica andina (volveremos a este tema abajo).
4 Véase Mendoza et al. ( 1994) para descrirciones detalladas de nueve de los ayllus del Norte de Potosí.
que muestra con claridad la estructura corporativista y las variaciones sobre un tema común.
CSUTC B y CONAMAQ son en la act ualidad las dos organizaciones principa les que
representan a la población indígena campesina en la zo na andina de Bolivia. Las dos está n
organizadas como confederaciones y las dos presentan un programa de promoción de los
derechos indígenas . CSUTCB sustituyó a CNTCB en 1979, en parte para librar la organi za-
98 Revista Andina
l. S. R. Pape: Movimientos indígenas y las dinámicas andinas de etnicidad y clase
c ió n de l patronazgo del Estado (Malloy 1970: 203-208 y 3 10-3 13, Platt 1986, Hern áiz y Pacheco
2000 : 53). Este segundo s indi cato campes ino, desde el primer mom ento se id entificó como
organi zac ión indígena (Strobele-Gregor 1994 y 1996, Albó 1995 y 2003).' Fue creada sobre la
base de l di scurso explícitamente indíge na del movimiento katari sta liderado por intel ectuales
ay maras, de modo que CSUTCB fu e creado como la unión entre la ideología kataristas y la
estructura y prácticas de l sindica lismo (CSUTCB 1994b, Riv era 1987 : 138-140). Dada la te n-
denc ia entre académicos y cooperantes de ver la organización como un mero s indicato
laboral, merece la pena subrayar que CSUTC B se basó en la organización y la epistemología
indíge na desde su fundac ió n.
CONAMAQ también fue creada por intelectua les aymaras (Albó 2004: 22). La organi-
zac ió n se establ eció en 1997 y ha crec ido con rapidez, con la ay uda substancial de las ONG
y d o nantes inte rnaciona les (van Cott 2 000 , Vacacel a 2 005). Difundiendo un di sc urso
marc adamente indigenista y etnicista, la organización trabaja por la implementac ión de los
derechos indíge nas y la ace ptación de prácticas y culturas indíge nas como válidas en e l
mi smo nive l que sus equiva lentes occ identales. Al presente, CONAMAQ está ex perimen-
tando rápidos cambios en lo que concierne a la organización, terminología interna y ex pan -
sión geog ráfica (FAOI-NP 1999, Vacace la 2005).''
FSUTCCH
FSUTCCH es una de las nueve federaciones depmt amenta les dentro de CSUTCB .
Excepto los dos o tres nive les más bajos de organización, su j erarquía sigue la división políti ca
de l país en provincias y cantones. Cada nivel de organización tiene una autorid ad correspon-
di ente qu e rota cada dos años en los nive les más a ltos que e l de subcentral, y anua lm ente en
los nive les más bajos . En la mayo ría ele las provinc ias ex isten cinco o se is niveles de organiza-
ción consec utivamente subordinadas, desde El Comité Ej ec utivo a nive l departamental hasta e l
s indicato comunal. La federac ión consiste en s iete centra lías provincial es que conti enen un
total de 95 subcentrales . Estas, a su vez, se constituyen por la " uni ón de s indicatos comunal es
de sujurisclicción" (FSUTCCH 1997: Art. 18, entrevi sta con G. Yucra). Este es el nive l más bajo
de la estructura organizativa que corresponde con la comunidad rural y es la unidad constitu-
ye nte de la organización, ·'sea ayllus, ranchos o comunidades indígenas" (FSUTCCH 1997:
Art.1. 3). La Figura 2 describe una versión estili zada de la organización.
Como en el caso de l ayllu, desde el nive l de la centra l provinci a l, la organización
s indica l funcion a como una estructura política. Desde e l nivel subcentral y más abajo, ex is-
ten más divisiones en la organización entre su equivalente en la jurisdicción naciona l, e l
cantón, y la unidad de asentamiento, la comunidad . Esto es una indicac ión de que en estos
nive les de organización , e l s indicato campesino funcion a al mi smo tiempo como jurisdicci ón
cle.fúcto en áreas rural es. El nivel de sección no s iempre es funcion a l. ya que cumple !;1
función de rendir la organización fl ex ibl e ante variaciones en e l núm ero de nivel es e n lc1
estructura de ase ntamiento.
5 Véase Slriibele-G regor ( 1996: 1994 ). Hahn ( 19%). Rivera ( l 1)87). A lbú ( 1994: 2004) y Korovki11
(2006) para hi stori as detalladas de CS !JTCl3.
(, Ver Lucero (2006) y Vacacela (2 005) para descripci ones rec ientes de CONAMAQ.
CSUTCB
¡
FSUTCCH
Central Central
Central
Provincial
Provincial
Provincial
//
~~[52]0
\"" / 1 \~
Subccntralcs D
Secc iones
Sindicatos •
El sindicato coincide con la comunidad y abarca a todos sus habitantes. Los tres
niveles más bajos de la estructura, desde la comunidad hasta la subcentral, corresponden a
los del ayllu mostrado en la Figura 1, en su función y en su estructura organizativa. Son estos
tres niveles los que reflejan de forma directa la estructura de asentamiento. El hecho de que
la estructura sindical se base en la comunidad, significa que el papel del sindicato como
organización comunal aborda sus rasgos marcados de reglas sociales y prácticas de toma de
decisión andinas que serán descritas en la siguiente sección.
En lo concerniente a la representación en los niveles más altos de jerarquía, la organi-
zación sindical funciona a través de una serie de asambleas y congresos consecutivamente
subordinados. El congreso ordinario elige el Comité Ejecutivo y decide el programa de
principios y su posición política (FSUTCCH 1997: Art. 19-21; 24) . La participación en el
congreso nacional se determina mediante un sistema de delegación ascendente basado en
listas de participantes de las distintas unidades geográficas en un sistema elaborado en e l
que primero se vota a los candidatos para las listas y después se eligen delegados para
representación en el congreso o para cargos específicos. Un candidato asciende a los ran-
gos de un puesto a otro, según va adquiriendo experiencia (entrevistas con Loayza, G. Yucra,
y Quispe). La rotación de los cargos, el consenso y la ascensión en los rangos son prácticas
establecidas en CSUTCB y parece derivar de la democracia de consenso comunal andino.
NCHQQ
7 Hasta 2006. la organización se basaba en la división política del Estado y s u estructura era idé ntic.1 a
la de CSUTCB. con la excepción de qut: no cubría toda la gcografia del país.
CONAMAQ
Esta estructura sigue las mismas pautas que las del sindicato campesino, con una
jerarquía geográfica, una autoridad correspondiente a cada nivel y una serie de asambl eas
consecutivamente subordinadas (Vaca leca 2005: 19). En cuanto a la estructura organizativ;i ,
la única diferencia es el abandono de la división política del Estado como principio organizativo.
que se efectuó en 2006 . El nivel de marka posibilita la flexibilidad a nivel local como la
sección lo hace en el FSUTCH. Es un término nuevo en lo que es la jerarquía organizativa. En
el Norte de Potosí la marka se puede encontrar dentro de algunos ayllus grandes ( entrevis-
tas con Molle, Z. Yucra,), pero en el presente, el contexto se utiliza para designar una asocia-
ción de ayllus dentro de CONAMAQ .8 Esto sirve como ejemplo de cómo se usa un elemento
de la organización social ancestral en una forma nueva. Como en el caso de FSUTCCH los
niveles más bajos de organización siguen la estructura de asentamiento hasta el nivel de
cabildo . Desde este nivel, hasta el ápex del ayllu, la superestructura política se basa en
asambleas y delegación ascendente que funciona de manera casi idéntica que en el marco
sindical. La Figura 4 describe la organización de NCHQQ.
CONAMAQ
NCHQQ
Markas
/ __ ~
Ayllu
~~~A-y-11-u~~-I ~l~~-A-y-lh_'~~~
1
l
Estructurn Estructura
Estructura
organizativa y organizativa y
organizativa y
política interna política intcrn,1
política interna
con el sindicato campesino, el Consejo Gobernante se reúne cada mes para debatir la estra-
tegia de la organización (Yacacela 2005: 20, 2 1). Aunque NCHQQ se basa en la organización
interna del ayllu, también lo intenta cambiar. Para asegurar la continuidad institucional y
sacar mejor provecho de la capacitación de sus líderes, la organización procura que los
cargos de Segunda Mayor y Jilanqu cambien, de rotar anualmente, a hacerlo cada dos años
(entrevistas con Cuellar, Huaylla, Muruchi , Simón). De esta manera, el ayllu llegará a aseme-
jarse al sindicato donde los cargos más altos que el de subcentral duran dos años.
Entre los cambios más significativos en la estructura organizativa destaca la
formalización de la rotación geográfica de autoridades en los altos niveles de la jerarquía.
Implementado en 2006, la rotación reemplaza el voto entre delegados para e legir autoridades
en el ápex de la organización. La Figura 5 describe cómo QONAMAQ presenta su rotación
interna.
URKUSUYU
ARAN SAYA
UMASUYU
') Véase Pa~e (2006) para un anúli s is que demuestra cómo el idea l de comp lcmentariedad de género
;indino e n s u lünción real. s irve para reproducir la exclusión de la s mujeres de la participación política .
10 Vacaccla observa que la influencia rea l de estas autorid ades es virtua lmente inexistente (Vac;iccl,1
2005 : 29 -30).
11 La mayoría de las o rgan izaciones conti ene una med ida de rasgos corporativi stas cuando t:ubren á reas
gcog.níJi cas ai11plias .
más grandes. Esto refuerza la hipótes is d que es en la organización soc iopolítica loca l en la
que las prácticas políticas ancestrales han perdurado y que las superestructuras ajenas han
ido incorporando los nivel es local es, asimilándolas en med ida variable, cosa que ha ocurri-
do, al menos, desde el Tawantinsuyu (Murra 1975 , 1980).
12 De hecho. el estudio detallado de Moré<: (2 002) que documenta las e laboradas fo rmas de reciprocidild
y las reglas que las gobi ernan se basa en datos de Chuqui saca. dondc la organi zación sindical prevalcu.:.
doce secretarios encargados ele áreas específicas como el medio ambiente o los deportes.
Chayanta, Norte ele Potosí, tiene dos ayllus, Chayantaka y Panakachi. Cuando se realizó la
investigación, este era miembro ele FAOI-NP (ahora NCHQQ), mientras aquel era afiliado al
sindicato campesino. La investigación se llevó a cabo en dos comunidades ele cada ayllu. La
autoridad de la comunidad es el alcalde comunal. También aquí existe una mesa directiva en
cada comunidad. Ambos ayllus se caracterizan por estratificación social formal, con origina-
rios en la cima, agregados en el medio y kan/u runas más abajo en la jerarquía. Esta estrati-
ficación no solamente rige el acceso a la tierra, sino también la paiticipación política, ele modo
que los kantu runas no pueden ascender los rangos ele la estructura ele autoridad.
A nivel comunal la organización formal sirve como nexo entre la comunidad y el
Estado y, ele este modo, ele facto constituye la jurisdicción local. La asamblea mensual ele la
comunidad es la institución política central en las comunidades rurales en toda la región ele
los Andes Centrales. dentro ele los ayllus, tanto como en los sindicatos (Rasnake 1988.
Rivera 1990b, U1ton 1992, Klemola 1997, Harris 2000b y 2000c). Los estudios del origen de la
reunión comunal andina son escasos, pero los hallazgos de Sternfelcl en el Manuscrito ele
Huarochrí sugieren que es una institución precolombina (Sternfeld 2004 ).1.1 Esta es la colum-
na vertebral de la organización local, donde se debaten problemas y donde se toma toda
decisión con..:erniente a la comunidad. Nada se hace sin un debate y una decisión, preferible-
mente en consenso, en la asamblea. Para que una reunión sea válida, una mayoría de los
comunarios han ele estar presentes. Como el hombre casado representa el hogar ante la
comunidad, es él quien atiende la asamblea de su parte.
La asamblea se gobierna mediante una serie de reglas y costumbres que son estre-
chamente similares en Yamparáez y Chayanta con variaciones menores que serán destaca-
das. Internamente, su función es asegurar la cohesión social y la supervivencia colectiva.
Esto incluye resolución de conflictos. garantía de que se observen las reglas sociales, orga-
nización del trabajo comunal, planificación de proyectos de desarrollo y supervisión de los
aspectos colectivos de la producción. Externamente, la asamblea sirve como nexo entre la
comunidad y los niveles más altos de la organización, como foro de discusión de proposicio-
nes políticas del ápex de la organización y la mencionada votación por delegados para
asambleas de nivel más alto. Asimismo, la asamblea sirve como nexo con la municipalidad ,
ONG, y el Estado, mientras que la autoridad comunal representa a la comunidad ante estas
entidades.
La conducta es formalizada: las autoridades se deben tratar con respeto y titular
·'tata" (padre) y la palabra, en cualquier instante, se pide al dirigente o al alcalde comunal.
Existen sanciones, normalmente una multa o regaño público, por no cumplir con decisiones
comunales o no llevar a cabo el trabajo comunal. Idealmente, todos los hogares deben estar
presentes ; si no pueden acudir, deben pedir permiso ele licencia a la autoridad comunal o
recibir una multa por su ausencia. Para que una reunión sea válida, la mayoría de los comunarios
deben estar presentes, ya que las decisiones solamente se perciben como legítimas, si han
1:; Varios estudios sugieren que la cstructurn de autoridad y la identidad sociopolítica de la comunidad
andina son amalgamas de prácticas ancestrales y otras prácticas como las de la iglesia católica. las
instituciones coloniales y el sindicato campesino (Platt 1982. Klemola 1997. HatTis 2000a. Sternleld
2004).
sido sancionadas por mayoría y todos los hombres casados han ex presado su opinión sobre
el tema. 14 Esto quiere decir que, cuando un tem a importante es debatido, todos los hombres
presentes deben hablar, uno tras otro. Esta es una prácti ca que puede llevar varias horas en
comunidades grandes. 1
La toma de deci sion es está firmem ente arraigada en el idea l y la práctica del consenso.
El voto cas i nunca se empl ea, y so lo se efectúa cuando no se llega a un consenso y un a
so lución rápida es necesari a. Cuando ex isten puntos de vista diferentes, los que son capaces
de perseverar en los debates, casi interminabl es, ganan la argumentación, mientras otros
ceden para que se acabe la reunión. Otra trayectoria frec uente es que una facc ión gradu almen-
te gana más personas a su favo r en el proceso, y algunas veces el cambio de ánimos es casi
palpabl e. Las habilidades de leer y esc ribir, el saber ·'habl ar bien" y poder res istir las discu sio-
nes prolongadas son decis ivas en este proceso. Por tanto, los comunarios más fu ertes y con
alto estatu s soc ial, en la mayoría de los casos tienen más influencia sobre las dec isiones
comunales. En el contexto de los ay llus, la palabra de un kan/u runa no vale tanto como la de
un originario. De este modo, como en la mayoría de las soc iedades humanas, el estatu s soc ial
es un fac tor impmtante para conseguir influencia política y ascender j erarquías.
La práctica de consultar con las bases es central en la cultura política andina y forma
pa1te integral de práctica política en ambas localid ades estudiadas. El hec ho de que única-
mente las dec isiones comunales se perciben como válidas, significa que las autoridades
comunales no pueden dictar dec isiones en ningún asunto importante sin prev io debate. A 1
ser preguntados sobre cómo se toman las decisiones, las autoridades comunales invari abl e-
mente responden que son tomadas por las bases. 1' El dirigente o alcalde comunal pregunta
a la asambl ea qué pi ensa, enlista las varias opciones o sugerenci as presentadas, y pide a la
comunidad que decida, rogando que participen todos. Cualqui er dec isión que concierne a la
producción, proyectos de desarrollo y propuestas polític as de los niveles más altos de
organi zac ión se consultan de esta manera con las bases, antes de mandar la dec isión de la
comunidad arriba en la jerarquía o a la entidad relevante . 1
"
14 Véase Pape (2006) act:rca de la parti c ipac ió n o no participación po lítica de las mujeres.
15 Es to es. por supuesto, el ideal. En la rea lidad. en ambas loc a lidades. un pequei'io grupo de comunarios
ti ende a hablar mucho en las asambl eas y dominar las di sc us iones. mientras aproximadamente l,1
mitad de los comunari os so lo hab lan una vez sobre cada tema y una tercera parle de los co mun a ri os
se quedan cal lados.
1e, En di sputas menores entre indi viduos. e l dirigente o alcalde comunal a menudo soluciona e l probli:111.1
1.:011 una deci sión rápida. del mismo modo que de1.:ide unilateralmente sobre las sanciones por transgre-
siones de las reglas soi;iales .
con estas funciones en paralelo con las prácticas comunales internas , independientemente
del tipo de afi liación organizativa .
En ambas localidades, la rotación de autoridades comunales se ll eva a cabo según
principios idénticos, aunque con las restriccione s mencionadas en los ay llus, basadas en su
estratificación fonnal. Todo hombre casado debe servir como autoridad al menos una vez en
su vida. El cargo dura un afio y el ascenso por los rangos se efectúa una vez que el individuo
haya adquirido una medida de experiencia en cargos menores en la mesa directiva, avanzan-
do a dirigente o alcalde comunal, y quizá más all á de la comunidad . En los niveles supra-
comunales, la rotación sigue la estructura de asentamientos dos o tres niveles más altos.
Aquí la rotación se ll eva a cabo con regularidad dentro de cada cabildo o subcentral. Dentro
de la delegac ión en los niveles más altos de l ayllu, la rotación se efectúa entre localidades. Lo
mismo se da en el los niveles más bajos en el sindicato campesino hasta el nivel de subcentral.
En los niveles de organización más altos, donde la organ ización se desvincula de la
estructura de asentamientos. la rotación sigue siendo un ideal que se busca practicar, pero
no en el orden estricto que hall amos en los niveles más bajos de organización. Mientras los
ideales que sustentan la rotación son la colaboración y la imparcialidad, en la realidad entran
en este nivel intermedio otros factores como diferencias políticas y rivalidades loca les. 17 En
cuanto a la ascensión por los rangos, en los ay llu s, los kantu runas so lo pueden ocupar los
cargos más bajos dentro de la comunidad y los agregados rara vez ocupan las posiciones
más altas en la jerarquía del ay llu.
Las mayores diferencias entre las comunidades de ayl lus y las sindica les en cuanto a
la estructura organizativa y práctica política a nivel comuna l son, primero, la estratificación
interna forma l en los ayl lus y sus consecuencias directas para el acceso a la participación
política de ciertos grupos . Particularmente, los kantu runas ven sus derechos políticos
restringidos. Segundo, la jerarquía es más empinada en los ay llus: las autoridades de niveles
más altos pueden anu lar decisiones ele los niveles más bajos y no existe la participación de
las mujeres mientras que en los contextos sindica les no existen ba1Teras formales a su parti-
cipación. En genera l, empero, estas diferencias siguen siendo pequefías variaciones en un
conjunto de instituciones. ideología y prácticas políticas que constituyen un tipo ele organ i-
zac ión político-social común que provee los cimientos del resurgimiento de las instituciones
ancestrales dentro de las organizaciones campesinas indígenas contemporáneas.
17 Esto fue el caso en la FAO I-NP t:n 2000-200 1. tanto wmo en la FSUTCCH. Véase Yacacela (2005 .
p. 2 1) por un a descripción de las rivalidades dentro del CONAMAQ.
les. Por tanto, dond e se crean nuevas o rga ni zaci ones, estas incorp oran la in fraes tructura
soc iopo líti ca de comunid ades ya ex istente en las áreas que penetra n, inc luye ndo sus p rác ti-
cas e in stituc ion es . 18
Como hemos v isto, esta dinámi ca ha res ultado en tres modos de orga hi zac ió n que
existen en va ri as combinac iones según facto res de hi sto ri a loca l, ge ografí a y soci o-c ultura-
les . Primero, e l ni ve l comun a l e inmedi atamente supra-co muna l directamente asoc iad o co n la
estru ctura d e ase ntami ento; segund o, una superestructu ra po líti ca loca l que no correspon-
de directamente a la estru ctu ra ele ase ntami ento, s ino que co nst ituye una o rga ni zac ió n
soc io po lít ica loca l que conti ene vari os e lementos ele la de mocrac ia ele consenso ancestral: y,
tercero, la estructu ra g loba l de la organi zac ión a ni vel departamenta l y nac io na l como CSUTCB
y CONA MAQ que llegan desde fuera e incorporan gru pos ele comunidades.
El ni ve l intermedi o ti ene dos características princi pa les. Aquí se ve cómo la orga ni za -
c ión soc iopo lítica se convierte en superestru ctu ra po líti ca propi amente di cha, y fun c io na
como punto de arti cul ac ión entre e l ni ve l comuna l y la orga ni zac ión co rporati v ista g lo ba l. Es
signifi cati vo que las loca lidades puedan camb iar de afili ac ió n s in qu e la orga ni zac ió n loca l
sea cambi ada. Al mi smo ti empo, e l hech o de que los ni ve les más a ltos se se pare n de lc1
estru ctu ra de asentimi entos en los ay llu s que se quedaro n s in afi li ac ión orga ni zac iona l.
in d ica q ue la orga ni zaci ó n ancestra l se vue lve abstrac ta como superestru ctura. E l hec ho de
qu e estos rasgos tambi én ex istan dentro de l s in d icato, sug iere que esta superestru ctura se
basa en las instituc io nes qu e han perdu rado en va ri as fo rmas.
Tambi én, en lo que respecta a la toma ele dec is io nes, se prod uce un cambi o en e l ni vel
inte rm edi o ele organi zac ió n corporati vista. En e l ni ve l comuna l y sus nive les inm edi ata mente
superi ores, las prácti cas han perdu rado en vc1 ri as fo rm as ele interacc ión con e l Estado y otra s
instituc iones. En e l ni ve l inte rm edi o, las prácticas de la de mocrac ia ele consenso y la o rga n i-
zació n corporati vista, se crea un nexo con la de legac ión corporati v ista y las votac iones en
los cong resos . La de legació n corporati vista está arra igada en la democrac ia de consenso
co muna l. Como hemos vi sto, la rotac ió n y la de legaci ó n se combin an en los nive les más
baj os, donde la toma de deci siones se basa en la democrac ia de consenso. De esta manera,
ex iste una di stinc ión entre la tom a de dec is ion es sobre temas cua litati vos, como la produc-
c ión, p royectos de desarroll o o la pos ic ió n de la comunidad ante temas po líti cos por un lado
y, por otro lado, la e lección de autori dades. Mientras la rotac ión es mandatari a en los ni ve les
baj os, la de legac ió n co rporati v ista en comparac ión con la vo tac ión, se aplica en los n ive les
a ltos de j erarquí a. En e l ni ve l interm edi o se arti cul an los dos tipos de toma ele dec is io nes:
e lecc ión de autoridades y representac ión, de modo que la delegac ión corporativ ista se hace
cont inua desde e l ni ve l comun a l hasta e l ápex de la o rga ni zac ión, a pesar de las d ifere nc ias
cua litati vas entre estos dos ni ve les . Esta din ámi ca r ige las d ife renc ias e ntre los ni ve les
loca les y nac io na les en CSUTCB ta nto como en CONA MAQ, ya que es e l mecani smo
prin cipa l de la fl ex ibilid ad conte mporánea de la orga ni zaci ón soc ia l andin a.
Merece la pena destacar qu e la es pec ifi c idad de la orga ni zac ión com una l andin a se
basa en la agri cultu ra de subs istenc ia. La re produc c ió n cotidi ana de la identid ad étni ca se
18 Esto parece haber ocurrido c uando el si nd icato incorpora ba comun idades rurales en distintas regiones
del país entre 1953 y 1985 . que prod uj eron la situación actu;1l.
11 o Revista An dina
l. S. R. Pape: Movimi entos indíge nas y las dinámicas andinas de etnicidad y clas e
vi11 cu Ja estrec hamente con las prácticas agríco las y su s ig11ificancia omnipresente en la vicia
ru ra l. Su cul tura políti ca se basa en las estrateg ias de supervivencia y las prácticas po líticas
cotidi anas son estrech amente vin culadas a estas. Por ta11 to. a ni ve l loca l, las identid ades de
"' indíge11 a" y "camp es in o", esto es los as pectos étnicos y socioeconómicos de este grupo
soc ial. son dos caras de la mi sma moneda. Esto signific a que la represe ntaci ón de intereses
e11 términ os rea les conll eva ambos as pectos, sea en CSUTC B o en CONAMAQ . En sum a. en
los A11cles bo li vianos se r parte ele una comunid ad ru ra l es se r ca mpes in o y ser in cl íge 11 a en l:1
misma mecl icl a.1'' Por tanto, desde un punto ele vista rural, la representac ión el e clase y ele
etni ciclacl. en efecto, es lo mi smo. Esto qui ere dec ir que en lo que respecta a la representac ión
de i11tereses no ex iste un a dife rencia intrín seca e11tre las dos organi zac iones. qu e oper;in
cle 11 tro del espectro soc io-ét11i co dond e los marcadores de cl ase y etni cid ad se e11trelazan. La
flex ibili dad de la organi zac ión ancl i11 a y la i11serció 11 ele comun idades, ay llu s y estru ctu ras
soc iopo líti cas parciales en superestructuras nac ionales res ultan en las observadas s imilitu-
des entre las orga11izac iones a ni ve l base y en el ápex respectivamente, mi entras las difere n-
cias se hall an entre estos niveles dentro de cada organi zac ión.
Oe11tro de ambas organi zac io11es estudi adas se está efectuando un resurgimie11to y
rein ve nción de prácticas políti cas y sim bó li cas ancestra les. El funci onami ento ele las institu-
cio11 es políti cas es parti cul armente importante para en tend er este proceso, ya qu e consti tu-
yen las pautas so bre las que se basa el reconstructi vis1110 contemporáneo ele las práct ica s
po líti cas ind ígenas en los ni ve les 111 ás altos ele la organi zac ión. En la pugna entre di stintas
orga ni zac iones y sus facc iones i11ternas por representar a la pobl ac ión e id entidad inclíge-
11 as, se efectúa una redefini ción de la tradici ón en la qu e nu evos títulos y costu111bres so11
cre;idos segú11 las práctic as de los ni ve les 111ás bajos de organi zac ión que ahora son introdt1-
cid as en los nive les altos. Esto in dica que la cultu ra ancestra l 11 0 es un a se ri e ele cu ali dades
o entid ades tij as : como roel a identid ad . es re lati va y en movimi ento constante.
Gran pa rte de la diferenciac ión activa se produ ce a nivel di scursivo. De hec ho. l:1
prcse ntaci ó11 ideo lóg ica y las demandas son las di fe rencias 111 ás aparentes entre las CS UTCB
y CON AMA Q, ya que este ha ga nado terreno so bre la base de un programa alta111ente
in dige ni sta y rec onstructi vista. Aun en este ámbito, ex isten s imilitudes cl aras ya que las dos
organi zac iones muestran una mezc la de di scurso indigeni sta/utopi sta, soci ali sta/marxista y
anti capitali sta (CONA MAQ 2007, FAO I-N P J999, CSUTC B 1994" y 1994 b, entrev istas con
Cuell ar. Qui spe, G. Yucra)_ll> El ejempl o más claro de esto es el obj et ivo de CO NAMAQ ele
rec rea r el (jollus11y 11. Esta mi sma demanda fu e propagada por Fe lipe Qui spe, el ·1\1/ullku ' .
cuando fu e dirigente máx im o de CSUTC B a principi o de esta década. Se puede argüi r qu e la
mayor diferencia en este respecto es que el CONAMAQ ha empezado a rea lizar este propó-
sito con signifi cante ay uda institu cional y fin anci era ele ONG intern ac ionales y donantes
(Van Cott 2000 , Vacacela 2005 ). Esto no signific a que no ex istan di fe renci as sociales y cultu-
1') El ll: rmin o ..p nnpes ino-inuígcna··. que ahora es gc ncrahm:11tc accptauo en este campo de estudi o.
d..:sc ribe este hecho. Albó. qu e creú d t~rmino. observa quc -- 1a poblac ión inuígena" y -- Jos campes i-
nos .. constituye n un grnpo común en cuanto a historia. cultura. y soc ioeconomí a (A lhú 1997: 9-1 O).
20 Otro ejemplo de esto es el Movimiento al Socialismo (M /\ S) que es generalmente aceptauo como un
partiu o indigenista. Hacer equi val er las pnícticas ancestrales con el socialismo es común en los Andes
Boli vianos.
rales entre las dos organizaciones y las áreas geográficas que representan , ni que no tenga
importancia qué tipo de organización prevalece en áreas rurales. Más bien, este análisis
señala que, aunque la población indígena andina ha pasado por varias experiencias hi stóri-
cas, económicas y organizativas, comparte una serie de rasgos comunes que se manifiestan
en variaciones sobre un tema común. Por eso, sería incorrecto suponer que una localidad, o
su organización representativa legítima, sea más "auténtica" o indígena que otra.
Co11clu.\'io11es
so n los mi emb ros o futuros mi emb ros mismos. E l estu dio el e los mov imi entos indíge nas
requiere la examinac ión minuciosa de sus prácticas concretas en su contexto específi co
hi stórico, soc ia l y cultu ra l. En e l caso boliviano, los datos indican que las orga ni zac iones
indígenas, aunqu e representan sectores soc ia l y económi camente exc luidos, son parte ínte-
gra de la estru ctura el e la soc iedad y prese ntan un a hi stori a común , re fl ejada en marc adas
s imili tudes en estru ctura o rgani zat iva , representación y toma de decisiones .
l. S. R. Pape
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Entrevistas citadas
Resumen
El info rme elaborado hac ia 161 2 por el tesorero de Potosí está basado en su experien-
cia directa, así como en la consu lta formulada a diversos obispos, mi sioneros jesuitas y al
protector general de indios del Perú. Sefiala las cau sas y razones del "estado temporal y
espiritual" de los indios del Perú y propon e remedios para su buen a conservación, aumento
y cri stiani zación.
Abstract
Lo hallé cas ua lme nte en 1991 y lo di a conocer ora lm e nt<.: por prim era wz en e l Em:m:ntro dt:
Latinoamer icm1i s tas. ce lebrad o en dicicmbrt: de 1995. e n Sevi ll a. Aunque he ras treado cuantos datos
he pod ido sobre e l autor. tan so lo pretendo di fundir e l documento s in entrar en mayores aná li sis que
dejo para los especia li s tas.
points the causes, but he also gives information about the "temporal and spiritual state" ol"
the lndians in Peru and sets out a set of cures for its safeguarding, growth and Christiani zation.
Kcy words: The one who visited the lndi ans, Chucuito , Poto(;i, lndia11 s.
Christianization, Treasurer, mines, rush.
El presente documento forma paite de los numerosos informes elaborados por mi em-
bros del clero y del gobierno civil para dar cuenta de la realidad americana. Olvidado por la
comunidad científica, se publica por primera vez con la intención de facilitar documentación
útil para conocer la mentalidad, pragmática y solidaria a un tiempo, de los protagonistas de la
administración indiana, en su relación con los indios.
Forma paite del manuscrito 511, nº 4 "Tocante a las cosas del Reino del Perú" y su
título completo es
RELA CIÓN Y cosas del !'erú, hecha pur don Luis de Quiiiones Ossorio.
tesorero de Potosí sacuda de la larga experiencia c¡ue tiene de aquel reinu
y de la comunicación con personas muy graves y experimentadas del espe-
cialmente de una relación de los obispos de Cu::co. Quito y Popayún, y del
protector general del Perú y de los !'adres de la CompaPíía de Jesús. Dirigi-
da a su Excelencia del Seiior Duque de Lerma.
Está comprendido entre las páginas 108-119 por las dos caras, y se guarda en el
Archivo de la Biblio1ern del Colegio Santa Cru: de la Universidad de Valladolid. 2
Datmi bio¡.:rt~fico.\·3
Conocemos datos ele un Luis Osorio ele Quiñones natural ele San Rom án ele la Ribera
(León) e hijo de Diego Osorio y de Catalina ele Yillagóm ez. Pasó a Indias el 17 ele febrero c..le
1569 como criado de los quince franciscanos que envió al Perú Fray Luis Zapata. Fue nom-
brado juez receptor de las cobranzas de la tasa que pagan al rey los indios de la provincia de
Chucuito en Potosí. En el nombramiento fue decisiva la intervención del virrey don Franci s-
co de Toledo que, en su visita a Chucuito, conoció que Osorio era ·'ele buena cuenta y
2 El único hi storiador del que tengo noticia alude a este documento. aunque sin citar la f'uenlc. es el
infatigable P. Rubén Vargas Ugarte en Manual de estudios perua11i.1·tos.· "Aiios antes (a 1626) ha<.:ia
imprimir t:n Madrid su Relación del E1·wdo y Cosas del Piní . d tesorero de Potosi. D. Luis Quiiio11cs
Osorio. en donde desenvolvía dos puntos: uno. el estado la1111.:nlablc de los indios en lo es piritu al y su
remedio y otro su situación temporal. espt:ciahm:nte en lo que toca a su di s1ni11uciú11 .. ( 188-1 X'>) .
3 A pesar de huscn r <latos de nuestro protagoni sta en di versas fuentes y recientes publicaciones co1no el
·'Diccionario hiográ/ico espa1101··de la Real Academia de la Histori a de Espaiia http://www.ralu:s1
cdeb.htm. apenas st: aportan datos. Un,1 dt: las escasas mem:ioncs li gura en Catálogo ( 1980 : 359).
l-l e111os rn contrado otra refe ren cia de un Lui s Osor in de ü ui11 011es. antiguo due110 de la hacic1Hb
Ya rabico en el Val le de Mnquegua. por conces ión del virrey 1:ranc isco de Toledo y qu e posteriormente
scni propi edad de Pedro Hurtado de Mendoza y /\na de Chat1nyén. A.G.N. Titulo de Prop iedades. ,11H>
165 3. Legajo 15. C.3 17. IT.88.
En la f3iblioleca Nac iona l de Madrid se co nservan las ord enanzas reales dadas. Secc ión .. Manuscritos..
n" 3045. folio 328. Citado en l'.1z ( 1933 : 328).
(1 /\s í lo 111an ili eslan los licenc iados Cepeda y Lopidiena en carla al Rey. desde La Plata. 3 1 de diciembre
de 1586: Cuando el vi rrey don Franci sco de Tol edo visilú Chucuito nombró a .. un Luis Osorio de
ü ui11 oncs que por ser de buena cuenta y ra zón y haber res idido en aquella provincia se sat is li zo el
virrey que In h,1ría con d ili gencia y as í lo h,1 hecho desde entonces y, aunque al virrey don Martí 11
Enr iqucz le import un,iron por es te o li cio. no lo qui so pro vee r en otra perso na. pm esta r enlcrndo
cu.in ncces,irio era el Lui s Osorio para ell o y se lo co nlirirn\ y lo mi smo hi zo esta audi enc ia cuando
gobernó su di strito··. Citado en Lcvillicr ( 1922: 287).
7 Real Cédula. 9 de septiembre 1595 Coleccirin (1885-1 ')32: 52-5 ).
8 /\rchi v,\Nac ion,il de Boli via. Regis tro de escrituras. T 62 . 1:clipc de Godoy 15 97. Cit,1do en <..i lave
( 1998: .,O).
l) Archi vo Genera l de Indias (dl'. almr,1 en ade lante /\C.i l) . Contratación. 5792. L. 2. F. 22 1-2.
10 /\C.i l. Indi fe rente Genera l 2 103. 11. 49.
11 AG I. Lima 34. Citado en Glave ( 1998: 27-3(1).
12 La Plata. 8 de octub re de 1(100. Citado en Levillier ( 1922: 454).
Entre los escasos datos biográficos encontrados, parece que en 1602 se encuentra en
España. Así se contempla en un memoria l de cuatro de julio por el que pide licencia para
poder vender 28 barras de plata recibidas en los galeones recién llegados de Indias. El
producto de la venta iba destinado a pagar sus deudas. a pesar de haberse 'obligado a
labrarlas en la Casa de la Moneda de Valladolid . 13
Tras su función de tesorero o contador en C hucuito. es nombrado gobernador de
Tucumán a comienzos del S. XVI l. Uno de los hombres clave de la gobernación de Tucumán.
el obispo Fray Fernando de Trejo y Sanabria, que trató personalmente a nuestro protago ni s-
ta, le caracteriza como persona celosa, prudente , virtuosa y cristiana.
El I de enero de 1604 infonna de la recepción de una caita desde la ciudad de Va ldivi a,
firmada por .Juan Casas, con la noticia de haber llegado cuatro navíos de enemigos piratas en
e l antiguo emplazamiento de la ciudad donde levantaron un fuerte y tomaron el navío ele
aviso que habían mandado para el Virrey. Otras cartas le habían alarmado con la presencia ele
30 navíos de corsarios junto al Estrecho.
A raíz ele informar sobre la fid e lidad de sus so ld ados, nos aportará datos de interés
sobre la visita realizada para quitarles el serv icio personal:
1] Archivo General de Simam:as: Conse jo de Hacienda. 420. c. 29. r. 1. A es ta ciud,1d se las re111ili1i e l
genovés Gerónimo 13urón. desde Sevilla. y las cobró por poder.
14 AGI. Charcas. 16. R. lJ. n. 74.
Otro testimonio relevante nos ofrece desde san Miguel de Tucumán, Gregorio Martínez
Campuzano, escribano mayor de gobernación en Tucumón , confirmando el 30 de diciembre
ele 1613, que el gobernador, Luis de Quifiones Osorio, ·'va haciendo en la ciudad de espaí\o-
les y pueblos de indios" la visita tal como reglamentó Alfaro en sus ordenanzas:
Waldemar Espinoza Soriano analiza un documento que nos infonna bien tempranamen-
te sobre la problemática laboral ele los indios del preciado cerro potosino. El texto se abre con
una declaración del Pacificador La Gasea, de 9 ele julio ele I 549, por la que se constata que es
notorio que en muchas partes de las Indias por darles trabajos excesivos se
han acabado sin quedar ninguno; y que en esa su gran número (de] muerto [s]
y destruido y que no se pusiese remedio se acabarían del tocio en gran ele
Sin duda que tuvo presentes, entre otros, los s iguientes documentos, tan cercanos
en la forma y el contenido a la relación escrita por él. Cronológicamente y antes de su escrito
tenemos los siguientes:
1594 marqués de Cañete: " Defensa de los indios contra los excesos de los corregidores" .
1596 '' Relación de agravios que reciben los indios del Perú" .
1599 ·' Parecer de los Jesuitas de Lima sobre el repartimiento de indios a las minas que de
nuevo se descubrieren". 17
1600 Francisco Coello: " Defensa de los indios contra el trabajo forzado de las minas''.
1601 Real Cédu la e l 24 de noviembre sobre el servicio personal de los indios. Se dictan
normas para reprimir los abusos que se cometían por el uso indiscriminado de los servi-
cios personales que prestaban los naturales, de tal suerte que estos pudiesen gozar de
todas las prerrogativas que les asistían como súbditos de pleno derecho, libre de toda
esclavitud y servidumbre .
1603 A lfonso Messía Venegas redacta un memorial sobre la Real Cédula anterior.
1603 Documento del doctor Pedro Muñiz, deán de Lima.
El Virrey consultó a una Junta sobre la aplicación de la Real Cédu la. La opinión , en
general, daba que una reforma tan radica l comportaba para el Estado mayores pe1juicios
que ventajas. Yelasco intentó aplicar lo que estuviese de su parte en bien de los natura-
les. Así prohibió bajo penas severas el utilizar a los nativos para transportar cargamentos
mercantiles de un lugar a otro y se creó un juzgado privativo para los litigios en que los
naturales fuesen parte y que serían ventilados en primera instancia.
1603 Diego Torres escribe su primer memorial sobre la perpetuidad de las encomiendas.
1603-4 Diego de Torres escribe su segundo memorial sobre el recto gobierno de las
Indias.
1604 Fray Miguel Monsalve: ·' Reducción del Perú y de todas las Indias" (Avisos al Rey
Felipe 111 para la conservación de e llas).
1604 Fray Miguel Agía: "Tratado y parecer sobre el servicio personal de los indios del
Perú" . Contiene una resolución fina l según la cual era impos ible poner en práctica lo que
mandaba el Rey sin perjuicio de los intereses caste ll anos en el Perú .
1609 Disposición de Felipe III sobre e l servicio personal de los indios en la que práctica-
mente se revocaba todo lo preceptuado ocho años antes. Se autorizaban nuevamente las
asignaciones de nativos para labrantíos, pastoreo, explotación de minas, obrajes de lana y
algodón. Se reafirmaba, en cambio, la prohibición de imponer tal servicio como castigo, as í
17 Un buen estudio acerca de la protecciónjurídica del indio. rnn hincapié en la posición de la Compa11ía
de Jesús. en Aldea (Lima. 1993).
1621 P. J. de Arriaga: ·'Extirpación de la idolatría de los indios del Perú y medios para su
conversión" .
Caciques de Chucuito: ''Memoria l al Virrey del Perú acerca de los muchos indios que se
destinaban a las minas y daños que sufrían" . 1
1623 ·'Discurso sobre las desgracias y neces idades de los indios" dirigido al Rey.
1629 Parecer de Pedro de Oñate sobre las minas de Huancavelica.
1634 Fray Bernardino Cárdenas: ·'Agravios de los Indios" . '' Memorial y relación de las
cosas del Reino de Perú"
1657 Juan de Padilla: "Trabajos, agravios e injusticias que padecen los indios de l Perú en
lo espiritual y temporal" Marzal ( 199 1: 99-102).
A todos ellos hemos de añad ir los esc ritos teológicos y jurídicos de l P. Las Casas y
P. Acosta, junto con los documentos oficia les emanados de los sínodos y conci li os. 1'
El documento que presentamos comienza con un resumen del conten ido estructura-
do en dos partes:
Causas y razones del estado espiritual de los indio s y remedios de su cr istianizació n.
Estado temporal, raíz de su di sminución y los medios para su buena conservación y
aumento.
La justificación de su informe queda exp lícita al final del documento:
Y de todo lo cual se infiere la obligación que tienen los que esto saben y han visto y
experimentado a dar cuenta a SM y su consejo de donde ha de salir el remedio, del cual depende
la salvac ión de tantas almas, la conservación de un reino tan impo1tante y así no se atribuirá a
atrev imiento lo que es precisa obligación de concienci a y de que esta sola y el ce lo del servicio
ele Dios nuestro señor y de SM y bien de los indios haya sido el motivo y fin de esta relac ión
sábelo el Sefior a quien remite el juicio y se le sup li ca alum bre y enderece el remedio.
Primera parte:
1X Para cotejar las distintas mentalidades en Lomo de l servicio personal. nos parece de l múximo interés
la obra de Zavala ( l ')78) en la que se recopilan y extractan los documentos más importantes sobrc e l
asunto que nos ocupa. De dla nos servimo:;. en parte. para la presente ,;n umeración. de la qut:.
dcsgraciadamt:ntc. está ausente nuestro inform e.
No obstante, todos están bauti zados menos los calchaquíes. Su práctica cristiana es
exce lente a pesar de la poca formación doctrinal.
Segunda parte:
Re medios:
Que fuesen voluntariamente
1') Se enti ende por .. trajines" los recursos económicos indíge1rns para e l transporte de las mercancías a
largas di stancias.
Reducción de pueblos en torno de Potosí; darles chacras, subir los jornales, bajar el
quinto regio, traer negros de Brasil , remediar las borracheras, no se les venda la poca ropa
y carneros ...
Se consulte sobre las minas de azogue.
Qu itar agravios en minas, trajines y obrajes, servic io de tambos ...
Tratar bien a los indios para evitar que las indi as finjan que sus hijos no lo son de indios
y los vi sten como españo les; para ello, se debería prohibir aprendiesen oficio alguno y
que tampoco sirviesen a los españo les; que los mesti zos se vistan de indio y paguen la
tasa y los españo les el diezmo .
Innumerables agravios de los corregidores en trajines, granjerías, impidiendo las semen-
teras y que las indias den de comer y vestir a sus maridos e hijos.
Es partidario de que se quiten los corregidores, ya que la tasa la pueden hacer los
caciques y la defensa la pueden hacer los encomenderos. La so lución parece estar en la
perpetu idad de las encomiendas.
Pide, por último, que los virreyes visiten el Perú de Lima a Potosí y que "el medio más
proporcionador para atraer al conocimiento de Dios y Corona de Castill a tanta multitud
de provincias con innumerables alm as de ellas es alivi ar a los indios del Perú de tan
inmensas cargas y trabajos como tienen".
[ 108] RELACIÓN del estado y cosas del Perú, hecha por don Luis de Quiñones
Ossorio, tesorero de Potosí sacada de la larga experiencia que tiene de aque l reino y de la
comun icación con personas muy graves y experimentadas del especia lmente de una relación
de los obispos de Cuzco, Quito y Popayán, y del protector genera l del Perú y de los Padres
de la Compañía de Jesús. Dirigida a su Exce lencia del Señor Duque de Lerma. Arc hi vo de la
Bibli oteca del Colegio Santa Cruz de la Universidad De Valladolid. Manuscrito 5 11 , nº 4
(Tocante a las cosas del Reino del Perú pp . 108-1 19). 2"
Contiene dos puntos: uno, el estado de los indios en lo espiritua l, las causas y razones
de ello y los remedios para su cristiandad; el segundo, el estado de los indios en lo temporal.
las raíces de su disminución y los medios para su buena conservación y aumento .. . Los indios
de aquellas provincias son tan mansos y sin defensa, que se suj etaron al yugo de los españo-
les y del evange lio con tanta facilidad como se sabe de la hi storia del Perú y de la Relación que
dan los conquistadores, y están tan súbditos que conquistarles muchos españo[les], hacien-
das, muj eres y hijas y aun las vidas y recibiendo generalmente tan continuos agravios. no
so lo se ha entendido de el los que hayan procurado sacudir el yugo de sus cervices como
otras muchas naciones menos agraviadas y más acariciadas y bien tratadas han hecho, pero
convidados y incitados a el lo como aconteció en Quito y otros alzamientos, no hubo quien de
los indios acudiese a ello y están tan sujetos y rendidos, que sirven a los negros esclavos y
los llaman señores y los esclavos a ellos los llaman perros y los tratan como tales y los
maltratan y azotan etiam a los mismos caciques e indios principales, y lo que más admira es
20 El presente mtículo pretende tan solo pre~cntar y divul gar el contenido del uocumento. actua lizanuo
completamente su grafia y prescindiendo <.J e las usuales nom1as de transcripción que toda edición crítica
requiere.
que siendo estos agravios tan notables y graves, aun no se saben ni osan quejar a lo cual a la
verdad, les mueve también la larga experiencia de que con sus querellas y quejas no sacan los
miserables otro remedio que nuevos agravios y malos tratamientos y costas.
Son tan pobres los indios cuando declaran su traje que es un saco de la rodilla al
cuello y hombros y sus comidas que lo ordinario son legumbres, maíz y raíces guisadas con
un poco de sal y agua y alguna carne mo1tecina, porque raras veces matan ellos alguna. res
para comer y los más, aunque quieran no la tienen; sus camas es el suelo duro y húmedo y
cuando tienen mucho [ 108v] regalo y comodidad es echándose sobre un poco de paja; las
casas son bajas de manera, que muy de ordinario es menester entrar como a gatas muy
inclinado el cuerpo y en pocas puede una persona estar en pie, y siendo las casas tan
pequeñas como bajas, en ellas tienen sus camas y habitación y fuego en que aderezan de
comer y su ajuar que lo ordinario es algunos cántaros y ollas viejas y jamás encienden
candela para alumbrarse, sino es algún enfermo estando muy malo; las sales de que usan son
un poco de pimienta que llaman de las Indias para el maíz o la carne dicha o algún pescadilla
que alcanzan y de una tierra al modo de greda usan de muy de ordinario para comer las papas
que son unas raíces como criadillas de tierra y lo que más es que aunque están enfermos
comen estas mismas comidas y cuando mucho, alguno que tenga algo más, come alguna
mazamorra hecha de harina de maíz que es a manera de puches 2 1 y casi no tienen uso de
medicinas algunas. De lo dicho, se infiere bien cuán pocas y flacas fuerzas puede tener gente
tan poco robusta y mal mantenida, porque aun de lo dicho tienen algunos tanta pobreza que
generalmente limpian los indios los pesebres de las cabalgaduras de los pasajeros de espa-
ñoles a quien sirven, para coger algunos granos de maíz que sobran y los alcanzan y recogen
de entre los pies de las cabalgaduras para comer ellos; y en este género de pobreza y miseria
había tantas particularidades que contar, que fuera la relación muy larga. No solo andan los
indios y sus mujeres a pie y descalzos o cuando mucho algunos traen una suela de cuero
pequeña que no toman más de la planta del pie sin llegar a los dedos, pero desde tres o cuatro
años las mujeres y varones van cargados de sus comidillas y alguna olluela en que guisar y
algún vestidillo viejo y pobre o otras cosas a este tono y a veces de cargas muy pesadas, así
varones como mujeres, las cuales si tienen alguna criatura que crían, la llevan en una cuni lla
a cuestas sobre la carga y con todo muy de ordinario van hilando, porque no tienen tiempo
para tanta multitud [ 109] de ocupaciones como tienen. Una india casada que cría sus hijos
hace de vestir y de comer para sí y para su marido e hijos y sirve al corregidor, al cacique, al
sacerdote y a los pasajeros, y suelen hilar para hacer ropa a los corregidores, que un trato
infernal y granjería que el demonio y la codicia de los corregidores ha inventado, y de esa
manera suelen estar las pobres indias ocupadas en esto, que no pudiendo los días de entre
la semana cumplir con estas tareas, se acuerdan las fie stas para ello. como se diní en el
capítulo de agravios de corregidores, pues gente tan flaca y mal mantenida y pobre, con solo
su sudor ha dado tan grande riqueza como de los reinos del Perú ha venido, que solo del
cerro de Potosí han venido 300 millones y más en menos de 40 afios que se labra e~ta gente
tan miserable, ha dado a la nación espafiola la mayor riqueza que jamás ha habido ni alcanza-
do una nación de otra, estos indios los reciben y sirven en sus propias tierras no solo como
esclavos, pero como esclavos sin recibir por su servicio el sustento y vestido y defensa
necesaria que cualquiera nación por bárbara que sea da a sus esclavos, antes padeciendo los
más inmensos y generales agravios y malos tratamientos que nación ha padecido como se
colegirá de esta Relación . 1
El estado que tiene esta miserable gente en lo espiritual , vini endo al primer punto de
esta relación es que por la misericordia de Nuestro Señor casi todos los indios desde Santa
Marta a Chile están bautizados y no digo todos, porque de más de algunas naciones aparta-
das del comercio de las reducidas que no lo están ni tienen luz del evangelio como los pijaos,
manaríes, pelcozones, chunchos y caicingas, mojos y otras muy muchas provincias con fines
de Santa Cruz, Tucumán, Paraguay y Brasil. En la provinci a de Tucumán hay una nación que
se llama calchaquíes que aunque sirvan a los españoles no están bautizados por pura inte li-
gencia de los gobernadores y los demás que los tienen de cargo; que con ser facilísimo el
reducirlos fundando cerca de ellos un pueblo de solos treinta vecinos con que les podrían dar
ministros del Evangelio, con seguridad no lo han hecho y así se están en su infidelidad y se
van [ 109v] muchas almas al infierno ; y de esta manera hay otras muchas provincias vecinas
al Paraguay, Tucumán y Santa Cruz de la Sierra, pero ninguna tan fácil de reducir y traer al
Evange lio como la sobredicha de los calchaquíes que desean ser cristianos y si rven como se
ha dicho; fuera de estos se hallan otros que lo son siendo sus padres cristianos que , o por
temor de los curacas o por no tener que les dar las madres dejaron de bautizarlos, de los cuales
se topan muchos buscándose con celo y suficiencia de lengua; algunos indios hay en Quito,
Lima, Guamanga, Cuzco, Arequipa, Co ltaguas, Jauja, Chucuito, Chuquimbo, Potosí, Tucumán ,
Sana Cruz, Santiago de Chile, los cuales por haber sido doctrinados de personas celosas y
que saben bien la lengua tienen conocimiento de Dios y viven como cristianos confesánd ose
a menudo y algunos comulgan y tienen tan olvidadas las idolatrías y supersticiones y cos-
tumbres antiguas como cristianos muy antiguos, pero estos son pocos y lo general como
está dicho, casi todos los indios están bautizados en las dichas provincias, solo tienen de
cristianos el bautismo y las costumbres son de gente sin conocimiento de Dios que tienen sin
duda poquísimo y de la doctrina tienen tanta ignorancia, que casi a los más que se confiesan
es necesario al principio catequizarlos en los misterios principales de Nuestra fe , sin cuyo
conocimiento y noticia ni se pueden sa lvar ni confesar y lo que más debe lastimar es que no
tienen los pobres la culpa de este daño como se dirá luego ; y que sea esta la disposición y
estado de los indios en lo espiritual y que por ello se condenen millares de mill ares de ell os
dícenlo casi todos cuantos prelados y religiosos graves hay en el Perú y los tratan y en
particular los obispos del Cuzco, Quito y Popayán en una relac ión y memorial que envían al
Consejo lo dicen al principio. [ 11O] Las raíces de estos tan graves daños y ruin estado de la
cristiandad de los indios son muchas y diciendo las principales a que los más se deben
red ucir son, la primera, el mal ejemplo de los más espafíoles que allá pasan que como muchos
son hombres facinerosos y que por sus malas costumbres no cupieron acá , se van al lá
huyendo de la justicia y con la poca que hay allá no mudan las costumbres, antes se empeo-
ran en el las y van engendrando de sus bestiales comunicaciones con las indias hijos de
maldición, bestiales en todo y que como sabe n las lenguas de los indios y andan entre ell os.
les hacen grandísimo daño con los malos ejemplos y malos consejos que les dan y aunqu e a
vuelta de esta gente viciosa y perdida pasa alguna honrada, nobl e y bien inclin ada como es
tanto menos que esotra, no puede ser levad ura para sazonar tanta masa corrupta.
La segunda raíz y causa de este dafio espiritual de estos indios es la genera l apren-
sión y malos tratamientos que padecen y en parti cular las ausenci as continuas de sus
pueblos y doctrinas por mucho tiempo, con lo cual no oyen casi todo el afio ni toda la vida
serm ón ni as isten a la doctrina y así olvidan lo qu e saben y todo cuanto les han ensefiado . y
topando con algún hechicero que los ensefien los ritos e idolatrías antiguas vanse fácilmen-
te tras ellos con la ignorancia de las cosas de Nuestra fe y el poco afecto que tienen al
evange li o por culpa de los que con costumbre o doctrina se lo habíamos de ensefiar, y así la
tercera raíz de este mal es en particular el mal ejemplo de algunos sacerdotes que no yendo a
las Indi as a buscar almas si no pl ata, no cuidan de otra cosa y así no procuran de aprender la
lengua de los indios siendo tan necesario el saberla para darles luz del Evange lio; y esto es
ele manera que son muy raros los que saben la lengua para predicar a los indios y aun para
confesarlos y rarísimos los que de ord inario les prediquen y de manera que de Quito a
Tucumán de Chil e que son los extremos ele aquel rei no no sería [ 11Ov] encarec imi ento dec ir
qu e no hay 50 sacerdotes que de ordinario prediquen o puedan predicar a los indios ; y ele
estos pocos los más son religiosos y de estos, los que están en doctrinas y algunos de los
pocos que pueden hacer esto y lo desean hacer esto y lo desean hacer, no lo hacen por estar
ausentes los más de los indios con minas. traj ines, y a lo que dirán algunos que como
hab iend o pasado al Perú algun os prelados tan principales y celosos, no se han remedi ado
estos dafios de los ruin es mini stros, se responde que algunos ele los dichos obispos han ido
muy viejos y no han podid o visitar sus obispados por su persona y se han muerto presto; y
lo que en la reformación del clero suelen hacer se desencuaderna y pierde en el ti empo de las
vacantes. co mo el gobi erno no se reduce a un a persona sola y tal cual conviene.
Otra causa y no pequefia del clafio esp iritual ele los indi os suele ser el mal ejempl o ele
sus cac iques, que como ele sus cabezas y principales suele ll evar tras sí a los demás como a
gente ele poca capac idad y aunque en muchos vicios, clan este mal ejempl o y escándalo muy
particularmente en el de las borracheras, en el cual como más ricos y descansados exceden
más que los otros y as í no so lo no remedian como debi eran este pecado tan perni cioso en los
demás , pero antes son los que les ayud an y convidan a él. y así comenzando los remedios de
los dafios de los indios en lo esp iritual por este postrero qu e no es el menor, uno de los
principales med ios para la cri stiand ad y salvac ión de los indios es el fundar seminarios ele
hij os de caciques, en los cuales se críen los que han de tener estos oficios y gobern ar a los
indios y allí estén algunos afios aprendi endo no so lo a leer, escribir, [ 111] sino la doctrina y
cosas de nuestra fe y buenas costumbres, qu e es un medio tan encomendado de los conci-
1ios y santos y con que tan grande fruto se hace en la iglesia de Dios el día de hoy en la
crianza el e la juventud de otras naciones no menos estragadas y con que los indios tanto
podían ser ayu dados ; y así se ha deseado la in stitución el e estos seminari os muchos afio s lrn
y el Rey Nuestro Sefior que haya glori a lo encomendó y mandó diversas veces; y al prin ci pi o
que se fundó la Universidad de Lima del edificio el e ella se comenzó fu e para este intento, y
con los tres o cuatro mil pesos ensayados que se le aplicasen de renta a cada colegio se
podrían fundai\en Quito, Lima, Cuzco y Chuqui saca de que resultaría uni versa l y general
remed io de las costumbres de los indios, pero rec ibiendo ellos este tan genera l bien de la
mano y libera lidad ele su majestad, tendrían perpetuo y genera l reconocimiento y amor a su
real se rvi cio todos los caciques y con ellos sus indios y Dios Nuestro Sefior sería muy
servid o y la rea l conci encia descargada, de manera que con 16.000 ducados de renta que
serían necesarios y se podrían dar en indios qu e vacasen comarcanos a cada colegio, con lo
cual se podría hacer esta obra tan hero ica de manera que con lo que se da a 4 encom end eros
moderados del reino, si bien se mira se pone el remedio más eficaz y conveniente que parece
haber para la sa lvac ión de los indios y su buen gob iern o y poli cía y perpetuid ad en e l
se rvici o de su majestad con sumo agradeci mi ento y contento general de toci os. El seg und o
remedio ele estos daños espirituales ele los indios depende de los buenos mini stros en lo
espiritual que so n los sacerdotes; estos podí an ser tales con los medios sigui entes:
Iº Que en ninguna manera se dé doctrina y curato a sacerdote ni religioso algun o de
indios sin que sepa la lengua con entera suficiencia para predicar en ell a con facilidad ; y que
la princip al diligenci a que con ellos se haga en el examen sea mand ar los predicar en la lengu,1
dándole no más de un día de término o medio y el tema sob re que hayan ele predicar, porque
el sermón no sea decorado y que esto no lo fíen los prelados de persona alguno , sin o que se
predique en su presencia.
2º Que se les mande a lo s curas predi car todos los domingos y fiestas como el
Concilio tridentino lo tiene mandado, etiam a los curas ele los [ 1 11v] cristianos viejos, y que
por cada domingo o fiesta quejaren de preciar, incurran en alguna pena pec uni ari a porqu e
verdadera mente :a negligencia grande que en esto ha hab id o es una de las raíces princip ales
de la poca fe y cristiandad de los indios.
3º Que pues todas las rentas ecl es iásti cas del Perú sa len del sudor de los pobres indios.
Su Majestad se sirviese el e mandar que las canonjías y raciones de tocio el Perú fu esen para
premiar a los buenos doctrineros que lo hubiese n sido por lo menos de doce o catorce afios con
aprobación de los prelados, virreyes o presidentes y a estos so los se les den, pu es lo dem ás es
de poco provecho para los indios y poco descargo de la real conciencia.
4º Que Su Majestad se sirva demandar favo rece r los colegios, se min ar ios ele los
obispos o con alguna renta más ele los repartimientos o alcanzando de su Santidad, qu e la
cota que se paga de las igles ias y rentas ec les iást ica s para estos seminari os sea mayor,
sup licando lo s dos noveno s pertenecientes a Su Maj estad en tod os se minarios en cada
ob ispado, pues en ninguna cosa se pu ede n empl ear de más importancia para el bien de aquel
rein o y descargo de su Rea l conciencia qu e en esto, pues con so la esta renta provee Su
Majestad a los indios ele curas y caciques cuales so n necesa ri os para su bien espiritu al y los
ob li ga a los unos y a los otros a se rvi r a Su Majestad con entera fid elid ad.
5° Que Su Maj estad mande cerrar la puerta a que no vuelvan a Espaíia los sacerdotes
qu e han sido doctrinantes ele indios , porque con esto se les cerrará también la ra iz de sus
codicias y de ir all á tantos con so lo este fin , para volverse en estando ri cos y así no enti en-
den all á en otra cosa
6º Que las doctrinas y curatos ele dos y tres y cuatro sínodos se den a los reli giosos
mandándoles que vivan conventualmente, porque por lo menos adonde hay dos sínodos y
curatos haya cuatro frailes y a donde tres, se is, y donde cuatro, ocho, y en lugar de estas
doctrinas dejen las de un sínodo adonde está un religi oso so lo con muchos ri esgos y peligros
e inconveni entes con que cesarán los que suele [ 112] haber por parte de los superi ores que
proveen las doctrinas y de los que podrían pasar allá con este principio y pretensión.
El tercero y muy principal de los dafios de los indi os en lo espjritual es remediar las
vejaciones que reciben de los espaíio les como se dirá en la segund a parte ele esta re lac ión
más a la larga que se red ucen a los puntos sigu ien tes: Que no pasen tantos al Perú.
2. Que se atajen y remedien las ausencias que los indios hacen de sus doctrinas, con
trajines y otras cosas el ir a servir a las ciudades, obrajes y otras partes y poner en la labor de
las minas. Los remedios que se apuntarán abajo, si conviniere y mandar remediar las demás
opresiones y agravios que padecen de los españoles y especialmente de los corregidores, de
lo cual en grande parte depende el bien espiritual de los indios, como también de los demás
medios que se apuntarán para su conservación .
Es el remedio de las borracheras que es un grave impedimento para que los indios no
acaben de ser buenos cristianos, a lo cual podrían ayudar las cosas siguientes: 1° Mandar
con todo rigor que los caciques que se emborracharen o se hallaren en borracheras o las
consintieren en sus pueblos o parcialidades, sean privados de sus cacicazgos, porque ellos
son solo la causa principal de las borracheras y los que las pueden remediar.
Que a los corregidores y curas que fueren negligentes en remediar las borracheras,
sean castigados y privados de sus oficios.
4º Lo que se ha dicho de los colegios y seminarios de los hijos de los caciques con
que vendrán a remediarse las borracheras en ellos y por ellos a sus indios.
El quinto remedio es el que se le debe poner al mal ejemplo de algunos sacerdotes, lo
primero con el visitar los obispos sus obispados, el segundo, con que en las vacantes de los
obispados haya facultad de Su Santidad para nombrar gobernadores que sean personas
tales que conserven lo que los obispos hubieren entablado y comenzado en refonnación del
clero y doctrina de los indios; tercero, que sean preferidos en las doctrinas los que se criaren
en los seminarios de los obispos y en las canonjías, los sean los que hubieren doctrinado
con cuidado y buen ejemplo como está dicho.
[ 1 12v] Segunda parte. Para tratar de la segunda parte de esta relación que es del
estado que tienen los indios en aquellas provincias en lo temporal y de las raíces de sus
daños y de sus remedios, se supone lo primero, lo que dicen todos los que bien sirvieran, de
que estos reinos de España dependen en gran parte del socorro que les viene de aquel de
Perú, lo segundo es que este socorro y la conservación de aquel reino depende de la conser-
vación de los indios, de él estaba en tan grande disminución que si con brevedad no se
remedia, sin duda se acabará todo, y cuando se quiera poner el remedio no se podrá poner,
porque los indios cada día son menos y las cargas que tienen más como luego se dirá; y que
esto sea así consta por la revista que se hizo en la provincia de Chucuito ahora ha tres años
con Gonzalo Gutiérrez de Figueroa por mandado del virrey, en la cual se halló casi la mitad de
los indios menos, no ser aquella tierra fresca y donde los indios más se solían aumentar y
conservar, y lo mismo se entiende constaría de las demás visitas que se hiciesen ; lo tercero,
que en esta relación no se trata de las provincias del nuevo Reino, Chile y Tucumán, cuyos
servicios personales son mayores y más trabajosos que los de las demás provincias que aquí
se trata y la de Tucumán en particular que he visto es tan consumida que parece no tiene ya
remedio y mi !agro que no se hayan consumido más presto los indios, que por una parte ellos
y sus mujeres y sus hijos han servido y sirven como esclavos y, por otra, ni les dan sus amos
de vestir ni de ~omer. Las raíces de esta disminución y falta de los indios son las siguientes:
La primera, el pasar allá tanta multitud de españoles y aumentarse allá tanto; y como
ni ellos ni sus hijos quieren servir ni trabajar ni poner mano en cosa, y los indios tienen tan
poca defensa y son tan sujetos, sírvense de ellos y consúmenlos con inmensas vejaciones
y trabajos, y como los indios cada día [ l 13] son menos y los españoles y mestizos más, es
imposibl e si este daño no se ataj a poni éndose gran rigor en que no pasen más españoles,
sino que han de consumir todos los indi os con brevedad como han hecho en Santo Domingo
y otras partes de donde se infiere cuán poco acertados van los que juzgan que conviene a
estos rein os y a la conservación de aquellos, es much o comercio con ellos, porque au nque
en las cosas y mercancías sea as í verdad, no lo es sino destrucción de aquel reino el dejar
pasar a él tantos españoles y qu e estos no usen otros ofi cios ni trabajen ; y as í el remed io
sería poner grande fuerza en lo uno y en lo otro y librar a los indios de todos los serv icios y
bien de aquel reino.
La segunda causa y raíz muy principal de la disminución de los indios y tambi én de su
grande pobreza, aflicción y desconsuelo es la carga antigua y general de los trajines de coca,
vino y otras cosas qu e van de Arequipa y Cuzco a Potosí en que anda ocupada la mayor
parte de los indios de aq uell as provinci as, porque rec iben en estos los indi os todos los
daños y agravios siguientes:
I". En sus almas, porque andan fuera de sus doctrinas lo más del tiempo, olvidando lo
que sa ben, sin oír Misa ni sermón y muriendo muchas veces sin confesa rse ni recibir la
ex tremaunci ón en sus cuerpos; salud y vida, porque viven en despobl ados, sujetos sin
defensa algun a a las injuri as del tiempo, sin tener much as veces qu é comer ni adónde lo
comprar ni con qué ni tienen quién los cure cuando enfer man; rec iben así mi smo daño en su
aumento, porque como andan apartados de sus muj eres toda la vida, se impide la propaga-
ción y generac ión, rec iben pe1:juicio en sus hac iendas porque se les pierden sus sementeras
con las ausencias y dejan de sem brar y coge r sus comicias, y porqu e no se les dan la mitad de
lo que han men ester para su suste nto, y cuando se les quiebra alguna botija de vino o pierde
algún carnero de los espafíoles se lo mand an [ 113v] paga r y no so lo a como costó la botija Je
vino, sino a como vale en la parte adonde se quiebra ; o en Potosí adonde se ll eva reciben
daño en sus muj eres e hijos porque en estas ausencias viven como quieren; es tan grave esrn
vejac ión y siéntenl a tanto los indios que los que ti enen alguna hac ienda y so n seña la dos
para estos trajines dan 50 y 60 pesos y más a otros indi os y lo que habían de ganar para que
vayan por ellos; se tien en los indios esta sobrecarga de los trajines mucho más que de las
min as y rec iben mayores daños que con ellas y una de las causas principales, porqu e no se
cumpl en las mitas de Potosí ni sirven en ellas otros muchos indios voluntarios, es esta de
and ar tantos indios ocupados en los trajines, los cuales en ninguna manera son necesari os
para el bien del reino porque la coca no lo es para el sustento de los indios y cuando lo fuese
se puede ll evar en mul a, y el vino de la mi sma manera y cerca de Potosí se coge harto vino, y
como los trajines fu ese n de provincia en provincia o de pueblo en pueblo y pagasen bien a
los indios se hallarían voluntarios los necesa ri os, pero co mo los corregidores son los que
entienden en estos trajines y los principales interesados e inventores de ell os no se reme-
dian , aunque la Real Audiencia de Chuqui saca por un a su provisión que está aquí ha manda-
do a ped im ento del fiscal que los indios no se ocupen en trajines ni otros se rvi cios contra su
vo luntad y que se les cié cada día tres reales no se ha ejec utado con habe r habido so bre ca rta.
porque los caciques ni otra persona se atreve n a notifi carl o a los corregidores y porque ellos
y algun os sacerdotes tratan tambi én en estos trajines, y au nque algunos lo han hecho y los
corregidores lo han sabido no lo quieren ej ecutar, como son los principales interesados. El
remedio de este dafío podría ser prohibir con grave rigor estos trajines y servicios y mandar
dar a los indios que los hici eren vo luntari amente lo que la Real Audiencia de Chuqui saca
[ 1 14] ha mandado, y que los indios no pueden salir en ninguna manera de sus provinci as a
otras aunque sea por su voluntad.
La tercera raíz y causa de la disminución de los indios es la vejación que padecen con
las minas, principalmente de Potosí y Huancavelica, en lo cual reciben los daños siguientes
y dejando el principal, como se ha apuntado, de sus almas con la ausencia de sus mujeres y
doctrinas ; el segundo es el ir de partes tan apartadas de 100 y 150 leguas de diferentes
temples y no les dar nada por la ida y vuelta, el ir y a deseis 22 uno habiendo de ir de catorce
uno el trabajar todo el año, no habiendo de trabajar sino cuatro meses, el trabajar de noche y
de día hasta los días de fiesta que son domingos, el ser el jornal que les dan muy corto,
porque cuando se alquilan voluntariamente y no trabajan sino es de sol a sol, ganan cada día
ocho y diez real es y trabajando por cédula. Como está dicho no ganan más que 4 ni aun esos
les pagan siempre, porque no se contentándose los mini stros de las tareas de los indios , les
quitan los dineros dos o tres días de su jornal lo cual es muy ordinario, como también
azotarlos cruelmente, el despeñarse ellos por estar las minas mal preparadas y muy hondas y
no limpias ni las escaleras aderezadas y como no pueden tener fuerza para trabajar tantos es
muy de ordinario cobrar de ellos 9 pesos cada semana por cada indio que deja de trabajar, lo
cual suelen tener los mineros por granjería; y como los indios son tan pobres, les suelen
vender su ropilla y la de sus mujeres y los carneros de carga y cuando les falte esto apremian
a los caciques a que lo busquen y por lo menos que alquilen indios que suplan por ellos, ele
donde nace que siendo los indios tan pocos y los trabajos excesivos y no pudiendo suplir
por los que faltan andando los caciques arrastrados alquilando indios y vendiendo las
haciendas de unos para suplir por otros, especialmente por los que se le huyen, y cuando
alguno parece se cobran de él casi 300 pesos que se han hecho por él de costas en un año y
así es muy ordinario también un indio ele [ 114v] valor de 400 pesos a otro si lo tienen, por que
su pla por él la mitad de un año y más lo que ha de ganar. reciben también perjuicio en que
dejan ele sembrar sus tierras y coger sus comidas que es la principal causa porque no
vuelven la tasa que pagan en Potosí; especialmente los ele la provincia de Chucuito es muy
excesiva porque son 22 pesos corrientes. Reciben estos indios que van forzados a Potosí
otro daño gravísimo que el ser vendidos, lo cual es imposible remediarse mientras así fuesen.
no obstante la cédula ele Su Majestad, dadas ni cuantas se pueden dar porque se hacen
muchas compañías y arrendamientos paliados que tienen imposible remedio, y otras veces
es fuerza que los oficiales reales arrienden los ingenios y haciendas con los indios la cédula
que tienen para cobrar lo que se debe a su Majestad, y otros muchos mineros no pueden
beneficiar si no es arrendando por ser pobres. en lo cual y cuando se venden las minas,
ingenios, virtual y forzosamente se venden los indios por más que se dore en las minas ele
Huancavelica. En particular reciben los indios dos daños muy notables ; el primero, que los
indios se ahogan y mueren en saliendo dentro de 4 o 6 meses y así las provincias de donde
van están consumidas; el segundo, que como no hay cuenta en aquel asiento y la que envían
los oficiales reales de Potosí no suele llegar a tiempo, no se pagan los indios cuando lo h;in
menester por a\1sentarse y las veces nunca y por falta de la paga si huyen y pierden , lo qu e
22 ··y a dcseis": creemos que quiere clt:cir --y a dcci sé is". cifra que contrapone a la de catorce qm: indicll
tl continuación.
en ga nado y de lo dicho se infiere bi en el grande riesgo que corre aquel as iento de Potos í,
faltando de go lpe los indios porque como cada día son menos y los trabajos más, co n la
profundidad de las minas parece imposible poder sustentar la labor que ahora hay much o
tiempo . Los remedios que se ofrecen para que los indi os no reciban tan graves daños y se
acaben y con ellos aqu el as iento son: lo primero, ver si co nvendría que estos indios fue sen
vo luntari amente a estas minas que, aunque a algun os parece que es imposi bl e, a muchos
parece que no [ 1 15]. Y pues la plata que Su Maj estad de all í saca la empl ea en tanto servicio
de Dios nuestro señor y lo es que los indi os vayan vo lun tarios, parece se debe fi ar de la
divina providencia favorecerá este med io el cual se hace posibl e y fác il con los med ios
sigui entes :
Que los indios que ahora están en Potosí y su co marca de mu chas y diversas provin-
cias se aveci nden y red uzcan al término de Potosí qu e se enti end e serán más de 70,000
indios, los cuales se han quedado de mu chos años a esta pa11e por huir de los traj in es y
servici os de tambos y otras vejaciones de sus puebl os: estos indios se pueden red ucir a
pueblos en di strito de doce a quince leguas y darles sus chacras, tierras, aunque se les
vuelvan los que se vendieran suyas a los español es que fue en tan poca cantidad y precio
qu e será apoca costa, y como el pueb lo de Potosí es tan abastec ido de comid as, con e ll o y
co n lo que los indi os sembraran se sustentarán fácilmente y pues que ahora ancl an tantos
indi os vo luntarios en las min as que son más que los que trabajan por cédula, muy probab le
se hace que con este med io trabajaran de su vo luntad muchos más indi os que los que ahora
ancl an fo rzados, espec ialm ente paga ndo a los indi os lo que fuere _ju sto subi énd oles los
_jorn ales, aunque por este respecto Su Majestad baj ase al go los quintos y el azogue de qu e
resultará beneficiarse mu chos más meta les y con esto crecerán los quintos por un a parte, lo
que bajan por otra, y así los indios como los mineros llevarán esta carga con más ali vio y se
conse rvará el cerro y su beneficio y los indi os y la concienci a de Su Majestad y sus mini stros
se asegura más y cesarán los agrav ios que reciben los indios; segundo, pod rán ir vo luntari a-
mente y con suav idad quitándol es los trajines o remediándolo como está dicho; tercero, Su
Majestad mandando ci ar orden como se lleve grande copia de negros por el Brasil, así para el
servi cio de los ingeni os que es oficio fác il como tam bi én por las tierras y sementeras de los
españo les en que están ocupados muchos indios y se venden con las chacras y hered ades,
cuarto, co n que en las provincias de dond e van indi os de Potos í se les dé li cenci a para irse
a vec indar all á los qu e vo luntariamente quisieren que sin duda irán much os [ 1 15v l por lo
menos por algú n ti empo a trabajar, sa bi endo la buena co modid ad que se les hace como
tamb ién ac ude n vo luntari amente a las min as de Sicas ic a sin qu e los fu erce n a ell o y tamb ién
ay ud ará para ell o el mandar limpiar las min as, el adereza r las puertas y esca leras y lo demás
que los indi os sea n bi en tratad os. Y en caso que no se vea conveniente mandar qu e los
indios ac udan vo luntari amente a las minas, son muy necesarios todos los med ios qu e para e l
alivi o de su trabajo se han apuntado en este punto como so n el de la reducción y poblaci ón
en las comarcas del Potosí, el mandar traer abundan cia ele negros para los ingeni os de los
metales y labor ele las heredades y chacras porque con eso haya más indios y no se oc upen
y consuman en tantos géneros de trabajos, sino en el más necesario y fo rzoso y tambi én es
necesari o el ac recentarles los jornales por que se puedan sustentar, aunque por esto respec-
to sea necesa ri o como parece bajar algo los quintos y el azogue, porque los mineros estún
pobrísimos y cargados ele deudas y tienen neces idad de ali ento y ayuda, los meta les son y;i
tan pobres y tan costosos de sacar que no sufrirá el crecimiento de los jornaleros de los
indios sin que bajen los quintos y el precio de los azogues; también es muy importante el
remediar el vicio de las borracheras, particularmente en Potosí, porque no solamente se
ocupan los domingos y fiestas en beber los indios, sino también los lunes y dejan de trabajar
aquel día todo el año, en que va a decir mucha cantidad de pesos que se pudieran sacar y
beneficiar aquellos días . Los remedios podrían ser el que se sea dicho de los caciques,
porque ellos son poderosos para remediarlo con facilidad; lo segundo, que de los 14 que hay
en Potosí, pues que son tantos se repartan 4 o 6 cada mes que tengan a cargo de ir a las
rancherías y parroquias de los indios, echarlos de las borracheras y no las consentir y
hacerles salir los lunes a trabajar con tiempo y cuando las reducciones y poblaciones dichas
no se hiciesen, convendría mucho prohibir el ir los jueces que van de Potosí a los pueblos y
provincias de los indios para llevar a Potosí los que se han quedado o huido de ella. [ 1 161
Porque es una vejación muy grave para los indios y muy costosa y ajena de la piedad
cristiana y que Su Majestad manda, se use con los indios porque los venden la poca ropa y
carneros que tienen para cobrar sus salarios y s i parecen los indios los llevan por fuerza y
cuando no parecen llevan a sus padres o hijos o mujeres en su lugar, no teniendo estos por
ordenanza obligación alguna a los servicios personales habiendo salido de tasa por ser de 50
años o no entrando en ella por no ser de 20 o por no le caber la mitad. Con la reducción dicha
se ahorra también el consumirse el ganado de la tierra en aquellas provincias, porque solo de
la de Chucuito suelen llevar los indios cuando van a las minas de Potosí I Oy 12,000 cabezas
cada año y en los primeros sacaban 20 y 30 mil y no vuelven mil y así se van acabando todos
los ganados en grande daño de los indios para cuyo alivio crió Dios Nuestros Señor aquellos
carneros con notable mansedumbre para que sirvieran de cabalgaduras de carga y son tan a
propósito para e llos, que ni tienen necesidad de herraje ni de comida, porque se sustentan de
so los los pastos que topan por los caminos y caminos por donde andan, y cuando se les
mueren y por estar viejos los matan y parte comen luego y parte hacen ceniza al so l [ceci-
na('!)] para sustentarse entre año. No se dice el remedio que los dafíos de las minas de azogue
podrían tener, porque no se halla bueno y pide particular consideración y comunicación con
personas que de aquellas minas tengan más experiencia y de las de Castrovirreina, o
Soclococha, lo que todos juzgan o los más que debería cesar el beneficio de ellas, porque el
provecho es muy corto y los daños muy graves. Otra raí z y causa de que se hayan consumi-
do y acabado tantos indios es el recibir sus beneficios personales tres agravios notables
como se ha dicho en el de las minas y trajines. Lo primero, que van forzados; segundo, que
no se les da la mitad del justo precio que merecen; lo tercero, que los trabajos son muchos y
los ma los tratamientos para gente tan flaca y mal mante nida. Esto se ve particularmente en
los obrajes en los cuales andan ocupados muchos much ac hos y van a trabajar de una, 2 y 3
leg uas quitándoselos a sus padres que tenían neces idad de ellos para que los ayudasen y
dan les cada [ 1 16v] día medio real o tres cuartillos y por 110 les dar de comer vienen muchas
veces la s madres a hacerlo o sus hermanas, s i lo tienen lo mismo se echa de ver en los indios
que traen a las ciudades para el servicio de los espafíoles ele 20 y ele 30 leguas a la redonda.
a los cuales nd les pagando más ele un real , o real y medio cada día de trabajo continuo en
cosas excesivas a sus fuerzas, no les pagan la ida ni la vuelta proporcionadamente. Se ve
esto en el servicio de los tambos o mesones en que reciben notables vejaciones y ninguna
paga por su trabajo o muy corta por las cosas de que proveen a los espafioles y de ordinario
traen los hu evos de ga llinas de 30 o 40 leguas y no se los pagan sin o como les cuestan. y
siendo sus jornales tan cortos, las tasas que paga n de su sudor so n muy crecidos, y no
obstante que estas son para el sustento de los encomend eros, corregidores y sacerd otes y
t:n lugar de los diezmos se ha introducido el cobrarlos de estos, paiiicularme~te de las cosas
de Castilla y con excesos y sin justicias notables, porqu e aunque los obispos mandan que
paguen de 20 uno de los diezmeros cobran a veces de IOen IOy aun de 5 en 5 porque meten
todas las cabras que se hallan y carneros de Castilla y otras cosas en un corral y van
contando y diezmando el montón, el cual se hizo de 3 cabezas que tiene una india y 4 qu e
tiene otra y si tienen algún potro o novillo, miran el dinero que vale y piden el di ezmo de ello
y a veces se lo dejan hasta que la madre lo acaba de cri ar y si se les mueren en este tiempo se
los hacen pagar; suelen dar dos o tres pesos cada mes a un pastor, medio real o tres cuarti Ilos
cada día a qui en guarda caballos o carn eros de la tierra y si se les pi erden algunos carneros
o algún caballo o novillo les hacen que lo paguen; el remedio qu e estos excesos tienen bi en
se ve y juntamente lo que convienen para la conservación ele los indios y desca rgo ele la Rea l
conciencia, quien quisiere indios para obrajes o para su se rvici o o guardas de ganad o [ 117]
o trajin es, conciértese con ellos y trátelos bien qu e no les fa ltarán y los tambos o ventas
dándolos las ciudades a españoles o extranj eros por un moderado arrendami ento esta rán
bien proveídos de lo necesario para los pasaj eros, los cuales pueden ll evar el servici o nece-
sari o como hacen en Españ a, que no han de estar obligados los miserables indios co n tanto
riesgo y costa suya a tocias las comodidades de lo s españo les que pasan a las Indi as por sus
codicias e intereses. Como los trabajos y cargas de los indios son tan graneles pro curan
herirl os el cuerpo y reservarse de ellos; de esta man era unos aprenden oficios de za pateros.
sastres, pl ateros .. . con lo cual ya que se co bra de ellos la tasa, están reservados ele se rvici os
personales; otros hácense yanaconas de los español es sirviéndolos por lo que les qui eren
dar y huyen de sus tierras y no so lo se reservan con ello de lo s servicios personales, sin o
también de las tasas y va cargando lo uno y lo otro sobre los pocos que pu eda n con
grandísimo daño y per:juicio suyo . Las indias, viendo también las graves cargas y vejaciones
que sobre los indios cargan, procuran se casar con mesti zos y negros y así quedan sus hijos
libres de tasas y servicios personales y por el mi smo respeto suelen fingir algunas y dar a
entender que sus hijos no lo son de indios y los visten como españoles con que andan
muchos reservados como si lo fueran , de las cargas y tributos de los indios. Debíase con
gran rigor mandar que los indios no aprendiesen ofi cio ni sirviesen a los españoles. si no
fu esen los hijos segundos o terceros de los caciques que estos así como así no sirven ni
pagan tasa de que resultaría que los mestizos se aplicarían más a oficios y a se rvir a españo-
les y no tendrían tanta ociosidad y libertad y con ello tantos vicios y ap licaciones y deseo ele
inqui etudes. Segundo, que los hijos de las indi as, ahora sean hijos de españoles o mesti zos
y mulatos. se vistan del traj e y hábito de los indios y paguen tasa y ac udan a los demás
serv icios personales de que resultara que no traten ni se casen con ellas españoles mesti zos
ni mul atos. viendo [117v] qu e sus hijos han ele pagar ta sa y servir y vestir como indi os y
ahora mucho más y andarán aliviados y descansados. En lo que toca a los di ezmos, parece
que se podrían contentar las igles ias con las tasas de los indios y los diezmos de los españo-
les y si quieren que los indios diezmen, suelten la parte de las tasas con qu e se pagan a los
curas y beneficiados de los indios sus sínodos. Muchos años ha que todos cuentan los
agravios que los corregidores de indios les hacen que son innumerabl es, porque por un <1
parte ocupan a los indios en los trajines dichos y en muchas granjerías sin dejarles tiempo
para sus sementeras y coger sus comidas y, por otra, a las miserables indias las ocupan en
hacer ropa sin que puedan tener tiempo para hacer de comer a sus hijos ni maridos ni hacer
de vestir para sí ni para ellos ni aún para oír misa las fiestas y demás de esto la paga es muy
corta y aun esa no se les puede hacer, porque como no se puede saber bien cuánto trabajó
cada india en la ropa porque se hace cada pieza entre muchas, tampoco se sabe bien la paga
que a cada una se ha de dar. Si no estos agravios, les hacen otros muchos como es repartir
vino entre los indios, tomar las pulperías o tabernas para sí adonde se venden a los indios
muchas cosas a excesivos precios y les quitan también las granjerías que ellos pudieran
tener y con ser los agravios que a los indios hacen los corregidores tantos y tan notables en
las residencias que dan, salen libres y sin costas ; lo uno porque no hay quien les pida y lo
segundo, el corregidor que entra piensa vivir como el pasado, lo tercero, como son criados
de los virreyes, salen de las residencias como está dicho, de donde como el provecho de
haber corregidores es tan poco y el dafio de los indios tan notable y la principal causa de su
disminución son muchos de parecer, que si no se quitan los corregidores han de venir a
consumir y acabar a los indios. Los corregidores tienen a cargo dos cosas, la una cobrar las
tasas, lo cual hacen los caciques; la segunda, amparar a los indios de los agravios que les
hacen los pasajeros y estos respectos de los que reciben de los corregidores y sus paniguados
no son ele [ 118] momento de más ele que el corregidor no puede asistir en más que un pueblo
y el distrito que tienen es de 20 o más y así en demás pueblos no los defienden, y como en los
19 pueblos, v.g. pasan sin la defensa del corregidor, también pasarán en todos; y lo bueno es
que siendo más proporcionado medio la justicia ele los encomenderos en los pueblos para
amparar sus indios que al fin es hacienda propia, que no los corregidores que los miran como
hacienda ajena y están prohibidos los encomenderos de estar en los pueblos de sus indios ,
con que los corregidores más a su salvo se aprovechan de ellos y los molestan : y así hay
larga experiencia que los indios que no tienen encomenderos y están puestos en la cororn1
real padecen mayores agravios sin comparación y más sin defensa ni remedio y es cosa
certísima que se consumen más que los que están encomendados por cuyo respeto, entre
otras razones y motivos porque la gente experimentada, docta y celosa del Perú sienten que
debería hacerse la perpetuidad es esta, que se podían quitar los c01Tegidores ele indios
mandando a los encomenderos asistiesen a sus pueblos para defender y amparar a sus
indios, ya que hay corregidores asistiendo. Los encomenderos en sus pueblos y teniéndo-
los perpetuos opondríanse a los corregidores y defenderían a sus indios, lo cual algunos no
se atreven a hacer ahora, teniendo también ellos indios prestados y deseando por eso
granjear algo para sus hijos y por eso tener contentos a los corregidores que no se lo
estorben, especialmente que siendo las encomiendas perpetuas se habían de asentar con
estas condiciones, entre otras que el hijo que sucediese en la encomienda de su padre fuese
el más obediente y vi11uoso a parecer del padre y madre y virrey, con que los indios vendrán
a entender mejor ejemplo y más amparo de los encomenderos y a que hubiesen de suceder en
las encomiend~s los hijos mayores , cuando en colegios seminarios fundados a costa de su s
padres y pagando para los tales colegios alguna costa moderada de sus rentas adjuntando
estos dos medios: el primero, que los hijos mayores de los encomenderos se criasen en
seminarios y no saliendo tales como desean los padres y el virrey, pudiesen sefialar al
segundo o tercero hijo para suceder en la encomienda muerto el padre. [ 118v] La última causa
y no menor de haberse consumido tantos indios e irse acabando tan aprisa, se entiende se r
que su gobierno principal es por Relaciones, y como las que Su majestad y su consejo tienen
son tan varias y aun las que tiene el virrey con estar más cerca, no se perciben bien los daños
y agravios de los indios ni se les aplican los remedios proporcionados y necesarios para su
conservación, y así se les debía mandar a los virreyes que el primer año de sus gobiernos lo
gasten en visitar al Perú ele Lima a Potosí; segundo, que de los oidores que en las Indias
hubiesen procedido bien. SM trajese al consejo algunos de cuando en cuando, con que se
remediaría un gravísimo daño que es persuadirse los ministros que pasan a las Indias, que no
tienen más que pretender de que resulta apetecer pocos hombres ele muchas partes aquellas
plazas y que los que van allá no procedan también como lo hicieron con la esperanza de qu e
serán premiados y los traerán acá siendo los que Dios y el Rey desean; de estos dafíos y
vejaciones y trabajos de los indios ha resultado un gravísimo dafío en gran deservicio de
Dios Nuestro Señor y de SM. que como las provincias circunvecinas a las reducidas del Perú
se ven los trabajos excesivos de los indios cristianos y sus grandes presiones no se quieren
sujetar al Evangelio ni al real servicio y antes se dejarán hacer pedazos y acabar como se ve
muy muchas provincias de infieles que hay desde Santa Marta a Chile corno está dicho; y así
el medio más proporcionado para atraer al conocimiento de Dios y Corona ele Castilla tanta
multitud de provincias con innumerables almas de ellas, es aliviar a los indios del Perú ele tan
inmensas cargas y trabajos corno tienen y para esto ayudará notablemente el asiento ele la
perpetuidad, porque los encomenderos ayudarán y defenderán a los indios y procurarán su
conservación y justamente ayudarán a las conquistas ele las provincias de los infieles, en lo
cual han entibiado mucho viendo que las encomiendas no son perpetuas y así lo que han ele
gastar es mucho más de lo que pueden interesar encomendándoles los indios por dos vicias
como hasta ahora sea ha hecho; y ele aquí es que desd e que se conquistó lo que hoy est{i
ganado [ 119] no se ha pasado adelante y esto es el común decir de todos los que bien sienten
y la causa que todos los indios de aquellas provincias clan así los que miran las cosas con
atenta consideración, piedad y celo, sienten tiernamente estos excesos que en el Perú pasa n.
con los cuales el demonio no solo consume los indios, sino impide la salvación de los que
están dentro de la iglesia y que no entren en ella con muchos millares de indios que hubieran
entrado y hecho cristianos, si los que los son hubieran siclo tratados como Su Majestad y su
consejo desean y de aquí tornen algún grave y general castigo es estos tan graves males no
se remedian. De todo lo cual se infiere la obligación que tienen los que esto saben y han visto
y experimentado a dar cuenta a Su Majestad y su consejo de donde ha de salir el remedio, del
cual depende la salvación de tantas almas. la conservación de un reino tan importante y así
no se atribuirá a atrevimiento lo que es precisa obligación de conciencia y de que esta so la ,
y el celo del servicio de Dios nuestro señor y de SM y bien de los indios , haya sido el motivo
y fin de esta relación sábelo el Sefíor a quien remite el juicio y se le suplica alumbre y enderece
el remedio".
Fuentes documentales
(. 1(1 12'! Archi vo de la Biblioteca de l Coleg io S:1nta Cru z de la Uni ve rsidad de Valladolid . RELAC/()1\· l
cosas del l'erlÍ. hecha por don Luis de Quiífones Ossoriu. ll'sorer o de /J otosí sacada de lo larga
e.,periencia que t lene de ac¡u<'I r<'ino y de la co1111111icación con jiersonas 11111y graves v experi111 e111adas
del esp<'cial111e11te de una relaci<ín de los ohispos de ( ·11::co. Quito y l'opay án, y del protector genernl del
l'cni _v de los Padres de la Co11 1paí'íía de .Jes lÍs. Dirig ida a s u E,celencia del SeFíor Duque de l.cr111 a.
"Tocante a las cosas del Rcin o dcl Perú'' manuscrito 5 11 . n" 4. IT. I 08- 1I 9
Arcili vo (irncra l de In,!i3s ( dc aho ra en adela nt e A( il ). lndi fcn.: nt c Gene ral 2 103. n.4 9.
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199 1 La transformación relig iosa pemana. Lima: PUCP.
PAZ . .luliún
1933 Catálogo de nw1111.1·crilos de América en la Biblioteca Nacional. Madrid.
Resumen
Abstract
Antes de poner pie en el acucioso estudi o de esta materia, Cerrón-Palomino inc luye
un inciso donde plantea una grave situaci ón. Hac iendo causa común con el hi stori ado r
Vidal-Naquet quien advierte que ·'Ja histori a es algo demasiado serio para ser dejado a los
historiadores" 4 , Cerrón Palomino da un franco tirón de ore¡a.1· a la redacción histórica perua-
na corriente que, como si tal cosa, suelta de huesos e imitando la mala práctica de Porras
Barrenechea, desconoce los alcances semánticos propios del quechua y del aimara e inter-
preta nuestros mundos ancestrales a partir de un repertorio de peruanismos ma l concebidos
y peor entendidos5 gracias a un imaginario ilusorio e insolvente, caucionado, como siempre,
por el discreto encanto del sentido común hi spano.
En efecto, a sabiendas de que es más fác il hacer sonreír a la momi a Juan ita o hacer
guiñ ar al Señor de Sipán que lograr dialectizar la escritura de nuestros historiadores, el
lingüista denuncia en voz alta los "estrujamientos de forma y significado" en " la vieja prác-
tica de los etimologistas aficionados: aportar cuanta etimología se les ocurra, sin evaluarlas
previamente, no importando cuán fantasiosas pudieran ser" (25), especialmente en ese su
campo de mistificación predilecto, la histori a y la etnohistoria:
Esta acre admonición se extiende, por cierto, a las demás ciencias soc iales - en parti-
cular a las llamadas ciencias de la comunicación- que dan la espalda a nuestra realidad ·
lingüística andina y amazónica 7 cuando. "como se sabe (o debi eran saberlo, especialmente
los científicos soc iales)" ( 136 n. 1O)~, son las relaciones de parentesco, económicas y espe-
cialmente comunicativas de la multilingüe y pluricultural soc iedad peruana las que sueldan
su cohesión y tramado de base.
A fin de organizar con criterio deductivo los componentes del análisis pragmático e
inductivo puesto en obra, presentamos enseguida un diagrama que, a nuestro modo de ver,
6 El punto de vista de nuestro lingüi sta coincide con la ya antigua postura de A. J. Greimas. En efecto.
d lin gü ista lituano escribía que el historiador ·'proyecta su construcción hipotética al pasado. llanuin-
dola pomposamente realidad. De hecho, só lo se puede escribir la historia utilizan do la mediacicín
lingüística. susti tuyendo los textos hi stóricos - su verdadero referente- por seri es de acontecimientos
·reales·. que de inmediato se rcconstruyt: como si fue se n una proyección referencial. Los historiado-
res se s irven . en el mejor de los casos. de documentos y de crónicas de la época concernida que son ya
traducciones libres-en lenguas naturales- de los programas somáticos de los sujetos rea les: en cambio.
los monumentos históricos y arqueológicos só lo desempeii,111 un papel comparable al del contexto
extra-lingüístico del discurso" ( 1976: 1(,9). /\si, Ce rrón-Palomino reitera la ll amada de atenciún
sobre "' la desbordada fantasía de nuestros hi storiadores tradicionales. ayudada por su desconocimi..:ntn
campante del quechua" (48 n. 20) a lo que se suma ·'la impos ibilidad de poder acceder a los originales
de tales obras fcróni..:as de la conquista]. no queda müs renwdio que em plear las ediciones de que se
disponen. todas e llas. a cuíil müs. plagadas del tipo de errores que acabamos de señalar. Si rva la ocasiún
para lamentar que hasta ahora no contamos con edic ion es serias y responsables. ni siq uiera de los
cronistas clásicos. que tonwn en cuenta la recta interpretaci ón de las voces indicas que recogen'' ( C,5
11 . 3) y "'el estrujamiento fonético y el despi staje hi stórico dan ri..: a las más delirantes asm:iacioncs
sem ánticas. desvirtuando el men saje cultural que portan los nombres de lugar'' (312). reparos que
a lcan zan a los '"pa lografiados errüticos o transliteraciones mal hechas. con pleno desconocimiento de
las lenguas indí genas. como lamentabl emente s igue s iendo la práctica entre nues tros ed itores nacio-
nales y extranjeros' · (239 n. 14) y "'en consecuencia. debe quedar claro que toda interpretación hecha
a l margen de la lingüística deviene ilusoria cuando no ingenua " (353).
7 En este sentido. el libro de Cerrón-Palomino concuerda con la reciente obra de 1-loward (2007) pm,1
la que la descripción inherente del léxico propio de las len guas andinas sostien e la interpretación del
discurso y. a la inversa. las magnitudes di sc urs ivas determinan. 1.: 11 s u dinámica. los alcances s igni lic ,1-
tivos de ese li:xico. De este modo. los análisis críticos de ambos libros. diferentes pero solidariamente
trabados. constituyen lo que s in duda es un auténtico 1ac10 de codos o codeo cognitivo.
8 Ello s..: da particularmente en relación a "'la tesis del aimarismo primitivo del mundo andino. r..:i vin-
dicada por la ling üí stica" qu e ··es a lgo que todavía incomoda. cuando no esca ndali za. a los científicos
soc iales" s iendo "'que la realidad idiomática andin a ha s ido mucho más compleja e interesa nte que la
forjada por la visión tradicional monocorde y chata"' (37')-380).
integra los modos y proyecciones (genética, mimética y hermenéutica) atinentes a cada paso
de los procedimientos de investigación efectuada por Cerrón-P alomino y, sobre todo, de la
demostración científico-social realizada:
\
MODO MIMÉTICO
MODO GENÉTICO
Proyel'l"iá11 ge11éticu: FONÉTICO __. MORFOLÓGICA _ .,.. LEXÍA __. SINTAGMÁTICA
f-ONOLÓGI CA (etimología y EN (contextos y textos
(tradición textual van:1c1om::s ESTUDIO subsccue11tc111c111c
or,1 I y escrita) dialectales) tipo y kxías generados )
1..:01..u;ion.idas) :
MODO HERMENÉUTICO
Este esquema nos permite seguir el trayecto tradicional de cada lexía (o grupo estab le
de morfemas que constituye una unidad funcional)" desde e l punto de vista hipotético-
deductivo del raciona li smo empírico 1°. El las, las lexías , no son entendidas aquí únicamente
por su referencia extra lingüística - las cosas o e l mundo (vrg. <quechua> : 'vall e templado')-
sino, como se ha dicho, diacrónicamente, esto es, a partir de su modo de generación genétirn 11
9 Las lexía.1· son grupos de morfemas integrados (cornhinaciones estabilizadas de morfemas) qut: cons-
tituyen las unidades de significación; es una unidad fi.mcional. verosímilmente memori zada en compe-
tencia . Si la lexía está compuesta por un solo morfema (por ejemplo. la preposición a) se trata de una
lexía simple; pero si la lexía está integrada por varios morfemas o incluso por otras lexías fijadas. se
le conoce corno lexía comple/a tal cual sucede con todas las muestras descritas en este libro.
1O Cerrón -Palomino procede en sus aná li sis del léxico aglutinante de las lenguas ancestrales andinas con
los mismos modos y proyecciones hipotético-deductivos del raciona li smo empírico aplicados en los
estud ios sernántico-int<::rpretativos de los corpus discursivos: cf. E. Ba ilón Agu irre (2007: 434 -4 38.
2008: 30).
11 Cerrón-Palomino Jo llama o bien ·' hi storia evolutiva de la lengua '· (26) o bien ·'génesi s'· (3 3 ).
Greimas y Courtés advierten al respecto que .. la aproximación genética [ ...] considera a la génesis de
un objeto como situada en la línea del tiempo y cumpliéndosl: en una serie de formas sucesivas, por Jo
o. en otras palabras. desde la s convenciones orales, escritas. sociales y académicas ele l,1
tradición linguocultural que le son atendibles, por ejemplo, en el caso del glotónirno <quechua>
y la expresión <runa si1111> 12 que, en realidad , son ·'clesignacion[es] intervenicla[s]. es decir.
inclucida[s]" desde el castellano (33).
La certidumbre que proporcionan los diccionarios corrientes tanto del quechua y del
aimara como de todos los peruanismos mencionados en este Iibro es cribada, así, a partir de
la vía genética para descartar los espejismos etimológicos y falsas asociaciones. las etimolo-
gías populares 11. lo anecdótico, accidental, confuso. obsoleto, fortuito , incierto, ingenuo ,
anacrónico, antojadizo. apócrifo, eventual, censurado. fantasioso, disparatado, acomodati-
cio, delirante. dudoso o simplemente erróneo, por ejemplo. en el caso de las lexías <quichua>/
<quechua> para designar, como veremos más adelante, la "lengua general" ancestral perua-
na , las variantes <totricu> - <tocricut> para el acrónimo <tucuyricoc>, el hecho de atribuir a
<anacona> el significado ·ponerse la saya'. la identificación ele J. de Arona entre <call apurc a>
y <pachamanca>, el ori ge n, según el DRAE, exclusivamente centroamericano y venezolano
del chirimoyo, la interpretación dacia por el Inca Garcilaso del topónimo <Abancay>, etc.
Una vez configurada y clemostracla la nueva certeza, interviene el 1nodo mimétic:n
cuyo fin es, a partir ele una exhaustiva exfoliación ele los documentos coloniales y sus
estudios colaterales, ciar cuenta de la descripción ele cada lexía examinada mediante el control
ele las impresiones y efectos de sentido referenciales y ele cultura general (sin , necesariamen-
te. construir o reconstruir la cultura que articulan) 4, principalmente por la misma lingüística
1
las ciencias sociales pertinentes corno la historia ( no in festa el a por ·'etimologías cliparatadas··
o "creaciones artificiales" ) 1", la arqueología 17 y la antropología 1' minuciosamente cotejados
y puestos al se rvicio ele su interpretación.
ge neral en re lación con las circun st,111cias exteriores que han podido condicionar el cksarrol lo .. ( 1982:
190): de esta manera. la no..:ión de /!.l;nes is se atiene ,11 estatuto sociocultural dd fenómeno léxico
estudiado y 110 debe ser comprendida en el se ntido restrictivo positivista (el re flejo) y e l for111alis1110
estricto sin remi s ión a un 111ús allú mimético v hermenéutico.
12 Un apartad o está dedicado a este punto: 5. Ru;1a si111i: · lengua de indio'.
13 Fn el adpite titul ado .. Etimología popular y etimología científica .. se contrastan puntualmente estos
dos qudiaceres y la estrecha rela,ión d<:I último con la gramútica histórica.
14 13arthcs se11ala que ··tocios los códigos culturales. desgranados de cita en cita. fonnan un pequdio saber
cnciclopécli,o extra11a111entc enhebrado. un fúrrago : este fá rrago forma la realidad ,orrientc e n
relación a la cual el s ujeto se adapta y vive 1- .. J. la verdad soc ial. el código de las instituciones: el
principio de realidad· · ( l '>80: 155).
15 Por ejemplo. la deducción de la s formas registradas en prnto-quechua y proto-aimara o la s transkrrn-
rias mutuas en quechumara. bs rderern.:ias ad /ihitw11 o interesadas. las numerosas evaluaciones
críticas de lo s trabajos elaborados por de Arona o Palma. Hildebrandt. Torero. Carriún. Ug,1rtc
C hamorro. Solís. M. lkyersdor!T. Calvo l'én.;z. Taylor. etc.
1 (¡ Las eluculyaciones de los etimólogos dilctantes (y delirantes) Mossi. Durand. Randa!!. Lira o Cnndarrn
Moral es y las rnnjeluras inconsistentes (rara wz entonadas) de los hi storiadores Guillén. Valcúrccl.
l';irsinen. Villar Córdnva. Espinosa Soriano. Rostworowski. Arellano. Duviols. Zuidcrna. Lol1111an
Vilil:na. etc.
17 Las remisiones a los trabajos de Rowe. 13onavia. Bauer. Hiltunen y McEwen. Villar Cúrdova. etc.
IX Por ejemplo. Malos Mar y A. Jiménez 1301:ja.
Una buena muestra de la puesta en marcha del esquema deductivo sugerido, la propor-
ciona el estudio, orientado genéticamente, del glotónimo <aimara>. A pai1ir del hecho de que
19 Los apuntes supererogatorios abundan en los ejercicios lexicográ ficos oportunistas y ditirámbicos de
los aficionados o de los infaltables críliws literarios autodidactos para quienes. demagóg icamente, el
lt:x ico quechua que citan es el reflejo de nuestro pueblo. de nuestro país. del ethos nacional. de nuestras
aspiraciones. etc.
20 Tal es el caso del apartado 4.2 relativo a las ·'Cuestiones de s ignificado" en relación a <quechua> y el
3 sobre <apacheta>.
21 Por ejemplo. la oposición <quechua>/<sallqa> en Ayacucho y Apurímac.
22 Así. para deducir el uso oral de los glotónimos <ainrnra> o <quechua> en los textos donde se les
consigna. se discrimina los testimonios según su procedencia: sea el discurso colectivo de. por ejem-
plo, el Tercer Concilio limense sean las palabras aleccionadoras de la Carta Pastoral de Yillagómez o
los escritos individuales pero oficiales de las Relaciones Geográficas colectadas por Jiménez de J,1
Espada. los discursos individuales metalingüísticos de las gramáticas y diccionarios de Bertonin y
González Holguín. los apuntes de viaje (carnets de anotaciones) de Ulloa. Middendorf o Tschudi . la s
elucubraciones de Villamil de Rada. los discursos especulativos de Y. F. López o P. Patrón. etc.
-)-'' Por ejemp lo. e l detallado examen fonético que argumenta la preterición de <quichua> a favor de
<quechua> por reajuste vod lico del castellano. la descripción fonético-fonológico de <amauta> o
<tocrioc> . cte.
24 Ver la g losa de la p. 206 donde se comenta la s ignilicac iún del topónimo *ayma-ra-y/ *ay11w-ru-1 1•i.
25 Tal es el caso de <yanacona>/<yanayaco> .
:lJ, Vrg. la Historia d<'I Reino de (Juito Velasco. "Los orígenes de los incas" de Uhk. la /-lisLoria del Perti
wlliguu de Vald1rcel. etc.
27 Por ejempl o. s iempre para e l vocab lo <ai 1nara> . !ns tnpún i111os con estructura ckrivada (<Aynrn-s> .
< Ayma-ra> . <Ayma-ña> . <Ayma-y(a)> ). compuestos (<Ayma-pata> , <Ayma-putum:o> ) o de raí z
derivada ( < Ayma-ra-pata> . <Ayma-ra-bamba> ).
28 Cerrón-Pal omino suel e rel"erirse a "la 'biografía · lingliíst ica de las palabras·· (57. 61. 119. 121. 137).
29 Y. rnús adelante. entre otras: hornolónicas (vrg. <yana> : ·criado '/'co lor negro ' ), antropónimos
emb lemúticos (vrg. <pinahua> - <pinao> ·(Jugar) donde hay trojas' '? ·rey ' ). tropismos (< jora> <
< s ura> ). epítetos (vrg. /-luarochirí. Pachacámac). por aféresis (vrg. <yanacona> /< anacona > .
<Opangui>{< Yopangui>. <Arnparacs>/<Yamparaes> ). por nuclearización (vrg. <yana> : ·siervo ·. ·criado
de servicio ). por extens ión. red ucción o derivación metonímica (vrg. <apachita> : <tocapu> ). por
metútcs is (vrg. <su ruchiq> '1 <surujchi > . <haniraq> '1 <hanirha> ). por haplol og ía (vrg. <surump · i> ).
por heteronirnia (vrg. <sora>/ <su ra> vs. <jora> ). etc. Ademús. en el tratamiento de ciertos s ufijos se
procede a s u ilustración . su caracterización morfo lóg ica. la et imología tanto formal como scmúntic.1
y la plausible reso lución de los en ignrn s.
su campo léx ico, e l contexto discursivo de uso con e l examen debidamente demostrado de
los sintagmas que le son ati nentes o deben ser descartados para la interpretac ión (vrg .
<quechua> para designar <aimara> , <moc hi ca> o <yunga> )30 , por ejemp lo, las fo rm as
paralexemáticas o integraciones léx icas (vrg. la constitu c ió n léxica frasa l <yana yacu' 1 e 0
·) '
incluso los préstamos quechumaras interlin gua les. Se cons idera acá, igua lm ente, los usos
textuales generalizados en que se registra la lexía: periodísticos, pedagógicos, designativos,
literarios, etc.n
En cuanto al trazo, por vez primera. de los avarnres en la evo lución del g lotónimo
<quechua> se nos enseña, de manera ejemp lar, cómo desde e l uso ora l nace una denom in ac ió n
escrita, es decir. documentada, en la trad ic ión textual hispano-andina . Diremos, mu y
resumidamente, que por la ley de economía ele la lengua, la apos ición paralexemática ·' lengua
general" es capturada de inmediato por la lexía simple <quichua> desde mediados de l siglo XV 1
(Po lo de Onclegardo, Santo Tomás), pero su uso escrito esporádico hasta e l segu ndo decenio
de l s iglo XX mengua en Perú y Bolivia a favor ele la va riante <quechua>, uso cada ve z más
acentuado desde el segundo decenio del siglo XV II (H uena , Pérez Bocanegra. Molina. Melgar).
A su vez <quechua> desplaza su significado origina l ·tierra t<::mplada ' (e l Anónimo, Gonzá lez
Holguín) hasta proscribirlo o también ' valle templado ' en aras del nuevo s ignificado aposiciona l
- glo tónimo que des igna la respectiva lengua andina- traspuesto de <quichua> . forma esta
última cuyo uso tanto oral como escrito persiste hoy en Ec uador y Argentina.
El estudio de otros diez vocablos completa la primera sección del libro de Cerrón-
Palomino signada ahora bajo el rubro general del léxico cultural e instituc ional (los acrónimos) ''.
En este extremo, e l lingüista fonnu la una constatación esenc ial para la interpretac ión genera l
de la acronimi a andina, con las siguientes palabras:
Muchos de los términos que refieren a las instituciones del incario (políticas.
admi ni strativas, económicas y religiosas) han probado ser de origen a imara y
110 quechua, lo cua l no es de extrañar ya que e l idioma oficia l del imperio por lo
menos hasta e l reinado de Tupac In ca Yupanqui , fue la primera de las lenguas
mencionadas. A medida que se producía e l despla zamiento irreversib le del
30 Este orden no es. sin embargo. regular de precedt:ncia. etapa por etapa. Por los requerimientos de l,1
redacción. cada estudio obedece a un ordenamiento particul,ir. Hemos de recordar. por lo demús. qu e
la lingüística 110 es so lo una di sc iplina descriptiva. sino predictiva.
31 Advierte Cerrón-Palomino que ··dilici lmente una palabra trisilúbica quechua (o aimara) puede cons-
tituir una forma originaria" ( 100 ).
32 Por ejemplo. en el caso de otros términos . el prestigioso uso dc <amauta> como título dc una
t:onocida revista (J. C. Mariátegui) o para nombrar un pn::mio magisterial : los de <tocri> y < t'ojri y>
relacionados con el drama 01/an wv. <va naconas> en el Canto 111 de la Araucana de Ercilla. t:11: .
,,
J .> Advirtamos aquí que este estud io 1;a sido precedido por dos trabajos independientes. uno dedicado al
examen del léxico quechua agrari o andino (l3allún Aguirre. Cerrón Palomino y Chambi Apaza 11) 1!2)
y otro al aná li sis de mús de 300 denominaciones triglósit:as andinas de la papa (Bailón Aguirrc y
Cerrón-Pa lomi no 2002).
Nos encontramos, en este extremo. con no pocas so rpresas que contrad icen las ideas
flotantes del sentido común académico peruano como, corrigiendo decididamente su conso-
lidado origen quechua. el auténtico or igen aimaraq de los vocablos usuales <amauta>,
<tucuyricoc>, <apacheta>, <tocapu>, <calapurca>, o de ida y vuelta en los término s
quechumaras <soroche> o < jora>, la denuncia ele los hi storiadores que establecen ''asoc ia-
ciones semánticas [ .. . ] dañinas" al, por ejemplo, imbricar a la buena ele Dios en la homónim a
voz <yana> - compuesta por los sememas in dependientes ' criado '/' negro ' de <yanakuna>-
i la equivalencia de 'esc lavitud·'· el di scrim en entre el respaldo de una leyenda, una creenc ia
animista o un mito a la interpretación etimológica o. a la inversa, su intervención írrita. los
localismos (<majano>) para actua lizar significados que requieren expresiones generales (' mon-
tón de pi edras' ) en la interpretac ión del término <apacheta> según el DRAE ; por último , el
origen quechumara y mochica de <chirimoya>.
4. La toponimia quec/zumara
., 4 Lsta constatación encontrada igualmente en los topónimos es de máximo intl'.rés: "El hecho de que
se hayan detectado s ufijos de origen a imaraico en la toponimia que se consideraba emincnlcmente
quechua - asevera C'e JTón-Palomin o- res ulta sumamente revelador de algo que hasta hace poco
apenas se vislumbraba: e l profundo enraizamiento del airnara en el área centro-andina peruana. heclw
que invalida toda hipótes is a favor de un supuesto origen a ltipl ánico de la lengua· · (207).
35 CeJTón-l'alomino explica los akances de tales aportes ali rm ando que .. e l conocimiento de los cam-
bios operados en las proto-l enguas res pectivas. y postulados por el lingüista en calidad de reg las
s istem áticas. 110 sólo ayuda a resolver en forma ordenada los problemas de interpretación toponimic;1
s ino también . además de confirmar hipótes is previ as. pos ibilita detectar de manera efectiva relacio-
nes y aso~iaciones entre entidades que. de otro modo. burlarían inclu s ive la atención del propio
especiali sta'" ( 163 ).
](, < lluarochirí > (*wacu-chi-ri): ·el constructor ele andenes ' .
37 A ello se agrega e l exa men de ta les topónimos. pero en ca lidad de componentes en nombres compues-
tos como Ca11/ani. Can ruyoc . Cantas . .. : /-/uaywrá . .Joquiru. l'angaravi .. . : /-/uarucuca. f-/uun.1p11111¡1u.
1-/uaruchuca ..
Continúa la exploración averiguando los usos gramaticales arcaicos, así como las
mudanzas idiomáticas, es decir, la toponimia como registro morfológico 38 , el discrimen de los
morfemas aimaras arcaicos en la toponimia centro-andina (los sufijos -y, -n, -ra)'" y los
morfemas sufijales arcaicos quechuas - s y - nq a en la mi sma toponimia andina 40 .
:18 En cste apa rtado se dcstaca el recurso al morfema agent ivo registrado tanto en quechua (-q: .·lsnoc:.
Ahuac . .. ) como en aimara (-ri: /-Ialsuri. Poriri. .. ) y s us nu1nerosos contraejemplos anóma los a se r
explicados por fijamien to (que e l lingüi sta llama o bien .. congelamiento' ' o bien .. fo1111a petriticada ...
respectivamente). observados en el uso habitu a l de ambas lenguas como. inferencialmente. expresio-
nes portadoras de signi fi cados predicativos (ai mara: 1-lamp ·a tu-ri. Kanchi-ri ... : quechua: *Quca ka-
q. *Cakra ka-q .. . ). Pros igue la demostración de la desa ima ri zac ión (quechui zaciún y castcl lanización
concomitantes) de Coehaba mba y C huqui saca tomando como tes timonio la toponimia local : a l
aimara inicial (el morfema posesivo - ni .. anexado a un radical nominal de origen qucchua ··: ;J/ckoni.
Collpani ... : ;l//qu-ni. Qullpa-ni ... ) le siguen las muestras del .. avasa llamiento quechua·· 1;11 Chuqui sac.i
(el su fijo -y uql -yoq: Parcayoj: Parqa-yuq ... ) para termina r con la incursión de l castellano en la zon;1
(la hase castellana: Corra/a-ni. Laguna-ni ... ). En este punto Ce rrón-Pa lomino habl a de .. proceso de
bilingüismo aimara-castellano (y seguramente también trilingü ismo a imara-quechua-castellano) .. ( 18') )
y del " bilingüismo genera lizado" aimara-quechua en los Andes Centra les (207) que. a nuestro modo de
ver. es más bien un proceso dig lósico y triglósico: cf. Bal Ión Aguirre (2006:49-51 ). Los dobletes
toponímicos revelan a llí. finalmente , la ··pugna" quechua-aimara (-ni: Collpa-ni, Malara-ni ... : -yoq:
Collpa-yoj, Matara-yo/ ... ).
39 Ellos se aplican a topónimos alusivos a configuraciones naturales (Cola-y, Cocha-y ... ). a edifü:aciones
(Ca11la-y, Pirca-y ... ) y a animales y vegetales (Lacha-y, Pisrn-y ... ). La identificación aimaraica de -_,·
con -w y -, vi (por apócope y dis imilación semiconsonántica) que desemboca en -w(a) pem1iten describir
Sora-y/Sora-o, Chincha-y!Chinclw-o ... donde la <o> se interpreta como /w/. e igualmente en Paqra-o.
Apio-o ... , -wi en /la-ve (< ila-wi). Candara-ve (< kanla-ra-wi). -(w)a en Col/agua . Andahuo.
Moqueiua ... En cuanto al sufijo -11 lo eneontramos en los topónimos reterentes también a conligura-
ciones naturales (Cota-n. Copa-n .. . ). a ed ificaciones (Ovo-11. Co11cha-11 .. . ) y a animales y vegetales
(Chaula-11. Chuspi-n ... ): e igualmente sus "cognados" en -ni (Cota-ni. llvu-ni ... ) equival ente del qucclnm
-v uq. descartándose de la filiación aquellos en que aparece el su fijo partiti vo quechua -n (Luri-11. Tima-
n ... ). Y respecto a -ra aparece en alusiones a las configuraciones naturales (Anta-ra-y. /-/uanca-ra -v .. . ).
a edificaciones (Cancha-ra-y, Huanca-ra-y ... ) o a animales y vegetales (Llama-ra-y. Cantu-ra-v ... ).
40 El abordaje de estos morfemas procede a su caracterización morfológica y a l esclareeimiento de s u
etimología fom1al y semántica para resolver los enigmas toponímicos atinentes. Para ello. se sigue la
Dentro de esta sección se incluye otro grupo constituido por el estudio puntual de
topónimos célebres, comenzando por el término ''espurio" <hurin> o <urin> en la muy cono-
cida - y apócrifa- oposición léxica excluyente Hanan/ Hul'in , los acrónimos clasificadores de
los ceques, las denominaciones de las ciudades capitales Cuzco y lima y la conversión del
topónimo 0/lantay en antropónimo. En el primer caso se demuestran ampliamente los estra-
gos conceptuales (''distorsión formal y contaminación semántica", 236) en el conocimiento
de nuestra soc iedad multilinglie y pluricultural cuando se omite el perfil lingüísti co de la s
transferencias quechumaras y en su lugar se repite , una y otra vez, con tenacidad obses iva
hasta convertirla en sentido común , la necrosis mental (111e11re captus) característica de los
estereotipos. Se demuestra, de esta manera, que el radical o derivado ruri (lul'i-n: ' dentro ·)
alude ·'ciertamente a una topografía en bajada con hondonadas" (234) y que la ''horizontalidad
en pendiente [es] la que finalmente llegó a expresar la distinción hanan y /11rin (devenido
este último en <hurin> - <urin> ), traducida por ello como ·alto ' y ' bajo ', y no como [debiera
se r] 'encima ' y ' dentro"' (243; cf 294 n. 3)41 •
Las dificultades filológicas inherentes a la nómina heteroglósica de los ceques, que
deja muchos de ellos en estado críptico, impide su estudio integral y sistemático; por ello,
este apartado se dedica únicamente al análisis de los acrónimos de filiación socio-espacial:
Col/una (''el extremo superior": 'e l primero ' ), Payan (término medio: ·el segundo ' ) y Cayao
(" base": 'el tercero '). Los apelativos de las ciudades de Cuzco y lima son decorticados,
previa una minuciosa revisión toponímica y mítica, desde sus más finas entrañas filológico-
lingüísticas. Ambos nos llevan a nuevas sorpresas, en el primero - que requirió una muy
vasta averiguación documental y un arduo cotejo fonético-fonológico y morfológico- luego
del enfrentamiento a una serie de ideas preconcebidas y prejuicios arraigados de orden
chovinista local se logra demostrar, concluyentemente, que la ortografía del nombre <CuZ::
co> (y no <Cusco>) es la correcta 42 y que su significado auténtico es ' la piedra donde se
rin gla categorizadora precedcntc y así el s u lijo *'>' quechu a (aimarizado en Socosani. fo11.1·a ... )
aparece e n topónimos nombrados a partir de configuraciones naturales ( Cocha-s. Paica-.,·... ). edi li-
caciom:s (1-/uaro-s, Canla-s ... ). animales y vegetales ( l 1sw-s. Caia-s ... ). La identificación semánti ca
pennitc resolwr los s ignificados de. por ejemplo. ;/nca-sh: ·río azulenco ' . Cara-z: · lugar semides nudo ·.
En cuanto ,1 -nqa se registran los topónimos por configuraciones naturales (Paria-nea. 7i1Fa-11u1 .. ).
construcciones (Chac11-n ca-y. Ch11dla-nc11 ... ). animales y vegetales (Pu11w-nca . .Juri-11ca ... ): sc
res uelvc. en !in. enigmas léx icos como ;/h11-nca-v: ·Iug,1r dond¡; se teje·. P11ra-1110-nga: ·1ug,1r
lloved izo· . . .
41 Por ejemplo. el docto uso de esw noción apócrifo que hace Vargas Llosa ( 1996: 252).
42 Cerrún-Palomino arguye sobre la diferencia entn.: el conocimiento lilológico-ling üí st ico de una
leng ua (la '"concienci a idiomática verdaderamente rellectora ... 3 18). por ejemplo. el quechua. y la
incapacidad dc arbitrio que sobre ella tienen sus simples usuarios ("en labios del común'· (3 15 ): ·' como
s i el so lo hecho de hablarla bastara para considerarlo árbitro de s u propio idioma" ) o los estudiosos
locales para decidir sobre "'semejante extravío ortográfico'·. Sin embargo. en una visita qll'; hice a la
ciudad dcl (iuzco enjunin de 2008 pude constatar allí. s in asombro. e l uso de la gra na <C usco> en los
medíos de comunicación de masa (salvo en la revista Cullllra Urbana): desde los periódicos. los
letreros. la televís ión o la propaga nda para turi stas has ta t:n los libros escolares. Ello demuestra. otra
vez. qm: efectivamente son los hablantes concernidos y las ins tituciones lin guoculturales que ellos
autori zan. quienes deciden sobre el manejo oral y escrito de su lengua por 1mís que se Lt:nga conciencia
de que en estas decisiones suelan intervenir. de un lado y de otro. los intereses políticos. los atavismos .
posó la lechuza '; en el segundo, "de extracción eminentemente quechua" (312), se exp lora la
posible huella aimara en el fonetismo de *Limaq? <Lima> (305), llegando a confirmar clichc1
influencia sustrática. Y sobre el conocido significado calificativo ' que habla ', este no tiene
como suj eto el río de la ciudad, cosa que vulgar y metafó ricamente se aduce, sino que
en verdad el que habl aba era el oráculo preinca instalado en lo que es hoy el
cerco de la ciudad, concretamente en lo que los españo les identificaron como
la "huaca de Santa Ana" , y donde posteriormente se levantaría el hosp ital del
mismo nombre . Extirpado el culto a la huaca siguió empleándose la forma
<Limac> para designar a todo el antiguo territor io del señorío loca l, cuyo
nombre originario de !chma sólo queda ya en los documentos. (31 O)
la sinrazón filológica , etc. De la misma manera que la ciencia económica no es capaz de oricnlar b s
finanzas de una sociedad y so lo trata de explicarlas -com o se contirma trágicamente e n los días que
co1Ten, cf. Gréau (2008)- la lingü ística. ciencia razonante. es impotente para "corregir". con su buena
voluntad y sus demostraciones. el rumbo que la soc iedad imprime al uso o desuso lin gual y mcnos
contrarrestar sus prácticas linguoculturales; ello ha sido suficientemente probado con el relati vo
fiasco de la educación intercultural bilingüe (EIB) en la zona andina.
43 Entre ellos destacan los de Nazca. Lunahuaná. Parinacuclws. Arequipa ('(l uga r) dctrú s de las
cumbres'). Titicaca, Calamarca y Larecaja. !lhancay, Clwchapoyas, Munaicenca. Quepai¡)(/,
Cullcampala, Totocachi, Potosi y el guaraní Paraguay. En una nota importante de esta secciún se
es tudia la voz <in ga> ? <inca> (339 n. 18).
5. Coda
en relación al mote <carapulcra> puesto a un religioso "que le vino por los estragos que en su
rostro hiciera la viruela" lo que inspira a Cerrón-Pa lomin o a decir que "estamos aquí segura-
mente ante una especie de superlativo paradójico a pat1ir de la lectura latina del vocablo en
cuestión", e l vocablo pulchra que en lengua latina significa ' hermoso',' lindo ', 'bello ' . ·glorio-
so ', ·noble '. ' magnífico '. ' ilustre ' y también ·pulcro ' en sentido de /limpio/.
A continuación redargüiremos esta afirmación desde e l punto de vista de la autonimia.
es decir. del emp leo de una palabra o de un enunciado que se designa como signo en e l
discurso. Recordemos, con este propós ito, que durante la primera mitad del siglo XX el
pueblo arequipeño - sociedad despellejadora y autoflage ladora como pocas- apodaba igual-
mente <ca ra-pul cra> a l ilustre pro hombre de ori ge n y aspec to indíge na Franc isco M ostaj o
(un émul o de otro pro hombre provin c iano desterrado, Lino Urqui eta) por tene r su c:uru
cont ra hec ha - nari z tosca a lgo desv iada a lo Lorenzo de Méd ic is. mandíbul as y labi o infe ri o r
sa li entes, as pecto rud o y ta mbi én p icado d e viru e las- y po r ser, a la vez, url- pico de oro e n
c uanta mani fes taci ón po lítica ha bía, to do e ll o con e vid ente refe renc ia iró ni ca a l no mbre de l
potaj e pero. ante todo, a l mordaz superlativo paradójico" aplicado a su se mbl ante : cara (faz)
ilustre, linda y limpia . Por lo tanto, la etimol og ía popul a r de <carapulc ra> no está tan desca -
min ada como cree nuestro bu en estudioso. En efecto, para la pequeña burg ues ía provin c ia-
na arequipeña o limeña la <carapulcra> c iertamente termin ó s iendo un pl ato agrad able '' e
in c lu so ilustre, reputado (e l apodo recogido por Pa lma era a un cura y e l de Mostaj o a un
prohomhre), pero de ori ge n indíge na, cosa confirmada por e l mi smo ling üi sta c uand o aseve-
ra que la des prec iada <ca lapurca> era en la coloni a ·' un a manifestac ión sublimad a de los
profundos prejuicios socia les y cultura les qu e separaban a la ari stoc rac ia de la plebe" ( 149) .
Para nuestro estamento soci a l mesti zo, e l cura menc ionado po r Pa lm a y e l person aj e
Mostajo eran, paral e lamente, ma lform ados (e l desagrada bl e as pecto d e sus rostros) y
des lin ajados (por sus estirpes indíge nas) pero , a cambi o. ilustres y afa mados po r la pa labra.
En este sentido, diferimos a l pensar que en esa autonimi a oc urra un a latini zación de l voc ab lo
(como se a firm a en la conj etura de la p. 150) ni tampoco un a fa lsa etimo logía. A nuestro modo
de ver se trata más bie n de utili za r a llí, en ese mote andin o, un nombre-referente castellww
identificador <cara> adj etivado también en castellano ( ¡ele ningún modo en latín : e l pu e bl o
motoso limeño o arequipeño no tiene idea de ningún étimo y menos de pulchra' ) iró ni came n-
te por e l do ble sentido inco ngru ente que proyecta, < pul cra> o sea / limpi a/ cua ndo, en
rea lidad , valga la parad oja, está /s uc ia/ (" manchada co n imperfecc iones", dice e l DRAE).
esto es. empedrada de virue las' 4.
Aho ra bi en, de ac uerd o con Mej ía ( citado en la p. 150) nos suena a lgo desento nado
qu e en la p. 151 , a partir de l hec ho de haberse impuesto en e l uso corri ente <carapul cra>
sobre <ca lapulcra>, se di ga qu e e l voca bl o de marras ··es a todas luces a berrante". En
nuestro se ntir e l términ o de o ri ge n qu echumara <cal a pul cra> da luga r en caste ll a no y e l
no ··construidos··. adaptados por el hom bre para los lines anun ciados por e l radi ca l verbal.
52 Como. en su caso. el sobrenombre de l cé le bre mú s ico negro c ubano conocid o como < Bo la de ni eve> .
53 Ell o se co li ge de de los numerosos testim o ni os que trae el mi smo Ct:rró n- Pa lomin o ( 149).
54 El apodo <cara-pul cra> pt:rtenccía. de fac to. a la seri e compues t,1esta vez por sobreno mbres d ig lús icos
muy comunes entre los escolares arequ ipe1ios e ntre los arios 40 y 60 del pasado s ig lo: <cara -opa> (el
rostro de imbéc il ). <cara-p anca> (acornpal'iado del d icho regiona l: .. a l que nace pa' tam a l de l c ic lo le
caen las pancas'"). <ca ra-charqu i> (a l de rostro abi garrado o parec ido a un auqué nido). <ca ra-toj rn> (el
de foz cetrina). <ca ra-chuma> (el de rostro s in {mimo. tri ste o desabrido). <cara -qui sca> (e l d.: cabe ll o
enhi esto y duro), etc. Ta l es c iertamente e l caso cabal de la A cade mi a Peruana dL: la Le ngua. que hcrcd.1
y as ume de la Rea l Academi a Es pa 1io la la pi sto nuda y pulquérrima leye nda /impia..fijav da esplendor
(¿ ins pi rada en las a lti sonantes men tt:s académic as por e l lal. pulc/,ro'.' Ello se co li ge de lo soste ni do
en el Diccionario de Autoridades. vo l. l. p . XIII ). C ita ndo dL: nuevo. pero aquí para frásticarn enlL:. e l
s intagm a de la p. 149 que acabo de menci onar. di cha leyt:nda y la ins titu c ió n qu e ado rn a so n.
ento nces. ·· una m ani festac ió n sub lim ada de los prolllndos prej ui c ios soc iales y cultural es que scp,1r;1n
a la a ri stocra ci a lk la plebe' · y consecuentemente. hoy por hoy y en buena k y. a la A cademia Peru an.1
de la Leng ua (APL ) le viene a l pe lo e l mote acró nimo <ca rapulcra> . Por c ierto. esta A cademi a acab.1
prim er étim o - en se ntid o inverso al del espafio l de Puert o Rico , al lamhducismo reg istrado
por Co bo (Rima c'.ILimac) o a los háb itos aim ara icos- al rotaci smo (T sustilllid a por ' i-" )
deb ido a la eco nomía del estado de diglosia andino actu al y, más concretamente, al "co nta-
gio" del caste ll ano <cara>; en ca mbio, el segundo étim o se conserva tal cual . tambi én por
economía y hom ofoní a con el castell ano <pul cra>'' . En resumen, una vez en el castellano
andino el uso libre del nombre <cara-pulcra> lo llevó a asumir el papel de apodo; y de esta
manera , a contracorriente de los proced imi entos usuales para el meso lecto popular peruano,
esa voz se introduj o. como sobrenombre, en forma analizada.
Finalmente, puesto qu e nu estro lin güi sta in s iste y subraya q ue la palabrn
<ca rapulcra> es huachafá . .. naturalmente se lo concedemos sin argüir ni chu s ni mus, pero
co n la sa lved ad de qu e en el Perú hay otras h11achafería.1· lin guocultural es de much o mayor
ca lado que esplenden, ellas sL ''a todas luces". Si eva luamos los rasgos semánticos inhere n-
tes al peruanismo <hu ac hafo,a> ellos son, como se sabe (y se vive): /cursi/5\ /de mal gusto/
, /r idícul o/ 17 y /aberrante/5' . Mi entras los tres primeros rasgos pueden se r de aprec iac ión
subj etiva, el cuarto lo es por criterios estrictamente probados. Entonces, según esos tres
prim eros rasgos, la Academia Peruana de la Lengua (APL) puede ser ten ida por cualqui er
mortal como <huac hafa> pero, obj et ivamente, es <huac hafa> por /aberrante/ en razón de
proclamarse - a go lpes de pecho y con lágrimas de caimán- una in st itución multilingüe y
pluri cultural , cosa que, desde lu ego, la Academia Mayor de la Lengua Quechua del Qosqo
(A MLQQ) tiene la pond erada mes ura de no rec lam ar para sí'''.
de hace r público el estudi o del vocablo <cholo> que h1 iclc ntili c,1. el'. Salas García (2008: 32-3(, ).
55 Reitero el hecho ele que para el csw mrnto mes ti zo - no o lvidemos qu e en el Poxú (pronunciaci(H1
111otos,1 re gistrada por Cleme nte Palma ) es el que 111anda sobre todo en el ha bla- nad,1 tiene que ver
con el lat. pu/chm. d imo que ignora absoluta1nellle. Si se nos pennitc un giro irrcspduoso. rccor,k-
nH1 s que a l rel'c rirse ,1 la copropiedad interna cional del l,1 go <Titi c,1ca> los cas tall ano hablant es
suqic ru anos. - que tampoco eo nocen el s igni li c,1do eti1nolúgico qu ec hu1nar,1 de es te hidrc'rni1110 reve-
lado por Cc rrún-l' alomin o (334 -33(,) y so lo 1·eco1HlCC11 birn e l signilicado castel lano co prol úli co de
su segundo étim o- \o conv ienen en un sintagma autoni1ni co cua nd o lo descomponen y aducen: riri
paru Peni _v -. caca . para /Joliviu. No so rprend e que los boli vianos. en su pl eno derecho. sos tengan
tambi én autonimica y exacta ment e lo contrario. Advirtamos. ade1nús. que ese hidrónirno <Titi caca>
no debe ser conl'un did o con <tiki-t aka>, palabra castellana in vc ntacb y dil'undida 111ultiluclin,11·i,rn1entc
po1· \ns futbolcros desde 2007 con motivo ele la inespe rad a victori a ele la selección espai'i nla en la
Lurocop a y rnyn s ignifi cado es ·juego futbolb ti co co n mu chos pases·.
5(, "Di cese ele la persona qu e presume de fina y elegante sin se rl o" (DR!IE).
57 "Apl icase ,1 \o que, co n apariencia de elegancia o riqu eza. es ri dícul o y de mal gusto" (0/VI E) : "gusto
desacertado o por cosas feas o !'altas de eleganci,1" (Molin er).
58 "Extrnvío" : "no conve ni ente ni cohe rente ni lóg ico'' (Dl<, I E).
59 Parece que a pesar de esta evidente clifercm:ia. segú n Cerró11-l'al omi no la AMI.QQ y la AP /, son dos
caras de un a mi sma condecoración: en efecto. él escribe que como la ;/MLQQ está "integrada por
meros alicinnados del idi oma que dicen cultivar. en su prclendida va ri edad ·inca simi ', todos e llos
mesti zos 1,lc hab la predo rninanterne ntc castellana. co n profumln desprecio hacia el quechu a cspont(1-
neo de s us propios coterrúneos. la in stitución aludid a ti ene de tal só lo el nombre" (2(,0 11. 1).
Constatamos. por nu estra parle. que al estar correlativamente la i/P l integrada. ,1 su vez y en gran
parte. por meros a licionados del idioma que dicen culti va r. en su pretendida va riedad 'cspa1iola del
Perú ·. todos ellos mest izos de habl a predominantemente castell.ma. con prol'undo desprec io ha cia e: \
cas te llano andino espontáneo de sus propios colcrrúneos. la instituci ón aludida (APL ) tiene de tal so lo
* * *
Brevemente, en el libro de Cerrón-Palomino hay un apego pleno a la probidad cientí-
fico-social al traer a cuenta las posibles invalidaciones de las hipótesis planteadas y multipl i-
car las oportunas advertencias precautorias para la dilucidación de aquellos detalles o as-
pectos léxico-etimológicos no definitivamente comprobados, señalando con el dedo indice
la coyuntura en duda, a fin de que las posteriores investigac iones lingüísticas esc larezcan -
confirmen o contravengan- los planteamientos propuestos. En este entendimiento, el ines-
timable y lúcido trabajo comentado demuestra cómo un a investigac ión lexicográfica puede
llegar a ser una pesquisa verdaderamente apasionante y altamente productiva, si se pone en
obra un auténtico saber de los temas abordados, integrid ad bajo el agobiante aforismo que
dirige nuestra labor -ciencia cun paciencia. el suplicio es ineludible- , ánimo vivo, espíritu
dialéctico y destreza en el empleo de las herramientas lin guoculturales correctas''º.
el nombn.:.
60 A partir de la investigac ión-modelo de Cerrún-l'alo111i110 110 se trata. ciertamente. ele o poner. en
nuestro mundo intelectual y univers itario. una ex istencia de faquir masoquista (la de los in vest igado-
res) a una vida de juerga perpetua (la de los especuladores y elucubradores). sino de percatarnos que
aquellos científicos socia les peruanos qu e. al ejemplo de los camarones que se duermen. se dejan
arrastrar por la awraxia (ociosidad sobe rana irresponsab le) o por e l sopor de la in curia estéril y so lo
practican la molicie de repetir y rnmentar monótona111e11te a las autoridades y divulgadores de sus
respectivas di sc iplinas. en realidad padecen de anhedunía congénita. es decir. de incapacidad y folt.1
e.Je entus iasmo para inves ti ga r por sí mi s mos sus objetos ele conocimiento. De hecho. en una uni ver-
s idad ajena a la realidad social donde prime el afán de instruir para luego repartir títulos. los coloquios.
las mesas redondas. la avidez por los prestigios logrados um buenas o malas artes y el proved10
individual. solo se tiende a consagrar una aristocracia de burgu esía académica. Tal cual consta ya dese.Je
el s iglo XVII en un poema caviec.Jano: ·' Papagayos e.Je imprenta. hombres de cuento./ atados a la letra
y a la historia:/ pregoneros de otros. cuya gloria/ charlatanes usurpan en su aumento[ .. ."J unos hacen
las letras en esencia/ y otros s imples como ellos [los ahedúnicos] las estudian" (Valle y Cavicdes.
1984: 387).
l3ARTI-IES. Ro land
1980 SIZ. México: Siglo XX I Editores.
(iOLDMANN, Lucien
1964 ?0111· une sociologie du roman. París: Ga lli mard.
1-IOWARD. ROSALE EN
2007 Por los linderos de la lengua. Ideologías /ingiiís ticlls en los Andes. Lima: Fondo
Ed itoria l de la PUCP - !FEA- IEP.
LANZMANN. C y P. NORA
2008 ·'Pourquoi légilcrcr sur l' hi stoire·1··. N O. 2292.9- 15 de octubn;.
Kerstin Nowack
Resumen
La obra de Martín de Murúa, Historia General del Peru, se conserva en dos manus-
critos. La relación entre estos manuscritos y la manera de su composición conllevan muchas
preguntas. Una de las preg untas toca los ocho capítulos al final de la desc ripción de la
historia incaica en el último manuscrito de Murúa. Presentados como relatos sobre la vida de
príncipes incaicos, estos capítulos son resúmenes de un libro separado en el manuscrito
anterior, complementados con material copiado de una fuente desconocida. Se propone que
este material proviene de una descripción de las guacas del Cuzco. Las informaciones sobre
la vida de los príncipes, especialmente los relatos de amor contados en estos capítulos, son
versiones deformadas de mitos sobre los orígenes de estas guacas.
Palabrns clave
Martín de Murúa, manuscritos, fuentes, mitos de origen, guacas, Cuzco, relatos de amor.
Abstract
The work ofMartín ele Murúa, the '' Hi storia General del Peru", has survived in two
manuscripts. ñhe relation between these manu scripts ancl the way they were composed
Quisiera agradecer a M,1ría Susana Cipollelli. Christine Winter de Velarde y Elmo León Canales por
su ayuda con el espa11ol de este articulo. También agradezco a Otto Danwerlh por sus valiosas
sugerencia s.
Jeave many questions. One of these questions concerns the eight chapters at th e encl or
Murú a 's description of Inca history in hi s last man usc ript. Presented as stori es from th e Iives
of the sons of Inea ru Jers, these chapters are the summari es of a separa te book in the ear lier
manuscript, compl eted with materi al copied from an unknown source. lt is ~uggestecl that
this material comes from a description ofth e guacas ofCuzco. The informati on about the li fe
of th e princ es, especi ally the love stori es tolcl in these chapters, are distorted versions of
origen myth s of these guacas.
Keywords
Martín de Murúa, manuscri pts, so urces, origin myth, guacas, Cuzco, love stori es.
Al fin al del siglo XVI , el padre mercedario fray Ma11ín de Múrua escribió una historia del
imperio incaico que constituye una de las fuentes nanativas importantes sobre este tema. En el
proemio de su obra, se dirigió a los lectores y prometió que su historia, a diferencia de otras
obras sobre los incas, pretendía presentar la verdad, info rm ar sobre el pasado, conservar la
memoria y "enseñar a vivir a los que leen" (Murúa [ 1616] 1987 : Al lector, 33). 2 Estas palabras
siguen las convenciones intelectuales de la época, según las cuales las obras históricas educa-
ban a los lectores sobre Jo relativo al pasado para aprender sobre el presente y el futuro . Por
eso, la hi storiografía debía ser objetiva, ejemp lar y provechosa (Stoll 1997: 23-3 7).
Es posible que Murúa haya intentado verdaderamente cumplir con todo lo prom eti-
do, pero en realidad no era un escritor original, sin o un infatigable reco lec tor de mate ri ales
que cop iaba e insertaba en su obra. Cuando le fa ltaban los datos, dejaba lagunas en su
presentac ión e incluso utili zaba materiales prove nientes ele otras regiones american as como,
por ejempl o, Méx ico (Rowe 1987). Los esfuerzos de Mu rúa se conservan en dos manu scri-
tos. La versión temprana, el manuscrito Ga lvin , fue finali zada después de 1600, mi entras qu e
el segundo manu scri to, aparentemente concluido en el año 161 6, fue la versión destinada c1
la publicación (Adorno 2004: 38-40). Esta segunda versión, el manuscrito Getty, tiene un a
nueva estru ctura y su contenido y est ilo son más elaborados y maduros. Para esta versión.
Murúa siguió las recomendac iones y apro bac iones antecedentes en el texto .' Ambos ma-
nu scritos están ilustrados, el primero con 11 3 y el segundo con 38 acuarelas."
2 Sigue aquí a Marcus Tu ll ius Cícero . .. Historia vero testis temporum. lu x verita ti s. vita memoriac.
magistra vitae'' (De Oraton::. 11. 36).
3 Hay una edición del pri mer manusc rito sobre la base de un a w pia anti guamente ex iste nte en la
bibliotecajesuita de Loyo la (Murúa [1590-1606] 1946). U original de esta copia se ll ama el manu s-
crito Poyanne o Ga lvin. hoy en manos de un colecc ioni slil irlandés. El manuscrito Wellin gton o
Getty (M urú a [ 16 16 J 1987) se encuentrn hoy en poses ión dcl museo Getty en California ( Ballesteros
G. 1975. Ossio 1982.200 1b. 2008 Guill én Guill én 1993. Adorno 2004: 38-40). Sobre la inle1Kió11 de
las recomendaciones. véase Adorno 2004: 45 -47. Sobre la hi storia de los manuscritos. i\nderson
2004. i\dorno/ Bost:rup 2008: so bre los manu scritos y ediciones. Ossio 2004: 11-1 7.
4 Las técnicas de impresión en el siglo XV I y XV II. hacían impos ible una publicac ión de dibujos en color.
En el caso ele una publicación. habría siclo necesari o usar los dibujos corno muestras para grabados en
madera o cobre que desp ués fÍ.Ies..:n coloreados a mano. Si n duda. esto signi ti caría g,1stos elevados y ta l
vez una razó n de por qué la ob ra de Mmúa mm ca li.1e publicada en el siglo XV II. So lo en 1985. los
dibujos de la segunda versión fueron publicados en color, en un pequeño libro editado por Juan Ossio.
Las ediciones facsímiles de ambos manuscritos contienen todos los dibujos en magnífica calidad
(Murúa (1590-1609] 2004: Murúa (1616) 2008).
5 Murúa (1590-1606) 1946: titulo: Prologo al lector (del libro 4). 359, 360, Murúa (1616] 1987:
[recomendaciones y aprobaciones] 34-43: l. 3, cap. 22. 546. Véase Ballesteros 1987. Ossio también
sefia la la falta de muchos datos sobre Murúa (2001a: 65). Por eso. en su introducción a la edición
facsí mil. la discusión de la biografia de Murúa es relativamente breve (Ossio 2004: 55-57).
6 También se burla de los conocimientos del quechua de Murúa. Guaman Poma [ 1615] 1987: 517 [5211.
611 (625], 647-649 (661-663] , 906 (920). 1080 [ 1090].
7 Ballesteros G. 1981. Ossio 1985. Ballesteros G 1987: 24 y 25. Ossio 2001 a: 65-69. Adorno 2000 :
XX. XXI, Cummins 1998: 191-193.
8 Ambos libros comienzan con una sección sobre la historia de los incas. separada en biografias de los
sobera nos.\cle sus mujeres y de los lideres militares importantes (.. capitanes" ). Una segunda secc ión se
dedica a la cultura incaica. La sección final describe las ciudades del Perú. Entre las secc iones dos \'
tres. Guarnan Poma inserta un relato de la conquista espafiola y una descripción del virreinat;1
colonial. Esta parte. ·' Bven gobierno i justicia". famosa por su critica del dominio espafiol , no existe.
como es comprensible, en el libro de Murúa (Mendizábal Losack 1963: 157-160. Ossio 1985: 111.
Cummins 1998: 179. Oss io 2004: 29-50).
de Francisco López de Gómara (Rowe 1987). Estas obras fueron publicadas en el sigl o XVI y
Murúa tal vez las encontró en una biblioteca de su orden . Además, tuvo acceso a manusc ri -
tos inéditos, como la hi storia de los incas escrita por el cura parroquial del Cuzco, Cristóbal
1
de Molina. 9
Para comprender mejor el método de Murúa, vale la pen a echar un vistazo a sus
capítu los sobre los incas de Vilcabamba (M urúa [ 1615] I 987: l. 1, cap. 64-85 , 223-312) . 10 2 1
capítu los en el manuscrito Getty abarcan el período entre el encuentro de Cajamarca en 15 32
y la conquista de Vilcabamba en 1572 . Los capítulos sobre Manco Inca y sus luchas contra
los españo les entre 1536 y 1544 proporcionan excelentes informaciones. La única fuente con
detalles semejantes es la relación del hijo de Manco Inca, Titu Cusi Yupangui , aunque 11 0
puede comprobarse que haya un a dependencia directa. 11 Sobre el período de 1545 a 1570,
aparentemente le faltan a Murúa datos que podía copiar. So lamente menciona la capitu lación
de Sayri Tupac, hijo de Manco Inca, en 1558 sobre la base de una relación tomada de la
historia de Diego Fernández. 12 La derrota de Vilcabamba, en cambio, se describe con nume-
rosos pormenores y, por lo menos, una fuente directa puede ser id entificada: Murúa tuvo
acceso a una pesquisa eclesiástica sobre el ma11irio de Diego Ortiz, un cura español en
Vilcabamba. u
9 Véase Rowe 1985: 200. 201 y .lulicn 2000: 58. 59. tab. 3. 1. (, 3: 82. 86. 94 . 98. tab . 4.2. 95-97. 132 -
47. 168-185. Mo lina fue tambi én usado por Mi guel Ca bello Val boa en su libro de 15 86. la Miscelá11 eu
Antártica que exp li ca las correspondenci as entre sus textos y los de Murúa. especialmente la descrip-
ción de la hi storia incaica en el manuscrito Getty.
1O Oss io apunta que " no sources have been identified for chapters 63 to 85 of book I" (2008: 87).
11 Véase. por ejemplo, la historia del intérprete Antonillo/Antonico. que se pasó de los espa11oks a las
füerzas incaicas (Murua (1615) 1987: l. l. cap. 66. 23 3; Titu Cusi Yupanqui [1570) 1992: 41. 46. 49.
50). Sin embargo. los detalles se diferencian en ambos relatos. Por ejemplo. Murúa menciona e l
ori gen étnico de Antoni ll o, Titu Cusi describe el fin horribl e del intérprete. Otro paralelismo significante
es e! relato sobre la muerte de la muj er principal de Manco Inca. Cura Odio. a manos de los espa11oles
(Murua [1615) 1987: l. l. cap. 70. 250; Titu Cusi Yupanqui [1570) 1992 : 57, 58). Ademús. Murúa
tenía informaciones adic ionales, por ejemplo, sobre el j efe militar Qui zo Yupanqui ([ 1615] 1987 : l.
l. cap. 68. 242), otro indicio de que utili zó una fuente independiente.
12 Véase Murua [1615] 1987: l. l. cap. 74. 266-268. cap. 75. 268. 269 y Femández [1571] 1%3: pt.
2. l. 3. cap. 4. 76-69. Sobre estos eventos también Guillén Guill én 1977y Hemming 1993: 288-333.
13 Avcri guacion [sobre] Fray Di ego [Orti z], completada entre 1595 y 1599, publicada en 1989. Sobre l,1
conquista actual de Vilcabamba. Murúa probablemente ana li zaba una memori a o información de
se rvicio de uno o varios participant~s. Por ejemplo. sus informac iones están conformes con las
informaciones de servicios de Juan A lvarez Maldonado. Martín García de Loyola y Francisco de
Valenzuela (de los aiios 1572 hasta 1578, publi cadas en 1906 ).
Murúa presenta pa11e de estas tradiciones como cuentos de amor.1<, Se había sugeri-
do que estos relatos amorosos reflejan un género de narraciones incaicas. Pero como mues-
tra Sabine Dedenbach-Salazar Sáenz, los supuestos cuentos de amor de Murúa son más bien
mitos de origen andino (Dedenbach-Salazar Sáenz 1990: 1 1). En sus relatos, Murúa varias
veces se refiere a lugares que son identificables como guacas cuzqueñas, una identificación
que apoya la argumentación de Dedenbach-Salazar Saénz. La información sobre las guacas
14 Sobre estos cambios entre los dos manuscritos de Murúa véase Adomo/Boserup 2008. Appendix 1:
Overview of the Transformation of Murúa 's 1-Iistory from the Galvin Manuscript to the Getty
Manuscript. especialmente págs. 55 . 56. Sobre Murúa y Guaman Poma. Ossio 2004: 44-48. especial-
mente el cuadro en la nota 35 .
15 Como se puede ver t:n el cuadro 1. los capítu los analizados contienen otros cuentos con elementos
fantústicos que probablemente provienen de la tradición espaíiola. En el capítulo 88. Murúa cuenta
tres historias sobre viajeros con poderes sobrenaturales. Uno de ellos vuela. otros dos pueden superar
grandes distancias en un corto tiempo ([1616] 1987: l. l. cap. 88. 319, 320). El capítulo 90
menciona al país de Paititi , un pai saje legendario donde se hallan tesoros fantásticos de oro (cap. 90.
328. 329: sobre Paititi Saignes 1985 y Magas ich/de Beer 200 1: 108-11 O. 122-125).
16 Ramos Escobar 1984. Millones/Ga ldos G./Dussault 1981. Arrom 1980 nota el carácter mítico de la
hi storia sob re Acoitapia y Chuquillanto .
de l Cuzco procede del libro 13 de la Hisloria del Nuevo Mundo de Bemabé Cobo (fechada en
1653). Co bo exp lica q ue las guacas eran ordenadas según los sectores de la c iudad (suy 11) y
en cada suyu , según líneas imaginar ias (c:eques) q ue atravesaban la ci udad desde e l centro
a los limites. Co locando cada guaca bajo su línea y secto r, Cobo procura informac iones sobre
e l nomb re de la g uaca, su naturaleza (s i era un edificio, una fuente , planta, roca, etcétera), la
loca lizac ión, e l porq ué de su ven eración y los sacriticios q ue este lugar sagrado había
rec ibido .
En este trabajo propongo que ciertas de estas g uacas de Cobo aparecen como luga-
res de los aco ntecimientos descritos en los re latos de Murúa y q ue los re latos de este a uto r
tie nen su origen en mitos sobre estas guacas (véase tamb ién cuadro 2):
(.:;1pi donde aparece un (:a pi donde aparece un ser mítico "Ca pi ... era una raiz mui grande de
ser mítico (lihro l. cap. 86) Quinua" Ch-6: 7
(libro 2. cap. 1)
piedra cansada piedra cansad.1 "una piedra grande llarnada.
( lihro 2. cap. 3) (libro 1. cap. 87) Collaconcho"
Ch-4 : 6
co lina de tierra colina de tierra Sunsu (libro 1. cap. tal vez la colina Sunchu mencionada
Alpasunso 87) cerca de la guaca Sunchupuquio
( libro 2. cap. 3) (An-2: 5)
Cacha (libro 2. cap. 7) Cacha (libro 1. cap . 88) [en la provincia de los Cana]
(libro 2. cap. 9)
los cerros Saua Sira y y los cerros Saua Siray y Pitusiniy en el [en el valle ele Yucay, Sauasiray es
PilLL,iray en el reblo re lato so bre Acuitapia y Chuquillanto me ncionado por Albornoz [1583-
sobre Acoitapia y (libro l. caps. 91. 92) 84] 1967: 27)]
Chuquillantu (a l linde l
libro 4) 1
Sap i en el re lato sohn: Sain: Topa y "Ca pi ... era una raiz mui grande de
Cusi 1-luarcay (libro l. cap. 93) Quinua" Ch-6: 7
Mito 1:
Mito 2:
El capítulo siguiente (núm. 87) contiene un cuento sobre una colina denominada
Alpasunso o Sunso, que se encontraba al este de la fortale za cuzqueña. Como se cuenta, la
colina fue levantada artificialmente con tierra ll evada de Quito, con el fin de cu ltivar papas
para el consumo del soberano inca. Como el relato anterior, este se halla incluido en ambos
manuscritos de Murúa. Tal vez Alpasunso/Sunso puede ser identificada como la colina (o
cerro) mencionado por Cobo en la descripción de la guaca Sunch upuquio (An-2: 5). 1
"
Mito 3:
17 Murúa escribe que el capitán fue ·' Pachaculi. hijo de Manco Capac". mientras que en su descripción tk:
la hi storia inca nota que el soberano inca llamado Pachacutec e ra hijo de Viracocha ([ 161 6) 1987: l.
l. cap. 19. 73. 74). Esta confüsión ha servido como evidencia de que toda la información sobre
Pachacutec y su rol en la historia incaica era mítica (véa se p. ej . Zuidema 1983 : 70-72. tambi ~n
Nowack 1998: 183. 184 ).
18 Brian Bauer ha investigado la locali zación y naturaleza de la s guacas e identifü;ó a Sapi/Capi /~',1pi
( 1998: 64 ). Para denominar las g uacas. se usa aquí el si stema introducido por .John Rowe ( 1981: 212).
que designa a las guacas según su sector (Ch por Chinchays uyu. An por Anti suyu etc.) y el número de l
ceque (línea) y de su guaca. es decir. por ·septima guaca de la sexta linea (ceque) del sector Chinchavs uyu ·
sc cscrihe Ch-6: 7.
19 Murúa f 1590-1606] 1946: l. 2. cap. 3. 111: Murúa ( 1616] 2008: l. l. cap. 87. f. 205r. 198 7: 3 15:
Cobo f 1653.I 198 1: 230. Sobre la locali zación de Sunchupuquio. Uauer 1998: 79 y mapa 6.1 . 74.
sobre la piedra cansada tenía una amplia distribución . Otras versiones se encuentran en las
obras de Pedro de Cieza de León, Juan de Betanzos e In ca Garcilaso de la Vega.ZO
Mito 4:
El capítul o 88 desc ribe los hechos de otro ser sobrenatural. Los acontecimi entos se
conce ntran en Cacha, un siti o al sur del departamento de Cuzco (el antiguo territorio de los
canas). Originalm ente, este mito contaba los orígenes de un santuario de la deidad andin a
Viracoch a, pero entre los españo les se convirtió en un relato sobre la actuac ión de un a
persona de aparente extracc ión europea. Murúa anota que esta persona estaba "vestid o en
traj e y figura de pobre mend igante". Autores posteriores como Alonso Ramos Gavil án equi-
paran a este personaje con un apóstol cri stiano. Estos relatos refieren a la idea que había una
conversión cristiana de la población andin a antes de la ll egada de los españo les, una noc ión
que se ori gin ó de los debates sobre la natura leza de las cu lturas americanas y la leg itimid ad
de l dominio español (M urúa [ 16 16] 1987: libro 1, cap. 88. 3 18 y 2008: f. 207r, v). 2 1
Mito 5:
En el capítulo 89 un mito narra cómo el lugar de Mana Huañunc a rec ibió su nombre.
El so bera no in ca Tupa Ynga Yupangue estuvo muy enfermo y fue ll evado fuera de la ciu dad
del Cuzco . Allí, un a guaca preguntada so bre su futuro respondió "mana huañ unca'', es decir.
.. nunc a moriría". y de esto el lugar tomó su nombre. Murúa lo loc aliza allí donde .. al presente
es ele el convento de Nuestra Señora de las Mercedes" (Mu rua [ 1616] 1987: l. 1, cap. 89,322.
2008: f. 209v) .22 La guaca Cu-8 : 9 tenía el mismo nombre. Managuanunca guac i, según Cobo
.. una casa ele un a ele las coyas, o reynas. que estaua en el siti o que aora tiene el conuento de
la Merced" (Cobo [ 1653] 198 1: 24 1).
Mito 6:
El capítulo 89 continúa con un episodio sobre la base del relato anterior. Es uno de los
rel atos de amor ele Murúa: Un hermano del so berano in ca, Topa Amaro , visitó al enfe rmo y
durante esta visita se enamoró de una serv idora ele la esposa de Tupa Ynga. Para ganar a su
amante, Cusichimpo. consigui ó procurar la ayud a de un as cul ebras. Enco ntró a estas cul e-
20 Murúa l 1590-1 606J 1946: l. 2. cap. 3. 110. 111: Murúa [l(,16) 1987: l. l. cap. 87. 3 15. 3 16: 2008:
f. 205 r. v. Cieza [1 548-54 ) 1985: cap. 5 1, 153: Betanzos [1 55 1-1 557] 2004: l. l. cap. 37. 206. 207:
Garci laso de la Vega 11 609] 1995: l. 7. cap. 29. 486. 487 . Para la identilicación de esta guaca. véase
Ba uer 1998: 56. 58. fotos 5.9 y 5.1 O (pág. 59). mapa 5.4 (pi'lg. 60).
21 Sobre Viracocha y Cac ha. véase el mito de Betanzos (11 55 1-571 1987: l. 1. cap. 45 , 191 . 192 y su
transfon 11aeión en Ramos Gavi lán [ 162 11 1976: l. 1. cap. 7-11 . 27-43. También el aná lisis de Salles-
Reese 1997: 79-87. 143- 156 y Klaiber 1976. Murúa ofrece un vari ante de este mito cuando describ.:
la vida de la coya Rahua Od io. mujer de Huayna Capa.: (11 (,16 11 987: l. l. cap. 38. 135. 136: 2008 :
77v. 78 r: Rowe 1987: 760).
22 Tan1bíen 1987 : l. 1. rnp. 18. 73 y 2008: f. 38r. donde se menciona a este relato describ iendo la vida
de ··M,1rnayunto Caya. rnu ge r de Viracocha Ynga". Sobr.: la gua.:a. Bauer 1998: 128. mapa 8.2. 2 13.
bras cerca de una fuente , y la fuente recibió a causa de este encuentro el nombre Co lqu e
Machacua i, ''culebras de plata" (Murúa [ 1616) 1987: l. 1, cap. 89, 323-326, 2008: f 2 1Or-21 1r).
Co lque Machacuai era otra guaca de la lista de Cobo (Cu-9: 1). Cobo ofrecía la mi sma
traducción del nombre como Murúa : "Co lquemachacu ay (suena culebra de pi ara)", pero no
dio ningun a explicación sobre el porqué de la veneración de esta fuente . Otra mención de
Co lque Machacuai se encuentra en un dibujo que hizo Guarnan Poma de la ciudad del Cuzco
(véase abajo) .23
Mito 7:
Mito 8:
_.,
7~ Murúa 11wnciona por otra vez a este lu ga r y su hi storia cuando describe la ciudad del Cuz<:n (1161 /1 I
1987: l. 3. cap. 1O, 502. 2008: f 336r). También Guaman Poma [ 1615] 1987: 3 16 r3 I 8 J y 8auc1·
1998: 129. mapa 8.2. 213 .
24 Murúa [ 1616] 1987: L 1. cap. 90. 328. 2008: f. 2 l 3r. La chingana aparece además en la dcscripción
de la vida de Mama Odio. mujer de Tupac Inca (L 1. cap. 27. 1OO. 2008: f 55r). Véase van der Gucht<.:
1984: 548. 550 y Rowe 1987: 759. 760.
25 Garcilaso de la Vega fl 609] 1995: L 7. cap. 29. 486. De manera significativa, el autor menciona estas
construcciones subterráneas en el contexto del mito de la pi ed ra cansada.
26 La hi storia de Acoitapia y Chuquillanto ya estaba incluida en la primera versión de Murúa. como
capítulo aíiadido al fin del libro 4. En la segund a versión había movido el relato a los capítulos 91 y
92 del libro 1 (Murúa [1590-1606] 1946: 420-429: [16161 1987: L l. cap. 91. 92. 329-337. 2008 :
f. 2 l 4r-2 l 8v). En las reli giones andinas. las peíias representaban cerros sagrados y a veces eran cas i
indistinguibles. por ejemplo. en el caso de Catequil en Guamachuco que era un ser sobrenatural
represen tado por un cerro y una roca (Religion en Guamachuco (1560-61] 1992 : 19).
Mito 9:
La sección termina con el capítulo 93, que presenta otra peq ueña nove la de amor con
dos protagonistas, Sayri Tupac y Cusi Huarcay, ambos personajes histór icos relacionados
con el Estado neo-inca de Vilcabamba. También en este caso, dos amantes infelices rec iben
ayud a sobrenatural, en este caso de un hec hicero que procuró en el lugar de Sapi un ave y
una flor con propiedades mág ic as. Con estos, Sayri Tupac logró ganar a Cusi Hu arcay
(Murúa [ 1616] 1987: l. 1, cap. 93 , 337-34 1).
27 Se puede ver aquí una analogía con un ep isodio en el manusc rito de Hu arochirí: allí tambi é n la rela ciún
amorosa entre dos guacas termina con la trans formación de un a. la guaca fem inin a. en un a roca.
Ma nu scrito 1-luarochirí [ I 608-I 199 1: ca p. 6. 62. 63. Véase Dedenbach-Salazar Súcnz 1990: 'J y
Rubina 1992 sobre el motivo de la petrilieaeión en el manuscrito.
28 Sobre Pae haca mac y su fami li a mítica véase l'atterson 1983.
29 Para la ubicac ión de los lan:s. vc;:ase D' Altroy 2002 : ma pa 2.4. 42 y Covey 2006. lig. 7. 1. 1J<J.
Guama n Poma menciona a los lares como uno de los grupos .. yngas .. alrededor del Cuzco. ·' los que
tienen orexas se ll aman ynga. pero no son perfe tos. cino so n yndios pobres y ge nte ua_i a ni son
eaualleros. cino pi cheros'' ([ 1615] 1987 : 84 [84]. 85 [851 ). Un representado de los lares tambi0n
aparece en una petición de 1577 (Peti ción de todos los indios de la _juri sdicción del Cuzco í l 577J
1977: 1~ 5). Según estas notici as, los lares eran im:as no reales o de privilegio (Rowe 2003. Covey
2006: 209).
30 Como argumenta Oss io. los mercedarios tenían propi edades al rededor de Calca y Murúa ta l vt:z
conoda esta n:gión y este rel ato por vis itas a estas prop iedades (2004: 56 ). Si n embargo. quedan dudas
e n qué medid a Murúa rec urría a experienc ias personales. Con la referenc ia a sus vis itas probablementc
intenta ocultar que su in formac ión proviene <le obras ajenas .
Como ya se ha mencionado, Sapi era una guaca del Cuzco (Ch-6: 7). Según Cobo ,
"capi, que significa raiz; era una raíz muí grande de Quinua, la qual decían los hechiceros que
era la raiz de donde procedía el Cuzco" (Cobo [ 1653] 1981: 227).
Análisis
Lamentablemente, Murúa se abstuvo de nombrar las fuentes para estos y otros pasa-
jes. No se sabe de dónde provienen sus relatos, pero es posible que Guaman Poma tuviera
acceso a la misma fuente y sacara nombres de guacas de ella que usó para denominar puntos
del paisaje cuzqueño en uno de sus dibujos (folio 3 16 [3 18] , véase cuadro 3). Estos nombres
se encuentran también en la lista de Cobo: Cinca Urco, probablemente idéntico con la guaca
Cinca (Ch-5 : 9), Quean Calla (Quiangalla, Ch-6:9), Uiroy Raccha (Viroypacha, Ch-2:4), Collque
Machacuay (véase arriba, Cu-9: 1) y al fin ' Cantoc uno ' que tal vez puede ser identificado con
Santocolla (Co-9: 1).
GUAMAN POMA 116151 1987: 31613181 GUACA SEGÚN COBO 116531 1981
· ')
Pingollona Pata (,·
31 Por ejemplo. véase la descripción de los meses incaicos y sus principales fiestas en Polo de Ondegardo
''las Guacas e !dolos de esta ciudad y algunas leguas alrededor de ella eran más de cuatro-
cientas y cincuenta de diversos nombres" (Murúa [ 1590-1606] 1946: l. 1, cap. 14, 78), una
discrepancia con Cobo que menciona un número de 332 lugares sagrados. Otra diferencia es
la extensión geográfica de las informaciones. Murúa narra un mito, el de Acoitapia y
Chuquillanta, que tuvo lugar en el val le de Yucay, y otro proveniente de Cacha, mientras que
Co bo se limita a las guacas relacionadas con el Cuzco.
¡,Quién puede ser el autor de la fuente utilizada por Murúa y Guarnan Poma? El clérigo
Cristóbal de Albornoz dejó una descripción de prácticas religiosas andinas que incluye listas
de las guacas adoradas en las distintas provincias. La Iista comienza con las guacas del
Cuzco y sus alrededores. Albornoz menciona a Sapi (en la forma "Sapa"), como Murúa y
Cobo, y al cerro Saua Siray en el valle de Calca (es decir, Yucay) ([ 1583-84] 1984: 205,206). "
Por eso se puede asumir que el original ele Murúa haya siclo una versión más elaborada del
texto de Albornoz. Guarnan Poma había colaborado con Albornoz en los años de 1568 hasta
1570, cuando Albornoz organizó una campaña contra el taqui oncoy - un movimiento de
revitalizac ión religiosa- en la región de los soras y lucanas. 33 En una de sus descripciones,
Guarnan Poma enumera como santuarios impo11antes entre los incas ·'Saua Ciray, Pitu Ciray",
y dos párrafos después apunta que "[t]odo lo escrito [... ] lo sé porque fue serviendo a
Cristóbal de Albornós, uecitador general" (Guarnan Pom a [ 1615] 1987: 280 [282]). Es posible
que Guarnan Poma haya tomado sus informaciones de un escrito ele Albornoz que también
contiene los mitos asociados con las guacas. Murúa tenía una copia de esta información y
tran sformaba los mito s so bre guacas cuzqueñas en cuentos sobre amantes infelices.
Concl usione.\·
La obra ele Mai1ín de Murú a conlleva muchos enigmas. Uno de ellos es el modo de su
composición. especialmente la relación y probable colaboración entre Murúa y Guarnan
Poma, y el manejo de las fuentes que Murúa integraba. Murúa aparentemente invirtió 30
afios en componer su historia, desde el primer esfuerzo hasta la versión definitiva. La versión
final contiene residuos de las versiones anteriores que causan rupturas en el texto .' 4 Por eso,
la parte histórica, es decir, el libro uno del manuscrito Getty, contiene ocho capítulos que en
el manuscrito Galvin habían sido un libro independiente sobre los capitanes de los sobera-
nos incas. Estos capítulos comprenden no solamente una parte de los materiales anteriores,
sino también nuevos datos tomados por Murúa de una de las fuentes desconocidas. Apa-
(11559/ 1585] 1985) y los capítulos de Murúa que rnpian estos datos ([161611987: l. 2. cap . 38. 39.
449-453 J
32 i\parcntemenk. en el sig lo XVI había varios textos y tal vez también mapas que enumeraban Li s
g uacas del Cuzco. véase Rowe 1981. 13auer 1998: 13-22 y Nowack 1998: 171-177.
33 Véase Adorno 1978: 151-154. 1991: 35-41. 2000: xlv. xlvi. liii: Duviols 1984: 174-176 (especial-
mente p~g. 174 sob re la posibilidad de obras adicionales escritas por Albornoz). Véase también los
testimonios de Guaman Poma sobre las actividades de Albornoz como visitador y su participación en
sus campaiias ([ 1615] 1987: 280 [282], 283 [285]. 675 [689], 676 [690]).
34 Había una versión anterior al manuscrito Galvin (Ossio 2004: 21 y Adomo/ Boserup 2008: lig. 2. pú g.
9. 12. 13 ). Adorno y Boserup analizan detalladamente las consecutivas fases de la génesis del mm1us-
crito Cialvin (págs. 17-26).
rentemente, ya tenía acceso a esta fuente cuando estaba escribiendo el manuscrito Galvin,
pero incluyó solamente parte de los materiales.
Tal vez esta decisión fue dictada por la naturaleza de su material, que eran mitos indíge-
nas sobre el origen de las guacas del Cuzco y de sus alrededores. En un estLldio sobre la
censura en la obra de Murúa, Rolena Adorno nota que la presentación de datos sobre religio-
nes andinas era observada con muchos recelos por las autoridades eclesiásticas. Temían que
tales informaciones pudiesen caer en las manos de lectores indígenas y reafirmarlos en sus
creencias enóneas. Adorno identifica tachaduras en el manuscrito Getty, pasajes aparentemen-
te eliminados por ser "descripciones de las prácticas tradicionales que pudieran ser usadas
oportunamente como instrucciones para reproducirlas" (Adorno 2004: 51 ).
Sin embargo, esta no fue la única razón para la transformación de mitos en cuentos de
amor. Murúa aparentemente tenía aspiraciones literarias y tomaba como inspiración la litera-
tura secular de su época. Una influencia reconocible en su obra es la novela pastoril , que
ganaba popularidad durante la segunda mitad del siglo XVI (Leonard 1992 : 114-116). Otro
género popular, la novela de caballerías, dejó también probablemente sus huellas en la
versión final de su obra . Esparcidas entre los cuentos de origen andino, el capítulo 88
contiene narraciones fantásticas sobre hombres volantes y viajeros que superaban grandes
distancias en poco tiempo. Murúa presenta estos cuentos como encuentros entre estos
personajes fantásticos y personas reales de su tiempo, pero tales relato s probablemente
provienen de un género de relatos que estaban influidos por las novelas de caballerías y los
elementos irreales de estos libros (Leonard 1992 : 13-24, 106-114).
No se puede decir por qué razón exactamente Murúa transformaba mitos andinos e n
relatos sobre los hijos de soberanos incas y en cuentos de amor. Sin embargo, logró cambiar
los textos de su fuente de una manera que hace casi imposible reconstruir los contenidos
originales. La posible fuente para las informaciones de Murúa es una versión más amplia de
la relación de Cristóbal de Albornoz sobre las religiones andinas. Esta fuente podría haber
sido una contribución de Guarnan Poma, antiguo asistente de Albornoz, al proyecto de
Murúa, aunque no se sabe qué forma tenía este proyecto originalmente y por qué motivo
Guarnan Poma apoyaba a Murúa' 5 • Los contenidos transmitidos en la obra de Murúa indican
que Albornoz inicialmente compuso una relación extensa y aún de más intéres para los
estudios andinos que la versión que sobrevive en la actualidad. Lamentablemente, esta
relación parece haberse perdida y los cuentos copiados en el libro de Murúa están tan
deformados que no pueden servir para estudios detallados.
Kerstin Nowack
Rl,einische Friedrich-Wilhelms-Universitiit B01111
Kerstin_Nowack@gmx.de
35 En su análisis. Adorno y Boserup concluyen que ··Guaman Poma's involvement in the Galvin manusuipt
was late and limited" (pág. 42) y que ·' [t]he lack of coordination between Murúa and Guaman Poma .
. . .. disproves any el ose contact between them in the late 1580s or early l 590s" (pág. 43 ).
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lsabelle Combes·
Resumen
Escr ita a inicios del siglo XVI I, la crón ica de Alcaya es la única que menciona la
exp lotac ión, por los incas de Samaipata, de las minas de Saypurú en la Cordi llera chir iguana
(oriente bo li viano). Siempre tachada de fantasiosa, esta crónica se ve. sin embargo, confir-
mada por otras fuente s contemporáneas e incluso anteriores. Este artícu lo muestra que la
creencia en las minas de Saypurú motivó en gran parte la co lonización española de esta zona,
sea desde Paraguay o desde Charcas. A través de la aparición del "Ánge l Santiago" en 1573 ,
fue también un motor de la oposición de mestizos y criollos de Santa Cruz de la Sierra,
apoyándose en los chiriguanaes, contra e l virrey Toledo. Más allá de la creencia, testimonios
posteriores del s iglo XVIII e incluso tradiciones orales isoseñas contemporáneas parecen
confirmar la real existencia de la presencia inca y de las minas de Saypurú.
/\gradexco a Federico Bosscrt. lsabdle Daillant, /\na Forenza. Vincent 1-lirtze l. Kath leen Lowrey.
Pablo Sendón y Diego Villar que me apoyaron en la búsqueda bibliográfica o archivística y. muy
particularmente. a Catherine Juli en por su enorme labor de trascripci ón y publicación de documentos.
A quienes más debo son Tristan l'l att. cuyo interés y preguntas por las min as de Sayp urú están al
or igen de estas páginas. y Albert Meyers cuyas investi gac ion es sobre Samaipata y el mi steri oso
personajt: de Alcaya ayudaron a ori entar el presente ensayo.
Abstract
Written during the early XVIIth century, the Alcaya chronicle is the only documenl
th at mentions the management ofthe Saypurú mines in the Cordillera Chiriguana (Eastern
Bolivia) by the Samaipata Inca. Des pite being usually thought of asan unreliable document,
the chronicle seems to be confirmed by severa! contemporary and previous sources. Thi s
paper thus shows that the belief in the Saypurú mines strongly instigated Spanish colonization
of the reg ion coming from Charcas and Paraguay. Co mbin ed with th e support of th e
Chiriguanae indians and the apparition of"Ángel Santiago", in 1573 , beliefin thi s mine al so
helps to understand opposition by creo le and mesti zo population ofSanta Cruz de la Sierra
to Virrey Francisco Toledo. Moreover, both posterior additional testimonies during the XVI 11th
century and contemporary Isoseño oral tradition seem to confirm the real ex isten ce of the
Inca presence in the reg ion and th e Saypurú mines.
·'En esta tierra y provinzi as no ai horo ni plata ni otra riqueza", notaba en 1570 un
compañero del conquistador Andrés Man so (López 1971: 54); "entre los Chiriguanas, ni en
toda aquella montaña, ni oro ni plata se ha descubierto", ap untaba también a inicios del siglo
XVII el padre dominicano Reginaldo de Lizárraga ( 1968: 85). Poco después, en su inform a-
ción de servicios, Ruy Díaz de Guzmán hacía la misma observación: "no hay minas de ningún
género" en la región (citado por Finot 1978 : 40).
La región conocida durante la Co lonia como la ''Cordillera chiriguana'· se divide hoy
entre los tres departamentos bolivianos de Santa Cruz (provincia Cordillera), Chuquisaca y
Tarija. Es el extremo límite oriental del piedemonte andino y el inicio de los llanos chaqueños.
En esta región vivían (y siguen viviendo) los indígenas de habl a guaraní conocidos como
chiriguanaes y, a partir del siglo XVIII , bajo el nombre castellanizado de chiriguanos. Junto
con ellos vivían los chané, grupo de origen arawak que fue paulatinamente absorbido me-
diante el mestizaje y "guaranizado" lingüística, y en gran medida, culturalmente por los
guaraní llegados del este (Paraguay y/o Brasil) antes de la conquista española. Hasta con-
fundirse prácticamente con ellos, los chané eran mucho más numerosos que los guaraní 1
•
pero fueron políticamente dominados por ellos: eran llamados en guaraní tapii, esclavos, y
eran también las víctimas preferenciales del canibalismo, como más tarde lo serían de la trata
de esc lavos con los colonos españoles. A diferencia de los chiriguanaes asentados en las
faldas de los cerros del piedemonte, en la Colonia temprana los chané ocupaban también los
llanos chaqueños, donde encontraron a menudo refugio para escapar de sus amos. Uno de
sus refugios, que conserva hasta hoy su característico se llo chané, es la zona del !soso
sob re el curso inferior del Parapetí, donde el río sale y se vuelca sobre los llanos.
Las observaciones de López, Lizárraga y Díaz de Guzmán no son aisladas. Hasta el
descubrimiento relativamente reciente de gas y petróleo, es un hecho que la Cordillera
chiri guan a fue más fa mosa por su ganadería que por la explotac ión de minera les u otros
rec ursos. No se registra en esta región , durante la Co loni a, ninguna explotación minera, y
menos aún de metal es preciosos. Estos datos "'negativos" vuelven as í tanto más extraño el
(casi) único documento colonial que sí menciona, y largamente, minas de oro y de pl ata en el
corazón de la Cordill era chiriguana, más concretamente en Saypurú entre los ríos Guapay o
Gra nde al norte y Parapetí al sur (mapa 1). Este documento es la famosa crónica del padre
Diego Felipe de Alcaya , que aquí nos se rvirá de punto de partida.
La hi stori a quinienti sta de la Cordillera o de la ·'frontera de guerra" chiri guana, límite
or iental de la influenci a efectiva de la Audi encia de Charcas durante la Co loni a, puede
reconstruirse a partir de áridos docum entos oficiales, informes o cartas de la Audiencia al rey.
Están prácticamente ausentes, para esta época, las ·'cróni cas" largas y coloridas como las
que hacen las delicias de los histori adores de los Andes o de la costa atlántica. El texto de
A lcaya es. entonces, una excepc ión para esta región y esta época; es también un a excepc ión
consid erando lo extraño de la informac ión vertida.
Cura de Mataca (un valle cercano a Potosí) cuando escribi ó su relato, Diego Felipe de
Alcaya era, sin embargo, oriundo de la primera ciudad de Santa Cruz de la Sierra en los llanos
ori entales .2 En el título de su relación , se indic a qu e el documento fue envi ado ''a su exce len -
cia el se ñor Marqués de Montes Claros. visso rey de estos reynos" . Apoyándose en este
dato, Sanabria propone el año 1605 como fec ha aproximada de la relac ión ( 1961: 39-40). Albert
Meyers (2005) puso rec iente mente en tela de juicio esta datación. En efecto, el relato de
Alcaya evoca, por ej emp lo, la actuac ión del padre Corella en Samaipata, como ·'extirpador de
huacas" : Miguel de Corell a fue nombrado deán y vi sitador de la provincia de Santa Cru z en
16 19, y su visita a Samaipata tuvo lugar en los años 1626 o 1628. Al menos, esta parte de la
crónica de Alcaya fu e entonces redactada después de 1626 y, como bi en subraya Meye rs.
antes de 1636 . En efecto, la relac ión fu e incorporada en un a informac ión levantada en 1636 -
1638 por .luan de Li za razu. Este último documento reúne diferentes testimoni os acerca de l
descubrimiento de la ·'tierra rica" de Moxos o de '' los Toros" en la actual Amazonía boliviana.
El documento ori ginal se conserva en el Archivo General de Indi as en Sevilla y fue publicado
integra lmente por Víctor Maúrtua en 1906. En 196 1, la universidad de Santa Cruz de la Sierra
volvió a publicar tres de esos testimonios, todos redactados por ·'croni stas cruceños": entre
ell os figura la crónica de Alcaya, anotada y co mentada por Hernando Sanabria. Esta última
ed ición (A lcaya 1961) es la que utili zaré aq uí.
· Al mandar su ''relación cierta" al virrey, Alcaya indi có en el título mi smo que era
"sacada de la que el cap itán Martín Sánc hez de Alcayaga, su padre, dejó hecha" . Unas
breves palabras son necesa ri as so bre este personaj e. a quien podemos considerar como el
2 San ta Cruz de la S ierra fu e fun dada en 156 1 por Ñullo de Chúvcz (ll egado desde As un c ió n ). en los
11 ,mos de C hiquitos. donde hoy se encuentra el rueblo de San .l osé. Se tras ladó pau l-atinamc nlc a s u
emp laz amiento actu a l en los '"llanos de G ri gotá" . a l oeste de l rí o (i uapay. e ntre lines de l s igo XV I e
inici os del XV II .
verdadero autor de la crónica - sin poder, empero, determinar hasta qué punto le fue fiel su
hijo o agregó otros elementos. ' Martín Sánchez fue uno de los primeros pobladores de la
ciudad de Santa Cruz de la Sierra; figura , de hecho, en la li sta de las encomiendas de in dios
repartidas el 20 de abril de 156 1 en Santa Cruz.• Si n embargo, al parecer, Alcayaga no habí;i
venido desde Asunción del Paraguay con Chávez; no se encuentra su nombre en los docu-
mentos quinientistas paraguayos, y Sanabria ( 1961: 38) sugiere que se incorporó al grupo de
Ñutlo de Chávez desde el Perú o desde Charcas. Sabemos en efecto, y volveremos sobre el
tema más adelante, que Ñuflo de Chávez realizó dos viajes desde el río Guapay hasta Lima: el
primero en 1548, mandado por Domingo de !rala, después de una expedición que cruzó todo
el Chaco desde el río Paraguay hasta el Guapay; el segundo tuvo lugar en 1560, buscando
so lucionar problemas de jurisdicción territorial con el conquistador Andrés Manso, ll egado
desde Charcas, en la región del río Guapay. Este viaje fue particularmente fructífero , pues
Chávez volvió de Lima con una provisión real que lo nombraba "teniente general de la
provincia de Mojos" (Julien 2008: doc . 12). Varios españo les del Perú y de Charcas se
unieron a él en su retorno: Sanabria supone que Alcayaga fue uno de ell os.
En su introducción al documento de Alcaya, Sanabria recuerda las pocas cosas qu e
conocemos de la vida de Martín Sánchez de Alcayaga. Entre ell as, cabe destacar el pequeño
papel que desempeñó, en 1573 y 1574, durante la rebelión de Diego de Mendoza en Sant;i
Cruz. Volveremos sobre esta historia más ade lante: lo importante para nuestro presente
propósito es que un cacique chiriguano, llamado Cayperu, estaba apoyando a Mendoza en
su rebelión . Cayperu fue convencido por el fraile mercedario Diego de Parres de deponer las
armas. Para mayor seguridad, Parres le mandó a presentarse ante las tropas del virrey y ·'en
calida de esco lta de Cayperu fue Martín Sánchez de Alcayaga, padre del cron ista". ' Se verá
más ade lante la imp01tancia de esta información, pues es más que probable que el tal Cayperu
haya sido uno de los informantes de Alcayaga. Sin embargo. no fue el único ni el principal.
Aunque Alcaya mismo no mencione el hecho, sabemos por otro testimonio que su
padre consiguió sus informaciones de "don Carlos Inga" (Caballero 1961: 104 ). 6 Carlos In ca
es el hijo de Paullu, un Inca ·'oficialista" bien conocido por los historiadores andinos , ahijado
del licenciado Vaca de Castro. Junto con los muflku de Charcas, desempeíió en 15 38 un
importante papel en la entrega de las minas de Parco a los espaíioles. Paullu fa lleció en 1549.
cuando su hijo Carlos tenía alrededor de 12 aíios 7 . El papel de informante de Car los ln c;i
confirmaría que Alcayaga llegó efectivamente a Santa Cruz desde Lima o Charcas.
3 Meyers (2005) pone en duda la realidad del parentesco entre Alcayaga y Alcaya, y sugiere. adt:mús.
una intervención jesuita en la redacción de la ·' Relación cierta". Estos son temas que ameritarían. en
todo caso. mayores investi gac iones pero. al menos en lo que toca al cerro de Saypurú sobre el cual
ex isten referencias desde al menos los alios 15 64. la( s) verdadera(s) fechas de la redacción y la
identidad real de su(s) autore(s) no parecen determinantes - no afectan la información vertid a. qu e s.:
respa ld a por otras fuentes .
4 Lista elaborada por Francisco de Ga llego. en .lulien (2008: doc. 15-B). La misma lista fue publicada.
pero con errores de trascripción. por Mujía ( 1914: t. l. pp. 77-89).
5 Sanabria ( 1961: 83 ): ver los testimonios publicados por Barriga ( 1949) .
6 Es te testimonio forma también parte de la información cokctada por Li zara zu. y tambi é n fu e
republicado en 1961 con los demás "cronistas crucelios".
7 Remito a Platt et al. (2006: 125 -128 y 844) sobre Paullu y Porco. Es posible que l'aullu haya tambi én
jugado un papel deci sivo en el "descubrimiento" de Potosí en 1545 (Platt y Quisbert 2009) .
Que el padre del principal informante de Alcayaga haya pennitido a los espafioles el
descubrimiento de las minas de Charcas tal vez no sea casualidad, pues la crónica de Alcaya
también habla, y ampliamente, de minas de plata y de oro. Debemos, ante todo, ubicar este
escrito en su contexto. Se trata de uno de los muchos testimonios del siglo XVI e inicios del
X V 11 que se refieren a los que podemos Ilamar los " incas transandinos", es decir, a un grupo ele
incas que se habría establecido (por conquista o por huida) en los llanos de la Amazonia, en el
fabuloso reino de Mojos y del Paytiti. Toda la información recogida por Lizarazu se basa sobre
esta creencia y, por tanto, sobre el consiguiente anhelo de los conquistadores por descubrir
Mojos. La crónica de Alcaya, como otras, dedica largas páginas para describir el Paytiti y el
reino amazónico de Manco Inca. Pero, a diferencia de otras, también menciona a otros incas en
la llanura oriental, ya no en la Amazonia, sino en el piedemonte sureño: específicamente en
Samaipata (donde existen hasta hoy los restos de un centro ceremonial y administrativo inca),
al oeste de la actual ciudad de Santa Cruz; y más al sur en Saypurú (" Caypurum", ''Caypuru" ),
en la Cordillera chiriguana. Alcaya habla, sobre todo, de un ·'cerro rico" o un "cerro de plata" en
Saypurú, y de minas de oro en el mismo lugar. Estos yacimientos habrían sido descubiertos y
explotados pordos miembros de la familia imperial inca: Guacane (establecido en Samaipata) y
su hennano Condori, encargado del ''cerro rico". Explotadas mediante el trabajo y la ayuda de
los nuevos vasallos del Inca en los llanos - unos indígenas cuyo jefe tenía el título de ''Grigotá"-
, los yacimientos serían luego asaltados por grupos guaraní llegados desde el Paraguay.
No disponemos de la versión , si es que alguna vez fue realmente escrita, del mismo
Alcayaga . Nuestra única fuente es la relación redactada afios después por su hijo , o por
alguien que declara ser su hijo. Sin embargo, la versión original de Alcayaga fue al parecer
bastante conocida en su época (Sanabria 1961: 38-39). La menciona, como hemos visto,
Lorenzo Caballero. Y es un hecho que, a inicios del siglo XVII, varias de las capitulaciones
presentadas para la conquista de la Cordillera chiriguana mencionan a Saypurú y sus minas ,
proponiendo re-descubrirlas y explotarlas. 8 En la misma época, Ruy Díaz de Guzmán mencio-
na también e l " cerro de Saypuró [sic], que es una sierra muy alta donde se tiene antigua
noticia aber minerales de plata" ( 1979: 85).
La relación de Alcaya es , sin embargo, la única que habla explícita y largamente del
cerro de Say purú. Más aún, estas minas nunca fueron encontradas, como tampoco nunca se
encontraron metales preciosos en la Cordillera chiriguana. Solo sabemos que, en la época
prehi spánica, los chané (¿todavía independientes o ya esclavizados por los guaraní?) s i
tenían un muy activo papel en el comercio del metal andino a través de las llanuras orientales
e incluso hasta el río Paraguay. Un testimonio les califica de "sefiores verdaderos del metal "
(!rala 1941 )°, al igual que los ''carcaraes" (los qaraqara de Charcas) o los " candires" que
explotaban oro y plata. 10
X La "capitulación de Pedro Lópcz de Zava \a" ( 1602) habla. por ejemplo. del posible descubrimiento
de "las minas del cerro de saipuru de cuya riqueza se tiene gran noticia' ' (Mujía 1914 t. '.l: (,0). Ver
García Recio 1988: 7(1.
') El informe de !rala figura también en .lulien 2008: doc. 1.
1O Sobre d papel de los chané como intennediarios en el comercio del metal andino hacia el este. remito
a Combé s 2008: entre la s fm:ntes. se puede consultar en particular !rala 1941. Schmidel 1993.
Relación Anónima 1941. Núl'iez Cabeza de Vaca 1944. La mayoría de los investigadores identifican
los candires de las crónicas con los incas (.lulien 2007 y Combes 2006a).
El no haber encontrado jamás ni oro ni plata entre los chiriguanos explica, ciertamen-
te, por qué la crónica de Alcaya ha caído en el olvido y con ella la notici a, real o ficticia, del
''cerro rico" de Saypurú. El mismo hecho puede explicar el legítimo escepticismo de los
hi storiadores acerca de la "relación cierta" del cronista. Si bien Finot sugiere q~1e, en lo qu e
toca a Manco Inca y al reino de Mojos, el relato puede tener "alguna base de verdad[ ... ]
caracteres de relativa verosimilitud" ( 1978: 294-295), todas las opiniones coinciden en relega r
todo lo referido al cerro de Saypurú al rango de la fábula. García Recio evoca, por ejemplo, la
"escasa veracidad" de la crónica ( 1988: 76) y califica el cerro de Saypurú de "míticamente
rico" (2002a: 358). Para Sanabria, Alcaya fue víctima de la creencia imperante en esta época
sobre la existencia del reino inca de Paytiti: "trae preconcebida una idea, que tiende a explicar,
mas no a probar: que los incas bajaron a la llanura y señorearon en ella" ( 1961 : 32). Por la
misma razón , y hasta donde llega mi conocimiento, tampoco se realizó ningún sondeo ar-
queológico para confirmar o no la existencia de las minas de Saypurú.
Lo que me propongo aquí es discutir aquellos juicios, tal vez apresurados, que niega n
toda veracidad al relato de Alcaya. Existen otros datos y otros documentos di spersos que
hacen alusiones más o menos claras a la misma historia. Cada uno proporciona inform ac io-
nes tal vez muy tenues , pero que juntas conforman un todo coherente. Estos documentos
son, en particular, las listas de encomiendas repartidas por Andrés Man so por el río Parapet í
en 1563, y las informaciones tol edanas so bre la aparición de San Diego o Santiago en la
Cordillera ( 1573-1575). Todos hacen referencia a acontecimientos posteriores a la conquista
española, es decir, posteriores a los que menciona Alcaya, pero son documentos escritos
antes que esa crónica. 11 Cabe subrayar, también, que estas fuentes no son "crónicas" flori-
das, sino áridos documentos oficiales: no se puede evocar en su caso, como con Alcaya, la
frondosa imaginación o las ideas preconcebidas del autor. Como se verá, incluso existen
datos muy posteriores de fines del siglo XVlll y de la tradición oral contemporánea de los
habitantes del !soso que permiten desdibujar la historia de Saypurú y justificar la atención
que merece el extraño relato del cura de Mataca.
11 Aunque. evidentemente. no podemos sabe r si fueron escritos antes de la primera relación de Sánchcz
de A lcayaga. cuya fecha desconocemos - ni siquiera sabe mos si fu e rea lmente escrita o si fom1aba
parte de la tradición oral.
• Pocona
Somoipata
...
La Plata (1538)
• .
·...
.Arenales de
•
~-.
Gueneoos
'
Tomlna ~ SAYPURU
•
Potosí
(1575)
.
CHAAAGUA
:e
(1546)
Nueva Rioja
..• (1560-1564)
.
..•
/SOSO ZONA CH.ANÉ O
CHIRIGU.AN.A
• PUEBLO CH/RJGUANO
• , - ~~ ~ ~ ~ ~ - - ,
• Pueblo español
• Pueblo andino
. :
•
Tarija
(1574) ..
••
La hi storia contada por A lcaya empi eza "a ntes qu e a estas partes llegasen los espa-
iíoles de España. ni a las del Paraguay". En el primer capítulo. cuenta que el ··p11íncipe inga"
Guacane, ·'descendiente" del emperador inca, fue mandado a conquistar los ll anos del orien-
te . Se instaló en ''Sabaypata'', "adonde asentó su real ": "y allí se hi zo una fortaleza grandio-
sa, con aposentos para el alojamiento de sus so ldados, ele hermosa piedra labrada". Se trata,
como mencionamos, del sitio de Samaipata, en los últimos valles andinos al oeste ele la actual
Santa Cruz. 12 Los llanos dominados pon:! asentamiento inca se llamaban "ele Grigotá" , en
referencia al "Gran Cacique" local, que Guacane logró "atraer a su devoción" mediante
regalos, entre los cuales figuraban ropa y objetos de plata y cobre.
Alcaya seiíala que "G rigotá" no es un nombre sino un título, el eq uival ente ele ·'jefe" :
·'así se llamaban todos los que sucedían en el gobierno, como en Rom a los Césares, los
Faraones en Egipto y los Ingas en el Cuzco". Una de las primeras menciones del nombre se
encuentra en Pero López ( 197 I: 55). Más tarde, en 1588, el hijo de Ñuflo de Chávez señala que
fue en '' prouirn,: ia de Grigosta" que su padre fundó La Nueva Asunción o La Barranca. El
mi smo documento repite varias veces la mi sma información: La Barranca, "que llaman de
Grigota" , se fundó en los ''campos de Grigota"_ll En los años anteriores, se habl aba la
·'provi nci a de los tomaguazis [tamacoci]" 1~, y se señalaba que La Barranca hab ía sido funda-
da entre ellos. Es probabl e, pues, que Grigotá haya sido el título del cacique de los mi smos
tamacoci. Lo mismo sugiere el dato de Alcaya, según el cual, Domingo de !rala, al llegar al río
Guapay (es decir, como lo señalaron el mismo Ira la y varios de sus acompañantes, en territo-
rio tamacoci 1' ), encontró al jefe Grigotá. Finalmente, un testimonio algo posterior confirma la
presunción, seña lando sin lugar a dudas que Grigotá era un jefe tamacoci (Limpias en Lizarazu
1906: 168).
Prosigamos con el relato. Una vez sujetados los tamacoci , Guaca ne "se di spu so al
descubrimiento de metales" y halló , en las faldas ele la Cordill era, ·'e l memorado cerro de
Cayp uru ". Ahí Guacane " labró mucho oro". Decidió entonces construir otro fuerte "en la
vega de un valle largo y no muy ancho" llamado Guanacopampa. es decir. '' llanos de guanacos··.
porque estos animales (lama guanicoe voglii) abundaban en la regió n. Este so lo dato
permite confirmar la identificac ión hecha entre el Saypurú actual y el Caypuru o Caypurum de
Alcaya - que más probablemente deba leerse c;:aypuru-, pues los are nales de Guanacos
existen todavía hoy con este nombre. Se trata de una extensa reg ión arenosa al este y noreste
de Saypurú, que marca el inicio de la llanura chaqueña. En este fue11e , dice Alcaya, Guacane
"puso algunos indios labradores de los llanos" (personajes en los cuales podemos identifi-
ca r a los chané), dejando 1000 indi os ·'ele este reino'' (es decir, andinos) para labrar el oro: "y
en el [cerro] ele plata dejó la gente necesa ria para labra r la plata, que es cosa muy conocida y
cierta es ele gran considerac ión y rico aq uel gra n cerro". Dos fu entes ele metales prec iosos
entonces, en Saypurú y en Gua nacos: oro y pl ata.
Guacane mand a entonce s muestras ele pl ata y pepitas ele oro al Inca del Cuzco.
pidiéndo le la venida de su hermano Condori con el título de ''Capitán del Cerro de Caypurum '';
en cuanto a Guacane, asp ira se r nombrado " Rey de los Llc1n os". Para conve ncer al ln cc1. le
hace nota r que ·' le hacía servicio para su corona, por caer fuera ele su conqui sta. como es
ve rdad qu e el cerro está de nuestra parte [reco rd emos que Alcaya esc ribe desde Mataca] v fu
luhor ele/ oro caeyu en los //un os" (énfasis mío). Convenc ido. el sobe rano manda a Condori
co n 5000 hombres .1"
Dice Alcaya que se labraron muchos años las minas de Saypurú ba jo la direcc ión de
Cond ori . mientras Guacane res idía en Samaipata. Las fa ldas del cerro de Saypurú estaban
oc upadas por "de más ve inte pu eblos y ranch ería", con ··casas de ped rerí a''.
Sin embargo (estamos entrando al seg undo capítu lo ele la relac ión), ·' los beli cosos y
ni menos tra id ores [ ... ] guara nís del Paraguay'' se en teraro n, por los indi os de los ll anos, de
las riqu ezas de Sama ipata. Los indíge nas xa rayes del Pantanal , río Paraguay arriba, confirma-
ron la info rm ac ión, pues hab ían recibido de Guacane algu nos obj etos de metal. Notemos, de
paso. que rec ientes excavac iones arqueo lóg icas en el Pantanal revelaron efectivam ente la
prese ncia de objetos metáli cos incaicos. 17 Sa li eron entonces 8000 guaraní en pos de las
riquezas. de los cuales 5000 ll egaron hasta las orill as del río Guapayl 8 , desde donde espiaron
Sa maipata . Aca baron por ataca r el fu erte, matando a Guacane e hiri endo a Gri gotá. Encon-
tra ndo vaj ill a de plata, preguntaro n a los ca uti vos de dónd e venía el metal , y se enteraron asi
ele la ex istenci a ele Saypurú. Llegaron al cerro, "atacaron y mataron a los mineros, y prendi e-
ron al cap itán Condori y lo bajaron con ell os a los ll anos". Poco después ll egaron los guarnní
al fuerte de Guanaco pampa, que hall aron abandonad o. De vuelta a Sama ipata, capturaron a
las esposas el e los dos hermanos in cas y otras muj ere s: ·'vueltos co n estas victoria s los
indi os guara nís poblaron la co rdill era que ahora posee n. y no mataron a Concl or i ni a sus
mujeres··. Cabe notarlo, el asa lto a Sama ipata está confínrn1clo por otras fu entes quinienti stas.
pues a l mi smo acontec imi ento se refi eren, más que probabl emente, las refe rencias a un
ataqu e prehi spánico a l ··pueblo <;ercado" de los canclires por grup os guara ní y xa rayes. A 1
"
1(, l'l atl et al. sugien.:n quc la ci rra de 5000 gue rrcros ··pudo reprcsc ntar una lücrza de é li te .. (2006: 1O1).
U so lo hecho que esta cifra esté rnen cionada en otros conte xtos parece conlirmar que la cróni ca de
/\lca ya se apoya n.:a lmcnt c sob re fuente s andinas (Ca rl os In ca).
17 l~xcavncicmcs arqueo lc",gicas del gasoducto 13oli via-Bras il : h1tp ://www._ilu:0111 .br/jb/papel /internaciu-
11al/2005/05 /07/ jori nt 20050507010 .htrn1 (agradezco a lsab cllc: Dai ll an l por es ta referencia) .
1 X En cuanto a los dernús. 2000 habría11 id o en busca dt: Manco ln c.1y 1000 (que fo rm aron la etni a de los
it,llin cs) se habrían queda do en los a ln.:dedon;s de Sa nta Cru, ..
1 ') Rc la~irn1 gen era l de todo lo susodicho .... 15(,0. en .Julien (2008 : doc. 11 ). Ver Combés y Al varado et
al. (2005). Estas rel"e rcncias parecen indi car que ·· Jos cand irc, .. sc.: 1iores del metal no eran so l,1111ente
·· Jos in cas" en ge neral. sino 111ús espedli ca111ente. los incas duc11os ele Samaipata. Guacane y Co ndori .
1><.: ahí a re lacionar el nombre de los ··cand ires"" co n el del In ca Condori. el paso es tentador. y fu e y,1
sugerido por Susnik: "" La ap li cac ión del apela ti vo ·ca ndir/Candire · a los Incas limitúbase ala zona tr,1s
tlc l río Guapay: es pos iblc una identilicac i<in d<.: ·candir<.: · con ·condori ··· ( 1% 1: 163 }.
ini cios del siglo XVII , Díaz de Guzmán tambi én evoca el asa lto chiriguano al ·'cerro de
Saypurú , a donde entonces los dichos Indios del ynga sacavan y labravan plata" ( 1979: 72).
Una indicación suelta podría permitir fec har el asa lto y, por tanto, las fec has aprox im a-
das de expl otac ión de las minas por los in cas: Alcaya sefia la, en efecto, qu e Juan de Ayo las ,
en Asun ción, se enteró de las riquezas del oeste por los guara ní del lugar qu e estaban en
co ntacto con sus parientes chiriguanaes del occidente. Estos guaraní paraguayos habrían
dicho a Ayo las que el asalto a las minas y la muerte del Inca Guacane habían tenid o luga r
once afi os antes, va le dec ir once afios antes del vi aj e que el mi smo Ayo las emprendió hac ia
el oeste en 1537 (Alcaya 196 1: 64). Según esta versión, pues, las minas de Saypurú habrían
sido asa ltadas por los guaraní hac ia 1526, y entonces desc ubi ertas y explotadas por los dos
herm anos incas a partir de inicios del siglo, bajo el reinado de Huayna Capaq. Las fue ntes
paraguayas no ayudan a prec isar la info rmac ión, aunque tampoco la contradi ce n rotun da -
mente. Juan de Ayo las partió efectivamente ·'a que viese por vista de ojos donde vbiese
ca ntidad de metal o mynas de dond e se saca" 20 ; pero lo hi zo en busca de los ·'carcaraes" ( los
qaraqara de Charcas, en cuyo territori o se ubi can efectivamente las grandes min as de pl ata)
y no, según los docum entos de As un ción, de Saypurú o de los in cas Guaca ne y Co nclo ri. Sin
embargo, parece establ ec ido que Ayo las llegó efecti vamente a la frontera mi sma del imperi o
in ca, pu es tu vo ri fias con los llamados ·'carcaraes" . Este lugar era territori o de los in dígenas
chané y payzunos; desde ahí, Ayo las ll evó oro al Paraguay. Al regresar, fu e matado por los
payaguá del río Paraguay, sa lvándose tan so lamente uno de los chané que lo aco mpafiaba.
Por su úni co testimonio sabemos algo del viaj e de Ayo las. Este ch ané tampoco mencionó en
nin gún momento el cerro de Saypurú, ni hi zo alusión a Guacane o Condori .2 1
El capítul o 111 de la relac ión empi eza con la revancha inca. El soberano de l Cuzco
manda a Turumayo, "natura l Inga y ele su sangre rea l", a combatir a los guaraní2 2 . Gri gotá
apoya la ex ped ición puniti va, que res ulta un fracaso: Turumayo muere, Gri gotá y mu chos
in dios huyen. Poco después, Gri gotá, cansado de los continuos asa ltos de los guara ní,
contraataca, esta vez con éx ito. Logra capturar a unos 200 guaraní , que manda al Cuzco. Ahí
se ubi ca un epi sodio cé lebre de la cróni ca de Al caya: para casti gar a los guaraní , e l Inca les
expone desnudos en lo alto de un cerro nevado. Enterado ele su muerte, exc lama:
Halla, halla Chiripiguañuchini. Lo cual quiere dec ir: As í. as í les he dado escar-
miento con el frío. Chiri es el frío en lengua de los ingas y g uana el escarmiento.
De donde les quedó hasta hoy el nombre de Chiriguanos (Alcaya 196 1: 56).2'
20 Carta de Domingo de lra la a Su Magestad, Asun ció n. 1ro de marzo de 1545. e n .lulien (2 008: doc . 4 ).
21 El testi moni o de l chané sob reviviente está registrado en pa rti cul ar en !ra la ( 194 1) y la Relacitin
Anríni11w ( 194 1 y .lul icn 2008: doc . 6). Díaz de Guzmán retomó 1mís larde la informac ió n e n s u
Argentino ( 1835: 50 ). Catherin e .lulien estud ia e l via je de Ayo las en dos artí cul os (2005. 2007).
22 T urum aya era e l nombre del sefi or di: 111iti111aes de PlKnna. poco antes de la ll egada de los es pa fi oh:s .
Ver Plall et al. (200 6: 886. 890 ).
-)'-' Woiiu- chi-niv signili ca ··hago mori r''. '"mato'" en quechu a el chiri-pi ··en e l frí o··. La asoc iación con
g uano es un error de A lcaya (T. l'l all. com. pcrs.) . El m ismo in vesti gador s ug iere que la frase de l In ca
ruede ser vista. más que como una etimo logía. co1110 un juego de pa la bras entre chirip iwa11 u/chiri gua11;1:
chiri wa nachi '" les he hecho c hirigua nos'·. ··ahora sí son chiri guanas··. La etimo logía deA lc aya y. sob re
todo. o tra ig ua lmen te basada e n e l qm:chu a ('"ex creme nto··: g uano. "' frío" : chiri) s ig ue n s ie ndn
bastante popul ares.
Después ele esta frase del In ca, la hi storia el e Guaca ne, Co nclori y ele los chiriguanos
se interrumpe algo abruptamente, y el texto pasa a relatar el viaje ele Manco Inca a Moxos y
al Paytiti. Alcaya so lo retoma el hil o ele la hi sto ri a en el capítulo VI ele su relac ión , aludi endo
a los viajes el e los españo les ele Asunción en busca el e la ti erra rica. En este capítulo fi gura l;i
refe rencia ya se ñalada a Juan ele Ayo la s. Segú n Alcaya, el obj etivo ele los españo les era el
Paytiti ele Manco Inca, y también el cerro rico ele Sayp urú. De hec ho, el capítulo VII ele la
relac ión cuenta el viaje el e !rala a través del Chaco, desde el río Paraguay hasta el río Guapay.
Este viaje tu vo lugar en 154 7-1548 y es prec iso notar que siguió las huell as de Juan de Ayo las
a través del Chaco. El obj etivo de !rala era, según Alc aya , el "nuevo desc ubrimiento de los
ll ;inos de Cond ori y Moxos" .24 Ll egand o a " los ll anos de Gri gotá" y pasando el río Guapay,
!ral a mandó a "un don Alfonso Caype ru , indio guaraní refa lsado y traidor" a habl ar con
Gri gotá. Más que proba bl emente, este Alfon so Caype ru (qu e ll eva un nombre espaíio l, es
dec ir, qu e posibl emente fue bauti zado) es , o bien el mi smo Cayperu que enco ntramos en
San ta Cruz en 1573 con Diego de Mencloza, o bi en su padre. En todo caso, alguien bien
in fo rm ado sobre el cerro de Sayp urú , y que es tuvo en co ntacto con el primer redacto r de la
cróni ca de Alcaya, Martín Sánch ez. Debemos notar, también , que si Gri gotá logra conversar
co n él, es porque enti end e el idioma guaraní.
Sea como fuere, Grigotá acoge ·'muy gozoso" a Ira la, y busca su ay uda para comb at ir
a los chiri guanaes. El capitán español acepta, y dec id e además ''poblar al pie del cerro
Caypurum y labrar este ce rro" . Mand a al mi smo Cayperu a hab lar con los chiriguanaes:
Veinticl os afíos desp ués de l asalto guara ní (s i aceptamos la fec ha el e 1526), Conclori
sigue vivo. Los chiriguanaes dicen a !rala que le van a ay udar, y le av isa n '" qu e allí estaba el
sefior de l ce rro y del oro, ll amado Condori " . Vale la pena notar que Ira la interroga a Conclori
"'por lengua del refa lsado Cayperu" . es decir, en guaraní - es de suponer qu e ll evand o tanto
ti empo como pri sion ero ele los chiriguanaes, el inca había aprendido su idioma.
lrala pregunta, por supuesto , por las minas, y Conclori le contesta que "ya lo tenían
oc upado otros españoles en Parco" . Y nada más. !ra la no in sisti ó, pero si lo hubi era hec ho,
lamenta Alcaya, " hoy estuviera la cordillera poblad a y este rein o muy próspero" . La ac tu a-
ción de lra la en la hi stori a acaba con esta nota:
24 Nin g ún doc um ento de o re lati vo a lrnl a menciona e l nornbrc de Condori : tampoco ex iste mención de
--Mojos .. en la documentación paraguaya. Sobre la ausencia de es te último términ o. ver Co1nhés
(20 0 (,'')
Con el origen del diminutivo ·'Condorillo" acaba práctic amente la hi sto ri a de Alcaya.
!rala vuelve al Paraguay. Dos nuevos conquistadores aparecen en la Cordillera. Andrés
Manso desde Charcas y Ñutlo de Chávez desde Paraguay: y ''poco después mataron los
chiriguanaes a los unos y a los otros, por cuyo respecto no ha tenido efecro la población de
la cordillera y descubrimiento del cerro y de los Moxas" (A lcaya 1961: 67).
;. La mina oculta?
25 Es probablt:: que la Nueva Asunción no sea otra que la primera población de La Barranca. que empc,.ú
a establecer el mismo Manso (Finot 1978: 177). Tri stan Súnd1cz ( 1906: 40) indica qut: Manso pobl ú
primero en "Quiricota". y Pero L<ipez indica que Manso conoció a Grigotá ( 197 1: 55-56 ). A fa vor de
esta hipótesis. deben mencionarse dos versiones de un famoso informe de Ñuflo de Chúvez y Hernandn
de Salúzar de 1559 o 1560. La más conocida inserta en una Anua jesuita y publicada por .liménez de
la Espada ( 1965: t. 2. pp. 96-1 O1). está escrita en .. La Barranca". La otra. tra sc rita rccientemcnl<.:
por .lulien. indica como lugar " La Asull(;ion". a ori ll as del rin Guapay (.lulien 2008: doc. 11 ).
26 f osu uso en guaraní: " el agua que se embebe. qu e se cort.1··_
Manso falleció en e l ataque. Cuatro años más tard e, Chávez fu e asesinado por otro s
·'chiriguanaes" 27 , los itatin es, mientras (o porque) busca ba minas de plata en su territori o.
Estos trág icos episodios atañen directa o indirectamente a la hi stori a de Sayp urú .
Primero, porqu e los documentos relativos a Andrés Manso fueron escritos cuatro décadas
antes del relato de Alca ya, pero en ellos aparece n algunos de los nombres mencion ado s por
el cronista de Mataca; segundo, porqu e se volvieron cé lebres en la historiografía los probl e-
mas ele jurisdicción territorial que opusieron a Ñuflo de Chávez con Man so. Aunque estas
rivalidad es no nos incumban directamente aquí, tenemos que tenerl as en mente. Finalmente,
y sobre tocio, porque si bi en la muerte de Man so a manos de los chiriguan aes y chané suele
se r atribuida a su much a crue ldad con los indios llaneros, pi enso que a esta explicac ión se
puede agrega r otra: así como Chávez murió mientras o porque buscaba min as en territori o
itatín. varios datos indican tambi én qu e Manso falleció cuando bu scaba una min a más. la de
Sayp urú.
Veamos . Los obj etivos del conquistador eran, primero, establ ece r un a comunicación
directa y efect iva desde Charcas (y entonces desde el Perú) haci a el río Paraguay, el río el e La
Plata, y de ahí al "mar del norte" - el océano Atlántico- " : segundo, co lonizar y red ucir a los
chiri guanaes, princip al obstác ul o para franquea r el Chaco. A estos dos motivos, Alcaya
agrega otro: Manso bu scaba, dice, "desc ubrir el memorado cerro ele Caypurum" ( 196 1: 67).
So lo sobrev ivi ero n dos personas al asa lto el e la Nueva Rioj a: un mesti zo parag uayo.
qu e debió la vid a a su ami stad con uno de los caciques chiriguanaes, y de hec ho fue qui en
pud o contar lo ocurrido; y otra mesti za, casada con un indíge na, que no so lo so brevivió,
s in o se qu edó lu ego entre los indígenas. ·'hec ha chiriguana" (Lizárraga 1968: 85, 151 ). A 1
evoca r la mu erte ele Manso, Li zárraga cuenta esta curiosa histori a - hasta donde sé, se trata
del único texto que recoge esta versión el e los hechos:
Estos Chiriguanas le engaña ron [a Manso] con una fic ción, de las cuales,
co mo hemos dicho, son gra nel es hombres para fingir las; fingen, pues, y enga-
ñan al pobre capitán que a pocas leguas ele allí había un valle donde vivían
un os indi os de extraña fi gura , muy ricos ele oro [ ... ]; qu e si qui ere, ell os le
ll evarán all á y se los conquistarán , y el e los espaiio les no es necesa rio más el e
la mitad, y la otra mitad se qu ede en el pu ebl o. Creyóse (que no deb iera) ele
ell os, y sa lió con 30 soldados: los otros 30 con las pocas muj eres dejó en el
pueb lo; ll evó consigo parte el e los Chiri guanas, los cua les dejaron conce rta-
do , con los demás que para el serv icio del pueblo se habían quedado, qu e para
tal día tomasen las arm as, y a tal hora de la noche: qu e ell os en el propio día y
hora ci arían en Andrés Manso y sus so ldados, y ele esta suerte los matarían a
27 En el siglo XV I era n dos los grupos llam ados chiri guan,1cs: los de la Cordillera y. 111ús al noreste en L1
región ele la primera Santa Cruz. los itatines. antepasados de los actuales guarayos (Combes 2006a).
So bre la muerte de Nullo de Chú vez mi entrn s buscaba min as de platas en la provincia itatín de Yribira
o Yubira. ver la re lación de servic ios de Nullo ck Chúvez y Álvaro de Chiivez, 1588. en .lulien (2008 :
cloc. 24) y Finot ( 1978: 202). Como ve remos. el suefio de las mina s de ltatín sobrevivió a la mu ert e
de Chiivez y dese mpeñú un pape l importante en la rebel ión de Diego de Mendoza en 157J.
28 Ca1kte ( 1914 : 27 -28 ): ve1· Ga rcía Recio (2002h: 138). Crnnbés (2005 : 109-1 IU) .
todos . Al día, pues, o mejor decir a la hora de la noche señalada, los unos dan
en el pueblo, los otros en Andrés Manso ( 1968 : 85).
La fábula de la gente extraña con abundante oro bien pudo ser un engafio inventado
por los chiriguanaes para dividir las tropas de Manso. Sin embargo, también puede sugerir,
ya que funcionó perfectamente, que Manso estaba efectivamente en busca de algo parecido.
De hecho, las listas de encomiendas repartidas por Manso en 1563 a los pobladores
de la Nueva Rioja 29 arrojan algunos nombres que llaman la atención. Se trata primero de
Zaype o <;:aype (ambas grafías existen), a la vez nombre de una aldea chiriguana y de un
cacique chiriguano que colaboraba con Manso en las correrías contra los indios de los
llanos en busca de esclavos.-'° Es posible que este <;:aype tenga algo que ver con el chiriguano
Cayperu ya mencionado, y/o que su pueblo, Zaype, no sea otro que el mismo Saypurú. 3 1
Más significativo aún, las encomiendas ele Manso también incluyen a un pueblo chané
llamado Guacane. Finalmente, el nombre de Condorillo también aparece asociado con Man-
so: se trataba de otro jefe chiriguano que lo segundaba en busca de los esclavos chané' 2 , y
era también el nombre, como vimos, dado tanto al río Parapetí como a la misma población de
la Nueva Rioja.
No se encuentran, en los documentos relativos a Manso, menciones de Saypurú
(solo de Zaype), de sus minas o de su cerro rico. Sin embargo, la historia de su muerte
contada por Lizárraga podría entenderse como una confirmación de la versión de Alcaya, a
saber, qu e Manso buscaba efectivamente las minas de Saypurú. En todo caso, el nombre de
Condorillo no parece ser sino una clara referencia a Condori, luego Condorillo, el delegado
inca en la mina de Saypurú según la relación de Alcaya. En esa relación, Guacane y Condori
son los nombres de los dos incas de Samaipata y Saypurú. En los documentos relativos a la
Nueva Rioja, por el contrario, esos nombres son los de una aldea chané (Guacane) y ele un
cacique chiriguano (Condorillo): ¿cómo entender estas diferencias?
En cuanto al nombre de Guacane, dos explicaciones son posibles. La primera se basa
sobre el hecho de que "G rigotá" no es un nombre personal, sino un título. Y Betanzos nos
enseña lo siguiente:
29 ANB EP 5 ff. 652. 661. 662 y 664. 27 de abril y 5 de mayo de 1563. Estos documentos fueron
trascritos por .lulien (2008: doc . 17).
30 Testimonio de Francisco Gallego. 1561 e Ynformayion de los Chiriguan aes. octubre de 1571 . cn
.Julien (2008: doc 15-D y 22).
31 Según Alcaya ( 1961: 49). Caypurum querría decir ·'en lengua del Inga ( .. . )aquel despob lado" . Siguien-
do al filólo go Baldomero Eberlein. Sanabria piensa que se trata más bien de una voz guaraní: ··.,·a.
prefijo eufónico: ipuru, borboteo. aludiendo a los borboteos de aguas termales del arroyo·· ( 1961 : 73)
El franciscano Mingo de la Concepción interpreta zai: cesar. pasarse. y puru . .. ruido·· ( 1981: 304 ).
Una sugerenc ia mía es que Saypurú pueda leerse Saype ru, es decir ..el padre de Saype/C,:aypc" : Como
sabemos. era muy frecuente durante la Coloni a dar a los poblados los nombres dt: sus jefes.
32 Testimonio de Francisco Gallego. 1561 e Ynfonnayinn dc los Chiri guanaes. octubie de 15 7 1. c:11
.lulien (2008: doc 15-D y 22).
[El Inca Pach ac uti) ordenó y mandó [... ] que el ca pitán que ansí conquistase
pu siese las insigni as y traje de los de la tal prov incia en sus casas y cosas de
su arreo como hombre que lo ganó así como arm as que nosotros tenemos y
qu e tomase el so brenombre y apellido de llo si qui siése les (Betanzos 1987:
113). ' 1
Es as í posible que el Inca de Samaipata haya tomado el nombre, Guacane, de l Gri gotá
que venció; y esto significaría entonces que el Grigotá, j efe de los tamacoci, tenía un nombre
chané.
Ex iste, sin embargo, otra posibilidad de interpretac ión, relacionand o el nombre de
Guacane con el puebl o andino de Hu ancane a orill as de l lago Titicaca . Según Valencia
Chacón ( 198 1: 39)14, el nombre de este pueblo se debe al grupo de los huanca (de la sierra
centra l del Perú), cuyo curaca habría sido despachado por el Inca Tupac Yupanqui para
combatir los chiriguanos. Importante, Valenci a indica, sobre la base de trad iciones ora les de
la reg ión de Huancane, qu e el curaca huanca rec ibi ó en esta ocas ión " los mayores honores
de l imperio" y fue as imilado ·'co mo mi embro de la famili a real" - lo cual podría corres ponder
con nuestro Guacane "pari ente del In ca''.
Sin embargo, Valencia Chacón as ume, sin mayores reparos, que gru pos chiriguanos
vivían en la región de Huancane en pleno altiplano, e incluso que llegaron "en tiempos del
Tiahuanaco" hasta Vilcanota ( 198 1: 38). Valencia no cita ningun a fu ente para respaldar esta
afirm ación, que en el estado actual de las investi gac iones me parece muy poco creíble. Sin
embargo, vari as cosas deben ser tomadas en cuenta: primero, existen en la región de Huancane
rec uerdos de gueITas contra '' los chiriguanos"; segundo. el mismo Valencia cita a vari os
vec inos de Huancane que llevan, en di fe rentes épocas, el nombre de Condori ( 1981: 37);
tercero. se puede relacionar esta inform ac ión con un testimonio de 1584, donde Baltasar
Co ndori , "natura l de Guancane". menciona a "un In ca que estaba puesto por gobern ador a
guard a de las fo rta lezas de esta provincia como señor tan grande y criado de l Inca prin cipar·
(Platt el al. 2006: 934-935); fin almente, para la fi esta de la Cruz en Huancane, ex isten hasta hoy
grupos ele baile y ele música llamados " los chiriguanos", que encarnan un papel similar al ele los
·'chun chos" o ··tobas" del Carnaval ele Oru ro, que representan a los ·'salvajes" (Valencia 198 1).
Frente a estos indi cios, podemos suponer que el Guacane de Samaipata, y su herm a-
no Condori , eran efectivamente ori gin ar ios de Huanca ne. y que se trate ento nces efect iva -
mente de un nombre andin o. Según la trad ición oral de Hu anca ne, el ni eto del prim er cu raca
hu anca de la zona, ll amado Huancane, partió haci a el ori ente a destruir los chiri guanos, pero
fue vencido por ellos: esta in fo rmac ión podría corresponder a la que proporciona la "relac ión
cierta" de Alcaya sobre el fracaso inca frente a los chiriguanaes. En cuanto a la presencia de
·'chi riguanos" en este lugar a orill as del lago Titic aca ... tal vez sea un recuerdo, simpl emente.
ele los 200 chiri guan aes "casti gados por el frío" en los Andes . .. Guardemos simplemente en
memori a que la tradi ción ora l de Hu ancane y sus danzas ele ·'chiriguanos", bi en podrían ser
un a co nfi rn1rc ión conte mpo ránea, e indirecta, de la hi stori a contada por la ·'relac ión ci erta".
35 Cop ia de una informacicín de servicios de Hernando de Sa l.izar. 1568 (.lulien 2008 : doc . 19 ).
36 Sin embargo. esta sola rcli.:rene ia lingiiíslica no bastaría para identilicar a los tamawci como d1ané :
cn electo. ta111akox o 1w1wko.1·h u otras palabras alines signilican ··perrn" también en ehiqu itano y
zamuco. En cuanto a -coci , se trata posib lemente de un su lijo chiqu itan o - tal vez " tamacoci" hay,1
s ido un nombre dado por los chiquitos a ciertas parcia lid ades chané (.lulien 200(, y Combes 200(,c).
37 El nombre de Guacanc vue lve a se r registrado. más tarde. en la Cordi llera sur. en la regici n de T,1rij a.
lo cual no es sorprendente si se trata de un nombre diané. Ver. por ejemp lo. la com is icí n del virn:y
To ledo a Lui s de Fuentes. 22 de enero de 1574 (.lulicn 1'!97: 34: AG I Pat. 124. 1607). En 18-14.
incluso. se menciona a un jcle Guacani en la mi sma región (ANB MI 1883 2 17/57: 58r). Sobre e l
tema . ver Combi:s e 1-l irtzel 2007.
38 Pero es el cacique de quién dependían los tres indios mandados por "Santiago'· a hab lar con el virrey
To ledo (AG I Pat. 235 r. 3: ver más adelante). Otro caso de adopción del nombre de un ene mi go
·' herm ano y sucesor", ll amado nada menos que Ynga Condorillo " por exce lencia" (AGI Pat.
235 r. 3: 9v, Lizárraga 1968: 142). La referenci a explícita al título de Inca, que aparece en 1573 -
1574 durante la campaña de Toledo es, de paso, otro indicio más que permite dar algo de
crédito a la crónica de Alca ya.
Otra posibilidad sería qu e Co ndorillo sea, en guaraní, Condori iyu , es decir "e l amo de
Cond ori '·. y que así se haya prese ntado el cacique chiri guano que venció al In ca. El nombre
pudo haber sido deformado como Condorillo por los españoles. En todo caso, esta segunda
posib il idad confirmaría tambi én la exi stencia del Inca Condori entre los chiriguanaes. Final-
mente, no podemos descartar otra hipótes is, pues sabemos que los chiriguanaes no mataron
a Condori (que seguía vivo en 1548 cuando habló con !rala) ni a sus mujeres. ¿Pudo Condori llo
ser el mi smísimo Inca Condori , ''hecho chiriguano"? No me atrevería a afirmarlo. De hecho,
no se entendería en este caso la mención posterior de su ·'hermano y suceso r", pues el único
herm ano de Condori qu e conocemos es Guacane, matado por los chiriguanaes - a menos que
debamos entender ·'hermano" la/u sensu, como un hermano adoptivo, tal vez. Lo qu e sí
parece más probable, en tod o caso. es que las muj eres de los inc as. cautivas entre los
ch iri guan aes , haya n fundado nuevas fami li as entre sus amos.
Sea como fuere . los nombres de Guacane y Condorillo que aparecen en la Cord ill era
chiri guana en los año s 1560 rememoran de algún modo la hi stori a de Alcaya. Como vimo s.
otros de los acontec imientos referidos por el cura de Mataca son verificab les: e l siti o de
Sa maipata ex iste hasta hoy. Otras fuentes esc ritas y nuevas excavac iones arqueológicas
confirman e l ataque guaraní a Samaipata, el conocimiento de parte de los xarayes del metal
inca ico. o el mi smo viaje de Ira la entre los tamacoci . A estos datos podría agregarse, además.
el nombre mi smo de Guanacopampa que sigue vigente hasta hoy (arena les de Guanacos). un
nombre netamente quechua en pl eno ll ano chaqueño.
De ahí a afirmar que todo lo referido en la crónica de Alcaya sea históricamente cierto,
hay un paso que no podemos franquear todavía. En el estado actual de las investigaciones, no
se sabe ni puede saberse si realmente ex istió o no la mina de Saypurú. Convendremos, sin
embargo, que los datos expuestos hasta ahora impiden desca11ar de inmediato su real ex isten-
cia y nos ohligan, al menos, a dar más crédito a Alcaya que el que generalmente se le ha dado.
El croni sta hace intervenir en su relación a Domin go de !rala. Si bien el viaje de este
último y su ll egada entre los tamacoc i son datos hi stóri camente comprobados. debemos
reconocer qu e Ira la mi smo jamás mencionó, al menos en los docum entos que llegaron hasrn
nosotros. ni a Condori/-illo ni a las minas de Saypurú. Lo que sí sabemos es que. al ll egar al
río Guapay, !rala y los suyos tuvi eron una gran decepci ón. Se enteraron, en efecto, de que
hab ían ll egado "al Perú", y que las riquezas cuya fama había llegado hasta ell os ya estaban
encontradas y explotadas por otros españoles (Schmidel 1993: cap. XLV II 1, Combes 2006a).
De hec ho, algo parecido dice Condori en la versión de Alcaya : las otras minas , las de Porco.
ya están ocupadas por los españoles. Esto fue posible, recordémoslo, gracias a la interven-
ción. en 1538. de los ma/lku de Charcas y de Paullu Inca. padre de Ca rlos Inca, es decir, del
ven L:ido se encuentra entre los xa rayes del Pantanal que acomp,111aron a los itat ines haL:i a el .. pueb lo
.,:creado .. de los candircs: el jefe xaray. anteriormente nombr,1do <;:aye. adoptó el nombre de Camin.:
o Ca ndirc por haber matado ··a 111t1L:hos de los candircs·· (Rc lac,: ion general de todo lo susodicho.
1560. l'.ll .lulien 2008: doc. 11 ).
prin cipal info rm ante de Alcayaga. Cond ori estaba entonces enterado de l hec ho; s in emba r-
go, al parecer no estaba enterado de que tres años antes el e su encuentro con !ra la, en 1545.
otro ce rro ri co (Potosí) había sicl o enco ntrado por los españoles . Sea porqu e no conoce la
ex iste ncia del cerro , o porque qui ere oc ultarl o a los españo les, Condori no \n enciona a
Potosí: tampoco dice un a palabra sobre la mina el e Saypurú. qu e podríamos agrega r as í a la
li sta ele las ''min as oc ultas" de la hi stori a in ca y co loni al. '"
Si damos crédito a Alcaya, Ira la sí conocía la ex istencia de l cerro de Saypurú , aunqu e
no pudo ubic arl o. 40 Sabemos que, poco antes de su mu erte, Ira la intentó vo lver a los ll anos
del Guapay, en un vi aje fallid o conocido como '' la mala entrada" (Díaz de Guzmán 1835 : 92-
94). Podemos pensar que el capitán españo l seguía en bu sca de la úni ca min a todav ía no
ocupada por sus compatri otas del Perú . Esta hipótes is podría explicar, de paso, el interés
posteri or de su teniente, Ñutlo de Chávez, por fund ar primero una población entre los tamacoci
(la Nueva Asun ción) antes de pensar en fundar Santa Cru z de la Sierra. Podría ay ud ar a
ex pli car, tambi én, los graves pro bl emas ele juri sdi cci ón territori al que opu sieron a Chávez con
Manso - probl emas comprensibl es si es que ambos buscaban, en rea lid ad, la mi sma min a ele
Saypurú ." 1
Un último punto debe reca lcarse : si rea lmente ex isti ó la min a ele Say purú , fue ex pl ota-
da para los in cas por los ch ané/tamacoc i (s in co ntar a los tra baj adores "de este rein o", es
dec ir quechua, qu e acompañaban a Guacane y Conclori) más que por los chiri guanaes. Vari os
son los datos que sustentan esta afirm ación. Primero, el Grigotá era vasa llo del Inca Guaca ne.
en prim era lín ea para entregar trabaj adores. Segund o, los chané eran ··se ñores del metal", es
dec ir. estaban en contacto cercano con las fuentes ele pl ata y oro: ninguna fuente di ce algo
parec ido ele los chiri guanaes. Tercero, la región el e Saypurú fu e conoc id a, hasta medi ados
del siglo XV II 1, como una zona muy poblada por chané: ele Saypurú era ori gin ari o Ch indi ca,
el jefe chané qu e pidi ó auxili o a la Audiencia ele Charcas en 1745 para trasladarse al río Acero
(Combes 2004) . Al lado el e Saypurú , pero ya en los ll anos mi smos. estaba asentada otra muy
importante zona chan é, la úni ca que perdu ra hasta hoy en Bo livi a: el !soso. un a zo na pobl ada
por chané del pi edemonte cercano (Combes 200 5: cap. 2 y 3) y do nd e hoy algunas personas
co nocen .. . un cerro sagrado, prec isa mente en Guanacos. Fin alm ente, otro dato puede ser
agrega do: el di seño del tejido isoseño es. hasta hoy. idénti co al ele los tejidos de lana que se
hacen en los va lles crucel'íos, es dec ir, en la región ele Vall egrancle y Sa maipata (Combés
1992). A Norclenski old , las muj eres del !soso contaron qu e "' hace vari as generaciones, alg11-
nas mujeres ch anés aprendi eron de una quichua a tejer diseños qu e todav ía se observa n en
39 A parte del caso de Potos í. cuya ex pl otac ió n prehi spáni ca y. por tanto. c uyo w noc i111i cnto de pa rle
de los in cas s igue en debate. pu cd..: ci tarse e l caso de la m ina d.: Chaquí. que dos mineros qui siero n
encontra r en 1625. ll ega ndo tan so lo a su entrada: según e ll os. la min a no fue encontrad a antes porqu e
l'uc ocultada. tapada por un cerro post izo (Pl att el al. 2006: 16-1 47. 2 15-22 0).
40 Sigui endo co n el paral e lo de las min as oc ulta s en gen era l. se podrían a plic ar per fec tamente a este caso
las palab ras de Á lvaro A lonso C3a rba acerca de l,1 mítica min a d<: Chaqu í: ·'ti é nese por c ie rto qu e la h,1y.
aun que hasta ahora no se sa be cn donck este'· (/:;/ arle de los metales. 164 0. ci tado por l'l att el al.
2006 : 148).
41 Según la -- rel ac ión ucrdalk ra de l as iento de Santa Cruz ... ·· ( 157 1). Chúvcz rec ibi ó .. pi edras de mda l
exc,:cl enti simo" de los chiri guanaes de la región de Condorill o (.luli cn 2008: doc. 20 ).
diversos tejidos chanés. Se trata de animales y seres humanos estilizados" (2002: 228)4 1 :
¿influencia de las mujeres del Inca en Saypurú y Guanacos?
Más allá de la existencia real o ficticia de la mina de Saypurú, lo que sí está comproba-
do. sin lugar a dudas, es la firme creencia de los españoles de la época en su realidad - tal vez
so bre la base de la primera crónica de Alcayaga padre. Ya mencioné, por ejemplo, las capitu-
laciones de inicios del sig lo XVII citadas por García Recio , que demuestran el afán españo l
por descubrir el ''cerro rico" . Meno s de diez años después de la muerte de Manso, una
mención inequívoca del cerro de Saypurú aparece en los documentos , en circunstancias
bastante extrañas y como parte de una muy enigmática hi storia: la aparición de un ··mance-
bo'·, un ''dios" o un "sa nto", llamado San Diego o Santiago, entre los chiriguanaes - y más
es pecíficamente en Saypurú. Esta referencia pasó inadvertida a los hi storiadores de los
chiriguanaes 44, más afanados en determinar si lo que las autoridades coloniales calificaron
ele "milagro" fue tal, o si se trató de un engaño al virrey, o ele un movimiento mesiánico , sea
genuinamente chiriguano o, por el contrario, influido o provocado por movimientos andinos
como el Taqy Onqoy.
Charcas, 1573. El virrey del Perú, Francisco de Toledo, está visitando el territorio de la
Audiencia y se enfrenta con dos problemas críticos en su frontera oriental: los repetidos
asaltos chiriguanaes y la ya mencionada rebelión de Diego de Mencloza en Santa Cruz. A
señalar. sin embargo: el mismo Toledo afirma que encontró que
... la cossa ele mayor ymportanc;:ia de nec;:esidad de rremedio [ ... ] hera el casti-
go y allanamiento ele los ynclios ele guerra chiriguanaes de estas cordilleras y
fronteras de estas dichas prouinc;:ias por averme encaresc;:ido el daño y peligro
en que por ellos an estado y los minerales y rric¡11ew dellas" (relación ele
mayo de 1574, en Julien 2003: 28; énfasis mío).
Sea por la misma relación, célebre en aque l entonces, de Alcayaga, o bien por otras
fuentes , la cuestión es que el virrey cree poder encontrar metales en la Cordi ll era.
En busca de una solución pacífica, Toledo convoca a varios caciques chiriguanaes
en La Plata (actua l Sucre. y sede de la Audiencia) para seducirlos con regalos. En la lista de
los caciques agasajados fi guran '' los dos cac;:iques princ;ipales ll amados Amaru Care [un
nombre andino: Amaru Qhari] y Ynga Condor illo"; tambi én "Motapira, cai;:ique ele c;:aypuro··
y "tres ynclios chiriguanaes que uinieron con las cruzes" .0 ' Ynga Condori llo es, lo menciona-
rnos, el ·'hermano y suceso r" del viejo cacique Condori llo.
42 Ver Mét11aux ( 1930: 436). acerca de las inlluencias qu ed1ua sob re e l disdio de los tejidos chiri g uanos.
43 Título de la información levantada por el virrey Toledo (A(il Pat. 235 r. 3 ).
44 Ha sta donde sé, Francisco Pi farré ( 1989: 454) es d único hi storiador que notó esta referencia en el
discurso de Santiago, pero 110 utilizó el dato en su argumentación. Dabbs ( 1953: 56) también mencio-
na el tcst imonio que se refiere a l cerro de metales. s in relacionarlo con Saypurú.
45 Gastos con los chiri guanaes que sa lieron de paz. Potosí. 22 de scpticmbre de 1573 (.lulien 2008: doc. 23).
Los tres indi os ·'que v111i eron con las cru ces" habían ll egado cas i jun to co n los
cac iques in v itados a La Pl ata, portado res de un a extraord inaria hi stori a para e l v i,,-ey : Sant ia-
go apa rec ió en la Cordill era. To ledo levanta entonces un a " info rm ac ió n" so bre e l as un to.
recog iendo, e l I de septi embre de 1573, di fe rentes test imoni os sobre e l as unto\ Hace n su
re lato a lgun os chiri g uanaes, qu e in c luye n a los tres indi os menc ionados y va ri os de los
cac iques presentes; testifi can tambi én a lgun os es paño les, aunque ning un o haya visto rea l-
me nte a Santi ago y sol o repo rten re latos que les hici ero n los chiri guanaes; " de o ídas'·
también es la decl araci ón de Garc ía Mosquera, un mestizo paraguayo que o fi c ia, además, d e
inté rprete en e l interrogatori o. Fin a lmente, d a su testimoni o A lonso A pari , un quechu a de l
Cuzco que estu vo pris ion ero entre los chiriguanaes-4" Entre los intérpretes fig ura tambi én un
ta l Capillas, otro mesti zo parag uayo. E l pad re domini cano Regin a ldo el e Lizárraga as iste a la
a udi enc ia, ·'carcomi éndose" de ade ntro fre nte a lo que ca li fica de " fi cc ión" arm ad a por los
chiriguanaes para engañar a l virrey (AG I Pat. 235, r. 3; Lizá rraga 1968: ca p. XXX-XXX III )
Los chiri guanaes cuentan qu e, aprox imadamente dos años atrás, aparec ió un .. man-
cebo" en Saypurú y en e l puebl o cercano ele C uevo. 47 La infor mac ión está confirm ada po r
otros re latos chiri guanaes qu e oyeron los test igos es paño les , Ped ro Ramírez ele Q uiñ o nes y
Pedro de Zárate. Q uiñon es hace notar, además. qu e la noti c ia c undi ó en 157 1, es dec ir, a ntes
de que estuv iera presente e l virrey en Charcas, y antes de que se em pezase a habl ar de un a
exped ic ió n a la Cordillera chiriguana.
Este mancebo en cuesti ón - me atengo aquí so lamente a las dec larac io nes de los
c hiriguanaes (AG I Pat. 235. r. 3 )- dec laró llamarse Santiago, hij o de Jesús y mandad o po r é l.
Med ia co mo s iete pa lmos de a lto 48, tenia cabe ll os negros y largos y vestía de bl anco. No
te nía barba. Era, en todo caso, ·'mu y herm oso y re luz iente y mu y rres pl ancl eziente", así como
era n res pl and ec ientes las dos cru ces que tra ía con é l: una chi ca en la mano, y o tra, mu cho
más grande, que and aba so la de lante de é l. En una ocas ió n se di ce que, po rq ue los indi os no
le creyero n en C ueva, Santi ago .. se paso a l d icho pueb lo de Cayporu y lo mi smo hi zo la d icha
cru z y dexo señas por e l ca my no por donde aui a pasado''.
Sa nti ago aparec ió y des parec ió vari as veces en la Cordill era, s iempre con .. gran rruydo
y res pl ando r" ; venía ·'de lo a lto" y se iba también ·'po r lo a lto". Sus prim eras aparici ones
fueron a muj eres y niñ os. Puso un a cru z en la pl aza de Saypurú . fre nte a una casa que hi zo
construir ·' I~ qua l ll aman ig les ia" . É l mi smo di o cru ces a los indios que mandó a encont ra rse
con To ledo.
46 Apa ri trabaj aba como ya11acona en la hac ienda de Jeró nim o de A lani s. e n la regió n de Tarij a. Fue
capturado con su muj er por los c hiri guanacs. entre los qt1t: vivió cinco a!'ios.
47 El doc umento indi ca que C ucvo es un puebl o muy cerca no a Saypurú: por esta razón. no creo qu e se
trate de l actu a l puebl o de este nombre. algo lejano de Saypurú y ubi c_ado a l s ur de l Parapetí . Sabemos.
además. que e l actua l Cuevo ll eva ba anter iormente d nombre de Nuumbite. Sin embargo. lw y qu e
nota r que s i bi en Santi ago aparec ió y pred icó e n la reg ió n de Sayp urú. e ra conoc ido en tod,1 1.i
Cord il lt::ra : son chiri gua naes de la frontera de Tarij a a l sur. los que in fo rmaro n a Zúrate. C uand o Garc i,1
Mosquera fu e a la Cordillera a recaba r in fo miac ión sobre e l .. mancebo··. lo hizo en la reg ión de l lng rc
e lgüembe (Avatrren en e l in fo rme : probab lemente Avati re. nomb re guara ní de lgüembe).
48 El pa lmo corresponde a l largo de la mano ab ierta y extend ida de un hombre. desde e l ex tre mo de l
pul gar hasta e l del dedo meriique. es dec ir. aprox im adamente 2 1 cm. Santi ago habría medido. e nton-
ces. algo menos de 1.50 111 .
El "santo" habl aba guaraní a los indios y español a los blancos; de hecho, fue prim ero
a un españo l a qui en dijo qu e venía só lo para lo s indios. Según varios de los caciqu es
interrogados, Santiago manifestó qu e tambi én venía para los " indios ele los ll anos", vale
decir los chané.
Santi ago no fu e tomado en serio en un inicio por los chi riguanaes, pero logró lu ego
co nvencerlos de dos maneras: castigando a los incrédulos y haciendo milagros. Entre los
castigados figura, por ejempl o, un cacique que qui so comer carne humana a pesar de la prohi-
bición del "mancebo": murió . De la misma manera, Santiago quemó - "avia baxado fuego del
cielo"- un ranc ho donde se concentraban varios incrédulos; también quemó, para convencer-
lo, la casa del cacique Mocapina de Saypurú . Los chiriguanaes que persistieron en tener
relac iones sexuales con muj eres de su propia fa milia acabaron muertos, con las pi ernas rotas .
Mucha gente murió así, en un ini cio, hasta acabar creyendo al mancebo que, sin embargo,
persistía con sus amenazas: había que hacerle caso, sino ··se perdería todo''. De hecho, los
testigos manifiestan todos que, con semejantes antecedentes, ten ían miedo al mancebo cuan -
do aparecía, y so lo se ponían ·'muy contentos e alegres" cuando empezaba a hablarles.
El poder de persuas ión de Santiago también ape laba a los milagros. Curó a varios
enfe rm os. en particul ar a un joven esc lavo (es decir. un chané) picado por una víbora , so lo
co n mostrar su cruz. Los testimoni os di sc repan en este punto, pu es algunos testigos afirman
que Santi ago no curaba ·'a los que no son bu enos" o ··son ruines", mi entras otros, entre ell os
Y nga Condori Ilo. sosti enen por el contrario, que curaba a los malos para enmendarlos. A la
sazó n. los chiriguanaes estaban ·'con falta de comidas" y Santi ago hizo otro milagro, rega-
lando a una mujer (o al esc lavo chané sanado, según los testigos) una semilla de zapallo qu e
se multiplicó milagrosamente - eso sí. los chiri guanaes tenían que hincarse de rodill as para
qu e e l mil agro ocurriese. En cuanto a Santiago mi smo, si bi en los indios le entregaban
comida, j amás se le vio comer.
El di sc urso diri gid o por el mancebo a los chiriguanaes es particul armente interesa nte
y se enti ende fáci lm ente que haya despertado la atención ele Toledo. Lo s chiriguanaes, di ce
Sa nti ago. no deben hacer la guerra, ni comer carne humana; no deben, por lo tanto. hace r
daño a los esc lavos y demás indi os de los ll anos. Deben tener un a so la mujer y no casarse
con mujeres emparentadas con ell os. En resumid as cuentas : "qu e no hagan lo qu e hi zieron
sus [ante]pasados". Por el contrari o, los chiriguanaes deben herm anarse con los crist ianos,
que ti enen "buena ley". Deben mezc larse con ellos y, por esta razón. les mand ó Santiago a
habl ar con Toledo. Santiago mi smo no bauti zó a nadie. dicen los testigos, pero sí anunció
que los indi os se bautizarían después de acercarse a los cri stianos. Los chiriguanaes deben
adorar a su padre Jesús y a la cruz. se rán cristianos y por ell o tendrán buen a sementera. En
la mi sma línea di sc ursiva, Sa nti ago reprehende duramente a los apostatas.
Los testimonio s ele los chiriguanaes son bastante coherentes entre sí y solo difi eren
sobre cleta lles. En cuanto a los españoles y al mestizo interrogados, no pueden agregar
mucho al re lato, ya qu e no habl an de visu. Lo que preci sa Zárate es que la vestidura de
Santi ago er~ un "abito [h ábito] de indio". El personaj e que sí causa problemas en esta
inform ac ión es el último testi go. el quechua Apari - pues contradice a menud o a sus ex amos.
Aunque dice no conocer su nombre. Apari no pone la existencia de Santiago en tela ele juicio.
pues a firma que lo ha visto y que incluso fu e curado por él. Confirma que la vestimenta del
mance bo era bl anca, prec isando que le cubría tocio el cuerpo y que tenía "una toca revuelta
por la cabeza" , que también era bl anca. Describe a Santiago como a un hombre pequ eño, y ele
cabell os ru bios; in cluso indica qu e Santi ago tiene la pi el bl anca. So bre el ''res pl and or" ele
Santiago y sus aparici ones desde y hac ia lo alto ''co n mu cho ruid o" , Apari co in cid e co n los
chiri guanaes; tambi én sobre el hec ho ele qu e el santo apa rec ió so lamente para 101, in d ios . De
sus cru ces, di ce qu e son el e oro y pl ata, muy relu cientes. En algun os casos, Apari com pl eta
la in fo rmac ión ciada por los chi riguanaes : para curar, Sa ntiago no so lo santi gua co n su cru z,
sino que tambi én echa sa liva - a la manera, podemos agrega r, ele los chamanes chiri guanaes-
: la "casa que ll aman iglesia" ti ene un nombre: Santa Mar ía; fin alm ente, Sa nti ago habl a en
guaraní, pero Je oyó clec ir "buen día" en españo l. El quec hua agrega tambi én que Santi ago sí
ba utizó a una muj er, desde entonces muy venerada por los chiri guanaes. Donde sí difi ere
sustancialmente el relato de Apa ri es en lo que toca al di sc urso del mance bo. C laro, Santiago
pro hibi ó la guerra, la poli gami a, el canibali smo: pero lejos ele pred ica r un ace rcamiento a los
españoles en genera l y a To ledo en part ic ul ar, profeti zó po r el contrari o:
Pregun tado [Apari] si les decía el dicho hombre que fuesen cri sti anos e qu e se
juntase n con los cri st ianos dixo qu e no syno que antes les dec ía qu e todos los
cri sti anos de Castill a se habían de morir y questaba acabada toda la genera-
ción de Castill a e que si algun os vivían era de los que por acá esta ban e qu e
tambi én se habían de morir los ele acá e que los que qu edasen habían de yr a
serv irl os a ell os y quel mesmo se lo oyó dezir al dicho hombre (AG l Pat. 235 r.
3: I Sv).
Parece algo ev ide nte qu e, como ex esc lavo de los chi riguanaes, Apari qui era ve ngar-
se de ell os , contradi ciend o su disc urso en vari os puntos y, sobre todo, ex poni endo a To ledo
las amenazas ele Santi ago . Lo que no sabemos, sin emba rgo, es si dec idió mentir para ve ng<1 r-
se (e n tal rnso , no habrían ex ist id o las amenazas del "mancebo") o si prefi ri ó dec ir la ve rdad
(en tal caso, los mentirosos serían los chiri guanaes) .
A pesa r de este testimonio algo contradictori o e in cluso inqui etante, To ledo, y con él
var ias autoridades de Charc as, quedan convencid os del mil agro oc urrido en la Cord il lera
chiri guana. El único escépti co es Reginaldo de Li zá rraga , qui en s igue pensando qu e todo es
un a fá bul a, un engaño para ganar ti empo y evitar la guerra, o bi en para prepararse para el1<1.
El domini cano pi ensa pod er expli car fác ilm ente las ev ide ntes referencias cri sti anas del di s-
curso de l mancebo:
No se admire vu estra exce lencia qu e estos indi os Chiri guanas hagan tanta
reverencia a la cruz, porqu e yo me ac uerdo haber leído los años pasados dos
cartas [ ... ] de un reli gi oso ca rm eli ta, escritas al señor obi spo, el cual entre
estos indi os andaba rescatando indi os Chaneses (L izárraga 1968: 145).
puebl os, a las cuales ll amaba Santa María, en cuyas paredes hacía pintar
muchas cruces, mas que no se atrev ía a bauti zar a ninguno, ni dec ir mi sa
(Lizátrnga 1968: 145).
También indi caba que enseñaba la doctrin a en español a los niños, que había co loca-
do una cruz de madera muy alta frente a cada un a de sus igles ias y que in citaba los indios a
hacer la reverencia delante de ell as. Incluso explica los mil agros de Santiago, pues ''fa ltand o
un año las aguas y las comidas secándose", los chiriguanaes habrían pedido (baj o pena de
muerte) al carmelita que pidiera lluvia a su Dios, cosa que sucedi ó después de muchas
orac iones. Fin almente, el mi smo carmeli ta predicaba el abandono del canibali smo y
'·re prendíales gravemente el ser deshonestos con sus hermanas". Así expli ca Li zárraga, y
de bemos ad miti r que una manera bastante convincente, las referencias cri st ianas del di sc ur-
so de y sobre Santiago: lo demás, afirm a, hay que tener lo ·'por fi cc ión y aun por impos ibl e'·
( 1968: 146).
To ledo dec ide, entonces, enviar a la Cordillera a García Mosquera, quien habla guaraní,
en compañ ía de vari os de los chi riguanaes presentes . Mosquera ti ene instrucc iones prec i-
sas·1'': conseguir más in fo rmac ión sobre Santi ago, pero tambi én averiguar algo de los pos i-
bles caminos qu e podría n seguirse en caso de una guerra co n los in dios - lo cual sugeriría
que To ledo no fue tan crédulo como lo pensó Lizárraga. Otra in strucc ión conci erne a los
mesti zos o españoles que pudi eran vivir en la Cordill era. De hecho, hemos visto que fu e a un
español a quien Santi ago anunció que venía para los chiriguanaes, y que él mismo habl aba
tambi én en castell ano.
La ambigua fi gura del mestizo García Mosquera, nac ido en el Paraguay en 153 8 de
pad re españo l y de madre guaraní, fue estudi ada por Thi erry Sa ignes en su cé lebre artícul o
sobre "mestizos y sa lvaj es" ( 1982). En 1565, el mesti zo acompañó al gobernador y al obispo
de As un ción a Santa Cruz y luego a Charcas . Pa11icipaba de la mi sma exped ición Pedro de
Segura, un españo l que había llegado desde el Perú hasta el Paraguay acompañando a Ñufl o
de Chávez de regreso de su primer viaje a Lima (Díaz de Guzmán 1835: 88, Finot 1978: 109,
138), y qu e acabó instalándose cerca de Tomina en la "frontera" chiriguana. En Asun ción,
Segura había desposado a un a de las hijas mesti zas de Domi ngo de !rala. A su vez, Mosq uera
se casó con un a de las hij as de Segura, en una fech a que ignoramos. Hac ia 1585, el suegro y
el yerno comercian con los chiriguanaes, entregándoles en particular pólvora y cuchillos
(Saignes 1982: 88).
El info nne mandado a Toledo por el mestizo, en octubre de 1573 (Mujía 19 14: tomo 11 ,
pp. 108-1 29), perm ite completar la informac ión ya recogida en La Pl ata. Se confirma que
Santiago, siempre "gentil", "herm oso" y "rrespl andec iente", vestía de blanco, pero "en
hav ito de los indios", "en forma de yndio". Aparece con mucho ruido y se di ce que después
de su primera aparic ió n volvi ó a estar presente "al cavo del tercer día". Aparec ió primero a
un a muj er pobre y sin marido, con una cri atura en brazos, que estaba ll orando en el camin o;
luego a un 11¡1uchacho en una chacra. Se confirm an los mil agros y los castigos reali zados por
4 ') 1nstn 1<.:ciones <le Francisco tk To ledo a García de Mosquera. 6 de sep ti emb re de 15 73 ( Muj ía 19 14: t.
11 : 102-1 08).
Santi ago para convencer a los incrédulos, al principio numerosos. Un milagro más se agrega
a la lista: Santiago habría hecho surgir agua de la tierra go lpeándola con su cruz. En cuanto
al discurso del "Santo", como lo califica Mosquera, corresponde en todos los puntos a lo
que ya dijeron los chiriguanaes en La Plata. No se hace mención de las amenazas contra los
cristianos de Castilla mencionad as por Apari , pero sí se agrega un reve lador testimonio de la
negra Catalina, esclava entre los chiriguanaes:
[Catalina] vido como el Santo les trucso y enseño un serro donde los yndios
sacaron metales de plata y les dixo el Santo este metal es muy rrico os avé is
de aprovechar siendo buenos (Informe de García Mosquera, octubre de 1573,
en Mujía 1914: t. 11, p. 125; énfasis mío).
Ansi mismo avia un mestiso al qual llamavan chundí el qua! entiende ques
Solis un mestiso tuerto de un ojo al qua! por otro nombre llaman los indios
sicrabaca (lnfonne de García Mosquera, octubre de 1573, en Muj ía 1914: t. 11 ,
p. 126).
Mosquera agrega que el mestizo hablaba tan bien guaraní que '"en la lengua no se
podía conocer si era indio ó no". Tennina su informe sefialando que los caciques chiriguanaes
se inclinan por la paz, pero que ponen condiciones: primero no quieren ser esclavos de los
espafioles; luego:
citado , los chiriguanaes "'no lo dexaron entrar la tierra adentro y le detuuieron en el primero
pueblo . Y asi se boluio s in traer mas rrazon del santo mas de auerlo oydo de1eir entre ellos
mesmos" (ihíd.: 35). De hecho, todo el informe de Mosquera se resume a interrogatorios , y
no a algo que hubiera comprobado realmente. De ahí el primer enojo de Toledo con los
chiriguanaes que quedaron en La Plata. Estos le prometen que esta vez no fallarán, y vuelven
a sa lir con Mosquera a la Cordillera. Prudente. el virrey hace quedar a seis chiriguanaes corno
rehenes, entre ellos Ynga Condorillo. Este viaje es el que acaba de convencer a Toledo, pues
nota . en mayo de 1574, que Mosquera " no a salido ni buelto y se tiene entendido que lean
muerto" (Julien 2003: 31 ). Para empeorar la cosa, los rehenes huyen, aunque los espafioles
logran apresarlos de nuevo, "e9eto vno el mas prin1eipal", a saber, Ynga Condorillo. ' 0
Este hecho convence al virrey, que vuelve a pedir sus pareceres a los oidores de la
Audiencia sobre la conveniencia de una guerra ·'a sangre y fuego" contra los chiriguanaes.
Vuelven a aparecer las palabras de Lizárraga sobre ·' las ynven1eiones y fi9ione s de que an
vsado" los chiriguanaes. ' 1 La guerra es declarada. Vale la pena notarlo, al consultar a la
Audiencia y luego al alistar sus tropas, el virrey junta en realidad dos campafias militares,
pues manda una columna por el norte de la Cordillera, encabezada por Gabriel Paniagua y
Loaysa, para sofocar la rebelión de Diego de Mendoza. En cuanto a Toledo, encabeza en
persona las tropas que entran al corazón de la Cordillera chiriguana.
La columna de Paniagua y Loaysa logra capturar a Mendoza, que será luego ajusticia-
do en La Plata. Sin embargo, en el sur entre los chiriguanaes, la expedición resulta un fracaso
total y un desastre para el virrey, quien enferma y por poco no muere. Vale destacar que las
tropas fueron guiadas nada menos que por Mosquera que había vuelto, aunque muy tarde ,
de la Cordillera. Sin embargo, el mestizo lleva al ejército espafiol ... por el río Pilcomayo para
llegar al río Parapetí, cuando la ruta porTomina era la más directa y segura. Le impone así una
vuelta larguísima y sin ningún sentido - el hecho fue también notado por Saignes ( 1982: 90-
91 ). En todo el trayecto, las enfermedades achacan a los so ldados sin que puedan combatir
ni una sola vez con los chiriguanaes: todos los poblados encontrados están abandonados,
toda la gente ha huido -como enterada de antemano del inverosímil trayecto seguido por el
virrey. Las tropas de Toledo acaban por volver, sin haber logrado nada.
El dios mestizo
Así como los contemporáneos dudaron entre milagro y engafio, varias fueron las
interpretaciones dadas por los historiadores a la curiosa historia de Santiago . Los elementos
cristianos de su discurso no pueden ser negados, desde la profusión de cruces hasta la
reaparición del " Santo" el tercer día, desde el nombre mismo del mancebo (Santiago, hijo de
Jesús) hasta su discurso de paz y sus iglesias llamadas Santa María. Parece dudoso, sin
embargo, que Santiago sea el mismo padre carmelita referido por Lizárraga. No se entendería.
en esta hipótesis , el discurso anti-espafiol del mancebo sefialado por el quechua Apari :
50 Carta de la Audiencia al rey. 16 de mayo de 1575 (Julien 2003: 36). La información es confirmada por
L.i zárraga y por otros documentos.
51 Acuerdo sobre la guerra de los chiriguanaes. 3 de abril de 1574 (.Julien 2003: 26).
tampoco tendría mucho sentido la referencia, mencionada por Catalina, al cerro de metales de
Saypurú. Lo que sí parece seguro es que Santiago estuvo en algún momento en contacto
con ese carmelita (de ahí el nombre de Santa María de sus iglesias) o , incluso , con otros
religiosos. Sabemos, por ejemplo , que el cacique chiriguano <;::aype acogió, en 1esa región, <1
misioneros franciscanos. 12 Es probable que Santiago haya s ido bautizado, que sea cristiano .
También fueron notados, en particular por Liliana Regalado de Hurtado ( 1992), los
elementos andinos del personaje. La autora evoca, por ejemplo, el movimiento mesiánico del
Taqy Onqoy, que sacudió a la zona andina poco antes de la aparición de Santiago. Al notar
la asociación del " mancebo" de la Cordillera con el rayo y el trueno (apariciones con mucho
ruido "desde lo alto"' \ resplandor, fuego " baxado del cielo" etc .), observa que "la vincula-
ción del Santiago apóstol de los españoles con el lllapa andino es bastante conocida y
surgió muy temprano en la conquista" (Regalado de Hurtado 1992: 159). A partir de elemen-
tos como el rechazo inicial de los indios, el castigo por el fuego o las huellas dejadas en el
camino, Regalado de Hurtado traza, también, un paralelo entre los personajes de Santiago y
del dios andino Viracocha ( 1992: 160).
A pesar de observaciones interesantes, no comparto las conclusiones de esta autora ,
pues pecan de un completo desconocimiento de la historia y cultura de los chiriguanaes.
Influencias cristianas, hubo; influencias andinas, más que probablemente también: pero
cabría preguntarse primero qué de genuinamente y simplemente chiriguano pudo existir en el
personaje y la historia del controvertido "mancebo" .
Jack Dabbs ( 1953), Francisco Pifarré ( 1989: 452-455) y Thierry Saignes ( 1990: cap. 1)
son los principales historiadores que identificaron a Santiago como a uno de los llamados
tumpa de la historia chiriguana. Tupan (pronunciado Tumpa en chiriguano) es un personaje
mítico muy conocido entre los grupos tupí y guaraní-hablantes del Brasi I y el Paraguay
colonial. Como lo muestran numerosas fuentes, Tupan era asociado, en particular, con el
trueno (Métraux 1928: 52-56) - al igual que el !llapa andino y el Santiago colonial, entonces.
La palabra Tupan se puede traducir como "sagrado", " santo" (el calificativo aplicado por el
intérprete Mosquera a Santiago) o directamente " dios" : de hecho, fue la palabra adoptada
por los misioneros para nombrar en guaraní el dios ele la tradición cristiana. Pero entre lo s
chiriguanaes, tumpa también eran los profetas que lideraron, en varias oportunidades, movi-
mientos ele tipo mesiánico. Sus homólogos paraguayos y tupinambá , bien conocidos en h1
literatura a partir ele los estudios de Métraux ( 1928) y 1-lélene Clastres ( 1975), eran , por e l
contrario, llamados karai. Desde el "dios" Baitaipi que llegaba volando desde el Paraguay
en las primeras décadas del siglo XVII hasta Apiaguaiqui-Tumpa en 1892 y pasando por los
profetas anónimos de Caiza y Masavi en 1778, son varios los tumpa que conoció la historia
chiriguana y que se levantaron en contra de los espafioles. 54 Se decían dioses o hijos de dios,
hacían milagros, curaban a la gente, todos actos característicos de Santiago. El último lllmpa.
Apiaguaiqui, actuaba en coordinación con el cacique Güiracota, así como las fuentes nos
seña lan que Santiago estaba en un contacto más que estrecho con Mocapina, el cacique de
Saypurú. El discurso de la mayoría de esos profetas evidencia también referencias cristianas.
Esos discursos pudieron variar según las circunstancias, pero recuerdan, sin lugar a dudas,
a l de Santiago: se trate, en efecto, de llegar a ser " tan buenos" como los españoles o, de un a
manera más extremista, transformarlos en esclavos, lo que piden los tumpa, y lo que pide
Santiago, es un estatus de igualdad o incluso de superioridad para con los españoles. 55
Como dijeron los caciques a Mosquera: no quieren ser esclavos, ni ser tratados como ellos
mi smos tratan a los indios de los llanos.
De la mi sma manera, así como el aspecto mes iánico de la figura de Santiago está
documentado en la historia chiriguana misma, sin necesidad de hacer intervenir influencias
externas, también podría trazarse un paralelo entre Santiago y ya no Viracocha, sino su
equ iva lente tupí-g uaraní, e l " dios blanco" Pay Sumé. La vestidura de ambos personajes es
idéntica: así como la cruz de Santiago deja huellas en e l piso, así los pies de Pay Sumé
marcaron las piedras: así como Santiago amenaza con catástrofes varias s i no es creído. así
Sumé provocó el diluvio. 5" Registrada en numerosos grupos tupí y guaraní, la figura de Sumé
también era conocida de los chiriguanaes itatine s, antepasados de los actuales guarayos en
Bolivia (Missio.. 1929). En cuanto a los chiriguanaes de la Cordillera, las fuentes son mudas
a l respecto: si algún valor tiene el paralelo entre el " mancebo" y Pay Sumé, se trataría, en mi
conocimiento, de la única referencia existente.
Siguiendo a Pifarré y a Saignes, creo entonces que Santiago fue un tumpa, el primero
reg istrado en la Cordillera chiriguana. En verdad, las principales referencias andinas que
encuentro en su discurso o en su historia son alusiones bastante claras a la historia contada
por Alcaya: el nombre de Ynga Condorillo en primer lugar; segundo, la clara referencia a un
cerro de metales en Saypurú; tercero, el nombre del ·'santo" y su asociación con el rayo, que
también puede guardar relación con la presencia de metales en Saypun'.1. pues las minas de
Porco entre los qaraqara eran asoc iadas con un culto a l rayo y sus huacas estaban formadas
por pedazos de meta l y/o de piedras tocadas por el rayo. ' 7
Sin embargo, estas referencias tampoco deben encubrir que el discurso y la actuación
del "santo" implican un gran conocimiento de la cultura guaraní y/o chiriguana, y a la vez de la
soc iedad colonial española y del cristianismo; y tampoco impiden que el mismo discurso haya
también constituido la ·'ficción" denunciada por Lizárraga: un engaño al vin-ey para prepararse
para la guen·a. Quiero destacar aquí dos elementos de la historia de Santiago, a menudo
obviados por los historiadores y que penniten , creo, enfocarla de otra manera: la referencia al
cerro de Saypurú y la omnipresencia de personajes mesti zos o españoles en esta historia.
55 Ver sobre este aspecto del discurso de los tumpa a Saigncs 1990: cap. V, en particular el párrafo
titulado: ·'Ellos serian espa iiol es ... ".
5(, En tre las numerosas fuente s que mencionan Pay Sumé. se puede citar para los tupinambú del litora l
atlnntico Nobrega ( 193 1) y T hevet ( 1575: 914): para e l Paraguay. Martín González en 1588 (AG I
C harcas 143) y Barzana ( 1965 ). En 1541 . el factor Doran tes indica que los indios que lo acompañan
en el a!Cu Paraguay llaman ·' Pay <;:umé '' al franciscano de la exped ici ó n y lo "tienen en mucha
veneración" (.Julien 2008: doc. 2).
57 Platt eral. 2005: primera parte ·'C ulto. La plata sagrada .. _ pp. 135-235 (análisis y documentos). Los
"maestros de las huacas'· eran considerados como los hijos de lll apa y llevaron a menudo los nombres
de Santiago o de Diego en españo l (Plall et al. 2006: 141-142).
Desde Manso hasta Santiago, la hi storia de Saypurú cuenta con un número signifi ca-
tivo de personajes no chiriguanaes: los dos mestizos, hombre y mujer, que so brev ivi eron al
asa lto de la Nueva Rioj a; el intérprete mesti zo Capill as , quien desempeñó luego un papel
activo en la Cord illera apoyando (por voluntad propi a u obligado por los chiri guan aes) a los
indígenas en contra de los españoles (Saignes 1982); los españo les y mestizos encontrados
por Mosquera en la Cordillera, todos "hechos chiriguanos". Uno de ellos, Chundi , le interro-
gó nada menos que sobre las tácticas de guerra del virrey - sus preguntas van en el mi smo
sentid o que la ''ficc ión" chiriguana según Lizárraga: preparar el afrontamiento. Finalmente.
está Mosquera mi smo, quien tarda tanto en la Cordillera y luego guía al virrey por un camin o
equ ivocado. En su caso, Thierry Saignes supuso que el mestizo quería proteger los negoc ios
paralelos que mantenía con los chiriguanaes del Parapetí:
Esta eventualidad daría cuenta de la inex pli cabl e dirección hac ia la cual fue
ll evado el ejérc ito españo l en 1574. Aq uí las acusaciones de To ledo parecen
fund adas: Mosquera ll evó la tropa por los meandros y desfiladeros abruptos
del Pilcomayo, mi entras que la ruta del norte (por Tomina), la más directa y
concurrida, no ofrecía ningú n obstáculo. Da la impres ión de haber querido
alejar al cuerpo exped icionario del sector septentri onal para no comprometer
las buenas relaciones y las fructíferas operac iones de su clan con los indíge-
nas aliados (Saignes 1982: 90-9 1).
Y los chiri guanaes no están so los en esta tentat iva - inclu so acaso no sea n sus
actores prin cipales. Si Santi ago fu e un lumpa chiriguano, fue un lwnpa qu e no so lo recibi ó
algo de ed ucac ión cristiana, sino que también - y so bre todo- tenía tratos con los mestizos
ele la Cord ill era. De ahí a pensar que Santiago fue mesti zo él mi smo, hay un paso qu e tocio
invita a franqu ea r. El quechua Apari lo escuchó decir, algunas veces, '' buenos día s" en
castellano y lo describe como un hombre blanco y ele cabellos rubios. No debe extrañ ar esta
conclusión: otros tumpa de la Cordillera fueron, sin lugar a duelas, mestizos paragu ayos . Fue
el caso, en parti cu lar, del profeta anónimo de Masavi en 1778 (ANB Rück 56, ANB EC 1795/
52: 12v). Como Santiago, este tumpa hab laba tanto en español como en guaraní y amenazaba
a los indígenas con catástrofes para "acabar con todos los que no le creyessen" (carta del
padre Manuel Gil, AFT M224). El mi smo año, otro twnpa, también anónimo, se levantó en
Ca iza al sur de la Cordill era chiriguana. Un testimonio indica que entró "por la parte de l
Paraguay" ; vestía ·'una túnica bl anca a manera ele alba"; los indígenas de Caiza le erigieron
un a casa "de mejor fáb rica que las que ellos usan ", y él les decía en guaraní : 'yo soy vuestro
dios, he venido enviado del cielo para cuidaros, yo os daré cuanto necesi té is, hartas pru ebas
y milagros para que creáis que soy vuestro verdadero di os, castigaré severamente a los que
no me crean y obedezcan" (Saignes 1990: 166) - todas cosas que también hi zo Santiago.
Sa ignes anota:
Esta hipótesis explicaría, ele paso, las posibles relac ion es entre Santiago y el dios Pay
Sum é, muy conoc id o en Paraguay, pero so bre qui en no se han encontrado más referencias
entre los chiriguanaes.
Todo indic a, en definitiva , que el "as unto Sa nti ago" fu e un asunto de mesti zos ali a-
dos con indio s más que un as unto de chiriguanaes, y que el mi smo To ledo sospechaba algo
cua ndo pidió a Mosquera inform arse so bre la pre senci a ele español es o mestizos en l,1
Cordillera - su error fue, tal vez, haber confiado demasiado en su enviado. En la histori a del
oriente boliviano, ex isten otras referenci as a conspiraciones mestizas en contra de los intere-
ses co lon iales oficiales: haci a 1587, se habla de un "motín que intentaron los mestizos" en
Santa Cruz.' 8 Cas i un siglo más tard e, el virrey del Perú menciona que una carta del goberna-
dor el e Santa Cruz, del 20 de marzo de 1681 , av isa haber descubierto " la conspirac ión que
hi cieron los indios fomentados de dos mestizos vecinos de aquella ciudad por invadirla"''':
¿habrá pasado lo mi smo en 1573 para ocultar a la mina de Saypurú?
Es incluso posible ir más allá . Mientras aparece el ''mancebo" en la Cordill era, el otro
do lor ele cabeza ele To ledo en la frontera oriental es, como vimos, Diego de Mendoza en Santa
Cru z. A la n1uerte de Ñuflo de Chávez en 1568, Mencloza asumió el papel de gobernador, de
58 ACil Pat. 19 l. r. 8: agradezco a lsabe llt: Dail lant por esta rde rcnci a.
5') i\GI Charcas 416. cuaderno de oficio 6: 335v. c itado por Saignes 1982: 1OO.
manera pensada al parecer como interina, pues él mi smo so li citó, junto co n otros cruceños, el
nombramiento de un nuevo gobernador al virrey To ledo.''º Sin embargo, este go bernador, .Juan
Pérez de Zurita, qui so - cumpliendo con sus instrucc iones- reali zar el traslado de Santa Cruz
hacia el río Guapay y desde allí armar una campafí a militar contra los ch iriguanaes, Mencloza y
mu chos crucefíos, entre ellos Alcayaga, se opus ieron a esta inici ativa, pues su meta era desc u-
brir minas ele plata al este de la ciud ad, entre los indios itat in es.'' 1 Mencloza apresó a Zurita y se
enfrentó as í ab iertamente con el virrey. Así, la rebelión de Mencloza se debe, ante tocio, a su
··esperanc,:a de las mynas de Ytatin" . Juan Pérez de Zurita, en 1573, indica haber efect ivamente
encontrado algo de plata entre los payzunos en la región de Santa Cruz, hallazgo que so lo pudo
alentar a los crucefíos en su búsqueda; pero también menciona, por ejemp lo, la .. op ini on que
tenían [los crucefíos] de vn c,;erro de los capayjoros en que dezian que abia gran cantidad de
pl ata; ui a el y ally and ubose y buscase y no se hall o nada" (Juli en 2003 : 7).'' 2
Diego de Mendoza no es mesti zo. sino un crio ll o nac ido en el Paraguay. Sin embargo.
los mesti zos paraguayos de Sa nta Cru z son sus principales ali ados . Inclu so antes de dejar el
cargo de gobern ador, Mendoza qui so .. yrse co n los mesti c,;os" en busca de las min as de
ltatín. Cuando apresó a Zurita, lo hi zo ay ud ado por "tocios los mestic,;os, qu e so n mas el e
sesenta. y algunos es paño les" ; los qu e entraron a la fu erza a la hab itac ión del gobernad or
era n "' muchos so ldados y algunos vezi nos, los mas mesti c,:os" (ca rta de J. Pérez de Zurita, 5
de julio de 1573 , en Juli en 2003: 12). Otro testimonio agrega: ·'se amot in o el Don Di ego el e
Mendoc,:a co n otros moc,:os nac,;idos y cri ados en el Paraguay" (carta de la Audi encia de
Charcas al rey, 16 de mayo de 1575, en Julien 2003: 33 ).
En otras palabras, as í como en Sayp urú todo hace sospec har un a cons piración mes-
ti za con tra el virrey para ocu ltar la mina de Saypurú, en Sa nta Cruz, en los mi smos años, se
rebe lan otros mestizos, tambi én para ir en busca de minas: ¿co incidencia o nexo entre ambos
acantee im ientos'1
Originario de Asunción , con seguridad Diego de Mendoza conocía a García Mosquera
y a su suegro, Pedro de Segura. De la misma manera, los tres personajes conoc ieron, en Santa
Cruz. al primer redactor de la cróni ca de Alcaya, su padre Martín Sánchez. Así, con toci a
probabilidad, Mencloza estaba enterado de la hi storia de las minas incas de Saypurú - la hayc1
aprendido de Alcayaga, de Ñuflo ele Chávez qui en fu e teni ente de Ira la, o in cluso de And rés
Manso, pues Mendoza estuvo presente en el encuentro entre el conqu istador de Charcas y
Chávez (F inot 1978: 164, 166). Record emos también que junto con Mendoza en Santa Cru z
estaba el cacique chiriguano Cayperu, más que probablemente emparentado con el Cayperu
que sirvió de intérprete a Ira la en Saypurú .
A esos hechos hay que agregar que, mientras Santiago aparecía en la Cord ill era, al
parecer movimientos también de tipo mesiáni co sacudían a Santa Cruz. Al menos, así parece
deber interpretarse esta nota de Zur ita:
60 Carta ¡Jt: la A udiencia de Charcas a l rey. La Pl ata . 16 de mayo de 15 75 (Julien 2003: 33).
61 Carta de Juan Pérez de Zo rita a l virrey. l'ojo. 5 de julio de 1573 (.luli en 2003 : 10-11 ).
62 Los capayjoros. eapayjoros o capari oros eran una " parcialidad·· de los a lrededores de la primera S,1nt,1
Cru z de la Sierra (In fo rm ac ión de se rvicios de Nufrio de Clrn vez. 1561. en Julien 2008: doc. 14). Su
lengua era diti::rente de la de lo chiri guan áes . ch ané . payono y gorgotoqui (Cróni ca anónima 1944 1c.
16001 : 501 ).
Los datos parecen suficientes para suponer un a colusión entre los rebeldes el e Santa
Cruz y los mestizos de la Cordillera, tocios en busca ele minas , todos opuestos al virrey, y
todos apoyándose sobre los chiriguanaes. No si n motivo Toledo asoció "entranbas cossas",
a sa ber la guerra contra los chiriguanaes y el castigo ele los rebeldes cruceños 64 ; no sin
motivo preguntó sobre la presencia ele españoles, mestizos o criollos entre los chiriguanaes.
(,3 C.1rta de .l. Pén:z de Zmita. 5 de julio de 1573 (.lulicn 2003: (1). En 1892. el /u111¡H1 J\pü1guaiq11i
prometía también la resu1Teeció11 a sus tielcs.
!,4 Acuerdo so bre la gue rra de los chiriguanacs. 3 de abril de 1574 (.lulien 2003: 25 ).
chaqueño? ¿Cómo ex plicar los para lelismos exactos entre el tejido isoseño y el de la reg ión ele
Samaipata? Más todavía, la histori a del cerro ele Saypurú no acabó con los epi sodios qu e y<1
cont<1mos. En 1778, el tump a mestizo ele Mas<1v i, a escaso s kilómetros de S<1yp urú. estaba
acompañado 1
... de otro individuo igualm ente desconocido, ele qui en persuade a los Barbaras
ser Hermano del Rey Inga, y que aviene/o/o degollado los Españole.1· viene a
recuperar sus caudales, para con ellos enric¡uecer/os , con cuya esperanza
tiene alborotada la Cordillera, siendo inum erables los Barbaras que se suj etan
a su dominio" (carta del padre Manuel Gil , AFT M 224 , énfas is mío; mi smo
texto en ANB EC 1782/9, retomado por Mingo 198 1)."'
Ev id entemente, se trata aq uí de algo más que del rec uerdo de un a cróni ca fanta s iosa
que ya estaba además olvidada desde cas i dos siglos. Tocio en esta hi storia, desde el herm a-
no (como Co ndori ) del Inca hasta los ''caud ales" perdidos, no parece ser sino otra referencia
al cerro rico ele Saypurú y a Conclor i.
Este cerro. como vimo s, fu e probabl emente exp lotado por los tamacoci/chan é para
los in cas, más que por los mi smos chiriguanaes. Hoy no vive n más chané en Sayp urú , desde
que su líd er Ch indica decidió mi grar a la frontera ele Tomina a medi ados del siglo XV 111
(Combes 2004) ; pero sí siguen viviendo, hasta hoy, en los arenales del !soso en el baj o
Parapetí. Investi gando so bre los kaa iya ( los dueños míti cos del bosqu e) con al gun os
isoseños, oí hablar ele los arakuarenda. literalmente los ·' lugares del conoc imi ento", los
lugares sagrados dond e los chamanes pueden establ ecer co ntacto co n los seres espiritu a-
les . Ex isten vari os ele esos luga res, co nocidos cada un o por un chamán en particular. Sin
embargo, en los alrededores del lsoso, cuatro cerros o lomas son reconoc id os por todos
co mo arnkuarenda : se trata ele Taremakua, frente a Sa n Anto ni o del Para petí; ele San Mi guel.
en las sa lin as de Chiquitos al este del !soso; del cerro Co lorado, en el !soso mi smo en la orill :1
ori ental del Parapetí ; y del cerro Tupao, en los arenales de Guanacos (Combes y Ju stiniano
et al. 1998).
Seña laba Alcaya que ·'la labo r del oro cae en los ll anos" , ll anos que en la reg ión de
Sayp urú solo pueden ser los arenales ele Guanacos donde, además, el Inca hi zo, según el
mi smo Alcaya, un fuerte. La ubicac ión de este fu erte en Guanacos no tendría sentido s i so lo
sirviese para proteger el cerro de Saypurú de los chirigu anaes, que vivían más bi en sobre el
pi edemonte: pero sí lo tendría, si albergaba a los trabaj adores del oro, tal vez siguiendo el
curso río abajo de la quebrada de Saypurú abajo hac ia los ll anos.
Tupao signific a litera lmente "casa de dios" en guaraní (G iann ecc hini, Rom ano y
Cattunar 191 6: 93,2 17), se traduce como ·'igles ia" - y no podemos dejar de recordar a la vez
las igles ias ed ificadas por el "mancebo" Santi ago en la reg ión, y las min as andin as concebi-
das como casa de las hu acas. Los mapas del In stituto Geográfic o Mili¡ar Boliviano indican,
en rea lidad, dos cerros llamados Tupao en la mi sma región"'': un o en el pi edemonte mi smo en
65 Según otro documento (ANl3 Riil:k 56). erad 1w11pa mi s1110 qu e decl ara ba se r "ficto jni cto l lk los
Yngas".
66 Mapas SE 20-14 ("C harag ua" ) y S E 20-15 ("Cerro (:'apitán l Jstúrcz" ). escala 1: 250.000.
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I-IISBOL.
fesionales. amén de comités y herma ndades (pp. atenuados prejuicios exc luye nt es o e l hec ho de
361-366). con un tratamiento qu e en conjunto qu e no h:1brían inliltrado el apara to lkl Est,1do
desdibuja lo que pudo haber sido un molklo de poni.:ndolo a su servicio . La ab undantc casuístiG1.
anúlisis mús coherente para el conocimiento de las acurnulad,1 en el propi o vo lumen qL\e se: r..:se11:1.
clases sociales dominantes en la región . Para com- demuestra lo contrario: los lazos famlliarcs sc tc-
plementar el enfoque. habría sido más apropi,1do _icn. entrek_ jen y vuelven a tejer por generacion ..:s.
abordar la generación de élites desde la clase rnedi a entre grupos que se identifican a sí mi srnos como
y exarninar la entrada en escenario de estos nu evos irnportantes. representativos. di stinguidos. nota-
actores que de algún rnodo podían disputar espa- bles. poderosos. acaudalados. famosos. rniembros
cios de poder a las élites terratenientes. Por otro de la rnejor socied ad. etc. En cuanto a las actitu-
lado. el hablar de clase intelectual (p. 39) se des étnicas. parece más propio rescatar lo qm:
distorsiona la base conceptual que los autores in- alguna vez di_jo el propio Ta mayo '"( ... ) las clasl:s
tentan construir para su relato. altas y medias de la ciudad imperi al. hasta 1945
No se puede dudar de que la clase regional fu ero n profundamente espaiioli zadas. ( ... )yen
dominante haya producido ··con naturalid ad". y ellas había un sec reto y disimulado desp reci o por
hast.1 con encanto. líderes políticos (demócratas lo indíge na·· (Tamayo 1981 : 173). Por lo demús.
- corno seiialan los autores- . pero tambi én habrí ,1 la extensión de los rni ernbro s de la é lite t..: rrat c-
que dccir de los otros. de los adictos a las dictadu- niente al apnrato burocrático lkl Es tado. a las ins-
ras y al mantenimiento del stalu quo social). inte- titucion es ed ucativas. lajerarquía cclcs iústica. los
lectuales orgúnicos. cientílicos notabks y perso- órganos_iurisdiecionales y las li.1erzas arrnadas. es
na_jes de excepción. De hecho. quienes hoy po- rnás que ev idente. Los terratenientes. por rnucho
drían ser considerados réprobos. no necesariamen- ti ernpo. se ensefiorearon no so lo en sus hac ien -
te fueron objeto de condena o repudio por su das, sino en todos los espacios de poder loca I y
clase de origen en su tiempo. Los tejes y rn anejes regional. teni endo a su se rvicio o en coparticipa-
empleados por los terrateni entes para acrecer su ción a la burguesía urbana.
patrimonio territorial. y su poder en ge neral. no Pese al ideal de la objetividad que intentan
so lo afectaban a carnpesinos comuneros. sino a Tamayo y L.ega rra. serí a imposible ascg urar qu e
miernbro s de su propi a clase. El libro nos mu estra e l corpus es té exp uesto siempre de man era fría e
abiertarnente córno. _junto a encarni zadas di spu- irnpa1·c ial. Hay. en todo caso. una muy sutil suh-
tas judiciales, las artes de Mandraque eran rn ane- _jetividad que Sí.: cuela in se nsible e inevitablcrnc:n-
_i adas para adquirir o consolidar riqu eza y posi - te. ya que se trata en buena medida de ex pres io-
ción social. Allí están los ··brae.uetazos'" de astu- nes de parte. ex plicabl es y qui zújustiti cadas. qlll·
tos macho s (pp. 50. 70 y 255) y lo s no tan propenden a reivindicar abolengo. méritos y un
visibilizados ··calateos" desde cl lado fcrnenino. papel _jugado en la hi sto ri a por los rniembros dc l,1
el tirno y la estafa (p. 65). mi steriosos y 111a11osos élite terrateniente. Se ofrece n li stados familiare s.
rnane_jos (p.295), y - rematando la artillería de rc- reliriendo a unos cuzqueños de pura cepa. y a
cursos non sane/os- las impecables _jornad as de otros cuzquefiizados (algunos rnás que otros).
los ··rounders'' provincianos que en el rocam bor u pero el desarrollo conversacional 110 consigue ayu-
otros _juegos de envite (pp. 158 y 256) podían dar lo sufici ente a la estructura analítica. pues
hacerse de grandes fortunas en una so la noche. quien lea ..:1 texto deberá rearmar las referencias
La solidez del marco conceptual implícito es para tener cuadros diferenciales más consisten-
cuestionable. La diterencia que los autores esta- tes. Los sa ltos de una a otra memoria familiar no
blecen entre la oligarquía regional cuzqueiia y la res ultan se r tan dialécticos como proponen los
limeiia no quita que el régimen de hacienda seiio- autores. rnú s bien constituyen un recurso formal
rial. irnperante en el Cuzco hasta los aiios setenta. verbal para --pasar a otro plano de la noticia'".
fuese anacrónico. en tanto y en cuanto se susten- Entre los intelectuales punefios enraizados en
taba en una estructura de clases con una rnayo ría Cuzco, se extraiia a Daniel Cast illo, Mario Ciil
de excluidos: el pueblo andino (entiéndase lapo- Con treras. Alfredo Catacora. Romún Saavedra.
blación carnpesina quechua). De otro lado. no son Martín Charnhi. por e_iernplo. Asirnismo. no p,1-
convincentes las aseveraciones sobre el supuesto rece apropiado haber tratado sob re di st inguidas
carácter rnayoritariarnente exogárnico de las élites personalidades que curnplieron todo su ciclo vital
dominantes, tampoco las qu e se refieren a sus en Cuzco enlistándolos entre los cuzque11os irn-
cial que se resi ste a morir. que desaparecidos los conjunto sobre la materia, a formularse la siguien-
actores vue lve como reminiscencia o .. canto de te pregunta: ¿,qué cosas tienen en común. si efl:c-
cisne". Más al lá de estas observaciones. o de otras tivamente tienen algun a. un a pob lación rural e hi s-
que cada quien pudiera formular. este vo lumen panohablante del Perú septentrional y. di gamos.
so bre .. Las é lites cusqueñas'· es una importante las poblaciones campesino-indíge rlas. quechu a y
contribución para el reconocimiento del ser regio- ocasionalmente aymarahablantes, del Perú cen-
nal y un reto para los histori adores que vendrán . tral y meridion a l? La n:spuesta inmediata a esta
El d isentir favorece al necesario decantamiento de cuestión ponderará el hecho de que. en uno y otro
la hi storiografia, y más en un a s ituación como la caso. se trata de poblaciones organizadas en co-
presente que aún reclama conocer ·'( .. . ) en qué munidades dedicadas fundamentalmente a la acti-
medida estas é lites provinci anas se radicalizaron vidad agrícola y pastoril. en el se no de porc ion es
y asumieron en a lg uno s casos. el li derazgo de de un mi smo territorio nacional que han sido cedi-
movimientos populares" (p. 29). das por el Estado para s u legít imo usufructo. Sin
embargo . .:1 análi sis dedicado. en princip io. a la
Rodo(fo Sánchez Garrrifá coherenci,1 propia y a la continuidad espccílic,1
Foro Red Freire-Perú del pueblo. a s u vez di strito. de Sa n Carlos -
CEPCLA-Pww comunidad aldeana que asciende a poco men os de
quini entas almas organizadas en unas cien unida-
Bibliografía des dom éstica s. loca lizada en la vertiente oriental
del curso medio del río Utcubamba en la provin-
CADENA. Mariso l de la cia de Bongará ( departamento de Amazonas). so-
1994 ·' Decencia y cu ltu ra política: Los bre un territorio que se extiende entre los 1400 y
indi geni stas del Cuzco en lo s años vein- los 2800 msnm-, permite no so lo amp li ar. s ino
te'". Revista Andina 23. 79-122. también prec isar las eventua les comparaciones.
Efectivame nte, y en primer lugar. las bases
SANCHEZ GARRAFA, Rodolfo sobre las que se erige e l edificio soc ial sancarlin o
2008 ··La bandera de la identidad andin a" . descansan en un ten-eno cultivado por las relacio-
Revista lntercultural Aymara Q11echua- nes de parentesco efectivas que mantienen sus
AQ 14. 4-8. respectivos miembros, y cuya uni dad soc ial mí-
nima es la -- unidad doméstica" - casa en el uso
TAMAYO HERRERA, José vernácu lo- consistente en un número cambiante
1989 Breve historia de un historiador. Lima: de individuos emparentados entre sí que ocupan
Centro de Estudios Paí s y Región- una mi sma unidad res idencial. La casa no debe
CEPAR. confundirse ni con la fami li a nuclear ni con otro
1981 Historia social del Cusco republicano. tipo de relaciones --supradomésticas" - tales como
Lima: Editorial Universo S.A. víncu los de parentesco extendido. a lian zas o las
mismas relaciones comunitarias. que también son
significativas y a las cuales está también condi-
cionada. Cada unidad doméstica detenta un caníc-
ter exclusivo en el sentido de que --cada una se
M alengreau. Jacques. Parientes, paisanos y ciu- basa en la ali anza de miembros de dos familias. en
dadl111os en los Andes de Chachapoyas. Identida- la reproducción biológica y social de s us miem-
des. divisiones sociales y solidaridad en la comu- bros. de la pareja nacid a de esa alianza y sus hijos
nidad de San Carlos. C uzco: Ce ntro de Estudios no casados. así como en la explotación de una s
Regionales Andinos Bartolomé de las Casas-lns- tierras com un es·' (p. 7), y en la cual el nombre dd
titu~to Francés de Estudios Andinos. 2008. 345 .. padre-esposo" constituye el elemento diferen-
pp .. il s .. planos. mapas. tbl s. ciador. De carácter estrictamente bilateral en e l
reco nocimiento y transmisión de derechos y obli-
El libro de Jacques Malengreau, Parientes. gac ion es. la unidad doméstica no de_ia de pn.:sen -
paisanos y ciudadanos en los Andes de Chacha- tar cierto sesgo .. matril atera l--, particularmente e n
poyas. invita al lector de etnografias dedicada s a determinados momentos de su cic lo de desarrollo
los Andes peruanos. e interesado en una visión de - ta l y como queda ates ti guado en el rol que_iuegan
en los territorios de laja/ka -en los qm: se aprecia tre'· (p. l '>2) y entre quienes la humanidad con-
también una continuidad intergeneracional de las temporánea encuent ra a sus propios antepasado s
relaciones fami li ares-, así como también en los o ancestros. En muchas reg iones de los Ande s
territorios de pastoreo de mayor altura. En estos peruanos se encuentra ampliamente extendido el
últimos. se advie1te una continuidad más marcada mi smo mito: en ellas. sus protagonistas son de-
de patrones de ascendencia patrilim:al. En cua l- nominados de muchas maneras pero. en la gran
quiera de estas instancias. asimismo. la unidad mayoría de los casos. fueron destruidos por el so l
doméstica depende de la cooperación y los inter- que. al igual que el agua. es concebido como fuen-
cambios de servicios al interior de las redes en las te de destrucción , esterilidad y también de vida.
que están insertas. Estos van desde la simple ayu - La comunidad de San Carlos está sujeta a una
da. hasta prestaciones especializadas que, con el serie de divisiones y fragmentaciones ·producto
tiempo. requieren cada vez más de alguna forma de su dinúmica contemporánea. como también de
de remuneración. En efecto. ·' las reg las de descen- s us derrotero s históricos. De todo s modo s. e l
dencia y alianza, constituyeron en San Carlos un análisis de las fuentes disponibles evidencia que
fundamento esencial de la cohesión comun itaria a San Carlos es producto de un largo, y accidenta-
nivel aldeano. Pero desde la mitad del siglo XX , la do, proceso histórico que remite en última instan-
comunidad se estab leció como institución jurídi- cia a tiempos prerrepublicanos en lo que respecta
ca ajena a esas reglas. hoy en día obso letas en gran a los lazos de solidaridad desarrollados entre sus
parte, y dejó el campo para criterios más volunta- ancestros y sus miembros actuales. ¿Significa el lo
rios e individuales de asociación" (p. 162). que el futuro de este pueblo - como de tanto s
Precisamente, desde la segunda mitad del si- otros en el Perú contemporáneo- se pueda pro-
g lo pasado, el universo endogámico sancarlino nosticar sobre nuevas premisas?
parece haber experimentado un debilitamiento Resulta dificil enumerar los cambios cuanti-
producto de diversos. y retrospectivamente pre- tativos sufridos por San Carlos no so lo desde la
visibles. factores. Es en este contexto en el que segunda mitad del sig lo XX, sino también desde
.. la comun idad encuentra la ocasión de intensifi- el momento en que el autor del libro aquí comen-
car su razó n de ser en el ámbito político y de tado dejó de formar parte de su cotid ianeidad a
control social'' (p. 164 ). Ahora bien. la .. comuni- fines de la década de 1980. De todos modos. y en
dad'. propiamente dicha involucra una di stinción término s cualitativos. es por lo dem ás s ugerente
fund amental: aque lla relativa a su condición de destacar. junto con él. que ·'Si los desarrollos re-
institución social regulada y. por lo tanto. exterior cientes y rúpidos de los diversos modos de comu-
al ambiente loca l, y aquel la otra que ··constituye nicación 1-. -1favorecen e l paso de las corrientes
un lugar de afirmación de un a id ent id ad étn ica" libera les favorab les a l desa rrollo de peqlll:r'ias
(p. 17 1) y. por lo tanto. a una .. identificación empresas organi zadas alrededor de normas mer-
subjetiva" . Al respecto. subraya nuestro autor: canti les y al desmantelamiento de la propi edad
.. Esta autoidentificación no puede ser confundida colectiva de la ti erra a nivel de la comunidad. estas
con las normas legales exteriores que proporcio- influencias están lejos de ser totalmente diferen-
nan un marco de seguridad no despreci able. pero tes de las liberales. que debieron imprimir s u mar-
siempre amenazado" (p. 172). Esta identificación ca e n la reg ión en el sig lo X IX. sin que por eso se
se manifiesta tanto en el di scurso y las prácticas desmantelasen las formas de organización soc ial
profanas - tales como el cump limiento de cargos comun itarias del mundo autóctono·· (p. 294 ).
de autoridad. participación en los órganos de go- El libro de Malengreau. como mencionamos.
bi erno y un número importante de cu ltos ce leb ra- invita no so lo a la comparación. sino también al
dos a los sa ntos locales- como en el discurso aná lisis. Se trata de una etnografia ejemplar - de l;i
mítico. Con respecto a este último. el ojo compa- cua l el autor de estas breves lín eas hubiera queri-
rativo dificilmente podrá dejar de admirar el he- do conocer algo más del material etnográfico e
cho de que. 1m una región tan septentrional de los hi stórico sobre la que ha sicl o elaborada- que per-
Andes peruanos. los fundamento s últimos de la mite tender puentes comparativos. aquí túcita-
comunidad remiten a un mito de origen que en- mente sul!eridos. so bre la realid ad socinl e hi stú ri-
cuentra. entre sus protago ni sta s. a los gen tiles. ca ele otr;s poblaciones rurales del Perú contem-
seres de un tiempo anterior qu e fueron des te rra- poráneo. además de que. tal y como nos ha si do
dos de l mundo tras un .. diluvio celeste o terres- legada. permite eva lu ar y con trastar muchas de
mas vigentes·· - aunque se nos advierte también entrada ·'khipu··. referencia alguna a los trabajos
(en la sección "cómo usar el libro" ) que, por una recientes de Frank Salomon. por ejemplo. Si. sin
parte. no existe una sola "norma vigente" y que. desanimarse. el lector busca la entrada ··uru". tam-
por otra. se ha mantenido la escritura espanolizada poco encontrarú mención algun a df I trabajo de
en algunos casos, pero no en otros. De ahí cierta Métraux sobre este grupo (que figura. sin emb,1r-
perplejidad de la autora de estas líneas cuando, go. en la bibliografia). sin hablar de Nathan
poco al tanto de las suti lezas lingüísticas andinas. Wachtel. aparentemente desconocido por al auto-
quiso consultar la entrada "quipu" y tuvo que ra. Bajando un poco hacia el lado de Charcas.
tantear con <qipu. q' hipu, kipu >, para tinahrn::n- llama poderosamente la atención que la referenci,1
te hallar el vocablo '·khipu". más reciente a la obra de Tristan Platt date de
Varios comentaristas alabaron el hecho de que 1998. y que un diccionario "actualizado hasta
esta obra abarque tanto las tierras altas como las mayo de 2008" no cite siqu iera al monumental
tierras bajas del país (Arnold 2008. Carva lho (Jaraqara!Charcas publicado en 2006 .
2008). Me parece personalmente evidente tra- Idénticos problemas se encuentran en " las tie-
túndose de un diccionario de "antropología boli- rras bajas". Al igual que Métraux y sus urus. Berndt
viana". pero bien pueden entenderse estos co- Fischermann y sus ayoreos están presentes 1.:n la
mentarios en el tenso contexto de regionalismos y bibliograffa final pero. extrai'lamente, no liguran
antagonismos entre "cambas" y "collas·· que vive como referencia al artículo "ayoreo" cuando se
hoy el país. Sin embargo. en el caso de las entra- trata del único autor en Bolivia que realizó un
das de temas generales como "chicha··. ··tembeta". trabajo verdaderamente antropológico entre eSIL'
··serpiente·· y de1rnís. la autora empieza descri- grupo. En este artícu lo. como en la mayoría tk los
biendo el tema en las tierras altas y luego en las que atañen a pueblos indígenas de las tierras ba-
tierras bajas, reintroduciendo así una dicotomía jas, la principal y a veces única reterencia es .Jürgen
que la historia y la antropología moderna cuestio- Riesrer - cuyos co-autores fueron olvidados en h1
nan cada vez más. y perdiendo también. y sobre bibliogralla final. y cuya omnisciencia parece real-
todo. mucha de la diversidad cultural que existe mente envidiable. Por su parte. las referencias bi-
tanto en los Andes como en ·' las tierras bajas·· (se bliográficas del largo artícu lo "chiriguano" son
incluyen bajo este vocablo zonas tan heterogéneas capaces de provocar un temprano infarto en per-
como la Chiqu itania. el Chaco. los Yungas y la sonas demasiado sensibles: junto a Saignes y el
Amazonía). Otro tema que, personalmente. me inevitable Riester, al lado de algunos cronistas
parece bastante cuestionable. es la descripción de franciscanos. Marie-Daniele Démelas y sus re-
los "rasgos somáticos·· de cada "etnia". que apar- flexiones sobre el darwinismo social aparece como
te de una siempre peligrosa identificación de la una referencia clave. mientras Métraux brilla de
"etnia'· con la "raza··. no solo reifica en alguna nuevo por su completa ausencia. ¿Se quiere con-
forma a cada grupo. sino que también cierra total- sultar temas relacionados'J La entrada ·'chiriguano"
mente la puerta a los procesos de mestizajes. fu- remite a otra "tupinambá''. sin embargo. inexis-
siones y escisiones. recurrentes en la historia de tente - felizmente inexistente. diría. tratándose de
cada región: eso, sin hablar de casos algo incohe- "antropología boliviana". Pero se puede consul-
rentes. como cuando la entrada ·'quechua•· nos tar el artículo "tupí-guaraní". para aprender que
enseña que se trata de una familia lingüística y. sin los "tupí(namba)" (sic) y los guaraníes "se di s-
embargo. nos proporciona sus ·'rasgos somáticos". tinguen !llamativo presente si de tupinambú
Pero eso es lo de menos. Quien consulta un quinientistas hablamos] ligeramente en los rasgos
diccionario. lo hace -se supone- para aprender culturales pero lingüísticamente son considera-
algo que no sabe: pero quien lo quiere reseilar dos homogú1eos" (p. 681) y de inmediato tener
··verifica" primero los temas sobre los cuales pien- un cómodo resumen condensado de la --cu ltur,1
sa. modestamente. conocer algo. Sin embargo. esta tupí-guaraní ". Si se prefiere buscar la entrad,1
··veri ticación" depara un cierto número de sor- ·'Tierra sin Mal". se encontrará ahí una única re-
presas poco gratas. No soy andin ista, pero redac- ferencia bibliogrúlica: el Diccionario rnitolrígico
tar un artículo sobre los --ceques" que no contl!n- de /Jolivio de Parecles-Ca ndia ( 1972). Curt l J.
l.!a ni un a sola referencia a la obrn de "lóm Zuid e1m1 Nimuend,1jí1. 1-lélene Clastres y (¡otra vez') Al l'rcd
se asemeja. a mi entender. a un crimen de les,1 Métraux no tuvieron aparentemente nada que decir
majestad. Tampoco encontré. en la ran esquiva sobre el tema. como tampoco 8artomeu Mcli,·1.
indios incluidos en es;J cate!!oría lúeron sub,1lt cr- g ía como los ritos. la s variaciones dialect:tl es. los
ni1.ados y pasaron de se r u,~a identidad donde lo patrones ..:stéticos o las non11::nclatura s de p,m:n-
predominante era lo l:tnicn. a una donde lo predo- tesco. Désvcaux va inclu so rnú s allú: se tkclar,1
minante son los atributos de clase. Este punto ca paz el e ra strc:.1 r huellas del il>lklorl\ amerindio.
pareci era requerir una mayor rellexión . toda vez relativas a la imaginación escatológica y la con-
qu..: el concepto de su balterno. naturalm ente re- ceptualización de las rel ac iones entre los sexos.
mite al contexto político de la hegemonía. Sin duda. hasta en las letras del mi smí simo Bob Dylan
Esco lar no es ajeno a estos ternas. dada su forma- (.. Arnerindian Root s of Bob Dylan 's Poetry...
ción y l:.1 literatt1ra referida. Sin embargo. una ma- Oral Tradition 22/ 1.2007: 134-150). Para llevar
yor claridad co nceptu:.11 ayudaría al lecto r a seguir a cabo el proyec to tran sfo rmacional. el libro des-
de mejor manera su argumento. en particular cuan- pliega una argumentación erudita. ambiciosa. po-
do se reli ere a colectivos hum anos con identida- lémica. cu yos l'undamentos habían sido plant c.1-
des móv iles en el tiempo y el es pac io y en los dos ya ha ce unos al'ios en Q11adra1w·a w11 erico-
cuales se verifica una sup erimposición de c:.1tego- 11u: c:s.rni d ·anlhro¡mlogie /é vi-slru11.1·sie1111e.
rÍ;JS como las de clase. etnia. nacionalidad y ra za. Mucho más intere s ante que la hah itu :tl
Con todo. e l libro es una interesa nte contri- parafernalia estructurali sta de cuadrí culas. metú-
bu c ión al campo de los estudios culturales y i'oras mu sic.1les y oposiciones binarias. o que ..:1
etnoh istóricos. centrado en una regió n poco estu- rastreo pari sino. cas i sectario. de ruptura s y con-
diada como es J;J precordillcra cuyana. Sin duda. tinuidades con respecto al dogma lév i-str:1uss i,11m.
su lectura permitirú. tanto a kctorcs ini ciados es e l tratamiento del método comparati vo que
como a estudiantes de alguna di sciplina de las propone la obra. Retomando tc111{1tica y est ilí stic,1-
cienc ias sociales. comprender me jor los patrones rnent e la s Qestas de Nordenskiüld. Métrau x.
de co ntinuidad y cambio en los imagin arios re- Steward . rvÍurdock o e l mi smo Lévi-Strauss. e l
gionales y nacional es en lo que respecta a la cons- libro rea viva e l debate acerca de la cornp,miciún
trucción social val reconocimi ento de la identi- en antropología. Désveau x propone una persp..:c-
dad huarp e. tiva analítica que llama -- mega-c ulturali sta ... qu e
sitúa el nivel de la compa raci ón en árt:as cultur,1-
Nef.1·1111 Murtínez les mu y extensas. Si pensamos qu e l:1 hi stori ,1
Doctora11do en Geografi11-U11ivenid11d de disciplina1· revela la dilicultad de conciliar l.1 s ex -
Ca/ifámia, Duvis. plicaciones dilúsioni stas. que comparan demasia-
do. co n las i'uncionali stas. qu e co mparan d..:ma-
siado poco o directamente rrnuncian a hacel'lo.
este tipo de e111prendi111i ento impone el prohlcm :1
de definir los critnios de pertinencia que lklim:n
Désveau x. Ernmanuel. SiJec/res de / 'crn1hro- a las úreas culturales en cuestión. En este sentido.
/)()/ogie. S11ite nord-wnéricciine . Montreuil: Au x- la argumentación está atravesada por un a ten sión
lieux d' etre. 2007. 332 pp. ISBN 978-2-916063- constante entre universa li smo y particulari smo.
15-7. La comparación no puede proceder corno las
conjeturas dec imonónicas, a partir de l reco rt e
Emmanul':! Désvea ux es uno de esos di scí pu- desco ntextuali zado de datos ai slados. pues so lo
los de Lévi-Strauss qu e no terne ir más allá que su tiene se ntido entre culturas que rnantiem:n cont,1c-
mi smo maestro. Como el mi smo Lévi-Strauss re- tos duraderos a lo largo del tiempo. Désveaux tam-
prochó de forma célebre a Marce! Mauss. bién rechaza la atomi zación excesiva de las ún.:as
Dé s veaux acusa al centenario campeón del culturales. que cuestiona la unidad de la lógic.1
estructur:.11 ismo de no haber! levado lo suliciente- amerindia puesta en evidencia por la tetralogía de
rnente lejos sus propias intuiciones. ex plotando las Mythn/ogiques . Contrariamente a la ecologí,1
hasta las últimas consecuencias las posibilidades cultural. que solo percibe en los inuit la adaptación
que ofrece lo que ll ama --antropología transforma- a un rrnxlioambiente extremo. la mitoloeía o el ritual
cional'·. Abstrusamente entretejido en los cuatro de los objiw,1echan lu z sobre aspecto~ p,ico es tu-
volúmenes de las Mythologic¡ue·s. el anúlisis de las diados de la vida social esquim,11. puesto que tanto
est ructuras de transfo rmaciones pued e extender- los inuit corno los algonquinos del subórtico for-
se hacia otros problemas clúsicos de la antropolo- man parte de una misma 111acroestructura de trans-
tallcres de manuales para hacer cutres y si llclas·· lkxiblcs con la libertad de conciencia. Es 1111 h¡;ch o
( pp. 26-7) ... Antes de corromperte: cam inos. idio- anecdóti co - rcfcrido por el propio Javier Pul ga r-
ma y bien debemos dane para subir.. (p. 48). ··c on qu e siendo maestro de la se1iorila l~lla Dumbar
luz (servicio e léctrico) habrá un indio nuevo y ya Tcmple (qui.:11. rnás tarde. habría de destacar con10
han de seguir los Siete Días del progreso cn la sc- intelectual y estudiosa dc la culturl1 peruana). la
mana de Adán '" (p. 140). "Con un poquillo que se desaprobó en Filosoliade la Rcligión. con cl ante-
hi ciera podrías tú nacer mejor y no ser como ahora ccdente qu e Ella le había manifestado no creer
el feto del aborto de la suerte y del vivi r./ No ser el mucho en las e11se1ianzas que .:1 le estaba imp,ir-
raquít ico digno del Taigeto sino un hombre que a su tiendo. Para el maestro Pu lgar. la seíiorita Durnbar
Patria dé va lor" (p. 27). No obstante. considera "'En relación con su pensamiento general de insur-
que hay todavía fuerza en el interior del indio y gencia. era también algo alejada de los pensamien-
atisba. con acierto. la necesidad de que sea él mis- tos religiosos'". No obstante, maestro y alumn.i
1110 el artílicc o protagonista dc su propia libera- cu lti va ron una am istad que habría de conso lidarse
ción : ·· Jndi o de la Hacicnda, tú más que todos me co n los mios (UNMSM 2000).
preocupas ( ... ) Cuando estés sindicalizado ... pcro De hccho. en su preocupación ind igenista. que
antes has dc ser di gno"' (p. 64 ). aunq uc confirma al paso dc los afios Pulgar proc uraría hacer cad ,1
quc ··nad ie hasta ahora ha pensado en CONVO- vez más cicntílica. deslindó desde estc su primcr
CAR A UN CONGRESO DE MAYORES. A escrito acad.:mico cualquicr mati z soci alisla o rn -
UN/\ DISCUS IÓN DE INDIOS. EN LOS QU E dical dcl cortc lle vado ade lante. por ejemp lo. por
ELLOS DIERAN EL MATERIAL DE SUS NE- Luis E. Valcárccl. Así se desprende de su dcc lara-
CES IDADES Y EL MEST IZO LA LEY'" (p. 287). ción : ··Mcnos mal. cargado r. que yo quc tc habl o
La idea última es entonces la de una tute la. o mejor no soy dcl todo socia lista. pues no he tornado a
dicho curatcla. de alguien a quien se considera Iiini- esta vida como tin al que no di sta sino como a
tado en sus alcances prácticos. en su capacidad de medio quc co nduce a la patria de las luces·· (p.
ejercicio ciudadano. 11 3). aún cuando se escapa por ahí un trío dc
· Siendo justos con el joven Pu lgar Vida l. tene- cnunci ado s qui zá premonitorios: ··¿Qué mi sterio
mos que reconocer su compromiso germinal con tiene tu ancestro 9 ¿,O eres tú la es pora de una
los pueblos indígenas. ya que. en sus propias pala- potencia inmensa. que duerme e l sue1io de caver-
bras. se necesitaba una transform ación de l orden na y qu e ya despertará en otro tiernpo·r· (p . 55 ).
_jurídico social: ··Hay que ir a tu ca usa. indio sino la ··La gcstaciún del nu evo ser viene como ahso lul <1
libe11ad está perdida. Reglamentar el latiliindio. Que realidad y caerá desde la altu ra el cóndor con su
el terratenientc sea bueno y no habrú mi seria ..... barra de oro y traerá nuevo colo r a la gama de:
(p. 87). convicción que le lleva a alirmar un régimen nuestra nacionalidad'' (p . 230). y ··Juslicia sc:r(1
especial. en una sociedad incapaz aún de plantear- toda la metralla con que hay que sacri lica r al .:n .:-
se un modelo democrático intercu ltu ral: .. ( ... ) yo migo. ( ... l ¿, Y después vend rá. de la BATALLA
propongo sin avcntura r: QUE SE DEJE A LOS ALGU IEN A COMULGAR CONM IGO')'" (p .
INDIOS EL PODER DE PROPONER LEYES. 288). En términos políticos, podría decirse qu c
QUE SE CONSTIT UYAN PARLAMENTOS DE asume un humanismo ilustrado antes que un hu-
INDIOS PARA IND IOS" (p. 288). manismo revolucionario.
Aparentemente. Pulgar Vida! estuvo marcado No sería por azar. entonces, ni por pura co-
por una prolimda cducación católica y much o de yuntura. qu e Javier Pulgar Vida! abrazara la ideo-
su sensib ilidad humanista estaría trad uciendo sus logía del APRA. llegando a ser diputado del Con-
va lores cristianos y su fe en la acción mi sional del greso Naciona l de 1945 -1 948 por la provincia de
clero : ··Aq uel Pangoa (su lugar de nacimiento). ese Pachitca-1-luúnuco. sumándose luego a las lilas
Puerto Ocupa ¡Oh qué gra nde! obra de abnegados del Partido Aprista Peruano. hecho qu e co rres-
misioneros. de hombres que son hombres (p.57). ponde obviamente a otra historia.
··Para mejorar la religión. para mejorar todo el Perú, "'A lg o sohre el indio o el indio que vo conocí ..
hay que hacer maestros a los Santos Mi sioneros y anticipa un campo de preocupación intelectu,11 qm:
con ell o un hálito divino in vad irá la somb ra'" seguiría atrayend o a Pulgar Vida! a través de los
(p.200). Su acen tu ada religiosidad le acompafiaría afios. al marl!en de su dedicación reconocida a la
qui zá toda la vida. al menos parece ser que co ndi- geogralfa. la'écología y, parti culam1ente. al estudio
c ionó su resistencia hacia posturas más laicistas y de los recu rsos naturale s de l Perú. Sin ser
especialización de l personaje en tal o cua l sustan- Vie jo ( 1629) o de rrancisco Vélcz de 1\rcini eg:1
cia corporal. o en tal o cual forma de aniquilación. ( 1(J·¡ 3 ). l\ilús interesantes todaví a son las rcl'crc71-
Ahora bien. a pesar de las variaciones en los nom- cias a los usos imaginados de la sanl'.rc y la l'.ras:1
bres. todos los casos conocidos ( excepto uno) humana s e n te s ti~110nio s encontr11dos e ,; lo s
usan términos nativo s.' Aunque esto podría ha- in quis id ores de la brujería en el país vasco-fran-
cer pensar en un principio en un origcn .. indíge- cés. en los so ldados españo les de finale s del s ig lo
na'' de esta creencia. desde hace un buen tiempo XV I sobre la curación de s us herida s. en las acu -
se sabía ya que existía un correlato español de tal sacio nes antisemitas en la Esparia del s ig lo X V o.
personaje.2 Sin embargo. tal corre lato se había finalment e. en fuentes lit erarias como La Ce lesti-
estudiado tan detenidamente como lo hace na o las obras de Tirso de l\ilolina (p . 37). Aho r:1
Fernández Juárez ahora. La contraparte espariola bien. en tod o caso. Fernánclez .luúrez de s lind:,
del klwrisiri. casi su imagen en el espejo. es cono- acertada:nenle sus esfuerzos comparativos de la
cida como el --sacamantecas .. (aunque también cues ti ón del origen (sea americano o e uropeo) de
existe n numero sas denominaciones según la re- esta creencia: una cuestión que cons idera un ··de-
gión y el idioma de Esparia en que se ex prcse: bate pueril '- (p. 78).
··greixet". "'!"home de la Sangueta'". ·'manteq uero··. El librn muestra que. en suma. lo que est:'1
··tío mantequero ... ··sacaúntos.. _ .. tío del sebo'". detrús de lodos estos testimonios es la concep-
··¡rnbrc tk l unto ... ··corta sebo s··. ·· sacine s ··. ción del cuerpo humano corno una rebotica. un
··sacasaines"' ... home do unto··. ··sacauntos"' y proveedor mús o meno s di s imulado dc medici11:1s
··sacasebos'"). y curaciones cruciales . Tal forma de con s iderar c:I
Los primeros .. sacamantecas"' concretos que cuerpo es particularmente visibk e n e l caso del
e l autor usa para ilustrar e l perfil de esta creencia incremento de la tubercu losis en la Europa de li-
en Espaiia so n. en cierto modo. los ejemp los .. rea- nes del s. XVI II y durante el s. XIX . que es cuan-
les"'. Es decir. acude a los ecos tk la creencia en el do se populari za e l término --sacamantecas .. (p.
mundo urbano o nacional antes que a las tradicio- 68). Es en esta época. cuando se atribuyen a la
nes populares en torno del perso naje. Quizá ha- tuberculos is unos referentes morales e intelectua-
bría que so pesar mejor la s consecuencias les que la relacionan con una erll"enneclad rom.ínti-
metodológicas ele este procedimiento. Co n todo . ca. bohemia. ·'de ricos'·. Fernández .luún;z sug iere
e l libro comienza relatando las acusaciones a co- que la tradición ora l en torno del sacamantec:1 s
nocidos delincu entes. acu sados de ·'sacamantecas"' bebe de estas ideas cuando acusa a los tuberculosos
por medio de la prensa nacion a l. Como dijimos. ricos (inc luye ndo a l rey) de curarse por medio dc
es partiendo de los estereotipos adjudicados a la sangre y la grasa de los niiio s pertenccienlcs :1
estos criminales que el libro arriba a las caracterís- las clases sociales bajas.
ticas recog idas por la etnografia contemporánea Llt:gados a este punto. podemos dar a lguno s
espario la a l respecto. ejemplos tk las posibilidades comparat ivas ahicr-
A continuación, e l autor recuerda que la con- tas por este libro. C itare do s casos. En prirm:r
sideración del cuerpo humano como continente lu ga r. esta relación entre enfermos ricos y pobres
de sustancias hábiles para la farmacopea y los extirpados (que mencionarnos arriba). recuerda un a
procedimientos terapéuticos data de la Antigüe- creencia pop ul ar en el Perú de fine s ele los ochen-
dad: allí están los tratados médicos de Plinio el ta acerca de los ·'sacao_ios". Se decía entonces.
sobre todo en los barrios más humildes ele Lim a.
que, por ejemp lo. autos negro s de lujo trasporta-
El único voca blo castellano. reg istrado en ban médicos que sec ue straban niños de los ba-
Boli via. para hablar de estos personajes ma- rrio s má s pobres para lu ego extraerles los ojos :,
lignos es '"operador". abandonar los con dólares en su s bol s illos.
2 Un estudioso tan rnnspicuo de las mani testa- Estos rumores (que en mi infancia pululaban
ciones religiosas del mundo popular peruano en barrios como en los que yo vivía) fueron re la-
como Manuel Marzal. por ejemplo. hada rc- cionados con una creencia que había sido regi stra-
ft:rencias usuales al "sacamantecas" cuando da ya por la etnografia andi na en el Perú : los
discutía. en conversaciom:s personales. sobre degolladores rurales ll amados "'p is ht aco .. y
el degollador andino. aunqut:: nunc a escribiera ·' ri akaq"' . !\sí. el libro compilado por J. Ansión
al respecto. ( 1989) ve en los sacaojos una variante de estos
que comparten una misma cosmología dis- Lo que llama mús la atención en este recu ento
tintiva (Descola 2003: 78-79). etnogrólico. es que los kharisiris de hoy. a dife-
rencia de los anti12.uos. cod ician ahora no solo 12.ra-
l:'. n efecto. asombra ver cuún poco hemos tra- sa. sino también ~la san12.re. Fernúndel'. .J11ún.:/c n-
bajado los antropólogos peruanistas en la compa- saya las sigui entes explicaciones:
ración entre Espaiia e lberoamérica: una compa-
ración qu e (esrnmos convencidos) nos habrí a evi- La incipiente predilección de los khari siri s
tado tantos ma lentendidos en la comprensión de por la sangre en alg11nos sectores del al-
los Andes. En cierto modo. las causas de esta lljJ/ano s11pone. por tant o. cambios sus-
ausencia son oscuras. Por ejemplo. al mi:: nos des- tanciales en la concepción de la personll
de los aiios setenta. los antropólogos espaiioles de los ¡1ropios pobladores ay maras y res-
ya tenían un ruerte interés por lbi::roamérica. Y. ponde a los cambios de clave socilll. po-
sin embargo, hasta el día de hoy. la obra compara- lítica v económica en que se mueve el Es-
ti va del peruano José María Arguedas sigue des- tado holivia110 (p. 143 ).
tacando en los i::studios andinos como un hito en
una estepa . Es decir. sigue siendo necesaria una Igual de sorprendente es que la cura para la
inusual autonomía intelectual frente a las tend en- enfermedad cau sada por el ataque de este nuevo
cias de moda p,1ra embarcarse en proyectos com- kharisiri. es un producto cuyo mi sterioso cont<.:-
parativo s como los de Fcrnúnde z .Ju:U-ez o nido paree<.: se r produt:ido por los mi smos agre-
Antoin ette Molinié . so res:
Volvamos al contenido del libro. Fernández
Juárez afirma que ·'Mientras los .. sacanrnntecas.. l!;tas hotel/as que contienen el remedio
espaiioles hace tiempo que permanecen encorse- contra el mal del kharisiri . son 11111v caras
tados en el dominio de la imaginación .. . sus .. cole- y se dice que los propios kharisiri.1~prepa-
gas·· andinos caminan por el campo" (p. 151 ). ran la medicina que contiene. por eso po-
Me he detenido especialmente en considera- cos aceptan rnalquier hipótesis sobre la
ciones sobre la primera parte de este libro, pues constitución del remedio, seríll como acep-
n:saltar su vocación comparativa me parece crucial tar indirectamente ser kharisiris ... (p. 87).
para llamar la atención sobre una tarea pendiente
en la Antropología andini sta. Finalmente. un tercer punto notab le es la no-
Ahora trataré de dar cuenta de la segunda par- ticia sob re cierto dcsdibujamicnto de la alteridad
te del libro. En cierto modo. se trata de una sínte- del klwrisiri entre los ain1aras:
sis de los diversos trabajos previos ele Fernúndcz
.Juúrez acerca de los seres malignos del ~1rea cultu- ... En /u actrwlidad. el kharisiri es1cí ase11-
ral aimara de Bolivia. De hecho, el término usado tC1do en el seno de las propias cornwrida-
en el título del libro ma nifiesta i::sta deuda des; no(altan sospechas sohre /a/ o cual
etnognítica: kharisiri es uno el!! los nomhres que persona o Jámilia a cuyos miembros S<'
los aimaras dan al personaje en cuestiún. ha encontrado en actitud sospechosa de
El autor comienza seiialando los antecedentes noche. por los caminos (p. 82).
andinos de esta creencia. aludiendo a las noticias
sobre sacrificios humanos oídas por los cronistas Aquí. la migración a la urbe (y los cambios
(como J. Acosta. las Casas. J. Arriaga. Guamán asociados a ella) producen reacciones cer.:anas al
Poma. Cristóbal de Molina. A. Herrera). Recuerda miedo y la desco nfian za. Sería interesante estu-
que, durante el virreinato. la sospecha de codiciar diar qué di!"erencia esta experiencia aimara de In
la interioridad del cuerpo humano recayó a veces ··modernidad" con aquella que se encuentra. por
en los espaí'ioles, en las órdem:s religiosas. o en los ejemplo. en la sierra de Lima (Perú). donde !.1
caciques que obedecen al rey (p. 77). Menos sabi- reacción a estos mismos cambios es expresada. y
do es que en la obra escrita a principios del s. XX en cie1to modo resuelta. ritualmente ( Rivera 2005 ).
de 1-1. Yaldizán y Maldonado. aparecen también Es te punto s irve para mencionar otro aporte
retcrencias al uso medicinal de la grasa humana. destacable de Fernández Juárez: las comparacio-
Nos encontramos. otra vez. con una concepción nes detalladas de expresiones culturales propias
del cuerpo humano como rebotica. de distintas tradiciones del mundo andino.
r-inalmente. y ta l como lo declara Fernúndez El libro s.: concentra con detalle .:n las prin c i-
.lu:'in:z desde la introducción, este lihro ti..:n..: un pal es s ituaciones en las que la ··medicina tradicio-
interés adicional al comparativo: una antropolo- nal .. l'. S conl'rontada con la ··medicina acad émic a ..
gía aplicada en el tern.:no de la salud . En di:cto. (tal es co1110 lo s partos o la s vacunactone s ): pe ro
··Khari siri s en acción·· examina los reto s y posibi- también pnlila al!!una s diferencias mús bi en !!e-
lidades dd si stema público de salud entre la s po- nernles: e e
el a/111a ce na111ien10 inka desde la analogía /\nd n:s Tro ncoso y otros. 1/r/e mpestre e11 el l-é,l/e
e111ogrúfica. 43 -58: Theresc IJa uysse-Cassagne. El Encanto (Oval/e. Región de Coc¡11imbo): hacia
U sol de adenlro: \llakas _v sanro.1· en las minas de una reva/11uci,i11 del sitio- /1j; o del es1i/o Umuri. l)-
Chcm.:a.1· y en el lago 1tlicaca. siglos X I · a X I '//. 36 : C ri s tin a 13clc lli . ;-/n¡ueo/ogía r(e pa.rns
59-l)8: Sabine MacCo rmack. ¿lnc:a o espaíiol! cordilleranos: un caso de estudio en l'ala!{o11i<1
/.as identidades de Pa11//11 '/'opa Inca. 99-11 O: norle durante el holoceno lardío. 37-55: Ccc ili ,1
Wakkma r L::spi noza Sori ano. /,a elnia g1wvac11ndo Sanh11cza Toh¡'¡_ Territorios, prácticos ri111ales "
en la siel'l'a pi11ra11a. 133-1 50: Ver{mica Wi lliams. denwrcocirin del espacio en forapa cá e11 <'i siglo
l'oder es/ala/ v c11/111ra /'1/llleria/ en el l\o//a.1·11v11. X I ·1. 57- 75.
209-246: Rod~ lfo R,1 tli no. Ch ristia n Vi tro. Di~go
(io bbo. !nlws y chichas. identidad. lmnsforma- CASA DE LAS AM ERI CAS 13.-a. y G. El Ved a-
ci!Ín y 11na rnestión ji-onteri:::a. 247-266: '1'0111 d o, La Haban a, 10400, C uba! No. 252 (2008):
Zuidema. La idenlidad de las die::: panacas en el Juan Bruce-Novoa. Los ras/ros de los o /ros en
C11:::co incaico, 277-288: Peter Ecckhout. Nath alic no.1·0/ros 111i.rn10s: ideales 111onoc11/t11rales. resis -
Da ni s. Los /oca¡ms reales en G11w11ún /.,onw: lencia nlllltic11/111rol. 4-1 9: M iguel Lúpl:Z. La
/ 11na heráldica inrnica'!. 305 -324: Peter Kau licke. globa/i:::acirín y el gesto caniba/e.1·co en Tit<' !<ag
/dcmidad. e111icidad e i111perios: algunas reflexio- Do// ¡,/agues. ele Alejandro Morales. 4 1-55 : .lose:
11e.1ji11alcs. 325 -358: No. 9 (2005): Tom Dil ld 1ay. David S..1Jdivar. Los orígenes 1rn11.1·nacir111a les di'
l'ec¡11ei'ía.1· v grandes "voces .. en los.foros públi- lo lilernllrrn chicana: el ilinC'l'ario di! .- /111áic11
co.1· del cli.1·c111·so andino. 25-44: Ekt h Co nk li11 . l'arecl<'s en , lsia v el l'acifico. 7ú-83: Ro l,1nd()
/111ercm11hiofractu/ e11 una co.rnwlogia cw 1ibu /: l l inojo s a-Sm ith . L/ idio111a v el lugar d<'
cli11ci111icas ele oposición y u111 islacl en /as fies /a.1· /J/'0Vt! /'/Íe11cia C OI//() estí11111/o crealivo. 84-89: No.
ele /u !l111u:::011ia. 45-66: Ra l',1cl Vc!!a-Crntcno. 253 (2008): Migue l Ro jas Mi :-;. "1l111 frirn. 11" in -
C·011s111110 _v rillwl en /u c:onslr11ccirin~d<' t'spw:iu.1· vor.:o 111110111/JrC' en vano .. Lo idea dl' lo .- l111 ér11·a
/Jlihlico.1· parn el periodo arcaico /ardío: el cas o Lo1i11a. /Je Xe rnc/a a lo geo¡)l)/ fli cu co11 /<'111¡11J1 ·ú-
de Cerro Lampav, 9 1- 122: John .lan usek. l'alios 11eo. 4 -1 '/: (irinor Rojo. Ca111po c 11/111 rn/ _1·
hu ndidos. enc 11e n1ros riluu/es v el a11!{<! ele neo/ih<'mli.1·1110 en Chile. 20-38.
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c/0S:' Cambios 1en,¡)()ru/e.1· y .fi111cionales el<! los N PS, MSC 05 3020, 1 Uni ve r s it y o f New
e.,pacios púh/ icos de ¡,ukara co1110 reflejo del ca111- Mcxico, Alb uqu erqu e NM 87 13 1-000 1, USA!
hio de las eslrctlegias de lidera:::go durante el pe- Vo l. 14 No. 4 (2005): Leonardo León. "De 111111
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11islraci<Ín ¡wlítirn \llari. 207-232: Ak xand er inc/epenclc11cia de' Chile. /8 00-/8 /0 . 337-3(,8 :
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interacción social en la sierm 11or1e del P<!l'IÍ. 233 - ren de riso ": los en<!n,igos de España en /ofi·o11 -
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Chat lic ld. /lrq11itec1w·a 1non11111e11lal ~n el C11:::co 403-422: Vo l. IS No. 1 (2006) : Fernand,1 Mo lin,1.
d<!I ¡Jffioc/o inlermedio tardío: evidencias ele con- Uniones e11 los nuírgenes: relaciones co11se11.1·11!l-
1in11ic/ade.1· en la rec1jJrncidad rilua/ y <!I rnanejo les i111en;1nirns en Chcm.:os. siglo X I '//. 3 1-52:
administralivo en/re los /1ori:::ol'/les medio v tar- Claud ia (i u,1risco. IJ<!I cabildo de in dios a la 11111-
dío. 257-280: Krysztof Makowski y otr~s. La nicipa/idacl insurgen/e. Unw . / 78./- / 82./. 53 -'/0 .
pla:::a y /afies/a : r<!f/exiones acerca de laf i111ción
de los palios e n la arc¡ui1ec1urn p úblic a C O ME RC IO EXT E RIOR !Periféri co S ur
¡Jrehispánicu de los periodos tardíos. 297-334: 4333, planta baj a oriente, Jardin es en la Mon-
J::ko nora Mulva ny. /,aflor <!n <!I ciclo ritual inrnico. ta íia, 142 10 Méx ico, D. F., Méx ico ! Vo l. 58 No.
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cipio de correlacián en la determinación acústica ción, Av. José Faustino Sánchez Carrión 790.
de 111rídulos de afinación andinos prehispánicos, Lima 17, Períil No. 105 (2008): Antonio Romc-
1. La Revista Andina busca publicar artículos originales (inéditos en cua lqui er idioma) sobre temas
andinos en general , y en especial. de antropo logía. historia. arqueología. lingüística. etnohistoria y
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- Libros
ISBELL. BillieJean
2005 Para defendernos. Ecología y ritual en un puehlo andino. Cuzco: Centro de Estudios
Regionales Andinos Bartolomt: de Las Casas.
- Capítulos de libros
LA RIV A GONZALEZ. Palmira
2005 .. El zorro mutilado. el zorro despedazado. Relkxioni:s sob re las represe ntaciones de la
tertilidad en los Andes meridionales del Perú'". En: A. Molinié (comp.), Etnografias de
Cuzco . Cuzco: Centro de Estudios Regionaks Andinos Bartolomt: de Las Casas-
Instituto Franct:s dt: Estudios Andinos-Laboratoirt: d ·ethnologit: d dt: sóc iologic
comparative. 19-45.
- Obras colectivas
DAMONTE, Gt:rardo. Bernardo FULCRAND y Rosario GÓMEZ (eds.)
2008 Perú: El problema agrario en debate. SEPIA XII. Lima: Seminario Permanente de
Investigación Agraria.
- Revistas
CERRÓN-PALOMINO. Rodolfo
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- Enlace web
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- Fuentes documentales
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(ed. ). Francisco de Toledo: disposiciones gubernativa.1· para el virreina/o del Perú. Volum en
2: 1575-1580. Madrid : Escuela de Estudios Hispano-Americanos-Consejo Superior de
Investigaciones Científicas-Monte de Piedad-Caja de Ahorros de Sevilla. 409-49.
- Tesis
ROBIN. Valt:rie
Miroirs de L 'Aillre vie: riles el represéntations des morls dans les Andes sud péruviennes .
Thi:se de doctorat en ethnologie. Nanterre: Université de Pari s X.
8. Las referencias bibliográficas dentro del texto irán entrt: paréntesis, con el apellido del autor prim t:ro.
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Rowe(l951)
AGUIRRE. Carlos. Breve historia de la esclavitud en el Perú. Una herida que no deja de sangrar.
Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 280 pp .. 2005.
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