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Annette Salis
Si bien la eco logía susc ita consenso en el Norte, como una nueva preocupación por
la mantención ele la ca lid ad el e vicia e n un contexto ele ab und a ncia mat e rial
(pos tm ate ri ali smo). como la e mergenc ia ele un nuevo paradigma que surge en reacc ión
frent e a la modernid ad o como un proyecto político que responde a la crisis ele un estilo
de desarrollo, en e l Sur, la gesti ón del medio ambi ente implic a las condici ones mismas ele
subsistenc ia ele la poblaci ón.
En efecto. los recursos naturale s representan e l sustento económico ele gran parte de
la pob lac ión y las presiones a las cuales se ven sometidos atentan directamente a esta base
producti va, ge nerando así el círculo vicioso de la sobreexplotación ele los rec ursos y su re-
lac ión co n la pobrc1.a. Por otro lado, los probl emas ambient ales re lativos a la sati sfacc ión
de necesidades bás icas (agua potable , saneam ient o bás ico. etc.) , y las fuentes de co nt ami -
naci<í n que rebasan la capac id ad de absorc ión del med io, afec tan directamente a las condi-
ciones ele vici a y ele sa lud de la pob lac ión . Por Jo tanto, como Jo sos ti e ne J. Martínez-Ali er,
la eco logía no es só lo un luj o del Norte , sin o que ex iste efec ti vamente un "eco logismo ele
los pobres" ele larga traycc turia.
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Estudios y Debates
2. Lo local y lo global
En los años 90 ·, los Estados Unidos producían casi un cuarto de las emisiones en CO,. y el resto de
los países desarrollados un 20%. -
2 Enriqu e Leff, "A mbi en te y arti cul ació n de c ie ncias". e n Los pmblemfü del co11oci111ien10 r la
¡,enpectiva wnbienral del desarrollo . Siglo XX I. 1986. México .
La gestión hace referencia a todos los procedimientos que acompañan una acción
(antes , durante , después) , mientras que el medio ambiente alude a las interacciones entre
natural e za (en su gran mayoría intervenid a por el hombre) y sociedad. La gestión ambien-
tal consiste en aportar soluciones a problemas ambientales , es decir disfuncionamientos o
irracionalidades en la relación naturale za/sociedad (lo que se esquematiza a veces en su
dimensión de oferta y demanda ambiental). Se convierte en un instrumento de ayuda a las
decisiones cotidianas y estratégicas de tipo socioeconómico , y se plasma a menudo en
resolver conflictos entre beneficiarios actuales y futuros de ciertos bienes ambientales.
Abordamos la ge stión ambiental con el desarrollo, en la medida que no se puede
pretender ajustarse en e l Sur a políticas estrictamente de conservación, quedando tantas
necesi dades básicas tod avía in sati sfec has. Por e ll o, nos situamos dent ro de l paradi gma de l
Desarrollo sustentable, e l cual tiene consenso en c uanto a sus princ ipales obj e ti vos ele
crec imi ent o econ ómico, equidad (económica, soci al, ambi ental) y sustentahilid ad ambi en-
tal (satisfacer las neces idades del hombre en e l prese nte sin compro meter sus neces idades
futu ras ni rebasar la capac idad ele absorci ón de l medi o ), no obstante abarca estrateg ias
totalmente vari adas y a veces opuestas referidas a cómo lograr este objeti vo.
Dentro ele los múltiples campos abordados por la gesti ón ambiental, citare mos: as-
pec tos normati vos, la expl otac ión y conservac ión de los rec ursos naturales reali zada en las
ac ti vidades primarias, e l ordenamiento territori al, la gestión ele áreas pro tegidas, la gesti ón
ambie nta l urbana (ordenamie nto urbano, optim izac ió n de los sistemas de transportes , sa-
neamiento bás ico, etc.), la incorporación ele normas ambientales en los procesos ele pro-
ducc ión y/o descontaminac ión empresariales, las evaluaciones ele impac to ambiental, etc.
El marco legal intern aci onal y nac ional esboza los límites de ciertas orientaci ones
en e l uso de los recursos, sin embargo, en general , o no refl ej a la rea lidad para la cual
supuestamente está diseñado, o no se di spone de los medi os necesari os para aseg urar su
apli cac ión. La gestión ambiental irrumpe en las estrateg ias empresari ales, no sólo para
enfrentar pres iones soci ales favorabl es a la preservac ión de l medi o ambiente, sino para
convert ir estos nuevos desafíos en potenci ales vías comerciales que abra n nuevos merca-
dos . Las evaluac iones de impac to ambiental que deberían imponerse como in strumentos
de ay uda a la decisión para predec ir y valorar los riesgos ambientales ele di stintas alterna-
ti vas de proyectos y proponer medidas de miti gac ión, se limitan todav ía a menudo a fo r-
malid ades y recomend ac iones sin compromi sos de aplicación.
Como se despre nde de lo anterior, los ac tores involucrados en la gesti ón ambi ental
son múltipl es: Estados, muni cipi os, empresari os, agricultores , co nsumidores, entre otros.
Los ac tores permanentes de la gesti ón ambiental, que a través de la utili zac ión de
los rec ursos natu rales , históricame nte han ex pl otado y reproducid o el medi o ambiente,
moldeando e l paisaje agrario actual, son sin duda los ag ri cultores 6 . S in embargo, la ma-
yoría de los minifundi stas andinos y amazó nicos que se encuent ran a pe nas en el umbral
de la reproducc ión, no tienen mayor opc ión que la de sobreex plotar los rec ursos natu rales
en una estrategia extracti vista y de subsistencia de corto plazo. No se podrá di se ñar pro-
pues tas de rehabilitaci ón o potenciación del medi o ambiente al margen de estos ac tores y
ele sus rac ionalidades producti vas y soc iales 7 .
Por otro lado, si bien existe una tendenc ia generali zada a reconocer que las comu -
nidades de base y los municipios son los ac tores más apropi ados para diseñar e implantar
acc iones acordes con la realidad eco lógi ca, y soc ioeco nómi ca local, carece n todav ía de
los medi os suficientes para enfrentar estos retos en buenas condiciones .
6 E n países de l No rte , se reconoce específi came nte esta func ió n a los agriculto res, lo qu e se plas ma
e n subs idios otorgados e n zo nas margin ales para que siga n co nservando el paisaje .
7 Inc lu so es am pliame nte reconocida la necesidad de imp li car d irectamente a la poblac ió n aleda ña a
.íreas proteg idas pa ra garantizar el éx ito de su gesti ó n.
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5. Particularidades andinas y amazónicas
Las carac te rísti cas pec uliares de los medios andin os y am azó 111 cos (diversidad
eco lógic a y cultural , fragilidad, baja productividad , margi na lidad) así como ciertas fun-
c i¡rn es amhi e ntal es de importanc ia reg io na l y mundial que se les atribuye (reserva de ag ua
potahle y de ecos iste mas , " pulmón del mundo" ) convierten la gesti ón ambi e ntal en es tas
reg iones e n un ve rdadero re to.
Las regio nes a ndin as y amazó nicas se caracte ri zan por una excepc ion a l variedad
eco lóg ica, que se traduce en una amp li a diversidad bi o lógica, una gra n complejidad de
sistemas de producci ó n y variados patron es c ultural es . Los sistem as de alta montaña y de
se lva tropi ca l se carac teri za n ambos por su gran fragilidad y se ns ibilidad a las prác ti cas
productivas , y por altos riesgos climáticos. E n las zonas a ltas, tanto por e l c rec imie nto
demográfico como por la integraci ón a l mercado y la introducc ió n de nuevos patrones
tecno lóg icos, o por la a usenc ia de alternativas produc tivas a la agropecuaria, sigue a u-
mentando la presión sohre los recursos nat ural es, que genera un nivel crítico de erosió n
edá fi ca, ge nética e inc luso c ultural.
La ceja de se lva y la selva conforman polos de atracció n para la población serrana
empob rec ida, y se les sig ue cons iderand o como una válvul a de escape a las te nsiones de l
med io rural. Como lo me nc io na A. Brack , contras ta la amplitud y complejidad de la oferta
ambienta l de la A mazo nía co n su mal uso ac tual: la ampliación de la frontera agrícola si-
gue fomentando e l despil fa rro de recursos (agricultura de baja productividad y ganade ría de
su hsis te ncia asoc iada a fuertes procesos de degradac ió n de fertilidad de los sue los . saqueo
forestal e n un contexto de inseguridad de te ne nci a, ex tracci ón minera inform a l y extrema-
damente contamin ante), mi e ntras que la seguridad a lime ntaria se ve comprome tida por
profundos procesos de urbani zac ión y transculturac ió n. M . Dourojeanni subraya s in embargo
como, a pesar de que exis ta la oferta técn ica para recuperar las áreas intervenidas y e nfren-
tar la pobreza s in ampliar la frontera agríco la vigente , estas medidas sin e mbargo no se
impl antaro n has ta la fec ha por la discriminación (vial, económica , política) a la c ual está
sometida es ta reg ión , limitac ió n estruc tural que sólo pod rá ser supe rada a través de una
mayo r autono mía política.
Los proyectos de desarrollo ha n mos trado frec ue nteme nte s us limitac iones po r
desconocim ien to de la realidad sobre la c ua l pretenden influir (pote nc ia les productivos,
prácticas y rac ionalidades de los actores de desarrollo, fuerzas del mercado) y por falta de
una oferta tec no lóg ica apropiada a la dive rsid ad de los medios andinos y am azó nicos. A
la megadiversidad del territori o andin o y amazó ni co, correspondi ó un a diversidad tecno-
lógica (hid rá ulica , he rrami entas, espec ies domesticadas) que supi eron inventariar y va lo-
ri zar los re inos panandinos8. Los patrones tecno lóg icos propulsados e n las últimas déca-
8 B. Manicorena. Recursos ntllumles. 1ecnologíu _1· desurrollo. Cuzco, Centro Baitolorné lle Las Casas. 1993.
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das, han sido generalmente calcados sobre propuestas elaboradas en laboratorios occiden -
tales , con una lógica de maximización de la productividad, muy lejana a las preocupacio-
nes y visión holística de la mayoría de los productores andinos y amazónicos, mini fundistas
que tratan de optimizar la utilización de diversos recursos escasos dentro de sistemas inte-
grados y complejos. Alrededor del debate sobre tecnología y desarrollo, se enfrentan ge-
neralmente dos concepciones, cuya intransigencia es un tanto improductiva: pureza cultu-
ral de los andinistas, frente al elogio de la modernidad .
Existe una dicotomía entre los procesos de innovación tecnológica que se dan
cotidianamente en el campo y los avances de las investigaciones agrarias. Si bien se llevaron
a cabo intentos para reorientar las investigaciones hacia las realidades locales (análisis de
sistemas, experiencias de investigación-desarrollo) son todavía marginales y no siempre
han logrado sobrepasar el nivel de diagnóstico hacia propuestas tangibles y reproducibles.
Se nota una deficiencia en profesionales capaces de dominar los mecanismos fundamen-
tales de los procesos biológicos y socioeconómicos que rigen la producción
agrosilvopastoril, para poder transportar e integrar conocimientos pragmáticos y científi-
cos a las realidades geográficas, culturales y económicas andinas y amazónicas , así como
rescatar el conocimiento y la visión holística del hombre andino sobre su medio.
Se presenta más adelante un ejemplo exitoso de articulación entre los conocimien-
tos de los campesinos andinos sobre el comportamiento de especies nativas, con avances
de fisiología vegetal, y con una tecnología tradicional ajena: el arte de los bonsais desa-
rrollado hace siglos en Asia. La investigación aplicada llevada a cabo por el lng. Chávez
permitió ensayar en comunidades del Sur andino , en base a observaciones realizadas en
bonsais y el rescate de conocimientos de plantas nativas por los comuneros, prácticas muy
prometedoras de reproducción asexual y sexual, las cuales abren perspectivas de extensión
de prácticas agroforestales eficientes, sencillas y de bajo costo.
Con este número de la Revista Andina, que se inscribe dentro de un nuevo paradigma
que considera al medio andino y amazónico no como una limitación en la aplicación de
modelos ajenos, sino como un potencial de desarrollo, esperarnos haber contribuido al de-
bate actual en torno a la gestión ambiental en estas regiones.
Annette Satis
Centro Bartolomé de Las Casas
Apartado 477, Cuzco, Perú
annette@cbccus.org.pe
La distribución del uso de las tierras en la Amazanía peruana es, a grandes rasgos, la
siguiente:
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Las tierras en uso actual agrícola, pecuario _)'forestal sm, de mm· baja prud11ctividad
en general, sirviendo mayonnente para el autoabastecimiento ele los pobladores locales y ele
las ciudades. generando pocos productos de importancia económica a nivel nacional, dentro
de un concepto ele exportación fuera de la región o ele generación de excedentes.
En las tierras en uso agrícola la productividad es baja; la degradación ele los suelos es
continua, y los cultivos adecuados al medio y rentables son poco difundidos.
La muy baja productividad por área, en general , se debe a la aplicación de técnicas
inadecuadas de manejo del recurso suelo, que se degrada con facilidad y no permite una
producción sostenida. Como ejemplo valgan los siguientes datos: la producción de café está
en promedio en I O qq (= 600 kg) de grano seco por ha; y la ele cacao en 300 kg/grano seco/
ha. Estos niveles bajos pueden ser mejorados con la aplicación de tecn ologías disponibles en
la región , como lo demuestran los productores ele café de Villa Rica (Oxapampa), que obtienen
100 qq/café/ha (= 6,000 kg), y productores ele cacao que obtienen más de 600 kg/ha.
La degradación constante de los suelos por erosión y pérdida de la fertilidad se debe
a la falta de técnicas ele conservación de los suelos, en especial ele sistemas agroforestales
altamente eficientes, y disponibles en la región. Cabe destacar que en los suelos amazónicos
cerca del 85 % ele los nutrientes se encuentra en la biomasa del bosque y no en el suelo, y,
cuando se tala y quema el bosque, el ciclo ele nutrientes se inte1rnmpe.
Falta implantación y difusión generalizada de cultivos adecuados al medio y de gran
demanda local y regional, como son frutales (cocona, camu-camu, pijuayo, aguaje, sachamango,
y muchos otros), h011aliza~ (cucurbitáceas, palmito ele pijuayo), y plantas productoras ele materias
primas con mercados nuevos (sangre de grado, copaiba, etc.).
En las tierras de uso pecuario el panorama es muy preocupante por la alta tasa de
deforestación, la baja productividad y la degradación ele los sucios.
A pesar de la alta tasa de deforestación durante los últimos 50 años, para promocionar
la ganadería amazónica (cerca de 4 mili. de has.), la cobertura actual de pastos es de unas
500,000 has. con unas 350,000 cabezas vacunas. Aquí el desperdicio ele tie1Tas y el fracaso
es generalizado.
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Es por esta razón que, a pesar de la gran superficie "integrada al desairnllo nacional"
vía las colonizaciones o la "ampliación de la frontera agrícola", la contribuci ón de la regi ón al
PBI es muy modesta, cuando se excluye la producción de hidrocarburos . Se debe reflexionar,
muy se1iamente, que la supett·icie intervenida en la Amazo nía con fines agropecuarios supera
en casi cuatro veces a la superficie agrícola de la Costa y la Sierra, sin embargo, su contribución
a la economía nacional y a la seguridad alimentaria no guarda relación con la superficie co-
lonizada.
El desperdicio de tierras en la selva es muy grande y la colonización, o, como algunos
prefieren llamarla "la ampliación de la frontera agrícola", ha promocionado el desarrollo del
despilfarro de recursos, tanto de las tierras o suelos como del bosque. Se dice que en la selva
se talan al año unas 250,000 has . de bosques, que contienen unos 50 m-1 de maderas
aprovechables, y, en consecuencia, se queman unos 12,5 mili. de m 3 de madera al año, por un
valor calculado de 2,700 mili. de dólares anuales. Esto es, verdzderamente, una vergüen za
para un país que se considera pobre, como el Perú.
El 60% ele la población anwzónica pl.'ruww es urbana, y las ciudades (Iquitos, Pucallpa,
Tarapoto, Puerto Maldonado. La Merced. San Ramón, Villa Rica, Puerto Be1múdez) tienen
un incremento poblacional creciente por migración del campo a las ciudades y por migraci ón
andina. Las ciudades dependen cada vez más de la seguridad alimentaria del entorno (pesca,
caza) y ele productos importados nacionales y externos, especialmente harinas y aceites.
La presión sohre los recursos alimenticios tradicionales (pesca, caza, recolección) va
en incremento por la demanda creciente de la población urbana, y de la población en general.
Esto trae como consecuencia la me1ma de los "stocks" naturales de los recursos, y se coJTe el
serio riesgo , de no tomar medidas adecuadas, de generar un claro déficit de abastecimiento de
recursos alimenticios regionales, y acelerar la dependencia ele productos foráneos, que son
caros por las di stancias.
El proceso de transculturación está generando un abandono gradual ele productos
alimenticios tradicionales de la región y creando una dependencia alimentaria y económica
de lo foráneo. Por ejemplo, en los últimos años la producción y el consumo de fariña, tapioca
y casabe va en disminución, a pesar de su demostrada calidad alimenticia respecto al pan
blanco de trigo importado.
3. Pobreza en la Amazonía
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Una cosa debe quedar muy clara: no se necesitan colonizar u ocupar más tieJTas en la
región (es decir. ampliar la frontera agrícola), porque la superficie ya ocupada y subutilizacla
es por demás suficiente para una amplia gama ele actividades productivas, tanto para abastecer
a la población ex istente en la región como para generar excedentes.
Para las tierras amazónicas poco o nada intervenidas, donde los ecosistemas están casi
intac tos, la políticafittura debería estar dirigida a desarrollar altemativas de protección (áreas
protegidas) y de uso ele recursos enforma innovadora, que de ninguna manera impliquen la
tala de los bosques.
En este sentido son ele gran actualidad el ecoturismo; el manejo forestal integral y
permanente, el manejo de fauna, la zoocría; la piscicultura y el manejo ele recursos
hidrobiológicos; la cosecha y manejo ele plantas medicinales y la obtención ele productos dis-
tintos a la madera, entre otros.
Entre estas alternativas deben ubicarse también las actividades hidrocarburíferas y
mineras en forma ordenada y limpia. Estas actividades no pueden ser de ninguna manera
desconocidas, marginadas o impedidas, porque el país las necesita y son recursos importantes
en la región.
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En el campo social los puntos claves deben estar dirigidos a la salud y a la educación.
En la salud debe darse una tremenda atención a la implantación de prácticas ele prevención
de la salud, donde son claves los aspectos de alimentación, letrinización, y agua saludable, en
fonnas asequibles a la población. En educación se debe hacer un gran esfuerzo de adecuar
los contenidos educativos a la realidad amazónica, como también mejorar la capacitación de
los docentes.
En el campo tecnológico es imprescindible recuperar, desarrollar y difundir sistemas
sostenibles de producción y uso de recursos, con alta prioridad en las prácticas agroforestales;
conservación de suelos; acuicultura y zoocría, y manejo forestal en áreas permanentes.
En el campo ambiental es de tremenda trascendencia mejorar los niveles de manejo de
recursos importantes para la seguridad alimentaria (recursos hidrobiológicos y fauna) ; la difu-
sión de experiencias de uso sostenible de la biodiversidad ; y la conservación de ecosistemas
importantes para el autoabastecimiento de las poblaciones locales, además de la protección de
áreas importantes del patrimonio natural; la restricción de ocupar para fines agropecuarios las
tierras de protección ecológica; y el fomento de alternativas productivas nuevas , como el
ecoturismo.
En el campo económico y de infraestructura es necesario mejorar y mantener la in-
fraestructura de comunicaciones, de energía, para la agroindustria, y de turismo. Además es
de suma imp011ancia el apoyo para la ubicación de mercados y conexión con los mismos .
La mayor parte de las tierras tituladas a los grupos indígenas están en las riberas de los
ríos e incluyen espejos de agua con presencia de recursos hidrobiológicos (peces, moluscos,
mamíferos acuáticos y crustáceos, entre otros), aún abundantes en las zonas más apartadas .
Sus tie1i-as también poseen recursos turísticos y recreativos, como las bellezas escénicas
y los atractivos culturales (cerámica, textilería, diseños, etc.).
En algunas comunidades de la selva alta existen recursos hidroenergéticos destacables,
donde las cuencas de ciertos ríos pueden ser una fuente importante de energía a nivel local,
regional y nacional.
Esta realidad pone a las comunidades indígenas de la Amazanía en una clara ventaja
para, por una parte, conservar su identidad cultural y, por otra parte lograr un desarrollo con
base económica, social, tecnológica y ambiental. La posición de las comunidades indígenas
para desarrollarse, respecto a poblaciones migrantes o colonizadoras, es muy positiva, siem-
pre y cuando sepan afrontar los retos del futuro con audacia y planificación estratégica.
A pesar de estas condiciones ventajosas, el futuro desarrollo de las comunidades indí-
genas implica retos importantes en lo social, en lo tecnológico, en lo ambiental y en lo econó-
mico.
l. En lo social los principales retos son fortalecer su organización, mejorar la educa-
ción, afrontar el proceso de modernización y un claro cambio de mentalidad.
El fortalecimiento de las organizaciones indígenas a nivel de cada comunidad o pue-
blo, a ni ve! regional y nacional, es un aspecto de gran actualidad y decisivo para pmticipar en las
decisiones que les atañen. Sin embargo, las organizaciones indígenas deben ser altamente prác-
ticas y con visión de futuro, dejando en segundo plano lo reivindicativo respecto al pasado.
La mejora del nivel educativo y profesional es otro componente imprescindible. La
educación debe ser bilingüe e insertada en la realidad regional y nacional. La educación pro-
fesional es de alta prioridad, porque el desarrollo implica contar con profesionales indígenas
de alta calidad en una gran diversidad de campos (medicina, forestales, biología, sociología,
manejo de recursos, etc.). Sin un fuerte contingente profesional de los propios indígenas será
muy difícil lograr un desarrollo endógeno, y subsistirá el patemalismo.
Los pueblos aborígenes amazónicos, tarde o temprano, deberán afrontar un proceso de
modernización en base a su cultura y conservando su identidad. Muchos grupos ya están
inmersos en el proceso y, con frecuencia, no han logrado afrontarlo adecuadamente, sacrificando
su cultura y su identidad. Este reto es, a su vez, un reto para los sociólogos y antropólogos,
quienes deben explorar caminos nuevos en base a las experiencias pasadas.
Finalmente, se hace necesario un cambio claro de mentalidad, cuya base debería ser
una visión hacia el futuro y de desarrollo endógeno. Se debe poner de lado en forma peren-
toria la "mentalidad de lamentaciones por el pasado y de esperar recibir algo por su situación
especial" y sustituirlo por iniciativas hacia el futuro, que demuestren su importancia en un
sitial dentro de la realidad actual y futura del país.
2. En lo tecnológico los principales retos son múltiples, pero especialmente dirigidos
hacia los asuntos relacionados con los derechos sobre conocimientos.
El recopilar los conocimientos, tecnologías, prácticas, sistemas e innovaciones sobre
el manejo de recursos, que son propios de cada pueblo, es uno de los retos más urgentes por
la pérdida continua de los mismos. Estos aspectos son claves para su futuro desarrollo y para
aprovechar las ventajas que poseen de la relación milenaria con su entorno.
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l. El cultivo del pijuayo (Bactris gasipaes) para palmito y otros productos (frutos, aceite)
ofrece ventajas interesantes.
La demanda del mercado mundi~I de palmito (envasado, pulpa y fresco al vacío) va en
incremento y no tiene visos de saturarse para los próximos 20 años .
El pijuayo es adecuado para recuperar tierras degradadas y saturadas de aluminio y no
se necesita deforestar para hacer las plantaciones.
Es una especie domesticada de la Amazonía y los pobladores están familiarizados con
su cultivo en forma tradicional.
Existen en el país el material genético y la tecnología más moderna para su cultivo,
como también los mejores especialistas de la cuenca.
2. El cultivo del camu-camu ( Myrciaria dubia) para exportación de pulpa congelada
y liofilizada. El camu-camu, especie nativa de frutal amazónico, acaba de ingresar agresiva-
mente al mercado mundial, y su cultivo es altamente promisorio.
Existe mercado internacional creciente y se calcula que para el año 2,000 se necesita-
rán unas 20,000 t de pulpa. Esto significa que se deberán disponer de unas 5,000 has. de cul-
tivos.
El país es poseedor del mejor material genético de la especie, y se dispone de la tecno-
logía de punta para su cultivo y producción eficiente.
Es un cultivo rentable y se pueden producir entre 8,000 y 12,000 kg/ha/año de fruta, lo
que, al precio actual (S/. 1,00/kg), permite obtener al menos SI. 8,000/ha/año de producción
bruta.
Es muy adecuado para zonas de muy alta precipitación y para cultivos asociados (caupí,
yuca, piña, etc.) durante los primeros 4 años hasta llegar a la producción plena.
3. Cultivo y manejo de la uña de gato (Un caria spp.). La uña de galo es una especie
medicinal amazónica, muy abundante en los bosques primarios y secundarios, cuyo manejo y
cultivo es promisorio, y posee un interesante mercado nacional e internacional , al parecer,
creciente.
Es posible el manejo de las poblaciones naturales en bosques primarios y secundarios
o pu1mas por su abundancia y su capacidad de rebrote, siempre y cuando no se la extraiga de
la raíz, y es muy adecuada para aprovechar pmmas o barbechos por su regeneración natural
y su posibilidad de sembrarla. Existe la tecnología de cultivo tanto a partir de semillas como
de estacas. En este último caso el prendimiento promedio es del 80%.
4. La piscicultura con especies nativas puede ser una actividad muy rentable. El país
posee la tecnología para la cría de gamitana, paco, sábalo, paiche y algunas otras especies.
La producción de carne, especialmente de gamitana y especies similares (paco, sábalo),
puede estar entre 1,000 kg/ha/año, con tecnología baja, y 10,000 kg/ha/año con tecnología
alta. Para producir hasta 5,000 kg/ha/año no se necesita importar a la región alimentos
supletorios, porque estos pueden ser producidos localmente.
Existe mercado local y regional para la producción, especialmente en las ciudades más
importantes (!quitos, Pucallpa, Tarapoto, etc.), donde los pobladores están habituados al
consumo de pescado, y por la escasez del recurso durante la época de creciente, lo que permi-
te colocar el producto con seguridad. Es posible colocar el producto fuera de la región , aun a
nivel internacional, por la creciente demanda de carne de peces exóticos, especialmente en
EE.UU .
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Para la piscicultura no es necesario intervenir nuevas áreas naturales, porque la act ivi-
dad puede ser desarTOllada en tieri-as ya intervenidas . Además, los pobladores locales amazónicos
(indígenas y ribereños) disponen de conocimientos y tecnologías para la conservación del
pescado (secado, salado, y ahumado). Estas tecnologías pueden ser mejoradas con mucha
facilidad.
S. La crianza de majaz, sanzaño o picuro (Agouti paca). Roedor amazónico de carne
muy apreciada, es otra actividad promisoria, y se ha desarTOllado la tecnología en la región
para su cría en cautiverio en forma muy sencilla y adecuada al nivel familiar.
Su cri anza es muy económica y rentable en instalaciones sencillas, accesibles a las
zonas rurales amazónicas, con alimentos disponibles en la regi ón. Los pobladores rurales
amazónicos están familiarizados con la especie y poseen técnicas de ahumado para la con-
servación de la carne y su transpm1e a los mercados.
Su carne es muy fina y apreciada, de alto valor nutritivo, y existen mercados locales,
especialmente en las ciudades. También sería posible desarTOllar mercados nacionales e inter-
nacionales.
Las técnicas de cría del majaz pueden ser aplicadas a especies similares de roedores
amazónicos, como el añuje ( Dasyprocta spp.), el machetero ( Dy11omys branickii) y el sachacuy
(Proechimys spp.).
6. Cría del caracol churu ( Po macea spp. ). El churu es un caracol acuático amazónico
de carne apreciada y de fácil reproducción en estanques artificiales, aun en combinación con
otras especies ac uáticas. Sus ventajas son que existe tecnología local para la cría en estanques;
es adecuado para el consumo fresco (ceviche y chupes) como en enlatados; no necesita de
instalaciones sofisticadas ni de alimentos especiales, por ser una especie herbívora; y tiene
muy altas tasas de reproducción.
7. Manejo y cría de caimanes. En las zonas húmedas amazónicas es posible iniciar
actividades de manejo y cría de caimanes o lagartos para la producción de cueros y carne. En
otros países (EE.UU., Brasil , Australia, Nueva Guinea, Tailandia) existe una amplia experiencia
en la cría de caimanes y cocodrilos, que podría ser aplicada en nuestra Amazonía.
8. Criaderos de mariposas. En otros países (Taiwan, Trinidad y Tobago, Nueva Gui-
nea) la cría de mariposas se está desarrollando como una actividad económicamente interesan-
te para los mercados mundiales. Se trata de una actividad sencilla y que no requiere de
instalaciones sofisticadas.
9. Producción de veneno cristalizado de serpientes. La cría de serpientes y la pro-
ducción de veneno cristalizado puede ser una actividad de interés por la demanda internacio-
nal para la producción de sueros específicos.
Entre los aguarunas existe una experiencia semifallida por falta de gestión adecuada y
los contactos con los mercados especializados.
10. Cría de loros y guacamayos. Esta actividad se está desarrollando fuertemente en
EE.UU. y existe la tecnología necesaria. El mercado mundial par·a aves ornamentales, espe-
cialmente papagayos, es creciente y para alguna~ especies se obtienen precios muy altos.
11. Cría de animales raros para wológicos. La Amazonía posee animales raros de
demanda para los zoológicos mundiales, especialmente de ciertos mamíferos (felinos, oso de
anteojos, monos endémicos, etc.). La cría de algunas especies puede ser de interés, siempre y
cuando se consiga la tecnología y se tengan los mercados.
6. Conclusión
Sobre la selva amazónica se han tejido mitos y se han promocionado actividades, que
no han dado los resultados esperados y, además han conllevado a la marginación de experien-
cias de gran valor, como son las actividades tradicionales de pesca, caza, recolección y culti-
vos tradicionales. El panorama actual demuestra que la seguridad alimentaria en la Amazonía
depende en gran parte de estas actividades tradicionales.
El modelo de desarrollo implantado durante los últimos 50 años ha conducido a un
gran despilfa1TO de recursos, especialmente de tierras y recursos forestales, por las tecnologías
N2 1, julio 1997 27
Estudios y Debates
inadecuadas que se han introducido. Hoy la superficie de tierras abandonadas supera amplia-
mente a la superficie de tierras en uso agropecuario y forestal.
La Amazonía necesita, con urgencia, de una nueva estrategia de desairnllo con alta
prioridad en las áreas ya intervenidas y colonizadas, para mejorar la productividad y evitar el
deterioro de los suelos y el fomento de alternativas productivas para las áreas poco o nada
intervenidas, y que de ninguna manera impliquen la tala de más bosques.
En la región amazónica peruana no es necesario colonizar nuevas tierras, porque la
superficie ya intervenida, además de su gran extensión , ofrece concretas posibilidades para
aumentar la producción en base a actividades innovadoras de cultivos tropicales, piscicultura
y zoocría, especialmente.
BIBLIOGRAFIA
BRACK , W.
1994 Experiencias agroforestales exitosas en la cuenca amazónica. SPT-TCA. Lima.
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1996 Cultivo del pijuayo (Bachis gasipaes Kwztlz) para palmito en la Amazonía. SPT-
TCA. Lima. 153 p.
COMENTARIOS
bien pueden ser consultadas por aquellos ávidos
Alejandro Camino Díez Ca11seco de información botánica, agronómica, y aun de
fodepende11cia 461 discusión de políticas para la región amazónica.
Lima 18 En esta breve contribución, sin embargo se
priorizan las relaciones entre pobreza y manejo
adecuado de los más di versos recursos, re-
Una vez más, maestro de muchos peruanos, flexionando sobre los aportes del conocimien-
un Antonio Brack versado tanto por su dedica- to indígena y la importancia de su relanzamiento,
ción al estudio como por su experiencia aguzada y contrastándolos con muchas de las paradojas y
por su curiosidad sin fronteras , nos reitera su hasta tragedias inherentes al patrón de uso de
visión de la tierra tropical que alimentó su in- recursos contemporáneos. No siendo su campo la
fancia. Este territorio fascinante y complejo , antropología social, su análisis no aborda la es-
constituido por la más grande cuenca del más tructura de las relaciones sociales y los patrones
vasto y rico de los bosques, es redescubierto en culturales, sin embargo, los términos en que
sus potencialidades, las que contrastan cruda- presenta los problemas ambientales, nos permiten
mente con muchas de las paradojas del hombre percibir una clara sensibilidad para el entendi-
contemporáneo. Antonio, de formación natura- miento de la problemática humana. Estoy seguro
lista -en el sentido académico de la palabra- y que los estudiantes del Colegio Andino que via-
ecólogo. se expresa una vez más sobre la reali- jaron con él a Madre de Dios habrán tenido la
dad total, hombre incluido, evitando departamen- oportunidad de confirmar mis aseveraciones.
talizar el conocimiento. Esta curiosidad aplica- No deja el autor de explorar la diversidad de
da, tan característica en su estilo y disciplina, le opciones para el aprovechamiento sostenible de
permite ir bastante más allá de la esfera de la los recursos nativos , flora, fauna terrestre y
biología en su sentido contemporáneo, explo- acuática y, en particular, las tradiciones indíge-
rando los aportes de la etnología, discutiendo las nas y la inventiva humana. Antonio se asoma con
tendencias del mercado, impugnado políticas asombro a la vastedad y complejidad del cono-
públicas -léase Ministerio de Agricultura (al cimiento indígena, sin embargo, sin preguntarse
momento que fue escrito)- que no hacen sino por la metodología que este entraña (muchos
contribuir a la degradación de los recursos na- esperamos que ahora que inicia el ciclo maduro
turales , analizando la dinámica de la cultura de su vida dedique más tiempo y disciplina en el
popular. Más allá de los datos y la relevancia de uso de la ayahuasca, Banisteripsis caapi). Aun
los mismos, destaca en Antonio esa visión amplia así, no deja de pasar lista a la farmacopea
e integradora que nos permite empezar a palpar amazónica que empieza a venderse en el mundo.
tan vasto imperio verde en su multidimensio- Y del potencial de frutos y otros recursos ali-
nalidad, dinamismo y esencia. menticios. Paradójicamente, en ese contexto, se
Este nuevo artículo de Antonio recoge en extiende el hambre, la miseria y la destrucción
pocas páginas una fracción de la riqueza inte- del hábitat.
lectual, -el espíritu que la anima, la chispa y la Antonio da una muestra de las innumerables
brillantez-, tan características de sus exposicio- opciones tecnológicas para generar riqueza y
nes orales para aquellos que hemos tenido opor- promover el aprovechamiento y la conservación
tunidad de escucharlo. Es ésta la única dimensión de las que en su acervo cuenta. Me pregunto sin
de los aportes del autor que desgraciadamente el embargo -sin tener una respuesta definitiva- si el
genero del artículo relega, y sobre la cual con- conocimiento y la educación lo podrán ser todo.
viene informar al lector no advertido. Sus muchas Por mi formación de antropólogo sé que para que
publicaciones -técnicas y de divulgación- que todo esto ocurra deberán confluir muchos facto-
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Estudios y Debates
res , algu nos que rebasan ampliamente la esfera iniciativas amazó nic as se es trellan contra la in-
del saber. otros que tienen que ver con normas y diferencia y la ignorancia de los que adm ini stran
patrones culturales, tendencias económicas, y el Perú desde Lim a y que sólo ven en la Selva,
hasta la casualidad y lo impredecible . A estos como en los tiempos coloniales, una región a
últimos los antiguos amazónicos y los shamanes conquistar y a explotar hasta el agotamiento ... si
regionales del momento sumarían el rol de ese es el diagnóstico ... , la solución es la inde-
fuerzas intensas e invisibles al ojo desnudo. Los pendencia del poder central. Vale la pena recor-
trabajos y publicaciones últimas de Jeremy dar que el Cerrado brasileño se desarrolló des-
Narby ( La Serpiente Cósmica, el ADN r los pués de que la capital del Brasil salió de Río de
Orígenes del Saber) podrían ayudar a encontrar Janeiro y fue al corazón del Cerrado. El mayor
el camino a una respuesta. desarrollo del Brasil, de la Argentina o de México
también se debe a que son países federa les , don-
de en cada estado o provincia hay gente que
Marc J. Dourojea1111i piensa y lucha por su propia región. En el Perú,
BID (Banco Interamerica110 de Desarrollo) la única experiencia mediatizada de gobierno
Represe11tació11 en el Brasil regional se dio en medio del caos político y
Caixa postal 08738 CEP 70200-970 económico, y a pesar de todo no fue tan mal
Brasilia, D.F. Brasil llevada como dicen. La municipalización de la
autoridad , y de los recursos económicos para
Como de costumbre, cuando Antonio Brack gobernar, también es parte de la solución, crean-
habl a sobre la Amazonía hay poco que discordar. do mayor autonomía y control local a través de
El nació y trabajó en ella y, más aún , la estudió mejor información y más participación .
y analizó en reiteradas ocasiones. Sin embargo, Pero quizás la causa central de la no aplica-
este trabajo que parece más apuntes de clase que ción de las medidas que se conocen para el de-
un verdadero ensayo, adolece de problemas de- sarrollo amazónico durable sea, simplemente, que
rivados de su propia naturaleza. Entre ellos están aún no "llegó la hora del desarrollo'" a esa región.
su carácter sintético y cierta ausencia de contex- La Amazonía es el centro de América del Sur y
to nacional y global para las recomendaciones. es la parte más alejada de todos los países qu e la
Las recomendaciones, que son correctas, son comparten. De ser así, la tarea más importante,
básicamente las mismas que se vienen dando antes de que las carreteras nu evas lleguen a sus
desde la década de los años sesenta y con mayor últimos rincones es establecer rápidamente los
énfasis durante los años setenta y que, sin em- territorios a ser protegidos tanto para fines de
bargo, nunca fueron aplicadas. Una de las razo- conservación de la naturale za como para las po-
nes de esta situación es que si bien la descripción blaciones indígenas , pero también para eso se
de los problemas sociales , económicos y am- requiere de cierta prioridad que no parece ex is-
bientales está bien hecha, parece que el análisis tir. La recuperación macroeconómica de la región
de s us causas tiene errores ... ¿ Por qué la y la onda neoliberal están dejando muy poco
Amazonía no sale de su marasmo? ¿Por qué, tiempo para evitar que la Amazonía siga el ca-
década tras década, todo sigue igual o peor? ¿Por mino del Cerrado brasileño, en que indi os y na-
qué los problemas de la Amazonía del Perú son turaleza sucumbieron a la soya y a la ganadería
esencial mente iguales a los del resto de la extensiva, con terribles consecuencias ambien-
Amazo nía? Después de muchos años de trabajar tales, económicas y sociales que ahora, después
en esos problemas no tengo certeza sobre la res- de la euforia inicial , es tán amenazando su futuro
puesta, pero creo que se deriva de aspectos que, y que deben ser resueltas a alto costo. Pero las
aunque bien conocidos, no fueron bien analiza- nac iones no aprenden las lecciones del pasado ni
dos hasta el presente. de los demás. Como los jóvenes, las naciones
Se dice que la Amazonía es una colonia in- siempre parece n pens ar que las tragedias só lo
tern a del Perú ... y lo es, sin duda . Si todas las ocurren con los otros . nunc a con e llos. Por eso
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Estudios y Debates
La propuesta también contempla el pago de desarrollar ciertos aspectos del artículo en men-
canon por el aprovechamiento del recurso que ción.
deberán pagar las comunidades campesinas y Numerosos rasgos sociales, económicos y
nativas, los pequeños productores y los titulares políticos de la Amazonía co ntemporánea proce-
de derechos en zonas de frontera. Este punto es- den de esa situación de "frontera" . Esta situación
taría distorsionando el sentido de ··trato vuelve particularmente difíci l la adopción de
preferencial" por los derechos especiales que formas de desarrollo durable en la medida en qu e
sobre los recursos naturales tienen las comuni- existe un interés -compartido en grados diversos
dades nativas. por todos los grupos sociales- en no integrar los
Todo lo dicho anteriormente, nos lleva a la costos sociales y ambientales vinculados a las
conclusión de que no existe una verdadera vo- actividades productivas . Diríamos que esa es una
luntad política para la implantación de políticas característica general de la economía de merca-
y estrategias adecuadas en favor de la Amazonía do. Sin embargo, lo que hace de la Amazonía una
en su conjunto y de los pueblos indígenas en región de acumu lación que podemos calificar
particular, condición sine qua 11011 que pondría como primitiva (en un sentido algo diferente del
serias limitaciones a una propuesta objetiva y conocido concepto marxista) es la form ación de
válida como la planteada por el Dr. Brack, la que capital a partir de la destrucción de recursos na-
co rre el riesgo de quedar olvidada y archivada, turales y gracias a haber recurrido a formas de
desperdiciándose valiosos esfuerzos creativos, en explotación del trab ajo que parcialmente tras-
aras de la construcción de un futuro mejor para greden las legi slaciones vigentes. Pero , paradó-
la Amazonía. jicamente, la frontera sólo es eso porque ofrece
también a categorías de poblaciones dominadas,
la oportunidad (a veces parcialme nte ilusoria) de
Plzilippe Léna escapar a su condición y e mprender un proceso
ORSTOM (Instituto Francés de Investigación de acumulación ... que se basa legalmente en la
Científica para el Desarrollo en Cooperación) degradación del medi o. La Amazonía represen-
213 rue Lafayette ta, sin ninguna duda, e l primer gran espacio del
75011 París - Francia planeta donde tal acumulación a gran escala es
posible 2, aun cuando algunos países del sureste
El Dr. A. Brack presenta una síntesis a la vez asiático están en vías de acabar la destrucción de
completa y pertinente de la situación actual en la sus reservas forestales a través de un proceso si-
Amazonía peruana. Las mismas tendencias, las milar: en lugar del bosque, y gracias a él , se habrá
mismas inercias, los mismos problemas existen constituido un capital que podría ser invertido en
en la Amazonía brasileña. Las diferencias obser- otros sectores de actividad (se descart a importar
vadas resaltan ya sea la importancia relativa de las
diferentes actividades (la parte más importante de
las ' fazendas' de crianza de ganado vacuno en la
ocupación del suelo, por ejemplo), ya sea la es- 2 Se podría alegar que d Gran Norte o los fondos
cala de fenómenos (así, la totalidad de las super- marinos (nódulos metálicos) son de tales fronteras.
En efecto, en esos dos casos , e l ni vel tec nológico
ficies forestales alteradas en Perú representa la y el capita l necesari os so n tan elevados que. en e l
superficie desbrozada en Brasil sólo durante el primer caso, sólo las actividades petro leras son su-
período 1985-1988) 1. Algunas de las líneas que fici ente mente rentables para justificar una explo-
vienen a continuación sólo están destin adas a tación y, en el segund o caso , la explotación aún no
ha encontrado su sello de rentabilidad en las con -
diciones actuales del mercado de minerales. No es
e l caso de la Amazonía, donde. más allá de las ac-
Sin embargo, en proporción al territorio nacional tividades mine ras, la "rentabilidad .. de ac tividades
situado en la Amazonía, las superficies alteradas ecorreguladoras (agríco las en el amplio sentido)
están muy próximas a ambos países: 12.85% en puede ser asegurada por la energía solar converti -
Perú y probablemente 13% en Brasil e n 1997. da en biomasa en condiciones exce pcion ales.
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Estudios y Debates
1994 ). No obstante , se puede dedu c ir qu e lo ap licabilidad de medid as. sin duda bie n inte n-
ese ncial de esos des broces no se debe al movi- cionadas, concerni ent es a la propiedad intelectu al
mi ento de apro pi ac ión territ ori al (a pesar de l indíge na (que se rán mu y largas de desa rro ll ar
continuo crecimi ento de la pobl ac ión denomi - aquí) , as í co mo sobre el ex trac ti vismo. Sus pro-
nada rural) sino más bien a un proces o intern o du ctos clás icos (caucho. cas taña) es tán cayendo
de las pro piedades ex istentes 6 . Pero la necesaria en Bras il frente a la co m petencia: la castaña es tá
mejo ra de las infraest ructuras a cada in sta nt e siendo desplazada por e l producto proveni ente de
puede relanza r el proceso. En e fecto , como lo Boli via (donde la mano de obra es valorizada a
señala e l Dr. A. Brac k, los cos tos y la difi cult ad bajo prec io) y el caucho está siendo des pl azado
de los transportes, la di stancia de los me rc ados , por las pl antac iones de l sur del país (Estado de
elevan co nsiderablemente los costos de produ c- Sao Paul o). Los produ ctos ·'alte rn ati vos" rep re-
ción. Para mantener un a ciert a competiti vidad, es sentan mercados restringidos, a menu do cauti vos.
posible recurrir, ya sea a la autoex plotac ión, ya dependientes de la buena vo lu ntad de empresas
sea a la ex plotac ión de la mano de obra , ya sea norteameri canas y europeas en búsqu eda de un
incluso a la ex plotaci ón minera de los recursos mejorami ento de su imagen. Es, pues, un a situa-
natural es . Muy a me nu do e nco ntram os un a ción frág il y dependi ente; además, no se sabe cuál
mezcl a de las tres . Frente a es ta situació n, los será el co mport ami ento de esos productos cuando
co lo nos brasileños han encontrado un a so lución: realmente entre n en la competencia. El ex trac-
la ganadería de vacunos, que o frece una buena ti vismo sólo concierne a una minoría de la po-
productividad del trabajo y ex pl ota de manera bl ac ión amazó nica ru ral, y es más fac tibl e que se
ex ten siva el medi o natu ral. Igualmente permite ti e nda a ad o pt a r e l co m por ta mi e nt o de los
valorizar el territorio de un fac tor I O con relac ión inmi grados qu e a la inversa. Signo del ti empo:
a la selva natu ra l. Es actua lmente, fren te al fra- en el se no mis mo de las Rese rvas Ex trac ti vistas
caso de los culti vos peren nes y anu ales, la prin- y de las zonas donde predo mina el extractivismo,
cipal vía de acumulación adoptada por los agri- se observa un aumento de las superfi c ies dedi-
cultores, as í co mo tambi én la más destructora. cadas a la agri cultura e inc luso la apari ció n de
No podemos más que aq ui escer fu erteme nte un a pequeña ga nadería de vac un os. Las forma s
la propuesta del autor que consiste en dete ner de valori zación que preservan e l recurso, en ge-
toda la nu eva co loni zaci ón 7 . Suponem os sin neral menos rentables a co rto plazo, tendrán pues
embargo, que eso será difíci l, co nsiderando los difi cultades para impone rse. Estas só lo podrá n
re s e r vo ri os de pobl ac ió n sub e mpl e ad a qu e hacerl o si van aco mpañadas de compensaciones.
constitu yen los Andes y el Noreste. Irónicamente, Estas últimas no son obli gatori amente co mpe n-
toda mejora de las co ndi ciones en la Amazo nía sac iones fin anc ie ra s, al menos direc tame nt e ,
representa un llamado potencial a la inmigración. pueden igualmente se r com patibl es en términos
No queda más que esta mejora, y el crecimi ento de autonomía po lítica y socia18. Probable ment e
necesari o de la producti vidad a la que se asoc ia, ahí radi ca uno Ll e los principales " nu dos" del
constituye una obli gación moral. En cuanto a las desarro llo amazónic o.
soluciones, emi tiremos algunas reservas sobre la Sin dud a se ha exagerado mucho la ubica-
ción geo política de la Amazo nía: el mun do no
envidi a a tal punto las riqu ezas am azó ni cas,
aunque sean las de la bi odiversi dad ; el probl e ma
6 Lo que rec ie ntemente ha instado a los poderes
públi cos a re du c ir la s up e rfi c ie le ga lm e nt e
desbrozable a l interior de las pro piedades (que
pasó del 50% al 20%). 8 Recorde mos que una parte impo11ante de la po -
7 Por otro lado, pode mos preg untarnos sobre e l ca- bl ac ión a mazóni ca es tá so metida a una forma de
rácter necesario de la co loni zación ya reali zada. En dominac ión paternali sta y cliente li sta (c uando no
Brasi l, no se trataba ni de una necesi dad demo- es por di stintos a vasall amient os por la de uda ). que
gráfi ca, ni de una obl igación econó mica. sino de se expresa igualme nte a través de los circuitos co-
un a t:0 nstru cción sociopo lítica. merciales (avances en las cosechas. etc.) .
es 4ue eso daría triunfos negociables. Por el situac ión implique una proliferación de peque-
contrario. sería interesante analizar en cada caso ños proyectos locales, apoyados por asociacio-
las relaciones muy particulares que cada Estado nes y ONGs, sin relación entre sí y con los po-
mantiene con "su" Amazonía, cómo se constru- deres públicos. Es un poco el caso de hoy en
ye y se legitima asegurando la soberanía. La donde cada uno quiere probar si su enfoque está
Amazonía, sin embargo, está bien situada en el bien fundamentado. La diversidad y la creativi-
centro del debate internacional: por sus caracte- dad son en sí muy importantes {y el Dr. Egg
rísticas naturales, engendra un efecto de aumen- muestra la riqueza de sus posibilidades), pero el
to , y de catálisis con relación a los interrogantes desa rrollo sólo se produce a través de la sinergia
que se plantea el mundo hoy en día en cuanto al (alquimia aún un poco misteriosa, hay que con-
futuro del "accionar humano" (H. lonas). Ella fesarlo) entre una multiplicidad de factores que
es el teatro actualmente privilegiado del comienzan a reforzarse entre sí. Es porque noso-
enfrentamiento simbólico y mediático entre dos tros creemos necesaria una cooperación entre el
vías de desaITollo, la que ha conducido al impase Estado (que debe dictar la Ley , promulgar las
donde nos encontramos , y otra, que aún se bus- reglas del juego y velar por la e4uidad), las co-
ca, y que respetaría los mecanismos a través de lectividades locales y los nuevos actores que son
los cuales el medio natural y las sociedades ase- las asociaciones y las ONGs , sobre las proble-
guran su reproducción. Esta relación con la máticas mundiales y los actores globales. Eso
globalidad es a la vez una oportunidad (fondos, permitirá evitar que las poblaciones locales se
apoyos, pueden hacerse disponibles) y una des- conviertan en especies de clientelas de actores
ventap (creación de nuevas dependencias . privados (cuyas buenas intenciones nunca son
mediatización que favorece la apariencia y lo cuestionadas) y asegurarían la continuidad de los
efímero, ele.). En todo caso, esta dimensión esfuerzos desplegados. En ese proceso las po-
constituye actualmente un a dimensión intrínse- blaciones podrían iniciarse en el eJercicio de la
ca del desarrollo en la Amazonía y nada se hará ciudadanía responsable, a través de la delibera-
sin ella. No obstante, sería una lástima que esta ción y la negociación.
RESPUESTA
agobiante de desastres y fracasos , y ante la falta
A11to11io Brack Egg de conceptos claros por parte de los políticos
Calle Naplo 435, Sol de la Moli11a que toman las decisiones. Cuando me aparté de
Lima 12 lo criticable y comencé a buscar experiencias
positivas, que han sido hechas por la misma
gente, casi sin intervención o sin ninguna in-
Respuesta a Liliam Landeo, CAAAP tervención por las instituciones oficiales (INIA ,
Ministerios, Regiones , etc.), mi ánimo comenzó
Los comentarios de L. Landeo, de CAAAP, a cambiar radicalmente hacia lo positivo, hacia
se refieren esencialmente a dos puntos. ( 1) Un la esperanza de que las cosas pueden ir por otro
pesimismo sobre la propuesta como retos a fu- rumbo. En esto me valió mucho la experiencia
lllro, y (2) Aspectos relacionados con e l Proyec- de mi familia en la Selva Central. La solución a
to de Ley Orgánica sobre el Aprovechamiento de aminorar la pobreza y mejorar las condiciones
los Recursos Naturales. de vida tiene que ver mucho con erradicar la
Sobre el primer punto: yo tambi én he estado ignorancia r mejorar los niveles ternológicos.
atrapado por cierto tiempo en un pesimismo so- Existe demasiada ignorancia para manejar los
bre el desarrollo amazónico, ante un panorama recursos naturales amazó nicos por parte de los
Nº 1, julio 1997 37
Estudios y Debates
pobladores mismos . Esta ignoranci a tiene dos ingentes rec urso s natural es. Es cierto que faltan
orígenes: uno es por gente mi grante de la Sierra , algunos grupos para titul ar, pero el esfuerzo del
que no sabe manejar rec ursos en ecosistemas Estado ha sido muy grande. Creo que están en
distintos y nuevos para su realidad; y otro es la condiciones de dar aportes 1mís que de seguir en
pérdida de conocimientos o rechazo de co noci- una actitud de mendi gos, condición a la cual nos
mientos ancestrales por la imposición de conte- han conducido muchos paternalismos. Ellos de-
nidos educativos totalmente ajenos a la realidad ben cambiar hacia propuestas innovadoras y de-
y que incitan, por decir lo menos, a abandonar- fender las posiciones que pueden aportar solu-
los en aras a una modernidad , venida del exte- ciones al desarrollo.
rior, mal concebida y peor entendida. Es , por
ejemplo, el caso de grupos indígenas que, una
vez educados en escuelas y colegios, consideran Respuesta a Marc Dourojeanni
que la farina de la yuca es inferior al pan de tri-
go o que es algo primitivo y antiguo, que no está La idea central de Man; es que las solucio-
acorde con la nueva realidad. nes propuestas "son correctas" y se "vienen
Por otra parte, a pesar de muchas investiga- dando" desde los años sesenta, sin embargo aún
ciones hechas, a veces de alta sofisticació n, po- no "llegó la hora del desarrollo" y por eso no se
cas innovaciones tecnológicas han recogido los aplican. Esto es correcto hasta cierto punto y mi
logros del pasado, como de los indígenas, y se enfoque es que las propuestas o no existen o no
han hecho con una visión poco práctica para que se han hecho en forma atractiva (adecuadas a la
el po bl ador común las pueda usar. Igualmente la mentalidad) para los políticos .
transferencia de tecnología no ha funcionado ni Hace poco en una reunión en (quitos me in-
se ha hecho llegar masivamente a la gente. Es por sistían en que el Gobierno Central ·'siempre im-
esto que estoy absolutamente convencido de que pone soluciones desde Lima y que no se toma en
las mejores soluciones tecnológicas las debemos cuenta los anhelos de los loretanos". Cuando
recoger de los pobladores rurales exitosos y, pregunté qué propuestas consensuadas, innova-
aunque no se crea, existen en bastante número doras y audaces se habían hecho al Gobierno
tanto entre indígenas, ribereños y migrantes de Central para que las tom ara en cuenta, me dije-
diversos orígenes. Esto es clave e implica un ron "que eso era muy difícil por la desunión
cambio de mentalidad muy fuerte por parte de existente a nivel regional ". Creo que allí está el
todos . tanto maestros, investigadores y promo- error.
tores. Tengo experiencia de primera mano y hasta
En lo referente al Proyecto de Ley Orgánica he participado en el proceso, que cuando se ha-
sobre el Aprovechamiento de los Recursos Na- cen propuestas prácticas y bien fundamentadas
turales, ya aprobada y promulgada, considero que el Gobierno las acepta y las aplica. Tal es el
es de carácter general y para todos los peruanos, caso reciente del proyecto de plantaciones de
y, adem ás, toma en considerac ión aspectos es- camu-camu, de pijuayo, de la reforestación a ni-
peciales para las Comunidades Campesinas e vel nacional, de nuevas áreas protegidas en la
Indígenas . El que los pueblos indígenas ten gan región (Gueppi, Bahu aja- Sonene), y algunas
que respetar las leyes nacionales me parece no otras. He notado siempre una gran dificultad por
sólo lógico y justo, como peruanos que son. Por parte de los políticos para traducir planteamien-
ejemplo, se plantea que deben respetar las vedas tos genéricos y teóricos a decisiones prácticas, y
y es lógico. Si en las tierras de un grupo indíge- encontrar el camino para reaccionar con solu-
na existe una especie en peligro de extinción, ciones a un cúmulo de críticas. Mi experiencia
también ellos deben respetar la veda, como indica que hay demasiadas críticas a todo lo que
cualquier peruano. Por otra parte, los indígenas se decide y muy pocas propuestas de soluciones
amazónicos tienen tituladas cerca de 7,5 millo- prácticas, aceptables y aplicables. Estoy con-
nes de has. en nuestro país y so n poseedores de vencido que debemos trabaj ar mucho en el
N9 1, julio 1997 39
Conflictos de distribución ecológica
Joan Martínez-Alier
l. Resumen
Nº 1, julio 1997 41
Estudios y Debates
2. Externalidades habituales
La idea de Funtowicz y Ravetz sobre "ciencia post-nonnal" y "revisión por pares ampliada". S. Funtowicz
y J. Ravetz. "A New Scientific Methodology for Global Environmental Issues" en R. Costanza, ed.,
Ecological Economics, Columbia U.P. , N. York. 1991.
* Impuesto pigouviano: Es un impuesto (del nombre del economista Pigou) que se añade al precio de
los productos, y cuyo valor debería ser igual al costo de la contaminación. (N. del E.)
de recursos medioambientales en las mismas unidades que el capital. La "sostenibilidad débil ''
asume que sabemos cómo valorar, en términos monetarios, los servicios no-apropiables y no-
comercializables de los recursos naturales, así como los sistemas ecológicos de supervivencia.
Sin embargo, las técnicas de valoración económica no tienen la capacidad de proporcionar
estimados actualizados convincentes del valor de los recursos naturales, o de extemalidades
futuras e inciertas. Por lo tanto, los indicadores monetarios resultan creíbles sólo para audien-
cias cautivas de economistas profesionales.
Nos quedan entonces los indicadores físicos (o equivalentemente "cuentas satélite" de
variaciones del "patrimonio natural", no integradas en términos monetarios a las cuentas
nacionales). Detrás de una lista de indicadores, siempre habrá una historia de investigación
científica y controversia política. Sin embargo, hay que recalcar que una lista de indicadores
está lejos de ser una lista de "metas" para los indicadores; además, hay que considerar que la
lista siempre estará incompleta. Una vez que se construye un indicador y se establece una
"meta" para dicho indicador, se pueden discutir cuáles serán los instrumentos para alcanzar
tal objetivo o meta. Este es el enfoque "costo-efectividad". Pero, como economistas ecológicos,
debemos interesarnos también por los procesos de percepción social de las extemalidades
ligados a la selección de indicadores y metas. Por ejemplo, un índice de pérdida de biodiversidad
natural sería la apropiación humana de la producción neta de biomasa anual (HANPP). Existe
la conocida cifra de 40% para ecosistemas tetTestres de todo el mundo, que proviene de la
suma del uso humano directo (4%), uso indirecto (26%), y pérdidas (10%), que indica cla-
ramente cómo se está reduciendo el espacio para otras especies 2 . Este sería un indicador in-
teresante para realizar comparaciones entre diferentes regiones , algunas de las cuales están
usando más biomasa de la que producen. Ahora bien, ¿cuánta biomasa y espacio necesitan
otras especies para su conservación y evolución futura? ¿Hay grupos sociales que hacen uso
político de tal indicador?
¿Cómo se pueden agregar los índices de impacto ambiental? A menudo, unos índices
mejoran mientras otros se deterioran. El Instituto Wuppertal está tratando de desairnllar un
índice físico sintético, MIPS (insumos materiales por unidad de servicio prestado),(Schmidt-
Bleek, 1994), basado en la expectativa de que la economía se está orientando hacia la
"desmaterialización". En general, ha habido intentos inconclusos de decidir si el crecimiento
económico es malo (o bueno) para el medio ambiente. Tras la presentación del Informe
Bruncltlancl de 1987, la moda fue comprobar que la pobreza era el principal enemigo del medio
ambiente. Es cierto, la cantidad ele energía usada para cocinar podría disminuir con el creci-
miento económico ele los países pobres (ya que las cocinas a kerosene o LPG sustituyen a
fuegos abiertos con leña o estiércol seco), pero en términos generales el crecimiento econó-
mico va ele la mano con la degradación. Los indicadores seleccionados siguen diferentes
tendencias. Los estudios ele Ecología Industrial (Ayres, 1997) muestran que la creciente efi-
ciencia en el uso ele materiales y energía a veces es superada por un "efecto Jevons" - como
sus costos se vuelven más baratos, hay una tendencia a aumentar su uso-.
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Estudios y Debates
por economías industriales (para conseguir recursos y para colocar sus desperdicios 3 ). Noso-
tros los europeos no pagamos nada por el espacio ambiental que usamos para colocar nuestras
emisiones de C0 1 . En este caso, los europeos actuamos como si todavía fuéramos propietarios
de una considerable porción del planeta fuera ele Europa. Casi nadie se queja, o trata de
cobrarnos una tarifa, pero la ocupación de un espacio ambiental más grande que el espacio
territorial propio, origina una deuda ecológica con dimensiones espaciales y temporales (Azar
y Holmberg 1995; Borrero, 1994; Robleto y Marcelo 1992). En este artículo, presentaré
ejemplos (tanto locales como internacionales) de estos "conflictos de distribución ecológica".
Primero, sin embargo, se requiere una discusión más profunda de la tesis "postmaterialista"
ele fnglehart, la cual explícitamente deja de lado los conflictos distribucionales.
4. ¿Valores postmaterialistas?
3 Ver los informes del In sti tuto Wuppertal, Tmrnrds Sustninable Eumpe , y Zukunftsfdhiges Deutschland
( 1995)
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Estudios y Debates
Permítanme preguntar ahora: ¿Cuáles son las razones del crecimiento del ambientalismo
(es decir, las acciones tomadas o las preocupaciones expresadas sobre el estado del medio am-
biente debido a la acción humana)? Algunos autores creen que el crecimiento de ambientalismo
en los países ricos se explica básicamente a pai1ir de un cambio cultural posterior a 1968, hacia
los valores del "postmaterialismo". Esta posición optimista , que da por hecho la
"desmalerialización", es conocida como la tesis "postmaterialista" de Ingleharl. Yo no estoy de
acuerdo con ella, o más bien, me parece que sólo considera un tipo ele ambientalismo. Inglehart
( 1977, 1995) acepta que en los países ricos hay una preocupación por el deterioro de algunos
indicadores ambientales, y que una parte creciente de PBI debe utilizarse para gastos
" protectores", "defensivos", "correctivos" o de "mitigación" del daño ambiental (tal como se
muestra en Leipe11, 1989), pero sin embargo, lejos de los costos e impactos ambientales, la te-
sis de Inglehart es que el cambio cultural hacia los valores poslmaterialistas "subjetivos" sensi-
biliza a algunas sociedades respecto a los temas ambientales. En realidad , los economistas
convencionales que han trabajado sobre el tema de los recursos naturales en Estados Unidos4
han propuesto que la demanda de bienes ambientales aumenta con los ingresos y que, de ma-
nera implícita, los pobres son "demasiado pobres para ser verdes".
Al tratar de desenmarañar las fuentes de apoyo para el ambientalismo en varios países,
Inglehat1 ( 1995:61) describe el ambiente de los Países Bajos como relativamente "prístino",
una evaluación sorprendente ya que es un país con una densidad de 400 personas por kiló-
metro cuadrado, y hablando a grosso modo, tiene igual número de seres humanos como de
vacas, cerdos y carros. Entonces, esta representación distorsionada permite atribuir el
ambientalismo holandés principalmente al "postmaterialismo". Los países escandinavos tam-
bién son clasificados por Inglehart como ambientes relativamente "prístinos" (ibid). De hecho
están menos poblados que los Países Bajos. Inglehart atribuye el ambientalismo escandinavo
sobre todo al "postmaterialismo", sin considerar los siguientes hechos: una porción de sus
economías se basa en la extracción de recursos naturales, uno de ellos (Suecia), tiene un
número excesivo de centrales nucleares respecto a su población; han estado expuestos a la
radiación de Chernobyl , y también a la "acidificación" de fuentes externas. Entonces hay
suficientes razones materiales para volverse ambientalista en los países escandinavos. Pero
hay muchas razones para volverse ambientalista en países pobres o regiones pobres, cuyo
espacio ambiental está siendo utilizado en beneficio de los países ricos.
4 Al menos desde H.J. Barnett y Chandler Morse, 1963, y John Krutilla, 1967. Ver una crítica en R.B .
Norgaard, 1990.
utilidad marginal que proviene de los bienes materiales abundantes y fácilmente obtenidos. La
tesi s de Inglehart puede ser criticada si suponemos que el crecimiento económico va unido a
la degradación ambiental. Por lo tanto, en los países ricos existe un arnbientalismo materialista
contra los peligrosos y molestos "afluentes de la opulencia'' (por ejemplo, el movimiento de
Justicia Ambiental en Estados Unidos, Bullard, 1993; Schwab, 1994; Szasz, 1994). La tesis
'·postrnaterialista" también ha sido criticada porque es fácil (según encuestas de opinión)
encontrar evidencia de un gran interés por el medio ambiente en países pobres (Brechin y
Kempton , 1994). En realidad hay evidencia del "ecologismo de los pobres'' no sólo en las
encuestas de opinión sino también en muchos conflictos sociales en la historia o en el presente
(Guha, 1989; Martínez-Alier, 1991; Guha y Martínez-Alier, 1997). A veces tales conflictos
son identificados corno "ambientales" por los actores mismos ; en otras ocasiones, tales con-
flictos han sido expresados en lenguajes no-ambientales - por ejemplo, los "seringueiros" en
Acre a fines de los años 80 eran miembros de un Sindicato, tenían vínculos con algunos
movimientos cristianos locales inspirados en la "teología de la liberación" , y fueron conocidos
como ecologistas quizás para su propia sorpresa.
En los países pobres a veces se asume que el ambientalismo ha sido irnp011ado y
organizado por el arnbientalismo postmaterialista del Norte, inspirado por grupos con ingresos
suficientemente altos como para pennitirles preocuparse por temas postmateriales de calidad
de vida en vez de por la vida y la supervivencia. Hugo Blanco (un ex-líder campesino de Perú)
señaló en 1991 que, a primera vista, los ambientalistas o conservacionistas son unos tipos
ligeramente locos cuyo propósito en la vida es prevenir la desaparición de las ballenas azules
o los osos panda, pero la gente común tiene cosas más importantes en qué pensar, por ejemplo.
cómo conseguir el pan diario. A veces no son tipos tan locos, sino inteligentes que , bajo el
pretexto ele proteger las especies en peligro de extinción, han fo1mado las denominadas ONGs
a fin ele obtener jugosas sumas ele dólares en el extranjero ... Tales opiniones a veces son
ciertas. Sin embargo -concluyó Hugo Blanco- en el Perú existe un gran número de personas
que son ambientalistas. Por supuesto, si le digo a esa gente, ustedes son ecologistas, ellos tal
vez replicarían , "ecologista tu madre". Veamos, pues . ¿No es el pueblo de Bambamarca
realmente ambientalista, al luchar valientemente una y otra vez contra la contaminación mi-
nera ele sus aguas? ¿No son realmente ambientalistas la ciudad de Ilo y los pueblos aledaños
que están siendo contaminados por la Southern Peru Copper Corporation? ¿No es el pueblo
de Tambo Grande (Piura) ambientalista cuando se levanta corno un puño ce1Tado y está
dispuesto a morir para prevenir la contaminación minera ele su valle? También la gente del
Valle del Mantaro que vio a sus ovejas morir debido al humo ele la fundición ele La Oroya.
Y la población de la Amazonía es totalmente ambientalista, y muere defendiendo sus bosques
contra la depredación . También la gente pobre de Lima es ambientalista cuando se queja de
la contaminación ele las playas5.
Conozco casos similares en otros países. Por ejemplo, en Ecuador, el vecino norteño
de Perú, ¡_acaso no son ambientalistas los pobres e indígenas ele Zárnbiza, que viven alrededor
del valle al noreste de Quito donde cada día se descarga más de un millón de kilos de desperdicios
5 Artículo en 'La República· . Lima, 6 de abril de 1991. Los 1érminos "ecologista" (no en el sentido
cie ntífico sino de activisla social) y "a111bientalis1a" los usó Hugo Blanco como sinónimos.
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Estudios y Debates
domésticos quienes reclaman , sin éxito, que ese basurero contaminado se cie,,-e? ¿Y la población
de Salango. en la costa, que se queja de la contaminación que provoca la fábrica de harina de
pescado, tal como sucede en otras partes de la Costa del Pacífico de Chile (Talcahuano) y Perú
(Chimbote)? ¿Acaso no han sido ecologistas los campesinos de Salinas en la provincia de
Bolívar, quienes a pesar de no contar con el apoyo de sus propias autoridades comunales,
evitaron la explotación minera de Río Tinto en su territorio? ¿Y la población amazónica que
se queja de los de1i-ames de petróleo? ¿Y la población negra pobre de la provincia de Esmeraldas
en la costa, formada sobre todo por mujeres , que están al frente de la defensa de los manglares
y en contra de la industria del camarón , como en muchas otras partes del mundo? (Varea y
otros, 1997).
Y al sur de Perú , en Chile, ¿no fueron realmente ecologistas , los habitantes urbanos
pobres de Santiago que se quejaron una y otra vez hasta que el basurero de Lo Errázuriz fue
suprimido? ¿No eran ecologistas, a pesar de su ignorancia por tal le1111inología, las comuni-
dades Huilliche de Compu y Güequetrumao en la isla de Chiloé, que se enfrentaron a la tinna
forestal Golden Spring, en un caso similar a muchos otros en el sur de Chile y en otras partes?
¿ Y la población de Paipole, que se quejó de las emisiones de dióxido de azufre de la fundición
de cobre, arriesgándose a perder sus propias fuentes de empleo? ¿Y los agricultores de Huasco,
pobres y no tan pobres, cuyos olivos se ven dañados por las emisiones de pai1ículas de fierro
provenientes de la fábrica situada en su valle?
Quizás los ejemplos más conocidos de ecologismo de los pobres son Chico Mendes y
los "seringueiros", el Movimiento Chipko, el movimiento contra las represas del Narmada, y
ahora la lucha de los Ogoni contra la Shell. Pero hay muchos más. En la Amazonía brasileña.
aparte de muchos casos de resistencia ambiental de los grupos indígenas, hay otros casos bien
documentados de "ecologismo de los pobres". Así, Acevedo y Castro ( 1993) describen el pro-
blema que recayó sobre un grupo étnico en el río Trombetas, un antiguo 'quilombo ', que desde
mediados de 1970 ha tratado de combatir la hidroelectricidad y minería de bauxita de las com-
pañías brasileñas y extranjeras (que amenazaban con destruir la Carhoeira Porteira , un lugar
sagrado para ellos). Al mismo tiempo, este grupo se enfrentó a IBAMA , la agencia ambiental
brasileña que designó al tenitorio ocupado por estos negros de Trombetas como "reserva bio-
lógica". Esto se entendió como un truco para desalojarlos en beneficio de las corporaciones
mineras . En la región que rodea Santarem existe un conflicto entre los pescadores ribereños, que
pescan en los lagos que el Río Amazonas dejó atrás en la varz.ea , el período de aguas bajas, entre
julio y diciembre, y los pescadores industriales llamados 'geleiros' (es decir, hombres con hielo).
Se están haciendo intentos para instituir legalmente un sistema de manejo comunal de los lagos,
para beneficio de los habitantes del lugar, y para la conservación de recursos (McGrath y otros,
1993). El movimiento en defensa de las palmeras 'babassu ' en Maranhao y en los estados
vecinos, al noreste brasileño, confo1mado sobre todo por mujeres, las "quebradoras de coco''
(Anderson y otros , 1991 ; May 1990; Almeida, 1995) también se está haciendo conocido.
Decenas de miles de personas están involucradas en una amplia área. Mujeres que se ganan la
vida o complementan sus bajos ingresos cosechando y partiendo cocos y vendiendo esas semillas
ricas en aceite, desean proteger y preservar las palmeras contra los dueños de las tiem1s. Otro
ejemplo más, en todo Brasil, son los movimientos de 'atingidos pelas barragens' (ver Magalhaes,
1994; Schmitt, 1995; Waldman, 1992), similares a otros movimientos contra grandes represas
en todo el mundo.
Uno podría viajar alrededor del mundo recopil ando casos de "ecolog ismo de los po-
bres". ¡Qué viaje de investigación tan agradable y entretenido sería ese! Entre una y otra
jornada se podría desarro ll ar una in vesti gación sobre obras de ficción , si ése es el término
aprop iado6 . En la Tabla I se clasifi can los tipos (y teorías) del arnbientalismo. Un criterio es
la dimensión material/no-material. Otro criterio es el ambientali smo de ab undancia versus el
ambientalismo de supervivencia; el ambientalismo que busca mejorar la calidad de vida versus
el ambientali smo de la supervivencia (Martínez-Alier y Hershberg, 1992). Algunas situac iones
cruzan los límites de las cas ill as de la Tabla 1. Por ejemplo, hay luchas e n países pobres contra
los desperdicios tóxicos (i mportados o localmente producidos), mientras hay protestas en
países ricos (Canadá, Nueva Zelanda, Estados Unidos) encabezadas por nativos a fin de reforzar
sus derechos teJTitoriales para proteger el acceso a sus propi os recursos naturales o para
protegerse a sí mismos de las descargas de desperdicios 7 . También , la defensa de comunidades
contra el Estado o el Mercado a veces se basa, en parte, en los valores religiosos -como en
la creencia de la Pachamama en los Andes-. Y, sin duda, hay casos que no encaj an en absoluto
con la idea de un "ecolog ismo de los pobres" -por ejemplo, los "garimpeiros" amazónicos que
buscan oro y contaminan ríos con mercurio-. Observen que la dimensión global versus local
aún está ausente en la Tabla 1, y se discutirá posterionnente.
Figura 1
La economía imbricada en las instituciones sociales y en el ecosistema
J
Recursos
Reciclaje
Recursos
naturales degradados
~ ~ Energía
Energía térmica
Energía
degradada (calor
solar e
disipado)
industrial
6 De regreso al Perú. en el Perú ele 'Todas las Sangres· de José María Argueclas, ¿acaso no eran ecolog istas
los vec inos pobres del pueblo ele San Pedro de Lahuayrnarca. qui e nes e n ali anza co n los indíge nas de
la com unidad. quemaron su propia iglesia y mataron al ingen iero ele la mina. exasperados por la
a1rnga ncia de la firma minera Wi sther y Bozart. la cual arroj ó escori as en los maizales de La Esperanza?
7 El eco log ismo de las mujeres a veces ha sido exp licado e n términos de una identificac ión no-materia li sta
y esenciali sta con la naturaleza. Presento corno ejemplo a Vandana Shi va ( 1989) La mi sma autora
ha publicado trabajos más sociales y materialistas. Se puede aprec iar exce le ntes inte ntos de superar la
tensió n de ntro del ecofe mini srno entre la línea esencial ista y la línea soc ial , e n la e ntrev ista de V.
Kuletz a Barbara Hotl and-Cun z ( 1992). e n el capítulo de A riel Sa lle h e n Martín O'Connor ( 1994 ). y
e n Bina Agarwal ( 1992).
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Estudios y Debates
Tabla 1
Algunos tipos de ambientalismo
Materialistas No-Materialistas
cas (que son muy amplias respecto a los impactos locales) , se cree que las luchas día a día por la
supervivencia económica impiden que la gente piense en la ecología global. La preocupación
por el cambio climático sería un lujo de los ricos, no una necesidad de los pobres.
En el caso de pérdidas de biodiversidad (sin duda un nuevo ténnino para la mayoría
de la gente en el mundo) , la situación es diferente. Hay reacciones locales. Hay una nueva
percepción de la apropiación de los recursos genéticos sin el reconocimiento o pago por la
propiedad intelectual de los campesinos e indígenas o por el conocimiento que ellos poseen
sobre detenninados recursos. La "biopiratería" (una palabra introducida por Pat Mooney
alrededor de 1993) es un nuevo té1mino, pero la práctica es antigua. Incluso las compañías
que en principio están dispuestas a compensar los conocimientos locales (tales como Shaman
Phannaceuticals) incurren en intercambios desiguales 8 . El hecho de que se hayan venido
apropiando de recursos genéticos agrícolas y "silvestres" gratuitamente, sobre los cuales re-
cientemente se han aplicado derechos de propiedad intelectual , está originando una discusión
general en el Sur sobre la "biopiratería" y sobre los méritos e inconvenientes de la
comercialización ele la biodiversidad. Sin embargo, aun cuando los derechos ele propiedad
sobre la biodiversidad fuesen conferidos a la gente pobre, habrá una tendencia a que los
precios sean bajos, de acuerdo al principio "los pobres venden barato" , que llamo también el
principio de Lawrence Summer (The Economist, 8 ele febrero, 1992). Sabemos que todas las
personas son dueñas de sus propios cuerpos y salud (excepto los esclavos), sin embargo la
gente pobre vende barata su salud cuando trabaja por un bajo salario en minas o plantaciones.
Al parecer en algunos países los servicios sexuales de algunos niños pobres (sobre los cuales
presumiblemente tienen derechos ele propiedad) son vendidos a un bajo precio a turistas del
norte; y hay rumores plausibles de que partes de cuerpos son extirpadas y exportadas a bajo
precio para transplantes, lo que podría considerarse una eficiente asignación de tales " mercan-
cías ficticias" dada la actual distribución de ingresos ("mercancías ficticias" era el término de
Karl Polanyi para la tierra y el trabajo en ú1 Gm11 Tra11sfor111aciá11).
Voy a dar ahora algunos ejemplos de externalidades internacionales con el fin de insistir
en el siguiente punto: los valores económicos de las externalidades dependen no sólo de la per-
cepción social de la realidad física, sino también de las instituciones de derechos de propiedad
y de la distribución del poder y los ingresos (Figura 1). Las "externalidades internacionales"
pueden referirse a la contaminación que traspasa fronteras (como con la lluvia ácida en Euro-
pa, o la radiación de Chernobyl), a la "exportación" de dióxido de carbono a sumideros distan-
tes, o a las exportaciones de desechos tóxicos. Voy a referirme a algunos casos que resultan de
prácticas de empresas multinacionales en el sur del planeta. Actualmente hay casos judiciales
pendientes contra compañías internacionales por daños ocasionados en países pobres -lo que he
denominado "la internacionalización de la internalización de las extemalidades"-. Tales casos
muestran la influencia del marco institucional en la valorización de extemalidades. ¿Cómo se
construyen socialmente esas externalidades? ¿Cómo contabilizar, por ejemplo, los daños a la
salud humana y a la biodiversidad de los de1Tames de petróleo en la Amazonía? ¿Cómo valo-
8 V. Reyes. "El Valor de la Sangre de Drago", Seedling , The Quarterly Newsletter of Genetic Resources
Ac1ion lnternational (Publicación lrimestral de Acción Internacional de Recursos Genéticos). vol.! 3.
n. l. Barcelona. Marzo 1996, pp.16-21.
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Estudios y Debates
rarlos'! Aunque tales casos judiciales a veces surgen del gusto de los abogados por I itigar más
que del deseo de defensa del medio ambiente y de la justicia social, son un subproducto del
creciente impacto ambiental de la economía industrial. Estos daños no son "sorpresas" (técni-
cas o nuevos productos que no resultaron bien). Se producen debido al crecimiento de la eco-
nomía, a las disparidades de poder e ingresos, y a la ausencia de un sistema claro de derechos
de propiedad para los habitantes del lugar. Tengo información de casos (juicios que se llaman
class acrion .rnirs), promovidos desde Ecuador contra Texaco (en Nueva York) debido a los
derrames de petróleo en la Amazonía, y contra Dow Chemical y otras firmas (en Texas y
Mississipi) debido a la esterilidad producida por el nematicida DBCP a los trabajadores de las
plantaciones de bananos. Hay un caso (en Texas) contra la Southern Peru Copper Corporation
por contaminación de aguas y por daños a la salud (debido a las emisiones de SO~) en Ilo (ver
el New York Times , 12 de diciembre, 1995, y Balvin, 1995). Hay un caso judicial (en Nueva
Orleans) contra la compañía minera Freepo11-McMoran por daños en lrian Jaya (The Economist,
20 de julio 1996, p.52; Down to Earth , 31 de julio, 1996). Si la jurisdicción en las cortes de
Estados Unidos es rechazada (como para Bhopal) , entonces las externalidades costarán poco,
serán baratas. Por el contrario, si la jurisdicción es aceptada, entonces el dinero destinado a
compensar los daños puede ser abundante. Debido a la explotación intensiva de petróleo y
madera, y la expansión de la minería en los Trópicos , es de esperar que tales conflictos se
incrementen (involucrando también a firmas europeas), por ejemplo, se podría esperar acusa-
ciones judiciales contra la Shell (¿de Perú?, ¿de Nigeria?), contra la Elf (¡.de Ecuador'?).
Corriendo el riesgo de crear una situación incómoda, quiero citar un infonne sohre las
consecuencias de las actividades de la Shell en la Amazonía peruana en los años 80. ·'En el
área del b.~o Urubamba en el Perú, la Shell inició un programa de exploración sísmica con
miras a evaluar el estado de las reservas de gas natural. El grupo más afectado por el programa
fue el pueblo Nahua. Antes de 1984, los Nahua no tenían contacto con el mundo exterior. Los
primeros contactos fueron , a menudo, esporádicos y violentos, sus enfrentamientos con la Shell,
por ejemplo. causaron una serie de daños y pusieron en peligro la continuidad del trabajo. La
compañía trató de mejorar sus relaciones con los Nahua ofreciéndoles herramientas, comida y
otros regalos, incluso llevando a algunos de los Nahua a los campos de la Shell . La iniciativa
fue un éxito y el programa de exploración pudo continuar. La relación cordial entre la Shell y
los Nahua llevó a las compañías de explotación forestal a intentar un acercamiento similar,
ofreciendo regalos a cambio de madera. Desafortunadamente, el contacto repetido introdujo la
tos ferina y la influenza, enfennedades que los Nahua no resistieron . Los cálculos más
conservadores indican que el 50% de la población murió, y que muchos otros huyeron a un
área vecina o a la población de Sepahua, donde su cultura se desintegró completamente, con-
denándolos a vivir como mendigos en las calles. Recientemente, la Shell firmó un contrato con
el gobierno peruano para explotar las reservas del gas de Camisea"9 .
Por supuesto, las compañías multinacionales no son responsables de la desaparición de
la gente y las culturas en América a partir de 1492. Sin embargo, hay información reciente
sohre situaciones que podrían ser similares a la ele los Nahua, también en la Amazonía peruana.
involucrando a compañías petroleras muy conocidas 10. Tales e,iemplos muestran que, a pesar
de todas las promesas de "Jesmaterialización", el creciente impacto ambiental de la economía
humana (las mejoras en la eficiencia técnica son más que compensadas por los ingresos y las
pohlaciones crecientes) está causando nuevos conflictos de distribución ecológica a nivel
internacional. Tales conllictos en los que el petróleo, el gas, los minerales, el efecto inverna-
dero. la cu ltura y las vidas humanas están involucradas, no pueden resolverse a través de
simples llamados a la ''internalización ele externalidades·· en el sistema de precios.
La incertidumbre científica convertida en una dudosa contabilidad ele beneficios y
costos monetarios (a tasas arhitrarias ele descuento) no es realmente útil para guiar la explo-
ración y explotación de los hosques tropicales, o. en un nivel menor, para decidir la técnica
de eliminación de desechos del Brent-Spar. Mientras en algunos círculos empresariales (y
políticos ) una ciega confianza e n el simple sloian de " internalizar las externalidades" a ún
predomina (éste era el principal mensaje de Schmidheiny), la experiencia muestra la necesidad
de un enfoque más participativo. Según The Economist (20/7/96), la Shell introdujo un debate
ahierto sohre el Brent-Spar en Internet. Mi opinión es que lo que es bueno para el Mar del
Norte debería ser bueno para el bajo Urubamba (o para los Ogoni en el delta del Niger), no
sólo por justicia sino también por el bien del medio ambiente.
1O Oilwatch. "Los desastres del petróleo en la Amazonía peruana". Ecología Política, 12. 1996. pp. 141 -144.
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Estudios y Debates
cuento (Azar y Sterner, 1996), y también porque muchas cuestiones no son fácilmente medibles
en tétminos físicos, mucho menos valorizables en tétminos monetarios (Funtowicz y Ravetz,
1994 ). Además , los valores económicos de las propiedades de las vicias humanas dependen
de instituciones sociales. La "internalización de externalidades" no es un ejercicio técnico
menor. Cuando las cosas se hacen de esta manera, los resultados pueden ser adversos, como
sucedió con la aplicación por el IPCC (el Panel Internacional sobre Cambio Climático) del
análisis costo-beneficio al cambio climático.
La falta de acciones en el Norte para prevenir las emisiones de dióxido de carbono (el
principal gas que causa el efecto invernadero) que sobrepasan la capacidad de la Tierra para
absorber dióxido de carbono a través de nueva vegetación o de los océanos, quizás conducirá
a un reclamo generalizado en el Sur sobre los derechos de propiedad de esta capacidad ele
absorber las emisiones. En este contexto, podríamos ver casos de "implementación conjunta"
en el Trópico como, por ejemplo, entre FACE (una fundación holandesa formada por firmas
eléctricas, con el nombre de Absorción Forestal ele Emisiones de Dióxido de Carbono) e
INEFAN, la agencia ecuatoriana de parques naturales y bosques. Aquí vemos un caso típico
de compra de un sumidero barato de CO,, esperando que sea reconocido como parte de la
reducción de emisiones holandesas de CO,~ si no ahora, al menos después del año 2,000 (Kuik
y otros, 1994, p.xiii , 117). FACE tiene proyectos en varios países. Uno de ellos (llamado
Profafor) consiste en plantar 75,000 hectáreas de eucaliptos y pinos en los Andes ecuatorianos.
Hay mucho que decir del eucalipto (y no tocio negativo). También hay mucho que decir sobre
la competencia y/o complementariedad entre árboles y agricultura, ele la seguridad alimenticia,
y del hecho que, como dicen los activistas ambientales, "las plantaciones no son bosques".
Dejando todo esto de lado, el infotme FACE señala 11 que en los Andes ele Ecuador a una
altura de 2,400 y 3,500 metros "la agricultura ya no es posible, y la ganadería es menos
rentable", una afirmación an-ogante, aunque quizás uno no debería esperar que una fundación
holandesa muestre una gran destreza en temas de agricultura ele montaña.
La discusión sobre la "implementación conjunta" - en el sentido de pagar por proyectos
de forestación en el Sur para compensar las e xcesivas emisiones de dióxido de carbono en el
Norte - quizás llevará a un reclamo generalizado en el Sur sobre los derechos de propiedad
sobre la capacidad ele absorción de la Tien·a, quizás en términos proporcionales a la población
(siguiendo la platafmma de Agarwal y Narain, 1991 ). La "implementación conjunta" usual-
mente es propugnada a partir del "costo-efectividad", es decir, resulta más barato colocar
dióxido de carbono en la creciente vegetación de los países tropicales que reducir las emisio-
nes de dióxido de carbono en países ricos. En realidad, si no fuera por la absorción de las
emisiones de dióxido de carbono producidas por los humanos en sumideros naturales, como
la nueva vegetación o los océanos, el efecto de invernadero sería mayor que en la actualidad .
Aproximadamente la mitad del dióxido de carbono producido por humanos al quemar com-
bustibles fósiles, no se llega a acumular en la atmósfera, sino que es colocado gratuitamente
en estos sumideros "naturales". Los ricos actúan, entonces, como si fueran propietarios de una
11 FACE, Informe Anual, Arnhem, 1995. p.18 . El presidente del Directorio de FACE es E.H.T.M . Nijpels,
un ex-Ministro de Medio Ambiente. y de los siete miembros del Directorio. cuatro representan a
ministros del gobierno.
desproporcionada parte de la capacidad ele absorción ele dióxido de carbono por la nueva
vegetación y los océanos. El remanente del dióxido de carbono se descarga en la atmósfera
como si ellos fueran también su dueño. Al pe1mitir que continúen las emisiones masivas hasta
alcanzar una concentración de 500 ppm ó 600 ppm de dióxido de carbono en la atmósfera (el
llamado nivel máximo permisible o nivel seguro), surgen las preguntas científicas y políticas
ele "seguro para quién" y "permitido por quién". La " implementación conjunta" , en el sentido
ele exportar dióxido ele carbono a sumideros externos, más allá del propio espacio ambiental ,
se ha producido por décadas. Lo que ahora se propone es que, en casos específicos, una
cantidad pequeña de emisiones excesivas de dióxido de carbono se colocará, previo pago, en
el sumidero proporcionado por la nueva vegetación. Por lo tanto, tales propuestas de forestación
para una " implementación conjunta" pondrían sobre la mesa de negociación el tema de De-
rechos de Propiedad sobre la capacidad de absorción del dióxido de carbono. También levan-
tarían el tema de la Deuda Ecológica del No11e al Sur, originada por los servicios ambientales
de absorción de dióxido de carbono proporcionados por el Sur gratuitamente hasta hoy . Los
países que están en posición de acreedores de la Deuda Ecológica, podrían acelerar las nego-
ciaciones sobre el cambio climático reclamando esta Deuda Ecológica (que es difícil de
cuantificar en términos financieros).
8. Lo global y lo local
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Estudios y Debates
12 Como Sunita Narain lo explica, "al haber trabajado para la justicia ambiental a nive l nacional. este grupo
fue atraído por los conceptos presentados en nuestro libro, pidiendo justicia en el gobierno ambiental
mundial". Notebook, Boletín del Centro para la Ciencia y el Medio Ambiente, (Delhi). n. 5, Abril -Junio
1996, p.9.
Tabla 2
Conflictos de distribución ecológica y movimientos de resistencia relacionada
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Estudios y Debates
Transgresores ecoló- Aplicado a la India, pero podría aplicarse a Gadgil & Guha,
gicos versus gente todo el mundo. El contraste entre la gente 1995
del ecosistema que vive de sus propios recursos, y la gente
que vive de los recursos de otros territorios y
pueblos.
La mayor parte de los conflictos mencionados en la Tabla 2 ya han sido explicados, pero
es necesario hacer algunas observaciones adicionales sobre el "espacio ambiental". El infonne
de "Los Amigos de la Tierra" sobre los Países Bajos de 1993 (Buitenkamp y otros, 1993) usan-
do supuestos apropiados, mostró que los Países Bajos ocupan un espacio ambiental equivalente
a cerca de 15 veces su propio territorio 13 . En un contexto urbano, Rees y Wackernagel ( 1994 ),
Rees ( 1996) han desarrollado la noción de la huella ecológica (ya implícita en la planificación
"orgánica" urbana de Patrick Geddes y Lewis Mumford) . Otra buena idea es el contraste entre
"gente del ecosistema" y "transgresores ecológicos" (Gadgil y Guha, 1995, con referencia a la
India, pero que podría aplicarse al mundo). Si la creciente riqueza significa (a pesar de la eficiencia
creciente en el uso de los recursos), mayor uso de recursos naturales infravalorados de otros
territorios, y también una producción creciente de residuos, entonces, existe una creciente Deu-
da Ecológica (que es difícil de cuantificar en ténninos monetarios). Tal Deuda Ecológica es hacia
las futuras generaciones (Azar y Holmberg 1995), y también hacia los miembros de nuestra ge-
neración que están usando una pequeña porción del espacio ambiental. También incluye un ele-
mento histórico, basado en la anterior ocupación del espacio ambiental.
Sin duda, una tesis de límites ecológicos globales estrictos reduciría el crecimiento econó-
mico a un juego de suma de cero, y esto puede conducir (en el rico Norte), no tanto a sentimien-
tos de culpa respecto a la Deuda Ecológica como , por el contrario, a una reacción agresiva (p. ej.
la guem1 colonial contra Irak en 1991 , o el énfasis actual en la OTAN hacia el Flanco Sur rico en
petróleo y gas). Afortunadamente no hay límites ecológicos globales estrictos porque hay cierta
posibilidad de "desmaterialización" y "desenergización" sin una disminución en los estándares
de vida. Sin embargo, mientras se escuchan llamados alentadores pidiendo una reducción por un
"factor 4" o incluso un "factor I O" de la energía y materiales usados en las economías ricas, la
Deuda Ecológica que surge del uso excesivo del espacio ambiental se acumula.
1O. Conclusión
En conclusión, no sólo las extemalidades locales sino también las internacionales (in-
cluyendo las emisiones de dióxido de carbono) comienzan a discutirse en un marco de "jus-
ticia ambiental", es decir, el acceso equitativo a los recursos naturales y la distribución equi-
tativa de las cargas de contaminación. El movimiento de Justicia Ambiental en los Estados
Unidos nació en los años 80 a raíz de varias luc;has locales contra el "racismo ambiental", es
13 Respecto al concepto de espacio ambiental, consultar también las referencias de Opschoor, 1995 .
Nº 1, julio 1997 59
Estudios y Debates
Joan Martínez-Alier
Universidad Autónoma de Barcelona
Departamento de Economía e Historia Económica
Edificio B
08193 Bellaterra (Barcelona)
España
alier@cc.uab.es
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COMENTARIOS
genes en un medio determinado. y la biomasa que
Claude Auroi es un concepto global que mide la materia orgáni-
EADI, 10 rue Richemont ca neta (producción primari a neta o PPN)
1211 Geneva 21 producida cada año por la naturaleza. Sabemos que
auroi@u11i2a.1mige.ch el endemismo de ciertas especies hace que una
reducción mínima de biomasa, por ejemplo el
corte de un gran caoba amazónico, puede llevar a
Es difícil di sc utir brevemente del texto de la extinción de una a varias especies enteras. De
Joan Martínez-Alier, porque abarca un sinnúmero modo que no hay una relación directa entre
de lemas de la más alta importancia para el mo- biomasa y biodiversidad. Y en términos de reno-
vimiento ecologista, muchos ejemplos prácticos vación, la biodiversidad es definitivamente menos
cuyo sentido exacto habría que analizar cuidado- " renovableº' que la biomasa per se. En definitiva
samente. podríamos decir que las externalidades negativas
Haremos unas reflexiones sobre los tres existen indudablemente pero que todavía ni sabe-
puntos mayores de este tex to: mos medirlas correctamente. ni sabemos para qué
1. La cuestión de las externalidades. fines exactos medirlas (¿reemplazarlas, eliminar
2. Los movimientos medioambientalistas. los efectos negativos, acumular para invertir?).
3. Lo global y lo local en las luchas ambienta-
les. Movimientos medioambientalistas
La cuestión de las extemalidades Acorda mos con el autor que la gente del Sur
no es menos ambientalista que la gente del Nor-
Varios intentos han sido hechos por autores e te, y que este movimiento no resulta de un post-
instituciones para medir el costo ambiental de las materialismo sino de condiciones económicas y
acli vidades económicas , incluso por el Banco ecológicas concretas. El único matiz que se po-
Mundi al, el PNUD, demostrando que si se apli- dría sugerir es que los movimientos ambientales
can los indicadores retenidos , se llega a la con- son más impactantes y organizados en el Norte,
clusión de que el suroeste de A frica está comien- y que esta diferencia viene de sus recursos eco-
do físicamente cada año su capital ambiental na- nómicos superiores.
cional no renovable para pagar su deuda externa. Aunque eso parece evidente, su relevancia
Pero como Joan Martínez-Alier lo reconoce, to- explica también porqué los movimientos
dos estos cálculos son aleatorios en su técnica, y ecologistas parecen más activos en el Norte que
no muy prácticos a corto plazo, por ejemplo para en el Sur. También no se debe desconocer la
convencer a gente "pobre" de levantarse en nom- existencia de redes internacionales de ambienta-
bre de la protección de su medio ambiente. listas, a veces radicales como Greenpeace, que
Sabemos también que a largo plazo el influyen sobre la constitución y la actividad de
"ecological assesment" oculta el hecho de que los organizaciones locales. ¡La internacionalización
recursos no renovables justamente nunca lo serán de las externalidades no-internalizadas está en
más. A este propósito, lo que Joan Martínez-Alier marcha!
dice sobre la biodiversidad es sólo parcialmente Ahora bien, en este conjunto habría que en-
correcto. El escribe: "Por ejemplo, un índice de focar también el asunto de los derechos de pro-
pérdida de biodiversidad natural sería la apropia- piedad intelectual o real sobre los recursos natu-
ción humana de la producción de biomasa anual rales y la larga discusión que está en pleno pro-
neta". No hay que confundir biodiversidad, que ceso entre las Partes al Convenio sobre
refleja la variedad de las especies, poblaciones y biodiversidad. Allá reside la próxima gran bata-
Nº 1, julio 1997 67
Estudios y Debates
lla entre la ETNs de un lado, y los agricultores distributivos en relación al deterioro de la cali -
y comunidades en el Sur de otro lado. Si no hay dad ambiental. Y para ello, plantea una hipóte-
movilización general en el Sur, y apoyo firme de sis bastante interesante, a saber: "El valor de las
los Estados en cuanto a su soberanía sobre sus externalidades ambientales en mercados reales o
recursos y su contenido bio-químico, temo fuer- ficticios depende de la fuerza de los movimien-
temente que nos vamos a encontrar otra vez en tos ambientales". Luego de ilustrar con ejem-
un "Keystone Dialogue", en el cual las grandes plos del Tercer Mundo, diferentes ··movimientos
Farmacéuticas llegaron hace unos años a un ambientales", sin embargo, no tenemos medidas
seudo-arreglo con los Ambientalistas. El resul- ni de la fuerza de dichos movimientos ni de las
tado fue la aceptación de parte de estos de un externalidades ambientales, por lo que la hipóte-
derecho a patentar la vida contra el reconoci- sis no queda demostrada. Justo es decir que el
miento de un vago e hipotético "derecho de los autor no cree en las medidas de las externali-
agricultores" que nunca fue aplicado. Fue una dades: " ... las técnicas de valoración económica
engañifa, no hay otra palabra. no son aptas para el uso de recursos naturales o
futuras e inciertas externalidades. Por lo tanto,
Lo global y lo local los indicadores monetarios sólo son creíbles para
públicos cautivos de economistas profesionales''.
El vaivén entre los dos niveles de la apre- Valga aquí, sin embargo, una precisión: ninguna
hensión de los fenómenos bioquímicos es cons- medida de valor de externalidades ambientales
tante en el texto de Joan Martínez-Alier, tradu- puede ser tomada como absolutamente precisa
ciendo la dificultad que encontramos en la re- sino como la cota inferior de un posible valor
flexión para ubicarnos en un contexto que ver- -desconocido precisamente por la inexistencia de
daderamente es biosférico en el sentido de un mercado por dicho bien ambiental-. De ahí
Yernadsky y Lovelock. Pero en la práctica la que cualquier indicador monetario debe ser to-
gente que defiende su patrimonio natural no mado como una aproximación al mínimo valor
siempre comprende los ciclos del azufre o del que se estaría dispuesto a pagar por evitar dete-
carbono. Esta comprensión es sin embargo ca- rioros ambientales, por ejemplo.
pital para alcanzar el conocimiento ecológico, Por encima de estas observaciones, el artí-
luego la importancia fundamental de la educación culo es más político que económico. Y como
ambiental a todos los niveles. Solamente esta artículo político, aporta un conjunto de reflexio-
educación permitirá tal vez la iniciación de mo- nes de las que el autor es la vanguardia en la
vimientos a gran escala, a escala mundial, coor- literatura de lengua castellana. El tema local-
dinados, y capaces de abarcar temas planetarios global es, por ejemplo, de central importancia
como los fenómenos atmosféricos perturbados para determinar quién debe incurrir en los costos
por los tóxicos industriales. y quién debe beneficiarse del uso de bienes am-
bientales escasos. Pero el tema trasciende las
jurisdicciones nacionales y requiere de retlexio-
Roxa11a Barra11tes nes en el derecho internacional y en el campo de
Madrid 476 - Lima 18 - Perú las negociaciones de comercio internacional.
rbarra11t@pnudl 2.p11udreg. org.pe Asimismo, y sin que hayan sido tratados ex-
tensamente en el artículo, el tema de los derechos
que las poblaciones indígenas tienen sobre los
La preocupación por la eficiencia económi- recursos genéticos es uno que cuestiona la perti-
ca hace a los economistas "convencionales" per- nencia y validez de tratados internacionales que
der de vista, con más frecuencia de la debida, reconocen derechos a quienes "mejoran" dichos
los problemas de distribución. Sin ser econo- recursos.
mista "convencional", en este artículo, el autor Otro punto interesante a discutir en más ex-
llama la atención sobre los conflictos tensión y profundidad es aquel de la jurisdicción
rel evante cuando de la responsabilidad civil se tema de precios, al mercado, las externalidades
trata. El hecho de tener demandas sobre el si, como dice el autor, éstas deben entenderse
deterioro ambiental ocurrido en Perú presentadas también como una apropiación indebida de es-
ante Cortes en Estados Unidos habla bastante pacios ambientales, es decir, como una distribu-
de la globalización de la economía pero más de ción de conflictos ambientales generados por
la falta de confianza y credibilidad de las leyes unos pero asumidos y pagados por otros?
y cortes locales para abordar estos problemas . Coincido con el autor en que no hay forma
Esperamos que en el futuro, Martínez-Alier siga de valorizar las externalidades debido a que son
dedicado a demostrar la importancia de los mo- inciertas o no predecibles e imposibles de
vimientos ambientales en la " internalización'' de monetizar a valores presentes y que no es posi-
externalidades. ble un ajuste ecológico real que se apoye en
instrumentos meramente económicos sin pasar
por una evaluación de los intereses de la socie-
Jorge Caillaux Zau.ali dad a partir de un debate en el ámbito político,
SPDA (Sociedad Pernana de Derecho Ambie1úal) científico y cultural pues la dimensión económi-
Plaza Arróspide 9 - Lima 27 ca del medio ambiente no es la única a tomarse
postmast@spda2.org.pe en cuenta. En este debate, la cuestión de la dis-
tribución de los derechos de uso (y propiedad)
de los recursos ambientales así como de las res-
Luego de más de 6 años el Centro Bartolo- ponsabilidades respecto de su deterioro ("la
mé de Las Casas nuevamente me da la oportu- deuda ecológica") resultan centrales, pero hasta
nidad de comentar un ensayo de Martínez-Alier, la fecha no han pasado la barrera de las declara-
a quien personalmente no conozco, pero de quien ciones diplomáticas contenidas en textos no
recibimos constantemente a través de sus publi- vinculantes, es decir, sin posibilidad de adquirir
caciones buenas señales y estimulantes ideas en la categoría de normas de derecho internacional.
torno al problema ecológico y su relación con la Estas declaraciones -conocidas también como el
interpretac ión de los hechos históricos (ver Re- "soft law"- tienen un valor principista que llega
vista Andina, año 8, No.!, Julio 1990). a influenciar el desarrollo de las legislaciones
Leyendo el ensayo cuyo título "Conflictos nacionales, a partir de las cuales cada país
de Distribución Ecológica" alude a las asimetrías construye su propia política ambiental y define
e inequidades que surgen por el uso de los re- sus programas de acción. Es más, los principios
cursos naturales, sea a través del mercado o en contenidos en la Declaración de Río de Janeiro
la condición de bienes y servicios ambientales de 1992 en ocasión de la Cumbre de la Tierra ya
no transables, Martínez-Alier nos vuelve a in- perfilan el concepto de la deuda ecológica al
quietar con cuestionamientos y preguntas siem- establecer que respecto a la conservación exis-
pre pertinentes. En efecto, si uno mira el entor- ten "obligaciones comunes pero diferenciadas"
no político y económico neoliberal que ha inun- entre los Estados.
dado el pensamiento y la acción de los gober- Martínez-Alier sugiere que los economistas
nantes de América Latina, surge esta primera podrían ofrecer instrumentos o mecanismos para
pregunta: ¿existe una salida a la crisis ambiental incorporar los costos ambientales al mercado pero
desde la visión del desarrollo sostenible, tanto solamente después de haberse acordado un mar-
en el ámbito global como local? ¿No será que el co socio-político (a través de un "proceso de
concepto de sostenibilidad está siendo caracteri- evaluación social"), que tome en cuenta las
zado solamente como la incorporación de los transferencias de recursos ambientales que se
costos de la prevención ambiental en el sistema producen desde los países pobres hacia los paí-
de precios, independientemente de esa otra di- ses con economías de gran consumo, pues, es
mensión que tiene que ver con lo ecológico, lo evidente que a mayor crecimiento económico
cultural y lo reli gioso? ¿Cómo incorporar al sis- mayor deterioro ambiental. En el análisis también
N2 1, julio 1997 69
Estudios y Debates
debería incluirse -dice el autor- las "externalida- de nuevas tecnologías tengan un espacio de
des internacionales" que tienen relación con el ap licación directa y, de otro lado, la acción de
siempre creciente impacto ambiental derivado de los movimientos ambientalistas de toda índole
la acción de las corporaciones transnacionales y encuentre un hilo conductor donde su participa-
de una economía industrial. ción en la forma de propuestas, oposición , infor-
En verdad, el ensayo tiene muchos más ele- mación ciudadana, seguimiento y fiscalización
mentos y referencias que por razones de espacio permitan a la sociedad civi l tener una suerte de
no podría describir aquí. Quisiera solamente ojo avizor sobre el cumplimiento de las obliga-
plantear -a modo de invitación al autor- algunas ciones asumidas en los EIA.
líneas de acción hacia la búsqueda de solucio- Obviamente -y volviendo a Martínez-Alier-
nes -tanto en el ámbito local como global- en su referencia a que las organizaciones privadas
esta difícil tarea de lidiar con el fenómeno de lo de defensa de los intereses ambientales actúan
que alguien llamó "la cultura de la riqueza" y su más en el ámbito local, probablemente en au-
nefasta relación con la naturaleza. La idea es la sencia de una "autoridad global", tiene explica-
siguiente: frente a una injusta asignación (de- ciones lógicas, por ejemplo, el hecho de
facto y de-jure) de derechos de propiedad sobre legitimarse en la acción frente a su propia co-
recursos naturales, que a su vez genera reaccio- munidad, población o país. La sensación de ac-
nes adversas de las poblaciones locales y que tuar en una suerte de limbo internacional es fre-
constituyen la fuente de innumerables conflic- cuente cuando una ONG trabaja en el debate y
tos o pugnas entre partes normalmente disímiles solución de los problemas ambientales globales .
en términos de poder e información, ¿no debe- Más aún , es evidente que en los países del
ríamos acaso concentrar los esfuerzos en meca- Sur los problemas globales no han concitado in-
nismos ya reconocidos -por imperfectos que terés, salvo el de la pérdida de la biodiversidad
sean- para echar a andar local y globalmente un que ha abierto un interesante espacio para el de-
lenguaje de entendimiento común'l Me explico. bate político y económico sobre la conservación
Creo, por ejemplo, que es conveniente del patrimonio biológico nativo (prístino) que
adoptar el mecanismo de los estudios o evalua- todavía queda en el planeta, los derechos de
ciones de impacto ambiental (EIA) como un propiedad de los pueblos que habitan en la
instrumento central (o "pervasive" ) para la ac- Amazonía y su re lación con la pretendida
ción a través del cual -al igual que un tren que estandarización del sistema de patentes y dere-
transita adhiriendo vagones cargados de los dis- chos del obtentor de variedades vegetales a tra-
tintos intereses involucrados- pudiéramos esta- vés de los acuerdos de la Organización Mundial
blecer principios comunes y reglas claras para de Comercio. Precisamente en este debate los
la inversión. Me refiero a que los procesos de países pobres deberían -en coordinación con sus
los EIA podrían convertirse en el escenario para instituciones privadas- plantear y defender cier-
plasmar la obligación de informar del tos principios básicos basados en las teorías es-
inversionista y el derecho de acceder a la infor- grimidas por los movimientos de resistencia de
mación de la comunidad, a la necesaria consulta los que habla Martínez-Alier, especialmente el
y participación ciudadana, la asignación y deli- referido a los espacios eco lógicos realmente
mitación de derechos de propiedad y de uso de ocupados por las economías de los países ricos.
los recursos naturales y elementos ambientales, Una reflexión final que me sugiere el ensa-
los niveles de responsabilidad, la distribución yo de Martínez-Alier tiene que ver con el tema
de beneficios, las consideraciones culturales y de los subsidios e incentivos y su relación con el
religiosas, es decir, todo aquello que fuera rele- desarrollo sostenible. En un mundo que preten-
vante en la prevención de conflictos futuros. La de guiar sus economías hacia un mercado global
idea es concentrar esfuerzos sobre situaciones libre de subsidios e incentivos -luego de prácti-
concretas como son los EIA para que, de un cas intensivas de subsidios nacionales a sectores
lado el aporte de la inventiva y la introducción claves de una economía como son la energía,
agricultura, recursos naturales en general, trans- comentario a una reflexión sobre el estatuto teó-
porte, ciertos productos industriales de consumo rico de la noción de distribución ecológica, de su
masivo-, ¿cuál ha sido y puede ser el costo de importancia y limitaciones para comprender las
estos subsidios en términos ecológicos? ¿No se externalidades ambientales y los movimientos
estaría produciendo aquí también el mismo fe- sociales que emergen de estos "conflictos
nómeno que los países pobres achacan a los ri- distributivos".
cos respecto de que luego de haber contamina- La categoría de distribución ecológica com-
do el mundo entero para desarrollarse ahora prende los procesos extraeconómicos (ecológicos
pretendan que los países menos desarrollados y políticos) que vinculan a la economía ecológica
paguen también por sus externalidades? En el con la ecología política, en analogía con el con-
Perú , por ejemplo. los subsidios e incentivos cepto de distribución que convierte a la econo-
estatales han sido prácticamente erradicados en mía en economía política. La distribución
la creencia -bastante ingenua- de que la ecológica designa así "las asimetrías o desigual-
reinserción al sistema financiero y a la economía dades sociales, espaciales, temporales en el uso
mundial exigía sacrificar pequeñas economías que hacen los humanos de los recursos y servi-
sectoriales tales como la del ganadero, la pequeña cios ambientales , comercializados o no, es de-
y mediana industria, las inversiones del sector cir, la disminución de los recursos naturales (in-
privado en desarrollo social con ahorro y cluyendo la pérdida de biodiversidad) y en las
donaciones desde actores con recursos hacia cargas de la contaminación".
ONGs y fundaciones con buenos proyectos, pero El conflicto distribucional surge de las con-
sin financiamiento adecuado. diciones ecológicas de supervivencia y produc-
¿Tiene sentido acaso que la distribución de ción, en contraste con las concepciones
los recursos sea sólo una función del mercado? postmaterialistas (lnglehart) o "desmaterializa-
¿Puede considerarse sostenible una política doras" (Wuppertal lnstitut), que remiten el pro-
arance laria que, de un lado, abre las puertas a blema ecológico a una cuestión ética o a una so-
productos subsidiados de otros países -como la lución tecnológica, desconociendo el conflicto
leche- mientras los ganaderos nacionales venden social que emerge de las formas dominantes de
sus animales a precios inferiores a su valor es- aDropiación de la naturaleza y contaminación del
tratégico por no contar con las condiciones mí- espacio ambiental.
nimas para desa1TOllar su actividad? Creemos que La distribución ecológica comprende proce-
por allí, es decir, confiando sólo en una visión sos de valoración extraeconómicos del ambiente,
economicista o materialista del fenómeno am- e incluye las luchas sociales por intereses mate-
biental, caeremos al despeñadero, aunque sería riales y simbólicos (de supervivencia, identidad,
interesante conocer las opiniones del autor. autonomía y calidad de vida) más allá de las
demandas estrictamente económicas de empleo
y distribución del ingreso. Busca así introducir
en la economía ecológica lo que la economía
Enrique Leff neoclásica de los recursos naturales y la conta-
PNUMA-Red de Formación Ambiental minación pretende internalizar a través de la
Boulevard de los Virreyes N" 155 - Col. Lomas asignación de derechos de propiedad y precios a
Virreyes - 11000 México - México bienes y servicios ambientales. La economía
ecológica incorpora indicadores físicos y
ecológicos que expresan las condiciones de
JMA propone la categoría de distribución sustentabilidad del proceso económico y reco-
ecológica para dar cuenta de los conflictos am- noce a la distribución económica (de la riqueza
bientales y un análisis sobre las variedades del y del ingreso) como determinante de la valoriza-
ambientalismo, incluyendo los movimientos de ción de la naturaleza. Más aún, incorpora el
resistencia y justicia ambiental. Restringiré mi conflicto generado por la desigual distribución
Nº 1, julio 1997 71
Estudios y Debates
de los costos ecológicos del creci miento y su vo. Concebir la apropiación excedentari a de
internalización a través de los movimientos so- biomasa de una sociedad en relación a su pro-
ciales en defensa del ambiente y los recursos ducción biológica, o la disposición de desechos
naturales. Los conflictos de distribución contaminantes más allá de la capacidad de con-
ecológica expresan así la politización del campo finamiento , absorción y dilu ción de su espacio
de las ''externalidades". ambiental , como una deuda ecológica, implica
La di stribución ecológica permite ver cómo que ésta podría saldarse con una distribución
la subvaloración de la naturaleza favorece un in- más eq uit at iv a de lo s costos y potenciales
tercambio desigual de mercancías al tiempo que ecológicos, o compensarse a través de movi-
genera destrucción ecológica y cultural. JMA lo mientos de justicia ambiental, dentro del orden
ha ejemplificado con el caso del subsidio del pe- económico prevaleciente.
tróleo mexicano a la agricultura sobrecapitalizada En el fondo, los "conflictos de distribución
en los Estados Unidos, ofreciéndole una ventaja ecológica" surgen de la negación de la ecología
comparativa en la producción de granos que dentro de la racionalidad económica y de la
desplaza a la ag ricultura de subsistencia más apropiación desigual de los recursos ecológicos,
próxima a la agroecología. los servicios ambientales y el es pacio atmosféri-
Esta categoría también apunta hacia procesos co. De una apropiación destructiva generada por
de valoración y negociación en el orden econó- una racionalidad productiva antinatura. Por ello,
mico/ecológico globalizado (la implantación si bien existen movimientos de resistencia, y re-
complementaria) que reconvierten la biodiversi- clamos compensatorios que se dan dentro del
dad de los países tropicales en sumideros de CO, orden económico, institucional y jurídico domi-
para compensar el exceso de gases invernadero nante, el "ecologismo de los pobres" , más allá
que producen los países del Norte, y en fuente de de distinguirse por sus objetivos (lucha por la
recursos genéticos para la industria transnacional supervivenci a) de los valores postmaterialistas
de biotecnología, sujetando así la valorización de (calidad de vida) de los ricos, plantea proyectos
la productividad biológica a las estrategias de ca- productivos y sociales alternativos. En esta
pitalización de la naturaleza; es en este contexto , perspectiva, toda lucha por la equidad y la justi-
deformado por el orden económico dominante, cia se plantea a partir de un principio de diversi-
que la ecología política se acerca al estudio de los dad y diferenciación (ecológica, cultural) y no
movimientos de justicia ambiental que responden de las transacciones y compensaciones estable-
a daños ecológicos causados, planteando de- cidas por las reglas de valorización y negocia-
mandas de di stribución más igualitaria de costos ción de los costos ecológicos del orden econó-
ambientales y derechos de contaminación. mico global, aun si éstos se expresan a través de
La distribución ecológica levanta el velo movimientos sociales y se transmiten por una
economicista: descubre cómo la preservación del "distribución del poder".
orden económico se sostiene en la infravaloración La biopiratería no es una di stribución
ecológica y en la pobreza que él mismo genera, y ecológica desigual, no se reduce a un a deuda
denuncia sus estrategias de dominación ecológica ecológica zanjable por el establecimiento de tér-
y cultural. Como concepto encuentra su límite, no minos de intercambio y compensaciones más
tanto en la imposibilidad de internalizar los costos justas, o por el poder de negociac ión de los mo-
ecológicos, sino porque se le escapa la sustancia vimientos de justicia ambiental. Hoy en día, las
misma de los procesos (inconmensurables) que organizaciones indígenas y campesinas podrían
conforman ese es pac io de externalidades. reclamar la apropiación de la biodiversidad como
Con la categoría de distribución ecológica, un patrimonio histórico de recursos ecológicos y
la economía ecológica no logra salir del cerco culturales. Los nuevos derechos culturales po-
de la racionalidad económica. El ambiente apa- drían llevarles a reivindicar derechos de apro-
rece como un costo del proceso económico, no piación y autogestión de los recursos producti-
como un potencial para un desarrollo alternati- vos de la naturaleza a través de nu evas formas
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Estudios y Debates
tenciales ambientales. Pero ese mecanismo es tá que ti ene la distribuci ón económica en la eco no-
limitado por las condiciones de formación de mía política (sraffiana o mar xista), como deter-
las conciencias colectivas , la constitución de minante del proceso eco nómico (de costos de
nuevos actores sociales y de sus estrategias de producción, de valorización del capital). Si la
poder en democracias imperfectas, donde además economía ecológica se pretende ciencia y admi-
las conciencias ambientales son pervertidas, so- nistración de la sustentabilidad, si la ecología po-
metidas y controladas por el discurso eco nomi- lítica debe iluminar las estrategias y prácti cas de
cista dominante de la sustentabilidad. construcción de la sustentabilidad, es necesario
El principio de inconmensurabilidad que producir los conceptos de estos procesos y la
ofrece la ecología a la economía no sólo implica teoría de una transición haci a el desarrollo sus-
la imposibilidad de establecer entre am bas un tentable. Ello implica llevar a sus últim as conse-
estándar común de medida, de dar valores pre- cuencias el principio de inconmensurabilid ad.
sentes a inciertas contingencias futuras , o de fi- Para salir del cerco de la racionalidad eco-
jar valores económicos independientemente de nómica es necesario construir otra racion alidad
la asignación de derechos de propiedad y de la y entender a partir de ella las estrategias de po-
distribución del ingreso. El sentido de la der que se están ge nerando en la producción ,
inconmensurabilidad lleva a pensar la produc- que finalmente determinan la valorización del
ción sustentable como un sistema complejo in- ambiente. Se trata en última instancia de nuevas
tegrado por procesos ecológicos, tecnológicos y estrategias de apropi ac ión de la natural eza como
culturales de distintos órdenes de materialidad , fuerza productiva, de una nueva economía cons-
con diferentes espacialidades, temporalidades y truida a partir de las condiciones y potenciales
significaciones, que imprimen diferentes formas de la ecología y de la cultura, no de un ca pital
de valorización del ambiente. natural y un capital humano.
Con la categoría de distribución ecológica Si no hay conmensurabilidad posible en tre
se reconocen los factores extraeconómicos que racionalidad económica y racionalidad ambiental ,
valorizan al ambiente pero no se los capta en su habrá que producir los conceptos que permitan
especificidad: condiciones de conservación y aprehender los procesos que o rientan la cons-
productividad ecológica sostenible, significación trucción de una sociedad basada en la equidad
cultural de los recursos, estrategias de poder en social, la diversidad cultural y la sustentabilidad
la valorización de las extemalidades ambienta- ecológica. Ello impli ca nuevas formas de valora-
les , formas de reapropiación de la naturaleza y ción de la naturaleza y de los procesos producti-
del proceso productivo. La crisis de la vos, de estrategias de reapropi ac ión de la natura-
racionalidad económica lleva, más allá de la leza (la biodiversidad), de nuevos principios y
refuncionalizac ión y apertura de la economía sentidos que movilizan a la sociedad frente a la
ambiental hacia la ecología, a plantear estrate- globalización económico-ecológica.
gias de poder frente a paradigmas alternativos, El principio de inconmensurabilidad en el
en los que el ambiente no sea tratado como una campo de una economía política del ambiente,
externalidad (o conflicto de distribución va más allá de la imposibilidad planteada por
ecológica dentro del orden económico prevale- Kapp de encontrar un patrón de medida común
ciente), sino como el potencial de una nueva para costos y beneficios extraeconómicos: im-
racionalidad productiva. plica volver al concepto de Kuhn de inconmensu-
La noción de distribución ecológica no al- rabilidad entre paradigmas científicos alternati-
canza el estatus de un co ncepto : en su uso vos. Más que disimetrías y desigualdades dentro
metafórico y transposición analógica al campo de de un paradigma económico ecologizado, el
las externalidades pierde capacidad explicativa de conflicto ambiental pone en juego la co nstruc-
los procesos que intenta comprender. El término ción de paradigmas alternativos de desarrollo.
no alcanza el sentido teórico (estructural, interno)
RESPUESTA
mercantil. Eso es lo que inconmensurabilidad
Joa11 Martínez-Alier significa. Ese es el verdadero fundamento de una
UAB - Departamento de Economía e
economía ecológica. También me reprocha Leff
Historia Económica
que atienda más a la contaminación que a la ló-
Edificio B. 08193 Barcelona, Espa,ia gica ecológica de proyectos históricos alternati-
alier@cc.uab.es
vos al desarrollo económico habitual , pero creo
que son aspectos diversos de la misma cuestión.
Roxana Barrantes resume bien el contenido Al criticar, por ejemplo, la agricultura moderna
principal de mi artículo, a saber, la economía no por empleo de pesticidas , por la erosión genética
puede estudiarse como un sistema aislado porque que produce. por el uso intenso de energía de
está situada en un contexto social de desigual- petróleo, no sólo se llama la atención sobre al -
dades en la distribución del poder y del ingreso. gunas externalidades sino que también se está
y está también imbricada en la percepción social elogiando, al menos implícitamente, otros siste-
de sus vínculos con la naturaleza. No se trata mas agrícolas. Así, la conciencia de biopiratería
tanto de una hipótesis como de una visión pre- (como en las protestas recientes por los intentos
anal ítica , para decirlo con las palabras de de patentar algunas propiedades de algunas va-
Schumpeter. Por ejemplo, si queremos discutir riedades de quinua, en Estados Unidos), suele ir
las externalidades producidas por la Southern unida a un orgullo agroecológico andi no.
Peru Copper Corporation hoy en día, no podemos El tema de la inconmensurabi lidad de valores
prescindir de l marco político y legal ni tampoco, (es decir, que al valorar económicamente un lu-
por supuesto, podemos prescindir de las discu- gar o una situación , no por eso lo valoramos en
siones científicas acerca de los daños causados otras escalas de valor: ecológica, estética, o en
por el dióxido de azufre. Se trata de una obser- la escala de lo "sagrado") , aparece también en el
vación elemental pero que tiene interés si vemos comentario de Jorge Caillaux. Las evaluaciones
un caso como este no como una anécdota histó- de impacto ambiental suelen hacerse con carác-
rica sino como parte de una pauta de relaciones ter correctivo o incluso cosmético, una vez
entre el Norte y el Sur. De hecho, abundan los aprobado un proyecto de inversión. Desde la
episodios de contaminación por fundiciones de economía ecológica más bien estamos propo-
cobre en diversos países andinos. Lo interesante niendo Evaluaciones Multi-Criteriales, tal como
no es tanto ponerle un valor monetario a cierta las ha descrito, entre otros, Giuseppe Munda, que
externalidad, sino ver cómo las externalidades se basan en lo que llamamos "comparabilidad
son percibidas socialmente, cómo dan lugar a débil" de valores. A Caillaux le agradezco en
veces a movimientos ecologistas, etc. , no porque general sus comentarios, y espero que, desde el
lo político sea más interesante o emocionante que punto de vista jurídico, pueda avanzarse en un
lo económico, sino para entender que lo econó- derecho internacional que obligue realmente a
mico está metido en un contexto social y físico. compensar de algún modo las extemalidades in-
Desde el otro extremo, Enrique Leff sugiere ternacionales negativas. Pero aquí, de nuevo,
qu e mi posición se queda corta, y estoy bastante ¿cómo valorar en dinero la pérdida de una cul-
de acuerdo con él. No se trata de discutir los tura, tal vez de una etnia entera, como actual-
va lores económicos que los economistas colocan mente la de los Huorani en la Amazonía ecua-
a las ex ternalidades, sino más bien de apuntar a toriana?
la inco nmensurabilidad de valores. Por ejemplo, Este artículo mío tiene que ser visto como un
los Uwa de Colombia, al oponerse a la explota- intento más en la construcción de la Ecología
ción petrolera , han declarado que la tierra es Política como un campo de estudio que podemos
"sagrada'', es decir, excluida de la valoración definir así: el estudio de cómo la conservación,
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Estudios y Debates , - - - ' - ~ - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
el uso y la destrucción de recursos ·naturales y (de ahí su uso como in¡iicado r .de biodiversidad),
también las cargas de la contaminación, depen- y además nos revel a diferencias regionales im-
den de las estructuras soc iales, políticas y cul- portantes, es decir, conflictos distributivos.
turales . Los conflictos ecológicos distributivos Por último, agradeciendo de nuevo sus co-
que mi artículo anali,za no son todos los exi.s- me.ntari os á t~dos los colegas, quiero insistir en
tentes. De algunos de ellos hay más conciencia una idea del ·artículo, que aprendíde los trabajos
general que de otros. En los últimos años se ha de R a n"i at l~anclra Guha sobre el movimiento
avanzado mucho en la 'discusión sobre apropia- Ch¡'pko ·en la Indi,a. Para entender los conflictos
ción de recursos genéticos. y no t•antO' en otros ecológicos distributivos y el ecologismo popular,
campos· ( por ejemplo ,. el efecto ·invernadero)'. hay que estar atentos a di versos lenguaj es . Los
Estos conflictos vincufan lo local con lo global, ecologistas populares, rara vez hablan del ciclo del
y lo ecológico con lo social ,y político ., Así; un azufre o. ele! carbono. Por ejemplo, en· La Oroya
indicador como el ,HA,NPP· (de ., V,itousek ; o ,en Ho, hablarán de los '\humos" . Más profun-
Erhli'ch. :.) no .es , sólo u na medfola ,de cuánta- dameFJte, una acción social basada en lenguaJes
biomasa es apropiada por los. humanos (como de derechos territoriales indígenas, por ejemplo,
explica Auroi) sino que también quiere indicar, o en un lenguaje sindical de defensa de la salud
en la intención de esos autores, cuánta biomasa en las minas, puede tener uh profundo significado
queda disponible para otras especies "salvajes" ecologista.
l. Presentación
Agradec imie ntos a Beatri z Pérez. Annelle Sal is y Juan Tones. por su colaboración en la elabora-
ci ó n del artículo . así como a todo s los campesinos y al CEDEP-Ayllu que hicieron posible esta
experiencia.
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Artículos, Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
2. Antecedentes
2 Ver Jodha, 1992, citado en M. Tapia, Ecocle.rnrrollo en los Andes Altos, Fundación Friedrich Ebert,
Lima, 1996, p.15.
3 Ver para mayor detalle Juan An sión , El árbol y el bosque en la sociedad andina, Proyecto FAO/
Holanda/lNFOR. Lima, 1986.
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Artículos, Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
4.1. Reproducción Sexual de Plantones: Propagación a Raíz Desnuda con poda radicular
6 Es así que el entomólogo Erick Yabar. especialista en manejo integrado de plagas de la UNSAAC,
realizó varias observaciones con los bonsais.
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Artículos, Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
exóticas como posteriormente de especies nativas que fueron puestas a disposición de los
comuneros.
Si bien la plantación a raíz desnud a era una técn ica muy difundida en la sierra
antes de la llegada de las bolsas , registraba una mortand ad de plantones muy alta. La
mejora introducida ha sido la implantación de la pod a rad icular , que red uce
substancialmente la mortandad.
La poda radicular consiste en e l corte periódico y sistemático de la raíz del plan-
tón con el fin de generar pelos absorbentes y lignific ar a la planta. La lignina, que ac túa
como el elemento auto defensivo de la planta, se ac tiva al herirse la raíz, lo que la
predispone para las tensiones ambientales que pueda sufrir como consecuencia de sequías
y heladas . Además, esto le permite soportar mejor el traslado a la plantación de finitiva.
En los puntos en que la raíz ha sido cortada, la planta genera pelos absorbentes , y al cabo
de varias podas el plantón está en condiciones de salir a la plantación defi nitiva con una
mayor capacidad de absorción.
En estas comunidades, los eucaliptos salen a plantación definitiva con 4 podas
radiculares, y de 4 a 5 podas para las plantas nativas. La poda se hace por debajo de los
primeros 10 cm. de la raíz. El tamaño del tallo de la planta se decide por poda aérea
después de haber determinado la longitud de la raíz en las podas radiculares. Se hace
siguiendo la "ley del tercio", por la cual se debe guardar una relación de I a 3 entre las
raíces y el tallo de una planta. Guardar estas relaciones , que por otro lado son de conoci-
miento antiguo del campesino, ha permitido reducir drásticamente la mortalidad de los
plantones reforestados en el campo. Esta práctica también es válida para los plantones
obtenidos asexualmente, y sólo se practica con las es pecies nativas que tienen general-
mente la capacidad de retoñar.
Los beneficios que conlleva el empleo de esta técnica son básicamente los siguientes:
cese de la dependencia que acarrea el emp leo de bolsas de polietileno importadas,
cuyas características (color, tamaño, forma) no pueden ser modificadas ,
mejor prendimiento en el momento de la siembra debido a que la raíz de los
plantones crece libremente y en posición natural, en contraste con el atrofiamiento
y crecimiento en espiral que presentan las raíces de los plantones embolsados,
significativo ahorro de materiales tales como tierra, arena y guano (fertilizante
natural). Cuando se trabaja con bolsas el sustrato utilizado se queda con el benefi-
ciario, en cambio con los plantones a raíz desnuda el sustrato a ser empleado en las
camas en alto relieve, previa renovación del abonamiento, puede volver a ser
empleado,
desarrollo vegetativo acelerado (cuando salen a plantación definitiva, los eucalip-
tos en bolsa miden un promedio de 40 cm., frente a los 60 cm. necesarios para la
técnica a raíz desnuda),
facilidades de transporte 7 ,
7 Un campesino puede transpo rtar como máximo 40 bol sas hasta su comunidad, mientras que co n los
plantones a raíz desnuda ese mismo campesino puede tran sportar sin much o esfuerzo unos 1.500
plantones de la mi sma especie.
La propagación sigue siendo una actividad masivamente sexual. Sin embargo por
su potencial de desarrollo , es de gran importancia mencionar las experiencias con las
técnicas de reproducción asexual. Una de las más desarrolladas en este trabajo ha sido la
propagación mediante acodos , práctica utilizada también en el arte del bonsai .
Varias plantas nativas de tallo leñoso presentan problemas en el momento de su
propagación cuando ésta se produce por asemillamiento y manifiestan un proceso de
crecimiento muy lento que se vuelve un problema para el campesino, especialmente por
el riesgo que implica sembrar un plantón que deberá estar expuesto a las inclemencias
climáticas, los daños provocados por el ganado, los pájaros , etc . Por lo tanto, para que e l
campesino de la zona se convenciera de que era posible plantar especies nativas con éxito
era preciso desarrollar una técnica que se lo garantizara. Por estos motivos se llegó a
experimentar una técnica difundida en Asia y en los bonsais, pero prácticamente desco-
nocida en la sierra sur del Perú: el acodado.
Esta técnica tiene las siguientes ventajas:
posibilidad de propagación de especies nativas arbóreas y arbustivas que presentan
problemas en el momento del asemillamiento y que pueden extinguirse a medio y
largo plazo,
posibilidad de asegurar el prendimiento y acelerar el ciclo del crecimiento vegetativo
de la planta. Mediante el acodado, las plantas tienen un porcentaje de
encarnizamiento del 100%, y logran de acuerdo a las especies una longitud de I a
2 m. en aproximadamente 4 meses,
mejora la calidad del recurso forestal de la zona, especialmente nativo, que presen-
ta serios procesos de degeneración debido al exceso de polinización,
facilidad en su aprendizaje y puesta en práctica. Esta técnica puede ser asimilada
con relativa rapidez por los campesinos lo que garantiza su adopción, difusión y
uso regular,
es económica, no requiere de una inversión onerosa, ni del uso de instrumentos
sofisticados,
puede ser practicada a la intemperie, en una parcela o un vivero.
En cuanto a los tipos de acodados se pueden mencionar al menos tres:
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Artículos , Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
8 E n primer lugar rea lizar se real izaron no só lo un acodo si no vari os de acuerdo al ta maño de la
ramifi cació n, con lo que se logra e l enraiza miento en di fe rentes partes de la ra ma, y aumenta la
propo rció n de la parte aérea e n re lac ió n a la raíz. El prendimi ento alc anza en este caso casi e l
100% en plantació n defi nitiva.
Esta técnica consiste en separar una parte del tallo o de la raíz de la planta madre,
que es colocada bajo condiciones ambientales favorables, induciéndola a enraizar para
que se produzca así una planta independiente , que en la mayoría de los casos es idéntica a
la planta de la cual procede (Hartmann , 1986 ). En el trabajo desarrollado no se han
utilizado hormonas ni ningún producto químico para estimular el brotamiento de los pelos
absorbentes, tampoco invernaderos.
En el medio andino encontramos que algunas plantas nativas presentan aptitudes
favorables para ser propagadas por estacas. La propagación por estacas más exitosa es
aquella realizada en viveros donde se proporciona un medio conocido como "pies calien-
tes y cabeza fría", lo cual permite optimizar la propagación por estacas sin la necesidad de
contar con un invernadero 9 .
En segundo lugar, se realizó como alternativa el acodo aéreo en la planta madre , doblando la
rama en forma horizontal. Después de haber logrado el primer enraizamiento en el acodo practi-
cado en la planta madre en tres o cuatro meses, ya las ramificaciones de éste han realizado el
fototropismo. En ese momento se puede cortar el acodo y llevarlo a plantación definitiva en
forma horizontal. Una vez que está plantado, se practican a las ramificaciones incisiones anilladas
y se aporcan proporcionándoles riego regular. Con ello se consigue un enraizamiento completo
que transcurre entre tres y cuatro meses.
9 En el trabajo desarrollado en estas comunidades se recrearon las condiciones necesarias a partir de
la plantación de los esquejes en una platabanda especialmente acondicionada para proporcionarles
el efecto invernadero mediante la combinación de elementos. La cama se compone de: una capa
inferior de 5 cm. de espesor de sustrato compuesto por tres partes de tie1Ta agrícola, dos partes de
guano de corral y una parte de arena. Si la tie1i-a agrícola es muy arcillosa la proporción de guano y
arena se invierte; por último una capa superior de arena de 5 cm. de espesor. La "cabeza fría" es
proporcionada por el riego y los "pies calientes" por el efecto de éste sobre el guano que al contacto
con el agua se descompone y genera calor.
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Artículos, Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Para aprovechar mejor las horas del sol, las camas se di sponen señalando al punto
del horizonte por el que sale el sol, de modo que las plantas no se hagan sombra unas
sobre otras. Los plantones forestales en los viveros necesitan unas 6 horas diarias prome-
dio de exposición solar, mientras que el exceso de insolación para los plantones de
almácigo, se evita fácihnente cubriéndolos con un conglomerado de paja.
En el vivero es necesario dejar siempre un espacio para la mezcla de tierra que
debe humedecerse permanentemente. Por último se dispone de un cerco, de preferencia
vivo, que proteja de los riesgos climáticos.
Las ventajas de utilizar camas en alto relieve, frente a las de bajo relieve son
fundamentalmente tres : facilita las podas radiculares , el drenaje por infillración y el
manejo del sustrato.
Una de las ventajas principales que ofrecía el uso de las camas en bajo relieve era
la capacidad de contrarrestar las heladas, lo que ha sido superado utilizando conglomera-
dos de paja como techo de las camas en alto relieve. Además las camas bajas presentan la
desventaja de contener menos plantones , y pueden presentarse problemas de drenaje.
Las camas utilizadas en este trabajo de forestación poseen las siguientes dimensio-
nes: 1 m. de ancho en la parte inferior y de 60 a 80 cm. en la parte superior, de 30 a 40
cm. de altura y de I O a 15 m. de largo . El ancho de la cama responde a la técnica de las
podas radiculares y a la herramienta usada para hacerlas: la lampa, tipo de pala plana
utilizada por los campesinos que tiene 40 cm. de largo y cuya forma le permite abarcar la
mitad de la cama, realizándose así la poda por ambos lados. Las camas tienen forma de
pirámide trunca para facilitar el drenaje y la infiltración del agua por los lados , y evitar así
fenómenos de erosión por el riego por aspersión.
El sustrato de la cama se compone de una mezcla renovada al principio de cada
campaña, que guarda las proporciones siguientes: tres partes de tierra agrícola, dos de tie-
rra negra, una de arena y una de humus de lombriz, con dos tipos de sustratos: el tipo "frío"
y el "caliente". El sustrato frío es usado en las camas de almacigado y repique , en la propa-
gación sexual de las plantas. El sustrato caliente es el medio adecuado para el enraíce de
estacas y para el manejo de brotes y rebrotes. La diferencia entre ambos sustratos se logra
por el estado diferente de la materia orgánica empleada o guano: en las camas frías éste ya
se encuentra descompuesto, mientras que en las calientes está por descomponerse, generando
altos niveles de calor. La arena permite una fácil aireación al terreno , tan necesaria en los
primeros meses de una planta, mientras que la tierra provee en nutrientes.
Se implantó riego por aspersión en los viveros, el cual requiere de un desnivel de
5m., que permite generar una presión suficiente de 25 lb. , con un pequeño reservorio de
agua. Se ubican dos pilas por vivero, a unos 25 m. de distancia una de otra, donde se
colocan los aspersores móviles. Cuando el terreno es anegadizo, se disponen canales o
drenes ciegos entre las terrazas, que pueden ser subterráneos o no. El dren se llena de
piedras y cantos menudos , y se recubre de tierra sobre la que se sitúan las camas. El agua
llega al dren por filtración o encausada por un canal. El drenaje se ve facilitado por la
forma de las camas y la inclinación de las terrazas.
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Artículos , Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
por e l mi sm o ti po de probl e mas . fu e un a de las espec ies que más difi c ultades
prese ntó pa ra come nzar a salir a raíz desnuda, deb ido a que no se sabía con certe za
c uál e ra e l m om e nto e n el que se le de bía prac ti car la poda radicul ar.
GUARANGUA Y (Sambucifolia): Arbusto nativ o que posibl e me nt e fu e árbol y que
debido a la tala exces iva se fue dege nerando y reducie ndo e n tamaño. Se ha pod ido
esta blecer que co n manej o adec uado (espec ialme nte poda y prot ecc ión) este arbus-
to se compo rta como un árbo l. Proporc io ná ndo le estas condic io nes, e n el vivero ex-
pe rime ntal de la comunidad de Huancalle , ex iste un g uaran g uay que ha alcanzado
un a altu ra de 6 m etros, e n cas i tres a ños de vi da. S u se mill a ti e ne la co nsiste ncia de
un pedazo de pape l y su ge rminac ió n a ni vel ele vi ve ro ll ega a un 80 % . Su utili dad
está ori entada a la confecc ió n de canas tas . tambo res y tamb ién sirve como m adera.
ARRA Y AN (Myrcia splendens): Es utili zado po r los campesin os de la zo na para
bañar a sus difuntos. Prese nta carac te rísti cas inm ejorables para propagarl o mas iva-
me nte con la fin alidad de reali zar prác tic as de conservac ión de suelos debido a sus
raíces bastante profundas.
De manera general, estas especies nati vas acompa ñan los programas ele co nse rvac ión
de suel o (zanj as de infiltrac ió n, terrazas de formació n le nta, cont ro l de cárcavas) , e n parti c u-
lar el cetic io y la re ta ma (leguminosas que fij an el nitrógeno y se puede n propagar por s ie mbra
directa), qe uña, ko lle, c hac hacomo . Se trata a me nudo de asoc iar arbu stos y árboles.
Para za nj as de infil trac ió n se utili za a me nudo un a asoc iaci ó n de retama y ccti c io.
para fe rtili zar el s uel o y m a nte ner la humedad .
Para terrazas de fo rmac ión lenta. se recomie nd an vari as asociac iones en la parte
alta: kolle-ce tic io-re tam a, c hac hacomo-cetic io-retam a, o qe uña-ce ticio-re tama, o tam bié n
la siembra directa co n mutuy (como e n Rayanni yoc ).
Para agroforestería se recomie nda : ceti cio, retam a, koll e. tanka, y una vari edad ele
qeuña ( Polilepsis incana sp.).
El koll e y la qe uña tie ne n hoj as caducas que fo rman mate ri a o rgáni ca y un cobijo
para el ganado, sie ndo ade m ás el koll e palatable para e l ganado.
S. Estrategias de trabajo
eligió a una familia encargada ele conducir el vivero en sus parcelas o una parcela
comunal, a cambio de un pequeño incentivo económico que les proporcionaba la institu-
ción , la cual les brindaba además el apoyo técnico para la respectiva implantación.
Actualmente ele los veinte viveros iniciales quedan doce viveros comunales con el
objetivo explícito ele concentrar la producción y la especialización en los viveros que mejo-
res resultados han dacio. La producción forestal ele los viveros en los primeros años fue ele
quince a veinte mil plantones, actualmente se producen doscientos mil en viveros de 500
m2. De todos estos viveros , tan sólo ha quedado uno de manejo institucional como centro
de investigación y capacitación ubicado en la comunidad de Huancalle , distrito de Taray.
6. Conclusiones
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Artículos, Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
BIBLIOGRAFIA
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TAPIA, Mario
1996 Ecodesarrollo en los Andes Altos, Fundación Friedrich Ebert, Lima, p. 15.
Nº 1, julio 1997 91
Los fondos ambientales nacionales
como mecanismo financiero para la
gestión ambiental: capitalización y
conversión de deuda, éxitos y debacles
Nº 1, julio 1997 93
Artículos, Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
propio país deudor. Estas inversiones pueden tener por ohjetivo tanto conservar los recursos
y el patrimonio natural de las naciones como la promoción de estrategias para el aprovecha-
miento sustentable de los mismos.
Los primeros países que ponen en pnictica estos mecanismos (Costa Rica, Ecuador, la
República Malgaché, Bolivia, Las Filipinas, República Dominicana) sacan rápido provecho
de su implantación. Costa Rica logró que cerca de un 10% de su deuda fuera donada para la
protección de su herencia natural: en menos de diez años se ampliaron las áreas naturales h,tjo
protección a aproximadamente un 25 % del teITitorio nac ional , implantando estrategias de
conservación e infraestructura para visitantes . Es así como sus parques nacionales se convirtie-
ron en destino de 600,000 turistas anuales, reemplazando el café por el ecoturismo como principal
fuente de divisas del país, con un aporte a nual de divisas del orden de los 800,000 dólares .
Otro tanto logran los demás países antes listados: reducción de deuda, redirección del pago
hacia inversiones ambientales internas en moneda nacional , estrategias efectivas y debida-
mente financiadas para la conservación de la naturaleza, fomento del uso sustentable de los
recursos naturales renovables. Además de los beneficios económicos que estas operaciones
reportaron pem1itiendo un 1mis eficiente aprovechamiento de los recursos naturales, ayudaron
a la reducción del ritmo de depredación de los mismos. Adicionalmente , la inversic'>n ambien-
tal promovió nuevos rubros productivos: ecoturismo, maricultura y forestería, agricultura or-
gánica. industrias diversas basadas en recursos naturales (fmmacéutica, químicas, alimentarias.
etc .), biotecnologías, etc.
Un caso singular lo constituye Polonia, con una deuda pública de aproximadamente
33 mil millones de dólares, un tercio de la cual era de carácter bilateral. Po lonia constituye el
ECOFUND y logra que varios de sus acreedores bilaterales renuncien al cobro de una parte
de la acreencia, comprometiendo estos recursos financieros a dicho fondo. El ECOFUND
viene dirigiendo una parte importante de los recursos captados al proceso de reconversión
industrial pol aca, una planta obsoleta y severamente contaminante, pem1itiendo a dicho país
ponerse a tono con la nom1atividad ambiental de Europa, aproximándose a la nonna ISO
14,000. De esta fonna Polonia ha reducido significativamente los procesos de contaminación
del Báltico como el impac to de la lluvia ácida en sus bosques, permitiéndole paralelamente
una mayor competitividad a sus productos manufacturados e n el recie ntemente regulado mer-
cado europeo.
A partir de 1990, como resultado de las experiencias previame nte descritas , se empie-
za a promover en Asia, América Latina, Africa y Europa el establecimiento de fondos am-
bientales, a manera de entes que capten, administren y canalicen recursos financieros para el
cumplimie nto de las respectivas agendas ambientales naci onal es . Previo al desarrollo de estos
fondos ambientales los limitados recursos financieros provenían sea del presupuesto público
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Artículos , Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
quedando neutralizado cuando las inversio nes se orie ntan hac ia proyectos productivos. Más
aún , al ser depositados como fidu cias bajo administrac ió n de la banca pri vada, y al consti -
tuirse en un confiabl e mecani smo de ahorro nac ional , fac ilitan e l acceso a l crédito a d ive rsos
sectores para inversi ones diversas.
Entre los más importantes fond os ambientales establec idos a partir de 1990 destacan
los siguientes:
(*) Polonia cuenta con una deuda pública de estructura semejante a la peruana.
Los diversos fo ndos se han constituido con diferentes características y estructuras. Unos
son privados e n su estructu ra de gobierno y de gestión (básicamente el caso de l ECO FONDO
de Colombia o e l fond o panameño). Otros son básicame nte públicos (FONAMA de Bo li via),
y otros tiene n carácter mixto (caso del PROFONANPE peruano). Algunos se desarro llan con
éxito habiendo logrado operar con independencia de intereses políticos o requerimientos bu-
rocráticos de los aportantes (caso del ECOFONDO de Co lombia), en tanto que otros han
entrado en severas cri sis institucionales con pocas perspectivas de superar las mismas (caso
del FONAMA y e l PROFONANPE).
cieros para la conservación de las áreas naturales protegidas del Perú y el desan-ollo sustentable
de sus áreas de influencia. empieza a operar en el mes de agosto de 1993. El FMAM compro-
metió un aprnte ''semilla" de 5 millones de dólares, el cual tras un largo y engorroso proceso
burocrático fu e efectivamente colocado e invertido en el Perú en noviembre de 1995.
El PROFONANPE tenía como objetivo el canalizar recursos financieros al Sistema
Nacional de Areas Naturales Protegidas por el Estado (SINANPE), bajo administración de
una dependencia del sector público, el Instituto Nacional de Recursos Naturales, entidad de
reciente creación y caracterizada por su poca competencia profesional y marcada debilidad
institucional. La modalidad operativa acordada para el PROFONANPE establecía la asigna-
ción de la renta anual a partir de Planes de Trabajo, elaborados en coordinación con el Institu-
to Nacional de Recursos Naturales (INRENA) y aprobados por su Consejo Directivo (integra-
do por igual por representantes del Ministerio de Agricultura, la Red Ambiental de ONGs y
un representante de la Cooperación Internacional). A su vez, el PROFONANPE podía canali-
zar sus recursos directamente a través del INRENA o asignarlos a terceros (ONGs, Universi-
dades, comunidades locales) mediante concursos públicos. Sin embargo, debe anotarse que
desde aquel entonces el INRENA venía desan-ollando una política abiertamente hostil a las
ONGs, a las que percibía como competidoras por los fondos de la cooperación internacional.
Debe advertirse que en aquel entonces la Red Ambiental del Perú (RAP) era un ente de
reciente creación , poco consolidado, y que agrupaba a una parte de las organizaciones privadas
de conservación, con particular énfasis en aquellas con sede en Lima y con una orientación
centrada en la conservación de áreas protegidas. Estas ONGs, dependían para poder efectuar
trabajos en las áreas protegidas de una autorización del INRENA, y eran, a su vez, fue1temente
dependientes de fondos provenientes de la cooperación bilateral y privada internacional. Debe
anotarse que a pesar de haberse fijado objetivos comunes, las rencillas entre ONGs afectaban
severamente la capacidad de negociación de la RAP e impedían una posición sólida frente a la
incompetencia del sector público.
Gracias a los aportes resultantes de la cooperación técnica internacional y de la con-
versión de la deuda bilateral el PROFONANPE pudo empezar a canalizar recursos al SINANPE
desde 1995. Sin embargo, si bien, como veremos más adelante, a partir de inicios de 1997
entra en crisis institucional como resultado de un conjunto de circunstancias vinculadas a las
políticas y limitaciones del INRENA, así como a la anuencia del Banco Mundial frente a una
ejecución inadecuada de los fondos asignados por el PROFONANPE por parte de esta depen-
dencia del sector público.
El Perú, está considerado como uno de los ocho países de mayor diversidad biológica
en el Mundo. Los recursos naturales del Perú constituyen no sólo una herencia nacional, sino
también un patrimonio de la humanidad. Sus variados ecosistemas albergan a los progenitores
silvestres de un gran número de especies cultivadas, así como a un sinnúmero de especies de
inusitado potencial comercial en un contexto internacional de crecientes desarrollos
biotecnológicos. En el momento actual , el Perú no cuenta con los recursos regulares que ase-
guren la debida conservación de sus recursos naturales y el aprovechamiento sustentable ele
Nº 1, julio 1997 97
Artículos, Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
los mismos. El concepto de un fo ndo fiduci ario establecido para tal fin apunta a aseg urar un
!lujo regular de recursos financieros que permita una acción continua y sostenida en el tiempo
para salvaguardar su patrimonio natural.
La situación descrita para el caso peruano no es única. Un proceso con otras caracte-
rísti cas hace un par de años postró al fondo público boliviano, el FONAMA, en una crisis que
no ha podido superar. Esta es una realidad contrapuesta al ECOFUND de Polonia, entidad
también pública pero de gestión mixta que viene desarrollándose con todo éxito. Situaciones
contrastantes también pueden encontrarse en los fondos nacionales de carácter y/o gestión
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Artículos , Notas y D o c u m e n t o s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
privada, con lo que podemos concluir que la naturaleza del fo ndo no es el fac tor detem1inante
del éx ito de l mi smo. Son otros los fac tores que juegan un rol en el buen desarro ll o de la
entidad o en su capacidad de gestión. Algunos de estos fac tores son internos: su estructu ra de
gestión, admini stración y d irección, la normatividad naci onal respecto a este tipo de enti da-
des, el carác ter y naturaleza de los ac uerdos con los donantes, la calidad profes ional y perso-
nal de sus directores y fun cionari os. Hay , sin embargo, factores de orden extern o que son
críticos al éx ito del fo ndo: prioridad de la gestión ambiental en la política nacional, calidad de
las dependencias pública,; y privadas en el campo de la gest ión ambiental, situación económi ca
y fin anciera del país, tendencias de los donantes, etc .
El desarrollo de estos fo ndos nac ionales de alguna fo rma se ha ve nido dando en fo nna
paralel a a la confo nnac ión de los denominados "fondos verdes" pri vados gerenciados por
entidades fin ancieras, que operan con carteras del tipo denominado " in versión responsable'·.
Estos admini stradores de fo ndos se originan en el movimiento anti-bélico y otros mov imie ntos
sociales nac idos en el primer mundo que buscan garanti zar inversiones a partir de principios
morales. Es así como surgen "asset managers" que en sus can eras de in vers ión excluye n las
inversiones en la industria bélica, el tabaco, los juegos de azar, etc. Posteriormente, estas
carteras evolucionarán positi vamente, buscando más bien e l fome nto de in versiones conside-
radas "responsables": la conservación del medio ambiente, el ali vio de la pobreza, la educa-
ción pública, etc.
Las tendencias actuales parecieran mostrarnos que esta tendencia se irá consolidando
y expandiendo en un futu ro cercano, multiplicando los canales para el fin anciamiento de la
gestión ambiental, en contraposición a la monopoli zación de los "fondos verdes" por un ente
único. Esta tendencia se irá consolidando en la medida de un incremento de la conciencia
ambiental pública y el desarrollo de ecocriterios corno pa11e del análi sis de riesgo en las enti-
dades fin ancieras públicas y privadas. Todo hace presagiar que en un futu ro no muy lejano,
toda inversión, aunque no sea esta estric tamente con propósitos ambientales y esté motivada
por fines expresamente sociales o por la utilidad y la capitalizac ión, irá incorporando vari ables
ambientales como pa11e del análisis financiero.
Alfredo Torero
El estudio del extinguido lenguaje mochica mediante las fuentes escritas que nos que-
dan es de primera importancia en andinística, por razones tanto lingüísticas como históricas.
Idioma de un pueblo que participó activamente en el milenario proceso civilizatorio en los
Andes y que estuvo, por lo mi smo, intensamente comunicado con otras grandes lenguas de
civili zac ión, exhibe, sin embargo, muchas características radicalmente diferentes de quechua y
aru , las dos mayores familias lingüísticas centroandinas, que sí han intercambiado mucho en
estructuras gramaticales y en léxico.
Aparte de los rasgos fonológ icos de que trata el presente artículo -como la organización
de la mayor parte de sus consonantes en una oposición de palatalidad y la tendencia al
monosil abismo de raíz- , ciertas características gramaticales relevantes distinguen al mochica
del grupo qucchua-aru : presencia de clases de posesión , clasificadores numerales, marcas an-
tepuestas de persona poseedora, variaciones temáticas que recuerdan las lenguas de flexión,
uso del ergati vo, orden básico SVO, etc., y ausencia, en cambio, del contraste exclusivo/inclusivo
en el plural y de indicadores de fuente de informac ión .
La propuesta fonológica del mochica que exponemos fue el tema, ya lejano, de nuestra
memoria de Licenciatura en Letras de la Uni versidad de París, en 1962, y se publicó de manera
( *) El est ud io fo no lóg ico desairn llado aquí es parte ele una in vesti gac ión sobre e l idioma mochi ca que
rea lizam os para la Uni vers idad de Sa lamanca .
e xtremadamente sintética (una página) dentro de nuestro artículo " Deslindes lingüísticos e n la
costa norte peruana" ( 1986: 530-53 1). Dado que, por lo sucinto de aquell as notas, se ha dicho
que 'se nos siente apodícticos', o ' no se nos entiende', particularmente en lo que toca a la
correl ac ión consonánti ca de palatalidad y al vocali smo mochicas, somete mos aquí a di sc usión
nuestros análisis bajo una fo nna ampliada.
Asimismo, puesto que las objec io nes fonnul adas contra nuestra propuesta -in fe li zmen-
te, con expresiones y modos que parec ieran responder más a mo ti vac iones de índol e personal
que profesional-, están contenidas en un reciente libro del ling üista Rodolfo Ce1Tón, La lengua
de Naymlap ( 1995), nuestra e xposición incluirá algunas réplicas y puntuali zaciones críticas a
afinn acio nes y postulaciones lingüísticamente equivocadas, o s implemente antojadizas, que
nuestro ex discípulo vierte en las dosc ientas páginas de ese libro.
2. Fuentes de estudio
La reconstrucción fon ológica que propusimos entonces y que ahora ac tuali zamos se
re fiere esencialmente al mochica de los siglos XVI-XVII : tiene, e n efecto, por real punto de
partida las seis páginas de orac iones y catec ismo breve e n moc hica, de autoría anó nima, que
e ncie1Ta la obra Rituale seu Manuale Peruanum de Jerónimo de O ré, editada en Nápoles e n
1607 ; y por principal fue nte de datos la Gramática de la lengua yunga que escribió e n 1644 el
sacerdote peruano Fernando de la Carrera Daza. Realizamos el estudi o comparati vo de ambas
o bras en su conjunto y no sólo de los textos paralelos que registran.
Acudimos igualme nte a la corta li sta de voces mochicas que elaboró el obispo Baltazar
M artínez Compañón a fin es del siglo XVIII (Torero, 1986: 526-533) y a la obra de Ernst
Middendorf Das Mu chik oder die Chimu-Sprache, de 1892, así como a los breves vocabul a-
ri os recogidos por Adolf Baslia n en 1878 y por otros encuestadores en los primeros dece nios
del presente siglo, con los de bidos cuidados en razón de las di stintas épocas en que se co lec-
taron los materiales lingüísticos.
Aunque editado e n 1607 , el libro de Oré recoge, en sus páginas 403 a 408 , un material
de la lengua norperuana que, a estar por las grafías utili zadas, fue escrito posibl emente hac ia
principios de la segunda mitad del siglo XVI, puesto que todavía juega con un dobl e valor
notacional para las grafías <c, e,:>: la africada dentoalveolar sorda [tsJ, que estaba caducando en
el uso hispano, y la fri cativa predorsodental sorda [s] que la despl azaba. As imi smo. hace aún
uso irrestricto de la letra <x> para el sonido fri cativo dorsopalatal sordo, y la mantiene distinta
de la <s>, aplicada a la sibil ante apicoalveolar sorda; incluso la combina en un haz trilítero:
< xll> para representar un sonido pec uliar del mochica .
Otros indicios de arcaísmo se detectan en la confusión, s i bien ocas ional, entre grafías
que habían di stin guido a sibil antes y a a fri cadas sordas y sonoras en castell ano antiguo: e n la
"Salve Regina" (Oré, p. 404), un o de los ca lificativos que se diri ge a María está escrito como
xem.o al principi o de la orac ió n y como gema al final de ell a; el número "seis" se hall a transcrito,
e n " Mandamie ntos" y " Artíc ul os de la Fe", como ~-ax/l~·a. i;ax/lza y aún ~"llxllva; estos trueq ues
g ráfi cos, y en particul ar el empleo de <g> para notar todavía un sonido fri cat ivo sordo, nos
ponen no mucho después de mediados del sig lo XVI.
Alfredo Torero
El estudio del extinguido lenguaje mochica mediante las fuentes escritas que nos que-
dan es de primera importancia en andinística, por razones tanto lingüísticas como históricas.
Idioma de un pueblo que participó activamente en el milenario proceso civilizatorio en los
Andes y que estuvo, por lo mismo, intensamente comun icado con otras grandes lenguas de
civili zac ión, exhibe, sin embargo, muchas características radicalmente diferentes de quechua y
aru , las dos mayores familias lingüísticas centroandinas, que sí han intercambiado mucho en
estructuras gramaticales y en léxico.
Aparte de los rasgos fonológicos de que trata el presente artículo -como la organización
de la may or parte de sus consonantes en una oposición de palatalidad y la tendencia al
monosilabismo de raíz- , cie1tas características gramaticales relevantes distinguen al mochica
del grupo quechua-aru: presencia de clases de posesión , clasificadores numerales, marcas an-
tepuestas de persona poseedora, variaciones temáticas que recuerdan las lenguas de flexión ,
uso del ergativo, orden básico SVO, etc., y ausencia, en cambio, del contraste exclusivo/inclusivo
en el plural y de indicadores de fuente de información.
La propuesta fonológica del mochica que exponemos fue el tema, ya lejano, de nuestra
memoria de Licenciatura en Letras de la Universidad de París, en 1962, y se publicó de manera
( *) El estudi o fo nológ ico desa,rnllado aquí es parte de una investigación sobre el idioma mochica que
n:ali zamos para la Universidad de Salamanca .
extremadamente sintética (una página) dentro de nuestro artículo " Deslindes lingüísticos en la
costa norte peruana" ( 1986: 530-531 ). Dado que, por lo sucinto de aq uellas notas, se ha dicho
que 'se nos siente apodícticos', o 'no se nos entiende' , particulannente e n lo que toca a la
COITelación consonántica de palatalidad y al vocalismo mochicas, sometemos aquí a di sc usión
nuestros análisis bajo una forma ampliada.
Asimismo, puesto que las objeciones fo1muladas contra nuestra propuesta -infeli zme n-
te, con expresiones y modos que parecieran responder más a motivaciones de índole personal
que profesional- , están contenidas e n un reciente libro del lingüi sta Rodolfo Ce1Tón , La lengua
de Naymlap ( 1995), nuestra exposición incluirá algunas réplicas y puntualizaciones críticas a
afirmaciones y postulaciones lingüísticamente equivocadas, o simplemente antojadizas, que
nuestro ex discípulo vierte en las doscientas páginas de ese libro.
2. Fuentes de estudio
La otra gran fuente para el conocimiento de esa lengua norperuana -bajo la fom1a, esta
vez, de lo que llamaríamos el mochica moderno- es la ya mencionada obra de Middendorf,
Das Muchik oder die Chimu-Sprache, abundante en nuevos datos y presentada de modo rigu-
roso y sistemático. El estudioso alemán fue una autoridad indiscutible para su tiempo, y siempre
tendremos que agradecerle sus penetrantes y ricas descripciones sobre el quechua, el aymara y
el mochica, útiles para comparar el estado de estos idiomas a finales del siglo XIX con estados
anteriores, como los descritos por González Holguín para el quechua cuzqueño, Ludovico
Bertonio para el aymara y la Ca1Tera para nuestro idioma norteño.
Esto no obstante, debemos proceder con suma cautela al efectuar tales comparaciones,
respetando en el caso del mochica el venerable cuarto de milenio que se interpone entre el
material y las informaciones de la CatTera y los de Middendorf, con un casi absoluto silencio
en el lapso entre ambos.
A finales del siglo XIX, el estudioso germano halló al idioma mochica en un estado de
desestructuración en todos sus aspectos, ante el desuso de la lengua y la influencia del caste-
llano. Esta situación tal vez estaba bastante avanzada incluso un siglo antes, en tiempos del
obispo Mm1ínez de Compañón ; puesto que en 1788, en respuesta al expediente causado con
motivo de la solicitud de info1mación sobre lenguas indígenas americanas dirigida en la época
por la Emperatriz de Rusia a la Corona hispana, el secretario del arzobispado de Lima, José
Joaquín Chauca, justifica la no inclusión de materiales de mochica en el expediente, con el
argumento de que el conocimiento de este idioma no era necesario porque los indios que lo
usaban hablaban también el castellano "con rara perfección" 1•
En la expresión admirativa de "rara perfección" podemos entrever acaso el reconoci-
miento del empleo, a la sazón, en el castellano de los nativos de la costa norperuana, de soni-
dos ya inexistentes en otras hablas castellanas de América, como las apical, la II palatal, la y
no fricativizada y otros.
Las versiones al castellano de la obra en alemán de Middendorf que originalmente
manejamos fueron perfeccionadas y ampliadas, gentilmente, desde hace unos veinte años, por
Gísela Jorger, profesora de Lingüística y Literatura de la Universidad de San Marcos, para un
seminario sobre Lingüística Andina.
3. Procedimientos
Los ensayos de 'reconstrucción ' de las estructuras de cualquier nivel de una lengua
extinguida a partir del material escrito que de ella quede serán una tarea siempre azarosa y de
logros hipotéticos y aproximativos, por el insuperable carácter cerrado y 'mudo' de su corpus,
sin parangón en este punto con la fuente de riqueza inagotable en posibilidades de verificación
e incremento de datos en que consiste cualquier idioma vivo ; además, las diferencias geográ-
ficas y sociales nos escaparán incluso cuando podamos dar fechas para el conjunto o partes de
ese material.
Todos estos factores negativos para la invest igaci ón se verán agravados cuando este-
mos frente a una le ngua 'aislada' , de pare ntescos no obvios, como es el caso del mochica, el
cholón , el puquina o el cunza en los Andes. De allí que toda propuesta de reconstrucción deba
fundarse en la más cuidadosa evaluación de los datos intern os y en su más razonada interpre-
taci ón, y postularse con ajuste óptimo a principios de coherencia, naturalidad y economía.
La búsqueda, e n fin , de pares mínimos suficientes en corpus de lenguas extintas tan bre-
ves y reiterativos como los de Oré y la Carrera que aquí examinamos y cotejamos -textos
catequísticos ambos, que emplean apenas e n torno de doscientos lexemas nativos- sería una di-
li genci a prácticamente absurda: ni el más venturoso azar podría sacamos bien librados en estas
condiciones contingentes. Mejor, si ciamos con algunos pares mínimos; mas no es por este camino
que debemos transitar para hallar sustento a nuestras propuestas fonológicas. Tenemos que dar
más bien por indicadores principales la consistencia en el uso de las mismas grafías y variantes
gráficas para los mismos morfemas -con las correspondientes diferencias y equivalencias en cada
fuente (Oré y la Carrera)- y e l ajuste ele estos datos gráficos a sistemas fonológicos coherentes.
Por su parle , R. Ce1Tón , deslumbrado por su tardío descubrimiento del análisis grafémico,
nos diseña su procedimiento para identificar y definir los sonidos del mochica: en primer lu-
gar, someter al análisis la notación empleada por la Ca1Tera 'a fin ele determinar las unidades
pertinentes ' (léase grafcrnas); e n segunda instancia, hace r la interpretación fónica ele tales
unidades a partir ele las descripciones proporcionadas por ese autor y valiéndose "para tal efecto
tanto de las observaciones formuladas al respecto por Middendorf como también del "contras-
te'' de la notación carreriana con la empleada por aquél y los demás recopiladores ele la lengua'·
(Ce rrón , 1995: 71 ).
En el procedimiento que nuestro colega explicita así y que va ahormar su labor ulterior
se e ncuentra evidentemente la raíz de sus desacuerdos con nuestra propuesta de 1986: las
diligencias que efectúa no se dirigen -aunque él lo afi1111e- a establecer los sistemas fonológicos
del mochica, sino, restricti vame nte, a clete1111inar cuáles fueron sus grafemas (unidades gráfi-
cas y alógrafos) y cómo 'sonaban' (cuál pudo ser su fonetismo) . De allí que rehúse considerar
los ordenamientos estructurales que nosotros percibimos en el plano fónico del idioma y que,
una vez descubiertos, nos ay udan a definir los procesos fonológicos .
En cuanto al aprovechamiento de la obra ele Middendorf para interpretar los sonidos
por asignar a las unidades resultantes de su análisis grafémico, R. CetTón tiene una actitud
inconsistente y acomodaticia. Objeta a Louisa Stark ( 1968, 1972) el que trate ele determinar los
valores notacionales de las grafías catTerianas en base a las indicaciones que sobre la fonética
del mochica dio el investigador alemán hace únicamente un siglo, sin tomar en cuenta que entre
ambos autores, y ambos estados de lengua, mediaron 250 años; sin embargo, él mismo se apoya
esencialmente en los datos y apreciaciones ele Middendorf, y aduce las más de las veces
infonnaciones precisamente de este autor en el intento de desautorizar lo que llama nuestros
"correlatos gratuitos" de pal atalizadas/no palatalizadas (Cerrón, 1995: 95)2.
2 "Conelatos establecidos -dice- co n un orde nami ento preconcebido". " típica muestra de fonología he-
cha 'sur le papier" co mo gustaba decir Martinet". etc. Puesto que André Martinel fue nuestro asesor
tanto en la memoria de Licenciatura como en la tesis de Doctorado en Lingüíst ica. y estuvo de acuerdo
con nuestro análisis fo no lóg ico del mochica, ¿se lrataba de un 'Martinet sur le papier"?
Tallán fü:/:}'.J
Sechura
Olmos
Mochica
o Quingnam
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~ (Según A. TORERO)
1984)
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106 Revista Andina , Año 15
Torero: La fonología del idioma Mochica
4. Estructuras fonológicas
Se adviene en el mochica una neta tendencia al monosilabi smo radical, tendencia que
hahía desembocado en la predominanci a ele raíces monosílabas (quizá más ele la mitad del
total) ; una fuerte presencia del patrón silábico máximo del idioma: CVC ; y la existencia ele una
vocal 'indefinida' , que podía desaparecer en sílaba final ele raíz polisilábica -donde era altamente
frecuente- o, al contrari o, surgir como apoyo vocálico al ligarse los morfemas en palabras. La
única o, en su caso, la primera sílaba ele la raíz permanecía, en cambio, inalterable.
El conjunto ele estos procesos centraba la identidad radical esencialmente en la primera
sílaha ele la palabra, y hacía posible la ocurrencia de formas léxicas 'amputadas ' -por ejemplo,
la ele alomorfos 'reducidos' en la clase ele los nombres de propiedad inalienable cuando se les
sufijaba un gramema 'privativo' tal como <-quic> (/-kik/)-.
No hemos detectado diptongos ni haces internos ele más ele dos consonantes -siempre
disilábicos-. A su vez, el contacto directo ele vocales nucleares se evitaba, al parecer, mediante
la interpos ición automática ele una yocl o un 'saltillo', según el caso.
En las ejemplificaciones que ciemos a continuación, pondremos en negrita las formas
atestiguadas y entre comillas las glosas castellanas, precedidas ele las siglas OR por Oré 1607
y LC por la Carrera, edición Altieri 1939, y, si fuera necesario, la indicación de las cifras co-
rrespondientes a números de página y línea; una barra separará las referencias comparadas; v.gr.:
OR. 407-27, mox/LC, 108-14, moix "alma". Cuando se trate de cotejar formas consignadas
por un mismo autor, se colocará tras la sigla de éste las referencias de locali zación y luego las
fo1mas pertinentes , igualmente separadas por barras.
Una de las características más notables de la fonología del mochica antiguo es la orga-
nización de la mayor pmte de sus consonantes en una correlación de palatalidad ('majamiento'),
que opone una serie ele no palatalizadas (' llanas ') a una de palatalizadas (' mojadas' o 'soste-
nidas') .
La vigencia de tal oposición se adv ierte gráficamente en los textos de Oré y la Carrera
por la ocurrenci a -obligatoria unas veces, 'optativa ' otras hasta parecer anárquica- de 'secuen-
cias vocálicas' que contienen la grafía <i> seguida o antecedida inmediatamente por la co-
rrespondiente a una vocal distinta. Se advierte, igualmente, por la presencia frecuente de grafías
consonánti cas simples o complejas que en el castellano de tiempos de la conquista española
de América implicaban palataliclad: <x>, <ch>, <11>, <ñ>, y otras ajenas a la fonología his-
pana pero 'acondicionadas ' para connotar igualmente palatalidad: <c;:i ,iz>, <tzhi ,itzh>, <cy>,
<xll>.
Esta impresión 'a primera vista' se ve enteramente confinnada por el análisis contextual
y el examen comparado de los materiales gráficos a nuestra disposición: en las 'secuencias
vocálicas ', la grafía <i> puede aparecer únicamente en contacto inmediato con consonantes
palatalizadas -como la marca misma de la palatalidad o como excedencia de ésta desde un
fonema palatal-. Así lo irán mostrando los ejemplos que suministremos más adelante, por pa-
rejas de oposición cuando las huhiere.
mos de indicar-, en cualquiera de esos autores , pero sobre todo en la Carrera y particularmente
en final de las sec uencias, <i> puede ocurrir o no oc urrir (haber o no sido percibida y transcrita)
en contacto con los fonemas de la serie palatalizada -lo cual prueba su naturaleza apendicular-;
ele modo que los morfemas que los contienen suelen aparecer esc1itos diferentemente de un
autor a otro o por un mismo autor; vgr. , cotej ando únicamente los textos del "Catecismo bre-
ve·': LC (pp. 105-107): oiz "tierra", moix "alma". moich "nosotros", moiñ "yo" , "a mí' ' ; OR
(pp. 407-408): vz, mox, much, moiñ o moñ; en sólo la obra de la Carrera: peiñ- (pp. 54, 56 y
otras), peñ- (pp. 56, 69 y otras) "bien"; ñaiñ- (p. 69), ñañ- (pp. 75, 96) "ave, pájaro".
Más todavía: las consonantes de la serie palatalizada pueden incidir en la naturaleza de
cie11os morfem as que se les sigan ; por ejemplo, cambiar en -i el sufijo de 'genitivo' normal-
mente escrito -e en la Carrera y en Oré, o introducir una <i> transicional entre la raíz y este
mismo sufijo: eizie "del hijo" (eiz "hijo").
Hemos recibido un breve estudio sobre el Arte de la lengua yunga de la Carrera reali-
zado por el profesor Even Hovdhaugen, de la Universidad de Oslo, en el que éste reconoce,
como nosotros, la existencia de una correlación consonántica de palatalidad en el mochica
antiguo y establece las parejas correlativas (Hovdhaugen, 1992: 117-118).
A lo largo del presente artículo, usaremos como marca de palatalidad en nuestro siste-
ma práctico de transcripción el signo /ji li gado al ele la consonante correlativa no palatalizada;
así distinguiremos, v .gr, /k/ ele /kj/.
Habríamos tenido por más apropiado caracterizar a los fonemas palatales, no por la
adic ión ele /ji , sin o por la del trazo semicircular (el diacrítico habi tual para marcar palatalidad)
bajo la letra correspondiente al correlato no palatali zado, o por una suerte de acento circunflejo
sobre dicha letra, a fin ele significar ele manera más visualizable que el rasgo de 'majamiento'
puede anticiparse o sucederse, o ambas cosas, a (ciertos) fonemas de la serie palatal; pero hemos
optado finalmente por un principio de simplicidad gráfica.
4.1.1 Sibilantes
4 En cieno s casos simplificamos las notaciones de Middendorf y Lehmann, y en otros las reescribimos:
vr., dos puntos tras una vocal indican alargamiento de ésta. <sh> remplaza a <s> con diacrítico. el
signo<º> eq uivale a la <e muda> del francés je .
4.1.2 Africadas
En cuanto al fo nema q ue Oré grafica con las letras <<.- ,-z> y la CatTera con la sec ue nc ia
complej a <tzh> , lo interpre ta mos como una afri cada apicoalveolar, a partir de las característi-
cas articulatorias que es pos ible infe rir de las ' reglas para saber pronunciar la lengua ' que provee
e l c ura de Reque:
"Algunos vocabl os son tan dificultosos de pronunc iar, que no se pueden escribir, sino es
con mucha dificultad , como son: tzhang, tzhoich, tzhecan, etc. Es tos, pues, se pro-
nuncian empezando con la t, e hirie ndo en la z y e n la vocal que está después de la h, de
manera que no di ga cha, sino tzha". "Para pronunc iar tzhoich, se ha de comenzar con
la lengua en e l paladar j unto a los d ientes, y acabar con los labios abiertos' ' (LC, 11 ).
Nos parece que de las indicaciones ele la Ca,,-era debemos rete ner ese ncialmente dos: que
la articulació n ha de reali zarse "con la lengua en e l paladar junto a los dientes" -esto es , e n la
zona alveolar; y que el sonido emitido , aunque parec ido a [c h] - de donde e l e mpleo de la grafía
h e n el haz trilítero -no ha de confundirse con éste- es decir, no ha de ser plenamente palatal.
Otra observac ión a tom arse e n c uenta es la insiste nc ia de la CarTera acerca de lo ' tan
difi c ultoso de pronunc iar' de esa secuenc ia fó nica, cosa que no habría di cho si hubiese preten-
did o describ ir una africada de ntoalveolar, puesto que articulaciones de ntoalveolares en oc lusión
y fri cc ión ex istían en el castellano americano, y habría bastado con adoptar las secuenc ias < ts>
o <tz>. YeITa, pues, Ce rTón (op . cit , 88-92) al creer reconoce r en <tzh> una dentoalveolar, y
vue lve innecesarias e inconsiste ntes sus disquisiciones diri gidas a ex plicar la inclusión ele < h>
e n e l haz como una medida destinada a evitar que se diese a <z> un sonido ... de fri cati va
interdental -fe nómeno que empezaba a cundir só lo e n partes de la lejana España-.
El crnTel ato pa latali zado de < tzh> era la afri cada pre palatal sorda <ch>, que tanto e l
autor anónimo del siglo XVI como la Carrera escriben de este modo, 'a la castell ana' , y que ,
por consiguiente, no plantea ning ún problema de interpretac ión fo nética.
Nosotros reanotarem os estos fo nemas africados como le;! y lc;jl, respecti vamente. /<.j/
puede 'anticipar' una <i> : LC, pp. 60 y 54: fachea= faichca " leña" ; LC moich, pero Oré much
" nosotros".
4.1.3 Velares
En el orde n velar, el mochica manejaba una oclusiva sorda llana semej ante al sonido
que en castellano se escribe <c(a,o ,u)> y <qu(e,i)> ; as í lo ano taro n Oré y la Carrera, y no
suscita tampoco problemas de identificac ió n.
Nosotros postulamos que e n los siglos XVI-XVII esta oclusiva llana poseía un coJTelato
palatalizado de articulación velar o mediopalatal, que el anónimo no distinguió de su <ch>,
pero sí la Carrera, quien , para su representación, ideó una composición gráfica especial de <c>
y < h> invertida -que se sustituye por <cy> en este artículo-. La oposición será señalada con los
signos /k/ y /kj/.
La Carrera (p.11) dice escuetamente de <cy> que ''es de diferente sonido que las nues-
tras, muy necesaria y forzosa para diferenciar esta pronunciación chido, chang, checan, etc. de
la h al revés, como cyapa, cyilpi, mocyquic, cyolu, etc." . La siente, pues, cercana de <ch>, tal
como lo hahía indicado líneas antes para la africada que anota con la secuencia <tzh>; pero
insiste en que deben mantenerse distintas; y, ele hecho, suministra ejemplos que sustentan su
aserto: cyang "dientes", chang "hennano de mujer", tzhang "tú" .
Cerrón , por su lado, piensa que se trataba de una africada prepalatal sorda, caracteriza-
c ión que hallamos incorrec ta porque crea confusión con la africada prepalatal sorda <ch> que
ex istía en mochica (el propio Ce1Tón lo admite) tanto como en quechua y castellano, y que Oré
y la CaiTera gralicaron precisamente de este modo. Se funda nuestro comentarista en la indicación
de Middendorf de que, en el mochica de su tiempo (dos siglos y medio después), la vieja <cy>
caJTeriana sonaba "como en alemán tj " (Middendorf, 1892: 51 ).
A nosotros nos reprocha el querer, dice, "cubrir una aparente orfandad atribuida a /k/
con un correlato gratuito, que e n este caso sería [kj]". Lo cie1to es que no cae en la cuenta de
que él también va dando elementos para establecer una correlación consonántica de palatalidad;
excepto que el 'correlato gratuito ' lo asigna a /t/ y no a /k/. En el Perú diríamos que desnuda
a un santo para vestir a otro.
Sin embargo, si hacemos el examen interno del material carreriano veremos que la
interpretación de nuestro colega no se sostiene; y se lo prueba mediante las contradicciones en
que el propio Cerrón incurre .
Para una de éstas , tenemos que adelantar que el mochica de la Ca1Tera distinguía cuatro
fonemas nasa les en final de morfema -lexema o gramema- y quizá también en posición
intervocálica: labial , dental , palatal y velar; tales oposiciones , exceptuada la labial , se neutra-
lizaban en cieJTe de sílaba interior de morfema, y el arquifonema resultante se adaptaba al
punto de articulación de la consonante que lo seguía o se realizaba como nasal velar ante /mi
y In/. Ante el fonema oclusivo velar /k/, por lo tanto, se hacía nasal velar, cosa que era graficada
habitualmente por el gramático mochicano con el dígrafo <ng>; esc1ibe así: i;engque "cuello",
changcod "pariente", xllongquic "comida" (de xllon "comida" más el sufijo 'privativo' -quic,
cuya adjunción velariza la nasal alveolar original). Ahora bien, la CaJTera coloca también <ng>
en la ocurrencia del arquifonema nasal ante <cy>: cangcyu "quijada".
Esto último suscita extrañeza en nuestro colega (p. 1 12), y a nosotros, en cambio, nos
confinna que /kj/ se articulaba en el velo del paladar o muy próximo de éste en tiempos de la
Carrera. No es improbable que para entonces estuviese adelantándose hacia una articulación
africada dorsal mediopalatal con apéndice fricativo más de tipo <ich-Laut>, lo cual no dejaría
de reclamar una realización velarizada del arquifonema nasal y, a la vez, daría a la Carrera la
percepción de un sonido distinto, pero próximo, de /i;j/; su adelantamiento habría continuado
hasta articularse [tj] o confundirse con Ir:;/ o /r:;j/ en época de Middendorf.
Otro argumento en favor de nuestra hipótesis: ya en ocasión anterior (Torero, 1990:
394-395) habíamos advertido a CeITón sobre las dificultades que, para la explicación de la
adopc ión de voces de origen quechua por el mochica, le acarreaba su interpretación de la <cy>
caiTeriana como una "africada prepalatal". Ahora bien, la Ca1Tera registra evidentes quechuismos
en el mochica, e ntre ellos los que escribe faccya (quechua /wakcha/) "pobre" l w>tl y mocha
(quechua /mucha-/) "adorar". Nuestro colega transcribe el primero como /faktja/ ateniéndose
ciegamente a la ecuación: La Carrera <cy>=Middendorf <lj> y rechaza ndo sin análisis nuestra
interpretación de <cy>=/kj/. Sostiene, e n consecuencia, que, "para el o ído mochica, el fonema
que más se avenía" con la /c h/ quechua era su /tj/ (Cerrón , 1989: 52); pasa así por a lto la
existenc ia en ambas lenguas del fo ne ma /ch/ y no busca una causación a su trueque por una
presunta /tj/ en ese quechuismo.
Si , e n cambio, Cerrón hubiese as umido nuestra postulación , habría comprendido que,
no poseyendo /kj/ el quechua, los prop ios quechuahablantes habrían solido articular su /ch/
asimilándo la algo a /k/ en contac to con ésta, por lo cual los oídos mochicas habrían percibido
un sonido próx imo a su /kj/ y ajustado el préstamo a su idioma bajo la forma /fakkja/. Es
claro.
Con la afirmación, ade1rn'ís, de que para el mochicahablante el fonema que ·'más se
avenía" con quechua /ch/ era su presunta /tj/, el lingüista peruano en tra en disquisiciones inúti-
les -y recurre a la intermediació n del castella no, probabl e pero no pertinente- para explicar por
qué e l o tro préstamo quechua, /mucha-/, fue adoptado como mocha y no mocya. Bastaba con
comprender que, salvo un condic ionamiento especial , que no se daba en e l caso del último
quechuismo, /ch/ sonaba igual a oídos m ochicas, quechuas o castellanos, y que un mochica
tras ladaría la /c h/ del quechua /mucha-/ o la del castellano /mocha/ a la suya propia sin com-
plicación de ningún género.
4.1.4 Dentales
El m ochica poseía una consonante oclusiva dental sorda ciertamente similar o idéntica
a la /ti castellana y que se puede notar como ella. Pose ía igualmente otro fonema dental que el
anónimo y la Can-era transcriben con la grafía <d>, pero que plantea múltiples problemas de
identificación.
En primer lugar, esta <d> es defectiva: nunca ocu1Te en posición inicial de palabra; su
mayor frecuencia se da e ntre vocales y e n final de palabra; e n el decurso, su aparic ión está
ligada sobre todo a la de ciertos sufijos. Sus reali zaciones fó nicas son difíci lme nte asibles. Por
las posiciones en que ocurre, le correspondería una articul ació n fricativa o sem iocl usiva, de
preferencia sonora entre vocales y sorda e n final de palabra, como es el caso en castellano, la
lengua de referencia para sus anotadores . Sucede, sin embargo, que la Can·era recoge en mochica
como [r] la <d> intervocálica en un préstamo hispano: casaro 110/011 " hombre casado" (p. 69)
y nunca escribe como <d> las [r] mochicas que va e ncontrando; además, incluye e n su "car-
tilla" de sílabas cuyo sonido hay que ejerci tar a <d> en inicial sil ábica (pero sólo ante la vocal
o) y, sobre todo, en final de grupo si lábico (p. 12). No obstante, en ninguna de sus " reglas para
saber pronunciar la lengua" suministra indicaciones espec iales respecto de <d>.
Tal vez pueda deducirse de estos datos y estos silencios que <r> y <d> se distinguían
articulatoriamente de la misma manera e n mochica y castellano, y que e n la frase casa ro 1wfri11
e l hispani smo se había construido en moch ica a partir del verbo caste ll ano casar más el morfema
'cualitativo ' -o (/-o:/); considérese cómo en quechua y aymara los derivados del verbo casar
se constituyen sobre la base casara- y no casa-. La grafía <el> representaría un sonido fricativo
(o semioclusivo) dental , sonoro o sordo según los contextos.
Pero la situación pudo ser más compleja. En apartados anteriores habíamos visto que la
africada apicoalveolar escrita <tzh> por la Carrera aparecía como <<;-,-z> en el anónimo -v.gr. ,
OR ~ang/LC tzhang ·'tú" ; OR exllmuz/LC exllmotzh "cinco"-, en tanto que ambos registraban
de la misma manera, <ch>, la africada prepalatal, y que el anónimo no diferenciaba a esta
última ele la <cy> carreriana. Acabamos de ver, en fin, que en mochica no ocurre <el> en
comienzo de palabra.
Ahora bien , comparando los textos del anónimo y ele la Carrera. hallamos al menos un
caso en que <tzh> pat1icipa en una secuencia inici al de palabra a la que corresponde en Oré
<ch>, y no <e;>: LC, 91-35, tzhio ponaio/OR, 403-38 chopunayo "de verdad". Estimamos que
si la Carrera, esta vez , no empezó también la palabra con las síl abas <cho> o <cyo>. o
simplemente <tzho>, fue porque buscaba representar una suerte ele palatalización de <t> -esto
es, [tj] - med iante la interposición ele una <i> entre <tzh> y la vocal <o>, cumbre silábica (como
lo hacía en el caso de <c;i>+vocal ).
Encontramos otros casos de <tzhi>+vocal en la CaJTera: tzhia "menos, menor, infe-
rior" (pp. 87-26, 88-8); tzhiac "antiguo en edad" (pp. 87-27, 106-3); cun tzhiu "remolino (del
pelo)" (p. 80); cutzhio "chicha'' (pp. 72, 108). y quizá maitzh "señora" (p. 93-5), vocablo que
se registra una sola vez. En ninguno de estos casos estamos ante diptongos, inexistentes en el
mochica, ni ante secuencias de vocales nucleares -que el idioma habría impedido por interpo-
sición de un a yod en los ejemplos citados. Estamos. sin eluda, ante la graficación , mediante
<tzhi-,- itzh>, de un sonido ' mojado ', muy probablemente de un fonema /tj/. diferente tanto de
<tzh>=/c;/ y de <ch>=lc;j/ cuanto de <cy>=/kj/.
Dos siglos y medio después de la Carrera, Miclclendorf responde regularmente con
<tsi>+vocal o con <zi>+vocal a la secuencia caJTeriana arriba indicada. Para Middendorf (op.
cit. , p. 51 ), <ts> y <z> representaban un mismo sonido, una africada dental. El añadido de <i>,
sin embargo, no convie11e a <tsi-> en una africada palatal , como habría sido de esperar, y el
estudioso alemán la mantiene distinta de <ch>. Este hecho nos lleva a pensar que, en realidad,
lo que ocurría era un ablandamiento de la /ti mochica por palatali zación , y adición de [i], lo
cual daba un sonido similar al notado como <tzhi-> por la Carrera. Middendoit· registra las
voces señaladas, excepto la última, maitzh. Así, escribe tsiopana-io (p. 181-13) -el chopunayo
del anónimo-; tsia (pp. 180-15 y 181-19); tsiak (p. 180-17); kunzio (p. 59-8b); kurzio (p. 62-
20a).
Si vamos por buen camino, comprenderemos mejor el desconcie110 de la Ca1Tera acer-
ca de cómo notar la realización de una posible /tj/ al inte1ior de palabra entre dos vocales de
timbre [i]: el vocablo "uña" aparece escrito, a renglón seguido y sin explicación alguna, de tres
formas diferentes: mi'<i, miyi y midi (p. 80). En tal contexto, */tj/ sufriría efectos de
sobrepalatalización, fricativización y sonorización.
Al respecto, cabe señalar que la Carrera emplea como separador de vocales nucleares
la letra <i> y no la letra <y>, que sí utiliza el anónimo para tal fin. Es probable que en el
tiempo transcurrido entre la escritura de uno y otro textos, <y> hubiese pasado a representar a
una fric ati va o una africada sonora; por lo que la CatTera sí recurre a ella en la voz miyi. Una
vía simil ar, sumada a una situación muy avanzada de descomposición de la lengua, habría
desembocado e n la fo nna que M artínez de Compañón anota para la glosa "Dios": e l hispani s-
mo Yos. tal vez ori ginalmente perc ibido por e l mochicahablante como */t_jos/ o */tjozj/.
Considerando los datos indicados, podemos postul ar que en mochica anti guo existi ó
efecti vamente un correlato palatali zado de /ti, que, o tenía todav ía vige nc ia como fon ema único,
/tj/, en tiempos de la Carrera, reali zándose con marcada variac ió n fo nética contex tual, o se
había escindido ya en dos fo ne mas, /d/ y /tj/. Tambié n podemos suponer que desde e l primer
estado que conocemos de l mochica, /d/ y /tj/ eran fo nemas difere ntes ; pero esta hipótesis no
está sustentada por los datos, que, m ás bien, parecen mostrar una distri buc ión complementaria
de [d] y [tjl . Middendorf emplea <d> como e l anónim o y la Carrera, a la par que continúa
distin guie ndo fon éticamente a <tsi-> (o <zi->) de la antigua <cy> carreri ana -a la que esc ri be,
a su vez, de una m anera espec ia l: una <ch> con virg ulilla o comill a sobre <c>-.
4.1.5 Labiales
El orden labi a l comprendía dos fo nemas, oclusivo y fri cativo sordos, /p/ y / f/, a los q ue
se encue ntra reproducidos regulannente con estas mi smas grafías desde los primeros hasta los
últimos textos en mochica.
La ocurrenc ia de 11/ fu e un ra~go in frec uente e n e l área lingüística cent roandina, por lo
que su prese nc ia en topónimos y ant ropóni mos singul ariza a esta lengua norperuana y es uti-
lizable para establecer cuál fu e e l teJTitori o e n que se expandi ó. En cambio, la semiconsonante
[ w ] , de tan alta aparición e n id iomas de gran exte nsión en los A ndes . como quechuas y arus,
fue ignorada por los mochicas, quie nes la asimilaro n a su /U e n los préstamos desde otras
lenguas .
No hall amos indicios de que en una antigua etapa del idi oma se hu biese aplicado la
oposic ión de palatalidad en e l orden labia l.
En la obra de Midde ndorf y autores posteri ores se observa un a tendenc ia a la
sonori zac ió n de la fr icati va, sobre todo e n posición inte rvocálica y fi nal de lexema; v.gr.
"culebra, serpiente" : LC cyofüt/Middendorf tsuvat o chuva t con virgulilla sobre <e>. Tal
vez pueda plantearse que un proceso sim il ar fue el que conduj o en e l mochica antiguo a la
aparición del sonido escrito <d>, a partir de una hipotética */tj/. Del mismo modo, cabría
fotmul ar la hipótesis de que la < f> de Oré y la Carrera tuvo un lejano antecede nte en una
bilabial palata lizada, */pj/.
4.1.6 Vibrantes
Es d udosa la ex istenc ia de una opos ic ión r/rr, ' vibrante simple ' vs. 'vibrante múltiple',
en antiguo mochica. E l tex to anónimo no usa la múlti ple; la Carrera, en cambio, emplea ambas,
con preferencia paradigmática por la múlti ple (si bien con vaci lación: parong/parrong "vasallo",
pp. 69 y 76), pero con utili zación de la si mple para notar gramemas de cierta frecuencia en el
di scurso, como el 'genitivo' e n -or.o.
M iddendorf es am biguo al respecto: "la r se pro nunc ia medi ante una vibrac ión de la
punta de la leng ua en el paladar anterior, de manera no rara vez mu y fuerte, tanto a l fina l como
4.1.7 Laterales
"En anteponiéndose vocal a la x [sic, por xll] , se comenzará a pronunciar con los labios
abiertos, y se acabará la dicción con la lengua pegada al paladar, echando el sonido de
la vocal y de las dos II por un lado y otro de la boca como: axll, exll, ixll, oxll, uxllup,
oxllang".
De ac ue rdo co n nuestra hipó tes is ace rc a ele las pa lata les e n e l anti guo m oc hi ca ,
transcrihimos las ll anas com o <l> y< !> y sus correlatos ' mo jados' como < lj> y < 1_i>.
Los cambios ocu1Tidos de mediados de l sig lo XVII a fi nes de l X IX fue ron: a) la con-
flu e nc ia de las ll anas e n un úni co fon ema qu e suces ivamente se velari zó, e nsordec ió y , fin al-
me nte, se des laterali zó para tornarse e n un a fri cati va velar en tiempos de Middenclorf; b ) la
deslaterali zac ió n de xll que desembocó: o en un a fri cativa dorsal mediopa latal de tipo ich-Laut
acompañada o no de yod (como la reg istran generalmente Midde ndorr y Lehm ann ), o 'di sue lta'
en una secuenc ia de fri cati va ve lar y yod sucedié ndo la o antecediéndo la, según la pos ición que
xll había oc upado o ri g ina lmente e n e l marge n s il ábico; ésta fu e la rase fin al de l trayec to
transfonologizado r y desestructurador, con la conve rge nc ia de la ' nueva j ota ' mochica y la
'j ota ' de l caste ll ano pe ruano.
R. Cerrón e xpe rimenta un real desen foque c uando intenta hacer la de finici cí n fo néti ca
de xll. A nte todo (op. cit., 107-11 O), interpretand o ma l la ex presión " hirie ndo en e ntrambas"
de la Carrera, procede a '·descomponer" e l haz trilítero en segmentos; caracteriza al primero
de e llos, < x>, como " hirie nte" y " acorde con el que ya tenía el castellano de la época" , esto
es, un a fri cati va velar, una 'j ota' en bue n ro mance; y a l segundo , <11>, lo da como lo óptimo
-"nada mej or" , a firm a- para representar la " moj adu ra de l pal adar". Dicho esto, nos o frece su
de finici ón: un sonido " fri cativo prepalatal late rali zado".
No nos explica este autor por qué vari as pág inas antes había as ignado rotundame nte a
la grafía <x> e l valor de sibilante palatal, mie ntras ahora, con igual rotun didad, la vue lve fri cati va
ve lar; tampoco justifica su pe regrin a idea de que " nada mejor" que el seg mento < 11> para
represe ntar la palata lidad . En fin , no cae en la c uenta de que la artic ulac ión lateral reclama
necesari a y específi came nte e l bloqu eo por la leng ua de la línea med ia de l paladar, justo por
donde se co nstituye un cana l abierto de m odo continuo para emitir cualquier fri cati va, y que,
por lo tanto, no puede haber un sonido ' f1i cati vo lateralizado' . O es lo uno o es lo otro.
Desconc ierta ig ualmente que el autor, des pués de ufanarse de qu e su reconstru cci ón no
cons idera ninguna fri cati va ve lar (pág . 11 O), incluya sorpres ivame nte, e n su ' in ve nta ri o
consonántico ' fin al (pág. 123), a la m altrecha xll -o al signo con que la grafi ca- com o fr icati va
ve lar (e n e l mi smo orde n que la nasal ve lar y la oclusiva /k/), y ya no prepalatal ni laterali zada.
4.1.8 Nasales
Com o ade lantáram os e n e l aparrado 4. 1.3, e l antig uo m ochica poseía cuatro fo nemas
nasales, de puntos de a rti culación labial, de nta l, pal atal y ve lar -< m>, < n>, < ñ> y < ng> según
las grafi caciones de l anó nimo y de la C arre ra; reano tamos la velar con el signo<@>. Todas
las nasa les, excepto < m>, se neutrali zaban en c ie rre de sil aba no fin al de palabra. Hay en la
Caffera un claro par mínimo que muestra e l valor di stintivo de la opos ición < n>l<ng> en fin al
de lexem a: pon "cuñada"/pong "piedra, ce rro".
< n> y < ñ> e ntraban en la corre lac ió n de palatalidad , por lo que en nuestra transcripc ión
se notan como < n> y < nj > .
< nj>, ta l com o se indicó en el apartado 4 .1 respec to de los sonidos ' mojados ' , puede
despre nder de sí su compone nte palatal e n forma de un a yod , as í como volve r / i/ la /e/, incluso
la / ü/, de ciertos m orfe mas. A continuac ió n presentamos algunos ejem plos:
LC, p. 69: peño, peñiio "cosa buena"= /penj-/ "bien", /-o:/ 'cualitativo'; /penj-/ "bien",
/-i-/ 'genitivo ', /-yo:/ 'cualitativo'.
De no ser por la palatalizada precedente, el 'genitivo' habría adoptado la fonna /-e/.
LC, p. 54: peiñ poler eiñ metca lena sonong "yo trajera de buena gana a mi mujer
conmigo"= /penj/ "bien".
OR. 407-22: enong cio ñofnur peñis? "¿Cuál es el bien del hombre?" = ... /ñofün-/
"hombre, humano", /-ür/ 'genitivo', /penj-/ "bien", /-i-/ 'vocal epentética' , /-s/ 'dominial'.
Compárese esta frase interrogativa, contenida en el "Catecismo breve", con la corres-
pondiente en:
LC, 106-8: eñong '<io '<iam chipcor peñoss "¿Cuál es el bien de la persona?" = ... /
zjam-<;ji-püc-/ "persona, humano", /-ür/ 'genitivo' , /penj-/ "bien", /-ü-/ 'vocal epentética'.
/-si "dominial".
LC, p. 56 ñaiñ, ñaiñiio "el ave, el pajaro" = /njanj-/ "ave, pájaro", /-i-/ 'genitivo' , /-yo:/
'cualitativo'.
Compárese con:
LC, 75-36: Ecapocoz xllom pocna pon fópi'<or, ñañissap'<on "¿Crees en sueños y [en
el augurio de los] pájaros ... ?" = ... /njanj-/ "pájaros", /-i/ 'genitivo', /sap/ "voz, man-
dato, augurio".
Como sostuvimos en 1986 (pág. 531 ), el mochica de los siglos XVI y XVII poseía una
yod en función consonántica, si bien de bajo rendimiento paradigmático. Esta yod debe distin-
guirse cuidadosamente del sonido escrito <i> que suele aparecer circundando a las consonan-
tes palatalizadas -como acabamos de ver en las ejemplificaciones de /nj/- .
La forrna /-yo:/ que a~ume el 'cualitativo' /-o:/ cuando sigue a vocal en la palabra aumenta
la presencia de la semiconsonante /y/ en el decurso. El anónimo, en tal caso, la grafica <y>, y
la Carrera y Middendorf <i>.
Hemos visto igualmente, en el apartado 4.1.4, que la grafía <y> puede indicar a veces
una variante contextual de /tj/ (LC miyi "uña"; Martínez de Compañón Yos "Dios" ).
La ocu1Tenci a ele yod en cierre de sil aba se acrecienta por los procesos de contracc ió n
silábica, como en el caso del verbo "ciar" : O R piyic, LC piioc , que en la seg unda persona de
' imperativo' se convierte en piycan para ambos autores (con variantes como pijcan o piican ).
Oclusivas y africada:
Llanas: p t
Moj adas: tj
Fricativas:
Llanas: z s
Mojadas: ZJ SJ
Sorda: f
Sonora: (d)
Vihrante: r
Laterales:
Llanas: 1
1·
Mojadas: lj .J
Nasales:
Llanas: m 11 @
Mojada: 11J
Semiconsonante: y
En nuestro artículo de 1986 escribimos que el análisis del sistema vocálico del antiguo
mochica se ve complicado por la escasa infomrnción suministrada acerca de longitud, intensi-
dad, altura, acento, ritmo, etc. Preferimos entonces ser restrictivos, tal vez excesivamente, en
el establecimiento del inventario vocálico de esta lengua, postulando la existencia de sólo cuatro
vocales -con ellas la o carreriana- y atribuyendo a variación alofónica la mayor diversidad
gráfica percibida en los textos.
Si bien las nuevas fuentes a que ahora tenemos acceso (Lehmann y Brüning) no faci-
litan información más amplia, en lo que sigue aceptamos, por razones más bien operativas, la
propuesta de seis vocales que formuló en 1644 la CaiTera y que Hovdhaugen ( 1992) y Cerrón
( 1995) hacen suya. Sin embargo, dejamos señalado que los autores mencionados no proveen
pares mínimos ni contextos diferenciales que sustenten convincentemente la independencia
fonológica de tales unidades -en particular, la existencia de dos vocales anteriores, /i/ y /e/, que
podrían no ser más que manifestaciones de una sola unidad bajo condiciones prosódicas diversas,
acentuales en especial-.
Por ello, en el siguiente cuadro del sistema vocálico ponemos provisionalmente a (e)
entre paréntesis:
altas ü u
bajas (e) a o
Puede plantearse igualmente la ex istencia de vocales largas que doblan las breves indi-
cadas mTiba, excepto a (e) .
Frente a nuestras reticencias de 1986 para admiti r las se is vocales dado el silencio de
las fuentes ori ginales y la imposibilidad de verificación por la extinción del idi oma, R. Cen-ón
critica nuestra enumeración de ciertos datos fa ltantes, como los relati vos a longitud , intensi -
dad, altura, acento, ritm o, etc. Ati ,ma (p. 83, nota 51) que si el acento incluye ya las propieda-
des de cantidad, intensidad y tono o altura, no alcanza a comprender por qué empleamos a
renglón seguido ' intensidad ' y 'acento' .
Al respecto, cabe recordarle algo muy sencillo: la intensidad, la longitud y el tono o
altura son rasgos físicos intrínsecos de cualquier sonido, por mínimo que sea, y las lenguas
hace n dive rsos usos de estos rasgos, ya en unidades dist inti vas mínimas, fo nemas, ya en ace n-
to o en entonación. A di fe renc ia de su utilización fo némica, parad igmática, el aprovec hamien-
to de esos rasgos en e l ace nto tiene necesari amente por marco una unidad s intag mática
plurisilábica: palabra, frase, período, que se constituye en la 'unidad ace ntual' . El relieve de
una síl aba por el 'acento' se hace respecto de otras al interi or de esa unidad mayor. No puede,
pues, ex istir una 'a acentuada ' opuesta a una 'a inacentuada' como unidad fonológ ica, pero sí
una 'a intensa' opuesta a una 'a no intensa' .
Ya la fo netista francesa Margueri tte Durand demostró hace med io siglo, en un artículo
acerca de las ll amadas vocales largas y vocales breves en francés ( 1946), que la real oposición
entre éstas no consi ste en la longitud de sus segmentos respecti vos, sino en el grado de inten-
sidad con que se los articul a; es decir que, en pares mínimos como los escritos pate/patte,
maitre/metre, tete/tette, jeiine/jeune, se trata de una oposición de tensa a fl oj a, de fuerte a
débil , de intensiva a no intensa.
En cuanto a lo que la Carrera llama la 'sexta vocal ' del mochica, su <o>, R. Cerrón
maneja datos de gran interés; pero hace algunas interpretaciones rad icalmente contrari as a las
que esos datos reclaman . Por ejemplo, nos critica el no haber advertido el carácter "bemoli zado"
del "fonema" (en realidad , más de uno) que la Carrera representa con las letras latinas <ae>
ligadas, que en este artículo remplazamos por <o>. No obstante, las descripciones -o tentati vas
de descripción- que re úne para demostrar tal carácter, debidas a la Can-era, Middendorf y
Brüning, ev ide ncian precisamente una articulac ión poco o nada bemoli zada.
Abrev iemos: para la Carrera ([ 1644] 1939: 10- 11 ), <o> "tiene principio de e y fin de u,
de manera que son dos vocales en una". Retengamos de esta explicación una pos ible sec uencia
percepti va por pm1e de la Carrera: pri mero observa que los labios se distiende n y retrae n como
disponiéndose a pronunciar una Ie], pero luego advierte que en el fondo de la garganta se intenta
una !u!.
Para Midclendorf-quien también provee una visión secuencial- se trata ele "dos diptongos
impuros a y uIque l están emparentados en tanto ambos comienzan con a, oo e y terminan con
una u" ; "pero -añade- en a, la u se escucha apenas; en pronunciación rápida no se escucha en
absoluto y el sonido se convierte en una a o e simple"; "en u, en cambio, predomina el sonido
u, generalmente más largo" ( 1892: cap. I, 49). Se entiende que el sonido u 'predomina' y es
'generalmente más largo' respecto de a, o o e. Aún habría que retirar de esta última serie a o,
puesto que, en realidad, no está presente en el desatTollo y el acabamiento de ninguno de los
procesos descritos por el investigador alemán.
De sus fallidos intentos por aprender a pronunciar este último sonido nos cuenta
Middendorf: "Durante una prolongada estadía en Eten , el autor ha tratado de analizar muchas
veces e l movimiento de la lengua y del paladar [nótese que no dice 'de los labios'] de este so-
nido singular e imitarlo, pero sus intentos tuvieron por resultado sólo la risa de los indígenas".
Echando mano de un colorido símil, Brüning (1917-1918) dice, por su parte, que la vocal
en cuestión "suena como ui, pero pronunciándola como eruttando" (sic) (CetTón, 1995: 79, nota
48). En esta última anotación de Brüning ve nuestro crítico un "patente abocinamiento de los
labios"; nosotros entendemos, al contrario, que hay un retraimiento labial y un recogimiento
del dorso lingual hacia el centro de la cavidad bucal.
En su misma nota 48, para apoyar la hipótesis de 'abocinamiento' de la mencionada
vocal. Cerrón refiere que, en un fórum realizado en Lambayeque (Perú) en 1988, el señor Simón
Quesquén -nativo de la zona-, aunque no sabía usar el desaparecido idioma, "hizo públicamente
la demostración de que para hablar mochica había que abocinar los labios". Sin embargo, don
Simón lo que hizo fue un remedo genérico, sin referencia a un sonido en especial. El
abocinamiento labial bien pudo existir efectivamente en la fonación mochica, pero ser, o un
rasgo consonántico (como en la chicheante apical francesa), o vocálico concomitante con la
articulación de una vocal posterior (como el reprobado ch'utu que caracteriza la ejecución de
/u/ en el quechua del campesino cuzqueño).
De la consideración de todas sus fuentes, Cerrón descm1a con razón que, con la grafía
latina que emplea, la CaITera buscase representar un sonido equiparable al de la /o/ francesa o
alemana, vocal anterior con redondeamiento labial que Middendorf, naturalmente, no habría
tenido dificultad en reconocer y reproducir. Se empeña, sin embargo, en asignarle rasgos fónicos
que caracterizan a dicha vocal, al interpretarla "de modo aproximativo" -dice- como "de tim-
bre medio, anterior y redondeado" ( 1995: 79).
Por nuestra parte, estimarnos que el signo <o> fue usado por la Carrera para notar, al
menos, dos fonemas distintos y varios sonidos que tenía por más característicos del mochica
debido a su mayor alejamiento del vocalismo castellano, según se deduce de sus propios datos
o del cotejo de su notación con la utilizada por Middendorf:
/u/ castellana- y únicamente en raíces, no en sufijos (tal vez porque estos últimos
consistían en sílabas sin carga acentual).
Otro sonido representado por Micldendorf. su "u impura", que asimismo, sólo se daha
en sílaba inicial de raíz y que graficaremos como <u>, parece poder asimilarse a <u>: compá-
rese el vocablo correspondiente a "hilo": pup y píip en Mide!. , pp. 49 y 62, respectivamente.
En razón ele la insuficiencia ele los testimonios que nos quedan de esta lengua ya extin-
guida, no hallamos modo de verificar la hipótesis de Louisa Stark -que Cerrón rechaza sin más
( 1995: 78, nota 47)- según la cual los dos "diptongos impuros" ele Micldenclorf, a y íi, no eran
más que alófonos de un mismo fonema, que se hallaban en distribución complementaria en sflaba
inicial ; pero tampoco podemos descartar de ningún modo que así lo fuera en tiempos de la
CaITera.
Comparando los reducidos textos comunes en Oré y en la Carrera (oraciones y Catecis-
mo breve), podemos observar, sin embargo, que a la <6> del gramático lambayecano el anónimo
responde :
a) Con <u>, o la variante gráfica <v>, en palabra monosilábica (donde <6> no podía
caer; véase 4.3 ): vz "tierra, mundo"; i;ung "tu, tuyo".
b) En palabras poli sil ábicas, con grafías que implican asimilación de la vocal a su con-
torno fónico dominante, incluso no necesariamente en contacto: la hallamos como
<i> tras consonante palat a l o pal a tali zada: yxllis '·pecado+vocal
epentética+dominial", peñis "bien+vocal epentética+dominial", piyic "dar",
eyipman "se haga"; como <e> tras dentales y alveolares: ycec "todo", ayecen
'conectivo ', -cer 'nominalizador abstracto', -sec 'gerundio', -er 'genitivo' en crucer
"de la cruz", o luner "del día"; con labiales, <u>, a veces <o>: i;oput "tres", capuc
"encima" -puc "agentivo", -pun 'dativo ', much "nosotros, nuestro", lumudo o
lumodo "muerto", -mun 'comparativo' , -num 'segundo supino', -ur ·genitivo' en
ñofnur "del hombre"; con velares, en fin, tanto <e> como <u>: onec " uno", pero
onuco "uno+cualitativo"; poleng o polung " voluntad", vrqueng "cuerpo, carne".
De otro lado. podemos entrever en los datos dispersos, del anónimo hasta Middendorf,
que los ·diptongos impuros · de este último, como la <ü> de la Carrera, eran expresión de un
crecien te dehilitamiento vocálico, que acentuaba la tendencia al monosilabismo radical.
El avance de este proceso se manifestaría en la fuerte predominancia del 'diptongo
impuro ' a frente al 'diptongo impuro· u (que ocurre en sólo una quincena de voces); en la
presenc ia de aq uél en un 50% de las sílabas finales CVC de raíces polisilábicas; en el
'posicionamiento · de a también en la primera sílaba de la raíz, con una sorprendente variabi-
lidad fonética; y, en fin , en la ocurrencia de haces silábicos de más de dos consonantes -con-
trari os, por lo tanto, al viejo canon silábico-, que Midclendorf ejemplifica con varios casos de
·segundo supino' en -nam: alknam,jaksknam, nerknam, tsimpnam, respectivamente " para
peinarse'', ·'para pisar" . "para secar" , "para quitar" , y con la raíz verbal orrnch "j alonear" (op.
cit. , 86, 87, 89, 91 ). En el anónimo, hay un caso ele tal secuencia 'anómala' , la correspondiente
a ·'ocho" en ·'Mandamientos ele la ley de Dios" : langs, que es langoss en la Carrera - /la @üs/
en nuestra retran scripción.
Por lo demás, el autor alemán opone como unidades distintivas a sus dos 'diptongos
impuros· en un par mínimo: fip "sal" y ap "ají" (Micld., p. 89). Infelizmente, la Carrera regis-
tra únicamente la voz ·'sal", op (LC, pp. 53, 61, 64); con lo cual tocia verificación para el mochica
antiguo resulta imposible. Sólo nos queda conjeturar que se había desarroll ado en el idioma
norteño una "vocal indefinida" similar a la 'e muda' francesa, la a ele Middendorf, que, si bien
podía 'caer' o. al contrario, 'aparecer' como vocal de apoyo en sílaba no inicial, había tem1inado,
en cambio. afinnándose en la primera sílaba ele la raíz como un fonema distinto ele /ü/ y dejado
de ser mera variante alofónica ele éste.
En su ' migración ' en esta sílaba inici al desde alófono ele /ü/ a fonema de por sí, esa
vocal -según nos parece por la descripción de Middendorf y los últimos registros de voces en
el siglo XX- se dirigía a ocupar la casilla que en nuestro cuadro vocálico hemos consignado
con (e).
Sin embargo, las sílabas que contenían la vocal /ü/ se hall aban sujetas a más restric-
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Germán de Granda
Una de las notas caracterizadoras que pueden ser aplicadas al último decenio trans-
currido en el ámbito de la teorización lingüística consiste, en mi opinión , en el crec iente
interés dedicado a una temática específica: las modalidades , condicionamientos, restric-
ciones y consecuenc ias de los procesos de transferencia gramatical derivados de situacio-
nes contextuales de contacto lingüístico e ntre cód igos de comunicac ión oral.
Esta circunstancia -c uya motivación concreta veremos más ade lante- es fácilmente
comprobable con sólo recorrer la numerosa bib li ografía producida, al respecto, desde 1987
en la que destacan , entre otros muchos , los volúmenes elaborados (o dirigidos) por R. Appel
y P. Muysken ( 1987), S.G. Thomason y T. Kaufman ( 1988), J. Bechert y W. Wildgen ( 1991 ),
E.H. Jahr (1992), M. Gerritsen y D. Stein ( 1992) y A.C . Harris y L. Campbell (1995) o, en
un área más restringida, por T. Dutton y D.T. Tyron ( 1994), referidos, en su totalidad o en
gran parte , a la temática en cuestión.
También es notorio el interés por dicha problemática entre los estudiosos de la
lingüística hispánica como lo demuestran , s in lu gar a dudas, tanto invest igaciones
monográficas como las llevadas a cabo recientemente por E. Hekking (1995) y K.
Zimmennann ( 1992) sobre situaciones de contacto lingüístico en México o por C. Silva-
Corvalán ( 1994) acerca de similares fenómenos en el suroeste de los Estados Unidos como
los valiosos volúmenes (dedicados monográficamente a procesos de transferencia relacio-
nados con el español en diferentes zonas territoriales) que han coordinado, en años muy
rec ientes, K. Z imm ermann ( 1995) y C. Silva-Corvalán ( 1995a) o el que, dirigido por mí,
aparecerá próximamente en Buenos Aires (Granda ms. a) dedicado a similar temática.
No pa rece, pues, in adec uado que e n un a coy untura co mo la aquí a puntada ded iq ue-
m os nues tra atenci ó n a examin ar. desde un á ngul o de ohservac icín e ncl avad o (te rritoria l y
conceptu a lme nte) de nt ro de l área lin g üísti ca hispáni ca, un te ma teó ri co ge ne ral como es e l
re lac io nad o co n la re levancia -o no- de los procesos de tran s ferenc ia de riv ados de situ aci o-
nes de c o ntac to de le ng uas ya que qui zü e ll o pueda, aunque sea m ínima me nte, proporc ionar
m ate ri a les vali osos para re pl a ntear ele m odo correc to a lg un os as pec tos de un a qurrestio
dis¡)//tcllp tan impo rtant e, para la teoría de l cambi o lin g üísti co, como la que nos oc upa.
Esta será la fin a lidad prim ari a de las presentes püg inas . Y , para a lcanzarl a, cons i-
deraré com o punto de partida los mate ri a les fac ilit ados por un co ntex to hi spá ni co de con-
tac to hasta a ho ra mu y escasame nte manej ado, con este fin , e n la bihli ogra fía ex iste nte: e l
de termin ado, e n la pro vincia arge ntina de Sa ntiago de l Este ro , po r la coex iste nc ia e n e ll a
de l españ o l y de l quec hua local o santi ag ue ño. Para su exame n utili za ré, como re fe rente
organi zador, e l m ode lo teórico que he empicado, en trabajos a nteri ores (Grand a 1995 . 1996,
m s.b). para la co nsiderac icín de otros procesos de transfe renc ia entre le ng uas de contac to s i
bi e n modifi cad o y (as í lo espe ro a l me nos) , compl etado y refin ado en al g un as de sus facetas
me todo ló gi cas de aplicac ión.
Pero , a ntes ele e ll o, considero preci so ex po ne r, con obl igada brevedad, e l stotrrs
quaestionis de l Le ma teóri co que aquí co ns ide ram os . es dec ir de la probl e máti ca re fe rida a
la ex te nsi ón. m odalid ades y condici o na mientos de las co nsecue nci as que. e n e l ámhilo
gramati cal, puede n deri varse ele si tu ac io nes co ntex tuales ele coex iste nc ia de códi gos , d ife -
rentes entre s í, de comuni cac ió n ling üística .
C o m o he te nid o oportuni dad ele resaltarl o e n ocas io nes prev ias (Gra nda ms. e y ms.
d ), la teori zac ió n lin g üísti ca mode rna ha dedi cado su ate nci ó n de modo pred omin ante y, en
ocas io nes , cas i e xclu sivo a l an á li s is de los fac to res inte rn os, es tructu ra les, de l proceso de
cambi o lin g üísti co lo que, co nsec ue nte m e nte , la ha ll evado a oc uparse , e n ge nera l, de los
de índo le e x te rn a y, e ntre e ll os, ele los rel ac ionad os co n s itu ac io nes ele cont ac to entre le n-
g uas só lo ele m odo a nc il a r y, e n c ierto se ntid o a l menos. con e vid e ntes implicac io nes
me todo ló gi cas minusvaloracloras y re tice ntes.
Esta ac titud , ya noto ri a e n e l s iglo XIX (rec ué rdese e l lema ele Ade lung y Müller Es
gibt kei11e Mischsprache! ), se ha impuesto como cl arame nte mayoritaria e n e l actua l dando
as í lugar o bligaclame nte (para ase nt ar e n lo pos ibl e sus consecue nc ias prag máticas sobre
una co nve nie nte justificac ión teórica ) a la pro puesta de toda un a inte rmin able serie de res-
tricc io nes apli cabl es a los posibles fe nóm e nos de tra ns re re ncia g ramati cal po r cont ac to, los
c ua les qued arían reduc id os, de este modo , a la categoría, fác ilme nte prescindibl e, de pro-
cesos de índ o le margin a l e nt re los q ue puede n dar lugar, ge né ticame nte, a hechos de tra ns-
fo rm aci ó n o cambi o d iac ró ni co e n tocias y cada un a de las le nguas obje to ele es tudi o.
Pa ra re ducir di c has mod a lidades ele restri cc ió n a los procesos de tran sfe re nc ia
gramat ica l de rivad os de l co ntacto lin g üís ti co a un a dim e nsió n adec uada a la prese nte
ocas ió n los co ns ideramos aquí, mu y breve me nte, atendie ndo a su confi g urac ió n concep-
tua l bás ic a de la que deri van, lóg icame nte, tant o sus perril es metodo lóg icos fund ame nta les
com o sus impli caci ones, ele tocia índo le, e n e l anális is concreto de los fe nó menos lin güísticos
conce rnid os :
Restricción tipológica . Ti e ne s u o ri ge n e n la pos ic ió n teóri ca ado ptada po r R .
Jako bson ( 1938) según la c ual só lo so n fac ti bles transferenc ias g ramatic a les e ntre le ng uas
e n contac to que compartan sus te nde nc ias evo lutivas lo que implica tambié n, evidente-
me nte , s u previa similitud estructural , sólo pos ible en c asos de códigos lingüísticos
tipo lóg icame nte re lac ionados. Esta formulación ha sido respaldada, posteriormente, por otros
estudiosos e ntre los que destacan H . Yog t ( 1954), J. Vachek (1962), R.J. Jefferson e I.
Lehistc ( 1979) y P. Mühlausl er ( 1980).
Restriccirín por niveles graniaticales . En 1921 , coincidentemente, A. Me i llet y E .
Sapir expone n su convicci ó n de que e l nive l morfológico de las le nguas no es susceptible
de rec ibir tran sferenci as procede ntes de l contacto con otras, pos ició n ad optada también en
años más rec ie ntes por W . Winter ( 1973 ) y T. Givón ( 1979) entre o tros. Por su parte J.B .
Hoope r ( 1973) ex tiende dicha aprec iac ió n negativa a l nivel fo nol óg ico, un gran número de
estudi osos al s intác tico (Ge rritsen y S te in 1992, 12) y, finalm ente , D . Bicke rton ( 1981 , 50)
a las estructuras gramaticales de todas y cada una de las lenguas ex istentes .
Restricción extensivo. H. W e inre ic h ( 1953, 42-44) no considera posible la tran s fe-
re nc ia, e ntre le nguas en contac to , de s iste mas o subsi stemas gramaticales completos. Só lo
la de elementos morfol óg icos aislados .
Restricción por clase 1110,jálóg ica. Tanto H. Weinreich ( 1953, 41) como J. Aitchiso n
( 199 1, 120- 121) rec hazan la posi bilid ad de que una lengua traspase a o tra, con la que está
e n contacto , morfemas de índo le li gada. Admiten exclu sivamente la pos ible transfere nc ia,
e ntre e ll as, de morfe mas libres.
Restricción por modalidades de tran sfe rencia . H . Weinre ich ( 195 3, 3 1-37) limita
la ado pc ió n por una len gua de e le me ntos estructura les procede ntes de otra a los casos en
qu e los mi smos reem place n, por a lg ún m oti vo específico, a los hom ó logos existentes
prev iame nte e n la primera. Por su parte R.P. Ebert ( 1976) red uce e l ámbito de incidenc ia
de los procesos de contacto lin g üísti co a la sola modificaci ó n de la di stribuc ión cuantitati -
va de determinados rasgos e n un a de las le nguas coex istentes mie ntras que, e n e l mi smo
se ntido , O. Fisc her (1922) y C. Silva-Corv a lán (1993) limitan e l mi sm o a la posible ace-
le rac ió n. por co ntacto con otra m oda lidad lingüística, de tendencias inte rnas, preexistentes
e n un códi go comunicativo dado, que coin c id en con otras, de la misma significaci ón, que
están presentes tambi é n e n aquella.
Restricción direcciono/. En casos de coexistencia de dos le ng uas, dominada la un a
y hege mó ni ca la otra, Y . Yildomec (1963, 93) considera que sólo se puede n producir fe nó-
me nos de transfere nc ia de aquella a ésta y no e n dirección opuesta .
Restricción metodulóg ica. B. Ma lmbe rg ( 1962) y, más rec ie nte mente, otros espe-
c ia li stas como W. Welmers ( 1970), E. Oksaar ( 1972) y J. Ohala ( 1974) consideran que
deben ser siste mática me nte priori zados los factores causales de cambio lingüístico de ín-
dole inte rn a sobre los de carác ter ex te rn o in c luyéndose , e n destacad o lugar, entre estos
últimos los derivados de s ituac io nes de contacto de lenguas .
Un análisi s o bj etivo de esta larga serie de limitaciones a la transferencia gramatical
entre le nguas e n contacto ll eva, inev ita bl e me nte, a dos constataciones complementarias. La
prime ra de e llas es la el e que la apli cac ió n conjunta de la totalidad de las restricci ones
me nc io nadas es inc o mp a tibl e, prácticamente, con cualquier tipo d e tran s ferencia
inte rlin güística que no sea de índole léx ica o fonética lo que, sin duda, es a bsurdo e inad-
mi s ibl e. La segunda consi ste en la, inev itab le, admisión de que incluso la actuación de cada
una ele dichas restricc io nes a isladame nte es incompatible con la ex istenc ia de fenómenos
de tra nsferenc ia pl enamente comp robados desde tiem po atrás e n d ive rsas áreas territor ia-
les como por ejempl o, los verifi cados e n e l gri ego de l Asia Me nor ( Dawki ns 19 16) o en las
le nguas semíticas de Eti opía (Les lau 1945) por no menc ionar, en e l mi smo sentid o, los
casos, aún más extremos y radi cales, de l ma'a afri cano (Goodman 1971 ) o e l mi chi f de l
noroeste de los Estados Unidos (Rhodes 1977). Conc lusión, desde todos los puntos ele vista,
in acepta ble.
Era inev itabl e, as í, una reacc ión que opu siera una co nceptua li zac ión más abierta y
reali sta ele los procesos ele contac to lingüísti co a un a lín ea de teori zaci ón al respecto como
la descrita has ta aqu í que conduce, como he mos vis to , a una ap rec iac ió n ampli ame nt e
sesgada de los mi smos. Y tal reacc ión se prod ujo con la publ icac ión, en 1988 , de l notable
estudi o ele S.G. Thomaso n y T. Kaufm an.
C on base en el análi sis de gran nú mero ele hechos procedentes no sólo ele monografías
ampli amente conoc idas (pero , has ta e ntonces , sistemáti came nte margin adas en la consi-
deración de esta temática) sin o tambi én ele inves ti gac iones, más rec ientes, refe ridas a ca-
sos es pec ífi cos de contac to lin güísti co escasame nte anali zados fu era ele red ucid os gru pos
de espec iali stas, los aut ores llegan a conclusiones que re pl antean la prob lemáti ca de las
consecue ncias de la coex istenc ia de lenguas en un a mi sma área geográfi ca de modo to-
talmente renovador y, desde luego, más coincidente con los datos empíricos di sponibl es. Sus
princ ipal es co nclusiones podrían, muy apretada mente, sinteti zarse en los sigu ientes puntos :
a.- No ex iste nin gún ti po de restri cc ión intern a a los fenómenos de transfere ncia
que de ri van de l contac to e ntre lenguas.
b.- La exten sión y profundidad de los mi smos es tán co ndi c ionadas exc lusivamente
por facto res de índ o le soc io lin güísti ca relac ionados , prim ordialmente, con la
du rac ión, inte nsid ad y moda lidades de la situac ión de coex istencia o de rela-
c ión que mantienen entre sí las comunid ades hum anas que manejan las lenguas
en cues ti ón.
c. - No es admi sible , metodo lóg ica mente, la ante pos ició n sistemática ele los fac tores
internos a los extern os para la de terminac ión ele los e lementos condic ionaclores
de los fenómenos ele cambi o lin gü ísti co. Una ex pli cac ión ex tern a -deri vada en
muchas ocas iones de procesos de co ntac to lin güísti co- fu erte y unifi cada es pre-
ferible a otra, de índ o le intern a, débi l y/o múltipl e .
Es obvia la bás ica cont rapos ic ión ex istente entre estos puntos de vista, hábi I y bri -
ll antemente propugnados por S . G. Th omaso n y T. Kaufm an en el volu me n menc ionado
en re lac ión con los procesos ele transfere ncia lin güís ti ca por co ntac to, y fos que han sid o
mante nidos tradic io nalmente (y aún en la ac tualidad) al respecto por un sector, mayo rita-
ri o , ele los teóricos modernos de l lenguaj e en Euro pa y América. Bien es ve rdad que algu-
nas de las líneas esenciales el e esta postu ra revi sioni sta co inc ide n, como he ex pues to en
otro lugar (Granda m s. e), con las mantenidas por algun as egreg ias fi guras de la teori zac ión
lingüística clásica y entre e llas, en primerísimo lugar, por H. Schuchardt ( Es gibt keine vollix
ungemischte Sprache!) y R. M enénclez Pida! ( 1960, CYIII-C IX) pero e ll o no di sminu ye ni
modifica, en nin gún sentido, la co ntrastac ión, bás ica y fund amental , e ntre las mi smas y la
que podríamos denomin ar, para e ntende rnos, "esc uela tradi ciona l" en cuanto a los es tud ios
sobre e l contac to e ntre lenguas y los fe nómenos de tra ns fe re nc ia por ell os orig inados .
Tal es, en mi op ini ón, la situ aci ón ac tual res pecto al planteami ento teórico de la
te mática e n c ucs ti (lll . Podría, qui zá, ser res umid a diciendo que a un e nfoq ue restrictivo de l
co nt ac to lin gü ísti co. cent rad o e n la co ns ide rac ió n predomin a nte de procesos inte rn os
ac tu antes e n cad a un a ele las es truc turas lingüís tic as analizadas (cf p. ej. , F isc he r 1992 . 17-
88 y Silva-Corvalán 199:l y 1995h) , se opone o tro, m ás abierto y abarcador, en el cual , sin
ne gar la acc ión de condi c io nami e ntos de carác te r estructural que pueden ac tuar en los sis-
te mas lin güís ti cos individua les , se presta tamb ié n. y al mi smo ti empo. es pec ial ate nci ó n
(Harri s y Campbcll 1995 , capítul o 6) a los fe nó me nos , de todo tipo. produc idos a partir de
co ntex tos. sociológ icamc nl c condicionados, de coex iste nc ia o inten sa re lac ió n de cód igos
lin gü ísti cos de co municaci ó n e n áreas geog ráfi cas co inciclc nt es o próx imas.
Veamos ahora cuáles son los planteami e ntos vigentes , res pec to a la probl emática que
aq uí nos int e resa , en e l área -m ás restrin g id a es pacialme nte pero. no obstante. ele gra n
compl ejidad interna- ele la A mé ri ca hi spáni ca.
Si por razón de brevedad limit a mos nuestra cons iderac ió n a los procesos de con -
tacto que , e n esta zo na te rritorial, se producen e ntre el español y las lenguas a boríge nes lo-
ca le s nos encontramos con qu e la clualiclad . co nc eptu al y m e todo lógica, que hemos consta-
tado e n e l á mbito general d e la tcorizaci (lll lin g üístic a respec to al le m a e n cuestión se
reprodu ce, aunqu e a partir ele factores conclicionaclores dife re ntes, en este campo concreto
ele est udi o.
En efec to. es frícil co mprobar qu e los aut o res ele los escasos (a unque va liosos)
trabajos encamin ados a estab lecer la re levanci a de l influj o ele las lenguas incloamericanas
so bre la española e n una pe rspec tiva contine ntal ge neral (por ej e mplo Lope Blanch 19890
y h: Sala 1987) adop tan inv a ri ab le ment e . res pecto al problema que anali zan. una actitud ele
c lara reti ce ncia y minu svalo rac ió n refirie nd o e l mi smo , c uand o m ás. a zo nas y contextos
soc io lóg icos marg inales. e n ace lerado proceso ele re tracc ió n y con mu y escasa probabiliclacl ,
por lo tanto. de pode r re presen tar e n e l futuro un factor importante o. c ua ndo me nos. digno
de se r lo mado e n c on s id erac ió n en e l desarrollo predec ibl e del es pañol am e ricano . Y ,
aunque a lg un as m o nografías dedicadas al estudio el e la int eracc ió n esp añ o l-l e n g uas
indoamericanas en áreas territoriales concretas como Paraguay (Granda 1988 y 1996 ) o
Yucatán facilitan a l investi gado r inte resado te stimoni os vali osos de sig nifi cac ión muy
diferente , no hay eluda ele que , hoy por hoy (co n toci as las m ati zac iones que se quieran) , es
aún aquella ac titud , básicame nte restri ctiva respecto a la pos ibilidad de que las transfere ncias
ele las lenguas incloameri canas al es paño l que está (o ha estado) en contacto con ellas haya n
podido desempeñar o desem pe ñe n aún un pape l de cierta consideración e n la evolución de
esta última modalidad lin güística, la que posee mayoritari a vigencia colectiva e n este campo
ele estudi o a pesar ele a lg un as lo mas ele postura. rec ientes, al marge n de la mi sma (Roth
1995 ; Granda rns. e).
Di c ha pos tura m e todo lóg ica -cuyas razones conclicionacloras examiné e n un a
monografía anterior (Granda 1992) en la que me refería es pec ialmente al carácter pre -
maturo de algunas ele las investi gacio nes relativas a fen ó m enos ele tran sfere nc ia ele le nguas
incloameri canas al españo l (R . Lenz 1892 y 1893 ) y a la exces iva ambición ge neralizad ora,
in sufici enteme nte respaldada por hechos objetivos , ele o tros tra bajos de la mi sm a orienta-
c ió n (A . Rosenblal 1967) ad emás ele a la influe nc ia, directa o indirec ta, ejerc ida so bre los
lin g üi stas hi spanoameri canos por los estudios ele B. M alrnbe rg ( 1962 y 1963)- no se repro-
duce en e l campo de trabaj o determinad o co nceptu alm ente por e l análisis de las transferen -
c ias gramati cales recibidas , como resultado de s itu ac io nes de cont ac to lin güístico , por los
difere ntes códi gos de comuni cac ió n indoa mericanos desde e l es paño l.
Por e l co ntrari o, los es pec ia li stas que dedi can su labo r a l estudi o de esta te máti ca no
só lo no som e te n los d a tos que m a nej a n a proc esos (volunta ri os o inc o nc ie ntes ) de
minusva lorac ió n fác tica o de restricc ió n sig nifi cativa s in o que. por e l co ntrari o, resalta n la
e xte nsió n y profundidad de los mi smos y po ne n de re li eve , co n cohere nc ia y ag udeza. su
re levanc ia e n e l funci o na mi e nto de estruc turas ax ia les, morfo lóg icas y s int ác ti cas, de las
le ng uas aboríge nes que cad a uno de e ll os a na li za.
Así oc urre, po r eje mpl o . e n los ex ce le ntes traba jos que M. A. Moríni go ( 1959. 1975
y 1990) ded icó a la pe ne traci ó n de e leme ntos o estruc tu ras gramatica les cas te l la nas e n e l
g uaraní parag uayo y, de l mi sm o modo. e n los dedi cad os. de nt ro de l área te rrito ri a l mex i-
cana y ce nt roa me ri can a, a s imil ares procesos re fe ridos a di versas le ng uas ind oame ri canas
de la zo na. Des taca n, e ntre e l los, los estudi os reali zados po r J.A . Suárez ( 1977 ) y J. y K.
Hill ( 1986) so bre las tran s fere nc ias de l españo l al náhuatl , po r F. Karttun e n ( 198 5 ). ace rca
de l mi smo tema re ferid o a las fa mili as lin g üístic as maya y náhuatl , po r J. Linde nfcld ( 1982)
e n re lac ió n co n simil a r proceso en yaqui , por L. Campbe ll ( 1987) res pecto a l pipil y , final -
me nte, por E. He kkin g ( 199 5 ) y K. Z immerma nn ( 1992) e n lo que toca a l o to mí.
La le ng ua m apuc he o araucana ha s ido estud iada e n va ri os aspec tos de su estructu-
ra, con simil ares e nfoques me todo lógicos , por A . Sa las ( 1992) pero , lame ntabl e me nte . no
ocurre lo mi sm o co n o tra de las fa mili as lin güís ti cas m ás importantes , ta nto c uantit ati va
como cultural e hi stó ri cam e nte, el e Sud américa, la q uec hu a.
E n efec to, ta nto A. Torero ( 1983 , 76- 77 ) como R. Cerró n-Pa lomin o ( 1987 ; 1990.
36 3) propo rc io na n, e n es tudi os de carác te r ge nera l, prec iosos pero di spe rsos elatos re fe ri -
d os a tran s fe re nc ias gram ati ca les de l españo l a di versas va ri edades d iató pi cas ele quec hua
y de ig ual m od o , e n m o nogra fías de ámbit o territ o ri a l más limitado, X . Albó ( 1974 , 173-
178) y G. T ayl o r (1 994) fac ilit an e l mi s mo tipo de informació n (a un que incon exa y s in
profun d izac ió n d e índ o le ge né ti ca ) e n re laci ó n , res pec tivam e nt e , co n e l q ue chu a
cochabambi no y c o n vari as moda lidades di a lec ta les pe rua nas. E n nin g ún caso, sin e mbar-
go, parece ha be rse de dicado has ta hoy un estudi o s iste mático y, e n lo pos ible, ex hausti vo
a las diferentes moda lidades de trans fe re nc ia que, como consec uenc ia del contac to lin güístico
con e l españo l, ha rec ibid o algun a de las variedades di a lectales de la le ng ua e n cues ti ó n.
Desearía que las pág in as s ig uie ntes pudi e ran s ig nific ar, para los quec: hui stas, un a inc ita-
c ión a la investigac ió n e n este sentido.
Una vez ex puesto has ta aqu í e l contex to, ta nto ge neral como espec ífi co hi spano-
ame ricano, ele la te má tica que considera mos debe mos abo rdar ya, directa me nte , la ma teri a
concreta de es te estudi o , es dec ir las co nsec ue nc ias gramati cales que, en e l área arge ntin a
de Sa nti ago del Estero , ha de termin ado la larga y pro fun da coe xi ste nc ia e n e l la de dos có-
digos lin güísti cos de comuni cac ió n: e l quec hua y e l español. Y e ll o no -como ha s ido, has-
ta hoy, más frec:uente- e n el sentido de de te rminar las tra nsferenc ias rec ibidas por es la última
len gua desde la primera s ino e n e l cont ra ri o, o sea e n e l que parte de la aprec iac ió n de l
caste ll a no o españ o l c:om o le11gua .fúe111e y de l quec hua local o santiag ue ño como lengua
objeti vo.
Antes ele abo rd ar est a te máti ca espec ífic a co nsidero necesario hace rla precede r ele
la e xpos ic ió n, ex trem adame nte res umid a, ele dos contex tos muy di fe re ntes e ntre sí pero
que , sin embargo, constituyen, cada uno en su ámbito conceptual propio, estructuras
referencial es indispensables para referir a ellas los datos lingüísticos específicos que de-
seo presentar en esta ocasión. Me refiero concretamente, por un lado, a las notas
caracterizadoras de la fisonomía general del quechua santiagueño y , por otro, a mi propio
modelo clasificatorio de las transferencias gramaticales originadas en situaciones de con-
tacto lingüístico.
Por lo que toca a la primera cuestión debemos recordar, en primer lugar. que la
modalidad local de quechua manejada en Santiago del Estero se encuadra, tipológicamente,
dentro del de nominado Quechua II C (Torero 1964; Cerrón-Palomino 1987, 244-245) del
que constituye su variedad dialectal más meridional.
Desde el punto de vista histórico (Bravo 1989; Christensen 1970; Stark 1985) el
santiagueño parece haberse formado como resultado ele la aportación ele diversas oleadas
poblacionalcs portadoras , cada una de ellas , de distintas variantes diatópicas ele quechua
entre las que destacan los mitmas incaicos (Lorandi 1983 ; Lorancli y Cremonte 1992) y
los wmaconos o "indios amigos" que acompañaron a los conquistadores españoles del
área. En un trabajo reciente he expuesto mi convicción (respaldada por determinados
rasgos gramaticales) ele que, con base en este condicionamiento genético, el santiagueño
debe ser conceptuado, dentro de la familia lingüística quechua, como una variedad koiJzé
(Granda ms. e).
Geográficamente el quechua santiagueño conforma, muy posiblemente desde la
primera mitad del siglo XIX (Granda 1993 ), un enclave aislado situado, en el centro ele la
provincia argentina de Santiago del Estero , entre y en los márgenes ele los ríos Salado y
Dulce.
En su dimensión sociulingüística el santiagueño representa , claramente, la moda-
lidad L de una situación cliglósica muy marcada en la que el español es no sólo modalidad
H sino tambié n lengua hegemónica (Woolarcl 1985) y variedad lingüística mayoritaria ele
predo minio lo que determina , inevitablemente, que la misma sea también considerada
comunitariamente como estructura referencial , incluso para el uso del quechua local, por
los hablantes (menos ele 100.000 al parecer) de este último código de comunicación que
son , en su práctica totalidad, bilingües en caste llano y quechua (Burns y Burns ms .).
En cuanto al segundo punto al que nos referíamos más arriba, es decir al modelo
clasificatorio que manejaré para ordenar adecuadamente los hechos de transferencia gra-
matical del español al quechua santiagueño que me propongo presentar a continuación baste
decir, como lo he expresado anteriormente, que consiste en una actualización, ampliada en
algunos puntos y modificada e n otros, del que he utili zado en otras ocasiones (Granda 1995
y 1996 ms. b) para analizar fenómenos, del mismo tipo que los que aquí nos ocupan, inte-
grados en el contexto bilingüe, guaraní-español, del área territorial paraguaya. Reducido a
sus líneas esenciales, puede ser esquematizado tal como se expone en los párrafos si-
guientes.
La totalidad ele los hechos ele transferencia gramatical generados por situaciones ele
contacto lingüístico son, e n primer lugar, cliferenciabl es en fenómenos ele inte,ferencia y de
conve rgencia , dependiendo su conceptualización como tales ele que los mismos cien lugar
en la lengua objetivo a rasgos básicamente no gramaticales o, por el contrario, gramatica-
les segú n la estructura norm ativa existente , previamente, en la misma.
Los fenómenos de inte1ferencia pueden ser diferenciados entre los de índole cuw1-
titativa, que conllevan la modificación de l inventario de rasgos gramaticales existentes en
la lengua objetivo (bien por adopci!Ín de uno nuevo , procedente de la lengua fuent e, bien por
eliminación de uno propio), y los de carácter uwlitotÍ\'o, que no varían cuantitativamente
dicho inventario aunque sí alteran alguno o algunos de sus el e mentos constitutivos.
Las interferencias de este último tipo actúan en la lengua objetivo ele dos modos.
En algunos casos por sustitución d e e lem e ntos estructurales de aquella por otros, d e
funcionalidad idéntica, procedentes de la lengua fuente y en otros ror reestruct11racirí11 ele
rasgos de la lengua objetivo , bajo la presión de sus homólogos funcionales de aquella,
tanto en su forma como en su co11te11ido significativo , en este último caso a través de pro-
cesos de reanálisis .
Los fenómenos de convergencia tienen lugar o bien mediante alteraciones en la
distribución de un determinado rasgo de la lengua objetivo (normalmente a través de una
ampliación de la misma cuando dicho rasgo está presente también en la lengua fuente y de
su restricción cuando se da el caso opuesto) o ror medio del desarrollo de posibilidades
internas de cambio, por coincidencia de su sentido evolutivo con fenómenos de significa-
ción análoga en la lengua fuente.
Como veremos , el quechua santiagueño presenta casos ele tran s ferencia elesclc el
español incluibles en todas y cada una de las modalidades , que acabamos ele reseñar, ele
este tipo de proceso lingüístico 1.
Constituye, así, un claro ejemplo ele interferencia cuantitativa por adopción de un
rasgo estructural ele la lengua fuente la incorporación al santiagueño ele marcas morfológicas
ele género, presentes en español pero inexistentes en quechua. En la variedad diatópica qu e
estudiamos se emplean las marcas genéricas -o / -ll no sólo (lo que sería, en cierto se ntido ,
normal) en la totalidad de los hispanismos léxicos incorporados a la misma sino también en
otros casos entre los que destacan las formas léxicas quechuas portadoras de un morfema
castellano en posición final (-or / -ora , -it11 / -ita. -illu / -illa, ero/ -ero) y también las que
presentan, en la misma posición, los sufijos quechuas -irt , -k11 , -s /111 , -lk11 y -11ch11 , de
contenido atributivo valorador con frecuente matización despectiva.
Véanse, como ejemplos, las formas wasita '·casita", pu11it11 " tinaja pequeña" ,
mishitillul-a "gatito/-a", pushcador/-a "hilandero/-a", upallero/-a "persona que actúa a
traición", yachanderol-a "persona sabia, instruida", kim/11/-a "dentudo", 11igri/11/-a "orejudo" ,
shimiku/-a "bocón", yanalku/-a "persona de piel oscura", k11rku11ch11/-o "jorobado".
Como fenómeno de interferencia cuantitativa por eliminación ele un rasgo gramati-
cal existente, antes del contacto con la lengua fuente , en la lengua objetivo debe conside-
rarse , en sentido contrario, la neutralización en quechua santiagueño de la oposición
Para la transcripción de las forma s o textos del santiagueño que aduciré e n las páginas sigui e ntes
emplearé la grafía oficial que se utiliza en quechua de sd e 1985 (Cerrón -Palomino 1992) No obs -
tante , dada la índole del presente trabajo. mante ndré las pec uliaridades fon é ti cas y morfol óg icas
existentes en la variedad dialectal considerada (por ej em plo -shka y no -chka. eliminac ión de - 1,1· - entre
vocales. ele.). También conservaré la grafía original cas te llana de los num erosos hi spani smo s léx i-
cos que el quechua santiagueño ha adoptado sie mpre que e llo no deforme la realización fonética de
los mismos en la modalidad dialectal qu e estudiamos.
morfológ ica (presente tanto en sustanti vos y pron ombres personales como e n la fl e xi ó n
verbal) que opone, en la práctica totalidad de las variedades d ialectales de la lengua quechua
excepto en la ec uatori ana (Cerrón-Palomin o 1987, 239-240), un signifi cado inc lusivo a
otro exc lu sivo. Entre los quechu ahabl antes santi ag ueños más intensamente a fectado s por
la pres ión de la lengua hegemónica españo la esta oposici ón, inex istente en e l castell ano
ac tual, ha sido e limin ada medi ante su neutrali zac ión sobre la form a ex clusiva, marcada con
-kul -yku , co n e limin ac ión de la inclu siv a, marcada co n -chis. De es te modo nuqayku
" nosotros·· qu eda dotado , por ejempl o, de la significac ión (correspondiente a la form a
nuqanchis) de " yo y mi grupo + el/l os oye ntes y su grupo" sumada a la propia ("yo y mi
grupo pero no el/l os oyentes y s u grupo" ) y, de modo similar, mikuyku pasa a significar
" nosotros comemos" tanto e n su (previ o) sentido exc lu sivo como en el inclusivo coJTes-
pondi ente a la fo rma ehminada, mikunchis 2 .
Mu y numerosos so n, en santi ag ueño, los casos de interferencia gramatical, de tipo
cualitati vo, que actúa sobre la lengua obj eti vo determinando en ell a procesos de sustitu-
ción de algunos de sus e lementos estructurales por otros, de funci onalidad igual o similar,
procedentes de la lengua fuente que, en este caso, es el español. Para un a mayor claridad
en la ex pos ició n nos oc uparemos , primerame nte , de este tipo de procesos en el nive l
morfo lóg ico para pasar, luego, a exponer algunos de los que son detectables en e l sintáctico.
En e l primero de ell os resaltan en espec ial el reempl azo, en las fo rmas lé xic as no-
min ales termin adas e n vocal, del morfema pluralizador quec hu a -kuna por su hom ó logo
caste llan o -s (wa rmis " muj eres", a l/qus " perros" ) y la sustitución, mencionada más arriba,
de la marca diminuti vo-afecti va -sha por -itu/-a , -illu/-a (o por los dos) como en allqitu
"perrito", killita " Junita" , 111ishitill11 "gatito" debi éndose, sin embargo, advertir que en a l-
gun as (pocas) ocas iones puede n aparecer consecutivamente ambas marcas, la quec hua y la
castell ana, como 111amashita "mamita" o warmiskuna " muj eres".
Tambi én es mu y rele vante, en e l mi smo nive l gramati ca l, el proceso de sustituci ón
de la prác ti ca totalidad de los sufij os de verbati vos (Cerrón-Palomino 1994, 99-100) ex is-
tentes en el quechua general por sufij os cas tell anos de fun cionalidad homó loga aunque
e ll o no re presenta, en abso luto , un cambi o categóri co sino sólo esporádico (aunque abun-
da nte). As í el sufij o age ntivo quechua -q es reempl azado por -clor, -ero, en formas com o
lla m ka do r " trabaj ador", cha llu ero " pescador" o cha upero " persona engañadora , no
confiabl e" , el infiniti vizador o designador de acción -y por -acla como en pushkacla "acc ión
de hil ar" mi entras que e l sufijo -sqa , de signifi cado resultativo en quechua, lo es por -a(cl)o
como en bolan cha(cl)o "pl ato de mi sto! molido presentado en fo rma de bola" .
La mi sma significac ión posee n, en e l ni vel sintáctico, fe nómenos tales como la
sustituc ión del morfe ma de fun ción interrogativa -chu, utili zado en el quechua general con
carác ter obli gatori o e n las oraciones denomin adas por R. Cerrón-Palomino (1994, 160)
interrogativ o-confirmativ as, por la curv a tonal con anticadencia fin al que se empl ea e n
2 Algunos de los tex tos santiagueños qu e reproduc iré a partir de este punto han sido to mados del li bro
de Bravo ( 1965) en que se recogen transcripc io nes de grabacio nes reali zadas por el autor en trabajo
de campo. En esos casos haré seguir a los mismos. entre paré ntesis. el nú mero de la página del volumen
me ncio nado e n que se e ncuentra n. Lo s demás materi ales manejados so n propi os.
castellano (pero de ning ún modo e n quec hua) para e l mismo fin (;, qw11qa mayislru kw 1ki ~
en reemplazo de qanu¡a nwyisrruchu kanki por e_ie mpl o) o la de la c ita de las pa labras de
una terce ra pe rsona (Cerró n-Pal o mino 198 7, 3 18) por medi o de su reprod ucc ión tex tu al, e n
es til o direc to , seguida de nispa "di c ie nd o" (o equival entes), co mo es o bli gado e n la to ta li -
dad de las variedade s di a lec ta les de la len g ua quechua, por la estruc tura, cal cada del espa-
ño l, c o nstituid a por verbo de dicci ó n + que + cit a e n es til o indirec to co mo se comprue ba
e n el ej e mpl o s ig uie nte: co111esrap11n que aprendencw spaqa cha oficiula .. ,e contestó que si
quería apre nder ese o fi c io" (204 ).
De ntro de la categoría de los fe n(> me nos de inte rfe re nc ia (c ua lit ati va) por rees truc-
turaci ó n fo rm a l se inclu ye un a ampli a cantidad de procesos e ncamin ados , por ev ide nte
pres ió n d e las p a ut as es tructu ra les de l es pa ñ o l , de una part e a m o difi car los
condic io na mi e ntos de orde nac ió n de e le me ntos deduc ibles de la perte ne nc ia de l quec hua a
las le ng uas de l tipo SOY y, de otra, a ree mpl azar prog res iva me nte de termin adas co nstruc-
c io ne s d e ri vadas de la caracte ri zac ió n de le ng ua a g lutin a nte, s ufij ada, qu e posee e l
santiag ue ño (al igual que todas las va ri edades de la fami ha quec hua ) po r otras, de tipo
flexivo, semej a ntes a las de l caste ll a no.
En e l primer apartado se inc luye n , s in dud a, procesos ta les como e l cambi o, categó-
ric o, desde la secue nc ia ac(jerivo + 110mbre a la de 1w111bre + ac(jetil'o , la cada vez más
frecue nte co locaci ón de l ve rbo e n pos ic ió n ini c ial (o medi a l) de fr ase, de las c lá usul as
subordin adas y re lati vas tras la orac ió n prin c ipa l e in c luso (aunque rara me nte), e n ex pre-
sio nes de poses ió n, de l poseedor tras la entidad poseída (dos diasra ch11 rak11sa kom p/1111 ws1a
pa v11spa y a!allpaspa (2 19) ·'dos días se hab ía pues to plum as de pavo y ga llina"') cont ra las
no rm as sec ue nci ales vigentes para cada un o de estos casos, con carác te r ge ne ral. e n quec hu a
(Ce rró n-Pa lo min o 1994, 144- 147 ). Y e n e l seg und o, hechos de l tipo de la sustituc ió n,
prác ti came nte total, por y de los sufij os coordin ado res -pis, -wan o -laq y de l marcador de
causa -rarku por porqu e (e ntre otros múlti ples casos se mej antes ) o, e n e l ámhit o de la
morfol og ía ve rbal , de l ree mpl azo , cada vez m ás pe rce ptihle , de las fo rm as ve rba les
indi cadoras ele aspect o eontinu ati vo con utili zac ió n. para e ll o, de l mo rfe ma -chka (-s hka
e n sa nti ag ue ño ) por ex pres io nes ana líti cas , se mejantes a las ex iste ntes e n españo l, de l tipo
de qapari s li (y)anku "están gritando" o p urin chinkachis "anda perdi e ndo" .
A los fe nóme nos de interfere nc ia que ti ene n luga r e n quechua santi ag ue ño med ian-
te procesos de reestruc tu rac ió n de los co nte nid os signific ati vos de de te rmin ados e leme ntos
m o rfol óg icos (que pe rm a nece n form a lme nte in vari abl es) o, e n o tras pa labras , med ia nte
hechos de reaná li sis (Langacke r 1977 ) he dedi cado , mu y rec ie nte me nte , un a mo nog rafía
espec ífica (G randa ms. e) a c uyo co nte nido me remito e n aras de la necesari a brevedad. Baste
me nc ionar aquí, dent ro de es te apartado , que en santi ague ño e l morfe ma va lid ador ase rti vo
-mi (Fl oy d 1994 ; Nuc koll s 1993 ; H o ward-M a lve rde 1988) ha s id o re inte rpretado co mo
e lement o exclus ivam ente e nfati zado r y que la mi sma sue rte ha corri do e l mor fe ma -chu
utilizado e n quec hua con carác ter ge neral com o marca o bli gatori a, pos pues ta al co nstitu -
ye nte orac io na l adec uado, e n o raci o nes negati vas (Ce rró n- Pa lo min o 1987, 295-297).
D ebe mos ocuparn os aho ra, una vez expuestos e n los pá rra fos anteriores a lg un os de
los hechos de inte rfere nc ia desde e l espa ño l que ti ene n luga r e n santi ag ueño, de los fe nó-
men os de conve rge nci a que se dan, ta m b ié n como res ult ado de l co ntac to lin g üísti co con e l
cas te ll ano , e n es ta últim a va ri edad lin g ü ísti ca.
modificac ió n de l contenido semá ntico de l constitu ye nte inic ial ele la ex pres ión, la fun c ión
origin al ele la mi sma (des pl azamiento fís ico del s uje to ele la orac ión con e l fin ele reali t,ar
una dete rmin ada actividad) por la ele indi cac ión ele futuricl acl, De este modo c láusulas como
rini suq casota cuen ta- suq (] 55) " te contaré un cuento" o tukuvrin ki cuentaq ( 139)
"contarás todo" puede n ser consideradas com o hom ólogas, tanto po r su fo rm a como por su
sentido , a las españolas eq uivalentes, formadas media nte ir a + verbo, te voy a contar un
cuento )' vas a contar todo.
Un a vez expuestos has ta aquí algunos ele los fenómenos de tran sfere ncia3 que, por
su prol o ngado e inte nso co ntac to con e l es pañol, se producen en la moda lidad santi ag ue ña
ele quec hua es ya ocas ió n ele referirnos, ele modo ine vitabl eme nte esc ueto y cas i te legráfi -
co, al punto que, al come nzar estas pág in as, mencioné como fina lidad primaria ele ell as.
M e refiero , evide nteme nte, a la aportació n que los elatos has ta aquí recogidos, re-
ferentes a la permeabilid ad del santiagueño a la penetración e n sus estruc turas gramati ca-
les ele rasgos del castellano, puedan hace r a un adecuado repl a nteami ent o de la quaestio
disputara que representa, hoy, el claro e nfre ntami e nto e xistente , e n la teoría del cambi o
lingüís tico, e ntre los es tudi osos que ti e nde n a relegar los procesos ori g inados por e l con-
tacto e ntre lenguas a los márgenes de dicho ámbito ele cons ideració n y los que, contra-
riamente, resaltan su relevancia como factor cleterminador, ele prime r orde n, e n los pro-
cesos di acró ni cos de evolución lin güística.
Pienso que la s impl e exposici ó n de los hechos de transfe re nc ia detectables e n e l
quechua de Santiago del Estero es suficiente para dete rminar la convicc ió n objetiva de que
el punto de vista mante nido, al respecto, por quienes de fi enden la minimi zac ió n o desval o-
rizació n de las consecuencias de l contacto lingüístico no es co incide nte co n los elatos que,
e n el contexto conc re to aquí a nali zado, se deducen de nuestra investi gac ió n. Pero, no obs-
tante , expondré muy compendiadamente sus discordanci as puntuales más s ignifi cativas .
E n primer lu gar las res tricci o nes de índole tipo lóg ica (Jakobso n) y direcc io nal
(Vildomec) y la basada en la noción ele nivel gramatical (Meill et, Sapir) so n incompat i-
bles , e n cada caso po r razo nes específicas diferentes, con la totalid ad de los fenómenos de
tran sfere nc ia identificados e n e l quechua santiagueño. La restricción ex te ns iva (Weinreich)
choca con la adopció n, por esta m odalidad lingüística, del sis te ma genérico de l españo l.
La restri cc ió n (A itc hi son, W einreich) basada en el concepto de clase morfo lógica (li gada
o libre) está en oposición fla grante con la sustitución , e n santiague ño, de los morfe mas
quechuas li gados -kuna, -q, -y, -sqa o -sha por los caste llanos, del mi smo tipo, -s, -ero/-
3 He o mitido. en aras de la obli gada brevedad de estas p,íg ina s, mu c hos otros por lo qu e de ning ún
modo pu ede co nsid erarse co mo ex ha us tiv o e l catál ogo de tran sfe re nc ia s. de l es pa ño l al qu echu a
sa nti ag ueño, aq u í prese ntado. Entre e ll os mencionaré, po r ej em plo , e l ree mpl azo ocasio na l de
co nstrucc io nes qu ec hua s, de sentido condic ional , con utili zac ión de l morfema -¡Jli por otras. de ín -
dol e s ubo rdinada. preced idas por e l morfema españo l si y, de l mi s mo mod o. la sustituc ió n. fr ec ue n-
te, del s ufij o va lidado r -si, de sentido c itati vo o referenc ial de segunda mano , po r ninku «dic.:n ».
Asimismo. mi entras qu e e n otras var ieda des dialectales del qu echu a (Cerró n-Pa lo min o 1976. 98 -99:
1987. 307) es pos ibl e empl e ar e l verbo e n singul ar co n suj e to plural. e n sa nti agueño. por pres ió n ele
las pa ut as ex iste ntes e n es paño l al respecto. es categóri ca la co nco rdan c ia. e n este caso. de l verbo
co n e l suj eto. Pod ría a mpliarse co nsid erab le men te es ta re lación.
dor, -da, -a(d)o o -itul-i//11 respectivamente . Y, finalmente, las restri cc io nes derivadas de
la surues ta neces id ad ele que tocio fe n<Í me no de tran s fe re ncia se ori gine a partir ele la ac-
tuac iú n de te nden c ias o condicionamientos preex iste ntes e n la le ng ua objetivo so n
in apli cab les a l co njunto de knómenos que e n estas rágin as he m os integrado bajo la de-
nomin ac ión gene ral de hec hos de inte rfere ncia lin güística.
Parece , pues, que só lo la postura teórica que aquí hemos denominado revisionista
(Tho maso n y Kaufman. Harri s y Campbe ll ), más abierta, integradora y comprensiva que
la tradic io na lmente mant en id a e n re lac ió n con los hechos de tran s fe re nc ia determinados
por e l contac to ling üísti co, se adecua correc tamente a la realidad empírica existente, a l
respec to , e n e l área de Santiago del Es tero, y más concretamente, e n la variedad de quec hua
localme nte utili zado.
Si e ll o puede ser tomado e n c ue nta en replanteamientos futuros relacionados con la
temáti ca e n cuesti ón referida a l área hi sr anoamerican a consideraré a lcanzados los objeti-
vos que me propuse a l come nzar la redacc ión de las presentes páginas 4 .
Germán de Granda
Universidad de Valladolid
España
4 A lgun os íe nó mc:nos de tran s fere nc ia por co ntac to desde e l espa ño l que ex isten en sa nti ag ue ño se dan
tambi é n e n otras vari edades dia lec tal es de la le ngua quechua . Aunque, dada la índole monográfica
de es tas pág in as. no lo s he ad uc ido e n e l texto los recoj o seguid ame nte para completar en este aspec-
to la in for mac ió n e n é l prese nt ada.
E n la moclaliclad me ridi o nal de l q uec hu a bo li via no se ha sustituido, e n los mismos co ntex tos de l
santiagueño , -kww por -s. -q por -dorl -ero, -pis por y, ree mplazándose tamb ié n e l s ufij o diminuti vo
qu ec hua por -itu / -s i111 (A lbú 1974. 173 - 174).
En e l quec hu a de Lam as se han sustituid o. ele modo similar a Jo que al respecto oc u1Te en e l santiagueño ,
las marcas morfológi cas quec hu as indi cadoras de acción verba l y de resu ltado ele acc ión verb al po r
la s caste ll anas -da y -do (To rero 1983. 76-77). Este último rasgo también está presente e n e l q uec hu a
de Sa n Martín .
La adopció n de un co ntenido s ig nifi ca ti vo intcn s ifi cador (ya no va lid ador) para e l morfema inde -
pend ie nt e -111i se da ig ualm e nte e n e l quec hu a c hac hapoyano del mis mo modo que la restri cc ió n e n
e l uso del va lid aclor c itati vo -shi. q ue es frec ue nteme nte reemplazado por nin «d ice» (T ay lor 1994.
155 - 156) lo que tambi é n orn rrc e n e l quechua ec uatoriano.
Por lo que se refiere a l orde n de los w nsti tuye ntes ele frase, en e l quechua cajamarquino se utili za la
sec ue ncia Nomb re + Adjeti vo (Ton: ro 1983. 76-77) y en el boliviano merid iona l (coc habamb ino) la
de Verbo+ Com pl eme nto (A lbó 1974. 173 - 174 ). En e l mi smo sen tido debe a notarse que en quechu a
wanka la s orac iones de re lat ivo siguen y no preceden a la principal (Cerrón-Palomino 1976, 267). Estas
1noda lid acles de o rdenac ió n (exis te ntes tambi é n. en abundancia. e n sa ntiag ueño) se hallan e n opos i-
c ió n a las pautas ge ne ral es al respec to derivadas ele la pertenencia del quechua a l tipo lin güíst ico
caracte ri zado por e l orden SO V (Cerró n-Pa lo mino 1987, 289- 190).
Téngase e n cuenta, para finali zar. qu e la neu trali zac ió n de marcas de la opos ic ió n in c lu sivo-exclus i-
vo. que en santiag ueño se rea li za snhre la el e sig ni ficado exc lus ivo (-ku) , e n quechu a ec uatoria no y
co lo mbiano ti e ne lugar sobre la de co nte ni do inc lu sivo (-ch ik) (Cerrón- Pa lomi no 1987, 202-207 y 239-
240) lo qu e parece indica r. para cad a un o ele es tos procesos , la acc ió n de fac tores cau sales só lo par-
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"[ ... ] y aun los mestizos , mi s compatri otas, se van ya tras ell os [l os españo-
les] en la pronunciación y en e l escrivir, que casi todas las dicciones que
me escriven desta mi lengua y suya vienen españolizadas, como las escriven
y hablan los españoles, y yo les he reñido sobre e ll o, y no me aprovecha,
[ ... ]"
O. En un artículo rec iente de divul gac ión sobre e l pasado y el presente de la familia
lin güística quechua, decíamos, al re ferirn os a la Academia Mayor de la Lengua Quechua
y a su Diccio11ario hace poco aparec ido 1, que este trabaj o estaba "tan lleno de distorsiones
e inexactitudes tanto e n forma como en contenido , que , al margen de la buena intención
de sus recopil ado res, constituye un magro e inmerec ido tributo al pueblo quechuahablante"
(Gf Cerrón-Palomino 1997). No creíamos entonces que valía la pena ocuparnos de é l por
considerar que había, como siempre , tareas más importantes y urgentes que hacer, y que,
de otro lado, por lo menos un co lega nuestro ya le había dedicado una reseña y sabíamos
que se estaba preparando un a más baj o la autoría ele otro colega quechuista 2 . Por lo de-
más. conoc ie ndo la preparación de los integrantes de la me ncionada corporac ió n (para
mues tra bastaría leer las notas que algu nos ele ell os csc rihe n de ve,: e n cuando en su
órgano ele expresión lnka Rimay) , que desdice con la actitud arroga nte y aut os ufi c icntc
con que abordan los temas relacio nados co n e l quechua, no hacía fa lta detenerse en la
in spección de la obra para caer e n la c ue nta de que aquí es tábamos an te un seri o desag ui -
sado lex icográfico . Sin embargo , para que nuestras opi ni ones no parezcan gratuit as, al no
demostrarl as, era in escapable empre nde r e l examen ele la obra y preparar la presente rese-
ña. Al hace rl o, dejamos e n cl aro que lo único que nos anima para e ll o es ad verti r a los
desconocedores del quechua y a los no espec iali stas e n la materia que e l manejo y la
cons ulta de la obra en c uesti ó n resultan no sólo nada recomendables si no, lo que es peor,
peligrosas, por el cúmulo de m alinform ac iones y distorsiones ele o rde n conceptual y
metodológ ico. No exageramos al señal ar que, e n verdad, no hay pág in a de la obra que se
libre de e rrores de todo tipo, has ta de los inim ag inables, confo rm e se ev ide nciarán e n su
m ome nto. De otro lad o, había una m otivaci ón adicional para es ta rese ña: como nos lo han
indi cado a lg un os de nuestros colegas locales, hacía falta , e n el coro de c ríti cas prove nien-
tes ele fuera como ele dentro, escuc har la voz de un espec iali sta nac io nal, a un con el riesgo
co nsabido de que se nos desautorice (tal es la paradoja reg io nali sta) por no ser cuzq ueños ,
como s i e l estudio y los conoc imie ntos de un a lengua o de un dialecto particular de ésta
fueran patrimo nio úni co y exclus ivo de sus hablantes 3.
1.1. La organi zac ió n de la obra, que va precedida ele un a presentación del en ton-
ces alcald e del Cuzco, Daniel Estrada Pérez, compre nde dos secc io nes. Una primera, ele
naturaleza int roductoria (XV -XXV), y la seg unda, fo rmada por e l cuerpo principal del
libro (3 -92 8). La sección introduc toria compre nde, a su turno , una esc ueta " introd ucció n"
(XV -XVII ), unas advertencias sobre e l a lfabeto (X VIII - XX), las " descripciones
fo nológ icas" ele los fonemas representados por dicho alfabeto (X XI-XXVI ), un a li sta de
abrev iaturas utilizadas (XXVII-XXIX), una relac ió n ele los aut ores y sus obras co nsulta-
das (XXIX- XXXI) , un li stado ele países, departamentos peru anos . y ele alg unas provi ncias
2 Nos referimos a la reseña de Juli o Calvo y a la que escri bió. a pedidC1 de la UNESCO, César lti er.
Era de esperar que ambos autores mostraran su dese ncanto gene ral frente a la obra. hec ho que
puede co nstatarse ahora con la lec tura de la reseña del primero (e( Ca lvo 1996). y que pudimos
co nfirmar lu ego de la amp li a co nversación que sos tuvi éramos co n e l segun do ( 1996).
3 De hecho. no han fa ltado hi storiadores de la reg ió n (lindantes en la prác tica panfl etaria) que abri ga n
la esperanza ele qu e surj an " auté nti cos" espec ia li stas cuzq ucñC1s q ue dc111 uestrcn de un a vez por
todas la "falac ia" ele los conoc imi e ntos a lca nzaclns en 111ateria de lin g iiístic.i quec hu a, co1110 si tales
ava nces pudieran dirimirse en té rmino s reg ionali stas . De lo que esta mos seguros es que. cuando
llegue ese día a nhe lado (¡y oja lá fuese pronto ' ). tal es lin güi s tas no harán sin o avalar los logros de la
quec huística en genera l. reñ idos con el e nfoque c uzcocén tri co de ca mpanario .
o de parta me ntos de los o tros países , c uyo mues treo léx ico estaría ilustrando las " vari ac io-
nes d ia lec tales·' de l quec hua (XX II ); y, fin a lmente , la nómina de los académicos de número
de la instituc ión, ele sus mi e mb ros correspondi e ntes, de su consej o académi co, y de la
junta direc ti va ( 1987 - 199 5 ) -la artífi ce de la obra-, de las comi siones de trabaj o, de los
asesores y de los e ncargados de la "correcc ión del estil o" (XXXIII-XXXVI ). Por lo que
toca a l c uerpo fun dame nta l de l dicc ionario, éste consta de dos gra ndes secciones : quechua-
caste ll ano (3 -772) y caste ll ano-quechua (775-928 ).
1.1.l. Come nza ndo po r la " introducc ió n", mezquina en páginas para obra tan im-
portante como suponen sus autores y e l pro logui sta de la mi sma, habríam os esperado que
e n ella se nos e xpli caran los criteri os conceptuales y técni cos que g ui aro n la e laboraci ó n
de l di cc ionari o; pero nada se di ce al respecto, y e n cambio se sil enc ia todo, lo c ual ine vi-
ta bleme nte nos anunc ia un trabajo e nterame nte artesanal e intuiti vo, que e n sí mi smo sería
inofe nsivo , ciadas las cond ic iones de precariedad e n que nos movemos e n materia de
lex icografía andin a, pero que a l mi sm o ti empo está re ñido con c ierto ha lo c ientifici sta que
aso ma no só lo en la parte introductori a sino a lo largo de toda la obra. Lejos de todo a fán
acl ara tori o, eleme ntal e n obras de este ti po, la introducción se limita, fu era de señalar
inc identalme nte la pretend ida naturaleza polidi alectal que caracteri zaría a l corpus quechua,
a la selecc ió n que se hi zo de " m ás de 20,000 ace pc iones" (!) y al carác ter norm ati vo,
válido para "todo e l mundo andin o qheswa" , de su registro; pero en ca mbi o se de tie ne e n
dar cue nta de la gé nes is del proyec to de e laboració n de l dicc io nari o, de las gesti ones
te ndie ntes a su fin a nc iac ió n y de la o rgani zac ión de los equipos de tra bajo . Aparte de las
li ge rezas e in exac titudes que se dicen allí, hec ho que se pondrá de m anifi esto a lo largo de
nuestra di sc usió n, destacare mos aquí dos erro res gruesos que se despre nde n de la lectu ra
de d os de los magros párra fos introduc torios. Por un lado, se hace a lus ió n a l hecho de que
nuestro prim er gram áti co q uechua, fray Domin go de Santo Tom ás , habría compil ado su
tratad o léx ico "en la hoy Reg ión Inka (s ic) del Perú", c uando todo quechui sta med iana-
me nte in for mado sabe que e l d ia lec to que describe e l d omini co fue e l habl ado en la costa
cent ro-sureña del país, vari edad exting uida hac ia fin es del s. XVII. De otro lado, al habl ar
de la tarea lex icográfica que de bi ó e mp re nder la instituc ió n c uzque ña, se dice que e lla se
in spiró e n e l ejempl o de otras acade mi as , e ntre las que se me nc io na a las de las le nguas
alema na e in glesa: la des in fo rmac ió n no es un obstácul o, como se puede ver, para que se
inve nte n acade mi as por doq ui er ( !).
1.1.2. Por lo que toca a las "ad ve rte ncias" sobre e l alfabe to empl eado, que se
co nsidera ofi c ia l, acordado a caball azo lim pio en un congreso " inte rn ac io na l" reali rndo
e n el C uzco e n fe brero de 198 74 , los acadé micos se concre tan a propo rc io nar inform ac ió n
parc ia l ace rca de los inte ntos prev ios e n la fo rmulac ió n de alfa be tos y con los que estaría
e nde udado e l ac tu al, de los c ua les se destaca e l propuesto por e l III Congreso Indi ge ni sta
4 En verdad . lo de " int ernacional" es apenas un me mbrete. pues e l úni co representa nte de l resto de los
pa íses de hab la qu ec hu a q ue asist ió a l eve nt o fu e un de le gado bo li v iano . Por Ju de m ás . lo s
re prese nt antes de otras zo nas de l país. en es pec ial los de Ayac ucho y Pun o (parti dari os de las tres
vocaks). fuc:ru n sil cnc iad us sistemáti came nte al no dej árseles expo ner sus puntos de vista di scre pantcs.
Interamericano de La Paz ( 1954 ). En di cho rec uent o se ignoran esfuerws prev ios co mo,
por ejempl o, e l de l alfabe to promov id o por la Direcc ión de Educac ión Ind ígena de l Mi-
nisterio de Ed ucación, sanc ionado por Reso lución S uprema de l 5 ele d iciembre de 193 1,
y, por cierto, e l de la Comi sió n Implementadora ele la Ley 21 156 que o fi ciali zara el
quec hua, apro bado por RM No. 4023 -75-ED del 16 ele octu bre ele 1975, e l mi smo q ue se
silencia cuidadosamente (cf . para los antecedentes mencionados , Cerrón-Palomino 1992a) .
De hecho, en la li sta ele 3 1 grafías propuestas, salvo la incl usicín compl etamente gratuita
ele la grafía <s h>, el alfa beto "o fi c ial" de la Academi a es el mi smo de 1975. De ma nera
q ue los créditos otorgados a algun os de sus miembros por la introducc ión ele las voca les
<e,o>, que según se dice fu e " fund amentada por la dobl e tri angul ación vocálica" de un o
de sus integrantes (?) , as í com o por el empl eo de las marcas de as piración y glotali zació n
(l a < h> y el <'> apóstrofo, respectivamente) , son enteramente gratuitos e inmerec id os .
Ta mpoc o es or ig in a l la carac ter izac ió n fo no lóg ica de los seg me ntos vocá li cos y
consonánticos a los cuales represe ntarían las grafías, aparte del hec ho di scuti ble ele di stin -
guir entre vocales y semivoca les o conso nan tes y semi consonantes , cuando se sabe q ue en
la lengua semi vocal es y semi consonantes se comportan fo némicamente como si fuera n
consonantes, siendo por consiguie nte irre levante la d istinción.
Ahora bien, tras la presentación del alfa beto se ofrece la descri pc ión "fo nológica"
de cada una de sus grafías , como si la carac teri zaci ón anteri or no hubiera bas tado. Lo que
ocurre es que nuestros autores, que no logran di stin guir entre letra y fo nema, no parecen
haber entendido el metalenguaj e e le me ntal de la fo néti ca, y, por consigui ente, han proce-
dido, de manera redundante , a un a nueva caracteri zac ión de las letras , e in cluso a su
"di stribución fo notác tica" ; y, al hacerl o , han entrado en un a seri e de contradi cc iones e
inexactitudes , a la vez que en un manej o entreverado de criterios cl asificatorios en los que
vuelve a asomar cierta termin olog ía paleontológ ica (como la que di stin gue entre vocales
"fuertes" y "débiles") : ya se ve que e l barni z cientifi cista no res iste la menor in specc ión
Por lo demás , tanto las descripc iones como las "reg las" de di stri buc ión se verán cont rad i-
chas a cada instante por los ejemplos aportados en el mi smo dicc ionario.
1.1.3. Con relació n a la bibli ografía de apoyo, listada sin ate nder a ningún criteri o
clasificatori o excepto el nombre ele sus autores, aparecen allí en fo rm a indi sc rimin ada, sin
fecha de impres ión ni menos pi e de imprenta, una ac umul ac ión de libros, tratados , ensayos
y fo lletos, de los que se pudo echar mano , sin la mínima evaluac ión de los mismos , ele modo
que al lado de trabaj os seri os aparecen obras de escaso o dud oso mérito, co n materi al léxi-
co incierto e igualmente desconfi ab le . El aprovec hamiento del cmpus léxi co prove ni ente ele
fue ntes tan di símiles im ponía un examen cuidadoso del mate ri al antes de ser tomado e n
cue nta (no es lo mismo respaldarse e n e l Inca Garcil aso y en Go nzález Holguín que hace r-
lo e n Ric ard o Palm a y Gu ardi a M ay orga); pero, lej os de eso, se proce di ó a la to ma
indi scrimin ada ele vocab los co n los co nsiguie ntes prob lemas ele interpretac ión fóni ca y
norm ali zac ió n ortográ fi ca, hecho que se hará pate nte espec ia lm ente en la in fo rm ac ión
di alectológica sumini strada. Por lo dem ás, en el li stado bibli ográfico mencionad o, no es tán
los autores que de bían estar y so n muchos los que estand o no de bieran fig urar. Son muy
notori as, por ejempl o, las ause nci as de Guamán Poma ele Ayal a y de l e ncicl opédico Bern abé
Cobo, imprescind ibles e n toci a cons ulta lex icográfi ca. En med io ele tal conglomerado. no
sorprende que las Relaciones (s ic) de antigüedades peruanas sea n atribui das no a su au tor.
Santa Cruz Pachacuti , sino a su editor, Jim é nez ele la Espacia; ni tampoco que no se sepa el
título ele la obra de Martín ele Murúa , o que fray Domingo ele Santo Tomás aparezca como
autor de un Lexicón y Vo cobu lario. como si fueran dos obras diferentes, en vez de su Lexicón
o Vocabulario. Tampoco sorprende que un mismo autor aparezca separadamente como
Felipe Paz Soldán y Mariano Felipe Paz Soldán, con libros diferentes, en vez de una sola
obra: su Diccionario (cf Paz Soldán 1877). A estas alturas, en fin, ya no estamos seguros
si los autores del Diccionario trilingüe quechua-inglés-castellano son Esteban y Nancy
Hornber por simple errata o porque así fueron cuzqueñizaclos, en lugar ele Hornberger.
1.1.4. Por lo que concierne a la información dialectal , los académicos dan a entender
que ella tendría una cobertura tanto pananclina como peruana, ele manera más específica. Los
países andinos involucrados son, descontando el Perú, cinco: Colombia, Ecuador, Bolivia,
Argentina y Chile, dentro ele los cuales se enmarcan algunos nombres ele provincias o de-
partamentos, según el caso, que corresponderían a otras tantas variedades dialectales. Sor-
prende en esta lista de países quechuahablantes el que se haya incluido a Chile, territorio en
el que, hasta donde hemos siclo infonnados por estudiosos que han realizado trabajo de campo,
no hay rastros de la presencia ele quechua como lengua materna, a diferencia del aimara,
aunque puedan encontrarse ciertamente hablantes ele la lengua procedentes del lado boliviano.
De otra parte, también deja mucho que pensar la enumeración ele las localidades (supuestos
correlatos de variación dialectal) en el interior ele los países mencionados: así, por ejemplo,
sobran en la Argentina (Catamarca y Jujuy) , pues , habiendo desaparecido allí la lengua ha-
cia fin es del siglo pasado, los pocos hablantes ele quechua que podemos encontrar son ele
procedencia boliviana; sobran también , por inexactas y más bien míticas, las referencias al
valle del Cauca y la meseta ele Cunclinamarca, en el caso ele Colombia; y, en fin , por el
contrario, se omite entre las localidades ecuatorianas la del Cañar(¡ la antigua Tumipampa!).
En lo que toca al quechua peruano , clasificado según un extraño criterio "regional", los
académicos se vanaglorian ele haber consignado trece "variedades dialectales", cuando en
el fondo lo que se ofrece es el mero listado ele un número igual de departamentos, con serias
omisiones si ele lo que se trata es ele atenernos a un criterio político-clemarcativo: no figuran
allí Lambayeque, Lima, lea y Moquegua , entre los departamentos costeños, ni lquitos,
Ucayali y Madre de Dios, entre los amazónicos. La ausencia de Lima (en su área serrana,
por cierto), por una parte, y la inesperada presencia de La Libertad (¡enhorabuena!), por la
otra, sólo puede indicarnos hasta qué punto los académicos de la lengua andan tan
desinformados en materia, no ya ele dialectología quechua, que sería mucho pedir, sino tan
sólo ele la distribuci ó n territorial ele la lengua cuya totalidad pretenden normar 5 .
5 Todos es tos problemas habrían podido ahorrarse con só lo hacer un pequeño esfuerzo de ponerse al
día e n materia Lle quec huísti ca contcmporünea: s1 lo s trabajos Lle Parker y Torero sobre dialectología
quechua res ultan inaccesib les (por razon es de le ngua, e n un caso, y de rareza bibliográfica. en e l
seg unlio) , allí estaba nue stra Lingüísrirn Quechua. editada en el Cuzco; pero, c laro, de acuerdo con
la actitud de nues tro s académicos. hay que ser cuzqueños para poder opinar sobre cuestiones que
toca n a la historia y evo lución de la len g ua qu ec hua. Lo que no quita que. cuando les conviene.
algunos de e llo s ha sta puedan copiarnos. corno ocu1Te por ejemplo en uno de los artículos del No. 2
ele lnka l<i11w,·.
E n un o y otro caso , tanto fue ra como dentro de l Perú , no es d ifíc il constatar que las
refere nc ias "di alectales'' han sido hec has. para algun as de las localid ades menci onadas ,
sobre la base ele los m ateri ales lé xicos e num erados en la secc ión bibli ográfica (cosa que
puede aclarar parte ele las omi siones, al desconocerse otras fuentes), lo que no explica s in
embargo e l que figure n localiclacles y " reg io nes" para las c uales no se c ue nta co n materi a-
les di spo nibl es. ¿Cómo e nte nder esta s ituac ió n? Tampoco es difíc il e n este caso dar co n la
respuesta: oc urre que muchos ele tal es lu gares aparecen sólo porque e l diccionario co ns ig-
na topó nimos, muchos ele ell os exóticos y peregrinos, sobre tocio procedentes ele Colomb ia,
Chile y Argentina, conforme tendre mos ocas ió n de ver. S i un diccio nari o es a la vez un a
obra ele consulta e informac ión, pues debemos cuidarnos de l prese nte , ya que los datos
que se proporc ionan en él aparecen bruta lmente des fi gurados como resultado de la orfan-
dad de conocimientos en c uestiones e le me ntales atin ge ntes a la mi sma le ngua que se
pretende cocli ficar.
1.2. En términ os tipológ icos, estam os aquí ante un diccionario bilin g üe, ele natura-
leza descrip tivo-normativa y de carácter o nomas iol óg ico, e n e l que la microestructura
lemática aparece ordenada alfabéticamente , y cuya nota fundam e ntal es su hibridi smo
ge nerali zado, sobre todo por sus prete ns io nes de enci cloped ismo y la incorporac ió n de un
cons iderabl e número de vocablos espec iali zados propios el e un léx ico terminol ógico. Se
trata, pues, ele una obra que muestra un a interferencia entre el afán lex icográfico-lin güístico
propi am e nte dicho y un interés lex ic ográfi co de natu raleza e ncicl opéd ica, en la que se
echa po r ti e rra toda ortodoxia, incluso aque lla consagrada por la prác tica lex icogní fica
tradicional. ¿S ignifica esto que la o bra debe ser ce nsurad a po r su carác te r híbrido'/ De
ninguna m a nera, en la medida en que dentro de la práctica lex icográfi ca, tanto pasada
como presente, no fa ltan eje mplos ele di cc io narios híbridos de bue na confecc ión. Lo que
ocurre es qu e en es te caso hay qu e g uardar e l requi s it o mínim o de coherencia y
sistematicidacl , aspectos simple y llan am e nte reñidos con la práctica ele los equipos que
confecci o naro n e l di cc io nario . De hecho , como se adelantó , no hay nin g ún c riteri o ex plí-
cito de se lecc ión lem ática, cosa que es particulannente no toria e n la e lecc ió n arbitraria y
caprichosa del léxico e nciclopédico.
E n efecto, como veremos e n su lugar, ¿con qué criteri o se reg is tran , por ejempl o,
determinados to pónimos, tanto nac io na les como ex tranj eros, etnónimos y antropónimos,
nombres de los santuarios incaicos de l C uzco, si ti os arqueo lóg icos, quec huismos e hi spa-
nismos, con e xclusión ele otros? No cabe duda de que dicha arbitrariedad responde
únicame nte a fac tores informativos e n los que primaro n la falta de cuidado y seriedad e n
la consu lta de las fue ntes, agravada por la a usencia de di sc iplin a e n el trabaj o de coordi -
naci ón del equipo lexicográfico. Como resultad o ele ell o, la selección léx ica y temátic a
de vin o e rrática e improvi sada, no e xtrañ a ndo entonces q ue la unidad le mática tratada no
sea prec isame nte la palabra: figuran allí, en línea con el afán e ncicl opedi sta, tópicos como
lnkas del Tawantinsuyu, lnkas de Willkapcunpa , lnka.1· seiún los cronistas , e tc. (cf secc ió n
11), s in o ta mbié n, desde e l punto de vista estrictame nte gramatical, alg unos sufij os de la
le ngua (¿ los únicos de los que se tie ne conc ie ncia')) , por lo genera l mal a nali zados , con
exc lus ió n de o tros . En fin , por c ualqui er lado que se le mire , el diccionario se nos mu estra
enteramente asistemático e incoh e re nte , e n el que las fall as téc ni cas asoman a cada
in sta nte.
2. Cuestiones técnicas
6 Co rn o quiera que los acadérnicos se han asegurado muy bien de perennizar sus nombres dentro de
la s diferentes li sta s ele la s distintas comisiones de trabajo. cuidándo se también de proporc ionarno s
la nó mina de asesores (en tre lo s cua le s fi g uran algunos académicos) e inc lu so la de los "correctores
J e es til o .. , so bra decir que cada qui e n podrá asumir la respo nsahilidad que le correspo nde. inclu ye ndo
la s lind cLas g ramati caks y ortog ráfi cas (en ambas le ng uas) Je qu e hac e ga la toda la obra.
nes del c uerpo léx ico. y que , no obstante ser com unes a uno y o tro apartado, preferimos
tratarl as por separado.
2.1. Sección quechua-castellano. C uatro so n los tipos de problemas fund ame nt a-
les con que tropezamos en esta seccicín: los re laci onados co n la selecc ió n léx ica. la nor-
mali zac ió n. los envíos cru zados , y las informaciones d ialec tal es. Debemos adve rtir que
los casos con los que ilustra re mos cada problema han siclo se lecc ionados s in la me nor
pretensión de e xhaustivid ad, ya que las deficiencias , un as más que o tras. prácticamente se
repiten e n todo el corpus léx ico registrado.
2.1.1. En relaci ó n con la se lecc ión léx ica, un o de los factores que determinan e l
ab ultami e nto ele las e ntradas en torn o a la cabeza lemática es e l registro debajo ele e l la de
formas derivadas. la mayoría ele las c ua les, desprovistas ele un matiz semánti co especial
que las leg itime como e nt radas idi osi ncráticas, son pe rfec ta me nte predecibles por la g ra-
m ática. Como se sabe, de nt ro de la práctica lex icográ fi ca. só lo los e lementos deri vados
gramati cali zaclos, es decir aq ue ll os c uyo signifi cado no puede obte ne rse con la si mpl e
aplicación ele las reglas de derivación, deben fi gurar como e ntradas independientes dentro
de una fam ili a léx ica . S in embargo , lo que e ncontramos e n e l diccionario es la inc lusió n
indi scrimin ada de fo rm as predecibles, que son la mayo ría, y ele aq ue ll as que ya res ultan
gramati cali zaclas. Como res ultado ele e ll o, las familias léx icas rara ve7. desc iende n ele la
docena, pud ie nd o ll egar a constituir un número ele más de tre inta e nt radas . Así, para
me ncionar las derivaciones m ás recurrentes, nun ca fallan las formas léx icas age ntivas ,
causativas, reflex iv as, recíprocas. desiderativas, repetiti vas. e tc .. todas e ll as ge nerab les
medi a nte e l recurso a los sufij os respec tivos invo lucrados. Así, por ejemplo . bajo la e nt ra-
da de chi11km· 'perde rse, extraviarse' . se introducen chi11kaq, chi11kachiq. chinkachikuq.
chinkakur, chinkachinak11y, chinkanayay, chinkaykachav, chinkark11r. chinkarir. etc.; de l
mi sm o modo, e n torno a hasp 'iy 'escarbar, rasguñar' , encontramos hm p 'iq. hasp 'ichiq,
hasp ' ichikuq, hasp 'inakuy, hasp 'inayay, hasp 'ipay, hasp 'irqO\, hasp 'iv/.:oclwr , e le. C ier-
tame nte, podría argüirse que , e n es tos casos, más vale pecar por profusión an tes que por
omisión. S in e mbargo. el problema es que con una actitud ge nerosa como ésta no habría
e n realidad un límite e n la introducc ió n de tales e lementos: de hec ho, para ser cohe re ntes ,
habría que dar cabida a todas las fo 1mas derivadas. Porque, ¿co n qué criterio, descartado
e l semántic o, se registran unos lexemas y no otros·? ¿Por qué, por eje mplo, no o frecer
deriv ados con los sufijos -raya, -paya. -chaku, -chka , etc.? Además, ¡_por qué s i se regis-
tran chinkach ikuq ''que hace perder o extraviar algo" (mejor sería ' perso na que deja o
hace que se le extrav íe a lgo')7 o hasp 'ivkachay "escarbar la tie rra e n d ife re nt es s iti os" (y
no sólo eso, como se lee , s in o también 'estar rasguñando un a y otra vez·) , no se introdu-
cen takichikuq ·persona que dispone que cante n e n su nombre ' o tusuy/.:achm· ' bail ar aq uí
7 D e aq uí e n adelante debe te nerse prese nle que cada vez que ci te mos g losas proporc io nad as e n el
di cc io nario. ésta s irá n e n1re co millas. a la par que las que no so tros proporcio nemos aparecerán en tre
apóstro fes. Lo mi smo deberá te nerse e n c uenta co n las g losa s prove ni e ntes ele o tros a ut ores. Notemo s
tambi é n que cuando ci temos direc tamente las fo rma s léx icas de la o bra lo harc Jllos res peta nd o la
o rt og rafía elllp leacla: e n los cle lll ás casos usaremos e l sistc lll a ortng r.ífi co o fi c ial vige nte. en e l que
1H1 tie ne n ca bida la s voca les med ias <e.o>.
y a ll á ' '' Como se ve, la arbitrari edad e n la selecc ió n es la nota común , a un concedie ndo la
pos ibilidad de que los lexe mas de ri vados por la gramáti ca fig ure n all í.
Hay otro aspec to ele la se lecc ión c uyo tratam ie nto es ig ualme nte capri choso: e l
caso ele los hi spani smos. En nuestro recorrido por e l d icc io nario no hemos e ncontrad o
más de un a decena de préstamos: anis, era, inoj o, l/anten, mansanilla, nabus y sawse, c uy a
incohere nc ia en la norma li rnció n ortográfi ca es manifi esta (para las vocales <e ,o> , ve r §§
3.3. 1, 3.3.2); al lacio ele e ll os fi g ura n lunkanas, ransa y sintikuy, que, por la manera en que
aparece n representados , parece que ya no son ad vert idos com o préstamos, sie ndo prove-
ni e ntes de longanus. gra nza y sentir, respecti vamente. Lo c urioso es que , de tocias esas
palabras, granza y sauce re mite n, e n la secc ió n castell ana, no a sus fo rmas quec hui zadas
sino, sin ning un a re lac ión, a lw111 ch 'i y wayaw, respectivam ente (de las c uales la primera
resulta incorrecta toda vez que s ig ni fica más bi e n 'afrecho'), y que para remate no apare-
cen e n la secc ió n quec hua. Inc ide nta lme nte, e l térm ino manya "convite, in vitac ió n" y su
fo rm a ve rbal nw nvav " Lanc har (sic) . Parti c ipar de un convite", que sólo fi guran e n e l
d icc io nari o ele L ira ( 1982), y por tanto parecen copi ad os de é l, tienen los visos de ser o tro
prés tamo, remontabl e es ta vez al itali ano, a tra vés de la j erga caste llana manvar. Lo c u-
ri oso es que la fo rma patrim o ni al rnanya (ape llido, adem ás, de l recie ntemente fall ec id o
pres id e nte de la acade m ia) . q ue s ig nifi ca 'orill a , conto rn o ', ap a rece s ubo rdin ad a
le máticamente al hi spani smo me nc ionado, como tercera acepc ión: es dec ir, un caso de
homo nimi a in te rpretado co mo de po li semi a, lo q ue, después de tod o, puede estar ind ican-
do la vi ge nc ia de l caste ll a ni sm o y la obsolescenci a de la fo rma patrim oni a l. Pero, justa-
me nte, habl ando de la vigenc ia de los hi spani smos (ma l ll am ados, cuand o se cae en la
c ue nta de su procedenc ia, " neo logismos") , hay que preg untarse por qué se registró sólo
una docena de e ll os c uando sabemos que su núme ro puede llegar fác ilme nte a la cente na,
y para referirnos únicamente a aque ll os que des ig nan a objetos e instituc iones de proce-
de nc ia occ ide ntal, y q ue se e nc ue ntra n ple name nte as imil ados dentro de la lengua desde
los temp ra nos años de la co loni a. C iertamente, a lg un o que o tro préstam o puede asom ar e n
la secc ió n castell ana, como e n e l caso de habas, que di cho sea de paso no re fl ej a la forma
quechua asi mil ada, que es hawas (con as pi rac ió n etim ológica), pero po r lo ge neral e llo no
ocurre : están ausentes , por ejem plo, los casos de siwara< cebada, tirihu< trigo. hikus<
higos, etc. Pero aquí ya e nt ra mos en otro prob lem a: e l de la normali zac ión, q ue tratare-
mos más abajo. En fin , como se habrá pod id o aprec iar, aquí tambi é n la se lecci ó n fu e
compl etame nte impro vi sada e impres io ni sta.
2.1.2. Como se recordará, uno de los obje ti vos " prin c ipales" que se trazaro n los
acadé mi cos fue e l de " no rma r la correcta utili zac ió n" de l quechua nada me nos que '·e n
todo e l mun do a ndin o". S in e mbargo, un rápido excurso por toda la obra bas ta para dar-
nos cuent a que las noc iones de no rm a y norma li zac ió n está n tota lme nte ausentes e n e ll a,
y, po r e l cont rari o, lo que e nco ntram os es un caos ge ne rali zado en la identifi cac ión de las
uni dades lemáticas y en su re prese nt ac ión fo rm a l.
Con respecto a la iclcnt i fi cac ió n ele las e nt radas, lo primero que hiere la vista (y
afec ta e l inte lecto) es la manera arbit rari a en que se reg istran las fo rmas nomina les de
raíces q ue origin ari amente so n verbales, es dec ir li gadas. Com o se sabe , aparte ele un
red uc id o núme ro de raíces ambiva le ntes como para ' llu via/ll over ', qasa ' hi e lo/he lar·, taki
'canto/ca nt ar' , etc. las raíces verba les de l quec hu a no son fo rmas que goce n de auto nomía
léxica, a menos que se den en forma nominalizada o conjugada. No obstante ello , adverti-
do ya desde las primeras obras lexicográficas ele la colonia, nuestros académicos han
optado por la autonomización léxica generalizada ele tales raíces para darles el estatuto ele
nombre (sustantivo o adjetivo). De esta manera, por citar al azar algunos ejemp los , se
registran chinka 'extravío', huñu 'grupo ', isma 'excremento ' , ismu 'podredumbre' , llal/i
' triunfo' , macha 'ebriedad' , p'ampa 'entierro' , phawa ' carrera' , mismi ' filtración ', seqsi
'escozor', siri 'reclinamiento ', raki 'reparto' , r'ira 'extracción ', thuqa 'esputo ', wana
'escarmiento' , wiñ.a 'crec imiento ', etc ., formas tocias ellas que no gozan de autonomía
léxica a menos que las nominalicemos , en este caso mediante el infinitivizador -y.
Ahora bien, en un esfuerzo por entender tal arbitrariedad podría pensarse que la
razón que movió a ello fue la conducta morfofonémi ca de las raíces acabadas en /i/, que a
los oídos poco entrenados (y a los ojos influidos por la escritura castellana) parece absor-
ber articulatoriamente a la semiconsonante /y/: de esta manera, formas como harnp 'iy,
mismiy, rakiy, siriy, etc. pueden dar la impresión de que estemos ante [hamp' i], [mismi],
[rak'i] y [siri], respectivamente . Este fenómeno de ilusión auditiva podría haber inducido
a la generalización de la omisión de yod en los demás casos. Lo que no han advertido los
autores es que la ficción que proponen no tiene ninguna realidad gramatical: bastaría
validar cada una de tales formas con el reportativo -m - -mi . Obviamente, no se podría decir,
por ejemplo, chinka-m '(es) un extravío' , phawa-m ' (es) una carrera' , llalli-m ' (es) un
triunfo ' , wiíia-111 ' (es) un crecimiento ' , etc. sino chinkay-mi, phaway-mi, llalliy-mi y wiñay-
mi , respectivamente 8 . Siendo así, ¿cómo explicar la solución por la que optan los
académicos , que si saben quechua tendrían que estar de acuerdo con nosotros? No hace
falta demasiada curiosidad para darse cuenta que en esto se siguió a Lira, otrora académico
que en materia de gramática quechua andaba también perdido en los trigales de Dios,
ignorando el tratamiento correcto que hace del mismo el presbítero cuzqueño Gregori o
Castro, artífice del VPI.
Otro aspecto que ilustra la falta de unidad de criterios es el registro de lexemas
compuestos, los que se ofrecen en forma caótica, unas veces formando una unidad com-
pacta y otras en las que sus elementos aparecen separados. Así, por ejemplo, chakaruwaq
' persona que hace o construye un puente ' , ch 'akimit'a 'estación seca', pero al mismo
tiempo chakra ruwaq 'labriego' , ch 'aki allpa 'tierra seca', etc. La práctica lexicográfica
aconseja en este caso que se opte por la forma soldada cuando se está al frente de una
unidad semántica cuyos componentes no pueden ser extraídos de la interpretación por
separado de cada uno de los elementos del compuesto: en la obra que comentamos no hay
ningún principio unificador, y, por consiguiente, la escritura de los compuestos está librada
a los caprichos del momento. Pero aquí, debemos reconocerlo, estamos tocando ya un
8 Y es que, como lo sabe cualquier quechuista medianamente entre nado. el alomorfo -mi del morfema
validador sólo se da cuando la base termina en consona nt e y no en vocal (donde sí puede ocuITir -m.
co mo en para-111 '(es) lluvia '. taki-111 '(es) canto·. wasi -111 '(es) una casa'. etc.) Nótese, de paso. que
el alomorfo -111 del validador se reali za en e l cuzqueño como friJ, tras el cambio que afectó a la nasal
bilabial en posición final de sílaba y de palabra : ki,11.w > [kiri saj ' tres·. qam> [qari] ' tú '. etc .
problema cuya so luci ón no resulta senc ill a: después de todo, parece que los autores ni
siq uiera se dan por e nterados del mi smo.
En cambio, no es infrecuente la confusión en el tratami ento de supuestas formas
homófonas y polisémicas, como ya se adelantó. Darem os aquí unos cuantos ejemplos que
ilu stran lo que acabamos de decir. Así, e l lema na, que es el bien conocido qui/otro
quechua, cuya "de fini ción" recurre a un circunl oquio recargado como si se desconociera
la voz ' mul etill a' , aparece no sólo desligado de su forma derivada na-na 'algo que debe
hacerse', sin o que se le identifica formal y semánticamente con el sufijo flex ivo recíproco
-11a (cf § 4.2); y, para remate, bajo na-na se incluye la acepción de "dolor, padecimiento,
sufrimi ent o físico", etc., cuando aquí estamos en realidad ante la raíz nana-' doler', cuya
fo rm a nomin ali zada es nanay 'dolor' , y no la ficción que se postula, según ya se vio.
Como se puede apreci ar, el fa lso análisis de *nana como 'dolor' determinó que apareciera
cual si fuera homófona de na-na, elemento por lo demás derivado y no irreductible . Lo
propio puede decirse de la entrada q 'ente , que vale tanto para "contracción, encogimien-
to" como para "picaflor, colibrí, tominej o", cuando en verdad estamos ante acepciones
que corresponden a formas diferentes, falsamente hom onimi zadas por el análisis que aca-
bamos de cuestionar: en realidad la primera acepción corresponde a q 'en tiy, que aparece
desligada de la primera (aquí la escritura con <e> final fu e otra trampa que indujo a la
falsa pluri semia). Otro caso de tratamiento desv incul ado de un mi smo lema, ayudado por
un a cuest ionable fonologización, es el de hamuy 've nir' (de paso, ¿por qué no *hamu
' venida ··n. que aparece separado por varias páginas de sus fo rmas derivadas a partir de
hanpuv (si c) " venir, retornar a este sitio" (procedente de */ha-mu-pu-y/), como si no se
tratara de una mi sma unid ad lemáti ca. Curiosamente, para hamuy no se ofrece sino
ha111uykachay " venir o ll egar frecuentemente de allá para acá"; y, en cambio, en torno a
ha11puy encontram os has ta ocho formas derivadas. Como se puede apreciar, nuestros
lex icógrafos se olvid aro n de recurrir a la extensi ón derivacional en favor de hamuy (¿por
qué no hamuchiy, hamuq, hamuykachay, hamuysiy, etc.?): la razón está en que, una vez
más, se copió a Lira, que ofrece la mi sma aberración . Podría decirse que hanpuy es una
forma reanalizada a partir de su étimo */ha-mu-pu-/, con caída vocálica: ciertamente tal
podría ser el caso, pero e llo no explica ni la ausencia de derivados de hamu- (para ser
cohere ntes con la prác tica de los autores) ni la falta de alusión a la relación que guardan
ambas fo rm as.
En fin , otro probl ema recurrente es la ausencia total de criterios para optar por un a
norma allí donde nos encontramos ante formas alternantes , mal ll amadas "sinónimas" .
Tal ocurre. por ejemplo, con las variantes mihuy - mikhuy 'comer', raktha - ratkha 'grueso '
(¡pero dicho de obj etos planos') , ruray - ruway 'hacer' , wawqe - wayqe ' hermano de
varón' , etc. Por lo que toca a la primera alternanc ia, parece optarse en favor de la forma
etim ológ icame nte conservada, es decir mikhuy (cosa que no ocurre, por ejemplo, en
Cusihuamán 1976b), lo que no justifica entonces que se li sten en torn o a mihuy práctica-
mente todos sus derivados ( 15 entradas), que a su vez remiten a sus formas correspon-
dientes bajo mikhuy. La solución correcta en favor de la forma conservada (a nadie en
castell ano se le ocurriría normar juar en lugar de jugar) se va al traste cuando frente a
rak tlw - ratklw se e li ge la segunda forma , a es tar por el número de derivados que se le
junta (8 ve rsus 1). La información di alectal habría bastad o para ver que la forma postula-
da como norma es, por lo me nos hi stóricam e nte , variante metatizada de la primera (cf:. en
e l quechua huanca, lakta). Lo propio puede decirse de las variantes n11-ar - ruwav. esta
última clarame nte desv iada de la primera (cf: rurm· e n todos los dialectos quec huas y
hasta luraña e n aimara), lo que tampoco justifica e l que se li sten 14 derivados e n torno a
ruway, todos ellos re mitiendo a ru rav: ya podrá advertirse cómo es que se abultan irrne-
cesariame nte las págin as de la prim era parte del di cc ionario. Otro tanto puede dec irse, en
fin , de wawqe - wayqe, cuya segunda forma es as umida como norma, no obstant e ser e l
resultado ele un a ntiguo fenómeno ele aimari zac ión : e l cambio */awl> /ay/ (el aimara tavpi
versus quechua chawpi) afec ta, como se sabe , a un conjunto de lexemas que co nll evaban
la secuencia e n cuestión (cf p 'unchaw - p 'unclwy 'día', llawt 'u - llavt'u 'd iadem a '. etc.).
En este caso, también la infonnac ió n dialectal (s in me nci onar la hi stó rica, que sería mu -
cho pedir) habría servido para optar por un arquet ipo respaldado por un a e vide nci a ele
carácter translocal, sobre todo si se está e mpeñado e n normar "en todo el mundo andino" .
2.1.3. Otra de las fallas constantes de l diccionario es la omisión de las refere ncias
cruzadas o envíos en e l regi stro de las variantes impropiamente llamadas sin ónimas. Así,
por ejemplo, a llpa 'tierra', ampatu 'sapo' , erqe ' niño' , oho ' húmedo' , etc. no re mite n a
ha/lp 'a, hanp 'atu, herq'e y oqho, respectiv ame nte , aunque, para ser justos, ha l!p 'a sí en-
vía a allpa; pero, de otro lado , ampatu refi e re a oqoqo y erqe re mite a erq 'e. forma ésta
incorrecta. Como se sabe, en todos estos eje mplos , me nos e l último, la presencia de la /h/
inicial es obligatoria sie mpre y c uando la raíz conte nga un a conso nante oc lus iv a glo ta l: se
trata de la prótes is ele as piraci ón, familiar tambi é n a l a im ara, y seguramente como res ulta-
do de la influe ncia de esta leng ua sobre e l quechua c uzqueño. En tal sentid o, si qui sié ramos
e legir la norma e n tal es vari antes , deberíamos hace rl o e n favor de las formas desprovistas
de glotalización y aspiración , co mo tratam os de s ugerirl o e n Bail ó n, Cerrón-Palomino y
Chambi ( 1992). Ocurre, sin embargo . que las que registran prótes is de aspiración (/h/
espuria) son la mayoría, como puede constatarse e n cualquier diccionario; por consiguien -
te, por este criterio de " may oría" bie n puede n no rmali zarse las formas protcti zaclas. Como
quiera que fu ese, la forma erq 'e (en vez ele /hirq'i/) es seguramente inexi ste nte o es pro-
ducto de una s impl e errata, de las que abundan e n e l li bro. Forma igualmente e rráti ca
parece ser milmaq 'colono ' , que no hemos co nseguido locali za r e n nin gun a ele nuestras
fuentes, pero que en tocio caso no refiere a 111itma , que de paso sea dicho no aparece e n su
forma derivada ele nútm.aq . De otro lacio, melqhay ' regazo' rem ite a illpay pero no a 111.eqllav:
como se ve, la metátesis de es ta última hi zo perder de vista la conex ión entre las variantes
de un mismo lexem a. Finalmente, ñakar (y no 11aka) ' ma ldición' no hace a lu sión a Fwk'ar.
no obstante que las dos vari antes se dan e n un a mi sma pág in a. consignándose in c lu so los
derivados ñakaq - ñak 'aq : después de tocio , Lira fu e la fu e nte, a la que tambi é n recurrió
Cusihuamán. Casos como éstos abundan e n e l text o, y aquí só lo hemos querido ofrecer
algunas muestras del trabaj o descuidado de los autores.
2.1.4. En cuanto a las refere nc ias dia lecta les, hay que señal ar que la cons ig nac ión se
hizo en forma compl e tamente irrespo nsa bl e y arbitraria, amé n de que por lo general las va-
ri antes dialectales aparecen transcritas ele manera e rrática. No ha habido el menor es fu erzo
por c ubrir las equi vale nc ias de manera o rde nada, pues só lo se proporc iona aquí y a ll á una
que otra cognada, para uno que otro di a lecto , sin que podamos adivinar el crite ri o que guió
a los autores pa ra ofrecern os semej ant e e nsa lada léx ica. No puede invocarse aquí la falt a ele
9 En todo caso. en la escritu ra prác ti ca. tales pa labras portan la grafía <q> como un rec urso meramente
ortogr.ífico (rnn va lor cero) mas no un a <k> co mpl etamente arbit rari a (e:( Cerró n-Palomino 1976:
nota sobre <Q>: 1989: Cap. VII). Así. por ejempl o. se escribe qaqa ' barranco·. pero se pronunc ia
la·1al .
que ocurre es q ue para e ncont rar ta les equi va le nc ias hay q ue hace r un es fu crw m íni mo de
elaboración y adecuación . que los aut ores no qui sieron o no pud ieron hacer 10. Después de
tocio, com o anota Calv o. bas taba e n últim a in sta nc ia rec urrir a l VPI que, librado ele sus
numerosos arcaísm os, les hab ría all anado enorme me nte e l trabajo se lectivo. De hecho, as í
parecen haber procedido, e n parte a l me nos , pero lo hic ieron de manera in c ide nt a l.
Fuera de tales care nc ias de l léx ico común , lo que realme nte apab ull a a l lecto r es la
sobresa tu raeió n de té rminos es pec iali zados propi os ele la medic ina y fis io log ía. E n efec to ,
e ncontram os allí, de ntro de un a larga li s ta q ue puede ll egar a vari as dece nas, tec nic ismos
co m o ad enoid e, adina mia, ad enilis. anafo res is, hradibans ia, bradipnea. hrom idrosis.
caquexia, cefalalgia, cifosis, cianosis. cis!algia, condilonw, clia rroides, d istalgia, d iplop ía,
clisquinesia, epid imio, esquimosis. /i1iasis, 111.ia lgia, orquilis, policle1110 , etc., etc. Es dec ir, aq uí
sí el asesor e n c uesti o nes de anatom ía, fi s io log ía y med ic ina, como académico de número ,
e ncontró la opo rtunidad para despac harse insertand o tecn ic ism os, muchos de los c ua les no
aparece n ni siqui era e n e l DRAE, ace ntu ando e l carác te r híbrido de l d icc ionari o al incor-
po rar la terminología propi a de una di sc iplin a. Basta con im agin ar qué suerte de mamo treto
habríam os te nido si los di stintos asesores e n a lgun as de las di sc iplin as que fi g uran e n la
nómina hubieran te nido e l mi sm o e mpe ño. Pero aun ace ptando la unil ate ralidad se lecti va
implíc ita, lo que uno ex tra ña e n di c ha secc ió n es e l reg istro de té rmin os muc ho me nos
sofi sti cados y m ás caseros , y, po r cons iguie nte. fa mili ares a los usuarios. Nos refe rim os, por
ej em p lo, a voces co rn o art rilis, asép lico, cálcu los. crílico, disenlería . d ia rrea, empein e.
escorbuto, go ta, gusane ra, he rb olario, icleri cia, in11111n e, llaga , f ovea r, he rnia. him en.
hiclrocefá /ia, recalco, secas. 1aba rclillo, 1ijits, lisis, lum or. e tc., etc. Sil e ncios de este tipo. e n
contras te con la profu sió n de tecnic ismos. sólo contri buye n a confirm ar e l carác te r antoja-
di zo y sesgad o de la se lecc ió n léx ica, c uyos aut ores se ha n re fu g iado es ta vez en e l
a nonim ato, puesto que no fi g ura nin gun a comi s ió n encargada de la secc ión, a me nos q ue
se trate de los mism os que se reparti ero n e l tra bajo léx ico de la parte quec hua. No fa lta, por
c ierto, otro tipo de vac íos. P or eje mpl o, se introduce n los nombres de los meses, tom ados
de la lite ratura cron ística, aunque s in la re fere nc ia respec ti va, pero 'enero' , ' abril ' , 'j uni o ',
'septiembre' y 'dic iembre ' está n a use ntes; y eso no es todo, pues e l de ·mayo' corresponde
a ' abril' y e l de 'febrero' re fi ere ta m bié n a 'enero' y ' marzo', c uando un o se diri ge a la
sec c ió n quec hua e n bu sca de e ll os. E l caos y la descoo rdin aci ó n no pu ede n se r m ás
elocue ntes.
Vinc ul ado al prob lem a de se lecc ió n, aunque en este caso más bie n al de le mati zación,
está e l hecho de que muchos té rmin os que debían gozar ele esta tus lemático de por sí aparecen
arbitrari amente subs umidos baj o pa rtes de l aparato ge nita l fe me nin o, masc ulino , pan es de
la cabeza, partes de los apara tos c irc ul ato ri o, respi ratori o y di gestiv o. El procedimi ent o es ,
como se ve, irregular y contradictori o a la lu z de lo observado pre vi amente . Pero aun ace p-
10 Q u izüs así es tu vo mejor, puesto que co n só lo un eje mpl o q ue e ll os reg istra n ya pode mos vislu mhrar
e l tipo de e labo ració n q ue podría n rea li zar: consigna n. por ejemp lo, e l h1brido unmpaw co mo
' cuadrúpedo' en lu gar ele 1mvoclwki. pe nsando seguram e nte (e n caste ll a no y no en quec hu a) q ue
clwki es ' pi e' de perso na y no de a nim a l (es dec ir ' pat a') . cuando en qu ec hua e l términ o es indi fe re nte
y, además. a lude a tocia la ex tre 111iclacl infe ri or
tando esta inconsistencia, ¿porqué no induir. por ejemplo, unaentradacon las panes del cuerpo?
Otro aspecto relacionado al tema es el registro de quechuismos. Así como en la
primera sección se advierte una purga (¡,involuntaria?) de hispanismos, a menos que éstos
hayan burlado la atención de los compiladores, en ésta nos parece advertir un velado
prurito por desquechuizar el léxico castellano. En todo caso, la consignación de
quechuismos (o aimarismos) es prácticamente nula, y los pocos que se registran son exce-
sivamente locales (desconocidos fuera del ámbito cuzqueño) o exóticos (chachalaca,
chinwlincla) y aparecen o bien desprovistos de definición o bien están definidos científi-
camente (lo que al usuario común no le dice nada), y a veces con envíos circulares que
mantienen la interrogante. Así, son claramente localismos añu, huatia, pacorma, ratania,
11/upica. El primero, diferenciado cuidadosamente de año (no obstante el culto por la vo-
cal <o>; cf § 3.32), remite a maswa - mashwa, que simplemente no figura en la primera
parte (excepto dentro del articulado sub a,iu) , con ser un quechuismo de amplia difusión
(como o/luco, que tampoco figura) , pero escrito mashua o mashhuc1 ; de igual modo, huatia
sólo remite a su forma quechua wathiya (castellanizada ya, a la luz de su forma original
warya) y no a pachamanca, que es el término chinchaisuyo generalizado en el castellano
peruano, que sin embargo aparece registrado como pachamanka (de paso, extrañamos aquí
humita, que no figura en la segunda sección). De otro lado, desconocemos qué pueden ser
¡mcomw y ratania. fuera de su definición técnica. pues tampoco sabemos qué son pakurma
y 111ap 'a to , respectivamente, que son los tétminos a los que somos enviados, aunque en
lugar de la segunda forma se reg istra mapato (sin la glotalización respectiva). También
11/11pica remite a 11/11vpi11a , que no aparece registrada. hecho que ya no extraña, como lo
ha observado Calvo con muchos otros ejemplos. En cambio, nuestra conocida panca
·envoltorio del maíz ' remite escuetamente a p ·w1qa, que aparece pedantemente definida
como .. bráctea que proteje (sic ) el choclo y los granos de maíz seco". Finalmente, uno se
pregunta por qué se registra arcilla blanca en forma específica y no el genérico arcilla, o
por qué el término impropio de 'auquénido ' tiene como equivalente exclusivo apaqo y no
a los demás camélidos que se mencionan bajo este lema.
2.2.2. Conforme se habrá podido ver. los envíos al vacío son la nota común. Seña-
lemos aquí algunos: ' aguja· , 'astro ' , 'billón·. ·co ntrario ' , 'estar en cuclillas ' , 'prostituta ',
·rodilla· . ·sauce· , etc. remiten a awka (en vez del común awha< aguja), intichillay, /luna
- /lona (¿reducción de 111illán, a partir de la forma aimarizada mil/una?), yari. toqtukuY (cf,
en el huanca, f'ukfukuy) , pww, warmi (aunque sí se da panpa warmi), qonqor y wayaw ,
respectivamente. Se da en forma impropia kusum ·var. de alga altoandina', que no figura
en la secc ión quechua, como equivalente ele ·enea·. que calza mejor con totora, que por
cieno no figura como quechuismo. Bajo ' precisar· y derivados nos remiten a utqay, que
alterna con usqha_l'; y, sin embargo, en la sección respectiva sólo encontramos la segunda
variante, sin ninguna alusión a la primera. aunque sí a otra de extracción completamente
extraña: esqha ( 1). Como puede verse, el problema de la normalización es recurrente.
2.2.3. Otro error frecuente es la equivalencia incorrecta, formal y semántica, que
se establece entre la entrad a castellana y su correlato quechua. Señalemos algunos ejem-
plos . Así. ·alguien ' es referido a pi/lapas en vez de pipas (donde el limitativo -/la inserto
ya le da otro matiz), como el de ·quienquiera que sea' ; ·amnesia' es remitida a qunqali km·.
en lu gar de qunqakur. cuando aquél significa ·olvidadizo' (con el aimarismo -ti< -ri);
·ebriedad ' es replicada por machaq. en vez de 1nachav. cuando la primera forma significa
' borracho ' : 'escarcha ' se traduce por qarn y ch/111/la. cuando estos lexemas significan
·hielo. helada' y 'rocío· , respectivamente. y en cambio no figura chhullu11k11: ·carpintero·
aparece como thupaq , que valdría más para 'bruñidor ' , en lugar de /laqllllq, que ya apa-
rece registrado por el dominico; 'jeta· aparece como equivalente de wi17, 'a, cuando és ta
significa labio en general y no necesariame nte '·labio inferior", como se dice en la parte
quechua; así también ' !lecha' es referida a chuki, que sin embargo aparece correctamente
como ' lanza ', desconociéndose el término panquechua wllch 'i, aun cuando se dan el lujo
de registrar vocablos más arcaicos como avri o chw11pi para ' hacha '; en fin, ' leche ' es
referida a 11uqñu, que sin embargo aparece en la parte quechua como 11ukt1u (la vac il ación
consonántica es una de las debilidades recurrentes ; cf *
3.3.4 ), y no 11111fo, tradicional -
mente identificada como tal desde las primeras recopilaciones léxicas y refrendada por e l
propio Inca Garcilaso, y en cambio iiukíiu significa más bien 'dulce. manjar' . De hecho .
,1w1u aparece registrada también, pero atribuida "cl ialectalmente" al quechua boliviano.
cuando se trata ele una voz panquechua. En cambio como alternativa de 11uk1fo se da el
extraño aimarismo wilay , quechuizaclo (se trata de otra de las debilidades) como willay, que
en todo caso estaría emparentado con wila ·sangre' . De otro lado, 'caverna ' es equiparada
con aya 111ach 'ay, cuando ésta es una forma compuesta que en todo caso significaría ·ca-
verna funeraria', ya que ·cueva' o ·caverna' a secas, como figura en la entrada caste ll ana,
es mach'ay ; del mismo modo, ' lobo' aparece equiparado con e l arcaísmo llS1tka ' lobo ele
mar ' o a lo sumo parafraseado como hatw1qocha pumll, es decir 'puma de mar': en fin .
' rabia' es replicada sólo con alqo 011q11r. es decir 'enle m1edad del perro ', o sea ·mal ele
rabia'. Asimismo, no creemos andar descaminados -y la observación natural basta para
confirmarlo- al decir que ' olmo ' no puede equipararse con qew11a (la variante qeiri11ll se
resiente ya de influencia castellana) 11 ni ·pejerrey ' puede ser eq ui valente de such ·;, que es
una variedad de pez lacustre. Finalmente. como equivalente ele ·sacerdote ' se da el arcaísmo
yaya como un " neologismo", cuando no hace falta ni es apropiado , en vista de la forma.
aceptada en todo el mundo andino. de tata-kura o tayta-kura (donde tata - taíta es un
antiguo hispanismo): en todo caso. la voz vaya fue adaptada semánticamente en los
tempranos años de la colonia para significar ' Dios padre ' . y como tal subsiste en el léxico
litúrgico.
2.2.4. Hay en esta sección otro aspecto desconcertante. esta vez relac ionado con la
metalengua definitoria de las entradas castellanas. Como podría esperarse, aquí también
la definición que se ofrece de los lemas es completamente arbitraria: se definen términos
11 A propósito de qewiio. forma metati1.ada de qeiilrn. se observa que "'es incrnTec10 decir: /.:inua o /.:i11110/
en lugar de qen·ñal" . ¿Qué hay de ve rdad en esto ? En prime r lu gar, no es incorrecto dec ir q11i1111ol
sino escribir kimwl (como lo es inka. >1111wk11, etc.). y e n cambio resulta absurdo prete nde r 4ue e l
quechuis mo sea qe1n1a/: ¿es que se 4ui e n: que los quechuismos dejen de se r tales y se pronuncien a
la mane ra quechua en castellano'' Siguiendo e l mi smo razo nami e nto . no deberíamos dec ir choclo
sino chuq/111 ( '). Nótese. inc idemalme nte. que el peruanis mo quingual es un híbrido. e n la medida
en que, a l igual que papal o el jaral d e Vall ejo. con ll eva el derivativo caste ll a no -l. 4ue signifi ca
abundanc ia del refere nte me ncionado . Ad v ié rtase. igualmente. 4ue quing11ol no alude a q11i11uo . pues.
aparte d e la diferencia ortográfica. és ta no e ntra e n tal proceso de derivac ió n.
innecesariam ente, sobre todo teniendo en cuenta al usuario de habla castellana, llegando a
veces al ridículo, y, en cambio, no se hace lo mismo con otros que requerían una mínima
explicación , quitados aquellos que corresponden a los tecnicismos de carácter médico-
fi siológico, cuya de finición era mandataria, una vez introducidos de manera cuestionable.
En efecto, ¿para qué definir, por ejemplo, callo. caspa, lumbago, lunático, lascivia, meji-
lla , re,:fi"iarse, sesudo, sentencia, testículo, tendón, querencia, quiñar, quinto, viruela,
tÍtero. vagina, yunta, z.orrino, etc. , etc., y al mismo tiempo no hacerlo con abono, cala-
vera, clespei'iadem, erial, fontanela , .fiterza, marchito, m.eninge, palanca, páramo, remesa,
sedimento, etc. , etc.? Corno se puede apreciar, campean la arbitrariedad y la sinrazón.
2.2.5. Finalmente, un detalle que ilustra hasta qué punto se está completamente ayuno
en materia de gramática castellana elemental es la manera abreviada en que se proporciona
la forma femenina de los sustantivos y adjetivos. Lejos de emplearse la abreviatura -a (que
corresponde a la marca de género femenino) tras la entrada masculina, se coloca la última
sílaba, no importand o que ésta contenga tres consonantes. Así, nos damos al azar con le-
mas aberrantes del tipo cálido. -da; prójimo, -ma; tierno, -na; pulcro, -era; purpúreo, -rea;
soberbio, -bia; recio, -cia; vuestro, -tra, etc ., etc. Nos preguntamos, ¿es que la ingenuidad
de nuestros académicos es tanta que no podían guiarse de la práctica corriente, observable
con sólo hojear el DRAE, que copian cuando pueden'.I Sobran los comentarios.
3.1. Problemas terminológicos. Fuera de uno que otro añadido más o menos in-
ofensivo. las "advertencias" ofrecen una caracterización precisa y escueta de los segmen-
tos vocálicos y consonánticos, explicable como resultado de la copia de alguna de las
fuentes descriptivas modernas del quechua que figuran en la bibliograf"ía. No se trata de
un traslado literal ciertamente, ya que, por ejemplo, se califica a las consonantes glotalizadas
como " reforzadas", aunque no se diga después lo mismo de las aspiradas, que , siguiendo
el calificativo impresionista, también lo serían. Lástima es que luego toda esa definición
se venga abajo cuando se procede con las "descripciones fonológicas": aquí la mezcla de
criterios no podía ser más extravagante.
Así, en relación a las vocales, tras invocar el vetusto "triángulo de Hellwag", que
en los estudios fonético-fonológicos ya ni se menciona , /e ,o/ son definidas como vocales
"fuertes" a la par que /i,u/ son caracterizadas como sus correlatos "débiles", calificativos
que serán refrendados en la sección ocupada por cada una ele las letras del diccionario.
Con respecto a /u/, al introducir la graf"ía respectiva , se nos dice que "se pronuncia como
la u castellana , con cierta diferencia e n el tono y ritmo" ( 1). De pronto el castellano y
el quechua registran vocales que se distinguen por el tono, y, ele otro lado, una propiedad
suprasegmental y fónico-grupal como el ritmo es atribuida a un segmento aislado. Sobran
los comentarios. Finalmente, se dice que la misma vocal tiene "dos alófonos" , sin señalar
cuáles: prueba de que malcopiaron alguna definición fonológica de las vocales quechuas ,
que forzosamente hace alusión a la existencia de variantes conclicionadas, sobre todo de
/i ,u/, ele las cuales [e,o] son justamente sus alófonos obligatorios allí donde se mantiene
la consonante postvelar /q/ o sus reflejos más inmed iatos.
En cuanto a las consonantes, fuera del empleo ele adjetivos impres ionistas como los
de "suave" para la /ch/ 12 y /w/, "estallante" para la /ch ' /, ·' flexible " para la /kh/ y " reforza-
da" para la /p ' / (con habérsenos dicho que todas las glotal izadas lo eran) , y admitido tam-
bién , aunque de manera bastante discutibl e el carücter "oc lusivo" de las consonantes nasa les
/m,n,ñ/, la esquizofrenia definicional llega a su clímax cuando se nos dice que la /ch/ es
··africada palatal sonora", que la /11/ es ··co nsonante oclusiva", que la /q/ es " momentánea y
sonora" , que la /qh/ se articula "con fricción de las cuerdas vocales" (ergo se ría sonora) , que
la /r/ es "oclusiva' (¡y se nos dice, además, que '·se pronuncia como en castellano" '), que
la /s/ es "oc lusiva fricativa" (es decir noche y clía a la vez) , que la /w/ además de "suave ".
se pronuncia " larga"; y, en fin , en el colmo de la confusión e ntre letra y fonema, se afirma
que la /y/ "co1Tesponde a la i latina(')" . Como se adelantó , tales barbaridades se dicen tan-
to e n la sección descriptiva (pp. XXI-XXVI) como en la correspondiente a las letras de la
macroestructura lexicográfica, aunque, tambi é n e n este caso , nunca ele mane ra coherente .
Naturalmente que tales esperpentos no aparecen en la caracterización del alfabeto castella-
no al introducir cada uno ele sus componentes, pues para ello se procedió con la copia li-
bre, a veces grotesca, de las definiciones ofrecidas por el DRAE. Aun así, muy lejos se estuvo
12 Aquí y e n adelante evitaremos, en lo posibl e. e l e mpleo entre barras de los símbo los co nv enci o nal es
de la fonética. y en su lugar utili zare mos la s letras del alfabeto quechua. no so lam e nte por razonés
de comodidad tipo gr,ífi ca sino tambi é n en razó n de la comodidad de su interpre tac ió n por panc de
los no especializados .
de cualquier intento por adecuar tales definiciones a la realidad del castellano peruano o, de
manera más amplia. a la de la variedad hispanoamericana. Así. pues, aparte de la copia burda
e incompl eta, como cuando se nos dice que la <c> "tiene articulación ve lar, oclusiva y sor-
da' '. olvidando su valor fricativo cuando va delante de /c,i/, o cuando nos informan que la
<q> "representa el mismo sonido de la e" , no obstante que, como acabamos de ver, ésta tiene
también valor fricativo , el escándal o alcanza mayores ribetes cuando las descripciones de
<s> y <z> son trasladadas directamente, sin tener el menor reparo respecto de la pronun-
ciaci ó n de tales consonantes en Hispanoamérica. ¿Se diría aquí, en descargo, que los
cuzqueños so n los únicos hispa noamericanos que mantienen la pronunciación de la
interdental /q/, por lo menos en palabras como 'diez' o 'doce ' aunque no en ' catorce'?
3.2. Problemas fono-grafo-tácticos. A diferencia de lo que ocurre en las descrip-
cicmes fonotácticas, en que la conducta de los segmentos se describe en función del nú-
cleo sil áb ico , que en quechua o en castellano es la vocal , en el texto que comentamos no
sólo se ·'inventa", debido a la confusión fonema-letra, una descripción que podemos lla-
mar grafá-tácti ca, sino que se procede tomando tanto las vocales como las consonantes
indi stintamente como elementos referenciales, lo que no quita que también se haga alu-
sión a los contornos y límites de la sílaba y de la palabra. Aquí también abundan las
omi siones, insuficiencias y contradicciones, como se verá.
Por lo que toca a las vocales se dice , por ejemplo, que la <o> " se emplea mayormente
con las conso nantes post velares q.qh,q'" (cf p. 363 ), lo cual es observacionalmente co1Tecto
siempre y cuando reemplacemos aquello de "mayormente" por "sólo" , por las razones que
veremos más adelante (cf *3.3.2). Pues bien , exactamente lo propio se puede decir de <e>,
pero aq uí prevaleció la miopía total que no permitió ver más allá de las narices (cf § 3.3.1 ).
Con respecto a las consonantes, hay una gran contradicci ó n, por ejemplo, cuando se
dice que la <c hh> "ocurre solamente con las vocales A y U" para después observar, en la
secc ió n de la letra respectiva, que "e lla funciona con las vocales a,i,o,u" (p. 81 ). Al margen
de tal contraste, y admitiendo el hecho de que en verdad esta consonante tiene una distribu-
ción defcct i va en posición inicial de palabra en comparación con las otras africadas, lo cier-
to es que la secc ión respectiva registra por lo menos seis raíces m ás derivados (p. 87) que
empi ezan con <chhi>, demostrando que la atención de los autores estaba puesta en otra cosa
me nos e n lo que decían y hacían . Se contradicen también tlagrantemente cuando sostienen
que <q> "se emplea con las vocales A.E.O" , a menos que hayan querido referirse sólo a la
pos ici ó n inicial de palabra, pues en posición intermedia abundan los ejemplos que indican
lo contrario. Así. se dice que la < h> sólo ocurre al inicio de palabra, pero, ¿qué hay de los
lexemas 111uhu 'se milla ' y uhu ' tos ' , y derivados , registrados e n el propio diccionario , que
aunque constituyen las únicas muestras (dejando de lado algunos posibles aimarismos), son
voces de gran estabilidad (y la primera de naturaleza panquechua)'I Ante semejante descui-
do, no debe ex trañar que se olvide de esa <h> y se escriba onqoy muju por 'bacteria', re-
c urri endo a la <j>, calificada como "ajena" al quechua (Lf p. XX). En cuanto a la <k>, según
se la describe. ésta no ocurriría e n final de sílaba; y, sin embargo, palabras como akllav
'escoger'. chakra 'chacra ', pukllay 'jugar' , etc. abundan, aunque claro está que en dicho
contexto su rea li zac ión es la de una fricativa velar [cj : la descripción fonológica interfiere,
como se ve. en la grafológica. En cambio se menciona la ocurrencia de <ph> en el mi smo
cont ex to. e n e l que se reali zaría como bilabial fricativa : y, s in e mbargo, sabemos que en
realidad dic ho fo nema, como todos los seg ment os asp irados y glotalizados , jamás aparecen
en dicho entorno: lo que oc urre es que esa <ph> es pura mente ortog ráfi ca. y por el hecho ele
que tal dígrafo simboliza a la consonante asp irada se la ide nti fi ca con ésta, cuand o en ve r-
dad la <ph> de <lliphlliy > 'brillo', que es el ejempl o que dan, es reali zac ión de /p/, y, por
consiguiente, en éste y en otros casos semejantes debía escri birse con <p>. es dec ir <llipll iy> ,
aunque se pro nuncie algo como [llijlli y J. Por lo que toca a la <q>, se nos di ce que se da en
las "partícul as" (¿ nueva unidad gramatical')) <aq ,eq ,oq> , pero no señalan el tipo de pro nun -
c iac ión que adquiere e l fo nem a en el cont exto s ugeri do , que , como todas las oc lu sivas ,
deviene en fr icativo, es dec ir [x] . Con respecto a la < t> , se implica que no ocurriría en fi nal
de síl aba, y, sin embargo, no faltan palabras como mitka_,, ' tropezar', mitma ' forá neo ' , qhatqey
'agriar', utqha ' li gero ', etc., en las que la co nsonante alud ida constituye en verdad un " res i-
duo" del cambi o de espi rantizac ión o fricati vizac ión de las oc lusivas en posición fin al de
síl aba. Incidentalmente , la ocurrencia de la vari ac ión 111 utk 'a - musk 'a ' mortero' (prove-
niente del pro toquechua */mucka/) en la nómin a de los ceques del C uzco (c/ § 5.2), no
suscita ningún comentari o entre nuestros académicos , que recogen en un a pág in a fre nte a
otra Musk 'a y Mutk 'apukyu. Para <th> se nos dice q ue nunca aparece "al fin al de la pala-
bra" , como si lo hic iera en fin al de síl aba: ya sabemos que en este contexto j amás se dan las
consonantes laringali zadas . Se implica también incorrec tamente que <t' > sólo aparecería en
inicial de palabra, cuando abundan lexemas del tipo har 'aqu ' bledo', sut 'i ' verdadero ' , wat 'a
' isl a', etc. F inalmente, en relación con la oc urrencia aislada de <sh> en una de las reali za-
c iones del morfema durativo -chka, que se da como [sha l, y que los académicos considera n
un fo nema pleno al igual que las demás consonantes, se dice , olvidando que se está caracte-
ri zando una consonante , que " frecuentemente se cuenta e l sufij o sha al medio de la pala-
bra" (sic) , pero que adem ás se encontraría en otros contex tos, lo cual es simpl e y ll aname n-
te un in ve nto. No sólo eso, pues en la secc ión correspondiente a dicha " letra" (p. 596), se
observa que "con menor frecuencia se encuentra li gado con los sufij os shi y sh.u" . Ignora-
mos a qué sufij os se refi eren los académi cos , pues , que sepamos , -sh i sólo ocurre e n los
di alectos centro-norteños como correlato de la fonna cuzqueña -si 'reportati vo de segunda
mano' , y, de otro lado, no hay tal sufij o *-shu en ninguna variedad quechua. Por último,
confundiendo fo nema (o letra) con de letreo, se dice que "e l fo nema sh.a es mu y utili zado en
las variac iones di alectales (sic) del norte de l Perú y de Ecuador", lo cual es cierto para el
fon ema /sh/, que también de fin e a los di alectos centrales; pero todo esto nada tiene que ver
con la ocurrencia única de /sh/ en el morfema durat ivo de l cuzqueño, que es el que se des-
cribe: lo que oc urre es que, e n el afán por in ventar e l fo nema-g rafía respecti vo, no im porta
rec urrir a in formac iones ajenas al dialecto desc rito , o incluso a otros rec ursos francamente
m anipuladores (cf § 3.3.3).
Ahora bien , en el colmo ele la confusión fo nema- letra, se pretende dar reglas prác-
ticas para el empleo de la < n> (en un co ntex to específi co) y ele la <w>. En re lación co n la
primera se dice que la "consonante N reempl aza a la consonante M de lante ele la sem ivocal
Y'', y se dan como ejemplos pampa ' ll anu ra ' y qarm van ' contigo ', que deben escribirse
panpa y qanwan , respectivamente. E n ve rdad, estamos aq uí ante dos fe nómenos de moti -
vac ión d ife rente. E n el primer caso se pretende rec usar (así lo entende mos) la manera en
que se ha solido representar el seg mento nasa l seg uid o de una bil abi al, que en mu chos
d ialectos q uechu as , como en cas tell ano . asimil a s u punto ele arti cul ac ión al el e la co nso-
nante sigui e nte (cf incierto. pero imposible). E n el caso de l quec hua c uzq ueño, con ex-
cepc ión del pintoresco Lira. dicha nasal ha sido sie mpre interpre tada como una bilabial. y,
por consigui ente , se la escribi ó como < m > . ¿Qué hay de c ie rto e n c uanto a la realizació n
fonéti ca del segmento e n cuesti ón? Tenemos para nosotros que no es descartable el hecho
de que se registren vari an tes di alectales e n las cuales no se produce la as imilación en e l
contex to mencionado, y, e n consecue nci a, podría darse e l caso de que en algun as varieda-
des del prop io c uzqueño se di ga, en efecto, [pa hpa], [tahpu], etc. ¿S ig nifica esto que, por
consiguie nte , debemos escribir panpa y tanpu , incluso e n castellano? No lo creemos así,
por c uanto, de representar "fielme nte " la pronunciac ión, también deberíamos escribir
ma,ichm· ·sus to', ch 'uñchu 'se lvático' (¡no "salvaje"!) y no manchay o ch 'unchu , pues en
tales casos la /n/ es un a pal atal fñ] . De m anera que , en este punto, preferimos quedarnos
bien acompañados por González Ho lguín y los cuzqueños Castro y Cusihuamán. El se-
gund o caso me nc io nado es de naturaleza diferente. Admitiendo que la semivocal de que
se nos hab la es <w> y no <y> (¡ya no sabem os s i se trata de una e1rnta solamente!) , la
notac ión de qamwan, que se impug na, obedece al hecho de que estamos ante una frase
no minal int egrada por qam ' tu ' y e l sufijo -wan 'comi tativo ' . En dicho contexto
efectivamente la /m/ se di simil a y se realiza com o [h] velar, es dec ir se ti ene [qahwah]; y
e n el caso del c uzqueño, e n e l que toda /m/ final devino e n /n/ desde por lo menos fines
de l s ig lo XVII , la rea lizac ión de qam es s iempre [q ah] . Al m arge n de la escritura
morfo fo némica de qamwan, que es la que preferimos, creemos que la no tac ión qan wan
no res ulta descabellada, pero ad virtamos que in c luso aquí no estamos ante una /n/ alveolar
sino ve lar I h l. que nu es tros autores pronunc ian sin advertirlo.
En fin , para te rminar con esta secció n, resta referirnos a la reg la ortográfica de
<w>: se di ce que esta consonante "se utiliza para reempl azar a las partícul as hua, hue, hui,
con que a lgu nas palabras quechuas están incorrectamente escritas" , y se d a como ejem-
plos hue11e1 ·año ', hueque ' lág rima ', huillullu ' huérfano ' , que deb ieran escri birse wata, weqe
y willull u. respectiv ame nte. Pasando por alto e l completo ex travío e n e l empleo de la
noc ión de " partícula" , podemos convenir en que, e n efecto, res ulta desaconsejable escribir
con < hu > aquello que es f w], como lo hace n los aficionados que, desconociendo el alfa-
beto quechua, recurren a su ex perie nci a ortográ fica de l caste llano. Pero lo que resulta
igualme nte c uestio nabl e es que se pretenda " trasladar" esa mi sma regla al caste ll a no para
escribir con <w> los quechui smos, consagrados ya con < hu> (y a veces con e l más arcaico
<g u>) desde ti e mpos de la colo nia. Así, pues , cuando nues tros académicos escribe n
"wonaco hembraº ' para traduc ir paqocha (el p . 799, sub ca111élidos) están cometi endo e l
error in verso pero esta vez e n caste llano 13.
3.3. Invención de fonemas. En esta secc ión nos oc upamos de un caso de manipu-
lac ión realmente escanda losa en e l que incurrieron los acadé mi cos, buscando sorpre nder
in ge nu ame nte a los into nsos. Se trata de un es fuerzo grotesco y desesperado por querer
atribuirl e a l quechua, por un lado, las vocales /e ,o/ que nunca re g istró no sólo e n e l
13 Mal hábit o. di c ho sea de paso. al que sue len afi c ionarse algun os de nuestros c ientíficos sociales.
stJ brc todo aq ue ll os provenientes del país del norte. que gustan esc ribir . por ejemp lo. Wavna Cnpac
o Wirn, oclw. etc .. co n un a mesco lan za ort ográfi ca aso mbrosa.
qhe¡w - kipa (sic) 'detrás' , s in alusión a la forma alternante; apu teqsi - apu tiqsi ·creador',
mor'e - mur 'i ' maíz cocido ' , pesqo - pisqo 'pájaro ', peqpa - piqpa 'cuyo', sawse - sa wsi
'sa uc e' , ya reta - ya rita · var. de umbe lífe ra altoandina ', etc., donde la variante es
considerada como "sinónima" un as veces explícita y otras implícitamente.
Queda así desenmascarada la intenci ón de querer demostrar la autonomía fonológic a
de [e J14 . Salta a la vista que se ha optado por escribir con <e> aquello que , como prés-
tamo del castellano o como topónim o pronunciado a la manera castellana, conlleva una
[i] en boca de los auténticos quechuahablantes, que al interpretar la /e/ castellana la asimilan
con /i/ 15. Las vacilaciones registradas nos ilustran, por otra parte, la inseguridad de los
autores ante la naturaleza de la vocal , cuando ésta no aparece en contacto directo con una
post velar. Como se puede observar, la consigna se ve traicionada a cada instante entre los
mi smos que se autotitulan como verdaderos quechuistas. Justamente a fin de aliviarles en
esta penuria de las vacilaciones y contradicciones , el alfabeto oficial de 1983 (aprobado
por RM No , 1218-85-ED del 18 de noviembre de 1985) consideró la eliminación de las
letras <e,o> de su homólogo de 1975 , que el supuesto alfabeto "oficial" de los académi-
cos ha reintroducido, con los efectos que acabamos de ver. ¿Cómo normar en estas con-
dici ones, cuando quienes debieran hace rlo están en la preparatoria en cuestiones de
ortografía quechua?
3.3.2. El caso de la [o]. Lo dicho sobre la [e] vale igualmente para la [o] , pues el
carácter abierto de esta vocal , mera reali zac ión parasitaria de /u/, obedece a los efectos de
la presencia directa o indirecta de una consonante postvelar. Aquí también, dejando de
lado las entradas que contienen dicha consonante, que son la mayoría, los lexemas con
<Ü> se reducen a los hispani smos o a los quechuismos, a formas del ayacuchano, y a
nombres propios (topónim os y a ntropónimos) pronunciados al modo castellano. Son
ejempl os del primer tipo: oha (<oveja), otaq (< conj. o y -taq) 'conjunción disyuntiva', pero
también formas como monte, solirnan, etc. Ayacuchanismos, igualment,e escritos a lama-
14 Una prueba irrefutabl e del carácter esp uri o de esta vocal no s la dan los primeros diccionari os
quechuas: ni fray Domingo ([15 60] 1994). ni el Anónimo ([1586] 1951), ni González Hol guín
([ 1608 ] 1989), ni Torres Rubio ( 16 19), registran la letra <E> en sus respecti vos vocabularios. Y
nótese que, sobre todo e l jesuit a cacereño, ofrece explíci tamente el léx ico del quec hua cuzqueño.
Lógicamente. es inimaginabl e pensar que esta variedad haya desaJTollado, en los últimos cuatrocientos
años. un fonema vocálico /e/: nin gún estudioso serio del quechua, así nac ional como extranjero. ha
sos tenido tal posibilidad .
15 Se nos oc urre que la razón fundamental por la que los académicos rechazan las formas co n <i>
obedece a que, in co nsc ientemente. han inter ior izado el viejo complej o de la mmosidac/, consiste nt e
en la co nfu sión , por parte del quechu ahabl ante. de las vocal es castell anas /e ,o/ con sus respectivas
/i ,u/, fenómeno es ti gmati zado por los de habla castellana para herir la sensibilidad de las personas
de extracción qu echua (o aimara) o de qui enes simplemente provienen de las zonas donde se habla
la leng ua (e( Cerró n-Pal o mino 1975 , 1990b). Lo que los académi cos qui sieran demostrar de man era
inconsciente cs. por ejemp lo. qu e la palabra era es [era] y no [ira]; pero. igual , e llo s mi smos se
autodelata n: en la seg und a parte del dicc io nario reg istran pipián en lug ar de pepián. que es la forma
que adq ui ere dicho amcri ca ni smo en el pa ís. Por lo demás , ya es co nocida la actitud racista de los
académi cos cuand o di ce n que ellos describen el quechua mes1im y no e l " indígena" (e( INIDE. lti er
1992)
nera cas te ll a na, son ohoho 'gall are ta· (< 11q11qu) , olw ro 'var. ele p lanta' (< uquru). 010
' apo lill ado'(< 11t11 : e¡:, e n e l c uzqueño . hui'H). ovm_r ' rociar ' (< u vrnv). Nombres propios
cas te llani zados son : Omate, O//a11 ta. Onwsuvos. 0 1110to urqo (¡ pero cf orqo ' cerro' 'J.
01/eriayoq , etc. Aparte ele la forma abe rran te onu,· ' tim o ne l ele arado' , q ue es en vcrclacl
uvsu, reg istram os las sigu ie ntes vaci lacio nes: 111avt'o - mavt'H ·gav ill a ', nwt 'e - 11111r' i.
opa - Hpa (do nde la primera es un c laro pe ru ani sm o). sin re fere nc ia c ru 1.acla. opi_r - 11pi_r
'beber' , phuyo - phuyu ' nube', so11111w - su111ma 'var. de pl ant a medicinal ' , e n las que la
segunda forma aparece como "sin ónimo" .
Como se ve , a l igual qu e en e l caso ele IeJ, los mi smos materi a les apo rt ados co ntradi -
cen fl agra nte m e nte aque ll o que se pretende sos te ner. E l esfue rzo por infl ar los lexe m as co n
[oJ conduce a los autores a reali zar un a serie de contrabandos lex icográficos qu e se descu-
bren con la so la in specc ió n ele los mismos. No hay dud a, pues, que, e n e l pronunciar y en e l
escribir, nuestros a ut ores "se van tras los es paño les" , co mo lo denunciaba e l Inca Ga rc il aso
(ve r epígrafe) . Aun así, parece dudoso que todos hayan aprendido a pronunc iar bien las voca les
españo las a estar por un a forma co mo suasado (p . 9 1 1), e n lu gar de soasado ( 1).
3.3.3. El caso de la <sh>. Co nform e lo ade la nt am os en ~ 3.2., la ex istenc ia ele un
fonema /sh/, y d e la le tra que lo represe nta, es un a pura in ve nc ió n. S u pos tul ac ió n a partir de
su única oc urre nc ia com o uno ele los a lo mor fos del morfe ma d urati vo -chka, parece se r un a
respuesta im p lícita a la objeci ón que fo rmul á ram os e n otras ocas io nes (e{, po r eje mpl o.
Cerrón-Palomi no 1994) , seña lando que , fu era ele la rea li zac ió n a lo mó rfi ca me nc ionada, no
se la registraba e n ningún lexema , corno lo pueden a testi g uar los cuzqueños Lira ( 1982) y
C us ihuam á n ( 1976b). E n esta ocas ión nu estros a ut o res pretenden haber demostrado lo
co nt rario , y para el lo ha n ab ierto un a secc ió n es pec ia l para <S H> co n 5 páginas (566-600).
¿Qué hay de c ie rto e n todo esto? En ve rd ad , se trata de un a gra n patrañ a, ya qu e fu era de
a lgun os localismos d e poca m o nta y de ori ge n incierto (íiasa -íiasha ' canill a' parece pro-
venir del airnara 11asa 'nariz' , de ac uerd o co n la m e tá fora andina de designar corn o ' nari z
del pie' a la canilla), e l res to del caud a l léx ico re gistrado prov ie ne de dos fu e ntes: por un
lado, de los dialectos caj am arquin o y a ncas hin o, a lg un os cog nados de los c ua les se clan
tranquilame nte e n e l c uzq ue ño (pero co n <s>) . cosa que co nsig nan los aut ores; y, por otra
parte, de un a mala inte rpre taci ón del exoti sta Lira, qui e n represe ntaba con la "sig nografía"
<sc h> e l fone m a afri cado aspirado /c hh/. En re lació n co n la primera fu e nte no te m os , de
e nt rada, que fue un a arbitrariedad elegir sólo Cajam a rca y Ancash para " demos trar·· la ex is-
tenc ia de /s h/: ¿ por qué no se hi zo lo propi o co n otros dialectos , com o e l huanc a, e l ec uato-
ri a no, etc.'7 E n segundo lugar, ¿a santo de qué otorga r a ta les formas carácter le mático , c uand o
en los de m ás casos la información dialectal a parece subordin ada a la e ntrada c uzqueña?
Formas como sheqsey ( sic) 'escoce r ', shi111i ' boca ', shi11pa ' trenza' , shulluy ' abort ar ', e tc.,sc
dan e n el c u zqueñ o co m o siqsiy, si111i, si111p 'a, sulluy, e le ., respectivamente, y entonces,
siguie ndo la prác tica ge neralizada (es un decir) bas taba colocarlas bajo las entradas corres-
pondie ntes a estas formas . Pero, claro, hab ía que infl ar la secc ión <s h> para "dem ostra r" la
ex iste nc ia del supu esto fo nem a. E n c ua nto a la seg unda fu e nte, lexem as com o shakchay
've ntosear ', shalaq 'cambista ', sha lla ' tall o seco de maíz', sha/lchay 'ebullir ', shanchi
'granos de ma íz des me nu zados', shaqay 'aq ué l', shu//a 'rocío ' , shullmiy 'dese nm adeja rse '.
e tc. dupli can gratuitame nte a sus correspo ndie ntes correc tas que aparece n co n <c hh > e n la
secc ión res pectiva. No es tam os aq uí ante un cambio /c hh/> /s h/, co mo podría pen sarse; ni
siquiera frente a una variación lchh - sh]: lo que pasa es que se quería abultar la sección
fantasma ele <sh> . y para ello qué mejor que echar mano ele la notación absurda ele Lira, que
sus colegas no quisieron o no pudieron interpretar correctamente. Según ello, no hay eluda
que las pocas formas no registradas por dicho autor. como shachiy 'raerse un vestido', shanta
·co lmillo' , tienen que ser chhachir y chhan!a, respectivamente . De esta manera queda
demostrada la naturaleza artificiosa del segmento /sh/ en el quechua cuzqueño, y , por
consiguiente , de la letra que la representa . Incidentalmente, apreciemos de qué modo la
sección quechua-castellana res ulta abultada, a costa de innecesarias repeticiones.
3.3.4. Cuestiones ortográficas. En un diccionario de tipo normativo , como es el
que se pre tende habérsenos entregado, esperaríamos encontrar un verdadero modelo de
informaci ó n léxico-gramatical tanto en contenido como en forma, de modo que quienes
no ti e nen un conocimiento reflexivo ele la lengua materna o desconocen la segunda
lengua -que es la situación del usu ario común y corriente, en el primer caso, y la del ajeno
a l otro idioma, en el segundo- puedan orientar su uso y aprendizaje en fonna correcta,
es decir de acuerdo con las regl as gramaticales y ortográficas de las mismas. En este caso,
sin embargo, toda consulta en materia de corrección, ele querer guiarnos en lo que se dice,
sería catastrófica y desorientadora, y nuestras duelas , antes que absolverse , aumentarían.
Ya vim os, en parte, el tipo de vacilaciones y contradicciones que caracteriza a toda la
obra. Aquí volveremos sobre un aspecto particula1111ente crítico de la ortografía emplea-
da. y. de paso, veremos tambi én cómo tales problemas no sólo se dan en la práctica
escrituraría de los académicos cuando escriben el quechua sino también el castellano.
3.3.4.1. Una de las "objeciones" a menudo formulad as para sorprender a los profa-
nos cuando se aboga por la eliminación de las vocales <e,o> de l sistema ortográfico quechua
es corno sigue: al escribir, por ejemplo, qiru ' vaso ceremonial ' , Qusqu 'Cuzco' , qitla 'oc ioso '
y c¡1tsa ' marido ' , se va a leer y pronunciar kiru. Kusku. killa y kusa , respectivamente, con el
resultado consiguiente de que e n lugar ele lo mentado originariamente se tenga otra inter-
pretaci ón, o sea 'cliente', ' perro pequeño ', 'luna' y 'excelente'(< cast. cosa). ¿Qué hay de
cierto en ello') Al respecto, debem os decir que lo que nunca advertirán los académicos es
que la diferencia entre una y otra lectura radica no en las vocales sino en la distinción de /q/
y /k/. y nad ie ha sostenido que se elimine la primera ele ellas. es decir la post velar (de eso se
encarga el tiempo, como ocurrió e n el quechua huanca y e n el ecuatoriano), de manera que
la preocupación resulta infundada 16 y sólo obedece a una falta elemental de abstracción.
16 Oc all i que toda la batahola cn to rn o a có mo esc ribir e l nomb re J e la antigua cap ital del imperio ha
sid n un a perla m,\s. Que al esc ribir Qusqu (e n quechua y no en castellan o. c uya forma consagrada por
la tradi c ió n es C111.co y no Cusco) se haya que rido J es figurarla para que se la interprete como cuscr,
' perro pequeño' es algo que sólo los prop ios académicos se han e ncargado de difundir. cuando nadie,
por lo meno s e n e l país. sabía que exis tía tal palabreja, pues no es propia del caste llano peruano. ¿Qué
ti e ne. pues, que ver la /k/ de /.:11s/.:o (o cusco, e n la ortografía cas te llan a) con la /q/ Je Qusqu? Una vez
111,\s. la escr itura de Q11.H¡11 supon e aut omá ti camen te la pronunciac ión de [qosqo]. a menos que no se
sepa arti cular la po st velar. pero éste es otro asunt o que nada ti ene que ver con la escritura. D e paso.
los acadé mi cos que se regodean hasta e l e mpac ho escribiendo Qosqo incluso en castellano (lo c ual
res ulta gro tesco). se cuidan ce losa me nt e J e no e mpl ear e l adjetivo cosqueiio . ¿En qué queda mos?
¡_ Horrn r a la motosid ad? Sobre la e timo logía del topónimo. ve r ~5 . 1.2.
Ahora bien , quisiéramos demostrar que no son los clcsconoceclores del quechua
quienes caen e n la confusión ele /k/ y /q/ sino que. por e l contrario , son más hi e n los
propios académicos quienes cometen tal desli z e n fo rma habitu al. Ello ocurre, en efecto,
no só lo en ciertos términos , que podrían pasar por obsoletos , sino que acontece también.
lo que es peor, en vocablos ele uso común. Dentro del primer caso se inscriben , por
ejemp lo . los siguientes lexemas: kuncha ·sobrino de varón· por qunrha , que además s ig-
nificaría ' fogón ' (¡cuando, en verdad, és te es q'uncha'). tuko¡}{{ - tokapu 'tejido bordado '
por tuqapu, kunpi(ta) por qumpi 'tejido fin o', pawkar 'florido · por pawqar, inaka por i11aqa
·criada ', aksu 'camiseta ' por aqsu , kuraka por kuraq( a). kamaki ·criado' por kamaq( i) , e tc .
Como se ve, nuestros a utores andan tan despistados que resultan incapaces de hacer un
pequeño esfuerzo de excursi ón etimológi ca , no obstante preciarse de manej ar las fuentes
doc umentale s de la colonia. Más grave es , sin e mbarg o. " no rmalizar" kincha 'cerco ' . con
o s in alu sió n a qincha , pirka 'pared' a perqa , pillku 'co lorado ' a pillqu, kipa 'detrás ' a
qhe¡w. arwik 'enredador' a arwiq, clwkckav ' masti car coca ' a chaqchav , que se da como
'ventosear ', c uando esta forma es e n verdad chlwkchm · (!) , ch 'ikchiy 'b rotar ' a ch 'iqcl1ir ,
suksiv 'hervidero de gusanos' a s1tqsir , uskha ' rápid o' a usql1C1 . e tc. Tampoco faltan casos
inversos de confusió n de /k/ por /q/, como lo prueban t 'iqrar 'voltear' e n lu gar de t 'ikrar ,
roqma ' luc ma ' por !1tk111a - rukma , etc. Al marge n de la confu sión exp licabl e (mas no
justificahle entre qui e nes quieren e rigirse en norm a li zadores de la lengua) e ntre /k/ y /q/
en posición fin al de sílaba. donde se reali zan como fri cativ as ve lar y postvelar, respec ti-
va me nte . los o tros tipos de trastrocamiento só lo puede n ex pli carse a partir de un a pronun-
ciación a la man era española, es decir aje na a los cáno ne s de la len g ua " imperial'': e l
temo r del Inca Garcilaso se ve confirmado.
3.3.4.2. La preoc upaci ó n de los autores , ce ntrad a sólo en la escritura de las unida-
des autó nom as (letras o fonemas), pasa por alto s in em hargo problemas relacionados co n
la represe ntac ió n de secuencias mayo res (sílabas o palabras). Uno ele éstos se traduce en
la escritura de secuencias vocálicas inexi ste ntes en la le ngu a. Como se sabe , el quechua
no to lera la concurrencia de vocales formando núcl eos s ilúbicos: esto se puede probar
tanto intername nte (a través de la histori a de la le ngua) como externamente (a través de
los hispani smos) . Para referirn os sólo a las evidencias ele orden externo, si las voces
caste llan as peón. león, baúl, etc . han pasado al quechua com o pivun. liy1t11, wawu l, res-
pectivamente, es porque en estos casos las sec uenci as vocálicas han tenido que ser disuel-
tas por med io de las semicon sonantes /y ,w/. Sin lom ar e n c ue nta esta particularidad del
quechua, se esc ribe con tod o desparpajo timw ' as ien to ' (el sub Ankatiana). apantia
'mellizo ' , paria 'cobre ' (s ub Pariaqaqa) , ¡mkio ' mana nti al' (suh Lloq 'e Pukio) , qeanthupa
' alborada ', qoa ' animal mitológico' (del puquina <coa> ·serpiente' ), qon chupiar 'enluc ir
con agua espesada ', qhamatiay 'embaucar' , qhaphia ' mazorca seca de maíz', raktania
' var. ele planta', etc. , que debieran escribirse tiyana. apan tiva. JJW"Vll, ¡)//kyu. qiyant/111pa,
quwa. qun ch1tpiw1y, qhamatiyay, qhapya. raktanva , respec ti va me nte . Ocasionalmente se
ll ega a escri bir inclu so t 'iw (cf sub Tiobamba) aquello que es t'iru ' are na ' .
3.3.4.3. Pero la preocupación garcilasiana de que sus paisanos los mes ti zos se fue-
ran tras los españoles e n el habl ar y en el esc ribir no se esta ría c umpli e ndo a cabalidad, no
al me nos desde la perspectiva del castellano, ya que nuestros académicos normativi stas
no tienen nin gú n empac ho en escrihir lindezas del tipo ohsorvcr. a/1rm11ús, ato. cívam,
holz<Ín. ciega (de mieses) . covertura, desasociego, ediondo, enrrostrar, exágono. jóven ,
laso. /Jcts /ocidad. persuación. pesquiza. pin pollo (¡no es voz quechua!) , preconnuvial.
plizado. razurado, etc. , etc. , amén de que nos hablen de lagaiia y lagaF10so y de parias en
ve z de ¡wres. corno equivalente de thamin. Corno se ve , el castellano tampoco puede salir
bien parado.
4. Cuestiones gramaticales
dría de wanchoq, aunque más probableme nte de wancha , que significaría 'rana ' , voz que
no se registra), pues el "sufijo -oq" eq ui vale a ·procedente de ', es dec ir a un ab lati vo. Al
margen de las etimologías abs urdas (paralelamente se dice que el topónimo pod ría proveni r
tambi én de wachaq "el que pare o procrea"), lo que interesa observar aqu í es que el
alomorfo -q (o sea la variante de -pa), que indi ca posesión, es tomado como un ablati vo,
debido a q ue, para interpretarl o as í, se ha partido del doble va lor que tiene la preposic ión
de de l caste ll ano (geniti vo y ablati vo) . Con re lación a -la , se nos dice que es un "sufijo
que dese mpeña los papeles de artícul o y prepos ición", cuando todo el m undo sabe que el
q uechua no ti ene la categoría de artícul o ni co noce prepos ic iones . Lo q ue pasa es que,
para caracteri zar así al sufijo en cuestión, se ha recurri do un a vez más al caste ll ano, como
lo prueban los ej empl os que ofrecen: llamara qatiy "arrea la ll ama" y Urkus manta hamuni
"vengo de Urcos". Pero aquí hay otro error, pues la porción ta del abl ati vo -manta nada tiene
que ver, salvo el parec ido fo rm al, con el ac usati vo -la ; de manera que el segundo ejempl o
no está ilustrando el empleo de -ta, que en todo caso puede traducirse por a. El direcc ional
-man , por su parte, es anali zado como "s ufij o abl ativo", que indi ca "di recc ión a donde
asigna algo (sic)", con lo cual simplemente se demuestra que no se sabe qué es un ablati vo;
pero, además , se lo confunde con el condi cional -man, que "cuando va después de un
verbo lo convierte en modo potencial imperfecto (s ic)", siguiendo a Li ra. Por lo menos
desde el punto de vista si ncrónico (ya que no protoh istórico) , aq uí estamos ante dos
morfem as dife rentes que sólo tienen en común su fo rma, pero que corresponden a siste-
mas de sufij os diversos. Con relación a -manta, ya hemos vis to cómo se la confunde con
el ac usati vo; pero no sólo se trata de eso, pues se nos dice que "va después y uni do al
sustanti vo, verbo, pronombre, adverbio y a otras categorías gramaticales ", y en todos
estos casos indicaría 'procedencia', como en pis imanta "de poco en poco" ( 1) , ignorándose
por compl eto que dicho sufijo, como nomin al que es , sólo puede yuxtaponerse a un nom-
bre (o frase nominal) ori ginario o deri vado. En fin , con respecto a -íieq ' ubicativ o' , que se
ofrece como parte indesli gable de -man en la forma de -11eq111an , como equi valente de
' hac ia ' (cf II : 847 ), en el ejempl o pataníieqman " hac ia el borde", se pierde de vista el
signi ficado propi o de -ñeq y se hace prevalecer el del di recc ional -man.
4.2. Con rel ac ión a los sufij os verbales, se reg istran de manera confusa, con valo-
res polisémicos gramaticales, -ku 'plural/medio pasivo ' , -yku "afecti vo", naya 'desiderativo ' ,
-na ' recíproco ' y -m u 'di reccional ', con identificac iones y cortes erráti cos. Así, en lo que
toca a -ku, se le da tres valores: como marca de pl ural exc lusivo, que en verdad es -yku ,
como e l plurali zador -ku y como el re fl ex ivo -ku ; un o de los ejempl os que ilustra n el ter-
cer uso es qan suyawankiku ' tú nos esperarás' , donde en verdad te nemos el seg undo valor,
es dec ir el de plurali zador, en este caso de la primera persona objeto. En cuanto a -yku, que
se ofrece, siguiendo a Lira, bajo la secuencia kuk uy, que no constitu ye nin guna unidad
morfo lógica, aparece sin embargo impl icado en el ejempl o ilaqch 'aykukuy allinta "pé in ate
bi en, por favo r", donde el mati z "afecti vo" está dado por -yku , que precede al re fl ex ivo
-ku, y, por consiguiente, en el análi sis ofrec ido aparece mutil ado de su yod inic ial. Por lo
que respec ta a -naya, malinterpretando a Lira (que a su vez la da como un elemento
independiente) , se la catcgori za com o sustantivo, equi valente a "anhe lo, ansia, as pi rac ión",
cuando se trata ele un sufijo derivac ional de signifi cado des iderati vo ciertame nte. En cuanto
al recíproco -na, considerado como "fonema" , se lo ide nti fica co n la mul etill a na, que nada
tiene que ver con aquélla, excepto la forma. Finalmente, con respecto al direccional -mu,
analizado conjuntamente con el imperativo -y, es decir -muv, se copia mal a Lira (cf
Op. cit., sub mu) , y se le da sólo el valor de cislocativo, "de allá hacia acá", señalando que
se compone con verbos de movimiento; y, sin embargo, los ejemplos rikumuy "anda a ver"
y qhawamuy "míralo", contradicen la regla, ya que ni rikuy ni qhaway son verbos de
movimiento , y entonces aquí el valor de -mu es translocativo: 'realizar el evento en un
lugar fuera del ocupado por los actantes'. Incidentalmente, el ejemplo hamuy '¡ven!' es una
forma lcxematizada en la que -mu ya resulta parte integrante de la raíz prequechua *ha-
(provcniente de */sa-/), y, en consecuencia, sólo etimológicamente puede ser tomado como
ejemplo de -mu.
4.3. Por lo que respec ta a los sufijos independientes , llamados también enclíticos,
se consignan tres: el validador -mi, el inceptivo -ña y el definitivo -puni. Sobre el pri-
mero, se lo define incorrectamente como un "sufijo con significación de posesión o
destinatario", es decir como un genitivo o benefactivo, y se da como ejemplos ñoqaqmi
"es mío" , wasiqmi "es de la casa", mallkiqmi "es del árbol", qanpaqmi "es para ti" y
warmipaqmi "es para la mujer". Aquí, en verdad, se está ejemplificando el genitivo -q,
alomorfo de -pa (cf § 4.1 ), en los tres primeros ejemplos; y en los dos últimos, se ilustra
el benefactivo -paq. En ningún caso, como se ve, se está caracterizando al sufijo -mi: una
vez más, se ha partido de la traducción castellana para definirlo. Seguidamente se le da
otro significado: "a través del verbo ser da sentido de afirmación reiterativa o recalcante",
y se lo ilustra con paymi "él es", yuraqmi "es blanco" y sumaqmi "es agradable". Al
margen de la fraseología enrevesada, en ninguno de estos ejemplos está presente el verbo
'ser', que se omite obligatoriamente. Lo que ocurre en éste como en el caso anterior es
que -mi funciona como un verbo performativo abstracto, que indica la convicción del
hablante sobre aq uello que predica: algo así como 'declaro que (eso es) un árbol' o 'me
consta que (eso es) agradable'. En cuanto a -ña, se la trata al igual que su forma inde-
pendiente Fía (lo cual es históricamente correcto) sin advertir su ocurrencia como sufijo
en los mismos ejemplos que se citan: ña wasiy kanña "ya tengo mi casa" , ña rikunchisña
"ya vimos", etc. , en los que, en realidad, la forma independiente sirve de énfasis, puesto
que si bien puede decirse wasiy kanña y rikunchisña, con la misma significación, no ocurre
lo mismo con ña wasiy kan ni ña rikunc/ús, que resultan algo anómalas. Incidentalmente,
construcciones del castellano andino del tipo ya tengo mi casa ya o ya vimos ya están
calcando seguramente el modelo reforzado de las formas quechuas. Finalmente, en rela-
ción con -puní, la definición que se le da, como sufijo "que implica súplica o recomendación
especial", pierde el matiz fundamental que sin embargo emerge en los ejemplos propor-
cionados: amapuni no equivale tanto a "no, por favor" sino a 'definitivamente, no'; del
mismo modo, llapapuni, traducido como "siempre todos, por favor", corresponde mejor
a 'ele tocias maneras, tocios ' . Incidentalmente, el siempre que aparece en la glosa ele los
académicos no significa frecuencia sino necesarieclad.
Conforme habrá podido apreciarse, nuestros académicos no puede n estar más ayu-
nos ele información gramatical acerca ele la lengua que dicen normar: no es exagerado
afirmar en tonces que en este aspecto se encuentran en un grado cero ele conocimiento. Si
bien ninguno ele sus integrantes parece estar en condiciones ele describir su lengua, bastaba,
para salvar dicho esco llo , estudiar responsablemente algunas ele las descripciones grama-
S. Cuestiones semántico-filológicas
17 A propósito de es te nombre, tan pobremente registrado en los primeros dicc ionari os (fray Domingo
no lo registra y González Holguín, que sigue al Anónimo, apenas lo consigna co mo <y nca>
"nombre de los Reyes desta tieti-a") , qui siéramos aventurar la hipótesis de su posible forma ori ginaria.
Esta habría sido */inqa/. forma que subsistiría hasta la fecha con el signifi cado de ' tali smán' o
'amuleto ' (cf. sub enqa ), y en derivados lexematizados como enqachu - enqaychu. La for ma inka
(es deci r con /k/), que ha preva lecido para desig nar al sobera no cuzqueño, ve ndría a ser la fo rm a
normalizada de <inga>, a la manera del III Concilio Limense, que descarta las formas con so nori zación
por co nsiderarlas "co1n1ptas": de esta manera <tambo>, <indi >, <yunga>, etc. pasan a ser 1a111p1.1,
inri, yunca (cf. CeJTón-Palomino 1987a. 1992b). Cuzqueñizada <y nga> co mo in ca, inclu so nu estro
cronista mestizo, que en un principio firm aba " Inga de la Vega", abjurará de la variante chin chaisuy a
para quedarse con In ca. sin advertir la trampa en que caía: la fa lsa restitución de /k/ en vez de
/q/. De esta manera , la voz, en su forma cuzqueñi zada, reingresa al quechua (e n el hu anca,
metafó ri camente, inka es e l carnero que tiene tres astas), oponiéndose a la fo rma patrimonial inqa,
que subsis te grac ias a su nu eva acepc ión. Se trata, co mo se ve , de un c laro eje mp lo de
"apoderamiento" de un nombre quechua por parte de espa ñoles, criollos y mesti zos. co mo ocurri ó
en el caso de puquina por /p uqina/. Por lo de más. debemos recordar que la propuesta que hace mos
ya fue ade lantada por Arguedas. aunque tímidamente. en un artículo cuy a loca li zac ión se nos
escapa .
enumera 90, y, lo que es peor, en la sección castellano-quechua, bajo "Inkas según los
cron istas", se afirma que Bias Valera también compartía la figura del centenar de soberanos
( '). En cuanto al registro de lenguas, en el que están ausentes el mochica y sobre todo
el puquina, se dicen barbaridades con respecto al aimara y al quechua. De la primera se
afirma que deriva de ayma "canto de cosecha" (acepción que no se da sub ayma) y de
-raq 'aún', siguiendo la vieja manía de querer interpretarlo todo a partir del quechua, no
importando el sinsentido de la etimología, para terminar diciendo que la lengua "floreció
en la altiplanicie del Titicaca (Perú-Bolivia) y se pierde en la etnohistoria"(!). Aparte de
semejante desaguisado (¿es que la etnohistoria es un horizonte cultural?), prevalece aquí
la trasnochada tesis del "q uechuismo primitivo" , que confina a la lengua a zonas periféricas
del Perú actual, cuando es sabido que no sólo el Cuzco sino incluso toda la sierra y costa
centrales eran de habla aimara, mucho antes de que el quechua lo desplazara, en su
expansión de norte a sur. Incidentalmente, en la entrada bajo lupaka, olvidando men-
cionar que se trata de un dialecto aimara de la época colonial, se comete otro grueso
error al señalar que era hablado "en las orillas orientales del lago Titikaka (sic)", cuando
precisamente correspondía al lado occidental (de la banda de Orcosuyo). De la segunda
lengua -el quechua-, se insiste en seguir sosteniendo la idea escolar de su origen cuzqueño
y de su difusión en dirección noroeste a partir de su centro focal que habría sido el
Cuzco. Lo que los académicos y los historiadores locales cuzqueños quieren tapar con un
dedo es el hecho de que tanto los datos arqueológicos (cf Bauer 1996) como los
etnohistóricos y lingüísticos (cf Parker 1972, Torero 1972, 1987; Cerrón-Palomino 1987b:
Cap. IX ; 1996) demuestran que no sólo el Cuzco estaba todavía inmerso en territorio
aimara en pleno siglo XVII sino que también el quechua, de procedencia chinchaisuya,
sólo había sido adquirido por los incas, de habla puquina primeramente y aimara después ,
alrededor del s. XV. En verdad, de los incas podemos decir lo mismo que de los romanos
cuando conquistaron a los griegos: que fueron vencedores vencidos en el terreno cultural
y espiritual: los incas, si bien sobrepujaron a los chancas acabaron por rendirse a la
lengua de sus vencidos. Por lo demás , los mismos académicos, sin advertirlo, nos
proporcionarán evidencias léxicas y gramaticales de esta presencia aimara pre-quechua 18,
18 Los aimarismos que emergen en el diccionario son de orden fonético-fonológico, léxico y gramatical.
Aimarismos del primer tipo son aquellos lex emas que muestran /l/ inicial allí donde la forma
patrimonial quechua reg ist ra ir/ (e l aimara es una lengua que ha mostrado particular repugnancia
por la ir/ inicial de palabra) y tambi én lo son aq ue llas voces que muestran una vocal /a/ de soporte
(vocal paragógica) allí donde sus formas quechuas originarias acaban en consonante (el aimara le
ti ene un horror al vacío que significa acabar una palabra en consonante, y entonces requiere del
apoyo de una vocal final). Son ejemplos del primer tipo: lakiy 'separar', lanra ' pedregal'. laphara
'bandera' (< ra¡,ra 'hoja'), /cunan 'a li so' (< ramran), lac¡"ay 'embadurnar' , lat 'ay 'gatear ', lawka
'azadón', linli 'gorro con orejeras'(< rinri 'oreja '), lir¡,u 'espejoº, liwi 'boleadora' , loqr 'o 'sordo' ,
etc. Como era de esperarse en este caso. las más de las veces, ni siquiera se hace alusión a sus
vari antes con ir/. Ejemplos del segundo tipo son: ch 'useqa ' lechuza', ch 'uwaqa 'límpido'. chirmva
' invi erno ' , chuchawa 'florescencia del maguey', ¡,isaqa 'perdiz ' , qoqawa 'fiambre' , etc. , formas
que en buen quechua no portan la /a/ final aimarizante. De otro lado, aimarismos de orden léx ico
son: achura ' ración de carne' (cf achu-ra - 'mordisquear'), aclwn chu 'personaje mítico ' (cf
a11cha11c/w), achachila 'sitio de veneración ' (cf achachila 'espíritu ancestral'), añawya 'zorrino'
(cf q. c11fos), a,phi 'regazo materno ' (cf harplú 'regazo '), ay(//ia 'palito a manera de bozal'(< aya -
'atravesar'), chana 'fi nigénito ' , choqe 'oro' , ch'ukuy 'coser', hayra 'ocioso' , hisa 'sí', hunt'wna
' agua termal ' (< hunt 'u uma) , imilla ' muchacha ', iranwy 'llenar de sebo un objeto para ofrenda'
(< ira-nw- 'embutir' ), isa/lo ' manta de franjas azules ', i.rnpay 'atender'(< isapa- 'oír' ), isi 'vestido ',
laka 'abra ' (cf laka ' borde, orilla' ), maq 'a 'comida ' (cf ma11c¡"a) , morq 'o 'piedra redonda ' (Lf
muruqu 'esférico'), wilancha ' ofrenda con sangre' (cf wila 'sangre ' ). willka ' sagrado' (cf willka
'sol'), etc. Desde el punto de vista gramatical, abundan los ejemplos que portan el sufijo -ni ' posesor'
y -ri 'agentivo'. Son ejemplos, por un lado , wnani ' nodriza ' (lit. 'con ama'). annakani 'bañadero' ,
clwrkani 'lugar con gusanillos ', kamani 'portero' (lit. 'con responsabilidad '), markcmi ' poblado'
(lit. 'con pueblos ' ), masani 'cuñado' (lit. 'con masa') , mai"arani 'totoral ', mit'ani 'muchacha de
servicio' (lit. 'con mit 'a'), tarani ' lugar con taras' , warani 'constelación de estrellas' (cf wara
'estrella'), etc. y, por el otro, kutiri 'persona retornadiza', qelqere ' tinterillo' , q 'epiri 'cargador', sikuri
'tocador de zampoña ' , usuri 'infeliz' (de usu 'enfermedad'), etc. Los sufijos menos recurrentes en
el material revisado son -qa 'movimiento hacia abajo ' (que forma parte del sistema derivacional
verbal del cuzqueño). -ra 'contrafactivo ' (que en el dialecto descrito se da más bien como -na) y
-w ' participial'. Son ejemplos, respectivamente, apaqay ' bajar algo '. aycharay 'descarnar' (cf achura
'ración de carne') y k 'acha -ta ' apuesto' (cf también apachita 'encargo , ofrenda' ). Obviamente, tales
aimari smos , fuertemente estructurados dentro de la lengua , só lo pueden expli carse como resultado
de un a acció n sustratística profunda que supuso un bilingüismo generali zado de los cuzqueños en
vías de apoderarse del quechua .
quedamos fin almente'' Lo más probable es que e l árbol en cuestión tenga un hábitat a
caball o entre ambas reg iones , y, por consigui ente, mal haríamos en tomarl o como un
indi cador exclusivo de un a u otra zona ecológica, menos aún equiparándolo con el maíz,
cuyo piso no llega al de la pun a. Lo que ocurre es que nuestros autores parecen
comul gar, aunque sin manifestarl o, con la etimología fa ntasiosa imaginada por ciertos
quechui stas del pasad o, según la cual kis war y qichwa (en s u versión modern a de qhiswa )
tendrían un mi smo ori ge n, importando poco la natu raleza de las consonantes iniciales
(/k/ versus /q/) y el carác ter anac róni co del empate léxico: la fo rma qhiswa (o qheswa,
como qui eren que se escriba) es producto de los cambi os que ha sufrido la palabra
qichwa hac ia fin es de l s. XVII y principi os del XVIII (del mi smo modo en que qachwa
devino en qhaswa) .
A propós ito de etim o logías, cuyo estudi o toca de manera crucial aspectos rel aci o-
nados con la fo rma y la naturaleza semántico-fil ológica del materi al onomástico, seguida-
ment e nos ocuparemos de un tema corrientemente trajinado en e l diccionario: el de los
topónimos , los mi smos que serán abordados en dos secciones. E n la primera examin are-
mos, tomando como siempre sólo algunos ejemplos, la toponimi a general ofrecida; y, en
la segun da, nos detendremos en e l análisis de una subcategoría de ésta: la de los nombres
de los santuari os institucionali zados por la j erarqu ía religiosa incaica. Como se podrá
aprec iar, los errores de análi sis e interpretac ión de los mi smos constituyen un lugar co-
mún en el di cci onari o.
5.1 . Etimologías toponímicas. La indagación sobre el signifi cado que enc ierran
los nombres de lugar constituye parte de una inquietud connatural al ser humano. Como
los mitos, que surgen como un intento explicativo del hombre ante los arcanos que
encierra el universo que lo rodea, así también las etim olog ías toponímicas responden a
su curi osid ad innata por resolver los enigmas que encierran los nombres de lugar. Estos,
sujetos al cambi o hi stóri co, no siempre guardan una transparenc ia fo rmal-semántica,
sobre todo cuando la lengua en que se forj aro n desaparece . Lo que no es óbice para que
no só lo las mentes lúcidas sino incluso las intuitivas (l as del habl ante común y corriente)
ensayen espontáneamente, a partir de su propia experiencia lingüística, diversas solucio-
nes al eni gma toponímico. Obvi amente , exi ste la posibilidad de que en la medida en que
los nombres puedan ser " le ídos" a partir de la propi a lengua, graci as a su transparencia,
la interpretac ión de los mi smos será acertada; cuando ello no oc urre así, sin embargo,
se cae inev itablemente en explicaci ones absurdas y por lo general ingenuas. Incluso la
"tran sparencia" de que habl amos puede encerrar trampas , pues dado que los topónimos
pasan de un idi oma a otro, previ o tami z de la o las lenguas que los heredan, ocurre que
los curi osos tienden a leerl os en base a su experiencia idi omáti ca del momento, con
presc inde ncia de toda perspecti va hi stórica, no importando para ell o ni las distorsiones
del signifi cante ni los atropellos del si gnificado en que pueden in cmTir. Esta práctica, tan
anti gua como la creac ión mi sma del lenguaje, se conoce con el nombre de etimolog ía
popular. Y aun cuando ell a ha sido superada gracias al desarroll o de la lingüística hi s-
tóri ca, y dentro de és ta de la di sc iplin a etimológica, ciertamente se la si gue practicando
en los medi os no-académi cos, siguiend o los impulsos propios de la condición humana.
De esta manera. como oc urre en muchos campos del saber, coex isten ambas prác ticas.
des ligadas un a de la otra. Pero hay , además, un tercer género de ejerc icio, más cercano
al de la etimología po pul ar (que e n sí mi sma ti e ne sus e nca nt os 19), pero con pretensiones
seudocientífi cas, que es practicado por afic io nados y dil etantes, y cuya herrami e nta de
trabaj o vie ne a ser la úni ca len g ua que manejan, con tota l ig noranc ia ele la hi stori a y ele
la o rga ni zac ió n estructural de ésta 20 Pues bien , no te ne mos empacho e n se ñalar que esta
prác tica es precisamente la que aparece inm ejo rabl e me nte desplegada e n las ave nturas
e tim o logi za ntes de nuestros académicos quechuas .
En e fec to, en las secciones que sigue n demostraremos lo se ñal ado, tomand o para
e ll o los ejemplos más elocuentes, ya que, por razones ele espacio, no podernos abo rdar
todos los casos reg istrados, cuya discusión ciaría lugar a un e nsayo por separado . No nos
referiremos aquí a los problemas ele selecc ió n me nci onados e n las secc io nes precede ntes ,
cuya arbitrariedad ya nos resulta fami li ar; tampoco nos dete ndremos e n indicar la ause n-
cia tota l ele coordin ac ió n en el registro de topónim os e n una y otra sección de l dicc io na-
rio. Bastará con record ar, en re lac ió n con e l prim er punto, la consignación antojadiza ele
to pó nimos tanto locales y " naci o nal es" (ad virtiend o que e n este as pecto las fronteras polí-
ti co-admini strativas resultan ficticias , sobre todo en el pasado) como "ex tranjeros". Entre
és tos se reg istran , po r ej e mpl o, los nombres argentinos Achata (Córdoba), Aclwlku
(Catamarca) , Ankasti (Catamarca) , Sanawarina (Córdoba), Usphallaqta (Mendoza), e tc.;
los chilen os Aconcagua, Arika y e l mi smo nombre de Ch ile; los ec uatorianos Chimpurakhu ,
Kamakuaki. Kañar, Kitu , Latakunka , etc ; y has ta los hidrónirn os co lombianos Apaporis y
A11gas111.av11 . Afortunadamente no s iempre se proporc io nan las e tim o logías; pero cuand o
se o frece n, se lo hace previo manipuleo capri c hoso de la forma res pec tiva (no importando
las vacilaciones en su tran scripc ió n), y, lo que es más e ngañ oso, a partir de su adec uac ió n
arbitraria al quechu a. Así, Uspallata es interpretada como ''pueb lo de cenizas", es dec ir
*/uspha llaqta/, cuando segurame nte se trata ele un topónimo de o rigen rnillcayac , le ng ua
hablada en la región has ta fines de l s. XVII (11splw es, además, fo rma moderna de uchpa ,
y /lata nada tie ne que ver con 'pueblo '); para Aconcagua, que se ofrece e n la secc ión
castellana, se postul an dos significados igualmente gratuitos y hasta pueriles: "e l que
cuida su arena" (< aqon qha waq) y "mirad or de la divinidad"(< wakon qhawaq) , o lvi-
d a ndo que ni siquiera se regi s tra la pa labra wakon; para Chimborazo se pos tula
Chimpurakhu " pico de montaña con aureo la' ' (ele chim¡nt 'aureo la' y rak/111 ' nevado', que
no se regi stra con dicha acepción , puesto que equivale a ' grueso'; pero aquí nuestros
e timo logistas se gui aro n de los no men os e rráticos Perroud y Chouvenec , que recogen
raku, ignorando que la forma chinchaisuya para ' nieve' es rasu); para Latacunga se o fre-
ce e l étimo Llaqtaku11ka " puebl o en form a ele cuel lo", sin impo rtar la traducción a la ma-
19 Véanse, por ejemplo, las etimologías de los topó nimos de l Valle del Co lea qu e Alej o Maque Capira,
natural del lugar. atribuye al inca M ayta Capac cuando éste visita el gra n ca ñón (e( Chirinos y Maque
1996: Cap. XIV , 96-97). Aunque e n su mayor pa rt e de sacertadas. e ll as ti e nen sin e mbargo el sabor
prístino del in ge nio andino.
20 Un expo ne nte típi co de esta prácti ca (comün tam bié n en algunas encic loped ias: e( Tauro del Pino
1987) es el dicc io na ri o to poními co del qu e fuera famo so ti sió logo jaujino. Espinoza Gal arza ( 1979).
extrañamente no co nsultado po r los autores. li bro e n el que ca mpea n las etimologías fanta siosas
inimag in ab les. Por cierto que e l ant ecede nte de taks trabajos, de l c ual se echó mano <le vez e n
cuando . es el di ccionari o <le Paz So ld á n ( 1877 J
nern caste ll ana (e/: más ahaj o), cuando se sabe que la fo rma ori g inari a de l mi smo fu e
Torn 11gu, co n e l artícul o cas te ll ano y e l signifi cado oscuro (local) de l nombre ; de Quit o se
d ice, en fin , q ue prove nd ría o hic n de qhipu (¡sic') ··nud o" o de kitu "palom a", cuand o la
primera ya fu e descartada po r Mu rúa (11 6 13 1 198 6 : Lib ro III , Cap. X VII , 52 1), po r consi-
derarl a como "corru pc ión de los españoles", y la seg un da no ti ene ningun a m o tivac ió n,
pues seg urame nte, e n éste como e n los de más casos , es tam os ante voces de ori ge n local
turn adas por los in vaso res de l mome nto.
De o tro lado, e n re lació n con e l tra baj o descoord inado , señalem os, por ej e mpl o ,
q ue no se da n e n la primera sección Caj abam ba, Caj atambo , Canta, Cotabambas, S abancay ,
Tacna , Ya uyos, e tc .; a veces , e l significad o de a lg unos sólo es proporcio nado e n la segun-
da parle , como e n los casos de A ncash, Cay ll oma , C huquisaca ; o se dan a llí nuevas
significac iones, como en Ya uri y Caj amarca, o s impl e me nte se da o tra interpretac ió n s in
menc ión de la dada prev iame nte, como es e l caso de Ya nahuara. Sobra decir que las
inter pre tac io nes son ig ua l de absurdas e in ge nuas . A sí, Caj abamba y Caj atarnbo son tra-
duc idas como " pampa he lada" y " tambo he lado", res pecti vame nte, cuando e n verdad e l
pri mc r e le me nto recurre nte prov ie ne de kas ha 'espin a', y, por co nsigui e nte, e l si gnifi cado
de los mi smos es difere nte. Ju stame nte, en la secc ió n caste ll a na se acierta con e ll o (la
cop ia d io es ta vez e n e l c lavo) cuando se o frece un a seg un da lectu ra para Cajam arca
co mo ''pueblo de espin as", lo q ue no q ui la q ue e n la p rime ra parle se la haya interpre tad o
como Qa.rn 11w rka , es decir ·'p ue bl o he lado" , absurda e timo log ía corri e nte inclu so e ntre
nues lros hi stori ado res te nidos por seri os : no debe o lvidarse q ue, e n este caso, tanto la
doc ume nt ac ió n hi stó ri ca corn o la d ia lec to log ía quechu a coinc ide n e n apuntar hac ia e l
étim o kuslw 'espin a ' (que por evo lución e n e l caste ll ano d io cqja; cf Xauxa> Ja uja) y no
c¡u.rn. co mo que ría e l mi smo Inca Ga rc il aso, a l desco noce r la fo rma c hinc haisuya ele ·es-
pin a·, di fere nte de la for m a sureña kichka (deve ni da e n e l c uzq ueño ac tual kiska). D e o tro
lado, dej ando el e lado las etim o logías p ue ril es ele Canta "a ti ", Sabancay< sapw1 c¡oya
·re in a so lit ari a(?)', Tac na < tac¡11w "acto y efec to de soca var·' y Yauy os< ka wki yawyo
'·hombre hab lado r" , di gnas ele un a anto logía de l di sparate , p ues aparte de los estrujamie ntos
fonét ico-semán ti cos , segurame nte se trata ele nombres de procedenc ia no quechu a, vale la
pe na me ncionar e l topónim o Cotabam bas , que se qui e re que provenga de kutapa111pa
··pampa ele mo lin os' ·, cuando e n verdad estamos ante un compuesto aimara-quechua, en el
que q 11 /ll s ignifi ca ·Iago ' (cf quechua c¡uc/w) y pampa ·ll a nu ra ' , es deci r e l topó nimo
s igni fi caría ' ll anura lac ustre ', y la -s fin al es un a nti g uo sufij o quechua adje ti vad or. E n
cuan to a A ncash , c uyo s ign ificado más aprop iado sería ·azu le nco' (por la -sh fin a l, que es
cog nado de la -s me nc io nad a previa me nte), se ac ie rta e n parte con e l é timo, aunque la
forma ori g in ar ia fue más bie n */anq a-s h/ (co n la conso nante /q/ y no con /k/); pero la
o frec id a para Cay ll o rn a es de li ra nte: qavlli, havlli " triun fo'" (como s i /q/ y /h/ pudi eran
va riar ind istint ame nte); la ele C huqui saca, a su turn o, es e rráti ca, tocia vez que se la hace
der ivar ele c/w ki ' lanza' y saq'ay 'quitar' (que no se reg istra, y que parece hi spani sm o),
cuando tocio indi ca q ue estamos ante un aim ari smo q ue sig nifi caría 'concaviclacl ele oro',
es dec ir *chuc¡i sakha , corno se p uede in feri r de los sig ni ficados del compuesto que d a
Bcrton io (11 6 12] 1984: IL 89,305). E l caso ele Yauri , qu e se da tambié n como Yauli e n e l
cent ro de l país , aparte de fi g ura r sin q ue se los re lac io ne , es una bue na muestra de l caos
lexicog rúfico de q ue ve ni mos hab la ndo. No sólo e n un a mi sma pág ina (925) se o frece n
etim o logías diversas: "caliente'· ('1) para e l segundo y "aguj a" para e l primero, si no que e n
la secci ó n quec hu a Ymvli a parece como "aguj a gruesa" mi entras que Yauri no porta eti -
mología, no o bs ta nte que la e ntrada sig uien te es prec isamente vawri '·ag uj a gra nde y
gruesa" . En fin, e l caso ele Yan ahuara es otra mu es tra m ás ele as istemati c id acl : e n la pri -
mera secc ión se la inte rpre ta como " pantalón negro" y e n la seg unda como ·'estre ll a o
lucero ele la ternura", a partir ele yana "ternura" (¡si c!) y e l aimarismo wcm1 ·estrella ' (q ue
normalme nte aparece redupli cada, como nos lo rec ue rda Be rto ni o), si n que se haga nin g u-
na men ción a la diferente interpretac ión. Obviamente la primera ele e ll as parece la más
razo nable , pues puede es tar inclic ánclonos un clistinti vo ( wam ' pañete ' ) ele o rde n étnico.
Los casos que acaba mos ele ver ilu stran ya los probl emas típi cos que surge n de l
aná lisi s e interpre taci ó n topo nímicos c uando se los aborda sin los req uisitos mínimos ele
ri gor que suponen 21 , por lo me nos, e l manejo ele conceptos fundamenta les propios ele la
lingüística, e n es te caso más espec ífi ca me nte e l ele la lin güística andin a. as í como la
familiaridad e n e l trato c uidadoso con los registros docume ntal es, sean és tos coloniales o
contemporán eos . Tocio estudio reali zado al m arge n ele ta les requisitos conduce inev ita bl e-
mente a interpre tac io nes descabelladas y a nt oj adi zas que se traduce n, e n e l presente caso.
en la propuesta de et imol ogías populares y anecdóticas, que pueden proliferar ad libir u111 ,
c uando no en la postul ac ió n ele ex pli cac io nes seudocientíficas que a me nudo so rpre nde n
al no ini c iado .
Ahora bien , a un c ua ndo no hace fa lta esta r famili ari zado con la le ngua para darse
cuenta del carácter de leznable y anecdóti co de tal es e timo logías, creemos que era necesa-
rio dete nern os e n este punt o con e l obj eto de desenmascarar las ínfulas ci entifi c istas ele
quie nes se cons idera n los conocedores exc lusivos de l quechua. En lo que sig ue ex amina-
re mos, sobre la base ele a lgun os ejemplos se lecci onad os , en prim er lug ar, casos en los
c uales se ofrece una so la interpretaci ón; luego aque ll os para los c ua les se postul an más ele
una lec tura; y , finalmente , casos en los cuales la interpre tac ión se hace a partir de un
esquema gramatical caste llan o. Todos estos problemas , como se ade lantó, provie ne n ele la
manipul ac ión ele los significantes (le tras y sonid os pueden cambi ar o desaparece r capri -
chosamente), de un lin g uocentri smo e n favor de l quechua, y del desconoc imi e nt o ele la
gramática de la lengua nativa.
5.1.1. En cuanto al primer tipo de in sta ncias, son lecturas pu ra me nte capri c hosas e
inge nuas las siguie ntes: A nkasmarka " pueblo de gav ilanes" (no obstante que se ofrece e l
significado de 'az ul ' para Ancas h < anqash; cf anka 'gavilán '); Cha /lwanqa "cant o de
si re nas" (c uando los a utores regis tran wanka para 'canto') , que e n ve rdad significa ·Ju ga r
de pesca' (< *challwa -nc¡a) ; Charaka to ·' vendedor ele chacras" (no impo rt a nd o que e ntre
e l topónimo y la acepción propuesta: clwkra c¡lwruq haya difere ncias obvias) ; Clwki¡w11pa
" pampa o explanada ele la nzas" , c ua ndo (al ig ual que e n Chuquisaca) e l primer e le mento
de l compuesto debe inte rpre tarse como chuq i 'oro' , en a im ara; Oqonqati "amargo e n su
21 Aparte. por c ierto. de l,1 in forma c ió n geog ráfi ca e lement al, para no caer e n e rrore s grue sus. co mo
son reg istrar la "pro\' in c ia" de Tarnko11w "s ie mpre cuatro" ( ' ). qu e nn ex iste. e n vez (.k Ta yacaja
<1m·o kaslw ' var. ele es pina· : n dec ir que las ruinas de Huari vilca (p. 724) est,í n e n e l di strito
hu anca íno de Chillkus . qu e no hay ta l s in o C hil ca. e n lu gar de Hu a ncá n.
interio r", a part ir de ukhu 'dent ro ' y qatqe 'am argo· , ate ntando contra e l sentido común y
e l aná li sis fo néti co e le me nt a l; Wa tan m · "que a marra" , atrope llando la gram átic a y la
se mánti ca, pues no es tarn os ante watoq , q ue e n to do caso sería el étimo pro pues to. que no
parece. Dos ej e mpl os más merecen come ntarse aquí por c uanto constitu ye n topó nim os
reg istrados desde muy tempra no, un o de e ll os ya mítico y el otro aún vi gente. E l prim ero
es e l supuesto nombre prim igen io de l C uzco, reg istrado como <Acarn am a> tanto por
Murúa (op.c it., Lib ro I, Cap . III , 55) corn o po r Gua man Poma ([1615) 1980 : 25 , 26 ), y
que se interpre ta a ntoj ad iza me nte com o Aqhamama " m adre chicha" (cf tambié n T arn ayo
He rrera 1992: 1, 6 1) , c uando seg urament e nad a ti e ne que ver co n e l quechu a ni con e l
aim ara. Como se ve, se trat a de un absurd o sem ántico di ctado por la lectu ra de l nombre a
partir del quechua , sin importar e l anacro ni sm o. Inc ide ntalmente, hay que no tar que, e n
todo caso, la fo rm a 11w 111a en compuestos como sara-m ama o mama-que ha s ig nifi ca más
bie n ' gra nde , excelso ' y no necesari ame nte ' madre ', según lo ex plica Be rto ni o (op. cit., II,
2 13 ). E l segun do topó ni mo es Ari ca, c uya doc ume ntac ión e interpretac ió n aparece ya
consignada e n Murú a (op. cit. , L ibro III , Cap. XXIII , 547), y que los académicos no hace n
sino repetir, con desco noc imi e nto de la fu e nte . Seg ún e l mercedario , el s ignificad o de l
nombre sería "sí, to ma" , res puesta que habría ciad o e l capitán quechua Apucarnac al ser
interrogado po r su he rma no si te nía li sto o no e l quipu-mensaj e que este de bía llevar a l
C uzco . Se trata de un típi co ej e mpl o de etimo logía popul ar (¡como si los to pó nim os se
in st ituc ionali zara n so bre la base de frases cog idas al a ire e n un mome nto es pecífi co!) ele
un nom bre que pro babl eme nte no sea de ori ge n quechua sin o aimara, com o lo suge ría
Mi ddc ndorf ([ 189 1] 1959: 66: el Arequipa).
5.1.2. Por lo que co nc iern e a los topónim os de l segundo tipo, para los c ua les se
o frece más de un s ig ni ficad o (corn o s i se as umiera e l " todo vale"), sin e l me nor asom o de
evaluac ió n, vamos a come ntar, como e n el caso a nteri or, só lo a lg unos de los m ás ll a mati-
vos. As í, para Aba nc ay se o frece la form a Awa11ka\' , que significaría: (a) " m ante ne rse o
dete nerse las aves en e l vue lo''; (b) "ág uil a real"; y (c) hamanqay (sic) "azucena" . En cuanto
a la prim era acepc ió n, ignoramos su moti vac ió n, a menos que se e sté a ludiendo implíc it a-
me nte a la segunda ( 'águil a ' ), que es anka: por lo visto importa poco la dife re nc ia de
fon e mas o le tras , que ob v iame nte no es tán a llí com o ad orn o. La segunda signifi cac ió n,
tomada de Li ra, tambié n resulta gratuit a, toda vez que fo rmalmente nad a tie ne que ver
con <ahuancana> "ág uil a negra, o pard a esc ura, y más peque ña que anca", que e s la fo r-
ma que registra Go nzález H olguín (op. cit., 1, 18). La tercera, en cambi o , parece la más
pro babl e: amankm· es la fo rm a chincha isuya que des ig na a la azuce na andin a, ll am ada
prec isame nte a11w 11cae (cf ¡wrne < pl1qm·), y la fluctu ac ió n /m/ - /w/ es frec ue nte e n las
le nguas andin as (el q . wwmi = a. 111a r111i ' muje r' ); la /h/ de la fo rma c uzqueña surge como
produ cto de la presenc ia de la g lotali zac ión ele / k' /: hamank 'ay (cf ukucha versus huk '1tcha
' ratón'). Para Ausanga te se propone A wsanqati , que si gnifi caría "el que s igue" (< aswan
qatiq) o "el que pued e" ( < aswan qatiq (s ic) 1), es dec ir se pos tula una metátes is awsan<
aswan ' mej or, más bie n', y, en un caso, e l parti c ipi o de 'seguir' : qatiq; y, e n e l o tro, e l
partic ipi o ele ' poder'. pero que e n este caso es a tiq . Com o puede ve rse, se trata ele una
sim ple etimo log ía popul ar para un topónim o ele signi ficado e nigmático ele procede nc ia
proba bl e me nte aj e na al q uec hu a. De Ayac uc ho se di ce que provendría ele Avak 'uchu , q ue
sig nificaría o bi e n " rincó n ele muert os .. o bie n "e l que corta cadá ver o hace a ut ops ia" ( 1 ).
no obstante que la seg unda interpretación supo ndría el verbo kuclllly 'cortar' (con /k/), prev ia
nominali zac ió n, es decir kuchuq. Frente a esta última inte rpretac ió n, absurda e n té rminos
formales y sig nificaci o nalcs. la primera parece estar mejor encamin ada . Para Chachan i se
pos tula Chhachhani (ele suyo absurda, pues nin g una palabra en quechua puede portar dos
consonantes aspiradas) , que e n la primera secc ión se interpreta como " varo nil '' y e n la
segunda como derivada ele chhapchini " yo sac udo". Descartada ésta por pueril , la primera
resulta igualme nte absurda, puesto que el término, que parece íntegramente aim ara , indi-
ca, en virtud del sufijo -ni (cf: nota 18), la presencia de algún objeto tipificador de la zo na:
' lugar con X ' o ' lugar que ti ene X ', y la incógnita no puede ser 'varón' , que e n últim a
in stancia tambié n podría funci onar sólo como adjetivo, es dec ir 'varonil' (cf Bertonio, op.
cit., 11, 68 ). De Chachapoyas se sostiene que significaría " nube de gente'' (del aima ra
chacha y del quechua phuvu 'nube'), pero también de Sach'a Phuyu 'bosq ue ele nubes" ,
ofrecida como e ntrada aparte, si n alusión a la primera. Esta lec tura, cabe recordarl o. se
parece a la proporcionada por Bias Yalera, c itado por el Inca Garcilaso (np. cir .. Libro VIII.
Cap. I, 326), que la inte rpreta como " lu gar de varo nes fuerte s". Tal interpretac ió n ("nube
de hombres") fue tambié n de fendida por Middendorf (op. cit., pp. 73- 74 ), quien veía en e l
topónimo un hito m ás de la presencia norteña del aim ara , cuando segurame nte se trata de
un a coincide ncia aproximada con la designación local. La segu nd a significación, traduci-
da a la manera castellana (ver secc ión siguiente) como "bosque de nubes", c ua nd o debiera
ser en todo caso ' nube ( o neblin a) de á rboles ' (saca-¡myu e n la variedad quechua local).
tambié n parece ser pura etim ología popular de un no mbre propio de la le ngua prcqucc hua
(cf Taylor 1990) . Para Chumpim ayo , nombre tran spare nte e n quechua, se postulan " río
como faja" y "río fin o" . La primera acepc ió n surge ele la lectura gratuita del primer e le-
me nto del compuesto, queriendo que sig nifiq ue chumpi 'faja' en lugar de ch '11111pi ' marrón ,
castaño '; la seg unda es m ás capric hosa aún , dado que el adjetivo ' fino ' proviene segura-
me nte, por s inécdoque, de chu111ei '·c inta o faja, tejida con hil os de color y dibujos prim o-
rosos". Cie rtame nte ambas lect uras e nturbi an la tran sparencia cristalina del nombre, que
simplemente significa 'río bermejo ' . De Paracas, topónimo de etimología oscura, se sostiene
que signifi caría " gente de fren te gra nde" o " lluvia de are na". La primera , atribuid a a José
Antonio del Busto, surgiría de la interpretaci ón del parcial para como ' frente ' en la variedad
j acaru del aimara central (fo rma que , e n verdad, es cognada sureña de pahca , que es la
propiamente jacaru) ; la segunda ya es ri sible, como muchas de las que vimos , pues ap untaría
a para ' lluvi a' y qas " tran sformación de aqo, are na". Aparte de las asociaciones
disparatadas, nótese que la traducc ió n se hace a la manera castellana: e n buen quec hua
te ndríamos e n todo caso 'arena llu viosa'(!) .
Como e n el caso anterior, aquí tambié n nos detendremos espec ialme nte e n el co-
mentario de dos topó nimos importantes cuya interpre tac ión ha sido objeto de muc ha es-
peculación desde los tie mpos de la colonia. Nos referimos a los de Arequipa y C uzco.
Para el primero, se proporc io nan tres s ig nificac iones: (a) ·'tras el volcán"; (b) '·¡s í, que -
daos' " ; y (e) " trompeta sonora" . La primera, divul gada ya por Middendorf (op. cit., 66),
surge de la lec tura del primer e leme nto del compuesto como a ri, vocablo aimara que
significa "agudo, afilado" (el Bertonio, op. cit., II , 24) , y que se le aplicó metafóricamente
al 'pico ', 'monte' o 'volcán ' al que e l no mbre hace referencia, y del segundo e le mento
como qhipa 'detrás ' , térm in o compart ido por el quechua y el aim ara. Justame nte para
acercarlo a esta s ignificaci <'> n los acadé micos " re stablecieron '' una marca genitiva
inex iste nte : areq (es decir < ari-p) aun4ue se olvidaron de la concordancia obligatoria que
es te modifi cador impone sobre el modificad o, que de bería ser qhipa-n. En relación con el
segundo étimo, registrado ya por Murúa (np. cit., Libro III, Cap. XXI, 535-536), el signi-
fic ado e n forma de respuesta (cf el caso de Arica) estaría perenni zando, según el mismo
autor, lo que Je habría contestado Inca Yupanqui a un sacerdote cuando en su peregrina-
ción al volcán del Misti le pidi ó si se podía quedar en ese Jugar: la respuesta habría sido
<Are quipay>. Obviame nte se trata de una e timología muy don osa, por decir lo menos.
La tercera interpretación, registrada ya po r Paz Soldán, provendría de are 'sonoro' y kipa
' trompe ta', es dec ir "trompeta sonora" , para lo cual se inventa el adjetivo, que no existe
(ni se lo reg istra, por cierto) , y no impo rta que ' trompeta de caracol ' sea q 'ipa, como se la
cons igna (con el significado de '·so noro, voz potente, estridente", perdido ya el valor
originari o, po r ser un arcaísmo), y no kipa (cf § 3.3.4, para la confusión entre /k/ y /q/).
En suma , las tres significaciones propues tas son especulativas , aunque ciertamente la pri-
mera me rece ser tomada en cuenta a la par que las otras dos resultan descartables. En
relaci ó n con el topónimo Cuzco 22 se postulan dos etimologías: la primera " mojón o mo-
jones de piedra" o también, por e xte ns ió n, " hito , señal, punto de referencia, núcleo"; y la
segunda, "ombligo", como lo proponía el Inca G arcilaso (op. cit., Libro I, Cap . XVIII, 33),
aunque , como puede apreciarse, la acepción extensiva de ' núcleo ' parece relacionarse ya
con esta segunda interpretación. Me nos mal que no se agrega aquí otra interpretación
bastante difundida, al parecer sugerida por Porras Barrenechea (1952), según la cual el
étim o del nombre en cuestión sería <c uzca> "cosa igual , llan a", es decir Cuzco significa-
ría " lu gar allanado, emparejado", e tc ., cosa que resulta enteramente fantasiosa y gratuita
e n forma y s ignificado. Ahora bi e n, la primera s ignificación fue la recogida por el cronis-
ta indi o Santa Cruz Pachacuti ([1613] 1993 : fol. 8), según el cual Manco Cápac habría
fundad o, tras su peregrinación al valle del Huatanay, una población en un lugar próximo
al cual había una peña que los naturales llamaban "khuzco casa o rumi", y de allí el
puebl o "v ino a llamarse Cuzco pampa y Cuzco llaqta". Según esto, la interpretación de
C uzco como q 'asa 'cerro, pe ñón' o rum.i ' pi edra', tropieza con la dificultad de que, de
ac uerd o con la construcción de la frase no minal. <khuzko> modifica a su núcleo: es decir,
hay que traducirla como "cerro o pe ñón de l Cuzco", lo cual no nos lleva a ninguna parte,
ya que prec isamente se trata de averig uar la significación de <khuzko>, que permanece
en el mi sterio. Lo más cauto parece ser en este caso admitir que la palabra haya sido de
orige n loca l (ni aimara ni quec hua), como parece sugerirlo implícitamente el cronista
22 Notemos , de paso. que la <z> en este nombre no representaba a la interdental castellana, como
e rradame nte se piensa. y qu e aún no existía a mediado s del s. XVI. Con dicha grafía se buscaba
reprod ucir más bien la /s/ alveo lar, e n pos ició n final de síl aba (cf., por eje mpl o, <yzco n> ' nue ve ').
para dife renciarla de la /s/ ápicoalveolar, qu e tambi é n ex istía en el c uzq ue ño de la época (así,
nadi e escribía <yzcay> sino <yscay> ' dos·. porqu e en este caso se trataba de la sibilante apical:
cf. en el !manca: is?u11 versus ishkay) . Para este probl e ma de las sibilantes del quechua co lo nial.
hart a me nte debatido en los últimos años. ve r Landerman ( 1982), Mannheim ( 1988) y Cerrón-
Palomino ( 1990a ).
indi o, a me nos que pud iese ser de procede nc ia puquin a, la le ngua proba hl e de los pri me-
ros incas prove ni e ntes de l gran "lago de Poquin a" (el ahora Titicaca), ele la c ual sanemos
poco. Po r e ll o sue na a di sparate c uando nuestros acadé micos nos d ice n q ue "e n la ac tuali -
dad los indíge nas (¡sic') s ig ue n utili zand o e l término" con la s ignifi cac ió n ele " mo nto nes
ele tie rra y p iedras". Si es as í, nos preg un tam os, ¿ por qué no cons ig naro n e l vocablo
respecti vo·7 Lo que s í hay que reco nocer es que la pronunciac ión, aun e n lahi os de los
habl antes nati vos, remite a [q osqo], que nosotros prefe rimos escribir Qusqu , e n quechua,
y Cuzco e n caste ll ano, por razo nes que ya expu sim os e n otro lu gar (cf Ce rrón-Palomin o
1994 : 13; el nota 16).
5.1.3. Finalme nte, el tercer tipo de problema ilu strado a di es tra y s ini estra tie ne
que ve r, corn o se recordará, con algo que ya se e ntrev ió a propós ito de alg un as etimolo-
gías disc utidas: s u inte rpre tació n a la ma nera castell ana. No nos referim os e n este caso a
e xpli cac io nes realm e nte hil a rantes de l tipo de T ahu a ma nu , que inte rpre tad o como
Ta wama nu se traduce como "de cuatro m anos"( ' ), s ino a aquell as q ue , parti e ndo del
esquem a sintáctico cas tell ano de la frase nominal (e n la que e l núcleo precede a su mo-
dificado r), se pasa a " leer" su hom óloga quechua (o aimara), atrope ll ando e l o rde n de
ésta, que es opuesto al del castell ano. No obstante que ya el Inca Garc il aso es bas tante
e nfáti co al de nun ciar este tipo de atro pe llos po r parte de los hi stori adores de su tiempo,
los acadé mi cos -sus paisanos-, que por lo vi sto no leen al ilu stre compatri ota, continúan
con semej a nte ultraj e a la le ng ua. E n efecto, a propós it o de l nombre ele V iracoc ha, que
algun os hi storiadores (e ntre ellos Cieza de León) que ría n que s ig nifi case "g rosura de la
m ar", di ce nuestro prim er lingüi sta (cf G arcil aso, op. cit. , Libro V, Cap . XXI , 198 ; cf
tambié n Cerró n-Pal omin o 1993 b) que "e n la compos ició n se e ngañan, tam bié n como e n
la significac ió n, porque confo 1me a la compos ició n que los españoles haze n, que rría dezir
sebo, y con e l nombre cocha, que es m ar, di ze mar de se bo; po rque en semeja ntes co111-
posicio11.es de 11m11i11.ativo y genitivo, siempre pon en. los in.dios el geniti vo de lante (é nfas is
proporc io nado)". Seg ún esto, tal parece que nuestros autores ya no pie nsan e n quec hua
sino en cas te ll a no, pues la regla fo rmul ada po r el Inca, c uya validez perm anece incó lume,
no es to mada e n c ue nta .
Así, pues, Apurímac es traducido como "dios que habla" cuando debería interpretarse
como 'el habl ado r (= orác ulo) princ ipal' (< apu 'señor, divinidad ' y rin w q 'e l que ha-
bla'). M arcacong a (que aún manti ene la viej a pronun ciac ió n chinc haisuya ) es interpretada
como Ma rka ku nka "puebl o e n forma de c uell o", cuand o deb iera traduc irse como 'gargan-
ta(= pasaje) de l puebl o'(< ma rka ' pue bl o' y kunka 'garganta, c uell o'). De ig ual fo rm a
M arcacoc ha es traducida como "pue blo lag una" , c uando se trata de ' lag un a del (o en
fo rm a de) puebl o'(< marka y qucha ' lago, laguna '). Curahuas i es tomada por Kuraqwasi
" la mayor de las casas", y, s in embargo, admitiend o la e timología (que no parece), debie-
ra ser 'casa m ayo r o principal'; lo m ás probabl e es que este mos más bi e n a nte *Qura -wasi
"casa de he rba zal' (< qura ' hie rba, maleza') . E l nom bre del conjunto arqueo lógico Pi sqa-
k ' uc hu (prove nie nte de pichqa 'cinco' y k 'uchu 'áng ul o' ) es trad ucido co mo "quinto
rincón", c ua ndo en ve rdad se trata de 'c inco esquinas'. El caso de Sa lcanta y es mucho
más escand aloso, puesto que se lo hace deri va r ele Sa lqantay "ari sco, productor ele cob re":
aquí e l atro pe llo no es só lo sintác ti co s in o tambi én léx ico-se mánti co , ya que si bie n salqa
(< sallqa) es 'a ri sco, proveni ente de la puna' y a 1110 'co bre', q ueda n s in ex pli cac ión la
ausencia del verbo y la termin ación -v, que no puede adherirse a una raíz nominal. En
cuanto a Tutupaca se dice que s ignifica " ubre oculta", proveniente de tutu , que Lira y no
nuestro di cc ionario registra como sinónimo de ñuñu 'ubre ' , y de pakay 'esconder '
('oculto' sería pakasqa). Se trata , como se ve, de una etimología delirante , que bien tra-
ducida -es un decir- nos llevaría al absurdo de 'esconde-leche' (¡admitiendo que paka-
pueda aparecer libre ele sufiJos 1 ): y, sin embargo, tal pai'ece que el nombre es ele origen
aim ara, y s ignificaría 'var. ele ,iguila mayor ' (< tutu 'grande ' y paka ' var. ele águila ' ; cf
Bertoni o, op. cit. , II , 366, 241 ). De Umachiri se dice que significaría "cabeza fría" (< uma
' cabeza ' y chiri ' frío ' ), cuando forzando los términos debiera traducirse por " fría cabeza'·,
lo c ual es un absurdo, por lo que la etimología quechua debe descartarse en favor de la
aimara 'e l que produce agua ', proveniente de *uma 'agua ', seg uida de los sufijos
cle ri vaciares -cha ' factivo ' y -ri 'age nti vo' , con asimilación regresiva de la vocal del pri-
mer sufij o a la /i/ del segundo (* uma- cha-ri> umachiri) , regla normal del aimara. Final-
mente, Huancavelica es interpretada como Wank'a willka y traducida como "piedra o pedrón
sagrado", cuando en todo caso podría tratarse ele 'sol en forma de roca ' o 'santuario en
forma ele roca ' , ya que willka (con /k/ simple y no glotálica), de origen aimara, significaba
'sol', pero al pasar al quechua lo hace como 'sagrado' o 'divino '.
Conforme habrá podido advertirse , las etimologías proporcionadas en el dicciona-
rio no reviste n ninguna seriedad : por cualquier lado que se las mire -significante y signifi-
cado- adolecen de los errores típicos en que incurren , no digamos ya el hombre común y
corriente, s ino el diletante o el semi letrado , que sin embargo tiene aires de dómine. Ahora
bien, de concordar con nosotros en el se ntido de que no estamos siendo injustos en nues-
tras apreciaciones , todavía puede re prochársenos el hecho de que no siempre proponemos
alternativas de interpretaci ón. Al res pecto , quisiéramos decir que muchos de los nombres
discutidos seg uirán constituyendo verdaderos enigmas en tanto no se proceda con el estu-
dio sistemático de los mismos, y aún quedarán en el misterio no pocos, puesto que no
debemos olvidar que no siempre han siclo acuñados en quechua o en aimara, que son las
le nguas que tenemos a la mano como herramienta de interpretación. Con todo , lo que hay
que destacar aquí es la importanci a dec isiva de la lingüística como instrumento heurístico
impresc indible , pues gracias a ella podemos , por lo menos, evaluar qué alternativas resul-
tan verosímiles y qué otras no merece n ni siquiera ser tomadas en cuenta; y este solo
hecho, creemos, constituye de por sí un gran avance en el desbroce interpretativo.
5.2. La nomenclatura de los ceques. El afán enciclopedista de los académicos, lo
adelantamos ya, los indujo al regi stro de un tercio del total de los no mbres de las huacas o
santuarios del Cuzco y sus alrededores. T ales adoratorios, como se sabe , estaban dispues-
tos e n líneas imaginarias que convergían en dirección de los cuatro barrios de la ciudad(<
siq 'i 'raya, línea') , y su culto y mantenimiento estaban asignados a determinados grupos
sociales bien establecidos. Las ubicac iones y la lista de nombres (cuyo número ascendía a
algo más de 300) de tales santuarios nos las proporciona el historiador Cobo ([ 1653 J 1956:
Libro III , Cap. XIII , 169-174), qui en a su vez, según Zuidema ([1964] 1995 : Cap. I, 68; Cap.
II , 105), las habría tomado de unos escritos perdidos del Lic. Polo de Ondegardo. Ahora bien,
la interpretació n formal y semántica de tales nombres , conocidos por vía de sinécdoque como
ceque.1· (nótese, de paso, la o rtografía e timol ógica de la palabra: nadie la escribe con <s> en
la época colonial) , a cuyo es tudio desde.el punto de vista in s tituci o nal-religioso le ha
dedi cado un I ibro el me nc io nado a ntropólogo (el Z ui de ma. op. cit.), tropi eza co n e normes
difi cult ades debidas e n bue na parte a las cond icio nes de su transmi sión. En e fec to, tal como
ha ll egado a nuestras ma nos dicha nome nc latu ra, ésta le res ult a muc has veces irreconoc ibl e
inclu so a qui e n es tá fa mili ari zado co n el quechua y el a im ara de la é poca. y e ll o puede
deberse , como bi e n obse rva Ro we ( 1979), a que ha habi do seri as distors iones e n la copi a y
recopi a del material ori g inario, que no re montaría a Polo, o ta mbi én (agregaríamos nosotros)
a q ue bue na parte de los no mbres prov ienen de la o las lenguas origina ri as tanto de los incas
como de los grupos étni cos locales del C uzco prein caico, c uya ide ntifi cac ión res ulta di fíc il
si no impos ibl e . Aun ad m itie nd o las ve nt aj as de las rec ie ntes edi ciones e n versió n in glesa
del Cap. XIII del manusc rito original de Cobo, e xi ste nte e n la Uni versidad ele Se vill a, hechas
por Ro we (op. cit. ) y Ro nalcl Hamilton ([ 16531 1990) , 1igeramente mejoradas e n fo rm a y
conte nid oD res pec to de la ve rs ió n de Jimé nez de la Espaci a, pe rs istirá n los pro bl e mas
fil ológicos de interpre tac ió n, y mu y poco se ava nzará e n ell o, a me nos q ue un go lpe ele
fo rtuna nos depare los m anu scritos ori ginales del ex imi o juri sta, que, comparad os co n el de
Cobo , podrían aiToj ar luces, en parte al me nos, sobre e l pro bl ema.
Pues bie n, sin advertir la mag nitud ele tales problemas . los acadé micos se lanzan a
etim ologizar la nome nc latura mencionada, procedie ndo, como e n e l caso de los topó nimos ,
ele m anera inescrupul osa e irresponsable, para ofrecern os s ignifi cados las más ele las ve-
ces descabell ados. En lo que sigue, y como dem ostrac ió n de lo que acabamos ele señalar,
nos detendrem os e n e l exame n ele tres tipos de errores e n los que se inc urre, ya fa mili ares
tras nuestra di sc usi ó n de la sección anteri or, a sabe r: la traducc ión absurda de formas
tran spare ntes , la interpre tac ión caprichosa tras reacomodos formales prev ios, y las traduc-
cio nes a la mane ra castell ana. Y, para no parecer demasiado negati vos. intentaremos postul ar
al fin al, aparte de los que irem os vie ndo en el camino, y sie mpre en calidad de hipótesis,
algun as otras etimolog ías.
5.2.1. De ntro de l primer tipo eco nt ramos, po r eje m plo, los nombres <Pilco urco>,
< Pilcopuquiu>. <M am acolca>, <Pactag uañu i>, <Sutim arca> y <Yi racoc hacanch a> 24 , e tc.
Interpre tado como pillku e l primer eleme nto de los dos santuari os ini ciales, es traduc ido
por "plum as de colo r", de manera que Pillkuo rqo sería "cerro de plumas de colo r" y
Pillkupukvu " mananti al de plumas de color", con el co1'respondi e nte sinsentido. Lo que
hay que observar es que e l término pillqu (con /q/ y no /k/, a estar por la e vide nc ia doc u-
23 Po r ejemplo. en las nu evas edi cio nes se restitu ye la déc imopri mera hu aca de l sex to ccq ue de
C hin chai suyo: <lll ama rca>, que e n la versió n de Jimé nez de la Espada sim pleme nte no fi gura. De
paso , sigui e nd o la paut a establec ida por Rowe. e n adelante c it aremos las hu acas indi ca nd o prime ra-
me nte la ori e ntació n cardin al (Ch= Chinc haisuyo . An= Ant is uyo, Co= Co ll as uyo y C u= C unti suyo) ,
Juego el núm ero de l ceque y fin alme nte el de la hu aca. Así, por eje mpl o. Ch-3 : 7 sig nificará la
séptim a huac a del tercer cequ e de C hin chaisuyo; An -5 : 1O hará re fe re ncia a la déc ima hu aca de l
quinto ceque de A nti suyo, etc.
24 C itamos estos no mbres de ac uerdo co n la tran sc ripció n paleográfi ca hec ha tanto por Rowe ( 1979)
como por Hamilton ( 1990 ). Como los académicos no citan su fue nte, podemos sospechar. sin embargo.
qu e el cente nar de no mbres que registran prov ie ne no de la edi ció n de la BAE de Cubo sino de la de
los editores me ncio nados: se reg istra . por ejemplo. la vari ante correg id a de <Cha ña n C uri Coca> e n
lugar de <Tanan c uri cota>. que no se pud o haber tomado sino el e las nuevas versiones de Cobo (c f.
C u- 8: l ).
me nt al: <pill cco> e n González Holg uín; y dialectal: pil/?u , e n Hu ancayo), ya obso le to ,
designaha a un '·paxaro de los Ancl es les decir de la selval co lorado preciado por las
plum as" (cf Go ntá lez Holguín , op. cit., L 285), y, por ex te nsió n, dev in o en e l adjetivo
'colorido ' o ' multicolor ' . De manera que la traducción m ás ap rox im ada de tales nombres
se ría ·cerro de l pillqu · y ' mananti al del pillqu', res pectivame nte (el , e n Huan cayo,
Pilcorn ayo <* pillqu mavu) , o, e n todo caso, 'cerro colorido ' y 'manantial colorido ' . De
hecho, corn o una de tant as muestras de su inconsistencia, los autores introd uce n el topó nim o
Pillcopata, que se traduce por "andé n de avec illas coloradas", pudi endo habe r proced id o
de manera simil ar co n las des ignacio nes ante ri o res . De <M amacolca> se dice que prove n-
dría de mama ·madre ' y qullqa 'a lmacén' , para dar "depósito o almacé n madre" : ya se
dijo, sin emba rgo . que e n dicho contex to mama significa 'gra nde, inme nso ' , de manera
que e l santuari o e n c ue stió n eq ui valdría, más bie n, a ' gran almacé n' o 'a lm acé n gigante' .
Para < Pactaguañui> , inte rpretado como Paqtawwiuy , se postul a e l abs urdo de '' ¡cuidado
co n la mue rte 1", qu e e n buen quechua sería, e n todo caso, Paqta waiiuywa11 , fórmula de
adve rtencia que resulta reñida con las s ign ificac iones toponímicas. Como quiera que paqta ,
además de su acepc ión de advertencia (cf. e n el huanca, pa ?ta ' ¡c uid ado, no vaya a ser !' ),
signifi ca "cosa yg ual, justa o que es ta pareja" (cj González Holg uín , op. cit., I, 272-273) ,
no es desatin ado pensar que el santuari o en m ención se aviene más con "muerte justa o
merec ida", cosa que armo ni za perfec tame nte con la inform ació n proporc io nada por Cobo
(cf Co-9: 3) , seg ún la c ual e n dicho adoratori o se hacían sacrificios " para ser librados de
muerte repentina'". Con rel ac ió n a <S utimarca>, interpre tada de manera acertada como
Sut ·¡ 111arka, se la trad uce sin embargo como " poblaci ó n nombrada correctamente" , en la
que parece habe r inte rfe rido la palabra suti ' nombre ' (con /t/ simple) , sin que ella nada
te nga que ve r co n e l étim o, que seg uramen te es el de ' pueblo auté ntico o legítimo' (<
sut' i "clara cosa y manifiesta''; cf Gon zá lez Holguín , op. cit., I, 332). Finalmente, el sig-
nificado de "cercado ele la lagun a grasosa'" que se le da a <Yiracoc hacanc ha> se bas a, a
su vez, en la dudosa interpretac ión de wira-qucha(n) como ' lago grasoso o espumoso' (el
sup ra) , cuand o obv iam e nte, no impo rta c uál sea la acepción ori ginal del nombre de la
divinidad , aq uí estamos ant e un nombre conme morativo ; de m odo que basta leerl o com o
'aposento de Viracocha ' . Lo mi smo podría decirse de las otras huacas que alude n al
personaje mítico: <Y iracochapúquiu > y <Y iracochaurco>, mal trad uc idos, literalme nte,
según la dudosa e tim ología me ncionada.
5.2.2. Con rel ac ió n al segundo género de fallas de natu raleza interpre tati va, esta
vez no sólo ya de co nte nido sin o tamb ié n de forma , veamos los sig uie ntes. Así, de
<Acoyguaci> , re fo ne mi zada como Akuv wasi, se dice que sig nificaría "casa donde se
mastica coca", y todo porque <acoy> es igualada gratuitamente con akuy ' m as tica r' (de
paso , no sólo coca sin o tamb ién harin a), cua ndo en verdad parece tratarse de <ac uy>
" malv ado, ruyn, maldito" (cf Gonzál ez Holguín, op. cit., I, 17), que a su vez parece haber
sido objeto de un reajuste semántico en el contexto de la evangeli zac ió n. Sintomáticamente,
en dicho santu ari o se g uard aba el cue rpo de Sinchi Roca (el Co-6: 3), por lo que e l
signifi cado originario habría sido 'casa sagrada' . Para <Pay ll all anto> (q ue en la edición
ele la BAE aparece como < Paylla ll auto> ), fonemizaclo como Paylla llawtu (e n verdad
debiera se r 1/m vt ·11 ), se propone la lec tura de " la borla de é l mi smo" , interpre tació n
antojadiza, que e n todo caso, y pasa ndo por alto la a noma lía de la frase nominal. debía
sig nificar ' borl a é l solo ' (e/: pay -1/a 'é l solo ' o ' úni came nte él' ): un a a no ma lía. co mo se
ve . De nuestra parte, cree mos que aquí estamos senc ill ame nt e ante un to pónimo conm e-
morativo de la m adre de Apu C urim aya, la palla de nombre Uonthu ' sombra' (cf C u- 2: 3 ):
la notac ión de <paylla> por palla puede ser una vacil ac ió n de bid a al fe nómeno de l yeís mo
caste ll ano, que iba ace lerando su c urso. Con re lac ión a <Sabac urinca>, q ue es inte rpre tada
capric hosamente como Sap ak uY lnka , ha siclo traduc ido co mo "asiento de l In ca" so bre la
base de la informac ió n propo rc io nada por e l mi smo Cobo , que dice que la hu aca e n
cuesti ó n era " un asie nto b ie n labrado, do nde se se nt a uan los incas " (e¡: C h-5: 6). S in
embargo, sapakuy, gram ati ca lme nte in correcta (sapa s ig nifica 'solo' y no puede ll evar
sufij os fl e xi vos ni cle riv acio nales), es un a pés ima fono log izaci ón ele <sa bac uri > , un a vez
separad a de < inc a>. Ah o ra bi e n , s i as umim os qu e la le tra <b> co rres po nd e a la
semico nsonante /w/ (cf, e n e l mi smo Cobo, <say ba> por saywa ' mojó n' ), e nto nces un a
primera inte rpretac ió n fo rm al de ·<Sabac urinca> sería */sawakurinka/, que s igue sie nd o
incompre ns ibl e. La ra zón , c reemos, es tá e n la lec tu ra ele la porci ón fin al de l no mbre: nos
parece que e l mi sm o Cobo ya había caído e n la trampa de la etimo logía popul ar a l inte r-
pre tar como < inca> , prev io corte arbitrari o, separá ndo lo de l resto de l nombre, que parece
haber sido m o no lexe má tico : /sawakurinq a/, do nde -nqo es la marca del parti c ipi o ele fu -
turo, que entre fin es de l s. XV I y comie nzos de l XVII evoluc io nó a -na (con supres ió n ele
la postve lar). Resta ver e nto nces qué podría s ig nifi car la raíz sa wa . Al respecto, mi e nt ras
que tanto Li ra com o e l di cc io nari o que co mentamos la recogen co n la ace pc ión el e 'm atri-
moni o, enl ace ' , la pal abra brill a por s u a use nc ia en los le xicones co loni ales , mas no as í e n
los textos guamanpomi anos , e n una ele c uyas canc io nes quechuas, c uy a traducc ión res ult a
has ta ahora problemática, leem os prec isamente <may tac hi cayta sauac uri sac>, que podemos
traduc ir como '¿a dónde me la ll evaría a ésta?' (cf G ua man Poma, op. cit., p . 29 1). El
sentido que tiene aquí la pa labra es el de ' ll e varse a un a muj e r para hace rl a suya', es dec ir
desposarla a la manera a ndina . De do nde /sawakurinqa/ puede signifi car perfec tame nt e
' lugar do nde se desposa' o ' lugar de l desposori o' . Por otro lado, de <Rauay pampa> ,
fon o lo gi zada com o Rawar panpa . se d ice que s ignifi caría "ex pl anada e nreci ada". a todas
luces un absurdo, a partir de la interpretac ión de l prime r e le me nto de l compues to como
ra wi "desordenado, desarreg lado", sin que la difere nc ia fo rm al sea mo ti vo de in comodi -
dad . A no ser que se trate de un error de copia por /ra wy ay- pampa/ ' ll anada incand esce n-
te' , e l signifi cado de l nom bre result a com pl ej o. De <S usum arca> se dice qu e sig nifi caría
" pobl ac ió n o vi vienda pa rc ia lm e nte seca", c uando susu, a estar por Lira y nues tros auto-
res , sólo indica la seq uedad de los frut os po r madu rac ió n. Ex iste e n e l a im ara la voz s11 s11 ,
con e l s ig nificado de ' cernid o r, cedazo ', provenie nte de l quechua suysu (con supres ió n ele
yocl regul ar e n dicho contexto): la lectu ra ele ' puebl o puri ficado' no parece del todo clesca-
bell acla, aunq ue sie mpre de be rá te ne rse e n c ue nta e l carác te r dud oso de la tra nscri pc ión ele
Cobo . E n fin , de <Vnug ua lpa>, inte rpretado como Unuwallpa, se dice que significaría "ave
de ag ua" , lo cua l resulta di sparat ado, pues la ace pc ió n de wallpa como 'ga llin a' (y no ·ave '
e n ge neral; cf sub wallpa) es anac ró ni ca, ya que su uso es posterio r a la conqui sta (no
había gallináceas e n e l mun do and in o). Dic ha voz, e n cambio, significaba 'c rear, hace r.
form ar', de modo que la ex presió n <Vnucta hualpaya-> podía trad uc irse como "da r e l
riego po r igua l y re partir bi e n e l ag ua a todos" (e/: Go nl.á lez Ho lguín, op. cit .. l. 174 ). De
ma ne ra que / unu wa llpaq/ (c uyo seg undo e leme nt o <g ua lpa> es perfec tame nte ex pli cah lc
en Cobo y los españo les en general ) podría haber signifi cado 'creador del ag ua ', deidad
materiali zada en el íd olo de pi edra que, seg ún Cobo, estaba en Chuquicancha (cf An-7: 6).
5.2.3. En relaci ón con el tercer tipo de probl e mas de interpretac ión -aquell os q ue
responden a un molde caste ll ano- , podemos menc ionar los siguientes. En primer lugar,
<Sanotui ro n>, fo nologizado como Sai'iu Tuyron , es traducid o como "arcill a de oll as",
cuando en todo caso debía verterse como 'oll a de arc ill a', aunque, de otro lado , tuy ru (que
no aparece en los diccio nari os coloni ales) es registrado como "marca, señal" , por lo que
la lectu ra de 'oll a' es inmoti vada. De aceptarse el significado consignado, la huaca podría
sig nific ar ' hit o de arc ill a ', lo cual parece p or lo m e nos razonabl e . De o tro lado
<Tampuvil ca>, fono logizado como Tanp uwillka, es traducido como "hospedaj e sagrado",
cuando en todo caso debía leerse ' lu gar sagrado del mesón ', en el que willka ya no tendría
el signifi cado ori ginario de 'sol' (en aim ara). En cuanto a <Ticicoc ha> , reinterpretada
como Teqse Qocha "ori gen de lag un a", de aceptarse el étim o, de biera leerse ' laguna
fund ac ional (= de ori gen)' , pues <ti cs i> es ' fund amento, ori gen' (cf González Holguín,
op.cit., I, 340-341 ). Se traduce mal también < Pac hay aconora>, interpre tándosela capri-
chosamente como Pachayan Qora "tierra con hi erba", cuando el núcleo de la frase es en
todo caso ' hi erba'. Pero el nombre no parece que tenga nada que ver con qura ' hierba' ,
desde el momento en que , al describirse dicha huaca, se dice que "estaua en el dicho
pue bl o de Yaco nora" (cf An- 5: 4), que aparece también como séptimo ceque del Antisuyo.
Como quiera que pacha 'suelo, ti erra, mundo ' no parece ave ni rse con el nombre del lugar
mencionado, con el aimara pacha ' mi smo, propi o' puede en cambi o formar la frase 'e l
mi smo (= auténtico) Yacanora', lo cual no parece abu sivo . E l nombre <Pachachiri> se
trad uce lin ealm ente , a la castell ana, como "tierra fría", lo cual resulta aberrante, ya que, al
igual que en el caso de U mac hiri (cf §5. 1. 1), estamos ante un aimari smo: como el san-
tuari o alud ía a una fuente, lo más probable es que se trate de /paqcha-chi -ri/ 'e l que hace
brotar la fuente' (donde <pac ha> puede ser errata por <paccha> ). A su turn o, <Yrcopuquiu>,
fonologiza<lo como Urqopukyo "cerro co n fuente", debiera ser más bien 'manantial de l
cerro'. De otro lado, <Am aromarcaguac i> y <M anag uanunca guaci> también son ej em-
pl os mal traduc idos por razo nes gram aticales más es pecíficas. El primero, fonolo gizado
acertadamente como Amaru Marka Wasi, es traducido anfibológicamente como "casa de
la serpiente con altos", cuando, de ac uerdo con la información proporcionada por Cobo
(cf An - 1: 7), el santuari o era "casa de Amaru T upa inca, que estaua en e l camino de los
Andes", y, por consigui ente, tendríamos 'casa reservada (o intocada) de Am aru (= Tupac
Inca Yupanqui )', pues en este contex to marka significa "cosa reseruada, que nadie toca"
(lf González Holguín , op. cit., I, 232). La otra hu aca, cuyo nombre es fo no logizado como
Mana Wañunqa Wasi, es traducido grotescamente como "casa que no mori rá", tras
interpretarse la te rminación -nqa (cf § 5.2. 2., a pro pós ito de <Sabacurinca>) como si fu e-
ra e l sufij o de tercera persona de futu ro. Interpretada -nqa en su sentido parti cipial (fo r-
malmente devenido en -n a) , el signifi cado del nombre es 'casa de la inmortalid ad' .
Incidentalmente , el mi smo error de interpretac ión ya se encuentra en Murúa, cuando re fi -
ri éndose al mi smo santuari o -<Manan Huanunca>-, que era la casa de la coya, mujer de
Tupac Inca Yupanqui , lo traduce como " no mori rá" (cf op. cit., Libro I, Cap. XVIII , 73 ;
cf también, para la motivac ión del nombre, Libro I, C ap. LXXXIX , 322). En fin , el caso
de <Pampaso na>, traducid o como "expl anada que suena", linda en el de liri o ll evado al
extremo: e l parcial <sona> , que constituye el núcleo del compuesto, se muestra irrecono-
cible, y es muy probable que haya sido desfigurado ortográficamente (cf Co-3: 2).
5.2.4. Para esta última sección hemos elegido algunos nombres para los cuales
propondremos etimologías tentativas. Casi todos ellos evocan, como se verá, asociaciones
de tipo étnico y lingüístico muy importantes para la comprensión del período formativo
de la civilización incaica. Así, por ejemplo, el santuario de <Membilla puquio>, traducido
simplemente como "manantial de Menpilla", previa interpretación fónica en la forma de
Menpilla Pukyu, sólo recoge la información dada por el propio Cobo (cf Co-5: 2). El
significado del topónimo , que delata una pronunciación chinchaisuya (con sonorización
de la bilabial tras nasal; cf tambo< tampu), proviene con toda seguridad de *wimpilla "la
horca en que dauan trato de cuerda por vn dia" (cf González Holguín , op. cit. , I, 353), previa
aimarización reflejada en el cambio de /m/ en /w/ (cf q. warmi> ,narmi, waman> mamani
' halcón ', etc.). De manera que la significación del topónimo hace referencia a la ex istencia
de un lugar de ajusticiamiento, cerca del cual se encontraba el santuario, que era una fuente.
De otro lado, en relación con <Macasayba>, fonologi zado como Maka Saywa, y traduci-
do sólo como "lindero, mojón" , estamos obviamente ante un nombre conmemorativo muy
importante: el del grupo étnico local de los macas (cf Ayarmaca), instituido, como mu-
chas otras huacas, por Inca Yupanqui (cf Ch-2: 6) . Se trata, pues, de una 'piedra grande'
o ' monumento de los macas '. Este mismo etnónimo podría tal vez remontar a *maqa, que
es un tubérculo altoandino de propiedades mágico-medicinales (cf, en la nomenclatura de
los Ayar, aparte de este mismo nombre: ayar 'var. de quinua', otras alusiones alimentarias:
uchu 'ají' , ka chi 'sal'), por lo que la forma originaria del santuario vendría a ser */maqa
saywa/. Los santuarios de <Puquincancha> y <Puquinpuquiu>, por su parte, donde el pri-
mer parcial recurrente de ambos es fonologizado arbitrariamente de modo diferente , pues
se registran Poquenkancha (¡¿que significaría "barrio o cercado que nace o amanece"?!) y
Pukin Pukyu, respectivamente, hacen alusión con toda probabilidad a los puquinas o
puquina-collas, "que también fue casta de yngas, que porque fueron peresosos no alcansaron
ni alligaron a la rreparticion de orexas del Ynga y ací le llaman poquis millma rinri. Tienen
orexas de lana blanca porque no llegaron a Tambo Toco" (cf Guarnan Poma, op. cit., p. 66).
Ahora bien, los nombres en cuestión, quitada la segunda palabra del compuesto, conlle-
van la forma <puquin>, que comparada con la forma <poquis> que da el cronista indio,
permite la abstracción de <puqui>, donde sale sobrando la /n/ final. Lejos de ser un adorno
(como suelen figurarse los cándidos), ésta es la marca del sufijo genitivo aimara (prestada
también al puquina) , sincopada de acuerdo con las reglas de aquella lengua: -na; de manera
que en <Puquincancha> y <Puquinpuquiu> estaríamos ante */puqi-n a kancha/ y */puqi-na
pukyu/, es decir 'aposento de los puquinas ' y 'manantial de los puquinas'25_
25 La interpretación de <p uqui> con /q/ y no con /k/ responde a ev iden cias tanto documenta les como
dialectales. Así, Guarnan Poma escribe siempre <poqui>, con abertura de /u/ causada por la pre-
sencia de la postvelar (L:f, por ejemplo, <lago de Poquin a>) ; y, de otro lado, el dia lecto ayacuchano
registra la voz <pocces> (cf VPI , sub tonto), con e l sig nifi cado de "ton to, qu e no sabe nada",
evocando el se ntido discriminatorio que recogía el cronista indio . La /s/ final de /puqis/ es un
morfema, desaparecido ya en el cuzqueño pero muy vivo en e l quechua central. que indi ca 'i mi -
taci ón, aparie ncia·. de modo que la palabra significaría ' a modo de los ¡nu¡i , como si fu era un puqi' .
Por otra parte, la interpretación ofrecida de <Ümanamaro> ilustra, una vez más ,
dos de los errores típicos e n que incurren los académicos: explicación panquechua 26 y
lectura a la manera castellana. Se dice así que Ornan Amaru significaría "cabeza de ser-
piente" cuando, en todo caso y violentando la semántica, debería leerse 'serpiente cabezu-
da'. Lo interesante aquí, sin embargo, radica en que el nombre es un híbrido aimara-
quechua, que signi ficaría ' serpi ente de ag ua', pues uma-na> uma-n 'de agua', que nada
tiene que hacer con uma 'cabeza' , porta la mi sma forma genitiva ya vista a propósito de
los puquinas (cf tambi én, la forma <Colcampata> que recoge el Inca Garcilaso para el
ceque <Colcapata>; la primera provendría de */qullqa-na pata/ 'andén del almacén ' ). Un
santuario, cuyo nombre parece conllevar igualmente la voz aimara uma 'agua', es
<Ümatali spacha>. Por las informaciones proporcionadas , el lugar refería a una fuente que
se encontraba en una chacra (cf Co-2: 4); de manera que la forma <pacha> debe ser erra-
ta por /paqcha/. Ahora bie n, en vista de que existen dos santuarios que llevan por nombre
<Calispuquio guaci>, que era la casa de Tupac Inca Yupanqui, ubicada debajo de la otra,
y <Calispuquiu> (cf Ch-3: 7 y Ch-3: 8, respectivamente), todo parece indicar que la for-
ma <calis> está presente, di storsionada en su escritura, en el nombre que nos ocupa.
Tendríamos entonces , tentativamente , */urna kalis paqcha/, donde /kalis/, que no puede
ser el hispani smo cáliz, permanece enigmático. Al respecto, pensamos que un buen can-
didato como posible étimo de dicho parcial podría ser la voz aimara kallisaya ' relámpago ' ,
en versión local (cf, en el lupaca, <callisaa>: Bertonio, op. cit., II, 34), es decir ka/isa (sin
alargamiento vocálico fin al) , que al entrar en composición con otra palabra pierde su
vocal fin al, como es regl a general en aimara: /kalisa paqcha/> /kalispaqcha/ (cf los casos
vistos anteriormente; y también <Totorguaylla>, es decir /tutura waylla/ 'prado de totora '
26 La interpretac ión panqu echua. previa cuzqueñización de los nombres (sean éstos de origen qu echua
aunque no necesariamente de procedencia cuzqueña, o, peor aú n, de origen distinto). es una vieja
manía cuyo iniciador es el propio Inca Garcilaso (cf Cerrón-Palomino 1991 ). Los cuzqueños de
hoy siguen co n la mi sma prác ti ca e incluso van mucho más lejos, conforme lo demuestran con sus
di squi sicio nes seudoetimológicas. Un caso aberrante de c uzqueñización es, por ejemplo, la
reinterpretació n que pretenden hacer de los nombres de los caciques limeños Taulichusco y
Taulichumpi , registrados así en las documentaciones más tempranas (cf, por ejemplo, Rostworow sk i
1978). El primero es cuzq ueñi zado como Tawrichuku, que significaría 'bonete de altramuz' , pues
el segundo componente del compue sto es interpretado gratuitamente como chuku 'bonete ' . en lu gar
de <c hu sco>. que no sabemos qué podría sig nifi car en la variedad local del quechua (nótese que
(chuzco> ex iste como 'cuatro'. pero no creemos que el numeral tenga algo que ver con e l nombre,
aparte de lo que nos indica la ortografía: <z> vers us <s>). El segundo antropónimo , remodelado
como Tawrinchunpi 'faja de altramuz' , resulta igualmente absurdo. Lo que los académicos ignoran
por comp leto es que una de las característi cas del quechua chinchaisuyo -aquel que Tupac Inca
oficializó- se caracteri zaba por el cambio de /r/ en /1/, de manera que los nombres de Taulichu sco
y Tauli chumpi son formas ge nuinas de la "lengua general", y mal haríamos en modifi carlos
adaptándolos a la pronunciación cuzqueña de la actualidad , así como sería absurdo que les pidamos
a los cuzqueños que escriban shimi y no simi, ya que la primera forma es la más ge nuina (¡ que
además se daba en el cuzq ueño del s. XVI 1). Otro nombre que sufre purga absurda es la designación
antigua de la capital peruana. que aparece reinterpretada como Rimaq , cuando su forma genuina fue
/limaq/, registrada después corno <Li rnac> (cf, ¡en el mismo C uzco, el topónimo Limacparnpal).
o ' totoral'; cf C h-9: 12) . Quedaría r o r reso l ver e l signifi cado, que ve nd ría a ser a lgo
com o ' fuent e de l trueno de ag ua (= llu via) ', lo c ua l no r arece de l toci o fo rzado y e n
cambi o ti e ne re mini sce nc ias m íti cas típi ca m e nt e a ndin as. De ig ua l m o do , e n fin ,
<Cali spuquiu> (prove nie nte de */ka li sa puk yu/) si g nificaría 'm ananti a l de l re lámpago '.
De esta manera, como se ve, e l pape l q ue dese mpeñaro n tanto e l puquina como
e l aim ara e n la o nomás tica toponími ca de l C uzco m íti co y ori gin ari o fue dec is ivo. Muchos
de los no mbres e ni gm áticos, que no ruede n inte rpre tarse a través de l quec hu a, prov iene n
seguramente , s i no de l puqu ina, de l a imara local, li ge rame nte di fe rente de l lupaca o de l
condesuyo . O bvi am ente, como los ejempl os disc utidos lo demuestra n, e l ro l que le co-
rrespondi ó a esta le ngua en la fo1j a de l impe ri o in ca ico fu e cruc ia l (reco rde mos, para no
apartarnos de los ceques, algun os ele sus nombres rec urrentes : Q ull ana y Paya n, pos i-
blem ente prove ni e ntes de */qullana/ ' de los co ll as ' y el e */payana/ 'de l segundo' ): lo
estaría indicando tambié n e l santuari o que llevaba por nombre <Cotaco tabamba> (cf Cu-
7 : 5) ' ll anu ra lac ustre', do nde /quta/ ' lago ' es la fo rm a aim ara de l quechua /qucha/.
6. Apreciación final
A lo largo de toda nuestra expos ic ió n c ree mos habe r dem ostrado que e l dicc io na-
ri o reseñado adolece de toci a cl ase de defec tos, tanto fo rm a les com o ele co nteni do, y e n
sum o grado , lo que plantea seri as dudas res pec to ele su utilid ad co mo obra de consulta: es
ta l la cantidad de e rro res , que su e mpleo in advertid o puede ser no só lo desori e nt ado r sin o
in c lu so de trime ntal. No hemos exagerado, pues , a l se ña lar que no hay pág in a e n é l que
es té li bre ele fa llas de algún tipo. E n e l poco es pac io que nos res ta resumire mos tales
vic ios rec urre ntes .
As í, desde e l punto de vi sta ele la se lecc ió n lé xi ca, se vi o cómo no ha habido un
crite rio cohe re nte y ex plícito que g ui ara e l reg istro de las e nt radas no sólo e n su aspecto
fo rm a l (unidades contempladas , e n las que se clan fo rmas gramaticalm ente mutil adas , así
como sufijos arbitrari ame nte in cluid os) s in o ta mhi é n en c ua nt o a su de nsidad (rec uérdese
e l des bala nce desmedido e ntre la parte quechua y la caste ll a na, e n de trimento de ésta; e l
reg istro arbitrari ame nte in-estricto de le xemas de ri vados, espec ialme nte los verbales; y la
co nsig nac ió n a ntojadi za de la informac ión d ia lec ta l) E n c uanto a la organi zac ión ele la
mi croestruc tu ra, cam pea e n ésta la descoorclin ac ió n no só lo e ntre una secc ió n y otra de l
di cc io nari o bilin g üe s ino incluso e n e l inte ri or de un a mi sma secc ión y has ta e n la mi sma
págin a, y así son frec ue ntes no sólo la ause nc ia de re fe re nc ias c ru zadas y los en víos a l
vac ío s ino ta mbi é n e l tratamie nto inconexo ele meras vari antes léx icas (ma l ll amadas "s i-
nó nimos" ) o, por e l contrari o, la s ubsumi sió n ele fo rmas léx icas di fe re ntes de nt ro de un a
mi sma e nt rada. Respecto de su pre te nd ido carác te r no rmati vo , debemos se ña lar la a usen-
c ia total de un c riterio norm alizador, a l reg istrarse co ntinu ame nte no sólo vac il ac io nes e n
la e lecc ión y re prese ntaci ó n ele las e ntradas moclé l icas, no s ie ndo in frec ue nte que las
fo rm as clesviantes sean to madas co mo bás icas , o qu e, incapaces de tocia evaluac ión, se
o pte po r la simpl e consignac ió n de va ri a ntes, co mo si tocias e ll as tu vieran e l mi smo ni ve l
de uso y ace ptaci ó n; no di gamos ya de las co ntrad icc iones e n que e nt ra n las mi smas
" reg las" q ue los prop ios a ut ores propo rc io nan, ni ele los a rt ilugios ele que se va le n para
in ven tar fo ne mas y letras que no existen e n la lengua , según se e ncargan de demos trarl o
lus mi smos m ate ri ales manej ados por e ll os. En conex ión con esto últim o, los académicos
ha n demostrado ampliamente que no saben usar las "reglas de o rtog rafía" que proponen ,
lo cual no de be extrañar, toda vez que tampoco parecen domin ar la ortografía castellana
( len g ua que se supone que estudiaron a lo largo de su formación profes ional), tan vapuleada
e n el diccionario. En general, la ignoran cia, la des información y e l seud o barni z intelectual
campean por doquier, con tratarse las m ás de las veces de considerac io nes básicas y
e le me ntales de gramáti ca y lexicografía aplicadas al castellano y al quec hua, lengua ésta
que han demostrado igno rar clamorosame nte hasta en sus detall es m ás superfici ales. Por
último. los alardeos enciclopedistas de los a utores han quedado mal parados po r su carácter
sesgadamente chauvinista y cuzcocéntrico, pero sobre todo por su orie ntación escolar,
desactuali1.ada y las más de las veces e rrática, que el maquill aje cientificista y burdo no
pudo ocu lt ar.
Con tal es atribut os, lament a mos te ner que dec ir que el fo rmato del diccionari o,
so bri o y has ta medi aname nte elegante, aparece como encubriendo un contenido realmente
es perpénti co . Más pe noso aún resulta constatar que la obra , cuya e laborac ión tardó ocho
años segú n decl arac ión de sus aut ores, contó con la nada desdeñabl e suma de 20,000
dólares pro po rcionados por la UNESCO , gracias a las recomendac io nes del entonces Se-
c retari o Ge ne ral de la ONU , Dr. Jav ier Pé rez de Cuéllar, y de l e ntonces agregado cultural
del Perú en la UNESCO, Dr. Lui s Fe lipe Alareo, ilustres represe ntantes de la intelligentsia
peruan a que seg uirán ignorando que hay in stituciones en el país que está n suficientemente
ca lifi cadas para evaluar proyectos como el que presentaro n los autores c uzqueños. Natu-
ra lm ente que. de haberse evaluado e n su momento el menci o nado proyecto, hoy no esta-
ríamos lame ntando tanto desperdi c io de ti empo y dinero en un trabajo que, bien concebi-
do y ad mini strado, no habría tomado más de un año ni habría costado tanto. Cosa que
debiera te nerse presente en ade lante, sobre todo cuando existe la inte nc ión, declarada en
la " introducción", de reeditar la obra, lo cual constituiría un verdadero crimen de lesa
cultura , y. más específicamente, un atentado contra la lealtad idi omática del pueblo quechua,
atropellada a cada instante por qui enes pretende n erigirse e n sus representantes.
No ll ena, pues, este diccionario el gran vacío que aún subsiste en nuestra lexicografía
del quec hua c uzque ño. En tal sentido, como lo dijimos, la consulta del Vo cabvlario de
González Holg uín , pese a sus c uatrocie ntos años de aparición. seg uirá s ie ndo inevitable,
con los rie sgos que implica su manejo por parte de los afici o nados; pero también , allí
cst,í n, 1mís mode rn os, tanto el Vocabulario Políglota In caico (cuya reedición está pronta
a sa lir ) co mo e l Diccionario de Lira (quitados sus pint oresqui smos o rtográficos), por no
mencio nar otros más breves, pero más confiabl es fon ológicm11e ntc . como e l de Cusihuamán
( 1976b) y el de los Hornberger ( 1983 ). En este contexto , asimismo, se aguarda con
muc ho interé s el Diccionario que viene pre parando el colega valenciano Julio Calvo
Pérez.
En sum a, s i el saber popul ar (¡cuánd o no, Sancho 1) ha co nsagrado el dicho según
el cua l el diccionario es el libro de los as nos -función in fo rm ativ a de tocio diccionari o-,
los acadé micos cuzqueños acaban de romper con la regl a al o frecern os no un texto para
as nos s in o un libro ele asnos. En tal sentido, no ve mos qué utilidad puede tener el trabaj o
comen tado. a no ser que sea ex pl o tado como un bue n ejemplo de cómo no debe hacerse
un dicc ionari o. Desde e l pun to de vista es trictamente lin güístico, sin em bargo -seríamos
inju stos al no reconocerl o- , son mu chos los benefi cios que pueden cosecharse del tra bajo ,
pero no prec isamente por las in fo rm ac iones explícitamente pro porcio nadas sino po r los
errores cometidos y los sil enc ios manifiestos . Con esto se confirm aría el vi ej o dicho
cervantin o de que en verdad no hay libro por más malo que sea que deje de tener algo ele
bueno .
Rodolfo Cerrón-Palomino
Universidad Nacional Mayor
de San Marcos
Apartado Postal 210035
Lima 21
Perú
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Los hechos que me sirven de pretexto para esta nota son más o menos conocidos y
averiguados. Los papeles que les sirven de fundamento fueron consultados por dos eminen-
tes historiadores, el chileno José Toribio de Medina 1 y el peruano Rubén Vargas Ugarte 2 .
Como es natural, empero, cada uno de ellos trató los asuntos a su manera y en contextos algo
distintos a los que voy a cernir los papeles en estos breves comentarios. De pronto diré que
volví sobre el asunto del siglo XVI para ahondar algunos temas derivados de la orientación
general que Medina y Vargas Ugarte dieran a sus páginas.
José Toribio de Medi na. Historia del rribwwl de la inquisición de Lima, /, Santiago de Chile. 1956 :
161 y SS.
2 Rubén Vargas Uga11e. S.J .. Concilios li111e11ses ( / 55 1-1772). fil, Historia. Lima, 1954:76 y ss.
Una de las testigos, creyendo que la misericordia divina no soportaría los espantosos
pecados del canónigo Vera exclamó angustiada ante la justicia que un pachacuti cuzqueño
sería el justo castigo para la ciudad que los vio y los soportó con tanta displicencia: "¡ ...
cómo no se hunde el Cuzco! ... ". El inventario judicial del acusado daba razón a Catalina
Maraver, esposa de Diego López de Olivares. El iracundo y apasionado canónigo, amenazó
con echar a la madre por la ventana, hirió a sus hermanos a puñetazos, gritó mil insultos a
sus familiares y dijo del arzobispo de Lima, Jerónimo Loaysa, "que era puto", homosexual
entiéndase, y "que le besase el culo", ni más ni menos. Y todo ello porque llegó al Cuzco
con una prima hermana, Catalina de Alarcón, de quien se decía y se quería probar que era
su amante. Pero tomemos el hilo desde el comienzo.
3 Cario Longo, "Juan Solano, O.P. ( t 505 -co 1580) segundo obispo de Cuzco, y la fundación del Colegiurn
S. Thornae de Urbe", Revista Andina, año 14. nº 2 (diciembre 1996), 28:509-524.
Por lo visto, Juan de Vera era andaluz, de Antequera, tierra caliente y apacible, tierra
de pan y aceite. Emprendió viaje con su madre, dos hennanas y dos primas hermanas. Una
prima hennana murió en Tierra Firme. La otra, la Alarcona como luego la apodó el vecin-
dario imperial cuzqueño, cayó presa de los amores del apasionado canónigo, quien entre
rezos y mareajes y largas horas de travesía por el mar océano dio rienda suelta a sus pasiones
terminando por preñar a la muchacha. A todas luces, la prima hermana embarazada es un
personaje triste y solitario. Los insultos le vienen de todas las partes y el propio primo
hennano consagrado, además del comercio carnal la cobija con durísimas palabras, que a
tenor de las que conocemos, deberían ser más cortantes y punzantes que filo de navaja de
gitano andaluz. Para aprovecharse mejor de ella y para tenerla resguardada de los ojos del
vulgo, Juan de Vera le buscó mansión donde ella con sus yanacocillas y negras esclavas
servía al canónigo ropa lavada, jabón y carnero asado.
No terminó, empero, la erótica navegación del canónigo por las cumbres andinas y
con los arrebatos de preñado soroche a los que la Alarcona llamaba "mal de rugada". Al
contrario, siguiendo por la vía doméstica y optando por la prole abundante, Juan de Vera
contra viento y marea, procrea y una y otra vez la ciudad se ve alterada por la noticia
encubierta pero, a todas luces, escandalosa. A veces, las circunstancias son tragicómicas. En
una ocasión, en plena celebración de Jueves Santo, con el cuento del "mal de higada", la
desdichada Alarcona casi da a luz en el sagrado recinto de la iglesia mayor. Explicarían
algunos curiosos cerebros etnohistoriadores andinos actuales que se trataría de unos visos de
costumbre incaica o preincaica. Pero lo de parir en iglesias mayores no consta en los quipos
prehispánicos. Me inclino pues, por lo más obvio de las explicaciones que es el de un
encubrimiento llevado hasta las últimas consecuencias. El parto tuvo lugar luego de un
apresurado correrío hacia la casa con el recurso in extremis a las experimentadas parteras de
la ciudad. Y hecho más insólito aún, no se perturbó el padre de la criatura que, según todas
las apariencias, siguió los pasos de la liturgia de Jueves Santo sin darse por enterado.
Entre paridas e insultos, llega la acusación judicial y canónica. De Lima, el arzobispo
Loaysa exige explicaciones y que se haga encuesta y proceso. En el mismo Cuzco, se levanta
acusación con acopio de testigos. Todos ellos reconocen la mala vida del canónigo y las
mil peripecias que rodean la tumultuosa vida de la Alarcona. Los vecinos la espían y acusan,
los familiares de Juan de Vera no le ahorran palabras de desprecio y venganza. Empero,
la odisea del canónigo no tennina en la cámara de su amante. Hay algo más que nos llega
por otra vía: la intervención de una de sus hermanas a propósito de otra acusación levantada
por el obispo de Cuzco, el recio y detestado, Lartaún. Pero antes de venir a ello referiré
el testimonio singular de Vera acerca de los famosos lienzos con las figuras de los incas
que el virrey Toledo había mandado pintar para enviar a Felipe II. Tiene su lado documental
y son de mucho interés para la historia las circunstancias en que se producen los "paños
de pintura" .
La opinión que el canónigo se hace del virrey es brutal. Lo que andaba haciendo no
servía más que para destruir el reino. La imagen y las palabras empleadas merecen ser
transcritas:
si el reí nuestro señor anduviera a buscar un hombre con toda la solicitud del
mundo muchos años para destruir y desolar este reino no lo uviera hallado semejante
a este el qua! a lo que se me alcanc¡:a, si tiene la governac¡:ion del dos años, no dudo
sino que lo destruía y los que en el bivimos no podemos bolver a nuestras tierras y
dexarlo a los indios como lo an comenc¡:ado a poner por obra, si primero no nos matan
a todos lo qua! an causado las vexaciones y molestias que reciben con estas visitas
y reduciones yhenerales (sic) que van haziendo ... " .
" ... y lo principal de averse comenc¡:ado a alc¡:ar los indios y estar todos convocados
suc¡:edio de que los dias pasados aviendo echo pintar unos lienc¡:os que levan a Su
Merced de los ingas que governaron i fueron señores deste reino hasta que el marques
don Francisco Pic¡:arro que lo descubrio y hasta este ynga llamado Titocusi Iupanqui
que esta retirado en Vilcabamba, una montaña mui áspera. mando juntar a todos los
ingas principales de la succesion de Guayna Capa, a los que les dixo por una lengua
y por parecer del doctor Graviel de Loarte, alcalde de Corte que se hallo presente,
que los ingas que avían sido señores deste reino y les llamavan ellos reies que no se
lo podían dezir ni avían sido reies del sino tiranos por lo qua! los ingas sus deudos
i nietos se enojaron con él y para mitigallos les bolvio a dezir que no se maravillasen
4 El tema de las pinturas de los incas apasiona a los historiadores del arte viITeinal. Se sabe que llegaron
a España. Para esta historia ver Enrique Marco Dorta, "Las pinturas que envió y trajo a España don
Francisco de Toledo". Historia y cultura, nº 9, Lima: 67-78.
de ello porque el rei de Castilla thenia muchos reinos de otros ganados por fuer<,:a de
annas y que tambien los avia tomado como los ingas y que no se enojasen por avellos
dicho que no eran reies sino tiranos de mas de lo qua] porque en los lien<,:os que embia
a Su Merced pintados de los ingas hizo poner a Paulo Inga, padre de don Carlos, en
mas prominente lugar que al Titocusi Iupanqui, que esta retirado, viendolo doña Maria
Cusi Guarcai, muger del Inga que murio; a la qua] hizo el visorrei casar contra su
voluntad con un soldado pobre; ermana legítima del Titocusi Iupanqui en casa de Juan
Maldonado, donde los paños se pintaban, y viendo que una hija del Paulo Inga,
llamada doña Juana estava pintada en<,:ima de la doña María dicha se enojó i dexo alli
como se sufre que su padre de don Carlos y él estem en más prominente lugar y su
ermana siendo bastardos ... ".
"pues tu (el virrey) dizes que mi padre y ermanos an sido traidores no siendolo si
an estado retirados a sido porque no les an dado de comer siendo señores deste
reino ... ".
No me alargaré más en referencias textuales. Las que seleccioné muestran con me-
ridiana claridad adónde apuntan las injurias hechas a los incas y la magnitud de la respuesta
que ellos dan a la política toledana. Y todo ello en el contexto de pintar los lienzos de los
meas.
Lo extraño de toda esta tragicómica historia es que la conducta del canónigo Vera no
se queda en sus ardientes amoríos ni en la pintura y rebelión de los incas, sino que se dilata
hacia los dineros del obispado. Y aparentemente cuando se trata de diezmos y de plata
sonante las pasiones eclesiásticas son muchas veces más vivas que las que atraen las dife-
rencias biológicas de género. Rubén Vargas Ugarte describe con precisión y claridad lo que
pasó. En pocas palabras, cuando el obispo Lartaún llegó al Cuzco en 1573 habiendo sido
nombrado en 1570, el virrey Toledo escribió al Rey, luego de las primeras noticias que le
llegaron al oído, acerca de los extraños propósitos del obispo. Y con el tiempo todo parece
indicar que la acción pastoral se orientaba hacia una vasta operación de recaudo de dineros
tanto entre vecinos españoles como indios. Al poco de llegar, Lartaún ya cargaba con la
protesta de varios sectores sociales de la Ciudad Imperial. Y con el tiempo, esta situación no
hizo más que agravarse.
Ahora bien. Entre las muchas acusaciones que se harán contra el obispo al momento
de celebrar el Tercer Concilio limense, en 1583, se menciona una que fue levantada por una
hermana del canónigo Juan de Vera, quien de víctima se transforma en defensora de la
herencia de su hermano. Juan de Vera había pasado ya a mejor vida en una cárcel de Lima.
Lo había metido en ella el propio Lartaún que acusaba al canónigo de no rendir las cuentas
debidas de los años en que estuvo vacante la sede episcopal, cuando corría la década de
1560. Cuando se trata de Lartaún el asunto es plata. No obtuvo satisfacción Juana de Yegros
porque el Concilio terminó por descartar el asunto refiriéndolo a Roma. No sabemos qué
vueltas habrá dado después. Meses más tarde muere también Lartaún y sobre todo ello caerá
un amplio y mortal velo de silencio.
5 Sigo sospechando que lo que algunos trabajos antropológicos e históricos llamaron rebelión indígena
no es sino una superchería de unos cuantos eclesiásticos cuzqueños. Para una discusión sobre este
tema ver G. Ramos y H. Urbano, Catolicismo y extúpación de idolatrías. Siglos XVI-XVf/1. Charcas,
Chile, México, Perií (Cuadernos para la Historia de la Evangelización en América Latina- 5), Centro
Bartolomé de Las Casas, Cuzco. 1993 ; G. Ramos, "Política eclesiástica y extirpación de la idolatría.
Discursos y silencios en torno al taqui onqoy", Revista Andina, año 10, nº 1 (julio 1992), 19: 147-
170.
6. Conclusión
Estos breves comentarios de los dos documentos ahora publicados en apéndice sirven
para poner de relieve algunos pasos olvidados del transcurso de las horas en la Ciudad
Imperial en la década de 1570. La lectura es amena y graciosa. No se arrepentirá el lector
de hacer un pequeño esfuerzo para enterarse del contenido de las transcripciones hechas por
dos historiadoras, Ada Arrieta y Ana Sánchez, a quienes agradezco sinceramente habérmelas
comunicado.
Henrique Urbano
Universidad Lava)
Québec, Canadá
Apéndice documental I
AGI LIMA 300. Proceso seguido contra Juan Vera. Cuzco 21-3-1571
[Cruz]
[Al margen: Cabec;:a de proc;:eso ante el provisor por mandado del Virrey]
En la c;:iudad del Cuzco destos reinos del Piru a beynte e un dias del mes de man; o ,
año de mil e quinientos y setenta e un años el muy magnifico muy reverendo señor Gonc;:alo
Niño, provisor e vicario general en este obispado sede bacante, y en presenc;:ia de mi Pedro
Gonc;:alez, notario apostolico, dixo que a su notic;:ia es venido y es publico e notorio en esta
c;iudad y reyno, como Juan de Vera, canonigo de la Santa Yglesia desta c;:iudad , a estado y
está publicamente arnanc;:ebado de muchos años a esta parte con Catalina de Alarcon , su
prima hermana, a la qua) traxo d[e] España a este reino y la a tenido en su casa muchos años,
comiendo e dormiendo con ella y dandole lo nec;:esario, y al presente la tiene en una casa
y le paga el alquiler della y le tiene dada una negra llamada Elbira que la sirve y le da todo
lo nec;:esario y el dicho canonigo entra muchas vezes de dia y de noche en casa de la dicha
Catalina de Alarcon y duerme con ella, y a parido quatro vezes del; y reprehendiendole doña
Francisca de Cabrera, su madre, y doña Ysabel y doña Juana, sus hermanas, que se hechase
de si a la dicha Catalina de Alarcon, las a maltratado asy de palabra como poniendo las
manos en ellas y las a hechado de su casa y an estado fuera della mucho tienpo por quedarse
el solo con la dicha Catalina de Alarcon ; y diziendole una vez la dicha su madre al dicho
canonigo que no le diese un bestido que le quería dar dixo el dicho canonigo dos vezes por
vida de Dios que os heche por esas bentanas abajo. E ansymismo el dicho canonigo traxo
d[e] España a tierra firme una monja profesa syn lic;enc;:ia por lo qual la justic;:ia los hecho
presos e hizieron bolber a la dicha monja a Castilla; y el dicho canonigo por aver el señor
Arc;:obispo de los Reyes hecha ynformac;:ion contra él por lo susodicho a dicho de Su Señoría
Reverendísima palabras feas y desacatadas y el Muy Exc;:elente señor don Franc;:isco de
Toledo, visotTey deste reyno, teniendo notic;:ia desto me mando que con todo secreto hiziese
ynformac;:ion de lo susodicho y en cunplimiento dello hize la ynformac;:ion siguiente. Gonc;:alo
Niño. Ante mi Pedro Gonc;:alez, notario apostolico.
criatura niño o niña en su casa deste testigo que lo criava una yndia de su casa el qual hera
muy moreno de rostro y preguntando este testigo a las gentes de casa cuyo hera aquel niño
le vinieron a declarar por semejas [sic] que hera hijo del dicho canonigo y en alguna manera
tubo un poco de sospecha ser hijo de la susodicha fulana de Alarcon aunque de c,:ierta c,:ienc,:ia
no supo ser asy porque el dicho niño que alli se criava estubo pocos dias porque la yndia
e ama que la criava se fue de casa con un mestizo que la llevo.
Preguntado sy oyo dezir a la madre del canonigo Juan de Vera o a sus hermanas que
la dicha fulana de Alarcon hera manc,:eba del dicho canonigo y se quexavan dello ; diziendo
que por respelc ]to de la susodicha les dava a ellas mala vida, dixo que lo que sabe ac,:erca
desto es que las susodichas madre y hermanas del dicho canonigo estando este testigo en su
casa las halava tristes y desasosegadas y preguntandoles este testigo que que avian les
respondían las susodichas que despues que la dicha fulana de Alarcon avia entrado en su
casa nunca tenían contento ni sosiego y que aunque las susodichas no dezian abiertamente
que la dicha fulana de Alarcon estava amanc,:ebada con el dicho canonigo pero lo davan a
entender por lo que dezian y sentimiento que mostraban.
Preguntado sy sabe a visto o oydo dezir que alguna de las susodichas madre o
hermanas del dicho canonigo se ubiesen salido de la su casa e ydose a alguna casa agena
con boz de dezir por estar su hermano// amanc,:ebado se salían de su casa, dixo que lo que
sabe ac,:erca deste caso es que viniendo este testigo de sus pueblos, supo como doña Ysabel,
su hennana mayor del dicho canonigo, se avia salido de su casa e ydose a casa de doña
Franc,:isca de Riberos a estar como estubo muchos dias e yendo este testigo a visitar a la
dicha doña Ysabe! le pregunto que por que se avia salido de casa de su madre y hermano,
a lo qual la dicha doña Ysabel le respondio que su madre y ella avian sydo maltratadas del
dicho canonigo Juan de Vera, su hermano, por res pe[ e]to de la dicha fulana de Alarcon;
siempre dando a entender que el dicho canonigo Juan de Vera las tratava mal por contentar
a la dicha fulana de Alarcon. E asymismo otra hermana suya menor que se llama doña Juana
estubo c,:ierto tienpo fuera de su casa en casa de Diego de Silba y la dicha doña Juana y su
madre le dixeron asymismo a este testigo que el canonigo Juan de Vera la avia hechado de
su casa por c,:iertas pasiones que avian avido entre todos ellos y este testigo sabe que hera
publico e notorio que las susodichas madre y hermanas del dicho canonigo se quexavan del
en las mas partes que se hallavan diziendo que andavan desasosegadas e ynquietas y fuera
de su casa por respe[c]to de aquella muger que es la dicha fulana de Alarcon .
Preguntado sy oyo dezir o vio que el dicho canonigo Juan de Vera aya tenido otro
hijo o hij a alguno de la dicha fulana de Alarcon, mas del arriba contenido o que ella la
susodicha ubiese malparido, movido o estado preñada del susodicho, dixo que lo que sabe
es que en casa del dicho canonigo Juan de Vera vio este testigo muchas vezes una muchacha
llamada Franc,:isca de hedad de seys o siete años poco mas o menos y preguntando este
testigo a todas las susodichas que cuya hija hera aquella niña le respondían que hera hija del
dicho canonigo y de una muger que eslava en Castilla y que de alla la avia traydo el dicho
canonigo. E asymismo oyo dezir a las dichas madre y hermanas a lo que se quiere acordar
que la dicha fulana de Alarcon avia malparido c,:ierto dia de quaresma [En el margen inferior.
Va entre renglones do diz le respondio. vala] . //
Preguntado si sabe o oyo dezir la dicha fulana de Alarcon con quien vino de Castilla
a este reyno y en que conpañia y quien la traxo y a cuyas expensas y gastos, dixo que lo
que sabe ai;:erca deste caso es que el dicho canonigo vino de España seys o siete años a poco
mas o menos e vinieron en su conpañia Juan ele Luque e unas hij as suyas y la dicha fulana
de Alarcon juntamente lo qua! sabe por aberlo oydo dezir muchas vczes a la dicha fulana
de Alarcon e a todos os susodichos y asy es publico e notorio.
Preguntado sy sabe a visto o oydo dezir que la dicha fulan a ele Alarcon estando como
eslava en casa del dicho canonigo Juan de Vera sy comia e bebia, cal¡;;aba e bestia a expensas
del dicho canonigo, clixo que lo que sabe es que a todas las sobre dichas madre del dicho
canonigo Juan ele Vera y hennanas y la dicha Alarcon y las hijas del dicho Juan de Luque
a tocias juntas las via amasar y labrar y trabajar juntas y asy comer juntas ni mas ni menos,
y que en lo que toca a su cali;:ar y bestir este testigo no tiene tanta nolii;:ia dello.
Preguntado si sabe a visto o oyclo clezir que tanto tienpo aya que la dicha fulana ele
Alarcon aya salido de casa del dicho canonigo Juan ele Vera y sy en la casa que al presente
está, el dicho canonigo Juan de Vera entra y sale en ella ele clia o ele noche y la tiene e
sustenta a su costa y expensas a la susodicha fulana ele Alarcon y asy la tenga i;:ercana y
vezina a su casa, dixo que lo que sabe ai;:erca deste caso es que abra un año poco mas o
menos que la dicha fulana de Alarcon salio ele casa del dicho canonigo Juan de Vera y el
dicho canonigo se paso de la bezinclacl que tenia con este testigo a otras casas nuebas que
conpro a do al presente vibe a do tocios ellos se pasaron juntos y la dicha Alarcon con ellos
y de alli se muelo la dicha a otra casa i;:ercana de alli donde al presente vibe del tienpo aca
que dicho tiene, e que este testigo la fue el otro dia a visitar a la dicha fulana de Alarcon
a su casa y entre otras cosas y palabras [Al margen inferior: ba enmendado do clize otro.
vala] // que con ella paso le clixo la dicha fulana de Alarcon, aqui me dixo el canonigo Juan
ele Vera esto y esto, cosas asy pai1iculares por lo qual este test igo colegio que el dicho
canonigo Juan de Vera la yva a ver y que en lo que toca a manten della o no que no lo sabe
por estar como esta al presente lejos ele la posada cleste testigo.
Preguntado si sabe a visto o oyclo clezir que la dicha fulana ele Alarcon se uvicse
salido ele casa del dicho canonigo por la publii;:idad que en esta i;:iudad avia de estar el
susodicho ainani;:ebaclo con la dicha fulana de Alarcon por el mal tratamiento que dezian
hazer a su madre y hermanas, el susodicho por el dicho respe[c]to clixo que la causa no la
sabe y que en lo que toca a la publii;:iclad que la madre y hermanas sabe este testigo como
arriba dicho tiene que lo an publicado en esta i;:iuclacl y quexadose mucho dello e asy lo a
oydo dezir en otras partes fuera ele lo que dicho tiene.
Preguntado sy sabe o a oydo dezir que asy clesto como ele otras cosas tocantes al di-
cho canonigo Juan de Vera e l señor Ar¡;;obispo ele la i;:iuclad ele los Reyes aya hecho
ynfo1mai;:ion y fulminado proi;:eso contra el dicho canonigo Juan de Vera por lo qua! el dicho
canonigo se aya quexaclo del dicho señor Ari;:obispo y dicho de Su Señoría Reverendísima
palabras torpes , feas y clesonestas, clixo que lo que este testigo sabe i;:erca cleste caso es aver
oyclo clezir a algunas personas que el dicho señor Ar¡;;obispo a hecho ynfonnai;:ion contra al-
gunos probendados desta Santa Y glesia pero que a ver oyclo quexarse ni tratar dello al dicho
canonigo Juan de Vera este testigo no se acuerda y esto es lo que sabe ai;:erca ele lo que aqui
en este caso le a sydo preguntado y se acuerda para el jurainento que hecho tiene fuele en-
cargado el secreto so pena ele excomunion mayor y de perjuro que qua! clixo que lo oya e
ai;:eptaba e clixo ser de heclacl ele mas de quarenta cinco y que no le enpe¡;;en las generales y
finnolo Goni;:alo Niño. Hernan Gomez. Ante my Pedro Goni;:alez, notario apostolico.
suyas y en todo este tienpo la dicha doña Catalina sabe que estubo e la tubo el dicho canonigo
en su casa hasta pasarse a estotras [sic l que dicho tiene y en ellas es tubo e moro la dicha doña
Catalina c;ierto tienpo en el qua] dicho tienpo sabe este testigo que las dichas doña Franc;isca
e sus hijas se salieron de casa como aJTiba dicho tiene e no quisieron bolber a e lla hasta tanto
que la dicha doña Catalina se saliese de casa y se pasase a otra parte e asy a visto este testigo
que la dicha doña Catalina se paso poco antes o despues que la dicha doña Franc;isca e sus
hijas se bolbiesen a casa del dicho su hijo y la dicha doña Catalina de Alarcon se paso a una
casa no muy lejos de alli, // que es en la mesma quadra del dicho canonigo aunque la quadra
es larga, la qua! dicha casa donde vibe la dicha doña Catalina esta frontero de la puerta e
bentana de casa deste testigo y asy sabe porque lo a bisto e b[e] él muchos dias casi de ordinario
va el dicho canonigo en casa de la dicha doña Catalina quatro vezes al dia a mula y algunas
vezes a pie la una vez antes de prima y la otra salido de las oras antes de comer y la otra
antes de nona y otras salido de vísperas a la tarde. E a oydo dezir a sus sobrinos deste testigo
que tiene en su casa que suele yr de noche el dicho canonigo disimulado y le encuentran los
susodichos a la entrada de la dicha casa.
Preguntado si sabe a bisto o oydo dezir quel dicho canonigo Juan de Vera pague la
casa en que asy bibe la dicha doña Catalina y le dé de comer y de bestir en ella y lo
nesc;esario, dixo que en aquella misma casa donde vibe la dicha doña Catalina bibe Juan de
Luque y dos hijas suyas los quales todos solían estar con el dicho canonigo Juan de Vera
en su casa el tienpo que aJTiba tiene dicho ec;epto el dicho Juan de Luque que sabe solia posar
en casa del canonigo Estevan Villalon, e que este testigo no sabe de c;ierta c;ienc;ia sy sustenta
alli en la dicha casa a la dicha doña Catalina y le paga alquiler della ma, de que presume
que deve pagarsela porque le oyo de zir al dicho canonigo Juan de Vera que avia de escrevir
o avia escripto al padre Marcos Garc;ia cuya es la casa para que se la diese alquilada en
setenta pesos cada un año para en que vibiesen la gente que aora vibe enlla y que presume
que el dicho canonigo deve sustentar a la dicha doña Catalina por lo que aiTiba dicho tiene.
Preguntado si sabe a bisto o a oydo dezir que asy desto aITiba contenido como de
otras cosas tocantes al dicho canonigo Juan de Vera e l señor Arc;obispo de los Reyes aya
hecho ynforrnac;ion o fulminado proc;eso contra el dicho canonigo por lo qual el dicho
canonigo Juan de Vera o por lo que a el le aya parec;ido se aya quexado del dicho señor
Arc;obispo y dicho de Su Señoría Reverendísima // palabras torpes, feas y desonestas, dixo
que lo que sabe es que a oydo dezir este testigo al chantre don Hern ando Arias y al canonigo
Esteban Villalon que el señor arc;obispo avia hecho contra ellos ynforrnac;ion y lo mismo a
oydo dezir al dicho canonigo Juan de Vera que se avia hecho contra él ni mas ni menos
ynforrnac;ion y en particular ac;erca deste caso por lo qua! vio este testigo que el dicho
canonigo Juan de Vera se quexava del señor arc;obispo; e asymismo allende desto dixo que
abia tres o quatro meses poco mas o menos que vino nueba a esta c;iudad en como el dicho
señor arc;obispo probeya de probisor o juez a este obispado con titulo de dezir que el
canonigo Villalon que entonc;es lo hera no estava jurídicamente probeydo conforme a la
dispusic;ion del Santo Conc;ilio Tridentino y porque no avia dado e l enxenplo [sic] que convenía
y estando un dia a la tarde despues de bisperas en el coro de la dicha yglesia el canonigo
Esteban Villalon comenc;o a tratar con el dicho Juan de Vera saliendo del coro afuera de lo
aJTiba dicho en que en e fecto el dicho canonigo Vera se !abanto con furia diziendo por el
dicho señor Arc;obispo que es un bellaco mírese en ora mala quien es que no le tengo en
lo que [ ? .7_[ ello lo qua! oyeron y se hallaron presentes muchas personas y en particular el
chantre y canonigo Bartolorne Rodríguez y el dicho canonigo Villalon con quien en parti-
cular eslava hablando, y este testigo corno dicho tiene e de ay se fueron todos juntos este
testigo y los dernas que dicho tiene hazia la puerta colateral de la dicha yglesia e alli se torno
a tratar de la dicha materia entre los dichos en que entre otras palabras vino a dezir el dicho
canonigo Juan de Vera por el dicho señor An;obispo es un gran bellaco mal cristiano puto
que esta probado que es puto, y esto es lo que sabe i;erca deste caso y el dicho canonigo
Villalon dixo alli asyrnesrno que hera verdad lo que dezia e otras cosas asy desta manera
demas de que se acuerda este testigo// que quando el dicho canonigo Juan de Vera dixo las
dichas palabras la primera vez dentro de la yglesia allende de lo que tiene dicho diziendo
que hera un tal y un qua! dixo asymismo por el dicho señor Ari;obispo que le besase en el
culo y esta es la verdad para el juramento que tiene hecho dixo ser de hedad de i;inquenta
e i;inco años poco mas o menos e que no le tocan ninguna de las generales fuele encargado
el secreto so pena de excomunion mayor y de perjuro firmolo el lii;en¡;iado Toscano, ari;ediano.
Goni;alo Niño. Ante mi Pedro Goni;alez, notario apostolico.
aposento oyo dezir este testigo a la dicha Catalina de Alarcon en respuesta ele palabras que le
avia dicho el dicho canonigo, porque soys un judio me lo lebantays, y clespues de ay a dos o
tres clias le clixo el dicho canonigo que la dicha Catalina ele Alarcon le avia dicho las palabras
arTiba contenidas porque le avia retado ele clezir que se avia hechado con r.;ierto honbre en Castilla
y le clixo asymismo que la susodicha Alarcon estaba en aquella sazon con dolor ele hijacla aciemas
ele lo susodicho en la mesma razon vio este testigo que la madre del dicho canonigo tratando
de la dicha Catalina de Alarcon dixo en presenr.;ia suya al dicho canonigo su hijo, bellaco lute-
rano, por que la traxiste de España, a lo qua) el dicho canonigo respondio por vida de Dios, doña
bieja ruyn que sy os tomo que os heche por esa bentana, y pasado esto e otras razones que no
se acuerda e clespues de ay algunos dias tratando este testigo con la dicha Y nes Vermudez le
dixo que que hera aquello que avian pasado los susodichos los dias antes// y le dixo como el
dicho canonigo le avia dicho como la dicha doña Catalina esta va con dolor de hijada pero que
este testigo presumía otra cosa que hera estar la susodicha con dolores de parto y la dicha
Vermudez respondio que no que ya avia parido seys dias avia, y dio a entender a este testigo
como hera el parto del dicho canonigo e que la dicha su madre esta va muy enojada del y le reñia
por el lo; y tratando entre los dos ele las blasfemias que avia dicho por vida de Dios le respondio
la dicha Vennudez, pues eso cada dia lo dize, y le dixo asymismo la susodicha Vermudez como
el dicho canonigo quería como al bibir a la dicha Alarcon y le dixo y le dixo que como la cria-
tura que entonr.;es avia parido la criava una yndia dentro en casa de Hernan Gomez donde la
dicha Vermudez posaba; y los mesmo le dixo a este testigo el dicho He rnan Gomez e asy este
testigo sabe e a visto de dos meses aca poco mas o menos que la dicha criatura que es una niña
la tiene la dicha Alarcon dentro de su casa donde al presente vibe y tiene asymismo otra hija
suya mayor que esta la qual truxo de España y dizen ser hija asymesmo del dicho canonigo Juan
de Vera e allende desto oyo dezir este testigo a Martín de Vergara, clerigo, como un juebes santo
en la noche que a lo que se quiere acordar abia dos años que viniendo la madre del dicho
canonigo con la dicha Catalina de Alarcon de andar las estar.; iones en la pror.;esion llegando a
su puerta ya de buelta que avia parido la dicha Catalina de Alarcon un hijo en la mesma entrada
de la puerta e que avia dado la criatura un golpe con la caber.;a en el suel o o en una piedra de
que avia muerto y despues de ay algunos dias queriendo este testi go r.;ertificarse de lo susodicho
pregunto este testigo a la dicha Ynes Vennudez sy hera verdad aquello po r ser su vezina de las
susodichas y estar cada dia de ordinario en su casa dellas y dormía asy mismo con ellas la que
la le respondio que hera verdad lo que le avian dicho porque asy avia pasado en e feto; e a,ymismo
abia siete meses// poco mas o menos que a este testigo le dixeron que una yndia que posa dentro
de la casa de la dicha Catalina de Alarcon que se dize Y sabe) avia dicho que la dicha Catalina
de Alarcon estaba preñada del dicho canonigo Juan de Vera el qual entraba en la dicha casa de
dia e de noche e podra aver tres meses o quatro que un dia estando en el coro desta Santa Yglesia
este testigo y el canonigo Villalon, probisor que a la sazon hera, el canon igo Juan de Vera que
alli estava presente dixo, señor probisor de Vuestra Merced lir.;e nr.;ia para que el lir.;enr.;iado
Agustín Rodríguez baptize una niña en Nuestra Señora de Belen y este testigo como avia oydo
dezir lo que arriba dicho tiene sospecho que devia aver parido la dicha Catalina de Alarcon e
despues pregunto este testigo al dicho lir.;enc;:iado que cuya hera aquella criatura que avia
baptizado a lo qua! le respondio que dezian ser hija de un vizcayno cantero que posaba en casa
del dicho canonigo Juan de Vera, e despues supo este testigo del mismo lir.;enc;:iado como avian
tenido gran fiesta e conbite por el baptismo en casa de la dic ha Catalina de A larcon e que se
avian hallado en el c,:iertas personas entre los quales contava al dicho canonigo Juan de Vera e
al dicho lic,:enc,:iado e asymismo oyo dezir lo propio a otra persona que avia comido alla.
Preguntado si sabe, a bisto o oydo dezir que la madre y hennanas del dicho canonigo
se ayan quexado en el pueblo a muchas personas manifestado todo lo susodicho y que ayan
reñido por los respetos arriba dichos y se ayan salido de casa del dicho canonigo o el propio
las aya hechado della, dixo que lo que sabe deste caso es que la dicha doña Y sabe] que es
la hermana mayor del dicho canonigo dixo a este testigo que como el dicho canonigo avia
querido sacar una saya o faldillas para la dicha Catalina de Alarcon y que su madre se lo
avia reprehendido dizien // dole pues como ando yo hecha pedac,:os y desnuda y tus hermanas
tanbien y quieres sacar saya para esa, por lo qua! el dicho Juan de Vera se avia desvergonc,:ado
contra su madre y queriendo bolber por ella la dicha doña Ysabel su hermana el dicho
canonigo la avia maltratado y puesto las manos en ella por cuyo respeto e causa se salio de
su casa y se fue en casa de doña Franc,:isca de Riberos, madre de don Luys Palomino a do
estubo casy un año e despues el dicho canonigo se paso de la casa en que vibia a otras casas
nuebas que conpro a do al presente vibe que podia ver esto catorze o quinze meses poco mas
o menos y estando alli supo este testigo y se trato publicamente en esta c,:iudad que el dicho
canonigo avia tomado a reñir con su madre y con doña Juana su hermana a la qua] dizen
aver tratado mal de obra y manos en que en efeto resulto abellas hechado de su casa y su
madre se fue con su hija en casa de Juana de Almis muger de Medrano platero y de alli dizen
averse pasado la dicha doña Juana en casa de doña Teresa Orgoñez, muger de Diego Silba,
donde estubo muchos dias y en todo este tienpo la dicha Catalina de Alarco se quedo sola
con el dicho canonigo Juan de Vera en su casa y despues de lo susodicho andando el tienpo
adelante vio este testigo que la madre del dicho canonigo Juan de Vera por reprehensiones
que dizen aver avicio de muchas personas eclesiasticas y seglares se bolbio o la bolbieron
a casa de su hijo y en esta coyuntura Agustín de Paredes, corregidor que fue en Arica vino
a esta c,:iudad por mandado del Cabildo por c,:ierto delito que cometio contra un sac,:erdote en
que el dicho Agustín de Paredes y el dicho Juan de Vera riñeron dentro del cementerio de
la yglesia de condic,:ion que entre otras ruynes palabras que pasaron le vino a dezir el dicho
Agustín de Paredes al canonigo Juan de Vera, andad que estays publicamente amanc,:ebado
con vuestra prima hermana, y por esta ocasion entiende este testigo que el dicho canonigo
viendo que el negoc,:io hera público // y escandaloso acordo de sacar a la dicha Catalina de
Alarcon de su casa y pasalla a otra casa do al presente esta no lejos de su casa a do al
presente en cuya casa este testigo sabe e a visto que el dicho canonigo entra y sale de
ordinario porque lo a visto de casa del arc,:ediano yendo muchas vezes a su casa que esta
frontero la una casa del la otra sola la calle real en medio e asy lo oydo dezir tanbien a otras
personas que le been entrar y salir de ordinario de dia y de noche en la dicha casa lo qual
que dicho tiene que es avellas hechado de su casa y que pod1ia aver un año poco mas o
menos y de ay a pocos dias yendo este testigo en casa del dicho canonigo Juan de Vera y
hablando con su madre y dandole el parabien de estar solas y syn el enbarac,:o arriba dicho
le respondio la susodicha, a señor canonigo que una arroba de xabon para aca y otra para
la casa de la Alarcon, y asy va todo mantener dos casas, y esto es quanto a esto.
Preguntado sy sabe, a bisto o oydo dezir que asy desto como de otras cosas tocantes
al dicho canonigo el señor Arc,:obispo de los Reyes aya hecho ynformac,:ion o fulminado
preso contra el dicho canonigo Juan de Vera por lo qual el dicho canonigo o por lo que a
él le a pare<;:ido se aya quexado del dicho señor Ar<;:obispo y dicho de Su Señoría Reberendisima
palabras torpes , feas y desonestas, dixo que al propio canonigo Juan de Vera le a oydo dezir
este testigo que el dicho señor A1sobispo a hecho ynforma<;:ion contra él e contra otros
prebendados por lo qua! este testigo le a oydo quexarse diziendo hablando desvergon<;:adamente
a bozes en que dixo ynfonnac,:ion avia de hazer contra mi ese mal cristiano que juro a tal
que es un puto y está hecha ynformac,:ion contra el por puto lo qual paso asy en razones un
dia salido de vísperas // en el coro de la dicha yglesia y despues oyo dezir este testigo que
avia tornado a tratar lo mesmo el susodicho a la puerta de la yglesia a la que sale de hazia
la Audien<;:ia Espiscopal donde este testigo no se hallo presente syno que oyo dezir que se
avia hallado presente el ar<;:ediano y el chantre y el canonigo Villalon y el canonigo Bartolome
Rodríguez e otras personas que no se acuerda. E que en lo que arriba dicho tiene ave rse
hallado presente en el coro a lo que dicho es se acuerda que el dicho canonigo Juan de Vera
daba con el pie en el suelo rastreandolo y castañetas con las manos diziendo que no se me
da esto por él tratando del dicho señor Arc,:obispo.
E demas de lo suso dicho oyo dezir este testigo al canonigo Cristoval Sanchez que
al presente esta en la Compañia del Nonbre de Jesus en la <;:iudad de Lima en como el dicho
canonigo Juan de Vera avía traydo de los reinos de España una monja confesa syn lic,:en<;:ia
del Sumo Pontífice ny de su superior e que en la c,:iudad de Cartagena en tierra firme se av ia
hecho ynfonna<;:ion sobre el dicho caso y se la avia quitado la instanc,:ia y la mandaron bolber
a España a costa del dicho canonigo y despues desto tratandolo este testigo con e l dicho
canonigo Juan de Vera le dixo que sy que hera verdad y que la traya para que hiziese n aqu i
en esta <;:iudad un monesterio para que fuese abadesa del y a lo que se quiere acordar le
parec,:e a este testigo que e l dicho canonigo le mostro unos papeles de lo que asy avian
pasado en tierra firme y esta es la verdad y lo que sabe a<;:erca de lo que le es preguntado.
el qua! dixo ser de hedad de <;:inquenta y seys años poco mas o menos e que no le enper,:en
ninguna de las generales, fue le encargado el secreto so pena de excomunion mayor y de
pe1juro el qual lo prometio y finnolo. Frarn;isco Martinez de Garabilla, canonigo. Gorn,:alo
Niño. Ante mi Pedro Gon<;:alez, notario apostolico.
en como el dicho canonigo Juan de Vera tenia por manc,:eba a la susodicha Catalina de
Alarcon y tenia en ella una hija algo grandec,:illa que dixo aver nac,:ido en España o en el
camino viniendo de alla para aca e ciernas desto tiene otra niña pequeña que asymismo se
dize y tiene por c,:ierto ser hija de los susodichos y este testigo lo // sabe porque las a visto
en su casa y por estar la dicha Catalina de Alarcon en una casa frontero de la del arc,:ediano
tio deste testigo en que posa al presente. E ansymismo este testigo vio a la susodicha Catalina
de Alarcon andar preñada los dias pasados y no sabe Jo que se a hecho del parto mas de que
a oydo dezir que mobio pero no lo sabe de c,:ierta c,:ienc,:ia; e <lemas desto este testigo como
vezino y c,:ercano a la casa de la susodicha sabe e a visto de un año poco mas o menos a
esta parte que la dicha Catalina de Alarcon se paso de la casa del dicho canonigo por las
pendem;:ias que tubieron con su madre y hermanas a la casa en que agora vibe que en este
tienpo casy de ordinario o los mas dias el dicho canonigo Juan de Vera va y entra en casa
de la dicha Catalina de Alarcon tres o quatro vezes de dia y de noche y aora de poco tienpo
a esta pai1e despues que Su Exc,:elenc,:ia vino a esta c,:iudad le bee yr a prima noche a casa
de la susodicha y de día algunas vezes y no tan de ordinario como salia y sabe que la
susodicha lo suele enviar a llamar porque lo a visto y abra un mes poco mas o menos ue
viniendo este testigo y el lic,:enc,:iado Agustín Rodríguez por la dicha calle que es vía calle
princ,:ipal la dicha Catalina de Alarcon llamo al dicho lic,:enc,:iado y le dixo que Je llamase al
canonigo Vera y el dicho lic,:enc,:iado haziendo donayre dello dixo a este testigo quiero entrar
a llamar al canonigo Juan de Vera aunque parezca ramo de alcahuetería que Je llama aquella
y asy entro y le llamó y este testigo Je aguardo a la puerta hasta que salio y se vinieron juntos
hasta la yglesia y <lemas desto este testigo sabe por que los a visto muchas vezes que el dicho
canonigo tiene // en casa de la susodicha su ropa e bestidos e asy le a visto llevar los dias
de domingos la sobrepeliz [sic] y camisas de su casa de la susodicha para averse de bestir
y asymismo entrando en su casa de la dicha Alarcon la vio estar labrando un cuello de
camisa syn lechuguilla con una guarnic,:ión como cabec,:on de cligo [sic] y preguntandole este
testigo como trabajaba tan tarde que hera casy noche respondía la susodicha hagolo por
acabar este cabec,:on para mañana para el canonigo, y asy vio estar colgadas a enjugar unas
camisas de clerigo y este testigo entendio ser suyas del dicho canonigo por lo que arriba
dicho tiene y por que no se bee entrar allí otro clerigo syno al dicho canonigo. En que en
lo que toca a abella de sustentar y pagalle casa este testigo no lo sabe de c,:ierta c,:ienc,:ia mas
de que bee entrar a sus negros del canonigo y llebar leña a casa de la susodicha y una negra
del dicho canonigo que sirve de ordinario a la dicha Catalina de Alarcon de tres o quatro
meses a esta parte y tan bien oyo dezir este testigo a una mestiza que se llama Y sabel de
Alfaro la qual estubo c,:ierto tienpo en casa del dicho canonigo en somo una vez avía reñido
el dicho canonigo y su madre y hennanas por donde las hecho de casa a razon de aver
conprado una ropa o saya para la dicha Alarcon diziendole su madre que para que dava de
bestir a su manc,:eba y ella y sus hermanas andaban desnudas, e ciernas desto le dixo a este
testigo la dicha Ysabel de Alfara, mestiza, que la dicha Catalina de Aragon tenia zelos de
la susodicha y que estando todos sentados a la mesa la dicha Catalina de Alarcon tenia
cuenta de mirar a él y a ella para ver sy se miravan o hazian señas el uno al otro. E allende
desto este testigo a oydo dezir en esta c,:iudad y el pai1icular al // arc,:ediano su tio en como
el dicho canonigo abia traydo de España una monja profesa en su canpañia por manc,:eba y
en tiem1 finne los avian preso a entranbos a dos y a la dicha monja la bolbieron a España
por m andado de la justic;:ia y que de España avian beniclo recaudos para abc llos ele bolhcr
a entranbos y esto es lo que sabe ac;:erca de lo susodicho.
Preguntado si sabe o a oydo dezir que asy desto como de otras cosas tocantes al
canonigo Juan de Vera el señor Arc;:obispo de los Reyes aya hecho ynformac;:ion contra en
susodicho por lo quel el dicho canonigo o por lo que a él le aya parec;: ido se aya quexaclo
del señor Arc;:obispo y dicho de Su Señoría Revere ndísima palabras torpes feas y desonestas
clixo que lo que sabe es que e n esta c;:iudad se a dicho publicamente que e l señor Arc;:obispo
a hecho ynfo1mac;:ion contra e l susodicho y contra otros prebendados desta yglesia por lo
qual a oydo dezir que el dicho canonigo Juan de Vera se a quexado y tratado palabras suc;: ias
del señor Arc;:obispo diziendo publicamente que hera un pulo y que estava probado que hera
puto lo qual oyo dezir este testigo al dic ho arc;:ediano su ti o y dixo averse hallado presente
e otras palabras asy desonestas yguales a lo que dicho ti ene y esta es la verdad y lo que sabe
para el juramento que tiene hecho e dixo ser de hedad de beynte e c;: inco años poco mas o
menos e que no le enpec;:en ninguna de las generales. F ue le e ncargado e l secreto so pena de
excomunion mayor y de perjuro el qua] lo prometio y firm ole . Lazara Toscano. Go nc;:alo
Niño. Ante mi Pedro Gonc;:alez, notario apostolico.
Vera digo lo que él le probara todo lo que a dicho muy bien probado que es lo que arriba
tiene dicho de dezir que eslava amanc;ebado con su prima. E ciernas desto a oydo dezir no
se acuerda bien a qui en que lo estaban contando al arc;ediano como el dicho canonigo Juan
de Vera avia traydo una monja profesa de España la qual le avian quitado en tierra firme
y dizcn averla tornado a España y a él le querían tanbien hazer enbarcar para alla.
Preguntado sy sabe o a oydo dezir que asy desto como de otras cosas tocantes al
canonigo Juan de Vera el señor Arc;obispo de los Reyes aya hecho ynf01mac;ion o fulminado
proc;eso contra el susodicho y por ello el dicho canonigo o por lo que a él le avia parec;ido
se quexase del señor Arc;obispo e dicho palabras feas e ynormes del , dixo que lo que sabe
es que este testigo oyo dezir al padre Barba y a Lazara Toscano, hermano deste testigo, y
a Franc;isco Gomez querido clerigo que el dicho canonigo Juan de Vera se quexava del señor
Arc;obispo de los Reyes y avia dicho que hera un puto lo qual dizen aver dicho en el
c;ementerio de la yglesia mayor desta c;iudad y esta es la verdad y lo que sabe para el
juramento que hizo fuele encargado el secreto so pena de excomunion mayor y de perjuro
el qual lo prometio y finnolo. Juan Toscano. Gonc;alo Niño. Ante mi Pedro Gonc;alez, notario
apostolico.
y la d icha doña Franc;isca ele Cabrera e sus hij as y hermanas de l dicho canoni go y la dic ha
Cata lina de Alarcon vi o esta testi go que la dicha Al arcon se aparto ele todas ell as y se
clesparec,; io [sic J y asy ese mesmo cl ia vino la dicha doña Franc,; isca a casa desta testi go y
preguntanclol e a la susodicha que como se avia ausentado Catalina ele Al arcon le respondi o
ll orando e ac uytanclose veys aqui lo que os traygo y le mostro e di o una niña rec; ien nac,;icla
española y asy mesmo le cli xo la susodicha que aquell a niña avia acabado de parir la dicha
Catalina ele Alarcon y que hera su nieta hija ele su hijo el canoni go y que le pecli a a esta
testi go por amor a Dios que se la hi ziese criar y asy esta testigo la rec;ibio con lastima que
della tubo y la dio a criar a una ynclia parida que tenia dentro ele su casa la qua] la crio seys
meses hasta tanto que murio la dicha yndia que la ubo sacado un mesti zo de su casa y en
este tienpo que dicho tiene la dicha doña Franc;isca la probeya de pañales y mantill as a la
dicha nyña y a su ama que hera la yndia que la criava y le pagava en plata y mahiz porque
la criase y clespues de mue11a la dicha yndi a esta testigo la torno a entregar a la dicha doña
Franc; isca y ella la dio a criar a otra yndia y asy despues aca la an tenido y tienen en su casa
y al presente esta en casa ele la dicha Catalina ele Alarcon que esta apartada // en otra casa
fuera de casa del dicho canonigo de trese o catorze meses a esta parte porque has ta entonc,;es
esta testi go los vio estar tocios juntos en una casa y esta testigo se ac uerda avcr oyclo clezir
al di cho canonigo que las dos niñas que arriba tiene dicho son hij as suyas pero que la
susodicha Catalina de Alarcon que jamas a que1ido confesar tal sy no antes sienpre a negado
y esta testigo como persona que entrava muchas vezes en casa de las susodichas las via reñir
muchas vezes y a la dicha doña Franc;isca con el canoni go su hij o en que le oyo clezir al
dicho canonigo una bez, tan mala madre y tan mala henbra que no me dexais hazer limosna
en mys parientas.
Preguntado sy estando esta testigo presente o sy oyo dez ir al dicho canoni go Juan ele
Vera riñendo con su madre, por vicia de Dios doña bieja ruyn que sy os tomo que os heche
por la bentana abajo, clixo que sy se acuerda que paso asy como le es preguntado las mesmas
palabras fo1males lo qua! podra a ver a su parec;er c;inco años poco mas o menos y se hallaro n
presentes esta testigo y el canonigo Franc;isco Martinez de Garavill a y las hennanas del dicho
canoni go y hera un clia sobre tarde clespues ele comer y hera en un apose nto donde tení an
las camas mas adelante ele la sala prirn;:ipal.
Preguntado si se ac uerda que tratandole c;ierta persona a esta testigo ele como el dicho
canonigo av ia dicho aquella blasfemi a jurando por vida de Dios y at'canclolo, esta testigo le
aya respondido pues eso cada dia lo j ura, cli xo que esta testigo nunca se ac uerda aver dicho
tal sy no que antes preguntandoselo el canonigo Garav ill a esta testi go r or clesbelalle le a
respond ido sienpre que no se acordava de aver oydo dezir tal.
Preguntado sy sabe, a vi sto o oydo clezir que la madre de l dicho canoni go y hennanas
se ubiesen salido de su casa o e l las aya hechaclo dell a // por respeto ele la di cha Catalina
ele A larcon quedanclose con e ll a solo en su casa, clix o que lo que sabe es que en c,; ierto tienpo
riñeron la dicha doña Franc,;isca y Catalina ele Alarcon y el canoni go en fo rm a ele que de la
dicha re nc;illa resulto que la dicha doña Ysabel su hermana se salio de casa y se fue en casa
ele doña Franc;isca de Riberos a donde estubo un año y quando el canoni go supo que la dicha
su henn ana se avia yclo dixo, Y sabe] se a yclo pues no bolbera a casa en tocia su vicia y
clespues anclando el tienpo adelante a cabo de un año poco mas o menos la dicha doña
Franc,; isca riño con la dicha Catalina ele A larcon clizienclole que ell a y sus sobrin as, hijas ele
Juan de Luque, le comían su hazienda en que en efeto resulto que la dicha Alarcon tomo
el manto ella y las hijas ele Juan de Luque y se salieron fuera de casa y a esto el canonigo
Juan de Vera, su hi_jo, se asomo a un corredor y dixo a bozes a la dicha su madre y hermana,
mi prima se fu e de casa madre y os bos tan bien y mi hermana y dexame solo en mi casa
que solo me quiero estar y asy se salieron la dicha doña Franc;:isca y su hija doña Juana fuera
de casa y se fueron al hospital de los yndios y de alli las llevaron a la madre en casa de doña
Franc;:isca de Riberos e a doña Juana, su hija, la llevaron en casa de doña Teresa Orgoñez
a do estubieron algunos dias en que la madre del dicho canonigo debio estar fuera de casa
como ocho o diez dias y la dicha doña Juana estaría quatro o c;:inco meses y despues los
confederaron y conc;:e1taron y se bolbieron a casa y el mesmo canonigo fue por su madre y
le pidio perdon y se le hinco de rodillas segund a oydo dezir.
Preguntado si sabe o a visto o oydo dezir que en la casa en que al presente esta sy
la sustenta el dicho canonigo Juan de Vera o sy le paga el alquiler della o le da de comer
o bestir y si entra// en ella y sale de noche y de dia, dixo que a lo que cree y entiende que
el alquiler de la dicha casa la paga Juan de Luque que vibe en ella junto con la dicha Catalina
de Alarcon y asy la a visto pagar el terc;:io della al dicho Juan de Luque y que en lo de entrar
y salir en su casa el dicho canonigo que asy lo a visto y sabe que entra muy de ordinario
con titulo de dezir que es su prima y esta testigo en tal posesion los tiene porque es muy
amiga en gran estremo ele la dicha Catalina de Alarcon, e asy la comunica e bee muy de
ordinario.
Preguntado si sabe, a bisto o oydo dezir que el dicho canonigo Juan de Vera se aya
quexado del señor Arc;:obispo de los Reyes tratando de Su Señoría palabras desonestas,
torpes y feas, dixo que no a visto mas que abello oydo dezir al dicho canonigo Juan de Vera
que el señor Arc;:obispo avia hecho una ynformac;:ion contra el susodicho y que despues ellos
aca avian hecho otra en contra de aquella por donde avian dado por ninguna la que antes
se avia hecho en la c;:iudad de Lima y esta es la verdad y lo que sabe para el juramento que
hizo e dixo ser de hedad de quarenta años poco mas o menos e que no le enpec;:en las
generales, mas de tener por amiga a la dicha Catalina de Alarcon, fuele encargado el secreto
so pena de excomunion mayor y de perjuro la qua! lo prometio. Gonc;:alo Niño. Ante mi
Pedro Gonc;:alez, notario apostolico.
¡;:ie11a ¡;:ien¡;:ia mas de abello oydo dezir en el pueblo a algunas gentes; e que sy la susodicha
aya parido del dicho canonigo o no lo sabe mas ele que a visto algunas vezes y muchas a
dos niñas henbras, la una dellas de poco menos de diez años y la otra tendra quatro o ¡;:inco
años, las quales estan e las tiene la dicha Catalina ele Alarcon en su casa do al presente vibe.
E esta testigo a oyclo dezir al dicho canonigo Juan de Vera que son hijas suyas entranbas
[sic] e asy lo a oydo clezir a la madre y hermanas del dicho canonigo e a la dicha Catalina
de Alarcon pero que esta testigo como tiene dicho no sabe de ¡;:ierta ¡;:ien¡;:ia quien es su
madre dellas, e que a oydo dezir que la una dellas es hija ele una mestiza e que su madre
es muerta lo qua] le a dicho a esta testigo la dicha Catalina de Alarcon.
Preguntado si sabe o a oydo clezir que la dicha doña Fran¡;:isca ele Cabrera, madre del
susodicho// e sus hermanas las aya el propio hechado de casa por ren¡;:illas, zelos y pasiones
que ellos ayan tenido con la dicha Catalina de Alarcon, dixo que lo que sabe es que abra
quinze meses poco mas o menos que sabe esta testigo que las susodichas doña Fran¡;:isca ele
Cabrera y sus hijas tubieron pasiones con el dicho canonigo y con la dicha Catalina de
Alarcon porque el canonigo quería sacer un faldellin a la dicha Catalina de Alarcon e
aviendole ella pedido él el dicho faldellín en presen¡;:ia de las susodichas esta testigo oyo
dezir a la dicha Catalina de Alarcon que ella dava la plata para ello; e sobre esto esta testigo
supo y fue notorio que avian avicio pasiones por lo qual resulto que doña Ysabel , hermana
mayor del dicho canonigo, se salio de su casa y se fue en casa de doña Fran¡;:isca de Riberos ,
vezina desta ¡;:iudad, en la qual casa estubo por espa¡;:io de un año e despues andando el
tienpo adelante supo esta testigo como la dicha doña Fran¡;:isca y doña Juana, su hija, riñeron
con la dicha Catalina de Alarcon de lo qual resulto todas ellas asy las unas como las otras
se salieron de casa en que la dicha Catalina de Alarcon se salio primero y caso consigo a
dos sobrinas suyas, hijas de Juan de Luque, y despues salio la dicha doña Fran¡;:isca y doña
Juana, su hija, y se fue la madre en casa de doña Fran¡;:isca de Riberos y su hija en casa de
doña Teresa Orgoñez a do estubieron pocos clias y despues esta testigo supo como el dicho
canonigo avia ydo por su madre y hablandole esta testigo al dicho canonigo di ziendole que
como avia sydo aquello e afeanclole el nego¡;:io le respondio que ellas se avian ydo syn
quererlas el hechar. //
Preguntado que tanto tienpo cono¡;:io a la dicha Catalina de Alarcon estar e residir en
casa del dicho canonigo e sy comia e bebia, bestia e cal¡;:aba a sus espensas y gastos; y que
tanto tienpo que salio de la dicha casa, dixo que a lo que vio e oyo dezir a las susodichas
estubieron juntos todos en una casa e ogar espa¡;:io de ¡;:inco años e que los vio comer todos
juntos sienpre que se entiende a la dicha doña Fran¡;:isca de Cabrera e a sus hennanas e a
la dicha Catalina de Alarcon y el dicho canonigo comia por sy en otra mesa e que en lo que
toca a la sustenta¡;:ion no sabe mas de que la dicha Catalina de Alarcon le dezia a esta testigo
que Juan de Luque, su cuñado, ayudava alli con algunas cosas de comida para ayuda a la
sustenta¡;:ion de sus hijas del dicho.
Preguntado en tanto tiempo a que la dicha Catalina de Alarcon salio de casa del dicho
canonigo Juan de Vera e a donde vive y la casa en que al presente vibe sy sabe que el
alquiler della lo paga el dicho canonigo Juan de Vera y le da de comer y sustenta a la
susodicha a su costa y expensas , dixo que la dicha Catalina ele Al arcon le a dicho a esta
testigo que Juan de Luque, su cuñado, paga la dicha casa porque bibe él en ella y tiene sus
hijas alli tanbien y que abra que se paso alli la dicha Catalina de Alarcon un año poco mas
o menos y que la dicha casa esta frontero de las casas del an,;ediano ques a la buelta de la
calle de donde vibe el dicho canonigo Juan de Vera, y que a lo que toca a la sustentrn,;ion
esta testigo no sabe syno que el dicho Juan de Luque le a visto traer algunas cosas para
sustentac;:ion de su casa.
Preguntado si sabe, a visto o oydo dezir que el dicho canonigo Juan de Vera le aya
dado a la dicha Catalina de Alarcon una negra suya para que le sirva, la qual al presente esta
en su casa de la dicha y le sirve en ella, dixo que lo que sabe es que una negra // que se
llama Elvira es del dicho canonigo la tiene en su casa la dicha Catalina de Alarcon y esta
testigo cree que la envio el dicho canonigo alla para que sirviese a aquellas niñas hijas suyas
que arriba tiene dicho.
Preguntado sy sabe o a visto, oydo dezir que la dicha Catalina de Alarcon Jaba la
sobrepeliz, camisas, ropa blanca, del dicho canonigo en su casa; e asymesmo haze por sus
propias manos la dicha ropa blanca dixo, que lo que sabe es que le a oydo dezir a la dicha
Catalina de Alarcon algunas vezes una camisa o cuellos o otras cosas asy tengo que hazer
para el canonigo Juan de Vera y me an traydo aqui el lienc;:o .para ello; y que asymismo le
a oydo dezir que llevan alla a !abar la ropa blanca del dicho canonigo Juan de Vera y que
le parec;:e que esto debe ser a efeto de que la negra Elvira que arriba tiene dicho es buena
!abandera y por esta causa le parec;:e que eleve ser.
Preguntado si sabe, a visto o oydo dezir que el dicho canonigo Juan de Vera entra
y sale de ordinario quatro o c;:inco vezes al dia de dia y de noche en casa de la dicha Catalina
de Alarcon dixo, que algunas vezes va esta testigo a casa de la dicha Catalina de Alarcon
y de aquestas no todas ellas syno algunas a visto entrar alli al dicho canonigo Juan de Vera
y esto a sydo de dia y que de noche no sabe porque esta testigo se esta en su casa.
Preguntado si sabe, a visto o oydo dezir que el Reverendísimo señor Arc;:obispo de
los Reyes aya hecho alguna ynformac;:ion contra algunos prebendados desta santa yglesia
mayor y en particular contra el dicho canonigo Juan de Vera por lo qual el dicho canonigo
aya dicho de Su Señoría Reverendísima algunas palabras torpes, feas, suc;:ias y desonestas,
dixo que no sabe ninguna cosa de lo que en esta pregunta le a sydo preguntado y no sabe
otras cosa mas ac;:erca de este caso para el juramento que tiene hecho. //
Preguntado sy a sido esta testigo presentada e aya declarado su dicho en alguna
ynformac;:ion por parte e a ruego del dicho canonigo Juan de Vera o a su pedimiento o de
la dicha Catalina de Alarcon, dixo que ante Antonio de Porras, notario de la audienc;:ia
eclesiastica y del padre Juan Fernandez, cantor, declaro esta testigo los dias pasados que abra
tres o quatro meses en abono del dicho canonigo Juan de Vera y de la dich :t Catalina de
Alarcon e que no fue hablada ni prebendada del dicho canonigo ni por su parte para aqueste
efeto y esto es lo que sabe fuele encargado el secreto so pena de excomunion mayor y de
pe1juro la qual lo prometía. Gonc;:alo Niño. Ante mi Pedro Gonc;:alez, notario apostolico.
podra aver seys años poco mas o menos que estando esta testi go en casa de doña Franc,: isca
de Riberos vino de E spaña a esta c,: iudad el canoni go Juan de Vera porque avi a ydo a los
rey nos de Españ a en seguimiento de c,: ierto plito [sic] e demanda que teni a por su canongia
y avia dexado a su madre y hermanas en casa de la dicha doña Franc,: isca de Riberos y antes
ele llegar a esta c,:iudad se supo y entenclio como veni a e l dicho canoni go e traya en su
conpañi a a Catalina ele Alarcon e que venia con ell a amam;ebaclo o avia entrellos algunas
cuentas ac,:e rca cleste caso y entendido por doña Franc,: isca // ele Riberos y por Leonor Diaz,
su madre, no quisieron admitir en su casa a la dicha Catalina ele Alarcon la noche que llego
de España syno que desde la puerta adonde la dicha se apeo la enviaro n a despedir en que
en efeto se fue a posar a casa de doña Catalina Maraver, vezina clesta c,:iuclad, en la qua) casa
esta testigo supo que esa propia noche a media noche poco mas o menos estando en la cama
la dicha Catalina de Alarcon se avia quexado dando bozes cli ziendo que tenia mal de hijacla
e lebantanclose la dicha doña Catalina Maraver a averla ele curar o mi rar por ella le torno
a dezir que su enfermedad hera de parto que quería parir e asy pario un hij o baron lo qual
esta testi go sabe por dicho de la dicha doña Catalina M araver y de doña Franc,: isca de
Cabrera, su madre, y de sus hijas, y el niño que asy pario lo llevo doña M aria ele Betanc,:os
a dar a criar en casa de Heman Gomez, vezino desta c,: iudacl , y lo dio alli a una muger
llamada Ynes Vermudez para que lo hiziese cri ar a una yndia di ziendole la dicha doña Maria
ele Betanc,:os que aquel niño hera hijo de Juan de Betanc,:os, su padre, y esto lo supo esta
testigo de la dicha Ynes Vermudez y lo vio al dicho niño esta testi go en casa del dicho
Hernan Gomez e asy mismo oyo dezir lo que dicho tiene a la dicha doña Franc,:isca de
Cabrera, madre del dicho canonigo e a sus hermanas y dezian como hera hij o ele la dicha
Catalina ele Alarcon y del dicho canonigo Juan de Vera; e que en lo que toca al parentesco
esta testigo lo oyo dezir asy al dicho canonigo Juan ele Vera e a la dicha Catalina de Al arcon
como heran primos.
Preguntado si sabe, a vi sto, oyclo clezir que quanclo // los susodichos a esta c,: iuclacl
llegaron trayan consigo una hija pequeñita la qua) se entend iese ser hij a ele los susodichos ,
dixo que lo que sabe es que esta testigo vio a la dicha muchac ha estar e tenella consigo la
dicha Franc,: isca de Cabrera quanclo posava en casa de la di cha doña Franc,: isca ele Ri beros
y preguntando a la susodicha cuya hera aque lla niña porque se le parec,: ia mucho responcl io
mi nieta es hija del canonigo Juan de Vera, mi hij o, y ele aquella muger Catalina de Alarcon,
la qua! esta testigo sabe e vio que los sosud ichos la traxe ron ele España consigo quando
vinieron e agora la tiene en su casa la dicha Catalina de Alarco n.
Preguntado si sabe , a vi sto, oydo clezir que clespues aca la dicha Catalina de Alarcon
aya estado amanc,:ebada e parido y enpreñandose del dicho canoni go Juan ele Vera, cli xo que
esta testi go no a tratado ni comunicado tanto con la dicha Catalina de Alarcon que pueda
saber esto ele c,: ierta c,:ienc,: ia mas de que a oyclo clezir a la dicha do ña Fran c,: isca de Cabrera
en como la susodicha Catalina ele Alarcon avia parido otra hij a clcspues aca del dicho
canoni go Juan ele Vera.
Pregun tado si sabe , a visto, oydo dezir que el dicho canoni go Juan de Vera aya hecho
malos tratamientos a su madre y hermanas por este respeto ele estar amanc,:ebado con a
susod icha en que en efeto las aya hechaclo ele su casa asy a su madre como a sus hermanas,
cli xo que lo que sabe ac,:erca deste caso es que podra aver como dos años y medio poco mas
o menos que estando esta testigo en casa de doña Franc,: isca de Rihcros por tener deudo como
tiene en aquella// casa vio que vino alli doña Frarn;isca de Cabrera y traxo consígo a su hija
doña Ysabe! la qual venia rasguñada toda la cara y sangrienta, llorando y cliziendo que su
hermano el canonigo Juan ele Vera la avia puesto asy porque avia dicho que no quería estar
adonde ubi ese amanc;ebados , la qual estando alli año y medio poco mas o menos en casa
de la dicha doña Franc;isca y despues en cabo cleste tienpo el dicho canonigo Juan de Vera
avienclo sacado ele su casa a la dicha Catalina de Alarcon por persuasion del an;ediano y del
chantre, la dicha doña Y sabe! se bolbio en casa del dicho canonigo con su madre y hermana
a la qual esta testigo sabe que el dicho eanonigo su hermano jamas la a hablado palabra
ninguna de todo el tienpo que aqui dicho tiene porque asy lo a oydo dezir muchas vezes esta
testigo a la dicha doña Franc;isca de Cabrera e a doña Y sabe!, su hija.
Preguntado si sabe, a visto o oyclo dezir que la dicha Catalina ele Alarcon quando
estava en casa del dicho canonigo Juan ele Vera sy comía bebia y calc;aba e bestia a su costa
y expensas del dicho canonigo, dixo que Jo que sabe es que yendo allí algunas vezes esta
testigo a visitallas oyo clezir a las susodichas que el canonigo Je dava de comer y beber y
calc;ar y bestir a la dicha Catalina de Alarcon e asy esta testigo las vio comer a una mesa
tocias juntas.
E que aciemas de lo que dicho tiene sabe esta testigo que la dicha doña Frarn;isca de
Cabrera e doña Juana, su hija, se salieron de casa del susodicho porque el dicho canonigo
Juan ele Vera las hecho de su casa y se fueron al hospital ele los españoles de donde el
canonigo Estevan // Villalon llevo a doña Juana hermana del dicho canonigo en casa del
doña Teresa Orgoñez para que se estubiese alli e a la dicha doña Franc;isca la llevaron en
casa ele doña Franc;isca de Riberos adonde estubo algunos dias hasta tanto que algunos
terc;eros que ubo de por medio en que fue el arc;ediano e otras personas Je ynduc;ieron al
dicho canonigo Juan de Vera que fuese por su madre a donde estava y le pidiese perdon y
la llevase a su casa el qua] lo hizo asy y la dicha doña Juana, su hennana, se estubo cantidad
ele clias en casa de la dicha doña Teresa Orgoñez.
Preguntado sy a visto o oyclo clezir que tanto tienpo a que el dicho canonigo saco de
su casa a la dicha Catalina ele Alarcon y la paso a otra casa la qua] él paga el alquiler della
y le da de comer y sustenta a su costa en ella, dixo que esta testigo no lo sabe de c;ierta
c;ienc;ia porque como tiene dicho comunica poco a la dicha Catalina de Alarcon pero que a
oydo clezir a la dicha doña Franc;isca que el canonigo, su hijo, sustenta a la susodicha y le
da todo lo nec;esario para su sustentac;ion.
Preguntado sy sabe a bisto o oydo clezir que el dicho canonigo entra y sale de noche
y de clia cotedianamente muchas vezes en casa de la susodicha, dixo que esta testigo no
comunica con la dicha Catalina de Alarcon como arriba tiene dicho pero que a la dicha doña
Franc;isca de Cabrera le a oydo dezir muchas vezes y muy de ordinario que el dicho canonigo,
su hijo, entra y sale en casa ele la susodicha.
Preguntado si sabe o a oyclo dezir que el dicho canonigo Juan de Vera aya dado una
negra suya llamada Elvira a la dicha Catalina de Alarcon para que la sirva, dixo que Jo //
a oydo clezir a la dicha doña Franc;isca quexandose e acuytandose dello.
Preguntado si sabe, a visto o oydo dezir que la ropa blanca, camisas, sobrepelizes y
todos los demas paños ele lienc;o del dicho canonigo los Jaba en su casa la dicha Catalina
de Alarcon e haze las camisa de nuebo y le remienda y las ciernas cosas de lienc;o, dixo que
no lo sabe.
Preguntado si sabe que el dicho canonigo Juan de Vera se aya quexado del
Reberendisimo señor An;obispo de los Reyes por aver hecho contra él alguna ynformac,:ion
o por otro respeto alguno en que aya tratado de Su Señoría Reberendisima algunas palabras
feas , torpes y desonestas, dixo que no lo sabe porque no le a comunicado tan en particular
para podello saber, e que esto es lo que sabe y la verdad para el juramento que hizo. Fuele
encargado el secreto so pena de excomunion mayor y de pe1juro, la qua! lo prometio.
Gonºalo Niño. Ante mi Pedro Gonºalez, notario apostolico.
aver oydo dezir a las dichas dos niñas que asy al presente tiene la dicha Catalina de Alarcon
que su padre es el canonigo Juan de Vera y que su madre es la dicha Catalina de Alarcon ,
y esto propio a oydo dezir a las hijas de Juan de Luque e a las yndias del servic;io de la dicha
Catalina de Alarcon y esta es la verdad y lo que sabe para el juramento que tiene hecho. E
parer,:io por su aspeto ser de hedad de treynta años poco mas o menos. Fuele encargado el
secreto so pena de excomunion mayor y de perjuro. Gonc;alo Niño. Ante mi Pedro Gonc;alez,
notario apostolico.
la dicha Catalina ele Alarcon se lo oyo asymcsmo clezir clizie nclo el canonigo mi primo me
traxo de España a mi e a otra he1111ana mia que muria en tierra firme y clespues aca esta testigo
a oyclo dczir que la susodicha Catalina de Alarcon avia parido otras dos vezes lo qual en
particular dixo esta testigo doña Juana, he,mana del dicho canonigo preguntanclole esta testigo
como os va con esa muger que teneys en casa sabiendo quan mal se solian llevar, a lo qua!
le rcsponclio la dicha doña Juan a lo que arriba tiene dicho y que un dia de Pasqua de
Resurrec,:ion en la noche avian estado en la yglesia en la misa de Resurrec,:ion y le avia dado
los dolores de parto a la dicha Catalina de Alarcon en que se avia lebantado e ydose a casa
y a lli avia parido una hija, E asymysmo esta testigo a visto una niña de hedad de nuebe años
poco mas o menos llamada Franc,:esquilla la qual preguntado esta testigo cuya hija hera le
respondio la dicha Catalina de Alarcon que hera del dicho canonigo Juan de Vera y de una
muger que avia quedado en España; y los dias pasados yendo esta testigo a visitar a la dicha
doña Franc,:isca le pregunto ques de Franc,:esquilla que no parec,:e aqui, y la dicha doña Franc,:isca
le respondio alla esta en casa de su madre y diziendole pues quien es su madre respondía
la Alarcona [sic] es su madre. Ademas desto lo que se acuerda es que en el tienpo que arriba
tiene dicho que la dicha Catalina de Alarcon poso e fue huesped en casa desta testigo por
espac,:io de tres meses y despues no dandole a esta testigo gustosa conversac,:ion y entrete-
nimiento le dixo que le hiziese // plazer de pasarse a otra parte por que tenia hijas donzellas
y quería tenellas recogidas y en esto la dicha Catalina de Alarcon tomo su manto y se fue
en casa del canonigo Villalon a donde a la sazon estava e posava el dicho canonigo Juan
de Vera y clespues oyo clezir esta testigo que se avian pasado e l dicho canonigo Juan de Vera
y la dicha Catalina de Alarcon en casa ele doña Fram,:isca de Riberos donde eslava su madre
y he,manas.
Preguntado sy sabe que la dicha Catalina ele Alarcon a estado sienpre despues aca en
casa del dicho canonigo Juan de Vera y que el dicho la aya sustentado y ciado ele comer,
bestir y calc,:ar, clixo que lo que sabe es que de ay a pocos dias de lo arriba dicho tiene
tomaron una casa en Guacapongo donde estubieron e an estado sienpre todos juntos hasta
que ele un año, poco mas o menos, a esta parte esta testigo sabe que se salio de casa del dicho
canonigo Juan de Vera la dicha Catalina de Alarcon y que esta en otra casa por sy, y que
en e l tienpo que arriba tiene dicho esta testigo a oydo dezir a la dicha doña Franc,:isca que
el canonigo, su hijo, la sustentava de dar de comer y bestir.
Preguntado las ciernas cosas de que la cabec,:a desta ynformac,:ion se contienen, dixo
que clize lo que dicho tiene de mas de que a oydo dezir a muchas personas en esta c,:iudad
y es publico e notorio diziendo que como no se hunde el Cuzco pues el canonigo Juan de
Vera teni a a su prima hennana por manc,:eba, y sobrello tratava su madre y he1manas tan
asperamente como es publico y esta testigo vio a una de las susodichas que es a doña Ysabel,
hermana del dicho canonigo, el dia de San Sebastian hizo un año, descalabrada en la cabec,:a
y le dixo, mirad qual me a tratado mi hennano el canonigo riñendole yo// sus maldades que
hera por lo arriba dicho. Ademas desto podra aver un año poco mas o menos que estando
esta testigo en su casa ayo dezir que Agustín de Paredes avia reñido e n la yglesia con el
dicho canonigo Juan de Vera y avian pasado malas razones en que le avia dicho, soys un
tal e yo os probare como estays publicamente amanc,:ebado con vuestra prima hermana. E
asy la dicha Catalina de Alarcon vino a casa desta testigo pidiendole que por amor de
Nuestro Señor no dixese cosa ninguna sy la preguntasen por testigo en esta causa. Y esto
es lo que sabe y la verdad para el juramento que hizo. E dixo ser de hedacl ele treynta e ocho
años poco mas o menos. Fuele encargado el secreto so pena de excomunion mayor y ele
perjuro , y que no le enpec,:en las generales. Doña Catalina Maravcr. Gorn;:alo Niño. Ante mi
Pedro Gonc,:alez, notario apostolico.
para su sustentae,:ion y en particular que del almoneda avia sacado una basquiña de raso para
la susod icha y la dicha doña Franc,:isca se quexava mucho clesto a esta testigo. Y asymismo
sabe que la dicha doña Franc,:isca se quexava al canonigo Villalon, probisor que a la sazon
hera, di ziendo que por que los consentía estar amanc,:ebados y no los castigava e apartava.
E esto es lo que esta testigo sabe de todo lo que le a sydo preguntado ae,:erca <leste caso para
el juramento que tiene hecho; ciernas de que un Agustín de Paredes que aora un año dizen
aver tenido una pendern.; ia publica con el dicho canonigo Juan de Vera, vino a hablar a Diego
Lopez de Olibares, concuñado desta testigo, para que entranbos a dos esta testigo y doña
Catalina Maraver, su muger, dixesen sus dichos que es lo que aniba dicho tiene y asy esta
testigo a visto que este negoe,:io // se a tratado entre algunas gentes y muchas paree,:iendoles
mal el caso arriba dicho e afeandolo y asy esta es la verdad y lo que sabe para el juramento
que hizo, e dixo ser de hedad de quarenta e dos años poco mas o menos e que no le enpee,:en
las generales. Fuele encargado el secreto so pena de excomunion mayor e pe1juro y no firmo
por que no supo. Gonc,:alo Niño. Ante mi Pedro Gonc,:alez, notario apostolico.
Gonºalo Niño [rubricado] En fe de lo qual fize aqui este mio signo que es a tal en
testimonio de verdad [signo del notario apostolico l Pedro Gonºalez [rubricado l notario
apostolico.
Con derechos y estan por pagar a tres tomines por oja. [rubrica]
Los escrivanos publicos y reales desta gran ºi udad del Cuzco que aquy synamos y
firmamos darnos fe que Pedro Gonºales de quyen en la ynfonnaºion de suso va synada y
filmada es tal notario corno en su suscreºion se nonbra y a las escripturas y autos que ante!
an pasado y pasan se da entera fe y credito en juizio y fuera del y para que dello conste
dimos la presente en el Cuzco en tres dias del mes de rnarºo de rnyl e quynientos y setenta
y dos años.
[signo de escribano] Juan de Castañeda [rubricado] escrivano publico.
[signo de escribano] Antonio Sánchez [rubricado] escrivano publico.//
[Cruz]
Apéndice documental 11
AGI LIMA 270. Carta ele Juan ele Vera al Consejo. 9-IV-1572
[Cruz]
bolver a nuestras tierras y dexarlo a los indios como lo an comenc,:ado a poner por obra si
primero no nos matan a todos lo qual an causado las vexac,:iones y molestias que rec,:iben con
estas visitas y reduc,:iones yhenerales [sic] que va haziendo en la qual los visitadores i sus ofic,:iales,
con las rac,:iones les manda dar no les dexan plata, ni ganados, ni aves, y lo princ_:ipal de averse
comenc,:ado a alc,:ar los indios y estar todos convocados suc,:edio de que los dias pasados aviendo
hecho pintar unos Iienc,:os que levan a Su Merced de los ingas que governaron i fueron señores
deste reino hasta que el marques don Franc,:isco Pic,:arro que lo descubrio y hasta este ynga
llamado Titocusi Iupanqui que esta retirado en Vilcabamba, una montaña mui aspera, mando
juntar a todos los ingas princ,:ipales de la suc,:esion de Guaina Capa, a los que les dixo por una
lengua y por parec,:er del dotor Graviel de Loarte, alcalde de corte que se hallo presente, que los
ingas que avian sido señores deste reino y les llamavan ellos reies que no se lo podían dezir ni
avian sido reies del sino tiranos por lo qua] los ingas sus deudos i nietos se enojaron con él y
para mitigallos les bolvio a dezir que no se maravillasen de ello porque el rei de Castilla thenia
muchos reinos de otros ganados por fuerc,:a de armas y que tambien los avia tomado como los
ingas y que no se enojasen por avelles dicho que no eran reies sino tiranos de mas de lo qua]
porque en los /f. 532v. / lienc,:os que embia a Su Merced pintados de los ingas hizo poner a
Paulo Inga, padre de don Carlos, en mas prominente lugar que al Titocusi Iupanqui, que esta
retirado, viendolo doña Maria Cusi Guarcai mujer del Inga que muria; a la qual hizo el Visorrei
casar contra su voluntad con un soldado pobre; ermana legitima del Titocusi Iupanqui en casa
de Juan Maldonado, donde los paños se pintaban, y viendo que una hija del Paulo Inga, llamada
doña Juana estava pintanda enc,:ima de la doña Maria dicha se enojo i dexo alli como se sufre
que su padre de don Carlos y él esten en mas preminente lugar y su ermana siendo bastardos
que mi padre e mi ermano e yo siendo legitimas y ansi se fue con otros ingas sus deudos a
quexarse al Visorrei sobre ello el qua] le respondio no ves tu doña Maria que don Carlos y su
padre sirvieron siempre al rei y tu padre y ermano an sido tiranos y siempre an estado metidos
en la montaña a lo qua] ella le respondio pues tu dizes que mi padre y ermanos an sido traidores
no siendolo si an estado retirados a sido porque no les an dado de comer siendo señores deste
reino pues tu lo veras y ansi se entiende que ella o sus deudos despacharí an mensajeros a su
e1mano a Vilcabamba do esta retirado y de ai a pocos dias hizo matar a un sac,:erdote que eslava
con él y a otros christianos y a esta nueva el Visorrei le embio un embaxador al qual ansi como
entro en su tierra sin que él lo viese por su mandado lo alanc,:earon c,:iertos capitanes suios y
ansi se declaro estar alc,:ado y el Visorrei mando pregonar guerra contra él y se esta haziendo
jente para le conquistar y si Nuestro Señor no pone en ello su mano estamos entrestos [sic] indios
con rec,:elo por estar segun dicho tengo peor que los españoles que esta van en la sierra de Granada
y porque en estos y otras mas cosas muchas personas daran mas relac,: ion a Vuestra Alteza no
mas de que pues Nuestro Señor puso e n esa cumbre a Vuestra Alteza para que nos tuviese en
govierno y justir,;ia suplico por Cristo cruc,:ificado se me guarde con mi onor no proveiendo sin
recibir mis descargos por los quales constara a ver padec,:ido sin culpa y con fi ado en esto se me
hara merced con justir,;ia Nuestro Señor la mui alta persona ele Vuestra Alteza tenga siempre en
su servic,:io con augmento de maior estado de los señoríos del mundo. En el Cuzco, 9 de abril
de 1572 años,
M. A. y P. S.
Besa a Vuestra Alteza las manos vuestro servidor y capellan
Joan de Vera. /f. 533
l Cruz]
Cuzco
A Su Majestad
De Joan de Vera. Nueve de abril de 1572
Vista no ay que responder y guardese en secreto y juntese con la informacion que dize inbia
y con lo que el Vin-ey escribio y inbio sobre esto y traygase todo.
(f. 40) Asimismo damos noticia a V. Sª, y antes de ahora se ha dado por el inqui sidor
Cerezuela estando sólo, como el arzobispo de los Reyes no tomaba con gusto el Santo Ofi cio
de la Inquisición en esta tiena, y que decía: quería ver los poderes en que su Santidad le
quitaba jurisdicción en los casos de Inqui sición. Y como había enviado a dec ir al dicho
inquisidor Cerezuela, que el podía casti gar confo nne a derecho y otras cosas así. Y des pués
acá ha tenido y tiene con nosotros buena correspondencia.
Asimismo el obispo de Panamá que agora murió, ha dicho a nuestro comisario: que
no sabía si había hecho mal en desistir de la jurisdicc ión que tenía en los negoci os de la
Inqui sición , y que a él no se le había notificado breve de su Santidad para ell o, y que
confo rme esto era inquisidor en su obi spado. Y le dio a entender, que algún oidor de la
Audiencia se lo había dicho o dado a entender; y así cada día se atrav iesa con el comi sario
que allí tenemos. Y el dicho comisari o nos escribe, que después de muerto, el Cabildo, sede
vacante, quiere sentir lo mismo, y su prov isor nos escribe, que después ele muerto, el
Cabildo, sede vacante, quiere sentir lo mi smo, y su provisor hace y se entremete a hacer en
cosas tocantes al Santo Oficio.
Y en esta ciudad y arzobi spado ele los Reyes , en algunos ed ictos que se han puesto
y leído por el ordinario, ponen cosas tocantes a herej ía y pertenec ientes a este Santo Ofi cio;
y a todo esto habemos puesto el mejor remedio, y habemos pod ido tratándolo con el arzo-
bi spo que se quite aquello de los edictos, y así se ha hecho. Y a Panamá escribim os al
obispo, siendo vivo, dándole a ente nder el negoc io y enviándole las cédulas ele S. M. que
acerca desto disponen lo mucho que importaba des istir ele aquell os negoc ios y re mitirnos los,
pues a la determinación de ellos había ele as istir la persona que tu viese su poder. Y tocias
estas diligencias no parece que hayan bastado que todavía el provi sor y Cabildo, sede
vacante, se entremeten en ellos. Y certificamos a Y. Sª que en estos negocios y en dar orde n
en ellos se gasta mucho tiempo y para nosotros nos da mucha pesadumbre.
(f. 40v) E agora vino a la ciud ad del Cuzco por obi spo don Sebastián ele Lartaún , el
cual ha tomado este negocio como los demás y con mucha más cólera, porque no sólo dice
lo que el arzobi spo decía que podía conocer de los negoc ios de Inqui sición, sino que da por
instrucción a sus vicarios: que en las cartas del edicto que publicaren pongan los casos
tocantes a herej ía, y los da poder para que hagan las in form ac iones y se las envíen. Dice
as imismo, que si estuviesemos en su obispado nos podía castigar y que es as í derecho. Y que
puede proceder y castigar a nuestro comisari o y es juez en cualesquier negoc ios crim inales.
Y ha sentido mucho que tengamos en aque ll a ciudad comisario.
Y así ha parecido, que con cierta ocasión que tu vo ele que se había j untado con sus
compañeros el dicho comisario, que se ll ama Qui roga y es canoni go de aquell a igles ia,
revocándole cierto poder que antes le había dado para cobrar cierta hacienda, y por otras
cosas que tomó por causas bastantes, prendió el dicho obispo por su propia persona, e
ayudado de otros, al dicho comisario públicamente y le llevó asido por los cabezones hasta
la sacristía, y en un aposento que en ella está le echó unos grillos y trató mal al dicho
comi sario sin que algunas personas principales, eclesiásticas y seglares, fuesen parte para se
lo estorbar.
Y acerca desta prisión, parece que fueron culpados en le dar consejo, favor y ayuda
el licenciado Albornoz, su provisor y vicario, que agora nuevamente fue proveído de maestre
escuela de aquella iglesia, el cual está preso en este Santo Oficio, porque hay información:
que tratando el dicho Albornoz con cierta persona y concertándose de que fuesen a cierta
iglesia a decir misa, diciéndole aquella persona que él aguardaría aunque era tarde, pues,
como tenía de noche tantos negocios, no había rezado y habría entonces de rezar. Y que el
dicho Albornoz, riéndose, respondió a la dicha persona: qué poco ha leído vuesa merced, sepa
que ésto de rezar, son opiniones. Y respondiéndole la dicha persona que él tenía por pecado
decir misa sin rezar, el reo le respondió: déjese de éso, Y vio la dicha persona que sin rezar
las horas canónicas celebró y dijo misa. Y que otra vez, dijo a cierta persona, que le dijo que
no dijese misa sin rezar, eso de rezar son opiniones.
Ytem, hay información que no reza las horas canónicas, ni le ven breviario en las
manos: y que de ésto hay escándalo entrre los que lo saben y conocen.
Ytem, que diciéndole: que parecía mal, siendo sacerdote, que no rezase, y dijese cada
día misa sin rezar el oficio y horas canónicas. Y que no tomaba breviario en las manos. Y
que mirase que parecía mal, pues el no rezar era opinión de algunos herejes. Respondió el
dicho Albornoz: quítese de ahí que no sabe lo que dice, que eso de rezar es opinión de
doctores. De las cuales palabras se escandalizó mucho aquella persona. (f. 41) Lo cual está
calificado por herejía luterana de un hereje llamado Ubicleph.
Ytem , hay información de que pretendió y procuró prender al dicho nuestro comisa-
rio, sobre decir que cierta india se le había ido a quejar que la abía descalabrado y sacado
un poco de sangre. Ytem, diciéndole cierta persona, que no tenía jurisdicción en las causas
criminales contra el comisario y oficiales del Santo Oficio, respondió: que sí que tenía, que
él no sabía ni había visto derecho en contrario, que le declarase la dicha persona los privi-
legios que tenían los comisarios. Y diciéndole la dicha persona, que la pidiese a los inquisidores
que en el Santo Oficio se la mostrarían. Respondió el dicho reo: mal hecho es, que pretende
nadie ser exento del ordinario el cual es inquisidor ordinario, y yo también soy inquisidor
ordinario y en nombre del obispo puedo conocer de las causas que conoce el Santo Oficio
por vía de Inquisición, y así lo he hecho y haré cuando se ofrezca porque así tengo práctica
de ello, que en España se hace en todos los obispados.
Ytem, que ha hecho grandes amenazas al dicho comisario después que entendió que
se hacía info1mación contra él, diciendo que le había de tomar residencia de ciertos negocios
que había tenido antes que fuese comisario.
Ytem, que ha hecho informaciones sobre cosas tocantes al Santo Oficio: y diciéndole
ciertas personas que no las podía hacer, pues había comisario del Santo Oficio en aquella
ciudad, respondió: que muy bien lo podía hacer y que él sabía lo que hacía: y compelía a
los testigos por censuras que declarasen ante él, y les encargaba el secreto debajo de jura-
mento. Ytem, queriendo tomar juramento a cierta persona, la dicha persona le advirtió que
era negocio del Santo Oficio y que no había de declarar ante él sino ante el comisario. Y este
reo le respondió, que el obispo era inquisidor y que él era su juez y podía conocer de aquella
causa; y rehusando la dicha persona de declarar ante él le mandó con censuras que declarase.
Y que estando declarando entendió de este reo, que quisiera que declarara más de lo que
había visto e oído a la dicha persona contra quien deponía.
Ytem, hay información que después de llegado a esta ciudad dijo al alcaide del Santo
Oficio, que era inquisidor general y no tenía culpa para tenello preso.
Ytem, se halló en la prisión del dicho comisario y le tuvo asido de los brazos hasta
que echaron los grillos.
Ytem, que sin ser graduado en ningunn facultad se ha intitulado (f. 41 v) llamad.o y
finnado licenciado. Confiesa que se graduó de bachiller en la Universidad de Vallid (Va-
lladolid??) y que es licenciado por reescripto, y que le dió el título un abad de frailes
bemardos de un lugar llamado Pe/ayos.
Este reo está preso en las cárceles secretas y se le ha puesto acusación, y está negativo
en todo. Y en este estado está.
Otra información contra Luis Darmas, clérigo presbítero, el cual fue con el obispo a
prender al dicho comisario y echó mano del y le llevó asido hasta que le encarcelaron en
una cárcel muy húmeda y oscura. Y le tuvo de las piernas hasta que le echaron los grillos,
y le dijo palabras injuriosas dando al dicho comisario de punadas y enpellones. Y fueron
tantos los malos tratamientos que el dicho Luis Darmas y el dicho Albornoz hicieron al dicho
comisario, y palabras injuriosas que le dijeron, que fue necesario que el obispo los echase
de allí mandándolos que callaran.
Ytem, dijo el dicho Luis Darmas a cierta persona: qué os parece que os tengo al
comisario del Santo Oficio y no lo dejaré hasta dar cabo del, y todo lo hago por amor del
amigo: significándole que lo decía por el canónigo Villalón, enemigo del dicho comisario.
Asimismo, hay información de que ha querido persuadir al obispo que puede castigar
a los inquisidores si delinquieran -que así lo ha dicho y porfiado delante de muchas perso-
nas- que no solamente podía proceder el obispo contra el comisario, sino contra los
inquisidores. Y diciéndole cierta persona que aquello no quería creer, dijo el reo: yo si creo.
Y que lo susodicho pasó en presencia del obispo del Cuzco. Y hay información de otras
palabras de cosas que ha dicho y hecho contra el dicho comisario.
Está preso en este Santo Oficio en la cárcel claustral donde se ponen los familiares.
No se ha entendido con él hasta ahora, porque ha poco que llegó hacerce proceso en fonna
y justicia en su causa.
Ytem, hay otra info1mación -acerca de la prisión del dicho comisario- contra un
Alonso Durán que fue fiscal del señor obispo en la dicha prisión y malos tratamientos que
le hicieron al comisario. Y contra un Bejarano, clérigo. Los cuales están mandados parecer
en este Santo Oficio y hacerse acerca de ellos lo que pareciere que convenga.
(f. 42) Para asentar estos negocios del Cuzco con el obispo, el cual no deja entrar en la
iglesia al canónigo Quiroga nuestro comisario y ha mandado que no le acudan con cosa alguna
de su prevenda, habemos escripto al obispo dos cartas exortándole y pidiéndole por merced
soltase al comisario Pedro de Quiroga y nos remitiese los procesos o causas, si alguna tenía,
contra él, que nosotros haríamos justicia; y no permitiese ni diese lugar a semejantes nego-
cios, que eran en gran daño y perjuicio del Santo Oficio y de los negocios que en el se tratan .
E inviámosle la Cédula de su Majestad en que manda que nos remita los negocios
tocantes a herejía, apostasía o dependientes dell os . Y otra cédula para que, de favor , de ayuda
al Santo Oficio. Y hasta ahora no ha hecho más que enviarnos seis informaciones contra el
dicho comisario. Dos de ellas se comenzaron hacer dos días antes que le prendiese y tres, el
mismo día que le prendió, y la otra, en la que él quiere fundar su intención, dos días después
que le tuvo preso: que es , sobre la razón que el dicho obispo del Cuzco hizo cabeza de proce-
so diciendo que: un Juan de Betanzas andaba armado y que en su casa tenía tapiadas y
cerradas sus ventanas, diciendo que había de matar al dicho comisario Pedro de Quiroga.
Y que para saber y averiguar la verdad de lo susodicho mandaba hacer informaciones de la
causa, y mando que su notario hiciese la infonnación; y el dicho notario, tomó su dicho y
declaración al dicho Juan de Betanzas el cual declara: que una india le dijo, que el dicho Pedro
de Quiroga le hacía traición y alevosía y cometía adulterio con su mujer y cerca desto, hace
cierta infonnación, la cual tenemos entendida ser hecha a instancia del obispo por pasiones e
intereses que tiene con el dicho comisario. Y asi, acerca desto como de lo demás, se harán las
diligencias necesarias para haber y averiguar la verdad. Y se hará justicia.
Hemos dado caitas de edicto para que las personas que se sintieren agraviados o
pretendieren en casos criminales pedir alguna cosa al dicho comisario parescan ante nos, que
nos les oiremos e guardaremos su justicia señalándoles tiempo; con el aprovechamiento, de
· que si no pareciesen se verá y se hará justicia (f. 42v), y lo mismo haremos con las personas
que parecieron ser interés putantes. Y procuraremos por la mejor vía y forma que pudieremos
que cesen semejantes negocios con el obispo y asentallo de manera, que no perdieron el
Santo Oficio de su autoridad, se de buena edificación en el pueblo. Y de lo que más
sucediese avisaremos a Vuesa Señoría.
Después desto había tres o cuatro días que tuvimos carta del comisario de la ciudad
de León de Guánuco en que nos avisa, que un vicario que tiene allí el arzobispado en esta
ciudad -que se llama el Br. Torres- había publicado una caita de edicto, en que por ella
mandaba que viniesen a denunciar y declarar ante él las cosas y negocios de herejía y otras
cosas reservadas al Santo Oficio, y nos envió un traslado del dicho edicto: lo cual visto,
mandamos llamar al licenciado Malina, provi sor del dicho arzobispo, y le leímos el traslado
del dicho edicto; y de palabra le dijimos como ya otras veces le habíamos dicho que aquellos
casos y negocios se quitasen de los edictos y que aquello había ahora de nuevo, que de
nuestra parte dijese al arzobispo que lo mandase quitar. El nos dijo que por orden del
arzobispo no se había hecho aquello, y que lo que le habíamos antes dicho estaba remediado
pero que él lo trataría con el arzobispo. Y luego, otro día vino el dicho provisor a la Sala de
Audiencia y nos dijo lo mismo, que el arzobispo no sabía nada de aquello y que lo remediaría
con enviar a cada vicario el edicto que se hubiese de publicar para que cesasen aquellos
inconvenientes.
A nuestro parecer, como por vía de reconvención, hizo demostración de una cédula
original del Rey nuestro señor y señalada de ocho rúbricas, que dos de ellas conoció el
secretario: la primera es del señor licenciado don Juan de Ovando y la otra del señor
licenciado Castro, refrendada de Francisco de Eraso. Su tenor es el siguiente.
"El Rey. Muy reverendo padre en Cri sto señor arzobispo de la Ciudad de los Reyes,
de Nuestro Consejo aquí se ha tenido aviso que en algunas partes del Delfinado y tierras del
duque de Saboya (f. 43) andan predicadores luteranos disfrazados , y que al presente hay uno
que es ele Niza preso en Monclobi y ha confesado estar en Alejandría, Pavia y Veneca y otras
tierras ele Italia platicando secretamente sus errores. y que iban con determinación de em-
barcar para las Indias donde eran encaminados otros ele su secta. El reo está obstinadísimo
y dice, no llevar otro dolor si muere que no poder ciar notici a ele su religión en esas partes.
Y aunque se entiende estar a otro cargo, conviene al servicio ele Dios y bien de las
almas que están a vuestro cargo encomendar a vuestro celo y cuidado este negocio de mucha
consideración e importancia. Os ruego y encargo que esteis muy vigilantes en ello y con todo
secreto y diligencia hagais inquirir y saber, si ha llegado a vuestra diócesis o están en ella
algunos de estos falsos y dañinos ministros o personas sospechosas de Nuestra Santa Fe
Católica, y proveaís por todas las vías que pudiereis el remedio que es necesario y conviene
al servicio de Dios Nuestro Señor y que sean castigados conforme a sus delitos y excesos,
y de lo que en ello hicieres nos daréis aviso. Fecha en Madrid a veinte de julio de 1574. Yo
el Rey. Por mandado de su Majestad Antonio de Eraso".
Tenemos entendido que la misma carta escribió su Majestad a todos los prelados de
las Indias. Como este negocio incumbe personalmente al cuidado, diligencia y jurisdicción
de la Inquisición y como su Majestad por sus reales cédulas que Vuesa Señoría nos dio y
ha enviado encarga y manda a los dichos obispos remitan las dichas causas al Santo Oficio
y no se entremetan más en ellas, parece que el escribir su Majestad esto ahora es contra las
cédulas primeras y con ello se da ocasión a los dichos obispos, de que remitan con menos
voluntad las dichas causas y que se quieran de nuevo entrometer en ellas: lo cual podría ser
causa de que fuese de poco fruto el trabajo que hemos tenido en asentar este Santo Oficio.
En cuanto a este artículo, en alguna manera entendemos que han querido los señores
del Real Gobierno de Indias favorecemos poco en esto , pues se hizo -a lo que parece- sin
dar noticia de ello a Vuesa Señoría a quien pertenece.
modo, el Partido Civil fue una institución donde los participantes en el partido civil. A es to s datos
se entrecruzaron diferentes intereses y sectores les sigue la pregunta de qué es Jo que unió a di-
sociales. Contrario a visiones muy negativas de versos sectores sociales. Para la autora la res-
muchos historiadores, la autora postula que en la puesta es sencilla y sugerente: la idea del trabaJo
historia del Perú existieron períodos en los cua- unió la masa de adherentes del primer civilismo
les las elites apostaron por un sistema fuerte- ya que tanto los empresarios como los trabaja-
mente inclusivo, democrático. dores creaban riqueza. Por supuesto, la autora no
En el libro de la presente reseña, McEvoy se engaña. Sabe que la di scusió n ciudadana fue
continúa con esta reflexión. Pero al ampliar el sobre todo un quehacer de las ci ud ades.
período de estudio del caudillismo de Castilla El libro está basado en un esquema de cuatro
surgido en las décadas de 1840 hasta el fin del partes que reflejan en verdad la dicotomía antes
segundo civilismo en 1919, la autora encuentra discutida: sistema patrimoni a l y republicano.
una gran gama de proyectos políticos que los Obviamente, en estos cuatro grandes bloques
agrupa en dos grandes grupos: patrimoniales y existen dentro de ellos una serie de variaciones y
republicanos. Al escoger un período mayor, la matices. Empieza el libro con "e l legado
autora se enfrenta tanto con proyectos castillista" ( 1845-1872) en donde la política que
incluyentes como excluyentes, o con una lógica es patrimonialista, es cuestionada por los ideales
diferente. Un sistema patrimonial, por ejemplo, republicanos democráticos que el grupo de Ma-
no fomenta necesariamente la ampliación del nuel Pardo representa entre 1872 y 188 3. Pero
número de ciudadanos preocupados en política entre 1883 y 1904, los sobrevivientes de la gue-
sino, más bien, crea lazos de dependencia. rra del Pacífico (los miembros del partido civilis-
El esquema del libro es sencillo y atractivo: ta, los demócratas liderados por Nicolás de Piérola
la política peruana ha oscilado entre un sistema y Andrés A. Cáceres y su partido constitucional),
patrimonial y uno republicano. El mundo patri- que estaban enfrentados entre ellos, reformularon
monial, tomando como referencia los estudios del el republicanismo heredado del civilismo de Par-
sociólogo alemán Max Weber, está basado en do al reducir la s esferas d e p artic ipación
relaciones patrón-cliente, o personales, en que los ciudadana. La autora tild a a este período de un
premios y castigos son parte de las reglas de " republicanismo autoritario" en que existió una
juego. Ramón Castill a es, de acuerdo a la autora, unión cívico-militar. Las dos figuras claves de este
el político que mejor supo moverse en este período fueron Andrés Cáceres y Nicolás de
mundo paternalista en qu e logró desarrollar lar- Piérola, enemigos entre sí. Y fin almente, entre
gas clientelas políticas, una suerte de Porfirio 1904 y 1919, los civilistas, en tre ellos el hijo de
Díaz peruano. La política era una compleja te- Manuel Pardo, José, traicionaron los viejos idea-
laraña de pactos entre diferentes caudillos loca- les terminando con un sistema cerrado y
les. En cambio, la política republicana está ba- patrimonialista: el gobierno de uno s pocos
sada en una sociedad civil compuesta de ciuda- oligarcas. A este último período lo tilda la autora
danos que participan en el quehacer público de "republicano conservador" , qu e da la impresión
replanteando la relación sociedad civil y estado. de ser una suerte de patrimonialismo. Y el libro
En esta última variable, la autora cree que la tiene una suerte de evocación a un retorn o al sis-
pregunta clave es ¿quiénes son los ciudadanos o tema patrimoni al cuando se describe a la patria
quiénes conforman el pueblo elector? Y existen nueva de Leguía como un "neo patrimonialismo",
dos respuestas, dos tipos de republicanismos: uno que cerró la aventura iniciada por Manuel Pardo.
elitista y otro popular. La autora opina rompiendo A mi entender, los vaivenes de la hi storia
con planteamientos historiográficos de izquierda, republican a y la confluencia de tipos patrimo-
que el primer civilismo (el de Manuel Pardo) niales y republicanos descritos por McEvoy no
durante la década de los setenta fue un se limitan al período estudiado ni al Perú só lo.
republicanismo popular. de "ancha base urbana". Este tipo de aprox imaciones so n válidas a los
Afirmación apoyada por el análisis del perfil de restantes países latinoamericano s, qu e tambi én
DE VIDAS , Anath Ariel. Mémoire textile et Los lectores que no leen el castellano y los
industrie du souvenir dans les Andes. ldentités demás individuos generalmente entusiasmados
a l'épreuve du tourisme au Pérou, en Bolivie et con la cultura literaria latinoamericana disfruta-
en Equateur, L' Harmattan, París, 1996. 150 p. rán esta traducción del épico Don Segundo
Sombra ( 1926) del argentino Ricardo Güiraldes
A partir de un viaje turístico la autora reco- y la adjunta colección de ensayos escritos por
gió algunas impresiones sobre el tejido andino y expertos en el campo de las letras hispánicas que
desarrolló el argumento de este libro que va de exploran la obra, su co ntexto socio-político y
la historia prehispánica a los productos turísticos macrocultural , y la vida personal del autor. Los
actuales. No es una obra académica. Se trata más ensayos, coordinados por la profesora Gwen
bien de una presentación general del tema del Kirkpatrick , emplean una diversidad de esquemas
tejido andino hecha en base a autores más o metodológicos e interpretativos. Ellos comple-
menos conocidos. En algunos casos, las obras de mentan la traducción de Patricia Owen Steiner
referencia tienen una autoridad indiscutible, en que trasmite el sabo r artístico de la edición origi-
otros casos, forman parte del público esotérico, nal y conserva el estilo lingüístico (rústico y
que, como es sabido, utiliza muchos estudios para simple) de los protago nistas campestres y los
armar explicaciones imaginarias y crear univer- detalles impartidos por el narrador, Fabio Cáceres.
sos que sólo existen en la mente de sus autores. La novela, un ejemplo par excellence de la
El viaje turístico de la autora le permitió en- literatura criollista/gauchesca, documenta las
trar en los problemas del turismo y del mundo experiencias del joven , Fabio, desde cuando él
de las artesanías. Es la segunda dimensión de este abandona la casa de sus parientes para ser el
librito. A través de algunas reflexiones genéricas, aprendiz de un gaucho rú stico, Segundo Sombra.
ele Vicias se pregunta cómo se debe enfocar el Durante sus viajes por el campo, Fabio descubre
palabra ele los rituales para llamar a la lluvia divinidades mediante ofrendas y oraciones, pero
( Paraman Purina), así como un análisis compa- el tipo de ofrenda y de reacción buscada varía
rativo ele las formas y los significados ele estos según el contexto cultural y ecológico de cada
rituales en la región Kallawaya y la historia comunidad. La autora sugi e re que existe una
andina. Su objetivo es demostrar que detrás ele geografía ritual -perpetuada por las prácticas
la riqueza y la cliversiclacl ele los rituales realiza- matrimoniales endogámicas dominantes y el
dos por una variedad ele comunidades , yace un mestizaje en algunos casos- que favorec e la di-
núcleo común de elementos rituales cuyas raíces ferenciación ritual de las comunidades en el es-
se remontan al pasado pre-hispánico. pacio. Esta geografía ritual es un elemento clave
El valor de este estudio se debe tanto a la del pensamiento multicausal andino, ya que el
calidad detallada de la información etnográfica fracaso de los rituales efectuados por una co-
e histórica recogida por la autora, como a los munidad puede ser atribuido a las prácticas ri-
aspectos personales de su narrativa. La autora tuales de las comunidades vecinas.
participó directamente en tres rituales consecu- Lamentablemente la autora no desarrolla con
tivos para llamar a la lluvia durante la época de profundidad este punto, el cual a mi parecer tiene
sequía del año 1987. Los esfuerzos cada vez más implicaciones teóricas importantes y permite
desesperados de los pobladores por propiciar las visualizar la dimensión regional de los rituales
lluvias y las explicaciones que ellos daban para colectivos andinos. Por ejemplo sería interesante
justificar el fracaso de sus rituales, le permitieron examinar más a fondo cómo esta geografía ritual
presenciar una manifestación vívida del pensa- coexiste con las redes de intercambio económicas
miento multicausal andino. También pudo y de otras índol es , fomentando en la población
apreciar la relación de deuda sacrificial que une actitudes etnocéntricas o de tolerancia que sus-
el ser humano a los elementos de la naturaleza, tentan la concepción de la persona y la sociedad
los cuales son concebidos como seres animados humana en los Andes. También sería importante
de carácter ambivalente -a la vez positivo y describir las diferenciaciones por género en la
negativo- que responden al principio de reci- geografía ritual, y el papel específico de las mu-
procidad, y pueden reaccionar ante las ofrendas jeres en las redes sociales y ceremoniales de la
sacri ficiales de los pobladores. región.
Dos preguntas principales nos abren la en- El libro contiene muchísimos textos y detalles
trada a la lógica cultural del ritual: primero , ¿por etnográficos que contribuirán a esclarecer deba-
qué a veces no llueve a pesar de los rituales?; y tes antropológicos. Sin embargo, su interés no se
segundo, ¿quiénes son los causantes de la lluvia? limita a una audiencia de especiali stas en ciencias
La autora demuestra que los pobladores atribuyen sociales . También es de interés para los geólogos,
el fracaso de los rituales a una variedad de errores ingenieros, economistas, agrónomos, forestales y
en el procedimiento ritual, y a la actitud personal planificadores que trabajan en la región andina,
y colectiva de los participantes. También le y que necesitan conocer y respetar la concepción
atribuyen errores a los pobladores de otras co- andina de la naturaleza.
munidades quienes celebran el ritual de manera
distinta, y a los jóvenes y extranjeros que no Luisa E/vira Belaunde
respetan las costumbres.
Existe una variedad de divinidades que
ejercen un poder directo e indirecto sobre las V ARON GABAI, Rafael. La ilusión del poder.
lluvias a nivel regional y local. Los lagos de al - Apogeo y decadencia de los Pizarro en la con-
tura son los principales, seguidos por los ma- quista del Perú, IEP/IFEA, Lima, 1996, 450 p.
nantiales, los cerros sagrados, el viento y el rayo,
y el alma de los muertos , especialmente las almas Con este libro , Rafael Varón pasa a integ rar
de los antiguos ritualistas. Los pobladores in- la notable nómina de histori adores que se han
tentan conseguir una reacción de estas interesado en la investigac ión sobre Pizarrn y su
El libro nos ll ama la atenci ón en torno a la orga ni zac ió n de l mund o andin o mu c ho más
importancia del capital privado e n la co nquist a. tempran amente de lo qu e hab itualmente se pi en-
Si bi en se trata de algo conocido, Ra fae l Varón sa. Valga co mo ej em pl o lo que se nos narra e n
nos lo ejemplifica de mod o s um a me nt e e l capítulo 9, en e l que Rafael Varón sospec ha
ilustrativ o. Así, la conquista se nos reve la co mo qu e las conces io nes de e nco miendas -parti cul ar-
un engranaje de negocios de numerosas personas mente en los casos de las otorgadas a Hernando
qu e pusieron su ·'cuota" . y a Gonzalo Pi zarra - se hi ciero n " res petando los
"Es por este motivo que los mi embros de la patrones indígenas de ocupac ión di sco ntinu a de l
ex pedi ció n se nombraron a sí mi s mos co mo espac io, aunque acomodando la di spersión de los
'compañeros' pero nunca 'soldados' , ya que este nati vos a las pre fe rencias del conquistador'' (p.
términ o implicaba un salario, que el co mpañero 358). Es es pecialmente relevante la claridad con
no recibía. La utilidad obtenida por la empresa la que se señala qu e en la hi stori a de la conqui sta
era di vidida en proporción al aporte personal, un a no hubo simpl emente dos bandos, sino múltipl es
vez deducidos los gastos de la compañía princi- bandos, teni end o en cuenta que ·'ni españo les ni
pal" (p. 58). indígenas res pondi eron co mo bloques hom ogé-
En ese contexto de la fund amental impor- neos" (p. 362).
tancia de l capital privado en la co nqui sta, los El títul o del trabajo nos habl a de apogeo y de
Pi zarra fu eron reconocidos por la Co rona en una decadencia. En e l proceso de decadencia del po-
doble condición : como gobernantes y como los der de los Pizarra , hay vari as etapas, clara mente
principales empresarios del Perú. di stin guibl es en e l libro: en primer lu gar, el ase-
Otro indudable mérito del libro es qu e nos sinato de Franc isco; luego, la derrota y la muerte
pl antea un a presentación de conjunto de Fran- de Gonzalo. Este hecho fu e espec ialmente grave
cisco Pi zarro con su gente, y ya no sólo una vi- en cuanto al patrimonio de los Pi zarra , cuyo ma-
sión indi vidu al del personaje. Así, los Pi zarra nejo, en muy buena parte, quedó -co mo nos di ce
aparecen con sus criados, o con otros extremeños Rafael Varón- "a la deri va" (p. 369). Pos teri or-
co n los cuales hacen negocios: en defi niti va, mente, si bien Hern ando destacó por su habili dad
queda claro que estamos ante un verdadero par- para manej ar -y de morar- los procesos judici ales
tido pi zarrista. que tuvo qu e afront ar, el golpe definitiv o fu e obra
El capítulo séptimo, dedicado a la pobl ac ión de l virrey To ledo. Y es to es muy interesa nte:
indígena, merece mención singul ar. Rafael Varó n Toledo no sólo acabó con Túpac Am aru 1, sino
nos presenta a los indígenas como suj etos ac tivos qu e tambi én acabó con el poder construido por
en toda esta histori a: por eje mpl o, negociando, Pizarro. Es decir: Toledo derrotó a Túpac Am aru
o tratando de negociar con los es pañoles. El autor 1, y también acabó con qui en derro tó a los incas.
enfa ti za que los señores indígenas actu aron ·'co n En cuanto al manejo de los intereses econó-
iniciati va propia, decidiendo por sí mi smos di - mi cos famili ares, pueden di stinguirse dos fases.
versas estrategias que refl eja ban ex pectati vas Antes de qu e las ri e nd as fu era n to madas por
políticas y económi cas" (p. 366) en el marco de Hernando, la conducción de las empresas, co n
sus relac iones con los españoles. Sin emba rgo. va ri as cabezas visibles, respo ndía mucho más a
el li bro es muy claro al adv ertir en torn o al cui- un complejo engranaje de mayordomos, cri ados,
d a d o co n e l que el inv e sti ga d o r ti e ne qu e etc. Luego, en ca mbio, Hern ando control ó todo
apro ximarse a los documentos -en es pecial a los más person a lme nt e, entre otras cosas porque
pedidos de mercedes- presentados por los indí- much os de los suyos habían muert o. La me n-
ge nas, por la tendenci a a la exage ración en la c ion ad a ha bilid ad d e He rn a nd o sir vió para
narrac ión de los hechos, en la bú squeda de los mantener la fo rtun a, y para hace r in versiones en
mayores premios posibles. Es paña, dada la cambi ante situac ión de l Perú . Sin
Por otro lado, se nos ofrece suge re ntes in- e mbargo , es cie rto qu e e l verdade ro éx ito de
di cios co mo para considerar que los es paño les Hern and o fu e e l de dil atar el desa rroll o de los
e mpezaro n a entend er las característi cas de la di versos procesos Jud iciales, lo cual le permiti ó
En un sentido político , no despreciable, el del cruce de sistemas de raigam bre autóctona con
Inca Garcilaso asumirá la posición de un grupo elementos de origen europeo y cristiano. En el
particular -el de los mestizos cu zqueños- que volumen compilado por los antropólogos Bernd
proclama su rol dirigente sobre las diversas na- Schmelz (curador de las colecciones europeas en
cionalidades del "imperio" del Perú. Desde esta el Museo de Etnología de Hamburgo) y N. Ross
perspectiva, hay que notar que la primera y se- Crumrine (profesor de la Universidad de Victo-
gunda parte de los Comentarios reales ofrecen ria, en Canadá) se reúnen doce trabajos, cuya
una continuidad histórica general que va de los orientación tiende a fomentar los análisis com-
orígenes del Estado quechua hasta la ejecución del parativos en dicho terreno. Se trata, pues, de
último inca de Vilcabamba, Túpac Amaru , en "comparar y contrastar los distintos rasgos de una
1572. Un tema nuclear de ese discurso está .cons- fenomenología a primera vista nada diáfana", a
tituido por el proyecto político de Gonzalo Pizarro través del examen de los procesos y conexiones
y sus asesores, que estuvieron empeñados en la que rigen cada caso de sincretismo.
formación de un " sacro imperio" hispano-inca El aporte individual de Bernd Schmelz con-
independiente de España, y merecieron la opinión siste en un review essay o estado de la cuestión
favorable de Garcilaso; en esa pretendida armo- sobre las investigaciones en torno al sincretismo
nía, los elementos más positivos de los dos gran- en América Central y en los Andes. Entre los au-
des grupos culturales convivientes en el Perú pa- tores que han producido trabajos de mayor en-
sarían a engarzarse en un sistema político (p. 345). vergadura durante los últimos treinta años, des-
En fin , la novedosa línea de interpretación taca principalmente a Hedrick, Marzal, Morandé
propuesta por José Antonio Mazzotti contiene y Prien. Respecto a Manuel M. Marzal merece la
abundancia de elementos para juzgar (o rectifi- pena citar, por cierto, un nuevo intento suyo por
car) los componentes , intenciones y proyeccio- definir el sincretismo en el contexto del "catoli-
nes de la obra creativa del gran cronista mestizo. cismo popular" andino: se refiere al proceso de
Su argumentación circula a veces por caminos formación de una identidad espiritual , cuyos ele-
tortuosos o de excesivo vuelo imaginativo, pero mentos -creencias, ritos , formas de organización,
siempre plenos de lucidez. Al mismo ti e mpo normas éticas- son producto del encuentro de dos
que se exponen las resonancias andinas en la sistemas religiosos a partir del siglo XVI, donde
escritura del Inca, se nos muestra su excepcional unos componentes desaparecen por completo ,
capacidad para elaborar un discurso afín a la otros se reinterpretan e identifican con sus simi-
cultura renacentista: punto clave de su éxito frente lares, y otros más permanecen tal y como estaban
a la audiencia peninsular y la crítica europeizante (véase "U n siglo de investigación de la religión en
-aunque sólo fragmentaria- de su obra. el Perú'', en Anthropologica, nº 14 [ 1996], p. 13).
Por su parte, Peter Dressendórfer (Bonn), con
Teodoro Hampe Martínez su característico estilo denso y punzante, re-
flexiona sobre la naturaleza del sincretismo reli-
gioso latinoamericano. Insiste este autor en el
SCHMELZ, Bernd, y N. Ross CRUMRINE hecho básico de la "conqui sta espiritual " de los
(edi tores). Estudios sobre el sincretismo en dominadores ibéricos, qu e trajo consigo un a
América Central y en los Andes. Bonn: Holos, transculturación y una enajenación religiosa de
1996. viii, 306 p. (Bonner Amerikanistische los autóctonos. La visión de Dressendórfer acer-
Studien, 26). ca de la identidad espiritual de los habitantes
amerindios es plenamente negativa; habla de
Conforme lo señalan acertadamente los edi- ataque, destrucción y transformación , sin dejar
tores en el prólogo, tanto la historia espiritual lugar a una probable reconstitución creativa o
como la realidad humana de América Latina han acomodación mutua (como hoy suele postularse).
hecho de ésta cuna y laboratorio de las más di- Más aún , el aludido ensayo sostiene que "el úni-
versas clases de sincretismo, fenómeno resultante co sincretismo de raigambre autócto na que ha
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REYNA, José Luis (Comp.). América Latina a religiosa existe a pesar de las campañas de extir-
fines de siglo. México, Fondo de Cultura Econó- pación del siglo XVII.
mica, 1995. 528 p. A través de siete entrevistas abiertas dirigidas
a representantes de la población indígena quechua,
Obra organizada en tres secciones: Economía, de Quico, pequeña comunidad en la provincia de
Sociedad y Política; en la primera sección apare- Paucartambo, departamento del Cuzco; se logró
cen los trabajos dedicados a analizar los proble- determinar la cosmovisión religiosa de sus habi-
mas del desarrollo económico y se subraya la re- tantes.
novada preocupación de los economistas latinoa- Esta investigación ofrece la oportunidad de
mericanos por revisar las medidas del desarrollo conocer el mundo religioso andino ilustrando ri-
a largo plazo. También se examinan el problema tos, y creencias. Se plantean nuevos retos a la ta-
de la deuda externa latinoamericana y el estado rea de los agentes pastorales que no solamente
de los componentes del medio regional. deben respetar las expresiones propias de la cultu-
En la segunda sección, tras hacer una des- ra quechua-andina sino que deben reconocer su
cripción somera de la evolución de la pobreza en grado y derecho de autonomía frente a otras ex-
Lati noamérica, se analizan las esperanzas de aca- presiones de la cultura occidental, combinando
bar con ella y las condiciones principales para lo- elementos andinos y cristianos.
grarlo. Además se relaciona la educación con los 818/18553
cambios estructurales de la sociedad; por otra parte
se argumenta que el ajuste fiscal que se aplica
atenta contra las crecientes espectativas de desa- TlCONA A., Esteban y otros autores, Votos y
rrollo social. Wiphalas: campesinos y pueblos originarios en
En la última sección se expone la necesidad democracia. La Paz, CIPCA, 1995. 237 p.
de resolver los problemas de la democracia, la in-
tegración y la modernidad de Latinoamérica; tras El presente texto pretende mostrar las posibi-
comprobar la asincronía entre modernización y lidades y dificultades del campesinado y <le los
democratización. pueblos indígenas de Bolivia en relación al régi-
818/1838 l men democrático, sus valores y prácticas. La pri-
mera parte describe cómo funciona la democracia
en el interior mismo del sector, desde la pequeña
SCHLEGELBERGERS, Bruno. La tierra vive: comunidad hasta sus niveles directivos máximos,
religión agraria y cristianismo en los Andes cen- la segunda se refiere a sus relaciones con el esta-
trales peruanos. Cuzco, CCAIJO, 1993. 436 p. do, a la vista del nuevo escenario actual y de las
propi as demandas y propuestas que emanan del
Se trata de analizar e interpretar el resultado campesinado y de quienes gustan llamarse pueblos
actual de la aculturación religiosa en los Andes del originarios. El libro está destinado tanto a los diri-
Sur del Perú y Bolivia. Partiendo de un gentes campesinos y de los pueblos originarios para
interrogante: ¿Cómo entienden su fe los habitan- su reflexión autocrítica, como a la dirigencia
tes de esa región, bautizados en la Iglesia católica política para que perfeccione su comprensión de
y descendientes de la población autóctona del la experiencia, sabiduría y problemas de este am-
continente que los europeos conquistaron hace plio sector social cuya contribución es vital para
unos 500 años? Buscando la identidad religiosa fortalecer la democracia en Bolivia.
de aquel sector de la población cuya expresión 818/18366