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AFIRMACIÓN DEL DISCURSO DE LA PROSA
En tanto que expresión literaria, la prosa es un lenguaje marcado. En los primeros autores del
XVI, la prosa literaria no tiene una lengua normativa. Hasta Nebrija (finales del XV), no hay
una gran valoración de la prosa vulgar. España va a la zaga de los autores italianos (ya
encontrábamos en los renacentistas tratados sobre la prosa vulgar).
La prosa literaria se crea con dificultad en el panorama literario, de forma más compleja que
la poesía. En parte porque la poesía se identifica rápidamente. La prosa literaria no tiene
definición propia, debe buscarla. Los letrados reflexionan sobre la prosa como discurso/forma
adecuada al discurso literario. Hay tratadistas clásicos que estudian el discurso, el sermo, la
dispositio, la elocutio, todas las partes de la prosa, con finalidades prácticas, para persuadir,
convencer, enseñar o para usos mucho más concretos cómo escribir una carta, pero sin salirse
de necesidades utilitarias.
Son los años de aparición de la imprenta. Esta marca la capacidad de difusión de la prosa
como modo de expresión literaria. Algunos autores empiezan a publicar obras entre la
traducción y la creación (la imitatio). Ejemplo: Ferrán Núñez, Tractado de amiçiçia (imitatio
de Cicerón). Siente la necesidad de pedir excusas por escribir en castellano (“mi balbuciente
lengua en este vulgar, que pierde el dulçor de la eloquençia e en que ningún buen stillo se
puede tomar como en la sacra lengua latina”). El autor está acostumbrado a escribir en latín.
Debe recordarse que el latín también es la lengua de lo sagrado, es inconcebible en la época
confesarse en vulgar.
A finales de la Edad Media, la lengua de la prosa prestigiosa era el latín. Cuando Nebrija
escribe su Gramática de la lengua castellana, lo hace como algo secundario; sin embargo,
esta gramática se convertirá sin casi quererlo en un manifiesto de la grandeza de la lengua
española a finales del siglo XV, como sustituta del latín para los usos literarios, elevados. El
castellano será la lengua de la translatio imperii. La lengua castellana, dominadora,
necesitará una cualificación, un prestigio literario lo más elevado posible, y a ello se van a
aplicar tanto los profesores, los hebraístas… La prosa se va creando a tientas.
Nebrija se refiere en su Gramática (y será común en la época) a la prosa como algo “suelto”
(= disoluto), en comparación con el verso que está sujeto a ciertas leyes, normas de ritmo,
musicales…
Pronto esto cambiará. La defensa de la prosa en lengua vulgar irá ligada a la defensa de la
lengua materna, propia. “E por esta razón, que todos, así letrados como non letrados oviesen
parte por mano de vuestra Señoría, concluí deverla ordenar en plano estillo e ditar en lengua
materna.” (Alfonso de Toledo, Invencionario) Llegarán a pensar que la lengua castellana es la
lengua de un imperio; ya no tiene por qué ser el latín, que es la lengua de otro periodo
histórico, de otro imperio (se ha producido una translatio imperii).
Alonso de Madrigal, ‘El Tostado’, polígrafo del siglo XV: “Prosa. Es oraçion selta de la ley
del metro. Los antiguos dizían prosum a lo produzido, assí que la prosa quiere dezir
produzida. Otros piensan ser dicha prosa por ser profusa, o que espaciosamente se extienda
sin ningún ”.
Hernando del Castillo: la decisión por la prosa o por el verso dependerá de la inclinación
natural del “ingenio” de cada cual. Ingenio: ‘capacidad natural’.
Si la prosa aún está coagulando, la novela . Las patrañas, fábulas, consejas son maneras de
aludir a la prosa de ficción en la época. Son modos despectivos. En cambio, novela ya está
revestido de prestigio. Esta buscará su lugar de prestigio de forma paulatina.
El verso aún se percibe como algo más elevado que la prosa. En Grimalte y Gradissa de Juan
de Flores (autor de novelas sentimentales), se intercala el verso en la prosa. El poema
también ejerce funciones en el relato: intensificarlo, modular el tono, retratar un tema
sentimental, musicar una escena tensa…
[Fernando de Pulgar] → La prosa debe ser ordenada. El teatro también tardará en ser escrito
en prosa. La poesía todavía tiene primacía literaria en el XV, en el XVI poco a poco va
absorbiendo el terreno la prosa.
Guillén de Segova: le constreñía el verso, considera que la prosa, más espaciosa, le permite
ofrecer un relato histórico más completo.
Uno de los lugares en los que la prosa adquiere carta de naturaleza es en la prosa
historiográfica. Los grandes relatos históricos exigen un discurso demorado y fluido, que no
casan bien con el verso (la matización, los largos recorridos…). Tiene una justificación seria
para ser escrita; mientras que la prosa de ficción deberá pedir perdón al divulgarse, es
entretenimiento, “patrañas”. Se encarga por parte de los reyes, de los poderosos, con un
propósito ideológico (defensa de un linaje real, explicación nacionalista de un territorio…).
Modelos: los historiadores latinos menores, Salustio, Tito Livio. Siempre tenidos por veraces.
La historiografía entra en crisis en el siglo XV. Los humanistas, en cuanto instalan su modo
de lectura de la antigüedad, lo hacen a través de un triple patrón nuevo: nueva poética, nuevo
acercamiento a la historia, nuevo acercamiento a la filosofía. La escritura de la historia es el
lugar donde la transmisión de unos valores se puede hacer de forma más demorada, más
completa.
Uno de los autores más importantes es el humanista Lluis Vives (1492-1540), por su relación
con el erasmismo más conocido fuera de España que dentro. Tiene un tratado sobre la
corrupción de la sangre. Muchos de sus tratados son pedagógicos, orientados a la enseñanza
de los niños, de los pobres… Vives dirá que muchas veces se maltrata la verdad, y esto es
debido a diversas razones: a la incredulidad (no se contrastan las fuentes), la facilidad que
tienen los historiadores para mentir (si los fines de un grupo convierten a la patraña en
necesaria), por amor a la patria propia (el nacionalismo), y por la defensa a ultranza de la
religión (no acudir a las fuentes). La historiografía de su época tiende a la acumulación de
datos por pura acumulación, fútilmente. El mal trabajo de los historiadores de su época se
contrasta con las ideas de una nueva historia:
1
El antimaquiavelismo maquiavélico forma una parte importante de la historiografía, de las
educaciones, regimientos de príncipes del siglo XVI. El maquiavelismo degollado de
Clemente. Fernando Rodríguez de la Flor tiene un estudio interesante, El Sol de Flandes.
Primero, la cita, la referencia a otros autores; el texto parte del ejemplo de conducta moral de
Sócrates (“Sócrates, dejando el cuidado de las cosas divinas y de la naturales, nos enseñaba
que la moralidad y la práctica son cosas propias de nosotros”), luego esta alusión a las
palabras de “autores graves y solemnes”, que reconocen el lugar de la riqueza como
necesidad y máquina de los estados. Davanzati, con cierto optimismo, propone, frente a estos
autores, que no sólo es el dinero motor sino órgano propio, segunda sangre (el dinero codifica
la facilidad de intercambio, el aprovechamiento justo de los recursos de las naciones y las
capacidades individuales -“puesto que ningún hombre nace apto para todos los ejercicios,
sino que cada uno tiene uno solo”- y la convivencia-universalidad). El dinero es loable, un
“hallazgo óptimo”. Este pequeño texto da fe de la perspectiva optimista del humanismo. La
imagen del dinero como sangre, por supuesto, le permite desarrollar la idea de este como
fluyendo en un aparato circulatorio (el comercio, etc.), el de la república. Frente al “nervio”
de los autores graves y solemnes, que rige, la “sangre”, que da vida.
Lorenzo Valla, sobre todo, era un filólogo. Apelaba al uso cuidadoso del latín, que
consideraba echado a perder por la corrupción escolástica. También fue defensor de la lengua
vulgar. Ejerció, eventualmente, como historiador. Tiene una historia del reinado de Fernando
el Católico.
Tópico, lema latín Historia magistra vitae: usado por Cicerón en el diálogo De Oratore, la
idea de que el estudio del pasado debiera ser una lección para el futuro. El humanismo (y ya
la historiografía medieval y clásica) tendrá muy en cuenta este proverbio.
“En la medida en que puedo juzgarlo, muestran mayor gravedad, mayor prudencia, mayor
sapiencia civil los historiadores en sus discursos, que como lo hacen los filósofos en sus
máximas.”
“(...) hemos mostrado el carácter de antecesores que los historiadores poseen en relación con
los filósofos”
Son más útiles los historiadores. En la historia estaría la materia prima, el conocimiento crudo
a partir del cual se filosofa. El precepto, la máxima filosófica, sólo reflexiona y sintetiza
sobre la historia; por tanto, ofrecer un buen discurso o relato de la historia es mucho más
importante ((prioritario)) y “prudente” que el acto de procesarlo (más sujeto a errores, más
parcial).
“No sólo conviene conocer y volver a pensar siempre en las cosas contenidas en tales
disciplinas, sino, más aún, en las empresas y los dichos eminentes que nos han llegado de la
antigüedad.”
Más abajo también se dice que mientras los griegos fueron pródigos en máximas, los
romanos lo fueron en ejemplos (morales). Griegos/romanos = teoría/praxis. Un monumento
lo es por las muchas miradas y lecturas (testimonios) que arroja: el valor de la cultura
grecolatina (y la historia en general) es su apertura a la especulación, que no se debe
abandonar. La especulación sobre esta es la especulación sobre el futuro.
Otra de las marcas del humanista es la curiosidad acerca de los orígenes. Véase el ejemplo de
los invencionarios, obras sobre invenciones y los inventores, un género que se emplea para
hablar de ciencia, de anécdotas, de mitología. El primo humanista del Quijote traduce el libro
de Polidoro Virgilio, lo cual es oportunidad para una burla del humanismo trasnochado. El
humanista entiende que las sociedades han ido decantando lo malo, descartando las formas de
convivencia, las costumbres que no son aceptables. La historia es un camino de perfección.
Durante estos años hay una reflexión distinta a la historia sagrada de la Edad Media y la
Reforma. Vemos, por primera vez, cómo los filólogos estudian la historia.
Poliziano es latinista y poeta; autor de unas stanze muy buenas [edición de Cátedra muy
completa]. Este texto pertenece a un prefacio a un libro de Suetonio (historiador romano).
Esta vez se alude más directamente a Cicerón y al historia magistra vitae. Elogio de la
historia por su vínculo con la fama; la virtud procura la fama, la historia es justa con sus
personajes: “Y es un gran mérito de la historia el de exaltar con alabanzas a los buenos y
mortificar con su reprobación a los malvados; ella sola es fidelísima custodia de los tiempos,
que casi como un grato recambio la conservan.” El temor a la mala fama (infamia) es
suficiente para exhortar a la buena moral de algunos.
La historia sirve para que emulemos a los que han vencido, porque eran los buenos. En esto
no hay necesidad de acudir a la teología; sino al concepto de virtud, la virtus, la fuerza y la
potencialidad (Renacentismo).
La conclusión es similar a la del texto anterior, “no hay ninguna facultad o disciplina que
proporcione tanta utilidad como la historia.”
“La historia nos hace partícipes de la felicidad”: “felicidad” aquí sería el bien, el bienestar. La
felicidad pura del lector, del ámbito de la cultura literaria, de entretenimiento honesto y sabio,
otium cum dignitate (según Petrarca). De nuevo, estamos ante una visión optimista y laica de
la historia.
Del prefacio de Platina a las Vidas de los pontífices
Platina decide historiar el papado, como filólogo y como humanista, no como teólogo. Le
interesa la elocuencia de los papas. Es importante el título: busca individualizar y retratar, no
el pontificado sino la vida de hombres excepcionales, los papas. Interesa qué han escrito, qué
bibliotecas han formado, qué monumentos han construido, cómo han contribuido al bienestar.
El trabajo del historiador se califica por encima del del filósofo y el literato [anacronismo].
“la historia, la cual, no siendo muda como las estatuas ni vana como las pinturas, nos revela
las verdaderas imágenes de los hombres eminentes con los que podríamos hablar, a los que
podríamos interrogar e imitar como si se tratase de seres vivos”
“De este modo nuestros descendientes podrán tener luego una incitación a la vida buena y
santa, aprendiendo en la lectura qué cosas conviene imitar y de qué otras deben apartarse.”
Sin historiadores, poco menos que nada sería de las grandes hazañas y personalidades.
Ante la tumba de Aquiles, “[Alejandro Magno,] al recordar cuánto y cómo había cantado
Homero sobre él, dijo, suspirando con generosa ambición:
Del Renacimiento al Siglo de Oro, veremos la historia por reinos y la historia por persona. La
historia que nos interesa es la segunda, la de los grandes protagonistas. Es ese caso el de
mayor interés para la literatura: deberá introducir y definir sus conflictos interpersonales, sus
capacidades, su cultura, sus decisiones, su psicología. En cambio, en las grandes
construcciones históricas, pro patria, abunda menos en los motivos personales por construir
un relato de mayor escala.
Desde el punto de vista literario, encontramos historias que contienen anécdotas, ejemplos,
leyendas, fábulas. La historia siempre se ha intentado separar de la patraña, pero la línea entre
ambas es delgada, y para la persuasión es conveniente un grado de literariedad. Son más
fáciles de escribir las historias anecdóticas (se convierten en ejercicios de escritura en las
escuelas). Los autores modélicos son Plutarco y Valerio Máximo. Valerio tiene sobre todo
una obra que son los Dichos y hechos memorables: obra copiosa en ejemplos, exempla. Ya
decía Aristóteles que era uno de los argumentos persuasivos más eficaces, ya que apela al
sentimiento (pathos) y al individuo.
“Porque no escribimos historias, sino vidas; ni es en las acciones más ruidosas en las que se
manifiestan la virtud o el vicio, sino que muchas veces un hecho de un momento, un dicho
agudo y una niñería sirven más para probar las costumbres, que batallas en que mueren
millares de hombres, numerosos ejércitos y sitios de ciudades. Por tanto, así como los pintores
toman, para retratar las semejanzas del rostro, aquellas facciones en que más se manifiesta la
índole y el carácter, cuidándose poco de todo lo demás, de la misma manera debe a nosotros
concedérsenos el que atendamos más a los indicios del ánimo y que por ellos dibujemos la
vida de cada uno, dejando a otros los hechos de grande aparato y los combates.” (Plutarco,
Vidas paralelas)
Para Cervantes sólo existen las circunstancias (“es todo milagro y misterio el discurso de mi
vida”, 1era parte, cap. XXX Quijote). Los personajes cervantinos se exigen entre ellos el
conocimiento de sus vidas, cuentan sus historias (por ejemplo, las novelas intercaladas de la
primera parte del Quijote).
La historiografía adquiere un ritmo nuevo, ágil, breve, donde son frecuentes las sentencias,
los dichos, que salpican continuamente los discursos históricos, que se convierten en lemas
casi.
Hay autores que se dedican al comentario de textos: Los nueve libros de los ejemplos de
Valerio Máximo. Estos comentarios (anecdotarios) se entienden útiles para oradores,
predicadores y escritores de ficción. En las primeras clases de retórica, estos son los
ejercicios fundamentales, las progymnasmata (pruebas o ejercicios preliminares). Eran estos
ejercicios como la narración, la anécdota, la máxima, los trabajos sobre lugares comunes
-muchos de ellos sacados de la historia-, el encomio, la comparación, la etopeya (descripción
moral de la persona). Los extractos, los fragmentos, los excerpta: modo de transmisión de los
autores clásicos.
Se le asigna el mérito a Guzmán de ser el primero en escribir una historia casi humanista, en
la que por medio de retratos los protagonistas de esta adquieren entidad. Utiliza, más que
Colonna, otro, de un familiar, Giovanni de Colonna (Mare historiarum, un mar de historias
en las que estas no se traban).
Son retratos que destacan el linaje, la sangre, pero ya presentan rasgos individualizados. Los
retratos medievales eran intercambiables (véase el retrato de Alfonso X).
El esquema que utiliza Guzmán, repetido a través de los textos, es empezar con la genealogía,
el recorrido histórico del personaje y su familia. Guzmán se queja de la inexistencia en
España de libros de linajes (libros verdes). Después de este recorrido breve se nos retrata
físicamente, esta caracterización a través de una serie de rasgos, aún reducidos, y repetidos
con cierta continuidad a lo largo de los retratos, si es flaco o bajo o alto, si es recio, y del
rostro (ojos y nariz), más o menos con el mismo orden, individualizando poco todavía. Lo
físico rápidamente se descarga sobre lo moral. Y otro rasgo: la elocuencia, su lenguaje, su
forma de hablar. Su presencia, su capacidad de imponerse con su sola figura a los demás. A
un enemigo suyo lo caracteriza, por ejemplo, como “de mediana altura, de espeso cuerpo, el
color del gesto cetrino, el viso turbado e corto”. Si es ducho en el ejercicio de las armas (son
nobles al fin y al cabo). El último eslabón está dedicado al carácter moral, que a menudo hay
que descubrir en el texto, cifrado. Se hace a partir de las tres virtudes teologales (fe,
esperanza, caridad) y las cuatro virtudes cardinales ( justicia, templanza, prudencia,
fortaleza).
“De don Alfonso Enriquez, almirante de Castilla e fijo del maestre de Santiago don Fadrique,
hermano del rey don Pedro”
“roxo” → “Turbávase muy a menudo con saña, e era muy arrebatado con ella”.
Correspondencia de los rasgos físicos en los morales.
PRINCIPALES HISTORIADORES
- Diego de Valera: escribió una crónica de los Reyes Católicos, hasta 1490, cuando él
muere. Como todo estos autores, una figura muy curiosa, pues está entre el
Humanismo y la Edad Media. Nos interesa porque fue testigo directo de muchos
altercados, guerrillas, discusiones, que a veces llegaban a sangre, entre los nobles,
hasta que los Reyes las pacificaron, así como del episodio de la guerra de Granada,
contándolo de forma original, sin ser un autor de un gran estilo → relación con la
novela morisca.
- Alfonso de Palencia: casi un grafómano, uno de los grandes impulsores del primer
humanismo castellano, que ha estado en Italia, y ha tenido contacto con cardenales,
gramáticos -Jorge de Trepisonda-, y conoce muy bien lo que está escribiéndose en
Roma. Escribe una Gesta hispaniense, o Fechos de España. Es uno de los primeros
que escribe alejándose de los modos medievales. No escribirá como el Fasciculus,
sino reuniendo los hechos e imbricándolos unos en otros en ciclos (décadas
normalmente), cruzando lo que va ocurriendo en diferentes sitios a la vez, teniendo
que enlazar de forma no yuxtapuesta los acontecimientos. Como todos, con ciertos
tonos providencialistas: Dios dirige los designios del hombre, especialmente la
historia de España.
- Andrés Bernáldez: había sido traductor de Plutarco. Se hace presente en el gusto por
las anécdotas, por los hechos marginales, que son atractivos para el lector.
- Fernando del Pulgar. Es uno de los historiadores fundamentales del final del reinado
de los Reyes Católicos (1480/1490/1500, reinado de Carlos V…). Es el que trabaja de
forma más cuidada los textos. Defiende la historia ornata.
“en esto que escrivo no llevo la forma destas crónicas que leemos de los reyes de Castilla,
mas trabajo cuanto puedo por remidar, si pudiere, al Tito Livio e a los otros istoriadores
antiguos, que hermosean mucho sus crónicas con razonamientos que en ellos leemos,
embueltos en mucha filosofía e buena doctrina. Y en estos tales razonamientos [=parlamentos
de los personajes] tenemos licencia a añadir, ornánolos con las mejores e más eficaçes
palabras e razones que pudiéremos, guardando que no salgamos de la sustancia [=verdad] del
fecho” (Carta al conde de Cabra)
Por un lado dice que quiere ser fiel a los hechos, pero parece poner por encima de
todo hermosear la historia, introducir una lectura moral a ellos…
“es menester a veces fablar como el Rey o como vuestra Alteza” → ponerse en el
lugar del personaje, y hacerle hablar, una exigencia que ya es del relato literario.
Explicar las razones por la que los hechos ocurren.
Sobre todo, lo que hace Fernando del Pulgar en Claros varones de Castilla es
construir retratos, que en su caso, a diferencia de Guzmán, son más extensos. Da voz
a sus protagonistas. La descriptio sigue en Pulgar la de la retórica clásica. Según
Cicerón era importante en esta tener presente varios atributos: su nombre, su
naturaleza (= su linaje, lo que le viene dado), su modo de vida, su condición de
fortuna, su modo de ser, su capacidad afectiva, sus inclinaciones intelectuales. Estos
son los rasgos; luego, hablará de su edad y de otros rasgos adquiridos, propios del
relato de su vida.
- Pedro Mexía: sevillano, nos interesa porque aparte de ser autor de una crónica de
Carlos V, es también el autor de una obra fundamental, la Silva de varia lección, la
gran miscelánea del XVI, un saco de historias, anécdotas, curiosidades… Carlos V lo
nombró cronista, pero escribirá de forma libresca, a partir de fuentes secundarias.
Como característica importante: el primero en escribir una historia más moderna, con
informaciones fiables; los que vendrán después se tendrán que apoyar en su
historiografía. Un rasgo de su crónica es la acumulación de curiosidades, de
elementos a menudo casi inconexos (similar a cómo será su Silva). En esta historia es
un poco un gacetillero, un periodista (según Alborg; Vistarini difiere).
- Luis de Ávila y Zúñiga. El otro gran historiador del reinado de Carlos V. Escribe un
Comentario a la guerra de Alemania. Es una historia apologética de Carlos V.
- Don Diego Hurtado de Mendoza, además de poeta era político e historiador,
historiador de la guerra de Granada. Tuvo mucho tiempo para escribir en la última
etapa de su vida, porque cayó en desgracia con Felipe II. En sus últimos años escribió
sobre algo que había vivido de primera mano, que es la guerra de las Alpujarras. Es
una historia de transmisión un poco complicada, porque se publicó bastante tarde, en
1627, pero se conocía (influyó). Es una historia de corte bastante humanista, muy
clasicizante. Escribe sobre los motivos de los personajes, sus circunstancias para
tomar una decisión u otra, los intríngulis de las acciones que hacen cambiar el curso
de la guerra. Es también muy objetivo en su relato, dando razones y quitándolas según
él entiende, no desde un propósito ideológico. Critica las decisiones de algunos
generales cristianos, lo cual le llevó de nuevo a ser mal visto, y desplazado del centro
de poder.
- Jerónimo de Zurita. El primero que escribe una historia sobre un reino peninsular,
sobre el reino de Aragón.
La otra historiografía que aparecerá en estos años, y será más frecuente en la segunda mitad
del XVI: las crónicas de sucesos. Pequeñas historias, relatos de acontecimientos menores,
incluso locales, de una ciudad, un pueblo, una casa nobiliaria. Favorecidas por la imprenta,
como son publicaciones de dos pliegos, historia de sucesos prodigiosos, fantásticos
(historiografía sólo parcial, si no ficticia).
Las crónicas burlescas, como la de Francesillo de Zúñiga (bufón, “hombre de placer”, sastre
de origen judío, acaba asesinado por orden de un noble). Para entretener escribió una crónica
burlesca, donde cuenta chismes, interioridades del palacio, indiscreciones de todo tipo. No
vale mucho la pena literariamente, pero inaugura ese tono de historiografía burlesca. La
literatura del loco, bufonesca, del contar desde una posición marginal acontecimientos
vividos, de tipo elevado, importante (como es el reinado de Carlos V y su vida de corte), en
clave burlesca, se verá en El Estebanillo González, hombre de buen humor.
En las obras historiográficas interesa estudiar los recursos retóricos; todo aquello que tiene
que ver con la construcción del relato. Los recursos clásicos de búsqueda de verosimilitud y
certificación (enargeia), los que tienen que ver con la descripción de lugares, de tiempos
históricos. Se describen más minuciosamente los espacios artificiales (castillos, espacios
urbanos) que los naturales. La capacidad persuasiva del relato histórico se puede trasladar en
ciertos fragmentos a la obra narrativa de ficción.
[Recomendable leer, llegado este punto, el documento de los apuntes de Irene titulado
“Historia fingida”. Es un muy buen comentario del prólogo del Amadís que vimos en clase.]
Se abre un debate sobre la experiencia entre los cronistas de Indias. Habrá los que defienden
que sólo se puede hablar de los nuevos acontecimientos de conquista si se han vivido, si se
puede certificar con la propia experiencia los hechos; o bien, que los analfabetos pueden
ejercer de testigos, pero que sus experiencias deben pasar por un filtro culto, literario, con tal
de dar una visión más veraz de las conquistas y descubrimientos (es muy posible que estos
testigos se hayan dejado engañar por su propios ojos, por sus prejuicios).
Hay dos testimonios esenciales:
1era persona, relato extenso, con muchas posibilidades de lectura literaria (influencia
novelesca). La relación con los libros de caballerías es estrecha (relato fabuloso).
También hay entronque de esta vida del soldado con la novela picaresca.
Los soldados se llevaban libros de caballerías como lecturas a América, e influirán por tanto
en su manera de relatar las hazañas, los hechos. California o Patagonia son nombres que
aparecen en los libros de caballerías. Los ponen los conquistadores basándose en su visión
novelesca, su deseo de emular a los héroes de los libros de caballerías. El autor de libros de
caballerías también escribía para los conquistadores. Para más sobre esto, se puede leer Los
libros del conquistador, de Irving Leonard.
El ensayo, por lo tanto, apunta ideas, las esboza, las escribe de manera convincente, aunque
busca un modo de convicción distinto del del manual, el tratado, la publicación filosófica.
Escribe sin temor de usar una y otra vez, incluso de forma tramposa, las ideas ajenas, que se
introducen de manera libre. Son comunes los florilegios (polyantheas). Es el ensayo el género
por excelencia de la modernidad, un género de la reevaluación.
Se escribe a partir de la digresión, de la libertad de asociación de ideas por parte del escritor.
No se ata de forma directa a una técnica de demostración silogística, sino que puede dejar a
medio argumentar una idea, y pasar a otra, y vincularlas llegado el momento de forma
retórica, convincente, pero no científica.
El tú lector está no sólo implícito sino a menudo explícito en el texto. El ensayista tiene que
conocer el estado de cultura de su lector. Aunque muchos ensayistas dicen que ellos escriben
para sí mismos (Montaigne dice que sus ensayos son él mismo: “Quiero que se vea que soy
yo quien piensa. Así soy yo la materia de mi libro.” → Relación con el prólogo cervantino al
Quijote; “Don Quijote nació para mí”). El ensayista no escribe para demostrar, sino para
hablar de sí mismo, de un espacio de cultura común con el lector.
El ensayo se expande al diálogo, precisamente por las características que se han ido
enunciando. Porque exige un intercambio de parecer, y a través de un diálogo es más fácil. La
estructura de la segunda parte del Quijote, parecidamente al ensayo renacentista, es dialógica.
El ensayo florece en los lugares en los que el escepticismo. (...) Roza, por tanto, con el
panfleto, con el texto parcial, porque sólo pretende ofrecer un punto de vista y porque a
menudo se muestra como un texto incompleto.
MODELOS
- Moralia de Plutarco.
- Noches áticas, Aulo Gelio (siglo II). Sus discursos fragmentarios son un modelo perfecto
para la nueva escritura.
- Las Epístolas a Lucilio de Séneca son didácticas, sobre temas. Se escriben durante el
reinado de Nerón, en una época, por tanto, de crisis. Son preocupaciones cercanas para los
autores del siglo XVI.
Las diatribas, una parte del progymnásmata, que son el ensayo de una discusión, son hacer
mano para el ensayo. El quodlibeto. Ser capaz de elaborar un discurso con fuentes ajenas.
El gran amante de los libros (Montaigne) nos dice que el estudio de los libros es un
movimiento debilitador. Hay una cosa todavía más importante, la conversación. Un concepto
humanista que se consolida estos años es el de la República de las Letras, el propio Erasmo
habla de esta. Esto se relaciona con una actitud ante las letras, en que la contrastación, la
puesta en cuestión de conocimientos es esencial. Los autores manipulan el conocimiento
desde su yo, desde su estilo (“el estilo es el alma”, decía Flaubert).
El texto de Fernando Pulgar es una carta. La carta como forma de desarrollo del ensayo, que
se ancla en la tradición de las epístolas; sobre todo las de Séneca (cuestiones de tipo moral,
desde el punto de vista estoico; muy apto para el ensayismo, el estoicismo está en la base del
ensayo del XVI), y más cerca, las de Petrarca, que también en cierto modo son ensayos.
Fernando de Pulgar, ante los achaques de la vejez, acude a Cicerón para remedios. Hace un
comentario de De Senectute no desde una ambición erudita sino porque le duele el bazo, el
hígado (“la ijada”). Pero Cicerón no provee de remedio, así que procede a otro libro
(Cuïstiones Tosculanas), y realiza una serie de comentarios librescos, históricos y bíblicos,
que al final no le sirven de nada. ¿Es una carta o un comentario? La experiencia personal está
en un primer plano. Empleo de la ironía, desprecio de Cicerón porque no otorga remedio sino
consuelo.
GÉNEROS ENSAYÍSTICOS
A) Epístolas.
Estas se caracterizan por la inclusión de un yo ficcionalizado. La ficción contamina las
instancias de la comunicación literaria. ¿Coincide con el autor el yo que escribe la carta? ¿O
es un yo que se finge, que se representa de otra forma que es en realidad?
Un rasgo que podemos ver en las cartas es cómo estas permiten exhibir erudición, situar la
voz que habla en una tradición de textos literarios, en los que se inscribe de forma clara,
fuerte. Dentro de esa tradición explora su lugar, sus opiniones, su forma de reelaborar. La
carta, además, muy pronto va a empezar a entrar como formante casi inevitable en las
primeras novelas. Aparece ya en los libros de caballerías. Es un recurso literario que todos los
escritores van a entender que es útil para redondear un relato. Permite la creación de un
personaje literario, de un personaje de ficción que escribe una carta, de amor, de batalla, o
simplemente de comunicación. Desde su raíz más próxima al ensayo, permeará a la narrativa.
Cervantes publicará cartas peculiares dentro de sus obras, anticartas (la de Teresa Panza).
Algunas colecciones pueden ser muy misceláneas. Las cartas filológicas de Francisco
Cascales. Era profesor de retórica y poética.
Sería importante mencionar las Epístolas familiares de fray Antonio de Guevara (plagiario
absoluto, patrañero redomado; escritor de ficción, en fin). Es uno de los grandes superventas
del XVI, ampliamente leído e imitado. En esas cartas encontramos cierto aire de objetividad.
Son cartas muy variadas, en las que habla de cualquier tema con cualquier persona. En otros
autores encontramos algunas cartas que son pretextos para hablar de ciertos temas (cartas
filológicas, temáticas).
Fray Antonio de Guevara revoluciona el género epistolar con un estilo muy libre. Se
preocupa muy poco por certificar las citas, inventa citas y se propone un juego literario muy
moderno, el de falsificar lo que se refiere. Introduce un marco temporal (“el invierno es
recio”), y construye un tono rico en interpolaciones (a los enamorados no hay que encargarles
nada, a partir de una suposición de que el mensajero se ha ido enamorando por el camino). El
juego y la ironía. Nos está colocando en una tesitura de lectura. Se alaba la prudencia y la
introspección ante la ira.
Tiene una primera parte que se desvía del tema a tratar; y empieza por ofrecer un aluvión de
lugares comunes disfrazados bajo cita de autores solemnes, una polyanthea. Prima ser
convincente en la manera de explicar. Hay una última apelación a la experiencia personal:
“Agora, si no nunca, es menester que os aprovechéis…”
En la Silva de varia elección no se extrae una lección moral religiosa ni científica, pero
Mexía está buscando un orden en la naturaleza que no acaba de averiguarse. Hay diversidad
de opiniones (Aristóteles, Plinio, los Problemata, la Biblia), pero Mexía no quiere llegar a una
solución moral, sino una exposición de lo variopinto, de lo difícil que es llegar a una opinión.
Se dispara en esta época el comentario infinito. En el siglo XV sí se habría buscado una
conclusión, con las mismas fuentes. Se hace una representación final de la duda: “Estas
causas y razones que tenemos dichas a la vez la una o las dos…”.
Andrés Ferrer de Valdecebro, El porqué de todas las cosas (título muy humilde). Juego de
preguntas y respuestas muy pedagógico, a imitación de un pseudo-Aristóteles. Las preguntas
y respuestas que ha utilizado en la primera parte son objeto de comentario moral más tarde.
PREGUNTA: “¿Por qué nos metemos el dedo en la boca al nacer?” RESPUESTA 1: Pseudo
cientificista. “Porque se enfrian más apriesa los dedos por nerviosos, y buscan naturalmente
el abrigo del aliento de la boca.” RESPUESTA (2nda parte, moralizante): “Señala la
naturaleza en los niños [como libro, como madre] la obligación que tienen los hombres. Dice
el dedo en la boca el silencio [la prudencia, hay que nacer tapándose la boca]. La cierra de
manera que la deja abierta, para que se hable y para que se calle. No se ha de hablar, cuando
se debe callar. No se ha de callar, cuando se debe hablar. La palabra que la boca arroja, no
puede recogerse, con que es menester mirar cómo se arroja. Ningún hombre erró callando.
Mucho yerra quien mucho habla. Con Dios solo se ha de hablar, y mucho, porque no se
puede errar hablando mucho con Dios. El dedo índice ponemos en la boca, no otro alguno,
cuando pedimos silencio. Señala que se hable poco, amenaza si se habla mucho. Es preciso el
silencio para vivir en el mundo, y por eso nos encargan los niños, cuando llegan al mundo, el
silencio.”
Suárez Figueroa. La evolución de la miscelánea a la novela ya está clara en uno de sus textos.
Es un relato en el que se habla de mil temas. Está escrito a partir de un texto italiano, La
piazza universale di tutte le professioni del mondo.
La miscelánea se mezcla con el diálogo. Hay algunos que complican mucho el marco del
diálogo sin dejar de ser libros de erudición miscelánea. El de Juan de Arce de Otalora,
Diálogos de Palatino y Pinciano representa muy bien esta actitud. Son dos personajes, dos
estudiantes que van hablando, y que se caracterizan de forma distinta, que van hablando de
los sueños, de las formas geográficas, etc… El Quijote, entre otras cosas, también es eso.
C) Diálogos
D) Anotaciones
El ensayo nace como anotación, una apostilla del autor en un texto. La diseminación de las
anotaciones va ligada a la imprenta. El comentario puede ser hermenéutico, o más
ensayístico, literario (Anotaciones a Garcilaso de Herrera). El comentario hipertrofia la
página de los versos originales. El comentario ideal no llega a cumplir todas sus
eventualidades, se multiplica y se multiplica, notas a las notas, el humanista quiere llegar al
final de la cadena textual que permite entender el texto en su última raíz.
E) Discursos
Son más compactos en cuanto a tema. Suelen tener un tema general, por mucho que las
explayaciones puedan ser mayores.
Errores celebrados de Juan de Zabaleta. Enlace con los invencionarios, con Polidoro Virgilio.
Errores que han pasado por verdades, y que él se encargará de enmendar. Al explicar las
falsedades ha de aducir explicaciones de múltiples procedencias e introducir el estado de
cuestión. Thomas Browne escribió un libro titulado Pseudodoxia epidemica (mismo
planteamiento; del gusto de Borges).
Antiaxiomas, Díaz de Leiva. Mezcla reflexiones médicas con una escritura totalmente
literaria. Entre las reflexiones de tipo médico intercala sonetos. Hay una voluntad literaria
fundamental.
G) Digresiones ensayísticas. Estas a veces se confunden con las anotaciones. Ej. discurso
de las armas y las letras, discurso de la edad dorada.
3. PROSA DE FICCIÓN
Durante el siglo XVI y XVII nos vamos a encontrar con la explosión nueva del relato, de las
historias, de las novelas. La primera gran dificultad radica en la clasificación de los
materiales: cómo entendemos la enorme diversidad de relatos que empiezan a producirse y
publicarse a principios del XVI. Tenemos muy múltiples géneros. La primera gran distinción
es entre la narrativa realista y la narrativa idealista. Hablar de realismo y de idealismo no es
tan sencillo. En un polo podemos situar la novela picaresca, los chistes y los ejemplos de tipo
popular y en otro extremo la narrativa fantástica, los libros de caballerías y la novela
bizantina. El concepto de realismo es anacrónico, de todos modos (pertenece al XIX).
Por decirlo así, tenemos novelas que no tienen voluntad de representar acontecimientos del
mundo real, que por convención vamos a llamar idealistas.
No hay preceptiva literaria sobre la prosa de ficción larga. En la preceptiva literaria española
del siglo XVI (Alonso López Pinciano, Philosophía antigua poética, 1596) se afirma que
existe una poesía épica en prosa, refiriéndose a Heliodoro, que escribe el modelo de la gran
novela bizantina, del que deriva la novela moderna. Es decir, no hay una teoría desarrollada.
Hay dificultad para entender en el canon de la preceptiva literaria qué es la novela moderna.
[Para más sobre esto: Orígenes de la novela, Carlos García Gual.]
3.1. PROSA DE FICCIÓN IDEALISTA
Narrativa idealista (siglo XVI): novela morisca, bizantina, sentimental, pastoril, libro de
caballerías
Hay una tendencia crítica que subyace a la historia de la novela de estos años, que nos hace
ver que este tipo de libros fantásticos son menos desarrollados, más primitivos (infantiloides,
dicen críticos), tienen menos que ver con su contraparte realista. Es una asunción curiosa: la
novela realista no es superior a la idealista. La materia fantástica no tiene por qué decir
menos, y menos profundamente, cosas acerca de nuestro mundo, que el realismo. Si alguien
quiere saber cómo es una época, que vaya a aquellas imágenes más fantásticas. Uno sabe más
sobre los valores de una sociedad viendo La guerra de las galaxias que leyendo el periódico.
No es sólo voluntad escapista. Santa Teresa será aficionada de los libros de caballerías, e
influyen en su prosa, en su biografía.
La nueva prosa de ficción se ancla en usos y modos de escritura más medievales (libros de
caballerías y novela sentimental). El conflicto amoroso de la novela sentimental ya lo vemos
expresado en el Cancionero, casi se puede entender la narrativa sentimental como su traslado
a la prosa. En el caso del libro de caballerías está clarísimo que está reelaborando materiales
medievales.
La novela sentimental es una suerte de apéndice del libro de caballerías. Se explica su éxito
por su contacto con el género de caballerías. Como si del libro se extrajera, se extirpara la
historia amorosa, y se aislara, sin la parte bélica, de hazañas… No acaba de ser así: la novela
sentimental representa un mundo más urbano; mientras que el foco de los libros de
caballerías son cortes fantásticas, ínsulas, los caminos…
El caballero del Cisne, inserto en la Gran conquista de Ultramar (una crónica de las cruzadas
muy fantasiosa). La historia del caballero del Cisne se inserta en un gran ciclo de cruzadas.
Sus victorias y sus hazañas se realizan de forma imposible.
ANTECEDENTES EUROPEOS
Por otro lado, hay que anotar el origen lejano del libro de caballerías en la materia de Bretaña
(los ciclos artúricos, del rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda), que aparece por
primera vez en la obra de un monje historiador, Geoffrey de Monmouth, Historia Regum
Brittaniae. En estos relatos historiográficos ya inserta elementos imaginativos, se inclina más
por la fantasía que la relación documentada de los hechos. La importancia de Merlín, como
profeta, supone que su “vida” se traduzca inmediatamente al español y que también existan
copias manuscritas [traducciones en Editorial Siruela de esta materia de Bretaña]. Se está
creando un corpus poco a poco.
Pero el golpe definitivo de la reelaboración literaria, con la inclusión de elementos
sentimentales, con una elevación del tono literario, y en lengua vulgar, lo van a realizar los
escritores nuevos de la Francia de los siglos XII y XIII, Chrétien de Troyes sobre todo (cinco
narraciones en verso octosilábico: Erec, Yvain, Cligès, Lancelot y Perceval). El análisis
psicológico de los personajes eleva la narrativa pseudohistórica que servía para reforzar el
sentimiento nacionalista de los sajones y los bretones. No se debe perder de vista que la
historia de los reyes de Bretaña tenía un propósito serio, fundar la legalidad de un reino,
consolidar una unidad territorial.
Otro ciclo que confluye es el ciclo carolingio, toda la historia del defensor casi mitológico de
Carlomagno ante los moros (Roldán), que deja más huellas en la tradición italiana, que
prefiere la poesía épica a los libros de caballerías (el Orlando furioso de Ariosto y los poemas
de los Tasso, con una línea más propiamente de cruzadas). Posee un componente amoroso.
Asimismo, cabe mencionar el influjo de los temas clásicos, sobre todo de la Eneida de
Virgilio. No dejan obras completas. Versiones novelescas de la materia clásica hay muy poco
en España, obras fragmentarias. El relato caballeresco más importante quizá sea las Sumas de
Historia Troyana de Leomarte.
La novela bizantina, además, siempre contiene viajes (los caballeros andantes son andantes
porque andan, porque son itinerantes). Cuando hay grandes desplazamientos en el tiempo y el
espacio, los personajes tienen encuentros fortuitos y se crea un entramado de relaciones que
va embarullándose. Los libros de caballerías, a pesar de poseer el pretexto de la novela
bizantina, son más lineales, con cierto orden yuxtapositivo, que no causal. Lo propio del
inicio de las aventuras de la novela bizantina son in medias res, y el final de las aventuras es
postergado, y solucionado por un enganche narrativo.
CONTEXTO CULTURAL
No hay teoría sobre estos libros. Estamos ante un público que se encuentra con los libros por
primera vez. Debemos ver a Alonso Quijano como una excepción, tiene más de cien libros,
una biblioteca inmensa para la época. Una ironía es que el cura en Don Quijote (de aldea,
para más inri; y ni eso, un lugar, un lugarejo) los condena a la hoguera, pero para condenarlos
los ha leído todos. La implantación de la imprenta implanta muchos nuevos hábitos. Hace
asequibles conocimientos y democratiza el saber, pero esto hay que decirlo con muchas
restricciones; para empezar, porque muchos no sabían leer, y hay muchos que no leerán por
ocio, literatura, sino para cumplir con sus profesiones.
Un libro es un objeto caro. Se encuadernaban los libros con el pellejo de becerros nonatos, la
vitela; ofrece una idea del lujo que es. El papel en España nunca tuvo grandes producciones,
se compraba de molinos de los grandes ríos europeos. La biblioteca pasa de ser la biblioteca
monacal, catedralicia, los grandes repositorios, scriptoria, a la biblioteca universitaria (con la
instalación de las grandes bibliotecas, Salamanca, Alcalá).
La imprenta multiplica la irracionalidad, la difusión de patrañas, consejas, las posibilidades
de la imaginación, de sucesos impensables, novedosos. Modifica la afirmación tan neta de
que la imprenta aumenta el saber, pues también difunde la desinformación. Hay unos
paralelismos muy claros entre cómo se reacciona a la imprenta y a la instauración del
internet. Esto llega al punto de que algunos humanistas primeros copiaban a mano los libros
impresos.
En este marco, en 1508, muy pronto, pues los incunables no quedan lejos en el tiempo
(incunable → ‘libros producidos desde la aparición de la imprenta de Gutenberg hasta el 31
de diciembre de 1499’; un libro impreso en el siglo XVI ya no es un incunable, aunque se
llega a hablar de post-incunables), se publica el Amadís de Gaula, en Medina del Campo,
lugar de ferias. Se puede considerar un post-incunable. De esto puede deducirse que el libro
de caballerías aparece ligado al mercado editorial desde el principio. Garci Rodríguez de
Montalvo tenía, además de dotes literarias, un buen olfato editorial.
Desde la 1era edición en Zaragoza, 1508, hasta 1602, se desarrolla el género en tres fases:
1508-1550. Éxito abrumador. Son cincuenta años de una producción insólita, que ningún otro
género, salvo las cartillas escolares (material fungible), ha conocido. Cuarenta libros
originales, más enormes reediciones y refundiciones, con abundancia de ediciones piratas. En
torno 1530 se empiezan a hacer versiones al francés.
1550-1588. Inicio del declive. 9 títulos distintos. Sigue siendo mucho, porque se sigue
alimentando la imprenta con libros previos.
1588-1602. Agonía del género. Sólo 3 obras originales, ya muy epigonales. Para finales del
siglo XVI, el libro de caballerías ya casi ha desaparecido.
Se debe entender que España está en los últimos momentos de la Reconquista, que hay una
nobleza no pacificada, exaltada, con un valor de armas. Que, incluso apagado este fuego, las
hazañas bélicas no acaban con la Reconquista, sino que se revitalizan con la actividad
imperial de la corona española. La guerra será feroz fuera en Europa. Sus protagonistas
siguen vivos. Los valores arcaicos de defensa caballeresca de un territorio siguen vigentes.
A pesar de lo que se ha apuntado, estos son libros para el ambiente cortesano, palaciego; el
ambiente de la poesía de cancionero. Estos libros entran en conjunción con los espejos de
príncipes, con la literatura de género moral que se propone la educación del gobernante. No
sólo del gobernante, sino de uno mismo también. Ofrecen principios morales de
comportamiento.
Conforme avanza el siglo, tiene sentido pensar en un lectorado formado por hidalgos y
caballeros que colmaban así anhelos y nostalgias de clase aristocrática cuya libertad y
posibilidades estaban cada vez más sometidas a los concepcionalismos cortesanos. Chevalier
desarrolla esta hipótesis. Martín de Riquer hizo un estudio sobre caballeros andantes reales.
Hay episodios protagonizados por mujeres guerreras (el tópico de la virgo bellatrix). Se
provoca un juego de disfraces. Una mujer vestida de caballero puede parecer mejor un
caballero, y una mujer disfrazada de caballero puede enamorar a una mujer. Se dan relaciones
paradójicas cortesanas que deben desmentirse. No es sólo acción bélica sino enredos
sentimentales por esta línea. Censura común en la época: despista a las mujeres de su trabajo,
les llena la cabeza de fantasías.
Es un género rápidamente sometido a crítica moral. Juan de Valdés censura los libros de
caballerías (los censuran pero los leen). No contienen enseñanzas aplicables al mundo real,
hacen al lector creer cosas imposibles, las historias de amor son excesivamente pasionales
(aparece un leve erotismo que a veces molesta).
Hay también censuras al género porque proporciona un entretenimiento muy poco serio (“no
deleita aprovechando”), que no se integra en la pedagogía social de autores como Lluis Vives,
porque quitan el tiempo de otras lecturas, hacen pensar en fantasías absurdas a los lectores,
creer y buscar mundos imposibles. La imaginación desbordada del libro de caballerías
fecunda, fuerza la aparición de nuevos géneros, que contrarresten al de caballerías,
ofreciendo la misma capacidad de entretenimiento con contenidos más elevados (novela
pastoril, bizantina). El realismo es una reacción directa a la fantasía del libro de caballerías.
RASGOS FUNDAMENTALES DEL GÉNERO
-Relatos de larga extensión. Los libros de caballería son relatos muy largos; pretenden no
acabar nunca, ser la aventura infinita. El caballero no puede morir, resucita mil veces. El
hecho de que se componga en ciclos implica que predomine un tipo de aventuras: cuanto más
importante y más redondo es un personaje, más difícil se vuelve repetir una historia. El
entretenimiento largo va en detrimento de la construcción del personaje.
No es del todo cierto que no haya unidad, pero son líneas muy tenues. Es una cosa que
parodia El Quijote, el servicio a una dama, presentada desde el punto de vista del amor cortés
(desamparada, de la que hay que salvar de un malentendido o un peligro inminente), a la cual
siempre se subordinan las acciones del caballero. El otro elemento aglutinador es la guerra.
En la guerra demuestra el caballero lo grande que es, su móvil individual de demostración del
valor individual; o bien, la defensa que lleva a cabo de un territorio, en el cual el caballero
tiene vasallos, responsabilidad de una nación entera. Si tiene éxito individual, lo tiene
colectivamente.
“...No he visto ningún libro de caballerías que haga un cuerpo de fábula entero con
todos sus miembros, de manera que el medio corresponda al principio, y el fin al
principio y al medio; sino que los componen con tanto miembros, que más parece que
lleven intención de formar una quimera que de hacer una figura proporcionada.”
(Miguel de Cervantes, El Quijote)
Hay una dialéctica entre unidad y variedad que deben resolver los primeros novelistas. ¿Por
qué en un caso es criticable (libros de caballerías) y en otro no (primera parte)? ¿Qué quiso
hacer con el Quijote Cervantes?
-Los libros de caballerías también son libros de amor. Las dos líneas de fondo sobre las
que se sostienen estos textos son el eje caballeresco y el eje amoroso. Dulcinea del Toboso,
tan importante como figuración amorosa en Don Quijote, tiene tal presencia porque la
relación entre dama y caballero era de ciega y absoluta fidelidad. El caballero se comporta
con honradez ante la dama.
Un móvil, un subtema interesante, que luego aparecerá también en la novela sentimental y las
comedias, es el del matrimonio secreto. Nace de una posibilidad real: la de que dos personas
entablen un matrimonio en secreto entre ellos, generalmente ante un testigo, que se podía
validar en un futuro, y que obligaba a guardar el compromiso a los amantes. Tiene ciertas
consecuencias, por supuesto; hace que funcione la intriga de una forma más refinada. Desde
el momento en el que el matrimonio es secreto, todos los personajes entran en una relación
diferente. El lector que conoce, que tiene la información de los protagonistas, se identificará
mucho más con ellos. Es un elemento de suspense, de continuidad en el conflicto. Puede
justificar los comportamientos de forma que sólo protagonistas y lector entienda su razón de
ser (ya hay un manejo de información del relato, que no es sólo exposición de hechos).
-Marco temporal: alejamiento. Desde la aparición del cristianismo, hasta las Cruzadas.
Se mezclan acontecimientos que pudieron ocurrir en años muy diferentes, con la limitación
de que estos libros siempre deben hablar de acciones ocurridas en la era cristiana. Los héroes
no pueden ser paganos. El presente de estos libros no es fácilmente localizable. A menudo
aparece aludido la Reconquista, las guerras con otomanos (siglos XIII, XIV, XV). Esta nueva
narrativa que busca instaurarse se instala en los gustos despreocupándose de la verosimilitud.
Se ha hablado de que el paradigma inicial del libro de caballerías es una propuesta idealista
(Amadís). Hay dos respuestas a este paradigma inicial:
A) Hay algunos que dentro del mismo esquema conviven en un espacio más realista,
más humanista. Conviene pensar en lo que es La Celestina respecto a la novela
sentimental (Cárcel de amor, etcétera). La Celestina sigue siendo una novela
idealista, por mucho que haya un suicidio. En La Celestina ha desaparecido el
componente alegórico, pero no se ha alejado del marco idealista.
Afirma A. Rey Hazas: “Tirant y Don Quijote se enfrentan al mundo con actitudes distintas
pero asimilables. Don Quijote transforma la realidad en fantasía, y de ello se deriva la sátira y
el humorismo. Tirant, a la inversa, asimila la realidad y produce los mismos efectos al chocar
contra la idealidad caballeresca. En ambos casos, humor e ironía se inducen a partir del
mismo contraste entre ideal caballeresco y realidad; en ambos casos es el idealismo (un tipo
de idealismo falsificador) el que sale malparado. En el Quijote, por exceso; en el Tirant, por
defecto”. De nuevo, no hay que minusvalorar la literatura idealista, el realismo no es
necesariamente igual a modernidad literaria. Cervantes lo tenía muy claro.
En el prólogo al Amadís reflexiona sobre el poder de la palabra, sobre un tipo de escritura que
permite modificar, ampliar, mantener en memoria, y también abrir a la invención lo que fue la
realidad (“sobre un cimiento de verdad componer tales y tan estrañas hazañas”). Intenta
justificar un relato fantástico con la historia de los historiadores, que fueron capaces de
adornar el relato real para mantenerlo en la memoria. Cita ejemplos de historias (Salustio,
Tito Livio) que han embellecido y amplificado los acontecimientos. Sin embargo, ¿cuáles son
los móviles de la historia de Garci?
Desea escribir una obra literaria, por sí mismo, porque considera que su creación le dará
fama. Admite trabajar con tres libros preexistentes (un manuscrito que él rehace), que por
falta de escritores y componedores, él ha debido enmendar, que siendo histórico no alcanza la
historia porque no ha tenido buena transmisión. Aquí introduce la gran patraña: “y
enmendando el libro cuatro con las Sergas de Esplandián su hijo”. Está jugando con una
tradición historiográfica (Geoffrey); dice haber encontrado un manuscrito bajo una tumba de
piedra. Es interesante este juego de justificación: con su trabajo dota de verdad nueva, una
verdad literaria a una historia tenida por patraña. Exige la complicidad del lector. Empieza a
haber una suave, lenta cesión de la autoridad del autor a otro autor lejano, un traductor.
En el Amadís nos encontramos con una aparición misteriosa: esta se va graduando de forma
casi cinematográfica, el movimiento de los personajes hacia el descubrimiento de esta
aparición. “mirando la mar, vio por ellos venir dos fuegos, que contra la villa venían, de
cuanto todos espantados fueron,” La imaginación del libro de caballerías es muy básica, las
contradicciones básicas siempre están subrayadas (la magia de los magos es material -
contradicción fuego-agua) “, pero acercándose más, vieron entre los fuegos venir una galera,
en el mástil del cual venían,”
El historiador que ha sido testigo está en todos los libros. Es autor de una fuente que ha
menudo ha quedado muy imperfecta, a menudo en una lengua que necesita un traductor, que
lo traducirá y lo adornará (prólogo Montalvo). Montalvo ha corregido los tres primeros libros
y ha traducido y enmendado el cuarto con Las sergas de Esplandián “que no es memoria de
ninguno ser visto, que por gran dicha paresció (...) la lengua sabían.” Escrito en griego porque
es la lengua de máximo prestigio. No queda claro hasta dónde Montalvo es el traductor de las
Sergas.
Este juego de traducciones abre una doble vía de interpretación. Refuerza el peso medieval de
la autoridad preexistente, la auctoritas del historiador (movimiento reaccionario); pero a la
vez rompe la autoridad única (movimiento innovador). Abre como un guiño al lector la
posibilidad de que remotamente lo que se dice es una versión, o, incluso muchas versiones de
los hechos, en combinación. Es una posibilidad nueva en la transmisión de la : la seriedad del
texto histórico se diluye. Se va aprendiendo a calibrar e incluso a disfrutar de esos juegos de
un cierto perspectivismo sobre el relato de los hechos. Cervantes las va a someter a una gran
cantidad de complicaciones en el Quijote.
Desviación corregida siempre por el autor global de la historia. El narrador aún es autoritario,
heterodiegético omnisciente. Hasta llegar a Cervantes, donde el narrador es débil, variable,
influenciable; incluso a veces, en el Quijote, mentiroso, falsario.
-Las historias aparecen in medias res, como recurso de complicación, a veces artificiosa, del
relato. Busca crear suspense, acicatar al lector. Así, se dan dobles versiones → Cuando se
empieza un acontecimiento in medias res, los antecedentes pueden tener una hipótesis, pero
esta puede tener una confirmación en el presente del relato o desmentirse. Es un recurso de
sorpresa adicional.
- El narrador del libro de caballerías es muy dialogante con sus lectores. Sus actitudes hacia
el lector. ¿Qué ideas tiene del lector?
- Se le suele tratar con mucho respeto, sobre todo cuando se le apela directamente. “¿Qué
diremos aquí, emperadores, reyes y grandes que en los altos estados soys puestos?” Indica el
guiño, el pacto del narrador con el lector; de hacerle ver que su texto es de prestigio, de
educación de príncipes, y que además merece ser leído por personajes tan altos.
- Hay una moralidad en la conclusión del relato. Es otra defensa contra la patraña y la
literatura de entretenimiento.
- Insuficiencia retórica (fórmulas como “no sabría decir cuánta sangre llegó a correr…!”).
Modestia del narrador, típica también de la poesía épica. Continuamente dice lo que le cuesta
dar cuenta de lo narrado. Es una apelación al lector, una forma de hacerlo cómplice. En ese
punto los libros de caballerías sí son un punto adelante.
En la época se distinguía entre mirabilis (admirable fuera del orden de natura, dragones, etc),
magicus (lo que deriva de los magos por su magia) y miraculosus (lo maravilloso que tiene
que ver con la religión, el milagro; no hay apenas en libros de caballerías). Hay una
fascinación, asimismo, por lo “maravilloso mecánico” (artilugios).
La maravilla y los prodigios marcan una gran diferencia entre los modos de los otros géneros.
En la novela pastoril, el prodigio se limita al ámbito de la acción, ideal, en la que pueden
aparecer personajes mitológicos, en las que puede intervenir una deidad de los bosques… Es
un fantástico muy diferente.
ESTILO Y LENGUA
Desde el punto de vista de la historia de la lengua es interesante. Es un momento en el que se
consolida el castellano actual. El libro de caballerías fuerza un lenguaje que para el 1500 es
ya arcaizante. Tono monocorde elevado. Formas arcaicas de derivación verbal. No hay
distinción lingüística entre los personajes. Excepcionalmente, el escudero empleará
expresiones populares (el personaje de Ribaldo, en El caballero Zifar).
El estilo de los libros de caballerías está basado en los polisíndeton; es muy yuxtapositivo,
poco trabado sintácticamente. La posposición del verbo en Amadís de Gaula es sistemática,
con fines latinizantes y arcaizantes. Son comunes también las paranomasias, juegos de
palabras, etc… Véase discurso al principio de El Quijote, paródico (“La razón de la sin razón
que…”). Uno de los atractivos para los lectores de los libros de caballerías es este propio
lenguaje altisonante, casi ridículo. Los lectores imitan de broma a los caballeros.
Uso de pretéritos→ El libro de caballerías, como es una aventura con una estructura
itinerante, permite que se den encuentros. La base de esta primera novela será contar
encuentros. Cuando leamos El coloquio de los perros de Cervantes, el tema fundamental será
la vida contada, un perro contándole la vida al otro (entretenimiento de una noche, una noche
en la que pueden hablar, y son conscientes de ello).
Fijarse en los paralelismos entre el inicio de estos dos libros. El caballero tiene una
genealogía ilustre, le rige un determinismo de sangre, su nobleza marca su comportamiento.
Lazarillo (de genealogía infame, y como tal se comporta sin moral): “Pues sepa V.M. ante
todas cosas que a mí llaman Lázaro de Tormes hijo de Tomé González y de Antona Pérez”.
La novela picaresca nace con un primer impulso paródico, no como intento de reflejar la
realidad, es una lucha de modelos literarios.
Cervantes busca una tercera vía, mostrando un origen huyendo de todo determinismo, hasta
el punto que Alonso Quijano se va a construir a sí mismo como personaje, como don Quijote,
desde la nada. Se presenta como un vaciado. “no ha mucho tiempo” → muy poco heroico. Lo
coloca en unas características muy precisas, de hidalgo de aldea.
La parodia pura tampoco le vale a Cervantes. Utiliza recursos paródicos para poner en
marcha el texto, pero es otra cosa. El Lazarillo sí que es parodia, inversor de un texto
precedente. La picaresca, más que voluntad de crítica social, es voluntad de crítica literaria.
3.1.2. NOVELA SENTIMENTAL
Simultáneo al libro de caballerías, o si acaso un poco anterior. Los autores en algún caso
pueden llegar a ser los mismos. La novela sentimental tiene mucha relación con el libro de
caballerías (hay libros que tienen insertas novelas sentimentales).
La nómina es escasa de estos libros. Hay que quedarse sobre todo con:
- Juan Rodríguez del Padrón (precedente; autor del Siervo libre de amor)
B) Eneas Silvio Piccolomini, Historia duobus amantibus. Está en latín pero se traduce
inmediatamente al español (Historia de dos amadores). El autor es nada menos que el
papa humanista Pío II (de vida disoluta en su juventud; en sus años mozos escribió
poemas eróticos).
CARACTERÍSTICAS
Haciendo un resumen rápido, a partir del elenco de las novelas sentimentales fundamentales:
- Nos encontramos con que son narraciones breves. Las reacciones y los comportamientos
de los personajes principales exigen en sí mismas la síntesis y la elaboración de los elementos
hacia un final (trágico). Una estructura de clímax ascendente hacia el final (rasgo de
modernidad).
- El amor que se presenta en estos textos tiene las características del amor cortés, tal
como lo presenta Andreas Capellanus en su tratado De amore. Es un amor de personajes
elevados: en la novela sentimental no encontraremos el ámbito humilde, no hay como
contrapunto personajes de extracción baja.
- El narrador se presenta a la vez como autor (el ejemplo de la Cárcel de amor), y oscila
entre su papel de personaje que interviene y como deus ex machina, que dirige las acciones
de los personajes (indica una situación de tanteo en las técnicas narrativas). El autor es el
gran manipulador del relato, pero también el gran interlocutor. Nos hace ver que está
construyendo, escribiendo la historia.
- La pérdida del lastre del mundo arcaizante del libro de caballerías. De ello, lo que
consigue la novela sentimental (a veces se hace explícito, afirmaciones del palo “vamos a
eliminar toda esta paja explicativa, amplificativa, y vamos a centrarnos en la historia de estos
personajes”) es . A los lectores de la época les encantaba la acción externa, pero es
interesante ver cómo se trabaja la selección, lo que no tiene que ver con esta acción, el núcleo
del relato.
- Otra línea de evolución hacia la novela moderna son los personajes. Esto es muy relativo: sí
encontraremos una progresiva humanización de la mujer. También aquí hay que coger estas
afirmaciones con pinzas: el modelo de madonna Fiammeta es muy bueno en el desarrollo de
una voz femenina; en las otras novelas, sin embargo…
CÁRCEL DE AMOR
El argumento de Cárcel de amor: el narrador-autor, que está caracterizado como quien sale
de una acción militar (“acabada la guerra…”, sin duda la conquista de Granada), se encuentra
en Sierra Morena con Leriano, que arrastrado por su pasión se ha convertido en un hombre
salvaje2.
El protagonista de Cárcel de amor está sometido a castigos de forma mental. Las potencias
del alma (Entendimiento, Razón, Memoria, Voluntad, fuerzas abstractas) le tienen preso. No
hay pretensión por parte del autor de hacernos verosímil la alegoría, simplemente de
representar una lucha interior del personaje Leriano. “Cuando le trujeron de comer, le
trujeron una mesa negra”. La imagen de la melancolía, con la cabeza echada sobre la mano.
Es una psicomaquia.
Desaparece en cuanto aparece el autor en la cárcel de amor. Le manda una carta y le pide ser
un intermediario, y desaparece este carácter abstracto. ¿Qué justifica la aparición de lo
alegórico? No vale contar el cuento por el placer de contar el cuento; para eso vale la
alegoría, como justificación. Se narra un caso maravilloso, inimitable: nadie caerá en imitar a
Leriano en su locura amorosa.
El autor decide ayudarle a reparar lo que el autor entiende como una injusticia. Se va a la
corte a hacer de intermediario en la relación pretendida con Laureola.
La discusión que siempre está abierta en estos textos: ¿es reaccionario o liberador el mensaje
de la obra? Leriano vence al difamador de Laureola, Persio, y demuestra que ha obedecido,
2
El mito del hombre salvaje del Renacimiento es el del que se ha apartado de la urbe y las
reglas sociales y se ha ido a vivir en la naturaleza: naturaleza es soledad. Se convierte en un
monstruo (es un elemento iconográfico muy común de la época), un ser peludo como un oso,
lleva una representación de su dama encima, a la que idolatra (ídolo). Estamos en el mundo
del cancionero, de la religio amoris; muy diferente de la divinización de la dama presente en
el petrarquismo. Dama como sustituto de la imagen religiosa (“imagen femenil entallada en
una piedra clara” que lleva consigo Leriano). El propio Amadís se convierte durante una
época en un hombre salvaje (en la Peña Pobre), y cambia de nombre, Beltenebros. Decide
hacer penitencia, y abandonarse a la idea de la naturaleza antisocial. Quijote hace penitencia
en Sierra Morena y Sancho no entiende, porque a Quijote no le ha desdeñado Dulcinea; a lo
cual argumenta Quijote: “si en seco [sin que me desdeñe] hiciera esto, qué haría mojado”. La
elección de Sierra Morena como lugar de penitencia podría estar relacionada con lecturas
sentimentales de don Quijote. Hay que recordar también el ejemplo de los ermitaños, de los
santos.
que no ha transgredido la norma impuesta por la ley. En sus relaciones con el enamorado,
Laureola siempre ha priorizado la honra sobre el amor y se ha mantenido fiel a su posición de
castidad (no acercarse a su requeridor). Aún así, sin embargo, el rey no ve buenas intenciones
en la actitud de Leriano y condena a muerte a su hija, incluso en contra de las cartas de
Laureola y las altas autoridades eclesiásticas.
“Yo hize lo que devía, segund piadosa, y tengo lo que merezco, segund desdichada.” El fatum
en Cárcel de amor.
“Mi sofrimiento es tan delicado y mis penas tan crueles, que sin que mi padre dé la sentencia,
tomara la vengança, muriendo en esta dura cárcel. Espantada estó como de tan cruel padre
nació hija tan piadosa.” [Carta de Laureola a Leriano - 28]
La crueldad de la autoridad que se impone sobre todo lo demás es absoluta. Desde este punto
de vista, ¿hay que entender que defiende lo que se muestra o este montaje tan exagerado nos
muestra los horrores del autoritarismo extremo?
Tanto en la Cárcel como en el Tractado, aparece un amigo (Persio en una, Elierso en la otra),
que es el que produce la intensificación del conflicto, y que acaba siendo enemigo. Contiene
en embrión la historia del curioso impertinente, el amigo al que se otorga confianza muy
grande para actuar con su dama, porque se desconfía del alcance de su amor. Son las
variantes de la historia de los dos amigos.
Cárcel de amor, según (...), tiene la estructura de un sermón. Parte de exordio (introducción,
de qué se va a hablar, circunstancias que motivan el relato), la narratio (capítulos 2 a 5), la
propositio (la parte temática, donde explícitamente se nos refiere el honor de la dama, la
resistencia a los requiebros de la dama, la obediencia al padre, la honra, la moral pública, la
sociedad del XVI), y la cuarta parte, la probatio, la parte más narrativa, propiamente de
relato, donde por tres veces se repite de forma narrativa (refuerzo del tema) lo que se ha
expuesto de forma teórica en la proposición. Una quinta parte, la refutación, prácticamente el
cierre de la novela, que narra el fracaso de las pretensiones no lícitas (aunque sí lo son en el
fondo) de Leriano; y la sexta, con el parlamento de su madre, una defensa de las mujeres, con
una actitud muy conciliadora, racional (ve las cosas mucho más claras que cualquier otro
personaje); intensificación de los elementos patéticos del relato para emocionar al lector.
Son obras breves, escritas sintéticamente sobre el núcleo de la historia de los amantes, por
mucho que haya otros personajes. El recurso fundamental para este juego es la epístola, la
carta. No hay habilidad suficiente para darles voz directa en el relato, y por lo tanto, se les da
mediante un discurso separado, un núcleo frío separado de la acción.
Lo más interesante de analizar en las obras de San Pedro son las cartas en sí. Como no
pueden estar juntos, frente a frente, lo hacen a través de la escritura. Son el modo más
habitual en otros muchos géneros literarios, incluso la picaresca, que buscan el recurso de la
historicidad, de la certificación. La carta expresa los sentimientos con una historicidad propia.
El acto final de Leriano de comerse las cartas (el único elemento de contacto entre los
enamorados) resulta casi antropofágico, Leriano come a Laureola.
En las cartas de Leriano encontramos términos como “fe”, “galardón”, “servicio”, pidiendo
siempre la aceptación por la dama. En las cartas de Laureola, que son sobre los peligros de la
pasión, con modestia al contestar (el simple hecho de contestar es arriesgado). Se entabla
cierto diálogo. En efecto, sirven para analizar las motivaciones de los enamorados.
En las novelas pastoriles hay que hablar de un mundo humanista, de un humanismo que se
imagina en una Arcadia, en un mundo irreal, en el que se representa la añoranza de la
naturaleza, el sueño de apartarse de las normas de la ciudad, el deseo del poeta, del escritor,
que quiere vivir un mundo superior mediante la construcción de un espacio literario superior.
Las normas que deben regir este espacio son los ideales neoplatonistas. Los pastores, los
poetas, sienten maravilla hacia el mundo, viven en una abstracción de lo real que, ellos dicen,
es más real que lo real.
¿Dónde están los modelos? Sobre todo en la Arcadia de Jacopo Sannazaro. El sentimiento de
la naturaleza en el Renacimiento poco a poco va a ser una aceptación del espacio natural
como algo estético. Sannazaro propone un espacio imaginario en el que es más agradable
desenvolverse más allá de la intervención de lo humano (“creados por la natura en los
hórridos montes”). Lo normal hasta el XVI era que estos espacios fueran algo desagradable.
Su categoría estética no era la de lo bello; si acaso, la de lo sublime, que no es homogénea
con la belleza. Ese ámbito es el que va conquistando (y domesticando) el Renacimiento. Al
principio hay que enviar personajes cultos, que den sentido al paisaje bruto. Con el paso del
tiempo se va perdiendo la relación con lo puramente natural y este se va convirtiendo en un
puro marco espacial.
La novela pastoril no es tan remansada como la égloga, y alberga relatos de muy diversa
índole. Sus pastores no son propiamente pastores, son personajes que juegan a ser pastores.
No lo son como Salicio y Nemoroso.
Las historias tan delicadas de lo pastoril sirven de contrapunto en los libros de caballerías.
CARACTERÍSTICAS
Mundo paganizante. Ninfas, faunos, mitos campestres de la filosofía griega (Diana, Acteón,
Endimión, mitos naturales, deidades de los bosques) impregnan un ámbito donde lo religioso,
que no está muy presente, es sustituido por la Fortuna (como diosa, que cambia los destinos
de los personajes de forma caprichosa, “la mudanza” tan barroca. Todo lo contrario de la
providencia; es el fatum, destino azaroso).
La novela pastoril evoluciona borrando, eliminando los elementos más serios que eran
constitutivos suyos al principio, filosóficos. El humanista que busca un lugar de comunión
con otros autores de refinamiento se va convirtiendo en un pretexto para un juego literario, el
de las academias. En el siglo XVII, La Cintia de Aranjuez, de Gabriel del Corral, una
representación narrativa de una academia en la que unos personajes reales disfrazados se
dedican a contar historias de amor e intercambiar poemas.
No obstante, no todo es tan esencializante como se ha dicho. Sí hay elaboración por ejemplo
en la descripción que se hace de Diana, donde más allá de las características del retrato de la
dama renacentista, se representan cuadros pictóricos muy elaborados, de gestos, plásticos.
Hay episodios de écfrasis. Se describen tapices, obras de arte, parangón mitológico de algún
acontecimiento interno del relato. Sobre todo en la Galatea. La importancia de la vista, de la
mirada, de la fijación de un cuadro estático. “Durante largo tiempo estuve contemplando esta
imagen”, la pastora apoyada sobre su cayado.
Otro elemento que vale la pena señalar es que estos personajes lloran sin parar. El llanto es la
expresión máxima de su sensibilidad. Están llorando todo el tiempo, inconteniblemente, ríos.
“Convertido en agua aquí llorando” Garcilaso, reunión con las ninfas por medio del llanto.
Una de las líneas más importantes es el idealismo bucolizante. El hombre próximo a una
naturaleza poetizada, idealizada, esencializada. Siendo obras tardías en el panorama del
bucolismo, la prosa novelística aparece en la segunda mitad del XVI. [Artículo de Carlos
Senabre sobre el público de la novela pastoril]. Se intensifica el juego de personajes en clave,
personajes que son escritores conocidos por el autor, que se juntan para componer incluso a
varias manos (como ocurrirá con las comedias de Lope). Se escriben en las academias. Se
monta el juego pastoril. Les da un éxito de alcance relativamente corto, entre los propios
escritores. Esto trasciende, sin embargo, a los lectores ocasionales, de literatura de
entretenimiento: supone estudiar los méritos intraliterarios de las novelas. En este caso, los
atractivos son la ficcionalización de un mundo de sentimiento amoroso que se presenta
sublimado de una manera diferente, más moderna, más nueva, de lo que se había visto hasta
entonces en los otros modelos de ficción narrativa (cf. libros de caballerías). El contacto con
la realidad de la novela pastoril es conflictivo, no directo sino de esencialización. En el caso
de la novela sentimental es violento el contacto.
Cuando ha madurado la novela pastoril, se verá que de los géneros ficcionales, el pastoril es
el más receptivo, pues presenta la posibilidad de incluir en los relatos elementos de erudición
(mitológica, científica, prodigiosa - de casos curiosos). Esto lo aprovechará Lope de Vega en
su Arcadia. En ese texto, además de incluir una gran medida de autobiografismo (sublimado,
lírico), de forma indiscreta, encontramos una elaboración textual refinada.
NOVELAS PASTORILES
El canon de la novela pastoril es:
- La Diana de Jorge de Montemayor (un áulico, de origen converso, con relación con
la literatura portuguesa). La obra más importante del género y el modelo hispánico.
LA DIANA
Para definir el género en sus características más profundas, originales, debemos atenernos a
La Diana, el modelo. Los siete libros de La Diana tienen una tradición textual complicada.
Como ocurrirá con el Abencerraje, son novelas que tienen ediciones con cambios
importantes. Habrá una edición de La Diana que incluirá la historia morisca del Abencerraje.
Tiene que ver con el editor de las obras.
Los paradigmas estéticos del Renacimiento no son fáciles de plasmar. Los siete libros
permiten una estructura original: Montemayor lo estructura en tres historias, más una historia
central, con tres capítulos finales en los que los personajes confluyen en un palacio para
concluir las historias internas (la externa, de Diana, no concluye del todo). Es un diseño muy
equilibrado, muy renacentista, su reconversión en modelo narrativo ya es una
rerepresentación manierista, que se caracteriza por su ruptura formal. ¿A propósito? A
Montemayor se le van de las manos sus materiales. Las historias se resuelven en falso, por
medio de un filtro mágico (de la sabia Feliza) que resuelve todos los conflictos (esta serie de
deus ex machina le molestaban a Cervantes, y de ello se queja en el Quijote, los conflictos se
deben resolver en el plano humano. En El viaje del Parnaso, que contiene la poética de
Cervantes, reconocerá que su mérito ha sido “contar con propiedad un desatino”). Relación
entre el palacio de la sabia Feliza y la venta de El Quijote. La Novela del curioso
impertinente también es impertinente por su inserción en la historia.
Son historias que apenas son historias, conflictos muy estáticos (Pastora X no me quiere). No
son aventuras, apenas pasa nada: sólo hay análisis sentimental y representación del mundo.
Un elemento que no hay que dejar de lado porque responde a unos planteamientos
filosóficos, que tiene que ver con los diálogos de amor de León Hebreo. Son el gran tratado
de filografía del Renacimiento y del Barroco. León Hebreo (Judá Abravanel) era un autor
judío. Por debajo hay una afinidad con el mundo judío, que pudo conocer por su familia
Montemayor, que era converso.
Esta falta de dinamismo en lo pastoril tiene que ver con algo profundo en el pensamiento
amoroso neoplatónico. Esta permanencia exacerbada en el sentimiento amoroso es lo que se
propone como suma elevación del espíritu en los diálogos de amor. El amor que siente el
enamorado es el reflejo de un estado superior. ¿Para qué solucionarlo o consumarlo? Hay una
delectación en ese ámbito, más que una búsqueda de acción resolutoria.
Es por ella que la realidad, el ambiente, se nos presentan de forma esencializada, depurada. El
presente siempre es peor que el pasado: el pasado sólo existe en la memoria; buceando en ella
el hombre puede encontrar la verdad, más allá del envoltorio carnal. Más allá de la vida de la
tierra, hacia el fin de la forma. La sintaxis de imperfectos y gerundios nos habla de la
voluntad de presentación ucrónica de los hechos, que no se van a resolver. Difumina la
resolución de los acontecimientos. No se va ni a perder ni a ganar la vida. Montemayor busca
crear una sensación de proceso, de ciclo, de continuidad a las acciones. Son personajes
encerrados en unos ciclos naturales y mentales. “Bajaba de las montañas de León el olvidado
[el olvido es el peor destino, el más trágico] Sireno, a quien amor, la fortuna, el tiempo
trataban de manera que del menor mal que en tan triste vida padecía no se esperaba menos
que perdella”.
Al convertir en historias los conflictos de la poesía, que en sí mismos tienen poco recorrido,
se crea una contradicción interna. Cervantes lo intentará solucionar con la introducción en la
Galatea de novelitas de tono cortesano, no églogas.
“[Lope de Vega] escribió, no una, sino dos [novelas pastoriles]. La primera en el tiempo fue
la Arcadia (Madrid, 1598), y la segunda, los Pastores de Belén (Madrid, 1612). La primera es
una novela pastoril de amor profano, la segunda es su contra-factum, una novela pastoril a lo
divino.”
3.1.4. NOVELA MORISCA
Nos interesa de la novela morisca sobre todo la Historia del Abencerraje y la hermosa Jarifa.
Género de mediados del XVI. La nómina es muy breve, y heterogénea.
-El Abencerraje, de autor anónimo. Con tres versiones: la primera versión, publicada en el
Inventario de Antonio de Villegas (1565, pero escrita en 1551 o antes), la segunda, conocida
como la Chrónica, y la tercera, inserta en la edición de 1561 de La Diana. La mejor es la
incluida en el Inventario.
-Historia de las guerras civiles de Granada de Ginés Pérez de Hita. No todo es novela
morisca. Varias de sus historias son prosificaciones de romances fronterizos.
¿Por qué novela morisca? Los moriscos son conversos musulmanes. En 1502 se propugna
una pragmática de conversión forzosa de todos los musulmanes (o se convierten o se
expulsan). Las acusaciones se difunden. Quedan grupos moriscos (y esto no ocurre con los
judíos), que mantienen sus costumbres musulmanas, porque viven en el campo, de la
agricultura, y tienen una facilidad para estar fuera del núcleo metropolitano. Crean núcleos
impermeables a lo cristiano, que siguen existiendo como quieren. El conflicto, en más de una
ocasión, es que se les pilla en contacto con emisarios, espías, embajadores, berberiscos del
norte de África, avanzadillas del Imperio Turco. El estado español necesita defenderse de este
imperio que se extiende hacia occidente. La desconfianza es total, y se les impone normas
mucho más duras. En 1563 se les prohíbe llevar armas, vestir con determinada ropa que los
señala como musulmanes (aún cuando el pueblo español ha asumido parte de esta vestimenta,
el albornoz, por ejemplo), hablar árabe.
Estas prohibiciones, que son cada vez más intensas, provocan en 1568 una rebelión morisca,
de las Alpujarras, que debe ser depuesta por las armas. Los franceses, para más inri, se alían
con los turcos para fastidiar a España e impedir su crecimiento por el Mediterráneo. En 1609
Felipe III decide expulsarlos definitivamente.
[Cide Hamete Benengeli es un historiador musulmán, y por ello se le tacha de mentiroso. La
importancia de la comida (cerdo) como costumbre que separa a las religiones.]
Leer el Abencerraje. Edición Crítica online. Fijarse en cómo es un relato entre la novela y
el cuento, en la selección narrativa, de los datos que se nos proponen, para crear un relato
compacto. No tiene problemas de estructura. Llega a contener una micronovelita intercalada
(tres, cuatro páginas). Entender esa imbricación.
Diferencia entre cuento y novela y consecuencias para la novelística del Siglo de Oro
Las novelas son relatos que son capaces de incluir dentro de sí otros relatos, lo cual plantea la
necesidad de relacionar relatos secundarios con el principal. El cuento juega con el desarrollo
de una trama lineal, pueden quedar con un final al que el lector debe darle una conclusión con
su aporte. Esa línea de la cuentística que deriva del chiste.
La peculiaridad que da más que pensar es la relación de novela y cuento con el tiempo y el
desarrollo de la acción. Es raro encontrar un cuento con una prolepsis complicada, o un
desarrollo psicológico del personaje (alteraciones a la psique pueden ser dichas por el
narrador, pero no leídas en el presente de la acción). En una novela el tiempo pasa ante
nuestros ojos, lo vemos en acción. El tiempo puede ser un personaje, un actante, un elemento
que actúa sobre el desarrollo de los personajes (esto lo vemos mucho en las novelas
decimonónicas).
Tiene que ver con cómo son las relaciones humanas ideales, cómo desean ser. Hay que
analizar el comportamiento noble de Narváez en relación con la dama que se enamora de él.
El amor de oídas (amor de lonh, ‘amor de lejos’) es el que funciona sobre la dama y, sea
dicho, sobre Dulcinea del Toboso. Frena el adulterio (el casquete) un acto de honor, no
teniendo en cuenta en absoluto lo que le pueda afectar o no a la mujer, porque no puede ser
de otro modo en la época. Nos choca la poca o ninguna consideración hacia la mujer real.
En la Historia de Ozmín y Daraja hay los comportamientos típicos del Barroco. Se juega a la
disimulación, al engaño, dentro del Guzmán, una novela pesimista donde el engaño es un
tema principal. Su relato sirve para elevar el tono moral. (En el Guzmán todo engaña: cuando
Guzmanillo sale de su casa, lo primero que hacen es acogerle en una posada, presuntamente
amorosamente. Como lleva dos días sin comer, pide alimento, y lo que le dan de comer es un
pan que es un carbón requemado y una tortilla podrida; indignado con su manjar, huye de la
posada, y de la rabia le da una patada a una piedra, que resulta ser una boñiga. Incluso las
piedras engañan: la lección es que hay que reaccionar contra este mundo amenazador.)
- Se ensalza el papel del mundo cristiano, pero se eleva hasta su misma altura el mundo
musulmán. No se trata de forma despectiva. [Episodio Ricote del Quijote es una
representación positiva]
- “La amplitud del alma”. La novela morisca es una lección de convivencia entre las
culturas, una generosidad (vinculada con la caridad cristiana) que siempre poseen los
personajes, como móvil fundamental (incluso en las Guerras civiles de Granada).
- Relación con los relatos de cautivos. Estos forman un cuerpo en sí mismo (Espinel,
Céspedes Mimeneses, María de Zayas y, por supuesto, Cervantes, El amante liberal, que
empieza con un preso cautivo en Chipre). En las novelas de cautivos el idealismo es mucho
menor. Se trata la humillación de los cautivos, son historias violentas, ocupan un espacio a
veces no literario (a veces son relaciones hechas por protagonistas de los hechos, o relaciones
de sucesos - género propicio a las hojas volanderas).
3.1.5. NOVELA BIZANTINA
Nos íbamos acercando a la realidad con la novela morisca. Con la novela bizantina (o novela
de aventuras, como se quiera, mientras que distingamos las aventuras de las inverosímiles de
la novela de caballerías) nos vamos a encontrar un tipo de relato básicamente fabuloso, pero
con un intento de introducir en ella el máximo de verosimilitud. Cervantes se devanará los
sesos para estructurar Persiles y Sigismunda, para que la historia revierta sobre lo real, con la
aparición que hay en esa obra de elementos totalmente fantásticos, como animales que crecen
dentro de las plantas, la geografía fantástica (el norte helado, con hombres lobos, historias de
costumbres salvajes). Siendo atractivo por lo fantástico, debe ser explicable en cierto sentido,
desde un realismo, pero también, para Cervantes, desde una línea ideológica
(Contrarreforma).
Desde los orígenes se presenta como alternativa al libro de caballerías. Tanto la parte
bienpensante del Renacimiento primero como de la Contrarreforma luego ponía como
contraejemplo positivo la novela griega. La fantasía es primordial como móvil del relato,
pero se podía probar un principio moral diferente. Esencialmente, la perfectibilidad del
hombre. Son historias de peregrinos que pasan por mil penalidades, que pueden ser muy
inverosímiles en cuanto a la acción, por la intervención continua de la fortuna, del azar, de las
coincidencias, pero van dando lugar a una lección de superación espiritual de los
protagonistas. La novela bizantina nos habla de una peregrinatio en la tierra de unos
personajes hasta ganarse la vida eterna. Dentro de ese hilo conductor, las historias pueden ser
infinitas, incluso con tintes absurdos desde nuestro punto de vista.
MODELOS
A) Historia etiópica de Teágenes y Cariclea, de Heliodoro (s. III / IV d.C.). [Traducida
por Gredos] No es una historia bélica, sino una sentimental, llena de aventuras de
muchos tipos, pero sobre todo, naufragios, viajes por mar, desencuentros de los
protagonistas, imposibilidad de estar juntos porque el mundo los arrastra de un lugar a
otro. Es una obra traducida primero al latín; con el éxito de la imprenta consolidado,
lo es al castellano hacia 1554. La traducción de Heliodoro de Fernando de Mena de
1587 a partir de la edición latina (la anterior era a partir del francés) se convierte en
un modelo muy fuerte.
El modelo estructural (estructura en sarta) de esta obra es fundamental: está basada
en los cruces y descruces de personajes.
OBRAS
Este género tiene una cantidad pequeña de representantes en el Siglo de Oro:
- Alonso Núñez de Reinoso, Los amores de Clareo y Florisea y los trabajos de la sin
ventura Isea (1552). Alonso Núñez de Reinoso es un exiliado de origen converso. Es
el primer ensayo de adaptación de este modelo en España. En el prólogo de la novela
nos deja claras algunas de las intenciones que tiene cuando la escribe. [...] La
referencia directa al libro de caballerías, con el que hay que discutir. Lo que se dice se
puede relacionar con el Capítulo XLVII del Quijote, donde el canónigo propone un
tipo de novela de ficción de entretenimiento, pero que se distinga, se separe.
Podemos definir esta historia, pues, como algo verdaderamente extraño, original. Una
situación y unas características que no se habían conocido hasta entonces. Hay una
gran cantidad de hibridismo en el modelo cuando empieza. [Santiago Fernández
Mosquera, artículo sobre la novelita de Reinoso en Instituto Cervantes.]
Lope tiene la grandeza de ser el primero en construir un lienzo realmente amplio, una
hipernovela con el modelo bizantino. Seguramente sin El peregrino en su patria,
Cervantes no habría escrito el Persiles. Aunque no hay mucho aprendido en El
peregrino, él debió tomar el reto de escribir una “verdadera” historia bizantina,
acercándose a los modelos clásicos.
Hasta muy avanzado el texto no sabemos cómo han llegado allí, cómo han tenido que
huir de su país, si son o no Sigismunda y Persiles hermanos, cuál es su nombre. Desde
el punto de vista estilístico, es muy palabrero, muy verboso, con una amplificación
bastante elevada. Cervantes la escribe con “un pie en el estribo”, agonizante, es muy
posible que no pudiera someter su novela a una última revisión en la imprenta.
La infinidad de historias que se nos han contado en los dos primeros libros se juntan
en un mismo eje cuando Persiles y Sigismunda emprenden una peregrinación a Roma,
en la que finalmente sabrán quiénes son, de manera profunda, no solamente
argumental. En esa segunda parte, por Portugal, Francia, Roma, encontramos otro tipo
de relatos: cortesanos, urbanos, de fiestas, representación de ciudades, episodios
moriscos. Es un Cervantes que se parece mucho más al del Quijote y a El peregrino
en su patria. Cervantes ha hecho una síntesis de todos los elementos presentes en la
novela bizantina, pero con la posibilidad de introducir otros géneros.
El Persiles es un alegato cristiano, con componentes ideológicos contrarreformistas.
Se ha hablado incluso de que su estructura, de mejoramiento de los personajes,
representaría simbólicamente la gran cadena del ser. Es una lectura un poco
limitadora. Está en el fondo, sí, la idea de una llegada a un mundo superior, civilizado,
representado por la Roma de la época. La novela bizantina va a desembocar en la
novela alegórica barroca. [Antonio Vilanova, “El peregrino andante en el Persiles de
Cervantes.”] La experiencia del otro, de la otredad en Cervantes, del yo que siempre
está de paso.
CARACTERÍSTICAS
- El elemento nuclear es el viaje, alrededor del cual todo se estructura.
- Como estaba en la tradición original griega, el viaje suele ser marítimo. El medio es el
mar.
- Los personajes quedan definidos como un modelo a seguir: la castidad, la fidelidad aquí
se exacerba. Los enamorados, que formaban parte del núcleo temático, en el Persiles no se
pueden unir físicamente hasta el final (a este fin, se emplean elementos retardatarios de la
conclusión). El final en la novela bizantina española debe ser el matrimonio; en el modelo no
se habla tanto ni de castidad ni de matrimonio sino de la unión final de los enamorados. Un
tema que está presente en estas novelas es la amenaza constante de la enamorada de ser
violada. La mujer está sometida a una resistencia numantina. Clitofonte se tiene que casar,
pero no quiere hasta que lleguen a Alejandría: hasta que no llegan a Alejandría no se
reencuentra con Leucipa y se evita el matrimonio de Clitofonte. Tensión extrema.
- Se trata de un modelo que de forma bastante explícita se presenta como una alternativa,
como un movimiento alternativo al gran éxito de los libros de caballerías. Son un modelo
prestigioso, al que los humanistas aceptan como un texto válido, valioso. Se presenta como
una variante nueva de la aventura. No deja de haber en las novelas bizantinas multitud de
ejemplos de acciones delirantes, que se salen de la ortodoxia.
Hay otras razones para ser más aceptada que el modelo caballeresco:
El retrato de Cervantes que se atribuye a Juan de Jáuregui es totalmente falso. Su rostro nos
es desconocido. Para entender la relevancia de este desconocimiento: un excurso sobre la
importancia del retrato en la cultura literaria del XVI. Para los humanistas, su retrato es
su firma, a medida que la imprenta va consolidando el papel de autor del libro, a medida que
va dejando de ser transmisión manuscrita. En muchos libros va a aparecer de forma esbozada
un retrato del autor.
Alonso de Villegas, autor de la Flos sanctorum, dice colocar su imagen no por vanidad sino
por respeto al lector de la época (“la impresión fue por orden mío”). Era una suerte de sello
de autenticidad, es autorizado por el autor (da la cara, literalmente).
Encontramos autores que juegan a retratarse en la obra. Ex. Alonso de Ercilla, mediante la
Cruz de Santiago.
- En la otra mano agarra un libro de Cornelio Tácito, un claro ejemplo de prudencia en lo que
se refiere a la historia/ historiografía. Autor de libros de educación política. El XVII es un
siglo tacitista. El tacitismo se expresa por sentencias apodícticas, adagios.
- Hay una imagen muy típica de la emblemática, el ouroboros (la serpiente que se muerde la
cola), el símbolo por excelencia de la eternidad, alcanzada. Se puede relacionar con la
inmortalidad por las letras. Lope ha sustituido el cierre por media serpiente y media caña. El
sentido final de esta mezcla lo debemos encontrar en que la caña es humilde (se inclina al
viento, pero resiste).
Sólo con los retratos hemos podido hacernos una idea de quién es Mateo Alemán y quién es
Lope de Vega.
Son muchos los retratos de Lope. En otro de estos grabados, encontramos uno con una
inscripción en la parte superior que dice: “HIC TUTIOR FAMA” (‘aquí se asegura la fama”)
acompañada de una calavera coronada por laurel (se asegura la fama con la muerte). Lope de
Vega busca una raíz de nobleza en la historia de Bernardo del Carpio, y coloca diecinueve
torres en su escudo (las fortalezas que conquistó Carpio). Este escudo fue motivo de burla
para muchos de sus contemporáneos, por ejemplo, para Góngora: “por tu vida, Lopillo, que
me borres las diecinueve torres”...
Otro va acompañado por la siguiente inscripción como defensa de su escudo: “Quid dificilius,
quam reperire, quod fit omni ex parte in fuo genere perfectum? Cice, in Laelio.”
Con la Jerusalén conquistada (poema épico, que contrariamos junto a La Araucana) quiso
convertirse en el Homero español, continuando la obra de Tasso, pero fue muy denso, poco
vivo; fracasó. En esta obra (ya que preveía un gran éxito con esta) encontramos a un Lope
que se representa en un busto, debajo de un arco triunfal.
En otra línea están los retratos de un Lope viejo, que ya es sacerdote, dotados de menor
picardía y orgullo. Debajo del retrato, un laurel. “SIMPLICIUS LONGE POSITA
MIRAMUR” (‘Admiramos más sinceramente las cosas vistas con distancia’).
Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de
alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte
años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni
crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no
tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni
pequeño, la color viva, antes blanca que morena, algo cargado de espaldas, y no muy ligero de
pies. Este digo, que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del
que hizo el Viaje del Parnaso,... Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra.
Se quiere evaluar, prestigiar la figura de Cervantes como escritor por lo que se realiza esta
búsqueda exhaustiva de su persona. Su imagen pasa de la miseria a Marvel, ya que es
representado como un héroe.
Cuando se estaba preparando la primera gran edición de la obra de Cervantes, Mayans tiene
la noticia de que un hombre andaluz, D. Miguel de Espinosa y Maldonado, conde de Águila,
tiene un retrato de Cervantes pintado por Alonso de Arco. Aquí nace la leyenda del retrato de
Cervantes. Mayans contacta con él para tenerlo, y poder copiarlo o meterlo en la edición.
Pero cuando lo recibe se percata de que es una falsificación, una copia del grabado inglés de
esa gran primera edición inglesa del Quijote.
Bien entrado el siglo XVIII se mezclará la prosopografía de Don Quijote con el mismo
Cervantes, volviéndose indivisibles.
Se presenta sobre todo como alguien que quiso ser dramaturgo. Quiso hacer un drama que
fuera entretenido, pero a la vez respetuoso, culto sin ser demasiado elevado y que cambiara la
visión que se tenía anteriormente de un teatro como algo muy popular (el teatro de los
tablados) o muy áulico (el teatro de las tragedias y de los jesuitas). Es hijo de una generación
muy primeriza del Renacimiento, lo cual se refleja en su teatro.
En ese prólogo habla de que su primer contacto con el teatro fue ver una representación de
Lope de Rueda (compañía de cómicos de la legua, que representaban de forma improvisada
obras divertidas). Le hubiera gustado al final de su vida que corrieran por la calle
dramaturgos como Lope de Rueda, representando sainetes, pasos y comedias breves.
Se le complica la vida con el cautiverio en Argel, y al volver se topa con Lope de Vega, “el
monstruo de la naturaleza”, y queda desplazado. Hay poca constancia de representaciones
teatrales de Cervantes en su época.
Conviene leer tanto el prólogo a los Ocho comedias y ocho entremeses (habla de sus orígenes
como escritor), como el de las Ejemplares, los de los dos Quijotes y el tan emotivo del
Persiles. Hay que complementarlo con su Viaje al Parnaso, en el que hace un repaso de su
carrera de escritor.
Nace el septiembre de 1547 (entre el 19 y el 29) en Alcalá de Henares. Hasta no hace mucho
no había la partida de bautismo (por poco no conocemos los datos acerca de su nacimiento).
*Cabe tener en cuenta que no conocemos la fecha exacta de su nacimiento, podemos fecharla
de forma aproximada gracias a su partida de bautismo ya que los niños debían ser bautizados
durante sus 10 primeros días de vida o eran multados.
1547 es un año muy interesante: de lo que está ocurriendo sacamos muchas conclusiones del
mundo contradictorio, lleno de claroscuros y de cambios muy profundos que están ocurriendo
en España y en Europa. Alcalá es una ciudad importantísima. Nace allí por casualidad, pues
por lo que sabemos su familia es andaluza. El cardenal Cisneros había fundado la universidad
de Alcalá el año 1499. En ese tiempo se publica la Biblia Políglota en la universidad de
Alcalá. Cuando la corte se traslada, absorbe todo ese mundo, toda esa riqueza cultural que se
había formado allí, en esa ciudad un poco perdida.
En ese año mueren Francisco I de Francia, el enemigo odioso para España, y Enrique VIII.
En ese año los turcos están llegando a Viena. El dominio imperial de los Habsburgo va de
capa caída por la guerra en Europa. Las condiciones de disgregación étnica. Se observan ya
síntomas de empobrecimiento, con ese dinero que se cede a los banqueros genoveses, y que
producirán luego tres bancarrotas del estado durante el reinado de Felipe II.
Empieza en ese año también la obsesión absoluta por la limpieza de sangre. Cervantes debió
de sufrirla en algún momento. Sabemos que en algún momento de su ascendencia hay judíos
conversos. En 1547 también aparece el primer Índice de libros prohibidos. La Inquisición
está en marcha desde el reinado de los RRCC, pero a partir de ahora se publicarán índices,
que pueden marcar la eliminación, la desposesión, la quema, la expurgación de los libros.
Cervantes nace en un momento de clímax: por una parte, es un momento de auge cultural, y
por otra parte, es cuando empieza la decadencia.
El cuarto hijo de los que tuvo es el padre de Cervantes, Rodrigo. Sabemos de él porque tenía
relación con personajes de mayor cultura que él. Era cirujano, es decir, sacamuelas (cuando
veamos cirujano en esta época, hay que entender que eran barberos, hacían apaños, tenían
algo de conocimiento de medicina, pero eran médicos manuales). También conocemos que
era sordo. Sabemos que era una persona “chapucera” que tuvo muchos hijos y se casó con
una mujer llamada Leonor de Cortinas. Se mete en problemas, pide un préstamo que no
devuelve y acaba encarcelado. El padre se trasladará con la familia a Valladolid. Durante
quince años la familia irá recorriendo España, sobre todo Andalucía.
Cervantes también tendrá problemas económicos con sus hermanas (que eran -con perdón-
“pendonazos”). Tiene problemas cuando su hermana y el duque Nicolás de Ogando tienen
una hija, Costanza (nombre muy cervantino). Esto se solucionaba en la época con la
adquisición de su apellido y una dote (una forma de manutención económica).
En cuanto a su apellido, no sabemos de dónde sale el apellido Saavedra (¿‘saya verde’?), y de
su significado.
¿Cómo influye todo esto en el carácter de Cervantes? Estudia en un colegio jesuita itinerante.
Durante unos años, el Colegio imperial fue el centro que dio la pauta a otros colegios
jesuíticos en Europa. Él está en el de Sevilla, que se acaba de fundar. Cervantes lo elogiará en
El coloquio de los perros; siempre, eso sí, con esa refracción tan cervantina: se está cediendo
la voz a los personajes de la obra; quien habla bien del colegio de los jesuitas es Berganza, un
perro.
Sevilla es donde nace Mateo Alemán, donde nace Guzmán de Alfarache, donde ocurre la
mayor parte de la picaresca, porque en el mundo real era donde ocurría todo.
Este poema está en un arco triunfal efímero, hecho por Getino de Guzmán (amigo del padre
de Cervantes). Demuestra un empapamiento en la cultura:
Su poesía exenta va a ser cada vez más manierista. Esto lo ha estudiado Elias Rivers.
En 1569 se va de España, forzado por las circunstancias, porque parece ser (hay lagunas
documentales), tuvo una pelea a espada con un tal Antonio de Sigura, al que dejó malherido.
Después de ese duelo se le condenó a un destierro de diez años de los territorios de Castilla,
por lo cual decide irse a Roma. En 1570 está en Roma, y al servicio de un cardenal,
Acquaviva, uno de los grandes de la curia de la época. Está como mayordomo. Sin duda,
asiste a las tertulias y a los encuentros de escritores. Probablemente fue en este año y medio
que debió leer todo lo que cayó en sus manos. Fue su universidad, su formación. Cervantes
no se sabe estar quieto, y muchos de sus personajes lo dicen. Se cansa del cardenal
Acquaviva. Quería ser soldado, meterse en el ejército. En estos años se estaba formando la
Santa Liga, la unión de la república de Venecia, la monarquía hispánica, los Estados
Pontificios ante la incursión de los turcos en Chipre. Cervantes se une a la empresa de Juan
de Austria para detener la entrada de los turcos en el Adriático, junto con su hermano
Rodrigo, y poetas de su generación (Andrés Rey de Artieda, Cristóbal de Virues, Pedro
Laínez, segundones que tenían que acatar el refrán “iglesia, mar o casa real”).
La suya es una vida que se mueve entre puntos oscilantes: de la gloria de la guerra a la
penuria carcelaria y barroca en España. [Jorge García López, Cervantes, el revés de la
trama.] Hay dos Cervantes: un Cervantes formado en el humanismo (un humanismo
intuitivo) y un Cervantes que vuelve del presidio de Argel herido, tullido, con una
experiencia a cuestas de dolor y penalidad. Siempre se presentará, sin embargo, como héroe
imperial de la batalla de Lepanto.
Cuando regresa, está sumido en la España barroca. Trabaja de cobrador de alcabalas y de
requisar trigo, aceite y otros bienes para la Armada Invencible. Al volver de su cautiverio
experimenta una vida social e intelectual muy menguada, diferente a la que antaño en sus
primeros años de vida experimentó. Pasa esos años fuera de contacto de los círculos de
escritor y la literatura, trabajando para conseguir recaudar dinero (sus declaraciones de
pobreza se tienen que coger con pinzas, no era tan pobre, hacía buen dinero, mas es cierto que
gran parte de su dinero se le iba en mantener a su familia que siempre se encontró en una
situación complicada. Sus suegros siempre lo vieron con desconfianza (su mujer era de
familia de campesinos acomodados de un pueblo cercano a Toledo, Esquivias)).
No se puede vivir de la literatura (Lope lo consigue, pero lo consigue mal, con apoyo de
ciertos nobles, que le subvencionan). Cervantes se rinde: quería ser autor teatral, pero se
encuentra con “el monstruo de la naturaleza”, Lope, que escribe de otro modo, arrasando en
la escena - no es capaz de acoplarse a esta concepción del teatro. Cervantes escribe la quinta
de las novelas pastoriles, La Galatea (1585), al llegar. No es una gran novela.
El gran ídolo de los escritores es Lope (por su vida y éxito en el teatro y su poesía). Cervantes
no es visto así, y esa distancia que toma del mundo literario le otorga una cierta libertad y
actitud despreocupada a la hora de escribir lo que quiera. La unión entre la vida y la escritura
de Cervantes se relaciona con la esencia de sus prólogos, cómo proyecta sus creaciones, con
distancia. Al idear un público tipo al que escribir su obra: “desocupado lector”. Cervantes
crea y autoriza a un nuevo lector para que sea distinto a como autorizan sus posibles lectores
los demás autores. Primera muestra de una actitud hacia la literatura que es
fundamentalmente distinta a la de los autores de prosa de ficción que están a su alrededor.
Prescinde de la necesidad de elogiar al lector y justificar una obra entretenida. La pone en
relación con el modelo de caballerías (el género más vasto) y, fundamentalmente, abre el
camino y crea la nueva prosa de ficción, la novela.
Cervantes hace lo que quiere, pero ¿qué quiere? Escribir. Recordando a Barthes, podríamos
decir que escribir empieza a ser un verbo intransitivo con Cervantes. Es una forma de ser, de
entender. Cervantes abre el texto completamente a las contradicciones, a los fallos y propias
posibilidades de contarlo, a las tensiones entre el “yo” que habla, sus posibilidades de decir
todo lo decible, la imposibilidad de narrar y representar el mundo, es lo que va subiendo y se
pone en primer plano en el texto obteniendo un valor extremo. El relato como interrogación
al mundo mucho más que como afirmación. La gran maestría de su escritura, la ironía, deriva
de allí, de que difícilmente podemos asegurar que algo verdadero siga siendo verdad mañana,
del examen del porqué profundo de las reacciones de los personajes, su pasado — los
pliegues de la realidad son tantos y tan infinitos que impiden el discurso monolítico claro,
doctrinal y moral.
Este soneto con estrambote lo tiene el autor como honra de su escritura, de lo mejor que
escribió. Ya es Cervantes en ese poema. Es una novela concentrada, con diálogos,
circunstancias, en el que hay muchos elementos que marcan la escritura cervantina.
Especialmente el recurso fundamental, la ironía.
Final de desvanecimiento, “y no hubo nada”. Los sonetos tienen cierto origen en los diálogos
ingeniosos, participa tanto de esta tradición como la jocosa. Tres personajes: el soldado, el
valentón y el narrador (una voz bastante neutra - ojo, que presenta con una descripción
valorativa, despectiva al “valentón”). “Voto a Dios”, “Por Jesucristo vivo” son blasfemias,
hechas a voces, en una catedral. El soldado sólo ve el dinero - es un ocioso, un pobre. Utiliza
un léxico soldadesco de apuestas, “diera un doblón por describilla”.
Hipérbole - se pasa del túmulo a Sevilla y al imperio. Para un soldado, que posiblemente haya
estado, Roma es sus ruinas, no la gloria.
“soldado” y “pobre” siempre van juntos en Cervantes (Ver prólogo segunda parte).
Manifiesta siempre sobre su escritura una actitud algo ambigua. Por un lado, él sabe que no
es un buen poeta (aunque algún poema bueno tiene, mismamente este soneto), “soy cisne sólo
en las canas”; por otro lado, de sus novelas, le cuesta mucho hacer una valoración precisa
(nadie ha escrito una obra como Quijote, pero no puede defender su descubrimiento, porque
la novela no tiene un fundamento preceptista consolidado). Hasta la muerte de Cervantes no
se puede vivir de las novelas, no existen novelistas como tales. [Edición e introducción de
Elias Rivers a todos los poemas, muy recomendable.]
La preocupación central de Cervantes fue la verosimilitud del relato, incluir cualquier cosa
pero no perder la verosimilitud. Sobre esto, no tiene muchas fuentes preceptivas a las que
acudir, puede ir a los modelos de preceptiva de la poesía épica, a partir de Ariosto y Torcuato
Tasso (el autor de la Jerusalén liberada). Debate entre poesía e historia. Lee estos textos
teóricos y trata de trasladarlos a la novela. En Persiles y Sigismunda él quería seguir los
cánones, las pautas de la poesía épica.
Libera al lector, a la vez. Deja al lector crear su lectura, completar con su capacidad de lector
aquellos elementos que no quedan explícitamente dichos y subrayados. En todos los textos de
ficción que habíamos leído hasta ahora existía la necesidad de remitir el texto ficcional a una
lectura moral. Cesión al lector de la responsabilidad de reconstruir/determinar la finalidad del
texto: “no eres su pariente ni su amigo [del libro, del autor], tienes libre albedrío”. El afán de
liberación de las ataduras de la ficción a otros propósitos que no sean los del relato. No es
responsable de lo que no dice. Las cosas no ocurren de una sola manera, de forma autorizada,
con poder autorial; las cosas se dicen desde un poder autorial muy débil, la verdad de los
hechos debe ser encontrada en colaboración entre el lector y el autor. Como la obra se
presenta con unas intenciones de fondo, que no debían ser muy activas al principio en
Cervantes, este necesitaba colocar el texto sobre algunos raíles para desarrollar el texto sin
que se abriera de forma demasiado desordenada. En este sentido, la parodia de las caballerías,
del romance, permitía remitir el texto a algo conocido, facilitarle de este modo la
comprensión inicial del Quijote.
No tenía que ser necesariamente una parodia cómica, aunque era necesario ofrecerlas de
forma exagerada, burlesca. Este proceso es de simplificación, que permite juegos bastante
limitados desde el punto de vista literario. Por lo habitual, una parodia presenta un esquema
muy simple
La del Quijote es una parodia que rápidamente se vuelve algo mucho más complejo. ¿Por qué
complica tanto el juego de narrador si es sólo parodia? La simple parodia de un romance no
necesitaba tanto. Una simple parodia habría sido breve, no habría dado para una obra de 1000
páginas (en 6 capítulos se agotaría). La parodia depende del texto parodiado; si uno no
conoce el texto del que se está burlando, no entenderá el texto derivado de él: en el caso del
Quijote, la lectura no depende del conocimiento exhaustivo de los géneros parodiados. Si se
conocen los modos, los episodios, las características del mundo caballeresco y pastoril, se
disfruta mejor el Quijote, pero no es necesario, ni mucho menos. Por ejemplo, la penitencia
de don Quijote en Sierra Morena (Cardenio, personaje sentimental, cortesano). A fin de
cuentas, no es necesario, porque se sobrepone sobre la intención textual la personalidad y las
características de don Quijote, especialmente a partir del capítulo VII, cuando aparece Sancho
Panza, cuando aparece el personaje dual (muy típico de la narrativa cervantina, personajes
que se reflejan). Cervantes sabe que para un relato le conviene una lectura dialógica, en la
que se rompa la lectura unívoca, conviene la difracción para representar la realidad.
Para Cervantes, cualquier relato es casual (hay que matizar). Detectar momentos donde
Cervantes intenta guiar la lectura, que son, precisamente, los momentos cuando más nos
perdemos (por ejemplo, los títulos de los capítulo, o las apreciaciones del narrador sobre
cómo el historiador arábigo no se ha dejado las “semínimas” del relato, alabándolo por
“puntual” (dice esto el que “no quiere acordarse”)).
La novela pastoril no se debe seguir en la vida real, forzar las ; revelación de la falsedad de
los procedimientos mentales plegados a lo literario (la desesperación, el suicidio de
Grisóstomo es un equívoco).
Con el episodio del vizcaíno, Cervantes parodia las rupturas en el clímax narrativo de los
libros de caballerías. Cuando están a punto de cruzar las espadas, se agotan las fuentes, hay
todo un interludio de hallazgo casual de unos papeles de Cide Hamete Benengeli (es una
parodia de Torcuato Tasso, final de un canto de La Jerusalén liberada).
Por supuesto, la tensión narrativa, los recursos de mantenimiento del interés del lector nunca
es prescindible en una novela, pero lo que realmente le importa a Cervantes sino cómo
reaccionarán los personajes, don Quijote y Sancho juntos. Ese personaje bicéfalo, dialéctico:
donQuijoteySancho. De ellos depende el avance y el interés de la obra y la visión del mundo
que vehicula. Sancho obliga a Quijote a justificarse, a matizar: Sancho aprende a ver a través
de los ojos de Quijote, de forma cada vez más profunda. Cervantes quiere conseguir que el
lector quiera seguir en compañía con los personajes, que son capaces de elaborar juicios
complejos sobre los acontecimientos. (Los engaños de la duquesa en la segunda parte - quiere
ver cómo reaccionan).
Don Quijote
Desde la definición inicial del personaje, su locura lleva a problemas estructurales, del
desarrollo del libro. La dialéctica locura-cordura es el elemento que provoca la evolución del
personaje. Ni siquiera en la picaresca encontramos evolución así (el Guzmán de Alfarache no
evoluciona); en cambio, don Quijote y Sancho sí.
Es una locura que no hay que encerrar, es superior, no se le ocurre a Cervantes enviarlo a un
manicomio (a Avellaneda sí); hay una proximidad en ese sentido con El elogio de la locura
erasmista. Es una locura carnavalesca, donde hay cierta subversión de valores, aunque
tampoco utiliza don Quijote la locura cómo hacían los locos de la literatura anterior, para
decir las verdades, las fallas, los vicios de la sociedad. La literatura bufonesca del XVI y el
XVII no configura la locura de Quijote de forma plena.
La primera parte se titula “el ingenioso Don Quijote”. El ingenio es el del que está dotado
para el arte e incluso las ciencias. Es un tipo de locura trazada sobre la teoría médica de los
humores. Don Quijote es un loco afectado de melancolía, que es lo que ocurre cuando uno
está encerrado demasiado tiempo leyendo, especialmente por las noches. Sus humores se han
enfriado - el melancólico es lunar, frío, húmedo. El afectado por la bilis negra se vuelve en
temperamento colérico con facilidad, basta con que se caliente (proceso de adustión). El
Quijote ocurre en verano, los mayores momentos de locura ocurren cuando hace calor
(episodio de los requesones). Un jarro de agua fría devuelve casi del todo la cordura a don
Quijote al principio de la novela.
El melancólico es el hombre de artes, de ingenios. Era una enfermedad muy chic, incluso de
moda. En el caso del Quijote de Avellaneda sí es un loco loco. Cervantes quiere a su
personaje. Es un personaje que actúa sobre su realidad de forma positiva, creativa. Los demás
saben que don Quijote es buena persona. Menos Sansón Carrasco, todos los personajes
intuyen que controla los límites entre la locura interior y la exterior.
Habría que fijarse en la evolución de su locura, ver cómo actúa en situaciones similares al
principio y final: su evolución hacia una locura activa, colérica, de acción en la primera parte
(lo encontramos atacando violentamente: acomete a los carneros, se pelea con el vasco,
etc…), y su cese en la fe en la caballería andante en la segunda. En 1615 es una locura
introspectiva, cautelosa, que mantiene reticencias ante la acción. Inicia aventuras mucho
menos físicas. El proceso de quijotización de Sancho es cada vez más evidente. Sólo al final
recupera la cordura Quijano, para morir. También a medida que avanza la novela la locura de
Quijote viene siendo más imprevisible, más inestable. Cervantes busca cargar la tensión
narrativa en las reacciones de don Quijote y Sancho. El núcleo de la parte de 1615, el
episodio de la cueva de Montesinos, es dudoso: su interioridad en clave.
Simas, bajadas simbólicas al infierno. Actúa de diorama mental donde se representan las
fantasmagorías de don Quijote; fantasmagorías melancólicas, de final; Durandarte, muerto,
en un túmulo; Dulcinea, grotesca, con el corazón disecado de Durandarte, no es una doncella
pura como al principio, sino una dama extraña. Sueño como cura de la melancolía: fijarse:
Don Quijote deja de ser él mismo en sueños ("y durmió de un tirón, como dicen, más de seis
horas; tanto, que pensaron el ama y la sobrina que se había de quedar en el sueño.") Su
melancolía deja de ser física, es un melancólico moral, puramente. Su melancolía la provoca
el cansancio vital, profundo, más allá de la ancianidad: es un hombre desengañado. Este
Quijote puede representar a la sociedad española de 1615.
Relación con el erasmismo. [Leer El elogio de la locura.] Utilización crítica de la locura. ¿El
Quijote es un vehículo de crítica? En la novela picaresca, se ponen en tela de duda las
costumbres. El Estebanillo se presenta como un loco (se salva haciéndose el loco). La locura
crea antivalores, puede cantarle las verdades al poder.
Sansón Carrasco ha leído los libros de caballerías de forma plana, como un bachiller, hombre
culto ausente de cualquier idealismo. Es el antagonista completo de don Quijote. Se encarga
de acabar con don Quijote, ¿pero por qué?
El Caballero del verde gabán, don Diego Miranda, es un trasunto de don Quijote, un Quijote
si no estuviera loco, físicamente. Si no hidalgo, un burgués; posee libros de poesía, es
aficionado a las letras, pero cuerdamente, de forma sosegada. Ofrece una alternativa a los
modos afectados de lectura de don Quijote.
Ofrece una visión completa de la sociedad, de las costumbres. ¿Hay crítica social? No es la
locura el vehículo de la crítica, al menos. No es una locura bufa (bufón en King Lear) ni
tratada como enfermedad. No es una crítica social directa. Usa la ambigüedad, la ironía,
aunque deja claras sus ideas de fondo (sobre la literatura, la libertad, el hombre, el papel de la
mujer), con las difracciones que tienen los seres vivos, que pueden cambiar. El tiempo pasa
en el Quijote, acumulando experiencias y respuestas sobre los personajes (esto es lo que le
enseña Cervantes a la novelística europea). La novela clásica (realista) es el relato en el que
el tiempo pasa, actúa. No sólo hay linealidad argumental sino un rizoma de tiempo, que
condiciona las reacciones de los personajes.
Microepisodio del muchacho soldado que va a la guerra. “A la guerra me lleva la necesidad”.
Forzado por el hambre, o por una leva (que pasaban muy a menudo y empobrecieron
Castilla). Muestra a los personajes con toda su carga de dolor. Don Quijote no lanza soflamas
ni a favor ni en contra, sino que deja que el personaje sea ambiguo, que sus motivaciones
estén profundas, interiores.
Carta de Teresa Panza “Pasó una compañía de soldados. [Tres mujeres se van tras de ella, a
prostituirse] Sus nombres no te los voy a decir, porque a lo mejor vuelven”. Piedad
cervantina.
Sancho Panza
Sancho Panza sí está más estructurado sobre El elogio de la locura, el erasmismo. [Antonio
Vilanova, Erasmo y Cervantes; libro de Bataillon sobre Erasmo]. Representa el tipo de
aldeano “de muy poca sal en la mollera”, que de vez en cuando, sin embargo, tiene unas ideas
que lo hacen el mejor. Se puede pensar en el bobo, en el rústico del teatro prelopista;
podemos sospechar eso además porque Cervantes era un gran conocedor de ese tipo de teatro
popular, los pasos de Lope de Rueda. Este rústico cometía prevaricaciones lingüísticas, en
esas fuentes a menudo sólo parece un bobo y es más listo que nadie. [Introducción de
Cervantes a sus entremeses] El teatro que ama Cervantes.
A Sancho lo define Cervantes con rasgos muy ambiguos. O es una persona muy desesperada,
o es muy tonta (su reacción a la promesa de una ínsula). Su personalidad se dibuja
rápidamente y Quijote le respeta rápidamente, y cada vez más. Después de la aventura de los
batanes, Sancho toma la iniciativa, porque Quijote se la cede (Don Quijote funciona de forma
oscilatoria: tiene momentos de impulso muy activo, y otros de abandono, en el que deja que
su misión se eche a perder.) Sancho no habla como una persona inculta; sí iletrada, pero de
honda sabiduría. El ingenio de Sancho tiene que ver con esa raíz folclórica del personaje, los
refranes son el hablar popular, que en Panza se trasladan a un nivel más alto, conceptual. Para
la parte más carnavalesca, un capítulo del libro de Vilanova. Sancho Panza actuaría como
doña Carnal, y Quijote como doña Cuaresma. ¿Loco festivo o loco materialista? Su lenguaje
va adaptando las reacciones de don Quijote, y comienza a hibridarse su locura con la de
caballerías.
Dulcinea
No aparece en la novela sino como fantasmagoría. Dulcinea no tiene nada que ver con la raíz
(dualidad entre Aldonza Lorenzo y Dulcinea del Toboso). Lo primero que vemos es la
necesidad de la dama en el esquema paródico de la obra (don Quijote necesita un motor para
su acción). Es el ejemplo del amor de oídas (amour de lonh), está adjetivada siempre con
epítetos, huele muy bien, se relaciona con el color rosa, rojo, su belleza es clásica, idealizada.
[Artículo de Agustín Redondo, “De Aldonza Lorenzo a Dulcinea”; traza muy bien cómo
pudiera ser una aldeana. Caricatura salvaje de serrana cifrada en el texto.] Nos da la
genealogía de Aldonza, de Dulcinea, pero la de Sancho y Quijano no.
Dulcinea es una imagen mental muy activa en don Quijote. Cuando hace las cosas más
absurdas, es cuando la tiene en la cabeza (aventuras exageradas, semisuicidas: pedir a un
caballero que ella es la más hermosa; exigirle a los galeotes que se presenten en el Toboso; la
penitencia en Sierra Morena…).
Diferencia entre la picaresca y el Quijote: primera persona y tercera persona del narrador. En
ese sentido, Don Quijote es más clásico; ahora bien, ese narrador que inventará Cervantes es
más rico, y dota de profundidad al relato, y en cierto modo es un personaje más. Tenemos al
segundo autor, el propio Cervantes, que aparece como personaje, el que encuentra los
manuscritos del historiador arábigo.
Tenemos que atender a la relación que entabla el narrador con don Quijote. [Capítulo “Puntos
de vista y modos de decir”, de Reilly.] En el Quijote, se siguen tres líneas, pautas, formas o
fases que coinciden con la evolución del personaje.
SEGUNDA FASE. Capítulos XVIII hasta casi el final de la primera parte. Los carneros.
Estímulos misteriosos (polvo, , ) se interpretan gradualmente, con mucho cuidado por parte
de don Quijote. El baciyelmo. Lo que Américo Castro llamaba “la realidad oscilante”, que
puede cambiar de definición de un momento a otro, dependiendo del personaje y del narrador.
Los golpes del batán. El punto de vista del lector se aproxima al punto de vista de don
Quijote. Esto queda todavía más claro en el capítulo 23, cuando don Quijote va a Sierra
Morena a hacer penitencia. Se encuentra con Cardenio, al que va a conocer poco a poco, en
dos términos separados por dos acciones, su presentación es muy gradual.
Progresiva quijotización del narrador en la tercera fase. Adapta los modos de ver de don
Quijote.
((Excesos de certificación en los datos; nos interesa la actuación del personaje, el cúmulo de
decisiones o indecisiones que lo ha llevado ahí.))
Don Quijote se vuelve prudente frente al engaño de las apariencias. Por eso se la adjetiva a la
de 1615 como una segunda parte barroca. Poco a poco el narrador y los personajes empiezan
a funcionar de forma similar. El propio Sancho, ya pronto en la segunda parte, le dice a su
amo “que se embosque en alguna floresta” (¿sabe Sancho de verdad qué es emboscarse?
Asunción del punto de vista de don Quijote es asunción del vocabulario. No lo diría si no
llevara un contacto estrecho con don Quijote). El narrador pierde la autoridad para nombrar
lo que ve. “pollinos o pollinas, que el autor no lo declara”. Estos borricos se convierten en
jumentos, cananeas, hacaneas, cebras. Estamos dentro de la indeterminación de la mente de
don Quijote, que quiere que la realidad no sea única, como la verdadera realidad. Dulcinea
está encantada: ¿qué está viendo?
La pérdida de autoridad del narrador aparece muy pronto, la encontramos en la venta ya, pero
se complica mucho entre los capítulos 9 y 30 de la segunda parte.
Don Diego Miranda, espejo plácido de don Quijote. Descripción exacta de su aspecto y
vestimenta. Don Quijote lo llama “el del verde gabán”, “el . En este procedimiento vemos la
designación cuidadosa por parte de don Quijote de un acontecimiento que puede desembocar
en una aventura o no. Otros momentos de identificación: los clérigos del capítulo XIX, que
vemos luego que son un bachiller y un estudiante. El narrador no suele usar los datos de la
omnisciencia sino los de don Quijote y Sancho. La parte melancólica del episodio de los
duques es que don Quijote es consciente del montaje.
Utiliza el estilo indirecto libre (paso del relato en tercera persona, omnisciente y exterior, a,
sin perder la tercera persona, meterse en la sensibilidad, los sentidos de un personaje). Se
introduce en la mente del héroe. Por ejemplo, en el capítulo III de la segunda parte, cuando se
descubre que se ha publicado una novela entera sobre las hazañas de don Quijote. Don
Quijote se maravilla de que esto haya ocurrido “y no se podía persuadir de que tal historia
hubiese, pues aún no estaba enjuta en la ” sin marca de dijo, pensó, se ha transmitido .
Es más potente la forma de ver de don Quijote que la capacidad del narrador de narrarnos los
hechos de don Quijote, como si estuviera asustado por las capacidades de don Quijote de
mediatizar la realidad. Se cautela de decir las cosas de forma demasiado clara. Don Quijote
decidirá por dónde van los acontecimientos, ha sometido al narrador.
Ruth el Saffar, “La función del narrador ficticio”, capítulo de un volumen en la editorial
Taurus.
Capítulo XVII de la segunda parte. La aventura de los leones. Después de hablar con mucha
cordura de poesía. Necesidad de contrapuntos: después de discursos sensatos, una aventura
loca. Don Quijote ha visto que por el camino de la Mancha por el que venían venía un carro
con banderas reales. Las banderas iluminan peligro, propiedad de la monarquía; esta
propiedad va custodiada, y hay que respetarla. Se le ocurre a Quijote detener el carro; la
identificación está siendo complicada: ha sospechado una aventura, don Diego Miranda
sospecha que lleva dinero de la monarquía. Por demostración de su valor, acto gratuito,
arbitrario. El acto gratuito no lo encontramos en la narrativa anterior, es moderno.
yo he visto por entre las verjas y resquicios de la jaula una uña de león verdadero
“Y es de saber que llegando a este paso el autor de esta verdadera historia exclama y dice:” -
Hay otro narrador que cuenta lo que cuenta Cide Hamete. Fijarse en todas las veces que
aparece la palabra “verdad”, “testimonio”.
Cierra, amigo, la puerta, y dame por testimonio en la mejor forma que pudieres lo que aquí me
has visto hacer, conviene a saber
no salir y volvióse a acostar”). Se dicen las cosas de forma absolutamente cierto. Esto es lo que
debe saber la posteridad.
Son los otros, que contra su versión, construyen la leyenda. El leonero cuenta sus testimonios
“menudamente y por sus pausas”, exagera. El leonero se inventa al león “acobardado”. Su
versión es la que se transmite a otros. La transmisión de la historia se complica.
Este procedimiento de difracciones está en la obra continuamente. Uno de los grandes temas
en el Quijote es la diferencia entre lo que se cuenta y lo que se es. La distancia entre el relato
y la vida, y cómo se hacen indistinguibles. Y que por eso hay que tener cuidado con cómo se
cuenta, porque en ello nos va la vida. Nos vemos obligados a volver a la historiografía, y al
Amadís.
Hay fragmentos de la obra en los que no sabemos exactamente quién es el narrador. Sobre
todo en la Segunda Parte. Las explicaciones de este problema son . Problemas de
certificación del libro de caballerías también se parodian, pero no explican del todo el juego
de complicación narrativa. No es imposible alcanzar nunca la verdad de los asuntos, porque
estos los filtran los personajes, porque están abarrotados de circunstancias. Hay un último
horizonte, epistemológico, del Quijote: en su última capa propone la verdad específica y
única de la ficción, como medio del conocimiento del mundo, no tanto la certificación de los
hechos y su verdad. Esta verdad se diluye.
Es difícil elegir si es una estructura lineal (pues en fin es un viaje, un viaje de aprendizaje de
la decepción, el desengaño) o una estructura circular, basada en tres círculos concéntricos, las
tres salidas de Quijote. O si es una estructura abierta, a pesar de la muerte de Quijote, porque
se pueden añadir historias dentro de la historia. O si está cerrada, y todo conduce al final, a un
momento conclusivo, no sólo argumentalmente sino conclusivo de todo aquello que se ha
dicho, de su sentido.
Si se lee con atención, se ve que en varios órdenes de profundidad hay relaciones muy
estrictas entre elementos que están muy separados. Concomitancias internas entre el
personaje de Cardenio, el curioso impertinente y don Quijote son muy aclaratorias. Cervantes
era bien consciente de la sensación de caos de la primera parte, y nos lo hace ver de muchas
maneras.
En un nivel superficial vemos que la historia está salpicada de prolepsis y analepsis. Dulcinea
es una suerte de raíl sobre el que corre la mentalidad de don Quijote. La relación con los otros
géneros literarios, sobre todo la novela pastoril, se refuerza con el paso de la obra. También,
recapitulaciones (Sancho “dio por buenos los palos que hasta el momento…”).
El gran problema del texto, y que tuvo que resolver Cervantes, es el de las historias
intercaladas de la primera parte. “Todo le acontece a alguien”, Américo. ¿Quién lo vive,
quién lo dice? “La concepción cervantina de la vida como una irregularidad, llena de saltos y
contradicciones, afectadas más por el incalculable mundo interno que por categorías
establecidas, permite
El curioso impertinente: pone a prueba la realidad, y tiene un paralelo por lo tanto con el
Quijote. En un sentido temático hay relación.
¿Cuál es la estructura del Quijote? Las estructuras no son en sí, las aplicamos nosotros.
Depende de nuestra interpretación / lectura [recordar para el examen]
[...]
El lugar en el que ocurre el argumento central es el mundo, en el que estas cosas pasan.
LA LENGUA DE CERVANTES
[la base de este apartado es el artículo de Rosenblat]
En el Quijote, los personajes se caracterizan lingüísticamente. Cuando se les da voz,
Cervantes los redondea, les da marcas lingüísticas únicas.
Lo que hace que Cervantes, al escribir, se quede en un tono medio es su preocupación por la
naturalidad en la expresión. Estamos en un momento de la literatura escrita en la que se han
ido tensando, están ya muy separadas las posibilidades extremas de utilización en lo literario
del lenguaje bajo, chocarrero (jácaras) y el hiperculto (poesía Góngora, grandes autores
prebarrocos). Si nos fijamos en una obra publicada el mismo año del Quijote, 1605, La pícara
justina: su protagonista habla y parlotea, hay un carnaval lingüístico de registros y dialectos.
Hay un ideal de llaneza erasmista en Cervantes que le detiene ante estos excesos. No sólo
busca que la lengua sea llana, sino también alegre (“sonora y festiva”, afirma en el prólogo).
El ideal cervantino comparte mucho con el del cortesano, tal como teorizado por Castiglione
en su libro. El cortesano, además de poder repentizar versos, debe poder contar historias de
forma comprensible. También le ratifica en este estilo de escritura el Diálogo de la lengua de
Juan de Valdés (1535). El ideal que defiende Valdés para la lengua es el uso: si la mayoría se
expresa así, si utiliza tal término, si habla de tal modo, ese uso es el que hay que seguir.
La parodia del lenguaje de caballerías implica humorísticamente que don Quijote cometa
disparates lingüísticos, pero no hay regodeo en lo obsceno, en lo chocarrero en el Quijote.
Cervantes manifiesta la oposición lenguaje discreto-lenguaje vulgar en el capítulo XIX de la
segunda parte:
“no hay para qué obligar al sayagués a que hable como el toledano, y toledanos puede
haber que no las corten en el aire en esto del hablar polido.
—Así es —dijo el licenciado—, porque no pueden hablar tan bien los que se crían en
las Tenerías y en Zocodover como los que se pasean casi todo el día por el claustro de
la Iglesia Mayor, y todos son toledanos. El lenguaje puro, el propio, el elegante y
claro, está en los discretos cortesanos, aunque hayan nacido en Majalahonda [no
depende de la extracción social, sino de la educación. Ese punto importante en don
Quijote, no la importancia de la circunstancia, como su libertad de hacerlo bien, de
elección, de cuanto su indagación en el ser del personaje. Hablar bien no depende de
qué hayas nacido en las tenerías de Zopodopo, sino de cómo te construyes]: dije
discretos porque hay muchos que no lo son, y la discreción es la gramática del buen
lenguaje, que se acompaña con el uso. Yo, señores, por mis pecados, he estudiado
cánones en Salamanca, y pícome algún tanto de decir mi razón con palabras claras,
llanas y significantes.”
Otro eje fundamental en su lengua son las bimembraciones, los juegos de antítesis o de
acumulación. Acumulación que a veces es de ideas complementarias, o también, de algo que
le criticó ya Avellaneda en el prólogo, diciendo que él “[huye] de hacer ostentación de
sinónimos voluntarios”. Esta repetición sinonímica tiene muchas funciones. A veces es pura y
simple, pero a veces es irónica, o sirve para completar las similicadencias. Cervantes
equilibra los parlamentos de los personajes: discursos como el de las armas y las letras están
construidos sobre ritmos binarios (“puso los pies en polvorosa y cogió las de Villadiego”)
Las comparaciones dan mucha visualidad al texto, poseen muchos elementos sensoriales.
Cuando se cae con toda su armadura Quijote: “quedó como galápago encerrado y cubierto
con sus conchas, o como medio tocino metido entre dos artesas, o bien así como barco que da
al través en la arena” (II, liii).
Es muy cervantino cuando mezcla en una misma oración un elemento abstracto y otro
concreto. Hay que pensar en el estilo como algo que impregna no sólo cómo lo dice sino qué
dice.
4. 2. LAS NOVELAS EJEMPLARES
[Hay que leer El celoso extremeño (¿cómo es la evolución del personaje? Más simbólica que
psicológica), La gitanilla, Rinconete y Cortadillo (el ejemplo máximo de aproximación a la
picaresca en Cervantes. Personaje dual, que sufre cierta evolución, pero el fallo de estos
pícaros en momentos clave impide que lleguen a dónde deberían), El casamiento engañoso y
El coloquio de los perros (estas dos últimas forman una unidad). La tensión entre realismo e
idealismo es muy fuerte en estas novelas, más incluso que en el Quijote.]
Con las Novelas ejemplares de Cervantes estamos ante una colección de textos que marcan
un antes y un después. La escritura de la novela corta va a sufrir una alteración radical:
tendrán mucho éxito y serán leídas por parte de los escritores. Con las Ejemplares tendremos
una serie de problemas para entenderlas bien: el propio Cervantes lo tendrá claro cuando
hable de ser “la primera persona en novelar en castellano”.
Es verdad que en las Novelas ejemplares recoge y amplifica una tradición que en España no
ha tenido un precedente claro. Hay colecciones de relatos breves medievales, con un éxito
conocido (confluyen en el Conde Lucanor, de don Juan Manuel), pero son en su mayoría
traducciones. Son relatos en ocasiones anónimos, de origen culto, por mucho que a veces
incluyan elementos folclóricos. Durante el siglo XVI (hacia 1540/1545) han ido apareciendo
también, con el auge de la imprenta, recopilaciones de relatos breves, en formato de libro.
Les dan denominaciones muy variadas: el Fabulario de Sebastián, las Colecciones de
facecias, los Cuentos (que es la palabra más habitual.) Son colecciones prácticamente de
anécdotas, de historias muy breves, muy concentradas.
Tenemos:
- Por otro lado, los cuentos. Un cuento es una cosa mucho más abierta que la fábula.
El primer corte que habría que hacer es entre los ejemplos (los exempla) y los cuentos. Los
exempla son ejemplificaciones, no poseen una moralidad referida a alguien ejemplar, sino
que tienen una función narrativa de ejemplo. Ejemplifica algo que está expuesto de forma
teórica (una virtud, un pecado, una forma de comportarse…). En los sermonarios de los
predicadores se encontraban recomendaciones sobre cómo estos debían emplear los
exemplas. Lo que es fría recomendación teológica se encarna. Baltasar Gracián, gran jesuita,
en un momento de su vida quiso ser predicador en la corte de Madrid e hizo un sermón
extraordinario, y para mejor escenificarlo, más allá del ejemplo, se sacó una carta que había
recibido del demonio.
¿Cómo son estos cuentos del XVI que empiezan a proliferar? En Covarrubias ya aparece la
palabra cuento. En el XVIII, el Diccionario de Autoridades recoge la siguiente definición: ‘Es
tambien la relación o noticia de algúna cosa sucedida: Y por extensión se llaman tambien assí
las fábulas, o consejas, que se suelen contar a los niños para divertirlos.’ En el lenguaje
habitual del Siglo de Oro es algo que ha ocurrido (nos encontramos con expresiones como “la
verdad del cuento”).
Enseguida que pasa a la literatura escrita, se aclara la capacidad del cuento breve para
apartarse de la moraleja, mucho más que cualquier otro género narrativo, porque busca ser
agudo. Para consolidar su agudeza, puede ser truculento, picante, o incluso inmoral. Después
del Cortesano traducido por Boscán, se entenderá que el cuento es un dicho agudo o un
apotegma narratificado (cuya parte narrativa ha sido amplificada). Boscán las pasa canutas
para traducir al castellano la terminología de la facetia sobre la que teoriza Casteglione. La
palabra cuento se encuentra en manuales de cortesanía posteriores, como El escolástico de
Cristóbal de Villalón, El Galateo español de Gracián Dantisco. Hablan de la capacidad que
debe tener el hombre culto, no sólo el escritor profesional, de contar con gracia anécdotas.
Empiezan a aparecer colecciones de cuentecillos breves que sirven para que el hombre culto
en sociedad tenga un repertorio de chistes con los que amenizar las conversaciones.
El refranero de Correas contiene unos 40 cuentos, unidos a refranes. Las misceláneas no son
sólo fuentes de ensayos, sino de cuentos, de relatos. Encontraremos cientos de historietas. El
Jardín de flores curiosas de Torquemada, la Nueva floresta española. Son de tipo folclórico
en gran parte. En ella se mezcla el componente folclórico con fuentes escritas de la literatura
culta italiana (pero el compendiador se engaña al pensar que son cultas, a menudo estas
fuentes derivan a su vez de una raíz folclórica).
Muchas de las anécdotas aparecen en el teatro, porque son muy ágiles, muy verbales, muy
aptas para trasladarse al drama.
La apelación a la experiencia propia, mediante el uso de la primera persona, enlaza con las
relaciones de sucesos. En ellas cabe todo: lo más fabuloso y fantástico se llena de marcas que
lo hacen verosímil (“vino un viajero que vino de peregrinaje de Jerusalén y pasó por Grecia y
allí le pasó…”). Llega a ser una moda la construcción de historias sobrenaturales que juegan
con la apetencia de fantasía del público [hay una antología: El demonio meridiano]. La
estrategia de Torquemada: siempre empieza hablando de lo que le han contado, como
experiencia personal o cercana. “En nuestros días se dijo y se afirmó por cosa averiguada y
muy verdadera que en Alemaña representaron ciertos autos o comedias en las cuales un
hombre del pueblo representó un demonio yendo vestido con unos aderezos y insignias feas y
espantables, y acabada de hacer la representación se volvió a su casa, tomándole codicia de
tener acceso con su mujer sin mudar el hábito ni quitarse los vestidos, y, dejándola preñada de
este ayuntamiento teniendo ella en la imaginación lo que representaba la figura y hábito en
que su marido estaba vestido, vino a parir una criatura que representaba la mesma imagen de
demonio, tan espantable y con tan gran fealdad que ningún diablo del Infierno se podía pintar
más feo ni abominable. La madre murió del parto, y de lo poco que esta criatura vivió (que,
según dicen, fueron tres días) se cuentan cosas infernales, y para que fuese manifiesta esta
maravilla por el mundo lo traían estampado en España y en toda la cristiandad”, “En el
pueblo donde nací y yo me crié”
Novela: parangonable a lo que escriben los novellieri, los grandes maestros italianos:
Boccaccio, Giraldi Cinthio, Bandello, Straparolla…
El primer problema que se nos plantea con las Novelas ejemplares es el del título (además
parece que el título original era Novelas ejemplares de honesto entretenimiento). Son obras
compuestas desde mucho tiempo atrás, al parecer. Algunas las podemos fechar tan pronto
como 1587/1589, cuando Cervantes anda por Sevilla. Una de las más antiguas (1589) sería
Rinconete y Cortadillo, que trata del mundo del hampa sevillana (Monipodio).
Tenemos una colección de novelas que se escribe entre 1589 y 1612, cuando las entrega a
imprenta. Desde que acaba la Galatea al momento previo de la publicación de la segunda
parte del Quijote. Lo que ha hecho la crítica, viendo la variedad enorme de modelos y de
intenciones y características que contienen estas obras es intentar darles un orden, una
clasificación cronológica y un orden temático. Sin demasiado acuerdo ni éxito. Un corte que
ha tenido cierto éxito en la crítica es el que pone en primer lugar las novelas que tratan de un
modo más directo e “ingenuo” (menos elaborado) la experiencia personal de Cervantes en
determinados acontecimientos y lugares: El amante liberal (habla de una manera muy directa
del cautiverio: el protagonista es preso en Chipre. Se intenta combinar la realidad histórica de
la toma de Chipre con una historia amorosa y con elementos de la vivencia personal), La
española inglesa, El licenciado Vidriera (hay un viaje por Italia como un gran tour
romántico, para ver ciudades: Cervantes no le da un sentido profundo a ese recorrido, es un
pretexto para descripciones) y Rinconete y Cortadillo (retrato de la Sevilla marginal). De
todas estas, la primera que pudo escribir fue El licenciado Vidriera, pues los materiales están
colocados de forma muy poco elaborada. El loco podría dar mucho más de sí, los conflictos
están sólo esbozados. Rinconete y Cortadillo, en cambio, es la parodia de la virtud, de lo
ejemplar, una novela ya autorreflexiva sobre el modelo narrativo que se propone en las otras.
No parece escrita en un momento inicial, y de hecho contiene una lectura de la lectura del
conflicto social que ha llevado la novela picaresca (es decir, después del Guzmán de
Alfareche, tras 1605-1606).
“y si no fuera por no alargar este sujeto, te mostrara el honesto fruto que se pudiera sacar” →
Cervantes básicamente dice que hay un secreto que no quiere decir, por falta de ganas y de
espacio. Es una incitación.
Parece que la última, doble, El casamiento engañoso y El coloquio de los perros, sería la
última que escribió, por referencias internas. El coloquio de los perros es una novela
virtuosista, una exhibición de conocimientos narrativos (metanarratividad de que sea un
diálogo de perros escuchado y contado por un sifilítico a un - juego muy sutil entre escritura
y recepción de la escritura). Contiene su poética narrativa acerca de las Ejemplares de forma
más profunda. El problema fundamental de las Novelas ejemplares es la invención de
historias para que sean verdaderas.
El último es Jerónimo de Salas Barbadillo, uno de los mayores escritores de novela corta en
el siglo XVII. Cuando hace esta aprobación, es un escritor que apenas ha publicado, sólo La
hija de la Celestina, y con el respaldo de un noble (una novela muy festiva, que continúa la
Celestina de acuerdo con los gustos del XVII). En los paratextos de esos años encontramos la
tasa, el privilegio y la aprobación. Puede haber también un privilegio real. Las aprobaciones
podían ser de dos tipos: legal, administrativa (del consejo de Castilla, del reino donde se
publica), eclesiástica y, a veces, la inquisitorial (a veces el Santo Oficio no coincidía con la
Iglesia en sus veredictos). Normalmente estas aprobaciones no son muy específicas: “no
contienen nada que atente contra las buenas costumbres, etc, etc.”. Pero en este caso son
interesantes, por lo entusiastas que son (especialmente Barbadillo, que señala de nuevo su
“invención” y su “abundancia” [=riqueza] linguística).
[FALTA ALGO]
Casi todas contienen una historia amorosa interna (menos Rinconete y Cortadillo y el
Coloquio). Quizá de ahí habría que deducir la moral, aunque es complicado. Casi ninguna
contiene un final con moralidad (El celoso extremeño y, en cierto modo, Rinconete).
Rinconete y Cortadillo da una explicación de que se va a apartar del mundo del hampa,
aunque no se ha abierto una nueva vía personal, de salida. El problema moral es mucho más
profundo que pertenecer o no al mundo del hampa, sino qué actitud y qué circunstancias
llevan ahí.
La reflexión que hacen los tratadistas italianos (es importante quedarse con Francesco
Robortello, el gran tratadista aristotélico italiano), que llega a España con el Pinciano .
Partir de allí para estudiar y analizar las relaciones del mundo real para desde ahí sacar una
conclusión válida de tipo universal pero no al revés. Nueva lógica narrativa. No es la de la
novela pastoril o la bizantina… Lógica de necesidad entre los acontecimiento narrados, los
acontecimientos per se que ocurren de esa manera que la narrativa cuenta y que es la misma
en la que ocurren en el mundo real, encadenadas por una lógica de necesidad. Cervantes es
aristotélico en este sentido y ha leído a los preceptistas italianos aristotélicos como
Robortello.
Otro elemento importante de la Poética aristotélica es que defiende y pone en primer plano la
existencia y atención que debe prestar el escritor al género literario en el que escribe y que
cada uno tiene sus normas. Lamentablemente, Aristóteles no habló de la narrativa en su
tratado.
Principio in medias res de El amante liberal, con relación con la novela bizantina: “-¡Oh
lamentables ruinas de la desdichada Nicosia, apenas enjutas de la sangre de vuestros
valerosos y mal afortunados defensores! Si como carecéis de sentido, le tuviérades ahora, en
esta soledad donde estamos, pudiéramos lamentar juntas nuestras desgracias, y quizá el haber
hallado compañía en ellas aliviara nuestro tormento. Esta esperanza os puede haber quedado,
mal derribados torreones, que otra vez, aunque no para tan justa defensa como la en que os
derribaron, os podéis ver levantados. Mas yo, desdichado, ¿qué bien podré esperar en la
miserable estrecheza en que me hallo, aunque vuelva al estado en que estaba antes deste en
que me veo? Tal es mi desdicha, que en la libertad fui sin ventura, y en el cautiverio ni la
tengo ni la espero.”
Empieza hablando una voz, no caracterizada. Nos coloca en un espacio real, muy conocido
en la época, Nicosia, tomada por los turcos y arrasada. Es un preso, lo vemos enseguida. Es
un trasunto perfecto de Cervantes en Argel, encerrado, viendo desde un recuesto las lomas de
Argel. “Mas yo, desdichado…” --> Relación entre una realidad histórica lejana y el yo que
habla.
En La gitanilla y en La ilustre fregona, hay una articulación extremadamente difícil entre un
mundo ideal y un mundo de ladrones, durísimo (Preciosa, la gitanilla, cuyo nombre, más que
cursi, apunta al precio, a que es preciada, es preciosa porque da dinero a los gitanos, vale su
peso en oro). Otro problema: la articulación entre la sangre y el linaje (también es Preciosa
porque no es de la misma sangre que los gitanos, porque es noble y ha sido robada) vehicula
cómo alguien es en el mundo real, y cómo funciona en el mundo no visible, el del linaje.
Celoso extremeño. Las opciones están forzadas por un comportamiento que está grabado
indeleblemente en Carrizales. Reproduce un comportamiento negativo que lleva en sus genes,
desde que nace y antes: la atención exclusiva única y directa al dinero (caracterización por
parte de los críticos como plutónico).
En el patio de Monipodio están grabadas las leyes. Es una parodia en muchos puntos del
mundo convencional de lo bueno. Es el envés.
Tenemos que partir de la idea esencial cervantina del contraste, del esfuerzo de conciliación
que hace de realismo e idealismo en las Novelas ejemplares y el Quijote. No se extiende sólo
a lo estético, sino que atañe a cuestiones puramente literarias, retóricas, cómo construir a los
personajes dentro de esa dialéctica de tensión literaria de representación literaria de la
realidad y representación literaria de lo ideal.
“Lo estético surge cuando la experiencia ilumina hechos concretos de la vida. Estos
elementos pueden ser rechazados o parodiados, como cuando Rincón y Cortado se encaminan
a Sevilla, la imagen por excelencia del mundo naturalista y acaban en la cofradía de
criminales de Monipodio, que es una cofradía religiosa al revés.” No es que vaya cada cosa
por separado, sino que en la experiencia humana, y en los límites en los que nos permite jugar
la literatura, la ficción, estos elementos se combinan, y deben estarlo. Ofrecen una naturaleza
limitada, superior a la mera experiencia y a la mera representación abstracta del mundo. En
ese sentido, es superior a la vida. En la vida no percibimos siempre esa unidad. El relato de
ficción es un lugar de trascendencia de lo trivial por medio de esa tensión entre real e irreal.
Ahí está Cervantes. Es algo insólito. La Sevilla del hampa de Rinconete está contada como un
revés de lo real.
“El viaje sin búsqueda se ha convertido en el descubrimiento del hampa” Este es otro
elemento cervantino: la importancia concedida a la voluntad de los personajes, a la libertad.
Una libertad guiada: otra tensión fundamental en la narrativa cervantina. La libertad en la
literatura de Cervantes nunca es una libertad liberadora per se; el ejercicio de la libertad sólo
es bueno si está atenido a una voluntad, de ir, de ser, de actuar, a una finalidad. La voluntad
de Rincón y Cortado, total al principio, carece de foco. No es un moralismo antilibertario,
sino una defensa de la libertad armónica (el mundo real no permite una libertad absoluta). En
este cúmulo de contradicciones está siempre el personaje cervantino.
La gitanilla. Es interesante ver cómo el conflicto está hilado. Tenemos una primera parte de
la obra en la que aparece ese personaje central, Preciosa, una gitana joven con unas enormes
habilidades para bailar y cantar. Tiene respuestas rápidas e ingeniosas, y es especialmente
honesta en su comportamiento, en contra de un mundo gitano que se nos ha representado
violento. Una vez presentado el personaje, vemos que ha sido criado por una anciana, que la
ha criado como “una joya”. La descripción monetaria es una constante (“niña de oro, y niña
de plata, y niña de perlas, y niña de carbuncos” la llama doña Clara). Es importante subrayar
la educación cuidadosa a la que la ha sometido la abuela gitana (“a mi nieta hela criado yo
como si fuera hija de un letrado”), porque vamos a descubrir al final que no es gitana. Si no
ocurriera eso, la conclusión moral sería que es superior porque no era gitana.
Don Juan de Cárcamo es un noble muy muy noble que se enamora de Preciosa. Al principio
no conocemos su nombre por respeto a su linaje. Para saber el grado del enamoramiento se le
hace pasar unos años viviendo como gitano como requisito previo para poder casarse con la
gitanilla. Él se cambia de nombre, se hace llamar Andrés Caballero. El nombre es importante
porque actúa como un caballero andante (“sólo quiero servirla del modo que ella más
gustare”). Esta gitanilla que le ha enamorado actúa en su cabeza como Dulcinea para don
Quijote, es un motor a partir del cual cambia radicalmente de vida, se acostumbra a la vida de
los gitanos, e incluso, en una reyerta, mata a un hombre.
(...) Al darse cuenta de que Preciosa es su hija, se produce todo el sistema de reconocimiento,
se pueden casar Andrés Caballero y Preciosa. Se han restaurado todo los vínculos de nobleza
y de sangre que actuaban desde el principio de la obra. Son personajes que buscan resolver
ese conflicto, esa desarmonía radical en el mundo (Preciosa es, en sí misma, la armonía) y
trascenderla, sin que sea una lección externa.
El celoso extremeño. Otra perspectiva de lo que veíamos antes, y que modifica lo visto en La
gitanilla. Podría provenir de historias italianas y del tema clásico del viejo y la niña, pero
Cervantes trasciende sus fuentes. Hay una estructura mítica muy subsumida en la historia,
que sirve para subrayar irónicamente aspectos. Mediante estos parangones Cervantes marca
su distancia con la historia. La historia de Carrizales, el celoso, es la de un personaje trivial,
de una vida anodina, representante de un mundo en descomposición, muy propio de la
España de sus años. Se nos presenta como un personaje heredero de una riqueza, hidalgo, y
como un personaje lineal (“no ha muchos años”). Pronto aparece un término de comparación
bíblico: “el hijo pródigo”. Casi todas las marcas en este punto serán las de un personaje
sinvergüenza, que ha dilapidado su fortuna y que viaja, no tanto para rehacer su vida, sino
para huir o ganar dinero. Es uno de esos personajes de las Ejemplares que parte no sabe bien
a qué. Nos da a entender que durante ese viaje a través del mar Océano, “les encubrió la
tierra”. Es un viaje plutónico, a las minas de oro de América, al metal que está subterráneo, al
Hades, al reino del dinero, donde no hay ninguna virtud. De noble empobrecido pasa a una
categoría nueva, la del indiano que vuelve rico, el burgués, el que tiene toda su esperanza y su
virtud en la posesión de dinero. Comprará a su esposa, y la tratará como su última posesión.
Su alma es otra riqueza, no está arrepentido. Al final aún se repetirá una vez más el ciclo,
cuando el seductor que ha conseguido romper el encierro de Carrizales hace de Carrizales, y
se va a América. En su lecho de muerte, al celoso se le da la oportunidad de percibir su error
y se da cuenta de su vida errada. No es lo que suele ser el esquema del viejo y la niña,
paródico, sino una tragedia.
Cuando construya la casa, será una casa construida sobre marcas míticas. Carrizales se
presenta como un Argos de cien ojos (“nunca estuvieron mejor guardadas las manzanas de las
Hésperides…”). Ha intentado construir un paraíso equivocado, un paraíso artificial
condenado a resultar un infierno para él (no tanto para Leonor, porque a fin de cuentas es una
niña y su situación de reclusión no era tan excepcional en la época). Otro elemento
mitológico que funciona en el texto es la historia de Vulcano descubriendo a Marte y a Venus.
La casa es el espacio mítico en el que hay cierta representación del interior de una fortaleza,
para encerrar a la muchacha, y la representación de la destrucción del interior de la
muchacha. Se la está forzando a adoptar un comportamiento que no habría adoptado de otro
modo (la necesidad de abrirle la puerta a un mozo que toca la guitarra).
No usa el mundo de la mitología para elevar el relato sino para remitirlo a la experiencia. Lo
importante es la experiencia individual de estos personajes, que si actúan de cierta manera,
reproducen una estructura mítica. No es un adorno el mito. Loaysa → Hermes, Carrizales →
Plutón.
ESTEBANILLO
La construcción del personaje es peculiar, voz narrativa que se distancia mucho de sí misma
pero se introduce mucho en lo que cuenta para cerrarlo. Autoanálisis del protagonista. Punto
final de la picaresca. Recursos de intensificación presentes al principio del género: maldad
desarrollada hasta principios injustificados. Desactiva las críticas y las invierte como defensa
de la acomodación, de la inmoralidad, de un humorismo agresivo contra todos los valores. En
su exceso, revela su conformismo, su conservadurismo frente a la crítica aguda que contenía
el Lazarillo y sus herederos directos (la crítica social es menos clara en el Guzmán ya, y el
humorismo es menor, el agrio del Barroco).
Preguntas posibles
¿Qué peculiaridades tiene el Estebanillo para la picaresca?
¿Qué significa Estebanillo González, hombre de buen humor? Cómo se construye el
personaje.
Francisco Rico. La novela picaresca y el punto de vista. [nos lo pasará] → guía para la
lectura