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EESOPI Nº 8111 Colegio “Ntra. Sra.

de la Misericordia” – Lengua y Literatura - 4º año – Año 2020

La literatura europea medieval


Cuando se lee un texto medieval en un libro impreso, se está realizando una actividad
absolutamente impensable en la Edad Media. En principio porque no existía la imprenta en
aquel tiempo (precisamente, la invención de la imprenta y la difusión de los libros impresos
fueron acontecimientos culturales que marcaron, entre otros, el final de ese período
histórico). Toda obra literaria se originaba en la oralidad o en la manuscritura, es decir que la
actividad literaria dependía completamente de la voz y de mano. Si, además, se tiene en
cuenta que la gran mayoría de la población era
analfabeta, se comprenderá la enorme importancia de
la difusión oral. Casi toda la literatura medieval fue
compuesta para ser escuchada, ya fuera mediante la
recitación o la lectura en voz alta.

La composición de las obras

El hecho de saber que la obra literaria que se


compone no va a ser leída sino que va a ser escuchada,
forzosamente afecta el modo de componerla: la
expresión será más enfática, se apelará a diversos tipos
de repeticiones, en fin, se usarán todos los recursos
para dejar una impresión fuerte en la imaginación de la audiencia y para asegurar una
correcta comprensión del sentido (puesto que no existe la posibilidad de volver la página atrás
y releer hasta entender lo que se quiere decir). Por supuesto que el público medieval tenía una
memoria auditiva muchísimo más desarrollada, y esta fue una condición fundamental para
que el fenómeno literario fuera posible.

A esto habría que agregar que la palabra pronunciada y la palabra escrita no tienen la
estabilidad y la exactitud mecánica de la palabra impresa. Cada vez que un poema oral se
recitaba, cada vez que una obra escrita se copiaba (a mano), inevitablemente se producían
cambios y variaciones, involuntarios o premeditado. En consecuencia, la obra literaria
medieval era muy inestable, proceso de variación permanente.

Por supuesto que esta inestabilidad no era la misma para todos los géneros. Si se
trataba de transmitir la Biblia o los autores clásicos de
la Antigüedad, escritos en latín, el prestigio y la
relevancia de estos modelos provocaba en los
copistas un afán por respetarlos minuciosamente y
no introducir la menor modificación. En cambio, si se
trataba de una obra escrita en lengua vernácula (es
decir, en la lengua moderna de raíz latina o
germánica, según los países, hablada por cada nación
y que comenzaba a consolidarse en la Alta Edad
Media) se la consideraba parte de un patrimonio
común en cuya elaboración podían participar todos
los que se considerasen dignos de hacerlo.

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Una última diferencia notable tiene que ver con los contenidos y la extensión de lo que
se entendía por literatura. En el amplio campo del fenómeno literario medieval se encuentra,
además de la poesía y de la ficción, núcleo de lo que hoy se entiende por literatura
propiamente dicha, otro tipo de obras, tales como bestiarios (sobre animales), lapidarios
(tratados sobre las propiedades de las piedras), libros de viajes, crónicas y hasta un género
que se podría llamar de "autoayuda", con consejos para bien vivir.

Fenómenos orales y escritos

Es necesario comprender que oralidad y escritura no son simples modalidades de


expresión literaria, sino que constituyen tecnologías culturales al servicio de la comunicación
de los miembros de una sociedad. La preeminencia de una u otra tendrá inevitables
consecuencias en la supremacía de unas formas literarias sobre otras y en la dirección de la
evolución literaria, lo que se tratará de ilustrar en los
párrafos siguientes.

Ahora se deja de lado el fenómeno de la literatura


escrita en latín durante la Edad Media, ciertamente muy
importante, para centrar la explicación en la literatura de las
nacientes lenguas modernas.

La actuación juglaresca

Durante la Alta Edad Media y hasta fines del siglo XII, en una sociedad casi
completamente iletrada donde la oralidad era dominante, la figura más importante era la del
juglar y su actividad, la actuación juglaresca, fue la principal práctica literaria. Apoyándose en
el ejercicio adiestrado de la memoria, y el dominio de la gestualidad y el espacio de actuación -
la escena juglaresca, en torno de la cual se congregaba el público-, el juglar componía o
repetía poemas líricos y épicos. Precisamente, el poema épico o cantar de gesta, era su
realización más importante.

Los juglares fueron durante este período toda una institución cultural, porque
cumplían la función de intermediarios entre la memoria colectiva y la comunidad, de custodios
del patrimonio cultural comunitario. Su recitación y su canto no sólo servían para entretener al
público, sino que constituían un acto de celebración de la identidad compartida.

El surgimiento del verso escrito

A lo largo del siglo XII se produjo un cambio en la actitud de la Iglesia, a la que


pertenecía la minoría letrada de la sociedad, que comenzó a preocuparse por llegar a un
público más amplio que no sabía leer y que ya no entendía el latín. Para ello, comenzó a
valorar los recursos del juglar y a componer obras en lenguas vernáculas. En este momento, la
escritura empezó a desplazar a la oralidad: los cantares de gesta orales empezaron a ponerse
por escrito y los poemas épicos tardíos se compusieron directamente por escrito. Aparecieron
poemas líricos y narrativos cultos que referían nuevas historias: historias de la Antigüedad,
como las hazañas de Alejandro Magno; historias de caballerías, como las aventuras del Rey
Arturo y los caballeros de la Tabla Redonda; historias sagradas, como los milagros de la Virgen
María.

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A lo largo del siglo XIII la escritura siguió desarrollándose y encarando empresas


literarias más ambiciosas, ya no sólo en verso sino también en prosa: aparecieron las
traducciones de la Biblia al francés y al castellano antiguos, crónicas universales y
compilaciones de todas las aventuras del ciclo del rey Arturo. Todas estas obras enormes sólo
fueron posibles por una innovación tecnológica: la difusión del papel, soporte de la escritura,
mucho más barato y disponible que el pergamino. Por supuesto que la aparición de una nueva
forma no significó la desaparición de las anteriores: la oralidad y la escritura convivieron hasta
el fin de la Edad Media y aún después de la aparición de la imprenta.

La poesía épica medieval

Un género que se destaca en la Edad Media es el de la poesía épica. La poesía épica


medieval tiene sus raíces en la épica germánica, pero sólo floreció a fines del siglo XI en Francia
y de allí se extendió por el resto de la Europa occidental. Comparte los rasgos característicos
de toda poesía heroica (desde Homero hasta el siglo XX, desde Europa hasta los confines de
Asia y África).

Las características de este tipo de poesía son las siguientes:

1. es una poesía centrada en la figura de un héroe, a través del cual se exaltan las
virtudes más apreciadas por una comunidad (fuerza, valentía, voluntad, ingenio, astucia). El
héroe épico otorga dignidad al género humano, porque muestra lo que es capaz de lograr el
hombre, ensancha los límites de su experiencia, encarna el afán de superar la fragilidad
humana para alcanzar una vida más plena. Es necesario aclarar, por último, que el héroe épico
no posee poderes sobrenaturales (no vuela, ni lanza rayos ni ve a través de los
muros), sino las capacidades de cualquier mortal, sólo que en grado superlativo;

2. es poesía de acción, porque el héroe manifiesta sus virtudes en la acción, de eso


resulta una poesía esencialmente narrativa que atrae el interés hacia su héroe mostrando lo
que hace: buscar el honor a través del riesgo. En esto aprovecha la tendencia general de todo
público a disfrutar de un relato bien contado y a rechazar las moralizaciones y los
adoctrinamientos; por eso, la poesía heroica carece de comentarios e intromisiones del
narrador en la historia contada;

3. su narración es objetiva y de carácter realista, por lo tanto no hay introspección


psicológica de los personajes y sus acciones transcurren no en ámbitos fantásticos (un mundo
submarino o un reino aéreo sino en ambientes cotidianos para el público: castillos, bosques,
caminos, monasterios, poblaciones;

4. posee linealidad y unidad de acción, es decir que el argumento relata las hazañas
del héroe en forma continua sin distraerse en digresiones ni abordar argumentos secundarios;

5. su unidad de composición es el verso y no la estrofa; la versificación se organiza en


tiradas de versos de extensión muy variada;

6. se trata de poesía de génesis oral, de allí su carácter lineal y su versificación no


estrófica, porque para hacerla comprensible y memorizable debía tener una estructura simple;

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7. remite a una edad heroica, es decir que los hechos que narra se ubican en un
tiempo pasado en que esa comunidad habría alcanzado su máxima gloria. Ese tiempo heroico
sirve de modelo que los hombres de cada comunidad intentan alcanzar y es motivo de orgullo
y de afirmación de una identidad cultural. Como se ve, la referencia a una edad heroica está
ligada a la función social que cumple la poesía épica, que consiste en la exaltación de los
valores de un pueblo o de los valores de un grupo social (los guerreros, por ejemplo) que se
ofrecen como modelo para toda la comunidad (además, por supuesto, de la función recreativa
y la conmemorativa, la épica también es una forma popular de la historia).

Los nuevos caballeros

Entre los siglos XII y XIII, el papel de los caballeros en las batallas cambió
sustancialmente. Con el advenimiento de las Cruzadas, el enemigo dejó de estar cerca para
encontrarse en territorios alejados y desconocidos. Surgió así el espíritu de aventura entre los
señores de Occidente, quienes comenzaron a soñar con lugares distantes, llenos de encanto y
de misterios. Estos sueños se sumaron a un nuevo factor: el nacimiento del espíritu cortesano,
caracterizado por el refinamiento de las costumbres. Entonces, los caballeros ya no sólo
debían hacer gala de su valentía o su fuerza, sino también de la elegancia, la gracia y la finura
que se cultivaban en las cortes. Quienes encarnaron estos nuevos valores fueron el rey Arturo
y sus caballeros.

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El héroe artúrico

En la Edad Media, existían tres materias narrativas: la de Francia, la de Bretaña y la de


Roma. Cada una distinguía, respectivamente, tres ámbitos literarios: la épica, los romances y
los mitos grecolatinos. Así como el Cantar de mio Cid pertenece a la épica, las historias del rey
Arturo pertenecen al género de los romances. A simple vista parecería no haber diferencia
entre un héroe épico como el Cid y un caballero andante como Lancelot. Pero, aunque los
romances pueden tener un ambiente épico, no sería apropiado hablar de épica artúrica. ¿Qué
diferencias hay, pues, entre la epopeya y el romance, entre el Cid y Lancelot? Hay algunos
aspectos que conviene distinguir.

Un destino aventurero

El héroe épico realiza hazañas: cumple un deber de vasallo hacia Dios y hacia su rey, y
pelea para defender su patria o su posesión feudal contra los enemigos, a menudo, infieles.
Aunque deformada por la leyenda, los héroes se hallan dentro de una trama histórico-política,
y el guerrero alcanza su realización dentro de la sociedad en que vive. Por lo tanto, los lugares
que transita son reales. Al caballero andante, en cambio, no le interesa la política: busca
lucirse con las armas para ganar el amor de su dama, poniéndose constantemente a prueba
por medio de la aventura.

La aventura es una invención de los romances. Su novedad consiste en crear un


mundo encantado con peligros exclusivamente reservados a los nobles. Sin ella, la existencia
del caballero pierde sentido: por eso está siempre en su búsqueda. Si no hay aventura, se
celebran torneos. Pero lo ideal es el encuentro con lo inesperado. Así, va errante y libre por
lugares indefinidos, lo que propicia una atmósfera mágica que suele encerrar un sentido
alegórico y donde los lugares guardan escasa relación con países reales. También los
personajes que salen al encuentro del héroe parecen surgidos de la nada. Los enemigos
pueden ser monstruosos, como los gigantes o el dragón. Incluso, el caballero no necesita más
que tomar de la mano a la doncella para que deje de sufrir el hechizo de que ha sido víctima.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que la epopeya expresa la tradición de un
pueblo. Trata de los héroes de un pasado glorioso, por lo cual resulta esencial la vinculación
con la historia. Su carácter es sencillo, y su destino es trágico: el héroe épico sella su carrera
con la muerte. Además, los contenidos están ligados a la rígida forma expresiva del verso
épico. En cambio, en el romance, no interesa tanto el pasado como exponer formas de
conducta y de sentir con las que el público se identifica. Es un género moderno, porque se
demora en la introspección psicológica y en la pintura de costumbres. Por lo tanto, el del
romance es un mundo subjetivo y sentimental; además, suele tener un final feliz.

El honor del caballero

La Tabla Redonda es un centro de reunión, confluencia de incitaciones a la aventura y


lugar de relatos maravillosos. A la sesión plenaria de la corte, en la fiesta de Pentecostés, el
caballero envía a todos sus vencidos para que presten homenaje al rey e informen de sus
proezas. Así lo hace Lancelot, que manda como prisioneros que deben encomendarse a la
reina Ginebra a todos aquellos a los que ha derrotado. Es fundamental su sentido del honor y
los protagonistas son siempre nobles.

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El caballero y el amor

El término "romántico” viene de "roman" y hace reterencia al amor como tema


principal, tema que es otra novedad medieval. Es cierto que la pasión amorosa podía estar
presente en la épica y en la tragedia, pero en estas no es el protagonista masculino quien la
siente. En la época de las Cruzadas, en cambio, la vida era muy distinta. Las aventuras no
representaban la realidad de su época, sino una evasión al mundo de la fábula.

¿Qué sucedió para que los dos únicos temas que pudieran considerarse dignos de un
caballero fueran la aventura y el amor? El sentimiento amoroso siempre existió; pero la
expresión de ese sentimiento es una invención del siglo XII, cuando la sociedad ofreció a los
amantes una nueva valoración del amor y un código de conducta adecuado. Y en una época en
que no existían los medios masivos de comunicación, la encargada de darle forma y difusión a
la pasión amorosa fue la literatura.

Los trovadores provenzales se inspiraron en el poeta latino Ovidio y crearon un


refinamiento sentimental al que llamaron fine amor. Sus rasgos principales son: humildad,
cortesía, adulterio y religión del amor. Así, el amante debe humillarse ante su amada (es su
"señora", término que viene del latín domina y que derivó, luego, en castellano en "dueña"),
rindiéndole vasallaje, como si se tratase de un señor feudal. Esto se observa cuando Lancelot
acude al rescate de Ginebra, que ha sido raptada por Sir Meliagaunt y, habiendo muerto su
caballo, sube a una carreta (lo cual era un oprobio para un caballero, pues en las carretas iban
los condenados a la horca) para llegar a destino.

A su vez, el refinamiento de las maneras cortesanas contrasta con la rudeza de los


villanos. El galanteo se pone de moda, y los caballeros compiten en alcanzar la perfección de
este arte. En el cortejar o hacer la corte, la amada tiene derecho a fingir desdén para probar la
fidelidad de su galán, y hasta puede ponerle obstáculos. Lancelot no pierde ocasión de
socorrer a las mujeres y siempre las trata amable y generosamente.

Pero en la sociedad feudal, el matrimonio era utilitario, y la mujer estaba obligada por
el deber a cumplir con todos los deseos de su marido. Por eso, allí no tiene cabida el amor. En
cambio, fuera del matrimonio, los amantes se conceden cualquier cosa recíproca y
gratuitamente, sin ninguna obligación. Así, si el marido gozaba de la posesión física de su
mujer, en la ficción poética, ella era libre de conceder sus amores a quien quisiera. Este rasgo
también se manifiesta en el amor entre Lancelot y Ginebra.

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GUÍA DE LECTURA

1. ¿Por qué la lectura de un texto medieval impreso, como se realiza hoy, es una
actividad impensable en la Edad Media?
2. Expliquen por qué la obra literaria medieval era muy inestable.
3. ¿Qué tipo de obras existían en la Edad Media?
4. ¿Cuál era la función que cumplía el juglar?
5. Expliquen de qué manera la escritura comenzó a ganar protagonismo frente a la
oralidad. ¿Por qué se produjo este fenómeno?
6. ¿Qué cambios se produjeron en las costumbres de los caballeros entre los siglos XII y
XIII?
7. Elaborar un cuadro comparativo entre el héroe épico y el caballero andante.
8. ¿Cuáles son los temas dignos de un caballero andante?
9. Mencionen cuáles son las características del amor provenzal o fine amor.
10. Investiguen quién fue Lancelot y propongan ejemplos de su vida que pongan de
manifiesto las maneras cortesanas en relación con el amor.

Bibliografía: AA.VV. Literatura y Lengua 2. Activa. Buenos Aires, Ed. Puerto de Palos, 2001.

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