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Nuestro organismo está preparado para realizar este tipo de cambios cuando es necesario y
puede volver a su estado natural sin que esto suponga sufrir consecuencias irreversibles. Sin
embargo, cuando, por diferentes circunstancias, nos vemos inmersos en un cuadro de estrés
crónico, se ha demostrado en numerosas investigaciones que nuestro cerebro sufre cambios tanto
a nivel funcional como a nivel estructural o anatómico.
Se ha escrito mucho sobre las consecuencias del estrés prolongado sobre la salud como son las
afectaciones en el sistema digestivo,
sistema inmunológico o alteraciones en
la piel, entre otras. También sabemos
que el estrés puede generar trastornos
del estado de ánimo como ansiedad o
depresión. En este artículo vamos a
centrarnos más específicamente en los
cambios a nivel cerebral.
Existen algunos factores que contribuyen a que se produzcan niveles elevados de cortisol, como
pueden ser la falta de sueño, el consumo de cafeína, practicar ejercicio intenso de forma
prolongada o la vivencia de eventos traumáticos o muy estresantes en el día a día.
En cuanto a los cambios en la estructura del cerebro, se ha demostrado que hay ciertas áreas
como la corteza prefrontal, la amígdala y el hipocampo que ven reducido su tamaño como
consecuencia del estrés crónico. Éstas áreas juegan un papel muy importante en la regulación
emocional, la memoria y el aprendizaje.
La reducción del tamaño de estas
regiones cerebrales contribuye a que,
personas estresadas, tengan
dificultades para concentrarse y para
recordar, especialmente se ve
afectada la memoria espacial y la
memoria a corto plazo (la transmisión
de información entre neuronas se ve
dificultada por la presencia de
cortisol). También se traduce en
dificultad para tomar decisiones y/o
hacer planes de futuro. Otra de las
consecuencias a nivel cerebral del
estrés y que está relacionada con la reducción del tamaño de la corteza prefrontal y el hipocampo
son las alteraciones emocionales que se dan en personas que sufren depresión. Los cambios a
nivel anatómico como consecuencia del estrés no sólo se reflejan en una reducción de su
volumen, sino que además existe una reducción en la densidad neuronal y una serie de
alteraciones en el flujo sanguíneo del cerebro.
Una de las enfermedades más graves que se pueden ocasionar por estrés crónico es la
posibilidad de sufrir un derrame cerebral. Esto puede explicarse por esta reducción drástica en la
circulación sanguínea del cerebro, ya que, los nervios y las venas comienzan a contraerse
obstruyendo el suministro de sangre, oxígeno y nutrientes. A su vez, llega menos cantidad de
sangre al corazón por lo que se va a ver obligado a bombear más rápido para conseguir oxígeno,
por ello, uno de los síntomas que más se sienten en personas estresadas son palpitaciones,
mareos, miedo a desmayarse, etc. Estas son sólo una selección de las principales consecuencias
que el estrés produce a nivel cerebral, cada vez hay más investigaciones al respecto y vamos
adquiriendo consciencia de la relación que existe entre nuestros pensamientos y las implicaciones
que tienen en nuestra salud. Es importante tomar nota y empezar a generar cambios que están a
nuestro alcance a través de la información que nos brindan las investigaciones y la ayuda de los
profesionales especializados.
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