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Se define a la polifarmacia como un síndrome geriátrico que tiene un

impacto negativo multidimensional, según la Organización Mundial de


la Salud es el consumo de tres o más fármacos de forma simultánea,
la polifarmacia es por lo tanto el uso de 3 a 9 medicamentos y la
polifarmacia excesiva es el uso de más de 10 medicamentos.

En cuanto a los datos epidemiológicos los ancianos toman tres veces


más medicamentos que los jóvenes, y el 20% de los ancianos
presentan cinco o más enfermedades crónicas, siendo el 50% de ellos
recibe más de 50 fármacos. En promedio los adultos mayores
consumen 4.27 fármacos por persona y de 8 – 12% de ellos están
inapropiadamente indicados.

El riesgo de sufrir reacciones secundarias a la ingestión de


medicamentos se incrementa en función del número y cantidad de
medicamentos que se toman; uno de los riesgos de la polifarmacia es
la reacción adversa a medicamentos (RAM), ya que cualquier
respuesta a un medicamento que sea nociva y no intencionada
además que tenga lugar a dosis que se apliquen normalmente y hay
dos tipos:

 Farmacológica: Acciones conocidas, predecibles que guardan


relación con la dosis.
 Idiosincrática: Comportamiento poblacional conocida en algún
subgrupo de efecto a largo plazo.

Las reacciones adversas a los medicamentos son 7 veces más


comunes en personas de 70 – 79 años que en los de 20 años.
Algunos de los síntomas de la polifarmacia son:

 Sequedad bucal.
 Dolor epigástrico.
 Palpitaciones.
 Cefalea.
 Insomnio
 Flatulencia.
 Anorexia.
 Tos seca.
 Náusea.
 Somnolencia

Los cambios asociados al envejecimiento producen modificaciones de


la farmacocinética y riesgos distintos de los del adulto joven al
implementar una terapia.

Entre las consideraciones farmacocinéticas para la prescripción en


ancianos se encuentran:

Cambios en la absorción gastrointestinal: disminuye la producción de


ácido gástrico, tasa de vaciado gástrico, flujo sanguíneo
gastrointestinal, absorción superficial, mecanismos de transporte,
disminución del agua corporal total, y aumento de agua corporal total.

 Cambios en la composición corporal: Disminuye la masa magra,


10 – 15% de agua corporal total, incremento de masa grasa,
gasto cardiaco, aumento de resistencia vascular periférica,
densidad mineral ósea, cambios en masticación, motilidad,
digestión y absorción.
 Cambios renales: Disminuye número de glomérulos funcionales,
flujo sanguíneo renal, filtración glomerular, aclaramiento renal,
tamaño de los riñones.
 Cambios hepáticos: Disminución del flujo hepático, disminución
enzimática, disminución de la masa de hígado, disminución de la
capacidad metabólica hepática.

La interacción fármaco nutrimento se define como el proceso por el


cual se produce la modificación de un determinado fármaco causado
por la presencia de sustancias que son administradas de una forma
simultánea.

Entre los factores que predisponen la aparición de interacciones son:


polifarmacia, estado de salud, dieta poca variada, edad y composición
corporal.

Todo esto se asocia a:

 Una mayor frecuencia de hospitalizaciones.


 Uso de servicio de emergencia.
 Fracturas de cadera.
 Institucionalización.
 Interacciones de tipo fármaco – nutriente.
 Disminuye el estatus de funcionalidad.
 Caídas.
 Incontinencia urinaria.

Hay tres factores que se ven relacionados en la interacción fármaco –


nutrimento:

 Farmacocinética: Afectan los procesos de absorción,


distribución, metabolización y excreción de un fármaco y resultan
modificados por la administración de un fármaco.
 Farmacodinámica: Aquellas en las que un fármaco determinado
causa una alteración en los mecanismos homeostáticos y en los
receptores de los órganos blanco.
 Farmacéutico: Se refieren a las incompatibilidades de tipo físico
– químico que impiden mezclar dos o más fármacos en una
misma solución.

Entre los mecanismos implicados en la interacción medicamento –


alimento se presentan:

 Alteraciones en la ingesta: Cambios de apetito, alteración en la


percepción gustativa u olfativa, molestas gástricas: Náuseas,
vómitos, retraso del vaciamiento gástrico.
 Alteración en la función gastrointestinal – absorción: Efecto
directo en la luz intestinal, lesión por efecto tóxico sobre las
células de la mucosa, modificación del pH, cambios en la
motilidad, inhibición selectiva de la absorción de determinados
nutrientes.
 Metabolismo: Inducción de los sistemas enzimáticos
responsables de la degradación, cambio en los requerimientos,
antagonismo.
 Excreción: Aumento de las pérdidas, retención de nutrientes

Mucha gente comienza a considerar la vejez como una enfermedad debido a su


incremento y a su inadecuada información, por lo que en la actualidad el estudio
del envejecimiento es de gran interés. Todo esto es debido a que las
características específicas del adulto mayor conllevan a una mayor morbilidad,
pues la mayoría de las afecciones se hacen más frecuentes en la segunda mitad
de la vida.

El envejecimiento se caracteriza por cambios y transformaciones producidos por la


interrelación entre factores intrínsecos y extrínsecos, protectores o agresores a lo
largo de la vida; todos estos cambios se manifiestan en pérdidas del estado de
salud, condicionantes de su deterioro funcional, lo cual lleva al anciano a
situaciones de incapacidad tales como la inmovilidad, inestabilidad y deterioro
intelectual.

Estudios clínicos y experimentales ponen de manifiesto cambios fisiológicos como


el envejecimiento de los vasos sanguíneos y el corazón asociado a pérdida de
células musculares y menor distensibilidad; El riñón muestra disminución
moderada de la velocidad de filtración glomerular, esclerosis vascular y
glomerular; el cerebro disminuye su volumen, hay menor capacidad de atención,
memoria de trabajo y trastornos motores; la masa muscular disminuye y aumenta
su infiltración grasa, asociado a disminución progresiva de la fuerza.

El aumento de grasa corporal, especialmente visceral, contribuye a una mayor


resistencia insulínica, que asociada a la disminución de la masa de células beta
facilitaría el desarrollo de diabetes; el reconocimiento de cambios morfológicos y
funcionales en los sistemas cardiovascular, renal, nervioso central, muscular y
metabolismo de la glucosa asociados al envejecimiento es difícil por la gran
variabilidad entre sujetos y la alta prevalencia de comorbilidad.

Los datos anteriores fundamentan la importancia de intervenir en la población de


adultos mayores, puesto que los factores de riesgo no controlados en la etapa
adulta incrementan alteraciones que contribuyen a un mayor deterioro del adulto
mayor afectando a la funcionalidad y calidad de vida, con las consecuencias de
mayor dependencia.

La valoración geriátrica utilizando la Escala de actividades básicas de la vida diaria


de Barthel y la Escala de valoración de autonomía funcional, que mide la
autonomía funcional para el autocuidado de las personas mayores, permite
identificar tempranamente la condición de dependencia que puede desarrollar el
adulto mayor, para diseñar planes de cuidados adaptados a las condiciones
individuales. Los procesos de intervención fortalecen la capacidad de los adultos
mayores para realizar sus actividades diarias de forma independiente: como
vestirse, caminar, ir al baño, comer, entre otras.

La valoración funcional en el aspecto físico, psíquico y social constituye la


valoración geriátrica integral; su importancia radica a nivel individual en que
permite identificar estados de enfermedad y de riesgo de eventos adversos,
optimizar los planes de cuidados, mejorar la toma de decisiones, controlar los
cambios y evaluar los efectos de una intervención, y a nivel general, en su utilidad
para planificar políticas de salud pública, asignar recursos equitativamente y
determinar la población que se puede beneficiar de la atención geriátrica.

Se puede recolectar información respecto a la funcionalidad con las siguientes


pruebas:

Escala de valoración de la autonomía funcional (EVA). Mide la autonomía


funcional para el autocuidado de las personas mayores. Para obtener una medida
de la autonomía funcional, la EVA proporciona una evaluación semicuantitativa en
escala ordinal de las incapacidades. Consta de 12 aspectos diferentes que se
consideran necesidades funcionales básicas y se agrupan bajo 8 aspectos:

1. Nutrición (alimentación, hidratación). 2. Cumplimiento (uso de medicamentos).


3. Sintomatología (síntomas). 4. Actividad-descanso (tareas domésticas,
desplazamiento, deambulación, descanso, sueño). 5. Higiene (aseo-higiene). 6.
Eliminación (eliminación intestinal, eliminación vesical). 7. Ocio-tiempo libre
(ocupación del tiempo libre). 8. Uso de recursos (uso de los recursos).

Escala de clasificación y graduación de la dependencia. Escala propuesta para la


clasificación internacional del funcionamiento, la dependencia y la salud de la
OMS, con cinco niveles de discapacidad, asociados a intervalos porcentuales, que
se aplican a las puntuaciones obtenidas en toda la escala que mida cualquier tipo
de problemas relacionados con discapacidad. Rango de 0-4%: no hay problemas;
5-24% problemas ligeros; 25-49% problemas moderados; 50-95% problemas
graves, y 96-100% problema completo o total. Establece la
discapacidad/funcionamiento.

Según la OMS, la importancia de la valoración de la funcionalidad en el adulto


mayor reside en que “La salud del anciano, como mejor se mide, es en términos
de función”, por lo que el mejor indicador de salud para la prevalencia de las
enfermedades es la capacidad funcional. La utilización de diversas escalas
orientadas a conocer la situación basal (impacto de la enfermedad) permiten
verificar cambios y establecer tratamientos específicos y la respuesta de los
adultos mayores.

El estudio de la funcionalidad como parte de la evaluación del adulto mayor se


constituye en eje fundamental que traduce la condición general de salud del
paciente, identificando el grado de independencia o dependencia.

Estos cambios se manifiestan en declinaciones en el estado de salud,


condicionantes de su deterioro funcional, lo cual lleva al anciano a situaciones de
incapacidad, tales como inmovilidad, inestabilidad y deterioro intelectual.
REFERENCIA:

Laguado E, Camargo K, Campo E, Marín M. (2017). Funcionalidad y


grado de dependencia en los adultos mayores institucionalizados en
centros de bienestar. Gerokomos; 28 (3).
La vejez es un proceso fisiológico que empieza con la concepción y que dará lugar
a cambios característicos para cada especie a lo largo del ciclo vital completo. En
el ámbito científico y social, el estudio para la alimentación y nutrición de las
personas mayores ha irrumpido en los últimos años como un tema prioritario.
La razón última se debe, quizás, a que los problemas que plantea esta etapa de la
vida han llegado a ser de la mayor importancia económica, debido
fundamentalmente a que el número de personas que tienen 65 años o más se
incrementa con mayor rapidez que ningún otro grupo de edad y también a que el
gasto medio que genera tiene un grado de crecimiento aún más rápido que el del
mismo grupo, debido fundamentalmente a las enfermedades crónicas e
incapacidades que están asociados a la misma.

La población anciana, cada vez más abundante en nuestra sociedad, se ve


afectada con bastante frecuencia por problemas de desnutrición, debido
fundamentalmente a la inadecuada ingesta de micronutrientes, y a la elevada
incidencia de enfermedades crónicas, que afectan negativamente al estado
nutricional.

No cabe ninguna duda de que el aumento en los años de expectativa de vida se


ha debido, en primer lugar, a la mejora de la alimentación, vivienda y sanidad
ambiental, y, en segundo lugar, a los logros de la medicina; la repercusión de una
alimentación equilibrada en el proceso de envejecimiento y la esperanza de vida
está bien demostrada.

Hoy se sabe que existen factores dietéticos implicados en la etiología de


enfermedades crónicas, como, por ejemplo, el cáncer y las enfermedades
cardiovasculares que se incrementan con la edad; por otra parte, también la
alimentación, junto con otras formas de estilo de vida, contribuye a empeorar o
mejorar la pérdida de tejidos y funciones corporales ligados a la edad.

Por estas y otras razones, con el aumento de la edad, la alimentación va


adquiriendo un papel más relevante para el mantenimiento de la salud y, por tanto,
la dieta requiere mayor atención.

En cuanto a los ancianos que viven en instituciones estando en régimen de


internado y que realizan en ellas, por tanto, todas sus comidas, no suele seguir en
nuestro país una atención dietética especial.
La consecuencia, según describen distintos autores, es que conjuntamente, todos
los individuos de una institución estén consumiendo dietas monótonas e
inadecuadas por su composición o preparadas con gran anticipación antes del
momento de ser consumidas, lo que puede conllevar una importante pérdida de
micronutrientes, debido al mantenimiento de la comida caliente durante mucho
tiempo o a un recalentamiento prolongado.

Por otro lado, estudios nutricionales realizados en colectivos de ancianos


institucionalizados ponen de relieve la existencia de deficiencias de vitaminas y
minerales como consecuencia del bajo consumo calórico y desequilibrio en la
dieta, y cuya corrección puede suponer una mejora sanitaria y funcional de los
ancianos

Son varios los factores que potencialmente pueden incrementar el riesgo de una
ingesta insuficiente de calorías y nutrientes, particularmente de minerales
mayoritarios y elementos traza en los ancianos: pérdida del apetito, disminución
del gusto y del olfato provocados por el consumo de algunos fármacos, pérdida
excesiva de piezas dentales, menor potencia masticadora, infecciones bucales o
dificultades para tragar, etc.

Para realizar la evaluación dietética se pueden usar distintos tipos de métodos en


el caso de éste artículo utilizaron un diario de alimentos durante 7 días y para
conocer la deficiencia de micronutrientes fue necesario emplear una tabla de
composición de alimentos.

REFERENCIAS
Villarino, A. García, M. García, M, García, M. (2003). Evaluación
dietética y parámetros bioquímicos de minerales en un colectivo de
ancianos de la provincia de León. Nutr hosp; 18 (1).

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