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CAPÍTULO II

MARCO TEÓRICO

2.1 Trastornos de la conducta alimentaria

Plumed Domingo y Rojo Moreno (2014), Según su libro epidemiología y factores de riesgo
en trastornos de la conducta alimentaria, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA),
son una de las entidades patológicas más frecuentes. Se ha señalado que el TCA se
encuentra entre las 10 causas más frecuentes de incapacidad entre mujeres y que posee
el índice de mortalidad más alto de todos los trastornos mentales.

Luis Rojo Moreno (2012), En su libro controversias de los trastornos alimenticios hace
referencia que los trastornos de la conducta alimentaria empezaron a tener relieve clínico
fundamentalmente a partir de los años 60. Los trastornos alimentarios han entrado como
trastornos específicos en las clasificaciones diagnósticas internacionales, que consideran
dos categorías diagnósticas diferenciadas, la anorexia nerviosa (AN), y la bulimia nerviosa,
descrita esta última por Russell en 1979.

La definición de caso, con unos criterios diagnósticos operativos, ha permitido la


realización de numerosos estudios epidemiológicos. Nuestro grupo publicó en 2003 el
primer estudio epidemiológico realizado en nuestro país con un diseño en dos fases y
sobre una población representativa de escolares. En él se dan cifras de prevalencia de
estos trastornos y de sus formas menores, así como un análisis de correlatos de riesgo.
Poco después otros autores han ofrecido datos de otras regiones.

Otro ámbito en el que se han producido importantes avances es en el de los factores de


riesgo. Fairburn y Harrison, publicaron en 2003 una escueta pero magnífica revisión del
concepto, factores de riesgo y estabilidad de los diagnósticos de trastornos alimentarios.
Los factores de riesgo son numerosos, lo que habla de la heterogeneidad de los caminos
por los que se pueden desarrollar estas alteraciones mentales. Se pueden citar los
factores generales, como ser mujer y estar en la adolescencia. Este constituye un periodo
muy significativo desde el punto de vista del desarrollo del individuo.

Se produce una transición de niño al individuo adulto que implica importantes cambios:
psicológicos, como es el desarrollo de la propia identidad y de la autonomía personal
mediante una progresiva desvinculación de los padres; biológicos, donde se incluyen los
cambios hormonales propios de la pubertad e importantes cambios corporales con el
desarrollo de los caracteres sexuales secundarios, y sociales, entre los que son
especialmente significativas las interacciones con los pares entre quienes el adolescente
debe hacer gala y obtener validación de sus propias características personales.

Se trata de una época en la que las incertidumbres personales pueden facilitar el recurso
a comportamientos dirigidos a cambiarse de alguna manera a sí mismo, para ganar
seguridad y afianzarse en el propio valor. Uno de ellos, facilitado culturalmente, es la
realización de dieta, buscando un cambio en el aspecto corporal que a uno lo haga más
atractivo. Existe una insatisfacción corporal práctica- mente normativa entre las
adolescentes de nuestro entorno, que facilita la realización de dietas.

Es bien conocido que la dieta es un factor de riesgo para desarrollar un trastorno


alimentario; una proporción muy alta de mujeres adolescentes realiza al menos una dieta
al año sin prescripción médica. Evidentemente no todas ellas desarrollan un trastorno
alimentario, sólo las que tienen mayor vulnerabilidad, y en la misma sin duda influye la
predisposición genética.

Existen datos que confirman la existencia de una mayor agregación familiar de trastornos
alimentarios en las familias de las pacientes que las padecen; también de la existencia de
una alta heredabilidad (es decir, de capacidad de expresión fenotípica), tanto de la
anorexia nerviosa como de la bulimia nerviosa. Se trata de una herencia aditiva, es decir,
participada por multitud de genes que sumarían sus efectos facilitando la eclosión del
trastorno alimentario en interacción con algún otro factor de riesgo.

Puede ser la dieta, como se ha mencionado, o los cambios hormonales que su ceden en
la pubertad, los que podrían activar el efecto genético. Otro conjunto atractivo de factores
de riesgo lo constituyen las experiencias previas y precoces. Publicamos en 2006 sendos
artículos sobre el efecto de la crianza y el estrés en los trastornos alimentarios. Se trata de
datos procedentes de una muestra escolar seleccionada de manera aleatoria y
representativa de nuestra población adolescente.
Tanto la existencia de actitudes anómalas (especialmente un bajo calor emocional o
rechazo por parte de uno o ambos padres), como la existencia de estrés crónico previo,
eran correlatos de riesgo de trastornos alimentarios.

Anorexia Nerviosa:

Madruga, Leis, Lambruschini (2014), En las mujeres adolescentes de los países


occidentales se estima una prevalencia del 1%. Aunque los datos en varones son más
limitados, se estima una relación de prevalencia entre mujeres y varones de 9.1%. La
edad de comienzo de la AN (Anorexia Nerviosa), más frecuente es la adolescencia,
aunque algunos casos aparecen después de los 40 años o en la infancia. En la mayoría
de los estudios los pacientes no tanto las bulímicas, presentan un buen rendimiento
escolar, lo que suele ir ligado a actitudes de auto exigencia y perfeccionismo.

La Anorexia Nerviosa tiene una forma típica o restrictiva y otra purgativa en las que al
intento de ayuno se añaden vómitos y diarrea auto provocada y a veces uso de diuréticos.
Los síntomas de anorexia conservando la menstruación o con peso en límites normales.
Las manifestaciones clínicas de esta enfermedad son multisistémicas debido a que se
afectan casi todas las partes del organismo como consecuencia de la malnutrición,
pudiendo producir en ocasiones daños irreversibles. los pacientes con AN (Anorexia
Nerviosa), suelen presentar una disminución de los niveles corporales totales, a pesar de
niveles plasmáticos normales.

Durante la realimentación pueden producirse cuadros severos de hipopotasemia,


hipofosfatemia e hipomagnesemia que pueden facilitar la aparición de arritmias, crisis
convulsiva, coma y producir la muerte que deben ser monitorizados de forma periódica
sobre todo en las primeras dos semanas de la realimentación. Es grave a pesar de los
esfuerzos en mejorar el tratamiento. El pronóstico para la anorexia de inicio en la
adolescencia en el meta análisis es mejor que el inicio en la edad adulta, el 57% de los
pacientes se ha recuperado, el 25,95 % mejoraron y el 16,9% ha tenido un curso crónico,
la mortalidad media fue de 1,8%. Strober encontró que el tiempo medio de recuperación
fue mayor a 4 años.
Por tanto, precisan tratamientos de larga duración, en la anorexia se relaciona con un peor
pronóstico de mayor edad en el comienzo, menor índice de masa corporal alcanzado,
mayor duración de la enfermedad, síntomas bulímicos, mayor duración del tratamiento
hospitalario y las variables de comorbilidad psiquiátrica (depresión, ansiedad, trastornos
de personalidad obsesivo-compulsivo), que produciría una resistencia psicológica al
aumento de peso y a la mejoría. La anorexia rechaza a mantener un peso en un nivel
mínimamente normal para la edad y sexo (por debajo del 85%), miedo intenso a engordar,
distorsión de la imagen corporal, negación de la situación de peligro.

Bulimia Nerviosa:

Rodríguez, Gutiérrez, Vaz, García (2006), puede provocar caída del cabello, sequedad de
piel, uñas rotas, estreñimiento, hinchazón del vientre, ausencia de la menstruación durante
un periodo de tiempo prolongado, disminución de la concentración de hemoglobina en la
sangre; esto produce cansancio y alteraciones menstruales. Se relacionan las principales
alteraciones psicológicas:

• Pensamientos obsesivos sobre el cuerpo, peso, comida, gordura.


• Trastornos en la memoria, concentración y atención.
• Percepción exagerada del tamaño del propio cuerpo.
• Tendencia al perfeccionismo.
• Gran autodisciplina, rigidez.
• Baja autoestima.
• Irritabilidad. Cambios bruscos del estado de ánimo.
• Aislamiento familiar y social.
• Estado de ánimo depresivo.
• Ansiedad con la comida, ropa etc.

Madruga, Leis, Lambruschini (2014), Se le caracteriza por la aparición de episodios de


descontrol alimentario, que llevan al paciente a efectuar un consumo rápido de grandes
cantidades de comida, siendo habitual la puesta en marcha a continuación de medidas
encaminadas a neutralizar los efectos de los ”atracones“ (inducción del vómito, ejercicio
intenso, dietas estrictas, utilización de diuréticos o laxantes entre otros), en algunas
investigaciones, se señala en pacientes con BN (Bulimia Nerviosa), la combinación de
intervenciones psicoterapéuticas y farmacológicas desde el inicio del tratamiento.

Se le describe como un estado de caos alimentario, caracterizado por periodos de


consumo de alimentos no controlados y mal estructurados, que a menudo van sucedidos
de un periodo de restricción en el consumo de alimento. La BN (Bulimia Nerviosa), suele
tener una evolución más benigna con curación en el 50% de los casos, mejoría en el 30%
y persistencia en el 20%. Entre factores de buen pronóstico se sitúan edades tempranas,
duración corta de enfermedad, siendo la obesidad en la infancia, baja autoestima y
alteraciones de personalidad.

La bulimia adquiere conductas compensatorias para no ganar peso, preocupación


constante por la comida, con episodios de polifagia durante los cuales consumen
alimentos en períodos cortos de tiempo, suele tener un comienzo más tardío. Estudios
recientes indican su aparición en todas las clases sociales, además algunos grupos
profesionales que parecen más afectados como modelos, bailarinas, atletas, gimnastas,
etc.

Atracón

Christopher Fairbun (2017), En su libro, La superación de los atracones de comida Cómo


recuperar el control dice que algunas personas experimentan repugnancia por lo que
están haciendo, pero siguen comiendo.

Sensaciones. Los primeros momentos de un atracón pueden ser placenteros. El sabor y


textura de la comida pueden parecer intensamente disfrutables. Sin embargo, estas
sensaciones apenas duran. Pronto son sustituidas por otras de malestar, a medida que la
persona consume más y más.

Velocidad de la ingesta. Normalmente, la gente come más rápido durante un atracón.


Son muchos los que engullen casi mecánicamente, sin apenas masticar. Algunos también
beben abundantemente para poder tragar la comida, lo que contribuye a la sensación de
hinchazón. Beber mucho también ayuda a vomitar después.
Agitación. Algunas personas pasean o deambulan inquietas mientras comen
compulsivamente.

Su aspecto puede ser desesperado. Sienten el deseo de comer como una fuerza
poderosa que los impulsa a engullir. Por esta razón, a veces se utiliza la expresión
alimentación compulsiva. Conseguir comida adquiere una importancia extrema; algunos
serán capaces de robarla a otros o hurtarla en un supermercado, o incluso aprovechar
alimentos desechados. La ingesta compulsiva tiene dos elementos en común: la cantidad
consumida se considera excesiva y existe la sensación de perder el control La mayoría
considera esta conducta como algo vergonzoso, repugnante y degradante.

Sensación de conciencia alterada: Es frecuente describir el atracón como la inmersión


en un trance. Si has experimentado este estado, ya sabes que tu conducta parece casi
automática, como si en realidad no fueras tú quien come. Sin embargo, como en el
siguiente testimonio, estas personas también afirman ver la televisión, escuchar música en
voz alta o involucrarse en cualquier otra forma de distracción para evitar tener que pensar
en lo que están haciendo.

Secretismo: Un rasgo distintivo del atracón típico es que tiene lugar en secreto. Algunas
personas se sienten tan avergonzadas por la ingesta compulsiva que hacen cualquier
cosa para ocultarla, y lo consiguen durante muchos años. Una forma de hacerlo es comer
de forma relativamente normal cuando están con los demás. Recurriendo a considerables
subterfugios. Tal vez te sean familiares algunas de las estrategias gracias a las cuales la
gente mantiene oculta esta conducta: por ejemplo, después de una comida normal, hay
personas que regresan, a escondidas, para comerse las sobras. Otros se llevan la comida
al dormitorio o al baño para engullirla sin temor a ser descubiertos.

Pérdida de control: Como mencionamos antes, la experiencia de perder el control es uno


de los dos elementos fundamentales de la ingesta compulsiva. Es lo que distingue los
atracones de la sobre ingesta cotidiana. La experiencia varía considerablemente de una
persona a otra. Algunos la padecen mucho antes de empezar a comer. Para otros emerge
gradualmente a medida que empiezan a comer. O puede sobrevenir de repente al caer en
la cuenta de que han comido demasiado.
Curiosamente, algunas personas que han comido compulsivamente durante muchos años
afirman que la sensación de perder el control se ha desvanecido con el tiempo, quizá
porque la experiencia les ha enseñado que sus atracones son inevitables, por lo que ya no
intentan resistirse a ellos. Algunos incluso planifican lo que consideran atracones
inevitables, construyendo así una profecía auto cumplida.

La planificación les permite ejercer cierto grado de control respecto a cuándo y dónde
tendrán lugar, minimizando así su impacto. Por lo tanto, sienten que no han perdido el
control. La mayoría de los atracones incluye alimentos que la persona intenta evitar. Para
recibir un diagnóstico de trastorno alimentario conocido como bulimia nerviosa o trastorno
de ingesta compulsiva, dos de los tres principales trastornos de la alimentación
reconocidos en adultos, los atracones han de manifestarse al menos una vez a la semana,
como media.

Este umbral es arbitrario y ha cambiado con los años. Ha sido criticado en el sentido de
que quienes comen compulsivamente con menos frecuencia, o lo hacen de forma
intermitente, se ven menos afectados, cuando a menudo no es así. En consecuencia, es
frecuente que los médicos ignoren estos umbrales al establecer un diagnóstico. Lo que
importa es si la persona come compulsivamente de forma regular y si esto interfiere con su
salud física o con su calidad de vida.

El significado de la frecuencia de los atracones también es confuso. Si comes


compulsivamente «solo de vez en cuando», ¿significa que no hay que preocuparse? ¿A
partir de qué frecuencia es un problema la ingesta compulsiva? ¿Acaso son los números
—la frecuencia de los atracones, su duración o el tiempo que pasa entre uno y otro— lo
que determina la gravedad del problema? ¿O el factor guía debería ser hasta qué punto la
ingesta compulsiva afecta a tu vida?

Como se ha señalado anteriormente, en la práctica, los médicos tienen en cuenta el


deterioro: el grado en el que la ingesta compulsiva interfiere con la calidad de vida y la
salud física. ¿Cuánto duran los atracones? Depende de muchos factores; uno de los más
importantes es si la persona pretende vomitar después. Los datos de mis pacientes de
Oxford indican que, entre quienes vomitan, los atracones duran en torno a una hora,
mientras que en aquellos individuos que no utilizan este recurso, duran casi el doble.
La cantidad de comida ingerida durante los atracones varía considerablemente de una
persona a otra. Algunas personas consumen enormes cantidades de comida; en alguna
ocasión hay quien describe una ingesta de quince mil a veinte mil calorías de una sola
sentada. Sin embargo, esto no es lo típico. Cuando se pide a la gente que describa
exactamente lo que ha comido y se calculan las calorías, un atracón típico contiene entre
mil y dos mil calorías.

En torno a una cuarta parte de las ingestas compulsivas contienen más de dos mil
calorías, cifra que se acerca a las necesidades calóricas medias de muchas mujeres.
Aunque muchos atracones son de grandes dimensiones, también es evidente que muchos
otros atracones típicos son diferentes, en el sentido de que se consumen cantidades de
comida normales o incluso pequeñas. Estos episodios no cumplen los criterios de la
definición técnica descrita anteriormente respecto a la cantidad consumida, y sin embargo
la persona los considera atracones porque la cantidad ingerida se considera excesiva y
viene acompañada de la sensación de pérdida de control.

Como contraste, los atracones en los que se consumen grandes cantidades reciben el
nombre de ingesta compulsiva objetiva. La ingesta compulsiva subjetiva no es infrecuente
y puede ser la causa de un considerable malestar. Es típica de personas que intentan
seguir una dieta estricta e incluye a quienes padecen el trastorno alimentario conocido
como anorexia nerviosa. La ingesta compulsiva subjetiva no es infrecuente y puede ser la
causa de un considerable malestar.

Factores socioculturales

La etiología de los TCA implica probablemente una compleja interacción entre un


componente genético e influencias ambientales de riesgo. Los factores de riesgo
confirmados para los TCA incluyen influencias socioculturales, exposición a los medios de
comunicación, presiones sobre la imagen corporal y ciertos rasgos de personalidad no
especificados tales como afecto negativo (ansiedad, ira, tristeza, depresión), urgencia
negativa y perfeccionismo.

Tejada (2015), según su libro Trastornos de la Conducta Alimentaria.


Factores familiares. Hay muchas variables dentro del entorno familiar que pueden afectar
la conducta alimentaria de los niños y, por tanto, a su peso. Se incluyen entre estos las
conductas alimentarias de los padres, los alimentos puestos a disposición de los niños, las
comidas en familia, y las estrategias de alimentación utilizadas en los niños. Los padres
juegan un papel fundamental en el desarrollo de las preferencias alimentarias de sus hijos
y la ingesta de energía, con investigaciones que indican que ciertas prácticas de
alimentación infantil, como ejercer un control excesivo sobre qué y cuanto comen los
niños, pueden contribuir al sobrepeso infantil.

Experiencias estresantes. Existen algunos estudios que también tienen en cuenta los
llamados eventos vitales estresantes, que son aquellas experiencias traumáticas sufridas
dentro del ámbito familiar. Entre estas experiencias pueden encontrarse el fallecimiento de
algún familiar, la separación de los padres, cambios en la figura paterna, o tener que
convivir con una nueva pareja de sus padres, cambios de domicilio o problemas de salud.
De igual manera se ha encontrado que las personas con TCA presentan mayores niveles
de estrés acumulado y eventos estresantes, como discusiones familiares frecuentes,
cambios de hábitos como la dieta.

El estrés cotidiano puede ser el que desencadene las conductas propias del TCA, como
ocurre en el trastorno por atracón, donde la mayor frecuencia de atracones se da en los
días que perciben mayor carga de estrés y estado de niño deprimido.

Influencia de la televisión.

Lynch (2000), La televisión, el espejo del reino, Dice que la televisión es el medio de
comunicación por excelencia. Al ser la visión el sentido que proporciona una experiencia
más directa de las cosas, la televisión desprende la sensación de que lo que en ella se ve
es realidad y, por esto, contribuye poderosamente a formar la opinión pública.

El lenguaje televisivo es ágil y sencillo. Las ideas y situaciones que presenta deben ser
comprendidas por una audiencia muy amplia. El mensaje que se quiere comunicar se
expresa mediante imágenes que deben ser impactantes para llamar continuamente la
atención del espectador.
El resultado es que los jóvenes son más manipulables por los lideres, piensan menos, se
convierten en máquinas de repetición de publicidad.

Por tanto, el consumo infantil de televisión es extenso, intento y, generalmente, sin control
familiar. A todo ello hay que añadir que existen pocos programas infantiles en las
televisiones y cada vez es menor la programación infantil que podemos observar en las
parrillas de las cadenas televisivas. De esta manera, los niños, además de no tener una
programación adecuada, se han acostumbrado a ver la programación adulta como propia,
sin distinguir entre la televisión destinada para específicamente a ellos y la dirigida a los
adultos.

Los contenidos violentos, sexistas, racistas y es escaso respeto al honor e intimidad de las
personas, puede influir negativamente tanto en el proceso de socialización del menor
como en la generación de conductas violentas y hábitos dañinos.

Autoestima.

Ariza (2009), La anorexia en aulas. Dice que los sentimientos que predominan en los
adolescentes que presentan anorexia son negativos, sentimientos de tristeza y llanto son
característicos y frecuentes. Los adolescentes que presentan anorexia, suele identificar su
autoestima con la de su propio cuerpo, así, si no se consideran atractivos, es que no
sirven para nada, no se valoran así mismos. Por lo que el grado de satisfacción corporal o
autoestima física, está asociado a la autoestima general.

De este modo, quienes presentan trastornos alimentarios, suelen tener alteradas las
percepción y valoración corporal, sobretodo quienes más baja presenten la autoestima
además de presentar crisis de ansiedad por el miedo que experimentan por su propio
cuerpo, y también disminuye en ellos/as la profundidad del sueño, suelen despertarse
frecuentemente. Otro trastorno que suelen presentar es el obsesivo compulsivo, ya que
poseen pensamientos circulares, repetitivos, persistentes sobre la comida y el peso,
comportamientos rituales y comprobaciones repetidas.

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