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La desnutrición es un problema de suma importancia en los mayores, especialmente en

determinados colectivos como los muy mayores, que presentan múltiples enfermedades
asociadas (comorbilidad) y en los que están polimedicados con motivo de éstas; hasta tal
punto que la desnutrición o malnutrición mixta (proteico-calórica), dentro de la geriatría,
adquiere tal protagonismo que constituye uno de los principales Síndromes Geriátricos.

La atención primaria de salud debe lograr un mejor manejo de los factores de riesgo, la
identificación temprana de enfermedades no transmisibles y, sobre todo, la prevención y el
control de estas. Por ello es de gran importancia incluir herramientas de tamizaje nutricional y
funcional en los adultos mayores para identificar en forma precoz factores de riesgo asociados
al desarrollo de comorbilidades propias de este ciclo vital y así mejorar su calidad de vida. Es
así como la valoración nutricional, evalúa a aquellos pacientes a los cuales se les ha detectado
algún riesgo nutricional a través del cribado, tratando de identificar la causa y determinar la
medida de intervención nutricional más apropiada, en relación con el déficit detectado

Una vez que se han evaluado las diferentes herramientas y parámetros que nos servirán para
el cribado o para la valoración nutricional, el reto está en llegar a un diagnóstico lo más preciso
posible de la desnutrición, mediante una utilización de estos. Para ello hay que tomar en
cuenta los factores de riesgo dentro de los cuales son la ingesta inadecuada que puede darse
por aislamiento social, ignorancia nutricional y pobreza, que tienen una influencia
determinante en el estado nutricional, las anomalías sensoriales (visión, gusto, olfato,
etcétera), deficiencias nutricionales, enfermedades gastrointestinales (disfagia, odinofagia,
dolor abdominal, etcétera), deficiencias motoras (artritis, ictus, insuficiencia respiratoria o
cardíaca, etcétera), alteraciones mentales (demencia, Alzheimer, depresión, insomnio),
dificultad para la masticación, anorexia debida a la edad (modificada por fármacos, aumento
de la saciedad, cáncer o EPOC, absorción o utilización inadecuada). Además, los cambios
propios del envejecimiento tienen efecto sobre la composición corporal de los adultos
mayores, y en general, se manifiestan con reducción de la masa muscular y aumento del
componente graso. El análisis de la composición corporal es un aspecto importante en la
práctica clínica ya que permite detectar cambios somáticos que no se identifican con facilidad,
contribuyendo a reducir la declinación de la funcionalidad y la morbimortalidad en este grupo
etario. Otros datos antropométricos que cobran importancia en geriatrías son: Pérdida de Peso
Porcentual, Pérdida de Peso Habitual, Índice de Masa Corporal (IMC), Peso Habitual, Pliegue
Tricipital (PT), Circunferencia Muscular del Brazo (CMB), y Circunferencia Muscular de la
Pantorrilla. En cuanto a los parámetros bioquímicos, constituyen un escalón importante y
determinante en la valoración nutricional. Son complementarios a los antropométricos y junto
a ellos, determinan con precisión el estado nutricional. Advertir, como en los antropométricos,
que ninguno de ellos de forma aislada resulta patognomónico, y además se pueden ver
influenciados por los múltiples procesos orgánicos que padecen las personas mayores
especialmente las enfermedades agudas, situaciones de crisis, estrés, etcétera, dentro de los
principales se encuentran Albúmina, Prealbúmina, Transferrina y Proteína ligada al Retinol
(RBP). las concentraciones plasmáticas de estos traducen el estado del compartimiento
proteico visceral. Son proteínas de síntesis hepática, que pueden circular unidas a otras
sustancias. Todos son reactantes de fase aguda negativos y por tanto sus niveles plasmáticos
pueden verse influenciados, disminuyendo ante las respuestas orgánicas a traumatismos, a la
cirugía, a las infecciones y otros procesos agudos.

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