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Cualquiera podría decir que las desvalorizaciones sufridas en una difícil o triste
infancia, han quedado en el olvido. Otros más podrán decir que “no necesitan” el
reconocimiento de los demás porque es parte del “ego”, algunos por allá podrán decir que
“no ha sido tan duro”, pero en el fondo esa vida de desvalorización al final, claramente
tendrá sus consecuencias sobre nuestra salud.
Porque sentirnos valiosos es algo que comienza en casa. Con unos padres que reconocen
primeramente mi existencia, mi inteligencia, mi fuerza, mi belleza, mis habilidades.
¿Cuántas madres conocemos que etiquetan a sus hijos de tontos, inmaduros, débiles, etc?
¿Cuántos padres conocemos que etiquetan a sus hijos como mariquitas, cobardes, inútiles,
etc?
¿Y si yo crezco sin un padre que no quiso reconocerme tal vez porque desde entonces
yo no era lo suficientemente valioso?
¿Y si yo crezco con una madre que prefirió dejarme con la abuela porque yo le
obstaculizaba su camino hacia la búsqueda de su gran amor?
O ¿qué tal historias de desvalorización que comenzaron incluso antes de que yo
naciera cuando mi propia madre o mi propio padre rechazaron mi llegada, mi
existencia?
Esas historias en donde vivimos una niñez dura, fría, indiferente. Donde para nadie fue
importante si arreglé bien mi cama, si hice un bonito dibujo o si obtuve una buena
calificación en un difícil examen.
Porque todo ser humano, necesita saberse y sentirse bueno, inteligente, valiente, fuerte.
Necesitamos social y biológicamente sabernos y sentirnos “buenos para todo”, capaces todo
el tiempo.
Si claro, una buena mujer, pero sin reconocimiento, sin voto, sin fuerza para defender sus
ideales, para salir a cumplir nuevos sueños, sin fuerza para defenderse. Viviendo para
servir no haciendo ruido, sin quejarse, sin alterarse, viviendo una desvalorización que
comenzó desde su infancia en el seno de su familia y que mantuvo al unirse a un hombre
que mantuvo dicha desvalorización latente.
Jovencitos hábiles para los deportes o el arte que son minimizados por sus mismos padres,
que les hablan de un futuro laboral útil, de ingresos económicos como meta primordial,
provocando que abandonen aquello que aman hacer y para lo que son extraordinarios.
Jovencitas hermosas que ya desde su casa son llamadas gordas, tontas, feas, y que crecen
sintiéndose apenas merecedoras de cariño o reconocimiento.
Sentirnos, hoy por hoy, con miedo de cambiar de trabajo, con miedo de arreglar
nuestra situación sentimental por miedo a quedarnos solos. Miedo a reclamar un
equivocado cobro, miedo a alzar nuestra voz ante una injusticia, miedo a hablar siquiera o a
pensar. Sentir que no podemos superar a nadie en nuestra familia, sentir que no merecemos
un puesto mejor o un sueldo mejor, sentir que no hay salida, eso, señoras y señores, es
DESVALORIZACIÓN.
Porque nadie en nuestra infancia nos hizo sentir valiosos y grandiosos dentro del
hogar y porque nosotros ya con dicho entrenamiento, continuamos nuestras vidas
AUTODESVALORIZÁNDONOS constantemente.
Así que analizando toda tu vida, analizando desde cómo fuiste concebido o
concebida y cómo fue tu niñez, observa si de verdad eres tan malo o poca cosa como te lo
hicieron sentir en casa. Analiza objetivamente si realmente no tienes la fuerza para lograr
algo cuando te lo propones o fue lo que te hicieron creer desde niño o niña. Observa
cuántas veces al día tú mismo de dices tonto, idiota, estúpido, inútil y cuántas veces más
repites esas palabras sobre alguien más. No son bromas. Jamás puedes decir que tu
hermano te dice tonto “de broma” o que tú se lo dices a tu niño de “broma”.
Así que es tu deber descubrir quién te desvaloriza, hoy por hoy. Quién te
desvalorizó a lo largo de toda tu vida y tú a quién desvalorizas constantemente.
Seguramente descubrirás recuerdos tristes. Momentos en los que creíste que toda la
familia te felicitaría o te reconocería y por el contrario recibiste una ofensa, una burla,
una crítica.
Seguramente descubrirás recuerdos en los que tú sentiste haber tomado una buena
decisión y todo el mundo se te fue encima haciéndote sentir el más tonto del planeta.
Todos los días, absolutamente todos los días recibimos desvalorización por parte de
los demás o de nosotros mismos. Y si no estamos plenamente conscientes de
grandiosos que somos, daremos entrada a problemas en nuestra salud.
QUE HACER…
Haz una carta de duelo (Carta de Liberación del Clan Familiar) y escribe en ella todas
las historias de tu vida en las que te hayas sentido desvalorizado, para luego seguir con
todas las veces en tu vida, en que tú mismo te desvalorizas o has desvalorizado a tu pareja,
a tus hijos, a cualquier persona. Libérate de esas historias, quema tu carta, tira las cenizas y
cambia.
Comienza por repetirte lo bueno que eres, lo bella que eres, lo fuerte que eres, felicítate por
esa buena elección que hiciste o esa decisión que tomaste. Descúbrete reconociendo algo
valioso en tus hijos, en los demás y diciéndolo en voz alta.
Comienza todos los días de tu vida, diciéndote al espejo “algo bueno de ti” y repítelo 21
días.
- “Soy la mujer más inteligente del mundo, la más bonita, la más fuerte, la más segura de sí
misma”
- “Soy el hombre más inteligente del mundo, el más atractivo, el más fuerte, el más seguro
de sí mismo”
Algo como lo anterior pero con tus propias palabras claro y a lo largo del día, cada que
hagas algo bueno, di cosas como:
- “Bien hecho”
- “Me quedó perfecto”
- “Me lucí”
- “Qué bien lo hice”
- “Qué rico me quedó”
- “Qué bueno que lo logré”
Del mismo modo, están las desvalorizaciones que recibimos de todos los demás en nuestro
entorno: Comentarios, bromas, chistes, críticas, juicios, etc.
- Ay hija qué tonta eres!
- No hijito, tú para eso no sirves!
- Hijo, me avergüenzas!
- A ver, tú que estás platicando en clase, jamás lograrás nada en la vida!
- Fulanita, aquí te quedó sucio el piso, vuélvelo a limpiar, ¿qué no sabes limpiar?
- Córrele gordo! Ves? Ni puedes! Jajajajaja
- Así no se pronuncia, debes decirlo así! ¿Cuántas veces te lo he repetido?
- Otra vez llegando tarde fulanito? Estábamos mejor sin ti!
- La sopa te quedó insípida, ¿por qué no cocinas como mi mamá?
- A ver si hoy no se te olvida lo que encargué ayer eh!
Y también puedo seguir y seguir, por supuesto.
Hay otras más que tiene que ver con nuestras habilidades para lograr el amor y una vida
de pareja satisfactoria como poder gustarle a alguien, lograr que se enamore de mí,
lograr que no me engañe, lograr que no me deje, evitar que me golpee, lograr darle hijos,
lograr una vida sexual satisfactoria, etc, etc, etc.
Y además debemos sumar a las desvalorizaciones de pareja, el hecho de que nos estaremos
comparando con “los demás”.
-¿Por qué mis amigas ya se casaron y yo no?
- Yo no quiero que la familia se entere de que mi relación de pareja está mal o terminó
- No me gusta mi vida sexual o de pareja, pero no digo nada, para que no me deje
Y en este tema, cualquier variante que se les ocurra…
Sin darnos cuenta, como generalmente ocurre, es hasta que ya nos duele algo que llegamos
a la pregunta de siempre: ¿Por qué tendré esta molestia?
Lo malo, de las desvalorizaciones, es que desgastan: huesos, músculos, tendones,
articulaciones, etc…tejido conectivo que nos permite el movimiento.
Tal vez una leve desvalorización provoque que te duela un brazo por unos 3 días y
tal vez una fuerte desvalorización de pareja provoque que se rompa tu cadera…
Y es que mientras sufrimos las desvalorizaciones, no hay molestias, sino que es justo
cuando resolvemos dicha desvalorización que empieza el dolor.Pero si ya llevamos años y
años con la misma molestia, es porque resolvemos y volvemos a entrar EN EL MISMO
conflicto una y otra vez. Cuando lo ideal sería resolver y nunca volver a caer en lo mismo.
Algo que hay que tener siempre en cuenta, es lo que realmente nos duele, porque en
muchas ocasiones, no sabemos si es el hueso, es el músculo o es la articulación…
Los dolores en el cuello por ejemplo, son desvalorizaciones intelectuales, no es que hayas
dormido torcido o que tu almohada esté dura, o que dormiste en el piso es porque tú
interpretaste algún hecho de tu semana anterior, de manera “desvalorizante”.
Y digo lindamente, porque lo común es que piensen en alguien tipo “dictador”, pero rara
vez es así (aunque por supuesto que los hay).
Busquen a esa “linda” persona que te dice:
- “Te llamé y no me contestaste, dónde andabas?”
- ¿Vas a salir? A dónde? ¿A qué hora regresas?
- “Tengo tanta sed y como no venías no he podido tomar agua, anda tráeme un vaso con
agua”.
A esas sutilezas me refiero…
Por lo general la cadera comienza a dar molestias a las personas que ya han
recuperado su “valía”. Y ojo! Porque con la cadera hay una precisión increíble.
que comience un dolor en la cadera, analicen que asunto resolvieron hace 12 horas.
El problema de la cadera, es que como se trata de hueso descalcificado por una fuerte y
constante desvalorización, demorará algo de tiempo en solucionarse, porque habría que
esperar a que dicho hueso se recalcifique, y eso nos tomará varios meses de analgésicos y
antiinflamatorios.
Pero ya son años los que han esperado por una recuperación y ésta no llega, es porque la
desvalorización pudo para a ser “auto desvalorización”: Ya no camino como antes, antes to
podía subir escaleras, dame la mano porque me duele, ya no puedo salir porque me duele,
etc.
Y justamente ahora el conflicto quedó pendiente de resolución, lo que agrava las molestias.
Se dice que la cadera está relacionada con vida de pareja y lo mismo da si mi relación
de pareja es mala o si no tengo pareja, ambas son desvalorizaciones.
Pero en cadera, también busquen: EL LUGAR QUE YO OCUPABA…
Puede ser el de novia, puede ser el de esposa, pero también puede ser la Jefatura que me
quitaron.
Puede ser el lugar que yo ocupaba en la familia…busquen eso también.
Por lo tanto, cuando de dolores que aparecieron de la nada se trate y ustedes sepan que es
hueso, músculo, tendón, articulación, ganglio, etc….busquen DESVALORIZACIONES…
Poco a poco serán expertos en esto y lo manejarán cotidianamente, pudiendo así liberarse
de molestias, definitivamente.
Así las cosas…
Akasha Sanación Integral
Elizabeth Romero Sánchez y Edgar Romero Franco.