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5. El utilitarismo clásico
Los conceptos principales de la ética son lo bueno y lo justo. La mayoría de las teorías se
ocupan en como relacionar los dos conceptos, la más fácil es el concepto de la teoría
teleológica: el bien es definido independientemente de lo justo, entonces lo justo es definido
como aquello que maximiza el bien. Que el bien sea definido independiente de lo justo
significa que la teoría da cuenta de nuestros juicios meditados respecto a qué cosas son
buenas como una clase aparte de los juicios distinguidos por el sentido común. Además
significa que la teoría nos permite juzgar la bondad de las cosas sin referirnos a lo que es justo.
Las teorías teleológicas difieren muy claramente según como se especifique la concepción del
bien. La forma clásica del principio de utilidad es entendida como la satisfacción del deseo
racional. Los términos apropiados de la cooperación social están fijados por cualquiera que
obtenga la mayor suma de satisfacción de los deseos racionales de los individuos. En la visión
utilitarista, no está interesada en cómo se distribuya esta suma de satisfacciones entre los
individuos, tampoco cómo ésta se distribuye en el tiempo. La distribución correcta será la que
produce la máxima satisfacción. Los preceptos de justicia se derivan del único fin de obtener el
mayor equilibrio de satisfacción.
Parece de sentido común que hay que dar prioridad a las pretensiones de libertad y justo, por
sobre aumentar el beneficio social. La justicia como imparcialidad intenta explicar estas
cuestiones relativas a la prioridad de la justicia mostrando que son consecuencia de los
principios que hubieran de escogerse en la posición original. Mientras que la doctrina
contractual acepta nuestras convicciones acerca de la prioridad de la justicia como correcta, el
utilitarismo pretende explicarlas como una solución socialmente útil.
Otro contraste es que el utilitarismo es una teoría teleológica, mientras que la justicia como
imparcialidad no lo es, por definición sería una teoría deontológica que no especifica el bien
independientemente de la justicia o no interpreta lo justo como maximización del bien.
En el utilitarismo la satisfacción de cualquier deseo tiene un valor en sí, que deberá tomarse en
cuenta al decidir lo que es justo. El bienestar social depende de los niveles de satisfacción e
insatisfacción de los individuos.
Por otra parte en la justicia como imparcialidad las personas aceptan por anticipado un
principio de igual libertad y lo hacen sin un conocimiento de sus fines más particulares.
Convienen en adecuar las concepciones de su bien a lo que requieran los principios de justicia.
Los principios de la justicia ponen un límite al número de satisfacciones que tienen valor,
imponen restricciones a los deseos y aspiraciones, porque en la justicia como imparcialidad el
concepto de lo justo es previo al del bien. Un sistema social justo proporciona un marco de
derechos y oportunidades. Por otro lado el utilitarismo excluye aquellos deseos que en caso de
ser permitidos conducirían a un menor equilibrio neto de satisfacción.
Rawls no considera el tipo de utilitarismo de Hume, que parece designar como utilidad los
intereses generales y las necesidades de la sociedad. Para Hume la utilidad parece ser idéntica
a alguna forma del bien común, las instituciones satisfacen sus demandas cuando
corresponden al interés de todos, al menos a largo plazo. La opinión clásica que considera
Rawls es porque reconocen la prioridad relativos de los principios de justicia y de los derechos
derivados de estos principios.
En los contrastes entre el utilitarismo clásico y la justicia como imparcialidad, está implícita
una diferencia en las concepciones de la sociedad. En el primero pensamos en una sociedad
bien ordenada con un esquema de cooperación regulado por principios que las personas
escogerían en una situación equitativa, en la segunda se piensa en una administración
eficiente de recursos sociales para maximizar la satisfacción de un sistema de deseos
construido por el espectador imparcial.
Una institución existe en cierto tiempo y lugar cuando las acciones especificadas por ella se
llevan a cabo regularmente conforme a un acuerdo público según el cual ha de ser cumplido el
sistema de reglas que definen la institución. Es decir, cualquiera que participe en la institución
sabe aquello que sabría si estas normas y su participación fueran resultado de un acuerdo. Los
principios de justicia han de aplicarse a las disposiciones sociales entendidas como públicas en
este sentido. El carácter público de las reglas de una institución asegura que quienes participan
en ella sepan qué limitaciones de conducta pueden esperar unos de otros y qué acciones son
permisibles. En una sociedad regulada por un concepto compartido de justicia, existe un
acuerdo público acerca de lo que es justo e injusto.
La teoría de una institución, da reglas constitutivas por sentadas y analiza el modo según el
cual se distribuye el poder. Las reglas deberán ser establecidas de tal modo que los hombres
sean guiados por sus intereses predominantes de manera que promuevan fines socialmente
deseables.
Podemos distinguir entre una regla única, una institución y la estructura básica del sistema
social en su conjunto, la razón es que una o varias normas pueden ser injustas sin que la
institución lo sea o viceversa. Incluso puede haber un sistema social injusto sin que ninguna de
sus instituciones consideradas aisladamente lo sea, porque la injusticia es una consecuencia
del modo en que están combinadas dentro de un sistema único.
Serán principios de justicia aunque los consideremos injustos si proporcionan una asignación
de derechos y deberes fundamentales y determinan la división de las ventajas debidas a la
cooperación social.
Son las condiciones normales en las cuales la cooperación humana es tanto posible como
necesaria. Pero también está caracterizada por un conflicto de intereses como por una
identidad de los mismos ya que la cooperación social hace posible para todos, una vida mejor
que la que cada uno podría tener si viviese gracias a sus propios esfuerzos. Hay conflicto de
intereses ya que los hombres no saben de qué manera van a resultar beneficiados con la
cooperación. Son necesarios los principios para escoger entre las varias configuraciones
sociales y suscribir un acuerdo acerca de las porciones distributivas correctas. Las condiciones
subyacentes a esto son las circunstancias de la justicia.
Se puede dividir en dos: las circunstancias objetivas que hacen posible y necesaria la
cooperación humana, donde existen individuos semejantes en capacidades naturales, en que
ninguno puede dominar al resto y en donde existe escasez moderada. Por otra parte las
circunstancias subjetivas son los aspectos pertinentes de las personas que trabajan juntas,
aunque tienen las mismas necesidades e intereses, también tienen sus propios planes de vida
que los llevan a tener diferentes fines o propósitos con qué hacer con los recursos disponibles.
En este sentido también hay problemas pues el juicio de los hombres se ve deformado por sus
carencias de conocimiento y egoísmo, como consecuencia los individuos tienen una diversidad
de creencias filosóficas y religiosas y doctrinas políticas y sociales.
Entonces las circunstancias de las justicia se dan siempre que en condiciones de escasez
moderada (entre circunstancias objetivas) las personas presenten demandas conflictivas ante
la división de las ventajas sociales.
Apreciaciones: en primer lugar las personas en la posición original saben que se darán estas
circunstancias, además las partes tratarán de promover su concepción del bien y no estarán
obligadas por vínculos morales previos. Surge la pregunta si las personas en su posición
original tienen deberes y obligaciones con terceros (por ejemplo sus descendientes) al ser el
objetivo de la justicia como imparcialidad deducir todos los deberes y obligaciones a partir de
condiciones razonables se debe evitar esa apreciación. Sin embargo, se puede pedir que las
partes convengan que sus principios sean los mismos que generaciones pasadas, así lograr
extraer deberes a partir de condiciones razonables.
Los planes racionales a largo plazo determinan los objetivos e interés de un yo, aunque se
presume que son egoístas. Pero una vez levantado el velo de la ignorancia puede que las
partes se den cuenta que tienen vínculos y que desean promover los intereses de los demás y
ver alcanzados sus fines.
La justicia es la virtud de la práctica allí donde existen intereses competitivos y cuando las
personas se sienten facultadas para hacer valer sus derechos unos frente a otros. En una
comunidad de santos no habría disputas de justicia, cada uno trabajaría para un fin
determinado por su religión. Pero una sociedad humana está caracterizada por las
circunstancias de la justicia.