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Por otro lado, entendemos que la evolución del derecho procesal ha permitido
elaborar un conjunto de conceptos y principios propios de la disciplina y que son
comunes a toda clase de procesos, cualquiera sea la naturaleza del derecho material
aplicable.
Si bien los autores optaron por un abordaje clásico de las lecciones de derecho
procesal, sin abandonar el método explicativo, se ha ido un poco más allá
confrontando la regulación positiva con su plano de aplicación en aquellos casos en
que la jurisdicción ha ido afinando algunas instituciones en su aplicación forense, sin
renunciar a la visión crítica, cuando el tema así lo reclama.
El esfuerzo llevado a cabo parece importante. Los autores tienen experiencia en el
área de la teoría general del proceso, en el ámbito civil y, por cierto, en el estudio de
instituciones del proceso laboral. No parece irrelevante destacar que este trabajo se
realiza desde regiones, pero teniendo también a la vista, además, cómo operan los
tribunales de Santiago. Y, tampoco, es desdeñable poner de relieve que significa un
trabajo que logra aunar los esfuerzos de académicos pertenecientes a tres
importantes centros de estudio del Derecho Procesal.
Los autores
P P C P
P .G C M
I. A P L
1. E
La noción del proceso es fundamental para el estudio del derecho procesal porque
es la única forma en que los jueces pueden desarrollar la función que la Constitución
Política les encomienda. En algún momento se le consideró el principal objeto de
estudio de la disciplina y de ahí la denominación de la misma que persiste hasta
nuestros días, aun cuando para el derecho procesal moderno es aceptado que el
concepto fundamental es el de jurisdicción, en tanto que el proceso no es más —ni
menos— que el instrumento para su ejercicio.
No es momento de intentar construir una teoría general del proceso, pero no vemos
inconveniente en considerar la noción de proceso como punto inicial para esclarecer
el fenómeno de la resolución judicial de los conflictos y como escenario en el que
actúan la jurisdicción y la acción.
Las relaciones que surgen en el ámbito del derecho del trabajo justifican la
existencia de mecanismos procesales modernos y especializados que permitan
entregar una respuesta mucho más eficaz que lo que sucede en el ámbito
estrictamente civil. Está fuera de toda duda que el estatuto laboral está dotado de
mecanismos que aspiran a restablecer el equilibrio que la asimetría de la relación
laboral perturba y la aspiración de la función jurisdiccional en el ámbito laboral debiera
ser la entrega de una respuesta eficaz y rápida, que permita que la justicia no solo
llegue, sino que lo haga en forma oportuna.
2. A C
Como esta obra no pretende hacer una reconstrucción histórica del proceso laboral,
cuyos antecedentes se remontan al primer tercio del siglo pasado, consideraremos
como punto de partida la Ley Nº 18.510, como hito a partir del cual es posible
comprender la historia contemporánea de nuestro proceso laboral y cómo se ha ido
consolidando un determinado modelo.
La Ley Nº 18.510 del año 1986, impulsada por el mismo gobierno que en el año
1981 había puesto término a la judicatura especializada del trabajo, repuso los
tribunales especializados en materia laboral y, aunque no restableció las Cortes del
Trabajo, asentó las bases para la reconsolidación de la jurisdicción laboral
especializada.
Este orden jurisdiccional con una primera instancia especializada a través de los
Juzgados de Letras del Trabajo y una segunda instancia radicada en la Cortes de
Apelaciones es la que, a grandes rasgos, se mantiene hasta nuestros días.
El procedimiento ordinario, regulado entre los artículos 20 y 43, recibía del mismo
modo que hoy, el nombre de procedimiento de aplicación general y se caracterizaba
por detentar marcas de oralidad de mayor alcance que en el proceso civil, pero en el
que terminaba imponiéndose la lógica del expediente escrito. Principiaba mediante
una demanda escrita y tras el traslado y contestación, en su caso, se debía citar a las
partes a una audiencia, cuyo objeto, en primer lugar, era intentar la conciliación de las
partes. Si esta no se producía y existían hechos pertinentes, sustanciales y
controvertidos se recibía en la misma oportunidad la causa a prueba y,
posteriormente, se citaba a una nueva audiencia con el objeto de producir la prueba.
Terminada la fase probatoria, que podía extenderse por más de una jornada, el juez
debía citar a las partes para oír sentencia y el fallo se redactaba en el plazo de diez
días contado desde dicha citación. El régimen de valoración de la prueba era la sana
crítica y en la sentencia el tribunal debía expresar las razones jurídicas y las
simplemente lógicas, científicas, técnicas o de experiencia en cuya virtud le asignaba
un valor o la desestimaba.
El sistema recursivo fue otro de los aspectos destacados, llegándose a afirmar que
la apelación resultaba incompatible con un modelo oral, estableciéndose, en
consecuencia, las bases para diseñar un régimen de impugnación limitado que no
permitiera una revisión integral de lo resuelto.
i) revisar la sentencia de primera instancia cuando haya sido dictada con infracción
de ley;
ii) revisar los hechos declarados como probados, cuyas conclusiones se contradigan
con pruebas documentales o periciales que obren en el proceso; y,
iii) en los juicios sobre terminación del contrato de trabajo, el tribunal superior, sin
alterar las conclusiones fácticas a que se llegó en la instancia, podrá decidir la
alteración de la conclusión jurídica.
Por su parte, la Ley Nº 20.023, que modificó el sistema de ejecución de los títulos
ejecutivos laborales, puso el acento en uno de los temas más problemáticos que
nuestros sistemas de justicia enfrentan y con los más pobres resultados: la ejecución.
Para justificar la reforma se señalaba: "La tramitación en primera instancia de una
causa ejecutiva de cobranza previsional demora en promedio 1,5 años
aproximadamente en Santiago. Además, el alto grado de deserciones o abandonos
de procedimientos existentes, generan insatisfacciones de las expectativas o
pretensiones de los demandantes. Por su parte, el sistema de Seguridad Social en
Chile, se financia sobre la base de las cotizaciones efectivamente enteradas, motivo
por el cual el cobro de las mismas reviste el carácter de esencial y su cumplimiento es
de interés público. No obstante, numerosos estudios realizados han demostrado la
morosidad en el pago de las cotizaciones de seguridad social, hecho que podría
provocar el desfinanciamiento de este sistema y, en consecuencia, la falta de
protección del trabajador y su grupo familiar. La información disponible indica que la
deuda declarada y no pagada ha experimentado en estos últimos años un aumento
de un 15% anual, ascendiendo el año 2002 a la suma de MM$ 441.774".
Ante este decepcionante panorama, la Ley Nº 20.023 aspiró a mejorar el cobro
ejecutivo de las cotizaciones de la seguridad social y, también, beneficiar en idéntico
sentido los intereses particulares de los trabajadores.
Esta normativa sentó los pilares sobre los que se construye el proceso laboral que
conocemos, como la oralidad, inmediación, concentración, impulso procesal de oficio,
celeridad, buena fe procesal y gratuidad, configurándose un proceso laboral, como
método de resolución de conflictos, con una importante dosis de modernidad y
vanguardia que lo acercan a un sistema de justicia moderno.
Junto con los objetivos antes señalados, también merecen destacarse algunos
aspectos que serán precursores, por ejemplo, de la Ley Nº 20.886, sobre tramitación
electrónica de los procedimientos. No solo significó una aproximación hacia la
litigación electrónica, sino que también simplificó el sistema de notificaciones y,
consecuentemente, fue perdiendo valor la notificación por cédula, a favor del uso del
Estado Diario. Este cambio responde a la incorporación de la tecnología que permite
poner en conocimiento de los litigantes los actos del proceso, en forma fehaciente y
despojada de ritos obsoletos.
También hubo otros cambios importantes que propiciaban una solución de mejor
calidad: se dotó al juez de facultades oficiosas, en especial en el ámbito cautelar y en
relación al impulso del proceso, que permiten una mayor agilidad y que apuntan a
lograr, finalmente, el cumplimiento efectivo de las sentencias.
También se debe destacar que la Ley Nº 20.087 mantuvo las medidas para mejor
resolver. Ciertamente, tras haber presenciado la rendición de la prueba y antes de
fallar es adecuado permitir que el juez pueda decretar los medios probatorios que
estime convenientes y necesite para no tener que acudir a normas de cierre del
sistema y decidir un asunto por falta de convencimiento. Una decisión de calidad debe
estar basada en una correcta y completa reconstrucción de los hechos y si la
actividad de las partes no es suficiente para ello, no se observa el inconveniente de
que, respetando el derecho de defensa, se le atribuya al juez cierta iniciativa
probatoria complementaria —no sustitutiva— de la actividad procesal de las partes.
a) revisar la sentencia de primera instancia cuando esta haya sido dictada con
infracción de normas;
b) revisar los hechos declarados como probados por el tribunal de primera instancia
cuando se advierta que en su determinación se han infringido, en forma manifiesta,
las normas sobre apreciación de la prueba conforme a las reglas de la sana crítica, y
3. L
3.1. Una jurisdicción necesaria
El Código del Trabajo principia su regulación procesal por la fijación de los órganos
que van a ejercer la potestad jurisdiccional. Así, el primer título del Libro V del Código
del Trabajo, relativo a la jurisdicción laboral, establece en su art. 415 los Juzgados de
Letras del Trabajo y el número de jueces que los integra, en tanto que en el art. 416
regula los Juzgados de Cobranza Laboral y Previsional.
3.3. Características
El art. 417 del Código del Trabajo reafirma el principio de especialidad, declara la
calidad de los magistrados que integran estos órganos como Jueces de Letras y, en
último lugar, subraya la subsidiariedad del Código Orgánico de Tribunales para
regular todo aquello que exceda la regulación específica del Código del Trabajo.
Por esta razón, puede afirmarse que, en general, la estructura administrativa del
orden jurisdiccional laboral se sustenta en las mimas normas y principios que la
primera instancia penal (Juzgados de Garantía y Tribunales de Juicio Oral en lo
Penal).
4. C
7. Todas aquellas materias que las leyes entreguen a los juzgados de letras con
competencia laboral.
Por su parte, el art. 421 del Código del Trabajo establece las materias que serán
competencia de los Juzgados de Cobranza Laboral y Previsional. En concreto lo
serán los juicios relativos al cumplimiento de las obligaciones que emanen de títulos
ejecutivos conforme a la legislación laboral, previsional o de seguridad social y, en
especial, se enfatiza que se deberá atender a aquellos regulados específicamente en
la Ley Nº 17.322 referente al cobro de imposiciones, aportes y multas en los institutos
de previsión.
La existencia de recursos determina que no solo los tribunales del orden laboral
conozcan de los asuntos regidos por el Código del Trabajo. Las Cortes de
Apelaciones conocen en segunda instancia de las causas laborales de que hayan
conocido en primera los jueces de letras de su territorio jurisdiccional (art. 63 Nº 3
letra a) del Código Orgánico de Tribunales) y conocen de los recursos de queja que
incidan en procedimientos laborales (art. 63 Nº 1 letra c) del Código Orgánico de
Tribunales).
Respecto del recurso de nulidad, habrá que entender que las Cortes de Apelaciones
tienen competencia para conocer de él en "segunda instancia" porque no existe
ninguna norma específica que les atribuya competencia funcional para conocer de
dicho recurso en materia laboral.
Por su parte, la Corte Suprema tiene competencia para conocer del recurso de
unificación de jurisprudencia (art. 483 A del Código del Trabajo).
Por otro lado, como se ha visto, tanto los Juzgados de Letras del Trabajo como los
Juzgados de Cobranza Laboral y Previsional, tienen competencia para conocer de los
litigios en materia laboral y previsional, siendo determinante para atribuir el
conocimiento de un asunto a uno u otro tribunal, la fase jurisdiccional en que se
encuentre el proceso. La fase de conocimiento y decisión incumbe a los Juzgados de
letras del Trabajo y la fase de cumplimiento o ejecución a los Juzgados de Cobranza
Laboral y Previsional, en tanto que la etapa recursiva es de competencia de las
Cortes de Apelaciones y la Corte Suprema, dependiendo de la clase de recurso
interpuesto.
A pesar de que el art. 5º del Código Orgánico del Tribunales establece que a los
tribunales que menciona, entre ellos, los Juzgados pertenecientes al orden laboral,
corresponde el conocimiento de todos los asuntos judiciales que se promuevan dentro
del territorio de la República, cualquiera que sea su naturaleza o la calidad de las
personas que en ellos intervengan, la misma disposición se encarga se señalar que
ello es sin perjuicio de las excepciones que establezcan la Constitución y las leyes.
Una de estas excepciones está constituida por las personas que tienen fuero mayor,
referidas en el art. 50 Nº 2 del Código Orgánico de Tribunales, en cuya virtud los
asuntos en que sea parte o tenga interés alguno de los sujetos que enumera la
disposición, son conocidos en primera instancia por un ministro de la Corte de
Apelaciones respectiva, según el turno que ella fije.
Algún sector de la doctrina estima que este factor tiene aplicación en el proceso
laboral (Orellana y Pérez; Academia Judicial). Walter y Lanata, por su parte, lo
entienden procedente, pero consideran que no resulta necesaria esta especial
protección, dadas las características del proceso laboral.
"Que de acuerdo a lo razonado, el concepto de 'causas civiles' debe tenerse como tal en
forma restrictiva, y de ningún modo extenderse a otro tipo de materias, como lo sería en la
especie, a las causas del trabajo o laborales, que por sí mismas, además, gozan de
especialidad, con normas propias de acuerdo a la naturaleza de los derechos que pretende
tutelar" (C. de Apelaciones de Santiago, 1 de julio de 2013, rol Nº 3590-2013. En el mismo
sentido, C. de Apelaciones de Temuco, 8 de febrero de 2018, rol Nº 1-2018).
"Por otra parte, establece el artículo 133 del Código Orgánico de Tribunales "No se
considerará el fuero de que gocen las partes en los juicios, que se tramiten breve y
sumariamente...". Siendo necesario detenerse en este punto, pues de una primera lectura,
pareciera que esta norma, en lo que interesa, está haciendo referencia a los juicios
sumarios, pero ello no es así, pues alude a una "tramitación breve y sumaria", lo que se
condice precisamente con la tramitación de las causas laborales, las que al alero de sus
principios rectores, en particular, el de Celeridad, calzan en la hipótesis que se ha traído a
colación del artículo 133. Incluso más, el propio 425 del Código del Trabajo empieza
disponiendo: "Los procedimientos del trabajo serán orales, públicos y concentrados"
(C. de Apelaciones de Valdivia, 7 de mayo de 2010, rol Nº 67-2010).
"Que, la propia naturaleza del juicio laboral, cuyos principios son que sea oral, público y
concentrado, primando los principios de inmediación, impulso procesal de oficio, celeridad,
bilateralidad de la audiencia, principios que no se aplican al procedimiento civil.
Que, además por la naturaleza de los juicios orales, como lo son los juicios del trabajo, no
es pertinente que sea un miembro de esta Corte el que conozca y resuelva dicha causa"
(C. de Apelaciones de Chillán, 2 de septiembre de 2013, rol Nº 77-2013).
En cualquier caso, se debe considerar que el fuero opera cuando las autoridades
aforadas actúan a título personal, en virtud de un interés propio y no como
funcionarios públicos o como representantes de un organismo público, pues en tales
casos no tienen aplicación las reglas del fuero.
"... las personas aforadas, cada vez que ejercitan actos en el desempeño de su función,
cargo o empleo públicos, lo mismo que en representación de los intereses que les están
confiados en razón de tal desempeño, no pueden invocar ni gozan del fuero
correspondiente a su calidad personal, puesto que, entonces, se limitan a actuar no por sí
propiamente sino en cuanto al carácter funcionario que revisten o, en otras palabras, dejan
de ser parte o tener interés, directa o personalmente, en dichos actos, y, por lo tanto, para
determinar el tribunal competente hay que atender solamente a la naturaleza de la gestión
judicial, a menos que se trate de exigir o hacer efectiva su responsabilidad por los mismos
actos, o que la ley señale también un tribunal especial para conocer de la referida gestión"
(Anabalón). Así se ha resuelto (C. de Apelaciones de Concepción, 12 de julio de 2013, rol
Nº 60-2013. En similar sentido, C. de Apelaciones de Concepción, 27 de enero de 2017, rol
Nº 726-2016).
La norma fundamental está contenida en el art. 423 del Código del Trabajo: el juez
competente para conocer de las causas del orden laboral es el del domicilio del
demandado, o el del lugar donde se presten o hayan prestado los servicios a elección
del demandante.
En cambio, por ejemplo, la Ley Nº 19.496 sobre protección de los derechos de los
consumidores es bastante más consistente y clara al consignar como factor territorial
el correspondiente al domicilio del consumidor o del proveedor, a elección del primero
(art. 50 H de la Ley Nº 19.496). El mismo criterio debió primar en materia laboral, pero
parece haber prevalecido la circunstancia de tratarse de un procedimiento civil con
especialidades, en lugar de entender que la parte más débil merece una protección
adicional permitiendo modificar el fuero territorial habitual.
De todos modos, cuando el demandado es el Fisco, prevalecen las reglas del
Código del Trabajo, por sobre la establecida en el art. 48 del Código Orgánico de
Tribunales.
"Siendo los juzgados del trabajo tribunales especiales, no le son aplicables las normas del
artículo 48 del Código Orgánico de Tribunales, como lo asevera el Consejo de Defensa del
Estado, compartiendo, sin embargo, estos sentenciadores a plenitud su afirmación que
estas normas procesales son de orden público, por lo cual no admiten otra interpretación
que no sea la estrictamente literal. Que, a mayor abundamiento, los juicios de hacienda
deben tramitarse por escrito, sin escritos de réplica y dúplica, lo que se contrapone con el
procedimiento oral que rige en sede laboral" (C. de Apelaciones de Rancagua, 25 de junio
de 2019, rol Nº 119-2019).
Las normas sobre competencia territorial en materia civil son por excelencia
disponibles, admitiéndose por consiguiente la prórroga de las mismas. Para impedirlo,
suelen establecerse prohibiciones de prorrogar. En este sentido, el art. 423 del Código
del Trabajo prohíbe la prórroga expresa de competencia, con lo que a contrario sensu
estaría permitida la prórroga tácita (C. de Apelaciones de Concepción, de 19 de enero
de 2015, rol Nº 385-2014).
Como el legislador busca asegurar que toda persona sea juzgada por el juez
predeterminado por la ley, la infracción a cualquier precepto orientado a tal fin genera
un defecto genéricamente denominado incompetencia.
Existen varios instrumentos para obtener la declaración de incompetencia:
De acuerdo al art. 447 del Código del Trabajo, cuando el juez se estime
incompetente para conocer de la demanda, deberá declararlo de oficio, señalando el
tribunal competente a quien le enviara´ los antecedentes.
b) A petición de parte
La incompetencia del tribunal está prevista como una causal que autoriza la
interposición de un recurso de nulidad (art. 478 letra a) del Código del Trabajo).
d) El incidente de nulidad
1. E ,
c) Finalmente, hay ciertos criterios que, si bien no tienen una formulación expresa,
se desprenden del conjunto de la regulación.
Con anterioridad a la reforma del proceso penal, de familia y laboral, estos criterios
informadores de la regulación no estaban formulados de forma explícita en los textos
positivos, sino que era posible deducirlos del conjunto de la regulación legal. A partir
de las señaladas reformas, se hizo un lugar común el consignar de modo expreso
dichos principios, no siempre con un criterio uniforme y, hay que decirlo, de modo
bastante poco sistemático.
El párrafo 1º del Capítulo II, del Título I, del Libro V del Código del Trabajo, contiene
los principios que inspiran este modelo de enjuiciamiento. La consagración legal de
los principios constituye un elemento auxiliar para la interpretación, pues permite
acudir a ellos e inspirar al juez cuando estime que, por algún motivo, algún pasaje de
la ley resulta de oscura aplicación ante un caso concreto. Por este motivo, es
relevante que se encuentren consagrados y desarrollados pues permite que los
jueces adopten sus decisiones con mayores dotes de seguridad jurídica para todos
los intervinientes y, a su vez, soslaya el hecho de tener que acudir a otros cuerpos
normativos, a otros principios e incluso a aquellos consagrados en otros
ordenamientos por aplicación del artículo 5º de la Constitución Política de la
República.
Así, por ejemplo, el legislador es libre para diseñar un proceso dominado por la
escritura o bien optar por un régimen procesal mediante audiencias. En cambio, no es
admisible regular un proceso en el que no se observe un genuino contradictorio o no
se respete la igualdad procesal de los intervinientes.
2. L ,
Consiste en la efectiva posibilidad de que toda persona que se halle expuesta a ser
afectada en su posición jurídica por una resolución judicial, pueda influir en el
contenido de la misma, mediante la adquisición de conocimiento de los materiales en
que ha de fundarse, la toma de postura respecto a los mismos y la participación en la
introducción en el proceso de materiales que le sean favorables (Ortells).
Del mismo modo que el anterior, este derecho tiene fundamento constitucional,
aunque admite cierta modulación por parte del legislador, como sucede, por ejemplo,
en materia de tutela cautelar en la que, para asegurar la efectividad de la medida, es
posible su adopción sin escuchar previamente al sujeto pasivo. Así, por ejemplo, el
inciso 3º del art. 444 establece que las medidas cautelares podrán llevarse a efecto
antes de notificarse a la persona contra quien se dicten, siempre que existan razones
graves para ello y el tribunal así lo ordene.
Lo que parece claro es la falta de rigor sistemático del legislador, que eleva a la
categoría de principios, reglas técnicas que responden a criterios de simple
conveniencia, situándolas en pie de igualdad junto a criterios básicos que siempre
deben ser respetados para que el proceso responda a su esencia.
3. P :
Este es el criterio por el que optó el legislador laboral, al señalar inicialmente que
todas las actuaciones procesales serán orales, para acto seguido dejar a salvo las
excepciones expresamente contenidas en la ley. Por consiguiente, la regla general es
la oralidad, pero varias actuaciones deben respetar en su ejecución la forma escrita.
De entrada, la demanda debe interponerse por escrito, tanto en el procedimiento
ordinario (art. 446 del Código del Trabajo) como en el monitorio (art. 499 del Código
del Trabajo); la contestación del demandado debe constar por escrito (art. 452 del
Código del Trabajo); por cierto, el juicio ejecutivo también debe tramitarse por escrito
(art. 463 del Código del Trabajo); el recurso de nulidad debe interponerse por escrito
(art. 479 del Código del Trabajo) como también el recurso de unificación de
jurisprudencia (art. 483 A del Código del Trabajo). Por otro lado, además de la regla
general sobre la oralidad, algunas normas específicas enfatizan esta regla, como los
arts. 445 Nº 2 y 454 Nº 9 del Código del Trabajo.
Estas actuaciones procesales son orales, pero debe quedar constancia de las
mismas para su posterior control en el sistema de registro que debe cumplir los
siguientes requisitos: a) que se trate de un medio apto para producir fe, esto es, que
garantice la fiabilidad; b) que dicho medio permita garantizar la fidelidad y
conservación de su contenido, c) que el medio utilizado permita la reproducción de su
contenido, considerándose válida la grabación en medios de reproducción
fonográfica, audiovisual o electrónica y d) que el registro sea íntegro, esto es,
completo (art. 425 inc. 3º del Código del Trabajo).
3.1. Inmediación
La oralidad exige que las actuaciones se verifiquen ante el juez de la causa, libre de
todo elemento mediatizador.
Para darle operatividad a esta regla y evitar que quede como una disposición de
carácter programático, se consagra como un deber funcionario la presencia personal
del juez y la prohibición de delegación de funciones.
"Claro esta´ que la oralidad no es posible si los actos procesales tienen lugar ante personas
físicas diferentes, puesto que la impresión recibida por el juez que asiste a uno o más actos
no puede infundirse en el otro que debe juzgar" (Chiovenda).
Un reflejo concreto de esta expresión de la inmediación es la norma del art. 460 del
Código del Trabajo, en cuanto previene que, si el juez que presidio´ la audiencia de
juicio no pudiere dictar sentencia, aquella deberá celebrarse nuevamente, lo que
revela la necesidad de la identidad personal entre el juez que presenció la prueba y el
que dicta sentencia.
"...la circunstancia de emitir el fallo encontrándose con licencia la magistrado que lo dicta no
constituye una irregularidad toda vez que conforme al artículo 460 del Código del Trabajo,
ha de ser el Juez que preside la audiencia quien dicte la sentencia" (C. de Apelaciones de
Santiago, 10 de abril de 2014, rol Nº 1719-2013).
Además, es posible desprender esta regla del inciso 2º del art. 427 del Código del
Trabajo, en cuanto permite autorizar al secretario abogado —en aquellos tribunales
que cuenten con uno—, para que, en calidad de suplente, asuma en todo el curso del
juicio, en cuyo caso, se establece imperativamente solo él podrá presidir la audiencia,
dictar el fallo y llevar a cabo todas las actuaciones que correspondan.
En todo caso, aunque no existiera una regla expresa que estableciera esta
exigencia, su justificación se funda en una consideración práctica evidente, pues no
tiene sentido asegurar de modo tan vigoroso la presencia del juez en todas las
audiencias para después permitir que la sentencia la pronuncie un juez que no asistió
a una de esas audiencias.
Que como es sabido, el principio de oralidad que rige el proceso laboral le otorga al
juez un rol activo como rector del proceso, que garantiza la inmediación del juez en la
recepción de la prueba, lo que le permite que por haber tomado conocimiento directo
y personal de las mismas, sea quien debe dar por acreditados los hechos que se
controvierten (C. de Apelaciones de Valdivia, 16 de noviembre de 2010, rol Nº 191-
2010).
Por las razones antes expuestas, el criterio expresado en estas últimas dos
sentencias no puede ser compartido y reflejan una incomprensión del principio.
3.2. Concentración
La concentración, que el legislador laboral asocia con otro que denomina celeridad,
se menciona en el art. 425 del Código del Trabajo y se concreta parcialmente en el
mandato contenido en el art. 428 del Código del Trabajo, que ordena al juez reunir en
un único acto aquellas diligencias en que esto sea posible. Por otro lado, el art. 429
del Código del Trabajo impone al juez la adopción de las medidas tendientes a evitar
la paralización del proceso o su prolongación indebida.
Respecto de las excepciones previas, el art. 453 Nº 1 inc. 4º del Código del Trabajo,
ordena que el tribunal se pronuncie de inmediato sobre las excepciones de
incompetencia, de falta de capacidad o de personería del demandante, de ineptitud
del libelo o aquella en que se reclame del procedimiento en la audiencia preparatoria,
en la medida que su fallo pueda fundarse en antecedentes que consten en el proceso
o que sean de pública notoriedad. Si se trata de defectos subsanables, como una
ineptitud del libelo, por ejemplo, debe suspender la audiencia por el plazo más breve
posible, a fin de que se subsanen dichos defectos u omisiones, en el plazo de cinco
días, bajo el apercibimiento de no continuarse adelante con el juicio. En los demás
casos, deben tramitarse juntamente con la cuestión principal y fallarse en la sentencia
definitiva (art. 453 Nº 1 inc. 5º del Código del Trabajo). Esta última deberá
pronunciarse sobre las acciones y excepciones deducidas que no se hubieren
resuelto con anterioridad y sobre los incidentes, en su caso, o solo sobre estos
cuando sean previos e incompatibles con aquellas (art. 458 del Código del Trabajo).
Sin embargo, también se tiene resuelto que el hecho de que haya asistido la parte a
la audiencia mas no su abogado, configura un supuesto de caso fortuito o fuerza
mayor, que autoriza a suspender la audiencia pues, en caso contrario, se produce una
vulneración del derecho a una debida defensa (C. de Apelaciones de Coyhaique, 26
de marzo de 2019, rol Nº 1-2019).
Respecto de las cuestiones incidentales, el art. 443 del Código del Trabajo previene
que los incidentes de cualquier naturaleza deberán promoverse preferentemente en la
audiencia respectiva y resolverse de inmediato y que, excepcionalmente, el tribunal
puede dejar su resolución para la sentencia definitiva.
En el art. 429 del Código del Trabajo, se contienen unas reglas sobre el incidente de
nulidad procesal, que aparecen mezcladas con preceptos que regulan el impulso
procesal.
Ratificando la regla del art. 427 del Código del Trabajo, la vulneración de la regla de
inmediación produce el efecto de una nulidad necesaria o insaneable, en cuyo caso,
el tribunal no podrá excusarse de decretar la nulidad (art. 429 inc. 2º del Código del
Trabajo).
Era también el sistema reconocido en texto original del artículo 457 introducido por
la Ley Nº 20.087, que establecía dos momentos para el pronunciamiento de la
sentencia: el juez podía pronunciar el fallo al término de la audiencia de juicio o, en
todo caso, dictarlo dentro del plazo de décimo quinto día, contado desde la realización
de esta.
Durante la tramitación del Proyecto que terminó por convertirse en la Ley Nº 20.260,
uno de los invitados a exponer ante la Comisión de Constitución de la Cámara de
Diputados expresó que, respecto de las deficiencias que podrían obstaculizar los
objetivos perseguidos con la reforma, estimaba necesario "eliminar la exigencia de
expresar las bases fundamentales del fallo que establece el artículo 457, o dejarla
como facultativa, cosa que deberá efectuar cuando no pronuncie el veredicto al
término de la audiencia del juicio, por considerar que ello complicaba al sentenciador
en los casos difíciles que debe conocer". A su juicio, esto "en nada afectaría la
celeridad del proceso por cuanto el plazo de quince días para dictar la sentencia
satisface dicho objetivo".
La Comisión coincidió con estas explicaciones de los Diputados y, sin mayor debate
—lo cual es completamente efectivo—, procedió a aprobar la indicación por
unanimidad, en tanto que el Senado, por su parte, aprobó esta proposición sin
enmiendas e, igualmente, sin mayor debate.
3.4. Publicidad
4. P
El art. 447 del Código del Trabajo establece algunos supuestos en los cuales el
juez, de oficio, debe inadmitir la demanda: a) cuando se estime incompetente;
b) cuando se desprendiere claramente la caducidad de la acción y c) cuando,
tratándose de materias de seguridad social, el actor no acompañe determinados
documentos exigidos por ley.
Respecto del impulso procesal, el art. 429 del Código del Trabajo establece
claramente la regla de impulso oficial. Sin embargo, la combina con otras facultades
de carácter material, como la aportación oficiosa de pruebas que no tiene relación
necesaria con el impulso procesal. En el proceso civil también hay varias fases en las
que se reconoce el principio de impulso oficial, pero en el proceso laboral el principio
tiene carácter general y, por la misma razón, no procede el abandono del
procedimiento.
Se debe agregar que el legislador no solo asigna al juez la iniciativa para impulsar
hacia adelante el proceso, sino que, además, le impone hacerlo con cierto ritmo en
cuanto el art. 428 del Código del Trabajo dispone que los actos procesales deben
realizarse con la celeridad necesaria, procurando concentrar en un solo acto aquellas
diligencias en que esto sea posible, vinculando de este modo los poderes atribuidos al
juez con la regla de la concentración procedimental. Por otro lado, el art. 429 del
Código del Trabajo, impone al juez la adopción de las medidas tendientes a evitar la
paralización del proceso o su prolongación indebida.
En suma, el juez no solo debe impulsar el avance del proceso, sino que, además,
debe realizarlo con prontitud. Esta idea de la aceleración de los procesos está muy
difundida e incluso, en una degradación de la sentencia de Séneca ("Justicia tardía no
es justicia"), pareciera que se ha llegado al extremo de considerar aceptable una
solución injusta, pero prontamente obtenida. Es indudable que la aceleración del
proceso no puede obtenerse con menoscabo de garantías fundamentales ni
sacrificando las razonables probabilidades de acierto de toda resolución judicial.
Respecto de la eficacia de los actos procesales, el inciso 2º del art. 429 del Código
del Trabajo establece que el tribunal debe corregir de oficio los errores que observe
en la tramitación del juicio y adoptar las medidas que tiendan a evitar la nulidad del
procedimiento. Se trata de una redacción similar a la del inciso 3º del art. 84 del
Código de Procedimiento Civil, aunque mientras en esta última disposición se trata de
simples facultades, en el proceso laboral se han elevado a la categoría de imperativo
legal.
5. L
5.1. La buena fe procesal
En el art. 430 del Código del Trabajo el legislador se limita a reconocer la buena fe y
facultar al juez para adoptar las medidas necesarias para impedir el fraude, la
colusión, el abuso del derecho y las actuaciones dilatorias, pero sin imponer ningún
deber positivo concreto para la actuación de las partes de lo que se sigue que, en
realidad, lo que existe es un deber general de no actuar de mala fe. Con esta
afirmación no se aclara demasiado el contenido de este concepto jurídico
indeterminado, pero, al menos, evita tener que indagar sobre su contenido específico
y elaborar una enumeración casuística de los deberes específicos vinculados a la
buena fe procesal.
Aunque parezca una obviedad decirlo, ni siquiera el carácter tutelar del derecho del
trabajo, autoriza para prescindir del deber de observar una conducta congruente con
las pautas éticas elementales.
"En la situación planteada, la petición del recurrente, al no haber negado la recepción del
dinero, y por el contrario haber reconocido su entrega, no hace sino demostrar una
actuación que linda en una falta a la buena fe que debe inspirar toda actuación jurídica, por
cuanto de acogerse derivaría en un enriquecimiento ilícito por parte del trabajador, no
pudiendo ni siquiera en atención a los principios de tutela a favor del trabajador que
inspiran el derecho laboral, justificar la decisión pretendida a través de este recurso"
(C. de Apelaciones de La Serena, 23 de abril del 2010, rol Nº 29-2010).
5.2. La gratuidad
Un obstáculo importante para el acceso a la justicia está constituido por los gastos
de abogado y mandatario, quienes no forman parte de la administración del Estado,
pero tienen derecho a una compensación económica por los servicios prestados en
juicio, lo que se traduce en el cobro de honorarios profesionales a quienes requieran
de sus servicios.
C , G., Principio de derecho procesal civil, tomo II, (trad. Casáis), Madrid,
Reus, 1925.
1. N
En efecto, el legislador establece los requisitos de tiempo, forma y lugar que deben
cumplirse para la práctica de los actos del proceso. En este sentido, la doctrina ha
destacado la irrenunciabilidad de las normas procesales y la imposibilidad jurídica de
sustituirlas por actos voluntarios como consecuencia de este carácter. No hay ni
puede haber un proceso convencional pues los actos procesales solo existen en la
medida en que exista una norma jurídica que los crea, es decir, que establece cuáles
son los concretos actos de que se componen y cuál es el orden en que deben
sucederse. En suma, el proceso es una creación artificial del legislador, por lo que sin
una ley que regule el proceso, este no existe.
Como no existe una única forma en que se desarrolla el proceso, no hay, por
consiguiente, un único procedimiento, sino que, por el contrario, existe una variedad
de ellos que atiende a diversos aspectos.
2. L
Desde un punto de vista dinámico, conforme a lo que se ha señalado, el proceso no
es sino un conjunto de actos vinculados entre sí con una determinada finalidad, de
modo que cada uno de esos actos es presupuesto del siguiente y consecuencia del
anterior, dando origen al procedimiento que es la forma o manera como se ordena
formalmente el proceso. Esos actos que conforman el procedimiento reciben el
nombre de actos procesales.
Los actos procesales son actos jurídicos que provienen fundamentalmente de las
partes y del órgano jurisdiccional mediante los cuales el proceso se realiza y que
producen sus efectos principales, de modo directo e inmediato en el proceso. La
característica distintiva del acto procesal es la intervención de la voluntad humana y
que genera alguna repercusión en la actividad procesal. Esta primera acotación
permite diferenciar el acto procesal del hecho procesal, que es una situación que se
verifica de modo independiente de la voluntad humana y que genera efectos en el
proceso. El caso fortuito o la fuerza mayor (art. 426 del Código del Trabajo), por
ejemplo, son situaciones que, si bien son independientes de la voluntad humana,
repercuten de diferente modo en el proceso. Asimismo, la necesidad de que los
efectos del acto repercutan de modo directo e inmediato en el proceso excluye de
esta categoría a aquellos actos cuya repercusión procesal sea indirecta o mediata,
como el otorgamiento de un mandato judicial por escritura pública o la constancia del
trabajador de que, con ocasión del contrato de trabajo, traslada su domicilio (Guasp).
Un elemento distintivo del acto procesal, que es el único que interesa en este
capítulo, es que nunca se presenta como un acto aislado, ni en los textos normativos
que lo regulan, ni en su realización concreta, como suele suceder, en cambio, con los
actos jurídicos pertenecientes al derecho privado. Por esta razón, aunque es
necesario el estudio de cada uno de estos actos, la plena comprensión de su régimen
jurídico pasa por considerar que el acto procesal forma parte de una combinación de
actos jurídicos.
3. C
Los actos reguladores del proceso laboral están sometidos a un triple grupo de
reglas legales. En primer lugar, se encuentran las reglas comunes aplicables a todos
los actos procesales pertenecientes al proceso laboral, contenidas entre los arts. 432
y 445 del Código del Trabajo. En lo no regulado en el Código del Trabajo o en leyes
especiales rige la regla de supletoriedad condicionada del art. 432 del Código del
Trabajo. En tercer lugar, estas disposiciones se complementan con las normas
contenidas en la Ley Nº 20.886 que estableció la tramitación judicial de los
procedimientos civiles y que entró en vigencia en todo el territorio de la República el
día 18 de diciembre de 2016, normativa que se aplica a las causas que conozcan los
tribunales ordinarios de justicia y los tribunales especiales que forman parte del Poder
Judicial, con excepción de las causas que conozcan los tribunales militares en tiempo
de paz.
Es importante consignar que el uso del sistema informático es obligatorio para los
jueces, auxiliares de la administración de justicia y funcionarios de los tribunales antes
referidos, quienes tienen el deber de utilizar y registrar en el sistema informático todas
las resoluciones y actuaciones procesales que se verifiquen en el juicio (art. 3º
Ley Nº 20.886), prohibiéndose la creación por parte del tribunal de registros paralelos,
ni de carpetas o expedientes físicos para la tramitación de causas (art. 20 Acta Nº 71-
2016).
Además, salvo excepciones, las partes deben ingresar las demandas y demás
escritos por vía electrónica a través del sistema de tramitación electrónica del Poder
Judicial, para cuyos efectos los abogados o habilitados para actuar ante los tribunales
deben registrarse. (art. 5º Ley Nº 20.886). Aun en los casos excepcionales en que es
permitido a las partes presentar escritos en formato material, estos deberán ser
digitalizados e ingresados a la carpeta electrónica.
Como es conocido, uno de los problemas más importantes que plantea la existencia
de procedimientos especiales, se refiere a la interpretación de normas oscuras o
dudosas y especialmente a la integración de las posibles lagunas normativas
existentes.
La regla del art. 432 del Código del Trabajo contiene la regla para resolver una
materia respecto de la cual la normativa especial carece de disposición expresa y,
ratificando que nos encontramos frente a un procedimiento civil con especialidades, lo
hace mediante una remisión al Código de Procedimiento Civil.
No obstante, también se ha resuelto que el Código del Trabajo no tiene una norma
que se refiera al vencimiento total o parcial, por lo que debe aplicarse el artículo 432
del Código del Trabajo y en base a ello determinar la condena en costas
(C. de Apelaciones de Talca, 30 de octubre de 2015, rol Nº 181-2015).
La regla sobre entorpecimiento prevista en el inciso segundo del art. 339 del Código
de Procedimiento Civil es aplicable al procedimiento laboral (C. de Apelaciones de
San Miguel, 8 de junio de 2018, rol Nº 208-2018).
La solución a este problema real no puede consistir en no hacer exigibles las cargas
de comparecer patrocinado y representado, permitiendo la comparecencia personal
de la parte, como lamentablemente se ha permitido en ocasiones, sino que la forma
de enfrentar esta problemática consiste en robustecer los mecanismos de asistencia
jurídica gratuita.
Por este motivo, el art. 434 del Código del Trabajo hace imperativa la
comparecencia con patrocinio de abogado y representación de procurador,
imponiendo a las partes la concurrencia a las audiencias por intermedio de
mandatario (art. 426 del Código del Trabajo) y, asegurando, por otro lado, que
quienes posean beneficio de pobreza tengan derecho a defensa letrada gratuita por
parte de las respectivas Corporaciones de Asistencia Judicial, las que
necesariamente deben actuar mediante abogados y no a través de estudiantes en
práctica. En su defecto, deberán ser atendidos por un abogado de turno o a través del
sistema de defensa gratuita que disponga la ley (art. 431 del Código del Trabajo).
Por otro lado, ratificando lo dispuesto en el art. 7º del Código de Procedimiento Civil,
el mandato judicial y el patrocinio constituido en el Juzgado de Letras del Trabajo,
rigen para toda la prosecución del juicio en el Tribunal de Cobranza Laboral y
Previsional, a menos que exista constancia en contrario. Se trata pues de una
aplicación de la señalada regla del Código de Procedimiento Civil que extiende la
duración del mandato judicial "hasta la ejecución completa de la sentencia definitiva".
En primer lugar, como marco en el que se insertan tales actos. En este sentido, la
ley impone que la realización de dichos actos se verifique en determinados días y
horas, declarando inválidos los que no se acomodan a esa prescripción. En segundo
lugar, opera como regla para determinar la secuencia del procedimiento, es decir,
para evitar la coincidencia de unos actos con otros, la ley señala el orden de
realización de los diversos actos, con efecto preclusivo.
Respecto del tiempo de los actos procesales, la ley laboral no contiene normas
específicas, rigiendo por consiguiente las normas comunes a todo procedimiento
contenidas en el Libro I del Código de Procedimiento Civil, que determina periodos de
tiempo aptos o no para la práctica de actos procesales. A estos efectos no interesan
las unidades de tiempo superiores al día ni inferiores a la hora, por lo que se dice que
las actuaciones judiciales deben ser practicadas en días y horas hábiles (art. 59
inc. 1º del Código de Procedimiento Civil). La limitación debe entenderse referida a
las actuaciones propias del tribunal o sus auxiliares porque, tratándose de los escritos
y documentos presentados por las partes, como la Oficina Judicial Virtual funciona de
manera continua e ininterrumpida, pueden ser presentados todos los días del año
durante las veinticuatro horas (art. 38 Acta Nº 71-2016).
Además de la eficacia del factor temporal como requisito de validez de los actos
procesales, también tiene importancia para la secuencia del procedimiento, con lo que
corresponde ocuparse de los plazos y términos.
Reiterando la norma del art. 66 del Código de Procedimiento Civil, en cuanto a los
efectos de los plazos, el art. 435 del Código del Trabajo sienta la regla general dentro
del sistema procesal laboral en cuanto a que los plazos tengan el carácter de fatales,
con excepción de aquellos establecidos para la realización de actuaciones propias del
tribunal, como sucede, por ejemplo, con el plazo para dictar sentencia.
El plazo fatal o preclusivo es aquel que una vez vencido produce la caducidad del
derecho que debió ejercitarse dentro de él, sin necesidad de actividad alguna ni del
juez ni de la parte contraria. El vencimiento del plazo y la extinción del derecho
operan en un mismo y único instante. Por esta razón la disposición recién referida
añade que la posibilidad de ejercer un derecho o la oportunidad para ejecutar un acto
se extingue, por el solo ministerio de la ley, con el vencimiento del plazo.
Respecto del cómputo de los plazos, en general, son las normas del Código Civil las
que indican mayormente la forma en que deben computarse los plazos. Como
primera cuestión, debe considerarse la unidad de tiempo que constituye el plazo o
término, distinguiéndose entre plazos de días, como el previsto en el art. 452 del
Código del Trabajo, de meses, como los señalados en el art. 510 del Código del
Trabajo y de años, como el establecido en el mismo art. 510, pero en su inciso
primero.
De acuerdo al inciso tercero del art. 435 del Código del Trabajo, tratándose de los
plazos de días, se entienden suspendidos durante los feriados.
En este sentido, se ha suscitado controversia acerca de la forma de computar el
plazo establecido en el inciso primero del art. 512 del Código del Trabajo, que señala
"El Director del Trabajo hará uso de esta facultad mediante resolución fundada, a
solicitud escrita del interesado, la que deberá presentarse dentro del plazo de treinta
días de notificada la resolución que aplicó la multa administrativa". La norma no
señala si el plazo que establece para interponer la reconsideración administrativa es o
no de días hábiles y como está ubicada en el Título Final del mismo libro, no rige el
recién señalado inciso tercero.
En tal caso, la Corte Suprema ha entendido que debe aplicarse en forma supletoria
el art. 25 de la Ley Nº 19.880 que se refiere al cómputo de los plazos del
procedimiento administrativo, disposición que señala que estos son de días hábiles,
disponiéndose que son inhábiles los días sábados, los domingos y los festivos, toda
vez que al existir un plazo "especial" como es el contenido en la Ley Nº 19.880
respecto a los procedimientos administrativos, este prima por sobre las normas de
carácter general comprendidas en el Código Civil (C. Suprema, 9 julio 2018, rol
Nº 2482-2018; C. Suprema, 11 octubre 2018, rol Nº 20569-2018).
"...cabe tener en consideración que por regla general, las resoluciones judiciales que son
pronunciadas en los procedimientos escritos, lo son sin que aquéllos a quienes van a
afectar se hallen presente, por lo que resulta forzoso que tengan un conocimiento cabal,
veraz, oportuno y eficaz de ellas, lo que se logra por medio de las notificaciones, las que
efectuadas cumpliendo con las formalidades respectivas, permiten presumir de derecho
que tal conocimiento se ha verificado, sin que admita, salvo casos excepcionales, la prueba
de la falta de tal noticia" (C. Suprema, 12 de noviembre de 2013, rol Nº 748-2013).
4.4.2. Importancia
Las notificaciones están sometidas a un doble grupo de reglas legales. Por un lado,
están reglamentadas en forma particularizada en el párrafo 2º del Capítulo II del Libro
V del Código del Trabajo (arts. 436-442 del Código del Trabajo), pero también se les
aplican las reglas comunes a todos los actos procesales, por lo que deben reunir
todos los requisitos de validez generales de esta clase de actuaciones procesales. En
lo no previsto, rigen las reglas contenidas en el Libro I del Código de Procedimiento
Civil (art. 432 del Código del Trabajo).
El art. 451 del Código del Trabajo distingue, por ejemplo, entre la notificación de la
demanda y la citación a la audiencia preparatoria, aun cuando ambos actos de
comunicación se verifican en una misma oportunidad.
Esta circunstancia explica el motivo por el que la forma en que se llevan a efecto los
tipos especiales de actos de comunicación sea prácticamente idéntica en casi todos
los casos a la utilizada para practicar una notificación. Así, el acto de poner en
conocimiento de un sujeto una resolución cualquiera (notificación) no difiere
sustancialmente de la forma en que se practica una citación o un emplazamiento. La
nota distintiva viene determinada por el contenido de esos actos que no se limitan a
dar a conocer, sino que invitan o imponen una determinada conducta (Guasp).
a) La citación
Las citaciones a las audiencias tienen requisitos especiales pues en ellas debe
hacerse constar que se celebrarán con las partes que asistan, afectándole a la que no
concurra todas las resoluciones que se dicten en ella, sin necesidad de ulterior
notificación (art. 426 del Código del Trabajo).
b) El emplazamiento
En sentido amplio, es el acto por el cual el tribunal ordena a las partes o a los
terceros que comparezcan ante él en un lapso determinado, es decir, dentro de un
plazo. Si bien guarda semejanza con la citación, al imponer a las partes una
determinada conducta, se caracteriza porque ordena al emplazado la conducta de
que comparezca ante la presencia judicial y porque dicha comparecencia debe
verificarse en un lapso determinado y no en un instante preciso, como en la citación.
El tribunal Supremo español tiene resuelto que "El emplazamiento judicial es un acto
procesal de naturaleza mixta, componiéndose de un acto de comunicación en sentido
estricto por el cual se notifica al destinatario la existencia de un proceso contra él,
integrándose, además, por un acto de intimación, para comparecer en dicho proceso" (STS
698/1995 de 13 de julio de 1995).
c) El requerimiento
Es el acto por el cual el tribunal ordena a las partes o a los terceros dar, hacer o no
hacer alguna cosa determinada que no consista en una comparecencia ante él. Se
asemeja a la citación y el emplazamiento en cuanto está compuesto por una
comunicación y porque invita o impone una determinada conducta.
La diferencia radica, en primer lugar, en la conducta que impone, que debe ser
diferente a la de comparecer ante el tribunal porque, de lo contrario, estaríamos frente
a una citación o un emplazamiento.
"Que la notificación, en un sentido estricto, es el acto del tribunal que tiene por objeto poner
en conocimiento de los interesados una resolución judicial; no puede entonces
confundírsela con el requerimiento, puesto que, como ya se ha repetido, éste lleva
involucrada una orden del tribunal para hacer o no hacer una cosa determinada que no
consista en una comparecencia" (C. de Apelaciones de Concepción, 19 de diciembre de
1977, en Rev. Der. y Jur., tomo 74, s. 2ª, p. 245).
Más allá de esta delimitación negativa, su exacta comprensión supone analizar los
supuestos normativos que lo contemplan. Los casos más destacados de esta clase
de acto de comunicación pertenecen al proceso de ejecución y son el requerimiento
para el pago (arts. 466 inc. 3º y 473 inc. 3º del Código del Trabajo). También reviste
esta naturaleza la orden de reincorporación del trabajador sujeto a fuero laboral
(art. 174 del Código del Trabajo).
i) Las medidas cautelares que, conforme lo señala el art. 444 inc. 3º del Código del
Trabajo, pueden llevarse a efecto antes de notificarse a la persona contra quien se
dictan.
ii) A la parte que no asista a la audiencia le afectarán todas las resoluciones que se
dicten en ella, sin necesidad de ulterior notificación (art. 451 inc. 2º del Código del
Trabajo).
d) Exigencia de georreferenciación
Así las cosas, si de los antecedentes aparece que el sujeto que cuestiona la validez
de la notificación tuvo, sin embargo, real y oportuno conocimiento de la resolución, la
pretensión anulatoria no podrá prosperar, pese a que se haya cometido una
irregularidad formal en su ejecución.
1. notificación personal.
Es aquella que se hace a la persona misma del notificado y que se verifica mediante
la entrega de una copia íntegra de la resolución de cuya notificación se trata y de la
solicitud en que haya recaído (art. 436 del Código del Trabajo).
c) Requisitos subjetivos
Esta forma de practicar la notificación debe realizarse por el funcionario que el juez
determine, atendiendo a las circunstancias del lugar en que funcione el tribunal y
restantes consideraciones que miren a la eficacia de la actuación. Sin perjuicio de lo
anterior, la parte interesada podrá siempre encargar a su costa la práctica de la
notificación a un receptor judicial.
Por lugar de libre acceso al público debe entenderse todo aquel al cual una persona
pueda acceder sin otro requisito que entrar o bien pagar la entrada, tales como
restaurantes, cines, museos, estadios municipales, bibliotecas, etc., debiendo
excluirse aquellos lugares privados que puedan existir dentro de ellos, como las
oficinas administrativas o privadas.
Además, la notificación personal se podrá efectuar en cualquier día, entre las seis y
las veintidós horas, en la morada o lugar donde pernocta el notificado, en el lugar
donde ordinariamente ejerce su industria, profesión o empleo, o en el recinto del
tribunal.
4.4.7.2. Notificación especial del art. 437 del Código del Trabajo
a) Concepto y naturaleza
Corresponde a una forma especial de notificación personal, que tiene lugar cuando
la persona a quien debe notificarse personalmente no es habida en su habitación o en
el lugar donde ordinariamente ejerce su industria, profesión o empleo, concurriendo
los demás requisitos legales.
b) Procedencia
Como se señaló, esta clase de notificación carece de entidad autónoma y solo está
destinada a substituir la notificación personal, de modo que su primera condición de
procedencia es que se trate de practicar una notificación personal.
Si, por cualquier causa, no es posible entregar dichas copias, deberá fijarse en un
lugar visible un aviso que de noticia de la demanda con las siguientes menciones:
especificación exacta de las partes, materia de la causa, juez que conoce de ella y
resoluciones que se notifican.
El art. 438 del Código del Trabajo establece la improcedencia de notificar por esta
modalidad cuando el notificado es el trabajador, en cuyo caso, deberá practicarse en
persona, siempre y cuando se trate de notificarlo de la demanda en el lugar donde
funcione la empresa, establecimiento o faena que dependa del empleador con el cual
litigue.
4.4.7.3. Notificación por avisos (art. 439 del Código del Trabajo)
a) Concepto y naturaleza
Como se señaló, esta clase de notificación carece de entidad autónoma y solo está
destinada a substituir la notificación personal de la demanda, de modo que su primera
condición de procedencia es que se trate de practicar la notificación personal de la
demanda.
El art. 439 del Código del Trabajo establece tres supuestos de procedencia de esta
forma de notificación:
Se tiene resuelto que la mera circunstancia que los demandados fueran más de uno
no es suficiente para disponer la notificación por avisos (C. de Apelaciones de
Santiago, 11 de julio de 2007, rol Nº 8089-2002).
En todo caso, lo verdaderamente relevante es el nexo lógico que debe existir entre
ambas circunstancias, lo que determina que la dificultad para practicar la notificación
deriva específicamente del número de personas a notificar.
"Que en cuanto a la circunstancia que el número de las personas a quienes hay que
notificar dificulte considerablemente la práctica de la notificación personal o por cédula,
cabe considerar que la pluralidad de personas a que ha hecho referencia la ley no basta
por sí sola para hacerla procedente, porque es indispensable además que dicha pluralidad
dificulte en grado considerable la notificación personal o por cédula" (C. de Apelaciones de
Concepción, 6 de noviembre de 2014, rol Nº 1315-2014).
En el primer caso, deberá publicarse, por una sola vez en el Diario Oficial u otro
diario de circulación nacional o regional, conforme a un extracto emanado del tribunal,
el que contendrá un resumen de la demanda y copia íntegra de la resolución recaída
en ella. Si el aviso se publicara en el Diario Oficial, será gratuita para los trabajadores.
La notificación mediante otro medio idóneo solo exige del tribunal que garantice el
derecho a la defensa y los principios de igualdad y de bilateralidad de la audiencia.
4.4.7.4. Notificación mediante carta certificada (art. 440 del Código del Trabajo)
Si el litigante no cumple con la carga de la designación legal del lugar y que este
sea conocido, el art. 440 inc. 2º del Código del Trabajo establece la consecuencia
jurídica señalando que aquellas resoluciones que debían notificarse por carta
certificada, serán notificadas por el estado diario a aquellos litigantes que no hayan
hecho la designación y mientras esta no se haga.
La consecuencia jurídica opera sin necesidad de petición de parte y sin previa orden
del tribunal.
"Que, por consiguiente, era deber del secretario del tribunal incluir la sentencia definitiva en
el estado diario correspondiente, para los efectos de su notificación a la empresa
demandada, lo que debió hacer sin necesidad de petición de parte y sin previa orden del
tribunal, de manera que la falta de dicha notificación, al no resultar imputable a la parte
demandante, impide atribuirle responsabilidad alguna en la paralización del proceso, toda
vez que el impulso procesal no estaba radicado en su persona" (C. de Apelaciones de
Copiapó, 15 de julio de 2011, rol Nº 177-2011).
Pero también hay que considerar que la falta de designación de lugar conocido
implica que la notificación por el estado diario no solo opera como una sanción, sino
que existe la necesidad de hacerlo de este modo toda vez que la falta de dicha
designación hace imposible practicar la notificación por carta certificada. Así las
cosas, si la parte demandada no fijó el señalado lugar, la notificación practicada por
carta certificada, por ejemplo, en el domicilio en que fue notificada la demanda, no
resulta eficaz, ya que la única notificación válida en este caso es la que se verifica por
el estado diario.
4.4.7.5. Notificación mediante el estado diario (art. 441 del Código del Trabajo)
Concepto e importancia. La notificación por el estado diario consiste en la
inclusión en una nómina o lista, denominada estado, que se forma electrónicamente y
que está disponible diariamente en la página web del Poder Judicial y que contiene
las indicaciones y formalidades exigidas por la ley.
b) cuando opera como una sanción procesal (art. 440 inc. final del Código del
Trabajo).
El art. 442 del Código del Trabajo incorporó la facultad para que cualquiera de las
partes proponga para sí una forma de notificación electrónica o por cualquier otro
medio. Complementando esta disposición, el art. 68 Acta Nº 71-2016, que regula el
funcionamiento de tribunales que tramitan electrónicamente, señala que todo litigante
será llamado, desde su primera solicitud o comparecencia ante el tribunal, a
individualizar un medio electrónico único de notificación con el fin de facilitar la
comunicación expedita de la información de que se trate, el que será registrado en el
sistema informático. Este llamamiento, sin embargo, en ningún caso significa, a mi
juicio, que se pueda imponer la obligación de proponer una forma de notificación
electrónica, la que de acuerdo a la ley es meramente facultativa y está configurada
como un derecho y no como un deber.
La parte es la que decide la clase de notificación que desea para sí, que puede ser
en forma electrónica o por cualquier otro medio y deberá, por consiguiente, asumir las
consecuencias de su elección.
Aunque la propuesta de notificación es facultativa para las partes, una vez aceptada
por el tribunal, resulta obligatorio practicar todas las notificaciones en la forma
señalada por la parte, con excepción de la primera notificación al demandado, a
menos que el tribunal disponga en forma expresa la notificación personal que, por su
naturaleza, puede sustituir cualquiera otra.
En mi concepto, no es posible que la parte proponga para sí una forma de
notificación solo para ciertas resoluciones o que excluya de la notificación electrónica
otras, como la sentencia definitiva, por ejemplo. La intención ha sido que la forma de
notificación propuesta y aceptada rija para toda la causa sin excepciones.
De ahí que el art. 71 del Código de Procedimiento Civil, aplicable por la regla de
supletoriedad, señale que "Todo tribunal es obligado a practicar o a dar orden para
que se practiquen en su territorio, las actuaciones que en él deban ejecutarse y que
otro tribunal le encomiende".
Sin embargo, ciertos tribunales mencionados en el art. 439 bis del Código del
Trabajo, que tienen una particular situación de cercanía territorial, pueden decretar
actuaciones para cumplirse en otras comunas sin necesidad de exhorto.
Así, el art. 453 Nº 8 del Código del Trabajo, señala que, en la audiencia
preparatoria, el tribunal debe despachar todas las citaciones y oficios que
correspondan y que solo se dará lugar a la petición de oficios cuando se trate de
requerir información objetiva, pertinente y específica sobre los hechos materia del
juicio. La información puede ser requerida de entidades públicas o particulares.
4.5. Incidentes
Pues bien, esa demora, imprescindible para que la potestad jurisdiccional pueda
realizarse de modo tal que garantice razonablemente una correcta solución del
conflicto, es el escenario para que el demandado pueda ejecutar actos o realizar
conductas que puedan alterar la situación vigente al inicio del pleito, afectando con
ello la eficacia de la decisión final que reconozca el derecho del actor.
Con esta noción de tutela cautelar queda en evidencia la imprecisión en que incurre
el legislador laboral al comprender dentro de la tutela cautelar la función judicial de
identificación de los obligados y la singularización de su patrimonio, así como las
facultades de requerimiento de información previstas en el inciso final de la
disposición.
4.6.2. Características
a) Instrumentalidad
b) Variabilidad
c) Idoneidad y proporcionalidad
"...la facultad que la ley entrega al juez del juicio laboral para disponer medidas de cautela
deben siempre guardar proporcionalidad con la cuantía del pleito y, aun cuando puedan
llevarse a cabo antes de notificarse al afectado, ellas quedarán sin efecto si dentro de
quinto día no son válidamente notificadas" (C. de Apelaciones de Concepción, 21 de
diciembre de 2018, rol Nº 247-2018).
a) La apariencia de derecho
b) El peligro en la demora
Los dos presupuestos antes referidos aparecen recogidos, con cierta imprecisión, al
imponer al solicitante de la medida la exigencia de acreditar razonablemente el
fundamento y la necesidad del derecho que se reclama. La idea de acreditación
razonable del fundamento puede ser reconducida a la idea de verosimilitud, en tanto
que la idea de necesidad puede ser entendida como referencia al riesgo de
inefectividad de la sentencia (Marín).
El art. 444 del Código Laboral, otorga la función cautelar a fin de poder garantizar el
cumplimiento efectivo de la sentencia que se dicte en el procedimiento, presupuesto
consistente en el humo del buen derecho, es decir, porque existe una apariencia de
asistir un derecho y el periculum in mora, es decir, el peligro en el retraso que impidan
en el futuro poder hacer cumplir la condena de producirse (C. de Apelaciones de
Antofagasta, 10 de diciembre de 2019, rol Nº 368-2019).
El inciso tercero de tal disposición autoriza a llevar a cabo las medidas cautelares —
cumplirlas, ejecutarlas, realizarlas— sin previa notificación de la persona en contra de
quien o quienes se dicten; la exigencia, entonces, es de notificarlas dentro de quinto
día a tales personas, mas no para llevarlas a efecto, de modo que resulta irrelevante
la oportunidad en que se ejecuta la notificación al tercero sobre quien pesa la
obligación de retener los bienes, hecho que solo reviste importancia únicamente
porque marca el inicio del plazo para notificar a la persona en contra de quien fue
dictada la medida. (C. de Apelaciones de Antofagasta, 13 de julio de 2017, rol Nº 156-
2017).
"...en el caso de que las mismas se lleven a efecto antes de notificarse a la persona contra
quien se dicten, debe necesariamente el solicitante acreditar que existen antecedentes
graves para ello, lo cual no fue probado por el actor" (C. de Apelaciones de Arica, 23 de
noviembre de 2016 rol Nº 57-2016).
"al tenor de lo dispuesto en el inciso 3º del artículo 444 del Código del Trabajo en similares
términos que el artículo 302 del Código de Procedimiento Civil, establece la caducidad de la
medida decretada, la que opera de pleno derecho verificada la circunstancia concurrente en
la especie de no haberse notificado a la persona contra de quien se haya dictado en el
plazo fatal de cinco días, cuya prórroga incluso procedente, antes del vencimiento del
plazo, no fue solicitada por el demandante" (C. de Apelaciones de Puerto Montt, 9 de julio
de 2015, rol Nº 57-2015).
b) Medidas prejudiciales
La ley permite al tribunal prorrogar el citado plazo por el lapso prudencial que el juez
estime necesario para asegurar el resultado de la litis, por motivos fundados y cuando
se acredite por el demandante el inminente término de la empresa o su manifiesta
insolvencia.
Por otro lado, esta norma no resuelve el problema de la clase de efectos que puede
tener una medida cautelar, pues la sola mención en el inciso 1º del art. 444 del
Código del Trabajo, de las expresiones "asegurar el resultado de la acción" podría
justificar una interpretación restrictiva de su eficacia, circunscribiéndola a aquellas
medidas de carácter asegurativo, excluyendo las de tipo anticipatorio.
"que en la especie no concurren los requisitos previstos en el artículo 444 del Código del
Trabajo, en tanto la medida decretada no tiene por objeto asegurar el resultado de la acción
o la protección de un derecho de los actores, sino que en la práctica constituye un
acogimiento provisorio de lo pretendido en la demanda..." (C. de Apelaciones de Santiago,
14 de octubre de 2016, rol Nº 1723-2016).
El art. 445 del Código del Trabajo no contiene una norma rectora para decidir sobre
la condena en costas, sino que se limita a establecer la oportunidad en la que debe
efectuarse el pronunciamiento en torno a ellas, por lo que cobra aplicación la regla del
art. 144 del Código de Procedimiento Civil, que utiliza el criterio del vencimiento total
para la imposición de las costas, autorizando al tribunal para su eximición cuando
aparezca que la parte vencida ha tenido motivos plausibles para litigar. Esta norma
aparece prácticamente reiterada en el art. 459 Nº 7 del Código del Trabajo, a
propósito de los requisitos de la sentencia definitiva, la que debe contener un
pronunciamiento sobre el pago de costas y, en su caso, los motivos que tuviere el
tribunal para absolver de su pago a la parte vencida.
Sin embargo, se ha decidido que el legislador solo exige al tribunal que indique los
motivos que tuvo en consideración cuando absuelva del pago de las costas a la parte
vencida y que no resulta aplicable el art. 144 del Código de Procedimiento Civil
(C. de Apelaciones de Santiago, 22 de marzo de 2019, rol Nº 1415-2018;
C. de Apelaciones de Talca, 18 de junio de 2020, rol Nº 479-2019).
En sentido contrario, se ha entendido que el Código del Trabajo no tiene una norma
que se refiera al vencimiento total o parcial, por lo que debe aplicarse supletoriamente
el Código de Procedimiento Civil para determinar la condena en costas
(C. de Apelaciones de Talca, 30 de octubre de 2015, rol Nº 181-2015).
Si el trabajador litigó con beneficio de pobreza, las costas personales a cuyo pago
sea condenada la contraparte pertenecerán a la respectiva Corporación de Asistencia
Judicial, al abogado de turno, o a quien la ley señale. Esta norma debe
complementarse con la contenida en el art. 600 inciso penúltimo del Código Orgánico
de Tribunales, que establece que las personas que gocen de privilegio de pobreza no
serán condenadas al pago de costas, a menos que el tribunal respectivo, en
resolución fundada, declare que han obrado como litigantes temerarios o maliciosos.
_________, "Verità e verosimiglianza nel processo civile", en Studi sul processo civile,
Padova, Cedam, 1957, pp. 111-39.
R , A., Curso de derecho procesal civil. De los actos procesales y sus efectos,
tomo IV, Santiago, Thomson Reuters, 2017.
A) C
B) L
La doctrina ha reiterado que la naturaleza de los conflictos laborales, así como las
normas y principios involucrados en estos, hacen necesario contar no solo con
tribunales especializados en la materia, sino que, además, con procedimientos
dotados de características que permitan convalidar el derecho sustantivo y procesal
del trabajo. Ello se ha visto reflejado expresamente en la historia de la Ley Nº 20.087
que sustituye el procedimiento laboral contenido en el Libro V del Código del Trabajo,
la cual contempla como uno de sus objetivos posibilitar la efectividad del derecho
sustantivo. Sobre este punto, establece: "Sin lugar a dudas, el reconocimiento
sustantivo de una serie de derechos no es suficiente para alcanzar un sistema de
relaciones laborales equitativo y justo. Se requiere, además, contar con los
mecanismos adecuados de tutela y protección jurisdiccional. En esta dirección, el
proyecto busca materializar, en el ámbito del proceso laboral, un sistema de garantías
procesales que se orienten a dar efectividad al derecho sustantivo".
C) L
D) C
e) Por mandato del art. 425 CT, es un procedimiento oral, público y concentrado, en
el cual existe primacía de los principios de inmediación, impulso procesal de oficio,
celeridad, buena fe, bilateralidad de la audiencia y gratuidad.
f) Se encuentra regido por el sistema de libertad probatoria, puesto que, por un lado,
se contempla la facultad de incorporar al juicio cualquier medio de prueba que sirva
para acreditar las afirmaciones fácticas introducidas al proceso y, por otro, el juez
puede valorar libremente las probanzas rendidas, pero sujeto a las reglas de la sana
crítica.
E) L CPC
Como punto de partida, el legislador dispone que, atendido su carácter general, las
normas del procedimiento ordinario se aplicarán supletoriamente respecto de los
procedimientos de tutela de derechos fundamentales y monitorio, que se encuentran
establecidos en los párrafos 6º y 7º del Título II del Libro V del Código del Trabajo
(art. 432 inc. 2º CT).
A) C
a) Antecedentes generales
El art. 287 CPC establece que, para decretar las medidas prejudiciales, deberá el
que las solicite expresar la acción que se propone deducir y someramente sus
fundamentos. Ello se fundamenta en la exigencia de motivos graves que la justifiquen
y, de esta manera, permitan la decisión fundada del juez al decretarla (Academia
Judicial). Asimismo, deberá acreditarse razonablemente el fundamento y la necesidad
del derecho que se reclama y, además, deducir demanda dentro del plazo de diez
días, contado desde que la medida se hizo efectiva, so pena de que esta cese de
pleno derecho y quede el solicitante responsable de los perjuicios. Sobre este punto,
se ha señalado acertadamente que, aunque la ley no lo exija expresamente, no
resulta procedente decretar una medida prejudicial para obtener información que,
siendo necesaria para el juicio posterior, pueda obtenerla el interesado sin necesidad
de intervención judicial (Cortez, G.).
Otros autores señalan que, si bien a priori podría pensarse que debido a que se
trata de materias que se discutirían en procesos laborales, el competente sería un
juez laboral; ello no es así, puesto que nada impide que debido a la urgencia de la
medida prejudicial que se solicite, ella pueda solicitarse ante cualquier juez de letras
en lo civil. Además, se ha señalado que esta prejudicialidad no produce la radicación
del asunto ante el juez que deberá conocer y juzgar y, por lo tanto, no puede
reclamarse su incompetencia ni absoluta ni relativa (Orellana, F.; Pérez, A.).
Con todo, consideramos que, por aplicación del principio de inmediación, lo óptimo
sería que el mismo juez que conozca de la medida prejudicial sea aquel que conozca
del juicio en su totalidad. Ello se observa con aún mayor nitidez tratándose de
aquellas medidas que implican el despliegue de diligencias probatorias, actividades
en que la presencia del juez constituye el principal objetivo de la inmediación en el
modelo procesal por audiencias. Sería incorrecto perder de vista que las medidas
prejudiciales probatorias constituyen hipótesis de prueba anticipada, sujeta a los
mismos parámetros que la prueba principal, no pudiendo atribuirse a ellas un carácter
meramente preparatorio como si se tratase de una diligencia administrativa.
B) T
Del mismo modo que aquellas que se adopten durante el curso del procedimiento,
en el caso de las medidas prejudiciales precautorias deberá siempre acreditarse
razonablemente el fundamento y la necesidad del derecho que se reclama. Además,
como ocurre tratándose de cualquier medida cautelar, debe determinarse el monto de
bienes sobre que debe recaer la medida precautoria (art. 279 Nº 2 CPC). En efecto,
uno de los presupuestos de las medidas cautelares corresponde a su
proporcionalidad, dado que estas deberán limitarse a los bienes que sean necesarios
para responder a los resultados del juicio. En tal sentido lo manifiesta el inc. 2º del
art. 444 CT, señalando que las medidas cautelares que el juez decrete deberán ser
proporcionales a la cuantía del juicio.
Decretada que sea una medida cautelar, el solicitante tiene la carga de interponer la
demanda dentro del plazo de diez días desde que la medida se hizo efectiva, so pena
de que esta caduque de pleno derecho y sin necesidad de resolución judicial,
quedando por este solo hecho responsable de los perjuicios que se hubiere causado.
Se ha entendido que la caducidad es una sanción que se aplica a dos hipótesis
tratándose de las medidas prejudiciales precautorias. La primera de ellas consiste en
no deducir demanda dentro del plazo de diez días desde que la medida se hizo
efectiva, mientras que la segunda se refiere a no solicitar la mantención de estas
medidas en la demanda cuando han sido decretadas prejudicialmente. Cuestión
distinta es que, habiéndose decretado como prejudicial, en el examen de la demanda
el juez estime que no es necesario mantener la medida precautoria, puesto que en
tales casos el demandante quedará responsable de los perjuicios.
Se ha fallado:
"Cuarto: Que, para resolver la controversia planteada, cabe tener presente que, según lo
dispone el artículo 444 del Código del Trabajo, el Juez, en el ejercicio de su función cautela,
decretará todas las medidas que estime necesarias para asegurar el resultado de la acción,
así como para la protección de un derecho o la identificación de los obligados y la
singularización de su patrimonio en términos suficientes para garantizar el monto de lo
demandado.
Agrega, luego dicha disposición que, con todo, las medidas cautelares que el juez decrete
deberán ser proporcionales a la cuantía del juicio señalándose, también, que éstas podrán
llevarse a efecto antes de notificarse a la persona contra quien se dicten, siempre que
existan razones graves para ello y el tribunal así lo ordene, agregando que las medidas
precautorias se podrán disponer en cualquier estado de tramitación de la causa aun cuando
no esté contestada la demanda o incluso antes de su presentación, como prejudiciales,
señalando, acto seguido que, en ambos casos se deberá siempre acreditar razonablemente
el fundamento y la necesidad del derecho que se reclama.
Es sabido que existen diversas medidas precautorias de las cuales puede hacerse
uso en juicio, distinguiéndose tradicionalmente entre medidas precautorias ordinarias,
especiales y extraordinarias.
Por otro lado, las medidas precautorias especiales son las demás expresamente
autorizadas por las leyes, a las cuales se refiere el art. 300 CPC, al señalar que las
medidas precautorias ordinarias no excluyen las demás que autorizan las leyes. Un
ejemplo de estas medidas corresponde a aquella consignada en el art. 467 CT, que
prevé la facultad de solicitar al tribunal que ordene a la Tesorería General de la
República la retención de las sumas que por concepto de devolución de impuestos a
la renta corresponda restituir al demandado, el monto objeto del juicio, con sus
reajustes, intereses y multas.
Señalado lo anterior, cabe precisar cuáles son las medidas precautorias que pueden
solicitarse como prejudiciales, dado que el art. 279 CPC señala que las medidas de
que trata el Título V del Libro II podrán decretarse en dicha calidad. Desde una
primera aproximación, podría entenderse que la norma solo hace referencia a las
medidas precautorias ordinarias, puesto que ellas se regulan expresamente en el
art. 290 y siguientes CPC. Sin embargo, dado que en dicha normativa también se
hace alusión a las medidas precautorias especiales y extraordinarias (arts. 300 y 298
CPC, respectivamente), se entiende que estas también pueden solicitarse en forma
previa a la interposición de la demanda. Por lo demás, el art. 444 CT no distingue
entre los distintos tipos de medidas precautorias, limitándose a señalar que estas
podrán disponerse antes de la demanda, como prejudiciales.
Por otro lado, en cuanto a los requisitos específicos, debemos concurrir al examen
de cada medida prejudicial probatoria que el CPC regula, entre nosotros, la
inspección personal del tribunal, informe de peritos y certificado de ministro de fe;
absolución de posiciones y declaración de testigos.
b. Absolución de posiciones
Si hay motivo fundado de temer que una persona se ausente en breve tiempo del
país, podrá exigírsele como medida prejudicial que absuelva posiciones sobre hechos
calificados previamente de conducentes por el tribunal, el que, sin ulterior recurso,
señalará día y hora para la práctica de la diligencia (art. 284 inc. 1º CPC). Podrá
también pedirse que aquel cuya ausencia se teme, se constituya en el lugar donde va
a entablarse el juicio apoderado que le represente y que responda por las costas y
multas en que sea condenado, bajo apercibimiento de nombrársele un curador de
bienes (art. 285 CPC).
c. Testigos
2. Requisitos
El art. 273 CPC establece que el juicio ordinario podrá prepararse, exigiendo el que
pretende demandar de aquel contra quien se propone dirigir la demanda, las
siguientes medidas.
Estimamos que esta constituye la hipótesis que resulta más procedente tratándose
de los procedimientos del trabajo, teniendo en consideración que, generalmente,
existen documentos que suelen estar en poder del empleador y cuya exhibición es
necesaria para que el trabajador pueda entrar en el juicio.
Procedimiento: Ordinario
D : Inversiones Valdés
Limitada
Por tanto:
A) D
Se entiende por demanda a aquel acto procesal de parte, que contiene la petición
fundada del demandante, de que se le otorgue una determinada tutela jurisdiccional
mediante la sentencia (Cortez, G.). Otros señalan que la demanda es el acto procesal
en virtud del cual el actor ejercita la acción sometiendo al conocimiento del tribunal su
pretensión para que se le reconozca algún derecho que le ha sido desconocido o
menoscabado (Correa, J.).
El principio dispositivo supone que las partes son enteramente libres para disponer
en el proceso de sus intereses privados y reclamarlos o no judicialmente en la medida
que consideren oportuno, es decir, de acudir o no ante un órgano jurisdiccional
pretendiendo su satisfacción (Abel, X.; Picó, J.). Sin embargo, pese a que se
configure como una facultad, el Estado debe garantizar a todas las personas los
medios idóneos para el ejercicio de este derecho que, en cuanto tal, aparece como
presupuesto indispensable para cumplir con la garantía de la tutela judicial efectiva.
Así lo ha reconocido nuestra jurisprudencia: "Que uno de los derechos que deben
ser protegidos y útil a la resolución que debe ser adoptada, dice relación con el de las
personas a acceder libremente a un tribunal de justicia para la protección de sus
intereses, también conocido en la doctrina moderna como derecho a la tutela judicial
efectiva, asegurado por el Nº 3 del artículo 19 de la Constitución Política de la
República, pues, aunque no esté designado expresamente en su texto escrito,
carecería de sentido que se hubiese esmerado en asegurar la igual protección de la
ley en el ejercicio de los derechos, el derecho a la defensa jurídica, el derecho a un
justo y racional procedimiento, si no partiera de la base de la existencia de un derecho
anterior a todos los demás y que es presupuesto para su vigencia, esto es, el derecho
de toda persona a ser juzgada, a presentarse ante el juez, a ocurrir al juez, sin
estorbos o condiciones que se lo dificulten, retarden o impidan arbitraria o
ilegítimamente" (Corte Suprema, sentencia de 20 de junio de 2018, rol Nº 7448-2018).
Con todo, para obtener una sentencia que favorable, el demandante deberá
desarrollar una relevante tarea, que radica en acreditar los hechos constitutivos de la
pretensión. Debemos entender por tales a aquellos que conforman el supuesto fáctico
de la norma cuya consecuencia jurídica es la que pide el actor y, por tanto, de su
alegación y prueba depende la estimación de la pretensión por el juez (Montero, J.)
d) Forma de la demanda
Existe, a nuestro juicio, la clara voluntad del legislador procesal laboral de seguir
imprimiendo la mayor fijación posible a las peticiones de tutela contenidas en las
demandas. En efecto, creemos que las importantes repercusiones del acto procesal
que estudiamos así lo exigen, y que, bien atendida la cuestión de las formas y reglas
del procedimiento, en nada se afecta la naturaleza del modelo predominantemente
oral del procedimiento ordinario Así lo demuestra su carácter de acto iniciador del
proceso, pero sobre todo su trascendental función de determinación de la tutela
jurisdiccional que se pretende obtener en el juicio ordinario, que no es otra cosa que
la determinación del objeto necesario del juicio (Palomo, D.).
e) Contenido de la demanda
Como escrito que es, la demanda debe primeramente reunir los requisitos comunes
a toda presentación formulada ante los Tribunales de Justicia (Cortez, G.). Asimismo,
el libelo debe ser redactado en lengua castellana, con un vocabulario adecuado para
el tratamiento que merecen nuestros órganos jurisdiccionales. Para estos efectos,
resulta útil recordar las atribuciones disciplinarias que poseen los tribunales para
reprimir o castigar las faltas de respeto que se cometieren en los escritos que les
presentaren, pudiendo establecer alguna de las sanciones que se establecen en los
arts. 531 y 542 COT.
Por último, si bien no tiene una consagración legal, la demanda debe ser firmada
por la parte que ejercita su acción, y por su abogado patrocinante y mandatario
judicial, en razón de la identificación de sus suscriptores y la responsabilidad
requerida para que se tenga por jurídicamente extendida (Correa, J.).
Antes de la vigencia de la Ley Nº 20.886 fue discutido si los escritos de las partes
requerían firma manuscrita y la consecuencia jurídica de su falta o ausencia. A partir
de la reforma, es obligatorio el uso de la plataforma informática para el ingreso de las
demandas y de todos los escritos, y las presentaciones efectuadas a través de la
Oficina Judicial Virtual se entienden suscritas por el usuario que las remite, sin
necesidad de que contengan firma manuscrita, entendiéndose la Clave Única del
Estado como firma electrónica simple. Conforme al principio de equivalencia
funcional, las presentaciones suscritas por medio de firma electrónica son válidas y
producirán los mismos efectos que si se hubieren llevado a cabo en soporte papel
(art. 2º letra a) Ley Nº 20.886) (Cortez, G.; Palomo, D.).
2. Requisitos específicos
La Ley Nº 20.260 que modificó la Ley Nº 20.087 incorporó entre los requisitos de la
demanda, la circunstancia de que se haga en ella una relación circunstanciada de los
hechos, que le permitan al juez conocer de los antecedentes fácticos que se invocan
conforme a los enunciados que la parte hace en su libelo. Esta exposición permitirá al
juez hacer una confrontación con los hechos contenidos en la contestación, para el
efecto de determinar los puntos sobre los cuales debe recaer la prueba o, por el
contrario, los que deben estimarse como tácitamente admitidos por la demandada, en
caso de que esta no conteste la demanda o no niegue en términos expresos los
hechos consignados en ella.
— Fundamentación jurídica
Por consiguiente, lo perseguido por el legislador no dice relación con una ciega
remisión de carácter positivo, sino que apunta a una relación entre las afirmaciones
fácticas introducidas al proceso y las instituciones jurídicas que resultan aplicables,
elementos que precisamente deben llenar de contenido a la acción enervada por el
demandante. Ahora bien, es útil destacar que no existe incompatibilidad entre la
exigencia de consignar una fundamentación de derecho por el actor y la aplicación del
principio iura novit curia por parte del sentenciador, toda vez que el sustento jurídico
aportado por el primero carece de fuerza vinculante para el segundo, dado que
resulta intrínseco de su ministerio la aplicación de las normas jurídicas que brinden
solución a la controversia sometida a su conocimiento.
"Oportuno resulta profundizar respecto del acontecer procesal, que la juez, dentro de su
facultad y deber de administrar justicia, a virtud de sus reflexiones sobre la materia, dio
contenido jurídico a las situaciones de hecho verbalizadas por las partes. Aquí ha entrado
en vigor la máxima jurídica iura novit curia, que no es sino la manifestación del poder del
juez para aportar el material jurídico a la controversia, especialmente cuando existen
confusos planteamientos que enrarecen el camino para una justa resolución del conflicto de
carácter laboral jurisdiccional. Tal poder es consustancial al ejercicio de la jurisdicción.
En esta señalada dirección estimamos que el primer paso debe estar en reconocer
en la petición de tutela jurisdiccional contenida en la demanda algo concreto dotado
de perfiles bastante precisos y no puramente abstractos. Es gracias a esa concreción
que la demanda sirve para consignar y delimitar en todo su alcance el objeto del
proceso, lo que redunda positivamente —según veremos— en la solución de diversos
problemas que plantean una serie de instituciones del proceso. La tutela jurisdiccional
que solicita el demandante a través de la demanda es, por tanto, una tutela
jurisdiccional concreta y precisa. Por lo mismo, las características que deben
buscarse y exigirse en el objeto procesal y sus categorías básicas son justamente
concreción y precisión. En efecto, en lo que se relaciona con el petitum debe tratarse
de una tutela que se pide respecto a un determinado bien jurídico (Palomo, D.).
6º Patrocinio y poder. Dado que las partes deberán comparecer con patrocinio de
abogado y representadas por persona legalmente habilitada para actuar en juicio, en
un otrosí de la demanda deberá individualizarse tanto al abogado patrocinante como
al mandatario judicial que actuarán en el proceso, entendiéndose constituido
patrocinio y poder para toda la prosecución del juicio en el Tribunal de Cobranza
Laboral y Previsional, a menos que exista constancia en contrario (art. 434 incs. 1º y
2º CT). De acuerdo con la norma del art. 432 CT, tratándose de las instituciones del
patrocinio y mandato judicial, es preciso cumplir con las disposiciones que al efecto
establece el CPC, especialmente los arts. 6º y 7º de dicho cuerpo normativo.
Procedimiento: Ordinario
Rut: 18.610.421-K
Rut: 13.452.873-K
Rut: 76.485.635-K
Rut: 10.576.331-K
1. Incompetencia
La primera de ellas consiste en que la norma no se refiere a esta revisión como una
mera facultad del sentenciador, toda vez que la establece como una obligación que
conlleva como sanción la inadmisibilidad de la demanda. Ello responde a que las
facultades oficiosas del juez laboral también se encuentran orientadas a corregir los
vicios de que pueda adolecer el proceso, evitando, en consecuencia, la nulidad de los
actos del procedimiento.
2. Caducidad de la acción
Se ha fallado que "cuando el artículo 168 del Código del Trabajo expresa que el
trabajador considere injustificado su despido podrá recurrir al "juzgado competente",
debe entenderse por el tribunal de la especialidad; vale decir, la sola interposición de
la demanda ante un juzgado de letras del trabajo, cualquiera sea el territorio
jurisdiccional de este, basta para interrumpir el plazo de caducidad" (Corte Suprema,
sentencia de 1 de febrero de 2016, rol Nº 22754-2015).
"Tercero: Que el artículo 256 del Código de Procedimiento Civil preceptúa: "Puede el juez
de oficio no dar curso a la demanda que no contenga las indicaciones ordenadas en los
tres primeros números del artículo 254, expresando el defecto de que adolece.
A su turno, el artículo 254 prescribe, en sus tres primeros números que: "La demanda
deberá contener:
Cuarto: Que como resulta evidente, las citadas disposiciones autorizan al juez para que, en
la etapa inicial del proceso, y actuando de oficio, rechace la demanda, autorización que, sin
embargo, se encuentra restringida a ciertos supuestos, que el legislador define de manera
clara y estricta al decir que podrá obrar de ese modo en caso que la demanda "no contenga
las indicaciones ordenadas en los tres primeros números del artículo 254".
Entonces, y de la lectura de los citados números del artículo 254, se desprende que el juez
puede rechazar de plano la demanda al efectuar su examen de admisibilidad si ésta no
designa al tribunal ante quien se entabla; si no expresa el nombre, el domicilio y la
profesión u oficio del actor y de las personas que lo representen, y la naturaleza de la
representación y, finalmente, si no individualiza al demandado señalando su nombre, su
domicilio y su profesión u oficio" (Corte Suprema, sentencia de 21 de febrero de 2018, rol
Nº 11548).
Así las cosas, donde el legislador es claro al establecer los requisitos de una
facultad oficiosa, debe efectuarse una interpretación estricta, no puede extenderse a
parámetros no establecidos por él ni mucho menos extrapolar las facultades de un
juez cuyos poderes han sido considerablemente ampliados en el nuevo procedimiento
del Trabajo. Por lo demás, se ha resuelto que "en el actual desarrollo del derecho
nacional e interpretando la garantía constitucional de acceso a la justicia con un
criterio finalista, amplio y garantista, cualquier limitación por vía de interpretación que
obste al derecho a la tutela judicial, aparece despojada de la razonabilidad y
justificación que precisaría para ser aceptada como admisible a la luz de lo dispuesto
en el Nº 26 del artículo 19 de la Carta Fundamental" (Corte Suprema, sentencia de 20
de junio de 2018, rol Nº 7448).
5. Patrocinio y poder
h) Acumulación de acciones
El inc. 1º del art. 449 CT señala que, si ante el mismo tribunal se tramitan varias
demandas contra un mismo demandado y las acciones sean idénticas, aunque los
actores sean distintos, el juez de oficio o a petición de parte podrá decretar la
acumulación de las causas, siempre que se encuentren en un mismo estado de
tramitación y no implique retardo para una o más de ellas.
j) Admisibilidad de la demanda
Bien se señaló que no se dará curso a aquellas demandas que no cumplan con los
requisitos establecidos por el legislador, debiendo rechazarse de oficio por el tribunal.
Por el contrario, cuando del examen realizado se concluye la admisibilidad de la
demanda, esta debe ser acogida a tramitación. Pues bien, sobre este punto existen
dos normas que adquieren relevancia, una desde una perspectiva general y otra
desde un punto de vista propio del procedimiento laboral.
La primera de ellas corresponde al art. 446 inc. final CT, que señala que el tribunal
deberá conferir traslado de la demanda, una vez que esta ha sido interpuesta y, por
cierto, ha cumplido con las exigencias legales señaladas. Desde luego, se desprende
que dicha resolución tiene la naturaleza jurídica de un decreto, toda vez que solo
tiene por objeto dar curso progresivo a los autos, sin decidir ni prejuzgar ninguna
cuestión debatida entre partes. Sin perjuicio de ello, es sabido que el tribunal deberá
responder a todas las peticiones formuladas por el demandante en su libelo, sea a las
peticiones principales o las accesorias, consignadas en los otrosíes.
En la citación se hará constar que la audiencia se celebrará con las partes que
asistan, afectándole a aquella que no concurra todas las resoluciones que se dicten
en ella, sin necesidad de ulterior notificación. Asimismo, deberá indicarse en la
citación que las partes, en dicha audiencia, deberán señalar al tribunal todos los
medios de prueba que pretendan hacer valer en la audiencia oral de juicio, como así
también requerir las diligencias de prueba atinentes a sus alegaciones, para que el
tribunal examine su admisibilidad. Conforme a lo expuesto, se deduce que el tribunal
deberá compatibilizar ambas situaciones en una misma resolución, es decir, conferir
traslado de la demanda y citar a las partes a la audiencia preparatoria.
RIT O-409-2018
RUC 18-4-0.122.060-3
La importancia del trámite es manifiesta, pues con él se cumple con las exigencias
derivadas del principio de contradicción. La garantía del debido proceso supone
oportuno previo conocimiento de la pretensión por parte del demandado, a quien debe
otorgársele una razonable posibilidad de defensa y en igualdad de condiciones
(Cortez, G.).
Por otra parte, es preciso recordar que una de las consecuencias procesales de la
notificación de la demanda corresponde al perfeccionamiento de la relación jurídico
procesal, creando para las partes el conjunto de expectativas y cargas procesales,
especialmente la del demandado de comparecer ante el juez. Asimismo, la existencia
de un proceso en el que se ha constituido la relación procesal impide la coexistencia
de otro en que se den las entidades propias de la cosa juzgada, esto es, subjetivas y
objetivas, generando el efecto de litispendencia (Cortez, G.). Pero, además, como
efecto secundario se produce la perpetuatio iurisdictionis, es decir, el efecto procesal
por el cual no surtirán efecto alguno sobre la competencia del juez los posibles
cambios o modificaciones que pudieran producirse con posterioridad a la notificación
(Orellana, F.; Pérez, A.).
B) C
Del mismo modo que la demanda, la contestación deberá presentarse por vía
electrónica a través del sistema de tramitación electrónica del Poder Judicial, para
cuyos efectos los abogados o habilitados en derecho deberán registrarse en los
términos que del Auto Acordado Nº 71-2016 de la Excma. Corte Suprema, que regula
el funcionamiento de tribunales que tramitan en forma electrónica.
Así las cosas, la Corte Suprema ha resuelto que: "En efecto, la norma contenida en
el artículo 453 número 1, inciso 7, del Código del Trabajo consagra la institución de
carácter procesal que la doctrina denomina "admisión de hechos", que puede ser
expresa o tácita. La expresa, se puede definir como un acto procesal por el cual una
parte reconoce la verdad de los hechos expuestos por la contraria y cuyo efecto
consiste en que queda relevada de probar los hechos admitidos por la primera,
resultando innecesaria cualquier forma de prueba de los mismos que el juez debe
tener por acreditados. La admisión tácita provoca el mismo efecto, pero se diferencia
de la expresa porque solo cabe aplicarla en los casos que señala la ley, y uno de
aquellos es precisamente el que contempla la norma aludida precedentemente"
(Corte Suprema, sentencia de 26 de junio de 2014, rol Nº 15330-2013).
2. Allanamiento
Sin más, nuestros tribunales se han referido al allanamiento total como una figura
cuyos efectos se equiparan a la admisión tácita de los hechos contenidos en la
demanda, toda vez que ambos actos tienen una común consecuencia jurídica: la
exención de prueba. Así, se ha fallado: "Resulta indiscutible que la aceptación tácita
de los hechos que sirven de fundamento a la demanda, importa un reconocimiento o
allanamiento a los mismos, por lo que no puede estimarse que respecto de ellos
exista controversia y, por consiguiente, es improcedente la rendición de pruebas a su
respecto. Por otra parte, si la audiencia de juicio tiene como propósito el rendir las
pruebas que el juez requiera para dictar su sentencia, resulta de toda lógica entender
que ella es innecesaria cuando tales pruebas no existirán, por lo que la dictación del
fallo no puede retardarse. Aceptar las alegaciones del recurrente, implicaría la dilación
innecesaria del procedimiento en perjuicio del demandante, lo que no resulta
admisible, por lo que la petición de nulidad debe ser desestimada" (Corte de
Apelaciones de Santiago, sentencia de 4 de noviembre de 2013, rol Nº 1000-2013).
Bien se ha ilustrado por la mejor doctrina que, para oponerse a una demanda no se
necesita tener razón. El demandado también puede actuar con conciencia de su
sinrazón y oponerse a una demanda fundada. Pero su razón o falta de razón no
pueden ser juzgadas en el transcurso del juicio, para detener o para no dar
andamiento a su oposición, sino que se actúa tal como si el derecho a oponerse fuera
perfecto, hasta el momento de la sentencia (Couture, E.).
4. Oposición de excepciones
Así las cosas, el art. 452 inc. 2º CT señala que la contestación de la demanda
deberá contener las excepciones que se deduzcan, de lo cual se concluye que estos
medios de defensa constituyen una institución específica de la contestación de la
demanda. Para estos efectos, seguiremos la distinción clásica entre excepciones
dilatorias, procesales o de forma y excepciones perentorias, materiales o de fondo.
a. Excepciones dilatorias
b. Excepciones perentorias
Los hechos impeditivos son aquellos hechos que se producen al mismo tiempo que
los hechos constitutivos de la pretensión actora, impidiéndoles manifestar sus
normales efectos jurídicos creadores, y dan forma, por ejemplo, a la excepción de
nulidad. Los hechos extintivos, en cambio, acaecen con posterioridad constituyendo
circunstancias sobrevenidas, extinguiendo (en todo o en parte) los efectos de los
hechos constitutivos, como ocurre por ejemplo con la excepción de pago de la deuda.
Por fin, los hechos excluyentes permiten al demandado sostener, frente a los hechos
constitutivos, su absolución, mediante un contraderecho que le permite enervar el
derecho del demandante, lo que ocurre, por ejemplo, con la excepción de prescripción
(Palomo, D.).
5. Reconvención
"Segundo: Que el artículo 452 del Código del Trabajo establece que la reconvención sólo
será procedente cuando el tribunal sea competente para conocer de ella como demanda y
siempre que esté íntimamente ligada a ella. Por su parte, el artículo 420 del mismo texto
legal, establece la competencia de los Juzgados de Letras del Trabajo; señalando en cada
uno de sus literales, las materias que ésta abarca; específicamente: cuestiones suscitadas
entre trabajadores y empleadores por aplicación de las normas laborales o derivadas de la
interpretación de los contratos individuales o colectivos de trabajo; cuestiones derivadas de
la aplicación de las normas sobre organización sindical y negociación colectiva; cuestiones
derivadas de las normas de previsión o de seguridad social; juicios sobre cumplimiento de
obligaciones emanadas de títulos que las leyes laborales otorguen mérito ejecutivo;
reclamaciones contra resoluciones dictadas por autoridades administrativas en materias
laborales, previsionales o de seguridad social; juicios en que se pretenda hacer efectiva la
responsabilidad del empleador en accidentes del trabajo o enfermedades profesionales; y
todas aquellas materias que las leyes entreguen a los juzgados de letras con competencia
laboral" (Corte de Apelaciones de Concepción, sentencia de 6 de febrero de 2017, rol
Nº 387-2016).
"Octavo: Que si bien los conceptos que el demandado reclama del actor por vía
reconvencional —anticipos de comisiones y préstamos otorgados al trabajador— pueden
tener como base la relación laboral que existió entre las partes, no se trata de una materia
que diga relación con la aplicación de normas laborales, ni se deriva tampoco de la
interpretación o aplicación del contrato individual de trabajo. En efecto, no basta que, con
ocasión del contrato de trabajo, se hayan efectuado pactos o convenciones entre las partes
que den lugar a obligaciones pecuniarias, ya que la jurisdicción del trabajo está acotada a
la resolución de conflictos de índole netamente laboral. En la especie, la práctica de otorgar
préstamos a los trabajadores, sea bajo la figura de "anticipar comisiones" o a título de
préstamo propiamente tal, excede el ámbito propio de la relación laboral y por ello su pago
o cancelación no es materia de interpretación o aplicación del contrato de trabajo" (Corte de
Apelaciones de Santiago, sentencia de 28 de abril de 2011).
A) C
a) Antecedentes generales
b) Objetivos
B) E
a) Citación a la audiencia
En el antiguo procedimiento ordinario, una vez contestada la demanda por parte del
demandado, o habiéndose hecho cargo el demandante de las excepciones o
demanda reconvencional, el tribunal debía dictar una resolución que recibiera de
inmediato la causa a prueba, fijara los puntos sobre los cuales ésta debía recaer, y
señalara una fecha para realizar una audiencia de conciliación y prueba en un lapso
que por ley no podía ser superior a 15 días (pero que en la práctica se realizaba entre
3 a 8 meses de presentada la demanda). Dictada que fuera la resolución que recibía
la causa a prueba y citadas que fueran las partes a la audiencia de conciliación y
prueba, las partes que hubiesen deseado presentar prueba debían solicitarlo dentro
de los tres días siguientes, junto con la citación a los testigos (por carta certificada) y
la absolución de posiciones (testimonio de parte). En dicha actuación, el tribunal se
pronunciaba sobre los medios de prueba solicitados, ordenaba las notificaciones
correspondientes y luego se llevaba a cabo la "audiencia" de conciliación y prueba
antes descrita. En ella, se hacía un llamado a conciliación a las partes y luego se
rendía la prueba ofrecida, normalmente, ante funcionarios del despacho judicial
conocidos como "actuarios", quienes eran en general los encargados de la tramitación
de los expedientes (Alcaíno, E.; Lillo, R.).
b) Inicio de la audiencia
g) Conciliación
1. Cuestiones generales
Producida la conciliación, sea esta total o parcial, deberá dejarse constancia de ella
en el acta respectiva, la que suscribirán el juez y las partes, estimándose lo conciliado
como sentencia ejecutoriada para todos los efectos legales (art. 453 Nº 2 inc. 2º CT).
Consideramos que esta disposición tiene como finalidad impregnar de certidumbre
jurídica el acuerdo parcial a que hayan arribado las partes (y principalmente del
demandante), dado que, con independencia del posterior desenvolvimiento del
proceso, este gozará de la inmutabilidad producida por la autoridad de cosa juzgada.
En tal sentido se pronuncia el art. 464 Nº 2 CT, confirmando la calidad de equivalente
jurisdiccional de la conciliación al otorgarle la calidad de título ejecutivo laboral,
debiendo tramitarse separadamente, si fuere necesario, el cobro de las sumas
resultantes de la conciliación parcial (art. 453 Nº 2 inc. 3º CT).
2. Aspectos problemáticos de la conciliación en el nuevo procedimiento de aplicación
general
1. Presupuestos generales
El requisito sine qua non para que se reciba la causa a prueba corresponde a la
existencia de hechos sustanciales, pertinentes y controvertidos, presupuesto que el
juez desprenderá al contrastar las alegaciones hechas valer por las partes en sus
escritos de postulación. De lo contrario, el juez deberá poner fin a la causa y dictar
sentencia (art. 453 Nº 3 inc. 2º). Asimismo, solo se recibirá la causa a prueba tras
constatar que las partes fracasaron en el llamado a conciliación, tras no arribar a un
acuerdo mediante el cual pudieran autocomponerse.
Así las cosas, el inc. 1º del art. 453 Nº 3 CT establece que, contestada la demanda,
sin que se haya opuesto reconvención o excepciones dilatorias, o evacuado el
traslado conferido de haberse interpuesto estas, el tribunal recibirá de inmediato la
causa a prueba, cuando ello fuere procedente, fijándose los hechos a ser probados
que, como se ha dicho, deben ser sustanciales, pertinentes y controvertidos. En
contra de esta resolución y de la que no diere lugar a ella, solo procederá el recurso
de reposición, el que deberá interponerse y fallarse de inmediato.
Es útil mencionar que la resolución que fija los hechos a probar constituye el símil
de la resolución que recibe la causa a prueba (también denominado "auto de prueba")
en sede procesal civil (art. 318 CPC). Sin embargo, en contra de esta resolución
procede el recurso de reposición con apelación subsidiaria, con el objeto de eliminar,
agregar o modificar alguno de los hechos consignados en ella.
a. Exhibición de documentos
4. Exclusión de pruebas
i) Medidas cautelares
Como punto de partida, el art. 444 inc. 4º CT establece que las medidas
precautorias se podrán disponer en cualquier estado de tramitación de la causa. Sin
embargo, existe una norma expresa tratándose de la audiencia preparatoria, la cual
prescribe que se decretarán las medidas cautelares que procedan, a menos que se
hubieren decretado con anterioridad, en cuyo caso se resolverá si se mantienen
(art. 453 Nº 7 CT).
Tal intención legislativa se traduce en el mencionado art. 444 CT que, sin embargo,
fue modificado por la Ley Nº 20.260. Dicha norma señala que, en el ejercicio de su
función cautelar, el juez decretará todas las medidas que estime necesarias para
asegurar el resultado de la acción, así como para la protección de un derecho o la
identificación de los obligados y la singularización de su patrimonio en términos
suficientes para garantizar el monto de lo demandado. Con todo, las medidas
cautelares que el juez decrete deberán ser proporcionales a la cuantía del juicio
(inc. 2º).
Se levantará una breve acta de la audiencia que solo contendrá la indicación del
lugar, fecha y tribunal, los comparecientes que concurren a ella, la hora de inicio y
término de la audiencia, la resolución que recae sobre las excepciones opuestas, los
hechos que deberán acreditarse e individualización de los testigos que depondrán
respecto a esos, y, en su caso, la resolución a que se refieren el párrafo final del
número 1) y el número 2) de este artículo (art. 453 Nº 10 CT).
El art. 62 del Auto Acordado Nº 71-2016 de la Excma. Corte Suprema establece que
el acta de audiencia es una actuación administrativa que contiene el resumen de lo
contenido en ella, por lo que no corresponde que contenga una transcripción íntegra,
debiendo ser suscrita por un funcionario. Las actas serán extendidas dentro de las
veinticuatro horas siguientes desde la celebración de la audiencia respectiva y los
funcionarios designados serán responsables de su elaboración, lo que comprenderá
la extensión de las plantillas previamente aprobadas, además de la confección y
remisión de los respectivos oficios.
A) C
a) Antecedentes generales
b) Objetivo
B) E
Debemos apuntar que el papel de director del proceso obliga al juez a dirigir la
práctica de las pruebas, cuestión esencialmente ligada a la aplicación del principio de
inmediación y que, a su vez, busca la efectividad de la concentración de la actividad
desplegada en la audiencia de juicio. Consideramos que, lejos de extrapolar el papel
que corresponde al juez en materia probatoria, ello da cuenta de un acierto para el
adecuado avance de la actividad desplegada por las partes.
Por otro lado, existen dos consecuencias adicionales. En primer término, si la parte
que no comparece hubiese sido citada a absolver posiciones, podrán presumirse
como efectivas las alegaciones hechas por la contraria en la demanda o contestación,
según corresponda (art. 453 Nº 1 CT). En segundo lugar, dicha parte se entenderá
notificada de la sentencia dictada en audiencia de juicio o en la actuación prevista
para ello, conforme lo establece el art. 457 inc. 2º CT.
c) Observaciones a la prueba
El CPP se ha referido a esta actividad como el alegato final y de clausura del juicio
oral, estableciendo en su art. 338 que, concluida la recepción de las pruebas, el juez
presidente de la sala otorgará la palabra al fiscal, al acusador particular, al actor civil y
al defensor, para que expongan sus conclusiones. Por otra parte, el art. 64 inc. final
de la Ley de Tribunales de Familia establece que, finalmente, las partes formularán,
oralmente y en forma breve, las observaciones que les merezca la prueba y la opinión
del miembro del consejo técnico, así como sus conclusiones, de un modo preciso y
concreto, con derecho a replicar respecto de las conclusiones argumentadas por las
demás.
Pues bien, considerando que esta constituye la única oportunidad en que podrá
efectuarse calificaciones respecto de las pruebas rendidas, su importancia consiste
en la elaboración de una exposición crítica que permita, mediante un ejercicio
valorativo, entender cómo los medios de prueba logran acreditar las afirmaciones
fácticas sostenidas por las partes y, con ello, ayudar al juez a resolver el conflicto
sometido a su decisión.
Como se ha dicho, las actas serán extendidas dentro de las veinticuatro horas
siguientes desde la celebración de la audiencia respectiva y los funcionarios
designados serán responsables de su elaboración, lo que comprenderá la extensión
de las plantillas previamente aprobadas, además de la confección y remisión de los
respectivos oficios.
Por otro lado, cabe destacar que el legislador laboral no ha impuesto al juez la
exigencia de, al menos, comunicar su veredicto en aquellos casos que no dicte
sentencia al término de la audiencia de juicio, como ocurre con el proceso penal, al
requerirse la comunicación de la decisión relativa a la absolución o condena del
acusado, so pena de incurrirse en un vicio de nulidad del juicio (art. 343 CPP).
VI. L
A) A
Teniendo a la vista el intenso periodo de reformas que sufrió nuestro país durante la
década anterior, el cambio de paradigma pregonado desde los niveles
procedimentales generales debía abarcar necesariamente a aquella actividad que, a
nuestro juicio, tiene la mayor relevancia en el proceso. Como se ha planteado en
varias oportunidades, el modelo procesal por audiencias impone a los intervinientes
una serie de requerimientos desde el inicio del procedimiento y, con cuánta razón, al
momento de desplegar las actividades ligadas al fondo del asunto, que
indefectiblemente vinculan con la prueba. Más aun, podemos afirmar con certeza que,
en la práctica, tales exigencias imponen el desarrollo de destrezas por parte de
abogados y jueces al momento de la proposición y práctica de la prueba, cuestión
íntimamente ligada a la instauración de principios como la oralidad, inmediación y
concentración.
En todo caso, lógico es exigir que el despliegue de las habilidades de los abogados
de las partes se concentre en la actividad probatoria, puesto que de ella dependerá la
resolución del conflicto en forma favorable a los intereses de quienes representan.
Por ello, el material probatorio producido e incorporado al proceso debe ser objeto del
mayor provecho posible, debiendo valerse, para estos efectos, de las distintas
herramientas que el sistema procesal laboral pone a disposición de los intervinientes.
b) Función de la prueba
Por ello, la doctrina ha especificado que cabe hablar tan solo de verdades relativas
pues, desde hace tiempo, las verdades absolutas son patrimonio exclusivo de alguna
metafísica o religión integrista. Pero la verdad procesal es relativa también en otro
sentido muy importante: en el de que la misma se funda exclusivamente en las
pruebas obtenidas en el proceso. En consecuencia, es "relativa" porque está en
relación con el grado de confirmación que las pruebas pueden atribuir a los
enunciados sobre los hechos del pleito. Por lo tanto, pueden darse distintos niveles de
verdad en la comprobación de los hechos, según el fundamento que las pruebas
atribuyan a la afirmación de que esos hechos son verdaderos o falsos (Taruffo, M.).
B) P
a) Oralidad
El art. 425 CT establece serán orales todas las actuaciones procesales verificadas
en los procedimientos del trabajo, salvo las excepciones expresamente contenidas en
el Código de la materia. Desde luego, esta regla general guarda aplicación en materia
probatoria, sin perjuicio de que el legislador establezca la oralidad para determinadas
diligencias.
b) Inmediación
Pues bien, el diseño procedimental aprobado para los juicios laborales, sostenido en
el modelo procesal por audiencias y la efectiva inmediación judicial que se postula y
asegura, ha buscado generar un cambio radical en la comprensión y funcionamiento
de la actividad probatoria, con el objetivo esencial de recuperarla en la calidad de los
materiales que la misma entrega al juzgador para que pueda pronunciar su sentencia
con mejores posibilidades de llegar a un fallo justo, a partir justamente de instalar
como un elemento central del nuevo procedimiento laboral el contacto directo, real y
temprano entre el juez y las actividades propias de la prueba bajo un esquema de
audiencias que debieran permitir generar una prueba pertinente, útil y sobre todo,
fiable (Matamala, P.; Palomo, D.).
c) Concentración
d) Congruencia
e) Publicidad
El art. 425 CT establece que los procedimientos laborales serán públicos, por tanto,
dicho principio, en cuanto formativo del procedimiento, extiende su aplicación en
materia probatoria. En consecuencia, serán públicas tanto las audiencias como las
diligencias probatorias que en ellas se ventilen, en relación al ofrecimiento y rendición
de la prueba.
Bien se ha apuntado que una de las principales cargas a que están sujetas las
partes consiste en acreditar sus las afirmaciones fácticas que han introducido al
proceso, puesto que ellas son quienes se encuentran en una mejor posición para
conocer la forma en que ocurrieron los hechos. Sin embargo, hemos de prevenir que
la vigencia de los principios dispositivo y de aportación de parte no implica que el juez
esté obligado a presenciar la práctica de las pruebas como si fuera una persona
inerme, desprovista de toda intervención. El legislador debe asegurar al juez
razonables posibilidades de dirección en la práctica probatoria a través de las cuales
este pueda instar por el resultado final más acertado y justo posible atendidos los
elementos de hecho y de derecho aportados por las partes (Palomo, D.).
g) Bilateralidad
Así, como se adelantó, una de las manifestaciones de este derecho, supone que las partes
estén en condiciones de controlar y controvertir la prueba, lo que, tratándose de la prueba
testimonial supone, indefectiblemente, conforme a lo dispuesto en el artículo 454 Nº 6, la
posibilidad de impedir que se interrogue a los testigos utilizando métodos vedados, como la
formulación de preguntas asertivas, ni aquellas que contengan elementos de juicio que
determinen la respuesta ni relativas a hechos o circunstancias ajenas al juicio.
Manifestación de este derecho de controlar la prueba que las partes incorporan al juicio,
especialmente la calidad de la información que la misma contiene, resulta pues, el
mecanismo de objeciones de preguntas que se deriva del artículo mencionado" (Corte de
Apelaciones de Antofagasta, sentencia de 31 de marzo de 2017, rol Nº 28-2017).
h) Celeridad y buena fe
i) Adquisición procesal
Un principio de aplicación general, pero de particular incidencia en el ámbito de la
prueba, es el principio de adquisición procesal. A través de este principio se señala,
en lo que a la prueba se refiere, que los resultados de las actuaciones probatorias se
incorporan al proceso con prescindencia de la parte que las haya realizado. En otras
palabras, una vez que la actuación probatoria se ha realizado, esta y su resultado
queda incorporado al proceso, de manera que cuando se estima que el hecho está
probado será irrelevante determinar cuál fue la parte que tuvo la iniciativa respecto a
la incorporación del material probatorio (Palomo, D.).
Se ha resuelto:
"Que la circunstancia de que el sentenciador haya dado a los documentos agregados por la
demandada una eficacia probatoria diferente de la pretendida por la parte que agregó dicho
medio de prueba, no es constitutivo de infracción alguna pues, como es sabido, conforme al
denominado principio de adquisición procesal, los resultados de la actividad procesal son
comunes entre las partes con independencia de la parte que los realice. (Corte de
Apelaciones de Concepción, 5 de octubre de 2010, rol Nº 217-2010). Esto significa que, si
un hecho ha resultado probado en el proceso, el juez debe partir de él en la sentencia,
siendo indiferente qué parte lo haya probado y si esa parte tenía intención o no de probarlo.
Como lo tiene resuelto el máximo tribunal, "... una vez que la prueba llega al proceso, ésta
queda como un elemento de convicción para el juzgador, que es su destino natural, de
manera que para determinar sus efectos, deja de importar quien la aportó; desde esa
perspectiva el aportante no podría pretender que sólo se examinara en cuanto le aprovecha
y no en cuanto le perjudica". (Excma. Corte Suprema, 6 de junio de 2017, rol Nº 87889-
2016).
Así las cosas, el propósito probatorio que tuvo la parte al agregar la prueba no vincula al
sentenciador, el que valora la prueba y extrae sus conclusiones probatorias de acuerdo a
su mérito intrínseco y no conforme a lo querido por el aportante" (Corte de Apelaciones de
Concepción, sentencia de 9 de abril de 2018, rol Nº 522-2017).
C) S
Es útil recordar que este modelo aún se encuentra presente en sede procesal civil,
dado que tanto el art. 341 CPC como el inc. 2º del art. 1698 CC establecen los
medios de prueba de que pueden valerse las partes en juicio, entre nosotros:
documentos, testigos, confesión de parte, inspección personal del tribunal, informe de
peritos y presunciones. Se ha apuntado acertadamente que la regulación cerrada de
la prueba presenta una marcada tendencia a regular todo el fenómeno de las pruebas
y a excluir del mismo aquellos aspectos que se sitúen fuera (o más allá) de la
regulación. El sentido de la regulación es aquí, principalmente, determinar o incluir lo
que puede ser considerado como prueba, y paralelamente excluir lo que no puede
(Gascón, M.).
Por lo demás, cabe destacar que este modelo ha hecho complejo el encaje de las
fuentes de prueba más modernas que no estuvieron en la mente del legislador a la
hora de establecer el catálogo cerrado de medios, de manera que la taxatividad legal
impediría recurrir a fuentes modernas de prueba, por ejemplo, elementos modernos
de reproducción de la imagen o del sonido (Palomo, D.).
De este modo, el art. 295 CPP establece: "Libertad de prueba. Todos los hechos y
circunstancias pertinentes para la adecuada resolución del caso sometido a
enjuiciamiento podrán ser probados por cualquier medio producido e incorporado en
conformidad a la ley". En el mismo sentido se pronuncia el art. 28 de la
Ley Nº 19.968: "Libertad de prueba. Todos los hechos que resulten pertinentes para la
adecuada resolución del conflicto familiar sometido al conocimiento del juez podrán
ser probados por cualquier medio producido en conformidad a la ley".
A su vez, el art. 323 CPP, de idéntico tenor al art. 58 de la Ley Nº 19.968 dispone:
"Medios de prueba no regulados expresamente. Podrán admitirse como pruebas
películas cinematográficas, fotografías, fonografías, videograbaciones y otros
sistemas de reproducción de la imagen o del sonido, versiones taquigráficas y, en
general, cualquier medio apto para producir fe.
D) O
Nuestra Corte Suprema ha señalado: "Que es también sabido, que "un principio de
exoneración de prueba existe para los hechos notorios. Son notorios o de fama
pública los que, por pertenecer a la ciencia, a la vida diaria, a la historia o al comercio
social, son conocidos y tenidos como ciertos por un círculo más o menos grande de
personas de cultura media ... La característica del hecho notorio o de fama pública, es
que al ser creído como cierto por un extenso círculo de personas, no puede ser
puesto seriamente en duda, siendo la convicción que aporta tan firme como la que se
obtiene tras una prueba, y de aquí que la doctrina considere que los hechos notorios
no necesitan prueba". (Leonardo Prieto Castro en "Derecho Procesal Civil" Vol. 1,
3ª edición, Madrid 1978, p. 137)" (Corte Suprema, sentencia de 18 de abril de 2016,
rol Nº 8024-2015).
A diferencia del proceso civil (art. 341 CPC), el procedimiento laboral no establece a
las presunciones como un medio de prueba, sin embargo, podemos señalar que tal
postura es, al menos, parcialmente correcta. Ello se debe a que el mecanismo de las
presunciones, en lugar de constituir un medio de prueba en sentido estricto, supone
una labor deductiva a partir de un hecho que ya está establecido en el proceso (hecho
base o indicio), y a partir de la cual se autoriza a tener como cierto otro hecho (hecho
presunto), que queda establecido a los efectos del proceso, salvo que exista prueba
en contrario, en aquellos casos en que dicha prueba es procedente (presunciones
iuris tantum) (Palomo, D.).
Por otro lado, en las presunciones que admiten prueba en contrario, más que estar
frente a una exención probatoria, lo que existe es una específica distribución de la
carga probatoria. A partir de ella será posible la actividad de la parte que para que no
opere la presunción, ya sea para practicar prueba contraria al hecho base de la
presunción, ya sea para probar que del hecho base deriva una consecuencia distinta
al hecho presumido, normalmente porque la operatividad del nexo o enlace entre
estos hechos, es distinto al que funda la presunción (Bonet, J.).
El último caso se encuentra dado por los hechos negativos, los cuales, por regla
general, no son objeto de prueba. Con todo, buscando una mayor precisión en esta
explicación debe distinguirse lo que constituye la simple negativa o la negativa
general del demandado respecto de los hechos que sirven de soporte a la pretensión
deducida en su contra, de la negación de uno o más hechos aislados respecto de la
pretensión deducida (C. Maturana). En la primera hipótesis, la carga de la prueba se
mantiene en el actor, y en el demandado no recae la carga de probar una negación
general de los hechos que el actor ha invocado en la demanda, fundándola. En la
segunda hipótesis el escenario es menos categórico, toda vez que en muchos casos
la negativa de un hecho podría implicar la afirmación contraria de un hecho. En tal
evento, estas negaciones (aparentes) no se encuentran excluidas de prueba, toda vez
que ellas pueden ser acreditadas por el hecho positivo contrario (Palomo, D.).
E) L
a) Utilidad
La utilidad apunta al carácter necesario que debe revestir un medio probatorio para
la acreditación de las afirmaciones fácticas introducidas por las partes y, en
consecuencia, para la resolución del conflicto. Si bien el legislador procesal laboral no
se refiere específicamente a la utilidad como límite de la prueba, dispone que solo se
admitirán las pruebas que tengan relación directa con el asunto sometido al
conocimiento del tribunal y siempre que sean necesarias para su resolución (art. 453
Nº 4 inc. 2º CT).
b) Pertinencia
Atendido que los hechos sobre los que versará la prueba deben ser pertinentes
(además de sustanciales y controvertidos), los medios de prueba con que intenten
acreditarse deberán guardar la misma calidad. El legislador laboral ha sido claro en
requerirlo, señalando que solo podrán recibirse aquellas pruebas que guarden
relación directa con el asunto sometido a conocimiento del tribunal (art. 453 Nº 4
inc. 2º CT). En todo caso, debemos señalar que prueba impertinente es aquella no
relativa a hechos que guarden relación con el objeto del proceso y con lo que
constituye el thema decidendi, por ejemplo, los medios de prueba que se dirijan a
probar unos hechos que no fueron afirmados por las partes en los escritos de
alegación, o bien que se dirijan a probar hechos no controvertidos o hechos notorios
(Palomo, D.).
De esta manera, el legislador procesal laboral establece que el juez resolverá
fundadamente en la audiencia preparatoria sobre la pertinencia de la prueba ofrecida
por las partes, pudiendo valerse de todas aquellas reguladas en la ley. Sin perjuicio
de ello, las partes podrán también ofrecer cualquier otro elemento de convicción que,
a juicio del tribunal, fuese pertinente (art. 453 Nº 4 inc. 1º CT). Asimismo, el juez
podrá decretar las pruebas que estime necesarias, aun cuando no las hayan rendido
las partes. Asimismo, deberá rechazar aquellas pruebas que considere
inconducentes, cuya resolución será susceptible de recurso de reposición, que deberá
interponerse en la misma audiencia (art. 429 CT).
c) Licitud
La licitud de la prueba se refiere a cómo la parte ha obtenido la fuente de prueba
que luego pretende introducir en el proceso por un medio de prueba, y así es posible
cuestionarse si, atendida la manera como la parte se ha hecho con esa fuente, cabe
que luego la use en el proceso, realizando la actividad prevista legalmente para los
medios, con el fin de intentar conformar la convicción judicial o fijar un hecho
(Montero, J.).
Ahora bien, cabe destacar que tanto el legislador como la doctrina suelen referirse a
este punto desde un sentido negativo, apuntando a la ilicitud de la prueba ofrecida o
rendida por las partes. Sobre el particular se ha pronunciado el art. 453 Nº 4 CT,
señalando que carecerán de valor probatorio y, en consecuencia, no podrán ser
apreciadas por el tribunal, las pruebas que las partes aporten y que se hubieren
obtenido directa o indirectamente por medios ilícitos o a través de actos que impliquen
violación de derechos fundamentales. Dicha prescripción ha dado lugar al
asentamiento de la teoría de la prueba ilícita en materia laboral, ampliamente
difundida por los ordenamientos procesales modernos.
d) Sobreabundancia
Parte de la doctrina señala que un último límite a la prueba estaría constituido por la
sobreabundancia. A diferencia de lo que ocurre en sede de familia (art. 31
Ley Nº 19.968), en el proceso laboral no existe un reconocimiento expreso de ella, sin
embargo, su existencia puede desprenderse de la interpretación de diversas normas
que regulan los medios probatorios de que pueden valerse las partes.
Una de estas normas establece que el juez podrá reducir el número de testigos de
cada parte, e incluso prescindir de la prueba testimonial cuando sus manifestaciones
pudieren constituir inútil reiteración sobre hechos suficientemente esclarecidos
(art. 454 Nº 5 inc. 3º CT). Por otro lado, se dispone que, si los demandantes fueren
varios y se solicitare la citación a confesar en juicio de muchos o de todos ellos, el
juez podrá reducir el número de quienes habrán de comparecer, en especial cuando
estime que sus declaraciones puedan resultar una reiteración inútil sobre los mismos
hechos (art. 454 Nº 3 inc. 3º CT).
F) L
a) Cuestiones preliminares
Con todo, estimamos que la importancia de esta institución obliga a darle una
aplicación transversal a todos los órdenes procesales. Si bien es efectivo que es
precisamente en el proceso penal donde existe una mayor susceptibilidad de
vulnerarse los derechos fundamentales de los intervinientes, y en especial del
imputado, ello no obsta a que en otros órdenes tales vulneraciones puedan
verificarse. Con justa razón, el legislador patrio decidió avanzar en la protección de
los derechos fundamentales, extendiendo lo instaurado en el proceso penal en las
reformas a la justicia de familia y del trabajo.
"Tercero: Que, para esa finalidad resulta pertinente, en primer lugar, recordar que el
artículo 453 del Código del Trabajo, en su numeral 4), prescribe: 'El juez resolverá
fundadamente en el acto sobre la pertinencia de la prueba ofrecida por las partes, pudiendo
valerse de todas aquellas reguladas en la ley. Las partes podrán también ofrecer cualquier
otro elemento de convicción que, a juicio del tribunal, fuese pertinente.
Sólo se admitirán las pruebas que tengan relación directa con el asunto sometido al
conocimiento del tribunal y siempre que sean necesarias para su resolución.
Con todo, carecerán de valor probatorio y, en consecuencia, no podrán ser apreciadas por
el tribunal las pruebas que las partes aporten y que se hubieren obtenido directa o
indirectamente por medios ilícitos o a través de actos que impliquen violación de derechos
fundamentales'. De manera preliminar, cabe señalar que, a diferencia de lo que afirma la
sentencia recurrida, a juicio de esta Corte no existen argumentos para entender que la
regla de exclusión en el orden laboral incorpora dentro de la noción de prueba ilícita aquella
obtenida en abierta contravención a una norma de derecho a un imperativo moral
socialmente aceptado, con independencia de la inobservancia de garantías
constitucionales, como propugna el fallo en análisis. Si bien la redacción del precepto es
confusa, ya que parece proponer dos hipótesis distintas de no valoración, una relativa a
aquella evidencia obtenida directa o indirectamente pro medios ilícitos y otra atinente a
violación de derechos fundamentales, lo cierto es que no existe constancia en la historia
fidedigna de que se haya pretendido innovar en el tratamiento de la exclusión de pruebas,
más allá de lo que se ha entendido por parte de la doctrina como una consagración legal de
la "teoría de los frutos del árbol envenenado", que por lo demás, desde un inicio ha tenido
plena aplicación jurisprudencial en materia penal. La norma de exclusión propuesta por el
Mensaje Nº 4-350, de 23 de septiembre de 2003, contenida en el inciso 4º del artículo 458
del proyecto, es idéntica a la finalmente aprobada y que corresponde actualmente al
artículo 453 Nº 4 del Código del Trabajo, sin que en la discusión del proyecto de ley se
generara debate en torno a las hipótesis de exclusión de prueba ilícita" (Corte Suprema,
sentencia de 12 de abril de 2018, rol Nº 35159-2017).
G) C
b) Regla general
Con todo, debemos prevenir que la doctrina ha criticado que sea una norma del
Código Civil, referida a la prueba de las "obligaciones" (y no de los hechos), la que
resuelva toda la cuestión vinculada a la distribución del onus probandi. Además, la
norma pareciera referirse solo a los hechos constitutivos y extintivos, sin hacer
referencia a la situación de los hechos impeditivos y excluyentes (Palomo, D.).
Se ha fallado:
"De esta forma, el demandado que simplemente niega los hechos que han sido sostenidos
por el actor, no es necesario que presente prueba alguna en apoyo de su postura. Pero si el
demandante acredita los presupuestos fácticos en que funda su pretensión, la situación
anterior se invierte.
El demandante deberá justificar los hechos constitutivos de su pretensión, que son aquellos
que producen el nacimiento de un derecho o de una situación jurídica que antes no existía
y que son el basamento de su demanda, encontrándose el demandado, por su parte, en la
necesidad de probar los hechos extintivos, impeditivos o modificativos capaces de justificar
el rechazo de la demanda del actor.
De esta suerte, una norma especial que agregó la Ley Nº 20.087 y que apunta a la
debida correspondencia que debe existir entre las normas sustantivas y el
procedimiento, es la que se ha dispuesto en el numeral primero del artículo 454, en
cuanto a que, en caso de despido, no se podrá en la contestación invocar hechos
distintos a los imputados en las comunicaciones de término de contrato como
justificativos del mismo, por lo que el juez deberá abstenerse de considerarlos en la
determinación de aquellos a probar y no recibirá prueba sobre ellos, pues no han
podido ser parte de la controversia y en consecuencia de aquello que se discute, por
lo que no deberá pronunciarse sobre ellos en la decisión (Academia Judicial).
"Como se lee, este mandato dispone, entonces, que es un elemento insustituible para la
defensa del empleador que pretende que el despido que efectuó sea estimado como
justificado, que acredite, primero, la existencia de la carta de despido; segundo, que aquella
fue debidamente noticiada al trabajador; y tercero, que exprese con precisión la causal de
cese del vínculo laboral junto con los hechos en que la funda, circunstancias fácticas que
deberá acreditar en el juicio, manera en que se abona, no sólo el perfil protector del
derecho laboral, sino, el debido proceso, pues son tales formalidades las que garantizan la
posibilidad de impugnación por el trabajador ante el órgano judicial competente de dicha
decisión.
Décimo: Que, en el mismo orden de ideas, surge como una carga ineludible para el
empleador que en juicio pretende justificar su decisión de despido, acompañar,
primeramente, la carta de despido donde conste la causal invocada y los hechos en que se
apoya y, principalmente, que se verifique que aquella fue debidamente comunicada al
trabajador, ya que se trata del medio legal que le proporciona los antecedentes que
explican las razones del despido, permitiéndole preparar las objeciones que le reconoce el
artículo 168 del estatuto laboral si considera que dicha aplicación es injustificada, indebida
o improcedente" (Corte Suprema, sentencia de 4 de julio de 2018, rol Nº 42659).
Podemos advertir que la resolución que fija los hechos a probar constituye una de
las manifestaciones de la carga probatoria, entendiendo que corresponderá al
demandante acreditar los hechos constitutivos, mientras que al demandado los
hechos impeditivos, extintivos y excluyentes. Por consiguiente, es preciso que esta
resolución establezca los puntos de prueba en estricta y necesaria relación con los
hechos sustanciales, pertinentes y controvertidos que las partes han incorporado al
proceso mediante sus escritos de postulación.
De acuerdo con lo anterior, al dictar sentencia, el juez considerará los hechos objeto
de prueba y la satisfacción de su acreditación por las partes, de acuerdo a las
respectivas alegaciones que estas habían realizado previamente. Como se ha dicho,
ello se debe a que la segunda naturaleza jurídica de la carga de la prueba
corresponde a su conformación como regla de juicio, encontrándose dirigida al juez
para ser aplicada al momento de dictar sentencia, consagrada en el art. 459 CT
(Fernández, R.).
En efecto, el juez hará aplicación de esta regla al realizar un examen de los hechos
que las partes debían probar y al constatar si han logrado o no la satisfacción de esta
actividad, dictando una sentencia contraria a los intereses de aquella parte que no
logró soportar la carga de la prueba. Sin embargo, en el estudio completo que realice
el juez, siempre se encontrará constreñido a la información aportada por las partes al
proceso, dado que, en primer término, deberá fijar los hechos a probar de acuerdo a
los escritos iniciales de postulación y, en segundo, en su sentencia deberá observar
los hechos que él mismo se sirvió establecer como necesitados de prueba y que
lograban la distribución de la carga probatoria en las partes.
Acertadamente, la doctrina ha señalado que la armonía que debe existir entre los
hechos a probar, las cargas probatorias y la sentencia apunta a la debida congruencia
que debe existir entre las actividades realizadas por las partes y el juez, constituyendo
un límite que debe observarse en el inicio del trayecto procesal, las diligencias
intermedias y, cómo no, en la resolución del conflicto jurídico laboral.
H) L
a) Documentos
1. Concepto y cuestiones preliminares
2. Clasificación
— Documentos privados. Por otro lado, se entiende por instrumento privado aquel
confeccionado por los particulares, sin que concurran los requisitos del instrumento
público.
Siguiendo la regla general, el legislador señala que la prueba documental solo podrá
presentarse en la audiencia preparatoria. Sin embargo, deberá presentarse
conjuntamente con la demanda, aquellos documentos que den cuenta de las
actuaciones administrativas que se refieren a los hechos contenidos en ella. En el
mismo sentido, cuando se demande a una institución de previsión o seguridad social,
deberá acompañarse la resolución final de la respectiva entidad o de la entidad
fiscalizadora según corresponda, que se pronuncia sobre la materia que se demanda
(art. 446 incs. 2º y 3º CT).
Dicho sea de paso, que, para cumplir con el ofrecimiento de la prueba, basta
señalar el nombre del documento cuya proposición se realiza, la fecha de que este
data y la institución de quien emana. No debe confundirse esta fórmula con la relativa
a la incorporación de la prueba, dado que revelar la información del documento en
una oportunidad procesal anterior a la destinada para la rendición de la prueba puede
resultar desventajoso para los intereses de la parte y la estrategia procesal que se
decida adoptar.
El inc. final del art. 454 Nº 1 CT establece que la prueba documental deberá ser la
primera en rendirse durante la audiencia de juicio. En la práctica, tal exigencia se
satisface a través de la denominada "oralización" de los documentos, haciéndose una
lectura extractada que dé cuenta del contenido de aquellos que se incorporen en la
audiencia de juicio, en términos que la parte da fundamento del contenido probatorio
del documento, en cuanto a los efectos que de él se producirán en respaldo del
enunciado de hecho contenido en la demanda o en la contestación, según
corresponda (Academia Judicial). Esta manifestación confirma que el efecto más
visible de la videncia de la oralidad es la forma de expresión de quienes intervienen
en la práctica de prueba. Será mediante el uso de la palabra, incluso en aquellos
supuestos en que la prueba se inicia por escrito, como es el caso de los documentos,
que se lleve a cabo la incorporación del material probatorio por las partes (Bonet, J.).
Se hace necesario señalar que dados los verbos utilizados por la ley respecto de la
prueba documental (entre nosotros, proponer e incorporar), según ya se ha señalado,
es que se estima que esta debe singularizarse a los efectos del hecho a probar, para
el que se hace valer en el juicio, sin que sea necesaria su incorporación íntegra
mediante el registro oral de su contenido. Ello en razón del mérito del documento en
cuanto tal, pero, además, considerando la necesaria expedición de la audiencia y del
conocimiento en el evento de que se recurra la decisión del tribunal y el documento
constituya un antecedente del recurso que se deduzca (Academia Judicial).
5. Impugnación
Para estos efectos, se debe distinguir entre: a) Nulidad, que se presenta por
infracción a los requerimientos de los instrumentos públicos establecidos en los
arts. 1699 y 403 COT, tratándose de un caso de nulidad absoluta del documento que,
una vez declarada, implicará privarlo de todo valor probatorio. En los casos en que el
instrumento público sea solemnidad del acto o contrato, la nulidad del mismo acarrea
también la nulidad del contrato que contiene; b) Falta de autenticidad o falsedad,
traducida en que el instrumento público o privado no se ha otorgado por las personas
y de la manera en que él se expresa; c) Falsificación ideológica, presentada cuando el
contenido del instrumento no corresponde a la verdad. Debe advertirse que en esta
hipótesis el instrumento público cumple con todos los requisitos de validez (no es
nulo) y se ha otorgado por las personas y de la manera que en él se expresa (no es
inauténtico). Acá el problema no está en el soporte, en el documento, sino en el
contenido; d) Falta de integridad, suscitada cuando el instrumento público o privado
no se acompaña en forma íntegra (Palomo, D.).
"Noveno. Que, sin embargo, por sentencia dictada el 1 de marzo de 2016, el Undécimo
Juzgado de Garantía de Santiago, en los autos RUC 1310.036.682-1, RIT O-9364-2013,
condenó a don J.J.M.A. como autor del delito consumado de presentación de medio de
prueba falso en juicio, previsto y sancionado en el artículo 207 del Código Penal, y precisa
que dentro de los documentos privados falsos que constituyen el objeto material en que
recae la acción delictuosa, se encuentran exactamente aquellos presentados por el
condenado en el juicio ordinario laboral en comento. De esta forma, el juzgador singulariza
los siguientes documentos como aquellos que fueron falsificados y presentados como
medios de prueba: contrato de trabajo de 1 de septiembre de 2009 y comprobantes de
liquidaciones de remuneraciones de junio, agosto y septiembre de 2011.
De lo anterior resulta plena coincidencia entre los instrumentos declarados falsos por el
Undécimo Juzgado de Garantía de Santiago y aquellos que se presentaron como medio de
prueba en el juicio laboral.
Asimismo, se evidencia que esta última determinación fue dictada con posterioridad a
aquella emitida en el juicio del trabajo cuya revisión se pretende, desde que, según consta
de la certificación de fojas 354, emanada de la Jefa de Unidad de Causas del Undécimo
Juzgado de Garantía de Santiago, el fallo condenatorio quedó firme y ejecutoriado el 20 de
abril de 2016.
6. La exhibición de documentos
No cabe duda que en esta disposición, la máxima que conecta el hecho conocido
(omitir la presentación de los documentos que deben obrar en poder de alguna de las
partes) y el que se declara probado (que son verdaderas las alegaciones hechas en
relación a la prueba decretada) está relacionada con la idea de que el sujeto que
entorpece o priva a la otra parte de la prueba documental es porque aquella le genera
perjuicios en su contra (Hunter, I). Asimismo, consideramos que la sanción
establecida por el legislador intenta corregir una infracción del deber de buena fe, de
manera que, al constatar que la parte no efectuó la exhibición pudiendo hacerlo, el
juzgador se encuentra facultado (no obligado) para establecer la veracidad de las
afirmaciones señaladas.
En tal sentido, se ha resuelto por nuestra Excma. Corte Suprema: "Que el principio
de primacía de la realidad en materia laboral centra su significado en la circunstancia
de que ha de prevalecer siempre la verdad de los hechos por encima de los acuerdos
formales, es decir, es más importante lo que ocurra en la práctica que aquello que las
partes hayan pactado de manera más o menos solemne o expresa, o lo que aparezca
en documentos, formularios e instrumentos de control. Este principio emana de la
gran mayoría de las instituciones que conforman el Derecho del Trabajo individual, en
los que se plasma una desigualdad formal, en tanto ellas reconocen que la voluntad
de las personas contratantes se ve afectada por las circunstancias donde manifiestan
su voluntad de contratación, obligando a un trato desigual, toda vez que es una
máxima de justicia tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales para evitar
privilegios que no corresponden. En la práctica, el principio en estudio observa la
realidad de las circunstancias materiales y como ellas repercuten en la libertad de la
voluntad, permitiendo conocer cuando se está ante una situación que autorice el trato
formalmente desigual propio del Derecho del Trabajo" (Corte Suprema, sentencia de
3 de abril de 2017, rol Nº 55135-2016).
También se ha fallado: "Vigésimo: Que, por último, es útil recordar que para
determinar el estatuto aplicable a una persona que se desempeña en una
Municipalidad, no procede considerar únicamente los términos de los respectivos
documentos conforme a los cuales el trabajador se incorporó a la dotación municipal,
tampoco los acuerdos arribados por las partes, sino lo que sucede en la práctica,
criterio protector que la doctrina denomina "primacía de la realidad", y que en la
legislación del ramo recoge el inciso primero del artículo 8º del Código del Trabajo, en
la medida que señala que toda prestación de servicios en los términos descritos en el
artículo 7º del mismo, esto es, de carácter personal, contra el pago de una
remuneración y bajo subordinación o dependencia, hace presumir la existencia de un
contrato laboral, y cuya principal expresión se da cuando se intenta encubrir a un
trabajador dependiente bajo la apariencia de ser uno independiente contratado a
honorarios, lo que obliga a desentrañar la verdadera naturaleza de la prestación; tal
principio cobra especial relevancia en los casos que la doctrina enseña que se
producen desajustes entre los hechos y las formalidades o apariencias, a saber: a) la
intención deliberada de fingir o simular una situación jurídica distinta de la real;
b) provenir de un error; c) por falta de actualización de los datos; y d) por falta de
cumplimiento de requisitos formales. (Gamonal Contreras, Sergio, Fundamentos de
Derecho Laboral, Abeledo Perrot LegalPublishing Chile, Ed. 2011, p. 121)" (Corte
Suprema, sentencia de 22 de enero de 2018, rol Nº 34530-2017).
b) Testigos
Es usual que el testigo interrumpa sus funciones diarias para acudir a la audiencia a
que fue citado, por lo cual se garantiza que la comparecencia no resulte perjudicial
respecto de las actividades que le corresponda realizar. Así, se establece que la
comparecencia del testigo a la audiencia de juicio constituirá siempre suficiente
justificación cuando su presencia fuere requerida simultáneamente para dar
cumplimiento a obligaciones laborales, educativas o de otra naturaleza, y no le
ocasionará consecuencias jurídicas adversas bajo circunstancia alguna (art. 454 Nº 5
inc. 6º).
Por otro lado, a diferencia del legislador procesal civil, el CT no ha hecho referencia
expresamente al derecho de indemnización que poseen los testigos que acudan a
prestar su declaración. Por ello, debemos remitirnos al art. 381 CPC, el cual dispone
que el testigo tiene el derecho para reclamar de la persona que lo presenta, el abono
de los gastos que la comparecencia le imponga.
— Deber de comparecer
Pese a constituir el medio de prueba más desarrollado por el legislador laboral, este
no estableció una norma expresa sobre el deber de comparecer para los testigos, por
lo que debemos remitirnos supletoriamente al art. 359 CPC, el cual prescribe que toda
persona, cualquiera sea su estado o profesión, está obligada a concurrir a la
audiencia que el tribunal señale con el objeto de que preste su declaración. Además,
dado que el inc. 1º del art. 454 Nº 5 CT establece que los testigos únicamente podrán
declarar ante el juez que conoce de la causa, se desprende que estos terceros
deberán apersonarse ante las dependencias del tribunal.
Para estos efectos, la persona cuya declaración se pretende deberá ser citada por
carta certificada, la que deberá despacharse con al menos ocho días de anticipación
a la audiencia, al domicilio señalado por cada una de las partes que presenta la
testimonial (art. 453 Nº 8 inc. 3º CT). Por su parte, el testigo que legalmente no
comparezca podrá ser compelido por medio de la fuerza a presentarse ante el tribunal
que haya expedido la citación, a menos que compruebe que ha estado en
imposibilidad de concurrir (art. 380 inc. 2º CPC).
Los testigos declararán bajo juramento o promesa de decir verdad en juicio. El juez,
en forma expresa y previa a su declaración, deberá poner en conocimiento del testigo
las sanciones contempladas en el artículo 209 del Código Penal, por incurrir en falso
testimonio (art. 454 Nº 5 inc. 4º CT).
Resulta útil recordar que el CPC conserva la fórmula sacramental para el juramento
o promesa de decir verdad, estableciendo que antes de examinar a cada testigo, se le
hará prestar juramento al tenor de la fórmula siguiente: "¿Juráis por Dios decir verdad
acerca de lo que se os va a preguntar?" El interrogado responderá: "Sí, juro",
conforme a lo dispuesto en el artículo 62 (art. 363 CPC). Ahora bien, en la práctica de
los procesos laborales, esta exigencia se satisface mediante la pregunta "¿Jura o
promete decir verdad sobre lo que se le preguntará?".
— Deber de declarar
Nuevamente, el proceso laboral no cuenta con una norma que disponga en forma
expresa la obligación de declarar del testigo, sin embargo, por aplicación supletoria
nos remitimos al art. 359 CPC, el cual dispone que toda persona, cualquiera sea su
estado o profesión, está obligada a declarar cuando sea citada con este objeto. Por
consiguiente, la persona citada a declarar estará obligada a responder las preguntas
que tanto el juez como las partes le realicen, sean formuladas en el interrogatorio
directo o en el contra examen.
El legislador establece como límite objetivo a la práctica de la prueba que solo serán
admitidos a declarar solo hasta cuatro testigos por cada parte. En caso de que se
haya ordenado la acumulación de autos, el número de testigos admitidos a declarar
será determinado por el tribunal, no pudiendo en ningún caso ser superior a cuatro
por causa acumulada (art. 454 Nº 5 inc. 1º CT).
Ahora bien, sin perjuicio de que el legislador laboral establezca una habilidad
absoluta para la prueba testimonial, en la práctica, suelen formularse preguntas al
testigo que indirectamente den cuenta de su idoneidad. Por consiguiente, en el
interrogatorio directo se intentará acreditar a la persona cuyo testimonio se pretende,
mientras que en el contrainterrogatorio se intentará dejar a la vista su falta de
idoneidad o imparcialidad, pero sin que las partes puedan efectuar calificaciones a
partir de las preguntas realizadas sobre el particular.
Esta prescripción intenta descartar dos actuaciones tradicionales que atentan contra
la inmediación judicial y que aún encontramos presentes en el procedimiento civil. La
primera de ellas consiste en excluir la posibilidad de realizar la declaración por vía de
exhorto, mientras que la segunda, y más importante, reside en que la deposición del
testigo solo sea realizada ante el juez que conoce de la causa, evitando su delegación
hacia cualquier funcionario de la Administración de Justicia, como ocurre actualmente
con el receptor judicial.
— Interrogatorio directo
Posterior a ello tiene lugar el interrogatorio directo, es decir, aquel examen mediante
el cual el testigo contestará las preguntas concretas sobre hechos relativos al objeto
del proceso que se le formulen por aquella parte que lo ha presentado (Chozas, J.).
En este primer examen, de carácter general, se persigue que el testigo exprese toda
la información que maneja sobre los hechos objeto de la prueba, demostrando al
tribunal y a la parte contraria que se encuentra en una situación óptima para ilustrar
sobre los hechos.
Posterior a las preguntas relativas a los hechos, tienen lugar las llamadas
repreguntas, que tienen por objeto que el testigo rectifique, esclarezca o precise los
hechos sobre los cuales invoca su testimonio. Téngase presente en esta fase de la
interrogación, el testigo se encontrará respondiendo a diversas preguntas que le
serán formuladas por la parte que lo ha presentado, hablándose de un testigo
"amigable" en esta fase (Palomo, D.). Sin perjuicio de ello, el legislador procesal
laboral ha dotado al juez de ciertos poderes sobre la materia, estableciendo una
participación activa que le permite formular a los testigos las preguntas que estime
necesarias para el esclarecimiento de los hechos sobre los que versa el juicio y,
además, exigirles que aclaren o precisen sus dichos (art. 454 Nº 6 inc. 1º CT).
8. Impugnación
Por lo demás, si bien las partes pueden pedir la ampliación, exponiendo los motivos
que fundan su solicitud, la determinación de indispensabilidad para acogerla
constituye una facultad privativa del juzgador, quien, considerando el mérito del
proceso y la naturaleza de los hechos a probar, resolverá sobre su procedencia.
Con todo, el juez debe ejercer esta facultad con extremo cuidado, como todavía no
ha llegado a la etapa de valoración de la prueba, donde apreciará la totalidad de la
prueba rendida, debe ser manifiesta la necesidad de disminuir el número de testigos a
declarar o su prescindencia. De lo contrario, se podría vulnerar el derecho a la prueba
que corresponde a las partes, reconocido expresamente por nuestra jurisprudencia
laboral como una manifestación del derecho a defensa que forma parte del derecho
denominado debido proceso, ambos de carácter fundamental (Fernández, R.).
Se ha fallado:
Séptimo: Que la Constitución Política de la República, en su artículo 19, numeral 3º, otorga
a todas las personas la garantía del debido proceso. Corresponde a un derecho
fundamental que las decisiones de los órganos que ejerzan jurisdicción deban fundarse en
un proceso previo y legalmente tramitado, que cumpla ciertos estándares mínimos. La
noción del debido proceso se relaciona con la exigencia de parámetros básicos o
elementales, dirigidos a asegurar que la discusión y que la definición de los derechos
involucrados se lleve a cabo conforme a lineamientos de razonabilidad y justicia. Así, la
legitimidad de la decisión jurisdiccional está sometida a la existencia de un órgano dotado
por la ley de la prerrogativa de conocer y juzgar una causa y a la circunstancia de que tal
decisión sea el resultado de un proceso previo que, en el sentir del constituyente, está
revestido de reglas formales constitutivas de un procedimiento racional y justo. Para la
eficacia de este derecho, la Constitución Política de la República y las leyes contemplan
una serie de mecanismos a favor de las partes de la relación procesal, los que se traducen
en la posibilidad de hacer valer sus pretensiones, de ser escuchadas, de producir la prueba
pertinente y de reclamar cuando no están conformes.
b. Interrogación de testigos
Por otra parte, y más importante aún, si bien existen actualmente en el proceso
laboral oral herramientas para poder objetar las preguntas que se formulen a los
testigos, y aun cuando no existe un Código de evidencia que nos determine de
manera precisa la procedencia, no existen instrumentos efectivos explícitos para
controlar ese interrogatorio cuando se hace por el juez. Basta analizar el texto legal
(art. 456 Nº 6 CT) para constatar que no existen instrumentos expresos de control de
los poderes del juez, y efectivamente estos consideran que sus preguntas en el
interrogatorio testimonial no son susceptibles de control por parte de los litigantes, lo
que no solo es aberrante desde el punto de vista lógico, sino que pone a las partes en
situación de desmedro importante si ha ocurrido la adquisición procesal por parte del
juez. Si el sentenciador ha adoptado la teoría del caso de una de las partes, o peor
aún, tiene una propia y la desarrolla, incluso podríamos tener problemas de
congruencia, desde que el Tribunal ha probado cosas distintas que lo que partes han
alegado en el proceso, debiendo las partes tener necesariamente medidas de control
(Palomo, D.).
Entonces, como hemos venido señalando, nos parece que una interpretación
correcta de la potestad de los jueces en el interrogatorio de testigos, debería estar
marcada por su pasividad en primer lugar, presenciando y escuchando el
interrogatorio dirigido por los abogados de las partes, tratando de mantener una
posición no interviniente. No obstante, puesto que nuestra ley ha establecido un juez
reforzadamente poderoso, estimamos que debe interpretarse la norma del art. 454
Nº 6 CT, como una restricción aplicable tanto a las partes como para el Tribunal,
porque de esa forma, tendremos la certeza que existe un juicio justo donde todas las
partes han tenido la posibilidad de defenderse, exponer su teoría del caso e impedir la
adquisición procesal por parte del Tribunal (Palomo, D.).
Así, se ha fallado:
Conclusión pacífica debiera ser que ello no resulta procedente pues, por una parte, la
norma no distingue respecto de quienes rige la prohibición y por tanto, debe extenderse al
interrogatorio del tribunal, como por otro, si se analiza la ratio de la prohibición, como se
adelantó, controlar la calidad de la información que ingresa al juicio, deviene que ésta aún
más debe regir para el tribunal, en la medida que puede afirmarse que, especialmente
ciertos testigos de bajo nivel intelectual o escaso nivel cultural, pudieran ser proclives a
responder positivamente las afirmaciones que efectúa un juez.
Consecuente con ello, debe también aceptarse que las partes tienen la potestad de
oponerse al ejercicio abusivo o ilegal de las facultades oficiosas del tribunal,
particularmente al momento de la producción de la prueba.
La facultad de las partes, que asume dimensión de garantía, de controlar la prueba que
ingresa al juicio, es un pilar del modelo de juicio laboral y en general, del debido proceso.
Luego, la mera posibilidad que cierta prueba que, según el caso, pueda ser decisiva para la
demostración de hechos del juicio quede al margen del señalado control, constituye un
grave o sustancial quebrantamiento a las bases del modelo y resulta inaceptable.
Por lo demás, si cada una de las resoluciones que dicta el tribunal, salvedad de la
sentencia definitiva, para la cual se dispone el recurso de nulidad, o aquellas interlocutorias
que ponen término al juicio o hacen imposible su continuación, pueden ser objeto de
recurso de reposición, —artículo 475 del Código del Trabajo: clara manifestación del
principio de bilateralidad de la audiencia— con mayor razón la formulación de una
pregunta, fuera de los estrictos marcos establecidos en la ley, puede y debe ser materia de
impugnación directa por la parte que se sienta afectada, désele a la misma el nombre
técnico de objeción, empleado en la litigación de juicio oral, incidente, o cualquier otro.
c) Confesión
2. Clasificación
— Deber de comparecer
— Deber de declarar
4. Práctica de la prueba
Como se adelantó, las preguntas deberán ser pertinentes a los hechos sobre los
cuales debe versar la prueba y expresarse en términos claros y precisos, de manera
que puedan ser entendidas sin dificultad. El tribunal, de oficio o a petición de parte,
podrá rechazar las preguntas que no cumplan con dichas exigencias (art. 454 Nº 4
CT). Lo anterior supone que cada pregunta ha de referirse a un hecho, sin que en la
misma se mezclen varios extremos, para ser entendidas y por lo mismo contestadas
sin dificultad por el confesante. No debe haber dudas en lo que se quiere preguntar,
cuestión que en definitiva apreciará el tribunal, no el confesante, porque este a
pretexto de no ser claras las posiciones no respondería ninguna, con el fin de frustrar
el éxito de la prueba de la contraria (Fernández, R.).
De esta suerte, se interpreta que la confesión tácita o ficta confessio es una sanción
procesal impuesta al litigante que, culposa o intencionalmente, ha incumplido las
obligaciones que le corresponden en su calidad de absolvente. Para estos efectos, el
legislador ha previsto diversas situaciones en que se sancionará a aquella parte que
no colabore con la prueba confesional.
En primer término, se establece que se dará por confesa a aquella parte que no
comparezca a la audiencia de juicio cuando hubiese sido citada para absolver
posiciones, salvo que acreditare estar imposibilitada por entorpecimiento fundado en
hechos sobrevinientes y de carácter grave.
En segundo lugar, se entenderá aplicable la confesión tácita para aquella parte que,
habiendo comparecido a la audiencia de juicio, se niegue a declarar. La negativa a
declarar puede ser, a su vez, expresa o tácita. Será expresa cuando el absolvente
señala que no responderá las preguntas que se le formulen, mientras que será tácita
cuando se desprenda de sus actos, por ejemplo, retirándose de la audiencia tras
prestar juramento.
Esta facultad guarda coherencia con la establecida con aquella que posee el juez
para la prueba de testigos cuando se ha solicitado la declaración de muchas
personas. Por ello, nos remitimos a lo dicho sobre la prueba testimonial, debiendo
tener en especial consideración la obligación del juez de hacer uso de esta potestad
con extremo cuidado por la eventualidad de vulnerar el derecho a la prueba como
integrante del derecho al debido proceso.
El juez podrá formular a los absolventes las preguntas que estime pertinente, así
como ordenarles que precisen o aclaren sus respuestas (art. 454 Nº 4 inc. 2º CT).
Como se aprecia del tenor de la norma, el legislador dota al juez laboral de dos
facultades en materia de interrogación.
d) Informe de peritos
La afirmación base es la de que el juez no puede llegar a tener, por un lado, todos
los conocimientos necesarios para llegar a establecer la existencia, por otro, todos los
hechos que son el supuesto fáctico, por fin, de todas las normas jurídicas cuya
aplicación en el caso concreto debe efectuar al actuar la función jurisdiccional. En
muchas ocasiones esos conocimientos no tendrán que llegar más allá de los que son
propios de un hombre con cultura media, pero en otras será imprescindible tener
saberes cuya posesión no puede exigirse al juez (Montero, J.).
No resulta extraño que la prueba pericial resulte fundamental para aquellos casos
de corte civil en que, generalmente, la cosa que es objeto del juicio tiene
determinadas características que hacen necesaria la intervención de un tercero
experto. Lo mismo ocurre tratándose de ciertas cuestiones en materia penal, en la
cual incluso se cuenta con instituciones dedicadas especialmente a la elaboración de
pericias. Señalado ello, surge la duda sobre cuál es la necesidad y trascendencia de
la prueba de peritos en el proceso laboral, así como cuáles podrían ser los principales
intervinientes en razón de este medio de prueba.
Las normas sobre los informes de peritos, contenidas en los artículos 411 y
siguientes CPC, nos hacen ver que fueron concebidas para grandes exigencias de
conflictos sobre derecho extranjero o que requieren de alta especialización científica o
de arte, sin perjuicio de "reconocimientos" sobre hechos u objetos especiales o
asuntos de mero cálculo o mediciones. En materia laboral se necesitan peritajes
generalmente sobre estas últimas materias (Macchiavello, G.). Es sabido que los
conflictos surgidos con ocasión de la relación de trabajo devienen, principalmente, en
prestaciones pecuniarias, por lo cual generalmente no existe un objeto o antecedente
determinado que requiera el examen pormenorizado de un tercero experto. Sin
embargo, teniendo en consideración la dificultad que puede surgir para la
determinación de ciertas cuestiones de carácter pecuniario, la práctica forense ha
hecho usual la designación de peritos contables que han adquirido un rol fundamental
en los procesos laborales.
Digamos de entrada que, en la prueba pericial, la iniciativa puede ser de las partes
para proponerla y del tribunal para decretarla, debido a las amplias facultades que le
permiten disponer los medios de prueba que estime pertinentes (art. 429 CT).
Cuestión distinta es la designación del perito, entendiendo por tal a la elección de la o
las personas que se desempeñarán como terceros expertos en este medio de prueba,
la cual debe realizarse en la audiencia preparatoria. Atendido a lo dispuesto en el
inciso cuarto del número 9 del artículo 453, en cuanto establece que se puede recurrir
a cualquier medio idóneo de comunicación o transmisión de datos que permita la
pronta práctica de las diligencias, solo asegurando la debida recepción y dejándose
constancia de ello, es que debe practicarse en dicha audiencia, de forma que se
produzca de inmediato la aceptación del cargo (Academia Judicial).
Designado que sea el perito, el tribunal podrá recurrir a cualquier medio idóneo de
comunicación o transmisión de datos que permita la pronta práctica de la diligencia,
debiendo adoptar las medidas necesarias para asegurar su debida recepción y
posterior aceptación por el requerido, dejándose constancia de ello (art. 453 inc. 4º
CT). La comunicación que se remita al perito debe tener todas las especificaciones de
la diligencia, no quedando dudas relativas al objeto sobre el cual se emitirá el informe,
el lugar de su realización y demás antecedentes para su acertada inteligencia.
También debe contener la orden que debe avisar a las partes acerca del día en que
realizará el examen pericial, para que si lo desean puedan comparecer junto a sus
abogados y hagan uso de los derechos que le confiere el art. 419 CPC (Fernández,
R.).
El perito que acepte el cargo deberá declararlo así, jurando desempeñarlo con
fidelidad (art. 417 inc. 1º CPC). Este juramento o promesa tiene por objeto que el
perito diga la verdad, en la forma en que se disponga, que actuará con la mayor
objetividad posible, tomando en consideración tanto lo que pueda favorecer como lo
que sea susceptible de causar perjuicio a cualquiera de las partes (Chozas, J.).
4. Idoneidad del perito
Sin perjuicio de ello, nada ha dicho el legislador procesal laboral sobre la idoneidad
de los peritos, pero siguiendo la lógica de la prueba testimonial, no sería posible
deducir tachas que tengan por objeto perseguir su inhabilidad. Con todo, resulta
aplicable supletoriamente el Nº 2 del art. 413 CPC, en cuanto establece que, salvo
acuerdo expreso de las partes, el perito debe cumplir con la posesión de un título
profesional expedido por autoridad competente como condición para desempeñarse.
Ahora bien, la oportunidad para dar cuenta de la idoneidad o habilidad del perito
será en el momento en que preste declaración, encontrándose sujeto al interrogatorio
de las partes. En dicha oportunidad se le formularán preguntas tanto desde la
perspectiva de su imparcialidad como de su cualificación técnica, reservando la
calificación que ellas merezcan a las partes para la etapa de observaciones a la
prueba.
En primer término, cuando se rinda prueba pericial, el informe respectivo deberá ser
puesto a disposición de las partes en el tribunal al menos tres días antes de la
celebración de la audiencia de juicio. Si el informe del perito no fuere evacuado antes
de la audiencia y su contenido fuere relevante para la resolución del asunto, el juez
deberá, dentro de la misma audiencia, tomar las medidas inmediatas que fueren
necesarias para su aportación en ella. Si al término de esta audiencia dichas
diligencias no se hubieren cumplido, el tribunal fijará para ese solo efecto una nueva
audiencia que deberá llevarse a cabo dentro del más breve plazo (art. 454 Nº 7 CT).
Aunque la ley nada nos dice respecto del contenido del dictamen, se entiende que
este debe comprender la descripción de lo que haya sido objeto del informe, la
relación de las operaciones realizadas, el resultado de las mismas y, por último, las
conclusiones que se formulen, las cuales, bien se ha apuntado por la doctrina
procesal, no deberán ser necesariamente categóricas, ya que la realidad objeto del
informe pericial no siempre es susceptible de ser reducida a esquemas rígidos (Font,
E.).
Bien se ha adelantado que la declaración de los peritos se regirá por las normas
relativas a la prueba testimonial. Por ello, el juez, en forma expresa y previa a su
declaración, deberá poner en conocimiento del perito las sanciones contempladas en
el artículo 209 del Código Penal, por incurrir en falso testimonio (art. 454 Nº 5 CT, por
remisión del art. 453 Nº 8). En cuanto a la declaración propiamente tal, el perito estará
afecto tanto al interrogatorio directo de la parte que lo ha presentado como al
contrainterrogatorio o contra examen, realizado por la parte contraria. Asimismo, el
juez está facultado para realizar las preguntas tendientes a aclarar o precisar sus
dichos.
Las preguntas que pueden hacerse al perito son variadas y persiguen entre otros
los siguientes objetivos: a) Explicación del dictamen o de alguno o algunos de sus
puntos, cuyo significado y alcance no se considere suficientemente claro para los
efectos de la prueba; b) Que el perito responda a preguntas y objeciones sobre el
método, premisas, conclusiones y otros aspectos del dictamen (Fernández, R.).
Sin perjuicio de todo lo anterior, el juez podrá, con el acuerdo de las partes, eximir al
perito de la obligación de concurrir a prestar declaración, admitiendo en dicho caso el
informe pericial como prueba (art. 453 Nº 8 inc. 5º CT). Para este caso, debe existir
una declaración expresa del tribunal mediante la cual se libere al perito de la
comparecencia, puesto que, de lo contrario, la prueba pericial carecerá de valor
probatorio.
Sin embargo, como consta del registro de audio de la audiencia preparatoria de 4 de agosto
de 2011, el tribunal decretó —a requerimiento de la demandante— la práctica de una
pericia, sin que se hubiere eximido al perito que la evacuara de la obligación de concurrir a
prestar declaración a la audiencia de juicio, única hipótesis en que el tribunal hubiere
podido legalmente admitir como prueba pericial el informe respectivo, y valorarlo como tal,
con tal que el mismo hubiere estado a disposición de las partes al menos tres días antes de
la celebración de la audiencia de juicio.
Quinto: Que, como se ve, sin perjuicio de la fecha en que el oficio remitido por la Asociación
Chilena de Seguridad efectivamente haya estado a disposición de las partes, lo cierto es
que el mismo no constituye prueba pericial, sino documental, como quiera que se trata de
un oficio, desnaturalizando de esta forma la prueba ofrecida y decretada, sin que existiera
resolución alguna del tribunal que autorizara esta forma de proceder, estando por lo demás
regulados los términos en que prueba consistente en oficios se rinde en el inciso final del
número 8) del artículo 453 del Código del Trabajo, los que resultan inaplicables en la
especie.
En principio, la designación del o los peritos debe realizarse de común acuerdo por
las partes, consensuando en el número, calidad, aptitudes y títulos que deban tener.
Sin embargo, a falta de acuerdo, el nombramiento debe efectuarse por el juez, pero
sin que este pueda recaer en ninguna de las dos primeras personas propuestas por
cada parte y necesariamente deberá tratarse de personas que figuren en la lista
elaborada por la respectiva Corte de Apelaciones.
Por otro lado, supuesta la relevancia del contenido del informe, se establece como
deber del juez la adopción de medidas inmediatas que fueren necesarias para su
aportación en la audiencia de juicio. Señalado ello, la duda que surge consiste en
determinar cuáles pueden ser las medidas que el juez deba adoptar, teniendo en
consideración la inmediatez que se requiere para la incorporación de este medio de
prueba, en un periodo de tiempo en extremo acotado. Por consiguiente, si al término
de la audiencia de juicio no se hubieren cumplido dichas diligencias —entre nosotros,
lo más probable que ocurra—, el tribunal deberá fijar para el solo efecto de su
verificación una nueva audiencia, que deberá llevarse a cabo dentro del más breve
plazo. Estimamos que la fijación de una nueva audiencia no implica la obligación de
suspender la audiencia de juicio, puesto que de igual manera podrán rendirse los
demás medios de prueba que hayan sido decretados en la audiencia preparatoria.
Con todo, atendida la necesidad del informe para la resolución del conflicto, lo natural
será que se suspenda el curso normal del procedimiento, postergando la dictación de
la sentencia definitiva por no encontrarse incorporados todos los medios de prueba
que el tribunal debe valorar para formar su convicción.
No obstante, es preciso señalar que algunos autores se han referido a las preguntas
que pudiera realizar el juez al perito que es interrogado, señalando que al considerar
que el informe pericial persigue otorgar al magistrado la información técnica sobre
cierta materia, las preguntas que pueda formular al perito son de suma importancia,
para los efectos de aclarar las dudas que tenga al respecto (Fernández, R.).
e) Oficios
Por lo demás, en los oficios puede hacerse uso de cualquier medio idóneo de
comunicación o de transmisión de datos, debiendo asegurarse su debida recepción.
De este modo, es posible en este caso recurrir a la transmisión vía correo electrónico,
fax u otra forma de datos, incluso telefónica, de modo que la información requerida
esté a la disposición del tribunal para la audiencia de juicio (Academia Judicial).
2. Objetivo
La norma base adoptada por el legislador laboral indica que el tribunal despachará
todas las citaciones y oficios que correspondan cuando se haya ordenado la práctica
de prueba que, debiendo verificarse en la audiencia de juicio, requieran citación o
requerimiento (art. 453 Nº 8 inc. 1º CT).
Los oficios tienen por objeto traer al proceso aquella prueba que, por cuestiones de
proximidad, no se encuentra a disposición de las partes y que resulta relevante para
la acreditación de determinadas afirmaciones fácticas referidas al tema de la prueba.
Sin embargo, debemos precisar que el oficio en sí mismo no constituye una probanza,
y dependerá del resultado de la gestión para que lo que se allegue al proceso, se
considere con eficacia probatoria o no, según las reglas pertinentes de admisibilidad,
producción y valoración (Orellana, F.; Pérez, A.).
3. Práctica
Del mismo modo que en la prueba pericial, si el oficio no fuere evacuado antes de la
audiencia y su contenido fuere relevante para la resolución del asunto, el juez deberá,
dentro de la misma audiencia, tomar las medidas inmediatas que fueren necesarias
para su aportación en ella. Si al término de esta audiencia dichas diligencias no se
hubieren cumplido, el tribunal fijará para ese solo efecto una nueva audiencia que
deberá llevarse a cabo dentro del más breve plazo (art. 454 Nº 7 CT).
"Cuarto: Que resulta en cambio que la diligencia probatoria a que se ha hecho mención,
reiterada en audiencia de juicio, a efectos de lograr su materialización y finalmente
denegada por el tribunal, corresponde a la que el propio juez de la causa admitió en la
audiencia preparatoria, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 453 Nº 4 del Código del
Trabajo, por tener relación directa con el asunto sometido a su conocimiento y resultar
necesaria para su acertada resolución. Recuérdese que al solicitar la parte dicha diligencia
había hecho presente que tal probanza se relacionaba directamente con la imputación
formulada al actor en la carta de aviso de despido correspondiente, relativa a su
participación en la sustracción de especies de elevado monto de propiedad de la empresa,
resultando evidente como se señala en el recurso, que las copias íntegras de la carpeta de
investigación criminal, que oportunamente debieron remitirse habrían permitido al tribunal
un examen completo y objetivo de todos sus antecedentes, entre otros, de la querella
presentada por hurto frustrado, el parte policial, reconocimiento fotográfico, las
declaraciones de testigos —que el sentenciador echa de menos— y de los inculpados en el
hecho investigado, evidencia de suyo esenciales para poder permitirle probar el punto de
prueba fijado por el tribunal y la alegación de su parte a este respecto.
Quinto: Que dentro de las garantías de todo debido proceso, principio reconocido
constitucionalmente en el artículo 19 Nº 3 inciso 4º de la Constitución Política de la
República, se encuentra la de poder probar las circunstancias que se alegan en defensa de
los propios intereses de la parte, lo que evidentemente en el caso en estudio no se ha
respetado, al haberse sentenciado el conflicto privando a la parte demandada, en efecto, de
la oportunidad, de poder demostrar lo concerniente a los hechos fundantes de la causal de
despido invocada, al negarse el tribunal a la reiteración de una diligencia de prueba
solicitada oportunamente por dicha parte, tendiente a probar su aserto, a la que el juez de
la causa había accedido, pero a la cual finalmente negó cabida invocando para ello la
necesidad de resolver el asunto en el menor tiempo posible, en virtud del principio de
celeridad que informa el procedimiento, claramente conciliable en el caso que se conoce,
no obstante, con el derecho a rendir prueba en el juicio, a la luz de lo previsto en el
artículo 454 Nº 7 del Código del Trabajo, dado el contenido relevante de la información que
se solicitaba" (Corte de Apelaciones de Concepción, sentencia de 12 de enero de 2010, rol
Nº 83-2009).
I) L
a) Cuestiones preliminares
Bien se conceptualizó a la prueba como aquella actividad desarrollada tanto por las
partes como por el juez; a la primera hipótesis nos hemos referido latamente,
convocándonos en esta ocasión el estudio de la iniciativa probatoria judicial en el
marco del procedimiento de aplicación general del trabajo.
J) L
Así, se ha fallado:
"Sexto: Que, en este marco, el legislador dispuso que la prueba en estos procedimientos
judiciales debería ofrecerse en la audiencia preparatoria (artículo 453 del Código del
Trabajo), precluyendo el derecho de la parte si no se ofrece en esa oportunidad, sin
disponer de otra instancia para ello. Ello es, evidentemente, contrario a lo que ocurre en
otros procedimientos judiciales, por ejemplo, en materia penal, en que el legislador
estableció esa posibilidad en ciertas circunstancias especiales (artículos 278 y 336 del
Código Procesal Penal).
Séptimo: Que, lo anterior no se controvierte por lo dispuesto en el artículo 321 del Código
de Procedimiento Civil, ya que si bien el artículo 432 del Código del Trabajo establece la
supletoriedad de las normas dispuestas en los Libros I y II de aquel Código, ello se sujeta,
evidentemente, a la compatibilidad de los principios de éstas a aquellas, cuestión que
evidentemente en este caso no acontece. Aún más, lo dispuesto en el artículo 321 se
refiere a una cuestión diversa de lo planteado por la recurrente en este caso, ya que esta
norma regula los supuestos de ampliación de la prueba, en el marco de un procedimiento
escrito, rígido y de doble instancia, elementos que no concurren en la especie" (Corte de
Apelaciones de Valparaíso, sentencia de 25 de enero de 2016, rol Nº 435-2015).
"Cuarto: Como primera cuestión, ha de decirse que el hecho que una de las partes no rinda
la prueba que pueda ser útil a sus pretensiones no configura per sé infracción al debido
proceso, pues tal garantía —en lo que a la prueba se refiere— resguarda la posibilidad de
ofrecer y rendir prueba conforme al mandato legal y en la especie ello no aconteció, ya que
la demandada tuvo la posibilidad de ofrecer la prueba testimonial y declaración de parte,
alegó entorpecimiento y pudo deducir los recursos legales correspondientes, sin que el
hecho de no haberla rendido finalmente sea imputable a una vulneración del debido
proceso y menos que ello tenga el carácter de sustancial. Lo mismo se advierte en el caso
de la prueba nueva, que excepcionalmente se permite, en términos que su admisión se
encuentra limitada a la concurrencia de supuestos legales, que en la especie el juez
desestimó.
En todo caso, cabe señalar que han existido intentos legislativos tendientes a
regular estas hipótesis en el procedimiento laboral, siendo ejemplo de ello el Boletín
Nº 11.210-113, en el cual se establece:
"En otras ramas del derecho procesal, como lo son el derecho de familia y el derecho
penal, el legislador si contempla lo señalado anteriormente y lo califica como "prueba
nueva" colocándose en el supuesto de que las partes encontraron, antes de la audiencia de
juicio, pero ya transcurrida la audiencia preparatoria, medios probatorios que no existían o
que no sabían de su existencia y, que por tanto, no fueron oportunamente ofrecidos. De lo
anterior se concluyen dos requisitos copulativos que deben ser probados por la parte que lo
solicita, el primero es que no se sabía de su existencia, siendo carga de la parte
argumentar cómo era posible que desconociesen dicha prueba y, segundo, que resultan
esenciales para resolver la controversia.
A mi juicio, no existe argumento alguno que determine la razón de excluir dicha facultad a
las partes en un litigio, tomando en consideración que en otras ramas del derecho, las
cuales tienen un procedimiento prácticamente idéntico lo contemplan, por lo que estimo que
debe ser regulado, con el fin que en un litigio se rindan todas las pruebas suficientes que
faciliten al sentenciador dar una solución justa y sobre todo informada a la controversia.
Es por ello, que el motivo de la presente moción es proponer que se admita la recepción de
pruebas que no hayan sido ofrecidas oportunamente, cuando justifiquen las partes, no
haber sabido de su existencia sino hasta ese momento y siempre que el juez considere que
resultan esenciales para la resolución del asunto".
Así, la moción culminaba con la propuesta normativa del siguiente tenor: "Artículo
único: Modifíquese el Código del Trabajo, de la siguiente manera: Agréguese un
nuevo artículo 454 bis, lo siguiente: "Prueba no solicitada oportunamente. A petición
de alguna de las partes, el juez podrá ordenar la recepción de pruebas que ellas no
hayan ofrecido oportunamente, cuando justifiquen no haber sabido de su existencia
sino hasta ese momento y siempre que el juez considere que resultan esenciales para
la resolución del asunto".
De esta manera, culmina con la redacción del proyecto de ley en los siguientes
términos: "Artículo Único. Modificase el Código del Trabajo incorporando un nuevo
Artículo 454 bis que verse de la siguiente manera: "Artículo 454 bis. A petición de
alguna de las partes, el tribunal podrá ordenar la recepción de pruebas que no
hubiere ofrecido oportunamente, cuando justificare no haber sabido de su existencia
sino hasta ese momento y siempre que el juez considere que resultan esenciales para
la resolución del asunto.
Bien se ha dicho que las normas que regulan el juicio oral deben establecer la forma
en que las partes pueden ofrecer e incorporar las pruebas al juicio, facilitando el
conocimiento de la contraparte con anticipación para que pueda preparar su defensa.
Sin embargo, esta premisa puede tener matices cuando se trata de casos graves y
calificados, como es la ignorancia inimputable de aquella prueba que resulta esencial
para la resolución del conflicto y cuando su necesidad de rendición nace con
posterioridad a la oportunidad procesal pertinente, sin que esto fuera previsible por las
partes.
Por lo demás, casi sobra decirlo, ello encontraría como fundamento una cuestión
que a menudo suele olvidarse por el legislador procesal laboral, como es el derecho
al debido proceso y, más específicamente, el derecho a la prueba. Si bien la doctrina
ha señalado que este derecho se encuentra limitado por requisitos de carácter
extrínseco, referidos a las formalidades en la proposición de la prueba, ello no puede
pregonarse de una forma rígida e irreflexiva que lleve a cuestionar el carácter justo y
racional del procedimiento, en circunstancias que la misma racionalidad fundamenta
que tales limitaciones cedan ante supuestos que permitirían arribar a una decisión
más justa.
K) V
La primera de estas expresiones, en estricto rigor, debe servir para dar cuenta de
una fórmula que engloba las dos siguientes, esto es, la interpretación y la valoración
de las pruebas, con la que se obtiene el convencimiento del juzgador de la certeza de
un hecho o para fijarlo formalmente a los efectos del proceso. Dicho esto, veamos
que debe entenderse por interpretación y valoración.
Por otro lado, cuando recibe aplicación el sistema libre el juez decidirá, según su
criterio, la valoración de la prueba. Se considera por el legislador que es el sistema
que facilita, da sentido y hasta potencia la adecuada reflexión judicial valorativa a la
luz de las pruebas rendidas, por regla general, con presencia e intervención efectiva
del juez (Palomo, D.).
Sin perjuicio de todo lo anterior, es forzoso destacar que tanto el sistema de prueba
legal o tasada como el sistema de prueba libre de acuerdo a las reglas de la sana
crítica se sostienen en las denominadas "máximas de la experiencia", elementos
centrales en la actividad de apreciación probatoria en general y de la valoración en
particular, claro está que en un caso impuestas y aseguradas por expresa disposición
de la ley, y en el otro, señaladas como el camino o el método a través del cual deberá
el juez valorar las pruebas. De este modo, dado que incluso en aquellos
ordenamientos jurídicos que han implementado reformas hacia la valoración libre
conforme a la sana crítica, subsisten reglas legales de valoración de algunos medios
de prueba o se prohíben actividades probatorias ilícitas, debe ser una fórmula mixta la
que finalmente se imponga en la explicación de la función de la prueba (Palomo, D.).
El art. 456 inc. 1º CT señala que el tribunal apreciará la prueba conforme a las
reglas de la sana crítica, mientras que el inc. 2º dispone que, al hacerlo, el tribunal
deberá expresar las razones jurídicas y las simplemente lógicas, científicas, técnicas
o de experiencia, en cuya virtud les asigne valor o las desestime. En general, tomará
en especial consideración la multiplicidad, gravedad, precisión, concordancia y
conexión de las pruebas o antecedentes del proceso que utilice, de manera que el
examen conduzca lógicamente a la conclusión que convence al sentenciador.
"Valoración de la prueba. Los tribunales apreciarán la prueba con libertad, pero no podrán
contradecir los principios de la lógica, las máximas de la experiencia y los conocimientos
científicamente afianzados" (arts. 297 CPP y 32 Ley Nº 19.968). Si bien esta fórmula no
señala expresamente que tales reglas y principios son integrantes de la sana crítica, deja
en claro que el juez valorará la prueba en forma libre y que estas constituyen limitaciones a
dicha actividad.
Nuestra Excma. Corte Suprema ha establecido cómo debe apreciar la prueba el juzgador y
qué debe entenderse por valoración conforme a las reglas de la sana crítica, obviando las
diferencias existentes entre la redacción del CT y de los demás textos procesales
reformados. Así, se ha resuelto: "Que la letra b) del artículo 478 del Código del Trabajo
señala: "El recurso de nulidad procederá, además: b) Cuando haya sido pronunciada con
infracción manifiesta de las normas sobre la sana crítica". Por su parte, se ha definido a
estas reglas, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 456 del mismo cuerpo legal, como
aquellas que emanan de la lógica, de las máximas de la experiencia o de los conocimientos
técnicos o científicamente afianzados, debiendo tomarse en especial consideración "la
multiplicidad, gravedad, precisión, concordancia y conexión de las pruebas o antecedentes
del proceso que utilice, de manera que el examen conduzca lógicamente la conclusión que
convence al sentenciador". Luego, cabe concluir entonces que si bien el juez del trabajo
valora libremente la prueba rendida en el proceso, ella no lo redime de la importante
limitación que contiene el citado artículo 456 del Código Laboral, esto es, no contradecir los
principios de la lógica, no atentar contra los conocimientos empíricos ni resolver
transgrediendo aquellos datos que la ciencia o la técnica se han encargado de dar por
verdaderos" (Corte Suprema, sentencia de 2 de noviembre de 2016, rol Nº 36491-2015).
Por otro lado, el legislador establece que el juez, en general, tomará en especial
consideración la multiplicidad, gravedad, precisión, concordancia y conexión de las
pruebas o antecedentes del proceso que utilice, de manera que el examen conduzca
lógicamente a la conclusión que convence al sentenciador.
1. Principios de la lógica
El primero de los tres grandes pilares sobre los cuales se levanta el sistema de la
sana crítica se encuentra constituido por los principios de la lógica. Por tanto, las
primeras cuestiones a resolver residen en determinar qué se entiende por lógica y
cuáles son sus manifestaciones desde el punto de vista de la valoración de la prueba.
Desde un primer instante, podemos decir que este concepto es, quizás, el más
cotidiano de los situados en el sistema de valoración en estudio, por lo cual una
persona con niveles culturales medios podrá imaginar en términos sencillos qué es la
lógica y, por el contrario, cuándo algo carece de ella. Sin embargo, como es evidente,
el estudio pormenorizado de este concepto requiere de una mayor precisión.
a) Las reglas de la lógica son formales, pues indican la manera correcta de razonar.
b) Los principios de la lógica son permanentes e invariables, pues pretender regir
todo pensamiento, determinando la forma correcta de su razonamiento, sin importar ni
el tiempo ni el lugar en que se formule este.
— Principio de identidad
El principio de identidad se sustenta en que una cosa solo puede ser lo que es y no
otra; esto es que una cosa solo puede ser idéntica a sí misma. La importancia de este
principio lógico radica en que no solo se aplica a la identidad de los objetos en sí
mismos sino, también, a la identidad de los conceptos en sí mismos (Barrios, B.).
De este modo, durante todo el trayecto de la operación mental deben tomarse los
conceptos con un contenido invariable. Si se comienza atribuyendo a un concepto
cierto contenido, debe mantenerse a través de todo el curso de razonamiento, pues,
de otro modo, se estaría manejando en realidad otro concepto y, al finalizar la
inferencia, se encontraría no en el concepto primitivo, sino con uno distinto, lo cual
propiciaría a que la conclusión sea falaz (Cerda, R.).
El principio de razón suficiente sostiene que todo hecho que ocurre tiene alguna
razón, causa o motivo que lleva a su despliegue o verificación. En el ámbito procesal
el principio de razón suficiente significa que el juez debe expresar en la valoración
probatoria su ratio decidendi. Del mismo modo que los litigantes deben fundar sus
pretensiones y aportar sus medios de prueba (principio de aportación de parte) el
tribunal debe expresar las razones por lo que da crédito a determinados medios de
prueba y tiene por probados unos hechos y otros por no probados (deber de motivar
la resolución judicial) (Abel, X.).
Sobre este principio, nuestros tribunales han resuelto: "Que, adicionalmente, como
se ha visto, el recurrente ha sostenido que se ha vulnerado el principio de razón
suficiente. De acuerdo con dicho principio, "todo objeto debe tener una razón
suficiente que lo explique". Lo que es, es por alguna razón, "nada existe sin una
causa o razón determinante", dado que según Wilhelm Leibniz —quien lo planteó—
nuestros razonamientos están fundados sobre dos grandes principios: el de
contradicción, en virtud del cual juzgamos falso lo que implica contradicción, y
verdadero lo que es opuesto o contradictorio a lo falso, y el de razón suficiente, en
virtud del cual consideramos que no podría hallarse ningún hecho verdadero o
existente, ni ninguna enunciación verdadera, sin que haya una razón suficiente para
que sea así y no de otro modo. Así el principio de razón suficiente nos da respuesta a
una exigencia natural de nuestra razón, según la cual nada puede ser nada más
"porque sí", pues todo obedece a una razón" (Corte de Apelaciones de Antofagasta,
sentencia de 20 de julio de 2018, rol Nº 119-2018).
2. Máximas de la experiencia
Siguiendo al autor español Xavier Abel Lluch, las máximas de la experiencia tienen
las siguientes características:
c) Las máximas de la experiencia no forman parte del material probatorio que los
litigantes suministran al juez, sino del normal conocimiento de las cosas, por lo que,
en principio, no son objeto de alegación ni de prueba por las partes.
Las máximas de la experiencia sirven de premisa mayor en las inferencias que hace
el juez para colegir un hecho desconocido a partir de uno conocido, y por ello sirven
de premisa mayor para su razonamiento. El juzgador, utilizando la premisa mayor
(máxima de la experiencia) y la presencia de los hechos conocidos que sirven de
premisa menor —las pruebas rendidas—, puede llegar a una conclusión, el hecho
desconocido. Si este razonamiento nos lleva a una conclusión que es coincidente o
incompatible con las hipótesis a probar, entonces puede afirmarse que él aporta
grados de confirmación o refutación a esta (Maturana, J.). Sobre esta base, Taruffo ha
señalado que las máximas de la experiencia tienen tres funciones, denominadas
heurística, epistémica y justificativa.
— Función heurística
— Función epistémica
— Función justificativa
Se ha resuelto:
"Que los jueces en la valoración de la prueba, de acuerdo con las reglas de la sana crítica,
no pueden contradecir los principios científicamente afianzados, vale decir, le está vedado
ignorar el conocimiento sistematizado, elaborado a partir de observaciones y del
reconocimiento de patrones regulares, sobre los que se pueden aplicar razonamientos,
construir hipótesis y esquemas metódicamente organizados.
En ese campo, la aplicación del método científico y su conocimiento lleva a una forma
superior del saber que se traduce en predicciones concretas, cuantitativas y comprobables,
referidas a hechos observables, pasados, presentes y futuros. Con frecuencia estas
hipótesis pueden formularse mediante razonamientos y estructurarse como reglas o leyes
generales, que dan cuenta del comportamiento de un sistema predictivo que pronostica
cómo actuará dicho régimen en determinadas circunstancias" (Corte Suprema, sentencia
de 13 de octubre de 2014, rol Nº 1821-2014).
b. Características de los conocimientos científicamente afianzados
Siguiendo a Cerda (Cerda, R.), podemos identificar una serie de características del
conocimiento científico:
f) Es objetivo, vale decir, válido para todos los individuos y no solamente para uno
determinado; pretende conocer la realidad tal como es.
El art. 456 inc. 1º CT señala que el tribunal apreciará la prueba conforme a las
reglas de la sana crítica, mientras que el inc. 2º dispone que, al hacerlo, el tribunal
deberá expresar las razones jurídicas y las simplemente lógicas, científicas, técnicas
o de experiencia, en cuya virtud les asigne valor o las desestime. En general, tomará
en especial consideración la multiplicidad, gravedad, precisión, concordancia y
conexión de las pruebas o antecedentes del proceso que utilice, de manera que el
examen conduzca lógicamente a la conclusión que convence al sentenciador.
"La sana crítica está referida a la valoración y ponderación de la prueba, esto es, la
actividad encaminada a determinar primero los aspectos que inciden en la decisión de
considerar aisladamente los medios probatorios, para precisar su eficacia, pertinencia,
fuerza, vinculación con el juicio y cuanto pueda producir fe en el juzgador respecto de su
validez y contribución al establecimiento de la verdad de los hechos controvertidos, esto es
el mérito que puede incidir en la convicción del sentenciador. Luego, en una valoración
conjunta de los medios probatorios así determinados, extraer las conclusiones pertinentes
en cuanto a los hechos y fijar la forma en que sucedieron los hechos. En ambos escalones
deberá tener presente el magistrado las leyes de la lógica, la experiencia y los
conocimientos científicamente afianzados en la comunidad en un momento determinado,
por ello es que son variables en el tiempo y en el espacio, pero estables en el pensamiento
humano y la razón. Este es el contenido de la sana crítica o su núcleo medular; son los
aspectos que no pueden ser desatendidos" (Corte Suprema, sentencia de 25 de abril de
2011, rol Nº 7213-2010).
a. Multiplicidad
b. Gravedad
La gravedad alude a que las pruebas elegidas tengan la mayor credibilidad respecto
a cómo realmente han sucedido los hechos controvertidos (Fernández, R.). De esta
suerte, el juez debe tener en consideración la facultad de la prueba rendida para
producir su convencimiento en forma concluyente, de manera tal que sea suficiente
para dar por acreditados los hechos aportados por una de las partes.
c. Precisión
Desde luego, las partes tienen la carga de aportar una exposición clara y
circunstanciada de los hechos que fundamentan la demanda y contestación, según
corresponda. Sobre esta base, se advertirá que existen cuestiones generales y
accesorias que intentarán acreditarse a través de diversos medios de prueba,
prefiriéndose a aquella prueba que dé cuenta en forma detallada sobre todas o, al
menos, la mayor parte de ellas.
Se ha fallado:
"Cuarto: que también para arribar a dicha conclusión, se aparta del tenor de la prueba de la
propia demandada, quien acompañó el contrato de trabajo del demandante con un tercero,
de fecha de inicio de 20 de febrero de 2012 —según se indica en el considerando séptimo
— de manera que, si hubiera sido posible extraerla, no podía constituir un impedimento que
abarcara el periodo anterior, comprendido entre el 2 de febrero de 2011 y el 20 de febrero
de 2012, por no haberse presentado durante ese lapso y sin embargo la sentenciadora la
hizo extensiva a todo el periodo demandado sin fundamentación alguna.
Quinto: que, sobre estas bases, la conclusión extraída por la sentenciadora en el párrafo
segundo del considerando décimo en cuanto a la imposibilidad física de cumplir jornada en
el mismo horario para dos empleadores distintos en diferentes lugares viene a ser una
suposición subjetiva desconectada del mérito de la discusión y de la precisión de la prueba
directa rendida, por lo cual se aparta de la sana crítica" (Corte de Apelaciones de Punta
Arenas, sentencia de 1 de abril de 2013).
d. Concordancia
Por lo demás, si bien el juez debe tener en cuenta todas estas reglas al momento de
valorar conjuntamente la prueba, queda de manifiesto que la coincidencia requerida
por la ley solo puede satisfacerse a través de una multiplicidad de pruebas, puesto
que será la variedad la que permita denotar la concurrencia de distintos medios hacia
un mismo resultado.
Entre los medios de prueba existe una relación dinámica, por lo que la coincidencia
y contradicción entre ellos influye, no solo sobre el resultado confirmatorio de las
hipótesis a probar, sino que también sobre el grado de confirmación que puede
aportar cada medio de prueba. La concordancia y contradicción entre los medios de
prueba afectan la validez y grado de confirmación que cada uno de ellos aporta,
haciéndolos más o menos creíbles (Maturana, J.).
Se ha fallado:
"Sexto: Que sin perjuicio de lo anterior, y pronunciándose respecto de cada una de las
causales de nulidad invocadas, cabe precisar, en cuanto a la primera de ellas, que de un
examen pormenorizado del fallo es posible advertir que en su fundamento quinto establece
de forma clara y precisa la concordancia que existe de las diversas pruebas rendidas por
ambas partes. En efecto, el sentenciador, para arribar a la conclusión que la demandada no
adeuda las prestaciones que fueron pretendidas por el actor, se remite a la absolución de
posiciones rendidas por las partes, a la prueba testimonial, a los contratos, tanto
individuales como colectivos, a las liquidaciones de sueldos y a un peritaje, que fue
evacuado en base a toda la prueba documental que aportó la demandada, y de la cual, la
contraria solicitó su exhibición" (Corte de Apelaciones de Iquique, sentencia de 27 de marzo
de 2014, rol Nº 10-2014).
e. Conexión
Desde un primer alcance, al contemplar que una segunda labor del juez al momento
de valorar la prueba es realizar un estudio comparativo, quizás sea la conexión el
principal elemento a considerar, puesto que ella da cuenta de la vinculación que
existe entre los diversos medios probatorios de que se han valido las partes.
Pues bien, se ha entendido que la conexión hace referencia a que las pruebas de
cada parte estén unidas por algún lazo, ya sea por emanar de la misma persona, o
bien porque constituyen el complemento para probar los hechos en su totalidad:
algunas comprueban un aspecto de este y las otras una arista diversa (Fernández,
R.).
La experiencia del proceso, sobre todo, enseña, aun al gran público, que las
pruebas no son a menudo suficientes para que el juez pueda reconstruir con certeza
los hechos de la causa. Las pruebas debieran ser como faros que iluminaran su
camino en la oscuridad del pasado; pero frecuentemente ese camino queda en
sombras (Carnelutti, F.). En consecuencia, para adoptar una decisión basada en las
pruebas practicadas, el tribunal debe considerar si estas han logrado satisfacer
aquella barrera que permita estimar como efectivamente acreditada una determinada
afirmación fáctica.
Dicho esto, conviene destacar que no se debe confundir nociones que, si bien
tienen vinculación, son completamente distintas, como son los conceptos de estándar
probatorio y valoración de la prueba conforme a las reglas de la sana crítica, en
circunstancias que el primero indica la exigencia de acreditación que debe
satisfacerse para estimar como probado un hecho, mientras que el segundo se refiere
a las limitaciones que tiene el juzgador en el ejercicio apreciativo de las probanzas
rendidas en juicio, en razón de expresar los motivos que lo llevan a las conclusiones
consignadas en su sentencia.
Pues bien, la duda que debemos resolver a continuación es: ¿Cuál es el estándar
de prueba que rige en materia procesal laboral? La respuesta es incierta, dado que no
existe consenso en doctrina y jurisprudencia sobre la determinación precisa de una
barrera de acreditación, al menos en el procedimiento de aplicación general.
Es un desacierto pensar que existe una equiparación entre los principios protectores
de las señaladas disciplinas. En efecto, la desigualdad de condiciones materiales
entre empleador y trabajador no puede asimilarse a la carga del Ministerio Público de
derribar la presunción de inocencia del imputado, siendo esta una de las garantías
generales del procedimiento, reconocida expresamente en el art. 4º CPP y en
diversos tratados internacionales sobre derechos fundamentales suscritos y
ratificados por Chile, y que justifica que solo satisfaciendo un alto estándar de prueba
se pueda dictar una sentencia condenatoria con todas las consecuencias jurídicas
que esta conlleva.
3. Preponderancia de la evidencia
En tal sentido lo ha afirmado la mejor doctrina, al señalar que las reglas de la sana
crítica son máximas de la experiencia judiciales, en el sentido de que se trata de
máximas que deben integrar la experiencia de la vida del juez y que este debe aplicar
a la hora de determinar el valor probatorio de cada una de las fuentes-medios de
prueba. Esas máximas no pueden estar codificadas, pero sí han de hacerse constar
en la motivación de la sentencia, pues solo así podrá quedar excluida la
discrecionalidad y podrá controlarse por los recursos la razonabilidad de la
declaración de hechos probados (Montero, J.). De ahí que importante doctrina afirme
que la sana crítica exige que el juzgador piense y describa su razonamiento de modo
tal que permita al perdidoso comprender las razones objetivas y subjetivas que
influyeron en su ánimo al tomar la decisión que le es adversa y, además, posibilitar
igual conocimiento para que pueda saber lo mismo y, eventualmente, atender los
agravios del impugnante (Alvarado, A.).
Por lo demás, se ha señalado que una de las principales funciones que se asigna a
la motivación consiste en facilitar el control público o ciudadano de la decisión. Se
trata, por tanto, de una función respecto del público en general, pues es un error
pensar que la decisión judicial interesa solo a las partes directamente afectadas por
ella: la sentencia es también un acto público o colectivo, por cuanto representa el
ejercicio de un poder que es público y que por consiguiente ha de ser no solo interna
o procesalmente sino también externamente controlado (Gascón, M.).
Consideramos que la motivación constituye uno de los pilares sobre los cuales se
levanta la concepción racional de la decisión. En cuanto a la motivación, es evidente
que el ordenamiento está orientado hacia una concepción racional de la motivación
judicial cuando impone a los jueces la obligación de motivar sus propias decisiones, la
que puede o no ser objeto de elección por parte del legislador. El signo de esta
elección se halla en las normas relativas a las pruebas, sobre todo en las que se
refieren a su valoración y en las que prevén la obligación del juez de motivar sus
decisiones (Taruffo, M.). Sin embargo, la práctica ha demostrado que el principal
motivo tenido en consideración para una valoración libre ha sido el principal
transgredido por nuestros tribunales laborales y, más aún, por sus superiores
jerárquicos, como veremos posteriormente.
El autor continúa: "Es por lo que me parece que aquí sigue teniendo actualidad el
reproche de Carnelutti a sus colegas, hace ahora más de 70 años, al imputarles la
exclusiva dedicación al estudio del "proceso" con descuido del "juicio". Y, en efecto,
es ciertamente lo que hay: desentendimiento del verdadero núcleo de la actividad
jurisdiccional" (Ibáñez, P.). Si bien debemos reconocer que mucho se ha avanzado
gracias al establecimiento de la inmediación como un principio intransigible, esta no
puede generar un detrimento en aquellos postulados esenciales del debido proceso
excusándose en que la presencia directa del juez justifica la falta de motivación a la
hora de decidir. De lo contrario, el resultado es claro: existe procedimiento, pero no
racionalidad y justicia.
El art. 478 letra b) CT señala que el recurso de nulidad procederá, además, cuando
la sentencia haya sido dictada con infracción manifiesta de las normas sobre
apreciación de la prueba conforme a las reglas de la sana crítica. Ello necesariamente
debe concordarse con lo dispuesto en el art. 456 CT, que obliga al sentenciador a
expresar las razones jurídicas y las simplemente lógicas, científicas, técnicas o de la
experiencia, en cuya virtud les asigne valor o las desestime.
En este sentido, nuestros tribunales han resuelto: "Luego, solo es posible controlar
la motivación de la sentencia por la vía de esta causal si el razonamiento de la
sentenciadora resulta ilógico o irreproducible; pero no está permitido proceder a una
nueva valoración probatoria por pugnar con el carácter de derecho estricto del
presente recurso, así como los principios formativos del procedimiento laboral, como
el de inmediación" (Corte de Apelaciones de Copiapó, sentencia de 12 de mayo de
2017, rol Nº 23-2017).
Exigir que el yerro debe tratarse de un absurdo o que el mismo apareje señales de
gravedad, nos parece que es forzar la interpretación de la norma y llevarla a extremos
que no han sido queridos por el legislador, sin perjuicio de generar con esa
interpretación un forado gigante que permitiría que sentencias en que se infringen
efectivamente las reglas de la sana crítica no sean anuladas, pues esa infracción,
para los sentenciadores de turno, no era del todo evidente o absurda como se exige
(Lorca, N.).
A) A
B) C
a) Parte expositiva
1. El lugar y fecha en que se expida. El art. 169 CPC establece que toda resolución,
de cualquiera clase que sea, deberá expresar en letras el lugar y fecha en que se
expida. A ello se le agrega la exigencia de llevar al pie la firma electrónica avanzada
del juez o jueces que la dicten o intervengan en el acuerdo. Debemos recordar que la
firma electrónica avanzada se considera como firma manuscrita para todos los
efectos legales (art. 3º inc. final Ley Nº 19.799), por lo que las resoluciones judiciales
suscritas de este modo no requieren de la firma manuscrita ni de la autorización del
ministro de fe, a menos que la ley lo disponga expresamente (art. 4º Ley Nº 20.886).
b) Parte considerativa
Esta norma debe concordarse necesariamente con lo dispuesto por el art. 456 CT,
en cuanto señala que, una vez valorada la prueba conforme a las reglas de la sana
crítica, el juez deberá expresar las razones jurídicas y las simplemente lógicas,
científicas, técnicas o de experiencia, en cuya virtud les asigne valor o las desestime.
En general, tomará en especial consideración la multiplicidad, gravedad, precisión,
concordancia y conexión de las pruebas o antecedentes del proceso que utilice, de
manera que el examen conduzca lógicamente a la conclusión que convence al
sentenciador.
El derecho laboral otorga gran importancia a los principios (entre ellos el protector
con la regla in dubio pro operario o la primacía de la realidad), característica que
también se refleja en esta norma procesal de contenido de la sentencia, indicándole al
juez que debe fallar con la ley y con la Constitución, los tratados internacionales e
incluso los principios, sin que se establezca una suerte de orden de precedencia entre
ellos (Gamonal, S.).
Precisamente esta característica permite avizorar una diferencia con el proceso civil,
en tanto el Nº 5 del art. 170 CPC señala que la sentencia definitiva deberá expresar la
enunciación de las leyes, y en su defecto de los principios de equidad, con arreglo a
los cuales se pronuncia el fallo.
Debemos recordar que el Nº 6 del art. 170 CPC establece que la sentencia definitiva
deberá contener la decisión del asunto controvertido, debiendo comprender todas las
acciones y excepciones que se hayan hecho valer en juicio; pero podrá omitirse la
resolución de aquellas que sean incompatibles con las aceptadas. Tal prescripción
consagra el denominado principio de exhaustividad, que se refiere a la necesidad de
pronunciarse sobre todos y cada uno de los puntos litigiosos que hayan sido objeto de
debate, o como señala nuestro legislador, "todas las acciones y excepciones que se
hayan hecho valer en el juicio" (Cortez, G.; Palomo, D.).
Para estos efectos debe tenerse en consideración el art. 144 CPC por aplicación
supletoria del art. 432 CT, dado que el legislador laboral no ha establecido una norma
especial en cuanto a la determinación de la condena en costas. En tal sentido, la
norma mencionada dispone que la parte que sea vencida totalmente en un juicio o en
un incidente será condenada al pago de las costas. Sin embargo, podrá el tribunal
eximir a la parte vencida del pago de las costas, cuando aparezca que ha tenido
motivos plausibles para litigar, sobre lo cual se hará declaración expresa en la
resolución.
Debemos recordar que tratándose de los números 1º y 3º del art. 453 CT, esto es,
no contestar la demanda, contestarla sin negar los hechos contenidos en ella, o
allanarse total o parcialmente, el juez podrá hacer uso de esta facultad en la
audiencia preparatoria. La sentencia que se dicte en tal evento solo deberá cumplir
con los requisitos de los números 1, 2, 5, 6 y 7 del art. 459 CT. Ello se explica por la
ausencia de contradicción existente entre las partes y, por consiguiente, la falta de
prueba que permita al tribunal realizar un análisis de la actividad desplegada por
estas.
C) N ,
Dicho sea de paso, el Auto Acordado Nº 71-2016 de la Excma. Corte Suprema, que
regula el funcionamiento de Tribunales que tramitan electrónicamente, dispone que el
Tribunal dispondrá que la notificación del fallo se verifique por un funcionario
designado al efecto, quien dejará constancia de la práctica de la diligencia. Esta
diligencia deberá realizarse dentro del horario de funcionamiento normal del tribunal
(art. 85).
Por otro lado, el art. 462 CT determina que una vez firme la sentencia, lo que
deberá certificar de oficio el tribunal, y siempre que no se acredite su cumplimiento
dentro del término de cinco días, se dará inicio a su ejecución de oficio por el tribunal,
de conformidad a lo dispuesto en los arts. 463 a 473 del mismo texto.
D) S
El art. 460 CT establece que, si el juez que presidió la audiencia de juicio no pudiere
dictar sentencia, aquella deberá celebrarse nuevamente. No quedan dudas de que
esta norma constituye un claro resguardo de la inmediación que se persigue a lo largo
de todo el procedimiento de aplicación general, toda vez que sería un contrasentido
concebir un modelo en que la inmediación gobierne la totalidad del trayecto procesal,
pero que la excluya en su acto de mayor importancia. Por el contrario, solo estará
facultado para dictar sentencia el juez que haya presidido las audiencias verificadas
en el procedimiento y, con ello, que haya presenciado y participado en forma directa
en la rendición de la prueba. Esta regla procura la inmediación en sentido estricto,
esto es, que presencien las alegaciones y pruebas quienes luego están llamados a
resolver.
_________, Los Poderes del Juez Civil en Materia Probatoria. Barcelona, J.M. Bosch
Editor, 2003.
J , F. "La prueba ilícita en materia laboral. La regla de exclusión más amplia del
Derecho Chileno", Revista Chilena de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social,
Vol. 2, Nº 3, 2011.
_________, Prueba y proceso civil. San José, Ed. Investigaciones Jurídicas S.A.,
2013.
A) I
El proceso laboral como medio de solución del conflicto nace con el objetivo de huir
del rigor formal asociado a nuestro procedimiento civil, muy al estilo de la eterna
aspiración a superar el solemnis ordo iudicarius. Del mismo modo que las reglas que
rigen la relación laboral debieron tomar un rumbo propio —más allá del Derecho civil
— el proceso laboral también requirió de instrumentos rituarios más ágiles cuya
finalidad fuera lograr una respuesta rápida que pudiera ser oportuna. No debemos
olvidar que en este tipo de contienda hay una parte que tiene la eventualidad palmaria
de ser más débil y que, por lo tanto, pudiera encontrarse en una posición negocial
más desfavorable conforme avanza el tiempo. No parece de recibo que la Justicia sea
sometida por un lapso temporal que, de forma imposible de controlar, determina que
un sujeto renuncie a sus derechos a favor de soluciones injustas, pero más rápidas.
Tampoco, en el otro extremo, la justicia excesivamente atropellada logra sus
objetivos.
Esta forma de diseñar el proceso laboral tiene una muy buena razón: efectivamente
hay causas que requieren de tratamiento especial. Chile ha apostado desde hace
décadas, fuertemente, por el respeto y específico cuidado de los derechos
fundamentales y, a su vez, el ordenamiento se ha ido modernizando adquiriendo
nuevas formas de enjuiciamiento que entregan mayor celeridad. En definitiva, la tutela
privilegiada, a veces, tiene su origen en que el derecho material requiere de ciertas
exigencias que diferencian algunos aspectos (Montero Aroca, 2019).
B) J
Pero como acertadamente señala Ugarte (2018): "no había existido en nuestra
legislación laboral adjetiva espacio para la creación de los cauces procesales
necesarios para la protección de derechos no patrimoniales, vinculados, más que al
intercambio de servicio por salario, a la dimensión moral del sujeto, entendido como
titular de derechos fundamentales".
Para ello, se propuso un procedimiento especial con un objetivo amplio: tutelar las
infracciones a los derechos fundamentales de los trabajadores. Se llegó a considerar
un objetivo histórico que renovaba el procedimiento dotándolo de una categoría que
había de cumplir con los estándares internacionales al uso (Historia de la
Ley Nº 20.087, p. 392). Ya el primer Mensaje Presidencial se hacía eco de esta
novedad enfatizando que los trabajadores merecían no solo tutela jurisdiccional
propia del desarrollo de las relaciones del trabajo, sino que debían ser protegidos por
su condición de persona (derecho a la intimidad y vida privada, el honor, la propia
imagen, el pensamiento político o religioso, la libertad de expresión, el derecho a no
ser discriminado, etc.) (Historia de la Ley Nº 20.087, p. 12).
De hecho se tuvo muy claro su ámbito de aplicación objetivo, por ejemplo la
Diputada Ximena Vidal: "El procedimiento de tutela laboral es una verdadera
innovación en el marco del derecho del trabajo, puesto que se aplicara´ respecto de
las cuestiones suscitadas por la aplicación de las disposiciones que afecten los
derechos fundamentales de los trabajadores, entendiéndose por éstos los
consagrados en el artículo 19 de la Constitución Política, números 1º, inciso primero,
integridad física y síquica de la persona; 4º, inciso primero, respeto y protección a la
vida privada y pública y a la honra de la persona y de su familia; 5º, inviolabilidad de
toda forma de comunicación privada; 6º, inciso primero, libertad de conciencia; 12º,
inciso primero, libertad de emitir opinión y de informar, sin censura previa, y por
cualquier medio; y 16º, en lo relativo a la libertad de trabajo, al derecho a su libre
elección y a lo establecido en su inciso cuarto, cuando aquellos derechos resulten
lesionados en el ejercicio de las facultades del empleador.
¿Cuándo se lesionan los derechos? Cuando el ejercicio de las facultades que la ley
le reconoce al empleador limita el pleno ejercicio de aquellas sin justificación
suficiente, en forma arbitraria o desproporcionada, o sin respeto a su contenido
esencial" (Historia de la Ley Nº 20.087, p. 324).
Sin embargo, en aquella primera propuesta las cosas eran bastante diferentes. En
especial, cabe destacar en este momento que, una vez admitida a tramitación la
denuncia, se citaba a las partes a una audiencia única que se encontraba regulada en
el art. 508 (Historia de la Ley Nº 20.087, p. 49). Finalmente, como sabemos, se
terminó por hacer una remisión al procedimiento de aplicación general que,
aparentemente, hoy debiera ser el vehículo procedimental adecuado. Esta supuesta
sencillez, con todo, ha dejado una serie de particularidades propias en este
procedimiento que iremos analizando. En rigor, entonces, existe un procedimiento
especial que se remite al procedimiento de aplicación general a los efectos de colmar
las lagunas que puedan desprenderse de su escueta, pero significativa, regulación.
En este mismo sentido, uno de los objetivos declarados era "[D]iseñar un modelo
concreto de tutela de los derechos fundamentales en el seno de las relaciones
laborales" para ello se dijo: "Teniendo en cuenta las consideraciones esbozadas, se
ha estimado de vital importancia, siguiendo muy de cerca las experiencias
comparadas, disen~ar un modelo concreto de tutela de los derechos fundamentales
al interior de la empresa, mediante un procedimiento especial que de´ cuenta de una
serie de garantías procesales conducentes a una adecuada y eficaz protección".
(Historia de la Ley Nº 20.087, p. 389).
Posteriormente, las partes (resulta curioso, aunque plausible, puesto que en rigor
parece que solo el demandado pudiera tener agravio, en tanto que al demandante le
quedaría el reingreso) disponían de cinco días para reclamar aquella resolución. Sin
mayores consideraciones, el reclamo obligaba a que el juez citase a una audiencia
que debía producirse en los quince días siguientes. Tras la audiencia, que se seguía
a tenor de las disposiciones generales, se obtendría una sentencia, recurrible de
nulidad previa consignación del monto al que hubiera resultado condenada la parte
recurrente.
Si bien hay reformas hasta llegar a lo que hoy conocemos como monitorio en el
proceso laboral, este esquema sentará las bases para el desarrollo del mismo. El
modelo original, quizá por el acabado desconocimiento de la institución, se había
tornado muy engorroso y se introdujeron algunos cambios que determinarían el
procedimiento actual.
A) Á A
Dice la Corte Suprema: "[d]el claro tenor del artículo 489 del Código del Trabajo se
observa que si un empleador con su conducta conculca uno de los derechos
fundamentales a que se refieren los incisos primero y segundo del artículo 489, con
ocasión del despido, el inciso tercero de la norma aludida contempla una
indemnización adicional no inferior a seis meses ni superior a once meses de la última
remuneración mensual, además de las indemnizaciones sustitutiva del aviso previo y
por años de servicio con el correspondiente recargo" (Sentencia de la Corte Suprema,
19 de agosto de 2020, rol Nº 23097-2019).
Lo explica así Ferrada: "Se trataba de dar plena vigencia a algunos de los derechos
ya contenidos en la Constitución Política de la República, pero cuya eficacia vía el
Recurso de Protección se estimaba débil, a partir de una interpretación restrictiva de
éstos por los tribunales ordinarios. En el fondo se pretendía proteger de forma más
eficaz los derechos fundamentales de los trabajadores en la empresa, reconociendo a
éstos el carácter de "ciudadanos", del que ya gozaban fuera del ámbito laboral"
(Ferrada, 2008).
Entonces, en este primer alcance extraemos que, ha de existir una relación laboral,
de una parte, y debe producirse una vulneración de derechos fundamentales, de otra.
Esta circunstancia ha sido ampliamente discutida por la doctrina que, en definitiva,
señala que quizá hoy se produce una paradoja si se vulneran normas de orden
constitucional o de rango legal, produciéndose un aparente contrasentido (Palavecino,
2014).
El artículo 485 del Código del Trabajo afinará, de mejor manera, el catálogo de
garantías que, eventualmente, pueden verse afectadas. Así, se recoge positivamente
a los derechos consagrados en el art. 19, número 1º, inciso primero; 4º, 5º, 6º inciso
primero, 12º inciso primero y 16º inciso primero de la Constitución Política de la
República. Debiendo, adicionalmente, agregarse que en el caso del art. 19 Nº 1,
inc. 1º se refiera a hechos que hayan acontecido específicamente dentro del ámbito
de la relación laboral; respecto del Nº 5, cuando diga relación con la inviolabilidad de
toda forma de comunicación privada y; en el caso del Nº 16 siempre que se trate de la
libertad de trabajo, del derecho a la libre elección del mismo y en el caso del inciso
cuarto, solamente en los casos en que existan lesiones de derechos relativas al
ejercicio de facultades del empleador (lo recoge en forma prácticamente literal la ley y
se refleja en la forma en que lo entiende la Corte Suprema: sentencia de 6 de abril de
2020, Causa rol Nº 1540-2019).
Adicionalmente, el inciso segundo del artículo 485 del Código del Trabajo dispone la
aplicación clara y directa de este instituto tutelar para aquellos supuestos en que se
vulnere la dignidad de las personas (debe comprenderse la incorporación de todas las
garantías que contempla el art. 2º del Código, salvo el inciso sexto, por así referirlo
literalmente la norma). En una enumeración ejemplificadora se señala el acoso sexual
(puede consultarse esa relación entre dignidad humana y acoso sexual, por ejemplo,
en las sentencias de la Corte Suprema, de 9 de julio de 2019, Causa rol Nº 18865-
2018) que menoscabe la situación laboral, o las posibilidades dentro del empleo; el
acoso laboral (Caamaño y Ugarte, 2014), concebido como cualquier conducta que
signifique agresión u hostigamiento reiterados (materializada tanto por el empleador,
como por los trabajadores) y que signifique menoscabo, maltrato, humillación
atentatoria de la situación laboral o de las oportunidades en el empleo; los actos de
discriminación como distinciones, exclusiones o preferencias con ocasión de la raza,
color, sexo, edad, estado civil, sindicación, religión, opinión política, ascendencia
nacional, situación socioeconómica, idioma, creencias, participación en
organizaciones gremiales, orientación sexual, identidad de género, filiación,
apariencia personal, enfermedad o discapacidad y origen social cuyo efecto dañe la
igualdad de oportunidades o trato en el contexto del empleo u ocupación (así lo
sostiene también la Corte Suprema. Véase, Sentencia de la Corte Suprema, de 10 de
julio de 2015, Causa rol Nº 24386-2014).
Por falta de una exclusión explícita y aunque pudiera verse relacionado íntimamente
con el inciso 6º, también debieran ser contempladas dentro del ámbito de aplicación
material los impedimentos para contratar originados por la existencia de obligaciones
de carácter económico, financiero, bancario o comercial; salvo en los supuestos que
ello se aplicase para los casos de contratación de trabajadores que pudieran tener
poder para representar al empleador como gerentes, subgerentes, agentes,
apoderados y trabajadores que hubieran de ejercer funciones de recaudación,
administración o custodia de fondos o valores.
A mayor abundamiento, por la remisión del artículo 485 del Código del Trabajo y
atendido a que cuando el legislador quiso hacer una exclusión, lo hizo en forma
explícita, debemos también entender comprendido dentro el ámbito material del
procedimiento de tutela, la garantía que significa la libertad de las personas para
contratar y dedicar su esfuerzo a la labor lícita que elijan (inciso primero del art. 485
CT).
Si bien es cierto que como señala Ugarte (Ugarte, 2018) parece que la acción no
alcanza a la discriminación pre-ocupacional, cuestión que ha sido criticada por la
doctrina laboral (Caamaño, 2003).
Con todo, es necesario refrendar que el inciso 5º del artículo 2º del Código del
Trabajo, permite la discriminación fundada en la necesidad de contar con una
calificación determinada, pues sería, entonces, un caso en que se encuentra
motivada y no se trata de una decisión antojadiza o arbitraria. De este modo,
podemos comenzar a afirmar que uno de los objetivos que se busca con este
procedimiento es evitar la vulneración arbitraria de las garantías fundamentales que
rodean a la dignidad de la persona (Nogueira, 2005). Por otra parte, la Corte Suprema
ha declarado expresamente que el artículo 5º del Código del Trabajo limita el ejercicio
de las facultades del empleador: "al respeto de las garantías constitucionales del
trabajador, de donde se deriva el carácter protector del derecho del trabajo en general
y del procedimiento de tutela en particular" (Sentencia de 13 de diciembre, de 2016,
Causa rol Nº 87767-2016).
Para reforzar esta idea, el inciso 3º del artículo 485 del Código del Trabajo dispone
que se vulnerarán los derechos y garantías mencionados cuando el empleador limita
su ejercicio sin una justificación suficiente, en forma arbitraria, desproporcionada o sin
respeto a su contenido esencial. De este modo, la discriminación de un derecho debe
entenderse que, o bien resulta tan grosera que vulnera su propia esencia, o bien, se
realiza sin razón suficiente que la pudiera llegar a motivar o justificar (Díaz de Valdés,
2014).
Postulados, bien arraigados entre nuestra jurisprudencia como podemos ver, entre
muchas, en la sentencia de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, de 3 de diciembre
de 2018, Causa rol Nº 683-2018:
"En estas normas se encuentra expresamente reconocido a los trabajadores el ser titulares
de derechos fundamentales que emanan de la naturaleza humana y por su reconocimiento
tanto constitucional como legal permiten morigerar al empleador en el ejercicio de sus
facultades de mando, dando paso así a lo que se conoce en doctrina como la ciudadanía
en la empresa, pues se entiende que el trabajador porta con sí, incluso en el ámbito de la
relación laboral esos derechos fundamentales que emanan de su naturaleza humana. En
este sentido, la Excma. Corte Suprema en causa rol Nº 5281-2010, declara, ... "Que la
acción de tutela de derechos fundamentales persigue la protección y resguardo de ciertos
derechos fundamentales del trabajador al interior de su relación laboral, ya sea mientras
ésta se desarrolla a fin de que se restablezca el ejercicio del derecho lesionado o la
reparación del daño producido, consagrando con éste el reconocimiento del mismo como
ciudadano en el marco de las relaciones laborales y con ello evitar el abuso del ejercicio de
la potestad de mando del empleador".
El inciso 3º del artículo 485 del Código del Trabajo también introdujo la llamada
garantía de indemnidad. Esta se caracteriza por proteger al trabajador que realiza un
ejercicio legítimo de sus derechos ante los Tribunales de Justicia (acción), o
comparece como testigo ante los mismos, o motiva o participa de alguna forma en un
procedimiento de fiscalización de la Dirección del Trabajo. En muy resumidas
cuentas, se trata de evitar una represalia del empleador que responda al ejercicio
legítimo de un derecho por parte de un trabajador.
No parece tolerable que quien ejerce sus derechos, aun desestimándose sus
acciones, deba sufrir una suerte de persecución en el trabajo. De hecho, por las
dificultades de aplicación práctica, la Ley Nº 20.974 vino a ampliar su cobertura a los
testigos y se aprovechó de precisar la redacción del texto legal.
"la regulación por el legislador de esta garantía implica imponer al empleador (a) la
prohibición de usar su potestad de mando y sus facultades disciplinarias para sancionar o
castigar a los trabajadores por haberse ejercido su derecho a acudir a la vía judicial o
administrativa" (Sentencia de la ICA Valdivia, de 19 de noviembre de 2018, Causa rol
Nº 221-2018).
Sin embargo, no son pocas las ocasiones en que los litigantes prefieren desistirse
del recurso de protección y, posteriormente, tramitar una acción de tutela laboral.
Baste como ejemplo, la resolución que declaró inadmisible el recurso de unificación
de jurisprudencia ante la Corte Suprema, de 6 de mayo de 2019, Causa rol Nº 4856-
2019.
"Sexto: Que, de lo antes expuesto es dable concluir que la prohibición de recurrir a los
Tribunales del Trabajo por la interposición de un recurso de protección solo subsiste y debe
ser aplicada en la medida que la acción constitucional haya sido declarado admisible,
desde que en ese caso, se le ha estimado procedente, y ello provocará una decisión y
pronunciamiento de la Corte respectiva.
El afirmar lo contrario, esto es que el mero acto de interponer la acción sin otro ejercicio de
valoración basta para la pérdida de un derecho, importaría declarar que la expresión "en los
casos que proceda" no tiene ninguna utilidad práctica y que es una expresión carente de
sentido; y ello no es aceptable no sólo porque el principal anhelo al instaurar el
procedimiento de tutela fue que los trabajadores obtuvieran un reconocimiento de sus
derechos fundamentales, sino además porque precisamente esa expresión "en los casos
que proceda" es la que deja a salvo los casos en que un trabajador recurre de protección
extemporáneamente o invocando garantías que no son susceptibles del recurso.
Séptimo: Que, aplicar todo el rigor del inciso final del artículo 485 del Código del Trabajo a
situaciones como la de autos excede y trastoca todos los principios que orientaron la
adopción del actual procedimiento de tutela implicaría dejar desprovista de toda protección
y de acceso a la justicia a una trabajadora por haber errado en el cómputo del plazo fatal
del recurso de protección, lo que no se condice con la actual legislación proteccionista
laboral" (Corte de Apelaciones de Arica, 30 de mayo de 2019, Causa rol Nº 25-2019).
B) L
Uno de los temas que, habitualmente, han sido olvidados por el legislador es el de
la legitimación. Entre otros motivos, porque como ya señalamos (Contreras y
Delgado, 2018) la legitimación termina reduciéndose, a efectos prácticos, a la
afirmación de un derecho (legitimación activa) en contra de un sujeto determinado
(legitimación pasiva). Sin pretender, entonces, realizar alcances dogmáticos
profundos, reconocemos que la cuestión estriba en saber si se amplía la legitimación
activa a los sindicatos como representantes de los trabajadores, o bien se trata de un
tema estrictamente individual y que, por lo tanto, debe evitarse la injerencia de
actores externos. Antes de observar el régimen legal, pareciera prudente extender la
legitimación a los sindicatos ya que determinadas vulneraciones del ordenamiento
jurídico, por su gravedad, tienen que ser especialmente fiscalizadas, más si cabe
cuando un sujeto débil puede temer que su acción judicial termine generándole aún
más problemas que el daño que está actualmente sufriendo (en el mismo sentido,
Caamaño).
La legitimación se encuentra regulada en los artículos 486 a 489 del Código del
Trabajo. En síntesis, nos podemos encontrar ante dos escenarios: vulneraciones de
derechos fundamentales en el contexto del despido y, todos los demás casos, es
decir sin ocasión precisa del despido, o en circunstancias diversas a éste. Además de
entregar mayor o menor grado de legitimación a diferentes sujetos, lo cierto es que
determina dos cauces procedimentales distintos que pasaremos a exponer.
El artículo 486 del Código del Trabajo parece, en rigor, estar regulando el régimen
general. Es decir, las reglas que allí se establecen tienen vocación de aplicarse en
forma ordinaria y proyectan la imagen de discurrir en casi todo momento.
El artículo 486 CT, además, regula otra particularidad bien interesante respecto de
la participación en estos casos de la Inspección del Trabajo. En este escenario que
venimos describiendo, la Inspección puede también hacerse parte en juicio y si bien la
norma no lo específica debemos entender que pudiera participar tanto en grado de
interviniente principal, como tercero coadyuvante.
El resto del articulado y el rol de la Inspección del Trabajo parecen tan complejos
que ameritan la construcción de un apartado independiente, indicando algunos
aspectos para poder comprender qué puede hacer esta institución en el momento
inicial del juicio.
c) Legitimación pasiva
La regla general viene conformada por disponer la legitimación pasiva en contra del
empleador. Sin embargo, como se ha puesto de manifiesto (Palavecino, 2014) nada
obsta a que se extienda esta legitimación a terceros ajenos cuando entra en juego la
situación de subcontratación.
De todos modos, la legitimación pasiva de los órganos del Estado (por decirlo de
manera bien genérica) requiere de un estudio profundo y acabado, puesto que en
temas de responsabilidad civil médica, por traer a colación casos en que hay
comprometidos servicios médicos como los descritos, la Corte Suprema (en su Sala
Tercera) suele entregar interpretaciones más formalistas, como pareciera que en rigor
proceden: no todos los demandados tienen legitimación pasiva.
C) L I T T L
El objetivo del artículo 486 del Código del Trabajo parece determinar la regulación
de la legitimación activa en algunos supuestos. Sin embargo, lo cierto es que termina
reglamentando la participación de la Inspección del Trabajo en este tipo de causas.
Solo a modo de ejemplo, un caso recurrente es aquel en que existen malos tratos
verbales y/o físicos en los que el trabajador realiza la denuncia de esta situación ante
la Inspección del Trabajo. En este sentido, puede verse, la Causa RIT T-232-2019 del
Juzgado de Letras del Trabajo de Temuco, entre otras muchas.
b) Mediación
d) Denuncia
Entonces, nos encontramos ante un escenario que podría tornarse complejo a los
efectos de llevar a cabo una eventual defensa, ante un ente que carece de interés
directo en el resultado del pleito. Máxime, por ejemplo, si el trabajador adoptase la
decisión de no perseverar en una acción judicial y, por lo tanto, tampoco participase
de una demanda propiamente tal.
Ante esta falencia, se produce un potencial problema que solamente puede ser
resuelto si es que exigimos a la denuncia de la Inspección del Trabajo los mismos
requisitos que se establecen en el artículo 490 del Código del Trabajo y que, en
principio, parecían haber sido establecidos para la demanda intentada por el
legitimado activo.
De este modo, la denuncia deberá contener los requisitos del artículo 466 CT, vale
decir, los mismos requisitos que se le exigen a la demanda en el procedimiento de
aplicación general, la enunciación clara y precisa de los hechos constitutivos de
vulneración de derechos fundamentales y, como dijéramos, el informe confeccionado
por la propia Inspección del Trabajo.
Pese a no ser tan numerosos, podemos observar que los escritos de la Inspección
del Trabajo cumplen con las mismas formalidades forenses a las que estamos
acostumbrados. Para una revisión, se sugiere consultar las causas rol T-1497-2019;
T-1510-2019; T-1862-2019; T-2086-2019; T-2145-2019 todas ellas del 1er Juzgado de
Letras del Trabajo de Santiago, o bien, las causas rol T-1554-2017; T-1757-2019 del
2º Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago.
Finalmente, esta denuncia debe interponerse dentro del plazo de sesenta días
contados desde que se produzca la vulneración de los derechos alegada. Sin
embargo, por lo prescrito en el inciso final artículo 486 CT este plazo podrá verse
suspendido en la forma en que señala el artículo 168 CT.
A este respecto, el juez Álvaro Flores Monardes (Historia de la Ley Nº 20.260, p. 25)
indicó que por su naturaleza cautelar la denuncia debiera ser eminentemente
desformalizada y no exigir los mismos requisitos que el régimen general. Es curioso
que, finalmente, se le llame denuncia a un instrumento que, a todas luces es una
demanda.
e) Hacerse parte
Por lo tanto, más allá de los momentos concretos, lo cierto es que existe una
concesión de legitimación activa a la Inspección del Trabajo, pudiéramos decir, tan
pronto tome conocimiento de los hechos. Sea que en un caso el informe lo
confeccione antes de denunciar, sea que lo haga mientras el juicio ya está pendiente.
D) A
Así lo recoge, entre otros, el voto en contra del ministro Gutiérrez de la Corte de
Concepción, Causa rol Nº 240-2016 que, de paso, afirma que sí existen (distintos a
los que propone el Código del Trabajo) mecanismos para la defensa de los derechos
de los funcionarios en el ámbito de las relaciones del trabajo.
El artículo 487 del Código del Trabajo, por su parte, establece claramente que no se
podrán acumular acciones en comunión con la acción de tutela laboral. En
consecuencia, los tribunales deben "desacumular" acciones que se presenten
conjuntas para que sean tramitadas como corresponda.
Básicamente, se comprende que cuando haya dos o más acciones y una se tratase
de la acción de tutela deben acumularse a un mismo procedimiento. Posteriormente,
la misma norma rituaria realiza una salvedad: si se trata de la acción por despido
injustificado, indebido o improcedente esta acción se debe proponer en forma
subsidiaria. La diferencia entre ambos supuestos, que se irá ahondando en los
sucesivos apartados, radica en que en esta hipótesis la vulneración de derechos se
produjo con ocasión del despido. De este modo, no se trata de una relación laboral
vigente que se quiere cuidar en el tiempo, sino que se trata de la finalización de la
misma. En este entendido, es probable que puedan existir dos o más acciones que
provengan de los mismos hechos.
Esta situación, empero, fuera denunciada por el diputado Nicolás Monckeberg quien
dijo: "que el mecanismo propuesto por el senado para interponer la acción por
despido injustificado en subsidio de la tutela de derechos, dará lugar a que siempre se
intente la acción de despido por esta vía, toda vez que el procedimiento de tutela es
más rápido, goza de preferencia y si se desecha la acción principal, automáticamente
se seguirá en subsidio con la de despido. Agregó que este mecanismo terminaría con
el procedimiento tutelar, el que fue concebido como excepcional pero que, en la
práctica se convertirá en regla general, con lo que perderá sentido". (Historia de la
Ley Nº 20.260, p. 383).
En estos casos, el artículo 489 CT otorga una suerte de vis atractiva por la que
todas las acciones deben acumularse a la de tutela y ser tramitadas en un mismo
procedimiento. Adicionalmente, esto tiene la ventaja que en rigor el procedimiento de
tutela y el de aplicación general están tan íntimamente relacionados que,
procesalmente, no genera ningún tipo de menoscabo a sujeto alguno.
Sin embargo, hay que tener presente algunas consideraciones: en primer lugar, el
inciso final del artículo 489 CT matiza lo que acabamos de señalar, en tanto, genera
una excepción. En efecto, en aquellos casos que se trate de la acción seguida por
despido injustificado, indebido o improcedente, esta deberá interponerse en subsidio
de la de tutela. De lo contrario, se estará renunciando a ella.
E) T
Sobre las medidas prejudiciales, solamente, hay que recordar que en forma
indirecta dan inicio al proceso, puesto que se trata de un procedimiento autónomo que
no siempre provocará el acceso a la tramitación de una petición sobre el fondo del
asunto controvertido.
a) Denuncia
Pero más allá de la cuestión técnica que pudiera ser leída como nimia, lo cierto es
que esta denuncia ha de contener una serie de requisitos para que pueda ser
admitida a trámite y, en definitiva, procesada por un tribunal.
Los requisitos de la denuncia son los requisitos comunes a toda demanda del
artículo 446 CT y los específicos que recoge el artículo 490 CT. De este modo
podemos enumerarlos:
En todo caso, respecto del régimen general (la demanda regulada en el artículo 446
CT) se pueden apreciar dos diferencias. La primera, quizá de menor importancia, dice
relación con una matización comprensible respecto de la enunciación de los hechos.
En efecto, lo que se solicita en el procedimiento de tutela es que se refieran
específicamente a las eventuales violaciones de derechos fundamentales, de una
parte, y que ello se realice en forma clara, de otra. Este requisito no presenta mayores
complicaciones y, como dijimos, parece atendible entendiendo que se trata,
simplemente, de adecuar el requisito a la naturaleza específica del objeto de
protección de este procedimiento.
M (D )
Rut: 0.000.000-0
Rut: 0.000.000-0
Rut: 0.000.000-0
I. Caducidad, Jurisdicción,
Competencia, Legitimación y
Prescripción (Admisibilidad)
B. Remuneración
C. Jornada Laboral
III. El Derecho
A. Vulneración de la garantía
constitucional
A. Vulneración de Derechos
Fundamentales
B. Indemnizaciones
E. Feriado legal
A. Contrato de trabajo
B. Anexos
C. Liquidaciones
D. Carta de despido
b) Plazo de interposición
La denuncia debe interponerse dentro del plazo fijado por el artículo 485 CT, es
decir, en el plazo de 60 días. Sin embargo, el primer día del plazo (dies a quo) se
contará en forma distinta en función de si se aplica el artículo 486 CT o el 489
CT. Estos dos casos se corresponden con los tratados en el apartado de legitimación,
puesto que, en función de la vulneración, en rigor, se han definido dos cursos
procedimentales ligeramente diferentes.
En segundo lugar, nos encontramos con el supuesto específico del artículo 489
CT. En este imperativo se acota el ámbito de aplicación objetivo a los supuestos en
que se transgredan las reglas previstas en los incisos primero y segundo del
artículo 485 del CT y, adicionalmente, en aquellas hipótesis en que se hubieran
vulnerado derechos con ocasión del despido. Pues bien, el plazo ha de contarse
desde la separación de las funciones.
Lo anterior resulta coherente con el principio pro actione, que impone a los órganos
judiciales que los requisitos procesales sean interpretados considerando el objetivo de
la norma y facilitando el acceso a la justicia, y con el principio pro personae que,
dentro del área de los derechos humanos propia del procedimiento de tutela laboral,
señala que la interpretación legal debe ser amplia y extensiva cuando se trata de
proteger garantías y, por el contrario, restrictiva cuando pretenden ser limitadas.
Finalmente, el principio pro operario también apoya esta interpretación al propender al
real y efectivo ejercicio de derechos laborales" (Sentencia de la ICA Valdivia, de 4 de
noviembre de 2019, rol Nº 228-2019; del mismo día rol Nº 229-2019).
Es interesante, por ejemplo, destacar: "Que ninguna norma permite sostener que el
plazo de interposición de esta acción se suspende por la interposición de licencias
médicas por parte del trabajador, más aún si, como ocurre en la especie la demanda
fue presentada transcurridos los 90 días que como máximo contempla el mencionado
artículo" (Causa rol Nº 2-2018, ICA Valdivia).
Pero no debe entenderse en forma tan amplia que rebase los límites del Código del
Trabajo. En concreto, la reclamación administrativa, por ejemplo, ante la Contraloría
General de la República no habilita a entender que concurren los presupuestos de
interrupción del artículo 168 CT. Así que, si bien hay que comprender que la
separación del artículo 486 CT debe entenderse como el momento efectivo en que se
pone cese a las funciones (anterior, coetánea, o posterior a la comunicación formal),
la eventual reclamación por vía administrativa en nada empece a los plazos del
Código del Trabajo. En este sentido fue declarado por la sentencia de 9 de
septiembre de 2016, 2º Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, causa T-750-
2016, que fue confirmada en apelación y que al llegar a la Corte Suprema mediante
recurso de queja, volvió a refrendarse pese a que, interesantemente, el ministro señor
Blanco "lamentó" esta situación puesto que en su voto particular destacó: "Que, de
este modo, toda interpretación que limite de alguna manera el acceso a la posibilidad
de obtención de un pronunciamiento judicial en relación con una denuncia de tutela
de derechos fundamentales, aparece despojada de la razonabilidad y justificación que
precisaría para ser aceptada como admisible a la luz de lo dispuesto en el Nº 26 del
artículo 19 de la Carta Fundamental, máxime en un contexto de excepcional
sensibilidad e importancia, como el del derecho del trabajo" (Sentencia de la Corte
Suprema, de 18 de enero de 2017, rol Nº 97894-2016).
c) Examen de admisibilidad
Se trate del tipo procedimental que fuere, lo cierto es que la primera norma que
debiera tenerse a la vista es el artículo 256 del Código de Procedimiento Civil, en
atención a lo dispuesto en el artículo 3º del mismo cuerpo normativo que, sin duda,
recibe plena aplicación en el ámbito laboral.
De este modo, el juez controlará que se haya individualizado tanto al tribunal como
a las partes, en la forma habitual, ya señalada. En caso de cumplir con los requisitos,
que debiera ser lo más común, dará curso a la demanda, es decir la sustanciará y
tramitará hasta que concluya.
Adicionalmente, el juez deberá —en concordancia con el artículo 447 CT— observar
su competencia y declarará su incompetencia (se refiere a la incompetencia absoluta
y no relativa (sentencia de la ICA Santiago, 8 de febrero de 2017, rol Nº 55-2017)
cuando la verifique, remitiendo los antecedentes al tribunal que cree competente para
conocer del asunto en particular. También, en la misma lógica, ha de declarar la
caducidad de la acción cuando así resulte de los datos aportados con la denuncia.
De ahí que observamos como la práctica forense lleva a que, muchas veces, los
escritos de parte se encabecen con un apartado que hace referencia a estos
aspectos. Por este motivo, y pese a que como decimos, no hay una regulación
expresa que así lo indique, si se infiere que el juez controlará los presupuestos
procesales y por el mismo motivo, nosotros también lo indicamos como parte del
modelo sucinto de demanda laboral por tutela: parece lo más útil.
d) Procedimiento de sustanciación
e) Especialidades procesales
Como fuere, en este caso, llama la atención que no se trata de una potestad del
juez, en tanto el verbo rector que establece la norma es "dispondrá". Por lo tanto, se
está conminando al juez a que realice una actividad concreta. Sin embargo, para que
aquello suceda y no en forma prácticamente automática y sin reflexión, se condiciona
ese mandato a que en los antecedentes que han de ser acompañados con la
denuncia "aparezcan" lesiones de especial gravedad o cuando la vulneración pueda
causar efectos irreversibles.
Para que esta suspensión surta efecto, la ley además contempla un incentivo. En
efecto, se apercibirá a la parte que, de no cejar en la conducta, podrá ser objeto de
una multa de 50 a 100 UTM que, además, podrá repetirse hasta obtener el
cumplimiento de la medida. El grado de indeterminación deja la puerta abierta, no a la
reiteración de la multa por segunda vez, sino que pareciera que se pudieran decretar
tantas multas como fuere necesario, hasta que se ponga fin a la conducta que
aparece de manifiesto en los antecedentes aportados con la denuncia.
Por otra parte, el artículo 492 CT, en su inciso final, termina estableciendo que,
contra estas resoluciones, es decir las que ordenan poner fin al acto vulneratorio y,
eventualmente, aquellas que decretasen multas en este contexto, no proceden
recursos.
"De su tenor literal, se desprende que el inciso primero de la norma contempla dos
momentos procesales en que el tribunal puede decretar la medida cautelar especial en el
contexto de juicios de tutela de derechos fundamentales: en la primera resolución que se
dicte y en cualquier tiempo, desde que se cuente con antecedentes que la hagan
procedente. Es respecto de estas dos resoluciones, ambas referidas a la concesión de la
medida cautelar especial, que el inciso final de la disposición declara como inimpugnables.
Respecto de las otras, vale decir, de aquellas que rechazan la solicitud de parte en orden a
decretar tales medidas, debe aplicarse la regla general en materia de impugnación en sede
laboral establecida en el artículo 476 del mismo Código, que en su inciso primero indica:
'Sólo serán susceptibles de apelación las sentencias interlocutorias que pongan término al
juicio o hagan imposible su continuación, las que se pronuncien sobre medidas cautelares y
las que fijen el monto de las liquidaciones o reliquidaciones de beneficios de seguridad
social'.
Pero, además, ambos artículos regulan idéntica situación. De este modo, una
lectura plausible y acorde con el derecho de audiencia aconsejaría pensar en que una
vez se acompañen antecedentes con la demanda y el juez acceda a la suspensión
del acto, corresponderá al demandado explicar los fundamentos de las medidas
adoptadas y su proporcionalidad. Pero este no parece ser el sentido que se le quiso
dar a la norma.
Por otra parte, como norma probatoria no tiene mucho sentido. En efecto, las reglas
de valoración de la prueba son aptas para señalar los medios probatorios y su valor,
pero nada de eso se ve reflejado en esta regla. Tampoco se puede inferir que haya
una alteración del onus probandi puesto que el enunciado es altamente genérico e
impreciso sobre el punto.
En los hechos funciona de este modo en nuestros tribunales de justicia, al más alto
nivel. Así, la Corte Suprema en sentencia de 13 de julio de 2016 (rol Nº 12362-15), ha
dicho: "si la denuncia cumple los requisitos que señala la primera norma y son
suficientes para generar en el juez la sospecha razonable que se infringieron
derechos fundamentales del denunciante, se aliviana o facilita la carga probatoria que
le asiste, correspondiéndole al denunciado explicar los fundamentos de las medidas
adoptadas y su proporcionalidad, en caso contrario, debe asumir el peso de la prueba
en su integridad; sin que pueda inferirse que para admitir a tramitación la denuncia es
menester que se acompañe la prueba material de la cual surgen los antecedentes
que se indican en el libelo respectivo".
Es más, del mismo modo que la presunción simplemente legal, en este caso, se
altera la carga de la prueba puesto que corresponde destruir la presunción y, por lo
tanto, probar sus dichos a quien perjudica aquella situación. Pese a plantearlo de una
forma muy diferente, arribamos a una conclusión muy parecida a la de Ugarte
(Ugarte, 2009).
Es claro que el trabajador no dispone de las herramientas idóneas para probar sus
dichos y establecer los hechos, pero no es menos cierto que se podría alivianar la
carga respecto de la suspensión del acto vulneratorio, del mismo modo que si fuera
tutela cautelar acogiendo aquella petición con meros visos de verosimilitud. Parece
más justificable un enjuiciamiento prima facie en una etapa temprana en la que no se
ha decidido nada sobre el fondo.
Sin embargo, la condena por sentencia que declare que se han vulnerado garantías
fundamentales debe tener un sustento probatorio de mayor envergadura, puesto que
la valoración libre de la prueba puede conducirle a lo contrario. De este modo,
corresponderá al trabajador probar los hechos que indica y si aún y así el legislador
considera que se trata de una prueba difícil o imposible, atendido a que todo —o gran
parte— del material probatorio está bajo el dominio del empleador, entonces debe
generarse una norma clara y precisa que declare la inversión probatoria
explícitamente.
Adicionalmente, se dan dos situaciones que queremos también poner sobre aviso.
En primer lugar, es extraño que, en vez de solicitar prueba en contra, se conmine a
demostrar cómo se superó la vulneración de garantías fundamentales y; en segundo,
explicar la pertinencia, oportunidad, fundamento y proporcionalidad de las medidas
adoptadas implica, siempre, allanarse a los hechos.
Así, otra de las circunstancias que nos conduce a pensar que no se trataba de una
norma con contenido probatorio, sino que se trataba de una regulación específica en
el marco de la tutela cautelar sobre la suspensión de un acto, está determinada por
resultar excesivamente anormal que, por decirlo de algún modo, contra "indicios
suficientes" se proceda a explicar las medidas adoptadas. Si fuera una norma de
contenido probatorio, lo que debiera procurar indicar es el deber de aportar claridad
sobre el hecho que lo rebate, o simplemente, debiese señalarse que le corresponderá
al denunciado probar la veracidad de los hechos y, quizá, indicar que, de su inacción,
podrán acarrearse las mismas consecuencias que ya prevé el régimen general para el
enjuiciamiento en el orden laboral.
3. Fallo
En primer término, el artículo 494 CT expone que para adoptar la decisión se tendrá
a la vista el informe de fiscalización, siempre que sea procedente; lo expuesto por las
partes y las demás pruebas acompañadas al proceso. La regulación positiva indica
que se dictará sentencia en la misma audiencia o dentro de décimo día y se aplicará
lo dispuesto en el artículo 457 CT.
Vuelve a llamar nuestra atención la forma de regular la toma de convicción del juez.
En especial, porque esta materia se encuentra regulada de mejor forma en las
normas que dicen relación con el procedimiento de aplicación general y por
establecerse una original manera que no tiene parangón en nuestro ordenamiento
jurídico procesal vigente.
Así, lo deseable —como bien hace el artículo 456 CT— es que la ley establezca
cómo se va a valorar la prueba y entregue un mandato claro al juez para que su
valoración probatoria sea externalizada de modo tal que permita el control. De otra
forma, lo lógico es que la norma regule de qué forma puede el juez apreciar la prueba
(sana crítica) y qué ha de explicitar para que su razonamiento pueda ser comprendido
por las partes. El artículo 456 CT, que es aplicable a este procedimiento, en este
sentido prescribe que "el tribunal deberá expresar las razones jurídicas y las
simplemente lógicas, científicas, técnicas o de experiencia, en cuya virtud les asigne
valor o las desestime. En general, tomará en especial consideración la multiplicidad,
gravedad, precisión, concordancia y conexión de las pruebas o antecedentes del
proceso que utilice, de manera que el examen conduzca lógicamente a la conclusión
que convence al sentenciador".
En conjunción con aquello, el artículo 459 CT, que también recibe aplicación directa,
es bien cuidadoso a la hora de regular qué menciones ha de contener la sentencia y,
por ejemplo, se hace mención a que debe analizarse toda la prueba rendida, le
corresponde al juez señalar los hechos que considera probados y, finalmente, el
razonamiento que le condujo a arribar a sus conclusiones. En resumen, con acierto se
explica que el juez debe recibir la prueba y exponer, principalmente a las partes, de
qué forma logró su convencimiento.
En este contexto, llama la atención que el artículo 494 CT haga mención expresa
del informe de fiscalización que pudo, o no, ser objeto de prueba en el proceso. Si lo
fue debe ser valorado para indicar cómo influyó en la convicción del juzgador, en el
sentido de otorgarle el peso específico necesario para conducir a una conclusión, o
descartarla. Por lo que esta mención, solamente redunda y puede llevar a solicitar la
nulidad de lo obrado cuando, por algún motivo, no se hubiere podido recabar en el
momento oportuno.
Pero resulta más superflua la mención a "lo expuesto por las partes". Las partes
pueden haber señalado infinidad de cosas, pero no todas serán objeto de prueba y no
deberá razonarse sobre lo que, por ejemplo, resulte redundante, inoportuno o
sobreabundante. Así mismo, esa exposición no sabemos qué alcance procesal tiene y
si se refiere a su confesión de parte (absolución de posiciones), o bien a las
exposiciones de los escritos iniciales.
El único objetivo real de este artículo, entonces, es circunscribir a 10, en vez de 15,
los días que se conceden para dictar sentencia, en el evento de no poder realizarse al
final de la audiencia.
Para concluir el fallo del procedimiento de tutela laboral, junto con lo dispuesto en el
artículo 459 CT que regula el contenido de la sentencia definitiva en el procedimiento
de aplicación general, el artículo 495 CT indica menciones adicionales para la parte
resolutiva.
A) Á
Pero más allá del tino con el que se privilegian ciertas situaciones, el problema está
dado por lo complejo que pueda llegar a ser la pretensión. En efecto, en el ámbito de
aplicación del procedimiento monitorio, gran parte de su éxito viene dado por la
solicitud de una cantidad de dinero cuyo origen está en una relación jurídica
contractual vencida, actualmente exigible y no prescrita. Por lo tanto, incorporar
causas con mayores niveles de complicación en lo fáctico, en lo jurídico y en los
alcances de la decisión jurisdiccional, sin duda, distorsionan su sentido y han de
producir dificultades.
Por este motivo, nuestro Código del Trabajo contiene una previsión que también
recoge la jurisprudencia, y que pese a lo que más adelante se indicará, se entiende
que permite al Juez llamar a audiencia cuando tenga dudas al tenor de lo expuesto en
el libelo introductorio de instancia. Así, "(...) correspondiendo regirse en el
procedimiento monitorio por lo dispuesto en el artículo 500 incisos 1º y 5º del Código
del Trabajo. Dichas normas disponen que en el caso que el Tribunal considere que no
existen antecedentes suficientes para acoger o rechazar la presentación de la
demandante debe citar a la audiencia dentro de los quince días de efectuada la
presentación por dicha parte" (ICA San Miguel, 11 de septiembre de 2013, Causa rol
Nº 267-2013).
B) A :
La citación, también, podrá efectuarse —en vez de por carta certificada— mediante
un funcionario de la Inspección del Trabajo designado al efecto que actuará como
ministro de fe. Para este evento, la notificación se realizará personalmente al
empleador o, en su defecto, a una persona adulta que se encuentre en el domicilio de
éste.
Aplicando, también, las normas generales del artículo 508, al que la ley se remite,
se entenderá practicada la notificación al sexto día hábil desde la recepción de la
citación según la información que se desprenda de la oficina de Correos. Deberá,
adicionalmente, dejarse constancia de esta fecha cierta por escrito.
Otro aspecto que parece criticable es la exigencia de concurrencia con los medios
probatorios. La verdad es que carece de sentido, primeramente, al tratarse de una
fase prejudicial. Quizá existe una tendencia en el ordenamiento jurídico a promover
instituciones foráneas como, en este caso, el discovery, pero resulta paradójico que
nuestro modelo monitorio laboral sea puro (es decir no exija de acompañamiento de
documentos) y sí se soliciten medios probatorios en esta fase. Ahondaremos algo
más en esta idea cuando tratemos la forma de deducir la demanda.
Finalmente, hay que destacar que las materias contempladas en el artículo 201 CT
están exentas de concurrir a la vía administrativa previa. Esta diferenciación no
parece tener una justificación idónea y solo permite concluir que, en rigor, se
mezclaron temas que no eran compatibles. A mayor abundamiento, esa suerte de
disposición de materias que han vulnerado derechos fundamentales, a priori, no
pareciera tener condiciones para generar instancias negociales, nunca.
C) F
Para que la conciliación ante la Inspección del Trabajo no prosiga, basta, en primer
lugar, con que el "reclamante" (futuro demandante) no comparezca. Es de hacer notar
que la redacción del artículo 498 indica que el reclamante debe haber sido legalmente
citado, idea que ahora, refuerza nuestra aclaración sobre la notificación a la parte que
iniciará la acción. Si se opta por esta vía, en rigor se cumple el peor de los escenarios
críticos para con este sistema: en efecto, se obligaría a quien no tiene ningún deseo
de llegar a un acuerdo, a dilatar su pretensión judicial, con un expediente de estéril
tramitación. No podemos exponer ahora todos los inconvenientes que esta situación
suscita, pero parece lógico que quien demanda tutela jurisdiccional y no alberga un
ápice de deseos de llegar a un acuerdo con la parte contraria, pueda acceder
libremente a los tribunales de justicia.
Esta regulación deja en un espacio intermedio entre la mediación voluntaria y la
obligatoria. Lamentablemente, va a conducir a que en un alto número de ocasiones se
busque, solamente, el acta que certifique la mediación frustrada como requisito de
procesabilidad de la acción. En esas condiciones, era mejor ser más directo en los
incentivos que se desean promover. De este modo, o bien se opta por un modelo
absolutamente voluntario, o por el contrario se le imponen mayores deberes de
colaboración a quien promueve este procedimiento. La vía intermedia, en este caso,
no parece ser la mejor solución.
D) D
La demanda que da inicio al procedimiento monitorio debe cumplir con los requisitos
generales a todo escrito y lo prescrito en los artículos 446 y 499 CT.
M
Procedimiento: Monitorio
Rut: 0.000.000-0
Rut: 0.000.000-0
Email: carloscovelo@abogado.cl
Rut: 0.000.000-0
Rut: 0.000.000-0
A) Relación de hechos
a) Antecedentes de la relación
laboral
B) Consideraciones de derecho
a) Despido injustificado
C) Prestaciones demandadas
En atención a lo señalado en el
artículo 500 del Código del Trabajo,
solicito a US., acoja de inmediato lo
pedido.
3. Carta de despido.
E) R
Esta forma de entender el proceso provoca una mayor dosis de colaboración de las
partes. En la nomenclatura más clásica (civil o comercial), el deudor de la obligación
se ve forzado a defenderse, a dar razones, o de lo contrario resulta condenado
(Ramos Méndez). Incluso su silencio es equivalente a la aceptación de las
consecuencias.
La resolución típica no debiera entrar a realizar análisis profundos. Basta con que el
juez entienda que existe una petición fundada. Por lo tanto, sería deseable una
fórmula escueta y eficaz como: "Que encontrándose suficientemente fundadas las
pretensiones y conforme a lo establecido en el artículo 500 del Código del Trabajo, se
resuelve: Que se acoge la demanda interpuesta por XXXX, declarándose XXXX".
Esta fórmula tiene la ventaja de evitar que el juez conozca del asunto y, por lo tanto,
soslaya posibles decisiones a la luz del mérito de la causa.
Sin embargo, en general, nuestros jueces de letras han entendido que requieren de
elementos que le permitan poder sustentar ese acogimiento inicial y de no existir, o no
producirles la suficiente convicción, llaman a audiencia (que será comentada más
adelante).
En concreto, para poder acceder a las peticiones del demandante —junto con
observar que están suficientemente fundadas— el juez debe comprobar "entre otros
antecedentes" (que lo cierto es que cuesta mucho imaginarse cuáles) la complejidad
del asunto que se somete a su decisión, la comparecencia de las partes en la etapa
administrativa y la existencia de pagos efectuados por el demandado. En suma,
podemos intuir que el legislador quería establecer que el demandado que hubiera
mostrado una actitud colaborativa, pudiera tener derecho a una audiencia antes de
ser condenado, puesto que al final esa es la consecuencia.
Por otra parte, el que el demandado haya hecho pagos parciales, pudiera asociarse
a que asume su culpa y además colabora económicamente con la solución del
conflicto, pero tampoco consideramos que se pueda establecer como un criterio útil.
El hecho que alguien pague o deje de pagar antes de la adjudicación judicial no
puede determinar una mayor o menor sanción y, solamente, podrá significar que si
existía una resolución judicial que reconoce un crédito al demandante, este será
menor al haberse realizado pagos anteriores. Pero nada más. En otras palabras, si
alguien prepagó seguramente deba menos. Lo contrario significaría entender que
quien no pagó siempre lo hizo con el ánimo de perjudicar a la parte contraria, sin
considerar la posibilidad que quien es demandado, simplemente, no consideraba justo
satisfacer montos económicos derivados de la relación laboral.
En este supuesto se abre la posibilidad que ambas partes puedan "reclamar" puesto
que serían —eventualmente— ambas titulares del agravio producido por la falta de
correlación entre la resolución y los intereses de parte. Puede consultarse un ejemplo
de una resolución que acoge parcialmente en la Causa RIT M-394-2020, del 2º
Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, con fecha 19 de febrero de 2020.
En la versión más clásica del procedimiento monitorio, el juez ante la petición debe
acoger o rechazar. Para que el juez rechace la demanda monitoria en el
procedimiento laboral chileno, esta debiera adolecer de falta de pretensiones
fundadas. La principal consecuencia es que, al no haberse producido cosa juzgada, el
demandante deberá observar si desea perseverar en su intento, reformulando su
libelo, en atención a si se encuentra cumplido el plazo de caducidad de la acción que
lo asiste; o, si, por el contrario, desea presentar un reclamo en contra de esa
resolución.
Como ya dijéramos, para que las peticiones se comprendan como fundadas debiera
entenderse que son suficientemente expuestas y argumentadas, sin embargo, lo
usual es que los tribunales de justicia perciban que se trata de peticiones que se
acompañan de antecedentes suficientes que permiten un enjuiciamiento prima facie
sobre la plausibilidad o verosimilitud de la pretensión.
Para tomar esta decisión, del mismo modo que para acoger, deberá tener a la vista
la complejidad del supuesto de hecho, la comparecencia a la etapa administrativa y la
existencia de pagos realizados por el demandado. Como narramos en el apartado
anterior, no parecen criterios especialmente acertados para permitir adoptar una
decisión.
Sin pretender reiterar lo indicado, lo cierto es que nada dice —y por lo mismo, no
parece razonable rechazar— una demanda monitoria porque el caso es muy
complejo; por no asistir a la conciliación a la Inspección del Trabajo y, menos si cabe,
por haber realizado pagos parciales.
Tomando, otra vez, un ejemplo, la resolución del 2º Juzgado de Letras del Trabajo
de Santiago, de 3 de enero de 2020 (M-11-2020), parece asociar la cantidad o la
calidad de los antecedentes con la fundamentación de la petición:
Fórmulas que se repiten en maneras casi idénticas en otras causas y nos conducen
a la misma reflexión: "Que de los antecedentes acompañados por el actor, se estiman
insuficientemente fundadas sus pretensiones, y de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 500 del Código del Trabajo, se resuelve: Que, SE RECHAZA la demanda en
procedimiento monitorio (...)" (Causa Rol M-6-2020, del 1er Juzgado de Letras del
Trabajo de Santiago, 6 de enero de 2020). De hecho, se trata de la fórmula de estilo
que utilizan nuestros tribunales ante el rechazo, reiterándose en forma casi idéntica
en todas las causas.
Ante el rechazo de la demanda monitoria, el artículo 500 inciso 2º del Código del
Trabajo permite que quien se sienta perjudicado por la resolución pueda presentar un
reclamo. Este hecho en concordancia con lo que dispone el inciso 5º del mismo
artículo 500 determinará que el juez cite a una audiencia cuyo objeto es, finalmente,
resolver el conflicto. Llama la atención que ante un rechazo se plantee una suerte de
recurso de reposición cuya mera interposición permite continuar adelante con el
procedimiento. La ley, sin embargo, es bien clara en el punto "[P]resentada la
reclamación dentro de plazo, el juez citará a las partes a una audiencia única de
conciliación, contestación y prueba (...)".
La técnica monitoria tradicional se caracteriza por que ante una petición un juez
acoge o rechaza de inmediato. Hay una inversión del contradictorio y, de este modo,
no habrá procedimiento propiamente tal hasta que el demandado se defienda, si lo
estima oportuno. La pasividad o contumacia del demandado solamente conduce a
que el demandante que ha visto acogida su pretensión logre la obtención de un título
ejecutivo hábil para abrir la vía del cumplimiento. Es más, ante la oficialidad que rige
en el proceso laboral, será el propio tribunal quien disponga los antecedentes al
órgano de cumplimiento.
En la práctica, pareciera que hay tribunales que comprenden esta lógica que acoger
o rechazar y otros que prefieren llamar a audiencia. Así, por ejemplo, el 2º Juzgado
de Letras del Trabajo de Santiago (tomando como muestra aleatoria las 30 primeras
causas del año 2020) acoge o rechaza siempre (en este universo). Mientras que, por
el contrario, el Juzgado de Letras del Trabajo de Valparaíso (con la misma muestra de
causas) llamó a audiencia en, al menos 13 ocasiones (podría tratarse de más, puesto
que algunas causas están "reservadas" en el sistema de consulta unificada). Para
ello, utilizó mayoritariamente la fórmula: "No existiendo antecedentes suficientes para
emitir pronunciamiento y, de conformidad a lo dispuesto en el artículo 500 del Código
del Trabajo: Cítese a las partes a audiencia única de conciliación, contestación y
prueba, para el día (...)". Se pueden consultar, en este sentido, las Causas M-1, 3, 6,
7, 9, 14, 19, 23, 24, 25, 26, 27 y 29, todas del Juzgado de Letras del Trabajo de
Valparaíso, ya referido.
El artículo 500, por su parte, abre el espacio al mismo efecto que si el demandado
se opusiera a la demanda monitoria. Así, si el juez siente dudas, es decir no termina
de comprender si la petición es fundada o no, puede llamar a una audiencia, que
describiremos más adelante.
La única hipótesis, no verificada, por cierto, que se nos ocurre es que haya jueces
que sabedores que la contraria se va a oponer se "adelantan" y llaman a audiencia
para darle más agilidad al procedimiento. Se rompería, de ser correcto, con la forma
habitual de funcionamiento de este instituto y quizá, se estaría beneficiando al
demandado.
F) A
a) Pago
El pago siempre resulta el escenario idóneo para quien se vio obligado a interponer
una acción monitoria atendido el incumplimiento contractual de su empleador.
Lamentablemente, no parece la opción más sencilla de lograr ya que, en rigor, quien
no paga no tiene otros incentivos (la ley no dice nada, por ejemplo, sobre liberarlo de
las costas) y ciertamente, tampoco le pasa nada al demandado que se opone
antojadizamente. Como fuere, el pago pone fin al procedimiento y, en términos más
amplios, al conflicto.
Tampoco dice nada la ley sobre los pagos parciales, pero debiéramos entender que
el monitorio proseguirá por la parte insoluta.
Sin embargo, hay que hacer notar que la falta de pago, no determina —al menos en
todos los casos—, como en el modelo monitorio tradicional, que el acreedor cuente
con un título ejecutivo y pueda solicitar su ejecución. Si bien es cierto que no es la
práctica más común, no resulta tan extraño que, ante el silencio del demandado y su
ausencia de pago, llamen a una audiencia que será tratada con posterioridad.
b) Reclamar (Oponerse)
De forma bien sencilla, la ley contempla que uno de los derechos que asiste al
demandado es "reclamar". Quizá no era la mejor manera de indicarlo, pero se debe
entender que el demandado puede defenderse y, por tanto, refutar lo señalado por el
demandante. En rigor, empero, lo que el demandado puede hacer es mostrar su
disconformidad con la resolución que acoge la demanda, pidiendo que se llame a una
audiencia en la que se desarrolle el contradictorio.
Este reclamo, siguiendo la técnica monitoria, debiera ser sencillo y como único
objeto bastaría con mostrar el desacuerdo con los dichos de la demanda (en rigor,
nuestro Código del Trabajo no exige aquello) y, del mismo modo, con la resolución
que la acogió sin dar audiencia a la parte. Si bien, como dijimos, la ley es parca en la
regulación esto, también tiene un motivo.
Hubiera sido deseable que se exigiera que esa oposición fuera fundada y que
estuviera vinculada a la audiencia posterior. Lo contrario significa volver a entregarle
privilegios al deudor: Es cierto que no parece razonable acoger una pretensión cuya
única base es una demanda; pero, ante el escenario exigente de la colaboración del
demandado, lo más acertado parecería que quien quiera defenderse lo haga,
también, entregando todos sus argumentos desde que se encuentra notificado y
conocedor de un procedimiento en su contra. Se evitarían, además en gran medida,
reclamos meramente dilatorios y se permitiría al demandante llegar en condiciones de
igualdad y sin sorpresas a la audiencia prevista al efecto.
M
En lo principal: Interpone reclamación
respecto de resolución que acoge
monitorio; Primer otrosí: Solicita
notificación por email; Segundo otrosí:
Personería; Tercer otrosí: Patrocinio y
poder.
c) No hacer nada
El procedimiento monitorio es una forma de evitar que los deudores sean inactivos y
consigan ventajas procesales y sustanciales derivadas de la protección que el
ordenamiento jurídico les entrega en este punto.
Para refrendar esta interpretación, el artículo 500 indica que a la hora de notificar la
resolución recaída ante la demanda se informará de los efectos que produce la
ausencia de reclamo o su presentación extemporánea. No lo detalla, pero si la
primera resolución acogía la pretensión, lo que lógicamente debe suceder es que esa
resolución se convierta en firme.
En el mismo ejemplo recién expuesto (Causa Rol M-8-2020, del Juzgado de Letras
de Concepción) con fecha 19 de febrero de 2020, se dictó la siguiente certificación
por el Jefe de la Unidad de Causas: "CERTIFICO: Que la resolución de fecha 9 de
enero de 2020 de la presente causa se encuentra firme o ejecutoriada, por no constar
en el sistema informático de tramitación de causas laborales SITLA, presentación de
reclamación en contra de esta resolución dentro del plazo de diez días hábiles
contado desde su notificación, adquiriendo el carácter de sentencia definitiva
ejecutoriada para todos los efectos legales".
G) E :
Esta diferencia que conduce al mismo resultado (audiencia) tiene, a su vez, una
consecuencia práctica respecto de los plazos de celebración de la instancia oral. Así,
en el primer caso —aquel en el que el tribunal cita por no encontrarse del todo
convencido— se fijará agendamiento para una fecha dentro de los veinte días
siguientes a la fecha de la resolución, debiendo mediar entre la notificación y la
celebración de la audiencia, al menos cinco días. En la segunda hipótesis —llamado a
audiencia motivado por reclamo— el plazo para que se lleve a cabo la audiencia
única estará dentro de los quince días siguientes a la interposición del reclamo.
a) Conciliación
Pareciera que el orden lógico de la audiencia no está bien definido en nuestro
Código del Trabajo. Así, lo normal, a todas luces, es que la instancia de conciliación
se practique después de haberse desarrollado la contestación de la demanda, es
decir finalizado el periodo de discusión.
Realizar la actividad tal y como está prevista en la ley debe conducir a un imposible.
Nadie querrá atender a las bases que proponga el juez, si no es habiendo mostrado
sus argumentos y habiendo revisado los de la contraria. Es más, ningún juez puede
realizar propuestas de superación de los nudos críticos de relevancia jurídica, si no es
con un dibujo de los principales sustentos de cada parte. Tal y como está redactada la
norma, obliga al juez a proponer soluciones colaborativas en que solo dispone de la
información aportada por una parte. Si a esto le unimos el hecho de arribar a esta
instancia por las dudas generadas en el libelo introductorio de instancia, parece un
absoluto despropósito.
Sin pretender desarrollar, entonces, algo singular que caracterice a esta instancia
conciliatoria, solamente, podemos reivindicar que ella se lleve a cabo después de
oído el demandado.
b) Contestación
No parece del todo justo que el demandado pueda guardar sus argumentos para
una audiencia que, en esta lógica, puede convertirse en toda una sorpresa.
Adicionalmente, las partes pueden llegar con una posición negocial más acabada, si
conocen de antemano las posiciones de la contraria y, sin duda, el juez podrá realizar
una actividad conciliatoria de mayor calidad siempre y cuando esté empapado de los
detalles de la discusión con anterioridad a la celebración de una vista oral.
c) Prueba
Este tema podría ser uno de los más complejos. Si como pareciera, los asuntos son
de escasa complejidad jurídica y existe un sistema de libre valoración que permite
adquirir sencillamente la construcción fáctica, entonces el resultado será fácil; pero si,
por el contrario, la petición es clara, pero la demostración de la misma no es tan
sencilla, no parece que se vaya a dar una instancia probatoria tan desprovista de
complejidades.
Al no regularse nada específicamente hay que entender que se permite todo medio
de prueba que cumpla, a juicio del tribunal, con ostentar la calidad y pertinencia
suficientes para generar convicción en el órgano jurisdiccional. Procedimentalmente,
se deben seguir las reglas generales.
Las partes deberán comparecer provistas de todos los medios de prueba de los que
dispongan. Esta regla se condice con lo señalado en el apartado precedente, sobre
prueba, ya que en esa instancia oral se van a desarrollar todas las actividades
tradicionales por las que deambula el procedimiento probatorio.
Finalmente, hay que tener presente que la audiencia se llevará a efecto siempre que
una de las partes comparezca. Como venimos sosteniendo, se requiere una
colaboración activa con el proceso y, por este motivo, la inasistencia no suspenderá,
ni dilatará per se el desarrollo del procedimiento, sino que acarreará la pérdida de la
oportunidad de defenderse cabalmente en juicio.
H) S
Por este motivo, en otro momento propusimos que se entienda que en la audiencia
se dicte el veredicto y la sentencia posterior y por escrito contenga todas las
menciones que la caracterizan como tal (Delgado, Palomo y Acevedo, 2019). También
constatamos allí que, afortunadamente, los tribunales de justicia suelen entregar los
motivos que condujeron a la toma de su decisión.
I) R
Por otra parte, si bien la ley indica que las resoluciones no podrán acceder al
recurso de unificación de jurisprudencia, lo cierto es que una correcta inteligencia de
este pasaje no puede sino conducirnos a reivindicar el acceso de estas causas a
aquel instrumento.
M , Pablo, "El efecto horizontal de los derechos y la competencia del juez para
aplicar la constitución", Estudios Constitucionales, Año 8, Nº 1, 2010.
_________, "La reforma procesal laboral chilena. Una visio´n cri´tica desde el
garantismo procesal", Revista Laboral Chilena, 2012.
_________, Las potestades atípicas del Juez laboral, Santiago, Ediciones Jurídicas
de Santiago, 2017.