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El viejo aforismo romano, ubi societas, ibis ius: donde hay sociedad hay
derecho, se nos muestra con toda su evidencia y el nexo inquebrantable entre
sociedad y derecho. El derecho es algo inescindible de la vida humana, hasta
el punto de que donde no existe sociedad no puede haber derecho. El derecho
es un producto de la sociedad humana que se expresa a través de
determinadas formas normativas que regulan el desarrollo de la convivencia
social. El origen, ubicación o conocimiento hay que situarlo, por tanto, en el
actuar humano, antes que, en el ámbito íntimo de la experiencia ética, de la
contemplación estética o del razonamiento lógico de las ciencias exactas
(Frosini y Pérez Luño).
El concepto de derecho.
Aunque existen otras teorías que formulan una respuesta a la pregunta ¿qué
es el derecho?, la teoría que mejor define el fenómeno jurídico es la propuesta
por Miguel Reale; se trata de la teoría tridimensional de derecho, que estudia el
derecho desde tres dimensiones diferentes: fáctica (hecho), normativa (norma)
y axiológica (valor).
Hecho social.
Una vez que se han descubierto las manifestaciones fácticas del derecho, se
pasa a la dimensión normativa para comprender mejor el fenómeno jurídico.
Norma.
Dicha norma permite a las personas saber qué conducta debe o no realizarse;
es decir, la dimensión normativa materializa las necesidades de una sociedad
en un conjunto de normas jurídicas que permiten, prohíben, obligan o facultan
tanto al Estado como al pueblo, con la amenaza de recibir un castigo si no son
observadas.
El autor nos dice…
En este sentido, una de las características principales del derecho es su
carácter coactivo, que en palabras de Miguel Reale (1968), se denomina
impositividad inexorable o coercitividad, lo que permite afirmar que las normas
jurídicas garantizan una determinada conducta social cuya eficacia se
respalda con la fuerza institucionalizada como poder político, en virtud del cual
es posible coaccionar su cumplimiento (Álvarez, 1995).
Elías Díaz (1981-1982) comparte la misma opinión, pues para él, el derecho
es un sistema normativo dotado de coacción formalizada e institucionalizada.
Para Álvarez (1995), la dimensión normativa del derecho se refleja en la
realidad como el conjunto de normas coactivas que prescriben la conducta
social debida.
Valor.
Conclusión.
1) Origen. Según este criterio, se afirma que, mientras que los usos sociales
surgen de la sociedad, las normas jurídicas emanan de un órgano estatal
específico.
4) Finalidad. Autores como Pérez-Luño (1995, 41) afirman que los fines de las
normas jurídicas son más necesarios que los de los usos sociales. Las normas
legales se ocuparían, en este sentido, de salvaguardar los bienes sociales
esenciales, mientras que los usos se limitarían a ordenar las relaciones
sociales de una manera general. Este criterio puede ser más o menos
admisible, siempre y cuando no suponga una infravaloración de la importancia
de los usos sociales. Los usos no pueden ser relegados, apelando a una
supuesta inferior y supeditada finalidad., a ocupar un papel social secundario o
meramente pintoresco, porque, como ya hemos comprobado, en determinadas
ocasiones, su funcionalidad social es superior a la de las mismas normas
jurídicas. Así, por ejemplo, por mucho que la intensificación del carácter
coactivo de las normas de tráfico pueda suponer una reducción coyuntural de
las conductas temerarias relacionadas con el número y gravedad de los
accidentes, sólo será una modificación en los usos sociales que realmente
rigen las formas de conducir de los individuos, la que provoque una auténtica
disminución permanente y constante de estas conductas arriesgadas.
Para los defensores del llamado “Derecho natural”, desde hace dos mil años, la
respuesta a todas estas preguntas es negativa. ¿Por qué? Para ellos, el
Derecho natural es un conjunto axiológiconormativo previo, a priori, al Derecho
positivo y válido por sí mismo, con la plural misión de fundamentarlo, orientarlo
y limitarlo.
Uno de los grandes problemas del Derecho natural es que podemos toparnos
con un gran número de escuelas o corrientes, y a veces sumergidas en una
enorme controversia entre sí. Autores como Norberto Bobbio, Alf Ross y Hans
Kelsen (Fernández García, 2000, 57ss) se valieron de esta falta de acuerdo
para elaborar una batería de argumentos contra de la existencia misma del
Iusnaturalismo. No obstante, como indica Gregorio Robles (2003, 75), podemos
encontrarnos con autores como el mismo Bobbio que acepten una “retirada
estratégica” de la Teoría del Derecho natural al campo de la Teoría la Justicia,
incorporando así la necesidad de ser positivistas a la hora de abordar el
Derecho como ciencia y, en el otro caso, iusnaturalista en al campo ideológico
y filosófico.
Una de las principales pruebas de cargo que esgrimen los detractores del
Derecho natural es que no hay unanimidad a la hora de entender la naturaleza
y, por ende, la humana en sus distintos modos, incluyendo el derecho. La
justicia es una cuestión de gusto y agrado. Fernández Galiano (1987, 75)
apostilla que juristas-filósofos como Thomasius (siglos XVII-XVIII) ya fueron
conscientes de este gran inconveniente al afirmar Difficilis questio natura
naturae (No es nada fácil responder a la pregunta de cuál es la naturaleza de la
naturaleza). Es más, tenemos que manejar dos acepciones del término
“naturaleza”: por un lado, el de la naturaleza misma, que posee sus leyes como
“mundo natural”; por otro, el del hombre formando parte de la naturaleza
imprimiendo “carácter” o “tendencia” (Ridall, 1999, 82). Dependiendo de la
respuesta, se pueden clasificar las diversas concepciones iusnaturalistas en
tres familias (cfr. Pérez Luño, 2004):
1ª Distinción:
Fuentes en sentido formal: son los modos o formas a través de los que se
exterioriza la creación del Derecho, es lo que recoge el art. 1.1 del Código Civil
establece que “las fuentes del ordenamiento jurídico español son la ley, la
costumbre y los principios generales del Derecho”.
Los principios generales del Derecho como fuente de Derecho: el art. 4.1
del Código Civil establece que “los principios generales del Derecho se
aplicarán en defecto de ley o costumbre, sin perjuicio de su carácter
informador del Derecho.
Al igual que la costumbre es una fuente subsidiaria que entra en juego solo
cuando no haya ley o costumbre aplicable a un caso concreto.
Pero ¿a qué nos referimos con los principios generales del Derecho?
Los iusnaturalistas dirán que son principios y valores que forman parte de un
sistema superior e ideal.
2ª Distinción:
Fuentes directas: aquellas que expresan en sí la propia norma jurídica (la ley,
la costumbre y los principios generales del Derecho). Lo que acabamos de ver.
3ª Distinción: