Está en la página 1de 7

DAR Y RECIBIR

Dar y recibir deben estar en equilibrio para que las relaciones sean sanas. Si das más de
lo que recibes, sentirás el peso de las consecuencias.

Hay veces que tenemos la sensación de que estamos dando y dando pero, sin embargo, no estamos

recibiendo. Esto nos suele ocurrir cuando estamos tristes, pues no obtenemos ningú n tipo de

recompensa tras el acto de dar y acabamos pensando que el mundo no es merecedor de nuestra

dedicació n. Porque dar mucho y recibir poco, cansa y desgasta.

Si te ocurre esto, lo mejor es abandonar tu puesto y relegar esas obligaciones que te has impuesto,

pues es un intercambio que resulta tóxico para ti y que, por lo tanto, destruye tu salud. Cuando te

cansas de dar mucho sin recibir, puede que, incluso, acabes evitando que alguien te ofrezca ayuda.

Así, la falta de reciprocidad se acaba alimentando de una espiral de desencanto y de dolor.


¿Cómo puedo saber si estoy dando demasiado de
mí?
Algo va mal si te está s cansando, si te invade la tristeza, la desilusió n o el desencanto y si sientes

que lo que haces por la otra persona es una carga cuando no debería serlo. Hay personas que

pueden chuparnos , literalmente, la energía.


P U BLI CI D A D

Es probable que ellos no se den cuenta, por eso siempre es recomendable y necesario armarse de

valor y aclarar estas cuestiones. Tambié n puede que sí que se percate del tema, pero que le interese
mantener la situació n. Entonces, lo mejor es poner a prueba ese interé s dejando de esforzarnos por

satisfacer sus necesidades y ver lo que sucede despué s.

Una actitud egoísta se ve a leguas, solo necesitamos mirar en la dirección adecuada.

¿Te amas lo suficiente como para dar mucho con


justicia cuando estás recibiendo lo mínimo?
No vale de nada luchar contra viento y marea y dar mucho por una persona que no mueve ni un

dedo. No sirve ayudar constantemente a alguien con un trabajo que no está interesado en aprender

a realizar. No nos hace bien dar sin recibir.

No podemos dedicarnos a los demás y olvidarnos de nosotros. La ú nica gratitud sin la que no

podemos vivir es la gratitud a uno mismo, pues es el pilar del amor propio  y el cimiento de nuestro

crecimiento personal.

Dar mucho para sentirnos bien


Cuando ayudamos a alguien le estamos ofreciendo una parte muy importante de nosotros. Esto nos

enseñ a a apreciarnos, por lo que es esencial cuidar esta parcela de nuestra vida.
P U BLI CI D A D

Da mucho. Da poco. Pero da siempre.

Obviamente, no vamos a dar ni a agradecer nada a quien se está aprovechando de nosotros. Eso nos

haría sentir necios, a la vez que resulta peligroso para nuestra autoestima y nuestro bienestar .

Por otra parte, dicen que nunca es suficiente el agradecimiento a aquel que no te abandonó en los

malos momentos. Por eso, ofrecer buenas palabras, buenos sentimientos, buenos actos y buenos

pensamientos para quien nos ayudó en algú n momento es muy relevante, ya que esto nos ayudará a

recordar el valor de la bondad y del ofrecimiento a los demá s.


El poder de la reciprocidad y de la gratitud
Solo nos hace falta darnos cuenta de lo que agota y desmoraliza dar demasiado sin recibir nada a

cambio para conocer el valor de la gratitud.

La verdad es que podemos agradecer lo que los demás hacen por nosotros de muchas

maneras. Podemos hacerlo con una simple sonrisa , con unas palabras o con nuestras acciones. Lo
que está claro es que el agradecimiento es siempre una forma de dar o de corresponder por algo que

hemos recibido.
P U BLI CI D A D

La reciprocidad sana es aquella que tiene como base un intercambio que responde a la

gratitud. Ofrecer un gracias o cualquier otro acto de recompensa es reconocer que la persona a la

que tenemos delante hizo algo que nos produjo felicidad.

El agradecimiento  es un importante pilar para nuestro bienestar y para nuestra salud. Su ausencia

nos duele y nos frustra, llegando a crear una espiral de lamentos y de quejas que nos hará sentirnos

tristes y desilusionados.

Agradecer y ser receptores de gratitud nos hace sentir personas vá lidas y merecedoras de amor, lo

que mantiene nuestra autoestima y nuestro bienestar emocional en buenas condiciones. Tanto en

los buenos como en los malos momentos nos reconforta y nos impulsa a seguir dando y, por

supuesto, a seguir queriendo recibir.

También podría gustarte