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Biografías Literario:

Josefina de la Torre.

Nos encontramos ante un texto lírico, concretamente, ante el poema “Me busco
y no me encuentro”, perteneciente al poemario Marzo incompleto (1968) de
Josefina de la Torre Millares, escritora, actriz y cantante nacida en Las
Palmas de Gran Canaria en 1907. Es la poeta con más relevancia fuera de las
islas, su hermano Claudio de la Torre, fue el encargado de contagiarle su
afición por la literatura.

Josefina comienza a escribir poesía a los 7 años y publica sus primeros poemas
en 1920, en revistas como “España”. Asimismo, debemos destacar que es una
de las representantes de la corriente neopopulista de la Generación del 27 en
Canarias y mantuvo amistad con grandes autores como Lorca y Alberti. Dentro
de dicho movimiento perteneció al grupo de las “Sin Sombrero” formado por
grandes autoras como María Zambrano y Concha Méndez, que lucharon por
defender sus derechos en una España que las condenó a la mediocridad.

En cuanto a su producción literaria, sus obras tienen gran influencia con


grandes autores como Lorca y Alberti, todas presentes en verso excepto
Memorias de una estrella y En el umbral. A pesar de su dedicación por el
teatro Josefina publica, Versos y estampas en 1927, donde el prólogo fue
escrito por Salinas, Poemas de una isla (1930) y Marzo incompleto en 1968 en
el que incorporó la maternidad y reclama al hijo que nunca pudo tener.
Finalmente, escribe medida del tiempo en 1989.

En 1933 obtiene el premio Montblack y en el 2000 es nombrada académica de


honor en la Academia Canaria de la Lengua. Finalmente, Josefina de la Torre
fallece en 2002 en Madrid.
Gabriel García Márquez.

Nos encontramos ante un fragmento que pertenece al segundo capítulo de la


obra Crónica de una muerte anunciada cuyo autor es Gabriel García Márquez
nacido en Aracataca (Colombia). Es uno de los representantes que impulsaron
la narrativa hispanoamericana en los años 60. Forma parte de una de las
figuras más importantes del realismo mágico, por el uso de lo mágico, lo onírico,
lo fantástico, y de nuevas técnicas narrativas.

Desde los años 50, compagina su actividad periodística con la escritura de


cuentos y novelas cortas. Su primera obra fue La hojarasca (1955), obra que
obtuvo una crítica excelente. Luego escribió Relato de un náufrago en 1970
que le impulsó a un rico universo místico-literario que le llevó a escribir Cien
años de soledad (1967) con la que obtuvo el premio Nobel de Literatura en
1982.

Márquez continúa escribiendo obras de excelente calidad literaria como la


obra objeto de este análisis Crónica de una muerte anunciada (1981). Luego
escribe su propia autobiografía Vivir para contarla (2002). En 2010 escribió
lo que sería su última obra Yo no vengo a decir un discurso formado por 22
textos escritos para ser leídos en público. Gabriel García Márquez muere el
17 de abril de 2014 a los 87 años de edad a causa de un cáncer linfático.
Federico García Lorca.

Nos encontramos ante un texto de carácter literario, que pertenece a un


fragmento de la obra La casa de bernarda Alba (1936) de Federico García
Lorca. Es una de las figuras más conocidas del panorama español y forma parte
de la Generación del 27. Nació en Fuente Vaqueros (1898) y muere en Granada
a causa de su condición sexual y pensamiento político. Entre 1920 y 1929
sufre un desbordamiento en su actividad creativa que le causa una fuerte
crisis a nivel personal.

Lorca, a pesar de su faceta como dramaturgo, también es importante destacar


su faceta poética, en la que encontramos obras como Romancero gitano (1928)
y Poeta en Nueva York (1929-1930). Debido a que pertenece a la Generación
del 27 junto a otros autores como Alberti y Salinas, hace uso de una fusión
entre lo tradicional y lo vanguardista. En cuanto a su trabajo en el teatro su
primera obra fue El maleficio de la mariposa y su primer éxito Mariana Pineda.
Luego Lorca continúa escribiendo, pero experimenta utilizando otros modos de
escritura: dramática vanguardista, El público (1930); trágica, Bodas de sangre
en 1933 y dramática, con la obra objeto de este análisis y la cúspide del
teatro lorquiano La casa de Bernarda Alba en el año 1936.
Antonio Machado.

Nos encontramos ante un texto lírico de carácter literario, concretamente,


ante el poema “A un olmo seco”, perteneciente a la obra Campos de Castilla
en 1912, cuyo autor es Antonio Machado, escritor perteneciente a la
generación del 98. Nace en Sevilla en 1875 y debido a la muerte de su padre
y sus abuelos no termina sus estudios por lo que tiempo después, marcha a
París con su hermano donde ambos trabajan como traductores. Entran de este
modo en contacto con las corrientes literarias de la época, como La bohemia
y El modernismo. En 1927 es elegido miembro de la Real Academia Española y
tiempo después, vuelve a Madrid y en 1931 recibe una cátedra de francés.

En los años en los que triunfó el modernismo, público Soledades (1903),


refundida posteriormente en Soledades, Galerías y otros poemas en 1907. Por
otro lado, relacionado con la generación del 98, publicó en 1912 Campos de
Castilla donde podemos ver conceptos del regeneracionismo, en 1924 Nuevas
canciones y por último en 1931 Poesía de la Guerra en el que cuenta problemas
durante la guerra. Machado trata corrientes que mezclan temas como el paso
del tiempo, la muerte y Dios.
Pedro García Cabrera.

Nos encontramos ante un texto lírico, ante el poema “Un día habrá una isla”
de Pedro García Cabrera, perteneciente a su obra a las islas en que vivo
(1971). García Cabrera fue un periodista y poeta español que perteneció a la
Generación del 27 que se caracterizaba por la fusión de las corrientes
vanguardistas con la tradición popular y a la que pertenecen a autores como
Alberti, Salinas y Lorca entre otros. Nuestro autor comenzó su actividad
literaria con revistas como “Hespérides” y “Gaceta de Tenerife”, así como
también escribió artículos en diarios locales. Es sin duda una de las figuras
literarias de mayor proyección tanto en el tiempo como en el espacio: respecto
al primero, por la influencia que su palabra poética ejercerá sobre la obra
lírica del siglo en el que vive y en cuanto al espacio por sus reconocimientos
en la España peninsular. Por otro lado, se suele decir que su vida y su obra
están conformadas por dos constantes: su claro compromiso social y su especial
atención hacia el paisaje isleño. Así, en la primera mitad del siglo se le
considera como un creador en tránsito.

Además, cabe destacar que encontramos en este periodo un acercamiento a


los ismos, sobre todo, al surrealismo, ciertos ecos de la poesía pura de Juan
Ramón Jiménez y una imitación de la estética lorquiana y Rafael Alberti. En
lo que se refiere a su producción literaria podemos decir que abarcó tanto
poesía como prosa, pero destacó más en la primera. Respecto a la prosa, este
se caracteriza por dos temas principales: la deshumanización y el proyecto de
una literatura regional. Adentrándonos en su poesía conviene destacar un
amplio repertorio de obras Líquenes (1928), su primera obra relevante;
Dársena con despertadores (1936). Entre los años 50 y 60 escribió La
esperanza me mantiene (1959); Entre cuatro paredes (1968) y Las islas en
que vivo (1971) libro que pertenece al poema que nos ocupa donde se aprecia
una dualidad temática del poema ante el mar y la situación del poeta en la
sociedad. Sus últimos poemas tratan temas relacionados con la injusticia y las
desigualdades sociales como Elegías muertas de hambre en (1975) y Ojos que
no ven (1977). Por otro lado, García Cabrera fue perseguido por el régimen de
la dictadura por su militancia socialista durante sus encarcelamientos escribió
obras como Entre la guerra y tú (1936-1939) y Romancero cautivo (1936).
Después de su muerte en 1985 le fue concedida a título póstumo la medalla
de oro por el Gobierno de Canarias. Actualmente, su obra está incompleta y
siguen apareciendo inéditos.

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