Verdaguer
EL AÑO ca. “Fui guitarrista, trabajé en un ta-
La formiga C ada lector puede encontrar en la poesía de Verdaguer ver-
sos a su medida. Siempre que le guste el frescor de una
ller mecánico... En mi pasado había
un yacimiento de experiencias que
Tot era falsia Si no hagués deixada lengua muy viva, el sonido luminoso de las palabras, la seduc- nunca había literaturizado. Fui poe-
dintre aquell palau, la gàbia daurada, ción de un ritmo que liga los versos como si nos enseñara a ta antes que guitarrista, en la adoles-
los mots que hi sentia mai més vos veuria, respirar felizmente. A partir de este atractivo, evidente para cencia. Pero trabajaba en una cen-
d'afecte i de pau. ma terra i mon cel. todos, la elección de los temas dependerá del interés personal. tral lechera, vivía en un mundo la-
Les ramells de roses Jo deixí en mala hora En “La formiga” Verdaguer ofrece su versión de un senti- boral muy duro, luego iba a una aca-
foren de gatoses; lo teu pagesiu, miento muy generalizado: el reproche por haberse alejado de demia nocturna... Hasta que vino
los llaços de murta oh poble que enyora su primer paisaje. Son las tres últimas estrofas. En hora mala, un primo del pueblo, que tocaba la
cadenes d'esclau. mon coret soliu; dice, dejó la payesía, e imaginándose hormiga maldice las alas guitarra, para hacerse figura del to-
Dintre aquelles sales de ma terra amiga que lo arrancaron del nido. El mismo tema que, muchos años reo. Aquello fue para mí como una
enemic cruel jo fóra formiga; más tarde, expuso Brassens en su canción “Auprès de mon ar- tabla de náufrago, me agarré a ese
les frisoses ales mal hagen les ales bre”. “Junto a mi árbol me sentía feliz, nunca debí alejarme de asidero y escapé de ese sórdido mun-
me llevà d'arrel. que m'han tret del niu! él.” Los fracasos de adulto que enumera Brassens son invencio- do laboral en que estaba metido.”
nes literarias, las adversidades que sugiere Verdaguer son rea-
les. Pero ambos coinciden en el supuesto: la dicha reside en no Una novela vivida
aventurarse por el mundo. No es cierto, claro. Es una añoranza
Coincidiendo con el centenario de la muerte de lírica, una ilusión. Y, por otra parte, quien está inquietamente Landero, como hijo de campesi-
Verdaguer, diversos escritores han aceptado la in- vivo es inevitable que emprenda la huida hacia el futuro. nos extremeños (nació en Albur-
vitación del diario para elegir un fragmento de la JOSEP M. ESPINÀS querque, Badajoz, en 1948), era ya
obra verdagueriana y comentarlo. Escritor un apasionado del flamenco. Pero
entonces entró de lleno en ese mun-
do. ¿Así que Emilio, el protagonis-
ta, al que le pasa precisamente eso,