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Y si se pudiera al cielo
La gente en el corredor,
con un pingo comparar,
como hacienda amontonada,
también podría afirmar
pujaba desesperada
que estaba mudando pelo.
por llegar al mostrador.
—¡No sea bárbaro, canejo!
¡qué comparancia tan fiera!
Allí a juerza de sudar,
y a punta de hombro y de codo,
hice, amigazo, de modo Estas comparancias, es cierto, horadan con fiereza inusual el modelo
que al fin me pude arrimar. prestigiado, cribándolo sistemáticamente en los pasajes que corresponden a la
representación del drama de Goethe: entonces se vislumbra el otro lado. Aquí
Cuando compré mi dentrada se trata de la maravilla de una belleza fea, que se nutre con gula de la fealdad;
y di güelta... ¡Cristo mío! [112] una belleza cuyo refinamiento es [113] estar hecha de detritus; una belleza
estaba pior el gentío sacrilega que se ríe de la Belleza y sus simulacros; que descoyunta la sintaxis
que una mar alborotada. y prefiere disparatar la palabra a conservarla en su juicio; gritar o apenas
susurrar entrecortadamente. Una belleza-payaso que ensaya sus volteretas y La composición toma el sesgo de una amenaza que un soldado federal
cae siempre de culo en el tablado haciendo los gestos del idiota triunfante, dirige a otro unitario. "La refalosa" está saturada del apetito sádico del
exitoso. Una belleza que es reída, pero se ríe a su vez del Modelo y sus verdugo, un mazorquero. Este apetito es el eje al que Ascasubi somete a
adoradores. sucesivas torsiones
En algunos comentarios que se cruzan entre Anastasio y Laguna la fiereza
se atempera. Y hay interpolaciones prolongadas, como por ejemplo la célebre Mira, gaucho salvajón,
de la sección III o de la sección IV, que responden a la misma finalidad, pero que no pierdo la esperanza,
en las que se va mucho más allá: si en las escenas parodiadas con fiereza el y no es chanza,
de hacerte probar qué cosa
fragor de lo bárbaro se hacía sentir en aquella belleza-payaso, en estas es Tin Tin y Refalosa.
interpolaciones el fragor se convierte en música: "—¿Sabe que es linda la
mar?".
Apetito sádico dicho en bufo, en burlesco: una torsión. Tintin es el sonido
Este par equilibra la estructura del poema, da resuello al lector en los
divertido que hace el "quita penas", cuchillo a utilizar, cuando el degollador lo
intervalos que permiten, a la vez, continuar luego —con entusiasmo y fuerza
asiente en una vaina de latón para afilarlo, para tenerlo bien a punto, pronto
renovados— la demolición del Modelo. Como en ningún otro poema
para la incisión final.
gauchesco, en el Fausto criollo se entiende por qué la parodia es un modo
En cuanto a la refalosa, está referida a esta circunstancia culminante: la
subestimado, despreciado todavía entre nosotros, reprimido: es que no hay
víctima, desangrándose y obligada a mantenerse en pie, "refala" en el charco
otra obra en la literatura argentina donde la parodia desnude del todo, como en
formado por su propia sangre. Ferocidad, crueldad, horror. Con todo, esto fue
ella, su naturaleza liberadora en relación con el Modelo-Autoridad. (Sin
moneda corriente en nuestras guerras civiles, trasfondo de esta "media caña"
embargo, no habría que olvidar otra obra de Estanislao del Campo, "Gobierno
macabra.
gaucho", donde aparece un presidente vernáculo con un garrote en la mano,
En uno y otro bando, como es sabido, se cometieron crímenes que llevaban
"vomitao y trompezando", en el momento en que dicta las leyes para el
ese triple sello, sólo que en las filas federales no hubo un poeta con la
pueblo.)
capacidad de convencer de que asesinos y perversos de esa laya militaban
En el Fausto criollo el Modelo-Autoridad es descoyuntado por dos bufos
únicamente en el bando contrario. No hay ningún otro recurso con mayor
paródicos, Anastasio el Pollo y don Laguna, complicados, específicamente, en
fuerza de convicción que el arte. Y el de Ascasubi en "La refalosa" rayó muy
la tarea de desmontar "la puesta en escena" de un aspecto bastante complejo
alto.
de la mentira del Sistema: la mentira artística.
Sin embargo, lo que el autor buscaba no era tanto impresionar con el tema
Así, el diálogo entre ambos descubre sus verdaderas intenciones: la burla
mismo, sino con su tratamiento. Narró, del principio al fin, lo que hubiera sido
premeditada con alevosía de la ópera de Gounod, de su libreto basado en la
fácil calificar de inenarrable, dejando la tarea a mitad de camino. Pero
célebre obra de Goethe y de la caterva de los admiradores alelados. El tema
entonces, no estaríamos hablando de "La refalosa" y de Ascasubi, sino de una
del Fausto criollo, lo mejor de éste, no es la clara y resplandeciente amistad
composición inferior y de un chapucero. La carnicería humana que se nos
que trasluce el diálogo". En todo caso, el diálogo es, en primer lugar, el
muestra está tratada como una fiesta, como un jolgorio, sometida a una torsión
elemento a través del cual se expresa la burla. Que Del Campo haya
en la que el refinamiento del tormento y lo bárbaro de la escena crean un
encontrado esta amable solución para disimular la osadía y virulencia de sus
nuevo escalofrío en la poesía argentina:
embates, es lo veraneramente admirable. El dictamen de Borges revela, de esta
manera, todo lo que escatima. [114]
lo tenemos clamoriando;
y como medio chanciando
"La refalosa " lo pinchamos, [115]
y lo que grita, cantamos
"La refalosa" es el relato, paso a paso, de un suplicio. A su término, la la refalosa y tin tin,
sin violin.
víctima es desangrada.
A partir de este momento, la visión distorsiva lleva al campo de lo estuviera ejecutando. Por esta suerte de ilusionismo, la potencia del acto se
monstruoso, en este sentido: que se ha quebrado el orden natural. Estamos impone a su realización, aparece como su realización. La sola amenaza de una
hechos, dentro de esos límites, para aceptar lo trágico desde el lado de lo serio, muerte como la de "La refalosa" causa un efecto multiplicador que el acto en
pero no desde lo cómico. Ponemos cara de no comprender. Miramos hacia un sí desaceleraría. Esto es algo que el verdugo conoce muy bien y que maneja
punto que está más allá del horizonte conocido. sabiamente, como también el efecto hipnótico. Repitamos: "Ahora te diré
Nada. cómo es: / escucha y no te asustes".
El horror visto desde el horror; el tormento visto desde la repugnancia del Ahora bien, que lo monstruoso circule y se nos muestre en estos versos
tormento, bien. Pero vistos desde lo burlesco, desde lo bufo, son algo que nos bailarines de "La refalosa" —octosílabos alternándose con el pasito corto de
descoloca por completo. Algo que se nos hace insoportable, tanto como el los cuatrisílabos— que provocan nuestro goce, responde a otra torsión, la del
propio suplicio. Otra torsión: arte poético gauchesco, que sostiene a todas las demás, esa claridad y ese
frescor (y esa exactitud) capaces de transformar el barro en oro en los versos
¡Qué jarana! de "La refalosa", como en la sextina de Martín Fierro o en las décimas y
Nos reimos de buena gana cuartetas del Fausto criollo. Versos que no dejan de florearse ni siquiera en
y muy mucho, medio del vaivén demencial de pasajes como éste:
de ver que hasta les da chucho;
y entonces lo desatamos
y soltamos; Ah, hombres flojos!
y lo sabemos parar Hemos visto algunos de estos
para verlo REFALAR que se muerden y hacen gestos,
¡en la sangre! y visajes
hasta que le da un calambre que se pelan los salvajes,
y se cai a pataliar, largando tamaña lengua;
y a temblar y entre nosotros no es mengua
muy fiero, hasta que se estira el besarlo,
el salvaje; y, lo que espira, para medio contentarlo.
le sacamos
una lonja que apreciamos O como este otro:
el sobarla,
y de manea gastarla.
Entretanto,
De ahí se le cortan orejas,
nos clama por cuanto santo
barba, patillas y cejas;
tiene el cielo;
y pelao
pero hay nomás por consuelo
lo dejamos arrumbao,
a su queja;
para que engorde algún chancho
abajito de la oreja,
o carancho.
con un puñal bien templao
y afilao,
Aquí culmina la "jarana". La "refalada" de la víctima hacia una muerte que se llama el quitapenas,
bestial luego de la cual, consecuentemente, es carneada como una res. Hemos le atravesamos las venas
sido conducidos hasta este páramo de lo humano, entre re- [116] verencias y del pescuezo. [117]
cumplidos, entre solicitaciones amables y comedimientos del mismo tono: ¿Y qué se le hace con eso?
Larga sangre que es un gusto
"Ahora te diré cómo es: / escucha y no te asustes". Una torsión más. y del susto
Y esta otra: que la amenaza se ha convertido en acto sin dejar de ser entra a revolver los ojos.
amenaza. El relato del tormento impresiona en nosotros como si éste ya se
Arte bárbaro, pero también arte para exquisitos, el bufo gauchesco tiene en una rosa deshojada.
"La refalosa" su pieza maestra. Sin ella, todo el edificio de la poesía gauchesca
se vendría abajo. No hay que escandalizarse: como en las mejores familias, En el Martín Fierro el bufo gauchesco pone al descubierto la tramoya de
esto ocurre en las mejores literaturas. Por ejemplo, ¿podría prescindirse del un sistema político que se nos presenta como un prodigioso proyecto
"Madrigal" de Gutierre de Cetina en el friso de los Quevedo, los Góngora y civilizador, pero que, tras bambalinas, margina, persigue y ejecuta el
los Lope? exterminio organizado de las masas gauchas, esas mismas que habían
contribuido al logro de nuestra independencia y actuaban en la línea de los
fortines.
"De aquella rubia rosada... " En el Fausto criollo se encara la tarea en el plano cultural, allí donde el
Lo que define al Sistema es que se impone como Verdad, siendo sólo un Sistema maniobra con más ingenio y sutileza; con más maña y disimulo; con
simulacro de ella. El Sistema es el engaño sistematizado. Pero tiene esta otra más delicados afeites y ropajes. El bufo gauchesco se pega al Modelo-
vuelta: implica la burla a los engañados; esto es, el escarnio. Sin embargo, Autoridad, al Modelo prestigioso importado de la metrópoli; para el
trata de hacerlo bajo las formas más sutiles, tras la acabada máscara de lo alejamiento del público selecto de Buenos Aires, lo parásita y termina con él
"serio". El Sistema se da el lujo de poner en escena la mentira, gesticulando la oponiendo a su belleza una nueva: la del mamarracho bárbaro-paródico,
befa tras aquella máscara. Aquí revela su naturaleza. teniendo como trasfondo el tema de la colonización cultural, pilar del Sistema.
El Martín Fierro, el Fausto criollo y "La refalosa" —independientemente Por último, en "La refalosa", el bufo gauchesco pone al desnudo la carga
de las banderías partidarias a que pertenecieron sus autores— se escribieron de demencia sin límites, de criminalidad fratricida, deleitosa, que
impulsados por ese estímulo distorsivo. Y es por eso que, en sus momentos desencadenan entre nosotros las guerras civiles, manejadas por los tramoyistas
clave, se cumple en forma paradigmática aquello de asimilar la distorsión del del Sistema, de adentro y de afuera, para afianzar aún más, si fuera necesario,
Sistema y devolvérsela multiplicada. En esos momentos, responden a la befa, por esa vía, su proyecto de sometimiento y dominación.
a la burla del Sistema, con el recurso de la parodia en su expresión más
corrosiva. En el Fausto, pegándose al célebre Modelo y transformándose ya,
para siempre, inseparablemente, en su otra mitad cómica. En el Martín Fierro,
la parodia imita equívocamente a la épica clásica, poniendo como héroe a un
bufón. En "La refalosa", la parodia transforma una inocente media caña en
una danza macabra.
La puesta en escena de la mentira del Sistema resulta reída, con esa risa
ladina del bufo gauchesco, tanto o más sutil que la de aquél. O, de otra
manera: esa risa oblicua, taimada, es el mejor antídoto contra el engaño
hábilmente amañado del Sistema.
La tramoya de lo "serio" (en el sentido lato de tramoya: máquina para
figurar en el teatro transformaciones o casos prodigiosos; o en su sentido
figurado: enredo dispuesto con ingenio, disimulo y maña) tambalea a cada
golpe de culo sobre el tablado; es puesta en evidencia, empieza a hacerse
pedazos. Y la máscara comienza a caer. Y cae.
Acaso estos versos del Fausto criollo se tangencien con lo anterior: [118]