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l. E S. N Q 1 "DRA.

ALICIA MOREAU DE JUSTO"

PROFESORADO SUPERIOR EN LENGUA y LITERA TURA

SEMINARIO B "CINE VINCULADO CON LA LITERA TURA LA TINOAMERICANA "

PROFESORA ANDREA COBAS CARRAL

UNIDAD /1: EL CINE COMO FACTOR MODERNIZADOR DEL CAMPO CUL TURAL
LA TINOAMERICANO EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

Corpus de textos literarios


,
Horacio Quiroga: "Aquella noche" (1918), "Los intelectuales y el cine" (1922), "Teatro y cine" (1927), "la poesía en el cine" (1927), "los escritores en
el cine" (1927), "El cine nacional" (1928), "Espectros que hablan" (1929) y "Escuela normal de Cinematógrafo" (1931). .

César Vallejo: "Religiones de la vanguardia" (1927), "Contribución al estudio del cinema" (1927), "La pasión de Charles Chaplin" (1928), "Ensayo de
una rítmica a tres pantallas" (1928) y "Vanguardia y retaguardia" (1928).

Roberto Arlt: "¿Soy fotogénico?" (1928), "Apoteosis de Charles Chaplin" (1929), "Mamá, quiero ser artista" (1930), "Las 'Academias'
cinematográficas" (1931), "El cine y las costumbres" (1931), "El cine y los cesantes" (1932), "Calamidades del cine" (1933) y "El cine y estos
pueblitos" (1933).

Jorge Luis Borges: "El cinematógrafo. El biógrafo" (1929), "El delator" (1935), "La fuga" (1937), "Verdes praderas" (1937) y "Un film abrumador"
(1941).
Final: lo que ha pasado con este hombre.iestá pasando
actualmente con todo el arte cinematográfico. La sola pre-
sencia de un rasgo fuertemente personal en un actor novel,
es aprovechada en seguida por el empresario en diez cintas
sucesivas. Cuantas veces hemos respirado al ver algo propio 27 de septiembre de 1918
-por fin- en una nueva estrella, hemos perdido también el
ánimo ante la feroz y miope manía de las empresas de utili-
zar a su gente, lo cual es motivo para que sea punto menos Aquella noche ...
,"
que imposible no conocer de antemano el juego a la Barris-
cale, Carey, Harr, por no citar sino algunos ases. Las actri- Hay frases ya "hechas, fórmulas de expresión triviales
ces, sobre todo, han sufrido el efecto. Las estrellas de bellos cuya fuerza poética es tan grande que resisten a la vulgari-
ojos y muy dueñas de sí, son un simple encanto cuando dad de un uso diario y constante, sin perder la sugestión
miran con naturalidad. Tales la Cooper, la Vernon, la Ma- ardiente del instante en que se las creó. Tales son ''Al pro-
j . e1nom b"re (o "su" o "tu ") y "Una tar de... "
n unciar
lone. Desde el momento en que el director de escena des-
cubrió esto, no hay modo de ver actuar a la estrella sino
¡ ¿Por qué misterio resisten dos o tres palabras al em~ate
¡
embobada ante el objetivo. Con el resultado de ver una co-
sa tan soberanamente poco teatral como la naturalidad,
convertida en "efecto". Nos referimos, quiérase creer, a la
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sin tregua de lo trivial, como si la nimia razón gramatIcal
que las une hiciera de ellas un ramillete inviolable, cuyo
perfume surgió al crearse la frase, y continúa evaporando
naturalidad sin conciencia de sí misma y que es adorable. ~ su poesía original, sin agotarse nunca?
I Nadie lo sabrá, por dicha. Pero mientras el hombre sea
De todos modos, algo nos queda siempre en una mu-
jer de lindos ojos. El destino y la empresa Fox más duros ~ hombre, y la palabra sea algo más que un sonido, habrá
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con Walsh, matando bajo pinturas, afeites e imbecilidades, f siempre un instante y una mujer cuya influencia fue tan
al actor que vio más claramente lo que era el arte cinema- granJe, que el alma entera de un hombre puede comenzar
tográfico. El hombre era buen mozo, es cierto; pero no 10 a girar su vida como un disco, a la sola evocación de estas
sabía, y de aquí su seducción. Ahora lo sabe demasiado, y palabras: "Una tarde ... "
no es al público a quien le interesa. Siendo yo muy chico leí "El Ruiseñor" de Buffon,
cuando el naturalista comienza: "Al pronunciar el nombre
de este pájaro," acude a la memoria el recuerdo de una de
esas hermosas noches de primavera ... "
Pues bien; ni antes ni después he vuelto a sentir una
impresión poética más vasta que la que me sugirió el autor
con su célebre capítulo. ¿Qué elementos de evocación, a su

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· ---~- - -.

vez, tenían estas dos o tres líneas para abrir tan inmenso pero '.puéde:jurar Con la mano eh él tofai<Sn-'qué"'rTiuchos
panorama de poesía ante el simple corazón de un mucha- hombres como él han abandonado el cinematógrafo" peri-
cho? Estos dos solamente: el acto de traer toda una ~ida vi- san do en cosas que poco tienen que vercon la seriedad de
vida o por vivir ante las puertas de la evocación que abre la la vida. No es el menor de sus sueños sentirseactórde cine
fórmula "al", y una noche de primavera. ' '; , - ',', .'. '. junto con determinada actriz, en el momento capital-de las
La misma impresión he vuelto a sentir un poco más cintas de amor, cuando los protagonistas quedan solos en la
tarde con "El sueño de una noche de verano", título de pantalla, con el final que todos conocen. ,
Shakespeare. El que esto escribe no .ha leído.nunca.Ia có- ¡Bello sueño! Y mientras nuestro hombre carnina sil-
media. Y ha hecho bien, porque la poesía de no importa bando despacio, siente que su alma: está-en blanco-corno la
qué comedia no podrá igualar jamás a la qu~_sugirió _su rí- panralla.rrnientras en unaesquina de éstavan 'surgiendo en
rulo a un .chiq uilín, del mismo, modo que no es sensato miniatura las caras que él conoce demasiado bien: porq ue
volver a ver a la tiernísima novia de un infantil amor, aun- no es esa la única noche que ha salido silbando despacio; la
qu~ ella haya valorizado ahora su vida con cuatro robustos Vernon, la Phillips, la Billie Burke, la Clifford~.~ "i J "
hijos. "" ,_,,[;, ' _ _,',;' . ' Todas norteamericanas, como Se ve. Su vida también
:--~·:-:_-Pues.bien:elcinemarógrafo hatenido la .dicha "~:Ie~~o está en blanco. Y sueña así: ' , , ,.' ':
de esos hallazgos. queson por sísolos un triunfo. No.es más ¿Qué, cosa mas fácil que hacerse enviara Norte Améri-
,que una frase usada en las leyendas de los filmes, una soja, ca por un diario, con el fin exclusivo de reportear a las eS":
corta, sin comentario alguno, y que llena toda la pantalla,' trellas del cine? Por poco que' se sepa' escribir, el interés ac-
Esta frase es "Aquella noche. .. ". Nada más, Supóngase tuar por el cinematógrafo es tal, que el 'éxito de aquéllas
ahora 'el lector el drama menos apasionado.rla comedia me- crónicas está descontado., . -- , <','"
.Ó» " -
nos .sentimental, la pieza más desprovista de interés. Por Se va, pues, y busca ala Vernon, 'cuyos ojos son sin par
desteñida y acuosa que ella sea, llegará un momento en que en el mundo desde que éste existe. Obtiene sus confiden-
un corazón sufre y un carácrer está a punto de romperse de cias, se enamora mucho, logra hacerse querer un poco. ¡Los
tensión. Pues bien:''Aq4ella noche .. ~", " , ojos de la Vernon! Por muchísimo menos puede, uno vol-
¿Qué pasa? ¿Se salva la heroína? ¿Solloza con los Pl!ÍÍos verse idiota, y por menos aún muchos se han .casado,
en las,sienes elhombre de carácter? CUéllqui,er cosa; el des- ¿Casado con la Vernon? . .. -:-:
tinoestá allí, emboza~o hasta lahora finaL hastaqueel au- ''Aquella noche ... " . ,
tor _lo.empuja adelante. Y: "aquella noche,... " ,.', ,," " , ,~,La~abecita en la esquina .del lienzo ha .carnbiado 'aho-
Luego, a la memoria deuna.enérgica obra.de un her- ra: la BiÍlie Burke.vpAh! La pequeña rubia repleta de gracia'
mosísimo par de ojos que .comenzaron por-enloquecer al y monedas, .con garganta de paloma, :Muy inteligente, .ade-
pr_Qt~oI1_ist,!>_:va, unidala visiónindeleble de-una breve frase más, vale decir" antojadiza. Por Jo que no dejaría de hace-rle,
p-egr~ en ,lél, pan talla, Quien: esto :__ n?__ 4t;l~
es,cri-~~", es~; ~~i~t~~; gra.ci~,un primer diálogo asíi. ;-,., _ ,,'_ _,e /l> ' ,;'--:''

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f
-Señorita Burke: ¿Usted sabe que he venido del fondo res. Esta ternura que le disuelve los labios en un vivo mi-
del Plata a verla? mo, y cuyo calor pasa de la pantalla al corazón de1lejanísi-
-¿Dónde es eso? mo transeúnte, es el más grande encanto de la Phillips. No
-Más allá del fondo del Amazonas; la Argentina. cabría con ella, pues, sino una grave emoción en un diálo-
-Ahora sí. ¿Usted vino a esto? go sin jugueteo psicológico; algo en esta forma:
-Sí. ... No, imposible ya. La soledad de la calle, el frío, el
-Mucho viaje. mismo silbar despacio, concluyen presto con la ilusión.
-Tenía ganas de verla. Dejemos. La vida tiene ocho o diez horas diarias más serias
-Pues bien, aquí estoy. que el sueño de un hombre que ya no es un chico. Pero
-Es que usted me gusta mucho más viéndola ahora. una que otra vez volveremos aún a salir del cinematógrafo
-Amable. ¿Así se dice? con toda nuestra vida en blanco, como ·la pantalla, mien-
-Así. ¿Qué clase de locura se le ocurre que podría ha- tras una pequeña mano luminosa de estrella rransconeinen-
cer yo para gustarle? tal, va escribiendo lentamente:
-Expeditivos, en el Plata ... Buenos Aires, ¿sí? "Aque IIa noc h"
e...
-Sí. ¿Y bien?
-y usted empieza así una ... ¿A ver, de qué color tiene
los ojos?
Nuestro silbador tiene los ojos pardos, negros o azules;
cualquier color. lo capital es que la señorita Burke ha dado
j"
muestra de un vaguísimo interés. Y un tiempo después el
amor -infinitamente más antojadizo que una estrella de ci- 9 de septiembre de 1927
ne- hace perder pie a la serenidad de la pequeña rubia, y
una mañana nuestro héroe, acodado a la borda del rrasa-
rlántico que lo vuelve al Plata, no acaba de sorprenderse de Teatro y cine
sentir una cabeza rubia recostada a la suya -la de Miss Bi-
llie Burke, su esposa. Cuando surgió el cine, no se vio en él-más que una
Y "aquella noche ... " simple modificación o sucedáneo de la escena teatral. Y se
Y van dos matrimonios. Pasa un instante. La pantalla, tuvo la certeza de que jamás se apartaría de las normas ar-
de nuevo en blanco, torna a oscurecerse en una esquina tísticas creadas y estilizadas·por el teatro.
con la miniatura de la Phillips. Ella ha sido su más fuerte Las primeras proyecciones fueron, en efecto, un simple
pasión artística por una temporada. Es asimismo muy inte- remedo de las repr~sentaciones teatrales: breves situaciones
ligente, y tiene un don de ternura único entre sus congéne- de conflicto, historietas dramáticas con personajes de otras

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épocas, todo ello sobre-un fondo fuertemente sentimental. dar mi nuevo paso atrás.' Tal insistencia 'en observarlo me:'
Por rápido que fuera el acto que nos ofrecía la pantalla, ha- rece dos líneas. '
bía ya en él, aunque informes, Jos 'elementos totales .de un El teatro es la simulación de. la vida =real o irreal- que
drama. Faltaban entonces las leyendas. Aquellos episodios se lleva a cabo entre.lienzos movibles de papel, y que se rea-
participaban de la pantomima, cuya identidad con el cine, liza por medio de personas y aun de animales. Está constre-
mudo por esencia, fue para los hombres de la época un ñido, por su carácter mismo de ficción, a fingirlo todo:
dogma del que jamás podría apartarse la pantalla; y en mí- desde los personajes, que casi nunca son del aspecto, esta-
nima escala .del teatro, cuya palabra y expresión enfática no tura y edad exigidos, al ambiente en -que se mueven, 'que
se atrevía' aún a adoptar. =: ';:: -: , -: ~ , no es ni por asomo tal ambiente.vsino otro de papel pinta-
Algunos años más, y el cine 'daba un gran :paso en la do. Pero-la ficción, aun dentro dejos mínimos q ue.se pida
composición de sus historietas.' Aumentaban 'los incidentes de ella, tiene también un límite; y 'este límite, muy lejano
de éstas; se había creado la leyenda, lo que permi tía no po- para los seres primitivos o incultos, toca casi los ojos del in-
co morigerar los gestos y ademanes a que recurre la mímica dividuo que ya es un hombre .para comprender, y no es
para decir que aquí, allí, arriba, abajo, dentro de nuestro más que un niño para dejarse engañar.. ;,,,,: -.,,'e' 1 "

corazón, pasa algo. ' ; _·Nadieignora que. del mismo modóqueIa pintura ha
Si en la técnica el progreso había sido evidente, como precedido a la palabra enIa .exreriorización=de, los senti-
arte, en cambio, el cine había dado un paso atrás. Se, había mientos, la representación ha precedido al. relato escrito.
convenido en vehículo de historias rontarnenteIiterarias, En:los primeros días de :la escena -quién -sabe qué remedos
relatadas a trozos por las leyendas, y comentadas, párrafo de castigos dediosesy fetiches-s-la muchedumbre creyó lle-
tras párrafo, por maniquíes de expresión exagerada y terri- na de pavor en la realidad de.los monstruos-representados.
ble que hacían esfuerzos muy-grandes para.hacer ver.que Fue ésta la época de oro del teatro"
estaban dominados por la ira, el terror, los celos o la pa- Con mayor cultura -y mayor desconfianza, desde lue-
sión convulsiva. Era el tiempo, y que no ha pasado todavía go- la misma muchedumbre perdió su ingenuidad abori-
para algunas cintas de procedencia latina, en. que los gala- gen: tal hombre pintarrajeado siempre del mismo modo no
nes, para hacer comprensible una leyenda que decía clara- podía ser alternativamente, un_dios alegre y una. vaca.furio-
mente: "Y sin rió encenderse. en su pecho una pasión volcá- sa; un esclavo molido a palos y una nube .de oro; '." '
nica por aquella mujer", abrían .rnucho los grandes ojos . Visto esto, los cómicos se sirvieron .de máscaras ,que ca-
revueltos, cerraban .fuerremenre. los labios.ty se..llevaban talogaron en prolijo orden de expresión, tal como se ..catalo-
ambas manos al pecho, que subía y bajaba con inaudita ga aun .hoy día ,en, algunas escuelas de ~cine: máscaras, para el
violencia. ,.', ._. ' "', ' __ dolor, para la pesadumbre;' para.la.nosralgiaaguda, para.la
:",' Del teatro, como se ve, ya había el cine asimilado algo. nostalgia leve, para la distracción pensativa:
Algunos .años desp ués .debía .delrnisrno asimilarlo ~todo; y La máscara, colocada sobre el rostro del actor y sobre

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la sensibilidad artística del espectador, persiste todavía. Ne-
cesítase de la gruesa presencia de un cómico para lograr
evocar por su intermedio a un héroe literario, como se va a
oír a una gárrula recitadora, por incapacidad de apreciar la
belleza de un verso leído mentalmente. . 30 de septiembre de 1927
Recitación y representación escénica son excitantes del
mismo género, e indispensables al hombre de pesada diges-
tión artíscica. Esta enfermedad estética excusa y sostiene la Teatro y cine
difusión de aquéllas. Un drama y un poema llevan ya en sí
poder de evocación suficiente para que no necesitemos re- El cine, pues, ha aportado a la representaci~n un ele-
currir a intérprete alguno, distante las más de las veces un mento, tras cuya simulación el teatro se ha debatido deses-
millón de leguas del personaje creado. No a todas las perso- peradamente hasta hoy. Este elemento es la ve~dad del esce-
nas, sin embargo, les es dado continuar viendo las estrellas nario. La presentación de una casa de sólidas y reales
cuando se ha cerrado los ojos. paredes, cuando de un in~erior se t~ata; de un jardín o una
Como realización de caracteres por medio del diálogo, perspectiva de montaña, SI así lo eXl~e el drama, de un bar~
el drama posee una fuerza superior a la de cualquier otro co, de una fábrica, de un cemenrerro o una tempestad, SI
g~ner? literario. Pero su finalidad queda cumplida en la pá- en tal ambiente deben moverse los personajes; todas est~
gma Impresa. Allí nace y esplende su poder evocador. El cosas y fenómenos reales, vistos, tocados, ha?itados y senn-
resto: pantomima y simulación infantil de la realidad, de- dos con una dosis mínima de ilusión, consnruyen la fuerza
sempeña funciones de un orden muy distinto. exclusiva que ha llevado al cine al primer plan entre los es-
No es creación nuestra -por desgracia y por suerte- el pectadores de arte. .. .
aforismo por el cual toda pieza de teatro que no resiste a la Ni la modicidad de los preciOS ni la tremenda medio-
lectura, es mala corno obra de arte. Pero puede ser un es- cridád de las cintas explican el afán febril con ~ue se vi~e a
pectáculo halagüeño para nuestros cinco sentidos. las puertas de las salas. La razón ex~lusiva ra~lCa en la Im-
Concedido lo anterior, es fácil ahora explicarse el in- presión de realidad sin engañ~, de Vida conocida y tal cual,
~ujo creciente, irresistible y resistente a las más duras inju- que halaga igualmente a los niños, a los adultos y a los an-
nas que el teatro ha lanzado sobre él, de ese democrático etanos.
cine, donde la realidad de expresión y de ambiente ha al- Nada comprueba mejor esto que la aceptació.n por
canzado límites insospechados, y que coincide justamente parte del público de los filmes de n?vedades m~ndlales y
con la senectud de su teatral nodriza. de las llamadas cintas naturales. Ni en unos ni en otras
existe trama sentimental que engañe. Y si es cierto que el
interés por los primeros puede atribuirse en parte a la sirn-

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ple curiosidad de ver personas y acontecimientos de relieve, Esta comprobación lleva naturalmente a otra; que es la
en las cintas naturales de gran ambiente lo único que atrae, siguiente: los únicos hom~res qu~ durante larg~s años han
seduce y encanta es la certidumbre de que tal pasaje, 'tal pi- comprendido las diferencias radicales entre eme y te~tro
ragua polinésica, tal caravana de rudos mineros son real y son los norteamericanos. Ellos han creado el drama ~me-
efectivamente cosas vivas, sin trucs de bambalinas y, te m':' matográfico en toda su capacidad, realizando cada vez.~ue
pestades de hojalata, sólo toleradas en gracia de una fuerte las exigencias lo permidan una obra de arte puro, y ~t1~1Za-
dosis de ilusión que los adultos están ya difícilmente en es- do el resto en ñoñerías de desenlace fatalmente opnrrusta,
tado de rendir. Compárese un segundo, a estos 'efectos, el que parecen haber heredado, punto P?r punto, l~ cursilería
desfile triunfal de Aída -ponemos por caso- con las danzas senrirnental de las novelas anglo-amencanas.' -, .
guerreras de los reyezuelos de África expuestos en la p-anta- , P~ro aun en estas cintas, que forman elnoventa Y cm-
lla. No son estas danzas salvajes más decorativas que las que co por ciento de las que se exhiben, ~mpe~an 'siempre ele-
ofrece el teatro. Antes bien: cuanto de seducción teatral en mentos nobles: la verdad del escenariO =cien veces puesta
brillo, metales, colores, música y,geÚos de gran estilo pue- de relieve-, la nat1;lralidad de los movimientos, de los. ade-
de concebir el hombre, ha sido puesto al servicio deL en- manes, de los gestos,_ de todas las acciones y ~xpreslones
canto artístico. -y a pesar de esto, el público de cine, -llarna- traspasadas a la-pantalla tales cuales son en ~a,Vlda:N?_ de-,
do demócrata porque paga barato su espectáculo, e inculto biendo olvidarse que rambién el noventa y CInC?por. CIento
porque resiste a la seducción del escenario, prefiere ver las de los dramas teatrales no son superiores en inodo alguno a
cintas naturales, sin luces ni trompetas, por el encanto que la cursilería ambiente, con la única diferencia' de que en el
en él ejerce la realidad, blanca o negra, bonita o fea." ' teatro suele aquélla ser pesimista, y optimista casi..siempre
. Este hondo sentimiento de la realidad no es privativo en el filme, ' . . '' .' '
del espectador de cine, por cierto. La descripción sin énfa- Pasa, sin embargo, que se mira estas cosas ~esde un
sis, en literatura; la exposición de un ambiente y sus carac- punto de vista falso, al juzgar las cintas norteamencanas en
teres sin recargo teatral; el relato, de un gran esfuerzo del particular. La producción cinematográfica es de tal modo
orden que fuere, sin complicaciones ni efectos inesperados; vasta y es el talento ~n escaso, que no cab!ía_s~rpre?der
todas las realizaciones de arte, que piden a la .vida y sacan que delas setecientas cmtas est~e~adas por ano, solo en' Es-
de ella una fuerte evocación de verdad, tienen también un tados Unidos, siete apenas 'exhiban una obrade arte:puro.
público que a la par de el del cine, halla su emoción más Estas raras obras de arte, perdidas entre un mar de ton~e-
permeable al paisaje solitario, al sobrio gesto de dolor del rías , demuestran de lo que es capaz el cine
. cuando se realiza
hombre de la pantalla, que a las contorsiones sin Iímite del la triple y feliz conjunción de ex~elencIas; argumento, ~ctor
personaje en el teatro. Llegamos así de la verdad del escena- y director. El público, del cual vrve toda empresa de eme o
rio a la sobriedad de la expresión, calidad por excelencia del teatro, tiene sus apetitos particulares, que ~o son los de un
cine como arte interpretativo.L- ,:,.' gastrónomo, Y hay que saciarlos. Estas mismas razones de

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superproducción y escasez de autores son las que apenas
nos dan también siete obras de arte, de entre las setecientas
piezas -y decimos poc<r- que se estrenan por año en el
mundo. 4 de noviembre de 1927
No es justo exigir al cine lo que no se exige del teatro,
y nada digamos de los millares de libros que aparecen por
año, y cuyo porcentaje de excelencia no alcanzará tal vez Teatro y cine
aquella cifra...
Las diferencias capitales entre cine y teatro han queda- El cine posee, como característica de nacimiento, su
do perfectamente delimitadas toda vez que un gran actor orfandad. Nació desprovisto de todo afecto, y no lo ha sen-
de la escena ha actuado en el filme. Creemos que sin excep- tido sobre sí durante el transcurso de su breve y grotesca
ción, todos ellos han forzado el juego fisonómico permiti- infancia. Queremos referirnos aquí al cariño de la clase l~a-
do en la pantalla. El exceso de dicho juego, la violencia del rnada intelectual. Aún hoy perdura oculta en ella este ans-.
cambio de las expresiones y de las expresiones mismas han tocrático desdén por el patito feo. Y si bien en los act~ales
producido un efecto muy extraño. Dichos actores parecían momentos dicha clase intelectual parece haber descubierto
sentir con doble y triple intensidad que los demás mortales la existencia del cine y bate palmas en su honor, estamos
conocidos. Si debían tan sólo sorprenderse en el drama, se dispuestos a creer que su ignoranci~ del cine _persiste,y que
espantaban. Si debían en rristecerse, sollozaban. Daban la su protección al nuevo arte es una simple ac~ltud de snobs.
impresión de poseer un sistema nervioso muy enfermo, co- Esta animadversión de parte de los tntelectuales, y
mo el de las personas incapaces de dominar sus gestos. muy particularmente de los artistas, ha l!a.mado si.empre
¿Cómo puede explicarse esto en actores de talla excep- nuestra atención. Cuantas veces hemos solicitado la impre-
cional? Por las sencillas razones que venimos apuntando, y sión de los compañeros sobre la capacidad dramática del ci-
que consisten en la diferencia del concepto dramático de la ne, se nos ha respondido con frialdad lige~a. Muchos de
expresión en uno y otro arte. El teatro toma de la realidad ellos ignoran de él todo, menos que se exhiben p~a goce
lo suficiente para poder decorarla, embellecerla, exagerarla, de sus sirvientas películas de cow-boys. Otros han ido va-
aun desvirtuarla, de acuerdo con su canon de arte. El cine, , Los mas
rias veces al cine, sin ver otra cosa que ronrerias. '
en cambio, pide, y la goza con inmensa fruición, la verdad declaran que tal nuevo arte no pasa de un simple espec-
misma en los movimientos, en los ademanes y en los ges- táculo populachero, con eficacia exclusiva sobr.e la gruesa
I tos. psicología popular ... Algunos, por fin, condescienden con
I
rubor a confesar su gusto por el cinematógrafo.
1,
-Voy a veces al cine =nos confiesa uno de ellQs- por-
11'

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que no sé a ciertas horas qué hacer. y confieso q~'e ta.ri1bién -Si la expresión gana- con ello ...
me entretiene. . =Desde su punto de vista, sí. '
-Pero, ¿no ve en él más que un simple entretenimiento -Es el de todos.
visual? -Tnsistimos nosotros-e ¿No ha hallado nunca arte -Porque todos sufren la influencia de ese culto a lo arti-
en él? ficial, consagrado como arte. Los actores del teatro no están
-Sí, en los panoramas. Hay paisajes muy bonitos, inte- viviendo un drama en la escena, por mucho que lo aseveren
riores de primera. Muy bellas cosas. así. Representan ante el público, se exhiben para él, y para él
-Pero, ¿arte? -proseguimos-. ¿Arte drarnáticov.con .su caen sin sentido en posturas académicas. De tal-gran actriz
poesía y su' psicología? sólo sé recuerdan dos excelsas virtudes:' su vo-z'de oro y su .ar-
-,-¡Ah,' no! ,...nosresponde sonriendo-e. Esto no. Para ver te 'para caer. desmayada en un diván. Este imponderable va-
y sentir dichas cosas; voy entonces al teatro. - - _ , lor concedido a la voz, en una intérprete de problemas psi-
~¿Cree usted, entonces, que el cine no puede realizar cológicos, y a los elegantes pliegues que guarda un vestido,
un drama-con todo su mar.de fondo psicológico? ' cuando su poseedora cae fulminada de dolor, Son-un índice
..=Desde-Iuego. _ ~-_. .,'" preciso de los extraños elementos que forman 'el arte teatral .
, - ,-¿Por qué lo cree-usted así? :'~.: :' , ' ,.; _' ,:_,
'! .: - .:
-¿El realismo crudo y brutal, 'escueto e' insignificante,
_ -Porque en. la, escena .rnuda falraprecisamenre el .ele- entonces? .. - '; . - -
mento primordial de la .manifesración y el análisis. psicoló- -No. Esa misma pregunta suya -defensa concreta de la
gicos: la,palabra. , - arrificiosidad del teatro-:- se hizo ya al arte realista en todas
=Pero,' en un arte de representación, como el teatro y sus manifestaciones .. Laverdad, fuera y dentro del teatro,
el cine, ¿halla usted imprescindible la necesidad de la pala- ha sido y es Una sola.i l.a expresión de las mujeres que sor-
bra para todas .las circunstancias? _ . - .. -:: prenden una carta en la cartera de su marido, y la de éstos
. -Ciertamente. Por la palabra se llega al ,alma y se sale cuando reciben un anónimo, es ahora la que fue hace mil
de ella. No podemos conocerla de otro modo. De no ser años. Lo que varía es el canon de esa expresión para ante el
así, mucho antes que su cine la pantomima habría ya reali- público, desvirtuándola siempre en honor y. gracia de mi
zado eldrama mudo que usted pretende. _ . concepto de arte por el cual se considera indispensable fal-
=Son cosas distintas. La pantomima es una caricatura sear la realidad paraque resulte 'herrnosa. Hay-estados ner-
de la expresión, y el cine pretende, por el contrario, ser la viosos, particularmente en las mujeres, que ·tienden a exa-
expresión misma. " _ gerar, a endiosar la .expresión 'de los sentimientos. En el
, -Ya la.tenernos, en el teatro; - _' .: ->,
semblante de tal señora que pasea- solitaria: por' su-CUarto,
. ~N~, tal; el teatro ha hecho ga]a, por-perversión _artísti-: entregada a sus .reflexiones, .podrá. seguirse, en· halos breves
ca, de -exagerar la expresión .d~los sentimientos, la: verdad y_ fugitivos,' el proceso de sus sentimientos, ;por ser el rostro
de-los ges.tos y la.naturalidad.de-las __~xpresiones." . de: una persona a solas iun 'espejo 'sumamente sobrio .del' al-
"

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'111Wi
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ma .. Pero dé usted a aquella dama nerviosa la certidumbre rio, nos ofrecía una Norah taciturna, reconcentrada y fatal
de que es observada, y entonces asistirá usted a una exhibi- ya desde la primera escena, logrando dar con ello la impre-
ción de gestos y ademanes excesivos, que no aparecían de sión de que la gran actriz, sabedora del cambio operado en
ningún modo cuando la dama se creía sola. Norah en los últimos momentos, se anticipaba en cuatro
Pues bien: el cine es un arte cuyos intérpretes dan la actos a la crisis del personaje. y así las demás.
impresión de que nadie los ve cuando actúan entre ellos, y ¿Cree usted que en un personaje así creado, según el
con mucha más razón cuando se hallan solos. Viven, hasta temperamento o el humor del actor, puede hallarse al ente
donde es posible en una ficción, la vida misma. El actor de de líneas precisas e inmutables que le dio su creador al pre-
teatro, en cambio, lo exterioriza todo, con la teatralidad ya cipitarlo en el drama?
apuntada en la dama nerviosa, para el público que contem- y no hemos concluido aún ...
pla, y del que no se olvida un solo instante, puesto que pa-
ra él interpreta. Mientras el uno es en cierto modo sorpren-
dido por el objetivo en su soledad, el otro luce su papel, y
se esfuerza por todos los medios posibles en lucirse perso_
nalmente, a despecho del librero.
:1, y llegamos aquí a la vieja cuestión del temperamento.
Según es notorio, todo personaje dramático es creado 2 de diciembre de 1927
por un autor de valer, es un ente perfectamente realizable y
definido física, intelectual y moralmente. Tras la lectura de
uno de esos dramas no queda sino una impresión sobre tal La poesía en el cine
personaje, a la que subsigue una sola evocación: la de un
hombre bronceado o pelirrojo, lúgubre u optimista, violen- Tal vez un concepto artístico en degeneración, a fuerza
to o conciliador. Cualquier cosa, pero de una sola pieza. de cultivo, ha impedido a los europeos comprender la fuer-
Así se lo anota en el libreto, y de acuerdo con esta acota- za vital del cine. Hace ya muchos años se repetía, al exceso,
ción se desenvuelve fielmente la psicología del personaje. que el teatro francés se debatía entre el adulterio realizado y
No cabría así duda alguna sobre su carácter físico y moral. el ad ulterio a celebrarse. Todas las demás contingencias de
Ya pesar de esto nuncase ha logrado ver dos caracteri- la vida, de las ideas y de la moral, habían quedado de lado.
zaciones parecidas del mismo personaje. El arte en el teatro, como en la poesía y la novela, se
Entre las varias Norah de Casa de muñeca que hemos restringía entre las cuatro paredes de una sala de conversa-
tenido el honor de ver, todas han sido como por sistema ción. Tornábase arte de cámara para gentes de mundo y
distintas. Esta actriz nos daba una Norah alocada antes y criaturas de mentalidad corta, que sólo en cierta sociedad
después de su fracaso sentimental. Tal otra, por lo contra- y su psicología hallaban arre y motivosde arte,
"1

Ili 188 189

. di
No es esto del todo cierto; pero si descartamos algunos .El resultado ~todos lo sabernos= fue "lamentable, pues'
dramaturgos de raza nórdica, y uno que otro de cepa lati- en el árido lienzo faltaban las acritudes, los trajesy el am-
na, elresto de los hombres que en los últimos-cuarenta biente teatral, cuyo conj unto engendraba la apariencia de
años han escrito para la escena,' no han llevado a ella Carac- una gran interpretación. .- .
teres -vale decir, la mayor realización posible de vida en un Mientras los cinemarografistas europeos trasladaban al
solo personaje-, sino conflictos. Sólo contrastes escénicos, filme este teatro con argumentos adocenados -lo que no
más o menos interesantes, más o .menos inocuos, puesto sería nada- y su juego de expresión desvirtuado por con-
que casi todos ellos debían subordinarse a 'la estatura, la ceptos artísticos ~lo que era grave...:...,
los norteamericanos
voz, los trajes y las actitudes artísticas detal actor o actriz. desterraban de golpe unay otra falacia, e iban a ·busCa.rte-
Este teatro fue el que las gentes de Europa llevaron al mas poéticos en el corazón mismo de la vida en.lucha ..
cine, tal cual es, con sus galanes insignificantes y suicidas, y Esta poesía de la vida no es por cierto privativa dejos
sus grandes actrices fatales. Pues cumple observar otra ca- norteamericanos. Cualquier país de Europa y del orbe en-
racterística del cine europeo, y que consiste en la exaltación tero está .revuelto por la acción de los grandes esfuerzos: En
de la actriz -hasta en la estarura-, en detrimento de los va- cualquier rincón del mundo se tienden lineas férreas con
rones que la rodean. ' 1
¡ infinitas penurias; se levantan diques gigantescos; se sondea
Rara vez tienen éstos un real valor moral. Representan, febrilmente el suelo en busca de petróleo, o se trasladan de
en torno de la gran actriz que asedian, el solo instinto mas- una región a otra grandes tropas de ganado esquilmadas
culino. Son, apenas, zánganos, podríamos decir. Su misión por la sed. . . ¡ -

es exclusivamente sexual, y tiene por objeto poner con ello Pero sólo los norteamericanos vieron que en: el canto
de relieve la grandeza de alma de la protagonista, que llega de esos grandes esfuerzos del hombre, saturados de épica
a la renuncia o al suicidio con heroísmo apenas igualado en viviente, latía la fecunda savia del cinemarógrafovSus privi-
sus cuatro o cinco cintas anteriores. La especialización de legios de panorama real y de caracterización de personajes
todo un arte, en honor y servicio de una actriz, pasó a la buscada, no entre las seis figuras principales de una com-
pantalla con el resultado de todos conocido. Ni Sarah, ni la pañía dramática, sino entre la masa de ciento .veinte millo-
Borelli, ni Zacconi, ni ninguno de los astros de la escena, nes de hombres; el desprecio o la insignificancia del ele-
cumplió ental cambio lo que se esperaba de ellos. .ELmoti- mento sentimental, ,pues dichas ...epopeyas llevaban ya/en sí
va es sencillo: la expresión del semblante, base del nuevo su pasión y su .finalidad, todo esto al servicio de un gran
arte, estaba supeditada en el.otro a factores escénicos muy sentimiento nacional y de unatécnica superior, dieron esa
superiores a.aquélla, para la finalidad. teatral. " . docena ·de,cintas maestras que prueban el grado óptimo de
"El rostro es el espejo delal~a",'::"se habíadicho ~ nues- vidayde arte a.quepuede llegare! cine.;: ,
tros actores-, ;"Denos:üsted con su semblante, y, únicamente. . _ Pero es indudable que .estas reflexiones, por. justas .que
con él, la impresiónde.lo que siente, piensa o sueña.".. ', . sean, han de parecer a no pocas gentes fantasías blasfema:

190 191
torias. No todas las personas poseen el difícil don de per-
cibir belleza en un episodio o una demostración del es-
fuerzo del hombre, y que ha hecho correr ríos de sudor.
No para todos la vida en sí misma, sin que se la atisbe pa-
ra desfigurarla con el nombre de arte, es fuente inagotable
de poesía.
El realismo en arte, aunque parezca gratuito advertirlo,
no es obra de escuela, sino de constitución ...
El amor a la verdad no se adquiere.
Quien no sienta en arte este amor infiltrado en sí por
sobre todas las cosas, no sentirá la poesía de las doce epope-
yas a que nos hemos referido, ni gustará -esto va de sí- de
cuantas reflexiones sobre el cine pueda hacer el que escribe
estas líneas.
8 de junio de 1928

El cine nacional
Cuando el cine alemán, el francés yel italiano comien-
zan apenas a reponerse de la desviación teatral sufrida en
sus comienzos; mientras el cine ruso progresa a grandes pa-
sos aún infantiles, y el español se halla todavía en pañales,
no es de extrañar que el cine nacional, sin la vasta experien-
cia del norteamericano y sin la tradición escénica de los
países europeos, se halle, menos aún que en pañales, en el
limbo de las gesraciones que aún no han alumbrado.
Creemos que superan de algunos centenares los filmes
dramáticos que el cine nacional ha pasado en la pantalla.
De esta enorme cantidad, sólo una mitad de cintas se han
estrenado en los grandes cines de la capital. De esta mitad
ofrecida al público especialista del centro, apenas se recuer-
dan seis u ocho. De ninguna de estas seis u ocho ha queda-
do memoria de una cabal obra cinematográfica.
y las razones por las cuales, a pesar de los cientos de
cintas prematuras, el cine nacional no ha alumbrado aún,
debe buscarse en el desdén sistemático con que entre noso-
tros se han considerado los dos factores capitales de la reali-
zación cinematográfica: el autor yel director.
Los derechos de autor se estiman en Estados Unidos
en el diez por ciento del capital invertido en la película.
Quiere decir que sobre los doscientos mil dólares que

201
cuesta una cinta común norteamericana, el autor del ar- mejantes en un todo a los que se podrían representar con la
gumento percibe veinte mil; y si el filme llega a exigir un letra de todos nuestros tangos.
millón o más de desembolso, aquel que ha proporcionado No respondió el éxito de estos filmes a las esperanzas
el asunto del filme se enriquece en la cantidad de doscien- cifradas en e! renombre de sus argumentistas; y como di-
tos cuarenta mil pesos moneda nacional argentina: tal chos argumentistas eran para las empresas los mejores escri-
tremendo porcentaje dice bien claro del interés vital que tores con que contaba el país, dio e! caso curioso de confiar
para las empresas de aquel país tiene un feliz asunto cine- en adelante kilómetros de película virgen a cualquier des-
matográfico. conocido, ante el temor de entregarlas a escritores de profe-
.,
Siendo e! filme norteamericano de ambiente un cuen- SIon. ~
~~..r ~ ... : : " • I _ :", ~ H) ~ ¡ "k ...

to o una novela en acción, se comprende que allá se haya El caso no es nuevo: los directores de teatro profesan
recurrido preferentemente por asuntos a los cuentistas o igual sentimiento de horror por las piezas de los literatos. En
novelistas especializados en tales relaros. y siendo el filme esto, justo es decirlo, el teatro ha tenido cien veces razón.
francés un simple drama resuelto en una sucesión de esce- Pero como los autores teatrales, en cuanto podamos sa-
nas capitales, desglosadas del ambiente en que nacieron, se ber, tampoco han sido solicitados por la pantalla, nos halla-
explica también el que allá se haya solicitado de autores de mos, en todo el pasado y e! presente de! cine nacional, con
teatro el argumento de los filmes, ya en obras originales, el fenómeno de verse excluidos sistemáticamente de él los
que es lo menos común, ya de adaptaciones a la pantalla de cuentistas, novelistas y dramaturgos, únicas personas en su-
célebres piezas de teatro. ma de quienes es verosímil sospechar capacidad para rendir
En tre nosotros ni una ni otra cosa se ha hecho. En un al cine lo que constituye precisamente su don y su profe-
principio solicitóse la colaboración de algunos nombres sión: argumentos.
muy conocidos en el mundo político-social, pero poco ave- Advertimos: tanto como un escritor dueño de su arte,
zados en e! arte de la novela. Se buscó con ello verosímil- puede el ilustre desconocido de quien hacemos refere~cia
mente un factor eficaz para la propaganda, o bien se come- crear una magnífica historia; pero no es probable; y mien-
tió el error de creer que un político de nota, un articulista tras esta probabilidad no pase del uno por cien mil, debe-
de fondo, un orador de éxito, podían ser capaces, por ligera mos esperar la obra de quien han dado consecuentes prue-
afinidad con la literatura, de poseer ese don tan innato y bas de saber hacerla.
adquirido al mismo tiempo, como lo es el arte de compo- Dentro de esta anomalía apuntada, tal vez e! gusto ar-
ner historias: para ser U)r1 radas en la novela o ser represen- tístico de las empresas filmadoras haya jugado un impor-
tadas en e! teatro. tante papel. Admitido esto, es probable que e! asunto cine-
Las cintas filmadas con tales elementos fueron, en el marográfico del tres veces citado ilustre desconocido colme
mejor de los casos, un melodrama manejado con el menor los ensueños artísticos de aq uéllas.
tacto posible, o un poema de gruesísima sensibilidad, se- Pero el interés de la empresa sufre cuando antepone el

202 203
deleite inconsulro de sus dueños al gusto de su público. y Pero el ambiente no lo constituyen únicamente las
el gusto de este público -el de la metrópoli, por lo menos-, personas o costumbres o muchedumbres del ámbito: veinte
llega hoya un nivel que ninguna cinta nacional puede atre- mil detalles cooperan a darlo, y su pobreza exigua, a restar-
verse a desafiar, so pena de ser acogida con risas sin fin. lo. Así, hemos visto en una cinta nacional una escena de
En un cine de arrabal-a diez centavos la función ente- obraje, donde lo único que se mostraba de tal populoso
ra- hemos visto una vez acoger de este modo un filme ita- obraje, era al protagonista junto a un árbol tronchado, del
~ia_n~cuya estrella, excelente actriz de teatro, por lo demás, que apenas se veía una sección. El hacha de este hombre,
iniciaba el filme con más gestos de los debidos. El gusto peón de oficio, era nueva: apenas salida del escaparate.
pl)f la naturalidad escénica, infiltrada ya hasta en los pe-
Hemos visto en el transcurso de otra cinta a una pareja
queños vendedores de diarios, es la más grande conquista de enamorados encontrarse trece veces en una esquina de
de cultura que haya hecho el cine entre nosotros. Buenos Aires, sin que en ninguna de las trece veces se viera
Un escaso asunto puede ser salvado si un fuerte senti- alma viviente en las calles.
miento artístico rige el desenvolvimiento de un argumento Hemos visto una carrera de sortija, de la cual se mostra-
pobre, en escenas ricas de color. Tal es la tarea del director, ba tan sólo el arco, tres paisanos al pie mirando el objetivo, y
y entramos con ello en los secretos internos de la pantalla. la corrida de otro paisano seguido pesadamente por la má-
Ya hemos expuesto en artículos anteriores la obra fun- quina, desde que arrancaba hasta que pasaba bajo el arco.
damental de la dirección en el cine, a propósito de las difi- Hemos visto morir a una criatura en un hospital, ro-
cultades que para llegar a serlo debió vencer el más fuerte deada por sus padres; pero del hospital, de los enfermos, de
de todos ellos: David W Griffith. Griffith descubrió los se- los médicos, de las enfermeras, de las mil y una circunstan-
cretos por Jos cuales se llega en el cine a la representación cias de ambiente de hospital, que es el fondo mismo de la
de la vida misma, se levantó el muro infranqueable que se- realidad fingida, nada se vio. Se supo que estábamos en un
para d.es?e entonces el cine del te~tro; pero creó también y hospital, porque así lo anunció la leyenda. Lo único de tal,
vulganzo los recursos de grueso efecto, que salpican aquí y era aq uel retrato fotográfico de "una enfermita entre los au-
allá sus mejores cin taso
tores de sus días".
Esta intención o incapacidad para no ver del cine sino No procederíamos tal vez con justicia cargando a los di-
sus facilísimc:srecursos para conmover gratuitamente, pare- rectores el déficit de ambiente que ha hecho de nuestros
ce haber regido hasta hoy el criterio de nuestros directores. filmes una sucesión de escenas mimadas, sin asiento en tie-
No se ha hecho ambiente jamás, si no es en algún bar de rra ni atmósfera algunas, pues todas ellas se redujeron a la
bajo fondo, iY eso!. .. El ambiente, tan capital para la pan- exhibición de dos o tres personajes herméticamente encua-
talla como la palabra lo es para el teatro, no ha sido nunca drados en la pantalla, solitarios y silenciosos, desligados del
utilizado, o el deseo de hacerlo por parte de los directores todo del medio en que actuaban y que debía prestarle vital
ha sido sofocado por parte de las empresas. realce.

204
205
sión de asombro, reproche e indignación que fatalmente
No siempre una empresa tiene capacidad financiera debe traslucir el semblante de quien se expresa así. No por
suficiente para proporcionar a sus directores los elementos cierto con: "Usted piensa ahora que sus hermanas han pro-
que éstos exigen. Aunque si bien se mira, la compra de un cedido mal dejando salir sola a su hermanita menor ... "
hacha honestamente usada, en vez de nueva, el olvido de Antes en los comienzos del cine, cuando los filmes
un paquete de algodón, a medio abrir, sobre un velador de eran una sucesión de fotografías de expresión detenida, los
hospital, no cuestan en verdad un ojo de la cara. actores no hablaban. Algunos tampoco lo hacen hoy; pero
Es, pues, en su negligente actitud ante estas pequeñe- estos actores, de una sensibilidad muy viva y un poder de
ces de ambiente, donde han flaqueado en menor grado expresión muy fuerte, no pueden ser tomad?s d~ eje~plo.
nuestros directores. La debilidad más fuerte se percibe en el Constituyen excepciones, en cuya comprensión inteligenre
juego fisonómico de los actores, imputable, por principio, y en cuyo semblante, el director puede confiar. No nos ha-
a la dirección del filme. llamos todavía en este caso.
Muy rara vez se ha notado una exacta correlación entre .:
el estado mental de los actores y su exteriorización en el .... ,.
semblante. En las escenas de cima nacional que hemos visto
filmar -m uy pocas, por lo demás-, los actores rio hablaban.
Colocados en posturas estudjadas como rnaniquíes, con to-
da su atención puesta en sus movimientos, y no en la inten-
ción de estos movimientos, se les decía cosas como éstas:
"Ahora, usted la mira fijamente, como si se le declara-
ra, y le toma la mano. .. "
Pero los labios del actor no se movían.
Es difícil y duro para un varón colocarse en situación
de amor o de lo que fuere, a boca cerrada. El alma y el ca-
lor que la animase escapan con las palabras, y la expresión
del semblante no tiene entonces una función que reflejarla
como un espeJo.
Si en una determinada escena, por ejemplo, la situa-
ción exigiera que un hombre increpara a sus hermanas ma-
yores con estas palabras:
"¡Pero es posible que hayan ustedes dejado salir sola a
esta criatura a las once de la noche!", no sabemos con qué
suma de sabias advertencias se podría reemplazar la expre-

2Ó7
11
I 206
¿Cómo, pues, el intelectual no halló en el arte recién

nO 227 creado, atractivos que por quijotería o snobismo hicieran


de él su paladín?
La revista Clarte, que no se caracteriza precisamente
10 de agosto de 1922 por el estudio de frivolidades, plantea esta misma pregunta
en un primer artículo así encabezado: "El problema del ci-
ne en los tiempos modernos es demasiado importante para
Los intelectuales y el cine que no entre en nuestras preocupaciones".
¡Por fin! -podrá decirse. Los intelectuales de Clarté es-
Los intelectuales son gente que por lo común despre- capan por lo visto a esta generalización que acabamos de
cian el cine. Suelen conocer de memoria, y ya desde enero, exponer. Oigamos un momento, porque vale la pena, lo
el elenco y programa de las compañías teatrales de primero que dice la revista en cuestión:
y séptimo orden. Pero del cine no hablan jamás; y si oyen a
"En un principio no se ha querido ver en el cine más
un pobre hombre hablar de él, sonríen siempre sin despe-
que una industria. Ahora bien, el cine es un arte, y la in-
gar 10~labios.
dustria cinematográfica no es a este arte sino lo que la in-
No es el caso averiguar si no se cumple con los intelec-
dustria del libro, por ejemplo, es a la literatura. De este
tuales respecto del cine el conocido aforismo de estética
modo el cine anda aún en busca de su verdad, conducida
por el cual rodos los wagnerianos exclusivos silban sin cesar
por los peores guías que podía hallar.
trozos de Verdi. Acaso el intelectual cultive furtivamente
"Se la ha trabado con las viejas reglas de un teatro en
los solitarios cines de su barrio; pero no confesará jamás su
crisis de renovación y de estilo. El cine no se ha libertado
debilidad por un espectáculo del que su cocinera gusta tan-
aún de esta funesta influencia ... "
to como él, y el chico de la cocinera tanto como ambos
juntos. Manantial democrático de arte, como se ve, y que a Exactamente. Todo lo que de verdad, fuerza franca y
ejemplo de las canciones populares, da de beber a chicos, fresca tiene hoy el cine, se lo debe a sí mismo, y lo adquirió
medianos, y hombres de vieja barba como Tolsroi. con dolores y tanteos sin nombre. Lo malo que todavía
Pero el intelectual suele ser un poquito advenedizo en guarda y que oprime por la desviación o hace reír por lo
cuestiones de arte. Una nueva escuela, un nuevo rumbo, convencional, es patrimonio legítimo del teatro, que here-
una nueva tontería pasatista, morneritista o futurista, está dó y no puede desechar todavía. La gesticulación excesiva,
mucho más cerca de seducirle que d esagradarle. Y como es violenta, que comienza impresa en los mascarones de la tra-
de esperar, tamo más solicitado se siente a defender un is- gedia primitiva y continúa en la afectación de expresiones y
mo cualquiera, cuanto más irrita éste a la gente de humilde actitudes de la escena actual, es teatro y no cine. Pero oiga-
y pesado sentido común. mos todavía:

286 287
"El cine procede de todas las artes, es su poderosa sínte- Tal es por lo común, en efecto, la causa de los innu-
sis, y ello nos obliga a tener fe en su prodigioso porvenir. merables desengaños. Dada la superproducción de filmes,
Atrae sobre sí, universalmente, todas las verdades esenciales que alcanza a muchos millares por año, puédese sentar sin
de la vida moderna para crear con ellas una nueva belleza. temor de yerro, que la primera cinta con que tropecemos
Pero se comprende que el descubrimiento de tal riqueza ha- en un cine cualquiera, no será una obra de arte. Después
ya provocado graves errores. Los tanteos eran inevitables. No de ocho y diez cintas, ya hallaremos una pasable. Yes me-
se ha llegado de un golpe a la sinfonía. El genio ferviente y nester que transcurra un mes entero -y tal vez un trirnes-
sincero de muchos siglos se ha empleado en aquélla. ¿Por rre-, para hallar por fin un film que sea el exponente de
qué el cine escaparía a esta necesidad, tanto más cuanto que este marav illoso, ..n,l!~v:,?.~rJe;_Hablamos aquí, como se
su porvenir es más formidable? Y luego -es menester decir- comprenderá, de condiciones de filme p urarnenre rart ísti-
10-, los que podían haberlo ayudado más eficazmente, lo cas.
han despreciado y vilipendiado. Dejando en manos de los Bien; un mes, un trirnesrre, un año ... No es mucho
arribistas del primer momenro -ratés de rodas las categorías- plazo, sin embargo. Si en toda la producción escénica de
este inaudiro medio de creación, los iritelecruales ... " un año corrido, yen la otra terrible superproducción litera-
. ria mundial, tuviéramos que escoger las obras maestras -con
He aquí la palabra. No fueron sólo los intelectuales, al rodas sus lerras=, el rubor nos subiría al rostro al constatar
parecer, los que permanecieron mudos y con superior son- que sólo tres o cuatro libros o algún drama merecen el
risa cuando se les habló de cine. "Arre para sirvientas", en el nombre de tales.
mejor de los casos, "Payasadas melodramáticas", cuando el ¿Qué juicio del arte literario podría formarse un novi-
intelectual explicaba su sonrisa. cio ideal, por el primer libro adquirido al azar en una libre-
Cierto; tales groserías melodramáticas constituyen el ría? No culpemos pues al arte cinematográfico de las tonte-
triste don que las hadas escénicas d~l primer instante hicie- rías diarias impresas en la pr irner pantalla que encontramos
ron al recién nacido. Pero continuemos: al paso. Para evitarlas se req uiere una larga cultura -como
para con el libro-, que no se adq uiere sino devorando mu-
"Los intelectuales se encerraron en el desprecio. No cho malo. Pues como dice y prosigue Clarté:
comprendieron que la imagen podía ser no solamente ex-
presiva en su movimiento o su asunro, sino también bella. "Es menester frecuentar larga y pacientemente las sa-
Pero no es ésta la obra de un solo día o de un solo espíritu. las. La fe no se adquiere de golpe. En el estado actual, el
No basta, particularmente, con ir a ver de cuando en cuan- mejor film no contiene sino las bases posibles de lo que lle-
do, en los programas tan mal confeccionados de los salones gará a ser. Y tan mala cinta, en un segundo, en el relámpa-
actuales, dos o tres cintas, para quedar ungido de gracia. Es go de un gesto, en una actitud, en la expresión de un senri-
menester frecuentar larga y pacientemente las salas ... " miento, nos deja descubrir verdades no rnenos esenciales.

288 289
Lo que desde un principio ha corrido a los intelectuales es
precisamente lo que debería haber sido para ellos razón de .
entusiasmo: el modo cómo el público se ha apasionado por
el cine, y la fuerza de su irradiación: Pequeña vanidad de
inteligencias que no creen ser comprendidas sino por unos 17 de agosto de 1922
cuantos. los intelectuales se han dado cuenta ahora, pero
un poco tarde, de los tanteos, de la torpeza y del dinero
que su indiferencia y desprecio ha costado al desarrollo del Un buen film. El hombre de Río Perdido
cine. Y si sueñan todavía con un arte dramático en trance
de renovación, deben saber esto solo: que el cine matará un Cuando en la vieja Triangle Tomás H. Ince producía
día al teatro, si éste no se orienta hacia formas más puras." en silencio una buena cinta por semana, sin que se poseye-
ra entonces la supervisión telescópica y a menudo miope
Hasta aquí el intelectual (naturalmente, nadie conoce de ahora, House Peters interpretó bajo su dirección y en
mejor a su familia que el miembro de ella) de Clarté. Bien- compañía de Hart, el excelente filme Un hombre.
venido con su franco amor, su fe y su desencanto del exce- Peters encarnaba en él un quídam antipático, con la
so de palabras que han convertido al libro y la escena en un fuerza que suelen aportar los buenos actores al desempeño
fotógrafo de larga repetición. de esos papeles. Hace un año reapareció Peters con igual
Dícese que en la mejor novela de trescientas páginas / energía en Isabel, bien que esta vez interpretara a un noble
sobran cien por lo menos, del mismo modo que en el me- ¡ individuo, y con una sobriedad masculina que no es co-

jor drama se pueden suprimir la mitad de los parlamentos. mún encontrar en las cintas de largo y alabado metraje.
Como pocas veces se ha expresado cosa más cierta, las le- Ahora reaparece en El hombre de Río Perdido, en un papel
yendas concisas de un filme, bajo la pluma de un escritor mixto, digamos, de carácter casi antipático por la energía al
de verdad, realizarán esa Sed de brevedad, precisión sin pa- aire libre, y de ternura casi fosca por lo recóndita.
labreo ni engaño, que sufre actualmente el arre. Como Peters ha actuado sin eficacia en m uchas más
cintas que las nombradas, viene esto a comprobar una vez
más que no hay buen actor con una mala cinta. Habrá mi-
radas, actitudes, lujos de técnica mímica y demás elernen-
(Osde arte escénico, hueros y fríos cuando se expresan por-
que sí. Pero no hay en todas esas muecas gratuitas calor de
vida, que es su legitimación artística.
Un hombre, Isobel y El hombre de Río Perdido son tres
excelentes filmes, en particular el segundo nombrado. Hay

290 291
en ellos caracteres bien trazados, consecuentes con su mo- En El hombre de Río Perdido la acción gira alrededor de
dalidad, que es lo menos que exige un tipo en el libro, en la un enérgico varón de sentimientos reconcentrados hasta
escena o en la pantalla. Naturalmente, también, House Pe- asustar a una chica, y un pobre muchacho de ternura fácil
ters ha sentido esos tipos bien definidos, que ofrecían sólida y ~onquistadora, quien se lleva a la muchacha en cuestión.
base a sus condiciones de intérprete de talento. Luego la abandona, y vuelve después al saber que se ha des-
El argumento de la obra ... No suele el asunto de una cubierro petróleo en el terreno de su esposa. Apenas llega-
obra ser cosa de monta en arte. Un mismo argumento, en- do, la mujercita enferma de un mal contagioso. El marido
tregado a diez escritores para que lo desarrollen, dará lugar pretende escapar de nue;o, pero el hombre d.e Río Perdi~o
a diez obras distintas, buenas o malas, según sea este desa- : obliga al mozalbete a CUidara la enferma, mientras él rrus-
rrollo. Posiblemente se verá. una obra buena, tres pasables y rno monta la guardia. Uno y otro pasan cincuenta y seis
seis anodinas -bien que las diez tengan el mismo argumen- horas sin dormir. Pero el sueño es cosa más fuerte que el
to. mismo carácter, y el hombre cae vencido, atravesado a la
Conocida es la predilección de los muy jóvenes artistas puerta misma. El marido aterrorizado pasa sobre él y huye.
=escri rores, pintores, escultores, músicos- por las obras de Pero muere a poco. Y también en las últimas escenas, como
gran argumento. No hay problema magnífico y tremendo de es de esperar, el hombre enérgico y la chica asustada en-
psicología o estética que les alcance. Por contraste, las fuertes cuentran la felicidad.
obras de los artistas ya dueños de sí suelen ser de argumento Nada, pues, de extraordinario en estos tres argumen-
muy llano: uno de los tantos asuntos que pisamos día a día / ros; son los mismos, 'con ligeras variantes, que el cine nos
sin verlos, y cuya deslumbrante eficacia luego en la obra se viene ofreciendo por resmas desde 1912. ¿Qué diferencias
debe a su elemental, sobrio y super-artístico desarrollo. caben entonces entre diez obras con argumento casi calca-
Véase si no: En Un hombre se trata de un minero a do el uno del otro, al punto de ser unas insípidas, cuanto
quien un financista en viaje ayuda accidentalmente con sabrosísimas las otras? Su desarrollo -vale decir su talla.
una suma de dinero. Pasado el tiempo, el financista se ve Como los diamantes, iguales todos desde el punto de vista
forzado a recurrir a su deudor, el cual pone en orden las' fi- mineral, las obras literarias valen por los chispazos de arte
nanzas de aquél, libra a su hija de un pillastre, y se casa al que pone a luz su tallado.
final con ella.
Isobel se refiere al caso de un policía canadiense que en
diez años de destierro en los hielos no ha visto una mujer Carliros
blanca. Al verla por fin, se enamora de ella, la protege no-
blemente sacrificando su propio corazón, aunque también Con Un día depago, cinta episódica rnedirada, dirigida
aquí, como es de esperarse, en los últimos momentos con- e interpretada por él mismo, acaba el señor Chaplin de pre-
q uista la felicidad. sentarse una vez más en la pantalla. Como lo advertimos, el

292 293
filme en cuestión es un simple episodio cómico; pero bas-
. es I~ menos que suele oírse a su respecto. Dícese
tan sus dos actos para que la risa se desencadene desde la Igu~ brío que es un profundo psicólogo, un finísimo
platea a los palcos con uniforme sonoridad. . . .. .. !que tiene bellos ojos.
Cabe considerar un instante los elementos de corm I lal vez. PSIcólogo y caricaturista lo es sin duda, como
dad que este joven bufo pone en juego para tan estruendo un .buen actor en cualquier género. Pero lo sería en
sos triunfos. medida razonable, e incomestablemenre inferior a rnu-
Lo primero que en sus filmes salta a la vista -o al oído, actores sin varita ni pies abiertos.
dijéramos- es el incontestable éxito de las situaciones. UII Dentro de su mismo género, Larry Semon y Harold
golpe recibido sin querer; un calentador dejado por des 111
.po~een una comicidad muy fuerte, y a veces hallaz.
do en un banco; un perro que se apodera de las viandnv,
fr"~{sl,:"os ?e expresión .. Pero no es posible manifestar-
-todas y cada una de las situaciones cómicas explotadas cu
pllb"~ sin COnmInaCIón inmediata, por aquello de]
el cine desde los primeros tiempos de la "Keysrone", 4111 o pSicólogo y filósofo" que hay en Chaplin.
los invariables fulminantes que hacen explotar de risa. 1:la e a v~ces el riesgo, sin embargo. Carlitos, como
Mientras actúa solo, el joven Chaplin no aburre cicnn (,~tlconda en otro orden más feliz, divide al mundo en
mente. Se sigue gozoso su juego riendo de antemano élitl mllddes a~tagónicas: los que ríen apenas aparece, y los
ojos y dientes; pero todo ello a la espera del quid-pro-qun, 11 lo e~tJenden. Lo.s que no lo entienden gustan bien
del absurdo, de la coincidencia hilarante que se esp ·r.' ) h"c~clón de sus mirada, y la gracia de sus movirnien-
prevé, y que hace al fin abrir en carcajadas el alma feliz. ~ulizanres.
Ahora bien, no hay situación cómica en las cintas d.
ro no se pasman de hilaridad ante su sola presencia
Carliros (si se exceptúan algunas como Vida de perro, qlll a la vez de reír con sus padres, hermanas o hijo;
son casi comedias), que la "Keystone" ya citada no haya r al unas escenas cuyo éxito de risa se debe exclusiva-
plotado con igual éxito. Entonces como ahora se reía ,. JI las situaci~nes de alta comicidad, obra de autores,
truendosarnenre ame lo inesperado o picante de los l·.lI' y tramoyrscas, y no a Semon, Chaplin o LJoyd al-
dos cómicos. El nombre de los bufos quedaba enron ('N lit
la sombra o poco menos, puesto que el éxito del sain Ir 1II
tero se debía a las combinaciones escénicas, muy sup 'ri!lI'
siempre a la eficacia de tal o cual actor.
Los caprichos de la suerte, sin embargo, y otros CH 111
res de resonancia adyacentes a aquélla, han personi H ,oh
en un solo bufo los méritos del género.
No se nos escapan los prestigios del señor Chapliu, I I
grandes como no los ha tenido actor alguno en el rnuu.h

294
295
22 de diciembre de 1927

Los escritores en el cine


Una rápida entrevista a HORACIO QUIROGA

Inauguramos nuestras entrevistas a los escritores nacio-


nales, sobre cinematografía, con la opinión que, sobre ese
particular, en forma rápida y sintética, nos expresó Ricardo
Rojas. Hoy toca el turno a Horacio Quiroga, escritor sufi-
cientemente conocido por los lectores de nuestra revista,
por sus colaboraciones frecuentes en los periódicos, por sus
libros de cuentos =originales y profundos"':'_
que le han crea-
I do una personalidad vigorosa y salvaje, de un Kipling ame-
ricano. Es un amigo del cine. Es poco frecuente encontrar
en los escritores de su época un entusiasta tan sincero y
cordial por el séptimo arte, como el que ha demostrado
siempre el autor de "El Salvaje".
Lo entrevistamos en el consulado uruguayo, en donde
desempeña un cargo administrativo.
No ignoramos que existe, entre los escritores "pasadis-
tas", una animadversión general hacia el cine. Tratarnos de
investigar, de boca de Quiroga, cuál es la causa de ese des-
dén injustificado por el nuevo arte.
Quiroga nos dice:

-Esa animadversión por parte de los intelectuales y,


muy particularmente de los artistas, ha llamado siempre

355
~i
..
~i
nuestra atención. Cuantas veces hemos solicitado la impre- ñi do por su carácter de ficción, a fingirlo todo: desde los
sión de los compañeros sobre la capacidad dramática del ci- personajes, que casi nunca son del aspecto, estatura y edad
ne, se nos ha respondido con frialdad ligera. Muchos de exigidos, hasta el ambiente en que se mueven, que no es ni
ellos ignoran de él todo, menos que se exhiben para goce - por asomo tal ambiente, sino otro de papel pintado.
de sus sirvientas, películas de coto- boys. Otros, han ido va-
-cA qué se debe esa creencia tan general del cine como JU-
rias veces al cine, sin ver otra cosa que tonterías. Los más,
cedáneo del teatro?
declaran que el tal nuevo arte no pasa de un simple espec-
táculo populachero, con eficacia exclusiva sobre la gruesa -A que cuando se creó el cine no se vio en él más que
psicología popular. Algunos, por fin, condescienden con una simple modificación o sucedáneo de la escena teatral.
rubor a confesar su gusto por el cinematógrafo. No ven en y se tuvo la certeza de que jamás se apartaría de las normas
él más que un entretenimiento visual. Pero arte dramático, artísticas creadas y estilizadas por el teatro. Las primeras
con su poesía y psicología, no. proyecciones fueron, en efecto, un simple remedo de las re-
presentaciones teatrales: breves situaciones de conflicto,
-¿y en qué se basan para restar interés dramáticoy pasio- historias dramáticas con personajes de otras épocas, todo
nal al cine?
ello sobre un fondo simplemente sentimental. Por rápido
-Es que, en la escena muda -nos dice- falta el elemen- que fuese el acro que nos ofrecía la pantalla, había ya en él,
to primordial de la manifestación y el análisis psicológico: informes, los elementos de un drama. Faltaban entonces las
la palabra. Sin embargo, en un arte de representación como leyendas. Aq ueUos episodios participaban de la pantorni-
el teatro y el cine, ¿es acaso imprescindible el empleo de la I rna, cuya identidad con el cine -mudo por esencia- fue pa-
palabra para todas las circunstancias? Se nos dirá que por la ra los hombres de la época un dogma del que jamás podría
palabra se llega al alma y se sale de ella, y que no podemos apartarse la pantalla; y en mínima escala del teatro, cuya
conocerla de otro modo; de no ser así, mucho antes que el palabra y expresión enfática no se atrevía aún a adoptar.
cine, la pantomima habría ya realizado el drama mudo. Sin bo algunos
r , 'dae ese peno' d o precarzo
.
LI
-¿I7U progresos despues
embargo, son cosas distintas. La pantomima es una carica-
del cine?
tura de la expresión y el cine pretende, por 10 contrario, ser
la expresión misma. -Sí; algunos años más, y el cine daba un gran paso en
la composición de sus historietas. Aumentaban los inciden-
-¿Cree usted que el teatro es superior al cine como expre-
tes de éstas; se había creado la leyenda, lo que permitía mo-
sión de realidad?
rigerar no poco los gestos y ademanes a que recurría la mí-
-El teatro es la simulación de la vida, real o irreal, que mica para decir que aquí, allí, arriba, abajo, d entro de
se lleva a cabo entre lienzos movibles de papel y que se rea- nuestro corazón, pasa algo.
liza por medio de personas y aun de animales. Está constre-

356 357
-¿'Cuáles son, a su juicio, los elementos principales aporta- de los gestos, de todas las acciones y expresiones trasplanta-
dos por el cine? das a la pantalla tal corno son en la vida.
-El cine ha aportado, a la representación, un elemento -¿Hay alguna demostración práctica de la diferencia de
por cuya simulación el teatro se ha debatido desesperada- la escena teatral y cinematográfica?
mente hasta hoy. Este elemento es la realidad del escenario.
La presentación de una casa de sólidas y reales paredes, -Las diferencias capitales entre cine y teatro han que-
cuando en un interior se trata; de un jardín o una perspec- dado perfectamente deslindadas en la práctica, toda vez
tiva de montaña, si así lo exige del drama; de un barco, de que un gran actor de la escena ha actuado en el filme. Cre-
una fábrica, de un cementerio, de una tempestad, si en tal emos que, sin excepción, codos ellos han forzado el juego
ambiente deben moverse los personajes, todas esas cosas y fisonómico permitido en la pantalla.
fenómenos reales, vistos, tocados, habitados y sentidos, con -¿Cuáles son los artistas norteamericanos que mds le inte-
una dosis mínima de ilusión, constituyen la fuerza exclusi-
resan?
va que ha llevado al cine al primer plano entre los espec-
táculos de arte. Llegamos así, de la verdad del escenario, a -Me reservo la opinión para más adelante.
la sobriedad de la expresión, calidad por excelencia del cine -¿Le gusta Charles Chaplin?
como arte interpretativo.
-No.
-¿Quiénes Üparece que son los que han comprendido me-
jor el sentido del arte cinematográfico? / -¿Y Buster Keaton?
-Precisamente la anterior comprobación lleva natural- -Más que Chaplin.
mente a otra, que es la siguiente: los únicos hombres que Nos despedirnos de Horacio Quiroga, agradeciéndole
durante largos años han comprendido las diferencias radi- las interesantes declaraciones que sobre cinematografía nos
cales entre cine y teatro, son los americanos. Ellos han crea-
hiciera.
do el drama cinematográfico en toda su capacidad realizan-
do, cada vez que las exigencias lo permitían, una obra de DOCTOR IGNOTUS
arte puro, y estilizando el resto en ñoñerías de desenlace
-fatalmente optimista- que parecen haber heredado, punto
por punto, la cursilería sentimental de las novelas angloa-
mericanas. Pero aun en estas cintas, que forman el noventa
y cinco por ciento de las que se exhiben, imperan elemen-
tos nobles: la verdad del escenario, cien veces puesta de re-
lieve; la naturalidad de los movimientos, de los ademanes,

358 359
I

r \ N '")0 19 ~ '. , ,
en ...l.! prp.8taba. yo te su.ti- ¡ , 17 de marzo de 1929
t
' . .''-1 L
,~i'-'nte en ht trascendencia y vitalidad:
del arte cinema tngráfíco para di:!d!,.:
~;¡_rie lns ¡,,'Imeras crónicas que sobr ... -¡
. el. se hayan escrito en el<paIs, esttloá /.
lejos entonces dIO' cree!' qua calon;t: Espectros que hablan
Hfio~_nlás tarde dcbta volver A. tomal f
"'" la ~lumA. parR escrtbtr un l"eSpOn~b f
" s u t u m ba. ~s un hecho concreto que nI nd-~ Una que otra vez vale la pena recordar las definiciones
°CLllldr pal~hra el cinematógrafo, corn o arte.' ha ~ de arte, en particular cuando su concepto peligra, como es
','muerto ..p SlrvenriOs . en BU _lugar un hlbrido eSl)ec~N
..~ácul() LatrR;1 CO.h ,más elementos de ope re ta ...y '\rá-¡f el caso con el-del cinematógrafo, arte realista y mudo por
~Jedades de mustc-haü que los que él mísmo' debíó]. excelencia, que por obra de factores diversos amenaza con-
: vencer en sus comienzos para salir a. luz.' '. . ' ,< t
~. PA.SC~~os.• E~ mémorl~ de un muerto Ilu~h~:.y éül' vertirse en arte espectral y hablado.
,cele~racltJn ce ..las~;actlvjdade6 ,cineme.tográ,tc~s que] El cinematógrafo comenzó remedando a la pantomi-
-''':!} I.,m, h ',W "1.1 t~a!!l, ifoy __ ~. ,te.c<_?tdar la creáctóri (le.,.la ¡
p. Imela gran e~cllClfí. de cinl!.m~Ú(}~íl;l[O·
y,ue'" nayii"" ma, creció imitando al teatro, para adquirir luego, cuando
a b rto. su cáb~c1ra entre nosotros
Sí rn actuación' e11:;
o
su talla le permitió avanzar sin tutelas, una personalidad
ro-e
í ... í

ella fue muy viva, terno que la menlorla rio !:lea;


fiel en el grado. p recíao. Lo que pueda . recordar. : marcadísirna, tan lejos de la pantomima inicial como de la
sin ';rnb?or.go; tal vez alcarree a dar una impresiÓn ¡ escena hablada. Mientras el concepto ar tísti co del movi-
bast an te fHd de.aquella fantástica escuela.' ." '':-;'',':1
'. Hace ya vRrtos. a.ños tut. solicitado pa.r-a rcoop~rn~ miento, el gesto y la expresión del teatro primó sobre las
, a la (unducl~n de una Academia Normal de Clnemr:l.~ i calidades aún débiles y obscuras del cine, éste se arrastró
'·lógrafo que un Ilustre dlr-ectcr ruso. Mr. NikiHn, se I
errrpe ñ.a ba en crear aqut. Se ~e habló en el primer ¡ lánguidamente por las pantallas, extenuado prematuramen-
momento de c~at~o o ctnco profesores que .debtan ~ te por el recargo de la intención, por la violencia de las ges-
cotabor-ar conmlgo; en la maglla obra, a los .que. en"
efecto con oct. y de die? o doce más, que nunca. He.goé·¡ ticulaciones, por el peso de las leyendas o títulos, que en
a ver. Sea como f ue r-e. fuimos citados los cuatro ¡ vez de dar pie al juego fisonómico, lo avanzaban entero de
o cinco colegas ausrrdtchos •. todos arntgos rntoa.. para. ¡
carn bí ar Idea.a COf\ el famoso director. '. • ..' .;
antemano, en una lamentable literatura cuya cursilería per-
siste todavía en las cintas de hoy.
Dos an:ículos.
Firma: Ho racio Quiroga.
363
Correspondía a las gentes de los Estados Unidos com- do con el millLr y pico de obras estrenadas por año, cuánto
prender y relevar las capitales diferencias de los dos artes; y puede transigir un arte de representación que para vivir en
mientras el teatro reivindicaba para sí la expresión de los el esplendor necesita de copiosas entradas. Pero perdidas,
sentimientos por la palabra, y apenas por su reflejo en el olvidadas entre ese fárrago anual de historietas sentimenta-
semblante, el cine desechaba casi totalmente la palabra, pa- les, arbitrarias y cursis, tres o cuatro cintas de primer orden
ra erigir su independencia por medio de la expresión. demostraban a la vez, con probos argumentos, dirección
Arte naruralrnenre realista, pues, ya que utilizaba los inteligente y feliz interpretación, la capacidad del nuevo ar-
exudados del alma, digámoslo así, sensibles a flor de ojo. y te cuando sus miras van un poco más allá de la taquilla.
mudo, desde luego, bien que lo que dice y es capaz de ex- Esas contadas cintas autorizaban la existencia de! arte
presar una mirada límpida, un gesto reprimido, un movi- mudo, confirmaban sus exclusivos medios de expresión, y
miento esbozado, sobrepasa en sugestión drarnárica a cuan- satisfacían en suma la aspiración artística de quienes no exi-
tas palabras pretendan reernp lazario. gen tampoco a los millares de poemas, novelas y dramas de
Las criaturas poseedoras de un juguete a cuerda se can- la p rod-uecióri mundial, un porcentaje mayor que e! que
san muy pronto del feliz movimiento que ésta les imprime. nos da el cine. .
Por justos y bellos que sean los pasos del juguete, no le sa- Pues bien: cuando por virtud de la elocuencia cada vez
tisfacen ya. Quieren nuevas piruetas, nuevas cosas. Y para más sobria y sutil de la expresión, esperábamos que las le-
conseguirlas, fuerzan obstinadamente la cuerda atrás, hasta. yendas o títulos de las cintas quedaran, si no excluidas, por
romperla. lo menos reducidas a las diez o quince palabras en que e!
Es lo que hemos hecho nosotros con el cine y otras ac- alma deja fluir su pasión, he aquí que damos un vuelco
tividades artísticas de más alto orden: dar cuerda atrás, lle- atrás, forzarnos la llave a la izquierda, y la literatura excesiva
vados de la misma curiosidad del niño, por ver si obtenía- torna a diluir, empañar y falsear la neta y clara elocuencia
mos algo nuevo. Pero desde Jos tiempos de Bécquer todos de una mirada, un ges(O, una intención apenas perceptible
sabernos que no es la novedad ni la poesía lo que nos falta, en la extremidad de los dedos.
sino los poetas. No se han falseado en el cerebro humano El cine parlante: tal es la novedad que nos ofrecen es-
los resortes de la producción artística. Con la misma cuer- te año, y que aunque promovida al parecer por la inquie-
da a la derecha, nuestro juguete mental crearía originales tud en que se debaten hoy las bellas artes, debe de hallar
pasos de novela, de dramas y de cuentos, si tuviéramos no- más razonable origen en la crisis que sufre la industria del
velistas, drarnarurgos y cuentistas. No es un infantil movi- cinematógrafo por su inconsulta superproducción. Ya es-
miento a la izquierda lo que hace falta a nuestro juguete de tán agotados los ambientes del Far West, del Canadá, de
arte, sino una mano de escritor que gire firmemente a la las finanzas, del sport, del dancing, de todos los extraños
derecha. países que el cine inventa para gozo de la geografía. Es ne-
Hasta los momentos actuales, el cine había dernostra- cesaria una novedad salvadora, y se vuelve entonces a un

364 365
teatro fotográfico, acústico y espectral, como es el CIne buena voluntad que a buen seguro no ha de hallarse en to-
parlante. dos los espectadores.
En buena hora el señor de Forrest tuvo la feliz idea de
inventar la perfecta sincronización del movirnierito y la
voz. Hemos visto y oído ya en la pantalla aplicaciones cu-
riosas, y en particular la de registrar ruidos de fenómenos
y voces de animales que sin dicho arbitrio no tendríamos 2 de agosto de 1931
nunca ocasión de apreciar en su justo valor. Para la docu-
mentación aislada, para las ciencias y aun para el registro
fragmentario de alguna actividad artísrica, el invento del Escuela Normal de Cinematógrafo
señor de Forrest prestará reales servicios. Pero utilizarlo
para imprimir con él un drama hablado en la pantalla, pa- Cuando en 1917 prestaba yo fe suficiente en la tras-
ra animar con palabras de ultratumba unos cuantos espec;· cendencia y vitalidad del arte cinematográfico para dedi-
rros que se agitan sobre un lienzo con la boca abierta para carle las primeras crónicas que sobre él se hayan escrito en
simular más la hueca realidad, tal fenómeno de helada el país, estaba lejos entonces de creer que catorce años más
fantasía puede ser muy bien el producto de una tentativa tarde debía volver a tomar la pluma para escribir un res-
para remediar la crisis existente, pero no una solución ar- ponso sobre su tumba. Es un hecho concreto que al ad-
tística. quirir palabra el cinematógrafo, como arte, ha muerto.
La conciencia de la realidad no alcanza a sincronizar, Sírvennos en su lugar un híbrido espectáculo teatral con
como lo hace el aparato del señor de Forrest, la voz más o más elementos de opereta y variedades de music-hall que
menos artificial y ruidosa de un altoparlante, con la vida los que él mismo debió vencer en sus comienzos para salir
también artificial del espectro que se desliza de un lado a a luz.
otro por la superficie de la pantalla. El mundo de las con- Pasemos. En memoria de una muerte ¡lustre y en cele-
venciones tiene en arte un límite, y este límite lo ha hallado bración de las actividades cinematográficas que af-ltan hoy
el cine al detenerse ante la voz. Ni en la realidad, ni en la al país, voy a recordar la creación de la primera gran, escuela
pantalla los espectros deben hablar. El mutismo forma par- de cinematógrafo que haya abierto su cátedra entre noso-
te de su esencia misma, y en estas condiciones su ilusión de tros. Si mi actuación en ella fue muy viva, temo que la me-
vida puede llegar a ser perfecta. moria no me sea fiel en el grado preciso. Lo que pueda re-
El teatro realiza ya, y con la evidencia misma, esta sin- cordar. sin embargo, tal vez alcance a dar una impresión
cronización que parece preocupar a los editores de pelícu- bastante fiel de aquella fantástica escuela.
las. Pero para admitir como teatro lo que en el mejor de los Hace ya varios años fui solicitado para cooperar a la
casos no pasa de una alucinación parlante, se requiere una fundación de una Academia Normal de Cinematógrafo

366 367
que un ilustre director ruso, Mr. Nikirin, se ernpen ao., en herse adivinado esto. Júzguese, pues, de nuestro asombro
crear aquí. Se me habló en el primer momento de cuatro o cuando el gerente, adelantándose a nuestra inquietud al
cinco profesores que debían colaborar conmigo en la mag- resoecro.
... estableció de modo claro y breve las condiciones
"

na obra, a los que en efecto conocí, y de diez o doce más, en que sería retribuida nuestra enseñanza. Cada profesor
que nunca llegué a ver. Sea como fuere, fuimos citados los debía nercibir veinticinco tiesos por clase de tres cuartos de
L ~ ~

cuatro o cinco colegas susodichos, todos amigos míos. para hora. Cada uno dictaría tres clases por semana, con excep-
cambiar ideas con el famoso director. . ción del que escribe estas líneas: yo dictaría seis, en razón
.
Era éste un hombre pequeño y vestido de n ejrro,
o
de del carácter básico de mi cátedra.
cutis sonrosado y cabello clarísimo, que daba todo él la im- Debo anotar aquí que mi pasada actuación de cronista
presión de un ratón blanco. Su ropa, demasiado holgada, de cinematógrafo creaba a mi favor una especie de privile-
caíale por todos lados en artístico desaliño. Sonreía cons- gio cuya prueba se me acababa de concedes, ,yo del que usé y
tantemente con extrema dulzura. Esto, agregado a su aire abusé, como se comprueba también en el transcurso de es-
de no hallarse nunca en lo que se hablaba, dábale aspecto ta historia.
dee jl . d 'T 1
1 urruria o. '( 10 era, en efecto, según pudimos apreciar Yo hacía, entre tan to, sin dejar de nrestar atención a lo
, .1

en el transcurso de aquella entrevista. que se hablaba, el cálculo de lo que debía percibir por mi
La impresión más nítida que daba aquella persona era enseñanza. Montaba a seiscientos pesos por mes, o poco
la de poseer una fe inalterable y beata en su apostolado. Se menos.
nos informó de que había dirigido las mejores cintas de: Excuso advertir que yo jamás había ganado, ni en sue-
Leningrado, y que Hollyv.fOod le debía el descubrimiento ños, tal fabulosa suma mensual. Creo que la mayoría de
de algunas estrellas moscovitas. Y todo ello con su dulce y mis colegas, tampoco. No obstante, un rasgo de invalorable
vago airecillo de ratón blanco. Después de oírle hablar (en pudor nos hizo oponer algunas objeciones a esta fastuosa
verdad, el gerente de la empresa era quien hablaba por éi), _ ,.., _-" L>. ri _.!1...
r em urieracron , qu,- ._onSlv..el<"
_ •
..Od.mo ~ ,-x,--,es~\a p<.d_
t-,....,_.::¡
c;'~T'- ; 7'J", tarea
j'_a..!. ~d
es,

podía estarse seguro de que aquel d ulce lunático había na- solicitada. Perc~el gerente (un ex funcionario ruso d.e! anri-
cido artista de la cabeza a los pies. De ello podíamos estar gt!O régirnen) confirmó gravemente las coridiciories prees-
seguros. tablecidas, de acuerdo, según nos manifestara, con la exi-
La segunda impresión concierne a la fastuosa capaci- gencia de Mr. Nikitin .quien , en ese instante y como
dad económica de la empresa, representada al lí por su ge- siempre, sonreía a un vago más allá.
rente-administrador. Quien más, quien menos de noso- Hubo más todavía: se aumentaba mi (Mea en dos ho-
tros, todos cojeábamos fuertemente por el lacio ras más por semana, en atención a la trascendencia, etc. Es-
económico. Tanto como nuestra predilección por el cine- ro ocasionó un nuevo y rápido cálculo mental por mi par-
matógrafo, nos llevaba a la cátedra la esperanza de ver por te, cuyo resultado era llevar hasta ochocientos pesos el
fin honestamente remunerado nuestro trabajo. Ya debe ha- monte de mis emolumentos.

368 369
Ha~Íamos concluido. Esa noche los pilares de la gran -Pase -pensamos otra vez-. También contábamos con
Acaderrua Normal de Cinematógrafo quedaban firmem-j-, esto.
te asentados. Mr. Nikitin, entretanto, leía con visible dificultad, y
Yo estaba hecho unas pascuas. Escribí esa rrusrna no- tras cada enunciación de una cátedra sonreía largamente al
che a un amigo: agraciado.
"Le doy con ésta una gran noticia: De aquí en adelante -Mr. Guillermo Estrella: "Etapas Psicológicas del Ar-
ganaré ochocientos pesos mensuales". te" .
Esta vez quedamos mudos, verbal y mentalmente.
-Mr. Samuel Glusberg: "Justificación del Rol".
La segunda reunión tuvo lugar en el mismo café del -¿Qué? =salramos todos a la vez.
centro, y a ella se presentó Mr. Nikirin con un voluminoso El ilustre director, satisfecho sin duda del efecto pro-
pliego en que constaba la extensión y distribución de tales ducido, nos sonrió esta vez a todos.
cátedras. - ... "Justificación del Rol".
Debo advertir nuevamente que este asunto de las cáte- Aquí concluyen los comentarios mentales que íbamos
dras nos había preocupado bastante. ¿Qué se puede ense- haciendo. La enumeración de las otras cátedras la oímos en
ñar sobre un arte para cuya realización basta y sobra con el un estado de vago desvarío.
temperamento del intérprete y la capacidad de su director? -Mr. Alberto Gerchunoff: "Interpretación de la mu-
Buscando bien, acaso, pellizcando aquí y allí, tal vez pudie- chedumbre" .
ra hallarse materia para unas cuantas lecciones a cargo de -Mr. josué Quesada: "Aptitud Genética del Gesto".
un so~o.~rofesor. Los más optimistas del grupo llegaban a Brevemente nos despedimos de nuestro director.
la posibilidad de dos cátedras bastante aparatosas para cu- -¡Y pensar! -decíamos, cuando refrescábamos nuestras
brir la fórmula. Dos cátedras, en el mejor de los casos. y cabezas al frío nocturno-, ¡pensar que quedan doce cáte-
éramos cinco los elegidos para dictar otr'os tantos cursos. dras más, indispensables a Mr. Nikitin para asentar con to-
¿Pe~o.los otros diez o doce profesores ya contratados, según das ellas su templo cinematográfico!
noticias? ¿Qué misión podía ser la suya, allí donde todos
sobrábamos, y yo él primero? Viva era, pues, nuestra curio-
sidad e inquiet~d cuando Mr. Nikirin, comenzando por mi
~~m,-,bre,me asignó la cátedra de "Psicología de la expre-
sron ,
Suelo Natal
Libro de lectura (en colaboración con Leonardo
-Bien -pensamos-: Esta es una Cosa con la cual ya Glusberg). Con ilustraciones de Miguel Petrone.
contábamos. .
F. Crespillo, Editor - Buenos Aires, slf [la ed, 1931 I
-Mr. Arturo Mom: "Historia del Cinematógrafo". » ed. 1937].

370
371
El cinematógrafo mente un grito y cayó sin sentido. Pero esta va era un gri-
to de felicidad, pues entre una fila de prisioneros lejanos
Durante la guerra europea miles de combatientes desa- que se encaminaban por tierra a un puerto de la China, la
parecieron sin de!ar rastros. No se ha ,vu~lto a sa~er una pa- anciana había reconocido a su hijo, resplandeciente de sa-
labra de ellos. Ni figuraron en las nominas oficlales d~ ~os lud y alegría.
soldados caídos, ni se los mencionó en las listas de pnslO- ¿De qué otro modo, si no interviene el cinematógrafo,
neros que las naciones en lucha intercambiaban. . hubieran podido tener lugar estas prodigiosas revelaciones
.Qué se hizo de esos soldados? Perdieron tal vez en Vi- de muerte y de vida, a través de la distancia? ¿Qué invento
da s~s documentos personales, por lo que fue luego impo- como éste permite contemplar el movimiento de la vida,
sible identificarlos. Acaso murieron solitarios en algún os- desde miles de kilómetros?
curo rincón de bosque, o cayeron prisioneros. Tal vez La vieja fotografía también guarda una imagen imbo-
fueron literalmente deshechos por los obuses. rrable de las cosas; pero ella sólo reproduce un insta nt; en
Estas desapariciones han dado lugar a más de un dr~- tanto que el cinematógrafo nos enseña una serie viva de
ma. Recordamos dos: dolorosísimo el uno, y pleno de di- ellos, con su movimiento, su perspectiva, con los dolores y
cha, el otro. . las alegrías de los personajes.
Una anciana no había vuelto a tener noticias de su hi- El cinematógrafo reproduce la vida en acción: Por ello,
jo, desde que partiera para la línea de fuego. La guerra con- se llama cinematógrafo o biógrafo, que quiere decir en
cluyó, sin lograr la anciana saber una palabra de él. griego retrato del movimiento o retrato de la vida, respecti-
La pobre madre confiaba, sin embargo, en volverlo a vamente.
ver. La invención de esta maravilla se debe a muchos sabios
Una tarde, mientras la anciana asistía en una sala de ci- que unos tras otros han ido perfeccionando un curioso
/
nematógrafo (o de cine, como decimos abreviando), a la aparato de física llamado ZOÓtropo, y que se usa como ju-
exhibición de algunas cincas de la guerra, lanzó de pronto guete. Pero al gran Edison (inventor a la vez del fonógrafo)
un grito y cayó desmayada: acababa de reconocer el cad~- y a los hermanos Lurniere (fabricantes de útiles de fotogra-
ver de su hijo entre un grupo de soldados muertos Sin fía) se deben sus principales progresos.
iden tificar. El cinematógrafo es el archivo de la vida. En todos los
Un caso semejante, pero inverso por dicha, acaeció países adelantados se guardan como reliquia los aconteci-
con otra anciana, que en lo más crudo de la contienda reci- mientos del pueblo, registrados en la película. De modo se-
bió un comunicado del Ministerio de Guerra, anunciándo- mejante, se guardan las voces ilustres en los discos de fonó-
le la muerte de su único hijo, caído en el sitio de honor. grafo.
Un año más tarde, esta madre asistía también a la exhi- De aquí a cien, mil años, bastará pasar una cinta de ac-
bición de filmes de la guerra. Y como la otra, lanzó brusca- tualidades de hoy para revivir grandes emociones, al ver

372 373
moverse, reír y hablar a seres red ucidos ya a polvo por el
infinito del tiempo.

Nota. El cinematógrafo ha alcanzado ahora un mayor per-


feccionamiento técnico con las películas sonoras y las pelí-
culas habladas.

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