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Temario de oposiciones

Educàlia Editorial
FILOSOFÍA

Temari d’oposicions d’EDUCACIÓ PRIMÀRIA - Versió Comunitat Valenciana


Lázaro Martínez de Arbulo González

T. Serrano•I. Medina · N. Requena

Educàlia editorial
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www.e-ducalia.com
Temario de oposiciones

FILOSOFÍA

Lázaro Martínez de
Arbulo González
Edición 2021
Autor: Lázaro Martínez de Arbulo González
Maquetación: Educàlia Editorial
Edita: Educàlia Editorial
Imprime: Grupo Digital 82, S. L.
ISBN: 978-84-18777-47-9
Depósito legal: En trámite

Printed in Spain/Impreso en España.

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LA JUSTICIA EN LA
POLIS COMO
OBJETIVO DE LA
FILOSOFÍA DE
PLATÓN
TEMA 49
Tema 49: La justicia en la polis como objetivo de la filosofía de Platón

ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 2
1. BIOGRAFÍA BÁSICA DEL AUTOR 3
2. ATENAS Y LA DEMOCRACIA 3
a. La Politeia 3
b. La democracia. 4
3. LA POLÍTICA COMO EPISTEME 5
4. LA SOCIEDAD 6
5. EL ALMA 7
6. LA JUSTICIA (Dikaiosyne) 7
7. LA EDUCACIÓN 8
a. Primera fase del proceso educativo 8
b. Segunda fase del proceso educativo 9
8. EL GOBIERNO DEL SABIO 11
9 LA FELICIDIDAD EN LA POLIS IDEAL 11
CONCLUSIÓN 13
TEXTOS Y LECTURAS RECOMENDADAS PARA ILUSTRAR EL TEMA 13
Obras fuente 14
Estudios generales 14
Estudios específicos 14
Sobre historia y cuestiones políticas 14
Sobre filosofía griega 14
Sobre Platón 14
Bibliografía para el alumnado 15
WEBGRAFÍA 15
Páginas web 15
Canales Youtube 15

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Tema 49: La justicia en la polis como objetivo de la filosofía de Platón

INTRODUCCIÓN
Para el desarrollo de este tema partimos de la siguiente premisa: la exposición
con fines didácticos de cualquier teoría filosófica debe poner a disposición del
alumnado la comprensión del sentido de dicho discurso.
El alumno podrá alcanzar esa comprensión si conoce los motivos que al filósofo
en cuestión le han impelido a la realización de su propuesta.
Por esta razón, hemos elegido la obra de TOMÁS CALVO MARTÍNEZ, De los
sofistas a Platón: política y pensamiento, como estudio que nos guiará para
alcanzar nuestro objetivo.
Dado que el título del tema es “La justicia en la polis como objetivo de la filosofía
de Platón”, consideramos que el esquema expositivo de este trabajo cuadra además
perfectamente con lo que al final querremos transmitir a nuestro alumnado: la filosofía
de Platón responde a un afán político por encontrar la fórmula, cuya aplicación permita
el florecimiento de una Polis por definición incorruptible.
No consideramos que, dado los tiempos que corren, resulte complejo motivar a
nuestro alumnado de 2º de Bachillerato para despertar su interés por la cuestión
planteada: ¿es posible alumbrar un régimen político tal que determine la imposibilidad
metafísica de gobernar de manera injusta? Esa aventura es la que emprendió Platón
y en ella habrá que adentrar, como decimos, a nuestros futuros bachilleres, de acuerdo
a lo estipulado por el RD 1105/2014, por el que se establece el currículo básico en la
ESO y Bachillerato, y que encuadra al filósofo ateniense en el bloque 2, “La filosofía
en la Grecia Antigua”, como contenido y criterio de evaluación ineludible de la
materia “Historia de la Filosofía”, que se imparte en el último curso del Bachillerato.
Decreto que aún se encuentra en vigor mientras aguardamos el desarrollo de la Ley
Orgánica 3/2020 del 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica
2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOMLOE), que, de entrada, plantea la materia
de “Historia de la Filosofía” como asignatura común del Bachillerato a todas las
modalidades (Art. 34.6)
Para lograrlo, desarrollaremos el presente tema según el siguiente esquema:
1. Biografía básica de Platón
2. Atenas y la democracia
a. La ciudadanía
b. El ejercicio democrático
3. La política como episteme
4. La sociedad
5. El alma
6. La justicia
7. La educación
a. Primera fase del proceso educativo
b. Segunda fase del proceso educativo
8. El gobierno del sabio
9. La felicidad en la ciudad ideal
Por último, expondremos algunos textos platónicos que consideramos de
ineludible lectura para el alumnado, así como recomendaciones bibliográficas y de
algunas páginas web especializadas.

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Tema 49: La justicia en la polis como objetivo de la filosofía de Platón

1. BIOGRAFÍA BÁSICA DEL AUTOR


En un fragmento de la Carta VII (324e-326b) Platón rememora las vivencias
políticas desde su juventud hasta la edad de 40 años. Vivencias que reflejan su
profunda decepción ante los acontecimientos políticos que tuvo ocasión de
protagonizar y que, a la postre, culminaron con la condena de Sócrates,
probablemente, el ciudadano más ejemplar y justo de Atenas.
Platón (mote con el que se le conocía, “el de anchas espaldas”, su verdadero
nombre era Aristocles) nace en el año 427 a. C. en el seno de una familia ilustre, que
descendía de Solón por parte de madre.
Participó en el Gobierno de los Treinta Tiranos del cual pronto se desmarcó.
Tras este régimen se reinstauró la democracia, que trajo consigo la concordia civil.
Platón concibió nuevas esperanzas de participar otra vez en la vida política, pero
entonces sobrevino la condena de Sócrates, quien era mal visto por los demócratas
conservadores, no solo por sus opiniones y por su hábito de cuestionarlo todo, sino
también por sus antiguas amistades con políticos tan denostados como Alcibíades y
Critias.
Tras la condena a muerte de su maestro en el 399, y salvo sus accidentadas
escaramuzas políticas en Siracusa, Platón decidió olvidar definitivamente cualquier
incorporación a la política activa, pues adquirió el convencimiento de que el gobierno
de todos los estados, sin excepción, estaba marcado por la pasión y la ausencia de
moderación y racionalidad. Concluyó que, solo si se producía una profunda reforma,
consistente en el estudio de la filosofía, pues de él depende “obtener una visión
perfecta de todo lo que es justicia”, podrían los diferentes estados encauzar su
gobierno con justicia.
En consecuencia, sus mayores esfuerzos se focalizaron en elaborar un
proyecto político de carácter exclusivamente racional, con una idea central muy clara:
solo al hombre sabio, conocedor de lo que es la justicia, le corresponde gobernar la
polis.
2. ATENAS Y LA DEMOCRACIA

a. La Politeia
El problema de la gobernanza según la idea de justicia cobra pleno sentido en
esa ciudad-estado que es Atenas. En esta polis no se discute la participación del
“demos” en la vida política, sino cómo debe definirse quién pertenece a ese “demos”,
que concede el derecho a participar en el gobierno de la ciudad.
Formar parte de la “politeia” supone, por tanto, participar en las instituciones
que integran la polis. La adquisición de la condición de ciudadano partía de la
integración del individuo en los diferentes grupos que configuraban el tejido social
ateniense: la familia, el clan, la fratría y la tribu. De entrada, nadie que no dispusiese
de un linaje de esta índole podía aspirar a ser aceptado como ciudadano.
Por otra parte, ser ciudadanos significó en los años de florecimiento de la polis,
la asunción del deber de defender la ciudad, su forma de vida propia, su constitución
y sus leyes, que a los griegos inspiran profundos sentimientos de sumisión y respeto,
de carácter casi religioso, con las armas cuando esta lo requiriese. La población se
dividía en ciudadanos, habitantes libres carentes de ciudadanía y esclavos.
De esta forma, la polis es mucho más que un mero ámbito geográfico. Se trata
esencialmente de una comunidad de ciudadanos, carentes de conciencia individual.
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Tema 49: La justicia en la polis como objetivo de la filosofía de Platón

Su existencia solo adquiere sentido en el seno de la polis, que comprenden como algo
propio y a ella dedican todos sus sacrificios y renuncias. Adquieren con ella un
compromiso político tal, que solo entienden la mejora de su vida personal en la medida
en que mejora su ejercicio como ciudadano. En la Atenas de los siglos V y IV a. C no
hay buenas o malas personas, hay buenos o malos ciudadanos.
b. La democracia.
Solo los ciudadanos libres podían participar en la política que regía su ciudad.
Esta participación acontecía en el ágora, y, por tanto, en el ámbito de la palabra y el
discurso.
Se trata de un gobierno por la palabra: por el ágora pasan cuantas medidas
importantes afectan a los intereses de los atenienses, los pros y contras de las
distintas propuestas se discuten en la asamblea, y los miembros de esta deciden y
votan según la convicción que les inspiran las razones aducidas por los diferentes
oradores.
Las discusiones recaían sobre cuestiones de índole práctico, por ejemplo,
dilucidar cómo invertir el dinero sobrante que procede de las aportaciones de los
miembros de la Liga de Delos o si las opiniones de tal filósofo atentan o no contra la
religión de la ciudad. Cuestiones que abocaban a planteamientos de carácter teórico,
pues se determinaban en función de lo que se consideraba más justo y conveniente,
lo cual, a su vez, les llevaba a reflexionar sobre los criterios de la justicia al margen
del interés, sobre la naturaleza de la ley y la actitud que el ciudadanos ha de mostrar
ante ella, sobre el fundamento de las normas, etc.
Por otra parte, la democracia ateniense se vio sometida a un devenir de
sucesivas reformas a partir de la obra legisladora de Solón. La experiencia de los
cambios políticos conllevaba igualmente reflexiones teóricas sobre el carácter
convencional de la ley y su legitimidad, sobre los principios teóricos en los cuales se
sustenta el propio sistema democrático, sobre su oposición con el régimen espartano
y, por tanto, sobre la reflexión de cuál de ellos es más preferible.
Estos debates vienen mediatizados, en todo caso, por los logros y fracasos del
propio sistema democrático, que, tras el fiasco en de las guerras del Peloponeso,
terminaría siendo considerado como una forma de demagogia, alimentada en la
irracionalidad y carencia de principios éticos.
Estas características de los políticos que dirigieron Atenas tras la muerte de
Pericles, fueron adquiridas en el ámbito educativo que los sofistas inculcaron en la
sociedad ateniense, y trajeron a como resultado la destrucción total de la flota
ateniense y la derrota final en el 404 a.C. ante Esparta.
Tras un año de tiranías, la democracia vuelve a asentarse en Atenas y culmina
sus desmanes con la condena de Sócrates, particularmente significativa para Platón,
quien lo consideraba el hombre más justo de Atenas. A partir de ahí, nuestro filósofo
tuvo claro que era necesario establecer la política como episteme, con el fin de generar
un régimen político que estuviera a salvo de la corrupción demagógica cultivada por
los sofistas y de las injusticias más perversas.

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Tema 49: La justicia en la polis como objetivo de la filosofía de Platón

3. LA POLÍTICA COMO EPISTEME


Tanto los sofistas como Sócrates consideraban la política como una virtud,
excelencia o areté propia de los que sobresalen en el gobierno de las ciudades,
aconsejando a la asamblea y dirigiendo los asuntos del Estado. Todos ellos
consideraban este areté o excelencia política como una forma de saber.
Ahora bien, discrepaban en la respuesta que daban a una pregunta esencial
para los sofistas: ¿se trata de un tipo de saber que se puede enseñar, transmitir,
compartir, y así, convertir a esa persona también en virtuoso, y, más en concreto, en
un político virtuoso, que es capaz de gobernar con justicia?
Esta cuestión es tratada por Platón en sus diálogos el Menón, el Protágoras o
el Gorgias.
En el Menón se pregunta por la virtud y su propiedad de ser enseñada. Tras
intentos fallidos por dar una respuesta satisfactoria, Sócrates expondrá que la virtud
solo puede ser enseñable si se trata de un saber, de episteme.
La razón reside en que Platón entiende por episteme un tipo de conocimiento
seguro, exento de error, infalible, porque se encuentra fundado en razones. El que
posee ese tipo de saber conoce las razones que lo fundamentan, y al conocerlas es
capaz de exhibirlas a los demás, transmitirlas y compartirlas, y, así, convertir al que le
escucha también en sabio en la materia, en este caso en un político virtuoso.
En consecuencia, solo aquel que conozca la naturaleza de la virtud, y esta debe
resultar cognoscible, porque es algo bueno, y no hay nada que pueda ser bueno y no
participe del ser, podrá transmitir lo que es la virtud y, al hacerlo, saldrá a la luz que él
sabe lo que es la virtud, consiguiendo que sus educandos también lo sean.
Sin embargo, resulta obvio que hay muchos hijos de políticos virtuosos que no
han sido capaces de gobernar con la justicia que distinguió a sus padres, por lo que
podría colegirse que la virtud no es enseñable, que es algo que se tiene o no se tiene,
que viene de nacimiento, algo que cuadraría más con el pensamiento tradicional de
carácter aristocrático que se daba en Atenas entre los ciudadanos de abolengo.
Platón sale del atolladero planteando la existencia de un tipo de saber
intermedio, la doxa, de rango inferior a la episteme, que puede ser verdadera o falsa,
puesto que no se funda en el conocimiento del ser de aquello de lo que se habla, sino
solo en el conocimiento de su apariencia. De esta manera, se explicaría que un
político, que haya gozado de la suerte de conducirse virtuosamente a la hora de dirigir
a su pueblo, sin saber en qué consiste la virtud política, se muestre incapaz de
transmitirla a sus descendientes, quedando al albur el tipo de gobierno que estos
realicen: si se conducen con justicia será un acontecimiento afortunado y casual.
De hecho, no es lo que suele ocurrir y la explicación de que así sea la
encontramos en otro de sus diálogos: el Gorgias. En él se denuncia que los políticos
recurren a la retórica para dominar a las masas. La retórica será definida como una
técnica de persuasión que produce meras opiniones o creencias. El político infunde,
mediante prácticas adulatorias, opiniones momentáneas al auditorio sobre cualquier
asunto y obtiene así su dominio sobre ellas, que utiliza en su propio beneficio para
obtener el mayor placer posible.
Para Platón, este es el tipo de política imperante en la democracia ateniense,
que, a excepción de la tiranía, es catalogada en su diálogo la República como la forma
más alejada de gobierno de la constitución ideal

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Tema 49: La justicia en la polis como objetivo de la filosofía de Platón

La democracia no distingue, sino que trata de la misma manera a todos los


ciudadanos, y concede la misma oportunidad de gobernar a todos, tanto al capaz
como al incapaz.
Las decisiones mayoritarias que se toman en la Asamblea están inspiradas por
los que ofrecen el dominio de la técnica de la persuasión, es decir, no se fundan en
conocimiento alguno.
Platón, en cambio, entenderá que el ejercicio político debe adquirir rango de
ciencia, lo que conllevará que busque el bien para la polis haciendo mejores a los
ciudadanos.
4. LA SOCIEDAD
En su diálogo la República, cuyo subtítulo es “acerca de la justicia” determinará
que la justicia es una cualidad tanto de los estados como de los individuos. En virtud
de uno de los principios fundamentales que sustentan la filosofía platónica, el de
isomorfismo estructural entre el alma individual y el estado, si somos, por tanto,
capaces de dilucidar la naturaleza que le correspondería a una ciudad ideal
perfectamente ordenada, conoceremos cómo es posible que reine la justicia en el
alma del ciudadano.
De manera genealógica, Platón va desgranando los procesos por los que
atraviesa una población hasta convertirse en polis.
En un principio, ante la imposibilidad de un autoabastecimiento, los hombres se
unirían para trabajar en un proyecto común tendente a satisfacer las necesidades
básicas. Aparecen los labradores, artesanos, comerciantes y mercaderes, y
configurarán un germen de estado social perfecto, sano, armonioso, donde se trabaja
con austeridad y moderación, por el bien de la comunidad.
En la medida que esta sociedad crece, también crece la exigencia de atender
otro tipo de necesidades, no tan básicas, cuya satisfacción despertará la conciencia
individual, una “sociedad afiebrada”, que, en cada vez más ocasiones, olvidará su
compromiso para con la comunidad. Es así como se hace necesario que haya quien
en esa sociedad se dedique a paliar los problemas que generan esas ansias, médicos,
abogados, y, sobre todo, quien vigile y garantice la seguridad de las riquezas que se
van acumulando: los vigilantes, los militares, a los que Platón dedica desde el principio
una singular importancia, puesto de que de ellos deberán salir los gobernantes, los
vigilantes más capacitados racionalmente. Los gobernantes se erigirán en guardianes
perfectos, quedando el resto como sus auxiliares.
Queda así estructurada la ciudad ideal en tres clases sociales, que, de acuerdo
a otro de los principios fundamentales de la filosofía de Platón, el de especialización
funcional, deben estar configuradas por aquellos que mejor dotados estén para cada
una de las tareas que deben desempeñar. Tesis que es exigida por la naturaleza
misma de las cosas.
Cada ente, natural y artificial, posee una esencia que lo define, lo hace ser
como es y no de otra manera. Ello lo determina a cumplir una función específica: el
cuchillo debe cortar.
Así pues, la areté o virtud consistirá, precisamente, en su capacidad para
realizar de modo excelente la función que le es propia, pero la definición, en todo caso,
vendría dada por la esencia, no por la función. Se trata de un principio ontológico, que
se basa en el ser mismo de las cosas.
Aplicado a la sociedad, comportará dos exigencias:
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Tema 49: La justicia en la polis como objetivo de la filosofía de Platón

1. Cada clase social debe ejercer solo la función social que le corresponda
2. Cada ciudadano debe insertarse en la clase que le es propia según la naturaleza
predominante de su alma.
Habrá, por tanto, ahora, que indagar sobre la naturaleza del alma, siguiendo el
patrón establecido en la sociedad, para llegar a conocer qué puesto debe ocupar cada
ciudadano en la sociedad, pues Platón, siguiendo a Sócrates, está convencido de que
cada régimen político se corresponde con un tipo de carácter en los individuos que
configuran dicho régimen, y, recíprocamente, el tipo de carácter que predomina en los
ciudadanos determina el régimen político en el que ellos viven.
5. EL ALMA
En líneas generales, todas las reflexiones platónicas sobre el alma (naturaleza
e inmortalidad) arrancan del dualismo radical que la contrapone al cuerpo.
Esta oposición se remonta a la tradición socrática y pitagórica, pero se
fortalece, a su vez, por la experiencia de los conflictos internos, que con frecuencia
desgarran nuestra conciencia.
Desde Sócrates, el alma es interpretada como el principio al cual corresponde
el control de sí mismo. Se identifica, por ello, con la razón, parte más elevada del
psiquismo, mientras que el cuerpo es considerado como la sede y el origen de los
deseos, pasiones e instintos, que deben someterse al superior criterio del
conocimiento. Pero esos instintos corporales poseen una dimensión psíquica, la cual
sirve de fundamento a Platón para defender que en el alma hay también una parte
pasional, epythimía, en la que anida ese apetito y deseo, que busca siempre
satisfacer a cualquier precio las inclinaciones corporales. En ello radica, precisamente,
los males de los gobernantes, que se dejan llevar por esta tendencia pasional y ansían
y utilizan su poder, que quieren obtener de cualquier forma, siendo la retórica la
manera más rápida y efectiva, para satisfacer sus anhelos más íntimos.
Platón se vio en la necesidad de completar su teoría postulando una tercera
dimensión psíquica, el ánimo, thymós, que representa la decisión, el coraje, la fuerza
de voluntad por ejercer el dominio de esa tendencia pasional por parte de la razón, y
que se encoleriza y se frustra, cuando la razón cede y no es capaz de imponer su
criterio.
Queda así determinada el alma en una estructura tripartita, si bien, como en el
famoso mito del “carro alado” del Fedro puede verse, no se atenta contra su carácter
unitario. El establecimiento de este alma tridimensional se configura en función de ese
principio de isomorfismo estructural citado, y por el cual se determinaba que sociedad
y alma deben compartir la mima estructura básica para poder garantizar el equilibrio
y la armonía en esos dos ámbitos.
6. LA JUSTICIA (Dikaiosyne)
La delimitación de las tres clases sociales y la asignación de funciones
específicas a cada una de ellas configura la estructura de la sociedad, que será ideal
si se consigue que en ella el gobernante se conduzca con justicia.
Para determinar qué es la justicia, Platón parte de las cuatro virtudes
cardinales, dikaiosyne, phrónesis, andreia y sophrosyne, y procede a definir cada
una de ellas, a excepción de la justicia, para así, por eliminación, averiguar en qué
consiste esta virtud fundamental.
Así, definirá la phrónesis como virtud intelectual, que exige episteme para
poder ser ejercida, y que debe cultivar el gobernante, ya que consiste en que este
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Tema 49: La justicia en la polis como objetivo de la filosofía de Platón

sepa, en todo momento, por qué y cómo debe actuar, y qué debe hacer. El único fin
de su acción debe ser garantizar el bien general de la ciudad.
La andreia será la virtud que deberán cultivar los auxiliares, si desean cumplir
con su función de forma excelente. Para ello, deben conocer en todo momento qué
debe ser temido y qué no, y a quién deben defender y a quién atacar. Platón considera
que para cumplir esta función debidamente basta con una doxa acertada, es decir, el
auxiliar no tiene por qué conocer la razón por la cual alguien debe ser defendido o
atacado, le valdrá con saber qué le corresponde a cada cual sin equivocarse al
respecto.
La sophrosyne consistirá en el autocontrol y la armonía entre la parte inferior
y la parte superior del alma, por la cual debe ser dirigida. Esta virtud debe hallarse
presente en todas las clases sociales, si bien ha de ser específica en la de los
productores, quienes deben someter su ambición siempre a la moderación.
La dikaiosyne será, por tanto, el cumplimiento por cada clase de la función
específica que le corresponda con la máxima excelencia posible, y ello se refiere tanto
a cada una de las clases sociales como a cada una de las partes del alma. Cuando
esto ocurra, podrá decirse que tanto en el estado como en el alma del ciudadano reina
la armonía y será entonces cuando nos encontremos ante la auténtica ciudad ideal,
en la que no habrá lugar para la corrupción
7. LA EDUCACIÓN
Ya sabemos cómo debe ser la ciudad ideal. Ahora resta comprender cómo
debe alcanzarse. Platón deposita toda su confianza en la educación.
La experiencia le permite constatar que tanto las ciudades como los ciudadanos
viven de una forma muy alejada a lo que debería ser el ideal propuesto. Regímenes
políticos liderados por gobernantes en los que su parte concupiscible o irascible tiene
sometida plenamente a la racional, y con ellos, los propios ciudadanos a los que
dirigen.
Por ello, entiende que es preciso una educación adecuada para garantizar el
ajuste interior de las partes del alma así como el ajuste social resultante del
cumplimiento de las funciones específicas que a cada clase corresponden.
Platón entiende que la educación ha de ser integral, debe estar a cargo del
estado e idéntica para hombres y mujeres, inclinándose aquí por un modelo más
espartano que el tradicional ateniense, en el cual quedaba la formación en mano de
la familia y de los sofistas.
a. Primera fase del proceso educativo
El proceso educativo se desarrolla en dos fases. La primera abarca la infancia
y la juventud; la segunda se extiende desde la mayoría de edad hasta la madurez (20-
35 años).
El tipo de enseñanza que corresponde a cada una de estas fases dependerá
de la finalidad que se les asigna: la primera está orientada a la preparación de los
guerreros o auxiliares; la segunda, a la formación de los que llegarán a ser
gobernantes o guardianes perfectos.
Las disciplinas en la primera fase serán la gimnasia, dirigida al cuerpo, y la
música, dirigida al alma.

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Tema 49: La justicia en la polis como objetivo de la filosofía de Platón

En cuanto a la gimnasia, esta no debe limitarse a desarrollar el cuerpo, sino


que se debe orientar a la formación de carácter, el ánimo y las virtudes con él
relacionadas: valentía, abnegación, firmeza de convicciones, etc.
La música, por su parte, persigue una formación humanística o artística, pues
posee un poder excepcional para la formación del carácter, tanto por su naturaleza
como por los efectos que producen en el alma. Es para Platón el instrumento educativo
por excelencia para esta fase. Lo es porque resulta lo más adecuado para la edad,
educando niños y jóvenes, en los que aún no está plenamente desarrollada la razón,
y lo es porque se dirige fundamentalmente a los auxiliares, a los que no se les exige
episteme, sino solo opiniones firmes y rectas: ausente el conocimiento racional con el
cual las opiniones adquieren firmeza definitiva, el arte es el medio más adecuado para
inculcar y fijar las convicciones en el alma.
b. Segunda fase del proceso educativo
Una vez completada la educación por la gimnasia y la música, la mayoría de
los que han superado esta etapa estarán destinados a configurar la clase de los
auxiliares.
Solo los mejores de ellos pasarán a la etapa superior. Serán aquellos que
sobresalgan tanto por su amor a la ciudad como por su capacidad intelectual y su
perseverancia en el estudio.
Las páginas que Platón dedica en la parte central de la República a los
gobernantes y a su educación (final del libro V y libros VI y VII) son las más densas
de todo el diálogo y las de mayor contenido filosófico.
En estos libros aparecen todos los temas fundamentales de la metafísica
platónica: su concepción de la filosofía y la relación de esta con las ciencias
(especialmente con las matemáticas); su interpretación de la realidad, desdoblándola
en dos ámbitos radicalmente distintos, a saber, la realidad física, cambiante y
perceptible por los sentidos, y la realidad inmutable que se capta por medio de la
inteligencia, es decir, las “Ideas” o las “Formas”, “Eidos”, que constituyen lo
verdaderamente real; su doctrina del conocimiento y del alma, sumergida por su parte
inferior (conocimiento sensible) en el mundo físico, pero llamada a ascender con su
parte superior (inteligencia, razón, nous) hasta el mundo de lo inteligible, hasta las
Ideas.
En el diálogo el Menón quedó determinado que la política es un saber, es
episteme. En la República se nos aclarará qué tipo de saber es el que corresponde
al verdadero político. Este saber es denominado por Platón “Filosofía”. De ahí, su
insistente afirmación de que el verdadero gobernante ha de ser el filósofo.
Platón, apoyándose en el sentido etimológico del término “filosofía”, amor a la
sabiduría, la contrapone al “amor a las opiniones”. Esta oposición entre sabiduría y
opinión se vincula estrechamente a su teoría de la realidad: dado que la opinión y
saber son formas de conocimiento distintas, sus objetos serán también distintos.
De una parte, las opiniones, mudables y carentes de justificación racional,
recaen sobre los seres físicos que son igualmente mudables y carentes en sí de
inteligibilidad (todo lo que de inteligible hay en el mundo físico proviene de las eidos);
de otra parte, el saber, que es conocimiento universal, necesario y racionalmente
fundado, tiene como objeto las eidos, igualmente universales y necesarias, y cuyo
entramado constituye un sistema plenamente racional.

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Tema 49: La justicia en la polis como objetivo de la filosofía de Platón

El ascenso hasta este tipo de saber, que Platón denomina “filosofía” y también
“dialéctica”, es difícil. Por ello, exige un entrenamiento intelectual: la mente ha de
acostumbrarse al razonamiento, alejándose de los sentidos y de sus objetos. Para
este entreno, Platón elige las matemáticas en sus distintas ramas, aritmética,
geometría y astronomía. Diez años se dedicarán al estudio de esta ciencia
propedéutica (desde los 20 a los 30 años), durante los cuales el alumno se ejercitará
en el razonamiento puro hasta llegar a captar las relaciones lógicas universales por
medio de las cuales se vinculan entre sí los objetos de las distintas diciplinas
matemáticas.
Aquellos que superen este primer estadio de la enseñanza superior pasarán a
estudiar la dialéctica o filosofía, dedicándose al estudio de las formas inteligibles, de
las Ideas, de las eidos.
Ahora, a diferencia de lo que sucedía con el estudio de las matemáticas, en el
que se acotaba una parcela del ámbito inteligible, dando por sentada la existencia
hipotética de sus objetos, no se acotará ninguna parcela del mundo inteligible,
superando así los planteamientos hipotéticos. El dialéctico asciende por medio de la
razón “considerando las hipótesis no como principios últimos, sino como simples
hipótesis que sirven a modo de peldaños y puntos de apoyo para elevarse hasta el
principio de todo que ya no es hipotético; y, una vez alcanzado este, desciende de
nuevo abarcando todas las consecuencias que se derivan de él hasta llegar a la
conclusión final, sin servirse en absoluto de nada sensible, sino solamente de las ideas
mismas, pasando de idea en idea, y terminando en ideas” (Platón, La República, lib.
VI, 511b-c. Citado, por T. Calvo, pp 180)
La dialéctica, en definitiva, será un saber sistemático, total, en el cual cada
conocimiento parcial se justificará por el lugar que ocupa en el todo; un saber absoluto,
con el cual soñarán siempre filósofos racionalistas como Leibniz y Hegel.
El principio en el cual se fundamenta todo el sistema de las ideas y en el que,
por tanto, ha de fundamentarse el saber sistemático total es la idea suprema, la IDEA
DE BIEN.
Al conocimiento del “BIEN” se encamina, pues, toda la filosofía y toda la
educación de los gobernantes-filósofos. Se trata de un conocimiento teórico-práctico,
ya que el sabio, al acceder al conocimiento del orden del universo y de la finalidad de
sus componentes, adquiere de inmediato la responsabilidad de introducir ese orden
tanto en la sociedad como en el alma de cada uno de los ciudadanos. A la razón le
corresponde gobernar sobre el estado y sobre el psiquismo, y al estado y al psiquismo
se deben organizar con el fin de favorecer el ejercicio de la razón como un bien en si
mismo. Así, el filósofo-rey será el fruto natural y más precioso que pueda producir una
sociedad perfecta: en la medida en que es gobernada por la sabiduría, la ciudad es
perfecta; en la medida en que es perfecta, la ciudad es capaz de producir en su seno
la sabiduría.

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Tema 49: La justicia en la polis como objetivo de la filosofía de Platón

8. EL GOBIERNO DEL SABIO


Habiendo llegado a la conclusión de que la política es una episteme y que toda
episteme se orienta hacia el ser, que, en tanto ser, es siempre un bien, y habiendo
establecido que es al filósofo al que le corresponde ese tipo de sabiduría, a Platón no
le queda otra que proponer como régimen político para la ciudad ideal una monarquía
o, a lo sumo, aristocracia, de carácter absoluto, sin más limitaciones que aquellas que
el propio saber impondrá necesariamente al gobernante.
Platón, contrario a la proliferación de leyes, buscará por medio de la educación
que los ciudadanos sepan cómo actuar en cada circunstancia. Al gobernante le
corresponderá fundamentalmente tareas de vigilancia, a fin de que su la armonía en
la ciudad ideal no se vea alterada.
Esa capacidad para mantener el orden ideal constituirá el criterio último para la
selección del guardián perfecto. En tanto que el filósofo es conocedor de las ideas
inmutables, debe ser el más capaz de conservar las leyes y las instituciones de la
ciudad. El gobernante ha de procurar que la ciudad se mantenga en unos márgenes
moderados de bienestar, sin dejar que se apoderen de ella ni la riqueza ni la pobreza,
que son las dos grandes enemigas de la justicia y de la unidad del estado. De igual
modo, debe evitar que la ciudad crezca demasiado y asegurarse de que cada
ciudadano se especialice en las funciones más acordes con sus dotes naturales,
siendo incluidos en la clase social adecuada para que la justicia pueda prevalecer.
En definitiva, para que la ciudad ideal cristalice ha de conseguirse que “los
filósofos se conviertan en reyes de las ciudades o bien, que los que ahora se tienen
por reyes y gobernantes filosofen de verdad y suficientemente” (Platón, la República,
473c)
Platón, interesado por en llevar a la práctica sus ideas, revisó su teoría política
en sus diálogos de vejez, El Político y Las Leyes, donde adopta posturas más
realistas.
Si bien en estos diálogos mantiene firme su tesis de que debe ser el sabio quien
gobierne, reconoce, no obstante, la dificultad que encierra esperar que la educación
dé siempre el fruto deseado, por lo que postula la necesidad de establecer unas leyes,
a las cuales deban someterse todos los ciudadanos, incluidos los propios
gobernantes.

9 LA FELICIDIDAD EN LA POLIS IDEAL


La realización efectiva de la ciudad ideal perseguirá una especie de impero de la
justicia, en la que la corrupción no encuentre posibilidad de darse.
Para que esto se materialice Platón deberá proponer la abolición de la propiedad
privada y de la familia para la clase de los guardianes y de los gobernantes.
Los guardianes no poseerán hacienda propia ni vivienda, no podrán comercia ni
acumular riqueza alguna. Vivirán de un salario anual, suficiente para mantenerse, pero
sin propiciar lujo alguno, y aportado por la clase productora.
Se trata de un régimen de vida muy austero reservado para todo aquel que cumple
explícitamente una función pública, ya que entiende que solo así podrá evitarse caer
en la tentación de la corrupción. Permitir a los guardianes o gobernantes propiedad
privada conllevaría que estos tuviesen que atender a dos tareas diferentes a la vez, lo
cual les impediría no solo concentrarse en su función pública, sino en prestarle una

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Tema 49: La justicia en la polis como objetivo de la filosofía de Platón

atención derivada o, lo que aún sería peor, utilizar el poder concedido por la ciudad
para el beneficio de sus intereses privados.
En esta misma línea se orienta la supresión de la familia, ya que Platón entiende
que nada se considera más propio que los miembros de tu propia familia. De ahí que
la tentación de beneficiar a los tuyos en detrimento del bien común podría resultar muy
difícil de resistir. Por ello expone una propuesta tan extrema, con el fin de que entre
los guardianes se asiente en exclusiva el sentimiento de comunidad.
Esta comunidad de mujeres e hijos propuesta por Platón se halla también
relacionada con la incorporación de la mujer a todas las tareas sociales en pie de
igualdad con los hombres. Platón se opone inequívocamente a la discriminación de la
mujer por razón de su género, porque entiende que esta diferencia no conlleva
inferioridad alguna. Por ello, defiende que las mujeres han de acceder en igualdad de
condiciones a las funciones encomendadas a los guardianes, y su educación ha de
ser exactamente la misma.
Cabe, por último, preguntarse cómo es posible la felicidad en esta ciudad ideal,
objetivo último de todo el diálogo de la República.
Para Platón, la felicidad en la ciudad ideal solo será posible si acaece la justicia,
tesis que choca con lo que defienden los sofistas, para quienes la experiencia da
sobradas pruebas de lo contrario: la felicidad, entendida esta como vida puramente
placentera, se alcanza en la medida en que se obra injustamente.
Platón conecta la justicia y la felicidad, el “vivir bien”, con la naturaleza humana.
Una buena vida solo será posible si se ajusta a la naturaleza humana. Si esta consiste
fundamentalmente en que gobierne la parte racional del alma, es obvio que la felicidad
se alcanzará cuando esto acontezca. Y tal acontecimiento provocará un placer
intelectual que colmará de felicidad al ciudadano, ya que este tipo de placer es
concebido por Platón como el más puro, el más verdadero y estable, puesto que su
objeto (las eidos) es real y permanente. No obstante, esto no implica que aquellos
que no sean capaces de disfrutar de estos placeres intelectuales, como son los
ciudadanos que pertenecen a la clase de los productores, estén condenados a ser
infelices. Al contrario, en la media en que su alma haya sido adecuadamente educada
y anide en ella la sophrosyne como virtud, experimentarán el placer que les
corresponde y alcanzarán así la felicidad.
Será la clase de los auxiliares la gran sacrificada en este aspecto: Platón no puede
evitar que, de las tres clases, sean quizás a ellos a los que más les corresponda
renunciar. Pero esta renuncia debería compensarles en la medida en que cobran
conciencia de que sus sacrificios propician que en la polis reine la justicia. Por ello,
podrán recibir reconocimientos y honores de todos los ciudadanos, lo que les permitirá
vivenciar esa sensación de triunfo y satisfacción similar a la que recibe un deportista
cuando, tras mucho esfuerzo y duro entrenamiento, alcanza la victoria o, al menos, el
reconocimiento y la admiración de quienes le contemplan. Esta es, precisamente, el
tipo de placer que mejoro se corresponde con el thymós, esa parte del alma que
impera en su carácter y que la adecuada educación le ha llevado a cultivar la andreia
como virtud esencial.

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Tema 49: La justicia en la polis como objetivo de la filosofía de Platón

CONCLUSIÓN
Como hemos indicado en la Introducción, el desarrollo que hemos realizado del
tema del Platón ha buscado como fin adentrar al alumnado en los asuntos más áridos
y abstractos de su filosofía, como son su teoría de las ideas y sus planteamientos
epistemológicos, de una manera contextualizada. Ello permite que puedan ser
estudiados comprensivamente, única forma que creemos razonable para afrontar con
esperanzas de éxito el estudio de cualquier teoría filosófica.
Hemos evitado, por tanto, un esquema tradicional, que suele partir de la ontología
para acabar hablando de la política, pues consideramos que lo que aquí está en juego
no es solo demostrar nuestros conocimientos, sino, fundamentalmente, como serán
estos utilizados para ser expuestos al alumnado de tal forma que le resulten accesibles
y pueda hacerlos suyos sin tener que recurrir a la socorrida y frustrante memorización,
técnica que, por otra parte, excluye el cultivo del espíritu filosófico.
Razones exclusivamente pedagógicas pues nos han motivado para esta
exposición, amén de que el planteamiento propuesto es el que mejor se adapta al
título del tema que nos ocupa, “La justicia en la Polis como objetivo de la filosofía de
Platón”, ya que, en torno al tema de la polis y la justicia ha girado toda nuestro
desarrollo.
Durante el mismo hemos comprobado como para Platón, a diferencia de lo que
defendían los sofistas, el discurso político tiene que poseer un fundamento científico
cimentado sobre la idea de Justicia y la idea de Bien, como realidades supremas en
torno a las cuales debe estructurarse el ordenamiento en la polis y en el alma del
ciudadano. El conocimiento de estas realidades conlleva su materialización en el
diseño de una ciudad ideal, perfecta, gobernada por quienes poseen tal sabiduría, por
los filósofos, de tal manera que queda excluida no solo la injusticia de la polis, sino la
posibilidad de que en ella acontezca injusticia alguna. La ciudad ideal de Platón resulta
incorruptible y propicia una vida feliz a sus ciudadanos, en tanto que ella se desarrolla
de acuerdo a lo exigido por la dikaiosine: el equilibrio y la armonía, tanto en el estado
como en el alma del ciudadano acontecerán cuando cada uno ocupe el puesto social
que de acuerdo a la naturaleza de su alma le corresponde y se conduzca cultivando
la excelencia que le compete. De esta manera, se garantizará que en la ciudad resulte
improbable que barbaridades como la condena de Sócrates puedan volver a repetirse.

TEXTOS Y LECTURAS RECOMENDADAS PARA ILUSTRAR EL TEMA


No queremos terminar el desarrollo de este tema sin exponer, al menos,
algunos de los textos fundamentales que entendemos que el alumnado debería leer
para comprender bien la filosofía de Platón. Entre otros muchos, podríamos elegir los
siguientes:
- La apología de Sócrates
- Fragmento de la Carta VII (324e-326b)
- La alegoría de la caverna (República, 514a-517c)
- La parábola de la línea (República, 532a-535a)
- La dialéctica: (República, 518b-520a)
- El mito del carro alado (Fedro, 245-247)
- El mito de los metales (República, 414c-415d)

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Tema 49: La justicia en la polis como objetivo de la filosofía de Platón

REFERENCIAS LEGISLATIVAS
- España. Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. BOE, 4 de mayo de 2006,
núm. 106, p. 17158-17207.
- España. Ley Orgánica 3/2020, de 30 de diciembre, por la que se modifica la Ley
Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación. BOE, 30 de diciembre de 2020, núm.
340, p. 122868-122953.
- Real Decreto
- España. Real Decreto 1105/2014, de 26 de diciembre, por el que se establece el
currículo básico de l aEducación _Secundaria Obligatoria y del Bachillerato. BOE, 3
de enero de 2015, núm. 3, p. 169-546.

BIBLIOGRAFÍA
Obras fuente
- PLATÓN (1982) Obras Completas. Madrid. Biblioteca Clásica Gredos

Estudios generales
- ABAGNANO, N. (1964), Historia de la filosofía. 3 volúmenes (vol. I). Madrid. Montaner y
Simón
- CHATELET, F (1984), Historia de la filosofía. 4 volúmenes (vol. I). Madrid. Espasa Calpe
- COPLESTON, F (1969), Historia de la filosofía. 6 volúmenes (vol I). Barcelona. Ariel
- HEGEL, G.W.F (1955), Lecciones sobre la historia de la filosofía. 3 volúmenes (vol. I).
Madrid. Fondo de Cultura Económica.
- HIRSCHBERGER, J. (1954), Hiistoria de la filosofía. Barcelona. Herder
- Mora, J.F., (1991) Diccionario de Filosofía. 4 volúmenes. Barcelona. Círculo de
Lectores.
- RUSSELL, B, (2010) Historia de la Filosofía occidental. 2 volúmenes (vol. I). Madrid.
Austral

Estudios específicos
Sobre historia y cuestiones políticas
- DAVIES, J: K. (1981) La democracia y la Grecia clásica. Madrid. Taurus
- RODRÍGUEZ ADRADOS, F. (1975), La democracia ateniense. Madrid. Alianza
Sobre filosofía griega
- CAPELLE, W. (1958) Historia de la filosofía griega. Madrid. Gredos
- GUTRIE, W.K.C., (1950) Los filósofos griegos. México. Fondo de Cultura Económica
- JAEGER, W. (1971) Paideia. Los ideales de la cultura griega. México. Fondo de Cultura
Económica
- MONDOLFO, R (1942) Historia del pensamiento antiguo. Losada
Sobre Platón
- CALVO MARTÍNEZ, T. (1986) De los sofistas a Platón: política y pensamiento. Madrid.
Cincel
- CONFORD, F (1982) La teoría platónica del conocimiento. Barcelona. Paidos
- GRUBE, G. M. A. ( 1973), El pensamiento de Platón. Madrid. Gredos
- POPPER, K R. (1981), La sociedad abierta y sus enemigos, I. Madrid. Orbis

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Tema 49: La justicia en la polis como objetivo de la filosofía de Platón

Bibliografía para el alumnado


- NAVARRO CORDÓN, J.M (1981) Historia de la filosofía. Madrid. Anaya
- GAARDER, J. (1991) El mundo de Sofía. Madrid. Siruela
- WARBURTON, N. (2011) Una breve historia de la filosofía. Madrid. Galaxia
- SAVATER, F. (2008) La aventura de pensar. Barcelona. Debate. (2009) Historia
de la filosofía sin temor ni temblor. Madrid. Espasa
- KUNZMANN, P., BURKARD, F.P., WIEDMANN, F. (1991) Atlas de filosofía. Madrid. Alianza
Editorial
WEBGRAFÍA
Páginas web
- HERDER EDITORIAL. Encyclopedia Herder
<https://encyclopaedia.herdereditorial.com/wiki/Lista:Categoriae >
- GONZÁLEZ BARREDO, JV, Apuntes de filosofía. <http://www.xtec.cat/~jgonza51/>
- ALUD EDITORIAL. Bípedos Implumes. <http://www.bipedosimplumes.es/>
- FOUCE, J. Webdianoia. <https://www.webdianoia.com/>
- FILOSOFÍA DIGITAL. Filosofía-Digita. Portal de filosofía para profesores y alumn@s de
ESO y Bachillerato. <https://filosofiadigitalblog.wordpress.com>

Canales Youtube

- HIDALGO, R. Polizón y Naúfrago. “En la cabeza de Platón” < (105) En la cabeza de


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- Adictos a la Filosofía <https://www.youtube.com/channel/UCBgi...>
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- Leyendo Historia de la Filosofía <https://www.youtube.com/channel/UCHRx... >


- El monitor fantasma: <https://www.youtube.com/c/Monitorfantasma/videos>
- FUENTES PINZÓN, F, El Picalibro.
<https://www.youtube.com/channel/UCBBxEha00AVZarL8iNyujBg>

Twitter
- INFANTE, E: https:<//twitter.com/eledututor>

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