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UNIDAD IV

Teoría de la enunciación E. Benveniste

En el estructuralismo Benveniste entendía a la lengua como una estructura articulada en varios niveles
pero que se corresponde, en lo que a su organización jerárquica compete, a dos criterios: forma y sentido.

Para introducirnos en la evolución de su pensamiento:

La lengua re-produce la realidad. Esto hay que entenderlo de la manera más literal: la realidad es
producida de nuevo por mediación del lenguaje. Así la situación inherente al ejercicio del lenguaje, que es

OM
la del intercambio y del diálogo, confiere al acto del discurso una función doble: para el locutor, representa
la realidad; para el oyente, recrea esta realidad.

Es importante en su visión determinar un campo de trabajo que implica 2 ejes: el semiótico y el semántico,
estos dos ejes son planteados por Benveniste frente a la dicotomía lengua/habla de Saussure diciendo
que en la lengua debemos diferenciar estos dos dominios (semiótico y semántico).

.C
➢ El ámbito semiótico se caracteriza como una propiedad de la lengua; su unidad es el signo, la totalidad
de los signos forman la totalidad de la lengua. Cada uno de ellos establece sus relaciones y oposiciones
con otros signos que lo definen y delimitan dentro de la lengua.
➢ La noción de semántica nos introduce en el dominio de la lengua en su uso y en acción; vemos esta vez
DD
en la lengua su función mediadora entre el hombre y el hombre, entre el hombre y el mundo, entre la
mente y las cosas, transmitiendo la información, comunicando la experiencia. En una palabra, organizando
la vida de los hombres”.

Su aporte pone en relieve una diferencia entre la concepción formal, que entiende a la lengua como un
LA

sistema de formas cuyos componentes pueden ser analizados atendiendo a sus oposiciones y funciones y
la lengua estudiada en el marco de las condiciones que impone el discurso.

Benveniste plantea que hay que dejar de lado la concepción estructuralista de la lengua como “código”
FI

para abordar la realidad lingüística y propone un cambio en el objeto de estudio:


En palabras de Todorov: El “habla” (término del cual poco se valdrá Benveniste) no es la mera
actualización de la lengua; su estudio requiere un cambio de perspectiva y la constitución de una nueva
subdivisión en la lingüística, ya que la nueva perspectiva crea un nuevo objeto de conocimiento.


Al respecto, expresa Benveniste que el lenguaje es “...un hecho humano; es, en el hombre, el lugar de
interacción de la vida mental y de la vida cultural y, a la vez, el instrumento de esta interacción. Otra
lingüística podría establecerse sobre los términos de este trinomio: lengua, cultura, personalidad”.

Es así como plantea una lingüística del discurso, que se configura sobre la alocución y el diálogo. La
lengua, en un sentido semiótico (cerrado, genérico, intralingüístico, sistematizado e institucional) se pone
en acción expresándose en la frase u oración que articula los signos mediante una relación de conexión o
de sintagma, convirtiendo al signo en palabra como consecuencia de la actividad del hablante. De esta
forma, este autor se refiere al principio de “consecución discursiva” como un principio constitutivo de lo
semántico. “El sentido es producido por la consecución generada entre esos constituyentes que son las
palabras”.

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Algunos conceptos

Enunciación: La enunciación es un proceso de apropiación, es decir, un acto individual a través del cual
el locutor (el que habla) se apodera de las formas que la lengua pone a su disposición y comienza a
enunciar situándose como yo e implantando simultáneamente un tú a quien se dirige (el alocutario). En
ese acto, la lengua se convierte en discurso, se actualiza el sistema lingüístico, se genera una alocución y
se constituye un enunciado, definido como el producto de ese acto individual.

En este marco, Benveniste plantea su objeto de estudio, vale decir, la enunciación, que puede estudiarse
a través de:
➢ la realización vocal de la lengua: los sonidos emitidos y percibidos;
➢ la conversión individual de la lengua en discurso: la interacción entre el sentido y las palabras, es decir,

OM
la semantización de la lengua, el análisis de la significancia. Nos referiremos puntualmente a este tema, al
responder la consigna siguiente;
➢ el marco formal de su realización: este es el enfoque por el cual opta el lingüista francés y hace
referencia a las características formales que se manifiestan en esta actualización de la lengua que realiza
el locutor.
En síntesis, los tres conceptos se interrelacionan de manera constante ya que es el locutor el que realiza

.C
el acto de apropiación de la lengua (enunciación) y deja huellas de ese proceso en el enunciado, que no
es otra cosa que el resultado de dicho acto individual, o sea, el texto mismo en el cual identificamos esas
marcas que ha dejado el locutor y que permiten reconstruir el acto enunciativo, léase, la enunciación.
DD
Cuando se introduce la figura del locutor apropiándose de la lengua se focaliza en la naturaleza del
lenguaje, contrastando la idea del mismo entendido como instrumento o como propiedad de la naturaleza
humana, a lo que Benveniste plantea que el lenguaje no debe asimilarse a un instrumento, ya que eso
implica que ha sido creado, construido por el hombre (tal como el pico, la rueda, la computadora, etcétera).
Además, según su punto de vista, sostener esa concepción supone concebir al lenguaje como algo
LA

externo al hombre y separado de él. Por el contrario, Benveniste postula que el lenguaje es inherente al
hombre, se encuentra en su naturaleza y es aquello que le permite definirse como tal; no hay posibilidad
de pensar al hombre sin el lenguaje, ni al lenguaje separado del hombre. En palabras de Benveniste.
FI

El lenguaje está en la naturaleza del hombre, no es fabricado por él, jamás llegaremos al hombre
separado del lenguaje ni lo veremos inventarlo.

Esto se vincula con la categoría de subjetividad porque el lenguaje está inscripto en la naturaleza humana
e instaura la especificidad del hombre que se constituye como sujeto a partir de la puesta en


funcionamiento de la lengua: “es en y por el lenguaje como el hombre se constituye como sujeto, porque el
lenguaje funda en realidad, en SU realidad, que es la del ser, el concepto de “ego”.

Para sintetizar, toda vez que un locutor se apropia de la lengua y comienza a enunciar se constituye como
sujeto y deja huellas lingüísticas de ese proceso, de ese acto enunciativo.

Así, la subjetividad, en términos de Benveniste, es la “capacidad del locutor de plantearse como sujeto”.

Según Benveniste, la lengua, antes de la enunciación, es solo la posibilidad de la lengua; no obstante,


cuando un locutor se apropia de ella y comienza a enunciar se efectúa en una instancia de discurso. Ese
proceso de apropiación y de puesta en funcionamiento de la lengua por un acto individual de utilización es
lo que se denomina enunciación. En dicha instancia (de discurso), el locutor se designa como YO e
instaura un TÚ a quien se dirige; esta interlocución que se produce constituye una instancia dialógica que
se manifiesta lingüísticamente a través de la categoría de persona.

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El lenguaje es el medio por el cual el hombre se constituye como sujeto

Enunciación y subjetividad

La concepción de un sujeto hablante es entendida como un locutor que dirige su discurso a otro: el YO
implica necesariamente al TÚ, ya que el ejercicio del lenguaje es un acto que apunta al otro, conforma su
presencia. Es esta una condición dialógica que resulta inherente al lenguaje mismo – que posee las
formas yo/tú para expresarla – y su visibilización en la comunicación se sigue, entonces, de su propia
organización interna. El autor describe estas formas de la siguiente manera: “Los propios términos de que
nos servimos aquí (YO y TÚ), no han de tomarse como figuras sino como formas lingüísticas que indican
la “persona”.

OM
¿A qué yo se refiere?

No hay concepto “yo” que englobe todos los “yo” que se enuncian en todo instante en la boca de todos los
locutores.

YO se refiere al acto de discurso individual en que es pronunciado, y cuyo locutor designa. Es un término

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que no puede ser identificado más que en la instancia de discurso, y que no tiene otra referencia que la
actual. La realidad a la que remite es la realidad del discurso. Es en la instancia de discurso en que YO
designa al locutor donde éste se enuncia como “sujeto”.
DD
A partir de esto es posible comprender cuáles son los fundamentos para determinar el carácter
eminentemente lingüístico de la noción de subjetividad. El primero de ellos deriva de la “polaridad de
las personas”. El acto de decir es fundante tanto del sujeto como del otro en el ejercicio del discurso. La
asunción del lenguaje para dirigirse a otro implica la generación de un lugar desde el cual se habla, de un
centro de referencia en torno al que se organiza el discurso. Este está ocupado por el sujeto del discurso,
LA

por el YO al cual remite todo enunciado.

Ejemplo: al afirmar: Marta estudió o Yo estudié, en los dos casos puede pensarse en la cláusula Yo (te)
digo que para marcar el acontecimiento discursivo de un yo por el que ambos enunciados tienen lugar.
FI

Por lo tanto, la relación yo/tú referida por Benveniste se implica en todo enunciado. Así, en los ejemplos
antes citados, sería posible pensar en un sujeto del enunciado (que realiza la acción de estudiar) y un
sujeto de la enunciación, implícito, que realiza el acto de decir.


A este argumento se agrega otro que consiste en que la subjetividad lingüística se fundamenta en el
reconocimiento de otros elementos que, al igual que los pronombres personales mencionados, se
clasifican como formas vacías; a esto nos referimos con formas lingüísticas cuya significación se realiza en
el acto de discurso que las contiene. Estos son “…los indicadores de la deixis, demostrativos, adverbios,
adjetivos, que organizan las relaciones temporales y espaciales en torno al “sujeto” tomado como punto de
referencia: “esto, aquí, ahora”, y sus numerosas correlaciones “eso, ayer, el año pasado, mañana”. Tienen
por rasgo común definirse solamente por relación a la instancia de discurso en que son producidos, es
decir, bajo la dependencia del yo que en aquella se enuncia.”

Todo discurso señala un aquí que presenta de inmediato un allí o allá, y paralelamente el discurso
especifica un ahora en función del que se establece una división entre el presente (ahora del acto de decir)
y los tiempos del enunciado. El tercer fundamento para definir el carácter lingüístico de la enunciación es
la expresión de la temporalidad.

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El presente es el tiempo en el que se habla. Todo acontecimiento enunciativo origina un presente en


función del cual se pueden comprender los tiempos del enunciado.

Aparato formal de la enunciación

Se denomina aparato formal de la enunciación al conjunto constituido por:

➔ unidades lingüísticas cuya propiedad distintiva es la de estar vacías de referencia (indicios específicos,
clases)
➔ procedimientos accesorios (funciones).
Es decir que este aparato formal incluye a todos los instrumentos que la lengua pone a disposición de los

OM
hablantes para consumar la enunciación; las unidades (clases) se referencian en la instancia discursiva y
las funciones remiten a la relación que establece el locutor con el alocutario.

Elementos que integran el aparato formal de la enunciación:

Elementos del aparato Algunas especificaciones. Ejemplos.

Indicios de persona .C
formal de la enunciación.

Pronombres personales: yo, -Me compré un reloj.


DD
me, tú, te. -Yo afirmo que hará frío.
Pronombres posesivos: mí, -Te acordaste de todo.
mío, tuyo, nuestro. -Mi casa está lejos.

Deícticos (formas Adverbios de lugar: aquí, -Aquí está soleado.


LA

lingüísticas que organizan acá, ahí, allá. -Acá te esperaré.


el espacio y el tiempo en Adverbios de tiempo: ayer, -Ayer leí un libro.
torno a la figura del locutor). ahora, hoy, mañana.
FI

Índices de ostensión Pronombres demostrativos: -Esta tarde te llamaré.


esta, este, esto, ese, esa, -Alcánzame esa lapicera.
eso, aquel, aquella, aquello. -Aquella silla está rota.


Formas temporales de los Presente (simultaneidad -Lucas está en su casa.


verbos respecto de la enunciación)
Pasado (anterioridad -Lucas estaba en su casa.
respecto de la enunciación)
Futuro (posterioridad -Lucas estará en su casa.
respecto de la enunciación)

Funciones sintácticas Intimación (imperativo y -Marta, comprame un


(aparato de funciones) vocativo) jugo.
Aserción (se asevera algo)
Interrogación (permite -Marta me compró un jugo.
indagar y obtener una
respuesta) -¿Me compras un jugo?

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El lenguaje es pues la posibilidad de subjetividad, por contener siempre las formas lingüísticas apropiadas
a su expresión, y el discurso provoca la emergencia de la subjetividad, en virtud de que consiste en
instancias discretas. El lenguaje propone en cierto modo formas “vacías” que cada locutor en el ejercicio
del discurso se apropia, y que refiere a su “persona”, definiendo al mismo tiempo él mismo como yo y a
una pareja como tú. La instancia de discurso es así constitutiva de todas las coordenadas que definen al
sujeto. La enunciación es una realidad que consiste en un “acto individual de utilización”, lo que implica
que es fugaz, evanescente. Lo que se registra es el producto que queda de este acto, es lo que
denominamos el enunciado.

La semantización de la lengua

OM
¿Por qué se sostiene que la enunciación implica la semantización de la lengua?

Desde el punto de vista de Benveniste “la lengua significa”, esto es, tiene un sentido, representa algo. Esta
formulación nos sitúa en el marco de la doble significancia; el discurso engendra el modo semántico de
significancia por el cual el sentido producido por la enunciación se concibe globalmente, es decir, que no
es la suma de los signos que conforman el mensaje, sino que se realiza y se inviste en palabras; en suma,
los mensajes deben ser comprendidos en la situación de enunciación en que se generan. Así, la

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enunciación en tanto conversión individual de la lengua en discurso involucra este orden semántico que
referimos. En otras palabras, el locutor, al situarse como tal, comunica algo que significa y utiliza para ello
los signos que la lengua le proporciona, construye su realidad, constituye al otro y al mundo que lo rodea.
DD
Para concluir, en la enunciación se produce una semantización en tanto se actualiza el sistema de signos
y se manifiesta la función mediadora de la lengua, entre el hombre y el hombre, entre el hombre y el
mundo (Benveniste, 1991); se expresa cierta relación con el mundo y se comunica un sentido. La
referencia es, entonces, parte constitutiva de la enunciación.
LA

La teoría de la enunciación puede organizarse sobre la base de dos categorías: la categoría de persona y
la categoría de tiempo.

❖ Categoría de persona: YO, plantea un TÚ a quien se dirige. En el capítulo “estructuras de las


FI

relaciones de persona en el verbo” Benveniste dice que la primera persona es “el que habla”, la
segunda persona “al que uno se dirige” y la tercera persona es “el que está ausente”. Inicia
entonces con la organización de la categoría de persona; en las dos primeras personas hay a la
vez una persona implicada y un discurso sobre ella. YO designa al que habla e implica un
enunciado a cuenta de “YO”. En la segunda persona “TÚ” es designado por “yo” y no puede ser


pensado fuera de una situación planteada a partir de “yo”. Pero la tercera persona queda
exceptuada de la relación YO-TÚ. La tercera persona no es una “persona” es incluso la forma
verbal que expresa la no-persona.

Sobre el “nosotros”: “Es claro en efecto que la unicidad y la subjetividad inherentes a "yo"
contradicen la posibilidad de una pluralización. Si no puede haber varios "yo" concebidos por el
"yo" mismo que habla, es que "nosotros" es, no ya una multiplicación de objetos idénticos, sino una
yunción entre "yo" y "no-yo". Esta yunción forma una totalidad nueva y de un tipo muy particular,
donde los componentes no equivalen uno a otro: en "nosotros", es siempre "yo" quien predomina
puesto que no hay "nosotros" sino a partir de "yo", y este "yo" somete el elemento "no-yo" en virtud
de su cualidad trascendente. La presencia de "yo" es constitutiva del "nosotros". El "no-yo"
implícito y necesario en "nosotros" es notoriamente susceptible de recibir, en lenguas muy
diversas, dos contenidos precisos y distintos. "Nosotros" se dice de una manera cuando es "yo +
vosotros" (inclusivo), y de otra para "yo + ellos" (exclusivo). Son las formas inclusivas y exclusivas.

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❖ Correlación de personalidad:
Aquí diferencia entre persona (yo y tú poseen la marca de persona) y no-persona (el, está privado de la
marca de persona). Al interior de esta correlación determina la correlación de subjetividad.

❖ Correlación de subjetividad:
El “tú” se podría definir como la persona no subjetiva frente a la persona subjetiva que sería el “yo”, y
estas dos “personas” juntas se opondrán a la no-persona “el”.

● Categoría de tiempo:
¿De qué forma opera, a partir de la constitución de este sujeto discursivo (“yo”), la categoría de tiempo?

OM
Entre las formas lingüísticas reveladoras de la experiencia subjetiva, ninguna es tan rica como las que
expresan el tiempo. Al plantear que, por la lengua, se conceptualiza el tiempo Benveniste desarticula el
imaginario de la temporalidad poniendo en crisis la idea de que el tiempo existe y señalando que es por la
lengua como se manifiesta la experiencia humana del tiempo pues éste está orgánicamente ligado al
ejercicio de la palabra, tiene su centro en el presente de la instancia de la palabra, se define y ordena en
función del discurso, puede admitir cualquier división del tiempo crónico y no exige ninguna, funciona
como factor de intersubjetividad, es sui referencial. Así, el asidero temporal del Presente es interior al

.C
discurso. El Presente es el fundamento de todas las oposiciones de la lengua, es por naturaleza implícito.
Es rotundo en sus tres articulaciones diferentes y muy limitado en cada una de ellas.
DD
Para referirse a cómo se instituye la temporalidad específicamente en el proceso de la comunicación,
Benveniste presenta el concepto de “intersubjetividad”: La noción de “comunicación intersubjetiva”
define la relación que se establece entre los interlocutores en un proceso enunciativo. El punto de vista
y la conceptualización de Benveniste suponen una construcción temporal lingüística y un acuerdo entre
los interlocutores a partir del cual el “hoy” del yo (locutor) se constituye en el “hoy” del tú (alocutario) y
LA

viceversa. La intersubjetividad se reduce a la relación constante y reversible entre un hablante y su


interlocutor.

El tiempo lingüístico es el que está ligado al ejercicio de la palabra, que se concreta como función del
discurso, es decir que es el tiempo de la enunciación y el único que permite expresar la experiencia
FI

humana. En síntesis, es el tiempo específico de la lengua, aquel en el que un locutor se apropia de la


lengua y enuncia su posición como tal, implantando simultáneamente a un alocutario a quien se dirige.
Tiene como centro axial el presente a partir del cual se organizan el pasado y el porvenir. Ahora bien, a
diferencia de este, el tiempo crónico es el tiempo socializado del calendario, el que nos permite vivir en
sociedad, el tiempo en el que se sitúan los acontecimientos (nuestra vida forma parte de esos


acontecimientos).

El tiempo lingüístico no se puede reducir al tiempo crónico (tampoco al tiempo físico) ya que tiene un
orden propio y divisiones específicas; además, es por la lengua como se manifiesta la experiencia
humana, esto es, le permite al locutor representarse a sí mismo, al mundo y a los otros, representación
que realiza en forma individual y de la cual resulta un presente nuevo cada vez que habla, que enuncia.
Otro aspecto que caracteriza a esta temporalidad es la especificidad de sus articulaciones distintivas: ayer,
hoy y mañana y las formas correspondientes anteayer y pasado mañana, todas centradas en el hoy del
locutor, en el presente lingüístico y cuya referencia se establece en la instancia discursiva. Ahora bien,
cuando necesitamos ir más allá de anteayer y pasado mañana tenemos que recurrir a la graduación del
tiempo crónico, que, en tanto socializado, es el del calendario y se rige por tres condiciones:

1. Estativa: se organiza a partir de un momento axial que funciona como punto de partida del
cómputo, momento que coincide con un acontecimiento relevante que cambia la historia de la
humanidad, por ejemplo, el nacimiento de Cristo.

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2. Directiva: en relación con el eje de referencia antes mencionado, se enuncia de la siguiente


forma: “antes de…” y “después de…”
3. Mensurativa: se establecen unidades de medida que nombran intervalos constantes, a saber,
día, mes, año, etc.

Denomina al tiempo físico como “…continuo uniforme, infinito, lineal, segmentable a voluntad. Tiene por
correlato en el hombre una duración infinitamente variable que cada individuo mide de acuerdo con sus
emociones y con el ritmo de su vida interior”. Es decir, el tiempo físico es un tiempo psíquico, que refleja la
vivencia que los individuos tenemos del paso del tiempo y que podemos sentir que transcurre de una
forma lenta o veloz, por ejemplo: “la semana se me pasó volando”.

OM
Bourdieu, P

Los tratamientos de Austin y Benveniste no permiten dar cuenta de hasta qué punto los intercambios
lingüísticos están gobernados por condiciones externas, no consiguen explicar en qué medida son
resultado de relaciones de un poder que viene desde fuera. Este es, justamente, un aspecto capital de la

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crítica que reciben desde la sociología, en particular, de la obra de P. Bourdieu.

Bourdieu centra su análisis en la relación entre el lenguaje y el poder que éste detenta. Como vimos, su
DD
propuesta teórica se ubica en discusión con el punto de vista pragmático en cuanto a la noción de
performatividad. De acuerdo a lo propuesto por Bourdieu, el carácter performativo del lenguaje no se
encuentra en las palabras, o sea en el enunciado performativo, sino que la eficacia de ese acto de decir
estará en relación directa con las condiciones institucionales que lo reconocen o habilitan. Por lo tanto,
solo tendrá validez o poseerá poder si es llevado a cabo por un sujeto que cuente con la autoridad que la
institución le confiere que se constituye como el portavoz y cobra un lugar preponderante en esta
LA

propuesta teórica ya que solo es eficaz simbólicamente, aquel que no habla en nombre propio sino como
representante de un cuerpo social (cuerpo social encarnado en un cuerpo biológico). Bourdieu define al
portavoz como un impostor con skeptron. De este modo resalta dos características fundamentales, por un
lado, el hecho que, si bien el discurso institucional es encarnado por el portavoz, las palabras no son
emitidas a título personal, sino que ellas concentran cierto capital simbólico de un grupo que lo reconoce.
FI

Por otro lado, el skeptron, en tanto elemento que se entrega a determinadas personas como símbolo de
mando, destaca la idea de que la legitimidad de un discurso proviene desde fuera, representada en ese
objeto.


Se puede añadir un eslabón más al análisis que venimos haciendo de la performatividad y señalar que la
cuestión de los enunciados performativos adquiere nuevos rasgos en el momento en que Bourdieu los
contempla desde la óptica de las relaciones de poder y, particularmente, como un caso particular de los
efectos de dominación simbólica que tiene lugar en todo intercambio lingüístico.

Bourdieu advierte que la relación lingüística de fuerzas nunca se define exclusiva ni simplemente por la
relación entre las competencias lingüísticas de los hablantes y, en consecuencia, la eficacia del acto de
habla no debe buscarse en el acto mismo. La eficacia del acto de habla reside, en términos de Bourdieu,
en las condiciones institucionales de su producción y recepción de los enunciados. Es por eso que, a su
juicio, el error de los teóricos de los actos de habla radica en desconocer que el acto de habla performativo
carece de poder y de validez a menos que esté autorizado institucionalmente. Y que un acto de habla esté
autorizado por una institución incluye, naturalmente, que sea llevado a cabo por una persona que cuente
con la autoridad para hablar.

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El peso de los diferentes agentes depende de su capital simbólico, es decir, del reconocimiento que
obtienen de un grupo que les da lugar y los legitima. Pero esa imposición simbólica sólo puede funcionar
en tanto y en cuanto se reúnan condiciones sociales absolutamente exteriores a la lógica propiamente
lingüística del discurso.

En el planteo de Austin, se llamaba la atención acerca de las “condiciones de felicidad” de los enunciados,
como condiciones sociales: “quien quiera proceder con gozo [con éxito] al bautismo de un navío o de una
persona debe estar habilitado para hacerlo de la misma manera que para ordenar hay que tener una
autoridad reconocida sobre el destinatario de la orden”. Pero, tal como advierte Bourdieu, los lingüistas no
se detuvieron a revisar el alcance de estas importantes consideraciones y se apresuraron en encontrar un
pretexto para hacer desaparecer el problema que Austin había marcado, para volver, a una definición

OM
estrictamente lingüística. Y al hacerlo, añade Bourdieu, cometieron una omisión importante: ignoraron el
hecho del poder simbólico de toda palabra, recusaron el análisis de las condiciones sociales del
funcionamiento de los enunciados performativos.

Bourdieu procura hacer notar, entonces, que cuando Austin habla de las condiciones de felicidad remite
solo y exclusivamente al acto extralingüístico: cualquiera puede “declarar abierta la sesión”, con
independencia de que su declaración tenga o no efectos pero, para abrir la sesión, hay que estar
habilitado.

.C
El poder de las palabras debe hallarse en el hecho de que quien las emite, el portavoz, no lo hace a título
DD
personal: éste sólo puede actuar por medio de las palabras y lograr un efecto sobre los otros agentes y
sobre las cosas mismas, si está autorizado, si su palabra concentra el capital simbólico del grupo que le ha
otorgado ese mandato y de cuyo poder está investido.

De este modo, las condiciones que deben cumplirse para lograr un enunciado performativo se reducen a
la adecuación entre locutor (más concretamente su función social) y el discurso que profiere.
LA

Es posible establecer que, para Bourdieu, la performatividad del lenguaje solo se puede explicar por la
fuerza delegada que les otorgan a los discursos los grupos sociales que construyen conflictivamente las
leyes del mercado lingüístico en cuanto que escalas de valores con las que se evalúa la eficacia simbólica
FI

real y el poder efectivamente ejercido por los hablantes en los intercambios comunicativos.

La crítica que Bourdieu le hace a Austin tiene que ver con 2 cosas

● Primero con lo que tiene que ver con la intención, con el acto ilocucionario. La intención dice


Bourdieu no basta para que el enunciado sea performativo, sino que el poder está en el
portavoz y en la creencia en el portavoz.
● La segunda crítica está en que Austin se dejó llevar por los verbos, y aquí el verbo, dice
Bourdieu, no cuenta, porque el poder no está en las palabras, sino en el portavoz, y el portavoz
no opera a titulo personal (no creemos en tal portavoz porque es tal portavoz sino por el
reconocimiento que tiene).

El sujeto Cultural- Cros, E.

La cultura es el espacio ideológico cuya función objetiva consiste en realizar una colectividad en la
conciencia de su propia identidad. Funciona como una memoria colectiva que sirve de referencia. Es el
dominio donde lo ideológico se manifiesta con mayor frecuencia.
Es un bien simbólico colectivo que existe porque es compartido. Las diferencias que hay entre individuos
son variaciones de graduación.

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El Sujeto cultural designa:

1. Una instancia de discurso ocupada por YO.


2. La emergencia y el funcionamiento de una subjetividad,
3. Un sujeto colectivo,
4. Un proceso de sumisión ideológica.

Sus manifestaciones concretas son:

1. El lenguaje y las prácticas discursivas.


2. Un conjunto de instituciones y prácticas sociales

OM
3. Las maneras de reproducirse en los sujetos, conservando idénticas formas en cada cultura.

Su función objetiva es integrar a todos los individuos en un mismo conjunto y remitirlos a sus respectivas
posiciones de clase.

La Aparición del Sujeto

.C
El sujeto cultural es el agente de la alineación –orden- y opera por el lenguaje y el discurso. Por el
lenguaje, el hombre se constituye como sujeto y su única realidad es la del discurso, el YO. En estas
estructuras las formas hablan por él. Hay una desviación entre el sujeto que habla y el sujeto hablado. La
DD
lengua es una estructura socializada que el habla somete con fines individuales. Sus configuraciones son
únicas. En el sujeto se da una antinomia entre el discurso y la lengua.

Con la subjetividad se pasa de la emergencia de la lengua al habla. Es una antinomia en el sujeto.


LA

El orden significante es también de su alineación porque opera una ruptura entre la realidad y lo que
representa. El sujeto que surge aparece siempre representado en el lenguaje en deterioro de su verdad,
implicando el desvanecimiento del sujeto del deseo y la imposibilidad de expresar su autenticidad que está
enmascarada por su lenguaje.
FI

El sujeto no habla, es hablado en su discurso sin que lo sepa, oculto en el proceso del habla del sujeto
hablante. El sujeto cultural lo amordaza por los discursos ayudan a borrarla.
El Sujeto cultural se expresa en el enunciado –lo dicho- y el sujeto del deseo se da a oír en la enunciación
–el decir-.


Los empleos de las formas impersonales caracterizan las repeticiones de la doxa, ejemplo de la instancia
regida por el sujeto cultural. Esta legisla y dicta pautas de conductas. Desarrolla una estrategia discursiva
para eliminar el sujeto del deseo.

La noción del SC implica un proceso de identificación. El Yo se confunde con los otros y es la máscara de
todos. El modelo cultural lo hace nacer como sujeto. El agente de identificación es la cultura. El SC y el
EGO ejercen al mismo tiempo.

Jakobson, R.

El funcionalismo europeo, del cual Jakobson es uno de los representantes más destacados, pone el
acento tanto en la función de las unidades lingüísticas como en las estructuras que ellas forman,
considerando la función esencial del instrumento que es una lengua, la de la comunicación.

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LA NOCIÓN DE CÓDIGO

El Funcionalismo de Jakobson concibe a la lengua como un código que permite que las personas entren
en relación unas con otras; es más, desde este punto de vista, los cambios que presentan las lenguas en
el eje de la diacronía se conciben como mecanismos a los que apelan las lenguas para adaptarse del
modo más económico posible a satisfacer las necesidades de comunicación de los hablantes.
Se sostiene, además, que la lengua no manifiesta su existencia más que por el discurso. Así, la oposición
Lengua/Habla saussureana se reinterpreta, al poner el acento en la comunicación, particularmente, en las
nociones de código y mensaje.

El código es pensado por Jakobson como un repertorio de unidades léxicas, como un fichero de

OM
representaciones prefabricadas, como un conjunto de posibilidades ya previstas y preparadas.

Un hablante en su elección de palabras no es libre, sino que debe tener en cuenta lo que le ofrece el
código; pero no olvidemos que el mecanismo de la lengua no consiste sólo en seleccionar determinadas
entidades de un repertorio, sino en poder combinarlas en un nivel de complejidad cada vez más elevado.
En su actividad de hablar, un hablante selecciona palabras y las combina formando secuencias de
acuerdo con el sistema sintáctico de la lengua que emplea. Los dos modos según los cuales los hablantes

.C
combinan los elementos lingüísticos son la concatenación y la concurrencia.

MODELO COMUNICACIONAL
DD
El punto de vista de Jakobson es la lengua como instrumento de comunicación, ésa es su función
primordial. Su abordaje comunicacional persigue o busca delimitar y determinar la esencia misma del acto
comunicacional, bajo el presupuesto de que siempre que nos hablamos nos comunicamos o, mejor dicho,
es porque necesitamos entendernos unos con otros que hablamos. Es por esto que en su elección de
palabras el hablante no sólo está limitado por el código sino por elegir palabras que tiene en común con la
LA

persona a quien se dirige.

Jakobson monta su teoría de la comunicación con el objetivo de buscar la esencia del acto de
comunicación en lo que hace a un intercambio óptimo de información; es por esto que busca la relación
FI

entre teoría de la información y la ingeniería de la comunicación con la Lingüística: se pregunta entonces


cuál es exactamente la relación entre la ingeniería de la comunicación y la Lingüística.

Así como la teoría de la información tiene como objetivo aislar de sus contextos particulares aquellas
representaciones invariables; la lingüística estructural tiene como objetivo llegar a la formulación de


invariantes relacionales. Ambas disciplinas trabajan en base a la oposición binaria: cuando los ingenieros
de la comunicación definen la información selectiva de un mensaje como la cantidad mínima de decisiones
binarias que permiten al receptor reconstruir lo que necesita deducir del mensaje a partir de los datos de
que se dispone, tal fórmula puede aplicarse al papel de los rasgos distintivos en la comunicación verbal.
Así, la teoría de la comunicación puede ofrecer una serie de incentivos a la lingüística: un proceso de
comunicación “normal” funciona con un codificador y un decodificador. El decodificador recibe el mensaje,
conoce el código. El mensaje es nuevo para él y, en virtud de este código, interpreta el mensaje.

Los ingenieros de la comunicación presuponen un “sistema realizable” de posibilidades preconcebidas


más o menos común al Emisor y al Receptor de un mensaje verbal, y la lingüística saussureana, a su vez,
introduce la noción de lengua, que hace posible un intercambio de habla entre los interlocutores.
El problema más esencial de la comunicación de la comunicación “eficaz” es el de la comunidad de
código entre Emisor y Receptor que está en la base del intercambio de mensajes. Así, las nociones de
código y mensaje pertenecientes a la teoría de la información, deben suplantar a las de lengua y habla, si
el objetivo es la lengua como instrumento de comunicación.

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Es por esto que para Jakobson no hay propiedad privada del lenguaje: todos, afirma, al hablar con una
persona desconocida tratamos de modo consciente o no, de establecer un vocabulario común, ya para
hacernos entender o hasta para deshacernos de él, nos servimos de los términos de nuestro destinatario.
En el lenguaje todo está socializado; desde el momento en que el intercambio verbal exige por los menos
dos comunicantes, no existe la propiedad privada en el lenguaje.

El código ya está presente como previsto, preconcebido, homogéneo, en tanto es el mismo tanto para el
Emisor como para el Receptor. El código, además, no se construye, pues los signos y símbolos que lo
componen ya están presentes en el lenguaje de la comunidad. De este modo, E y R se definen como
usuarios y también, observadores y copartícipes potenciales y reales en el intercambio de mensajes.

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EL CARÁCTER DOBLE DEL LENGUAJE: LAS OPERACIONES
DE SUSTITUCIÓN Y CONTIGÜIDAD

Jakobson retoma las relaciones sintagmáticas y asociativas pensadas por Saussure. Hablar supone dos
operaciones: seleccionar determinados signos lingüísticos y combinarlos en oraciones, lo que implica
concurrencia de entidades simultáneas y concatenación (encadenamiento) de entidades sucesivas.

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Todo signo lingüístico se dispone según dos modos de relación: la combinación y la selección. La
combinación implica tener en cuenta el contexto, entendiendo por tal a la ocurrencia de un signo en la
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cadena sucesiva, en tanto un signo -por ejemplo, un fonema- está formado de otros signos constitutivos y
a la vez aparece en combinación con otros signos en la frase. Un signo puede servir como contexto para
las unidades mínimas y a la vez, encontrar su propio contexto en una unidad lingüística de un orden
superior como la frase. La combinación y la contextura forman parte entonces de la misma operación. La
selección u opción entre dos posibilidades implica que se puede sustituir una de ellas por la otra - un signo
puede ser sustituido por otro que forme parte del mismo paradigma-. Esto muestra cómo la lengua emplea
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ambos modos de relación, en tanto un signo puede sustituirse por otros signos más explícitos del mismo
código y, además, combinarse con otros signos dentro de la cadena sintagmática definiendo así su
significado contextual.
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De esta caracterización surge la descripción de los dos tipos básicos de afasia: el trastorno de la
semejanza en el que un hablante no puede ni seleccionar ni sustituir y el trastorno de la contigüidad, en la
que un hablante no puede ni combinar ni contextualizar.

En el trastorno de la semejanza el contexto se constituye en el factor decisivo para poder hablar ya que al


no poder seleccionar no pueden nombrar, por lo tanto, las operaciones en las que interviene la selección
serán reemplazadas por las basadas en la combinación. Por ejemplo, un paciente de este tipo que no
consiga recordar la palabra negro describirá este color diciendo "lo que se hace por los muertos". Cuando
la capacidad de efectuar selecciones está seriamente dañada y se conserva la capacidad de combinación,
la contigüidad es la que determina la totalidad de la conducta verbal en este tipo de pacientes.

En el trastorno de la contigüidad el código es el que se constituye en el factor decisivo para hablar.


Estos pacientes no pueden formar oraciones porque no pueden combinar. Disminuye entonces la
extensión de las frases, se pierden las reglas sintácticas y fundamentalmente, lo primero que desaparece
son las palabras utilizadas para combinar: preposiciones, conjunciones y artículos. Como falla la
contextura, el paciente maneja semejanzas y cuando identifica algo lo hace de modo metafórico. Por
ejemplo, en lugar de decir: "encendé el mechero de la cocina" va a decir "fuego".

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Jakobson correlaciona estas operaciones con dos figuras de la tradición retórica: la metáfora y la
metonimia. La metáfora puede definirse como una transposición basada en la analogía (semejanza de
sentidos) La metáfora, entonces, constituye una relación en ausencia, es decir, una relación
paradigmática. La metonimia es una transposición por contigüidad. Lo que hay aquí es un vínculo
existencial entre la expresión y el significado literal. La metonimia, entonces, constituye una relación en
presencia, es decir, una relación sintagmática. Así, la reformulación de las relaciones sintagmáticas y

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asociativas de Saussure, le permite a Jakobson no sólo caracterizar los dos tipos de afasia, sino, y
fundamentalmente, caracterizar las dos grandes directrices semánticas mediante las cuales puede
engendrarse un discurso.
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Jakobson ve en la metáfora y la metonimia la base de la formación del sentido de todo sistema
semiótico.

Todorov - Sinecdoque
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Todorov inicia su exposición presentando que la figura rige los sistemas simbólicos. Las figuras se definen
por relación con algo distinto de ellas, por relación con otra expresión que hubiera podido estar en lugar de
ellas. Se trata de teorías sustitutivas basadas en la posibilidad de establecer una equivalencia, semántica,
entre dos significantes, uno propio, otro figurado. La figura es una desviación de la norma, la expresión
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figurada podría ser reemplazada por una expresión más normal más común. Esta concepción choca con
ciertas objeciones:

- No todas las desviaciones son figuras. A la definición le falta la diferencia específica que distinga


las desviaciones-figuras de las desviaciones –no figuras.

- Las reglas de la lengua se aplican a todos los discursos: las reglas de un discurso sólo se aplican a
él; decir que están ausentes en otro discurso es una tautología.

- Afirmar que las figuras son desviaciones no es falso, pero es una idea cuya utilidad parece
problemática.

Todorov comparte con Aristóteles con respecto a la concepción de figura en el sentido de que no se trata
de la sustitución de una expresión propia por una expresión figurada, sino de la aparición de un sentido
figurado en lugar de un sentido propio. Se coloca como base de la comparación la identidad de una
palabra cuando ésta tiene más de un sentido. Basta entonces descartar la idea de un sentido propio,
etimológico, para reemplazarla por la de un

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sentido independiente del contexto. Las metáforas son entonces una forma especial de cambio de sentido,
las palabras en las metáforas dicen otra cosa de lo que significan habitualmente.

- TROPO: es la sustitución de un significado por otro mientras permanece idéntico el significante.

- FIGURA: la sustitución de un significante por otro, siendo el mismo significado.

La metáfora es una excepción que se encuentra regulada por su contrario la metáfora es la regla. Se torna
en maneras necesarias de expresarse a partir de que al inicio se buscaba una relación natural entre signos
y sentidos.

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Nietzsche afirma que todo el lenguaje es metafórico. La palabra, el concepto, no designa un hecho o un
fenómeno sino mediante la abstracción omitiendo muchos de sus rasgos. Esta identificación de la parte
con el todo es una figura retórica: la sinécdoque – Nietzsche la llama metáfora, a veces metonimia - por
esto sostiene que todo lenguaje está constituido por topos ya que no hay expresión propia ni conocimiento
propio sin metáfora. Nietzsche
llama al hombre animal metafórico porque considera a la metáfora como distintiva de la humanidad. La
metáfora como regla.

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En la teoría formal de la metáfora como fenómeno lingüístico no se puede sostener que un significado
reemplaza a otro, sino que existe una interacción entre ambos sentidos que componen la metáfora. El
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sentido principal no desaparece, sino que retrocede a un segundo plano detrás del sentido metafórico; se
establece entonces una identidad equivalente.

Figura retórica para Todorov es el lenguaje entendido, desde sus unidades lingüísticas, como una red a
través de la cual percibimos lo que antes era invisible. Entonces las figuras sin cambiarles el sentido se
consideran una parte de las relaciones entre unidades lingüísticas: repeticiones, antítesis, gradaciones,
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quiasma, etc.

Una SINECDOQUE consiste en emplear la palabra en un sentido que es una parte de otro sentido de la
misma palabra, según uno u otro tipo de descomposición. Es una figura retórica que expresa una
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identificación de la parte con el todo. Para su análisis justo es necesario que una palabra pueda
descomponerse en el plano semántico. Para esta descomposición es necesario tener en cuenta dos tipos:
conjuntivo y material; y disyuntivo y conceptual.

El tipo conjuntivo y material es menor en su todo y refiere a lo que debe contener el concepto, la palabra.


Ejemplo: un sillón debe tener un asiento y un respaldo, brazos y patas, etc.


El tipo disyuntivo conceptual comprende una propiedad común que se considera como una clase. Ejemplo:
una esfera puede ser una cabeza o una pelota o una sandía. Se extrae la propiedad de cabeza o pelota o
sandía y se lo coloca en la clase “esfera” ya que por similitud los anteriores ejemplos encuadran en esta
clase.

La METÁFORA no es sino una doble sinécdoque. Para que ambos sentidos de la metáfora puedan ser
absorbidos por el mismo significante, como si no fueran dos sentidos sino uno solo, se procede primero a
una representación sinecdóquica de cada uno. En la metáfora, todo ocurre como si un sentido intermedio,
la parte idéntica de los dos sentidos en juego, hubieran funcionado como sinécdoque de uno y de otro. La
unidad de relación significante-
significado no impide la existencia de relaciones de un significado con otro. Es así como la palabra “llama”
empleada metafóricamente evoca, pero no significa, la palabra amor.

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La METONIMIA es también una doble sinécdoque, pero de sentido contrario. Es simétrica e inversa a la
metáfora.
Aquí cada uno de los sentidos funciona como la sinécdoque de un tercer sentido que las engloba.

Clasificación de las figuras retóricas:

1. Naturaleza de las unidades lingüísticas en las que se realiza la figura

Se subdivide a su vez en dos: según se observen las dimensiones de la unidad o su nivel. Con respecto a
las dimensiones de la unidad se pueden aislar los siguientes grados: el sonido o la letra, el morfema o la
palabra, el sintagma y la frase o enunciado. En cuanto al nivel de las unidades: los sonidos o la grafía, la

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sintaxis, y la semántica.

2. Operaciones de las que resultan cada una de las figuras

Se pueden observar cuatro operaciones: adjunción, supresión, sustitución – es decir, supresión y


adjunción – y permutación.

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Tipos de relaciones dentro del sistema verbal
DD
- Significación: se limita a la unión de un significante y un significado.

- Simbolización: los tropos nos ofrecen el código de simbolización ya que formulan las diferentes
relaciones posibles entre un significado y otro. La relación simbólica consiste en la asociación
estable de dos entidades de la misma naturaleza y que pueden existir independientemente una de
la otra. El proceso en cadena mediante el cual el significado pasa a ser significante es posible y
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puede prolongarse formando cadenas infinitas es la simbolización.

Con respecto a la arbitrariedad del signo


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Todorov retoma la cuestión desde Saussure y de Benveniste coincidiendo con ambos en cuanto a sus
presentaciones.
La teoría saussureana sostiene que el signo es arbitrario, mientras que Benveniste afirma que el signo no
es arbitrario sino necesario. Todorov toma ambas posturas y hace una distinción entre signo y símbolo


afirmando:

“Con respecto al signo la relación entre un significante y un significado es obligatoriamente inmotivado,


arbitrario, pero al mismo tiempo esta relación es necesaria, en el sentido de que el significado no puede
existir si no tiene su significante y viceversa. En cambio, en el símbolo, la relación entre simbolizante y
simbolizado no es necesaria (o es no necesaria) o arbitraria, pues tanto el simbolizante como el
simbolizado pueden existir fuera de esta relación: por esta misma razón, la relación solo puede ser
motivada, ya que de otro modo nada nos obligaría a establecerla”. Todos los signos son motivados a
diferencia de los signos que son inmotivados.

Los tipos de motivación que distingue Todorov inician con las onomatopeyas, reivindicando que la
arbitrariedad no recae en el significado sino en su denotación, en su referencia. Por lo que la denotación
es un caso muy particular de la motivación ya que el referente es exterior al lenguaje. Un segundo tipo de
motivación derivado de los tropos, donde hay palabras que inicialmente son inmotivadas por su
significante y significado, pero en una segunda concepción comprende, denotan, una simbolización. La

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tercera motivación es morfológica, refiere a la organización del discurso en base a la relación de varios
signos.

Todorov sostiene que la semiótica deberá hacerse simbólica y se apoya en sus estudios, y en el de otros,
sobre las figuras; las cuales, sostiene, describen la variedad de las relaciones entre simbolizantes y
simbolizados y agrega que ya es tiempo de dejar de reducir figuras a semejanza y continuidad.

Sostiene que la significación sólo puede ser literal, pero que la simbolización es infinita y abre una cadena
de sentidos cuyo desarrollo no se puede detener. Como la semiótica, en tanto sí misma, la teoría literaria
también necesitará de una teoría simbólica.

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