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―¿Qué es esto, Taehyung?

―Una carta de divorcio. Lo siento, Jungkook, pero ya no te amo.

Prólogo.

Para la gente que no ha leído esta historia antes, pongo advertencias desde ya:
Apego no es una historia enfocada en lo que es el mantener el orgullo en lo alto,
en una lucha de egos y de "tú me hiciste daño y por eso no te perdono" .

Apego es una historia basada en pensamientos y experiencias personales de la


autora original. Trató de abrir una parte de ella misma que no suele mostrar
frente a nadie y expresó emociones que suele ahogar, por lo que ama esta
historia con un recelo enorme.

Entonces, advertencias a lo largo de la historia: VKook/KookV como pareja


principal, drama y un poco de angst, palabras altisonantes y conflictos
emocionales.
La historia no contiene lemon, por lo tanto, no se define si es VKook o KookV, se
deja a libre imaginación.

PRÓLOGO.

—¿Qué es esto, Taehyung?

Frente a él, su esposo, con quien llevaba cinco años casado, se limitó a suspirar
de forma cansina, sin alejar el sobre que le tendía sobre la mesa.

Jungkook le miraba, confundido, sin tomar el sobre. ¿Acaso Taehyung se le


había adelantado?

¡Si se suponía que el tema de la adopción sería una sorpresa!

—Jungkook, solo léelo —dijo Taehyung con voz suave.


Arrugó el ceño levemente, decepcionado un tanto de que Taehyung lo hubiera
llamado por su nombre y no por los dulces sobrenombres que a veces le decía y
no usaba desde hace meses. Jungkook sabía que las cosas no estaban bien, no
era un idiota, llevaban peleando por lo menos desde hace más de seis meses
por cualquier estupidez, además de que no habían hecho el amor desde hace
dos, y eso lo estaba asustando demasiado.

Porque, por mucho que peleara con Taehyung, Jungkook lo seguía amando, así
como sabía que Taehyung lo amaba. Unas peleas eran normal en una relación
de pareja, ¿no es así?

Aunque claro, pelear cada día hasta porque no había papel higiénico en el baño
no era normal.

Sus manos picaron mientras sostuvo el sobre.

Sumado al tema de las peleas y de que no se habían tocado de forma carnal,


estaba la frialdad, el vacío, la indiferencia. Como Taehyung trabajaba en una
empresa de construcción y Jungkook era pediatra, apenas tenían tiempo para
verse o salir juntos, para tener un tiempo a solas.

¿Cuándo fue la última vez que salieron a cenar?

No lo recordaba bien.
¡Pero estaba bien! Ya era hora de solucionarlo, y luego de haberlo pensado
tanto, ¡Jungkook tenía una idea maravillosa!

Se le había ocurrido mientras jugaba con la hija de Namjoon, Sohyun, y la


pequeña le había dicho que debería darle un primito con el que jugar. Luego
había recordado su época universitaria, cuando estaba saliendo con Taehyung,
y ambos habían dicho que una vez casados, llegaría el momento de adoptar a
un niño que alegrara sus vidas.

Con el paso de los años, esa promesa había sido olvidada, sin embargo,
Jungkook quería cumplirla ahora. ¡Un niño podría volver a acercarlos!

Y, al parecer, Taehyung se le había adelantado.

¡Si él también tenía los papeles de adopción que la asistente social le había
entregado para que leyeran y se informaran del proceso!

Tranquilamente, sacó lo que había dentro del sobre.

Arrugó los labios cuando notó que era sólo un papel

Sus labios temblaron al leer la primera frase, así que levantó la vista.
—¿Qué es esto, Taehyung? —repitió con la voz quebrada.

Los ojos de Taehyung, su marido por cinco años, su novio durante tres años, el
único hombre que había amado con tal profundidad, eran fríos, helados,
indiferentes.

—Una carta de divorcio. Lo siento, Jungkook, pero ya no te amo.

1.

Advertencias: VKook, drama, parejas crack.


Jimin siempre había sido un buen amigo para Jeon Jungkook, y cuando había
llegado a su casa, llorando, no dudó en hacerlo entrar, sirviendole un vaso con
agua para lograr calmarlo y así poder escucharlo. Poder oír todos los balbuceos
sin sentido que soltaba.

Namjoon había ingresado minutos después con la pequeña Sohyun en brazos,


sin embargo, al ver a Jungkook llorando sin control alguno, hizo un gesto de
sorpresa para luego llevarse a la niña lo más rápido que pudo de allí.

Sin embargo, Jungkook alcanzó a oír las palabras inocentes de la niña:

—¿Por qué tío Nochu llora?

Su corazón se quebró un poco más.

Jimin no lo presionó a hablar, esperando en silencio a que se calmara, a que


pudiera tener la suficiente tranquilidad como para poder decir algo, que llegó
segundos después, con Namjoon entrando al comedor. Su torpe amigo se sentó
al lado de Jimin, tomándole la mano a su novio, y esa visión lo hizo sentir
patético y miserable.

—Taehyung me pidió el divorcio.


Su mejor amigo abrió los ojos por la sorpresa en tanto Namjoon soltaba una
maldición, aturdido.

Por supuesto, nadie se lo esperaba. ¿Quién iba a pensar que Taehyung le


pediría aquello cuando había sido él quien había dado siempre los primeros
pasos para todo?

Cuando se conocieron, fue Taehyung quien lo había salvado de ser objeto de


burlas en la preparatoria debido a lo asustadizo y torpe que fue Jungkook el
primer día de clases.

Fue Taehyung quien le había pedido salir y quien le dio un beso.

Fue Taehyung quien le dijo que deberían irse a vivir juntos.

Fue Taehyung quien le pidió matrimonio.

Y ahora parecía ser Taehyung quien quería acabar con todo.

Y, a pesar de que pareciera que era Taehyung quien tenía que tomar esas
decisiones, no era como si Jungkook nunca hubiera puesto de su parte:
Jungkook era, como veía todo el mundo, la persona que podía sacarle una
sonrisa enamorada a Taehyung con una acción tan tonta como un beso
sorpresivo, y la única persona que lo hacía bajar las defensas totalmente,
haciendo que se comportara de una forma infantil, e incluso, caprichosa.

Para todo el mundo, no había Taehyung sin Jungkook, y no había Jungkook sin
Taehyung, porque hacían una de las parejas más bonitas y honestas que se
podían ver.

Pero, al parecer, las cosas no eran tan felices como se mostraban al resto.

—¿Por qué? —preguntó Jimin en voz baja.

Los labios de Jungkook temblaron.

—Dice que no me ama —su tono se rompió y las lagrimas volvieron a salir—. Ya
no me ama, Mochi. Taehyung ya no me ama.

Jungkook quería negárselo, ver lo inevitable, pero no era tonto, y mucho menos
una adolescente enamorada: si Taehyung lo decía, era cierto.

Porque Taehyung jamás le mentiría con algo tan importante como eso,
Jungkook lo sabía.
Taehyung siempre había sido brutalmente honesto con sus sentimientos, tanto,
que a veces no se daba cuenta de que sus palabras le hicieron mucho, mucho
daño.

Tomó un poco más de agua.

—Está enamorado de otra persona —barboteó antes de romper a llorar otra vez,
e inmediatamente los brazos de Jimin lo rodearon—. Ama a alguien más. Lo
perdí, Mochi, lo perdí...

Su corazón no se había sentido tan roto como en ese momento: saber que la
persona que amaba, con quien compartió tantos años de su vida, ya no le quería
como antes, lo había dejado de lado, se entregó a alguien más, era como una
estaca clavándose no sólo en su corazón, sino también en todo su cuerpo,
haciendo que todo doliera y se estremeciera.

Haciéndolo ver todo de un horrible color negro, incapaz de ver un poco de luz en
medio de tanta oscuridad.
Taehyung suspiró, leyendo un informe que su secretaria le dejó esa tarde, para
luego bajarlo y dejarlo sobre la mesa, cansado.

Recordó los ojos llenos de lágrimas de Jungkook, su labio temblando, sus


mejillas húmedas por el llanto, y se sintió culpable y triste por lo que había
ocasionado, pero no arrepentido. Tenía que hacerlo.

¿Cómo podía seguir casado con alguien que no amaba?

No era justo para Jungkook ni para él, así que no podía seguir con esa farsa.

Ya no amaba a Jungkook, era un hecho claro, pero lo seguía apreciando lo


suficiente como para no seguir haciéndole daño con sus acciones.

Tocaron la puerta de su oficina y murmuró un pase lo suficientemente alto como


para que la persona entrara.

Al verlo, sonrió con relajación.

—Tienes un aspecto horrible —dijo el de cabello rojo con una sonrisa dulce,
cargando un montón de carpetas.
Dejó salir un bufido, recostándose en la silla, y pronto su amante se acercó,
comenzando a hacerle un masaje suave en los hombros.

—Le pedí el divorcio a Jungkook —le comunicó Taehyung con un tono de pesar.

El pelirojo parpadeó, inclinándose, con una expresión triste.

—Oh, lo siento tanto Taehyung —le dijo de forma honesta—. ¿Estás seguro de
esto, de lo que tenemos nosotros? Llevas tanto tiempo con Jungkook que
quizás...

—No digas eso —le interrumpió Taehyung con suavidad— Todavía quiero a
Jungkook, claro, pero es un cariño que le tengo por el tiempo que hemos estado
juntos, así que... tengo claro lo que siento por ti, Hoseok.

Hoseok asintió, titubeante, para luego inclinarse y darle un pequeño beso en los
labios.

—Lo lamento mucho por Kookie —murmuró Hoseok entonces, sin alejarse
demasiado—, debe estar pasandola mal, me siento culpable por hacerle esto,
pero...

—Lo va a entender —contestó Taehyung dándole un beso en la mano, serio—.


Jungkook lo entenderá con el tiempo.
Taehyung esperaba eso: que Jungkook pudiera, con el pasar de las semanas,
curar esa herida que le hizo a pesar de haber prometido, años atrás, que nunca
le rompería el corazón.

Pero las promesas, al igual que los sueños, parecían destinados a ser rotos de
cualquier forma y sin posibilidad alguna de poder evitar aquello.

2.

Advertencias: VKook, drama, parejas crack.

Cuando entró, Taehyung vio a Jungkook sentado tras la mesa, mirando a la


nada, sus ojos rojos e hinchados, una copa de vino en su mano.
Fingiendo una tranquilidad que no sentía, cerró la puerta tras él, y el sonido hizo
que Jungkook le mirara.

Su esposo parpadeó para luego sonreír levemente.

Taehyung llevaba sin verlo tres días, en los que estuvo durmiendo en un hotel
para que cuando se vieran, Jungkook comenzara a llorar y pedirle que se
alejara, no que sonriera.

La carta de divorcio en su bolso pesó un poco más. Necesitaba ser firmada para
llevar a cabo el trámite pronto, así que sí o sí tenía que hablar con Jungkook en
ese instante.

—Te extrañé mucho —comentó Jungkook de pronto, poniéndose de pie.

Antes de poder decir algo, Jungkook le dio un beso suave en los labios.

Su estomago se contrajo, atónito.

Se alejó, arrugando el ceño en confusión.


—Pensé que no vendrías a cenar —prosiguió Jungkook como si nada, sin dejar
de sonreír—, estaba a punto de llamarte.

Abrió la boca, pero las palabras no salieron de su boca, aturdido.

¿Acaso...?

Miró hacia abajo, viendo los papeles de divorcio.

—Jungkook —dijo con voz suave—, vine para que firmes los papeles.

Y los levantó.

La hermosa sonrisa de conejito que lo había enamorado cuando era más joven
se convirtió en un mohín de dolor, pero no retrocedió. Necesitaba hacer eso
pronto. Una vez los papeles fueran firmados, sacaría sus cosas de la casa para
irse a un pequeño departamento que vio los ultimos días.

Jungkook sacudió la cabeza.

—¿Qué dices, Taehyung? —preguntó con la voz temblando—. ¿Papeles de


qué?
Suspiró.

Se lo había planteado: cuando los papeles estuvieran listos, pensó que


Jungkook podría reaccionar de distintas formas, y la negación fue una de ellas.
La triste, terrible negación.

Taehyung hubiera preferido que Jungkook colapsara, le gritara, le rogara, le


tratara mal y no quisiera verlo más, pero no que se esforzara en negar lo que
era inevitable. Negarlo era lo peor, porque significaba que Jungkook seguía
teniendo esperanza alguna de que lo que había ocurrido fue sólo una broma, o
peor, un invento.

—De divorcio —dijo sin perder el tono suave.

Jungkook parpadeó.

—Oh —fue lo único que dijo.

Se dio vuelta antes de que Taehyung pudiera añadirle algo.

Taehyung percibió, entonces, que el más chico estaba pálido, con ojeras bajo
sus ojos hinchados, sus labios resecos y partidos. Incluso pudo notar que su
rostro estaba más delgado. Le preocupó que Jungkook no hubiera comido bien
los días anteriores, sin embargo, no se atrevía a preguntar.

—Preparé tu plato favorito dijo Jungkook entonces, sin mirarlo.

—Jungkook —ahora su voz salió más dura—, por favor, no hagas esto más
difícil.

—Difícil —repitió Jungkook—. No lo entiendo.

Sintió como se desesperaba, algo se estrujaba al ver los ojos de Jungkook, tan
cálidos y tiernos, pero llenos de un infinito dolor que parecía sacudirlo por
dentro, que lo rompía en mil pedazos. Esos mismos ojos que siempre parecían
contentos y felices ahora estaban asustados, temerosos de él.

—Te lo ruego —murmuró con la voz temblando.

Pero Jungkook solo se abrazó, mordiendo su labio inferior.

—¿Es... es por qué ya comiste fuera? —preguntó inseguro—. Puedo


comprenderlo si-
—¡Mierda, Jungkook, ya no te amo!

Se odió por haberlo dicho tan bruscamente, con la voz teñida de pena y un poco
de rabia también. ¿Por qué Jungkook tenía que ser tan idiota, tan tonto? ¿Por
qué tenía que adoptar esa actitud? ¿No sabía que él también se sentía mal por
tener que hacer eso?

Lo vio tragar saliva, su ceño arrugándose levemente.

—Firma esto, ahora —ordenó mostrando otra vez los papeles.

Jungkook ladeó la cabeza.

—No.

La palabra resonó en el comedor, y de pronto, una fría calma se extendió por el


rostro de su esposo. Ex-esposo.

Abrió su boca por la incredulidad.

Dio un paso.
—No lo compliques todo —gruñó Taehyung sin poder evitarlo—. Fírmalo ahora.
Sacaré mis cosas y-

—No lo firmaré —Jungkook levantó la barbilla, desafiante—. No pienso


divorciarme del hombre que amo, Kim Taehyung. No sin antes pelear.

Apretó su puño, los papeles arrugándose, y sintió odio por Jeon Jungkook, por
sus ojos tristes pero firmes, por su expresión calmada -casi indiferente-, y su
presencia tan demandante y absorbente.

¿No fue todo eso lo que o había enamorado en primer lugar?

—Te estas comportando como un niño caprichoso —advirtió Taehyung con


desprecio—. Lo único que estás haciendo es humillarte —se enderezó,
haciendo una mueca—. Jungkook, ya no te amo, es así de simple, así que
terminemos con esto.

—¿Por qué? —preguntó Jungkook interrumpiéndolo—. ¿Por qué ya no me


amas? ¿Qué cambió? Estábamos mal, Sí, pero ¿es suficiente para que dejes de
amar a a la persona con la que te casaste? —se sentó en la silla —. Teníamos
una crisis y te refugiaste en Hoseok, ¿y dejas de amarme?

Sabía que tuvo que poner una expresión de sorpresa ante la mención de Hobi,
pero no dijo nada, haciendo una pregunta silenciosa con su mirada.
—Pueden ser un poco más discretos con sus salidas —respondió Jungkook
amargamente—. Los vi cuando iba a verte ayer, ¿está bien? Vi como lo mirabas,
como lo tocabas, y sí, lo quieres —se apoyó en el respaldo de la silla, calmo—.
Pero Taehyung, no es por presumir, pero no lo mirabas de la misma forma en la
que me has mirado a mí por ocho largos años.

Trató de ignorar sus palabras, de no dejarse amedrentar por la reclamante


mirada de Jungkook, y puso los papeles sobre la mesa.

—Fírmalos, Jungkook —ordenó.

Jungkook los tomó.

y los rompió.

Taehyung montó en cólera.

—¡¿Por qué todo tienes que complicarlo, Jungkook?! —le gritó exasperado—.
¡No haces más que lucir patético y tonto con esta actitud!

Jungkook no se inmutó ante sus gritos.


—Yo sé que tus sentimientos por mí siguen ahí, pero están marchitos —tiró los
papeles al suelo con desprecio—. Lo vamos a intentar una vez más, Taehyung,
es así de simple.

—¡Estás loco! —gruñó Taehyung volteándose—. Yo quería hacer toda esta


mierda por las buenas, pero no haces más que arruinarlo como siempre. Haré
que mi abogado-

—Treinta días.

Se volteó.

Jungkook seguía sentado, aunque con una nueva expresión de desafío.

—¿Qué?

—Dame treinta días. Un mes —continuó —.Treinta días para demostrarte que
todavía me amas. Si luego de eso sigues insistiendo que quieres el divorcio,
firmaré sin reclamar —su voz se volvió baja, suplicante—. Por favor, Taehyung.
Sólo treinta días.

Taehyung le miró, atónito, y retrocedió un paso.


Luego, negó con la cabeza, sintiendo como temblaba ante la insistente mirada
de Jungkook.

—No —fue lo único que dijo antes de salir de allí, cerrando con un portazo.

Jungkook suspiró, solo, sin moverse.

Permaneció unos segundos en silencio para luego mirar su mano izquierda, al


dedo anular, donde el anillo de matrimonio seguía brillando, y recordó
brevemente la mano de Taehyung, el anillo también en su lugar.

—Ah, Taehyung, ¿cómo llegamos a esto? —murmuró, sabiendo que nunca


habría respuesta para esa triste, penosa pregunta.

3.

Advertencias: Vkook, drama, parejas crack.


—Jungkook, ¿Qué demonios te pasa?

Jungkook miró a Jimin con una mirada impasible mientras le metía un palito de
helado a Sohyun en la boquita. La hija de Nam se había enfermado los últimos
días debido a la ola de frío que azotaba la ciudad, y no era la única: ese día,
Jungkook tenia la agenda llena por lo menos durante una semana más.

No le importaba demasiado, porque Jungkook amaba los niños.

Siempre había querido un niño dentro de su familia, y el sueño de adoptar uno


seguía ahí metido en su cabeza a pesar de la inestabilidad con Taehyung.

Inestabilidad. Como si fuera eso. Como si estuvieran pasando un mal momento


y no le hubiera pedido el divorcio oficialmente tres días atrás.

En esos tres días, Jungkook no había tenido noticias de su todavía marido, pero
no lo iba a llamar para presionarlo.
Jungkook conocía a Taehyung lo suficiente como para saber qué decisión iba a
tomar finalmente.

—Tose, cariño —le pidió dulcemente a Sohyun, que obedeció.

La hija de Namjoon, que había sido producto de su exnovia Hyejin, era un


encanto con todo el mundo. Era educada, bonita y tierna, criada por sus dos
padres a pesar de que no estuvieran juntos ya que todavía conservaban una
gran amistad aún cuando hubieran sido novios en el pasado.

Hyejin no tenía problemas en que Sohyun pasara semanas completas con su


padre pues tenía un trabajo pesado como gerente de una empresa de moda y
solía viajar durante largos periodos de tiempo; sin embargo, no era una madre
ausente como muchos solían pensar. Llamaba a Sohyun cada noche
preguntando como le fue en el día, y cuando Hyejin estaba en casa, le ponía
total atención a su hija. Además, conocía a Jimin también, la actual pareja de
Namjoon, y no ponía reparos en que Jimin fuera como un segundo padre para
Sohyun.

—Has estado comiendo helado a escondidas de tu tío Jimin, ¿no es así,


enojona? —se burló dulcemente Jungkook de la pequeña niña, que enrojeció
por la culpa y vergüenza.

—No me cambies el tema —reclamó Jimin detrás de él—. Jungkook, demonios,


¿cómo se te ocurre...? ¡Taehyung no merece ninguna oportunidad! ¡Te engañó
con su asistente!
El breve recuerdo de ver a Taehyung tomándole la mano a Hoseok en su
oficina, hablándole al oído mientras provocaba que se riera, causó una punzada
de dolor en su corazón, pero fingió una indiferencia que no sentía para que Jimin
no siguiera retándolo.

Jungkook nunca se había considerado a sí mismo como una persona celosa, no


así como Taehyung. Mientras Taehyung era todo posesividad y gruñidos,
Jungkook era calma y silencio, porque Taehyung nunca le había dado motivos
para dudar de él en esos ochos años que estuvieron juntos.

No hasta ahora.

—Bronquitis aguda —le dijo a Jimin—, Sólo descanso, mucho líquido y


acetaminofén para bajar la fiebre.

Jimin murmuró por lo bajo mientras comenzaba a abrigar a Sohyun.

—Deberías firmar sus tontos papeles —regañó Jimin—, y deshacerte de él. Le


pides la casa, dinero y lo mandas al diablo.

—Jimin —dijo Jungkook con la voz seca—, sigue siendo mi marido y el hombre
que amo. Tú no lo entiendes, así que te lo diré de una forma fácil: Taehyung me
sigue amando, lo sé, sólo tiene que darse cuenta de eso y lo ayudaré para que
luego no se arrepienta por haberse divorciado.

—¿Arrepentirse? —farfulló Jimin con rabia tiñendo su voz—. ¿Cuándo Kim


Taehyung se ha arrepentido de algo?

Nunca. Taehyung era una persona que pensaba bien las cosas antes de hacer
algo. Si le estaba pidiendo el divorcio, no era por una decisión apresurada, sino
porque tuvo que pasar semanas pensando en si era lo correcto o no.

—Y si realmente te ama —agregó Jimin tomando en brazos a Sohyun—,


entonces que se dé cuenta solo y te pida de rodillas perdón. ¡Te ha humillado!
¿Dónde demonios está tu orgullo, Jungkook?

Jungkook levantó la vista luego de firmar la receta médica de Sohyun.

—Jiminnie —dijo con suavidad ahora—, ¿sabes que el orgullo no lo es todo en


esta vida? Si nos dejáramos guiar sólo por el orgullo, entonces la vida sería una
miséria —sonrió con tristeza—. La vida no se trata de quién es el más orgulloso,
sino de ser capaz de perdonar y dar segundas oportunidades.

La expresión dura de su mejor amigo se suavizó un poco para dar paso a la


pena.
—No quiero verte llorar más —murmuró Jimin—, no te lo mereces, Nochu. No
una persona como tú— tomó aire, arreglándole el gorrito a la niña antes de abrir
la puerta—. Sigo sin apoyarte en esto, pero eres mi mejor amigo, así que si las
cosas no resultan... bueno, siempre estaré para que llores en mi hombro.

Jungkook sonrió ahora con más alegría.

—Nos vemos el fin de semana —le dio un pequeño beso en la mejilla a


Sohyun—, tú mejórate y hazle caso a tu tío Chim ¿bien?

—Sí tío Nochu —dijo Sohyun sonriéndole. Cerró la puerta, suspirando para
luego decirle a su secretaria que hiciera pasar al siguiente paciente.

Kim Seokjin y su pequeño hijo de tres años, Kim Changmin, le sonrieron de


vuelta.

Jungkook saludó familiarmente a Seokjin, a quién conocía desde que el


pequeño Changmin había nacido, siendo algo así como su médico personal
cada vez que el niño tenía alguna complicación además de ser un consejero
para Jin, ya que la madre de Changmin murió cuando el bebé tenía sólo un año
y desde entonces Jin lo crió sin ayuda alguna.

Además...
Bueno, Jungkook no era tonto. Los últimos meses había notado cierto coqueteo
y miradas con dobles intenciones por parte de Jin, pero siempre las había
ignorado debido a lo preocupado que estaba de su matrimonio con Taehyung.
Además, Jin sabía que era hombre casado, ¿no era bastante obvio con el anillo
en su dedo anular y las fotografías que tenía en el escritorio?

La que más destacaba era por supuesto la de su día de matrimonio, donde


ambos tenían trajes blancos y lucían felices ante el juez luego de dar el sí.

Pero a pesar de amar a Taehyung, eso no significaba que Jungkook no pudiera


mirar, y era bastante obvio que miraría a un hombre como Kim Seokjin, con un
rostro tan atractivo, sensual y por sobre todo, dulce como el que tenía.

—Luces un poco cansado —le dijo Jin con expresión preocupada.

Hizo un gesto vago, queriendo quitarle importancia.

—No es nada —apuntó a Changmin, que tenía el rostro colorado y sorbía su


nariz—. ¿Cómo se siente mi paciente favorito?

—Mal —masculló Changmin con los ojor llorosos.

Jin sentó al niño en la camilla, ansioso.


—Estuvo todo el día de ayer tosiendo y apenas durmió algo en la noche por eso,
además de que tiene fiebre y dice que le duele la garganta —explicó.

Jungkook comenzó a atenderlo con diligencia.

Afortunadamente, Changmin era el ultimo niño del día, por lo que no estaba
apurado para terminar pronto y luego podría irse a su casa a descansar un poco.

A su vacía y fría casa ahora.

Mordió su labio inferior, notando sus ojos un poco llorosos ante ese
pensamiento.

Decidió concentrarse en el trabajo, no necesitaba ponerse sensible ahora.

luego de varios minutos revisando al pequeño niño llegó a su veredicto:


amigdalitis. Le dio una receta con antibióticos a Jin, recomendándole reposo a
Changmin y mucho líquido, viendo su expresión de alivio al ver que no era algo
tan grave.

—¿Te vas para tu casa ahora, Jungkook?—le preguntó Jin mientras abrigaba a
su hijo.
Asintió, distraido, guardando las cosas en su bolso.

Normalmente, Taehyung solía ir a buscarlo durante las tardes para irse juntos y
cenar en compañía, aunque las últimas semanas su marido le enviaba mensajes
diciéndole que tenía trabajo extra así que no lo esperara para comer.

Se abrigó.

—¿No quieres que te llevemos? —ofreció Jin con amabilidad.

Miró al de cabello negro, notando el interes en sus ojos, y su primer


pensamiento fue negarse aludiendo a que su esposo lo iría a buscar, que no se
preocupara, pero si era honesto consigo mismo...

Bueno, Jungkook estaba cansado.

—Eso... estaría bien —aceptó sonriendo suavemente.

Sí, estaba agotado de viajar sin nadie a su lado, llegando a una casa vacía y
helada, comiendo algo frío mientras miraba la televisión para hacer algo y luego
yéndose a acostar a esa cama enorme que se sentía ahora incómoda y triste.
Sobre todo cuando pensaba que Taehyung podía estar compartiendo cama con
su amante.

Trató de desviar ese pensamiento, fingiendo oír la conversación de Jin,


contándole sobre los logros de su hijo en el jardín de infantes, subiendo al siento
del copiloto sin decir otra cosa.

¿Taehyung disfrutaría de sus encuentros con Hoseok? De seguro que sí,


después de todo ¿no lucía enamorado y pendiente de él como lo había hecho
con él durante tanto tiempo?

Jungkook tenía miedo de perderlo, aunque una parte de él le susurraba que ya


era tarde, que Taehyung se le había ido de las manos y ahora le pertenecía a
otra persona.

No quería ser negativo, Jungkook trataba de creer en el amor que Taehyung le


tuvo -tenía- y apelar a ello para volver a conquistarlo, para demostrarle que su
amor seguía allí, sólo había que regarlo, pero luego de eso, ¿qué vendría? Las
cosas no volverían a ser iguales, lo tenía claro.

¿Cómo lo serían cuando Taehyung estaba amando en ese mismo instante a


otra persona?
¿Y cómo no amaría a Hoseok? Jungkook lo conocía no sólo de vista, había
hablado con él también cuando se lo encontraba al momento de visitar a
Taehyung en su oficina. Hoseok era un hombre guapo, educado, amable,
inteligente y gracioso, que solía atraer las miradas para donde fuera con su
porte.

Jungkook, en cambio, no podía competir con él.

Allí donde Hoseok era todo risas, Jungkook era apenas una carcajada. Allí
donde Hoseok era un rosal, Jungkook era sólo una margarita. Allí donde Hoseok
era una tormenta, Jungkook era con suerte una llovizna.

Jungkook no culpaba a Taehyung por haberse enamorado de Hoseok.

Pero aún así, dolía porque Jungkook siempre se había enorgullecido de tener el
corazón de Taehyung sólo para él, y ahora no le quedaba nada de eso. Sólo
una pequeña esperanza de que Taehyung pudiera notar que ellos estaban
destinados, eran almas gemelas, y decidiera aceptar esa tonta pero consoladora
oferta que podía acabar muy mal.

Aunque si las cosas fracasaran...

¿Qué haría Jungkook sin Taehyung?


Ocho años de amor no eran faciles de olvidar aunque para Taehyung lo hubiera
sido.

—Jungkook, ¿por qué lloras?

Parpadeó, levantando la vista, encontrándose con el preocupado rostro de Jin


frente a él.

Se dio cuenta entonces de que Jin estaba estacionado fuera de su casa y


Changmin estaba durmiendo en el asiento trasero, sentado en su sillita.

Llevó sus manos a sus mejillas, notándolas húmedas, y abrió la boca para
disculparse.

Aunque lo que salió no fue una disculpa, sino un jadeo de dolor mezclado con
un sollozo.

Cubrió su boca, derrumbándose por completo sin saber por qué.

Dolía, dolía tanto ver que Taehyung, la persona a la que consideraba el amor de
su vida, de pronto se diera cuenta de que no lo amaba como decía hacerlo,
buscando a otra persona con la que compartir su vida, y lo hiciera a un lado
porque ya no lo quería.
Dolía ser desechado y tirado a la basura.

Dolía ver que era el único enamorado y el único que estaba dando algo por un
matrimonio que parecía perdido desde hace mucho.

—L-lo si-siento... —sollozó entre hipidos.

—No, no, no te disculpes, no pasa nada —se apresuró a decir Jin con pena en
la voz—. No llores, Jungkookie, por favor, me rompe verte así.

Las manos de Jin acariciaron su rostro húmedo e hinchado, pero no vio la


repulsión o disgusto en sus ojos, sólo eterno cariño y ternura, genuina
preocupación y afecto que no veía hace mucho.

No, Taehyung fue el único en mirarlo de esa forma durante tantos años que
había olvidado lo que era que otra persona se preocupara de esa forma por ti.

—Taehyung me... me pidió el di-divorcio... —contó entre lagrimas—, él ya no...


no me quiere... Y está bien, lo ju-juro, yo no... no puedo obligarlo a quererme,
pero... pero no lo hace más fácil, y duele tanto, tanto...
Dejó que los brazos de Jin lo rodearan, atrayéndolo a ese cálido cuerpo
desconocido pero cómodo que parecía sostenerlo tan bien en ese instante, y
pronto dejó su hombro húmedo por las lágrimas mientras seguía sollozando por
la tristeza que lo embargaba.

—Tranquilo, mi amor... —murmuró Jin acariciándole el cabello—, sé que duele,


no te avergüences de eso, bebé —sintió unos suaves labios besándole la frente
y le miró entre lagrimas—. Jungkookie, si quieres-

No alcanzó a oírlo porque en ese instante alguien abrió bruscamente la puerta


del copiloto y lo agarró del abrigo, tirando de él, separándolo de forma
sorpresiva.

Soltó un grito suave mientras Jin se quejaba, saliendo del auto.

—¡Oye, idiota!

Jungkook se volteó, encontrándose con el disgustado rostro de Taehyung.

Le miró, sorprendido al notar su mandíbula apretada, sus ojos refulgiendo por la


ira.

—Treinta días —concedió Taehyung con la rabia tiñendo su voz.


Pero sus palabras no le sorprendieron.

No, lo que le sorprendió fue ver en el rostro de Taehyung, luego de que le


hubiera pedido el divorcio, unos irracionales celos que no veía desde que ambos
tenían veinte años y eran unos jóvenes tontos, ilusos, pero por sobre todo,
enamorados.

4.

Advertencias: Vkook, drama, parejas crack.


Taehyung frente a él, seguía teniendo la mandíbula apretada y una mirada de
molestia a pesar de que Seokjin se haya marchado minutos atrás y se quedaran
solos.

No había dicho nada incluso cuando Jungkook le sirvió un vaso de agua,


diciéndole que se calmara.

Se sentó a su lado, mordiendo su labio inferior.

—No tenías que reaccionar de esa forma, Taehyung —le dijo con voz suave.

Taehyung le miró con el ceño fruncido.

—Iba a besarte. Ese maldito bastardo iba a besarte y-

—Y tú has besado a Hoseok —le interrumpió Jungkook, ahora con expresión


dolida —. ¿No es eso injusto, Taehyung? ¿Qué tu tengas un amante y te estés
comportando de esa forma? ¿Ya te has acostado con él?

Taehyung no dijo algo por varios segundos, bebiendo agua en silencio, y


cuando dejó el vaso sobre la mesita del living, lucía mucho más calmado.
—No —dijo Taehyung—, sabes que no lo he hecho, Jungkook.

Jungkook arrugó los labios, negando con la cabeza.

—¿Por qué debería creerte?

—Porque sabes que no te mentiría con eso —replicó Taehyung poniéndose de


pie—. Por mucho que quiera el divorcio y esté enamorado de Hoseok, sabes
que no me acostaré con él hasta que los papeles estén firmados. Incluso sabes
que si lo he besado, ha sido después de pedirte la separación, de decirte la
verdad, ¿no es así?

Sonriendo amargamente, Jungkook asintió, forzándose a no lucir herido a pesar


de las palabras de Taehyung.

Tenía claro que su esposo no le mentiría con eso, que estaba diciendo la
verdad, pero eso no lo hacía más fácil. De alguna extraña forma, si le hubiera
dicho que se acostaba con Hoseok, no tendría tantas dudas porque habría
atribuido los deseos de separación a una calentura de Taehyung por su
asistente, sin embargo... Si no se habían acostado y con suerte compartieron
beso, eso significaba sentimientos más profundos que le aterraban.

—¿Qué estás haciendo aquí Taehyung? —preguntó Jungkook con voz rota.
Taehyung apuntó su bolso.

—Vengo por los papeles —contestó impasible—, pero también tengo claro que
eres una persona demasiado terca, Jungkook —suspiró, sentándose— Treinta
días ¿no es así?

Jungkook asintió en silencio, mirando a los ojos oscuros de su marido.

—¿Cómo pretendes hacerlo, Jungkook? —Taehyung suavizó su tono—.


Comprendes que yo ya no te amo, ¿cierto? Sólo te estás haciendo más daño,
Kookie.

Que le llamara con un diminutivo hizo que algo doliera en su interior.

—¿Más daño? —se burló quebrado —.¿Cómo me haré más daño Taehyung? El
hombre que amo quiere dejarme porque está enamorado de otro y lo único que
pido son treinta días para poder demostrarle que aún puedo ser suficiente para
él.

La expresión de Taehyung cambió, y el más alto le tomó las manos, llamando su


atención, pidiéndole que se calmara un poco.

—Jungkookie, bebé —murmuró Taehyung —, no digas esas cosas, ¿está bien?


Tú eres... tú eres más que suficiente para cualquier persona, es más, yo diría
que... que nadie te merece, menos yo —Taehyung trató de sonreírle, aunque
Jungkook desvió la mirada, sabiendo que pronto se pondría a llorar—.
Jungkookie, todavía te quiero, y porque te aprecio lo suficiente es que te estoy
pidiendo esto. Por favor, firma los papeles, no es necesario que continúes con
esa tontera.

Su labio tembló.

—¿Tontera? —tragó saliva—. ¿Querer luchar por tu amor te parece una


tontera? —se puso de pie, repentinamente enojado—. ¿Querer salvar nuestro
matrimonio, nuestra relación de ocho años, te parece una tontera?

—Sabes que no me refiero a eso—

—Treinta jodidos días —exigió Jungkook—. Es eso lo que te pido, Taehyung, o


tendrás que llamar a mi abogado para el divorcio.

Taehyung hizo una mueca, molesto también.

—Como quieras —espetó con la voz dura—, pero apenas termines con tu show,
entonces tendrás que firmar todo lo que te exija.

Soltó una risa helada.


Está bien —dio un paso, inclinándose hasta quedar a la altura de Taehyung—,
pero estos treinta días, Taehyung, serás sólo mío, ¿entendido? No quiero verte
de forma romántica con Hoseok ni que pases noches fuera diciendo que tienes
que trabajar. Para que esto funcione, tú también tienes que poner de tu parte.

Taehyung apretó los dientes, observando los ojos cafés de Jungkook, y sintió
algo extraño removiéndose en su estómago al ver una mirada tan decidida en el
rostro de su esposo. Pero por sobre todo, algo se estremeció cuando notó lo
hermoso que se veía Jungkook tan cerca suyo.

¿Cuánto tiempo llevaba sin tenerlo de esa forma a su lado?

No podía recordarlo bien.

—Bien —se acercó, su aliento chocando con la respiración de Jungkook—, pero


tampoco quiero verte cerca de ese cara de llama, Kookie.

Jungkook enarcó una ceja.

—¿Acaso tú eres perfecto, Kim?

Humedeció sus labios, gruñendo una maldición en voz baja.


—Te he dicho que con mi belleza no, Kookie.

Por primera vez en días, Jungkook sintió como sus labios se curvaban en una
sonrisa tímida y algo temblorosa.

—Debes estar de joda, Taehyung.

El de cabello oscuro miró a su mejor amigo, Yoongi, sentado frente a él con una
mirada de incredulidad en su rostro.

Se encogió de hombros, indiferente.

—¿Y Hoseok aceptó eso? —insistió Yoongi al no oír respuesta alguna de


Taehyung.

Taehyung cerró su portátil, bostezando, fingiendo una indiferencia que no sentía


ante la presión de su amigo.
Yoongi, siempre sonriente y dispuesto a bromear, lucía ahora molesto, irritado, y
por qué no decirlo, indignado.

—Peleamos —contestó Taehyung—, no le hizo gracia alguna.

—¡Claro que no le haría gracia! —exclamó Yoongi poniéndose de pie—.


Demonios, Taehyung, ¿cómo se te ocurre aceptar algo así? —el de cabello
color menta le miró, furioso—. ¿Acaso no te bastó con hacerle daño a Jungkook,
ahora planeas destrozarlo? Y no sólo eso, también le estás rompiendo el
corazón a Hoseok...

—Quiero un divorcio tranquilo, Yoon, sin peleas, sin abogados, sin tener que ir a
una corte, y si debo esperar treinta tontos días, lo haré —explicó Taehyung
guardando sus cosas—. Sé que no estás a favor de esto, después de todo,
tampoco me apoyaste cuando te conté lo del divorcio —añadió con rencor en su
voz.

Yoongi soltó un bufido.

—¿Cómo quieres que te apoye cuando sé que estás cometiendo un grave


error? —preguntó con tristeza su amigo—. Taehyung, mierda, somos amigos
desde que fuimos al colegio, conozco a Jungkook y sé que su relación es una de
las cosas más bonitas que haya visto, y que ahora quieras destruirla por un
capricho...
Taehyung fulminó con la mirada a su mejor amigo.

—No es un capricho —espetó Taehyung—, realmente quiero a Hoseok.

El de cabello menta soltó una risa carente de diversión.

—¿Quererlo? Por supuesto que lo haces —Yoongi negó con la cabeza—, pero
lo que sientes por Jungkook va más allá de eso. Siempre ha ido más allá de eso.
¿Por qué eres la única persona que no lo ve?

Taehyung le miró en silencio.

Si era sincero consigo mismo, lo que sentía por Jungkook nunca había sido tan
claro para él como todo el mundo solía decir. ¿Lo amaba? Por supuesto que sí,
de eso no había duda.

El amor que sentía -o sintió por Jungkook- era tan grande que nunca sintió que
unas simples palabras (Te amo) pudieran expresarlas en su totalidad, pudieran
realmente mostrar lo que sentía por él.

Recordaba a ese torpe chico que llegó a los quince años a su curso, con
frenillos, cabello castaño y una mirada titubeante y nerviosa. Jungkook parecía
un chico fácil de intimidar y molestar, eso se notaba enseguida, por lo que se
convirtió en un objetivo rápido de los matones del curso.

Pero cuando empujaron a Jungkook frente a él, haciéndolo caer al suelo,


Taehyung no pudo evitar querer protegerlo de todo lo malo en el mundo.

Desde ese día, Jungkook lo persiguió por todas partes como un cachorrito
perdido, queriendo que su hyung amado le dirigiera siquiera una mirada, le
dirigiera una palabra de orgullo, contento con alguna caricia, con una sonrisa.

Taehyung siempre había sido el que dio los primeros pasos, por supuesto, pero
era Jungkook quien estuvo delante de él todo ese tiempo esperando para
recibirlo.

Pero ahora...

—No quiero seguir hablando de esto — gruñó Taehyung.

Yoongi suspiró, siendo consciente de que no tenía que continuar insistiendo en


ese tema.

—Sólo... Taehyung, por favor, piensa bien en tus acciones —suplicó Yoongi—,
eres mi mejor amigo, pero Jungkook también es mi amigo, y no quiero ver cómo
sufre por tu culpa. No Jungkook, Taehyung. Jungkook no se lo merece.
Quiso decirle algo, pero Yoon le hizo un gesto de despedida, aludiendo a que
Jisoo le esperaba para salir a comer fuera, y se tragó sus palabras.

Media hora más tarde, se detuvo fuera del hospital, con una extraña sensación
en el estómago. Llevaba tanto tiempo sin ir a buscar a Jungkook a su trabajo
que incuso los guardias se notaron sorprendidos por ello, saludando de forma
vacilante. Minutos después, Jungkook estaba saliendo por las puertas del
edificio, abrigado a más no poder debido al frío. Estaban a finales de enero, el
invierno azotando a la ciudad de forma cruda y helada.

Jungkook entró, su nariz colorada, y Taehyung le observó sin saber


exactamente por qué.

Jungkook siempre se había visto lindo con las mejillas cubiertas de rojo.

Pero sólo cuando Jungkook se inclinó y le dio un beso en su mofete fue que
parpadeó, reaccionando.

—Hola, Taehyung —saludó con voz tímida.

Taehyung miró al frente, algo sacudiéndose en su interior.


—Hola Jungkookie —contestó en voz baja—. ¿Cómo te fue hoy?

Jungkook comenzó a hablar, y extrañamente, las cosas se sintieron bien.

5.

Advertencias: Vkook, drama, parejas crack.

Cuando Taehyung ingresó a la casa, un delicioso olor a estofado de carne


invadió su nariz, y sintió como su estómago rugía por el hambre.
Parpadeó, sorprendido, porque no recordaba cuándo fue la última vez que
Jungkook decidió cocinar estofado. Los últimos meses, debido a la cantidad de
trabajo que ambos tenían, solían comer fuera o pedir algo para llevar , dejando
de lado las comidas caseras, los almuerzos en conjunto, las conversaciones
tontas pero bonitas que solían tener.

—Bienvenido, Taehyung— le gritó Jungkook desde la cocina, y de forma


inevitable, se dirigió a ella como solía hacer antes, sólo que en lugar de
abrazarlo por la cintura para hacerlo reír, dándole después un par de besos en el
cuello y los labios, se limitó a quedarse de pie bajo el marco de la puerta, viendo
su rostro colorado por el calor en el lugar, su expresión relajada y el mandil de
girasoles atado a su cintura—. Te extrañé mucho, ¿Cómo te fue hoy?

No podía quitar sus ojos de Jungkook.

No podía desviarlos, no podía dejar de ver esa mirada tan brillante, esa sonrisa
de conejito hermosa que poseía, esos hoyuelos que quería tocar todo el tiempo.

Por un breve instante, quiso abrazar a Jungkook, enterrar su rostro en el pecho


de él y acurrucarse en sus brazos, como hacía meses atrás, cuando las cosas
parecían ir bien, cuando Hoseok era sólo un asistente y no algo más.

Hoseok.
El pobre de Hoseok mirándolo con pena y molestia por la decisión de aceptar la
propuesta de Jungkook, hablándose sólo lo necesario, sin querer tener una
conversación privada con él.

—Bien —respondió con tono lejano, comenzando a quitarse el saco—, cerré un


nuevo trato, voy a dedicarme a diseñar un nuevo centro comercial.

—Felicitaciones —dijo Jungkook girándose, dándole la espalda—, te lo mereces,


Tae, trabajas duro.

Y tú, Jungkook, te mereces a alguien mejor, pensó Taehyung caminando hacia


el cuarto para cambiarse de ropa.

De forma inevitable, recordó a Jungkook dentro del auto de ese desconocido a


quien llamó uno de sus pacientes, mirándolo con tanta adoración y ternura que
su estómago se encogió por algún motivo que no podía comprender, y la
desesperada necesidad de alejarlo de él, de impedirle que lo besara, llegó de
forma inevitable obligándolo a actuar.

Sonaba como un maldito hijo de puta egoísta, lo sabía, pero no se trataba de


eso. Jungkook podía ilusionarse con facilidad, y ese desconocido sólo lo quería
para un momento, ¿no le estaba evitando entonces más sufrimiento?

Era eso. Sólo eso, lo juraba.


Jungkook, en tanto, suspiraba mientras apagaba la cocina, el estofado ya listo,
las papas salteadas preparadas. Ese día había salido más temprano porque su
último paciente canceló la hora, así que aprovechó para llegar antes a casa y
poner sus habilidades culinarias en acción.

Recordaba que antes, cuando los dos tenían tiempo, podían estar todo el día
cocinando nuevas recetas, muchas veces terminando con una intoxicación
porque no solían preocuparse demasiado de lo que hacían. Sin ir más lejos,
mientras algo se cocía o freía o hervía, hacían el amor sobre la mesita de la
cocina, sin importarles si lo que cocinaban terminaba quemado.

No pudo evitar ruborizarse al pensar en esas ocasiones en las que no resistían


para llegar a su habitación, haciendo el amor donde se encontraban. Toda esa
casa estaba marcada.

Así que, al salir, pensó que podía cocinar algo para la cena de esa noche.
Después de todo, llevaban una semana desde que Taehyung aceptó ceder a
sus treintas días, y si bien no habían peleado, tampoco es como si hubiera
tenido grandes avances.

Las cosas estaban... estaban igual que siempre. Sí, Taehyung lo iba a buscar
luego del trabajo, conversaban de cómo les había ido en el día, cenaban juntos,
y luego se iban a dormir.
Jungkook quería intentar algo más arriesgado, tal vez hacer el amor con
Taehyung, hacerle ver que ellos seguían conectados, sin embargo, tenía miedo
de que Taehyung lo rechazara.

Y ese rechazo Jungkook no se veía capaz de manejarlo.

Sirvió la comida, llevándola al comedor donde Taehyung estaba llenando las


copas con vino, y se quitó el mandil que se compró cuando recién se mudaron a
esa casa.

—¿Cómo te fue a ti en el trabajo? —preguntó Taehyung con tranquilidad


mientras se sentaba.

Jungkook se encogió de hombros.

—Lo mismo de siempre, niños enfermos y padres asustados —sonrió


suavemente—. Sohyun estaba mucho mejor. Hoy Namjoon y Jimin la
acompañaron, me contaron que estaban pensando en adoptar para que Sohyun
no esté solita.

—Es un trámite largo —respondió Taehyung indiferente.

La sonrisa de Jungkook se volvió algo triste y apenada.


—Sí...

Tehyung dejó salir el aire de sus pulmones, notando una punzada de dolor en su
corazón al ver la expresión lejana, afectada de Jungkook, y luego mordió su
labio inferior.

—Tengo dos entradas para el cine mañana —le dijo entonces, notando como
sus ojos se iluminaban—, ¿quieres ir? Luego podemos cenar fuera, Jungkookie.

Jungkook asintió, contento de ver que Taehyung estaba invitándolo a salir fuera.
Había pensado en hacerlo él, sin embargo, no se le había ocurrido dónde ir. Eso
de planificar citas normalmente no le salía nunca bien.

—¿Qué pelicula es? —preguntó entusiasmado.

Taehyung sonrió de lado.

—Es una de terror — dijo con cierto tono burlón en su voz.

Su esposo lo miró con incredulidad.


—¡Taehyung, sabes que esas no me gustan! —exclamó como un niño pequeño.

—Vamos Nochu, tienes veintiocho años —se quejó Taehyung—, además, no


tienes por qué tener miedo. Hyung estará allí para protegerte.

Su boca no pudo liberar sonido alguno cuando Taehyung dijo esa última frase
como si nada, aunque había toda una historia detrás: a los diecisiete años,
cuando ambos fueron al parque de diversiones, Jungkook le tomó la mano como
si nada, llamando su atención, diciéndole aquella frase para que no tuviera
miedo, y el juego comenzó.

Por supuesto, Jungkook salió llorando también, prometiendo que nunca más iba
a subirse allí, pero esa frase quedó grabada en la mente de ambos como una
promesa secreta entre los dos.

—Si tengo pesadillas será tu culpa —dijo Jungkook con voz debil.

Taehyung asintió.

—Es una fortuna que durmamos juntos entonces, Jungkookie —replicó


Taehyung.
Jungkook se sentía feliz de ver a Taehyung intentarlo, aunque Taehyung
estuviera todavía confundido e indeciso. Aunque le hubiera hecho daño y le
hubiera roto el corazón.

Pero prefería verlo intentando a verlo rendido.

Si Taehyung se rendía, entonces Jungkook podía darse por perdido.

6.

Advertencias: Vkook, drama, parejas crak.

—Hola, Jin, ¿Cómo estás?


Kim Seokjin le sonrió a Jungkook como si nada, sentándose frente a él con
Changmin en sus brazos, el niño sorbiendo su nariz llena de mocos, mirándolo
con ojos llorosos.

—Changmin no ha mejorado mucho desde la última vez que nos vimos —dijo
Jin con pena en su voz—, ya me está poniendo nervioso, ¿y si empeora,
Jungkook?

—Oye, tranquilo, Jinnie —trató de consolar Jungkook poniéndose de pie—.


Vamos, Changmin, ¿confías en el tío Kookie?

—Sí —lloriqueó Changmin dejando que Jungkook lo tomara en brazos.

Silenciosamente, Jungkook comenzó a revisar al niño con el ceño fruncido en


concentración, preguntándole dónde era que le dolía más y consultándole
también a Jin ciertas cosas. Luego de diez minutos examinando al menor,
Jungkook suspiró y le dijo a Jin que al parecer la amigdalitis de Changmin había
derivado a una pequeña sinusitis bacteriana aguda.

—Tendrá que tomar antibióticos por una semana y media —le dijo a Jin
anotando los nombres de los remedios en la receta—, luego lo volveré a
evaluar. Ya te vas a poner mejor, Changmin, y podrás corretear en el parque.

Jungkook hizo amago de caminar hacia la puerta para abrirla, sin embargo,
antes de poder hacerlo, Jin tomó su brazo deteniéndolo en el acto. Lo miró, con
una ceja enarcada por la intriga, para luego sentir su garganta seca al notar los
ojos suplicantes de Jin.

—Jungkookie, um... —comenzó a decir Jin con timidez—, yo... te quería


preguntar sobre lo que ocurrió con tu exesposo. Sé que no debo meterme,
pero...

—Oh —Jungkook se removió, incómodo, mordiendo su labio inferior—. Bueno,


Taehyung y yo... nos estamos dando una nueva oportunidad...

La mirada de Jin pareció apagarse ante las palabras de Jungkook, y sin saber
por qué, se sintió algo culpable. Quería que Jin no se hiciera ilusiones con él,
que no lo esperara, pero tampoco se sentía capaz de intervenir en su corazón
de esa forma porque, por mucho que quisiera que Jin no lo mirara de esa forma,
él no podía decidir por él.

—¿Estás seguro? —levantó la vista ante el serio tono de Jin—. Tú dijiste que
Taehyung ya no te amaba. Entonces, ¿estás seguro de que vale la pena darle
una oportunidad a alguien que dejó de amarte?

Sabía que Jin no lo hacía con mala intención, que debía estar preocupado por
él, que no quería verlo pasándola mal -eran, después de todo, las mismas
palabras que Jimin y Namjoon le dijeron días atrás-, pero eso no lo hacía más
fácil.
Todo el mundo creía que Taehyung no lo merecía, y puede que tuvieran razón,
pero el mundo no se trataba de dar oportunidades a personas que realmente lo
merezcan y quitárselas a quienes no valían la pena.

No, Taehyung no merecía que estuviera haciendo esto por él, pero Jungkook lo
amaba con tanta fuerza, con tanta desesperación, sentía un amor tan inmenso
con él, un apego tan enorme por ese hombre, que sentía que debía hacerlo.

Por él. Por Taehyung. Por esos ocho años que estuvieron juntos, como novios,
casados, compartiendo días, semanas, meses; compartiendo sueños y anhelos;
compartiendo risas y gritos y llantos.

Y Taehyung estaba poniendo de su parte, eso lo podía jurar por su vida, porque
su marido lo estaba yendo a buscar todos los días, le preguntaba cómo le había
ido, desayunaban y cenaban juntos, conversaban y no permitían que el silencio
entre ellos se instalara. ¡Incluso habían salido dos veces el fin de semana
pasado! No sólo fueron al cine y luego a cenar, sino que el día domingo
decidieron ir al zoológico a ver un show de pingüinos recién inaugurado, y si
bien no se besaron, hubo un breve momento en el que ambos se quedaron
observando en silencio, a punto de fundirse en un beso, pero terminaron
desviando la vista, avergonzados, como dos adolescentes tontos en su primera
cita.

Jungkook podía sentir que el amor estaba volviendo, ¿por qué el resto no lo
podía apoyar un poco más?
—Jin, por favor, eres mi amigo y aprecio tu opinión, pero te pido que en esto no
te metas —le pidió amablemente Jungkook con tono triste—. Si no resulta,
entonces está bien, al menos lo intenté. Pero si llegara a resultar, entonces...
¿no habrá valido todo esto la pena?

Jin desvió la vista, apenado, negando con la cabeza, para luego suspirar.

—Sólo no quiero verte llorando, eso me rompe el corazón —murmuró Jin.

Jungkook le sonrió con dulzura.

—Está bien si lloro, eso nos hace humanos, Jin.

Su amigo asintió a regañadientes.

—Supongo entonces que no vale la pena invitarte a que salgamos el día de


enamorados o cuando cumplas años —dijo con tono irónico.

Jungkook sacudió la cabeza.

—Taehyung y yo siempre celebramos las dos fechas juntas con una cena —
recordó Jungkook, de pronto emocionándose al pensar en eso.
Sólo quedaba una semana para su cumpleaños, así que debía ir reservando el
restaurante al que iban a ir, ese viejo lugar donde tuvieron su primera cita,
donde iban a cenar cada fecha especial, y donde Taehyung le había pedido
matrimonio también. Ese pequeño restaurante era su pequeño refugio personal
y privado.

Jin soltó un quejido, resignado.

—Espero entonces que la pases bien, Kookie —dijo Jin—, porque te lo mereces.

Jungkook solo pudo sonreírle, contento, sintiendo que por fin la vida le estaba
sonriendo.

Taehyung terminó de guardar un informe en su bolso cuando sintió la conocida


presencia de alguien más en la oficina.

Levantó la vista, tranquilo, chocando con la triste mirada de Hoseok.


—¿Ocurre algo, Hobi? —le preguntó con calma, aunque podía sentir como su
corazón se rompía cuando su asistente negó con la cabeza.

—Sólo... te extraño —murmuró Hoseok con la voz rota.

El más bajo cerró sus ojos un momento, apoyándose en la mesa, y no se movió


cuando de pronto Hoseok lo abrazó por la cintura, enterrando su rostro en su
hombro, aferrándose a él con una desesperación casi dolorosa.

Llevaba dos semanas sin estar juntos, desde que Taehyung aceptó el trato de
Jungkook, y sabía que la separación le estaba afectando a Hoseok un montón,
en especial porque Taehyung estaba cumpliendo su palabra de mantenerse
alejado de él ese tiempo.

Taehyung se sentía culpable, se sentía como un hijo de puta, se sentía como un


bastardo por estar jugando con una persona tan hermosa por su maldita
indecisión.

¿Y lo peor? Es que no sabía si estaba jugando con Jungkook o con Hoseok.

Porque cuando veía a Hoseok, su corazón parecía acelerarse, no podía evitar


bufar y sonreír ante sus chistes y sentir un calorcito recorriendo su cuerpo al
tener cerca a su asistente. Pero cuando pasaba a buscar a Jungkook, se
encontraba con sus ojos, esos labios le sonreían con esa preciosa sonrisa que
poseía, podía sentir como todo parecía iluminarse a su alrededor, su cuerpo
reaccionaban inclinándose hacia su pareja y quería estar todo el día acurrucado
contra él.

No sabía qué hacer en esa situación, no sabía qué hacer con Jungkook, con
Hoseok, porque dos semanas atrás estaba seguro de su decisión y sus
sentimientos, pero en ese instante, su seguridad parecía haberse ido a la
mierda.

—No quiero perderte —susurró Hoseok mientras le acariciaba el cabello.

Quiso decirle que no lo haría, que eso jamás iba a ocurrir, pero Taehyung no
quería mentirle tampoco, porque ahora todo estaba confuso para él.

Empujó con suavidad a Hoseok, alejándose de él, tratando de mantener la


calma.

—¿Ordenaste mi agenda para la próxima semana? —le preguntó con suavidad.

Hoseok asintió, desviando la vista.


—La reunión con los inversionistas de Japón se fijó para el miércoles, a las seis
de la tarde —dijo Hoseok mordiendo su labio inferior—, no querían otro horario,
y como dijiste que coordinara según lo que ellos pidieran...

—Está bien —le dijo asintiendo—, no tienes que preocuparte por eso —le tomó
de las mejillas, llamando su atención—. Ahora anda a casa, Seok, tienes que
descansar. Te has estado exigiendo mucho estos día, ¿crees que no lo he
notado?

—Pásalo conmigo —le pidió Hoseok—, te necesito.

Taehyung negó en silencio.

—Sabes que no puedo —le recordó.

Hoseok retrocedió, haciendo una mueca.

—Eres un maldito cobarde, Taehyung —le dijo con furia en su voz, saliendo de
la oficina a paso presuroso.

¿Crees que no lo sé?, pensó Taehyung con amargura.


Horas más tarde, mientras cenaba con Jungkook, que no dejaba de parlotear
sobre su día, fue cuando le hizo aquella pregunta que durante tantos días lo
estuvo atormentando:

—¿Por qué me amas?

Jungkook enmudeció, volteándose a mirar a Taehyung con la sorpresa pintando


su rostro, aunque su expresión se suavizó cuando notó los ojos tristes de su
marido.

Suavemente, le tomó su mano, dándole un apretón.

—¿Por qué no hacerlo? —su voz era cariñosa—. Bebé, te amo porque
simplemente puedo hacerlo. Lo que siento por ti es tan natural como respirar o
pestañear, ¿sabes? Porque todo puede ir mal, todo puede estar
derrumbándose, pero si me miras, si me sonríes... entonces sé que todo va a
estar bien.

Taehyung se sintió miserable, sus ojos llenos de lagrimas.

—No, no lo entiendes —sollozó Taehyung—. ¿Por qué todavía me amas? ¿Por


qué dices necesitarme cuando no me necesitas? ¿Por qué no me odias? —
Jungkook quiso hablar, pero Taehyung continuó—. No deberías amarme, no
cuando te desgarré, te rompí, cuando te hice llorar por mis acciones y te he
dicho que ya no te amo. Y aún así, aún después de todo eso, tú... tú sigues
llamándome bebé como si no hubiera hecho nada malo...

Jungkook se puso de pie, y de pronto lo abrazó con fuerza, permitiendo que


enterrara su rostro en su pecho, dejando pequeños besos en frente con un
infinito amor que lo estremeció por dentro.

Porque no sabía qué era lo que sentía, y eso le asustaba un montón.

—No hiciste nada malo, Taehyung —le murmuró Jungkook—, sólo hiciste lo que
creías correcto. Y está bien, mi amor, lo prometo. No importa lo que hagas,
Taehyung, yo jamás podría odiarte, ¿está bien? —Taehyung asintió, hipando, y
entonces Jungkook agregó con broma en su voz—. Anda,bebé, deja de llorar.
Limpia esas lágrimas feas y dale mejor un besito a tu Kookie.

Taehyung soltó una risa entrecorta, observando la sonrisa de Jungkook, y lo


hizo.

Taehyung lo besó.

Y por un instante, las cosas se sintieron bien.


7.

Advertencias: Taekook, drama, parejas crack.

—¡Eres una niña hermosa, Sohyun!

—Por supuesto que lo es, mira a quién tiene de madre.

Jungkook comenzó a reírse cuando Hyejin dijo aquello como si nada, ordenando
la mochila de la niña ya que pasaría esos días con ella luego de que volviera de
su viaje de negocios. Namjoon, en tanto, estaba arreglando-destruyendo la
televisión mientras Jimin cocinaba algo para la cena.

—¿Tienes todo, So? —le preguntó Hyejin tomándole la mano.


—¡Sí, mamá!

—Entonces ve a despedirte de tu padre y tus tíos, ¿dónde están tus modales,


ovejita?

Sohyun le sacó la lengua a su madre, ganándose un pellizco en la nariz, y luego


corrió a despedirse de Jimin y Jungkook, dejando a Namjoon para el final.

—Adiós, papá —se despidió Sohyun cariñosamente—, ¡te voy a extrañar! ¡Y por
favor, trata de no destruir algo!

Namjoon comenzó a reírse.

—Pásala bien con tu mamá, princesa —se despidió dándole un beso en la


frente—. Nos vemos en unos días.

Segundos después, la puerta de la casa fue cerrada, quedando sólo ellos tres
en el pequeño hogar de Namjoon y Jimin.

—Oye, Kookie —dijo Jimin desde la cocina—, ven, quiero darte algo en tu día
especial.
Jungkook arrugó el ceño, negando con la cabeza, y entró a la habitación,
quedándose quieto mientras una sonrisa enorme se extendía por su rostro.

Unas pantuflas de Snoopy estaban sobre la mesa con una cinta de regalo, así
que comenzó a reírse por la diversión para luego abrazar a su mejor amigo,
dándole un beso en la mejilla.

—¿Y para mí qué? ¡Jimin gastó mi dinero! —se quejó Namjoon entrando.

Jungkook volvió a carcajearse, abrazando también a Namjoon por la emoción,


agradeciéndole el bonito y simple presente, tratando de obviar la acongojante
sensación en su pecho porque ese día cumplía veintinueve años y Taehyung no
lo había saludado en la mañana.

Aunque tampoco es como si lo hubiera esperado, porque Taehyung nunca solía


ser la primera en desearle un feliz cumpleaños: por el contrario, prefería ser
siempre el último, así que cuando era ese día, se juntaban luego del trabajo para
ir a cenar sólo los dos y paar una maravillosa noche sin nadie que los molestara.

Asi que Jungkook estaba preparado, estaba listo, pues ya tenía la reserva del
restaurante al que iban siempre, y esperaba con mucha anticipación esa noche,
porque si todo salía bien, tal vez podría finalizar con ellos dos haciendo el amor
y recuperando esa magia que los rodeaba cuando estaban juntos.
Jungkook sabía, confiaba, en Taehyung para ese día, porque nunca antes lo
había decepcionado nunca en algún cumpleaños.

—¿No quieres cenar con nosotros? —preguntó Jimin con expresión


preocupada—. Puedes invitar a Taehyung si quieres...

Jungkook sacudió la cabeza, emocionado.

—¡Las cosas está bien! —dijo sonriendo—. Taehyung me besó, Jiminnie, ¡él
tomo la iniciativa! No pensé que fuera a hacerlo, pero me agarró de sorpresa, y
estos días ha estado más cariñoso y dulce conmigo.

Jimin sonrió débilmente casi a regañadientes, pero no le tomó demasiada


importancia porque sabía cuál era la opinión de Jimin acerca de eso. Seguía
doliéndole, sin embargo, sabía que no podía hacer mucho sobre aquello, sólo le
quedaba asumir que su mejor amigo no le estaba apoyando por completo.

—¿Cuánto tiempo te queda?

Y, por supuesto, su novio tampoco estaba de acuerdo con él.

Jungkook miró a Namjoon, mordiendo su labio inferior.


—Una semana —respondió vacilante.

Namjoon asintió.

—No deberías ilusionarte hasta el final —contestó Namjoon sin mala intención—
, tal vez Taehyung se está despidiendo a su modo.

Jungkook se crispó, apretando su boca en un rictus de molestia mientras se


giraba, herido por la forma en la que le trataban, como si fuera un niño tonto e
idiota que no podía entender las cosas que le decían.

Tal vez sí lo era. Tal vez sí era un idiota y un pendejo y un estúpido por haber
hecho eso, por ser tan terco e insistente cuando ya las cosas se habían
acabado, pero ¿qué podía hacer acaso? ¿Cerrar sus ojos, asentir, sentirse
miserable y luego hacer como si no hubiera compartido ocho años de su vida
con Taehyung? ¿Alejarse, fingir que no lo amaba, tratar de no llorar al verlo con
otro?

Sí, como si eso fuera tan fácil.

Como si pudiera hacer eso con una sonrisa dispuesta en la cara, tratando de
ahogar sus propios sentimientos diciéndole que no fue suficiente para Taehyung
y que por eso le abandonó.
Jungkook estaba poniendo todo de sí para que eso funcionara, y si al final no lo
hacía, entonces iba a poder decir sin culpabilidad alguna que se esforzó para
que su relación tuviera una nueva oportunidad. Así no podría acusarse a sí
mismo de cobarde por no haber querido dar un poco más aunque resultara
herido.

Todo el mundo le decía que era una persona que les hacía tener esperanza en
que todo podía ir bien, ¿Cómo podría echarse atrás y luego mirarse al espejo,
cuando ya las cosas hubieran acabado?

La esperanza era para tontos, todo el mundo se lo decía, pero sólo a veces, la
esperanza también podía ser muy poderosa.

—Nos vemos —espetó sin girarse—, gracias por el regalo.

—Jungkook...

—Ya han dicho suficiente —murmuró saliendo de la cocina a paso apresurado,


sin querer mirar los ojos llenos de compasión de sus amigos.

No, ese día, no lo iban a arruinar. Sus esperanzas estaban puestas para ese
día, y eso, ninguno de ellos lo arruinaría.
Taehyung se sentó frente a los inversionistas de Japón, manteniendo una
expresión fría y helada mientras Hoseok sacaba todos los documentos que iban
a ser firmados ese día si la reunión iba bien.

Quería cerrar pronto aquel trato para regresar pronto a casa y echarse a dormir.
Poder lograr aquello significaría que su empresa iba a poder expandirse sin
problema alguno además de que le daría grandes ingresos extras, y si bien
Taehyung no era una persona ambiciosa, ese trato era demasiado bueno para
rechazarlo.

Jungkook de seguro le iba a felicitar por aquello, después de todo, su esposo


siempre se ponía contento cuando veía lo bien que le iba en el trabajo.

A pesar de que el trabajo fuera uno de los motivos por el que su relación marital
se había deteriorado tanto.

Pero estaba seguro de que a Jungkook no le importaría que ese día llegara un
poco más tarde a casa, ya luego se lo explicaría aprovechando que ese día
parecía andar más animado que de costumbre. Incluso le había mandado un
mensaje de apoyo a la hora del almuerzo, deseándole suerte y diciéndole que
estaba emocionado por verlo mas tarde para felicitarlo por haber cerrado ese
trato.

Hoseok comenzó a hablar con su japonés algo fluido, comunicándose con los
inversionistas sin dejar de sonreír encantadoramente, y Taehyung se le quedó
mirando un momento.

Sabía que quedaba una semana para tomar su decisión final, pero si era
sincero, a estas alturas no estaba tan seguro de que era lo que realmente
quería.

Tener a Jungkook sonriéndole todos los días, hablándole y haciéndole reír,


dándole pequeños pero dulces besos, hacían que su corazón latiera de forma
enloquecida, que sus mejillas se tornaran rojas y quisiera abrazar a Jungkook
durante todo el día prometiéndole el mundo entero.

Sin embargo, sabía también que Jungkook se merecía a una persona que
pudiera entregarle su corazón completamente, no alguien que le había hecho
tanto daño y tuvo tantas dudas acerca de su amor.

Aunque si era honesto consigo mismo, imaginar a Jungkook con alguien más
enviaba una punzada de ardiente dolo por su cuerpo, creyendo inconcebible que
Jungkook estuviera con alguien más que no fuera él.
Hobi le miro, traduciendo lo que habían dicho los inversionistas, y Taehyung
contestó con tranquilidad. Sabía muy bien cómo llevar todos esos negocios a
pesar de tener su mente en otro lado.

El trato se alargó por horas, pero ya tenía previsto aquello; sin embargo, le
sorprendió un poco que al salir del restaurante con la conversación ya cerrada,
siendo las diez de la noche, Jungkook no le hubiera llamado. Se encogió de
hombros, restándole importancia, siendo consciente de que, con toda
probabilidad, Jungkook tuvo que haber previsto que eso iba a alargarse.

—¿Quieres que te lleve? —le preguntó a Hoseok con calma al verlo buscar en
su cartera dinero para el bus.

Hoseok le miró de reojo, arrugando los labios, para luego asentir a


regañadientes.

Caminaron en silencio hacia el auto de Taehyung, entrando sin decir cosa


alguna, y pronto se pusieron en marcha en dirección al departamento de
Hoseok.

Dentro del vehículo, había un silencio tenso y pesado, siendo interrumpido por la
repentina lluvia que comenzó a caer.

—¿Ya has tomado tu decisión? —preguntó Hoseok luego de varios segundos.


Taehyung apretó el manubrio, sin contestar.

Permanecieron otro momento en silencio.

—Si hubiera sabido que me harías esto, Taehyung —murmuró Hoseok—, jamás
me habría enamorado de ti. Jungkook puede ser un maldito arrastrado, pero yo
no soy un mendigo.

Se crispó ante las palabras de Hoseok, deteniéndose bruscamente por el


desprecio en su tono de voz.

No le importaba si lo ofendía a él, si le decía un montón de mierda, pero hablar


así de Jungkook...

Eso no iba a permitirlo.

—Pues ojalá yo tampoco me hubiera enamorado de ti, Hoseok —escupió


volviendo a conducir.

Se detuvo minutos después fuera de edificio de Hoseok.


Más tarde, estaba ingresando a su propio departamento, frunciendo el ceño al
ver que estaba todo apagado y helado, sorprendiéndose a sí mismo cuando
notó que Jungkook tampoco estaba en el cuarto.

¿Dónde estaba? Su vista se paseó por el comedor, atónito, para luego girarse
cuando el pestillo de la puerta sonó, indicando que alguien estaba entrando.

Un empapado Jungkook entró, su cabello y abrigo destilando agua, sus ojos


rojos e hinchados lo miraron.

Parpadeó.

—¿Jungkook? ¿Bebé? —preguntó con la voz temblando.

Jungkook enfocó sus ojos en él.

—Oh —sacudió la cabeza, sonriendo débilmente—, ¿Qué pasa?

Taehyung arrugó el ceño, acercándose con lentitud.

—Nada, sólo... ¿Dónde estabas?


Jungkook se quitó el abrigo con calma, tomándose su tiempo para responder, y
luego se encogió de hombros.

—Estaba comiendo en casa de Jimin y Namjoon, se me hizo algo tarde, lo


siento mucho —se disculpó Jungkook—. ¿Acabas de llegar, también?

Taehyung se sintió culpable por algún extraña motivo, una sensación


desagradable instalándose en su estómago, ansiedad y angustia apretujando su
corazón, pero no sabía por qué.

—Sí, el trato con los inversionistas japoneses se extendió bastante —dijo a


modo de disculpa, mordiendo su labio inferior, sin poder dejar de mirar los
rastros de llanto en su rostro, y antes de acobardarse, decidió preguntar—.
Jungkook, ¿por qué lloraste?

Su esposo lució atónito un momento antes de comenzar a reírse de forma


despreocupada, llevando su mano a sus húmedos cabellos, acercándose y
dándole un pequeño beso en los labios como si nada.

—Peleé otra vez con Jimin —respondió de forma desganada—, insiste en que tú
no me amas y eso me puso triste, Taehyung —Jungkook le miró con pena—,
porque es mentira, ¿no es así, Taehyung? Tu me sigues amando a pesar de
todo.
Taehyung le observó, pasmado por la situación en la que se encontraban,
confundido también, apenas entendiendo lo que estaba pasando, pero cuando
leyó la necesidad en los hermosos ojos de Jungkook, contestó, sin duda alguna:

—Por supuesto que sí, Jungkookie.

Jungkook le sonrió, dándole otro beso.

—Vamos a la cama. Ha sido un largo día para los dos, ¿no es así? —Jungkook
le tomó la mano—. Oh, a todo esto ¿Cómo te fue?

—Bien —su voz sonó satisfecha, mirando sus dedos entrelazados mientras iban
hacia la cama—. Cerré el trato y los inversionistas se fueron satisfechos.

Jungkook asintió, orgulloso.

—Felicidades, Taehyung —dijo antes de sacarse el suéter que llevaba.

Taehyung quiso decirle algo, sin embargo, antes de poder hacerlo, Jungkook le
dio un beso ahora mucho más profundo y dulce, algo necesitado, y sus manos
se movieron por el cuerpo de su esposo, sus dedos acariciando piel y piel.
Así, en medio de la oscuridad, sólo el ruido de la lluvia en el exterior, ambos
hicieron el amor entre besos llenos de confusos y tristes sentimientos que no
pudieron ser expresados.

A la mañana siguiente, todas las cosas resultaron mal para Taehyung.

Comenzando por el hecho de que se quedó dormido y tuvo que salir corriendo
de casa hacia el trabajo, despidiéndose de Jungkook sin conversar sobre lo que
ocurrió esa noche. Luego, se quedó atascado en una congestión vehicular, y
para rematar su mal comienzo de día, cuando llegó, su secretaria derramó su
taza de café sobre su camisa blanca.

Lo que acabó ese pésimo día fue cuando llego la hora del almuerzo y se dio
cuenta de que dejó su almuerzo en casa, así que tuvo que partir al comedor de
la empresa murmurando por el mal humor.

Aunque ese mal humor desapareció un poco cuando sus pensamientos


volvieron a lo ocurrido la noche anterior, los besos compartidos, los toques en el
cuerpo ajeno, los jadeos contra su cuello, los ojos llenos de amor de Jungkook
sobre él en todo momento.

Se había sentido extraño hacer el amor con Jungkook después de tanto tiempo,
pero por sobre todo, hacerlo de forma tan repentina, pero no le tomó mucha
importancia por el momento.

No hasta que Yoongi se acercó.

—Hey, Taehyung, ¿Cómo te fue ayer? —preguntó su mejor amigo sentándose a


su lado—, te estuve buscando pero no encontré —agregó haciendo un puchero.

Frunció el ceño.

—Logré cerrar el trato contestó con orgullo—,¿para qué me necesitabas?

Yoon comenzó a rebuscar algo en su maleta, sacando una pequeña cajita


envuelta en papel de regalo.

Su ceño aumentó.
—Ayer llamé a Jungkook y le prometí un regalo, así que le dije que se lo
mandaría contigo —respondió Yoongi—, espero que la hayan pasado bien
anoche, Jungkook sonó muy ilusionado cuando hablé con él.

Algo desagradable comenzó a extenderse por su estómago, sintiendo como la


confusión -y una sensación enfermiza y podrida- se asentaban en su interior.

—¿De qué estás hablando, Yoongi? —preguntó, y su voz sonó mecánica, sin
vida.

Yoon arrugó los labios.

—Del cumpleaños de Jungkook —contestó como si fuera obvio, y pudo notar


como su expresión cambiaba de pronto, tornándose sorprendida y horrorizada—
, porque ayer fue su cumpleaños, Taehyung, lo recordaste, ¿cierto?

Su cumpleaños.

Jungkook cumplía veintinueve años.

Se puso de pie bruscamente, ignorando las palabras balbuceantes de Yoongi,


su mano apretando el regalo, y con una rapidez inexplicable, salió del comedor.
El cumpleaños de Jungkook.

Su maldito y jodido cumpleaños.

Recordó su cuerpo empapado, sus cabellos pegados a su rostro, sus ojos


hinchados y rojos, su expresión ausente al entrar al departamento. Su voz
temblorosa cuando hacían el amor, murmurándole que lo amaba, que lo quería
de una forma inexplicable, y que siempre le iba a querer a pesar de todo.

Recordó todos esos cumpleaños en los que quedaron de verse en ese


restaurante viejo sin hablarlo antes, porque se había convertido en un pactado
trato entre ellos; todos los cumpleaños de Jungkook y Taehyung, a las ocho de
la tarde, iban a juntarse en ese lugar para tener una velada privada, sin nadie
más, sólo los dos.

Su mano temblorosa marcó a la oficina de Jungkook, pero no contestó nadie.

Subió al auto, cerrando la puerta bruscamente, y sin importarle si tenia una


reunión a la que asistir después, si tenía algún trato que cumplir, partió al
departamento tan rápido como pudo, sintiendo su mejillas húmedas cuando
recordó la dulce sonrisa de Jungkook esa mañana, el beso profundo que le dio
al despedirse, y las palabras que le dirigió.

Ten un buen día, Taehyung. Te amo, adiós.


Y no se había percatado de ese adiós, cuando Jungkook le decía al despedirse
siempre un hasta pronto.

Nunca le había dicho un adiós en todos esos años que estuvieron juntos.

Estacionó su auto fuera del edificio, bajando a tropezones, corriendo al


departamento ignorando la pregunta confundida del conserje.

Su mano temblorosa encajó la llave en la cerradura, girándola, y sin detenerse a


mirar nada, corrió al cuarto matrimonial.

Soltó un jadeo sollozante cuando vio el armario abierto, y entre lágrimas,


comenzó a revolver toda la ropa, notando que sólo estaban sus prendas
guardadas cuidadosamente en la cómoda.

Los artículos de aseo de Jungkook tampoco estaban en el baño.

Se tambaleó, desesperado, volviendo a marca el número de su esposo, pero no


hubo respuesta alguna.

Entonces, cuando entró al comedor, lo vio.


Con el corazón rompiéndose en cientos de pedazos, el alma en sus pies, su
boca soltando sollozos bajos y las lágrimas cayendo por su rostro, Kim
Taehyung vio los papeles de divorcio firmados sobre la mesa del comedor.

8.

Advertencias: Taekook, drama, parejas crack.

Jungkook había llegado diez minutos antes de las ocho de la noche, tarareando
en voz baja mientras se quitaba el abrigo y lo colgaba detrás de su silla. Saludó
al dueño del restaurante, el señor Choi, que le devolvió el saludo con una
sonrisa dulce, y Jungkook miró la carta con desinterés, pensando en lo que
podría comer ese día con Taehyung.
Ya tenía algo de hambre, así que ordenó una copa de vino junto a algún
aperitivo para hacer la espera más amena, y se puso a juguetear con su móvil,
leyendo los mensajes de felicitación de sus amigos más cercanos, de sus
familiares y algunos padres de sus pequeños pacientes.

A las ocho y cuarto, suspiró porque se dio cuenta de que Taehyung venía
retrasado, y no era la primera vez, así que le hizo un gesto al viejo camarero del
lugar, saludándolo alegremente mientras le ordenaba japchae de batata y fideos
porque a Taehyung le encantaba comer eso, ¡siempre comenzaban con ese
plato antes de comer algo más profundo! Además, así el japchae estaría listo
para cuando Taehyung llegara.

A las ocho y media, arrugó el ceño, mirando su móvil, dudando si marcar el


número de Taehyung o no, pero decidió no hacerlo porque de seguro su esposo
sólo se había atrasado más que nunca, ¿no era así?

Un cuarto para las nueve de la noche, su pie comenzó a moverse de forma


errática sobre el piso, un viejo tic nervioso que nunca pudo eliminar.

A las nueve de la noche, el japchae estaba frente a él, y Yoo, el camarero, le


preguntó si iba a querer algo más. Jungkook sacudió la cabeza, tragando saliva
mientras podía sentir algunos ojos puestos en él.

Su dedo, otra vez, se deslizó sobre el número de Taehyung, queriendo marcar


para preguntarle dónde estaba, pero había una parte suya que no quería oírlo
porque temía la respuesta.
Taehyung no se pudo haber olvidado de su cumpleaños, ¿cierto?

A las nueve y media, Jungkook tuvo que sacar la primera servilleta para limpiar
sus ojos húmedos.

A las diez de la noche, Jungkook se encerró en el baño del restaurante,


ocultando su rostro entre sus piernas mientras se derrumbaba por completo,
sintiendo como el llanto atascado en su garganta salía por fin.

A las diez y cuarto, volvió a sentarse y pidió la cuenta, fingiendo no ver la mirada
de compasión y pena del señor Choi.

Cinco minutos después, estaba saliendo bajo una torrencial lluvia que empapó
por completo su cabello y ropa, pero no le podía importar menos, porque había
un entumecimiento en su cuerpo que no podía explicar. Que no podía procesar
bien debido al llanto que escapaba de su boca.

Por lo que comenzó a caminar bajo la lluvia, sin pensar siquiera un poco en
tomar algún taxi que le dejara fuera del departamento ya que no quería llegar allí
tan pronto.
No quería abrir la puerta, entrar a esas frías habitaciones y tratar de auto-
convencerse de que no importaba que Taehyung hubiera olvidado su
cumpleaños, él aún lo amaba.

Él aún le amaba, aunque eso no era más que una tonta, estúpida y patética
mentira que se repetía cada día porque enfrentarse a la dura realidad era algo
que rompía su corazón en miles de pedazos.

Pero ya no podía negarlo. Ya no podía seguir mintiéndose de esa forma porque


si seguía actuando así, lo único que iba a provocar era terminar roto y herido y
con un vacío tan enorme en el corazón que no podría repararlo en mucho,
mucho tiempo.

Su historia con Taehyung había acabado, había llegado a su fin, era un hecho.

Y aunque lo siguiera amando ya no podía hacer nada, sólo resignarse a firmar


esos papeles, concederle el divorcio y luego desearle lo mejor a Taehyung
aunque se sintiera miserable y humillado por perder a quién consideraba el amor
de su vida.

Se apoyó en la pared, sollozando.

Dolía tanto, tanto...


Y todo el mundo se lo había dicho, se lo había advertido, que al final sólo sería
peor, pero Jungkook no quiso verlo, trató de negárselo porque amaba
demasiado a Taehyung y cosas como el orgullo, como la dignidad, no valían la
pena para él si lograba hacer que Taehyung volviera a quererlo como antes.

Tener el amor de Taehyung, para Jungkook, era mil veces más hermoso que
conservar una dignidad que, a fin de cuentas, no le traería nada más que un
breve momento satisfactorio.

Limpió sus ojos, forzándose a dejar de llorar, porque ahora sólo tenía que
asumir las consecuencias de sus actos y aceptar que todo se había acabado,
que ya no había más Taehyung y Jungkook, que era el momento de seguir
adelante aunque sólo quisiera volver atrás, a esa época en donde Taehyung le
sonreía con total amor y le murmuraba al oído cuánto le amaba.

Pero esa época no iba a volver más, claro que no.

Veinte minutos más tarde estaba entrando al departamento, pensando en sus


ropas empapadas, y se encontró frente a Taehyung, que lucía brevemente
perdido ante él.

Hubo un instante pequeño en el que se imaginó a Taehyung acercándose,


pidiéndole perdón por dejarlo plantado para luego decirle que lo amaba, que
quería seguir toda su vida frente a él, sin embargo, aquella imagen desapareció
cuando su esposo habló:
-¿Jungkook? ¿Bebé? -preguntó Taehyung aturdido.

No, Taehyung seguía sin acordarse.

Eso dolió un poco más porque años anteriores Taehyung nunca se habría
olvidado a pesar de su volátil memoria. Pero Kim Taehyung solía recordar las
fechas más importantes y significativas para él, y que lo haya olvidado, que no
supiera que día era...

Era bastante claro lo que significaba para Jungkook.

-Oh, ¿qué pasa?

Y Jungkook era un cobarde, porque no se sentía capaz de derrumbarse frente a


Taehyung.

Pero también, una parte de él, no quería decirle a Taehyung la verdad como una
forma de castigo hacia su esposo, porque Jungkook lo conocía mejor que nadie,
y sabía que si comenzaba a llorar y le contaba lo que ocurría, Taehyung se
sentiría mal, se sentiría culpable, y pediría perdón.

Jungkook no quería su compasión, quería que se diera cuenta sólo, cuando no


estuviera frente a él.
-Nada -Taehyung se acercó-, sólo... ¿dónde estabas?

Se tomó su tiempo para responder, pensando en alguna mentira piadosa, y a su


mente llegó esa invitación que le hizo Jimin.

-Estaba comiendo en casa de Jimin y Namjoon, se me hizo tarde, lo siento


mucho -luego, agregó como si nada-. ¿Acabas de llegar también?

-Sí, el trato con los inversionistas japoneses se extendió bastante -hubo un


breve momento de pausa-. Jungkook ¿por qué lloraste?

Claro, sus ojos.

Sus tontos e hinchados ojos llorosos.

Una sensación de cansancio se extendió por su cuerpo, de agotamiento por


toda la situación que estaba pasando, y sintió deseos de acurrucarse al lado de
Taehyung, llorar en su pecho, decirle cuánto lo amaba, y quedarse allí todo el
día.

Entonces, Jungkook se permitió ser débil una vez más.


-Peleé otra vez con Jimin, insiste en que tú no me amas y eso me puso triste,
Taehyung -sus ojos parpadearon, poniéndose llorosos-, porque es mentira, ¿no
es así, Taehyung? Tú me sigues amando a pesar de todo.

Miénteme, miénteme, por favor, Taehyung, te lo ruego.

Hiéreme una vez más, no me importa, pero si me hace feliz un instante, lo


aceptaré con gusto.

-Por supuesto que sí, Jungkookie.

Sus labios se curvaron en una sonrisa honesta para luego besar suavemente a
Taehyung.

-Vamos a la cama. Ha sido un largo día para los dos, ¿no es así? -le miró, su
mano apretando la suya-. Oh, a todo esto, ¿cómo te fue?

-Bien. Cerré el trato y los inversionistas se fueron satisfechos.

Taehyung era tan inteligente, tan astuto y hermoso.


-Felicidades, Taehyung -dijo para luego besar a Taehyung una vez más, y sus
ropas pronto cayeron al suelo, ambos cuerpos encontrándose esa noche una
última vez.

¿De cuantas formas amaba a Taehyung?

Jungkook no sabía con exactitud, así

que, muchas veces, trató de contarlas.

Jungkook amaba la forma en la que Taehyung se reía, sus labios separándose,


mostrando sus dientes rectos, formando una sonrisa semejante a un cuadrado,
sus ojos cerrándose mientras en la comisura se formaban unas arruguitas que
podía admirar todo el día si eso significaba tener a Taehyung riéndose a su lado.

Jungkook amaba cuando Taehyung se sentaba frente a un piano, su rostro


carente de expresión, aunque sus ojos reflejaban un amor devoto y absoluto
ante el instrumento que la difunta madre de su esposo le enseñó a tocar,
dejando que la pasión lo llenara y tocara canciones capaces de hacerlo llorar
porque había un montón de sensaciones que lo invadían cuando su esposo
tocaba.
Jungkook amaba las manos callosas pero suaves también de Taehyung, la
manera en la que sus dedos largos le acariciaban el rostro en mitad de un beso,
cuando lo agarraban de la cintura y lo sostenían cuando hacían el amor, el
instante en el que sus manos le tocaban como si fuera algo frágil y fácil de
romper.

Jungkook amaba las noches en las que solían hacer el amor, la forma en la que
se miraban, como si ellos estuvieran en su propio mundo, en su burbuja
personal, y nadie pudiera interrumpirlos, nadie pudiera ingresar a ese pequeño
lugar que tenían, tocándose con total y absoluta devoción, con tanto amor, que a
veces no eran necesarias las palabras para poder decirse realmente lo que
sentía por el otro.

Taehyung siempre le murmuraba las gracias a Jungkook por enseñarle a amarlo


y demostrarle que eran el uno para el otro, pero la realidad era que fue
Taehyung quien le mostró a Jungkook que ambos se pertenecían.

Fue Taehyung quien salvó a Jungkook.


A la mañana siguiente, Jungkook despertó cuando Taehyung estaba arreglando
su maletín para irse a trabajar.

Envuelto en una bata, se acercó hacia Taehyung y sonriendo, le dio un beso en


los labios, sintiendo como le decía

mil cosas con ese gesto.

-Ten un buen día, Taehyung -le murmuró observando sus hermosos ojos
oscuros-. Te amo, adiós.

Taehyugn asintió, algo urgido porque iba atrasado, y le dio otro beso.

-Nos vemos, Jungkookie.

Y cuando salió, quedando solo en ese departamento, Jungkook volvió a llorar.

Una hora más tarde, Jungkook estaba terminando de hacer su maleta con todo
lo necesario para irse de allí, incapaz de enfrentar directamente a Taehyung, y
antes de salir del departamento, buscó la copia de los papeles de divorcio que
su esposo había dejado guardados semanas atrás.
Con las manos temblando, sin leer lo necesario, y observando la firma de
Taehyung, Jungkook firmó en el espacio que le correspondía para luego dejarlos
sobre la mesa del comedor, saliendo sin mirar atras.

Tampoco miró atrás cuando tomó un taxi, porque si lo hacía, Jungkook no iba a
irse, finalmente, nunca de allí.

Japchae: Es un plato coreano elaborado de batata y fideo celofán, preparados


en aceite de sésamo con carne de vaca en tiras.

9.

Advertencias: Vkook, drama, parejas crack.


Jimin estaba realmente algo irritando mientras arreglaba su camisa y limpiaba la
saliva de la comisura de su boca, caminando hacia la puerta de entrada
mientras Namjoon fruncía los labios, subiendo la bragueta de su pantalón.

Era su primer jodido día de vacaciones y realmente quería tener algo de tiempo
con su conejito, ¿Por qué mierda los interrumpían en ese instante?

—¡Ya voy! —chilló Jimin cuando tocaron otra vez la puerta con fuerza—.
Imbécil...

Su queja se vio cortada cuando abrió y de pronto un deplorable Taehyung lo


tomó de las solapas de su camisa, empujándolo contra la pared.

—Jungkook —murmuró en un gruñido—, ¿Dónde mierda está Jungkook?

Jimin parpadeó tanto por la sorpresa como por la confusión, su cabeza doliendo
levemente por el golpe que se dio contra la pared, para luego hacer una nueva
de molestia.

—¿Qué voy a saber yo, idiota? —preguntó con brusquedad, queriendo soltarse.

Sin embargo, aunque no lo pareciera por su suave carácter, Taehyung


realmente podía ponerse agresivo y salvaje si estaba molesto o desesperado.
Taehyung lo soltó, empujándolo, y sin decir otra cosa se metió al interior de la
casa.

—¡¿Qué mierda, Taehyung?! —escuchó el grito de Namjoon.

—¡Jungkook! —gritó Taehyung ignorándolo —. ¡¿Jungkookie, dónde estás?!

No hubo respuesta.

Jimin volvió a entrar al comedor, irritado, enojado y disgustado por la situación,


sin comprender realmente qué estaba haciendo Taehyung en su casa, buscando
a Jungkook. ¿Acaso habían peleado?

Que jodida novedad.

Jimin realmente no encontraba nada nuevo al hecho de que pelearan, porque


esos últimos meses se había acostumbrado a verlos discutir por cualquier
nimiedad, se acostumbró a ser el hombro donde Jungkook sollozaba porque su
matrimonio se estaba arruinando y no sabía cómo rescatarlo.

A Jimin nunca le había gustado por completo Taehyung para Jungkook. No llegó
a odiarlo como ese último tiempo, simplemente, no le terminaba de convencer
para pasar el resto de su vida con su mejor amigo. Quizás se debía a que, como
mejor amigo de Jungkook durante toda su vida, no consideraba a nadie
demasiado bueno para que estuviera junto a alguien que siempre le sonreía a
todas las cosas de la vida, fueran buenas o malas.

No, y Taehyung se alejaba por completo de lo que consideraba el prospecto


ideal de Jungkook.

Taehyung era... Era alguien demasiado... Bueno, ¿Cómo decirlo?

Taehyung complementaba a Jungkook. Taehyung era tranquilo allí donde


Jungkook era un desorden. Taehyung siempre parecía activarse cuando
Jungkook estaba a su lado. Taehyung parecía comprender de una extraña forma
a Jungkook cuando el resto no lo hacía.

Sin embargo, había algo en lo que Taehyung no percibía de Jungkook, algo que
Jimin consideraba mucho más fundamental que nada en la vida, y era que
Jungkook amaba de una forma tan profunda, tan dolorosa, que si uno no estaba
dispuesto a dar todo por Jungkook, entonces no lo merecía tampoco. Esa forma
de amar provocaba también que Jungkook se esforzara el doble, el triple, el
cuádruple, el quíntuple, lo necesario, para salvar algo que consideraba
fundamental en su vida.

En cambio, para Taehyung, si las cosas no funcionaban, simplemente había que


acabar con ello para evitar el daño.
Frunciendo el ceño, Jimin sacó su móvil mientras Namjoon le miraba como
pidiendo una explicación, pero ignorando a su novio, marcó el número de su
mejor amigo.

El número que usted marcó se encuentra apagado o temporalmente fuera del


área de servicio, luego del timbre puede dejar...

—Hey, Kookie —murmuró Jimin con su estómago apretado—, cuando escuches


esto, por favor, llámame. Te quiero, rayito de sol.

Se giró en el momento en el que Taehyung volvía a entrar, y Jimin notó sus ojos
rojos, sus mejillas encharcadas, rastros de llanto en su pálida piel, más blanca
de lo normal. Incluso su cabello estaba empapado con la leve llovizna de ese
día, y por un breve instante, muy breve, Jimin sintió pena de Taehyung al verlo
tan perdido. Incluso lucía asustado, aterrado, como un niño pequeño.

Pero fue un breve instante, hasta que vio los papeles medio húmedos que
Taehyung sostenía en su mano.

—¿Son los papeles de divorcio? —preguntó Namjoon poniéndose de pie.

Taehyung le observó.

—Dónde está Jungkook —repitió.


No era una pregunta. Era una exigencia.

Jimin endureció su mirada.

—Si lo estás buscando para que firme tus jodidos papeles... —comenzó a decir,
pero enmudeció cuando Taehyung le interrumpió con la voz quebrada:

—No, ya los firmó —sollozó, sus ojos poniéndose cristalinos otra vez—, los firmó
y desapareció —tomó aire, desesperado—. Necesito encontrarlo, necesito
decirle que... que lo amo, que lo necesito, que no quiero separarme nunca más
de él, necesito pedirle perdón por se un imbécil y hacerlo llorar, necesito...

—Taehyung —la voz de Namjoon sonó extraña—, ¿qué demonios hiciste?

Y Jimin lo notó, entonces: Jungkook había desaparecido sin decir nada.

Si hubiera sido una pelea normal, Jungkook habría ido a contarle para
desahogarse, después de todo, era lo que siempre hacía. Pero ahora Jungkook
ni siquiera lo llamó, simplemente pareció desaparecer lo más pronto que pudo,
sin querer hablar con nadie, y su estomago dolió ante el pensamiento de que si
hizo eso, fue porque estaba herido y alterado y hecho un desastre, sin querer
que nadie lo viera.
Sin querer acercarse a Jimin para ganarse un Te lo dije.

Y había firmado los papeles. Si Jungkook firmó los papeles, si se marchó sin
decir nada, significa que se había rendido, que ya dio todo de sí y no podía
seguir entregando más a una persona que no quería ese más.

Jungkook firmó los papeles porque su corazón fue, finalmente, roto en miles de
pedazos, fue porque se dio cuenta de que seguir teniendo esperanzas en eso le
estaba haciendo demasiado daño y Taehyung no merecía eso de él.

—No les interesa —murmuró Taehyung sin mirarlos.

Jimin hizo un ruido de rabia, sus labios convertidos en un rictus de molestia, y


sin poder evitarlo, antes de que Namjoon lo sostuviera, dio unos pasos y empujó
a Taehyung, dándole un golpe en la mejilla que resonó en el comedor.

—¡¿Qué mierda hiciste, bastardo?! —le gritó queriendo darle otro golpe, pero
Namjoon actuó y lo sostuvo de la cintura, tirando de él para atrás.

Taehyung abrió la boca, pero entonces el móvil de Jimin sonó.

Jimin miró el número.


—¿Es Jungkook? —preguntó Taehyung con esperanza en su voz.

—¿Vete a la mierda! —espetó Jimin—. ¡Fuera de mi casa!

El móvil seguía sonando.

—Jiminnie —Jimin enmudeció cuando notó el tono suplicante, derrotado de


Taehyung—, por favor, por favor, deja que lo oiga. Deja que me diga donde está
—dio un paso más, con la voz quebrada—. Prometo arreglarlo. Prometo hacer
que vuelva a sonreír como antes. Pero por favor, déjame escucharlo.

Jimin miró a Namjoon, sorprendido, porque debía ser la primera vez que oían a
Taehyung suplicar por algo.

Suspirando, Jimin contestó y puso el altavoz.

—¿Jungkookie? —preguntó con tono inseguro.

Hubo unos segundos de silencio.

—Hola, Mochi... —saludó Jungkook con tono roto—, ¿cómo estás?


Jimin quiso romper a llorar.

—Eso no importa bebé —murmuró Jimin—, ¿Dónde estás tú?

Se escuchó una risa amarga, humillada.

—Tenías razón —sollozó Jungkook—, ¿por qué nunca te hago caso? Tenías la
maldita razón —no dijo nada, escuchándolo llorar al otro lado de la línea—.
Taehyung no... no merecía una... una se-segunda oportunidad, tú me... me lo
dijiste...

—Bebé, bebé, eso no importa —se apresuró a decir Jimin respirando


aceleradamente—, por favor, ¿dónde estás? Namjoon y yo estamos
preocupados por ti.

—De seguro Taehyung fue a tu casa para pedirme una... una explicación por los
papeles —susurró Jungkook con voz ida—, pero no... no puedo enfrentarlo,
Jiminnie, lo amo tanto que... que si lo veo mientras acepto su... su divorcio, voy
a ... voy a llorar... voy a llorar como un bebé... —una nueva risa apenada—.
Ahora estoy... estoy llorando tanto... Ah, pero Taehyung debe estar feliz, ¿no es
así? Podrá estar con Hoseok...

Un nuevo gimoteo al otro lado de la línea.


Jimin no sabía que decirle, estaba llorando también.

Jungkook se escuchaba sin esperanza, Jimin nunca lo había oído llorar de esa
forma, y no sabía qué hacer para tratar de consolarlo, para tratar de hacerlo
sentir un poco mejor.

Taehyung, frente a él, también estaba llorando, y Jimin se sintió extraño porque
nunca lo vio llorar.

—Ven conmigo —murmuró Jimin—, por favor, Jungkookie...

—No, no —Jungkook tomó aire—, ahora estoy... estoy en casa de Seokjin, yo,
uh... No sabía dónde ir y ... —su voz volvió a romperse—. Necesito... necesito
irme, Jiminnie, no puedo seguir aquí, necesito... necesito reparar mi corazón y...
Y duele tanto, Jimin...

—Jungkookie...

—Lo olvidó —gimió Jungkook de pronto, callándolo, y ahora podía sentir que
Jungkook estaba llorando a lágrima viva, sin contenerse—, olvidó mi... mi
cumpleaños, Jiminnie...

—¿Qué? —Jimin miró a Taehyung que tenía una expresión culpable en ese
instante.
—Me... me dejó plantado... —balbuceó Jungkook—, lo... lo esperé por... por más
de dos horas, y no... no llegó, Jiminnie... Él... Él ya no me quiere, ¿no es así?

—Voy a matarlo, Jungkook, voy a matarlo, te lo prometo.

Hubo una risa entrecortada, sin embargo, no le hizo sentir mejor.

—Necesito... necesito irme... —masculló Jungkook—, sólo... sólo quería


contártelo, bebé Mochi...

—Pero Jungkook...

—Te llamo después.

Cortó la llamada.

—Jimin, por favor, cariño... —comenzó a decir Namjoon cuando Jimin se puso
de pie.

—¡Eres un jodido hijo de puta! —le gritó Jimin ignorando a su novio, que lo tuvo
que sostener de la cintura otra vez—. ¡Su maldito cumpleaños! ¿¡Cómo mierda
se te puede olvidar su maldito cumpleaños, bastardo!? ¡No sabes lo contento
que estaba! ¡Voy a matarte, idiota, te lo prometo!

—Lo arreglaré... —murmuró Taehyung retrocediendo antes de que Jimin se


soltara—, lo solucionaré, lo prometo...

Salió de la casa, llamando al hospital, pidiendo que lo contactaran con la


secretaria de Jungkook.

Ya sabía dónde estaba, ahora sólo tenía que rogar por un perdón que no
merecía.

Changmin estaba sentado en el suelo, jugando con unos autitos de carrera, y el


niño lo miró, parpadeando inocentemente.

—¿Po qué lolas, tío Kookie? —preguntó Changmin con pena en su voz.
Jungkook se obligó a sonreír a pesar de sentir el corazón roto, a pesar de que
sentía que una parte suya estaba muriendo por todo lo que había ocurrido las
últimas veinticuatro horas. Eran demasiadas emociones que no podía controlar y
lo estaban desgastando a más no poder.

—Es que me hice daño y duele, Changmin —le dijo revolviéndole el cabello.

Changmin arrugó el ceño.

—¿Dóne dele? —preguntó poniendose de pie.

Jungkook le acarició la mejilla, apretándosela con ternura.

—Aquí, Changmin —murmuró llevando la manita del niño a su corazón— me


rompieron el corazón bebé.

Changmin comenzó a frotar su mano contra su pecho, suspirando.

—Sana sana colita de lana, si no sana hoy, sanalá maniana — murmuró


Changmin con tono dedicado—. ¿Mejooooooool, tío Kookie? —preguntó el niño.

Jungkook se rió, sintiendo sus ojos llenos de lágrimas otra vez.


—Sí, Changmin, se siente mejor ahora —le revolvió el cabello, el niño poniendo
una expresión satisfecha para volver a jugar.

Jungkook se giró, mirando por la ventana la llovizna de ese día, suspirando por
qué no sabía qué estaba haciendo allí exactamente. Ir a la casa de Jin se sintió
natural en su momento, desesperado por la situación en la que estaba, deseoso
de encontrar una mano amiga que no le juzgara ni supiera toda la historia detrás
de su amor desesperado por Taehyung.

Jin, por supuesto, no dudó en recibirlo en su casa, aunque se había disculpado


porque no podía atenderlo debido a que debía ir a dejar a Changmin a la
guardería mientras él iba a trabajar. Pero eso no le importaba a Jungkook, con
tener un espacio donde Taehyung no le encontrara cuando descubriera la carta
de divorcio firmada bastaba, aunque no sabía si Taehyung iría a buscarle.

Después de todo, ¿no había conseguido lo que quería desde el principio?

Sí, Taehyung debía estar satisfecho ahora, haciendo sus trámites mientras
pensaba en la vida que compartiría con Hoseok de ahora en adelante una vez
estuviera hecho.

Y él tendría que asumir que todo había acabado, que ahora estaba solo, que el
hombre que amaba le había dejado, y sabía que dolería al principio, que
costaría, que esa herida tardaría en curar (y puede que nunca curara por
completo), pero era el precio a pagar para hacer feliz a Taehyung.
Miró la boleta del avión sobre el escritorio, avión que partiría a Osaka, Japón, en
dos días, en un viaje donde buscaría alejarse de todo el daño para volver a
repararse.

A las cuatro de la tarde fue en busca de Changmin a la guardería, y Jin le había


avisado que llegaría en una hora más, así que estaba ahí, jugando con el hijo de
su amigo para tratar de despejarse un poco.

No quería seguir llorando, no cuando su cabeza dolía tanto y sus ojos estaban
tan hinchados y rojos.

El timbre de la casa sonó.

Suspiró, poniendose de pie.

—Quédate aquí, Changmin, iré a ver quién es —le dijo pasando a su lado.

—Está ben, tío Kookie —asintió el niño sin dejar con su pista de autos.

Caminó hacia la entrada, pensando en que debería ser algún vecino que
necesitaba de Jin, y abrió la puerta.
Se encontró con los ojos de Taehyung.

Abrió la boca, sorprendido, su mano Trước Sau

moviéndose para cerrar la puerta, pero antes de poder hacerlo, estaba de pronto
siendo empujado, las manos desesperadas de Taehyung tomándolo de las
mejillas y tirando de él en un beso desesperado, feroz, lleno de sentimientos y
dolor.

Jadeó contra la boca de Taehyung, atónito, sus ojos humedeciéndose también,


y comenzó a sollozar sin entender lo que estaba ocurriendo.

—No te vayas —lloraba Taehyung contra su hombro, sin soltarlo—, no quiero el


divorcio, Kook-ah, por favor, no te marches —tomó aire, sus mejillas húmedas—
. Lo siento, lo siento tanto, mi amor, por favor, perdóname, te lo ruego, por
favor...

—Taehyung... —jadeó Jungkook sin mirarlo—, vete, por favor.

—No, no, no... —Taehyung se arrebujó más contra él, sin dejar de llorar—,
perdóname, lo lamento, sé que soy un idiota, un imbécil, sé que no merezco tu
amor ni nada que venga de ti, nunca te he merecido, lo tengo claro, pero por
favor, Jungkook, te lo ruego, por favor, no me dejes, no puedo vivir sin ti, no
puedo, te lo prometo...

Se quedó en silencio, sin moverse, mientras su camisa quedaba húmeda por las
lágrimas de Taehyung, incapaz de bajar la mirada, porque sabía que si lo hacía,
que si le veía llorar, iba a perdonarle todas las cosas del mundo.

—A-amas a Hoseok —tartamudeó con la voz temblando—, lo he... lo he


asumido, Taehyung...

—¡No! ¡No, no, no! —gritó Taehyung sin soltarlo—. ¡No es así, Jungkookie, lo
prometo! No lo amo, te amo a ti, a nadie más, lo he entendido ahora —
Taehyung trató de volver a besarlo, pero Jungkook movió su cabeza,
sollozando—. Soy un tonto, un estúpido, lo sé, Kook-ah, porque lo entendí sólo
ahora que ya te perdí, pero por favor, por favor, no me dejes... Te amo, te amo,
te amo, eres mi compañero del alma, eres mi batería, eres mi esperanza, eres
mi sol, eres lo más hermoso que tengo, por favor, perdona a esta mierda de
persona, te lo ruego, pequeño príncipe, lo lamento tanto... Sé que todavía me
amas, te lo-

—Ya no te quiero —susurró Jungkook sin mirarle—, no te quiero, Taehyung...

—No —Taehyung lloró con más fuerza, desesperado—, no lo digas...

—No te quiero —repitió Jungkook hipando.


Taehyung tomó aire, resquebrajado, y volvió a hablar, mirándolo a los ojos.

—Kook-ah —su voz estaba quebrada y trató de sonreír, aunque sus labios
temblaban con tanta fuerza que no sabía si lo logró—. Treinta días, Kookie.

Jungkook parpadeó, moviendo la cabeza, y le miró en silencio.

1.

10.

Advertencias: TaeKook, drama, parejas crack.

Capítulo final.
─Bu-buenos días... Mi-mi no-nombre es Jeon Jung-Jungkook, por fa-favor, ¡cu-
cuiden de mí!

Seguido de sus palabras hubo un silencio tenso en el salón de clases mientras


las mejillas del pobre chiquillo se tornaban coloradas por la vergüenza.
Entonces, comenzaron las risas.

Jungkook tuvo que contener las lágrimas de sus ojos en tanto la profesora les
decía que se callaran, mandándolo a sentar en el único puesto vacío, al lado de
un chico de cabello negro y aspecto dormilón, serio, casi aburrido allí.

Mordió su labio inferior, caminando por el salón forzándose a ignorar las risas
burlonas, para luego sentarse al lado del chico, que apenas le dirigió una
mirada.

─Ho-Hola... ─saludó con tono ahogado.


Kim Taehyung le observó sin cambiar su expresión, enarcando una ceja para
luego mirar al frente otra vez, ignorando al muchacho con frenillos y mejillas
regordetas a su lado.

Jungkook sabía que ese sería un difícil año escolar.

¿Por qué estás tratando de alejarme?

Dime,

No estás siendo sincero, puedo notarlo.

¿Por qué sigues alejándome?

Puedo sentirlo todo.

¿Por qué no me dices nada?


Las burlas no se detuvieron ese día, claro.

Al principio sólo habían sido palabras riéndose de sus frenillos, de sus mejillas,
de sus orejas que se asomaban en los gorros que se ponía y su mamá le tejía
con cariño, de sus dientes alargados similares a los de un conejito, de sus ojos,
de todo. Le dolía, por supuesto, pero podía manejarlo, podía fingir que no era
para tanto y creer que tarde o temprano se aburrirían.

Tres semanas después, comenzaron los empujones.

Cuando debía ir a buscar algún examen, cuando debía pasar al pizarrón,


cuando salían de clases...

Fuertes empujones que lo desequilibraban seguido de risas maliciosas.

Un día, lo empujaron tan fuerte que cayó al suelo, las palmas de sus manos
raspándose, sus cuadernos desparramándose, y sabía que le iban a pegar,
sabía que ahora comenzarían los golpes.
─Eh, idiotas, ¿qué mierda están haciendo?

Unas pálidas manos lo tomaron delos hombros y lo pusieron de pie,


encontrándose con el enojado rostro de Kim Taehyung.

─¿Te gusta el nuevo, Kim? ─se burló uno de los agresores aunque se notaba
enojado.

─O lo dejan en paz, o les cortaré el cuello con mi navaja, idiotas.

Por supuesto, eso provocó que todos salieran corriendo.

Jungkook tembló cuando Taehyung volvió a mirarlo.

─Tus cuadernos ─gruñó Taehyung soltándolo.

Jungkook se sobresaltó.

─¿De... de ve-verdad ti-tienes una navaja...? ─balbuceó a punto de llorar.


¿Por qué allí estaban todos locos?

Taehyung parpadeó.

─Por supuesto que no, idiota.

Entonces, Jungkook comenzó a reír con timidez.

Kim Taehyung le miró con extrañeza, soltando entonces sus hombros.

─Um... ─Jungkook se removió, queriendo seguir hablando con ese chico que
era su compañero de puesto─. Gra-gracias... hyung...

Jungkook sabía que Taehyung era mayor que él, había escuchado que
Taehyung estaba repitiendo el curso luego de reprobar por, según lo que
contaba todo el mundo, amenazar a una profesora.

A Jungkook realmente le asustaba ese chico, pero hasta el momento había sido
el único en defenderlo.
La verdad sea dicha, Taehyung repitió porque faltaba mucho a clases ya que
solía quedarse dormido y cuando despertaba decidía que no valía la pena asistir
a colegio.

─Deberías pegarles ─dijo Taehyung con tono plano─. Si sigues dejando que te
pasen encima, no van a detenerse nunca.

Jungkook normalmente habría asentido, tonto y cobarde, por eso se sorprendió


cuando terminó contestándole con tono algo tembloroso:

─Entonces debería enseñarme a golpear, hyung.

Taehyung le observó con el ceño fruncido.

─No seas pendejo ─regañó, girándose para irse de allí.

Sin embargo, Jungkook, no dudó en seguirlo.

Jungkook nunca dudó en seguirlo.

─¡Hyung! ─gritó Jungkook sonriendo─. ¡Hyung...


Dime, ¿por qué todavía me amas?

¿Por qué me amas?

Sabes que no deberías amarme.

Sí, aún me amas, oh,

¿Por qué me necesitas cuando sabes que no me necesitas?

Taehyung se dio cuenta de que amaba a Jungkook un año después, cuando


Jungkook dejó de seguirlo a todas partes como ese cachorrito que era, cansado
de perseguirlo cuando sólo recibía escasas respuestas de su hyung, como si
estuviera cansado de ser perseguido.

─Hyung, ¡lo invito al cine!

─No tengo ganas.

─¿Vamos a comer algo a un McDonald, hyung?

─Llegaré a dormir, Jungkook.

─¿Y si salimos a una fiesta, hyung?

─No jodas.

De a poco, las invitaciones de Jungkook se fueron volviendo más y más


esporádicas, con menos ganas, más tímidas y titubeantes, y Taehyung no lo
notó hasta que llegó un chico nuevo al curso llamado Chae Hyungwon, tan
tímido como Jungkook que ambos parecieron congeniar enseguida.

Al principio todo pareció seguir su curso normal, donde Jungkook arrastraba a


Chae con él y se sentaban juntos en el comedor a la hora del almuerzo, pero
entonces, de pronto, Taehyung sintió la falta de Jungkook cuando levantaba la
vista y lo veía hablar con su nuevo amigo, ignorándolo, sin dejar de sonreír.

Cuando salían del colegio y los dos chicos se iban caminando juntos,
despidiéndose de él sin mirarlo.

Cuando Taehyung lo llamó una tarde para sacar a pasear a Guleum y Yeontan
juntos como hicieron meses atrás, y Jungkook respondió horas después,
disculpándose porque estuvo bailando con Hyungwon y no escuchó su móvil.

─Eh, Jungkookie, ¿hacemos el trabajo juntos?

─Hyung, ya me puse de acuerdo con Hyungwonie.

─Te invito a ver la nueva película de DiCaprio, Kookie.

─Oh, pero ya la vi con Chae, lo siento hyung.

─¿Vamos a mi casa más tarde, Kookook?

─¡Iré a almorzar con Hyungwon, hyung será para la próxima!


Taehuyng realmente quería matar a ese chico.

Ven aquí, te extrañé,

¿Cómo fue tu día?

Vale, lo hiciste bien.

¿Qué pasó?

¿Por qué me evitas?

Mírame,

Sé que tienes algo que decir.


─No entiendo ─dijo Yoongi luego de que Taehyung hubiera terminado de
contarle todo─, ¿estás celoso de que el chico del que tanto te quejabas ya no te
sigue más?

─¡No estoy celoso! ─gruñó Taehyung pateando la pared para luego maldecir
cuando el dolor recorrió su pie─. ¡Sólo me molesta que Jungkook rompa su
promesa! ¡Dijo que siempre me iba a perseguir!

─Es normal ─Yoongi tenía el ceño fruncido─. Cualquiera se aburriría de tratar


de ser tu amigo, Taehyung, porque no dices nada agradable a principio.

─Tú no lo conoces ─se quejó Taehyung─, Jungkookie es chillón y pegajoso


todo el tiempo, le gusta abrazarme y acariciarme el cabello como si fuera un
puto gato, además que cuando le digo que me suelte se pone a llorar. Jesús,
creo que es el chico más llorón que he conocido, y cuando llora me siento mal
así que debo decirle algo bonito. Tiene una tonta expresión adorable cuando se
enoja, Yoon, ¡tú tampoco podrías decirle que no! Y hace aegyo y eso me da
asco, ¡mucho asco! Pero es tierno de alguna forma también...

─Taehyung ─le interrumpió Yoongi entre risas desquiciadas─, ¿te estás


escuchando? ¡Ese chico te guuuuuuuuuuuuusta!
Taehyung parpadeó por la incredulidad para luego darle un golpe a su mejor
amigo en la nuca, causando que soltara un quejido en voz alta.

─Sabía que eras tonto, pero no creí que tanto ─dijo Taehyung irritado.

Yoongi soltó un bufido, cruzándose de brazos, rodando los ojos, para luego
ponerse de pie.

─Mira, aprecias a Jungkook y lo quieres como amigo ─dijo su mejor amigo


tomando su mochila─, pero si no se lo dices, entonces vas a perderlo. No vale
de nada sentir algo si al final te quedas callado o no se lo demuestras,
Taehyung.

Luego de eso Yoongi se marchó alegando que tenía cosas que estudiar y
Taehyung se echó en su cama, suspirando, cubriendo su rostro con la tonta
almohada que Jungkook le había regalado el año pasado de Anpanman, y
recordó de pronto que el cumpleaños de Jungkook sería en una semana más.

Su mente comenzó a maquinar el regalo perfecto para el chico, algo que haría
que recuperara su atención.
En mis sueños tristes,

Quiero tenerte presente,

Incluso si dices que no

(Lado azul...)

En mis ojos te tendré...

(... Volver al lado azul...)


Para asegurarse de que Jungkook estaría con algo de tiempo libre para él ese
día Taehyung se aseguró de preguntarle días atrás si podía acompañarlo a su
casa esa tarde para devolverle una sudadera que dejó meses atrás, ignorando a
propósito su cumpleaños, viendo su mueca triste cuando fingió no saber que ese
día era especial para él.

Jungkook estuvo enfurruñado todo el camino, pidiéndole que se apuraran


porque más tarde saldría con el estúpido de Hyungwon, y Taehyung se prometió
patearle el culo a ese idiota el otro día.

Mientras Jungkook fue arriba, dando tumbos por la molestia, Taehyung se


removió con nervio para luego sentarse frente al piano, sus dedos picando por la
ansiedad.

─Hey Jungkookie... ─llamó titubeante.

─¿Qué ocurre, Hyung...?

Jungkook se quedó callado cuando Taehyung comenzó a tocar la tonada de


Feliz Cumpleaños en el piano, sin atreverse a mirarlo porque no quería ver su
expresión, porque temía que no le gustara, o lo detuviera y dijera que tenía que
irse con su nuevo amigo.

Así que cuando acabó, comenzó a tocar otra tonada, Rue des Cascades,
prosiguió con L'absente, y cuando llegó a Summer 78, se puso a llorar.
Humedeció sus labios, tembloroso.

─Si-sigue siendo mi amigo... Jungkookie... ─farfulló cuando interrumpió la


composición, sin girarse.

Al no obtener respuesta, temió que Jungkook se hubiera ido, haber quedado en


ridículo al mostrarle esa parte tan íntima de él, pero sollozó con más fuerza
cuando el chico lo abrazó por detrás, su perfume invadiendo su nariz, su
corazón latiendo de forma desbocada.

─Eres tan tonto, Taehyung hyung ─regañó Jungkook sollozando también─,


¿cómo puedes pensar que ya no quiero ser tu amigo? ¡Voy a llamar a
Hyungwon y me quedaré contigo el resto de la tarde! Podríamos ver películas o
jugar videojuegos o incluso un juego de mesa que...

Taehyung observó a Jungkook que seguía parloteando frente a él como si nada,


y se dio cuenta, entonces, que con Jungkook no necesitaba las palabras, porque
Jungkook podía entenderle de una forma que nunca nadie pudo equiparar.

Porque nadie era como Jungkook en la vida, se dio cuenta esa tarde.
Entre tanta mierda, dime,

¿Dónde estabas tú?

─No.

Taehyung lloró con fuerza, negándose a soltar a Jungkook, ignorando sus


palabras, ignorando su alrededor.

Negándose a creer la respuesta de Jungkook.

─No, Taehyung.
¿Cómo Jungkook podría responder eso, cuando Jungkook era la persona que le
había amado de forma incondicional, la persona que le comprendía como nadie
en la vida, la persona con la que había compartido la mitad de su existencia?

Era imposible.

─Suéltame, Taehyung, por favor.

Taehyung no quería soltarlo nunca más en la vida, pero eso no evitó cuando
Jungkook lo tomó de los hombros, echándolo atrás, obligándole a devolverle la
mirada, y lágrimas nuevas cayeron otra vez cuando notó la mirada calmada pero
decidida del menor.

Comprendió, entonces, que ya no había nada más qué hacer, que perdió, que
su historia con Jungkook había llegado a su fin, que su última oportunidad murió
por su incapacidad para ver más allá de sus propios deseos personales, de su
confusión, de sus sentimientos y corazón.

Y oh, dolía tanto, dolía ver como la persona que más amaba se escapaba de
sus manos, así como el agua se deslizaba por sus dedos.

¿De esa forma se sintió Jungkook cuando le pidió el divorcio?


Entonces se merecía sentir eso, porque si Jungkook se había sentido así,
entonces él no tenía perdón de Dios por haber sido la persona que le causó
tanto daño.

─¿Ya no... ya no me a-amas...? ─balbuceó en un último intento desesperado de


recuperar a Jungkook.

Una triste sonrisa curvó los labios de la persona frente a él.

─Siempre estarás en mi corazón, pero ya no en mi vida, Taehyung ─dijo


Jungkook suavemente.

Taehyung nunca se había sentido tan miserable como en ese instante, y quería
abrazar a Jungkook, rogarle, pedirle, humillarse, hacer algo para que las cosas
no acabaran de esa forma, para que Jungkook le sonriera y prometiera que todo
estaría bien, que nunca iba a dejarlo, que no le abandonaría en ningún momento
como habían prometido cinco años atrás frente al altar.

Aunque él hubiera sido la primera persona en romper esa promesa.

─Pe-pero te amo... ─sollozó.

Jungkook le acarició el cabello, sin perder esa expresión dulce de su rostro.


─Yo también te amo Taehyung ─admitió Jungkook─, pero ambos estamos
heridos y rotos y no podemos seguir de esta forma, porque tarde o temprano
volveremos a acabar así, y eso hará que todo esto duela más ─Jungkook le
tomó de las mejillas─. Ambos necesitamos repararnos, Taehyung.

─Yo te necesito a ti ─gimió Taehyung con los labios temblando.

─No, no lo haces ─corrigió Jungkook─, así como yo no te necesito a ti para ser


feliz ─Jungkook limpió las lágrimas de sus ojos con sus dedos tranquilamente─,
nuestra relación... Nuestro amor está roto, pero aún podemos mantener el cariño
por el otro vivo antes de que el odio nos gane ─Jungkook besó su húmeda
mejilla, llorando también─. No dejemos que nuestro apego se rompa, Taehyung.
Dejemos que permanezca entre nosotros, pero para eso, tenemos que romper
nuestros lazos.

Taehyung asintió, queriendo llorar otra vez, pero controlándose lo suficiente para
no quebrarse una vez más.

─Si... si nos volvemos a encontrar más adelante... ─aventuró Taehyung


titubeante.

─Entonces vamos a ver si los dos tenemos ese hilo rojo del que la gente tanto
habla ─concedió Jungkook abrazándolo.
Y Taehyung sintió, entonces,que ese sería el último abrazo que le daría a
Jungkook en mucho, mucho tiempo, sino el último que era.

Así que le devolvió el abrazo, aferrándose a esas últimas sensaciones, al


sentimiento de tener a la persona más importante de su vida junto a él una vez
más.

Jungkook se alejó, inclinándose, y lo besó en los labios, corto, superficial, pero


para Taehyung fue lo suficiente como para destrozarlo una vez más.

─Te amo ─lloró, su garganta apretada, su estómago contrayéndose por el


inevitable final, retrocediendo mientras sus hombros se sacudían por el llanto.

─Yo también te amo ─respondió Jungkook antes de cerrar la puerta.

Y cuando la puerta se cerró, todo había acabado.

Epílogo.
Según una creencia tradicional oriental, todos nacemos atados a un hilo rojo, el
cual nos conecta al amor de nuestras vidas. Este hilo puede estirarse, acortarse,
doblarse y dar la vuelta al mundo, pero jamás se corta. Esta bonita manera de
graficar el destino de nuestras vidas, nos explica qué tan fuerte son los poderes
del amor. Dos personas entrelazadas por el destino, llámese hilo rojo o no,
siempre terminarán encontrándose y permanecerán ligadas para siempre.

La primavera estaba llegando cuando ingresó a la cafetería con una expresión


de cansancio, estornudando contra su bufanda mientras soltaba un quejido bajo.

A pesar de que hubiera Sol, se seguía sintiendo un viento helado que obligaba a
todas las personas a salir abrigados para no terminar con un resfrío, y él no iba
a ser la excepción, porque siempre había tenido un sistema de salud algo
delicado; por otro lado, no podía enfermarse porque tenía que seguir
trabajando, no le gustaba dejar sus cosas tiradas por algo tan mínimo como un
resfriado.

Odiaba esos primeros días de primavera, cuando esos días eran una mezcla de
calor y frío imposibles de combatir.

—¿Qué va a querer, señor? —preguntó la cajera.

—Un capuchino de vainilla para llevar —pidió extendiendo los billetes para
pagar.

—Lo llamaremos cuando esté listo, ¿cuál es su nombre?

—Kim Taehyung.

La chica asintió y Taehyung caminó para sentarse en la barra, mirando por el


ventanal hacia la calle.

El día anterior, Bo Gum le había enviado un mensaje diciéndole que ya no podía


seguir en una relación con él, así que Taehyung volvía a estar, "oficialmente",
soltero, aunque si era honesto con todo el mundo, tampoco es como si hubiera
tenido una relación profunda luego de su fallido matrimonio, cinco años atrás.
Cinco años desde la última vez que vio a Jungkook, llorando en la puerta,
cerrándola para luego sólo existir el silencio.

Una vez Jungkook se marchó, Taehyung terminó su relación con Hoseok, que le
miró con una frialdad enorme y desprecio en sus ojos, pero a Taehyung no
podía importarle menos, no cuando se sentía perdido y vacío por dentro, como
si algo no estuviera bien a su alrededor.

Había vivido por más de trece años con la presencia constante de Jungkook a
su lado, ya fuera como amigo, novio o esposo, y las cosas sin él se sentían
extrañas, dolorosas, pero por sobre todo, desconocidas.

Luego de eso no tardó en ir a la oficina del gerente de la empresa, presentando


su carta de renuncia para luego vender el departamento en donde había vivido
con Jungkook por diez años, mudándose a un lugar mucho más pequeño, con
una cama individual donde no sintiera esa constante soledad que le había
invadido los últimos días desde que Jungkook se marchó sin mirar atrás, siendo
contratado semanas después en una pequeña empresa mobiliaria, donde nadie
le conocía ni juzgaría.

Aunque eso no evitó que rompiera a llorar cuando estaba guardando las cajas y
encontró ciertos papeles que Jungkook había abandonado: eran esos papeles
de adopción que nunca le mostró a Taehyung, porque cuando lo iba a hacer,
comenzó el principio del fin.
Taehyung lloró, desesperado, leyendo los trámites, recordando todas esas
veces que hablaron sobre adoptar, sintiéndose más miserable que nunca por no
haber pensado un poco más en el corazón de Jungkook. Luego, guardó los
papeles al fondo del cajón, prometiéndose que, algún día, los volvería a leer.

De esa forma comenzó una nueva y solitaria vida como soltero, aunque siendo
sincero, nunca se quitó el anillo de matrimonio a pesar de que las actas de
divorcio ya estaban firmadas, así como Jungkook lo había querido.

Hubo un breve instante donde pensó no seguir llevando a cabo el divorcio,


después de todo, Jungkook se había marchado, ¿cómo iba a saber él que esos
trámites nunca se llevaron a cabo? Así, si Jungkook volvía, podría volver a
insistir en ello, podría...

Pero ese breve pensamiento desapareció cuando, un día, mientras cruzaba por
el parque, se encontró con ese hombre al que Jungkook buscó cuando se olvidó
de su cumpleaños, jugando con su hijo en el parque.

Jin no le había visto, demasiado concentrado en cuidar de su pequeño hijo, y


pensó entonces que, un día, Jungkook podría realmente encontrar a alguien que
le amara, a una persona que nunca le haría lo que él le hizo, alguien con quién
querría compartir el resto de su vida, y entonces Jungkook querría casarse,
descubriendo que el divorcio nunca se llevó a cabo.

Y Taehyung no podría soportar verlo volver para exigir la separación, buscando


compartir su vida con otro hombre que no fuera él.
Así que llevó a cabo todos los trámites al día siguiente, sin necesidad de que
Jungkook estuviera presente porque los papeles ya estaban firmados.

Dos años después, había visto a Hoseok a lo lejos, saliendo con otro trabajador
de la empresa donde había trabajado, ambos hombres tomados de la mano con
bolsas de compras, riéndose, metidos en su propia burbuja. Si mal no
recordaba, se llamaba Jaehwan.

También perdió contacto con Jimin y Namjoon, lo normal, considerando que el


mejor amigo de Jungkook trató de golpearlo con un palo cuando Jungkook se
marchó, siendo sólo detenido por su novio. Sabía, porque también los veía a
veces (pero se ignoraban mutuamente, tensión floreciendo apenas se
acercaban), que ahora estaban casados, y Sohyun tenía un hermanito menor de
cuatro años que habían adoptado, Kim Jungwoo.

Yoongi fue otro en contraer matrimonio, pero contrario a lo que todos esperaban,
no había sido con Jisoo (su relación había terminado meses después), sino con
otra chica llamada Jung Wheein. Contrajeron matrimonio unas semanas atrás,
así que en ese instante estaban en la luna de miel, disfrutando de su nueva vida
juntos.

Él único que parecía haberse quedado estancado fue Taehyung, que nunca
pudo lograr mantener otra relación más allá de unos meses, donde lo principal
siempre había sido lo carnal y no lo sentimental: nadie lograba causar aquel
revuelo en su corazón como lo hizo otra persona de años atrás, nadie podía
provocar que las palabras salieran de su boca en alguna conversación profunda
que ayudaría a que los sentimientos florecieran, nadie causaba que de su
garganta lograra salir un simple Te quiero, y todos se alejaban porque podían
notar el distanciamiento entre ellos.

Taehyung no los retenía, ¿para qué iba a hacerlo? Nunca fue capaz de forzar
sus propios sentimientos para sentir algo por personas que le eran, tristemente,
indiferentes.

Durante mucho tiempo, también, pensó en vovler a buscar a Jungkook, pero


siempre descartaba aquel pensamiento cuando recordaba que si Jungkook se
había ido fue por cuenta propia, y si deseaba volver también lo haría por su
deseo personal. Aprendió, con el pasar de los días, de las semanas, de los
meses, que Jungkook tenía razón sobre sus sentimientos: era momento de
repararlos, de construirlos otra vez, de no seguir presionando, o habrían
terminado rotos, odiándose por no ser capaces de sentir lo que al principio los
uniós con tanta fuerza.

Pero eso no significaba que no le iba a extrañar, porque era mentira si lo decía:
Kim Taehyung seguía extrañando un montón a Jeon Jungkook, tanto como el
primer día que se marchó.

—Kim Taehyung —llamó una de las chicas que atendía en la barra.

Taehyung se puso de pie, suspirando, tomando el vaso de capuchino, saliendo


de la tienda a paso apresurado, pensando en las compras que debía hacer ese
día para la semana.
Había avanzado una cuadra cuando escuchó un grito lejano, alguien
pronunciando su nombre, pero pensó que se había confundido porque, ¿quién
lo iba a llamar para hablar con él?

No, sólo cuando una voz conocida lo llamó, tomándolo del hombro, se detuvo.

—Taehyung, Taehyung, ¿eres tú?

Apenas consciente de sí mismo se giró, encontrándose con esos tiernos,


amables ojos que tanto había amado.

Jeon Jungkook le observaba frente a él, sonriendo enormemente, su cabello


teñido de rojo oculto bajo un gorro de lana.

—¿Jungkook? —preguntó con la voz titubeante.

—¡Taehyung! —saludó Jungkook sin dejar de sonreír, abrazándolo de golpe—.


¡Ha pasado mucho tiempo, ¿no crees?!

Asintió, aunque sabía que Jungkook no tuvo que haberlo visto, así que se obligó
a aclarar su garganta.
—Sí, cinco años, para ser exactos... —contestó humedeciendo sus labios.

—¡Te llamé en la cafetería, pero no me notaste! —habló Jungkook haciendo un


puchero—. ¿Cómo has estado? ¿Es mi idea, o has crecido unos centímetros?

Sin poder evitarlo soltó un bufido, rodando los ojos.

—Vaya, eres tan divertido —gruñó con ironía, causando que la sonrisa de
Jungkook aumentara un poco más—. Bien ¿y tú?

—¡Maravillosamente bien! —contestó Jungkook con entusiasmo.

Taehyung le observó en silencio, notando su cabello brillante, sus ojos


sonrientes, sus hoyuelos hermosos marcándose, sus sonrisa mostrando sus
dientes. Podía notar su piel un poco más oscura, pero sana también, y no pudo
evitar rememorar la última vez que le vio, todo lloroso y encorvado, pálido,
ojeroso, quebrado.

Pensar en eso provocó un estremecimiento poco notable, porque no pudo evitar


culparse por haber destrozado a esa hermosa persona frente a él.

Jungkook seguía hablándole, así que se obligó a escucharlo:


—... ¡estuve viajando por muchas partes! Hace un año estaba en la Inida,
¡¿puedes creerlo?! Luego decidí hacer un tour por Europa, ¡vi un montón de
cosas hermosas! Dios, ¡me habría encantado llevarte conmigo!

Asintió, sonriendo, no pudiendo evitar sentir su estómago contraerse cuando la


mirada de Jungkook se suavizó.

—¿Estás de paso, entonces? —preguntó Taehyung titubeante.

Deseaba invitarlo a un café, a su departamento pequeño, a la plaza, a algún


lugar donde pudieran hablar con calma, donde pudiera estar a su lado sin que
nadie les molestara, donde pudiera decirle todo lo que no pudo decirle cinco
años atrás.

—Sí, vine a ver a mi hermana y a mamá —contestó Jungkook—, la siguiente


semana partiré a recorrer América, ¡ya lo estoy ansiando!

Volvió a asentir, su garganta apretándose mientras trataba de forzar a las


palabras a salir.

—Tú... uh... ¿tú... querrías... ? —Jungkook le miró, inquisitivo, y deseaba


hacerse pequeñito, desaparecer de allí—. ¿Eres feliz?
A último minuto no pudo evitar cambiar su pregunta, sintiendo ganas de llorar
porque Jungkook se veía tan contento, tan satisfecho, que sintió que él no hacía
falta en su vida, ya no más.

Después de todo, él había sido el culpable de romperle su corazón, de


quebrarlo, de destrozar sus sueños.

¿Cómo podía volver a pedirle otra oportunidad cuando se comportó de esa


forma con Jungkook?

El más alto, frente a él, lucía un poco decepcionado.

—Lo soy —afirmó Jungkook.

Entonces estaba bien. Si Jungkook era feliz, todo estaba bien.

—Me alegro por ti —contestó Taehyung educadamente—. Ya debo irme,


Kookie, tengo cosas que hacer y...

—No te preocupes —asintió Jungkook retrocediendo—, debo volver a la


cafetería, ¡dejé al esposo de Jiwoo solo! Noona me matará si se entera de eso
—Jungkook hizo amago de inclinarse para darle un beso, pero pareció pensarlo
mejor porque se echó hacia atrás, su sonrisa titubeando—. ¡Fue un gusto verte,
hyung! ¡Espero que estés muy bien!
Taehyung asintió, forzándose a sonreír.

—Espero que tú también, Kook.

Se giró, dando unos pasos, su alma cayendo a sus pies mientras se forzaba
para no romper a llorar mientras caminaba, tratando de no girar para gritarle a
Jungkook que le quería, que no le dejara, que le perdonara, pero sabía que todo
había sido dicho años atrás, que Jungkook era ahora feliz y eso era lo único que
bastaba.

¿Qué le importaba su propia infelicidad si Jungkook por fin logró ser feliz?

A nadie, ni siquiera a él.

Ni siquiera-

—¡Taehyung!

Jungkook le giró, agitado, sus mejilla coloradas, y se inclinó, dándole un beso


fugaz en la mejilla para luego tomarle la mano libre, sintiendo una pequeña hoja
de papel contra su piel.
Le miró, perdido, enamorado de esos ojos tan hermosos y dulces.

—Te dejé mi número de teléfono —balbuceó Jungkook avergonzado,


alejándose, sin perder el rubor de su rostro—, sí... sí quieres, mañana podemos
salir por un café y... y bueno...

—Me encantaría —dijo, y sin poder evitarlo, sonrió también, sus dientes
mostrando sus encías, sus ojos convirtiéndose en dos medialunas.

Jungkook le correspondió su sonrisa, agitando su mano mientras comenzaba a


correr.

—¡Espero tu llamada, Tae hyung!

Por primera vez en su vida, Kim Taehyung sintió que esos primeros días de
primavera no eran tan malos como había pensado al principio.

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