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Prólogo.
Para la gente que no ha leído esta historia antes, pongo advertencias desde ya:
Apego no es una historia enfocada en lo que es el mantener el orgullo en lo alto,
en una lucha de egos y de "tú me hiciste daño y por eso no te perdono" .
PRÓLOGO.
Frente a él, su esposo, con quien llevaba cinco años casado, se limitó a suspirar
de forma cansina, sin alejar el sobre que le tendía sobre la mesa.
Porque, por mucho que peleara con Taehyung, Jungkook lo seguía amando, así
como sabía que Taehyung lo amaba. Unas peleas eran normal en una relación
de pareja, ¿no es así?
Aunque claro, pelear cada día hasta porque no había papel higiénico en el baño
no era normal.
No lo recordaba bien.
¡Pero estaba bien! Ya era hora de solucionarlo, y luego de haberlo pensado
tanto, ¡Jungkook tenía una idea maravillosa!
Con el paso de los años, esa promesa había sido olvidada, sin embargo,
Jungkook quería cumplirla ahora. ¡Un niño podría volver a acercarlos!
¡Si él también tenía los papeles de adopción que la asistente social le había
entregado para que leyeran y se informaran del proceso!
Sus labios temblaron al leer la primera frase, así que levantó la vista.
—¿Qué es esto, Taehyung? —repitió con la voz quebrada.
Los ojos de Taehyung, su marido por cinco años, su novio durante tres años, el
único hombre que había amado con tal profundidad, eran fríos, helados,
indiferentes.
1.
Y, a pesar de que pareciera que era Taehyung quien tenía que tomar esas
decisiones, no era como si Jungkook nunca hubiera puesto de su parte:
Jungkook era, como veía todo el mundo, la persona que podía sacarle una
sonrisa enamorada a Taehyung con una acción tan tonta como un beso
sorpresivo, y la única persona que lo hacía bajar las defensas totalmente,
haciendo que se comportara de una forma infantil, e incluso, caprichosa.
Para todo el mundo, no había Taehyung sin Jungkook, y no había Jungkook sin
Taehyung, porque hacían una de las parejas más bonitas y honestas que se
podían ver.
Pero, al parecer, las cosas no eran tan felices como se mostraban al resto.
—Dice que no me ama —su tono se rompió y las lagrimas volvieron a salir—. Ya
no me ama, Mochi. Taehyung ya no me ama.
Jungkook quería negárselo, ver lo inevitable, pero no era tonto, y mucho menos
una adolescente enamorada: si Taehyung lo decía, era cierto.
Porque Taehyung jamás le mentiría con algo tan importante como eso,
Jungkook lo sabía.
Taehyung siempre había sido brutalmente honesto con sus sentimientos, tanto,
que a veces no se daba cuenta de que sus palabras le hicieron mucho, mucho
daño.
—Está enamorado de otra persona —barboteó antes de romper a llorar otra vez,
e inmediatamente los brazos de Jimin lo rodearon—. Ama a alguien más. Lo
perdí, Mochi, lo perdí...
Su corazón no se había sentido tan roto como en ese momento: saber que la
persona que amaba, con quien compartió tantos años de su vida, ya no le quería
como antes, lo había dejado de lado, se entregó a alguien más, era como una
estaca clavándose no sólo en su corazón, sino también en todo su cuerpo,
haciendo que todo doliera y se estremeciera.
Haciéndolo ver todo de un horrible color negro, incapaz de ver un poco de luz en
medio de tanta oscuridad.
Taehyung suspiró, leyendo un informe que su secretaria le dejó esa tarde, para
luego bajarlo y dejarlo sobre la mesa, cansado.
No era justo para Jungkook ni para él, así que no podía seguir con esa farsa.
—Tienes un aspecto horrible —dijo el de cabello rojo con una sonrisa dulce,
cargando un montón de carpetas.
Dejó salir un bufido, recostándose en la silla, y pronto su amante se acercó,
comenzando a hacerle un masaje suave en los hombros.
—Le pedí el divorcio a Jungkook —le comunicó Taehyung con un tono de pesar.
—Oh, lo siento tanto Taehyung —le dijo de forma honesta—. ¿Estás seguro de
esto, de lo que tenemos nosotros? Llevas tanto tiempo con Jungkook que
quizás...
—No digas eso —le interrumpió Taehyung con suavidad— Todavía quiero a
Jungkook, claro, pero es un cariño que le tengo por el tiempo que hemos estado
juntos, así que... tengo claro lo que siento por ti, Hoseok.
Hoseok asintió, titubeante, para luego inclinarse y darle un pequeño beso en los
labios.
—Lo lamento mucho por Kookie —murmuró Hoseok entonces, sin alejarse
demasiado—, debe estar pasandola mal, me siento culpable por hacerle esto,
pero...
Pero las promesas, al igual que los sueños, parecían destinados a ser rotos de
cualquier forma y sin posibilidad alguna de poder evitar aquello.
2.
Taehyung llevaba sin verlo tres días, en los que estuvo durmiendo en un hotel
para que cuando se vieran, Jungkook comenzara a llorar y pedirle que se
alejara, no que sonriera.
La carta de divorcio en su bolso pesó un poco más. Necesitaba ser firmada para
llevar a cabo el trámite pronto, así que sí o sí tenía que hablar con Jungkook en
ese instante.
Antes de poder decir algo, Jungkook le dio un beso suave en los labios.
¿Acaso...?
—Jungkook —dijo con voz suave—, vine para que firmes los papeles.
Y los levantó.
La hermosa sonrisa de conejito que lo había enamorado cuando era más joven
se convirtió en un mohín de dolor, pero no retrocedió. Necesitaba hacer eso
pronto. Una vez los papeles fueran firmados, sacaría sus cosas de la casa para
irse a un pequeño departamento que vio los ultimos días.
Jungkook parpadeó.
Taehyung percibió, entonces, que el más chico estaba pálido, con ojeras bajo
sus ojos hinchados, sus labios resecos y partidos. Incluso pudo notar que su
rostro estaba más delgado. Le preocupó que Jungkook no hubiera comido bien
los días anteriores, sin embargo, no se atrevía a preguntar.
—Jungkook —ahora su voz salió más dura—, por favor, no hagas esto más
difícil.
Sintió como se desesperaba, algo se estrujaba al ver los ojos de Jungkook, tan
cálidos y tiernos, pero llenos de un infinito dolor que parecía sacudirlo por
dentro, que lo rompía en mil pedazos. Esos mismos ojos que siempre parecían
contentos y felices ahora estaban asustados, temerosos de él.
Se odió por haberlo dicho tan bruscamente, con la voz teñida de pena y un poco
de rabia también. ¿Por qué Jungkook tenía que ser tan idiota, tan tonto? ¿Por
qué tenía que adoptar esa actitud? ¿No sabía que él también se sentía mal por
tener que hacer eso?
—No.
Dio un paso.
—No lo compliques todo —gruñó Taehyung sin poder evitarlo—. Fírmalo ahora.
Sacaré mis cosas y-
Apretó su puño, los papeles arrugándose, y sintió odio por Jeon Jungkook, por
sus ojos tristes pero firmes, por su expresión calmada -casi indiferente-, y su
presencia tan demandante y absorbente.
Sabía que tuvo que poner una expresión de sorpresa ante la mención de Hobi,
pero no dijo nada, haciendo una pregunta silenciosa con su mirada.
—Pueden ser un poco más discretos con sus salidas —respondió Jungkook
amargamente—. Los vi cuando iba a verte ayer, ¿está bien? Vi como lo mirabas,
como lo tocabas, y sí, lo quieres —se apoyó en el respaldo de la silla, calmo—.
Pero Taehyung, no es por presumir, pero no lo mirabas de la misma forma en la
que me has mirado a mí por ocho largos años.
y los rompió.
—¡¿Por qué todo tienes que complicarlo, Jungkook?! —le gritó exasperado—.
¡No haces más que lucir patético y tonto con esta actitud!
—Treinta días.
Se volteó.
—¿Qué?
—Dame treinta días. Un mes —continuó —.Treinta días para demostrarte que
todavía me amas. Si luego de eso sigues insistiendo que quieres el divorcio,
firmaré sin reclamar —su voz se volvió baja, suplicante—. Por favor, Taehyung.
Sólo treinta días.
—No —fue lo único que dijo antes de salir de allí, cerrando con un portazo.
3.
Jungkook miró a Jimin con una mirada impasible mientras le metía un palito de
helado a Sohyun en la boquita. La hija de Nam se había enfermado los últimos
días debido a la ola de frío que azotaba la ciudad, y no era la única: ese día,
Jungkook tenia la agenda llena por lo menos durante una semana más.
En esos tres días, Jungkook no había tenido noticias de su todavía marido, pero
no lo iba a llamar para presionarlo.
Jungkook conocía a Taehyung lo suficiente como para saber qué decisión iba a
tomar finalmente.
No hasta ahora.
—Jimin —dijo Jungkook con la voz seca—, sigue siendo mi marido y el hombre
que amo. Tú no lo entiendes, así que te lo diré de una forma fácil: Taehyung me
sigue amando, lo sé, sólo tiene que darse cuenta de eso y lo ayudaré para que
luego no se arrepienta por haberse divorciado.
Nunca. Taehyung era una persona que pensaba bien las cosas antes de hacer
algo. Si le estaba pidiendo el divorcio, no era por una decisión apresurada, sino
porque tuvo que pasar semanas pensando en si era lo correcto o no.
—Sí tío Nochu —dijo Sohyun sonriéndole. Cerró la puerta, suspirando para
luego decirle a su secretaria que hiciera pasar al siguiente paciente.
Además...
Bueno, Jungkook no era tonto. Los últimos meses había notado cierto coqueteo
y miradas con dobles intenciones por parte de Jin, pero siempre las había
ignorado debido a lo preocupado que estaba de su matrimonio con Taehyung.
Además, Jin sabía que era hombre casado, ¿no era bastante obvio con el anillo
en su dedo anular y las fotografías que tenía en el escritorio?
Afortunadamente, Changmin era el ultimo niño del día, por lo que no estaba
apurado para terminar pronto y luego podría irse a su casa a descansar un poco.
Mordió su labio inferior, notando sus ojos un poco llorosos ante ese
pensamiento.
—¿Te vas para tu casa ahora, Jungkook?—le preguntó Jin mientras abrigaba a
su hijo.
Asintió, distraido, guardando las cosas en su bolso.
Normalmente, Taehyung solía ir a buscarlo durante las tardes para irse juntos y
cenar en compañía, aunque las últimas semanas su marido le enviaba mensajes
diciéndole que tenía trabajo extra así que no lo esperara para comer.
Se abrigó.
Sí, estaba agotado de viajar sin nadie a su lado, llegando a una casa vacía y
helada, comiendo algo frío mientras miraba la televisión para hacer algo y luego
yéndose a acostar a esa cama enorme que se sentía ahora incómoda y triste.
Sobre todo cuando pensaba que Taehyung podía estar compartiendo cama con
su amante.
Allí donde Hoseok era todo risas, Jungkook era apenas una carcajada. Allí
donde Hoseok era un rosal, Jungkook era sólo una margarita. Allí donde Hoseok
era una tormenta, Jungkook era con suerte una llovizna.
Pero aún así, dolía porque Jungkook siempre se había enorgullecido de tener el
corazón de Taehyung sólo para él, y ahora no le quedaba nada de eso. Sólo
una pequeña esperanza de que Taehyung pudiera notar que ellos estaban
destinados, eran almas gemelas, y decidiera aceptar esa tonta pero consoladora
oferta que podía acabar muy mal.
Llevó sus manos a sus mejillas, notándolas húmedas, y abrió la boca para
disculparse.
Aunque lo que salió no fue una disculpa, sino un jadeo de dolor mezclado con
un sollozo.
Dolía, dolía tanto ver que Taehyung, la persona a la que consideraba el amor de
su vida, de pronto se diera cuenta de que no lo amaba como decía hacerlo,
buscando a otra persona con la que compartir su vida, y lo hiciera a un lado
porque ya no lo quería.
Dolía ser desechado y tirado a la basura.
Dolía ver que era el único enamorado y el único que estaba dando algo por un
matrimonio que parecía perdido desde hace mucho.
—No, no, no te disculpes, no pasa nada —se apresuró a decir Jin con pena en
la voz—. No llores, Jungkookie, por favor, me rompe verte así.
No, Taehyung fue el único en mirarlo de esa forma durante tantos años que
había olvidado lo que era que otra persona se preocupara de esa forma por ti.
—¡Oye, idiota!
4.
—No tenías que reaccionar de esa forma, Taehyung —le dijo con voz suave.
Tenía claro que su esposo no le mentiría con eso, que estaba diciendo la
verdad, pero eso no lo hacía más fácil. De alguna extraña forma, si le hubiera
dicho que se acostaba con Hoseok, no tendría tantas dudas porque habría
atribuido los deseos de separación a una calentura de Taehyung por su
asistente, sin embargo... Si no se habían acostado y con suerte compartieron
beso, eso significaba sentimientos más profundos que le aterraban.
—¿Qué estás haciendo aquí Taehyung? —preguntó Jungkook con voz rota.
Taehyung apuntó su bolso.
—Vengo por los papeles —contestó impasible—, pero también tengo claro que
eres una persona demasiado terca, Jungkook —suspiró, sentándose— Treinta
días ¿no es así?
—¿Más daño? —se burló quebrado —.¿Cómo me haré más daño Taehyung? El
hombre que amo quiere dejarme porque está enamorado de otro y lo único que
pido son treinta días para poder demostrarle que aún puedo ser suficiente para
él.
Su labio tembló.
—Como quieras —espetó con la voz dura—, pero apenas termines con tu show,
entonces tendrás que firmar todo lo que te exija.
Taehyung apretó los dientes, observando los ojos cafés de Jungkook, y sintió
algo extraño removiéndose en su estómago al ver una mirada tan decidida en el
rostro de su esposo. Pero por sobre todo, algo se estremeció cuando notó lo
hermoso que se veía Jungkook tan cerca suyo.
Por primera vez en días, Jungkook sintió como sus labios se curvaban en una
sonrisa tímida y algo temblorosa.
El de cabello oscuro miró a su mejor amigo, Yoongi, sentado frente a él con una
mirada de incredulidad en su rostro.
—Quiero un divorcio tranquilo, Yoon, sin peleas, sin abogados, sin tener que ir a
una corte, y si debo esperar treinta tontos días, lo haré —explicó Taehyung
guardando sus cosas—. Sé que no estás a favor de esto, después de todo,
tampoco me apoyaste cuando te conté lo del divorcio —añadió con rencor en su
voz.
—¿Quererlo? Por supuesto que lo haces —Yoongi negó con la cabeza—, pero
lo que sientes por Jungkook va más allá de eso. Siempre ha ido más allá de eso.
¿Por qué eres la única persona que no lo ve?
Si era sincero consigo mismo, lo que sentía por Jungkook nunca había sido tan
claro para él como todo el mundo solía decir. ¿Lo amaba? Por supuesto que sí,
de eso no había duda.
El amor que sentía -o sintió por Jungkook- era tan grande que nunca sintió que
unas simples palabras (Te amo) pudieran expresarlas en su totalidad, pudieran
realmente mostrar lo que sentía por él.
Recordaba a ese torpe chico que llegó a los quince años a su curso, con
frenillos, cabello castaño y una mirada titubeante y nerviosa. Jungkook parecía
un chico fácil de intimidar y molestar, eso se notaba enseguida, por lo que se
convirtió en un objetivo rápido de los matones del curso.
Desde ese día, Jungkook lo persiguió por todas partes como un cachorrito
perdido, queriendo que su hyung amado le dirigiera siquiera una mirada, le
dirigiera una palabra de orgullo, contento con alguna caricia, con una sonrisa.
Taehyung siempre había sido el que dio los primeros pasos, por supuesto, pero
era Jungkook quien estuvo delante de él todo ese tiempo esperando para
recibirlo.
Pero ahora...
—Sólo... Taehyung, por favor, piensa bien en tus acciones —suplicó Yoongi—,
eres mi mejor amigo, pero Jungkook también es mi amigo, y no quiero ver cómo
sufre por tu culpa. No Jungkook, Taehyung. Jungkook no se lo merece.
Quiso decirle algo, pero Yoon le hizo un gesto de despedida, aludiendo a que
Jisoo le esperaba para salir a comer fuera, y se tragó sus palabras.
Media hora más tarde, se detuvo fuera del hospital, con una extraña sensación
en el estómago. Llevaba tanto tiempo sin ir a buscar a Jungkook a su trabajo
que incuso los guardias se notaron sorprendidos por ello, saludando de forma
vacilante. Minutos después, Jungkook estaba saliendo por las puertas del
edificio, abrigado a más no poder debido al frío. Estaban a finales de enero, el
invierno azotando a la ciudad de forma cruda y helada.
Jungkook siempre se había visto lindo con las mejillas cubiertas de rojo.
Pero sólo cuando Jungkook se inclinó y le dio un beso en su mofete fue que
parpadeó, reaccionando.
5.
No podía desviarlos, no podía dejar de ver esa mirada tan brillante, esa sonrisa
de conejito hermosa que poseía, esos hoyuelos que quería tocar todo el tiempo.
Hoseok.
El pobre de Hoseok mirándolo con pena y molestia por la decisión de aceptar la
propuesta de Jungkook, hablándose sólo lo necesario, sin querer tener una
conversación privada con él.
Recordaba que antes, cuando los dos tenían tiempo, podían estar todo el día
cocinando nuevas recetas, muchas veces terminando con una intoxicación
porque no solían preocuparse demasiado de lo que hacían. Sin ir más lejos,
mientras algo se cocía o freía o hervía, hacían el amor sobre la mesita de la
cocina, sin importarles si lo que cocinaban terminaba quemado.
Así que, al salir, pensó que podía cocinar algo para la cena de esa noche.
Después de todo, llevaban una semana desde que Taehyung aceptó ceder a
sus treintas días, y si bien no habían peleado, tampoco es como si hubiera
tenido grandes avances.
Las cosas estaban... estaban igual que siempre. Sí, Taehyung lo iba a buscar
luego del trabajo, conversaban de cómo les había ido en el día, cenaban juntos,
y luego se iban a dormir.
Jungkook quería intentar algo más arriesgado, tal vez hacer el amor con
Taehyung, hacerle ver que ellos seguían conectados, sin embargo, tenía miedo
de que Taehyung lo rechazara.
Tehyung dejó salir el aire de sus pulmones, notando una punzada de dolor en su
corazón al ver la expresión lejana, afectada de Jungkook, y luego mordió su
labio inferior.
—Tengo dos entradas para el cine mañana —le dijo entonces, notando como
sus ojos se iluminaban—, ¿quieres ir? Luego podemos cenar fuera, Jungkookie.
Jungkook asintió, contento de ver que Taehyung estaba invitándolo a salir fuera.
Había pensado en hacerlo él, sin embargo, no se le había ocurrido dónde ir. Eso
de planificar citas normalmente no le salía nunca bien.
Su boca no pudo liberar sonido alguno cuando Taehyung dijo esa última frase
como si nada, aunque había toda una historia detrás: a los diecisiete años,
cuando ambos fueron al parque de diversiones, Jungkook le tomó la mano como
si nada, llamando su atención, diciéndole aquella frase para que no tuviera
miedo, y el juego comenzó.
Por supuesto, Jungkook salió llorando también, prometiendo que nunca más iba
a subirse allí, pero esa frase quedó grabada en la mente de ambos como una
promesa secreta entre los dos.
—Si tengo pesadillas será tu culpa —dijo Jungkook con voz debil.
Taehyung asintió.
6.
—Changmin no ha mejorado mucho desde la última vez que nos vimos —dijo
Jin con pena en su voz—, ya me está poniendo nervioso, ¿y si empeora,
Jungkook?
—Tendrá que tomar antibióticos por una semana y media —le dijo a Jin
anotando los nombres de los remedios en la receta—, luego lo volveré a
evaluar. Ya te vas a poner mejor, Changmin, y podrás corretear en el parque.
Jungkook hizo amago de caminar hacia la puerta para abrirla, sin embargo,
antes de poder hacerlo, Jin tomó su brazo deteniéndolo en el acto. Lo miró, con
una ceja enarcada por la intriga, para luego sentir su garganta seca al notar los
ojos suplicantes de Jin.
La mirada de Jin pareció apagarse ante las palabras de Jungkook, y sin saber
por qué, se sintió algo culpable. Quería que Jin no se hiciera ilusiones con él,
que no lo esperara, pero tampoco se sentía capaz de intervenir en su corazón
de esa forma porque, por mucho que quisiera que Jin no lo mirara de esa forma,
él no podía decidir por él.
—¿Estás seguro? —levantó la vista ante el serio tono de Jin—. Tú dijiste que
Taehyung ya no te amaba. Entonces, ¿estás seguro de que vale la pena darle
una oportunidad a alguien que dejó de amarte?
Sabía que Jin no lo hacía con mala intención, que debía estar preocupado por
él, que no quería verlo pasándola mal -eran, después de todo, las mismas
palabras que Jimin y Namjoon le dijeron días atrás-, pero eso no lo hacía más
fácil.
Todo el mundo creía que Taehyung no lo merecía, y puede que tuvieran razón,
pero el mundo no se trataba de dar oportunidades a personas que realmente lo
merezcan y quitárselas a quienes no valían la pena.
No, Taehyung no merecía que estuviera haciendo esto por él, pero Jungkook lo
amaba con tanta fuerza, con tanta desesperación, sentía un amor tan inmenso
con él, un apego tan enorme por ese hombre, que sentía que debía hacerlo.
Por él. Por Taehyung. Por esos ocho años que estuvieron juntos, como novios,
casados, compartiendo días, semanas, meses; compartiendo sueños y anhelos;
compartiendo risas y gritos y llantos.
Y Taehyung estaba poniendo de su parte, eso lo podía jurar por su vida, porque
su marido lo estaba yendo a buscar todos los días, le preguntaba cómo le había
ido, desayunaban y cenaban juntos, conversaban y no permitían que el silencio
entre ellos se instalara. ¡Incluso habían salido dos veces el fin de semana
pasado! No sólo fueron al cine y luego a cenar, sino que el día domingo
decidieron ir al zoológico a ver un show de pingüinos recién inaugurado, y si
bien no se besaron, hubo un breve momento en el que ambos se quedaron
observando en silencio, a punto de fundirse en un beso, pero terminaron
desviando la vista, avergonzados, como dos adolescentes tontos en su primera
cita.
Jungkook podía sentir que el amor estaba volviendo, ¿por qué el resto no lo
podía apoyar un poco más?
—Jin, por favor, eres mi amigo y aprecio tu opinión, pero te pido que en esto no
te metas —le pidió amablemente Jungkook con tono triste—. Si no resulta,
entonces está bien, al menos lo intenté. Pero si llegara a resultar, entonces...
¿no habrá valido todo esto la pena?
Jin desvió la vista, apenado, negando con la cabeza, para luego suspirar.
—Taehyung y yo siempre celebramos las dos fechas juntas con una cena —
recordó Jungkook, de pronto emocionándose al pensar en eso.
Sólo quedaba una semana para su cumpleaños, así que debía ir reservando el
restaurante al que iban a ir, ese viejo lugar donde tuvieron su primera cita,
donde iban a cenar cada fecha especial, y donde Taehyung le había pedido
matrimonio también. Ese pequeño restaurante era su pequeño refugio personal
y privado.
—Espero entonces que la pases bien, Kookie —dijo Jin—, porque te lo mereces.
Jungkook solo pudo sonreírle, contento, sintiendo que por fin la vida le estaba
sonriendo.
Llevaba dos semanas sin estar juntos, desde que Taehyung aceptó el trato de
Jungkook, y sabía que la separación le estaba afectando a Hoseok un montón,
en especial porque Taehyung estaba cumpliendo su palabra de mantenerse
alejado de él ese tiempo.
No sabía qué hacer en esa situación, no sabía qué hacer con Jungkook, con
Hoseok, porque dos semanas atrás estaba seguro de su decisión y sus
sentimientos, pero en ese instante, su seguridad parecía haberse ido a la
mierda.
Quiso decirle que no lo haría, que eso jamás iba a ocurrir, pero Taehyung no
quería mentirle tampoco, porque ahora todo estaba confuso para él.
—Está bien —le dijo asintiendo—, no tienes que preocuparte por eso —le tomó
de las mejillas, llamando su atención—. Ahora anda a casa, Seok, tienes que
descansar. Te has estado exigiendo mucho estos día, ¿crees que no lo he
notado?
—Eres un maldito cobarde, Taehyung —le dijo con furia en su voz, saliendo de
la oficina a paso presuroso.
—¿Por qué no hacerlo? —su voz era cariñosa—. Bebé, te amo porque
simplemente puedo hacerlo. Lo que siento por ti es tan natural como respirar o
pestañear, ¿sabes? Porque todo puede ir mal, todo puede estar
derrumbándose, pero si me miras, si me sonríes... entonces sé que todo va a
estar bien.
—No hiciste nada malo, Taehyung —le murmuró Jungkook—, sólo hiciste lo que
creías correcto. Y está bien, mi amor, lo prometo. No importa lo que hagas,
Taehyung, yo jamás podría odiarte, ¿está bien? —Taehyung asintió, hipando, y
entonces Jungkook agregó con broma en su voz—. Anda,bebé, deja de llorar.
Limpia esas lágrimas feas y dale mejor un besito a tu Kookie.
Taehyung lo besó.
Jungkook comenzó a reírse cuando Hyejin dijo aquello como si nada, ordenando
la mochila de la niña ya que pasaría esos días con ella luego de que volviera de
su viaje de negocios. Namjoon, en tanto, estaba arreglando-destruyendo la
televisión mientras Jimin cocinaba algo para la cena.
—Adiós, papá —se despidió Sohyun cariñosamente—, ¡te voy a extrañar! ¡Y por
favor, trata de no destruir algo!
Segundos después, la puerta de la casa fue cerrada, quedando sólo ellos tres
en el pequeño hogar de Namjoon y Jimin.
—Oye, Kookie —dijo Jimin desde la cocina—, ven, quiero darte algo en tu día
especial.
Jungkook arrugó el ceño, negando con la cabeza, y entró a la habitación,
quedándose quieto mientras una sonrisa enorme se extendía por su rostro.
Unas pantuflas de Snoopy estaban sobre la mesa con una cinta de regalo, así
que comenzó a reírse por la diversión para luego abrazar a su mejor amigo,
dándole un beso en la mejilla.
—¿Y para mí qué? ¡Jimin gastó mi dinero! —se quejó Namjoon entrando.
Asi que Jungkook estaba preparado, estaba listo, pues ya tenía la reserva del
restaurante al que iban siempre, y esperaba con mucha anticipación esa noche,
porque si todo salía bien, tal vez podría finalizar con ellos dos haciendo el amor
y recuperando esa magia que los rodeaba cuando estaban juntos.
Jungkook sabía, confiaba, en Taehyung para ese día, porque nunca antes lo
había decepcionado nunca en algún cumpleaños.
—¡Las cosas está bien! —dijo sonriendo—. Taehyung me besó, Jiminnie, ¡él
tomo la iniciativa! No pensé que fuera a hacerlo, pero me agarró de sorpresa, y
estos días ha estado más cariñoso y dulce conmigo.
Namjoon asintió.
—No deberías ilusionarte hasta el final —contestó Namjoon sin mala intención—
, tal vez Taehyung se está despidiendo a su modo.
Tal vez sí lo era. Tal vez sí era un idiota y un pendejo y un estúpido por haber
hecho eso, por ser tan terco e insistente cuando ya las cosas se habían
acabado, pero ¿qué podía hacer acaso? ¿Cerrar sus ojos, asentir, sentirse
miserable y luego hacer como si no hubiera compartido ocho años de su vida
con Taehyung? ¿Alejarse, fingir que no lo amaba, tratar de no llorar al verlo con
otro?
Como si pudiera hacer eso con una sonrisa dispuesta en la cara, tratando de
ahogar sus propios sentimientos diciéndole que no fue suficiente para Taehyung
y que por eso le abandonó.
Jungkook estaba poniendo todo de sí para que eso funcionara, y si al final no lo
hacía, entonces iba a poder decir sin culpabilidad alguna que se esforzó para
que su relación tuviera una nueva oportunidad. Así no podría acusarse a sí
mismo de cobarde por no haber querido dar un poco más aunque resultara
herido.
Todo el mundo le decía que era una persona que les hacía tener esperanza en
que todo podía ir bien, ¿Cómo podría echarse atrás y luego mirarse al espejo,
cuando ya las cosas hubieran acabado?
La esperanza era para tontos, todo el mundo se lo decía, pero sólo a veces, la
esperanza también podía ser muy poderosa.
—Jungkook...
No, ese día, no lo iban a arruinar. Sus esperanzas estaban puestas para ese
día, y eso, ninguno de ellos lo arruinaría.
Taehyung se sentó frente a los inversionistas de Japón, manteniendo una
expresión fría y helada mientras Hoseok sacaba todos los documentos que iban
a ser firmados ese día si la reunión iba bien.
Quería cerrar pronto aquel trato para regresar pronto a casa y echarse a dormir.
Poder lograr aquello significaría que su empresa iba a poder expandirse sin
problema alguno además de que le daría grandes ingresos extras, y si bien
Taehyung no era una persona ambiciosa, ese trato era demasiado bueno para
rechazarlo.
A pesar de que el trabajo fuera uno de los motivos por el que su relación marital
se había deteriorado tanto.
Pero estaba seguro de que a Jungkook no le importaría que ese día llegara un
poco más tarde a casa, ya luego se lo explicaría aprovechando que ese día
parecía andar más animado que de costumbre. Incluso le había mandado un
mensaje de apoyo a la hora del almuerzo, deseándole suerte y diciéndole que
estaba emocionado por verlo mas tarde para felicitarlo por haber cerrado ese
trato.
Hoseok comenzó a hablar con su japonés algo fluido, comunicándose con los
inversionistas sin dejar de sonreír encantadoramente, y Taehyung se le quedó
mirando un momento.
Sabía que quedaba una semana para tomar su decisión final, pero si era
sincero, a estas alturas no estaba tan seguro de que era lo que realmente
quería.
Sin embargo, sabía también que Jungkook se merecía a una persona que
pudiera entregarle su corazón completamente, no alguien que le había hecho
tanto daño y tuvo tantas dudas acerca de su amor.
Aunque si era honesto consigo mismo, imaginar a Jungkook con alguien más
enviaba una punzada de ardiente dolo por su cuerpo, creyendo inconcebible que
Jungkook estuviera con alguien más que no fuera él.
Hobi le miro, traduciendo lo que habían dicho los inversionistas, y Taehyung
contestó con tranquilidad. Sabía muy bien cómo llevar todos esos negocios a
pesar de tener su mente en otro lado.
El trato se alargó por horas, pero ya tenía previsto aquello; sin embargo, le
sorprendió un poco que al salir del restaurante con la conversación ya cerrada,
siendo las diez de la noche, Jungkook no le hubiera llamado. Se encogió de
hombros, restándole importancia, siendo consciente de que, con toda
probabilidad, Jungkook tuvo que haber previsto que eso iba a alargarse.
—¿Quieres que te lleve? —le preguntó a Hoseok con calma al verlo buscar en
su cartera dinero para el bus.
Dentro del vehículo, había un silencio tenso y pesado, siendo interrumpido por la
repentina lluvia que comenzó a caer.
—Si hubiera sabido que me harías esto, Taehyung —murmuró Hoseok—, jamás
me habría enamorado de ti. Jungkook puede ser un maldito arrastrado, pero yo
no soy un mendigo.
¿Dónde estaba? Su vista se paseó por el comedor, atónito, para luego girarse
cuando el pestillo de la puerta sonó, indicando que alguien estaba entrando.
Parpadeó.
—Peleé otra vez con Jimin —respondió de forma desganada—, insiste en que tú
no me amas y eso me puso triste, Taehyung —Jungkook le miró con pena—,
porque es mentira, ¿no es así, Taehyung? Tu me sigues amando a pesar de
todo.
Taehyung le observó, pasmado por la situación en la que se encontraban,
confundido también, apenas entendiendo lo que estaba pasando, pero cuando
leyó la necesidad en los hermosos ojos de Jungkook, contestó, sin duda alguna:
—Vamos a la cama. Ha sido un largo día para los dos, ¿no es así? —Jungkook
le tomó la mano—. Oh, a todo esto ¿Cómo te fue?
—Bien —su voz sonó satisfecha, mirando sus dedos entrelazados mientras iban
hacia la cama—. Cerré el trato y los inversionistas se fueron satisfechos.
Taehyung quiso decirle algo, sin embargo, antes de poder hacerlo, Jungkook le
dio un beso ahora mucho más profundo y dulce, algo necesitado, y sus manos
se movieron por el cuerpo de su esposo, sus dedos acariciando piel y piel.
Así, en medio de la oscuridad, sólo el ruido de la lluvia en el exterior, ambos
hicieron el amor entre besos llenos de confusos y tristes sentimientos que no
pudieron ser expresados.
Comenzando por el hecho de que se quedó dormido y tuvo que salir corriendo
de casa hacia el trabajo, despidiéndose de Jungkook sin conversar sobre lo que
ocurrió esa noche. Luego, se quedó atascado en una congestión vehicular, y
para rematar su mal comienzo de día, cuando llegó, su secretaria derramó su
taza de café sobre su camisa blanca.
Lo que acabó ese pésimo día fue cuando llego la hora del almuerzo y se dio
cuenta de que dejó su almuerzo en casa, así que tuvo que partir al comedor de
la empresa murmurando por el mal humor.
Se había sentido extraño hacer el amor con Jungkook después de tanto tiempo,
pero por sobre todo, hacerlo de forma tan repentina, pero no le tomó mucha
importancia por el momento.
Frunció el ceño.
Su ceño aumentó.
—Ayer llamé a Jungkook y le prometí un regalo, así que le dije que se lo
mandaría contigo —respondió Yoongi—, espero que la hayan pasado bien
anoche, Jungkook sonó muy ilusionado cuando hablé con él.
—¿De qué estás hablando, Yoongi? —preguntó, y su voz sonó mecánica, sin
vida.
Su cumpleaños.
Nunca le había dicho un adiós en todos esos años que estuvieron juntos.
8.
Jungkook había llegado diez minutos antes de las ocho de la noche, tarareando
en voz baja mientras se quitaba el abrigo y lo colgaba detrás de su silla. Saludó
al dueño del restaurante, el señor Choi, que le devolvió el saludo con una
sonrisa dulce, y Jungkook miró la carta con desinterés, pensando en lo que
podría comer ese día con Taehyung.
Ya tenía algo de hambre, así que ordenó una copa de vino junto a algún
aperitivo para hacer la espera más amena, y se puso a juguetear con su móvil,
leyendo los mensajes de felicitación de sus amigos más cercanos, de sus
familiares y algunos padres de sus pequeños pacientes.
A las ocho y cuarto, suspiró porque se dio cuenta de que Taehyung venía
retrasado, y no era la primera vez, así que le hizo un gesto al viejo camarero del
lugar, saludándolo alegremente mientras le ordenaba japchae de batata y fideos
porque a Taehyung le encantaba comer eso, ¡siempre comenzaban con ese
plato antes de comer algo más profundo! Además, así el japchae estaría listo
para cuando Taehyung llegara.
A las nueve y media, Jungkook tuvo que sacar la primera servilleta para limpiar
sus ojos húmedos.
A las diez y cuarto, volvió a sentarse y pidió la cuenta, fingiendo no ver la mirada
de compasión y pena del señor Choi.
Cinco minutos después, estaba saliendo bajo una torrencial lluvia que empapó
por completo su cabello y ropa, pero no le podía importar menos, porque había
un entumecimiento en su cuerpo que no podía explicar. Que no podía procesar
bien debido al llanto que escapaba de su boca.
Por lo que comenzó a caminar bajo la lluvia, sin pensar siquiera un poco en
tomar algún taxi que le dejara fuera del departamento ya que no quería llegar allí
tan pronto.
No quería abrir la puerta, entrar a esas frías habitaciones y tratar de auto-
convencerse de que no importaba que Taehyung hubiera olvidado su
cumpleaños, él aún lo amaba.
Él aún le amaba, aunque eso no era más que una tonta, estúpida y patética
mentira que se repetía cada día porque enfrentarse a la dura realidad era algo
que rompía su corazón en miles de pedazos.
Su historia con Taehyung había acabado, había llegado a su fin, era un hecho.
Tener el amor de Taehyung, para Jungkook, era mil veces más hermoso que
conservar una dignidad que, a fin de cuentas, no le traería nada más que un
breve momento satisfactorio.
Limpió sus ojos, forzándose a dejar de llorar, porque ahora sólo tenía que
asumir las consecuencias de sus actos y aceptar que todo se había acabado,
que ya no había más Taehyung y Jungkook, que era el momento de seguir
adelante aunque sólo quisiera volver atrás, a esa época en donde Taehyung le
sonreía con total amor y le murmuraba al oído cuánto le amaba.
Eso dolió un poco más porque años anteriores Taehyung nunca se habría
olvidado a pesar de su volátil memoria. Pero Kim Taehyung solía recordar las
fechas más importantes y significativas para él, y que lo haya olvidado, que no
supiera que día era...
Pero también, una parte de él, no quería decirle a Taehyung la verdad como una
forma de castigo hacia su esposo, porque Jungkook lo conocía mejor que nadie,
y sabía que si comenzaba a llorar y le contaba lo que ocurría, Taehyung se
sentiría mal, se sentiría culpable, y pediría perdón.
Sus labios se curvaron en una sonrisa honesta para luego besar suavemente a
Taehyung.
-Vamos a la cama. Ha sido un largo día para los dos, ¿no es así? -le miró, su
mano apretando la suya-. Oh, a todo esto, ¿cómo te fue?
Jungkook amaba las noches en las que solían hacer el amor, la forma en la que
se miraban, como si ellos estuvieran en su propio mundo, en su burbuja
personal, y nadie pudiera interrumpirlos, nadie pudiera ingresar a ese pequeño
lugar que tenían, tocándose con total y absoluta devoción, con tanto amor, que a
veces no eran necesarias las palabras para poder decirse realmente lo que
sentía por el otro.
-Ten un buen día, Taehyung -le murmuró observando sus hermosos ojos
oscuros-. Te amo, adiós.
Taehyugn asintió, algo urgido porque iba atrasado, y le dio otro beso.
Una hora más tarde, Jungkook estaba terminando de hacer su maleta con todo
lo necesario para irse de allí, incapaz de enfrentar directamente a Taehyung, y
antes de salir del departamento, buscó la copia de los papeles de divorcio que
su esposo había dejado guardados semanas atrás.
Con las manos temblando, sin leer lo necesario, y observando la firma de
Taehyung, Jungkook firmó en el espacio que le correspondía para luego dejarlos
sobre la mesa del comedor, saliendo sin mirar atras.
Tampoco miró atrás cuando tomó un taxi, porque si lo hacía, Jungkook no iba a
irse, finalmente, nunca de allí.
9.
Era su primer jodido día de vacaciones y realmente quería tener algo de tiempo
con su conejito, ¿Por qué mierda los interrumpían en ese instante?
—¡Ya voy! —chilló Jimin cuando tocaron otra vez la puerta con fuerza—.
Imbécil...
Jimin parpadeó tanto por la sorpresa como por la confusión, su cabeza doliendo
levemente por el golpe que se dio contra la pared, para luego hacer una nueva
de molestia.
—¿Qué voy a saber yo, idiota? —preguntó con brusquedad, queriendo soltarse.
No hubo respuesta.
A Jimin nunca le había gustado por completo Taehyung para Jungkook. No llegó
a odiarlo como ese último tiempo, simplemente, no le terminaba de convencer
para pasar el resto de su vida con su mejor amigo. Quizás se debía a que, como
mejor amigo de Jungkook durante toda su vida, no consideraba a nadie
demasiado bueno para que estuviera junto a alguien que siempre le sonreía a
todas las cosas de la vida, fueran buenas o malas.
Sin embargo, había algo en lo que Taehyung no percibía de Jungkook, algo que
Jimin consideraba mucho más fundamental que nada en la vida, y era que
Jungkook amaba de una forma tan profunda, tan dolorosa, que si uno no estaba
dispuesto a dar todo por Jungkook, entonces no lo merecía tampoco. Esa forma
de amar provocaba también que Jungkook se esforzara el doble, el triple, el
cuádruple, el quíntuple, lo necesario, para salvar algo que consideraba
fundamental en su vida.
Se giró en el momento en el que Taehyung volvía a entrar, y Jimin notó sus ojos
rojos, sus mejillas encharcadas, rastros de llanto en su pálida piel, más blanca
de lo normal. Incluso su cabello estaba empapado con la leve llovizna de ese
día, y por un breve instante, muy breve, Jimin sintió pena de Taehyung al verlo
tan perdido. Incluso lucía asustado, aterrado, como un niño pequeño.
Pero fue un breve instante, hasta que vio los papeles medio húmedos que
Taehyung sostenía en su mano.
Taehyung le observó.
—Si lo estás buscando para que firme tus jodidos papeles... —comenzó a decir,
pero enmudeció cuando Taehyung le interrumpió con la voz quebrada:
—No, ya los firmó —sollozó, sus ojos poniéndose cristalinos otra vez—, los firmó
y desapareció —tomó aire, desesperado—. Necesito encontrarlo, necesito
decirle que... que lo amo, que lo necesito, que no quiero separarme nunca más
de él, necesito pedirle perdón por se un imbécil y hacerlo llorar, necesito...
Si hubiera sido una pelea normal, Jungkook habría ido a contarle para
desahogarse, después de todo, era lo que siempre hacía. Pero ahora Jungkook
ni siquiera lo llamó, simplemente pareció desaparecer lo más pronto que pudo,
sin querer hablar con nadie, y su estomago dolió ante el pensamiento de que si
hizo eso, fue porque estaba herido y alterado y hecho un desastre, sin querer
que nadie lo viera.
Sin querer acercarse a Jimin para ganarse un Te lo dije.
Y había firmado los papeles. Si Jungkook firmó los papeles, si se marchó sin
decir nada, significa que se había rendido, que ya dio todo de sí y no podía
seguir entregando más a una persona que no quería ese más.
Jungkook firmó los papeles porque su corazón fue, finalmente, roto en miles de
pedazos, fue porque se dio cuenta de que seguir teniendo esperanzas en eso le
estaba haciendo demasiado daño y Taehyung no merecía eso de él.
—¡¿Qué mierda hiciste, bastardo?! —le gritó queriendo darle otro golpe, pero
Namjoon actuó y lo sostuvo de la cintura, tirando de él para atrás.
Jimin miró a Namjoon, sorprendido, porque debía ser la primera vez que oían a
Taehyung suplicar por algo.
—Tenías razón —sollozó Jungkook—, ¿por qué nunca te hago caso? Tenías la
maldita razón —no dijo nada, escuchándolo llorar al otro lado de la línea—.
Taehyung no... no merecía una... una se-segunda oportunidad, tú me... me lo
dijiste...
—De seguro Taehyung fue a tu casa para pedirme una... una explicación por los
papeles —susurró Jungkook con voz ida—, pero no... no puedo enfrentarlo,
Jiminnie, lo amo tanto que... que si lo veo mientras acepto su... su divorcio, voy
a ... voy a llorar... voy a llorar como un bebé... —una nueva risa apenada—.
Ahora estoy... estoy llorando tanto... Ah, pero Taehyung debe estar feliz, ¿no es
así? Podrá estar con Hoseok...
Jungkook se escuchaba sin esperanza, Jimin nunca lo había oído llorar de esa
forma, y no sabía qué hacer para tratar de consolarlo, para tratar de hacerlo
sentir un poco mejor.
Taehyung, frente a él, también estaba llorando, y Jimin se sintió extraño porque
nunca lo vio llorar.
—No, no —Jungkook tomó aire—, ahora estoy... estoy en casa de Seokjin, yo,
uh... No sabía dónde ir y ... —su voz volvió a romperse—. Necesito... necesito
irme, Jiminnie, no puedo seguir aquí, necesito... necesito reparar mi corazón y...
Y duele tanto, Jimin...
—Jungkookie...
—Lo olvidó —gimió Jungkook de pronto, callándolo, y ahora podía sentir que
Jungkook estaba llorando a lágrima viva, sin contenerse—, olvidó mi... mi
cumpleaños, Jiminnie...
—¿Qué? —Jimin miró a Taehyung que tenía una expresión culpable en ese
instante.
—Me... me dejó plantado... —balbuceó Jungkook—, lo... lo esperé por... por más
de dos horas, y no... no llegó, Jiminnie... Él... Él ya no me quiere, ¿no es así?
—Pero Jungkook...
Cortó la llamada.
—Jimin, por favor, cariño... —comenzó a decir Namjoon cuando Jimin se puso
de pie.
—¡Eres un jodido hijo de puta! —le gritó Jimin ignorando a su novio, que lo tuvo
que sostener de la cintura otra vez—. ¡Su maldito cumpleaños! ¿¡Cómo mierda
se te puede olvidar su maldito cumpleaños, bastardo!? ¡No sabes lo contento
que estaba! ¡Voy a matarte, idiota, te lo prometo!
Ya sabía dónde estaba, ahora sólo tenía que rogar por un perdón que no
merecía.
—¿Po qué lolas, tío Kookie? —preguntó Changmin con pena en su voz.
Jungkook se obligó a sonreír a pesar de sentir el corazón roto, a pesar de que
sentía que una parte suya estaba muriendo por todo lo que había ocurrido las
últimas veinticuatro horas. Eran demasiadas emociones que no podía controlar y
lo estaban desgastando a más no poder.
—Es que me hice daño y duele, Changmin —le dijo revolviéndole el cabello.
Jungkook se giró, mirando por la ventana la llovizna de ese día, suspirando por
qué no sabía qué estaba haciendo allí exactamente. Ir a la casa de Jin se sintió
natural en su momento, desesperado por la situación en la que estaba, deseoso
de encontrar una mano amiga que no le juzgara ni supiera toda la historia detrás
de su amor desesperado por Taehyung.
Sí, Taehyung debía estar satisfecho ahora, haciendo sus trámites mientras
pensaba en la vida que compartiría con Hoseok de ahora en adelante una vez
estuviera hecho.
Y él tendría que asumir que todo había acabado, que ahora estaba solo, que el
hombre que amaba le había dejado, y sabía que dolería al principio, que
costaría, que esa herida tardaría en curar (y puede que nunca curara por
completo), pero era el precio a pagar para hacer feliz a Taehyung.
Miró la boleta del avión sobre el escritorio, avión que partiría a Osaka, Japón, en
dos días, en un viaje donde buscaría alejarse de todo el daño para volver a
repararse.
No quería seguir llorando, no cuando su cabeza dolía tanto y sus ojos estaban
tan hinchados y rojos.
—Quédate aquí, Changmin, iré a ver quién es —le dijo pasando a su lado.
—Está ben, tío Kookie —asintió el niño sin dejar con su pista de autos.
Caminó hacia la entrada, pensando en que debería ser algún vecino que
necesitaba de Jin, y abrió la puerta.
Se encontró con los ojos de Taehyung.
moviéndose para cerrar la puerta, pero antes de poder hacerlo, estaba de pronto
siendo empujado, las manos desesperadas de Taehyung tomándolo de las
mejillas y tirando de él en un beso desesperado, feroz, lleno de sentimientos y
dolor.
—No, no, no... —Taehyung se arrebujó más contra él, sin dejar de llorar—,
perdóname, lo lamento, sé que soy un idiota, un imbécil, sé que no merezco tu
amor ni nada que venga de ti, nunca te he merecido, lo tengo claro, pero por
favor, Jungkook, te lo ruego, por favor, no me dejes, no puedo vivir sin ti, no
puedo, te lo prometo...
Se quedó en silencio, sin moverse, mientras su camisa quedaba húmeda por las
lágrimas de Taehyung, incapaz de bajar la mirada, porque sabía que si lo hacía,
que si le veía llorar, iba a perdonarle todas las cosas del mundo.
—¡No! ¡No, no, no! —gritó Taehyung sin soltarlo—. ¡No es así, Jungkookie, lo
prometo! No lo amo, te amo a ti, a nadie más, lo he entendido ahora —
Taehyung trató de volver a besarlo, pero Jungkook movió su cabeza,
sollozando—. Soy un tonto, un estúpido, lo sé, Kook-ah, porque lo entendí sólo
ahora que ya te perdí, pero por favor, por favor, no me dejes... Te amo, te amo,
te amo, eres mi compañero del alma, eres mi batería, eres mi esperanza, eres
mi sol, eres lo más hermoso que tengo, por favor, perdona a esta mierda de
persona, te lo ruego, pequeño príncipe, lo lamento tanto... Sé que todavía me
amas, te lo-
—Kook-ah —su voz estaba quebrada y trató de sonreír, aunque sus labios
temblaban con tanta fuerza que no sabía si lo logró—. Treinta días, Kookie.
1.
10.
Capítulo final.
─Bu-buenos días... Mi-mi no-nombre es Jeon Jung-Jungkook, por fa-favor, ¡cu-
cuiden de mí!
Jungkook tuvo que contener las lágrimas de sus ojos en tanto la profesora les
decía que se callaran, mandándolo a sentar en el único puesto vacío, al lado de
un chico de cabello negro y aspecto dormilón, serio, casi aburrido allí.
Mordió su labio inferior, caminando por el salón forzándose a ignorar las risas
burlonas, para luego sentarse al lado del chico, que apenas le dirigió una
mirada.
Dime,
Al principio sólo habían sido palabras riéndose de sus frenillos, de sus mejillas,
de sus orejas que se asomaban en los gorros que se ponía y su mamá le tejía
con cariño, de sus dientes alargados similares a los de un conejito, de sus ojos,
de todo. Le dolía, por supuesto, pero podía manejarlo, podía fingir que no era
para tanto y creer que tarde o temprano se aburrirían.
Un día, lo empujaron tan fuerte que cayó al suelo, las palmas de sus manos
raspándose, sus cuadernos desparramándose, y sabía que le iban a pegar,
sabía que ahora comenzarían los golpes.
─Eh, idiotas, ¿qué mierda están haciendo?
─¿Te gusta el nuevo, Kim? ─se burló uno de los agresores aunque se notaba
enojado.
Jungkook se sobresaltó.
Taehyung parpadeó.
─Um... ─Jungkook se removió, queriendo seguir hablando con ese chico que
era su compañero de puesto─. Gra-gracias... hyung...
Jungkook sabía que Taehyung era mayor que él, había escuchado que
Taehyung estaba repitiendo el curso luego de reprobar por, según lo que
contaba todo el mundo, amenazar a una profesora.
A Jungkook realmente le asustaba ese chico, pero hasta el momento había sido
el único en defenderlo.
La verdad sea dicha, Taehyung repitió porque faltaba mucho a clases ya que
solía quedarse dormido y cuando despertaba decidía que no valía la pena asistir
a colegio.
─Deberías pegarles ─dijo Taehyung con tono plano─. Si sigues dejando que te
pasen encima, no van a detenerse nunca.
─No jodas.
Cuando salían del colegio y los dos chicos se iban caminando juntos,
despidiéndose de él sin mirarlo.
Cuando Taehyung lo llamó una tarde para sacar a pasear a Guleum y Yeontan
juntos como hicieron meses atrás, y Jungkook respondió horas después,
disculpándose porque estuvo bailando con Hyungwon y no escuchó su móvil.
¿Qué pasó?
Mírame,
─¡No estoy celoso! ─gruñó Taehyung pateando la pared para luego maldecir
cuando el dolor recorrió su pie─. ¡Sólo me molesta que Jungkook rompa su
promesa! ¡Dijo que siempre me iba a perseguir!
─Sabía que eras tonto, pero no creí que tanto ─dijo Taehyung irritado.
Yoongi soltó un bufido, cruzándose de brazos, rodando los ojos, para luego
ponerse de pie.
Luego de eso Yoongi se marchó alegando que tenía cosas que estudiar y
Taehyung se echó en su cama, suspirando, cubriendo su rostro con la tonta
almohada que Jungkook le había regalado el año pasado de Anpanman, y
recordó de pronto que el cumpleaños de Jungkook sería en una semana más.
Su mente comenzó a maquinar el regalo perfecto para el chico, algo que haría
que recuperara su atención.
En mis sueños tristes,
(Lado azul...)
Así que cuando acabó, comenzó a tocar otra tonada, Rue des Cascades,
prosiguió con L'absente, y cuando llegó a Summer 78, se puso a llorar.
Humedeció sus labios, tembloroso.
Porque nadie era como Jungkook en la vida, se dio cuenta esa tarde.
Entre tanta mierda, dime,
─No.
─No, Taehyung.
¿Cómo Jungkook podría responder eso, cuando Jungkook era la persona que le
había amado de forma incondicional, la persona que le comprendía como nadie
en la vida, la persona con la que había compartido la mitad de su existencia?
Era imposible.
Taehyung no quería soltarlo nunca más en la vida, pero eso no evitó cuando
Jungkook lo tomó de los hombros, echándolo atrás, obligándole a devolverle la
mirada, y lágrimas nuevas cayeron otra vez cuando notó la mirada calmada pero
decidida del menor.
Comprendió, entonces, que ya no había nada más qué hacer, que perdió, que
su historia con Jungkook había llegado a su fin, que su última oportunidad murió
por su incapacidad para ver más allá de sus propios deseos personales, de su
confusión, de sus sentimientos y corazón.
Y oh, dolía tanto, dolía ver como la persona que más amaba se escapaba de
sus manos, así como el agua se deslizaba por sus dedos.
Taehyung nunca se había sentido tan miserable como en ese instante, y quería
abrazar a Jungkook, rogarle, pedirle, humillarse, hacer algo para que las cosas
no acabaran de esa forma, para que Jungkook le sonriera y prometiera que todo
estaría bien, que nunca iba a dejarlo, que no le abandonaría en ningún momento
como habían prometido cinco años atrás frente al altar.
Taehyung asintió, queriendo llorar otra vez, pero controlándose lo suficiente para
no quebrarse una vez más.
─Entonces vamos a ver si los dos tenemos ese hilo rojo del que la gente tanto
habla ─concedió Jungkook abrazándolo.
Y Taehyung sintió, entonces,que ese sería el último abrazo que le daría a
Jungkook en mucho, mucho tiempo, sino el último que era.
Epílogo.
Según una creencia tradicional oriental, todos nacemos atados a un hilo rojo, el
cual nos conecta al amor de nuestras vidas. Este hilo puede estirarse, acortarse,
doblarse y dar la vuelta al mundo, pero jamás se corta. Esta bonita manera de
graficar el destino de nuestras vidas, nos explica qué tan fuerte son los poderes
del amor. Dos personas entrelazadas por el destino, llámese hilo rojo o no,
siempre terminarán encontrándose y permanecerán ligadas para siempre.
A pesar de que hubiera Sol, se seguía sintiendo un viento helado que obligaba a
todas las personas a salir abrigados para no terminar con un resfrío, y él no iba
a ser la excepción, porque siempre había tenido un sistema de salud algo
delicado; por otro lado, no podía enfermarse porque tenía que seguir
trabajando, no le gustaba dejar sus cosas tiradas por algo tan mínimo como un
resfriado.
Odiaba esos primeros días de primavera, cuando esos días eran una mezcla de
calor y frío imposibles de combatir.
—Un capuchino de vainilla para llevar —pidió extendiendo los billetes para
pagar.
—Kim Taehyung.
Una vez Jungkook se marchó, Taehyung terminó su relación con Hoseok, que le
miró con una frialdad enorme y desprecio en sus ojos, pero a Taehyung no
podía importarle menos, no cuando se sentía perdido y vacío por dentro, como
si algo no estuviera bien a su alrededor.
Había vivido por más de trece años con la presencia constante de Jungkook a
su lado, ya fuera como amigo, novio o esposo, y las cosas sin él se sentían
extrañas, dolorosas, pero por sobre todo, desconocidas.
Aunque eso no evitó que rompiera a llorar cuando estaba guardando las cajas y
encontró ciertos papeles que Jungkook había abandonado: eran esos papeles
de adopción que nunca le mostró a Taehyung, porque cuando lo iba a hacer,
comenzó el principio del fin.
Taehyung lloró, desesperado, leyendo los trámites, recordando todas esas
veces que hablaron sobre adoptar, sintiéndose más miserable que nunca por no
haber pensado un poco más en el corazón de Jungkook. Luego, guardó los
papeles al fondo del cajón, prometiéndose que, algún día, los volvería a leer.
De esa forma comenzó una nueva y solitaria vida como soltero, aunque siendo
sincero, nunca se quitó el anillo de matrimonio a pesar de que las actas de
divorcio ya estaban firmadas, así como Jungkook lo había querido.
Pero ese breve pensamiento desapareció cuando, un día, mientras cruzaba por
el parque, se encontró con ese hombre al que Jungkook buscó cuando se olvidó
de su cumpleaños, jugando con su hijo en el parque.
Dos años después, había visto a Hoseok a lo lejos, saliendo con otro trabajador
de la empresa donde había trabajado, ambos hombres tomados de la mano con
bolsas de compras, riéndose, metidos en su propia burbuja. Si mal no
recordaba, se llamaba Jaehwan.
Yoongi fue otro en contraer matrimonio, pero contrario a lo que todos esperaban,
no había sido con Jisoo (su relación había terminado meses después), sino con
otra chica llamada Jung Wheein. Contrajeron matrimonio unas semanas atrás,
así que en ese instante estaban en la luna de miel, disfrutando de su nueva vida
juntos.
Él único que parecía haberse quedado estancado fue Taehyung, que nunca
pudo lograr mantener otra relación más allá de unos meses, donde lo principal
siempre había sido lo carnal y no lo sentimental: nadie lograba causar aquel
revuelo en su corazón como lo hizo otra persona de años atrás, nadie podía
provocar que las palabras salieran de su boca en alguna conversación profunda
que ayudaría a que los sentimientos florecieran, nadie causaba que de su
garganta lograra salir un simple Te quiero, y todos se alejaban porque podían
notar el distanciamiento entre ellos.
Taehyung no los retenía, ¿para qué iba a hacerlo? Nunca fue capaz de forzar
sus propios sentimientos para sentir algo por personas que le eran, tristemente,
indiferentes.
Pero eso no significaba que no le iba a extrañar, porque era mentira si lo decía:
Kim Taehyung seguía extrañando un montón a Jeon Jungkook, tanto como el
primer día que se marchó.
No, sólo cuando una voz conocida lo llamó, tomándolo del hombro, se detuvo.
Asintió, aunque sabía que Jungkook no tuvo que haberlo visto, así que se obligó
a aclarar su garganta.
—Sí, cinco años, para ser exactos... —contestó humedeciendo sus labios.
—Vaya, eres tan divertido —gruñó con ironía, causando que la sonrisa de
Jungkook aumentara un poco más—. Bien ¿y tú?
Se giró, dando unos pasos, su alma cayendo a sus pies mientras se forzaba
para no romper a llorar mientras caminaba, tratando de no girar para gritarle a
Jungkook que le quería, que no le dejara, que le perdonara, pero sabía que todo
había sido dicho años atrás, que Jungkook era ahora feliz y eso era lo único que
bastaba.
¿Qué le importaba su propia infelicidad si Jungkook por fin logró ser feliz?
Ni siquiera-
—¡Taehyung!
—Me encantaría —dijo, y sin poder evitarlo, sonrió también, sus dientes
mostrando sus encías, sus ojos convirtiéndose en dos medialunas.
Por primera vez en su vida, Kim Taehyung sintió que esos primeros días de
primavera no eran tan malos como había pensado al principio.