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Unidades estructurales secundarias del esmalte (UESE) Las unidades estructurales

secundarias se definen como aquellas estructuras o variaciones que se originan a partir


de las unidades estructurales primarias como resultado de varios mecanismos: el grado
diferente de mineralización, el cambio en el recorrido de las UEBE y la interrelación entre
el esmalte y la dentina subyacente o la periferia medioambiental. Entre las unidades que
surgen por el primer mecanismo, encontramos a las estrías de Retzius o líneas
incrementales de crecimiento y a los penachos de Linderer; entre las que surgen por el
segundo, a las bandas de Hunter-Schreger y el esmalte nudoso, y entre las que lo hacen
por el tercero, se mencionan la conexión amelodentinaria, los husos adamantinos, las
periquimatías, las líneas de imbricación de Pickerill y las fisuras o surcos del esmalte.
Algunas unidades estructurales secundarias, como las laminillas o microfisuras del
esmalte se originan como resultado de varios de los mecanismos ant

LÍNEAS DE INCREMENTO Las líneas de incremento en el esmalte se deben al depósito


recurrente rítmico del esmalte. A medida que la matriz del esmalte se mineraliza, sigue el
patrón de depósito de la matriz y proporciona las líneas de crecimiento en el esmalte (fig.
7-9). Estas líneas pueden acentuarse a causa de una variación en el mineral depositado
en el momento en que hay fluctuaciones en el depósito del esmalte. En algunos casos las
líneas de incremento no son visibles. Con el desarrollo del esmalte, una hilera de
ameloblastos que recubren la corona varía su depósito. Estas líneas de oscilación marcan
el curso de la amelogénesis. Los espacios entre los cristales atrapan moléculas de aire
que acentúan estas líneas. El Dr. Retzius fue el primero en destacar estas «líneas de
crecimiento», por lo que se las denomina estrías de Retzius. Parte del esmalte de la
mayoría de los dientes primarios se forma antes del nacimiento y otra parte después del
mismo. Debido a que el ambiente y la nutrición cambian drásticamente en el momento del
nacimiento, en ese momento se forma una notable línea de Retzius, que se denomina
línea neonatal (fig. 7-10). Aunque la línea neonatal es una línea de incremento acentuada,
puede observarse microscópicamente que esta línea es prominente por otra razón. El
esmalte interno a esta línea es de una consistencia diferente del externo a ésta, ya que se
formó antes del nacimiento y el externo se ha formado después del mismo. El esmalte
prenatal tiene menos defectos que el posnatal. La tinción del esmalte posnatal presenta
numerosos espacios diminutos que se tiñen con el colorante.

Son estructuras que aparecen en los preparados por desgaste en forma de bandas de
color parduzco o castaño con luz transmitida y claras con luz reflejada. Entre ellas existen
intervalos de 20 a 80 mm y son más numerosas en la región cervical. Existe una estría
más sobresaliente, que coincide con el nacimiento y se denomina línea neonatal (línea de
Rushton-Orban). La disposición de las estrías varía en las distintas regiones del diente.
En las cúspides y bordes incisales se extienden de CAD a CAD del lado opuesto y
describen una curva (fig. 23). En las caras laterales de la corona tienen un recorrido
oblicuo (fig. 24) desde CAD hacia la superficie externa, pero con una incurvación hacia
oclusal o incisal de manera que ofrecen el aspecto de casquetes en las cúspides y de
anillos en las caras laterales. En cortes transversales aparecen como anillos concéntricos
paralelos a las superficies externa e interna del esmalte. Es decir, que las estrías de
Retzius se observan siempre, ya sea en cortes longitudinales o transversales, y son más
frecuentes en la zona cervical de la corona. Las estrías de Retzius marcan la sucesiva
aposición de material durante la formación de la corona, por ello, también reciben la
denominación de líneas incrementales. Dichas líneas se relacionan con períodos de
reposo en la mineralización y, por tanto, indicarían zonas menos mineralizadas. El número
de días de crecimiento del esmalte entre las líneas adyacentes se llama periodicidad de
Retzius. Esta periodicidad varía entre los distintos mamíferos, pero permanece constante
en los dientes permanentes de cada individuo. Se considera que la periodicidad de
Retzius en dientes permanentes es de 6 a 12 días, mientras que en dientes deciduos es
de 4 y 5 días, lo que podría indicar que el biorritmo de producción varía con la edad.
Distintas alteraciones metabólicas parecen afectar a las estrías de Retzius con el
consiguiente ensanchamiento y alargamiento, por tanto, de los períodos de reposo. A la
altura de las estrías de Retzius, las UEBE sufren variaciones de tamaño y de forma

Fig. 7.10 Microfotografía mediante luz transmitida de una sección de esmalte y dentina de
un diente primario. La línea neonatal se encuentra en la punta de la flecha. El esmalte a la
izquierda de esta línea está más teñido que el esmalte a la derecha de ésta. El esmalte
formado antes del nacimiento está menos pigmentado y tiene menos defectos que el
esmalte posnatal. La dentina muestra numerosos tractos muertos en forma de líneas
oscuras. Los tractos muertos son túbulos rellenos de aire; aquí aparecen negros con la luz
transmitida.
PENACHOS DEL ESMALTE Los penachos del esmalte son otro defecto del desarrollo en
el esmalte relleno de material orgánico. Se localizan en la unión amelodentinaria y
aparecen en ángulo recto a ésta. Pueden extenderse a una quinta o hasta una décima
parte de la distancia entre la unión amelodentinaria y la superficie oclusal del diente (figs.
7-12 y 7-13). Los penachos se forman entre grupos de prismas del esmalte, que están
orientados en direcciones ligeramente diferentes a la unión amelodentinaria. Estos
espacios se desarrollan por tanto entre grupos de prismas adyacentes, que son
rellenados con material orgánico denominado enamelina. La interfase de la unión de la
dentina y el esmalte es festoneada y a menudo los penachos se originan de los vértices
de estas ondulaciones (v. fig. 7-12).
Penachos adamantinos o de Linderer Los penachos de Linderer son estructuras muy
semejantes a las microfisuras del esmalte y también comparables a fallas geológicas (v.
Laminillas o fisuras del esmalte). Se extienden en el tercio interno del esmalte y se
despliegan desde la conexión amelodentinaria en forma de arbusto; son fácilmente
observables en cortes transversales mediante técnicas de desgaste con microscopia
óptica. Hasta el momento no se conoce su origen ni su naturaleza, aunque se admite que
la imagen en penacho es artificial y que no es más que la proyección en un solo plano de
las ondulaciones de una fisura (existente solo en el tercio interno del esmalte) que se
distribuirá en diferentes planos o, lo que es lo mismo, la suma de lo que transcurre en
varios planos (figs. 25, 26 y 27). Se cree que los penachos de Linderer se forman en el
desarrollo debido a cambios bruscos en la dirección en grupos de las UEBE; esto sucede
a causa de la orientación de algunos ameloblastos en la amelogénesis y a que los
penachos están formados básicamente por tejido poco mineralizado, amorfo o granular,
rico en proteínas del esmalte. En cuanto a la participación de los penachos de LindereR
en los procesos de difusión de la caries, esto parece muy poco probabl.

Bandas de Hunter-Schreger
Son bandas claras y oscuras denominadas respectivamente parazonas y diazonas, de
anchura variable y límites imprecisos, que se observan en el esmalte, ocupando las cuatro
quintas partes más internas de este. Se observan en cortes longitudinales por desgaste y
con luz incidente polarizada. Se encuentran presentes en todos los dientes permanentes y
aun en los que no han completado su formación (fig. 28). El patrón de distribución de las
bandas varía en distintas regiones del esmalte, encontrándose más concentradas en las
regiones expuestas a una mayor demanda funcional, como las superficies oclusales de
los dientes posteriores. El origen de estas bandas es desconocido; se sugiere que se trata
de un fenómeno que resulta del distinto plano de corte de las UEBE, las cuales, al
presentar en cada hilera, anillo o plano un transcurso ondulante, pueden ser seccionadas
transversalmente y dar origen a las bandas claras o parazonas, o bien longitudinalmente y
dar lugar en este caso a la aparición de las bandas oscuras o diazonas. Este hecho se
pone en evidencia con el MEB, comprobándose en dichas bandas la distinta orientación
de las UEBE en las parazonas y diazonas (fig. 29 A y B). En la actualidad, se considera
que la distribución de las bandas de Hunter-Schreger no son fruto de un desarrollo
azaroso, sino que este se encuentra específicamente controlado y que, por tanto, los
patrones de distribución de las bandas deben relacionarse con algunas situaciones
clínicas que afectan al esmalte, como el desgaste, la abfracción o la resistencia a la
fractura.

Esmalte nudoso
El esmalte nudoso no es más que una zona singular y especial del esmalte prismático o
varillar que se localiza en las regiones de las cúspides dentarias y está formado por una
compleja interrelación de los prismas adamantinos. Su origen radica en que los planos
circunferenciales de las UEBE con sus ondula-ciones se interrelacionan entre sí de
manera íntima y estrecha. El entrecruzamiento es un factor que aumentaría la resistencia
del esmalte, pues está ubicado precisamente en las zonas más expuestas a la acción
masticatoria. Su origen se debería a que, durante las primeras fases de la amelogénesis,
los ameloblastos se mueven hacia la periferia de manera irregular (figs. 30 y 31).

Conexión amelodentinaria (CAD) La conexión amelodentinaria corresponde a la zona de


relación entre el esmalte y la dentina y constituye un nivel estructural decisivo para
asegurar la retención firme del esmalte sobre la dentina. Ello es posible porque esta unión
no es en absoluto un límite rectilíneo, sino que está constituido por concavidades o fosas
pequeñas que dan una imagen festoneada en los cortes microscópicos (fig. 31). La nitidez
de esta línea oscura festoneada en los cortes por desgaste se debe al diferente origen o
naturaleza embrionaria del esmalte y de la dentina. Con el MEB se observan imágenes
crateriformes que se corresponden con áreas hipermineralizadas, hecho que contribuye a
explicar la retención del esmalte en la superficie dentinaria. El origen de la CAD se
establece en los primeros estadios de la morfogénesis dentaria y señala la ubicación de la
lámina basal existente entre odontoblastos y ameloblastos antes de que comiencen los
respectivos mecanismos de mineralización. Su espesor se ha estimado en 11,8 mm sin
que existan variaciones significativas entre las distintas piezas dentarias ni a lo largo de la
CAD de cada diente. Se ha identificado recientemente colágeno tipo VII en la matriz del
esmalte adyacente a la CAD en dientes humanos maduros. Dicha macromolécula fibrilar,
que se extiende hacia el interior del esmalte, actúa como fibra de anclaje y contribuye a
estabilizar mecánicamente la unión entre el esmalte y la dentina. La CAD representa no
solo la interrelación biológica entre esmalte y dentina, sino también, y desde el punto de
vista clínico, una importante frontera morfológica y funcional a la extensión y el progreso
del proceso carioso (fig. 32). Husos adamantinos Los husos adamantinos son estructuras
con aspecto de bastones irregulares que se encuentran en la CAD (fig. 31). Corresponden
a formaciones tubulares con fondo ciego que alojan en su interior a las prolongaciones de
los odontoblastos que discurren por los túbulos dentinarios. La mayor parte de ellos solo
contiene, sin embargo, fluido dentinario. En el interior de los husos se han descritos
cristales en forma de agujas de 5 nm de ancho y 70 nm de longitud, material granular de
1,5 nm de diámetro y/o material amorfo. La penetración de las prolongaciones de los
odontoblastos en el esmalte, para formar parte de los husos, se realiza previo a su
mineralización, ubicándose entre los ameloblastos y persistiendo en el interior del esmalte
cuando este se mineraliza. Su orientación es similar a la del proceso odontoblástico del
que provienen y no guardan relación con las UEBE vecinas, son perpendiculares a la
CAD y oblicuos respecto de las UEBE. En los cortes por desgaste los procesos
odontoblásticos han desaparecido, por lo tanto, lo que se observa es el espacio que
Conexión amelodentinaria (CAD) La conexión amelodentinaria corresponde a la zona de
relación entre el esmalte y la dentina y constituye un nivel estructural decisivo para
asegurar la retención firme del esmalte sobre la dentina. Ello es posible porque esta unión
no es en absoluto un límite rectilíneo, sino que está constituido por concavidades o fosas
pequeñas que dan una imagen festoneada en los cortes microscópicos (fig. 31). La nitidez
de esta línea oscura festoneada en los cortes por desgaste se debe al diferente origen o
naturaleza embrionaria del esmalte y de la dentina. Con el MEB se observan imágenes
crateriformes que se corresponden con áreas hipermineralizadas, hecho que contribuye a
explicar la retención del esmalte en la superficie dentinaria. El origen de la CAD se
establece en los primeros estadios de la morfogénesis dentaria y señala la ubicación de la
lámina basal existente entre odontoblastos y ameloblastos antes de que comiencen los
respectivos mecanismos de mineralización. Su espesor se ha estimado en 11,8 mm sin
que existan variaciones significativas entre las distintas piezas dentarias ni a lo largo de la
CAD de cada diente. Se ha identificado recientemente colágeno tipo VII en la matriz del
esmalte adyacente a la CAD en dientes humanos maduros. Dicha macromolécula fibrilar,
que se extiende hacia el interior del esmalte, actúa como fibra de anclaje y contribuye a
estabilizar mecánicamente la unión entre el esmalte y la dentina. La CAD representa no
solo la interrelación biológica entre esmalte y dentina, sino también, y desde el punto de
vista clínico, una importante frontera morfológica y funcional a la extensión y el progreso
del proceso carioso (fig. 32).

Husos adamantinos
Los husos adamantinos son estructuras con aspecto de bastones irregulares que se
encuentran en la CAD (fig. 31). Corresponden a formaciones tubulares con fondo ciego
que alojan en su interior a las prolongaciones de los odontoblastos que discurren por los
túbulos dentinarios. La mayor parte de ellos solo contiene, sin embargo, fluido dentinario.
En el interior de los husos se han descritos cristales en forma de agujas de 5 nm de ancho
y 70 nm de longitud, material granular de 1,5 nm de diámetro y/o material amorfo. La
penetración de las prolongaciones de los odontoblastos en el esmalte, para formar parte
de los husos, se realiza previo a su mineralización, ubicándose entre los ameloblastos y
persistiendo en el interior del esmalte cuando este se mineraliza. Su orientación es similar
a la del proceso odontoblástico del que provienen y no guardan relación con las UEBE
vecinas, son perpendiculares a la CAD y oblicuos respecto de las UEBE. En los cortes por
desgaste los procesos odontoblásticos han desaparecido, por lo tanto, lo que se observa
es el espacio que estos han dejado. Como estas cavidades son ocupadas por el aire y
desechos, al realizar el desgaste aparecen de color negro. Su diámetro oscila entre 0,5 y
1,5 mm y tienen una longitud de 10 a 15 mm, si bien algunos alcanzan hasta 40 mm. Los
procesos odontoblásticos que en general terminan en extremo afilado y que se
encuentran en cualquier sitio de la CAD son llamados procesos odontoblásticos
remanentes, mal llamados antiguamente «conductos o túbulos dentinarios penetrantes»,
pues no pueden penetrar en el esmalte una vez que este se ha mineralizado. Los que se
ubican preferentemente en las cúspides o bordes incisales y tienen forma de bastones por
su aspecto y mayor longitud son los que propiamente se denominan husos adamantinos.
Actualmente este término se ha generalizado para ambas estructuras, las cuales solo
pueden observarse en cortes longitudinales (figs. 33, 34 y 35). Desde el punto de vista
histofisiológico, los husos adamantinos son muy importantes, pues su función se relaciona
con la transmisión de estímulos

Periquimatías y líneas de imbricación de Pickerill


Son formaciones íntimamente relacionadas con las estrías de Retzius, por una parte; y
con la periferia medioambiental, por otra. Las líneas de imbricación son surcos poco
profundos existentes en la superficie del esmalte, generalmente, en la porción cervical de
la corona; dichos surcos no son más que las estrías de Retzius observadas desde la
superficie del esmalte. Entre los surcos, la superficie del esmalte forma unos rodetes o
rebordes transversales denominadas periquimatías (figs. 23 y 24). Las periquimatías se
encuentran más marcadas en los dientes permanentes recién erupcionados y tienden a
desaparecer con la edad como consecuencia del desgaste fisiológico; es por ello que las
personas de edad presentan un esmalte de superficie lisa

Fisuras y surcos del esmalte


Las fisuras y surcos son invaginaciones de morfología y profundidad variables, que se
observan en la superficie del esmalte de premolares y molares. Se describen tres tipos
morfológicos de fisuras: tipo V, que se caracteriza por una entrada amplia y un
estrechamiento progresivo hasta la base; tipo I, que posee una anchura constante a todo
lo largo de la invaginación; y tipo Y, que muestra una tendencia al estrechamiento desde
la entrada y morfológicamente es la unión de los dos tipos anteriores (fig. 36). En el fondo
de estas UESE la capa de esmalte es muy delgada y, en ocasiones, prácticamente
inexistente. Nuestros estudios con microscopia electrónica analítica han puesto de relieve
que el contenido de calcio de las paredes de la fisura es menor al del resto del esmalte
(áreas hipocalcificadas), dato de importancia clínica al momento de usar selladores que
requieren de grabado ácido previo. El origen de las fisuras y surcos se debe a una
coalescencia incompleta de los lóbulos cuspídeos (centros de morfogénesis coronaria),
donde la actividad ameloblástica se desarrolla en forma independiente y luego se sueldan.
Cuando dos o más lóbulos cuspídeos adyacentes de producción de esmalte comienzan a
fusionarse, se forma una depresión en valle entre ellos; los ameloblastos se acumulan en
la superficie que recubre la base y su actividad secretora cesa, mientras que los
ameloblastos de las laderas del valle continúan con su actividad al acercar las paredes de
la futura fisura o surco. El resultado es un surco o fisura más o menos profundo, según el
estadío del desarrollo en el que el proceso haya comenzado.

Laminillas o microfisuras del esmalte


Las laminillas o microfisuras del esmalte son formaciones comparables a fallas
geológicas, finas y delgadas, que se extienden de forma rectilínea desde la superficie del
esmalte hasta la dentina e incluso pueden penetrar en ella. Se observan, tanto en cortes
longitudinales como en cortes transversales, mediante técnicas de desgaste con
microscopia óptica y están constituidas básicamente por tejido poco o nada mineralizado.
Las laminillas o microfisuras se organizan, en general, en distintos planos de tensión de la
estructura del esmalte. Existen dos tipos generales: las microfisuras primarias, producidas
en un diente antes de la erupción y las microfisuras secundarias, originadas una vez
producida dicha erupción. Las primarias están constituidas bien por matriz del esmalte no
mineralizada o bien por células que proceden del órgano del esmalte (estructura que
origina el esmalte). En el primer caso, en los lugares en los que los prismas atraviesan los
planos de tensión, a los que anteriormente hicimos referencia, un pequeño segmento del
prisma o varilla no llega a calcificarse totalmente. El segundo caso ocurre cuando se
produce una separación entre los extremos de los prismas o varillas en dicho plano de
tensión y el espacio es ocupado por células circundantes del órgano del esmalte. De las
células que rellenan este resquicio o hendidura, las más próximas a la superficie
sobreviven más, mientras las más próximas a la dentina sobreviven menos y generan
detritus o restos de células que ocupan la microfisura. Las microfisuras secundarias o
laminillas poseruptivas tienen, en general, el mismo origen, en lo que a los planos de
tensión se refiere, y se generan básicamente por traumas y cambios rápidos de
temperatura en ese lugar. En este caso, la hendidura es ocupada por materia orgánica
procedente de la saliva. La deformación térmica es inducida por la disparidad de
conducción del esmalte con la dentina, ya que el coeficiente de expansión térmica lineal
del esmalte es el doble que el de la dentina. Si se considera a la conductividad y a la
expansión térmica como movimientos moleculares, es evidente que por cada grado
centígrado en que la temperatura bucal se eleve, habrá desplazamiento del esmalte sobre
la dentina, especialmente en la CAD. Teniendo en cuenta estos conceptos, las laminillas
pueden tambiénclasificarseentrestiposdistintosdenominados:TipoA, Tipo B y Tipo C (figs.
37, 38 y 39). Tipo A: son las zonas hipomineralizadas, determinadas por segmentos de
UEBE poco mineralizados. Están circunscritas al esmalte y generalmente no sobrepasan
el tercio medio de este. Se forman antes de la erupción y son más numerosas en la zona
cervical de la corona. Para algunos autores son las verdaderas laminillas.
Tipo B: se forman también antes de la erupción, pero son zonas sin esmalte, ocupadas
por células degeneradas. Pueden llegar a atravesar la CAD y suelen ser más profundas
que las de tipo A. Sus paredes están formadas por esmalte de mineralización normal o
levemente hipomineralizado. Tipo C: se forman después de la erupción dentaria, pueden
introducirse en la dentina. Son zonas sin esmalte ocupadas por restos orgánicos
provenientes de la saliva. Para algunos autores, los tipos B y C son las verdaderas
microfisuras o cracks del esmalte. Las microfisuras están presentes en el 80-90 % de los
incisivos centrales y primeros molares de ambas arcadas, en el 70 % de los caninos
maxilares y entre el 30 % y el 50 % en el resto de los dientes. El espesor de las laminillas
o microfisuras con independencia de su tipo es variable y en general no sobrepasan unos
pocos micrómetros.

BIOPATOLOGÍA Y CONSIDERACIONES CLÍNICAS El conocimiento de la histología del esmalte resulta


imprescindible para interpretar la patología que afecta a esta CAPÍTULO 9 | ESMALTE 239
estructura dentaria y, por tanto, para comprender las bases científicas en las que asientan la
prevención y la terapéutica que aplica el profesional de la odontología. En relación con las
alteraciones patológicas y su prevención, distinguiremos: a) la caries dental y b) la acción de
substancias remineralizantes. En otro apartado describiremos los criterios generales en los que
debe fundamentarse la restauración y la ingeniería tisular del esmalte. a) Caries dental Es una
enfermedad multifactorial que se caracteriza por ser un proceso dinámico que afecta primero al
esmalte, que puede con posterioridad afectar también a la dentina y, por último, puede alcanzar la
pulpa y originar una pulpitis dolorosa. La caries destruye el esmalte y la dentina por un mecanismo
de desmineralización ácida, producido por los microorganismos de la placa bacteriana. La caries
dental se considera una enfermedad infecciosa y existen numerosos estudios que han
comprobado la transmisión de los microorganismos más vinculados a la caries de un diente a otro.
La caries dental afecta aproximadamente al 95 % de la población y, con mayor frecuencia, por su
complejidad topográfica, a las superficies oclusales de molares permanentes. Según la localización
de la placa bacteriana en la pieza dentaria, existen tres tipos de caries. 1. Caries de fosas, surcos,
hoyos (puntos o pits) y fisuras: se ubican en las caras oclusales de premolares y molares y en el
tercio oclusal y medio de las caras vestibular y palatina de los molares inferiores y superiores
respectivamente. La placa cariogénica puede también presentarse en la FIGURA 40. Identificación
del esmalte con el sistema FACE. En verde, esmalte sano; en azul, esmalte desmineralizado en
surcos y superficie; en rojo, caries en surco y junto con una restauración de amalgama. Los
números representan una escala de profundidad. cara lingual de los incisivos y caninos. Los hoyos,
puntos o pits son pequeñas depresiones puntiformes y redondeadas condicionadas por defectos
locales del esmalte. 2. Caries de superficies proximales y libres: se originan en zonas de difícil
limpieza y por macro y microdefectos, como líneas de imbricación y pits. 3. Caries de la unión
amelocementaria: afecta al cemento expuesto especialmente en personas adultas o por
enfermedad periodontal. El esmalte es de menor espesor y de mayor porosidad. Las tres
variedades difieren entre sí, además de su localización, por su extensión, diagnóstico y
tratamiento. Desde el punto de vista clínico, el estadio más inicial de caries, en cualquier
localización del esmalte, tiene aspecto de una mancha blanca opaca poco traslucida con superficie
intacta. Esta lesión no puede detectarse con métodos convencionales de diagnóstico,
especialmente en las zonas de fosas, surcos y fisuras de las caras oclusales. Actualmente se están
utilizando técnicas basadas en cámaras con luz fluorescente (sistema FACE) para detectar caries en
esmalte con precisión (fig. 40). Microscópicamente, esta lesión inicial de caries se caracteriza con
MO, pues presenta cuatro zonas (fig. 41): • La zona traslucida, ubicada en el borde interno de la
lesión, constituye el frente de avance de la caries con una pérdida mineral del 1,5 %. • La zona
opaca u oscura, ubicada externamente respecto de la anterior, representa una zona previamente
translúcida que se ha remineralizado. Cuanto más lento es el avance de la lesión, su tamaño es
mayor.

El cuerpo de la lesión, ubicado externamente a la zona opaca, representa la zona de


desmineralización y la más amplia de la mancha blanca. Tiene una pérdida mineral del 25 al 30 % y
un aumento en la cantidad de materia orgánica y de agua, debido a la penetración de bacterias y
componentes de la saliva. • La zona superficial o nanoremineralizada, localizada por encima del
cuerpo de la lesión, constituye la zona de defensa o protección. Por tanto, se observa que esta
lesión posee su mayor afectación a nivel subsuperficial del esmalte, puesto que a nivel superficial
precipitan iones Ca2+ y PO4 3– provenientes de la disolución subsuperficial o de la placa. Como es
una lesión de gran dinamismo en el intercambio mineral, este estadio inicial o de mancha blanca
es reversible cuando se aplican tratamientos remineralizantes. Cuando la lesión avanza en
profundidad y la mancha blanca pasa a tener clínicamente un color pardooscuro, negro o se
convierte en una lesión cavitada con la destrucción de las estructuras prismáticas (figs. 42 A y B y
43), el proceso se hace irreversible y deben utilizarse otros recursos terapéuticos que
comentaremos más adelante. El MET ha revelado que los cristales en la zona periférica de las
UEBE son más grandes y electrónicamente más densos en la caries. Estos son cristales
reprecipitados y su localización sugiere que dicha periferia podría desempeñar algún papel en el
desarrollo y avance de la lesión. A nivel molecular, la caries altera la distribución iónica de la
estructura de apatita. El esmalte aprismático no se disuelve en ácido tan rápidamente como el
esmalte prismático, lo que lo hace más resistente a la desmineralización por caries o al grabado
ácido. Las erosiones y abrasiones existentes en el esmalte pueden contribuir, en este sentido, a
facilitar el desarrollo del proceso carioso. Las primeras son áreas desmineralizadas de bordes
irregulares que originan sustancias ácidas orgánicas e inorgánicas que modifican el balance de
calcio y fósforo en la superficie del esmalte. Dichas sustancias están presentes, por ejemplo, en
jugos de frutas con pH muy ácido, en bebidas gaseosas, en las regurgitaciones de jugo gástrico de
algunos trastornos digestivos (p. ej., vómitos frecuentes en la bulimia),

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