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MONARQUÍA SAUDÍ

Arabia Saudita. La huella


indeleble del rey Salmán en
el reino
Instalado en el trono del reino de Arabia Saudita desde 2015,
Salmán Bin Abdulaziz fue borrado poco a poco por el
ascenso de su hijo Mohammed bin Salmán (MBS), príncipe
heredero oficial y virrey oficioso desde 2017. Sin embargo, el
legado del padre sigue marcando sobradamente las
decisiones de su hijo.
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POLÍTICAS > PHILIPPE GÉRARD > DE NOVIEMBRE DE

#Arabia Saudita #Monarquía

eddah, 15 de julio de 2022. El Rey


Salman Ibn Abdelaziz Al-Saud durante
su encuentro con el Presidente de los
Estados Unidos Joe Biden en el Palacio
Al-Salam NACIDO EN 1935, ENFERMO, PROPENSO A LA DISCRECIÓN, SALMÁN ES Traducido del francés por Ignacio
SPA/AFP
el 25º de los hijos conocidos del fundador del reino, Abdulaziz bin Mackinze.

Saúd (fallecido en 1953). Es probable que sea el último rey de su


generación. Antes de serlo, fue uno de los miembros más poderosos
de la dinastía, dentro de la familia Al Saúd, en el aparato de Estado y
en la vida cultural del reino. La herencia de Salmán es tan profunda
que, de hecho, ha dejado marcado el rumbo del reinado de su hijo
Mohammed bin Salmán (MBS).

Salmán funge incluso como garante para su hijo ante los círculos
clericales y también ofició de protector cuando MBS dio a entender
que las grandes causas panárabes (como la oposición a Israel) no
serían una prioridad. Aunque parezca liberado de las tradiciones
dinásticas, MBS adopta una estrategia notablemente moldeada en
función de la su padre. Los paquetes de reformas lanzados por padre
e hijo a partir de 2015 fueron menos una revolución que una
aceleración dentro de una coyuntura particularmente peligrosa para
la familia real en general y para la línea de Salmán en particular. La
ola de la Primavera Árabe llegó en 2011 a un país fragilizado por el
enfriamiento de las relaciones con la administración norteamericana
de Barack Obama y luego, en 2014, por la caída del precio del crudo.
Además, los cambios impuestos en 2015 por Salmán en el orden de
sucesión no cayeron bien no solo entre los últimos hijos de Bin Saúd
y hermanastros de Salmán, que podrían haber pretendido el trono,
sino también en una parte de la familia real.

DESCONFIANZA HACIA LOS MOVIMIENTOS


REFORMADORES INDEPENDIENTES

Desde 2017, con la marginación de los últimos competidores y


opositores dentro de la familia real, MBS asumió de facto el
virreinato. Ese rol fue oficializado en septiembre de 2022, cuando a
MBS se le atribuyó la función de presidente del consejo de ministros
(ra’is al-wuzara’), que desde el reinado de Faisal la desempeñaba el
propio rey. Aunque las diferencias entre el discreto rey Salmán y su
hijo mediático aparecen en escena durante episodios de tensión
interior o diplomática, en realidad permiten hacer pasar más
fácilmente una política sobre la cual ambos están de acuerdo.

Padre e hijo mantienen un nacionalismo sombrío y una desconfianza


hacia cualquier movimiento reformador independiente, como han
podido comprobar los clérigos wahabitas, sus pares chiíes y las
fundadoras del movimiento feminista. Ávidos de reconocimiento
internacional, ambos son, sin embargo, el resultado de una
educación local que no pasó por el exterior, a diferencia de la
mayoría de sus pares del Golfo: el primero fue a la Escuela de los
Príncipes, dentro del complejo palaciego de Al Murabba (Riad); el
segundo, a la Universidad Rey Saúd (también en Riad), donde estudió
Derecho antes de trabajar en la gobernación de Riad y en el gabinete
real. Para preparar su ascenso al rango de príncipe heredero, ambos
tomaron las riendas del estratégico Ministerio de Defensa,
reforzaron la jerarquía de la familia real y el aparato de Estado en
torno a los miembros más leales de su rama con una autoridad con
frecuencia brutal, y convirtieron a Riad en el laboratorio y vitrina de
su reinado.

En el Estado patrimonial institucionalizado a partir de los reinados


de Saúd y de Faisal, el equilibrio entre las ramas fundadas por los
hijos del rey fundador descansaba en el reparto de la administración
del reino en monopolios celosamente cuidados. Pocos eran los
órganos de la administración que escapaban a este reparto de las
riquezas. Faisal y sus hijos se encargaban del control del Ministerio
de Asuntos Exteriores; Sultán y sus hijos, del de Defensa; y Nayef y
sus hijos, del de Interior. Antes de hacer caer este sistema
accediendo al reinado y recuperando el control del conjunto del
aparato de Estado, el emir Salmán había recibido su parte: la
provincia de Riad.

CONVERTIR A RIAD EN UNA VITRINA

Mientras sus hermanos y hermanastros se sucedían en el trono,


Salmán se fue ganando poco a poco el rol de virrey oficioso e
inamovible desempeñando el cargo de gobernador de la capital de
1955 a 1960 y de manera continua desde 1963. A fines de la década de
1960, para responder al crecimiento acelerado de Riad y aplacar los
primeros focos de descontento social y político que brotaban en los
nuevos suburbios, inauguró los primeros planes de desarrollo de la
ciudad, que reorganizaron el urbanismo. Paradójicamente para un
príncipe que decía ser un aficionado a la historia, el desarrollo
urbano se llevó adelante al costo de la destrucción de los barrios
históricos, salvo la fortaleza Al Masmak, vestigio intocable de la
conquista de Riad por Bin Saúd en 1902. Ese desarrollo urbano tuvo
el mérito de enriquecer a los propietarios de terrenos y de bienes
inmobiliarios asociados a los numerosos contratos de construcción y
de obras públicas administrados por la gobernación. A Salmán le
permitió no solo ser el interlocutor obligado de todos los jefes de
Estado y dignatarios extranjeros de visita en el país, sino también el
vigilante minucioso de la vida de la familia real, de los rumores y de
las relaciones entre las instituciones de la capital.

El príncipe de Riad ejerció el rol de facilitador y árbitro en jefe de los


conflictos familiares. Los rumores (más que los hechos
comprobados) le atribuyen a Salmán un papel decisivo en el Consejo
de Familia (Majlis Al-Usra) instituido bajo el rey Fahd (reinado de
1982 a 2005) y en el Consejo de la Lealtad, instituido por el rey Abdalá
(reinado de 2005 a 2015) para solucionar los delicados asuntos
relativos a la sucesión. La cercanía del emir con su hermano, el rey
Fahd, le valió un apoyo financiero y político constante, por lo menos
hasta el ataque cerebral sufrido por Fahd en 1995, que convirtió al
príncipe Abdalá, hermanastro de Salmán, en el regente de facto del
reino.

UN NUEVO PACTO CON LAS ÉLITES

El impacto de la guerra del Golfo (1990-1991) llevó al emir Salmán a


revisar por primera vez la dimensión política de la gestión de Riad y a
convertirla en el laboratorio de un nuevo pacto con las élites
económicas del reino. Al grave cuestionamiento de la legitimidad de
la dinastía durante la guerra se sumó la recesión económica que
atravesaban los países productores de hidrocarburos. En 1995-1996,
una serie de atentados terminó de convencer al conjunto de la
dinastía a apoyar y extender la nueva estrategia del emir. El propio
regente y luego rey Abdalá terminó adhiriendo a las orientaciones
impuestas desde la provincia de Riad por su hermanastro Salmán.
Luego de un comienzo prometedor en el reino, la política de diálogo
nacional, estrenada por el rey Abdalá para responder al riesgo del
terrorismo interior y exterior, se vio afectada en la década de 2000
por un conservadurismo destinado a proteger la dinastía y quedó
estancada.

Con ayuda de consultores y de urbanistas extranjeros, se elaboraron


nuevos planes de desarrollo para la ciudad. Estaban supervisados por
un conjunto de instituciones (la fundación del rey Abdelaziz, la
Autoridad para el Desarrollo de Riad) que permitían eludir los
diferentes ministerios afectados y que estaban bajo el control directo
del príncipe-gobernador y sus asesores más cercanos. La utilización
de esos organismos y comisiones hegemónicas, comparadas con las
administraciones consideradas demasiado lentas o de una lealtad
sospechosa, fue retomada en 2015, cuando MBS tomó la dirección del
flamante Consejo de Asuntos Económicos y de Desarrollo y anunció
el plan “Visión 2030”, y también en 2017, cuando ocupó el lugar de su
tío Muhammad bin Naif al frente del Consejo de Asuntos Políticos y
de Seguridad.

REORIENTACIÓN DE LA HISTORIA

En Riad como en La Meca, las grandes obras públicas relanzadas


durante la década de 1990 ofrecían contratos de todo tipo,
bienvenidos en períodos de incertidumbre petrolera y hasta de
recesión. Estrecharon los lazos de la dinastía con las élites
económicas más leales a la rama dinástica en el poder, a expensas de
otros grupos familiares caídos en desgracia. Permitieron inscribir en
el espacio público el nuevo relato nacional, elaborado por los
asesores del príncipe Salmán y por una cantidad impresionante de
gabinetes de asesoramiento en desarrollo, turismo y arqueología. La
parte wahabita de la historia de los emiratos saudíes fue perdiendo
voz poco a poco, deslegitimando la sahwa islamiyya (el “despertar
religioso” que sostuvo el florecimiento de los movimientos islamistas
desde la década de 1960) y centrando el relato oficial solamente en la
dinastía Saúd.

Esta reorientación de la historia estuvo acompañada por la puesta en


vereda de los clérigos, incluidos descendientes de Mohamed Ibn
Abdalwahhab, y por la toma del control de las instituciones que
aquellos manejaban (como la policía de las costumbres o los
ministerios de Educación y de Justicia). El ascenso al trono de
Salmán en 2015 y el virreinato de su hijo solo marcan una etapa
adicional de esa marginación a veces violenta de los miembros más
críticos del clero saudí. Una consecuencia de esa transformación de
la historia es que en 2022 se instauró un “día de la fundación” que fija
la creación del primer emirato de los Saúd en 1727, fecha de la llegada
al poder de Mohamed Bin Saúd en el oasis de Diriyah, y no la fecha
tradicional vigente hasta entonces de 1744-1745 (año del pacto entre
Bin Saúd y el predicador Mohamed bin Abdelwahab).

El renombre de Salmán como “el príncipe de los letrados (amir al-


udaba) y “de los historiadores” ya era conocida cuando ascendió al
trono. El patronazgo con frecuencia directo de las instituciones
culturales de Riad (Fundación rey Abdulaziz, Biblioteca Nacional Rey
Fahd, Comisión para el Desarrollo de Riad y Comisión para el
Desarrollo de Diriyah) no solo propició la multiplicación de afiches
con su retrato y elogios en cada inauguración de museo, biblioteca o
simposio: también le confirió a Salmán el rol oficioso de supervisor
de la historia de los Saúd y por lo tanto, en términos más globales,
del relato nacional modernizado del país. También legitimó la política
de las grandes obras públicas que no dejaban de transformar la
capital.

Así que en 1996 se anunció el plan Medstar (Metropolitan


Development Strategy for Al-Riyadh), junto con los preparativos para
el centenario de la celebración de la conquista saudí de Riad en 1902,
que todavía era considerado el acontecimiento fundador del reino.
Las monumentales obras públicas de restauración y de construcción
de instituciones públicas fueron aceleradas para las celebraciones,
que comenzaron en 1999. La fama de letrado de Salmán, siempre
abundantemente difundida, funcionó como un contrapeso útil a la
agresiva política exterior del reino desde 2015, sobre todo en Yemen.
A las numerosas cátedras de investigación universitaria fundadas en
el reino bajo la dirección del emir Salmán se sumó el King Salman
Humanitarian Aid and Relief Centre, encargado de brindar asistencia
saudí en Siria y principalmente en Yemen.

El hijo heredó paradojas de su padre; el reino, políticas elaboradas en


Riad. La política represiva hacia los clérigos resultaba conservadora.
La promoción de una forma de secularización de la cultura y de los
comportamientos seguía estando bajo el monopolio de una rama
(MBS, sus hermanos y hermanastros de la dinastía) que fijaba sus
líneas y su ritmo. La adopción declarada de principios neoliberales
para promover el desarrollo económico del reino no impidió los
brutales llamados al orden en nombre del interés superior del
Estado. Salmán, hijo de Abdelaziz, no tuvo mucho tiempo ni margen
para ser rey. Sin embargo, su herencia en Riad, en la familia real y en
el reino resulta bastante potente para marcar de sobra el camino
adoptado por su hijo Mohamed.

PHILIPPE GÉRARD

Historiador.

MARZO DE OCTUBRE DE

Cómo las monarquías del Golfo Marruecos. Gobernanza a la


construyeron la fortuna del deriva en medio de una
exrey Juan Carlos tormenta social
IGNACIO CEMBRERO OMAR BROUKSY

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