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Uno de los principales problemas de la estética como ciencia, es el hecho de que su campo de

estudio no se encuentra perfectamente delimitado, como en otras áreas del conocimiento. Esto,
convierte a la experiencia estética en algo complejo y variado, al estar íntimamente relacionada
con la contemplación de hechos, la participación en los mismos o la acción artística.

Si observamos detenidamente los primeros 2 paradigmas, podemos estar de acuerdo con ellos
hasta cierto punto. En primera instancia, porque a pesar de que la mayoría de escuelas artísticas
han forjado sus propios objetos estéticos de acuerdo a su contexto y necesidades, comparten la
idea de que la observación del fenómeno artístico, implica una reacción por parte del receptor.

Dicha reacción involucra la participación de lo subjetivo, que entra en rigor en el preciso instante
en que las propiedades del objeto, ya sean materiales, visuales o sonoras, causan en quien
observa alguna emoción positiva o negativa, llegando a forjar así un concepto de belleza. Ahora
bien: en cuanto a la posibilidad de la creación artística, debemos recordar que la estética como tal,
se refiere al estudio de las reacciones en torno a un objeto bien constituido, o por lo menos es lo
que se ha intentado focalizar en la actualidad, no sin cierto tropiezo.

Tal afirmación nos obliga a entender el hecho de que, Es precisamente esto lo que nos brinda una
segunda paradoja, alusiva a saber si la experiencia estética se da únicamente por la observación de
la obra de arte, o también en lo concerniente a los elementos creados por la propia naturaleza.

Entonces, ¿qué importará más? ¿La experiencia resultante de escuchar una tocata y fuga de
Johann Sebastian Bach, ¿o la sensación de confort surgida de la contemplación de un bonito
paisaje? Ciertamente, ambas habrán de provocarnos una reacción, pero será la correlación que
exista entre ellas lo que a consideración de quien suscribe, provocará un mayor entendimiento
sobre la llamada experiencia estética.

como si todas estas cuestiones no constituyeran un problema difícil de desentrañar, se adhiere a


nuestra lista otro, directamente relacionado con el concepto de belleza. ¿a qué clase de objetos
denominamos bellos? ¿bajo qué características deben estar sometidos para lograr tan alto ideal?

Finalmente, Al haber llegado hasta este punto, nos queda claro que, al estar íntimamente
conectada con la experiencia subjetiva, enclavada en el tema psicológico, histórico y contextual de
cada individuo; la definición de belleza, desde una concepción cerrada y estandarizada, también se
imposibilita.

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