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Nombre: Fabian Villarroel Torres

Materia: Filosofía Moderna I

ENSAYO: SOBRE LA BELLEZA Y SU RELACIÓN CON EL PENSAMIENTO DE


BAUMGARTEN

¿La percepción de la belleza es racional o no? ¿Qué se puede definir como bello? ¿La
belleza es siempre perfecta? Baumgarten, filósofo alemán del siglo XVIII, quien tuvo como
referentes a Leibniz y a Wolff, y que también sirvió de inspiración para algunos escritos de
Kant años después, profundizó sobre estas preguntas y muchas más relacionadas a lo
bello y el arte en general. Él fue quien propuso el estudio de la belleza y el arte como algo
independiente, llamando a esta rama “Estética”.

El define la Estética de la siguiente manera: “Teoría de las artes liberales, gnoseología


inferior, arte de pensar bellamente, arte análoga a la razón, ciencia del conocimiento
sensible”.

Baumgarten pensaba que había dos tipos de razonamiento. El primero utilizaba


principalmente la lógica y podía entender las relaciones entre objetos meramente
racionales (ej. La relación de los números en las matemáticas). Este tipo de razonamiento
o gnoseología superior era el que se veía en las ciencias y cuyos objetos eran fácilmente
distinguibles y claros. Por otro lado, el segundo, tenía objetos que no poseían una claridad
tan grande como los números. Estos podían ser palabras en la poesía, melodías en la
música, expresiones de color en un lienzo, etc. A este tipo de “razonamiento”, que no
respondía con la exactitud de la lógica, era para él una gnoseología inferior. Esto no
quiere decir que el razonamiento lógico vaya por encima del sensorial, sino que atienden
a objetos diferentes. Es un poco forzoso y quizás ineficaz, tratar de entender una obra de
arte, meramente a través de las matemáticas o la lógica, dejando a un lado otros factores,
como la sensibilidad emocional, etc. De esta forma, para Baumgarten, la estética es la
ciencia del conocimiento sensitivo y la lógica del conocimiento intelectual. Sin embargo, si
bien para este pensador, no se usa la lógica en un sentido estricto, propone algunos
principios que pueden ayudar a exaltar la belleza en las obras artísticas. Él toma como
principal ejemplo, el caso de la poesía. Indica que principios como el ritmo, la métrica, el
uso de alegorías, sinécdoques, etc., podían embellecerla.
Para Baumgarten la belleza era perfecta, pero a su vez dependía de la subjetividad y la
percepción del que la contempla en la obra. Esta contemplación va ligada a la sensibilidad
y la emotividad para causar un impacto artístico o placer tras la apreciación del arte.

Quizás podemos estar de acuerdo con la clasificación que hace este pensador, sin
embargo, queda la cuestión primigenia: ¿Cómo podemos definir lo bello?

Es muy difícil realizar dicha definición, porque como Baumgarten indica, la filosofía se
ocupa más de los conceptos y en el arte no sucede esto. No obstante, el arte tiene que
ser fuente de emotividad cuando es percibido. Algo que no produce un mínimo de
emotividad o impresión no puede ser catalogado como arte o bello. Ahora dentro de lo
bello, está lo que produce impresiones en el contacto inmediato con los sentidos y aquello
que las produce adicionando a los sentidos, un proceso mental, un pensamiento.

En el primer caso, por ejemplo, cuando uno ve una persona bella, no se razona
inicialmente: “Esta persona tiene cierta proporcionalidad de cuerpo, parece saludable,
atlética, con simetría en la cara y ojos vivos”, sino que sencillamente, en la fugacidad del
momento, hace contacto visual (sensorial) y le genera la impresión de belleza.
Espontáneamente, como si de un chip de fábrica se tratase, nuestro cerebro responde a
dichas señales al presenciar un cuerpo estético. Por otra parte, en el segundo caso, hay
objetos de belleza que llegan a ser percibidos en dos fases. Una inicial en que al
presenciarlos ocurre una impresión a los sentidos, pero que para completarse requiere de
un pensamiento o proceso racional. Esto puede pasar en las obras pictóricas. Uno puede
ver un cuadro bello y sentirse impresionado porque le llaman la atención los colores, la
disposición de las figuras, las sombras y la escena. Sin embargo, puede que el cuadro
represente una situación muy emotiva como una guerra, una fiesta, una imagen trágica de
un hijo muriendo en las manos de una madre, etc. Son innumerables los potenciales
escenarios, pero cuando el observador entiende el contexto de la imagen y piensa: “Esta
escena corresponde a determinada época, donde sucedían ‘X’ eventos y simboliza ‘Y’
cosa”, ya existe un proceso mental, racional que complementa a la impresión inicial,
netamente sensorial. He ahí que, en algunos casos, el objeto de belleza usa la
transmisión de un mensaje o simbolismo para evocar la emotividad.

Si bien Baumgarten expresó que la belleza es perfecta, no entró en mucho detalle al


explicar a que se refería con dicha perfección. No podemos considerar a los objetos
bellos, como dotados de perfección porque ellos mismos difieren en su grado de belleza.
Hay objetos, obras, etc., que son más bellas que otras. Por tanto, algo puede ser bello,
aun contando con ciertos niveles de imperfecciones e incluso yendo más allá, algunos
pequeños rasgos de imperfección pueden potenciar la belleza de un objeto en
determinados contextos.

Sobre si la belleza es subjetiva u objetiva, se sabe que es un tópico del cual no se


sacaron conclusiones y que invita a un eterno debate, sin embargo, dejar todo el arte y la
noción de belleza al ámbito de la subjetividad es algo simplista, porque aquello que es tan
fácil de caer en la relatividad carece de valor. El ejemplo exacerbado del subjetivismo en
lo que a la percepción de la belleza respecta, está en algunas “obras de arte” como el
Comedian de Maurizio Cattelan que consiste en un plátano pegado con cinta adhesiva en
la pared y que fue vendida en 120.000 $us, o también, el caso del vaso de agua medio
lleno creado por Wilfredo Prieto y que fue vendido en 20.000 $us.

Por otro lado, si uno abusa de la objetividad, anulando cualquier tipo de valoración
subjetiva sobre la belleza, se cae en una imposición, una visión absoluta y sin discusión,
sobre una materia en la que es innegable el papel de la percepción individual. Si fuera así,
las matemáticas o el pensamiento lógico serían bastante suficientes para juzgar lo bello.

Sin embargo, es posible que algo sea más bello, en tanto sea más universal. Esto quiere
decir, que sea apreciado como bello por la mayor cantidad de seres humanos. Y para
causar esa impresión de belleza, debe ser independiente de las modas, la cultura, el nivel
de instrucción, etc. Lo que significa que tiene que tocar, sensibilizar, impresionar ese
aspecto humano común que dista en cierta medida del subjetivismo y que a su vez se
aproxima (aunque no completamente) a una dimensión más objetiva. Este es el caso de
la belleza de la naturaleza, de las personas o de obras que reflejan muy claramente
aspectos conmovedores de la humanidad y el mundo, que no necesitan de una excesiva
racionalización o historia forzosa y pomposa detrás. En otras palabras, que sea la obra o
el objeto en sí mismo el que aporte en su mayoría la experiencia de belleza, más que su
interpretación.

Esto va relacionado a que la naturaleza opera de una forma particular en la cual todo está
sincronizado. Los humanos pueden realizar obras de arte muy bellas, pero ya el mismo
artista parte de un concepto antes de crear la obra, el cual está atado a una forma de ser,
pensar y expresarse. Por tanto, esto ya trae un sesgo a la belleza emanada por su obra,
lo que disminuye su universalidad. La creación del artista está cargada además de otros
aspectos como la historia personal, la cultura, técnica aprendida, etc. Todo esto genera un
mayor campo de acción a la subjetividad. En cambio, la naturaleza no tiene una forma de
pensar, técnica, ni nada por el estilo. Ella, en su modo de operar bajo el cual tanto nuestro
entorno como nosotros mismos hemos emanado, crea la belleza, una más próxima a la
perfección porque minimiza las potenciales discusiones sobre su estética; es más
objetiva.

¿Y por qué la belleza de la naturaleza y sus creaciones tiene una mayor proximidad a la
perfección? Por varios motivos. Primero porque no necesita de un relato enrevesado por
detrás como en algunas obras de arte (especialmente contemporáneas) para recién
generar la experiencia de lo bello. Otro motivo, aún más importante, es porque lleva en su
esencia, la expresión de la vida. En este sentido, la naturaleza usa la belleza para
expandir la vitalidad. En el caso de los seres humanos, la belleza es una señal que sirve
para la reproducción porque muestra salud en ambos géneros. La belleza de las mujeres,
muestra que pueden dar a luz a un hijo sin problemas además de amamantarlo y nutrirlo.
La belleza masculina en cambio, está más asociada a la fuerza física, algo bastante
necesario para la caza. De esta forma, se puede observar que, si bien hoy en día la razón
ha hecho muchas más sofisticadas y complejas las formas en que percibimos lo bello,
responden inicialmente a parámetros primitivos. Cada cierto tiempo cambian las modas
en el uso de ropa y maquillaje, nuevos tipos de cirugía plástica aparecen, pero nuestra
mente suele responder positivamente cuando se nos presenta un cuerpo saludable y
tonificado, así como sucedía miles de años atrás.

Respecto a los objetos creados por los seres humanos, ¿qué puede ser considerado arte
y que no? ¿por qué? Hay características en las obras, que por más que no sean
absolutas sirven de cierto parámetro para rastrear la belleza en ellas. Estas varían acorde
al tipo de expresión artística, es decir, sea cine, pintura, escultura, poesía, música, etc.
Sin embargo, existen cosas en común, como la expresión de algo que pueda impresionar
o conmover, reflejar una situación que invite a la reflexión o que muestre una dimensión
profundamente humana, la calidad técnica, en el caso de existir simbolismo, que no sea
mayor a la obra en sí misma; armonía, cierta unicidad, carácter propio, etc.

Esta mezcla de cualidades puede aportar mucho a que una obra sea estética. Todo
aquello que sea fabricado en masa, que no tenga ningún tipo de carácter o “alma”
expresada por el artista, o excesivamente simplista con un simbolismo forzado para tratar
de justificar la escasez de trabajo en la obra, difícilmente podría ser considerado artístico.
Lo trillado, repetitivo, sin originalidad, también podría distar de lo artístico. Si bien la
matemática es insuficiente para juzgar lo bello, en algunos casos puede ser útil. En la
música, muchos acordes y arpegios suenan bien entre sí porque hay una proporción entre
ellos. La improvisación en el jazz por ejemplo, no lo es totalmente, en el sentido de que se
crea que se tocan notas al azar, sino que hay toda una teoría musical por detrás,
secuencias entre tonos, semitonos, acordes, trasposiciones, etc. Se improvisa, pero
dentro de esos parámetros que tienen cierto orden. En la pintura, también hay armonía
entre los colores, ubicación de ciertos objetos, juegos de luz, simetría, etc. En la danza
está la sincronización de movimientos, ritmo y fluidez; en el cine las tomas en ángulos
convenientes, desarrollo del guion, historia, realismo en la actuación, emotividad, etc.
Cada tipo de arte tiene su forma particular de expresarse, con cualidades distintas. Los
que sean expertos en el análisis de estas características, profesionales de la estética,
tendrán un conocimiento más profundo sobre lo técnico, podrán entender más sutilezas
de las obras y posiblemente experimentar algo más de la belleza de la obra. Sin embargo,
lo verdaderamente bello, puede en términos generales ser percibido por cualquier
persona, al punto incluso de conmoverla profundamente sin ni siquiera saber
conscientemente sobre armonía en el ritmo, proporcionalidad, teoría de colores, historia
de la literatura, u otros. El sujeto percibe el objeto artístico e inmediatamente se
impresiona con lo que ve, hay algo en lo más recóndito de si mismo, que no puede
explicar, que le dice: “mira lo bello que es esto”.

Por tanto, por más que haya una gran influencia de la subjetividad a la hora de apreciar la
belleza, no es carente por completo de objetividad. ¿Se puede coincidir con Baumgarten
en que la estética es una racionalidad de segundo orden? Evidentemente. Si bien no se
usa estrictamente la lógica o las ciencias duras para analizar lo bello (a pesar de que en
algunos casos puedan ayudar), son otras facetas, más flexibles, pero no por ello sujetas
al azar, que están impresas a priori dentro de las personas que permiten apreciar lo bello.
¿La belleza es perfecta? No necesariamente. Busca la perfección, pero es muy difícil
determinar que es perfecto y que no, especialmente en términos estéticos. Sin embargo,
aquello que sea más profundo y conmueva más, puede acercarse a ella.

BIBLIOGRAFÍA

Baumgarten A.G. – Aesthetica (1750)


Julio del Valle – La dignidad de la imaginación. Alexander Baumgarten y el contexto de
nacimiento de la estética. (2011)

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