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Ratio descidendi sentencia T-812/ 2011

En esta sentencia para poder dictar un fallo, la corte constitucional tuvo que tocar el tema
sobre las sanciones corporales, planteando lo que anteriormente se ha expuesto en otras
sentencias, y es que sanciones pertenecientes a la cultura indígena, tales como el cepo,
latigazos o fuetazos están permitidas y no se consideran contrarias a los derechos y principios
fundamentales que se plasman en la constitución política.

Se reafirma que para poder juzgar a una persona bajo la jurisdicción especial indígena es
necesario tener en cuenta los factores establecidos. Para el caso en específico fue necesario
tener muy en cuenta el factor territorial y el factor personal o subjetivo, es decir que es
necesario no solo evaluar el lugar geográfico donde se cometió el acto a juzgar, sino también la
virtud del sujeto, el nivel de integración de la persona a la comunidad indígena, de igual manera
la facultad de las autoridades de los pueblos indígenas para resolver casos, está sometida al
respeto de los derechos a la vida, a la prohibición de la tortura, los tratos crueles, degradantes e
inhumanos y al debido proceso, que son principios de mayor monta que la diversidad étnica y
cultural y sobre los cuales existe un verdadero consenso intercultural.

En conjunto con la idea anteriormente plasmada por la Corte, se expone que las comunidades
indígenas son autónomas para fijar el tipo de sanciones que se pueden imponer, así como
penalizar faltas contra la moral, de manera que, por ejemplo, en la comunidad Paéz, la pena de
fuete no constituye ni tortura ni trato cruel, inhumano o degradante, así como en la comunidad
Embera-chamí, la sanción del cepo tampoco es contraria a la Constitución, sumado a esto se
dejó en claro que cuando las sanciones físicas están encaminadas a la corrección de
comportamientos y, en el caso de los niños y jóvenes, a su sana formación, sin apelar a la
tortura ni a la violencia, no implican la vulneración de los derechos fundamentales del sujeto.

Otro punto de apoyo en el que se sostiene la Corte en cuanto a este aspecto de sanciones
físicas es la sentencia C-371 de 1994, la cual menciona que se puede sancionar a los menores
de edad mediante un castigo corporal siempre y cuando no se use la violencia, que según la
UNICEF, se define como “el uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho o como
amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga
muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del
desarrollo o privaciones”. Por lo tanto, siempre que el castigo no constituya “un acto de
violencia física, sexual o emocional”, está permitido. 

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