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UNIVERSIDAD NACIONAL PEDRO RUIZ GALLO

Facultad de Derecho y Ciencias Políticas

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

LECTURA SOBRE “ALGUNAS REFLEXIONES DEL SISTEMA


PENITENCIARIO EN EL PERÚ” POR EL AUTOR BERLY GUSTAVO CANO
SUAREZ

NOMBRES: Janasely Yamali Yarango Julca

SECCIÓN: 4to A FECHA: 29/11/2022

1. ¿Según este autor el tratamiento penal en las cárceles peruanas debe ser integral
y progresivo, usted está de acuerdo?

Definitivamente debe existir un tratamiento integral y progresivo:

En primer punto debe ser integral, porque el estado no solo impone penas severas
para obtener la exclusión del recluso de la sociedad sino por el contrario, lo que se
busca es que en la privación de su libertad este pueda recuperarse, mediante un
tratamiento adecuado, lo que conllevaría a realizar su reincorporación a la sociedad,
lo que deviene en un apoyo por parte del estado como proporcionar óptimas
condiciones, equipos e instrumentos de educación y trabajo, asistencia especializada
personal, servicios sanitarios y de alimentación acorde a la dignidad y todo lo que
contribuya a su reinserción, todo ello va a permitir que el recluso pueda lograr ser
una persona íntegra, es decir aquella que considera bueno para la misma sin afectar
los intereses de otros individuos.

En segundo punto es que todo aquel proceso será de forma progresiva, efectivamente
tratándose de personas privadas de su libertar como consecuencia de un delito, es así
que no es tarea fácil, por lo que el reo es sometido a diversos proyectos, incentivos,
actividades, tanto personales como en conjunto de otras personas de su misma
condición la cual va a permitir el desarrollo gradual, por el hecho de tratarse de
personas se sabe que la trasformación y mejora deviene en complejo, por lo que el
tratamiento integral como características principal es el progresivo cambio del reo
para el bien como persona y como un futuro buen ciudadano para la sociedad.

2. ¿Por qué la criminología clínica determina que la resocialización solo es posible


cuando el propio condenado sea verdaderamente estimulado?

Para poder obtener un buen resultado, es crucial un proceso debidamente planificado,


esto es elaborar un plan conforme los objetivos que en el caso es la resocialización,
lo que logrará este objetivo es que el condenado esté estimulado , lo que quiere decir
que no basta con solo proporcionar al reo actividades o trabajos, sino también el
debido seguimiento personalizado, para un diagnóstico de su desarrollo tanto social,
físico, psicológico, asimismo esto recae en la responsabilidad de la administración
penitenciaria de la mano con el estado y las políticas de desarrollo integral, lo que se
concluye que las autoridades pertinentes deben cumplir con todas las exigencias y no
de aquellas prácticas y militarizadas y muy duras, sino de lo que verdaderamente
necesita un reo, es decir aquella persona que aún tiene dignidad humana a pesar que
ha cometido delitos, no lo hace menos importante, quizás ahí es donde deviene la
deficiencia de la estimulación, el no tenerles posibilidad de alguna de mejorar, sino
simplemente esten descartados de un progresivo avance sin haber aplicado en un
100% todo lo necesario para adaptarse socialmente.
3. ¿Diga si es verdad que la política criminal de nuestro país está dirigida para un
tratamiento humanitario en los penales

En nuestro país no existe un tratamiento humanitario, lo que se aprecia en la realidad


es un severo endurecimiento en el trato hacia el privado de su libertad, así como las
condiciones extremas en las que algunos establecimientos penitenciarios tienen, así
produciendo contras al desarrollo íntegro del reo como es su desadaptación, no sirve
de nada plantear políticas de trabajo o educación si no hay condiciones, el objetivo
queda frustrado y como consecuencia es que en vez que salga un rehabilitado, lo único
que se libraría es una ciudadano recuperado de su libertad y todos los derechos que
se le privó estando a recaer o continuar acto ilícitos potencialmente. Asimismo, no es
una solución por pate del estado solo criminalizar y sobre criminalizar, creyendo que
con ello habrá más resultado que aplicar en un 100% medidas integrales progresivas,
se puede notar que el estado no apuesta realmente por una resocialización, uno de las
causas es que no cuenta con el financiamiento, o que prefieren destinarlos a otras
necesidades que consideran importantes y aportador en el país, sea proyectos de otra
índole (construcción, inversión, salud, educación) .

4. ¿Por qué cree usted que el TCP ha establecido que la concepción de beneficios
penitenciarios es facultad del legislador concederla o no?

Desde mi perspectiva se refiere a que los legisladores quienes, en virtud de la


competencia que les asiste, son los creadores de una serie de beneficios o medidas
penitenciarias, precisando además que para acceder a ellos se debe cumplir con una
serie de requisitos establecidos por la misma normativa; es decir, mediante lo
dispuesto en el Código de Ejecución Penal y Reglamento del Código de Ejecución
Penal, siendo que estos nacen del propio trabajo del Aparato Legislativo. Asimismo,
cabría también colegir que son los legisladores quienes se encuentran facultados de
determinar cuál es el concepto o definición de los llamados beneficios penitenciarios,
esto es, si son gracias, estímulos o derechos que tiene el interno.
Ahora bien, se debe tener en consideración que, para la creación y desarrollo de los
requisitos a cumplir a fin de su concesión se tiene como pilar que “los derechos no
son absolutos y en determinadas circunstancias cuando se halla en riesgo la
convivencia social, tiene que ser limitados, restringidos o eliminados”; es en ese
sentido, que estos beneficios penitenciarios se encuentran sujetos a lo dicho de que el
“Estado no puede tratar por igual a todos” y si bien toda persona puede exigir el
respeto a su dignidad, en el caso de aquellos sujetos que han transgredido el
ordenamiento jurídico por ofender bienes jurídicos tutelados por el derecho penal, la
dignidad estos es respetada de forma mínima; por tanto, queda debidamente
fundamentado que el Estado le otorga un trato diferenciado a todo aquel que se apartó
de la sociedad.

5. ¿Qué opina usted que la inseguridad ciudadana en el país está alentada por el
propio gobierno?

Desde mi postura no se puede negar que en la actualidad existe una alarmante cifra
que refleja la inseguridad ciudadana en el Perú; que el incremento de penas, la
creación de nuevas figuras delictivas o circunstancias agravantes de los tipos
delictivos no disuaden ni en una mínima proporción los innumerables casos de
víctimas de robos, hurtos, feminicidios, extorsión, secuestro, etc. Por el contrario,
pareciera que ello incentivará aún más al sujeto activo a la comisión de la figura
delictiva.

Respecto a que sea el propio gobierno quien aliente la inseguridad ciudadana a


través de la difusión de diversas notas periodísticas de algunos medios de prensa,
podría tenerse en consideración que lo que busca el gobierno es persuadir al
ciudadano de a pie el peligro o riesgo que trae consigo al salir de casa; sin embargo,
desde mi perspectiva, la inseguridad ciudadana traspasa una simple nota periodística,
pues es algo que vemos a diario sin necesidad de encender nuestra televisión o utilizar
algún dispositivo electrónico para visualizar las noticias, toda vez que a diario vemos
o escuchamos situaciones lamentables de diversos hechos punibles comentados por
nuestros propios allegados y que, por distintas razones quedan impunes, lo que genera
un sinsabor en la ciudadanía y acrecienta la idea respecto a que en el Perú la justicia
es solo un saludo a la bandera.

6. ¿Está usted de acuerdo que con el ingreso del sentenciado a un penal surge una
relación jurídica de contraprestación de derechos y obligaciones entre ambos?

Como grupo compartimos la postura expresada por Berly Gustavo Cano Suárez, el
cual alega que el ingreso del sentenciado al establecimiento penitenciario, origina una
relación jurídica de sujeción entre este último y la administración penitenciaria,
siendo que en la teoría eso es verdad, pues la autoridad del penal tiene la obligación
de no inocuizar ni marginar al delincuente, sino por el contrario, ser el apoyo que se
requiere para lograr su resocialización, asimismo es indispensable el rol que tienen
los denominados beneficios penitenciarios, pues generan en el interno un incentivo o
impulso para inclinarse por el estudio o trabajo, lo cual coadyuvará a que,
dependiendo el delito cometido, pueda disminuir el tiempo de su estadía en el penal,
pues podría acogerse a solicitar algún beneficio penitenciario, siendo para ello
obligación del interno mantener una conducta favorable pues eso se plasmará en los
diversos informes que expida la autoridad administrativa del penal, todo ello en pro
del interno. Además, del trabajo o estudio que ha venido ejerciendo, y de otros
documentales otorgados por la autoridad administrativa a la autoridad judicial, a fin
de contar con el material suficiente más la apreciación personal sobre el interno para
determinar si le concede o no el beneficio penitenciario al solicitante.

7. Según este autor, ¿está a favor o en contra del otorgamiento de los beneficios
penitenciarios?

El autor asume una posición humanista en las normas y tratamientos, es decir que no
se inclina a la eliminación u obstaculización de los beneficios penitenciarios. Por el
contrario, establece que estos beneficios penitenciarios juegan un rol transcendental
que impulsan al interno a prodigarse al estudio, trabajo, al buen comportamiento y
plasman incentivos nucleares, puesto que el tratamiento penitenciario tal como se
realiza en condiciones insatisfactorias, genera contagio criminal intramuros (dentro
del establecimiento penitenciario) y por la propia larga duración temporal de las
condenas, la instauración de una cultura marginal que guarda resentimiento u odio a
la sociedad por parte de la persona que lo sufre.

8. ¿Qué derechos fundamentales se deben reconocer a los internos en un centro


penitenciario?

En términos generales podemos afirmar que “siendo el recluso internado en un centro


penitenciario sujeto de derecho, como regla general disfrutará de los derechos que la
Constitución reconoce a todos los ciudadanos, si bien sobre la base del régimen
jurídico especial al que se encuentra sometido, algún derecho aparece imposibilitado
en su ejercicio, como es el caso del derecho de la libertad; y otros aparecen limitados
o restringidos”.

A continuación, mencionaremos algunos de ellos:

a.- La dignidad de la persona humana:

El artículo 1° de nuestra Constitución consagra que la defensa de la persona humana


y su dignidad constituye el fin supremo de la sociedad y del Estado, en virtud de tal
disposición, todo acto o acción debe procurar su protección y desarrollo.

La dignidad constituye una categoría que no excluye, por ningún motivo o


circunstancia, a ningún ser humano. Por tanto, la protección jurídica que de ella
emana, se extiende a los detenidos o encarcelados, sin importar las razones hechos
que originaron tal condición.

b.- El derecho a la vida

Nuestra Constitución Política de 1993 ha determinado que la defensa de la persona


humana y el respeto a su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado; la
persona está consagrada como un valor superior, y el Estado está obligado a
protegerla.

c.- El derecho a un ambiente adecuado:


De acuerdo con nuestra Constitución la pena privativa de libertad tiene por fin la
reeducación y la reinserción del penado a la sociedad. En tal virtud estas dejan ser un
fin en si mismas, para constituirse en un instrumento o medio de cambio de aquellos
ciudadanos que vulneren el pacto social plasmado en las leyes penales.

Si un establecimiento penitenciario carece de condiciones mínimas de habitabilidad,


cual es el caso del penal de “Lurigancho” y de otras cárceles, la readaptación o
reinserción social es imposible, por el contrario, la persona allí recluida vera mellada
su dignidad personal, segregándose aún más del núcleo de la sociedad que la ha
relegado a tal situación.

¿Qué incluye un ambiente o establecimiento adecuado?

• Evitar abusos físicos o psíquicos. A fin de proteger la vida e integridad de


las personas privadas de libertad los establecimientos penitenciarios deben
prevenir, como primera prioridad, el hacinamiento pues es la principal causa
de agresiones en el medio carcelario.

• Proteger la salud de los reclusos. Todo establecimiento penitenciario debe


procurar que los internos gocen de una buena salud física y mental; a su vez
deberá proveer de una atención médica al nivel promedio del brindado a la
población en general. Según el Tribunal Constitucional “el derecho a la salud
se proyecta como la conservación y el restablecimiento de ese estado. Implica,
por consiguiente, el deber de que nadie, ni el Estado ni un particular, lo afecte
o menoscabe”. En el mismo sentido anota que este derecho exige por parte
del Estado acciones concretas o “prestacionales”.

• Permitir el sostenimiento de relaciones familiares. En la sentencia del caso


Challapalca el Tribunal Constitucional ha sostenido que la localización de un
establecimiento penitenciario no debe impedir el sostenimiento de una fluida
relación familiar por constituir esta parte del tratamiento reeducador y
resocializador.

• Contar con el personal idóneo. Todo establecimiento penitenciario debe


contar con el personal suficiente y adecuado para el desarrollo de su función
resocializadora, por tanto, el mayor número de personal debe cumplir
funciones destinadas al tratamiento antes que a la seguridad.

9. ¿Por qué se debe apelar a los beneficios penitenciarios como medidas


alternativas a la pena privativa de la libertad?

Se debe apelar a los beneficios penitenciarios como medidas alternativas a la pena


privativa de libertad efectiva como un elemento instrumental para el logro de la
anhelada resocialización, activando en los reclusos que cumplen una sentencia
condenatoria en privación efectiva de libertad, los resortes que activen sus flejes
motivacionales que les impulsan a adaptar su conducta y forma de proceder a la
observancia de los preceptos legales y reconocimiento del valor de los intereses
individuales, colectivos, instrumentales y estatales que protege el ordenamiento
penal.

Dichos beneficios son parte esencial del tratamiento progresivo técnico que se aplica
a los condenados y que guarden plena coherencia con la individualización de la pena,
como con la razonabilidad que encierra la afirmación de que las penas privativas de
libertad no deben ser de corta duración, esto es, menos de cuatro años, ni de larga
duración, más de veinte años, ya que en el primer supuesto, el tiempo no da cabida a
un eficiente y eficaz tratamiento de resocialización, en tanto en el segundo, el
condenado ya ha internalizado paradigmas, convicciones y formas de vida que le
imposibilitan o dificultan poder adaptarse a las exigencias de una vida social en la
libertad y en respeto a la normatividad.

Estos beneficios se hallan reservados a los internados que han exteriorizado conducta
positiva hacia el orden convivencial, cumplen los requisitos legales y se orientan a
activar los muelles de su voluntad y de este modo conseguir que el condenado se
esfuerce e impulse a lograr mejores en sus condiciones de privación de libertad y en
aminorar el tiempo de reclusión

10. ¿Qué diferencia da la doctrina entre el indulto común y el indulto humanitario?


El indulto común es el perdón de la pena efectiva o probable que encuentra
condicionantes legales tales como que el delito sancionado u objeto del proceso sea
común y no esté prohibido en norma positiva su concesión por la gravedad del tipo
del injusto; se cuente con un determinado tiempo de pena cumplida y se trate de un
agente primario. El indulto humanitario es destinado a los internos que padecen
enfermedades irreversibles o terminales, o a quienes en situación morbosa acuse el
encierro riesgo para su vida o integridad, como para los que padecen enfermedades
mentales y los mayores de 65 años.

11. ¿Cuáles son los criterios contradictorios que da la doctrina extranjera, la


doctrina nacional y el tribunal constitucional sobre los beneficios penitenciarios?

La doctrina extranjera considera a los beneficios penitenciarios como los derechos


que tiene el interno que cuente con un dictamen favorable sobre su proceso
resocializador y que cumpliendo los requisitos formales podría exigir la concesión de
determinado beneficio; derechos que implican una situación de ventaja activa para
los reos, en la medida que estaría en su ámbito personal decidir solicitar o no dichos
beneficios. Por el contrario, tanto para la doctrina nacional, así como para el Tribunal
Constitucional, los beneficios penitenciarios constituyen incentivos, es decir, una
expectativa de derecho que está sujeto a que el beneficiario reúna ciertas condiciones
de readaptación que habrán de ser establecidas por quien los otorga, asimismo,
establecen que los beneficios son incentivos, premios u ofertas, por lo tanto, los reos
no pueden exigir que el órgano jurisdiccional les conceda tales beneficios. Es más, el
Tribunal Constitucional, reiteradamente, ha señalado que los beneficios no son
derechos subjetivos, sino garantías previstas por el derecho de ejecución penal, cuyo
fin es concretizar el principio constitucional de resocialización y reeducación del
interno.

12. ¿Según su criterio personal, los beneficios penitenciarios constituyen estímulos


e incentivos o derechos humanos fundamentales?
Si bien es cierto, nuestros legisladores señalan que los beneficios son incentivos,
premios u ofertas, por tanto, los reos no pueden exigir que el órgano jurisdiccional les
conceda tales beneficios. Además, manifiestan que los beneficios penitenciarios
constituyen estímulos que están sujetos a ciertas condiciones: las de carácter
meramente formal, y a la evaluación judicial que observará que el interno cumplió
con rehabilitarse y puede ser reintegrado a la sociedad, puesto que ya no significa un
peligro para ella; esto quiere decir que al aceptar que los beneficios penitenciarios son
estímulos al tratamiento progresivo y se otorgan en recompensa a la respuesta
favorable del interno hacia dicho tratamiento penitenciario, el juez podría evaluar
conceder o no dichos beneficios sin ningún tipo de límite, ni restricción. Sin embargo,
consideramos que esta postura resulta ser incorrecta, debido a las siguientes razones:

PRIMERA: Debe existir congruencia entre lo previsto en el artículo IX del Título


Preliminar del Código Penal y la concesión de los beneficios penitenciarios, es decir
en la etapa de ejecución penal la pena debe obedecer a criterios de Prevención
Especial, es decir al Principio Constitucional de Resocialización, el mismo que
implica: la reeducación, la rehabilitación y la reinserción del interno a la sociedad. En
este sentido, la pena no busca inocuizar a la persona que delinquió; sino, todo lo
contrario, reformarla y reintegrarla a la sociedad.

SEGUNDA: Nuestra legislación muestra que los beneficios penitenciarios son


estímulos al sistema progresista del tratamiento penitenciario, dicha aseveración
resulta ser totalmente contradictoria porque la mencionada característica del
tratamiento penitenciario significa esperar un sistema de cambios en función de
condiciones cada vez más favorables para los reclusos; ¿pero cómo lograrlo con un
sistema tan rígido?, con un sistema que no acepta como derecho el que los reos
cumpliendo requisitos formales puedan reducir su tiempo de pena privativa de
libertad.

TERCERA: De acuerdo al Principio Resocializador de la pena, el mismo que ha sido


reconocido constitucionalmente en nuestro país, la pena busca mediante el progresivo
tratamiento penitenciario, reeducar, rehabilitar y reintegrar al delincuente a la
sociedad. Este mandato resocializador es un mandato constitucional, por tanto, no
deberían ser considerados los beneficios como estímulos, porque no habría una
garantía real, del tratamiento resocializador.

En conclusión y en atención a lo expuesto, nos inclinamos por entender a los


beneficios como derechos de todo reo.

Los beneficios penitenciarios son derechos limitados en tanto su otorgamiento está


condicionado a evidencias concretas de mejora en el delincuente y de no continuidad
en su conducta delincuencial. Por tanto, la concesión o no del derecho a los beneficios
penitenciarios debe estar fundamentada en el cumplimiento debido de los requisitos
formales según sea el beneficio solicitado y en los dictámenes favorables que elaboren
la administración penitenciaria acerca de la actual condición rehabilitada del reo
solicitante; por lo que el rol que deberá cumplir el órgano jurisdiccional
correspondiente es de actuación y valoración de las pruebas presentadas por el
solicitante, así se evitaría que algunos jueces penales incurran en actos de corrupción
en la medida que no dependería de su voluntad la decisión de concesión o no de los
respectivos beneficios.

De igual manera, podría verse resuelto el problema del hacinamiento carcelario, si


mayor cantidad de personas que no representan un peligro real para la sociedad,
pudieran convivir en ella, si bien es cierto con algunas limitaciones (arresto
domiciliario, firma del cuaderno de control, prohibición de salidas al exterior, etc.).
Siendo esto así el tratamiento penitenciario podría destinar su presupuesto a
programas efectivos de tratamiento resocializador, y no a mantener a tantos internos,
de esta manera se reduciría el hacinamiento penitenciario con una población que no
representa peligro para la sociedad. Cabe recalcar, que la pena no debe ser entendida
como un mecanismo eminentemente retribucionista, la pena privativa de libertad en
su calidad de ultima ratio debe ser el último recurso con el que cuente el Estado en
casos realmente incorregible.

Asimismo, según usted, ¿qué otros beneficios se podrían incorporar al sistema


jurídico penal peruano?
Más que agregar algún otro beneficio al catálogo de beneficios penitenciarios se debe
priorizar su debida ejecución en nuestro país. Por ello, proponemos que el INPE como
Organismo Público Descentralizado del Sector Justicia y rector del Sistema
Penitenciario Nacional, se encargue de conceder los beneficios penitenciarios en la
medida que estos tienen trato directo con el interno y a ellos se debe el éxito o fracaso
de los programas resocializadores. De esta manera, y en respeto al debido proceso, el
interno podría impugnar una resolución no favorable dictada por INPE en el Poder
Judicial, quien solo revisaría en última instancia.

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