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1. ¿Según este autor el tratamiento penal en las cárceles peruanas debe ser integral
y progresivo, usted está de acuerdo?
En primer punto debe ser integral, porque el estado no solo impone penas severas
para obtener la exclusión del recluso de la sociedad sino por el contrario, lo que se
busca es que en la privación de su libertad este pueda recuperarse, mediante un
tratamiento adecuado, lo que conllevaría a realizar su reincorporación a la sociedad,
lo que deviene en un apoyo por parte del estado como proporcionar óptimas
condiciones, equipos e instrumentos de educación y trabajo, asistencia especializada
personal, servicios sanitarios y de alimentación acorde a la dignidad y todo lo que
contribuya a su reinserción, todo ello va a permitir que el recluso pueda lograr ser
una persona íntegra, es decir aquella que considera bueno para la misma sin afectar
los intereses de otros individuos.
En segundo punto es que todo aquel proceso será de forma progresiva, efectivamente
tratándose de personas privadas de su libertar como consecuencia de un delito, es así
que no es tarea fácil, por lo que el reo es sometido a diversos proyectos, incentivos,
actividades, tanto personales como en conjunto de otras personas de su misma
condición la cual va a permitir el desarrollo gradual, por el hecho de tratarse de
personas se sabe que la trasformación y mejora deviene en complejo, por lo que el
tratamiento integral como características principal es el progresivo cambio del reo
para el bien como persona y como un futuro buen ciudadano para la sociedad.
4. ¿Por qué cree usted que el TCP ha establecido que la concepción de beneficios
penitenciarios es facultad del legislador concederla o no?
5. ¿Qué opina usted que la inseguridad ciudadana en el país está alentada por el
propio gobierno?
Desde mi postura no se puede negar que en la actualidad existe una alarmante cifra
que refleja la inseguridad ciudadana en el Perú; que el incremento de penas, la
creación de nuevas figuras delictivas o circunstancias agravantes de los tipos
delictivos no disuaden ni en una mínima proporción los innumerables casos de
víctimas de robos, hurtos, feminicidios, extorsión, secuestro, etc. Por el contrario,
pareciera que ello incentivará aún más al sujeto activo a la comisión de la figura
delictiva.
6. ¿Está usted de acuerdo que con el ingreso del sentenciado a un penal surge una
relación jurídica de contraprestación de derechos y obligaciones entre ambos?
Como grupo compartimos la postura expresada por Berly Gustavo Cano Suárez, el
cual alega que el ingreso del sentenciado al establecimiento penitenciario, origina una
relación jurídica de sujeción entre este último y la administración penitenciaria,
siendo que en la teoría eso es verdad, pues la autoridad del penal tiene la obligación
de no inocuizar ni marginar al delincuente, sino por el contrario, ser el apoyo que se
requiere para lograr su resocialización, asimismo es indispensable el rol que tienen
los denominados beneficios penitenciarios, pues generan en el interno un incentivo o
impulso para inclinarse por el estudio o trabajo, lo cual coadyuvará a que,
dependiendo el delito cometido, pueda disminuir el tiempo de su estadía en el penal,
pues podría acogerse a solicitar algún beneficio penitenciario, siendo para ello
obligación del interno mantener una conducta favorable pues eso se plasmará en los
diversos informes que expida la autoridad administrativa del penal, todo ello en pro
del interno. Además, del trabajo o estudio que ha venido ejerciendo, y de otros
documentales otorgados por la autoridad administrativa a la autoridad judicial, a fin
de contar con el material suficiente más la apreciación personal sobre el interno para
determinar si le concede o no el beneficio penitenciario al solicitante.
7. Según este autor, ¿está a favor o en contra del otorgamiento de los beneficios
penitenciarios?
El autor asume una posición humanista en las normas y tratamientos, es decir que no
se inclina a la eliminación u obstaculización de los beneficios penitenciarios. Por el
contrario, establece que estos beneficios penitenciarios juegan un rol transcendental
que impulsan al interno a prodigarse al estudio, trabajo, al buen comportamiento y
plasman incentivos nucleares, puesto que el tratamiento penitenciario tal como se
realiza en condiciones insatisfactorias, genera contagio criminal intramuros (dentro
del establecimiento penitenciario) y por la propia larga duración temporal de las
condenas, la instauración de una cultura marginal que guarda resentimiento u odio a
la sociedad por parte de la persona que lo sufre.
Dichos beneficios son parte esencial del tratamiento progresivo técnico que se aplica
a los condenados y que guarden plena coherencia con la individualización de la pena,
como con la razonabilidad que encierra la afirmación de que las penas privativas de
libertad no deben ser de corta duración, esto es, menos de cuatro años, ni de larga
duración, más de veinte años, ya que en el primer supuesto, el tiempo no da cabida a
un eficiente y eficaz tratamiento de resocialización, en tanto en el segundo, el
condenado ya ha internalizado paradigmas, convicciones y formas de vida que le
imposibilitan o dificultan poder adaptarse a las exigencias de una vida social en la
libertad y en respeto a la normatividad.
Estos beneficios se hallan reservados a los internados que han exteriorizado conducta
positiva hacia el orden convivencial, cumplen los requisitos legales y se orientan a
activar los muelles de su voluntad y de este modo conseguir que el condenado se
esfuerce e impulse a lograr mejores en sus condiciones de privación de libertad y en
aminorar el tiempo de reclusión