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ESTUDIANTES:

JULIO HERNESTO AGUDELO CERÓN


JOSE ÁNDRES ÁNGULO LÓPEZ
CATHERYN DAYANA TUNUBALA CANTERO
SEGUNDO SEMESTRE DERECHO DIURNO

EVOLUCION DEL DERECHO PENAL


Se dice que las penas son la pérdida del poder protector de la divinidad, la pena esta pues
asociada a los castigos que se definen como obligaciones de carácter religioso, la pena está
determinada a través de la reacción que toma un individuo frente a determinada acción esto
expresado mediante la fuerza, además dichos castigos cobijan a una gens en su totalidad y
no solo a un miembro de estas, esta claro que no existe criterio alguno de proporcionalidad
entre el delito y la pena (castigo), algunas de las instituciones como la Ley del Talión, la
cual facultaba a la persona quien había sido víctima de algún tipo de ofensa por otra
persona a regresarle dicha ofensa de igual manera o de otra equivalente al daño causado.
Igualmente, la Compositio por medio de la cual el agresor reivindicaba a su victima o
familiares con algún bien en compensación por el daño causado.
El delito proviene del destino, además en los procesos penales de la antigüedad las
ejecuciones estaban cargadas de elementos míticos y religiosos, a su vez se llevan a cabo
practicas irracionales, las cuales carecían de algún fin o logicidad, mismas que castigaban a
seres inanimados, animales o cadáveres, claro esto en casos en los que los anteriores
tuviesen algo que ver en la muerte de alguna persona.
Asi pues se trae a la vida las distinciones entre los delitos públicos tales como la traición, el
hurto de animales y los daños a bienes públicos, otros de tipo privados solo castigaban el
interés del ofendido, se dejaba en libre arbitrio de los interesados. Cabe mencionar que los
delitos de carácter penal son tomados en cuenta de manera individual, dicho ejercicio es
llevado a cargo del estado por medio de un juez quien a través de su conocimiento y
responsabilidad buscara la equidad de mano con la justicia, es pues deber del estado
controlar la justicia penal y el derecho penal esta fundado en un interés público. La religión
no se encontraba en sus mejores momentos, pues aquel concepto de religión como el
encargado de impartir justicia había disminuido notablemente, pues esto paso de una
justicia divina a una verdadera justicia penal con fundamento en la equidad, impartida por
juristas conocedores del tema.
El pueblo adquiere voz y voto en las decisiones de carácter penal, se elimina la pena de
muerte, en base a esto salen a colisión conceptos técnicos en pro de la justicia en beneficio
del pueblo, tales como la legitima defensa, el estado de necesidad o el dolo y culpa, cabe
resaltar que en un inicio se castigaba tanto la ejecución de los delitos como solo el pensar o
la intención de ejecutar los mismos, de termina pues en el derecho canónico al delito como
un pecado, distinto de la justicia penal donde determina cualquier acción que atente contra
otra persona como un delito, para los cuales las penas eran tomadas con arbitrariedad en
relación a las propias investigaciones y propiamente al juzgamiento, es correcto afirmar que
en el aquel entonces los delitos no eran tomados como simples actuaciones propias de la
libertad de una persona pues esto iba mas allá, cabe resaltar que los castigos continuos eran
severos y cargados de torturas sin siquiera la mínima intensión de velar por la dignidad de
aquellos condenados.
Retomando el tema de la arbitrariedad en la ejecución de los delitos, no fue hasta la
Revolución Francesa de 1789, donde salió a la luz la Declaración de los derechos del
hombre y del ciudadano, aquellos siglos XVl y XVll son considerados como épocas de luz,
o brillantes propiamente por los trabajos que desarrollaron los principales humanistas en el
denominado pensamiento iluminista, donde se ubica al hombre como un ser racional quien
puede vivir en sociedad y donde esa virtud le concede verdaderos ámbitos de libertad o
dicho en otras palabras le ayuda a mantener la libertad o controlar sus conductas, algunos
de los autores propios de la época consideran que al delincuente no se le debe castigar, y
que las personas inhumanas no cambiaran la actitud de la persona, por otra parte tienen
clara la teoria que en un inicio presento Sócrates quien consideraba que el delincuente era
una persona marginada, misma que no había tenido suerte en la vida y en relación a esto
propone que a dichas personas no se les debe castigar, que es mejor educarlas pues si estas
conocen a fondo sus actitudes pueden diferenciar entre lo que es correcto y lo que no.
Partiendo de la teoria que postulo Cesare Beccaria, misma que explica que el legislador es
la única autoridad capaz de imponer penas de acuerdo con el principio de legalidad,
igualmente explica que las leyes deben tener total claridad y debe ser conocida por todos
esto con el fin de que las personas conozcan que es permitido y lo que no lo es, si la ley es
clara es posible que las personas eviten cometer delitos pues conocerán desde un inicio que
les espera si llegan a causar algún mal, los ciudadanos pueden gozar de la denominada
presunción de inocencia, además el estado no debe limitarse solo a castigar los delitos de
las personas, pues en conjunto debe prevenir que las personas comentan estos delitos,
promulgando asi sanciones equivalentes a dichas acciones teniendo en cuenta simplemente
la equidad y omitir lo que en un inicio se denomino arbitrariedad en los procesos penales y
su ejecución.
Se dice pues que el fin de una pena es la resocialización de la persona a la sociedad y el
cese de actos delictivos, esto con el fin de evitar posibles hechos en el futuro con los demás
ciudadanos, se omite cualquier tipo de penas crueles, torturas, o penas infamantes se tiene
en cuenta que dichas penas deben respetar el principio de la proporcionalidad. Es propio
considerar que la tortura como instrumento de confesión es ineficaz pues el delincuente
avezado por su experiencia saldrá libre, mientras el inexperto flaco, y débil ante el suplicio
siendo inocente resultara culpable de tal todo que las penas serán injustas por naturaleza y
desvirtuara las finalidades de la ley penal, además se pone en evidencia la situación de los
carcelarios, en medio en el que conviven, su situación alimentaria, su salud y otros factores
importantes, igualmente se propone que el fin de la pena sea infundir temor al resto de los
ciudadanos y no continuar en el tormento de un solo delincuente, y no debe buscarse como
la retribución de un delito esto debe ir más allá y debe reformar las conductas totales de los
conciudadanos, pues con el esto la pena deber ser útil y no solo causar daños en la persona
debe ser un ejemplo en la practica de la vida de los demás.
El correcto ejercicio de la pena debe tener en cuenta aspectos tales como: debe ser divisible,
cierta, igual, conmensurable, análoga al delito, ejemplar, remisible, no aflictiva y además
que provoque la reforma moral del delincuente, simple en su descripción y popular, es pues
la pena un motivo Psicológico para no actuar, y define a la pena como aquel remedio que
actúa ante el temor, el derecho penal esta pues fundamentado en la justicia divina impartida
por Dios, donde se califica las actuaciones individuales generados por las pasiones que
finalizan con la aplicación de la justicia penal omitiendo la ya antes mencionada justicia
Divina.
El pensamiento iluminista protege al individuo de acciones del estado, en contra de las
practicas del absolutismo y la defensa de la libertad individual, en conjunto con la
legalidad, humanización, y antropocentrismo, es pues el hombre un valor básico digno de
ser protegido a través del derecho penal, algunos autores como Giovanni Carmignani
sugieren que se debe dejar atrás la teoria iluminista del absolutismo y se debe dar paso a la
teoria científica la cual deberá partir de los hechos lógicos, democráticos, y liberales
implantados en pro de una renovación al derecho penal, “la responsabilidad penal es de
naturaleza moral y se funda en el libre albedrio con el conocimiento de la norma
incriminadora y su correspondiente sanción, la previsión de los sucesos posibles de la
acción, libertad de elegir entre varios comportamientos y voluntad de obrar contra la ley”.
Los delitos son definidos como violaciones a las leyes del estado, no hechos ni conductas,
las cuales son voluntarias y conscientes de cada quien, además estos delitos dependen de
una acción humana consiguiendo asi un daño efectivo, un comportamiento y por ende su
resultado, cabe resaltar que en el derecho penal se distinguen dos clases de delincuentes,
por una parte los imputables: aquellos que tienen total control de sus actuaciones, por otro
lado los inimputables: aquellos que actuaron sin tener control de sus actuaciones como
aquellos que delinquen bajo los efectos de las sustancias psicoactivas, autores como Carrara
surgieren que el derecho penal únicamente debe hacerse cargo de aquellos sujetos
imputables sobre los cuales es posible proclamar libertad en su comportamiento, por su
parte el estado debe hacerse cargo de los inimputables.
Puntualmente se habla de una pena distinta para cada delito, pues seria arbitrario imponer
una pena amplia a un delito que no conlleva a tal grado de sanción, por lo mismo que se
sugiere asignar determinada consecuencia jurídica de conformidad con la lesión causada, el
derecho como fenómeno histórico surgiere que el delito es ante todo un fenómeno social
insertado en la historia y evolución de comunidad, sus causas deben ser buscadas en el
clima, el medio ambiente, y en las manifestaciones sociales como la religión y la
educación.
Las causas del delito son claras y expresas, Ferri las determina como fuerzas internas y
externas que arrastran al individuo a cometer estos delitos y ubica algunas teorías propias
del tema algunas de estas son Determinantes psicológicos como la Educación, la cultura o
las circunstancias económicas, igualmente se involucra en esto el ambiente geográfico, y la
salud corporal y psíquica, por su parte autores como Lombroso sugieren que el hombre
nace delincuente, asi mismo como el ave de rapiña nace condicionada a la rapacidad
aunque no son del todo claras las razones por las cuales una persona delinque, asegura que
las penas aflictivas pierden su sentido y fundamento pues no es posible causar sufrimiento a
alguien que no ha actuado en libertad, por lo mismo que no se sanciona al hombre por
haber actuado libremente, sino porque la sociedad debe defenderse de él, asegura que todos
los hombres por peligrosos, pero algunos más que los demás y es sobre estos que se lleva
un especial cuidado.
Es determinante en las actuaciones de los delincuentes el conocer la exterioridad física del
acto, del mismo modo que su interioridad psíquica, pues es de estos que se deriva su
responsabilidad penal, aquí se estudia los motivos y finalidades del los actos del sujeto,
estudios que llegan hasta lo mas profundo de la personalidad de la persona, su temibilidad
tiene tal grado de función jurídica en el estudio del delito, pues es distinto el analizar un
hecho peligroso, y a un hombre peligroso, el estado se concentra principalmente en el
último, y sobre este recae un especial cuidado y estudio, es importante conocer al
delincuente reincidente, quien entra en la clasificación habitual o profesional demuestra
enorme temibilidad y ningún signo de arrepentimiento, frente a esta clase se sujetos se
recomienda una respuesta sancionatoria severa y estricta, otros delitos como los pasionales,
en las cuales el sujeto que actúa dominado por aquellas pasiones no representaba
peligrosidad alguna, y este era beneficiado con el perdón judicial, pues en la ejecución
delictuosa , lugar de realización, torpeza o inexperiencia en la ejecución y arrepentimiento
que en situaciones extremas podía llegar al suicidio.
Retomando el tema de los sujetes imputables e inimputables, es correcto afirmar que
independientemente de quien realice la acción delictiva ambos sujetos se consideran
anormales y por ende respecto a todos se debe extraer responsabilidad penal, además las
penas represivas y aflictivas resultan inútiles pues en estos campos el sujeto no se readapta
como tal a la sociedad, pues no se le esta privando de tu libertad para ubicarlo en un lugar
propicio, por el contrario esta siendo beneficiado rodeado de sujetos que como el han
cometido delitos y muchos de estos no piensan siquiera cambiar su vida, o lograr
arrepentirse de lo anterior, el correcto trabajo es separarlo totalmente de la sociedad, para
lograr asi una rehabilitación, y que su colectividad no corra el riesgo de nuevas
infracciones, citando el ejemplo de un enfermo quien ingresa al hospital no por un tiempo
fijado previamente, sino por todo el que sea necesario para su curación, por ende las
medidas que se adopten frente a los delincuentes no deben someterse a la valoración de la
gravedad del delito, sino por la peligrosidad del sujeto en cuestión, buscando asi una
estricta finalidad preventiva.
Ferri, critica el aislamiento intramuros y lo acepta solo para situaciones excepcionales, y
asegura que en el día los delincuentes pueden hacer trabajo en beneficio de la comunidad
denominándose como civiles, y en las noches ya calificarlos como reclusos o delincuentes,
además fomenta el uso de los subrogados penales como la condena condicional, libertad
condicional y perdón judicial, por otra parte Lombroso promueve la idea de que los
delincuentes en uso de sus capacidades deberían pertenecer a los ejércitos mercenarios o
labores como la cirugía en humanos y animales, asegurando que un estafador podria ocupar
cargos de investigación policial.
El derecho penal y la sociología criminal, en relación con el tema se trata pues de la manera
de sancionar los actos delictivos al igual que el estudio que busca ¿Un por qué?, un ¿para
qué? Y un cómo, es pues el derecho penal la manera de sancionar las acciones de un sujeto
y la sociología criminal la manera de identificar las matices que llevaron a dicho sujeto a
desempeñar algún acto delictivo de tipo social o en casos extremos llevados a cabo por un
depravado, se entiende que los inimputables carecen de control de sus facultades, caso
contrario con los imputables quienes tienen sus facultades controladas y saben lo que
hacen, el lugar y la víctima, las acciones penales solo pueden recaer sobre sujetos dirigibles
pues en casos como el de los inimputables serán cobijados mediante medidas de seguridad
y no penas.
Franz Von Liszt, identifica las causas y consecuencias en un crimen, donde está a colisión
la disciplina penal la cual está integrada por el derecho penal material y procesal, además
de la politica criminal, estas en relación con la criminología, la estadística y la penología,
está pues en manos de la politica criminal la revisión, evaluación y critica al derecho
positivo vigente además de proponer medidas que lo acerquen a las exigencias de la
dinámica social, para Liszt en la lucha contra el delito, se debe tener en cuenta que desde
luego habrá una pena acompañada de institutos de educación y mejoramiento asi como
casas de trabajo, y por otra parte identifica lo científico dotado de fundamentos que en
conjunto con los institutos conducen a la lucha contra los delitos, pone en evidencia el
papel que desarrollas los juristas, quienes desde su criterio califica como personas que se
limitan a estudiar los hechos y no los conceptos de los sucesos, y por ende la conclusiones
que estos dictan son a partir de la realidad social y colectiva.
La antijuricidad material expresada como lo opuesto al derecho, es decir esto no se define
como un problema formal de simple oposición con el régimen, hecho o norma lo
antijuridico revela por sobre todo una conducta antisocial, que va en contra de la sociedad,
a pesar de que la politica criminal y el derecho penal lleguen a relacionarse cada uno es
independiente, pero llega al punto en el que se vinculan como efecto del papel que
desempeñan estas dos en relación con las ciencias penales restantes, para Liszt el derecho
positivo vigente es el único mecanismo para encontrar una verdadera ciencia jurídica como
lo es la disciplina penal.
Liszt asegura que el método jurídico es independiente de la filosofía, la religión o la
politica, y lo centra como un aporte trascendental para la interpretación exegética, asi como
para el desarrollo conceptual, dogmático y sistemático, a través de la escuela de Liszt surge
el causalismo, por medio del cual se rotula la doctrina penal, en la que el concepto de delito
de fundamenta en la acción humana causal, que a su vez produce efectos en el mundo
natural, siempre perceptibles por los sentidos.
El derecho penal debe fungirse de acuerdo al método técnico jurídico que diferencia al
derecho penal de otras disciplinas las cuales serán guiadas en base a el método empírico
que abre el conocimiento a múltiples disciplinas caso opuesto del método técnico jurídico
que difieren como exclusivo para el derecho penal, el cual es catalogado como autónomo e
independiente, se dice que el derecho penal al ser creado por los clásicos carece de un
contenido por lo mismo que esta vigente en cualquier momento, insinuando que el derecho
penal es tan solo un apéndice de la sociología trayendo a flote un derecho penal sin
derecho.
SEGUNDA LECTURA
En el sistema clásico sobresalen los profesores Franz Von Liszt y Beling. Para ellos injusto
y culpabilidad se comportan como la parte externa e interna del delito, hacen referencia a
que todos los requisitos objetivos del hecho punible pertenecen al tipo y a la antijuridicidad,
mientras que en la culpabilidad están los elementos subjetivos del delito. En la Escuela
Clásica está influida por el naturalismo, que quería someter las ciencias del espíritu a la
exactitud de las ciencias naturales. La Escuela Clásica se caracteriza por una estructura
simple, ya que la acción se mira de modo naturalístico, como movimiento corporal y
cambio del mundo exterior, pero la omisión se termina explicando no como un movimiento
corporal, sino como la acción esperada por el ordenamiento, y allí Von Liszt se ve obligado
a abandonar el fundamento naturalista.
En la acción se miran aspectos objetivos, la tipicidad subjetivos en la culpabilidad, por eso,
para los clásicos, la tipicidad es la descripción externa del hecho, sin valoración alguna, la
culpabilidad tiene que ver con procesos morales y espirituales dados al interior del autor,
mientras la imputabilidad es un presupuesto de la culpabilidad y el dolo y la culpa son
formas de esa culpabilidad, pero el profesor Beling sitúa ya la conciencia de la
antijuridicidad como un elemento de la culpabilidad. Hay un concepto psicológico de
culpabilidad y se siguen concepciones del positivismo científico que aleja al derecho penal
de valoraciones sociológicas y filosóficas, asumiendo una imagen formal del
comportamiento humano.
El sistema neoclásico, planteado entre otros por Mezger, pone en duda los postulados de la
escuela clásica, haciéndonos recordar hoy que según Popper y Larenz, filósofos de la
ciencia, el motor del conocimiento es la duda. Los neoclásicos argumentan que el injusto no
es absolutamente objetivo, estos son, que existen elementos subjetivos, cuando los tipos
consagran ingredientes, como fin, propósito a ánimo, así descubren que el delito de hurto
contiene un elemento subjetivo sobre cuál es el propósito de aprovechamiento, si es para sí
o para un tercero, y al no darse ese elemento subjetivo, nos encontramos en el campo de la
atipicidad. De esa manera, se derrumba el argumento de la escuela clásica, en el cual el tipo
se radica todo lo objetivo y en la culpabilidad todo lo subjetivo. Los neoclásicos reciben la
influencia de la filosofía Neokantiana de los valores, donde se encuentra un fundamento
autónomo a las ciencias del espíritu o del deber ser como el derecho. De acuerdo con la
filosofía Neokantiana de los valores, los neoclásicos hablan de sistematizar valores
supremos, y por eso el injusto y la culpabilidad deben interpretar desde criterios valorativos
de dafosidad social e irreprochabilidad.
El injusto se valora desde el punto de vista del daño social y la culpabilidad ya constituye
un concepto normativo referido a la irreprochabilidad. Por eso, no se habla de acción sino
de comportamiento humano, como materialización en el mundo exterior de la conducta
humana, que produce efectos en el ámbito objetivo. En lo referente a la antijuridicidad, no
es suficiente el quebrantamiento formal de la norma jurídica y se habla de dañosidad social,
apareciendo el concepto de antijuridicidad material como lesión opuesta en peligro del bien
jurídico tutelado, tal como lo menciona la norma rectora en el artículo 11 del Código Penal
colombiano.
La visión del dolo como forma de culpabilidad, se hizo insostenible ante el concepto
normativo de culpabilidad y ya Frank habla de reproche al individuo por haber optado
contra el derecho. Las teorías clásicas y neoclásicas seden en 1930 el paso al finalismo y el
debate durante los 25 años de la posguerra tiene que ver con la discusión de categorías
ónticas, alejadas de objetivos sociales o políticos-criminales, hasta 1970 cuando parece un
proyecto sistemático, político criminal y teleológico ideado por Roxin.
El finalismo subjetiviza el injusto y desubjetiviza y normativiza la culpabilidad.
El finalismo recibe la influencia de las teorías ontológicas y fenomenológicas de la época, y
considera lógico colocar un concepto básico, antropológico y pre jurídico como el de la
acción humana en el centro de la teoría general del delito. Para el finalismo, el derecho
penal tiene una función ético-social, consistente en proteger los valores elementales de la
vida en comunidad, de ahí que las normas penales busquen un actuar conforme a derecho,
de acuerdo a valores arraigados en la conciencia jurídica, para conseguir la vigencia
inquebrantable de esos valores mediante la amenaza y el castigo. Por eso, existen categorías
presentes en el mundo fenoménico, llamadas estructuras lógico-objetivas, que por eso no
pueden ser modificadas por legislador alguno, y el ordenamiento jurídico determina por sí
mismo los elementos ontológicos que quiere vincular y valorar para imponer consecuencias
jurídicas.
Los tipos reflejan la realidad ontológica enmarcada en el mundo del hombre como un ser
capaz de regirse por argumentos de sentido y de valor, y por eso se sostiene que el
finalismo es lo fundamental en la conducta humana. Para Welzel, la acción humana es
ejercicio de la actividad final y no solamente causal, cuyo núcleo esencial es la voluntad
que pertenece a la acción, por ser un factor que configura objetivamente el acontecer real.
El ser humano conoce la causalidad, las leyes que rigen el mundo en un sentido causal-
mecanicista y eso le permite prever las consecuencias posibles de su conducta, asignarle
fines diversos y dirigir los cursos causales conforme a un plan, a la consecución de esos
fines.
El finalismo radica el dolo en el tipo y no en la culpabilidad, y lo considera un resultado
lógico de un concepto final de acción, permitiendo dicho planteamiento diferenciar la
tipicidad de los delitos dolosos y los culposos. El conocimiento de la antijuridicidad hace
parte de la culpabilidad y permite darle un tratamiento al error directo de prohibición que se
presenta cuando el autor se equivoca acerca de la ilicitud de su conducta. Se dice entonces,
que el agente realiza un comportamiento doloso, pero incurriendo en un error acerca del
conocimiento de la antijuridicidad, siendo este último elemento de la culpabilidad.
La antijuridicidad es la desaprobación de un hecho. La conducta no será antijurídica solo
por haber ocasionado causalmente la lesión o puesta en peligro de un bien jurídico sino
porque su autor se ha comportado en contra del derecho. Lo fundamental es aseverar que
detrás de la prohibición de matar está la idea de asegurar el respeto por la vida; los valores
como la fidelidad y la obediencia o la consideración por la persona, son más
transcendentales que la mera protección de bienes. De ahí que la función ético-social del
derecho penal, tiene que ver con hombres capaces de vinculación ético-social, el derecho
penal a través de la culpabilidad impone la pena, y desde la peligrosidad la medida de
seguridad, mientras desde la Primera perspectiva hay una función ético-social del derecho,
en la segunda hay una protección preventiva y aseguradora de bienes jurídicos.
El fundamento jurídico de la pena es el delito como conducta humana intolerable para la
comunidad jurídica, debido a sus irreprochabilidades ético social. Para el finalismo, toda la
vida comunitaria del ser humano, se estructura sobre la actividad final del hombre que se
propone fines, elige los medios para su obtención y los pone en movimientos con
conciencia del fin, y esa actividad se llama acción y no simplemente causalidad ciega O
suceso de la naturaleza, donde no hay conciencia de fin. Si hay un querer final, si el hombre
es capaz de ejecutar acciones con conciencia de fin, el derecho penal puede dirigirse
mandando y prohibiendo. Lo verdad es que el hombre, gracias a su saber causal, puede
prever las consecuencias posibles de su acción, dirigiéndola conforme su plan. Por eso
finalidad es vidente y la causalidad ciega. La norma existe para mandar o prohibir una
conducta final, el dolo está dirigido a la producción de un resultado socialmente no
deseado, y el ordenamiento también manda a ejecutar acciones para proteger un bien
jurídico, encontrándonos entonces con los delitos de omisión. Indica Maurach que el
ordenamiento jurídico igualmente se ocupa de acciones finales, no tanto respecto al fin,
sino en cuanto que el autor confía en la no producción de específicos resultados
socialmente no deseados o no piensa en ellos, donde el agente deja de aplicar un mínimo de
dirección final, esto es, el cuidado requerido en el ámbito de relación.
En la escuela finalista la dogmática tiene tres aportes fundamentales:
1. la conciencia de la antijuridicidad debió escindirse del dolo, que es pura realización de la
voluntad, para convertirse en el factor central de la culpabilidad;
2. el error se divide en error de tipo y directo de prohibición, donde este último niega la
conciencia de la antijuridicidad. Al trasladar el dolo al tipo, se alcanza una subjetivación de
la antijuridicidad.
Para el finalismo, el dolo es solo la voluntad de acción orientada a la realización del tipo de
un delito y todo dolo tiene un aspecto intelectual y otro volitivo, donde la parte intelectual
comprende el conocimiento actual o actualizable de todas las circunstancias objetivas del
hecho del tipo legal.
La culpabilidad es el reproche personal contra el autor que había podido observar las
exigencias del deber ser del derecho y por tanto había podido motivarse de acuerdo a la
norma, y como el hombre puede actuar conforme a derecho, ese poder en lugar de ello
constituye la culpabilidad, el reproche se hace a un autor capaz de motivarse de acuerdo
con la norma en virtud de la comprensión posible de la antijuridicidad de su propósito. La
imputabilidad es capacidad de culpabilidad, es la capacidad del autor de comprender lo
injusto del hecho y de determinar la voluntad conforme de esa comprensión y el
conocimiento de lo injusto no es un elemento del dolo sino únicamente de la
irreprochabilidad.
Nos encontramos luego con la corriente del profesor Jescheck, donde aparece una síntesis
neoclásica finalista, que rechaza la teoría final de la acción como teoría de la acción, pero
traslada el dolo al tipo, indicando que una concepción ontológica no puede ser vinculante
para un sistema de derecho penal fundado en decisiones valorativas, y además, la definición
de acción como control de cursos causales dirigido a un determinado objetivo, no logra
ajustarse a los hechos imprudentes y a los delitos de omisión. Esta corriente indica valiosa
la inclusión del dolo en el tipo, para darle sentido social a las acciones típicas, y que no se
pueden comprender si prescindimos del dolo, concluyendo que la conducta humana es un
concepto social. Jescheck critica el concepto de acción anterior a los tipos, esto es,
ontológico, previo a la ley, y afirma que los fenómenos jurídicos no son meros procesos
casales controlados y dirigidos a conseguir unos fines, puesto que sus contenidos son de
significación social, en verdad, el concepto de acción pierde su carácter previo, y se
convierte en un producto de carácter jurídico por excelencia; así la acción injuriosa no
puede ser entendida como la puesta en movimiento de las ondas sonoras, dirigidas a causar
excitaciones sensoriales en el oído del afectado, que respondería a la idea ontológica de
finalidad, como control del curso causal en dirección a unos fines, puesto que el propio
concepto de injuria depende de factores externos sociales establecidos exclusivamente por
el legislador, donde lo normativo está por encima de lo ontológico, porque es la norma la
que da sentido a la conducta injuriosa, así, en nuestro código, la omisión propia se da
cuando el mismo legislador la consagra como tal y la omisión impropia se infiere de la
posición de garante que se deriva de la Constitución o la ley, según el artículo 25 del
Código Penal, encuanto al delito culposo, el argumento de la finalidad potencial y la
finalidad real como un fin indiferente para el derecho, no es suficiente. Así el automovilista
que, para evitar llegar tarde al trabajo, no respeta la señal de pare ha actuado finalmente
para llegar puntualmente al trabajo, pero ese fin no está desvalorado por el ordenamiento ya
que lo desvalorado es el medio utilizado: la conducción imprudente. El problema es superar
los límites de cuidado, y ese es un concepto normativo, luego la noción de culpa, no es
ontológico sino normativo, aparece luego el sistema racional final o teleológico del derecho
penal, también conocido en nuestro medio como funcionalismo moderado, e ideado por el
profesor Claus Roxin, para esta teoría, la formación del sistema jurídico penal no puede
vincularse a realidades ontológicas previas, como la acción, la causalidad, las estructuras
lógico objetivas, etc., sino guiarse por las finalidades del derecho penal, esto es, por los
fines de la pena, entre los neoclásicos le agregan elementos subjetivos al tipo, y el finalismo
pasa el dolo al tipo, en esta nueva perspectiva, se tiene al tipo objetivo como la realización
de un riesgo no permitido dentro del fin de protección de la norma. Roxin enseña que al
derecho penal solo le interesan los riesgos no permitidos que se reflejan en el resultado, y
ese argumento es conocido como imputación objetiva. Con esta postura teórica se amplía el
concepto de culpabilidad a la categoría de responsabilidad penal, en cuanto a la
culpabilidad se le debe agregar la prevención general o especial de la sanción penal, en su
planteamiento, “del pensamiento sistema al pensamiento problema”, Roxin critica el exceso
de discusiones teóricas de las escuelas, indicando que el fin del derecho penal es la solución
de un conflicto, y por eso su preocupación es práctica, señalando que el sistema del derecho
penal debe ser apto para resolver conflictos concretos. También el pensamiento de Roxin
indica que la función del derecho penal es la protección de bienes jurídicos, valores de
sociales de subida importancia, tanto que deben ser amparados por el derecho penal.
La dogmática penal debe plantearse desde su función político criminal, y por eso la
exigencia sistemática pasan a un segundo plano, al permitir que las decisiones valorativas
político criminales penetre en el sistema del derecho penal, la omisión también es
manifestación de la personalidad y se vincula por medio de una expectativa de acción. Hay
delitos de dominio y punibles de infracción de deber. La tesis de los delitos de infracción de
deber fue identificada con los delitos de omisión, pero luego se afirmó que era indiferente si
la infracción se realizaba por la acción u omisión, y eso le sirvió a Jakobs, quien sostiene
que la distinción no es importante, porque lo relevante para el derecho penal es la
defraudación de una expectativa normativa de conducta.
Con Roxin hablamos de imputación objetiva de la acción típica, como realización de un
riesgo no permitido, desprendiéndonos de las formas fenológicas ontológicas del finalismo.
El principio del riesgo cobra una gran importancia sistemática y de lo naturalísimo pasamos
a lo normativo, porque la acción típica no es algo dado previamente conforme al ser, y
mejor, es un producto de la valoración legislativa. Se resaltan los principios del riesgo
permitido y no permitido, de confianza, de prohibición de regreso y de acciones a propio
riesgo. Asi, si quien vende drogas al adulto, quien conociendo el efecto se inyecta morfina
con efectos mortales, solo comete el delito de narcotráfico y no de homicidio, según el
principio de autor responsabilidad.
El derecho penal tiene como misión evitar los riesgos sociopolíticamente intolerables, y la
culpabilidad y la prevención están resumidas en la categoría de la responsabilidad. En la
primera se indica si y en qué grado el hecho puede ser reprochado al autor, y en la segunda,
se trata si y en qué medida resulta necesaria una pena para preservar una finalidad al
derecho por parte de la comunidad, cuestión que puede alcanzarse a través de una pena
merecida, Roxin busca conformar un sistema abierto de derecho penal, permeable al
problema y a las consideraciones valorativas, entre las que Incluye las consistentes en
valorar nuevas aportaciones de la ciencia social. Si Roxin armoniza la dogmática penal con
los fines político criminales, eso nos lleva a indicar que la culpabilidad está impregnada
Politico-criminalmente con la teoría de los fines de la pena.
Siguiendo a Luhmann, el profesor Jakobs señala que la culpabilidad queda absorbida en el
concepto de prevención general, que el individuo hace parte de la maquinaria social, y tiene
un rol que cumplir, y si lo hace de manera deficiente se defrauda las expectativas que se
tenían sobre él. La culpabilidad no es considerada por Jakobs, como algo objetivamente
dado, pues la plantea conforme al criterio de lo que es necesario para el ejercitamiento en la
fidelidad al derecho. Para Jakobs, distinguir entre acción y omisión no es fundamental,
porque sencillamente una expectativa normativa puede ser defraudada por acción o por
omisión. Para Jakobs no es importante afirmar que el derecho penal protege bienes
jurídicos, porque en realidad solo mantienen la expectativa normativa de que no se
produzcan ataques.
La responsabilidad penal parte de la libertad para conformar el mundo exterior y de la
existencia de un mundo socialmente estructurado. En otras palabras, los seres humanos
gozan de libertad para configurar el mundo externo frente a los límites del derecho penal.
Entre la libertad de organización y la responsabilidad por las consecuencias existe un deber
negativo consistente en no dañar a otra persona, que se relaciona con un aspecto positivo, el
reconocimiento del otro como persona, por eso hay deberes generales de aseguramiento en
el tráfico, Este deber de aseguramiento del tráfico como posición de garante se extiende,
por ejemplo, al control de las máquinas que se usen, de los animales de los que se es dueño,
de los automóviles, e incluso al control sobre el propio cuerpo. Por ejemplo, el que mata a
golpes a otro lesiona el deber de aseguramiento en el tráfico que toda persona tiene sobre su
psique y sobre su cuerpo, también se mencionan los deberes provenientes de la asunción,
por ejemplo, cuando la pareja contrata una niñera para que cuide su hijo menor mientras
ellos se van de fiesta, y de esa forma se convierte en garante de la seguridad del niño.
Los deberes de salvamento indican que el sujeto está en la obligación de neutralizar un
curso dañoso, esto es, si por un comportamiento precedente se introduce un peligro en un
ámbito de organización ajeno, surge la obligación de revocarlo. Así, si por injerencia una
persona embriaga a otra, debe protegerlo, existen deberes de competencia institucional, que
se concretan en dar ayuda a otra persona, esos deberes surgen del matrimonio, de la
relación paterno filial, de las relaciones de confianza especial y de los que tienen los
servidores públicos. Lo importante es determinar si el agente actúa dentro de su rol o
defrauda las expectativas normativas de comportamiento, Interesa la defraudación misma y
por ello la persona responde por lo que se encuentra dentro de su órbita de competencia,
según el rol que posee al interior de la organización social y el derecho penal busca el
mantenimiento de la conformación normativa de la sociedad que se garantiza a través de la
represión de la defraudación de la expectativa social. La responsabilidad penal tiene su
fundamento en la competencia en virtud de una organización, y la competencia en virtud de
una institución. El delito es una comunicación defectuosa y la pena sirve para mantener la
identidad social, y tiene que ver con una autocomprobación, la pena resuelve un problema
del sistema social.
Eso sin olvidar que la sociedad se construye a través de normas. Indica Jakobs que cuando
se pierde un bien, puede ser por la competencia de la propia víctima que ha actuado a
propio riesgo, ya que los demás ha desempeñado correctamente su rol. Si la víctima no ha
abandonado su rol de persona cuidadosa y los terceros no han quebrantado su papel de
ciudadanos respetuosos de derecho, puede ser que el resultado sea producto de una
desgracia, como en el caso fortuito, La pena contradice el proyecto del mundo del infractor
a la norma penal, ya que este afirma la no vigencia de la norma, pero la sanción confirma
que ese argumento es irrelevante. Por eso, una expresión de contenido defectuoso conlleva
a responsabilidad penal, pues el derecho penal garantiza que se va a contradecir toda
expresión que manifieste que la norma carece de validez.
Jakobs es funcionalista, sigue a Luhmann para indicar que el delito no es algo natural sino
un proceso de comunicación deficiente, donde el ordenamiento penal busca mantener la
identidad normativa y fundamentalmente la configuración básica de la sociedad, Jakobs al
contrario de Roxin, no le da importancia a los bienes jurídicos como fundamento protector
de derecho penal, porque para él lo transcendental es tomar la pena en el plano
comunicativo frente al descrédito o quebrantamiento de la norma, esto es, que la pena no
debe ser entendida naturalistamente como un mal que sucede a otro mal, sino
comunicativamente como el restablecimiento de la validez de la norma. La violación de la
norma no es algo natural, sino una expresión de sentido entre personas, esto es, un proceso
de comunicación defectuoso.
El delito contradice la norma y la pena la confirma, luego el derecho como subsistema,
protege normas no bienes, solo asegura la vigencia de la norma donde el individuo no es un
sujeto aislado, sino un miembro del sistema social autopoiético, donde los hombres son
importantes en tanto que personas, como estructuras o portadores de roles.
El delito es un desquebrantamiento de la norma, Entonces el derecho penal es un regulador
social utilizado para prevenir conflictos, ya que los bienes jurídicos están expuestos
constantemente al peligro en la interacción social de intercambio de bienes y servicios.
La consecuencia del delito es la pena, que no está conformada fundamentalmente para que
el autor no vuelva a delinquir, sino para enfatizar que es correcto confiar en la vigencia de
la norma. De acuerdo con Habermas, la sociedad no se compone de individuos sino de
comunicaciones y la función del derecho es garantizar la vigencia de la norma. La conducta
punible es una comunicación defectuosa imputada al autor por su obra.
El hecho penal no puede definirse como lesión del bien jurídico sino como lesión a la
juridicidad. La lesión a la norma es el hecho decisivo en derecho penal. El daño de la pena
dirigido al autor a través de la privación de los medios de desarrollo no persigue provocar
miedo o compasión u otros estados síquicos, sino resaltar el significado de no adherirse al
comportamiento exigido, Como no todo les incumbe a todos y no se puede esperar todo de
todos, el derecho penal reduce la complejidad mediante la creación de expectativas y
cuando estas se ven defraudadas, utiliza el mecanismo de la imputación y de la imposición
de una pena. Sobre la imputabilidad, Jakobs refiere, que los niños o los dementes no tienen
reconocimiento social pleno, no por su estado infantil o su enfermedad síquica, sino porque
la sociedad no les da reconocimiento como personas competentes. Frente a ellos no hay
expectativas normativas que puedan ser defraudadas. Jakobs, recuerda a Hegel, cuando
afirmaba de manera patética que con la pena se honraba al delincuente como un ente
racional, al tenerlo como un igual, como ciudadano pleno.
Cuando se produce una lesión o un peligro para una persona, ello se debe a:
1. La conducta incorrecta de una persona
2. La conducta incorrecta de la víctima y
3. Al infortunio que debe soportar la víctima.
Esas son las posibles explicaciones de un curso dañoso.
La función de la pena se impone para lograr la prevención general a través del ejercicio en
el reconocimiento de la norma. No se trata de una intimidación general o de una
intimidación de potenciales autores sino de la confirmación de que es correcto confiar en la
corrección de la norma. No se castiga para compensar la culpabilidad sino para preservar el
ordenamiento. El fin principal de la pena no es el intimidatorio. La función de la pena es el
mantenimiento de la norma como modelo de orientación para los contactos sociales.
De acuerdo con la teoría de los sistemas, la sociedad es comunicación. En un homicidio, lo
social no es la carne de la víctima o su destrucción, sino la afirmación de no respeto por el
cuerpo de la víctima como elemento de una persona. Se cuestiona la norma que protege las
relaciones entre personas. El delito es la desautorización de la norma, y el autor es quien es
infiel al ordenamiento jurídico al desautorizar la norma. Ese es un asunto social y no de la
psiquis del autor.
La culpabilidad es considerada una falta de fidelidad al ordenamiento jurídico de acuerdo
con un juicio objetivo social, mediante el pronunciamiento de culpabilidad, la conducta
contraria se atribuye a la voluntad particular del autor, no a la libertad personal, La pena
solo tiene como función el mantenimiento de una realidad social, es decir, la permanencia
de la realidad normativa sin modificaciones. El fundamento de la punición no es la lesión
del bien jurídico, sino el quebrantamiento de la norma, porque la conducta de la gente
excede el riesgo permitido. Si una persona acelera su vehículo y causa daños, es lo mismo
que si conscientemente no fuera a causar daños. Esas dos posibilidades tienen el mismo
significado. En ambas el sujeto organiza su ámbito a costa de la víctima, se arroja un
ámbito de competencia ajeno. Que emplee movimientos corporales es indiferente. El autor
del homicidio lo que hace es negar a través de su comportamiento la vigencia de la norma
que prohíbe matar. Allí debe reaccionar el derecho penal siempre que concurra la
culpabilidad.
El derecho penal internacional tiene que ver con la combinación de principios de derecho
penal y de derecho internacional. La responsabilidad individual y la exigibilidad de otra
conducta provienen del derecho penal, y las figuras penales como los crímenes de
genocidio, de lesa humanidad, de agresión y de guerra vienen de las normas internacionales
planteadas desde Núremberg. Ese derecho internacional no escrito o consuetudinario y los
principios generales del derecho, son difíciles de encontrar, en el análisis dogmático bien
puede echar mano de la dogmática alemana, así los redactores del E.R hubiesen sido los
franceses e ingleses. La dogmática moderna permite interpretar y actualizar las
instituciones del ER, e ir conformando una teoría del precedente horizontal y vertical, que
pondere la igualdad con la autonomía e independencia judiciales, todo porque difícilmente
podría ocurrir una reforma al ER, dada la inmensa cantidad de conflictos presentados para
su aprobación. En los casos de Lubanga Dyilo y de Katanga y Ngudjolo Chui, en
decisiones confirmatorias de las acusaciones según la regla de prueba 61, indican que la
Corte asume su propio camino, pero dándole gran importancia a la doctrina penal europea
continental, fundamental mente a la alemana, y por eso quisimos referirnos a las escuelas
penales modernas que son esencialmente producto del pensamiento alemán, y sirven para
interpretar el E R
Los tribunales penales internacionales después de la segunda guerra mundial, han hablado
de un concepto bipartito de delitos, Los hechos que fundamentan la responsabilidad penal
que se componen de un aspecto externo y uno interno y por otra las circunstancias que
excluyen la responsabilidad, el problema es que la CPI, se abstiene de utilizar conceptos
pertenecientes a los grandes sistemas jurídicos, y precisan sus reglas a través de la práctica,
y recuerda que el E.R señala crímenes, circunstancias indicadoras de la responsabilidad
penal individual y hechos que la excluyen, los crímenes los define en los artículos 6, 7, y 8
del E.R indicando los elementos externos e internos. El artículo 30 del E.R fija los
requisitos generales, aplicables cuando no hay una regulación específica. Las causas de
responsabilidad penal se encuentran en los artículos 25, 28 y 30, y la responsabilidad penal
individual en los artículos 25.2 y 25.3, mientras el 28 enuncia la responsabilidad del
superior.
El derecho penal internacional consagra como primer aspecto el externo del hecho, referido
a los elementos materiales del crimen internacional, El DPI tiene un umbral más elevado
respecto del concepto de dolo, y por eso siempre lo tiene como directo e indirecto. Así en el
caso Lubanga se habla de intención en sentido estricto o dolo directo de lesa humanidad y
en los crímenes de guerra, el ataque a la población civil y el conflicto armado son,
circunstancias especiales de cada uno de esos punibles. El ER señala como exención de
responsabilidad, el trastorno mental, la intoxicación, la legítima defensa y el estado de
necesidad. El error y el actuar en cumplimiento de órdenes, se hallan reguladas como
eximentes en los artículos 32 y 33, y otras circunstancias eximentes de responsabilidad
pueden surgir de otras fuentes del DPI distintas del ER, La distinción entre causales de
justificación y de exculpación no se menciona en el DPI, y es importante acudir a la
dogmática alemana para distinguir entre antijuridicidad y culpabilidad.
Los crímenes contra la humanidad tienen como presupuesto contextual, que se realicen en
el arco de un ataque generalizado o sistemático contra la población civil, y los de guerra,
que la conducta haya tenido lugar en el contexto de un conflicto armado y haya estado
relacionada con él, en las definiciones de los crímenes de derecho internacional reconocidas
por el derecho internacional consuetudinario, se indican los elementos subjetivos de cada
crimen. Así, en el genocidio se habla de intensión de destruir, en algunos crímenes de
guerra, de actos deliberados que causen grandes padecimientos, en artículo 30 del ER
contiene los presupuestos subjetivos que rigen para todos los crímenes de derechos
internacional. Se señala la responsabilidad penal individual, cuando los elementos
materiales del crimen sean cometidos con intención y conocimiento, salvo disposición en
contrario.
En el caso Lubanga se habla de intención en sentido estricto o dolo directo de primer grado,
y también de dolo de segundo grado, pero poco se menciona el eventual, pero no se puede
descartar su aplicación cuando el autor es consciente del riesgo de que los elementos
objetivos del crimen se derivan de su conducta, y aun así los acepta, En lo referente a los
elementos normativos del tipo, basta con que el autor conozca las circunstancias que le
sirvan de base y el concepto social que involucra el elemento para que sea comprensible,
Asi, para entender lo que es persona protegida, es suficiente con que conozca las
circunstancias materiales que sirven de base al Estatuto de Roma para su protección, esto
es, el hecho de la no participación en los combates de los civiles o la incapacidad para
seguir tomando par te en la contienda, para el caso de combatientes heridos. El autor no
tiene que profundizar en una distinción jurídica entre conflicto arma do nacional o
internacional, en cuanto a “otras disipaciones”, es importante referirse que los elementos de
los crímenes pueden contener muchas especificaciones respecto del aspecto interno del
delito. Así: “supiera o hubiera debido saber” o “haya sabido o haya tenido intención”.
Según la cláusula abierta de los artículos 22, 21.1 del Estatuto de la CPI, se permite la
modificación de los presupuestos subjetivos indicados en el artículo 30 in bidem solo de
acuerdo a los elementos de los crímenes y el del derecho internacional consuetudinario, otra
disminución del estándar del artículo 30, es la exigencia “arbitrariamente” para los
crímenes de guerra en la destrucción de bienes, En los elementos de los crímenes hay
disposiciones que amplían la punibilidad del artículo 30, y lo mismo sucede con el derecho
internacional consuetudinario, donde se exigen menores requisitos subjetivos en los
crímenes de lesa humanidad, de privación de la libertad y otras acciones inhumanas, y por
ejemplo, el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, frente al crimen
internacional de Tortura pide que el autor se comporte causando dolor o sufrimiento a la
víctima.
En el ER existen elementos subjetivos adicionales, por ejemplo “la intención de destruir”,
en el genocidio, o “motivos discriminatorios”, en los de lesa humanidad, “intención de
alterar la compasión étnica, en los crímenes de embarazo forzado, herir a traición. En los
crímenes de lesa humanidad, se exige que el autor actúe “con conocimiento del ataque”. El
artículo 30 del ER exige un conocimiento e intención respecto de las consecuencias del
hecho, como elemento más estricto que el del derecho internacional consuetudinario y las
legislaciones internas, pero si el dolo eventual está consagrado en otras disposiciones, se
puede aplicar, siguiendo a la Sala de Cuestiones Preliminares en el asunto Lubanga.
El Estatuto de la CPI consagra las clases de intervención en los crímenes de derecho
internacional. Se habla de responsabilidad a título de autoría de comisión propia y conjunta,
y las formas de intervención consistentes en ordenar, inducir y colaborar en la realización
del crimen e incluso se llega a mencionar actos preparatorios punibles de forma autónoma
como la instigación al homicidio y la tentativa, como los crímenes internacionales
generalmente se cometen de forma colectiva, se utilizan diversas formas de intervención
para mirar la responsabilidad penal y fijar la pena. La autoría es la forma más grave de
intervención, luego encontramos diferentes formas de inducción, en tercer lugar, la
cooperación, y por último como forma menos grave, la contribución a un crimen cometido
por un grupo. El artículo 25.3 del ER, menciona como autoría la comisión individual, la
comisión conjunta y la comisión a través de otro.
El criterio del dominio del hecho, indica mayor grado de responsabilidad en las formas de
intervención. La comisión individual puede llevarse a cabo por omisión. Si intervienen
varios, cada uno es responsable penalmente, según el artículo 55.3, y este punto aclara la
doctrina de la empresa criminal conjunta, esgrimida por el Tribunal Penal Internacional
para la ex Yugoslavia, para mirarla desde la dogmática penal europea como coautoría, con
el fin de no violar el principio de la responsabilidad netamente individual, en cuanto a la
comisión conjunta, se menciona el plan común y el aporte esencial al hecho, donde cada
coautor cumple con los requisitos subjetivos del crimen.
Para el derecho penal internacional, la tesis de “autor detrás del autor” es muy importante
para estudiar las estructuras jerárquicas, donde el subordinado es penalmente responsable al
igual que los mandos. Aquí generalmente hay coautoría entre varios autores mediatos. Así,
en el asunto Katanga y Ngudjolo Chuila, se menciona que el ejecutor directo debe operar
dentro de una estructura jerárquica de un aparato organizado de poder, que ha hecho
posible que los superiores aseguren los crímenes, y el subordinado es un mero ejecutor
fungible, tal como lo plantea el profesor Claus Roxin. En el artículo 25.3 del ER, se
menciona al interviniente, quien no comete por sí mismo el crimen, sino que determina a
otro a realizarlo. Esa es una intervención accesoria, también se encuentra el cómplice, quien
no tiene el dominio del hecho y colabora para un asunto ajeno, y esa contribución general
mente se da en crímenes cometidos por grupos o conjunto de mínimo de tres personas.
Encontramos la figura de la responsabilidad del superior, como creación jurídica originaria
del derecho penal internacional y menciona al dirigente civil o militar frente a hechos
cometidos por sus subordinados, afirmándose que el superior responde cuando lesione de
forma reprochable los deberes de control que le son propios, esta figura, se da cuando el
superior no ha impedido el crimen cometido por el subordinado o no lo ha denunciado o
castigado luego de su consumación. El superior debe saber que el subordinado se propone
cometer un crimen o que ya lo llevó a cabo, y entonces ese superior omite tomar las
medidas necesarias y razonables para evitarlo o para perseguir al autor, indicando el
artículo 28 que el crimen debió consumarse en razón a que el superior no ejerció un control
apropiado.
El estatuto consagra el error de hecho y el error de derecho. El primero se da, por ejemplo,
cuando el agente dispara contra un vehículo de la Cruz Roja porque, la mala visibilidad
cree que se trata de un tanque enemigo, por lo cual no hay responsabilidad penal, mientras
que el error de derecho se refiere a los presupuestos jurídicos de la punibilidad, por
ejemplo, cuando el agente como juez, dicta condena con base en la declaración emitida en
una audiencia que objetivamente te no cumplía con las garantías a las que el justiciable
tiene derecho, por considerar erróneamente satisfechos los requisitos jurídicos de la
audiencia. Por eso en Este caso no será castigado.

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