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Walterio Barra C.
Filosofo, Político y Educador
Enero 2023
PASO DE COMUNIDAD TRADICIONAL A
LA SOCIEDAD MODERNA ( BAUMANN)
¿ CUÁLES?
LA SOCIEDAD TRADICIONAL
• 3. Infocracia y Pedagocracia.
• 4. Se produce un anclaje del SER por sentirse menos que las No cosas, se
convierte en la mitología y la memoria de un pensamiento acrítico lleno de
incertidumbre.
EL NEOLIBERALISMO EN LAS SOMBRAS
DE LOS ESTALLIDOS SOCIALES
Éstos, sin embargo, no podían ser nunca conscientes de si eran vigilados o no,
dado que dicha torre estaba construida de forma que desde fuera era vista como
opaca, no sabiendo donde estaba o que hacia el vigilante. Así, el recluso podía
estar siendo vigilado a cada momento, habiendo de controlar su comportamiento
con el fin de no ser castigado.
La teoría del panóptico de Michel Foucault
La idea del panóptico sería recogida por Michel Foucault, que vería en la sociedad actual un
reflejo de dicho sistema. Para este autor, el paso de los tiempos ha provocado que nos
sumerjamos en una sociedad disciplinaria, que controla el comportamiento de sus miembros
mediante la imposición de la vigilancia. Así, el poder busca actuar a través de la vigilancia, el
control y la corrección del comportamiento de la ciudadanía.
El panoptismo se basa, según la teoría del panóptico de Michel Foucault, en ser capaz de
imponer conductas al conjunto de la población a partir de la idea de que estamos siendo
vigilados. Se busca generalizar un comportamiento típico dentro de unos rangos considerados
normales, castigándose las desviaciones o premiándose el buen comportamiento.
Autogestión y autocensura
El uso de mecanismos basados en el mismo principio del panóptico permite que el poder
no tenga que ser ejercido y manifestado de forma continua, puesto que si bien en la
antigüedad había una persona que ejercía el poder y vigilaba si era obedecido, ahora
cualquier persona o incluso objeto puede ser un representante de dicho poder.
El hecho de que la vigilancia sea invisible, es decir que las personas observadas no puedan
determinar si están siendo observadas o no, hace que el comportamiento individual sea
controlado incluso cuando no se vigila. El sujeto en posible observación intentará
obedecer las normas impuestas con el fin de no ser sancionado.
Las Cosas y las No Cosas
Las evidencias sin dar cuenta del peligro del Ser del Hombre.
Byung- Chul Han
En términos generales, resulta bastante fácil distinguir una vivienda que fue habitada en la
segunda mitad del siglo pasado, frente a aquellas otras más propias de nuestra centuria, por
el “culto” a las cosas que se profesaron en las primeras y por esa especie de repudio a las
mismas que tiene el “homo ludens” en las actuales. Obviamente estoy generalizando. Más
allá del orden, el abigarramiento o el gusto decorativo, aquellos eran espacios propios de un
mundo analógico, los actuales lo son más de la “infoesfera”. Para Walter Benjamin la
relación de posesión es la más intensa que se puede tener con las cosas y esa relación de
afecto, de fetichismo, se percibe cuando uno conversa con quienes vienen de ese mundo
del pasado cercano. Se trata de personas dotadas de una memoria vital que dudo que
tengan quienes su vida se basa en la información, en las experiencias, puesto que lo digital
carece de memoria al fragmentar en numerosas partes la vida. El fetichismo que se daba y
se da todavía a los objetos, y que nos evoca vivencias y etapas de la vida, sin embargo,
empieza lentamente a desaparecer.
Cuadros, objetos de vitrina, muebles, libros, discos y películas en los
más diversos formatos, tocadiscos, fotografías en papel, colecciones
de revistas, de sellos, de monedas, de cómics, juegos de mesa
ocupan estanterías con menor o mayor orden tienen su historia y
detrás de estos hay un cúmulo de vivencias, hay personas. Con sus
indiscutibles cosas positivas ¿que hay detrás de las redes sociales si
las convertimos en el eje de nuestras vidas?. Las viviendas de estos
nuevos de anuncios de tiendas suecas de decoración, se mueven
dentro una adormecedora uniformidad de maderas claras; los
objetos se han evaporado incluso las paredes lucen níveas, ausentes
de cuadros. Nos adentramos, y en parte ya vivimos, en el tiempo de
las no-cosas, aunque esto no ha hecho más que empezar.
Byung-Chul Han es uno de los filósofos más leídos en la actualidad en todo el planeta.
Surcoreano, aunque residente desde hace décadas en Alemania, acaba de publicar un libro
titulado así: No-cosas (Ed. Taurus), que se añade a una extensa nómina de obras con el
empeño de describir la problemática situación del hombre actual. Han es criticado por ser un
filósofo accesible, porque se puede leer y porque en muchos casos sus libros están
configurados en parte a partir de citas de otros filósofos como Barthes, Arendt, Benjamin o su
admirado Martin Heidegger, en lugar de construir todo un sistema filosófico. No obstante, No-
cosas es un libro importante que ya está dando mucho que hablar no tanto por revelarnos
cosas que desconocíamos por completo, sino por, cómo lo dice y por “fijar” lo que nos
parecían intuiciones que nos cuestan concretar. No es un libro que nos facilita unos
mandamientos que seguir para salir del atolladero, no se trata de un libro de autoayuda,
puesto que, es precisamente lo que no se dice, lo que nos toca hacer a nosotros si queremos
cambiar el rumbo. Han a penas da herramientas quizás porque parecerían demasiado
evidentes y porque, si lo pensamos, las tenemos a mano. En No-cosas nos limitamos a testear lo
que nos está sucediendo e inevitablemente asentimos. En este sentido se trata de un filósofo y
un libro de corte pesimista, aunque no fatalista. Han, aunque pueda parecer lo contrario, no ve
llegar un meteorito inevitable como en la magistral, “Melancholia” de Lars Von Trier que
acabará con todo, puesto que piensa que, en este asunto, todo está en nuestras manos,
aunque lo cierto es que no confía demasiado en el rumbo elegido por el hombre.
No-cosas nos habla la desmaterialización del mundo actual. El tránsito de lo sólido a lo
espectral. El término “desmaterialización” no es un concepto o metáfora que haya que
explicar: es simplemente eso, la eliminación de lo material, lo físico de nuestras vidas. Mientras
que todo sea información, esta es la que va a ir haciendo desaparecer las cosas puesto que la
digitalización aboca a la desmaterialización del mundo. A más información, menos materia: un
juego de suma cero. Un mundo digital no es un lugar para recuerdos y sí para datos.
Acabamos de iniciar de iniciar una era dominada por la infomanía, lo cual tiene una cosa
buena y otra que no lo es. Empezando por la segunda, se trata de el inicio de un camino lleno
de incógnitas y no sabemos la forma que adopta su final, pero es que ni siquiera la que tienen
los más próximos quilómetros. Es un camino que supone un cambio de paradigma, que la
humanidad transita por primera vez en su historia. Lo bueno es que precisamente por estar en
los albores, quizás tenga una parte de reversibilidad, de arrepentimiento. Todavía no hemos
sacado una conclusión definitiva de lo que supone vivir un mundo desmaterializado puesto
que quizás no hayan completado toda una vida quienes viven inmersos en él desde la
infancia, no sabemos para nuestra mente, nuestras vidas, las relaciones personales lo que
supone vivir en buena medida nutriéndonos de datos, información, imágenes digitales, amigos
virtuales, en definitiva, el “metaverso”. Conozco personas que se han dado la vuelta y estoy
seguro que hay otras en trance de ello.
Las cosas materiales, tan injustamente denostadas en su día nos damos cuenta que
transmiten durabilidad y estabilidad pues se trata de cosas de nuestro mundo. No somos
seres virtuales, somos seres físicos. A más virtualidad es inevitable que nos importen menos
las cosas y, en consecuencia, la realidad empieza a perder firmeza y sostén.
Para Han, los productos de mero consumo ya no los poseemos. Para verdaderamente
poseer, es preciso que depositemos historia en las cosas. El coleccionista para Benjamin es
una figura utópica y se trata del único reducto de las cosas porque despoja a estas de su
carácter de mercancía lo que convierte al coleccionista en lo contrario a un consumidor. Es
un salvador de las cosas. Su verdadero interés está en su historia y en su fisonomía, sus
rasgos, su belleza, no en su valor de consumo.
Han acaba su libro con lo que para él es la solución que rompería esta dinámica: lo que llama
una nueva romantización del mundo (a algunos quizás les parezca algo ingenuo), a través de
una re-materialización de nuestras vidas, la resurrección de “lo otro” y en definitiva el llamado
giro romántico. La información nos ayuda a vivir mejor, salva vidas todos los días, está detrás de
grandes avances científicos, pero no podemos renunciar a nuestra parte material y debemos
saber rodearnos de nuevo de cosas con alma pues las pantallas son mucho más pobres que la
realidad y podemos acabar habitando un mundo únicamente compuesto de objetos
“consumibles” que no tienen permanencia en nuestras vidas y no podemos entablar una
relación con ellos.
Han nos habla de la domesticación (como identificación) de las cosas que es imposible con la
información digital. La falta de domesticación hace que todos los zorros sean iguales aludiendo
al famoso capítulo del Principito. Sólo el tiempo del otro crea lazos fuertes y solo con las cosas
reales podemos alcanzar esa relación afectiva, sin embargo, hoy no tenemos tiempo para el
otro así que las cosas “queridas” por haber logrado su domesticación, con cada vez más raras.
Han habla también de la pérdida de los rituales que se basaban en un mundo material
volviéndose la vida inestable e impredecible en el sentido más peyorativo pues no
tenemos donde asirnos. La multitarea de lo virtual choca con fuerza con la administración
del tiempo puesto que lo virtual nos domina y no nosotros a ello. El zorro quiere que el
Principito lo visite a la misma hora. Los ritos son para el surcoreano arquitecturas de tiempo
y logran que el tiempo sea habitable. La vida sin repeticiones (las estaciones del año, las
fiestas…) carece de ritmo, pierde forma y se convierte en fugaz al no tener dimensiones
temporales.
En cuanto al arte, este requiere de una observación atenta y retenida en un entorno estable.
Debemos recuperar lo que llama Han la “atención sin intención”. En el mundo virtual de la
información todo tiene una intención. Se atreve Han con el arte actual, el contemporáneo,
con una reflexión que me parece muy inteligente: las características conceptuales de buena
parte del arte actual tienen mucho que ver con la desmaterialización del mundo. De hecho,
ese arte de la idea y en mucha menor medida de la belleza de lo objetual pretende, por ello,
no tanto la seducción sino comunicar, ante todo una opinión (información), abrir los ojos del
espectador, quiere instruir, dar un discurso moralizante o politizante. Para Han la representación
del arte a través de lo digital nunca podrá igualar a lo real porque a la Inteligencia Artificial no
se le pone la piel de gallina, carece de dimensión anímica porque le falta espíritu. Yo añadiría
que el arte observado, “disfrutado” a través de las pantallas tampoco creo que nos ponga la
piel de gallina a nosotros como cuando estamos en presencia del mismo.
Finalmente, aunque aquí se abre toda una reflexión imposible de abordar, quizás deberíamos
pensar sobre el hecho de porqué es muy probable, si nadie lo remedia, que vayamos
abocados a “habitar” metaverso o metaversos. Qué es lo que no hemos hecho bien para que,
a pesar de las imbatibles cualidades del entorno físico, no estamos sabiendo construir un
mundo del que necesitamos apearnos, a la búsqueda de otros posibles, aunque no sean
reales.
Aprendizaje Disruptivo
El concepto de aprendizaje experiencial, o aprendizaje abierto, se puede atribuir a tres raíces. En
la tradición progresista (Dewey, Knowles) donde l la responsabilidad es del individuo con la
sociedad en el centro. La educación es una herramienta de resolución de problemas y la reforma
social / política. En la tradición humanística (Rogers, Maslow) el individuo actúa como un centro
de descubrimiento y autorrealización, en el camino hacia la integración
Necesitamos planteamientos metodológicos, pero
también y especialmente, estructurales, como señalamos
en nuestras investigaciones para no solo innovar en la
educación, si no para transformarla.( ejemplo:…
El contrato social en general, parte de la idea de que todos del grupo están de acuerdo, por
voluntad propia, con el contrato social, en virtud de lo cual admiten la existencia de una
autoridad, de unas normas morales y de unas leyes a las que se someten. El pacto social es
una hipótesis explicativa de la autoridad política y del orden social.
Es una hipótesis de un lugar determinado, o locus definido. Pero estos últimos 60 años se rompe
su encuadre al romper los limites con el advenimiento y la imposición de las reformas
estructurales económicas en el mundo y la puesta en marcha del fenómeno de la
globalización a espaldas de la revisión de la hipótesis de una autoridad segmentada y un
orden mundial por otro vigilante y que el objetivo no es parte de un acuerdo sino de una
imposición soterrada por medio del mercado del consumo y la determinante uso de la
información digital como el centro de las decisiones por sobre los acuerdos humanos.