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TEMA:
“CONOCIENDO NUESTRAS LEYENDAS”
“DIVULGANDO TRADICIONES”
PROFESOR:
L. E. FLOR MARIA CANDELARIA CRAVAJAL MEDINA
ALUMNA:
ABIGAIL ZARATE ORLAINETA
IRIS ALEJANDRO MARQUEZ
JOSE CARLOS VARGAS
ARMANDO DIAZ HEREDIA
IVAN ANTONIO JIMENEZ LAINES
JESUS ALFONSO PEREZ CASTRO
Págs.
LEYENDAS PREHISPANICAS
• LA LEYENDA DE LOS VOLCANES……………………………………
• QUETZALCOATL………………………………………………………...
LEYENDAS REGIONALES O LOCALES
• LA ESQUINA DEL PERRO ………………………………………….....
• LA JOVEN DE LOS PANTEONES………..……………….…………..
• LEYENDAS URBANAS
• LA LLORONA……………………………………………….…………….
• LA MULATA DE CORDOBA.….……………………………………….
• LA XTABAY.………………………………………………………………
LEYENDAS NACIONALES
• LA CHINA POBLANA…………………………………………………….
• EL ESCUDO…………………………………………………….............
LEYENDAS INTERNACIONALES
• LAS SANDALIAS DEL GUERRERO
(Leyenda egipcia)………………………………………...………………
• EL COFRE DE PANDORA
(Leyenda griega)……………….………...............................................
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
2
INTRODUCCION
Cada historia llega de muchos años atrás. Son cuentos traspasados oralmente
de padre a hijo, donde se explica el origen del mundo, junto a seres fantásticos
y legendarios.
Las
Las leye
leyend ndas
as son
son rela
relato
toss de dete
determ
rmin
inad
ados
os suce
sucessos extr
extrao
aord
rdin
inar
ario
ioss o
fant
fantás
ástiticcos,
os, que
que el pueb
pueblo lo cons
consid
ider
era
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fehaci
cien
ente
teme
ment
nte
e ocur
ocurri
rido
doss en
dete
determ
rmininad
adoo tiemp
tiempo
o y luga
lugar.r. Se basa
basan n en pers
person
onaj
ajes
es o hech
hechos
os real
reales
es o
supuestos, en indicios naturales, en creencias religiosas y en supersticiones.
Los autores
3
LA LEYENDA DE LOS VOLCANES
4
las desgarraduras de sus ropas y del revuelto penacho de plumas multicolores,
conservaba su gallardía, su altivez y el orgullo de su estirpe.
Ocultaban los hombres sus rostros embijados y las mujeres lloraban y corrían a
esconder a sus hijos para que no fueran testigos de aque retorno deshonroso.
Sólo una mujer no lloraba, atónita miraba con asombro al bizarro guerrero
azteca que con su talante altivo y ojo sereno quería demostrar que había
luchado y perdido en buena lid contra un abrumador número de hombres de las
razas del Sur. La mujer palideció y su rostro se tornó blanco como el lirio de los
lagos, al sentir la mirada del guerrero azteca que clavó en ella sus ojos vivaces,
oscuros. Y Xochiquétzal, que así se llamaba la mujer y que quiere decir
hermosa flor, sintió que se marchitaba de improviso, porque aquel guerrero
azteca era su amado y le había jurado amor eterno.
Se revolvió furiosa Xichoquétzal para ver con odio profundo al tlaxcalteca que
la habí
había
a hech
hecho
o su espo
esposa
sa una
una sema
semana
na ante
antes,
s, jurá
juránd
ndol
ole
e y llená
llenánd
ndol
ola
a de
engaños diciéndole que el guerrero azteca, su dulce amado, había caído
muerto en la guerra contra los zapotecas. --¡Me has mentido, hombre vil y más
ponzoñoso que el mismo Tzompetlácatl, - que así se llama el escorpión-; me
has engañado para poder casarte conmigo. Pero yo no te amo porque siempre
lo he amado a él y él ha regresado y seguiré amándolo para simpre!
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El venablo con erizada punta de pedernal buscaba el pecho del guerrero y el
azteca mandaba furioso golpes de macana en dirección del cráneo de quien le
había robado
robado a su amada haciendo
haciendo uso de arteras
arteras engañifas.
engañifas. Y así se fueron
fueron
yendo, alejándose del valle, cruzando en la más ruda pelea entre lagunas
donde saltaban los ajolotes y las xochócatl que son las ranitas verdes de las
orillas limosas. Mucho tiempo duró aquél duelo. El tlaxcalteca defendiendo a su
mujer y a su mentira. El azteca el amor de la mujer a quien amaba y por quien
tuvo arrestros para regresar vivo al Anáhuac.
6
Las flores de las alturas que llamaban Tepexóchitl por crecer en las
l as montañas y
entre los pinares, junto con el aljófar mañanero, cubrieron de blanco sudario las
faldas de la muerta y pusieron alba blancura de nieve hermosa en sus senos y
en sus muslos y la cubrieron toda de armiño. Desde entonces, esos dos
volcanes que hoy vigilan el hermoso valle del Anáhuac, tuvieron por nombres
Iztaccihuatl que quiere decir mujer dormida y Popocatepetl, que se traduce por
mont
montañ
aña
a que
que hume
humea,
a, ya que
que a vece
vecess suel
suele
e esca
escapa
parr humo
humo del
del inmen
inmenso
so
pebetero. En cuanto al cobarde engañador tlaxcalteca, según dice también esta
leyenda, fue a morir desorientado muy cerca de su tierra y también se hizo
montaña y se cubrió de nieve y le pusieron por nombre Poyauteclat, que quiere
decir Señor Crepuscular y posteriormente Citlaltepetl o cerro de la estrella y
que desde allá lejos vigila el sueño eterno de los dos amantes a quienes nunca
podrá ya separar. Eran los tiempos en que se adoraba al dios Coyote y al Dios
Colibrí y en el panteón azteca las montañas eran dioses y recibían tributos de
flores y de cantos, porque de sus faldas escurre el agua que vivifica y fertiliza
los campos.
Leyenda Prehispánica
7
QUETZALCOATL
La aparici
aparición
ón en Mesoam
Mesoaméri
érica
ca y especí
específic
ficame
amente
nte en el Anáhua
Anáhuac,
c, de este
este
personaje alto, rubio, blanco, barbado y de profunda cultura ha dado margen a
la creación de varios mitos y leyendas que los antropólogos, científicos y
exploradores extranjeros han entretejido de una maraña cada vez más difícil de
desenredar. En la mitología Tlahuica, tan confusa como la Griega, se borda
una historia con respecto a Quetzalcóatl, semejante a la del nacimiento del Rey
Salomón, pues se dice en los antiguos códices que Quetzalcóatl fue hijo de una
mujer virgen llamada Chimalma y del Rey-Dios Mixtocóatl, monarca de Tollán.
Que avergonzada por haber dado a luz sin matrimonio, Chimalma puso en una
cesta al niño y lo arrojó al río. (no se sabe a cual) y que unos ancianos lo
criaron y educaron, habiendo llegado a ser un hombre sabio y culto que al
regresar a Tollán, se hizo cargo del gobierno. Por otra parte se dice que
Quet
Quetza
zalc
lcóa
óatltl fue
fue un homb
hombre
re rubi
rubio,
o, blan
blanco
co,, alto
alto,, barb
barbad
ado
o y de gran
grande
dess
conocimientos científicos, que enseñó a los pobladores de lo que hoy es
México, a labrar los metales, orfebrería, lapidaria, astrología etc. aunque jamás
se llegó a saber su nacionalidad y su procedencia. Cuéntase que habiendo
bebido el suave neutle (pulque) se emborrachó y cometió actos bochornosos
después de lo cual decidió marcharse para siempre tomando el rumbo del
Golfo de México o Mar de las Turquesas. En un suicidio ceremonial al cual le
acompa
acompañab
ñaban
an cuatro
cuatro manceb
mancebos
os sus discíp
discípulo
ulos,
s, se hundio
hundio para
para siempr
siempre,
e,
renacienco como la estrella de la Mañana y posteriormente adoptando el
nombre de Quetzalcóatl, que quiere decir serpiente emplumada o serpiente de
plumaje hermoso. Los Mayas adoptaron a Quetzalcóatl como deidad pues
hasta allá llevó sus conocimentos y su cultura pasmosa, colocándole el nombre
de Kukulcan, que quiere decir lo mismo, serpiente emplumada o Votán ( que
debe haber sido su nombre real) y recibieron de él las más sabias enseñanzas
tanto religiosas como políticas y artísticas. Se dice que los Toltecas, Nahoas y
Mayas lo deificaron y colocaron su símbolo en todos los palacios, monumentos
y templos de la zona Maya y Mesoamérica en donde aún puede verse, en
8
recuerdo y veneración de este sabio, que según la tradición mayense, subió al
panteón y se convirtió en la estrella Venus, que también es así identificado por
los fantasiosos arqueólogos.
Ahora bien, cuando las huestes hispanas llegaron a las tierras veracruzanas al
mando del capitán extremeño Hernán Cortés, y según nos cuentan en sus muy
sabros
sabrosas
as crónic
crónicas
as Berna
Bernall Díaz
Díaz del Castill
Castillo,
o, se encont
encontrar
raron
on con una gran
gran
sorpresa que en esos días de codicias y rapiña desmedidas no le dieron la
importancia que tenía y hoy aún, debe tener. Relata el soldado cronista que
llega
llegado
doss a las cost
costas
as de lo que
que serí
sería
a La Nuev
Nueva
a Espa
España
ña,, el Empe
Empera
rado
dor
r
Moctezuma envió unos tendiles llevando regalos, oro y joyas y muchos ricos
presentes que lejos de hacer que Cortés volviera proa a la mar, lo tentó en
ambiciones. Uno de estos tendiles al ver que uno de los soldados de Cortés
tenía un casco de latón que brillaba al sol, pidió verlo, diciendo que hacía
muchos, muchos años, habia llegado a la Gran Tenochitlán un hombre rubio,
barbado y blanco, portando un casco semejante; que al marcharse se l os había
regalado y los sacerdotes lo colocaron en la cabeza del ídolo representativo del
Dios Huitzilopochtli. Pidió que se le prestara el casco para cotejarlo con el que
tenía puesto su Dios. Y resultó que el casco dorado que tenía el Dios, era igual
al del soldado hispano, sólo que tenia en ambos lados unos cornezuelos al
estilo de los cascos vikingos. Aquél tendil no solamente llevó ante Hernán
Cortés el dicho casco dorado, sino también a un hombre blanco, alto, barbado,
rubio que se parecía mucho al conquistador, diciendo que su nombre era
Qui
Quintal
ntalbo
bor,
r, que
que de ning
inguna
una man
manera es nombr
ombre
e mex
mexican
icano
o, may
maya o
correspondiente a ninguno de los idiomas, que se hablaban en el Nuevo
Mundo. Pero en lugar de examinar detenidamente el casco y si lo hicieron no
fue consignada en ninguna de las cartas de relación, tomaron a chunga y relajo
la presencia de aquel hombre barbado, rubio y blanco idéntico a don Hernán
Cortés, al grado de parecer su hijo o su gemelo y desde ese momento lo llamó
Don Cortés. Al llegar los conquistadores a la fabulosa Ciudad de Tenochtitlán,
sacerdotes y principales hablaban de un hombre rubio y barbado semejante a
ellos, que hacía muchos años había estado entre ellos y les había predicho que
un día
día lleg
llegar
aría
ían
n al país
país homb
hombres
res barb
barbad
ados
os y con
con arma
armass pode
podero
rosa
sass para
para
esclavizar al señorío. Moctezuma, que según nos cuenta la historia era un
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monarca medroso, pusilánime, creyó que con la llegada de Hernán Cortés y su
puñado de rapaces se cumplía la profecía y casi dejó en manos del puñado de
horca hispano, el destino de sus reino, de su imperio. Ahora bien, es de
supo
supone
ners
rse
e que
que Quet
Quetza
zalc
lcoa
oatltl no fue
fue aque
aquell mist
mister
erios
ioso
o homb
hombre
re barb
barbad
ado,
o,
posiblemente nórdico, que dejó como recuerdo su casco de vikingo, ya que en
ese entonces la Europa no poseía la cultura y los conocimientos numéricos y
calendáricos que poseían los mayas y el mito y la leyenda se entretejen en una
urdimbre impenetrable, se confunden debido a los estudios antropológicos y
arqueológicos hechos en una mayoría por extranjeros. Tal vez Tollán si tuvo un
gobernante sabio y bueno al que llamaron Quetzalcoatl, hijo de Chimalma y el
Rey-
Rey-Di
Dios
os Mixc
Mixcoa
oatltl,, pero
pero tamb
tambié
ién
n es muy
muy posi
posibl
ble
e que
que los
los sace
sacerd
rdot
otes
es y
astrónomos de entonces, al observar los cielos en la forma en que lo hacían,
hayan descubierto que el mundo, su mundo, formaba parte de la Vía Láctea, de
esta enorme galaxia que hoy conocemos y de la cual formamos parte y a la
cual daban por nombre Ixtacmixcoatl que quiere decir "Serpiente salpicada de
piedras preciosas o luceros", serpiente incrustada de diamantes. Y después de
sus
sus obse
observ
rvac
acio
ione
ness le haya
hayan
n pues
puesto
to Quet
Quetza
zalc
lcoa
oatl,
tl, serp
serpie
ient
nte
e de plum
plumas
as
hermosas y extendido su culto a los habitantes de Mesoamérica. De allí que en
los portentosos edificios de esa antigüedad se hayan esculpido esos símbolos
y reverenciado como deidad, pues a ningún hombre por sabio que haya sido,
se le dio jamás el rango de Dios. Por último y finalizando así la leyenda y el
mito, al relato, y a las elucubraciones, es preciso asentar que según algunos
arqueólogos, jamás existió la serpiente emplumada, que sería absurdo una
mezcla o yuxtaposición con fines religiosos, de una ave preciosa y un reptil. Lo
que ocurrió y a esto puede y debe darse el mayor crédito, es que los hombres
de aquella civilización tan avanzada, en su sublimación artística, esculpieron
una
una serp
serpie
ient
nte
e con
con pena
penach
cho,
o, con
con garra
garrass de jagu
jaguar
ar y crea
crearo
ron
n una
una figur
figura
a
monstruosa y bella a la vez, como el mítico dragón de los chinos en el cual
quieren enredar al misterioso y barbaro rubio peregrino, que por lo menos, ya
que su cultura debió haber sido casi completa, pudo haber dejado escrito su
nombre y el de su país en alguno de los muros, frescos o bajorrelieves de
temp
templo
loss y pala
palaci
cios
os.. Así
Así volv
volvem
emos
os a lo mism
mismo.
o. Quet
Quetza
zalc
lcoa
oatltl homb
hombre
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Quet
Quetza
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Dios,, amal
amalga
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absurd
rda
a de las
las gene
genera
raci
cion
ones
es actu
actual
ales
es..
10
Incomprensión de lo misterioso de aquellos pueblos que han dado margen a
una de las leyendas más difundidas en América y en el mundo.
Leyenda Prehispánica
11
por laguna fiera. Y, cuadno fue capaz de coordinar sus ideas, Villanueva se dio
cuenta de que tanto los ladridos como los rugidos resonaban en el interior de la
mansión, y que provenían de la habitación de Ofelia.
El cuadro que vieron los padres de la niña era para helar la sangre en las
venas. En medio de la pieza, Marués atacaba a dentelladas a una bestia
monstruosa, de figura indescriptible, cuyos ojos llenos de maldad brillaban
como carbones encendidos. El espantoso ente chorreaba sangre de producida
por las mordeduras que el perro le infería; y aunque a cada ataque Marués
recibía una fuerte manotada que le estrellaba contra el suelo y los muros del
cuarto, poseído de un vigor sobrenatural no cesaba de amargar el maligno
engendro con renovada furia.
La enloquecida mujer sólo acertó al exclamar: ¡Dios mío!, y se desvaneció.
Las palabras pronunciadas por Eugenia tuvieron un efecto mágico. Al oírlas, la
bestia, a la que continuaba acosando el perrazo, retrocedió, en su horrible
rostro reflejóse un miedo cerval, y huyó del lugar.
Huel
Huelga
ga añad
añadir
ir que,
que, pasa
pasado
doss los
los acon
aconte
teci
cimi
mien
ento
tos,
s, Don
Don Tris
Tristá
tán
n camb
cambió
ió
radicalmente su comportamiento y su postura recalcitrante y atea.
Solo
Solo hubo
ubo que lam
lamenta
entarr la muer
muerte
te del
del valer
aleros
oso
o perro,
rro, que no pudo
pudo
sobreponerse a las consecuencias de las heridas que asimiló en el combate
sostenido con el mostruo. Y Don Tristán, para perpetuar la memoria del
defensor de su hija, mandó a construir sobre la azotea de su residencia la efige
en la piedra de Marqués en actitud vigilante; y es la misma que se admira en el
tejado de la casa que ocupa el sitio hoy conocido com la Esquina del Perro.
La figura vigilante del can que se menciona en esta leyenda y que fuese
construída en una de las esquinas de la casa, fue destruída. En realidad de la
casa poseía tres efigies: una con la figura de un perro en actitud vigilante, otra
parada en "cuatro patas" y otra más, en actitud dócil mirando hacia el frente.
Esta última fue llevada a la ciudad de Mérida, como un recuerdo, por Don
Víctor Manuel Moreno Aguilar, pariente de la antigua dueña de la Casa.
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Leyenda Regional
Cuentan que eran los años en que la economía de Cd. del Carmen dependía
en gran parte de la pesca del camarón gigante… lo que motivo a mucha gente
cambiar su residencia en busca de una mejor condición económica.
En aquellos años el grupo de agremiados del sindicato de taxistas de la ciudad,
la cual se encontraba en la fase de crecimiento, veían con agrado el negocio
resultante de prestar este servicio, el cual fue condicionado a horarios sin
restricciones, además de la fama de casanovas que adquirían en consecuencia
de la conducta que adoptaban de servir a las damas de la noche, así como al
público en general.
Una noche uno de ellos paso por el parque que lleva el nombre de ultimo
paseo y que se encuentra justo enfrente del panteón que lleva el mismo
nombre ubicados sobre la calle 47 que en esa parte además lleva el nombre de
Páez Urquidi, deteniendo justo frente a la entrada a solicitud de una muy bella
joven de algunos 23 o 25 años, quien a decir del mismo taxista, su belleza se
asomaba mas allá de lo normal, además de apreciarse un semblante sombrío y
frío…
Dado el momento la chica le indico que si podía dar la vuelta y bajarla justo
frente a la entrada del panteón, a lo que el respondió que no se sintiera
incomoda pero que a el le parecía que ese lugar era bastante oscuro, además
de que ya casi era media noche, que le indicara exactamente a donde la debía
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dejar y ella respondió que era ahí donde se quedaría, la chica antes de bajarse
busco entre sus cosas y le dijo que le daba mucha pena, pero que no tenía
dinero para pagarle la cuota de la dejada, en ese momento el taxista como era
de esperarse, quiso replicar por semejante actitud de la chica, se volteo para
comenzar su reclamo y lo envolvió un escalofrió cuando al voltear, ella ya no
estaba en el auto, se encontraba afuera del mismo parada junto a la puerta del
lado derecho del conductor, mientras la escuchaba darle indicaciones de una
dirección donde podría cobrar el importe de la cuota.
El taxista asintió con la cabeza sin poder articular palabra, se dio la vuelta y
armándose de valor se dirigió a la dirección que le había indicado la joven.
Al llegar se tuvo que bajar y con un poco de recelo toco la puerta, le abrió una
Señora.
Señora. de edad avanzad
avanzada
a y quien le preguntó
preguntó que deseaba,
deseaba, el taxista
taxista un
poco indeciso le dijo que le daba mucha pena lo que le diría, pero que una
joven le había pedido llevarla a las puertas del panteón nuevo y que le había
dado esa dirección para que cobrara la cuota ya que no traía dinero, además
de este comentario el quiso asegurarse que la Sra. conociera a la joven y se la
describió lo mejor que pudo, la Señora se disculpo y le dijo al taxista que le
daba mucha pena pero que no la tomara a mal, que por la descripción era su
hija pero que hacia exactamen
exactamente
te un año que había muerto,
muerto, que incluso
incluso por la
tarde habían ido a dejarle
dejarle unas veladoras al panteón
panteón nuevo y que por falta de
dinero no pudo hacer los rezos que normalmente los católicos le hacen a sus
difuntos.
El taxista
taxista volvió a sentir
sentir el escalofrió
escalofrió y de igual modo
modo le pidió disculpas
disculpas a la
Señora.
al otro día, luego de haberle contado a su esposa lo ocurrido, le pidió que lo
acompañara para visitar a la Señora que le había atendido, al llegar a la
dirección se percataron que ahí no había mas que un terreno lleno de maleza y
casi baldío de no ser por una choza de pedazos de lámina de cartón y maderas
casi al fondo del terreno, esto consternó al taxista y trato de convencer a sus
esposa, optando por preguntar a los vecinos quienes les dijeron que la Señora,
luego de la muerte de su hija se fue a su tierra
ti erra encargándoles su casita.
14
En la actualidad esta leyenda casi se ha olvidado por las nuevas generaciones
y aun hay muchos que
que no la consideran una leyenda
leyenda si no un hecho real y del
que creen que es mejor no hablar.
Leyenda Local
LA LLORONA
Los más valientes se asomaban por los resquicios de las ventanas; algunos se
animaron a salir, a mirar de lejos y ser testigos de aquella aparición que vagaba
por callejuelas, por plazas y por callejones, y que se dirigía hasta la catedral.
Allí, se hincaba lentamente, mientras su vestido blanco y su velo blanquísimo la
cubrían completamente. Ella parecía rezar, pedir perdón por algo que traía
clavado en lo más profundo de su pecho, y entonces gritaba nuevamente.
Mirado hacia el terreno consagrado, lanzaba su grito atormentado que llenaba
el aire y el terror de todos.
15
Ése era su grito, su dolor intenso que debía exclamar todas las noches, como
si fuera una penitencia impuesta por Dios o por el diablo.
Nadie sabía quién era esa mujer, pero todos la llamaban La Llorona.
16
El tercero se trató de la caída de un contundente rayo sobre el templo de
Tzonmolco, consagrado a Xiuhtecutli. Era un día claro, sin nubes en el cielo, y
no existió otro relámpago. Pero el templo quedó destruido.
El siguiente presagio fue una oleada de cometas, cuyas caudas eran tan largas
y tan delgadas, que no se lograba ver el final. El quinto fue una gran tempestad
en el lago, cuyos efectos ocasionaron inundaciones desastrosas. Sin embargo,
ni un solo viento, ni pequeño ni grande, anunció la catástrofe.
La seña
señall núme
número
ro ocho
ocho fue
fue la apar
aparic
ició
ión
n de fenó
fenóme
meno
noss inqu
inquie
ieta
tant
ntes
es:: dos
dos
hombres unidos en un solo cuerpo; o bien, hombres con dos cabezas. Estas
visiones fueron frecuentes, pero apenas eran llevadas ante el gran Moctezuma,
desaparecían frente a los ojos llenos de temor de la corte imperial.
Pero
Pero quizá
quizá el presag
presagio
io más angustio
angustioso
so y descon
desconcer
certan
tante,
te, y el único
único que
sobrevivió a la llegada de los españoles, fue la señal número seis.
Se trató de la voz de una mujer. Una presencia fantasmal que durante las
noches paseaba su dolor por las calles de la gran capital azteca. Su lamento
era penetrante, y su grito inconfundible. Entre lágrimas, sollozos y suspiros,
atravesaba el silencio con su honda plegaria: “¡Oh, hijos míos! ¡Nuestra pérdida
es total y segura!”; “¡Hijos míos! ¿A dónde podría llevaros y ocultaros?”.
17
Una vez que la conquista fue consumada, esta leyenda se convirtió en parte
del folclo
folclor.
r. Era tiempo
tiempo de supers
superstic
ticion
iones,
es, de aparic
aparicion
iones
es de fantas
fantasmas
mas y
demonios, de castigos emitidos por la Santa Inquisición, y del surgimiento de
una religión católica que mezclaba los ritos y creencias infundidos por los
misioneros españoles, con la profunda religiosidad de los nativos. Era una
época oscura, como oscuras fueron sus leyendas.
Algunos dijeron que era el alma de una madre que había asesinado a sus hijos;
que los había sumergido en el lago hasta arrancarles los últimos respiros. Por
ello,
llo, su casti
astigo
go era
era pasar
asar la eter
etern
nidad
idad lan
lanzan
zando grit
gritos
os de pér
pérdid
dida y
arrepentimiento.
Otros más aseguraban que tal espectro no era nadie más sino Doña Marina, es
decir, la Malinche: condenada a vagar sobre la tierra para pagar el pecado de
haber traicionado a su propia raza.
r aza.
Según diferentes, versiones, era una joven enamorada que había muerto en
vísperas de su matrimonio, y le traía a su esposo la corona de rosas blancas
que jamás logró ceñirse. También afirmaban que era la viuda muerta que venía
a llorar el destino de sus hijos. O bien, la fiel esposa, cuya muerte la había
sorprendido en ausencia de su marido; su urgencia era depositar sobre los
labios de su esposo un último beso de amor. Un beso de adiós, y también de
tormento.
Esta tradición ha llegado hasta nuestros días. En todos los lugares del país, en
todos los pueblos y caseríos; en barrancas y montes y desiertos, La Llorona
extiende su manto de temor, su grito de angustia, llora sus penas.
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Gente de los lugares más variados asegura haberla escuchado. Dicen que
cuando se acerca, la luna brilla más, como si quisiera alumbrar su camino:
iluminar sus pasos muertos. Entonces, los perros ladran, el viento arrastra
murmullos, y la piel se eriza. El corazón comienza a latir de prisa sin ninguna
razón, y en el aire se percibe la angustia. De pronto, la noche se acorta,
empujada por todos los miedos, y por fin se escucha su grito. Un grito largo,
apagado y vivo como si la mujer estuviera siendo torturada sin fin: ¡Ay, mis
hijos...!
La leyenda de la mujer de blanco que vaga por las calles gritando su dolor es
una historia viva, rica en versiones, que se acrecienta por todas las bocas, por
multitud de recuerdos. Es una tradición que seguiremos oyendo en alguna
noche, cuando menos lo esperemos; cuando la luna esté llena y el alma
apretada.
Leyenda urbana
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La Mulata de Córdova
Otros decían que la habían visto volar por los tejados en forma de
mujer;
mujer; pero
pero despi
despidie
diendo
ndo por sus negros
negros ojos
ojos mirada
miradas
s satáni
satánicas
cas y
sonr
sonrie
iend
ndo
o diabó
iabóli
lica
came
ment
nte
e con
con sus lab
labios
ios rojo
rojos
s y sus
sus dien
dienttes
blanquísimos.
Cuan
Cuando
do apar
aparec
eció
ió en la ciud
ciudad
ad,, los
los jóv
jóvenes
enes,, pren
prend
dado
ados de su
hermosura, disputabanse la conquista de su corazón.
Empero,
Empero, aquella
aquella mujer siempre joven,
joven, frecuentab
frecuentaba
a los sacramento
sacramentos,
s,
asistía a misa, hacía caridades, y todo aquel que imploraba su auxilio
20
la tenía a su lado, en el umbral de la choza del pobre, lo mismo que
junto al lecho del moribundo.
La hech
hechiz
izer
era
a serv
servía
ía tamb
tambié
ién
n como
como abog
abogad
ada
a de impo
imposi
sibl
bles
es.. Las
Las
muchachas
muchachas sin novio,
novio, las jamonas pasaditas,
pasaditas, que iban perdiendo
perdiendo la
esperanza de hallar marido, los empleados cesantes, las damas que
ambi
ambici
cion
onab
aban
an comp
compet
etir
ir en túni
túnica
cas
s y joya
joyas
s con
con la Virr
Virrei
eina
na,, los
los
militares retirados, los médicos jóvenes sin fortuna, todos acudían a
ella, todos invocaban en sus cuitas, y a todos los dejaba contentos,
hartos y satisfechos.
Por eso todavía hoy, cuando se solicita de alguien una cosa difícil,
casi
casi irre
irreal
aliz
izab
able
le,, es cost
costum
umbr
bre
e excl
exclam
amar:
ar: -¡No
-¡No soy
soy la Mulat
Mulata
a de
Córdoba!
"Era en suma -dice el mismo escritor- una Circe, una Medea, una
Pitonisa, una Sibila, una bruja, un ser extraordinario a quien nada
había oculto, a quien todo obedecía y cuyo poder alcanzaba hasta
trastornar las leyes de la naturaleza... Era, en fin, una mujer a quien
hubiera colocado la antigüedad entre sus diosas, o a lo menos entre
sus
sus más
más vene
venerad
radas
as sace
sacerd
rdot
otis
isas
as;; era un médi
médium
um,, y de los
los más
más
21
privilegiados, de los más favorecidos que disfrutó la escuela espirita
de aquella época!...¡Lástima grande que no viviera en la nuestra! ¡De
qué portentos no fuéramos testigos! ¡Qué revelaciones no haría en su
tiempo! ¡Cuántas evocaciones, cuántos espíritus no vendrían sumisos
a su voz! ¡Cuántos incrédulos dejarían de serlo!"
Pasaron los años, las hablillas se olvidaron, hasta que otro día de
nuevo supo la ciudad, con asombro, que en el próximo auto de fe que
se preparaba, la hechicera, saldría con coroza y vela verde. Pero el
asombro creció de punto cuando pasados algunos días se dijo que el
pája
pájaro
ro habí
había
a volad
volado
o hast
hasta
a Mani
Manila
la,, burl
burlan
ando
do la vigi
vigila
lanc
ncia
ia de sus
sus
carceleros...más bien dicho, saliéndose delante de uno de ellos.
¿Cómo
¿Cómo había
había suced
sucedió
ió esto?
esto? ¿Qué
¿Qué poder
poder tenía
tenía aquell
aquella
a mujer,
mujer, para
para
dejar así con un palmo de narices, a los muy respetables señores
inquisidores?
22
Tod
Todos
os lo igno
ignora
raba
ban.
n. Las
Las más
más extr
extrañ
añas
as y absu
absurd
rdas
as expl
explic
icac
acio
ione
nes
s
circularon por la ciudad. hubo quién afirmaba, haciendo la señal de la
cruz, que todo era obra del mismo diablo, que de incógnito se había
introducido a las cárceles secretas para salvar a la Mulata. Quién
recordaba aquello de que dádivas quebrantan... rejas; y hubo algún
malicioso que dijese que todo lo vence el amor... y que los del Santo
Oficio, como mortales eran también de carne y hueso.
-¿Qu
-¿Que
e le falta
alta a ese
ese navío
avío?
? -Des
-Desg
graci
raciad
ada
a mujer
ujer-- cont
contes
estó
tó el
interrogado, si quisieras salvar tu alma de las horribles penas del
infi
infier
erno
no,, no esta
estaría
rías
s aquí
aquí,, y ahor
ahorra
rarí
rías
as al Sant
Santo
o Ofici
Oficio
o el que
que te
juzgase! ¡A este barco únicamente le falta que ande! ¡Es perfecto! -
Pues
Pues si vues
vuestr
tra
a merc
merced
ed lo quie
quiere
re,, si en ello
ello se empe
empeña
ña,, anda
andará
rá,,
andará y muy lejos... - ¡Cómo! ¿A ver? - Así - dijo la Mulata. Y ligera
saltó al navío, y éste, lento al principio, y después rápido y a toda
vela, desapareció con la hermosa mujer por uno de los rincones del
calabozo.
El carcelero, mudo, inmóvil, con los ojos salidos de sus órbitas, con el
cabello de punta, y con la boca abierta, vio aquello sorprendido. ¿Y
después? Hable un poeta:
23
Bajo el suelo de México cruzaba
Leyenda urbana
La Xtabay
En más de una ocasión se había pretendido lanzarla del pueblo, aunque al fin
de cuentas prefirieron tenerla a mano para despreciarla. La UTZ-COLEL, era
virtuosa, recta y austera además de bella. Jamás había cometido un desliz de
amor y gozaba del aprecio de todo el vecindario. No obstante sus pecados, la
24
XKEBAN era muy compasiva y socorría a los mendigos que llegaban a ella en
demanda de auxilio, curaba a los enfermos abandonados, amparaba a los
animales; era humilde de corazón y sufría resignadamente las injurias de la
gente. Aunque virtuosa de cuerpo, la UTZ-COLEL era r ígida y dura de carácter:
Desdeñaba a los humildes por considerarlos inferiores a ella y no curaba a los
enfermos por repugnancia.
Recta era su vida como un palo enhiesto, pero sufrió su corazón como la piel
de la serpiente. Un día ocurrió que los vecinos no vieron salir de su casa a la
XKEBAN, pasó otro día, y lo mismo; y otro, y otro. Pensaron que la XKEBAN
había muerto, abandonad
abandonada;
a; solamente
solamente sus animales
animales cuidaban
cuidaban su cadáver,
cadáver,
lamiéndole las manos y ahuyentándole las moscas. El perfume que aromaba a
todo el pueblo se desprendía de su cuerpo. Cuando la noticia llegó a oídos de
la UTZ-COLEL, ésta rió despectivamente.
Más
Más bien
bien heda
hedará
rá a carne
arne podr
podrid
ida.
a. PERO
PERO era
era muje
mujerr curi
curios
osa
a y quis
quiso
o
convencerse por sí misma. Fué al lugar, y al sentir el perfumado aroma dijo,
con sorna: Cosa del demonio debe ser, para embaucar a los hombres, y
añadió: Si el cadáver de esta mujer mala huele tan aromáticamente, mi cadáver
olerá mejor. Al entierro de la XKEBAN solo fueron los humildes a quienes había
socorrido, los enfermos a los que había curado; pero por donde cruzó el cortejo
se fue dilatando el perfume, y al día siguiente la tumba amaneció cubierta de
flores silvestres.
Poc
Poco tiem
tiempo
po desp
despué
uéss fall
fallec
eció
ió la UTZ-
UTZ-CO
COLE
LEL,
L, habí
había
a muer
muerto
to virg
virgen
en y
seguramente el cielo se abriría inmediatamente para su alma.
Pero ¡OH SORPRESA! contra lo que ella misma y todos habían esperado, su
cadáver empezó a desprender un hedor insoportable, como de carne podrida.
25
Siguió pasando el tiempo, y es sabido que después de muerta la XKEBAN se
convirtió en una florecilla dulce, sencilla y olorosa llamada XTABENTUN. El
jugo de esa florecilla embriaga dulcemente tal como embriagó en vida el amor
de la XKEBAN.
Pues bien, sepan los que quieran saberlo que ella es la mujer XTABAY la que
surge del TZACAM, la flor del cactus punzador y rígido, que cuando ve pasar a
un hombre vuelve a la vida y lo aguarda bajo las ceibas peinando su larga
cabellera con un trozo de TZACAM erizado de púas. Sigue a los hombres hasta
que consigue atraerlos, los seduce luego y al fin los asesina en el frenesí de un
amor infernal.
Leyenda urbana
26
LA CHINA POBLANA
27
andar. Un día, la princesa paseaba por la playa, en compañía de un hermano
menor, fue hecha prisionera y llevada a Cochín, para después ser enviada a
Manila, en las Islas Filipinas.
28
Evocando sus atuendos cortesanos, la princesa copia el enredo confeccionado
con dos piezas de tela de contrastados tonos, para convertirlo en la falda
europea, amplia y con los bajos en picos, bordada de lentejuelas y chaquira. El
huipil, en la camisa española también bordada. La faja o chincuete en el rebozo
suelto, sobre los hombros y los brazos. Los colores verde, blanco y rojo fueron
adoptados más tarde, de la Bandera Nacional, una vez que México alcanzó su
independencia en el siglo XIX. Más que oriental el traje de China Poblana es
mest
mestiz
izo
o mexi
mexica
cano
no y habl
habla
a clar
claro
o de la fusi
fusión
ón de las
las cult
cultur
uras
as indígena y
española, que cuajó en multitud de obras de gran belleza
Leyenda nacional
29
El Escudo
Una leyenda relata que los mexicas viajaron desde Aztlán, actualmente Nayarit,
buscando la señal que Huitzilopochtli les había dado para establecerse y fundar
su imperio con su centro: Tenochtitlan.
Esa señal que Huitzilopochtli les había dado era el águila y la serpiente, "un
águila posada sobre un nopal y desgarrando a una serpiente", y la hallaron en
el Valle de México, a las orillas del lago de Anáhuac, sobre un islote.
30
El islote presenta un listón con franjas de colores:
Verde: esper
esperanz
anza
a y victor
victoria,
ia, blanco: pure
pureza
za de idea
ideale
les,
s, rojo: sangre
derramada por los héroes de la Patria. Sobre el islote hay un nopal con tunas
rojas, símbolo del corazón de los hombres, para los aztecas. Una guirnalda
tiene un encino que simboliza la fuerza, del lado izquierdo y del lado derecho
presenta el laurel de la victoria.
Cuan
Cuando
do el Escu
Escudo
do Naci
Nacion
onal
al se repr
reprod
oduz
uzca
ca en el reve
revers
rso
o de la Band
Bander
era
a
Nacion
Nacional,
al, el águila
águila mexica
mexicana
na se prese
presenta
ntará
rá posada
posada en su garra
garra derech
derecha,
a,
sujetando con la izquierda y el pico la serpiente curvada.
Un modelo del Escudo Nacional, autenticado por los tres poderes de la Unión,
permanecerá depositado en el Archivo General de la Nación, uno en el Museo
Nacional de Historia y otro en la Casa de Moneda.
Leyenda nacional
31
LAS SANDALIAS DEL GUERRERO
(leyenda egipcia)
32
en un grueso garrote.
Con las peripecias y aventuras de tal viaje desde Mesopotamia al mar Rojo,
podría escribirse un buen volumen; habremos de contentarnos con saber que,
de guarnición en guarnición, unas veces comiendo y otras ayunando, dos
meses después de desdichada caravana llegó al delta del Nilo, lugar fijado para
la separación de los veteranos, que desde allí se desparramaron por todo
Egipto.
Hotep quedó solo con otro compañero que, nacido en una aldea inmediata a la
suya
suya,, segu
seguía
ía el mismo
mismo itine
itinera
rari
rio.
o. Era
Era el cama
camara
rada
da un homb
hombre
re ya viej
viejo,
o,
encanecido en la milicia debido a sus largos años de servicio y privado de la
vista, a consecuencia de una profunda herida en la cabeza.
-¡Hola veterano! ¿Qué es eso? Despierta, que sin duda te estás atormentando
con alguna horrible pesadilla.
-Me muerto, muchacho, me muero. Creía que tendría fuerzas para llegar allá,
pero no puedo. ¡Agua…! ¡Dame agua, me ahogo…!
Hotep, alarmado, corrió con cuanta ligereza permitía su cojera hasta un canal
inme
inmedi
diat
ato
o y volv
volvió
ió con
con la calab
alabaz
aza
a llen
llena
a del
del líqu
líquid
ido
o pedi
pedido
do,, dici
dicien
endo
do::
33
-Gracias, camarada –respondió el ciego-. No temo a la muerte; hace años que
la he considerado siempre cercana. Después de todo, para no ver más la luz,
tanto me importa. Mira, en este saco va toda mi fortuna; un casco de bronce,
unos cuantos trapos y unas sandalias de cuero, que es lo que más valor tiene,
pues son casi nuevas, el material es superior y están bordadas en oro. No sé
de donde proceden, pues las encontré en la batalla en que me hirieron, atadas
a la cintura de un soldado muerto, sólo Dios sabe a quién se las robaría.
Cógelo todo si muero. Es la fortuna de un soldado que ha servido treinta años a
los faraones. ¡Bonita herencia!
Hote
Hotep
p se deva
devana
naba
ban
n los
los seso
sesos,
s, pens
pensan
ando
do qué
qué harí
haría
a o dirí
diría
a en aque
aquella
lla
situación, que le parecía bastante grave y apurada. Por fin su compañero bebió
de nuevo y dijo:
Hotep llegó finalmente a su pueblo y continuó llevando la vida que había tenido
antes de ir a servir al faraón.
Un día, cuando el sol comenzaba a iluminar con sus espléndidos rayos, Hotep,
vistiendo su viejísimo calasiris de algodón listado, que dejaba ver por sus
múltiples desgarrones las oscuras carnes del mendigo, salió de su casa y
empezó a andar con alegría.
Apareció junto a una de las colosales esfinges que constituían la entrada del
templo. Se detuvo un momento y, sacando de un envoltorio el casco de bronce
y las sandalias que heredara del viejo guerrero, se atavió con ambas prendas,
34
quedando en breve espacio de tiempo convertido en la más grotesca figura que
imaginarse pueda nadie.
-No vengo a pedir limosna –contestó Hotep. Y luciendo una gran sonrisa,
añadió-: Vengo a hablar con un padre para decirle que es mi deseo pedirle tu
mano, pues quiero casarme contigo.
Los ecos del templo reprodujeron durante largo espacio de tiempo las más
sonoras y alegres carcajadas que jamás habían turbado la majestuosa calma
de aquel silencioso recinto. Hotep, sin desconcertarse por la manera como era
acog
acogid
ida
a su prete
reten
nsió
sión, dijo
dijo mira
miran
ndo con
con petul
etulan
anccia sus sand
andalia
aliass:
-Hermosa Amneris, veo que mi idea te regocija y esto me hace suponer que mi
figura no te disgusta y el resultado…
-El resultado –interrumpió la joven- será que mi padre te dará algunos palos y
te romperá la pierna que aún tienes sana.
35
-¡Imbécil! Tú ya no eres guerrero, sino pordiosero; y si no fuera por lo que en
esta casa te hemos protegido, perjudicando a otros pobres más antiguos, hace
tiempo que estarías descansando en el cementerio en agradable compañía con
otros ilustres personajes de tu calaña.
-¿Olvidas acaso que soy propietario de una gran casa junto al canal del Castillo
Blanco?
-Sí,
-Sí, ya sé que
que tien
tienes
es una
una barr
barrac
aca
a de adob
adobes
es cuar
cuarte
tead
ada
a y sin
sin tech
techo.
o.
-No es tan mala, y además tengo… estas sandalias –dijo él mientras se miraba
los pies.
-Mira Hotep –dijo Amneris adoptando un aire protector-, sin duda algunas los
fuertes calores y todo el hambre que has sufrido en Asia han perturbado tu
razón. En primer lugar, debes saber que tengo un pretendiente muy bien
acomodado, y en segundo lugar, ¿cómo quieres que yo, hija de un guarda del
templo, corresponda al afecto de un buen muchacho como tú, pero que ha
quedado completamente inútil para todo? ¿Cómo atenderás a mi subsistencia
con la pierna arrastrando y ese casco tan abollado…? ¡Ja…, Ja…, Ja…!
Y de nuev
nuevo
o la risa
risa más
más reto
retozo
zona
na anim
animó
ó el semb
sembla
lant
nte
e de la much
muchac
acha
ha..
El pobr
pobre,
e, cuya
cuya cand
candid
idez
ez le habí
había
a hech
hecho
o conc
conceb
ebir
ir las
las más
más liso
lisonj
njer
eras
as
esperanzas, por única respuesta se rascó el cogote, miró a Amneris y, con
gesto de cómica desesperación, dio media vuelta y sin pronunciar una palabra
se alejó
lejó de la puert
uerta
a acom
compaña
pañado
do por
por las
las carc
carcaj
aja
adas de Amne
Amneri
ris.
s.
-¡P
-¡Pobre chico! –dijo ésta-. No es malo,
lo, pero… ¡es tan miserable!
36
Amneris, se encaminó hacia un grupo de palmeras que sombreaban el camino
que conducía al templo y se tumbó sobre la menuda hierba. Pocos instantes
después roncaba como un bienaventurado.
Leyenda Internacional
A pesar de haberse vengado de Prometeo de una manera muy cruel, Zeus aún
le guardaba odio por haberle enseñado a los humanos el secreto del fuego.
También estaba preocupado porque si los seres humanos se hacían más
poderosos, podían quitarle su trono en el Olimpo, por lo que ideó un plan: en
parte para vengarse aún más de Prometeo y en parte para resguardar su
posición.
Por voluntad de Zeus, su hija Nefesto modeló a una muchacha con una mezcla
de arcilla y agua. Atenea le infundió el soplo de la vida y la instruyó en las artes
femeninas de la costura y la cocina; Hermes, el dios alado, le enseñó la astucia
y el engaño, y Afrodita le mostró como conseguir que todos los hombres la
desearan. Otras diosas la vistieron de plata y le ciñeron la cabeza con una
guirnalda de flores, luego la llevaron a la presencia de Zeus.
37
-Toma este cofrecito-le dijo, entregándole una cajita de cobre bruñido-. Es tuyo,
llévalo siempre contigo, pero no lo abras por nada del mundo. No me preguntes
la razón y sé feliz, pues los dioses te han dado todo lo que las mujeres desean.
-Bueno, amigo Epimeteo-le dijo-. No olvides que Pandora tiene un estuche que
no debe abrir por ningún concepto.
38
Pero el triunfo del rey sobre los dioses no era completo. Una cosita de nada
había quedado en el fondo del estuche y Pandora consiguió encerrarla. Era la
espe
espera
ranz
nza.
a. Con
Con ella
ella el géne
género
ro huma
humano
no habí
había
a enco
encont
ntra
rado
do la mane
manera
ra de
sobrevivir en este mundo hostil. La esperanza daba una razón para seguir
viviendo.
Leyenda Internacional
CONCLUSIÓN
39
Las
Las gran
grande
dess leye
leyend
ndas
as han
han sobr
sobrev
eviv
ivid
ido
o y perd
perdur
urad
ado
o de gene
genera
raci
ción
ón en
generación por la memoria de los pueblos.
BIBLIOGRAFIA
Leyendas prehispánicas
www.guiascostarica.com/mitos/mexico05.htm
http://www.guiascostarica.com/mitos/mexico03.htm
http://esquinadelperro.blogspot.com/2007/09/la-esquina-del-perro-cuentan-que-
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Leyendas Urbanas
40
www.lointeresante.com/la-leyenda-de-la-llorona
www.angelfire.com/ne/bernardino3/xtabay.html
Leyendas Nacionales
www.uv.mx/popularte/esp/scriptphp.php?sid=502
www.redmexicana.com/.../escudo.asp
Leyendas Internacionales
egiptoblogs.wordpress.com/.../las-sandalias-del-guerrero/
leyendas-paganas.blogspot.com/.../el-cofre-de-pandora-leyenda-griega.html
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