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Unidad 6. El predominio del discurso sociológico y el concepto de desviación.

Bibliografía obligatoria

● Anitua, Gabriel Ignacio: “Historias de los pensamientos criminológicos”.


Editores del Puerto, Buenos Aires, 2005. Capítulo V. Páginas 295 a 312.-
● Lola Aniyar de Castro, Rodrigo Codino: Manual de Criminologia Sociopolitica.
Editorial Ediar, Buenos Aires 2016, pp 111-153
● Baratta, Alessandro: “Criminología crítica y crítica del derecho penal
(Introducción a la sociología jurídico-penal)”, (trad. A. Bunster). Siglo XXI,
México, 1985. Páginas 68 a 77.

Contenidos:

Edwin Sutherland, la teoría de la asociación diferencial y el delito de cuello blanco.


Robert Merton y la Teoría de la Anomia. Las "bandas" y los jóvenes como objeto de
atención privilegiada. La sociología de la desviación. Socialización deficiente o
estructura social defectuosa.

Reseña

En la anterior clase vimos la Escuela de Chicago, principalmente la sociología


etiológica o ecológica, que representa el primer esfuerzo de la sociología
norteamericana por abordar el problema de la integración social y la desorganización
urbana que desemboca en situaciones delictivas, utilizando herramientas de
diferentes tradiciones (empirismo, positivismo, interaccionismo simbólico) bajo la
fuerte influencia del pensamiento pragmático norteamericano. En esta ocasión
comenzaremos con la figura de Edwin Sutherland que, si bien pertenece a esta
tradición, produce un quiebre en la forma de estudiar la criminalidad, marcando
cuestiones que hasta el momento quedaban fuera de las explicaciones etiológicas.

Contexto: Estado de bienestar


1. Edwin Sutherland. La teoría de la asociación diferencial y el delito de
cuello blanco.

Edwin H. Sutherland (1883-1950), sociólogo estadounidense, perteneció a la


Escuela del Interaccionismo Simbólico[1] y es considerado uno de los criminólogos
más influyentes del siglo XX. Si bien con una marcada influencia de la Escuela de
Chicago, de donde fue destacado docente, la figura de Sutherland trasciende los
lineamientos antes mencionados y avanza hacia cuestiones no tratadas previamente.
La influencia de la Sociología Norteamericana se extiende a Europa, dándose un
intercambio (base teórica europea y práctica norteamericana, aceptadas
mutualmente) y unificándose conceptos, problemas y metodologías. Elaboró la teoría
de la asociación diferencial, una teoría general del delito y la delincuencia que
explica cómo los marginados han llegado a aprender las motivaciones y los
conocimientos técnicos para cometer actividades criminales, y el concepto del delito
de cuello blanco.

1.1. La teoría de la asociación diferencial.

Los aportes de Sutherland tuvieron mucho que ver en este crecimiento de la


sociología funcionalista norteamericana. Escribe “Criminología” en 1924 y “Principios
de Criminología” junto a Cressey en 1947, rompiendo con las explicaciones
psicobiológicas y multicausales previas que a su entender no explican todos los
delitos, presentando una teoría general para explicar la delincuencia: la Teoría de la
Asociación o Contactos Diferenciales. En el medio, escribe “El ladrón profesional” en
1937 que es una historia de vida de un caso, un ladrón profesional, que representa
un importante avance metodológico en la materia y también una denuncia a la
corrupción del sistema.

De acuerdo a Sutherland, en su teoría de la asociación diferencial parte de la


afirmación que el comportamiento delictivo es un comportamiento aprendido en la
interacción con otras personas o grupos dentro de un proceso de contactos
diferenciales. En este sentido, una persona podría devenir delincuente si sus
interacciones con grupos favorables a infringir la ley excede las interacciones con
grupos que se dirigen a respetarla.
Resumen de las nueve proposiciones tradicionales que componen la teoría de la
asociación diferencial (Sutherland, 1947:88-90):

1. El comportamiento delictivo se aprende, no se hereda ni se inventa.

2. El aprendizaje se genera en la interacción con otras personas


mediante un proceso de comunicación.

3. El aprendizaje se desarrolla en grupos personales íntimos.

4. El aprendizaje incluye técnicas, motivaciones, justificaciones y


racionalizaciones del comportamiento.

5. Las motivaciones se aprenden en referencia a los códigos


legales. En algunos grupos la persona está rodeada de gente que
es favorable a cumplir las normas, en tanto que otros grupos son
favorables a infringirlas. En general, la persona se interrelaciona con
numerosos grupos, lo que comporta un conflicto respecto de qué
actitud observar respecto de las normas.

6. Una persona se convierte en delincuente porque en su medio hay


un exceso de definiciones favorables a infringir la ley, en tanto
que permanece aislada o inmunizada respecto de grupos que
mantienen definiciones favorables a respetar la ley. Este es el
principio de asociación diferencial.

7. Las asociaciones diferenciales son variables y en consecuencia no


todas las asociaciones tienen el mismo grado de influencia en
el comportamiento posterior de las personas.

8. El proceso de aprendizaje del comportamiento delictivo es igual


a cualquier otro comportamiento social.

9. Si bien el comportamiento delictivo refleja necesidades y valores,


no explica el porqué del comportamiento delictivo.

Para intentar explicar la variación en las tasas de delincuencia en los diversos


sistemas sociales (variable social-estructural), Sutherland, primero recurre a la teoría
de la desorganización social de la escuela de Chicago elaborada por Clifford Shaw
y Henry McKay. Sin embargo, al no poder explicar cómo un grupo social
desorganizado tiene la organización que se necesita para transmitir valores,
motivaciones, justificaciones y técnicas profesionales recurre al concepto de
organización social diferencial por sugerencia de Albert Cohen. En consecuencia,
no hay desorganización social sino una organización diferencial.

Sutherland entiende que cuando se aprende a delinquir no se trata de un defecto de


socialización, sino de una socialización de contenido con valores distintos, es decir,
se aprenden técnicas y significados que avalan la realización del delito.

El texto principal de Sutherland fue el libro titulado Criminología (1923), retitulado


Principios de Criminología (1939). Afirma allí, el principio de "asociación diferencial",
según el cual el desarrollo habitual de los patrones de la delincuencia surge de la
relación entre delincuentes, y no de relacionarse con quienes no cometen delitos. La
teoría se refiere también a elementos estructurales: el conflicto y la desorganización
social son las causas subyacentes de la delincuencia, y determinan el carácter de las
personas con las que estos parámetros se asocian. Este último elemento se eliminó
en la cuarta edición publicada en 1947. Sin embargo, Sutherland siguió convencido
de que la clase social era un factor relevante.

Las teorías del aprendizaje social sostienen que las explicaciones acerca de la
conducta humana no deben afincarse en la personalidad de los individuos o en
los modelos de comportamiento introyectados desde su infancia, cuanto en el
permanente aprendizaje que hacen los seres humanos durante su vida. El
comportamiento nunca se halla completamente modelado, en un proceso que
atraviesa todas las biografías, por las experiencias adquiridas mediante procesos de
enculturación permanentes. Por lo tanto, la conducta criminal forma parte de ese
proceso de aprendizaje continuo, donde el infractor aprende estrategias de
supervivencia, códigos, y técnicas para desarrollar sus cometidos.

Este aprendizaje, en una sociedad plural y diversa, se produce de manera


concomitante al aprendizaje que llevan a cabo otros individuos y que los define en
favor del debido cumplimiento de las normas o de su indiferencia con relación a las
mismas. Todas las conductas se aprenden. Para Edwin Sutherland (en Principios de
criminología, 1939 y Criminalidad de cuello blanco en 1940), lejos de nacer
delincuente o heredar o imitar comportamientos socialmente reprochables, el
individuo aprende a ser criminal.

1.2. Delito de cuello blanco

Sutherland acuñó la expresión "cuello blanco" en un discurso ante la Asociación


Americana de Sociología el 27 de diciembre de 1939. En su monografía de 1949, los
delitos de cuello blanco se definen como «un crimen cometido por una persona de
respetabilidad y alto estatus social en el curso de su ocupación». Allí pone de
relieve las actividades ilegales de 15 compañías de servicios públicos y 70 empresas
norteamericanas.

El delito de “cuello blanco” tiene su génesis en el mismo proceso general que otra
conducta delictiva: la asociación diferencial. Es decir, se aprende en asociación
con aquellos que definen esa conducta favorablemente y en aislamiento de aquellos
que la definen desfavorablemente. Este tipo de delito no está asociado con la
pobreza, o con patologías sociales y personales que acompañan la pobreza. Es una
práctica que se realiza como “normal” en el mundo comercial, exclusivamente
es un delito de grandes corporaciones. Los delitos de “cuello blanco” violan la
confianza y, esto reduce la moral social y produce desorganización social. Atacan los
principios fundamentales de las instituciones gubernamentales. No son ataques
simples y directos de una persona a otra como en el asalto y el atraco, de este modo
se incrementa la incertidumbre en la definición de delito, sumado a la complicidad de
los medios de comunicación, y también facilidad por lo complicado de las actividades
y por la amplia dispersión de los efectos en el tiempo y el espacio.

Muchos de los delitos pueden ser apreciados sólo por las personas que son expertas
en las ocupaciones en que ocurren. Los efectos de estos delitos pueden quedar
difusos en un largo periodo de tiempo.

Estos tipo de delito no son realizados de manera deliberada, son organizados, incluso,
las características del delito , dependen hasta cierto punto de la forma de
organización. La forma corporativa de organización que generalmente se usa en los
grandes negocios tiene sus ventajas, a saber, el anonimato de las personas para
eximir de responsabilidad y buscar una justificación creciente de su conducta.
Comparando con los delitos más ofrecidos en los medios de comunicación, existe
diferencias en los conceptos que tienen de sí mismos los delincuentes y en el
concepto que tiene el público sobre ellos. El hombre de negocios se ve como un
ciudadano respetable, y así lo consideran, mientras que el ladrón se ve a sí mismo
como delincuente y el público también lo ve así, no necesita esconder su conducta
delictiva. Los hombres de negocios no se ven como delincuentes, no se consideran a
sí mismos, debido a que en él no se emplean los mismos procedimientos oficiales que
con otros delincuentes, y debido a su posición económica, no tiene asociaciones
personales íntimas con aquellos que se definen a sí mismo como delincuentes. Para
poder mantener en concepto de no delincuente, es necesario que se apeguen a la
ley, una adhesión pública, pero a su vez, el abandono secreto de la ley

Cabe remarcar la importancia de la parcialidad en la administración de la justicia


penal en las leyes que se aplican exclusivamente a los negocios y a las
profesiones y que, por tanto, comprenden solo a la clase socioeconómica alta.
Las personas que violan leyes de restricción del comercio, publicidad, alimentos y
drogas no son arrestadas por policías uniformados, no son frecuentemente juzgadas
en tribunales penales ni son sometidas a prisión, su conducta ilegal usualmente recibe
la atención de comisiones administrativas y de tribunales que funcionan bajo
jurisdicciones civiles o de equidad. Estas conductas delictivas difieren de las
conductas de la clase socioeconómica baja, principalmente en los procedimientos
administrativos que se utilizan en el tratamiento de los delincuentes.

Evidentemente, las hipótesis de que el delito es debido a patologías personales


y sociales no explican estos delitos de “ cuello blanco”, y si las patologías no
explican estos delitos no son factores esenciales en los delitos en general, en
contraste, pueden aplicarse la hipótesis de la asociación diferencial y
desorganización social. La clase socioeconómica alta comete muchos delitos, con
frecuencia, pero tampoco se obtiene la conclusión de que este tipo de clase social
sea más delictiva que la clase baja, por falta de evidencia suficiente.

2. La sociología funcionalista o sistémica. Robert King Merton y la teoría


de la anomia

La sociología funcionalista, coincidente con el surgimiento y consolidación del estado


de bienestar y que profundiza el estudio de la sociedad –o cuestiones sociales- como
principal herramienta para la explicación de la criminalidad. Acá veremos tanto los
aportes de la sociología funcionalista, en especial de Robert Merton, acerca de los
problemas de la sociedad norteamericana como el estudio de las denominadas
subculturas criminales, en particular el problema de las pandillas juveniles.

Robert King Merton (1910-2003), durante los años cincuenta[2] desarrolló la teoría
sociológica estructural-funcionalista, que privilegia un análisis macroscópico de la
sociedad, analizando las partes que la integran y la relación entre ellas. Sobre su base
sistémica entiende que la sociedad es un sistema que está constituido por una
estructura que permanece en el tiempo, siendo un sistema un conjunto de elementos
interdependientes, en equilibrio y que tienen la posibilidad de cambiar.

Con su obra “Teoría y Estructura Social” (1949) da un vuelco al rumbo al que


parecía destinada la criminología en el siglo XX. Su propuesta, que nace a partir de
profundizar el concepto de “anomia” de Durkheim y que se enmarca en el
funcionalismo propio de éste, podría resumirse en que la mayoría de las
transgresiones pueden explicarse como un problema de combinación de dos
variables: la presión social hacia un hombre por conseguir determinadas metas
(valores que suelen ser comunes al grupo social) y la amplitud de los medios legítimos
para obtenerlos.

La estructura cultural establece los objetivos sociales, tal como el éxito


económico en el caso de la sociedad norteamericana, mientras que la estructura
social establece los medios admitidos para alcanzar esos fines sociales. Cada
individuo se adapta de diferentes formas a esta tensión social, siendo el delincuente
un innovador, es decir alguien que pertenece al grupo de los que aceptan los fines
sociales pero no los medios legítimos para alcanzarlos (también hay comportamientos
ritualistas, conformistas, rebeldes y retraídos). Es decir, existe una desigualdad
estructural en el acceso a oportunidades sociales.

Merton retoma el concepto durkhemiano de anomia pero le da otro significado


sosteniendo que ella es fruto de la carencia de medios legítimos para alcanzar los
fines sociales. Así se plantea una crítica a las desigualdades sociales, poniendo
énfasis en cuestiones estructurales del sistema, aunque sin cuestionar en el ámbito
sociopolítico la base capitalista de la sociedad ni en el ámbito penal la base del
sistema penal.

El planteo de los problemas sociales, en particular en el sector más desfavorecido de


la población tiene relación con el reconocimiento de una pluralidad de valores
existente en las sociedades contemporáneas. Esto va a ser profundizado por las
denominadas teorías de las subculturas, criticando alguno de los conceptos
mertonianos.

3. Teoría de las subculturas. Las "bandas" y los jóvenes como objeto de


atención privilegiada.

Dentro de la línea teórica nacida en Chicago que se basa en el estudio de la ciudad,


durante los años 50 surge el análisis de las denominadas subculturas criminales,
básicamente de los jóvenes y pandillas. Tengamos en cuenta que la cultura era
entendida en términos generales como un conjunto de costumbres, códigos morales
y jurídicos de conducta, creencias, prejuicios, etc., que los miembros de una
comunidad comparten y aprenden en la participación social. Por lo tanto, las
subculturas eran definidas como grupos que, si bien compartían valores importantes,
se distinguían en otros relevantes. Es decir, se valoran conductas que para la cultura
general son delictivas.

3.1. Albert Cohen (1895-1981)

Entre los principales exponentes de esta tradición se destacan los trabajos de Albert
Cohen (“Delincuentes juveniles: la cultura de las pandillas” en 1955). Con una
marcada influencia de Sutherland y Merton, estudia las bandas de delincuentes
juveniles. Veía cierta organización en los grupos, con estructuras jerárquicas y
criterios de admisión y mucha importancia a la territorialidad de las bandas, tratándose
de grupos que compartían problemas de adaptación a los valores de la cultura
dominante.
No basa la explicación de la criminalidad en problemas individuales sino en las
circunstancias sociales y la cercanía con modelos delincuenciales. Se trata de
jóvenes de clase obrera que no encuentran respuesta a su frustración dentro de la
cultura general que enfatiza el éxito económico (Merton). El valor del éxito (masculino)
proviene de la familia, la escuela y los medios de comunicación en una sociedad
donde priman la competitividad y éxito económico. En los jóvenes de clase baja,
además, se transmiten esos valores pero, a diferencia de los de clase media y alta,
no tienen la misma formación y control de actividades por parte de los padres ni se
les exige disciplina, resultados ni tienen educación adicional.

[1] Corrientes de pensamiento sociológico -micro-sociológico- relacionado también


con la antropología y la psicología social, que se basa en la comprensión de la
sociedad a través de la comunicación y que ha influido enormemente en los estudios
sobre los medios. El interaccionismo simbólico se sitúa dentro del paradigma
interpretativo. Este analiza el sentido de la acción social desde la perspectiva de los
participantes. Dicho paradigma concibe a la comunicación como una producción de
sentido dentro de un universo simbólico.

[2] Influenciado por el mencionado Talcott Parsons, pero también separándose de


él y de sus otros maestros.

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