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Empezaremos el análisis de las necesidades preguntándonos el por qué, el con quien y para
quiénes, de un proyecto, tratamos de identificar los fundamentos y las justificaciones del mismo,
lo que nos dirige a conocer una realidad concreta, cuyo conocimiento y análisis justifican las
decisiones tomadas en favor del propio proyecto. Los contenidos de este conocimiento y análisis
se encuentran en el conjunto de informaciones relacionadas, por una parte, con los
antecedentes de la elaboración de la acción y, por otra, con un diagnóstico de la realidad; a
partir de estos datos, junto con las personas que vayan a ser “beneficiarias”3, se selecciona uno
de los problemas identificados y se elabora (o justifica) una respuesta en la que consiste
precisamente el proyecto.
Elaborar el por qué exige un trabajo de investigación. Hay que lograr la identificación de una
acción transformadora a emprender con un determinado grupo de personas que la llevará a la
práctica. No obstante, la identificación requiere un diagnóstico lo más objetivo posible de la
realidad.
Para completar esta primera etapa de la elaboración de un proyecto conviene seguir tres pasos:
1. Conocer los antecedentes históricos de la acción (foto): Por un lado, el origen, el motivo
que lo originó e indujo a la institución a plantear el proyecto. Por otro, quién ha tomado
la iniciativa, cómo ha ido madurando la idea, con qué dificultades se ha tropezado, con
qué apoyos se ha contado, etc., hasta distinguir por qué hitos ha pasado el proceso.
El diagnóstico debe culminar con la identificación y selección del problema básico para el cual
se elabora luego la respuesta del proyecto. Conviene centrar, desde un principio, todo el proceso
de elaboración de la acción a realizar, otorgando a las personas beneficiarias un protagonismo
de primer plano. Se trata de que se transformen en sujetos de la acción.