Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Craig, William (1973). Enemy at the Gates: The Battle for Stalingrad
MacDonald, John. (1986) Great Battles of World War II
Entre 1939 y 1941, la Alemania nazi estuvo ocupada luchando con sus históricos
enemigos de Occidente: Francia y el Reino; no obstante, Hitler nunca perdió de vista
su verdadero objetivo: invadir el este de Europa y aniquilar a los eslavos. Así que
no es de extrañar que en 1941, y justo al terminar de vencer a los Franceses, Hitler
rompiera el pacto Ribbentrop-Molotov (pacto de no agresión firmado secretamente
entre Stalin y Hitler, poco antes de la invasión a Polonia) e invadiera la Unión
Soviética. El señor Bigote cuadrado quería convertir a la unión soviética en una
especie de colonia alemana (Lebensarum), iniciando la famosa operación
Barbarroja (plan de invasión a la unión soviética 22 junio 1941).
A través de batallas encarnizadas, el avance alemán llegó hasta el río Don, a sólo
65km de Stalingrado, formando un cerco en toda el área circundante de la ciudad,
a cargo del 4° ejército por la izquierda (Hermann Hoth) y 6° ejército por la derecha
(Friedrich Paulus sucesor de Walter von Reichenau dirigiéndose hacia el sur). El
4° ejército logró replegar las líneas de defensa soviéticas hasta la cercanía de la
ciudad, pero el 6° ejército retrasó su marcha 2 días completos, lo que permitió a los
soviéticos guarnecerse en la ciudad. Preocupado por el avance alemán hacia el
Volga, que amenazaba con dividir a la Unión Soviética en dos, Stalin prohibió la
rendición sin importar las razones, y ordenó la infantería fusilar a todo soldado
soviético que retrocediese sin permiso. Esta es la famosa orden 227, conocida como
la orden «¡Ni un paso atrás!». También se obligó a combatir a las mujeres de toda
la Unión Soviética, y en su desesperación, el Ejército Rojo practicaba el envío de
ataques masivos frontales a distancias mínimas, convirtiendo la batalla en una
masacre. Al entrar en la ciudad, los soviéticos habían perdido a más de 200,000
efectivos, y en la ciudad quedaban unos 50mil (otras fuentes dicen que más).
Sin embargo, en el lado alemán las cosas no eran color de rosa, los ejércitos que
combatían en el Cáucaso fueron apresuradas por Hitler a tomar el yacimiento
petrolífero de Maikop, pero lo encuentran completamente destruido, y la escasez de
petróleo en territorio soviético se vuelve crítica para el tercer Reich.
De vuelta en Stalingrado. El 23 de agosto de 1942 tuvo lugar el primer asalto aéreo
alemán (LutfWaffe, Arma aérea) a la ciudad de Stalingrado, para irlos ablandando
con los bombardeos de 600 aviones, matando a unas 5,000 personas sólo en ese
día. Pero las bombas no lograron doblegar a los soviéticos, por el contrario, los
Comrades aprovecharon que la ciudad quedó en ruinas para convertirla en una
fortaleza. El escenario estaba entonces puesto en escena para una masacre que
cambiaría el curso de la WW2, y de la historia como la conocemos.
Chuikov era un líder mucho más decidido que Lopatin, cuando llegó al escenario de
la batalla, Yeriómenko y Jrushchov le preguntaron: «—¿Cuál es el objetivo de su
misión, camarada?. Chuikov contestó firmemente —Defender la ciudad o morir en
el intento»,. Yeriómenko observó a Jrushchov, y tuvo la certeza de que Chuikov
había entendido perfectamente lo que se esperaba de él.
El nuevo comandante se encontró con menos de 20 000 hombres y 60 tanques, así
como unas deficientes defensas. Chuikov reforzó las defensas antiaéreas (servidas
por mujeres militares) de la ciudad y, asimismo, fortificó aquellos lugares donde
fuese posible contener al enemigo. Además retiró la mayor parte de su artillería a la
ribera oriental del Volga (300m) y fomentó el despliegue de francotiradores, entre
ellos el famoso Vasili Záitsev.
Cabe mencionar que, para este momento, ya se comenzaban a sentir las bajas
temperaturas y el terreno nevado dificultaba toda operación. Esto supuso una gran
sorpresa para el mando alemán. La gran escala, velocidad (3 días) y ferocidad de
la contraofensiva soviética sepultó las ambiciones alemanas.
Una leve esperanza surgió en el ejército alemán cuando Von Manstein acudió en
su ayuda al mando del grupo de ejércitos del Don. Esta operación para romper el
cerco soviético y establecer un corredor para enviar refuerzos se conoció como
operación tormenta de invierno. Sin embargo, los refuerzos fueron repelidos por otro
contraataque soviético. La operación de rescate fracasó, y el ejército de Paulus
seguía perdiendo efectivos, atrapado en la ciudad.