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OPERACIÓN AZUL

La ofensiva alemana para capturar Stalingrado comenzó a finales del verano de


1942, en el marco de la Operación Azul, un intento por parte de Alemania de
tomar los pozos petrolíferos del Cáucaso. Un masivo bombardeo de la Luftwaffe
redujo a la ciudad a escombros destruida, mientras las tropas terrestres del Eje
deberían tomar la ciudad de Stalingrado que no estaba en los planes de ser
atacada por Adolfo Hitler, para desabastecer a los aliados y sus tropas de
suministros de gas y petróleo era determinante, después de un cruento invierno en
donde nadie se encontraba listo y esta conquista o derrota podría acabar la guerra
para cualquier bando. La batalla de Stalingrado fue el más colosal choque de la II
Guerra Mundial, entre las fuerzas de Hitler y las de Stalin y su resultado la cual
determinó en gran manera el resultado de la guerra.

Stalingrado fue una de la batalla entre las fuerzas del eje


(un capricho de Adolfo Hitler por la sencilla razón que fue bautizada con el nombre
de su oponente), en su mayoría alemanes contra las fuerzas del Ejército Rojo por
el control de la ciudad soviética de Stalingrado, actual Volgogrado, entre el 23 de
agosto de 1942 y el 2 de febrero de 1943. La batalla se desarrolló en el transcurso
de la invasión de alemana a la Unión Soviética con bajas estimadas en más de
dos millones de soldados de ambos bandos y civiles soviéticos, La grave derrota
de Alemania y sus aliados en esta ciudad, significó severa desviación en los
resultados finales de la guerra y representa el inicio del fin del III Reich en Europa,
pues la Werhmacht nunca recuperaría su fuerza anterior ni obtendría más victorias
estratégicas en el Frente.

El bombardeo de la Luftwaffe (las fuerzas aéreas) destruyeron la ciudad, mientras


que las tropas terrestres alemanas mediante un ataque frontal debían tomar la
ciudad, el éxito del ejército alemán, imbatido en todas sus contiendas hasta ese
momento, radicaba en los principios de la guerra relámpago, confiados por su
poderío eficaz en frentes abiertos para ellos la victoria estaba asegurada a lo que
ellos llamaron guerra de ratas o rattenkrieg. Lograron controlar la mayor parte de
la ciudad, pero la Wehrmacht nunca fue capaz de derrotar a los últimos
defensores soviéticos que se aferraban tenazmente a la orilla oeste del río Volga,
que dividía la ciudad en dos.

El 14 de septiembre se inició el primer intentó alemán de tomar la ciudad y las


fuerzas terrestres alemanas llegaron al centro de Stalingrado, acercándose
peligrosamente al embarcadero principal, la terminal de llegada de refuerzos del
ejército ruso. Se alerto a Stalin de la llegada de más tanques alemanes a
Stalingrado, por lo que se envió́ rápidamente a la División de Fusileros de la
Guardia Esta división de élite perdió́ el 30% de sus efectivos el primer día, pero
con la ayuda de los francotiradores expertos y de alta precisión lograron mantener
alejados a los alemanes del río. La conquista de la colina de Mamaev Kurganenel
centro de la ciudad se convirtió́ en una congestionada lucha en que las banderas
de ambos bandos ondearon alternadamente, ya que si los alemanes controlaban
esta colina, su artillería dominaría el Volga. Los alemanes desplegaron todo un
sistema de altavoces incitando a la deserción de los rusos a quienes los tenían
rodeados.

Sufridos seis meses, desde finales de junio de 1942 hasta principios de febrero de
1943, el mundo entero contuvo el aliento por la intensidad de la batalla más
sangrienta de la historia. Los alemanes efectuada siempre en campo abierto y que
conseguía embolsar grandes formaciones enemigas. No estaba preparado para
ese tipo de lucha casa por casa, habitación por habitación que le planteó el
general soviético Chuikov. Para mediados de septiembre, ocho de las veinte
divisiones del Ejército alemán se luchando dentro de la ciudad. En una zona y
maniobra que era desconocida para ellos ya que no tenían experiencia en ese tipo
de combate urbano. Bajo las ruinas de los edificios, entre los restos de los carros
blindados de uno y otro bando, dentro de escombreras de acero y tanto los
soldados rusos como los simples habitantes de la ciudad hacían imposible el
avance de la infantería y los tanques alemanes producto del bombardeo aéreo
alemán. Los alemanes cometían el error de avanzar rápidamente y dejar sus
abastecimientos muy lejos a ellos, en los cuales significo otro problema ya que
ligeramente se les fue agotando la subsistencia.
DEFENSA SOVIETICA

Stalin ordenó a los frentes Suroeste y Sur llevar a cabo defensas a muerte. Tras la
virtual destrucción de seis de sus ejércitos a manos alemanas, dio instrucciones a
los nuevos frentes de Vorónezh y Stalingrado (1.º, 3.º, 4.º y 5.º ejércitos de
tanques y 21.º, 62.º, 63.º y 64.º ejércitos) para detener el avance alemán a lo largo
del río Don y de su gran meandro. Acto seguido, tras la derrota de las fuerzas del
Frente de Stalingrado a manos del Sexto Ejército y del Cuarto Panzer en el gran
meandro del Don durante el mes de agosto, Stalin ordenó a sus fuerzas defender
la ciudad de Stalingrado de acuerdo con su nueva directriz: "Ni un paso atrás".

Cuando a finales de agosto el Sexto Ejército y el Cuarto Panzer alcanzaron las


orillas del Don, Hitler les ordenó capturar Stalingrado rodeándola por norte y sur
con rápidas acometidas blindadas. Stalin y su lugarteniente, el general Zhúkov,
reaccionaron y enviaron a los 62.º y 64.º ejércitos para defender la ciudad y sus
suburbios del sur "hasta el último hombre", mientras que cuatro ejércitos recién
formados (el 4.º de Tanques, el 24.º y el 66.º ejércitos y el 1.º de Guardias)
lanzaron contraataques sobre las fuerzas alemanas en Stalingrado desde el norte
y dos ejércitos frescos (el 57.º y el 51.º) hicieron lo propio desde el sur. Los
contragolpes llevados a cabo desde la región de Kotluban a finales de agosto y
septiembre sobre el norte de la ciudad desbarataron el plan del Sexto Ejército de
conquistar rápidamente el distrito fabril con una súbita embestida panzer y
arrastraron al ejército del general Paulus a enfangarse en una fragmentada
batalla, bloque por bloque, fábrica por fábrica, casa por casa, por aplastar las
defensas del 62.º Ejército del general Chuikov.

Durante el mes de octubre y primeros de noviembre, Stalin reforzó el ejército de


Chuikov con las tropas justas para sostener la lucha por las ruinas de Stalingrado,
al tiempo que reunía tropas frescas con las que llevar a cabo una contraofensiva
para derrotar a los alemanes. Mientras, Hitler ordenaba al Sexto Ejército capturar
Stalingrado a toda costa, obligando a Paulus a concentrar todas sus fuerzas en la
ciudad para sustentar su avance. La "picadora de carne" resultante terminó por
engullir a todo al Sexto Ejército, lo que obligó a Hitler a encomendar las defensas
adelantadas al noroeste y sur de la ciudad a cuatro ejércitos aliados (el Segundo
húngaro, el Octavo italiano y el Tercer y Cuarto rumanos). Los soviéticos no
tardaron en identificar estos puntos débiles en el perímetro alemán y se
dispusieron a explotarlos.

Mientras tanto, en el Cáucaso, los ejércitos soviéticos del Frente Transcaucásico,


engrosados por las vastas remesas de tanques y equipo militar de Préstamo y
Arriendo enviadas por los Aliados, pararon en seco el avance del Primer Ejército
Panzer y del Decimoséptimo Ejército a comienzos de noviembre en las
proximidades de Grozni y de las montañas del Alto Cáucaso al sur de
Novorossiisk. La consiguiente contraofensiva soviética en Stalingrado obligaría a
Hitler a transferir fuerzas panzer del Grupo de Ejércitos A al B lo que, a su vez,
forzó a las tropas alemanas en el Caúcaso a pasar primero a la defensiva para,
finalmente, tener que retirarse de la región.

Al comprometer solo el número justo de tropas en Stalingrado para mantener viva


la batalla, Stalin y Zhúkov pudieron concentrar, durante la primera mitad de
noviembre, suficientes fuerzas al norte y sur de la ciudad para ejecutar una
contraofensiva basada en un plan sugerido por el general Yeremenko,
comandante del Frente de Stalingrado, y revisado y robustecido por Zhúkov. La
Operación Urano, lanzada el 19 de noviembre, arrolló a las fuerzas rumanas al
norte y sur de la ciudad y atrapó al Sexto Ejército y a la mayor parte del Cuarto
Ejército Panzer (unos 300.000 hombres) en la bolsa de Stalingrado. En diciembre,
los soviéticos cerraron el cerco en torno a su presa, rechazando todo intento
alemán de socorrer al Sexto Ejército y lanzando nuevas ofensivas que pusieron en
fuga al Octavo Ejército italiano a lo largo del río Don y empujaron a las fuerzas
alemanas al oeste de Stalingrado. Entre enero y comienzos de febrero de 1943 los
soviéticos terminaron por reducir al embolsado Sexto Ejército y obligaron a Paulus
a capitular, mientras conducían renovadas ofensivas que derrotaron al Segundo
Ejército húngaro y empujaron a los alemanes aún más al oeste, hasta el río
Donéts y la región de Rostov.
Como ya había ocurrido en 1941, en la defensa a ultranza de Stalingrado los
soviéticos infligieron un volumen de bajas mucho mayor sobre las fuerzas de Hitler
de lo que los alemanes habían previsto, al tiempo que aprovecharon su vasta
demografía para reemplazar sus pérdidas y levantar nuevos ejércitos cuando fuera
preciso. La derrota de las fuerzas del Eje en la Operación Blau se debió a la
sobresaliente planificación defensiva y ofensiva soviética y a las mejoradas
capacidades de combate de sus tropas y comandantes, pero también a la innata
autosuficiencia teñida de arrogancia de los alemanes y la lamentable
sobreextensión de las fuerzas del Eje. En suma, una vez más Hitler trató de
conseguir demasiado con demasiado poco.

Las bajas del Eje en la campaña de Stalingrado ascendieron hasta los 800.000
hombres. El Sexto Ejército y el Cuarto Ejército Panzer alemanes, el Tercer y
Cuarto ejércitos rumanos, el Octavo italiano y el Segundo húngaro habían sido
aniquilados, mientras que el Segundo Ejército alemán se encontraba seriamente
dañado y Alemania retiraba a todas sus fuerzas aliadas del combate, terribles
pérdidas que mutilaron a las fuerzas de Hitler en el Frente del Este. A partir de ahí
la estrategia de Stalin se concentraría en atacar por todas partes, confiado en que
las defensas alemanas se hundirían en algún punto por el que poder explotar la
brecha.

Si el fracaso de Barbarroja a finales de 1941 había puesto de manifiesto que


Alemania no podría imponerse en una corta guerra basada en la Blitzkrieg
("guerra relámpago"), el fracaso de Blau un año después evidenciaba que,
sencillamente, no podría ganar en modo alguno. Seis meses más tarde, la batalla
de Kursk revelaría que su derrota final sería total.

El coronel (r) David M. Glantz es editor jefe de The Journal of Slavic Military
Studies y miembro de la Academia de Ciencias Naturales de Rusia (antes
Soviética). Es autor de más de treinta títulos sobre el conflicto germano soviético,
entre los que destacan Choque de Titanes (Desperta Ferro, 2017) y su obra
magna, la Tetralogía de Stalingrado, cuyo primer volumen, A las puertas de
Stalingrado (Desperta Ferro, 2017) acaba de ver la luz en castellano.

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