Está en la página 1de 2

PERFIL PROFESIONAL

La preparación pedagógica es fundamental para adquirir la ciencia, la didáctica y los recursos


educativos que le permitan enseñar los contenidos de su materia de forma gradual, progresiva y
adecuada a las características de los estudiantes, según su patrón de desarrollo, motivarlos,
orientarlos y comunicarse con ellos.

El docente de educación religiosa es una persona que es coherente entre lo que dice y hace; dado
que es ejemplo para el educando por su manera de ser y actuar, así como por la veracidad de
aquello que transmite a sus alumnos.

Por ser la educación religiosa un área obligatoria y fundamental (Ley 115 de 1994, Art. 23, Nº 6),
implica que cada grado, en el caso nuestro, desde Preescolar a Undécimo, tiene su objeto de
estudio propio y, por tanto, sus aprendizajes que deben adquirir a través del desarrollo de
habilidades y destrezas que se evalúan de acuerdo a las competencias interpretativa,
argumentativa, valorativa actitudinal y propositiva. En efecto se requiere:

● Disponer de una clara y esencial síntesis de la materia que imparte, tendiendo en cuenta
los programas propuestos por la Conferencia Episcopal de Colombia.
● Ser capaz de entablar un diálogo interdisciplinar tanto con las otras opciones
confesionales, como con las otras áreas. Sólo será posible el diálogo interdisciplinar si se
goza de una verdadera y sólida formación doctrinal.
● Una formación permanente. El estar actualizado es una exigencia dentro del desempeño
como profesionales y a la vez como pedagogos e investigadores puesto que el saber está
en constante desarrollo.

Perfil moral y espiritual

Identidad cristiana. queda por una consciente y responsable adhesión personal al Credo de  la
Iglesia.

● Actitud de respeto y de diálogo interreligioso, ya que el pluralismo religioso, como dato


sociológico significativo, es un fenómeno nuevo en nuestro país, hecho del cual el profesor
de religión debe ser consciente de este fenómeno y saber situarse ante él, distinguiendo la
doctrina y los principios propios de la Iglesia Católica de las doctrinas y propuestas de
otros grupos religiosos.
●  Competencia curricular. La validez profesional, la autoridad intelectual y moral de la
enseñanza que es una exigencia que nace de la misma razón ética del trabajo
encomendado.

● Disponibilidad para conocer las necesidades educativas de los alumnos y para


satisfacerlas.
● Una natural capacidad de comprensión de los sentimientos, las ideas, los compromisos o
las conductas de los alumnos.
● Una natural actitud para la comunicación como persona (saber manifestar los
sentimientos, las emociones, las convicciones personales, no solo con empatía sino con
simpatía) y a comunicar el objeto de la propia disciplina (saber entrar en longitud de onda
del alumno para motivarlo mejor en el aprendizaje).
● Sensibilidad de espíritu o intuición psicológica capaz de captar los mensajes o meta
mensajes en la comunicación social, de distinguir los lenguajes no intencionales de los
intencionales.
● Inteligencia abierta a la curiosidad, crítica y creativa, que tiende a la invención más que a
la tradición de patrimonio cultural, dispuesta a la verificación de las propias certezas,
capaz a un tiempo de análisis y síntesis, proclive a la lectura comparada de los hechos más
que a una interpretación unívoca, ejercitada de diversas formas.
● Amor por el alumno basado en la consideración de la propia dignidad personal.
● Conocimiento del contexto educativo, de la escuela y del exterior de la misma, del
ambiente sociocultural al que pertenece el alumno, de sus raíces familiares.
● Pasión por la materia que enseña, la cual será objeto de profundización en sus contenidos
y métodos y en la relación con otras materias afines y colaterales.
● Capacidad para el trabajo en una perspectiva intercultural, que promueva la identidad de
la propia cultura, pero respetando y promoviendo, al mismo tiempo, la identidad de los
demás, sendas abiertas a un enriquecedor intercambio.
● Preparación psico-pedágógica y didáctica inicialmente fundada sobre las bases sólidas de
las ciencias humanas y progresivamente probada y verificada en el proceso real de la
práctica educativa.

Todo esto se resume en una actitud fundamentalmente positiva hacia los alumnos, hacia la propia
comunidad y hacia el mandato educativo que esta confía al profesor, hacia la materia cuya
enseñanza le está encomendada y hacia las actividades necesarias para el ejercicio de la profesión.

También podría gustarte