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En síntesis
■ Las conversaciones estresantes se di- odos vivimos hablando. Conversamos, charlamos, chismorreamos y bromeamos. Pero a ve-
ferencian de otras porque sobre ellas
pesa una carga emocional. Cuando se
mezclan los sentimientos, es muy fácil
T ces —más de las que quisiéramos— participamos de conversaciones estresantes, de inter-
cambios sensibles capaces de dañarnos u obsesionarnos como no podría hacerlo ningún
otro tipo de conversación. Las charlas estresantes son inevitables, son parte de la vida, y en el
perder el equilibrio. La mayoría de la mundo de los negocios pueden derivar en el despido de un subordinado o llevarnos, curiosa-
gente se siente incapaz de manejar una mente, a recibir un elogio. Cualquiera sea el contexto, las conversaciones estresantes se dife-
conversación sobre temas sensibles. rencian de las demás porque sobre ellas pesa una carga emocional. Estas conversaciones sue-
len provocar —en nosotros y en nuestra contraparte— vergüenza, confusión, ansiedad, enojo,
■ Sin embargo, usted puede mejorar, dolor o temor. En verdad, las conversaciones estresantes generan tal grado de ansiedad que la
unilateralmente, las perspectivas de gente prefiere evitarlas. Lo cual, no necesariamente, constituye una estrategia equivocada.
una conversación difícil, en la medida Después de todo, una de las primeras reglas de la confrontación es: elige tus batallas. Sin em-
en que la encare con un mayor conoci- bargo, muchas veces tiene un precio muy alto evitar temas, apaciguar a personas difíciles y
miento de sí mismo, haya ensayado pre- suavizar antagonismos; la realidad demuestra que esta postura suele empeorar un problema o
viamente su papel y aplique tres técni- una relación.
cas de comunicación comprobadas. Dado que las conversaciones estresantes son tan comunes —y tan dolorosas—, ¿por qué no nos
esforzarnos por mejorarlas? Precisamente porque entran en juego nuestros sentimientos.
■ La admisión de responsabilidad es Cuando no nos involucramos emocionalmente con un tema, no nos cuesta entender que el
una de ellas, y puede resultar eficaz es- conflicto es algo normal y puede resolverse o, al menos, manejarse. Pero, cuando se mezclan
pecialmente a modo de introducción. La los sentimientos, casi todos perdemos el equilibrio. Tal como les ocurre a los integrantes de un
técnica de clarificación sirve para apa- equipo de fútbol que ha sido maniatado por la férrea marca del rival, también nosotros perde-
ciguar una situación tensa. Y la mejor mos toda esperanza de llegar al área contraria.
técnica para neutralizar al otro es iden- Durante los últimos 20 años, di clases y dicté seminarios —en algunas de las universidades y
tificar abiertamente sus tácticas. empresas líderes de los Estados Unidos— sobre la comunicación en el transcurso de conversa-
ciones estresantes. Con el aula como laboratorio, aprendí que la mayoría de la gente se siente
incapaz de llevar a buen puerto una conversación sobre temas sensibles. Es como si todas
nuestras habilidades saltaran por los aires, y no pudiéramos pensar provechosamente sobre lo
que está sucediendo y lo que deberíamos hacer para obtener buenos resultados.
Este artículo fue originalmente publicado Sin embargo, todo podría desarrollarse de otro modo. He observado que los gerentes pueden, uni-
en la edición de julio-agosto de 2001 de lateralmente, mejorar las perspectivas de una conversación difícil, cuando la encaran con un ma-
Harvard Business Review, bajo el título yor autoconocimiento, ensayan previamente y aplican tres técnicas de comunicación comproba-
“Taking the Stress Out of Stressful das. Pero no me interprete mal: no existe un enfoque estándar para todas las conversaciones es-
Conversations”, por Holly Weeks. tresantes. Hay demasiadas variables y demasiada tensión, y las interacciones entre los individuos,
© 2001, Harvard Business School en situaciones difíciles, siempre son únicas. No obstante, toda conversación estresante puede ser
Publishing, distribuido por New York Times vista como la amalgama de una cantidad limitada de conversaciones básicas, que plantean un
Special Features. Todos los derechos reser- conjunto determinado de problemas. En las páginas siguientes exploraremos qué se puede hacer
vados. Holly Weeks es consultora. Preside la para anticipar y manejar esos problemas. Pero primero analizaremos las tres conversaciones estre-
firma WritingWorks and SpeakingWorks, santes básicas, con las que más a menudo chocamos en el trabajo.
de Cambridge, Massachusetts. Enseña en el
Radcliffe Institute de la Universidad de "Tengo una mala noticia para usted"
Harvard. Comunicar una mala noticia es, por lo general, algo difícil para ambas partes. El que habla sue-
le estar tenso, y el que escucha siente aprensión por el rumbo que tomará la conversación. Con-
sideremos el caso de David, director de una institución sin fines de lucro. Estaba en la incómo-
da posición de tener que hablar con Jeremy, un ambicioso investigador que tenía una excelen-
te opinión de su propio trabajo, calificación que el resto de la organización no compartía. La
situación que se le planteaba a David era complicada, porque hasta entonces Jeremy había re-
cibido evaluaciones artificialmente altas. Esto había ocurrido por varios motivos. Uno tenía que
ver con la cultura organizacional: la institución sin fines de lucro no es el tipo de lugar donde
la confrontación sea algo natural. Además, Jeremy tenía una enorme confianza, tanto en sí
mismo como en la calidad de sus antecedentes académicos. Esta confianza, sumada a la res-
puesta defensiva que esgrimía ante la más mínima crítica, llevó a los demás (incluido David) a
postergar cualquier conversación sobre la incidencia de las debilidades de Jeremy en la calidad
de su trabajo. Para colmo, éste practicaba un humor corrosivo y burlón, que en numerosas oca-
siones había ofendido a empleados de su departamento y de otras áreas. Nunca nadie le había
dicho nada en forma directa, pero, con el tiempo, cada vez eran más los que se negaban a tra-
bajar con él. Dado que Jeremy no había recibido prácticamente ninguna crítica, su estilo mor-
daz se había ido expandiendo, y también aumentaba la inquietud de la gente.
En conversaciones como éstas, el principal desafío pasa por lograr un buen comienzo. Si el in-
tercambio empieza razonablemente bien, el resto de la conversación tiene posibilidades de lle-
gar a buen puerto. De lo contrario, se corre el riesgo de que la sangre fluya. En un esfuerzo por
ser amables, muchas personas inician estas conversaciones con un comentario superficial. Eso
es precisamente lo que hizo David cuando le dijo, para abrir la conversación: "¿Cómo andan los
Red Sox?" (los Medias Rojas de Boston, un equipo de baloncesto).
Por supuesto, Jeremy malinterpretó la intención de David, y adoptó su habitual postura arro-
gante y superior. Al percibir esto, David sintió que debía quitarse los guantes de seda. La con-
versación se volvió de pronto brutalmente honesta, y David fue casi el único que habló. Cuan-
do el monólogo terminó, Jeremy dirigió su fría mirada al piso, se puso de pie en medio de un
tenso silencio y se fue. David se sintió aliviado. Desde su punto de vista, la interacción había
sido dolorosa pero rápida. No había demasiada sangre en el suelo, observó irónicamente. Pero,
dos días después, Jeremy presentó su renuncia, llevándose consigo buena parte de la memoria
institucional, y del talento.
bién quién influyó en la percepción de Rafael de que Elizabeth había tomado el control. ¿Se-
ría su padre?, ¿tal vez su esposa? No lo sabemos. Al mismo tiempo, no podemos dejar de sen-
tir que Rafael reaccionó exageradamente cuando le cuestionó a Elizabeth su supuesta necesi-
dad de asumir el control.
Elizabeth sintió otra oleada de resentimiento de su colega, y volvió a disculparse. "Lo siento.
¿Cómo quieres dividir el trabajo?", le preguntó. Esta deferencia alivió la atmósfera de tensión.
Pero sentó el precedente de un status desigual que ni Elizabeth ni la empresa creían correcto.
Peor aún, aunque Rafael y Elizabeth siguieron siendo parte del mismo equipo después de este
doloroso intercambio, ella se mostró irritada por el cambio de status; tres meses después fue
transferida y abandonó el proyecto.
El manejo de la conversación
Ser conscientes de nuestras debilidades y practicar antes de llevar adelante una conversación
estresante son pasos importantes, pero esto no es suficiente. Permítame mostrarle lo que pue-
de hacer durante la conversación. Consideremos el caso de Elizabeth, la ejecutiva cuyo colega
interpretó que estaba usurpando el control. A ella le resultaba difícil pensar y tomar decisio-
nes rápidas en situaciones de confrontación, y lo sabía. Por eso tuvo que recurrir a frases he-
chas, que pudiera recordar con facilidad en el momento, para no tener que quedarse callada o
inventar algo en el fragor de la charla. Aunque esta solución parezca simple, la mayoría de no-
sotros no posee un conjunto de herramientas y tácticas conversacionales. Corregir esta falla es
una parte clave del aprendizaje necesario para manejar mejor las conversaciones estresantes.
Debemos aprender habilidades comunicacionales de la misma manera que aprendemos a brin-
dar respiración artificial, mucho antes de necesitar usarlas, porque sabemos que, cuando lle-
gue el momento de emplearlas, estaremos en una situación crítica y tensa. A continuación des-
cribiremos tres tácticas conversacionales comprobadas. Tal vez las palabras no se acomoden al
estilo habitual de su discurso, pero lo importante es que comprenda cómo funcionan las téc-
nicas, y luego podrá elegir una forma de expresión que le resulte más cómoda.
Respete a su socio. Cuando David le dio a Jeremy su opinión negativa acerca de su trabajo y
su persona, hubiera sido recomendable que comenzara por admitir que se sentía, en parte, res-
ponsable por haber contribuido al problema que compartían, y que lo lamentaba. Podría ha-
berle dicho: "Jeremy, la calidad de tu trabajo se ha deteriorado, en alguna medida por la reti-
cencia de tus colegas a correr el riesgo de ponerte de mal humor, si te hablan con franqueza.
Yo también soy responsable de esto, porque me he resistido a hablar abiertamente de estas di-
ficultades contigo, a pesar de que me agradas y te respeto, y del largo tiempo que trabajamos
juntos". La admisión de responsabilidad es una técnica que —especialmente a modo de intro-
ducción— puede resultar eficaz, porque, sin provocar, enfoca de inmediato las cosas difíciles
que el que habla debe decir, y su interlocutor escuchar.
¿Ayuda a encauzar todo tipo de conversaciones difíciles? No, porque no existen las técnicas in-
falibles. Pero, en el caso que consideramos, hubiera servido para establecer un tono adecuado
y eficaz de conversación entre David y Jeremy. Muestra respeto por el problema planteado, por
Jeremy, por la relación entre ambos y por la responsabilidad de David. Toda técnica que comu-
nique respeto en una conversación estresante —muy especialmente si ésta va a tomar al otro
por sorpresa— resulta sumamente valiosa. En realidad, la capacidad de actuar con dignidad
puede tanto dar lugar como poner fin a una conversación estresante. Algo muy importante a
considerar es que, si bien Jeremy dejó la empresa, puede seguir causando daño a través de ru-
mores, o utilizar en contra de la organización el conocimiento que adquirió adentro. Cuanto
más intolerable haya sido para él la conversación con David, más probable es que se propon-
ga lograr que la organización pague.
zo de las palabras y los actos de ella, pareció estar influida por recuerdos instantáneos de otras
conversaciones estresantes que tuvo en el pasado. Elizabeth no desea psicoanalizar a Rafael;
en realidad, explorar el panorama interno de Rafael exacerbaría esa situación dolorosa. Enton-
ces, ¿qué puede hacer ella para diluir, en forma unilateral, la confrontación?
Elizabeth necesita una técnica que no se concentre en comprender los motivos subyacentes de
la dura reacción de Rafael, sino que la ayude a manejar la situación de manera eficaz. "Me doy
cuenta de cómo tomaste lo que dije, Rafael. Pero ésa no fue mi intención. Revisemos esta lis-
ta otra vez." La denomino técnica de clarificación, y sirve para apaciguar la situación. Utilizán-
dola, Elizabeth puede convertir unilateralmente la confrontación en un punto de acuerdo. No
entra en una discusión sobre lo que percibió Rafael, sino que le transfiere esas percepciones,
que de todos modos son de él. Tampoco permite que se inicie una discusión sobre las intencio-
nes de ella, con lo cual se reserva la responsabilidad de alinear sus palabras con sus intencio-
nes. Y regresa a la conversación exactamente en el punto en el que se interrumpió (ver recua-
dro: "La brecha entre la comunicación y la intención").
Esta técnica le resultaría útil a Elizabeth, cualesquiera fueran los motivos del enojo de Ra-
fael. Si su molestia se hubiera originado en una mala interpretación inocente de los dichos
de Elizabeth, con esta técnica ella no pelearía con él, sino que aceptaría su responsabilidad
sobre lo dicho y hecho, y lo corregiría. Incluso si a Rafael lo moviera exclusivamente la hos-
tilidad, Elizabeth no le daría la razón sólo para apaciguarlo. Aceptaría y volvería a intentar.
De esta forma, nadie sale desprestigiado. Nadie se anota un punto a costa del otro. Nadie
se escapa por la tangente.
Enfrente las tácticas, no a la gente. Rafael puede haber desconcertado a Elizabeth; en cam-
bio, Karen actuó con verdadera malicia con Nick cuando perdió los estribos después de la de-
sastrosa reunión con el cliente. Es evidente que Nick no puede evitar que ella utilice esas tác-
ticas frustrantes. Pero puede diferenciar la conducta de Karen de su carácter, e interpretar que
sus reacciones son tácticas frustrantes, y no características de personalidad. Si llega a la con-
clusión de que Karen es una persona hostil, que amenaza y tergiversa, ¿a dónde lo conduce
pensar de esta forma? ¿Qué puede hacer alguien con el carácter de otro? Pero, si ve la conduc-
ta de Karen como una serie de tácticas, puede pensar en utilizar técnicas para neutralizarlas.
La mejor manera de neutralizar una táctica es poniéndole nombre. Siempre es más difícil uti-
lizar una táctica, una vez que ha sido abiertamente identificada. Si, por ejemplo, Nick le hu-
biese dicho: "Karen, hemos trabajado muy bien juntos durante mucho tiempo. No sé cómo ha-
blar sobre lo que salió mal en la reunión, porque tu percepción de lo que sucedió, y de lo que
va a suceder a partir de ahora, es muy diferente de la mía", el juego habría sido otro, comple-
tamente distinto. Actuando de este modo, Nick no habría atacado a Karen, ni tampoco habría
permitido que ella lo utilizara como el peón de sus tácticas. Por el contrario, las tácticas de Ka-
ren en la conversación se habrían convertido en el problema dominante.
Hay otra razón por la cual la identificación de una táctica, en especial si ésta es agresiva, sir-
ve para apaciguar. Con frecuencia percibimos a una contraparte agresiva como alguien persis-
tente y hasta infinitamente pendenciero, cuando, en realidad, muchas veces no es así. Hay de-
terminados niveles de agresión con los cuales los individuos se sienten cómodos, y se resisten
a potenciarlos. Mientras Nick no reconozca e identifique las tácticas de Karen, ella podrá se-
guir utilizándolas, incluso sin ser plenamente consciente de que lo hace. Pero si Nick habla de
ellas, se requeriría una cuota mayor de agresión de parte de Karen para continuar empleándo-
las. Si ella se encuentra en su umbral de agresión o cerca de él, probablemente no seguirá ade-
lante con las tácticas, porque esa actitud la haría sentirse incómoda. Tal vez Nick no pueda de-
tener a Karen, pero ella sí puede detenerse sola.
La gente cree que las conversaciones estresantes son inevitables. Y así es. Pero esto no signi-
fica que ese tipo de conversaciones nos conducirá, indefectiblemente, a malos resultados. Ob-
servemos el caso de una de mis clientas, Jacqueline, la única mujer en el directorio de una em-
presa de ingeniería. Esta directora era sensible a los comentarios masculinos que menosprecia-
ban el papel de la mujer en los negocios. Para colmo, se había topado, dentro del directorio,
con alguien que se mostraba deliberadamente falto de delicadeza. El individuo solía acusarla
de feminista, y en esta ocasión en particular se le había ocurrido contar un chiste sexista.
No era la primera vez que sucedía algo semejante, y Jacqueline volvió a sentir la habitual ca-
cofonía interna de reacciones. Pero, como era consciente de que se trataba de una situación
estresante que había sido armada para ella, y estaba preparada para enfrentarla, dejó, en prin-
cipio, que la broma flotara en el aire durante un minuto, y luego volvió al tema sobre el que
estaban conversando. Cuando Richard decidió no permitir que el efecto del chiste se evapora-
ra tan rápido, y la provocó diciéndole: "Vamos, Jackie, era una ‘broma’", Jacqueline, en lugar de
ceder, le respondió: "Richard, este tipo de humor es frívolo para ti, pero yo siento que me ha-
cen a un lado". No necesitó decir nada más. Si Richard hubiera continuado con su escalada,
habría salido desprestigiado. Entonces, se retractó diciendo: "Está bien. No me gustaría que mi
mujer se enterara de que me comporto mal una segunda vez". Jacqueline permaneció en silen-
cio. Había logrado transmitir su mensaje. No había necesidad de avergonzarlo.
Las conversaciones estresantes nunca son fáciles de llevar, pero todos podemos obtener mejo-
res resultados si, como Jacqueline, nos preparamos, desarrollando un mayor conocimiento de
nuestros aspectos vulnerables y mejores técnicas para manejarnos. Los consejos y herramien-
tas descriptos en este artículo pueden ser útiles para reducir, unilateralmente, la tensión que
rodea a las conversaciones estresantes. Todo lo que usted tiene que hacer es ponerlas a prue-
ba. Si una técnica no funciona, pruebe con otra. Encuentre el lenguaje que mejor se acomode
a su personalidad y a su estilo, y que usted sienta más natural. Pero no deje de practicar; há-
galo hasta descubrir la técnica y el lenguaje que le convienen. ●