Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Negociación
Traducción
Gonzalo Mallarino
G R U P O
EDITORIAL
norma
Barcelona, Bogotá, Buenos Aires, Caracas, Guatemala,
Lima, México, Panamá, Quito, San José, San Juan,
Santiago de Chile, Santo Domingo
Stone, Douglas
Negociación : cómo enfrentarlas y decir lo que tiene que decir / Douglas
Stone, Bruce Patton, Shcila Heen ; traducción Gonzalo Mallarino. — Edición
Patricia Torres. — Bogotá1 : Editorial Norma, 2002.
287 p. ; 23 cm.
Título original : Diffícult conversations. How to discuss what matters most.
ISBN 958-04-6851-6
1. Comunicación interpersonat - Estudio de casos 2. Comunicación interpersonal
3. Comunicación - Aspectos Psicológicos 1. Patton, Bruce H. Heen, Sheila III.
Mallarino, Gonzalo, tr. IV. Torres, Patricia, ed. V. Tft. 158.2 cd 19 ed. AHM3045
ISBN 958-04-6851-6
A nuestras familias,
con amor y gratitud,
—ROGER FlSHER
Contenido
Prólogo vü
Introducción xi
Primera parte
EL problema i
1 Distinga entre las tres conversaciones
3
Segunda parte
Cómo pasar a una posición instructiva 23
La conversación del "qué pasó" 25
Tercera parte
Establezca una conversador! instructiva 145
7 ¿Cuál es su propósito?
Cuándo plantear una conversación difícil
y cuándo dejarla pasar 147
8 Cómo comenzar: Empiece desde la tercera
versión 167
9 Averiguar: Escuche de adentro hacia afuera 185
10 Expresión: Hable por usted mismo con claridad
y fuerza 209
11 Cómo manejar la interacción 227
12 Poner todo junto 245
Agradecimientos 265
Introducción
Tal vez el perro del vecino lo desvela por las noches. "¿Debo
hablarle?", se pregunta usted. Primero decide que no: "Tal vez
deje de ladrar. Tal vez me acostumbre a los ladridos". Pero
luego el perro vuelve a ladrar, y usted resuelve que al día si-
guiente va a hablar con el vecino de una vez por todas.
Entonces se desvela por otras razones. La idea de pelear con
el vecino por su perro lo pone nervioso. Usted quiere caerle
bien; tal vez esté exagerando. Finalmente, vuelve a pensar que
lo mejor es no decir nada y eso le calma los nervios. Pero, justo
cuando acaba de dormirse, el maldito perro vuelve a ladrar y su
ciclo de indecisión empieza de nuevo.
No parece haber una opción que le permita dormir. ¿Por qué
es tan difícil decidir si afronta el problema o lo evita? Porque en
el fondo sabemos la verdad: si tratamos de eludir el problema,
sentimos que están abusando de nosotros, nuestra rabia se en-
cona, nos preguntamos por qué no nos imponemos y le quita-
mos a la otra persona toda oportunidad de mejorar las cosas.
Pero si afrontamos el problema, las cosas pueden empeorar.
Puede que nos rechacen o nos ataquen; podemos herir a la
persona sin proponérnoslo; y la relación se dañará.
El problema
1
Distinga entre las tres
conversaciones
{
Lo que Juan pensó y sintió Lo que Juan y Miguel
pero no dijo realmente dijeron
Entre tanto, también son muchas las cosas que está pensando
y sintiendo Miguel, pero que no dice. Miguel se pregunta si, para
empezar, debió darle este trabajo a Juan. No ha estado muy satis-
fecho con el trabajo de Juan en el pasado, pero decidió arriesgarse
y darle otra oportunidad a su amigo. Miguel está decepcionado y se
pregunta si fue una buena decisión contratar los servicios de Juan
— personal o profesionalmente.
La primera observación es simple: están pasando muchísimas
cosas entre Juan y Miguel de las cuales no se habla.
Eso es típico. De hecho, la diferencia entre lo que uno está
pensando realmente y lo que está diciendo es parte de lo que di-
ficulta una conversación. Uno está prestando atención a todo lo que
va por dentro, y no está seguro sobre lo que debe decir y lo que es
mejor callar. Y uno sabe que decir simplemente lo que está pensan-
do probablemente no facilitará la conversación.
o debió pasar. ¿Quién dijo qué y quién hizo qué? ¿Quién tiene
razón, quién quería decir qué, y quién tuvo la culpa? Juan y Miguel
discuten sobre estos asuntos, tanteen voz alta como mentalmente.
¿Es necesario rehacer el cuadro? ¿Miguel está tratando de intimidar
a Juan? ¿Quién debió haber visto el error?
Por más hábiles que lleguemos a ser, hay ciertos retos en cada una
de las tres conversaciones que no podemos cambiar. Seguiremos
involucrándonos en situaciones en las cuales desenredar "lo que
pasó" será mucho más complicado de lo que sospechamos inicial-
mente. Cada uno tiene información de la que el otro carece, y hacer
que cada uno se ponga al tanto no es fácil. Y también seguiremos
enfrentándonos a situaciones cargadas emocionalmente, que nos
parecen amenazantes porque ponen en peligro aspectos importan-
tes de nuestra identidad.
Lo que sí podemos cambiar es el modo como respondemos a
cada uno de estos retos. Lo típico es que en lugar de averiguar qué
información pueda tener la otra persona que nosotros no tengamos,
asumimos que sabemos todo lo necesario para entender y explicar
las cosas. En lugar de tratar de manejar constructivamente nuestros
sentimientos, tratamos de ocultarlos, o los dejamos salir de un modo
del que después nos arrepentimos. En lugar de explorar los asuntos
más profundos que puedan estar molestándonos a nosotros (o a los
otros), seguimos conversando como si el problema no tuviera que
ver con nosotros — y no reconocemos lo que está en el fondo de
nuestra ansiedad.
Mediante la comprensión de estos errores y de los estragos que
producen, podemos empezar a trazar mejores métodos. Exploremos
cada conversación más profundamente.
tras distintas versiones sobre quién tiene razón, quién quería decir
qué, y quién tiene la culpa. En cada uno de esos frentes — verdad,
intenciones y culpa — suponemos algo equivocado. Aclarar cada
una de estas presunciones es esencial para mejorar nuestra capaci-
dad de manejar bien las conversaciones difíciles.
La presunción de la verdad
La invención de la intención
El marco de la culpa
El tercer error que cometemos en la conversación del "qué pasó"
tiene que ver con la culpa. La mayor parte de las conversaciones
difíciles se concentran en quién tiene la culpa del problema en que
estamos. Cuando la compañía pierde su mayor cliente, por ejemplo,
sabemos que lo que viene es un juego despiadado de la ruleta de
la culpa. No nos importa dónde caiga la bola, mientras no nos caiga
a nosotros. Las relaciones personales no son distintas. ¿Sus relacio-
nes con su madrastra están tirantes? Ella tiene la culpa. Ella debería
dejar de molestarla por su cuarto desordenado y por los chicos con
quienes usted anda.
En el conflicto entre Juan y Miguel, Juan piensa que Miguel
tiene la culpa del problema: el momento de mostrar su
hipersensibilidad en la diagramación es antes de que el folleto se
imprima, no después. Y, por supuesto, Miguel cree que el problema
es culpa de Juan: Juan hizo el proyecto, luego los errores son
responsabilidad suya.
Pero hablar de la culpa es como hablar de la verdad — produce
desacuerdos, negación y deja poco que aprender. Evoca el temor al
castigo e insiste en una respuesta en blanco y negro. Nadie quiere
que lo culpen, en especial injustamente, de modo que ponemos
toda nuestra energía en defendernos.
Los padres de niños pequeños saben esto muy bien. Cuando los
gemelos pelean en el asiento de atrás del auto, sabemos que tratar
de encontrar al culpable siempre producirá el grito: "Él me pegó
14 El problema
;
A corto plazo, sostener una conversación difícil sin hablar de
sentimientos puede ahorrar tiempo y reducir la ansiedad. También
puede parecer una buena manera de evitar ciertos riesgos serios —
para usted, para los otros y para la relación. Pero la pregunta sigue
vigente: si se trata de los sentimientos, ¿qué se logra si no se habla
de ellos?
Comprender los sentimientos, hablar de ellos, manejarlos, son
algunos de los mayores retos del ser humano. No hay nada que
facilite el manejo de los sentimientos o que evite los riesgos. Sin
embargo, la mayoría de nosotros puede mejorar su modo de llevar
la conversación de los sentimientos. Puede no parecer así, pero
hablar de los sentimientos es una habilidad que puede aprenderse.
Por supuesto, no siempre tiene sentido hablar de los sentimien-
tos. Como se dice, a veces es mejor dejar las cosas quietas.
Infortunadamente, la incapacidad para hablar sobre los sentimien-
tos puede hacer que nunca lleguemos a manejarlos.
La conversación de identidad:
¿Qué dice esto sobre mi?
De las tres conversaciones, la más sutil y retadora puede ser la
conversación de identidad. Ella nos ofrece una herramienta impor-
tante para controlar nuestra ansiedad y mejorar nuestras habilida-
des en las otras dos conversaciones.
La conversación de identidad tiene que ver con lo que pasa
adentro: se trata de quiénes somos y cómo nos vemos a nosotros
mismos. ¿Cómo afecta lo que pasó a mi autoestima, a la imagen de
mí mismo y a mi sentido de quién soy ante el mundo? ¿Qué efecto
tendrá en mi futuro? ¿Qué dudas tengo sobre mí mismo? En pocas
palabras: antes, durante y después de la conversación difícil, la
Distinga entre las Ires conversaciones 17
Mantenga el equilibrio
A medida que usted nota las implicaciones de la conversación sobre
su imagen, puede empezar a perder equilibrio. El entusiasta mucha-
cho del departamento creativo, que le recuerda tanto su propia
historia cuando tenía esa edad, se muestra incrédulo y traicionado.
De pronto usted se siente confundido, y su ansiedad sube como un
cohete. Usted se pregunta si realmente tiene sentido rechazar la
idea en una etapa tan temprana. Sin darse cuenta, menciona algo
sobre la posibilidad de que se reconsidere el rechazo del proyecto,
aunque usted no tiene absolutamente ninguna razón para creer que
esto sea posible.
Al perder el equilibrio, lo mínimo que puede pasar es que per-
damos la confianza en nosotros mismos, que perdamos concentra-
ción, u olvidemos lo que íbamos a decir. En casos más extremos,
puede ser un desastre. Podemos sentirnos paralizados, dominados
por el pánico y acosados por el deseo de salir corriendo, y hasta nos
parece que no podemos respirar.
El solo hecho de saber que la conversación de identidad es un
componente de las conversaciones difíciles puede ayudar. Y, como
en las otras dos conversaciones, podemos hacerlo mucho mejor.
Aunque perder el equilibrio sea a veces inevitable, la conversación
de identidad no tiene por qué causar tanta ansiedad. Como sucede
con la conversación de los sentimientos, la conversación de identi-
dad se maneja más fácilmente con el desarrollo de ciertas habilida-
des. De hecho, una vez que uno aprende a manejar la conversación
de identidad, puede convertir lo que suele ser una fuente de ansie-
dad en una fuente de fuerza.
Cuando uno está de buen ánimo, puede pensar: "Bueno, cada cual
tiene su opinión" o "Toda historia tiene dos lados". Pero la mayoría
de nosotros no cree eso realmente. En el fondo, creemos que el
problema son simplemente los demás,
Hay dos razones por las cuales todos tenemos distinta información
sobre el mundo. En primer lugar, a medida que avanzamos por la
vida — ya través de cualquier situación difícil — la información de
34 Cómo pasar a una posición instructiva
Cuando nuestras reglas chocan con las de los demás, nos me-
temos en problemas.
Olga y Teresa, por ejemplo, están enredadas en un conflicto de
reglas. Debido a su trabajo como representantes de ventas, pasan
mucho tiempo juntas. Una tarde acordaron encontrarse a las 7:00
de la mañana siguiente para acabar de preparar una presentación.
Teresa, como de costumbre, llegó a las 7:00 en punto. Olga apare-
ció a las 7:10. No era ésa la primera vez que Olga llegaba tarde, y
Teresa estaba tan molesta que le costó trabajo concentrarse durante
los primeros veinte minutos de la reunión. Olga se enfureció porque
Teresa estaba molesta.
Es útil aclarar las reglas implícitas que aplica inconscientemente
cada persona. Según la regla de Teresa, "No es profesional y es
desconsiderado llegar tarde". Según la regla de Olga, "No es pro-
fesional obsesionarse con pequeñeces hasta el punto de no poder
concentrarse en las cosas importantes". Puesto que tanto Teresa
como Olga interpretaban la situación a través del lente de su propia
regla implícita, cada una pensaba que la otra no estaba actuando
apropiadamente.
Nuestras reglas implícitas a menudo toman la forma de lo que la
gente "debe" o "no debe" hacer: "Uno debe gastar en educación, pero
no en ropa", "Uno no debe criticar jamás a un colega delante de otras
personas", "Uno no debe dejar nunca el sanitario destapado, apretar
el tubo del dentífrico por la mitad, o dejar que los chicos miren más
de dos horas de televisión". La lista sería interminable.
No hay nada malo en tener estas reglas. De hecho, las necesi-
tamos para ordenar nuestra vida. Pero cuando uno está en medio
de un conflicto, es necesario explicar las propias reglas y animar a
la otra persona a que haga lo mismo. Esto reduce mucho la proba-
bilidad de enredarse en un duelo accidental de reglas contradicto-
rias.
Dejen de discutir sobre quién tiene razón 39
decisiones reales. No quiere decir que todos los puntos de vista son
igualmente válidos ni que sea un error tener creencias sólidas. Sin
embargo, le ayudará a evaluar si sus puntos de vista tienen sentido
a la luz de nueva información y diferentes interpretaciones, y a
ayudar a los otros a entender la importancia de esos puntos de
vista.
No importa a dónde quiera llegar, la comprensión — el verse
a usted mismo dentro de la versión de la otra persona — tiene que
ser su primer paso. Antes de pensar en cómo puede avanzar, usted
tiene que saber dónde está.
Los dos capítulos siguientes profundizan en dos aspectos pro-
blemáticos de nuestra versión: nuestra tendencia a malinterpretar
las intenciones ajenas y a concentrarnos en la culpa.
3
No suponga lo que
los demás quieren decir:
desligue la intención
del impacto
Gran parte del primer error puede reducirse a una falla básica:
52 Cómo pasar a una posición instructiva
1. Eludir
3. Intersecciones
Juana también temía que acusar a Miguel haría que las cosas
fueran de mal en peor. "La situación es incómoda pero manejable",
pensaba. "Si le digo a Miguel que su conducta es incorrecta, corro
el riesgo de que explote, desbarate el equipo, o haga algo que
ponga en peligro el proyecto. Y el proyecto es mi primera priori-
dad". Al continuar pensando en función de la culpa, Juana corría
el riesgo de que el asunto se le volviera inmanejable.
EMA: Me contaron que les dijiste a los del comité ejecutivo que
yo no podía manejar mis nuevas responsabilidades.
CATALINA: Espera un segundo, yo no dije que no pudieras mane-
jarlas. Simplemente dije que te están promoviendo dema-
siado pronto y no quiero que te presionen.
EMA: Bueno, has debido decírmelo a mí, si tenías dudas.
CATALINA: Iba a hablar contigo sobre eso. Pero también tengo la
obligación de hablar con la gerencia.
E MA : Tienes la obligación de hablar conmigo primero. No
puedo creer que pongas en peligro mi carrera de este
modo.
CATALINA: ¡Erna, siempre te he ayudado en tu carrera! Se trata
de buscar el momento oportuno para que te promuevan, no
de si lo hacen o noi
El maní no es una nuez. Las ballenas no son peces. Los tomates no son
verduras. Y las suposiciones, los juicios y las acusaciones no son
sentimientos.
No se desahogue: deseaba
cuidadosamente sus sentimientos
Una vez que usted ha identificado sus sentimientos y negociado con
ellos, afronte la tarea de decidir cómo manejarlos. Habrá ocasiones
en que decidirá que compartir sus sentimientos es innecesario o
inútil. Otras veces, por supuesto, sus sentimientos serán el centro
de la conversación.
Demasiado a menudo confundimos el ponernos emocionales
Apropíese de sus sentimientos 115
Visto desde afuera, parecería que Benjamín no tiene nada que te-
mer; tiene todas las cartas en la mano. Aun así, no puede dormir.
Él nos explica: "Mi padre trabajó para una compañía toda su vida,
y yo siempre admiré su lealtad. En mi propia vida he tratado de
hacer lo correcto y, para mí, gran parte de eso es no apartarme de
la gente que me rodea — mis padres, mi esposa, mis hijos y mis
compañeros de trabajo. Decirle a mi jefe que me voy es algo que
cuestiona directamente mi lealtad. Mi jefe ha sido también mi
mentor, y me ha apoyado mucho. Todo el asunto me hace pregun-
tarme: ¿Soy el soldado leal que quiero pensar que soy, o soy un tipo
ambicioso como cualquier otro, que está dispuesto a traicionar a
alguien si el precio lo vale?"
126 Cómo pasar a una posición instructiva
Identidades vulnerables:
el síndrome del "todo o nada"
Para mejorar en el manejo de la conversación de identidad hay que
empezar por entender las maneras en que nos prestamos a que nos
muevan el piso. El mayor factor que contribuye a una identidad
Afirme su identidad 129
Negación
Exageración
Afirme su identidad
Para mejorar su capacidad de manejar la conversación de identidad
usted debe dar dos pasos. Primero, necesita familiarizarse con aque-
llos rasgos de identidad que son importantes para usted, de modo
que pueda identificarlos durante una conversación. Segundo, nece-
sita aprender a integrar dentro de su identidad nueva información
de manera sana — un paso que requiere salir de todas esas ideas
del todo o nada.
Una vez que haya identificado los aspectos de su identidad que más
le importan o que parecen más vulnerables, usted puede empezar
a enriquecer su autoimagen. Esto implica alejarse de la falsa disyun-
tiva entre "Soy perfecto" y "Soy inútil", y tratar de lograr una visión
tan clara como sea posible de lo que realmente es cierto sobre
usted. Como pasa con todo el mundo, lo que es cierto sobre usted
es una mezcla de buena y mala conducta, de intenciones nobles y
otras menos nobles, y de las elecciones acertadas y desacertadas
que usted ha hecho a lo largo de su vida.
Incluso para los mejores y los peores de nosotros, las identida-
des basadas en el principio de todo o nada suponen un mundo
demasiado simple. 'Yo siempre estoy cuando mis hijos me necesi-
tan", "Siempre estoy dispuesto a escuchar a los demás". Nadie es
una sola cosa todo el tiempo. Todos exhibimos una constelación de
rasgos, positivos y negativos, y constantemente nos esforzamos por
responder a las situaciones, complicadas que se nos presentan en la
vida. Y no siempre respondemos con el acierto que quisiéramos.
El temor que siente Benjamín de decirle a su jefe que ha acep-
tado otro puesto es un buen ejemplo de esto. ¿Es Benjamín leal o
es un vendido? Ninguno de estos dos rótulos simplifícadores puede
captar la complejidad de las innumerables interacciones que ha
tenido Benjamín en su vida. Él ha hecho muchos sacrificios por su
familia y muchos por" su jefe. Ha trabajado fines de semana, ha
rechazado otras ofertas de trabajo, se ha esforzado por ayudar a
que la compañía reclute gente de talento. La lista de las cosas que
ha hecho Benjamín y que demuestran su lealtad es verdaderamente
larga.
Y Benjamín está dejando su puesto porque le pagan mejor en
otra parte. Es razonable que su jefe se sienta abandonado. Eso no
quiere decir que Benjamín sea mala persona. No quiere decir que
haya hecho una elección basada en la codicia. Quiere enviar a sus
134 Cómo pasar a una posición instructiva
No hay duda; hay aspectos de usted mismo con los que deberá
luchar toda la vida. Cuando usted mira en su interior, no siempre
le gusta lo que ve, y se dará cuenta de que le cuesta mucho trabajo
aceptar ciertas partes. Pero a medida que se aparta de una identi-
dad basada en el todo o nada y se acerca a una visión más rica y
compleja de quién es usted, se dará cuenta de que le es más fácil
aceptar esas partes de usted mismo que le han traído problemas en
el pasado.
Hay tres características de usted mismo que es muy importante
poder aceptar en las conversaciones difíciles. Cuanto más fácilmen-
te acepte usted sus propios errores, sus intenciones ambiguas, y sus
contribuciones al problema, más equilibrado se sentirá durante la
conversación, y más probabilidades habrá de que ésta salga bien.
Tómese un descanso
Establezca una
conversación
instructiva
7
¿Cuál es su propósito?
Cuándo plantear una
conversación difícil y cuándo
dejarla pasar
mecánico, es, en últimas, algo que sólo usted puede decidir. Y como
los detalles de cada situación son distintos, no hay una simple regla
que pueda ayudarle a tomar una decisión sensata. Lo que sí pode-
mos ofrecerle son unas cuantas sugerencias que le ayudarán a decidir
si es pertinente iniciar una conversación y cómo hacerlo.
A veces lo difícil de la situación tiene mucho más que ver con lo que
pasa en nuestro interior que con lo que pasa entre nosotros y la otra
persona. En ese caso, una conversación enfocada en la interacción no
será muy reveladora ni productiva, por lo menos mientras no tenga-
mos una conversación más larga con nosotros mismos.
Reflexionar sobre su propia conversación de identidad le ayudó
a Carmen a resolver una disputa con su marido acerca de quién
tenía la responsabilidad de coordinar una serie de actividades de
los niños, tales como los horarios de transporte, las citas con el
médico y las lecciones de piano:
Dejar pasar
El enfoque de este libro puede ayudarle a usted a lograr numerosos
resultados admirables. Usted tomará mejores decisiones en los ca-
sos en que simplemente hablar sobre algo no tiene sentido, por lo
menos mientras usted no examine sus propios criterios o trate de
cambiar su propia contribución. Y cuando usted decide tratar un
punto, poco a poco irá aprendiendo a no crearse obstáculos — a
distinguir y evitar los caminos errados que solía recorrer. Con el
158 Establezca una conversación instructiva
to, que hacía parte de la facción que iba perdiendo, casi había
agotado su identidad profesional por ser uno de los pocos que se
mantenían en contra de la gerencia. Ahora, al comienzo de una
súbita fusión con otra compañía, la facción de Roberto había toma-
do el control de la empresa, y la satisfacción que él sentía estaba
mezclada con cierta desazón. Sin estar ya en la oposición, Roberto
no estaba seguro de cómo verse a sí mismo. Su sentido de identidad
tal vez estaba demasiado ligado a su papel en el conflicto.
Una dinámica semejante desempeña Un papel importante en los
conflictos étnicos. Nuestro sentido de quiénes somos como colecti-
vidad a menudo se define en términos de quiénes no somos, de
nuestros opositores y de las dificultades que hemos soportado. Lo
trágico es que podemos sentirnos amenazados por la perspectiva de
la reconciliación, porque ésta puede despojarnos no sólo de nuestro
papel, sino de nuestra identidad colectiva.
Esta clase de situaciones son notoriamente difíciles de manejar
porque no queremos renunciar a lo que somos, a menos que haya
algo mejor para reemplazarlo. Si usted siente que un conflicto lo
devora, si empieza a ver su identidad ligada a la pelea, trate de dar
un paso atrás y recuerde por qué está peleando. Usted pelea por lo
que es justo y decente, no porque necesite el conflicto para sobre-
vivir.
Frases iniciales
que tenemos distintas preferencias sobre eso y que sería bueno que
habláramos..."
De esta manera, Julián no sólo ha reconocido la versión de
Lucía como parte importante de la conversación, sino que ha inclui-
do su propia versión en el proceso de entender el problema. Y, al
hacer esto, ha logrado hacer pasar el propósito de la conversación
de la disputa hacia la comprensión.
Invite, no imponga
hecho de ver a la otra persona bajo una luz más positiva requiera
que usted reconozca que si de verdad quiere tener un panorama
más completo de lo que está pasando — para tener un progreso
real — necesita la ayuda de la otra persona.
A veces lo más auténtico que se puede hacer es compartir con
la otra persona nuestra lucha interna por verla de una manera más
positiva. Usted puede decir algo como: "Lo que siento es que eres
muy desconsiderado; pero de alguna manera me doy cuenta de que
ésta no es una apreciación totalmente justa contigo y por eso ne-
cesito que me ayudes a poner las cosas en una perspectiva más
clara y a comprender cuál es tu papel en este asunto". Esto es
sincero y, al mismo tiempo, le ofrece al otro el papel de "alguien
que puede ayudarme a recobrar mi perspectiva".
Sea persistente
Hacer solicitudes
La posición de la curiosidad:
Cómo escuchar de dentro hacia afuera
¿Qué hace Greta de modo distinto en la segunda conversación?
Hace preguntas. Parafrasea lo que dice su madre para estar segura
de que lo entiende, y se asegura de que su madre entienda que ella
entiende. Greta está también poniendo atención a los sentimientos
que pueda haber detrás de lo que está diciendo su madre, y los
toma en cuenta cuando se entera de ellos.
Cada una de estas cosas es enormemente importante para saber
escuchar. Pero ninguna es suficiente. Lo verdaderamente importante
que ha hecho Greta es cambiar su posición interna de "Yo entiendo"
a "Ayúdame a entender". Lo demás viene por añadidura.
No la apague, conéctela
Tal vez, para su sorpresa, nuestro consejo no es apagar su voz
interna, ni siquiera bajarle el volumen. Usted no puede hacerlo. En
cambio lo instamos a hacer lo contrario: conecte su voz interna, por
lo menos durante un rato, y llegue a saber la clase de cosas que
dice. En otras palabras, escúchela. Sólo cuando usted se da plena
cuenta de sus pensamientos puede empezar a manejarlos y a enfo-
carse en la otra persona.
Usted puede tener incontables pensamientos y sentimientos
mientras está escuchando, pero ahora usted ya conoce los modelos:
su voz estará charlando aparte en cada una de las tres conversacio-
nes. En la de "¿Qué pasó?", usted se encontrará pensando cosas
como "Yo tengo razón", "No intentaba herirte" y "Esto no es culpa
192 Establezca una conversación instructiva
Otro error que nos pone en problemas es usar las preguntas para
hacer agujeros en los argumentos de la otra persona. Por ejemplo:
Averiguar 197
Las preguntas abiertas son las que le dan a la otra persona mayor
amplitud para responderlas. Extraen más información que las que
se responden con sí o no, o que las que ofrecen alternativas como
"¿Usted trataba de hacer A o B?" En vez de eso, pregunte: "¿Qué
estaba tratando de hacer usted?" De este modo, usted no dirige la
respuesta o distrae el pensamiento de la otra persona con la nece-
sidad de procesar las ideas de usted. Le permite dirigir su respuesta
hacia lo que le parece importante a ella. Preguntas abiertas típicas
198 Establezca una conversación instructiva
¿Puede decirme un poco más sobre por qué piensa usted que esto
es culpa mía?
Verifique su comprensión
Cómo reconocer
Un reconocimiento no es más que esto: cualquier indicación de que
usted está procurando entender el contenido emocional de lo que
la otra persona está diciendo. Si la otra persona le dice a usted:
"Estoy confusa por el hecho de que usted me mintió", usted puede
dar cualquiera de las respuestas siguientes:
tener nada que decir. A veces se puede responder con una simple
inclinación de cabeza y hasta indicar lo que piensa por la manera
como mira a la otra persona.
Por último, desde luego, la gente quiere que se traten sus proble-
mas. Preguntas como "¿Qué vamos a hacer en este caso?" "¿Por qué
hizo usted lo que hizo?" son importantes. Pero el orden tiene im-
portancia. Díganlo o no, con frecuencia las personas necesitan al-
gún reconocimiento de sus sentimientos antes de que puedan pasar
a la conversación del "¿Qué pasó?"
Demasiado a menudo, en las conversaciones difíciles y con las
mejores intenciones, saltamos directamente a la solución del pro-
blema sin ningún reconocimiento, y la omisión es significativa. "Estás
trabajando demasiado — dice el esposo—. Ya no te veo nunca". La
esposa se da cuenta de que esto es cierto, y dice: "Bueno, el mes
entrante tengo un trabajo mucho menos pesado. Voy a hacer un
verdadero esfuerzo para estar en casa a las seis de la tarde". El
esposo no parece satisfecho, y la esposa se queda pensando qué
más pudo haber dicho.
Pero la queja del esposo no es un problema de matemáticas. La
esposa puede pensar que ha resuelto el problema, pero las pregun-
tas invisibles del esposo no se han planteado. El esposo quiere que
se reconozcan sus sentimientos. Decir: "Estos últimos meses han
sido una época dura para ti, ¿no es cierto?", o "Parece que te estás
sintiendo abandonado", sería algo más apropiado. La solución del
problema es importante, pero debe esperar.
Un último pensamiento:
La empatía es un viaje, no un destino
La manera más profunda de entender a otra persona es la empatía.
La empatía implica pasar de observar lo que el otro parece por
fuera, a imaginarse cómo se sentiría uno por dentro, si fuera él,
puesto en sus zapatos, con su conjunto de experiencias y su pasado,
y mirando el mundo a través de sus ojos.
Como interlocutor dotado de empatía, usted está en un viaje
con dirección pero sin destino. Usted nunca "llegará". Usted nunca
será capaz de decir "Verdaderamente lo comprendo". Todos somos
demasiado complejos para eso, y nuestras habilidades para imagi-
narnos en la vida de los otros son demasiado limitadas.
Pero en cierto sentido éstas son buenas noticias. Los psicólogos
han descubierto que todos estamos más interesados en saber que la
otra persona está tratando de mostrarnos empatía — que está dis-
puesta a luchar por entender cómo nos sentimos y cómo vemos
algo — que en creer que realmente ha llegado a esa meta. Saber
escuchar, como ya lo hemos dicho, es profundamente comunicati-
vo. Y esforzarse por entender es lo que comunica el mensaje más
positivo de todos.
10
Expresión:
Hable por usted mismo
con claridad y fuerza
La oratoria no se aplica
Expresarse bien en una conversación difícil no tiene nada que ver
con la amplitud de su vocabulario, con su elocuencia o con la
prontitud de su ingenio. Winston Churchill y Martin Luther King,
Jr., eran grandes oradores, pero en las conversaciones difíciles sus
capacidades oratorias no les servían de gran cosa. En una conver-
sación difícil lo primero no es persuadir, impresionar, enredar o ser
más ingenioso y convincente que la otra persona. Es expresar lo que
usted ve y por qué lo ve de ese modo, cómo se siente y, tal vez,
quién es usted. El conocimiento de usted mismo y la creencia de
que lo que usted tiene que compartir es importante lo llevarán
notablemente más lejos que la elocuencia y el ingenio.
210 Establezca una conversación instructiva
Puede ser que su interlocutor haya leído este libro y entienda cómo
empeñarse en una conversación instructiva. Pero no lo dé por sen-
tado.
Lo más probable es que usted hable de comprensión, y el otro
hable de quién está en lo cierto. Usted hablará sobre la contribu-
ción, mientras que el otro no sale de la culpa. Usted da margen
para poner atención y reconocer los sentimientos de la otra perso-
na, y ésta le responderá atacándolo, interrumpiéndolo y juzgándo-
lo. Usted está haciendo lo mejor que puede para mejorar la comu-
nicación entre los dos; el otro hace lo mejor que puede para lograr
que no haya ninguna comunicación constructiva entre los dos. Puede
ser que le siga preocupando que lo culpen, o que no entienda la
terminología que usted usa. Tal vez todavía no confía en usted y en
su nuevo comportamiento, el cual después de todo es distinto del
de la última vez que conversaron.
¿Qué hacer?
El tú-yo y
Se puede buscar otro modo de reformular pasando de "o esto o
aquello" a "y". Si la otra persona está planteando una opción entre
lo que piensa usted y lo que piensa ella, entre cómo se siente usted
y cómo se siente ella, usted puede rechazar esa opción pasándose
a la actitud y.
En el capítulo anterior le echamos una mirada al me-mi y. En
los términos del manejo de una conversación, lo que es crucial es
el tú-yo y. Éste no es el "y" dentro de nosotros, sino entre nosotros.
Es el que dice: "Yo puedo escuchar y entender lo que tú tienes que
decir y tú puedes escuchar y entender lo que yo tengo que decir".
A Gabriela le pareció útil el tú-yo y en la búsqueda de su madre
verdadera. La madre adoptiva de Gabriela, Sofía, alegaba que la
búsqueda de Gabriela era infructuosa y dolorosa. Gabriela evitaba
meterse en una discusión sobre si lo era o no usando el y para
abarcar ambas historias: "Puede que tengas razón, puede ser que
mis esfuerzos resulten en nada, e incluso si la encuentro puedo
desilusionarme. Ella podría no querer tratarse conmigo. Y, con todo,
para mí es necesario tratar de encontrarla. Ése es el porqué..."
Cuando Sofía decía: "Después de todo lo que hemos hecho por
quererte y criarte,- ¿qué puedes necesitar que te dé tu madre?",
Gabriela respondía con ciertos me-mi y. Si esto suena complejo es
porque lo es. Y por eso la respuesta de Gabriela era tan constructiva
y tan eficaz: "Parece que mi búsqueda es realmente dura para ti. Tú
eres la mejor madre del mundo, y la única que yo tendré en mi
vida. Eso no cambiará. Para mí también es difícil, porque es duro
verte tan herida. A veces pienso que sólo estoy siendo egoísta o
ingrata. Al mismo tiempo, tengo preguntas que realmente quiero
contestar. Tengo la esperanza de que podamos seguir hablando
Cómo manejar la interacción 233
sobre lo que significa esto para cada una de nosotras mientras sigo
tratando de hacer esto". Gabriela se mostraba capaz de afirmarse
sin quitarle importancia ni desconocer lo referente a su madre.
.
Esta cuestión obviamente es importante para Harold. Y por esa
razón tiene sentido que insista en hablarle de ello a Mónica. Pero
mucha gente cree que ser insistente significa hacer valer su punto
de vista; en otras palabras, que Harold debe repetirse.
: No. Usted debe encontrar la manera de insistir y, al mismo
tiempo, recordar que está en una conversación de doble vía. En una
conversación difícil, lo que debe ser la persistencia es un terco
interés tanto en conocer los puntos de vista de la otra persona como
en hacerle saber los de uno.
Reflexionando en las tres conversaciones, Harold empezó a sentir
curiosidad sobre por qué Mónica reaccionaba de esa manera. En la
siguiente conversación decidió que su propósito era sobre todo
escuchar, hacer preguntas y tratar de entender cómo experimentaba
Mónica la cuestión.
Henry había planeado salir este fin de semana con sus amigos
desde hacía meses. Trabajó horas extras toda la semana terminando
los nuevos exhibidores y los horarios de trabajo. El viernes por la
mañana la jefe de Henry, Rosario, se le acercó en el cuarto de atrás.
"Henry, tengo grandes* problemas con un proveedor. Tenemos que
solucionarlos durante el fin de semana para estar seguros de tener
suficientes existencias en la época de gran demanda de las
vacaciones del mes entrante", le explicó. "Lo siento de verdad por-
que sé que tenías planes para este fin de semana, pero necesito que
Cómo manejar la interacción 239
'
Inventar opciones
Toma tiempo
La mayoría de las conversaciones difíciles no son, en realidad, una
sola conversación. Son una serie de intercambios y de exploraciones
que se presentan con el tiempo. Suponiendo que Henry y Rosario
pueden arreglar las cosas esta vez, en el futuro habrá muchos otros
asuntos que se plantearán entre los dos. Las exigencias del trabajo
siguen siendo altas, y tienen que trabajar juntos para hacerlas com-
patibles con los compromisos personales de Henry. Miguel y Juan,
los amigos que discuten sobre el folleto en el capítulo 1, necesitarán
buscar maneras de reconstruir su amistad y tratar de saber si pue-
den trabajar juntos en el futuro y cómo. Usted y su vecino deberán
ensayar a que su hijo cuide al perro, o tendrán que dejar al perro
adentro por la noche, y ver qué pasa. Y, pase lo que pase, usted
debe sostener conversaciones adicionales para verificar y, si es
necesario, buscar nuevas maneras de enfrentar los problemas.
12
Poner todo junto
JUAN: Estoy empezando a tener una idea de cómo ves las cosas,
y eso me ayuda. Yo también quiero darte una idea de cómo
las veo yo, y de cómo me sentía. MIGUEL: Está bien.
J UAN : Humm, no siempre puedo expresar bien lo que siento
pero voy a tratar. Me sentí herido por algunas de las cosas
. que dijiste. M IGUEL: ¡Juan, yo no estaba tratando de herirte,
simplemente
necesitaba el folleto bien hecho! A veces pienso que eres
demasiado sensible.
J UAN : Y él no lo sabe.
CONSULTOR: Cierto. Luego está cometiendo el error de presumir que
sabe cuáles eran tus intenciones cuando de hecho no lo sabe.
Cuando uno hace eso en las conversaciones, sucede lo que
pasó en ésta. La otra persona se defiende, y se llega a una
discusión sin objeto.
J UAN : ¿Cómo puedo no defenderme?
CONSULTOR: La mejor manera de manejar la confusión sobre im-
pacto e intención no es defenderse. Primero, tienes que tomar
en cuenta los sentimientos de la otra persona, y sólo entonces
puedes tratar de aclarar cuáles eran tus intenciones.
Como dijo una vez Bertrand Russell: "La vida no es más que una
maldita cosa detrás de la otra". Lo es, por supuesto. Y ahora usted
tiene algunas habilidades para lidiar con ella.
262 Establezca una conversación instructiva