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Altruismo

Hay muchas cosas que, según nuestras preferencias, nos hacen sentir bien, el amor de

nuestra familia, pasar tiempo con nuestros amigos, viajar, nuestros hobbies, etc. Pero si

algo es común en la mayoría de los seres humanos, es el placer de ayudar, sea cual sea la

cultura en la que se eduque o el momento histórico que le toque vivir, produce felicidad el

dar y el ayudar a los demás.

La conducta que refleja una preocupación desinteresada por el bienestar de los demás se

denomina altruismo, pero ¿Qué motiva al altruismo? Existen tres teorías complementarias

que nos ofrecen algunas respuestas:

1. La teoría del intercambio social, la cual propone que las interacciones humanas son

transacciones que tienen el fin de maximizar las gratificaciones y minimizar los costos para

sí mismo. Como ejemplo están los donadores de sangre, los cuales piensan antes de

decidirse a donar o no sangre, los costos de la donación (pinchazo, tiempo y fatiga), con los

de no donar (culpa y desaprobación). Se ha observado que las personas hacen más

donativos cuando se les da algo a cambio, como un dulce o una vela, es decir, el producto

define un intercambio social.

2. El interés de uno mismo disfrazado de ayuda. Las retribuciones que motivan la ayuda a

los demás pueden ser internas o externas. Ejemplo de esto sería cuando una empresa hace

donaciones con la finalidad de mejorar su imagen corporativa.

O cuando una persona lleva a otra en su automóvil para ganar aprecio o amistad; la

gratificación es externa. Los beneficios internos serían como cuando estamos cerca de
alguien que está acongojado, típicamente respondemos con empatía. Los actos altruistas

también aumentan nuestra sensación de valía, ya que cuando actuamos como voluntarios se

activan nuestras motivaciones, como por ejemplo los valores humanitarios. Una motivación

es formar parte de un grupo y conseguir la aprobación social; motiva al favorecer la

autoestima, reforzando la valía y la confianza en sí mismo; motiva la protección del ego, al

reducir la culpa y escapar a los problemas personales.

3. La empatía como fuente de altruismo genuino. El psicólogo Daniel Batson teoriza que

nuestra disposición a ayudar se encuentra influenciada por ambas consideraciones, las que

van en beneficio propio y las desinteresadas (figura 6.9). La inquietud por el sufrimiento de

alguien nos motiva a aliviar nuestro malestar, bien sea escapando de la situación que nos

inquieta (como el sacerdote y el levita) o ayudando (como el samaritano). Batson y sus

colegas reportan que, en especial, cuando nos sentimos vinculados a alguien, también

sentimos empatía. Los padres amorosos sufren cuando sus hijos sufren y se alegran con sus

alegrías; es tal una empatía que está ausente en quienes maltratan a los niños o perpetran

otros actos de crueldad. También sentimos empatía por aquellos con quienes nos

identificamos.

Pero sea cual sea la motivación que produce que seamos altruistas es un comportamiento

humano que nos une a todos y no debe perderse, si no promover ayudar a los demás para

acabar con el egoísmo que nos separa.

Referencia

Myers D. (2003) Psicología social. Mcgraw-hill/interamericana editores, México DF. PP.

210-211.

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