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Homosexualidad
y familia
Lo que los padres, madres, homosexuales
y profesionales deben saber y hacer
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Colección Familia y Educación

Directora de la colección: Rosa Guitart
Serie Comunidad educativa

© Félix López Sánchez

© de esta edición: Editorial GRAÓ de IRIF, S.L.
C/ Francesc Tàrrega, 32-34. 08027 Barcelona
www.grao.com

1.a edición: junio 2006

ISBN 10: 84-7827-445-6
ISBN 13: 978-84-7827-445-1
D.L.: B-28.832-2006

Diseño: Aguiló Gràfic

Impresión: Litogama
Impreso en España

Quedan rigurosamente prohibidas, bajo las sanciones establecidas en las leyes,

la reproducción o almacenamiento total o parcial de la presente publicación,
incluyendo el diseño de la portada, así como la transmisión de la misma por cual-
quiera de sus medios tanto si es eléctrico, como químico, mecánico, óptico, de
grabación o bien de fotocopia, sin la autorización escrita de los titulares del
copyright.
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Félix López Sánchez

Homosexualidad
y familia
Lo que los padres, madres, homosexuales
y profesionales deben saber y hacer

Colección Familia y Educación | 8

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Índice

Introducción ______________________________________ 9

1. Un poco de historia para comprendernos:

la familia y la homosexualidad ____________________ 17
Familia y homosexualidad, dos realidades
que eran incompatibles __________________________ 18
Las cosas empiezan a cambiar ______________________ 20
La familia como factor protector ____________________ 23

2. Lo que los padres y madres deben saber ____________ 27

Lo que ignoramos y las falsas creencias y prejuicios ____ 28
Lo que sabemos de la homosexualidad ________________ 40
• ¿Qué es la homosexualidad? ______________________ 40
• ¿Cuándo aparece la homosexualidad? ______________ 42
• Homosexualidad y salud: ¿se puede ser homosexual
y estar bien? __________________________________ 43
• ¿Pero no tienen más problemas de salud
las personas homosexuales? ______________________ 44
• ¿Cuántas son las personas con una orientación
homosexual? __________________________________ 47
• ¿Viven de la misma forma la homosexualidad
los hombres que las mujeres? ____________________ 48
• ¿Puede cambiar la orientación del deseo a lo largo
de la vida? ____________________________________ 50
• ¿Y qué tienen de especial las personas bisexuales? ____ 52

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Homosexualidad y familia
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3. Lo que los padres no deben hacer:

el riesgo de la homofobia y la bifobia ______________ 55
Algunas palabras y conceptos que conviene manejar ____ 56
¿Cómo funciona la actitud homofóbica y bifóbica? ______ 59
¿Cuál es el origen de la homofobia y la bifobia?________ 63
El rechazo de la homosexualidad ____________________ 67
• Costes para los hijos ____________________________ 69
• Costes para los padres y la familia en general ________ 73

4. Lo que los padres deben hacer ____________________ 75

Principios generales: las funciones fundamentales
de la maternidad y la paternidad ____________________ 77
• Ser incondicionales ____________________________ 77
• Estimar, valorar positivamente al hijo o a la hija ____ 78
• Dar afecto y mantener relaciones cálidas ____________ 79
• Estar disponibles y ser accesibles ________________ 80
Obras son amores y no buenas razones ______________ 80
• El camino hacia la aceptación, la estima y el amor____ 80
• Las mejores obras: el buen hacer de los padres ______ 83
La actitud con que se planifica un hijo o una hija ____ 83
El desarrollo sexual de los hijos: ¿cómo hacer? ______ 84
La socialización abierta: tipos de familia
y heterosexuales, homosexuales y bisexuales ________ 95
La revelación a la familia: ¿cómo se lo digo? ________103

5. Mi hijo homosexual o mi hija lesbiana tiene pareja

o se va a casar ____________________________________111
¿Qué necesitan emocional y sexualmente
las personas homosexuales? ________________________112
¿Qué hacer con las leyes que les crean dificultades? ____114
¿Qué hacer en concreto si mi hijo o hija homosexual
quiere formar pareja o casarse? ____________________118

6
Homosexualidad y familia
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6. Mi hijo homosexual o mi hija lesbiana tiene

o va a tener un hijo ____________________________121
Ya hay niños y niñas con padres homosexuales,
en España y en otros muchos países ________________122
El derecho de la adopción ________________________124
Sin recurrir a falsos argumentos ____________________125
Las verdaderas preguntas y dudas __________________127
• Los argumentos contra la adopción de hijos
por parte de homosexuales ______________________128
• Razones a favor de la posibilidad de adopción
por parte de personas homosexuales ______________142
• Las dificultades especiales dentro de familias
con padres homosexuales ________________________143
La biografía de algunas personas homosexuales ______143
La familia extensa ______________________________148
El cambio de orientación del deseo de uno
de los progenitores ____________________________149
Los amigos, los vecinos... ______________________150
La escuela ____________________________________151
La sociedad y los medios de comunicación __________154
La evolución de niños y niñas ____________________157
Consejos específicos para familias
con padres y madres homosexuales __________________160
Finalmente ____________________________________162

Podemos saber más ________________________________165

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Homosexualidad y familia
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Introducción
¿Por qué un libro
sobre homosexualidad
y familia?
Son muchas las razones que hacen
conveniente y necesario este
libro. Veamos algunas.
La primera de ellas, es que,
por fin, es posible escribir sobre
este tema. Durante mucho tiempo,
hasta casi nuestros días, no se
podía hablar de la homosexuali-
dad. Ser homosexual era considera-
do peligroso. La homosexualidad
se catalogaba como una patología
o una desviación sexual. La igno-
rancia, el silencio y los tabúes
sobre este tema impedían la inves-
tigación y, por supuesto, las publi-
caciones sobre la homosexualidad.
Es importante tener en cuen-
ta esta primera razón, porque
muchas personas que viven hoy,
todas las que nacieron y vivieron
un tiempo durante el periodo del
dictador Franco, fueron educadas
en estas ideas erróneas y hasta
perversas. Esto quiere decir que
hoy muchos padres y abuelos de
homosexuales han vivido un tiem-
po con estas ideas y creencias,
que ahora pueden crearles dificul-
tades, cuando se encuentran con
que su hijo o nieto es homosexual.
La segunda razón enlaza con
la primera. El tema de la homo-
sexualidad sigue siendo, aún
hoy, muy debatido. Lamentable-
mente son bastantes las personas
que siguen ancladas en una manera
de pensar y sentir sexofóbica (por-
que estas actitudes no son sólo
maneras de pensar, sino también
de sentir, de miedo irracional a la
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Homosexualidad y familia
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homosexualidad) que les lleva a
no aceptar a los hijos, nietos,
amigos, compañeros, vecinos…
homosexuales.
Y no se trata sólo de perso-
nas concretas, sino de institucio-
nes muy poderosas, como la
Iglesia católica (aunque no todos
los obispos, todo el clero y to-
dos los fieles), que siguen teniendo
bajo sospecha a la homosexua-
lidad. Los homosexuales, se viene
a decir, no son culpables de su
problema; pero sufren un desor-
den, tienen una enfermedad (su
orientación sexual, su atracción
por las personas de su propio
sexo) con la cual tienen que con-
vivir, renunciando a toda conducta
sexual y, por supuesto, a formar
parejas y a tener o adoptar hijos.
Es decir, se les niega toda posibi-
lidad de resolver sus necesidades
sexuales y afectivas.
Este libro, por lo tanto, no es sólo
conveniente, sino necesario
para ayudar a todas las per-
Las madres y los padres sonas que son víctimas de
no podemos hacer sufrir la ignorancia y los prejui-
a nuestros hijos cios contra las personas
simplemente porque sean homosexuales.
diferentes El libro también es necesa-
rio para quienes, no partici-
10
Homosexualidad y familia
pando de esos prejuicios, aún tie-
nen dudas, se sienten confundidos
en medio del debate, no saben
honestamente qué postura tomar.
Son ciudadanos dispuestos a
informarse mejor, favorables a los
cambios que puedan mejorar la
vida de las personas, incluidas las
homosexuales; pero que se sienten
inseguros sobre qué tipo de cam-
bios son los más oportunos, espe-
cialmente cuando se trata de la
infancia: ¿no será ir demasiado
lejos dejar a las personas homose-
xuales formar matrimonio, tener
hijos e incluso adoptar?
Escribimos este libro, sobre
todo, pensando en dos grupos de
personas: los padres que tienen
hijos o hijas homosexuales y las
propias personas homosexuales.
En efecto, por lo que hace
referencia a los padres con hijos
homosexuales, aún hoy se sigue
considerando una mala noticia,
incluso traumática para algunos,
el hecho de saber que se tiene un
hijo o una hija homosexual. Es
necesario que los padres aprendan
a reaccionar mejor, que se sientan
seguros de la «normalidad» de sus
hijos e hijas homosexuales, de la
necesidad de aceptarlos incondi-
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cionalmente y ayudarlos de forma orientaciones para su práctica

eficaz. Los padres, los abuelos, los
tíos, los primos, toda la familia,
deben reaccionar bien y ser un
apoyo. Al escribir este libro hemos
pensado en todos ellos.
La finalidad última de este
libro, claro está, es ayudar a las
propias personas homosexuales,
para que se sientan bien consigo
mismas, sepan comunicar a la
familia, a los amigos, y a quienes
consideren oportuno, su manera de
ser y de sentirse; para que, en defi-
nitiva, sepan resolver sus necesida-
des de intimidad sexual y afecto.
Los profesionales (psicólogos,
psiquiatras, educadores, trabaja-
dores sociales, médicos de familia,
etc.) encontrarán informaciones y
profesional.
En definitiva, en un Tenemos que crear las
momento en que numero- condiciones para que puedan
sos homosexuales hacen vivir esa diversidad en la
pública su orientación del familia y fuera de ella
deseo, forman parejas, tie-
nen hijos y han adquirido el
derecho a formar matrimonio y
adoptar menores, es necesario fun-
damentar la bondad de estos cam-
bios, deshacer falsas creencias,
ayudar a normalizar la vida de
todas las personas homosexuales.
El siguiente testimonio es
un buen ejemplo de lo que han
sufrido y siguen sufriendo las
personas homosexuales, vícti-
mas de prejuicios, ignorancia y
homofobia:

Los problemas empezaron para mí, sobre todo, a partir de los 13 años. Yo antes
me había sentido un poco raro, pero no sabía muy bien por qué, aunque recuer-
do que me gustaba buscar el contacto con los amigos, en los juegos que era
posible. Incluso me había tocado, masturbado, y me alarmaba porque mientras
lo hacía me venía a la cabeza el cuerpo o partes del cuerpo de un amigo mío.
Pero fue a los 13 años cuando todo cambió, porque me enamoré locamente
de Juan, uno de mis amigos. Sólo quería estar con él, soñaba con él, me venía
a la cabeza cuando me masturbaba. Mi cabeza estaba como un molino, dán-
dole siempre vueltas a lo mismo. Claro que, a la vez, hacía lo posible para
que no me lo notara nadie, sobre todo Juan. Él me ponía negro, porque ton-

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Homosexualidad y familia
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teaba con las chicas; era muy guapo y las chicas le hacían mucho caso. Yo me
desesperaba.
Pero lo peor era que yo no sabía muy bien lo que me estaba pasando,
me sentía muy raro y asustado, aunque no podía negar mi interés por Juan,
era más fuerte que yo. Llegué a pensar que estaba loco o algo parecido.
Yo había oído hablar de la homosexualidad, pero en realidad no sabía nada
y encima no había conocido nunca a nadie homosexual: ¿lo era yo?, ¿o sim-
plemente me gustaba Juan?
Lo pasaba tan mal que no podía estudiar, estaba como trastornado. Mis
padres me lo notaron, pero no sabían la razón.
Todo el mundo empezó a verme raro, o eso me parecía a mí, pero nadie sabía
el motivo. Ese curso fue terrible para mí: confuso, raro, obsesionado con Juan,
preocupado, ansioso. Al final empecé a suspender, algo que no había hecho
nunca y mis padres me llevaron a clases particulares. Acabé aprobando todo,
pero con notas muy bajas.
Finalmente mis compañeros se dieron cuenta que me pasaba algo raro y
que hacía cosas raras en relación con Juan, éste también se mosqueó. Uno
me dijo un día que parecía «un maricón» y que perseguía a Juan. Fue terri-
ble, no sabía dónde meterme. Estuve una semana sin ir al colegio, me lleva-
ron a un psiquiatra que me dio ansiolíticos, porque yo sólo le dije que estaba
muy nervioso.
En el verano, como mis padres vivían en el pueblo, a unos kilómetros de la
ciudad, no veía a Juan y era casi peor. Un verano para olvidar, en el que lloré
una y otra vez.
Cuando empezó el siguiente curso, resulta que Juan ya tenía una amiga o
novia; y eso ya sí que fue imposible para mí. Pensé hasta en el suicidio.
Tiempo después, tuve otros enamoramientos, pero ninguno tan gordo como
con Juan, que ya no me hacía ningún caso, ni siquiera como amigo. Acabamos
discutiendo no sé por qué, pero yo creo que él también sospechaba algo; y todo
acabó.
No podía decir nada en casa, a pesar de que empecé a pensar en firme que
era homosexual. Busqué y leí cosas, que me ayudaron en parte, aunque me
llené de miedo al confirmar que seguramente sería homosexual toda la vida.

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Homosexualidad y familia
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Tenía miedo de que se me notara, que los amigos o mis padres lo sospecharan,
que fuera verdad para siempre. No lo acepté hasta mucho después, en realidad
hasta que tuve una pareja que me ha ayudado mucho. Bueno, yo también a él.
La relación con mis padres se fue deteriorando, en parte porque empecé a
tener más problemas en los estudios y en parte porque me volví raro con ellos.
Claro, lo más importante para mí, no se lo podía decir. Hablaron con el psicó-
logo del instituto, me llevaron a verle, pero yo no me atreví a decirle nada.
A los dieciséis años deje los estudios y empecé a trabajar aquí y allá, dando
tumbos de un lado para otro. Cada vez tenía más problemas para tener amigos
y me fui quedando muy solo.
Cuando pude me fui a Barcelona, a los 18 años, busqué trabajo y empecé a
hacer una vida en paralelo, sobre todo frente a mi familia, que no sabía nada
de cómo vivía. Fue allí donde conocí los primeros homosexuales, tuve las pri-
meras relaciones y finalmente hasta llegué a tener pareja. Pero mis padres no
sabían nada.
He hecho una vida paralela hasta hace un año, cuando con 28 años se lo
dije, primero a mi hermana y luego a la familia. Mi hermana reaccionó muy bien
y me ayudó para que nuestros padres lo aceptaran. Mi madre lloró mucho, pero
nunca me rechazó y ahora tengo buenas relaciones con ella. Mi padre fue otra
cosa, reaccionó mal, muy mal, llegó a decir que no quería saber nada de mí,
que era su vergüenza, etc.; pero poco a poco ha ido soportando los hechos y
ahora parece que empieza a aceptarlo también. (M., 29 años)

Ésta es una historia entre miles. • No poder comentar «lo más

Por cierto, una historia reciente,
ya con la democracia, pero ¿qué
hubiera sido de M. antes?
Como comprobamos al ana-
lizar este breve relato todavía
hoy es importante que tomemos
conciencia de lo duro que es
para un hijo:
importante a los padres».
• Tener que silenciarlo y ocultarlo.
• Trastornarse tanto que causa
un fracaso en los estudios.
• Ser insultado y rechazado por
los amigos.
• Pasarlo tan mal que llega a
fantasear con el suicidio.

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Homosexualidad y familia
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• Irse de casa cuando puede.
• Caminar dando tumbos, apren-
diendo de la vida sin ayuda. ¿Y
si no hubiera tenido suerte
con la pareja que encontró?
Aun ya aceptada su homosexuali-
dad, sigue sufriendo por:
• Las dudas y sufrimientos hasta
que lo dice a su familia.
• Ver llorar a su madre por lo
que él es.
• Soportar el rechazo del padre,
etc.
Otras muchas historias son más
dramáticas y tienen peores fina-
les. Claro que también las hay
mejores, sobre todo hoy día.
¿No es razonable que inten-
temos evitar tanto sufrimiento?
¿Qué vamos a
encontrar en este libro?
Empezaremos haciendo una breve
historia, la más reciente, la que
han vivido muchos padres y
abuelos actuales, para podernos
comprender, para saber dónde
estábamos y que queda aún de ese
pasado. Éste será el primer capítulo.
14
Homosexualidad y familia
Nosotros somos nuestra historia,
conocerla es conocerse, conocerse
es el primer paso para orientar
bien la conducta del presente y
del futuro. Este capítulo es espe-
cialmente necesario porque esta-
mos en una época de cambios
rápidos y muy importantes; y
éstos deben asentarse sobre el
conocimiento del pasado y de nos-
otros mismos.
En el segundo capítulo estu-
diamos lo que debemos saber.
Porque no se trata de sustituir un
prejuicio contra la homosexuali-
dad, por otro, a favor de la homo-
sexualidad, sino de fundamentar
en conocimientos científicos nues-
tro pensamiento, nuestras opinio-
nes y nuestras conductas. Para
ello, dejaremos claro lo que aún no
sabemos; pero también lo que sabe-
mos: que las personas homo-
sexuales pueden tener una vida
normalizada, saludable, con bien-
estar personal y social, si no les
creamos dificultades. Que las per-
sonas homosexuales son diversas,
pero tienen las mismas necesida-
des que el resto de las personas; y
que no hay una sola razón científi-
ca o profesional, para impedirles la
intimidad sexual y afectiva.
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Dedicamos el tercer capítulo Y, por fin, en el sexto y últi-

a lo que no debemos hacer. Al ori-
gen y las consecuencias de la
homofobia, el rechazo de la homo-
sexualidad y la bisexualidad.
En el cuarto capítulo trata-
mos lo que debemos hacer. Está
fundamentalmente orientado a ayu-
dar a los padres con hijos o hijas
homosexuales, pero precisamente
porque se trata de propuestas
prácticas, es muy útil para los pro-
fesionales. También se incluyen
orientaciones para las personas
homosexuales, para facilitarles la
comunicación y la manera de es-
tar con su familia.
En el quinto capítulo intenta-
mos ayudar a los padres a aceptar
que sus hijos o hijas homosexuales
puedan formar pareja.
mo capítulo tratamos el nuevo tipo
de familia, las familias homoparen-
tales, formadas a partir de una
pareja homosexual, y el debate
sobre la adopción de menores por
parte de parejas homosexuales.
Tratamos los temas más
actuales y polémicos: ¿podemos y
debemos aceptar un nuevo tipo de
familia, cuyos padres o madres son
homosexuales, las llamadas fami-
lias homoparentales (con los dos
padres del mismo sexo)?, ¿es ra-
zonable que aceptemos el que
una pareja de personas homose-
xuales pueda adoptar hijos o hijas?
Intentaremos fundamentar nues-
tra postura y orientar a este tipo
de padres o madres para que supe-
ren las posibles dificultades.

Vocabulario que vamos a usar

• Heterosexuales: personas que resuelven sus necesidades sexuales y afectivas con personas del otro sexo.
• Homosexuales: personas que resuelven sus necesidades de intimidad sexual y afectiva con otras de su mismo sexo.
En el caso de que sean mujeres, también se pueden denominar lesbianas.
• Bisexuales: personas que se pueden sentir atraídas por personas de ambos sexos.
• Familias homoparentales: los padres o madres son una pareja formada por personas del mismo sexo.
• Gay: otra forma de hablar de varones homosexuales.
• Homo significa «igual» (es decir, en este caso, del mismo sexo).

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1.
Un poco de historia para
comprendernos: la familia
y la homosexualidad

Nos preguntamos…

• ¿Qué ocurría hasta hace muy pocos años, cuando una familia
tenía un hijo o una hija homosexual?: ¿qué solía hacer este hijo
o hija?, ¿cómo solían reaccionar los padres?
• ¿Qué ha cambiado en la actualidad?: ¿qué cambios favorecen la
aceptación de los hijos homosexuales y qué falta aún para nor-
malizar este tema?
• ¿Qué costes tiene para el hijo o hija homosexual y para la fami-
lia el que no se acepte la homosexualidad?
• Sea valiente y pregúntese: ¿Cómo reaccionaría yo si tuviera un
hijo o una hija homosexual?
• ¿Cómo reacciona la gente cuando el hijo o la hija de unos ami-
gos es homosexual?

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Homosexualidad y familia
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Hablaremos de...
• La familia y la homosexualidad eran dos asuntos irreconciliables.
• Los cambios que se están produciendo.
• Las dificultades aún presentes.
• No lo olvide: somos nuestra historia.
Familia y
homosexualidad,
dos realidades que
eran incompatibles
Hasta hace poco tiempo la homo-
sexualidad y la familia eran dos
realidades irreconciliables, dado
que sólo podía pensarse en una
familia con padres heterosexuales
e hijos heterosexuales. Por ello,
los hijos que nacían homosexuales
eran siempre inesperados y consi-
derados un grave problema. Los
padres no se lo podían esperar, se
sentían muy mal, incluso culpa-
bles, porque era un error de la
herencia y contradecía el proyecto
de hijo o hija previsto.
Fue una sorpresa y nos causó un
verdadero trauma. No habíamos
conocido a ningún homosexual y
pensábamos, ésa es la verdad, que
18
Homosexualidad y familia
la homosexualidad era una enfer-
medad o algo así. Cuando supimos
que nuestro hijo, de 14 años, era
homosexual, no nos lo podíamos
creer y nuestra reacción inicial fue
pedir ayuda para que cambiara. Yo
no dejaba de llorar y mi marido
estaba totalmente traumatizado:
¿por qué le pasa a nuestro hijo, qué
hemos hecho mal, qué va a ser de
él? Lo ocultamos a todo el mundo.
Mi marido chocó brutalmente con
nuestro hijo y éste, cuando pudo, a
los 18 años, se fue de casa a una
ciudad grande y distante. Yo estaba
en medio y no sabía que hacer.
(Una madre)
Las consecuencias de esta forma
de ver y comportarse la familia
podían llegar a ser dramáticas:
• Los hijos homosexuales tenían
que ocultar la homosexuali-
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dad, llegando, con frecuencia,
a alejarse de la familia, huyen-
do a otra ciudad. «No podía
decir nada. Me fui de casa, lo
más lejos posible.»
• Los hijos homosexuales sufrían
durante años, o de por vida, la
ambivalencia, la contradicción
de, por un lado, querer a la
familia y, por otro, sentir
miedo a ser descubiertos, ser
rechazados, etc. «Me quieren y
los quiero, pero esto no lo
pueden entender.»
• De hecho, muchos hijos e
hijas homosexuales ocultaban
toda la vida a la familia su
homosexualidad. «Mis padres
no lo llegaron a saber nunca.»
Si la homosexualidad de los hijos
acababa siendo conocida por la
familia, las reacciones eran muy
diversas; pero, en el mejor de los
casos, era imposible normalizar
las relaciones con la pareja del
hijo o hija homosexual.
A veces, algunos familiares,
especialmente la madre, finalmen-
te reaccionaban bien, después de
un periodo traumático, pero no
era posible llegar a normalizar las
relaciones de los hijos homosexua-
les con su pareja, porque otros
familiares, amigos, vecinos... no
los aceptaban bien. «Mi madre fue
genial, se saltó todas las normas y
convenciones.»
Estas parejas de homosexua-
les no sólo no eran reconocidas le-
galmente, sino que llegaron a ser
perseguidas (por ejemplo, por la
Ley de Peligrosidad Social del
franquismo), rechazadas social-
mente o, en el mejor de los casos,
ignoradas.
Los hijos o hijas homosexua-
les sólo podían hacer vida fami-
liar, cuando estaban solos, sin su
pareja, con su familia.
Todas las navidades dejaba a mi
pareja en Barcelona y me venía al
pueblo con la familia. Mi pareja
hacía lo mismo con su familia. El
día más familiar no podíamos estar
juntos. Y eso que todo el rato se
hablaba de amor, hogar, fraterni-
dad… Navidad. El día que se cele-
braba el nacimiento del Dios del
amor no podíamos vernos.
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Qué nos parece...

1. Lucas tiene 15 años, se siente y sabe homosexual. No está segu-

ro de que eso sea normal. Vive en un pueblo, no es capaz de
decirlo a nadie. Sufre tanto que cae en una depresión. El médi-
co le trata como depresivo.

2. Carmen tiene 35 años. Es lesbiana. Se fue de casa y de su ciu-

dad, una capital de provincia, y vive, desde hace 10 años, en
Madrid. Tiene pareja, pero para su familia son simplemente ami-
gas. Cuando va a su casa duermen en camas separadas, para no
levantar sospechas. La Nochebuena, cada una la pasa con su
familia.

3. Luis y Andrés tienen 65 años. Son homosexuales y se quieren.

Desean ser pareja y compartir habitación en la residencia; pero
no pueden plantearlo.

Las cosas empiezan aceptan en el mundo del espectá-

a cambiar
En las últimas décadas, la mayoría
de los españoles saben lo que es
la homosexualidad y dicen aceptar
a las personas homosexuales, al
menos en teoría y cuando se trata
de la homosexualidad de personas
que no pertenecen a la propia
familia. Hoy numerosas personas
conocen a homosexuales y los
culo, el docente, el laboral y
social. La aceptación normalizada
no es un fenómeno generalizado,
pero se ha ido extendiendo poco a
poco.
Los medios de comunicación
presentan, con frecuencia, perso-
najes homosexuales.
Los partidos han flexibilizado
sus posturas, buscando claramente
el voto homosexual.

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Comentamos....

1. Si Lucas hubiera podido contarle a sus padres que le gustaban

los chicos y éstos lo hubieran aceptado, si en la escuela
hubieran hablado de la homosexualidad como una orientación
del deseo compatible con la salud, si los médicos le hubieran
preguntado también por estas cosas… si… hubiera estado en
otra sociedad…, se hubiera aceptado como homosexual y no
se hubiera deprimido. Así de sencillo es hacerlo bien, si los
prejuicios y la ignorancia no nos persiguieran.

2. Si los padres aceptaran a Carmen y a su pareja, entonces todos

saldrían beneficiados. Carmen estaría encantada con sus padres,
éstos disfrutarían de su hija, podrían tener una hija más (la
pareja de Carmen) y vivir todas las ventajas de los vínculos
familiares.

3. Si en las residencias aceptaran la orientación del deseo con nor-

malidad, podrían formarse parejas de homosexuales y lesbianas.
Estas personas, en lugar de ocultarse, podrían formar vínculos
afectivos y sexuales que les sacaran de su soledad y disfrutar en
pareja los últimos años o décadas de la vida.

Algunas autonomías han xuales y la posibilidad de que las

reconocido los derechos de los
homosexuales, tanto a formar
pareja, como a adoptar hijos.
El gobierno ha dado un paso
decisivo al aceptar, en igualdad de
condiciones que a los heterosexua-
les, el matrimonio entre homose-
personas homosexuales adopten
hijos, formando parejas homopa-
rentales (con padres de igual sexo).
Los cambios parecen y son
espectaculares, pero están lejos
de haberse generalizado en la
población.

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Homosexualidad y familia
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Las familias reaccionan de mane-
Algunas autonomías ra muy diversa y cada vez
han reconocido mejor ante el hecho de tener
los derechos de los hijos homosexuales, pero
homosexuales, tanto aún queda mucho camino por
a formar pareja, como a andar.
adoptar hijos La mayoría de los padres recibe,
aún hoy, como una mala noticia,
incluso como un hecho traumáti-
co, el que su hijo o su hija sea
homosexual. Es precisamente esta
reacción inicial lo que menos ha
cambiado, aunque hay padres que
autocontrolan sus miedos e inclu-
so lo hacen bien desde el princi-
pio, pero son los menos.
Reaccionan mal por aprendi-
zajes negativos que hicieron en su
infancia y juventud, cuando los
homosexuales eran mal vistos, por
estar mal informados sobre la
homosexualidad y porque temen
que su hijo o su hija homosexua-
les tengan que sufrir mucho en
esta sociedad.
De hecho, aún son muchos
los homosexuales y las lesbia-
nas que ocultan, al menos
durante años, su homosexuali-
dad a los padres, por miedo a su
reacción o para que no sufran.
Comunicárselo a los padres
sigue resultado difícil, lo que
22
Homosexualidad y familia
también refleja que estamos
lejos de la normalización.
En el sistema educativo y
familiar se sigue socializando a los
menores como si no hubiera
homosexuales, por lo que cuando
un adolescente o joven toma con-
ciencia de su homosexualidad, se
ve sorprendido y se siente angus-
tiado, amenazado, aturdido, des-
orientado, etc., sufriendo, a veces
durante años o de por vida, esta
situación. La educación de los
hijos e hijas, en el supuesto de
que van a ser heterosexuales, pro-
duce una sorpresa, casi siempre
negativa, tanto a los padres como
a los hijos: lo inesperado des-
orienta, alimenta temores, puede
llegar a producir rechazo, aun hoy,
tanto en los padres como en los
hijos.
El hecho más positivo, des-
pués de la reacción inicial casi
siempre negativa, es que, si los
hijos se lo comunican a los pa-
dres, suele mejorar de forma sus-
tancial la vida emocional y social
de los hijos homosexuales y las
relaciones dentro de la familia; de
manera que podemos decir que
numerosas familias empiezan a
estar preparadas para reaccionar
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adecuadamente, sino en los pri-
meros momentos, poco después.
Aunque están cambiando las
cosas, las dificultades no siempre
desaparecen. Las mayores dificul-
tades de los padres suelen estar,
además del dramático choque ini-
cial ante la noticia de que su hijo
o hija es homosexual, en conse-
guir una socialización adecuada
de su hijo o hija, lograr que la
pareja homosexual de su hijo o
hija sea recibida y tratada como
las parejas heterosexuales de los
otros hijos o hijas. Para compren-
der esto, basta que nos pregun-
temos cosas tan sencillas como:
¿pueden celebrar las parejas
homosexuales juntas la Noche-
buena en una de las familias, pue-
den acostarse juntas en la casa de
los padres, participan en los actos
sociales como pareja, reciben de
forma normalizada la herencia,
asiste la familia y los amigos de
forma similar a estas bodas, si lle-
gan a celebrarse?, ¿acepta y trata
de igual forma la familia extensa
el hecho de que su hijo o hija
homosexual tenga un hijo o lo
adopte?, etc.
El dato más esperanzador,
con relación a este aspecto del
problema, es que los hijos e
hijas homosexuales que El hecho de que
comunican a la familia su el hijo o hija
homosexualidad suelen homosexual evite
ven mejorada su estabili- los riesgos y viva bien
dad emocional y las rela- depende en gran parte de
ciones con la propia familia. sus padres y madres
En mi caso han mejorado
mucho las cosas desde que lo
saben. Estoy mejor y me siento que-
rido y aceptado. Pero sé de muchos
casos en que no es así.
Por todo ello, el que los hijos e
hijas homosexuales tengan que
guardar silencio o el que no sean
bien aceptados por los padres
debería ser considerado una forma
grave de maltrato adolescente o
juvenil, algo que no contempla
nuestra legislación sobre las for-
mas de maltrato.
La familia como factor
protector
Aún hoy los homosexuales
sufren dificultades y consecuen-
cias que deberían evitarse: ante
todas las dificultades y riesgos,
la familia es el factor protector
más importante.
23
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 11:59 Página 24
Los homosexuales pertene-
cen a una minoría que:
• No era reconocida como tal.
• Se ha considerado durante
mucho tiempo como una des-
viación no saludable.
• Ha sufrido en el pasado y
padece en el presente, aunque
menos, manifestaciones de
rechazo.
Ahora estoy bien, pero lo pasé
fatal. Me sentía raro, confuso y
hasta loco. Tuvo que pasar tiempo,
cuando encontré a unos que tam-
bién eran homosexuales y pude
entrar en contacto con una asocia-
ción de homosexuales.
El proceso que lleva a la estabili-
dad emocional y a la adecuada
integración social de las personas
homosexuales es largo y, con fre-
cuencia, difícil, pasando por
fases que más adelante describi-
remos con detalle: confusión y
dudas, conciencia de ser homose-
xual, aceptación o rechazo, etc.
Como resultado de este proceso,
si se hace de forma favorable, una
persona puede ser especialmente
valiosa y madura, pero, si no se
resuelven bien estas dificultades,
24
Homosexualidad y familia
algunos aspectos de su desarrollo
pueden quedar amenazados. De
hecho, en nuestra sociedad, los
homosexuales sufren algunos
problemas (que también comen-
taremos) con más frecuencia
que el resto de la población,
precisamente porque su camino
hacia la autoaceptación y la
aceptación de los demás está
lleno de dificultades.
Estuve con una depresión y me die-
ron tratamiento como depresivo,
pero en realidad lo que me pasaba
es que no podía decírselo a nadie,
me sentía solo y perdido en el pue-
blo. Hasta pensé en quitarme la
vida.
Hoy sabemos que todas estas difi-
cultades no son inherentes al
hecho de ser homosexual, sino a
las causas antes señaladas, por
lo que no deben considerarse
motivo de pérdida de derechos,
sino que deben llevarnos a remo-
ver estas dificultades.
Estamos seguros que de to-
dos los problemas que puede tener
una persona homosexual uno de
los peores, uno de los factores de
riesgo mayores es que la familia
no acepte y trate adecuadamente
FA008new 23/5/06 11:59 Página 25

a sus hijos o hijas homosexuales. tor protector frente a las dificul-

Del mismo modo, algo que puede tades y riesgos es que la familia
favorecer la resistencia ante los acepte incondicionalmente a
problemas de la vida, ser un fac- estas personas.

Ideas relevantes

• Los homosexuales sólo tienen dificultades si la familia, la escue-

la y la sociedad se las crea.
• La familia es el factor de riesgo mayor (si lo hace mal) y el
factor protector más poderoso (si lo hace bien, si acepta como
una diversidad saludable la posible homosexualidad de sus
miembros).

25
Homosexualidad y familia
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FA008new 23/5/06 11:59 Página 27

2.
Lo que los padres y madres
deben saber

Nos preguntamos…

• ¿Qué es lo que realmente sabemos sobre la homosexualidad?

• ¿Se nace o se hace uno homosexual?
• ¿Elige uno ser homosexual o heterosexual?
• ¿Cuándo se empieza o determina la orientación del deseo?
• ¿Puede cambiar a lo largo de la vida?
• ¿Son distintas las necesidades sexuales y afectivas de los homo-
sexuales?
• ¿Qué es lo que ignoramos sobre la homosexualidad o la orienta-
ción del deseo?
• ¿Se puede ser homosexual y tener una vida emocional y social
normal, saludable?

27
Homosexualidad y familia
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Hablaremos de...

• Las falsas creencias sobre el origen de la homosexualidad.

• Los prejuicios sobre los homosexuales.
• Lo que no sabemos.
• Lo que sabemos sobre la orientación del deseo: su origen, la edad
en la que suele conformarse, su evolución, sus posibles cambios.
• La relación con la salud física, emocional y social.
• Los efectos negativos de no aceptarse como homosexual, si se es.

Lo que ignoramos y dos de las publicaciones más

las falsas creencias
y prejuicios
Hay muchas cosas que la ciencia
no nos ha aclarado aún; algunas
se refieren a la orientación del
deseo y, en concreto, a la homo-
sexualidad. Por eso, desde anti-
guo, se han dado muchas respues-
tas sin fundamento, basadas en
prejuicios de uno u otro origen.
Desconocemos, en primer
lugar, la causa que da origen a una
orientación del deseo determina-
da: no sabemos por qué unas per-
sonas son heterosexuales, otras
homosexuales y otras bisexuales.
Las teorías son muchas, pero nin-
guna se ha podido comprobar de
forma razonable. Por ejemplo, en
recientes y prestigiosas, al hacer
la revisión de las teorías, se con-
cluye:
En resumen, las investigaciones
proponen que hay una predisposi-
ción biológica a la homosexualidad
exclusiva (aunque no hay acuerdo
sobre el posible mecanismo explica-
tivo). Sin embargo, las causas de la
orientación sexual en general, y en
particular la homosexualidad, aún
son especulaciones y es muy proba-
ble que se basen en caminos de
desarrollo múltiples. Parece más
apropiado pensar en el continuo de
orientación sexual como algo influi-
do por la interacción de varios fac-
tores psicosociales y biológicos,
quizá únicos de cada persona, en
vez de hacerlo en términos de una

28
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 11:59 Página 29
sola causa para dicha orientación.
(Cruks y Baur, 2000)
Si se analiza con detenimiento
este texto, el resultado es eviden-
te: no sabemos si son varias cau-
sas o sólo una, si son biológicas o
son sociales. Y, para agrandar la
duda, se nos dice que quizá en
cada persona se trate de causas
diferentes.
Algo parecido nos ocurre con
estos tres textos de Rathus, Nevid
y Rathus (2005), en los que in-
tentan resumir las posibles
influencias biológicas y sociales:
En relación con el posible
origen genético:
Los investigadores han pedido pre-
caución porque no han encontrado
un gen particular relacionado con la
orientación sexual… tampoco saben
de qué manera un gen, o combina-
ción de genes, podría participar en
la orientación sexual. (p. 248)
En relación con el posible origen
hormonal prenatal:
La creencia [fíjense con qué pala-
bra tan poco científica empieza el
texto] de que la orientación sexual
es innata tiene muchos adeptos
[tampoco esta palabra tiene des-
perdicio] tanto entre los cientí-
ficos como en la comunidad En la orientación
en general. Sin embargo, sexual pueden darse varias
las evidencias que apo- causas o una sola
yan las posibles influen- y los factores de influencia
cias de factores hormonales pueden ser psicosociales
prenatales en la escultura o biológicos
del cerebro en una dirección
masculina o femenina están basa-
das en gran medida en estudios con
animales. No existen evidencias
directas en personas. Por ello debe-
mos ser cautos a la hora de aplicar
los resultados de otras especies a la
nuestra. (p. 249)
En relación con el posible origen
basado en aprendizajes:
Aunque el aprendizaje puede jugar
un rol en el desarrollo de la orien-
tación sexual gay masculina o lés-
bica, los teóricos del aprendizaje
no han identificado experiencias de
aprendizaje específicas que con-
duzcan a estas orientaciones. Más
aún, la mayoría de los encuentros
adolescentes con personas del
mismo sexo, incluso si son placen-
teros, no conducen a una orienta-
ción sexual adulta gay masculina o
lesbiana. Muchas personas hetero-
sexuales han tenido encuentros
adolescentes con miembros de su
29
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 11:59 Página 30
propio sexo que no influyeron en
Mi hijo o hija no es sus orientaciones adultas. Esto
homosexual por mi causa. es cierto incluso para las per-
Lo más importante es saber sonas cuyas relaciones sexua-
que la homosexualidad no es les tempranas con el otro
una cosa mala, por lo que sexo fueron frustrantes. Más
nadie debería sentirse aún, la mayoría de los hombres
culpable gay y lesbianas eran conscientes
de su interés sexual por las perso-
nas de su propio sexo antes de
haber tenido encuentros sexuales
con ellos, placenteros o de otro
tipo. (p. 251)
Por lo tanto, aconsejamos a los
padres que no pierdan el tiempo
dándole vueltas al origen de la
homosexualidad de su hijo o el
lesbianismo de su hija. No lo
sabemos al día de hoy. No hay
ningún motivo cierto para atribuir
un origen u otro.
No hay tampoco ningún
motivo para que los padres se
sientan responsables o culpables
de la homosexualidad de sus hijos
o hijas. Por dos razones:
• La primera, porque no sabe-
mos cuál es su origen, siendo
del todo improbable que se de-
ba a determinadas influencias
de los padres, dado que todas
las posibles relaciones que
30
Homosexualidad y familia
han intentado establecerse,
entre características de los
padres o de su conducta y la
homosexualidad de los hijos,
han resultado negativas: no
se ha encontrado relación.
• La segunda es aún más impor-
tante, y nunca insistiremos
suficiente en la radicalidad
necesaria cuando se plantean
estos temas: no se puede ser
culpable de algo que no es
malo. Sólo si ponemos la
homosexualidad bajo sospe-
cha, si somos homofóbicos, se
pueden entender estos senti-
mientos.
Lo peor que un profesional puede
hacer es inventarse lo que no se
sabe. Y eso es lo que han hecho
muchos profesionales a lo largo de
la historia. Por lo que hace refe-
rencia a nuestra cultura –la occi-
dental de origen judeocristiano,
helénico y romano– y a nuestra
sociedad –la española– durante
muchos años, siglos enteros (aun-
que hubo momentos históricos,
sobre todo en el mundo griego en
que no fue así) lo que ha primado,
en los últimos siglos, son dos pun-
tos de vista:
FA008new 23/5/06 11:59 Página 31
• Desde el punto de vista reli-
gioso, la homosexualidad con-
tradecía la ley divina y el
mandato de «creced y multi-
plicaos», de forma que la
homosexualidad era considera-
da una desviación y, si se
ponía en práctica con conduc-
tas sexuales homosexuales, un
grave pecado. En la actuali-
dad, la visión de la Iglesia
católica ha mejorado un poco,
ya que acepta a los homose-
xuales en cuanto personas,
que tienen un problema del que
no son culpables, pero rechaza
que puedan tener conductas
sexuales, que se casen, tengan
hijos, adopten menores, etc.
En todo caso, aunque no nos
corresponde a nosotros ponti-
ficar, todos sabemos que den-
tro de la Iglesia, no tanto
dentro de la jerarquía, hay
muchas posturas ante este
tema, lo que puede permitir a
los creyentes plantearse el
tema de la homosexualidad de
muy diferentes formas.
• Los profesionales y científi-
cos se han dedicado a legiti-
mar durante muchos años
esta manera religiosa de ver
la homosexualidad. Lo que
venían a decir, con unas
palabras u otras, es que la
homosexualidad era una
degeneración o una desvia-
ción sexual. Una desviación
de la ley natural porque lo
natural es que gusten las
personas del otro sexo. De
hecho, la homosexualidad ha
estado en la lista de las pato-
logías hasta muy avanzado
el siglo XX. Incluso muchos
médicos y terapeutas han
intentado curar a los homo-
sexuales con medicamentos y
terapias muy duras.
Si la Iglesia y los profesionales
decían estas cosas, ¿qué podía
opinar la población? Daban por
hecho que religiosos y profesiona-
les tenían razón.
De esta forma corrían de
boca en boca falsas creencias
como:
Son unos degenerados, hay que
acabar con ellos.
La homosexualidad es una enfer-
medad.
La homosexualidad es una desvia-
ción.
La homosexualidad es una patología.
31
Homosexualidad y familia
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Y, en el mejor de los casos: y sentir; también en la manera de

Lo que hay que hacer con los homo-
sexuales es curarlos.
A partir de estas ideas sobre el
origen y la naturaleza de la homo-
sexualidad, es fácil imaginar
cómo se han ido construyendo
miedos e ideas y creencias que
contienen muchos prejuicios con-
tra los homosexuales. Éstas se
reflejaban en la manera de pensar
actuar. Todo lo que pudiera rela-
cionarse con la homosexualidad,
con razón o sin ella, era rechaza-
do y perseguido.
Este planteamiento erróneo,
en cuanto al origen y naturaleza
de la homosexualidad, ha tenido y
puede seguir teniendo consecuen-
cias devastadoras, porque arrastra
todo el resto de errores e impide
planteamientos diferentes.

Qué nos parece...

1. Paula es lesbiana y creyente, tiene 19 años y se ha enamorado

de otra mujer lesbiana. Se comprenden y entienden muy bien.
Quieren formar una pareja y tener intimidad sexual. Si recurre a
algún religioso que mantenga las ideas ortodoxas de la Iglesia
católica, ¿qué le dirá?, ¿qué podrán hacer después de recibir su
consejo?

2. Jacobo tiene ahora 60 años. Es homosexual. A los 25 recurrió a

un psicólogo que le sometió a una terapia con «cargas eléctri-
cas», entre otras medidas, cada vez que se excitaba antes estí-
mulos sexuales (fotos, por ejemplo) de personas de su sexo. ¿Qué
pudo suponer esa terapia para Jacobo?

Es importante descubrir las consecuencias que tiene el hecho de

mantener ciertas ideas religiosas o profesionales sobre la homo-
sexualidad.

32
Homosexualidad y familia
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Comentamos...

1. El caso de Paula es bien difícil, porque muchos clérigos mantie-

nen la misma posición de la jerarquía. ¡Ojalá tenga suerte! y
recurra a numerosos sacerdotes no fundamentalistas. Porque de
lo contrario, se va a ver en una situación muy difícil, entre su fe
y su necesidad de intimidad emocional y sexual.
No nos corresponde a nosotros aclarar la doctrina de la Iglesia.
Desde el punto de vista profesional deberíamos animarla y ayu-
darla a resolver sus necesidades afectivas y sexuales, que es lo
que quiere.

2. El caso de Jacobo y otros muchos es lacerante. Los profesionales

deberíamos pedir perdón por haber hecho estas cosas en el pasa-
do, en lugar de haberles ayudado a que aceptaran su homose-
xualidad y vivieran como tales.

Son dos situaciones que demuestran el daño que pueden hacer los
errores y falsas creencias.

Las falsas creencias y prejui- • Pensar que los niños o perso-

cios no se refieren sólo a la orien-
tación del deseo, sino a otras
muchas cosas que tienen que ver
con la homosexualidad. Veamos
las más significativas:
• Considerar a los homosexua-
les responsables de sus gus-
tos sexuales, como si la
orientación del deseo se eli-
giera.
nas amaneradas van a ser o
son homosexuales.
• Creer que las personas homo-
sexuales son más femeninos
(los hombres homosexuales) o
masculinas (las lesbianas).
• Creer que los homosexuales
siempre son mucho más pro-
miscuos, incapaces de formar
parejas estables.

33
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 11:59 Página 34
• Creer que necesariamente lle-
van «pluma», que se les nota,
o pensar que los homosexuales
tienen un estilo de vida defi-
nido.
• Creer que todos los homose-
xuales son iguales y que tien-
den a comportarse de forma
parecida.
• Creer que son más sensibles
artísticamente hablando.
• Creer que la homosexualidad
se contagia a los niños o que
los pervierten.
• Creer que los homosexuales son
un grupo de riesgo.
• Creer que los homosexuales
tienen únicamente determina-
das prácticas sexuales, como
el sexo anal.
• Creer que entre los homosexua-
les siempre uno o una hace de
varón y el otro u otra de mujer.
• Creer que los homosexuales no
son trabajadores.
• Creer que todos se dedi-
Somos heterosexuales, can al mundo del espectá-
homosexuales culo, el cine…
o bisexuales, pero • Creer que muchos homo-
no sabemos la causa sexuales se dedican a la
prostitución.
• No diferenciar entre homo-
sexualidad y transexualidad.
34
Homosexualidad y familia
Son muchas las personas que
hacen responsables a las personas
homosexuales de su orientación
del deseo, culpándoles por ser
homosexuales.
Para afrontar de raíz esta
falsa creencia, hay que decir, en
primer lugar, que si así fuera, esta-
rían en su derecho y que no por
ello deberíamos sentirnos amena-
zados, porque se trata de una
orientación del deseo compatible
con la salud personal y social.
Pero es que, además, se trata
de una creencia errónea: la orien-
tación del deseo homosexual,
bisexual o heterosexual no se
elige; nos viene dada, nos senti-
mos, nos damos cuenta, somos,
tenemos una orientación sexual u
otra; nada podemos hacer para
elegirla. No podemos tomar este
tipo de decisiones. Tenemos una
orientación del deseo y sólo pode-
mos aceptarla o rechazarla. Por
cierto, lo único inteligente, como
veremos, es aceptarla de buen
grado, porque así somos y así es
como podremos resolver nuestras
necesidades de intimidad emocio-
nal y sexual.
El amaneramiento no tiene
relación con la orientación del
FA008new 23/5/06 11:59 Página 35
deseo. De forma que hay homose-
xuales y heterosexuales amanera-
dos y no amanerados, por lo que
deducir la orientación del deseo
por una forma de gesticular puede
llevar a atribuciones erróneas. En
todo caso, para afrontar este tema
con un criterio más básico y gene-
ral, lo más importante es saber
que todas las personas podemos
expresarnos de forma más o menos
amanerada, concediéndonos la
libertad de ser expresivas, sensi-
bles o lo que consideremos opor-
tuno. Es decir, ser amanerado,
exagerando los gestos, no está ni
bien ni mal. Es verdad que el ama-
neramiento que es considerado
femenino puede encontrarse más
en varones homosexuales, pero
también en otras personas. El cri-
terio es, en este caso, bien claro:
exprésate como quieras, aunque
siempre tolerando y respetando a
los demás.
Por cierto, la obligación de
ser «muy macho», también en las
formas de manifestarse y en los
gestos, sí que es una gran desgra-
cia para todos, especialmente
para el que se siente obligado y para
quienes tienen que soportar a esas
personas, porque esta actitud y
este rol provocan la discrimi-
nación y desconsideración
de las mujeres. Los homosexuales
Similar comentario se y las lesbianas
merece la creencia de que son personas muy diversas
los varones homosexuales unas de otras
son más femeninos y las
mujeres lesbianas son más
masculinas. Partiendo del derecho
a asumir la diversidad expresiva
que consideremos oportuna, esta
creencia no se corresponde con la
realidad. Los homosexuales y las
lesbianas son personas muy di-
versas unas de otras, sin que
respondan necesariamente a este
estereotipo.
Las personas homosexuales
suelen tener más dificultades para
encontrar pareja, porque son
menos y están más ocultos, por lo
que, en muchos casos, no sólo no
son personas promiscuas, sino que
no encuentran con quién tener
relaciones. Si algunos varones
homosexuales son más promiscuos
que el resto de la población, es
fundamentalmente por dos moti-
vos, porque son varones (también
los varones heterosexuales tienen
más relaciones que las mujeres) y
porque la sociedad les pone muy
difícil tener pareja estable. Las les-
35
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 11:59 Página 36
bianas, como las mujeres heterose-
xuales, tienden a tener menos
parejas sexuales. Lo que reflejan
los estudios más recientes es que
las conductas sexuales están cam-
biando mucho en los dos sexos, sea
cual sea la orientación del deseo.
Lo importante es saber que las per-
sonas homosexuales pueden tener
relaciones igual de satisfactorias,
estables y afectivas que las perso-
nas heterosexuales, especialmente
si no se les crean dificultades.
Un error muy extendido,
entre las personas heterosexuales,
es creer que las personas homose-
xuales son todas muy parecidas y
comparten muchas características.
Pero no es cierto. Las personas
homosexuales son tan distintas,
tan diversas como las heterose-
xuales; por eso casi todas las
generalizaciones son erróneas.
Entre las personas homosexuales
hay de todo, personas trabajado-
ras y no trabajadoras, justas e
injustas, inteligentes y torpes,
con sensibilidad artística y sin
ella, etc. Es cierto que puede
encontrarse en algunos homose-
xuales y lesbianas rasgos que
podrían considerarse como especí-
ficos. En los varones homosexua-
36
Homosexualidad y familia
les, por ejemplo, gestos exagera-
dos, ropa ceñida y llamativa, énfa-
sis en los cuidados del cuerpo. En
las mujeres lesbianas, cabello
corto y gestos más masculinos.
Pero estos estereotipos no están
generalizados entre las personas
homosexuales y se dan también en
hombres y mujeres heterosexuales.
El mejor ejemplo es lo que hoy se
ha llamado «hombre metrose-
xual», un hombre que cuida su
cuerpo, dulcifica sus gestos, es
sensible a los temas femeninos,
etc., sea heterosexual u homose-
xual. Lo cierto es que todas las
personas tenemos hoy más liber-
tad para expresarnos y que hay
infinitas variantes.
Lo mismo ocurre con el estilo
de vida. Hay personas homosexua-
les que se afilian a asociaciones
de homosexuales y crean lugares de
ocio y ambientes especiales (segu-
ramente porque en ellos se sienten
más seguras y pueden ser más
espontáneas), llegando a confor-
mar un cierto estilo de vida, con
espacios, actividades y expresiones
culturales propias; mientras otras
personas homosexuales no van
nunca a estos lugares, e incluso
detestan las manifestaciones
FA008new 26/5/06 12:45 Página 37
públicas del colectivo al que, por
orientación del deseo, pertenecen.
Conocemos homosexuales que
disfrutan, se divierten y se sien-
ten muy motivados a participar,
por ejemplo, en la representación
social que hacen el llamado «día
del orgullo gay», mientras otras
personas homosexuales lo recha-
zan, no lo ven apropiado o inclu-
so se escandalizan. En definitiva,
no puede hablarse de un «estilo
de vida» o «una manera de ser»
homosexual que sirva para la
mayoría de homosexuales.
Ya hemos señalado que no
sabemos cuál es el origen de la
orientación del deseo; pero esta-
mos seguros de que no se con-
tagia, no depende de convivir con
otras personas homosexuales,
tener un profesor homosexual,
etc. No sabemos cuál es el origen;
pero es seguro que no es éste. Por
eso, parejas heterosexuales pue-
den tener hijos homosexuales, por
ejemplo. No es cierto que se con-
tagie o aprenda por imitación.
Pero nuevamente hay que ser radi-
cal en los planteamientos: si fuera
así –que no lo es–, no habría nada
que temer. Más homosexuales en
la sociedad no sería ni mejor ni
peor, sólo dependería de la forma
en que unos y otros convivieran.
Hace tiempo que considera-
mos inadecuado hablar de grupos
de riesgo, demonizando a los
homosexuales y a otros grupos. De
lo que hay que hablar son de «prác-
ticas de riesgo», formas de con-
ducta sexual que entrañan riesgo
de un tipo o de otro. Precisa-
mente, cuando apareció el sida, se
les culpó y se les etiquetó como
grupo de riesgo. Por lo que sabe-
mos, las personas homosexuales
están entre las primeras que reac-
cionaron a este problema empe-
zando a tener prácticas seguras.
Por lo que se refiere a España, sa-
bemos que la mayor parte de los
contagios del sida han estado vin-
culados al hecho de compartir
jeringuillas, no al contacto con
personas homosexuales. Por cier-
to, el contagio entre heterosexua-
les está aumentando en los
últimos años.
Las personas homosexuales
tienen las mismas necesidades de
intimidad afectiva y sexual que los
demás. Se quieren y acarician de
forma muy similar, desde muchos
puntos de vista (besos, caricias,
abrazos, mimos, etc.), en lo único
37
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 11:59 Página 38
que se diferencian es en que no
pueden tener coitos vaginales. En
lo demás, tienen las mismas posi-
bilidades. Si, como parece cierto,
tienen más prácticas de coito anal
que las personas heterosexuales,
esto no quiere decir que no haya
heterosexuales que incluyan esta
práctica y homosexuales que no la
incluyan. Sobre todo, si no reduci-
mos la sexualidad a genitalidad
y coito, nos daremos cuenta de que
las posibilidades de relación sexual
son muy similares, ni mejores ni
peores, porque cada persona hace
lo que a su pareja y a ella misma
le gusta.
Desde el punto de vista afec-
tivo, no hay diferencias que poda-
mos apreciar, salvo la orientación
del deseo: la atracción, el enamo-
ramiento, la intimidad, el compro-
miso en la relación, la ternura, la
empatía, los cuidados, el apego,
etc., los viven de igual forma. De
hecho, en estos aspectos, tan
centrales en las relaciones de
pareja, las diferencias se deben a
otros factores (si se entienden o
no, son empáticos o no, están
enamorados o no, saben cuidar a
otra persona o no, etc.), no a la
orientación del deseo.
38
Homosexualidad y familia
Quienes piensan que una per-
sona homosexual hace siempre de
varón y otra de mujer están soste-
niendo, seguramente sin pensarlo,
que hay una forma social necesa-
ria de ser mujer y otra de ser
varón. Es decir, defienden roles
sexistas que crean barreras entre
las personas. Frente a esta manera
de pensar, es fundamental dar
libertad a cada persona para que
sea como considere oportuno: un
hombre puede ser también tierno
y sensible, buen cocinero, hacen-
doso en el hogar, etc.; una mujer
puede desear una profesión que le
exija estudiar, viajar, tomar deci-
siones, etc. Los seres humanos
somos muy flexibles y podemos
aspirar a ser muy diversos, ¿por
qué ponernos esas trampas de los
roles, obligándonos a ser muy
machos o muy hembras, en el peor
de los sentidos? Esto naturalmen-
te vale para todas las orientacio-
nes del deseo.
Muy importante es establecer
una diferencia entre la homose-
xualidad, la heterosexualidad y la
bisexualidad, por un lado, y el
transexualismo por otro. Las pri-
meras son orientaciones del
deseo, pero en personas hombres
FA008new 26/5/06 12:45 Página 39
y mujeres, que saben que son
hombres o mujeres y que están
satisfechas con su cuerpo de hom-
bre o de mujer y, por lo tanto, no
lo quieren cambiar. Las personas
transexuales (se da tres veces más
en hombres que mujeres este pro-
blema, pero son una minoría muy
pequeña de la población) no están
contentas con su cuerpo, quieren
cambiar de sexo (cambiar los
genitales, la figura corporal, el
vello, la voz, la forma de vestirse,
etc.), creen que todo su cuerpo es
un error; porque ellas realmente
creen pertenecer, están convenci-
das, al otro sexo (justo el que no
tienen): los hombres biológicos
creen que toda su anatomía de
hombre es un error y que en reali-
dad son mujeres, por lo que piden
se cambie su cuerpo; las mujeres
biológicas están seguras de ser
hombres y quieren cambiar su
cuerpo de mujer, para transformar-
lo en el de un hombre.
Por lo tanto, las personas
homosexuales saben que son hom-
bres o mujeres, conforme a su bio-
logía, están satisfechos con su
cuerpo de hombre o de mujer y no
lo quieren cambiar. Lo único que
quieren es que la sociedad les deje
vivir la sexualidad y los afectos Muy
como homosexuales. importante
Las personas transe- es establecer una diferencia
xuales tienen un problema entre la homosexualidad,
muy serio, porque se sien- la heterosexualidad y la
ten, están convencidas, bisexualidad, por un lado,
etc., de que su cuerpo es un y el transexualismo
error, ya que en realidad tie- por otro
nen una identidad sexual distinta
a la de su propia biología. Siendo
biológicamente hombres –en
todos sus aspectos– estas perso-
nas se sienten y están convenci-
das de ser mujeres; o siendo
biológicamente mujeres se sienten
convencidas de ser hombre. Por
eso quieren que les cambien el
cuerpo.
La transexualidad no es una
elección voluntaria, sino un pro-
blema que debemos solucionar
dándoles la oportunidad de trans-
formar su cuerpo, si ésa es su
decisión, y aceptando su cambio de
identidad. Hoy, este cambio es
posible y legal, aunque el Estado
no se hace cargo, salvo en alguna
autonomía, de los costes de todo
el proceso.
Los padres y la sociedad tie-
nen que aceptar a las personas
transexuales y ayudarlas a lo largo
de todo el proceso. Para los
39
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 11:59 Página 40
padres puede ser muy duro
Los padres aceptar que su supuesta
y la sociedad hija es un hijo y a la inver-
tienen que aceptar sa, pero deben aceptar
a las personas transexuales incondicionalmente a la
y ayudarlas a lo largo persona que han traído al
de todo el proceso mundo, sea hija o hijo.
Claro que muchas personas se
preguntaran cómo –si son dos
cosas que nada tienen que ver– se
forman, a veces, asociaciones de
homosexuales y transexuales. La
explicación es sencilla.
Por un lado, son dos colecti-
vos maltratados por la sociedad y,
por otro, pueden llegar a coinci-
dir en intereses sexuales. ¿Cómo
es posible? Por ejemplo, porque
un varón transexual, que se sabe
y siente mujer, puede desear
tener relaciones con otro varón,
con lo que es posible que acabe
teniendo relaciones con un varón
homosexual. Recuerdo el caso de
un transexual que me lo explica-
ba así:
Antes de operarme tenía que rela-
cionarme con homosexuales, porque
son los varones que me hacían
caso, pero cuando me operé empe-
cé a relacionarme con varones hete-
rosexuales, porque yo soy una
mujer.
40
Homosexualidad y familia
Lo que sabemos
de la homosexualidad
No podemos resumir aquí todas las
investigaciones sobre la orienta-
ción del deseo y, más en concreto,
sobre la homosexualidad y la bise-
xualidad. Pero sí los conocimien-
tos más consolidados, indicando
también, en algunos casos, los
debates más actuales.
¿Qué es la
homosexualidad?
Primero, aunque ya hemos dicho
lo que es la homosexualidad,
ahora queremos ir más lejos. En
efecto, la orientación del deseo, y
la homosexualidad en concreto,
tiene varias dimensiones, no sólo
la de la atracción sexual por las
personas del mismo sexo. Entre
estas dimensiones están:
• La atracción sexual por las
personas del mismo sexo («me
gustan, me excitan, son las
que deseo acariciar y que me
acaricien sexualmente»).
• La atracción emocional por las
personas del mismo sexo
(«deseo intimidad emocional
con ellas, son mi compañía
emocional preferente»).
FA008new 23/5/06 11:59 Página 41
• Las conductas sexuales con
personas del mismo sexo
(«tener conductas sexuales
–besos, caricias, etc.–»).
• Las fantasías, representacio-
nes eróticas («fantaseo, pien-
so, me represento escenas…»)
con personas del mismo sexo.
• La «identidad como persona
homosexual» («soy distinto,
diferente a las personas hete-
rosexuales, soy homosexual»)
que puede llevar a sentirse
socialmente mejor con perso-
nas homosexuales.
• El estilo de vida homosexual,
si es que éste existe en su
medio («vivo, me visto, me
divierto…, como mis compa-
ñeros homosexuales»).
Estos aspectos y otros pueden
seguir la misma dirección (ser
homosexual en todos y cada uno
de éstos) o, en algunos casos o du-
rante cierto tiempo, puede no ser
así, por lo que las formas y gra-
dos de vivir la homosexualidad son
muy diferentes. Hay personas
con fantasías homosexuales, pero
sin conductas que correspondan a
ésta y a la inversa. Las combina-
ciones posibles son muchas. Lo
ideal es que las personas ten-
gamos una armonía en nues-
tra orientación del deseo, Las formas
lo aceptemos y nos rela- y grados de vivir
cionemos a partir de cómo la homosexualidad
somos. Claro que no todos son muy diferentes
los aspectos señalados tie-
nen la misma importancia
para el equilibrio emocional y
social. Algunos, como por ejemplo
el estilo de vida, no son necesa-
rios.
Por todo ello, una persona
homosexual que se conoce y
acepta como tal es la que se sien-
te atraída sexual y emocional-
mente por las personas de su
propio sexo, sus pensamientos y
fantasías eróticas son de conteni-
do homosexual, sus conductas
sexuales son homosexuales y se
acepta personal y socialmente así.
Pero no necesariamente tiene que
haber sido siempre así.
Por ejemplo, una persona
que haya tenido relaciones sexua-
les con personas de otro sexo, es
decir, conductas heterosexuales,
no significa que no sea homose-
xual. Por el contrario, el hecho de
que una persona haya tenido con-
ductas sexuales con personas del
mismo sexo no significa que sea o
41
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 11:59 Página 42
vaya a ser necesariamente homo-
sexual.
La realidad, como vemos,
es más compleja de lo que supo-
níamos. Por consiguiente, el pro-
pio contenido de la orientación
del deseo es muy amplio, comple-
jo –multidimensional, decimos los
profesionales–, puesto que incluye
numerosos aspectos como la con-
ducta, la fantasía, la identidad y
el rol, etc., de forma que una
misma persona puede tener com-
binaciones diversas e incluso con-
tradicciones entre estos aspectos.
Una persona puede tener fantasías
diferentes a su conducta, o con-
ductas que no coinciden con su
orientación básica del deseo. Las
cosas, por lo tanto, no siempre
son uniformes y simples.
Yo estaba hecha un lío. Sólo pensa-
ba en las de mi sexo y mis fantasías
eran muy claras. Pero tuve novio,
me casé y hasta tuve hijos. Luego me
fue siendo insoportable y me sepa-
ré. Pero estuve mucho tiempo divi-
dida y confusa. (Una lesbiana)
Mi cabeza me decía una cosa (no
puede ser, yo tengo que ser hetero-
sexual…) pero mi deseo era claro
(sólo me atraían los chicos, los de
42
Homosexualidad y familia
mi sexo). Tuve relaciones con una
chica; pero fue muy mal… Al final
todo se aclaró cuando me enamoré
locamente de un amigo. Estaba
claro que lo que me gustaban eran
los tíos.
Cuando estaba en el internado lle-
gué a besarme y acariciarme con un
compañero. Estaba que me salía,
no aguantaba más y… Pero lo que
en realidad me gustaban eran las
chicas; en cuanto tuve ocasión
estuvo muy claro.
¿Cuándo aparece la
homosexualidad?
La orientación del deseo se suele
manifestar (en fantasías, atraccio-
nes, conductas, etc.) de forma
clara en torno a la pubertad y pri-
mera adolescencia. Numerosas
personas recuerdan antecedentes
claros de su heterosexualidad o de
su homosexualidad antes de los
cambios puberales, pero otras
muchas no tienen recuerdos preci-
sos. En todo caso, en la adoles-
cencia se especifica, orienta y
consolida la orientación del deseo
en la mayor parte de las personas.
Por lo tanto, sí sabemos que aun-
que a veces se pueden describir
FA008new 23/5/06 11:59 Página 43
antecedentes prepuberales, es en
la pubertad y primera adolescen-
cia cuando las personas suelen
tomar conciencia de su orienta-
ción del deseo. También que, con
mucha frecuencia, ésta se organi-
za y consolida para toda la vida
durante la propia adolescencia o
primera juventud. Pero a esta afir-
mación hemos de hacerle varias
precisiones:
• La orientación del deseo
puede manifestarse más tarde,
en diferentes momentos del
ciclo vital, bien porque se ha
estado negando durante el
periodo de la vida anterior,
bien por otras razones que no
conocemos con seguridad. Es
decir, que el ciclo evolutivo de
la orientación del deseo no se
cierra siempre en la adoles-
cencia o primera juventud,
aunque esto sea lo más fre-
cuente.
• La orientación del deseo,
como hemos comentado an-
teriormente, no se elige, no de-
pende de la voluntad, sino
que nos viene dada, se nos
impone como un hecho esen-
cial de nuestro ser: soy homo-
sexual, soy heterosexual. Uno
no sabe el porqué, pero se
siente, sabe, homose- Es en la pubertad
xual, heterosexual o y primera adolescencia,
bisexual. Una vez que cuando las personas
esto sucede, podemos suelen tomar conciencia
intentar rechazar o de su orientación
aceptar la orientación del deseo
que tenemos. Lo mejor y
lo más saludable es aceptar
la propia orientación del
deseo y conseguir que la
familia y la sociedad la acep-
ten también.
Homosexualidad y salud:
¿se puede ser homosexual
y estar bien?
Lo más importante de lo que sabe-
mos es que se puede ser heterose-
xual, homosexual o bisexual, sin
que esté necesariamente amena-
zada la salud de la persona. Por
ello, podemos decir, con seguri-
dad, que la homosexualidad es
compatible con la salud y que los
homosexuales lo mejor que pue-
den hacer es reconocerse como
tales y vivir conforme a su
orientación del deseo.
Los homosexuales, en defini-
tiva, son personas iguales, pero
diversas, también entre sí, que
tienen las mismas necesidades
43
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 11:59 Página 44
interpersonales que los hetero-
sexuales, pero que resuel-
ven, algunas de ellas, con
Lo inteligente, sensato personas de su propio
y saludable es aceptarme sexo.
como soy No hay pues razón alguna
que justifique la homofobia,
el rechazo de los derechos
sexuales y afectivos de estas
personas.
Cuando decimos que sabe-
mos esto no estamos manifestan-
do una opinión, un deseo, sino
los resultados de numerosos estu-
dios. En cientos y hasta miles de
ocasiones se han estudiado con
diferentes metodologías a nume-
rosas personas homosexuales,
hombres y mujeres de todas las
edades y, a pesar de los prejui-
cios, se ha impuesto una verdad:
las personas homosexuales que
se aceptan como tales pueden
organizar su vida emocional y
social de forma satisfactoria
y alcanzar un grado de bien-
Los homosexuales estar semejante a las perso-
y bisexuales nas heterosexuales. Todos
pueden tener una vida los estudios serios llegan
familiar, sexual, afectiva a esta conclusión. Por eso
y social saludable hace ya bastante tiempo
las asociaciones profesiona-
les sacaron a la homosexualidad
44
Homosexualidad y familia
de la lista de patologías o proble-
mas de salud.
¿Pero no tienen más
problemas de salud
las personas homosexuales?
Lo comentado en el apartado
anterior es compatible con otros
hechos también encontrados en
la investigación y que, con fre-
cuencia, son manipulados y utili-
zados de forma no sólo nada
científica, sino nada ética. Unos
descalifican la homosexualidad
en razón de estos datos, otros los
ocultan.
Es verdad que el conjunto
de las personas homosexuales en
comparación con el conjunto de
personas heterosexuales, el estu-
dio de las semejanzas y diferen-
cias entre los dos grupos, pone de
manifiesto que algunos problemas
se dan con más frecuencia entre
los homosexuales. Por ejemplo, el
suicidio, la ansiedad, la inestabili-
dad emocional, la peor adaptación
social, los sentimientos depresi-
vos, la anorexia y la bulimia, etc.
Pero a estos datos hay que
hacerles numerosas precisiones
para que no sean manipulados y
desvirtuados.
FA008new 23/5/06 11:59 Página 45
La primera, parece lógico
que un colectivo rechazado por
las familias, la escuela y la socie-
dad y perseguido por la ley, una
minoría social puesta bajo sos-
pecha, tenga más problemas. Ex-
plicaré esta primera razón con el
testimonio sobre un suicidio,
narrado por un hombre de 80
años en una de nuestras charlas
coloquios sobre sexualidad con
personas mayores. No era el tema
de la charla, pero alguien me pre-
guntó en el coloquio mi opinión
(lamentablemente se tiene el
hábito de pedir la opinión en
lugar de preguntar sobre lo que
se sabe) sobre las parejas de
homosexuales. Al acabar de dar
mi opinión, de forma inesperada,
con mucho énfasis, dijo el señor
de 80 años:
Ya está bien de hacerle la vida
imposible a esta gente. Cuando yo
hacía la mili en Madrid, hace, claro,
muchos años, tenía un compañero
que era homosexual. Lo sabíamos,
pero no podíamos hablar de ello.
Muchos se metían con él; él estaba
lleno de miedo, por si se enteraban
los mandos… Un día se tiró al
metro y así murió. ¿Quién tuvo la
culpa? (Señor de 80 años)
La segunda precisión, podría tam-
bién explicar algunos de estos
problemas. Se refiere al hecho de
que algunas personas homosexua-
les llevan un estilo de vida dife-
rente, de mayor riesgo, como tam-
bién ocurre en colectivos como los
solteros, especialmente en lo refe-
rido a la dificultad para tener pa-
reja estable y lo que eso significa.
Como parte de este estilo de vida y
la necesidad de «competir más»,
para obtener pareja sexual, las
personas homosexuales pueden
tener una mayor preocupación por
la figura corporal, lo que explica-
ría, por ejemplo, la mayor frecuen-
cia de trastornos alimentarios.
Otras explicaciones posibles,
como la vinculación mayor de
determinados problemas con esta
orientación del deseo, por el
hecho de ser más excepcional y
minoritaria en el camino del desa-
rrollo, no han encontrado a día de
hoy un sustento razonable.
Hay, además, otra razón más
técnica, que es importante conocer,
para que no se hagan manipulacio-
nes de estos datos: vamos a expli-
car por qué no se pueden aplicar de
forma arbitraria estos datos a las
personas homosexuales concretas.
45
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 11:59 Página 46
Empecemos con varios ejem-
plos:
• Primer ejemplo: son muchos los
estudios que demuestran que
las mujeres tienen más capaci-
dades verbales que los hom-
bres. Pero todo el mundo sabe
que hay un número importante
de hombres que están por enci-
ma de la media de las capacida-
des verbales de las mujeres. De
forma que cuando hablamos de
Javier y Luisa, podría ocurrir
que Javier tuviera más capaci-
dades verbales que Luisa. Más
aún, si se nos permite una iro-
nía un poco malévola: aunque
los hombres, tomados en su
conjunto, tienen menos capaci-
dades verbales que las mujeres,
no prohibimos a los hombres
ejercer política.
• Segundo ejemplo: las personas
solteras, cuando se las compa-
ra con las casadas, tienen
mayor inestabilidad emocio-
Hay muchas personas nal, más problemas de
dentro de cada colectivo que salud y hasta mueren
están por encima y por debajo antes. Pero esto no quiere
de la media del otro grupo decir que Juana, que está
soltera, viva peor que
muchas casadas y que se vaya
a morir antes que ellas.
46
Homosexualidad y familia
• Tercer ejemplo, referido a la
homosexualidad: las perso-
nas homosexuales tienen más
problemas de salud que las
heterosexuales, tomadas como
grupo; pero esto no quiere
decir que Juan y Federico, una
pareja homosexual, no tengan
una relación más satisfactoria
que otras muchas parejas
heterosexuales, etc.
• Cuarto ejemplo: María es muy
ansiosa, mientras Fernanda
tiene una alta estabilidad
emocional. Una es heterose-
xual y otra lesbiana: ¿podemos
estar seguros de quién es
quién? Claro que no.
Por ello, y aquí es donde quere-
mos llegar, no se pueden manipu-
lar los datos de grandes grupos,
que muchas veces tienen explica-
ciones externas a aquello que de-
fine el grupo (por ejemplo, no es
que por ser soltero se tenga que
tener peor salud, es que en nues-
tra sociedad los solteros, un
número de ellos, llevan un estilo
de vida de mayor riesgo), para
generalizar estos datos a todas las
personas y, menos aún, para dis-
criminarlas.
FA008new 23/5/06 11:59 Página 47
Por todo ello, denunciamos
la grave manipulación que se hace
cuando se toman los datos referi-
dos a comparaciones entre el
colectivo homosexual y el hetero-
sexual, para luego discriminar a
las personas homosexuales.
El dato científico más impor-
tante es que en numerosas cuestio-
nes no se encuentran diferencias,
que éstas son pequeñas, que es
razonable pensar en explicacio-
nes sociales y, sobre todo, que
hay muchas personas dentro de
cada colectivo que están por enci-
ma y por debajo de la media del
otro grupo. Este razonamiento nos
llevaría, divirtámonos un poco, a
que:
• Los solteros pagaran más a la
Seguridad Social y fueran peor
valorados en la selección de
personal.
• Los hombres no fueran políti-
cos, locutores, predicadores,
etc.: ¿podría la Iglesia católica
aplicarse la propia medicina y
declarar a los hombres inhábi-
les para ser predicadores con-
cediendo el sacerdocio sólo a
las mujeres?
• Las mujeres no podrían ser
pilotos, arquitectos, conduc-
toras, etc. (porque tienen,
como grupo, menor inte- No sea usted
ligencia espacial). la causa que provoque
dificultades y problemas
Por último, es del todo emocionales y sociales
razonable esperar a que a sus hijos o hijas
estas diferencias, en térmi- homosexuales
nos de estabilidad emocional
y algunos aspectos de la salud,
vayan desapareciendo a medida
que la familia y la sociedad acep-
te la orientación del deseo sexual
y no cree dificultades a estas per-
sonas para resolver sus necesida-
des afectivas, sexuales y sociales.
¿Cuántas son las personas
con una orientación
homosexual?
La respuesta depende de dónde
pongamos la frontera y ésta, como
indicábamos al explicar el concep-
to, no está clara. Porque hay per-
sonas que han hecho cambios a lo
largo de su vida, otras han tenido
conductas con personas de su
sexo, pero tienen una orientación
heterosexual y a la inversa. Unas
personas han sido o son homose-
xuales en una dimensión, pero no
en otras.
Por otra parte, las investiga-
ciones no siempre se han hecho
47
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 11:59 Página 48
con los mismos criterios metodo-
lógicos. Por ello lo que deci-
Usted sí puede ser mos sólo es indicativo. A
responsable pesar de la inseguridad de
de sus problemas, los datos, todas las inves-
si no lo acepta y apoya tigaciones revelan los
siguientes hechos:
• Si se pregunta si han teni-
do experiencias sexuales con
personas de su sexo se trata
de una minoría, en torno al
5% de los hombres y al 2% de
las mujeres. Las personas bise-
xuales serían menos, en torno
al 1%.
• La homosexualidad está pre-
sente en las diferentes cultu-
ras, siendo en todas una
minoría.
• Si se pregunta si se han senti-
do atraídas por personas de su
sexo, aunque no hayan mante-
nido relaciones sexuales, el
porcentaje sube al 8-9% de
varones y al 8-12 % de muje-
res, con lo que las diferencias
de sexo, en cuanto al núme-
ro de homosexuales, no están
claras.
Lo decisivo es que efectivamente
se trata de una minoría, con fre-
cuencia acosada por la sociedad,
48
Homosexualidad y familia
con lo que esto significa, como
veremos, sobre todo en el capí-
tulo siguiente.
Lo verdaderamente impor-
tante es que no hay ningún motivo
para rechazar o crear dificultades
a esta minoría, tampoco para
temer el que su número pueda
aumentar. Por otra parte, no hay
pruebas de que estén aumentan-
do, sino que lo que ocurre es que
tienen más presencia social.
Nuevamente hay que deste-
rrar todo temor: si hubiera un
aumento de esta minoría, cosa
que no podemos prever, porque
desconocemos la causa de la
orientación del deseo, no habría
nada que temer: son iguales, pero
diferentes.
¿Viven de la misma forma
la homosexualidad los
hombres que las mujeres?
Se han encontrado diferencias,
por otra parte esperables, ya que
según los estudios el hecho de ser
hombre o mujer es transversal y
mucho más influyente que la
orientación del deseo.
El sexo es un factor claramen-
te asociado a determinadas conduc-
tas, aunque puedan darse en una
FA008new 23/5/06 11:59 Página 49
minoría del otro sexo, claro está. La
asociación o grado de vinculación
depende de cada conducta, pero es
indudable, aunque en muchos casos
no tengamos una explicación clara.
Veamos sólo algunos ejemplos:
• Los hombres (heterosexuales,
homosexuales y bisexuales, los
clérigos, los casados, los sol-
teros, los que tienen una dis-
capacidad, etc.) es mucho más
probable que:
– Cometan agresiones sexua-
les (aunque sólo lo hace
una minoría de hombres,
claro está).
– En términos de frecuencia,
se masturban con mayor
frecuencia.
– Aceptan mejor el sexo oca-
sional.
– Valoran más la actividad
sexual en sí misma, etc.
• Las mujeres (heterosexuales,
lesbianas, bisexuales, monjas,
casadas, solteras, etc.) es
mucho más improbable que
cometan agresiones sexuales,
se masturban menos, tienden a
tener más exigencias afectivas
para involucrarse en relaciones
sexuales ocasionales, valoran
más el afecto y la intimidad,
etc. Sean cuales sean las causas
(muy discutidas), las diferen-
cias de sexo son transversales
en numerosos aspectos al esta-
do, la orientación del deseo, la
religión, la raza, etc.
Por lo que hace relación a la forma
de vivir la homosexualidad, hombres
y mujeres se parecen en buena
medida a las personas heterose-
xuales; es decir, están condiciona-
das por el hecho de ser hombres o
mujeres. Lo más sobresaliente es
que las lesbianas son más flexi-
bles desde numerosos puntos de
vista, pero, sobre todo, con rela-
ción a la forma de vivirse como
lesbianas:
Aparentemente [vemos que los
autores empiezan con una palabra
que indica inseguridad en este
conocimiento] las orientaciones
sexuales de las mujeres son un poco
más flexibles que las de los hom-
bres, siendo éstas un poco más
dependientes de la experiencia
social. Un estudio clásico encontró
que cerca del 50% de las lesbianas
decían que, a veces, se sentían
atraídas por los hombres [...] (en
otro estudio en que se las siguió a
lo largo del tiempo) […] un 25%
49
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 11:59 Página 50
renunciaron con el paso del tiempo
a su orientación lésbica o bisexual.
La mitad de ellas [de este 25%] se
declararon heterosexuales y la otra
mitad renunciaron al esfuerzo de
clasificarse. (Rathus, Nevid y del deseo que no coincide con la
Rathus, p. 233)
De hecho, todo parece indicar que
las mujeres se desplazan con
mayor facilidad que los hombres
de una orientación sexual a otra,
mientras los hombres tendrían una
orientación más cristalizada y
rígida.
Con independencia del valor
de estos datos, que con seguridad
es relativo en cuanto a su posible
generalización (sobre todo en el
sentido que ya hemos indicado
reiteradamente, es decir, que las
excepciones entre los hombres y
las mujeres son la regla), las
mujeres, también las heterosexua-
les, son más flexibles en cuan-
Aparentemente las to a la orientación del
mujeres se desplazan con deseo: son menos homofó-
mayor facilidad de una bicas (les da menos miedo
orientación sexual a otra, la homosexualidad) acep-
mientras los hombres tando mejor a las personas
tendrían una orientación con otra orientación del
más cristalizada deseo y son capaces de vivir
su orientación del deseo con
50
Homosexualidad y familia
menor rigidez. Los hombres, tam-
bién los homosexuales, necesitan
autocalificarse con mayor contun-
dencia y claridad y les cuesta más
ser tolerantes con la orientación
suya.
También las madres heterose-
xuales aceptan mejor que los
padres a los hijos e hijas homose-
xuales, demostrando más incondi-
cionalidad hacia los hijos e hijas y
mayor tolerancia a la diversidad.
¿Puede cambiar
la orientación del deseo
a lo largo de la vida?
Después de todo lo dicho, la res-
puesta no es fácil. Por un lado, es
verdad que en la mayor parte de
los casos la orientación del deseo
se especifica y consolida en la
adolescencia y se mantiene esta-
ble a lo largo del ciclo vital.
También parece seguro, como aca-
bamos de ver, que el grado de
especificación y estabilidad es
mayor en los varones que en las
mujeres.
Pero dicho esto, hay una
polémica sin resolver: ¿se trata de
verdaderos cambios de la orienta-
ción del deseo o sólo de cambios
FA008new 23/5/06 11:59 Página 51
referidos a uno o dos de sus com-
ponentes? O, como puede ocurrir
en un número de casos difícil de
precisar: ¿se trata del reconoci-
miento de la supuesta verdadera
orientación del deseo que perma-
neció oculta durante muchos
años? La respuesta no es segura al
día de hoy.
Lo que es cierto es que la
permeabilidad al cambio de la orien-
tación del deseo es muy distinta
de unas personas a otras, no sólo
en razón de su sexo, sino en fun-
ción de otros factores personales
mal conocidos.
En este tema deberíamos tener
una actitud abierta, siendo toleran-
tes con los posibles cambios; por-
que no es infrecuente que se
acepten muy mal: las personas hete-
rosexuales (sobre todo los hombres)
suelen aceptar mal que una supuesta
persona heterosexual «cambie»,
«reconozca», «modifique» su orien-
tación y pase a ser homosexual.
Mientras, esto no se suele decir, las
personas homosexuales (sobre
todo los hombres) suelen aceptar
mal que una persona supuesta-
mente homosexual «cambie, reco-
nozca o modifique» su orientación
hacia la heterosexualidad.
Los prejuicios son gran-
des y la intolerancia fre-
cuente. Ambas cosas están Las mujeres homosexuales
injustificadas, pues, cuan- y heterosexuales son
ta más libertad demos más flexibles y más tolerantes
para que cada persona sea con la diversidad
como siente ser, aunque
modifique la manera de «sen-
tirse» respecto a sus gustos
sexuales, mucho mejor.
Los datos no nos hacen pen-
sar, ni mucho menos, en cambios
muy frecuentes y sucesivos, de
manera que las personas que sue-
len atribuir efectos caóticos
(«esto va a ser el caos, la gente va
a cambiar continuamente») como
consecuencia de una actitud de
tolerancia ante estos cambios, se
verán defraudadas.
Los padres no pueden come-
ter el error de esperar, desear o
intentar promover cambios en la
orientación sexual de los hijos e
hijas. Por varios motivos bien evi-
dentes:
• Porque no sabemos a qué se
deben (¿sobre qué actuar edu-
cativamente?), sus esfuerzos
estarían condenados al fraca-
so.
• Porque no es justo esperar
el cambio en la orientación
51
Homosexualidad y familia
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del deseo de los hijos, ya que
sería una manera muy grave
No desee, no espere, de no aceptarlos.
no intente conseguir • Porque no es realista
el cambio de orientación esperar lo que no suele
sexual de sus hijos suceder, porque no ocurre
nunca o casi nunca (recuer-
den que éste es un debate
abierto).
¿Y qué tienen de especial
las personas bisexuales?
Aunque son pocas las personas
bisexuales, no podemos olvidarnos
de ellas. También el hijo o la hija
puede ser bisexual.
Las personas bisexuales se
sienten atraídas tanto por hom-
bres como por mujeres. Puede ser
en un grado equivalente o sentir
prioridad por un sexo u otro, en
unos aspectos de la orientación
del deseo o en otros. Las posibili-
dades, por lo tanto, son muchas.
De hecho, la bisexualidad
puede presentarse como una orien-
tación real estable; pero también
como orientación pasajera, como
una transición de una orientación a
otra o incluso como una forma de
rechazo a la homosexualidad.
El desplazamiento entre las
orientaciones del deseo, según
52
Homosexualidad y familia
varias investigaciones, como ya
hemos indicado, es más frecuente
y fácil entre algunas mujeres. Pero
también puede ocurrir entre los
hombres.
Yo vivía de forma satisfactoria con
mi mujer, incluso tuvimos tres hijos.
Pero, en un momento de mi vida me
enamoré de un hombre, un compa-
ñero mío. Primero no me lo podía
creer; después estuve confuso…
Pero estaba enamoradísimo y él
también. Él era homosexual, lo sabía
desde hacía tiempo. Yo me di cuen-
ta que podía estar con mi mujer y
con él. Estuve un año compartiendo
las dos parejas, mi mujer, y mi
nuevo compañero, con la ansiedad
y dificultades que eso supone.
Finalmente me separé de mi mujer
y ahora vivo con él. Estamos muy
bien, ya llevamos cinco años de
pareja juntos.
Depende de como se defina la
bisexualidad, encontraremos más
o menos bisexuales: se suelen re-
conocer como bisexuales en torno
al 1% de la población; pero si se
les pregunta por la atracción,
hasta un 4% afirman sentirse
atraídos por hombres y por
mujeres.
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Lo lamentablemente curioso
es que las personas bisexuales
reciben con frecuencia el rechazo
tanto de las heterosexuales, como
de las homosexuales. Ambos
colectivos tienden a criticarles y a
no aceptar bien su bisexualidad.
Esta actitud se llama «bifobia»:
rechazo de la bisexualidad.
En este sentido, no es infre-
cuente que si una persona es
conocida como homosexual sea
muy criticada y rechazada por per-
sonas de este colectivo si estable-
ce una relación de pareja con
personas del otro sexo. Se les
puede atribuir deslealtad, cobar-
día, irresponsabilidad, etc.
Las personas bisexuales se
pueden permitir tener parejas
satisfactorias de uno u otro sexo,
por lo que algunas de ellas, en
nuestra sociedad, prefieren tener
una pareja heterosexual, que
es lo que les resulta social-
mente más fácil. Como Las personas bisexuales
pueden ser convenciona- se sienten atraídas
les, es más probable que tanto por hombres
adopten esta opción. De como por mujeres
hecho, hay trabajos que
demuestran que las personas
bisexuales pueden vivir en pareja
heterosexual u homosexual de
forma satisfactoria.
Estas personas deberían ser
aceptas como son y darles libertad
para organizarse su vida, sin pre-
siones de los heterosexuales; pero
también sin presiones por parte de
los homosexuales. De forma que
puedan elegir su pareja en el sen-
tido que consideren más adecua-
do, motivadas por la persona
concreta que de hecho encuen-
tren, sea ésta heterosexual u
homosexual.
53
Homosexualidad y familia
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3.
Lo que los padres no deben
hacer: el riesgo
de la homofobia y la bifobia

Nos preguntamos…

• ¿Qué es la homofobia y la bifobia?

• ¿Cuál es el origen y significado de la homofobia?
• ¿Cuál es el riesgo de la homofobia en los padres, la escuela y la
sociedad?
• ¿Qué es una verdadera familia? El riesgo de ciertas concepciones
familiares.

55
Homosexualidad y familia
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Hablaremos de...

• La importancia destructora de la homofobia y la bifobia, tanto

para los homosexuales como para la propia familia.
• Los riesgos que una determinada concepción de la familia puede
tener para los hijos homosexuales y para los propios padres.
• Sólo hay una alternativa inteligente, razonable y saludable:
aceptar la diversidad de buen grado, ser biófilos (amantes de
la vida) y tolerantes con todas las formas razonables que re-
vista la vida.
• El rechazo de los hijos homosexuales o bisexuales es un grave
error con consecuencias que pueden ser muy graves.

Algunas palabras confianza hasta el odio, que

y conceptos que
conviene manejar
Oímos muchas palabras y no siem-
pre las sabemos usar bien. En los
capítulos anteriores ya hemos
aprendido varias de ellas que son
fundamentales. En este capítulo
nos toca conocer otras que des-
pués usaremos con frecuencia:
homofobia y bifobia.
«Homofobia» significa lite-
ralmente ‘temor, rechazo, miedo
hacia los homosexuales’. Este
rechazo admite muchos grados,
desde la mera inseguridad o des-
puede llevar a acciones violentas.
En algunas personas es tan fuerte
que pueden llegar a insultar, agre-
dir y matar.
Las formas de manifestación
de la homofobia son muchas:
• Insultos con unas u otras
palabras. La palabra «marica»
es una de las más utilizadas.
• Bromas de mal gusto o atrac-
ción por chistes en los que
los homosexuales salen mal-
parados o son puestos en
ridículo.
• No aceptar a las personas
homosexuales cuando buscan

56
Homosexualidad y familia
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empleo, rechazando contratar-
los, etc.
• No alquilar la casa o una
determinada habitación a per-
sonas homosexuales.
• Rechazarlas o evitarlas como
vecinos, compañeros de estu-
dio, compañeros de trabajo.
• Rechazarlas o evitarlas como
personas amigas, familiares
cercanos, etc.
• Sentir temor o rechazo ante
situaciones en las que se tie-
nen que compartir espacios,
tiempos o actividades con per-
sonas homosexuales.
• Tener miedo a que los hijos o
hijas sean o pudieran ser
homosexuales.
• Sentirse muy mal o rechazar
activamente cualquier mani-
festación cultural en la que
aparezcan homosexuales o
hacer de ello bromas.
• No dejar entrar a las personas
homosexuales en determina-
dos locales, prohibirles mani-
festarse o hacerse socialmente
presentes.
• Sentirse muy mal o rechazar
activamente cualquier mani-
festación sexual pública de las
personas homosexuales, aun-
que ésta sea similar o
menos manifiesta que
las que vemos todos «Homofobia»
los días entre hetero- significa temor,
sexuales. rechazo, miedo hacia
• Asistir a manifesta- los homosexuales
ciones contra los ho-
mosexuales o contra la
posibilidad de que sus dere-
chos sean tenidos en cuenta.
• Escribir contra los homosexua-
les.
• Tergiversar los datos científi-
cos para poner en cuestión los
derechos homosexuales.
• Agredir físicamente a las
personas homosexuales.
Como se ve, el abanico de mani-
festaciones homofóbicas es, lamen-
tablemente, casi infinito.
En una charla sobre homosexuali-
dad, una de las personas del públi-
co arengó a los homosexuales para
que fueran valientes y no ocultaran
su homosexualidad en público:
Vosotros tenéis que arreglar este
tema luchando (les dijo en una de
sus frases). Un joven levantó la
mano y dijo: Eso está muy bien
decirlo; pero no es nada fácil. Hace
unos meses (dijo la fecha exacta)
estaba yo en un parque (citó el
57
Homosexualidad y familia
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parque concreto de una ciudad)
con mi pareja. Íbamos con fre-
«Bifobia» cuencia porque era un lugar
es el miedo, el rechazo, tranquilo, con poca gente. En
el temor… ese momento, estábamos
hacia las personas charlando con las manos
bisexuales entrelazadas, simplemente eso.
Vino una pandilla de salvajes y nos
dieron una paliza. A mí no me pasó
nada grave; pero mi pareja acabó en
el hospital, tenía la nariz rota.
El otro día encontré a mi hijo con
otro amigo sobre la cama de su
habitación. No pude ver nada con-
creto. Pero me entró pánico, no
pude por menos de pensar que tal
vez mi hijo sea homosexual. Claro,
no sale con chicas y ve mucho a
este amigo. Sólo de pensarlo… me
tiemblan las piernas, lo paso fatal.
Se lo comenté a mi mujer y me dijo
que era una tontería, que no imagi-
nara esas barbaridades.
Me ocurrió en un campamento. Yo
estaba más o menos seguro de que
un compañero era homosexual; no
del todo, pero me lo temía.
Cuando llegó el momento de
acampar teníamos que dormir
de cuatro en cuatro en las tiendas,
alguien propuso hacer un sorteo y
58
Homosexualidad y familia
me tocó precisamente con él, ya es
mala suerte. Éramos cuatro, pero
parece como si él se las arregla-
ra para que le tocara dormir a mi
lado. No pegué el ojo en toda la
noche, estaba asustado por si se le
ocurría meterme mano.
«Bifobia» es el miedo, el rechazo,
el temor… hacia las personas
bisexuales. Como en el caso de la
homofobia, admite muchos grados
y formas.
Las personas bisexuales tien-
den a suscitar especial rechazo
entre las personas heterosexuales,
pero también entre las homose-
xuales, por lo que lo tienen espe-
cialmente difícil.
Ese desgraciado hace a todo. Yo
creía que era marica. Me sentaba
mal, pero al menos estaba tranqui-
lo cuando veía que se relacionaba
mucho con mis amigas. Pero […]
se acaba de liar con la chica que
más me gusta. (Cuenta un hetero-
sexual)
Yo estaba en una asociación de
homosexuales. Tuve una relación
sentimental y sexual con una amiga
durante unos dos años, éramos
pareja y como tal estábamos casi
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siempre juntas. Pero entramos en
crisis y nos separamos. Después,
como yo también me siento atraída
por los hombres, me enamoré
de un heterosexual y empecé a
salir con él.
Es normal que a mi antigua pareja
le costara; pero lo que no entiendo
es por qué otros homosexuales
(tanto chicas como chicos) me cri-
ticaron, algunos me dejaron de
hablar, es como si hubiera cometido
un delito.
Además, para empeorar las
cosas, tampoco me atreví a contar-
le a mi nueva pareja mis relaciones
anteriores con otras mujeres, me
daba miedo que me rechazara por
eso. Y también lo pasaba mal
cuando pensaba que pudiera ente-
rarse de mi vida pasada. (Mujer
bisexual)
Cuando les dije a mis padres que
era bisexual, encontraron ensegui-
da la solución. Me dijeron: pues,
entonces, júntate con una mujer y
se acabó el problema. Me seguían
viendo raro, se disgustaron mu-
cho, pero era para ellos un alivio
el que pudiera optar por una
pareja heterosexual. (Varón bise-
xual)
¿Cómo funciona
la actitud homofóbica
y bifóbica?
Es muy importante saber cómo
somos y cómo funcionan nuestras
actitudes, especialmente las que
nos juegan una mala pasada a no-
sotros y a los demás. Veámoslo.
Sabemos que las actitudes
irracionales tienen siempre tres
componentes básicos:
• Una serie de creencias irracio-
nales, sin base científica,
basadas en la ignorancia y en
fuentes de conocimiento no
profesionales (creencias reli-
giosas, creencias populares,
ideologías políticas, tradicio-
nes populares, etc.).
• Sentimientos más o menos
fuertes de rechazo, si se trata
de un prejuicio negativo,
como es el caso, malestar,
miedo, odio, etc., en relación
con las personas, en este caso
se trata de personas homose-
xuales o bisexuales, objeto del
prejuicio.
• Una tendencia a comportarse
de una determinada manera.
En este caso, como se trata de
un prejuicio negativo hacia
59
Homosexualidad y familia
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unas personas, la conducta se
puede reflejar en todas las for-
mas indicadas anteriormente.
Las actitudes, por lo tanto, tienen
una estructura compleja en la que
los tres componentes (lo que se
piensa, lo que se siente y lo que
se tiende a hacer) suelen refor-
zarse mutuamente. El pensamien-
to fundamenta los sentimientos y
planifica la conducta; los senti-
mientos son legitimados por el
pensamiento y motivan la conduc-
ta, la conducta es planificada y
legitimada por el pensamiento
y motivada y reforzada por los
sentimientos.
A mí me habían enseñado que
los homosexuales eran peligrosos, los
odiaba y me uní a una pandilla que
se dedicaba a perseguirlos. Yo sen-
tía y sabía que estaba haciendo lo
que debía hacer. Una vez que le
dimos una paliza a uno, en lugar de
En las actitudes, sentirme culpable y arrepentir-
lo que se piensa, me, me sentía de puta madre,
lo que se siente creía que había cumplido con
y lo que se tiende a hacer mi deber.
pueden tener direcciones
diferentes Esta complejidad de las
actitudes puede dar lugar,
sobre todo en momentos de cam-
60
Homosexualidad y familia
bio de estos prejuicios, a otras
combinaciones. En efecto, a veces
los tres componentes no siguen la
misma dirección. Las posibilidades
son muchas. Hay personas con
creencias irracionales sobre la
homosexualidad, que no tienen
malos sentimientos hacia ellos
(incluso pueden tenerlos buenos)
y que no llevan a cabo conductas
directamente agresivas contra los
homosexuales.
Por ejemplo, hay numerosos
creyentes, con ideas negativas
sobre la homosexualidad, ideas de
origen religioso, pero que pueden
llegar a «compadecer» a los ho-
mosexuales porque tienen este
problema, aceptarlos y ayudarlos.
Aunque, con frecuencia, desgra-
ciadamente y en nombre de Dios,
esta actitud puede llevarles a
negar derechos de las personas
homosexuales.
La actitud hacia la homose-
xualidad por parte de numerosos
creyentes, que a la vez son buenas
personas, es extremadamente com-
pleja. Muchos sufren por ello, sin-
tiendo una gran contradicción o
confusión. No son pocos los ca-
sos en que, finalmente, sus buenos
sentimientos les llevan a revisar y
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contradecir, a favor de los homo-
sexuales, la postura ortodoxa de
su iglesia.
No sé, estoy hecho un lío; pero no
es posible que el Dios del amor
no les deje amarse. En esto el Papa
y la jerarquía no pueden ser infali-
bles, no puede ser dejar sin salida a
tanta gente, sólo porque sus gustos
sexuales sean diferentes.
Otras personas que antes tenían
un prejuicio armónico y cerrado,
han buscado información, han es-
tado abiertas al cambio y han
empezado a cambiar. En este pro-
ceso, es más fácil cambiar la
mente (las ideas erróneas) que el
corazón (los sentimientos). Por
eso algunas personas tienen ya
una actitud mental positiva hacia
la homosexualidad, pero no pue-
den evitar sentimientos de
inseguridad, malestar o rechazo.
Yo sé que los homosexuales son nor-
males, antes no pensaba así; pero
ahora, después de leer y escuchar a
profesionales que me merecen con-
fianza, sé que estaba equivocado.
Yo pensaba en cómo me habían
enseñado, pero, claro, los curas de
mi colegio o mis padres, en reali-
dad, no sabían nada de estas cosas.
Ya estoy convencido de que
son normales y que hay que
aceptar a estas personas y ¿Soy yo una persona
no crearles dificultades, homofóbica?
pero no puedo quitarme ¿Soy yo una persona
una sensación de incomodi- bifóbica?
dad, de inseguridad, de
malestar y hasta de rechazo
hacia los homosexuales. Me da ver-
güenza reconocerlo; pero es verdad.
Bueno, la idea de tener un
amigo y, mucho peor, un hijo o una
hija homosexual, me pone muy ner-
vioso, no lo puedo evitar.
Las combinaciones de los compo-
nentes de la actitud homofóbica o
bifóbica son muy numerosas.
• ¿Hay en mi manera de pensar
alguna idea o creencia, alguna
duda mental que me haga
rechazar, poner bajo sospecha
o dudar sobre el hecho, hoy
comprobado, de que se puede
ser homosexual o bisexual y
tener una vida personal y social
saludable?
• ¿Hay en mi corazón, en mis
sentimientos, algún odio,
rechazo, miedo, inseguridad
ante el hecho de que haya per-
sonas homosexuales? ¿Y si
estas personas resultan ser
61
Homosexualidad y familia
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nuestros amigos o amigas, nues-
tros hijos, o incluso nuestros
padres?
• ¿En mi conducta, me siento
inclinado a rechazar, huir, evi-
tar a las personas homosexua-
les?; ¿les hago la vida difícil o
imposible en algún sentido?
Sea usted sincero o sincera, cono-
cerse a sí mismo es el primer paso
para tomarse en serio a uno
mismo y a los demás.
Si la respuesta a estas tres
preguntas es negativa, usted no
es una persona homofóbica, felici-
dades. Usted y los demás podrán
vivir mejor.
Si la respuesta a estas tres
preguntas es positiva, especial-
mente si es muy claramente posi-
tiva, tiene usted un camino que
recorrer. Pida ayuda si es necesa-
rio, porque la actitud homofóbica
no tiene fundamento racional,
Si usted es una envenena nuestro corazón y
persona homofóbica o hace daño a los demás.
bifóbica debe pensar y decirse Si la respuesta no tiene un
a sí misma: el problema lo sentido claro, o es clara en
tengo yo, quien tiene que unos componentes y no
cambiar soy yo en otros, usted está en
proceso de cambio, hágalo
en la buena dirección: aceptar
62
Homosexualidad y familia
la diversidad y facilitar a los
demás el que puedan aceptarse
y amar.
En todo caso, si le queda
algún elemento o grado de homo-
fobia usted debe pensar y decirse
a sí misma: «el problema lo tengo
yo, no los homosexuales», «yo
soy quien debo cambiar», «yo soy
quien necesita ayuda».
Por cierto, conocer estos
mecanismos es útil para las propias
personas homosexuales, que tam-
bién pueden ser homofóbicas o
bifóbicas, rechazando su homose-
xualidad, rechazando a otras perso-
nas homosexuales, rechazando a las
personas bisexuales o rechazando
que una persona que supuestamen-
te ha tenido conductas homose-
xuales deje de tenerlas, o pase a
tener conductas heterosexuales.
Los homosexuales también
pueden sentir rechazo hacia las
personas heterosexuales, las pare-
jas heterosexuales y la familia
convencional. Es otra forma de
fobia irracional que conviene
conocer, analizar y abandonar. Las
personas heterosexuales no come-
ten ningún delito por pertenecer a
una mayoría y por ser más o
menos convencionales.
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Una de las formas que revis-
te esta actitud contra las perso-
nas heterosexuales y las parejas
heterosexuales y las familias con-
vencionales es la de confundir
varios hechos y la de denigrar
toda relación considerada con-
vencional:
• Deducir del hecho de que
haya leyes y conductas socia-
les homofóbicas y hetero-
sexuales que rechacen la
homosexualidad, que todos
los heterosexuales son culpa-
bles y homofóbicos, cosa que,
evidentemente, no es verdad.
La alianza entre los homose-
xuales y los heterosexuales que
aceptan la homosexualidad es
fundamental para cambiar a
las personas homofóbicas.
• Criticar de forma corrosiva las
formas de relación convencio-
nales. Las parejas y familias
convencionales son una buena
opción, aunque no obligato-
ria, ni única. Para defender la
opción propia no hay que ata-
car la de los demás, es una
forma de resentimiento y
rechazo que no es racional y sí
muy disfuncional para mejorar
la sociedad.
La familia heterosexual y hegemóni-
ca está en crisis y tiene los días
contados. (Frase de un homosexual
en una mesa redonda compartida)
El peligro de la familia heterose-
xual. (Capítulo de un libro sobre
homosexualidad)
Los chicos heterosexuales, en el
mejor de los casos, cuando se rela-
cionan conmigo y parece me quie-
ren, tienen una esperanza secreta:
convertirme en heterosexual, ser
ellos los salvadores de mi desvia-
ción (Comentario de una mujer les-
biana)
¿Cuál es el origen
de la homofobia
y la bifobia?
No es fácil encontrar una respues-
ta a esta pregunta; no obstante,,
son muchos los que lo hacen, sin
preguntarse ni siquiera si esa res-
puesta tiene fundamento o no.
Lo más probable es que haya
varias raíces o factores que pue-
dan desencadenar la homofobia y
la bifobia. Éstos pueden actuar de
forma aislada o en interacción
63
Homosexualidad y familia
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unos con otros. Lo que acaba-
En la mayor parte mos de ver sobre la estruc-
de los casos, tura y funcionamiento de
el origen de la homofobia la homofobia, nos ayuda
está en lo que nos a encontrar la respuesta a
han transmitido esta pregunta.
otras personas En primer lugar, y así es en
la mayor parte de los casos, el
origen de la homofobia está en lo
que nos han transmitido otras per-
sonas. No se basa en experiencias
personales, ni en conocimiento,
sino en una tradición oral. Cuando
los adultos actuales, especialmen-
te los mayores de 50 años, éramos
pequeños, lo que se decía de
forma muchas veces informal e
imprecisa es que la homosexuali-
dad era una desviación, una dege-
neración, algo malo e indeseable.
A veces no se decía de manera for-
mal, pero sí a través de insultos
(«es un marica»), chistes, bromas,
etc. Todo lo que tenía que ver con
la homosexualidad era malo, nega-
tivo y tal vez peligroso.
Algunas personas (a veces
los propios padres, los maestros,
etc.) pudieron llegar a decir cosas
terribles, no tanto por maldad,
sino por ignorancia.
Estas ideas o creencias nega-
tivas se vieron reforzadas por las
64
Homosexualidad y familia
reacciones más o menos viscerales
que hemos visto y por las conduc-
tas que pudieron servirnos de
modelo (modelo, en este caso, en
el peor de los sentidos; el mal
ejemplo del que hablaban los
abuelos).
Las iglesias, la escuela, el
ejército (institución especialmen-
te difícil para los homosexuales),
la televisión de aquellos años,
etc., todo ello presentaba a las
personas homosexuales como des-
viadas, indeseables y hasta peli-
grosas.
En ese contexto cerrado, que
ofrecía una sola interpretación –la
negativa–, lo más normal era que
la gente acabara siendo homofóbi-
ca en uno u otro grado. Sólo los
que tuvieron influencias favora-
bles o conocieron a personas
homosexuales, pudieron formarse
una idea diferente. Porque esto
forma parte de esta terrible situa-
ción: se adquiría una actitud
negativa y hasta hostil hacia per-
sonas que no se conocían, porque
la homosexualidad era socialmen-
te silenciada y ocultada por los
propios homosexuales.
En segundo lugar, el hecho
de ser un hombre heterosexual,
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tradicional y machista está cla-
ramente relacionado con la ho-
mofobia. Los estudios sobre la
homofobia han confirmado de
manera exitosa el hecho de que
ésta tiene un rol de género mas-
culino muy definido, muy fuerte y
muy estereotipado. Lo que popu-
larmente se entiende por «ser
muy macho». Los hombres homo-
sexuales serían una amenaza, un
desafío, una puesta en cuestión de
este rol al que se aferran irracio-
nalmente.
Las actitudes homofóbicas son más
comunes entre los hombres que se
identifican con un rol tradicional
y entre los que viven la religión de
una manera fundamentalista.
(Rathus y otros, p. 246)
He aquí los dos orígenes: el ideo-
lógico y el vital.
El sexo es la tercera de las
explicaciones, ya en parte incluida
en la causa anterior: los hombres
heterosexuales son más homofóbi-
cos que las mujeres heterosexua-
les, aunque hay numerosos
hombres heterosexuales que no lo
son. Es una tercera razón que
refuerza la anterior, pero que va
más allá, porque tomados como
grupo, los hombres heterose-
xuales, con independencia
del grado de machismo, Algunos hombres
son también más homofó- heterosexuales pueden sentir
bicos. el miedo a ser ellos mismos
En cuarto lugar, algu- homosexuales
nos hombres heterosexuales
pueden sentir el miedo a ser
ellos mismos homosexuales,
defendiéndose de ese temor con
actitudes irracionales de defensa
de su heterosexualidad y recha-
zo de los homosexuales. En efecto,
es muy posible que a algunas per-
sonas, más a los hombres que a las
mujeres, la homosexualidad les
provoque no sólo miedo al otro en
tanto que homosexual, sino tam-
bién miedo a ser o tener algo de
homosexual ellas mismas. La inse-
guridad en la propia orientación
del deseo heterosexual, la insegu-
ridad en el grado de hombría
requerido, en ese contexto, insis-
timos, puede favorecer un rechazo
aún más fuerte e irracional. Si
este miedo se comparte en la pan-
dilla, grupo o asociación, puede
provocar conductas tan graves
como pegar, apalear, matar a una
persona por ser homosexual. En
efecto, la mezcla de ideología
irracional con este miedo es extre-
65
Homosexualidad y familia
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madamente explosiva. Más aún si
se vive «como grupo».
En quinto lugar, son numero-
sos los padres y madres, más
padres que madres, que se sienten
mal, tienen miedo, cuando se
plantean la mera posibilidad de
que su hijo o hija sea homosexual.
Esta postura tiene varias raíces
posibles. Por un lado, la propia
homofobia de los padres, que
puede acrecentarse cuando se
trata de los propios hijos. Si exis-
te homofobia previa, algunos
padres (el padre especialmente)
no sólo pueden llegar a sentir
amenazado el proyecto de hijo o
hija que tenían, sino su propia
hombría:
Sólo de pensar que mi hijo pueda
ser homosexual se me ponen los
pelos de punta. La idea me resulta
intolerable. ¿Es que no soy bas-
tante macho para que mi hijo me
salga así? Y ¿cómo voy a ir con él
a las reuniones de la empresa o
las cenas con amigos? Se me cae-
ría la cara de vergüenza. (Un
padre homofóbico)
Por otro lado, y ésta es la parte
más racional de esta actitud,
vaya o no acompañada de la
66
Homosexualidad y familia
otra, los padres, y en este caso
también las madres, sienten preo-
cupación y miedo por las dificul-
tades que su hijo o hija homose-
xual pueda tener. El miedo, en
algunos casos, no es tanto hacia
la homosexualidad, sino a las
consecuencias que sus hijos pue-
dan sufrir.
Yo le acepto. Es verdad que me he
llevado un disgusto; pero se acabó,
es mi hijo y yo le quiero, le gusten
los hombres o le gusten las muje-
res. De ello no tengo duda. Pero
me da muchas pena lo que le
pueda pasar, lo difícil que lo tie-
nen hoy en día. (Madre de un
homosexual)
La razón que da esta madre puede
ser genuina y ciertamente razona-
ble, hasta cierto punto, pero tam-
bién es verdad que, en ocasiones,
oculta también cierta homofobia y
una clara inseguridad, en cuanto a
la posibilidad que su hijo pueda
ser homosexual y feliz.
En otros casos este temor o
rechazo a la homosexualidad de
los hijos se basa o se legitima con
otros pensamientos:
No podremos tener nietos, no
podremos ser abuelos.
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Los hijos homosexuales supon-
drían, según este temor, la renuncia
a un proyecto de descendencia. Este
temor puede ser mayor si se tra-
ta de un hijo o hija únicos. Natu-
ralmente que este temor hoy está
infundado, pero si estuviera fun-
damentado, es inaceptable que los
padres puedan anteponer este
deseo legítimo, a lo que el hijo o
hija homosexual necesita: que le
acepten y quieran.
Por último, el peso del «qué
dirán» es demasiado grande para
personas muy convencionales y
dependientes del juicio social. Les
aterra lo que dirán los familiares,
los vecinos, los conocidos. A
veces lo expresan de forma bien
lacerante:
A mí no me importa, pero es que la
gente… la gente va a hacer comen-
tarios, la gente nos va a mirar…, la
gente…: ¿Qué van a decir los abue-
los, los tíos, los primos?, ¿y los
vecinos?
Hay demasiadas raíces en la
homofobia: descubra el origen de
su homofobia y de su inseguridad
en este tema. Verá que está infun-
dada. Busque ayuda, si no logra
arrancársela.
El rechazo de la
homosexualidad La homofobia
y bifobia envenenan
El rechazo de la homose- nuestras relaciones: crean
xualidad no es una alter- dificultades a estas minorías
nativa. No lo es para las y hacen mucho daño
personas homosexuales. a la familia
Tampoco lo es para los padres
de homosexuales. El precio es
insostenible e injustificable.
No aceptarse como homose-
xual no es la solución: si los
homosexuales y las lesbianas, o
los bisexuales, rechazan su
orientación del deseo de una u
otra forma («no es verdad, segu-
ro que es un error», «yo no soy
así», «no es posible»), se verán
obligados a adoptar comporta-
mientos insatisfactorios, renunciar
a tener relaciones satisfacto-
rias... No aceptar ser lo que se
es lleva al conflicto y a los pro-
blemas.
Todas las alternativas que
suponen un rechazo son malas:
• Autoengañarse y procurar
tener relaciones heterosexua-
les, formar pareja heterose-
xual, etc.
• Renunciar y anular lo más
posible el deseo y no tener
relaciones íntimas.
67
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 68
• Buscar ayuda terapéutica para
hacerse heterosexual.
Ninguna de estas alternativas
tiene buen pronóstico. Lo más
posible es que las tres salgan
mal. La menos conflictiva es la
segunda, pero supone renunciar a
la intimidad sexual y emocional
con una pareja. Algunas parejas
legitiman esta segunda opción
con un celibato religioso, con lo
que encuentran la cuadratura del
círculo. Naturalmente que no
negamos el derecho a que las per-
sonas homosexuales sean célibes
por las razones que consideren
oportunas, pero ¡ojalá! puedan
serlo reconociéndose como ho-
mosexuales.
Lo intenté todo antes de darme
por vencido. Tuve varias novias,
me casé. Tuve un hijo… Pero una
y otra vez me enamoraba de algu-
no de mis alumnos o de otro tío
como yo. A los 35 años no podía
más y tuve que reconocerlo, rom-
per con la familia y empezar de
cero. Por fin estoy donde quiero
estar.
Mi manera de no aceptarlo ha sido
negármelo a mí misma y renunciar
68
Homosexualidad y familia
a tener relaciones con hombres o
con mujeres. Muerto el perro se
acabó la rabia. Soy una soltera,
poco feliz es la verdad […] pero es
lo que se me ha ocurrido que
sería la mejor solución. Ya soy
mayor y no estoy para cambios;
pero la verdad es que si soy sincera
lo que me gustan son las mujeres y
me he enamorado (en silencio,
claro) varias veces.
Vivo en una gran confusión. Yo,
como soy cura, no tengo problema.
Sé que soy homosexual, pero como
soy cura y célibe, en teoría y en la
práctica, no me plantea ningún pro-
blema. Pero sufro mucho, cuando
pienso en los que no son curas y
son homosexuales.
Hace años que los terapeutas no
pretendemos ayudar a los homose-
xuales a dejar de serlo, sino a que
se acepten y superen las dificulta-
des que les crea la sociedad. Ésta es
la mejor solución.
Es normal que las personas homo-
sexuales pasen por un periodo de
conflicto. Pero deben avanzar y
aceptarse. Hoy, entre nosotros, se
dan mejores condiciones para la
FA008new 26/5/06 12:46 Página 69

que es la alternativa más saluda- actitud no es una alternativa,

ble: aceptarse y vivir como tal.
Los problemas causados por
la falta de aceptación familiar de
los hijos homosexuales tienen
consecuencias muy destructivas
para los hijos y para toda la fami-
lia. Para convencernos de que esta
veamos algunas.
Costes para los hijos
Primero, condena a su hijo
a tener que vivir con el
rechazo, la no aceptación
por parte de las personas que
No aceptar
a un hijo o hija homosexual
no sólo no es una alternativa,
sino que trae graves
consecuencias para el hijo o
hija y para la familia

Qué nos parece…

1. Cuando el señor González (de 45 años) se enteró de que su hijo era

homosexual, no sólo se llevó el disgusto de su vida, fue un trauma
en toda regla, sino que le dijo: «O te curas o te vas de casa»,
«aquí no se admiten maricas», «yo no quiero un hijo maricón».

2. Laura, de 50 años, madre de una hija lesbiana, estuvo varias

semanas llorando cuando se enteró. Pero después creyó encon-
trar la solución y le propuso a su hija: «Bueno, ya que eres así,
qué le vamos a hacer, te quedas en casa, como soltera. Es lo
mejor para todos y nadie lo sabrá».

3. Celso, un chico de 17 años, estaba convencido de que sus padres,

sobre todo su padre, nunca aceptarían su homosexualidad…
Todo fue tan conflictivo que le sobrepasó, un día se quitó del
medio, se suicidó.

4. Gerardo, de 35 años, se fue de casa sin decir nada, a los 18 años.

Vive como homosexual en una gran ciudad. Va a casa en
Navidad.

69
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 70
para él son más significativas:
sus padres. Esto puede desesta-
bilizar emocionalmente al hijo o
hija, hacer que se sienta radical-
mente solo, sin el principal
apoyo: «[...] los que me tenían
que querer, me rechazan; no
puedo contar con ellos para lo
más importante».
La autoestima del hijo o la
hija se verá gravemente amenaza-
da: «[...] yo no soy valioso para
ellos, soy raro, soy un estorbo, soy
un problema».
Esta condena la harían los
padres, si fuera el caso, en uno de
los momentos más cruciales e ines-
tables del hijo o la hija: en la
pubertad y adolescencia, cuando
están cambiando, cuando tienen
que hacerse adultos e iniciar el
camino de la autonomía. Es en
esta edad cuando toman concien-
cia de su orientación homosexual y
cuando tienen, bastantes de ellos,
las primeras experiencias sexuales.
Se verían obligados a vivirlo ocul-
tándolo a los padres, sin su protec-
ción, sin su ayuda, con el miedo a
que se enteren, etc.
De hecho, los adolescentes
homosexuales tienen más riesgo
de suicidio, recurrir a drogas, bus-
70
Homosexualidad y familia
car compañías peligrosas, huir de
casa, etc.
Huir de casa puede ser el ini-
cio de un camino peligroso, sin el
apoyo de los padres y con una alta
vulnerabilidad de caer en bandas,
grupos o compañías que sean un
peligro para ellos.
Me fui de casa a los 16 años porque
no lo podía decir y no aguantaba
más. Me junté con unos mayores.
Me pasó de todo, pero no quería vol-
ver a casa. Me sentí solo y abando-
nado, como quien no tiene padres.
Buscaba cobijo, sólo encontré gente
que se quería aprovechar de mí.
En este caso, se rompe de hecho
la relación con los padres, en un
grado u otro. Esta ruptura puede
hacerse de forma más o menos
brusca y más o menos radical. A
muchos les lleva a hacer una doble
vida: la que hacen en otra ciudad
y la que le cuentan a sus padres
las pocas veces que les ven.
La relación puede ser muy
ambivalente: «Quiero a mis padres,
pero también puedo decir que no
les quiero, que les rechazo».
Estas relaciones con la fami-
lia pueden evolucionar de muchas
formas; pero en el mejor de los
FA008new 23/5/06 12:00 Página 71

Comentamos…

1. El señor González es un padre cruel. Las consecuencias pueden

ser muy graves para el hijo, para él y para toda la familia.

2. Laura es una madre convencional y egoísta, que convierte la

homosexualidad de la hija en un interés para tenerla a su servi-
cio. La motivación, además de la conducta, es muy grave e
inaceptable.

3. Celso es una víctima de su familia y la sociedad. Seguramente era

más vulnerable y no fue capaz de buscar una salida. Si sus padres
llegan a saber el motivo de su suicidio, ¿cómo podrían sentirse?

4. Gerardo ha encontrado una solución más inteligente que Celso.

Es lo que tenían que hacer muchos, una doble vida. Pero es una
pena que no pueda hablar de lo más importante con sus padres
y, siendo un miembro más de la familia, vivir plenamente su
homosexualidad.

casos (comunicación de la orien- años. Para mí es como si no existie-

tación del deseo y reconciliación)
suponen un camino muy doloroso,
que no habría que pasar. En otros
casos, el silencio es de por vida y
también lo es la doble vida. En los
casos más extremos, la ruptura es
total y definitiva.
Es terrible, es la verdad; pero no he
vuelto a ver a mis padres desde que
me fui de casa. Han pasado diez
ran, aunque sinceramente no es
verdad, es como tener un puñal
clavado. Sobre todo, me cues-
ta no saber de mi madre. No aceptar a un hijo o una
hija homosexual puede
Les condena a no poder fomentar reacciones de odio
presentar a sus parejas a o rechazo de los hijos
los padres, a no poder pasar hacia los padres
unos días o unas vacaciones,
como pareja, en casa de los

71
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 72
padres, a no poder ver juntos y
felices a las personas que más
quiere: sus padres y su pareja.
Bueno, ya saben que tengo pareja,
otra mujer. Pero no he podido ir a
casa con ella. Es terrible, pero no
hemos podido conseguirlo.
En el caso de ruptura, otro de los
costes es no poder contar con los
abuelos (los padres de sus hijos)
para que les ayuden, si forman una
nueva familia con hijos.
Hemos adoptado un hijo y no puedo
llevarlo con los abuelos. Si fuera
como madre soltera lo habrían acep-
tado; pero como pareja lesbiana es
imposible.
No aceptar a un hijo o hija homo-
sexual puede fomentar reacciones
de odio o rechazo de los hijos
hacia los padres, considerándolos
como parte de una sociedad que
les crea dificultades.
Mis padres son como los demás. No
nos aceptan, son odiosos; a mis
padres no les puedo perdonar.
Además, muchas veces supone no
poder plantearse heredar y com-
partir los beneficios de esa
herencia. Algunos padres tienen
72
Homosexualidad y familia
esto en cuenta y llegan a este
extremo.
Como mi padre se entere de que
formo pareja con otro hombre me
deshereda.
En todos los casos el rechazo de
los padres hace mucho más costo-
so y doloroso el proceso de acep-
tación de la homosexualidad por
parte de la hija o el hijo. Algunos
hijos o hijas pueden llegar a
rechazar ellos mismos su homose-
xualidad y convertirse en homofó-
bicos, condenados a luchar contra
sí mismos durante cierto tiempo o
toda la vida.
En definitiva, el rechazo por
parte de la familia es una cadena
de consecuencias negativas im-
previsibles. Si el hijo o la hija ho-
mosexual se salva de sus efectos
destructivos será por su resisten-
cia o porque tal vez tenga la suer-
te de encontrar personas que le
acepten y quieran. Pero es bien
triste para unos padres que su hijo
o hija esté bien, a pesar suyo, gra-
cias a otras personas.
Por lo tanto, los padres
deben pensar que esto no es una
alternativa sino un camino de des-
trucción y dolor innecesarios.
FA008new 23/5/06 12:00 Página 73
Costes para los padres
y la familia en general
No sólo los hijos e hijas homose-
xuales no aceptados sufren las
consecuencias. Los efectos negati-
vos también los sufren los propios
padres y la familia, en general.
Si rechazan a sus hijos, son
cómplices de una sociedad igno-
rante y llena de miedos y prejui-
cios. Pertenecer como ciudadanos
a este sector es inaceptable, per-
tenecer a él como padres es muy
grave, porque supone faltar a la
función central de los padres:
aceptar incondicionalmente a los
hijos tal como son.
Los padres que no aceptan a
sus hijos homosexuales fracasan
como padres y, por el mismo moti-
vo, no cumplen sus funciones. Es
seguro que en un momento u
otro se sentirán fracasados, des-
orientados y tal vez culpables.
Se verán obligados a ocultar
«la vergüenza de sus hijos y su
propia vergüenza», no podrán
hablar con normalidad de todos los
temas relacionados con los hijos,
la sexualidad y las relaciones.
La vida familiar no podrá
ser nunca «normal», porque
hay ausentes o miembros Los padres que
«especiales, distintos». no aceptan a sus hijos
Perderán, en el senti- homosexuales no cumplen
do afectivo y social, a un sus funciones
hijo o una hija. Nada podrá
ser igual ni normal.
De este modo, pueden que-
darse físicamente, por ausencia o
huida, sin hijo o hija.
En definitiva, para los padres
y la familia, el clima familiar y las
relaciones se tornan difíciles y
conflictivas, sumiendo a todos en
relaciones falseadas, superficiales
y, a veces, destructivas.
Algunas personas homose-
xuales –hemos conocido muchas–
cargan con este pesado fardo y
son tan buenas que intentan man-
tener en lo posible las relaciones
familiares y, a pesar de todo, com-
prender a los padres que les recha-
zan, ser buenos hijos o hijas. ¡Qué
triste para los padres que tengan
que ser sus hijos e hijas homose-
xuales los que se pongan en su
lugar, les perdonen… y les sigan
queriendo, a pesar de todo!
73
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 74

Ideas relevantes

• Familia y homosexualidad eran irreconciliables. Hoy las cosas

están cambiando, pero el proceso no ha acabado y las personas
homosexuales aún tienen dificultades.
• Hay cosas que no sabemos, pero sabemos lo más importante: la
homosexualidad, si se acepta y vive, especialmente con el apoyo
de la familia, es compatible con la salud.
• La homofobia, el miedo y rechazo a la homosexualidad tienen
varios componentes (ideas, sentimientos y conductas), su origen
es muy diverso. Pero es una actitud peligrosa basada en la igno-
rancia y el miedo.
• No aceptar la propia homosexualidad y no aceptar la homose-
xualidad de los hijos es un camino errado y destructivo.
• Si usted es una persona insegura en relación con este tema u
homofóbica, busque información profesional y, si fuera necesa-
rio, busque ayuda, porque el problema lo tiene usted, no las per-
sonas homosexuales.

74
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 75

4.
Lo que los padres
deben hacer

Nos preguntamos…

• ¿Cuáles son las reglas o principios fundamentales para ayudar a

los hijos e hijas homosexuales? ¿Qué debo hacer? ¿Qué es lo más
importante, lo que no puede fallar?
• ¿Qué debo saber y hacer a lo largo del proceso, desde el naci-
miento hasta que la orientación del deseo se especifique y
consolide? ¿Cómo afrontar las manifestaciones sexuales en la
infancia?
• ¿Cuál es el proceso que sigue una persona homosexual, cómo
recorrer este camino y cómo conseguir que acabe bien?
• ¿Qué y cómo?: quiero saber cómo hacer en la práctica.

75
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 76

Hablaremos de...

• Principios generales para el ejercicio de la paternidad y la mater-

nidad. Las reglas de oro de los pensamientos, sentimientos y con-
ductas de los padres.
• El apoyo a lo largo del todo el proceso evolutivo, desde el naci-
miento. Cómo hacer una verdadera educación sexual: no se trata
sólo de ayudarlos cuando aparece la homosexualidad, sino de
ayudar a todos los hijos e hijas, homosexuales o heterosexuales, a
vivir bien la sexualidad y los afectos.
• Las ayudas a lo largo del proceso que hacen los homosexuales,
desde la etapa de confusión hasta la aceptación y la expresión
social de su homosexualidad.

Es el momento de hablar de cosas y los padres tienen, como hemos

agradables y positivas. Tratar el
tema de la homosexualidad de los
hijos nos hace pensar en proble-
mas y dificultades: lo acabamos de
ver y no lo vamos a negar. Pero es
importante afrontar este capítulo
central con optimismo y con
Sólo las sociedades una perspectiva positiva:
que no quieren cambiar, todo puede ir bien y, por lo
las escuelas que no afrontan tanto, debería ir bien.
este tema y los padres Los padres que ya han
que se niegan a ayudar cometido errores no de-
a sus hijos, deben ser ben culparse, salvo que no
criticados estén decididos a cambiar. Los
errores de la sociedad, la escuela
visto, raíces ancestrales, no es
una historia de culpas individua-
les. Sólo las sociedades que no
quieren cambiar, las escuelas que
no afrontan este tema y los padres
que se niegan a ayudar a sus hijos,
después de lo que sabemos hoy,
deben ser criticados.
Las personas homosexuales
son muy comprensivas, si se está
dispuesto a cambiar, los hijos e
hijas homosexuales más aún.
Cambiemos, aceptando que la
homosexualidad es una alternati-
va saludable, es lo mejor para las

76
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 77
personas homosexuales, las fami-
lias y la escuela.
Claro que lo ideal sería que
no tuviéramos que cambiar, por-
que se ha hecho bien desde el
principio. A esto es a lo que aspi-
ramos: a hacerlo bien desde el
principio. En esto se centra este
capítulo. Si usted no lo ha hecho
bien desde el principio, no se
culpe, incorpórese con ilusión y
un sentido positivo de la vida,
porque de lo que se trata es de
conseguir vivir mejor todos.
Principios generales:
las funciones
fundamentales
de la maternidad
y la paternidad
Principio general y fundamental:
los padres deben aceptar a sus
hijos e hijas homosexuales exacta-
mente igual que a sus hijos e hijas
heterosexuales. Lo más importante
de todo cuanto tienen que hacer
los padres se puede resumir así:
Ser incondicionales
Ser incondicionales con sus hijos
e hijas: aceptarles como son:
niños o niñas, heterosexuales u
homosexuales, altos o bajos, con
buen o mal rendimiento escolar,
sean rubios o morenos, etc.
Incondicionalidad significa no
poner condiciones: si eres listo, si
eres niño, si eres heterosexual,
si eres como yo te había soñado y
proyectado.
Cada persona es única y debe
ser aceptada por los padres tal
como es. Poner condiciones es
una forma grave de rechazo y
supone un chantaje emocional
muy destructivo para los menores
de edad:
[...] te quiero si eres como yo te
había proyectado, te quiero si eres
de esta manera o de la otra, te quie-
ro si eres «tan macho como yo».
En el caso de los homosexuales
también los padres deben aceptar
a sus hijos e hijas tal como son,
aunque haya sido para ellos una
sorpresa y un grave disgusto.
Mi hijo es homosexual o mi hija es
una lesbiana, y es como yo la
acepto, porque es así, él o ella es
así: tú eres tú, hijo mío, tu vida
es tuya, tu vida te pertenece y te
acepto como eres, sin ponerte la
condición de que seas heterosexual.
77
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 78
Esto significa que, si bien en
nuestra sociedad, la homosexuali-
dad de los hijos puede provocar
un gran disgusto y hasta un trau-
ma en los padres, éstos deben
reaccionar, salir de su error y
aceptarlos como son.
Hay muchas formas de hacerlo
mal:
• Rechazándolos; es la más fuer-
te, claro está.
• Manteniendo el disgusto o
trauma inicial.
• Manifestándoles la preferencia
que tienen por la heterosexua-
lidad: «sería mucho mejor
que…».
• Poniendo en duda que sea ver-
dad.
• Buscando ayuda para cambiar-
los.
• Pedirles que no lo hagan
público.
• Discriminarlos en relación con
los otros hijos.
Los hijos e hijas • Sentirse culpables o des-
homosexuales merecen graciados por la homose-
la misma estima y tienen xualidad del hijo o la
el mismo valor que los hija.
heterosexuales: iguales • No aceptando a su pare-
pero diferentes ja y tratándola de manera
discriminatoria.
• Etc.
78
Homosexualidad y familia
Estimar, valorar
positivamente al hijo
o a la hija
Todas las personas tienen digni-
dad y merecen ser valoradas. Los
hijos e hijas deben ser lo más
valioso del mundo para los padres.
No sólo deben aceptarlos, sino
estimarlos, valorarlos, atribuirles
dignidad y valor. Esto es lo que
hacen los padres y abuelos cuando
les dicen a los hijos y nietos cosas
como: «te quiero», «eres un sol»,
«eres el lucero del alba»... y tan-
tas cosas más.
Lo que más contribuye a la
estima es el amor, el querer... por-
que aprendemos que si nos quie-
ren nos declaran dignos de ser
amados. Y ser digno de ser amado
es lo más grande.
Los hijos e hijas homosexua-
les merecen la misma estima y tie-
nen el mismo valor que los
heterosexuales, ni más ni menos:
iguales pero diferentes.
Es importante que los
padres les hagan saber explícita-
mente a sus hijos e hijas homo-
sexuales que les aceptan y
estiman de verdad. Que les con-
ceden todo el valor del mundo,
que les quieren.
FA008new 23/5/06 12:00 Página 79
Si al inicio les sorprendió la
homosexualidad de su hijo o hija
y no reaccionaron bien, deben
hablarlo con sus hijos, disculpar-
se, pedir perdón y comprensión,
pero finalmente aceptarlos, valo-
rarlos y quererlos.
Los padres no pueden decir y
sentir cosas como: «hubiera prefe-
rido que fueras heterosexual»,
porque su hijo o hija es como es y
no hay ningún motivo para desva-
lorizar, rechazar... a un hijo o hija
homosexual.
Dar afecto y mantener
relaciones cálidas
La incondicionalidad y la estima
deben ir acompañadas de afecto, de
una relación cálida. Los hijos e
hijas deben ser acariciados, besa-
dos, cogidos, abrazados, mecidos,
aceptados en el regazo, mirados
confiadamente, etc. Cantarles, con-
tarles cuentos, escucharles, aten-
derles, jugar con ellos y mil cosas
más. El afecto es tan necesario
como el comer.
Estas manifestaciones son
mayores y más íntimas durante la
primera infancia; pero es bueno
que de una u otra forma se man-
tengan a lo largo de la vida.
La homosexualidad del
hijo o la hija no son un Cuando
motivo para tener una rela- los padres conocen
ción afectiva diferente. Los la homosexualidad
padres y los hijos pueden de sus hijos o hijas,
y deben tener relaciones no deben cambiar sus
afectivas, según su estilo, pautas afectivas
pero iguales tanto si son
homosexuales, como si son hetero-
sexuales. No debe olvidarse que
justo lo que nunca deben hacer los
padres –prohibición del incesto–
es tener deseos o conductas sexua-
les con los hijos, por lo que, a los
efectos, es igual que los hijos sean
homosexuales o heterosexuales.
Cuando los padres conocen la
homosexualidad de sus hijos o hijas,
lo que con frecuencia ocurre en la
adolescencia o juventud, no deben
cambiar sus pautas afectivas.
Que los padres puedan decir
de cada hijo o hija:
Te he mirado, acariciado, abrazado,
besado, acogido en mi regazo...
toda la vida, porque te quiero, nos
disfrutamos, participamos en el
juego del amor entre padres e hijos.
Mi regazo es tuyo, puedes reposar
en él cuando quieras.
Cuando los padres son así, los hijos
o hijas se sienten seguros, protegi-
79
Homosexualidad y familia
FA008new 26/5/06 12:46 Página 80
dos, aceptados, queridos y
valorados. Que los hijos pue-
Eres así, dan decir:
está bien como eres, Mis padres me son incondicio-
así te acepto, nales, sé que nunca me van a
valoro y quiero fallar. Aceptan mi homose-
xualidad como un hecho y de
buen grado.
Mis padres me estiman y valoran;
mis padres me han demostrado
afecto, sé que siempre me han
querido y que siempre me querrán,
sea cual sea mi orientación de
deseo, etc.
Estar disponibles y ser
accesibles
Los padres deben estar siempre
disponibles y accesibles. La familia
es también un refugio y el lugar
del consuelo y el apoyo en las difi-
cultades. Los hijos deben aprender,
saber y estar finalmente seguros
de que siempre contarán con un
regazo, un hogar, unos padres con
los que se puede llorar, a los que
pueden contar sus problemas y
dificultades, en los que se busca
consuelo.
Es muy probable que en la
vida de una persona homosexual
no falten dificultades y disgustos,
por el rechazo social, amén de los
80
Homosexualidad y familia
que tendrán como todo ser huma-
no. Es fundamental que cuenten
con la posibilidad de buscar refu-
gio y consuelo en sus padres.
Que los hijos e hijas homose-
xuales puedan decir cosas como
éstas:
Lo he pasado mal muchas veces,
sobre todo en la adolescencia.
También después. Pero siempre
sabía que mis padres estaban ahí,
que siempre podía contar con
ellos, que con ellos podría llorar mis
penas y recibir consuelo. Ellos son
para mí un refugio seguro, un
apoyo que no me tengo que ganar.
Obras son amores
y no buenas razones
El camino hacia
la aceptación, la estima
y el amor
Para cumplir bien las condiciones
básicas que hemos comentado en
los principios generales de actua-
ción, son importantes algunos
aprendizajes de los padres.
Lamentablemente los padres han
vivido en una sociedad homofóbi-
ca, han crecido y se han desarro-
llado en medio de prejuicios con-
FA008new 23/5/06 12:00 Página 81
tra la homosexualidad, han sido
socializados heterosexualmente,
siendo ellos –aunque no siempre–
heterosexuales, y ni siquiera pen-
saron en la posibilidad de que
alguno de sus hijos o hijas fuera
homosexual. Todo ello coloca a
muchos padres en un mal punto de
partida, por lo que no les resulta
fácil hacer bien las cosas, espe-
cialmente al principio.
Por ello, en la práctica es
importante que los padres se infor-
men y sean informados de que
muchas de las creencias del pasa-
do sobre la homosexualidad son
erróneas y crueles. Una buena
información sobre la homosexuali-
dad les ayudará a analizar crítica-
mente el mundo en que vivieron,
en relación con el tratamiento que
se hacía de la homosexualidad, y
la necesidad de cambiarlo. Nada
mejor que superar la ignorancia
sobre este tema.
Con independencia de quiénes fue-
ran los culpables vivíamos en la
ignorancia creyendo que la homose-
xualidad era una desviación. Y no es
verdad, es una variante saludable de
la orientación del deseo. Así lo reco-
noce la ciencia y la experiencia clí-
nica desde hace varias décadas.
El siguiente paso es afrontar y/o
ayudarles a asumir sus propias
actitudes, si éstas mantienen pre-
juicios homofóbicos.
Como consecuencia de su
historia pasada, en una sociedad
homofóbica, del hecho de que tal
vez no han tenido la oportunidad
de conocer homosexuales de carne
y hueso o porque pertenezcan a
una iglesia o credo aún homofóbi-
cos..., los padres pueden aún
tener actitudes y prejuicios nega-
tivos, de forma que cuando se
enteran de que su hijo o hija es
homosexual el mundo se les viene
encima.
Reconocer esto, si es así, es
el primer escalón para cambiar y
mejorar. Si no lo pueden hacer los
padres por sí mismos, deben ir a
un profesional bien formado.
Mientras se produce el cam-
bio y el abandono de la homofobia,
es importante que sigan determi-
nadas pautas.
La primera de ellas es que los
padres controlen su homofobia,
reconociendo que el problema es
suyo no de los hijos o hijas homo-
sexuales:
El problema lo tengo yo, que he
tenido influencias nefastas e igno-
81
Homosexualidad y familia
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rantes. Debo tener en cuenta que el
problema es mío y no de mi hijo o
hija y que soy yo el que tengo que
cambiar. Mientras tanto procuraré
no hacerle daño, no cometer erro-
res, reconocer ante él o ella que
estoy dispuesto a cambiar.
También han de pedir disculpas o
perdón al hijo o hija homosexual,
si no se ha reaccionado bien al
principio o si aún se es incapaz de
hacerlo.
Hijo mío lo siento. No he podido evi-
tar hundirme, llorar o enfocar mal
tu homosexualidad. Perdóname, yo
no estaba preparado, estaba en un
error, es lo que me habían «mal
enseñado...».
Los hijos e hijas homosexuales
que tienen padres así, dispuestos
a reconocer que estaban en un
error y dispuestos a cambiar, no
sólo les perdonan, sino que les
comprenden y ayudan a cambiar.
Otra de las pautas de actua-
ción es hablar mucho entre ambos
padres, y los dos juntos y cada
uno por separado con su hijo o
hija, puede ayudar mucho en este
proceso. Para que comprendan,
acepten y empiecen el camino que
82
Homosexualidad y familia
les llevará a la aceptación positi-
va de su hijo o hija homosexual. Si
no pueden hacer este proceso por
sí solos, deben buscar ayuda pro-
fesional.
También puede ser muy útil
asistir a reuniones, charlas, en-
cuentros con otros padres de
hijos homosexuales. Para inter-
cambiar experiencias, aprender de
los errores y los aciertos de los
demás, etc.
Los hijos e hijas homosexua-
les, aunque no deberíamos tener
que pedirles esto, tienen que
comprender que sus padres no son
originalmente culpables de su
homofobia, sino víctimas de su his-
toria y cultura, y que hay que
ayudarles a abandonarla. Ponerse
en el lugar de los padres –su
manera de ver las cosas y lo ines-
perado que es para ellos el tener
un hijo homosexual–, ayudarles
con paciencia a salir de su igno-
rancia y sus prejuicios, perdonar
sus errores, es lo mejor que pue-
den hacer los hijos homosexuales,
si tienen los conocimientos, la
fuerza y el amor que todo ello
necesita. Esto puede ser muy difí-
cil para un púber o adolescente,
cuando está en estado de conflic-
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to y confusión, sin embargo puede
ser más fácil para un homosexual
que ya ha hecho su proceso de
aceptación y que ya ha decidido
comunicarlo a los padres.
¡Ojalá pronto podamos decir
que son los padres los que reac-
cionan bien desde el principio y
facilitan el proceso a sus hijos!
Mientras tanto, la empatía hacia
el otro, el ponerse en su lugar (en
este caso el de los padres), puede
ayudar al hijo homosexual a com-
prender –más que a justificar– los
errores de los padres.
Está claro que en la educa-
ción sexual la escuela y los profe-
sionales pueden y deben ayudar
mucho a padres e hijos, sacándo-
los de la ignorancia y ayudándolos
a hacer este proceso. El que la
escuela y los profesionales guar-
den silencio sobre estos temas es
simplemente inaceptable y una
grave irresponsabilidad de quienes
nos gobiernan.
El final de este proceso de
cambio de los padres es maravi-
lloso, porque sabrán (estarán bien
informados), comprenderán (pue-
den ponerse en el punto de vista de
los hijos) y conseguirán aceptar,
estimar y amar, que es lo que más
compensa a los padres en su rela-
ción con los hijos.
Los hijos e hijas homosexua-
les les devolverán el ciento por
uno, porque poco llena y hace
tanto bien a quienes pertenecen a
una minoría no bien aceptada,
como el que los padres les acep-
ten, estimen y quieran.
Las mejores obras: el buen
hacer de los padres
Claro que siempre se pueden hacer
mejor las cosas desde el principio;
y a eso es a lo que aspiramos en el
futuro. Por eso proponemos aquí
una guía del buen hacer, que co-
mienza por el principio siguiente.
La actitud con que
se planifica un hijo
o una hija
Cuando decidimos tener un hijo o
hija, apostamos por dar la vida a
otras personas, no por un tipo de
persona específico o por un pro-
yecto concreto de vida. La apues-
ta por la vida debe ser pura gene-
rosidad.
Los padres, cuando deciden
procrear, deben planificar con res-
ponsabilidad las cosas: estar
decididos a comprometerse para
83
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 84
siempre con los hijos, aceptar-
Aceptar y querer los incondicionalmente, sean
al otro, chicos o chicas, heterose-
es ayudarle a realizar xuales u homosexuales, más
su proyecto de vida, o menos inteligentes, más o
tal y como es, tal y como menos atractivos, personas
puede ser, tal y como «normales» o personas con
desea ser discapacidad, etc.
Cada hijo o hija será único y
tendrá características personales
propias, así como un proyecto de
vida propio.
Te acepto y quiero como eres, tu
vida te pertenece, yo estoy aquí
para protegerte cuidarte y amarte,
no para ponerte condiciones o
hacerte tu proyecto de vida. Serás
bienvenido y bien amado.
Al nacer el hijo o hija es el
momento de hacer real esos pro-
pósitos ya señalados, aceptando
bien y de forma incondicional a la
persona que ha nacido.
El desarrollo sexual de los
No se debe hijos: ¿cómo hacer?
instrumentalizar al otro en Para ayudar a los hijos e
provecho propio u organizarle hijas en el campo de la
la vida por un supuesto «yo sexualidad, sean éstos he-
sé lo que te conviene» terosexuales u homosexua-
les, hay que hacer bien las
cosas desde el principio. Por eso
84
Homosexualidad y familia
vemos los aspectos más importan-
tes de la educación sexual que
están relacionados con este tema.
Roles de género
Como esa persona será niño o niña,
es normal y legítimo que le den un
nombre sexuado y que le vistan y
adornen como en nuestra sociedad
se hace con los chicos y con las
chicas. Pero esta educación, como
niño o niña, debe cumplir algunas
condiciones:
• Los niños y las niñas tienen
que ser tratados con igualdad
en sus derechos y deberes: en
tareas domésticas, estudios,
disciplina, autonomía, etc.
• Ser hombre o mujer no puede
significar discriminación algu-
na en las posibilidades de
estudiar, trabajar o divertirse.
• Ser flexibles y abiertos al
cambio en todas las cuestio-
nes referidas a los roles de
género, no dando por hecho
que los chicos y las chicas
tengan que ser de una deter-
minada manera, jugar con
unos juguetes determinados
y a unos juegos concretos,
desempeñar unas profesiones
y no otras, etc.
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• Si el niño o la niña expresa
malestar o rechazo con los
roles –con lo que la sociedad
considera apropiado para chicos
y para chicas– los padres (y la
escuela, por supuesto) tienen
que escuchar lo que les pide
este niño o niña y permitirle
mayor flexibilidad y cambio en
todo lo que tenga que ver con
el rol.
En nuestra sociedad, los roles
están muy tipificados, son
muy rígidos y pueden molestar
o ser rechazados por algunos
niños y niñas.
• Aunque los hijos o hijas acep-
ten bien los roles de género tal
y como se tipifican en nuestra
sociedad, hay que ayudarles a
reflexionar sobre ellos, cues-
tionarlos si es necesario y que
no los conviertan en discrimi-
natorios para las minorías que
se alejan de los roles más con-
vencionales. Si los padres
hablan bien y aceptan bien en
la práctica a las personas ho-
mosexuales, a las transexuales,
etc., los hijos los aceptarán con
toda normalidad. Los padres no
pueden hacer bromas de mal
gusto, rechazar a las personas
porque tengan otra orienta-
ción del deseo, otra identidad,
sean de otra raza, etc.
Si a pesar de los padres, los
hijos aprenden pautas discri-
minatorias de la sociedad, los
padres deben intervenir acti-
vamente diciendo a sus hijos
que eso es gravemente injus-
to e intolerable. Lo que no se
puede tolerar es la intoleran-
cia. Pueden y deben conven-
cer a sus hijos de que hay que
aceptar a las minorías, en
este caso a los homosexuales
y a los transexuales, y permi-
tirles tener una vida personal,
escolar, laboral y social nor-
malizada, sin dificultades
especiales.
Los demás son como son y deben
ser aceptados así. Como deseamos
que hagan con nosotros.
El peligro está en el machismo,
no en el amaneramiento
Ya hemos explicado antes que la
homosexualidad no está directa-
mente relacionada con el hecho de
ser amanerados. Pero hay personas
amaneradas que la sociedad, la
escuela, los niños y los padres,
85
Homosexualidad y familia
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con alguna frecuencia, critican de
una u otra forma, además de atri-
buirles que serán en el futuro
homosexuales.
Las cosas no pueden seguir
así. En la familia y en la escuela
deben aceptarse con normalidad
las diferentes formas de expresar-
se como hombre o como mujer,
siempre, claro está, que no hagan
daño a los demás, como, por
ejemplo, sucede con determinadas
formas de «ser macho».
Las personas amaneradas lo
son por diferentes razones, y
están en su derecho de serlo.
Nuevamente en esto deben inter-
venir los padres y la escuela pro-
tegiendo a estas personas de las
críticas, persiguiendo de forma
eficaz a los que las hacen.
Lo que sí es un verdadero
problema personal y social es una
forma de ser macho, llamada ya en
todas las culturas «machista»,
porque los españoles durante
El amaneramiento siglos parece que hemos
es una diversidad promovido este tipo de
aceptable y saludable conducta en los varones:
para quien es así se creen superiores a la
mujer, sólo aceptan la hete-
rosexualidad, se mofan, dis-
criminan y pueden llegar a
86
Homosexualidad y familia
agredir a la mujer y a la minoría
homosexual. No soportan que les
digan «no», se sienten minusva-
lorados con un «no» de una mujer,
persiguen a las minorías, conside-
ran a la mujer, si es o ha sido su
pareja, su propiedad; se sienten
orgullosos de conquistar a muchas
mujeres, etc. Son una especie de
«hombres pegados a la caricatura
de un pene heterosexual y vio-
lento».
Todo varón debe desterrar
de sí mismo cuanto tenga de
«machista», saber que eso le hace
miserable, injusto e intolerante. Y
los padres deben hacer todo lo
posible para que sus hijos no sean
machistas, no adquieran de ellos o
de la sociedad estas características
tan peligrosas para los demás y tan
miserables para ellos mismos.
La familia y la escuela, y toda
la sociedad en general, deben per-
seguir el machismo y educar en la
buena aceptación positiva de los
dos sexos y las diferentes orienta-
ciones del deseo. El machismo es
una catástrofe para los demás y
para ellos mismos: se pierden lo
mejor de las relaciones y de la vida
–el placer, la ternura y el amor en
la igualdad–.
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Problemas de identidad sexual
A lo largo de la infancia, ya desde
parvulario, pueden aparecer pro-
blemas de identidad que pueden o
no acabar en transexualismo u
homosexualidad. En este caso usa-
mos la palabra «problemas» por-
que es apropiada: es un problema
creer y sentir tener una identidad
sexual distinta al propio sexo: «En
realidad soy una mujer, aunque
biológicamente soy un varón»;
«en realidad soy un hombre, aun-
que tengo cuerpo de mujer».
El problema mayor que puede
presentarse en este sentido es el
«problema de identidad en la
infancia».
Mi hijo tiene cinco años, desde hace
mucho, ya desde los tres, dice que
es una niña, sólo quiere jugar con
muñecas y, cuando puede, se viste
de niña.
Por lo demás es muy bueno, va
bien en la escuela y es muy cariño-
so con todos. Sólo le pasa eso: no
hay quien le quite de la cabeza que
es una niña. El pito dice que se lo
quiere quitar.
Cuando un menor dice pertenecer
al sexo contrario del que realmen-
te tiene, es decir cuando, teniendo
una biología de varón, se El peligro
muestra convencido de ser está en el machismo:
una niña y a la inversa, es las personas machistas
que tiene un problema de tienden a ser
identidad. Aunque en discriminatorias
estos casos, también sue- y violentas con la mujer,
len preferir jugar con las los homosexuales,
personas del sexo distinto al etc.
suyo y vestir como ellas; el que
esto último ocurra, no es suficien-
te para definir un problema de
identidad en la infancia; es decir,
éste se da cuando dice estar con-
vencido de pertenecer al sexo dis-
tinto al que realmente tiene.
Si esta convicción la mantiene
durante algunos meses y no
tiene su origen en delirios psi-
quiátricos, estamos ante un
problema de identidad.
Por lo tanto, y esto es muy
importante, si no le pasa esto, es
decir, si sólo tiene preferencias
por los juguetes del otro sexo
y por jugar con los del otro Las
sexo, no es un problema. El personas machistas
problema se da sólo cuan- no pueden disfrutar de
do hace un juicio equivo- relaciones íntimas y
cado sobre su identidad placenteras en la igualdad, la
de chico o chica y lo man- tolerancia, la estima, el
tiene. amor y la valoración de
En este caso debe con- la otra persona
sultarse a un especialista, mien-
87
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 88
tras tanto padres y educadores
Un niño o niña tiene no deben:
problemas de identidad • Castigar al menor por
sexual sólo cuando hace un este motivo, ya que es un
juicio equivocado sobre su problema que no depende
identidad de chico o chica de la voluntad del menor.
y lo mantiene No es un capricho, es un
problema.
• Premiarle de una u otra forma
(por ejemplo, dedicándole de-
masiada atención o haciendo
bromas del tema) las conductas
contrarias a su sexo o rol.
Por el contrario, sí deben:
• Etiquetarle correctamente, se-
ñalándole su verdadera identi-
dad: «eres un niño o eres una
niña».
• Decirle que está, además,
muy bien hecho o hecha.
• Repetirle que podrá vivir muy
bien conforme a su identidad.
• Reforzarle cualquier manifes-
tación, que se corresponda
con su sexo: «tienes un pene
porque eres un niño».
• Ayudarle a soportar las bro-
mas, insultos y agresiones que
pudiera sufrir por este motivo.
Cuando llega la adolescencia, los
chicos y las chicas ya hace tiempo
88
Homosexualidad y familia
que han adquirido los elementos
esenciales de la identidad. En este
periodo, se consolida y se enri-
quece esta identidad, no sólo por
las nuevas capacidades intelectua-
les, sino porque sienten pertene-
cer a un grupo de iguales (chicos
o chicas, primero por separado, y,
chicos y chicas, juntos después),
que refuerza su identidad sexual
de joven, frente a la familia y los
adultos.
Los cambios en relación con
el deseo sexual, que veremos más
adelante, les empujan a acabar
formando grupos mixtos, de chicas
y chicos, después de un largo
periodo, el de la escuela primaria
e inicio de la pubertad, en el que
se encuentran mejor en grupos sepa-
rados por sexos.
Aunque la regulación social a
través de los roles de género sigue
teniendo mucha importancia, los
adolescentes, especialmente a
medida que crecen, tienen más
capacidad de analizar críticamente
los roles y descubrir sus aspectos
discriminatorios. Por eso debe
aprovecharse la adolescencia, para
que adquieran roles igualitarios.
Reforzar las dos identidades,
de varón y mujer, como un hecho
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de diversidad que nos enriquece, de
forma que chicos y chicas estén
satisfechos con su identidad, debe
ir unido al análisis de la importan-
cia social de los roles, la crítica de
toda forma de discriminación por
sexo y el reconocimiento del dere-
cho a expresarse como cada cual
lo considere más oportuno.
El problema mayor que puede
plantearse en la adolescencia o
juventud es el de transexualismo:
convencimiento de que tienen la
identidad que no se corresponde
con su cuerpo. Estos casos son
poco frecuentes, pero debe pedir-
se ayuda a profesionales inmedia-
tamente.
Federico tiene 15 años. Desde los
12 se siente mujer y está convenci-
do de que es una mujer. Siente que
todo su cuerpo es un error. Quiere
cambiar sus genitales por los de
mujer. También tomar hormonas
para que se le hagan grandes las
tetas, perder barba, etc. Le gusta
vestirse de mujer y adornarse como
tal. Está siempre pendiente de las
chicas, se encuentra mejor con
ellas. Quiere operarse cuanto
antes.
Lo ha pasado muy mal, pero
ahora sabe más de estos temas, le
ayudó un psicólogo. Por lo
demás es muy cuerdo, listo y
capaz. En clase va bien y El problema mayor
con la familia, después de que puede plantearse
las ayudas que han recibi- en la adolescencia o juventud
do, se encuentra mucho es el de transexualismo
mejor.
Este problema puede haberse
presentado ya en la infancia o
aparecer por primera vez en la ado-
lescencia. Con frecuencia los
adolescentes pasan por un perio-
do en el que niegan la importan-
cia de las manifestaciones de este
problema, o se sienten muy confu-
sos. No es infrecuente que se sien-
tan solos e incómodos con sus
compañeros del mismo sexo, que
pueden resultarles sexualmente
atractivos. Es también habitual
que rechacen la idea de ser ho-
mosexuales o lesbianas, puesto
que se sienten con otra identidad,
aunque pueden recurrir a los
homosexuales para conseguir
tener relaciones sexuales, ya que
son personas que, desde el punto
de vista de su identidad de transe-
xual, son del otro sexo.
Normalmente se sienten más
cómodos con los compañeros del
otro sexo, apreciando e imitando
89
Homosexualidad y familia
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su rol. Es frecuente que durante
un tiempo, muy variable de unos a
otros, oculten sus sentimientos y
«su verdad» a los demás.
Si la toma de conciencia de
este problema es previa o conco-
mitante a los cambios puberales,
la angustia y el rechazo de estos
cambios es muy intensa.
Cuando llegan a la conclu-
sión, con ayuda o sin ella, de que
deben resolver su problema de
identidad con una intervención
quirúrgica, suelen mostrarse impa-
cientes y muy decididos, sean cua-
les sean las dificultades.
Todo este proceso puede ir
acompañado de otros problemas
asociados como ansiedad, depre-
sión, ideas de suicidio, huida de
casa y fracaso escolar, especial-
mente si no se les comprende y
ayuda. La intervención, en este
caso, debe ir orientada a ayudar al
adolescente a clarificar su identi-
dad y apoyarle hasta que sea
mayor de edad. Los campos en los
que necesitará mayor ayuda son el
control de la ansiedad y el resto
de los problemas antes descritos,
así como sus relaciones con los
padres y los compañeros. Los pa-
dres deben aceptar a su hijo o hija
90
Homosexualidad y familia
como una persona, con indepen-
dencia de su identidad, hasta
aceptar, si la transexualidad se
confirma, un cambio de identidad
social en la familia y en la socie-
dad. Durante la adolescencia, la
ayuda a la familia es tan impor-
tante como la que se ha de dar al
propio adolescente.
Los juegos sexuales, un derecho
de los menores
Jugar es una de las cosas que más
les gusta a los seres humanos,
también a los menores. Pero, en
su caso, el juego tiene muchas
más funciones: se divierten, por
supuesto, pero también aprenden,
experimentan, miden sus capaci-
dades, se adaptan a los demás, se
relacionan con los demás, etc. Son
grandes imitadores e inventores
de juegos. Lo hacen con todos los
asuntos humanos, también con
los referidos a la sexualidad.
Las conductas sexuales que
tienen oportunidad de ver u oír
los niños son numerosas, especial-
mente a través de los animales, la
familia, el entorno y los medios de
comunicación. Los niños reprodu-
cen con frecuencia algunas de
estas conductas, en los juegos y
FA008new 23/5/06 12:00 Página 91

Lo que tienen que hacer los padres

• Aceptar incondicionalmente a su hijo o hija que puede ser o acabar siendo transexual.
• Saber que es un problema, no un capricho.
• Buscar ayuda profesional y seguir los consejos que le den.
• Esperar la evolución del problema.
• Ayudar a su hija o hijo a lo largo de todo el proceso, incluida la intervención quirúrgica, si llegara el caso.

primeras experiencias sexuales. A ejemplo, juegos que implican fro-

través de los juegos pueden tocar-
se, explorar el cuerpo de los
demás, reproducir conductas de
los adultos, divertirse, aprender a
relacionarse, etc.
Los padres y educadores afir-
man haber observado juegos de
contenido sexual en aproximada-
mente el 80% de los menores.
Aunque éstos son muy diversos, y
van desde juegos de imitación de
algunos roles (de médico, novios,
padres, por ejemplo) o explora-
ción del cuerpo de otro, hasta
intentos de conducta coital.
Pueden hacerlos con personas del
otro sexo o del propio sexo.
La mayor parte de ellos son
juegos de imitación, aunque tam-
bién están motivados por la curio-
sidad y, en algunos casos, incluso
es una forma de buscar contactos
sexuales que les dan placer. Por
tar los cuerpos, reconocerse con
los ojos cerrados tocando el cuer-
po del otro, resbalarse sobre una
barandilla, etc.
Los juegos sexuales entre
menores de similar edad, si éstos
participan voluntariamente, son,
en general, saludables y una forma
de aprender a relacionarse. Tie-
nen, además, un buen pronóstico
para la salud sexual posterior.
También en el caso de que sean
entre niños o niñas del mismo
sexo.
En general, lo mejor es no
prestarle demasiada atención a
los juegos sexuales de los meno-
res y ser benevolentes; sólo tiene
sentido la intervención de los
adultos si:
• Hay una clara diferencia de
edad o nivel de desarrollo
entre los menores que juegan,

91
Homosexualidad y familia
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de forma que uno pueda mani-
pular a otro o introducirle en
Los juegos sexuales entre experiencias que no son
menores de similar edad son, propias de los más peque-
en general, saludables y una ños.
forma de aprender • Unos menores imponen
a relacionarse estos juegos a otros, que
no desean participar. En este
caso, hay que tener claro que
el «no» de un niño o niña
que no quiere participar en
uno de estos juegos, siempre
debe ser respetado.
• Van acompañados de obsesión
continua con la sexualidad,
que se transfiere de unos
menores a otros. Esta obsesión
se puede expresar en los jue-
gos o en el lenguaje.
• Imitan conductas sexuales cla-
ramente propias de adultos
(sexo oral, por ejemplo), que
han debido aprender de la
pornografía o en situación de
abusos.
• Entrañan peligro de daño físi-
co (por ejemplo, introducción
de objetos en la vagina).
• El contenido es sexista o agre-
sivo (por ejemplo, imitar una
violación).
• Van acompañados de un voca-
bulario sorprendente, por ser
92
Homosexualidad y familia
propio de adultos, soez, agre-
sivo, sexista, etc.
La intervención educativa debe
dejar siempre claro que se recono-
ce y acepta la sexualidad infantil,
salvo en los casos indicados. En
general, los adultos deben limitar-
se a ser benevolentes, no prestan-
do demasiada atención a los jue-
gos de contenido sexual de los
menores, salvo los casos afectados
por los criterios antes señalados,
en los que se debe intervenir, para
evitar las situaciones de gran dife-
rencia de edad, el abuso y los
aprendizajes inadecuados.
Uno de los problemas que
debemos intentar evitar es que los
menores, especialmente los prepú-
beres, tengan acceso a ver o cono-
cer la sexualidad de los adultos a
través de pornografía, cine, etc.,
porque corremos el peligro en
nuestra sociedad de dejarles sin
infancia, con una invasión comer-
cial de productos con contenido
sexual, que ellos pueden acabar
intentando imitar. Lo mismo ocu-
rre con la sexualidad adulta, explí-
cita en tantos programas de
televisión. Uno de los problemas
actuales es la comercialización de
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la sexualidad, haciendo público lo
que habíamos aprendido que
debía hacerse en privado. La
sociedad, los políticos y las em-
presas de comunicación social
deberían plantearse en serio los
límites en la comercialización de
la sexualidad. Hace unas semanas
un niño de ocho años le propuso
a una niña, en el colegio, jugar a
«una violación», conducta que
había visto la noche anterior en
televisión.
Los juegos sexuales de los
adolescentes suelen estar muy
cercanos a las conductas sexuales
propiamente dichas. Es decir, bus-
can más contenidos explícitos
sexuales –conocer, divertirse,
obtener placer, etc.– que imitar la
conducta de los demás. Los ado-
lescentes, sobre todo, se imitan
unos a otros, conformando su con-
ducta con los demás, también en
el campo sexual. Buscan con fre-
cuencia juegos de exploración
(reconocerse por el tacto, buscar
una prenda) o de ocultamiento
(para alejarse de los demás). Pero
los juegos sexuales de los adoles-
centes han de valorarse más
como conductas sexuales que como
meros juegos con contenidos
sexuales. El interés sexual
explícito, la seducción, la ex- Se debería evitar que
citación, etc., están muy los menores, especialmente
presentes en los juegos de los prepúberes, tengan acceso
los adolescentes con con- a ver o conocer la sexualidad
tenido sexual. de los adultos a través de
Los juegos entre niños pornografía, cine, etc.
y niñas o adolescentes del
mismo sexo no tienen contraindi-
caciones especiales, por lo que
deben tenerse en cuenta los crite-
rios anteriores. Jugar o tener con-
ductas sexuales con una persona
del propio sexo durante la infancia
no significa que de mayor se vaya
a ser homosexual o heterosexual.
Hay heterosexuales adultos que
jugaron o tuvieron conductas de
contenido sexual con personas
de su sexo y hay homosexuales
adultos que jugaron y tuvieron
conductas sexuales con personas
del otro sexo. No hay razón para
temer nada. Sobre todo si, como
hemos señalado varias veces,
aceptamos la homosexuali-
dad. Jugar o tener conductas
sexuales con personas
La masturbación, del propio sexo o del otro sexo
una conducta frecuente no determina la orientación
Masturbarse o no hacerlo no del deseo
determina la vida sexual futu-
ra, ni la salud emocional o física.
93
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 94
Desde el punto de vista fisio-
lógico, desde el nacimiento se
puede activar la fisiología del pla-
cer sexual como respuesta a estí-
mulos internos o externos (por
ejemplo, al limpiarlos): el pene
puede ponerse erecto y los genita-
les de la mujer turgentes, con
erección del clítoris. Un número
no pequeños de niños y niñas des-
cubren este placer y la manera de
provocarlo aprendiendo a mastur-
barse (no hay estadísticas segu-
ras, pero antes de la pubertad son
en torno al 30-35%; el porcentaje
es más bajo antes de los seis años,
pero no es infrecuente tanto en
niños como en niñas). Los niños
se masturban más con la mano o
ciertos movimientos de las pier-
nas; mientras las niñas lo hacen
además con objetos, con alguna
frecuencia). La conducta de mas-
turbación se puede dar desde
antes de acabar el primer año
de vida.
Relájese en relación Sobre la masturbación con-
con la masturbación de su viene tener algunos crite-
hijo o hija, si cumple rios de actuación:
los criterios indicados • La excitación sexual y la
masturbación son conductas
naturales que pueden darse o
no en los niños y niñas. No hay
94
Homosexualidad y familia
motivo de alarma, tanto si se
masturban como si no lo
hacen. En ambos casos pueden
evolucionar bien.
• A medida que vayan crecien-
do, a partir de los tres o cua-
tro años hay que enseñarles
que deben hacerla en privado,
no en público. El mensaje
debe ser doble: «veo que te
gusta, está bien, puedes
hacerlo; pero no en clase. Es
como el estar desnudo, pode-
mos estarlo cuando estamos
solos, etc.».
• Es importante que aprenda a
controlar su deseo de mastur-
barse, si no es el lugar o
momento adecuado. El objeti-
vo es que sean dueños de este
deseo y esta conducta y lo
hagan en el momento y el espa-
cio adecuados.
• Debe hacerlo con higiene y sin
producirse daño, evitando
objetos peligrosos.
• Si se da con mucha reiteración
todos los días y no logra tran-
quilizarse, es una respuesta a
situaciones de ansiedad, etc.,
debe consultarse a pediatras
(descartar infección, picor,
etc.) o a psicólogos.
FA008new 23/5/06 12:00 Página 95
El que un niño o una niña se mas-
turbe o no depende de muchos
factores. Lo importante es que si
lo hacen no está amenazada su
salud; tampoco si no lo hacen.
Dejemos a los menores con
su propia historia, e intervenga-
mos sólo si no se dan los criterios
indicados.
La historia de la masturba-
ción prepuberal tampoco parece
tener nada que ver con la orienta-
ción del deseo. Hay personas
homosexuales y bisexuales que se
han masturbado y personas que no
lo han hecho. Sí es lógico que, lle-
gada la pubertad y adolescencia,
las personas homosexuales puedan
llegar a masturbarse más, simple-
mente por el hecho de que tienen
más difícil relacionarse con otros
homosexuales o lesbianas.
La socialización abierta:
tipos de familia y heterosexuales,
homosexuales y bisexuales
Además de todo lo dicho hasta
ahora, aconsejamos una serie de
actuaciones educativas concretas
que deberían tener su paralelo en
la escuela y en la sociedad.
Mientras éstas no se generalicen
en la educación sexual escolar y
en un adecuado tratamiento
social de la homosexuali-
dad, son aún más necesa- No promueva
rias en la familia, para que la masturbación,
los hijos e hijas homose- tampoco la persiga
xuales no sufran.
Saber que hay muchos tipos
de familia
Cuando se habla de las familias,
en casa y en la escuela, dejarle
claro, desde parvulario, que hay
muchos tipos de familia. El núcleo
más reducido de una familia lo for-
man un adulto que cuida a un
niño o una niña, y el menor que se
vincula con el cuidador.
Pero si la familia es tan redu-
cida –primer consejo–, es muy
importante que el adulto que
cuida a un niño se apoye en su
familia extensa, en los amigos y
en la comunidad, para que éstos le
ayuden a cuidar a su hijo. Este
adulto único puede ser una madre
o un padre solteros, una viuda, un
viudo, un separado o separada.
Si el adulto cuida bien al hijo
es una condición suficiente, pero
tiene más dificultades y riesgos.
Por eso aconsejamos que busque
apoyos. Por supuesto, este adulto
puede ser homosexual o heterose-
95
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 96
xual, como ya ocurre en
El núcleo muchos casos.
imprescindible de una Los niños deben saber que
familia es una persona adulta existen hijos con un hom-
competente que cuida a su bre e hijos con una mujer
hijo o hija y un niño que se y que eso es una familia
vincula a ese adulto que merece aceptación, res-
peto y apoyo.
La familia la pueden formar
parejas de hecho o matrimonios,
civiles o religiosos, entre hetero-
sexuales o entre homosexuales.
Los niños y niñas deben apren-
der que no sólo hay familias forma-
das por dos padres heterosexuales y
que éstas son la mayoría, sino otras
familias, nuevas y legales en algunos
países, como España, formadas por
dos mujeres o dos hombres que tam-
bién pueden tener hijos.
Como el taller sobre la familia
se hace en parvulario, en todas las
escuelas, debería tratarse este tema,
aunque sea la primera vez que ellos
oigan hablar de la homosexualidad.
Hay que dejarles claro que las per-
sonas homosexuales son iguales y
que pueden cuidar con eficacia a
los hijos.
Debe aprovecharse esta oca-
sión, que se repetirá en educación
sexual en primaria y secundaria,
para hablarles de la existencia de
96
Homosexualidad y familia
personas homosexuales, que tam-
bién pueden ser buenos padres,
buenos amigos, y, como todos los
demás, buenas personas.
Si esto lo hacen la familia y
la escuela, en paralelo, miel sobre
hojuelas.
Contestar a todas las preguntas
sexuales de los hijos e hijas
También las que hagan sobre la
homosexualidad y sobre las fami-
lias homosexuales. No se trata de
centrar la educación sexual sobre
este tema, sino de no ocultarlo,
tratándolo con normalidad en un
contexto mucho más amplio. Que
sepan que los homosexuales son
una minoría, pero iguales, que
deben ser aceptados bien.
La curiosidad de los niños y
niñas es infinita, y una gran opor-
tunidad para informales bien y
darles una visión positiva de la
vida, los afectos, las relaciones,
los diferentes tipos de familia, las
diferentes orientaciones del deseo.
¿Seré yo homosexual o heterosexual
de mayor?
Es una pregunta que pueden hacer
los hijos, cuando se habla con
naturalidad de este tema.
FA008new 23/5/06 12:00 Página 97
Esta pregunta la pueden
formular de muchas maneras.
Hay que contestar con naturalidad y
sinceridad a partir de todo lo que
hemos dicho antes, según la edad.
Pero la esencia de la respuesta es
ésta:
No debe preocuparte ahora si te van
a gustar los chicos o las chicas
cuando seas mayor. Además no
sabemos por qué gustan unos u
otras. Lo importante es creer que la
gente puede ser buena y quererse:
tú de mayor tendrás amigos, ten-
drás amor.
Mi hijo es especial
Es necesario ser tolerantes con
cualquier manifestación de los hi-
jos que ponga en cuestión los
roles de género: amaneramien-
tos, si los hubiera, preferencia
por jugar con los del propio
sexo, etc.
Pero si estas manifestaciones
son muy claras y repetidas hay que
consultar con un profesional para
saber si se trata de un problema
de identidad o no, como ya vimos
en páginas anteriores, y hablar
con profesores del colegio para
asegurarse de que no son puestos
en ridículo o perseguidos.
También hay que intervenir
con los amigos y amigas para
saber si nuestro hijo o hija homo-
sexual está siendo bien aceptado
y, si fuera necesario, para cambiar
su rechazo. Puede plantearse este
tema abiertamente a los profeso-
res e incluso a algunos padres de
los amigos de nuestros hijos.
Hay muchos niños y padres
que son crueles, por ignorancia y
sin demasiada maldad.
Los hijos homosexuales tie-
nen el derecho a ser bien acepta-
dos y hoy es posible conseguirlo
en la mayor parte de los casos.
Antes de la pubertad
Antes de llegar a la pubertad, en
la familia y en la escuela en edu-
cación sexual, hay que hablarles
de las orientaciones del deseo que
existen. Tenemos que conseguir
que ningún niño o niña sea sor-
prendido dramáticamente por su
homosexualidad o bisexualidad,
sin saber que es una orientación
saludable, aunque sea minoritaria.
Hay mil ocasiones para hacer-
lo, seguramente han tenido mu-
chas oportunidades de hablar de
ello si se tienen en cuenta los con-
sejos anteriores; pero, en todo
97
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 98
caso, antes de la pubertad, hay
que tratar expresamente este
Antes de la pubertad hay tema. Lo que más hace
que hablar a los niños y niñas sufrir a una persona homo-
de las orientaciones del deseo sexual es la ignorancia
que existen sobre esta orientación y
que sea sorprendida sin
saber que existe y que puede
ser saludable. Mejor si se hace en
la familia y en la escuela: de forma
abierta y más espontánea en la
familia; de forma sistemática en
la escuela, en el contexto de la
educación sexual.
El que a lo largo del desa-
rrollo se hable abiertamente de
este tema varias veces es lo nor-
mal y, si se hace bien, no debe
generar preocupaciones, obse-
sión o morbosidad sobre éste. Lo
mejor es hablar mucho y bien de
otros muchos temas de educación
sexual y, en ese contexto, incluir
éste.
Cuando la homosexualidad
del hijo o el lesbianismo de la hija
o la bisexualidad parecen confirmarse
Durante la adolescencia hay que
ayudarles a superar todas las
fases típicas por las que pasan
las personas homosexuales, pre-
cisamente por tratarse de una
98
Homosexualidad y familia
minoría y, sobre todo, por tratar-
se de una minoría sexual no
aceptada por todo el mundo.
Llegará un día en que lo que se
dice en este apartado no sea
necesario. Pero hoy lo es. Los
padres y la escuela deben ayu-
darles a hacer el proceso, a sufrir
lo menos posible y, finalmente, a
llegar a sentirse aceptados, auto-
satisfechos, contentos de ser
como son, ni mejor, ni peor,
iguales pero diferentes.
Para ayudarlos describimos
brevemente las fases por las que
suelen pasar y lo que los padres
pueden hacer para ayudarles (con-
juntamente la escuela, los profe-
sionales y la comunidad deberían
hacer algo semejante):
Primera fase: confusión
La persona se siente rara, confusa,
se sorprende de sí misma (salvo
que haya tenido manifestaciones
claras antes de la pubertad), no se
lo acaba de creer, se pregunta si
será verdad, etc.
Puede empezar de muchas
formas: en las fantasías, con cier-
tas experiencias sexuales, con el
enamoramiento de una persona
del mismo sexo, etc.
FA008new 23/5/06 12:00 Página 99
Me quedé completamente sorprendi-
da, no me lo podía creer. Soy chica
y me enamoré de la profesora de
inglés. Era una mujer muy guapa y
maja. Me decía: no puede ser ver-
dad. Me sentía confusa y pérdida.
También muy asustada. (Joaquina,
a
1. etapa)
Si tienen confianza con los padres,
tal vez se lo comenten, pero es
muy común que lo silencien.
Normalmente se lo callan, se sien-
te personas raras, se asustan…
Si los padres lo llegan a
saber por alguna vía es el momen-
to de aceptar incondicionalmente
a su hijo o hija y apoyar cualquie-
ra de los desarrollos de la orienta-
ción del deseo.
Lo prioritario no es saber si es
o no homosexual el hijo o la hija,
sino dejarle claro que será querido
y aceptado en cualquier caso:
Bueno hijo mío o hija mía. Gracias
por confiar y comunicarnos tus
dudas. Sólo quiero que sepas que te
aceptamos como eres. Que no
importa que acabes sintiendo que
tienes una orientación u otra.
Vamos a estar contigo de todas las
formas. Y de todas las formas la vida
será bonita y te dará oportunidades
de vivir y amar. No tengas prisa por
autodefinirte de una manera u otra.
Deja que la vida y tus sentimientos
más auténticos te lo acaben acla-
rando. Estamos contigo.
Segunda etapa: toma de conciencia
El chico o la chica toma conciencia
de que seguramente es homose-
xual o bisexual. Por sus fantasías
reiteradas, sus conductas, sus
sentimientos, sus deseos, etc.,
acaba tomando conciencia de que
es homosexual.
Después de la confusión e
incredulidad, viene la confirma-
ción, la imposibilidad de negarlo.
Puede ser una etapa muy difícil,
en la que estas personas se
sienten muy perdidas y solas,
especialmente si ellas mismas
participan del rechazo social a la
homosexualidad, si son homofó-
bicas, o viven en familias o
ambientes que creen que no
les aceptarán, etc.
Viví unos meses de incredu- Después de la confusión
lidad y confusión con mi e incredulidad,
enamoramiento de la pro- viene la confirmación,
fesora. Empecé a dudar… la imposibilidad
Pero todo pareció confirmar- de negarlo
se cuando me enamoré de una
amiga, de manera más fuerte y
99
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 100
loca que de la profesora. Sólo pen-
saba en ella. Tenía ganas de besar-
la, abrazarla… me masturbaba
pensando en ella. Estaba muy asus-
tada. Ya no lo podía negar. Ya no
podía esperar que no fuera verdad.
Un chico me buscó en esas fechas,
pero no me interesaba nada. ¿Qué
voy a hacer ahora?, me preguntaba.
Me sentía unas veces bien y otras
muy mal, estaba aterrada con la
idea de que mi amiga se diera cuen-
ta, ¿cómo iba a reaccionar? ¿Y mis
padres?, sabía que sería un trau-
ma para ellos. Fue el peor periodo
de mi vida. La amiga de la que
estaba enamorada empezó a salir
con un chico, me contó que estaban
muy bien. Creí que me moría.
Incluso pensé si no sería lo mejor
quitarme de en medio. Me desequi-
libré, suspendí un montón de mate-
rias; me tuvieron que llevar a un
psicólogo. (Joaquina, 2.a etapa)
Es un momento fundamental para
la intervención de los padres
(animamos a los adolescentes
homosexuales a que hablen con
sus padres, porque es casi segu-
ro que les sorprenderán y lo
aceptarán mejor de lo que ellos
esperan).
100
Homosexualidad y familia
¡Ojalá los padres puedan
enterarse antes o en este momen-
to! Deben dar todo tipo de seguri-
dad y apoyo a los hijos diciéndoles
cosas como:
Te aceptamos, te comprendemos,
sabemos lo que es esto.
Estamos de tu lado y no te vamos
a fallar. Cuenta con nosotros. Si
cometemos algún error, coménta-
noslo. Ser homosexual es pertenecer
a una minoría pero es ser diferente
siendo igual. Para nosotros, si es
así, eres igual que tus hermanos y
hermanas. Todo irá bien.
Si el hijo o hija tuviera dificulta-
des, sufrimientos que consideran
excesivos, es el momento de darle
todo el apoyo y, si fuera preciso, ir
con él a un profesional que les
informe, tranquilice y anime.
Tercera fase: reconocimiento
Es cuando no sólo se tiene con-
ciencia, sino que se da un paso
más y se reconoce, ante sí mismo,
como homosexual: lo soy, está
claro. Es el primer paso para la
aceptación verdadera.
Tuve mucha suerte con el psicólogo.
No se lo había dicho a nadie. A él
tampoco se lo dije hasta la tercera
FA008new 23/5/06 12:00 Página 101
visita. Pero reaccionó muy bien. Me
animó a ser valiente y a reconocer
lo que era. Le pedí que no lo dijera
a mis padres y me dijo que no lo
haría hasta que lo hiciera yo misma
o yo le diera permiso. Después de
varias consultas más decidimos que
yo se lo diría a mis padres. Me dijo
cómo podía hacerlo y salió bastan-
te bien, especialmente con mi
madre. Así fue como empecé a
caminar, el inicio de un camino.
(Joaquina, 3.a etapa)
Algunas veces, las personas homo-
sexuales, si tienen buena informa-
ción, hacen este camino por sí
mismas. Otras veces lo hacen
cuando conocen a otra persona
homosexual que les ayuda. Es
una pena que en muchos casos los
padres se enteren mucho des-
pués, que sean los últimos o casi
los últimos.
Cuando llega esta confirma-
ción, cuando se hace un hecho
incuestionable, es el momento en
que los padres deben darlo por
definitivo y no cometer los
siguientes errores:
• Ponerlo en duda.
• Buscar diagnósticos profesio-
nales que lo pongan en duda.
• Insistirle que tal vez aún no
sea seguro.
• Decir de una manera o de otra
que les disgusta este final.
Muchos son los padres que se
enteran del proceso sólo llegado
este punto. Otros muchos, bastan-
te después. Si es así, es muy
importante no pedirle al hijo o la
hija que vuelva al punto de ori-
gen, que se ponga en duda, etc.
Hay que darlo por hecho. Aceptar
un hijo homosexual es aceptarle
con todo lo que ello supone, acep-
tando que tiene otras preferen-
cias, otros gustos, otras amista-
des, otras parejas.
Cuarta fase: aceptación
de la homosexualidad
No sólo sabe que es así, sino
que se reconcilia totalmente con
el hecho de ser homosexual.
«Soy homosexual y me acepto
como tal.»
Todo fue mucho más fácil a partir
de entonces. El psicólogo me ayudó
mucho. Mis padres se disgustaron.
Mi madre lloró mucho pero ensegui-
da reaccionó bien. Mi padre se puso
muy triste y no decía nada, tardó
más tiempo en recuperarse. Pero no
101
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 102
fue tan malo como pensaba y des-
cubrí que mis padres me querían, a
pesar de mi lesbianismo. Estaban
preocupados y asustados, pero me
querían. El psicólogo les ayudó
mucho también a ellos. También lo
facilitó mi hermano, el único que
tengo, porque reaccionó bien y
ayudó a mis padres. Yo acepté mi
lesbianismo; ya sabía que viviría
siendo lesbiana, aunque no tenía
pareja por aquel entonces.
a
(Joaquina, 4. etapa)
Lo que los padres han hecho
antes, en las otras fases, ayuda-
rá mucho a que sus hijos lleguen
a esta cuarta fase.
Si algunos hijos se niegan a
llevar a cabo este proceso, si no
aceptan su homosexualidad, si se
sienten todavía muy perturbados o
incluso tienen problemas psicoló-
gicos, deben ayudarles a buscar
ayuda. Y los propios padres deben
animarles a aceptarse como son.
Sería mejor que los hijos tuvie-
ran confianza en los padres y pudie-
ran tener el apoyo a lo largo de todo
el proceso. Si no ha sido así y se
han cometido errores, es el momen-
to de la comprensión, la empatía,
el perdón y el apoyo mutuo.
102
Homosexualidad y familia
Última fase: expresión social
Los homosexuales aceptan lo que
esto significa socialmente y son
capaces de «salir del armario» o,
mejor aún, si no hubieran entrado
en él, vivir con naturalidad su
homosexualidad en la familia, el
trabajo, las relaciones sociales,
etc.
Esta última etapa puede
hacerse o no. Las personas tienen
el derecho a declarar u ocultar su
orientación del deseo. Lo triste es
si, como ocurre con frecuencia,
lo silencian por miedo al rechazo o
por otros motivos negativos. Si
lo silencian socialmente, como
ejercicio de un derecho, no tene-
mos nada que decir.
Las personas homosexuales
que «salen del armario» y recono-
cen públicamente su homosexuali-
dad hacen un gran servicio a esta
minoría, a la vez que esta conduc-
ta puede ser una forma de superar
todos los miedos y limitaciones;
pero hay que concederles a los
demás el derecho a silenciarlo.
En realidad, el que sea con-
veniente y necesaria la lucha
social, con la salida pública y, a
veces, beligerante, del armario, es
un indicador de que la sociedad no
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ha aceptado bien a estas personas,
además de que sigue siendo nece-
sario que la homosexualidad se
haga visible y que los homose-
xuales (también podemos acompa-
ñarles los heterosexuales) luchen
por sus derechos.
Después de esto, ya cuando pasé a
la universidad, entré en contacto
con un colectivo de homosexuales.
Empecé a formar parte de esta aso-
ciación. Luché mucho por nuestros
derechos. No me importaba ir a las
manifestaciones, llevar pancartas o
dar una charla sobre la homosexua-
lidad. Y tuve la suerte de encontrar
una pareja maravillosa. (Joaquina,
5.a fase)
No todo el mundo vive esta fase
de forma tan militante y están
en su derecho. Asociarse y mili-
tar puede ser de gran ayuda,
para estas personas y para las
demás, pero no es obligatorio.
Otras personas homosexuales
prefieren organizarse la vida en
el ámbito privado, sin militan-
cias especiales.
Los padres deben saber que
la normalización más importante
desde el punto de vista emocio-
nal es la que debe tener lugar
dentro de la familia: siendo un
igual y siendo un homose-
xual. De forma que sean Las personas tienen
iguales a los demás hijos, el derecho a declarar
simplemente porque lo u ocultar su orientación
son. del deseo
La revelación a la familia:
¿cómo se lo digo?
La revelación a la familia, por lo
tanto, puede darse en cualquier
momento a lo largo de este proce-
so, y hacerse de muy diferentes
formas.
Lo ideal, claro está, es que
de este tema se hubiera hablado
antes de la pubertad, en la educa-
ción familiar y escolar, de forma
que cuando llegara, aun si era una
sorpresa, fuera una sorpresa que
encajaba en lo que ya se había
hablado (que hay una minoría de
personas homosexuales…). Esto
facilitaría la toma de conciencia,
el reconocimiento y la aceptación;
también facilitaría la revelación a
los padres.
En segundo lugar, si no se
ha hablado de este tema antes
de la pubertad, lo mejor es que
padres e hijos tengan tal clima de
confianza de modo que, a ser
posible, los hijos puedan recurrir
103
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 104
a los padres en los inicios del
proceso y durante el periodo de
confusión.
Si no es así, nunca es dema-
siado tarde, de forma que siempre
es posible restablecer la confianza
y el apoyo.
En cuanto al modo de reve-
larlo, las formas son infinitas y
muy personales.
• Unos lo hacen directamente,
de forma clara y contundente.
«Se lo dije abiertamente, por
las bravas, sin andarme con
rodeos, se quedaron petrifica-
dos, pero a partir de entonces
no lo pudieron negar.»
• Otros ensayan una y otra vez
maneras de decirlo sin conse-
guir que sean entendidos,
bien porque no lo dicen con
claridad, bien porque los
padres no quieren o pueden
entenderlo. «Lo intenté varias
veces; pero no era capaz de
decirlo con claridad. Ellos
parecía que no querían darse
por enterados.»
• En algunos casos hay sospe-
chas mutuas y atribuciones:
«Creo que lo sospechan; se
hacen los locos, pero lo saben;
etc.».
104
Homosexualidad y familia
Muchos comienzan por decírselo a
un amigo o amiga, antes que a los
padres, eso es lo más habitual. No
son pocos los que deciden no de-
círselo nunca a los padres.
De los amigos, más jóvenes,
iguales y cómplices, se espera
mayor compresión. También, se
teme menos su reacción, porque
siempre se puede abandonar a un
amigo. De amigos se puede cam-
biar, de padres no.
Un número importante de
hijos e hijas deciden no decírselo
a los padres.
Nosotros no aconsejamos
este silencio, pero hay que com-
prenderlo. Los hijos deben saber
que:
• Los padres suelen sentirse
muy mal cuando se enteran,
pueden sentirse culpables,
angustiarse, etc.
• Pero la mayoría acaban reac-
cionando bien: antes y mejor
las madres, finalmente tam-
bién bastantes padres.
• Después de la revelación,
padres e hijos se sienten
mucho mejor.
• Los hijos e hijas homosexuales
mejoran emocionalmente des-
pués.
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Dentro de la familia es frecuente
empezar por aquella persona que
se espera sea más comprensiva
(un hermano o hermana, primo o
prima, la madre, etc.). Incluso no
son infrecuentes alianzas de silen-
cio entre hermanos o entre la
madre y el hijo homosexual («no
se lo digas a papá, no se lo dire-
mos a papá»). Estas alianzas de
silencio es mejor que no se den, o
que sean temporales. Sólo en
casos extremos (de padre muy
homofóbico, machista, etc.), en
que no se puede esperar nada
bueno, pueden ser comprensibles.
Lo más adecuado es que se
hable cuanto antes con ambos
padres, hacerlo de forma abierta e
iniciar así el proceso de acepta-
ción.
Nosotros damos algunas pau-
tas, no obligadas, ni necesaria-
mente mejores, de cómo pueden
hacer esta revelación. Todas ellas
se basan en dos premisas:
• La mayor parte de los padres
acaban reaccionando bien.
• Es mejor para los hijos e hijas
homosexuales comunicarlo y
el saberlo es mejor para los
propios padres y para la fami-
lia.
Estas premisas están muy ava-
ladas por la investigación,
pero naturalmente admiten
excepciones, por lo que La mayor parte de los padres
podemos comprender, aun- acaban reaccionando bien
que sea lamentable, que
algunos hijos o hijas opten
por no comunicárselo a los
padres.
Hasta ahora en los consejos
hemos adoptado el punto de vista
de los padres; pero en este caso,
los orientamos directamente a los
hijos o hijas homosexuales.
1.a pauta: ¿a quién se lo digo?
Opta por comunicárselo primero
a una persona de la que estés
razonablemente segura que va a
reaccionar bien, sea o no de la
familia.
Puede ser un amigo o amiga
(no necesariamente tu mejor
amigo, sino el que crees que reac-
cionará mejor), un hermano o
familiar.
También, si estás muy inse-
guro, puedes comenzar por un
profesional que pueda compren-
derte y ayudarte en el proceso.
Otra opción es comenzar por
alguna persona homosexual, si la
conoces y tienes alguna confian-
105
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 106
za. Y si no es éste el caso, puedes
recurrir a las muchas asociaciones
de homosexuales que hay, casi una
en cada ciudad, donde te apoya-
rán y ayudarán.
Es decir, busca apoyo donde
estés más seguro de encontrarlo.
Comenzar bien te facilitará las
cosas.
¡Ojalá estés seguro o segura
del apoyo de tus padres!, en ese
caso comienza por ellos. Ten en
cuenta que son las personas que
pueden serte más incondicionales.
2.a pauta: ¿cómo se lo digo?
Busca el lugar y momento más
adecuado. Cuando tú y la persona
elegida no tengáis prisa, cuando
estéis solos y podáis charlar de
forma confidencial. No lo hagáis
de corrido, en cualquier sitio, sin
que podáis seguir hablando des-
pués de la revelación.
Piensa que lo que les vas a
decir no es algo malo, nada
de lo que debas disculpar-
¿Cómo se lo digo? Busca el te, sino algo importante
lugar y momento más para ti, algo que tiene que
adecuado ver con lo que tú eres. Por
ello adopta un punto de
vista positivo y habla bien
de tu propia homosexualidad.
106
Homosexualidad y familia
Pon el énfasis en que se lo
dices a él o ella, porque esperas
ser comprendido y apoyado. Por
ejemplo:
Quiero decirte una cosa muy impor-
tante para mí. Eres la primera per-
sona a la que se lo digo. Te he esco-
gido porque te valoro mucho y espero
que tú me comprendas y apoyes.
Espero mucho de ti, no me falles…
Lo que quiero decirte es que soy
homosexual.
3.a pauta: ¿qué me dirá,
cómo reaccionará?
Nunca podemos estar completa-
mente seguros de las reacciones
de los demás. Éstas pueden ser
muy diversas.
• Puede darlo por cierto y reac-
cionar bien. Hoy esta actitud
ya no es excepcional. Espe-
cialmente si es un profesional,
una persona bien informada y
no homofóbica o, por supues-
to, si también es una persona
homosexual.
• Puede que empiece a hacerte
preguntas de muy diverso tipo:
– ¿Estás seguro?
– ¿Cómo lo sabes?
– ¿Desde cuándo lo sabes?
– ¿Lo sabe alguien más?
FA008new 23/5/06 12:00 Página 107
– ¿Estás seguro de que no
puedes cambiar?
– ¿Tienes pareja?
– ¿Has tenido relaciones?
• Puede sentirse muy embara-
zada y no saber qué decir,
incluso desear que la situa-
ción acabe cuanto antes. O
puede que necesite un tiem-
po, para hacerse a la idea y
reaccionar.
• La reacción puede ser negati-
va, de forma más o menos
expresa. En ese caso te acon-
sejamos paciencia. Una reacción
negativa inicial no siempre se
mantiene después. Si no le
faltas al respeto, puedes
intentar decirle que com-
prendes su sorpresa y su tur-
bación, pero que tú se lo
decías esperando su com-
prensión.
• Como tú has elegido a la per-
sona, esperemos que no te
hayas confundido demasiado;
pero siempre existe la posibili-
dad de que alguien te dé una
respuesta hostil o irrespe-
tuosa. Tú tienes el derecho a
despedirte y declarar tu de-
cepción. Será mejor si puedes
hacerlo con cortesía.
4.a pauta: ¿y a la familia?
Si no has elegido a un miembro de
la familia como primera persona
a la que comunicarle tu homose-
xualidad, puedes hacerlo después
de sentirse reasegurado y apoyado
por alguien. Ya sabes que algunas
personas o profesionales te apo-
yan y comprenden.
Este paso con la familia
puede costarte mucho, pero es
fundamental:
• Empieza por el que sea tu
mejor aliado en la familia: una
hermana, un hermano, la
madre, etc. Esta persona te
puede comprenderte, apoyarte
y darte ideas para el siguiente
paso.
Incluso puedes tomarte un
tiempo, entre esta primera
confesión familiar y la
siguiente.
• En principio es bueno que
seas tú quien lo comunique a
cada uno y luego a todos;
pero en algunos casos puede
ser conveniente usar a un
hermano o a la madre como
mediador, especialmente si se
espera una reacción inicial
muy negativa por parte de
algún familiar.
107
Homosexualidad y familia
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Con un chico homosexual, después de contarme cómo consideraba él que era su

familia, acordamos que primero se lo diría a su hermana. Todo fue fácil y
su hermana se convirtió en un apoyo.
Después se lo dijo a su madre, él mismo. Su madre se disgustó mucho, lloró
durante unos días; pero después reaccionó muy bien. De hecho, acompañó a su
hijo a mi despacho, ya después de saberlo y haber llorado su disgusto, y me
dijo cosas tan bonitas como éstas:
«Es mi hijo y no hay más que hablar, yo soy y seré su madre toda la
vida.»
«No quiero que le pase como a mí, que fui madre soltera y me hicieron la
vida imposible, no lo consentiré.»
«Va a tener mi apoyo siempre.»
Pero hijo y madre coincidían en que por parte de su padre había que espe-
rar lo peor: «Seguro que se pone a gritar, no sé si no le echará de casa; es muy
bruto y cerrado. No es mala persona, pero de entrada no se puede hablar con
él; encima no es su hijo biológico».
A partir de esta información pensamos en los pro y los contra de varias estra-
tegias:
a) Primero, su madre se lo diría a su padre y posteriormente el hijo, que estu-
dia en otra ciudad, así que después iría a casa a hablar con su madre y su
padre, todos juntos.
b) El hijo le escribiría una carta a su padre, en la que crearía el contexto más
apropiado, le revelaría la homosexualidad y le diría que esperaba hablar con
él y lograr su aceptación y apoyo.
c) Elegiría la opción b); pero llevaría la carta la madre, se la daría en mano y
le diría a su marido: «Tu hijo te necesita, tienes que estar a la altura y no
dejarte llevar por tus malas reacciones. Por favor, todos esperamos que seas
un buen padre».

En este caso, la tercera opción fue la adoptada. Hubo tormenta, durante una
semana el padre se debatió entre maldiciones y dudas; pero también hubo
reconciliación y apoyo final.

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Homosexualidad y familia
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Claro que puede haber situaciones
especialmente difíciles. Una de las
mayores es cuando un padre o
una madre, que han estado casa-
dos heterosexualmente y han
tenido hijos de esa relación, tiene
que explicarle a la familia que es
homosexual:
• A su mujer o a su marido,
según los casos.
• A los hijos de ambos.
• Al resto de la familia.
Vivimos en una sociedad heterose-
xual; pero es que, además, tene-
mos el supuesto de que la orienta-
ción del deseo no cambia, que los
homosexuales no se casan y no
tienen hijos, etc. Todo ello hace
especialmente inesperado el que
uno de los padres se confiese
homosexual. De hecho no es infre-
cuente que no lo hagan jamás.
Sin embargo, por sorpresivo
que sea, lo mejor, si ésa es la rea-
lidad, es reconocerla y afrontarla.
Nuevamente aconsejamos bus-
car aliados, primero externos a la
propia familia, que puedan dar cre-
dibilidad, aceptar y apoyar a la
persona homosexual. Posterior-
mente puede ser inteligente empe-
zar por el familiar que se espera
sea más comprensivo, y así su-
cesivamente. Es muy difícil para un
Lo más importante es padre o una madre, casados
que ni los padres homose- heterosexualmente
xuales, ni los hijos de y con hijos de esa relación,
homosexuales deben aver- explicar a la familia su
gonzarse, sino reconocer y homosexualidad
aceptar su verdadera orienta-
ción del deseo. Se trata de una
situación infrecuente; pero real.
Las personas pueden haber vivido
en la confusión o el rechazo de su
homosexualidad, hasta que se les
hace imposible seguir negándolo
por uno u otro motivo. No hay que
criticar a estas personas, sino
aceptarlas y apoyarlas, aunque
obviamente deben seguir siendo
padres o madres responsables: no
se pierde la paternidad o la mater-
nidad por ser homosexual.
Como desconocemos el ori-
gen de la orientación del deseo y
se discute si es posible que apa-
rezca sin ningún antecedente en
la vida adulta, no hay que descar-
tar causas desconocidas e imprevi-
sibles, por más que sepamos que
éstas son infrecuentes.
En la práctica, estos cambios
van con alguna frecuencia asocia-
dos a enamoramientos y encuentros
con personas del propio sexo que
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Homosexualidad y familia
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aclaran la orientación del deseo; o a Perder el miedo a las diferen-

cambios de mentalidad; o a los mis- tes orientaciones sexuales, es el
mos cambios sociales que hacen mejor remedio contra las resisten-
menos traumáticas estas decisiones. cias a estos hechos.

Ideas relevantes

• Los cambios de orientación del deseo en la vida adulta, sin antece-

dentes previos claros, son muy poco frecuentes, pero pueden darse.
• Pero, sobre todo, sepa que no habría nada que temer.
• Los hijos homosexuales de padres heterosexuales deben ser acep-
tados, queridos, estimados y apoyados.
• Los padres homosexuales con hijos deben ser aceptados, queri-
dos, estimados y apoyados.
• No se pierde la paternidad ni la maternidad por ser homosexual.

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Homosexualidad y familia
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5.
Mi hijo homosexual o mi hija
lesbiana tiene pareja o se va
a casar

Nos preguntamos…

• La aceptación de mi hijo o hija homosexual, ¿debe llevarme a

aceptar también que tenga pareja y que incluso se case?
• Si unos padres quieren apoyar a sus hijos homosexuales, ¿cómo
pueden hacerlo en caso de que quieran formar pareja?
• ¿Debemos tratar en la familia a estas parejas como a las parejas
entre heterosexuales?

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Homosexualidad y familia
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Hablaremos de...

• Las necesidades interpersonales que tienen los hijos e hijas

homosexuales y su derecho a satisfacerlas.
• Los criterios y las conductas de los padres con sus hijos homose-
xuales, cuando éstos forman pareja y/o se casan.
• El conflicto religioso que pueden tener algunos padres, entre sus
creencias y el deseo de ayudar a sus hijos.

Aun en los casos, que cada vez se la resuelven con personas de su

dan con más frecuencia, en que la
familia acaba aceptando a los
hijos o hijas homosexuales, es fre-
cuente que la aceptación tenga
algunas limitaciones y que, como
pareja, en la familia no se les trate
exactamente igual que a otros
hijos con pareja heterosexual.
La sociedad, las leyes y, por
supuesto, los padres, no deberían
poner ninguna dificultad a las per-
sonas homosexuales para que
resuelvan sus necesidades in-
terpersonales. Ya hemos dejado
claro que las personas homosexua-
les tienen las mismas necesidades
emocionales e interpersonales
que el resto de la población. La
única diferencia es que algunas
de ellas, las de intimidad sexual,
sexo.
¿Qué necesitan
emocional
y sexualmente
las personas
homosexuales?
Y ¿cuáles son estas necesidades
emocionales e interpersonales?,
¿las que tenemos todas las perso-
nas, desde la infancia? Tres funda-
mentales.
La primera: la necesidad de vincu-
larse a algún o algunos familiares
que le sean incondicionales
Las relaciones de parentesco,
como ha puesto muy de manifies-

112
Homosexualidad y familia
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to siempre la antropología, son
la base sobre la que se asienta la
vida personal y social. Los padres,
o quienes hacen de tales, deben
proteger, cuidar y acariciar a sus
hijos de tal manera que éstos
aprendan experiencialmente que
le son incondicionales. Todas las
personas tenemos la necesidad
emocional de sentirnos seguros,
valorados y queridos.
Esto es lo que hacen las figu-
ras de apego con los hijos, ofre-
ciendo protección y ayuda, estima
y cariño de forma incondicional. Si
no tenemos esta relación y la posi-
bilidad de establecer un vínculo
estable, seguro, tierno, cariñoso,
cálido…, sufriremos de soledad
emocional: sentimiento de aban-
dono, desprotección, desamparo,
minusvaloración, inseguridad, etc.
En esta necesidad, los hijos
homosexuales y las lesbianas son
exactamente iguales que los
demás. Tienen la misma necesidad
y la resuelven de igual forma.
La segunda: la necesidad de tener
amigos y amigas entre las personas
de similar edad
No bastan las buenas relaciones
familiares, necesitamos tener ami-
gos con quienes divertirnos, identi-
ficarnos, conocernos, viajar, hacer
proyectos colectivos, formar aso-
ciaciones, explorar el mundo más
allá de la familia, jugar, ensayar
relaciones afectivas y sexuales,
etc. Si no resolvemos bien esta
necesidad, sufrimos de soledad
social: sentimiento de margina-
ción, exclusión de la comunidad o
del grupo, aburrimiento, aisla-
miento, etc.
En relación con esta necesi-
dad, las personas homosexuales y
lesbianas son exactamente iguales
al resto de la población y la satis-
facen de la misma manera. Al
menos, así debería de ser. Pero no
es así cuando el grupo de iguales,
los compañeros del colegio, del
barrio o del trabajo son homofóbi-
cos, no aceptan bien la homose-
xualidad y hacen que estas
personas se sientan mal entre
ellos. Sólo por este motivo se
llegan a crear grupos espe-
ciales, a veces, muy Todos necesitamos
cerrados, de personas ho- tener amigos y amigas
mosexuales, con espacios, entre las personas
lugares y actividades que de similar edad
ocultan a los demás. Estos
espacios y estas asociaciones
pueden ser necesarios; pero lo
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Homosexualidad y familia
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son porque la sociedad les discri-
mina y hace que no se sientan
bien entre heterosexuales.
Soñamos con una sociedad
en la que sea posible la amistad y
los grupos de amigos y amigas con
independencia de la orientación del
deseo.
En todo caso, en relación con
este tema, los padres harán bien
en facilitarles que establezcan,
desde pequeños, relaciones de
amistad, favoreciendo el contacto,
el juego y la autonomía en las
relaciones que sus hijos tengan
con sus amigos y amigas.
Si esto no se logra de manera
normalizada, porque sus hijos e
hijas sufren el rechazo por parecer
o ser homosexuales, los padres tie-
nen que entender que sus hijos
busquen otros grupos, en este caso
específicos, donde sean aceptados.
La tercera: necesidad de intimidad
sexual y emocional con personas
que atraen sexual y emocionalmen-
te, que coinciden con la propia
orientación del deseo
Es a esta tercera necesidad a la
que dedicamos este capítulo.
Las personas homosexuales
viven y sienten esta necesidad de
114
Homosexualidad y familia
la misma forma, con la misma
intensidad y con idénticas mani-
festaciones: deseo por resolverla;
atracción por determinadas perso-
nas; enamoramiento de alguna de
ellas; búsqueda de encuentros
sexuales, emocionales y amorosos;
aspiración a tener pareja, vivir
con ella y comprometerse, etc.
Son iguales en cuanto a la
necesidad, pero la resuelven con
personas de su sexo. Si fueran
bisexuales, podrían acabar resol-
viéndola con personas de uno u
otro sexo.
Esto es así de sencillo y
claro: eso es lo que quieren y nece-
sitan y, como es compatible con
la salud y el bienestar personal y
social, no hay una sola razón
para impedírselo. Tampoco para
crearles ninguna dificultad aña-
dida.
¿Qué hacer con las
leyes que les crean
dificultades?
Pues, habría que eliminarlas y dar-
les los mismos derechos y pedirle
las mismas obligaciones, ni uno
más ni uno menos.
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Qué nos parece…

1. Paula tiene 23 años, es lesbiana, lo sabe desde hace tiempo.

Necesita, desea, se siente atraída, está muy motivada… por
tener una pareja para tener intimidad emocional y social y com-
partir la vida con ella.
Hace unos meses ha encontrado a esa persona. Es correspondida
por ella… pero sus padres no la apoyan… Creen que una cosa
es que sea lesbiana y otra que forme pareja y se case.

2. Los padres de Lucas, un homosexual con pareja, a quienes les

acaba de comunicar que se va a casar y quiere contar con su
apoyo en la boda, son creyentes practicantes. Siguen la doctrina
ortodoxa de la Iglesia católica.
¿Qué pueden hacer los padres y Lucas y su pareja?

3. Los padres de Santiago saben que su hijo es homosexual y que

vive con otro homosexual en pareja de hecho. Santiago se quie-
re comprar un piso con su compañero y necesita la ayuda de sus
padres, que tienen una buena situación económica.

Parece que todos los partidos, mento. La verdad es que es un

incluso el conservador, aunque no
en otros muchos países, admiten
que puedan formar pareja.
Pero algún partido pone con-
diciones. Pueden formar pareja,
aseguran, pero no ser matrimonio,
porque «el matrimonio es una unión
entre un hombre y una mujer».
No encuentro sólido este argu-
tema discutible. Pero nos parece
que esta postura es más bien una
expresión de una resistencia: la
incapacidad para admitir que
pueden formar parejas con los
mismos derechos y obligaciones
que las demás. En definitiva, es
como si se pensara (me temo que
sea esto lo que está detrás):

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Homosexualidad y familia
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Comentamos…

1. Paula tiene todo el derecho a formar pareja, y los padres, a acep-

tar esta decisión. Si no es así, Paula verá gravemente afectados
sus derechos, tendrá dificultades para resolver sus necesidades
afectivas y sexuales, o se verá obligada a romper con sus padres,
con el sufrimiento y la pérdida que eso supone.

2. Comprendemos las dificultades de los padres de Lucas, segura-

mente dispuestos a aceptar a su hijo homosexual, pero no a que
tenga pareja. Pero, con independencia de cómo resuelvan reli-
giosamente este conflicto (tal vez encuentren otros creyentes,
incluso sacerdotes, que sean comprensivos y que les ayuden a
encontrar una solución), deben aceptar que sus hijos no son ellos
y que no pueden imponerles su fe. No estamos en un país con-
fesional y los hijos no tienen la obligación de regirse en su vida
por la doctrina en la que creen sus padres. Éstos deberían tole-
rar y apoyar a estos hijos.

3. Los padres de Santiago harían bien en no discriminar económi-

camente a su hijo homosexual y dejar que él decida con quién
comparte los beneficios que puedan derivarse de esa ayuda.

Los homosexuales son personas
especiales, distintas, ¿con ciertos
problemas?, a los que en estos
tiempos no podemos negarles que
formen parejas (lo han conseguido,
como otras muchas parejas, de
hecho, por las bravas, ésa es la ver-
dad), pero no podemos consentir
que sean iguales a las otras parejas,
las verdaderas, las correctas, las
matrimoniales.
Que para los obispos esta lucha
sea más importante que la pobre-
za, la guerra, la libertad de ex-
presión…, no nos deja lugar a

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Homosexualidad y familia
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dudas de que se trata de una resis-
tencia homofóbica, por más que
su rechazo, en este caso, sea con-
gruente con la doctrina sexual que
mantienen. Aun así, su beligeran-
cia huele a homofobia, no sólo a
coherencia con una doctrina reli-
giosa sobre los fines de la sexua-
lidad. Volveremos sobre este tema
más adelante, en el último capítulo.
En todo caso, desde el punto
de vista profesional y laico que
nos corresponde, más allá de dis-
cusiones sobre si la Constitución
admite o no el matrimonio entre
homosexuales, lo cierto es que
cualquier dificultad añadida a este
colectivo es discriminatoria,
injusta y, si he entendido bien, la
Constitución es anticonstitucio-
nal; porque ésta no admite discri-
minación en razón del sexo, etnia,
etc.
Por otra parte, si la dificultad
estuviera en la letra de la
Constitución, habría que hacer lo
mismo que ésta dice acerca de los
herederos de la corona –prioridad
de los varones–; es decir, cambiar-
la. Nos parece un grave fallo que
en la Constitución de 1978, ya
muy avanzado el siglo xx, no se
solucionen bien estos temas y
se mantengan elementos de
discriminación sexual; pero
es evidente que, si fuera Los derechos
necesario, habría que de la minoría homosexual
cambiarlos; porque hoy no deberían ser discutidos,
esta tesis es absolutamen- sino reconocidos
te indefendible.
Por cierto, para nada
quiero comparar el significado de
uno y otro tema. La monarquía es
una opción discutida y discutible,
por lo que nos sirve sólo de ejem-
plo. Los derechos de la minoría
homosexual no debieran ser discu-
tidos, sino reconocidos, cambiando
las leyes, si esto fuera necesario.
Es evidente que las leyes las hemos
hecho los seres humanos. A veces,
con acierto, otras, como es el
caso, con ignorancia y graves pre-
juicios de por medio.
En todo caso, sea cual sea la
solución legal que se dé a estas
parejas (cosa que no estamos en
condiciones de resolver los profe-
sionales, ni nos corresponde en
cuanto tales) ésta debería cumplir
una condición: tener los mismos
derechos y las mismas obligacio-
nes y que las parejas homosexua-
les sean consideradas socialmente
con el mismo valor y dignidad que
las heterosexuales.
117
Homosexualidad y familia
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En la actualidad las personas
hemos conquistado unos derechos
en relación con la pareja: el de
vincularnos con quien queramos y
como consideremos oportuno; el
de mantener los vínculos con unas
u otras fórmulas personales, socia-
les o legales; el de desvincularnos,
romper los compromisos y alian-
zas. Estos derechos son patrimo-
nio de todos y, después de una
larga lucha a lo largo de siglos,
a las personas homosexuales no se
les puede excluir de ese logro
social.
Tienen que tener los mismos
derechos referidos a la vinculación
y la desvinculación. Claro que
también todos debemos tener las
mismas obligaciones en relación
con cada derecho. Incluso sería
deseable que todos nos relacioná-
ramos sobre la base de principios
éticos que, como hiciera el filóso-
fo Kant, resumidos podrían formu-
larse así: tenemos derecho a que
los demás no nos instrumentalicen
tratándonos como objetos; por
eso mismo, en correspondencia
lógica, nunca deberíamos instru-
mentalizar a los demás tratándoles
como objetos. Todas las personas
tenemos dignidad y debemos tra-
118
Homosexualidad y familia
tarnos con los cuidados y el respe-
to que éstas se merecen.
¿Qué hacer en
concreto si mi hijo
o hija homosexual
quiere formar pareja
o casarse?
Por lo que se refiere a los padres,
es importante que éstos se ale-
gren y aprendan a expresar esta
alegría y aceptación cuando, bajo
una u otra opción, su hijo o hija
homosexual decide casarse o for-
mar pareja:
• Felicitarse y felicitar a los
hijos, porque es una confirma-
ción de que se quieren y esto
les facilitará resolver sus
necesidades de vinculación
afectiva, etc. «Mi hijo o mi
hija tiene quien le quiera, no
está solo o sola, tiene a quien
querer, etc.»
• Ponerse a su disposición,
como si fuera la boda de un
hijo o hija heterosexual, para
facilitarles las cosas y celebrar
la boda como ellos consideren
oportuno. Acompañarlos en ges-
tiones, si así lo desean, hacer
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invitaciones familiares, si es el
caso, etc. «Estamos para ayu-
daros y celebrar la boda como
queráis.»
• Encontrarse con la familia de
la pareja del hijo o hija, para
alegrarse mutuamente y apo-
yar, ambas familias, a la pare-
ja. En algunos casos ustedes
podrán ayudarles a que acep-
ten mejor este proceso. En
otros serán ustedes los ayuda-
dos. El apoyo mutuo, sabiendo
que están haciendo no sólo
lo mejor, sino lo que sus hijos
merecen y lo que corresponde
a su amor de padres. «Quere-
mos conocer a sus padres y
celebrarlo con ellos.»
• Acompañar y celebrar la boda
de la forma en que los que se
van a casar deseen. Si no
se consigue que las dos fami-
lias acepten y apoyen la boda,
hacerlo, al menos, «nosotros».
«Yo no voy a dejar solos a mis
hijos, les apoyo y me alegro
con ellos.»
• Ayudarles en todos los aspec-
tos, también en los económi-
cos, como al resto de los hijos
cuando se casan. Es importan-
te también hacerlo así en tér-
minos de herencia y demás
aspectos de la vida fami-
liar. «Para mí es una Lo que los padres
hija más y así lo es y deben hacer es aceptar
será en todo, también la forma de pareja
en cuanto al dinero y que ellos decidan tener
la herencia.»
• Aprovechar la oportunidad
para conocer y disfrutar de la
fiesta con otros amigos homo-
sexuales de sus hijos, si fuera
el caso. Tal vez hayan tenido
la oportunidad de hacerlo
antes. Si no ha sido así, es una
buena oportunidad para cono-
cer a sus amigos y amigas,
también si son homosexuales.
• Que la nueva pareja pueda vol-
ver a casa de sus padres y vivir
en pareja en ella con comple-
ta normalidad, como otras
parejas heterosexuales. «En
nuestra casa siempre tendréis
una habitación, un espacio, un
hogar que es vuestro, el de
vuestros padres.»
• Que participen con normali-
dad, como pareja, si lo de-
sean, en los viajes, y fiestas
familiares. «Viene con su pare-
ja en Navidad. Ya es normal y
estamos todos mucho mejor.
Se acabaron las tensiones.»
119
Homosexualidad y familia
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• Visitar con toda normalidad la muchas familias con los hijos

casa de los hijos o hijas que
viven en pareja homosexual.
«Es la casa de mi hija, es la
casa de mi hijo, por tanto
puedo ir a verlos, pasar unos
días con ellos, relacionarme
con ellos como lo hago con los
otros hijos.»
Claro que estos comentarios no
significan que nosotros estemos
empeñados en que las personas
homosexuales se casen de forma
convencional. Lo que los padres
deben hacer es lo que ya hacen
heterosexuales, aceptar la forma
de pareja que ellos decidan tener.
Lo que se trata de evitar son las
discriminaciones y, precisamente
por ello, hemos concretado estos
consejos bien concretos y signifi-
cativos.
Estos consejos son también
un buen ejemplo de lo que los
padres y los hijos ganan cuando se
acepta la homosexualidad con
normalidad.
¿No le parece que es lo justo,
lo mejor, lo que hijos y padres se
merecen?

Ideas relevantes

• Los padres deben aceptar a sus hijos e hijas homosexuales con

todas las consecuencias, también cuando éstos decidan formar
pareja.
• Es justo y fundamental que acepten a estas parejas y que las tra-
ten igual que a las parejas heterosexuales formadas por sus hijos.
• Todos saldrán beneficiados: los padres, que se sentirán orgullo-
sos y satisfechos por ayudar a sus hijos a superar cualquier tipo
de dificultad y rechazo, los hijos que podrán considerar su casa
paterna y materna como su hogar y ofrecérselo con toda con-
fianza a su pareja.
• Tenemos familias, el hogar de unos y otros padres (dirá la nueva
pareja). Tenemos hijos (dirán los padres de ambos o ambas).

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Homosexualidad y familia
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6.
Mi hijo homosexual o mi hija
lesbiana tiene o va a tener
un hijo

Nos preguntamos…

• ¿Debemos aceptar que nuestros hijos o hijas homosexuales ten-

gan hijos?
• Si no son heterosexuales, ¿cómo van a tener hijos?
• ¿Es legítimo que las parejas homosexuales puedan tener hijos?,
¿no sufrirán consecuencias negativas?, ¿tenemos que aceptar a
estos nietos?
• ¿Qué podemos hacer si nuestros hijos homosexuales deciden
adoptar un niño o una niña?, ¿hemos de aceptar ser sus
abuelos?
• ¿Cabe esperar dificultades específicas de los padres y de los hijos
que vivan en familias homoparentales (hijos de parejas homose-
xuales)?

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Homosexualidad y familia
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Hablaremos de...

• Ya hay hijos con padres homosexuales o lesbianas. Esto ya es una

realidad. Indicaremos cuál puede ser el origen de estos hijos.
• Hay experiencia en este tipo de familias y hay estudios con resul-
tados tranquilizadores sobre el desarrollo de estos menores con
padres homosexuales.
• Pueden y deben aceptarlos como nietos. Les necesitan muchísi-
mo. Y ustedes tampoco se lo pueden perder.
• Razones a favor del derecho de las personas homosexuales a
pedir menores en adopción.
• De dónde pueden venir las dificultades específicas a los padres y
a los hijos de familias homoparentales.

Ya hay niños y niñas Este tipo de familias son un

con padres
homosexuales, en
España y en otros
muchos países
Ya hay numerosos niños y niñas
(aunque no sabemos cuántos
exactamente) que tienen padres
homosexuales o lesbianas, bien en
una relación monoparental (ejer-
cen la maternidad o paternidad de
forma aislada, como madre solte-
ra, por ejemplo) o bien como
pareja (dos padres/dos madres, si
usamos la terminología tradicio-
nal, muy discutible en este caso).
hecho, que será más frecuente en
el futuro. Tienen origen y caracte-
rísticas muy distintas, no forman
unidad; pero, en todo caso, son una
realidad:
• Parejas homosexuales (padres
actuales) que tienen hijos pro-
cedentes de una pareja hete-
rosexual anterior. Es decir,
hijos biológicos de una perso-
na homosexual, que tuvo hijos
en una pareja heterosexual
anterior, que convive ahora
con otra persona homosexual.
• Persona homosexual (un solo
padre o una sola madre), nor-

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Homosexualidad y familia
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malmente mujeres lesbianas,
que tienen hijos procedentes
de relaciones heterosexuales.
Es decir, hijos biológicos en
una relación monoparental
con una madre lesbiana (o,
más excepcionalmente, un
padre), con o sin relaciones
con su padre biológico del que
su madre se ha separado o al
que nunca estuvo unido.
• Mujeres lesbianas que por
reproducción asistida tienen
hijos biológicos y que crean
una familia monoparental.
• Parejas de mujeres lesbianas
en las que una de ellas o las
dos tienen hijos biológicos por
reproducción asistida.
• Mujeres lesbianas que, en
cuanto mujer soltera, han
adoptado hijos, creando una
familia monoparental.
• Parejas de mujeres lesbianas
que tienen hijos adoptados
por parte de una de ellas o de
las dos, adoptados como mujer
soltera.
¿Cuántos son estos casos? Ni
siquiera en países con mejores
estadísticas lo saben. Por ejem-
plo, en EE.UU. se calcula que
entre el 1% y el 12% de todos los
menores (ya ven qué diferencia y
qué imprecisión), viven en este
tipo de familias.
Negar esta realidad o crear
dificultades a estos padres e hijos
es un grave error y una crueldad
con los menores afectados.
Desde este punto de vista,
poniéndonos del lado de la infan-
cia, como no puede ser de otra
manera, es necesario aceptar esta
realidad y ayudar a estos hijos e
hijas y a estos padres y madres. Si
no lo hacemos, los niños:
• Están más desamparados, si,
como puede pasar, uno de los
padres o madres muere o tiene
graves problemas, porque el
otro miembro de la pareja, a
pesar de haber convivido con
el menor y haberle cuidado
durante años, etc., no tiene
ningún derecho a seguir
haciéndolo.
• Estos niños y niñas no podrán
aceptar con normalidad su
tipo de familia, porque no está
contemplada por la ley, ni
reconocida socialmente.
• En bastantes casos, incluso
pueden sufrir rechazo, discri-
minación, insultos... directos.
123
Homosexualidad y familia
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Mi familia no es una familia: es
otra cosa, no es legal, no es social-
mente reconocida, es como si no
existiera. Somos raros, rechazados,
se mofan de nosotros... Me da ver-
güenza contarle a los demás cómo
es mi familia, no puedo invitar a
otros niños a casa, no pueden venir
mis «padres»/«madres» a las reu-
niones del colegio, etc.
En cierta medida, aunque con
especificidades evidentes y mu-
chas más dificultades sociales,
estos niños pueden compartir
algunos aspectos de los que
eran considerados, en el pasado,
hijos ilegítimos.
Los profesionales no pode-
mos trabajar con prejuicios y dejar
abandonados a los niños y niñas
que no tengan una familia con-
vencional.
Estas familias deben ser
aceptadas y reguladas social-
mente; reconocidas y apoya-
El bienestar de cada niño das como las demás.
debe tener siempre prioridad, Pero, por si alguien dudara
con independencia de ello, al menos se admi-
de los padres que tenga tirá el argumento de que
los hijos no eligen a sus
familias y todos los niños tie-
nen derecho a ser protegidos,
124
Homosexualidad y familia
aceptados y queridos. En este
caso, con independencia de lo que
ciertas personas conservadoras
puedan pensar, deberán admitir
que estos niños tienen los mismos
derechos que los demás.
Por lo tanto, no neguemos lo
que ya es una realidad, haciendo
difícil la vida de estos menores.
No hay niños ilegítimos.
El derecho
de la adopción
Las personas homosexuales tienen
que tener todos sus derechos,
también el de poder cuidar hijos y,
por lo tanto, también el de adop-
tar: ¿por qué?
Aunque esta afirmación pare-
ce incuestionable si leemos la
Constitución española o la Declara-
ción de Derechos Humanos y tene-
mos en cuenta que no debe haber
discriminación, tampoco en razón
de la orientación del deseo, es
obvio que, como están afectadas
terceras personas, los niños y las
niñas que se adoptan, para aceptar
el uso de estos derechos teóricos,
hemos de poder responder de forma
positiva a varias preguntas.
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Es decir, el ejercicio de unos
derechos, en este caso de las per-
sonas homosexuales, no puede
poner en riesgo el bienestar de los
hijos o hijas, si éste fuera el caso.
Porque lo que nunca sería acepta-
ble, es que se instrumentalice a un
niño o una niña para ejercer dere-
chos de otra persona. Si hubiera
conflicto entre los derechos de las
personas homosexuales a adoptar
y los derechos de los menores a
ser bien cuidados, deberían tener
prioridad los derechos de los niños
y niñas; pero no es el caso.
Por lo tanto, si defendemos
que los homosexuales pueden
adoptar hijos es porque pueden cui-
darlos bien, no porque tengan
un derecho de hacerlo, sin más.
Es el derecho de los hijos el prio-
ritario, son la tercera persona
implicada.
Entremos de lleno en el
debate.
Sin recurrir a falsos
argumentos
Todos tienen derecho a tener hijos,
menos nosotros. A los asesinos, los
machistas, los agresores sexuales,
los ladrones, etc., no se les
impide tener hijos. Nosotros Si defendemos
no somos nada de todo eso que los homosexuales
por ser homosexuales y se puedan adoptar hijos es
nos impide adoptar meno- porque pueden cuidarlos bien,
res. (Discurso de una per- no porque tengan un
sona homosexual) derecho de hacerlo
Éste es un posible argumento, que
puede parecer lógico, pero no lo
es: de hecho (alguien puede decir)
a nadie se le pide ninguna condi-
ción para tener hijos, los tienen y
se acabó. Los padres pueden ser
psicópatas, alcohólicos, drogadic-
tos, asesinos, agresores sexuales,
etc. Es verdad que esto es así. Y
en estos casos, hay que ayudar a
estos hijos y a estos padres.
Pero, la adopción es un tema
diferente: a nadie se le ocurriría
entregar en adopción a un niño o
una niña a este tipo de padres.
Tienen hijos porque los profesio-
nales no podemos intervenir en su
decisión (con frecuencia, ni
siquiera este tipo de padres lo
decide realmente, sino que tienen
hijos de forma irresponsable). Si
pudiéramos, deberíamos evaluar-
los y tomar medidas, en algunos
casos desaconsejando su paterni-
dad o maternidad. No se puede
125
Homosexualidad y familia
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comparar la adopción con el
hecho de tener hijos por voluntad
propia, con o sin responsabilidad.
Lamentablemente no podemos
intervenir evitando embarazos y
nacimientos que no deberían
haberse producido.
Es decir, en la adopción
podemos y, por lo tanto, debemos,
cuidar las condiciones que ofrecen
los padres. En el resto de los casos,
debemos trabajar para prevenir las
formas de paternidad/maternidad
irresponsables.
Incluso en los casos de
reproducción asistida, en los
que también hay profesionales que
tienen que dar «luz verde» y ofre-
cer ayudas específicas para que se
tengan hijos, conviene tener en
cuenta si la futura madre y/o
padre ofrecen condiciones acepta-
bles para el desarrollo de los hijos.
Lamentablemente, en los casos de
reproducción asistida, algunos
En la adopción y la profesionales estudian poco
reproducción asistida a quienes piden estas ayu-
podemos y debemos evaluar das. El que estas presta-
la capacidad de cuidar a los ciones estén casi siempre
hijos que tienen sus futuros en manos privadas, no
padres, sean o no conlleva que se usen razo-
homosexuales nes perversas de tipo econó-
mico para ser excesivamente
126
Homosexualidad y familia
permisivos con las personas que
desean tener hijos, pero puede
facilitar este tipo de tentaciones.
Por cierto, nadie se está
haciendo la pregunta de si una
mujer lesbiana debe ser admitida en
un programa de reproducción asis-
tida o adoptar hijos. Esta pregunta
se sortea de una forma «perversa»:
Como las mujeres solteras pueden
recibir estas ayudas, la de reproduc-
ción asistida y la de recibir menores
en adopción, no hay problema, por-
que no es obligatorio confesar la
orientación del deseo. Por lo tanto,
se acepta su petición y punto.
Este planteamiento nos parece
perverso, porque si hipotética-
mente, aunque no es el caso, el
que las personas homosexuales
tuvieran hijos fuera peligroso para
los menores, estaríamos plantean-
do mal las cosas.
Sólo porque las personas
homosexuales pueden cuidar con
eficacia a los menores, ser buenas
madres o buenos padres, podemos
aceptarlas en programas de repro-
ducción asistida o en un proceso
de adopción.
Si no fuera así, y lo hiciéra-
mos únicamente porque «no lo
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podemos saber» y porque emplean
sus derechos como «solteras o sol-
teros», estaríamos planteando mal
las cosas: no tendríamos en cuen-
ta la prioridad del derecho del
menor.
Problema distinto sería, qué
y cómo hacer, si se tratara de algo
inadecuado para el menor. Como
no es un problema real, no hace
falta que nos rompamos la cabeza
buscando soluciones (¿declaración
jurada de los futuros padres; estu-
dios especiales que permitieran
detectar la orientación del deseo,
si eso fuera posible, etc.? Sería
difícil o incluso imposible, pero
habría que intentar evitarlo en
razón del bienestar de los meno-
res).
Estas disquisiciones pueden
parecer poco importantes a algu-
nas personas, pero son decisivas
para el tema que nos ocupa: es
importante reconocer que si dijé-
ramos no a la adopción de meno-
res por parte de personas o
parejas homosexuales, deberíamos
estar diciendo no a la posibilidad
de que reciban ayudas por la
reproducción asistida, o a que
puedan adoptar como personas
solteras. Es decir, tendríamos que
reconocer que tenemos un agujero
legal por donde estamos permi-
tiendo y apoyando prácticas ina-
decuadas para la infancia.
Afortunadamente no es el
caso.
Las verdaderas
preguntas y dudas
Éstas son las tres preguntas que, a
nuestro entender, debemos hacer-
nos:
• ¿Pueden los niños y niñas desa-
rrollarse de forma adecuada
como hijos o hijas de una per-
sona o una pareja homose-
xual?
• ¿Cabe esperar que los padres y
madres homosexuales y sus
hijos tengan dificultades es-
peciales en su proceso de
socialización?
• ¿Pueden controlarse y elimi-
narse, si existieran, posibles
dificultades o factores especí-
ficos de riesgo en las familias
homoparentales?
Vamos por partes. Escuchemos pri-
mero a los que responden no a las
dos primeras preguntas, a la vez
127
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 128
que anuncian graves dificultades
cuando responden a la última.
Después daremos nuestro punto
de vista profesional.
Los argumentos contra la
adopción de hijos por parte
de homosexuales
Los argumentos son muy numero-
sos. Me voy a centrar en los que
considero que están en la base de
esta postura. En unos casos
seré muy breve en la respuesta,
porque el lector puede encontrarla
en los primeros capítulos de este
libro. En relación con otros me
extenderé más, porque no los
hemos afrontado específicamente
hasta ahora.
Primer tipo de argumentación
En mi religión sólo se acepta un
tipo de familia y la paternidad y
maternidad de personas heterose-
xuales casadas.
No se puede imponer a los Si se reconoce que es un
demás una idea concreta de argumento religioso, cuyo
familia ni el rechazo a que los origen y fundamento está
homosexuales tengan hijos en la comunicación que
supuestamente Dios hizo a
uno u otro profeta, en las
escrituras y en la interpretación
128
Homosexualidad y familia
de una iglesia o «Papa» supuesta-
mente infalible… no tenemos
nada que decir como profesionales.
Es seguro que no estábamos
cuando eso se comunicó al profe-
ta y es evidente que no nos
corresponde como profesionales
discutir la verdadera interpreta-
ción de los libros sagrados. Son
los creyentes los que tienen que
valorar la fundamentación y el va-
lor religioso de este criterio.
Eso sí, constatamos las dife-
rencias de criterio entre creyentes,
incluso entre supuestas autorida-
des religiosas, por lo que tal vez
sea inteligente que se informen,
busquen ayuda… en quien les
merezca confianza.
También recordamos a los
creyentes que estamos en un país
que no es confesional y que por lo
tanto, pueden predicar, dar testi-
monio… pero no pueden imponer
a los demás su idea religiosa de la
familia o su rechazo a que los
homosexuales tengan hijos. Las
leyes no tienen que ser confesio-
nales, sino asentarse en la sobera-
nía del pueblo, creyentes y no
creyentes.
Claro que no es infrecuente
que quienes defienden este punto
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de vista religioso, nos hablen de
un supuesto derecho natural,
que estaría acorde con sus cre-
encias. Los argumentos de esta
clase saltan de la religión a la
antropología, filosofía, ética, etc.
Por ello no los discutimos en
este apartado, para no caer en la
trampa de los que pretenden
hacernos pasar «gato por lie-
bre». Lo del derecho natural no
lo puede interpretar sólo una
religión, considerando que tiene
el patrimonio de la verdad. «De
tejas abajo», en un país no con-
fesional, ese patrimonio no lo
tiene nadie.
También recordamos a los
padres creyentes que no tienen
derecho a imponer a sus hijos
homosexuales (creyentes o no cre-
yentes) una forma de vida.
Nuevamente harán bien en predi-
car y dar testimonio, pero no en
ser intolerantes con sus hijos, si
ven las cosas de otra forma. Sus
hijos tienen personalidad y vida
propia y no creemos que los
padres tengan el derecho de orga-
nizarles la vida y las relaciones
hasta ese punto: sería una prácti-
ca educativa fundamentalista y,
casi con seguridad, ineficaz y
llena de riesgos para los hijos y la
familia.
Mucho más cruel sería no
aceptar a los nietos, por el hecho
de que sus padres sean homose-
xuales. Ya lo hemos dicho, en nin-
gún caso hay hijos ilegítimos.
Segundo tipo de argumentación
La homosexualidad es una degene-
ración, una desviación, una enfer-
medad, por lo que no es adecuado
que tengan hijos o que cuiden
hijos.
Ya hemos discutido suficientemen-
te este tema en los capítulos
anteriores, especialmente en el
segundo.
Nos parece importante recor-
dar que éste es el argumento cen-
tral que subyace a esta polémica:
la homosexualidad está bajo sos-
pecha, aunque no siempre lo reco-
nozcan quienes piensan así.
Por ejemplo, la Iglesia cató-
lica acaba de repetir (noviembre
del 2005) que los homosexuales
no deben ser aceptados en el
sacerdocio, porque se trata de un
«desorden». Desde el Vaticano se
pide que los homosexuales creyen-
tes no oculten su homosexualidad
129
Homosexualidad y familia
FA008new 26/5/06 12:46 Página 130
para conseguir ser sacerdotes y a
los padres espirituales que
hagan lo posible por detectar este
«desorden» en los seminaristas.
Comprender que es esta postura la
que subyace en quienes se oponen
al «matrimonio y la adopción» por
parte de las personas homosexua-
les, es fundamental para situar
bien el debate.
Tercer tipo de argumentación
Aceptamos la homosexualidad como
una orientación legítima y saluda-
ble, pero no:
• Deberían tener relaciones sexua-
les.
• Deberían formar parejas de
hecho.
• Deberían tener hijos.
• Deberíamos permitirles casarse
en matrimonio.
• Deberíamos permitirles adoptar
menores.
Es una argumentación con muchos
matices y grados de rechazo a la
hora de «normalizar» a las perso-
nas homosexuales. Hemos señala-
do cinco tipos de rechazo distin-
tos, pero existen más. Buena parte
de quienes siguen considerando la
homosexualidad bajo sospecha se
130
Homosexualidad y familia
sitúan en uno u otro grado dentro
de esta postura. Algunos son radi-
cales y comparten todas esas afir-
maciones. Otros, en el otro extre-
mo del arco, sólo les parece mal
que les facilitemos el matrimonio
y la adopción. Naturalmente hay
personas que se ubican en posi-
ciones intermedias.
En este sentido, vale la pena
analizar la postura de quienes
supuestamente aceptan bien la
homosexualidad, pero que estiman
que los homosexuales no deben
llegar a ser un matrimonio o no
pueden adoptar. Defienden que les
parece bien que los homosexua-
les sean aceptados socialmente y
que se regulen estas parejas, pero
en ningún caso creen aceptable el
matrimonio entre homosexuales y
que éstos puedan adoptar. No
estoy seguro de reproducir bien su
argumentación, pero creo que va
en esta dirección:
• La homosexualidad es un
hecho, no son enfermos,
debemos aceptarlos y facili-
tarles todo aquello que resul-
te bien a sus necesidades;
pero en formatos de relación
distintos, con una nueva
figura jurídica.
FA008new 23/5/06 12:00 Página 131
• En ningún caso debemos
admitir que puedan formar
matrimonio, en igualdad de
derecho con «el verdadero
matrimonio», la alianza entre
dos personas heterosexuales.
Eso contradice la Constitución
(argumentación legal) y equi-
para relaciones distintas, que
tienen especificidad distinta
(argumentación de conteni-
do). El último argumento se
enriquece con diferentes razo-
nes concretas, que no siempre
soy capaz de seguir, ésa es la
verdad:
– Considerar que esto desna-
turaliza el matrimonio (tal
y como se ha entendido
hasta ahora).
– Violenta el significado
literal de la palabra «ma-
trimonio».
– Crea confusión y caos
social.
– Sólo en unos pocos países
se ha llegado tan lejos.
Entiendo que, planteadas así
las cosas, los profesionales pode-
mos considerar discutible cuál es
la mejor solución social. Si es el
matrimonio tal y como lo conoce-
mos u otra forma de organizar las
relaciones interpersonales.
Pero, desde el punto de vista
profesional, el matrimonio no es
una institución sagrada, sino una
institución social, sobre la que se
ha legislado a diferentes niveles,
con cambios frecuentes a lo largo
de la historia, y como tal se
trata de una institución social
discutible que podemos considerar
mantener como está, o mejorar la
legislación sobre ella, si se nos
ocurre cómo y conseguimos poner-
nos de acuerdo, etc.
Desde el punto de vista pro-
fesional, no podemos defender
una forma concreta, única, rígida,
incambiable… de matrimonio.
Sería situarnos en lo que algu-
nos psicólogos llaman «legalismo
moral»: pensar que las leyes son
sagradas, eternas, inmutables y
buenas.
Esto es insostenible históri-
ca, filosófica, antropológicamen-
te…, pues, desde el sentido
común: las leyes que regulan las
instituciones sociales han cambia-
do y seguirán cambiando a lo
largo de la historia. Su origen está
o en la imposición dictatorial de
algunos gobiernos, confesionales
131
Homosexualidad y familia
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o no, o, en el mejor de los
La regulación de las casos, en las decisiones de
parejas debe hacerse no los parlamentos, decisio-
discriminando, no nes basadas en la sobera-
minusvalorando, no poniendo nía de los pueblos, o en el
a las parejas homosexuales consenso.
en una segunda Muchos de nosotros hemos
categoría sido testigos de cambios
espectaculares con relación a la
legislación sobre el matrimonio;
por ejemplo, especialmente los
referidos a las separaciones y el
divorcio. También en este caso no
fueron pocos los que, como conse-
cuencia de estos cambios, anun-
ciaron el final del matrimonio y de
la familia.
Por lo tanto, está claro que
se ha de discutir cómo regular las
parejas, todas las parejas, nada
hay sagrado e inmutable, pero
esto debe hacerse, aquí está el
quid de la cuestión, no discrimi-
nando, no minusvalorando, no
poniendo a las parejas homose-
xuales en una segunda categoría
sospechosa. Ésta es nuestra pos-
tura profesional.
¿Podría encontrarse aquí y
ahora otra vía distinta a la del
matrimonio, sin darles la opción a
las personas homosexuales de for-
mar matrimonio, con los mismos
132
Homosexualidad y familia
derechos y deberes que las perso-
nas heterosexuales? No lo sé, no
damos una respuesta radical; pero
lo vemos difícil por varios moti-
vos:
• En primer lugar, por razones
históricas. Estamos en un pro-
ceso histórico en el que segu-
ramente sólo se hace realidad
la igualdad (real y simbólica)
si las personas homosexuales
pueden acceder al matrimonio
al igual que las heterosexua-
les. No veo fácil que otra
figura pudiera «conformar»,
«significar» y «lograr» la
igualdad de las parejas hete-
rosexuales y homosexuales en
derechos y obligaciones.
• En segundo lugar, la orienta-
ción del deseo se haría visible
por obligación (en los docu-
mentos como el Libro de fami-
lia, etc.). Esto creo que atenta
contra derechos individuales y
facilitaría posibles discrimina-
ciones, les señalaría simbóli-
camente como minoría, etc.
• En tercer lugar, pudiera inter-
pretarse, ¿es que no es lo que
pasa?, como un rechazo a la
homosexualidad, negándose a
que figuren «como nosotros
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los heterosexuales». Una espe-
cie de miedo a la contamina-
ción de una institución sólo
para heterosexuales, sagrada y
eterna, etc.
• En cuarto lugar, no nos enga-
ñemos, quienes defienden esta
postura, legítima desde el
punto de vista democrático,
entiéndase bien, es posible
que no hayan aceptado nunca
del todo la homosexualidad
como una orientación del
deseo saludable, y es muy pro-
bable que aún mantengan ele-
mentos de rechazo. Dan la
impresión de proponer esta
postura (que sí sean parejas,
pero un tipo de pareja especial
que no sea equiparable al
matrimonio), porque se ven
obligados a ceder, pero no
porque estén convencidos de
la igualdad entre personas con
diferente orientación del
deseo.
Muchos más son los que se opo-
nen a la adopción por parte de
homosexuales. Quienes rechazan
el matrimonio entre homosexua-
les, y otras muchas personas, que
se añaden en este caso, son con-
trarias a la adopción de menores
por parte de parejas homosexua-
les: No al matrimonio y no a la
adopción. En este caso, además,
se intenta justificar el no, desde
la perspectiva de los niños y
niñas: es peligroso para la infan-
cia.
Veamos estos argumentos en
los apartados siguientes, porque,
aunque estén relacionados con los
anteriores, tienen su especifici-
dad.
Cuarto tipo de argumentación
No aceptando el matrimonio entre
personas homosexuales o aun
aceptándolo, son muchas las per-
sonas, en este caso también pro-
fesionales, que rechazan como
inadecuada o peligrosa la posibili-
dad de que los homosexuales
adopten menores. ¿Cuáles son sus
argumentos concretos? Es seguro
que no vamos a reproducirlos
todos; pero sí queremos hacerlo
con los más importantes.
Uno de los argumentos más
frecuentes contra la adopción por
parte de padres homosexuales
señala que los hijos de «dos
padres» o «dos madres» tendrán
problemas en la adquisición de la
133
Homosexualidad y familia
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identidad sexual y en la identifica-
ción con el progenitor del propio
sexo. Esta postura está muy
extendida, especialmente en pro-
fesionales de orientación psicoa-
nalítica.
Según esta postura, en pri-
mer lugar, los hijos de padres
homosexuales van a tener dificul-
tades en la adquisición de su
identidad, porque o bien carecen
de un padre o madre de su propio
sexo (niño criado por dos mujeres,
niña criada por dos hombres) o
bien carecen del padre del sexo
contrario al suyo (niño con dos
padres, niña con dos madres). Esta
ausencia de la doble referencia (de
padre y de madre) podría, según
estos profesionales, dificultar el
«saberse» niño como su padre,
diferente de su madre, en unos
casos, o niña como su madre, dife-
rente de su padre.
La verdad es que si el mundo de
un niño o una niña se redu-
No es necesario un papá jera a sus padres, si nacie-
y una mamá para adquirir ra en una isla o planeta en
la identidad sexual el que sólo hubiera dos
de forma correcta hombres o dos mujeres, se
sentiría extrañado o extra-
ñada de ser diferente y ten-
dría dificultades para construir
134
Homosexualidad y familia
su identidad sexual, carecería,
entonces sí, de referencias. Pero
esto no es así en la realidad: los
niños y las niñas viven en un
mundo con hombres y mujeres,
con niños y niñas, por lo que tie-
nen muchas oportunidades de
saber que pertenecen a una cate-
goría u otra.
Respondamos a algunas pre-
guntas.
¿Es fundamental o necesario
tener un papá y una mamá para
adquirir la identidad sexual de
forma correcta? La respuesta es
«no». Veamos algunos argumentos:
• Los estudios sobre los niños y
las niñas que son criados por
padres homosexuales no han
encontrado este tipo de pro-
blemas. Estos niños y niñas
saben que son niños o niñas,
sin duda alguna, con indepen-
dencia del sexo de sus padres.
Esto es así, porque la identi-
dad sexual es un juicio mental
sobre el sexo al que se perte-
nece, a partir del conocimien-
to de que hay dos tipos o
clases de personas: hombres y
mujeres, niños y niñas. De
esta forma, si un niño es cria-
do por dos mujeres, no quiere
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decir que no sepa que él es
distinto, que es un niño, que
tiene pito, que será un hom-
bre, etc. Es seguro que el
conocimiento de otros niños y
niñas, otras mujeres y otros
hombres, le da la oportunidad
de hacer un juicio correcto.
• Pero hay otra prueba que todo
el mundo puede entender:
los hijos de madres solteras, los
que se han criado desde muy
pequeños con su madre viuda o
su padre viudo, los criados
por su abuela, los adopta-
dos por madres solteras, tam-
poco tienen un padre y una
madre, sino una sola madre o
un solo padre (a veces se crían
entre varias mujeres; por ejem-
plo, la madre y la abuela), por
lo que, si fuera correcto ese
temor, tendrían un problema
en la adquisición de la identi-
dad. Todo el mundo sabe que
esto no es cierto, porque esta
suerte de crianza la han tenido
muchos niños a lo largo de la
historia.
Los hechos demuestran que estos
planteamientos teóricos no se
corresponden con la realidad y
quienes los defienden harían bien
en pensar si el problema no esta-
rá en la teoría o prejuicio en que
se basan para hacer este tipo de
críticas.
Otra pregunta central es
ésta: puede que no tengan proble-
mas en saber que son niño o niña,
pero ¿no carecerán de modelos de
cómo son los hombres y las muje-
res?
Algunos profesionales afir-
man que el problema no es tanto
que no sepan que son niña o niño,
sino que tendrán dificultades para
adquirir el «rol» o papel de hom-
bre o mujer propio de nuestra
sociedad. Un niño criado por dos
mujeres, por ejemplo, no sabría
muy bien cómo son «los hombres»
en nuestra sociedad.
A quienes defienden este
argumento podemos responderles
que esos supuestos roles, estereo-
tipos, etc., son creaciones sociales
discutibles que, precisamente
entre nosotros, están en revisión,
porque son discriminatorios y per-
judiciales para ambos sexos. De
forma que, salvo que se quieran
defender estos roles como una
realidad social deseable e incam-
biable (el deber ser muy macho o
135
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 136
muy femenina, con lo que eso
implica), no nos parece que
Los hijos de familias tengamos nada que temer
homoparentales por el hecho de que los
son más tolerantes hijos de familias homopa-
con la diversidad rentales no tengan esos
de los roles de género modelos en la familia.
Lamentablemente, les será
muy fácil observar en otros
hombres y mujeres, en otros
niños y niñas, y también en los me-
dios de comunicación, estos estereo-
tipos, en su peor versión.
Ojalá se confirme uno de los
datos que se ha puesto de mani-
fiesto en la investigación: que los
hijos de familias homoparentales
son más tolerantes con la diversi-
dad de los roles de género. Porque
lo que es claro, es que los roles
estereotipados de hombre y de
mujer son lesivos para ambos
sexos. Y, por lo que tiene relación
con el machismo, resulta claro que
éste es una de las lacras sociales.
Aún hay otra pregunta, ésta
con más sentido, sobre el proceso
de identificación: los hijos e
hijas de familias monoparentales
¿podrán estar satisfechos con su
identidad de chico o chica, aun-
que no tengan un padre o una
madre que teniendo su misma
136
Homosexualidad y familia
identidad –de quien puedan decir:
«es hombre como yo; es mujer
como yo»– les sirva para identifi-
carse: desear ser como él o ella?
Esta pregunta, en efecto, es más
profunda y difícil de responder. En
efecto, no se trata sólo de saber-
se niño o niña, sino de sentirse
satisfecho o satisfecha siendo lo
que se es. Este proceso que no es
sólo un juicio mental (soy niño o
soy niña), sino una valoración (me
gusta ser niño o me gusta ser
niña) y un deseo de «ser como» el
adulto.
En este sentido, es probable
que pudiera verse facilitado este
proceso de identificación si se
tiene un progenitor del propio
sexo, atractivo para el menor,
que se quiere, que se valora y que
se admira: «soy un niño, un hom-
bre, como mi padre y mi padre es
maravilloso», «soy niña, una
mujer, como mi madre y mi madre
es maravillosa». Desde este punto
de vista, y no es el único, creemos
que la pareja convencional puede
facilitar este proceso.
Pero, además, son muchos
los niños y niñas que no han teni-
do esta figura (un adulto de su
sexo con el que se identifiquen) o
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que han tenido figuras poco atrac-
tivas… y no parece que conlleve
necesariamente dificultades con su
propia identidad y en otros aspec-
tos del proceso de socialización.
Por lo tanto, reconociendo
que, en este aspecto, podría ser
favorable contar con esta figura
de identificación del propio sexo,
nos parece mucho más importante
que, sea cual sea el sexo de los
padres o madres, puedan identifi-
carse con ellos en cuanto personas
valiosas y admirables. Dicho de
otra forma, necesitamos adultos
que los menores puedan valorar
positivamente, que sean modelos
atractivos en los valores humanos
fundamentales:
Mis padres o mis madres, o mi
padre y mi madre, son personas que
me quieren y quiero, son valio-
sas, me enseñan que vale la pena
vivir, trabajar, ser honesto, defender
la dignidad propia y ajena, ser
justo, defender la libertad, amar.
Es decir, creemos que lo que es
crucial es conocer adultos que
«valgan la pena», que resulten
atractivos para los menores, que
apuesten por la vida, por la vida
digna y por los vínculos afectivos.
Damos más importancia a que
estos adultos realmente Necesitamos adultos
existan y sean conocidos que los menores puedan
por los menores, menos valorar positivamente,
importancia creemos que que sean modelos atractivos
tiene su sexo. Las siguien- en los valores humanos
tes afirmaciones, serían un fundamentales
buen ejemplo de lo que deci-
mos:
Aprendí de mi madre a cuidar a las
personas, a no doblegarme ante la
injusticia, a vivir con alegría, a amar,
etc. (En boca de un varón)
Aprendí de mi padre a cuidar a las
personas, a no doblegarme ante la
injusticia, a vivir con alegría, a
amar, etc. (En boca de una mujer)
Con ello queremos decir que lo
más importante que los adultos
podemos enseñar a los hijos e
hijas poco tiene que ver con el
hecho de ser hombre o mujer.
Dicho esto, es evidente que
es bueno que los chicos y las chi-
cas encuentren adultos de su sexo
y del otro que valgan la pena, den-
tro de la familia o fuera de ella.
Por lo tanto, quienes usan el
proceso de identificación para
negarse a aceptar las parejas
homosexuales o la adopción por
137
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 138
parte de éstas, tienen que tener
en cuenta que:
• Su postura debiera llevarles a
criticar toda estructura fami-
liar en la que no haya un
padre y una madre (madres
solteras, viudas, viudos, etc.),
con lo que eso supondría en
nuestra sociedad.
• También tendrían que oponer-
se a la adopción por parte de
personas solteras.
• Tendrían que ofrecer datos
científicos que demostraran
que para socializarse es funda-
mental o imprescindible con-
tar con un padre y una madre
(datos que no existen).
Nuevamente este debate está rela-
cionado con el concepto de fami-
lia. Es verdad que la estructura
convencional (un padre y una
madre, especialmente en relacio-
nes estrechas con la familia
El núcleo extensa) es muy adecuada.
de una familia Pero no es menos verdad
es la relación entre un adulto que el núcleo esencial e
que cuida de manera eficaz imprescindible de una
a un menor y el vínculo estructura familiar que
que éste establece permite un adecuado desa-
con ese adulto rrollo es la relación entre un
adulto que cuida de manera efi-
138
Homosexualidad y familia
caz a un menor y el vínculo que
este menor establece con ese
adulto.
Por lo tanto, no parece que
sea una condición necesaria el
que los menores tengan que tener
un padre y una madre. Por lo que
no debe usarse esta argumenta-
ción para rechazar, sin más, a las
familias monoparentales.
Si el hecho de tener dos
padres o dos madres se llegara a
convertir en una influencia nociva
para el menor (cosa que puede lle-
gar a suceder), creemos que sólo
se podría deber a que en determi-
nadas sociedades le hagan la vida
imposible o difícil a este tipo de
familias. No encontramos, por lo
tanto, una razón evolutiva que
fundamente este rechazo.
Otra forma de justificar este
cuarto tipo de argumentación que
estamos debatiendo es expresar el
temor a que los padres homose-
xuales acaben teniendo hijos
homosexuales.
Ya hemos indicado que lo
mejor es afrontar este argumento
deshaciendo la raíz de este temor:
no habría nada que temer. Si
aceptamos que la homosexualidad
es una orientación compatible con
FA008new 23/5/06 12:00 Página 139
la salud, si decimos aceptar a los
homosexuales, ¿cómo se nos ocu-
rre aceptar este argumento?
Por lo demás, ya sabemos que
desconocemos cuál es el origen de
la orientación del deseo, por lo
que no hay ninguna razón para
esperar que esto ocurra. Tener
padres homosexuales, haber tenido
conductas homosexuales en juegos
adolescentes, haber sufrido abusos
sexuales por parte de un adulto del
propio sexo, etc., no está relacio-
nado con la orientación del deseo
que se acaba teniendo. Éstos son
algunos datos que demuestran que
ese temor es infundado.
Una forma más de fundamen-
tar este cuarto tipo de argumenta-
ción es recurrir a todos aquellos
temores sobre supuestas dificulta-
des emocionales o sociales de los
hijos de familias homoparentales.
Los estudios realizados hasta
ahora parecen haber demostrado
que también estos temores están
infundados.
Aunque muchos de estos
estudios no se han hecho sobre un
número suficiente de sujetos
(pocos casos estudiados) o sobre
grupos de hijos de familias homo-
parentales que sean representati-
vos de todo este colectivo… sí
podemos decir que es posi-
ble desarrollarse bien emo- Es posible desarrollarse
cional y socialmente en bien emocional
una familia homoparental. y socialmente en una familia
Es verdad que no homoparental
siempre esta investigación
se hace sin prejuicios en uno
u otro sentido, pero aun así, los
datos son tranquilizantes: a partir
de ellos no podemos justificar el
que los homosexuales no puedan
tener o adoptar hijos.
Los estudios parecen indicar
que los menores criados por
familias con padres o madres
homosexuales tienen un desarro-
llo emocional y social semejante
al resto de la población. Por lo
tanto, si es así en los casos estu-
diados (sean más o menos repre-
sentativos), es que es posible
una adecuada socialización de
estos menores, y no es inherente
a esta estructura familiar provo-
car daños emocionales y sociales
importantes.
Quinto tipo de argumentación
Queremos salir al paso de un tipo
de planteamiento también exten-
dido entre profesionales. Se puede
resumir así: aceptamos que sean
139
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 140
pareja y que tengan hijos, pero no
que adopten niños.
Este planteamiento se justi-
ficaría más o menos así: tienen
hijos por unos motivos u otros,
aceptemos este hecho; pero la
adopción es un proceso más exi-
gente y los homosexuales no
deben tener este derecho.
El origen de este argumento
es una supuesta similitud con
otros casos: también aceptamos
que otras personas tengan hijos,
pero no que adopten.
Este argumento es inacepta-
ble, porque confunde deficiencias,
carencias y problemas que puedan
tener algunas de las personas y
parejas que solicitan adoptar y que
no pasan las «pruebas de idonei-
dad» (realizadas por los profesio-
nales para valorar si serán
buenos cuidadores de los hijos
que pretenden adoptar), con el
hecho de ser homosexual: si defi-
nimos la homosexualidad, en sí
misma, como una condición que
impide superar las pruebas de
idoneidad para adoptar, estamos
diciendo que los homosexuales
no deberían tener hijos por el
hecho de serlo. La descalifica-
ción produciría una negación de
140
Homosexualidad y familia
su capacidad, no basada en unas
u otras deficiencias, sino en el
hecho de ser homosexuales,
cuando a nadie se le descalifica
por cosas como ser heterosexual,
ser soltero, etc.
Una cosa es que, como es
evidente, pueda haber homose-
xuales a los que no se les deban
dar menores en adopción, porque
no son idóneos por una u otra
razón (como el resto de la pobla-
ción); por ejemplo, si sufren
importantes desequilibrios menta-
les, y otra cosa es que no se les
den «porque son homosexuales».
Esta descalificación significaría
que tendríamos que hacer lo posi-
ble y lo imposible por evitar que
las personas homosexuales pudie-
ran hacerse cargo de hijos por
cualquier vía.
Sexto tipo de argumentación
Que las personas homosexuales
sean las últimas, que sólo puedan
adoptar si no hay personas hetero-
sexuales dispuestas a hacerlo.
Según este argumento, puede
aceptarse que adopten, pero siem-
pre después de las personas hete-
rosexuales.
FA008new 23/5/06 12:00 Página 141
Esta postergación, en razón
de la orientación del deseo, tam-
bién nos parece inaceptable, por-
que es una deslegitimación de un
derecho y una atribución de defi-
ciencia por el mero hecho de ser
homosexuales.
Una cosa es que, en un
determinado caso, una pareja
homosexual concreta tenga más
dificultades profesionalmente eva-
luables para cuidar a un menor
que solicita adoptar y otra cosa
es que se suponga que siempre es
así. Porque no es verdad.
Los profesionales deberán
tener en cuenta el bienestar del
menor y objetivar las razones en
que se basa su decisión. No cree-
mos que una objetivación concre-
ta sea el decir: «es que son
homosexuales».
Por lo tanto, como resumen
de esta discusión, nos hacemos la
pregunta: ¿pueden los niños y
niñas desarrollarse de manera ade-
cuada como hijos de una persona
o pareja homosexual?
La investigación de que dis-
ponemos nos lleva a responder de
forma favorable.
Es verdad que la investiga-
ción en este campo no es mucha y
tiene limitaciones, entre ellas, con
alguna frecuencia, el deseo de los
propios investigadores de llegar a
unas conclusiones y no a otras.
Pero creemos que hay la sufi-
ciente investigación como para
sentirnos tranquilos. No hay prue-
bas, desde luego, para defender
que el pronóstico sobre estos
hijos e hijas sea necesariamente
malo, ni peor que el del resto de
la población. Al contrario, es
razonable pensar que si tienen
algunas dificultades específicas,
éstas pueden prevenirse y com-
pensarse.
Si en estudios con hijos de
familias con padres y madres
homosexuales no se han encontra-
do graves dificultades y proble-
mas, es seguro que, si estos
padres y madres pasan el filtro de
la adopción, sus hijos tendrán,
con seguridad, menos riesgos que
los que tienen por otras vías.
¿Por qué hacemos este razo-
namiento? Porque los filtros de un
proceso de adopción, al menos en
países como el nuestro, conllevan
un control sobre lo que podríamos
llamar padres y madres con claros
factores de riesgo. Por eso, toma-
dos en su conjunto, los padres
141
Homosexualidad y familia
FA008new 26/5/06 12:47 Página 142
adoptivos son mejores que otros
muchos padres de la población (no
decimos que todos, ni mucho
menos), los cuales, como es sabi-
do, toman la decisión de tener
hijos sin ningún control.
Razones a favor de
la posibilidad de adopción
por parte de personas
homosexuales
No parece, por lo tanto, que haya
argumentos sólidos en contra de
la posibilidad de que las personas
homosexuales adopten hijos. ¿Los
hay a favor?
Creemos que sí, aunque no
sería necesario darlos, puesto
que se entiende que, si no hay
razones para impedirlo, se les
debe conceder este derecho.
Pero nos parece útil indicar
algunos argumentos positivos.
En primer lugar, hay muchos
niños que necesitan ser cuidados:
abandonados a su suerte en los
mal llamados tercer y cuarto
mundo, niños y niñas sin padres
tutelados por los estados, enfer-
mos que no encuentran padres que
les quieran cuidar, niños minusvá-
lidos, etc. Es una buena noticia
que este colectivo, como ocurrió
142
Homosexualidad y familia
antes con el de los solteros, quie-
ra cuidar menores. Todos debemos
felicitarnos por ello. Como en los
otros casos, tendrán que pasar
controles de idoneidad, pero es
bueno que la infancia pueda con-
tar también con estas personas
para cuidarles.
En segundo lugar, las funcio-
nes de las figuras de apego las
pueden ejercer con eficacia, sin
ninguna duda: ser figuras adecua-
das de apego (aceptación incondi-
cional, afecto, cuidados eficaces y
estima), ayudar a los hijos a abrir-
se a los demás y establecer rela-
ciones de amistad y cooperación
con los iguales, etc. Los menores
necesitan adultos que los cuiden,
no necesariamente un papá y una
mamá, por más que este tipo de
pareja pueda funcionar muy bien
como núcleo familiar.
En tercer lugar, sólo así esta-
mos llegando a la integración y
normalización de las familias
homoparentales. Si no pudieran
adoptar, estarían bajo sospecha; y
los menores que de hecho están
dentro de estas familias serían con-
siderados un error.
En cuarto lugar, los hombres
y las mujeres homosexuales podrían
FA008new 23/5/06 12:00 Página 143
aceptarse mejor en cuanto tales y
desarrollar sus posibles deseos de
paternidad o maternidad, de dar
vida o cuidar la vida de menores
que les necesiten. También ellos
podrían tener la «vocación»/
«decisión» de apostar por unos
hijos o hijas, como apuesta vital
llena de sentido. Ésta es segura-
mente la apuesta más humana,
¿por qué impedírsela?
Me hace ilusión, me siento muy
motivado para dedicar mis esfuer-
zos, lo mejor de mí mismo…, a cui-
dar a un niño o una niña.
Las dificultades especiales
dentro de familias con
padres homosexuales
¿Son esperables dificultades
especiales tanto en los padres
homosexuales como en los hijos
de estas familias? Nuestra res-
puesta, también en este caso, es
afirmativa.
Aceptar y defender este tipo de
familias, incluso la adopción dentro
de ellas, no significa que no deba-
mos estar atentos a posibles difi-
cultades específicas.
Otras familias también sue-
len tener dificultades específicas
(madres solteras, madres viudas,
padres viudos, solteras adoptan-
tes, padres separados, padres
divorciados, familias reconstitui-
das, etc.), por lo que no se trata
de descalificar a las familias
homosexuales por este camino,
sino de ser realistas y saber en
qué sociedad estamos y qué histo-
ria han tenido muchas personas
homosexuales hoy adultas.
El listado de posibles dificul-
tades que vamos a presentar no
significa que se den en todos los
casos y mucho menos que no sean
evitables. De lo que se trata es de
conocerlas, prevenirlas y superar-
las, si se llegaran a producir.
¿De dónde, pues, pueden
venir estas dificultades?
La biografía de algunas personas
homosexuales
Una primera fuente de posibles
dificultades está en la biografía de
algunas personas homosexuales:
han sufrido, han tenido problemas
y sus heridas no han sido bien res-
tauradas.
La investigación sobre este
campo ha puesto de manifiesto
que ciertos problemas como la
ansiedad, depresión, tendencia al
suicidio, anorexia, etc., son más
143
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 144
frecuentes en esta minoría. Esto
no quiere decir que estos proble-
mas estén generalizados en este
colectivo, simplemente que se
dan con más frecuencia.
Junto a este hecho, en las
tesis dirigidas sobre el tema, nos-
otros mismos hemos podido
demostrar que el proceso de acep-
tación de la homosexualidad
puede ser costoso, largo y no
siempre sin secuelas.
Todo parece indicar que estos
dos hechos (mayores dificultades
en el proceso de socialización
sexual y más problemas de salud
mental) tienen su origen en el
rechazo social, que les hace más
difícil aceptarse y vivir con nor-
malidad en la sociedad. En algu-
nos casos esto mismo les lleva a
tener también un estilo de vida de
mayor riesgo.
Refiriéndonos más en concre-
to a las dificultades que se
pueden derivar del propio
Para reconocerse y proceso evolutivo de los
aceptarse como homosexual, padres o madres homose-
se requiere un proceso, xuales, aunque tampoco
casi siempre doloroso, está presente en todos los
que hay que hacer casos, la especificidad de
esta dificultad está en la ela-
boración que los propios padres y
144
Homosexualidad y familia
madres hayan hecho, a lo largo de
su vida, de su homosexualidad y
de su posible asunción como
padres y madres.
En efecto, para reconocerse
y aceptarse como homosexual,
se requiere un proceso, casi siem-
pre doloroso, que hay que hacer.
Como resultado de este proceso,
si se hace de forma favorable,
una persona puede ser especial-
mente valiosa y madura, pero, si
no se resuelven bien estas difi-
cultades, algunos aspectos de su
desarrollo pueden quedar amena-
zados. Parece que la población
homosexual, de hecho, tiene más
problemas de salud mental que el
resto de la población. Hoy sabe-
mos que estas dificultades y pro-
blemas no son inherentes al
hecho de ser homosexual, sino a
las causas antes señaladas. Pero,
es lo que tratamos de decir
ahora, sean cuales sean las cau-
sas, puede ocurrir que los efectos
se lleguen a convertir en una
dificultad para ejercer la paterni-
dad y la maternidad. Por cierto,
esto también puede ocurrir en
otras historias vitales cuando,
por una u otra razón, se han
sufrido mucho.
FA008new 23/5/06 12:00 Página 145
No estamos diciendo que
quienes hayan sufrido no puedan
ser buenos padres o madres, sino
que, si han elaborado bien sus
problemas, pueden serlo mejor;
pero también señalamos que, en
algunos casos, estos sufrimientos
pueden haber dejado huellas que
dificulten el ejercicio de la pater-
nidad o la maternidad.
Naturalmente esta dificultad
no está presente en la mayor parte
del colectivo de homosexuales,
pero sí parece que lo está en un
grado mayor que entre las perso-
nas heterosexuales.
En este sentido, comprende-
mos que exista un doble discurso,
hecho por quienes creen defender a
las personas homosexuales o por
los propios homosexuales, pero hay
que reconocer que, visto desde el
punto de vista de la infancia, este
doble discurso es contradictorio y
tiene implicaciones especiales:
Querido Félix:
Yo he sido alumna tuya. Todavía recuerdo tus clases. Todas, pero especial-
mente las de apego y las de sexualidad. Ahora formo pareja con otra chica, por-
que somos lesbianas. Ya llevamos juntas cinco años y, por lo que se refiere a
• Discurso a): «En esta sociedad
estamos muy mal, yo lo he
pasado muy mal, he tenido
muy malas relaciones con mis
padres, nos hacen sufrir
mucho, etc.».
• Discurso b): «No pasa nada,
no hay nada que temer, no hay
que hablar de dificultades
específicas para cuidar hijos».
Nosotros creemos que es necesaria
la coherencia y reconocer que
pasan muchas cosas, también
indeseables, que pueden habernos
pasado factura. Reconocer los pro-
blemas, es el primer paso para
afrontarlos bien. Numerosas perso-
nas homosexuales son muy cons-
cientes de lo que decimos.
Veamos un ejemplo: a con-
tinuación reproducimos una carta
que me escribieron hace dos
años dos lesbianas que forman
pareja.
145
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 146

nuestra vida personal, todo nos va muy bien. En cuanto a nuestras familias,
nuestros padres nos soportan y mi madre, aunque no la de ella, nos acepta bas-
tante bien.
Te escribo porque dudamos si sería conveniente tener un hijo o hija por
reproducción asistida (ella, yo o las dos). Ya lo hemos preguntado y sería posi-
ble. Naturalmente vamos por separado, como mujeres solteras y no decimos
nada del lesbianismo.
Adoptar sería otra posibilidad teórica, claro, tendría que ser adoptar como
mujer soltera.
Pero nos han entrado dudas sobre si nuestros hijos o hijas sufrirán por el
rechazo social, si conseguiremos que los abuelos los acepten bien, etc. Y, sobre
todo, mi compañera, dice que, con la mala experiencia familiar que ella ha teni-
do, no sabe si está preparada para ser madre, le da miedo, teme no hacerlo
bien. Es una tía muy valiosa, yo la quiero un montón y nos va muy bien, pero
tiene periodos de mucha ansiedad, cree que sus padres no aceptarán que ten-
gamos hijos.
Queremos ir a hablar contigo...

Estos miedos son lógicos, están serlo, no les inhabilitan para

llenos de sentido común. Natu-
ralmente no les inhabilitan, al
menos en este caso. Pero puede
haber personas homosexuales
(también heterosexuales, por otros
motivos o dificultades concretas)
que, si se conocen a sí mismas y
son responsables, debieran pensar-
se dos veces el tener hijos.
Pero como estos problemas
no se dan en todos los homose-
xuales y, sobre todo, como no tie-
nen nada que ver con el hecho de
tener o adoptar hijos. Lo que sí
es razonable es que, como en el
caso del resto de la población,
deben:
• Ser responsables y decidir
tener hijos, pero sólo cuando
puedan ejercer la paternidad o
maternidad con eficacia.
• Los profesionales deben decla-
rarles idóneos para la adop-
ción, cuando cumplan las
condiciones previstas en cada
sociedad.

146
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 147
Veamos con mayor detalle estos
criterios.
En efecto, esto quiere decir,
en primer lugar, que las personas
homosexuales, ellas mismas, de-
ben ser responsables (por cierto,
como el resto de la población,
pero en este caso, también de
forma específica, de acuerdo con
su biografía sexual y su propia
evolución) y tener hijos o solici-
tar la adopción de estos hijos
cuando consideren que están sufi-
cientemente asentadas emocional
y socialmente.
Tener hijos y cuidarlos es la
mayor responsabilidad que un ser
humano puede adquirir. Debe
tomarse con responsabilidad y,
cuando es posible evaluar a los
padres y madres, como es el caso
de la adopción, debe exigírseles
idoneidad.
Los hijos deben tenerse no
para solucionar carencias o proble-
mas propios, ni tampoco con el fin
de demostrar que se han adquirido
unos derechos, sino para dar vida y
cuidar a los niños o niñas, para
que ellos estén bien, sean felices y
se desarrollen adecuadamente.
Las preguntas que hay que
hacerse no son: ¿Tengo derecho a
tener un hijo, puedo tener un Las personas
hijo, viviré mejor con un homosexuales deben
hijo, etc.? ser responsables y tener
En definitiva, los hijos o solicitar la adopción
hijos no se tienen para cuando consideren
solucionar los problemas, ni que están asentadas
para instrumentalizarlos con emocional
otros fines, sino para cuidarlos y socialmente
y apoyarlos incondicionalmente en
su propio proyecto de vida.
Las preguntas adecuadas
son:
• ¿Un hijo se desarrollará bien
conmigo o con nosotros?
• ¿Estoy dispuesto a cuidar a
una persona para que ella
tenga su propia vida, sus pro-
pios proyectos, sus propios
fines?
Preguntas que debe hacerse toda
la población, pero en este caso,
especialmente, las personas ho-
mosexuales, que no deben confun-
dir su lucha legítima en defensa
de sus derechos (de ellas se des-
prende un derecho, pero no la
decisión concreta de tener o adop-
tar hijos) con las razones que pue-
dan llevarles (una respuesta posi-
tiva a las últimas preguntas plan-
teadas), legítimamente, a tener y
cuidar hijos.
147
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 148

Razones inadecuadas para decidir tener o adoptar hijos

1.Es que tengo derecho a tener hijos como los demás.

2.De esta forma ejercito un derecho.
3.De esta forma demuestro que tenemos derecho.
4.Necesito tener hijos para dar sentido a mi vida.
5.Yo creo que si tengo hijos estaré mejor afectivamente.
6.Nuestra pareja estará mejor si tenemos hijos.

Razones adecuadas para decidir tener o adoptar hijos

1.Puedo o podemos (la pareja) ofrecerle condiciones adecuadas a un niño o niña para que se desarrolle bien. Tengo
o tenemos equilibrio emocional, recursos, disponibilidad, etc.
2.Creo que vale la pena dar vida a otras personas y cuidarlas.
3.Quiero ayudar a otra persona a desarrollarse bien, que tenga su vida y sea feliz.

La familia extensa por la gran movilidad de la

Una segunda fuente de dificultad
específica puede tener su origen
en la familia extensa.
Como es sabido, más abajo
insistiremos en ello desde una
perspectiva positiva, la familia
extensa (los abuelos, los tíos, los
primos, etc.) juega un rol muy
importante en la socialización de
los menores.
Es verdad que en la actuali-
dad son muchos los niños que
tienen poco contacto con los
abuelos, los tíos y los primos,
población y el estilo de vida en
las grandes ciudades. Ésta es una
carencia bastante extendida
(sean los padres heterosexuales u
homosexuales).
Pero a lo que nos referimos
en este apartado es que siendo
deseable este contacto, en el
caso de las familias homoparenta-
les, los hijos pueden encontrarse
con una dificultad añadida: el
rechazo o la inseguridad en la
aceptación por parte de sus abue-
los, tíos, primos, etc.

148
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 149
Naturalmente que este recha-
zo y esta inseguridad están injus-
tificadas; pero ello no significa
que no puedan ser una realidad.
Los abuelos pertenecen a una
generación en la que no se acepta-
ba la homosexualidad y, en algunos
casos, puede ser que ellos no
hayan cambiado o que les sea difí-
cil realizar este cambio. Los tíos y
primos son más jóvenes, pero per-
tenecen a una sociedad en la que
la homosexualidad sigue siendo
mal aceptada por muchas personas.
Esta dificultad específica no
es muy remota, máxime cuando es-
tamos en una sociedad aún muy
divida sobre este tema y en la
que instituciones muy poderosas
siguen diciéndole a sus fieles y al
resto de la sociedad que es muy
grave permitir los matrimonios
homosexuales y que éstos tengan
o adopten hijos.
Por ello, hay que hacer lo
posible por prevenir esta dificul-
tad o por afrontarla con eficacia,
ayudando a estas familias, para
que abandonen su ignorancia y su
homofobia. Hablaremos de ello más
abajo.
Siempre existe la posibilidad
de prescindir de la familia exten-
sa; pero esto es especialmente En las
costoso en este caso en el familias homo-
que, como indicaremos, parentales, los hijos pueden
ésta es aún más necesaria. tener una dificultad añadida:
el rechazo o la inseguridad
El cambio de orientación en la aceptación por parte
del deseo de uno de los de sus abuelos, tíos,
progenitores primos, etc.
Especialmente difícil puede ser
manejar situaciones en las que los
niños tengan un padre o una
madre heterosexual (en su familia
de origen) y vivan ahora en una
familia homoparental (con padres
homosexuales, porque su padre o
su madre han hecho un cambio de
orientación del deseo y de pareja).
Mi madre ahora es lesbiana y forma
pareja con otra mujer. Yo vivo con
ellas muy bien. Pero mi padre (el que
estuvo casado con mi madre) no lo
acepta y mete mucha cizaña. Me dice
que me tiene que salvar de sus malas
influencias.
Explicarle esta diversidad y, sobre
todo, encontrar el apoyo y la cola-
boración del padre o madre hete-
rosexual no siempre es fácil,
porque a los problemas mal solu-
cionados de la separación también
se puede unir la homofobia.
Estos padres o madres heterose-
149
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 150
xuales pueden estar tentados a
usar el poder del rechazo social de
la homosexualidad contra su ex
pareja, colocando al menor ante
graves dificultades especiales al
someterle a una doble presión,
con versiones muy diferentes
sobre la homosexualidad.
Tampoco esto debiera suce-
der, pero no es menos verdad que
en esa instrumentalización de los
hijos contra su ex pareja, que
muchos padres hacen al separarse,
la homofobia social puede ser un
aliado diabólico de un padre o una
madre irresponsable y cruel.
Incluso es posible que ante
determinados jueces pueda llegar a
utilizarse, de forma explícita o implí-
cita, la homosexualidad del padre o
de la madre para conseguir que no se
permita el contacto de los hijos con
el padre o madre homosexual.
Por lo tanto, en los casos que
se vayan a producir estos cambios,
es necesario prevenir este uso per-
verso de la homofobia y hacer ver a
los padres que instrumentalizar a los
hijos en una disputa de pareja es
una de las mayores miserias huma-
nas. Recurrir a la homofobia como
arma en este tipo de disputas, no
hace sino aumentar dicha miseria.
150
Homosexualidad y familia
Los jueces y abogados tienen
la responsabilidad de no alentar ni
permitir que se use la homofobia
como arma contra los hijos o la ex
pareja. Y los padres la obligación
de buscar ayuda terapéutica si no
controlan estas pulsiones misera-
bles que les llevan a destruir a los
demás y a sí mismos, perdiendo,
por el camino, la dignidad.
Los amigos, los vecinos...
Otra dificultad puede provenir de
los amigos, los vecinos, los niños
y niñas del vecindario o los hijos
de los amigos.
Aunque el significado sea
menor y los efectos más fáciles de
contrarrestar que en los casos
anteriormente comentados, los
padres y madres homosexuales y
sus hijos se relacionan con perso-
nas que son próximas por uno u
otro motivo.
Cabe esperar que la red de
amigos y amigas de los padres se
haya formado conociendo la orien-
tación del deseo de los padres y
que, por lo tanto, si son verdade-
ros amigos o amigas, sean un
apoyo y no un problema. En este
caso, esta red es un recurso mara-
villoso para los padres y sus hijos.
FA008new 23/5/06 12:00 Página 151
Pero pueden darse dos tipos de
dificultades:
• Que los amigos, a pesar de todo,
no vean del todo claro que
tengan o adopten hijos, con lo
que las relaciones se tornarán
difíciles o hipócritas.
• Que todos los amigos y amigas
sean homosexuales, con quie-
nes se les ofrece a los hijos un
círculo de amistades que, con
alguna frecuencia, supone
estilos de vida «separados»
del resto de la población. Esta
manera de organizarse la vida
es comprensible, en cuanto
reacción de defensa, pero
puede provocar que el menor
viva en un «gueto» especial,
que dificulte su integración
social posterior.
Los vecinos y los hijos de los veci-
nos, salvo en las grandes ciuda-
des, siguen teniendo un rol impor-
tante en la socialización de la
infancia. Se comparte escalera,
bajos del edificio, calle, jardín,
etc. Entre ellos pueden encontrar-
se personas homofóbicas que
rechacen el contacto con estas
familias y sus hijos, o que expre-
sen recelos de uno u otro tipo.
Este rechazo ha llevado a las
personas homosexuales, especial-
mente en algunos países, a buscar
refugio social en barrios especia-
les en los que hay muchas perso-
nas homosexuales. Comprendemos
esta reacción, pero no están en el
buen camino. Los hijos de padres
homoparentales es mejor que
estén con otros niños de diferen-
tes familias, salvo que el grado de
hostilidad sea muy grande.
Por esta razón es bueno
hacer un trabajo comunitario que
asegure a estas familias y a sus
hijos relaciones normalizadas en
una comunidad diversa.
La escuela
La escuela, claro está, es una ins-
titución fundamental para el tema
que nos ocupa.
Puede ser un lugar regido por
la homofobia de los padres de los
alumnos, la homofobia de los pro-
fesores, la homofobia de los alum-
nos y la homofobia de los
contenidos, actitudes y prácticas
educativas. En este caso la escue-
la se convierte en claro factor de
riesgo para la socialización de los
menores que pertenecen a familias
homoparentales. Por supuesto,
151
Homosexualidad y familia
FA008new 26/5/06 12:47 Página 152
también para los adolescentes
homosexuales.
Las formas e intensidad que
puede revestir la homofobia son
muy diversas, pudiendo llegar a
ser un gravísimo riesgo. Bien
lamentables son los casos, reales,
de padres que tienen que llegar a
cambiar los hijos de colegio.
Rechazar a estas familias y a sus
hijos cuando solicitan ir a ese
colegio concreto, ponerles dificul-
tades especiales, presentar como
normal o ideal el modelo único de
la familia convencional, pedirles a
los padres que oculten su orienta-
ción del deseo y que no vayan jun-
tos o juntas como padres o madres
a las reuniones, no hacer educa-
ción sexual en la que se trabaje
este tema con normalidad, discri-
minar a estas familias o a sus
hijos de una u otra forma, mofar-
se, insultarlos, agredirlos o permi-
tir que estas cosas sucedan,
La escuela debe ser están entre las muchas
un factor de protección manifestaciones posibles
para los padres de la homofobia.
y madres homosexuales ¿Controlaremos la ho-
y sus hijos, y para los hijos mofobia en la escuela
homosexuales pública? Deberíamos hacer-
lo. ¿Puede un estado no con-
fesional, pero que, a la vez, paga
152
Homosexualidad y familia
la enseñanza privada, consentir la
homofobia en la escuela privada?
La homofobia es inaceptable en la
escuela pública y en la privada
porque atenta contra derechos
individuales básicos. Pero lamen-
tablemente creemos que el gobier-
no no está en condiciones de
evitar estos riesgos.
La escuela puede y debe ser
una institución que funcione de
manera tan adecuada que sea para
estos padres y madres homosexua-
les y sus hijos, así como para los
hijos homosexuales, un apoyo y
un factor de protección: aceptan-
do de buen grado y de forma explí-
cita los distintos tipos de familia,
incluyendo, en los contenidos de
educación sexual, un afrontamien-
to adecuado de la homosexuali-
dad, favoreciendo la tolerancia de
la diversidad, también de la
diversidad en la orientación del
deseo, previniendo las actitudes
y conductas de rechazo de la
homosexualidad, criticando y per-
siguiendo las manifestaciones
homofóbicas. Que la escuela sea
un lugar donde los menores homo-
sexuales o los hijos de familias con
padres o madres homosexuales se
sientan aceptados, comprendidos,
FA008new 23/5/06 12:00 Página 153
apoyados y queridos, como una
diversidad más.
Lamentablemente estamos
lejos de esta realidad deseable.
Tomemos conciencia, sólo para
señalar una fuente de conflictos,
de que en todas las escuelas hay
clase de religión en la que, si se
sigue la doctrina oficial, estas
familias son «deslegitimadas» y
consideradas «pecadoras». Es ver-
dad que bastantes profesores de
religión tienen posturas hetero-
doxas en este aspecto y que algu-
nos apoyan decididamente a las
personas homosexuales en el sen-
tido que aquí lo hacemos. Pero
otros muchos, hacen lo contrario
y, en el mejor de los casos,
fomentan la «compasión» con
quienes tienen «este problema
homosexual». A nosotros nos
parece que esta situación concre-
ta, la de la enseñanza de una reli-
gión, que no acepta los derechos
de los homosexuales y que de
forma explícita o implícita «des-
legitima» estos tipos de familia,
plantea un grave problema dentro
de la escuela, en un país no con-
fesional. Porque en este caso, no
se trata, como en otros, de desa-
consejar o considerar «pecado»
ciertas conductas individuales
(por ejemplo, las relaciones pre-
matrimoniales o entre solteros),
sino la «deslegitimación moral»
de una institución social (las
parejas homosexuales y las fami-
lias homoparentales) reconocidas
por la sociedad a través de sus
representantes, en una institu-
ción pública y en una sociedad no
confesional.
Es decir, si ya es doloroso y
lesivo para los homosexuales que
se haga «cuando se predica» en la
iglesia o en la calle; nos parece
inaceptable que, además, pueda
hacerse en la escuela.
Sabemos que es un problema
difícil de resolver y que no
podemos pretender hacerlo
impidiendo que la Iglesia predi-
que su doctrina; pero ¿no tiene
esto algunos límites dentro de la
escuela y en un país no confesio-
nal? Se nos dirá que a clase de
religión sólo van los hijos de los
padres que quieren; pero ¿con
esta doctrina estos niños y niñas
educados así, podrían ser tole-
rantes con los homosexuales, las
familias homoparentales y sus
hijos, si resultaran ser homose-
xuales? Seguro que no.
153
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 154
Con esta polémica que sabe-
mos difícil de resolver, queremos
señalar las dificultades que pue-
den encontrar las familias homo-
parentales y sus hijos en la
sociedad y aun dentro de una
escuela.
Creemos que esta reflexión
debemos hacérnosla todos: el
gobierno, los partidos que han
sacado adelante el derecho de los
homosexuales a formar estas fami-
lias, la oposición y la propia
Iglesia. La pregunta es: ¿cómo
hacer, sin perder el derecho a la
libertad de expresión y a la liber-
tad religiosa, para no hacer difícil
la vida de los menores homose-
xuales o que viven en familias
homoparentales?; porque lo que
es indudable es que estos menores
no deberían sufrir las consecuen-
cias de una polémica, de una
sociedad dividida.
La sociedad y los medios
de comunicación
La sociedad en general, sus
manifestaciones culturales y, en
particular, los medios de comu-
nicación pueden generar dificul-
tades a estas familias y a sus
hijos.
154
Homosexualidad y familia
La sociedad hoy es muy
diversa y rica, por lo que es difícil
hacer comentarios generales. En
ella se pueden encontrar mani-
festaciones homofóbicas, pero
también personas, productos
culturales, programas que aceptan
bien la homosexualidad, incluso
que la defienden abiertamente.
En este sentido, las cosas
han cambiado mucho y parece que
van a seguir cambiando en la
buena dirección.
Pero por el momento este
debate, y los rechazos que conlle-
va, es indudable que provoca una
grave dificultad social, que las
personas homosexuales conocen
muy bien, porque la han sufrido.
Claro que la situación es muy
diferente en unos y otros contex-
tos, desde los que aceptan a los
homosexuales y a este tipo de
familias, a los que son abierta-
mente beligerantes y homofóbi-
cos.
Como profesionales dedica-
dos a trabajar con la infancia,
pedimos a todo el mundo, espe-
cialmente a los conservadores y a
la Iglesia que, por favor, en lo
que dicen y hacen, piensen en el
bienestar de los hijos que viven
FA008new 23/5/06 12:00 Página 155
ya en este tipo de familias.
Porque estas familias hoy por hoy:
• No tienen nombre.
• Son las menos conocidas.
• Son menos aceptadas.
• Carecen de reconocimiento
social.
• No figuran en las estadísticas.
• No figuran en los manuales.
• No sabemos muy bien su
número.
• Son objeto de polémica, inclu-
so desde instancias que para
muchas personas tienen gran
influencia moral.
Mi madre es muy creyente, hasta
beata, y me preocupa mucho porque
no va a aceptar que me case con mi
compañero. Y que adoptemos hijos,
bueno, sería una tragedia para ella.
Mi hijo tiene nueve años, le tienen
por amanerado, sólo amanerado
[...] y le hacen la vida imposible en
el colegio.
No se puede desdeñar esta dificul-
tad, en una sociedad en la que
instituciones muy significativas y
determinadas fuerzas conservado-
ras no aceptan estos hechos y
anuncian graves consecuencias.
Ser homosexual no es una buena
noticia, ni una noticia neutra en
nuestra sociedad, es, de entrada,
una mala noticia para la mayoría
de padres de hijos homosexuales y
una dramática noticia inicial para
la mayoría de adolescentes que
toman conciencia de su homose-
xualidad.
Nos preocupa, en el sentido
que hemos indicado en el aparta-
do anterior, las manifestaciones
homofóbicas aún presentes en el
mundo laboral, en los productos
culturales, en los medios, etc.;
pero nos preocupa también el
debate social sobre este tipo de
familias.
La división de los partidos en
este tema, el interés que para
todos ellos tienen electoralmente
las personas homosexuales, la ins-
trumentalización de este debate
con otros fines, es claramente pre-
ocupante. Seguramente es El interés
inevitable; pero no estaría que para los partidos
mal que todos pensarán tienen electoralmente
que detrás de estas polé- las personas homosexuales,
micas hay personas, tam- la instrumentalización
bién menores, que de este debate con otros
merecen un esfuerzo para fines, es claramente
que sus opciones no se con- preocupante
viertan en un debate nacional
155
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 156
inacabable. Deberíamos encontrar
una solución, deberíamos poder
decirles a estos niños que hace-
mos lo posible para que no se
sientan instrumentalizados y
dañados por una lucha entre posi-
ciones adultas, que les ponen en
dificultad. La verdad es que soña-
mos con un día en que este tema,
como ha ocurrido con otros, deje
de ser de derechas o de izquierdas.
Por cierto, derechas e izquierdas
han cometido durante siglos y
décadas graves errores en este
asunto.
En cierta medida, si se nos
permite una analogía forzada, en
este tema los partidos nos recuer-
dan a las parejas que se separan
disputándose a los hijos: «me
quiero quedar con estos electores»
o «mantengo esta postura para no
perder otros electores». Sería éste
el paralelismo político que con
seguridad no gustará a unos y
otros.
Esta crítica no es gratuita. El
debate social, tal como se ha
planteado, es un factor de riesgo
social para las personas homose-
xuales y para las familias homopa-
rentales, especialmente para que
sus hijos puedan ser bien acepta-
156
Homosexualidad y familia
dos en la vecindad, la escuela y la
sociedad.
El lector de este libro tendrá
claro que nuestra propuesta profe-
sional coincide en los objetivos
finales con la propuesta que ha
hecho el gobierno español en el
año 2005 por vía legislativa; pero
esto no quiere decir que, al menos
en teoría, no hubiera otras alter-
nativas, y, sobre todo, que el pro-
ceso no pudiera hacerse mejor. El
golpe de efecto legal y el debate
encarnizado tal vez pudo haberse
hecho de otra manera. En todo
caso, en cuanto profesionales, no
nos corresponde pontificar en
política, y vaya por delante que le
concedemos al lector y a los parti-
dos, cómo no, el mismo derecho a
tener una opinión y una postura
diferente a la que nosotros poda-
mos defender.
Sirvan estos comentarios
profesionales para fomentar en
todos los poderes públicos una
reflexión: ¿podríamos racionalizar
este debate y buscar alguna solu-
ción que no nos lleve a instru-
mentalizarlo con otros fines que
no sean la preocupación por el
bienestar de los homosexuales y
sus hijos? Es lo mismo que le deci-
FA008new 23/5/06 12:00 Página 157
mos a las parejas que se hacen la
vida lo más difícil posible, ponien-
do de por medio a sus hijos. El
ejemplo es forzado, pero espero que
sirva para entender lo que queremos
decir.
La evolución de niños y niñas
Hay otras posibles dificultades
que, al menos en nuestra socie-
dad, tal y como es, podríamos
considerar evolutivas. Nos referi-
mos al proceso que los menores
tienen que hacer para entender y
aceptar bien dos cosas fundamen-
tales:
Mi familia es distinta a la mayoría
y mi familia es un tipo de familia
que no sólo es legítima y real
socialmente, sino que está bien.
Hay hombres y mujeres, mis padres
son los dos hombres (o las dos
mujeres), mientras yo soy...; pero
me quieren y todo está bien.
Es evidente que más pronto que
tarde, a partir de los dos años, los
niños y niñas que tienen familias
homoparentales se van a dar
cuenta (aun en el supuesto de que
no se dieran dificultades, como las
señaladas anteriormente) que sus
padres son distintos, especiales,
que, en el mejor de los casos, per-
tenecen a una minoría. Las prime-
ras preguntas las hacen los meno-
res mucho antes de que puedan
entender las respuestas. Por ello,
las respuestas correctas, en las
que se les dice que los niños pue-
den ser criados por una persona o
varias, de diferente sexo o del
mismo sexo, deben ir acompaña-
das de una «experiencia» real de
bienestar en esa familia, en su
familia extensa, en la escuela
infantil, etc. Es decir, no van a
servir de mucho (aunque hay que
darlas) las explicaciones, sino
que lo prioritario, en los primeros
años, es la experiencia de que esta
familia realmente funciona bien. Y
no habremos de extrañarnos de
que no acaben de comprenderlo
bien, porque los niños y niñas son
muy «comparativos» y, en este
caso, es su familia la distinta, la
minoritaria. Por eso hay que cui-
dar, especialmente en estos años
en que tienen poca resistencia a
los insultos, a los rechazos o a la
marginación, no sólo lo que se
dice, sino lo que pueden experi-
mentar. Nunca bastan las palabras
«obras son amores y no buenas
157
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 158
razones», especialmente du-
Lo prioritario, rante la primera infancia.
en los primeros años, Es fundamental que la ver-
es la experiencia sión que le dan en su
de que esta familia familia nuclear sea apoya-
realmente da por los otros miembros
funciona bien de la familia y por los edu-
cadores:
Tu familia es así, y está bien así,
porque te quieren y saben cuidarte.
Eres afortunado.
En realidad, muchas de las pre-
guntas que se hacen en sexualidad
tienen en este caso su especifici-
dad o dificultad añadida: ¿de
dónde vienen los niños?, ¿cómo se
hacen los niños?, ¿cómo pueden
tener hijos dos mujeres o dos
hombres? Por ello, téngase en
cuenta todo lo dicho en otros
apartados sobre cómo hay que lle-
var a cabo la educación sexual y
cómo debe plantearse el tema de
la diversidad de tipos de familia.
A medida que avanzan en
edad, especialmente si se hacen las
cosas bien, en primaria les será
más fácil entender la diversidad
de tipos de familia y el derecho de
esta minoría a ser como es, porque
no cabe duda de que estas familias
pueden funcionar bien.
158
Homosexualidad y familia
La veracidad en las respues-
tas, la actitud relajada, la acepta-
ción de todas las diversidades (no
hablando mal de los otros tipos de
familia) y, sobre todo, la experien-
cia de que su hogar es un lugar
maravilloso, es cuanto podemos y
debemos ofrecerles.
Nunca debe transmitirse a los
hijos de familias monoparentales
hostilidad o crítica sobre el tipo
de familia convencional, aunque
se estén sufriendo las consecuen-
cias de una falta de aceptación
social.
Una cosa es que algunas o
muchas personas convencionales
no acepten bien la homosexuali-
dad (lo que no dejaremos de cri-
ticar) y otra distinta es que se
transmita a los hijos de personas
homosexuales la idea y los senti-
mientos de que estas familias
son inadecuadas, malas, etc. No
se ha de olvidar que la defensa
de la propia diversidad nunca se
tiene que hacer contra otras
diversidades.
Ya hemos hablado sobre el
hecho de tener dos padres o dos
madres al referirnos a los argu-
mentos contrarios a la adopción
por parte de homosexuales.
FA008new 23/5/06 12:00 Página 159
Como decíamos, creemos que
no hay razones para que este tipo
de familia afecte a la adquisi-
ción de la identidad sexual (no
hay motivos para esperar que se
conviertan en transexuales) y que
nada debemos temer del hecho de
que los roles de género puedan ser
puestos en cuestión.
Pero, como señalamos en ese
mismo apartado, pudiera generar
alguna dificultad en el proceso de
identificación con adultos: perso-
nas que se quieren, admiran, se
desean imitar, etc. No encontra-
mos investigaciones solventes en
este campo, salvo los autores que
aseguran que habrá serios proble-
mas y las investigaciones que
dicen que no han encontrado nin-
guno. No podemos pronunciarnos
definitivamente sobre este tema,
eso es lo que podemos decir
honestamente en la actualidad. No
parece que esta dificultad sea
insalvable, como hemos indicado.
Pero sí podemos asegurar que lo
más importante es que tengan
adultos a los que quieran, puedan
admirar e imitar, en lo que consi-
deramos más esencial: tener un
corazón empático, regirse por
valores sociales como la justicia,
la igualdad, la dignidad, la solida-
ridad, vivir cantando el sentido de
la vida, hacerles experimentar que
existe la amistad, los cuidados
amorosos y el amor. Creemos que
si esto es así, no les va a faltar lo
más importante, aunque no ten-
gan un progenitor de su sexo.
Puede que este proceso de
identificación con adultos esté
mediatizado en alguna forma por
el sexo de los padres y que lo faci-
lite el tener un progenitor del
mismo sexo, pero, si esto sucede,
no vemos razones para predecir
graves dificultades y carencias.
Desde luego, lo que sabemos
hasta hoy no justifica en ningún
caso que esta supuesta dificultad
evolutiva, si existiera, deba lle-
varnos a impedir o desaconsejar a
las personas homosexuales que ten-
gan hijos.
En resumen: este listado de
posibles dificultades que hemos
citado no tiene como fin
alarmar a la sociedad, ni La defensa de la propia
hacer renunciar a las per- diversidad nunca se ha
sonas homosexuales al de hacer contra
hecho de tener hijos. otras diversidades
Lo que pretende es:
• No negar, ocultar o mi-
nusvalorar las posibles difi-
159
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 160
cultades, cosa que encontra-
Si a los menores se les mos en ciertas publicacio-
ofrece lo fundamental: nes, que para defender los
aceptación incondicional, derechos de los homose-
afecto, estima y cuidados, xuales adoptan esta acti-
resistirán ante este tipo tud.
de dificultades • Aconsejar a todos que
procedan siempre pensando y
haciendo las cosas en función
del bienestar de los menores,
porque toda persona que nace
tiene el derecho a ser protegi-
da, cuidada adecuadamente,
aceptada incondicionalmen-
te, estimada y amada por sí
misma y no en función de
intereses adultos.
Por último, también es necesario
decir que los menores pueden desa-
rrollarse bien aun en contextos
con ciertas dificultades. No es lo
ideal, pero forma parte del curso
de la vida soportar ciertas dificul-
tades, resistir sus influencias per-
niciosas y sobrevivir con razonable
bienestar: los hijos de clases
sociales bajas, los hijos de fami-
lias con dificultades de un tipo u
otro, etc. La vida perfecta y la
familia perfecta no existen. La
vida siempre está amenazada en
algún grado y, lamentablemente,
160
Homosexualidad y familia
es bastante común, pasar por
sucesos vitales estresantes.
Si a los menores se les ofrece
lo fundamental: aceptación incon-
dicional, afecto, estima y cuida-
dos, es seguro que resistirán ante
este tipo de dificultades.
Consejos específicos
para familias
con padres y madres
homosexuales
Padres homosexuales y abuelos de
nietos de padres homosexuales,
¿qué podemos hacer?
Primer círculo
En primer lugar es fundamental
que los padres y madres, a partir
de los dos o tres años les hagan
ver que son un tipo de familia
más. Que, aunque sean minorita-
rios, no son la única familia de
esta clase. Que hablen abierta-
mente del tema. Si los padres se
muestran seguros y convencidos,
los hijos se pueden sentir bien.
Conocer a otras familias de estas
características siempre facilita las
cosas a los hijos, aunque no
somos partidarios de que se cons-
FA008new 23/5/06 12:00 Página 161
tituyan en grupos de determina-
dos tipos de familias, excluidas y
separadas del resto.
Los padres y madres deben
buscar el contacto y la relación
con la familia extensa, para que
les ayuden en los cuidados de
los hijos, disfruten a los nietos,
etc. De este modo, también los
niños y niñas de estas familias
tendrán muchos referentes en
una segunda legitimación muy
valiosa: la de los abuelos, tíos y
primos. A ello se refiere el se-
gundo círculo.
Segundo círculo
En el proceso socializador tiene
una especial función la familia
extensa: los abuelos, los hermanos
y hermanas de los padres, los pri-
mos y primas. Este círculo familiar
es fundamental: que se sientan
aceptados y queridos como familia
y como nietos, sobrinos, primos,
etc. Que los hijos vean que sus
padres son bien aceptados.
No debe olvidarse que una
adecuada figura de apego es
una condición necesaria para el
desarrollo emocional y social de
los hijos e hijas; pero que varias
figuras de apego son mejor que
una, porque el menor no se lo
juega todo a una carta,
tiene más diversidad para
el aprendizaje y los cui- Varias figuras de apego
dadores pueden hacer son mejor que una
una vida personal, laboral
y social más satisfactoria.
De manera que anima-
mos a este tipo de familias y a la
familia extensa a disfrutarse y
cuidarse unos a otros, como ocu-
rre, en muchos casos de familias
con padre y madre. Estamos per-
diendo la realidad del «clan fami-
liar», pero, si es posible, y en
cuanto sea posible, es mucho
mejor para los hijos y nietos de
todas las familias. Más aún en los
casos de familias con dificultades
específicas. Si el clan familiar
funciona bien en este sentido, los
menores están más amparados y
se siente mejor:
Lo que dice, siente y hace mi abue-
lo y mi abuela es fundamental para
que yo me sienta bien. Lo que
dicen, sienten y hacen mis tíos y
mis primos es clave para mí.
Tercer círculo
El siguiente círculo lo forman los
iguales y la escuela, vecinos de la
casa, vecinos del barrio, compañe-
161
Homosexualidad y familia
FA008new 23/5/06 12:00 Página 162
ros de la escuela. La conducta de
éstos depende, a su vez, mucho de
los padres de estos compañeros y
de los profesores. Hay que ase-
gurarse de que este círculo sea
tolerante y que acepte bien a estos
menores y a sus familias. A un
niño le puede bastar que le acep-
te bien un amigo o amiga, pero es
mejor si le aseguramos este con-
texto.
Este círculo puede estar bajo
control si se cuida y, sobre todo, si
en la escuela se trata este tema
como es debido: de manera abier-
ta y aceptando todos los tipos de
familia, y las homosexuales en
particular.
Cuarto círculo
A partir de aquí es más difícil
controlar el entorno más externo:
los medios de comunicación,
otros niños, la sociedad en gene-
ral. También hemos de trabajar
por cambiar las cosas en este sen-
tido. Mientras tanto, si lo hacen
bien los tres círculos (padres,
familia extensa, iguales, profeso-
res) se pueden superar las dificul-
tades señaladas y no habría moti-
vo para esperar problemas espe-
ciales.
162
Homosexualidad y familia
Pero los ayuntamientos, los
medios de comunicación, las aso-
ciaciones culturales, etc., tendrían
que normalizar la aceptación de
este tipo de familias.
Finalmente
Por todo lo que se ha indicado
hasta ahora, no sólo debemos
aceptar a las familias homosexua-
les que ya existen, sino también
aceptar que éstas puedan adoptar
menores.
Debemos aceptar de buen
grado el derecho de los homose-
xuales a formar una familia;
negárselo está contra los derechos
humanos y la esencia de la
Constitución española. Las perso-
nas homosexuales tienen las mis-
mas necesidades sexuales y
afectivas que los demás; pero las
resuelven con personas de su
sexo: ¿en nombre de qué le vamos
a negar su derecho a vivir, a vin-
cularse y a amarse?, ¿y por qué
han de hacerlo en condiciones
sociales y legales más difíciles?
Desde el punto de vista de
los hijos, las cosas son aún más
claras, si cabe: no podemos dejar
FA008new 23/5/06 12:00 Página 163
a los menores, los que de hecho
están en familias homosexuales,
desprotegidos, especialmente si
su madre o padre legal tiene pro-
blemas graves: ¿por qué no acep-
tar que sea su otro padre u otra
madre real el que le asegure esta-
bilidad protección y cuidados?
Para acabar, es necesario
afirmar una vez más que las posi-
bles dificultades de padres e
hijos de este tipo de familias
tienen su origen en la sociedad
y en nuestra cultura, no en la
propia naturaleza de la homose-
xualidad. Hipotéticamente, si la
homosexualidad fuera una mino-
ría más valorada que el resto de
la población, seguramente se
invertirían los términos.
Por ello, volviendo a una
sociedad posible y deseable, habría
que decir que ha llegado el
momento de aceptar la diversidad,
también la familiar, no creando
dificultades a ninguna persona
para resolver sus necesidades inter-
personales, en razón de su orienta-
ción del deseo, y no colocando a
los hijos e hijas de estas familias,
en situación de desprotección.
En cuanto a los procesos de
adopción, la homosexualidad no
debe ser una condición descali-
ficadora. Los homosexuales, solte-
ros o casados, deberán pasar las
evaluaciones que los profesionales
hacen con todo el resto de tipos
de familia. Tampoco, claro está,
pueden hacer de su derecho una
reclamación para que los profesio-
nales tengan que ceder y asignar-
les la idoneidad para adoptar. Que
los profesionales abandonen sus
prejuicios y, por lo demás, dejé-
moslos trabajar. Que analicen su
idoneidad y las posibles dificulta-
des específicas, así como los posi-
bles recursos para superarlas.
Es una buena noticia social
(nacional e internacional) que las
personas homosexuales quieran
cuidar menores cuando, desgracia-
damente, hay tanto maltrato,
abandono y negligencia.
Es decir, un menor nunca
puede ser instrumentalizado para
que nadie satisfaga un derecho o
resuelva el sentido de la vida. Los
menores se merecen cuidadores
que ya hayan encontrado el senti-
do a la vida, con o sin hijos, y que
estén dispuestos a cuidar a los
hijos con incondicionalidad, a dar-
les vida por sí mismos, como tam-
bién hemos dicho en relación con
163
Homosexualidad y familia
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otras personas que adoptan o
piden ayuda por reproducción
asistida.
Estamos seguros que las
personas homosexuales sabrán
valorar, porque lo han disfrutado
o sufrido, la importancia de tener
una familia adecuada y que por
164
Homosexualidad y familia
ello se involucrarán en esta
experiencia, si se saben capaces
y se sienten motivados a conti-
nuar el milagro de la vida, de la
vida de otras personas; porque
hay que buscarle sentido a la
propia vida sin instrumentalizar a
la infancia.
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Podemos saber más

Bibliografía comentada

COLECTIVO HARIMAGUADA (1990): Educación sexual. Proyecto para infantil, primaria y secun-
daria. Las Palmas. Cabildo canario.
Proyecto de educación sexual más desarrollado en España que ubica de forma adecuada el
tratamiento de la homosexualidad.

LÓPEZ, F. (2005): Educación sexual. Madrid. Biblioteca Nueva.

Se trata de un libro sobre educación sexual en el que aparece contextualizado el tema de la
orientación del deseo, también el homosexual. Porque somos partidarios de que se trabaje
este tema con naturalidad dentro del contexto general de educación sexual.

LÓPEZ, F. (2005): La educación sexual de los hijos. Madrid. Pirámide.

Se plantea la orientación del deseo como un tema más de educación sexual de los padres.
Todo lo que se dice en el libro es también aplicable a los niños y niñas que tienen o acaba-
rán teniendo orientación del deseo homosexual.
Ayuda también a la tolerancia de todos hacia las diferentes orientaciones.

Bibliografía para ampliar

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