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Universidad del Valle

Maestría en literatura Colombiana y Latinoamericana


Literatura femenina del siglo XIX
Profesora Betty Osorio
Santiago de Cali, Septiembre 22 del 2019
Paola Andrea Bejarano Alzate

Ilustración y Romanticismo, el surgimiento del feminismo en el contexto del


pensamiento ilustrado

« Que les femmes considérées selon les principes de la saine Philosophie, sont aussi capables que
les hommes de toutes sortes de connaissances » (François Poullain de La Barre 40).

Para finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX acontecen en Europa una
serie de cambios en la cultura, el pensamiento, las costumbres y la vida de la
sociedad. Emerge un pensamiento liberal del ser humano producto de la
Ilustración, periodo dónde se acentúa el interés por el individuo mientras se le
pone en el centro de todos los acontecimientos. Se propone entonces desligarse
de lo religioso e impositivo que había primado, para llegar a la razón y la verdad,
pensando por si mismos a través del conocimiento. Tales circunstancias en
Europa incidirán también en los cambios de América hispánica, luego de varios
procesos que se verán reflejados principalmente a través de la literatura.

Tzvetan Tódorov, en El espíritu de la Ilustración (2008), la presenta como una


corriente de pensamiento y sensibilidad. Establece de entrada, que “el primer
rasgo constitutivo de este pensamiento es privilegiar las elecciones y las
decisiones personales en detrimento de lo que nos llega impuesto por una
autoridad ajena a nosotros. Y esa preferencia comporta dos facetas: una crítica y
una constructiva” (10). De ahí que la Ilustración establece principios y valores
como autonomía, libertad, igualdad, universalidad y verdad tan importantes en la
fuerza que tomaría este movimiento para cambiar la identidad moderna. Algo sin
duda positivo y determinante al cultivar la razón y ser autónomo llevando una vida
con sentido crítico, capacidad, argumentos y verdad.
Sin embargo, estos valores estaban principalmente enfocados en los hombres.
Mientras que las mujeres seguían siendo seres domesticados bajo los dominios
masculinos. Esto llevó a que el camino femenino tanto en la producción intelectual
como la forma de vida independiente, pensante y libre, haya sido un proceso
complicado, con cambios de manera paulatina aun en avance. Para fortuna, como
explica Todorov, “La ilustración fue más un periodo de debate que de consenso”
(10).Por lo tanto, se desarrollaron corrientes como el liberalismo, el Romanticismo,
el feminismo cambiando así la forma de relacionarse de las personas y en esto, la
literatura, estuvo encargada de la materialización de los aportes de la Ilustración,
como afirma Todorov, “las ideas salen de los libros y pasan al mundo real” (9).

La naturaleza femenina y Rousseau

Rousseau, presenta sus argumentos a través de obras como Emilio (1762), La


nueva Eloísa (1761), El contrato social (1762), entre otros, para instaurarse con
fuerza en la sociedad moderna ilustrada. Para Rousseau, la mujer ha nacido en
desventaja, ya que su naturaleza de fuerza inferior la hace totalmente dependiente
de los hombres. Como resultado de sus fundamentos pone a la mujer en un papel
secundario de subordinación. Libros como Emilio con su capítulo llamado Sofía,
establece a la mujer como ama de casa, dócil, bella, tierna y abnegada. Es decir,
un ser superficial, no pensante el cual debe ser educado solo en los quehaceres
familiares para tener hijos, mantener el orden y la moralidad de toda la sociedad.

El uno debe ser activo y fuerte, y el otro pasivo y débil. Es indispensable que el uno

quiera y pueda, y es suficiente con que el otro oponga poca resistencia. Establecido

este principio, se deduce que el destino especial de la mujer consiste en agradar al

hombre. Si recíprocamente el hombre debe agradarle a ella, es una necesidad

menos directa; el mérito del varón consiste en su poder, y sólo por ser fuerte

agrada. Convengo en que ésta no es la ley del amor, pero es la ley de la naturaleza,

más antigua que el amor mismo.


Si el destino de la mujer es agradar y ser subyugada, se debe hacer agradable al

hombre (Rousseau 249).

Contrario a las ideas de Rousseau se dejará claro que de ninguna manera la


naturaleza ha hecho inferior a la mujer, por el contrario, la ha dotado al igual que al
hombre de la capacidad para pensar, crear, conocer y producir. No existe un solo
impedimento para que pueda también acrecentar sus virtudes y pensamiento, o
ser autónoma y libre. En suma hay mucho más que solo la naturaleza en la
constitución y empoderamiento de una mujer por lo que se considerará con
algunas autoras y autores relevantes en esta concepción.

Mujeres con grandes facultades

Claramente, no es posible fundar una liberación de los seres humanos y de su


pensamiento excluyendo una parte de la sociedad. François Poullain de La Barre
ha sido pionero del feminismo por cuanto ha defendido la igualdad de las mujeres
a través de sus ideas y escritos como La igualdad de los sexos (1676). Para
Poullain, las mujeres son tan dignas, tan perfectas y tan capaces como los
hombres (14). Este pensador, se ocupó de los debates acerca de las condiciones
de la mujer en la sociedad debido a los prejuicios, las prácticas culturales y el tipo
de educación que reciben. Negó rotundamente que las mujeres fueran diferentes
por su naturaleza estableciendo que las diferencias se acentúan debido una
construcción social y lo que necesitan es tener una educación diferente:

La inteligencia es igual y de la misma naturaleza en todos los seres humanos:

permite que las mujeres y los hombres produzcan toda suerte de pensamientos, y

que los más jóvenes recurren al entendimiento tanto como los mayores. No se

necesita más entendimiento para conocer un ácaro que para conocer un elefante;

cualquiera que sepa en qué consisten la luz y el fuego de una chispa sabe también

lo que es la luz del sol (78).


Por otro lado, tenemos a Mary Wollstonecraft, una defensora del desarrollo del
pensamiento femenino, una cultivadora de ideas de independencia que incitan a
realizar las virtudes de pensamiento: “La mujer está en la tierra al igual que los
hombres para desarrollar sus facultades”. Wollstonecraft toma esas ideas del
pensamiento ilustrado de Rousseau y cuestiona a través de obras como
Vindicación de los derechos de la mujer (1792), la aplicación de estos principios
rechazando esa ama de casa instruida para transformarla en un ser que piensa,
que necesita una mejor educación, que construye, vive y logra:

En consecuencia, la educación más perfecta es, en mi opinión, un ejercicio del

entendimiento, calculado lo mejor posible para fortalecer el cuerpo y formar el

corazón. O, en otras palabras, para posibilitar al individuo la consecución de hábitos

de virtud que le hagan independiente (19).

Parte de esas concepciones establecidas por Wollstonecraft, serán vivenciadas a


partir del espacio que abrió el Romanticismo que a su vez trajo consigo a mujeres
que se levantaron en obras y con su forma de vida. Primero fueron autoras
europeas que sirvieron de modelo a otras autoras de América hispánica. El
Romanticismo llegó como otro tipo de pensamiento y escritura asociado al mundo
interno de las personas pues con la Ilustración se dieron cuenta que el ser
humano no es solo razón, sin sentimientos, sin internalidad. De ahí que se
produzcan novelas como La Nueva Eloísa (1761) o Fausto (1808 y1832) de
Goethe o poemas como los de Lord Byron que presentan los sentimientos del
mundo interno.

Para Susan Kirpatrick, en su libro Las Románticas (1835-1850), el romanticismo


fue determinante en la entrada de la mujer a la producción intelectual, primero a
partir de esa exploración interior de su sentir y después expandiéndose a otros
campos y géneros. Pues, como producto del liberalismo, la posibilidad del divorcio,
el cambio a las familias burguesas, el mundo de lo privado y el haberle dejado a
las mujeres como dominio el espacio familiar, el sentimentalismo y la afectividad,
se le permitió escribir, empezando, principalmente por la poesía, pues la poesía
fue el género impulsor del mundo del yo interno. Así, las mujeres comenzaron a
afirmarse como autoras de un discurso escrito precisamente en la cresta del
movimiento romántico. Para Kirpatrick, “el modelo cultural de la feminidad se
mezcló con los paradigmas románticos del yo en pautas complejas de
coincidencia y contradicción que pusieron en circulación un lenguaje del yo
específicamente femenino” (12).

Mujeres como Madame de Staël, George Sand, Gertrudis Gómez de


Avellaneda fueron ejemplos de carne, hueso y pensamiento de lo que puede
lograr una mujer ilustrada, con pasión, en libertad y autónoma. Para acentuar el
surgimiento de una fuerza potente de producción igual de importante, crítica y
cuestionadora que la de los pensadores. Así entonces, podemos afirmar que los
cambios generados a partir de las tensiones de la Ilustración, ayudaron
paradójicamente a la inclusión de las mujeres al mundo escrito, “el movimiento de
la razón y el sentimiento” como dijo Todorov, traería grandes obras que aun en
nuestros días resultan relevantes. Pese a que no se ha podido desmontar el
patriarcado ni la herencia social que dejó Rousseau, existen mujeres como las
anteriores nombradas que aunque han sido silenciadas debido a la represión
masculina, son capaces de cambiar Sofias e instaurarse en el mundo y la
literatura para ser nuestros modelos e inspiración por siempre.

Bibliografía

Kirpatrick, Susan. Las Románticas. Madrid: Ediciones Cátedra, Universidad de

Valencia, 1991.

Poullain de La Barre, François. La igualdad de los sexos. México: Universidad

Autónoma de México, 2007.


Rousseau, Jean-Jacques. Emilio, o De la educación. Web. 21 Sep. 2019

http://activistasxsl.org.ve/wp-content/uploads/2014/09/Emilio-

ROUSSEAU.pdf

Tódorov, Tzvetan. El espíritu de la Ilustración. Galaxia Gutenberg, Círculo de

Lectores, 2008.

Wollstonecraft, Mary. Vindicación de los derechos de la mujer. Freeditorial

https://freeditorial.com/es/books/vindicacion-de-los-derechos-de-la-mujer

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