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El dinero sirve como unidad de cuenta o medida con la que se calcula el valor de bienes y
servicios y por otro lado, tiene valor de cambio o adquisitivo; es algo que se acepta a cambio de
bienes y servicios (medio de pago); y, por eso, en fin, sirve también como depósito de valor
(guardamos o ahorramos dinero).
Junto al dinero legal y de pleno poder liberatorio (moneda o papel) debemos recordar la
existencia del “dinero bancario” que representa la mayor parte de la masa monetaria existente en
las economías desarrolladas. Los bancos y otras entidades afines en los que el público deposita
dinero, pueden crear medios de pago propios (dinero bancario). Son los depósitos bancarios y los
instrumentos bancarios que sirven para cederlos o disponer de ellos (cheques, transferencias,
domiciliaciones de pago, tarjetas) que se aceptan generalmente, como sustitutivos de billetes y
monedas.
Más reciente es la existencia y utilización del llamado dinero electrónico que se almacena en un
soporte electrónico y va reduciéndose conforme se utiliza.
La generalización del dinero (legal, bancario o electrónico), el paso a una economía desarrollada,
permite el desenvolvimiento y aumento de los intercambios de bienes y servicios y abre el camino
a la economía financiera; operaciones o negocios en los que el dinero es el objeto mismo de la
contratación, el objeto de la prestación que tipifica y singulariza los diversos negocios o contratos
que podemos denominar financieros.
Los contratos financieros se caracterizan por ceder y transmitir financiación; dinero o el derecho a
obtenerlo, a cambio de conferir a quien lo proporciona ciertos derechos patrimoniales, tendentes
a proteger los dos intereses que típicamente persigue, en última instancia, todo financiador; que
son la recuperación y la remuneración de la financiación realizada. A esos derechos patrimoniales
se les denomina en la práctica activos (derechos) financieros y a las correspondientes
obligaciones, pasivos financieros.
El Tratado de Maastricht (TUE) introdujo la libre circulación de capitales como una libertad
inherente al Tratado. En la actualidad, el art. 63 TFUE prohíbe cualquier restricción a la circulación
de capitales y pagos entre los Estados miembros, así como entre estos y terceros países, lo cual
constituye una inclusión de terceros países, propia únicamente de esta libertad del Tratado.
Quedan prohibidos los obstáculos y no solo los de carácter discriminatorio.
El art. 65.1 TFUE, permite otorgar un trato fiscal diferente a la inversión extranjera y de no
residentes, si bien estas medidas no podrán constituir ni un medio de discriminación arbitraria ni
una restricción encubierta de la libre circulación de capitales y pagos (art. 65.3 TFUE). Incluso en
relación con terceros países, el principio de libre circulación de capitales prevalece sobre la
reciprocidad y el mantenimiento de una ventaja negociadora de los Estados miembros respecto a
terceros países.
Las únicas restricciones justificadas relativas a los movimientos de capitales en general, incluidos
lo movimientos en el seno de la Unión, que los Estados miembros pueden adoptar están
contempladas en el art. 65 TFUE e incluyen:
- Medidas que sean necesarias para luchar contra las infracciones de la legislación nacional, en
particular, en materia fiscal y para la supervisión prudencial de los servicios financieros (como
controlar transacciones sospechosas que pudiesen implicar la circulación de fondos delictivos
mediante el blanqueo de dinero)
- Mercados complementarios:
- Mercados de derivados
2) El papel que juega en el régimen general de pagos entre los diferentes operadores
económicos.
La labor del ordenamiento jurídico consiste en crear mediante normas, ciertas condiciones
previas de seguridad y economía que reduzcan a límites aceptables los riesgos de los inversores
y los costes de las operaciones, de manera que, contando con ello el inversor, pueda
multiplicarse el número de operaciones realizadas y cumplirse así la función básica que se asigna
al sistema financiero.
- Las normas más importantes de esta regulación son aquellas que persiguen la difusión de
información (disclosure), de modo que los mercados sean suficientemente transparente
- Normas que atienden a la regulación de las relaciones que se conciertan entre las partes y
especialmente, a los aspectos técnicos del establecimiento y funcionamiento de los mercados
organizados
- Bloque normativo de carácter administrativo, referido a los entes públicos (Banco de España y
CNMV) encargados de supervisar y controlar el cumplimiento de las normas anteriores y la
actuación de las entidades financieras
Todas estas disposiciones tienen carácter imperativo; el Poder público reconoce el interés
general de la materia. El sistema financiero se constituye así en un sector regulado, en el que la
autonomía de la voluntad y la libertad de empresa encuentran, además de los límites generales,
otros derivados de su necesaria adecuación al interés general o público consistente en un
adecuado desenvolvimiento de la actividad y de los mercados financieros; una y otra se sujetan a
supervisión administrativa, ejercitándose en un marco organizado por normas imperativas y cuya
violación determina la existencia de infracciones y sanciones administrativas.
Fuentes de la regulación
A medida que las relaciones e intercambios económicos reales y financieros desbordan los
ámbitos estatales, se acentúa la tendencia hacia una regulación supraestatal, así ha ocurrido en
la Unión Europea, en la que al margen del hito fundamental de la unificación de divisas y la
política monetaria, no han dejado de alcanzarse otros, si bien menos llamativos pero de gran
importancia. Es el caso del principio de reconocimiento de entidades financieras sometidas a la
supervisión por parte de la autoridad competente del país de origen, que ha supuesto una
especia de “pasaporte comunitario” decisivo en el proceso de realización efectiva de la libertad
de establecimiento y de prestación de servicios. Además de aprobarse numerosas directivas de
armonización que han supuesto una notable aproximación de las legislaciones nacionales en la
materia.
Pero los mercados siguen teniendo una base estatal y es la legislación de este carácter la que
presenta una mayor importancia. Entre sus características:
1) Banco de España:
Tiene una doble condición institucional; por un lado es un ente integrado en el Tratado de la
Unión Europea y a los Estatutos del Sistema Europeo de Bancos Centrales, debiendo
ajustarse a las orientaciones e instrucciones del Banco Central Europeo.
Para el adecuado ejercicio de las anteriores funciones, no sólo ostenta potestades ejecutivas,
sino también potestades normativas reglamentarias, pudiendo dictar circulares, monetarias u
ordinarias.
- Naturaleza y régimen jurídico: Es un ente de Derecho público, con personalidad jurídica propia
y plena capacidad pública y privada. Como el Banco de España, en el ejercicio de sus
funciones, la Comisión actuará de conformidad con el régimen jurídico de las AAPP, mientras
que en sus adquisiciones patrimoniales y contratación está sujeta sin excepciones a las
normas de Derecho privado.
La CNMV también podrá dictar, para el desarrollo y ejecución de normas generales, circulares.