Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Versión 1.
CURSO PREVENCIÓN Y
PROMOCIÓN EN SALUD
2021
catabólico, así como se ha visto que más allá de la aparición de sarcopenia por el
descenso de la masa magra, puede estar relacionado con un empeoramiento de la
capacidad cognitiva, la memoria y el posible desarrollo de demencia. Sin embargo,
todavía existe cierta controversia en cuanto a los requerimientos proteicos que tiene
esta parte de la población, pudiendo ser necesario un aumento, siendo recomendable,
hasta ahora 0’8 g/Kg/día. Algunos estudios muestran un posible efecto beneficioso del
incremento de este rango a 1.0-1.5 g/kg, siempre y cuando no haya patologías renales
o hepáticas asociadas, para no sobrepasar la capacidad metabólica del organismo.
Este aumento puede verse relacionado con un descenso de la fragilidad, de la pérdida
de masa magra o de la aparición de dinapenia, entre otros.
Un meta-análisis realizado a partir de estudios observacionales donde se compararon
dietas con contenido variable de proteínas mostró una posible relación positiva entre el
consumo de cantidades altas (³ 1 g/kg/día) y muy altas (³1.2 g/kg/día) de proteínas en
adultos mayores con una mejora en la funcionalidad de los miembros inferiores y una
mejora de la movilidad, respectivamente.
Debido a una disminución en la capacidad de síntesis de proteínas relativo al
envejecimiento, las personas de edad avanzada pueden no responder de la misma
forma a la ingesta de pequeñas cantidades de aminoácidos esenciales, viéndose que
una disponibilidad mayor de los mismos, en especial de leucina, puede estar
relacionado con una mejora del proceso anabólico. Además, algunos estudios
longitudinales muestran una mejora en el mantenimiento de la masa magra, con
descenso del riesgo de fragilidad con ingestas de 1 g/kg/día de proteínas, frente a las
recomendaciones actuales de 0.8 g/kg/día. Así mismo, algunas investigaciones
muestran mejoras en el mantenimiento del estado de salud en el adulto mayor que sigue
dietas con ingestas superiores de proteínas a 1 g/kg/día, siendo todavía necesario
ampliar los estudios relativos a este tema para poder sacar conclusiones mucho más
precisas y contrastadas.
Más allá de las mejoras en las capacidades físicas del individuo, se ha podido ver que
el aumento de las recomendaciones diarias de ingesta de proteínas tiene como
resultado una mejora a nivel cognitivo y de la función neural. La aparición
de demencia no forma parte del proceso de envejecimiento, sino que es un síndrome
con un deterioro cognitivo global, pérdida de memoria y pudiendo afectar al lenguaje o
la ejecución de funciones, etc. Además, estas personas tienen una tendencia mayor a
la pérdida de peso y, debido a la afectación cognitiva, es posible la aparición de cambios
en el sistema olfatorio, con un aumento del riesgo de malnutrición por pérdida de apetito
MODULO lV
Versión 1.
CURSO PREVENCIÓN Y
PROMOCIÓN EN SALUD
2021
e interés por los alimentos. El efecto deletéreo de esta malnutrición afecta de la misma
manera a adultos mayores sanos o con otras patologías, aumentando la pérdida de
masa muscular con el incremento en el riesgo de morbilidad y mortalidad ya
mencionado. Se ha visto una gran relación positiva entre un aumento en el IMC de
personas con demencia y el descenso del riesgo de mortalidad. Por otra parte, también
se ha comprobado que el déficit de algunos micronutrientes puede estar relacionados
con el desarrollo de procesos cognitivos, es por ello tan importante ajustar la dieta a las
necesidades nutricionales individuales.
Uno de los puntos de vista a tener en cuenta a la hora de prescribir un aumento en la
ingesta proteica o de otros nutrientes de la dieta es el estado de salud del individuo. Se
ha visto que la respuesta a este incremento difiere entre aquellos adultos mayores
sanos y los que padecen ciertas patologías crónicas, inflamación o, incluso, de la
ingesta de vitaminas, por lo que todavía queda mucho por investigar y es muy necesario
se desarrollen estudios más profundos para poder ajustarse a unos requerimientos
individuales y personalizados, tanto de proteínas como de otros nutrientes.
MODULO lV
Versión 1.
CURSO PREVENCIÓN Y
PROMOCIÓN EN SALUD
2021
fuerza a partir de los 60-70 años abarca aproximadamente el 15% por década, esta
disminución supera incluso el 30% por década después de los 70 años.
La disminución en la realización de actividad física relacionada con el proceso de
envejecimiento en el sistema neuromuscular representa el eje central en el desarrollo
de la sarcopenia y dinapenia. Es bien sabido que incluso periodos cortos de inactividad
física, así como las hospitalizaciones, conducen a la atrofia muscular, que es,
aproximadamente, 3 veces mayor en los individuos mayores en comparación con los
individuos más jóvenes ante los mismos períodos de inmovilización. Las cadenas
pesadas de miosina II son más propensas a la atrofia muscular que las cadenas
pesadas de miosina I. La tasa de pérdida de tejido muscular no se localiza
uniformemente en todas las regiones corporales del cuerpo humano, pues los grupos
musculares del miembro inferior están mayormente afectados, por lo que el profesional
del ejercicio deberá considerar esa cuestión entre otras en el diseño de programas de
entrenamiento. Además, la sarcopenia, se asocia con fragilidad, discapacidad y
mortalidad. Sin embargo, es bien sabido que la dinapenia o la pérdida de fuerza
muscular que acontece con el envejecimiento es un predictor más fuerte de fragilidad,
discapacidad, hospitalización y mortalidad. Por lo tanto, la relación entre la disminución
de la masa muscular y algunos resultados negativos puede estar mediada por la fuerza
muscular.
En 2004, la American Geriatric Society consensualmente definió la "fragilidad" como
"un exceso de vulnerabilidad a los factores estresantes, con una capacidad reducida
para mantener o recuperar la homeostasis después de un evento desestabilizador". La
fragilidad resulta de una disminución en las reservas funcionales fisiológicas. Se asocia
con mayores riesgos de discapacidad, institucionalización, hospitalización no
planificada, caídas con o sin trauma, y muerte prematura, así como precede a la
discapacidad y sus consecuencias. Esta definición se basa en el trabajo de Fried y
colaboradores que se publicó en 2001 y describió un fenotipo de fragilidad clínica que
involucraba al menos 3 de los 5 criterios siguientes:
Las personas con niveles más altos de actividad y aptitud fisiológica tienen un menor
riesgo de mortalidad. El mantenimiento de un estilo de vida físicamente activo se asocia
con una mejor salud en la vejez y la longevidad. Por ejemplo, en el caso de que ocurra
una caída, las personas que realizan ejercicio físico con regularidad presentan menos
probabilidades de sufrir una fractura ósea debido a que sus huesos son más fuertes y
poseen un pico de densidad mineral ósea mayor. Iniciar un programa de ejercicio físico
en la edad adulta se asocia con un envejecimiento saludable. Pero, incluso para
aquellos individuos que han sido relativamente sedentarios hasta la adultez, nunca es
demasiado tarde, porque comenzar a realizar ejercicio contribuye a mejoras
significativas en la salud física y la función cognitiva. De hecho, las adaptaciones en el
sistema neuromuscular se desarrollan rápidamente y son ampliamente independientes
de la edad. Los aumentos en la fuerza máxima se pueden lograr con una dosis de
ejercicio que implique bajo grado de esfuerzo y fatiga y cuya frecuencia de
entrenamiento sea al menos de una sesión por semana, atendiendo a las necesidades
y preferencias del individuo.
Para preservar la calidad de vida en la última etapa del ciclo vital de una persona los
dos factores más importantes son una buena nutrición y la adecuada realización de
ejercicio físico, para poder evitar o retrasar la aparición de sarcopenia, dinapenia y todos
los procesos degenerativos y/o patologías vistas anteriormente. Los adultos mayores
son un grupo de la población vulnerable y algo descuidado, para el cual se tiende a
MODULO lV
Versión 1.
CURSO PREVENCIÓN Y
PROMOCIÓN EN SALUD
2021
asumir que muchas de las patologías que aparecen están asociadas al propio proceso
natural de envejecimiento. Sin embargo, la ciencia y la práctica clínica han demostrado
que un estilo de vida saludable que permita evitar la malnutrición, así como programas
de entrenamiento cuyo objetivo es preservar la masa muscular en este grupo de la
población muestran grandes mejoras en la movilidad y funcionalidad, incluso en
aquellos individuos que han sido sedentarios durante la mayor parte de la vida. Por
tanto, es necesario tener en cuenta estos conceptos y prestar una mayor atención a
nuestros mayores, quienes necesitan una serie de cuidados adaptados y
personalizados a su condición y estado de salud, pudiendo ayudarles a mejorar la
calidad de esta última fase de la vida, dotándoles de una mayor independencia y
capacidad.