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FATIMA MADERA COSMOLOGÍA RESUMEN

Capitulo V El ser de lo natural

Niveles de comprensión de la naturaleza

Existen dos percepciones de la misma, las cuales son complementarias entre sí,
estás son la científica y la filosófica.

Análisis científico y reflexión metafísica

La percepción científica

Sustituyendo el conocimiento de las esencias entre una nueva perspectiva que


combine las matemáticas y la experimentación, sin embargo, está viene a ser diluida
a lo largo del tiempo por interpretaciones instrumentalistas y convencionalistas las
cuales terminaron siendo consideradas solo conjeturas más o menos plausibles
acerca de las características de la realidad.
Existen tres motivos principales por los cuales el alcance de las ciencias cuenta con
unas limitaciones.
El recurso de las matemáticas el cual solo abarca aspectos cuantitativos, no
proporciona un conocimiento técnico de la realidad.
La validez de las teorías científicas se basa en datos experimentales tomados de
condiciones fácticas concretas, utilizando al final un carácter hipotético o conjeturas.
El tercer motivo son construcciones nuestras que nos ayudarían a planear e
interpretar los experimentos dándole un simple valor instrumental a las teorías.
A pesar de estas limitantes las ciencias experimentales proporcionan conocimientos
auténticos acerca de la naturaleza, gracias justamente a esas tecnologías de alta
precisión, sin embargo, muchas veces puede llegarse a una certeza práctica, a
pesar de ello estos límites también limitara el conocimiento alcanzado consecuencia
de la limitación voluntaria de la perspectiva científica.

La perspectiva de la filosofía de la naturaleza

La ciencia de la filosofía no dispone de métodos especiales para conseguir


conocimientos inaccesibles al método científico.
Activismo del siglo XIX y el neopositivismo del siglo XX intentan reducir el
conocimiento válido al de la ciencia natural, dejando el conocimiento científico solo
como una manera observa las relaciones entre fenómenos, hoy en día es aceptada
la ciencia positiva, estoy considerando qué no existe tal cómo es descrita.
La reflexión filosófica también es necesaria ante todo para la evaluación del
conocimiento científico dejando en conclusión que la ciencia y la filosofía a pesar de
estar perspectivas diferentes existe una interacción entre ellas en todos los niveles.
Está reflexión filosófica es también necesaria si se desea formular una cosmovisión,
o sea, una representación de la naturaleza en la que quedan reflejadas sus
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características fundamentales dando como resultados ser imprescindible cuándo se


abordan los problemas ontológicos.

La comprensión metafísica de lo natural

En esta sección se lo dirían algunos problemas filosóficos con que se tropieza la


reflexión filosófica sobre el ser de lo natural.

Unidad y pluralidad

Lo natural posee una estructura espacio temporal, y que en la naturaleza tienen una
especial importancia las pautas, donde el orden natural gira entorno a las mismas
que se repiten en casos numéricamente diferentes. Está variabilidad en las pautas
forma lo que conocemos como pluralidad, pero al ser repetitivas también se
consideran pautas unitarias es decir pueden ser consideradas una unidad, en
conclusión, las pautas que forman una unidad pueden tener realizaciones concretas
que pueden ser múltiples.

Un caso particular es la realización individual de modos de ser específicos que son


comunes a muchos individuos. La especificidad y la individualidad llevan, de nuevo,
a los conceptos de forma y materia.

Dinamismo e interacción

Las interacciones son el resultado del dinamismo de las entidades naturales, el


dinamismo a su vez responde el modo de ser de esas entidades y se despliega de
acuerdo con ese modo de ser, qué está marcado por la materialidad.

Las cuatro causas y la concausalidad

Las causas material y formal se refieren a su composición y modo de ser, la causa


eficiente a su dinamismo, en la causa final a su direccionalidad. Nuestras preguntas
acerca de la naturaleza responder a aspectos de estos cuatro tipos de causas.

La ciencia experimental por tanto alcanza conocimientos que se refieren a las cuatro
causas aristotélicas la composición de la materia los elementos y estructuración en
sistemas y también acerca de la actividad de la materia a través de la ley que rigen
los procesos. Y acerca de la direccionalidad de las entidades y procesos, en su
doble aspecto de tendencias y de cooperatividad. Mientras que, por su parte, la
reflexión filosófica examina temáticamente esa causalidad, determinando el
concepto de causa, los distintos tipos de causa y la modalidad de su actuación.

Condiciones materiales y determinaciones formales


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Dimensiones de tipo material en la naturaleza

Antes que nada, distingamos el concepto de materia y las características de la de lo


material.

Extensión, duración inmutabilidad

Todo lo material posee una extensión y, por tanto, una magnitud. En consecuencia,
lo material es divisible; puede ser dividido indefinidamente y las partes que se
obtengan siempre tendrán una extensión. Es importante señalar qué los diferentes
modos de ser de lo natural se encuentran asociados a magnitudes típicas: los
átomos, las moléculas, las células y todo enanismo que posea una magnitud
determinada o que se encuentre dentro de ciertos límites fuera de los cuales no
pueden existir las respectivas entidades.
Luego tenemos que lo material implica duración, es decir, una extensión o
dispersión temporal. Rápidamente podemos decir que los procesos naturales tienen
una duración y por tanto una magnitud temporal. Al igual que lo antes mencionado
son divisibles en partes, aunque los procesos unitarios se encuentran asociados a
duraciones típicas, y en ellos existe una continuidad; son procesos que se
desarrollan desde un término inicial a una final de acuerdo con tendencias naturales
y dependen en esta ocasión de pautas temporales definidas.
Por último, tenemos movimiento. Cualquier ser material puede cambiar y,
ordinariamente, se encuentra sometido a continuos cambios por muy imperceptibles
que sean, estos cambias pueden ser en aspectos accidentales o substanciales,
debido a que todo lo natural está sometido al devenir siempre se ha considerado la
mutabilidad como característica fundamental de los seres materiales.

El concepto de materia

Sí lo vemos en un sentido adjetivo, algo es material sí posee dimensiones


materiales, es decir, las características antes vistas, extensión, duración y
mutabilidad.
Se lo vemos como en la filosofía cómo substantivo puede inducir fácilmente a
confusiones, porque no existen seres que consistan solamente en una colección de
dimensiones materiales, esto debido a que esas dimensiones no tienen existencia
propia: son dimensiones materiales de sujetos que poseen modos de ser
específicos, pero que no se reducen a esas condiciones, entonces cuando se habla
de la materia parece indicar sé qué se trata de un ser o varios seres concretos a los
que se les puede predicar el adjetivo material, sin embargo, no existe ningún ser
puramente material.
Hay algunas equivocaciones provocadas por el concepto de materia en las ciencias
y en la filosofía; en las ciencias, la materia designa en ocasiones el conjunto de los
seres que estudian las ciencias fisicoquímicas, dejando a un lado los vivientes qué,
no obstante, son seres materiales. Algunos otros términos equívocos son la masa y
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la materia, o la energía y la materia, dando entender que estos otros términos no


son seres materiales. Ahora sí nos vamos al ámbito filosófico, pueden darse
equívocos aún mayores porque se le suele atribuir un significado que depende del
mecanismo cartesiano que termine despojándose a lo natural de su dinamismo
propio, dando como resultado ser un sujeto pasivo e inerte.

Materia primera y segunda

El término material se relaciona en su etimología latina con la madre, qué


proporcionan los elementos a partir de los cuales se forma un nuevo ser. En la
filosofía aristotélica, el concepto de materia significa aquello de lo cual algo está
hecho. Este suele distinguirse entre materia primera, para designar un substrato
común a todos los conceptos, qué permanece incluso en los cambios sustanciales;
y la materia segunda usada para designar las sustancias naturales, que vienen a ser
el sustrato que permanece a través de los cambios accidentales.
Para poder explicar estos cambios debe admitirse que en todos ellos existe un
substrato permanente, este substrato es la substancia la cual también se denomina
materia segunda, el sustrato de los cambios substanciales se le llama materia
prima.
La materia prima aristotélica se presenta como un substrato último relacionado con
la composición de los cuerpos y con el cambio substancial, no posee
determinaciones propias y tiene un carácter potencial. Es posible interpretar la
materia primera como equivalente a la materialidad de los cuerpos, es decir no es
un componente físico determinado, sino que expresa el carácter básico que tienen
en común todos los entes materiales; la noción de materialidad entonces expresa
que los cuerpos son entes materiales y, por tanto, que tienen las características que
se atribuyen a la materia en general.
De acuerdo con esta interpretación, la materia prima designa las condiciones
materiales en las cuales existen los seres naturales. Entendiendo por condiciones a
características concretas. En conclusión, aunque la materia prima suponga un uso
sustantivo del concepto de materia, su contenido se refiere principalmente al uso
adjetivo. Finalizando con que al hablar de la materia prima nos referimos a un modo
de ser.

En el caso de la materia segunda podemos decir que los cambios sean de manera
accidental, la sustancia cambia, pero solo accidentalmente.
La materia segunda es una sustancia natural, que posee un modo de ser y unas
virtualidades específicas que no se reducen a las condiciones materiales, puesto
que no existen sustancias pura mente materiales, la materialidad no es un modo de
ser completo, estás conclusiones se dan si se divide el concepto en dos
compartimientos completos en sí mismos y que se excluyen, pero si la materia se
reduce a pura exterioridad, el espíritu solo podría actuar sobre ella exteriormente
porque no habría otra posibilidad: en ese caso, la acción de Dios no afectaría a la
interioridad de lo natural (porque no existiría esa anterioridad), y la acción del alma
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humana sobre el cuerpo sería semejante a la del jinete o el timonel que solo puede
actuar y dirigir de un modo externo. Dando esto como resultado a serias dificultades
en la antropología y en la teología natural. En la filosofía de la naturaleza también
resulta poco satisfactoria porque despoja a las sustancias naturales de las
dimensiones relacionadas con su interioridad.
A pesar de que puede confundirse con un pan de ismo o panpsiquismo tenemos
que recordar que la interioridad si fuera un atributo exclusivo del espíritu deberíamos
olvidar que los seres naturales poseen un dinamismo propio, qué, de modo
enigmático pero real conocen su propio modo de ser y el de otros seres y saben
cómo comportarse en cada circunstancia, formando en muchas ocasiones la
existencia de procesos morfogenéticos en los que se producen nuevos modos de
ser.

Características de la materia

Algunas características de la naturaleza y de nuestro conocimiento de ella se


encuentran estrechamente relacionadas con la materialidad.

En primer lugar, se relacionan con la potencialidad, porque todo lo material es


mutable, ya sea accidental o substancialmente. En este sentido, se afirma que la
materia es principio de pasividad. Sin olvidar que esto se refiere "la materia en
cuanto materia", a una consideración genérica de la materialidad, no al modo de ser
completo de los seres naturales.
En segundo lugar, la materia es el principio de individuación en las sustancias
naturales. En esta ocasión se habla de la individualidad numérica de los seres
naturales. Cada sustancia tiene su modo de ser propio, pero cualquier modo de ser
natural es, en principio, repetible en diferentes individuos.
En tercer lugar, la materialidad implica contingencia, o sea, falta de necesidad, al ser
cambiante y estar sometida circunstancias que pueden provocar cambios, además
de que esa mutabilidad se extiende incluso a la esencia de los seres materiales que
pueden dejar de ser lo que son y transformarse en otros seres diferentes.
En cuarto lugar, la materialidad se relaciona con la existencia del azar en la
naturaleza. La experiencia muestra que nuestras posibilidades de actuación se
encuentran limitadas por las continuas variaciones de las condiciones materiales ya
que tiene un cierto grado de azar que se pone a la regularidad perfecta.
En quinto lugar, la materialidad implica, de una parte, la existencia de límites en
nuestro conocimiento, y de otra, la posibilidad de un conocimiento mensurable y
controlado. Es decir, solo conocemos inmediatamente aquellos aspectos de la
naturaleza que son accesibles a los órganos de nuestros sentidos; para conocer los
demás aspectos, debemos recurrir a procedimientos indirectos.

Dimensiones de tipo formal


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En esta parte se analizarán las dimensiones formales y los significados del concepto
de forma.

Configuración, consistencia y sinergia

Hemos visto a lo largo de este capítulo la distensión exterior, así como medidas de
dimensión exteriores. En cambio, las dimensiones formales se refieren a la
coherencia interior, a una unidad: la configuración refleja la unidad espacial de los
componentes, la consistencia se relaciona con el mantenimiento de la unidad a
través de los procesos temporales, y la sinergia expresa la cooperatividad de los
diferentes componentes y procesos.

La configuración es estructuración espacial, definida como la disposición de las


partes que componen una cosa y le dan su figura propia.
La consistencia se relaciona con la duración temporal; se define como duración
estable. En la naturaleza no existe una consistencia absoluta: todo está sometido al
desgaste, a interacciones, a división.
La sinergia se refiere a la organización espacio-temporal. Significa cooperación. La
organización de los sistemas naturales depende de la cooperación de los
componentes en una unidad funcional. Corresponde al movimiento (dimensión
material); expresa la unidad de los diferentes movimientos que tienen lugar en un
sistema. La unidad de los sistemas es tanto más fuerte cuanto mayor es la
cooperatividad de sus partes componentes y de los procesos que en ellos se
despliegan.

Significados del concepto de forma.

Se puede distinguir el uso adjetivo y el substantivo de la forma, sin embargo, una


diferencia importante en el ámbito de la naturaleza material y lo formal es que
siempre existe en condiciones materiales, pero nada impide que puedan existir
seres que carezcan de materia, o sea, seres espirituales son casos asimétricos: es
imposible que existan seres cuyo modo de ser se reduzca a pura materialidad, pero
es posible que existan seres espirituales, cuyo modo de ser no incluya condiciones
materiales.
La «formalidad» se refiere a las determinaciones peculiares del modo de ser: ser
átomo, proteína, planta, animal, blanco, buen conductor eléctrico, etc.

Cuando mencionamos a los entes naturales, esas determinaciones no existen fuera


de las condiciones materiales, no son independientes, sino que se encuentran
entrelazados formando una realidad unitaria. Solo existe una realidad completa que
subsiste con un ser propio: la substancia individual, que posee determinaciones
formales que existen en condiciones materiales.
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También podría llamarse que existe una asimetría, pero en un sentido mucho más
amplio, ya que mientras las condiciones materiales son genéricas y en cierto modo
comunes a todos los seres humanos, las determinaciones formales son particulares
y específicas, diferentes en cada tipo de seres, y las accidentales también expresan
distintos modos de ser.
Las formas sustanciales y accidentales de los entes materiales no son entes
completos, no posee una subsistencia propia, no son sujetos en sentido estricto.

Forma substancial y accidental

El término forma suele referirse a la apariencia exterior de una cosa y se relaciona


con su figura; este sentido en la forma corresponde a una de las especies del
accidente cualidad. Pero tiene también un sentido mucho más amplio, ya que
designa cualquier determinación de los modos del ser ya sea, si se habla de una
forma sustancial o si se habla de una forma accidental.
Según Aristóteles la forma substancial es acto esencial de las especies naturales.

Materia y forma nos completos ni partes físicas; son principios, qué se comportan
como potencia y acto: la materia prima es el principio potencial e indeterminado, y la
forma substancial es el principio actual y determinante.

Es importante advertir que la forma substancial sólo se da en los entes naturales


(que son substancias).

La expresión «forma accidental» se utiliza para designar cualquier determinación


accidental. Por tanto, todo accidente puede ser denominado «forma accidental».
Existe el peligro de «cosificar» los accidentes, y ese peligro se encuentra
relacionado con el uso substantivo de los términos respectivos, cuando se habla de
«la cantidad», «las cualidades», etc., como si fuesen sujetos o entidades. El uso de
una terminología apropiada puede ayudar a evitar ese peligro.
La substancia, siendo un sujeto actual, está en potencia con respecto a las
diferentes formas accidentales, que pueden cambiar sin que varíe el modo de ser
esencial de la substancia.

Características de las formas

Las formas relacionadas con el ser: la forma es un ens quo, o sea, un ente por el
cual algo es o tiene ser o tiene un determinado modo de ser. Esta terminología
sigue siendo substantiva, ya que se habla de las formas como «entes»; pero
subraya expresamente que se trata de entes en un sentido especial: no son entes
completos, sino determinaciones del ente.

En sentido propio, las formas no se generan ni se corrompen. La forma existe


cuando comienza a existir el ente al que corresponde, y deja de existir cuando ese
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ente se transforma en otro diferente. se «producen» a partir de las transformaciones


que tienen como substrato la materia, son el resultado de esas transformaciones.

En segundo lugar, la forma se relaciona con la estructura. La estructura se relaciona


con el modo de ser de los entes naturales, y es un factor en cierto modo
«inmaterial», porque se refiere a la organización de los componentes. Parece
posible, por tanto, relacionarla con la forma.

Sin duda, la estructura de los entes materiales tiene estrecha relación con el
concepto clásico deforma. Es conveniente, no obstante, precisar dos aspectos de
esa relación. En primer lugar, cuando hablamos ahora de «estructura», nos
referimos a la «organización» de un sistema, que incluye no sólo la estructura
espacial (configuración) sino también las dimensiones temporales (procesos
cooperativos de los componentes del sistema). En segundo lugar, esa
«organización espacio-temporal» no se identifica con la «forma»; es como el «plan»
al que responde el conjunto de las relaciones espaciales e interacciones que existen
en el sistema. En tercer lugar, las formas se relacionan con los fines. En la
producción artificial, existe un «modelo» de acuerdo con el cual se construye el
producto.

La estructura hilemórfica

Se denomina «hilemorfismo» a la doctrina aristotélica según la cual la esencia de


las substancias materiales está compuesta de materia (hilé) y forma (morfé).
Obviamente, puesto que se trata de la esencia de las substancias, la materia de la
que se habla es la «materia prima», y la forma es la «forma substancial».

Correlación y unidad de lo material y lo formal

Materia y forma son conceptos correlativos: algo es materia con respecto a una
forma, y algo es forma con respecto a una materia. Se entiende que la correlación
perfecta sólo afecta a los seres materiales, y que nada impide que existan seres
espirituales cuya esencia consistirá en una forma sin materia.
Por tanto, en el mundo físico (entes materiales), materia y forma se exigen
mutuamente y se complementan.

Materia y forma constituyen una auténtica unidad: son como dos caras de la misma
moneda, que corresponden a la «exterioridad» y a la «interioridad» de los seres
naturales.
Por consiguiente, materia y forma no se unen, como si se tratase de dos entidades o
partes físicas. El modo de ser esencial se refiere a unas determinaciones formales
(forma substancial) que existen en condiciones materiales (materia prima), y los
modos de ser accidentales se refieren a determinaciones formales (formas
accidentales) que afectan a una substancia (materia segunda); pero la substancia
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con sus accidentes es un todo unitario. No puede decirse, como si se tratase de


partes físicas, que la materia prima, o la forma substancial, o la substancia, o los
accidentes, existen por separado o se encuentran yuxtapuestos.

Materia y forma como causas

Materia y forma son causas en cuanto «componentes» que constituyen lo natural, la


materia prima y la forma substancial constituyen la esencia de las substancias
materiales; la materia segunda y las formas accidentales constituyen la substancia
con sus determinaciones. Si se entiende por «causa» aquello que influye en el ser
del efecto, deberá afirmarse que materia y forma son causas en sentido propio,
porque constituyen el modo de ser de las substancias naturales.
Por el mismo motivo, materia y forma son causas «intrínsecas» o interiores, porque
se refieren al modo de ser. Esto en nada se opone a que la materia se relacione con
la «exterioridad» de las substancias.

Valor del hilemorfismo


Decir que materia y forma son causas reales, intrínsecas, constitutivas de la esencia
de las substancias naturales, equivale a afirmar el valor metafísico de la
composición hilemórfica. Dicho en otras palabras, esa composición no corresponde
sólo a una construcción mental útil para comprender la naturaleza, sino a la realidad
de las cosas, aunque materia y forma no sean entes completos.

Los grados del ser físico

En la naturaleza existen niveles de organización cada vez mayor que, si bien se


realizan en condiciones materiales, tienen dimensiones formales cada vez más
acentuadas. Existen, en efecto, grados de integración estructural, integración
procesual, acción cooperativa, organización, unidad, y potencialidad activa o
capacidad de actuación.
Los vivientes poseen unas dimensiones formales peculiares. Existe una diferencia
cualitativa indudable entre los vivientes y los no vivientes; y dentro de los vivientes,
entre los diferentes grados de vida. Al ascender en la escala, se da un progreso en
las dimensiones formales y, por consiguiente, un alejamiento de la pura
materialidad.
Si por «inmaterialidad» se entiende ese acentuamiento de las dimensiones
formales, puede decirse que existe una escala ascendente de inmaterialidad. Pero,
en el mundo físico, esa inmaterialidad no se refiere a algo que sea independiente de
las condiciones materiales.

En el caso del alma humana se plantea la relación entre «inmaterialidad» y


«espiritualidad», debido a la existencia de dimensiones formales que trascienden los
condicionamientos materiales. Y se plantea cómo es posible que un alma espiritual
sea forma de un cuerpo material, o, en otras palabras, cómo es posible que las
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dimensiones espirituales existan en condiciones materiales. Las dificultades para


conceptualizar este hecho no son pequeñas; sin embargo, no deberían llevar a
negar la realidad del hecho, que corresponde a experiencias fácilmente
comprobables.
Por otra parte, la existencia de dimensiones espirituales requiere, para su adecuada
explicación, una causalidad que supera las posibilidades de los entes materiales. La
exigencia de una causalidad trascendente no se da sólo en el caso de la
espiritualidad; también se da en los niveles inferiores. Pero, en el caso de la
espiritualidad, se añade un título especial: que el modo de ser propio de ese nivel es
esencialmente superior a los modos de ser que dependen de las condiciones
materiales.

Racionalidad materializada

El hilemorfismo responde a diferentes niveles explicativos que, si bien guardan


cierta relación entre sí, no se identifican:
En primer lugar, el hilemorfismo fue formulado para explicar la posibilidad del
cambio. La necesidad de admitir un sustrato en todo cambio parece obvia, pues en
caso contrario, habría que admitir que no existen transformaciones, sino
aniquilaciones y creaciones.

En segundo lugar, el hilemorfismo se aplica a la constitución de los cuerpos. Los


cuerpos naturales son esencialmente mudables o cambiantes y, por tanto, han de
poseer la composición de materia y forma que, como se acaba de señalar, explica la
posibilidad del cambio. Los diferentes modos de ser se conceptualizan como formas
o determinaciones de la materia.

En tercer lugar, el hilemorfismo explica la multiplicidad de individuos dentro de una


misma especie. Si los cuerpos están constituidos por materia y forma, la forma se
refiere a lo que caracteriza a cada especie, y la materia a las condiciones concretas
en las que existe ese tipo general. Se comprende de este modo que un mismo tipo
de forma puede existir en individuos diferentes.

Estos tres niveles explicativos se refieren al mundo físico y se relacionan entre sí.
Podemos considerar, en cuarto lugar, otro nivel que se refiere a la relación entre el
mundo físico y el metafísico. Bajo esta perspectiva, el hilemorfismo refleja la
existencia de una gradación de perfecciones en función de los distintos grados de
inmaterialidad. Y, a la luz de una metafísica creacionista, la naturaleza apa¬ rece
como la realización, a través de condiciones materiales, de un proyecto racional. La
información puede ser considerada como racionalidad materializada, y los diferentes
grados de ser, como escalones que hacen posible la existencia de una naturaleza
cuya cima es un ser propiamente racional: la persona humana, que existe en
condiciones materiales, pero trasciende, al mismo tiempo, esas condiciones.

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