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El siglo XX está marcado por cambios extraordinarios en la economía mundial, vinculados con
el progreso tecnológico y reflejados en todos los ámbitos:
➢ Crecimiento demográfico generalizado, pero con una tasa de crecimiento más elevada
fuera de Europa;
El complejo equilibrio internacional que había ido creciendo a lo largo del siglo anterior de
repente se desintegró.
El cálculo de los “costes directos” y de los “costes indirectos” en dinero de la guerra dio unas
cifras impresionantes, que indicaban un daño a la economía mundial insanable a corto plazo.
➢ Guerra “económica” entre los países beligerantes, especialmente entre Gran Bretaña y
Alemania.
Los numerosos tratados firmados para intentar establecer un nuevo equilibrio no fueron
eficaces por dos razones:
Esta nueva política de corte proteccionista se conoció como “neomercantilismo” y desató una
verdadera guerra de aranceles que culminó en un nuevo nacionalismo económico.
La base de todos los trastornos financieros y monetarios se puede referir a dos cuestiones
interrelacionadas:
A pesar de sus problemas, Europa entró en una fase de recuperación a finales de 1920 y se
restablecieron de alguna forma las relaciones internacionales, pero bajo dos condiciones de
“precariedad”:
➢ La reconstrucción que tuvo lugar después de 1918 estuvo guiada por la Sociedad de
Naciones (1919).
El nacionalismo económico seguía creciendo, tanto en los países viejos, como en los que o bien
habían obtenido la independencia o se habían formado en la Conferencia de Paz de París de
1919.