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LA CRISIS DE 1929
Crisis económica, también llamada La Gran Depresión o el Crack del 29, hasta
entonces sin precedentes y que afectó a todos los países desarrollados, sobre todo a
aquéllos más industrializados.
Si hay una palabra que define el capitalismo, esta es inestabilidad. La tendencia general
del Capitalismo es, en términos de productividad, de continuo crecimiento; esta
tendencia (Trend) no oculta cíclicas depresiones que llamamos recesiones, si son
débiles, y crisis, si son excepcionalmente largas y profundas. Las causas de estos
movimientos cíclicos de la economía capitalista pueden estar en procesos exteriores al
sistema económico, es decir, en enfrentamientos bélicos, movimientos de población,
descubrimientos de nuevos yacimientos auríferos, o en innovaciones técnicas; pero
también pueden encontrarse en desajustes del propio sistema económico, por
ejemplo por superproducción, subconsumo, o en el funcionamiento incorrecto del
sistema de crédito.
Juglar, Kitchin y Kondratiev, entre otros, han estudiado la periodicidad de los continuos
ciclos de expansión-recesión del capitalismo. Kondratiev, por ejemplo, habla de la
existencia de oleadas de cincuenta años, donde se suceden períodos de tendencia
alcista de los precios, seguidos de años donde los precios se derrumban. Así establece
una secuencia alcista de los precios entre 1897 y 1920, seguida de una tendencia a la
baja, entre los años 1929 y 1939.
A finales del siglo XIX, todos los países capitalistas habían adoptado el patrón-oro
como medida de cambio común, lo que permitió una intensificación de relaciones
comerciales y una interdependencia entre los países; por ello las crisis que afectaron al
sistema capitalista se fueron generalizando y así, la crisis de 1920, y sobre todo la de
1929, afectó a todos los países y con especial énfasis a los más industrializados.
Por otro lado, la división del imperio austro-húngaro en diferentes países aumentó el
número de barreras aduaneras dificultando el comercio.
Hasta la Guerra, Gran Bretaña se consideraba el banquero del mundo. La libra era
aceptada en todos los mercados debido a las características de la industria y del
sistema bancario y de crédito de Londres, que financiaba todos los intercambios
mundiales. Su sistema bancario, de gran complejidad y eficacia, permitía que fueran
los bancos londinenses los que descontaran y garantizaran mediante letras de cambio,
aceptadas y libradas en su moneda, todos los pagos.
Los Estados Unidos no disponían de un sistema bancario apto para este tipo de
operaciones, por lo que dependían para las operaciones comerciales de instituciones
inglesas, que aceptaban sus avales y guardaban parte de sus recursos. Por ello en
1915 crearon el sistema de Reserva Federal, similar a un banco central europeo, cuya
función consistía en racionalizar el sistema bancario de los Estados Unidos. Sin
embargo, su actuación al frente de las finanzas internacionales ha sido considerada
como una de las causas de la crisis de 1929
Durante la guerra, los créditos de los Estados Unidos y de Gran Bretaña consiguieron
la estabilidad de los cambios, pero tras la contienda estos créditos se paralizaron
porque estos países se negaron a seguir sosteniendo las divisas, lo que provocó la
pérdida del valor de las monedas y que se iniciara un período de confusión y caos
económico-monetario.
Por otro lado, la Comisión de Reparaciones, establecida tras la Guerra, obligaba a pagar
a los países perdedores unas cuantiosas sumas a los aliados, que ascendieron a
152.000 millones de marcos-oro. Este sistema, claramente gravoso para Alemania, país
destruido industrialmente tras el conflicto, impidió su recuperación y, por tanto, hizo
imposible el cumplimento de cláusulas del Tratado de Versalles. Francia, como nación
más perjudicada por Alemania, no transigió nunca en la flexibilización del pago de las
indemnizaciones, puesto que los Estados Unidos y Gran Bretaña consideraban las
deudas francesas deudas comerciales no ligadas al pago de las indemnizaciones.
Antes de la guerra, Gran Bretaña había concedido gran cantidad de créditos lo que
permitió la industrialización de muchos países. Esto hizo que comenzara a modificarse
el comercio internacional; como ejemplo tenemos a Japón, que se fue apoderando
paulatinamente de los mercados tradicionales ingleses en Extremo Oriente. La
evolución del comercio de Estados Unidos también refleja esta tendencia: en 1870 el
31,8% de las manufacturas mundiales eran británicas, mientras que en 1913 lo eran
tan sólo el 11,1%. Tras la guerra, el comercio mundial se complicó excesivamente, al
sumarse a los países productores de preguerra aquellos que habían desarrollado su
industria y que ahora rivalizaban entre sí.
Esta definición de dos tipos de divisas rompió el equilibrio anterior a 1914 porque a
partir de la Conferencia de Génova coexistieron dos centros financieros mundiales:
Nueva York y Londres. Esta bipolaridad y la falta de confianza de ahorradores en sus
propias monedas provocaron un movimiento constante de capitales entre los dos
centros, lo que se configuró como una de las causas de la crisis de 1929, ya que se
fomentaron los créditos a corto plazo para atraer capital, lo que constituyó un factor
de inestabilidad.
A partir de la Conferencia se inició un periodo de estabilización, ya que cada país actuó
para intervenir positivamente en el desarrollo del comercio internacional.
Diario del 28 de julio de 1923, en el titular dice que al cambio, un dólar estadounidense equivale a un
millón de marcos
Alemania, que tenía una moneda inservible (un marco de 1922 valía un billón de veces
menos que en 1919), creó una nueva moneda de transición, el Retenmark, hacia el
nuevo marco, el Reichmark. Consiguió acabar con la especulación y pudo recibir
créditos británicos cuando las relaciones con Francia se habían normalizado tras el
Tratado de Locarno y la aplicación del Plan Dawes. Alemania utilizó los créditos
concedidos para pagar las indemnizaciones pero también quedaba dinero para la
reconstrucción.
Funcionarios alemanes recolectando el papel moneda devaluado, enero de 1924
Lo que sucedió en Gran bretaña fue que se sobrevaloró la libra y las exportaciones
británicas lo acusaron; estas dificultades comerciales fueron acusadas a su vez por la
industria. Ante ello, los británicos iniciaron una política deflacionista de precios y
salarios que provocó una oleada de huelgas que en 1926 paralizó el país.
El antecedente del proceso especulativo que llevó a la Crisis del 29 hay que buscarlo en
el boom inmobiliario de Florida: la idea de confort se había apoderado de los
norteamericanos en esta época de esplendor económico. Muchos inversores
orientaron sus negocios hacia la especulación en terrenos de Florida, para
construir urbanizaciones de recreo. Muchas de las parcelas se vendieron y
compraron casi quincenalmente, con lo cual constantemente se elevaban
los precios. Sin embargo, en 1926 un huracán provocó el descenso
progresivo de los precios de la zona, al degradarse los terrenos,
instalaciones, etc. Tras este suceso, los grupos de inversores se dedicaron a
invertir en la bolsa de valores, puesto que el sistema norteamericano
premiaba más al capital que al trabajo. La gente creía que vivían una época
de prosperidad general y de ganancias sin límites, lo que supuso una
tendencia al alza constante en la bolsa. En realidad los inversores buscaban
rentabilidad a corto plazo (los negocios boyantes y rápidos). Los pequeños
ahorradores se dedicaron, por tanto, a invertir en negocios que no exigían
una inversión a plazo fijo para recuperar el dinero (construcción,
ferrocarriles), sino que especulaban en otro tipo de negocios que a la
postre no eran verdaderamente productivos para el país. El
dinero refugiado hasta entonces en Londres, volvía a la bolsa de Nueva
York. La culpa de este crecimiento desmesurado de la bolsa
norteamericana se debió a un funcionamiento incorrecto del Sistema de
Reserva Federal de los EEUU, que permitió la concesión de créditos baratos,
por lo que muchos inversores los pedían para especular en bolsa. Los
europeos se quedaron en esta época sin posibilidad de adquirir créditos en
Estados Unidos, puesto que los inversores buscaron la colocación del
dinero en la bolsa de Nueva York.
En 1927 algunos economistas pudieron prever la crisis, pero la venta a plazos hizo que
ésta se retrasara. El Fondo de Reserva Federal debió haber actuado, encareciendo los
créditos, pero era ésta una decisión política, porque los agricultores dependían de
ellos, y las autoridades monetarias no se atrevieron a decretarla.
La crisis afectó a casi todos los países industrializados del mundo, aunque en el caso
de la Unión Soviética sus efectos fueron menores, al tratarse de un estado socialista
inmerso en un plan estatal de desarrollo.
Por otro lado, algunos países formaron acuerdos económicos donde se discriminaba a
países terceros; en este sentido, Gran Bretaña firmó el Tratado de Ottawa por el cual
creaba un sistema de preferencia imperial con los países de la Commonwealth, sus
colonias y dominios. Asimismo, los Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia firmaron
en 1936 un acuerdo comercial que intentaba la contraprestación de ayuda para lograr
mayor libertad económica, dentro del espíritu del libre comercio, pero sus resultados
fueron desalentadores. En definitiva, la política comercial se basó en el
proteccionismo.
Por New Deal se conoce la política económica que a partir de 1933 llevó a
cabo el presidente Roosevelt. Éste estableció un plan de recuperación de la
actividad económica y un proyecto de reformas de muchos de los aspectos
que habían contribuido a la crisis.
Roosevelt actuó en el campo del crédito y del dinero, para más tarde aplicar políticas
especializadas en los sectores agrícolas e industriales con el fin de sostener los precios
de algunos productos y elevar el nivel adquisitivo.
El presidente, con tal fin, adquirió unos poderes mayores que sus predecesores para
elaborar su plan: prohibió las exportaciones de oro, incrementó la emisión de billetes
y, en definitiva, devaluó el dólar al 50%, lo que permitió un aumento de las
exportaciones y la subida de los precios interiores que supuso una reactivación de las
actividades económicas.
Asimismo, reorganizó el sistema bancario exigiendo que los bancos adheridos al fondo
de Reserva Federal, el banco central americano, no pudieran incrementar los créditos
sin garantías, lo que suponía un mayor control a sus operaciones. Logró con ello dotar
al sistema de una mayor confianza por parte de los inversores e industriales.
Gran Bretaña acabó con algunos de sus aspectos tradicionales que definen
el librecambismo. En 1931 abandonó el patrón-oro y firmó los acuerdos de
Ottawa ya mencionados, que establecen el proteccionismo y la solidaridad
económica entre los países del Imperio.
En los años treinta, los problemas de las viejas industrias fueron evidentes por las
dificultades de exportación. El gobierno debió actuar con ayudas a los sectores más
desfavorecidos (textil y minero), con el fin de redistribuir a los obreros en paro o
amenazados de ello y permitir la creación de empresas sobre terrenos cedidos por el
Estado.
Se procuró que los tipos de interés permanecieran muy bajos y se incentivó el sector
de la construcción entre los años 1933-38 sobre todo.
El comercio era preferencial hacia ciertos países con los que se acordaban cupos de
importación y aranceles especiales.
En 1938 la economía sufrió una nueva recesión y el rearme adoptado por el gobierno
supuso tensiones en el sistema económico y dificultades financieras y monetarias.
Fuente: https://sites.google.com/site/curshistoriacontemporania/la-crisis-de-1929