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Nudo 5: una fuerte impronta economicista tiñe y orienta numerosos diseños de políticas
educativas
La tentación de subsumir la cuestión educativa a la relación costo-beneficio, educación y
empleo, educación y trabajo, resultados y productos, es en algunos casos un riesgo de los
tiempos presentes. Algunos autores hablan del “colonialismo” del discurso economicista.
Nudo 8: la palabra proyecto se destaca como concepto estelar y se utiliza como eje:
proyecto institucional, proyecto educativo, proyecto curricular de establecimiento,
metodología de proyecto.
Sin duda la noción de proyecto conlleva la asociación de instancias: trabajo en equipo,
detección de dificultades o problemas, focalización, hipótesis alternativas, estrategias de
participación, profesionalismo, despliegue de cursos de acción, contratos con los actores,
distribución de responsabilidades, compromiso de redes interinstitucionales, procedimientos
de auto-evalucion etc. Pero también incluye el riesgo de construir a su alrededor un cierto
“activismo proyectista” que podría contribuir, ya a una banalización, ya a una ritualización que
anularían sus beneficios.
Nudo 9: las reformas de los planes de formación docente se han integrado a las
propuestas. Profesionalización, actualización y perfeccionamiento son expresiones que
denotan la necesidad de aumentar el capital cultural de docentes.
Nudo 10: la evaluación se ha constituido en contraseña obligada de buen número de
despliegues de la política educativa.
Desestimada durante mucho tiempo, la importancia de la evaluación en materia educativa
adquiere en los últimos años nuevos significados. La evaluación es una necesidad de la
sociedad, del sistema y de los actores, que debe aun construir la legitimidad política y
metodológica de sus prácticas para evitar la aparición de efectos no deseados.
Lo no anudado o lo des-atado
En los discursos y prácticas encontramos temas anudados, pero en la realidad encontramos
también que hay cosas que andan sueltas y que deberían vincularse y articularse.
Anudar esos hilos permitirá tejer la trama necesaria para el sostén de lo educativo.
Sintetizamos lo que a veces anda separado, suelto o desanudado.
1. Políticas globales-políticas educativas
2. Macropolíticas-micropolíticas.
3. Teorías y practicas
4. Profesionalización-condiciones de trabajo
5. Organización-curriculum
1. El vínculo entre políticas globales y políticas educativas no siempre está anudado
Pensar separadamente políticas sociales y políticas educativas implica no tomar en cuenta el
límite que las primeras imponen a las segundas.
Un derivado de esta des-intrincación es el vínculo cortado entre calidad educativa y calidad de
vida. Suponer que se puede construir calidad educativa independientemente de la calidad de
vida es una ingenuidad comparable a la de suponer que se puede construir calidad para
todos, en épocas donde se sostiene el darwinismo social. La calidad educativa requiere la
solidaridad de las políticas sociales y la solidaridad interinstitucional. Ambas son
contradictorias con las leyes del mercado, el individualismo y el sectorialismo.
Otro derivado es la dificultad para unir la idea de espacio público con la lógica propia del
servicio público. Se afirma que la educación debe ser una política de Estado. La educación es
cosa pública, espacio público.
Este concepto se ve relativizado cuando se intenta aplicar a la cosa pública las leyes del
mercado que por supuesto no responden a la lógica del servicio público.
2. Este panorama anuncia ya las condiciones en las que se dejan sueltos otros hilos, a
partir de lo cual se constituye el encasillamiento, y en consecuencia la mutua
ignorancia, de lo macro político y lo micro político.
Macro políticas educativas y micro políticas escolares se piensan a veces como
comportamientos estancos. Esta perspectiva impide, en primera instancia, visualizar los “ecos”
y “reflejos” que cada una impone a la otra. En segundo término, el encapsulamiento conlleva y
ahonda un clivaje potencial que refuerza la desvinculación entre instancias a riesgo de instalar
un mutuo malestar.
3. La tercera separación, lamentada y lamentable, concierne a teorías y prácticas.
Las prácticas parecen solicitar cada vez más pragmatismo y podría creerse que se las
pretende independientes de todo andamiaje conceptual.
Nada más falso. Las prácticas están construidas sobre tramas conceptuales. Lo que ocurre es
que éstas no siempre son explicitas.
El primer riesgo del desanudamiento entre teorías y prácticas es que ninguno de los hilos por
sí solo atrapa la realidad y mucho menos puede transformarla.
El riesgo es que se llegue a crear o consolidar una división entre actores. Por un lado, estarían
aquellos que “piensan”, aquellos que “deciden” y por otro lado estarían los que “hacen”,
“aplican”, “transmiten”.
Así veremos que se les atribuye (o se atribuyen) a los que “deciden”, la tentativa de
constituirse como una especie de nobleza técnica o académica; a la vez, desde otra
perspectiva, se les atribuye no conocer la realidad.
Esta atribución crea un hiato (que a veces llega a ser un abismo), entre los que piensan,
supuestamente en abstracto y los que hacen, supuestamente sin soporte conceptual.
Estos últimos consideran que se desprecia su saber y se desvalorizan su conocimiento y
experiencia.
La cuestión es que mientras se desarrolla esta pelea las instituciones reales, los actores
reales, podrían quedar privados del necesario lazo entre teorías y prácticas.
4. Estas divisiones intervienen e inciden para facilitar otro desanudamiento, el que se
produce entre profesionalización y condiciones de trabajo.
Formación, capacitación y perfeccionamiento aparecen claramente como requisitos de la
profesionalización, pero están lejos de ser suficientes cuando encuentran el límite que
imponen condiciones laborales injustas.
5. En este conjunto de hilos sueltos es fácil comprender que no siempre estén atados la
organización y el curriculum. Podría hablarse de un desencuentro grave.
Esta desvinculación se sostuvo en el malentendido que se generó acerca de la relación
continente-contenido. Se atribuyó a la organización (y a la administración) el carácter de
continente, olvidando su valor de contenido institucional.
A la vez, no siempre se tuvo en cuenta que los contenidos requerían formas organizacionales.
Continente y contenido no pueden pensarse, diseñarse ni analizarse de forma independiente.
Sin embargo, la forzada separación entre ambos plasmó figuras institucionales a partir de
arbitrarias separaciones y se perdió de vista la forma en que conjuntamente constituyen lo
educativo.
Atar lo desatado, juntar lo “separado”, devolverle al tratamiento de la cuestión educativa su
carácter integral: obviamente, desde nuestra perspectiva esto implica una opción teórica y un
andamiaje conceptual por el que transitar desanudando nudos traspapelados ya anudando
hilos y cabos sueltos.
Los actores y los hilos
Creando estas tendencias, haciéndolas avanzar, aprendiendo, se encuentran los actores:
Especificidad
Carácter intermediario e integrador
Multiculturalidad
Complejidad
Multidimensionalidad
Pluri e interdisciplinariedad (multirreferencialidad).
c/u de estos atributos remite a un conjunto de cuestiones y conceptos y conlleva decisiones en
la manera de encarar el trabajo cotidiano en las instituciones.
A propósito de la especificidad
La especificidad remite tanto a saberes como a vínculos sociales
¿Quién posee el saber sobre el otro? Al mismo tiempo ¿cómo desoir la demanda?
Tal como se formula el pedido, hay que reconocer que su satisfacción “al pie de la letra” es
imposible. No hay institución alguna ni sujeto alguno, que pueda responder en la medida que
el otro espera.
Es posible trabajar admitiendo que la institución educativa solo puede proponer un sustituto,
un saber sobre otra cosa, un saber sobre el mundo. Para ser aceptado ese saber sobre otra
cosa tiene que ser significativo para el sujeto.
Desde nuestra perspectiva la institución educativa tiene mucho para ofrecer ya que es en ella
donde cada sujeto tiene la posibilidad de aprehender los modos de pensar el mundo.
La cuestión es que, para ello, las instituciones educativas deben ofrecer rupturas. Rupturas
epistemológicas, pedagógicas y didácticas.
La producción de estas rupturas requiere el encuentro de sujetos que
enseñen/eduquen/formen, con sujetos que aprenden a través de objetos de conocimiento.
Puestos como sustitutos, aceptados como sustitutos de un saber que es inaprehensible e
inenseñable.
La oferta de rupturas epistemológicas es propia y definitoria de la institución educativa.
La especificidad de la institución educativa puede entenderse entones en su carácter de lugar
de encuentro entre distintos sujetos que se encuentran, unos para enseñar y otros para
aprender cosas que no se enseñan ni aprenden en otras instituciones.
Por su carácter de lugar de encuentro con un tercero (objetos de conocimiento) diremos que la
característica de la institución educativa es que en ella se sostienen vínculos triangulares.
El vínculo con el conocimiento entre dos sujetos requiere la inclusión del tercero, justamente la
inclusión del objeto a conocer. Por ellos diremos que el vínculo ofrece y exige una matemática
específica y particular, la que hace posible subjetivamente un 1+1=3.
Un vínculo triangular es en este caso aquel donde el tercero está incluido como objeto de
conocimiento.
Las instituciones educativas son leales a su especificidad si los sujetos que a ella asisten
encuentran allí, aprenden allí lo que no se puede aprender en otros lados.
Especificidad vinculada a la distribución del saber socialmente elaborado, a la socialización y a
la construcción de capital cultural.
Cuando las triangulaciones no ocurren, cuando los terceros están omitidos, diremos que la
institución ha perdido especificidad.
La institución que se caracteriza por ser el enclave del tratamiento del saber socialmente
elaborado.
Unas pocas palabras acerca de los otros atributos
Lugar de despliegue de proyectos político sociales y de destinos individuales; espacio
intermediario entre lo privado y lo público, articuladoras de teorías y practicas; productoras de
multiculturalidad, las instituciones educativas deben entenderse como instituciones complejas.
La multidimensionalidad constituye una estrategia para abordar el territorio de la institución
educativa, un intento de orientar la reflexión y la acción, capturando para entender las diversas
variables que afectan e intervienen en su cotidianeidad.
Queremos señalar que las dimensiones son un recurso organizador. En la práctica están
entrelazadas, vinculadas, articuladas e integradas. Diferenciadas, a los fines didácticos, se
puede distinguir en el terreno de la institución:
- La dimensión organizacional-administrativa
- La dimensión comunitaria, en sus vertientes intra e inter-institucional.
- La dimensión pedagógico-didáctica: la dimensión del tratamiento del saber socialmente
elaborado. Acá se entrecruzan un tiempo y un espacio bien particular: a) el tiempo de
enseñanza intencional y de aprendizaje; b) el espacio donde se vivifica el curricular
prescripto en las prácticas pedagógicas. Es en esta dimensión donde se opera la
triangulación.
¿Qué es la multirreferencialidad?