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UNA MIRADA
Cada vez más se reconoce el hecho de que las acciones escolares están
condicionadas por los elementos organizativos que constituyen e inciden
en las escuelas. En muchas ocasiones se observa una tendencia a poner el
énfasis exclusivamente en los procesos didácticos o en las decisiones
curriculares que se desenvuelven en el aula. Sin embargo, la investigación
educativa ha permitido incorporar variables vinculadas con el papel de los
directores o de los equipos directivos, el uso del tiempo y e el espacio, las
formas de agrupamiento escolar, clima y participación escolar. También las
influencias de variables que provienen de los niveles macro estructurales
como legislación y políticas generales y sectoriales así como del contexto
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local y las características de la población a atender. Sin embargo, se
observan en muchos casos cristalizaciones en los modos de comprenderlas
y en consecuencia, constituyen una limitación para el desarrollo de la
gestión escolar.
Una de las cuestiones que surge cada vez con mayor fuerza es como
afrontar en las escuelas en contextos de crisis, situaciones emergentes que
se imponen en el ámbito escolar sin que estos problemas hagan perder el
sentido de la vida y de la función escolar.
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Fernández Enguita, M. (2005) Organización Escolar y Modelo Profesional. En Organización escolar, y
profesión docente y entorno comunitario. Universidad Internacional de Andalucía/Akal, Madrid.
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orientada a la formación de los alumnos y la otra, con la responsabilidad
que nos cabe desde el rol docente de comprometernos como agentes del
Estado para garantizar el derecho a la educación de los niños y jóvenes.
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La concepción del derecho a la educación que se adopta en este texto se basa en los distintos pactos y
acuerdos internacionales vigentes en la actualidad: la Declaración Universal de los Derechos Humanos
(1948), la Convención contra la Discriminación en la Educación (1960), la Convención Internacional de
los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1966), la Convención para la Eliminación de Toda
Forma de Discriminación contra la Mujer (1979), la Convención Internacional por los Derechos del Niño
(1989), la Declaración de Viena sobre Derechos Humanos (1993), entre otros. En este sentido,
consideramos que la universalidad del Derecho a la Educación debe traducirse en una obligación de los
Estados a garantizar el acceso a la educación, la permanencia en el mismo y la graduación, con garantías
básicas en cuanto a la calidad y condiciones educativas afines.
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Es necesario reconocer también la función de la escuela como el primer
lugar de creación de espacio público para nuestros alumnos, en el que
aprenderán bajo las restricciones propias de la organización escolar
criterios de justicia, ejercicio de libertad, estilos de convivencia
democrática y de modo fundamental la construcción de una relación con el
conocimiento elaborado.
Pero también hay escuelas que frente a las situaciones que se imponen
cultural y socialmente elaboran proyectos escolares tomando las
problemáticas emergentes y reelaborándolas los reformulan de modo tal
que se convierten en contexto de los mismos, como parte del problema.
Este posicionamiento, de convertirlo contexto interno sobre el cual se
puede operar permite buscar alternativas de atención en el marco de la
escolarización.
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Resulta necesario, y por ello se hace imperativo, comprender los alcances
de concebir a la escuela que como organización es un ámbito de
restricciones, porque delimita aquello que puede suceder, de lo que no.
Afirmar que la organización es un espacio de restricción, da cuenta de la
existencia de un conjunto de prescripciones que regulan los
comportamientos de los actores que participan. Por ello, las cuestiones
traducidas en proyectos escolares constituyen una decisión institucional
deliberada dispuesta a establecer límites pero también posibilidades de
acción concreta.
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Martínez Nogueira, R. Desafíos estratégicos en la implementación de programas sociales: Provisión,
Participación y Coordinación. INDES Washington DC.
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Entender a la gestión directiva como espacio de poder compartido remite a
considerar que en todo proceso de conducción directiva se articulan dos
lógicas: una vinculada con elementos de orden externo, reglas, valores y
símbolos institucionalizados y otra, interna dominada por las “realidades
cotidianas” que construyen las relaciones internas y externas de la
organización y circunscriben “las posibilidades de la dirección en las
limitaciones específicas de un marco, una historia y un contexto
particulares”4.
4
Ball, Stephen. (1989) Micropolítica de la Escuela. Paidós. Buenos Aires.
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Utilizo este término porque las problemáticas aparecen yuxtapuestas, desordenadas, en situación de
emergencia y bajo un eco de caja de resonancia de reclamos sociales hacia el Estado como presencia de lo
público independientemente que constituyan los aspectos singulares del sector educación.
6
Martínez Nogueira, R. (1998) Los proyectos sociales. CEPAL.
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informales. El punto central estriba en el modo en que las escuelas
establecen los vínculos con ellas.
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Se define la micropolítica como “aquellas actividades que se llevan a cabo dentro de las organizaciones
para adquirir, desarrollar y usar el poder y otros recursos a fin de obtener los resultados que uno prefiere
en una situación en la que hay incertidumbre o disentimiento”. Pfeiffer, J. (1981)
8
Martínez Nogueira, R. op. Cit.
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Interesa aquí, profundizar en el modelo de gestión en términos operativos
para poder apropiarse de criterios que fortalezcan la gestión directiva y en
consecuencia, la gestión de los proyectos escolares.
Del director se espera por una parte, la distribución de tareas que supone un
conocimiento y un requerimiento técnico, vinculado con el dominio de un
saber organizacional y de contenido específico educativo y por otra, el
reconocimiento de que en toda escuela hay que movilizar un componente
social de convergencia de sentido, convergencia que requiere la
cooperación de todos los participantes para que los proyectos educativos no
queden encerrados en una mera enunciación de deseos y escrituras sin
destino.
9
Ball, S. op. cit.
8
El focalizarse en tres tipos de dispositivos permitirá acercarnos a una
mayor comprensión de los procesos organizacionales y su influencia en el
diseño e implementación de los proyectos escolares. (Martínez Nogueira)
9
En principio hay que reconocer dos aspectos que dominan cualquier
proceso de gestión: la incertidumbre y la heterogeneidad.
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toda la institución y la delimitación de la población meta también será
revisada para dar cuenta de la especificidad hacia donde apunta el proyecto.
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Gather Turler, M. (2004) Innovar en el seno de la institución escolar. Graó Barcelona.
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visibilidad de las múltiples visiones e intercambios que se dan entre los
actores institucionales y permitan alcanzar un consenso para la
implementación de los proyectos.
Cómo afirma Gairín Sallán, “Este tipo de compromisos exige una toma de
conciencia colectiva que obliga a reflejar compromisos más allá del
espacio del aula. (…) Se imponen actuaciones que van más allá del trabajo
del aula y que implican la modificación de las estructuras de
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funcionamiento, el cambio de actitudes y prácticas del personal, el trabajo
colectivo o el desarrollo de proyectos paralelos y complementarios.”11
Es por esta razón que los mecanismos que propicien la participación son
indispensables para desarrollar el diseño, la implementación y la
evaluación de los proyectos escolares.
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Gairín Sallán, J. (1998) Enfoques y estadios de desarrollo de la gestión del centro escolar. En Gestión
Escolar. Variable estratégica par una educación de calidad. Pontificia Universidad Católica de Chile.
Facultad de Educación. Chile
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singularidades de las personas o grupos hacia los cuales se dirige la acción.
Es indispensable establecer criterios claros que ayuden a establecer
prioridades para la asignación de responsabilidades y recursos, reconocer
las limitaciones y posibilidades de cada uno de los actores que intervienen
en el proyecto y disponer de criterios de evaluación que permitan
reformular o consolidar las prácticas educativas que se desarrollen.
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La participación caracterizada por la corresponsabilidad, la cooperación y
la coordinación adquiere sustento y produce satisfacción entre los actores
que intervienen en los proyectos.
Los directores tendrán que tener en cuenta las instancias y los ámbitos de la
participación, desde la definición de los problemas, la identificación de los
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objetivos, el diseño de los proyectos, la asignación y distribución de
recursos, la implementación, el seguimiento y la evaluación.
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Bibliografía
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