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LECCIÓN TERCERA. EL CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN.

GARANTÍAS DE LA OBLIGACIÓN.
La dinámica de la obligación.
Vamos a estudiar la perspectiva dinámica que comprende tres aspectos: 1. Cumplimiento de la
obligación, 2. Satisfacción del interés del acreedor, 3. Liberación del deudor.

Normalmente coinciden los tres aspectos: el deudor cumple debidamente su prestación, con lo
que el acreedor queda plenamente satisfecho y, por ende, la obligación se extingue. Pero
veremos que no siempre ocurre así. Por ejemplo, cabe que cumpla un tercero distinto del
deudor y entonces se habrá satisfecho en el interés del acreedor y, quizás, extinguido la
obligación, pero desde luego el deudor no ha cumplido. Y pueden acontecer otras
combinaciones, como veremos, en que hay coincidencia de los tres aspectos indicados,
aunque ello no sea lo más habitual.

Concepto de pago o cumplimiento.


El término pago puede utilizarse en varias acepciones: en sentido amplio equivale a extinción
de la obligación por cualquier causa y modo. En el extremo opuesto, hay un sentido restringido
que significa cumplimiento de una prestación pecuniaria, o sea, pago en dinero. Sin embargo,
existe un tercer sentido del término que es el más técnico, en el que pago o cumplimiento vale
como cumplimiento efectivo de la prestación debida, sea de la naturaleza que sea. El contexto
permitirá conocer en qué acepción se usa, pero, en principio, hemos de entender el término
en su sentido técnico.

El efecto del pago o cumplimiento es la extinción de la obligación. Ahora bien sólo hay pago si
se cumplen los llamados requisitos del pago:

 En cuanto a los sujetos del pago, que tengan capacidad. Los sujetos del pago no
siempre son acreedor y deudor, como ocurre habitualmente. Por ello, hemos de
hablar de “el que paga” y “el que recibe”, y estos términos suelen decirse en sus
equivalentes latinos: solvens (el que paga) y accipiens (el que recibe).
 En cuanto al objeto: identidad, integridad e indivisibilidad de la prestación. Se ha de
pagar precisamente lo pactado y en toda su integridad, y de una sola vez.
 En cuanto a las circunstancias: que el pago sea realizado en el tiempo y lugar
convenidos o señalados por la ley.

Sujetos del pago: el solvens y el accipiens.


El solvens: el que paga.
¿Quién puede pagar? Caben las siguientes posibilidades:

a) El deudor personalmente: no sólo puede sino que debe. Lo normal, en efecto, es que
pague quien se comprometió como deudor en la relación obligatoria.
En rigor, este precepto se refiere más bien al cumplimiento de las obligaciones de dar
en que la entrega tiene función traslativa. De ahí que no baste con la capacidad de

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obrar general para realizar actos jurídicos con plenos efectos, sino también la libre
disposición de la cosa. De todos modos. Esta cuestión remite a otra que se verá en su
momento, cual es, la de la transmisión de los derechos reales mediante la
concurrencia de dos elementos: titulo y modo.
b) El representante del deudor: en principio, el deudor puede pagar o cumplir por medio
de representante. Pero hay una excepción “en las obligaciones de hacer el acreedor no
podrá ser compelido a recibir la prestación o el servicio de un tercero, cuando la
calidad y circunstancia de la persona del deudor se hubiesen tenido en cuanta al
establecer la obligación”.
c) El tercero: también puede pagar quien nada tiene que ver con la relación obligatoria
que se estableció en su momento, a quien se conoce como tercero, porque no es ni
acreedor ni deudor, que sería primero y segundo. Se deduce pues de este precepto
que el acreedor no puede oponerse al pago, salvo en el caso del articulo indicado
anteriormente, como es natural. Si lo hace, el acreedor incurre en la llamada mora
creditoris, o retraso culpable en recibir la prestación.
El código concibe con gran amplitud esta posibilidad de que otro pague, pensando
que, a la postre, eso le conviene al acreedor: qué más da quien pague; el caso es que
reciba la prestación. Es evidente que siempre que un tercero paga tiene algún interés
en el pago. Interés que puede ser jurídico (una deuda con el primero) o cabe que el
interés sea moral (un padre que paga la deuda de su hijo).
Posiblemente lo que quiere dar a entender el precepto es que el tercero que paga no
tiene que tener un interés jurídico. Por tanto, el tercero no tiene que manifestar su
interés, ni el acreedor puede negarse a recibir el pago alegando la falta de interés del
tercero en el mismo.
Capitulo de mayor interés dentro de este tema del pago por tercero es el de los
efectos. El interés del acreedor queda satisfecho, razón por la cual, éste sale de la
relación obligatoria, lo que no significa siempre que la obligación se extinga, ni
tampoco que se libere el deudor, que en definitiva no pagó. Parece lógico que si otro
paga por él. Aquel pueda recuperar lo que pagó dirigiéndose al primitivo deudor.
Ahora bien. La deuda que contrae el primitivo deudor con el tercero que ha pagado,
tiene diferente alcance, según la circunstancia en que haya pagado el tercero.
Podemos sintetizar así los efectos del pago por tercero, que dependan de su
comportamiento, de manera que, bien se produce la extinción de la primitiva
obligación y sustitución por una nueva, bien permanece la primitiva obligación y sólo
hay cambio de acreedor:
1. Se genera una nueva obligación entre el tercero que paga y el deudor primitivo,
con extinción de la primitiva obligación y salida o liberación del acreedor cuando:
 Paga sin prohibición del deudor: el tercero, en este supuesto, tiene
derecho al reembolso, esto es, a recuperar la suma efectivamente
satisfecha. Puede reclamar íntegramente la misma cantidad que pagó. Se
trata de la llamada acción de reembolso, que nace o deriva de una relación
jurídica nueva. En efecto, como consecuencia del pago por el tercero se
extingue la primitiva relación obligatoria, pero por ese hecho de pagar
surge una nueva, en la que el acreedor es ahora el tercero y el deudor es el
que también era deudor en la primera obligación.

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 Paga contra la expresa prohibición del deudor: en este caso, el tercero que
paga sólo tiene derecho a la llamada reversión para evitar el
enriquecimiento. También se trata de un crédito nuevo, el que ahora tiene
el tercero frente al deudor primitivo, en el seno de una relación obligatoria
nueva, derivada de un hecho nuevo como es el pago hecho por el tercero
contra la voluntad del deudor. Ahora puede exigir no toda la suma que
pagó sino solo aquella parte en que le hubiese sido útil el pago al deudor.
2. No se genera una nueva obligación sino que permanece la primitiva, de modo que
el cambio se limita a la sustitución del acreedor en aquella obligación, cuando:
 Paga con voluntad expresa o tácita del deudor, o por disposición de la ley,
o por interés propio: aquí se comprenden los casos de imperativo legal,
aprobación del deudor, o interés del deudor. En este tercer abanico de
supuestos, se produce el fenómeno de la subrogación en el crédito
pagado. Significa, a diferencia de lo que veíamos en los dos supuestos
anteriores, que el crédito inicial no se ha extinguido como consecuencia
del pago por el tercero sino más bien que ha cambiado de titular: ahora es
el tercer, ha habido un cambio en la persona del acreedor. El acreedor
inicial sale de la relación jurídica, porque ha sido satisfecho, y entra en su
lugar el tercero que se convierte en el nuevo titular del mismo crédito de
antes. La relación jurídica obligatoria no se extingue, a diferencia de lo que
sucedía en los dos casos anteriores, sino que se modifica. Es el fenómeno
de la novación subjetiva.
Como se decía antes, esta subrogación procede de tres causas: a) la ley,
que en ciertos casos así lo dispone, b) la voluntad de las partes que pactan
la subrogación; c) el llamado interés propio, porque el pago favorece al
mismo que paga. Puede decirse que también en estos casos, es la Ley el
origen de la subrogación pues la presume. Dice, en efecto, el artículo
1210: “Se presumirá que hay subrogación:
1.º Cuando un acreedor pague a otro acreedor preferente.
2.º Cuando un tercero, no interesado en la obligación, pague con
aprobación expresa o tácita del deudor.
3.º Cuando pague el que tenga interés en el cumplimiento de la obligación,
salvos los efectos de la confusión en cuanto a la porción que le
corresponda.”
Cabe pensar en una cuarta hipótesis no resuelta en la ley: que el tercero
pague ignorándolo el deudor; por tanto no tiene ocasión ni de prohibir ni
de aprobar, siquiera tácitamente. Sin duda cabe la posibilidad, ¿qué
efectos produce? Como no pudo oponerse el deudor, parece más la
segunda opinión de reconocer al tercero sólo la acción de reversión.

El accipiens (el que recibe).


¿Quién está capacitado o puede recibir el pago? Puede recibirlo:

a) El acreedor personalmente: se refiere a quien sea acreedor en el momento del pago,


bien porque lo fue desde el inicio de la relación obligatoria, bien porque lo fue por
haber adquirido el crédito con posterioridad. Se exigen estos requisitos en el acreedor:

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 Que lo sea actualmente, según lo acabo de indicar.
 Capacidad para administrar: “el pago hecho a una persona
incapacitada para administrar sus bienes será válido en cuanto se
hubiere convertido en su utilidad”.
 Libre disponibilidad de crédito: “no será válido el pago hecho al
acreedor por el deudor después de habérsele ordenado
judicialmente la retención de la deuda”.
b) El representante del acreedor: “el pago deberá hacerse a la persona e cuyo
favor estuviese constituida la obligación, o a otra autorizada por recibirla en su
nombre”. En rigor, este precepto no habla de estar representado para recibir el
pago sino simplemente de estar autorizado. Lo que pasa es que la autorización
significa un nivel inferior, de modo que si el artículo se conforma con la
autorización, con mayor razón servirá la representación.
c) El simple autorizado por el acreedor. Es el caso del banco en que tenemos
nuestra cuenta y en la que nos pueden pagar porque el banco está autorizado
por nosotros para recibir esos pagos y abonarlos en nuestra cuenta.
d) El acreedor aparente: “el pago hecho de buena fe al que estuviere en posesión
del crédito, liberará al deudor”. El acreedor aparente es una persona que no es
verdadero titular del crédito pero que presenta todos los signos externos para
hacer creer al que paga que lo es. El Derecho protege, con ciertos requisitos en
que no podemos entrar, a quien confía en una situación aparente aunque no
sea verdadera, de modo que el acto así realizado produce los mismos efectos
que si fuera un acto plenamente regular.
e) Un tercero: en principio es un pago ineficaz, porque sólo se puede pagar el
acreedor, no a cualquiera, pero el artículo 1163.II, dice: “también será válido el
pago hecho a un tercero en cuanto se hubiere convertido en utilidad del
acreedor.

Requisitos en cuanto al objeto del pago.


 Identidad, como ya hemos hablado, el deudor ha de prestar precisamente aquello que
se pactó y no otra cosa distinta aun cuando fuera mejor. A este requisito se le llama
identidad de la prestación, esto es, adecuación entre la prestación debida y la
realizada. El código se refiere a él en los artículos siguientes:
Artículo 1166: “El deudor de una cosa no puede obligar a su acreedor a que reciba otra
diferente, aun cuando fuere de igual o mayor valor que la debida.
Tampoco en las obligaciones de hacer podrá ser sustituido un hecho por otro contra la
voluntad del acreedor”.
Artículo 1167: “Cuando la obligación consista en entregar una cosa indeterminada o
genérica, cuya calidad y circunstancias no se hubiesen expresado, el acreedor no podrá
exigirla de la calidad superior, ni el deudor entregarla de la inferior”.
Dentro de la identidad se incluyen los requisitos circunstanciales del pago, esto es,
tiempo y lugar. “El pago deberá ejecutarse en el lugar que hubiese designado la
obligación.

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No habiéndose expresado y tratándose de entregar una cosa determinada, deberá
hacerse el pago donde ésta existía en el momento de constituirse la obligación.
En cualquier otro caso, el lugar del pago será el del domicilio del deudor”.
 Integridad: realización integra, completa, total de la prestación. “No se entenderá
pagada una deuda sino cuando completamente se hubiese entregado la cosa o hecho
la prestación en que la obligación consistía”.
 Invisibilidad: el deudor no puede obligar al acreedor a recibir parcialmente la
prestación, aunque al fin la realizara completamente, salvo en las pecuniarias con
parte líquida y parte ilíquida. “A menos que el contrato expresamente lo autorice, no
podrá compelerse al acreedor a recibir parcialmente las prestaciones en que consista
la obligación.
Sin embargo, cuando la deuda tuviere una parte líquida y otra ilíquida, podrá exigir el
acreedor y hacer el deudor el pago de la primera sin esperar a que se liquide la
segunda”.

Los subrogados o formas sustitutivas del cumplimiento.


La doctrina suele emplear este término de subrogados para referirse a diversos
procedimientos que sustituyen el cumplimiento en sentido estricto por el deudor. Son casos en
que no se realiza exactamente la prestación pactada y prometida. Hay formas especiales de
pago.

Podemos enumerar las siguientes formas sustitutivas del pago:

1. Consignación judicial: consiste en la entrega y depósito de la cosa debida en poder de


la autoridad judicial, cuando el acreedor se niega sin razón a recibirla, o no puede
hacerse el pago por otras causas.
El supuesto más típico u ordinario de consignación, antes de consignar en poder del
Juez, es necesario hacer ofrecimiento de pago al acreedor. Y si éste lo rechaza sin
razón, se puede proceder a consignación.
Sin embargo, hay otros supuestos en que no se exige el ofrecimiento previo y puede
pasarse directamente a la consignación. En estos casos no hay ofrecimiento, por
razones obvias, pero se deberá previamente anunciada a las personas interesadas en
el cumplimiento de la obligación.
En cuanto al procedimiento establece el artículo 1178, “La consignación se hará
depositando las cosas debidas a disposición de la autoridad judicial, ante quien se
acreditará el ofrecimiento en su caso, y el anuncio de la consignación en los demás.
Hecha la consignación, deberá notificarse también a los interesados.”
Por lo que hace a los efectos, la consignación libera al deudor, si la acepta el acreedor
o si recae la declaración judicial de que está bien hecha. En último caso, incluso, puede
el deudor pedir al Juez que le expida un documento acreditativo de la cancelación de
la obligación.
2. Compensación: consiste en la extinción de dos deudas en la cantidad concurrente
porque ambos deudores lo son recíprocamente uno del otro. Artículo 1195, Tendrá
lugar la compensación cuando dos personas, por derecho propio, sean recíprocamente
acreedoras y deudoras la una de la otra.”
Son requisitos de la compensación los indicados en el artículo 1196:

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“Para que proceda la compensación, es preciso:
1.º Que cada uno de los obligados lo esté principalmente, y sea a la vez acreedor
principal del otro.
2.º Que ambas deudas consistan en una cantidad de dinero, o, siendo fungibles las
cosas debidas, sean de la misma especie y también de la misma calidad, si ésta se
hubiese designado.
3.º Que las dos deudas estén vencidas.
4.º Que sean líquidas y exigibles.
5.º Que sobre ninguna de ellas haya retención o contienda promovida por terceras
personas y notificada oportunamente al deudor.”
3. Cesiones solutorias: consisten en la cesión de bienes por parte del deudor al acreedor
o acreedores para la extinción de la deuda. Tipos:
a) Dación en pago: entrega de una cosa en vez de realizar la prestación debida, con el
consentimiento del acreedor. Mediante la cesión se extingue la deuda y el
acreedor adquiere la propiedad de la cosa cedida.
b) Cesión de bienes para el pago: el deudor, al carecer de medios suficientes para
pagar a todos sus acreedores, cede a éstos sus bienes para que los realicen y con
su importe se cobren sus créditos, hasta donde llegue.

La entrega de bienes en el caso anterior era pro soluto, esto es, en pago de la deuda,
por lo que ésta queda extinguida, cualquiera fuera el pago de la cosa cedida. En
cambio, en este segundo supuesto de cesión, la entrega se hace pro solvendo, esto es,
para pago: para que se vendan y se repartan su importe de los acreedores. La deuda se
extinguirá en la medida en que el importe de los bienes vendidos haya bastado para
pagar a los acreedores. Si no bastare, la deuda subsiste en esa cantidad; y si sobrase, el
remanente corresponde al deudor.

De donde se deduce que así como en la dación en pago, el acreedor se hace dueño de
la cosa; en la cesión de bienes para pago, el deudor continúa siendo su propietario.

4. Remisión o condonación: consiste en el perdón de la deuda. El acreedor manifiesta su


voluntad de extinguir, en todo o en parte, su crédito, sin recibir nada a cambio.
5. Confusión: dice el artículo 1192, “Quedará extinguida la obligación desde que se
reúnan en una misma persona los conceptos de acreedor y de deudor.
Se exceptúa el caso en que esta confusión tenga lugar en virtud de título de herencia,
si ésta hubiese sido aceptada a beneficio de inventario.”

Las garantías de la relación obligatoria.


Cuando se comienza el tema de las garantías de la obligación, es decir, los procedimientos
jurídicos que aseguran al acreedor el cumplimiento de la obligación por su deudor, lo primero
es precisar alguna distinción importante. En efecto, puede hablarse de garantía en su sentido
amplio o genérico, o de garantía en sentido estricto o garantía propiamente dicha. Porque, en
rigor, la llamada garantía genérica es más bien la responsabilidad patrimonial universal del
deudor.

En efecto, el deudor responde con todos sus bienes del cumplimeinto de sus compromisos:
todos sus bienes presentes y aun los futuros están sujetos a la seguridad del cumplimiento de

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sus obligaciones. No hay duda de que esta responsabilidad universal del deudor constituye
para los acreedores una seguridad o garantía, la verdad, sólo hasta cierto punto, porque sus
créditos serán satisfechos: en última instancia significa que el Estado, a través de los
tribunales, procede a la ejecución forzosa de las obligaciones cuando el deudor no cumple
espontáneamente. Embarga bienes del deudor; los vende en pública subasta; y con su importe
satisface al acreedor.

Hay que señalar que, sin embargo, existen bienes inembargables por razones de humanidad,
señalados en la Ley de Enjuiciamiento civil.´

Cosas distintas, como advertíamos, son las garantías de la obligación, en sentido estricto.

Junto a la responsabilidad universal o sobre todos los bienes del patrimonio del deudor que
acabamos de ver, existen otros medios para asegurar el cumplimiento de la obligación o, lo
que es lo mismo, la satisfacción del derecho de crédito del acreedor. Estos medios consisten en
la atribución al acreedor de un nuevo derecho subjetivo o facultad que se añade al primitivo
derecho de crédito del acreedor. Estos medios consisten en la atribución al acreedor de un
nuevo derecho subjetivo o facultad que se añade al primitivo derecho de crédito. Nace así un
derecho accesorio del principal: el principal es el derecho de crédito, el accesorio es el derecho
de garantía que se pacta entre las partes para garantizar el cumplimiento del primero. Por eso,
no puede existir garantía sin derecho principal de crédito. Por eso, si se extingue o anula el
derecho principal, cae necesariamente el derecho de garantía. Además, al paso que la
responsabilidad universal del deudor recae sobre todos sus bienes, incluso los futuros, las
garantías sólo pueden recaer sobre bienes concretos y determinados del deudor.

Como se habrá caído en la cuenta, la responsabilidad patrimonial universal existe siempre, sin
que haya de pactarse entre el acreedor y deudor, la impone la Ley, pero las garantías sólo
nacen si se pactan expresamente.

Suele clasificarse las garantías en dos grandes grupos:

a) Garantías reales: en este grupo, podemos mencionar:


1. Derechos reales de garantía: son un tipo de derechos reales que otorgan a su
titular un poder de agresión sobre la cosa dada en garantía, a fin de realizar su
valor en caso de incumplimiento del deudor. Así, la prenda o la hipoteca.
2. Derechos de retención: facultad concedida a quien tiene la posesión de una cosa
ajena y está obligado a devolverla a su propietario, para oponerse a su restitución
y prolongar la posesión, hasta que sea satisfecho el crédito que ostenta en
conexión con la cosa que está obligado a devolver. Este crédito lo ostenta,
generalmente, por haber realizado gastos de conservación o reparación de la cosa,
o sufrido perjuicios por la posesión de aquella. Se ha confundido el termino
derechos de retención con derecho real de prenda, el primero solo faculta al
retenedor para insistir en la posesión de la cosa para cobrar el pago debido; la
segunda, es un derecho real de garantía, puede realizar la prenda, esto es,
enajenar en pública subasta la cosa y cobrarse con el precio obtenido.
3. Arras: entrega de una suma de dinero o de cualquier cosa que un contratante hace
al otro con fines aseguradores diversos según la función que se atribuya a las arras.

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En efecto, las arras pueden desempeñar las siguientes funciones que establecen
libremente las partes:
 Función confirmatoria: la entrega se hace para confirmar la celebración del
contrato. La cantidad entregada se entiende a cuenta de la prestación
total.
 Función penitencial o de desistimiento: permite a las partes desistir o
desligarse del contrato, perdiéndolas quien entregó las arras, o
devolviéndolas duplicadas quien las recibió.
 Función penal: esta clase de arras funcionan como indemnización de los
daños sufridos por el incumplimiento, de modo que las pierde o devuelve
duplicadas según quien haya incumplido, sin perjuicio de que puede
exigirse el cumplimiento del contrato, porque esta clase de arras, a
diferencia de las anteriores, no conceden la facultad de desistir del
contrato.

Como se advertía, habrá que estar a lo convenido entre las partes para
conocer en concreto qué función se ha querido dar las arras.

b) Garantías personales:
1. Fianza: es un contrato por cuya virtud se obliga uno a pagar o cumplir por un
tercero en el caso de no hacerlo éste.
2. Cláusula penal: es una prestación, generalmente consistente en pagar una suma
de dinero, a cargo del deudor y a favor del acreedor, para el caso de que aquél no
cumpla o cumpla defectuosamente la obligación principal.
Se trata de una cláusula que se incorpora en el mismo contrato constitutivo de la
obligación principal, aunque no por eso deja de ser una estipulación accesoria,
como toda garantía.
la interpretación de los artículos 1152 a 1155 no es segura. En mi opinión, cuando
se pacta la pena como sanción por el retraso (pena moratoria), es decir, para el
caso de que el acreedor incurra en mora, sus efectos son claros: si la cláusula dice
que 1000 euros por cada día de retraso en la entrega de la cosa, está claro.
El problema de interpretación surge cuando se pacta la pena para caso de
incumplimiento definitivo. Yo creo que en este caso, los efectos de la cláusula
penal son los mismos, mutatis mutandis, que los de las arras, cuya diferencia es
sólo temporal: repárese en que las arras se entregan antes del vencimiento de la
obligación: precisamente para garantizar que al vencimiento se cumplirá. La
cláusula penal, en cambio, entra en funcionamiento después del vencimiento de la
obligación, al constatar que no se ha cumplido o no se ha cumplido
convenientemente.
En definitiva, habrá que estar, como en las arras, a lo que pacten las partes en
cuanto a las funciones de la cláusula penal puesto que la regulación contenida en
los artículos es dispositiva.

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